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La independencia y la revolución democrática

Date: Octubre 11, 2018

Ponencia presentada por Gabriel Fonnegra al XIX Encuentro de Ciencias Sociales, Tunja, 8 de octubre de 2018.

Resumen

Frente a quienes sostienen, con un criterio peyorativo, que “ahí no hubo revolución, ni independencia ni nada”,
la ponencia plantea que la Guerra de Independencia liderada por Bolívar y Santander le despejó el camino a la
revolución democrática en Colombia, hizo parte de la Revolución Burguesa Mundial y resolvió el objetivo
principal que se había propuesto, la conquista de la soberanía nacional y la instauración de una república
parlamentaria.

Fue la primera etapa de la revolución democrático-burguesa. La segunda, que apuntaba a desarraigar las
relaciones feudales en el campo para ir abriendo el paso a un capitalismo autóctono, solo se inició en forma
años después con la Revolución del Medio Siglo, encabezada por José Hilario López y Tomás Cipriano de
Mosquera.

1. La memoria histórica configura uno de los pilares en la lucha por la soberanía, porque afianza la
identidad de la nación. La historia toma cuerpo en el presente como lucha ideológica entre las distintas
vertientes.

El próximo año se celebra el Bicentenario de la Batalla de Boyacá. Junto con las celebraciones oficiales, habrá
con seguridad otras, digamos alternativas. ¿Qué carácter deberán dárseles y con qué objetivos centrales?

2. Toda revolución empieza desbrozando la ruta es en el campo de la cultura, que abona los sembríos para
el cambio político. En la Nueva Granada, ya desde la Colonia, un conjunto de hechos apuntó en esa
dirección. Se destacan las reformas educativas impulsadas por el Despotismo Ilustrado, el papel que
cumplieran José Celestino Mutis y los demás científicos integrantes de la Expedición Botánica, como
también las logias masónicas, las tertulias de las Sociedades Eutropélicas, las Sociedades Patrióticas de
Amigos del País y el Arcano Sublime de la Filantropía, la Imprenta Real y la Imprenta Patriótica, la
primera Biblioteca Pública, el Observatorio Astronómico, y, en fin, los primeros periódicos y el
movimiento estudiantil. En las postrimerías del Siglo de las Luces fue notorio el influjo que ejercieron
sobre las clases ilustradas la Constitución de Filadelfia, la Declaración de los Derechos Humanos y los
textos de los filósofos empíricos y utilitaristas. Y todo lo anterior, en medio de un activísimo
intercambio epistolar.

3. La contradicción principal fue la que se dio entre el imperio colonial y la nación en su conjunto. Fue lo
que entendió Simón Bolívar, al conseguir unir en un solo frente a las distintas clases de la sociedad. El
estar integrado el bando independentista por sectores con intereses tan disímiles e incluso contrapuestos
es lo que explica que, propiamente, no hubiera al mando un programa económico. La lucha por la
independencia fue el solo eje que permitió al final unirlos a todos, en guerra abierta contra el rey
Fernando VII y su experimentado ejército.

Hubo contradicciones internas, como la que se dio entre los centralistas y los federalistas. Lo que le convenía a
la nueva república era el centralismo, pero fue un pleito secundario que terminó volviéndose antagónico y que
degeneró en la primera guerra civil del siglo XIX. Cobró también importancia, aunque menor, la pelea que libró
Antonio Nariño contra el primer presidente del Estado de Cundinamarca, Jorge Tadeo Lozano.

4. La clase dirigente de la Revolución de Independencia fue la burguesía comercial, ligada a la economía


mundial por el libre comercio, que empezaba a extenderse en el Caribe –pues el mar era inglés desde el
Tratado de Utrech–, y vinculada a la ideología más avanzada de la época, encarnada en la Ilustración
francesa e inglesa, principalmente, con Montesquieu, Rousseau, John Locke, Adam Smith y Jeremías
Bentham. Un sector independentista, el que representaba Camilo Torres, asumió la escolástica tardía de
Suárez, Mariana y Vitoria (Ocampo, 2013).

5. Frente a quienes aducen que la Revolución de Independencia fue un fenómeno de élites cabe una
pregunta elemental. ¿Cómo se logró sostener una guerra tan prolongada, y además victoriosa, contra el
imperio más poderoso de la época? El republicanismo, la idea de independencia y el sentimiento
antiespañol habían calado muy profundamente entre la gente del común, tal como lo demuestran los
muchos levantamientos previos al Veinte de Julio y los motines que siguieron y que se coronaron
encerrando en la cárcel al virrey, la virreina y los oidores. También entre las clases adineradas, y en
especial, la de los comerciantes, se incubaba el sentimiento de ser americanos, con intereses
contrapuestos a los del vasto imperio colonial.

Entre los antecedentes de la Revolución de Independencia, cabe mencionar, en primer término, la Revolución
Comunera de 1781 (Quesada, 2011). Además, la insurrección de Manuel Gual en La Guaira, 1802, los motines
y asonadas de Charcas (25 de mayo de 1809), La Paz (16 de julio y 25 de octubre de 1809), Quito (10 de agosto
de 1809), Pore (2 de febrero de 1810), Caracas (19 de abril), Cartagena (22 de mayo), Buenos Aires (25 de
mayo), Mompox (2 de julio), Cali (3 de julio), Pamplona (4 de julio) y El Socorro (10 de julio).

6. Sí hubo un verdadero Grito de Independencia. Hay quienes aducen que lo del Veinte de Julio no fue un
Grito de Independencia sino antes bien un fraude, por haber declarado en forma expresa la lealtad al rey
borbón. La impugnación queda resuelta si se entiende que el Acta de Independencia no fue un
Manifiesto de partido, sino la relatoría de una negociación entre dos partes enfrentadas, los patriotas y la
autoridad virreinal, agrupados en la recién proclamada Junta de Gobierno. Aun así, la Junta de Gobierno
de Santafé, presidida por Acevedo y Gómez, sí declaró de hecho la Independencia en dicha Acta, al
proclamar como principio la soberanía popular y ponerle a Fernando VII una somera pero rígida
condición que él no podía cumplir: “Venir a gobernar entre nosotros”.

En el resto de Nuestramérica, los afanes independentistas también se vieron encubiertos con la fórmula astuta
de la lealtad al rey Fernando VII. El marqués de Wellesley, hermano del duque de Wellington, lo vio claro: la
dependencia declarada por los criollos en sus actas “era puramente nominal”, porque decían obedecer a un rey
que estaba preso y no podía mandar.

Lo que dictó los términos del Acta, en apariencia tan ambiguos, fue la cautela de aquella clase de comerciantes
ricos. Las noticias de la metrópoli duraban meses en llegar y la capital del Virreinato estaba custodiada por el
ejército español. Si en los días siguientes la tropa no ejerció represión violenta contra los amotinados
encabezados por José María Carbonell, fue porque el comandante de la guarnición santafereña era un criollo, el
capitán Antonio Baraya.

Lo anterior no significa que no hubiera en el bando criollo profundas controversias entre autonomía e
independencia y entre república y monarquía constitucional, resueltas al final a favor de la independencia y la
república. Se dio aquí un fenómeno de gradualidad, a semejanza de lo ocurrido en la Revolución Francesa, que
se fue radicalizando por etapas: de la Constitución de 1789, todavía monárquico-constitucional, pues reconoce
al rey Luis XVI como primera autoridad, se pasó al régimen de La Gironda y después a la dictadura jacobina de
1793. En la Nueva Granada, la posición independentista se fue decantando con los meses, aunque desde el
principio hubo sectores más decididos que otros. Mompox declara la independencia absoluta el 6 de agosto de
1810, por influencia del padre Juan Fernández de Sotomayor, mientras que todavía en abril de 1811, la
Constitución del Estado de Cundinamarca es monárquica y católica y debe ser Nariño quien la reforme tras un
levantamiento popular.

¿Por qué tanta disparidad? Porque en los primeros años de la república no había propiamente unidad nacional,
sino un archipiélago de juntas de gobierno, tantas como centros urbanos, y cada una con su propia Constitución.
Es la Constitución de Cartagena, el 11 de noviembre de 1811, la que va a definir el pleito, y de una vez por
todas.

7. La contradicción de los criollos con España era real, por los impuestos, por el aplastamiento de la
manufactura nativa y por el monopolio de la Corona sobre la exportación de oro y plata y sobre la
importación de mercancías. Los criollos ricos, principalmente comerciantes, hacendados, esclavistas,
hombres de letras y gente de profesiones liberales, se hallaban descontentos además porque el
centralismo burocrático del Despotismo Ilustrado los había desplazado de todo cargo clave en el
Virreinato.

Los agricultores del tabaco y la caña, en los Santanderes, Cundinamarca y el valle del Alto Magdalena, se
oponían al estanco, la alcabala, los pontazgos y los portazgos. Lo venían haciendo incluso desde décadas antes.
Fue lo que provocó la Revolución Comunera.

Los mineros rechazaban el impuesto del quinto real.

Los indígenas de la Sabana exigían que les fueran devueltas las salinas. Fue lo que en 1781 llevó al cacique
Ambrosio Pisco a sumarse a los comuneros en Zipaquirá.

Los esclavos pedían libertad.

Los sectores ilustrados repudiaban el oscurantismo teocéntrico y defendían la soberanía popular y la república
democrática. Desempeñó un papel destacado el movimiento estudiantil, muy activo en las principales ciudades
y que tuvo su despertar en la conspiración de las pasquines de 1794.

8. No puede haber una revolución triunfante sin un marco propicio en la arena internacional. Es una ley
histórica. Los dirigentes criollos aprovecharon la coyuntura originada en la invasión napoleónica, que
puso en crisis al imperio español.

La clase dirigente era una burguesía internacionalista, que miraba a Inglaterra como la retaguardia estratégica.
Miranda estuvo en tratos con Pitt desde finales del siglo XVIII y recibió de él apoyo económico, por conducto
de Hislop y Campbell, a quienes también apela Bolívar, para intentar fundar una república bajo protectorado
inglés (Madariaga, 1949). Pero Inglaterra jugó doble. Estaba aliada con España en la guerra contra Napoleón y
no apoyó al principio la Guerra de Independencia. Solo desde 1818, derrotado Napoleón, Inglaterra va a
secundar con tropas, armas y dinero al gobierno de Angostura, presidido por Zea.

Tampoco EU la respalda, primero, por estar metido en la guerra contra Inglaterra y, después, por estar
negociando el Tratado Adams-Onís por La Florida. Pero EU reconoce a la República de Colombia en 1822 y, al
año siguiente, proclama la Doctrina Monroe, de carácter republicano y antimonárquico, que se convierte en una
talanquera a las ambiciones recolonizadoras y monárquicas de la Santa Alianza.

Tampoco Roma. Tanto el Papa Pío VII, en la encíclica Etsi longissimo (1816), como el papa León XII en la
Encíclica Etsi iam diu (1824), condenan ex cátedra la independencia americana. Santander lima asperezas con
la Iglesia y consigue finalmente el reconocimiento.
Solo quedó en firme la Haití de Pétion, que le salva a Bolívar el proyecto estratégico. Bolívar le escribía a
Petion en 1816: “No sé, digo, si he de nombrar a V. E. como el autor de nuestra libertad”.

9. La República de Colombia es creada por el Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1819 y une a


Nueva Granada, Venezuela y Quito. El nombre es de Miranda. El Congreso cita la Asamblea
Constituyente de Cúcuta, en la que participan 95 delegados por 19 provincias granadino-venezolanas. Se
reconoce a Bogotá como la capital. Las distintas facciones se comprometen solemnemente a no
modificar la Carta Magna en los siguientes diez años. Simón Bolívar lo hizo en forma expresa.

10. Bolívar fue el jefe indiscutible, el estratega político y militar de la Revolución de Independencia. Su
principal mérito, haber logrado unir a los sectores sociales más disímiles y a un grupo de ambiciosos
caudillos militares, comprometiéndolos a militar bajo su mando en una guerra prolongada contra el
imperio militar más poderoso del momento. A partir de 1826, una vez aprobada la Vitalicia, el
Libertador comenzó a derivar hacia tendencias cesaristas y conservadoras, que rompieron la unidad
protocolizada en Cúcuta y acabaron desintegrando su obra, la República de Colombia (Moreno de
Ángel, 2015).

Santander fue el constructor del Estado-nación en un país disperso y atrasado. Su principal mérito, haber salido
en defensa del régimen republicano y democrático consagrado por la Constitución de Cúcuta.

11. La Guerra de Independencia resolvió el problema fundamental, el de la soberanía. Fue su principal


logro. Por lo disímil de los intereses representados en el frente, no estaba entre sus objetivos resolver ni
el latifundio ni la esclavitud. No abolió tampoco el estanco del tabaco, porque es “el único medio de
cobrar algo en efectivo”, le escribe Bolívar a Santander. Cuatro lustros de guerra habían dejado vacías
las arcas del Estado y destrozada la economía.

Se equivocan así quienes aducen, señalando que el nuevo gobierno republicano no abolió el latifundio ni anuló
por completo la esclavitud, que la de la Independencia fue una revolución traicionada.

12. La Guerra de Independencia creó la conciencia de la nacionalidad y sentó las bases para el Estado
nacional, pero el país no contaba con una base económica que le permitiera superar las relaciones
feudales, consolidar un mercado interno y echar los cimientos de la industria. Durante el siglo XIX, la
tarea avanzó en medio de las dificultades, por ser Colombia un país muy disperso y despoblado –poco
más de un millón de habitantes en una extensión de más de dos millones de kilómetros cuadrados–, de
difícil topografía, atrasado tecnológicamente y sin vías de comunicación, ni capital acumulado, ni
abundante mano de obra libre. Tampoco fueron un escollo menor las ocho guerras civiles de carácter
nacional.

Son José Hilario López y Tomás Cipriano de Mosquera, el principal líder democrático del siglo XIX, quienes
van a intentar crear, infructuosamente, las premisas del capitalismo. Al fracasar sus tentativas, por múltiples
causas, Colombia entró en la era del imperialismo con una estructura productiva en la que seguían
predominando la economía extractiva, señorial y artesanal, y con un sistema educativo regido por la Iglesia.

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