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LOS ESTADOS
Y LAS REVOLUCIONES
SOCIALES
Un andlisis comparativo de Francia,
Rusia ) China
Traduccién de
Juan Jose Urea
of 146419
GB
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
MEXICOPROLOGO
Acunos libros presentan testimonios nuevos; otros, plantean
argumentos que instan al lector a considerar los problemas anti-
guos bajo una luz nueva. Esta obra es, decididamente, de la
iiltima clase, Ofrece un marco de referencia para analizar las
transformaciones socio-revolucionarias de la historia universal
moderna. Y emplea la historia comparada para‘elaborar una ex-
Blicacié> de tas causas y de los resultados de la Revolucion
francesa de 1787-1800, ia Revolucién rusa de 1917-1921 y la
Revolucion china de 1911-1949. Desarrollados a través de una
reflexién critica de las suposiciones y tipos de explicacién
comunes a la mayor parte de las teorias ya recibidas de la Revo-
lucién, Ios principios de andlisis esbozados en el primer capitulo
Gel libro pretenden reorientar nuestro sentido de lo que es ca-
racteristico —y problematico— de las revoluciones, tal como han
ccurrido histéricamente. Mas adelante, el resto del libro trata
de aplicar, en realidad, el programa del capitulo 1, presentando
nuevos tipos de argumentos explicativos. En la Primera Parte,
se buscan las raices de las crisis y de los conflictos revoluciona-
rios de Francia, Rusia y China, mediante andlisis de las estruc-
turas de Estado y de clase y de las situaciones internacionales de
los antiguos regimenes borbénico, zarista e imperial. Particular
atencién se ha prestado a las formas en que los Estados del
antiguo régimen entraron en crisis, y al surgimiento de insurrec-
ciones campesinas durante los ‘interregnos revolucionarios.
Luego, en la Segunda Parte, se sigue el rastro de las propias revo-
luciones, desde sus brotes originarios hasta la consolidacién de
nuevos regimenes relativamente estables y distintivamente es-
tructurados: el napolednico en Francia, el estalinista en Rusia, y
el caracteristicamente sinocomunista (después de mediados de
los afios cincuenta) en China, Aqui se presta especial atencion
a los esfuerzos de construecién del Estado por parte de los lideres,
tevolucionarios, y a las estructuras y actividades de las nuevas
organizaciones de Estado dentro de las sociedades revolucio1
das, En su vasto proceso, de regimenes antiguos a nuevos, las,
revoluciones francesa, rusa y china son tratadas como tres
ejemplos comparables de una sola pauta, coherente, social-revo-
lucionaria. Como resultado, tanto las similitudes cuanto los
rasgos individuales de estas revoluciones son puestos de relieve
910 PROLOGO A PROLOGO u
y explicados de maneras un tanto distintas de anteriores anzlisis tado sudafricano y la funcin politica de los Afrikaners. ¥ sin
tedricos o historicos. | embargo, éstas parecian ser las claves de por qué no habia
‘Los libros crecen, de las maneras mis inesperadas, a partir de | cmbarge> inguna revolucion social —ni pareciera a punto de
las experiencias de’ sus autores, y éste no constituye una ex- haberla— en Sudéfrica.
cepeién al respecto. Las ideas que le dieron germen se desarro- ‘Otra experiencia formativa fue una extensa exploracién, en
aron durante mi época de estudiante graduada de la Universi protundiaaa, de los origenes histricos de la Revolucion china-
dad de Harvard, a comienzos de los afios setenta. Fue éste —por Profectructurar mi programa de estudio, comparé y traté de
debiles que nos Ileguen hoy sus ecos— un periodo de activa par are cette relatives trunfos y fracasos de la Rebelion de Tai-
ticipacion politica para muchos estudiantes, entre ellos, yo mis- ecgel movimiento nacionalista del Kuomintang y del Partide
ma. Los Estados Unidos se hallaban en una guerra brutal contra Ping, MKsta Chino, considerandolos a los tres, moviraientos el
la Revolucion vietnamita, mientras que, en el interior, los movi- pore general, en constante cambio hist6rico, de la sociedad
mientos que exigian la justicia racial y el fin inmediato a la par- cece Profundamente fascinada por la China moderna y Ia del
ticipacion militar en ei extranjero desafiaban la eapacidad de Gitimo periodo imperial, me aparté de esta investigacion, sin-
discernir el bien y el mal de nuestro sistema politico nacional. Hondo un profundo escepticismo sobre la aplicabilidad (a China,
Ciertamente, los tiempos estimularon mi interés en la compren- y quiza también a otros Estados agrarios) de Tas categoriae,So-
sién del cambio revolucionario. Y fue durante estos afios cuando ¥, sMentificas recibidas, como, por ejemplo, “tradicional” 9
maduré mi compromiso con los ideales democritico-socialistas. ieadal”. ‘También legué a convencerme de que las causas de |
Empero, seria un error suponer que Los Estados y las revolucio- re rMluciones sélo podrian comprenderse pensando en tas |
nes sociales derivaron inmediatamente de las preocupaciones inerrelaciones especificas de las estructuras de clase y Estado y
politicas cotidianas. No fue asi. En cambio, se desarrollaron aria compleja interaccion al cabo del tiempo, de los acontec
ee ia relativa “torre de marfil” de la biblioteca y el estudio. + _mientos internos e internacionales,
Como estudiante graduada, emprendi estudios de teorfa macro- Si le mayoria de los estudiosos de las revoluciones comparadas
sociolégica y de historia social y politica comparada. En la inter- han pasado, por asi decirlo, de Occidente a Oriente ~ interpre:
fase de estos conjuntos de estudios no dejaban de surgir pregun- finde la Revolucion rusa a partir de la francesa, o la china 4
tas desconcertantes. Mis intentos de formular respuestas a las bartit de la rusa~, mi travesia intelectual ha dado la vuelta af
cuestiones problematicas, y luego de seguir las respuestas hasta Elobo en sentido opuesto. Habiendo empezado por investigar ®
sus conclusiones me condujeron, a través de muchas etapas de Ghina, luego estudié acerca de Francia como parte de un progr:
formulacién, a los argumentos y andlisis que hoy presento aqui. vr general de estudios del desarrollo politico comparado de 1a
Por una parte, estaba mi temprana confrontacion intelectual Europa occidental. Aunque comprendi que Francia era
con el caso de Sudafrica. La historia de este desventurado pais puestamente” como Inglaterra, su absolutista antiguo régime
me parecié una obvia refutacion de la estructura parsoniana, las eeesparecio, en muchos aspectos, similar a la China imperial.
explicaciones funcionalistas del orden y del cambio social, y También encontré similitudes bisicas en los procesos revolucio~
como desafio insuperable a las predieciones habituales y tran- ation francés y chino, lanzados, ambos, por revueltas de la cla-
quilizadoras, de que el descontento de masas conduciria a una sorta terrateniente en contra de monarcas absolutistas, ¥ que
revolucion contra el palpablemente opresor régimen de apartheid. inclufan, también, ambos, revueltas campesinas hasta cul).
Parecia que la justicia social no triunfaba inevitablemente. El inclufan eves regimenes mas centralizados y burocraticos. Por
anilisis marxista de clases sociales me impresioné y me pareci6 Aitimo, Hegué a interpretar la Rusia revolucionaria y del antigye
mucho més itil que el fancionalismo estructural o la teorfa de Tagiimeh ef los mismos términos analiticos que habia elaborado
la privacion relativa, para comprender la situacin de los no para China y Francia. Y el hincapié en las estructuras agrarias ¥-
blancos de Sudafrica, y para descifrar las tendencias a largo pla- . en la construccion de Estados me parecié un buen medio para
zo del cambio socioeconémico. Pero, laborando estrictamente comprender el destino de esta revolucién “proletaria”” después
de acuerdo con el andlisis de clases, era dificil conceptualizar de 1817, pasando por 1921, hasta llegar a comienzos de los aos
no digamos ya explicar adecuadamente— Ia estructura del Es- treinta de este siglo.