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poomartinez.isabel@gmail.com
“Solicitaste de mí, Novato.” Novato1 pide a Séneca2 que le ayudase a comprender la Ira
para conseguir mitigarla y eso es lo que Séneca le concede a su hermano, una explicación
filosófica y moral Sobre la ira. Estructura el texto en tres libros3: Libro I, la ira como una
pasión desenfrenada y desmedida; Libro II: causas u orígenes de la ira como resultado de
la falta de juicio; Libro III: observa los modos de luchar contra la ira. Es decir, plantea un
problema, lo desarrolla y erradica como si de una enfermedad se tratase.
Lo irracional en los iracundos. La ira no es otra cosa que la pasión llevada a su final, la
sinrazón absoluta, con el propósito único de venganza. “El más abominable y violento de
todos, ávido de venganza, arrastrará consigo al vengado, incapaz de discernir entre lo
gusto y lo injusto (…)”4. Pero la ira es solo una mera capacidad humana ya que todo lo
carente de razón, como es el caso de la fauna, es desprovista de ira por la usencia de
1
Lucio Anneo Novato, hermano mayor de Séneca. Adoptado por el retórico Galión, desde entonces
conocido por su nombre: Lucio Junio Galión. Fue procónsul de Arcaya bajo el principado de Claudio.
2
Formado en el estoicismo por Papiro Fabiano.
3
Pertenecientes a Los Diálogos es el nombre genérico que engloba varias de sus obras escritas entre los
años 37 y 62 d. C. Conservadas en un manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana.) El diálogo sobre la ira Los
comenzó a escribir en su destierro, entre los años 41-49 d.C.
4
Sobre la ira. Libro I, 1,1-3
1
conciencia. Por lo que queda reflejado que la ira es una capacidad intrínseca de lo
humano, pero a su vez es contraria a su naturaleza.
La ira no es natural, pero puede que sea útil -dice Séneca. Pero la razón necesita estar
alejada de las pasiones para no someterse a su influjo. Se necesita templanza para dominar
las pasiones y dialogar con la razón. Para Séneca el planteamiento de Aristóteles le parece
una antítesis, ya que cree que “la ira es necesaria, pero dominada por la razón”, y eso es
imposible, si la razón es capaz de dominar a la ira ya no es ira. No es posible esconderla,
se exterioriza. “Los demás sentimientos surgen, este (la ira) sobresale.”5
5
Ibidem (1,7)
6
Ibidem (2,1)
7
Sobre la vida feliz. Libro I (1, 4-5)
8
Acerca del alma. ()
9
Ibidem (8,1)
10
Ibidem (9,2)
11
Ibidem (11,2)
2
“¿Te parece que la ley está airada con los que no conoce? El buen juez condena lo
censurable, no lo odia.”12 La razón necesita de tiempo para aclarar la verdad y establecer
sentencias justas y no es lo mismo sancionar a un acto que ha sido perpetrado por omisión
que uno premeditado y procurado para ser perjudicial. “No se tendrá en cuenta el pasado
sino el futuro (…) el pasado no se puede revocar, sí se puede evitar lo futuro”13
“Nos preguntamos si la ira se inicia por una idea o un impulso, si se mueve por propia
voluntad.”14 Séneca divaga entre lo intrínseco o lo coyuntural, puesto que para él nunca
se da un impulso sin el consentimiento de la mente y la ira es lo que logra sobrepasar a la
razón. También dice a grandes rasgos que en la perversión de la ira habita la barbarie.
Distingue entre el primer impulso que conmueve el espíritu y la verdadera pasión, que
consiste en dejarse llevar por ese primer arrebato y perder el control. Para ello introduce
la intervención de la disciplina y de la educación, para domar los espíritus jóvenes y
moldearlos nobles. “Hay que apartar a la infancia lejos de la adulación (…), que sientan
temor y respeto por los mayores (…), que se les reproche lo mal hecho”15
Hay quien se siente injuriado y eso le produce ira, pero esa idea suele ser falsa. “Algunos
se postulan ante que la ira se produce en el pecho, porque la sangre rompe a hervir
alrededor del corazón”. Lo más propicio es que se eduque a los jóvenes y se les habitué a
no querer hacer daño y a vencer sin arrogancia ni soberbia. Es mejor simular airarse que
airarse. Plantea dos remedios educacionales en contra de la ira: primero, contenerla y
segundo, rechazarla. Por tanto, hay que luchar contra la ira, para evitarla. También, es “la
prosperidad la que alimenta a la iracundia”16ya que, al que siempre se le ha concedido
12
Ibidem (16,3-4)
13
Ibidem (19,7)
14
Sobre la ira. Libro II (1,1)
15
Ibidem (21, 8-9)
16
Ibidem (21, 6-8)
3
todo no aguanta nada. Y educar en el conocimiento ya que al crédulo se le logra herir con
facilidad. También, “a menudo, la lisonja, mientras alaga, ofende.”17 y el adulador tiene
segundas intenciones.
El mejor remedio para la ira es el tiempo y la consciencia de que solo vemos lo malo en
lo ajeno. Nos ofendemos cuando pensamos que hemos sido ultrajados y además cuando
el ultraje recibido nos resulta injusto, “cuando juzgues sobre las costumbres de unos solos,
medita sobre las de todos”18sin caer en venganzas. La venganza carece de justicia es ira
respaldada por la permisividad moral ante un dolor.
Contra los instigadores solamente hay que tener paciencia ya que “(…) el que hace poco
era tenido en gran estima por su popular elocuencia ha padecido las iras producidas por
sus arengas.”19 Sin embargo, para Aristóteles la ira no debe de ser extirpada puesto que
se trata de un incentivo de la virtud que de ser eliminado nos deja indefensos e ineptos
para la llevar a cabo grandes empresas. Para Séneca, la ira, es el peor de los vicios y al
que hay que enfrentarse por medio de la indulgencia siendo empáticos con los motivos o
causas que han llevado a susodicho a afrentarnos por medio de la sinrazón. Y para que el
espíritu permanezca tranquilo y no se vuelva iracundo lo mejor que “este reposado, no
hay que zarandearlo ni fatigarlo.”20
17
Ibidem (28,6)
18
Ibidem (31,5)
19
Ibidem (2,4)
20
Ibidem (6,6)
21
Ibidem (9,5)
4
protegernos. “Hay que resistir la ira de mil maneras, que la mayoría de los casos se eche
a risas y a broma.”22 La ira y la venganza no es otra cosa que una pérdida de tiempo, y su
mayor remedio es la dilación y la serenidad ya que quien se irrita queda trastornado, es
necesaria la reflexión. El mayor castigo que puede recibir alguien es el suplicio del
remordimiento. Todos podemos ser malvados, por lo que no podemos juzgar sino por
medio de la imparcialidad de la ley.
Bibliografía
22
Ibidem (11,1-3)
23
Ibidem (43, 1-2)