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EL JARRON AZUL confrontaban, según principia la historia, era la

situación que existía en su oficina en Shanghai.


El empleado que habían enviado a hacerse cargo
CAPITULO I de ella estaba dando mal resultado, aunque esto
no sorprendía a Cappy, porque en su opinión
Mr. Alden P. Ricks, mejor conocido como carecía de ciertas cualidades que él consideraba
"Cappy Ricks", fue el fundador y el espíritu esenciales.
dirigente de una importante empresa maderera
y de vapores. En teoría, ya se había retirado de -Skinner, ¿tienes un candidato para el puesto?,
la dirección activa del negocio, pero en realidad pregunto Cappy.
continuaba siendo su principal guía y consejero,
rehusando -como él mismo se expresó- a -Siento decirle que no, Mr. Ricks; todos los
abandonar su actividad mental no obstante empleados que tengo bajo mis órdenes son
haber suspendido su actividad física. jóvenes... demasiados jóvenes para asumir esa
responsabilidad.
Los ayudantes y administradores activos de
"Cappy" eran: Mr. Skinner, encargado del -¿Que quieres decir con "demasiado jóvenes?",
negocio de maderas, y Matt Peasley, quien replicó Cappy.
dirigía el de vapores. Ambos eran hombres
competentes en quienes Cappy tenía plena -Bueno, el único a quien yo consideraría
confianza, aunque a veces le entraban dudas de competente para ocupar el cargo sería Andrews
su buen criterio, especialmente en lo que se y él apenas tiene unos treinta años.
refiere a juzgar la capacidad de otros.
-Treinta años, ¿eh?; pues si no mal recuerdo yo
El problema que estos tres personajes te empecé a pagar un sueldo de diez mil dólares
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al año y a confiarte la responsabilidad de dos
millones cuando apenas tenías veintiocho. -¿Crees, Matt, que también tenga el valor
necesario para asumir la responsabilidad? Eso
-Es cierto, pero Andrews ... bueno, no hemos es mas importante todavía que la tal experiencia
puesto a prueba todavía su competencia. que Skinner y tú consideran como lo más
esencial.
-¡Skinner! -interrumpió Cappy en voz resonante-
no alcanzo a comprender todavía por que no te -De eso nada puedo decirle a Ud., pero me
he mandado al diablo. ¿Dices que todavía no parece que tiene energía e iniciativa, y
hemos puesto a prueba la competencia de personalmente es agradable.
Andrews? ¿Por qué tenemos aquí gente que no
sabemos lo que puede hacer ... ¡contéstame! El -Bueno, antes de mandarlo hay que
mundo de hoy es el mundo de la juventud, y convencernos de que tiene energía e iniciativa...
métete esto en la cabeza. (Dirigiéndose hacia el de si los tendrá cuando tenga que tomar una
otro administrador continuó:) decisión inmediata, seis mil millas distante de
sus jefes a quienes consultar - y proceder
-Matt, ¿que te parece Andrews para el puesto de acertadamente de acuerdo con su criterio. Eso
Shanghai?! es lo más importante Skinner.

-Lo creo capaz. Tiene Ud. razón, Mr. Ricks, y creo que Ud.,
quién debe hacer la prueba.
-¿Por qué?
-Convencidos, Skinner. El próximo
-Porque lleva bastante tiempo con nosotros para representante que mandemos a Shanghai tendrá
haber adquirido la experiencia necesaria. que ser un luchador que no se dé por vencido...
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Ya hemos tenido allá tres que resultaron un -Cappy suspiró como para reflexionar.
fracaso, y de esos no queremos más.
-Bien, dígale que pase.
Sin decir otra palabra, Cappy se echó de
espaldas en su sillón giratorio y cerró los ojos. Un empleado condujo al visitante ante el
presidente de la importante empresa maderera y
-Parece que va a fraguar la prueba para de vapores. Al hallarse en su presencia, saludó
Andrews -dijo Matt Peasley en voz baja a respetuosamente y dijo:
Skinner al salir de la oficina de Mr. Ricks.
"Mr. Ricks, mi nombre es William E. Peck; le
CAPITULO II: agradezco a Ud. mucho la fineza de concederme
una entrevista.
El destino no permitió dejar en paz a Mr. Ricks
en sus reflexiones por mucho tiempo. A los diez Mirándolo con un semblante severo, Cappy le
minutos el teléfono sonaba, y con no poco dijo que tomara asiento, señalándole una silla
enfado, como si alguien le hubiera interrumpido frente a su escritorio. Al acercarse Peck a la silla,
un tranquilo sueño, tomó el receptor y gritó: Cappy notó que cojeaba un poco y que el brazo
izquierdo lo tenía amputado hasta el codo.
"¡¿Quién es?!.
-Bien; Mr. Pekc, ¿que deseaba Ud.?
-Mr. Ricks - respondió la telefonista de las
oficinas centrales -está aquí un joven que se -He venido a que me dé Ud. trabajo -respondió
llama William Peck y desea verlo a Ud. Pekc.
personalmente.
-Habla Ud. como si tuviera la seguridad.
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-No, Mr. Peck, lo siento, Ud., sabrá que yo no
-Ciertamente, Mr. Ricks, yo se que Ud. no me lo tomo parte activa en la administración de este
negará. negocio desde hace diez años. Aquí
simplemente tengo mi oficina para despachar mi
-¿Por qué? correspondencia particular y atender asuntos
personales. A quien debe Ud. ver es a Mr.
Peck, sonriendo en una forma que le simpatizó a Skinner.
Mr. Ricks, contestó:
-Ya vi a Mr. Skinner - replicó prontamente Peck
-"Yo soy agente vendedor, y sé que puedo -pero por el modo en que me habló parece que
vender cualquier cosa que tenga algún valor, no le simpaticé. Me dijo que actualmente no
porque lo he demostrado durante cinco años y había suficiente negocio aún para ocupar al
quiero demostrárselo a Ud. personal que tiene. Yo le manifesté que estaba
dispuesto a aceptar cualquier ocupación, de
-Mr. Peck - dijo Cappy sonriendo- de eso no taquígrafo para arriba. Puedo escribir a
tengo duda, pero dígame, ¿acaso sus defectos máquina bastante rápido con una mano; puedo
físicos no son un impedimento? llevar una contabilidad y hacer cualquier trabajo
de oficina.
-No, Mr. Ricks, en ningún modo; lo que me
queda del cuerpo está sano, sobre todo mi -¿No le dio ninguna esperanza?
cabeza y me queda el brazo derecho. Puedo
pensar y puedo escribir, y aunque cojeo, puedo -No señor.
ir tras de un pedido más a prisa y más lejos que
la mayoría de los que tienen dos buenas piernas. -Entonces -le dijo Cappy en tono confidencial
¿Estoy contratado, Mr. Ricks? -vaya a ver a mi yerno, el Capitán Peasley, que
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dirige los transportes marítimos de esta -Oye, Skinner -dijo Cappy en voz suave- he
empresa. estado meditando el asunto de enviar a
Andrews a la oficina de Shanghai y he llegado a
-Ya hablé con el Capitán Peasley, quién me trató la conclusión de que tenemos que arriesgar.
con mucha amabilidad; me dijo que con mucho Esta oficina está ahora a cargo de un empleado
gusto me daría un puesto pero que los negocios menor y es preciso nombrar cuanto antes a un
estaban tan malos que por ahora era imposible. gerente, así que haremos esto: vamos a mandar
a Andrews en el próximo vapor, haciéndole
-Bueno, amiguito, entonces ¿para qué viene a entender que asumirá el cargo temporalmente.
verme a mí? Si vemos que no da resultado, le ordenaremos
(Sonriendo nuevamente, Peck. respondió:) que vuelva para ocupar su puesto actual, en el
cual es bastante apto. Entretanto, Skinner, te
"Porque quiero trabajar aquí, en esta compañía, agradecería mucho que le dieras empleo a este
no importa de qué con tal que sea algo que joven... que le des una oportunidad de
pueda hacer. si me dan trabajo que pueda hacer, demostrar lo que puede hacer. Hazme ese favor,
será hecho mejor que nunca, y si no puedo Skinner... hazme ese favor.
hacerlo renunciaré voluntariamente para
evitarle a Ud. la molestia de despedirme. Tengo -Mr. Skinner bien sabía que un ruego de
referencias de primera clase" "Cappy" equivalía a una orden, y Peck,
comprendiéndolo, miro al administrador
Cappy oprimió un botón en su escritorio; un general con una sonrisa.
momento después Mr. Skinner entraba,
lanzando una mirada hostil hacia William E. "Muy bien, Mr. Ricks" -dijo Skinner con cierto
Peck y luego otra, interrogativa hacia Mr. Ricks. despecho. "¿Ha convenido con Mr. Peck el
sueldo que ganará?".
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oportunidad; haré cuanto esté de mi parte para
-Ese detalle te toca a ti -contestó Cappy- No es hacer merecer su confianza".
mi intención inmiscuirme en tus asuntos
administrativos. Naturalmente le habrás de "Este diablo" -dijo para su adentro Cappy- "es
pagar a Mr. Peck lo que valga y nada más. buena pieza, pero tiene sesos; no me explico
cómo Skinner no puede darse cuenta de ello. Si
Volviéndose al triunfante Peck, lo amonestó este pobre chico se sale un poco de la raya o si le
diciéndole: "Oiga, amiguito, no crea que porque brota a la cabeza alguna idea nueva que quiera
he intercedido por Ud. ya tiene un porvenir poner en práctica, es casi seguro que firmará su
asegurado. Su porvenir Ud. mismo tendrá que sentencia de muerte con esta gente de cerebro
labrarlo y tiene que comenzar muy pronto. La fosilado que hay en este mundo. El no podrá
primera ves que meta la pata o no dé la medida defenderse, pero por fortuna todavía estoy yo
en el trabajo que se le confíe, lo amonestarán, la aquí".
segunda lo suspenderán por un mes para que
reflexione, y la tercera quedará definitivamente El joven Peck poniéndose de pie, preguntó:
fuera de esta organización. ¿Me he explicado "¿Cuando debo empezar?".
claramente?".
Skinner le contestó con cierta ironía: "Cuando
-Si señor -contestó Peck sin vacilar; todo lo que esté Ud. listo".
yo pido es una plaza en la línea de combate, y le
aseguro que pronto me haré acreedor de la Peck miró rápidamente su reloj de pulsera ...
confianza de Mr. Skinner. "son las doce" -añadió- "voy a almorzar y estaré
aquí a la una".
(Dirigiéndose a Skinner) "Muchas gracias, Mr.
Skinner, por haber consentido en darme una Mr. Skinner se retiró mordiéndose los labios. Al
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cerrarse la puerta tras él, Peck levantó las cejas, y -Ah, sí, había olvidado. Dime, Skinner, ¿no
despidiéndose de Mr. Ricks le dijo: “Muchas tenemos disponible como medio millón de pies
gracias, Mr. Ricks, ha sido Ud. en extremo de abeto fétido?
amable, pero parece que no voy a empezar bajo
muy buenos auspicios", y tomando su sombrero (Skinner asintió, y Cappy, continuando con la
se marchó. avidez de quién acaba de hacer un gran
descubrimiento que cree causará una verdadera
Apenas había salido cuando Mr. Skinner entró revolución en el mundo científico) ... "bueno,
de nuevo, más antes de poder abrir la boca, mándalo a vender esa madera apestosa y un par
Cappy le impuso silencio levantando un dedo y de pinabete rojo o cualquiera otra de las
en voz cordial le dijo: maderas que casi nadie quiere ni regalada".

"Ni una palabra Skinner, ya sé lo que me vas a Skinner sonrió maliciosamente y dijo:
decir y admito que tienes razón, pero óyeme, "Convencidos, pero si no vende le damos su
hijo ... ¿cómo era posible rechazar a un joven que pasaporte, ¿verdad?".
tanto empeño tiene en trabajar y que no acepto
un NO como final? A pesar de que no encontró -Supongo que sí, aunque yo lo sentiría mucho.
aquí más que obstáculos para lograr su
propósito, no se dio por vencido ni se desanimó. Por el contrario si tiene éxito le pagaremos el
Tú luchaste contra él pero él te ganó, y vaya que sueldo que gana Andrews. Hay que ser justos,
tuvo que haberselas con expertos. ¿Que trabajo Skinner, justos en todo y con todos.
le vas a dar?".
Cappy se levantó y dándole una palmadita en el
-El de Andrews naturalmente. hombro del administrador general le dijo:
"Skinner, dispénsame si me he precipitado un
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poco, pero te advierto que si le fijas al abeto un
precio demasiado alto para que Peck no pueda "Oye, Peck, no me quieras tomar el pelo; dime la
venderlo, te mando a ti a la calle. Se justo, hijo, verdad, ¿cuando decidiste venir a trabajar con
se justo. nosotros?".

-Desde hace una semana.

CAPITULO III: -Peck, ¿acaso has llegado a vender alguna vez


abeto fétido?
A las doce y media, cuando Cappy iba a
almorzar, se encontró con Peck, quien iba -Peck se mostró bastante confundido, y
cojeando por la acera. Peck prontamente sacó significando una negativa con la cabeza,
una tarjeta de su bolsillo y se la mostró diciendo: preguntó; "Que clase de palo es éste?
"Que le parece esta tarjeta, Mr. Ricks... no cree Abeto de California... es una madera áspera y
que se ve flamante?". correosa, muy pesada, y despide un olor como
de zorrillo cuando se corta. Creo que Skinner te
Cappy leyó en ella: "Compañía maderera Ricks va a dar lo peor que hay para empezar, y eso es
-Maderas de tosas clases y para todos los usos, lo peor.
sin excepción. Representada por William E.
Peck". -¿Se pueden clavar clavos en ella, Mr. Ricks?

Cappy Ricks pasó un dedo curiosamente por las -Ah claro.


líneas impresas y vio que estaban grabadas.
Sabiendo perfectamente que un grabado de -¿Ha llegado alguien a venderlo alguna vez?
imprenta no se hace en media hora, contestó:
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De cuando en cuándo uno de nuestros agentes tarifas de fletes, condiciones de venta, etc.
más listos suele tropezar con algún mentecato
que compra lo que le vendan; de lo contrario no De una Ciudad telegrafió un pedido de dos
la tendríamos más. Afortunadamente, Peck, no furgones de madera de alerce; en la siguiente de
nos queda mucha, pero siempre que nuestros su itinerario, logró que el dueño de una
hacheros del monte encuentran un buen árbol, maderería, a quien Mr. Skinner en vano había
no lo dejan en pie; por eso casi siempre tenemos tratado por años de venderle, conviniera en
suficientes existencias de abeto fétido para comprar de prueba un furgón de tablas de abeto
darles a los agentes algo con qué demostrar que fétido, de tamaños y clases surtidas, a un precio
saben vender. más alto fijado por Mr. Skinner.

-Yo puedo vender cualquier cosa si vale el En el Estado de Arizona consiguió varios
precio, concluyó Peck con aire de desafío, y pedidos de madera para refuerzo de pozo de
continuó su camino hacia la oficina de la minas, pero sólo hasta que llegó al centro del
empresa. Estado de Texas empezó realmente a demostrar
su extraordinaria habilidad para vender. Allí se
especializó en la venta de maderas para torres
de taladrar pozos petroleros, y fue tal el
CAPITULO IV: bombardeo de pedidos que mandó a las oficinas
generales, que Mr. Skinner tuvo que telegrafiarle
Por dos meses Cappy Ricks no volvió a ver a pidiéndole que se calmara un poco en la venta
William Peck; el administrador general lo había de esa madera por estárseles agotando las
mandado a los Estados del Sur y del Oeste, tan existencias, y que se dedicara a vender otras
pronto como Peck se impuso de todos los clases.
detalles del negocio... de los precios, pesos,
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Completado su itinerario, emprendió el viaje de
regreso vía Los Angeles, pero de paso se detuvo -Muy bien Mr. Ricks, voy a asignarle el mismo
en el Valle de San Joaquín y vendió allí dos sueldo que Andrews tenía antes que Peck
furgones más de abeto fétido. Al recibir Mr. tomara el puesto.
Skinner el telegrama fue a mostrárselo al
presidente. -Skinner, tú realmente me obligas a recordarte
quien manda en esta empresa, Peck vale más
"No cabe duda que Peck puede vender maderas" que Andrews ¿verdad?.
-anunció a Mr. Ricks un tanto corrido. Ha
conseguido cinco nuevos clientes y acaba de -Así parece.
mandar otro pedido de dos furgones de abeto
fétido. Creo que tendré que aumentarle el -Entonces, por amor a la justicia, págale más y
sueldo el 1ro. del año. haz efectivo ese aumento desde el primer día
que empezó a trabajar. ¡Vete de aquí porque me
-Óyeme, Skinner, ¿por qué diablos quieres pones nervioso. ¡Un momento! ... ¿qué está
aguardar hasta el primero del año? Ese haciendo Andrews en Shanghai?.
pernicioso hábito que tienes de diferir para más
tarde lo que debes hacer hoy, especialmente -Dándole a ganar dinero a la compañía del cable
cuando se trata de soltar dinero, nos ha costado -contestó Skinner con sarcasmo. Cablegrafía
la pérdida de los servicios de más de un buen como tres veces por semana sobre asuntos que él
empleado. Sabiendo que Peck merece un mismo debería decidir; Matt Peasley está
aumento de sueldo, ¿por qué no se lo das ahora, disgustado con él.
y; con gusto? Peck te tendrá buena voluntad,
trabajará más todavía, y por lo menos te -Eso no me sorprende ... supongo que Matt
considerará como un ser humano. vendrá a decirme dentro de poco que yo fui
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quien escogí a Andrews para el puesto, pero no calle pensativo pero sonriendo todavía, y
olvides, Skinner, que le advertí que el puesto era añadió: "Tú convendrás conmigo, Skinner, en
temporal. que si me entrega el jarrón azul valdrá diez mil
dólares al año como nuestro gerente en
Si, Mr. Ricks. Shanghai".

-Bueno, creo que tendré que buscar a su sucesor -Sin duda que los valdrá, Mr. Ricks.
e impedir que Matt venga a echarme la culpa en
cara. Creo que Peck tiene varias características -Bueno, Skinner, haz los arreglos necesarios para
de un buen administrador para la oficina de que Peck esté listo el domingo a la una. Yo me
Shanghai, pero tendré que probarlo un poco encargaré de los demás detalles.
más.
-Mr. Skinner le dijo que así lo haría y salió, casi
(mirando a Skinner con sonrisa picaresca:) no pudiendo contener la risa.
"Oye, Skinner, voy a pedirle a Peck que me
traiga el Jarrón Azul". El sábado próximo, Mr. Skinner no se presentó a
su oficina; de su casa avisaron por teléfono que
(El semipálido semblante de Skinner casi se se hallaba indispuesto. Su secretario tenía
sonrojó). instrucciones de avisar a Peck que Mr. Skinner
deseaba hablar con él ese día, pero que debido a
"Bueno, notifica al jefe de la policía y al una indisposición repentina no podría verlo en
propietario del bazar para que no nos cueste la oficina; que necesitando conferenciar con él
tanto". antes de que saliera nuevamente de viaje el
lunes, le agradecería que lo visitara en su casa el
Cappy caminó hacia la ventana, mirando a la domingo por la tarde, a la una.
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un encargo; no puedo mandar a un muchacho,
Peck contestó que con todo gusto iría a ver a Mr. pero al mismo tiempo me da pena darte esta
Skinner a la hora indicada. molestia.

A la una en punto del domingo se presentó Peck No será molestia alguna Mr. Ricks; mande lo
en la casa del administrador general, a quién que guste, que estoy a sus órdenes.
halló en cama, pero sin síntomas de estar
enfermo. Después de desearle su pronto -Gracias, Peck, por tu buena voluntad. Se trata
restablecimiento entraron en discusión respecto de esto, andando yo por el centro a medio día,
a los nuevos clientes y a respectivas que Mr. pasé frente a una tienda en la calle Sutter entre
Skinner estaba deseoso de que Peck investigara. Stockton y Powel, donde en su escaparate vi un
jarrón azul. Yo soy muy afecto a los jarrones de
En el curso de la conferencia, Cappy Ricks ornato, Peck; y aunque éste no es nada
telefoneó. Mr. Skinner estuvo escuchando por extraordinario, sucede que una dama a quién le
varios minutos, y luego Peck oyó decir: "Con tengo gran estimación, tiene otro igual, y se que
gusto obsequiaría sus deseos, Mr. Ricks, si no nada le agradaría más como regalo de su
fuera porque estoy en cama y no podré salir hoy, aniversario matrimonial que otro jarrón como
pero Mr. Peck está aquí y con seguridad que no ese para completar el par que necesita para las
tendrá inconveniente en desempeñar esa dos rinconeras que tiene en su comedor. Yo
comisión para usted. tengo que tomar el tren a las ocho de esta noche
para llegar a tiempo mañana a Santa Bárbara,
-Claro que no -interrumpió Peck- y tomando el donde ella vive, y poder felicitarla
receptor se apresuró a saludar a Mr. Ricks. personalmente, así como entregarle el regalo, y
ese jarrón, Peck, es lo que quiero.
-Oye, Peck -dijo el presidente- quisiera confiarte
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-Muy bien Mr. Ricks, comprendo que si no lleva -Gracias, Peck, muchas gracias, me harás el favor
Ud. mismo el jarrón y aguardamos hasta de entregármelo cinco minutos antes de las ocho
mañana lunes a que abran la tienda, no podrá en la estación del Southern Pacific; yo estaré a
llegar a tiempo a Santa Bárbara, sino hasta el bordo del tren en el coche dormitorio No. 17,
martes. sección "A".

-Ese es precisamente el caso, Peck, ojalá que lo -Convencidos, Mr. Ricks.


hubiera visto ayer para no tener que molestarte ;
lo siento mucho. -Oye Peck, el costo no será gran cosa, tu podrás
pagarlo y mañana se lo cobras al cajero,
-No necesita Ud. darme explicaciones ni diciéndole que lo cargue a mi cuenta.
disculpas, Mr. Ricks, sólo hágame el favor de
describirme el jarrón -¿es azul oscuro o pálido?... Cappy colgó el receptor.
¿de que tamaño es poco más o menos?... ¿es liso
o tiene figuras? Skinner reanudó la conferencia y Peck no salió
de la casa hasta las 3 de la tarde, dirigiéndose en
-Es un jarrón cloisonné, Peck, de un azul entre seguida a buscar el famoso jarrón azul. Al llegar
pálido y oscuro, con figuras orientales de pájaros a la calle Sutter, caminó por una acera entre
y flores. No te puedo decir el tamaño, pero me Stckton y Powell; luego por la otra, y aunque
parece que tiene como unos 30 centímetros de con el mayor cuidado se fijó en todos los
alto, por unos diez de diámetro en el centro y escaparates y vitrinas que había no pudo ver
está montado sobre una base de madera de teca. ningún jarrón azul o de otro color, ni tienda
alguna donde vendieran tal clase de artículos.
-Con eso basta Mr. Ricks, yo le llevaré el jarrón.
"Sin duda que Cappy se equivocó del nombre de
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la calle, o yo le entendí mal" -dijo- Peck para sí. era en realidad el jarrón que buscaba, dio un
"Voy a hablarle por teléfono para que repita la profundo suspiro de satisfacción.
dirección".
Trató de abrir la puerta, pero estaba cerrada con
Habló a la casa de Mr. Ricks, pero la criada le llave como ya lo suponía de todos modos,
informó que el señor había salido y no sabía ella golpeó con fuerza por si acaso hubiera alguien
a donde se había ido ni a qué hora volvería. adentro que pudiera abrirle -sin resultado.
Entonces Peck regresó a la calle Sutter y la Entonces levantando la vista, vio en la fachada
recorrió de nuevo, por uno y por otro lado, sin de un letrero que decía "Brown'es Art. Shop".
mejor resultado que la primera vez; luego dobló Sin pérdida de tiempo se dirigió al hotel más
sobre una de las calles que cruzaban, caminando cercano echando mano de una guía telefónica
dos cuadras en una dirección y dos en otra, y así empezó a buscar el nombre del bazar susodicho,
continuó recorriendo todas las calles del barrio, sin encontrarlo. En la guía estaban inscritas
sin vislumbrar en ninguna parte el consabido diecinueve personas de apellido Browne.
jarrón azul. No por eso se dio por vencido sino
que emprendió la pesquisa en otra zona
comercial; caminó calles y más calles en todas Entonces pidió en la oficina del hotel un
direcciones sin mejor suerte, y cómo último directorio de los habitantes de la ciudad, en la
recurso, se dirigió a una cuadra aislada de la cuál halló el nombre B. Browne como
calle Post -única que no había recorrido- donde propietario de un bazar de objetos de arte
recordó existían dos o tres pequeñas tiendas. A situado en el establecimiento donde había visto
la última de ellas, notó de pronto en un el jarrón azul, pero sin dar la dirección de su
escaparate un jarrón que al parecer respondía a residencia particular. Inmediatamente cambió
la descripción del que Mr. Ricks quería. Al un dólar por níqueles y dirigiéndose de nuevo al
examinarlo de cerca y convencerse de que ése teléfono empezó a llamar a cuantas personas de
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apellido Browne figuraban a en la guía pero tan sólo para que un sirviente le informara
telefónica de San Francisco. El resultado fue que su amo había ido a comer a la casa de un tal
nulo. Mr. Simon en la vecina población de Mill Valley.
Tres personas de apellido "Simon" parecían
Prosiguió a consultar guías de varias como residentes de Mill Valley y Peck llamó a
poblaciones cercanas donde suelen vivir muchas las tres personas, preguntando cada vez si Mr.
personas que trabajan o tienen sus negocios en Brown estaba allí. A la tercera llamada le
San Francisco, y continuó llamando a cuantos dijeron que sí, preguntándole quién era. Peck
Brownes encontró. Al llamar al último sin mejor dio su nombre, transcurrió un rato de silencio y
éxito, ya le corría el sudor por el cuello. luego oyó esto: “Mr. Brown dice que no conoce a
ningún William Beck, además está comiendo y
Eran ya las seis. Peck volvió al bazar, y mirando no quiere que lo importunen a menos que se
nuevamente el letrero, notó con gran sorpresa trate de un asunto de suma importancia".
que el apellido del nuevo dueño no era
"Browne", sino Brown". Esto hacía necesario que -Dígale que se trata de algo importantísimo y
volviera al hotel para llamar a todos los "B. que mi nombre es William Peck, no Beck".
Browns" que hubiera en la ciudad. Hizo
cambiar un billete de veinte dólares en monedas -¿Deck?.
pequeñas de valor diverso, se dirigió al teléfono,
y de nuevo empezó a llamar a cuantas personas -No! ... ¡Peck! ... ¡Peck! ... ¡P,E,C,K!, llámelo y
de nombre B. Brown había registradas en San dígale que su tienda se está incendiando.
Francisco y de los suburbios.
Un momento después Mr. Brown hablaba
Al cabo de quién sabe cuántas llamadas, dio con sumamente excitado.
la residencia de Mr. Brown exacto que buscaba,
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"¿Es el jefe de bomberos?" -preguntó en voz
entre cortada. (Y después de un momento de silencio mientras
-No, Mr Brown, su tienda no se está quemando, veía el reloj): "es un cuarto para las 7 y el
pero tuve que decir eso para hacerlo venir al próximo tren a San Francisco sale hasta las ocho,
teléfono. Ud. no me conoce, pero en el así es que podré llegar allá antes de las 8:50:
escaparate de su tienda, aquí en San Francisco, además estoy cenando con unos amigos y
ví un jarrón azul que quiero comprar apenas he terminado la sopa".
urgentemente antes de las 7:45. Le ruego que
inmediatamente se venga a abrir el bazar y me -Mr. Brown, a mí todo eso no me importa; ese
venda el jarrón. jarrón azul tengo que llevármelo hoy.

-¡Que demonios!... ¿me está Ud. tomando el pelo -Bien, si no puede aguardar llame por teléfono a
supone que estoy loco?. Mr. Herman Joost, mi encargado que vive en
Chilton Apartaments; el número de su teléfono
-No, Mr. Brown, nada de eso... si alguien está es Prospect 3249; dígale de mi parte que vaya en
loco ese soy yo... estoy loco por el jarrón azul y seguida a abrir el bazar y le venda el jarrón.
como tengo que salir hoy de la ciudad a las 8 Adiós. (Mr. Brown colgó el receptor).
quiero llevármelo ahora mismo.
Peck llamó inmediatamente al número que Mr.
-¿Sabe Ud. lo que vale ese jarrón? Brown le dio y preguntó por Mr. Herman Joost,
la mamá de este caballero contestó manifestando
-No, ni me importa un bledo... yo lo quiero sentía muchísimo que su hijo no estuviera en
cueste lo que cueste. casa, pues había ido a cenar al Country Club.

-"¿Que hora es?... déjeme ver. "¿Cuál Country Club?"


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volvió al hotel. Teniendo una de esas almas que
La buena señora no sabía, así que Peck pidió en no aceptan la derrota fácilmente, volvió a llamar
la oficina del hotel una lista de todos los clubs por teléfono al domicilio de Mr. Joost -Prospect
de San Francisco y alrededores, y comenzó a 3249- y por primera vez la suerte lo favoreció...
llamar por teléfono. Eran ya las 8 y aún no Mr. Joost había regresado. Peck, con voz
había dado con el tal Mr. Joost; en ningún club ansiosa, le informó lo que deseaba y de la orden
lo conocían. que había dado Mr. Brown. El cauteloso Joost
contestó que primero tendría que hablar por
"Estoy perdido" -murmuró Peck- "pero nadie teléfono con Mr. Brown para cerciorarse que si
puede decir que no perdí luchando; el único era cierto, agregando que si Mr. Brown
recurso que me queda es romper esa vidriera confirmaba la orden, él estaría en el bazar antes
con un ladrillo y echar a correr con el jarrón". de las 9.

Acto seguido llamó a un taxímetro, le dijo al Con la impaciencia que es de suponer, Peck lo
chofer que lo guardara a la vuelta de la esquina aguardaba. Finalmente; a las 9:15, Joost se
y le pidió prestado un martillo. Cuando llegó al presentó, acompañado de un policía que por
bazar, encontró un policía parado frente a la precaución había pedido que lo acompañara;
puerta. En vista de eso Peck continuó su camino encendió las luces, abrió la puerta y con gran
sin detenerse; más adelante cruzó al otro lado de cuidado sacó del escaparate el jarrón azul.
la calle y se volvió. Ya era de noche, y al pasar
de nuevo frente al bazar observó un letrero "¿Cuanto vale?" - preguntó Peck.
iluminado sobre la puerta en que el apellido del
propietario no decía "Brown, sino "Browne"! -Dos mil dólares -contestó Joost, tan fríamente
como si hubiera dicho cincuenta centavos.
Peck fue donde el taxímetro lo esperaba y se
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Peck tuvo que reclinarse sobre el mostrador para jarrón todo ese tiempo?.
no caer.
-Sí, y estoy propuesto a llevármelo... hágame el
"¡Dos mil dólares!" -exclamó en una voz y con favor de traerme aquí, al bazar de Mr. Brown, en
un semblante de desesperación. la calle Post cerca de la avenida Grand, los dos
mil dólares; porque yo ya no tengo fuerzas para
(Tenía en el bolsillo diez dólares solamente) ir por ellos.

"¿Acepta Ud. mi cheque Mr. Joost?" -Mi querido Peck -replicó Mr. Skinner
compasivamente- no tengo aquí dos mil
-Yo no lo conozco a Ud. Mr. Peck -respondió dólares... esa es una cantidad demasiado grande
Joost. para llevarla en el bolsillo o guardarla en la casa.

-¿Donde está su teléfono? -Bueno, entonces tenga la bondad de venir al


centro inmediatamente, para abrir la oficina y
Joost condujo a Peck al teléfono y éste llamó a la sacar el dinero de la caja fuerte.
casa de Mr. Skinner.
-Eso no lo puedo hacer, Peck, porque la caja
"¡Mr. Skinner!". -balbuceó Peck- "estoy en un fuerte tiene una convinación que nadie puede
terrible apuro y casi exhausto; conseguí que abrir antes de cierta hora.
abrieran el bazar, pero el jarrón que Mr. Ricks
tanto desea cuesta dos mil dólares, yo entendía Mr. Skinner, hágame favor de venir de todos
que costaba una friolera". modos para que me certifique en alguna parte
donde puedan aceptar mi cheque personal.
-Por tu madre, Peck ¿has estado en busca del
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-¿Tienes suficientes fondos en el banco, Peck?.
-¿Cómo?
Eso puso fin a la conversación y Peck llamó en
seguida a la casa de Mr. Ricks, sabiendo que allí -Aquí en el aeródromo tengo un amigo que con
residía su yerno, el Capitán Peasley. gusto me llevará en su avión a Santa Bárbara.
Afortunadamente lo halló en casa, y Peasley lo
escuchó con bastante amabilidad. -¡Estás loco!

"Peck, es casi increíble que te hayan asignado -Lo sé pero por favor présteme dos mil dólares,
una misión semejante" -dijo el Capitán Peasley. ¿para qué?
"Sigue mi consejo y olvídate del jarrón azul".
-Para comprar el jarrón azul.
-No puedo, -replicó Peck... Mr. Ricks se sentirá
contrariado si no le entrego el jarrón; él se ha -Ahora ya no me cabe duda que está loco...
portado conmigo de manera espléndida y cuando Mr. Ricks supiera que habías pagado
considero un deber ineludible cumplir con este dos mil dólares por ese jarrón, te mandaría al
deseo suyo. manicomio.

-Pero ya es muy tarde, Peck para entregárselo; se -Oiga, Mr. Peasley, ¿no me presta los $2,000.00?
fue en el tren de las 8 y ya son las nueve y
media. -No, Peck; vete a tu casa a dormir y olvídate del
maldito jarrón.
Lo sé, pero si puedo obtener posesión del jarrón,
yo se lo entrego antes de que baje del tren en -Por favor, Mr. Peasley... a Ud. le pueden
Santa Bárbara a las 6 de la mañana. cambiar un cheque porque lo conocen bien y a
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mí no, además es domingo. dólares.

"Bueno" -interrumpió Mr. Joost- "¿vamos a estar "Se lo dejo en prenda" -Peck se apresuró a decir.
aquí toda la noche?". Déme un recibo y cuándo haya cobrado Ud. mi
cheque vendré a redimirlo".
Peck, colgado el receptor, lo miró en actitud de
desafío y le dijo: "¿Es Ud. conocedor de Quince minutos después, con el jarrón azul
diamantes?". cuidadosamente empacado, Peck entraba a
cenar a un restaurant. Al terminar ordenó a un
-Sí, contestó Joost. taxímetro y a toda velocidad se dirigió al
aeródromo. Allí se informó de la residencia de
-¿Me guardaría aquí hasta que vaya al hotel para su amigo aviador, se comunicó con él, y a edia
traer uno? noche ambos y el jarrón azul se perdían en las
nubes, rumbo hacia el sur.
-Sí.
Hora y media más tarde aterrizaron en el valle
William Peck salió cojeando tan aprisa como de salinas, cerca de la vía del ferrocarril; Peck
pudo. Veinte minutos más tarde estaba de descendió y el aviador emprendió el vuelo de
regreso con un anillo de platino que tenía un regreso a San Francisco. Peck corrió hacia la vía
hermoso brillante cercado de zafiros. férrea con un periódico en la mano, y pocos
momentos después, cuándo vio que el tren en
"¿Cuánto cree Ud. que valga ese anillo?" que venía Cappy Ricks se aproximaba, hizo del
periódico una antorcha y empezó a hacer
Joost lo miró con no disimulada admiración y señales con ella en medio de la vía. El tren se
dijo que bien valdría unos dos mil quinientos detuvo, el conductor abrió la puerta de uno de
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los coches para averiguar qué pasaba, y Peck me tropecé con tantas dificultades para poder
metió de un salto. conseguir el jarrón azul que Ud. tanto quería,
que no pude llegar a tiempo a la estación. La
"¿Quién diablos es usted!? preguntó el dirección de la tienda no era la que Ud. me dio;
conductor-" ¿¡Porqué hizo parar el tren!?". tuve que buscarla por todo San Francisco y
llamar por teléfono a todos los "Browns" y
-Porque tengo urgencia de ver a un pasajero que "Brownes" que hay allí en los suburbios, y
aquí viene, en la sección "A" del coche No. 7; yo además, fue imposible conseguir en domingo
le pago mi pasaje. por la noche los dos mil dólares que costaba el
jarrón, pero aquí lo tiene usted, porque le
-¡Ah!, es un señor de baja estatura, de avanzada prometí entregárselo y lo que yo prometo lo
edad, ¿verdad? Antes de partir de San Francisco cumplo".
me preguntó si no había visto a un individuo
con un paquete bajo el brazo. Cappy Ricks miraba a Peck con ojos azorados,
como si lo creyera loco. Luego se echó a reír, lo
Sí, ese individuo soy yo, aquí traigo el paquete hizo tomar asiento, y empezó a referirle que
que no pude entregarle a tiempo... hágame el todas las dificultades con que tropezó habían
favor de llevarme a su sección. sido fraguadas intencionalmente, desde la
dirección equivocada del bazar hasta el precio
Hubo que tocar el timbre varias veces para del jarrón, pues en realidad sólo valía $10.00.
despertar a Cappy Ricks, quién al fin abrió la
puerta, en su bata de noche. Al oír esto, Peck casi se desmayó, pero
rehaciéndose, prorrumpió en tono grave y
"Soy William Peck, Mr. Ricks, perdone que airado:
venga a importunarlo a esta hora, pero es que
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"Mr. Ricks, si no fuera porque es Ud. un hombre
de edad avanzada y porque le debo favores, no "Mi querido Peck, bien sé que lo que hice fue
sé qué le haría por esta broma tan pesada que se cruel, extremadamente cruel, pero tengo que
ha permitido jugarme". confiarte un puesto de tal importancia, que
necesitaba ponerte a prueba para cerciorarme de
Con los ojos húmedos de lágrimas, como quien que podrías desempeñarlo. Por esto te confié la
ha sufrido un terrible desengaño y siente el tarea más ardua que doy a los que necesito para
corazón herido, continuó: los cargos que requieren hombres que nunca se
dan por vencido. Ahora te hago saber, hijo, que
"Mr. Ricks, yo estoy acostumbrado a obedecer en vez de haberme traído un jarrón que vale
órdenes sin ambages, por necias que parezcan... $2,000.00, saldrás de este tren con un puesto de
a cumplir con los cometidos que se me confíen, diez mil dólares al año como gerente de nuestra
con puntualidad si es posible, y si no, tan pronto empresa en Shanghai".
como sea posible. Desde muy joven me
imbuyeron lealtad para mis superiores, pero La sorpresa de Peck no fue menor que la que
ahora realmente me duele que mi estimado jefe había recibido antes, al oír estas palabras, y Mr.
actual haya querido hacer de mí un payaso... Ricks continuó:
burlarse de un fiel servidor. Desde hoy en
adelante puede Ud. mandar a Skinner o a quien "De quince hombres a quienes he dado como
se le dé la gana a vender su abeto apestoso que prueba la entrega del jarrón azul, tú eres el
tanto trabajo me ha costado darle salida". segundo que ha salido vencedor".

Cappy Ricks pasó cariñosamente la mano por la -Gracias, Mr. Ricks, y perdone lo que dije. Haré
cabeza de Peck y dijo: de mi parte todo lo posible para desempeñar mi
cometido en Shanghai a su entera satisfacción.
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-Eso bien lo sé, pero dime, ¿no te viste a punto
de abandonar la empresa al tropezar con tantas
dificultades casi imposibles de salvar?.

-Sí, señor, me entraron deseos de suicidarme


antes de haber llamado por teléfono a cuantos
"Browns" y "Brownes" hay en San Francisco,
pero yo no acostumbro empezar una tarea y
dejarla a medias, especialmente desde que,
estando enfermo una vez en el hospital, y
habiendo casi perdido la esperanza de
restablecerme, un amigo fue a verme y me dijo:
“William, tú no estás tan grave como crees...vas
a vivir muchos años todavía". Yo le contesté que
no lo creía. Entonces mirándome con semblante
serio, agregó: “William Peck no es de los que se
dan por vencidos y va a recuperarse... para
principiar, sonríe".

Desde entonces mi lema para todo lo que


emprendo es: ¡LO HARE!.

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