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una Crisis” en su libro “El Poder Constituyente. Ensayo Sobre Las Alternativas De
La Modernidad”, nos presenta una amplia concepción metodológica sobre las
características ontológicas del poder constituyente. Con tal motivo, recurre a un largo
recorrido de las concepciones equivocadas sobre este concepto en la filosofía política,
concepciones teórico jurídicas e historiadores. Para el autor es claro que se debe
marcar diferencias entre los conceptos de constitucionalismo, democracia, soberanía,
pueblo, nación y poder constituyente, para esto, recurre al contraponer distintos
análisis realizados de la Revolución Francesa y Americana, remarcando lo errores de
autores como Hebermas o Arendt, entre otros, y de esta manera poder dar paso a su
interpretación del poder constituyente como “el motor de una metamorfosis
ontológica” (pág. 24), partiendo de esto, Negri explica, como este concepto, va más
allá de un tiempo histórico o una concepción de poderes constituidos en
temporalidades específicas y califica al concepto como “absoluto” en cuanto a su
origen y poder de acción.
El autor considera sobre la construcción del Estado en los estudios de Weber, una
crítica a su concepción del poder constituyente por llevarla a las “proyecciones del
poder constituido”, en la concepción werbiana de una realidad histórica-social,
considerando que este estudio posee límites conceptuales, debido a la falta de
continuidad en la inmanencia que se da en el ejercicio histórico del poder
constituyente. Las consideraciones sobre este estudio, recae sobre un análisis factico,
entre la legitimación de los poderes propuestos por Weber, el carismático y racional,
aspectos donde para Negri el autor fracasa al separar estos poderes sin una
consistencia histórica. De igual manera es criticado el trabajo historiográfico de
Jurgen Habermas, al interpretar este autor que la Revolución Francesa y la Americana,
proceden ambas del derecho natural, donde la primera el derecho natural es un ideal
a realizar, mientras la Americana se consume como una revolución corporativa y
Negri llama a esto, una concepción “correcta pero mezquina” (pág. 50). Con estas
críticas a los trabajos de autores de reconocida trayectoria en diferentes campos del
conocimiento, Negri continua siendo radical en su concepción del poder
constituyente, no permite visto alguno donde este concepto se quede corto o limitado
por concepciones históricas o hechos facticos sin proyección o evolución en el tiempo.
Para el autor el concepto de poder constituyente, se debe manejar de una forma
flexible, que atraviese espacios, tiempo, hechos, historia, una conceptualización
donde no quede referenciado en un antes y un después, sometido a normas o poderes
jurídicos. Por tal motivo es el afán del autor y su posición radical sobre lo inmanencia
del poder constituyente, en como apropiarse de este en lo absoluto de la democracia,
la representación es la dimensión que hacer conceptos de autodominio,
responsabilidad ética, participación política y legitimación del orden establecido. Para
estos fines, el poder constituyente debe atravesar diferentes ámbitos sociales y
políticos, llegar a diferentes ámbitos del individuo, por tal motivo, el autor considera
a Foucault en su concepto de biopolítica y el biopoder, para Negri las consideraciones
de Foucault sobre la relación entre el poder, la vida social, política y como el sujeto
ejerce sobre los demás estas concepciones del poder encuentra en esto reflejado un
proceso que atraviesa todas las relaciones del sujeto y la interacción social, un
procedimiento libre y absoluto, un sujeto que en su actuar, su praxis diaria ejerce
relaciones absolutas de poder, en esto reconoce Negri un poder constituyente, un
sujeto capaz de resistir, de generar innovación continua y esto lleva en el ámbito
político constante cambio un cambio inmanente y absoluto. No es de sorprender la
afinidad de Negri con Foucault, en relación a los conceptos de inmanencia, absoluto,
algo que ambos autores manejan y que se lleva interiorizado en el sujeto.
CONCLUSIÓN
Antonio Negri nos presenta en este primer capítulo, diferentes cuestiones alrededor
del concepto del poder constituyente, para tal fin, el recorrido realizado por el autor
es extenso, dentro de la la historiografía y concepciones de autores del derecho alemán
e italiano, como también referentes del constitucionalismo francés. Para esto se
esgrime el argumento de una constante crisis que evoca la praxis del poder
constituyente, “la crisis no es solo un acontecimiento, sino una producción duradera
de acontecimientos, un dispositivo siempre abierto sobre el pro-venir” (pág. 23). Por
esta circunstancia el autor considera que el poder constituyente no puede ser
considerado como principio ontológico histórico, sino por el contrario un “motor de
una metamorfosis ontológica” (pág. 24). Bajo estos dos conceptos el autor se permite
desarrollar sus ideas sobre los alcances e interpretaciones erróneas del concepto de
poder constituyente, con el rechazo a límites temporales o resultado de poderes
normativos constitucionales, “el paradigma del poder constituyente es el de una
fuerza que quiebra, interrumpe, desquicia todo equilibrio preexistente y toda
continuidad posible” (pág. 39). El caos, el orden, las contradicciones, paradojas, la
potencia, son conceptos en la deconstrucción del concepto de poder constituyente, el
absoluto, generado de tiempo, la inmanencia, factores fundamentales a la hora de
reconocer el poder en los órdenes de la vida social y política.