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Positivismo

Positivismo

(Del latín: “positivus”, afirmativo.) El positivismo es una de las corrientes idealistas más
difundidas en la filosofía burguesa contemporánea. El positivismo considera su mérito en
haber acabado, según él, con la filosofía y en basar sus teorías exclusivamente sobre los
hechos “positivos”, “afirmativos”, y no sobre “deducciones abstractas”, afirmando, además,
que se eleva tanto por encima del materialismo como del idealismo, sin ser ni lo uno ni lo
otro. Sin embargo, el positivismo representa en realidad una de las variantes más
superficiales y vulgares de la metafísica idealista. El rasgo característico del positivismo es
la interpretación idealista simplista del papel de la experiencia y de la ciencia; la
experiencia es para él un conjunto de sensaciones o representaciones subjetivas, y el papel
de la ciencia queda reducido a la descripción (y no a la explicación) de los hechos. El
progenitor del positivismo es el filósofo francés del siglo XIX, Augusto Comte. A fines de
dicho siglo y a principios del XX, se consideraban positivistas todos los filósofos que
trataban de ubicarse entre el materialismo y el idealismo, de “superar” su antinomia. Los
clásicos del marxismo se referían con gran desprecio a esta corriente filosófica
reaccionaria; así, por ejemplo, Marx en su carta del 7 de Julio de 1866 a Engels escribía que
Comte “en comparación con Hegel… produce una pobre impresión”. En su
obra Materialismo y Empiriocriticismo, Lenin da una crítica demoledora del positivismo:
llama a los positivistas charlatanes degenerados, que se dan por filósofos y cuyo método de
argumentar es una “total charlatanería burguesa”. Los representantes del revisionismo
mecanicista del marxismo en la URSS plantearon, a la manera positivista el problema de la
filosofía, reduciéndola al papel de las “últimas conclusiones de las ciencias naturales” o
defendiendo el lema positivista de “fuera la filosofía”. Contrariamente al positivismo, la
evolución de las ciencias exactas no sólo no suprime la necesidad de la filosofía, sino que
esta evolución sólo es posible sobre la base de una doctrina filosófica definida: el
materialismo dialéctico.
Diccionario filosófico marxista · 1946:244-245

Positivismo

(Del latín “positivus”-positivo). Una de las más difundidas corrientes idealistas en la


moderna filosofía burguesa. El positivismo ve su mérito en que se funda no sobre
deducciones abstractas, sino exclusivamente sobre los hechos positivos, reales. Además, el
positivismo sostiene que se eleva tanto por encima del materialismo como del idealismo,
sin llegar a ser ni uno ni otro.
Diccionario de filosofía y sociología marxista · 1959:89

Positivismo

Una de las corrientes idealistas más difundidas en la filosofía burguesa. El positivismo


pretende haber terminado con la filosofía y apoyarse no en “especulaciones abstractas”,
sino exclusivamente en hechos “positivos”. Pretende elevarse por encima del materialismo
y del idealismo, y no ser lo uno ni lo otro. En realidad, el positivismo es una variedad del
idealismo subjetivo. La “negación” de la filosofía constituye un subterfugio de los filósofos
burgueses para introducir el idealismo en la ciencia. Afirmando que los sabios pueden y
deben desentenderse de la filosofía, que lo esencial son los hechos, los positivistas se
esfuerzan en dar a esos hechos una interpretación idealista. “Negar” la filosofía se reduce a
luchar contra la filosofía científica del materialismo y defender el idealismo. El rasgo
característico del positivismo, es la concepción idealista de la experiencia y de la ciencia,
consideradas como un conjunto de sensaciones, de representaciones, de afecciones
subjetivas, la negación de las leyes objetivas de la naturaleza y de la sociedad. El papel de
la ciencia consistiría en describir (y no en explicar) los hechos considerados como ciertos
estados de la conciencia. El positivismo resucita el agnosticismo de Hume (ver) y de otros
idealistas, y se aplica a demostrar que el conocimiento no va más allá de las percepciones y
que los problemas de la existencia del mundo exterior, objetivo, independiente de las
percepciones, no pueden ser planteados científicamente, que tendrían un carácter
“metafísico”, &c. Augusto Comte (ver) es considerado como el fundador del positivismo.
En Materialismo y empiriocriticismo (ver), Lenin hace una crítica aplastante de esta
doctrina.
Los revisionistas mecanicistas del marxismo en la U.R.S.S., consideraban la filosofía
desde un punto de vista positivista, y la reducían a los “últimos resultados de las ciencias de
la naturaleza”. Preconizaban la consigna positivista “la filosofía por la borda”. Diga lo que
diga el positivismo, el progreso de las ciencias no suprime la filosofía. Para llegar a
conclusiones justas, las ciencias deben desarrollarse sobre la base del materialismo
dialéctico (ver), la única doctrina filosófica científica. Los positivistas burgueses
contemporáneos (los sostenedores de lo que se llama el “tercer positivismo”, siendo el
“machismo” (ver) considerado como “segundo positivismo”) continúan practicando el
idealismo bajo divisas nuevas: positivismo lógico (ver), filosofía semántica (ver), realismo
crítico (ver), &c.

El positivismo se halla ampliamente difundido en la sociología burguesa. Los sociólogos


positivistas, que se declaran “por encima” del materialismo y del idealismo, son en
realidad, representantes típicos de la concepción idealista de la historia, y luchan contra la
teoría materialista de la sociedad. Por su naturaleza de clase, la sociología positivista
representa una amalgama de “argumentos” y de “consideraciones” de toda especie en favor
del capitalismo. La sociología positivista actual tiene por finalidad principal la lucha contra
el materialismo histórico y la justificación de la política agresiva del capital financiero. Los
sociólogos positivistas Bernard, Angell, Ogburn y otros, al negar la posibilidad de descubrir
las leyes de la historia, se ingenian en “demostrar” que las contradicciones del capitalismo
se reducen a las contradicciones de la mentalidad humana. Por eso recomiendan que en
lugar de luchar contra el capitalismo, se adapten las conciencias al régimen capitalista.

Sosteniendo una lucha intransigente contra la sociología positivista, el materialismo


histórico denuncia su carácter anticientífico, su naturaleza reaccionaria.
Diccionario filosófico abreviado · 1959:416-417

Positivismo

(del latín “positivus”: positivo.) Corriente idealista subjetiva, ampliamente difundida, de


la filosofía burguesa; se presenta tomando como bandera la negación de la filosofía en
calidad de concepción del mundo, rechazando los problemas filosóficos tradicionales
(relación entre el ser y la conciencia, y otros) como “metafísicos” y no sujetos a
comprobación experimental. El rasgo capital de la filosofía positivista consiste en el intento
de crear una metodología o “lógica de la ciencia” que está por encima de la contraposición
entre materialismo e idealismo. Se ha convertido en uno de los principios fundamentales de
la metodología positivista de la ciencia, el fenomenalismo extremo; en consecuencia, se ha
declarado que el objetivo de la ciencia se cifra en la descripción pura de los hechos dados
por las sensaciones, no en su alucinación. La pretensión positivista de que la filosofía sea
“neutral”, no tenga “carácter de partido”, obedece a profundos motivos sociales. El más
importante de todos ellos radica en la actitud contradictoria de la burguesía frente a las
ciencias particulares: por una parte, la burguesía está interesada en el avance de las ciencias
naturales, sin las cuales no puede desarrollarse la producción; por otra parte, se niega a
aceptar las conclusiones ideológicas gue exceden los limites de las teorías estrictamente
científico-naturales, conclusiones que socavan la idea de que la sociedad burguesa es
perdurable. El fundador de dicha corriente fue Comte, a quien se debe además el término de
“positivismo”. Históricamente, se distinguen tres etapas en el desarrollo del positivismo.
Los representantes del “primer” positivismo son Comte, Emile Littré, Pierre Laffite
(Francia), Mill, Spencer (Inglaterra). Junto a los problemas de la teoría del conocimiento
(problema de las leyes históricas generales de su desarrollo, –Comte–) y de la lógica (Mill)
que se resolvían en el sentido de un empirismo extremo y del fenomenalismo, en el
“primer” positivismo se asignaba el principal lugar a la sociología (teoría organicista de la
sociedad, de Spencer) cuyo fin estribaba en fundamentar el carácter natural y perdurable
del capitalismo. Ya este hecho ponía al descubierto el sentido de clase reaccionario de la
filosofía positivista. El nacimiento del “segundo” positivismo –empiriocriticismo– se
produce en el último tercio del siglo pasado y está unido a los nombres
de Mach y Avenarius, quienes renunciaron incluso al reconocimiento formal de los objetos
reales, reconocimiento que aún aceptaban los representantes del “primer” positivismo. En
las teorías de Mach, los problemas del conocimiento se interpretaban desde el punto de
vista de un psicologismoextremo, que se convertía en subjetivismo. La aparición y
formación del “tercer” positivismo están relacionadas con la actividad del Círculo de
Viena (Neurath, Carnap, Schlick, Frank y otros) y de la Sociedad berlinesa de filosofía
empírica (Reichenbach, F. Kraus y otros) en los que se unieron numerosas
direcciones: atomismo lógico, positivismo lógico, semántica general (se encontraban
próximos a estas corrientes el operacionalismo y el pragmatismo). En el “tercer”
positivismo, ocupan el lugar principal los problemas del lenguaje, de la lógica simbólica, de
la estructura de la investigación científica y otros. Después de rechazar el psicologismo, los
representantes del “tercer” positivismo han trabajado en el sentido de aproximar la “lógica
de la ciencia” a la matemática, en el sentido de formalizar en grado extremo los problemas
gnoseológicos.
Diccionario filosófico · 1965:370

Positivismo

(latín positivus.) Corriente de la filosofía burguesa, que proclama como fuente única del
conocimiento verídico, auténtico, a las ciencias concretas (empíricas) y que niega el valor
cognoscitivo de la investigación filosófica. El surgimiento del positivismo fue una reacción
peculiar a la incapacidad de la filosofía especulativa (por ejemplo, del idealismo clásico
alemán) de resolver los problemas filosóficos que planteaba el desarrollo de las ciencias.
Cayendo en el otro extremo, el positivismo rechazó en general la especulación teórica como
medio de obtención de los conocimientos. Proclamó falsos y desprovistos de sentido los
problemas, conceptos y proposiciones de la filosofía anterior (ser, esencias, causas, &c.),
que en virtud de su gran abstracción no pueden ser resueltos ni verificados por medio del
experimento. El propio positivismo pretendía ser una filosofía nueva por principio, “no
metafísica” (“positiva”), construida a semejanza de las ciencias empíricas y concebida
como metodología de estas últimas. Por su esencia, el positivismo es empirismo en algunos
aspectos elevado a conclusiones lógicas extremas: por cuanto todo conocimiento es para el
positivismo un conocimiento empírico de una u otra forma, por tanto ninguna especulación
puede ser conocimiento. Pero el propio positivismo no pudo evitar la suerte de la filosofía
anterior, ya que sus propias proposiciones fundamentales (negación de la
especulación, fenomenalismo, &c.) no pueden ser verificadas por vía experimental y,
consiguientemente, son “metafísicas”. El fundador del positivismo fue Comte, quien
introdujo también el término mismo. Históricamente se distinguen tres etapas en el
desarrollo del positivismo. Los representantes de la primera etapa son Comte, E. Littré, P.
Laffite (Francia), Mill, Spencer (Inglaterra). Además de los problemas de la gnoseología
(Comte) y la lógica (Mill), los positivistas concedían un importante lugar a la sociología
(idea de Comte acerca de la transformación de la sociedad sobre la base de la ciencia,
la teoría orgánica de la sociedad, de Spencer). El comienzo de la segunda etapa del
positivismo –empiriocriticismo– data de los años 70-90 del siglo 19 y está asociado a los
nombres de Mach y Avenarius, los cuales se negaron incluso a reconocer formalmente los
objetos objetivo-reales, mientras que los representantes del positivismo inicial aun los
reconocían. El machismo interpretaba los problemas del conocimiento desde el punto de
vista del psicologismo extremo, el cual desembocaba en el subjetivismo. El surgimiento y
formación del positivismo novísimo (neopositivismo) está vinculado con la actividad
del Círculo de Viena (O. Neurath, Carnap, Schlick, Frank, &c.). y de la Sociedad berlinesa
de filosofía empírica (Reichenbach y otros), que reunían en sí a muchas
corrientes: atomismo lógico, positivismo lógico, semántica general (son próximos a estas
corrientes el operacionalismo y el pragmatismo). En esta etapa del positivismo, la tercera,
ocupan el lugar principal los problemas filosóficos del lenguaje, la lógica simbólica, la
estructura de la investigación científica y otros. Al rechazar el psicologismo, los
representantes de esta corriente del positivismo siguieron la línea del acercamiento de la
“lógica de la ciencia” a las matemáticas, la línea de la formalización de los problemas
gnoseológicos.

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