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El género se puede definir como la construcción cultural que se crea en una sociedad
a partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben
cultural y socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciadas para
hombres y mujeres atribuidas en función de su sexo biológico.
Así pues, además de los modelos psicológicos ampliamente aceptados para explicar
el comportamiento de las víctimas de malos tratos, es necesario aplicar la perspectiva
de género para tener una visión más completa del fenómeno.
Este artículo pretende explicar grosso modo cuáles son las causas que provocan
que las mujeres maltratadas permanezcan privadas de su derecho a vivir una vida
libre de violencia.Nos centraremos exclusivamente en la psicología sin atender, de
momento, a otras cuestiones también importantes.
Esto es lo que más perturba a la sociedad y a quienes trabajan por erradicarla ¿Por
qué la mujer rompe con esta lógica? ¿Por qué no abandona en un primer momento
esta relación?
Este vídeo es una experiencia que prueba como en apenas cinco minutos podemos
ser víctimas de indefensión aprendida, así se pueden sentir las mujeres que sufren
de violencia de género. Esto nos puede ayudar a comprenderlas mejor, saber cómo
funciona nos ayudará a desactivarlo.
La Indefensión Aprendida
La teoría de la indefensión aprendida la formuló Seligman en 1975, la indefensión es
el estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos
son incontrolables…cuando no podemos hacer nada para cambiarlos, cuando
hagamos lo que hagamos siempre sucede lo mismo.
L. Walker afirma que parece que una mayor permanencia en una relación
violenta puede estar relacionada con haber vivido más experiencias de indefensión
en la infancia.
Esta última fase genera en las maltratadas una ficción de reencuentro llamada luna
de miel donde el agresor intenta cumplir con la forma idealizada de pareja que tiene
su víctima.
Según Walker la repetición de estos ciclos sirve para atar muy fuertemente a una
mujer maltratada con su agresor. Mientras tiene lugar la agresión la mujer sufre una
disociación acompañada de un sentimiento de incredulidad, de que eso esté
sucediendo realmente; esto iría seguido de un colapso emocional, similar al
experimentado por víctimas de secuestros o desastres, este colapso se acompaña de
inactividad, depresión, ansiedad, autoinculpación y sentimientos de indefensión.
Cuando una mujer abandona una relación abusiva, el miedo comienza a debilitarse
por la distancia y esta sensación de alivio por cese de la violencia, que quedó grabada
como un esquema mental, comienza a cobrar fuerza. La figura de la pareja que se
mostraba arrepentida y amorosa es recordada en la distancia y cuando el estímulo
reforzado es más intenso que el miedo, es posible que la mujer decida retornar.
La desvalorización de la mujer junto con los intentos del agresor para mantener su
imagen a costa del sometimiento de la mujer explican las dificultades para la ruptura
de esa relación.
La persuasión coercitiva
La persuasión coercitiva ofrece una explicación más completa al imbricar distintas
estrategias a lo largo de un tiempo extenso.
Se lleva a la práctica por una serie de estrategias que aseguran el control del
maltratador sobre la víctima, modulando (modificando los factores que intervienen
en el proceso para obtener distintos resultados) la intensidad, el tiempo y el espacio
se produce la despersonalización y de esta forma la víctima es sometida al
maltratador.(Álvaro Rodríguez Carballeira).
Para la erradicación de esta lacra social se debería actuar desde distintos campos:
Basta ya, exigimos el derecho de todas las mujeres para vivir libres de violencia.