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Nota a los lectores
Nuestras traducciones están hechas para quienes disfrutan del placer
de la lectura. Adoramos muchos autores, pero lamentablemente no podemos
acceder a ellos porque no son traducidos en nuestro idioma.

No pretendemos ser o sustituir el original, ni desvalorizar el trabajo


de los autores, ni el de ninguna editorial. Apreciamos la creatividad y el
tiempo que les llevó desarrollar una historia para fascinarnos y por eso
queremos que más personas las conozcan y disfruten de ellas.

Ningún colaborador del foro recibe una retribución por este libro más
que un Gracias y se prohíbe a todos los miembros el uso de este con fines
lucrativos.

Queremos seguir comprando libros en papel porque nada reemplaza


el olor, la textura y la emoción de abrir un libro nuevo así que encomiamos
a todos a seguir comprando a esos autores que tanto amamos.

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¡A disfrutar de la lectura!

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Argumento
Se suponía que sería una sola noche... una buena noche caliente,
sudorosa y de las que encogen los dedos de los pies. Conocer al Sr. Alto,
Moreno y Guapo en el bar, y llevarle a casa. Comprobado y comprobado.

Pero nunca había sido tomada de esa manera, poseída como... nunca.

A la mañana siguiente, se ha ido. Y yo tengo que volver al mundo real.


No a la fantasía hecha realidad. Me calzo mis tacones más altos y me preparo
para conocer a mi nuevo jefe.

Solo que, es él. El Sr. Sonrisa Sexy de la noche pasada es Smith


Calloway. Estoy asignada a ser su asistente personal ejecutiva... y también
a excavar dentro de los informes financieros de la compañía, trabajando
como una periodista encubierta.

Y Smith no ha olvidado exactamente la noche pasada...

Cada mirada es acalorada y la tensión se espesa cada vez que camino


dentro de su oficina.

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Noches tardías, largas horas y nosotros dos siendo forzados dentro de

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estrechos confines... El mismo sexo asombrosamente caliente y de gritar-
mi-nombre nos está llamando a los dos. Estamos lo suficientemente cerca
como para rasgar la ropa del otro, con los únicos “y-si” conteniéndonos.

¿Cederemos los dos? ¿O nos desearemos el uno al otro para siempre?


Capítulo Uno
Cameron Parker protegía sus ojos contra las brillantes luces que
salpicaban la pared punk llena de humo del club. Estaba en la parte de
atrás, acurrucada contra la pared cerca de la puerta. El suelo del club se
inclinaba hacia el escenario, por lo que Cam tenía una buena vista.

No es que estuviera encontrando a quien buscaba. Estaba buscando


a su amiga Liz, quien había jurado encontrarse con ella. Había venido aquí
unas cuantas veces con amigos, pero nunca sola.

Cam comprobó su teléfono, ignorando un diluvio de mensajes y


correos electrónicos. Eran trabajo, y se había prometido una noche de
diversión antes de que comenzara su nueva asignación.

Eran las 10:10. Liz estaba retrasada, como de costumbre. Cam miró
a su alrededor a la multitud de personas en la habitación y deseó que
estuviera en algún lugar.

Estaba ruidoso como el infierno aquí, aunque la banda no estaba


tocando. La música se filtraba de los cutres altavoces, lo que hacía imposible

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que Cam llamara a Liz.

Giró la cabeza y se vislumbró en el agrietado espejo que se aferraba a


la pared del club, mirando su aspecto segmentado y roto. Era alta, delgada
y pelirroja, con un montón de sombra oscura en sus ojos y un vestido de
cuero sin tirantes. Las únicas partes de su cara que no estaban cubiertas
de brillo eran sus grandes ojos azules y suaves labios rosados. En cambio,
llevaba una tonelada de maquillaje de ojos ahumado y un montón de brillo
de labios.
La imagen se balanceó en la superficie aplastada del espejo,
haciéndola parecer loca. Parecía encajar perfectamente con su entorno.

Ella apartó la mirada del espejo y tomó un gran sorbo de su bebida.


Estaba nerviosa, estando aquí sin su amiga. Siendo una mujer sola parecía
patético, pero luego de nuevo era la especie de vibra de todo el ambiente de
este lugar. Patético.

Terminó su bebida y se dirigió al bar. La gente se arremolinaba


alrededor de ella, y el lugar que había mantenido fue absorbido
inmediatamente por la multitud. Este bar estaba siempre lleno, a pesar de
la falta de camareros y asientos.

Si se iba a quedar lo suficiente para saludar a Liz, iba a tomar otra


copa. Se apretó entre dos tipos grandes, esperando pacientemente para que
el camarero la notara.

Uno de los chicos se movió. Cam tuvo que mirar dos veces cuando vio
al hombre que tomó su lugar.

Maldita sea.

Era enorme, por lo menos un metro noventa y cinco, y construido de

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puro músculo. Vestido con una chaqueta de cuero negro y pantalones

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vaqueros negros. Cabello oscuro, ojos azul oscuro, tatuajes arriba y abajo
de sus brazos. El estilo de su corte de pelo era Peaky Blinders, largo en la
parte superior peinado hacia atrás y afeitado en los lados.

Pero fue realmente la expresión en su rostro lo que la consiguió. Algo


parecido a la diversión recorría sus rasgos, pero ella podía decir que había
algo crudo allí. Enfado, o auto-odio tal vez.
Se dio cuenta de que estaba mirando un segundo antes de que él la
mirara, sus ojos viajando desde su cara hasta sus largas piernas, luego de
vuelta a sus tetas.

Entonces, la miró directamente a la cara y sonrió.

Un escalofrío recorrió su cuerpo por su expresión. Era como tener un


gran gato sonriéndole, muy tenso y listo para atacar.

Se ruborizó y miró hacia abajo. Eso no le impidió deslizarse para


tomar el lugar a su lado, sin embargo.

—¿Puedo comprarte un trago? —preguntó.

Era británico, lo cual fue un shock. Su voz era un ronroneo adorable


y aterciopelado que se ajustaba perfectamente a su mirada. Ella lo miró de
nuevo, un poco asombrada. Cam se aclaró la garganta, de pronto nerviosa,
pero deseó que su voz permaneciera firme.

—Claro —dijo ella—. Whisky, con hielo.

Se volvió hacia el bar y buscó al camarero. Le hizo un gesto con la


mano, aunque las palabras de su pedido se perdieron en la aglomeración a

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su alrededor. Pagó las bebidas y se giró hacia Cam con la bebida colgando

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de sus dedos.

—Gracias —dijo ella.

Sus dedos se tocaron cuando lo tomó. Bebió un sorbo de su bebida


sin romper el contacto visual. Ella tuvo que sonreír, porque el hombre nació
depredador o hacía esto mucho.

No es que eso la fuera a disuadir. Tomó un largo trago de su bebida,


pensando que tal vez había una razón cósmica por la que Liz no había
aparecido. No era realmente el tipo de llevar a los hombres a casa, pero él
era tan guapo…

—¿Me vas a decir tu nombre? —preguntó él, arqueando una ceja.

Su voz era culta, pulida, como si acabara de salir del Parlamento. Y


aun así, estaba aquí, en un show de punk rock. Lo miró con curiosidad.

—Cameron —dijo ella—. Cam.

—Smith —dijo él.

Él le ofreció una mano, la cual ella estrechó. Mil diminutos picos de


energía se arrastraron sobre su piel, y era difícil no mirarlo con ojos de
ciervo. Se resistió, sin embargo, haciéndose la casual.

—Así que… —dijo ella, reclamando su mano—. ¿Estás aquí para ver
a la banda?

Él se movió, haciéndola aún más consciente de sus músculos debajo


de la chaqueta de cuero y la camiseta Death From Above 19791.

—¿The Blinds2? Lo estoy. El batería es un amigo mío —dijo.

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Ella no sabía que decir, así que en lugar de eso llenó el silencio con

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tomar otro gran trago de su bebida. A la velocidad a la que iba, se pondría
borracha antes de darse cuenta.

Cam miró al rockero punk ridículamente caliente, mordiéndose el


labio. ¿Sería tan malo dejarse llevar, solo por una noche?

1 Banda canadiense de dance-punk.


2 Banda alemana de rock.
—¿Quieres otra bebida? —preguntó el Sr. Alto, Moreno y Guapo
preguntó.

Miró la bebida que tenía en las manos, sorprendida de encontrarla


vacía.

—Sí, ¿por qué no? —dijo—. Es temprano, ¿no?

Él sonrió de nuevo y le hizo señas al camarero. Ella aprovechó la


oportunidad para comprobarlo un poco más. Tenía un hoyuelo en el lado
derecho de su rostro que se mostraba cuando sonreía. Y su chaqueta de
cuero estaba enrollada en los codos, revelando fuertes antebrazos, venosos
y musculosos de tal manera que hacía sus rodillas débiles.

Ella apartó la vista, pasando su mano por su cadera, envuelta en el


pequeño vestido de cuero. Tenía que levantarse temprano mañana para el
trabajo. Estaba comenzando una nueva asignación, trabajando encubierto
en Calloway Corp, haciéndose pasar por una secretaria para tratar de
averiguar si algunas inconsistencias financieras eran solo eso… o más.

Pero desde que su último trabajo como periodista de investigación la


tuvo implicada en descubrimientos, a través de llamadas telefónicas, que
terminaron en un matadero, se había prometido unos días de descanso

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antes de comenzar algo nuevo. Trabajó duro, y se merecía cada pedazo de
él.

La banda comenzó el montaje de escenario mientras le entregaba otra


bebida. No eran especialmente memorables, pero el cantante principal tenía
el cabello verde brillante, estirado en picos por toda su cabeza.

Smith comenzó a mover la cabeza en señal de apreciación. Ella sonrió.


Era difícil no admirar el aprecio, especialmente cuando era expresado por
alguien tan condenadamente guapo.
—Aquí —dijo él, sosteniendo su vaso para dar un brindis—. Por
nuevas experiencias y vivir cada momento al máximo.

Sus labios se curvaron mientras golpeaba su vaso con el suyo, luego


tomó un sorbo. Realmente estaba jugando con ella, burlándose con su
saludo. Una mirada a él y estaba segura de que había perfeccionado sus
movimientos hace mucho tiempo, el brindis simplemente el comienzo de lo
mismo.

Por otra parte, no estaba diciendo mucho. Tal vez su truco era ser
guapo y misterioso, entonces. Sin duda, estaba acostumbrado a que las
chicas se pusieran nerviosas a su lado, mirándolo con los ojos muy abiertos
como había hecho.

Tal vez era hora de que ella tomara el control, de hacer sus
movimientos con él. Tenía un vago deseo de borrar la sonrisa de su rostro.
¿Quién iba a decir que no podía hacer eso con su boca?

La banda comenzó a tocar, las luces se oscurecieron. Era como si


estuviera destinado a ser.

Cam bajó su bebida y se acercó a él, mirándolo directamente a los


ojos. Alzó las cejas, mirándola mientras dejaba su vaso. Antes de que

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pudiera dudar o retirarse, alargó la mano y agarró la solapa de su chaqueta.

Agarrándolo con fuerza, lo bajó y lo besó.

El contacto de sus labios con los de ella era como un relámpago. La


sensación crepitó a lo largo de su piel, enviando una fisión de placer por su
espina dorsal. Al principio parecía sorprendido por el beso, pero al cabo de
un momento la besó de vuelta y metió los dedos en su cabello.
El beso era como el fuego, comenzando pequeño, pero creciendo a una
ardiente llamarada en momentos. Ella deslizó su brazo alrededor de su
cintura y cerró la brecha entre ellos, sus dedos enroscándose en sus botas.

Él se separó para besarle el cuello. Ella gimió, una combinación de


satisfacción y anhelo. Sus uñas se clavaron en la nuca. Gruñó bajo en su
pecho.

—Eres una sorpresa, ¿no? —dijo entre dientes.

No respondió, solo lo besó de nuevo, con fuerza. Su lengua chocaba


con la suya, una guerra entre ellas que ambos disfrutaban. Cuando ella
retrocedió y se mordió el labio inferior, él gruñó de nuevo, sus manos
bajando por su cuerpo.

Cuando sus manos golpearon su culo, se esforzó por no retroceder,


inclinando la cabeza.

—¿Quieres… ir a algún lugar? —preguntó, disfrutando el hecho de


que ella era la instigadora.

—Dios, sí —dijo él.

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Se mordió el labio, tratando de no sonreír. Lo miró bajo sus pestañas.

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Algo sobre él gritaba LLEVAME A CASA. Era un perfecto extraño, pero sintió
de alguna manera que podía confiar en él.

—Bien. Mi apartamento está justo al final de la calle.

—Guía el camino —dijo él, inclinando la cabeza.

Cam agarró su cartera y se abrió paso entre la multitud, hacia la


oscura calle. Las luces de la calle no funcionaban en todo el bloque, de hecho
en la mayoría del barrio. No era el mejor vecindario, pero se las arreglaba.
Cam vivía en un apartamento almacén justo al final de la calle de aquí, así
que ella era muy consciente de la colorida reputación del barrio.

—¿Necesitamos coger el coche? —preguntó mientras ella avanzaba


por el estacionamiento.

—No realmente. Vivo a dos bloques de aquí —dijo ella, moviéndose


más rápido para no sentirse incómoda.

—¿Vives aquí? —preguntó, mirando de reojo al bloque mientras lo


conducía por la calle.

—Sí. ¿Es un problema? —dijo. Ella lo miró con su atuendo de punk


rock. Parecía improbable que un tipo tan grande tuviera problemas para
caminar solo por la noche.

—No, sólo curiosidad.

Doblaron la esquina y el apartamento de Cam apareció.

—Mi apartamento está justo aquí —dijo, sus nervios empezando a


mostrarse cuando sacó sus llaves.

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Ella saltó por la media docena de pasos hacia su apartamento, con la

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intención de que sus manos no temblaran mientras abría la puerta. Sintió
sus ojos por todo su cuerpo cuando abrió la puerta.

Echó una mirada por encima de su hombro mientras lo dejaba entrar


en el desván, parándose a un lado y cerrando la puerta detrás de él. Era una
habitación enorme, todos los suelos y paredes de cemento, pero ella había
hecho todo lo posible para arreglarlo. Había alfombras suaves por todas
partes, un encantador sofá en forma de L, una cocina decorada de manera
femenina y delicadas pantallas japonesas que separaban su dormitorio. Una
pequeña oficina estaba situada en una esquina y el baño en otra.
—Bien —dijo, mirando a su alrededor—. Parece que lo has hecho bien
tú sola.

Su acento le hizo temblar de nuevo. Seguramente él debía saber que


el acento era asesino.

—Es un trabajo en progreso —dijo ella, dejando caer la cartera y las


llaves en una mesilla—. ¿Quieres una bebida?

—Puedo pensar en cosas que quiero más —dijo él, sonriendo mientras
extendía la mano para agarrarle la cintura. Se inclinó, buscando su boca.

Cam se entregó a él instantáneamente, besándolo de vuelta. Él la


empujó hacia el dormitorio, y ella fue voluntariamente. Lo quería, si estar
en su apartamento no era lo suficientemente claro.

Se volvió para separar las pantallas de su dormitorio, revelando una


enorme cama blanca. Él la siguió, besando su cuello. Ella jadeó, sintiéndose
húmeda. Su coño estaba apretado con necesidad.

Él desabrochó la parte de atrás de su vestido con dedos ágiles,


tomándose su tiempo. Respiró hondo, dejando caer el vestido al suelo.
Estaba desnuda excepto por un tanga de encaje negro.

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Cerró los ojos, oyendo su respiración cuando la vio así.

—Dios, eres jodidamente hermosa —dijo, girándola hacia él.

Abrió los ojos y lo miró, dándose cuenta de que sus ojos eran de color
azul oscuro. Él palmeó ambos pechos, pesándolos en sus manos.

Ella respiró profundamente y se estremeció ante su toque, sus


pezones endureciéndose. Extendió la mano y empezó a desvestirlo,
quitándole la chaqueta.
Él tiró de su camisa sobre su cabeza, con los músculos marcados. Era
una obra de arte, todos los abdominales cincelados y los bíceps tensos. Sus
tatuajes la excitaron, aunque no podía entenderlos en la oscuridad. Era todo
lo que podía hacer para controlarse a sí misma, no sólo quedarse allí con la
mandíbula floja.

Las últimas cosas en desaparecer fueron sus zapatos y pantalones


vaqueros oscuros. Se sacudió los pantalones y se estiró por ella, pero logró
echar un vistazo a su pene. Al parecer no era simplemente arrogante, en
realidad tenía un pene enorme para respaldar todos sus movimientos
suaves.

Se besaron de nuevo, y ella lo condujo hacia la cama. Cuando la parte


posterior de sus rodillas golpeó la cama, se derritió de nuevo sobre ella.

Se detuvo un segundo, volviendo y sacando algo de su billetera. Lo vio


agarrar un paquete de papel aluminio. Lo aprobó, si no hubiera sacado un
condón, ella lo habría hecho.

Luego volvió a la cama, encima de ella. La besó profundamente, luego


atendió a ambos pechos, rodando sus pezones alrededor con su lengua. Ella
gimió ante el pulso de la sensación entre sus pechos y su coño,

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retorciéndose.

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Se retorció para quitarse el tanga, sin querer nada entre ella y su pene.

Se retiró por el tiempo suficiente para ponerse el condón y luego


extendió las piernas. Apretó su pene contra su entrada.

—Sí —susurró ella—. Sí, hazlo.

Él sonrió por un momento, luego se metió en su coño centímetro por


centímetro, haciéndola gritar.
—Estás tan apretada —dijo, empujando de nuevo—. Maldita sea.

Envolvió sus piernas alrededor de él mientras se ajustaba a un ritmo,


gimiendo ante la sensación de su pene entrando y saliendo, golpeando cada
punto que gritaba por el tacto. Él la estaba prendiendo fuego mientras
trabajaba dentro y fuera de su coño.

Se retiró, girándola para que ella estuviera de rodillas y codos. Gritó


mientras él se hundía profundamente dentro de ella otra vez. Él envolvió su
cabello alrededor de su puño, tirando suavemente mientras la follaba.

Volvió a la vida con ese pequeño dolor, empujando hacia atrás contra
cada empuje, gritando mientras trabajaba su pene dentro y fuera. Él gruñó
mientras empujaba, deslizando su mano alrededor y entre sus piernas.

Él tocó su clítoris, resbaladizo con su propia excitación. Trabajaba en


círculos lentos a medida que sus empujes se hacían más cortos. Podía sentir
la tensión en él, sentir que estaba acabando, pero estaba demasiado perdida
en la sensación para preocuparse.

Estaba justo en el borde, esperando a caer del precipicio. Él pellizcó


su clítoris, añadiendo un poco de dolor a su placer, y ella explotó.

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Su cuerpo se convulsionó mientras se corría, con la mente en blanco

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cuando fue superada por el placer, resbalando. Se puso rígido y se acercó
con un gemido que se clavó en ella.

Se derrumbó a su lado, y ella se acostó de costado, luchando por


respirar. Su mente estaba totalmente alucinada, pero no le dijo nada. Al
parecer, él tampoco tenía ganas de hablar, porque estaba en silencio.

Se quitó el condón, pero dónde lo puso no lo sabía.


Ella sintió que sus ojos se hacían más pesados, pero no se sentía
cómoda quedándose dormida con él aquí. Estaba a punto de darse la vuelta
y decirle que se fuera, pero lo sintió levantarse de la cama.

Se quedó quieta, esperando ver qué haría. Él no perdió tiempo en


vestirse. Cuando estuvo listo, se quedó un segundo y miró su cuerpo. Vaciló,
como si no estuviera acostumbrado a esta parte.

¿No estaba acostumbrado a escapar de las chicas con las que se había
metido? Habría puesto los ojos en blanco si no fingiera estar dormida.

Después de un momento, se volvió y salió de su habitación. Ella


escuchó atentamente los sonidos de él pasando por sus cosas. No sería la
primera vez que hizo un mal juicio en los chicos, aunque generalmente no
se relacionaba con chicos al azar. Mucho menos traerlos a casa...

El sonido del cierre de la puerta la hizo sentarse. Aparentemente había


escogido al único punk rocker que no estaba lo suficientemente desesperado
como para ganar dinero, para por lo menos rebuscar entre sus cosas cuando
pensaba que estaba dormida.

Miró a su mesita de noche, al reloj. Eran aún las doce.

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Cerró los ojos, sonriendo. Esta noche fue divertida, si no fue nada

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más. Una buena manera de desahogarse antes de su nueva asignación.

Ella se alejó, contenta con su felicidad post-coital.


Capítulo Dos
Los tacones de Cameron sonaban mientras subía las escaleras del
metro, su teléfono pegado a su oreja.

—Hemos inventado tu historia como asistente ejecutiva, por lo que


tendrás que recordar el curso de formación de secretariado que tomaste —
le dijo su jefa Erika MacMillan.

Como periodista de investigación en la elaboración de noticias diarias,


Cam había hecho un montón de cosas, pero estar de encubierto como una
secretaria en Calloway Corp era totalmente diferente. Iba a investigar las
transacciones financieras de Calloway, tratando de averiguar si eran
simplemente una hemorragia de dinero o si había alguien corrupto en el
fondo de todo.

—Revisé todo eso la semana pasada —dijo Cam—. Lo prometo, estaré


bien.

—Tendrás que recurrir a tu experiencia en contabilidad para ésta.

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—¿Experiencia en contabilidad? Tomé como cuatro clases de

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contabilidad, después cambié de carrera —dijo con irritación.

—Bueno, es mejor que te pongas los pantalones de chica grande y


utilices el conocimiento que tengas. Especialmente si quieres ganarte un
lugar como reportera en el equipo. ¿O tal vez te gusta ser la chica de los
recados del equipo?
Cam frunció el ceño. En verdad, odiaba ser la que hacía las fotocopias
y les llevaba el café a todos. Esta asignación era su oportunidad de elevarse
por encima de todo eso.

—Claro —suspiró Cam—. Recuerdo los fundamentos de mis clases de


contabilidad.

—Bien. ¿Cuándo empiezas en Calloway Corp?

—En veinte minutos —dijo Cam—. Y llevo mi vestido negro pequeño y


conservador para el primer día, antes de que preguntes.

—Hmmmph —dijo Erika—. A algunas personas les gusta el hecho de


que esté en los detalles.

Cam puso sus ojos en blanco en silencio.

—Sí, bueno. Me escogiste para este trabajo. Vas a tener que confiar
en mí un poco más si esperas que encuentre algo.

—Confío en ti —dijo Erika a la defensiva—. Presioné mucho para que


te dieran esta tarea. Infiernos, que esto siquiera se esté investigando es todo
un triunfo. Los grandes jefes no creen que haya nada en los estados

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financieros, así que no creen que vayas a encontrar nada.

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—Lo sé —dijo Cam, parándose en la calle delante de Calloway Plaza—
. Es un gran problema para mí, también. Mi primer trabajo real, incluso si
es poco convencional. Hay gato encerrado, sin embargo. Puedo sentirlo.
Estoy segura de que el dinero está siendo objeto de apropiación indebida.

—Cameron…

—Debería irme. Estoy demasiado cerca del edificio para estar


hablando contigo —dijo Cam.
Erika suspiró.

—Claro. Buena suerte.

—Hablaré contigo en un par de días, ¿vale?

—Vale.

Cam colgó el teléfono, sintiéndose nerviosa.

Alzó la vista hacia el edificio principal, donde entraría para su primer


día de trabajo en breves. Era hermoso, todo de cromo, vidrio y hormigón, el
orgullo y la alegría de algún diseñador.

Era una declaración personal real para alguien, incluso si la


declaración era que una compañía de defensa militar privada podría ser
representada por tal belleza. Había estado aquí antes, para sus tres rondas
de entrevistas, pero ahora era real.

Esta era su primera oportunidad de ser la periodista que resolvía el


caso. Todo lo que tenía que hacer ahora era hacerse amiga de algunos de
los de arriba, hacer que esas personas hablasen sobre información
financiera secreta, y respaldar todo eso con pruebas.

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Se echó a reír, un sonido débil. Sacudió la ansiedad acumulada en
sus brazos y piernas, una vieja costumbre de sus días de haber crecido en
el sistema de adopción.

¡Sólo quítatelo de encima! pensó, imaginando a su yo más joven


diciéndolo. Había recorrido un largo camino desde que salió del sistema a
los dieciocho, luchando durante cuatro años de servir mesas y clases por la
noche. Enconches hacía un año aterrizó en el trabajo en el Daily News,
tratando de demostrar su valía.
Todo para poder llegar a esto. Podía hacer esto.

Dejó escapar un suspiro y cruzó la calle hacia Calloway Plaza, decidida


a no dejar que sus nervios se mostrasen. Enderezó su vestido negro, sacó
su nueva marca de identificación de empleada, y atravesó las altas puertas
de cristal.

Faltaban un par de minutos para las diez mientras subía hasta los
ascensores. Se bajó en la quinta planta y mantuvo la cabeza alta. Podía
hacer esto.

Caminó entre un conjunto de puertas y llegó a un área de recepción.


Miró a la sala de espera elegante, tratando de no perder el valor.

—¿Puedo ayudarle? —preguntó la recepcionista muy rubia.

Cam tragó, tratando de no pensar en cómo esa sería ella de ahora en


adelante.

—Hola, soy Cameron Turner, ¿estoy aquí para ver a Stephanie? —dijo.
Casi se tropezó con el falso apellido que estaba usando para el trabajo.

La recepcionista asintió y tomó el teléfono. Habló por él, y luego colgó.

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—Puede sentarse —dijo la rubia.

Cam sonrió y se sentó. Esperó un minuto, tratando de no inquietarse.

Momentos más tarde, un panel de madera lisa se abrió, y Stephanie


salió. Una mujer delgada, de cabellos grises con un estilo impecable,
Stephanie la había entrevistado y, finalmente, la había contratado.
Justo detrás de ella había otra mujer, una bonita morena. La morena
estaba llorando, sosteniendo una caja de cartón con lo que parecía ser el
contenido de su escritorio.

Stephanie se detuvo y le dio unos golpecitos a la mujer en el brazo.

—Gracias, Ingrid. Puedes esperar un cheque de indemnización junto


con tu último cheque de pago —dijo.

La morena asintió, conteniendo lo que parecía ser una nueva oleada


de lágrimas. Se giró y prácticamente corrió hacia el ascensor.

Stephanie se giró hacia Cam, iluminándose.

—¡Cameron! Estás justo a tiempo —dijo.

—Sí, señora —dijo Cam, levantándose.

—Bueno, llegaste en el momento adecuado —dijo Stephanie—. El


señor Calloway acaba de perder a su ayudante. El joven señor Calloway,
quiero decir.

Las cejas de Cameron se elevaron.

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—¿El señor Calloway? ¿En serio?

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—Sí, en serio. Vamos, voy ayudarte a establecerte —dijo Stephanie,
yendo a los ascensores—. Normalmente no pondríamos a un nuevo
empleado en una posición tan importante, pero tienes un currículum
realmente excelente. Además, el señor Calloway no puede estar
absolutamente sin un asistente ejecutivo.
Algo hizo clic en la cabeza de Cam mientras entraban en el ascensor.
Stephanie pulsó el botón correspondiente a la vigésimo primera planta, una
planta debajo de la más alta.

—Así que cuando dijiste que acaba de perder a su ayudante...

—Me refiero a Ingrid, la chica de la planta baja. Sí. El señor Calloway


no encontró sus servicios como requería, me temo.

—Yo... —dijo Cam, luego negó.

Stephanie le lanzó una mirada.

—No te preocupes. Tu currículum dice que has trabajado con tres


directores generales. Esto no va a ser diferente.

—Claro —dijo Cam. Le dio a Stephanie una sonrisa, tratando de


parecer tranquila y serena.

Las puertas del ascensor se abrieron, y Cam entró en otra área de


recepción, ésta toda de cromo. Había una recepcionista también aquí, una
morena regordeta. Ella frunció el ceño a Cam hasta que vio a Stephanie
acompañándola.

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La morena se puso de pie.

—Señora —dijo ella, inclinando su cabeza hacia Stephanie—.


¿Supongo que sabes que Ingrid acaba de irse?

—Sí, sí —dijo Stephanie—. Lucy, ella es Cameron. Cameron, ella es


Lucy. Cameron se hará cargo de la posición de Ingrid.

La mandíbula de Lucy cayó.

—¿Ya?
—¿Preferiría que el señor Calloway estuviera sin asistente, Lucy?

Lucy palideció y tragó.

—No, señora.

—Lucy, ¿podrías ayudar a Cameron a instalarse? Muéstrale los


alrededores. Tengo llamadas que devolver.

—Sí, señora.

Stephanie se fue con un movimiento de sus dedos, taconeando.


Cameron se giró hacia Lucy, un poco con los ojos abiertos.

—Ni siquiera empieces a hacer preguntas —dijo Lucy, suspirando—.


Vamos, voy a ayudarte a instalarte.

—Está bien —dijo Cam con un encogimiento de hombros.

Lucy la condujo a través de un conjunto de puertas cromadas y por


un pasillo. Se detuvo en un escritorio vacío al lado de una vista
impresionante de la ciudad. Detrás del escritorio había una sola puerta que
conducía obviamente a la oficina del señor Calloway.

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—Aquí está tu escritorio —dijo, con el ceño fruncido—. Ahí está la

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oficina del señor Calloway. Mantiene su puerta cerrada cuando está en una
reunión o no quiere que le molesten. Aquí está el calendario en papel del
señor Calloway. Probablemente deberías tomarte unos minutos para
familiarizarte con su calendario online, también.

Lucy señaló al ordenador en el escritorio. Cam se dio la vuelta y sacó


la silla, dejando su bolso.

—Está bien —dijo—. ¿Qué más debo saber?


—Mmm... los baños están al final de este pasillo. Presiona el nueve
para llamar afuera. De lo contrario, sólo tienes que marcar un número de
extensión para llamar a alguien en el edificio. El almuerzo es de doce a una,
a menos que el señor Calloway diga lo contrario. El señor Calloway acabará
su reunión en unos cinco minutos. Yo estaría lo más preparada posible para
entonces. Y... —se mordió el labio—. Bueno, permíteme iniciarte sesión en
el ordenador.

Durante el siguiente par de minutos, Cam vio como Lucy le mostraba


alrededor de la red de la empresa. Usando el apellido de Cam y los últimos
cuatro dígitos de su número de la seguridad social, Lucy le dio las llaves del
reino.

—Está bien, esa es la parte de calendario. El resto del trabajo cambia


en función de lo que necesita el señor Calloway —dijo Lucy. Miró a Cam con
escepticismo—. Pero al parecer sabes todo eso.

Cam sonrió, fingiendo que no darse cuenta del tono de la otra mujer.

—Sí, he trabajado con tres directores ejecutivos de alto nivel, así que
probablemente estemos bien.

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Lucy empezó a decir algo, pero en ese momento la puerta detrás de

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ellas se abrió.

—Vamos a ver qué hace el mercado —dijo el primer hombre en salir.

El hombre tenía un acento británico elegante. Habló con alguien


dentro de la oficina, pero Cam no podía verle sin parecer grosera. De cabellos
grises y bien vestido, se detuvo cuando vio a Lucy y Cam.

—¿Damas? —se preguntó.

Lucy se puso de pie recta, agarrando y levantando a Cam por el brazo.


—Señor Calloway —dijo asintiendo cortésmente—. Se trata de
Cameron, la sustituta de Ingrid.

—¡Ah! Spencer Calloway. Un placer conocerla —dijo, estrechando la


mano de Cam.

—Igualmente, señor —respondió Cam. Se dio cuenta de que era alto


y ancho, probablemente estuvo bastante rifado entre las señoras en su día.

¿Era éste su jefe?

El hombre la miró una vez más, luego se giró a la oficina.

—¡Smith! ¡Tu nueva asistente está aquí! —gritó.

Cam tuvo unos tres segundos para pasar el nombre en su mente antes
de que su propietario saliera de la oficina. Sólo se dio cuenta justo medio
segundo antes de que él estuviera en su rostro.

Era el mismo Smith de la noche anterior, el Señor Alto, Moreno y


Guapo. Sólo que ahora estaba vestido con un traje caro, no como de punk
rock.

24
Su boca se abrió con sorpresa.

Página
—Hola… —dijo él, y luego se detuvo. La miró, viendo su vestido negro
de negocios. Vio el momento del reconocimiento, entonces vio como lo pasó
por alto—. Eh... ¿cuál era tu nombre?

—Cameron —dijo, parpadeando. Ella le tendió la mano—. Soy tu


nueva asistente ejecutiva.

La tomó de la mano. En el momento en que la tocó, el contacto piel


con piel hizo que los pelos finos en la parte posterior de su cuello se pusieran
de punta. Sus ojos se encontraron y sostuvieron la mirada, el momento
extendiéndose un poco demasiado.

—De acuerdo, entonces. Fue un placer conocerte, Cameron —dijo el


Calloway senior—. Lucy, ¿por qué no me acompañas afuera? Debemos dejar
que se instale.

—Sí, señor —dijo Lucy, lanzando una mirada por encima de su


hombro mientras acompañaba a su jefe al final del pasillo.

Estaba ocupada tratando de no follar con sus ojos a su nuevo jefe.


Era sólo que... le quedaba genial el traje, y ella sabía lo que había debajo.

Cam y Smith se quedaron en silencio hasta que estuvieron fuera de la


vista, luego él se dio la vuelta y tomó el teléfono.

—¿A quién llamas? —preguntó.

—A Stephanie —dijo, mirándola mientras marcaba el número—. No


hay necesidad de hablar de lo que pasó anoche. Voy a tener que transferirte.

—¡Alto! —dijo ella, pasando por encima y presionando el botón para


desconectar la llamada—. Espera.

25
Página
Él frunció el ceño.

—¿Por qué?

Ella sabía que su mejor oportunidad de enterarse de los asuntos


financieros estaría en esta oficina. Si dejaba que la transfiriese, se quedaría
sin una oportunidad increíble. Buscó algo que decir.
—Mira, necesito este trabajo —dijo, echando su cabeza hacia atrás—
. Realmente, realmente necesito este trabajo. Sin él, seré expulsada de mi
apartamento.

—¿Y qué? Puedes tener este trabajo y trabajar para otra persona —
dijo. Ese acento británico era tan suave, que le dio escalofríos.

—Pero… —comenzó, después puso su mano en su muñeca. El


contacto fue impactante, como lamer una batería. Él la miró, haciendo
contacto visual—. Me recomendaron este trabajo por alguien que trabaja
aquí, ¿vale? Si estoy creando problemas y haciendo que me transfieran por
todo el lugar, sería... digamos que sería malo para mí. Muy malo.

Smith hizo una mueca, alejándose de su toque.

—¿Entonces qué? ¿Qué es lo que deseas? —preguntó.

—Sólo dame una semana —dijo ella, tratando de no dejar que su


excitación se notase—. Ambos pretendemos que nada ha pasado nunca, y
probamos durante una semana.

Por un momento, no estuvo segura de que fuera a ir a por ello. Se pasó


su mano por el cabello, viéndose molesto. Aun así, no podía sostener la otra

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noche contra ella, ¿verdad?

Página
—Una semana —dijo al fin—. Estarás aquí cuando esté yo, ¿no?

—¡Sí! Gracias. ¡No te arrepentirás, lo prometo! —dijo.

—Sólo... haz tu trabajo, y no hables de mis actividades externas —dijo


negando.

—No lo haré —respondió.


Con una última mirada incierta hacia ella, se dio la vuelta y
desapareció en su oficina. Su teléfono sonó, y ella saltó para responderlo,
dejándose caer en el remolino de sus tareas diarias.

27
Página
Capítulo Tres
Maldición, pero Smith estaba en problemas.

Había trabajado hasta altas horas de la noche de ayer, distraído por


la presencia de Cameron. Ella estaba fuera de la vista, pero ciertamente no
fuera de su mente. Casi había tenido un ataque al corazón cuando descubrió
quién era. La belleza pelirroja del Circle Bar con la sonrisa malvada y las
curvas que no se iban.

Diablos, se puso duro en el momento en que la vio. ¿Quién no lo


estaría?

Cuando su padre la presentó como su nueva asistente, sin embargo,


el mundo de Smith se había vuelto del revés. Su vida fuera de la oficina, que
luchaba muy duro por mantener separada de su vida como heredero de la
compañía, se había venido abajo.

No era que él quisiera juzgarla por arriesgarse. Obviamente había


estado allí también, había hecho lo mismo.

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Era sólo que... desde que accedió a dejar el ejército hacia un año y

Página
unirse al negocio familiar, había estado caminando en una línea fina. El
mundo de privilegios en el que había crecido, de yates y escuelas privadas,
parecía tan lejos de en quien se había convertido durante su tiempo en el
ejército. Dar un paso atrás al papel del hijo pródigo era difícil.

Se las arreglaba para tener una vida privada completamente fuera de


la oficina, y para mantenerlas separadas.
Así que cuando se había ido la noche anterior, dejando la oficina sin
decirle nada a ella, secretamente esperaba haberla visto por última vez.

Pero cuando llegó a la oficina esa mañana, y vio ese pelo de color rojo
brillante cuando se bajó del ascensor, no había estado excitado. Estaba
enfadado.

Se puso de pie cuando lo vio, viéndose extrañamente determinada. Se


acercó a su escritorio, ignoró sus ojos azul claro y las pecas dispersas que
lo intrigaban, y arrojó su abrigo y maletín a sus brazos.

—Tendré el café en mi oficina —dijo mientras se alejaba de ella—.


Nada de llamadas hasta las nueve.

Cerró la puerta en su cara que se veía muy sorprendida. Se acercó a


la ventana que iba del techo al suelo en su oficina, mirando al ajetreado
centro de la ciudad.

—Joder —dijo en voz alta—. ¿Cómo diablos se supone que debo hacer
frente a esto?

El horizonte de la ciudad no respondió a ninguna de sus preguntas,


por lo que recurrió a su escritorio. Todo cromo y vidrio, su mesa era enorme

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en tamaño y había costado una cantidad ridícula. Se sentó en su silla, con

Página
los dedos presionando sus sienes.

Smith tenía un montón de responsabilidades, que pesaban mucho


sobre sus hombros. No tenía tiempo para una distracción como Cameron,
no en el trabajo.

La puerta se abrió, y Cameron entró con el café. Llevaba un vestido


de encaje de color amarillo que se estiraba cuando se movía. Era demasiado
fácil para él imaginar lo que llevaba debajo del vestido, probablemente un
diminuto tanga blanco.

Sacudió su cabeza para despejarse. Este era el problema, aquí mismo.


Necesitaba estar involucrado en su trabajo, no fantaseando con su
ayudante.

—No sabía cómo te gusta —dijo, poniéndolo sobre la mesa—. Así que
traje un poco de crema y azúcar.

Ella levantó paquetes de azúcar y pequeñas tazas de crema.

—Negro —dijo, haciendo que fuera sencillo.

—Vale. Tienes una reunión a las nueve y media en la sala de


conferencias de arriba —dijo—. Y luego toda una lista de llamadas
telefónicas para devolver.

—Bien —dijo. Tomó un bolígrafo de su escritorio, queriendo aparentar


que estaba trabajando—. Eso es todo lo que necesito de ti en este momento.

—Está bien —dijo ella, pareciendo incierta—. Estaré fuera si necesitas


algo.

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Página
Se dio la vuelta y salió de su oficina. Tuvo que apartar sus ojos para
no mirar fijamente su culo.

La puerta se cerró y suspiró. El hecho era que, cuando la vio en el


club, se sintió atraído de inmediato por su rostro y cuerpo. Culo, tetas,
piernas... todo era jodidamente increíble. La cara angelical y el pelo rojo eran
sólo la guinda del pastel, lo que lo redondeaba todo.

Y lo que había hecho con ese cuerpo...


Todavía podía imaginarla retorciéndose bajo de él, con sus piernas
abiertas, su boca abierta mientras gritaba por más. Joder, era sexy.

Smith se movió en su silla, consciente de que se estaba poniendo duro


otra vez. Se volvió a mover y se giró hacia su ordenador. Responder algunos
correos electrónicos era algo que podía hacer en este momento, al menos.

Se hundió en la tarea, sorbiendo su café. Había varios mensajes en su


bandeja de entrada sobre los estados financieros de la compañía. Sobre
todo, eran una gran cantidad de contables hablando de cómo había
irregularidades en las declaraciones, pero no estaban seguros de qué eran
las irregularidades.

Se sentía como si apenas hubiera rozado la superficie de los correos


electrónicos importantes cuando Cameron golpeó la puerta y entró de
nuevo.

—Es la hora de la reunión de arriba —anunció.

Suspiró y se levantó.

—Vámonos.

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—¿Nosotros?

Página
Su frente se elevó.

—A menos que pienses que estoy tomando mis propias notas.

Ella se sonrojó.

—Por supuesto no. Déjame tomar mis cosas.


Desapareció de la puerta. Pasaron un par de minutos para que
consiguiera su portátil y algunos papeles, luego se levantó y fue hacia la
puerta.

Cameron siguió su paso, revolviendo sus papeles y portátil. Se dirigió


hacia el ascensor, dejando que se diera prisa para coincidir con sus pasos.
Se metió en el ascensor con ella a sus talones.

Mientras subían, trató de no inhalar demasiado el aire suavemente


perfumado a su alrededor. Olía como la combinación perfecta de vainilla y
especias. Era demasiado.

En el momento en que las puertas se abrieron, salió rápidamente,


dejando que ella fuera a su ritmo. Ella se esforzó por mantenerse sobre sus
tacones, yendo detrás de él.

—¡Smith! —llamó su padre cuando entró en la sala de conferencias.


Una gran mesa de conferencias dominaba la habitación, y media docena de
personas de los niveles superiores de la compañía también estaban
presentes—. ¡Ya era hora!

Estrechó la mano de su padre, manteniendo su cara en blanco ante

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la exuberancia de su padre.

Página
—Estoy aquí.

—Sí, sí —dijo su padre—. Comencemos, ¿de acuerdo?

Todos se sentaron en la mesa. Smith se dio cuenta de que Cameron


estaba vacilante, tratando de decidir dónde debía sentarse. Señaló el asiento
junto a él, levantando una ceja.

Ella se ruborizó y se apresuró a sentarse, abriendo su portátil para


tomar notas.
—Smith, te quería aquí para que los contables puedan tener su
momento de gloria —dijo su padre—. Todos están decididos a quejarse, así
que dije que ambos somos todo oídos. Acabemos ya con todo.

—Ya veo —dijo Smith, mirando las caras preocupadas alrededor de la


mesa—. Bueno, escuchemos.

Uno de los contables se aclaró la garganta y se levantó, preparado


para empezar a dar una conferencia en la habitación.

Smith miró de reojo a Cameron, que ya estaba escribiendo


rápidamente. Tenía el ceño fruncido, pequeñas líneas de expresión
apareciendo. Casi sonrió ante eso, pero se contuvo a tiempo.

Éste era el problema, éste exactamente. Él debía estar preocupado por


lo que fuera que tenía a los contables preocupados, no pensando en la bonita
expresión facial de su ayudante.

Él frunció el ceño hacia la mesa, sabiendo que se estaba perdiendo lo


que decían quien fuera que estuviera hablando, y se sentía enfadado por
eso.

El contable siguió hablando acerca de las cuentas corporativas, lo que

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no ayudaba a las cosas. Siguió mirando por encima a Cameron, pensando

Página
en las cosas ilícitas de la otra noche, y luego forzando su mirada lejos.

Se preguntó si realmente había sido tan buena en la cama, o si la


situación los estaba atrapando a los dos en una burbuja, haciendo que su
noche juntos pareciera mucho más mágico de lo que realmente era.

Si ella no estuviera bajo su nariz, su noche juntos podría desaparecer


en el fondo. El hecho de que no podía sacarse de la cabeza los ruidos que
ella había hecho, de los pequeños Ohs entrecortados a los gritos de placer...
antes de darse cuenta, la reunión había terminado, a pesar de que estaría
en apuros admitiendo que no había retenido la mayor parte de lo que había
oído. Esperaba que Cameron hubiera tomado buenas notas. Volvieron a su
oficina sin hablarse, y él volvió al trabajo, contento por la distracción.

Después de una larga serie de llamadas de conferencia, Smith se frotó


la frente, pensando de nuevo exactamente en lo jodido que estaba.

El intercomunicador sonó, llamando su atención. Pulsó el botón.

—¿Sí?

—El señor Calloway senior está en la línea para ti —dijo Cameron—.


¿Debo transferirlo?

Soltó el botón durante un segundo, suspirando. Luego presionó de


nuevo.

—Adelante.

Después de un momento, el teléfono comenzó a sonar. Lo tomó.

—Padre —dijo.

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—Sólo llamaba para ver cómo está haciéndolo la nueva asistente

Página
ejecutiva —dijo su padre—. Una hermosa pequeña cosa, ¿verdad?

Apretó sus dientes. Por supuesto que su padre tendría una opinión
sobre su asistente. Sus propias asistentes cambiaban cada pocos meses
porque no podía evitar dormir con ellas.

—Ella está bien —dijo Smith, manteniendo su voz tranquila.

—Bien, eso es bueno. Me preguntaba si querías mi casa del lago el fin


de semana. Llevarla allí, mostrarle las cuerdas.
Smith deseaba que no hubiese esperado esta llamada telefónica,
realmente lo deseaba. Por desgracia, su padre estaba constantemente
animándole a portarse mal, incitándole. Otra razón para su estricta regla en
contra de no combinar trabajo y placer.

—No, no creo que la necesite —dijo—. La señorita Turner y yo


estaremos demasiado ocupados para estar dando vueltas, creo.

—No estará ella resistiéndose a tus avances, ¿verdad?

—No hay nada contra lo que resistirse —dijo. Nada ahora, de todos
modos.

—La despediré, si lo deseas.

Smith vaciló. A pesar de que venía por completo de donde no era, las
palabras de su padre tenían mérito. Podía dejar que su padre se ocupase de
Cameron. Nunca tendría que verla de nuevo.

Lástima que no era el tipo de hombre que Smith se creía era.

—No —respondió con firmeza—. Ella está bien donde está.

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A pesar de que no puedo dejar de mirar su culo cuando se aleja, o

Página
pensar en lo que está justo por debajo de su falda, pensó.

—Bien, bien. Tú te lo pierdes. Tengo llamadas que hacer. Hablaré


contigo más tarde.

Su padre colgó sin más preámbulos. Exhaló y se echó hacia atrás en


la silla, inseguro de lo que se suponía que tenía que hacer.
Capítulo Cuatro
Unos días más tarde, Cam enderezó sus medias debajo de su vestido
y se removió en su asiento. Estaba mirando a través de páginas y páginas
de documentos financieros escaneados, y no daba con nada. Y las malditas
medias que llevaba necesitaban un tiempo para acostumbrarse a ellas, no
es que a Erika le importase.

Después de contarle a su editora un poco del drama, es decir, que


había coqueteado con Smith en un bar antes de trabajar para él, había
recibido un estipendio para ir de compras.

Ella tenía un montón de vestidos para trabajar, y así se lo dijo... pero


eso no impidió que Erika le diera el dinero.

—Consigue unas medias y ligas a juego... y no te olvides de las bragas


—dijo Erika—. Los hombres aman las bragas a juego.

Cam no estaba segura de qué decir ante eso. Debería ponerse roja y
balbucear acerca de cómo Smith nunca vería sus bragas, pero él ya lo había

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hecho. No estaba segura de lo lejos que podía ir con su mentira acerca de si

Página
se habían ido o no juntos a casa, así que se mordió la lengua y lo dejó pasar.

Ahora estaba sentada en la oficina, mirando por la ventana a la vista


preciosa, y preguntándose si Smith se había fijado en su ropa interior. Era
una estupidez preocuparse, por la forma en la que había estado empeñado
en ignorarla los últimos días.

Miró el reloj en su ordenador. Era casi mediodía. La hora de Smith


para ir a comer, y para que ella limpiase su oficina.
Resultó que Smith tenía una racha compulsiva de limpieza. Cada día,
ponía toda su basura en la papelera, y luego la dejaba junto a la puerta.
Cuando ella no se dio cuenta el primer día, él la llevó a un lado y le mostró
que la basura iba en un cubo de la planta baja.

También le mostró el armario de limpieza, un panel de cromo liso en


la pared de su oficina que se abría para mostrar una deslumbrante variedad
de productos de limpieza. Todos los días al mediodía, se esperaba que ella
aspirara, barriera el polvo y puliera todo en su oficina.

Y había aprendido a ser rápida en ello; la primera vez que limpió, le


llevó toda la hora del almuerzo, tratando de ser perfecta. Se alarmó cuando
él regresó del almuerzo mientras estaba terminando, y luego se lanzó a
componer una carta, esperando que ella transcribiera mientras dictaba.

Su estómago había gruñido toda la tarde ese día, hasta que pudo
escaparse por un par de mordiscos rápidos para su comida. Smith Calloway
era un poco más que especial, eso seguro.

Suspiró. Recogiendo su bolso, buscó en su interior y sacó un collar.


El collar tenía un medallón, uno pequeño de oro, su grabado desgastado por
ser tocado. Frotó la parte exterior del medallón, consolándose.

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Página
El teléfono sonó en su escritorio, y contestó.

—¿Hola?

—Sí, llamo de la oficina del señor Calloway senior —respondió


nasalmente una mujer mayor—. Al señor Calloway le gustaría tener una
reunión contigo y su hijo, tan pronto como sea posible.

La mano de Cam voló a su garganta. ¿Smith se había quejado de ella


a su padre? ¡Apenas había estado aquí una semana!
—Por supuesto —dijo, aunque sonó débil.

—El señor Calloway preferiría que vinieran ahora. ¿Sería posible?

—Déjame ver —dijo, poniendo a la mujer en espera. Dejó el collar en


el bolso rápidamente.

Respiró profundamente, exhalando, y luego se dirigió a la puerta del


despacho de Smith. Llamó a la puerta, y él le dijo que entrara.

—¿Qué pasa? —preguntó Smith, sin levantar la vista de su ordenador.

—Tu padre quiere vernos a ambos en su oficina. Ahora, si es posible.

Trató de no dejar que la voz le temblase, trató de estar recta. No era


como si hubiera hecho nada malo... todavía.

—¿Nosotros? —dijo, haciendo una pausa.

—Sí. Ambos —dijo.

Él se mantuvo perfectamente neutro, lo cual ella había aprendido a


esperar de él.

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—Vale. Diles que ahora subimos —dijo, cerrando su portátil.

Página
Cam asintió, apresurándose a salir para informar a la secretaria.
Cuando colgó, Smith estaba en la puerta, su expresión hosca.

Se aclaró la garganta.

—Tú, mm... ¿sabes de qué se trata? —preguntó ella.

Él la miró, sus ojos azules como la medianoche curiosos.

—No tengo ni idea.


Ella se tragó cualquier otra pregunta que tuviera. Después de todo,
estaba a punto de descubrir lo que decía el gran jefe, ¿no?

Smith estaba extrañamente tranquilo mientras iban en el ascensor


hasta la oficina de su padre. Cam no pudo dejar de notar que parecía estar
al borde. Por otra parte, en la experiencia limitada de Cam, siempre parecía
al borde en lo que concernía a su padre.

Ella le dejó guiar el camino hacia la oficina principal del Calloway


senior. Entró en la habitación después de Smith, con los ojos abriéndose
ante cuán grande era el espacio. La oficina era fácilmente el doble del
tamaño de la Smith, con una enorme mesa de roble y sillas estilizadas
delante de ella.

Spencer Calloway se puso de pie cuando entraron, señalándoles a las


sillas.

—Sentaos, sentaos.

Cam miró a Smith mientras tomaba asiento. Se veía aprensivo, como


mínimo.

—¿Para qué estamos aquí? —preguntó Smith, de manera casual.

39
Página
—Disculpa a mi hijo —le dijo Spencer a Cam—. Por supuesto, siendo
su asistente ejecutiva, sin duda, conoces sobre su mal genio.

Smith le dio a su padre una mirada plana. Después de un momento


de indecisión, Cam decidió dar la cara por Smith.

—Él es siempre perfectamente ecuánime conmigo —mintió sin


problemas, poniendo una sonrisa en su rostro.

Las cejas de Spencer se elevaron una fracción.


—Bueno, no es eso agradable. Smith, ¿no es agradable que tu
empleada hable muy bien de ti?

Smith parecía como si pensara que había mil conversaciones que


preferiría estar teniendo a ésta. Se removió en su silla, su paciencia estaba
acabándose.

—Muy agradable. Ahora, ¿te importaría decirnos por qué nos has
llamado aquí?

—Quiero que te ocupes de gestionar Europa —dijo su padre


casualmente.

Vio que Smith se sentaba un poco más erguido.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Relájate. Me voy a centrar en el funcionamiento de las cosas aquí


en los Estados Unidos. Para concentrarme realmente, te tendré que entregar
Europa. Piensa en ello como un ascenso—dijo.

—Yo... gracias —dijo Smith.

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—Obviamente implicará algo de viajes —dijo Spencer—. De hecho,

Página
esperaba que os fuerais los dos mañana para la oficina en París. Supervisad
un poco, que sepan que todavía estamos prestándoles atención. Y ver las
vistas, por supuesto.

Su boca se abrió. París no era parte de su plan, pero ¿cómo podía


decir que no?

Spencer le hizo un guiño, incluso mientras Smith fruncía el ceño.

—No tendremos tiempo para hacer turismo —dijo Smith.


—Oh, estoy seguro de que lo tendréis —dijo Spencer, sacudiendo su
mano—. Lo encontraréis.

Spencer se volvió hacia Cameron.

—Estarías dispuesta a ir, ¿verdad?

—Yo... quiero decir, por supuesto —dijo, sus mejillas poniéndose


rosas.

—¿Has estado allí antes?

—No, pero tengo pasaporte —respondió.

—Bien. Se te pagará jornada y media durante todo el viaje —dijo


Spencer.

—Gracias, señor —dijo.

Sentía los ojos de Smith sobre ella, exigiéndole algo, pero no tenía idea
de qué podría ser. Spencer se echó atrás en su asiento y sonrió.

—Muy bien, eso es todo. Mejor que vayáis a casa y comencéis a hacer
a hacer las maletas.

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Página
—Gracias —dijo ella de nuevo, levantándose y siguiendo a Smith.

Llegaron a los ascensores antes de que él se volviera hacia ella,


echándole la bronca en un susurro.

—Haznos un favor a los dos. Envíale un correo a mi padre ahora, y


dile que lo sientes pero que no puedes tomar la asignación.

—¿Qué? ¿Por qué? —susurró.


Sus ojos brillaron de ira.

—Porque no puedes manejar los viajes internacionales —dijo,


entrando en el ascensor—. Serán un montón de largas horas y muy juntos.

Ella arqueó una ceja, cruzando sus brazos.

—¿Y?

Él extendió la mano, presionó el botón STOP en el panel del ascensor,


y esté se paró de una sacudida.

—Y yo, por mi parte, quiero que este viaje sea totalmente profesional.

—¿Estás diciendo que no soy profesional?

—Está todo muy bien para que puedas correr por aquí con tus medias
—dijo, inmovilizándola con su mirada—. Sí, jodidamente las he visto, muy
bien hecho. Pero mi padre me acaba de poner a cargo de Europa, de lo cual
él no había hablado nunca antes. No le voy a decepcionar por estar
mirándote a ti en vez de trabajar.

—Todo lo que estoy escuchando es cómo te afectará adversamente el

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que trabajemos juntos —dijo Cameron, entrecerrando sus ojos—. ¡Fue una

Página
noche! Sólo una noche. Seguramente puedes olvidarla.

Smith se acercó más, enjaulándola en una esquina.

—Por supuesto que puedo. Me preocupa que tú no puedas.

Ella levantó su barbilla, decidida a no perder su posición ahora.


Levantó un dedo, lista para darle un escarmiento.

—No te preocupes por mí. Preocúpate de ti mismo —dijo, golpeándolo


en el pecho.
Él le agarró la mano, y el contacto corrió a través de ella como una
descarga eléctrica. No estaba segura de qué era lo que tenía que hacía a su
cuerpo reaccionar, pero cada vez que se tocaban era como estar conectado
a un cable de alta tensión.

Por un segundo, se quedaron así. Smith, sosteniendo su mano, Cam


mirándole indignada. Ambos muy cerca y juntos, meros centímetros los
separaban.

Cam le vio romper la mirada primero, su mirada se deslizó abajo a sus


labios. Ella se los lamió con nerviosismo, y se preguntó si se inclinaría,
quizás si la besaría.

Luego él dio un paso atrás, dejando caer su mano, y negó.

—Vale —dijo, pulsando de nuevo el botón STOP—. Sin embargo, no


me vengas llorando cuando esto no vaya como quieres.

—¿Cómo crees exactamente que quiero que vaya? —dijo entre dientes.

Él frunció el ceño, y ella no dijo nada más. Cuando las puertas del
ascensor se abrieron, se bajó, pero él no lo hizo.

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—Nos vemos mañana —dijo.

Página
Él simplemente levantó una ceja y apretó el botón. Las puertas se
cerraron en su cara.

Cam exhaló. Eso es lo que tendría que soportar durante la duración


de su viaje a París, al parecer.

Enderezando su espalda, se fue a buscar sus cosas. Tenía un viaje


que preparar.
Capítulo Cinco
Smith se sentó en su asiento en la parte trasera del avión privado
Calloway, mirando las nubes y melancólico. Se negó a mirar a Cameron, que
estaba sentada en un asiento orientado hacia atrás más cerca de la parte
delantera, leyendo una guía de París e ignorándolo deliberadamente.

Había llegado a la pista con la esperanza de que ella pudiera


reconsiderar su discusión, que quizás no apareciera en absoluto. Sin
embargo, tan pronto como él había subido las escaleras del avión privado,
la había visto poniendo sus cosas personales en el compartimento superior.

Llevaba el mismo tipo de ropa que quedaría bien en la oficina, un


vestido azul claro modesto con pequeños triángulos impresos por todas
partes. Y, por supuesto, llevaba medias con ligas, las cuales vio cuando ella
buscó en el compartimento superior por una manta.

Se metió penosamente en el avión sin una palabra. Podía sentir sus


ojos sobre él. Se imaginó que probablemente estaba contrariada por el hecho
de que ella estaba bien vestida, mientras que él llevaba vaqueros y una

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camiseta azul oscura. Nadie dijo que tuviera que ir bien vestida, sin

Página
embargo.

Ahora que estaban en el aire, él estaba mirando por la ventana y


preguntándose qué hacer con ella. No era como si él fuera un desgraciado
que siempre fantaseaba con sus secretarias. No, era ella específicamente.

El problema, en esencia, era que cada vez que ella abría la boca, no
dejaba de pensar en cómo sabría su piel, en cómo gritaría mientras la follara.
Ella podría estar preguntándole si quería un poco de café, pero su cerebro
estaba destellando imágenes de ella debajo de su cuerpo, de la forma en que
su fantástico culo se movía un poco mientras él la follaba por detrás.

¿O siquiera había hecho eso? Apoyó su cara contra la ventana y cerró


los ojos. Estaba casi seguro de que la imagen era sólo una proyección de lo
que quería hacer con ella.

Y por supuesto que ella tenía razón ayer cuando dijo que él quería que
se fuera porque estar cerca le pondría incómodo. Bueno, no exactamente
incómodo, pero pasaría cada momento reviviendo la forma precisa en que
ella lo había hecho correrse.

Ella tenía razón sobre el hecho de que no estaba siendo justo, al


menos.

La azafata se acercó, preguntando si quería algo de beber. Sonrió y le


pidió un bourbon, solo. Ella se sonrojó cuando tomó su orden, mordiéndose
el labio.

Al parecer la guapa azafata rubia lo encontraba atractivo. Su atractivo


por lo general no era algo que le importara, pero ella era bastante obvia
sobre balancear sus caderas mientras se alejaba.

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Él la miró de arriba abajo mientras iba a preguntarle lo mismo a

Página
Cameron, pensando. No podía con buena conciencia despedir a Cameron,
pero eso no quería decir que no pudiera alejarla.

¿Y qué mejor manera que ligar con la azafata? A pesar de que no


estaba realmente interesado en ella, podía hacer enfadar a Cameron. Si
funcionaba, actuaría de la misma manera con cada mujer con la que se
encontrara hasta que Cameron se diera por vencida y dimitiera.
No era la cosa más elegante que podía hacer, pero no era la más
sórdida tampoco.

La azafata volvió con su bourbon, sus caderas moviéndose mientras


caminaba. Smith encendió su encanto, sonriendo mientras ella se lo
entregaba.

—Gracias, amor —dijo—. ¿Cómo has dicho que te llamabas?

—Andrea —dijo ella, poniéndose roja.

—Andrea —dijo—. Estás en muy buena forma. ¿Alguna vez alguien te


dijo eso?

Ella se puso aún más roja.

—No, señor.

—Por favor, llámame Smith. ¿Te importaría estar conmigo por un


minuto? —dijo, poniéndole sus ojos de cachorro. Ninguna mujer podía
resistirse a ellos.

—Bueno... —dijo, mirando hacia la puerta cerrada de la cabina—. Solo

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por un minuto.

Página
Cameron se dio cuenta cuando ella se sentó. Puso su libro a un lado
y frunció el ceño. Bien.

—Dime, Andrea. ¿Te gusta ser azafata?

—¡Oh, es genial! —le dijo la rubia—. Consigo ir a muchos lugares.

—¿Es eso cierto? —dijo, acercándose más—. Así que París no es nada
importante para ti.
Andrea sonrió.

—Bueno, realmente no he visto todos los lugares de interés. Trato de


ver algo nuevo cada vez que lo visito.

Smith se dio cuenta de su reloj. Extendió su mano, acariciando su


muñeca.

—Esto es bonito. ¿De dónde es?

—Lo conseguí cuando estuve en Nueva York —dijo, mordiéndose el


labio. Sus ojos viajaron hasta sus labios, lo que le hizo sonreír. Su atractivo
realmente le venía bien, a veces.

—Es exquisito —dijo, mirándola a los ojos—. Como su dueña.

Ella abrió la boca para responder, pero uno de los pilotos asomó su
cabeza por la puerta de la cocina.

—¿Andrea? —dijo el piloto, viéndose un poco confundido.

Ella se levantó de un salto, viéndose como si alguien les hubiera


atrapado en la cama juntos.

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—Tengo que ir a conseguirle lo que necesita —dijo en tono de disculpa,

Página
y salió corriendo.

Cuando la puerta se cerró tras ella, Cameron levantó su guía, pero él


no se perdió su sonrisa.

—¿Algo te divierte? —preguntó, inclinándose hacia atrás en su


asiento.

—¿A mí? No, definitivamente no —dijo, tratando de reprimir su


sonrisa.
—Estás sonriendo —dijo.

Miró el libro en sus manos, levantando un hombro casualmente.

—Es sólo... es agradable ver que incluso a las personas hermosas les
dan calabazas de vez en cuando —dijo, volteando algunas páginas de su
guía.

—Soy hermoso, ¿verdad? —le incitó.

Ella se sonrojó, cerrando su libro y poniéndose de pie.

—Sabes, creo que la azafata olvidó mi bebida.

Observó mientras ella iba a la cocina. Volvió unos minutos más tarde
con su bebida y un par de auriculares. Antes de que pudiera decir nada,
conectó sus auriculares en un iPod y cerró sus ojos.

Reclinó su asiento, dejando claro que ella no quería bromear más con
Smith.

Suspiró, bebiendo su whisky, y la observó. Su vestido azul subió por


su muslo, por un lado, dándole una visión de su piel cremosa. Él no debería

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estar mirándola, ni siquiera debería estar notándola, pero no podía evitarlo.

Página
Su problema no era que se preguntara qué habría debajo de esa falda.
Su problema era que ya lo sabía. Sabía lo que vería si ella levantaba su
vestido, sabía cómo se sentía hundirse entre sus muslos de miel.

Mierda. Estaba duro sólo pensando en su vagina. Por no mencionar


el hecho de que sabía que ella era pelirroja natural, porque ya le había
quitado las bragas una vez antes.
Se acomodó y se preguntó si no habría algo sobre lo que su padre
había estado diciendo. Podría dejar que ella abriera su apetito…

Su formación militar lo golpeó, haciéndole sentir vergüenza de sí


mismo. Se había unido a la los Servicios Aéreos Especiales para salir de este
modo exacto de pensar, la de los ricos idiotas mimados.

Se enderezó en su asiento. Necesitaba una distracción.

Se levantó y agarró su portátil. Si se enterraba en hojas de cálculo y


análisis financieros, al menos no estaría pensando en ella.

Negando para sí mismo, se puso a trabajar.

Horas más tarde, fue sacado de ponerse al día de sus correos


electrónicos por una turbulencia particularmente repugnante. Miró hacia
arriba cuando su ordenador portátil cayó a un lado.

Se frotó las sienes, cansado. Se dio cuenta de que el asiento de


Cameron estaba vacío; divertido, no se había dado cuenta de que se hubiera
levantado.

Se estiró y puso su portátil a un lado, listo para pedirle a Andrea otra

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copa. Un momento antes de que lo hiciera, sin embargo, Cameron entró por

Página
la puerta de la cocina y los baños. Se dirigió de nuevo a su asiento cuando
la turbulencia golpeó de nuevo.

—¡Cameron! —dijo mientras ella tropezaba hacia él.

—¡Mierda! —exclamó.

Aterrizó en un montón a sus pies. La turbulencia se detuvo y él la


ayudó a ponerse en pie, pero tan pronto como se levantó comenzó de nuevo.
Ambos cayeron en su asiento, Cameron en el regazo de Smith. El tacto
de su piel contra la de él era como si hubiera puesto un tenedor en un
enchufe eléctrico, si esa sensación podría decirse que era agradable.

Tocar a Cameron era alarmante, pero en el buen sentido. La


turbulencia continuó, y la voz del piloto llegó por el altavoz.

—Lo siento, señor Calloway —dijo el piloto—. Deberíamos atravesar


este bache en un minuto. Sólo espere un momento.

Smith miró a Cameron, que todavía tenía una expresión de sorpresa


en su cara. Sonrió.

—Supongo que tendrás que aferrarte a mí —dijo.

Cameron lo miró mientras la turbulencia desaceleraba. No dijo nada,


pero se dio cuenta de la carne de gallina sobre su piel desnuda.

Estaban tan cerca ahora, y el agradable zumbido del contacto


continuaba. Se mordió los labios, sus ojos cayendo a su boca.

Antes de que pudiera decir o hacer algo, su boca estaba sobre la suya.

50
Ella le dio un beso, su sabor como de canela dulce. Su lengua jugaba

Página
con la suya, burlándose. Él gimió y hundió ambas manos en su pelo, su
cuerpo endureciéndose.

El altavoz de intercomunicación volvió a sonar, lo que los trajo de


vuelta. Cameron se alejó de él.

—Deberíamos liberarnos de turbulencias durante un tiempo —dijo el


piloto.

Smith miró a Cameron.


—Eso era de lo que estaba hablando, cuando dije que estaríamos muy
cerca —dijo, enderezando su camisa.

Ella frunció el ceño, regresando a su asiento.

—¿De qué hablas?

Se encogió de hombros, recogiendo su portátil. Ella se puso sus


auriculares de nuevo y cerró sus ojos, pero él podía decir que estaba
echando humo. Su pelo rojo estaba un poco despeinado.

Maldición, pero era atractiva cuando estaba enfadada.

Se pasó el resto del vuelo tratando de no pensar en la forma en cómo


había sentido. El peso de ella en la parte superior de su cuerpo, la forma en
que se había hundido en él y lo había besado.

Ella se sentó allí, sin mirarlo. Smith encontró eso más allá de
frustrante. Parecía que toda la cabina estaba llena de su tensión, y no había
escapatoria.

Cuando el vuelo aterrizó finalmente en París, suspiró con alivio. Bajó


por las escaleras del avión antes de darse cuenta de que tenía que ir en la

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limusina con ella.

Página
—¿Es nuestra? —preguntó ella, señalando a la limusina mientras
bajaba por las escaleras del avión.

—Sí —dijo, caminando hacia la limusina y abriendo la puerta.

Se subió al interior con la mochila de su portátil y el maletín,


impaciente. Ella se deslizó hacia el otro lado, mientras que el chofer cargaba
su equipaje. Smith apartó la mirada de Cameron, inseguro de cómo se
suponía que debía sentirse.
El chofer bajó la partición.

—Où est-ce que je vous Emmène?3 —preguntó el conductor.

—Les Quatre Saisons, s'il vous plaît4 —respondió Smith.

Se dio cuenta de que Cameron lo volvió a mirar cuando le escuchó


hablar francés con fluidez. Sonrió mientras la limusina comenzaba a
marchar. Había muchas cosas que ella no sabía sobre él.

Pronto comenzaron a ver La Ciudad de las Luces, como se la llamaba


a menudo. Era temprano por la noche aquí, así que los restaurantes y las
tiendas estaban empezando a encender sus luces. Pasaron por un par de
los grandes lugares de interés de París, como el Sacre-Coeur, el Moulin
Rouge, y el Arco de Triunfo.

Era bastante genial, ver la ciudad iluminada así.

Cameron miraba por la ventana, con los ojos abiertos. Él sabía que
era su primera vez en París, pero cualquier persona podía suponer por su
reacción que todo era nuevo para ella. Era casi entrañable de ver, tenía que
admitirlo.

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Cuando llegaron al hotel, Smith salió de la limusina y fue al edificio

Página
de ladrillo gris. El gran vestíbulo de mármol les esperaba, con su lámpara
de araña de lujo y muchos arreglos florales. Detrás de un escritorio de
mármol con elaborada decoración había dos hermosas mujeres parisinas,
listas para llevarlos a sus habitaciones.

—¿Cómo puedo ayudarle? —preguntó una bella morena en inglés con


un fuerte acento.

3
¿Dónde lo llevo?
4
Four Seasons, por favor.
—Dos habitaciones, bajo el nombre de Calloway —dijo.

—Un momento, por favor. —Comenzó a escribir en el ordenador


delante de ella—. Ah, tenemos la reserva. Señor Calloway, usted y su
invitada están en la Suite Royale.

Ella lo miró, expectante. Él frunció el ceño.

—No, tenemos dos habitaciones —dijo, sacando su billetera—. Irán a


mi tarjeta de la empresa, aquí.

Él buscó entre sus tarjetas y le entregó una American Express negra.

—Estaré feliz de comprobarlo de nuevo —dijo. Tecleó otra cadena de


información, y le miró—. Lo siento, pero parece que su reserva fue cambiada
ayer. Pagada por adelantado por un Spencer Calloway.

Reprimió una mueca. Por supuesto, su padre tenía que entrometerse


en sus asuntos. Tenía total sentido.

—Bien. ¿Hay dos dormitorios, al menos?

—Sí señor. Está justo en el pasillo del primer piso. Haré que uno de

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los botones les lleve.

Página
—Gracias. ¿Son éstas las llaves?

—Oui, monsieur5.

Se dio la vuelta y vio a Cameron tomando una foto con su móvil a una
escultura de bailarinas bailando. Él no tenía ninguna duda de que era
famosa, pero no tenía tiempo para el arte en este momento.

5
Sí, señor.
—Cameron, vamos —la reprendió—. Estamos al final del pasillo.

Él se dio la vuelta y siguió al botones por una serie de pasillos, hasta


que llegaron a la Suite Royale.

Abrió la puerta, dándole propina al botones mientras miraba


alrededor. Entraron en una sala de estar con muebles de color crema, todo
perfectamente inmaculado.

—Guau. —Oyó decir a Cameron—. Mierda.

La sala de estar conducía a un comedor cubierto de mármol blanco, y


un balcón de mármol elegante con muebles de jardín negros. Dos
dormitorios y cuartos de baño estaban justo al lado de la sala de estar,
también, ambas con camas matrimoniales y en tonos beige.

Smith se volvió a Cameron, posiblemente para hacer una broma sobre


los alojamientos ridículos. Entonces la vio poner su equipaje en una de las
habitaciones. Ella le lanzó una mirada, y cerró la puerta de la habitación
con un clic definitivo.

54
Página
Capítulo Seis
Cam se quitó sus zapatos de tacón en su habitación. Habían estado
en París durante tres días, y no había visto ni uno de los lugares de interés.
No es que ella hubiera esperado relajarse y hacer turismo todo el tiempo,
pero había estado tan ocupada los últimos días que un descanso sería
bienvenido.

Durante las reuniones en Calloway Corp, que en su mayoría la habían


dejado en la oscuridad debido al hecho de que, aparentemente, todo el
mundo hablaba francés. Estaban en Francia, por lo que era de esperar, pero
la dejaba en el polvo. Ella estaba a menudo todavía buscando una palabra
que hubiera logrado atrapar en su diccionario francés-a-inglés cuando todo
el mundo se ponía de pie para salir de la sala de juntas.

Suspiró y se frotó el cuello, sentada en la cama de lujo que le había


sido asignada. Su teléfono sonó, sin duda para notificarle que Erika estaba
llamándola de nuevo.

Erika había estado exaltada al escuchar que Cam estaba siendo

55
enviada al extranjero, a lo que ella llamaba la ciudad más romántica de todos

Página
los tiempos. Su editora le había instado a gastar su tiempo en seducir a
Smith, porque decía que los mejores informantes eran los incautos.

Cam sospechaba que Spencer Calloway les había enviado aquí por la
misma razón, por lo que una pequeña parte de ella estaba contenta de que
ella y Smith hubieran estado demasiado ocupados como para pasar tiempo
juntos.
Recogió el collar de su mesita de noche, sosteniendo el medallón con
cuidado. La cadena había sido sustituida tres veces, por lo que el relicario
era la única pieza original que quedaba.

Ella presionó los lados lisos de oro del medallón, liberando el cierre y
abriéndolo con cuidado. Ya casi nunca abría el relicario, porque los dos
pequeños cuadros llenos en el interior estaban empezando a desvanecerse.

A un lado, una imagen de sí misma, una chica pelirroja sonriendo, de


unos ocho años. Al otro lado, había una mujer joven, también pelirroja.
Vestida con un mono y una camisa de color púrpura, su madre la miraba
con una expresión vagamente feliz.

A Cam le dolía pensarlo, pero la joven en la foto podría ser más joven
que la propia Cam ahora.

Cerró el medallón y lo guardó. Miró su reloj. Eran sólo las cuatro de


la tarde, y las reuniones habían acabado por el día. Si iba a hacer algo de
turismo, tendría que ser ahora.

Se levantó y fue a su armario. Se puso unos pantalones vaqueros, una


camiseta de una banda, y un jersey. Sencillo pero sofisticado, como el mismo

56
París.

Página
Tomó su bolso y su guía, planeando visitar el Arco del Triunfo y la
Torre Eiffel. Al menos si veía esas dos cosas, podía decir que su viaje no era
un desperdicio.

Entró en la sala de estar y se detuvo cuando vio a Smith en el balcón.


Se acercó y asomó su cabeza. Sintió el ruido sordo de la atracción tan pronto
como lo vio en sus pantalones vaqueros y camiseta, justo como había estado
la primera noche en que lo conoció.
Se tragó sus sentimientos hacia abajo mientras él se giraba.

—Voy al Arco de Triunfo —dijo—. Así que estaré ausente el resto de la


noche.

Él levantó una ceja.

—¿Ah sí?

—Sí. Y la Torre Eiffel después de eso.

—No hablas francés —señaló.

—Sí, ¿cómo sino sobreviviré en esta ciudad llena de turistas? —


respondió con sarcasmo.

Se volvió para marcharse, pero Smith la detuvo.

—Espera —dijo—. Déjame tomar mi abrigo.

Ella debió haber parecido bastante sorprendida, porque él se rio.

—¿Qué, no puedo llevar a mi asistente de turismo? —dijo.

57
Ella guardó silencio por un segundo, mientras pasaba junto a ella y

Página
desaparecía en su habitación. Cuando regresó, llevaba su chaqueta de
cuero.

Ahora sí que se parecía a cuando se conocieron. Un montón de


imágenes se precipitaron en su cabeza, las imágenes de cómo se veía debajo
de la ropa. La mayoría de los hombres no se veían mejor sin ropa, pero Smith
era una excepción.

—¿Lista? —preguntó.
—Sí —dijo, sonrojándose un poco ante sus pensamientos—. Dirige el
camino.

La condujo fuera del hotel. Se dio cuenta de que ninguno de los


botones siquiera les miraban, y los mozos no se ofrecían para sacar la
limusina.

Miró a Smith. Ella supuso que se veía lo suficientemente diferente en


su atuendo actual como para justificar un tratamiento diferente. Era curioso
lo que hacía un traje de Brioni en su apariencia exterior. Se veía guapo, pero
por lo demás era totalmente normal.

Sonrió para sí misma, negando mientras se alejaban del hotel.

—¿Qué? —dijo él mientras sacaba su teléfono y llamaba a un Uber.

—Estaba pensando... nadie se dio cuenta que te ibas, en el hotel. Es


casi como si estuvieras en tu disfraz de punk rock.

Le guiñó un ojo y sonrió.

—No le digas a nadie mi secreto.

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Ella se rio y negó de nuevo.

Página
—Eres tan malo —dijo.

—Trato —dijo casualmente mientras su Uber llegaba.

Ella puso sus ojos en blanco y le permitió ayudarla a entrar en el auto.


Él se subió en el otro lado y le dijo al conductor a dónde ir.

—Tienes suerte de hablar francés —dijo.


—No diría que es suerte —dijo, mirando por la ventana—. Estuve en
destinado a Senegal durante seis meses, y luego en Ruanda.

—¿Destinado?

—Sí. Teniente del Servicio Especial del Aire, a su servicio, señora.

Ella se sorprendió. Había tomado Smith por su valor nominal, como


un niño rico que iba a clubs punk para desafiar a sus padres. Por supuesto,
ahora que lo sabía, tenía sentido. Él era ordenado, y parecía tan mundano.
Había conseguido ambas cosas en el Servicio Aéreo Especial.

—¿Cuánto tiempo estuviste en servicio? —preguntó.

—Casi cuatro años —dijo, haciendo una mueca—. Me hubiera


quedado con mucho gusto, pero...

—¿Pero?

—El deber llama —dijo con una pequeña sonrisa sardónica—. Mi


padre fingió que estaba a punto de retirarse. Alguien tenía que dirigir
Calloway Corp.

59
Él sonrió, pero era una sonrisa sin humor esta vez. Ella digirió esa

Página
información. Por primera vez, consideró quién era él como persona, aparte
de la empresa.

¿Sabía que su empresa estaba siendo objeto de una apropiación


indebida de dinero? Peor aún, ¿era cómplice en ello?

No lo creía, pero estaba demostrando que no sabía casi nada sobre él


como persona. Lo miró a través de sus pestañas, preguntándose si estaba
trabajando para meterle en la cárcel.
—Ah, aquí estamos —dijo. Le dijo algo al conductor en francés, y el
conductor detuvo.

Ambos salieron, Cam maravillándose por el gran tamaño del Arco del
Triunfo. Era un arco de cemento gris, al menos de 46 metros de alto y casi
igual de ancho. Estaba cubierto de figuras elaboradas de los soldados que
celebraban las guerras revolucionarias y napoleónicas francesas, o eso decía
su guía.

—Dios, es enorme —dijo ella, mientras se acercaban.

—Lo es —dijo, mirando hacia arriba—. Hace que uno se sienta


pequeño, ¿no es cierto?

Sonrió ante el hecho de que su acento británico significaba que podía


decir una cosa tan dramática.

—Sí.

Caminaron justo bajo el monumento, maravillándose. Había un


montón de otros turistas allí, pero no tantos como para hacer que pareciera
lleno de gente.

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—Tenemos que ir a un museo esta noche, en lugar de a la Torre Eiffel

Página
—dijo.

—¿De verdad? —dijo ella.

—Sí, ¿no te parece? —preguntó—. Podemos ver la Torre Eiffel


conduciendo por al lado. No podemos ver el Louvre desde el exterior.

—Estoy de acuerdo con lo que sugieras —dijo ella con una sonrisa.
Cam hizo ooh y aah durante otra media hora. Smith era perfectamente
paciente con ella, consiguiendo un taxi cuando estuvo lista para irse. Le dio
al conductor una larga serie de instrucciones, y luego asintió hacia ella.

—Nos llevará por la Torre Eiffel.

Se sentaron durante un par de minutos, en silencio absorbiendo la


ciudad en torno a ellos.

—Ahhh, mira. —Ella señaló en un edificio viejo de aspecto


imponente—. Todo en esta ciudad tiene tanta historia.

—Eso es muy cierto —dijo él—. Mucho más que cualquier lugar en los
Estados Unidos, de todos modos.

—¡Oh, puedo ver la Torre Eiffel! —dijo ella.

—Justo se está iluminando ahora que se está haciendo de noche —


observó él.

Ella se echó hacia atrás, deslumbrada por todo. La torre era mucho
más alta de lo que se había imaginado, cada viga de acero decorada con
luces. Era precioso en realidad, todo lo que alguna vez esperó que fuera.

61
Página
Se movieron más allá de ella, y Cam se dio cuenta de que había estado
conteniendo el aliento. Exhaló lentamente y vio que la ciudad se deslizaba
por la ventana del taxi.

—Tengo hambre —dijo, arrugando la nariz.

—Yo también —dijo Smith—. Hay unos cuantos restaurantes cerca


del Louvre. ¿Por qué no comemos algo antes de ver el arte?

—Suena bien —dijo ella.


Él sonrió, y sus ojos se encontraron. Por un segundo, pensó que iba
a inclinarse y besarla, pero después de un momento se dio la vuelta. Su
corazón se saltó unos pocos latidos, sin embargo.

Smith dijo algo en francés al conductor del taxi. El conductor los dejó
en frente de un restaurante llamado Le Rose, un café un poco pintoresco
con asientos en la terraza.

—Es muy bonito por fuera. ¿Deberíamos comer aquí fuera? —le
preguntó Smith a Cam.

—Claro —dijo.

—Parece un lugar donde hay que ir a pedir. ¿Qué tal si voy adentro y
nos consigo algunos aperitivos? Puedes quedarte aquí y sentarte.

—Está bien —dijo, señalando una mesa de hierro forjado—. Estaré en


esta mesa.

Él se dirigió hacia el interior, y se acomodó en la mesa. Volvió a los


pocos minutos con una bandeja de comida. La dejó encima de la mesa.

—Espera —dijo. Volvió a entrar, y luego salió con una botella de

62
champán y dos copas—. ¡¡Ta-da!!

Página
—¡Bien! —dijo ella, inclinándose hacia delante para inspeccionar la
bandeja de comida mientras él abría la botella—. ¿Qué es todo esto?

—Vamos a ver —dijo, abriendo la botella de champán y vertiendo dos


vasos—. Tenemos una barra de pan, y un par de tipos de queso. Creo que
es brie y ese es un queso de leche de oveja. Luego están el jamón y la
mantequilla. También me dio un par de trozos de chocolate.
—Mierda —dijo ella, con los ojos muy abiertos—. ¿Todo esto y
champán, también?

—Nunca digas que no soy un jefe generoso y festivo —dijo,


sentándose. Levantó su copa a la de ella—. A votre santé6.

—Salud —dijo, chocando su vaso contra el suyo.

Ambos tomaron un sorbo. Cam se rio ante el sabor dulce de la suya,


y por las burbujas que le hicieron cosquillas en la nariz.

—Vale —dijo él, tomando un trozo de baguette y comiendo.

—Vale. —Ella se hizo eco, dejando su vaso y haciendo lo mismo.

Puso un poco de jamón y queso brie en su barra de pan. La mordió y


después gimió.

—Oh, Dios mío —dijo entre mordiscos—. ¡Está tan bueno! El brie es
realmente cremoso.

—Debes probar la mantequilla —dijo, ofreciéndosela.

Ella rio.

63
Página
—¡Estás tratando de engordarme!

—Oye, sólo estoy ofreciéndola —dijo. Él la miró—. Además, subir un


par de kilitos no te mataría.

—¿Qué? —dijo ella—. Soy tu asistente ejecutiva. Se supone que tienes


que animarme a ser delgada. Te hace parecer más poderoso.

6
A tu salud.
Él se rio.

—¿Es eso cierto?

—Creo que sí.

—Mmmm —murmuró—. Sin comentarios.

Ella bebió un poco de champán y lo miró. Verlo tan tranquilo y


sonriendo era raro, después de que él hubiera tratado de seducir a la azafata
y luego la llamara poco profesional por besarlo. Además de todo eso, le había
dado la espalda desde que llegaron y la había obligado a trabajar desde el
amanecer hasta el anochecer.

—Ha sido muy difícil trabajar contigo esta semana —dijo ella, dando
otro mordisco a su barra de pan.

Su mascar se desaceleró. Tragó, y luego asintió.

—Lo sé. He sido un hijo de puta.

Se metió otro trozo de pan en la boca, observándola.

—¿Es por tu padre? —preguntó, ladeando su cabeza—. Parece pensar

64
que acercarnos más es una buena idea.

Página
Smith asintió lentamente.

—Eso es parte de ello, sí. Parece aconsejable mantenerte alejada.

Ella jugueteó con su copa de vino, haciendo una cara.

—¿Por qué estuvimos juntos? —preguntó.


—Porque… —dijo, y luego hizo una pausa para ordenar sus
pensamientos—. Porque crecí en esta burbuja de niño rico, donde tenía todo
lo que quería. Y fui al ejército para curar eso, para experimentar lo opuesto
a eso. Privación. —Se pasó su mano por su cabello—. Mi padre me engañó
para que saliera del Servicio Especial Aéreo. Así que estoy haciendo este
trabajo, y tratando de esquivar las trampas que me pone, la vida fácil que él
cree que debería tener.

Tomó aire, y luego la miró directamente a sus ojos.

—Eres parte de eso, me temo —terminó con suavidad.

Cam se movió en su asiento, sorprendida por su revelación honesta.

—Oh —dijo—. Quiero decir... oh.

—Lo siento si fui un completo bastardo esta semana.

Parecía triste.

—Está olvidado —dijo ella—. Mientras seas más amable conmigo de


ahora en adelante.

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Él asintió. Ella sintió un momento de inspiración.

Página
—Oye. ¿Qué tal si sólo... empezamos de nuevo? —preguntó—. Como
si fuera la primera vez que nos vemos.

Su boca se elevó en un lado.

—¿Sí?

—Sí —dijo ella—. Aquí. Hola, soy Cam. Cameron. Soy originaria de
Massachusetts. Y me gusta el punk rock y trabajar para hacer mi
apartamento más habitable.
Él extendió su mano y tomó la suya. La fisión de energía se deslizó por
su piel, pero ella la ignoró.

—Hola. Soy Smith. De Londres. Estaba en el ejército, ahora ya no. Me


gusta el punk, también.

Ella sonrió mientras se estrechaban las manos un segundo, luego


retiró su mano.

—¿Ves? —dijo—. Perfectamente civilizado.

Sonrió, su cabello oscuro cayendo sobre sus ojos. No iba quedarse con
la boca abierto por eso, sin embargo. Se levantó de un salto.

—Vamos —dijo ella—. Trae la botella de champán. Podemos beber


mientras caminamos.

Él agarró la botella de champán. Ella limpió rápidamente la bandeja,


tirándolo todo excepto los vasos.

—¿Listo? —preguntó.

—Por supuesto.

66
—¿Hacia dónde está la pirámide de cristal que veo cada vez que

Página
alguien menciona el Louvre?

Smith señaló. Ella se dirigió hacia esa dirección, caminando


lentamente.

No hablaron mucho, sólo disfrutaron de las vistas y de la botella de


champán. Caminaron un par de manzanas antes de que ella se la acabara.

—Ah, bueno... —suspiró, lanzándola en la primera papelera que vio.


Cam se volvió hacia él para hacerle una pregunta, pero él la
sorprendió deslizando su mano detrás de su cabeza. La besó con fuerza. Ella
se sorprendió al principio, con su mano golpeando su pecho. Pero sus labios
eran firmes y calientes contra los de ella, su olor en su nariz.

Ella se derrumbó. Su mano agarró la solapa de su chaqueta mientras


se acercaba más. Sus pechos rozaron su pecho. Él la agarró por el cabello y
ella dejó escapar un suspiro, y luego lo besó con más fuerza.

Sabía que no debería estar haciendo esto, pero una parte de ella
susurró ¿Y qué? Sé mala por una vez en tu vida.

Finalmente él rompió el beso, apoyando su frente contra la de ella.

—Me gustaría que estuviéramos cerca del hotel —susurró—. Y me


gustaría que esto no fuera tan…

Se detuvo y negó. Ella sonrió.

—¿Incorrecto? —sugirió—. Eso es por lo general lo que dicen acerca


de las relaciones entre jefes y empleados.

Él se echó a reír, dando un paso atrás.

67
Página
—Esa es una manera de decirlo.

Ella lo miró por un momento, de pie tan alto y guapo. Había dicho que
su padre la había escogido a ella, le había tendido una trampa. Ella no sería
la que le hiciera entrar en la trampa.

—Bueno —dijo, haciendo un gesto—. ¿No tienes un poco de arte que


mostrarme?

Las comisuras de sus labios se levantaron.


—Supongo que sí.

Él caminó por la calle, dejando que lo siguiera.

68
Página
Capítulo Siete
Cuanto menos, Smith estaba en conflicto.

Miró a su whisky, sin hacer nada, agitando el líquido ámbar alrededor


del vaso de cristal pesado mientras suspiraba, pensando en Cameron.

Smith resopló para sí mismo, tomando un gran trago de su bebida.


Pensar en ella era lo único que hacía últimamente.

Después de haberla besado, en el Pont des Arts de todos los lugares,


Cameron había estado aparentemente contenta de fingir como si el momento
nunca hubiera ocurrido entre ellos, pasando el resto de su noche de turismo
como si no fueran más que profesionales conocidos en un viaje de negocios
juntos.

Que es lo que tú querías jodidamente, idiota. Entonces, ¿qué pasa con


todas las vueltas que le estás dando?

—Joder. —Smith se quejó para sí mismo, apoyando su cabeza en el


respaldo del sillón de cuero donde estaba sentado y cerrando los ojos,

69
molesto consigo mismo.

Página
Él y Cameron acababan de volver de París por la mañana. Después de
haber zanjado el resto de sus negocios allí el día después de visitar el Louvre,
gratamente se habían separado en la pista después de un viaje en avión
relativamente tranquilo a casa, que es donde Smith se encontraba ahora de
mal humor solo en su estudio.

Las cosas entre ellos habían sido mucho más cordiales después de su
charla fuera de la cafetería, y el beso improvisado que le siguió. Smith había
estado sorprendido al encontrar que, dejando las interacciones sexuales a
un lado, más bien disfrutaba de la compañía de Cameron.

Por su parte, Cameron parecía sentir lo mismo por él. Charlaba y


bromeaba con él más fácilmente, aligerando la presión y la mundanidad de
su trabajo simplemente estando allí con él. Smith tenía la clara impresión
de que, de alguna manera, a pesar de su sórdida historia, se estaban
convirtiendo en... bueno, amigos.

Lo que era simplemente ridículo. Smith tenía amigos, y él tenía


mujeres, pero nunca antes esos dos círculos se habían superpuesto para él.
Estaba encontrando los parámetros de su nueva relación aún más
frustrantes que antes. Realmente no sabía qué hacer al respecto ahora.

Intuitiva como era, Cameron había visto directamente a través de la


pasión momentánea de su beso en el puente, a los problemas de fondo de
su relación de trabajo y la inapropiada intromisión de su padre en los
asuntos de Smith que estaban ocultos debajo. Ella había sido la que había
dado la marcha atrás, no él, y ese hecho le molestaba tanto como le aliviaba.
Esta mujer estaba haciendo cosas a su decisión de mantener su trabajo y
su vida privada separadas que Smith no entendía plenamente él mismo, y
lo estaba volviendo loco.

70
Página
Los ojos de Smith se abrieron de golpe cuando fue golpeado con una
idea repentina. Se puso de pie, tomándose el resto del whisky del vaso
mientras se metía la mano en el bolsillo buscando su teléfono.

Lo que necesitaba era una distracción. Algo para sacar su mente de


la tentadora pelirroja que estaba perturbando el orden meticuloso de su
vida, y lo necesitaba ahora.
Smith se desplazó a través de sus contactos, seleccionando el número
de su amigo Jake mientras salía del estudio e iba al pasillo hacia su
habitación para poder cambiarse de ropa.

Jake respondió al tercer tono.

—¡Smith! ¿Qué pasa, hombre? Cuánto tiempo.

Jake estaba hablando en voz alta, para poder ser escuchado por
encima de lo que sonaba como música de club en el fondo, lo que Smith
tomó como una buena señal.

—Estoy tratando de tener un poco de diversión esta noche, compañero


—dijo Smith, poniéndose un par de botas negras—. Sabes dónde podría
encontrarla, ¿no?

—Claro amigo. Ven al Ninth Circle. Acabo de llegar, y tengo que decir
que el lugar está lleno de coños calientes esta noche.

—Perfecto —dijo Smith, acercándose al espejo para comprobar su


pelo—. Estaré allí en media hora.

Smith dejó el teléfono, volviendo a la cama para agarrar su chaqueta

71
de cuero donde la había tirado antes. Se la puso y se dirigió a las puertas

Página
del ascensor de su ático, dispuesto a hacer todo lo necesario para conseguir
sacar a Cameron de su cabeza, aunque sólo fuera por una noche.

****

—Me encanta tu acento —susurró en su oído la morena que en ese


momento estaba sentada en su regazo, su aliento caliente contra su cara—
. Es muy atractivo —ronroneó seductoramente, arrastrando una larga uña
roja por el costado de su cuello.
El contacto le puso la piel de gallina a Smith, y no en el buen sentido
como la mujer probablemente intentaba. Él extendió su mano, apartando la
mano de ella, incapaz de continuar dejando que le tocase, pero no siendo lo
suficientemente imbécil como para simplemente dejarla en el suelo
directamente.

—¿Qué tal si voy a conseguir un par más de bebidas? —murmuró,


con destreza deslizándose de debajo de ella y poniéndose de pie.

Él liberó su mano, mirando a la mujer sin nombre sentada sola en la


cabina que acababa de abandonar. Sus ojos estaban oscuros y llenos de
promesas carnales mientras le miraba a él, con los labios pintados fruncidos
en una mueca juguetona.

Ella asintió, sus ojos viajando arriba y abajo por su cuerpo, dejando
poco a la imaginación sobre cuáles eran sus intenciones con él a su regreso.

—Vuelve pronto —dijo ella, inclinándose hacia adelante lo suficiente


como para darle una imagen de su considerable escote en el vestido negro
ceñido que llevaba.

Smith reprimió el impulso de poner sus ojos en blanco en el intento

72
apenas velado de atraparlo, y se apartó de ella sin decir nada mientras se

Página
abría camino hacia la barra en la parte delantera del club.

Smith había estado en el Ninth Circle innumerables veces antes, pero


esta vez era diferente, lo admitió para sí mismo. La presión de los cuerpos
con poca ropa en la pista de baile y los sonidos de la conversación de
borrachos por encima de la música pulsante en voz alta no tenía su atractivo
habitual. El acre olor a sudor, sexo, y alcohol derramado se quedaba
pesadamente en el aire, haciendo que arrugase la nariz con desagrado.
¿Este lugar siempre había parecido tan… desesperado? ¿O es que
Smith estaba lo suficientemente borracho como para empezar a sentirse
profundamente apenado por sí mismo?

Smith se acercó a la barra, preparándose para hacerle señas al


camarero para que le diera otra bebida, cuando sus ojos se posaron en una
cabeza de pelo rojo brillante pie a unos metros por debajo de él.

Smith sintió que su corazón daba un vuelco en su pecho con una


mezcla de sorpresa y anticipación vertiginosa.

No puede ser Cameron, ¿verdad? Es decir, ¿cuáles son las


posibilidades...?

Estaba a punto de ir a investigar por sí mismo, cuando la mujer se dio


la vuelta para mirar en su dirección.

—Señor, ¿qué le puedo conseguir de beber?

Smith era vagamente consciente de que el camarero estaba hablando


con él, pero estaba demasiado abrumado por la decepción ante la revelación
de que la mujer pelirroja no era Cameron como para preocuparse.

73
¿Quería que fuera ella? ¿No había salido y se había emborrachado

Página
expresamente para poder olvidarse de ella, para empezar?

¿Cristo, que está mal conmigo?

—¿Señor?

—Tomará un Four Horsemen, conviértelo en dos —respondió una voz


masculina por él—. Vas a tener que disculpar a mi amigo aquí. Se distrae
fácilmente por las cosas bonitas.
Un brazo descendió pesadamente sobre sus hombros, lo que obligó a
Smith a apartar los ojos de la pelirroja mientras se giraba para enfrentarse
a Jake y al camarero poco divertido. El camarero puso sus ojos en blanco y
fue a hacer sus bebidas mientras Jake se reía de su propia broma.

—Nunca te tomé por un tipo que mira con nostalgia a las mujeres
desde el otro lado de la barra —bromeó Jake mientras el camarero traía sus
bebidas, dejándolas en silencio y yendo a servir a otros clientes. Jake levantó
uno de los vasos, tomando un sorbo mientras miraba a la mujer a la que
había atrapado a Smith mirando—. ¿Tienes una cosa por las pelirrojas
ahora o algo?

Smith se sacudió el brazo de Jake, alcanzando su propia bebida.

—Vete a la mierda —se quejó, tomando un trago grande.

Jake se rio, juguetonamente levantando sus manos en señal de


rendición.

—Tranquilo, hombre, sólo estaba bromeando. —Su expresión se puso


un poco seria mientras cruzaba sus brazos, apoyándose contra la barra
mientras levantaba una ceja hacia Smith—. ¿Qué te tiene tan cabreado?

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Cuando te dejé antes, tenías a una chica caliente envuelta a tu alrededor

Página
como una jodida pitón. ¿Se fue sin ti o qué?

Smith negó, con los ojos estudiando los granos de la barra de madera.

—No, sólo tengo... mierda del trabajo en mente.

Jake se rio de nuevo.

—Sí, me imaginé algo así cuando me llamaste de la nada. Pero, sabes,


una mujer hermosa sobre mi cuerpo por lo general me sirve cuando estoy
tratando de sacarme cosas de la mente.
Smith no podía decirle a Jake que su “mierda de trabajo” le
involucraba a él obsesionado con una empleada con la que había dormido,
y que no podía sacar su maldita mente de ella, porque no dejaba de pensar
que veía su cara a donde quiera que fuera.

Así que, en cambio, simplemente se encogió de hombros, tomándose


el resto de su bebida de una sola vez.

—No sé, Jake. Creo que sólo volveré a casa.

—¡Ooh, vamos! La noche aún es joven —protestó Jake, poniendo su


mano sobre el hombro de Smith—. Todavía hay un montón de tiempo para
olvidar lo que te ha puesto tan nervioso.

Smith sacó su teléfono de su bolsillo para mirar la hora. Jake tenía


razón, sin embargo, no era ni siquiera la medianoche.

Pero cuanto más bebía, más oscuro parecía ser el estado de ánimo de
Smith. Borracho o sobrio, los pensamientos de Cameron continuaron
tirando de él, como si fuera una especie de masoquista que disfrutaba
torturándose a sí mismo con cosas que no podía tener.

¿Y quién dice que no puedes tenerla? incitó su mente. Es tu propia

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regla estúpida. ¿Y qué si la rompes?

Página
Smith ponderó el atractivo de esa posibilidad por un momento,
haciendo girar distraídamente su vaso vacío en la barra mientras imágenes
mentales del cuerpo desnudo de Cameron retorciéndose le asaltaron.

Y qué, de hecho.

—¿Hola? ¿Smith? —Jake le dio a su hombro una pequeña sacudida—


. ¿Estás escuchándome, hombre?
Smith negó, despejando sus caprichosos pensamientos. Al parecer,
Jake había estado hablando con él mientras que él silenciosamente había
sopesado los pros y los contras de tirarse a su ayudante.

No importaba, ya era hora de que se fuera de todos modos.

—Si seguro. Escucha, compañero, voy irme ahora —dijo, dando un


paso atrás, de modo que la mano de Jake cayó de su hombro. Smith tiró un
par de billetes para cubrir sus bebidas antes de girarse para irse—. Nos
vemos más tarde.

Jake puso sus ojos en blanco y negó en respuesta, pero Smith ya se


encontraba a medio camino de la puerta en ese momento.

Smith se deslizó fuera del Ninth Circle y hacia la calle, donde otra
gente ebria del club merodeaba, fumaba o simplemente hablaba. Sacó su
teléfono de nuevo, intentando llamar a un conductor de Uber, antes de
repentinamente cambiar de idea y meter ambas manos en los bolsillos de
su chaqueta mientras miraba alrededor, pensando.

El apartamento de Cameron estaba a sólo tres manzanas y a un


puñado de bloques desde aquí, si Smith recordaba correctamente por la

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única vez que había estado allí. Podría fácilmente llegar a pie desde aquí...

Página
¿Y hacer qué? ¿Llamar a su puerta en mitad de la noche, borracho y
fuera de horas de trabajo? ¿Pedirle que le explique donde, exactamente, se
encontraban en su relación ahora?

¿O tal vez sólo necesita saber si Cameron pensaba tanto sobre follarlo
de nuevo, como él hacía con ella?

Cualquiera que fuera la razón, Smith se encontró cruzando la calle,


dirigiéndose en su dirección.
El apartamento de Cameron se encontraba en… bueno, Smith no lo
llamaría la parte más vulnerable de la ciudad necesariamente, pero estaba
muy cerca de eso. Odiaba pensar en ella caminando por aquí sola por la
noche. No parecía ser el lugar más seguro para que una mujer como
Cameron viviera.

Cualquier buen jefe estaría preocupado por la seguridad de sus


empleados fuera del trabajo, se aseguró Smith a sí mismo, racionalizando
su tren de pensamiento actual. No es sólo porque es Cameron.

Smith caminó durante unos quince minutos, antes de toparse con un


tramo algo familiar de almacenes restaurados. Reconoció el que estaba a
tres edificios del apartamento de Cameron, y se sintió dudar mientras
instantáneamente paró de caminar.

¿Qué diablos estoy haciendo aquí? pensó Smith, repentinamente


horrorizado consigo mismo. No puedo hacer esto. Esto es completamente loco,
es lo que es.

Pero, aun así, ya estoy aquí. ¿Qué hay de malo en sólo ver si todavía
está despierta?

77
Smith nunca sabría con certeza qué lado del razonamiento hubiera

Página
ganado al final.

Debido a que, en ese momento, un coche se detuvo junto a la acera


fuera de su casa y estacionó…

Y entonces un hombre se bajó y se acercó a su puerta.

Smith se escondió rápidamente entre las sombras fuera del halo de la


farola más cercana mientras miraba, su intriga rápidamente
transformándose en rabia amarga mientras Cameron recibía al desconocido
en su puerta abrazándolo.

Smith se dio la vuelta antes de que se viera obligado a presenciar más


de su intercambio. Empezó a caminar en dirección opuesta, sin saber a
dónde más ir, sólo sabiendo que necesitaba estar lo más lejos posible de
ella.

Smith giró en una esquina, deteniéndose para que poder apoyarse


contra la pared del callejón y recuperar un cierto sentido de compostura
sobre sí mismo. El sonido de la sangre corriendo en sus oídos era todo lo
que podía oír mientras cerraba los ojos, tomando una respiración calmante
y profunda mientras resistía la necesidad de perforar la pared de ladrillo
detrás de él.

Cameron tenía un jodido novio, al parecer. Y Smith había sido un


idiota lo suficientemente grande como para no darse cuenta hasta ahora.

Bajo su ira, Smith se mostró sorprendido por la enorme cantidad de


celos y, lo que es más, la traición que sentía ante su pequeño engaño. Había
agonizado sobre la moralidad y la naturaleza de su relación con Cameron
durante las últimas dos semanas, sólo para descubrir ahora que ni siquiera

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había estado soltera, para empezar.

Página
Incluso si sólo se había liado con este tipo después de que él la conoció
por primera vez en el Circle Bar, ella había estado coqueteando con él fuera
de ese café, todavía le había devuelto el beso cuando la había besado en el
puente.

Infiernos, ella había sido la que lo había besado primero cuando había
caído sobre su regazo en el viaje en avión a París.
Smith sacudió su cabeza bruscamente, sacando su teléfono de nuevo
para que poder llamar a un Uber que le llevara a casa, esta vez de verdad.

Había acabado con cualquiera que fuera el juego que había estado
jugando con Cameron durante las últimas dos semanas. Jodidamente
acabado.

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Página
Capítulo Ocho
Cameron cerró la puerta del archivador y salió de la sala de archivos,
girando la esquina para ir a su escritorio. Se sentó en su silla, considerando
lo que debía hacer a continuación. Giró su silla hacia el ventanal, mirando
hacia la ciudad.

El sol se estaba poniendo. Le recordaba a su tiempo en París, cómo el


crepúsculo era un momento tan mágico allí, con las luces empezando a
iluminarse sucesivamente.

Suspiró y se volvió de espaldas a la vista. No tenía sentido pensar en


lo que podría haber sido.

Su teléfono sonó en la mesa junto a su ordenador. Escribió su código


de acceso y leyó el nuevo mensaje.

Fuentes dentro de Calloway Corp dicen que cualquier mal manejo de


dinero tiene que venir de los 3 o 4 primeros jefes. Concéntrate en los dos
Calloways. —E

80
Cameron frunció el ceño. Sabía que The Daily News tenía múltiples

Página
fuentes investigando en la empresa, pero no tenía ni idea de quién eran esas
fuentes. Ni tenía idea de quién podía ser el responsable de la falta de dinero.

¿Podían ser realmente Smith o su padre? Smith parecía tan


financieramente cómodo. Por no mencionar el hecho de que era
generalmente franco sobre sus problemas.
Spencer Calloway parecía más capaz de encubrir, sin embargo, él
tenía aún menos razón para hacerlo. Si Smith estaba financieramente
cómodo, Spencer estaba viviendo la gran vida.

Cam borró el mensaje de Erika. Hubiera querido tener algunas


respuestas para su jefa. Había sido la destinataria de la frialdad de Smith
durante toda la semana, lo que significaba que usó todo su tiempo libre para
buscar en las finanzas de la empresa.

Toda su investigación encubierta se hizo mil veces más fácil por el


hecho de que la compañía estaba ejecutando su propia auditoría. Pilas y
pilas de carpetas estaban puestas en la sala de archivo, que contenían toda
la información financiera sensible.

En secreto había birlado tres o cuatro carpetas a la vez, llevándoselas


a casa para estudiarlas. Había conseguido lo suficiente en las pilas para
estar segura de que The Daily News tenía razón.

Alguien estaba definitivamente haciendo algo más que manejando mal


los fondos. Alguien estaba robando pura y simplemente, pero era lo
suficientemente inteligente como para cubrir sus huellas. Era frustrante
para Cam.

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Página
Tamborileó con los dedos sobre su escritorio, sus pensamientos
cambiando a lo que debía hacer a continuación. Si no encontraba nada
específico en las siguientes dos carpetas, ¿qué haría entonces?

Miró hacia arriba cuando Smith salió de su oficina, vestido de


esmoquin para un evento de recaudación de fondos al que iba más tarde.
Su expresión era molesta, lo que no presagiaba nada bueno para ella.

—¿Dónde está la documentación para el acuerdo de París? —


preguntó.
—Um... veamos —dijo ella, poniéndose de pie para que poder mirar a
través de una pila de papeles en la esquina de su escritorio—. ¿Esto?

Ella le entregó un fajo de papeles. Él se los arrebató de la mano y los


revisó.

—¿Dónde está el resto? —dijo, mirando hacia arriba—. Esto son sólo
la mitad de los papeles.

—¿Qué? —dijo, buscando entre la pila en su escritorio—. Déjame


ver…

Él le tiró los papeles, disgustado.

—Tal vez si no estuvieras tan ocupada con tu novio, tendrías tiempo


para hacer realmente tu trabajo correctamente —dijo—. Quiero esos papeles
en mi escritorio en la mañana.

Se quedó con la boca abierta. ¿Novio? ¿De qué demonios estaba


hablando?

Smith se giró y regresó a su oficina, cerrando la puerta. Ella se congeló


por un momento, confundida acerca de qué estaba hablando. Sacudió su

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cabeza, horrorizada.

Página
Luego enderezó su espalda, mirando hacia la puerta cerrada de la
oficina. No tenía simplemente que preguntárselo. Él era el que había
arrastrado sus supuestos datos personales en la conversación. Tenía
derecho a hacer algunas preguntas, ¿verdad?

Cam se acercó a la puerta y la abrió. Miró hacia arriba desde donde


estaba sentado en su escritorio. Tenía la misma expresión de enojo.
—Estoy a punto de hacer una llamada —dijo, haciendo un gesto hacia
el teléfono—. ¿Te importa?

—En realidad... —dijo, cerrando la puerta detrás de ella. Sus cejas se


levantaron—. Quiero saber por qué estás siendo tan agresivo.

—No estoy siendo agresivo.

—¡Sí! Y estás sacando a colación cosas de mi vida personal, las cuales,


por cierto, ni siquiera son verdad, para enfadarme. Ni siquiera tengo novio.
Entonces... ¿cuál es el problema?

Smith parecía aún más enojado, pero no respondió. Se echó hacia


atrás en su asiento y se cruzó de brazos, mirando a Cam de arriba abajo.

—¿Qué, vas simplemente a sentarte allí? Por favor, no me digas que


todavía estás en enfadado sobre París —dijo ella, levantando la voz.

Él se levantó y rodeó su escritorio, su rostro retorcido por la rabia.

—No estoy enfadado por París, estoy enfadado porque pillé a tu novio
yendo a tu casa anoche. Puedes ver cómo podría estar enfadado, dado que
te estuve besando ni siquiera dos días antes de eso. Sin mencionar haberte

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follado hasta dejarte sin sentido hace sólo unas semanas —dijo, acechando

Página
hacia ella.

—Te dije que no tengo novio —dijo, levantando su barbilla y


negándose a encogerse. Ella fue hacia atrás, sin embargo. Su espalda chocó
contra la pared mientras él acechaba a través de la oficina hacia ella.

Sus brazos se elevaron para enjaularla contra la pared. Su cuerpo casi


tocaba el de ella, sólo meros centímetros separándolos.
—¿En serio? ¿Quién era el hombre que vi entrar en tu casa anoche?
—preguntó.

—Un amigo —dijo finamente—. Alguien con quien solía trabajar.

—Quien estaba visitándote... ¿por qué? ¿Por qué le gusta tu casa? —


Su acento británico fue particularmente nítido en las últimas palabras. Hizo
que Cameron tuviera un escalofrío, a pesar del hecho que estaba tan cerca
de ella que podía sentir el calor de su cuerpo. La combinación era
intoxicante.

—Él estaba viendo cómo estoy, asegurándose de que estoy viva. Es lo


que los hombres buenos hacen —dijo.

—¿Es eso lo que te gusta? —preguntó, acariciando su mejilla con el


dorso de sus nudillos. Su voz baja y áspera—. ¿Te gustan los hombres
buenos?

Su respiración se quedó en su pecho. Lo miró, con los ojos abiertos.

—N...no —dijo en voz baja.

—¿No? —se hizo eco.

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Página
—No —dijo, con mayor firmeza.

Él se movió un poco hacia atrás y miró su vestido, por encima de la


rodilla y de encaje marrón. Podía oír su respiración dificultándose, como la
suya.

Smith se agachó y agarró su cintura, luego movió su mano más abajo


por su muslo desnudo. Ella abrió la boca mientras su piel desnuda se ponía
en contacto con la de ella, el sonido alto en la oficina tranquila.
—¿Estás soltera, entonces? —preguntó.

—Sí. Sí, estoy soltera.

Se tragó el nudo de tensión que crecía en su garganta. Él subió su


vestido por un lado, admirando sus medias y ligas. Ambas negras, a juego
con sus bragas de encaje negro.

—Joder, me encantan estas —dijo en voz baja, casi para sí mismo.


Subió su vestido del otro lado, claramente excitado. Ella sabía exactamente
cómo se sentía; sus bragas estaban mojadas, un pequeño trocito húmedo
en la parte frontal.

La tocó a través de sus bragas, justo en el punto donde estaba


húmeda. No era su clítoris, pero estaba cerca.

Ella gimió, sus rodillas amenazando con hundirse.

Ella extendió su mano para tocarlo, pero él la rechazó con la suficiente


rapidez. Apartó su mano rudamente, entonces la sorprendió cogiéndola y
poniéndola sobre su hombro.

Ella gritó y él la llevó al otro lado de la oficina hacia su escritorio.

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Smith le dio una palmada en su culo, duro.

Página
—No —advirtió.

La depositó en el borde de su escritorio, su falda subida hasta


alrededor de sus caderas. Se puso de pie sobre ella, alto y amenazante.

—Te he imaginado aquí —dijo entre dientes, tirando de la parte


delantera de sus bragas—. Justo así. Si tuvieras alguna idea de lo que
soñaba con hacerte...
Él la tocó a través de sus bragas, encontrando su clítoris con poco
esfuerzo. Ella jadeó. Podía sentir sus dedos burlándose de ella a través de
sus bragas, sintiendo su clítoris dolorido y sus pechos comenzando a
apretarse.

Se tensó mientras él abría más sus piernas y se interponía entre ellas.


Su polla erecta creando una tienda en sus pantalones, y presionó su polla
contra la cara interna de su muslo.

Se estremeció ante el recuerdo de cuán largo, grueso y perfecto era.


Cam movió su mano para tocar su polla a través del pantalón, pero él le
sacó la mano.

—No. Quiero probarte —dijo.

El estruendo de su voz y la mirada de sus ojos azules cobalto eran


casi suficientes para llevarla al borde sin tocarla. Él se aflojó la pajarita,
viéndose para todo el mundo como el asesino más mortal del mundo.

Se dejó caer de rodillas mientras sus dedos ágiles deshacían sus ligas.
Tiró hacia abajo sus bragas y abrió bien sus muslos. Ella gritó cuando él
usó dos dedos para separar los labios de su vulva, después la lamió justo

86
en el centro.

Página
—¡Joder! —gimió ella.

Dios, su boca se sentía tan bien, su lengua caliente y húmeda se movía


en círculos lentos alrededor de su clítoris. Sus ojos se dirigieron a la puerta,
pero Dios la ayudara, no quería detenerlo.

Él no perdió tiempo en meter dos dedos de su mano libre en su centro


húmedo y goteando, metiéndolos en un gesto de córrete. Tocó un lugar
dentro de Cameron que era tan sensible que casi se corrió.
Él selló sus labios sobre su clítoris y lo chupó suavemente, y ella casi
se salió de la mesa. Sus manos aterrizaron sobre su cabello, tratando de no
agarrarle. Chupó su clítoris de nuevo, y ella se retorció bajo sus atenciones.

—Joder, voy a correrme —dijo.

Metió sus dedos dentro y fuera y lamió su coño, mientras ella gritaba,
más y más fuerte.

—¡Sí! Sí, sí, sí… —gritó ella.

El orgasmo la golpeó, haciéndola apretar los dedos que él tenía en su


interior. Se sentía como si estuviera hecha de cristal, y él tuviera un martillo,
haciendo que todo cayera.

Él se retiró y se puso entre sus piernas de nuevo, besándola


lentamente. Ella podía probarse en su lengua, tenía vergüenza de admitir
que pensó que era sexy.

Mientras Smith se inclinaba, dejándola sentir el peso de su polla a


través del pantalón de su esmoquin, sonó el teléfono del escritorio.

Ambos se congelaron, sin saber qué hacer. El corazón de Cam todavía

87
latía en su pecho.

Página
—Mierda —dijo, mirando su reloj—. Eso es Bangkok.

—Debería... —comenzó ella, ya retorciéndose.

—Espera un segundo —dijo, alargándose por encima de ella para


tomar el teléfono—. No tomará mucho tiempo.

Se mordió el labio. ¿Cuánto tiempo era no mucho?

—¿Hola? —dijo él—. Sí, soy Smith.


Él agarró la base del teléfono y se lo llevó un poco lejos. Ella no podía
simplemente estar ahí sentada, tan expuesta. Se levantó tirando de sus
bragas hacia arriba.

Smith se giró, frunciendo el ceño. A Bangkok, le dijo:

—Eh. Bien, las proyecciones son sólo eso. Proyecciones.

Cameron estaba teniendo algunos remordimientos serios,


especialmente enfrentada a su trabajo así. Enderezó la espalda tanto como
pudo y se dirigió hacia la puerta.

No escapó a su atención que se iba igual que había entrado, con la


espalda recta y confusa.

No miró hacia atrás cuando ella cerró la puerta, simplemente se fue


en silencio. Agarró su bolso y teléfono de su mesa y corrió a los ascensores.
Por suerte casi todo el mundo se había ido a casa por el día, así que nadie
vio su vergüenza.

¿Qué demonios había hecho? Se suponía que debía mantener las


cosas entre ellos profesionales, no dejando que fuera sobre ella en su oficina.

88
Se sonrojó y se mordió el labio cuando tuvo que caminar por al lado

Página
de varias personas al salir del edificio. Lógicamente, sabía que no podían
saber lo que había estado haciendo, pero todavía se apresuró por pasar por
su lado.

Su teléfono sonó cuando llegaba a la calle. Cam estaba preocupado de


que pudiera ser Smith, exigiendo que debía volver, pero era Erika.

—¿Hola? —respondió.

—Gracias a Dios, finalmente respondes a tu teléfono —dijo Erika.


—Estaba... —comenzó, luego se detuvo—. Estaba trabajando.

—Acabo de regresar de una reunión del comité de redacción. No


piensan que hayas llegado lo suficientemente lejos con la asignación.

Cameron se detuvo en seco.

—¿Qué?

—La junta quiere resultados, Cameron. Necesitan una prueba


concreta, y la necesitan pronto. De lo contrario, te sacarán de la asignación
y utilizarán algunas de las otras fuentes.

—¡No pueden! Ni siquiera he estado en la posición más de un mes —


dijo.

—Lo sé.

—¡No pueden sacarme de mi primera asignación de verdad! No tendré


otra oportunidad como esta.

—No me estás diciendo nada que no sepa ya.

—Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? —preguntó, con

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lágrimas formándose en sus ojos.

Página
—Bueno, chica, si fuera tú, utilizaría cualquier tipo de influencia que
tengas para obtener alguna información. Chantaje, sexo... cualquier cosa.

Cam dejó escapar un suspiro.

—¿Es ese el enfoque que la junta quiere que tome?


—Ellos no quieren saber los detalles, confía en mí. Lo que quieren es
una gran historia para llevar a la prensa. Saben que premiarán a quien les
traiga algo de Calloway Corp. Es tu trabajo ser ese alguien.

Permaneció en silencio durante un largo segundo.

—Cameron, puedes hacer esto —dijo Erika—. Hay una razón por la
que te defendí, en lugar de a las dos otras editoras femeninas que tenemos.

Eso, y el hecho de que da la casualidad que soy más atractiva


convencionalmente, Cam pensó con amargura.

—Bueno. Entendí el mensaje —dijo—. Rápido y sucio.

—¡Ese es el espíritu! —dijo Erika—. Tengo que irme, pero mantén el


mensaje en mente.

—Vale… —dijo, pero Erika ya había colgado.

Cameron se quedó mirando su teléfono. Para obtener la información


que necesitaba, tendría que aplicar presión... y sabía muy bien de qué tipo.

Lanzando una última mirada por encima del hombro a Calloway

90
Plaza, comenzó su vuelta a casa.

Página
Capítulo Nueve
Smith tamborileó sus dedos sobre la barra, mirando a la pareja junto
a él. Estaban besándose con pasión, realmente puestos en ello.

Le hizo pensar en su última recaída con Cameron, ayer por la noche


en su oficina. La mujer era como una droga que no podía sacar,
enloqueciéndolo de necesidad si estaba demasiado tiempo sin tomarla.

Smith había estado tan jodidamente enfadado con ella después de


verla con ese amigo suyo la otra noche, que cuando ella lo había enfrentado
y protestado que no había nada entre ellos, había perdido toda apariencia
de autocontrol.

La había arrinconado, necesitando simplemente sentirla. Probarla y


escuchar su placer en sus manos.

Que jodidamente la atacaste, sería más preciso, se quejó Smith


internamente.

No estaba orgulloso de su comportamiento impulsivo, pero no podía

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decidirse a estar arrepentido. No cuando Cameron había estado gimiendo

Página
sobre su mesa, jadeando con la misma necesidad que él había sentido tan
fuertemente desde ese beso en París.

Smith había estado tan distraído con imágenes mentales de ella


corriéndose contra su boca y sus muslos extendidos agarrándose alrededor
de su cabeza, que había terminado dejando la cena de caridad de la noche
anterior horas antes de lo que había pretendido. Sólo para poder volver a
casa y masturbarse un par de veces, desesperado por aliviar algo de la
presión que brotaba dentro de él cada vez que pensaba en ella.
Smith miró su reloj, necesitando una distracción de la pareja lujuriosa
todavía liándose, y que les jodieran a los espectadores.

7:57. Unos minutos temprano todavía para su encuentro con el


investigador privado.

Tomó un sorbo de bourbon, esperando que calmara sus nervios.


Había recibido el nombre de una empresa excelente de investigación por
internet. Cuando llamó, fueron muy solícitos, prometiendo enviarle a su
mejor y más discreto asociado de inmediato.

Smith nunca había hecho algo así antes. No sabía qué esperar, y eso
no iba bien con su inclinación por el control.

Exactamente a las 8:00, una mujer apareció sobre su hombro.

—¿Señor Calloway?

Se volvió y la miró, sorprendido. Era una pequeña y atractiva mujer


asiática, con el cuerpo envuelto en un vestido de gasa azul. Cuando Smith
pensó en investigadores privados, se imaginaba hombres blancos y
ligeramente con sobrepeso de mediana edad, vestidos con sombreros y
fumando puros. Nunca se hubiera imaginado a esta pequeña mujer asiática

92
delicada siendo una, nunca.

Página
Que es probablemente por lo que venía tan altamente recomendada.

—Sí, ese soy yo —dijo, recuperándose rápidamente de su estado de


sorpresa.

Ella le sonrió cortésmente, probablemente acostumbrada a romper los


estereotipos de las personas sobre los investigadores privados en este
momento de su carrera. Ella le tendió la mano para estrechar la suya.
—Mi nombre es Lindsay Wu —dijo mecánicamente, liberando su
mano. Miró alrededor del pequeño restaurante—. ¿Le importaría conseguir
una mesa para que podamos discutir los detalles de mi investigación sobre
Calloway Corp más en privado?

—Está bien —dijo, dejando un poco de dinero sobre la barra antes de


llevarla a la zona de estar más apartada, en el lado opuesto de la habitación.

Se sentaron uno frente al otro en la mesa. Lindsay dejó su maletín de


cuero delgado sobre la mesa, cruzando sus manos piadosamente sobre él
mientras le miraba.

—Dígame, señor Calloway —dijo, yendo directa al grano—. ¿Qué le


preocupa lo suficiente como para que tenga la necesidad de contratar a un
investigador externo?

Se aclaró su garganta, extrañamente nervioso, de repente. La mujer


delicada era jodidamente intimidante, haciéndole sentir como si le estuviera
interrogando a él sobre lo que pasaba en su empresa.

—Ha venido a mi atención que alguien en el nivel superior de mi


empresa ha estado administrando mal los fondos. O directamente robando,

93
si lo prefiere —dijo Smith, optando por la misma brusquedad que ella usaba.

Página
Ella levantó una ceja delgada, intrigada.

—¿No tiene ni idea de quién?

Smith negó.

—No. Sé que tiene que ser una de esas personas —dijo, sacando una
lista del bolsillo de su chaqueta y entregándosela por encima de la mesa—.
Estas son las personas con acceso directo al dinero. Verá que estoy en la
lista, como mi padre, sólo para que pueda tener una idea de la estructura
de la empresa.

—Ya veo —murmuró Lindsay Wu para sí misma en respuesta, sus


ojos oscuros moviéndose brevemente sobre la lista, antes de meterla en su
maletín.

—¿Cuáles son mis limitaciones presupuestarias? —preguntó,


mirándole de nuevo.

—Ninguna. Le pagaré yo mismo.

—¿Hay algo más que debería saber antes de empezar?

—Bueno... te enviaré un enlace a los horarios de trabajo de todos.


Todos están online. —Smith se pasó una mano por su cabello, deseando
tener más información que ofrecerle—. Si hay cualquier cosa que pienses
que podrías necesitar, estaría feliz de proporcionártela cuando llegue el
momento.

—Está bien. —Asintió Lindsay, aparentemente imperturbable por la


ambigüedad de su punto de partida en la investigación—. Una vez que firme
el papeleo legal de mi contrato, empezaré con la verificación de antecedentes

94
y seguiré a partir de ahí.

Página
—Perfecto —dijo, saliendo de la mesa y poniéndose de pie mientras
ella también lo hacía, su reunión había acabado tan rápido como había
comenzado—. Espero que averigüe quién es rápidamente.

—No se preocupe, señor Calloway —dijo ella, ofreciéndole el primer


indicio de una sonrisa real desde que se había presentado a sí misma. Ella
le dio la mano por última vez—. Siempre encuentro a mi objetivo al final.
Salió del restaurante sin decir nada más, dejando a Smith solo una
vez más mientras silenciosamente admiraba la franqueza y confianza de la
señorita Wu en sus habilidades. La mujer no se debía subestimar, al menos
no por él. Se imaginó que muchas personas cometieron ese error con ella en
el pasado, sólo para lamentarlo profundamente más tarde.

Smith salió del restaurante, mirando la hora de nuevo. Tan sólo había
pasado un cuarto de hora, lo que sólo contribuyó a reafirmar su
reconocimiento por la eficiencia de la investigadora privada.

Iba a reunirse con algunos amigos en un momento, lo cual no era


nada nuevo. Pero estaba pesando si debería o no invitar a Cameron esta vez,
como su cita.

No como su cita, per se. Más bien como una… invitada, o una
compañera conocida.

Con la que simplemente resulta que disfruto tener sexo, modificó su


cerebro inútilmente.

Smith hizo caso omiso del pensamiento lo mejor que pudo.

La verdad era que no había hablado con Cameron desde que ella se

95
había escurrido fuera de su oficina ayer por la noche cuando habían sido

Página
interrumpidos por la llamada telefónica de Bangkok. Necesitaba verla,
aunque sólo fuera para calibrar por sí mismo su reacción a lo que había
sucedido. La mujer era tan callada como él cuando se trataba de... lo que
sea que esto fuera que estaba pasando entre ellos, y se sorprendió al
descubrir lo mucho que lo frustraba.

Antes de poder pensárselo dos veces, Smith la llamó, mientras su


coche con chófer aparcaba en la acera. Trató de no pensar en las
consecuencias de lo que estaba haciendo al escuchar el timbre del teléfono
en su línea, esperando que lo tomara.

—¿Hola? —respondió ella, por fin, sonando un poco sin aliento.

Smith siguió la corriente pensando que sonaba de esa manera porque


era él quien la llamaba, y no porque tenía que darse prisa para contestar el
teléfono a tiempo.

El pensamiento le hizo sonreír un poco.

—Oye. Vístete. Ven conmigo a por unas bebidas en Haro en una hora
—dijo sin preámbulos, metiéndose en el amplio asiento trasero del coche.

—¿Haro? ¿No es eso un poco... romántico? —preguntó, sonando un


poco incómoda.

—No hay cosas raras, lo prometo. —A menos que eso fuera lo que estás
esperando—. He quedado con mis amigos, por lo que habrá un montón de
gente interesante allí. Nunca se sabe, podrías hacer alguna una conexión
importante —reflexionó con facilidad, moviendo la perspectiva de una
promoción profesional frente a ella.

96
Ella se quedó en silencio por un momento, pero se tragó el cebo como

Página
sabía que haría.

—Está bien, estaré allí.

—Está bien —dijo Smith casualmente, sin querer sonar tan contento
como de repente se sentía—. Te veré allí.

Colgó el teléfono, suspirando con satisfacción mientras se relajaba


contra su asiento. Podría verla esta noche y, ahora mismo, eso era todo lo
que le importaba.
Capítulo Diez
—¡Ey, compañero! Deja de mirar esa jodida puerta. No va a ir a
ninguna parte —interrumpió James, después de haber pillado a Smith
mirando hacia la entrada del comedor demasiadas veces.

Smith puso sus ojos en blanco, pero se volvió hacia la mesa de todos
modos. James estaba sonriendo como un idiota, mientras que Thomas y
Charlie se rieron a expensas de Smith. Les dejó reírse, imperturbable ante
su broma.

Los tres ya habían tenido unas cuantas copas para el momento en


que había llegado a Haro, y eso había sido casi treinta minutos antes.
Siempre habían sido un grupo de borrachos, desde que Smith los había
conocido en la universidad hacía años. No mucho era diferente estos días,
excepto que ahora todos se emborrachaban en establecimientos de alta
cocina mientras llevaban trajes de miles de dólares, en lugar de discotecas
subterráneas en el este de Londres.

—Vete a la mierda —espetó Smith con buen humor, tomando un largo

97
trago de su bebida y dejando el vaso vacío de nuevo sobre la mesa.

Página
Miró hacia arriba, sintiendo todos sus ojos todavía sobre él, mirándolo
con curiosidad. Smith puso sus ojos en blanco otra vez, cediendo a sus
preguntas tácitas con un suspiro.

—Estoy esperando a alguien, y ella llega tarde —explicó a


regañadientes, tratando de no mirar su reloj mientras lo decía.

Eso hizo que sus cejas se elevaran.


—¿Ella? —repitió Charlie en tono intrigado—. Has invitado a una
amiga esta noche, ¿eh?

Smith se esforzó por un momento para encontrar las palabras


adecuadas para describir su relación con Cameron.

—Su nombre es Cameron, y ella es... una colega mía, sí.

Smith señaló al camarero por otra bebida mientras los otros tres
hombres de la mesa compartían una mirada de complicidad entre sí.

—¿Estamos hablando de una especie de colega con derechos? —


preguntó Thomas mientras el camarero traía una nueva ronda de bebidas
para ellos.

—No —dijo Smith, demasiado rápido para ser creíble.

Smith ignoró la segunda mirada poco convencida que todos ellos


compartieron mientras alcanzaba su nueva bebida, pensando que tendría
que consumir mucho más alcohol que este si estaban empeñados en tener
esta conversación en particular con él en este momento.

Afortunadamente, fue salvado de más interrogatorios cuando algo tras

98
él les llamó la atención.

Página
O alguien, más bien.

James dejó escapar un silbido de apreciación.

—Caballeros, creo que mi futura esposa acaba de entrar por la puerta.

Charlie sonrió.

—¿Por qué quisiera una chica como esa mirar dos veces en tu cara
fea, cuando hay opciones mucho más atractivas en esta mesa?
—Si, como yo —intervino Thomas, sus ojos también clavados en quien
fuera que se estuvieran comiendo con los ojos.

Con su curiosidad picada, Smith se giró a medias en su asiento para


ver de quién estaban hablando, y su corazón se detuvo en su pecho.

Sólo para empezar a latir de nuevo, el doble de duro de como lo había


estado momentos antes.

Porque ahí estaba Cameron, estirando su cuello ligeramente a medida


que lo buscaba entre las mesas, viéndose positivamente impresionante.

Llevaba un vestido de cóctel azul marino de encaje que se adhería a


cada centímetro de ella, adaptándose a su cuerpo como una segunda piel.
El azul de su vestido complementaba su tez clara y su cabello rojo
maravillosamente, dándole un aspecto totalmente radiante ante la
iluminación suave del restaurante. Y por supuesto que había redondeado
todo el conjunto con sus medias y sus botas negras a juego que decían
fóllame. Smith no podía apartar la mirada de ella, incluso aunque quisiera.

Él y sus amigos no eran los únicos cuya atención había ganado. Smith
vio que casi todas las cabezas de sexo masculino en su proximidad se

99
volvieron hacia ella, como polillas atraídas por una llama irresistible. El

Página
darse cuenta hizo que Smith se sintiera al instante posesivo sobre ella. Tuvo
que luchar contra el impulso irracional de ponerse todo neandertal pisando
fuerte para poner su reclamo sobre ella con una demostración inadecuada
de afecto.

La lucha de Smith con sus celos fue olvidada cuando Cameron de


repente giró su cabeza en su dirección y sus ojos se encontraron a través
del cuarto. Una opresión en el pecho se alivió, aunque Smith no se había
dado cuenta estaba allí hasta que se hubo ido, y, por un momento, se sintió
como si fueran las únicas dos personas en la Tierra, y más en este
restaurante.

—Mierda, viene hacia aquí —dijo alguien (tal vez Charlie)—. Si


pregunta, no estoy casado.

—Dudo que salga en la conversación —respondió James—. La


pelirroja solamente vendrá para preguntarme dónde he estado toda su vida.

—Me temo que los dos estáis equivocados —dijo Smith sin darse la
vuelta, sus ojos sólo para Cameron.

Se puso de pie mientras se acercaba a su mesa, tomando su mano en


la suya mientras la llevaba a su boca para poder besar la parte posterior de
la misma. Su familiar aroma de vainilla lo envolvió por completo, y fue todo
lo que Smith pudo hacer para no quedarse allí y respirarlo.

—Hola —murmuró contra su piel, en voz tan baja que sólo ella pudo
oírlo—. Me alegro de que hayas decidido venir.

Cameron tembló apenas perceptiblemente mientras bajó su mano,


pero no la liberó. Sus ojos se encontraron de nuevo, y, cuando un ligero

100
rubor tiñó sus mejillas, Smith tuvo que reprimir su propio escalofrío de
emoción al recordar una vez más lo que había sucedido entre ellos la última

Página
vez que la vio.

—Siento llego tarde —dijo Cameron, manteniendo su voz tan baja


como él. Ella se encogió de hombros y le dio una tímida media sonrisa—. No
estaba segura de lo que debía llevar para esta cosa.

—Te ves perfecta —le aseguró Smith, dándole a su mano un suave


apretón mientras sus ojos recorrían su cuerpo, incapaz de resistir la
tentación cuando ella estaba de pie delante de él con este aspecto—.
Absolutamente exquisita.

El sonido de una garganta aclarándose deliberadamente detrás de


ellos hizo que Smith recordase que no estaban solos aquí. Soltó la mano de
Cameron, mientras ambos se volvían hacia la mesa donde estaban sentados
sus amigos, sus expresiones curiosas y divertidas a la vez.

—Chicos, ella es Cameron. Cameron, estos son Charlie, James, y


Thomas —dijo Smith, indicando a cada uno de los hombres mientras los
presentaba.

—Es un placer conoceros —dijo Cameron cortésmente mientras se


sentaba en la silla que Smith había sacado para ella.

—Y qué placer —respondió James, dándole una sonrisa descarada—.


Smith no pudo mencionar lo hermosa que su colega era cuando nos dijo que
te unirías a nosotros.

Cameron abrió la boca para responder, pero Smith la cortó.

—Ignórale —le dijo a ella mientras reclamaba su asiento a su

101
izquierda. Miró a James desde el otro lado de la mesa—. Se cree que es
mucho más ingenioso de lo que realmente es.

Página
—Uno no requiere de ingenio para anunciar estas verdades —bromeó
James, su mirada todavía sobre Cameron—. Sólo ojos.

Cameron se rio de los intentos poco sutiles de James de coquetear con


ella, mientras Smith ponía sus ojos en blanco.

—Bien, bien, suficiente de eso —interrumpió Charlie con impaciencia,


agitando una mano hacia James—. Sigue hablando, y asustarás a la pobre
chica.
—Sólo estoy teniendo una conversación —dijo James inocentemente,
lanzándole un guiño a Cameron cuando se giró hacia ella de nuevo—. No es
así, ¿querida?

Cameron se rio una vez más. Smith se limitó a negar con exasperación
hacia James, quien le dio a Smith una amplia sonrisa, sin complejos.

—¿Quieres una copa? —preguntó Smith a Cameron, optando por un


cambio de tema, en lugar de darle a James la satisfacción de seguir
discutiendo.

—Whisky, sólo. O tal vez un whisky escocés —dijo, sonriendo con


ironía hacia él.

—Una niña de whisky, ¿eh? —dijo Thomas desde donde estaba


sentado a la derecha de Cameron. Él movió la cabeza en señal de
aprobación—. Me gusta una chica que sabe cómo beber adecuadamente.

—Sí, tú y el resto de británicos en esta mesa —gruñó Charlie mientras


Thomas detenía a un camarero que pasaba para ordenar la bebida de
Cameron antes de que se marchara apresuradamente a la barra.

102
—No te preocupes por Charlie, aquí —susurró Thomas con
complicidad a Cameron cuando se giró de nuevo hacia la mesa—. Acaba de

Página
decir eso porque está casado y no tiene nada más que esperar en su vida.

Charlie se burló mientras Thomas y James ambos se reían.

—Os haré saber lo mucho que amo a mi esposa —dijo Charlie,


cruzando sus brazos, desafiante.

—Eso no es lo que parecía hace cinco minutos —dijo James,


levantando sus cejas en desafío.
Charlie frunció el ceño, pero no dijo nada en su defensa.

Para su crédito, Cameron se limitó a sonreír pacientemente mientras


observaba sus peleas, como si hombres compitiendo por su atención fuera
algo que hubiera aprendido a soportar mucho antes de ahora.

—Entonces, ¿cómo os conocisteis? —preguntó Cameron amablemente


mientras el camarero volvía y colocaba su bebida delante ella.

—Nos conocimos en Cambridge. Todos fuimos a la universidad juntos


—dijo Smith, bebiendo de su whisky de nuevo.

—No sabía que fuiste a Cambridge —dijo Cameron, sonando intrigada


mientras le miraba.

—Lo hice —dijo Smith con un movimiento de cabeza, sonriendo al ver


su expresión—. ¿Por qué? ¿Estás sorprendida?

Cameron negó, pero le devolvió la sonrisa.

—No, sólo... impresionada, supongo.

—Smithy aquí siempre fue bueno en impresionar a las damas, ¿no es

103
así? —bromeó Charlie, metiéndose con avidez en el nuevo tema.

Página
A Smith le hubiera gustado estrangularlo por eso, pero Cameron sólo
se rio.

—Oh, estoy seguro de que lo era —dijo con timidez, tomando un sorbo
de su bebida mientras le daba a Smith una sonrisa burlona que hizo que
los otros tres hombres se rieran.
Smith puso sus ojos en blanco, pero en silencio estuvo satisfecho
porque Cameron parecía estar a gusto con sus amigos, pese a lo jodidamente
idiotas que eran.

—Eso fue antes de que se alistara en el Servicio Aéreo Especial —dijo,


para Cameron, más que para cualquier otra persona.

—Sí. Y entonces no vimos su culo durante cuatro años después de eso


—agregó Thomas—. En ese momento, ya todos nos habíamos trasladado a
los Estados Unidos por razones de negocios.

—¿Qué es lo que hacéis para ganaros la vida? —preguntó Cameron


con curiosidad, mirando alrededor de la mesa a cada uno de ellos.

Cada uno pasó a explicar sus reinos separados de trabajo, pero Smith
perdió el hilo de la conversación pronto después de eso, demasiado
preocupado en observar a Cameron como para seguirla.

Ella estaba tan jodidamente preciosa, él estaba teniendo dificultades


para concentrarse en otra cosa que no fuera lo cerca que estaban sentados
juntos. Todo en ella hacía que su cuerpo cobrase vida en respuesta, desde
el revelador vestido, a su olor intoxicante, a la manera en que ella echaba

104
su cabeza atrás cuando se reía.

Página
Deseaba tanto tocarla en este momento. Fácilmente podía tocarla, su
mano oculta por el mantel mientras la deslizaba hacia su muslo hasta el
dobladillo de su vestido, y hasta más allá, sin que nadie lo supiera.

Salvo por Cameron, claro. Pero Smith no creía que se tomara


demasiado bien el ser acariciada bajo la mesa en un lugar público, mientras
sus amigos ajenos a todo charlaban con ella.
Smith observó mientras Cameron levantó su copa a sus labios para
tomar un sorbo. Su pelo rojo se alzaba en un recogido de aspecto complicado
en la parte posterior de su cabeza, dejando sus hombros y la esbelta
columna de su cuello expuesta. Sabía que la estaba mirando directamente,
pero estaba demasiado paralizado por la acción de ella tragando como para
apartar la mirada.

Smith no registró el silencio característico que había caído alrededor


de la mesa hasta que Cameron dejó la copa, liberándolo de cualquier hechizo
bajo el que había estado.

Smith podía sentir los ojos de los otros hombres sobre él cuando
finalmente apartó la vista de ella, y cometió el error lamentable de
encontrarse con la mirada de James desde el otro lado de la mesa. El
bastardo sólo sonrió con conocimiento hacia él, con las cejas levantadas.

Tal vez llevarla a conocerles fue una mala idea, pensó Smith
tardíamente, anulando la necesidad de moverse en su asiento, que de
repente era incómodo para él por el evidente escrutinio de James.

Lo que él tenía, o no tenía, con Cameron era tan nuevo y crudo, que

105
ni siquiera sabía cómo tomarlo él mismo, por no hablar de otras personas.

Página
Y tampoco ayudaba que sus supuestos amigos fueran unos
desvergonzados de mierda con iniciativa.

—Así que cuéntanos, Cameron —dijo James, rompiendo el silencio


mientras sus ojos se movían entre ella y Smith—. ¿Cómo os conocisteis?
Smith fue devastadoramente vago, mientras nos contaba la... naturaleza de
vuestra relación. —James le dio una sonrisa que era nada menos que felina
mientras ladeaba su cabeza a un lado—. Tenía la esperanza de que pudieras
arrojar algo de luz para nosotros.
Smith sintió, más que vio, a Cameron ponerse rígida en su asiento
ante la pregunta de James. La observó por el rabillo del ojo mientras
formulaba una respuesta, ocupándose de drenar lo último de su whisky en
su vaso.

—Smith y yo trabajamos juntos —dijo Cameron cuidadosamente, con


sus mejillas tornándose ligeramente rosadas—. Soy su…

—Consultora ambiental —terminó Smith por ella, dejando su vaso


sobre la mesa. Prácticamente podía sentir las olas de alivio rodando fuera
de ella mientras él iba en su ayuda—. Ya sabéis, salvar la Tierra y todo eso.

—¿Es así? —dijo James, claramente poco convencido.

—Sí. Calloway Corp llamó a mi empresa, ya que estaban buscando


maneras de ser más verdes —dijo Cameron con un encogimiento de
hombros, jugando con el engaño no planificado de Smith como si hubiera
pensado ella misma la mentira—. Los estudios muestran que las
generaciones más jóvenes son más conscientes de la sostenibilidad que sus
predecesores. Ser verde es una necesidad si quieres asegurarte tu relevancia
empresarial en el mercado de consumo del mañana.

106
Hubo un momento de silencio de asombro entre los hombres de la

Página
mesa, incluido Smith, mientras Cameron terminaba su argumento de venta
falso mediante un fuerte trago de su bebida.

¡Qué astuta zorra! Pensó Smith, totalmente desconcertado por la


habilidad de actuación de Cameron. Infiernos, incluso yo medio la creo
después de eso.

Smith miró alrededor de la mesa, teniendo que contener su risa


cuando vio las expresiones de asombro de sus amigos. Sin embargo, no
pudo contener su sonrisa de suficiencia cuando miro a los ojos a James una
vez más.

James estaba totalmente boquiabierto, obviamente no había esperado


una explicación tan buena más que de Smith.

James se recuperó más rápido de lo que Smith hubiera preferido, sin


embargo.

—Suena interesante —dijo James, inclinándose hacia delante


mientras la miraba. Smith no dejó de notar la forma en que su mirada se
detuvo en su escote mientras hablaba—. ¿Qué, exactamente, tiene que
hacer un hombre para obtener una consulta privada contigo?

Y de esa manera Smith había llegado a su límite de seguir la corriente


a las preguntas de James sobre ella. Había estado feliz de evitar toda la
conversación sobre inmersión en la empresa, pero en realidad no había
querido darle la impresión a James de que Cameron estaba libre para
tomarla, tampoco.

Smith estaba a punto de contestar en su nombre, cuando Cameron lo


sorprendió de nuevo con su propia respuesta rápida.

107
—Desafortunadamente, estaré trabajando exclusivamente con

Página
Calloway Corp en el futuro próximo —dijo, dándole a James una sonrisa de
disculpa—. Pero si estás realmente interesado, estaría más que feliz de darte
la información de contacto de uno de mis compañeros consultores. Su
nombre es Dave, y estoy segura de que podría satisfacer tus necesidades
tan bien como yo.

James se echó hacia atrás en su silla, abatido por su contraoferta.


—Sí, de alguna manera lo dudo —murmuró, mirando hacia abajo a
su vaso mientras daba vueltas a su contenido antes de tomar un trago.

Cameron simplemente siguió sonriendo.

—Bueno, házselo saber a Smith si cambias de opinión. Estoy segura


de que él estaría encantado de enviar la información sobre mi empresa.

Sí, no es probable.

En vista de que ahora era un momento tan bueno como cualquier otro
para hacer una salida, Smith hizo una demostración de mirar su reloj para
mirar la hora.

—Bueno, mira eso —exclamó mientras miraba abajo a su Blancpain—


. Se está haciendo tarde. Probablemente debería llevar a Cameron a casa
ahora.

Su excusa para alejarla no fue tan convincente como había sido la


actuación de Cameron si los ojos en blanco que estaba recibiendo alrededor
de la mesa eran una indicación, pero eso no le importaba. Había terminado
de compartirla con ellos por el momento. La quería toda para él ahora.

108
Smith se apartó de la mesa y se puso de pie, ayudando a Cameron a

Página
salir de su propia silla.

—Fue encantador conoceros —dijo ella, dándoles a todos una última


sonrisa.

—Igualmente —dijo Thomas, mientras Charlie asintió.

James pareció reanimarse a sí mismo un poco después.


—Házmelo saber cuándo seas una agente libre de nuevo, ¿vale
señorita Cameron? —preguntó James, guiñándole un ojo.

Cameron se rio.

—Claro —dijo, girándose para salir.

Smith hizo su propia despedida apresurada, antes de seguirla.

—Consultora ambiental, ¿eh? —bromeó Cameron mientras paseaban


por la acera, uno al lado del otro.

—Sí, lo siento por eso. Era todo lo que se me ocurrió en el momento.

Smith se había ofrecido a llamar a un coche para llevarla a su casa ya


que ella vivía un poco lejos de Haro, pero Cameron declinó, diciendo que era
una noche agradable, que prefería caminar a casa en su lugar.

Por tanto, siendo el caballero que por lo general no era, Smith decidió
caballerosamente acompañarla con seguridad hasta allí.

—Tus amigos parecen agradables.

109
Smith negó, pero él se rio de todos modos.

Página
—Si los llamas a que jadeen tras de ti como escolares enamorados
agradable, entonces sí, supongo que lo son.

Cameron lo miró.

—¿Eso te molestó?

Smith se encogió de hombros, sin saber cómo responder a eso sin


revelar sus sentimientos por ella.
¿Mis sentimientos por ella?

Antes de poder investigar más ese pensamiento espontáneamente,


Cameron habló de nuevo.

—¿O es sólo que no te gustan realmente en general? —preguntó,


sonando realmente curiosa.

Smith suspiró, sintiéndose repentinamente cansado.

—No es que no me gusten, per se. Es sólo que... me recuerdan porqué


decidí ser parte de la SAS7, para poder evitar convertirme en un idiota
adinerado que consigue lo que quiere, cuando lo quiere, porque es rico. —
Negó—. Siento que estoy convirtiéndome poco a poco en eso, a pesar de
todos mis esfuerzos para no hacerlo. Siento que estoy volviéndome como mi
padre.

Ambos permanecieron en silencio durante unos momentos mientras


continuaban caminando, sus hombros tocándose cada pocos pasos más o
menos.

—¿Es por mí? —preguntó Cameron, un tanto vacilante.

110
Smith la miró en la oscuridad.

Página
—¿Qué quieres decir?

—Sentirte como si fueras tu padre, ¿es debido a tu implicación


conmigo?

Smith lo pensó por un segundo, antes de asentir.

7
Servicio Aéreo Especial.
—En su mayor parte, sí —admitió Smith a regañadientes.

—Oh —dijo Cameron, su voz sonando repentinamente pequeña.

Smith gruñó, pasándose las manos por su cabello mientras ambos


dejaron de caminar. No estaba diciendo nada de esto bien, pero necesitaba
que ella supiera que no la estaba culpando.

—Tienes que entenderlo —dijo mientras se encaraba con ella, su voz


casi suplicante mientras explicaba—. Mi madre se suicidó cuando tenía diez
años, dejándonos a mi padre y a mí atrás para hacer frente a su pérdida.

—Oh, Smith. Siento mucho lo que te pasó —dijo, extendiendo su


mano para tomar la de él y dándole un apretón reconfortante.

Él le devolvió el apretón con la suya.

—Está bien. Fue hace mucho tiempo —dijo con una sonrisa triste.

—Aun así, es una mierda de todos modos —dijo ella, sus ojos serios
mientras le miraba.

Smith no podía discutir con esa lógica.

111
—Lo es —dijo, señalando de acuerdo—. Luché por superar su muerte

Página
por un largo tiempo. Pero mi padre... —Smith dejó escapar un gran suspiro
mientras cerraba sus ojos y negaba con su cabeza—. Mi padre pareció
saltarse el proceso de duelo por completo. Después de que ella se fue, era
casi como si nunca hubiera existido en primer lugar, al menos para él. Todo
lo que le importaba era usar su riqueza y poder para follar a cualquier mujer
que quisiera, la mayoría de ellas bajo su servicio personal, y lo odiaba por
eso.
Smith tomó un momento para controlar sus emociones. Estaba
sorprendido por lo mucho que estaba respirando. Hablar de esto no era algo
que hubiese hecho antes, y eso hizo que todo se sintiera tan crudo y podrido.

—Prometí que haría cualquier cosa para evitar llegar a ser como él —
dijo Smith con más calma de la que sentía. Finalmente abrió de nuevo sus
ojos para poder ver su rostro—. Pero entonces tú simplemente apareciste de
la nada y...

—¿Jodí tus planes, literalmente? —sugirió Cameron, tratando de


llenar donde él no podía.

Smith se rio en voz baja, a pesar de sí mismo.

—En pocas palabras, sí.

Cameron bajó la mirada hacia sus manos unidas, sin hablar durante
un largo momento.

—Entonces... ¿qué hacemos ahora? —preguntó, mirando hacia él de


nuevo.

112
Esa ha sido la pregunta desde el primer momento, ¿verdad?

Página
—Lo que debería hacer es caminar lejos de ti en este momento, antes
de que las cosas se pongan más desordenadas de lo que ya están —dijo
Smith con veracidad.

Cameron lo miró por un instante más largo antes de asentir en


silencio. Ella hizo el movimiento de alejarse, para tirar su mano de la suya,
pero Smith la mantuvo firme, negándose a dejarla ir.

—Eso es lo que debería hacer —continuó cuando sus ojos encontraron


los suyos una vez más—. Pero lo que quiero hacer es esto.
Smith tiró de su mano, trayéndola contra él cuando su boca descendió
sobre la de ella, capturando sus labios en un beso abrasador. Cameron se
fundió en el beso, abriendo su boca para él, para que su lengua pudiera
barrer en su interior, provocando un gemido de ella que puso su polla dura
como una roca en un instante.

Dios, ella lo ponía tan jodidamente caliente. La forma en que se agarró


a su cabello cuando le dio el beso lo estaba volviendo loco de necesidad. Su
cuerpo recordaba muy bien lo que se sentía al follarla, y quería volver a
descubrir esa sensación, ahora.

Dándose cuenta de la forma en que estaban expuestos simplemente


parados allí en la acera, Smith hizo entrar a Cameron en la relativa
intimidad de un callejón adyacente, sin romper el beso hasta que la hubo
inmovilizado entre él y la pared.

Cameron se quedó sin aliento cuando él le soltó la boca para pasarle


la lengua por el lado de su cuello, sus dientes mordisqueando
juguetonamente el lóbulo de su oreja, lo que la hizo estremecerse contra él
mientras otro gemido de placer escapaba de ella.

113
—He estado pensando en hacer esto desde el primer momento en que
te vi esta noche —murmuró Smith en su oído, sus labios rozando ligeros

Página
como una pluma contra su piel.

Las manos de Cameron se deslizaron sobre sus hombros y su espalda,


agarrando su culo con fuerza mientras ponía sus caderas con fuerza contra
las de ella.

Smith tuvo que contener un gemido mientras ella se movía contra él,
sus cuerpos encajaban tan perfectamente, era como si hubieran sido
puestos en esta tierra con el único propósito de follarse.
Smith separó sus piernas con una de sus rodillas, sus labios
encontrando los suyos mientras la besaba, con fuerza. Sus manos
recorrieron su cuerpo, indeciso sobre dónde tocarla por primera vez
mientras las pasaba sobre el encaje de su vestido, antes de dejarlas en sus
tetas.

Y qué gloriosamente fantásticas tetas eran. Smith amasó sus palmas


contra ellas, haciendo un sonido bajo en la parte posterior de su garganta
en apreciación al sentir sus pezones endureciéndose bajo sus cuidados.

Smith deslizó una mano entre ellos, trazando la parte inferior de su


vestido para que el tejido ajustado se amontonara sobre la parte superior de
las caderas, exponiendo sus bragas negras de raso y medias y ligas a juego
que estaban ocultas debajo.

Smith se alejó lo suficiente como para poder mirar hacia abajo entre
ellos, admirando la vista.

—Jodido Cristo —resopló mientras veía todo.

Nunca se cansaría de verla así. Las jodidas medias eran una gran
debilidad para él, algo que sospechaba que ella sabía, pero ya no le importa

114
nada en este punto. No si eso significaba que él era el único que llegaba a

Página
verlas.

Alargó su mano de nuevo, pasando un dedo a lo largo del borde de su


liguero donde se encontraba con la piel sensible de la parte inferior de su
abdomen. Su estómago se flexionó mientras ella contuvo el aliento
sorprendida por su tacto, que sólo lo excitó aún más.

El dedo caprichoso de Smith no se detuvo allí. Se arrastró aún más


abajo, dejando que se deslizara sobre el suave satén de sus bragas,
finalmente encontrando su camino a casa entre la unión de sus muslos.
—Joder —gruñó de satisfacción cuando se encontró con la piscina de
calor que lo esperaba allí, sus bragas totalmente empapadas por la evidencia
de su excitación.

La besó de nuevo con una fuerza bruta mientras empezaba a


masajearla a través de la tela húmeda.

Se separaron de la boca del otro poco después de eso, sus


respiraciones entrecortadas y ásperas con la profundidad de su necesidad
compartida por el toque del otro.

—Oh, mierda sí —gimió Cameron cuando Smith tiró la entrepierna de


sus bragas a un lado, deslizando su dedo directamente contra su clítoris.

La humedad de su coño hizo que la opresión en sus pantalones


creciera de un malestar general hasta casi doloroso en el lapso de segundos,
su palpitante erección haciendo una petición silenciosa para ser liberada.

Paciencia, se reprendió Smith a sí mismo. Ella se corre primero.

Con ese objetivo final en mente, Smith redobló sus esfuerzos. Muy
pronto, el sonido de los jadeos de Cameron en su oreja se mantenía con el

115
ritmo que él establecía para ella con la mano.

Página
—Oh, Dios —gimió mientras sus rodillas empezaban a temblar
ligeramente—. Oh Dios. Me voy a correr.

Smith soportó su peso fácilmente mientras sus piernas cedían debajo


de ella cuando todo su cuerpo empezó a temblar. Gritó sin palabras cuando
su orgasmo se apoderó de ella, sus manos apretándose firmemente
alrededor de la tela de su chaqueta. Smith saco su dedo de ella, sus dedos
trabajando su clítoris hasta que las últimas olas de éxtasis la recorrieron.
Entonces la besó, tiernamente explorando su boca mientras la
acunaba entre la pared y su pecho. Lentamente llegó a su bolsillo para tomar
un condón de su cartera.

Pero cuando se retiró del beso para poder rasgar el paquete de


aluminio, Cameron lo detuvo colocando una mano sobre la suya.

Smith levantó la vista hacia ella, sus cejas elevadas en pregunta, pero
ella se limitó a mover su cabeza, sin mirarlo a los ojos.

—No deberíamos —dijo en voz baja, enderezándose para poder tirar


de su vestido hacia abajo sobre la parte superior de sus medias—. Ya hemos
ido demasiado lejos. Es posible que lamentes esto más adelante si lo
hacemos ahora.

—Lo dudo mucho —se burló Smith, aunque no sentía nada el humor
en la situación. Su polla estaba tan dura, que temía que antes irrumpiría a
través de sus pantalones que ser contenida por ellos durante mucho más
tiempo.

Pero Cameron se mantuvo firme en su decisión. Ella negó de nuevo,


dándole una media sonrisa que no alcanzó sus ojos.

116
—No. Nuestros trabajos son importantes para los dos. No puedo poner

Página
en peligro el mío todavía más, y tú tampoco. Los dos necesitamos tiempo
para pensar en esto antes de que lo llevemos más lejos.

Se inclinó hacia delante para darle un casto beso en la comisura de la


boca. Smith simplemente cerró sus ojos, incapaz de moverse o hablar en un
intento de convencerla de que cambiara de opinión.

—Lo siento —susurró ella mientras se alejaba de él.

Cuando abrió los ojos de nuevo, ella se había ido.


Solo en el callejón, Smith se quedó preguntándose porqué se
preocupaba más Cameron: ¿por él, o por su trabajo?

No estaba seguro de que le gustaría su respuesta, cualquiera que


fuera.

117
Página
Capítulo Once
Cam caminaba por un pasillo lateral en el décimo piso del edificio
Calloway, escuchando los pasos de otros. Estaba muy adentro del laberinto
del área de almacenamiento de archivos del edificio, entrando a hurtadillas
en las salas de archivos. Encontró esas salas hacía dos días, cuando estaba
en la sala de descanso.

Una de las secretarias discutió con otra sobre el lugar donde podrían
estar algunos papeles viejos. La primera secretaria había dicho que podían
encontrar la ubicación del archivo a través de la red informática, que cada
archivo estaba etiquetado con su ubicación real.

Cam se había lanzado de nuevo a su escritorio y lo miró. Oh sorpresa,


entró en la red e hizo clic hasta que encontró miles de nombres de archivos.
Con un poco de búsqueda, encontró que lo que más quería ver estaba en el
décimo piso, en una habitación oscura de archivos.

Tenía el número de la habitación escrito en un post-it, para tener la

118
referencia. Miró los números de las puertas, contándolos hasta que alcanzó
el treinta y dos.

Página
Se detuvo frente a la puerta, mirando en ambas direcciones antes de
intentar girar el pomo de la puerta. La puerta se abrió con facilidad, y entró
en la habitación.

Cerró la puerta tras de sí, y miró a los archivadores imponentes que


dominaban la habitación. Metiendo un mechón de su cabello pelirrojo detrás
de su oreja, miró al más cercano.
Información Financiera, abril de 2013. La siguiente era Información
Financiera, marzo de 2013.

Frunció el ceño y se movió hacia la derecha.

El gabinete a su derecha ponía: Información Financiera - Terrence


Culley. Ahora estaba llegando a alguna parte.

Información Financiera - Spencer Calloway acabó estando escondido


en el rincón más alejado, muy en la parte de atrás, pero lo encontró lo
suficientemente bien. Abrió el cajón principal y vio los papeles organizados
por fechas.

Sacó el más reciente, fechado de la semana pasada. Para su sorpresa,


el fajo de papeles no tenía arrugas, era perfectamente lisa. Frunció su ceño.
La puso de vuelta en su sitio y miró las semanas previas.

Todo sin arrugas. Se dio cuenta de que tal vez esta sala estaba llena
de copias de documentos, que por tanto se verían como si no hubieran sido
tocadas. Fue al final del documento y vio que había sido firmado por Spencer
Calloway. Pasó los dedos por la firma, sintiendo la forma en que la pluma
había hundido el papel.

119
Cerró el cajón y fue al siguiente gabinete al lado. Información

Página
Financiera - Smith Calloway, decía. Abrió el cajón más obvio, y sacó el fajo
de papeles más reciente.

Las copias de los documentos financieros de Smith eran lo contrario


a las de su padre. Los papeles estaban arrugados y notas llenaban los
márgenes, por encima incluso de las palabras impresas. Cuando sacó el
informe de la semana anterior, lo encontró en la misma condición, incluso
marcado con manchas de la taza de café.
Metió de nuevo los archivos y comprobó los archivos de otro empleado,
una contable llamada Dinah Troy. Encontró lo mismo en los papeles de
Dinah, una gran cantidad de notas garabateadas a mano en los márgenes.

Dejó los archivos de Dinah, arrugando su frente. Los informes de


Spencer que no parecían leídos eran muy poca evidencia de mala conducta,
pero era el primer indicio de impropiedad que había presenciado.

¿Eso significaba que debía tomarlo y correr con ello? No estaba


segura. Tal vez ella hablaría con Erika sobre ello.

Decidiendo que era suficiente espionaje por ahora, salió de la


habitación, corriendo por el pasillo. Bajó la cabeza y giró en una esquina
golpeándose directamente contra Spencer Calloway.

—¡Oh! —Se quedó sin aliento cuando se enderezó—. Lo siento, lo


siento.

Se puso roja como una remolacha mientras se encontró cara a cara


con el hombre sobre el que tenía razones para creer que estaba escondiendo
el dinero.

120
—Señorita Turner —dijo, sacudiéndose su impecable traje oscuro—.
¿Qué está haciendo aquí?

Página
Ella podría hacerle la misma pregunta.

—Err... en busca de un archivo.

—Las asistentes ejecutivas no tienen ninguna razón para estar aquí


—dijo Spencer—. Cualquier cosa que necesites puede ser llevada a ti.
Simplemente envíele un correo a Stacey, quien está a cargo aquí abajo. A
menos que quisiera un archivo, pero que no deseara enviar un correo
electrónico solicitándolo, por supuesto.
Sus cejas se levantaron. No estaba equivocado, pero estaba paranoico.

—Yo…

Smith apareció por la esquina justo en ese momento, salvándola de


tener que justificarse.

—Hola —dijo Smith tanto a Cameron como a su padre—. ¿Es este el


nuevo lugar de moda para las reuniones de trabajo?

—He encontrado a tu chica aquí abajo. Dice que estaba tratando de


encontrar un archivo —dijo Spencer, mirando con desdén a Cameron.

Un momento incómodo pasó antes de que Smith saltara.

—Oh sí. Está haciendo algo de investigación para mí —dijo Smith—.


Averiguar quién es quién en la escalera corporativa. Me da vergüenza decir
que no conozco ninguno de los nombres de los mandos intermedios.

Las cejas de Spencer se elevaron, pero no dijo nada más al respecto.

—Voy a copiar algunos documentos —dijo Spencer—. Te veré más


tarde.

121
Su razón de ser en este piso era tan mala como cualquier cosa que

Página
Cam se podría haber inventado, pero ella se quedó en silencio. Smith esperó
hasta que estuvieron lo suficientemente lejos del oído de su padre antes de
decirle nada a Cameron.

—¿Y bien? —exigió—. Estoy en esta planta para una reunión. ¿Cuál
es tu excusa?
—Sólo estoy tratando de aprender más sobre el negocio —dijo
mientras iban hacia el final del pasillo—. No es muy diferente a lo que le
dijiste a tu padre.

Pasaron junto a una pequeña oficina en el camino a los ascensores.


Cam solo pudo dar un breve vistazo, pero la mujer en la oficina tenía
enormes pechos de silicona y perfectas piernas delgadas. El traje que llevaba
parecía como el que una estrella del porno se pondría en una escena de sexo
de oficina.

—¿Quién era? —preguntó, apuntando hacia la oficina—. Ya que estoy


tratando de aprender los nombres de todos, ya sabes.

—Es Stacey —dijo Smith—. Es una de las favoritas del personal de mi


padre.

La puerta del ascensor se abrió, y entró.

—Ah. Vale —dijo.

Smith miró su reloj.

122
—Tengo otra reunión en el cuarto piso. ¿Te importaría ir en el
ascensor hasta allí primero, y luego subes al piso veintiuno?

Página
Ella sonrió, presionando el botón de la cuarta planta.

—Sin problema.

Él se ajustó la corbata, aparentemente perdido en sus pensamientos.


Su cabello y traje oscuros parecían impresionantes en su gran cuerpo,
perfectamente en sincronía. Era muy sexy así, sin embargo, Cam fácilmente
podía ver al hombre debajo, el que iba vestido en ropa de punk rock.
De alguna manera, era ambos. Él tenía dificultades con ello, si uno
miraba de cerca, pero se las arreglaba para llevarlo a cabo.

Llegaron al cuarto piso, con el ascensor sonando cuando las puertas


se abrieron. Smith le dio una inclinación de cabeza distraída y se fue. Las
puertas se cerraron detrás de él.

Ella extendió la mano y pulsó el botón, suspirando. Sacó su teléfono


y comenzó a escribir. Al bajar del ascensor, se dirigió de nuevo a su escritorio
y escribió un mensaje de texto largo para Erika, actualizándola sobre la
evidencia cuestionable que había encontrado.

Cam volvió de nuevo a su escritorio y se sentó, leyendo su mensaje de


nuevo. Se mordió el labio, su pulgar cerniéndose sobre el botón enviar.

Pensó en Smith en el ascensor, en lo guapo que había estado. Si


realmente encontraba algo aquí, algo de interés, ¿todavía podría ver a
Smith?

Pensó en la expresión de su cara si se enteraba de que había estado


mintiéndole todo el tiempo. Rompía el corazón.

123
Por otro lado, ya había estado mintiendo durante un mes. Si se
retiraba ahora, no tendría la primicia. Además, no tenía ni idea de si ella y

Página
Smith siquiera eran algo. Probablemente la tensión entre ellos se apagaría
y ella se quedaría sin nada.

Tomando una respiración profunda, pulsó el botón enviar. El trabajo


estaba antes que las relaciones, especialmente cuando no sabía si la
relación era real.

Exhaló, girándose para mirar por la ventana, deseando poder ver el


futuro de la forma en que podía ver el horizonte.
Capítulo Doce
—Todavía no me has dicho dónde vamos —dijo Cam, mirando a Smith
mientras conducía hacia el norte. Estaban conduciendo a través de terreno
montañoso ahora, la carretera una pendiente definida.

—No, no lo he hecho —dijo, mirando por el espejo retrovisor del Range


Rover.

—¿Vas a hacerlo?

—No. —Sus labios se curvaron hacia arriba.

Lo vio mirando su ropa, y se pasó las manos con nerviosismo sobre


su vestido corto de color rojo.

—¿Qué?

—Nada. ¿Trajiste la ropa que te dije que trajeras?

—Sí —dijo.

124
Ella frunció el ceño y tomó su mochila del asiento de atrás. Sacó un

Página
par de zapatillas de deporte, junto con una camiseta negra, leggins negros,
una sudadera con capucha de color rosa y calcetines. Él se había negado a
especificar lo que harían, aparte del hecho de que sería atlético y que les
proporcionarían el equipo.

Por supuesto, ella apareció hoy y él llevaba su sudadera negra y sus


tejanos negros de costumbre. Llevaba, sin embargo, un par de zapatillas de
deporte negras y calcetines de color negro en lugar de sus habituales Doc
Martens.
—Es posible que desees cambiarte antes de llegar allí. Todos los
demás ya estarán vestidos y listos para ir.

—¿Todos los demás? —preguntó.

Él sonrió, mostrando ese hoyuelo asesino, pero mantuvo sus ojos en


la carretera.

—¿Así que tengo que cambiarme en el coche? —preguntó.

—A menos que puedas pensar en algún otro lugar que esté entre aquí
y nuestro destino, que está a unos dieciséis kilómetros de distancia.

Ella suspiró y bajó el asiento del acompañante hacia atrás,


cambiándose de ropa lo más rápido posible. Se puso los leggins primero,
después se puso la camiseta, quitando su vestido de debajo de la camiseta.

—Me encanta cómo lo hacen las mujeres —dijo, divertido.

—¿Qué?

—Cambiarse sin mostrar nada de piel. No es algo que nos enseñen a


los hombres, supongo.

125
—Hemos tenido que aprender a adaptarnos.

Página
Él se limitó a sonreír y siguió conduciendo. Ella metió todo en su
mochila y la dejó en el asiento trasero.

Giraron por una curva y salieron a una carretera de dos carriles en


un punto marcado con globos de color rojo. Se dirigieron por un camino de
grava hasta que simplemente terminaron en un punto con una docena de
otros coches de lujo allí. En su mayoría Range Rovers, pero unos pocos
Maserati amarillos y Porsche rojos estaban en la mezcla.
Cameron vio a James cerrando la parte posterior de su Range Rover
mientras estacionaban. Saludó mientras aparcaban, y James se acercó
trotando.

—¡Ey! Por fin llegasteis, ¿eh? —dijo mientras Cameron y Smith salían
de la camioneta.

—Es bueno verte de nuevo, James —dijo ella, sonriéndole.

James estaba vestido con un traje de entrenamiento negro y zapatillas


de deporte, viéndose como si estuviera a punto de correr en una carrera.
Bueno, eso o era un mafioso.

Ni siquiera había considerado que podrían ir a correr en una carrera.


Se mordió los labios, con la esperanza de que Smith no la hubiese invitado
a una actividad competitiva.

—Hola —dijo Smith, chocando los puños con James—. ¿Está todo
listo?

—Sólo esperándoos para poder comenzar.

126
—Bien. Vamos a introducir a Cameron para el desafío de hoy —dijo,
guiñándole el ojo a Cameron.

Página
—Realmente necesito comenzar a hacer más preguntas —murmuró
mientras James los conducía hacia el grupo.

Llegaron a un amplio claro, con un montón de gente charlando.


Thomas y Charlie estaban allí, saludándola con abrazos entusiastas.

—No puedo creer que Smith consiguiera que hagas esto —dijo Charlie.

—En realidad, se negó a decirme qué es esto exactamente —dijo Cam.


—Ah. Hombre inteligente.

—No puedo creer que el señor Licenciado invitó a una chica —dijo
Thomas, negando.

Cam escaneó la multitud.

—Hay un par de chicas aquí.

—Sí, pero fueron lo suficientemente tontas como para casarse con


esta estupidez —dijo Smith, que venía detrás de ellos.

Todo el mundo empezó a moverse hacia un sendero mal marcado que


salía por el claro.

—¡Me estás matando! —protestó—. Dime qué haremos.

—Bueno ... vamos a hacer una caminata —dijo Smith—. Aquí, ponte
esto.

Él sostenía una mochila negra, haciendo un gesto para que se la


pusiera. Era sorprendentemente pesada. La ayudó a ponérsela, apretando
las correas una vez que se la puso. Se dio cuenta que todo el mundo llevaba

127
la misma mochila. No similar, la misma.

Página
¿Qué demonios pasaba?

—¿Bien? —preguntó Smith. Llevaba la misma mochila, también.

—Supongo.

—¡Vamos! —dijo James, corriendo a la pista.

Cam se movió rápidamente, sin querer retrasar toda la caminata. El


suelo bajo sus pies era rocoso, por lo que, si no tenía cuidado, podía torcerse
un tobillo fácilmente. Smith estaba justo detrás de ella, el último miembro
del grupo de excursión, pero su presencia era reconfortante.

Charlie y Thomas ya habían desaparecido por el sendero delante de


ellos, Cam, Smith, y James se movieron rápidamente para ponerse al día.
En un primer momento, Cam disfrutó de la risa de las personas frente a
ella, pero, entonces, la pendiente del sendero se hizo más pronunciada y
todo el mundo se concentró en su paso.

Caminaron durante casi una hora. Cam empezó a sudar cuando


llevaban diez minutos; después de treinta minutos de caminata estaba
enfadada porque Smith conocía gente que iba de caminata en su tiempo
libre, y peor aún, les gustaba. Los últimos veinte minutos fueron una subida
muy difícil, aunque podía ver la línea de árboles abrirse a su alrededor.

Por fin llegaron a la cima de la montaña, donde fue agradable y plano


durante varios miles de metros antes de caer a la nada. Todo el mundo se
esparció para descansar, sacando sus paquetes y pasándose las botellas de
agua.

Cam puso sus manos en sus rodillas y pasó un minuto entero

128
tratando de recuperar su aliento. Smith le dio unas palmaditas en su
espalda, moviéndose alrededor de ella y yendo a hablar con Charlie.

Página
Se dio cuenta de que no había mirado realmente por el otro lado.
Literalmente no había ningún punto de estar aquí si ni siquiera admiraba
el paisaje. Se acercó a un lado y encontró que era una caída en picado,
bajando a un lago azul brillante.

Abrió la boca y dio varios pasos hacia atrás. Realmente nadie más
parecía demasiado preocupado por el hecho de que una fuerte brisa podía
tirarles por el precipicio.
Corrió hacia Smith, quien le pasó una botella de agua sin abrir.

—Gracias —dijo ella, frunciendo el ceño mientras bebía por ella.

—Gracias por venir conmigo. Bueno, con nosotros, supongo.

Él le sonrió, varios mechones de pelo oscuro cayendo sobre sus ojos.


Parecía que estaba a punto de decir más, pero una de las mujeres en el
grupo lo distrajo. Los ojos de Cam se estrecharon mientras la morena esbelta
se acercaba a Smith.

—¡Estoy tan nerviosa! —Se rio ella, sonriendo a Smith—. ¿Has hecho
esto antes?

—¿Hecho el qué? —preguntó Cam, más a Smith que a la mujer, quien,


se dio cuenta, llevaba un par de pantalones de yoga lo suficientemente
apretados como para poder haber sido pintados.

—Salto BASE8 —respondió Smith.

—¡¿QUÉ?! —exclamó Cam.

La morena se rio de nuevo.

129
—¿No sabías que esto era un grupo de salto? —Cam y Smith ambos

Página
la fulminaron con la mirada.

—¿Podrías darnos un momento? —preguntó Smith. Pantalones de


Yoga se fue.

8
Salto BASE es un deporte extremo donde las personas se lanzan al vacío desde lugares
estáticos como edificios, puentes o acantilados, y eso es la diferencia que tiene con el
paracaidismo, aparte de la altura. Al tirarse desde lugares estáticos y no desde el cielo en
un avión, la distancia de caída es menor y por tanto el deporte es más peligroso.
—El salto BASE es una de las actividades de unión que hicimos en el
Servicio Aéreo Espacial —continuó—, y es una emoción increíble, casi la
mejor aparte de… —se detuvo.

Cam sintió la familiar sacudida eléctrica mientras Smith trazaba un


círculo delicado en su palma.

—¿Una actividad de unión? —preguntó.

James se había acercado en busca de Pantalones de Yoga.

—Oh, me encanta una buena actividad de unión, ¿tú no, compañero?


¡Muy profesional! —les gritó a Smith y Cam con un guiño.

—Vete. James —gruñó Smith.

Cam se rio, luego recordó el propósito de su mochila.

—¿Salto BASE? Por supuesto que no. ¡No haré eso! El senderismo es
una cosa, ¿pero saltar desde un acantilado con nada más que esto? —Hizo
un gesto hacia su mochila—. ¡De ninguna manera!

Uno de los líderes del grupo había empezado a gritar las instrucciones.

130
Smith la tomó de la mano.

Página
—Confía en mí, ¿por favor?

La renuencia de Cam se derritió mientras lo miraba a sus ojos azules.


Además, pensó, tal vez quizás podría sondear un poco más acerca de las
finanzas de la empresa.

—Está bien —respondió ella.

Smith sonrió infantilmente. Un instructor se acercó y empezó a revisar


sus equipos.
—Perfecto. —El instructor asintió aprobadoramente a Smith—. Has
hecho esto antes, ¿eh?

—Sí, muchas veces —respondió, no apartando su mirada de Cam—,


pero esta vez es diferente.

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Página
Capítulo Trece
Unos minutos más tarde, Cam estaba reconsiderando su confianza en
Smith. Trató de abrir la boca para gritarle esto, pero se dio cuenta de que
ya estaba abierta y lleno de un flujo incesante de oxígeno; la corriente de
aire mientras caía por el cielo estaba llenando sus pulmones sin ningún
esfuerzo por su parte.

La cosa era que no lo lamentaba. El subidón era increíble.

También era la vista. Habían saltado en caída libre desde el acantilado


cogiéndose de las manos, y ahora estaban acelerando hacia un lago cerúleo
en el valle. Era hermoso.

Smith de alguna manera había maniobrado en el aire para que Cam


estuviera debajo de él mientras caían. Envolvió sus piernas alrededor de ella
y le indicó que se agarrase. Ella se sostuvo con toda la fuerza mientras él
desplegaba el paracaídas, su estómago cayendo mientas su caída libre se
detenía de repente.

132
Cayeron chapoteando suavemente en el lago. Smith sacó el

Página
paracaídas y sonrió a Cam.

—Bueno, ¿cómo fue tu primera vez? —preguntó.

—Dios, ¡eso fue increíble! Tenías razón, ¡fue un gran subidón!

—¿Sin arrepentimientos?

—Ninguno —dijo, e impulsivamente le dio un beso.


¿Qué estoy haciendo? El sexo es una cosa, ¿pero literalmente acabo de
saltar desde un acantilado por este hombre, y ahora lo estoy besando? ¿Esto
es para la historia, o para mí?

Smith gruñó y profundizó el beso, alejándose renuente mientras otros


saltadores BASE comenzaban a aterrizar en el lago.

Cam le había sentido endureciéndose. A veces era bueno tener la


sartén por el mango.

—Supongo que ese es el final de tu actividad para unirnos —le dijo


dulcemente a Smith, y con eso, comenzó a nadar hacia la orilla del lago.

133
Página
Capítulo Catorce
Smith miró a través del parabrisas a la carretera delante, que había
disminuido durante el viaje en coche de dos horas de una autopista de
cuatro carriles a una autopista de dos, hasta la carretera llena de baches
por donde conducían ahora. La finca de la familia estaba muy aislada en
comparación con su ático en la ciudad, escondido cerca de un pequeño
pueblo silencioso por el que acababan de pasar hacía cinco minutos.

El viaje hasta aquí no era el favorito de Smith, pero la junta se reuniría


en la finca esta vez. Al menos si tenía que estar aquí, no estaría solo.

Miró a Cameron, en el asiento del pasajero. Estaba absorta mirando


por la ventana.

—Ya casi estamos allí —dijo.

Se giró hacia él con una sonrisa.

—No seré la única asistente que venga, ¿verdad?

134
A decir verdad, no tenía ni idea. Se aclaró la garganta.

Página
—Definitivamente no.

—Bueno, creo que tener un fin de semana lejos de la ciudad será


bueno para los dos —dijo ella, su atención de pronto atraída de nuevo al
paisaje que pasaba.

Para los dos.


Smith ponderó eso mientras daba el último giro en el camino de grava
en buen estado que conducía a la finca de su familia, pasando por debajo
de un arco de piedra que llevaba con orgullo el nombre Calloway en letras
de metal negro brillante.

¿Eso quiere decir para los dos juntos, o para los dos en individual?
pensó, frustrado, confundido y totalmente inseguro sobre qué hacer al
respecto.

Cinco días habían pasado desde la noche que habían salido a beber a
Haro. Y en el transcurso de esos cinco días, él y Cameron había continuado
pretendiendo como si nada hubiera pasado entre ellos, justo como antes.

Smith estaba acostumbrado a vivir dos vidas separadas en una,


habiéndolo hecho durante años por la necesidad de mantener a su padre
fuera de sus asuntos personales, pero era extraño tener a alguien más en
este juego aburrido con él. Para su crédito, Cameron era tan buena como él
cuando se trataba de mantener las apariencias; molestamente buena, si era
honesto.

La verdad era que Smith estaba ansioso por hablar de lo que estaba

135
pasando entre ellos, pero no estaba seguro de cómo hacer para sacarle el
tema, o si ella siquiera estaba dispuesta a hablar de ello si de alguna manera

Página
se las arreglaba para abordarlo. Después de que ella lo dejó en la estacada
en el callejón el pasado sábado por la noche, Smith ya no sabía cómo ella
iba a reaccionar.

—¿Qué pasa?

Smith salió de sus reflexiones sobre ella, mientras miró al lado para
ver a Cameron mirándolo, con la frente fruncida por arrugas de
preocupación.
—¿Qué? —preguntó Smith, confundido por su pregunta.

—Estabas haciendo una cara como… —Cameron entrecerró los ojos y


giró hacia abajo las comisuras de su boca mientras sacaba su barbilla
afuera.

Smith se rio ante su imitación ridícula de él.

—No lo hacía.

—Oh sí, lo hacías.

—Nunca he hecho una cara como esa en mi vida —se burló, negando.

—Bueno, esa es la cara que estabas haciendo, así que... —Cameron


se encogió de hombros, pero no dejó el tema mientras estudiaba su rostro—
. Parecía que estabas, no sé, en conflicto acerca de algo.

—Estaba pensando acerca de lo mal que va a ser tener que pasar las
próximas cuarenta y ocho horas más o menos atrapados en la casa con mi
padre. —Smith cubrió sin problemas.

No era una mentira completa, al menos. Decir que no estaba

136
esperándolo con ganas era una gran subestimación.

Página
—Oh —dijo Cameron, aparentemente apaciguada por su respuesta
mientras se relajaba en su asiento.

Sólo para sentarse de nuevo hacia delante tan pronto como llegaron a
la cima de una colina, y vio la totalidad de la finca Calloway extendiéndose
ante ellos por primera vez.

—¡Mierda! —exclamó ella, volviéndose a mirarlo con los ojos abiertos—


. ¿Esa es tu maldita casa?
—No, esa es la casa de mi padre. —La corrigió, antes de fruncir su
ceño en contemplación—. Bueno, es una de ellas de todos modos. Ésta es
la que él bautizó como la finca de la familia, sin embargo, así que... bueno,
entiendes la idea.

—No estoy tan segura de que lo haga, señor Cuchara de Plata —dijo
ella, poniendo sus ojos en blanco antes de girarse para mirar sorprendido
por la ventana—. Nunca he visto una casa tan grande en persona antes, y
mucho menos me he alojado en una.

—Bueno, es como estar en cualquier otra casa, sólo que mucho más
incómodo.

—No sé —dijo Cameron mientras él iba con el coche alrededor del


camino circular, parando a aparcar delante de la casa—. Creo que puedes
no ser imparcial.

—Puede que tengas razón en eso —suspiró Smith mientras apagaba


el motor y sacaba las llaves del contacto.

Miró a la casa mientras salía del coche. Era una vieja mansión de
estilo victoriano de ladrillo, con un tejado de dos aguas magnífico y ubicada

137
entre los árboles. Era de tres pisos de alto, con quince habitaciones. Arrugó

Página
la nariz brevemente, y luego fue al maletero para tomar sus bolsas.

—Bueno, estamos aquí —reflexionó—. Quizás deberíamos aprovechar


para relajarnos también un poco.

Llevó las bolsas al porche, Cameron iba detrás de él con los ojos
abiertos. Él consideró la puerta principal tallada por un momento antes de
llegar y tocar el timbre.
La puerta se abrió. Smith miró. El hombre vestido de esmoquin detrás
de la puerta era desconocido para él, pero eso no era inusual con los
empleados de su padre.

—Señor Calloway —dijo el mayordomo en un acento irlandés,


inclinándose—. Soy McDonnell. Por favor, pase. Deje sus cosas donde están,
y haré que los muchachos se ocupen.

Smith dejó las maletas, asintiendo a McDonnell. Miró a Cameron, que


se movía detrás de él.

—¿Quieres refrescarte? —preguntó.

Ella asintió, al parecer silenciada por el tamaño de la casa.

—¿Qué habitaciones tenemos? —preguntó al mayordomo.

—En su habitación habitual, señor, y su huésped estará al otro lado


del pasillo. La señora Cassin la acompañará, señora —dijo O'Donnell. Otra
sirvienta se materializó y llevó a Cam a su habitación. Smith se quedó de
pie torpemente por un momento en el vestíbulo antes de que O'Donnell
hablase de nuevo.

138
—Haré que lleven sus maletas a su habitación. ¿Necesita algo más,

Página
señor?

—No, gracias, pero ¿sabe dónde está mi padre?

—En su estudio, señor —respondió el mayordomo.

Smith se alejó hacia el estudio. Se detuvo frente a la entrada por un


momento para admirar las puertas de caoba tallada. Podía oír a su padre al
teléfono en el interior del estudio, diciendo algo acerca de los impuestos.
Smith miró alrededor del pasillo, después puso la oreja un poco más cerca
de la puerta.

—... si movemos las operaciones a Irlanda, podríamos ahorrarnos


millones —estaba diciendo.

Smith se sintió entumecido. Ni siquiera había oído a su padre hablar


de la posibilidad de trasladar sus operaciones al extranjero. ¿Cuánto me está
escondiendo? Poniéndose cada vez más enfadado, Smith abrió la puerta sin
llamar y miró a su padre.

Spencer se incorporó, sobresaltado.

—Oh, eres tú, Smith. Ven. —Hizo un gesto a su hijo para que tomase
asiento. En su lugar, Smith se acercó a la mesa y cogió el teléfono de las
manos de su padre.

—Te tendrá que llamar de vuelta —dijo en el teléfono, y luego colgó.

—¿Qué demonios te pasa? —exigió Spencer furiosamente.

Smith hizo caso omiso.

139
—¿Irlanda? ¿Cuánto tiempo has estado planeando esto a mis

Página
espaldas?

Spencer suspiró.

—¡No seas tan dramático! —Tomó un sorbo de un vaso de cristal sobre


la mesa. Smith no podía estar seguro de si el interior líquido claro era agua
o vodka, pero apostaba por este último.

»Mira —continuó su padre—, la compañía podría ahorrar mucho en


impuestos al mudarse a Irlanda.
—Claro —replicó Smith—, siempre y cuando tu plan sea no pagar
impuestos para empezar una vez que estás allí. ¿También? Se supone que
tengo que llevar esta empresa contigo, padre, no encontrarme por
casualidad que haces acuerdos tras puertas cerradas.

Spencer tomó otro trago profundo del vaso y le sonrió a su hijo.

—¡No te preocupes tanto, muchacho! Podrás mantener a tu asistente


ejecutiva sexual cuando nos mudemos. ¡Incluso te ayudaré a que la
mantengas con un nidito de amor donde puedas follártela en tus horas
libres, ja! Vamos, bebe conmigo y hablaremos sobre ello.

Smith apretó sus puños hasta que sus uñas se clavaron en sus
palmas. Estaba a punto de reprender a su padre cuando un pequeño timbre
sonó, indicando que la cena sería en treinta minutos. Forzó una sonrisa.

—Lamentablemente, padre, debo cambiarme para la cena.

Spencer le dijo adiós con la mano.

—Otra vez será. ¡Oh! Hice que O'Donnell pusiera tu habitación justo
al otro lado de la de ella...

140
Smith abandonó el estudio antes de que su padre pudiera decir nada

Página
más. Mientras se dirigía a su habitación, se topó con el ama de llaves, que
llevaba una bolsa larga de ropa a la habitación de Cameron. El ama de llaves
evitó su mirada mientras tocaba a la puerta de Cam.

¿Me pregunto si todos los criados aquí piensan que me follo a mis
empleadas como mi padre? Y malditos sean, no están equivocados.

El padre de Smith tenía una manera de sacar lo peor de su hijo. Cerró


la puerta de su habitación con rabia y se puso su traje.
Precisamente veinticinco minutos más tarde, Smith entró en el
comedor formal. Su traje se adaptaba perfectamente y sin una mota de
polvo. Smith parecía una pantera, todo músculo y tensión bajo un exterior
pulido. Asintió hacia su padre, que ya estaba sentado, y se sirvió una copa
en el aparador antes de sentarse.

Cam entró y Smith trató de no mirar. Llevaba un vestido de seda verde


esmeralda que, aunque técnicamente era modesto, abrazaba sus curvas
perfectamente. Sin sujetador. Tacones de tira negros. Su espeso cabello rojo
recogido fuera de su cuello.

—Me llevó siglos encontrar esta habitación. ¡Esta casa es enorme! —


exclamó Cam.

Smith asintió descuidadamente hacia ella.

Spencer sonrió.

—Bueno, estamos sin duda felices de que llegaras, cariño. O'Donnell,


cenaremos ahora.

Ante su palabra, un grupo de camareros entraron en la habitación.

141
Uno entró con una jarra de plata de agua caliente, que vertió en cuencos
pequeños para limpiarse los dedos por persona. Otro camarero en silencio

Página
sirvió un Borgoña blanco frío, y otro sirvió la sopa desde una sopera
humeante.

Smith se quedó mirando a la camarera vertiendo el vino. La reconoció


con un sobresalto, era la investigadora privada que había contratado para
que investigara las finanzas de la empresa.

Tomó un profundo sorbo de vino. ¿Su padre conocía sus sospechas?


Peor aún, ¿había contratado a la investigadora privada también? Mierda.
Los camareros desaparecieron sin decir una palabra. Los hombres
empezaron a comer, pero Cam sintió su apetito desvaneciéndose, estaba
empezando a sentirse cohibida.

Smith se dio cuenta.

—¿Algo está mal?

—No estoy acostumbrada a todo esto —respondió.

Por primera vez, Smith esbozó una sonrisa.

—Prueba el vino. Es la forma en que la clase alta tolera todo esto,


¿verdad, papá?

Spencer levantó su copa para brindar en broma con su hijo. Por


primera vez, Cam podía ver el parecido entre los dos hombres. Los dos
estaban poderosamente construidos, los dos altos con ojos azules y buenas
sonrisas. La sonrisa del padre no alcanzaba sus ojos, sin embargo.

Cam siguió su consejo y tomó un largo sorbo de vino, saboreándolo


en su paladar, después arremolinándolo alrededor de su lengua para

142
saborearlo mejor.

Página
—Dios mío —dijo alegremente—¡este vino es increíble!

Smith alejó forzadamente sus ojos de su exuberante boca.

Su padre volvió a sonreír.

—Me alegro de que lo apruebes. Así que, señorita Cameron... mañana


por la mañana llega la junta, pero ahora tenemos un poco de tiempo para
relajarnos. Cuéntanos acerca de ti. ¿De dónde eres? ¿Qué haces?
Smith apretó su mandíbula. ¿Se había dado cuenta Cam de esa
observación? Aparentemente no. Todavía estaba saboreando el vino.

Cam sacó un par de frases extraídas de su currículo falso. No se había


perdido la tensión entre padre e hijo, o las declaraciones del padre. Pero
sabía que no debía perder la calma. En cambio, se hizo la tonta, riéndose de
los chistes subidos de tono de Spencer y dando cumplidos ante cada plato
que salía de la cocina.

¿Qué pasaría si supieras que no sólo me estoy follando a tu hijo, sino


investigando tu sospechosa empresa, viejo espeluznante? Cam sonrió ante
sus pensamientos.

Mientras tanto, Smith estaba al borde. Las insinuaciones constantes


de su padre y las respuestas bobaliconas de Cameron le estaban volviendo
loco. Cada vez que intentaba calmarse, la investigadora privada salía para
servir un nuevo vino.

Hacia el final de la cena, los nervios de Smith estaban de punta.


Cuando Cameron se disculpó para ir a la cama, se levantó tan rápidamente
que su silla salió hacia atrás sesenta centímetros. Ella le dio una mirada

143
inescrutable, la sostuvo por un segundo demasiado largo, y luego salió en
un destello de seda verde.

Página
Smith se levantó sin decir una palabra a su padre y salió del comedor.
Decidió ir a la biblioteca por un tiempo. Leer. Tomar unas copas. Apenas
había tocado el vino en la cena.

En la biblioteca, sin embargo, no podía concentrarse en su libro o su


bebida. En cambio, seguía pensando en la mirada que Cam le había dado
antes de que dejar el comedor formal. Se sirvió una segunda copa, luego
dejó de golpe abajo.
A la mierda. Voy a encontrarla. Averiguar exactamente qué significaba
esa mirada.

****

Fuera de su puerta, Smith hizo una pausa. ¿Tal vez debería ir a la


cama? Pero toda la noche había sido tan frustrante, estaba tan firmemente
herido. Realmente sólo... tenía que verla.

Y después de todo, él era su jefe. Tenía derecho a hablar con su


empleada. Éstas no eran unas malditas vacaciones.

Con esta justificación, Smith intentó abrir la puerta. Estaba abierta.


Entró.

Hubo un chillido desde la cama y un destello de sábanas, pero Cam


no se había movido lo suficientemente rápido.

Había estado tumbada en la cama, completamente desnuda,


tocándose.

Bueno. Ahora sabía lo que significaba la mirada.

144
Página
Capítulo Quince
Mierda. ¿Qué demonios acababa de pillarla haciendo? Ella tiró de las
mantas, pero había visto suficiente para saber que había estado tocándose.

Se puso al instante duro como un clavo, su polla saltó debajo de sus


pantalones. Su cara enrojecida era culpable, pero verla así hizo le imposible
salirse de la habitación.

—Qué se supone que tengo que hacer contigo ahora, ¿eh? —dijo
Smith, viéndola tendida en la cama—. ¿Informar sobre ti a recursos
humanos?

Cam se quedó sin aliento, tirando más hacia arriba de las sábanas.

—¡Sal!

—Oh, no lo creo, querida —dijo, cerrando la puerta tras de él. Se


desató su pajarita, moviéndose lentamente hacia ella.

145
—Juro que voy a gritar —amenazó con voz temblorosa.

Página
—Grita tanto como malditamente quieras —dijo, parando para
sacarse sus zapatos—. Somos los únicos alojados en este ala. Nadie te
escuchará aquí. Y, de todos modos, ¿por qué mentir? Te quiero tanto como
tú a mí. Estuve pensando en todo esto durante la cena.

Se quedó mirándolo mientras se quitaba la chaqueta y se


desabrochaba los puños de su camisa. Smith sonrió, pensando que estaba
a punto de hacer mucho más ruido, porque planeaba tocarla como a un
violín.
—Dímelo, querida —dijo, haciendo una pausa al lado de la cama—.
Dime qué me quieres.

Ella se sonrojó. Él sabía que su cara había estado en su mente


durante su pequeña sesión de masturbación. Él extendió su mano,
apartando lentamente las mantas hacia abajo para mostrar su cuerpo
desnudo. Ella era absolutamente perfecta, sus pechos magníficos en forma
de lágrima y sus muslos deliciosos que le llamaban.

—Dios, eres tan perfecta —dijo, mirándola—. Lo sabes, espero.

—Smith... —susurró—. No podemos.

—Tócate de nuevo —dijo, dejando vagar su mirada por su cuerpo—.


Déjame verte.

Parecía vacilante, pero llevó las dos manos a tocar sus pechos,
rodando y pellizcando sus pezones. Él vio sus ojos cerrarse, mientras tiraba
de sus pezones, pellizcando con fuerza.

Su respiración se volvió irregular cuando se dio cuenta que le gustaba


un poco de dolor con su placer, como a él. Pensó en la primera noche en su

146
apartamento, la forma en que había querido darle una palmada, atarla.

Página
No habría funcionado entonces, pero aquí... no eran desconocidos, y
tenían toda la noche. Tiempo de sobra para lo que desearan.

—Mueve la mano más abajo —ordenó—. Tócate el coño, como hacías


cuando entré.

Sus ojos se abrieron, su tonalidad azul lo suficientemente caliente


como para fundir el acero. Ella frunció el ceño, pero empujó el edredón fuera
del camino. Extendiendo sus muslos, suspiró suavemente mientras sus
dedos encontraban su camino a su clítoris.
Sus suspiros de placer eran divinos, sin embargo, al mismo tiempo no
eran suficientes. No cuando estaba tan cerca, y así de desnuda. Necesitaba
tocarla, ser tocado por ella.

Se desabrochó la camisa, y luego abrió la cremallera de su pantalón.


Cuando se volvió al final de la cama, ella lo sorprendió deteniéndose y
sentándose.

—Cariño…

Lo arrastró hasta la cama, besándolo con un montón de lengua. Lo


disfrutó por un momento antes de asumir el control de las cosas. La agarró
por las caderas e intercambiaron sus posiciones, por lo que él estaba en la
parte superior.

Deslizó sus manos por sus costados, tomándola. Ella trató de


alcanzarle, tirar de él hacia abajo a su boca por un beso, pero él le agarró
las manos. Las levantó sobre su cabeza y las apretó en la cama.

—Mantenlas aquí —dijo, mirándola a los ojos. Ella se mordió su labio,


asintiendo.

147
Fue a sus tetas. Se veían como orbes pálidos deliciosos y perfectos con
pezones de color rosa brillante. Él lamió una de las empinadas puntas,

Página
conteniendo un gemido con esfuerzo. Ella abrió la boca, retorciéndose.
Joder, sabía tan bien.

Le soltó el pezón, sin dejar de moverse por su cuerpo, sobre su vientre


y la parte superior de su monte de Venus. Ella trató de cerrar sus piernas,
pero él las atrapó.

—Déjame —ordenó—. Te prometo que voy a hacer que se sienta bien.


—¡Espera! —dijo—. ¿Y si... si tú vas primero? Muéstrame cómo
hacerte sentir bien.

Su polla se movió. Se odiaba por ello, pero ahora no podía sacar de su


cabeza la imagen de ella bajando sobre él. El pensamiento de su boca
lujuriosa envuelta alrededor de su polla agitó algo profundo dentro de él.

Se levantó, y luego se quitó la camisa. Ella lo miraba con los ojos muy
abiertos, viendo su musculatura. Se puso de pie, sacándose sus pantalones,
quedándose totalmente desnudo.

El hecho de que sus ojos se abrieron al verle así lo hizo sonreír, sólo
un poco.

—¿Quieres saber cómo complacerme? —dijo, agarrando su polla.

—Sí —dijo sin aliento.

—Chúpamela —dijo—. Chúpamela de verdad.

Se sentó en la cama y se deslizó hacia abajo hasta el final, besando


su estómago. Agarró su espalda, sus uñas clavándose en su piel mientras

148
besaba más abajo.

Página
Él se movió un paso atrás mientras ella se deslizaba al suelo, con su
boca dejando un rastro caliente por su cuerpo. Besó la gruesa V del músculo
en sus caderas, luego agarró su polla y la movió experimentando.

Él apretó sus dientes y dejó escapar un silbido bajo. Ella hizo una
pausa, mirándole. Era perfecta de esa manera, un ángel pelirrojo hermoso
en sus rodillas.

—Sigue —instó, enredando su mano en su pelo y envolviéndolo


alrededor de su puño.
Minuciosa y lentamente, lamió la punta de su polla. Él gimió ante la
sensación, su lengua como terciopelo caliente sobre su piel sensible. Ella se
movió y abrió la boca. Suspiró mientras entraba en su boca, maravillado por
el regalo que le daba la imagen de sus carnosos labios de color rosa
tragándose su polla.

Esa imagen estaría grabada a fuego en su cerebro para siempre.

Cuando ella comenzó a moverse, sin embargo... Él tuvo que trabajar


para mantener sus ojos abiertos mientras utiliza sus labios, su lengua y su
mano al unísono.

—¡Mierda! —dijo—. Maldito Dios, Cameron. Es muy bueno.

Ella gimió, aumentando su ritmo. Dios, podía correrse sólo con esto.
Sólo que tenía algo que demostrarle. Él quería... no, necesitaba, darle el
mejor orgasmo de su puta vida. Mejor que el que habría tenido aquí en la
cama sola. Mejor que el que había tenido la primera vez que estuvieron
juntos, tan caliente como eso había sido.

Mordiéndose los labios, la apartó.

149
—Te lo dije, Cameron. Tu boca es increíble, casi demasiado buena.
Pero quiero más que eso esta noche.

Página
—Hablas mucho... —dijo ella, burlándose.

Él se rio entre dientes. La ayudó a ponerse en pie, y luego la besó. Ella


sabía a almizcle, como su polla. Provocó su lengua con la suya, probándose
en ella. Después le dio la vuelta y la empujó sobre la cama.

Ella gritó mientras se tumbaba en la cama, su exuberante culo al aire.


Se dio la vuelta y se incorporó a mitad de camino, sin querer empujando sus
pechos hacia afuera. Él gruñó un poco mientras se arrastraba sobre ella,
empujándola hacia abajo. La besó de nuevo mientras luchaba con sus
manos por encima de su cabeza, y luego la besó en el cuello.

Ella gimió cuando él chupó el lugar donde su cuello se encontraba con


su hombro, casi saliendo de la cama cuando él agarró sus pechos. Él abrió
sus rodillas, besando su camino por su cuerpo.

Acarició sus labios inferiores, admirando la forma en que brillaban. Él


había hecho eso, la había excitado tanto. La abrió con dos dedos y se
humedeció los labios.

—Smith... —protestó ella débilmente mientras iba directo a su clítoris,


burlándose con lamidas lentas—. ¡Smith, maldita sea!

Ella sabía tan bien. Tenía que saborearla, sin embargo, ella apartó su
cabeza, forzando su cuerpo a seguirla.

Lo besó con fuerza, tirando de él hacia ella. Gimió suavemente


mientras su polla rozaba contra su coño, caliente y dispuesto.

—¿Tienes protección? —susurró ella, flexionando sus caderas contra


las suyas.

150
—Un segundo... —dijo, retirando. Agarró sus pantalones, buscando,

Página
y fue recompensado con una arruga delatora.

Se puso el condón, y lo hizo rodar sobre él con dedos hábiles. Se volvió


a ella, agarrando su polla y presionando la cabeza al ras de su entrada.
Cuando empujó, sintiendo el calor de su cuerpo caliente, ella gritó.

—Dios, sí —murmuró—. Joder, estás tan apretada.


Incluso con el condón entre ellos, se sentía como el maldito cielo. Se
detuvo por un momento, dejando que se adaptara a su tamaño. Parecía que
estaba impaciente embargo, porque sacudió sus caderas.

—Por favor, Smith —dijo sin aliento—. No me hagas esperar.

La agarró de la cintura, retirándose y golpeando en su coño con un


chasquido de sus caderas. Ambos gritaron. Lo hizo de nuevo, lentamente,
una y otra vez. Cada vez que se hundía en su cuerpo, escalofríos
atravesaban su columna vertebral.

—Jesús, Cameron —susurró. Aceleró el ritmo, poniendo su pierna por


encima de su hombro para que se sintiera más profundo.

Ella pasó sus uñas por su espalda, entrecruzándolas sobre su piel.


Esa pequeña mordedura de dolor sólo aumentó más su placer. La sintió
apretarse a su alrededor. Se movió con él mientras la follaba, cumpliendo
cada empuje.

Su piel brillaba con una fina capa de sudor mientras se movía dentro
de ella, decidido a hacerla explotar. Pensó en sus uñas contra su espalda;
tal vez necesitaba el mismo empuje, un empujón sobre el borde.

151
Envolvió una mano alrededor de la parte delantera de su cuello. Sus

Página
ojos se abrieron, pero ella no lo desanimó. Él apretó suavemente, sintiendo
el poder bruto de tener su vida en sus manos. Nunca se había sentido tan
dominante, tan vivo.

Era intoxicante.

—Más —susurró—. Por favor. Estoy tan cerca…

Le cortó la respiración durante unos segundos. Ella respondió


inmediatamente, gimiendo y retorciéndose. Él la agarró por el cuello de
nuevo, y ella convulsionó debajo de él, apretando. Tan pronto como la soltó,
ella gritó mientras se corría.

El propio orgasmo de Smith le sobrevino. Sintió su semilla saliendo


disparada, saliendo a chorro de su cuerpo mientras bombeaba en ella.
Cuando finalmente estuvo saciado, frenó, descansando sobre ella.

Mantuvo su peso en sus antebrazos, besando a Cameron en sus


labios. Ella le devolvió el beso, pero poco a poco, lentamente. Se retiró de su
cuerpo, sacándose el condón y lanzándolo a un lado.

Él se puso a su lado, tirando de su cuerpo cerca. Estuvo plagado de


pensamientos perdidos mientras su respiración se calmaba, cosas que no
podía decir en voz alta.

El primero de esos pensamientos era qué demonios se suponía que


debía hacer con ella ahora. Con un suspiro, apagó esos pensamientos. Se
puso de costado y la observó mientras se quedaba dormida, negándose a
estar plagado de dudas.

152
Página
Capítulo Dieciséis
Cameron podía admitirlo: definitivamente, estaba escuchando a
escondidas. Se paró en el umbral del cuarto de baño al lado de la oficina de
Spencer, después de haber seguido silenciosamente a Spencer y a Smith por
la casa.

Ahora podía oír a Spencer hablando del negocio, aunque no era una
información muy útil. La mayor parte de eso era tan aburrido como para
ponerse a dormir.

—¿Qué te parece esa chica que trabaja para ti? ¿Cuál es su nombre?
—dijo Spencer.

Cam se congeló. No era la dirección en que había pensado que iría la


conversación.

—Su nombre es Cameron —dijo Smith. Parecía aburrido por la


conversación, aunque no pudiera verlo.

153
—¿Te gusta?

Página
Hubo una larga pausa.

—Sí. Es una asistente ejecutiva competente.

Hubo un golpe, como si hubieran apoyado algo pesado. Spencer


suspiró pesadamente.

—Sabes que no es lo que quiero decir, Smith.

—Es lo que me preguntaste. Me preguntaste, si me gustaba.


—Quiero saber si es agradable de follar.

El silencio cesó durante varios segundos.

—No estoy jodiéndola —Smith dijo entre dientes.

—¿Por qué no? Es obviamente tu tipo —dijo Spencer casualmente.

—¡Vete al cuerno!

—¿Estás diciendo que me he metido en el lio de tener a una mujer


contratada para la compañía con tus específicas necesidades en mente, y
no lo estás aprovechando?

—No es asunto tuyo.

—Lo es si estoy financiando toda la operación. ¿Hay alguien más que


capte tu atención?

—¡No! —dijo Smith—. No. Solo estoy feliz de tenerla como mi asistente
ejecutiva.

—Bueno, creo que eres tonto. La mujer claramente te desea.

154
Cam oyó el crujido del cuero.

Página
—Me voy a la cama —dijo Smith.

—A su cama, si tienes un poco de sentido.

Oyó los pesados pasos de Smith que se precipitaban por el pasillo,


dirigiéndose hacia su dormitorio. La buscaría pronto, si tuviera que
adivinarlo. Planeó decir que estaba fuera en el porche trasero.
Metió la cabeza en el pasillo, tratando de ver si la costa estaba
despejada. No vio a nadie, y estaba a punto de escabullirse cuando la voz de
Spencer la detuvo.

—Hola, Stacey —dijo.

Cam se calmó, luego retrocedió al cuarto de baño de nuevo. Más valía


prevenir que curar. Escuchó atentamente detrás de la puerta parcialmente
cerrada del baño.

—Bueno, si hicieras tu trabajo, no tendría que revisarlo —dijo—. Moví


el dinero de las jubilaciones de los empleados a mi cuenta en las Islas
Caimán.

Cam puso sus dedos sobre su boca. Por un segundo, se preguntó si


Spencer la veía y estaba jugando con ella. Después de mirar a su alrededor
durante un momento, sin embargo, estaba bastante segura de que no tenía
idea de su presencia. Había sido ultra cautelosa al seguir a Smith y Spencer
por la casa.

—Obviamente, los empleados notarán que su fondo de jubilación está


casi vacío, Stacey. Es por eso que tú vas a manipular los archivos y cubrir

155
mi culo por un tiempo. —Hizo una pausa—. Sí. Voy a renunciar

Página
públicamente, lo que bajará la cotización. Vamos a comprar un montón de
acciones en una compañía fantasma, venderlas rápidamente, y nos
retiraremos a Luxemburgo.

Sus ojos se abrieron de par en par. ¿Estaba robando del fondo de


pensiones de los empleados con la intención de que lo atraparan?

—Mi hijo se hará cargo de la empresa —dijo Spencer—. Deja que los
empleados se enfaden con él.
De repente, Spencer salió de su despacho y se dirigió al pasillo.

—Honestamente, Stacey. Parece como si nunca te hubiera explicado


nada de esto antes...

Ella echó un vistazo. Spencer se dirigía por la gran escalera, haciendo


su camino a alguna parte. Se apoyó contra el tocador en la oscuridad, sin
aliento. Acercó sus manos delante de su rostro; incluso en la oscuridad,
podía decir que estaba temblando.

Necesitaba moverse, decirle a Erika lo que había descubierto. Erika


sabría cómo volver a revisar lo que Cam había oído decir a Spencer.

Cogió su teléfono de su bolsillo y envió un texto. Vertió los pocos


detalles que había oído por casualidad.

Se sentó en el tocador y esperó a que Erika le respondiera. No tuvo


que esperar mucho.

Mierda. No puedo creer que escucharas eso, fue la respuesta de Erika.


Tenemos que conseguir pruebas. Evidencia real.

156
Estoy de acuerdo, Cam respondió. Me estoy volviendo loca por decirle
a Smith.

Página
¿Qué? ¡No no no! ¡No le digas nada a Smith hasta que estemos listos
para publicar! Me respondió. ¡Trabaja en encontrar pruebas que lo
corroboren!

Cam se mordió los labios deslizando su teléfono en el bolsillo. Si


Spencer era lo suficientemente audaz para discutir su plan en la casa,
podría haber alguna evidencia en su oficina.
Miró hacia el pasillo, asegurándose que todo estuviera en silencio. Se
metió en la oficina, todo estaba hecho en cuero. Agarró los papeles que había
encima del escritorio y los examinó, pero parecían ser nada más que
proyecciones de ventas.

Mirando a la puerta abierta, abrió rápidamente los cajones de la mesa


y miró a través de los documentos que encontró allí. La mayoría eran solo
proyecciones de ventas o notas de los contables.

En el segundo cajón, sin embargo, finalmente encontró información


interesante. La página en la parte superior estaba denominada Lista de
transferencias en Cuenta. Estaba fechado de ayer. En el lado izquierdo se
enumeraban todas las cuentas de la empresa, la mayoría de ellas perdiendo
o ganando una pequeña cantidad. El saldo figuraba en el lado derecho.

La cuenta llamada Pensión de Empleados comenzaba con una


cantidad asombrosamente grande de dinero... y terminaba con menos de
mil dólares. En la parte inferior de la página estaba la firma de Spencer, en
letra grande.

—De ninguna manera —dijo, sacudiendo su cabeza. Este debía ser el

157
papeleo que había mencionado a Stacey, lo que tenía que arreglar. Su
corazón latía al doble, pensando cómo Spencer podía ser tan descuidado

Página
sobre su robo a los fondos de la compañía.

Cam plegó el papel en varios pedazos y se lo metió en el sujetador,


cerró los cajones y sigilosamente se arrastró fuera de la oficina. Se dirigió a
su habitación, con el pulso aporreando.

Cuando llegó allí, cerró la puerta y se derrumbó en la cama. No podía


creerlo. Había encontrado una prueba real y concreta de que Calloway era
corrupto...
Y no podía decirle a Smith, la única persona que merecía saberlo. Sacó
los papeles del sostén, pero no pudo mirarlos.

¿Se atrevería a apretar el gatillo?

Por otro lado, ¿y si no se atrevía?

158
Página
Capítulo Diecisiete
Cameron se recostó en su asiento, observando a Smith a través de sus
pestañas mientras regresaban a la ciudad. Estaba en silencio, con los ojos
en el camino. Se suponía que estaba dormida, pero cuando regresaron a la
ciudad, las luces la habían despertado.

Debían estar cerca de casa, a juzgar por el hecho de que se había


despertado hace unos quince minutos. Observó su rostro mientras
conducía, y se preguntó qué pensaba.

Redujo la velocidad del Tesla y dio un giro a la derecha en el


estacionamiento cubierto de su edificio. La miró y ella abrió los ojos
completamente.

—Oye —dijo, levantando la voz—. Estamos en mi casa. Espero que no


te importe.

—No —dijo ella, sacudiendo la cabeza y levantando el asiento—.


¿Estamos parando por algo?

159
—Pensé que podíamos quedarnos aquí esta noche —dijo, mirando

Página
hacia otro lado.

Permanecer en su casa no era una petición tan inusual. Simplemente


no se había preparado para ello.

—Oh. Uh... bien.

Frunció el ceño.

—¿Estás segura? —dijo mientras se deslizaba en un sitio.


—Definitivamente te lo diría si no lo estuviera.

—Está bien —contestó él, apagando el coche—. Vamos a subir,


entonces.

Salió, mirando alrededor del estacionamiento subterráneo. Era gris y


oscuro, con muchos coches de lujo aparcados. Smith abrió el maletero y
sacó sus maletas, luego se dirigió al ascensor.

Cameron lo siguió hasta el ascensor. Le sonrió mientras se dirigían al


ático. Ella se encontró mirándolo, con su camiseta y jeans negros, y
sonrojándose. Podía admitirlo. Se veía caliente como el infierno, y ni siquiera
había hecho nada especial para merecerlo.

Podía ver la definición de sus brazos y pecho desde aquí, y era casi
demasiado para manejar. El ascensor resonó, las puertas se abrieron.

—Después de ti —dijo él, inclinando la cabeza.

—Gracias —contestó, entrando en un aburrido pasillo blanco. Esperó


mientras se suponía que se movieran por el pasillo hacia una elegante
puerta de acero.

160
Smith se movió alrededor de ella para llegar a la puerta primero,

Página
dejando caer las maletas en el suelo. Sacó las llaves del bolsillo y abrió.

—Las damas primero —dijo.

Ella sonrió y entró. No estaba segura de lo que esperaba, tal vez un


austero espacio en blanco. Pero esto era todo menos austero. Tenía oscuros
pisos de madera de teca, paredes blancas, enormes ventanas y coloridas
piezas de arte aquí y allá. Entraron a través de la cocina, viendo armarios
blancos, encimeras oscuras, y una isla de acero inoxidable.
—Esto es realmente algo —dijo, mirando alrededor de la cocina.

—Le dejaré saber al arquitecto que lo apruebas —la respondió,


moviendo el equipaje adentro.

Ella lo miró y vio el destello de humor en sus ojos. Le frunció el ceño.

—No es como si todos los días estuviera en un lugar como este —le
dijo—. No todo el mundo tiene este lujo.

Su rostro cambió de divertido a arrepentido.

—Lo sé —dijo—. Lo siento. Ven a ver el resto.

Ella le permitió a regañadientes tomar su mano y mostrarle la sala de


estar, el gimnasio, la oficina, la habitación de invitados y su propio
dormitorio.

—Guardo lo mejor para el final —bromeó, encendiendo las luces de su


habitación.

La habitación era muy parecida a él, todo paredes de madera y azul


marino oscuro. La cama parecía increíblemente impoluta y blanca; se

161
preguntó cuándo habría sido la última vez que había dormido en ella.

Página
—Se parece a ti —le dijo entrando. Una estantería alta contenía
muchos libros con estilo, mientras que la pared a la izquierda tenía un
Renoir muy pequeño.

Casi se preguntó si la cosa era real, entonces lo pensó mejor.


Ciertamente no le ayudaría a dormir si la pintura fuera real.
—¿Te gusta Michael Chabon9? —preguntó, volviendo a la estantería.

—Sí. He leído muchas de sus obras durante la uni —dijo.

Se quitó las botas y se sentó en la cama. Se acercó a la mesilla de


noche, abriendo el cajón. Sacó algo, una tarjeta llave.

—¿Para mí? —preguntó ella cuando se la entregó—. ¿Para entrar a


este apartamento?

—Para ti —afirmó—. Para emergencias.

Ella sonrió juguetonamente

—¿Todos tus ayudantes ejecutivos obtienen una? —preguntó


tímidamente.

La miró de arriba abajo. Se sentía tímida, como si hubiera debido


llevar más que el frágil vestido de algodón que se había puesto. Smith la
agarró de las manos cuando se cubrió, luego la atrajo hacia su regazo.

Ella se sonrojó. Estando junto a él de esta manera, era imposible no


sentir su polla endurecida a través de sus pantalones vaqueros.

162
—Definitivamente no —dijo, deslizando su mano en su cabello y

Página
bajándola para encontrarse con sus labios.

Ella lo besó, disfrutando del calor que irradiaba de su cuerpo. Se


acercó para besarle el cuello, lo cual la hizo temblar de placer. Él apretó uno
de sus pechos. Su cuerpo ardía, el fuego se extendía primero entre sus
pechos y luego entre sus piernas.

9
Michael Chabon es un escritor estadounidense de ascendencia judía. Su novela Las
asombrosas aventuras de Kavalier y Clay fue galardonada con el Premio Pulitzer en 2001
Ella balanceó sus caderas contra las suyas, deseando su toque allí.
Él tomó un aliento, mientras su mano se deslizaba entre sus cuerpos.

—No tan rápido —dijo él, retirando la cabeza—. Quiero que salgas de
mi regazo y te desnudes.

Se mordió el labio, empujándolo. Se soltó el pelo, levantándose.

—Desnuda —reiteró—. Y en el borde de la cama. Regresaré enseguida.

Desapareció dejándola desnudarse. Se bajó el vestido y lo pasó por los


talones. Vaciló, luego se desabrochó el sujetador y se lo quitó. Esperó un
segundo para ver si Smith volvía a aparecer, pero no lo hizo.

Cam empujó su diminuto tanga por sus piernas, dando un paso fuera
de ella. Se movió al borde de la cama, sentándose.

Volvió, empuñando un polo helado10 y... un pepino. Sus ojos se


abrieron de par en par.

—¿Un pepino? —dijo ella. La idea de usar un pepino la hizo retorcerse.


¿No era eso para lo que estaba?

163
Él sonrió. Tiró el pepino sobre la cama, sacando su camiseta por

Página
encima de su cabeza. Miró con aprecio su cuerpo desnudo, sus pezones a
alerta.

—No te preocupes por eso en este momento —dijo, acercándose para


colocarse entre sus piernas—. Solo quédate conmigo, Cameron.

Arrancó el envoltorio del polo, revelando el sabor. Era de color naranja


amarillento, y después de probarlo, le dio a probar. Era dulce pero ligero.

10
Un helado de hielo, no de crema. En otros países se llama paleta.
Se arrodilló entre sus rodillas, chupando el polo. Ella no pudo evitar
mirarlo fijamente, por la forma en que su boca y garganta funcionaban
mientras chupaba el helado.

—Es dulce —él dijo, con los ojos oscuros—. Pero no tan dulce como
tú.

La besó, el sabor afrutado del polo todavía en su lengua. Luego se


apartó, rozándolo sobre la punta de su pecho. Quitó el frío con el calor de
su boca, usando su lengua.

Ella gimió y empujó su pecho hacia fuera. Las sensaciones calientes


y frías eran tan opuestas que levantaban la piel de gallina a través de su
carne. Podía sentirlo todo mucho más duramente mientras cubría el pezón
con la lengua.

Ella gritó. Él la empujó hacia atrás en la cama, llevando el polo más


abajo. Ella se retorció una vez, pero se detuvo.

—No te muevas. No hagas ningún sonido, o voy a parar. ¿Lo


entiendes?

164
Su excitado cerebro la hizo sentarse y mirarle como un idiota.

Página
—¿No fui claro? —dijo.

—No, lo fuiste —contestó.

—Bien. Es lo último que quiero oír de ti —le dijo, empujándola hacia


abajo. Besó la parte interna del muslo, y ella tuvo que agarrar las sábanas
para no retorcerse o gemir.
Su lengua siguió al polo a su ombligo, al hueso de su cadera, luego
abajo entre sus piernas. En el momento en que lo rozó sobre su clítoris, ella
estaba lista para gritar, anhelaba correrse.

El polo desapareció. Él conocía su cuerpo, sabía que ella quería


correrse. Se tomó su tiempo lentamente lamiendo y chupando su clítoris.
Ella estaba jadeando, tratando de no mendigar mientras él exprimía cada
gota de placer de su carne.

Se detuvo un instante y ella se quejó. Él se movió para recuperar el


pepino, pero antes de que ella pudiera protestar, volvió a lamer su clítoris
en círculos lentos y perezosos.

Ella estaba desesperada por él, desesperada por acabar. Él se


aprovechó al máximo, aliviando el pepino contra sus labios inferiores. Ella
emitió un sonido, una especie de gemido, y él apartó la boca de nuevo.

Joder, realmente necesitaba correrse. Podía sentir su cuerpo llorando


por él, sintió que su crema empapaba las sábanas. Cerró la boca y se quedó
quieta, deseando que continuara.

Smith apretó el pepino contra los labios de su coño. Estaba tan

165
húmeda que se deslizó parcialmente sin resistencia. Dios, la presión del

Página
pepino se sentía bien, como un consolador.

Él se retiró, besando su clítoris una vez más. No podía callar, así que
protestó suavemente. Smith no hizo una pausa, solo movió el pepino
nuevamente, lamiendo su clítoris.

Ella agarró las sábanas, sabiendo que se correría pronto. Sintió que
sus muslos temblaban cuando le dio un beso francés. Mientras movía la
lengua, él suavemente sacó el pepino de ella, y lo llevó a su culo.
Ella se sorprendió lo suficiente como para hacer un ruido, pero por
suerte esta vez no dejó de lamer. Aumentó la velocidad de su beso francés
mientras presionaba suavemente el pepino contra su entrada trasera.

Eso fue suficiente para Cam, sus ojos se pusieron en blanco mientras
se apretaba y sacudía. Se sentía extasiada, pero mientras iba a la deriva, él
se estaba preparando para más. Se despojó de sus vaqueros, su expresión
intensa.

Se levantó, dejando a un lado el pepino. Levantándola sobre sus


manos y rodillas, le golpeó el culo una vez.

—Quiero tomarte sin nada —murmuró—. Sin nada entre nosotros.

—Me estoy cuidando —dijo Cam, mirándolo con una sonrisa


seductora—. Yo nunca... Nunca estuve sin protección, pero es seguro.

Smith en realidad gruñó por la excitación. Empujó sus muslos para


separarlos y se presionó contra su coño. Se sentía tan enorme desde este
ángulo, increíblemente grande.

Utilizó un poco de su lubricación para empujarse a mitad de camino.

166
Ambos gruñeron. Él envolvió su largo cabello rojo en su puño, se retiró
ligeramente, y luego martilló a casa.

Página
Cam gritó, el placer bordeando el dolor. Era tan grande, llenaba cada
centímetro de ella, tocando cada lugar secreto.

Agarró una de sus caderas y comenzó a empujar lentamente. Ella se


estremeció cuando se retiró y luego la llenó completamente, una y otra vez.
Smith aumentó su velocidad, agarrando su cabello y follándola más fuerte.

Ella gimió, sintiendo que llenaba cada centímetro de su coño. Se


movió, golpeando su punto G.
—¡Ah! —clamó ella—. ¡Dios, justo ahí!

—¿Te gusta eso? —gruñó—. Quiero que te corras muy duro. Quiero
sentirte apretando alrededor de mi polla.

Gimió mientras golpeaba su punto G una y otra vez, sus empujes tan
rápidos como disparos. Todo dentro de su cuerpo se tensó.

—Oh dios... oh dios, ¡Smith, me estoy corriendo! —gritó, apretando


alrededor de su polla. Se sentía como si estuviera explotando, sus ojos en
blanco.

Él gimió cuando llegó, terminando con un empuje final. Luego aflojó


el agarre en su cabello, inclinándose hacia adelante para besar su espalda
baja. Se derrumbó en la cama, dando una risita sin aliento.

Se retiró, cayendo sobre la cama a su lado. Se pasó el cabello por


encima del hombro y se volvió hacia él. La tomó de la mano y le besó los
nudillos.

—Mierda —dijo—. Solo... maldita sea. Casi me has derretido el


cerebro.

167
Ella se echó a reír y asintió, luego se movió para tirar del edredón

Página
sobre su piel sudorosa. Él le dio un rápido beso, luego se levantó.

—¿No eres papilla? —ella preguntó, acurrucándose entre las sábanas.

—No he revisado mis correos electrónicos desde esta mañana —le


contestó con una sonrisa—. Déjame agarrar mi portátil, y entonces
felizmente seré papilla junto a ti.

—De acuerdo —dijo, agitando la mano hacia él—. Lo que digas.


Él desapareció, volviendo al dormitorio con su ordenador portátil. Lo
observó acostarse en la cama a su lado. La miró una vez, sonriendo. Luego
cayó en el modo de trabajo, su cabello oscuro sobre su frente mientras
fruncía el ceño.

Ella sonrió y cerró los ojos, relajándose. Se quedó dormida mientras


él leía un par de minutos, hasta que hizo un ruido de desaprobación.

—¿Hmm? —preguntó, abriendo sus adormecidos ojos.

—Es que... Tengo un montón de correos electrónicos de los contables


de la compañía —dijo, desplazándose hacia abajo—. Tienen una pista sobre
algunas transferencias de dinero dentro de la compañía, como varios cientos
de transacciones.

Los ojos Cam se abrieron de golpe. Se había preguntado cuándo se


enteraría de eso, pero no había pensado que estaría a su alrededor.

—Uhhh... —fue todo lo que pudo improvisar—. ¿Qué?

—He estado investigando a la alta dirección de la compañía, tratando


de averiguar quién podría desviar fondos de las arcas de la compañía —

168
dijo—. Esto confirma que tiene que ser uno de los cinco mejores gerentes.
Ellos son los únicos con acceso para mover dinero de este modo.

Página
Ella guardó silencio, imaginando que sería mejor dejar que él lo
solucionara por sí mismo. Smith suspiró, cerrando el portátil y colocándola
sobre la mesita de noche.

—Lo extraño es que, aunque había cientos de pequeñas transacciones


dentro de las cuentas de la compañía, la cantidad total de dinero parece ser
la misma.

—Eso es extraño —dijo Cam, deslizándose debajo de las sábanas.


—Lo siento, sé que estás lista para ir a dormir —dijo Smith —. Puedo
preocuparme por esto mañana. No es como si le dijeras a alguien, ¿verdad?

Sus ojos brillaban de humor cuando se inclinó y tiró del edredón. Ella
tragó saliva.

—Um, ¿no? —rechinó.

Smith la besó en los labios y apagó la luz de la mesita de noche. Se


volvió de lado, envolviendo un brazo alrededor de su cintura y tirando de
ella.

—Buenas noches —dijo.

—Buenas noches —le contestó ella.

Luego escuchó su respiración uniforme, sintiéndose culpable. Cerró


los ojos y rezó por dormirse.

169
Página
Capítulo Dieciocho
Cameron entró en la cafetería, mirando por encima del hombro para
ver si no la seguían. Nadie estaba en el estacionamiento, así que se quitó las
gafas de sol de gran tamaño y miró a su alrededor. Había unas cuantas
personas dispersas entre las mesas, y dos baristas aburridos detrás del
mostrador.

—¡Cameron! —Erika la llamó, saludando—. ¡Aquí!

Cam observó a Erika en el fondo del café y se dirigió hacia ella.

—Oye —dijo ella. Sonrió ante los pantalones de yoga de Erika, la


pequeña camiseta sin mangas y el cabello rubio brillante colocado en un
rodete alto. Erika pensaba más sobre el trabajo y menos sobre las
convenciones.

Era una de las razones por las que a Cam le gustaba.

—¿Qué tienes para mí? —preguntó Erika mientras Cam se sentaba.

170
—Bueno... creo que tengo pruebas realmente condenatorias —dijo.

Página
—Eso es lo que dijiste cuando hablamos por teléfono antes.

Cam alcanzó su bolso y tocó los papeles que había robado del
escritorio de Spencer Calloway, pero dudó. Si los entregaba, era todo. El
periódico se encargaría de la historia, Smith se arruinaría, y Cam no se
quedaría para recoger las piezas.

—Entonces, ¿qué tienes para mí? —preguntó Erika—. El consejo


editorial me está persiguiendo.
—Bueno... Tengo alguna evidencia, pero no la traje conmigo.

Erika arqueó las cejas.

—¿Estás bien?

—No estoy lista para dátelas. No estoy completamente convencida de


que Spencer Calloway no sepa que lo sé. Todavía estoy tratando de
entenderlo.

—Pero sí conseguiste algo, ¿verdad?

—Tengo una lista de transferencias de cuentas. Enumera los montos


en dólares de los saldos de la cuenta, y muestra que alguien tomó los fondos
de pensión por debajo de los mil dólares. También escuché a Spencer
Calloway hablando de cómo planeaba encubrirlo y volcar el resto del lío en
el regazo de su hijo.

—¿Dónde escuchaste esto?

—En la oficina de su finca. El hijo no sabe mucho, gracias a Dios.


Spencer era bastante caballeroso en todo el asunto por teléfono,

171
considerando... bueno, lo malo que es.

Página
—Sí... —dijo Erika—. Es osado. Y apesta absolutamente a corrupción.

—¿Es suficiente? ¿Para publicar, quiero decir?

—Es sustancial. Uno de esos pedazos de papel tiene suficientes


números en él, y eso resultará probablemente bastante condenatorio. Sin
embargo, si puedes encontrar algo más que lo respalde... —Erika agitó una
mano—. Creo que tiene que haber algo más. Un memo, o un correo
electrónico... algo que corrobore tu evidencia.
—¿Corroborar? Dijiste que el consejo editorial me creyó. Dijiste que
tenían fe en mi misión.

—Bueno, lo hacen. Es sólo que... —Erika hizo una pausa. Algo en la


expresión de su rostro hizo que el estómago de Cam se hundiera—. Bien. No
saben exactamente que estás trabajando para Calloway.

El corazón de Cam se detuvo.

—¿¿Qué??

—Piensan que solo tenemos topos que ya trabajaron para la


compañía. Tu participación es... bueno, la junta no sabe que estás
involucrada, honestamente.

Cam estaba sorprendida. Se sentó allí con las manos en el regazo, sin
palabras.

—Oh, no te veas así —dijo Erika—. Voy a decírselo. Tendremos que


hacerlo si tu firma va a estar en la historia.

—¿No les dijiste nada sobre mí? ¿Dónde creen que he estado? —

172
preguntó Cam.

Página
—Errr... Podría haberles dejado pensar que no viniste, y te despedí.

Cam sintió que estaba siendo sofocada, como si alguien la estuviera


asfixiando.

—¡Tú... tú... perra!

Las facciones de Erika se apretaron, volviéndose frías.


—Esencialmente, si yo lo digo, ya no trabajas para The Daily News.
Así que será mejor que obtengas pruebas que lo corroboren, y será mejor
que lo hagas rápido. Estoy dispuesta a darte una semana más.

Erika se levantó y agarró su maletín. Cam se puso de pie, buscando


defenderse.

—No tienes mi evidencia —dijo Cam con voz temblorosa.

—No, pero me dijiste lo que tienes. Tengo otras fuentes trabajando


para Calloway. Puedo conseguir copias de cualquier cosa.

—¿Por qué me asignaste este caso? —preguntó Cam, levantando la


voz.

Erika le dirigió una mirada plana.

—Porque necesitaba alguien dentro. Ahora te estoy ofreciendo lo que


quieres, obtener más evidencia, y luego volver al diario como un héroe. ¡Así
que deja de lloriquear y hazlo!

Erika se volvió y salió de la cafetería. Cam se paró y miró su figura

173
saliendo, incrédula. ¿Ya ni siquiera trabajaba para el periódico? Cerró los
puños.

Página
Eso la molestaba, pero por supuesto tenía sentido. Erika había
establecido un escenario en el que Cameron no podía retroceder en el último
momento; literalmente tenía que publicar, o se encontraría buscando un
nuevo trabajo.

Por un momento, Cam pensó en mantener su puesto de auxiliar


ejecutiva, pero también había un problema con eso. Si Erika decía una
palabra del empleo original de Cam o si alguien se enteraba de su falsa
historia, Smith se enteraría. No solo que había sido deshonesta acerca de
quién era, sino que había robado propiedad intelectual de la compañía...
mientras dormía con él.

Sí, estaba jodida.

Bajando la cabeza, salió corriendo del café. Metió la mano en su bolso,


buscando alrededor hasta que encontró el medallón. Lo agarró con una
mano deseando que le diera alguna respuesta.

Recorrió los doce bloques con la cabeza entre las nubes. Para cuando
giró en la esquina de su bloque, sus pies dolían de los tacones altos que
llevaba.

Cuando se acercó, se detuvo. Smith estaba sentado en el escalón,


esperándola.

—Uh, hola —dijo, sintiéndose agotada. Dejó caer el medallón en su


bolso.

—Hola —dijo él, poniéndose de pie. Tenía una bolsa de plástico de la


tienda de comestibles justo al final de la calle—. Traje vino. Pensé que
podrías querer una noche tranquila... con maldito sexo fantástico.

174
Se veía tan bien allí de pie, con su camiseta oscura y pantalones

Página
vaqueros. Levantó la bolsa de la compra, sacudiéndola para que las botellas
chocaran juntas y levantó una ceja interrogadora.

No había manera en el infierno que fuera a decir no a eso, aunque


sabía que cada minuto que pasaba con Smith era otro clavo en su ataúd.

—Vamos —dijo ella, sacando sus llaves—. No quiero que el vino se


desperdicie.
Un lado de su boca se alzó en una sonrisa. Cuando abrió la puerta,
ya estaba pensando en todas las cosas deliciosas y traviesas que su boca
podía hacer.

Lo llevó al apartamento, dejando su bolso y pateando sus tacones. Él


se puso cómodo en su casa, examinando los gabinetes de la cocina y
encontrando dos copas de vino tinto.

Ella colapsó en el sofá en forma de L, observando cómo él abría la


botella y llenaba los vasos con un poco de líquido rubí.

—Aquí —dijo él, ofreciéndole una copa mientras se sentaba a su lado.

—Gracias.

Tomó un sorbo y lo observó hacer lo mismo. Él se tumbó en el sofá;


ella pensó que podría ser una cosa de hombres, la forma en que tomó tanto
espacio sin pensarlo.

Miró sus hábiles dedos envueltos alrededor del tallo de su copa de


vino. Le hacía pensar en la forma en que cavó en su piel durante el sexo,
agarrando sus caderas u hombros.

175
—¿Qué? —preguntó Smith.

Página
—Yo... —ella empezó, luego se sonrojó—. Nada.

—Hmm. Bueno, de qué habla la gente normal, ¿sobre el vino? —dijo.

—No lo sabría.

Él sonrió.

—¿Qué tal... como estuvo tu día?


Ella se estremeció, aunque obviamente no podía contarle sobre su
tarde.

—Puaj.

Dejó el vaso y se puso los pies descalzos sobre su regazo. Comenzó a


masajear uno, frotando el empeine. Se sentía tan bien, que prácticamente
se derritió en el sofá.

—No estoy acostumbrado a esto —dijo—. Pero lo estoy intentando.


¿Está funcionando?

—Uh-huuuh.

Se recostó en los cojines del sofá y lo miró a través de los ojos


entrecerrados. Se preguntó cuánto sabía de las maniobras ilegales de su
padre.

—¿Descubriste a dónde se movió el dinero? El dinero de Calloway,


quiero decir —dijo Cam.

Él frunció el ceño, pero siguió frotándole el pie.

176
—No. Todavía no se ha determinado. Lo que sigue es traer a contables

Página
externos, personas que no están conectadas a la empresa. Solo tengo que
conseguir el visto bueno de mi padre.

Ella asintió, manteniendo su expresión ilegible.

—¿Crees que te lo dará?

—¿Por qué no lo haría? —preguntó él, mirándola con recelo.

—Bueno, tal vez tenga cosas que no quiere que sepas —dijo,
encogiéndose de hombros y haciéndose la tonta.
—¿Cómo qué? Al viejo pueden gustarle los coches de carreras, los
yates y las mujeres, pero tiene toneladas de esas cosas. —Inclinó la cabeza—
. Una pregunta mejor es, ¿por qué estamos hablando de trabajo?

Él sonrió lascivamente, dando a Cam una pista sobre lo que estaba


pensando.

—¿Tienes un tema mejor? —preguntó.

—Mmm... ¿Tengo un tema mejor? —dijo él, bajando sus pies y


acercándose—. Déjame pensar…

Smith movió su cabello rojizo y cepilló besos calientes y mojados


contra el pulso de su cuello. Ella gimió en voz alta, perdiendo toda capacidad
de pensar.

Cam lo tiró hacia abajo con ella, sabiendo muy bien que la burbuja
podría estallar en cualquier momento. Más pronto que tarde, Smith iba a
saber la verdad sobre ella y su padre.

Lo besó con más fuerza mientras la lluvia empezaba a golpear las


ventanas. Tal vez si lo deseaba lo suficiente, lavaría todos sus pecados...

177
Página
Capítulo Diecinueve
Cam se despertó a la mañana siguiente enredada en los brazos de
Smith. No era una mala manera de despertar. Consultó el teléfono. Mierda.
Eran las 10 y había accedido a reunirse con sus amigas para almorzar a las
11.

Dio un codazo a Smith para despertarlo.

—¿Eh? —Él se frotó la barba medio dormido.

—¡Smith! ¿Puedes dejarme en un sitio? Nunca llegaré a tiempo si tomo


transporte público.

Smith la besó, luego la hizo callarse y cerró los ojos.

Cam se echó a reír.

—¡No, no vas a volverte a dormir!

Smith abrió un ojo.

178
—Llama a mi chofer.

Página
—¿Para qué me deje en un almuerzo de chicas?

—Claro, estará bien. —Se dio la vuelta.

Cam suspiró. Hizo como que descolgaba un teléfono.

—Hola, sí, me gustaría pedir un coche. Mi jefe, que está desnudo en


mi cama, dice que está bien.
Smith se incorporó.

—Puf. Tú ganas. ¿Dónde tienes que ir?

Cam sonrió.

Treinta minutos después, Smith paraba su coche frente al


restaurante. Cam empezó a salir, pero él tiró de ella hacia atrás para darle
un beso rápido.

—Es lo menos que puedes hacer, ya que no me vas a dar propina —


murmuró.

Salió del coche sonriendo. Se alisó la parte superior y se pasó la mano


por el cabello, todavía sonriendo. Entonces vio a sus amigas en una mesa al
aire libre.

Mierda. Lo habían visto todo. Y Liz estaba allí.

Liz era como un sabueso entrenado para detectar sentimientos. Era


tan intuitiva que era genuinamente espeluznante. Cam se encontró con los
ojos de su amiga mientras se acercaba a la mesa. Oh sí, Liz estaba sobre el

179
rastro.

Página
Cam levantó las manos en señal de advertencia mientras se sentaba.

—¿Puedo por lo menos tomarme una copa antes de que todas me


interroguéis?

—¡NO! —dijeron sus amigas al unísono.

Liz empujó su copa delante de Cam.

—Toma. ¿Qué demonios fue eso?


Cam tomó un sorbo para conseguir algo de tiempo.

—¡Guau, esto está delicioso!

Liz entrecerró los ojos.

—Es una mimosa con infusión de salvia fermentada y está asquerosa.


¿Quién era ese?

—Es solo un tipo con el que me enrollé. Pasó la noche conmigo, nos
dormimos, me trajo para que no llegara tarde. Solo eso.

Para sorpresa de Cam, Liz asintió y dejó pasar el tema. Todas


empezaron a charlar. Cam leyó el menú y pidió una hamburguesa. Tan
pronto como llegó la comida, Liz se lanzó.

—Has hecho ganas de comer con tu bizcochito, ¿verdad, Cameron? —


Asintió a las otras chicas, quienes intervinieron.

—¿Dónde lo conociste?

—¿Cómo fue el sexo?

180
—-¿Estaba conduciendo un Tesla?

Página
Cam gimió.

—¿Por qué es esto tan fascinante para todas?

Liz puso los ojos en blanco dirigiéndose a las otras chicas.

—¿De verdad? Veamos. Primero, estás resplandeciente. En segundo


lugar, lo vimos tirar de ti para darte un beso, y no el tipo de beso de “envíame
un mensaje”. En tercer lugar, tu tipo normal de rollos son por lo general los
tristes fotógrafos del trabajo que toman imágenes de palomas y mierda en
su tiempo libre, no un macizo hombre de negocios con traje Gucci.

—¡No es posible que hayas visto qué tipo de traje llevaba! —Cam se
rió.

—Oh —continuó otra amiga—, pareces feliz. Como, muy feliz.

Liz cogió un puñado de patatas fritas del plato de Cam y las agitó
acusatoriamente contra ella.

—Rebecca tiene razón. Pareces feliz. Eso es una evidencia muy


condenatoria. ¿Qué tienes que decir al respecto?

Cam bajó la cabeza y murmuró. Sus amigas se inclinaron para


escuchar.

—Podría haber llevado esto un poco más allá de un rollo, pero voy a
terminar pronto. No va a salir bien. En realidad, es imposible.

Rebecca tomó la mano de su amiga.

—¿Por qué es imposible?

181
Cam refrenó las lágrimas.

Página
—Estoy escribiendo un artículo sobre su familia, él va a averiguarlo
pronto y me odiará cuando lo haga. —Miró a Liz—. En serio, va a odiarme.

Liz entrecerró los ojos mientras pensaba, luego sonrió a Cam y


sacudió la cabeza.

—No lo creo, chica. Tengo la sensación de que estás atrapada con éste,
te guste o no. ¡Anímate y come tu hamburguesa!

Justo entonces, el teléfono de Cam sonó. Leyó el mensaje y se


preguntó, no por primera vez, si su amiga podía ser una bruja.

Su pantalla mostraba un mensaje de Smith:

Quiero verte mañana. No por trabajo.

Ella respondió:

¿Para dar un paseo conmigo?

182
Página
Capítulo Veinte
—¿Adónde vamos? —le preguntó Smith a Cameron por centésima vez,
levantando las cejas.

Estaban conduciendo en su Tesla X blanco, con Cameron al volante.


Estaban en algún lugar muy al este de la ciudad, pero él no tenía ni idea de
dónde exactamente. Podía saborear y oler el salitre en el aire, así que tenían
que estar muy cerca del océano.

Miró hacia fuera por la ventana, protegiéndose los ojos del mortecino
sol. El terreno se había nivelado y el suelo se había vuelto arenoso. Subieron
una larga pendiente y pasaron largos tramos de matorrales.

No tenía ni idea de a dónde los conducía Cameron, y odiaba eso. Él


suspiró.

—Llegaremos pronto —le prometió ella, sonriéndole.

Ella agitó juguetona esa brillante melena de pelo rojo. Llevaba un top

183
negro y un par de pantalones vaqueros cortos. Él la miró con lujuria. El sexo
estaba en su mente más a menudo que nunca en estos días, y Cameron

Página
estaba en el centro de sus fantasías.

Afortunadamente para él, tenía la temeridad de hacer sus fantasías


realidad. Deslizó la mano por su rodilla desnuda, subiendo por su muslo.
Ella chilló y la apartó.

—Casi hemos llegado —dijo.

Él le colocó la mano en la parte interna del muslo y se reclinó,


contentándose de momento con trazar discretas figuras en su piel con las
yemas de los dedos. Ella se mordió el labio, y él pudo ver su rubor.

Al menos tenía efecto sobre ella. Considerando cuánto pensaba en


ella, era justo.

Salió de la autopista por un camino arenoso. El océano se alzaba


delante de ellos, las brillantes olas contenidas por nada más que unos pocos
cientos de metros de playa desnuda. Se detuvo junto a un viejo letrero que
decía “Owl Point”.

—Aquí es —dijo, desabrochándose el cinturón de seguridad—. Este es


el lugar que quiero enseñarte.

—¿La playa? Siempre es agradable, pero ¿no es un poco tarde?

—Sólo ven conmigo —dijo.

Ambos salieron del coche. Ella se quitó los zapatos y le hizo un gesto
para que hiciera lo mismo.

—Te lo prometo, te alegrarás de haberlo hecho —dijo, poniendo sus


zapatos en el maletero del coche.

184
Se arrodilló y se desató los zapatos, luego se los quitó. Metió los

Página
calcetines y los cordones dentro de sus zapatos. Cameron ya estaba
caminando por el corto sendero que conducía a la playa. Él la siguió.

A medio camino de la orilla, sin mirar hacia atrás, Cameron le tendió


la mano. Smith la tomó en la suya.

—De acuerdo —dijo ella—, siéntate aquí.

—¿Aquí? —Él miró a su alrededor—. ¿No quieres ir un poco más cerca


del...océano?
—No, justo aquí es perfecto —dijo. Se sentaron y observaron el sol
ponerse.

—Sabes, crecí en esa ciudad por la que pasamos de camino hasta aquí
—dijo ella suavemente—. En una casa hogar.

—¿Una casa hogar?

Ella le dirigió una sonrisa torcida.

—Es como un internado si no tienes dinero o familia. Un orfanato,


algo así.

No sabía qué decir.

—Oh. Lo siento.

Cam se encogió de hombros.

—Mientras crecía, solía venir aquí a menudo. Era tranquilo. Podía


estar sola. El hogar siempre era ruidoso. Los niños peleaban mucho... —Su
rostro se iluminó—. ¡Oh! Una vez, vi una camada de tortugas marinas
eclosionar allí mismo. —Señaló un lugar junto a la duna cubierta de hierba

185
detrás de ellos—. No creo que jamás se lo haya contado a nadie. Fue un

Página
momento mágico. No quería que los otros chicos de la casa se rieran de mí.

Smith recordó la novatada que había sufrido en el internado. Algunos


niños disfrutaban premeditadamente metiéndose con los niños más
pequeños.

—Sí, puedo entender eso —dijo.

Se quedaron sentados en silencio un rato, observando el orbe dorado


del sol hundirse bajo el horizonte. Entonces ambos hablaron a la vez:
—Sólo quería enseñarte...

—Cuando estaba…

Se rieron incómodamente. Smith habló.

—Tú primero.

—Bueno, iba a decir que sólo...quería mostrarte un poco de mi


infancia. No hay mucho aquí, pero este lugar era importante para mí.

—Me alegro de que lo hicieras —respondió Smith.

—¿Cómo fue la tuya?

—¿Mi infancia? —preguntó—. Hum... bueno, yo tenía familia y no era


pobre.

Cameron resopló.

—¡No, mierda!

Smith le sonrió.

186
—Creo que mi infancia fue mayormente solitaria. Mi madre murió

Página
cuando yo tenía diez años, como sabes. Mi padre estaba ocupado en los
Estados Unidos, dirigiendo la compañía. Así que fui criado en su mayoría
por niñeras, hasta que me llevaron al internado. Siempre sentí celos de los
niños cuyos padres les enviaban preciosos paquetes, o insistían para que
regresaran a sus casas para pasar las vacaciones.

Cam le apretó la mano de Smith. El sol se había puesto y el aire se


volvió frío. Ella se estremeció.

—Vámonos de aquí —dijo. Smith asintió.


Cuando regresaron al coche, Smith se tomó un segundo para revisar
su teléfono. Le echó una ojeada a un nuevo correo electrónico, algo sobre
una trastada del área de contabilidad. Smith suspiró. Hace unos minutos,
había estado en un estado de ánimo tan tranquilo y ahora podía sentir el
estrés creciendo de nuevo.

El nivel de estrés de Smith continuó aumentando toda la noche. Cam


se había quedado en su casa, pero él había dejado la cama para pasarse la
noche leyendo los informes financieros que le había enviado la dirección. El
correo electrónico tenía razón: había evidentes inconsistencias en todos los
documentos. Ahora que estaba mirando, no sabía cómo los había pasado
por alto durante tanto tiempo.

Por otra parte, podría estar equivocado. ¿Qué pasa si estoy siendo
paranoico con todo esto? O tal vez estos son sólo... errores.

Incapaz de darle sentido a todo esto, Smith ordenó los documentos


pertinentes y los apiló sobre su escritorio de casa, luego volvió a la cama
junto a Cam. Hablaría con su padre mañana sobre estas cosas.

Cam rodó en la cama. Prácticamente podía sentir su preocupación.

187
—¿Algo va mal? —preguntó.

Página
—No lo sé. Sí. Encontré algunas inexactitudes en las cuentas de la
empresa. Me estoy preguntando si estoy recibiendo toda la información
correcta.

—¿Crees que llevan dos libros? —preguntó ella, instantáneamente


alerta. ¡Esto podría ser exactamente la información que necesitaba para su
artículo!

Smith frunció el ceño con preocupación. Cam era inteligente, de


acuerdo. Que ella pensara lo mismo que él era sólo una confirmación más
de sus temores: algo olía mal.

—No sé —dijo de nuevo—. Vamos a dormir. Lo averiguaré por la


mañana.

188
Página
Capítulo Veintiuno
Cuando vuelvas de Tokio, nos reuniremos para discutir si vamos a
publicar contigo... o sin ti. No creo que a tu nuevo jefe le guste averiguar que
su asistente trabaja para The Daily News.

Con manos temblorosas, Cam borró el mensaje de texto de Erika. Era


sólo el último de muchos de esos mensajes que había recibido desde que
ella y Smith habían volado a Tokio para una serie de reuniones.

Al parecer, su editor le había hablado al consejo editorial sobre Cam,


lo que a su vez aumentó la presión sobre Erika para hacer entrar en razón
a su díscola empleada. Por lo tanto, Cam simplemente no estaba
respondiendo a sus llamadas.

La reacción de Erika a la falta de respuestas de Cam fue llamar o


escribir una vez por hora, generalmente con un mensaje vagamente
amenazador. Cam suspiró y miró por el ventanal de su habitación. Tokio se
veía increíble por la noche, especialmente después de haber sido invitada a

189
cenar por Smith.

Página
Se quedó mirando los coloridos letreros de neón, preguntándose que
decían. Todos estaban en japonés, así que era como tratar de leer griego
para Cam.

—¿No tienes frío?

Cam se volvió para verlo tumbado en la cama, usando sólo unos


bóxer. Maldita sea, él era una obra de arte. Entre los músculos y los
tatuajes, no tenía idea de dónde mirar primero.
Cada segundo de su viaje que no estaban en una reunión, estaban
enredados el uno con el otro. Besándose, gimiendo, follando.

Ella sonrió. Estaba helada con tan solo la camiseta y las bragas, pero
se lo tomó a broma.

—¿Y tú? —preguntó, volviendo descalza a la cama.

—Eso depende. ¿Vas a ayudarme si tengo frío? ¿Vas a mantenerme


caliente?

Él le mostró esos hoyuelos, los que ella pensaba que eran tan injustos.
Cuando Smith fue creado, le habían dado una porción extra de Increíble.

Puso los ojos en blanco y se metió en la cama, besándolo en los labios.


Él se rió entre dientes y arrastró el edredón sobre ambos, luego le rodeó la
cintura con un brazo.

Estuvieron callados por un minuto, Cam mirando por la ventana y


jurándose que no pensaría en Erika y sus demandas en este momento.

—¿Qué está pasando dentro de esa cabeza tuya? —preguntó él,

190
apoyándose en los codos.

Página
—No lo sé —dijo, apartando la cara—. Supongo... que estaba
pensando... si me hubieses dicho hace tres meses que estaría aquí ahora,
me habría reído.

—¿Aquí en Tokio?

—Aquí en Tokio, en una habitación de hotel con este tipo de vista, en


la cama contigo —dijo.

—¿Y dónde te veías entonces? —preguntó, estirándose para dibujar


lentamente ochos sobre el edredón justo encima de sus pechos, sobre su
corazón.

—Bueno, no estoy segura —dijo. Ella tenía que andarse con pies de
plomo en esto; revelar demasiado delataría su juego, pero no decir lo
suficiente significaría que era una mentirosa—. Supongo... que me veía
siendo una mujer de carrera.

—¿Y? Me pareces una mujer de carrera —dijo.

—Bueno —dijo ella, sacudiendo la cabeza—. Es sólo que... —Respiró


hondo—. Fui una niña de acogida.

Sus finas y arqueadas cejas se elevaron.

—¿Tú?

—Sí. Mi madre era drogadicta y mi padre estaba... bueno, vete a saber


dónde estaba. Mi madre finalmente me entregó cuando tenía diez años, lo
cual es... es tarde, para un niño. Especialmente alguien tan enfadada como
yo. Así que crecí en el sistema de acogida.

191
Él la evaluó con una mirada de consideración.

Página
—No tenía ni idea. Quiero decir, sé que mencionaste la casa de
acogida, pero no me había dado cuenta del alcance que tenía.

—Bueno, fui a terapia. Fui a la universidad. Hice todas las cosas que
se supone que debes hacer —dijo, sintiéndose incómoda.

Había empezado esta conversación como una manera de no mentirle,


pero ahora se dio cuenta de que tal vez era demasiado. Tal vez la verdad era
más de lo que cualquiera de ellos podía manejar.
—No quise decir nada negativo con eso —dijo—. Sólo... pareces muy
bien adaptada.

—Lo estoy. Quiero decir... a veces me pregunto sobre mi madre,


¿sabes? Lo que le pasó, ¿está viva?... —Se detuvo. Su garganta se espesó
sospechosamente. Se la aclaró—. Lo que quiero decir es que me veía a mí
misma teniendo una carrera de alto vuelo, yendo por todo el mundo
haciendo negocios. Y ahora tengo eso, pero... no en la forma en que me
imaginaba que sería.

—¿No?

—No. Desde luego, nunca me imaginé a mí misma siendo la... —


comenzó a decir asistente ejecutiva, pero se contuvo—. Pensé que yo estaría
viajando. Pensé que estaría en tu lugar, supongo.

—Has salido hace unos pocos años de la universidad —dijo—. Has


llegado bastante lejos en ese tiempo.

—Lo sé. Solo... aprendí pronto en mi vida que debería luchar con
fuerza por lo que quiero. ¿Ese apartamento en el que vivo? Soy dueña de él.
Trabajé en dos empleos a tiempo completo, encontré el lugar más barato

192
que tuviera una buena estructura. Ahorré cada centavo para arreglarlo.

Página
Todo lo que hay es de segunda mano y usado.

Él frunció el ceño.

—¿Necesitas dinero?

Ella dejó escapar un suspiro de frustración.

—No estás escuchando. Ya conseguí el apartamento. Ya lo arreglé. Yo


lo hice, por mi cuenta.
Él arrugó la frente. Ella podía decir que no sabía qué decir.

—Lo siento, supongo... que solo me estoy desahogando —dijo,


deslizando la mano sobre la de él y uniendo sus dedos—. Lo que quiero decir
es que a estas alturas pensé que estaría más allá de esto.

La boca de él se retorció amargamente.

—Y trabajas para alguien que lo tiene todo.

—Eso no es lo que estaba diciendo.

Él suspiró y se recostó en la cama.

—Realmente intenté no ser un rico idiota. Mi padre lo es, no quiero


ser como él.

—Lo sé —dijo ella. Pasaron unos momentos—. ¿Dónde te veías a ti


mismo?

—¿Yo? Me vi en el SAS hasta que ya no me quisieran. Entonces... no


sé. Retirarme a algún lugar que fuera muy verde.

193
—Eso no suena mal.

Página
—Era sencillo —dijo con un encogimiento de hombros—. Pero
aparentemente la vida tenía algo más guardado para mí.

—Yo diría que dirigir un complejo negocio multinacional de


contratistas militares es algo más que estar en el Servicio Aéreo Especial —
Cam dijo con una sonrisa.

—Sí, bueno. No tuve elección. Créeme, estuve buscando una vía de


escape.
—Yo conseguí eso, sin embargo. La mayoría de la gente está buscando
una manera de salir de lo que le rodeaba cuando creció —dijo ella.

Él sonrió.

—No me siento como un imbécil muy a menudo, pero quejarme de mi


infancia privilegiada me hace sentirme realmente horrible.

Ella se rió.

—Sí, bueno, es difícil competir conmigo en ese área.

La besó entonces larga y lentamente. Cuando finalmente se separó,


ella levantó una ceja.

—Pensé que íbamos a cenar.

—Por supuesto. Tan pronto como dejes de tentarme tanto —dijo,


tirando de ella en sus brazos.

Ella se rió y lo besó de nuevo.

—¿Así que va a ser servicio de habitaciones de nuevo esta noche?

194
—Puedo pensar en algo más que prefiero comer...

Página
Smith sonrió, luego se agachó bajo las sábanas, besando su cuerpo.
Cerró los ojos y se aferró a las sábanas, todos los pensamientos olvidados
por el momento.
Capítulo Veintidós
Smith se levantó temprano, tomándose un momento para empaparse
del horizonte de Tokio. Era justo antes del amanecer, lo cual significaba que
todo estaba todavía iluminado, toda la ciudad empapada en luz de neón.

Se estiró y dejó el dormitorio. Se dirigió al vestíbulo con la intención


de conseguir el Wall Street Journal cuando fuera entregado a la habitación
del hotel. El periódico ya estaba en la mesa del pasillo.

Cuando hizo intención de recogerlo vio un trozo de papel blanco


doblado encima. Lo cogió, curioso. Su nombre estaba bien escrito por
delante. Lo desdobló y sonrió.

Smith:

Si tienes tiempo hoy, me gustaría tener tu compañía. Estaré despierto


hasta el anochecer.

Con admiración,

195
Sir Charles DuPointer

Página
Smith dejó la carta a un lado y cogió el periódico, ojeando la portada.
Charles era un viejo amigo de la familia, de hecho había sido socio de
negocios de su abuelo. Un multimillonario con mucho tiempo libre, Charles
se había retirado en Tokio. Smith no había pensado en él en años, pero
parecía un momento tan bueno como cualquier otro para verlo de nuevo.

Se apresuró a desayunar y se vistió. Comprobó a Cameron, que


dormía como si no fuera a despertarse, con una mano enroscada debajo de
la cabeza. Sonrió y salió a la temprana mañana de Tokio.
Llamando a un coche, le hizo llevarle al corazón de Azabu, la zona más
rica de Tokio. Salió hacia el edificio de Charles.

El portero debió haber sido notificado de la invitación a Smith, porque


se inclinó ante él y lo animó a entrar, indicando que el señor DuPointer
estaba en el último piso.

Smith se inclinó y luego subió al ascensor hasta el ático. El ascensor


de cristal mostraba a numerosas personas dirigiéndose a su rutina en la
prematura mañana abajo en la calle.

Cuando llegó al ático, salió a un área de seguridad totalmente blanca


con una gran puerta a la vista. Había un guardia que miró a Smith,
inspeccionó algo en un iPad y luego lo saludó.

Empujó la gran puerta blanca y lo admitieron dentro. Entró en una


habitación completamente diferente, un vestíbulo forrado de paneles de
madera oscura. El vestíbulo también tenía una puerta, así que siguió
avanzando.

Entró en una enorme habitación diáfana, con la cocina a un lado y el


área del comedor y de estar en el otro. Enormes ventanales del suelo al techo

196
rodeaban todo el espacio, haciéndolo parecer incluso más grande de lo que

Página
era.

Todo era de cristal y cromo y pequeñas baldosas blancas en la zona


de la cocina. Smith miró hacia el comedor y la sala de estar, que tenía una
estética similar, pero también tenía una mesa de comedor toscamente
tallada y enormes sofás blancos con almohadas grises.

—¡Ah, aquí estás! —dijo Charles, surgiendo aparentemente de


ninguna parte.
Era un viejo caballero británico, vestido con un traje oscuro de tres
piezas y sujetando una pipa en una mano nudosa. Smith pensó que Charles
debía tener por lo menos noventa años, apoyándose en su bastón, pero
estaba demasiado bien educado para preguntar.

—Charles —saludó Smith con calidez—. Qué bueno verte.

—¿Has desayunado? —preguntó Charles, cojeando con la ayuda de


su bastón—. Puedo pedir algo, si quieres.

—No, no —dijo. Viendo a Charles ahora, Smith habría sabido


definitivamente que venía de una familia adinerada. Sin embargo, no habría
pensado que Charles estuviera por encima de él.

Recordó haber conocido a Charles cuando era muy joven en un parque


de Londres. Smith estaba con su abuelo, a quien recordaba como alguien
muy parecido a Charles, pero más alto. Charles paseaba con un perro de
aguas de algún tipo, una hermosa bestia dorada.

Tuvo un más que fugaz recuerdo del encuentro, pero seguía ahí.

—Entonces, vamos a sentarnos —dijo Charles, volviéndose hacia los

197
sofás.

Página
Charles se sentó en un extremo de un sofá, así que Smith lo hizo en
el otro extremo. Charles tardó unos minutos en instalarse y poner el bastón
a un lado, pero a Smith no le importó.

—¡Ahora bien! Déjame echarte un vistazo —dijo Charles, sacando un


par de gafas del bolsillo de la chaqueta—. ¡Ah! Te ves bien.

—Me siento bien —dijo Smith—. En realidad estoy en la ciudad por


negocios.
—Así que finalmente le has dado a... ¿qué era, el Servicio Aéreo
Especial? la patada. Tu abuelo estaría tan orgulloso de saber que estás
dirigiendo el negocio familiar.

—Bueno, estoy trabajando bajo las órdenes de mi padre.

—Sí, bueno —dijo Charles, haciendo una mordaz expresión—. No es


por hablar mal del hombre, pero tu abuelo quería que el negocio fuera para
ti.

Smith se encogió de hombros.

—Que será, será.11

—De eso no tengo ninguna duda. —Charles se rió entre dientes—.


Sólo quiero decir que si tu abuelo no hubiese muerto tan joven, habría
mantenido las riendas hasta que tú estuvieras listo. Spencer realmente
nunca tuvo una buena cabeza para los negocios.

Smith sonrió y se encogió de hombros.

—Tal vez.

198
—¿Supongo que el negocio está funcionando sin problemas?

Página
Smith vaciló.

—Sin muchos problemas. Falta algo de dinero en este momento, pero


supongo que es así como funcionan las cosas.

—En efecto. Nada va perfecto siempre. Solo tienes que vigilarlo,


mantenerte ojo avizor.

11
En español en el original.
Smith asintió. Miró por la ventana hacia el tráfico matutino.

—Toda una vista la que tienes aquí.

—¡Ah! Sí, ¿verdad? Pensé que la firma de bienes raíces estaba loca
cuando lo sugirieron en los años noventa. Pero tenían razón, la zona se ha
vuelto bastante elitista. Cerca de Akasaka, el distrito de negocios. Eso es
todo lo que me importa.

—Estoy seguro de que es varias veces más valioso que cuando lo


compraste, también.

—¿Sabes? tengo mucho tiempo para pensar. Eso es lo que significa


envejecer en estos días: tiempo para pensar.

—Entonces debes ser muy sabio —bromeó Smith.

—Todo lo contrario —dijo Charles gravemente—. Tengo mucho, y sin


embargo nadie a quien dejárselo. Veras, nunca me enamoré. Viví todos estos
años diciéndome que estaba demasiado ocupado, que el amor no era
importante.

199
—Oh vamos. ¡Has viajado por todo el mundo! Vendiste tu negocio por
más de mil millones de dólares. Te retiraste aquí —dijo Smith, agitando la

Página
mano hacia la ventana.

—Y sin embargo, estoy solo.

—Podrías tener a quien quisieras aquí.

—Podría pagar por tenerlos aquí, sí. Pero hay muy pocas personas que
se quedarían, no sin esperar una remuneración una vez que me vaya. No,
he vivido mi vida durante noventa y seis años, haciendo lo que quería. Ahora
desearía haber hecho tiempo para el amor.
Smith estaba sorprendido.

—¿Amor?

—Sí. Cuanto más viejo me hago, y soy bastante viejo, más me doy
cuenta de que el sol se levanta y se pone para los que están enamorados. Es
lo único que hace que la tierra siga girando.

—Eso, al menos, es poético.

Charles miró severamente a Smith.

—Dime que amas a alguien. O que, al menos, te preocupas por


alguien.

Smith sonrió, y Charles se aferró a eso antes de que él pudiera


responder.

—¡Ah! Sabía que habría alguien para ti. Eres mucho más sabio que yo
cuando tenía a tu edad —dijo Charles, palmeando el sofá—. Bien hecho.

Smith se sintió enrojecer.

200
—Es... no es una gran cosa —dijo.

Página
—¡Bueno, por supuesto que lo es! Escucha. Cuando yo era joven, más
joven que tú, había una chica que captó mi atención. Y yo la suya, creo.
Pero pensé, ¿qué pasa si aparece algo mejor? ¿Y si alguien que me atrae más
está a la vuelta de la esquina? Así que no aproveché la oportunidad y la
chica se casó con otro. Creo que si me hubiera dado cuenta entonces de que
todavía estaría vivito y coleando a los noventa y seis, me habría declarado,
en lugar de vivir arrepintiéndome.

Charles resolló después de un discurso tan largo, abanicándose. Tosió


un par de veces, su viejo cuerpo tembloroso.

—¿Puedo traerte algo? ¿Debo llamar a alguien? —preguntó Smith.

—No, no. No hay nada que tú o cualquier otra persona pueda arreglar
—dijo Charles—. Solo me he cansado un poco.

Charles se echó hacia atrás con un suspiro.

—Bueno, cualquier cosa que pueda hacer... —dijo Smith.

—Solo piensa en lo que te dije —insistió Charles—. ¿Qué tal una taza
de té?

Smith aceptó, contento de no haber provocado que Charles tuviera


un problema de salud. Sin embargo, lo que el hombre mayor dijo se mantuvo
en la mente de Smith.

Me habría declarado, en lugar de vivir arrepintiéndome.

Realmente valía la pena pensar en eso.

201
Página
Capítulo Veintitrés
Cam se sentía agradablemente llena mientras ella y Smith salían del
restaurante. El cielo estaba oscureciendo, las nubes estaban llenas de
lluvia, pero Cam no podía quejarse.

Después de todo, estaba caminando por las calles de Tokio con Smith.
Él parecía estar de buen humor, insistiendo en detenerse en cualquier
tienda que a ella le llamara la atención, comprando cualquier cosa que le
apeteciera y enviándola al hotel.

Sobre todo, tenía los ojos como platos, contemplando la colorida serie
de carteles que lo cubrían todo, declarando lo que vendían en japonés. Cam
no hablaba ni una sola palabra de japonés, pero hasta el momento sólo
había conocido a gente de aquí que hablaba inglés.

Acababan de cenar en algún lugar de lujo, atiborrándose de sushi


hasta que Cam se quejó de que iba a estallar.

—¿Dónde deberíamos ir? —preguntó Smith.

202
Ella lo miró, con su camisa oscura de marca, sus pantalones oscuros

Página
y su chaqueta de cuero negro. Le gustaba cómo se veía en conjunto. Ella
llevaba un corto vestido verde, pero su nueva chaqueta de cuero era oscura
como la de él.

—Huuum. ¿Qué tal si vamos a algún lugar especial? —preguntó


Smith.

—¿Especial?

—Sí. Hay una razón por la que vinimos a este lado de Tokio para
comer. Vamos.

Él la tomó de la mano y caminaron por la calle. Unas cuantas


manzanas de altos edificios y letreros de neón después, giró la esquina. Vio
un alto muro de piedra gris cubierto de hiedra.

—Eso es interesante —dijo ella, señalando la pared. La pared era


enorme, probablemente la mayor parte del bloque.

—Ahí es donde vamos —dijo.

—¿Qué? —dijo ella con una carcajada—. ¿Al muro?

—No, vamos a rodear la esquina hasta la entrada y luego entraremos.

Cerró la boca y lo dejó liderar el camino. Pronto descubrió que, de


hecho, había cuatro muros, aunque lo que protegían seguía siendo un
misterio.

Doblaron la esquina, divisando la entrada casi oculta por la hiedra.


La entrada era un enorme juego de puertas dobles, un poco retranqueadas.
Smith empujó la hiedra a un lado y abrió la puerta, escoltándola dentro.

203
Cuando Cam entró, todo a su alrededor pareció transformarse. Los

Página
rascacielos todavía los rodeaban, pero dentro de las paredes había un
exuberante jardín verde hecho en estilo tradicional japonés.

Una hermosa casa de té se situaba en una colina a la izquierda, con


estanques, esculturas y una amplia gama de flores a sus pies. Un hombre
asiático con un traje todo negro estaba allí, esperando.

—¿Señor Calloway? —le preguntó a Smith.

—Soy yo —dijo Smith.


—Que lo disfruten — dijo, inclinándose ligeramente.

Smith miró a Cam, quien tenía problemas para cerrar la mandíbula.

—¿Y bien? —dijo Smith.

—Es… ¡Smith, es increíble! ¿Has alquilado esto? —preguntó,


maravillada.

—En realidad, no puedes alquilarlo. Tienes que conocer a alguien —


dijo—. Por suerte, yo lo conozco.

—Oh, Dios mío —dijo, sacudiendo la cabeza.

—¿Vamos?

Le ofreció su brazo y ella lo aceptó. Pasearon por los jardines, tomando


nota de los diferentes tipos de flores, de los cisnes y los patos, de la
vegetación esmeradamente cuidada. Se movieron por senderos hechos de
pequeños guijarros blancos, sobre tarimas elevadas de oscura madera
japonesa.

—¡Oh, mira! —dijo Cam, atrayéndolo hacia una cornisa hecha de

204
pétalos de lilas y cerezos—. Deben hacer esto cada dos días para mantenerlo

Página
fresco.

Él sonrió, aceptándolo todo sin decir mucho.

—¿Qué? —preguntó ella.

—Sólo... estoy disfrutando tu placer —dijo.

Ella se acercó, le puso la mano en la parte posterior del cuello y lo


arrastró hacia abajo para darle un beso. Era quizás el milésimo beso o más
que habían compartido desde que habían llegado a Tokio, pensó Cam, pero
era como un soplo de aire fresco.

Ahora que lo pensaba, terminando el beso, todos sus besos eran


refrescantes. Todavía no había sentido uno que fuera aburrido.

Abrió la boca para decirlo, pero un par de flores de cerezo cayeron.


Ella levantó la vista y se dio cuenta de que estaba a punto de llover.

—Lluvia —dijo, arrugando la nariz.

—Podríamos salir corriendo —dijo él, haciendo una seña—. Hacia la


casa de té.

—¡Vale! ¡Date prisa, date prisa! —dijo.

Mientras corrían por el jardín, el cielo se abrió. Cam gritó un poco


mientras corrían. Ambos estaban empapados para cuando llegaron a la casa
de té. El vestido de Cam estaba pegado a su piel.

—Oh, Dios mío —dijo mientras se detenían bajo el porche, jadeando


para respirar—. No sabía...

Sin embargo, sus palabras se perdieron, porque Smith la besó. La

205
familiar ola de anhelo se elevó, de querer a alguien que ella tenía… por

Página
ahora. Sin embargo, una vez que él la descubriera…

Ella alejó ese pensamiento y le devolvió el beso desesperadamente, sus


manos agarrando su chaqueta. Él suavizó el beso, acariciándole la mejilla,
antes de apartarse y apoyar la frente contra la de ella.

Simplemente permanecieron allí, callados, durante mucho tiempo. No


tenía ni idea de lo que pasaba dentro de la cabeza de él. Lo único que podía
pensar era que él iba a terminar con esto; de lo contrario, ¿por qué
rechazaba sus besos?
Siempre que encontraba algo que se sentía tan bien como besarlo, la
vida encontraba una forma de arrebatárselo. Ella y Smith habían estado
haciendo esto en cada oportunidad que habían tenido durante semanas.
Tenía la sensación de que la vida quería quitárselo, arruinar su felicidad
pronto.

No quería ser la que estuviera decepcionada. Quería estar en la


misma sintonía que él. Así que tendría que tratar de acertar a ciegas, tratar
de pensar como podría hacerlo Smith.

La lluvia se detuvo tan repentinamente como había comenzado.

—Deberíamos volver al hotel —dijo ella, con los hombros hundidos.

—¿De veras? —preguntó, mirándola—. Estaba pensando que tenemos


una parada más que hacer.

Ella alzó las cejas.

—¿Qué? ¿Dónde?

—Es una sorpresa —dijo, con esa sonrisa que hacía que sus rodillas

206
se sintieran débiles—. Vamos.

Página
Salieron del jardín y regresaron a las calles de Tokio. Cam estaba
silenciosa mientras Smith paraba un taxi, dándole vueltas y perdida en sus
pensamientos. Cuando llegaron, descendieron a una mugrienta zona
industrial. Todo era almacenes de cemento y montones de pallets rotos.

Un rock punk de aspecto extremo los pasó, con una cresta con un
estampado de leopardo púrpura y el rostro cubierto de piercings. Llevaba
unos ajustados pantalones de cuero rosa y una camiseta que decía The
Kinks12.

—Me recuerda a mi casa —dijo ella con una pequeña sonrisa—. Ya


sabes, si yo hablase japonés.

—¿Sí? —dijo él sonriendo—. Bueno, creo que vamos al mismo sitio al


que va él.

Mirando a los almacenes sin señalizar que los rodeaban, ella siguió al
chico punk a una puerta aparentemente al azar. El chico no parecía
sorprendido ni alarmado de que fueran a ir al mismo lugar, y cuando golpeó
la puerta, Cam descubrió por qué.

La puerta se abrió para admitirlos. Cam oyó ruidosas canciones de


punk rock. Dio un paso más cerca y vio luces azules destellar sobre una
multitud de un par de cientos de personas, todas ataviadas en una
alucinante muestra de punk rock chic.

Miró a Smith, quien le mostró sus hoyuelos.

—Entra —insistió él.

207
Entró, asombrada no sólo de la gente, sino del espacio. Era una
fábrica abandonada y limpia con un escenario construido en un extremo. A

Página
todas partes que miraba había algo que ver.

Una chica con el pelo largo de color malva, llevaba lo que parecía una
cinta de precaución sobre sus pechos. Un tipo en el escenario vestido como
un extra de la Matrix, giraba cadenas con fuego en los extremos. Una
persona andrógina y alta que llevaba una bata de laboratorio y ropa interior,
bailaba en la parte superior de la pila de pallets que parecía ser una barra.

12
The Kinks, Los pervertidos.
Los dos camareros no le prestaban ninguna atención al bailarín,
sirviendo bebidas encima de la pila de pallets que se desmoronaban,
moviendo la cabeza al ritmo de la música.

—¿Una bebida? —le preguntó Smith al oído.

Ella se estremeció por su cercanía y asintió. La tomó de la mano y la


llevó al bar. Mientras ella miraba a su alrededor, él pidió las bebidas.

—Whisky con hielo —le dijo, acercándole la bebida.

Vio que él tomaba la misma bebida que ella y sonrió. Abrió la boca
para decir algo, tal vez para decirle lo mucho que le gustaba, pero las luces
se apagaron.

Ella se volvió hacia el escenario. La multitud empezó a volverse loca,


aplaudiendo y gritando. La banda salió, y Cameron no pudo dejar de notar
que el cantante principal tenía el pelo verde, de punta por toda la cabeza.

La banda se lanzó a una canción en inglés, y algo hizo clic. Cam miró
a Smith.

208
—¿Esta es la banda de la primera noche que estuvimos juntos? —le
gritó al oído.

Página
—¡Sí! —le respondió.

A Cam la superó la emoción. No sabía si solo estaban de gira aquí o si


él había traído a la banda aquí a propósito... ciertamente tenía el dinero para
hacer eso.

Ahora mismo, sin embargo, lo miró con asombro. Él no estaba


mirándola, miraba el escenario y sorbía su whisky. Pero su corazón se sintió
repentinamente lleno.
Se estaba enamorando. Oh dios, pero era cierto... estaba
estúpidamente enamorada del hombre que tenía delante.

La miró con una sonrisa y tiró de él hacia abajo para darle un beso, y
él la obedeció, saboreando el whisky.

Ella sabía que estaba en problemas. Sabía que no podía estar


enamorada de Smith Calloway.

Pero esos eran problemas para otra ocasión. Ahora, todo lo que
existía era este momento, este hombre.

Todo lo demás desapareció.

209
Página
Capítulo Veinticuatro
Mientras Cameron aun dormía, Smith salió de la habitación del hotel.
Después del día que habían pasado juntos ayer, habían vuelto al hotel y
tuvieron una noche de sexo apasionado.

Le había dejado vendarle los ojos, confiando en él para tomar el control


de su placer. No podía borrar la sonrisa de su rostro mientras pensaba en
cómo ella había gemido y le rogó para que la dejara correrse.

La tomó en cada posición imaginable, tomándose su tiempo. Antes de


que todo fuera dicho y hecho, estaba ronca de gritar su nombre. La dejó en
las primeras horas de la mañana, el sol entrando por las ventanas y cayendo
sobre ella mientras se dormía.

Smith no la habría dejado, pero tenía en su mente conseguir algo para


celebrar la ocasión. Un recordatorio físico de que habían pasado la semana
en Tokio, algo para celebrar el momento una vez…

Una vez que hubiésemos terminado, dijo una pequeña voz en la parte

210
posterior de su cabeza.

Página
Sacudió su cabeza, reacio a pensar en ello. Frunció el ceño mientras
caminaba por la calle, la dirección de su destino en mente. Casi se pasó,
pero vio el número de la calle.

Era un edificio de apariencia sencilla, sin deslumbrantes ventanas


que la mayoría de los lugares tenían como escaparates. Se acercó a la puerta
principal y vio un botón blanco unido al intercomunicador ubicado a la
derecha de la puerta. Lo presionó.
—Konnichiwa —dijo una agradable voz femenina.

—Estoy aquí para ver al señor Liu —dijo él, inclinándose cerca del
intercomunicador.

—Por favor, de un paso atrás para que nuestra cámara le tome.

Dio un paso atrás y levantó la mirada. Efectivamente, una pequeña


cámara registró todos sus movimientos. Debía de haber pasado la revisión,
porque unos segundos más tarde los cerrojos zumbaron.

Smith se encaminó pasando a través de otra puerta de seguridad, y


entonces entró en la joyería real. El lugar era extraño, las paredes revestidas
de aburridos cajones de metal y solo un lugar para mostrar las joyas, un
simple mostrador justo en medio de la tienda.

Había dos enormes guardias de seguridad uno a cada lado de la


tienda, simplemente allí de pie. Un hombre entró a través de la otra única
entrada, lucía preocupado.

—Soy el señor Liu —dijo haciendo una reverencia.

211
—Hola señor Liu. Soy Smith Calloway —dijo Smith, devolviendo la
reverencia—. Gracias por atenderme.

Página
—Por supuesto. ¿Puede decirme qué es lo que le gustaría ver? —dijo
en un titubeante inglés.

—Algo para una mujer joven. ¿Tal vez un collar?

—¿Qué tipo de piedra?

—Zafiro —dijo, pensando en el color de los ojos de Cameron.

—Por favor, espere —dijo el señor Liu, señalando el mostrador.


Abrió varios cajones y colocó algunas bandejas sobre el mostrador.
Cada bandeja estaba llena de joyas de zafiro, acomodadas según distintos
estilos. Cuando Smith tuvo el visto bueno para observar, su mirada tropezó
con un anillo de zafiros. Simple y elegante, le hizo pensar en Cameron.

No estás aquí por un anillo, se recordó a sí mismo. No importa lo que


Charles diga, el matrimonio está en un futuro lejano. Esto solo es... un regalo
por el ahora.

No estaba tan seguro de que esto fuera cierto, pero era más fácil
ignorar ese pensamiento por el momento.

Lo pasó, sus ojos se detuvieron en un hermoso collar con un colgante.


El metal era oro rosa, y el colgante un delicado orbe de zafiro.

—Este —dijo Smith, levantándolo—. La coloración me recuerda a ella.

—Muy bien, Señor —dijo Liu, levantándolo de la bandeja—. ¿Quieres


que lo envuelva?

—Sí, por favor. —Abrió su cartera y le dio al señor Liu su tarjeta de


crédito—. Cárguelo en la tarjeta, por favor.

212
—Muy bien, Señor.

Página
El señor Liu recogió las bandejas y cuidadosamente las guardó. Luego
desapareció con el collar y la tarjeta de crédito. Cuando reapareció, tenía la
tarjeta, el recibo y el collar envuelto en una caja.

Smith firmó el recibo, agradeció al joyero y se dejó regresar a las calles


de Tokio. Mientras regresaba al hotel, el concepto de matrimonio volvió a su
mente.

Era una linda fantasía, lo admitía. Él sobre una rodilla, ella llorando
y tratando de encontrar las palabras... En verdad no quería casarse, pero si
tenía que hacerlo, pensó que querría a alguien como ella. Alguien con quien
compartía gran química, mucha pasión y...

Bueno, podía ser honesto con ella. No bajó la guardia con nadie, pero
alrededor de ella encontró que sus paredes se derrumbaban.

Esos eran los prerrequisitos, ¿verdad?

Cuando se dejó entrar en su habitación, una sonrisa apareció en sus


labios. La próxima vez que le regalara joyas, esta sería algo que hablase de
ello.

Se dirigió al dormitorio. Todavía estaba en la cama, aunque se movió


cuando él se acercó a la cama. La delgada sábana blanca que cubría sus
formas no era suficiente para evitar que la mirara de arriba hacia abajo. Ya
se estaba poniendo duro, y ella ni siquiera había hecho algo.

Lo miró y sonrió soñolienta. Su corazón se apretó en su pecho.

—Mmm, me preguntaba a dónde te habías ido —dijo.

213
—Solo a la vuelta de la esquina —dijo sentándose en la cama junto a
ella.

Página
—¿Sí? —dijo, mirándolo.

—Sí —contestó—. Y te conseguí algo mientras estaba fuera.

—¿De verdad? —preguntó, curiosa. Se sentó, la sábana se deslizó


peligrosamente hacia abajo.

Le entregó la caja. Ella arqueó una ceja, entonces la abrió. Cameron


jadeó cuando vio el collar.
—¡Smith! —dijo, golpeándolo en el brazo—. ¿Qué mierda?

Se rió de su vulgaridad. Era encantadora, en cierto sentido.

—¿Lo odias?

Levantó su mirada hacia él, sus ojos llenos.

—No. Dios no. Gracias, Smith.

—¿Puedo ponértelo, entonces?

Parecía estar genuinamente intentando no llorar.

—S…sí…

Levantó el collar de la caja y deshizo el broche. Ella se mordió el labio


y se giró en la cama, dándole acceso a su nuca. Le puso el collar y ella se
volvió para mostrarle el resultado.

El colgante pendía justo encima de sus pechos, lucía impresionante.


Smith pensó que las compañías pagaban a modelos de cientos de miles de
dólares para que luciesen justo como Cameron en ese momento, desnuda

214
excepto el collar y la sabana.

Página
Y la mirada en sus ojos... nadie jamás lo había mirado de esa manera.

Se inclinó y la besó, suave pero intensamente. Su boca era caliente y


dulce, como un fuego de miel. Las siguientes palabras salieron de sus labios
antes de que supiera lo que decía.

—¿Serías mi novia? —preguntó, y entonces pareció sorprendido.

Ella se rió de su expresión.


—¿Estás seguro?

La besó otra vez, entonces asintió.

—Sí. Definitivamente.

Ella sonrió.

—Bueno, en ese caso, sí. Lo seré.

Un golpe sonó en la puerta de la habitación. Él le dio un rápido beso,


luego saltó.

—Pedí el desayuno al servicio de habitaciones —dijo—. ¿Por qué no te


vistes y prepararé las cosas en la otra habitación?

—Está bien —suspiró—. No sé qué hora es, pero después del


desayuno, probablemente tendríamos que salir hacia el aeropuerto.

Él le guiñó un ojo, quedándose un segundo más para observarla


mientras se levantaba, saliendo de la sábana. Ella se sonrojó, pero solo se
movió para empezar a vestirse.

215
El golpe llegó de nuevo, más insistente.

Página
—Muy bien, bien —dijo hacia la puerta principal.

Cuidadosamente cerró la puerta del dormitorio y dejó entrar el carrito


de servicio a la habitación. Despidió al camarero y entonces trasladó todo lo
del carrito a la pequeña mesa del comedor.

Observó los platos con cubiertas plateadas. Abrió el primer plato, Pan
Con Tomate y Huevos 13, con una sonrisa. Gruesas rodajas de tostadas con

13 En español original.
mermelada de tomate y huevos escalfados hacían un interesante desayuno
Español.

Le recordó a su madre. Más específicamente, le recordaba el desayuno


en la costa española, con su madre a su lado. Pensó que el recuerdo debía
ser uno de sus primeros, porque solo recordaba la comida y a su madre
sonriéndole.

Descubrió el otro plato, que resultó ser huevos Benedict y una tortilla
vegetariana. No era tan interesante, pero tenía pocas opciones en un hotel
japonés. Puso dos platos vacíos y dos rollos de cubiertos donde se sentarían.

Cuando ella salió de la habitación, notó que se había vestido muy


rápido, con una espumosa túnica de color crema y pantalones de color gris
oscuro.

—Te ves bien —dijo mientras ella miraba el festín que él había
presentado ante los dos.

—Gracias —dijo, sonrojada—. ¿Qué es esto?

Señaló el Pan Con Tomate y Huevos.

216
—Es una tostada con mermelada de tomate y huevos —dijo, tirando

Página
de su silla para ella—. Es un tradicional desayuno español.

—Ah —dijo ella, tomando asiento y sirviéndose un poco de la tortilla


vegetariana.

—Prueba un poco —dijo él, ofreciéndole Pan Con Tomate y Huevos—.


Apuesto a que está bueno.

Ella tomó un pedazo de pan tostado y uno de los huevos escalfados.


Rompió el huevo sobre la tostada, y probó un bocado.
—Mmmmm.

—¿Bueno?

—Delicioso —dijo—. Lo tengo, España.

Él sonrió y tomó algo para sí mismo, copiando sus acciones. Tomó un


mordisco y gimió, la acidez de los tomates balanceados perfectamente con
la cremosidad del huevo y el crujiente de la tostada.

—Probé esto antes —dijo entre bocado—. De vacaciones en España


con mi madre.

Ella detuvo el tenedor con la tortilla que se dirigía a su boca.

—¿Oh? —Fue todo lo que dijo, pero lucía curiosa.

—Mhm —dijo él, atacando los huevos Benedict.

—¿Cómo era tu madre? —preguntó tomando un pequeño mordisco en


la tortilla.

Pensó en eso, masticando.

217
—Era... complicada —dijo—. Cuando estaba feliz, era la luz más

Página
brillante del universo. Bueno, para mí de todos modos. Pero cuando estaba
triste...

Se detuvo. Ella frunció el ceño.

—¿Qué? —preguntó.

—No lo sé. Tenía un humor negro. Y algunas veces no podía levantarse


de la cama durante semanas enteras. —Se encogió de hombros—. Como he
dicho, complicada. Nunca supe en qué estado estaría cuando me levantaba.
—Suena como... —empezó, entonces se mordió el labio—. Suena como
que fue mucho para que lo manejases de niño.

Smith respiró profundamente.

—Su depresión fue algo que nunca pudo superar. Así que solo la
conocí cuando era joven.

—Lo siento, lo siento mucho —dijo ella, estirándose y apretándole la


mano.

—Fue hace mucho tiempo —dijo él.

—Aun así.

Ella cogió el tenedor otra vez, pero se limitó a empujar los últimos
trozos de su tortilla de un lado al otro. Él se dio cuenta de que también había
perdido el apetito. Se limpió la boca con su servilleta y la tiró sobre su plato.

—Deberíamos movernos si queremos llegar a tiempo al aeropuerto —


dijo, levantándose.

—No quise entrometerme.

218
—No es... no es nada que hayas hecho. Solo vámonos, ¿de acuerdo?

Página
Vaciló, y entonces asintió. Ambos se tomaron unos minutos para
recoger sus cosas. Sus maletas ya estaban empacadas, y las dejaron en la
habitación para que los botones las bajasen.

La observó por el rabillo del ojo mientras se preparaban para irse. No


quería tirar su bagaje sobre ella. El tema del suicidio de su madre siempre
sería un tema sensible, pero él se lo había planteado.

Mientras bajaban por el ascensor en silencio, Smith alargó la mano y


agarró la cintura de Cameron. La atrajo hacia sí, abrazándola y colocándole
un beso en su cabeza.

Ella no dijo nada, pero le recompensó con una sonrisa que le hizo
saber que las cosas estaban bien entre ellos. Se metieron en la limusina que
los esperaba abajo, Smith pasando un brazo alrededor de la cintura de
Cameron.

Ella sacó su teléfono móvil y llamó para asegurarse de que todos los
detalles estaban perfectamente arreglados para su vuelo.

—Mmmhmm —dijo pensativamente—. Asegúrese de que haya


suficiente agua. Y le gusta un bourbon durante el despegue...

La miró distraídamente mientras negociaba. Pensó en la declaración


de Charles, de que si él supiera que a los noventa y seis aún estaría vivo y
pateando, se le habría propuesto.

Los labios de Smith se elevaron mientras ella dejaba el teléfono.

—Me tienen miedo —dijo ella, moviendo las cejas.

219
—Como cualquiera lo tendría en su sano juicio —le aseguró él.

Página
Ella le dedicó una sonrisa satisfecha, entonces se acurrucó en su
pecho. No pudo evitar oler su cabello, esa combinación picante-dulce que
era exclusivamente suya.

—Me alegro de tenerte —dijo—. Me alegro de que existas, porque sin


ti estaría solo.

Lo miró, con el ceño levemente fruncido.

—No lo estarías —dijo con firmeza—. Solo estarías con alguien menos
impresionante que yo.

Le sonrió con el último comentario. Él se inclinó y besó sus labios.


Ella podía pensar lo que quisiera. Al menos él le había dicho cómo se sentía.
Bueno, tal vez no exactamente, pero estuvo tan cerca como llegaría hoy.

Se detuvieron en la pista y, lamentablemente, la soltó. Mientras salía


del coche, su teléfono sonó. Lo sacó de su bolsillo y miró la pantalla.

Lindsay Wu.

Silenció el teléfono. Lo que fuera que el investigador hubiera


descubierto podía esperar. Tenía un vuelo que tomar para cruzar medio
mundo antes de que estuviera listo para volver a entrar en la vida real.

—¡Smith! —dijo Cameron, caminando hacia las escaleras que llevaban


al avión.

—Muy bien, bien —contestó—. Ya voy.

Sacudiendo su cabeza, se dirigió a coger el avión a casa.

220
Página
Capítulo Veinticinco
Al segundo que Cameron salió del avión desde Tokio y le dio a Smith
las buenas noches, recibió una llamada de Erika. Le hizo una mueca a su
teléfono móvil, pero respondió mientras se deslizaba en su Uber.

—Espero que sea bueno —dijo, tratando de sonar tan imperiosa como
Smith cuando respondía a las llamadas—. Estoy llegando después de un
vuelo de trece horas.

—Tienes que venir —dijo Erika, su voz plana y monótona—. Estamos


en la sala de conferencias principal del The Daily News.

—¿Qué, ahora?

—¡Sí, ahora! —ladró Erika—. Esta es tu última oportunidad de ver tu


nombre en algún lugar cerca de los créditos de esta historia.

Cam se mordió el labio. Sabía que este momento estaba por llegar.
Demonios, lo había deseado durante más tiempo de lo que podía imaginar.

221
Solo ahora que estaba lo suficientemente cerca como para probarlo, tenía
que preocuparse por Smith.

Página
Smith, y el hecho de que estaba bastante segura de que estaba
enamorada de él...

—¿Me estás escuchando? —gruñó Erika, sacando a Cam de sus


pensamientos.

—Sí, sí —dijo, sintiéndose un poco sin aliento.

—¿En cuánto puedes estar aquí?


—Um... Probablemente estoy a unos diez minutos de distancia.

—Bien. Estaremos esperando.

Erika colgó, sin darle otra opción a Cameron que decirle al conductor
que cambiaría su destino. Cuando el coche giró para dirigirse hacia la
oficina y la llevó hacia su destino, se quedó sentada en el asiento trasero,
mirando por las ventanillas.

Trató de respirar, pero inspirar y espirar aire de sus pulmones hizo


poco para calmar sus temores. Cuando se detuvieron frente al edificio del
periódico, consideró brevemente el correr. ¿Cuál sería el daño?

Excepto que entonces Erika le diría a Smith que Cam era una perra
traicionera, y él de todas maneras la dejaría. Sintió una oleada de emociones
comenzando a crecer en ella, y las empujó hacia abajo. Aun así, tuvo que
obligarse a salir del coche.

Entró en el edificio actuando cuidadosamente como si tuviera más


confianza que la que tenía. Dejó su equipaje dentro del guardarropa, estaba
bastante segura de que la reunión no tardaría demasiado.

222
Se acomodó el cabello largo y rojo mientras bajaba del ascensor, de
repente contenta por sus medias y tacones. La hacían sentirse poderosa.

Página
Pasó a la secretaria en el mostrador de recepción y se dirigió
directamente a la sala donde se realizaba la junta. Las paredes de la sala de
redacción eran de vidrio, por lo que vio la junta editorial antes de que la
vieran.

Eran un grupo de hombres envejecidos, sus trajes arrugados y sus


cabezas calvas. Contó seis de ellas, además de Erika de pie en pantalones
de yoga púrpura y un elástico top amarillo.
Erika vio a Cam justo antes de que abriera la puerta. El rostro de su
mentora se coloreó. Cam entró en la habitación, lista para pelear.

—Estoy aquí —anunció, dejando su bolso sobre la mesa—. Recién


salida de un vuelo desde Japón. Entonces vamos a hablar.

Miró a los editores. Todos le regresaron la mirada, corriendo la gama


emocional desde aburridos a molestos. Varios de ellos le parecían familiares,
pero no alcanzaba que sus nombres subieran a su cabeza.

—Cameron —dijo Erika, rodeando la mesa—. Toma asiento.

—Me quedaré de pie, gracias —dijo, cruzando los brazos.

—De acuerdo —dijo Erika. Buscó ayuda en la junta—. Umm. ¿Alguno


de ustedes quiere tomar esta?

—Yo lo haré —dijo un hombre con un abrigo deportivo tweed—.


Cameron, has estado trabajando para nosotros encubierta en Calloway Corp
por casi dos meses. ¿Es correcto?

—Sí —contestó Cam.

223
Otro editor continuó, éste en un suéter oscuro. Parecía más amistoso.

Página
—No podemos seguir apoyándote a menos que aceptes sentarte con
un reportero —dijo—. Erika ha venido discutiendo con nosotros tu trabajo
para Calloway, que... bueno. No sería de nuestra elección. Tener un
reportero de trabajo encubierto en la empresa es arriesgado, por decir algo.

—¿Entonces? ¿Qué quiere que haga? —dijo Cam, inclinando la


cabeza.

—Deja de trabajar para Calloway —dijo el hombre—. Vuelve a


trabajar. Habla con un reportero. Prepárate para un montón de preguntas
del gobierno y los otros medios de prensa.

—Tengo toda la experiencia documentada. Anoté todo, Registré todo a


medida que iba sucediendo. Espero ser nombrada en los créditos —dijo
Cam.

Los editores se miraron nerviosamente. Erika intervino.

—Podemos hablar de eso una vez que hayas regresado.

—No —dijo Cam con firmeza—. Quiero lo que me prometiste, en un


principio. Y quiero un ascenso, a periodista.

La mandíbula de Erika se tensó.

—¿Es eso cierto?

—Sí. ¿Quieres mi material? ¿Quieres usar mis informes para vender


periódicos? Tú consigues un reportero en el trato. Si no, solo dilo, porque
puedo salir de aquí —respondió.

Erika miró a los editores. El más agradable de los dos hombres habló.

224
—Está bien —dijo él, suspirando—. Te llevaremos como reportera.

Página
Pero ahora tienes que entregar toda tu evidencia.

—Todo está almacenado en la nube —dijo. Pensó en Smith, y lo


cabreado que iba a estar cuando le contara su engaño—. Puedo enviarlo tan
pronto como tenga tiempo. Solo necesito veinticuatro horas para atar
algunos cabos sueltos.

Erika arqueó las cejas.

—Oh, ¿eso es todo? Exiges todo esto, ¿entonces dices que necesita
veinticuatro horas?

—Sí —dijo Cam, su tono sin-tonterías.

—Te enviaremos un contrato de trabajo —interrumpió el editor con el


abrigo de tweed—. Solo envíanos los archivos tan pronto como tengas el
contrato.

—Bien —dijo Cam—. Volveré pronto.

Cogió su bolso y salió de la sala de redacción. Se detuvo y sacó su


equipaje del guardarropa, y se dirigió a la calle. Sin pensar ningún destino,
caminó unas cuantas cuadras, se detuvo y se sentó en un banco.

No podía dejar de pensar en la apariencia del rostro de Smith cuando


le contara todo el plan. Si él se sentía en la manera que ella lo hacía, o sentía
incluso un cuarto de lo que ella sentía, estaría absolutamente devastado.

Se sentó erguida y trató de pensar en una manera de salir de la


situación que no implicara que él nunca quisiera volver a verla. No se le
ocurrió nada, sin importar cuán duro retorciera su cerebro.

225
Cada uno de los escenarios a los que podía llegar lo tenía a él
maldiciéndola o a ella saliendo de su vida para siempre. Lo único en lo que

Página
podía pensar sería el dejar que el periódico publicara su historia sin que se
le adjuntara su nombre... pero eso significaría mentir indefinidamente a
Smith.

No era algo que Cameron podía verse a sí misma haciendo. Mentir a


Smith era... estaba mal, si era sincera consigo misma.

Dejó escapar un suspiro. Tenía que aclararlo con Smith. Sabía que
estaría furioso, incluso podría nunca volver a hablar con ella. Pero si
pensaba que estaba enamorada de él, le debía al menos eso.
Se levantó, inestable en sus pies, y miró a su alrededor buscando un
taxi.

Era tiempo de confesar.

226
Página
Capítulo Veintiséis
Smith se sentó en el bar. Ordenó un whisky, se quitó las gafas de sol
y las puso sobre la barra. Se suponía que debía reunirse en unos minutos
con Lindsay Wu para averiguar lo que había descubierto.

Tamborileó las yemas de los dedos en la barra mientras el camarero


servía su bebida. Lindsay entró, las cabezas giraban mientras ella cruzaba
el bar. Su abrigo rojo brillante era llamativo en su cuerpo pequeño. Le
recordó a Smith uno de los vestidos de Cameron, y sonrió mientras pensaba
en su novia.

Tal vez le pediría que llevase ese vestido esta noche, cuando salieran
a cenar.

—Señor Calloway —dijo Lindsay, inclinando la cabeza mientras se


deslizaba sobre el taburete junto a Smith. Puso un expediente sobre la
barra.

—Señorita Wu. ¿Quieres beber algo?

227
Su sonrisa fue efímera.

Página
—Preferiría simplemente hablar de negocios.

—De acuerdo —dijo él, apartando el vaso—. Escuchemos lo que


tienes.

Ella soltó un suspiro, luego abrió el archivo.

—Tomé los perfiles de las cinco principales personas en su compañía,


la gente que maneja el dinero. Eso le incluye a usted, señor Calloway, como
ordenó.

Él asintió, sin tener nada que añadir. Ella continuó.

—Escudriñé los antecedentes de todos. Cuando me encontró en la


finca de su padre, seguía reuniendo información sobre los miembros del
consejo. Después de eso, usé mis conexiones en el mundo de los ciber-
delitos para... bueno, por falta de un término mejor, hackear los ordenadores
personales de estas personas. Lo que encontré fue... no solo pruebas que
apuntaban a una persona... fue condenatorio.

—¿Y?

—Parece que... —hizo una pausa—. Parece que su padre fue quien lo
hizo. Usó su ordenador personal para mover dinero de una cuenta a otra
dentro de la compañía. Utilizó una dirección de correo electrónico que es
trazable hasta él para ordenar las transacciones. Utilizó el mismo correo
electrónico para coordinar su encubrimiento, usando a alguien de Calloway
Corp, a quien él llama Stacey.

Él parpadeó. Lo que estaba diciendo... no estaba bien.

228
—No puede ser —dijo—. Eso no es posible.

Página
—Lo siento, señor Calloway. Y me temo que eso no es todo. Hay más.

Smith se sintió hostil.

—Mi madre está muerta, así que si está buscando a alguien más para
pintar con el mismo pincel, va a tener que buscar otro lugar —dijo,
apretando los dientes.

Lindsay vaciló, mordiéndose el labio, luego sacudió la cabeza.


—Lo siento, señor Calloway. —Abrió el archivo y lo deslizó hacia él. La
primera cosa en el archivo era una foto de Cameron, corriendo hacia un
edificio.

Él apretó los puños.

—¿Qué es esto?

—Su asistente ejecutivo, Cameron Turner. La miramos... su nombre


no coincidía con los registros que encontramos. Tomó un poco de
excavación, pero la emparejé con un Cameron Parker, que es empleada de
The Daily News. Según mis amigos hackers, parece haber sido despedida
recientemente, pero estas fotos son de ayer.

Tomó las fotos, mirándolas con incredulidad. Mostraban a Cameron


entrando en el edificio del periódico y luego en las oficinas de The Daily
News. Detrás de las fotos había alguna información sobre Cameron Parker,
junto con una identificación de personal de The Daily News con su foto en
ella.

Miró a Lindsay, horrorizado.

229
—¿Qué mierda?

Página
—Aparentemente, la señora Parker fue asignada a presentarse como
secretaria y observar sus prácticas comerciales. Hay unos pocos correos
electrónicos registrando su historia y algunos comprobándola, pero no
pensé que valiera la pena imprimirlos.

Smith estaba aturdido. Miró fijamente hacia su bebida por un minuto


completo, apretando sus nudillos. Le tomó un momento controlar sus
emociones, ocultarlas una vez más detrás de una máscara de indiferencia.
Cuando levantó la mirada, su expresión estaba en blanco.
—¿Estás absolutamente segura de mi padre y de Cameron?

Asintió.

—He sido muy minuciosa.

—Gracias —dijo, poniéndose de pie—. Eso es todo, entonces.

Haciendo una pausa para echar algo de dinero sobre la barra, salió.
Tenía los puños apretados mientras caminaba por la concurrida calle,
ignorando su coche que le esperaba.

Las cosas que Lindsay le había dicho...

Se sintió traicionado. Su padre estaba robando dinero del negocio y


esperaba que Smith...

¿Qué? ¿Qué no lo notara? ¿Qué no importara?

Lo que su padre estaba haciendo no era solamente ilegal, sino que


también estaba equivocado en muchos niveles.

Y Cameron... no tenía ni idea de qué hacer con ella. No la conocía en

230
absoluto, eso estaba claro. Al parecer, ni siquiera sabía su verdadero
apellido. Cualquier sentimiento positivo que hubiera tenido por ella,

Página
especialmente desde que empezaron a dormir juntos, era falso.

En su mente, comenzó a repetir cada minuto en que habían estado


juntos. La primera noche que se conocieron, en el bar. ¿Fue arreglado?
¿Había investigado qué clase de chicas le gustaban, se vistió para el papel,
y jugó a la arpía desengonzada?

Incluso dejando de lado esa noche, porque él había sido un


participante voluntario, había mucho más.
Desde el minuto en que había entrado en su despacho, en el momento
en que empezó a suplicar por su trabajo, había sido manipulado. Ella le
mintió, no solo en ese momento, sino docenas de veces desde entonces.

Sin saber qué hacer, Smith caminó durante casi una hora. Necesitaba
lidiar con Cameron y con su padre, más pronto que tarde. Tendría que
despedir a los dos.

Pero mientras podía librar a su padre de su trabajo y probablemente


verle arrojado a la cárcel, no sabía qué hacer con Cameron.

231
Página
Capítulo Veintisiete
Cameron lo tenía todo resuelto en su cabeza. Iba a explicar lo que
había sucedido a Smith, tan tranquila como fuera posible. Probablemente
gritaría, o al menos haría esa cosa de callado pero furioso, pero simplemente
lidiaría con lo que sea que le arrojara.

Estaba estacionada al frente de la calle de su pent-house,


preparándose para lo que estaba por venir. Tomó aire profundamente y salió
de su coche.

Simplemente repetiría los detalles de la situación hasta que se


enfriara. Estaría bien.

Caminó hasta el edificio y pasó por el escáner su llave. La puerta se


abrió, para su alivio. Metió su cabello detrás de sus orejas y se apresuró a
ir a los ascensores. Sacó su llave y la pasó al lado de los elevadores,
intentando llamar uno.

Pero en lugar de abrir un par de las puertas de elevadores, pasar la

232
tarjeta emitió un molesto ruido de boing. Miró su tarjeta, y la pasó de nuevo.

Página
Boing.

Después de intentar un par de veces más, guardó la tarjeta y sacó su


teléfono móvil. Envió un mensaje rápido a Smith.

Estoy abajo. Mi tarjeta no está funcionando.

Mordió su labio. De todos los días para que su tarjeta no funcionara…


Saltó cuando su teléfono vibró en sus manos. Era un mensaje de Smith.

Voy bajando.
Inhaló y exhaló lentamente, intentando enfocarse a sí misma.
Jugueteó con su vestido. Era súper corto, hecho por completo con encaje.
Había pasado toda una hora eligiéndolo, intentando lucir tan sexy y aun así
tan inocente como fuera posible.

No es que pensara que él fuera superficial y tonto para quedarse


atrapado por su apariencia cuando tenía noticias tan devastadoras, pero un
pequeño recordatorio de lo que tenían no podía lastimar.

Esperó nerviosa por el timbre del elevador. Cuando sonó, trató de no


saltar fuera de sí misma. La puerta se deslizó abriéndose para revelar a
Smith, vestido todo de negro, listo para salir.

La expresión en blanco de su cara hizo que su sonrisa vacilara


mientras él bajaba del elevador.

—¿Qué? —preguntó ella, ya sabiendo que algo sucedía.

Se movió para abrazarlo, pero se él se dio vuelta, caminando.

—Pensé que tal vez querrías decirme —dijo, mirando al suelo.

233
—Bueno… —dijo, mordiendo su labio—. Hay algo de lo que quiero
hablarte.

Página
—¿En serio? ¿Tiene algo que ver con el hecho de que trabajas para el
Daily News? —preguntó, desafiándola.

Su mandíbula cayó abierta.

—Yo…
—¿Quieres saber algo? —preguntó, sacudiendo su cabeza—. No puedo
creer que fuera tan estúpido. La noche que te vi entrando a tu apartamento
con un tipo…

—Smith, yo…

—También él trabaja para el Daily News, aparentemente. Verás,


conseguí una investigadora privada para indagar en las personas a mi
alrededor. No me refería a ti, pero ella regresó con esta… esta historia. Sobre
ti y las personas con las que trabajas, para las que de verdad trabajas.

Ella estaba en silencio. Él se rió sin alegría.

—¿Ahora no tienes nada que decir, eh? ¿Ninguna mentirita ingeniosa?

—Iba a decirte.

—¿Sí? ¿Cuándo? ¿Cuándo el diario te devolviera a tu trabajo de


verdad? ¿Cuándo te cansaras de mi pene?

Se sentía desesperada, su voz se elevó.

—¡Venía aquí a decirte!

234
Dejó de caminar a unos metros de ella. La miró, con su rostro

Página
contorsionado de rabia.

—¿Y QUÉ?

Ella parpadeó ante sus palabras gritadas.

—Pensé… si te tomabas tiempo para superar el engaño de tu padre…

—¿Sí? ¿Pensaste que simplemente dejaría de estar molesto? Que yo…


quien nunca quiso este jodido negocio, te recordaré… ¿simplemente
olvidaría que la única mujer en quien confié me traicionó? Eso sería
adorable, ¿verdad? Muy conveniente.

—Nunca planeé que esto sucediera.

—¡Excepto que sí lo hiciste! Tuviste que saber, desde el momento en


que me viste, o al menos desde el momento que me diste el discurso de
¡pobre de mí!, que esto iba suceder. Te fijaste un objetivo, y lo conseguiste
—dijo, negando con su cabeza—. Y fui lo suficientemente estúpido para caer
en este.

—Smith, en serio, no fue mi intención lastimarte. Me importas.

Sonrió de lado, y sacó una pequeña caja de terciopelo de su bolsillo.


Abrió la caja para mostrarle un simple anillo de oro, sin piedras o brillo en
ninguna parte. Lo miró, confundida.

—Esto ha estado en mi familia por generaciones. Es para que el


heredero de la fortuna familiar lo use para declararse; su falta de adornos
se supone que es para enfatizar que el matrimonio es sobre algo más que el
anillo. He estado cargándolo conmigo por un par de semanas, tratando de
encontrar el momento indicado para sacar el tema. Ver que opinabas del

235
matrimonio.

Página
Cerró la caja de golpe. Lo miró, insegura.

—Bueno, al menos nunca encontré el momento correcto. Ves, fui un


tonto, pensé que tal vez había un futuro para ambos. Y si hubiera arrojado
lo del matrimonio frente a ti… podríamos estar comprometidos, o peor,
cuando me enterara.

Esa idea final la empujó sobre el borde. Perdió su tranquilidad por


completo, y comenzó a llorar.
—Lo siento mucho, Smith. Cuando esto empezó, eras solo un
trabajo… nunca pensé que llegaría a…

—¡No! —la interrumpió—. No lo digas. No uses esa palabra.

—Era una situación imposible…

—¡Lo dices como si no tuviera toda una compañía que dirigir! Mañana,
vuelves al Daily News, pero yo regreso con todas las personas que confiaban
en mi padre, que lo admiraban. Debo de implorar perdón, ¡por algo que ni
siquiera hice!

—Smith…

—¿Sabes qué? Puede que sea un jefe exigente. Puede que necesitara
demasiado. Pero la única cosa que alguna vez te pedí fuera de la oficina fue
honestidad. —Hizo una mueca, yendo para poner su llave en el escáner. Los
elevadores se abrieron—. Aparentemente, esa única cosa fue demasiado.

Entró al elevador.

—¡Espera! ¡Smith, no te vayas! —Lloró.

236
Él se cruzó de brazos, y las puertas del elevador se cerraron. La puerta

Página
principal se abrió tras Cameron, y se dio vuelta para ver a dos guardias de
seguridad yendo en su dirección.

—¡No! —aulló.

—Señora, necesitamos que salga de la propiedad —dijo uno.

—Si tan solo puedo ver a Smith, hablar con él… —dijo.

—Estamos autorizados para darle esto —dijo el otro guardia,


pasándole un paquete—. Ahora necesitamos que se vaya.
Cada guardia tomó un brazo, llevándola por las puertas y a la calle.

—¡Déjenme ir!

—Vamos —dijo el primer guardia—. Manténgase afuera de la


propiedad.

Ella le mostró el dedo medio y corrió a su auto. Una vez dentro, dejó
que sus pobres emociones salieran, sollozando y golpeando el volante.

Abrió el paquete que el guardia le dio con los dedos temblorosos. Era
un aviso legal, terminando su posición en la Corporación Calloway.

Estaba terminando con ella. De verdad, terminado.

Una vez sus sollozos terminaron, se sintió extrañamente vacía.


Encendió su coche y condujo a casa, insegura de qué más hacer.

Había tenido todo resuelto…

237
Página
Capítulo Veintiocho
Al día siguiente en el trabajo, Smith era un completo desastre. No solo
su chica resultó ser una reportera, sino que su padre era quien estaba
jodiendo con las finanzas de la compañía. Y lo había hecho metiéndose con
las pensiones de los empleados, ni mucho menos.

Honestamente no sabía por quién se sentía más traicionado ahora


mismo.

Fue al trabajo tarde. Pasó al lado del puesto vacío de Cameron como
si nada hubiera pasado, pero sintió un golpe físico en las entrañas. Una vez
entró en su oficina, cerró la puerta y apoyó su espalda en esta.

Cerró sus ojos por un minuto, tratando de centrarse. Tenía cosas más
importantes por las que preocuparse que Cameron. Tendría que confrontar
a su padre sobre el dinero perdido hoy.

Tendría que sacar los pensamientos sobre ella de su cabeza, sin


embargo. Las mismas pocas ideas estaban dándole vueltas dentro, sobre

238
cómo podría haberlo hecho ella. Parecía genuinamente preocupada por todo.

Página
Tal vez era solo una actuación, pero sí lo era, era una buena.

Sus manos se cerraron. ¿Cómo demonios se suponía que enderezara


el resto de este desastre, cuándo no podía confiar en sí mismo para saber si
Cameron de verdad se preocupaba por él o no?

Tomó lentas y profundas respiraciones, calmándose a sí mismo. Se


enderezó y tronó su cuello, preparándose para el combate. Luego salió de su
oficina, ignorando el giro en sus entrañas cuando vio el escritorio vacío.
Fue abajo primero, para hablar con los chicos de seguridad en la
recepción. Con el rostro de piedra, les dijo a los guardias que su padre
probablemente estaba malversando dinero del fondo de pensión de los
empleados. Explicó que confrontaría a su padre inmediatamente, y les pidió
que lo respaldaran.

Su respuesta había sido como la de él. Algo como sorpresa, seguido


de un entendimiento de que algo debía hacerse.

Cuando volvió arriba, había cuatro guardias siguiéndolo, dos más


sentados y mirando las cámaras del edificio. Las manos de Smith temblaron
mientras se acercaban a la oficina de su padre.

—Smith —dijo su secretaria. Frunció el ceño ante los guardias de


seguridad—. ¿Qué sucede?

—Necesito que bajes al quinto piso ahora. Dile a Stephanie que dije
que debe hacerte compañía —dijo Smith—. No puedo decirte más, excepto
decir que no estás en problemas.

Se levantó, pálida y temblando. Uno de los guardias le hizo señas para


que se acercara y ella lo hizo.

239
Smith fue a la puerta de su padre, dudando. Se ajustó su corbata. Su

Página
padre giraba en su silla. Estaba sosteniendo el teléfono de su escritorio en
su oído. Alzó un dedo, haciéndole señas a Smith de que esperara.

—Jerry, Jerry… escucha. Olvídate de Tailandia, ¿bien? —dijo su


padre—. Bien. De acuerdo. Escucha, mi hijo entró con una cara muy seria,
así que voy a tener que dejarte. Bien. Envíale mis saludos a Natalie.

Spencer colgó la llamada.


—Jerry Newman quiere hablar sobre contratarnos para cuidar de sus
finanzas en España. No es un gran proyecto, pero podría llevar a algo más
grande —dijo.

Smith le frunció el ceño a su padre, quién se quitó sus lentes y los


arrojó al escritorio.

—¿Qué pasa? —preguntó su padre—. ¿Europa desapareció del mapa


o qué?

Smith se enfadó más.

—Se acabó, papá.

—¿Qué?

—La estafa. Toda la cosa donde acabaste con la pensión de los


empleados y me dejaste el resto para limpiar —escupió Smith—. No solo sé
al respecto, sino que Cameron, también.

—¿La chica de tu oficina? Bueno, no importa. Puedo pagarle lo que


quiera —dijo su padre.

240
—¡No es sobre pagarle a la gente! —gritó—. Cameron, a quién

Página
seleccionaste solo para mí, trabaja para el Daily News. ¡Acabo de enterarme
de que harán una revelación sobre la Corporación Calloway!

Spencer parecía atónito.

—¡Bueno, debemos detenerlos!

—¡No entiendes, papá! No hay como detener, ya no. Ni siquiera


aunque quisiera. La peor parte de todo este desastre es que ibas a dejarme
metido en… bueno, ¡quién sabe qué tanta deuda! Y los empleados… los
empleados molestos a los que les robaron todo… ¡ellos dependen de mí!

—Mira. Es mi compañía. Puedo tomar lo que quiera, cuando quiera.


Recuperarás las perdidas en menos de cinco años —dijo su padre,
levantándose de la silla.

—¿Qué…? —Smith estaba perdido—. ¿De qué estás hablando?

—¡Cinco años! Eso es nada. Es un abrir y cerrar de ojos para las


compañías —dijo su padre, girándose a la ventana.

—¿Y lo empleados molestos? ¿Cómo se supone que le lidie con eso?

—Esta es una gran oportunidad. Ponte en mis zapatos, asegúrale a


todos que tienes todo bajo control, y encárgate del dinero. En un año, me
estarás agradeciendo.

—Estás bromeando.

—Mira. La junta —dijo su padre, haciendo comillas en el aire alrededor


de la palabra junta—, me dieron unas prestaciones muy estrictas. Solo

241
puedo retirar veinte mil al mes. ¿Puedes creerlo? ¡Yo!

Página
Smith entrecerró los ojos.

—¿De qué estás hablando?

—Dijeron… en los noventa, dijeron que estaba gastando mucho


dinero. —Su padre empezó a caminar, agitado—. La junta dijo que debía
vivir con esa… ¡con esa ridícula cantidad de dinero! Dijeron que de lo
contrario, la compañía no podía mantenerse a flote. Era una completa
tontería, te diré.
—¿Para qué demonios necesitas más de ese dinero? —gritó Smith,
mirando a su padre con una expresión incrédula.

—¡Para mujeres, por supuesto! —gritó su padre—. Todas necesitan


cosas, ya sabes. “Cómprame esto, cómprame aquello”. Si no tengo cosas
bonitas a mí alrededor, no puedo esperar chicas decentes. Desde que tu
jodida y egoísta madre me dejó…

Smith se abalanzó, agarrando a su padre de la garganta.

—Se suicidó —espetó Smith en la cara de su padre—. Y estoy


empezando a ver la razón.

Dejó ir a su padre, empujándolo.

—Era una perra egoísta. Y te convirtió en un mocoso egoísta —dijo su


padre, enderezando su traje.

—¡No hables de ella! —gritó Smith.

—Solo espera. Solo espera a que tengas mi edad. Te he visto con las
mujeres, eres un jodido incompetente. No podrías elegir a una mujer ni

242
aunque tu vida dependiera de eso.

Página
Smith simplemente miró a su padre, enfurecido. El anciano le sonrió
con burla a Smith.

—Serás como yo de una forma —dijo Spencer—. Vas a terminar solo,


como yo.

Smith fue hacia la puerta, sacudiendo su cabeza con disgusto.

—No soy para nada como tú.

Abrió la puerta, saliendo de la oficina. Llamó a los guardias.


—No saldrá de su oficina. Quita las líneas de teléfono, y bloquea la
señal del móvil ahí dentro. Llamaré a la policía —dijo entre dientes mientras
salía de la oficina de su padre.

Los guardias se apresuraron a hacer lo que decía Smith. Smith sacó


su móvil, tomando aire. Marcó el número de la delegación de policía local.

Tomando otra vez aire, presionó llamar y esperó que atendieran.

243
Página
Capítulo Veintinueve
Smith se sentó en su convertible clásico Mustang azul claro sin saber
dónde debía ir. Apoyó su cabeza contra el volante, totalmente agotado.

Los últimos días habían sido de mierda, por decir lo menos. Había
llamado a la policía para que arrastraran a su propio padre, pero cuando
llegaron... había abierto la puerta del despacho de su padre, solo para
descubrir que estaba vacío.

Cuando Smith había comprobado las cámaras de seguridad,


mostraron a su padre saliendo a escondidas del edificio ayudado por uno de
los guardias de seguridad. El guardia y el padre de Smith habían escapado.
Más tarde apareció una grabación de su padre subiendo a su avión privado,
con destino a las Maldivas.

Pasó los siguientes tres días rodeado de caros abogados de Calloway


Corp, respondiendo a las preguntas de la policía y esquivando a los
empleados enfadados y a los periodistas. Los medios de comunicación

244
rápidamente captaron la historia que el Daily News había escrito, y lo
convirtieron en un torbellino.

Página
Los reporteros habían aparecido a cada momento de tiempo de
inactividad en un sitio. Él estaba escapándose de la prensa, yendo de su
edificio al Escalade en un torbellino de gente gritando y destellos de las
cámaras. Las cosas llegaron hasta el punto en que tuvo que alojarse en un
hotel, en lugar de en su ático.

Para rematar una semana de mierda absoluta, había recibido un


mensaje anoche en su teléfono personal, notificándole la muerte de Charles
DuPointer.
—Murió rápidamente, en su sueño —dijo el abogado que llevaba el
testamento de Charles—. Hay algo que quería que tuvieras. Es pequeño, así
que te lo enviaré siguiendo sus instrucciones. Deberías recibirlo por la
mañana.

Smith colgó, sin saber qué sentir. La muerte de Charles era solo un
palo más en la pira funeraria que era su vida.

Esta mañana, se había despertado tarde. Había recibido el paquete


que había dicho el abogado de Charles, una caja del tamaño de un pomelo,
envuelta en papel marrón. No podía hacer frente a abrirlo por el momento,
por lo que se la llevó con él cuando salió de la habitación.

Salir del hotel sin que le vieran fue complicado, pero se las arregló
para hacerlo. Llamó a su servicio de coches y les pidió que llevaran su coche
a un bloque más allá de donde estaba, saltando dentro en el momento en
que vio su coche distintivo. Dejó caer el paquete en el asiento trasero.

Después de dejar al chófer a unas pocas manzanas de distancia,


Smith simplemente condujo hasta que estuvo muy afuera de la ciudad. Se
detuvo para comer en un restaurante de carretera, y luego se sentó en su

245
coche, su cabeza hacia abajo. Sin ideas, sin inspiración.

Página
Pensó en la última vez que estuvo tan lejos fuera de la ciudad, cuando
estuvo con Cameron. Habían ido a la playa, a su lugar privado. Consideró ir
allí; después de todo, él los había llevado la última vez. Recordaba a la
perfección cómo llegar.

Solo podía conducir allí, quizás conseguir una habitación de hotel.


Nadie le buscaría allí, al menos.

Ese último pensamiento lo decidió por él. Puso el coche en marcha,


saliendo de la zona de aparcamiento. Condujo durante aproximadamente
una hora antes de detenerse delante de un signo desvencijado que decía
“Owl Point”.

Se bajó del coche y fue hacia la playa, mirando las olas. El agua era
fascinante. Se sentó cerca del lugar donde la marea chocaba contra la tierra,
protegiéndose los ojos del sol.

Pensó en una joven Cameron, viniendo aquí para pensar en sus


problemas. Cuando cerraba los ojos, casi podía verla. Largos mechones
cobrizos envueltos alrededor de su pequeño cuerpo. Su cara llena de pecas
sin emociones, al contrario de lo que estaba pasando en su interior. Las olas
chocaban una y otra vez, reflejando sus ojos azules brillantes.

Abrió sus ojos, sacándose esa visión de delante. Las olas seguían
llegando, resplandecientes mientras el sol que las golpeaba.

Se preguntó qué demonios había estado pensando Cameron cuando


empezó todo esto. Tal vez le habían ofrecido algo jugoso por traicionarle.

Nunca planeé que nada de esto sucediera, había dicho. Me preocupo


por ti.

246
En algún lugar en el fondo, sabía que sus palabras eran ciertas. Pero
en el momento estaba tan enfadado que no importaba. Enfadado con ella,

Página
enfadado con su padre, incluso enfadado con Charles por poner ideas
fantasiosas en su cabeza.

Estaba enfadado con todo el mundo, porque nadie por quien él se


preocupaba estaba de su lado.

Por quien él se preocupaba, se hizo eco en su cabeza. Ese era el


problema, ¿verdad? Realmente había empezado a preocuparse por
Cameron, a enamorarse incluso, y ella había ido y había hecho esto.
Se quedó mirando el océano, tratando de darle sentido a todo. Nada
le vino, sin embargo, ninguna revelación que le hiciera sentirse mejor.

Se acordó del paquete de Charles, en el asiento trasero de su coche.


Se puso de pie, sacudiéndose, y corrió a su coche. Cogió el paquete del
asiento trasero, y luego se sentó en el capó de su coche.

Inhaló profundamente, dándose cuenta de que sostenía una de las


últimas cosas que Charles había tocado. Su amigo había sido excéntrico,
eso seguro, pero una cierta cantidad de seriedad era debida en este
momento.

Smith desenvolvió el paquete lentamente, preguntándose que le


podría haber dado Charles. Encontró una caja, con varias cosas en el
interior: una nota, una caja de terciopelo para anillos, y una colección de
fotografías.

Miró las fotografías primero. Eran de Charles de muy joven. En


algunas estaba bailando con una chica rubia hermosa. En las demás estaba
saliendo con un grupo más grande de personas, pero la rubia estaba allí,
también.

247
Cogió la carta, abriéndola.

Página
Smith,

Su nombre era Eloise. Guapa, ¿verdad? Ella hacía que las estrellas
brillasen más débilmente, así de hermosa era Eloise. Ojalá hubiera sabido
entonces que sentía amor, no algo efímero.

Nunca te conté el final de nuestra historia, porque soy algo así como un
cobarde. Mira, Eloise era tu abuela. Tu abuelo sabía que había dejado a
Eloise, y me la arrebató. ¡Hombre astuto!
No fue hasta que ella se fue, hasta que leí su esquela en el periódico,
que me atreví a ir a ver a tu abuelo de nuevo. Nos hicimos amigos, una vez
más, juntos por haber perdido a la única mujer que habíamos amado.

Murió en un accidente de coche. Nada podría haber hecho para evitarlo,


pero tu abuelo y yo estuvimos de luto igualmente.

Sufrí en silencio, sabiendo que me había perdido su vida. Tal vez si me


hubiera casado con ella, no hubiera estado en ese coche. Pero incluso si lo
hubiera estado, la habría tenido en mi vida durante veinte años, y hubiera
tenido los hijos que ella dio a luz después de eso.

Cuando tu abuelo falleció, me dejó lo único que le quedaba de ella. El


anillo con el que le propuso matrimonio, el símbolo de todas las cosas que
tontamente eché de menos en mi vida. Lo guardé durante todos estos años,
sabiendo que le daría un uso.

Si me hubiera casado con tu abuela no estaría donde estoy hoy,


mirando hacia el horizonte impersonal de la ciudad de Tokio, deseando más.
En su lugar, todo lo que tengo son mis fieles servidores. Tengo tanto, sin
embargo, al final, me falta la cosa por la que vale la pena vivir.

248
No te digo esto para que me compadezcas. Me conoces, quiero mucho

Página
más que eso. No, quiero animarte a encontrar lo que no pude. Quiero que
encuentres el amor, y te aferres a él con todo lo que tienes.

Espero que seas capaz de dejar de lado a tu familia, tu estado y tu


posición en la compañía de la familia para ir a buscarlo. El amor siempre es
complicado, y nunca es fácil, pero al final, sin duda, vale la pena tenerlo.

Con suerte, la joya adjunta te ayudará a estimularte en tu camino.


Espero que tengas más suerte de la que tuve yo.
Con mi más profunda admiración,

Charles DuPointer

Smith dejó la carta a un lado y abrió la caja del anillo. Dentro había
un anillo de diamante brillante, engastado con zafiros que brillaban a cada
lado. Los zafiros eran del color exacto de los ojos de Cameron.

Cerró la caja, dejando todo el paquete a un lado. Se tumbó sobre el


capó de su coche, su mente dando vueltas. Charles había estado enamorado
de la abuela de Smith, al parecer.

La compleja historia de amistad de Charles con el abuelo de Smith era


un poco impresionante, sin duda. El anhelo que Charles había sentido...
había durado toda su vida.

Pensó en Cameron. Pensó en altas horas de la noche en la cama, de


la manera en que se había sentido cuando la había sostenido. La imagen le
hizo poner la piel de gallina, incluso con la luz del sol caliente junto al mar.

249
Se preocupaba por ella. Infiernos, la amaba, si se permitía admitirlo.
Pero lo había traicionado, traicionado su confianza.

Página
¿Esa sensación solo desaparecería? ¿O Smith pasaría el resto de su
vida pensando en Cameron como la que se le escapó?

Miró las olas brillantes, deseando una respuesta.


Capítulo Treinta
Cameron se dejó caer en su sofá, pasando a través de los únicos cinco
canales de noticias que su suscripción por cable tenía. Los noticieros
cubrían obsesivamente todo el escándalo de Calloway Corp, gritando acerca
de la avaricia corporativa y la responsabilidad personal. Tenía la televisión
en silencio, porque no podía oír ni un minuto más de ella.

Dejó de cambiar de canal, viendo el clip de Spencer Calloway yendo


por la pista a su avión privado. Lo había visto antes. Todo el mundo lo había
visto para el momento.

El clip era borroso, pero fácilmente podía distinguir la visión


inequívoca de Calloway senior saliendo de los Estados Unidos. Las palabras
SE BUSCA: ¿DÓNDE ESTÁ SPENCER CALLOWAY AHORA? Se veían en la
pantalla.

En los diez días desde que la historia había salido a la luz, parecía que
todo había sucedido a toda velocidad. Dimitió del The Daily News el día

250
después de ser despedida de Calloway Corp, desvinculándose de las
apariencias sobre la historia por encima de las objeciones gritadas por

Página
Erika. Después dejó de responder a las llamadas del The Daily News por
completo.

Trató de llamar a Smith un centenar de veces durante sus primeros


tres días de autoexilio, luego con el tiempo detuvo eso, también. Ahora
estaba resignada y un poco deprimida. Se había obligado a levantarse y
tomar una ducha hoy, pero estaba dejando que su máquina y su buzón de
voz cogieran sus llamadas.
Se movió en el sofá mientras el teléfono fijo comenzaba a sonar. Miró
a donde estaba sobre la encimera de la cocina. La máquina lo cogió, su voz
pidiendo a la persona que llamaba que dejase un mensaje.

—¡Cameron! Soy Russ, del The Boston Chronicle. Nos conocimos hace
un par de años, ¿cuándo los dos éramos internos? De todos modos, vi tu
trabajo en la historia de Calloway. ¡Un trabajo increíble! Si estás buscando
mudarte en algún momento pronto, llámame…

Dejó su número y colgó. Cam se movió para estar tendida boca abajo.
Parecía que se trataba de la única actividad para la que tenía la energía para
estos días.

En la pantalla del televisor, la imagen cambió a Smith, hablando en


una conferencia de prensa. Su corazón se apretó dolorosamente al verle. Su
expresión era tensa, su lenguaje corporal estirado, como si estuviera a punto
de caminar hacia atrás como un crustáceo.

Ella había hecho eso. Quizás no el fraude masivo, eso fue cosa de su
padre. Pero los enjambres de medios, eso era algo por lo que se sentía
responsable. Tuvo que cambiar de canal a otra cosa para no llorar.

251
Había cometido un error tras otro con Smith. Había sido estúpida,

Página
pensando que su perdón era algo que podía ganarse.

Ahora, tumbada en su sofá sola, sabía que había sido más que
estúpida. Tan, tan estúpida. En realidad, solo había pensado en sí misma,
y esperó que él estuviera bien con eso, por alguna razón insondable.

Si pudiera volver atrás, le habría contado a Smith sobre sus sospechas


desde el principio. Si le hubiese contado lo que estaba pasando, tal vez él no
se sentiría tan traicionado.
Llamaron a la puerta. Cam se obligó a levantarse.

—Al fin —se quejó a nadie en particular.

Había pedido comida tailandesa hacía cuarenta y cinco minutos,


sabiendo que tenía que comer. Fue a la puerta, anticipando el aroma de
curry y arroz. Abrió la puerta.

Para su completa sorpresa, Smith estaba de pie en su puerta, su bolsa


de comida tailandesa en una mano. Estaba guapo como siempre, vestido
con su habitual traje de color negro, con el pelo cayendo sobre su rostro. La
inmovilizó con esos ojos de color azul oscuro suyos.

Por un segundo, pensó que se lo estaba imaginando.

Se quedó allí y con la boca abierta durante unos cuantos segundos, y


luego se sacudió. Era real, y él estaba aquí. Se dio cuenta de que su
expresión debía haber sido divertida, porque Smith sonreía.

—Me encontré con el chico de la entrega —dijo, levantando la


comida—. Pensé en matar dos pájaros de un tiro.

252
—Yo… traté de llamarte —dijo ella, sorprendida.

Página
—Lo sé —reconoció, agachando su cabeza—. Estaba enfadado. No
podía entender qué estaba ocurriendo, lo que… lo que había hecho mi padre,
así que dirigí toda mi ira contra ti.

Ella se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja. Su garganta se


sentía hinchada de repente, como si muchas cosas necesitasen escapar a la
vez. Sintió que las lágrimas pinchaban en las comisuras de sus ojos.

—Te traicioné —dejó ir, después puso sus manos sobre su boca.
Comenzó a llorar, las lágrimas cayendo libres por su rostro.
—Vamos... ¿podemos entrar? —dijo, mirando por encima de su
hombro. Él no lo dijo, pero Cam pensó que estaba buscando los reporteros
que probablemente le seguían a todas partes.

—Por supuesto —dijo, haciéndose a un lado para dejarlo pasar. Se


secó la cara, sintiéndose ridícula.

Entró, dejó la comida para llevar, y cerró la puerta. Se sentía tonta de


pie en su pijama de La gallina Caponata especialmente cuando alzó la vista
hacia Smith. La miró, con sus ojos tan serios.

—Lo siento tanto, Smith. Toda la situación simplemente me atrapó


como una bola de nieve. No quería traicionarte… —Se interrumpió con una
bocanada—. Traté de ser honesta contigo. Incluso traté de decirte que era
tu padre el que estaba robando...

—Lo sé —dijo él simplemente—. Necesitaba un poco de tiempo para


digerirlo todo. Pero he terminado con eso. Es por eso que estoy aquí.

Extendió su mano y rozó una lágrima de su mejilla.

—Realmente lo siento, Smith —dijo, tratando de no empezar a llorar—

253
. No volverá a pasar. Siempre serás mi primera prioridad. Siempre.

Página
La miró con anhelo, sus ojos oscuros.

—Te perdono —dijo en voz baja—. Yo solo... yo…

Ella nunca había querido tanto enterrarse en los brazos de alguien,


pero no sabía cómo iba a reaccionar. Hizo una especie de ruido
estrangulado, mirándolo suplicante.

Él abrió sus brazos, invitándola a un abrazo. Se metió contra su


pecho, haciéndole retroceder un paso cuando envolvió sus brazos alrededor
de él. Lo abrazó con fuerza, incrédula. No podía creer que realmente
estuviera sucediendo.

Cuando se retiró para decirlo, sin embargo, su boca descendió sobre


la de ella como una marca de grabación. Ella gimió, pasando una mano por
su pelo. La atrajo más cerca, presionando sus cuerpos. Solo la presión de
sus caderas contra las de ella hizo que Cam envolviese su pierna a su
alrededor, moviéndose contra él.

Su cuerpo había echado de menos el suyo. Ella le quitó la chaqueta,


con ganas de que más de su piel se mostrase. Él se quitó su chaqueta,
besándola mientras la acompañaba de nuevo al sofá. Se desató y se quitó
las botas mientras ella se quitaba la camiseta de su pijama.

Estaba desnuda debajo. Ella se estremeció mientras él cogía un puño


de su pelo castaño rojizo en una mano, tirando de su cabeza hacia atrás
mientras le besaba la clavícula. Jadeó en voz alta cuando él encontró su
pezón con sus dientes, rozando tan ligeramente.

—Esto es mío —gruñó, besando su otro pecho ligeramente también—


. Y esto…

254
Besó su ombligo, sus caderas, la parte más alta de su monte de Venus.

Página
Ella gritó ante eso, sacudiendo sus caderas, su coño empapado.

—Smith, sí —dijo, enganchando los pulgares en su cintura y tirando


de ellos hacia abajo. Estaba desnuda allí abajo también.

Se movió de nuevo por su cuerpo, besándola salvajemente. Se


estremeció cuando abrió sus muslos.

—Quítate esto —insistió ella, tirando de su camisa.


Obedeció, mostrándole una gran cantidad de carne tatuada y
musculosa. Ella pasó sus manos por la amplia extensión de su espalda,
rastrillando sus uñas a través de ella.

Se besaron de nuevo. Él tocó la cara interna de su muslo, acariciando


su camino hacia el interior. Sus dedos rozaron su coño mientras su lengua
acariciaba la suya, en largas y duras pasadas.

Encontró su núcleo y deslizó dos dedos profundamente en su interior.


Ambos gimieron cuando la folló duro y lento con su dedo, tomándose su
tiempo para poseerla.

—Joder, estás tan jodidamente apretada —jadeó cuando ella empezó


a apretarse alrededor de sus dedos.

—¡Sí! ¡Sí! —le animó. Ella besó y chupó su cuello, a sabiendas de que
iba a dejarle marcas.

Él metió y sacó sus dedos, doblándolos dentro de ella. Normalmente


que la follaran con los dedos no le servía, pero pensó que quizás podría
correrse solo por la mirada asesina en su rostro, la manera en que él se
mordía su labio y miraba como sus tetas rebotaban.

255
Él se movió en su lugar. Ella sintió sus vaqueros raspar contra el

Página
interior de sus muslos. Le encantaba todo lo que Smith le estaba haciendo,
pero quería más.

—Quítate los pantalones —dijo, tratando de no sonar tan sin aliento


como se sentía—. Te quiero dentro de mí.

Retiró sus dedos y la cogió en brazos, llevándola a la cama. La sentó,


desabrochándose el cinturón, luego vaciló.

—Cameron…
—¿Vas a follarme o no? —preguntó, rodando sobre su estómago y
poniéndose a cuatro patas.

Él se sentó en la cama, todavía parcialmente vestido, y acarició su


culo desnudo.

—Quiero preguntarte algo primero.

Se dejó caer, rodando hacia él.

—Cualquier cosa.

Levantó la caja del anillo de donde la había escondido junto a su


pierna. Lo miró y comenzó a temblar.

—Cameron —dijo, saliendo fuera de la cama y poniéndose sobre una


rodilla—. He estado buscando mucho dentro de mi alma últimamente. He
estado pensando que no quiero estar solo, que quiero pasar mi vida con
alguien. Y cuando pienso de compartir mi vida con alguien, no puedo pensar
en nadie más que en ti.

Ella puso sus dedos en sus labios, incapaz de hablar. Él abrió la caja

256
del anillo, mostrando el anillo de diamantes deslumbrando dentro. Era una
gran piedra de corte esmeralda, con magníficos zafiros flanqueándolo por

Página
ambos lados.

—Sé que los dos hemos cometido errores. Pero quiero pasar mi vida
contigo. Quiero que resolvamos las cosas juntos. —Se detuvo y tomó un
gran aliento—. Cameron, te amo. ¿Te casarías conmigo?

Ella se echó a llorar, asintiendo vigorosamente.

—¿Sí? —dijo, sonriendo. Él tocó su mejilla, lo que la hizo gritar aún


más y cubrió sus manos con las de ella.
—¡Sí! Sí. —Estaba llorando y riendo al mismo tiempo, asintiendo.

Quitó el anillo de su caja. Tomando su mano izquierda, deslizando con


cuidado el anillo en su dedo anular. La miró y ella le sonrió, sus lágrimas
retrocediendo.

Smith se levantó y se sentó junto a Cam en la cama. Ella lo abrazó de


nuevo, y él envolvió sus brazos alrededor de ella.

—¿De verdad me amas? —susurró.

—Realmente, honestamente, sí —respondió, apartando algo de pelo


de su cara con las yemas de sus dedos.

Ella permaneció en silencio durante un largo tiempo.

—¿Qué harás respecto a Calloway Corp? —preguntó, con voz


tranquila.

La miró, encogiéndose de hombros y sonrió.

—Sabes, lo averiguaremos juntos mañana. Tenemos todo el tiempo


del mundo —dijo.

257
Ella sonrió y asintió, poniendo su mano en su pecho.

Página
—Mañana, haremos todas las cosas serias. Esta noche... jugamos.

—Ah, ¿sí? —preguntó, un destello de algo carnal en sus ojos.

Lo empujó hacia abajo y se puso a horcajadas sobre él, apartando


hacia atrás su pelo largo antes de besarlo.

—Oh, sí —afirmó.
Debido a que tenía razón... tenían todo el tiempo del mundo para
entender las cosas. Echando su cabeza hacia atrás, Cameron sonrió.

Había empezado el reloj de su mañana para siempre.

Fin

258
Página
Staff
Moderadoras

Lvic15 & Laavic

Traductoras

Leluli

Marisaruiz

Debysg

Kath1517

Lvic15

Neera

Correctoras

259
Leluli

Página
Valquiria

Pily1

Neera

Lectura final

Laavic
Diseño

Daniela Herondale

260
Página
Acerca de la autora
Vivian es una escritora de romance erótico y la
autora de Alpha Guardians, Red Lodge Bears,
Werewolf's Harem, y Lousiana Shifters series.

Vivian nació y creció en Atlanta, Georgia.


Vivian Asistió a una fantástica universidad
femenina, momento en el cual estudió escritura
creativa. Ahora vive en Nueva Orleans.

Vivian ha sido autodidacta desde


temprana edad, y hasta el día de hoy leerá
todo lo que pueda tener en sus manos, atrás de
la caja de cereales, vallas publicitarias, lo que sea. Cuando no está leyendo
o escribiendo historias románticas, a Vivian le gusta hacer bebidas del libro
de receta de cocteles de Trader Vic, acurrucarse con su perro mal portado y
seguir aventuras diurnas en Nueva Orleans y sus alrededores.

261
Vivian realmente disfruta su trabajo, y siempre está emocionada de ver
lo que está en la tienda a continuación para sus queridos personajes.

Página

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