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Profesor
COLECCIÓN
GUÍAS DE CLASES
Nº 5
COLECCIÓN GUÍAS DE CLASES Nº 5
CURSO DE
profesor
SANTIAGO
UNIVERSIDAD CENTRAL DE CHILE
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
2007
Edita:
Universidad Central de Chile
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Comisión de Publicaciones:
Nelly Cornejo Meneses
Carlos López Díaz
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida,
almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico,
mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del autor.
Impresión:
Impreso en Grafica Kolbe, Mapocho 4338, Quinta Normal-Santiago
Fono-Fax 773 3158, Email: grafica_kolbe@yahoo.es
PRÓLOGO
Me permito citar las palabras de mi predecesor como decano de esta Facultad y amigo,
Víctor Sergio Mena Vergara, contenidas en los prólogos de las publicaciones de la “Colec-
ción de guías de clases”.
“Con la edición de publicaciones como la que usted tiene en sus manos la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Central de Chile pretende cumplir una de
sus funciones más importantes, cual es la de difundir y extender el trabajo docente de sus
académicos, al mismo tiempo que entregar a los alumnos la estructura básica de los conteni-
dos de las respectivas asignaturas.
En este sentido, fundamentalmente, tres clases de publicaciones permiten cubrir las ne-
cesidades de la labor que se espera desarrollar: una, la colección guías de clases, referida a
la edición de cuerpos de materias, correspondientes más o menos a la integridad del curso
que imparte un determinado catedrático; otra, la colección temas, relativa a publicaciones
de temas específicos o particulares de una asignatura o especialidad; y, finalmente una
última, que dice relación con materiales de estudio, apoyo o separatas, complementarios de
los respectivos estudios y recomendados por los señores profesores.
Esta iniciativa sin duda contará con la colaboración de los señores académicos y con su
expresa contribución, para hacer posible cada una de las ediciones que digan relación con
las materias de los cursos que impartan y los estudios jurídicos. Más aún si la idea que se
quiere materializar a futuro es la publicación de textos que, conteniendo los conceptos
fundamentales en torno a los cuales desarrollan sus cátedras, puedan ser sistematizados y
ordenados en manuales o en otras obras mayores.
Las publicaciones de la Facultad no tienen por finalidad la preparación superficial y el
aprendizaje de memoria de las materias. Tampoco podrán servir para suplir la docencia
directa y la participación activa de los alumnos; más bien debieran contribuir a incentivar
esto último.
Me permito también agregar que estas guías de clases además de constituir un apoyo
importante para el alumno, unidas al material bibliográfico que cada profesor debe indicar,
sirven para difundir la labor docente de nuestros profesores y su experiencia a los alumnos
de otras universidades del país y posiblemente, de otros países.
1.1.1 – Antecedentes 13
1.1.2 – Antecedentes Legales 18
1.1.3 – Ámbito de aplicación de las Leyes del Tránsito 20
1.1.3.a – Ámbito de aplicación de las Leyes del Tránsito con relación al territorio 20
1.1.3.b – Ámbito de aplicación con relación a las personas 21
1.1.3.c – Funcionarios de CEPAL, FAO y otros Organismos 21
1.1.3.d – Ámbito de aplicación con relación al tiempo 22
1.2.1 – Definiciones 22
1.3.1 – Objetivos principales de la legislación del tránsito 23
1.4.1 – La “Prevención” en los accidentes del tránsito. CONASET 26
2.1.1 – Planteamiento 37
2.1.2 – Accidentes con resultado de daños 37
2.1.2.a – Obligación de dar cuenta del accidente 37
2.1.2.b – “Dejar Constancia” o “Formular Denuncia” 38
2.1.2.c – Denuncia efectuada directamente al Tribunal 38
2.1.2.d – Sanción por incumplimiento. Fuga 38
2.1.2.e – Examen de alcoholemia no obligatorio. Conveniencia 39
2.1.2.f – Daños en bienes de propiedad fiscal 39
2.2.1 – Las lesiones. Su importancia en el procedimiento 39
2.2.2 – Primeras atenciones a los lesionados 39
2.2.3 – Accidentes con resultado de lesiones leves 40
2.2.3.a – Obligación de denunciar 40
2.2.3.b – Exámenes obligatorios 40
2.2.4 – Accidentes con resultado de lesiones menos graves y graves 41
2.2.4.a – Obligación del conductor 41
2.2.4.b – Naturaleza de las lesiones 41
2.2.4.c – Sanción en caso de fuga 41
2.2.4.d – Retiro del vehículo de la circulación 42
2.2.4.e – Exámenes obligatorios 42
2.2.5 – Informe Médico Legal 42
2.2.6 – Gravedad de las lesiones 43
2.2.6.a – Mutilaciones 43
2.2.6.b – Lesiones graves 43
2.2.6.c – Lesiones menos graves y leves 44
2.2.6.d – Caso especial: “lesiones propias” 45
2.2.7 – Restricción a la libertad personal del conductor 46
2.3.1 – Accidentes con resultado de muerte 46
2.4.1 – Alcohol, estupefacientes o sustancias sicotrópicas en los accidentes. La ebriedad.
Legislación aplicable 47
2.4.1.a – Examen de alcoholemia y pruebas respiratorias 50
2.4.1.b – Pruebas respiratorias para detectar alcohol. Prohibición temporal de conducir. Alcotest 51
2.4.1.c – Conducción bajo la influencia del alcohol 52
2.4.1.d – Juzgado competente en casos de alcohol 53
2.4.1.e – Delito de conducir en estado de ebriedad 53
2.4.1.f – Lesiones leves. Cuando se entiende que lo son para efectos de la Ley de Alcoholes 54
2.4.1.g – Delito de conducir en estado de ebriedad causando lesiones menos graves o graves 54
2.4.1.h – Delito de conducir en estado de ebriedad causando muerte 54
2.4.1.i – Penas accesorias 54
2.4.1.j – Retiro definitivo de la licencia de conductor 55
2.4.1.k – Fuga del conductor 55
2.4.1.l – Examen de alcoholemia a quien lo solicite 56
2.4.1.m – Detención y excarcelación en caso de desempeño en estado bebido 56
2.5.1 – Conductor que presta auxilio en un accidente. 56
2.6.1 – La C.I.A.T. de Carabineros. Valor probatorio del informe 56
2.6.1.a – Naturaleza y oportunidad de la actuación de la CIAT 57
2.7.1 – Obligación de los encargados de talleres de reparaciones de vehículos, con relación a
los accidentes 59
5.1.1 – Juzgados competentes para conocer en caso de infracciones y de accidentes del tránsito
5.1.1.a – Caso del Fisco 146
5.1.1.b – Reconvención en contra del Fisco 147
5.1.1.c – Las Municipalidades y el procedimiento de Policía Local 148
5.1.1.d – Efectos de la sentencia condenatoria respecto del tercero civilmente responsable 149
5.1.1.e – Caso del inciso cuarto del artículo 9º, Ley 18.287. Elección de sede, caducidad y
preclusión 151
5.1.1.f – Prórroga de la competencia y acción reconvencional 155
5.1.1.g – Competencia de segunda instancia y casación 156
5.2.1 – Los Juzgados de Policía Local. Jueces y Secretarios 156
5.2.1.a – Naturaleza jurídica de los Juzgados de Policía Local 157
5.2.2 – Competencia de los Juzgados de Policía Local en materias de tránsito 157
5.2.2.a – Arbitraje prohibido 158
5.3.1 – Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local. Aplicación del Código de Procedi-
miento Civil 158
5.3.1.a – Discernimiento de los menores 165
5.3.1.b – Los plazos en el procedimiento de Policía Local 166
5.3.1.c – Las Medidas Precautorias y las Prejudiciales 167
5.3.1.d – Penas al que burle los derechos del acreedor 168
5.3.1.e – Facultad del Juez de Policía Local para ordenar arrestos. Otros casosVías de sustitución
y apremio para asegurar el pago de las multas 168
5.3.2 – Nuevos sistemas para asegurar el cumplimiento del pago de multas 171
5.3.2.a – El “Registro de Multas del Tránsito No Pagadas” 171
5.3.2.b – Aceptación de la denuncia y pago administrativo de la multa 172
5.3.2.c – Impunidad en las sanciones aplicadas con ocasión de procesos de Tránsito 172
5.3.3 – Exigencias formales de comparecencia en la denuncia y en la demanda civil 174
5.3.4 – Procedimiento en caso de simples infracciones a las normas del tránsito denunciadas
por la autoridad 175
5.3.4.a – Citación del denunciado 175
5.3.4.b – Comparecencia personal del denunciado 177
5.3.4.c – Denunciado que no comparece. Apercibimientos. Retiro de vehículo en caso de
domicilio falso 177
5.3.4.d – Comparecencia del denunciado, por medio de exhorto en el Juzgado de su residencia 177
5.3.4.e – Defensa del denunciado. Testigos 178
5.3.4.f – Fallo del denuncio y forma de la sentencia 178
5.3.4.g – Referencia a procedimiento en caso de accidentes 179
5.3.5 – Procedimiento en caso de accidentes del tránsito y de denuncias de particulares, hasta la
prueba 179
5.3.5.a – Objetivo básico del procedimiento 179
5.3.5.b – Requisitos de la citación y de la denuncia 180
5.3.5.c – Iniciación del procedimiento infraccional. El “parte” de Carabineros. Valor probatorio 180
5.3.5.d – La Acción Civil. Oportunidad 182
5.3.5.e – La Acción Civil. Prescripción. Abandono del procedimiento 182
5.3.5.f – La Acción Civil. Patrocinio de abogado y requisitos 184
5.3.5.g – Notificación de las resoluciones. Norma general. Excepciones 184
5.3.5.h – Notificación de la demanda, querella o denuncia. “Cedulón”. 185
5.3.5.i – Plazo para notificar las acciones. Sanción 186
5.3.5.j – Notificaciones por cédula 187
5.3.5.k – La notificación personal como única forma de notificar 187
5.3.5.l – Facultad de retirar el vehículo para asegurar la notificación de las acciones 187
5.3.5.m – Derecho a solicitar que se fije nuevo día y hora para celebrar el comparendo. 188
5.3.5.n – La “Ratificación”. Defensa del demandado, observaciones y reconvención 189
5.3.5.o – La suspensión del comparendo 189
5.3.5.p – Llamado a conciliación 190
5.3.5.q – Prueba de testigos. Concepto de “parte”. Lista. “Domicilio” y “Residencia” 190
5.3.5.r – Otros medios probatorios 193
5.3.6 – La prueba. Principios que la informan en el Proceso de Policía Local 193
5.3.6.a – La Prueba. Oportunidad para rendirla. Prueba documental. Fotocopias de documentos.
Fotografías 194
5.3.6.b – La Prueba. Normas de la sana crítica 196
5.3.6.c – La absolución de posiciones 198
5.3.7 – Procedimiento. Continuación 198
5.3.7.a – La Sentencia. Plazo, Forma, Notificación y Comunicación 199
5.3.7.b – Ejecutoria y Cumplimiento de la Sentencia 200
5.3.7.c – Amonestación y absolución del infractor 201
5.3.7.d – La suspensión de la pena impuesta 201
5.3.7.e – Plazo para el pago y sanción por no pago 202
5.3.7.f – Aceptación de la sanción y pago de la multa con rebaja y sin proceso 203
5.3.7.g – Registro de multas no pagadas 204
5.3.8 – Recursos 205
5.3.8.a – Recursos del Código de Procedimiento Civil 205
5.3.8.b – Recursos: El Recurso de Reposición o Reconsideración 206
5.3.8.c – Recursos: La Apelación 207
5.3.8.d – Apelación: Características y plazo para interponerla. Improcedencia de la adhesión 207
5.3.8.e – Apelación: Tribunal Ad-quem. Comparecencia, deserción, procedimiento y competen-
cia 208
5.3.8.f – Apelación: La prueba y el fallo del recurso. Notificaciones. Partes en segunda instancia 209
5.3.8.g – El Recurso de Queja 210
5.3.8.h – Recurso de Casación 212
5.4.1 – La cancelación y la suspensión de la licencia de conductor. Pena accesoria en el Código
Penal 212
5.4.1.a – Cancelación y suspensión de la licencia de conductor por incapacidad sobreviniente 213
5.4.1.b – Suspensión de licencia por conducir bajo influencia del alcohol, drogas o estupefacien-
tes, causando lesiones leves 213
5.4.1.c – Suspensión de la licencia de conductor como sanción accesoria en la Ley sobre Drogas
y Estupefacientes 214
5.4.1.d – Cancelación y suspensión de la licencia de conductor por acumulación de infracciones 214
5.4.1.e – Suspensión y cancelación de la licencia de conductor. Pena accesoria por infracción a la
Ley de Alcoholes 216
5.4.1.f – Naturaleza jurídica de la acumulación de infracciones 216
5.4.1.g – Anotaciones de infracciones en el Registro Nacional de Conductores de Vehículos
Motorizados 220
5.4.2 – Procedimiento de cancelación y suspensión de la licencia por acumulación de anotacio-
nes de infracciones. 220
5.4.2.a – Rehabilitación del conductor. 221
5.5.1 – Quebrantamiento de Condena. Competencia 221
5.5.1.a – Otros delitos relacionados con el Tránsito. Placas y documentos falsos. 222
5.5.1.b – Caso del que conduce sin licencia o haga u so de una diferente de la requerida. 222
5.6.1 – Competencia del Juzgado Civil Ordinario 223
5.6.1.a – Procedimiento ante el Juzgado Civil Ordinario 224
5.7.1 – Juzgados del Crimen. Competencia 224
5.7.2 – Caso de Cuasidelito. Procedimiento 224
5.7.2.a – La Acción Civil. Reconvención. Prescripción 225
5.7.3 – El delito de Manejo en Estado de Ebriedad. Tipos legales. Delito e infracciones concurrentes 226
5.7.4 – Procedimiento en caso de simple delito de Manejo en Estado de Ebriedad. 226
5.7.4.a – Recursos procesales 227
5.7.5 – Procedimiento en caso de delito de Manejo en Estado de Ebriedad causando daños,
lesiones o muerte. 228
5.7.5.a – Modificaciones al procedimiento ordinario por crimen o simple delito 228
5.7.6 – Examen de alcoholemia y presunciones 228
5.7.6.a – Mérito probatorio y forma de los exámenes para detectar alcohol 229
5.7.6.b – Estimación generalizada del “estado de ebriedad” 231
5.7.6.c –Concordancia entre alcoholemia y otros antecedentes para estimar conducción en estado
de ebriedad 233
5.7.6.d – Mayor importancia del resultado del examen de alcoholemia, frente a otros antecedentes
del proceso 235
5.8.1 – El sobreseimiento y sus efectos 236
VI. SEGURO OBLIGATORIO DE ACCIDENTES PERSONALES
BIBLIOGRAFÍA 252
I. ANTECEDENTES Y DEFINICIONES
1.1.1 – Antecedentes
La aparición del automóvil, con gran fuerza en la segunda mitad de este siglo, ha
determinado un cambio fundamental en la estructura de las ciudades y en el juego de
las relaciones funcionales de la vida del hombre en comunidad. Las ciudades se han
expandido precisamente por la existencia de este medio de movilización; las autopistas
son verdaderos ríos que no pueden ser cruzados, sino por los puentes o pasos espe-
ciales destinados al efecto, no tienen veredas y las personas no caminan, se transportan
en sus vehículos.
13
Nuevas máquinas se desarrollan, principalmente, en Francia e Inglaterra, donde a
partir de 1822, empezaron a funcionar diferentes servicios públicos, con trayectos
preestablecidos y, en 1865, a raíz de un accidente que dio como resultado varias
víctimas, se legisló poniendo término al desarrollo del progreso del automóvil de
vapor, prohibiéndoles llevar una velocidad superior a seis y medio kilómetros por hora
y obligándolos a ir precedidos de un guía a pie, con una bandera, para advertir a la
gente que se encontraba en el trayecto. A partir del auto fabricado artesanalmente y de
uno en uno, se masificó la construcción, hasta que en 1903 Henry Ford crea la “Ford
Motor Co.”, que en 1913 planeó la construcción del famoso modelo “Ford T”, del
que se realizaron 15 millones de unidades en 17 años1.
Cuesta creer que en 1900 se registraron 3 automóviles en toda España, país que en
1994 contaba con 18.000.000 de vehículos, ubicándose como el sexto país del mundo
en índice de motorización. Resulta difícil aceptar que las preocupaciones en relación a
la movilización de vehículos en la ciudad de Santiago de Chile en 1920, hace setenta y
tantos años, eran las que se contienen en el Reglamento del Tránsito dictado por la
Municipalidad el 20 de noviembre de ese año, el que en su artículo 50, prohibía “en
las calles, avenidas, plazas y paseos públicos de la ciudad” –entre otras curiosas
disposiciones– “conducir vehículos de tracción animal a una velocidad superior al
trote” y “la marcha al galope y al trote, a las caballerías, dentro del radio compren-
dido entre Alameda, Rosas, San Antonio y Morandé, inclusives; y, al galope, en toda
la ciudad”.
En los Estados Unidos de Norte América solamente, más de 200.000 personas lan-
zadas sobre los cristales de sus automóviles, quedan cada año incapacitadas o desfigu-
radas permanentemente y, a mediados de 1997, se estimaba que fallecía en ese país
una persona cada diez minutos en un accidente de tránsito. Entre nosotros, en 1985
fallecieron 1.891 personas y más de 40.000 sufrieron consecuencias de lesiones. En los
últimos 10 años, la cantidad de muertes ha aumentado en un 80% y los lesionados se
han duplicado. La tasa de muertos en Chile por esta causa, supera en promedio, más
1
Ghersi, Carlos A., Accidentes de Tránsito, Buenos Aires : Editorial Universidad, Buenos Aires, 1995,
Párrafo 2.2, p p. 24 y 25.
2
Iribarren, Oscar, Tránsito Público, Santiago Talleres “El Diario Ilustrado”, Santiago, 1929, p. 115.
14
de cinco veces la de los países desarrollados. En 1995, 37.334 conductores varones,
entre los 21 y los 40 años de edad tuvieron accidentes, doce veces más que las damas,
que sólo participaron en 3.0463. Cada 20 minutos hay un accidente de tránsito en las
carreteras y calles del país; muere una persona cada 5 horas y otra se lesiona de dife-
rente gravedad cada 22 minutos, casi tres en una hora y se calcula que Chile pierde en
razón de tales accidentes, más de 350 millones de dólares anualmente. De acuerdo a
cifras que maneja el Instituto Médico Legal, ascienden a 55.000 los heridos y el 41%
de los fallecidos cada año, son víctimas de accidentes del tránsito que presentan
alcoholemia positiva.
3
Diario El Mercurio, 13 de enero de 1996, p. C-12.
4
CITRA, Consultores en Ingeniería de Transportes Ltda., Investigación Diseño de Programa de Seguri-
dad Vial, Informe Final, MINTRATEL, abril de 1996, p. 2-38.
15
venido implementando en el último tiempo, ya que resulta evidente que proporcional-
mente, los casos con víctimas fatales han disminuido.
5
Diario La Nación, Buenos Aires, 9 de noviembre de 1996, p p. 1 y 22
16
AÑO 1990 AÑO 1999
Particulares y otros
Automóvil y Station Wagon .632.434 1.139.433
Motocicletas y similares . 21.738 31.419
Transporte colectivo
Taxi 55.909 116.822
Taxibús 9.429 4.462
Bus 18.301 30.975
Otros (1 .. 3.349 20.969
Transporte de carga
Camión simple . 74.400 103.427
Tracto camión .. 6.062 17.412
Tractor agrícola . 9.242 7.659
Otros con motor (2) 2.836 6.055
Remolque y semiremolque 19.486 36.998
(1) Minibús para transporte colectivo escolar o trabajadores; otros.
(2) Maquinaria automotriz especializada; otros.
El Derecho del Tránsito debe centrarse en la idea fundamental de que circular, cami-
nar, movilizarse, trasladarse de un punto a otro con márgenes de seguridad, son derechos
del hombre, de rango tan importante como cualquiera otro de los derechos humanos y de
17
una incidencia inmediata y cotidiana para toda persona, mayor que cualquiera otra, al
relacionarse íntimamente con la libertad de movimiento personal. El tema apasiona y su
planteamiento ha llevado a que un autor se pregunte si vivimos en “una sociedad de
automotores o de seres humanos”6. Las normas del tránsito deben construirse en beneficio
del hombre y no a pesar del hombre, respetando sus espacios, su desarrollo y su seguridad,
sin permitir que la minoría poseedora de un vehículo imponga sus intereses sobre la mayo-
ría.
Diversas normas han regulado y regulan la actividad del tránsito en Chile. El auge del uso de
los vehículos y las consecuencias de tal uso, determinaron que a partir de la Ley Nº 15.123 del
17 de febrero de 1963, cuyo texto definitivo fijó la Ley Nº 15.231 de 8 de agosto de 1963,
prácticamente no haya cesado la labor legislativa encaminada a dar solución a los problemas que
el tránsito de vehículos empezó a producir y sigue produciendo. Esta “Ley Orgánica de los
Juzgados de Policía Local” ordenó en su artículo 17, la creación en Carabineros de una
sección técnica de accidentes del tránsito (SIAT) y modificó a la Ley Nº 6.827, dando a tales
tribunales la estructura que persiste, en términos generales, hasta la fecha8. Entre otras disposi-
ciones trascendentes, facultó en su artículo 6° al Presidente de la República para dictar la “Or-
denanza General del Tránsito”, Decreto con Fuerza de Ley Nº 3.068 de 1964, de aplicación
nacional, que entró en vigencia el 1° de febrero de 1965 y a la que quedaron sujetas “todas las
personas que como peatones o conductores de cualesquiera clase de vehículos, ya sean
motorizados, a propulsión humana o a tracción animal y las que cabalguen animales, lleven
éstos de tiro o en arreo, usen o transiten por los caminos, calles y demás vías públicas, rurales
o urbanas, caminos vecinales o particulares destinados al uso público de todo el territorio de
la República”, como dispuso su artículo 1°. Esta “Ordenanza” trató de los conductores y de
las licencias, creó el Registro de Conductores, las Escuelas de Conductores, reguló los vehículos
y sus características, su inscripción, patentes y revisiones, el tránsito, la señalización, los virajes,
6
Ghersi, Carlos A., Op. Cit., pp. 15 y ss.
7
C. de Santiago, 28 de agosto de 1992, Revista, Tomo LXXXIX, Sección Cuarta, pp. 135 y ss.
8
Sobre los antecedentes históricos de los Juzgados de Policía Local, véase Leonardo Aravena A., Derecho
del Tránsito, Santiago : Ediciones Jurídicas La Ley, 1998, pp. 385 y ss.
18
el derecho a vía, la velocidad, la detención y el estacionamiento. Definió el concepto de conduc-
ción culpable o descuidada, regló el desplazamiento de los peatones, estableció el procedimiento
ante los Juzgados de Policía Local y clasificó las infracciones y su penalidad, estableciendo una
escala de multas en relación con su naturaleza y gravedad. Una característica importante de las
disposiciones de la Ordenanza, fue que unificó los criterios existentes en materia de tránsito para
todo el país, adecuándolos a las normas de la “Convención de Ginebra” de 1949, salvo
algunas excepciones.
Se completa el cuadro del régimen legal del tránsito en Chile, con variadas Conven-
ciones, Leyes y Decretos, entre los que destacan:
19
- Código Orgánico de Tribunales, en cuanto regula la competencia y organiza-
ción de los Juzgados del Crimen para conocer de los delitos y cuasidelitos que
se cometan con ocasión del tránsito;
- Código de Procedimiento Civil, cuyas normas relativas al juicio ordinario tie-
nen aplicación por analogía en el procedimiento ante los Juzgados de Policía
Local y, en materia penal, de acuerdo a lo que dispone el artículo 43 del Código
de Procedimiento Penal;
- Código de Procedimiento Penal, en cuanto regula el procedimiento en los
asuntos sometidos al conocimiento de los Juzgados del Crimen;
- Código Penal, en materias de delitos y cuasidelitos que puedan ser cometidos
por conductores de vehículos o con ocasión del tránsito y de los vehículos;
- Decreto Nº 121-82 de la Subsecretaría de Transportes del Ministerio de Trans-
portes y Telecomunicaciones, documento oficial sobre señalización, llamado
“Manual de Señalización de Tránsito”;
- Decreto Nº 294-84 del Ministerio de Obras Públicas, publicado en el Diario
Oficial de 20 de mayo de 1985 que fijó el texto refundido, coordinado y siste-
matizado del D.F.L. 206, de 1960, llamado “Ley de Caminos”; y
- Decretos y Reglamentos que específica y detalladamente tratan de distintas
materias relacionadas con el tránsito público de vehículos, pasajeros y cargas,
relacionados con las materias normadas por las leyes vigentes.
Nos interesará a continuación, conocer el ámbito de aplicación de las leyes del trán-
sito, en cuanto al territorio, a las personas y al tiempo.
1.1.3.a – Ámbito de aplicación de las Leyes del Tránsito con relación al territorio
Las disposiciones que regulan el tránsito en Chile son de aplicación nacional, las
mismas en todo el territorio de la República, con excepción de los límites de velocidad
establecidos en la Ley de Tránsito, los que en casos excepcionales, por razones funda-
das y previo informe de Carabineros, podrán ser aumentados o disminuidos en las
zonas urbanas por las Municipalidades y por la Dirección de Vialidad en las zonas
rurales.
20
El inciso segundo del artículo 1°, agrega que “asimismo, se aplicarán estas nor-
mas, en lo que fueren compatibles, en aparcamientos y edificios de estacionamientos
y demás lugares de acceso público”.
Hacen excepción casos muy restringidos en su aplicación, entre ellos, los miembros
del Cuerpo Diplomático o de Misiones acreditadas en Chile, que gocen del Fuero
establecido en la “Convención sobre Funcionarios Diplomáticos” y los comprendi-
dos en el articulado del “Código de Bustamante” o de “Derecho Internacional
Privado”.
Los Cónsules sólo tienen inmunidad de jurisdicción respecto de los actos oficiales
ejecutados en el ejercicio de sus funciones, quedando sometidos a la jurisdicción local
por los actos no oficiales, conforme a lo dispuesto en la “Convención de La Habana”,
de 1928; “Convención de Viena”, de 1963 y el “Reglamento Consular” chileno 9.
9
Paillás P., Enrique, Derecho Procesal Penal, Santiago : Ed. Jurídica de Chile, 1984, Vol. I, Cap. II, Nºs
104 – 106, pp. 141 y ss.
10
Paillás, Op. Cit., Vol. I, Cap. II, Nºs 104 – 106, pp. 141 y ss.
21
En el caso específico de la CEPAL, existe un convenio entre dicha Comisión y el
Gobierno de Chile, que no contempla inmunidad alguna para sus funcionarios en casos
de infracciones o accidentes de tránsito.
Las leyes 18.287 y 18.290 no tienen efectos retroactivos y, como sus propios tex-
tos lo señalan, entraron en vigencia el 1° de enero de 1985, salvo los incisos cuarto y
quinto del artículo 21 de la Ley de Tránsito y el Título IV de la Ley de Procedimiento,
que empezaron a regir a contar del 1° de enero de 1986.
1.2.1 – Definiciones
Las leyes que regulan el tránsito en Chile no precisan qué debe entenderse por “ac-
cidente de tránsito”, por lo que, recurriendo a la doctrina y al derecho comparado, lo
definimos como todo hecho que se produzca con motivo del desplazamiento de un
lugar a otro de personas o cosas, por la acción de un vehículo usado al efecto. Se
trata de una definición amplia, asimilando la idea de “accidente” a la de “ocurrencia
de un hecho”, sin distinguir la naturaleza de éste ni sus consecuencias materiales ni
jurídicas.
22
se comprenden los remolques, acoplados, casas rodantes u otros similares que carez-
can de propulsión, pero que circulen por las vías públicas.
“Vía” es, de acuerdo a la Ley de Tránsito, “camino u otro lugar destinado al trán-
sito”.
“Conductor”, es en la ley, “toda persona que conduce, maneja o tiene control fí-
sico de un vehículo motorizado en la vía pública; que controla o maneja un vehículo
remolcado por otro; o que dirige, maniobra o está a cargo del manejo directo de
cualquier otro vehículo, de un animal de silla, de tiro o de arreo de animales”. A su
vez, para la “Convención sobre la Circulación por Carretera” de Ginebra de 1949,
“conductor” “significa toda persona que conduzca un vehículo (inclusive bicicletas)
o guíe animales de tiro, carga o silla, o rebaños por una carretera, o que tenga a su
cargo el control efectivo de los mismos”.
23
interrumpido su viaje. No hay terceros comprometidos y no se han cometido infrac-
ciones, ni se han causado lesiones o daños. No reviste el hecho consecuencias jurídicas
que sea necesario analizar, al no existir compromiso de terceros. Por el contrario, si el
caballo del que cae el jinete sigue su carrera desbocado y atropella a un peatón al que
lesiona o la rueda que se desprende sigue girando y termina sobre otro vehículo al que
causa daño, estaremos en presencia de un accidente con compromiso de otros intere-
ses, diferentes a los del propio agente, con consecuencias jurídicas comprendidas en la
normativa general de lo que entendemos en sentido amplio, como accidente de tránsi-
to.
La normativa propende a la búsqueda del más justo equilibrio entre individuo y so-
ciedad, sancionando los extremos que causan daño al invadir o atentar contra la esfera
propia de otro.
24
Determinar quién debe soportar en definitiva el daño, establecer los límites de la
responsabilidad, extender ésta a otros que no han participado en la producción del
hecho dañoso, son problemas que debe solucionar el legislador y que aparecen estre-
chamente relacionados.
Pero no sólo el infractor de la norma, el autor del hecho culposo que deriva en la pro-
ducción del daño, queda obligado al resarcimiento. Dispone el inciso segundo del artículo
174 de la Ley de Tránsito que “sin perjuicio de la responsabilidad de otras personas en
conformidad al derecho común, estarán obligadas solidariamente al pago de los daños y
perjuicios causados, el conductor y el propietario del vehículo, a menos que este último
pruebe que el vehículo le ha sido tomado sin su conocimiento o autorización expresa o
tácita”. Otros responsables “en conformidad al derecho común”, podrán ser, por ejemplo,
el empleador respecto del hecho de su dependiente o el padre respecto de su hijo menor.
La disposición transcrita debe relacionarse con el artículo 171 de la misma ley, que
señala que “el mero hecho de la infracción no determina necesariamente la respon-
sabilidad civil del infractor, si no existe relación de causa a efecto entre la infracción
y el daño producido por el accidente. En consecuencia, si una persona infringe
alguna disposición y tal contravención no ha sido causa determinante de los daños
producidos, no estará obligado a la indemnización”. Ambas disposiciones implican
una sensible alteración a las normas generales sobre daños y su resarcimiento, ya que
por lo normal, el que ha sufrido el daño no sólo debe probarlo, sino que además debe
probar la culpa del que lo ha causado, situación que no se produce en materia de
tránsito en términos tan estrictos, ya que establecida la infracción, el nexo causal se
regula con base a una serie de presunciones y calificación de la gravedad de las infrac-
ciones, invirtiéndose el peso de la prueba, correspondiendo al infractor probar que no
ha incurrido en culpa.
Por su parte, la responsabilidad del propietario es objetiva y opera por el sólo hecho
de acreditarse su calidad de tal, siendo muy difícil hacer prosperar las excepciones
establecidas en su favor, las que han quedado reservadas a casos extremos, de escasa
ocurrencia, generalmente de muy difícil prueba.
25
Tampoco se ha aceptado la procedencia de la excepción por caso fortuito, alegada
ante supuestos defectos mecánicos, estableciéndose también en forma unánime la
aceptación de la sanción derivada de la creación del riesgo que implica circular en un
vehículo, frente al daño que se pueda causar. Si el agente pretende eliminar su respon-
sabilidad alegando desperfectos u otro caso fortuito, real o aparente, su interés se ha
pospuesto ante el de la víctima, que pasivamente y sin crear riesgo alguno, ve lesiona-
do su patrimonio u ofendida su persona.
Aparece como inherente al hecho de disfrutar del uso de un vehículo, el tener que
afrontar el riesgo que ese beneficio trae aparejado y el uso de la vía en beneficio
propio crea un peligro, que es indispensable afrontar con una mínima ventaja para el
que lo sufre. Es justo, por tanto, que se deba responder no sólo en caso de culpa, sino
que también independientemente de ella, cuando corresponde.
Debe llamarse la atención desde ya, del hecho que los vehículos motorizados, au-
tomotores, carecen en sí mismos de la aptitud o facultad de provocar consecuencias
dañosas y, que para que tal efecto suceda, es necesario que sean manipulados o pues-
tos en movimiento por el hombre. Dará lugar esta característica a la comprobación de
lo fundamental en materia de daños causados con vehículos, esto es, que en definitiva
los daños que se causen serán hechos del hombre con el uso de una cosa, con respon-
sabilidad final de éste.
26
cuota de sufrimiento y dolor. La realidad llevó al establecimiento de un “Sistema
Nacional de Seguridad de Tránsito”, identificando grandes líneas de acción y,
dentro de cada una, líneas particulares, señalando todo lo que se estimó necesario
hacer, en forma conjunta por los diversos organismos del Estado, policía, particulares
y otros interesados, para controlar la situación.
27
E) Coordinar las acciones Ministeriales y de Carabineros, en materias tales como,
información estadística detallada sobre la ocurrencia de accidentes con fines de in-
vestigación y estudios de prevención;
F) Formular el programo anual de trabajo y proponer el proyecto de presupuesto de
la Comisión; y
G) Informar al Presidente de la República de los resultados de la comisión y de la
evolución de la situación en el país.
28
No merece discusión que la labor preventiva ha dado sus frutos. Prueba de ello es
la disminución, en términos reales, de la accidentalidad y de los muertos por causa de
accidente del tránsito, de lo que es reflejo el siguiente cuadro:
Los números sobre las columnas, indican diferencia entre las cifras proyectadas y las
que corresponden a la realidad. A pesar que el número de vehículos en circulación aumenta
a lo menos en un 10% cada año, el número de muertes con ocasión de accidentes de
tránsito ha disminuido, tanto proporcional como numéricamente, sin lograrse en todo caso,
cifras ideales y de acuerdo a niveles mundialmente estimados como bajos. La política de
prevención en desarrollo debe ser estimulada y ampliada, otorgando los recursos y medios
que permitan la acción efectiva de los diversos implicados en el tema, en búsqueda de
terminar con los excesos en materia de tránsito y evitar la impunidad que se produce
muchas veces respecto de conductores irresponsables que no son sancionados en definiti-
va, ni son obligados a responder pecuniariamente por los perjuicios causados.
29
Diversas reformas a los procedimientos a aplicar en caso de accidentes de tránsito; una ma-
yor severidad en la penalidad, acompañada de una efectiva fórmula que permita hacer efectiva la
responsabilidad civil por accidentes; la introducción del sistema de puntos en la licencia de
conductor, con suspensión y cancelación automáticas de la misma, al disminuir los puntos por
haber incurrido en infracciones el titular de la licencia; y el establecimiento de una tasa fija de
alcohol en el organismo de un conductor, para presumir su estado de ebriedad, son aspectos que
se encuentran en estudio y algunos ya en trámite legislativo, en la pretensión de obtener resulta-
dos acordes en la siniestralidad, con países que poseen políticas serias y severas de prevención y
castigo. El siguiente cuadro indica las diferencias que se producen con Chile a este respecto:
30
25
20
15
10
30
Víctimas por Años
31
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
1972 50
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
Año
1987
1988
1989
1990
Muertos por cada 10.000 vehículos
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Cantidad
0,0
0,2
0,4
0,6
0,8
1,0
1,2
1,4
1,6
1,8
2,0
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
Año
1987
1988
1989
1990
1991
1992
Muertos por cada 10.000 habitantes.
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Cantidad
0
100
200
300
400
500
600
700
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
Año
1987
1988
1989
1990
1991
Víctimas por cada 10.000 vehículos
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
Cantidad
0
5
10
15
20
25
30
35
40
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
Año
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
Víctimas por cada 10.000 habitantes
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
II. DIVERSOS CASOS DE ACCIDENTES
2.1.1 – Planteamiento
La situación varía si, con motivo de la ocurrencia del accidente, se produce un re-
sultado de daños, de lesiones o de muerte, casos en los cuales derivarán del hecho
consecuencias jurídicas. Otro elemento a considerar es la ingestión alcohólica y el
posible estado de ebriedad que puedan presentar los participantes implicados.
Los daños, las lesiones, la muerte y la ebriedad, solos o combinados entre sí, de-
terminarán fundamentales diferencias en lo que dice relación con la competencia de los
tribunales, el procedimiento a aplicar en cada caso, la calificación jurídica del hecho,
prescripción de acciones, prescripción de penas o sanciones y con la penalidad y las
sanciones en sí mismas.
37
suceden los accidentes, consecuencias de los mismos, distancia que medie con la
autoridad policial y otros. La sanción, si se estimare que no se ha cumplido con la
obligación legal en estudio, la establece el inciso 2° del artículo 173 de la Ley de
Tránsito.
Si el participante en un accidente opta por hacer constar el hecho, sin efectuar de-
nuncia, Carabineros se limitará a consignarlo en el Libro de Guardia, sin retirar la
licencia, permiso u otro documento para conducir que porte el compareciente y no
efectuará comunicación alguna a ningún Tribunal.
Si opta por efectuar denuncia, Carabineros tampoco puede retirar la licencia o do-
cumento para conducir, pero debe remitir la denuncia al Juzgado de Policía Local
competente, al que queda citado el denunciante, estando facultado el Juez para decre-
tar el arresto de los rebeldes.
38
2.1.2.e – Examen de alcoholemia no obligatorio. Conveniencia
39
Esta calificación contenida en el informe de las primeras atenciones, se toma en
consideración a nivel de policía, para determinar el procedimiento y podrá servir como
un antecedente más del proceso, pero variará si ha existido una apreciación errónea o
si el herido se agrava o se mejora, debiendo acreditarse en su oportunidad la importan-
cia y gravedad de las lesiones y de la supuesta incapacidad subsiguiente, por los me-
dios de prueba idóneos al efecto, entre los que destaca el “Informe Médico Legal”.
Sin embargo, hay algunas diferencias. La obligación del conductor, que en el caso
de los daños se limitaba a dar cuenta de inmediato a la autoridad policial más próxima,
ahora se extiende a “detener su marcha, prestar la ayuda que fuese necesaria y dar
cuenta a la autoridad policial más inmediata, entendiéndose por tal cualquier fun-
cionario de Carabineros que estuviere próximo al lugar del hecho, para los efectos
de la denuncia ante el Tribunal correspondiente”, como lo indica el artículo 183 de la
Ley de Tránsito.
40
2.2.4 – Accidentes con resultado de lesiones menos graves y graves
Dispone el artículo 66 de la Ley Nº 15.231, que “en todo accidente del tránsito en
que se produjeren lesiones o muerte de personas, el conductor que participe en los
hechos estará obligado a detener su marcha, a prestar la ayuda que fuere necesaria
y dar cuenta a la autoridad policial más inmediata”. El artículo 183 de la Ley de
Tránsito contiene una norma similar, agregando que se entiende por “autoridad poli-
cial más inmediata”, “cualquier funcionario de Carabineros que estuviere próximo
al lugar del hecho, para los efectos de la denuncia al Tribunal correspondiente”.
Cada caso es específico y será una cuestión de hecho que deberá ser decidida por el
Juez, su calificación como fuga, ya que diversas circunstancias pueden determinar una
41
conducta que, a simple vista, se pueda calificar como tal, pero que en realidad no lo es
y se ha debido a las circunstancias.
42
vista fisiológico, de los órganos del cuerpo humano, pero es extensiva también a la salud
mental, o sea, al equilibrio de las funciones psíquicas11.
2.2.6.a – Mutilaciones
Las lesiones serán en definitiva graves, menos graves o leves. Las graves, admiten
una diferenciación entre gravísimas y graves propiamente tales. Son gravísimas las
referidas en el Nº 1° del artículo 397 del Código Penal: “Si de resultas de las lesiones
queda el ofendido demente, inútil para el trabajo, impotente, impedido de algún
miembro importante o notablemente deforme”. Por “demente” debemos entender una
expresión amplia, sinónimo de enajenación mental, trastorno profundo en las esferas
11
Etcheberry, Alfredo, Derecho Penal, Santiago Carlos E. Gibbs A., Editor, 1965, t. III, pp. 106 y ss.
43
intelectual, volitiva o afectiva, con compromiso de la normalidad psíquica. Debe ser un
trastorno permanente y no necesariamente perpetuo.
Las lesiones menos graves, por su parte, de acuerdo al artículo 399 del Código Pe-
nal, son aquellas que no quedan comprendidas entre las graves gravísimas y las graves
propiamente tales y, por exclusión, las que no son lesiones leves. Por tanto, serán
generalmente calificadas como menos graves, las que no siendo gravísimas, causen
enfermedad o impedimento para el trabajo por 30 días o menos y hasta el límite de lo
que debe entenderse por lesión leve. Se ha resuelto que el artículo 399 del Código
Penal reputa como de mediana gravedad a todas aquellas lesiones no comprendidas en
las disposiciones que lo preceden, o sea, todas las que producen simple incapacidad o
enfermedad por menos de treinta días, sin ninguna otra de las complicaciones previstas
en la misma ley. En la calificación de las lesiones leves –que queda entregada por
entero al arbitrio del tribunal– no se contempla, en ningún caso, la duración de las
mismas, sino que el legislador solo orienta el criterio del tribunal de acuerdo con la
calidad de las partes y las circunstancias del hecho12.
12
C. de Santiago, 28 de diciembre de 1961, Revista t. VIII, Sección Cuarta, p. 374.
44
Tratándose de lesiones menos graves y leves, el límite no está determinado en la ley, a
pesar de la notoria importancia que tal calificación tiene en materia de cuasidelitos o faltas.
En uno u otro caso cambia la competencia del Tribunal, entre Juzgado del Crimen y
Juzgado de Policía Local, la penalidad, el procedimiento, antes del Tribunal y en el Tribu-
nal. Su calificación queda entregada, en último término, al criterio del Juez y se deben
considerar factores subjetivos, como la calidad de las personas y la apreciación que se logre
sobre las circunstancias del hecho.
Para los efectos de la Ley de Alcoholes, tratándose del delito de manejo en estado
de ebriedad, se reputarán leves “todas las lesiones que produzcan al ofendido enfer-
medad o incapacidad por un tiempo no mayor de siete días”, según dispone el inciso
primero del artículo 121 de dicha Ley.
Pero el problema se produce cuando se trata de lesiones menos graves o graves del
propio autor de la conducta infraccional, ya que si se sobresee la causa temporalmente,
como normalmente ocurre, el afectado con los daños que causó el lesionado no tiene
Tribunal competente en que perseguir las responsabilidades que caben por dichos
daños, ya que el Juez del Crimen que conoce del asunto no tiene competencia para
pronunciarse sobre infracciones que no sean elemento de o constituyan cuasidelito,
elemento fundamental e indispensable si no hay conducta cuasidelictual, para perseguir
el cobro de los daños.
45
Se ha resuelto con propiedad, que la competencia no puede ser alterada por impu-
tabilidad del hecho al lesionado13, por lo que no se trata de una cuestión de competen-
cia. Es simplemente la no existencia de un hecho punible, no obstante la evidencia de
existir una conducta infraccional, lo que hace procedente en estos casos ante el juzga-
do criminal, el sobreseimiento definitivo en los términos del artículo 67 de la Ley Nº
15.231.
Pero si resultaron lesionados como consecuencia del hecho, el conductor quedará rete-
nido en Carabineros hasta que las lesiones se califiquen por el centro asistencial y será
puesto en libertad de inmediato, con citación al Tribunal, si el informe preliminar indica que
las lesiones son leves o que revisten mediana gravedad.
Por el contrario, si las lesiones resultan ser graves luego de este primer examen o se
ha causado la muerte, el conductor quedará detenido en Carabineros, para ser puesto a
disposición del Juzgado del Crimen con competencia territorial, en la primera audien-
cia. Durante su detención y hasta que preste declaración, el detenido no puede comu-
nicarse con personas extrañas a sus custodios. Una vez efectuada la declaración, el
Juez decide la situación del detenido, el que normalmente, atendida la característica de
cuasidelictual del hecho y la baja penalidad que en definitiva puede corresponder al
responsable, queda en libertad.
13
C. Suprema, 11 de noviembre de 1987, Fallos del Mes, N° 348, p. 825.
46
Los trámites y obligaciones a que debe someterse el conductor implicado en un he-
cho de esta naturaleza, son los mismos que en el caso de las lesiones graves y menos
graves.
Factor muy importante en los accidentes del tránsito, es que alguno de los conduc-
tores haya ingerido alcohol, estupefacientes o sustancias sicotrópicas. La presencia
de estas sustancias será causal de autoría de las diversas figuras y tipos legales que
pueden afectar a los conductores con relación a su comportamiento y, salvo situacio-
nes muy especiales que deben analizarse en cada caso, la enajenación producida no
eximirá ni atenuará la eventual responsabilidad infraccional o delictual, en su caso, del
conductor. Se ha definido judicialmente la ebriedad alcohólica, como “el conjunto de
alteraciones tóxicas con perturbaciones fundamentalmente neuro psíquicas que se
producen en el organismo como consecuencia de la ingestión de bebidas alcohóli-
cas”14.
El artículo 189 de la Ley de Tránsito, entrega a carabineros la facultad de “someter
a cualquier conductor a una prueba respiratoria o de otra naturaleza, destinada a
detectar la presencia del alcohol en el organismo o acreditar el hecho de conducir
bajo la influencia de estupefacientes o sustancias sicotrópicas” y el artículo 190,
establece para todos los conductores y peatones que hayan tenido participación en un
accidente de tránsito del que resulten lesiones o muerte, la obligación de ser sometidos
a un examen destinado a establecer la presencia de alcohol o de estupefacientes o
sustancias sicotrópicas.
47
otras sustancias, cuándo bajo la influencia de ellas, ni cuándo lo hace sin caer en
sanción, a pesar de que pueda mostrar síntomas de ingestión. Esta falta de definición
que nos ha parecido lógica, ya que no estimábamos una buena solución determinar
legalmente que, de acuerdo al resultado de un examen, desde tal graduación debe
entenderse que hay o no hay ebriedad o impedimento, en razón de que cada individuo
reacciona en forma diferente a los estímulos y a la cantidad ingerida, que a algunos
puede dejar en estado comatoso, a otros puede no afectarles y no alterar sus reaccio-
nes. Sin embargo, siempre hemos señalado y aconsejado que, en razón de la propia
seguridad y de la de los terceros que pueden verse afectados, todo conductor debe
abstenerse de conducir, cualquiera sea la cantidad de alcohol o sustancias que ingiera y
el efecto que aparentemente tal ingestión provoque, atendido el hecho que se ha
comprobado que no siempre un mismo individuo reacciona igual ante la misma canti-
dad consumida.
La jurisprudencia ha sido reiterativa y constante, aunque no unánime, para sancio-
nar como autor de delito al que aparece conduciendo con 1,00 o más gr/oo de alcohol
en la sangre, no obstante que se conocen casos en que nuestros tribunales han absuelto
a conductores que han presentado 2,50 gr/oo o más.
En el último tiempo se estudia seriamente la posibilidad de establecer en Chile una
“tasa legal”, que entregue una presunción de ebriedad a partir de determinada dosis de
alcohol en el organismo de un conductor, posición de la que nos hemos convertido en
entusiastas propulsores. A este respecto, el eminente jurista uruguayo Dr. Carlos
Tabasso, en un interesante trabajo presentado en varias reuniones de expertos, ha
terminado de convencernos, al señalar en “Significación de las Tasas Legales de
Alcoholemia”, la conveniencia de aplicar criterios estrictos en la represión del consu-
mo de alcohol entre conductores, como una manera eficiente de prevenir accidentes
causados por conductores ebrios. El Dr. Tabasso incluye en su trabajo los siguientes
datos ilustrativos, indicando las tasas legales adoptadas en diferentes países:
48
0,00 gr/lt Bulgaria Checoslovaquia Hungría Rumania Rusia
0,20 gr/lt Polonia Suecia
0,30 gr/lt España (novatos, vehículos de transporte de mercancías con un peso
máximo autorizado superior a 3.500 kg., de transporte de viajeros de
mas de nueve plazas, o de servicio público, al escolar o de menores, de
mercancías peligrosas o de urgencia o transportes especiales)
0,50gr/lt España (tasa general) EE.UU. (mayoría de sus estados)
Finlandia Francia (superior a 0,5 g/l e inferior a 0,8
g/l, retiro de 3 puntos del permiso de con-
ducir y multa de 900 F. A partir de 0,8
g/l, se comete un delito pasible de pena de
suspensión del permiso y retiro de 6 pun-
tos)
Holanda Islandia
Noruega Portugal Yugoslavia
0,60 gr/lt Brasil Grecia
0,80 gr/lt Alemania Austria
Bélgica Dinamarca
Gran Bretaña Irlanda
Italia Luxemburgo
México Suiza
Uruguay (0,00 gr/lt para conductores de vehículos de transporte de pasajeros)
Venezuela
Sin tasa legal: – Chile
– Argentina (en el ámbito federal).
49
La Ley Nº 17.105 sobre Alcoholes y Bebidas Alcohólicas contiene la mayor parte
de las normas aplicables a los conductores que se desempeñen en estado de ebriedad o
bajo la influencia del alcohol, tanto en cuanto a la tipificación de las conductas y su
penalidad, como en lo que dice relación con normas procesales, todas las que han
modificado en forma importante los Códigos Penal y de Procedimiento Penal.
50
La práctica diaria señala que se trata de un método que da bastante seguridad y que re-
fleja la realidad en la mayoría de los casos, debiendo destacarse que existen excepciones,
principalmente constituidas por factores personales de los examinados, que redundarán en
la inexistencia de ebriedad a pesar de un resultado alto, como se ha acreditado y aceptado
en algunos casos por los Tribunales. Al examinado se le extrae sangre, la que se deposita
en dos frascos especialmente diseñados para el efecto, dejándose uno para el análisis
inmediato y el otro para la eventualidad de ser necesaria una contra-muestra o ratificación
del primer resultado.
51
do incurrir el examinado. Se sanciona además al conductor que condujere el vehículo
durante el tiempo de la prohibición, considerándose que incurre en infracción a la Ley
de Alcoholes o al número 1° del artículo 197 de la Ley de Tránsito, según sea el caso
y el resultado del examen.
El artículo 190 de la Ley de Tránsito, amplió el concepto del valor de informe peri-
cial, estableciendo su inciso segundo, que “el resultado de los exámenes o comproba-
ciones hechos por medios idóneos, tendrá el mérito probatorio de informe pericial y
el funcionario que lo practique estará exento de la obligación de prestar juramento y
no requerirá de nombramiento especial”. Concordada esta disposición con el artículo
189 y con el inciso primero del mismo artículo 190, queda claro que tiene valor de
pericia “el examen o la comprobación hecha por medios idóneos”.
No conocemos casos puntuales en que exista marcada diferencia entre el resultado del
alcotest y el del examen de alcoholemia. Por el contrario, los valores de ambos son muy
aproximados, variando en no más de uno o dos gramos de alcohol por mil en el torrente
sanguíneo, sin llegar a variar la calificación del hecho por aplicación de uno u otro método
y se ha apreciado que la aplicación del sistema, ha traído una disminución apreciable en los
casos de ebriedad en la conducción.
16
López-Muñoz G., Miguel, Accidentes de Tráfico, 2º ed., Madrid: Editorial Colex,1995, p. 345, citando a
Juzgado del Rincón, V., en: Alcohol y Accidente de Tráfico, Boletín de Patología Médica (Madrid) Nº 10, pp.
222-229, (1970).
52
mente en febrero de acuerdo a la variación del IPC) y con suspensión de la licencia de
conductor de diez a noventa días, según determinación del Juez, de acuerdo a lo que
dispone la letra a) del artículo 208 de la Ley de Tránsito, que en el caso de la infrac-
ción en estudio, aplica el doble de la suspensión acordada para los otros casos de
infracciones gravísimas. La reincidencia tendrá importancia para los procedimientos de
cancelación de la licencia de conductor y de suspensión de la misma por acumulación
de anotaciones de infracciones.
Si con ocasión de un accidente resultaren lesiones leves, “el conductor que sin in-
currir en el delito de manejar en estado de ebriedad, condujere un vehículo bajo la
influencia del alcohol, drogas o estupefacientes y causare lesiones leves, sufrirá la
pena de prisión en su grado mínimo y suspensión de tres a seis meses de la licencia
de conducir vehículos”, según dispone el inciso primero del artículo 62 de la Ley Nº
15.231. La prisión en su grado mínimo comprende de uno a veinte días.
Tanto el que conduce “bajo la influencia del alcohol”, como el que haciéndolo,
causa daños o lesiones leves, será juzgado por el Juez de Policía Local y sancionado
en la forma que se ha indicado en el párrafo precedente. Pero, si la conducción se
califica como “en estado de ebriedad”, aunque no se cause daños ni lesión alguna, el
conocimiento del asunto corresponderá al Juez del Crimen debido a que cuando la
ingestión alcohólica se convierte en ebriedad, ya no estamos en presencia de una
simple infracción o de una falta menor. Se ha tipificado el delito de conducir en estado
de ebriedad.
17
C. de Santiago, 13 de enero de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Cuarta, p. 10 y 11.
53
El inciso cuarto de la disposición, señala que “se entenderá que hay desempeño en
estado de ebriedad aun respecto de los que, encontrándose ebrios, fueren sorprendi-
dos en circunstancias que hagan presumir que se aprestan a actuar en ese estado, o
que acaban de hacerlo”.
Se trata en este caso, de personas que están próximas a un vehículo, del que acaban
de descender y que tienen signos de ingestión alcohólica o de las que son sorprendidas
en la que se ha dado en llamar “posición de manejo” y, que por la propia ebriedad, se
encuentren durmiendo o que, por su estado, no puedan hacer funcionar su vehículo.
Se sanciona la intención de conducir y también el hecho de haber terminado de hacerlo
en esas condiciones inapropiadas.
2.4.1.f – Lesiones leves. Cuando se entiende que lo son para efectos de la Ley de
Alcoholes
Para la Ley de Alcoholes “se reputarán leves”, para los efectos de la tipificación del
delito, “todas las lesiones que produzcan al ofendido enfermedad o incapacidad por
un tiempo no mayor de siete días”, de acuerdo a la parte final del inciso primero de su
artículo 121.
Si el resultado del hecho fuere la muerte de una o más personas, el conductor ebrio
sufrirá la pena de presidio menor en su grado máximo, esto es, de tres años y un día a
cinco años y multa de dos a cuatro sueldos vitales, de acuerdo a la tipificación que
contiene el inciso tercero del artículo 121 de la Ley de Alcoholes.
En todos los casos de penalización por manejo en estado de ebriedad, debe impo-
nerse como pena accesoria, según lo ordena el inciso séptimo del artículo 121 de la
54
Ley de Alcoholes y sin perjuicio de otras que corresponda aplicar, de acuerdo a las
disposiciones del Código Penal, el retiro o suspensión de la licencia de conductor por
el término de seis meses a un año, si el resultado fuere sólo de daños y/o lesiones
leves; uno a dos años si se causaren lesiones menos graves o graves; y de dos a cuatro
años si se causare la muerte. Las suspensiones de licencia se aumentarán al doble en
caso de reincidencia y se decretará el retiro definitivo de la licencia, cuando el Juez
estime que el manejo por el culpable ofrece peligro para el tránsito o la seguridad
pública.
Las penas accesorias, dispone el inciso siguiente, no podrán ser suspendidas pero,
tratándose del retiro definitivo de la licencia, el Juez podrá alzar la prohibición de
manejar, cuando nuevos antecedentes así lo justifiquen, en las condiciones que estu-
diaremos a continuación.
Sin embargo, el Juez del Crimen podrá, en los casos de cancelación de licencia,
después de transcurrido el tiempo requerido para la prescripción de la pena principal,
alzar la prohibición de manejar, cuando nuevos antecedentes así lo justifiquen, de
acuerdo a lo que autoriza el sexto inciso del artículo 121 en estudio. Será necesario
acreditar al Juez estos nuevos antecedentes, para lo que no existe plazo ni procedi-
miento establecido.
Para los efectos de la Ley de Alcoholes, la circunstancia de huir del lugar en que se
hubiere cometido alguno de los delitos relacionados con la conducción en estado de
ebriedad, “será apreciada por el Juez como una presunción que podrá ser suficiente
para establecer la culpabilidad del imputado”, como lo señala el inciso primero de su
artículo 122.
El inciso tercero del artículo 190 de la Ley de Tránsito, señala que “la negativa injusti-
ficada a someterse a los exámenes establecidos en el artículo 189 e inciso primero de este
artículo, o la circunstancia de huir del lugar en que hubiese ocurrido el accidente, será
55
considerada como presunción legal del estado de ebriedad o de intoxicación por estupe-
facientes o sustancias sicotrópicas, según el caso”.
El último inciso del artículo 122 de la Ley de Alcoholes dispone que “el detenido
será siempre puesto a disposición del Juez, quien no podrá decretar su excarcelación
sino una vez que le haya tomado declaración indagatoria, y de acuerdo con las
reglas generales”.
Sin embargo, era corriente ver que, ante la presencia de un accidente y de lesiona-
dos en la vía, los conductores de vehículos motorizados evitaran detenerse para
prestar auxilio a las víctimas, conociéndose el caso de personas que lo hicieron y que
quedaron retenidas por la eventual participación que pudo caberles en los hechos y
sólo fueron puestas en libertad una vez decidida su situación por el Juez competente,
con uno o más días de privación de libertad.
56
lugares que la dirección de esa institución estime necesario”. Actualmente, se trata
de la “Comisaría de Investigaciones de Accidentes de Tránsito”, Nº 33, a la que le
corresponde practicar indagaciones, recoger los datos y elementos de prueba relativos
a las causas y circunstancias del accidente y emitir un informe técnico sobre ellas para
el Tribunal que conozca de los hechos.
El informe de CIAT será remitido directamente al Tribunal, con las formalidades que
establece el artículo 188 de la Ley de Tránsito, el que además, regula en su inciso segundo,
que dicho informe será estimado por el Juez como una presunción fundada respecto de los
hechos que afirme y de las conclusiones técnicas que establezca. Al ser apreciado en su
concordancia con los otros elementos de prueba que se hayan allegado a la causa, podrá
producir en el Juez el mérito de plena prueba.
Agrega el inciso segundo del artículo 188 citado, en su parte final, que “sin embar-
go, su concordancia (del informe) con los demás hechos establecidos en el proceso o
con otras pruebas o elementos de convicción que él ofrezca, apreciada de conformi-
dad con las reglas de la sana crítica, permitirá al juez atribuirle el mérito de plena
prueba”. La disposición legal no exige que exista prueba testifical, pericial o de pre-
sunciones que corrobore lo afirmado por el CIAT: basta que dicho informe concuerde
con las demás probanzas rendidas en el proceso y con los hechos establecidos18.
Por lo general, concurre la CIAT al lugar del accidente cuando se trata de hechos
de importancia relativa, con lesionados o muertos, o con daños cuantiosos o en los
que ha participado algún vehículo fiscal o algún funcionario, ya que no se dispone de
equipos investigadores para todos y cada uno de los accidentes que se produzcan y
siempre que los vehículos participantes no hayan sido movidos.
18
C. Suprema, 24 de septiembre de 1968, Revista, Tomo LXV, Sección Cuarta, p. 235.
57
las que a su juicio, son las causas y forma en que ocurrió el hecho investigado en el
tribunal.
Diferente será el caso en que el Juez ordene una pericia precisa, restringida a una
actuación limitada del proceso, como un pronunciamiento sobre velocidades posibles,
una información sobre estructura y estado de las vías o sobre las características técni-
cas de los vehículos, por ejemplo, actuaciones que caen en la esfera de las atribuciones
del Juez al ordenar y del perito al estudiar e informar y sobre los que puede constatar
su efectividad o concurrencia en un determinado hecho, no siendo procedente en caso
alguno, entregarle exámenes y pronunciamientos, basados en los antecedentes allega-
dos al proceso en la investigación.
Cabe tener presente que sólo los informes a que se refiere el inciso primero del artículo
188 de la Ley de Tránsito, “serán estimados por el juez como una presunción fundada
respecto de los hechos que afirmen y de las conclusiones técnicas que establezcan”.
Dichos informes, para constituir tal presunción fundada, deben en consecuencia, ser “ela-
borados, a lo menos, por uno de los oficiales que practicaron la respectiva investigación
y deberán ser suscritos por éste”, de donde resulta que para producir el informe en cues-
tión, es necesaria la investigación “in situ” del accidente, la que no se produce en los casos
en que el Juez solicita que la CIAT se pronuncie sobre el mérito de un expediente, donde
no es posible efectuar investigación alguna y solo corresponde sacar conclusiones de la
prueba recogida. Carece el informe así producido, de toda fuerza probatoria en juicio.
58
2.7.1 – Obligación de los encargados de talleres de reparaciones de vehículos, con
relación a los accidentes
Por disposición del inciso final del artículo 187 de la Ley de Tránsito, el dueño, re-
presentante legal o encargado de un garage o taller de reparaciones de automóviles al
que se llevare un vehículo motorizado que muestre la evidencia de haber sufrido un
accidente, deberá dar cuenta a la unidad o destacamento de Carabineros más próximo,
dentro de las 24 horas de haber recibido el vehículo, en formularios especialmente
confeccionados para el efecto.
59
III. LA CONDUCCIÓN. RESPONSABILIDAD INFRACCIONAL.
19
Foulcault, Michel, Vigilar y Castigar,1º ed. en castellano, Mexico : Siglo Veintiuno Editores, 1976, p.
94 y ss.
20
López L., Osvaldo, Manual de Derecho del Tránsito, Santiago Ediar Ediciones, 1983, p. 19.
60
La sanción infraccional pretende más bien obtener la cooperación de todos en la
mantención del ordenamiento administrativo básico, haciendo posible un buen desa-
rrollo social. Se trata de la “Potestad Sancionadora de la Administración” que, al
decir del jurista español Luis de Potestad Menéndez, ha ido tomando carta de natura-
leza en una nueva disciplina jurídica, el Derecho Administrativo Sancionador, cuyo
contenido lo integran las normas y principios que regulan el procedimiento a seguir
para la definición, persecución y castigo de las infracciones administrativas21.
Cabe hacer notar que no sólo la pena menor impuesta a la contravención va a de-
terminar que se trate de sancionar una falta penal o una falta administrativa o que se
esté en presencia de contravención y no de delito, debiendo considerarse al efecto un
cúmulo de factores que permitirán, en definitiva, establecer la diferencia. Hay casos de
crímenes o simples delitos que tienen sanción de multa, como es el caso, por ejemplo,
de la usurpación, llegando la cuantía de la multa a ser menor a la que se aplica en
algunas normas del derecho penal del tránsito. Un caso claro está representado por la
21
De Potestad Menéndez, Luis, El Procedimiento Sancionador por Infracciones de Tráfico, Imprenta
Fareso S.A., Madrid, p.18
22
C. Suprema, 11 de octubre de 1987, Fallos del Mes Nº 347, pp. 736 y 737.
61
disposición del inciso segundo del artículo 201 de la Ley de Tránsito, según la que el
adquirente de un vehículo que no solicitare su inscripción en el Registro de Vehículos
Motorizados dentro del plazo de treinta días siguientes a la fecha de su adquisición,
puede ser sancionado con multa de hasta $1.406.000.23, suma que supera a la multa
establecida en el artículo 458 del Código Penal, de seis a diez unidades tributarias
mensuales, como castigo al usurpador sin violencia, sanción intermedia entre las
multas que introdujo la Ley Nº 19.450 a la legislación penal y que la letra a) del artí-
culo 1º de la Ley Nº 19.501, ha llevado a un mínimo de “un quinto de unidad tributa-
ria mensual”24.
Entre los principios que deben orientar en el sistema chileno el Derecho Penal del
Tránsito, distinguiremos los siguientes:
a) Legalidad:
23
Valor vigente para 2001.
24
La U.T.M. tenía un valor de $ 27.108.– a julio de 2000, aproximadamente US$ 51.
62
da a las conductas contrarias al ordenamiento establecido. Al decir del profesor Etche-
berry, el principio de la reserva o legalidad constituye la piedra angular de todo el
sistema jurídico penal25.
b) Tipicidad:
63
y de las sanciones, encontrándose reflejado en el aforismo nullum crimen, nulla
poena, sine lege. Como ha declarado el Tribunal Constitucional español, “el principio
de tipicidad se funda en los de libertad –-es lícito lo que no está prohibido– y seguri-
dad jurídica –-derecho a saber a qué atenerse– y exige la necesidad de la predeter-
minación de las conductas infractoras y de las sanciones correspondientes” 26.
Es necesario que la tipificación sea efectuada por medio de normas legales, no sien-
do lícito introducir nuevas sanciones ni modificar las existentes por normas de menor
rango. Recibe sanción constitucional en el inciso final del número 3º del artículo 19,
que dispone que “ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se
sanciona esté expresamente descrita en ella” y aparece reflejado en el artículo 3° de la
Ley de Tránsito que, en su inciso final, señala que “las Municipalidades, en caso
alguno, podrán dictar normas destinadas a modificar la descripción de las infraccio-
nes establecidas en la presente ley, su calificación y la penalidad que para ellas se
señala, ni aun a pretexto que el hecho no se encuentre descrito en ella”.
c) Irretroactividad:
Reconoce su fuente este principio, en el inciso séptimo del número 3° del artículo
19 de la Constitución Política del Estado que, además de ordenar, como hemos seña-
lado, que “ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley pro-
mulgada con anterioridad a su perpetración”, agrega la frase “a menos que una
nueva ley favorezca al afectado”.
26
Sentencias de 8 de junio de 1988 y de 29 de marzo de 1990, mencionadas por Luis de Potestad Menén-
dez, Op. Cit, p. 26.
27
De Potestad M., Luis, op. cit., p. 29.
64
Aparece este principio directamente ligado con los anteriores de la legalidad y de la
tipicidad y es una consecuencia necesaria del primero.
Postulado básico de este principio es que una misma conducta no sea definida co-
mo ilícita en dos o más ordenamientos, con la posibilidad de aplicación de varias
sanciones, la que de realizarse, entrañaría una vulneración del más elemental principio
de justicia. Como quiera que los ordenamientos punitivos protegen a veces bienes
jurídicos diferentes, para que proceda la aplicación del principio, es necesario que
exista identidad de sujeto, de hecho y de fundamento.
Recibe aplicación legislativa en el texto del artículo 67 de la Ley Nº 15.231 que re-
quiere que “en los casos en que concurrieren, en un accidente del tránsito, infraccio-
nes que son el medio para la comisión de un delito o cuasidelito o que sean elemen-
tos integrantes de éstos, conocerá únicamente el Juez del Crimen”. Agrega la norma
legal que “si se dictare sobreseimiento definitivo, se enviarán los antecedentes al Juez
de Policía Local para que conozca de las infracciones”, impidiendo el doble pronun-
ciamiento con ocasión de un mismo hecho.
e) Culpabilidad:
65
responsable de los perjuicios que de ello provengan” disposición que requiere del
elemento culpabilidad para determinar responsabilidades por perjuicios causados con
ocasión de una infracción, complementándose el concepto con la norma del artículo
siguiente, que establece la necesidad de la relación causa a efecto entre infracción y
daño producido y que está contemplada también, en similares términos, en la parte
final del inciso primero del artículo 14 de la Ley 18.287.
La habilitación para conducir, que emana de una autorización expresa que otorga la
autoridad, otorgada a quien demuestre estar capacitado, implica que el conductor debe
adecuar siempre su conducta y su conocimiento, a la situación normativa de cada
momento para no cometer la acción u omisión en que el actuar del agente se halla
viciado por una falta de previsión más o menos relevante.
f) Proporcionalidad:
Resulta de la mayor justicia que la sanción que se imponga sea adecuada a la infrac-
ción cometida. La proporcionalidad implica la necesidad de que las penas no sean
establecidas sin lógica ni en forma arbitraria. La mayor o menor gravedad de la sanción
se establece en las disposiciones de los artículos 197 a 200 de la Ley de Tránsito, con
un criterio ordenado y selectivo, de mayor a menor, entre las infracciones que se
califican y penan como gravísimas, graves, menos graves y leves, siempre encuadrado
y dirigido a una adecuada política de ordenamiento del tránsito.
Cabe formular una crítica al sistema adoptado por la ley chilena, al establecer crite-
rios más o menos rígidos, un tanto aritméticos e inalterables, situación que se remedia
en parte con la disposición del inciso tercero del artículo 201 de la Ley de Tránsito,
que autoriza para que “en casos calificados el Juez podrá imponer una multa de
monto inferior a las señaladas, atendidas las condiciones en que se cometió el hecho
denunciado o la capacidad económica del infractor”.
Relación directa con el principio en estudio presentan las disposiciones sobre rein-
cidencia que contiene la parte final del inciso quinto del artículo 121 de la Ley de
Alcoholes, el número 5° del artículo 211 de la Ley de Tránsito, el inciso segundo del
artículo 20 de la Ley Nº 18.287 y el artículo 10 y el inciso segundo del artículo 62 de
la Ley Nº 15.231. También aparecen como una importante consecuencia de la reitera-
ción de infracciones, las normas sobre suspensión y cancelación de la licencia de
conductor, especialmente en el procedimiento a que da origen la acumulación de
anotaciones por infracciones en el Registro Nacional de Conductores.
66
g) Tutela efectiva:
Parte importante de esta tutela efectiva, la constituyen las llamadas garantías pro-
cesales, tales como el derecho a la imparcialidad del juzgador; el derecho a ser infor-
mado de la acusación; el derecho a un proceso público, sin dilaciones indebidas y con
todas las garantías; el derecho a la asistencia letrada; la presunción de inocencia; y el
derecho a no confesarse culpable y a no declarar contra sí mismo.
67
que puedan dejar impunes a conductores poco cuidadosos: “Todo conductor deberá
mantener el control de su vehículo durante la circulación y conducirlo conforme a
las normas de seguridad determinadas en esta ley, sin que motivo alguno justifique el
desconocimiento o incumplimiento de ellas”. Agrega el inciso segundo, que “asimis-
mo, los conductores estarán obligados a mantenerse atentos a las condiciones del
tránsito del momento”.
Desde el punto de vista infraccional, establecen las disposiciones citadas, una responsa-
bilidad para el conductor que va mas allá de las posibilidades de fallas mecánicas o huma-
nas, susceptibles de acaecer en toda actividad y que normalmente son consideradas y
tratadas como eximentes de responsabilidad cuando ocurren. Se trata de una responsabili-
dad derivada del riesgo que representa, objetivamente considerado, el derecho a circular en
vehículos, circulación que debe efectuarse con atención y conforme a las normas estableci-
das en perfecto estado de conocimiento de dichas normas y en completo goce de sus
facultades por parte del conductor.
Por lo expuesto y por la claridad de las disposiciones citadas, es que pensamos que
no dar cabida al caso fortuito en casos de accidentes del tránsito cuando medien
maniobras de los conductores, además de resultar claro, es una verdadera necesidad
para evitar el caos en la conducción y la impunidad con relación a las infracciones y a
las víctimas. La atención y precaución que debe mantener todo conductor en la marcha
incluye necesariamente la reacción ante la presencia de problemas u obstáculos de
cualquier naturaleza en la carretera, hecho bastante común en los caminos y, por
consiguiente, previsible.
68
deben ser considerados en todo momento para mantener la seguridad y evitar acci-
dentes.
Debe considerarse que el hombre tiene un derecho o, mejor dicho, una facultad ju-
rídica al libre movimiento personal, a ir de un lado para otro de acuerdo a su voluntad,
en definitiva, un derecho a circular, concebido no sólo como derecho de la persona,
sino que también, necesario para la vida en relación e incluso para el desenvolvimiento
y desarrollo económicos. Del mismo modo, es fundamental la protección de los dere-
chos de los peatones y de otros conductores, siendo importante reforzar la idea de no
otorgar excusas en accidentes susceptibles de ser evitados con una adecuada conduc-
ción y atención en las maniobras y circunstancias de la circulación. Al respecto, se ha
resuelto que no puede justificarse un atropello por “hacerle el quite a un perro”. Así
como los “hoyos” no son imprevisibles, tampoco lo son los “perros” en las calles de
la ciudad. Y si por algún motivo un can fuere inevitable, no ha llegado aún el día en
que la jurisdicción haya de convencerse de que por salvar al animal haya de arrollarse a
un ser humano 31.
3.1.1.b – Aplicación del inciso segundo del artículo 175 de la Ley de Tránsito.
Individualización y emplazamiento
De la norma transcrita, ha sido frecuente que algunos entiendan que esta falta de
individualización debe estimarse como sinónimo de emplazamiento y se ha declarado,
por ejemplo, que se sanciona al propietario en lugar de un “chofer al que no ha sido
69
posible hacer comparecer a estrados”29. Estimamos que el texto de la ley es claro, no
siendo posible desentenderse de su tenor literal para pasar a interpretar que al no haber
sido posible emplazar a un conductor, debe concluirse que éste no ha sido individuali-
zado.
Agrega la ley a este respecto, en el inciso tercero del artículo 175 citado, que las
infracciones de responsabilidad del propietario del vehículo “serán de cargo de éste, o
del tenedor del mismo cuando aquel haya cedido la tenencia o posesión del vehículo
en virtud de un contrato de arrendamiento o a cualquier otro título”, recalcando la
idea de que quien efectivamente debe responder en calidad de responsable principal, es
aquel en cuya esfera de atribuciones y control se encuentra el vehículo. Particular
importancia tiene la disposición en materia de responsabilidad de las empresas de
leasing, ya que en su calidad de propietarios, que conservan, pueden eximirse de
responder por contravenciones de conductores que no sean individualizados, acredi-
tando el contrato que ha sacado el vehículo de la esfera de su control directo.
Por aplicación del inciso 2° del artículo 175 de la Ley de Tránsito, puede darse el
caso que corresponda sancionar infraccionalmente a una persona jurídica, en calidad
29
Fallo del Primer Juzgado de Policía Local de Las Condes, 30 de octubre de 1995, causa rol N° 39.409-
92-4, apelado, confirmado sin comentarios por la Corte de Santiago, no publicado.
70
de propietaria del vehículo cuyo conductor no es individualizado. Esto es perfecta-
mente posible, ya que la ley, al establecer esta responsabilidad subsidiaria, no ha
distinguido respecto a la naturaleza del propietario, lo que aparece en concordancia
con lo dispuesto en el inciso final del artículo citado, aplicable al caso de que el in-
fractor sea en definitiva una persona jurídica, la que no puede ser sancionada ni con
suspensión ni con cancelación de licencia de conductor.
En ciertos casos sin embargo, el legislador, a fin de facilitar esta prueba y hacer más
expedita la acción, presume la existencia de la culpa; hay entonces una presunción de
culpabilidad que –al operar– la víctima no necesita probar la culpa de la persona cuya
culpabilidad se presume; le bastará acreditar los hechos de los cuales la ley deriva la
presunción. Establecidos éstos, quedan establecidas esa culpa y la relación causal entre
ella y el daño, es decir, que éste tiene por causa esa culpa. La persona cuya culpabili-
dad se presume, deberá probar que empleó la debida diligencia o cuidado, que el daño
provino de una causa extraña que no le es imputable o que no existe relación de
causalidad entre su culpa y el daño. Sin ello no podrá exonerarse de responsabilidad30.
La presunción de culpabilidad respecto de la conducta infraccional invertirá el peso de
la prueba, liberando a la víctima de la misma y haciéndola recaer en el supuesto autor
de la conducta.
El sistema de las leyes del tránsito establece presunción de responsabilidad del con-
ductor en el inciso segundo del artículo 66 de la Ley Nº 15.231; del peatón en el
artículo 176 y en el inciso tercero del artículo 181 de la Ley de Tránsito y, del que
abandonare el lugar del accidente, en los incisos segundo y tercero de su artículo 173.
Presume legalmente el dominio de los vehículos motorizados en el artículo 38 de la
Ley de Tránsito; la falta de responsabilidad de las empresas de ferrocarriles en los
accidentes que ocurran en los cruces adecuadamente señalizados, en el artículo 107; la
responsabilidad infraccional del conductor en los números 11 a 201 del artículo 172;
del pasajero y del peatón infractor que no concurran a la audiencia a la que fueren
30
C. de Valparaíso, 16 de abril de 1970, Revista, Tomo LXXVII, Sección Cuarta, p. 89.
71
citados, en el inciso tercero del artículo 181; y otorga el valor de presunción fundada a
los informes de la Unidad Técnica de Investigación de Accidentes del Tránsito, en el
inciso segundo del artículo 188, todos de la ley Nº 18.290. La Ley 18.287 presume a
su vez, en el inciso segundo de su artículo 15, el hecho de haberse cometido la infrac-
ción de comercio clandestino en la vía pública, con la sola denuncia de Carabineros; y
la Ley de Alcoholes, por su parte, presume la conducción en estado de ebriedad del
conductor que, requerido al efecto, se niegue a que se le practique el examen de
alcoholemia. El inciso final del artículo 190 de la Ley de Tránsito presume legalmente
el estado de ebriedad o de intoxicación por estupefacientes o sustancias sicotrópicas,
según sea el caso, al que se niegue injustificadamente a someterse a los exámenes
establecidos en el artículo 189 y en el mismo artículo 190 y al que huya del lugar en
que hubiese ocurrido un accidente. Los incisos primero y segundo del artículo 174 de
la Ley de Tránsito establecen una presunción legal de responsabilidad por el hecho de
las cosas: la víctima no necesita probar la culpa de la persona cuya responsabilidad se
presume; le basta acreditar los hechos de los cuales la ley deriva la presunción31.
El artículo 492 del Código Penal presume, por su parte, la culpabilidad del con-
ductor de un vehículo de tracción mecánica o animal en un accidente de tránsito en
que resulte daño de lesiones o muerte de un peatón, si éste se produce en un cruce de
calzadas o en la extensión de diez metros anteriores a cada esquina y la del peatón en
el mismo caso, si el accidente ocurre en otro punto de la calzada, a menos que el
conductor haya contravenido las ordenanzas municipales con respecto a la velocidad o
el lado de la calzada que debe tomar, caso en que es indiferente el sitio de la calzada
en que el hecho se produzca.
31
Alessandri R., Arturo, De la Responsabilidad Extracontractual en el Derecho Civil Chileno, 2ª ed,
Santiago : Ediar Editores, Tomo II, Cap. V, p. 292.
32
Alessandri R., Arturo, op. cit., Tomo II, p. 296.
C. Suprema, 7 de marzo de 1929, Revista, Tomo XXXII, Sección Primera, p. 93.
72
misma argumentación sirve de base para explicar el sistema de presunciones de la
legislación específica sobre tránsito.
Dispone el inciso primero del artículo 82 de la Ley de Tránsito, que “los vehículos
motorizados deberán estar equipados, ajustados o carburados de modo que el motor
no emita materiales o gases contaminantes en un índice superior a los permitidos”,
señalando en sus dos restantes incisos las facultades que se entregan a Carabineros
para retirar de la circulación a aquellos que contaminen y al Juez de Policía Local al
respecto. Conducir con infracción a las normas sobre contaminación ambiental es
castigado como una infracción grave, de acuerdo a lo que dispone el Nº 22 del artículo
198 de la misma Ley. Debe considerarse que ha sido determinado por el Servicio de
Salud del Ambiente de la Región Metropolitana que en la zona se ha alcanzado un
nivel de saturación que excede la concentración de contaminantes establecida en la
norma de “Calidad del Aire”, en niveles que perjudican o molestan la vida, la salud y el
bienestar humanos, la flora y la fauna.
Para los efectos de la prescripción de las acciones por contravenciones, de las que
derivarán necesariamente las acciones tendentes a obtener el resarcimiento de los
daños que se causaren, tiene importancia el hecho de dejarse sólo constancia en Cara-
bineros o de formular denuncia.
33
C. Suprema, 10 de noviembre de 1987, Fallos del Mes, Nº 348, p. 808 y ss.
73
Si se optó por denunciar a Carabineros y éste, en cumplimiento a la ley, comunicó
el hecho al Juzgado competente, la prescripción de seis meses contados desde la fecha
de la infracción se interrumpe con la denuncia al Tribunal y continuará corriendo si se
paralizare por más de un año la tramitación de la demanda, denuncia o querella, como
pasamos a analizar.
El artículo 54 de la Ley 15.231, señala en su inciso tercero y final, que “la pres-
cripción de la acción se interrumpe por el hecho de deducirse la demanda, denuncia
o querella ante el Tribunal correspondiente, pero si se paralizare por mas de un año,
continuará corriendo el plazo respectivo”.
Atendida la especial naturaleza de la acción infraccional, no será posible que opere, tra-
tándose de infracciones a la Ley del Tránsito, la suspensión de la prescripción.
74
Sin embargo, la interrupción a que se refiere el artículo 54 citado, participa por ex-
preso mandato legal, de una característica de la suspensión de la prescripción, que no
es natural de la institución de la interrupción, ya que en este especial caso, la interposi-
ción de la acción no hace perder el tiempo transcurrido, por cuanto al sancionar la ley
la inactividad del actor, señala que si se interrumpe la prescripción por demanda,
denuncia o querella ante el tribunal correspondiente y se paralizare por más de un año,
“continuará corriendo el plazo respectivo”. El plazo que “continúa corriendo”,
necesariamente ya empezó a correr y reconoce un inicio vigente y válido, no pudiendo
ser empezado a contar de nuevo.
Por norma general, nadie que no esté especialmente habilitado puede conducir un
vehículo. El artículo 5° de la Ley de Tránsito se encarga de señalar cuales son los
documentos que habilitan para conducir:
75
– Algún documento extendido en el extranjero y con validez en Chile en virtud
de tratados o acuerdos internacionales.
La excepción la contempla el inciso segundo del mencionado artículo 5°, que dis-
pone que “se exceptúa de la exigencia establecida en el inciso primero de este artí-
culo a los alumnos en práctica de las escuelas de conductores que, acompañados de
un instructor habilitado, lo hagan en vehículos de la escuela”.
Las licencias de conductor sólo pueden ser otorgadas por las Municipalidades que
cuenten con autorización del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones y
siempre que cumplan con los requisitos que señalan los Reglamentos respectivos.
Existen diversas clases de licencias, que habilitan para conducir los vehículos com-
prendidos en cada una de las clases que establece ley. Estas pueden ser de conducto-
res profesionales, Clase A, con sub clasificaciones A-1, A-2, A-3, A-4 y A-5; no
profesionales, Clases B y C; y especiales, Clases D, E, y F, de acuerdo a los vehícu-
los que se pretenda conducir con cada tipo de licencia.
Cabe señalar que “los conductores que posean Licencia Profesional estarán habilita-
dos para guiar vehículos cuya conducción requiera Licencia de la Clase B”.
76
– Requisitos generales:
– Requisitos especiales:
Para obtener la licencia que en cada caso indica, la ley exige que los postulantes
deben reunir y acreditar diferentes requisitos, los que deben concurrir además de los
generales, siendo especiales para cada clase de licencia que se solicita. Los más im-
portantes dicen relación con la edad del postulante y con su nivel de educación y
preparación especial.
La licencia excepcional para estos menores, “sólo habilitará para conducir, acom-
pañado en el asiento delantero, de una persona que sea poseedora de una licencia
que lo habilite para conducir los tipos de vehículos autorizados para la clase B cuya
vigencia, a la fecha del control, tenga no menos de 5 años de antigüedad. Cumplidos
los 18 años de edad, este último requisito se extinguirá por el sólo ministerio de la
ley. La licencia será de duración indefinida y mantendrá su vigencia mientras el
titular reúna los requisitos y exigencias que señala la ley”.
77
respectivo Tribunal. En la boleta de citación se dejará constancia que ésta no lo
habilita para seguir conduciendo”.
Del texto del artículo 63 de la Ley Nº 15.231, que dispone que los Tribunales de
Justicia o los Juzgados de Policía Local “podrán” otorgar estos permisos provisiona-
les, se infiere que se trata de una facultad del Juez, el que podría denegarlos si lo
estimare conveniente, dentro del proceso de que conoce y de sus atribuciones, a
aquellos conductores que tuvieren su licencia retenida.
78
casos que expresamente señala, esto es, cuando se sorprendan simples infracciones, ya que,
si el hecho que se denuncia o en que ha participado el conductor es un accidente con
resultado de daños, lesiones o muerte, o en que media conducción en estado de ebriedad,
la situación es diferente.
A los casos de accidentes se refiere el inciso tercero del artículo 185 de la Ley de
Tránsito, consignando que “cuando en los accidentes del tránsito resultaren lesiones
menos graves, graves o la muerte de alguna persona y en los casos de manejo de
vehículos en estado de ebriedad o bajo la influencia de estupefacientes o sustancias
sicotrópicas, Carabineros remitirá, junto con la denuncia, los documentos o licencias
al Juzgado del Crimen correspondiente”.
Sin embargo, afirmamos que ninguna disposición legal autoriza al Juez para retener
y guardar en poder del Tribunal la licencia de los conductores que son citados a su
despacho en carácter de denunciantes o denunciados o, incluso sin revestir ninguna de
tales calidades, en calidad de conductores de vehículos asegurados, en acciones dedu-
cidas por los aseguradores que se subrogan en los derechos de sus asegurados para
ejercer las acciones que a éstos podrían competerles y que les franquea la ley.
79
accidentes con resultado sólo de daños o de daños y lesiones leves, con constancia o
con denuncia, ninguna disposición legal autoriza a proceder a la retención de la licen-
cia, ya sea que ésta la practique Carabineros o el Juez.
Que Carabineros esté facultado para retirar en algunos casos la licencia del con-
ductor y enviarla al Tribunal junto a la denuncia que formule, parece lógico y está
establecido en la ley. Se trata de asegurar la comparecencia del involucrado en un
accidente de importancia o en una simple infracción, al Tribunal. En ambos casos, la
34
Ejemplos citados por Chiovenda, José, Principios del Derecho Procesal Civil, Traducción de la Tercera
Edición Italiana, Madrid: Instituto Editorial Reus,1922, Tomo I, Nota 1, p. 413.
80
ley establece la obligación de la retención de la licencia. Pero al Juez no se le ha otor-
gado la facultad correspondiente, por la simple y sencilla razón de que no necesita
asegurar nada, estando investido de todas las posibilidades que le permiten apremiar y
asegurar la comparecencia de los conductores al juicio.
81
alguna de las falsedades descritas en el artículo 193 del Código Penal en las inscripcio-
nes a que se refieren los artículos 34, 35 y 39 de la Ley de Tránsito, en la certificación
de ellas, o en el otorgamiento del padrón; y al que Infrinja las normas que la ley esta-
blece para otorgar placa patente.
Se establece una mayor sanción en casos de cuasidelitos con resultados muy graves,
otorgando al juzgador la posibilidad de aplicar hasta cinco años de reclusión menor en
su grado máximo, sin considerar circunstancias agravantes. Señala, al efecto, el artí-
culo 196 B de la Ley de Tránsito, que “en los accidentes del tránsito de resultas del
cual la víctima falleciere o quedare demente, inútil para el trabajo, impotente o
estéril, impedido de algún miembro importante o notablemente deforme cuya causa
determinante sea alguna de las infracciones establecidas en los Nos. 1, 2, 3 y 4 del
artículo 197 o Nos. 3, 4, 11, 13 y 17 del artículo 198, la pena aplicable será de
reclusión menor en su grado máximo y, tratándose de otras lesiones, la pena asigna-
da será aquella señalada en el artículo 490 del Código Penal aumentada en un
grado”.
Agrega la disposición, en su inciso segundo, que “los jueces podrán siempre, aun-
que no medie condena por concurrir alguna circunstancia eximente de responsabili-
dad penal, decretar la inhabilidad temporal o perpetua para conducir vehículos
motorizados, si las condiciones psíquicas y morales del autor lo aconsejan”.
82
3.2.6.a – Competencia para conocer de los delitos relacionados con los documen-
tos para conducir
De la naturaleza de los Juzgados de Policía Local y del hecho que conocen de in-
fracciones a las normas del tránsito y de las otras materias que entrega la ley a su
conocimiento, resulta que no tienen facultad de juzgar los delitos de que se trata en el
párrafo precedente.
Así resulta del artículo 1° de la Ley Nº 18.287, que fijó el procedimiento ante los
Juzgados de Policía Local y dispuso que “el conocimiento de los procesos por contra-
venciones y faltas y las materias de orden civil que sean de la competencia de los
Juzgados de Policía Local, se regirán por las reglas de esta ley”, disposición que,
para estos efectos, debe concordarse con lo señalado en el artículo 1° del Código de
Procedimiento Penal, en cuanto se refiere al juzgamiento de los delitos que se cometan
en el territorio nacional y con la norma del artículo 1° del Código Penal que define lo
que debe entenderse por delito.
83
3.2.7.c – Licencias otorgadas en la República Argentina
La redacción del tratado ha dado lugar a que algunos estimen que sus términos re-
conocen validez en Chile a todas las licencias otorgadas en los países contratantes,
incluidas las de personas que ingresan en calidad de turistas con un vehículo particular:
“Los términos de este acuerdo se aplicarán al transporte internacional terrestre entre
los países signatarios,...”.
Del estudio completo del referido tratado resulta evidente que sólo se aplica a los
conductores de Empresas de Transporte de carga o de pasajeros de los países contra-
tantes y específicamente, del “transporte” a que se refiere el artículo 166 del Código
de Comercio, esto es, el contrato en virtud del cual uno se obliga por cierto precio a
conducir de un lugar a otro, por tierra, canales, lagos o ríos navegables, pasajeros o
mercaderías ajenas.
Las licencias de los turistas peruanos y ecuatorianos, son válidas para conducir en
Chile en los términos de los convenios binacionales firmados y vigentes con sus res-
pectivos países.
84
Con Perú se suscribió en Lima, el 16 de junio de 1978, el “Convenio de Turismo,
Tránsito de Pasajeros, sus Equipajes y Vehículos”, el que, ratificado por ambos
Gobiernos, fue promulgado en Chile como Ley de la República y publicado su texto
en el Diario Oficial del 14 de julio de 1984.
Con relación a los documentos para conducir, pueden darse variadas situaciones
cuando los conductores no los poseen o no los portan al momento de ser requeridos
para su exhibición, cuando participan en un accidente o cuando deben acreditar su
habilidad para conducir. Cada una de las figuras posibles tendrá sanciones diferentes y
85
dará origen a delitos o a infracciones de mayor o menor gravedad y a presunciones de
responsabilidad del conductor en un accidente, de acuerdo al caso.
La figura más leve es la del conductor que ha obtenido su licencia, la que se en-
cuentra vigente, no está retenida, suspendida ni cancelada y que, por cualquier razón,
su titular no la porta en el momento de ser requerido para su acreditación. Incurre en
la conducta más grave, desde el punto de vista de su tipificación como delito, “el que
sin tener la licencia de conductor requerida, maneje un vehículo para cuya conduc-
ción se requiera una licencia profesional determinada”, como lo dispone el artículo
196 D de la Ley de Tránsito.
Además, por disposición del inciso segundo del artículo séptimo de la Ley N°
18.290, si se sorprendiere conduciendo un vehículo respecto del que se requiera
licencia que habilite su conducción, “a quien no porte los documentos a que se refiere
el artículo anterior, Carabineros podrá retirar el vehículo de la circulación para ser
puesto a disposición del tribunal competente para la aplicación de las sanciones que
correspondan. Si antes de enviarse el parte al respectivo tribunal, lo que no podrá
ocurrir sino pasadas cuarenta y ocho horas, el conductor acredita ante Carabineros
poseer la documentación adecuada y vigente, se le devolverá el vehículo, cursándose
la infracción correspondiente”. La infracción que se comete al no portar los docu-
mentos habilitantes para conducir, los que están vigentes y corresponden al tipo de
vehículo que se conduce, es una infracción leve.
Con el mismo criterio, el artículo 8º de la Ley 18.290, dispone que “los propieta-
rios o encargados de vehículos no podrán celebrar actos o contratos que impliquen
la conducción de esos vehículos por personas que no tengan una licencia vigente
86
para conducir la clase de vehículo de que se trate”, agregando en su inciso segundo
que “si la infracción a esta prohibición fuera cometida por personas o empresas
dedicadas a dar en arrendamiento vehículos motorizados, serán sancionadas con la
clausura del establecimiento, que no podrá ser inferior a siete días ni superior a
quince. En caso de reincidencia, los plazos señalados se elevarán al doble y en caso
de una tercera infracción, el Juez decretará la clausura definitiva del establecimien-
to”.
Dos conceptos deben ser considerados con relación a la aptitud de una licencia en
cuanto habilita a su titular para conducir vehículos motorizados, de conformidad a la
Ley de Tránsito, cuyo artículo 18, dispone en su primer inciso, que la licencia “será de
duración indefinida y mantendrá su vigencia mientras su titular reúna los requisitos
o exigencias que señale la ley”. Del texto transcrito se ha pretendido derivar que la
licencia de conductor es válida para todos los efectos requeridos, aún en el caso de
que su poseedor no se someta oportunamente a los exámenes y trámites periódicos
que la misma ley establece, interpretación que nos parece equivocada.
87
La existencia ilimitada no implica eficacia, como se ha señalado, entendiendo ésta
como “virtud, actividad, fuerza y poder para obrar”, de donde queda claro que no
basta con existir, siendo necesario que tal existencia produzca efectos y la eficacia,
precisamente se refiere al efecto, es virtud. Un remedio de duración indefinida puede
mantener su energía y actuar activamente en muchos sentidos, pero el mismo remedio
será eficaz, sólo cuando efectúa lo que se desea. Es eficaz lo que es apto para hacer,
para conseguir, lo que tiene virtud específica en cualquier sentido.
A mayor abundamiento y aplicando la norma del inciso segundo del artículo 19 del
Código Civil, es obvio que al establecerse controles periódicos obligatorios a los que
deben someterse los conductores poseedores de licencia, los que se hacen en períodos
más breves tratándose de conductores profesionales en razón de la necesidad de un
mayor control respecto de la mantención de sus facultades, no puede sostenerse que la
sola duración de la licencia permite conducir indefinidamente, siendo necesario rehabi-
litarla cada cierto tiempo para que mantenga su vigencia, sin la cual no habilita para
conducir. Aparece claramente manifestada en la ley la calidad de copulativos de ambos
requisitos, duración y vigencia, no correspondiendo interpretar la norma en forma
parcial y validar a un conductor no vigente.
88
la licencia “dura indefinidamente”, la vigencia se amplía y desaparece la obligación
limitante, no siendo necesario que obtenga una nueva licencia.
Como señala el inciso final del artículo 21 de la Ley de Tránsito, en casos califica-
dos y si la deficiencia que presenta el postulante a conductor no es grave, “o atendida
la edad y estado general del peticionario, se podrá fijar un plazo distinto para la
vigencia de la licencia no profesional”. Esta duración restringida dice relación con la
vigencia de la licencia, más no con la duración de la misma, que por mandato legal es
indefinida. Desde el momento en que el titular adquiere licencia, ésta no tiene límite en
el tiempo de su duración. Lo que se limita es su vigencia y sólo la licencia vigente es
válida, competente y eficaz para conducir.
89
damente y por consiguiente, sólo puede hablarse de vencimiento en referencia a su
otro elemento: la vigencia. Si bastare con la sola licencia, como ésta es de duración
indefinida, la parte final de la disposición citada estaría de más, ya que si no se requi-
riera de vigencia, nunca podría hablarse de licencia vencida. Vencida es la licencia que
ha perdido su vigencia, la que a pesar de existir, ha dejado de ser eficaz.
90
V, “De las condiciones técnicas, de la carga, de las medidas de seguridad y de los
distintivos y colores de ciertos vehículos”, diversas normas que es necesario conocer y
tener en cuenta al respecto, entre sus artículos 55 y 87, inclusive.
La norma básica la contiene el artículo 55 de la Ley citada, que dispone que “los
vehículos deberán estar provistos de los sistemas y accesorios que la ley establece,
los que deberán estar en perfecto estado de funcionamiento, de manera que permitan
al conductor maniobrar con seguridad”. En relación a los equipos y accesorios de
vehículos en circulación internacional, existen normas especiales que contiene princi-
palmente el Anexo 6 de la “Convención Sobre Circulación Caminera”.
Entre las condiciones técnicas exigidas para la adecuada circulación de los vehícu-
los, éstos “deberán reunir las características técnicas de construcción, dimensiones y
condiciones de seguridad, comodidad, presentación y mantenimiento que establezca
el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones, y no podrán exceder los pesos
máximos permitidos por el Ministerio de Obras Públicas”, no pudiendo transitar los
que excedan los pesos máximos permitidos, salvo en casos especiales, en los que se
autoriza su tránsito, limitado y sujeto a restricciones y medidas especiales de seguri-
dad, como señalan los artículos 56 y 57 de la Ley de Tránsito.
91
Entre las obligaciones de los ciclistas está el acatamiento de las normas que regulan el
tránsito en general y no quedan excluidos, en caso alguno, de su cumplimiento.
No establece la Ley de Tránsito ningún tipo de licencia que habilite para conducir
bicicletas en la vía pública, por lo que debemos concluir que no es necesario estar
habilitado especialmente al efecto. La misma ley es clara al señalar cuáles son los
vehículos de tracción animal, por lo que no es aplicable la exigencia de licencia a los
ciclistas, ya que la “tracción humana”, como es el caso de la bicicleta, no es para la
Ley de Tránsito, “tracción animal”.
92
cinturón de bandolera, reflectante”. Otros requisitos con que deben cumplir estos
vehículos en la circulación, los establece el artículo 68 de la Ley de Tránsito.
De los textos legales que tratan de los vehículos de tracción animal, se desprende
que la referencia se hace a los vehículos de tiro u otros, diferenciándolos de las bici-
cletas, triciclos y aquellos en los que la fuerza motriz la proporciona directamente el
hombre, a pesar que todos pueden ser englobados con el calificativo genérico “de
tracción animal”.
Así, la diferencia la hace el artículo 59 de la Ley Nº 15.231, al exigir para esta clase
de vehículos el uso de los mismos elementos reflectantes exigidos para las bicicletas y
otros vehículos análogos y el artículo 68 de la Ley de Tránsito, que luego de referirse
expresamente en su número 4, a “Triciclos y bicicletas”, en su número 5, referido a
“Vehículos de Tracción Animal y Carretones de Mano”, les exige que lleven “un farol
en la parte delantera de cada uno de los costados que sobresalga de su estructura y
que proyecten luz blanca hacia adelante y roja hacia atrás, en forma perfectamente
visible”.
93
3.4.1 – Conducción a la derecha o a la izquierda del eje de la calzada
Cabe destacar sin embargo, que “en la circulación urbana, cuando la calzada esté
exclusivamente señalizada para el tránsito en un sólo sentido”, circular a la izquierda
del eje de la calzada no constituye infracción y aparece expresamente permitido por el
Nº 4 del artículo 120 citado, como una excepción a la norma de general aplicación de
circulación por la derecha.
La norma de circulación por la derecha tiene aplicación en casi todos los países,
con la salvedad de Inglaterra, Escocia, País de Gales e Irlanda, Tailandia, otros países
de la Common Wealth y Sudáfrica. En Chile siempre se condujo por la derecha y en
Argentina en cambio, hasta entrados los años 50 se hacía como en Inglaterra, por la
izquierda. El origen de esta costumbre sancionada en la legislación, podría encontrar-
se, según algunos autores, en las normas existentes desde antaño para evitar colisiones
en el mar, entre las que ocupa un lugar fundamental la que preceptúa que navegando
dos buques de frente, en términos que sea de temer un choque, ambos deberán caer
sobre estribor (derecha), a fin de dejar pasar al otro por babor (izquierda)35. Pensamos
que es posible que la norma derive del derecho marítimo en la forma descrita o man-
tenga relación con ella, pero la cuestión es saber por qué la derecha y no la izquierda y
35
Tabasso, Carlos, Fundamentos del Tránsito, Buenos Aires Julio C. Faira, Editor, 1995, Vol. II, p. 340.
94
además, llama la atención que siendo los ingleses grandes marinos, importantes en los
siglos pasados en todos los océanos, conduzcan sus automóviles por la izquierda.
Sin embargo, también “los vehículos que, dentro de los límites fijados, circulen a
una velocidad inferior a la máxima deberán hacerlo por su derecha”, de acuerdo a lo
que ordena el artículo 121 de la Ley de Tránsito.
No puede conducirse un vehículo “por el lado izquierdo del eje de una calzada de
doble tránsito para adelantar a otro que circule en el mismo sentido, a menos que
ese lado esté claramente visible y se disponga de un espacio libre hacia adelante que
permita hacer la maniobra con seguridad y sin interferir con los vehículos que se
aproximen en sentido contrario”, según disposición del artículo 126 de la Ley de
Tránsito, que, en su inciso segundo no permite la maniobra “donde la señalización o
la demarcación lo prohiba” y al atravesar un puente, viaducto, túnel o cruce de
ferrocarril o al aproximarse a cualquiera de estos lugares desde una distancia mínima
de 200 metros y en la proximidad de la cima de una cuesta o gradiente o de una curva.
La infracción a esta norma se castiga como grave, conforme al Nº 13 del artículo 198
de la misma ley.
95
acaba de adelantar”, de acuerdo a lo ordenado por el artículo 124 de la Ley de Trán-
sito.
Las obligaciones que deben cumplir los conductores con relación a la maniobra de
adelantar, también afectan a los que son adelantados y así, el inciso segundo del
artículo 124 de la Ley de Tránsito, ordena que el conductor que es adelantado, “debe-
rá ceder el paso en favor del que lo adelante y no deberá aumentar la velocidad
hasta que el otro vehículo complete la maniobra”, disposición que luego comple-
menta el artículo 131, que dispone que “cuando en los caminos circulen dos o más
vehículos en un mismo sentido, que deben transitar reglamentariamente por la dere-
cha, cada conductor deberá mantener con respecto al vehículo que lo antecede, una
distancia suficiente para que cualquier vehículo pueda adelantarlo, ingresando sin
peligro en dicho espacio”, agregando en el inciso segundo, que los vehículos que
circulen en caravana o convoy “deberán mantener suficiente distancia, entre ellos,
para que cualquier vehículo que los adelante, pueda ocupar la vía sin peligro”.
A la maniobra de adelantar por la derecha, en los casos en que ello es posible y nunca
transitando fuera de la calzada, se refiere la ley especial en su artículo 125, con el término
de sobrepasar y para ello, se requiere absoluta seguridad y sólo se la autoriza “cuando el
vehículo alcanzado esté efectuando o a punto de efectuar un viraje a la izquierda” y en
las vías urbanas, cuando existan “tres o más pistas en el mismo sentido del tránsito”. En
expresión del tratadista uruguayo Dr. Carlos Tabasso, editado en la Argentina, la ley
chilena “es uno de los pocos textos positivos que establece la distinción expresa entre el
adelantamiento, que implica el uso de la mano de tránsito de sentido contrario, y el sobre-
pasamiento, que no lo supone”36.
Dispone el artículo 127 de la Ley de Tránsito, que “ningún vehículo podrá ade-
lantar a otro en un cruce, a menos que éste se encuentre regulado por semáforos o
36
Tabasso, Carlos, Derecho del Tránsito, Buenos Aires: Julio C. Faira, Editor, 1997, p. 139.
96
por Carabineros”. Al estar prohibida la maniobra en el cruce, el Nº 16 del artículo
172 de la ley, presume la responsabilidad en el accidente en que participe el conductor
que la efectúe, estando la acción sancionada como infracción grave en el Nº 4 del
artículo 198.
97
Concentraremos nuestra atención en la problemática de los virajes desde el punto
de vista de la normativa del tránsito y sus efectos, más que en el texto de la ley, que
aparece claro en sus disposiciones.
El hecho que el conductor que vire o que tenga la intención de virar, pierda toda
preferencia, está en contradicción con lo establecido en el “Anexo 2” de la Conven-
ción sobre la Circulación por Carretera, acordada en Ginebra, Suiza, en 1949 y que,
al estar suscrita por Chile, promulgada y publicada, es ley de la República. Dicha
norma internacional dispone que “cuando dos vehículos se acerquen simultáneamente
a un cruce de carreteras, ninguna de las cuales tenga prioridad de paso sobre la
98
otra, el vehículo que llegue por la izquierda, deberá ceder el paso al otro vehículo”.
La disposición entrega la preferencia al de la derecha, sin excepción alguna y, al no
existir en la normativa internacional una regla como la del artículo 138 de la Ley de
Tránsito, en ese ámbito la derecha es absoluta.
Debe concluirse ante este conflicto de leyes, que entre nosotros prima la norma es-
pecial y posterior de la Ley de Tránsito y, en consecuencia, en Chile el conductor que
vira pierde toda preferencia. Este criterio se confirma si se analiza que en la ley inter-
nacional, sin una norma como la del artículo 138 ya citado, prima la preferencia por la
derecha sin limitaciones. En la ley chilena a contrario sensu, estando establecida la
excepción, debe primar ésta.
Mención especial requiere la norma del Nº 1 del artículo 139 de la Ley de Tránsito,
en el sentido que “en el caso de viraje a la derecha, debidamente señalizado por un
vehículo de carga articulado compuesto de camión tractor y semirremolque, o de
camión y remolque...”, no rigen las normas generales que regulan la maniobra de
viraje a la derecha, especialmente la obligación de efectuarla “tan cerca como sea
posible de la cuneta de la mano derecha o del borde de la calzada”, “debiendo los
demás conductores aguardar que dicho vehículo termine su maniobra”, todo con el
objeto de evitar el riesgo que implicaba la natural “apertura” hacia la pista izquierda
por parte de los grandes vehículos para poder efectuar el viraje, la que era aprovecha-
da por los más pequeños para avanzar por la derecha del camión, terminando general-
mente pisados, aplastados, presionados contra la cuneta o arrastrados.
Efectuar virajes en “U” está autorizado en la Ley de Tránsito, en los lugares en que
la maniobra no está prohibida por el artículo 141: en las intersecciones de calles y
caminos, en los pasos para peatones, a menos de 200 metros de las curvas, cimas o
99
gradientes, cruces ferroviarios, puentes, viaductos y túneles y donde la señalización lo
prohiba.
Pero la maniobra que se realiza a mitad de cuadra, con demarcación o sin ella, de-
penderá de las circunstancias de cada caso, en cuanto a la causalidad en el accidente.
Así, si la línea central está demarcada con línea continua, la maniobra de adelanta-
miento está prohibida y la responsabilidad infraccional recaerá en el que adelanta y no
en el que vira, por cuanto la línea central continua prohibe adelantar, más no pasar
sobre ella, para entrar o salir de la circulación en el lado opuesto de la vía.
Si la línea es discontinua o no existe, o se trata de un cruce regulado, la responsabi-
lidad será necesariamente de quien vira, el que queda obligado a ceder el derecho
preferente de paso a los otros vehículos en circulación, incluso a los que realizan la
maniobra de adelantar en lugar permitido.
Infringir las normas sobre virajes contenidas en los artículos 138 y 139 de la Ley de
Tránsito, constituye infracción grave sancionada en el Nº 16 de su artículo 198. No
100
hacer las señales debidas antes de virar, sean estas manuales o por medio de señaliza-
dores eléctricos, es una infracción menos grave, tipificada en el Nº 5 del artículo 199 y
no respetar las normas sobre virajes en “U”, constituye también una infracción menos
grave, tratada en el Nº 6 del citado artículo 199. Cualquier otra infracción no com-
prendida entre las citadas, debe ser calificada como leve, de acuerdo a lo que dispone
el artículo 200.
101
conductor tiene la intención de virar y el que realiza tal maniobra y a la que asiste respecto de
dos vehículos que viran.
Además, el derecho preferente de paso no sólo está referido en la ley a los vehículos que lle-
gan a un cruce desde vías diferentes, para normar cual puede proseguir su marcha y cual ceder
el paso, sino que también tiene aplicación respecto de vehículos que transiten en el mismo
sentido, como en el caso de los vehículos de emergencia o en el de los vehículos que viran,
como se ha dicho, a los que salen de la circulación o a los que entran a ella, o respecto de los
que transitan en sentidos opuestos.
El derecho preferente de paso rige, por regla general, otorgando preferencia al vehículo
que se aproxime a un cruce por la derecha, al establecer el artículo 143 de la Ley de Trán-
sito que el vehículo de la izquierda, “cederá el paso al vehículo que se acerque al cruce
por la derecha”. La relevancia de la preferencia por la derecha, queda reafirmada en el
inciso segundo de la disposición, que ordena que el conductor de la izquierda “reiniciará
la marcha e ingresará a la intersección sólo cuando se asegure que no hay riesgos de
accidente, en atención a la distancia, visibilidad y velocidad de los otros vehículos que se
aproximen por la derecha”.
37
Tabasso, Carlos, Fundamentos ..., cit., Vol. II, p. 355.
102
Nuestra ley hace que la causalidad de los accidentes en que medie infracción al derecho
preferente de paso, radique necesariamente en el que lo infringe, por cuanto elimina en
términos razonables, toda posibilidad de excusar la conducta infraccional atribuyendo culpa
al conductor que se aproxima al cruce por la izquierda. Así se ha fallado reiteradamente,
señalándose que el único responsable del choque fue el conductor del vehículo que se
desplazaba por determinada calle al no ceder el paso al que conducía aproximándose al
cruce de calles, por su derecha y que, respecto de éste, por no haberse acreditado ninguna
infracción de su parte, ha debido absolvérsele y aceptarse su demanda de indemnización,
haciéndose referencia además, a la norma sobre apreciación de la prueba y la causalidad en
la producción del hecho, que contiene el inciso primero del artículo 14 de la Ley Nº
18.28738.
3.4.3.c – Al virar
Todo conductor que tenga el propósito de virar, no sólo en una intersección, “ca-
recerá de toda preferencia para efectuar esta maniobra”. Perderá todo derecho
preferente de paso, en relación a otros vehículos en circulación y a los peatones.
Respecto de estos últimos, “en los cruces o pasos reglamentarios a ellos destinados,
que estén o no demarcados”, como señala el artículo 138 de la Ley de Tránsito.
38
C. Suprema,11 de octubre de 1987, Fallos del Mes, Nº 347, p. 665.
103
3.4.3.d – Presunciones y Sanciones
El inciso tercero del artículo 143 de la Ley de Tránsito, establece los casos en que
el derecho preferente de paso no tiene aplicación. En primer lugar, así sucede en los
cruces regulados, ya que el paso en estos casos se ordena por el semáforo o por las
indicaciones de Carabineros.
En tercer lugar, como excepción de aplicación general, no rige la norma del tránsito
con preferencia por la derecha, “respecto de los vehículos que se vayan a incorporar
a una zona de tránsito en rotación”. Esta última norma, contenida en el Nº 4º del
inciso tercero citado, constituye, al igual que la disposición que hace perder preferen-
cia al vehículo que vira del artículo 138, una contradicción con la preferencia por la
derecha, que en forma absoluta establece la Convención sobre Circulación por Ca-
rretera para los cruces no señalizados ni regulados.
La propia ley, en la disposición citada, define lo que debe entenderse por camino
principal, al señalar que “se entenderá por tal, el que tenga pavimento de concreto,
asfalto, macadam bituminoso definitivo o los que expresamente determine y señalice
la Dirección de Vialidad”.
104
Se presenta una situación especial en lo que a derecho preferente de paso respecta,
a los vehículos de emergencia, materia que será tratada en los párrafos siguientes al
analizar las disposiciones que les afectan.
“El conductor que enfrente el signo Pare deberá detener el vehículo y permitir el paso
a los que circulen por la otra vía, y reiniciará la marcha sólo cuando pueda hacerlo en
condiciones que eliminen toda posibilidad de accidente”, dispone el inciso primero del
artículo 144 de la Ley de Tránsito, lo que ha sido reafirmado por la jurisprudencia en
reiteradas oportunidades. Sin embargo, tiene en común con el caso del artículo 143 y en el
del signo Ceda el Paso, que si ocurre un accidente en el cruce señalizado con el signo
Pare, la causalidad en su producción debe necesariamente buscarse en quien no respetó la
norma de preferencia.
Tratándose de signo Pare, la disposición es más imperativa que en los otros casos y
requiere eliminar “toda posibilidad de accidente”, frente a la orden de continuar la
marcha “sólo cuando se asegure (el conductor) que no hay riesgos de accidente, en
atención a la distancia, visibilidad y velocidad de los otros vehículos”, establecida en
el caso de la simple preferencia por la derecha o a la obligación de “permitir el paso a
39
C. de Santiago, 4 de septiembre de 1991, Revista, Tomo LXXXVIII, Sección Cuarta, p. 138.
105
todo vehículo que circule por la otra vía y cuya proximidad constituya un riesgo de
accidente”, como señala el inciso segundo del mencionado artículo 144, al referirse a
las obligaciones que le impone al conductor el signo Ceda el Paso.
La ley ordena en este último caso además, que el conductor “deberá reducir la ve-
locidad hasta la detención si fuere necesario”. Tan imperativa es la norma, que
incluso frente a la existencia de otras infracciones en la conducción del que ocupa la
vía de preferencia, la causa basal del accidente debe ser ubicada en la infracción a la
señal. La señalización Pare obliga a detener el vehículo cediendo el derecho a vía e
impone el deber de no reiniciar la marcha sino en condiciones que eliminen toda
posibilidad del accidente; la circunstancia de existir niebla no concede excusa ya que
obliga a un mayor cuidado y precaución del conductor. La velocidad excesiva del
vehículo que ocupa la vía preferente tampoco es una excusa, ya que ninguna influencia
pudo haber tenido si su circulación la hacía por la vía preferente que no le fue respeta-
da; y si dicha vía le fue cortada por el vehículo infractor, tampoco importa el carácter
de embestidor o embestido de los vehículos ni el hecho de que quien usaba la vía de
preferencia gobernara su máquina bajo la influencia del alcohol no concede excusa,
porque éstos son elementos excluidos de la causa basal y determinante del accidente,
la cual es de cargo del reo al no respetar un signo de señalización, que de haberlo
hecho, habría evitado la colisión y sus consecuencias 43.
Con relación a la señal Ceda el Paso, la ley ordena al conductor que la enfrenta
“reducir la velocidad hasta la detención si fuere necesario, para permitir el paso a
todo otro vehículo que circule por la otra vía y cuya proximidad constituya un riesgo
de accidente”, de lo que se ha sostenido que, a pesar de la existencia física de la señal,
no podría darse la posibilidad de infracción a la norma si no circularen vehículos por la
otra vía a los que se debiera ceder el paso. A este respecto, olvidan, los que así pien-
san, que la conducta determinada por la norma transcrita involucra la orden de “redu-
cir la velocidad”, sin exigir presencia de vehículo en la vía de preferencia, por lo que
el conductor que no reduzca la velocidad en un cruce así señalizado, puede ser sancio-
nado como infractor a la señal Ceda el Paso.
106
3.4.4.a – Sanciones
Dispone el Nº 2º del artículo 197 de la Ley de Tránsito que se sanciona como in-
fracción gravísima, ”no respetar... la señal Pare o la señal Ceda el Paso, siempre que
en este último caso la infracción haya originado un accidente de tránsito”. Por su
parte, la simple infracción de no respetar la señal Ceda el Paso, sin que la infracción
haya sido origen de un accidente de tránsito, constituye una infracción grave, según lo
señala el Nº 8 del artículo 198, referido en general a la obligatoriedad de los “signos y
demás señales que rigen el tránsito público”.
Respecto a la sanción por infracción a la norma del inciso 2º del artículo 144 de la Ley
de Tránsito, esto es, a la señal Ceda el Paso, debe anotarse que el artículo 1º, Nº 43 b) de
la Ley Nº 19.495, le agregó al Nº 2º del artículo 197 de aquella, que se sancionará como
gravísima “siempre que la infracción (a la señal “Ceda el Paso”) haya originado un
accidente de tránsito”, frase que merece un análisis, por cuanto ha diferenciado la con-
ducta infraccional cuando es seguida de accidente, de cuando no lo es. El legislador ha
establecido expresamente una relación de causalidad infracción – accidente, al sancionar
como gravísimo el no respeto de la señal.
107
sin accidente alguno, debería sancionarse como “gravísima”, en circunstancias que la
misma conducta, referida al artículo 143, es y ha sido una infracción “grave”. A la
misma conducta corresponde la misma pena y, si no hay accidente, no se da uno de los
presupuestos que copulativamente exige la ley al tipificar la infracción a la señal Ceda
el Paso. Sólo cuando no se respeta el derecho preferente, existiendo Ceda el Paso y
se causa un accidente, hay infracción “gravísima”. Si la infracción no origina acci-
dente, no es “infracción de resultado” y se sanciona igual que la infracción al artículo
143, como “grave”, ya que ambas constituyen en ese caso, la misma conducta.
Resulta propio acotar que no va a ser el Juez quien califique si la infracción originó
o no el accidente, sino que tal calificación la hace la ley, donde el resultado está expre-
sa y previamente establecido.
3.4.5 – Semáforos
Además, el conductor que enfrente luz verde, debe ceder el paso a los vehículos
que se encuentren atravesando el cruce, esto es, a los que entraron habilitados al
mismo y los sorprendió el cambio de luz. Debe también ceder el paso en estos casos, a
los peatones que estén atravesando la calzada por el paso destinado a ellos. Finalmen-
te, tampoco puede avanzar con luz verde el conductor que la enfrenta, si en el cruce se
encuentra un Carabinero regulando el paso, ya que la señal de éste primará sobre la del
semáforo.
Con relación a la luz amarilla, la norma básica es que ordena prevención y los vehí-
culos que la enfrentan, deben detenerse antes de entrar al cruce. Sin embargo, dispone
la ley que “si la luz amarilla los ha sorprendido tan próximos al cruce que ya no
pueden detenerse con suficiente seguridad, los vehículos deberán continuar, con
precaución”.
108
Cuando la luz del semáforo funciona en forma intermitente, la señal roja indica Pa-
re y la amarilla, Precaución.
3.5.6 – Velocidad
Debe concordarse esta norma con la disposición del artículo 114 de la Ley, en
cuanto señala la obligación de todo conductor de mantener el control en la circulación,
de modo que el aspecto principal en materia de velocidad, es permitir el control y el
dominio absoluto del vehículo, en forma tal de prevenir accidentes.
La velocidad con que se transite, cualquiera que sea, deberá reducirla el conductor al ingresar
a un cruce de calles o caminos, cuando se aproxime y vaya en una curva, cuando se aproxime a
la cumbre de una cuesta y cuando conduzca en cualquier camino angosto o sinuoso, de acuerdo
a lo que ordena el artículo 149 de la Ley de Tránsito.
Para los efectos del derecho preferente de paso, la velocidad deberá ser reducida
hasta detenerse, si fuere necesario, para hacer efectivo el derecho del vehículo que
circula por la vía de preferencia, según el caso. No puede conducirse “a una velocidad
tan baja que impida el desplazamiento normal y adecuado de la circulación”, como
lo ordena el inciso primero del artículo 152 de la Ley de Tránsito, el vehículo que es
adelantado no puede aumentar su velocidad, permitiendo que el que adelanta complete
la maniobra con seguridad, en los términos de lo que sanciona el artículo 124 de la
misma Ley.
Dispone el artículo 150 de la Ley de Tránsito, que cuando no existan los riesgos a que
ha aludido la ley al establecer la obligación de conducir a velocidad prudente y razonable,
los límites máximos permitidos, serán de 50 Kmh por hora en zonas urbanas y de 100 Kmh
por hora en las zonas rurales. Como lo autoriza el artículo siguiente, estos límites máximos
de velocidad pueden ser aumentados o disminuidos en casos excepcionales y las Municipa-
lidades en las zonas urbanas y la Dirección de Vialidad en las zonas rurales, por razones
fundadas y previo estudio elaborado de acuerdo a los criterios que contemple el Manual de
109
Señalización de Tránsito para la determinación de las velocidades máximas, podrán au-
mentar o disminuir los límites de velocidad establecidos para una determinada vía o parte
de ésta.
El criterio señalado para alterar los límites legales de velocidad fue introducido por
el artículo 2º y numeral 2 de la Ley Nº 19.676 de 26 de mayo de 2000, siendo necesa-
rio considerar que las modificaciones referidas deberán darse a conocer por medio de
señales oficiales. La reforma formó parte de toda la política que pretendió poner
término a la anarquía existente con ocasión de las reiteradas denuncias por sobrepasar
los límites, efectuadas con equipos de detección de infracción, generalmente llamados
“foto–radares” y comprendió una amnistía general para los infractores, complementa-
da por una adecuada reglamentación de la forma de efectuar la señalización para
advertir a los usuarios de las vías, el funcionamiento y características de los equipos a
usar.
Constituye infracción menos grave, establecida en el Nº 4 del artículo 199, con re-
lación al inciso segundo del artículo 146 de la Ley de Tránsito, no detenerse o reducir
110
la velocidad ante la aproximación de un vehículo de emergencia a un cruce con luz
roja de semáforo u otra señal de detención. Es también menos grave, como lo dispone
el Nº 5 del artículo 199, concordado con el número 3 y final del artículo 142, no hacer
las señalizaciones debidas antes de virar, entre la que se encuentra la de señalizar con
el brazo hacia abajo, la disminución de la velocidad con la debida anticipación, a lo
menos, treinta metros.
Como dispone el artículo 171 de la Ley de Tránsito, “el mero hecho de la infrac-
ción no determina necesariamente la responsabilidad civil del infractor” y, en cada
caso concreto, será necesario analizar los diferentes antecedentes que se aporten con
el objeto de establecer la causalidad directa en la producción de un accidente. Es
precisamente en materia de velocidad, cuando se producen más problemas a este
respecto por cuanto es frecuente que concurran en la producción de un accidente de
tránsito velocidad y otras infracciones que pueden ser estimadas como causales.
111
zación o su posición en el cruce. Sin embargo, la ley se encarga a continuación de
modificar la norma terminante que pareció establecer en el Nº 1º y en el primer inciso
del Nº 2 del artículo 146, como analizaremos.
Cabe hacer notar que, de acuerdo a las disposiciones de los artículos 77, 78 y 147
de la Ley de Tránsito, “el conductor de un vehículo de emergencia deberá utilizar sus
señales audibles y visibles sólo en los casos de llamada de urgencia o alarma y
guiará con todo cuidado y velará por la seguridad de los peatones y vehículos que
estén usando la vía”, debiendo respetar todas las prescripciones de la ley, excepto en
cuanto les conceden las excepciones que hemos señalado, contenidas en el artículo
146.
Es importante precisar que la ley otorga una amplia libertad de maniobra en el trán-
sito a los llamados vehículos de emergencia y tolera y hasta autoriza a sus conductores
para infringir las reglas de tránsito, cuando la naturaleza y urgencia del servicio lo
imponen. Los demás usuarios de la vía deben facilitar su tránsito, pero no se permite la
injustificada temeridad del conductor y de cualquier manera, aun justificándose, no lo
libera –ni a los otros responsables tampoco–, de la responsabilidad civil a que quedan
afectos de acuerdo a las normas generales por los daños que se causen.
112
Del estudio de las normas de los artículos 146 y 147 de la Ley de Tránsito resulta
que los conductores de los vehículos de emergencia deben “respetar todas las pres-
cripciones de esta ley que rigen el tránsito público, con las excepciones que establece
el artículo anterior”, como señala el segundo de los artículos citados y, sólo pueden
estacionarse y detenerse en sitios prohibidos, no otorgándose facultades extraordina-
rias a sus conductores, más allá de alterar el simple derecho preferente de paso en
casos sin señalizar y en las condiciones de uso de aparatos sonoros y luminosos esta-
blecidas, no pudiendo por consiguiente, infringir las luces de los semáforos, respetan-
do el derecho preferente de paso de los otros vehículos en circulación si éstos no se
han percatado de su presencia y no les han cedido el paso.
i) Líneas Longitudinales;
ii) Líneas Transversales;
iii) Símbolos y Leyendas; y
iv) Otras Demarcaciones.
113
cumplir en conjunto, el papel de encauzar el flujo vehicular y, en cada caso van a jugar
diferentes roles, complementarios unos de otros.
3.6.1.a – Validez de las Marcas Viales para alterar el Derecho Preferente de Paso
114
to. La marca vial es su complemento, pero no es suficiente por sí sola, también por
razones prácticas de construcción y de difusión de su mensaje, para alterar la preferen-
cia en la circulación.
En el plano jurídico, tampoco puede afirmarse que las marcas viales alteren por sí
solas el derecho preferente de paso establecido en el artículo 143 de la Ley de Tránsi-
to, otorgando preferencia por la derecha, en relación a la señal Pare y a la señal Ceda
el Paso. Se trata de señales de reglamentación, que tienen por objeto indicar al usuario
de la vía las obligaciones, limitaciones o prohibiciones especiales que debe observar y,
son de prioridad, ya que en el sistema de la Convención sobre Señalización Vial, son
ellas las que “están destinadas a notificar o a poner en conocimiento de los usuarios
de la vía, reglas especiales de prioridad en las encrucijadas”, como señala el número
1º de su artículo 10.
Muy claro resulta el párrafo (2.2.1) del “Manual”, en el sentido de que “cuando se
determina instalar una señal Pare o Ceda el Paso, debe complementarse con la
115
señal respectiva de Demarcación”. La marca vial es, en este texto, complementaria de
la señal.
Sin embargo, el inciso siguiente del párrafo citado, llama a confusión y podría ser
interpretado como autorización para la instalaciones de marcas viales solas, sin señales
a las que complementen, al indicar que, en determinados casos de flujos relativamente
bajos de circulación, “se empleará solamente la demarcación de pavimento comple-
mentaria de la señal Ceda el Paso”. Estimamos que dicha demarcación se puede
poner sola cuando no altera la preferencia del artículo 143 de la Ley de Tránsito, caso
en el que cumple su papel de reforzar la preferencia legal por la derecha. No altera el
derecho preferente de paso y se limita a complementar y a reforzar el mandato legal.
Refuerza esta idea, el hecho que en doctrina, ninguna intersección debiera quedar sin
priorizar, con excepción de calles sin salida, pasajes y otros de escaso flujo vehicular.
Priorizar no implica alterar la preferencia que establece la ley, sino que remarcar la
prioridad de paso. Esta la otorga la ley o la señal Pare o Ceda el Paso, no la marca
vial.
116
impera entre los expertos de ese organismo es precisamente el de dar pleno valor a la
demarcación, independientemente de si se encuentra instalada o no, la señal a la que se
entiende que debe reforzar. El mismo criterio imperará en el nuevo texto del “Manual
de Señalización del Tránsito”, que debe aparecer al finalizar el año señalado.
117
máquina. Dignificar el derecho del hombre y específicamente del peatón, debe ser
tarea preferente de legisladores, jueces, abogados y usuarios, invirtiendo el papel
actual de preferencia irrestricta para el usuario de la máquina, olvidando éste que en
muchas ocasiones también se constituirá en peatón.
En la Ley de Tránsito chilena, las normas generales sobre peatones las contiene su
artículo 167, en sus números 1 a 11, debiendo circular por las aceras y, donde no las
haya, por las bermas o franjas laterales de la calzada, al costado izquierdo, enfrentando
a los vehículos que circulen en sentido opuesto, sin poder permanecer en las calzadas,
debiendo cruzarlas sólo en los cruces y pasos especiales, nunca en forma diagonal o
por el área de intersección de las calzadas y, en zonas rurales, sólo cuando no haya
vehículos próximos y puedan hacerlo con seguridad.
Tratándose de lugares regulados, los peatones deben respetar las indicaciones del
semáforo o del Carabinero, pudiendo completar el cruce que hayan iniciado, si los
sorprende el cambio de señal y tienen derecho preferente de paso respecto de los
vehículos que viren.
De acuerdo a los números finales del artículo 167 de la Ley de Tránsito, los peato-
nes no podrán subir o bajar de los vehículos en movimiento o por su lado, hacia la
calzada, deberán respetar el derecho preferente de paso de los vehículos de emergen-
cia que se anuncien adecuadamente y “no podrán transitar tan cerca de las soleras de
modo que se expongan a ser embestidos por los vehículos que se aproximen”. El
conductor de vehículos de emergencia, a su vez, debe velar por la seguridad de los
peatones que estén usando la vía, al hacer uso de las prerrogativas especiales que le
otorga la ley.
118
Al igual que los conductores, los peatones deben respetar la determinación de la
autoridad en las vías de tránsito restringido, como lo ordena el artículo 117 de la Ley
de Tránsito y, por expresa disposición de los números 4, 5 y 6 del artículo 165, tienen
derecho a que no se entorpezca su tránsito y a no ser molestados. Los conductores a
su vez, deben evitar mojar a los peatones si hubiere agua en la calzada, de acuerdo al
artículo 122, lo que en caso de ocurrir, será sancionado como infracción leve.
El peatón que haya tenido intervención en un accidente de tránsito del que resulten
lesiones o muerte, “será sometido a examen destinado a establecer la presencia de
alcohol o de estupefacientes o sustancias sicotrópicas en su cuerpo”, como lo ordena
el artículo 190 de la Ley de Tránsito.
119
IV. RESPONSABILIDAD CIVIL
En el Título XXXV del Libro IV del Código Civil no sólo se tratan en detalle los
daños que deben indemnizarse a causa de delitos o cuasidelitos, sino también los
inferidos por negligencia, como el artículo 2319 que establece que no son capaces de
delito los menores de siete años ni los dementes, pero que responden de los daños las
personas a cuyo cargo estén, si puede imputárseles negligencia 41.
Sin daño no hay responsabilidad civil, como se desprende de los artículos 1437 y
2314 del Código Civil y el elemento fundamental para la existencia del delito o cuasi-
delito civil será precisamente la existencia del daño, a diferencia del delito y cuasidelito
penales, en los que su existencia está determinada por la tipificación de la conducta, es
decir, que es necesario que la acción u omisión voluntaria o culpable esté penada por
la ley. Aparece indiferente, en este último caso, que tal conducta cause o no cause
daño.
40
Alessandri R.,Arturo, De la Responsabilidad Extracontractural. Tomo I, p. 11.
41
C. Suprema, 7 de marzo de 1929, Revista, Tomo XXXII, Sección Primera, p. 93.
120
Toda indemnización de perjuicios es compensatoria de daños y, para fijarlos, es menes-
ter contemplar la verdadera situación de las partes litigantes y las necesidades que los
perjudicados deban satisfacer, tomando en consideración las condiciones personales de los
afectados: trabajo a que se dedicaban, utilidades probables que obtenían en dicha labor, sus
condiciones sociales, necesidades de familia, condiciones físicas en que quedaron los
afectados con motivo del accidente y, por último, los fundamentos de la demanda respecto
de las diversas sumas que se cobran42.
Acción u omisión será todo obrar o no obrar, según sea el caso, humano volunta-
rio y, por consiguiente, imputable. Sin el factor imputativo o atributivo, no habrá
responsabilidad ya que es necesario que el autor material del perjuicio causado pueda
además, ser tenido como culpable del mismo. La antijuridicidad, por su parte implica,
en sentido amplio, lo ilícito y, en sentido restringido, lo opuesto a la ley positiva.
Variaciones de la antijuridicidad son el dolo y la culpa, entendiendo, a ésta, tanto
desde el punto de vista clásico de considerar la omisión de la diligencia exigible al
agente, como desde el punto de vista moderno, que caracteriza la culpa por notas
distintas a esa falta de diligencia, y que llega a hablar de una “culpa social” o “culpa
sin culpabilidad” 44. Cabe agregar que en el cuasidelito, no se hace la discriminación
que es necesario efectuar en otros casos, entre culpa grave, leve y levísima. La ley en
esta parte, ha sido mucho más simple y ha previsto sólo la culpa en sí, la actividad del
individuo sin las diferenciaciones más o menos sutiles que en otro orden civil la ley
establece45.
121
do un daño a alguien”46. Más, debe mantenerse claro que no basta el daño en sí
mismo, ya que todo el Título XXXV del Código Civil se basa en la imputabilidad del
que ejecuta un hecho ilícito. La ley, para imponer responsabilidad civil, no se detiene
sólo en el daño causado sino que, ante todo, en el hecho culpable, en la responsabili-
dad subjetiva47, de donde resulta la necesidad de que este daño debe estar, finalmente,
en relación directa de causa a efecto con el hecho que se estima productor del mismo,
vínculo que por regla general, debe ser acreditado.
Para los efectos del Derecho del Tránsito, para poder entrar al campo de la respon-
sabilidad civil por daños causados, será necesario que el hecho del que éstos derivan
sea, al mismo tiempo, un hecho penado por la ley y así, tendrá el carácter de delito o
cuasidelito civil y de delito o cuasidelito penal. Generalmente, se tratará de acciones
cuasidelictuales, reservándose la figura del delito para algunas derivadas de la inges-
tión alcohólica.
46
Santos Briz, Jaime, op. cit., Capítulo V, p 123.
47
C. de Santiago, 21 de agosto de 1940, Revista, Tomo XXXIX, Sección Primera, p. 298 y ss.
122
propio, independiente del humano. El maquinismo se hallaba muy poco desarrollado en
1804 para que los redactores del Código Civil francés hubieran podido enfocar la cuestión
desde un ángulo diferente48.
Luego, se consideró que el obrero que sufría un accidente con ocasión de su traba-
jo, no podía, ser desamparado el y su familia aunque ese hecho ocurriera sin culpa de
su patrón. Se pensó en que el operario está constantemente expuesto a un peligro en
razón de la labor que ejecuta, salvo que por su culpa se haya expuesto él, y que el
patrón debe concurrir a indemnizar los perjuicios que con ese motivo se irroguen al
obrero y a su familia, porque aquel recibe un beneficio del obrero que trabaja para su
industria. Con esto la teoría del riesgo adquiere una importancia decisiva en el Dere-
cho Social, existiendo diferencias esenciales entre éste y el Derecho Civil.
El primero entra a suplir las deficiencias del segundo en las diversas actividades que
ha creado la economía moderna; de manera que se explica que haya nacido la teoría
del riesgo, la cual tiene un carácter social. En cambio, el segundo, de origen más bien
individualista, legisla en orden a esta materia únicamente sobre la actividad que desa-
rrolle el individuo como sujeto del Derecho. Y, si en tal calidad, se pudiera prescindir
de la responsabilidad con que, con culpa o sin ella, aquel ejecute un acto, se entorpe-
cería el progreso en muchas ocasiones; pues muy pocas serían las personas que se
atreverían a realizar una actividad sin que les asaltara el temor de verse obligados al
pago de una indemnización. La relación de causalidad sin culpa o de patrimonio a
patrimonio, es mas bien propia de casos especiales, expresamente legislados, en aten-
ción a su índole, como ocurre con la Ley de Accidentes del Trabajo 49.
El daño, circunscrito al que podían causar las cosas inanimadas, fue evolucionando al
descubrir el hombre la posibilidad de “animar” las cosas, de imprimirles movimiento y
convertirlas en dinámicas con mucho mayor peligro que las cosas animadas de la naturale-
za. Así, un vehículo puede ser un bólido incontrolable con mayor poder de destrucción que
un animal salvaje en su más peligroso desempeño. El no poseer vida propia no significa que
la cosa permanezca inmóvil y en ese movimiento, radica la mayor fuente de la posibilidad
del daño que puede causar, que lo diferencia fundamentalmente del creado por la cosa
inanimada, un edificio por ejemplo.
Se hizo preciso acudir en socorro de las víctimas de los accidentes del trabajo.
Obligarles a probar una culpa cometida por su patrono, era impedir casi siempre que
48
Mazeaud Henry y Leon y Tunc, André, Tratado Teórico y Práctico de la Responsabilidad Civil
Delictual y Contractual, Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América, 1977, Tomo 2, Vol.I, Nº
1140, p. 117.
49
C. de Santiago, 21 de agosto de 1940, Revista, Tomo XXXIX, Sección Primera, p. 298 y ss.
123
fueran indemnizados; dispensarlos de esa prueba era, casi siempre concederles repara-
ción. Paralelamente, el daño causado por las cosas inanimadas, fuera del ámbito de los
accidentes del trabajo se fue multiplicando. El problema fundamental se centraba en
otorgar a la víctima de los accidentes, especialmente a los causados por el equipo
industrial, una protección más eficaz que aquella que asegura la ley basada en los
principios de la responsabilidad por el hecho personal. La protección se refiere princi-
palmente al problema de determinar ¿cómo probará el obrero la culpa del patrón? La
protección consiste en aligerar la carga de la prueba50.
El párrafo primero del artículo 1384 del Código Civil francés, dispone que “se es
responsable no solamente del daño que se causa por hecho propio, sino también del
causado por el hecho de las personas por las que se debe responder o por las cosas
que se tienen en custodia”. El artículo 1437 del Código Civil chileno expresa a su vez,
que “las obligaciones nacen... ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria
o daño a otra persona, como en los delitos y cuasidelitos...” y a éstos se refiere
expresamente su Título XXXV y primero, el artículo 2314, estableciendo que “el que
ha cometido un delito o un cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la
indemnización...”.
La circulación vehicular, entendida como una actividad compleja y en cierto modo peli-
grosa, potencial generadora de daño, es fuente de responsabilidad civil extracontractual
que ha surgido con el avance tecnológico de los últimos tiempos, concurriendo a ser causa
de muchos accidentes derivados del uso de los medios de transporte, lo que ha sucedido en
similar medida con el consumo masivo de productos elaborados y la utilización de la
máquina y su consecuencia: el daño ecológico.
Dentro del sistema general, se trata de una responsabilidad por el hecho de las co-
sas que, debido a la taxatividad de nuestro Código Civil, ha debido ser regulada en una
ley especial. En el derecho francés igualmente, ha evolucionado la interpretación de la
norma legal, primero por vía de la jurisprudencia y luego, mediante la aclaración
legislativa.
En Chile, el sistema de responsabilidad establecido por el régimen vigente hasta
1984 y luego, por las leyes 18.287 y 18.290, establece una importante alteración a las
normas civiles tradicionales, al punto de modificarlas y establecer disposiciones impe-
rativas y obligatorias tanto respecto del fondo, tales como la responsabilidad del
propietario del vehículo, como formales, dirigidas a la competencia especial de deter-
minados tribunales para conocer de los hechos infraccionales y, como consecuencia de
ellas, en relación de causa a efecto, de las indemnizaciones a que el caso de lugar.
50
Mazeaud Tunc, op. cit., Tomo 21, Vol. 11, Números 1141 y 1143, p. 117 y ss.
124
4.1.1.a – Extensión de la obligación de indemnizar. Perjuicios materiales y
morales. Lucro cesante. Desvalorización.
Dicha reparación debe comprender no sólo los daños materiales sino también los
morales que, por lo general, son de mayor importancia que los primeros52, habiéndose
resuelto al respecto que la sentencia es nula, porque infringe los artículos 2314 y 2329
del Código Civil, ya que establece que, de acuerdo con ellos, no es indemnizable el
daño puramente moral, pues el primero de esos preceptos no hace distingos y obliga a
la reparación de todo daño, cualquiera que sea su especie, proveniente de un delito o
cuasidelito, y el segundo obliga a la reparación de todo daño imputable a malicia o
negligencia de otra persona53.
El primer daño indemnizable será, lógicamente, el daño emergente, esto es, el daño
material directo producto del hecho que lo origina, en este caso la infracción causal del
accidente de donde derivó. No reviste mayor dificultad la comprensión de la extensión
del daño material propiamente tal, como resultado de la destrucción que signifique
para los bienes de la víctima el accidente en que haya visto involucrado y, su indemni-
zación se efectuará mediante la compensación en dinero del valor de la reparación,
determinado en definitiva por el Juez.
Baste a este respecto, con señalar que dicha indemnización deberá ser ajustada a la
realidad, de tal modo que no constituya ni un enriquecimiento sin causa para quien la
obtiene, al otorgársele una suma mayor que el valor de los daños realmente ocasiona-
dos, ni un beneficio para el causante del daño y obligado a la indemnización, al repre-
sentar ésta un valor menor que el real, lo que se traduciría en que la indemnización que
así se acordare, no sería justa ni completa y no restituiría el patrimonio dañado a su
real estado antes de la agresión sufrida.
51
C. de Santiago, 25 de marzo de 1958, Revista, Tomo LVI, Sección Cuarta, p. 196.
52
C. Suprema, 14 de septiembre de 1934, Revista, Tomo XXXII, Sección Primera, p. 10.
53
C. Suprema, 26 de agosto de 1941, Revista, Tomo XXXIX, Sección Primera, p. 203 y ss.
125
La reparación del daño debe ser completa, salvo que la ley permita expresamente
otra cosa. El quantum de la indemnización debe medirse por el daño causado y no por
la hacienda del agente54.
Todas estas circunstancias hacen que el daño emergente se vea especialmente am-
pliado en estos casos a la desvalorización, entendida como el menor precio de reventa
que experimenta un vehículo que ha sufrido un daño y que se expresa en un perjuicio
real y actual, desde el momento que el menor precio es objetivo y no será necesario
esperar hasta que la venta se produzca para que el daño esté y pueda ser detectado.
La desvalorización se produce en el momento en que el vehículo experimenta el daño
del que derivan las secuelas que determinan la depreciación, que no desaparecen con
las reparaciones de las partes afectadas. El importe de esta desvalorización, daño
emergente, será establecido por cualquier medio de prueba, especialmente por un
peritaje mecánico de daños.
54
Soler A. Amadeo, Seguro de Automotores, Buenos Aires: Editorial Astrea,1978, p. 66.C. Suprema, 29
de noviembre de 1968, Revista, Tomo LXV, Sección Cuarta, p. 323.
126
acordar indemnización por dicho daño, dependiendo su procedencia y monto de la
prueba que al respecto se rinda.
La utilidad cuya reparación se reclama tiene que ser lícita, cierta, determinada o
determinable y, vinculada causalmente con el hecho ilícito55.
En relación a los “daños morales”, causados por el que injuria o lesiona los senti-
mientos y ocasiona dolor y angustia, su reparación ha sido objeto de controversia,
sosteniéndose, por los partidarios de la negativa, que es imposible valorar en dinero
entidades puramente ideales, las cuales están alejadas de toda consideración económi-
ca, como los disgustos, los dolores físicos, el resentimiento o las preocupaciones y
otros, lo que permitiría, en caso de aceptarse, la formulación de demandas injustas en
el aspecto civil y, en el penal, podría ser objeto de provocaciones por parte de la
víctima para obtener beneficios económicos. Admitir indemnización por perjuicios
morales, se argumenta, produciría gran confusión en el ámbito del derecho, precisa-
mente por su indeterminación objetiva y se prestaría a confundir entre pena e indemni-
zación, pues la dificultad para determinar la base del perjuicio induce a los tribunales a
utilizar conceptos, como la gravedad del hecho y la intensidad de la culpa, que sirven a
su vez de base a la determinación de la pena56.
“La persona que como consecuencia de un hecho ilícito ocasionado por un tercero,
pierde, v.gr., al padre, al esposo o al hijo, sufre un dolor, una angustia que afecta sus
legítimos sentimientos. Lo mismo que la persona que a consecuencia de un hecho
ilícito sufre lesiones que le ocasionan dolor o un largo tratamiento médico asistencial.
Estos daños son los denominados morales y su indemnización, el precio del dolor”57.
Antes de 1922 en Chile, los Tribunales Franceses desde la segunda mitad del Siglo
XIX, ya empezaron a considerar la indemnización solicitada por el “perjuicio de
afección” en casos de muerte de la víctima, pero no fue hasta un siglo después que la
jurisprudencia se ha inclinado, al parecer definitivamente, por acceder a este tipo de
demandas.
55
Soler A. Amadeo, Seguro de Automotores, Buenos Aires: Editorial Astrea,1978, p. 66.
56
J. Santos Briz, op. cit., Capítulo V, p. 155 y ss.
57
Soler A., Amadeo, op. cit., p 68.
127
excluyente de acordarla en dinero, con todas las secuelas morales que ello implica, de
la prueba de los daños y la facultad del Tribunal de regularla sin prueba específica.
La aceptación y regulación del daño moral es un caso típico de creación judicial del
derecho y de allí, la importancia determinante en la materia, del estudio y análisis de la
jurisprudencia.
Sin embargo, puede considerarse como aceptado en los tiempos modernos el prin-
cipio de reparación del perjuicio moral de modo definitivo y que la reparación debe
necesariamente efectuarse en dinero.
58
C. Suprema, 13 de enero de 1922, Revista, Tomo XXI, Sección Primera, p. 529.
59
C. Suprema, 12 de diciembre de 1922, Revista, Tomo XXI, Sección Primera, p. 1053.
60
C. de Santiago, 8 de junio de 1943, Revista, Tomo XL, Sección Segunda, p. 50.
128
4.1.1.b – Extensión de la obligación de indemnizar. Reajustabilidad de las in-
demnizaciones
El derecho a ser indemnizado implica la necesidad que la reparación del mal causa-
do sea completa y, al efecto, se ha entendido en forma ya unánime que sólo es com-
pleta la que comprende la satisfacción del detrimento del poder adquisitivo de la
moneda, otorgándose reajustes conforme a la variación del Indice de Precios al Con-
sumidor, sobre la cantidad que se ordena pagar. “Negar lugar a la reajustabilidad
significaría hacer cargar a la víctima con los efectos de la inflación. Concederla, en
cambio, no implica una mayor responsabilidad del hechor, ya que el daño en sí mismo
no cambia, alterándose únicamente su valor, manteniendo, en lo posible, el valor del
poder adquisitivo de la suma de dinero que, como prestación indemnizatoria, debe
recibir el perjudicado”61.
61
Bidant H., José, “Sujetos de la acción de Responsabilidad Extracontractual”, Nº2, p.3.
62
F. Gómez de Liaño G., La Responsabilidad en el uso de Vehículos a Motor, 4ª ed., Oviedo, España:
Editorial Forum, p. 68.
129
mandado basada en la disposición del artículo 2330 del Código Civil, que establece que “la
apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él impru-
dentemente”. Mucha importancia revestirá además a este respecto, la disposición y aplica-
ción de la norma del artículo 171 de la Ley de Tránsito, en relación a la adecuada determi-
nación de causalidad en las infracciones que hayan derivado en un accidente.
Para que opere la rebaja en la indemnización por aplicación del artículo 2330 del
Código Civil, debe existir efectivamente una exposición imprudente por parte de la
víctima, reflejada en infracciones concurrentes a la producción del hecho causante de
los daños. Si no ha mediado por parte de la víctima una infracción en relación directa
al resultado, no puede aplicarse la reducción que se solicite. Para que proceda la
rebaja, será siempre necesario que exista una conducta culpable o temeraria o descui-
dada por parte de la víctima, que incida en la causalidad, ya que una conducta simple-
mente pasiva, sin que medie algún grado de causalidad, no será motivo de la aplicación
de la norma invocada. No puede alegarse reducción por exposición imprudente, por
ejemplo, respecto de un conductor que se sube a la vereda, atropella y lesiona a un
peatón ebrio, ya que la conducta de este último, pasiva, no incide en el resultado
infraccional ni dañoso, como tampoco lo hace el conductor que es impactado por otro
que infringe la señal Pare o la señal Ceda el Paso y que no porta su licencia de con-
ductor o no la mantiene vigente por no haberse sometido a los exámenes periódicos
establecidos al efecto, infracción que no implica causalidad en el accidente ni es causal
del daño.
Parece conveniente señalar que será necesario que la defensa plantee la reducción
que solicita en la etapa pertinente del proceso, ya que ésta no podría ser introducida
como una cuestión nueva en el curso de la litis y los falladores no tienen obligación de
aplicar la norma del artículo 2330 del Código Civil, si ésta no ha sido materia de la
correspondiente excepción.
130
4.1.2 – Naturaleza de la responsabilidad
Así se puede concluir del estudio de leyes que establecen, si no un sistema de imputa-
ción casi objetiva de la responsabilidad, uno de presunciones tan fuertes y vinculantes, que
nos hacen observar el asiento de principios que se alejan totalmente de las concepciones
clásicas de reparación, basadas en la sola culpa del sujeto activo.
Nuestra Ley de Tránsito destina el Título XV, “De la Responsabilidad por los
Accidentes”, a esta importante materia, sin que se pueda concluir que consagre un
sistema autónomo y perfecto de responsabilidad civil, cualquiera que sea la naturaleza
de ésta. Estamos, más bien, frente a un cuerpo de normas que, después de asentar
ciertos principios básicos, nos introduce en una casuística cuyo fin sería una mejor y
más justa resolución del caso concreto, aliviando la tradicional y dura carga que recae
en el sujeto pasivo, de probar la culpa del hechor.
No consagra la Ley de Tránsito un sistema específico de responsabilidad civil o una
doctrina particular de responsabilidad por riesgo u objetiva. Las presunciones que
crea, no tienen la fuerza y determinación que poseen en el derecho extranjero y se ha
estimado que se trata de una responsabilidad civil basada en la culpa.
131
4.1.2.a – Responsabilidad infraccional como fuente de responsabilidad civil
Lo señalado se infiere del texto del artículo 170 de la Ley de Tránsito, al establecer
que la responsabilidad civil deriva o es consecuencia de la infraccional. Sin embargo, al
momento de referirse a esta última, lo hace calificando el tipo de conducta que se
entenderá como infraccional y que deberá ser culposa o negligente. De ahí, que según
la Ley, la conducta o acción deberá ser realizada “...en forma de hacer peligrar la
seguridad de los demás...” o “...sin consideración a los derechos de éstos ...” o
“...infringiendo las reglas de seguridad o circulación establecidas en la Ley...”, todas
hipótesis que implican una actuación culpable.
132
probandi, que en definitiva favorece a la víctima de la infracción o en su caso, facilita
la labor del juzgador, que representa a la sociedad toda, en la sanción de conductas
peligrosas cuya denuncia y persecución es de acción pública.
Establecida la infracción, con todos y cada uno de sus elementos, uno de los cuales
es la culpa, el inciso 1º del artículo 174 de la Ley de Tránsito hace responsable al
conductor de un vehículo. La responsabilidad infraccional recae primera e imperativa-
mente en el conductor.
133
que por una parte, afecta al propietario de un vehículo y no a su conductor y por la
otra, no se fundamenta en una actuación con base en la culpa. Estamos en presencia de
una fuerte presunción, que implica una imputación objetiva de responsabilidad, por el
solo hecho de ocurrir la hipótesis legal y que admite una sola defensa o excepción, a
saber, la prueba de que el vehículo fue tomado sin conocimiento o la autorización
expresa o tácita de su dueño.
En este último caso, se trata de una presunción que tiene por fin evitar el fracaso de
la acción infraccional, ante la imposibilidad de emplazar al conductor. Sin conductor
infractor, no hay responsabilidad infraccional perseguible y, por consiguiente, se
produce impunidad. Se pretende también aliviar la posición del sujeto pasivo en mate-
ria de responsabilidad infraccional, cuando desconoce la individualización del con-
ductor y no a través de la inversión del onus probandi, en esta oportunidad, debido a
que no existe en Derecho del Tránsito la condena o el sobreseimiento en rebeldía del
afectado. En este caso, gracias a la imputación normativa, el dueño responde por la
acción de otro, que se califica como propia.
La excusa del artículo 174 en favor del propietario, ha sido aplicada con rigurosi-
dad y se ha resuelto reiteradamente que el propietario de un vehículo consiente táci-
63
C. Suprema, 26 de enero de 1994, Fallos del Mes Nº 422, Sentencia 2, p. 8.
134
tamente en la conducción por parte de un tercero, en el caso de padres respecto de
hijos, aún estando el dueño fuera del país y en el caso de empleadores respecto de
dependientes o empleados.
La norma implica que no será necesario acreditar, por parte del afectado, un im-
portante elemento de la responsabilidad civil extracontractual clásica, esto es, la culpa
o negligencia del autor. Se podría decir entonces, que se produce así una imputación
de responsabilidad civil en forma objetiva, que prescinde de la culpa como su elemento
determinante.
Lo cierto es, a nuestro juicio, que si bien es dable reconocer que la aceptación de la
teoría del riesgo en materia de responsabilidad derivada de la circulación vehicular, da
lugar a una construcción jurídico imputativa objetiva en materia de responsabilidad
civil, es menester advertir que la responsabilidad civil extracontractual, en este caso,
64
C. Suprema, 7 de mayo de 1992, Revista, Tomo LXXXIX, Sección Primera, p. 41.
135
encuentra un elemento subjetivo expresado en una conducta riesgosa con base en
actuación culposa lato sensu.
La relación debe darse más bien entre infracción y accidente y luego, como consecuen-
cia de éste, aparecerán los daños. La violación de una norma del tránsito no basta por sí
sola para determinar la culpabilidad de quien la transgrede: debe existir, lógicamente, entre
la violación y el accidente una adecuada relación de causalidad. La relación de causalidad
es un presupuesto de la procedencia de la acción por la cual se reclaman daños y perjuicios
derivados de responsabilidad objetiva66.
65
Corte P. Aguirre Cerda, 11 de diciembre de 1986, Revista, Tomo LXXXIII, Sección Segunda, p.110.
66
Notas de jurisprudencia argentina. L. Moisset, Accidentes de Automotores, Mendoza Ediciones Jurídi-
cas Cuyo, Tomo II, pp.313 - 314, Fallos 1126 y 1127.
136
Ilustra lo expuesto, una sentencia que ha sentado que la circunstancia de que los
vehículos dañados estuviesen mal estacionados, configura infracciones a los artículos
220 y 226 Nº 4 de la Ordenanza General del Tránsito, las que, aunque no están en
relación de causa a efecto con los perjuicios, importan si que las víctimas se expusie-
ron imprudentemente al daño, por lo que la indemnización de que son acreedores está
sujeta a reducción67..
Esta “causalidad”, tiene entonces relación directa con las normas generales de cui-
dado y atención en la conducción, que encontramos detalladas en el Título IX de la
Ley de Tránsito y, no tratándose de conceptos preestablecidos y de fácil aplicación, el
juzgador deberá ser entonces extremadamente cauteloso al momento de determinar
qué daño es consecuencia de qué infracción. La norma del artículo 171 modera la
imputación del artículo 170. Así, se ha resuelto que establecido que un conductor de
bicicleta que transitaba sin poseer licencia y por el centro de la calzada, cruzó sorpre-
sivamente y sin señalizar, no dando tiempo al conductor de un automóvil que viajaba a
velocidad normal de evitar la colisión, la que produjo el resultado de muerte del ci-
clista, no puede decirse de autoría de cuasidelito de homicidio respecto de la encausa-
da, por no existir vínculo de causa a efecto entre la supuesta contravención a las
disposiciones normativas de la velocidad, por parte de la reo y el daño producido, toda
vez que cualquiera haya sido la velocidad del móvil maniobrado por ella, no fue su
rapidez en el movimiento lo determinante en el accidente, sino la desafortunada ma-
niobra de viraje de la víctima. Esta circunstancia, unida a otra, cual es la de transitar
por pista indebida, lo llevó a invadir la de quien lo impactó68.
Ante la disposición de los artículos 113, 114 y 115 de la Ley de Tránsito, se debe
ser muy cuidadoso al eximir de culpabilidad a un conductor en relación a la causalidad
de un accidente, cuando quebrante normas de circulación amparadas por presunciones.
Normalmente, es el conductor de un vehículo el que deberá responder de los daños
que sean consecuencia directa de sus contravenciones. Esa es la regla general. Pero a
fin de colocar al sujeto pasivo en una mejor posición de reparación, el legislador le
proporciona un patrimonio adicional para perseguir la indemnización de perjuicios
deseada. Este es el objetivo de la disposición del inciso segundo del artículo 174 de la
67
C. de Santiago, 4 de diciembre de 1969, Revista, Tomo LXVI, Sección Cuarta, p. 339 y ss.
68
C. de Santiago, 27 de diciembre de 1984, Revista, T. LXXXI, Sección Cuarta, p. 268.
137
Ley de Tránsito, que establece una imputación objetiva de responsabilidad al propieta-
rio del vehículo, quien deberá indemnizar en los mismos términos que el conductor
condenado, por el solo hecho de ser el dueño, en forma solidaria.
Este último artículo previene una responsabilidad puramente objetiva del propieta-
rio, que obedece a otros fines no relacionados con el vínculo natural entre acción,
culpa y daño, que es lo que obliga al conductor. Dicha responsabilidad es además,
solidaria. Estamos frente a una disposición de responsabilidad civil objetiva que recoge
en su aspecto mas puro la teoría del riesgo. En definitiva, si bien la intención de la
norma es mejorar la posibilidad de reparación del perjudicado, dicho fin reconoce en la
elección del patrimonio del propietario del móvil, el mero riesgo y peligro que significa
poseer un vehículo motorizado.
Pero no sólo las responsabilidades anotadas tienen cabida en los casos de acciden-
tes del tránsito, sino que, como expresamente consigna la frase final del inciso segundo
del artículo 174 de la Ley de Tránsito, la responsabilidad solidaria de conductor y
propietario es “sin perjuicio de la responsabilidad de otras terceras personas, en
conformidad a la legislación vigente” y así, entre otras posibles, por aplicación de las
138
normas generales, cabe sancionar la responsabilidad por el hecho ajeno que, de con-
formidad a lo establecido en el artículo 2320 el Código Civil, tiene como requisitos, la
existencia de un vínculo de subordinación o dependencia; que ambas personas sean
capaces de delito o cuasidelito; que la persona que esté al cuidado de otra haya come-
tido un hecho ilícito; y que la víctima pruebe la responsabilidad de la persona subordi-
nada. Así, si el patrón no ha probado en el juicio que mediante su autoridad y cuidado
le fue imposible impedir el hecho, es responsable civilmente del ilícito de su depen-
diente, fallándose en un caso que no es aceptable la exculpación de la compañía de-
mandada de que eran funciones del obrero autor del cuasidelito, “cortar o reponer los
servicios de gas” y no conducir el vehículo 69.
4.1.2.e – La solidaridad
Igual solidaridad establece el inciso tercero del artículo 174 citado, respecto de el o
los funcionarios responsables de que se otorgue una licencia de conductor con infrac-
ción a las normas de la Ley de Tránsito, sean o no municipales, “por los daños y
perjuicios que se ocasionen por culpa del conductor a quien se le hubiere otorgado
dicha licencia, sin perjuicio de las sanciones penales y administrativas que corres-
pondan”. El inciso siguiente, cuarto, señala finalmente la responsabilidad civil solidaria
del “concesionario de un establecimiento a que se refiere el artículo 4º de la ley Nº
18.696”, “de los daños y perjuicios originados por un accidente de tránsito, causado
por desperfectos de un vehículo respecto del cual se hubiese expedido un certificado
69
C. de Santiago, 3 de junio de 1973. Revista, Tomo LXX, Sección Cuarta, p. 65
139
falso, ya sea por no haberse practicado realmente la revisión o por contener afirma-
ciones de hechos contrarios a la verdad”.
Dispone el inciso final del artículo 174 de la Ley de Tránsito que “la Municipalidad
respectiva o el Fisco, en su caso, serán responsables civilmente de los daños que se
causaren con ocasión de un accidente que sea consecuencia del mal estado de las
vías públicas o de su falta o inadecuada señalización”. La competencia para conocer
de los casos en que se demande la responsabilidad civil de las Municipalidades o del
Fisco, en su caso, corresponde al juez de letras en lo civil y la tramitación será la del
juicio sumario, de conformidad a lo que ordena la parte final del inciso citado.
La norma debe concordarse con la disposición del artículo 100 de la misma ley, en
cuanto dispone que la instalación y la mantención de la señalización del tránsito en las
vías urbanas corresponderá a las Municipalidades y a la Dirección de Vialidad respecto
de las vías sujetas a su cuidado. También se encuentran relacionadas con esta materia,
las normas de los artículos 99, relativa a cual es la señalización que debe usarse en las
vías y 102, ambos de la misma ley, atinente este último a las obligaciones y responsa-
bilidades del que ejecuta trabajos en la vía pública y a la responsabilidad solidaria del
que los encarga y del que los ejecuta.
Res perit domino, las cosas se dañan o se pierden para su dueño y el artículo 2314
del Código Civil obliga al que ha cometido un delito o un cuasidelito que ha inferido
daño a otro, a indemnizarlo. El artículo siguiente, a su vez, dispone que “puede pedir
esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el
140
daño, o su heredero, sino el usufructuario, el habitador o el usuario si el daño irroga
perjuicio a su derecho de usufructo, de habitación o uso. Puede también pedirla en
otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella; pero sólo en
ausencia del dueño”.
Los vehículos en general y los motorizados en especial, son cosas corporales mue-
bles de conformidad a lo que disponen los artículos 565, 566 y 567 del Código Civil,
normas a las que se remite el artículo 33 de la Ley de Tránsito, al señalar que “la
constitución del dominio, su transmisión, transferencia y los gravámenes sobre
vehículos motorizados se sujetarán a las normas que el derecho común establece
para los bienes muebles”. Como tales, su transferencia no está sujeta a normas estric-
tas ni formales y puede ser efectuada incluso verbalmente. “La compraventa de vehí-
culos motorizados –-por ser muebles y no haber disposición legal que establezca
alguna solemnidad– es un contrato consensual que se perfecciona al convenir las
partes en la cosa, precio y modalidades del contrato”72.
141
1713 del Código Civil, 399 del Código de Procedimiento Civil, se infiere que la confe-
sión que alguno hiciere en juicio y relativa a un hecho personal de la misma parte,
producirá fe en contra de ella, pero no respecto de un tercero73.
La cuestión debe solucionarse diferenciando los efectos del acto traslaticio de do-
minio, entre las partes, primero y, luego, frente a terceros. Tratándose de un bien
mueble, no se requiere de solemnidad alguna para perfeccionar un contrato traslaticio
de dominio y, en el caso de la compraventa, será suficiente que las partes estén de
acuerdo en la cosa y en el precio, para que aquella se produzca válidamente, de acuer-
do a la disposición general del artículo 1801 del Código Civil. Los efectos jurídicos
del contrato entre las partes serán los naturales del mismo y el asunto quedará sujeto a
la prueba que, en el plano civil, se pueda aportar para establecer la fecha de la celebra-
ción.
73
C. Suprema, 21 de septiembre de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Primera, p. 88 y ss.
74
C. de Santiago, 23 de agosto de 1973, Revista, Tomo LXX, Sección Cuarta, p. 93.
142
El propietario deberá responder frente a terceros hasta el momento en que pueda
acreditar con certeza que ha dejado de serlo. El medio mas corriente y efectivo es
mediante la acreditación de la existencia del contrato con la incorporación del mismo
al Repertorio que llevan los Notarios para registrar estos actos, ya que así, el instru-
mento adquiere fecha cierta y puede ser certificado en cuanto a ella y a su existencia
misma por un ministro de fe.
Así nació este “Repertorio” que puede servir para establecer la fecha cierta de un
contrato de compraventa, para los efectos de determinar la identidad de un propietario
de vehículo a la fecha de un accidente, creado por instrucciones impartidas a los
Notarios por la Corte de Santiago, el 16 de agosto de 1971.
Dispone la Corte que las anotaciones serán cerradas diariamente con la expresión
de la hora, de puño y letra del Notario y cada una deberá contener el nombre y apelli-
do de los otorgantes del contrato, la marca del vehículo, el número del motor, el
número de inscripción en el Registro de Vehículos Motorizados, el de la patente y la
fecha en que se pagó el impuesto a la compraventa.
143
esta obligación, con multa que es la más alta que impone, de $ 141.000.– como mínimo y
hasta $ 1.406.000.-, valor que se reajusta de año en año75.
En el caso de un carro o remolque que circulare sin estar cubierto por seguro obli-
gatorio, lo haría en infracción y, tanto el propietario como el conductor del vehículo
tractor “responderán solidariamente por los daños que causen”, como lo dispone el
inciso segundo del artículo 21 de la Ley Nº 18.490. La obligación de contratar el
seguro en este caso, corresponde al propietario del vehículo tractor.
La voz registro, derivada según Quintiliano, del latín bárbaro “registrum”, de “res
gestus”, hecho memorable, como que del hecho memorable se guarda memoria, “es el
equivalente de protocolo, y así encontramos en leyes y en obras jurídicas la expresión
registro o protocolo del notario. Es un acto jurídico formal, documentario, que se
perfecciona con la intervención de un funcionario público o privado, que es y hace
historia continuada, trascendente, entre partes intervinientes y frente a terceros, en
mayor o menor grado y que integra el orden público jurídico, social y económico de
una nación dada, en un momento dado76.
75
Valor fijado para 2001.
76
Fueyo L., Fernando, “Teoría General de los Registros”, Buenos Aires: Editorial Astrea,1982, pp. 5 - 21 y ss.
77
Fueyo L. Fernando, op. cit., p. 45.
144
El Título III de la Ley de Tránsito creó el Registro de Vehículos Motorizados. Dis-
pone su artículo 34 que “el Servicio de Registro Civil e Identificación llevará un
Registro de Vehículos Motorizados en la base de datos central de su sistema mecani-
zado, en el cual se inscribirán los vehículos y la individualización de sus propietarios
y se anotarán las patentes únicas que otorgue”. Se ha fallado que el Registro de
Vehículos Motorizados tiene por objeto, entre otros, el precisar el nombre del pro-
pietario del vehículo a fin de hacerle responsable de los daños que causare78.
78
C. Suprema, 21 de septiembre de 1983, Revista, Tomo LXXX, Secc. Primera, p. 88 y ss.
79
C. Suprema. 28 de enero de 1986, Revista, Tomo LXXXIII, Sec. Primera, p. 13.
145
V – TRIBUNALES COMPETENTES. PROCEDIMIENTO.
SANCIONES Y PENAS
Por vía de excepción, si no se hubiere deducido demanda civil ante el Juez de Poli-
cía Local, o no se hubiera hecho notificar la demanda interpuesta o esta fuere extem-
poránea, entendiéndose por tal la presentada durante el plazo de tres días de anticipa-
ción al comparendo de contestación y prueba que se celebre, establecido como mínimo
para efectuar la notificación de las acciones civiles, podrá interponerse la acción
indemnizatoria ante el Juez Ordinario que corresponda, después que se encuentre
ejecutoriada la sentencia que condene al infractor, suspendiéndose la prescripción de la
acción civil durante el tiempo de sustanciación del proceso infraccional, como lo
autoriza expresamente el inciso final del artículo 9º de la Ley Nº 18.287. La demanda
que así se intente, se tramitará de acuerdo a las reglas del juicio sumario, sin que sea
aplicable lo dispuesto en el artículo 681 del Código de Procedimiento Civil.
La atribución a los Juzgados de Policía Local del conocimiento de los casos de ac-
cidentes con daños de cualquier monto y/o lesiones leves, es la norma general de
competencia.
146
Las disposiciones de los artículos 13 y 14 de la Ley Nº 15.231 consagran una regla
de competencia absoluta en razón de la materia y, por lo tanto, improrrogable, expresa
o tácitamente, consagrada por razones de orden público, en el sentido de que los
Jueces de Policía Local son competentes para conocer de las infracciones de los
preceptos que reglamentan el transporte por calles y caminos y el tránsito público.
Entre otros, la norma se aplica a los casos en que el Fisco debe responder como
propietario de un vehículo, de conformidad a lo que dispone el inciso segundo del
artículo 174 de la Ley de Tránsito. Debe tomarse en consideración que el Fisco de
Chile es el mayor propietario de vehículos motorizados en el país y que los casos de
accidentes en que participan vehículos fiscales, de la administración del Estado, de las
Fuerzas Armadas, de Carabineros, Investigaciones, Ministerios y otras reparticiones,
son de ordinaria y frecuente ocurrencia.
No obstante la disposición analizada, que impide demandar en juicios ante los Juz-
gados de Policía Local al Fisco de Chile, hay oportunidades en que es el Fisco el que
acciona en estos Tribunales, por convenir a sus intereses y en procura de obtener una
147
justicia más expedita y eficiente en su favor, beneficios que se niegan a los simples
particulares en sus juicios en contra del propio Fisco, esta vez como demandado.
148
pública, a que se refiere el artículo 169, con infracción a la norma o, en la situación de
ser demandada la Municipalidad en su calidad de propietaria de un vehículo motoriza-
do que cause daños, por la responsabilidad civil solidaria que establece respecto del
propietario el inciso segundo del artículo 174 de la misma Ley de Tránsito, por ejem-
plo.
De este modo, la excepción del inciso final del artículo 174 de la Ley de Tránsito,
se referirá exclusivamente a la responsabilidad civil de los daños que se causaren con
ocasión de un accidente que sea consecuencia de la falta o del mal estado de las vías
públicas urbanas o de su señalización. Si la Municipalidad es demandada por respon-
sabilidad derivada de otras calidades en que pueda actuar, derivadas de infracciones
tipificadas en la Ley de Tránsito, que sean causa de daños, se mantiene la competencia
para conocer del asunto, radicada en sede de Policía Local en estas materias.
149
sobre ese elemento hay cosa juzgada, pero sí para ser oído de sus excepciones perso-
nales80.
80
C. de Concepción, 26 de junio de 1995, autos rol 1.243-93, no publicado; en el mismo sentido, C. de
Concepción, 23 de mayo de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Segunda, p. 99.
81
Décimo Quinto Juzgado Civil de Santiago, 11 octubre 1995, rol C-140-95, caratulado “Cía. de Seguros
con Gallardo”, no publicado.
82
C. de Concepción, 23 de mayo de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Segunda, p. 99 y ss.
150
5.1.1.e – Caso del inciso cuarto del artículo 9º, Ley 18.287. Elección de sede,
caducidad y preclusión
Las leyes 15,231, 18.287 y 18.290, constituyen toda una nueva normativa del trán-
sito en Chile, continuadora de los principios que inspiraron a la Ordenanza General
del Tránsito, con la ratificación de la existencia de estos Tribunales especiales, llama-
dos de Policía Local, a los que se ha entregado en forma especial el conocimiento de
las cuestiones derivadas de los accidentes del tránsito en que se causen daños y/o
lesiones leves. Atendida su especialidad y el texto expreso de la ley, estimamos que
tales Tribunales y esta normativa, son excluyentes en materia de competencia y debe
estarse, en orden a la sede del conocimiento de estos asuntos, a lo dispuesto en el
artículo 14 de la Ley Nº 15.231, quedando tal conocimiento entregado a la justicia
especial indicada, “en primera instancia: 3º De la regulación de los daños y perjui-
cios ocasionados en o con motivo de accidentes del tránsito cualquiera que sea su
monto”.
83
C. de Valparaíso, 16 de abril de 1970, Revista, Tomo LXVII, Sección Cuarta, p. 89.
151
do en la descripción del tipo penal, llevando la regulación de los daños y perjuicios al
ámbito de la justicia ordinaria del crimen. La ley 15.231 se refiere expresamente en su
artículo 67 a estos casos.
La Ley contempla las únicas excepciones en el inciso final del mismo artículo nove-
no, que consagra expresamente la accesoriedad de la materia civil a la contravencional
y dispone que “si no se hubiere deducido demanda civil o esta fuere extemporánea o
si habiéndose presentado no hubiere sido notificada dentro de plazo, podrá interpo-
nerse ante el juez ordinario que corresponda, después que se encuentre ejecutoriada
la sentencia que condena al infractor...”. A la demanda extemporánea, se refiere el
inciso tercero de la disposición, señalando que “si la demanda se presentare durante
el transcurso del plazo de tres días que señala el inciso anterior, en el comparendo
de contestación y prueba o con posterioridad a éste, el Juez no dará curso a dicha
demanda”.
152
Si se cae en el evento de la caducidad, estimamos que no podría deducirse una nue-
va demanda en sede de la justicia ordinaria, ya que el actor ejerció su derecho a elegir
vía para perseguir la indemnización de sus daños y perjuicios y, al accionar en Policía
Local, se agotó su derecho. Al fallar su elección, por la razón que sea, no puede
pretender que sea aceptable que renueve la acción, ahora en otro Tribunal, haciendo
uso de una nueva oportunidad, que la ley no le allana. Dos aforismos de derecho
procesal aplicables en este caso, nos dicen que Electa una via, non datur recursus ad
aliam (Elegida una vía, no se da recurso a otra) y Ubi acceptum est semel judicium
ibi et finem accipere debet (Donde una vez fue aceptado un juicio, allí debe concluir).
153
oportunidad de la demanda y cambiar de sede el juicio, ya que toda la legislación del
tránsito, desde la Ordenanza en adelante, en cuanto fijó normas de procedimiento ante
los Jueces de Policía Local, ha buscado radicar los procesos en esa sede, acortarlos y
hacerlos expeditos y rápidos. Mal podría sostenerse que el sancionado no pierde su
derecho a demandar y que puede hacerlo en otro Tribunal con posterioridad. Ya optó
y agotó su derecho. No puede demandar nuevamente. Como tampoco no puede
reconvenir en el mismo juicio.
Como razón de texto en la tesis expuesta, debemos señalar, además de los argu-
mentos antes indicados, que cuando el inciso final del artículo 9º de la Ley 18.287
autoriza a intentar la vía civil ordinaria en juicio sumario como excepción, lo hace en
los casos en que una demanda presentada no hubiere sido notificada dentro de plazo,
situación diversa a la que se da en el caso de la sanción de tenerse por no presentada la
demanda del inciso precedente. En este último, se trata de una sanción de caducidad
por negligencia o inactividad del actor. En el del inciso final, el plazo a que se refiere
la ley, es el de la notificación del inciso segundo del mismo artículo, esto es, la acción
debe estar notificada con tres días de anticipación al comparendo de contestación y
prueba que se celebre. El actor puede elegir no notificar su acción, sin caer en la
sanción del transcurso de los cuatro meses sin notificar y, en este caso, la ley lo auto-
riza para accionar en el Juzgado Civil Ordinario. Hay un elemento volitivo del actor.
Elige la vía civil en juicio sumario, la de no notificar la demanda oportunamente
deducida, precisamente para ponerse en la situación del inciso final y habilitar la vía
civil del procedimiento sumario. No ha sido sujeto de sanción alguna.
En el caso de la sanción del inciso cuarto, la demanda se extingue por operar la ca-
ducidad. En el caso de la opción de no hacer notificar la demanda para reservarse para
el juicio sumario, la demanda no está extinguida y por ello, la opción corresponde al
actor y no es una sanción contra la que éste nada puede hacer.
Permitir el cambio de sede luego de una incursión frustrada en Policía Local, impli-
ca sacar el conocimiento de la regulación de daños y perjuicios de la esfera en que lo
ha puesto la ley, en forma excepcional y especial, como accesoria de la cuestión in-
fraccional. Aceptar un conocimiento irrestricto de esta indemnización en una acción
civil ante la justicia ordinaria, también saca el asunto de la esfera especial en que lo ha
colocado la ley y hace letra muerta la disposición de las normas generales sobre com-
petencia contenidas en la Ley 15.231 y es igualmente improcedente.
154
demanda civil ni ha reconvenido civilmente. Este “interesado” tiene también un dere-
cho alternativo, el mismo que se dio al demandante. Puede accionar reconvencional-
mente o hacerlo luego ante el Juez Ordinario en juicio sumario. Pero si se demanda o
se reconviene en Policía Local, no puede intentarse la acción resarcitoria en otra sede.
Las mismas razones expuestas, han llevado a entender que si se tiene por no pre-
sentada una demanda por operar la caducidad del inciso 4° del artículo 9 citado, no
podría intentarse una reconvención en la oportunidad procesal designada por la ley.
Lógico es concluir que si la demanda se ha “tenido por no presentada”, al no existir
como tal, se podría reconvenir, pero ello evidentemente implicaría una burla a la
sanción, al permitirse renovar la demanda, lo que resulta atentatorio contra todo orden
procesal y contra la seguridad misma de los procesos y su estabilidad, con relación a
los principios rectores del Derecho del Tránsito.
Intentar actuar nuevamente en otro proceso, habiendo fallado una primera incur-
sión, tampoco parece posible, como no lo es el intento señalado de “renovar” la acción
en un mismo procedimiento. Respecto a esta última situación ha operado la preclusión
de los derechos del actor que ha incurrido en falta, entendiendo la preclusión como “la
sanción legal a los actos realizados fuera de los límites prescritos por la ley de proce-
dimiento para su ejecución y que impide su posterior ejercicio”. “Sólo produce efectos
dentro del proceso”84. La sanción de caducidad, en cambio, producirá sus efectos
extra proceso, impidiendo, por las razones anotadas, otra incursión, esta vez en otro
tribunal.
En los asuntos de que conocen los Jueces de Policía Local y los Jueces del Crimen,
no tiene cabida la prórroga de la competencia. Ante el Juez de Policía Local puede
deducirse reconvención en los términos que señala el inciso 2º del artículo 10 de la
Ley Nº 18.287.
84
C. Suprema, 4 de mayo de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Primera, p. 21 y ss.
155
como tales y el juicio continuará con la prueba de todas las acciones que se hayan
deducido en el procedimiento.
En las ciudades cabecera de provincia y en las comunas que tengan una entrada
anual superior a treinta sueldos vitales anuales de la provincia de Santiago, existirán
Juzgados de Policía Local servidos por Jueces letrados que son designados por la
Municipalidad a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones respectiva. En las
comunas que no tengan Juez de Policía Local abogado, sus funciones serán desempe-
ñadas por los Alcaldes, con las limitaciones que la misma ley establece, atendido el
hecho de no ser abogados.
85
Cuarto Juzgado de Policía Local de Santiago, 20 de noviembre de 1967. Confirmada por el Quinto
Juzgado de Mayor Cuantía de Santiago, 12 de agosto de 1968. Revista, Tomo LXV, Sección Cuarta, p.
189.
156
lidad que corresponda, a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones respectiva,
la cual abrirá un concurso por un plazo no inferior a diez días. Los interesados
deberán hacer valer los antecedentes justificativos de sus méritos y poseer los requi-
sitos que se exigen para optar al cargo”.
Los Jueces de Policía Local tienen el trato de “Señoría”, son independientes de to-
da autoridad municipal en el desempeño de sus funciones, duran indefinidamente en
sus cargos, no pueden ser removidos ni separados por la Municipalidad y están direc-
tamente sujetos a la supervigilancia directiva, correccional y económica de la Corte de
Apelaciones respectiva. El cargo es incompatible con cualquier otro de la Municipali-
dad en que se desempeñe y con el de Juez de otra comuna, debiendo tener el grado
máximo en el Escalafón Municipal respectivo y su domicilio dentro de la provincia a
que corresponda la comuna en que prestan servicios y tanto ellos como los Secreta-
rios, no podrán intervenir como abogados patrocinantes, apoderados o peritos en los
asuntos que conozcan tales Tribunales.
En las comunas en que hubiere dos o más Juzgados de Policía Local, su territorio
jurisdiccional debe ser fijado por la Municipalidad, la que no podrá hacer uso de esta
facultad más de una vez cada dos años.
El Juez será subrogado por el Secretario, si fuere abogado o por otros abogados o
jueces de acuerdo a la ley y cada Juzgado tendrá su Secretario nombrado por el Alcal-
de, de acuerdo a las normas vigentes para los empleados municipales, las mismas que
se aplican a los demás funcionarios del tribunal. Sólo en las comunas de Santiago,
Valparaíso, Concepción y Viña del Mar y en las demás donde lo acuerde la respectiva
Municipalidad, el cargo de Secretario debe ser desempeñado por abogado.
Los Juzgados de Policía Local son los llamados a conocer, entre otros asuntos, de
los procesos por infracciones a las disposiciones de la Ley de Tránsito y, como conse-
86
C. Suprema, 7 de julio de 1969, Revista, Tomo LXVI, Sección Cuarta, p. 146 y ss.
157
cuencia de dichas infracciones, de la regulación de daños y perjuicios causados con
ocasión de ellas. Dispone a este respecto la letra a) del artículo 13 de la Ley Nº
15.231, que conocerán en primera instancia, “de las infracciones de los preceptos que
reglamentan el transporte por calles y caminos y el tránsito público” y el artículo 14,
Letra B, Nº 3 de la misma ley, que conocerán en primera instancia, “de la regulación
de los daños y perjuicios ocasionados en o con motivo de accidentes del tránsito,
cualquiera sea su monto”. Sin embargo, habrá casos en que conocen en única instan-
cia, como los contemplados en la Ley N° 18.287, inciso 2° del artículo 33 y en el
procedimiento de su artículo 40 y en la Ley de Tránsito, inciso tercero de su artículo
14 bis y artículo 219.
El artículo 230 del Código Orgánico de Tribunales dispone que no podrán someter-
se a la decisión de árbitros las causas de Policía Local.
5.3.1 – Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local. Aplicación del Código
de Procedimiento Civil
158
da a los Tribunales de Justicia”. De acuerdo a la ley, estas normas se aplican a toda
contienda civil entre partes, sea que su conocimiento corresponda o no a los tribunales
ordinarios de justicia, habiéndose fallado en el caso de un conflicto sobre marcas, de
conocimiento del Director del Departamento de Industrias Fabriles, que en ese caso se
estaba en presencia de una controversia promovida en el orden temporal ante un
tribunal establecido por la ley87. Los Juzgados de Policía Local están establecidos por
la ley, son Tribunales de Justicia y conocen de contiendas entre partes, por lo que la
aplicación supletoria de las normas del Código de Procedimiento Civil tiene cabida
absoluta y pertinente, de conformidad a lo expresado.
Sin embargo, cabe señalar que la aplicación supletoria debe hacerse efectiva en to-
do caso, para todas las situaciones no previstas y no podría aplicarse supletoriamente
la norma general civil algunas veces sí y otras no. Si así no ocurriere y la aplicación
fuere efectuada parcialmente y sólo en algunas situaciones o, como sucede, se aplicare
en unos Tribunales si y en otros no, es imposible hablar de normas de aplicación
supletoria, ya que no se da en este caso la obligatoriedad ni la igualdad en la aplicación
de la ley. La práctica diaria de la tramitación ante los Juzgados de Policía Local del
país, nos ha llevado a buscar la explicación jurídica y lógica del hecho innegable,
constatado día a día, de que la tramitación es diferente de una Comuna a otra y la
aplicación de la ley también, sin que los Tribunales superiores hayan tomado cartas en
el asunto y reglado por la vía jurisprudencial o por la disciplinaria el procedimiento a
aplicar en forma uniforme en toda la jurisdicción.
No se trata de explicar la ley por la práctica que de ella se hace, pero sí, de notar
que si no hay unanimidad en la aplicación y el superior jerárquico no ha corregido
firmemente el abuso y el peligro para el litigante, que constituye la falta de uniformi-
dad entre tribunales del mismo rango, para situaciones idénticas, establecer las causas
de ese hecho constatado y sus relevancias jurídicas. Luego de la reforma a la proce-
dencia y tramitación del Recurso de Queja, se ha hecho imposible que el superior
conozca de problemas de procedimiento originados en autos o decretos de los Jueces
87
C. Suprema, 13 de noviembre de 1958, Revista, Tomo LV, Sección Primera, p. 308.
88
Varios fallos en el mismo sentido. Entre otros, C. Suprema, 15 de noviembre de 1954, Revista, Tomo
LI, Sección Primera, p. 580.
89
C. Suprema, 8 de junio de 1987, Fallos del Mes, Nº 343, p. 287.
159
de Policía Local, pero en los más de 20 años de vigencia de la Ley 18.287, sometidas
muchas veces materias procesales a las Cortes de Apelaciones, la aplicación diferen-
ciada de la norma procesal civil fue aceptada, al no corregirse el supuesto abuso o al
dictarse fallos contradictorios sin dejar sentada doctrina alguna.
Esta necesidad es mas bien una razón de conveniencia para la buena administración de
justicia “desde que la aplicación de las ritualidades procesales comunes a contiendas que se
substancian ante tribunales que no son los ordinarios, evita la arbitrariedad en la dictación
de los fallos judiciales”, al decir del Profesor don Hugo Pereira A., recogiendo la doctrina
contenida en fallo de la Corte Suprema a este respecto90.
Desde otro punto de vista, la aplicación de las normas generales a los procedimientos
especiales no ha sido siempre unánimemente aceptada como supletoria y precisamente, en
razón de la especialidad, se ha sostenido que la intención claramente manifestada por el
legislador en el inciso primero del artículo final del Código de Procedimiento Civil, es no
aplicar sus preceptos a la substanciación de procesos que se debaten ante los tribunales
especiales, intención confirmada con la historia fidedigna del mandato derogatorio conteni-
do en el Código respecto de las leyes procesales vigentes a la época de su promulgación,
90
C. Suprema, 13 de noviembre de 1958, Revista, Tomo LV, Sección Primera, p. 308, Nota Nº 3 a la
jurisprudencia reseñada.
160
de donde se concluye que su artículo primero no sirve para fundar la aplicación de sus
disposiciones a las causas que se tramitan ante los tribunales del fuero especial91.
Debe tenerse presente que en todos los casos en que el legislador de la Ley 18.287
quiso que tuviera aplicación el Código de Procedimiento Civil, lo dijo expresamente:
en el artículo 13, en el inciso cuarto del artículo 17 y en el inciso primero de los artí-
culos 29 y 30. Especial mención merece un somero análisis a estas disposiciones,
empezando por la del inciso primero del artículo 29, ya que si la aplicación subsidiaria
del Código fuera la interpretación correcta, no se justificaría en absoluto señalar
expresamente que “regirá respecto de los procesos por faltas o contravenciones lo
dispuesto en los artículos 174 a 180, inclusive, del Código de Procedimiento Civil, en
cuanto les fueren aplicables”. Tampoco se justificaría introducir el procedimiento
general para dar cumplimiento a lo fallado, ni referirse a que las precautorias que
91
Prof. Hugo Pereira A., artículo citado.
92
C. Suprema, 19 de diciembre de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Tercera, p. 162.
93
C. de La Serena, 1919, Gaceta, Primer Semestre 1919, Sección Civil, p. 512.
161
tienen cabida son las señaladas en el Título V del Libro Segundo del Código de Pro-
cedimiento Civil. Más claro aún resulta el texto de la invocación del artículo 13 entre-
gando facultades al juez para ordenar comparecencia forzada de una de las partes y de
los testigos, ya que en este último caso, al obligar la ley a los litigantes a comparecer
con sus testigos y no otorgar los tribunales la citación, esta invocación expresa a la
citación forzada de los declarantes es un fuerte argumento en favor de la aplicación
analógica, ya que se hace caso omiso incluso, de una invocación expresa y, por consi-
guiente obligatoria y parte de la ley, haciendo primar la naturaleza breve y concentrada
del nuevo proceso. La norma del artículo 17 no ha hecho más que traer todo el proce-
dimiento incidental al procedimiento especial, lo que no habría sido necesario en lo
absoluto, de tratarse de una interpretación subsidiaria y obligatoria y no de la analógi-
ca y discrecional. Múltiples otras leyes sobre las más diversas materias contienen
llamamientos al procedimiento civil: Atribuciones de la Contraloría General de La
República, Menores, División de Comunidades Indígenas, Reglamento de Marcas, etc.
Los llamados a la ley procesal general contenidos en la Ley 18.287 apuntan expre-
samente a la diferencia entre una y otra forma de interpretar y de aplicar la ley proce-
sal: la obligatoriedad de la norma. La aplicación analógica no obliga, la subsidiaria si y
en forma absoluta. La norma llamada expresamente, obliga en toda su extensión; la no
llamada no obliga y puede ser usada con justicia y equidad y, dentro de la misma
concepción, puede ser ignorada.
Las normas especiales que contiene la ley 18.287 en cuanto al concepto de parte
para los efectos del número de testigos, la limitación de materias a probar por medio
de la testimonial, la exigencia de listas previas sólo en casos de accidentes del tránsito
y no de simples infracciones, la obligatoriedad de la concurrencia de la parte “con sus
testigos” en lugar de la habitual “citación” del juicio ordinario civil, el requisito de la
mención de la “residencia” de los testigos, en lugar del “domicilio” y otras disposicio-
nes disímiles, hacen que si se aplicare la norma procesal civil ordinaria en forma su-
94
C. Suprema, 29 de julio de 1952, Revista, Tomo XLIX, Sección Tercera, p. 50.
162
pletoria, el proceso ante la justicia de Policía Local simplemente se desnaturalizaría en
forma absoluta y perdería su perseguida agilidad, razón principal de su establecimien-
to.
Muchas son las instituciones del Código de Procedimiento Civil que no tienen cabi-
da en el procedimiento especial de la Ley 18.287, situación que confirma lo expresado
respecto de la aplicación analógica y no subsidiaria. La recepción de la causa a prueba
y la fijación de los puntos de prueba, tratada como obligatoria en el artículo 318 del
Código, a la que no se refiere en lo absoluto la Ley 18.287 y no tienen aplicación en su
procedimiento, a pesar de no contradecirse ni con el espíritu ni con la letra de la norma
que lo rige. En otros procedimientos concentrados en un comparendo se mantiene la
institución, como sucede en los juicios laborales. Todo lo relativo a las excepciones
dilatorias tampoco tiene aplicación ante el Juez de Policía Local, ya que no es posible
suspender la tramitación de la causa para permitir al litigante corregir errores cometi-
dos en la proposición de su acción.
95
Primer Juzgado de Policía Local de Las Condes, 27 de junio de 1996, Rol Nº 59.186-4. No publicada.
163
se señala textualmente que “el estudio de esta Comisión comprendió la discusión de
las observaciones que formularan las cuatro Comisiones Legislativas, la Excma. Corte
Suprema de Justicia, el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Transportes y Teleco-
municaciones y el Ministerio de Obras Públicas, traduciéndose ello en variadas modifi-
caciones, tanto formales como de fondo” y, en lo que nos interesa, al tratar en la
página 28 de las “Modificaciones introducidas al Proyecto de Ley que establece Pro-
cedimiento ante los Juzgados de Policía Local”, en lo relativo al texto del artículo 1°
de la Ley 18.287, se puede leer:
“En este artículo se había incurrido en una omisión con respecto a la actual norma
del artículo 15 de la Ley N° 15.231 que dispone “estas reglas también serán aplicables
a aquellas materias que tengan señalada por la ley un procedimiento diverso”, indicán-
dose que “el objeto de esa norma es excluir la aplicación del artículo 3° del Código de
Procedimiento Civil, que hace supletorio de todo trámite, gestión o actuación no
reglado expresamente en un procedimiento especial, las disposiciones del procedi-
miento ordinario”. Termina el “Informe Complementario”, a este respecto, expresando
el razonamiento que ha inducido al pensamiento señalado: “es fácilmente comprensible
que en un procedimiento reducido a un comparendo de contestación y prueba, no sea
pertinente la remisión a instituciones como los incidentes, las tercerías, etc. Por ello, se
optó por incluir la disposición que se señala”.
Cabe afirmar, con el Profesor Pereira, que “saber cómo y cuando la aplicación
analógica de las normas procesales del fuero común desvirtúa el proceso sujeto al
conocimiento de un tribunal del fuero especial, es asunto que deberá resolver casuísti-
camente el juez respectivo. En este, como en tantos otros problemas que de ordinario
surgen con ocasión del ejercicio de la función jurisdiccional, la persona del juez y su
inteligente criterio, es la garantía fundamental de una buena administración de justi-
cia”.
164
Sin embargo, es necesario destacar que en el caso de los otros cuerpos legales, di-
ferentes del Código de Procedimiento Civil, no se produce el problema en estudio, al
no contener ellos normas de aplicación “extra Código”, como son las de los artículos
1° y 3° de este último. Así, cuando el legislador de la Ley 15.231 quiso aplicar el
Código Orgánico, lo hizo expresamente en su artículo 7º; artículo 8º, inciso noveno;
en la norma procesal del inciso segundo de su artículo 10º; en el artículo 12; y en los
números 7° y 8° de la letra “c” del artículo 13, sin que deba en su caso recurrirse a
otra norma de interpretación para darles aplicación. Hay incluso normas del Código
Penal que deben ser aplicadas al procedimiento de Policía Local, por contener princi-
pios fundamentales del derecho, como sucede, por ejemplo, con su artículo 75, relati-
vo al cúmulo de sanciones al producirse un resultado múltiple originado en una sola
infracción o en un mismo hecho.
Dispone el artículo 26 de la Ley 18.287 que “en los asuntos a que dé lugar la apli-
cación de esta ley, el Juez de Policía Local se pronunciará sobre el discernimiento de
los inculpados menores de dieciocho años y mayores de dieciséis, sin que sea necesa-
rio oír al Juez de Menores”, agregando que en todo caso, “el Juez podrá amonestar o
sancionar con multa al padre, guardador o persona a cuyo cargo estuviere el me-
nor”.
165
Ha sucedido en casos de cuasidelito de lesiones de que ha conocido el Juez del Crimen,
en que ha sido inculpado un menor de 18 y mayor de 16 años, que se han remitido los
antecedentes al Juez de Menores, el que ha debido pronunciarse sobre el discernimiento.
Declarado el menor sin discernimiento, el Juez del Crimen ha debido sobreseer definitiva-
mente la causa y, de conformidad a lo que dispone el artículo 67 de la Ley 15.231, remitir
los antecedentes al Juez de Policía Local, al que corresponde pronunciarse sobre las infrac-
ciones a la Ley de Tránsito y demás materias de su competencia que se promuevan. Cabe
preguntarse en este caso si es necesaria una nueva declaración respecto del discernimiento
del menor, o basta con la ya efectuada cuando la cuestión estaba en conocimiento del Juez
del Crimen.
Parece claro que la conducta que se investiga en ambos procesos, tanto en sede
criminal en materia cuasidelictual, como en el Juzgado de Policía Local por las infrac-
ciones, es la misma y que la infracción cometida es parte del tipo legal. La misma
infracción, en caso de declararse que el menor actuó con discernimiento al cometerla,
originará su procesamiento criminal o la sanción infraccional, si correspondiere. Si
actuó sin discernimiento, lo hizo para uno y otro aspecto, ya que el resultado de
lesiones no modifica la naturaleza de la acción que lo origina, ni fue querido ni busca-
do por el agente. El ilícito está constituido precisamente por la conducta infraccional.
166
5.3.1.c – Las Medidas Precautorias y las Prejudiciales
“En los casos que el Tribunal estime urgentes, podrá conceder las medidas pre-
cautorias antes de notificarse la demanda, en el carácter de prejudiciales, siempre
que se rinda fianza u otra garantía suficiente, a juicio del Tribunal, para responder
por los perjuicios que se originen y multas que se impongan”.
167
los vehículos directamente comprendidos en el proceso, cuando exista fundamento
grave que lo justifique”.
Dispone el artículo 31 de la ley 18.287 que “se aplicarán las penas señaladas en el
artículo 467 del Código Penal al que, notificado personalmente de la resolución que
decreta una medida precautoria y con perjuicio para aquél en cuyo favor se conce-
dió, incurriere en algunos de los hechos siguientes :
5.3.1.e – Facultad del Juez de Policía Local para ordenar arrestos. Otros casos. Vías
de sustitución y apremio para asegurar el pago de las multas
En algunas ocasiones, el Juez de Policía Local está facultado para decretar arrestos
en los procesos de que conoce. Analizaremos las diversas situaciones en que la ley
autoriza tan drástica medida, la evolución de alguna de ellas y las normas que tienden a
asegurar el cobro y pago de las multas impuestas:
1.– Caso de la persona que, citada legalmente al Tribunal para prestar declaración,
no concurre, pudiendo tratarse del demandado, denunciado o querellado o de testigos,
de acuerdo a lo que dispone el artículo 13 de la Ley Nº 18.287: “El Juez podrá orde-
nar la comparecencia personal del demandado, denunciado o querellado, si lo
estimare necesario...”.
Del texto legal resulta que no es posible decretar el arresto del denunciante, quere-
llante o demandante que citado, no comparece, pudiendo sólo apercibírsele con pro-
ceder en su rebeldía. Para llegar al arresto, la citación deberá efectuarse por cédula,
con indicación del proceso en el que se dicta la orden de comparecencia y el día y la
hora de la misma, conforme al artículo 380 del Código de Procedimiento Civil, al que
168
la ley especial se remite expresamente, agregándose el artículo 56 del mismo Código
como disposición relacionada. Se ha estimado como indispensable que la citación
contenga la mención expresa de que se efectúa bajo el apercibimiento del artículo 380
indicado;
169
el pago de la multa, cuyo monto deberá expresarse en ella. El organismo policial
encargado de diligenciarla orden o de custodiar al infractor podrá recibir válida-
mente el pago de la multa, en cuyo caso devolverá al Tribunal dentro de tercero día
la orden diligenciada y el dinero recaudado”.
Se autoriza al Juez para, a solicitud de parte, “sustituir una medida por otra du-
rante el cumplimiento de ésta” y no se hace aplicable lo dispuesto en el artículo 23
sustituido, “tratándose de sentencias recaídas en las causas a que se refiere el artí-
culo siguiente”, esto es, en las denuncias efectuadas por infracciones cuando el in-
fractor no se encontrare presente y la citación sea dejada en el vehículo, sin adherirla al
mismo, en el sistema creado y denominado “Registro de Multas de Tránsito No Paga-
das”, a que nos referiremos.
3.– Caso del condenado a cumplir una pena de prisión, situación que se explica por
sí sola y que reconoce su fundamento en la resolución que ordenó la pena;
6.– Conforme lo autoriza el número tercero del artículo 10 de la ley Nº 15.231, los
Jueces de Policía Local podrán reprimir y castigar las faltas o abusos que se cometie-
ren en la sala de su despacho, con arresto que no exceda de 24 horas.
170
5.3.2 – Nuevos sistemas para asegurar el cumplimiento del pago de multas
171
conductores de vehículos que no se encuentran presentes en el lugar en que se detecta
la infracción.
Cabe hacer presente que en Inglaterra, país que lleva la delantera en el estudio y
aplicación de normas preventivas para el tránsito y que ha logrado espectaculares
disminuciones en los índices de siniestralidad, se trabaja en aumentar considerable-
mente las penas a aplicar en casos de cuasidelitos y de conducción en estado de ebrie-
dad, entendiendo que dichas situaciones, cuando producen muertes y heridos, se
equiparan a la conducta delictual y, como tal, deben ser sancionados, no obstante su
naturaleza jurídica.
172
No se pretende que por una mayor pena se vaya a lograr menor incidencia de acci-
dentes. Pero parece indispensable que deban modificarse los actuales niveles de san-
ción, los que en los casos más graves, resultan verdaderamente insignificantes. Ya se
ha avanzado en el sentido de dignificar a los conductores y no hacerlos sujetos encar-
celables por situaciones menores, como dispuso en su oportunidad el legislador de
1984 al establecer la normativa vigente en el tránsito de esa época y, al efecto, el que
es sorprendido sin portar su licencia, ya no es detenido ni apremiado físicamente,
desde la Ley N° 19.495 de 8 de marzo de 1997 y el conductor de un vehículo no
puede ser ordenado arrestar si no es posible notificar la querella, denuncia o demanda
porque el domicilio de ese conductor o del propietario del vehículo, resultan falsos o
inexistentes. Hoy, luego de la Ley N° 19.676, desde el 29 de noviembre de 2000, sólo
se puede ordenar, en esos casos, el retiro de la circulación del vehículo. Pero las penas
a los autores de infracciones gravísima con resultado de lesiones o muerte o daños,
deben ser, lógicamente aumentadas.
Así, al comprobarse que en Chile son apenas un 1 o un 2 % los exámenes que para
obtener licencia de conductor son rechazados, frente a niveles de 30% a 50 % de
rechazo en otras latitudes, se ha comprobado que las exigencias teóricas y prácticas
son mínimas, lo que produce el alto numero de aprobaciones.
173
hasta llegar a la suspensión y a la cancelación sin necesidad de un procedimiento
especial al efecto, son medidas en vías de implementación entre nosotros y han dado
frutos evidentes y reflejados en las estadísticas, en los países en que tales sistemas se
aplican.
96
C. de Santiago, Rol Nº 3.254-95, confirmando fallo del Primer Juzgado de Policía Local de Las Condes,
proceso Rol Nº 960-95-4. No publicado.
174
mismo escrito, resulta innecesario que al formularse la segunda, deban repetirse los
mismos datos ya consignados en la primera97.
Cuando se trate sólo de sancionar por el Juez de Policía Local infracciones cometi-
das con ocasión del tránsito de vehículos, sin que haya accidentes, lesiones o muerte
de personas, daños, ni medie ebriedad en la conducción, el procedimiento puede
iniciarse, y así ocurrirá generalmente, por denuncia que formulen al tribunal los Cara-
bineros o los Inspectores Municipales o Fiscales, los que, al sorprender infracciones
deberán denunciarlas al juzgado competente “y citar al infractor para que comparez-
ca a la audiencia más próxima, indicando día y hora, bajo apercibimiento de proce-
der en su rebeldía”, como lo dispone el artículo 3° de la Ley Nº 18.287, luego de la
modificación introducida por el N° 1 del artículo 1° de la Ley N° 19.676.
97
C. Suprema, 17 de marzo de 1986, Fallos del Mes, Nº328, p. 14 y ss.
175
lugares prohibidos que se cometan a menos de cien metros de la entrada de postas de
primeros auxilios y hospitales, sólo podrán ser denunciadas por Carabineros.”,
disposición que obedece a la intención del legislador, manifestada en la historia fide-
digna de su establecimiento, de dar la mayor seriedad posible a la denuncia que en
estos casos se formule, ya que Carabineros por usar uniforme, puede hacer valer
efectivamente su calidad de “autoridad” e imponerse al ordenar despejar el lugar,
situación en que los inspectores se pueden ver desmedrados al no estar uniformados,
siendo denunciado el que efectivamente no acate la orden de no estacionarse en ese
lugar, atendida la emergencia que pudo llevarlo a ese sitio.
Las nuevas normas además actualizan la forma de obtener datos para la denuncia,
recurriendo a los mas modernos procedimientos, orales, telefónicos o electrónicos y
haciendo responsable al funcionario del mal uso que pueda dar a la información a la
que la ley le da acceso libre. Se ha innovado además en cuanto las citaciones no pue-
den ser adheridas a la carrocería del vehículo, si su conductor no se encontrare pre-
sente o el vehículo se encontrar en movimiento y, si no compareciere el infractor, se le
citará directamente por el Tribunal, por carta certificada “dirigida al domicilio que
tenga anotado en el Registro de Vehículos Motorizados, en el Registro Nacional de
Servicios de Transporte de Pasajeros o en otro registro que lleve el Ministerio de
Transportes y Telecomunicaciones”, como establece el inciso tercero de la norma.
“La citación al Juzgado y la carta certificada que establece el inciso tercero del
artículo anterior, se harán por duplicado y bajo apercibimiento de proceder en
rebeldía. En ellas deberá constar, a lo menos, lo siguiente:
1. La individualización del denunciado y, si se supiere, el número de su cédula de
identidad;
2. El Juzgado de Policía Local competente y el día y hora en que deberá concurrir;
3. La falta o infracción que se le imputa y el lugar, día y hora en que se habría
cometido, y
4. La identidad del denunciante y el cargo que desempeña.
Si se tratare de una infracción a las normas que regulan el tránsito, deberá conte-
ner, además, la placa patente y clase del vehículo y, si fuere pertinente, la licencia de
conducir, su fecha de control, la Municipalidad que la otorgó y el domicilio que
tenga anotado en ella.
176
El reglamento indicará las demás menciones que deban contener la citación y la
carta certificada.”.
El denunciado, en caso de denuncias por simples infracciones a las normas del trán-
sito, puede comparecer personalmente ante el Juez de Policía Local y no necesita
hacerlo representado por abogado, de acuerdo a lo que autoriza el inciso segundo del
artículo 7° de la Ley N° 18.287.
177
término, atendidas las circunstancias de cada caso, hasta el vigésimo día hábil poste-
rior y el denunciado tiene, en este caso, el derecho a concurrir al Juzgado de Policía
Local de su residencia para formular sus descargos por escrito y solicitar que, por
medio de exhorto, se recabe la resolución del caso y, si corresponde, el envío de la
licencia retenida a ese tribunal.
La defensa del denunciado podrá hacerse verbalmente o por escrito y puede valerse
para acreditar su versión de los hechos, de hasta cuatro testigos, no siendo necesario si
no se trata de un accidente del tránsito, que éstos se individualicen en una lista que
previamente a su comparecencia deba presentarse al Tribunal.
Respecto de la forma de la sentencia en el fallo del simple denuncio, es habitual que se use un
formulario pre impreso por el propio denunciante, generalmente Carabineros o por la Municipa-
178
lidad respectiva, en el que se escriben la multa y las otras sanciones que se aplican. Respecto de
estas sentencias, ha resuelto la Corte de Apelaciones de Santiago que todas, incluidas las que
fallen los simples denuncios, deben cumplir con las exigencias que establece el artículo 17 de la
Ley 18.287, ya que la que se contiene en los formularios indicados, “carece de la más mínima
forma de una sentencia judicial”98.
Cuando se trate de accidentes del tránsito, con resultado de daños y/o de lesiones
leves o de denuncias de particulares por simples infracciones a las disposiciones que
regulan el tránsito, el procedimiento a seguir en el Tribunal es en parte, diferente al
estudiado al tratarse de denuncias de autoridad, especialmente en cuanto a su inicio y
hasta el estado de fallo, donde la situación ya se hace común para ambos casos.
Para estudiar el procedimiento ante el Juez de Policía Local, en todos los casos re-
lacionados con el tránsito de que conoce y especialmente los de accidente con resulta-
do de daños y/o lesiones leves, debe tenerse en cuenta como norma básica y funda-
mental, que el objetivo primero, donde el tribunal tiene las más amplias facultades, es
en la investigación, calificación y sanción de las infracciones que se hubieren cometido
y de las que llegare a tomar conocimiento.
98
C. de Santiago, 7 de mayo de 1996, Rol 338-95, anulando de oficio sentencia del Segundo Juzgado de
Policía de Las Condes, proceso rol Nº 52.326-95-2. No publicado.
179
5.3.5.b – Requisitos de la citación y de la denuncia
180
da cuenta, por lo que es de presumir que no ha recibido influencia de extraños y
consigna una versión muy aproximada a la verdad de lo ocurrido.
Si dichos atestados no son objetados por razones de falsedad o por diferencias fun-
damentales con lo expresado por las partes al concurrir a carabineros, es de ordinaria
ocurrencia que el Juez otorgue plena prueba a la diligencia y considere este elemento
como una pieza importante del proceso, especialmente si ha sido ratificado ante el
Tribunal y no contiene errores notorios que se destaquen, llegando a preferirlo en
muchas ocasiones a la testimonial que pueda rendirse en contrario. En definitiva el
restante mérito del proceso dará mayor o menor valor al “parte”, ya que su mérito
puede ser controvertido.
Pero si del accidente resultaron lesiones leves y daños o simplemente lesiones leves,
carabineros debe efectuar denuncia al tribunal y someter a los conductores al examen
de alcoholemia.
181
5.3.5.d – La Acción Civil. Oportunidad
La acción civil indemnizatoria que puede deducirse por los afectados en un acci-
dente de tránsito y que es de la competencia del Juez de Policía Local, debe interpo-
nerse, oportunamente, dentro del procedimiento contravencional.
Esta acción civil sólo puede deducirse en el procedimiento infraccional y será
oportuna, la que se deduzca hasta tres días antes del comparendo de contestación y
prueba citado por el Tribunal. La acción civil en el procedimiento infraccional, por su
carácter de accesoria de la acción infraccional, se verá afectada por el plazo de pres-
cripción de la contravención.
Se ha fallado que, como una consecuencia lógica del hecho que la competencia de
los Jueces de Policía Local para conocer de la regulación de daños y perjuicios deriva-
dos de accidentes de transito, o sea, sobre materias civiles que son anexas a lo contra-
vencional, la prescripción de la acción civil a que se refieren aquellos, se rige por las
normas generales, pues el artículo 54 de la ley 15.231, únicamente dice relación con la
prescripción de la acción contravencional99.
99
C. Suprema, 30 de enero de 1985, Revista, Tomo LXXXII, Sección Primera, p. 5.
182
Poco importa para estos efectos la forma de la actuación del actor, demandante,
denunciante o querellante, ya que producido el hecho infraccional, la prescripción de la
acción se interrumpe por el hecho de deducirse demanda, denuncia o querella ante el
Tribunal correspondiente. Incluso, si el Tribunal ha tomado conocimiento de los
hechos por denuncia de Carabineros, sin participación de parte, dicha denuncia inte-
rrumpe la prescripción de la acción persecutoria de la responsabilidad contravencional
y si el procedimiento no se paraliza por más de un año –transcurrido el cual el término
de prescripción habría continuado corriendo– debe desestimarse la excepción de
prescripción opuesta por la parte demandada. No es óbice para la conclusión anterior,
el hecho de que la demandante no deduzca denuncia o querella, porque la intervención
de la demandante civil tiene lugar en un proceso contravencional, cuya tramitación se
encuentra pendiente a la fecha de interposición de la demanda, proceso en que el
demandado es denunciado100.
Al respecto, un fallo del Primer Juzgado de Policía Local de Las Condes expone
que se ha resuelto reiteradamente que las normas del Código de Procedimiento Civil
no son aplicables por vía supletoria al procedimiento ante los Juzgados de Policía
Local y que, tanto es así, que el legislador, cuando quiso que dicho Código fuera
aplicable, así lo dijo expresamente, como es el caso del artículo 30 de la Ley 18.287,
agregándose que la Ley 18.287 no contiene en ninguna de sus disposiciones, normas
sobre abandono del procedimiento, por lo que no se dio lugar, en esa oportunidad, a la
declaración de encontrarse abandonada la acción civil, que había formulado el deman-
dado101.
Diferente es la situación que se produce con ocasión del cumplimiento del fallo en
sede de Policía Local. En este caso se trata de cumplir una resolución judicial ejecuto-
riada que ha puesto término al proceso infraccional y al civil accesorio, respecto de los
que ha operado la institución de la cosa juzgada, no teniendo aplicación lo dispuesto
100
Tercer Juzgado Civil de Mayor Cuantía de Santiago, 13 de septiembre de 1969, confirmando sentencia
del Cuarto Juzgado de Policía Local de Santiago, de 25 de julio de 1968. Revista, Tomo LXVI, Sección
Cuarta, p. 240 y ss.
101
Primer Juzgado de Policía Local de Las Condes, 27 de junio de 1996, Rol N1 59.186-4. No publicada.
183
en el artículo 5° de la Ley 15.231 sobre prescripción de la acción contravencional, ya
terminada.
La acción civil que se deduzca, además deberá cumplir con los requisitos formales
exigidos por el artículo 254 del Código de Procedimiento Civil, en cuanto a designa-
ción del Tribunal, nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y del deman-
dado, una exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya y
la enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se
sometan al fallo del Tribunal.
Esta notificación por carta certificada, se entenderá practicada “al quinto día con-
tado desde la fecha de su recepción por la oficina de Correos respectiva, lo que
deberá constar en un libro que, para tal efecto deberá llevar el secretario”, según lo
ordena el inciso tercero de la disposición citada, agregándose que “si la carta certifi-
cada fuere devuelta por la oficina de correos por no haberse podido entregar al
destinatario, se adherirá al expediente. Lo anterior es sin perjuicio de la aplicación
de las reglas generales sobre nulidad procesal.”.
184
riores a diez unidades tributarias mensuales, se notificarán personalmente o por
cédula”. También constituyen excepción, las normas sobre notificación de las acciones
que se deduzcan en el procedimiento, excepciones a las que nos referiremos.
Con relación a esta notificación especial de las acciones, a la que para los únicos
efectos didácticos de este curso y de estudio y comprensión, llamaremos “por cedu-
lón”, es importante tener presente que la reforma de mayo de 2000 ha mantenido el
error de exigir que la persona a la que se trata de notificar se “encuentre en el lugar del
juicio”, lo que muy pocas veces puede cumplirse en rigor, por cuanto, como los
Juzgados de Policía Local son comunales, con asiento en la Comuna, justo es deducir
que “el lugar del juicio” es precisamente la Comuna en que funciona el tribunal, siendo
evidente que el legislador nunca ha querido que sólo se notifiquen por este medio los
residentes en esa Comuna, sino que la norma está dirigida realmente a que el notifica-
do se encuentre en el lugar en que se le deja la cédula, sea ese el lugar del juicio u otro
cualquiera en el que tenga su residencia o lugar de trabajo o empleo.
185
Importante modificación al texto legal ha sido el cambio decretado en relación a
quién puede oficiar de receptor. Disponía la ley que las notificaciones y otras diligen-
cias, se podían hacer por carabineros o por un empleado municipal designado por el
Juez. Con el interés de sacar del trabajo de Carabineros las funciones que no sean
netamente policiales, se ha establecido a este respecto en el citado artículo 8º de la Ley
Nº 18.287, modificado, que “las notificaciones a que se refiere este artículo, así
como las demás actuaciones que determine el Tribunal, podrán hacerse por un
receptor judicial, notario, oficial del registro civil del domicilio del demandado,
denunciado o querellado, o bien por un funcionario designado por el juez, sea muni-
cipal, del Tribunal, del servicio público a cargo de la materia o de la Corporación
Nacional Forestal tratándose de infracciones a la legislación forestal y, en casos
calificados, que el tribunal determinará por resolución fundada, por un Carabinero.
La designación del funcionario del respectivo servicio público o de la Corporación
Nacional Forestal se hará de una nómina de profesionales y técnicos que el Director
Regional correspondiente enviará al tribunal, a petición de éste. Todos los funciona-
rios señalados actuarán como ministro de fe, sin que sea necesaria la aceptación
expresa del cargo”.
“Las personas que el Tribunal designe”, agrega el inciso final de la norma en estu-
dio, ejercerán como Receptores Judiciales en todas las actuaciones y podrán hacerlo
incluso fuera del territorio jurisdiccional del Tribunal que los designa, teniendo dere-
cho a cobrar por su trabajo, “hasta el 75% de los derechos fijados en el arancel de
receptores judiciales establecido por el Ministerio de Justicia”, disposición que
carece de aplicación práctica, ya que el mencionado arancel fue derogado y no ha sido
repuesto.
186
En lo referente a las acciones civiles, éstas deberán notificarse con tres días de anti-
cipación, a lo menos, del comparendo de contestación y prueba que se celebre. Caduca
el derecho a notificarlas, dispone el inciso 4° del artículo 9° de la Ley N° 18.287, si
una vez deducidas, no se hubieren notificado dentro del plazo de cuatro meses desde
su ingreso, caso en el que se tendrán por no presentadas.
La ley 18.287 no define qué debe entenderse por “notificación por cédula”, a la
que se refiere en el artículo 18, inciso primero. Entendemos que lo es la que se practi-
ca conforme al artículo 48 del Código de Procedimiento Civil, ya que cuando se ha
querido que la notificación se efectúe conforme a la norma especial del artículo 8° de
la ley de procedimiento, lo ha dicho expresamente, como sucede en el caso del inciso
segundo del artículo 29. Abona esta interpretación el hecho que tal notificación con-
forme al Código de Procedimiento Civil, no es extraña a la Ley 18.287, ya que está
contemplada expresamente en el inciso final de su artículo 17, al referirse a la notifica-
ción del cumplimiento incidental de lo fallado, la que debe efectuarse “personalmente
o en conformidad al artículo 48 de dicho Código”.
Se efectuará por cédula también, que se dejará en el domicilio que registre el con-
ductor afectado, la citación en el “Procedimiento de Cancelación y Suspensión de la
Licencia de Conductor por Acumulación de Anotaciones de Infracciones”, de que
trata el Título IV de la Ley 18.287.
“En las causas seguidas por accidentes del tránsito, el juez podrá decretar el reti-
ro del vehículo cuando no pueda notificarse la demanda, denuncia o querella porque
el domicilio del conductor o del propietario del vehículo registrado en la Municipa-
lidad, en el Registro Nacional de Conductores, en el Registro de Vehículos Motori-
zados o en el Registro Nacional de Servicios de Transporte de Pasajeros, según sea
187
el caso, fuere inexistente o no correspondiere al de quien debe ser notificado”, de
acuerdo a lo que autoriza el inciso cuarto del artículo 8º de la Ley Nº 18.287, luego de
la sustitución de dicho artículo por el Nº 3 del artículo 1º de la Ley Nº 19.676, que
además, suprimió la facultad de decretar el arresto del conductor de que estaban
premunidos los Jueces de Policía Local en tales circunstancias.
5.3.5.m – Derecho a solicitar que se fije nuevo día y hora para celebrar comparendo.
188
5.3.5.n – La “Ratificación”. Defensa del demandado, observaciones y reconvención
Podrá el demandado, sólo “al formular su defensa, reconvenir al actor de los da-
ños sufridos como consecuencia del accidente. La reconvención se tramitará con-
juntamente con la demanda, en el mismo comparendo a que fueron citadas las par-
tes”.
Sólo el Juez, en todo caso y luego de “oída la defensa del demandado”, “si lo es-
tima conveniente y en resguardo de los derechos del demandante o del demandado,
podrá suspender el comparendo y fijar nuevo día y hora para su continuación, con el
solo objeto de recibir la prueba”, de acuerdo a lo que señala el inciso tercero y final
del citado artículo 10.
Debemos aclarar que la “suspensión” a que se refiere este párrafo es la única que
puede recibir ese apelativo, ya que es común y generalizada práctica, que a la petición
de nuevo día y hora, en los casos en que es procedente de conformidad a la ley, se le
189
llame erróneamente a nuestro juicio, “suspensión”. Sólo puede suspenderse lo que se
ha iniciado y, en el caso de la petición de nuevo día y hora, la audiencia no se inicia y
se mantienen vigentes los derechos a accionar o a presentar listas de testigos en plazo.
El número máximo de testigos que puede presentar cada parte, cualquiera sea el núme-
ro de hechos controvertidos, es de cuatro y “tratándose de daños en choque, si el con-
ductor y el propietario de un vehículo fueren personas diferentes, sólo se considerarán
partes distintas, si entre ellos existe, en el juicio, algún interés contradictorio”. Esta
disposición constituye una norma muy especial, que diferencia el alcance individual que
generalmente tiene en Derecho Procesal el concepto de “parte”, englobando a dos o más
sujetos participantes en la litis, ligados por el interés que tengan en la misma, aunque sean
completamente diferentes e, incluso, desligados entre sí y uno sólo de ellos sujeto infrac-
cional pasivo. La especialidad de la norma radica fundamentalmente en que la considera-
ción como una sola parte, se hace efectiva sólo para los efectos de la testimonial, ya que en
el resto del juicio pueden ser perfectamente partes diferentes, sujetos a obligaciones y
derechos procesales y requiriendo de notificaciones particulares cada una de ellas.
190
En el procedimiento ante el Juez de Policía Local, no podrá acreditarse por testigos
la existencia o fecha de un acto que sea título traslaticio del dominio de un vehículo
motorizado.
En la práctica, las partes deben concurrir con los testigos a la audiencia y en ella
son interrogados. Normalmente no procede ni se hace lugar a su citación por el Tribu-
nal, precisamente por entenderse que es a la parte a la que corresponde presentarse
“con sus testigos y demás medios de prueba” y no al Tribunal obligarlos a compare-
cer, salvo que se trate de funcionarios de carabineros, los que son citados, atendida la
importancia que su declaración puede revestir en la solución de lo infraccional y la
necesidad de excusar su ausencia.
En materia de individualización, la ley 18.287 se aparta del texto de la ley civil co-
mún, al requerir que se indique respecto de los testigos en la lista correspondiente “la
residencia”, en lugar “del domicilio” del que hablan los artículos 90 y 320 del Código
de Procedimiento Civil, siendo ambos términos, jurídicamente hablando, conceptos
diferentes. No obstante, preciso es reconocer que tratándose de juicios especiales, el
mismo Código requiere de “residencia” y no de “domicilio” de los testigos, en sus
artículos 551, 554 y 558.
La ley distingue diferentes tipos y clases de domicilio y, para el derecho civil, la re-
sidencia es un elemento del domicilio, ya que el artículo 59 del Código Civil define
“domicilio”, expresando que éste “consiste en la residencia, acompañada, real o
presuntivamente, del ánimo de permanecer en ella”, en el párrafo 2 del Título I de su
Libro I, bajo el epígrafe “Del domicilio en cuanto depende de la residencia y del
ánimo de permanecer en ella”.
Existe el “domicilio civil”, relativo a una parte determinada del territorio del Esta-
do, como expresa el artículo 61 del Código Civil y el “domicilio político”, del artículo
60. La voz “residencia”, a su vez, no tiene definición legal, por lo que es necesario
102
C. de Santiago, 20 de abril de 1981, Revista, Tomo LXXVIII, Sección Segunda, p. 46.
191
acudir a la interpretación jurisprudencial de la misma y al Diccionario de la Real Aca-
demia, que la define como “acción y efecto de residir”, “lugar en que se reside” y, en
sus acepciones 3 a 8 y en la 13, restringe su alcance a “casa”, “conjunto de viviendas”,
“establecimiento” y “edificio”, limitando notoriamente el concepto amplio que implica
la idea de domicilio.
Si el Juez lo estima pertinente, autorizado por la frase final del artículo 13 de la ley pro-
cesal, puede obligar a comparecer a los testigos, incluso compeliéndolos por medio de la
fuerza y a declarar, si compareciendo, se negaren sin justa causa a hacerlo, manteniéndolos
en arresto hasta que presten su declaración, facultades que surgen precisamente del llama-
do expreso, que en materia tan importante como la libertad de las personas, se formula al
artículo 380 del Código de Procedimiento Civil.
Los testigos no podrán llevar sus declaraciones escritas, por aplicación de lo dis-
puesto en el artículo 367 del Código de Procedimiento Civil.
192
5.3.5.r – Otros medios probatorios
Dispone la ley de procedimiento en su artículo 16, que “el Juez podrá decretar en
todos los asuntos de que conozca, durante el transcurso del proceso, las diligencias
probatorias que estime pertinentes”. Tiene el Tribunal amplias facultades para ordenar
y admitir todos los medios de prueba y ordenar las diligencias probatorias que estime
pertinentes y los que le ofrezcan las partes, con la limitación que sean dictadas dentro
del procedimiento y no se favorezca a una parte en perjuicio de la otra. No podría, en
consecuencia, decretarse una audiencia testimonial especial o escuchar testigos no
incluidos en las listas presentadas en plazo sin acuerdo de las partes, por ejemplo.
La prueba está constituida, en sentido amplio, por los diversos medios por los que
llega la inteligencia al descubrimiento y comprensión de la verdad. En derecho proce-
sal es, al decir de Carnelutti, un medio de verificación de las proposiciones que los
litigantes formulan en el juicio 103. No tiene definición legal en el derecho positivo
chileno y el Juez debe constituirse, al menos en la parte infraccional, en un investiga-
dor de la verdad, informado del principio inquisitivo que impera en su accionar.
103
“Sistema de Derecho Procesal Civil”, Tomo I, Pág. 674.
193
parte, cualquiera sea el número de hechos controvertidos y se reglamenta el concepto
de parte, entendiendo que son distintas, sólo las que tengan interés contradictorio en el
juicio.
104
C. Suprema, 2 de agosto de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Primera, p. 65 y ss.
194
que se rinda con posterioridad, siempre que se cautelen los intereses de los litigantes
asegurando el cumplimiento del principio de la bilateralidad de la audiencia e impi-
diendo la indefensión de cualquiera de las partes, mediante lo citación y plazos perti-
nentes para decir lo que la documental así rendida les motive.
Otro documento de frecuente uso es aquel al que se agrega una certificación es-
tampada por un Notario, en la que se dice –especialmente en el caso de fotografías-,
que corresponden al vehículo tal y cual. Esa certificación, así como otras que se
estampan en documentos privados, “no los convierte en públicos”107. Su mérito pro-
batorio, “autorizados” o no, dependerá de los restantes elementos de prueba que se
aporten a la causa y, muy especialmente, del reconocimiento que de tales documentos
se haga por las partes, por testigos, o por quienes aparecen otorgándolos, en confor-
midad a las normas generales.
105
C. de Punta Arenas, 5 de enero de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Segunda, p. 1 y ss.
106
C. Suprema, 27 de septiembre de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Primera, p. 153.
107
C. de Santiago, 16 de agosto de 1990, Revista, Tomo LXXXVII, Sección Segunda, p. 158.
195
5.3.6.b – La Prueba. Normas de la sana crítica
Dispone el artículo 14 de la Ley 18.287 que “el Juez apreciará la prueba y los an-
tecedentes de la causa, de acuerdo con las reglas de la sana crítica y del mismo
modo apreciará la denuncia formulada por un carabinero, Inspector Municipal u
otro funcionario que en el ejercicio de su cargo deba denunciar la infracción...”,
habiéndose resuelto a este respecto, que en los procedimientos de Policía Local, el
Juez aprecia la prueba según las reglas de la sana crítica y del mismo modo pondera la
denuncia referida, motivo por el cual no resulta suficiente el sólo testimonio de un
testigo que aparece contradiciendo el denuncio, ya que tal declaración por ser singular,
no reúne los requisitos de multiplicidad, gravedad, precisión, concordancia y conexión
con las restantes pruebas109, confirmándose el texto legal, al resolverse que, en los
pleitos derivados de accidentes del tránsito y tramitados ante los Juzgados de Policía
Local, la prueba debe apreciarse conforme a las reglas de la sana crítica y esta forma
de apreciar la evidencia obliga al Tribunal a expresar las razones jurídicas, científicas o
técnicas en cuya virtud se asigna valor a las probanzas rendidas o se las desestima 110.
108
Pereira A., Hugo, Derecho Procesal del Trabajo, Santiago Editorial Jurídica de Chile, 1961, p. 1
109
C. Pdte. Aguirre Cerda, 24 de marzo de 1992, Revista, Tomo LXXXIX, Sección Segunda, p. 24.
110
C. Suprema, 9 de julio de 1992, Revista, Tomo LXXXIX, Sección Primera, p. 87.
196
El sistema de apreciación de la prueba conforme a la sana crítica, en el orden pro-
cesal general de la ley chilena, “no contiene reglas establecidas en los Códigos”, como
lo ha expresado la Corte Suprema 111. Al mismo tiempo, la “sana crítica” se diferencia
de la “apreciación de la prueba de libre convicción”, por cuanto la primera consiste en
una “valoración judicial sujeta a control”, lo que la sitúa mas cerca de la prueba “tasa-
da” que de la “de libre convicción”.
Esta característica lógico-procesal se hace más estricta aún, en las normas regulato-
rias de la prueba contenidas en la Ley 18.287, desde la reforma introducida por el Nº 6
del artículo 21 de la Ley 18.597 que, agregando un inciso al artículo 14 de la antedi-
cha Ley, ordenó que: “Al apreciar la prueba de acuerdo con las reglas de la sana
crítica, el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas,
científicas o técnicas en cuya virtud les asigne valor o las desestime. En general,
tomará en especial consideración la multiplicidad, gravedad, precisión, concordan-
cia y conexión de las pruebas y antecedentes del proceso que utilice, de manera que
el examen conduzca lógicamente a la conclusión que convence al sentenciador”.
111
C. Suprema, 13 de noviembre de 1963, Revista, Tomo XL, Sección Primera, página 340; y 11 de abril
de 1971, Revista, Tomo LVIII, Sección Primera, p. 76.
197
Diccionario de la Lengua. Este conocimiento exacto y reflexivo de las cosas, se opone
al concepto de arbitrariedad112.
112
C. Suprema, 4 de diciembre de 1951, Revista, Tomo XLVIII, Sección Tercera, p. 75.
113
C. de Santiago, 28 de diciembre de 1994, Rol N1 2082-94, con firma fallo del Segundo Juzgado de
Policía Local de Las Condes, 5 de mayo de 1994, Rol Nº 16.162-92-3. No publicada.
114
C. de Temuco, 29 de junio de 1972, Revista, Tomo LXIX, Sección Cuarta, p 66 y ss.
198
5.3.7.a – La Sentencia. Plazo, Forma, Notificación y Comunicación
Estimamos que si una sentencia no acoge una demanda civil interpuesta por valor supe-
rior a diez unidades tributarias mensuales o, sencillamente no la acogía, bajo el imperio del
texto legal anterior a la Ley Nº 19.676, esa resolución regula daños y perjuicios superiores
a dicha suma, ya que “regular daños y perjuicios”, en los términos del artículo 18 citado, es
ajustar en la conclusión del fallo por deducción de los antecedentes del proceso, el monto
de la indemnización demandada y, tanto regula y ajusta daños y perjuicios el fallo de otorga
la demanda en todo o algo de lo pedido, como el que niega lisa y llanamente lo demanda-
do. En consecuencia, el fallo que regula tales daños, ya sea acogiendo la demanda o dese-
chándola, debe notificarse personalmente o por cédula, no bastando la carta certificada al
199
convenio esa Municipalidad, quienes harán llegar al Tribunal el comprobante de
pago a la brevedad. Para estos efectos, el Juez de Policía Local remitirá al Tesorero
Municipal la nómina de las infracciones con sus correspondientes multas y el valor
que resulte de la deducción del 25% antes aludida. El Juzgado de Policía Local o la
unidad de Carabineros en cuyo poder se encuentre la licencia de conducir, la devol-
verá al infractor contra entrega del comprobante de pago respectivo”.
Entre las críticas se ha señalado que este pago de carácter administrativo desvirtúa
en absoluto la función judicial, en cuanto el juez conociendo de un denuncio, sanciona
luego de formarse convicción de la culpabilidad del denunciado, lo que no ocurre en
este caso. Se ha dicho también que es posible que el sistema ideado fomente eventua-
les actos de corrupción y, desde el punto de vista procesal, desordena el ordenamiento
del tribunal, ya que al ponerse término a la causa fuera del Tribunal, no resulta claro
cómo podrá el Juez proceder a la devolución de la licencia que se encontrare retenida
ni cómo podrá asegurarse del entero del monto de la multa en forma oportuna.
El procedimiento introducido a la Ley para estos efectos, consiste en que cada dos
meses el Secretario del Tribunal comunicará las multas no pagadas para su anotación
en el “Registro de Multas del Tránsito no pagadas” y mientras no se pague la multa y
la anotación esté vigente, no podrá renovarse el permiso de circulación del vehículo
afectado.
Dispone la ley que “el Registro será fiscalizado por el Ministerio de Transportes y
Telecomunicaciones y se regirá por el reglamento que dictará el Presidente de la
204
República por intermedio de ese Ministerio”. Este Reglamento está en tramitación y
debe ser publicado en el primer semestre de 2001, a pesar que la disposición legal
empezó a regir a fines de noviembre de 2000.
En todo caso, “el permiso de circulación del vehículo podrá renovarse si su monto
es pagado simultáneamente con las multas que figuren como pendientes en el Regis-
tro, sus reajustes y los aranceles que procedan.”
5.3.8 Recursos
205
recibiendo la aplicación analógica que hemos definido en estos casos, señalando que por lo
general, no se ha discutido su procedencia.
Recurso propio del procedimiento ante los Juzgados de Policía Local, aparece con-
sagrado en el artículo 21 de la Ley Nº 18.287: “Si aplicada una multa y antes de ser
pagada se pidiere reposición, haciendo valer el afectado antecedentes que a juicio
del Tribunal comprueben la improcedencia de la sanción o su excesivo monto, el
Juez podrá dejarla sin efecto o moderarla, según lo estimare procedente, en resolu-
ción fundada”. “Este recurso sólo podrá ejercitarse dentro de los treinta días si-
guientes a la notificación de la resolución condenatoria”.
Procede el recurso en contra de una sentencia que imponga multa, ya sea como
sanción única o acompañada de suspensión de licencia, ya que la ley no distingue. Por
la misma razón, es procedente respecto de multas impuestas incluso por el Tribunal de
segunda instancia, siendo siempre competente el Juez de Policía Local para conocer
del recurso, para el que es facultativo concederlo o no: “el juez podrá”.
Debe interponerse, antes del pago de la multa, en el plazo de 30 días contados des-
de la notificación de la resolución condenatoria y debe ser resuelto mediante resolu-
ción fundada.
Para hacer valer nuevos antecedentes, requisito indispensable para acogerlo, podría
incluso rendirse prueba testimonial y la documental que fuere pertinente, dirigida a
acreditar la improcedencia de la sanción aplicada por ausencia de imputabilidad o de
responsabilidad u otra razón y, el excesivo monto de la sanción aparece relacionado
206
tanto con la gravedad de la contravención sancionada, como con la capacidad econó-
mica del condenado.
Con relación al efecto de desasimiento del tribunal que dictó la sentencia de cuya
reconsideración se trata, establecido en el artículo 182 del Código de Procedimiento
Civil y que se produce por el solo hecho de notificarse la sentencia a una cualquiera de
las partes, al quedar autorizada la interposición de esta reconsideración, debe enten-
derse que no tiene aplicación en este caso hasta pasado el plazo concedido para inter-
poner el recurso, situación semejante a las excepciones que establece el propio artículo
182 citado o a la contenida en el artículo 184 del Código de Procedimiento Civil.
No obstante, no todas las sentencias definitivas son apelables, ya que la parte final del
artículo 33 siguiente, señala que “sin embargo, son inapelables las sentencias definitivas
dictadas en procesos por simples infracciones a la Ley del Tránsito que sólo impongan
multas”. Por el contrario, lo serán siempre las sentencias que regulen daños y perjuicios,
por cuanto éstas no sólo imponen multas y la regulación de perjuicios comprende también
el hecho de denegarse una demanda.
En relación a cuales son las resoluciones que hacen imposible la continuación del
juicio, debemos concluir que ellas pueden ser referidas tanto a lo infraccional como a
lo indemnizatorio civil, ya que la ley no distingue a este respecto y, si autoriza para
accionar civilmente dentro del procedimiento infraccional, no poder continuar con la
parte civil, hace que el juicio termine en uno de sus aspectos y la resolución que así lo
determine sea apelable.
207
convenio esa Municipalidad, quienes harán llegar al Tribunal el comprobante de
pago a la brevedad. Para estos efectos, el Juez de Policía Local remitirá al Tesorero
Municipal la nómina de las infracciones con sus correspondientes multas y el valor
que resulte de la deducción del 25% antes aludida. El Juzgado de Policía Local o la
unidad de Carabineros en cuyo poder se encuentre la licencia de conducir, la devol-
verá al infractor contra entrega del comprobante de pago respectivo”.
Entre las críticas se ha señalado que este pago de carácter administrativo desvirtúa
en absoluto la función judicial, en cuanto el juez conociendo de un denuncio, sanciona
luego de formarse convicción de la culpabilidad del denunciado, lo que no ocurre en
este caso. Se ha dicho también que es posible que el sistema ideado fomente eventua-
les actos de corrupción y, desde el punto de vista procesal, desordena el ordenamiento
del tribunal, ya que al ponerse término a la causa fuera del Tribunal, no resulta claro
cómo podrá el Juez proceder a la devolución de la licencia que se encontrare retenida
ni cómo podrá asegurarse del entero del monto de la multa en forma oportuna.
El procedimiento introducido a la Ley para estos efectos, consiste en que cada dos
meses el Secretario del Tribunal comunicará las multas no pagadas para su anotación
en el “Registro de Multas del Tránsito no pagadas” y mientras no se pague la multa y
la anotación esté vigente, no podrá renovarse el permiso de circulación del vehículo
afectado.
Dispone la ley que “el Registro será fiscalizado por el Ministerio de Transportes y
Telecomunicaciones y se regirá por el reglamento que dictará el Presidente de la
204
República por intermedio de ese Ministerio”. Este Reglamento está en tramitación y
debe ser publicado en el primer semestre de 2001, a pesar que la disposición legal
empezó a regir a fines de noviembre de 2000.
En todo caso, “el permiso de circulación del vehículo podrá renovarse si su monto
es pagado simultáneamente con las multas que figuren como pendientes en el Regis-
tro, sus reajustes y los aranceles que procedan.”
5.3.8 Recursos
205
recibiendo la aplicación analógica que hemos definido en estos casos, señalando que por lo
general, no se ha discutido su procedencia.
Recurso propio del procedimiento ante los Juzgados de Policía Local, aparece con-
sagrado en el artículo 21 de la Ley Nº 18.287: “Si aplicada una multa y antes de ser
pagada se pidiere reposición, haciendo valer el afectado antecedentes que a juicio
del Tribunal comprueben la improcedencia de la sanción o su excesivo monto, el
Juez podrá dejarla sin efecto o moderarla, según lo estimare procedente, en resolu-
ción fundada”. “Este recurso sólo podrá ejercitarse dentro de los treinta días si-
guientes a la notificación de la resolución condenatoria”.
Procede el recurso en contra de una sentencia que imponga multa, ya sea como
sanción única o acompañada de suspensión de licencia, ya que la ley no distingue. Por
la misma razón, es procedente respecto de multas impuestas incluso por el Tribunal de
segunda instancia, siendo siempre competente el Juez de Policía Local para conocer
del recurso, para el que es facultativo concederlo o no: “el juez podrá”.
Debe interponerse, antes del pago de la multa, en el plazo de 30 días contados des-
de la notificación de la resolución condenatoria y debe ser resuelto mediante resolu-
ción fundada.
Para hacer valer nuevos antecedentes, requisito indispensable para acogerlo, podría
incluso rendirse prueba testimonial y la documental que fuere pertinente, dirigida a
acreditar la improcedencia de la sanción aplicada por ausencia de imputabilidad o de
responsabilidad u otra razón y, el excesivo monto de la sanción aparece relacionado
206
tanto con la gravedad de la contravención sancionada, como con la capacidad econó-
mica del condenado.
Con relación al efecto de desasimiento del tribunal que dictó la sentencia de cuya
reconsideración se trata, establecido en el artículo 182 del Código de Procedimiento
Civil y que se produce por el solo hecho de notificarse la sentencia a una cualquiera de
las partes, al quedar autorizada la interposición de esta reconsideración, debe enten-
derse que no tiene aplicación en este caso hasta pasado el plazo concedido para inter-
poner el recurso, situación semejante a las excepciones que establece el propio artículo
182 citado o a la contenida en el artículo 184 del Código de Procedimiento Civil.
No obstante, no todas las sentencias definitivas son apelables, ya que la parte final del
artículo 33 siguiente, señala que “sin embargo, son inapelables las sentencias definitivas
dictadas en procesos por simples infracciones a la Ley del Tránsito que sólo impongan
multas”. Por el contrario, lo serán siempre las sentencias que regulen daños y perjuicios,
por cuanto éstas no sólo imponen multas y la regulación de perjuicios comprende también
el hecho de denegarse una demanda.
En relación a cuales son las resoluciones que hacen imposible la continuación del
juicio, debemos concluir que ellas pueden ser referidas tanto a lo infraccional como a
lo indemnizatorio civil, ya que la ley no distingue a este respecto y, si autoriza para
accionar civilmente dentro del procedimiento infraccional, no poder continuar con la
parte civil, hace que el juicio termine en uno de sus aspectos y la resolución que así lo
determine sea apelable.
207
mente la ley civil, consideramos que, como todo recurso, deberá además consignar las
peticiones concretas que se someten a la consideración del Tribunal de Alzada, por
cuanto tal requerimiento dice relación directa con una adecuada comprensión del
“querer” del recurrente, que no puede estar ajena en el procedimiento ante el Juez de
Policía Local, a pesar del silencio de la ley especial.
118
C. Suprema, 26 de marzo de 1971, Fallos del Mes, Nº 148, pp. 21 y 22.
208
El inciso tercero del artículo 32, ya citado, dispone que “si el apelante no compa-
reciere dentro del plazo de cinco días desde que se reciban los autos en la secretaría
del Tribunal de segunda instancia, éste declarará desierto el recurso de apelación
respectivo” y el inciso cuarto, señala que se aumentará este término “en tres días más,
cuando los autos se remitan desde un tribunal de primera instancia que funcione
fuera de la comuna en que resida el de alzada”.
Como lo autoriza el inciso segundo del artículo 34 de la ley, “el Tribunal de se-
gunda instancia podrá admitir a las partes presentar las pruebas que no hayan
producido en primera. Sin embargo, solamente podrá recibirse la prueba testifical
que, ofrecida en primera instancia, no se hubiere rendido por fuerza mayor u otro
impedimento grave” y, de acuerdo a lo preceptuado por el artículo 36, “el plazo para
fallar el recurso será de seis días, el que se contará desde que la causa quede en
estado de fallo”.
209
El hecho que la ley disponga que las personas que señala “podrán hacerse parte”
en segunda instancia, no es excluyente de las otras que naturalmente puedan compare-
cer por ser partes en el proceso, como el actor civil, el demandado tercero civilmente
responsable u otros.
Uno de los mas graves problemas que se producen en la tramitación de causas ante los
Juzgados de Policía Local, dice relación con la falta de recursos procesales de que dispone
el litigante, hecho que otorga al Juez un poder demasiado amplio, que puede llevar en
algunos casos extremos a producir indefensión de alguna parte, sensiblemente perjudicada
por resoluciones cercanas a la arbitrariedad.
Dicha situación no era tan grave hasta que se dictó y entró en vigencia la ley
19.374, cuando por la vía de la interposición del Recurso de Queja, se llevaba el
asunto a conocimiento del superior jerárquico, el que en no pocas ocasiones modificó
el criterio empleado en la instancia y aplicó la doctrina correcta frente a situaciones no
previstas en la ley de procedimiento o, que sencillamente habían sido interpretadas en
forma muy personal por el Juez involucrado. Sucedió también en forma constante, que
la Corte de Apelaciones por la vía de la queja fue fijando un criterio que, a lo largo de
los años, permitió dar una debida configuración y una aplicación mas o menos genera-
lizada y uniforme al procedimiento de la Ley N° 18.287, respecto del que poca inje-
rencia tenía la Corte Suprema, al no proceder en contra de las resoluciones dictadas el
recurso de casación.
Sin embargo, luego de la vigencia de la Ley N° 19.374 que modificó los Códigos
Orgánico de Tribunales, de Procedimiento Civil y de Procedimiento Penal en lo relati-
vo a Organización y Funcionamiento de la Corte Suprema, Recurso de Queja y Recur-
so de Casación, el Recurso de Queja como se entendía antes de dicha vigencia, ya no
tiene cabida.
210
a una justicia en única instancia, nociva para la correcta, rápida y eficiente administra-
ción de justicia que se busca ante los Juzgados de Policía Local.
Por consiguiente, puede el Recurso de Queja deducirse sólo en contra de las sen-
tencias de primera instancia respecto de las que no proceda otro recurso, esto es, en
contra de las sentencias definitivas que se dictan en procesos por simples infracciones
a la Ley de Tránsito y que sólo imponen multas, de acuerdo al inciso 2° del artículo 33
de la Ley N° 18.287 y contra de las sentencias de segunda instancia, ya que no proce-
den otros recursos a su respecto.
El Recurso será conocido por el superior mediando vista de la causa, previa su co-
locación en Tabla, se admiten los alegatos de abogados y los litigantes pueden hacerse
parte hasta antes de la vista de la causa. La “Sala de Cuenta” debe examinar cuando
ingresa, si cumple con los requisitos formales que establece el artículo 548 del Código
Orgánico de Tribunales y, en especial, si la resolución que motiva su interposición es o
no susceptible de otros recursos y lo declarará inadmisible sin más trámite si no cum-
pliera con tales requisitos.
211
5.3.8.h – Recurso de Casación
212
5.4.1.a – Cancelación y suspensión de la licencia de conductor por incapacidad
sobreviniente
No se trata de una sanción por incurrir en una conducta tipificada como infracción,
sino de una resolución originada en la constatación de haber ocurrido pérdida de
facultades y que, al ser acordada, debe ser comunicada al Registro Nacional de Con-
ductores de Vehículos Motorizados, “en la forma y dentro de los plazos señalados en
el Título XVIII, para que se practiquen las anotaciones correspondientes”, como está
ordenado en el inciso cuarto del mencionado artículo 19.
La medida que adopte el Juez de Policía Local, deberá ser producto de una senten-
cia dictada en el procedimiento de la Ley 18.287, aplicable en toda clase de asuntos de
que conozcan estos jueces, la que debe ser comunicada al Registro como lo ordena el
artículo 215 de la Ley 18.290, de acuerdo a las normas generales, al quedar ejecuto-
riada. En igual situación se encuentran las resoluciones que al respecto se dicten en
cualquier otro Tribunal de la República que pronuncie condena que deba anotarse en
el Registro.
5.4.1.b – Suspensión de licencia por conducir bajo influencia del alcohol, drogas
o estupefacientes, causando lesiones leves
119
Tipificado en el artículo 121 de la Ley de Alcoholes.
213
leves, sufrirá la pena de prisión en su grado mínimo y suspensión de tres a seis meses
de la licencia para conducir vehículos”. Recordemos que la misma conducta, sin
causar lesiones, constituye infracción gravísima a la Ley de Tránsito, conforme al N° 1
de su artículo 197 y que las lesiones mayores que leves constituyen conducta cuaside-
lictual.
Dispone el inciso segundo del artículo 4° de la Ley N° 19.366, que “Sanciona el Tráfico
Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas”, que “se aplicará también, como pena
accesoria, la suspensión de la licencia de conducir vehículos motorizados por el plazo
máximo de seis meses”, a los que consumieren alguna de las drogas o sustancias estupefa-
cientes o sicotrópicas a que hace mención el artículo primero de dicha ley, en lugares
públicos o abiertos al público, tales como calles, caminos, plazas, teatros, cines, hoteles,
cafés, restaurantes, bares, estadios, centros de baile o de música, o en establecimientos
educacionales o de capacitación.
Los que incurran en el tipo penal descrito deben ser condenados al pago de una
multa y a asistir obligatoriamente a programas de prevención en instituciones conside-
radas como idóneas por el Servicio de Salud de la ciudad asiento de la Corte de Ape-
laciones respectiva, hasta por sesenta días.
Llama la atención en este caso que la suspensión de la licencia de conductor es una
pena accesoria a otras principales, a aplicar en casos en que no se requiere del sancio-
nado un desempeño como conductor ni nada que se relacione con la conducción,
tratándose de una pena de aplicación obligatoria, atendida la redacción imperativa de
la disposición legal. La suspensión será aplicada por el Juez del Crimen que conozca
del procedimiento sobre faltas, en contra de los consumidores de sustancias prohibi-
das.
214
Por disposición del artículo 208 de la Ley de Tránsito, “sin perjuicio de las multas
que sean procedentes, el Juez decretará la suspensión de la licencia de conducir del
infractor, en los casos y por los plazos que se indican a continuación” y detalla la ley
casos de infracción gravísima que sanciona con suspensión de 5 a 45 días y, para el
caso de contravención al número 1 del artículo 197, “el plazo de suspensión se eleva-
rá al doble”. En la letra b) se refiere a procesos por acumulación de infracciones,
suspendiendo al responsable de dos infracciones o contravenciones gravísimas cometi-
das dentro de los últimos doce meses, de 45 a 90 días y al responsable de dos infrac-
ciones o contravenciones graves en el mismo período, de 5 a 30 días. “Estos plazos se
contarán desde que se cometieron las infracciones”, en relación a la cuenta de “los
últimos doce meses”.
De acuerdo a lo que dispone el inciso segundo del artículo 209, “el infractor,
transcurridos que sean dos años desde la fecha de cancelación de su licencia de
conducir, podrá solicitar una nueva al Departamento de Tránsito y Transporte
Público de la Municipalidad de su domicilio, de acuerdo a las normas establecidas
en el Título I de esta ley, salvo que la sentencia condenatoria haya impuesto una
pena superior, en cuyo caso regirá ésta”.
De todos los casos en que se hace posible suspender o cancelar la licencia de con-
ductor, sólo el primero del artículo 208 es una pena accesoria, ya que debe ser aplica-
da a los responsables de una infracción o contravención gravísima y resultará luego de
un procedimiento seguido en conformidad a las disposiciones de la Ley N° 18.287
para el juicio ordinario de Policía Local. Los restantes casos de suspensión y todos los
de cancelación, deben ventilarse en el procedimiento especial establecido en el Título
215
IV de esa misma Ley, en sus artículos 39 a 42 sobre “Cancelación y Suspensión de la
Licencia de Conductor por Acumulación de Anotaciones de Infracciones”.
Dispone el inciso quinto del artículo 121 de la Ley Nº 17.105, sobre Alcoholes, que
“se aplicará como pena accesoria, además de las establecidas en el Código Penal, el
retiro o suspensión del carnet, permiso o autorización para conducir vehículos por el
término de seis meses a un año en los delitos previstos en el inciso primero; de uno a
dos años si se causaren lesiones menos graves o graves; y de dos a cuatro años si
resultare la muerte”. En casos de reincidencia, “los plazos máximos señalados en este
inciso se elevarán al doble”.
216
sanciones, tiene su origen en la acumulación de anotaciones en el Registro Nacional de
Conductores de Vehículos Motorizados.
Ante un caso concreto, creemos que es pertinente ocurrir ante la Corte Suprema
con el objeto que se declare que las disposiciones de las letras “C” y “D” del artículo
209 de la Ley N° 18.290, que deben considerarse para sancionar la conducta consis-
tente en la acumulación de infracciones y servir de base a una eventual condena, no
son aplicables por tratarse de normas que atentan contra los principios consagrados en
la Constitución Política de la República, esto es, son inconstitucionales.
El contenido jurídico y lógico del principio de “non bis in idem” enunciado, comprende
tres aspectos fundamentales y sustanciales: en primer lugar “nulla poena sine lege scripta”,
lo que dice relación directa con la ley como fuente del derecho. Luego, tiene dos deriva-
ciones importantes, a saber, la prohibición de la analogía en cuanto fuente de sanción de
conductas y el principio de la “tipicidad”, incorporado a la teoría del delito y, por último, se
encuentra en conexión directa con la aplicación temporal de la Ley Penal, en este caso
sancionadora de la administración en cuanto castiga una supuesta infracción, que se hace
residir en la reiteración de conductas y a la que se ha atribuido, inconstitucionalmente a
nuestro juicio, el carácter de una nueva infracción, supuestamente diferente de las que la
han originado.
120
C. Suprema, 30 de diciembre de 1993, “Fallos del Mes”, Nº 421, Sentencia 15, p. 1099.
217
El artículo 19 de la Constitución Política, al tratar de los deberes y derechos cons-
titucionales, establece que “La Constitución asegura a todas las personas...” y enu-
mera las materias así resguardadas, entre las que encontramos en su número 3°: “La
igual protección de la ley en el ejercicio de sus derechos”, señalándose en los párra-
fos finales de ese número, séptimo y octavo, que “Ningún delito se castigará con otra
pena que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a
menos que una nueva ley favorezca al afectado” y que “Ninguna ley podrá establecer
penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella”.
Estos incisos finales del numeral 3° del artículo 19, son los que sancionan el princi-
pio del derecho llamado “de la legalidad” que, como la ley ha de ser estricta, implica la
idea de la tipicidad, que nos lleva a afirmar que necesariamente no se puede usar el
mismo presupuesto para imponer más de una pena, siendo del caso destacar el alcance
de la palabra “conducta”, del inciso final de dicho número 3°, en el sentido que “nin-
guna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté expresa-
mente descrita en ella”.
Para determinar su real alcance, no es suficiente el Diccionario de la Real Acade-
mia, que en la única acepción aplicable a esta “conducta” constitucional, expresa que
es tal el “porte o manera con que los hombres gobiernan su vida y dirigen sus accio-
nes”, siendo necesario por consiguiente, recurrir a las bases de los derechos penal y
administrativo para comprender la “conducta” referida como sinónimo de “acción”,
como ha sido entendido en el presente siglo, primeramente planteada por Hegel y sus
seguidores, para los que el “delito es acción”, idea también seguida, con otros matices,
referidos al aspecto subjetivo y a la culpabilidad, por Liszt, Mezger, Schmidt, Maiho-
fer, Jescheck y otros, llegándose a establecer el esquema del planteamiento con la
frase: “siempre el delito ha de ser una acción. Lo que no es una acción no interesa al
derecho penal”.
218
sentido restringido de transgresión a la normativa propia del tránsito, conjugando los
aspectos relacionados con la infracción, el “Derecho Administrativo Sancionador” y el
“Derecho Penal del Tránsito”, además de los elementos procesales y doctrinarios
aplicables.
219
a la que accede, a la que modifica, agravándola. La reincidencia en la práctica de una
conducta o de una acción, ha sido apreciada desde siempre como agravante de respon-
sabilidad, no como acción típica independiente. Como nos ha enseñado Carrara, “no
puede imputarse una segunda vez el anterior delito, del que el reo saldó ya su parti-
da”. Extrema la situación el legislador de la Ley de Tránsito, al dar a una circunstancia
que podría ser, a lo más agravante de conductas infraccionales, la calidad de infracción
propiamente tal, equiparándola inadecuadamente a la comisión de conducta infraccio-
nal, lo que en sí, no es.
“Los Tribunales de Justicia y los Juzgados de Policía Local y cualquier otro Tri-
bunal de la república”, que conozcan de asuntos relacionados con tránsito y conduc-
tores, deben “comunicar al Registro toda sentencia ejecutoriada en que se condene a
una persona como autor de delitos e infracciones a la Ley Nº 17.105 sobre Alcoho-
les, bebidas Alcohólicas y Vinagres y a la Ley Nº 19.366 sobre Tráfico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas o que cancele o suspenda la licencia de
conductor o que condene a una persona por delitos o cuasidelitos, infracciones
gravísimas o graves” tipificadas en la Ley de Tránsito, todo de acuerdo al texto del
artículo 215 de la Ley de Tránsito.
Ordena el artículo 218 de la Ley de Tránsito, que “en los casos en que por acu-
mulación de infracciones gravísimas o graves en el Registro Nacional de Conducto-
res de Vehículos Motorizados, apareciere que se cumplen los presupuestos legales
para que opere la suspensión o cancelación de la licencia de un conductor, el Servi-
cio de Registro Civil e Identificación, deberá informarlo detalladamente al Juez de
Policía Local del domicilio que el titular de la licencia tuviere registrado, dentro de
los dos días hábiles contados desde la anotación de la infracción en el Registro”.
220
domicilio y, si no concurriere a la citación o el domicilio registrado no le correspondie-
re o fuere inexistente, el Juez ordenará su arresto para asegurar su comparecencia. En
la audiencia deberán hacerse valer los descargos y luego, el Juez fallará en el acto o
recibirá la prueba, decretando todas las diligencias que estime pertinentes.
Dispone el inciso primero del artículo 209 bis de la Ley de Tránsito, que “el que
haya sido condenado con la cancelación de su licencia de conductor y que, no obs-
tante ello, sea sorprendido conduciendo un vehículo, será castigado con la pena de
presidio menor en su grado mínimo y multa de hasta $ 237.000.-”. A su vez, el inciso
segundo agrega que si el sorprendido hubiere sido sancionado con la suspensión de su
licencia y estuviere conduciendo durante el tiempo de la suspensión, “será castigado
con prisión en su grado máximo y multa de hasta $119.000”121.
El caso del inciso primero, esto es, el de quien es sorprendido conduciendo pese a
tener su licencia cancelada, es un caso de delito, de acuerdo a la pena asignada a la
conducta y su conocimiento corresponde al Juez del Crimen de la jurisdicción, según
lo que disponen el artículo 1º de la ley Nº 18.287, que entrega a los Jueces de Policía
Local “el conocimiento de los procesos por contravenciones y faltas y las materias de
orden civil” que sean de su competencia y el Título I del Código de Procedimiento
Penal, que dispone que serán competentes para conocer de los delitos que se cometan
en su territorio, “los tribunales de la República”, “salvo los casos exceptuados por
121
Valores vigentes para 2001.
221
leyes especiales”. La referencia a tales Tribunales se ha entendido efectuada a los del
fuero ordinario de la justicia criminal y la ley especial que regula la actividad del
tránsito, ha dispuesto expresamente que las faltas sean conocidas por el tribunal espe-
cial: el de Policía Local.
Los artículos 196 A, 196 A bis y 196 D de la Ley de Tránsito tipifican otros delitos
que son también del conocimiento de los Jueces del Crimen, en conformidad a las
normas generales. Cometen los referidos delitos, no sólo los que hacen uso de docu-
mentos o placas falsas, sino que también los que los otorgan o posibilitan su otorga-
miento y se diferencia en los tipos correspondientes a los empleados públicos que
abusen de su oficio al cometer el delito. La ley enumera detalladamente los delitos que
tipifica y las sanciones que corresponde aplicar.
5.5.1.b – Caso del que conduce sin licencia o haga u so de una diferente de la
requerida
222
de otorgamiento de licencias, se está en una situación igual a la que existía antes del 8
de marzo de 1997, fecha de la reforma.
Diferente es la situación que se plantea en el inciso segundo del citado artículo 196
D, que sanciona al “que, a cualquier título que sea, explote un vehículo de transporte
público de pasajeros, de taxi, de transporte remunerado de escolares o de carga y,
contrate, autorice o permita en cualquier forma que dicho vehículo sea conducido
por quien carezca de la licencia de conducir requerida o que, teniéndola, esté sus-
pendida o cancelada, será sancionado con multa de $ 28.100 a $ 112.000”122, ya que
en la calificación posible de ejercer en la actualidad, sin la implementación de licencias
especiales requeridas por el inciso primero, existen las “profesionales” o de la “Clase
A”, que habilitan para conducir los vehículos señalados en el inciso segundo en co-
mento, por lo que permitir que lo haga un conductor sin licencia o con una de la
“Clase B”, en uso actual mientras se implementan las nuevas clases, hace incurrir en la
conducta tipificada y su infractor debe ser sancionado con la fuerza de la nueva dispo-
sición, con multa superior a la general aplicable a los infractores.
122
Valores vigentes para 2001.
223
si se trata de conductas delictuales o cuasidelictuales, el Juez del Crimen de la jurisdic-
ción. Sin embargo, hay situaciones en que la ley posibilita que, en las circunstancias
que señala, el asunto pueda ser llevado al Juez Civil Ordinario de la jurisdicción y
otros, en que por excepción, determina que sea precisamente ese Juez el único com-
petente para conocer del asunto.
En los casos en que las leyes especiales del tránsito, tanto sustantivas como de pro-
cedimiento, se refieren a competencia del Juez Civil Ordinario, se ordena que el pro-
cedimiento deberá ser el sumario y, respecto del artículo 9º de la Ley 18.287 y del
número XX del artículo 181 de la Ley de Alcoholes, Nº 17.105, no será aplicable la
conversión del procedimiento establecida en el artículo 681 del Código de Procedi-
miento Civil.
224
aplicación plena en esta materia, las fuentes especiales de responsabilidad del artículo
174 y las normas sobre causalidad entre infracción y resultado, del artículo 171.
Finalmente, cabe destacar que el inciso segundo del artículo 196 B de la Ley de
Tránsito contiene una norma de aplicación general para Jueces, cualquiera sea la
naturaleza del Tribunal, con lo se confirma la idea –hoy ya no discutida– de la plena
aplicación de las normas de la ley Nº 18.290 en materia cuasuidelictual de conoci-
miento en sede penal. Tal norma establece que “los jueces podrán siempre, aunque no
medie condena por concurrir alguna circunstancia eximente de responsabilidad
penal, decretar la inhabilidad temporal o perpetua para conducir vehículos motori-
zados, si las condiciones psíquicas y morales del autor lo aconsejan”.
225
civilmente responsables, no se ajusta a los trámites del Código de Procedimiento Civil
para el juicio ordinario y debe tramitarse y fallarse conjuntamente con la acción penal,
sin mas escritos que la acusación o demanda civil y la contestación123.
Tratándose de simple delito, señala el inciso sexto del artículo 178 de la Ley de Al-
coholes, que los Carabineros, al momento de sorprender la infracción, “citarán perso-
nalmente al inculpado a una audiencia que se celebrará dentro de los diez días
siguientes a la fecha de la denuncia, y a la cual deberá concurrir el inculpado con
123
C. Suprema, 29 de julio de 1980, Revista, Tomo LXXVII, Sección Cuarta, p.118.
124
C. Suprema, 25 de mayo de 1948, Revista, Tomo XLV, Sección Primera, p. 581.
226
sus testigos y demás medios probatorios”. La audiencia se celebrará con asistencia de
las partes o en su rebeldía.
Ordena el artículo 180 de la Ley 17.105 así mismo, que “la sentencia se expedirá
en el mismo comparendo o, a mas tardar, dentro de los cinco días siguientes, sin
necesidad de citación para sentencia” y será breve y precisa, con los datos necesarios
para su inteligencia adecuada, declarando, si es condenatoria, la obligación del conde-
nado de pagar las costas procesales y personales de la causa.
Sólo son partes en este procedimiento por simple delito de manejo en estado de
ebriedad, cuando no se han causado daños ni lesiones ni muerte, el inculpado o denun-
ciado y el Departamento de Defensa de la Ley de Alcoholes.
227
No proceden en las causas en que se ventilen infracciones sancionados en la Ley de
Alcoholes, los recursos de casación en la forma ni en el fondo, no obstante lo cual, el
Tribunal que conozca de la apelación, podrá casar de oficio por las causales primera,
sexta, séptima, décima y undécima del artículo 541 del Código de Procedimiento
Penal, esto es, falta de emplazamiento, incompetencia manifiesta del Tribunal que
falló, implicación o recusación pendiente o declarada del Juez, ultra petita y haber sido
dada en oposición a otra sentencia con mérito de cosa juzgada.
La norma general en esta materia, contenida en el inciso segundo del artículo 181
de la ley N° 17.105, señala que si a consecuencias del desempeño en estado de ebrie-
dad “se han ocasionado daños, lesiones o muerte, se seguirá la causa por los trámi-
tes del juicio ordinario por crimen o simple delito de acción pública, regido por el
Código de Procedimiento Penal”, con las modificaciones que la propia ley señala.
En todos los procesos por manejo en estado de ebriedad, tanto manejo simple co-
mo causando daños, lesiones o muerte, revestirán importancia las presunciones y los
exámenes para detectar presencia de alcohol en la sangre o estupefacientes y drogas,
en su caso. Al tratar de la tipificación de los delitos referidos, se hizo mención a la
228
fuga del conductor, las presunciones que de ese hecho derivan y a otros aspectos de la
cuestión. Debe agregarse que la huida, de acuerdo al artículo 122 de la Ley de Alco-
holes, del lugar en que se hubiere cometido alguno de los delitos a que se refiere esa
ley, “será apreciada por el Juez como una presunción que podrá ser suficiente para
establecer la culpabilidad del imputado”.
En lo que dice relación a la embriaguez del acusado, deben estudiarse en cada caso
particular los antecedentes que complementen el resultado del examen de alcoholemia,
de alcohotest u otro que se practique y que constituya un medio idóneo al efecto, de
acuerdo a o que digan relación con la negativa a proporcionar la muestra de sangre, ya
que la apreciación del parte de Carabineros podrá reflejar, especialmente si va acom-
pañada de pruebas efectuadas en el momento de la detención, el estado real que
presente el detenido. Así, resultará importante una estimación de Carabineros sin
indicar embriaguez, no obstante un resultado en un rango superior a un gramo por mil
de alcohol en el torrente sanguíneo, ya que la estimación de embriaguez refuerza a la
presunción legal fundada en la negativa a la práctica del examen, no obstante la decla-
ración de testigos en el proceso, los que señalaron que el acusado había bebido mode-
radamente horas antes del volcamiento en que participó y que conducía en forma
absolutamente normal, produciendo la convicción necesaria para la condena, en ese
caso de un reincidente.
“El resultado de los exámenes o comprobaciones hechas por medios idóneos, ten-
drá el mérito probatorio de informe pericial, y el funcionario que lo practique estará
exento de la obligación de prestar juramento y no requerirá de nombramiento espe-
cial. El informe contendrá la individualización del funcionario que lo haya efectua-
do, la fecha, hora y lugar de su realización, el medio utilizado para obtener dicho
resultado, el visto bueno del jefe del respectivo servicio y la firma de ambos funcio-
narios”, dispone el inciso segundo del artículo 190 de la Ley de Tránsito.
229
no se conocía el llamado alcohotest, por lo que el texto parece referirse sólo a la alcohole-
mia, circunstancia en la que algunos han querido ver, por la especialidad de la Ley de
Alcoholes, que en materia de delitos tratados en esa ley, sólo tiene valor el examen de
alcoholemia y no el del examen del aire expirado.
125
C. de Valparaíso, 10 de septiembre de 1979, Revista, Tomo LXXVI, Sección Cuarta, p. 348.
126
Publicación del Consejo Interamericano de Seguridad, “El Conductor Defensivo”.
230
El resultado del informe de alcoholemia, para llevar a una conclusión definitiva e
indubitable, deberá ser ponderado con los otros antecedentes que se alleguen al proce-
so y así, una alcoholemia de 1,17 gramos por mil en un conductor que declaró haber
bebido vino tinto y que “debido a mi cansancio, el vino que bebí me afectó un poco y
me encontraba un poco mareado”, respecto del que los Carabineros señalaron que
conducía en los momentos de su detención “bajo la influencia del alcohol sin estar
ebrio, ya que solamente tenía hálito alcohólico y en lo demás se encontraba completa-
mente normal”, hablaba y caminaba correctamente, ha determinado que se le procese
en sede de Policía Local por conducir bajo la influencia del alcohol sin estar ebrio y no
ante la justicia criminal por el delito de manejar en estado de ebriedad127.
En efecto, desde que el Dr. Alfredo Vargas Baeza del Instituto Médico Legal, in-
formó a petición de la Corte de Apelaciones de Santiago129, que una persona se de-
sempeña en estado de ebriedad si el resultado de su examen de alcoholemia es igual o
superior a 1,00 gr. por mil de alcohol en el torrente sanguíneo, se ha generalizado tal
criterio, a raíz de que la Corte Suprema dio a conocer al resto de los Tribunales del
país lo informado, por resolución del Pleno de dicho Tribunal mediante Circular N° 6
de 15 de diciembre de 1976, como una referencia a la cual podían ajustarse en su
127
C. Suprema, 26 de marzo de 1969, Revista, Tomo LXVI, Sección Cuarta, p. 59.
128
C. de Concepción, 20 de septiembre de 1972, Revista, Tomo LXIX, Sección Cuarta, p. 108 y ss.
129
El texto del informe médico legal que fue reiterado a las Cortes de Apelaciones del país el 18 de abril
de 1978, se puede consultar en Fallos del Mes, Nº 259, p 181.
231
estimación, sin que tal comunicación revista la importancia de una instrucción y mucho
menos que sea obligatoria en su aplicación.
Se ha estimado que la circunstancia que la Corte Suprema haya resuelto dar a co-
nocer a los Tribunales inferiores dos informes técnicos sobre alcoholemias, sólo indica
que les ha proporcionado los elementos de juicio que dichos informes contienen, sin
que esto signifique que los jueces deban someterse necesariamente a sus conclusiones.
También que la independencia del Poder Judicial no sólo está constituida por su
autonomía funcional que lo caracteriza, en cuanto Poder, frente a los otros Poderes
del Estado. También comprende la independencia de cada juez para ejercitarla sobera-
namente dentro de la órbita de su competencia, con la única limitación de su necesario
sometimiento a la Constitución y a las leyes130.
Los considerandos del fallo mencionado revisten especial importancia por la validez
de sus afirmaciones, al consignar que la alcoholemia no constituye nada más que la
constatación instrumental de una medición fisiológica como es el porcentaje de alcohol
existente en la sangre en un momento determinado. En cambio, la ebriedad o embria-
guez constituye un estado psíquico que el Diccionario Razonado de Legislación y
Jurisprudencia de Escriche, define como “la turbación de las facultades intelectuales,
causadas por el vino u otro licor”; y, el de la Real Academia, como “Turbación pasa-
jera de las potencias dimanada del exceso con que se ha bebido vino u otro licor”.
Entendiendo éste la voz “turbar”, como “alterar o conmover el estado o curso
natural de una cosa”.
232
mismo sistema de medición, por tratarse de un proceso predominantemente psíquico,
consistente, como se ha dicho, en la perturbación pasajera de las facultades intelec-
tuales131.
A pesar de que el resultado del examen de alcoholemia reviste una vital importancia
en la calificación del desempeño en estado de ebriedad, se sostiene que debe estar en
concordancia con los otros elementos del proceso, para no caer precisamente en
arbitrariedades y en una justicia mecanizada.
Desde el punto de vista de los textos legales, cabe consignar que el inciso segundo
del artículo 190 de la Ley de Tránsito, dispone que el examen de alcoholemia tendrá el
131
C. de Valparaíso, 10 de septiembre de 1979, Revista, Tomo LXXVI, Sección Cuarta, p. 349 y ss.
132
C. Suprema, 12 de Agosto de 1981, Revista, Tomo. LXXVIII, Sección Cuarta, p. 120 y ss.
133
C. de Valparaíso, 17 de diciembre de 1988, Gaceta Nº 91, Sentencia 3, p. 69, considerando 21.
134
C. Suprema, 10 de julio de 1985, Fallos del Mes Nº 320, p. 457.
233
mérito probatorio del informe pericial. De este modo, dicho informe en sede de Policía
Local, debe ser apreciado con los demás antecedentes del proceso y valorado por el
sentenciador conforme a sus facultades de apreciar la prueba conforme las normas de
la sana crítica. En sede penal, en cambio, la valoración de la pericia será diversa, ya
que diversas son las facultades del juez en cuanto a la apreciación de la prueba y
deberán tomarse en consideración el texto del artículo 122 de la Ley de Alcoholes, en
cuanto parece hacer alusión solamente a la muestra de sangre, como piensan algunos y
no al examen de aire expirado y las disposiciones de los artículos 472 y 473 del Códi-
go de Procedimiento Penal, a pesar, como se ha señalado antes, que existe jurispru-
dencia en sentido contrario.
En aquellos casos en que la alcoholemia es el único antecedente que obra en contra del
procesado por el delito de conducción en estado de ebriedad en cualquiera de sus formas,
la absolución se ha basado generalmente en que la prueba pericial (examen de alcohole-
mia), importa un encadenamiento de probabilidades racionales, siendo de vital importancia
que la pericia concuerde con otros resultados de las piezas del proceso... y, al analizar los
antecedentes del proceso en que recae la sentencia que contiene tal raciocinio 136, se agrega:
“Pero el cargo más grave es el que emana del informe de alcoholemia de fs. 10, en donde
se deja constancia que el chofer presentó un grado de alcoholemia de 2,70 gramos por
mil”, indicándose que al apreciar este informe, cabe señalar que su conclusión no se
compadece en absoluto con lo sostenido por los testigos que dicen que el estado de
temperancia del acusado era normal y ni siquiera está acorde con lo sostenido por el
único testigo de cargo, el Carabinero Gutiérrez, si se considera que esta alcoholemia
revela un estado de ebriedad a todas luces muy avanzado y manifiesto al paso que Gutié-
rrez dice que el chofer andaba “un poco” bebido; siendo de advertir que este Carabinero
estuvo presente en el mismo lugar de los hechos”.
No existe un criterio uniforme y menos una norma, para determinar la frontera en-
tre el “estado bebido” o “bajo la influencia del alcohol” y el estado de ebriedad pro-
piamente tal, habiéndose afirmado que el informe de alcoholemia constituye una
afirmación singular de la dosificación de alcohol en la sangre del reo, y no obstante
135
C. Suprema, 11 de mayo de 1960, Revista, Tomo LVII, Sección Cuarta, p. 84.
136
C. de Concepción, 10 de octubre de 1966, Revista, Tomo LXIII, Sección Cuarta, p. 286 y ss.
234
aparecer de un valor de 2,03 por mil, debe concluirse que no se encontraba en estado
de ebriedad, sino sólo bajo la influencia del alcohol dado el resto de las probanzas
allegadas en autos137.
137
C. de Valparaíso, 5 de abril de 1977, Revista, Tomo LXXIV, Sección Cuarta, p. 341.
138
C. de Santiago, 2 de agosto de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Cuarta, p. 86.
139
C. de Santiago, 13 de enero de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Cuarta, p. 10.
235
En el mismo sentido, un resultado de 1,94 gr. o/oo en un control practicado una hora
después de la detención del reo, es suficiente para establecer la dosificación de alcohol en
su sangre. El examen científico efectuado por personal especializado, en una materia en la
cual, aun para ellos es difícil distinguir el límite entre la ebriedad inaparente o subclínica y la
ebriedad clínica propiamente tal, fijándose al efecto como delimitante la existencia de 1 gr.
o/oo, no puede ser desestimado por la sola declaración de dos funcionarios policiales que
no tienen mayores conocimientos técnicos sobre lo que declaran y lo hacen únicamente por
apreciaciones140.
Una causa criminal puede llegar a su término, entre otras causas, por sobresei-
miento y éste, puede ser temporal o definitivo, de acuerdo a las circunstancias parti-
culares de cada caso.
140
C. de San Miguel, 29 de agosto de 1988, Gaceta, Nº 100, Sentencia 3, p. 88.
141
C. Pedro Aguirre Cerda, 6 de septiembre de 1983, Revista, Tomo LXXX, Sección Cuarta, p. 154.
142
C. Suprema, 31 de mayo de 1984, Fallos del Mes, Nº 306, p. 209.
236
infraccional o contravencional de Policía Local, la constituye el hecho punible (infrac-
cional) que es la razón en virtud de la cual se reclama y se impone la sanción. En
virtud del principio “non bis in idem”, unos mismos hechos, constitutivos de una o
más infracciones, no pueden ser sancionados dos veces o pronunciarse sobre ellos
sentencias contradictorias143.
Como consecuencia de esta litis pendencia, también quedaban sin reparación los
daños y perjuicios que con motivo de las infracciones, se hubieran causado. El artículo
segundo de la Ley N° 18.931 de 15 de febrero de 1990, aclaró la situación existente
hasta esa fecha, agregando un nuevo artículo 67 a la Ley N° 15.231, cuyo texto es el
siguiente: “En los casos en que concurrieren, en un accidente del tránsito, infraccio-
nes que son el medio para la comisión de un delito o cuasi delito o que sean elemen-
tos integrantes de éstos, conocerá únicamente el Juez del Crimen. Si se dictare
sobreseimiento definitivo, se enviarán los antecedentes al Juez de Policía Local para
que conozca de las infracciones”.
143
C. de Santiago, 12 de septiembre de 1986, Revista, Tomo LXXXIII, Sección Cuarta, p. 216.
144
C. Suprema, 30 de mayo de 1969, Revista, Tomo LXVI, Sección Cuarta, p. 111 y ss.
237
no existieron, o las sufrió precisamente el autor de las infracciones que originaron
dichas lesiones, la causa debe ser sobreseída definitivamente por no existir conducta
cuasidelictual que investigar y remitida al Juzgado de Policía Local, que se pronuncia-
rá sobre las infracciones y los daños que se demanden en relación de causa a efecto
con aquellas.
Antes del artículo 67 de la ley 15.231, la tendencia generalizada era a sobreseer tempo-
ralmente procesos en que se investigaban lesiones, aun aquellos en que resultaba evidente
que no existía cuasidelito, como en el caso del único lesionado responsable de las infrac-
ciones causales del accidente que las provocó, o cuando se acreditaba en el curso de la
investigación que las lesiones, que en un primer momento se estimaron graves o menos
graves, en definitiva resultaban ser leves. Desgraciadamente y a pesar de que la ley tiene ya
más de seis años de aplicación, todavía no se unifica el criterio y se da cabal cumplimiento
a la norma, decretando en casos como los propuestos, el sobreseimiento definitivo que
corresponde. Recientemente, se ha resuelto con error a nuestro juicio, que el Tribunal no
comparte el criterio sustentado por el Ministerio Público en su dictamen, en el sentido de
revocar lo resuelto y sobreseer definitivamente remitiendo los antecedentes al Juzgado de
Policía Local que corresponda para determinar las responsabilidades por infracciones de
tránsito, por cuanto la titularidad y el ejercicio de la acción indemnizatoria ante la judicatu-
ra contravencional no depende del estado procesal de esta causa penal145.
Si bien es cierto que un mismo hecho no debe ser motivo de dos procedimientos
diferentes o sancionado dos veces, en materia de tránsito siempre va a estar presente el
elemento infraccional, que unido al resultado de la acción, va a determinar la compe-
tencia criminal en materia de cuasidelito o delito y de Policía Local en el caso de
simple infracción y daños, con o sin lesiones leves. No cambia el elemento infraccional
en uno u otro caso. Es la misma conducta infraccional que, por el resultado producido,
va a determinar una u otra figura y el conocimiento por uno u otro tribunal, de acuer-
do a las normas de competencia.
145
C. de Santiago, 14 de octubre de 1996, Rol Nº 44.075-96, cuasidelito de lesiones sobreseído tempo-
ralmente y archivado en el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, autos Nº 165.471-2, no publicada.
238
VI. SEGURO OBLIGATORIO DE ACCIDENTES PERSONALES
El 4 de enero de 1986 fue publicada en el Diario Oficial la Ley N1 18.490 que esta-
bleció el “Seguro Obligatorio de Accidentes Personales Causados por Circulación de
Vehículos Motorizados”, la que estableció un Seguro Obligatorio, a contratarse en la
misma época del pago del permiso de circulación, para cubrir los accidente personales,
lesiones y muerte causados en accidentes y la Responsabilidad Civil por daños a
vehículos de terceros.
Dicha ley dispuso que el seguro de responsabilidad civil por daños entraría en vi-
gencia luego de un año, lo que fue prorrogado, hasta que finalmente la ley fue deroga-
da en esa parte, encontrándose sólo vigente y en plena aplicación, el seguro obligatorio
por lesiones y muerte de personas en accidente de vehículos motorizados. En el dere-
cho comparado, encontramos en muchos países un seguro de responsabilidad civil
derivada del uso de vehículos motorizados, de suscripción obligatoria, complementa-
rio o concurrente con seguros de suscripción voluntaria, sin distinción entre daños,
lesiones o muerte. Así sucede, por ejemplo, en España, desde la vigencia de los reales
decretos legislativos 1301/86 y 731/87, entre otras normas, con una cobertura de
daños corporales que garantiza a cada perjudicado el límite de Ptas. 8.000.000.- por
víctima y que, en lo que a daños materiales se refiere, cubre hasta Ptas. 4.500.000.-
por siniestro, reduciéndose el derecho de cada perjudicado frente al asegurador pro-
porcionalmente a los daños sufridos, cuando la suma de las indemnizaciones excede
del límite.
Entre nosotros, el seguro es obligatorio para todo vehículo motorizado que, para
transitar en las vías públicas del territorio nacional, requiera de un permiso de circula-
ción. Sólo se exceptúan y no se exige el seguro, en los casos que se contemplan en la
disposición pertinente.
Para los efectos de la ley, vehículo motorizado aparece definido como “aquel que
normalmente está destinado a desplazarse en el medio terrestre, con propulsión propia,
que se encuentre por su naturaleza destinado al transporte o traslado de personas o
cosas y sujeto a la obligación de obtener permiso de circulación para transitar” y su
concepto comprende remolques, acoplados, casas rodantes u otros similares, los que
deben contratar el seguro adicional correspondiente a su categoría.
El seguro obligatorio de accidentes personales causados por circulación de vehícu-
los motorizados, S.O.A.P., reconoce como precedente legislativo en nuestro país al
239
Decreto Supremo de Hacienda N° 11.300, de 18 de agosto de 1967, referente al
artículo 19 de la Ley N° 16.426, reemplazado por el artículo 25 de la Ley N° 16.582
de 24 de noviembre de 1966, modificado por Decreto Ley N° 431 de 24 de abril de
1974 y ha conservado de éste la característica de ser un seguro social, cuya fuente es
la ley. De este modo, la eventual relación jurídica entre el asegurador, las empresas y
las víctimas, no deriva de contrato alguno sino que, por entero, del mandato de la ley.
Por tratarse de una responsabilidad legal, los presupuestos de existencia están en la
ley, como también su ámbito y extensión. El reglamento que regía esta materia cuando
el Instituto de Seguros del Estado era el único asegurador en casos de accidentes de la
locomoción colectiva y luego, la Ley N° 18.490, no se exige como requisito esencial la
existencia de una sentencia que acredite la responsabilidad delictual o cuasidelictual
del conductor del vehículo, pues tal exigencia es propia de esa responsabilidad, la que
se funda en el dolo o culpa del agente o en el riesgo.
146
C. De Valparaíso,27 de diciembre de 1976, Revista, Tomo LXXIII, Sección Segunda, página 93.
147
Tabasso, Carlos, “Derecho del Tránsito”, página 25.
240
6.1.2 - Exclusiones. Vehículos y casos no cubiertos
Con relación a las exclusiones en la aplicación general del seguro obligatorio de ac-
cidentes personales, se distinguen dos órdenes de situaciones. Primero, los que dicen
relación con los vehículos que no están obligados a circular contando con su certifica-
do de seguro y luego, los casos en que existiendo el seguro, el accidente no está
cubierto, atendida la naturaleza del hecho.
Están exentos de la obligación de contar con el Seguro Obligatorio, sólo los vehí-
culos de transporte y otros, respecto de los cuales se apliquen normas sobre seguros
en virtud de convenios internacionales y los vehículos motorizados con matrícula
extranjera que ingresen provisoria y temporalmente al país.
Desde el punto de vista de la cobertura, sólo quedan excluidos, los siguientes casos
de muerte o lesiones corporales:
241
Si se diere el caso de circulación de un acoplado como los señalados, sin estar cubierto por la
póliza adicional del seguro obligatorio, tanto el propietario como el conductor del vehículo
tractor, “responderán solidariamente por los daños que causen”.
Los afectados tendrán, a su vez, un año para perseguir el pago de las indemnizacio-
nes a que tengan derecho con motivo de accidentes personales, contado desde la fecha
del accidente o desde la fecha de la muerte de la víctima, siempre que aquella haya
sucedido dentro del año siguiente al mismo accidente.
Como los beneficiarios tienen el plazo de un año para cobrar el seguro y como la
obligación del conductor de un vehículo o de su propietario de denunciar el accidente
dentro de quinto día, no tiene sanción señalada en la ley para el caso de incumpli-
miento y el asegurador no puede alegar excepciones que pueda tener contra el toma-
242
dor del seguro que se basen en hechos o circunstancias imputables a éste último, en la
práctica no opera el plazo de cinco días para efectuar la denuncia, ya que si el afectado
se presenta en el curso del año con los antecedentes necesarios para justificar su
pretensión, el asegurador debe pagar, incluso si no se hubiere puesto en su conoci-
miento la ocurrencia del accidente.
El asegurador podrá repetir en contra del tomador del seguro, por cualquier canti-
dad que haya debido abonar como indemnización, cuando concurran circunstancias
que digan relación con la eficacia del contrato de seguro o con el cumplimiento de las
obligaciones contraídas por el tomador que, en otro caso, habrían autorizado al asegu-
rador para no pagar la indemnización.
243
correspondan, sin perjuicio de que, en definitiva, el pago deba ser financiado por
dichos aseguradores por partes iguales.
1.- UF 150 en caso de muerte, siempre que ésta ocurra dentro del plazo de un año
contado desde la fecha del accidente;
2.- UF 150 en caso de incapacidad permanente total, siempre que ésta se manifieste
dentro del plazo de un año contado desde la fecha del accidente. Para estos efectos, se
entenderá como incapacidad permanente total, aquella que produce al accidentado la
pérdida de, a lo menos dos tercios de su capacidad de trabajo como consecuencia del
debilitamiento de sus fuerzas físicas o intelectuales por las lesiones sufridas en el
accidente;
3.- Hasta UF 90 en caso de incapacidad permanente parcial, siempre que ésta ocu-
rra dentro del plazo de un año contado desde la fecha del accidente. Se entiende por
incapacidad permanente parcial, aquella que produce al accidentado una pérdida igual
o superior al 30% pero inferior a las dos terceras partes de su capacidad de trabajo
como consecuencia del debilitamiento de sus fuerzas físicas o intelectuales por las
lesiones sufridas en el accidente.
4.- Hasta UF 90 por las reales, necesarias y razonables prestaciones de salud, sean
con hospitalización o ambulatorias y gastos farmacéuticos, que requiera el accidentado
para la atención, recuperación y rehabilitación de su salud por las afecciones que
directamente provengan de las lesiones cuyo origen sea el accidente de tránsito en que
244
haya participado el vehículo asegurado y siempre que se incurra en dichas prestaciones
o gastos dentro del plazo de un año contado desde la fecha del accidente.
245
6.1.6.e - Pago sin investigación previa
De acuerdo a la ley, las indemnizaciones que en favor de las víctimas se paguen por
concepto de seguro obligatorio, serán imputadas en definitiva a cualquier indemniza-
ción que se otorgue en su favor por sentencia.
148
C. De San Miguel, 28 de enero de 1994, Rol 2.283-93, “Jurisprudencia Penal Procesal”, Sentencia N°
82, páginas 468 y siguientes.
149
Criterio expuesto en el fallo indicado en la cita anterior.
246
6.1.6.h - Plazo y documentación necesaria para el pago
1.- Certificado otorgado por Carabineros de Chile en el cual se consignen los datos del
accidente de tránsito, de acuerdo al parte enviado al Tribunal competente.
Son beneficiarios del seguro, las personas que a continuación se señalan, en el si-
guiente orden de precedencia:
247
5.- La madre de los hijos naturales de la víctima; y
6.- A falta de las personas indicadas en los cinco números precedentes, la indem-
nización corresponderá a quien acredite la calidad de heredero.
El árbitro será designado por las partes en conflicto y a falta de acuerdo, por el
Juez de Letras en lo Civil de la ciudad en que se hubiere expedido el certificado de
póliza de seguro. En este caso, el árbitro actuará como árbitro de derecho en el fallo y
248
como arbitrador en el procedimiento, procediendo contra sus resoluciones los recursos
que la ley establece.
Siempre el árbitro estará facultado para fijar el procedimiento con entera libertad,
incluso en lo relativo al sistema de notificaciones, pero la primera de ellas deberá
siempre efectuarse en conformidad a las reglas que al respecto señala el Título VI del
Libro I del Código de Procedimiento Civil, esto es, personalmente o por cédula en el
caso de que buscada por dos días la persona a quien debe notificarse, se acredite que
se encuentra en el lugar del juicio y cual es su morada.
249
SINIESTROS PAGADOS DIRECTOS EN EL PERIODO (*)
PRIMA ANUAL POR TIPO DE VEHICULO (*)
250
6.2.1.a – Proyecciones del SOAP
Debido a que hay una apreciación general que estima al actual sistema del SOAP
como insuficiente, especialmente en lo que dice relación con la atención y la recupera-
ción de las víctimas, se estudia en la actualidad la posibilidad de implementar un
sistema nuevo, basado en la experiencia de las Mutualidades de Accidentes del Tra-
bajo, entidades sin fines de lucro, que han demostrado una constante labor en beneficio
de la disminución de los accidentes y de la seguridad, en porcentajes muy relevantes.
251
BIBLIOGRAFÍA
252
- GHERSI, CARLOS A., “ACCIDENTES DE TRÁNSITO”, Editorial Universidad,
Buenos Aires, 1995.
REVISTA “RESEÑA EDIAR”, Año I, Nos. 1-2 y 3, Ediar Editores Ltda., Santiago,
Chile, 1984.
253