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PRUEBAS DE QUE JESUCRISTO VIVIÓ EN LA TIERRA

¿CREE usted que alguna vez existió el hombre llamado Albert Einstein?
Quizás responda enseguida que sí, pero ¿por qué lo cree? La mayoría de la
gente no lo conoció personalmente. Sin embargo, los datos confiables acerca
de sus logros demuestran que sí existió. Su influencia se ve en la aplicación
científica de sus descubrimientos. Tuvo muchos descubrimientos que hablan
de él mismo.
El mismo razonamiento es aplicable a Jesucristo, a quien se le conoce como
el hombre que mayor impacto ha tenido en la historia. Lo que se escribió de
él y la notoria influencia que ejerció demuestran su existencia más allá de
toda duda. La realidad es que hallamos pruebas de su existencia al examinar
lo que los historiadores escribieron acerca de él y sus seguidores.
El testimonio de los historiadores
Por ejemplo, el testimonio de Flavio Josefo, fariseo e historiador judío del
siglo primero, que se refirió a Jesucristo en su obra Antigüedades
Judías. Josefo dijo:
En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito
llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro
de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y
a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a
causa de una acusación hecha por los principales de entre noso tros
lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de
hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los
profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos
acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos,
llamados así a causa de él, no ha desaparecido.

Tácito, nacido hacia el 55 E.C. y considerado uno de los mejores


historiadores del mundo, mencionó a los cristianos en su obra Anales. En el
relato acerca de la ocasión en que Nerón acusó a los cristianos del gran
incendio de Roma del año 64 E.C., escribió: “Nerón presentó como culpables
y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba
cristianos, aborrecidos por sus ignomi[ni]as. Aquel de quien tomaban
nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el
procurador Poncio Pilato”. Los detalles de este relato corresponden a la
información acerca del Jesús de la Biblia.
Otro escritor que hizo comentarios respecto a los seguidores de Jesús fue
Plinio el Joven, el gobernador de Bitinia. Cerca del año 111 E.C., Plinio
escribió al emperador Trajano para preguntarle cómo tratar con los
cristianos, y le señaló que los acusados falsamente de ser cristianos
demostraban que no lo eran al repetir una invocación a los dioses y adorar la
estatua de Trajano, “cosas todas que”, según indicó Plinio, era “imposible
forzar a hacer a los que son de verdad cristianos”. Esto da testimonio de que
Cristo realmente existió y de que sus seguidores estaban dispuestos a
sacrificar su vida por creer en él.
El testimonio de los seguidores de Jesús
“El Nuevo Testamento suministra casi toda la prueba necesaria para hacer
una reconstrucción histórica de la vida y la muerte de Jesús y para entender
la importancia que le atribuían los primeros cristianos”, comenta The
Encyclopedia Americana. Puede que los escépticos no acepten la Biblia
como prueba de la existencia de Jesús; sin embargo, hay dos líneas
argumentales basadas en relatos bíblicos que ayudan a establecer el hecho de
que Jesús sí vivió en la Tierra.
Como ya se ha explicado, las grandes teorías de Einstein dan prueba de su
existencia. De igual manera, las enseñanzas de Jesús prueban que él
realmente existió. Tomemos como ejemplo el Sermón del Monte, un famoso
discurso que pronunció Jesús (Mateo, capítulos 5 a 7). El apóstol Mateo
escribió lo siguiente respecto a su impacto: “Las muchedumbres quedaron
atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba como persona que
tiene autoridad” (Mateo 7:28, 29). Tocante al efecto que dicho sermón ha
tenido en la gente a lo largo de los siglos, el profesor Hans Dieter Betz
observó: “La influencia del Sermón del Monte por lo general trasciende con
mucho los límites del judaísmo y del cristianismo, o hasta de la cultura
occidental”, y añadió que este sermón tiene “un atractivo excepcionalmente
universal”.
Fijémonos en los siguientes principios concisos, prácticos y llenos de
sabiduría que se hallan en el Sermón del Monte: “Al que te dé una bofetada
en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. “Cuídense mucho para que
no practiquen su justicia delante de los hombres.” “Nunca se inquieten
acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias
inquietudes.” “No [...] tiren sus perlas delante de los cerdos.” “Sigan
pidiendo, y se les dará.” “Todas las cosas que quieren que los hombres les
hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.”
“Entren por la puerta angosta.” “Por sus frutos los reconocerán.” “Todo árbol
bueno produce fruto excelente.” (Mateo 5:39; 6:1, 34; 7:6, 7, 12, 13, 16, 17.)
No cabe duda de que usted ha oído algunas de estas expresiones o, al menos,
su esencia. Tal vez hasta se han convertido en proverbios en su idioma.
Todas han sido tomadas del Sermón del Monte. La influencia que ejerce este
sermón en muchos pueblos y culturas da elocuente testimonio de la
existencia del Gran Maestro.
Imaginémonos que alguien hubiera inventado un personaje llamado
Jesucristo. Supongamos que fuese lo bastante inteligente como para idear las
enseñanzas que la Biblia atribuye a Jesús. ¿No se las ingeniaría para hacer
que Jesús y sus enseñanzas resultaran lo más agradables posible a la gente
en general? No obstante, el apóstol Pablo dijo: “Tanto los judíos piden
señales como los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a
Cristo fijado en el madero; para los judíos causa de tropiezo, pero para las
naciones necedad” (1 Corintios 1:22, 23). El mensaje acerca de Cristo fijado
en el madero no era agradable ni a los judíos ni a las naciones. Sin embargo,
ese era el Cristo que predicaban los cristianos del siglo primero. ¿Por qué
hacían referencia a Cristo fijado en el madero? La única respuesta
satisfactoria es que quienes redactaron las Escrituras Griegas Cristianas
narraron la verdad acerca de la vida y la muerte de Jesús.
Otra línea de razonamiento que apoya la historicidad de Jesús se halla en la
predicación incansable de sus enseñanzas que efectuaron sus seguidores. Tan
solo unos treinta años después de que Jesús empezara su ministerio, Pablo
pudo decir que las buenas nuevas “se ha[bían] predicado en toda la creación
que está bajo el cielo” (Colosenses 1:23). Así es, las enseñanzas de Jesús se
difundieron por todo el mundo antiguo a pesar de la oposición. Pablo, quien
fue perseguido por ser cristiano, escribió: “Si Cristo no ha sido levantado,
nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano”
(1 Corintios 15:12-17). Si predicar a un Cristo que no hubiera sido resucitado
sería en vano, más en vano sería predicar a un Cristo que nunca hubiera
existido. Como escribió Plinio el Joven, los cristianos del siglo primero
estaban dispuestos a morir por su creencia en Cristo Jesús. Arriesgaron la
vida por Cristo porque él era real; había vivido en la Tierra y había realizado
lo que relatan los Evangelios.
Usted ha visto la prueba
Era necesario que los cristianos tuvieran fe en la resurrección de Jesucristo
antes de predicar. Usted también puede visualizar al resucitado Jesús al
observar el impacto que él tiene en la actualidad.
Justo antes de que Jesús fuera fijado en el madero, pronunció una magnífica
profecía sobre su futura presencia. También indicó que sería resucitado y se
sentaría a la diestra de Dios en espera del tiempo en que se ocuparía de sus
enemigos (Salmo 110:1; Juan 6:62; Hechos 2:34, 35; Romanos 8:34). Luego
echaría a Satanás y sus demonios de los cielos (Revelación [Apocalipsis]
12:7-9).
¿Cuándo iba a suceder todo eso? Jesús dio a sus discípulos “la señal de [su]
presencia y de la conclusión del sistema de cosas”. La señal de su presencia
invisible incluyó grandes guerras, escasez de alimentos, terremotos, falsos
profetas, aumento del desafuero y pestes. Estos sucesos calamitosos eran de
esperarse, pues la expulsión de Satanás el Diablo del cielo significaría un
“ay” para la Tierra. El Diablo ha descendido a la vecindad de la Tierra
“teniendo gran cólera, sabiendo que tiene un corto espacio de tiempo”.
Además, la señal incluye la predicación de las buenas nuevas del Reino “en
toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones” (Mateo 24:3-
14; Revelación 12:12; Lucas 21:7-19).
Tal como las piezas de un rompecabezas encajan en su lugar, las cosas que
Jesús profetizó se han cumplido. Desde que estalló la I Guerra Mundial en
1914, hemos visto la señal compuesta de la presencia invisible de
Jesucristo. Él gobierna como el Rey del Reino de Dios y ejerce una enorme
influencia. El que usted tenga esta revista en las manos es prueba de que la
predicación del Reino se está llevando a cabo en la actualidad.
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