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V iolencia y victimización.

Ensayo crítico desde una


perspectiva psicológica

Roberto Manero Brito*


Raúl R. Villamil Uriarte*

La compleja problemática de la violencia en la Cd. de México, ha dado


lugar a un sinnúmero de reflexiones y de estudios, desde los más
diversos puntos de vista, en campos disciplinarios variados. La Psi-
cología Social, en sus diferentes tendencias, no ha sido la excepción:
la problemática social de la violencia es tan urgente, que es necesa-
rio seguir hablando de ella, seguir reflexionando, oponerse fuerte-
mente a la tendencia a “naturalizar” o adaptarse a una vida en un
medio tan violento.

H ace algunos meses, tres jóvenes mu-


jeres, que un domingo paseaban por
Xochimilco, fueron interceptadas y raptadas por
un grupo de policías, que viajaban en un ca-
por estos hechos, así como por las condiciones
de estas muchachas, dos de ellas menores,
durante el proceso judicial.
Estos hechos fueron antecedentes de
mión de la corporación. Allí empezó una ex- varias reformas a las leyes, que intentan paliar
periencia terrible, que duró más de tres días. de alguna manera la doble victimización de
Fueron violadas muchas veces por distintos las mujeres violadas. Se crearon agencias es-
policías, y obligadas a servirles de cocineras y pecializadas del MP1 para delitos sexuales, y se
mucamas durante ese tiempo. Una de ellas lo- intentó captar la atención de la opinión públi-
gró escapar y denunció la situación. Los poli- ca para evitar la enorme impunidad de la que
cías fueron encontrados y durante algún tiempo gozan este tipo de delincuentes.
encarcelados. A lo largo del juicio, se llevó a
cabo el hostigamiento típico por parte de los Es frecuente encontrar en la ciudad per-
abogados defensores a las víctimas de la viola- sonas que han sido despojadas o asaltadas. El
ción. Alguna de ellas se retractó de sus acusa- robo de vehículos es frecuente. Uno de noso-
ciones como resultado de la presión y la doble tros, a la salida de un restaurante, se percató
victimización que han estudiado y denuncia- de que su automóvil había sido robado, prácti-
do en múltiples ocasiones diferentes autoras y camente bajo la mirada cómplice del valet
movimientos feministas. El asunto fue seguido parking, cuyos servicios no habían sido solici-
de cerca por varios medios (televisión, pren- tados. Desgraciadamente, no sólo la de pérdi-
sa), y varios movimientos, organizaciones e da del auto (que afortunadamente estaba
intelectuales, hicieron patente su indignación asegurado) causó un daño, sino también los ob-

*
Profesores-Investigadores, Departamento de Educa-
1
ción y Comunicación, UAM-Xochimilco. Ministerio Público.

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jetos y papeles que se habían dejado allí. Los Antecedentes de nuestra perspectiva
trámites con el Gobierno de la Ciudad, con la de análisis
Compañía Aseguradora, se constituyeron en
una verdadera doble victimización, con todas
las distancias guardadas respecto de la situa- En otro espacio4 hemos desarrollado algunas
ción de violación, que es la que dio origen al hipótesis respecto de las formas actuales de la
concepto.2 delincuencia en nuestro país. Nos dirige el in-
terés centrado en uno de los objetos privilegia-
Un sujeto se acerca a un funcionario en dos de la Psicología Social, que se refiere a la
una agencia del MP. Su demanda es muy sen- dinámica de los procesos relacionados con el
cilla. Su teléfono celular fue robado. No sabe imaginario social.5 El planteamiento en ese ar-
dónde ni a qué hora. Únicamente sabe que, tículo nos remite a complejos procesos de sig-
cuando regresó al lugar donde lo había deja- nificación de las prácticas delincuenciales.
do, ya no estaba. Su interés no es recuperarlo. Hacemos la comparación con otro tipo de gru-
Tampoco le interesa en lo más mínimo enfren- pos que plantean transformaciones más o me-
tar a las personas que robaron su teléfono. Este nos radicales de la sociedad, que manifiestan
sujeto necesita levantar un acta que le permita inconformidades y que, en algunos casos, par-
reclamar al seguro la suma correspondiente. ticipan del mismo rencor o resentimiento so-
cial que está presente en buena parte de los
Cada uno de estos hechos delictivos grupos delincuenciales.
muestra diferentes facetas de la práctica delin-
cuencial. Todos ellos suponen la existencia de Allí hemos mostrado, como ya se sospe-
delincuentes –en algunos casos uniformados– chaba desde la detención del cruel secuestra-
y de víctimas. Numerosos estudios se han de- dor Arizmendi, alias El Mochaorejas,6 que no
dicado, desde hace siglos, al estudio de los era posible explicar o elucidar estos terribles
delincuentes y la delincuencia. Las tendencias fenómenos sociales a partir de categorías pro-
modernas de la Criminología están muy cerca
de la psicologización o psiquiatrización del 4
Manero, R. Y Villamil, R., “Movimientos sociales y
delincuente.3 Sin embargo, el estudio de los delincuencia. Grupos civiles y dinámica de la participa-
procesos de las víctimas es mucho más recien- ción civil”, en Tramas. Subjetividad y Procesos Sociales
te. Hasta mediados del siglo pasado se inició No. 13, Departamento de Educación y Comunicación,
UAM-X, México, Diciembre de 1998.
una disciplina propiamente criminológica, la 5
Desde una perspectiva castoridiana fundamentalmen-
victimología, que muestra la compleja proble- te. Cfr., Castoriadis, C., L’institution imaginaire de la
mática de las víctimas de la delincuencia. société, Seuil, Paris, 1975.
6
La violencia ejercida por este secuestrador sobre sus
víctimas directas e indirectas –nos referimos a los familia-
2
Y si nos apuran no existe realmente una doble res de los secuestrados– era muy grande. El alias se esta-
victimización, como una vez más, es un proceso que se bleció en referencia a una de las maneras de presionar a
desata ad infinitum una vez que alguien ha sido tocado la familia para obtener el rescate del secuestrado, que era
por la violencia. Es, por así decirlo, un proceso que desde amputarle una oreja y enviársela a los familiares. El efec-
el primer momento despliega una espiral. Además nos to de terror que esto producía en la familia disolvía cual-
estamos acostumbrando a decir que la víctima de un robo quier posibilidad de resistencia de ésta. El límite del rescate
que no haya sido lastimada, tuvo suerte porque no fue tenía que ver con elementos completamente fuera de su
con violencia: ¿Qué suerte? ¿no?. control. Además, la captura del mochaorejas deja entre-
3
Cuestión que no es desdeñable. Como lo muestra ver un acto de impunidad insoslayable, todos los reflec-
claramente Víctor Payá en su tesis de doctorado (Payá, tores de los medios apuntan hacia su psicopatología,
V.A., Criminalización social e institución penitenciaria. perversión y aplanamiento de sentimientos, relevando a
La experiencia del encierro y producción simbólica, Tesis este personaje, tristemente célebre, en franca oposición y
para optar por el grado de Doctor en Ciencias Sociales, olvido de la psicopatología de los asesinos de Aguas Blan-
Especialidad en Psicología Social de Grupos e Instituciones, cas, de Acteal, de los Bosques, de los zorros de la colonia
Doctorado en Ciencias Sociales, División de Ciencias Buenos Aires del DF. Dejando grandes espacios de som-
Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimil- bra en la que pervive la violencia institucionalizada de
co, México, 2000), el proceso de psicologización y psi- los asesinatos de Estado. Regresando a lo anterior, ¿al-
quiatrización del delincuente va de la mano del guien ha trabajado sobre la personalidad perversa de los
desplazamiento de la responsabilidad a la peligrosidad individuos asesinos de Acteal que persiguieron a las mu-
como eje de comprensión y de acción política sobre la jeres embarazadas y las asesinaron a machetazos para,
delincuencia. Los efectos de esa perspectiva sobre el teji- una vez consumada su obra, procedieran a abrir los vien-
do social pueden ser –o están siendo– nefastos. tres de las mujeres y extraerles los fetos?

8 Violencia y sociedad
FOTO: MARIO PALACIOS LUNA

piamente psicológicas o psiquiátricas. Dicho tico que otorga significaciones y justificacio-


de otra manera, los estudios practicados a par- nes a los individuos, que les permite realizar
tir de la detención de este delincuente y de parte una serie de acciones que de otra manera re-
de su banda no revelaron una patología espe- sultaría imposible que las efectuaran.
cífica que pudiera dar cuenta de la peligrosi-
dad y la crueldad con la que actuaba. Así, si El contexto sociopolítico actual redimen-
no se trataba de cierto tipo de sádico, de algu- siona también el fenómeno de la delincuencia
na forma de enfermedad mental, se abrían desatada. Diversas interpretaciones han apareci-
muchas interrogantes, que tienen que ver con do sobre este fenómeno. Algunas de ellas giran
la dimensión colectiva del fenómeno. sobre la descripción de los procesos anómicos
en una sociedad que presenta un sistema social y
En ese momento, lo que más nos intere- político agotado. Una de las manifestaciones de
só fue mostrar de una manera más o menos dicha anomia sería precisamente una delincuen-
lógica, cómo existe una serie de fenómenos cia que denuncia la inoperancia de los valores
asociados a los grupos delincuenciales que se- que dicha sociedad promueve. Otros analizan la
ñalan la presencia de ciertas significaciones emergencia de estos índices de delincuencia en
imaginarias sociales, referidas a un mito que función de tendencias y movimientos mundia-
podríamos plantear, con Mühlmann, como el les, que en nuestro país harían posible la identifi-
del mundo invertido, mito que estaría movili- cación de las mafias y grupos delincuenciales con
zado por emociones colectivas7 del orden de el poder político. El poder político estaría ocupa-
un resentimiento incubado por muchas gene- do, entonces, por grandes mafias que tendrían a
raciones. Dicho de otra manera, la configura- la sociedad como rehén.
ción colectiva de las formas delincuenciales
requiere la reactualización8 de un universo mí- El análisis que hemos planteado supo-
ne una perspectiva trágica y dramática9 de la
7
Término que utilizamos en el mismo sentido de
9
Mühlmann, en su sentido etimológico: algo que se pone Para la noción dramática y sus consecuencias trági-
en movimiento, algo que lleva a moverse. Cfr. Mühlmann, cas Véase Turner. V. On the edge of the bus. Ed. University
W., Messianismes révolutionnaires du Tiers Monde , of Arizona Press. 1985. Sobretodo su idea de pensar el
Gallimard, Paris, 1968. comunitas como una puesta en escena del entramado
8
O posiblemente lo que Mühlmann denomina la social, con actores que viven hasta el fondo su personaje,
reinterpretación anaclítica... con papeles que llegan al enfrentamiento dramático con

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confrontación del Estado y la Sociedad Civil. la interacción: el polo de la víctima. A diferen-
Esta confrontación toma diversas formas, des- cia de los grupos delincuenciales, las víctimas
de la guerrilla y la “guerra virtual”, hasta las de la delincuencia no podrían, en la mayor par-
formas vigentes de la guerra de baja intensi- te de los casos, considerarse como un grupo.
dad. Consideramos que, en el ámbito urbano, No existe el cara a cara, no existe ese elemento
la sociedad enfrenta una verdadera guerra su- que Pichon plantearía como el elemento bási-
cia, una guerra de baja intensidad, que no sa- co de la existencia del grupo: individuos traba-
bemos bien si es una metáfora. El caso es que jando en función de una tarea, articulados por
la delincuencia resulta un equivalente apro- su mutua representación interna. El grupo de
piado de los grupos paramilitares. La enorme las víctimas podría ser tan virtual como el gru-
permeabilidad entre los grupos policíacos y po de mexicanos de 45 años... La interrogante
delincuenciales, las características de la vio- que se cierne sobre las víctimas de la acción
lencia delincuencial,10 nos sugiere la posibi- delincuencial tiene varias direcciones.
lidad de que el aumento desmedido de la
violencia y la delincuencia en las ciudades Podríamos plantearnos, en primer lugar,
sea una de las formas de la guerra de baja qué es lo que tiene que suceder para que una
intensidad que el Estado libra contra una So- víctima pueda tolerar la experiencia traumática
ciedad Civil, ahora más presente en el ámbito de la violencia ejercida sobre ella, tanto por par-
político, pero que a su vez está trabajada por te del o los delincuentes y, posteriormente, por
múltiples contradicciones. parte del aparato judicial. En las circunstancias
actuales, en las que buena parte de los habitan-
Las hipótesis que manejamos en el artí- tes de la ciudad han sufrido más de un evento
culo citado dejan en el aire muchas inte- de esta índole, qué es lo que tiene que suceder
rrogantes, especialmente en lo que se refiere a en sus cabezas para que, a pesar de estas terri-
la complementariedad y la articulación entre bles experiencias, puedan seguir viviendo.
dimensiones psicológicas y psicosociales. Sin
embargo, las características del circuito delin- En un segundo momento, nos plantea-
cuencial facilitaron, de cierta manera, el plan- mos una interrogante en torno a la posibilidad
teamiento de la necesidad de ciertas estructuras de que existan estructuras colectivas de signi-
imaginarias y colectivas que significaran para ficación de la postura de la víctima, que per-
el delincuente y el resto de la sociedad la ac- mite a las personas significarse y otorgar sentido
ción delincuencial. Un colectivo que incluye a una serie de hechos que, de otra manera,
familias, circuitos de movimiento de los obje- podrían resultar sumamente violentos para el
tos, correos, comunicaciones, sistemas de po- equilibrio psicológico de la persona. La eluci-
der, conocimiento de las víctimas, etc., supone dación de estas estructuras subjetivas y colec-
una enorme cantidad de interacciones, roces, tivas guían nuestro interés en estas temáticas.
cara a cara; supone la existencia de una red
simbólica y una configuración propiamente
institucional. Algunos apuntes metodológicos
Sin embargo, si bien nos habíamos acer-
cado a la elucidación de los sustratos imagina- Este artículo se presenta como un estudio
rios de algunos grupos delincuenciales, quedaba introductorio a la problemática. Es y no es re-
una gran interrogante por el otro polo básico de sultado de un trabajo en un terreno específico.
Es, porque como la mayoría de los habitantes
la muerte y representan un imaginario social, entre mu- de esta ciudad, los autores tenemos experien-
chas otras cosas. Además, el papel de la víctima queda
cias que nos han colocado como víctimas de
fuertemente cuestionado por los últimos acontecimientos
terroristas contra Estados Unidos. Cuando se preguntan al- acciones delincuenciales. Así, ciertos elemen-
gunos analistas si estamos ante una inversión de sentido que tos experienciales autobiográficos son puntos
acompaña a la víctima pero de manera negativa, es decir, de anclaje y referentes para la enunciación de
ante estos acontecimientos no hay victimas inocentes. ciertas condiciones de las víctimas. Pero no es
10
Entre las cuales está el aterrorizar a las víctimas,
el resultado de un trabajo directo, metodológi-
ejercer una violencia mucho mayor y más abierta, ten-
diente a obtener de ellas una sumisión total, e incluir la camente diseñado, con víctimas de la delin-
muy real posibilidad de aniquilamiento. cuencia. Algunos proyectos de investigación

10 Violencia y sociedad
realizados por estudiantes, que tenemos la suer- pectiva de análisis. Curiosamente, podríamos
te de dirigir, están orientados en ese sentido. plantearnos que la víctima aquí es básicamen-
te un sujeto pasivo, o más bien, un objeto de la
En nuestra indagación sobre el panora- acción delincuencial. En tanto objeto, la vícti-
ma de conceptualización de las víctimas de la ma es fundamentalmente inocente y padece la
delincuencia, encontramos grandes claroscuros violencia ejercida por el delincuente. El resul-
respecto de la problemática. Por ejemplo, la tado de dicha violencia es un cuadro clínico,
cantidad de información dedicada al estudio de la neurosis traumática o el stress postraumático,
las mujeres violadas y maltratadas, a los niños que tiene una serie de características más o
golpeados, es grande y variada. Asimismo, no menos definidas. Más adelante, en este artícu-
son pocas las referencias a un tema vecino al lo, abundaremos sobre las cuestiones y profun-
nuestro, pero que ha iluminado enormemente das interrogantes que nos presenta el estudio
nuestra apreciación. Nos referimos a los efectos psicológico de las víctimas.
psicológicos de la tortura y el terrorismo de Es-
tado sobre las víctimas directas, los torturados, Una segunda perspectiva de análisis está
y sobre las víctimas indirectas, que es el resto representada por la Victimología. El objeto de
de la población (que es precisamente el efecto esta ciencia o disciplina propiamente crimino-
de las Pedagogías del Terror conceptualizado lógica,12 se sitúa más en el plano de las inte-
por uno de nosotros).11 Incluimos, evidentemen- racciones, tomando al victimario y a la víctima
te, los brillantes estudios dedicados al encierro como los polos de un sistema de interacción o,
y la vida en los campos de concentración. En en todo caso, como polos íntimamente ligados
todos ellos, las víctimas son el objeto de un de- en interdependencia. Aparece así la pareja
tallado estudio y caracterización, así como de penal13 como el eje de reflexión desde el cual
diferentes hipótesis en relación a la explicación se enfoca la víctima. El sentido de la víctima
de los comportamientos de supervivencia. siempre establece como referencia su relación
con el victimario. La posibilidad de este enfo-
Sin embargo, existe otro campo de expe- que supone necesariamente la ruptura de lo que
riencias de victimización que no ha sido abor- Neuman llama el preconcepto de la inocencia
dado con igual ímpetu. Los efectos sobre las de la víctima.14 El campo de lo observable se
víctimas directas e indirectas de los secuestros, ha ampliado y desplazado respecto de la pers-
de los secuestros express, de los asaltos (con y pectiva psicológica.
“sin violencia”), los homicidios, los robos, frau-
des, delitos de cuello blanco, etc., han sido Finalmente, desde la Sociología y la An-
poco tratados. De hecho, fue hasta hace poco tropología, el estudio de las víctimas nos remi-
que en México se instituyó un espacio para el te a un universo conceptual diferente al
tratamiento de las víctimas de la delincuencia. planteado por la Victimología. Los sistemas de
Fue también con el auge de la delincuencia que referencia no se encuentran tan definitivamen-
la sociedad civil empezó a preocuparse de las te encadenados al Derecho, sino más bien en
víctimas de la delincuencia. función de la dinámica social y cultural, al de-
venir histórico de las sociedades y sus creacio-
Desde el plano de su conceptualización, nes simbólicas e imaginarias. Así, figuras
podemos reconocer la existencia de estudios imaginarias como los mitos y los procesos de
que se refieren de maneras distintas a las vícti- ritualización cobran especial importancia en
mas del delito. En primer lugar, estarían aque- la elucidación de los procesos de victimización.
llos que se refieren de manera específica a los
12
efectos de la acción delincuencial sobre la víc- Y esto debe significarnos la presencia permanente
del Derecho como eje básico de discriminación e inter-
tima, de los que relevamos aquellos que se re-
pretación de las realidades estudiadas. Cuando los siste-
fieren a los efectos psicológicos. Neurosis mas de referencia cambian, la interpretación varía
traumáticas, posteriormente rebautizadas como significativamente. Pensemos, por ejemplo, una Victimo-
stress postraumático, son las formas que adquie- logía basada no en las Ciencias Jurídicas, sino en la So-
re predominantemente el estudio en esta pers- ciología o la Antropología...
13
Cfr. Neuman, E., Victimología. El rol de la víctima
en los delitos convencionales y no convencionales, 1ª
11
Villamil, R., El imperio de lo siniestro o la máquina reimpresión, Cárdenas, México, 1992.
14
social de la locura, UAM-X, México, 1999. Ibid, p.22.

El
Cotidiano 111 11
Es desde estas creaciones imaginarias que co- Esta sintomatología se explica en razón
bra sentido la perspectiva de Psicología Social de lo incontrolable que puede ser un estímulo
en torno a las víctimas, y se constituye como al psiquismo: estímulos demasiado grandes, ex-
nuestro interés fundamental.15 citaciones demasiado intensas para ser contro-
ladas por el yo.
En este artículo, intentaremos abordar
algunas cuestiones en torno a la primera pers- Una de las observaciones más interesan-
pectiva, la perspectiva psicológica, tratando de tes resulta la problemática del monto de exci-
elaborar una crítica sobre sus insuficiencias. El tación que puede ser controlado por el yo de
trabajo sobre los efectos de la violencia delin- la persona. Este aspecto resulta crucial, ya que la
cuencial sobre las víctimas nos llevará por un sintomatología que define a estas neurosis de-
camino del cual iremos decelando algunas riva, casi en su totalidad, de estos aspectos. Así,
contradicciones, pero sobre todo una serie de el insomnio y las perturbaciones en el dormir,
aperturas que señalan o anticipan elementos los sueños, ensoñaciones, estas repeticiones
que se desarrollan más en la perspectiva imaginarias de la escena traumática deben en-
interaccionista de la victimología o las pers- tenderse como intentos del yo de controlar la
pectivas sociológica y antropológica. excitación. Asimismo, el bloqueo de las fun-
ciones yoicas es el resultado de la utilización
de las energías del yo casi exclusivamente para
La neurosis traumática el control de la excitación invasora.

“Pero esta calificación de ‘demasiado


La idea de la neurosis traumática fue desarro- intensa’ es relativa. Significa ‘más allá de la
llada por Freud a partir de las denominadas capacidad de control’. Esta capacidad depen-
neurosis de guerra. La guerra ha funcionado de de factores constitucionales, así como de
como verdadero laboratorio social, en el cual todas las experiencias previas del individuo.
se evidencían de forma grotesca los efectos de Hay estímulos de intensidad tan abrumadora
la violencia sobre el psiquismo. Las víctimas que tienen un efecto traumático sobre cualquier
de delitos violentos, en general, presentan si- persona. Otros estímulos, inocuos para la ma-
tuaciones como las descritas por los psicoana- yoría de las personas, son traumáticos para cier-
listas respecto de las neurosis traumáticas. tas personas que tienen una propensión especial
a ser arrolladas traumáticamente”.17
Según Otto Fenichel, los síntomas de las
neurosis traumáticas son: Las neurosis traumáticas casi siempre se
acompañan de trastornos psiconeuróticos, es de-
a) bloqueo o disminución de diversas funcio- cir, que los “traumas graves que trastornan toda
nes del yo; b) accesos de emoción incontrola- la economía de la energía psíquica trastornan tam-
bles, especialmente de ansiedad y frecuente- bién, necesariamente, el equilibrio entre impul-
mente de rabia, e incluso, ocasionalmente, sos reprimidos y fuerzas represoras. El primer tipo
ataques convulsivos; c) insomnio o perturba- de perturbación de esta índole es de carácter ge-
ciones graves en el dormir, con sueños típicos neral e inespecífico”.18 El desarrollo de la neuro-
en los que el trauma es experimentado una y sis traumática en la víctima de la violencia, plantea
otra vez; también repeticiones, en horas del la posibilidad de desencadenamiento de otro tipo
día, de la situación traumática, ya sea en con- de neurosis, a las que el sujeto se encontraba pre-
junto o en parte, bajo la forma de fantasías, dispuesto. Existe también la posibilidad de remi-
pensamientos o sensaciones; d) complicacio- sión espontánea del cuadro neurótico.
nes psiconeuróticas secundarias.16
Hasta aquí, la descripción de la neurosis
15
En este campo no podemos dejar pasar el llamado traumática nos plantea una víctima que, como
Síndrome de Estocolmo como un fenómeno que no sólo resultado del suceso violento, de una “excita-
es característico de la relación secuestrador-víctima, ción incontrolable”, ha retirado buena parte de
sino además de la relación de violencia intrafamiliar
entre golpeador-mujer víctima.
16 17
Fenichel, Otto, Teoría psicoanalítica de las neuro- Ibid, p.141.
18
sis, Paidós, México, 1999. P.142. Idem, p.147.

12 Violencia y sociedad
su interés por el mundo; se encuentra ensimis-
mada, carente de atención, con ensoñaciones y
fantasías que repiten el suceso traumático, posi-
blemente imponiéndole a la realidad otros des-
enlaces. Es una víctima que se encuentra en un
estado de vulnerabilidad, con un equilibrio psí-
quico endeble, sujeta a desarrollar en cualquier
momento una psiconeurosis.

Neurosis traumática y complicaciones


psiconeuróticas

La capacidad de la excitación psíquica de tras-


tornar los equilibrios entre impulsos y fuerzas
represoras reactualiza conflictos, que se
reeditan en la nueva situación. Aparece así uno
de los elementos que se observan en diversas
formas de neurosis traumáticas: la víctima tie-
ne una sensación de culpabilidad. “Una terce-
ra forma de reactivación de conflictos latentes
por acción de un trauma consisten en provo-
car el despertar de viejos conflictos entre el yo
y el superyó... será facil comprender que en el FOTO: MARIO PALACIOS LUNA
momento de experimentar un trauma, lo que nido sentimientos especialmente ambivalentes
el yo siente puede ser no solamente esto: ‘el hacia el camarada perdido. Lo que motiva su
destino, sucesor de mis padres, me está aban- sentimiento de culpa es más bien la esperanza
donando y castrando’, sino también esto otro: que habían abrigado de que si ‘el número de
‘y me lo tengo merecido, porque soy culpa- alguien es dado de baja’, será del de algún com-
ble”.19 Hay un deslizamiento de la neurosis pañero y no el propio”.20
traumática a una aflicción narcisística.
Indudablemente este planteamiento tie-
La problemática de la culpabilidad de la ne resonancia respecto de la perspectiva sobre
víctima de la violencia delictiva será uno de los la masa descrita por Elías Canetti. Para Canetti,
temas privilegiados para la Victimología. Este las masas fundamentales son las masas de los
especie de consciencia previa de culpabilidad vivos y de los muertos. La muerte de alguien es
que se asoma en la reedición del conflicto neu- una traición, ya que se cambia de bando. Por
rótico de la víctima, nos remite en primer lugar ello también se siente rabia y culpa. La rabia
al plano en el cual esta sensación tiene su pro- es primero, por el abandono que se sufre. Des-
pia realidad. La culpabilidad no es sólo por ha- pués viene la culpa.21
ber causado daño (aunque sea sólo imaginaria-
mente) a alguien, sino también a sí mismo. Esta La temática de la culpa nos remite a las
cuestión ha sido muy trabajada en relación a las relaciones entre el yo y el superyó. Sin em-
víctimas de la violación. Sin embargo, el senti- bargo, aquí también la relación es de una com-
miento de culpabilidad puede ser una de las vías plejidad insospechada. La situación de violen-
para comprender la complejidad de la neurosis cia que sufre la víctima es equiparable a la
traumática: “Todos los psiquiatras militares co- excitación producida por una situación de gue-
nocen las características depresivas de las neu- rra. Freud había trabajado, en función de las
rosis traumáticas de aquellos soldados cuyo ca- neurosis de guerra, sobre identificaciones pos-
marada fue muerto mientras ellos se salvaron.
Esto no significa necesariamente que hayan te- 20
Idem.
21
Cfr. Canetti, E., Masa y poder, 4ª edición, Muchnik,
19
Idem, p.149. Barcelona, 1982.

El
Cotidiano 111 13
teriores y más superficiales que se superpo- compleja que el deseo de que el daño no me
nían a las identificaciones originales con el toque a mí, sino a otro o, en su caso, por el
padre, y que se constituían como formacio- daño que me hice al ponerme en peligro. Hay
nes que serían “dobles parasitarios del una culpa, también, por aquellos elementos que
superyó”.22 “En cuanto a la estructura especí- el suceso traumático me reveló de mí mismo.
fica de la personalidad en el momento del trau- El suceso traumático, en esta hipótesis, actua-
ma, Simmel y Rado señalaron que no es sólo ría como analizador de las estructuras neuróti-
un ‘superyó de guerra’ lo que en los soldados cas y perversas que subyacen a nuestra perso-
aumenta los peligros de un ‘colapso neuróti- nalidad. Estos elementos serían desarrollados
co’. Toda la situación de guerra se caracteriza por la Psicología y la Psiquiatría en relación al
psicológicamente por dos rasgos contradicto- replanteamiento de la neurosis traumática
rios: por un lado, exige actos que representan como stress postraumático.
desahogos instintivos prohibidos hasta ese
momento, pero por otro lado libera de res- Más arriba decíamos, con Fenichel, que
ponsabilidad a la personalidad y provoca una la excitación provocada por el trauma movili-
cierta restitución de las viejas formas de con- zaba los equilibrios estructurales de la confi-
trol receptivo-oral del mundo externo... “No guración psicológica de la persona. Así, en un
sólo son diferentes las órdenes y prohibicio- momento dado, se reactualizaba la conflictiva
nes del superyó en tiempos de guerra compa- relación entre el yo y el superyó, lo que en una
radas con las que rigen en tiempos de paz, cierta dimensión elucidaba la cuestión de los
sino que la ‘infantilización’ que se produce sentimientos de culpa de la víctima.
en la situación militar implica que muchas de
las funciones del superyó sean reproyectadas Sin embargo, este reacomodo del con-
sobre los superiores. Si los superiores dejan flicto psíquico pesa también sobre la significa-
de cumplir su función de protectores y dis- ción que el trauma puede tener para la persona.
pensadores de recompensas, ha ocurrido lo “En cuanto se refiere a la acentuación de los
peor, ya que el soldado ya no está habituado impulsos reprimidos, no parece probable que
a actuar como su propio superyó. El odio que un trauma grave sea sentido también como una
entonces es movilizado contra el sustituto pa- especie de tentación. Es cierto que, en gene-
terno ‘que no protege’ puede ser condenado ral, un trauma es atemorizante y no acarrea
por el superyó aún existente, y crear en esa ninguna satisfacción instintiva ni una tentación.
forma sentimientos de culpa y nuevos y gra- Pero hay, de hecho, personas cuyo instinto
ves conflictos”.23 sexual ha sufrido una deformación sado-
masoquística, y que tienen un enorme interés
En las víctimas de la violencia, la situa- (consciente e inconsciente) en toda clase de
ción traumática los ha obligado a actuar frente acontecimientos peligrosos, extraordinarios,
a una realidad extraña y sumamente agresiva. crueles y sensacionales. Cuanto más haya sido
Su vida, en ocasiones, está a merced del victi- reprimido un interés de esta índole, más pro-
mario, quien requiere de una sumisión com- bable será que el trauma produzca la sensa-
pleta de la víctima –tal como la del soldado ción de que ‘ahora mis fantasías sexuales,
frente a su superior–. Las posibilidades de su- finalmente, se convierten en realidad’. En este
pervivencia dependen de la capacidad de sa- sentido, el trauma puede ser percibido como
tisfacer al agresor. Evidentemente, muchas “fun- una tentación sado-masoquista. Lo más proba-
ciones del superyó”, en estas circunstancias, ble, sin embargo, es que se percibe como una
estarán reproyectadas en él. Esto podría orien- mezcla de tentación y castigo: ‘Lo que he de-
tar algunas hipótesis sobre el Síndrome de seado está sucediendo ahora, y está sucedien-
Estocolmo el que ya citamos anteriormente. La do en una forma terrible, de modo que voy a
víctima está orillada a tener una participación ser castigado por haberlo deseado’. ...”24
más activa en el suceso traumático de lo que
en un principio podría parecer. El sentimiento Es curiosa la postura de Fenichel, la in-
de culpabilidad nos remite a una situación más terpretación que da a la experiencia clínica
parece querer evacuar la cuestión de las per-
22
Cfr. Idem, p.150.
23 24
Idem, p.150. Idem, p.149.

14 Violencia y sociedad
versiones. En un primer momento la excluye: Más arriba habíamos planteado, reto-
“no parece probable que un trauma grave sea mando un artículo anterior, cómo, desde el lado
sentido como una especie de tentación.” Al fi- del victimario, no era necesario acudir a la idea
nal del mismo párrafo, la presencia de la per- de una patología especial, de alguna perver-
versión está reconocida, aunque matizada con sión sádica, para explicar la crueldad y la vio-
el mecanismo neurótico de la culpa: “Lo que lencia que caracterizan la delincuencia actual.
he deseado, está sucediendo ahora”... ¿No será Las formaciones colectivas, el tipo de mito
que el estudio de las víctimas nos confronta al movilizador que domina este tipo de grupos
reconocimiento de su participación activa –aun- delincuenciales daba cuenta de su virulencia
que sea por pura supervivencia– en el he cho y agresividad. Algo que no se desarrolla en ese
delincuencial? Las aportaciones de la Victimo- artículo es precisamente la capacidad psicoló-
logía y de la Psicología Forense parecerían gica para llegar a tales extremos. Esa especie de
contradecir las reservas de Fenichel.25 A pesar superyó paralelo o “dobles parasitarios del
de lo impactante que pudiera parecernos la idea superyó”27 que, en situaciones extraordinarias,
de una movilización instintiva por el trauma, permiten a la persona desahogos o acciones que
es decir, la presencia del trauma bajo la signifi- en otros momentos estarían prohibidas. Todos
cación de una tentación perversa, resultaría ló- tenemos la posibilidad de una doble moral.
gica desde la misma perspectiva de la neurosis
traumática planteada por Fenichel. Dicho de Estas posibilidades del sujeto resultan
otra manera, si el trauma ha sido lo suficiente- muy importantes para entender a la víctima.
mente poderoso para desarticular los equilibrios Todo parecería indicar que si el victimario es-
entre el impulso y la represión, ¿qué nos de- taría subtendido por formas perversas en su
tendría para pensar que la misma estructura- accionar, la víctima encontraría en el maso-
ción del impulso, su constitución integrada en quismo esa “tentación” impulsiva desde la cual
tanto adulto, debería mantenerse? ¿No podría se haría soportable el trauma. Sin embargo, es
pensarse que el mismo impulso pudiera ser dis- necesario profundizar en la complejidad de las
gregado en sus formas parciales, infantiles y perversiones para evitar caer en simplismos.
perversas?
En el Psicoanálisis, “las personas que
reaccionan a las frustraciones sexuales con una
Neurosis traumática y perversiones regresión a la sexualidad infantil, son perver-
sas, los que reaccionan con otras defensas o
emplean otras defensas después de la regre-
La idea de una estructura sexual perversa que sión, son neuróticas”.
subtiende el psiquismo de las personas no es
nueva. Fenichel plantea: “De hecho, las per- “En realidad las cosas no son tan entera-
versiones son algo universalmente humano. mente simples. Es cierto que hay estados pato-
Fueron practicadas en todos los tiempos y en- lógicos que representan nada más que
tre todas las razas, y algunas de ellas, en deter- ‘regresiones a la sexualidad infantil’, pero és-
minados períodos, fueron toleradas por la tas no constituyen las perversiones típicas. Los
generalidad de la gente, e incluso altamente actos perversos de estas personas son polimor-
estimadas. Freud agregó además la observación fos; el centro de gravedad de su vida sexual
de que se dan tendencias perversas y ocasio- está desplazado hacia el placer preliminar y
nalmente actos perversos, o por lo menos fan- no es fácil decir dónde termina la estimulación
tasías, en la vida de todo individuo, ya sea y dónde comienza la gratificación. Los pacien-
normal o neurótico, y que mediante el psicoa- tes de este tipo son también infantiles en otros
nálisis se revela que los síntomas del neurótico aspectos que no son los sexuales”.28 Y más ade-
son actos perversos disfrazados”.26
27
Nuevamente, resulta útil acudir a la noción del doble,
del fantasma o de la sombra que desde el punto de vista
25
Cfr. Neuman, E., Op.cit., Rodríguez Manzanera, L., antropológico resulta perturbador. Sobre todo si ese otro doble
Victimología. Estudio de la víctima, 6ª edición, Porrúa, parasitario del yo nos conduce a un abandono tan funda-
2000, y Urra Portillo, J. Y Vázquez Mezquita, B. (comps.), mental del sí mismo que se convierte en asesino, en una
Manual de psicología forense, S.XXI, Madrid, 1993. parábola que es esa parte íntima de nosotros mismos.
26 28
Fenichel, O., Op.cit. p.368. Ibid, p. 368-369.

El
Cotidiano 111 15
lante: “En las perversiones, la sexualidad adulta lla que no buscó ni satisface ningún impulso,
es suplantada por la infantil. Algo debe haber sujeto pasivo y objeto de la acción delincuen-
de repulsivo en la sexualidad adulta, y algo es- cial. ¿Engarzarían mecanismos tan diferentes una
pecialmente atrayente en la sexualidad infan- de otra? En relación a las perversiones, y espe-
til. Mientras este último factor es variable, el cíficamente el masoquismo, la pregunta es si-
primero es constante; siempre es el complejo métrica: ¿Es posible, en relación al principio del
de castración el que estorba a la capacidad de placer, que un dolor sea capaz de proporcio-
disfrutar de una completa sexualidad genital. nar placer? ¿Es posible que un dolor temido
De hecho, las diferencias entre el complejo de pueda ser evitado a través de un sufrimiento real?
castración masculino y el femenino correspon-
den directamente a las diferencias entre las per- Desde el Psicoanálisis aparecen al me-
versiones masculinas y las femeninas”.29 nos dos respuestas. Por un lado, es necesario
reconocer que el sufrimiento en el masoquismo
Así, la hipótesis de Fenichel sobre las tiene una serie de características que lo acercan
perversiones se adecuarían a los mecanismos a la ritualización y al sacrificio. Aquí, el sufri-
de supervivencia. Es decir, sabemos que estas miento se sitúa más como un preámbulo, como
agresiones graves, que ponen en riesgo la pro- una precondición que anuncia el placer posi-
pia integridad, son vividas y significadas por el ble. Fenichel, sin embargo, abre también la po-
psiquismo como amenaza de castración. Feni- sibilidad de un placer masoquista proveniente
chel, incluso, distingue con toda claridad los del dolor, un “masoquismo erógeno”.31
miedos prevalecientes en el conflicto neuróti-
co y en la perversión: “Sin embargo, entre las De cualquier manera, en la versión que
angustias de carácter neurótico que motivan la expresa Fenichel, el masoquismo participa,
defensa, la angustia de la pérdida de amor es como cualquier otra perversión, de esta caracte-
menos importante en las perversiones, a la vez rística de constituirse como defensa y respuesta
que la angustia por la propia excitación no frente a una angustia de castración insoporta-
puede resultar tampoco de mucha importan- ble. En otro lugar discutiremos las característi-
cia...”30 La situación de terror, el pánico que cas de esta perversión desde la perspectiva de
desencadena el trauma, puede desencadenar Deleuze. Por lo pronto, sería necesario expli-
la emergencia de estructuras perversas. citar también que desde el psicoanálisis, otras
corrientes dan una interpretación algo diferen-
¿Cómo entender formas perversas como te y complementaria al planteamiento expues-
reacción en las víctimas de la violencia? ¿No to por Fenichel. Según Masud R. Kahn, “el
estamos planteando un argumento insostenible, masoquismo es una variante especial de la de-
en el sentido de plantear el disfrute de la vícti- fensa maníaca, de la que se vale el yo para
ma de la agresión dirigida contra ella? combatir el dolor psíquico que amenaza al self,
y por ende al yo, con la desintegración y el
Se trata de preguntas paralelas en torno aniquilamiento”.32
a la neurosis traumática y el masoquismo. Re-
cordemos que Fenichel dudaba que el hecho La extrema violencia obliga la partici-
traumático pudiera constituirse como tentación pación de la víctima, y en un enorme número
sádica o masoquística, específicamente. En otro de casos esta participación es inútil: de cual-
lugar desarrollaremos los argumentos de la quier manera, se verifica un desenlace fatal.
Victimología y de la Psicología Forense, en re- La víctima puede resistirse –cosa que se puede
lación a la duda de Fenichel. Bástennos men- constituir como una forma de autodestrucción–,
cionar, por lo pronto, que esta posibilidad es
más frecuente de lo que se aparenta. Pero esta- 31
Idem, p. 406.Pero también entre el ritual y el sacri-
ríamos frente a dos figuras: una especie de víc- ficio un proceso de liminaridad, es decir un proceso en
tima patológica, persona que busca este estatuto donde las coordenadas de tiempo y espacio rozan con lo
para satisfacer de esa manera sus impulsos per- sagrado, en un ritual de paso de un ciudadano común
versos; por otro lado, la víctima genuina, aqué- que pasa a ser otro tocado por la violencia. Aquí lo sagra-
do debe entenderse como lo prohibido.
32
Kahn, M. Masud R., Alienación en las perversiones,
29
Idem, p. 370. Nueva Visión, Buenos Aires, 1987. P. 222. Itálicas en el
30
Idem, p. 369. original.

16 Violencia y sociedad
o tratar de satisfacer al victimario. De cualquier sión de los efectos desestructurantes de la vio-
manera, la violencia se vuelve contra ella. En lencia sobre el psiquismo. Pero, sobre todo, una
sus intentos por salvar la vida, la víctima inten- plena comprensión de los mecanismos
tará anticipar el daño que se le inflige, e inclu- masoquísticos, incluso aquellos que se ponen
so propiciar el sufrimiento que le espera, de tal en juego en la lógica del “sacrificio” de la víc-
manera que pueda recuperar aunque sea un tima y sus ritualizaciones, no es posible sin una
poco del control de la situación que le permita crítica a los fundamentos mismos de esta cate-
la supervivencia. La presencia de mecanismos goría en el psicoanálisis. Esta labor fue brillan-
del orden del masoquismo resultaría evidente. temente iniciada por Deleuze.
Aquí ya el tema se torna muy delicado para su
tratamiento y exposición. Mientras tanto, cabría preguntarse si es-
tos elementos observados en la dinámica de la
La reacción de la víctima, que participa violencia extrema son el modelo desde el cual
defensivamente frente a la violencia extrema se estructuran las formas actuales de la delin-
bajo formas prácticamente autodestructivas, cuencia. El polo de la víctima, entonces, nos
“puede tener el significado de ‘promover anti- permite asomarnos, aún tímidamente, al infier-
cipadamente, en forma activa, lo que, de otro no que depara la nueva barbarie.
modo, podría ocurrir en forma pasiva’. No se
halla, en realidad, ‘más allá del principio del
placer’, ya que representa una consecuencia Bibliografía
no deseada de algo deseado. Subjetivamente,
el designio de la autodestrucción pudo haber
sido la destrucción del objeto, el cual, una vez Canetti, E., Masa y poder, 4ª edición, Muchnik, Bar-
introyectado, está representado por el yo, y esta celona, 1982.
destrucción del objeto puede condensarse, in- Castoriadis, C., L’institution imaginaire de la société,
cluso, con una propiciación del objeto. Toda Seuil, Paris, 1975.
Deleuze, G., Presentación de Sacher-Masoch ,
forma de autodestrucción representa una ten-
Taurus, Madrid, 1973.
tativa de librarse de la presión del superyó. Esto
Fenichel, Otto, Teoría psicoanalítica de las neuro-
resulta especialmente claro en los casos en que sis, Paidós, México, 1999.
la autodestrucción se halla unida a una espe- Kahn, M. Masud R., Alienación en las perversiones,
cie de orgullo ascético. El análisis del orgullo Nueva Visión, Buenos Aires, 1987.
ascético pone de manifiesto, por lo regular, la Manero, R. Y Villamil, R., “Movimientos sociales y
idea de autosacrificio tendiente a recuperar una delincuencia. Grupos civiles y dinámica de la
participación en la omnipotencia, y el orgullo participación civil”, en Tramas. Subjetividad y
representa, en este caso, el triunfo de haber Procesos Sociales No. 13, Departamento de
logrado la participación”.33 Educación y Comunicación, UAMX, México, Di-
ciembre de 1998.
Mühlmann, W., Messianismes révolutionnaires du
La estructura del sobreviviente a la vio-
Tiers Monde, Gallimard, Paris, 1968.
lencia extrema queda maltrecha. La culpa del
Neuman, E., Victimología.El rol de la víctima en los
sobreviviente no es únicamente la culpa por delitos convencionales y no convencionales, 1ª
haberse arriesgado a la situación peligrosa, una reimpresión, Cárdenas, México, 1992.
culpa por una posible autodestrucción. Esta cul- Payá, V.A., Criminalización social e institución pe-
pa proviene también de haber quedado expues- nitenciaria. La experiencia del encierro y pro-
to, de aquello que tuvo que hacer para sobre- ducción simbólica, Tesis para optar por el grado
vivir, que expone el goce masoquístico que de Doctor en Ciencias Sociales, Especialidad en
permitió la estrategia de supervivencia. Psicología Social de Grupos e Instituciones,
Doctorado en Ciencias Sociales, División de
Estas cuestiones, sin embargo, no serían Ciencias Sociales, Universidad Autónoma Me-
tropolitana-Xochimilco, México, 2000.
desarrolladas sino hasta que el estudio psiquiá-
Rodríguez Manzanera, L., Victimología. Estudio de
trico de las víctimas de la guerra –en este caso
la víctima, 6ª edición, Porrúa, 2000.
Vietnam– generara una nueva categoría clíni- Urra Portillo, J. Y Vázquez Mezquita, B. (comps.),
ca, el stress postraumático, para la compren- Manual de psicología forense, S.XXI, Madrid, 1993.
Villamil, R., El imperio de lo siniestro o la máquina
33
Fenichel, O., Op.cit. p. 411. social de la locura, UAMX, México, 1999.

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