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Antonio Negri, presenta en el primer capítulo “Poder Constituyente: El Concepto de

una Crisis” en su libro “El Poder Constituyente. Ensayo Sobre Las Alternativas De
La Modernidad”, nos presenta una amplia concepción metodológica sobre las
características ontológicas del poder constituyente. Con tal motivo, recurre a un largo
recorrido de las concepciones equivocadas sobre este concepto en la filosofía política,
concepciones teórico jurídicas e historiadores. Para el autor es claro que se debe
marcar diferencias entre los conceptos de constitucionalismo, democracia, soberanía,
pueblo, nación y poder constituyente, para esto, recurre al contraponer distintos
análisis realizados de la Revolución Francesa y Americana, remarcando lo errores de
autores como Hebermas o Arendt, entre otros, y de esta manera poder dar paso a su
interpretación del poder constituyente como “el motor de una metamorfosis
ontológica” (pág. 24), partiendo de esto, Negri explica, como este concepto, va más
allá de un tiempo histórico o una concepción de poderes constituidos en
temporalidades específicas y califica al concepto como “absoluto” en cuanto a su
origen y poder de acción.

El autor, utiliza el concepto de “crisis” para dar el marco de referencia a la constante


búsqueda y accionar del poder constituyente y no entender este concepto como algo
temporal o finito después de revueltas que llevan al cambio del poder político. De
donde viene lo “absoluto” de la inmanencia, concepto que involucra la concepción de
poder, un poder permanente, nunca acabado, siempre en constante resistencia y sujeto
al cambio.

Para Negri, es importante comprender como el poder constituyente es la base del


análisis del constante cambio, así la facultad que el individuo posee es puesta en
escena en momentos de crisis, revolución, o cambio. Para comprender esto se hace
necesario entender como el poder constituyente es “hablar de democracia” (pág. 27),
si tomamos esto, lo que el autor intenta decirnos es la inmanencia que cada uno posee
y hace uso de ella en diferentes órdenes, político, jurídico o constitucional. El autor
para explicar esto hace una crítica a la escuela del derecho público alemán del siglo
XIX, varios autores de esta escuela, como Georg Jellinek y Hans Kelsen, reducen
el poder constituyente a una realidad fáctica encerrado por un conjunto del sistema
normativo, dando como origen al poder constituyente, el sistema constitucional y
jurídico. Para el autor de igual manera crítica al institucionalismo francés bajo la
mirada de autores como Smend, Forsthoff Y Mortari, explicando cómo el poder
constituyente es la organización por parte de la ley a través del constitucionalismo,
bajo lo que el autor llama un sofisma “porque la constitución no es un acto del
gobierno, sino un acto del pueblo” (Pág. 29). Para Negri, esta posición es errada,
debido a que el poder constituyente es expansivo a la pre constitución social de una
formación democrática, esta consideración lleva proponer al autor la relación entre
democracia, constitucionalismo y poder constituyente, donde este último es propio en
su tiempo, va mas allá de una regularización del constitucionalismo y tiene en la
secularización del poder “la ruptura con la tradición teológica” (pág. 40). De esta
manera para el autor es importante el énfasis de la relación entre el poder constituyente
y poder constituido, pues para él es claro que al no existir una síntesis entre la historia
de la democracia y las constituciones democráticas, es en este espacio entre estos dos
en que se debe comprender la verdadera conceptualización del poder constituyente.

Continuando con este punto de vista el autor desarrolla el concepto de “Crisis” al


criticar y oponerse a que la crisis del concepto de poder constituyente pueda ser
fundando o “subordinado” a la representación democrática o soberanía, así, el
carácter de “omnipotencia” del poder poder constituyente, se refleja cuando va mas
allá de estos límites y no termina con la promulgación de una constitución política
normativa. De esta manera podemos encontrar en estas palabras, conceptualizaciones
que llevan a reconocer de forma clara por parte del autor, un poderío único de poder
constituyente, pues, encontramos en este, una figura que es el principio de vivir en
sociedad y generar formas de gobierno además de los constantes cambios históricos
en estas, reconociendo como el carácter absoluto del poder constituyente es la base de
un gobierno democrático (pág. 43).

Es determinante para Negri pensar en el poder en su apertura democrática, como lo


hicieron Maquiavelo, Spinoza y Marx al exponer estos autores “la potencia subjetiva
de la multitud” (pág. 44), donde la subjetividad parte de la ausencia de preconstitución
y fines, configurando esto en la fuerza del individuo que no necesita un fin normativo,
sino por el contrario, esto representa la construcción histórica social universal,
cambiante, produciendo acontecimientos, desde la negación de un principio
teleológico que lleva al estadio de libertad, la ausencia, el vacío, enriquece el deseo y
potencia el poder constituyente convirtiéndolo en “el motor de la dinámica político-
democrática” (pág. 44), siendo esto el principio de potencia constitutivo de un
individuo activo, responsable de su deber democrático, consiente de su inmanencia y
construcción social como política, un ser ético, construido para estar en comunidad.

Negri marca las diferencias entre el poder constituyente y la soberanía, haciendo


especial énfasis en cómo estos dos conceptos presentan “una contradicción
absoluta”, donde la soberanía es la “fijación del poder del poder constituyente” (pág.
53), limitando la libertad, mientras el poder constituyente representa una
determinación libre y que continua siéndolo. Este punto de vista se puede ampliar con
el análisis expuesto por parte del autor cuando se remite a la consolidación del
pensamiento Renacentista en la historia moderna, la revolución Francesa en 1789,
momento en el cual el poder constituyente se hace presente al ser revolución,
resistencia, transformación, construcción del tiempo, una conformación de
particularidades constantes, continuas, no acabadas, la praxis humana de libertad ante
las ataduras, le necesidad de reformas, eso otorga el poder constituyente.

El autor considera sobre la construcción del Estado en los estudios de Weber, una
crítica a su concepción del poder constituyente por llevarla a las “proyecciones del
poder constituido”, en la concepción werbiana de una realidad histórica-social,
considerando que este estudio posee límites conceptuales, debido a la falta de
continuidad en la inmanencia que se da en el ejercicio histórico del poder
constituyente. Las consideraciones sobre este estudio, recae sobre un análisis factico,
entre la legitimación de los poderes propuestos por Weber, el carismático y racional,
aspectos donde para Negri el autor fracasa al separar estos poderes sin una
consistencia histórica. De igual manera es criticado el trabajo historiográfico de
Jurgen Habermas, al interpretar este autor que la Revolución Francesa y la Americana,
proceden ambas del derecho natural, donde la primera el derecho natural es un ideal
a realizar, mientras la Americana se consume como una revolución corporativa y
Negri llama a esto, una concepción “correcta pero mezquina” (pág. 50). Con estas
críticas a los trabajos de autores de reconocida trayectoria en diferentes campos del
conocimiento, Negri continua siendo radical en su concepción del poder
constituyente, no permite visto alguno donde este concepto se quede corto o limitado
por concepciones históricas o hechos facticos sin proyección o evolución en el tiempo.
Para el autor el concepto de poder constituyente, se debe manejar de una forma
flexible, que atraviese espacios, tiempo, hechos, historia, una conceptualización
donde no quede referenciado en un antes y un después, sometido a normas o poderes
jurídicos. Por tal motivo es el afán del autor y su posición radical sobre lo inmanencia
del poder constituyente, en como apropiarse de este en lo absoluto de la democracia,
la representación es la dimensión que hacer conceptos de autodominio,
responsabilidad ética, participación política y legitimación del orden establecido. Para
estos fines, el poder constituyente debe atravesar diferentes ámbitos sociales y
políticos, llegar a diferentes ámbitos del individuo, por tal motivo, el autor considera
a Foucault en su concepto de biopolítica y el biopoder, para Negri las consideraciones
de Foucault sobre la relación entre el poder, la vida social, política y como el sujeto
ejerce sobre los demás estas concepciones del poder encuentra en esto reflejado un
proceso que atraviesa todas las relaciones del sujeto y la interacción social, un
procedimiento libre y absoluto, un sujeto que en su actuar, su praxis diaria ejerce
relaciones absolutas de poder, en esto reconoce Negri un poder constituyente, un
sujeto capaz de resistir, de generar innovación continua y esto lleva en el ámbito
político constante cambio un cambio inmanente y absoluto. No es de sorprender la
afinidad de Negri con Foucault, en relación a los conceptos de inmanencia, absoluto,
algo que ambos autores manejan y que se lleva interiorizado en el sujeto.

Es posible reconocer en la vida del autor su idea sobre el poder constituyente.


Militante y fundador del Poder Obrero en 1969, representante de las ideas marxistas
en su país de origen (Italia), y en 1979 es arrestado bajo los cargos conspiración para
el derrocamiento del gobierno y como actor intelectual del asesinato de Aldo Moro,
primer ministro italiano. Después de un exilio de 14 años regresa a su país a cumplir
su condena. Siguiendo su biografía se puede visualizar un sujeto inmerso en su
contexto político y social, militante activo político, luchando por los cambios de una
generación inconforme, una generación de la posguerra que vivía inmersa en los
bandos de la denominada “guerra fría”. ¿Acaso la vida política y militante de Negri
no es el reflejo de su pensamiento en relación al concepto de poder constituyente? Un
sujeto, inconforme, crítico, intelectual, reconociendo incluso las vías de hecho como
la resistencia al orden establecido o impuesto. Estableciendo la inmanencia en la voz
de la inconformidad de llevar la lucha constante como ideal absoluto, generador de
cambios en su propio tiempo, en revoluciones inacabadas que necesitan su
continuidad en el tiempo. Podemos afirmar, que este es el poder constituyente, donde
la inmanencia nos pertenece a todos para resistir al orden establecido, generando así,
revoluciones constantes sobre el sistema político, jurídico y normativo.

CONCLUSIÓN

Antonio Negri nos presenta en este primer capítulo, diferentes cuestiones alrededor
del concepto del poder constituyente, para tal fin, el recorrido realizado por el autor
es extenso, dentro de la la historiografía y concepciones de autores del derecho alemán
e italiano, como también referentes del constitucionalismo francés. Para esto se
esgrime el argumento de una constante crisis que evoca la praxis del poder
constituyente, “la crisis no es solo un acontecimiento, sino una producción duradera
de acontecimientos, un dispositivo siempre abierto sobre el pro-venir” (pág. 23). Por
esta circunstancia el autor considera que el poder constituyente no puede ser
considerado como principio ontológico histórico, sino por el contrario un “motor de
una metamorfosis ontológica” (pág. 24). Bajo estos dos conceptos el autor se permite
desarrollar sus ideas sobre los alcances e interpretaciones erróneas del concepto de
poder constituyente, con el rechazo a límites temporales o resultado de poderes
normativos constitucionales, “el paradigma del poder constituyente es el de una
fuerza que quiebra, interrumpe, desquicia todo equilibrio preexistente y toda
continuidad posible” (pág. 39). El caos, el orden, las contradicciones, paradojas, la
potencia, son conceptos en la deconstrucción del concepto de poder constituyente, el
absoluto, generado de tiempo, la inmanencia, factores fundamentales a la hora de
reconocer el poder en los órdenes de la vida social y política.

En un último apartado del capítulo, el autor la teoría marxista presenta un poder


constituyente como el “trabajo vivo” (pág. 68), donde la clase trabajadora es el
portador histórico del poder constituyente, y el “trabajo muerto” es un poder
constituido o capitalismo. Finalizando toda una conceptualización sobre un poder
constituyente un poder perdurable que no termina con promulgación de una
constitución política, por el contrario la crisis es un estado constante y es parte del
individuo reconocer su poder inmanente y reconfigurar un orden, ser parte de una
resistencia y siempre portador de un estadio revolucionario.

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