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La enuresis funcional
Por enuresis funcional entendemos la incapacidad del niño de controlar la micción, lo que
conlleva la expulsión de orina durante la noche o en momentos y lugares poco oportunos.
Esta conducta suele darse tanto de manera involuntaria como voluntaria.
Para que pueda realizarse un diagnóstico correcto de enuresis funcional, esta deberá
aparecer una vez pasadas las pautas evolutivas; es decir, a esa edad el niño ya debería de
poder controlar la micción (más de 3 o 4 años). Además, primero será necesario descartar
las posibles causas físicas u orgánicas,
1. Principales características
La enuresis aparece con una frecuencia de, al menos, dos episodios semanales a lo largo
de tres meses seguidos.
Puede generar angustia y malestar clínicamente significativo en el menos. Así como
afectar al desarrollo social y escolar.
Estas conductas no pueden ser explicadas por una causa orgánica como una enfermedad
o la administración de un medicamento o sustancia diurética.
Cuando aparece durante la noche, esta tiende a hacerlos alrededor de entre 30 minutos y
3 horas después de dormirse.
En la mayoría de casos el niño no ha logrado alcanzar el control de la vejiga, lo que se
conoce como enuresis primaria. Sin embargo, en aproximadamente un 20% de los casos
se trata de enuresis secundaria debida a un evento o situación estresante o angustiosa.
2. Posibles causas
4. Tratamiento
En cuanto al abordaje del problema por parte de los padres y profesores, estos deberán
permanecer atentos a en qué momentos sucede la enuresis y, bajo ningún concepto,
reprender o castigar al niño por hacerlo.
La opción más eficaz es acudir a un especialista en psicología. El cual, además de realizar
una evaluación e intervención psicológica, enseñará al menor técnicas de aprendizaje de
control de esfínteres o técnicas y aparatos de alarma.
La encopresis funcional
1. Principales características
Al igual que en la enuresis, la encopresis funcional posee una serie de características que
la distinguen:
2. Posibles causas
4. Tratamiento
Como en la enuresis, ni los padres ni los profesores deben reprender al pequeño cuando
ocurra alguna situación desagradable, sino que es necesario hablar con él en un lenguaje
acorde a su edad, no como si fuera un recién nacido.
En cuanto al abordaje médico y psicológico, estos tratarán de conseguir la prevención del
estreñimiento, así como estimular el desarrollo de unos correctos hábitos en la
defecación.
Mediante la psicoterapia se puede ayudar al menor a controlar y gestionar los síntomas
emocionales de este trastorno de eliminación.
Trastornos de Eliminación
ENURESIS
ENCOPRESIS
Niños afectados
En el 70% de los casos la enuresis no está diagnosticada Por lo general, la enuresis es el
trastorno de la eliminación más común y, por ello, más estudiado. Este trastorno ocurre
por igual en menores de ambos sexos, en cambio, la encopresis es más frecuente en niños.
La enuresis nocturna afecta al 15% de los niños de cinco años, en el 70% de los casos no
está diagnosticada En algunos casos los padres no acuden a la consulta por sentir
vergüenza de que sus hijos sigan teniendo pérdidas de orina.
A los cuatro años se les escapan las heces al 3% de los niños una vez por semana y, a
los siete años, la encopresis tiene una prevalencia del 2,3% en los niños y del 0,7% en
las niñas, según datos de un documento sobre los “Trastornos de la eliminación: enuresis
y encopresis.
Además, se sabe que un tercio de los niños con encopresis sufre también
enuresis nocturna, un 20% enuresis diurna y que un 10% de las niñas padecen
infecciones urinarias recurrentes.
Cuando un niño de más de cuatro años orina durante la noche y fuera del baño,
es importante acudir al pediatra para que descarte cualquiera de las causas
orgánicas anteriores. Una vez descartadas, si se determina que la enuresis tiene un
origen psicológico, se hace necesario acudir a un psicólogo, Según los especialistas, las
causas psicológicas de la enuresis también pueden ser múltiples: falta de aprendizaje del
niño porque no se le ha enseñado correctamente; insensibilización de la piel a la
humedad, favorecida o provocada por usar pañales hasta edades avanzadas, lo que priva
al menor del mecanismo de emergencia que le lleva a despertarse cuando se siente
húmedo.
También puede haber un interés del niño por conseguir una reacción de sus
padres, porque obtiene algo, que habitualmente es su atención. O problemas
emocionales, como cambio de colegio, de casa, la separación de los padres o el nacimiento
de un hermano pequeño; en definitiva, cualquier factor que altere el entorno del niño.
Los objetivos en este área son la resolución de las ansiedades/temores parentales sobre
la enuresis o las propias del niño respecto a ese problema.
Para el niño puede estar indicada diversas modalidades de tratamiento de sus temores :
terapias conductuales de desensibilización de miedos, terapia de juego para la expresión
y manejo de conflictos, etc.
El niño (a) que padece el trastorno enuresis manifiesta efectos emocionales como:
Vergüenza
Problemas interpersonales (con amigos o hermanos)
Baja autoestima
Irritabilidad
Preocupación persistente
Recomendaciones
Los trastornos del aprendizaje son problemas que afectan la capacidad del niño de
recibir, procesar, analizar o almacenar información. Éstos pueden causarle dificultades
para leer, escribir, deletrear o resolver problemas matemáticos.
¿Qué sabemos?
Discalculia
Muchos estudios indican que la discalculia no se relaciona con la inteligencia, motivación
u otros factores que pudieran influir en el aprendizaje. La mayoría de los niños afectados
tiene déficits específicos en una o más áreas, pero a menudo se desempeña al mismo nivel
del grupo curso o incluso mejor en otros campos de conocimiento.
Casi todos los niños, incluyendo aquellos con discalculia, pueden aprender la secuencia
numérica básica (“uno, dos, tres, cuatro...”). Sin embargo, algunos tienen dificultades con
las reglas que subyacen en la capacidad para contar correctamente. Éstas incluyen la
correspondencia uno a uno (asignación de una palabra única a cada objeto, por ejemplo
“uno” “dos”), principio de orden estable (el orden de los numerales es siempre el mismo
en un conjunto), y principio de cardinalidad (el último numeral representa al conjunto).
Muchos niños con discalculia tienen dificultades para recordar las operaciones
aritméticas básicas, como la respuesta a 5+3. De ellos, una gran parte no utiliza
estrategias adecuadas para la resolución de problemas, por lo tanto cuentan con los
dedos durante más tiempo que otros niños y cometen más errores en el conteo.
La ansiedad que las matemáticas les producen, los puede llevar a cometer errores. Es muy
probable que la discalculia derive finalmente en frustración y evasión; y eventualmente,
en un exceso de ansiedad que, junto con el déficit cognitivo subyacente, les haga aún más
difícil aprender matemáticas.
Dislexia
Pese a que múltiples patrones de desarrollo conducen a la dislexia, los niños que
necesitan capacitación preventiva pueden ser identificados a temprana edad utilizando
dos fuentes de información: antecedentes familiares en relación a la lectura y el
desarrollo de habilidades que puedan predecir el aprendizaje de la lectura (Ej.
conocimiento de las letras).
Discalculia
En la escuela primaria, las combinaciones numéricas y los problemas con palabras son
dos conceptos clave para establecer bases sólidas de aprendizaje. Las combinaciones
numéricas son problemas de sumas y restas de un dígito (Ej. 3+2=5). A medida que el
estudiante llega a ser competente en las estrategias de conteo, estos pares y asociaciones
se desplazan a la memoria a largo plazo. Los problemas con palabras son preguntas
presentadas lingüísticamente que requieren procesar correctamente la información y
agregar o sustraer numerales de uno o dos dígitos.
Finalmente, la ansiedad y evitación frente a las matemáticas como causas posibles de las
deficiencias cognitivas deben ser tratadas profesionalmente. Si no se presta atención a la
frustración y a la ansiedad, existe un riesgo de aumentar y prolongar los problemas en
matemáticas.
Dislexia
En el año 2000, el Panel Nacional sobre la Lectura (National Reading Panel) designado
por el Congreso de los Estados Unidos, informó que para aprender a leer, los niños deben
aprender cinco elementos de lectura: comprensión lectora, vocabulario, fluidez, fonética
y conciencia fonémica. La conciencia fonémica es la capacidad para reconocer e
identificar los sonidos individuales de las palabras habladas (por ejemplo, “mat” tiene
tres fonemas: “mmm”-“aaa”-“t”). Fonética, en cambio, es la capacidad para vincular las
letras a los sonidos individuales. Saber que estos dos componentes son clave para
desarrollar las bases para la lectura, significa que tales habilidades y conciencia pueden
enseñarse a los niños pequeños, incluso antes de que aprendan a leer.
Los juegos de rimas sencillas ayudan a niños desde la edad de tres años a darse cuenta
que las palabras habladas son separadas. Por ejemplo, para saber que “sal”, “tal” y “cal”
riman, un niño debe ser capaz de centrarse sólo en una parte de la palabra (la rima “al”).
Gradualmente, los niños aprenden a separar las palabras, a juntarlas y a mover sus
partes. Actividades tan simples como aplaudir al escuchar el número de sonidos (sílabas)
en una palabra hablada ayuda a los niños a aprender cómo separar las palabras. La
capacitación y reforzamiento de los principales procesos de lectura es la forma más
probable de estimular las habilidades para la lectura. Cualquier actividad que ayude a
desarrollar las habilidades del lenguaje debe ser acogida, pero a partir de los cinco años
deberían realizarse prácticas más sistemáticas al menos durante 20 minutos al día, en un
ambiente de juego. El procedimiento preventivo más adecuado es utilizar un principio de
congruencia que favorezca las conexiones sonido-letra más frecuentes y dominantes.
Los niños que están en riesgo deberían ser identificados y ayudados lo más pronto
posible. El desarrollo del lenguaje debería ser evaluado por primera vez a los dos años,
especialmente en el caso de niños con familias con antecedentes de dislexia. Si no se
observa algún retraso, la próxima etapa de identificación de posible riesgo es a los cuatro
años, cuando la adquisición espontánea del conocimiento de las letras proporciona
evidencia sólida sobre la posible necesidad de prácticas preventivas.