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Todas las actividades profesionales de los psicólogos se hallan inmersas, de alguna manera,
en el ámbito de la evaluación, independientemente del sector específico en el que se realicen.¿Qué
evaluamos? Procesos y resultados. Los procesos psicológicos pueden ser clasificados de la siguiente
manera:
Cognitivos: atención, percepciones, memorias y olvidos, estilos de pensamiento, formas de
lenguajes, resolución de problemas, toma de decisiones, inteligencias, la sabiduría.
Afectivos: sentimientos y emociones, agresiones, la violencia, el enojo, la ira, las formas del amor, la
gratitud, el sentido del humor, la capacidad de perdonar.
Todos ellos así como sus interrelaciones posibles deben ser considerados sobre la base de
criterios diferentes, según sea el objetivo planteado en la evaluación: etapas del ciclo vital, formas del
aprendizaje, los delitos y la ley, la eficacia de las terapias, la estructuración de la personalidad, el
desempeño laboral. Es importante tener presente que los procesos mencionados son siempre prácticas
sociales, actividades recursivas que están mediadas semiótica o semánticamente en la medida en que
se concretan en contextos culturales específicos.
Las conductas humanas – concretas o simbólicas- son fruto de una dialéctica constante entre
necesidades biopsíquicas que se plantean como universales (ÉTICAS) y premisas socioculturales
específicas (ÉMICAS). Es necesario formular concepciones ÉTICAS y operacionalizaciones
ÉMICAS. Toda evaluación es un proceso mediante el cual, a partir de un modelo teórico (explícito o
implícito), se intenta analizar y comprender un fenómeno concreto, real o simbólico, en sus aspectos
manifiestos o latentes. Ya sea que se trate de Evaluar o de Psicodiagnosticar, es necesario recurrir al
uso de recursos diversos (técnicas, tests, instrumentos) a fin de poder CATEGORIZAR,
COMPARAR, ANALIZAR, CONTRASTAR, tanto datos cuantitativos como cualitativos.
Es importante y necesario señalar que no existe sólo un modelo teórico para sustentar el evaluar
o diagnosticar, a pesar de que algunos modelos insisten en proponerse como el único válido. Es
posible diferenciar entre modelos centrados en el sujeto, en el contexto y en la interacción sujeto-
contexto. También hay modelos que se focalizan en las relaciones interpersonales.
El psicodiagnóstico.
El término diagnóstico tiene su raíz en la lengua griega: diagnosis es el sustantivo y
diagignóskein el verbo, ambos muy relacionados con el quehacer médico. En ese círculo supone
llegar a obtener un saber acerca de la enfermedad precisa que afecta a una persona sobre la base de
examinar y observar signos y síntomas. Ello supone la existencia de redes nomológicas de categorías
alternativas entre las que se ubicará la perturbación o patología encontrada que será estudiada.
Cuando se trata de trastornos psicológicos es posible verificar que hay elementos o indicadores
objetivos y visibles y al mismo tiempo otros latentes, sólo accesibles mediante procesos de inferencia.
Diagnosticar implica formular un juicio diferencial entre patologías posibles y una determinación
etiológica que intenta dar cuenta del trastorno o patología descripta. En general se denominan
síntomas a los malestares reconocidos o relatados por el sujeto que los padece y signos a las
manifestaciones observadas por el profesional que está elaborando el diagnóstico o quienes conviven
con la persona que los sufre (familiares, docentes, compañeros de trabajo).
Diagnosticar supone admitir o reconocer que en el orden de los comportamientos humanos hay
unidades de sentido con características diferenciales y estables. Es importante contar con nociones
taxonómicas organizadas que agrupen síntomas y signos estructurando síndromes que se revelen
potentes, o , dejar de lado las concepciones taxonómicas y pensar la salud y la enfermedad en
términos de una dimensión continua que permita analizar el tránsito posible desde uno de sus
extremos- la salud- hacia el otro- la enfermedad, en determinados niveles o magnitudes sobre la base
de formas paradigmáticas previas de estilos de personalidad sana.
Puede decirse que una vida psicológicamente sana supone, entre otras, las posibilidades
siguientes:
- Gratificarse haciendo lo que se hace o sintiendo lo que se siente.
- Responder a necesidades propias y no ajenas, evitar la alienación que supone someterse a deseos y
expectativas de otros.
- Lograr adaptarse, mediante procesos de asimilación y acomodación, a pautas y normas vigentes a
fin de poder convivir.
- Poder integrar lo que se piensa con lo que se hace, poner de manifiesto coherencia entre las
ideologías y sistemas de valores declamados y las conductas específicas que se concretan.
- Lograr desarrollar una actitud positiva hacia la vida presente y pasada, autoaceptarse.
- Tener la capacidad para establecer vínculos psicosociales flexibles, respetando diferencias en modos
de pensar y sentir.
- Poder desarrollar ciertos afectos positivos mediante la presencia de relaciones emocionales
significativas.
- Construir un proyecto de vida que tenga sentido subjetivo, sostenido en las posibilidades personales
y socio históricas para poder lograrlo.
- Aceptar el desarrollo personal, el paso del tiempo, lograr sentimientos positivos hacia el crecimiento
y la madurez.
- Ser capaz de vivir con autonomía, tener un mínimo sentido de autodeterminación.