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Azorín, escritor
Abomino en bloque de la guerra, sin entrar en consideración alguna.
Al abominar de la guerra, abomino de todos los imperialismos
pasados, presentes y futuros. Para mí, las naciones no son grandes
por su territorio ni por su fuerza. Lo son por el trabajo y la inteligencia.
Mi simpatía es por Abisinia. Y claro que al tratar de Abisinia
tendríamos que hablar del concepto verdadero de civilización. Con
esto volvemos al principio. Es decir, a la vida sencilla, sobria y
laboriosa, que lo mismo se puede dar en un desierto africano que en
una ciudad fabril de obreros cultos e independientes.
Pío Baroja, escritor
Sin guerra, mi admiración por Italia; en la guerra, mi simpatía por
Abisinia. Si el decantado derecho de los pueblos tiene una realidad
efectiva, todas las simpatías han de recaer del lado de Abisinia y
pronunciarse a favor de este pueblo que así ve atropellada su
independencia. Si no es así, se ha de fusilar cara a la pared a todos
los tratadistas que definen el derecho político y defienden y pretenden
justificar estos atropellos.
Halma Angélico, escritora
Mi simpatía y mi impulso espiritual se funden con los momentos
trágicos que padece Abisinia, codiciada y atropellada por ambiciones
de conquista. Y me siento aún más unida al dolor abnegado de sus
mujeres, que, anunciando [que] no desertarían nunca del puesto que
el deber les marca, al lado de sus combatientes, hicieron, sin
embargo, un llamamiento decisivo hacia todas las mujeres del
mundo civilizado para que defendieran la paz y lo justo. Inútil
intento, porque éstas, por desidia, por falta de organización o bien
sintiéndose contaminadas de bélicos entusiasmos, fueron incapaces
de responder al noble llamamiento de cordialidad. El fracaso de las
campañas feministas pro paz ha sido un hecho.
¿Que por qué es esta simpatía y este sentir mío? Porque sólo razono
con el sentimiento, con el cual ya sé que prácticamente no se puede ni
se debe razonar. Pero una viva convicción de justicia espontánea, sin
trabas ni prejuicios, me coloca siempre al lado del más débil. Odio la
fuerza y la conquista que por ella se hace. El último y más humilde
misionero católico que rescató a la ignorancia del clero copto abisinio,
preponderante en aquel país, cientos de miles de almas a la barbarie
o al error, tiene para mí más indiscutible gloria que todo el despliegue
artificioso de bélicos desplantes que pueda llevar a cabo una nación
conquistadora por procedimientos destructores. Esto en cuanto a
la lucha y defensa de un pueblo contra otro se refiere, pues si se
considera desde el punto de vista peligroso que para la paz del mundo
significa el trance apurado en que nos pone Italia, mucho más habría
que decir para execrar su actitud contra Dios y contra los hombres.
Julián Besteiro, filósofo y político socialista
Enemigo de la guerra, mi simpatía se inclina sin vacilación de ningún
género hacia Abisinia. En primer lugar, porque considero que las
razones que invoca Italia no son convincentes, y debieron
someterse a los acuerdos y convenios internacionales. Finalmente,
porque es el país más débil. Y estimo que la Sociedad de Naciones
debe tener un especial celo y cuidado en salvaguardar al pueblo
etíope para que no sean atropellados sus derechos.