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SENTENCIA NÚMERO: ciento veinte (120).

Córdoba, veintisiete (27) de abril de dos


mil dieciocho.- Y VISTOS: Estos autos caratulados: “ACOSTA DANIEL HORACIO Y
OTRO C/ BUSTOS, MIRTA LUISA Y OTRO –ORDINARIO – DAÑOS Y
PERJUICIOS – ACCIDENTES DE TRANSITO”, EXPTE. 5575588, traídos a
despacho a los fines de resolver y de los que resulta que a fs. 1/9 comparece el Dr. Ortiz
Diego Rogelio, en el carácter de apoderado de los Sres. Daniel Horacio Acosta y Liliana
Alesandra Cufre, e inicia demanda de daños y perjuicios en contra de la Sra. Mirta
Luisa Bustos, D.N.I.: 10.651.810, en su carácter de titular y/o explotadora de la empresa
que gira bajo el nombre de “RC Contenedores” y de la Municipalidad de Villa Carlos
Paz, pretendiendo el pago de la suma de pesos setecientos dos mil doscientos sesenta y
dos con 14/00 ($ 702.262,14), con más sus intereses legales desde el hecho hasta su
efectivo pago, costas judiciales y honorarios profesionales y costas judiciales, incluído
el art. 104 inc. 5 de la ley 9459, y/o lo que en más o en menos resulte de la prueba a
rendirse, todo ello como consecuencia del accidente sufrido por la hija de sus
mandantes, Nadia Guadalupe Acosta. Expresa que el día martes 05 de julio de 2011,
aproximadamente a las 6.30 hs. de la mañana, la causante Srta. Acosta Nadia Guadalupe
se trasladaba al comando de su motovehículo marca Yamaha Crypton dominio 575-
GRL de forma reglamentaria a velocidad moderada, por calle Alem de la Ciudad de
Villa Carlos Paz, en sentido Sur-Norte haciéndolo sobre el lado derecho de la calzada,
dentro de una faja de un metro a partir de su borde derecho. Que sin que nada lo hiciera
presagiar y apenas habiendo traspuesto la encrucijada que forma la calle Alem con
Esquina Champaquí, embiste con el frente de su motovehículo el contendor de la
empresa de la demandada “RC contenedores”, que estaba ubicado sobre la calzada de
calle Alem a más de 60 cm. del borde derecho de la calzada. Afirma que tal elemento se
transformó en una cosa viciosa y peligrosa ya que no estaba debidamente señalizado ni
pintado externamente de forma tal que su presencia sea visualizada por los usuarios de
la vía pública. Que este impacto le provocó la muerte instantánea a la hija de los actores
por traumatismo craneoencefálico. Aclara que la visibilidad a la hora del accidente era
nula porque no había luz natural y que la fecha de ocurrencia del siniestro era pleno
invierno. Manifiestan que debido a la gravedad del siniestro intervino la policía de la
Provincia de Córdoba labrando las actuaciones sumariales N° 3055/11 que tramitan ante

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la Fiscalía de Instrucción Primer turno de Villa Carlos Paz. En cuanto a la atribución de
responsabilidad, señala que la demandada Sra. Bustos, Mirta Luisa deberá responder de
acuerdo a la responsabilidad objetiva establecida en el art. 1113 del C.Civil al ser titular
de la empresa propietaria del contenedor que se transformó en una cosa riesgosa por la
especial circunstancia en que se encontraba, sin la debida señalización y a más de 60 cm
del borde derecho de la calzada, máxime cuando en la zona donde se produce el
siniestro no había buena iluminación. Que por tal razón se produce la inversión del onus
probandi y el demandado, en tanto dueño o guardián comprometido por el riesgo para
liberarse de imputación debe poner de relieve la culpabilidad ajena u otro factor
eximitorio. Agrega también que el accidente ha ocurrido exclusivamente por las
omisiones en que ha incurrido la Municipalidad de Villa Carlos Paz, ya que la calzada
es un bien del dominio público (art. 2340 inc. 7 C.C.) que se encuentra bajo su guarda y
conservación. Sostiene que, como titular del poder de policía, tiene el deber de controlar
que la vía pública y la calzada no se conviertan en cosas riesgosas y permanezcan en
condiciones tales que las personas puedan transitar por ellas sin peligro, pues el Estado
tiene el deber de atender a la seguridad de sus habitantes. Que el ente Municipal ha
permitido que como consecuencia de la existencia de un contenedor sin señalización
alguna y sobre la calzada a más de 60 cm. del borde derecho, con prácticamente nula
iluminación artificial, la calzada se convirtiera -en esas condiciones- en una cosa
riesgosa (art. 1113 del C.C.) y susceptible de provocar accidentes viales. Solicita el
resarcimiento del rubro daño moral dado que sus mandantes revisten el carácter de
herederos forzosos de la damnificada, en función de lo dispuesto por el art. 1078 del
Cód. Civil. Afirma que el fallecimiento de su hija implica un perjuicio moral y espiritual
irreparable tanto para sus mandantes como para el resto de la familia. Destaca que
quizás sea el más duro padecimiento que pueda enfrentarse en toda la vida de una
persona porque no existen palabras que sugieran la medida de este dolor que se padece.
Que se trata de una situación extrema por el dolor silencioso que trasmite y que no exige
demostración pues se trata de prueba in re ipsa; para su procedencia sólo es necesario la
acreditación de la antijuridicidad del hecho, y la titularidad de la acción. Que la muerte
de la hija produjo en sus mandantes una injustificable angustia, desesperación, miedo y
temor, y también han experimentado desde el momento del accidente alteraciones en el

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sueño que se manifiestan con un temor de encontrarse solos. Manifiesta que desde el
hecho sufren una honda depresión y angustia por la desaparición física de su hija.
Respecto de la cuantificación del rubro, cita jurisprudencia sobre los criterios adoptados
en casos análogos y solicita por este rubro la suma de pesos cuatrocientos mil ($
400.000) para ambos reclamantes, en iguales proporciones. Bajo el título pérdida de
chance, expresa que el siniestro ha privado a los actores de manera innegable de una
chance de ser asistidos económicamente. Afirma que la estimación que se haga sobre el
quantum de la chance no puede agotarse en la consideración de los aportes económicos
que era capaz de producir en vida la hija fallecida, sino que la valoración debe incluir
las contribuciones de apoyo afectivo y asistencial que podía aportar a sus padres. Acude
a la fórmula Marshall para realizar el cálculo y aplica un aleas o chance frustrada del
95% porque –afirma- existía gran certidumbre de realización ya que la Srta. Nadia
Guadalupe Acosta efectuó un aporte hasta antes de su fallecimiento. Que deberá
tomarse como variable en cuanto a los ingresos, el Salario Mínimo Vital y Móvil a la
fecha del siniestro ya que se encontraba trabajando en casas de familia sin registración
laboral. Aclara que destinaba a la asistencia de sus padres el 70% de sus ingresos y
solicita por este rubro la suma de $ 267.702,14. Finalmente, peticiona el pago del daño
emergente futuro. Explica que dada la gravedad del siniestro del cual derivó la muerte
de la hija de sus mandantes y el grave daño psicológico que esta circunstancia les
produjo, deberán realizar en el futuro gastos para tratamiento psicológico desde que el
siniestro les ha generado una severa lesión psicológica que deberá ser tratada por
profesionales de la rama que les permitan superar el duro transe. Solicita la suma de
pesos treinta y cuatro mil quinientos sesenta ($ 34.560) por tal concepto. Formula
reserva del Caso Federal. Cita en garantía a la Compañía de seguros “Liderar Compañía
General de Seguros S.A.” en los términos del art. 118 de la Ley de Seguros, por haber
tomado conocimiento de la existencia de aseguramiento por dichos del accionado.-
Impreso a los presentes el trámite de juicio ordinario (v. fs. 20), a fs. 24 comparece el
Dr. Tomás Aliaga de Zavalía, en el carácter de apoderado de “Liderar Compañía
General de Seguros S.A.”; a fs. 27 comparece los Dres. Juan Esteban Villa (h) y Daría
Alfredo Pérez, en representación del Municipio de Villa Carlos Paz y a fs. 32
comparece la codemandada Sra. Mirta Luisa Bustos. Posteriormente, a fs. 36/38

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contesta la demanda la citada en garantía, a través de su apoderado. Como primera
medida pone de resalto que a la fecha de producción del supuesto accidente, su
mandante no tenía contratada póliza de seguro alguno con la codemandada Sra. Mirta
Luisa Bustos como así tampoco póliza que ampare a la empresa denominada “RC
Contenedores” ni por las actividades que la misma pudiera desarrollar a fin de prestar
sus servicios. Por tal razón, declina la citación en garantía promovida y opone como
defensa de fondo el no seguro, solicitando se rechace la citación y admita la defensa
articulada, con costas al citante. Subsidiariamente, contesta la demanda solicitando su
rechazo, con costas. Niega todos hechos y el derecho invocado por la parte actora en su
escrito introductivo. Niega por no constarle a su representada la plataforma fáctica
señalada en la demanda. Niega que el contenedor haya estado ubicado sobre calle Alem
a 60 cm del borde derecho; que haya sido imposible visualizarlo y advertido; y que la
muerte de la Sra. Acosta haya sido consecuencia de supuestas lesiones
craneoencefálicas. Niega que pueda atribuírsele grado alguno de responsabilidad a la
codemandada Sra. Bustos tanto objetiva como subjetiva por el accidente y que la misma
haya actuado con negligencia, imprudencia o desatención. Niega los rubros pretendidos:
daño moral, pérdida de chance de ayuda económica y daño emergente futuro por
tratamiento psicológico. Finalmente impugna la documental acompañada por los actores
a la demanda, solicitando –en definitiva- el rechazo de la acción con especial
imposición de costas.-
A fs. 45/50 comparece el Dr. Gustavo Ariel Galetto, por la codemandada Sra. Mirta
Luisa Bustos, y contesta la demanda deducida en contra de su representada. En primer
lugar efectúa una negativa general y particular de los hechos invocados por la contraria.
Niega adeudar la suma reclamada de $ 702.262,14 así como la versión del accidente que
relatan los actores y la responsabilidad de su parte en la producción del mismo. A los
fines de brindar una versión de los acontecimientos que debe esclarecerse en la presente
Litis, afirma que sólo son ciertas las afirmaciones de la contraria en orden a la existencia
del accidente, fecha e intervinientes. Explica que el accidente ocurrió de la siguiente
forma: que el día 05 de julio de 2011, aproximadamente a las siete de la mañana, la Sra.
Nadia Guadalupe Acosta circulaba en motocicleta por calle Alem de la Ciudad de
Carlos Paz en sentido Norte-Sur. Recalca que Alem es una calle importante de la

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Ciudad y que cuenta con iluminación artificial, razón por la cual no era una zona oscura
y menos aún, con nula visibilidad. No obstante, expresa que de no ser óptima la
visibilidad porque el horario era de noche, la víctima debió conducirse aún con mayor
atención y cuidado, con las luces encendidas para advertir la presencia de otros
vehículos o personas y para no poner en riesgo su propia seguridad ni la de terceros.
Que la damnificada luego de trasponer la intersección con calle Champaquí, a unos 10
ms. de la esquina, embiste con el frente de su motocicleta un contenedor perteneciente a
su representada que se encontraba correctamente ubicado sobre el costado derecho de
calle Alem, pegado y paralelo al cordón y cumplía con todas las normas reglamentarias
en cuanto a la ubicación y señalización, según la Ordenanza 4946/08 (mod. Por OM
5027/08, 5045/08 y 5078/09). Expresa que estaba debidamente colocado, pintado y con
franjas refractarias, por lo cual es una cosa inerte a la cual no le son aplicables las
disposiciones del art. 1113 del C.C. Que desconoce por qué la Srta. Acosta pudo haber
perdido el control sobre su unidad e impactar directo contra el contenedor. Sostiene que
no existía ningún árbol u obstáculo que impidiera de modo alguno visualizarlo; y que la
calle Alem a esa altura es una larga recta que permite una clara observación a
prolongada distancia. Señala que en vez de ser un contenedor, podría haber sido un
vehículo estacionado, una persona o incluso un niño y las consecuencias hubieran sido
aún más lamentables. Expresa que disiente con los accionantes en cuanto a que la occisa
haya transitado cumpliendo las normas de tránsito, ya que lo hacía sin prestar la debida
atención, sin el dominio sobre la unidad a su cargo, sin carnet habilitante, sin luces
encendidas, sin el casco reglamentario y a excesiva velocidad. Que si ella hubiese
estado atenta, hubiese manejado a velocidad reglamentaria o con el casco colocado, el
hecho no se habría producido. Sostiene que la única responsable de este lamentable
accidente ha sido la Srta. Acosta, razón por la cual la demanda debe ser rechazada, con
especial imposición de costas. Destaca que se configura la hipótesis de culpa de la
víctima por falta de uso de casco protector según lo exige el art. 52 de la Ordenanza
Municipal de Tránsito. Que de haber llevado colocado el casco protector, ninguna
afección habría experimentado, aun cuando se hubiera producido el siniestro. Para el
caso de que se atribuya algún grado de responsabilidad de los demandados en el
accidente, lo cual niega, responde el reclamo específico de cada uno de los rubros

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reclamados, negando su procedencia y alcance. Respecto del daño moral, se opone al
sostener que se ha efectuado una determinación abstracta de la suma sin otro
requerimiento fáctico que el hecho del siniestro y que –tal como se ha planteado- no
existe indicio alguno de razonabilidad en el reclamo ni en su importe. Destaca que los
accionantes no hacen referencia alguna en cuanto a su situación personal, de qué
trabajan, si tienen otros hijos, etc. además que refieren una supuesta edad avanzada
cuando tienen 46 y 44 años, respectivamente. En orden a la pretensión por pérdida de
chance reitera que los actores no han brindado ningún dato personal ni de ellos ni de la
Srta. Acosta; no expresan en qué trabajan, si padecen algún tipo de incapacidad que les
impide trabajar y deban depender de su hija de 20 años. Tampoco refieren si la
damnificada era casada o tenía hijos; no explican hacia dónde se dirigía, si iba a trabajar
o si percibió alguna suma de dinero de alguna aseguradora de riesgo de trabajo. Que lo
pretendido contraría la ley (arts. 265 a 272 del C.C.) pues son los padres quienes deben
colaborar y asistir económicamente a sus hijos, y no a la inversa. Que lo pretendido es
un lucro cesante iure hereditatis que es inadmisible en nuestra legislación. Por ello,
niega que los accionantes padezcan algún tipo de lesión psicológica que funde el rubro
daño emergente futuro y considera que la suma reclamada configura una plus petición
inexcusable. Niega los intereses peticionados e impugna la documental acompañada.
Efectúa reserva del Caso Federal.-
Por su parte, a fs. 61/65, contesta la demanda la codemandada Municipalidad de Villa
Carlos Paz, solicitando su rechazo, con costas. Así, el representante del Ente municipal
niega en forma general y particular todos y cada uno de los hechos y el derecho
invocado que no sea expresamente reconocido. Afirma que en la demanda se imputa
expresamente responsabilidad a su mandante con fundamento en una pretensa conducta
omisiva que consistía en haber permitido la ubicación de un contenedor sin señalización
sobre la calzada, a más de 60 cm. del borde derecho de la calle. Que los actores
sostienen que ese hecho, sumado a la prácticamente nula iluminación artificial,
convirtió al contenedor en una cosa riesgosa. No obstante, niega que tal omisión se
verifique en autos. Manifiesta que el contenedor se encontraba totalmente señalizado y
en perfecta ubicación a no más de 20 cm. del cordón, tal como lo establece la
Ordenanza 4946 y que no constituyó un objeto peligroso por lo cual no corresponde

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atribuir responsabilidad por el riesgo de la cosa (art. 1113 del C.Civil, segunda parte).
Que según el departamento de Licencia de conducir de la Municipalidad de Villa Carlos
Paz, la Srta. Acosta no contaba con licencia habilitante para la conducción de
motocicletas ni de ningún vehículo, lo cual denota que se conducía en inobservancia de
deberes y reglamentos a su cargo. Que la empresa de la Sra. Mirta Luisa Bustos contaba
con la autorización Municipal para instalar volquetes y contenedores, lo cual permite
afirmar categóricamente que su mandante, en su carácter de titular del poder de policía,
cumplía acabadamente con su deber de control de la vía pública. En síntesis, afirma que
la damnificada se conducía a alta velocidad, de manera imprudente, sin casco y sin la
debida diligencia del caso, no cumpliendo ni respetando las ordenanzas vigentes. Que
por tal razón el Municipio no debe responder por cuanto no ha existido responsabilidad
que le pueda ser atribuída. Cita jurisprudencia a favor de su postura. Aún en el caso de
existir algún tipo de responsabilidad de los demandados, expresa que -por imperio del
art. 6 de la O.M. 4946- ella es responsabilidad de la Empresa prestadora del servicio.
Respecto de los rubros y montos reclamados, rechaza dichos ítems por considerarlos
abusivos, excesivos e incoherentes. En cuanto al rubro daño moral entiende –citando al
Dr. LLambías- que por el carácter sancionatorio de la indemnización por daño moral, y
siendo que su representada no es autora de daño alguno, el rubro es improcedente. Sobre
la pretensión de pérdida de chance también expresa su rechazo por carecer dicho
reclamo –según dice- de atisbos de razonabilidad revistiendo el carácter de abusivo y
arbitrario. Niega la ocupación de la damnificada así como que la nombrada prestara
ayuda o fuera a prestarla a sus padres. Por último, también controvierte el rubro daño
emergente futuro, pues niega la existencia de los daños y que le asista derecho a percibir
suma alguna por tal concepto. Ofrece prueba documental.-
En la etapa procesal oportuna, las partes ofrecieron prueba: a fs. 103/105 la actora; a fs.
217/218 la codemandada Municipalidad de Villa Carlos Paz; a fs. 247/248 la
codemandada Mirta Luisa Bustos y a fs. 296/297 la citada en garantía. Agregada a la
causa la prueba ofrecida y diligenciada, a fs. 499/501 presenta alegato la parte
accionante; a fs. 502/509, los apoderados de la demandada Sra. Bustos; a fs. 510/513 la
codemandada Municipalidad de Villa Carlos Paz; y a fs. 514/516, la compañía
aseguradora citada en garantía.-

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Dictado y firme el proveído de autos, queda la presente causa en estado de ser resuelta.-
Y CONSIDERANDO: I) Que los Sres. Daniel Horacio Acosta, DNI 17.372.526 y
Liliana Alesandra Cufre, DNI 18.433.124, por intermedio de su apoderado, inician
demanda de daños y perjuicios en contra de la Sra. Mirta Luisa Bustos, DNI
10.651.810, en su calidad de titular y/o explotadora de la Empresa que gira bajo el
nombre de “RC Contenedores”, y de la Municipalidad de Villa Carlos Paz de esta
Provincia de Córdoba, persiguiendo el cobro de la suma de pesos setecientos dos mil
doscientos sesenta y dos con 14/00 ($ 702.262,14), o lo que en más o en menos resulte
de la prueba a rendirse, con más intereses y costas, en virtud del siniestro que -según
relatan en la escrito inicial- ocurrió el día 5 de julio de 2011, aproximadamente a las
6.30 hs., del cual derivó el fallecimiento de su hija Nadia Guadalupe Acosta. Sostienen
que el deceso se produjo al haber colisionado la nombrada con un contenedor colocado
en la vía pública de modo antirreglamentario y sin la debida señalización por la
Empresa de la demandada. Citan en garantía a la compañía aseguradora “Liderar
Compañía General de Seguros S.A.”.-
Citados los demandados a comparecer, contestar la demanda y en su caso oponer
excepciones o deducir reconvención, comparecen y contestan la demanda en distintas
presentaciones obrantes a fs. 36/38 (citada en garantía), fs. 45/50 (codemandada Sra.
Mirta Luisa Bustos), fs. 61/65 (codemandada Municipalidad de Villa Carlos Paz),
solicitando el rechazo de la demanda con basamento en la existencia de causal
eximitoria de culpa de la víctima, con costas a los actores. A los fines de fundar su
posición desarrollan una serie de argumentos que ya fueron expuestos en los Vistos de
la presente y a los que remito en pro de brevedad. Cabe aclarar que la citada en garantía
“Liderar Compañía General de Seguros”, previo a efectuar la contestación de demanda
opone excepción sustancial basada en la ausencia de seguro contratado entre su
mandante y lo demandado, lo cual –según dice- excluye su responsabilidad derivada del
art. 118 de la ley 17.418.-
En tales términos, queda trabada la litis.-
II) Régimen Legal Aplicable. Como primera medida debemos efectuar una breve
referencia respecto de la ley aplicable al sub examen en función de la entrada en
vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación (Ley 26.994). Conforme lo dispone

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el art. 7 del nuevo ordenamiento, relativo a la eficacia temporal, “A partir de su entrada
en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones y situaciones
jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público,
excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no puede
afectar derechos amparados por garantías constitucionales. Las nuevas leyes
supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de
las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo”. Los
eventuales conflictos que pudieran suscitarse con motivo de la normativa aplicable
deben ser resueltos tomando como punto de partida dos principios rectores: la casi
absoluta irretroactividad de la ley y la necesidad de que la nueva ley tenga inmediata
aplicación a partir de su vigencia. Así entonces, la ley aplicable, ya se trate de una
pretensión de raíz obligacional o de origen extracontractual, será la vigente al momento
de la constitución de la relación jurídica entablada entre las partes.-
El presente juicio refiere a una situación jurídica nacida bajo las normas civiles
fundantes del reclamo impetrado, de allí que corresponda resolver la controversia
conforme las normas vigentes al momento de la consumación de la misma, esto es al
05/07/2011, fecha del acaecimiento del evento dañoso que origina el presente reclamo
judicial.-
Como se ha señalado, si la constitución de la situación jurídica tuvo lugar a partir de un
hecho instantáneo, deberá ser juzgada por la ley vigente al tiempo en que aquél sucedió,
por imperio del principio de irretroactividad de la ley, en tanto “si la situación se
constituyó válidamente bajo el imperio de la ley antigua […], no podrá volverse sobre
el punto, aunque la ley nueva lo regule de manera distinta. Lo contrario significaría
una aplicación retroactiva, totalmente prohibida” (cfr. MOISSET DE ESPANÉS, Luis,
“Irretroactividad de la ley y el nuevo art. 3 (Código Civil) (derecho transitorio)”,
Córdoba, Dirección General de Publicaciones de la UNC, 1976, pág. 23/24).-
Se toma como parámetro de ponderación el concepto de "consumo jurídico",
desarrollado por la jurisprudencia, según el cual "los hechos pasados que agotaron la
virtualidad que les es propia, no pueden ser alcanzados por la nueva ley sin incurrir en
retroactividad, por lo que deben regirse por la ley anterior" (S.C.J.Bs.As. In re
"BARRIENTOS, ANTONIO Y OTROS C/ LA PLATA CEREAL S.A." en LLBA

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1994-285). Cabe aclarar que lo dispuesto es sin perjuicio de la aplicación inmediata del
Cód. Civ. y Com. para las consecuencias que no estuvieren agotadas.-
III) Determinado el régimen legal aplicable y la pretensión indemnizatoria de los
actores, corresponde considerar lo relativo a la legitimación de las partes.-
Sabido es que la legitimatio ad causam es la cualidad emanada por la ley que faculta a
una persona a requerir una sentencia favorable respecto del objeto litigioso, que supone
una identidad entre el sujeto pretensor (el actor) y el titular del derecho cuyo
reconocimiento pretende, como así también entre el sujeto obligado (demandado) frente
al derecho pretendido. La identidad entre el accionado y aquel en contra de quien la ley
efectivamente concede la acción, es una cuestión verificable de oficio por el Tribunal,
independientemente de si fue o no alegada por el interesado, por cuanto la legitimación
pasiva importa simultáneamente una condición de admisibilidad de la acción y un
presupuesto de una sentencia útil.-
En relación a la legitimación activa, accionan los Sres. Daniel Horacio Acosta y Liliana
Alesandra Cufre, en calidad de progenitores de la damnificada, Srta. Nadia Guadalupe
Cufre, lo cual se encuentra acreditado en autos conforme las partidas acompañadas a fs.
182/183. Del evento disvalioso derivó el fallecimiento de la hija de los demandantes,
hecho que no se encuentra controvertido y además se desprende de las constancias del
sumario penal agregado en autos (v. fs. 342 y ss). Siendo ello así, la legitimación de los
padres de la víctima para reclamar la indemnización del daño patrimonial y moral es
clara según lo dispuesto por la ley sustancial (art. 1084/1085 y 1078 del Código Civil,
hoy especialmente recepcionado en los arts. 1741 y 1745 del nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación).-
Respecto de la legitimación pasiva, cabe recordar que los actores reclaman daños
provenientes de la intervención de una cosa que –consideran- se tornó riesgosa en virtud
de una supuesta deficiencia en su colocación y señalización, razón por la cual –en caso
de atribuirse responsabilidad por el suceso- resultará responsable el titular o guardián de
dicha cosa (art. 1113 C.C.). En autos, no se encuentra negada la titularidad del
Emprendimiento comercial relacionado con el alquiler y disposición de contenedores
por parte de la codemandada Sra. Mirta Luisa Bustos. Además, surge acreditada dicha
calidad con las constancias de las habilitaciones municipales para operar en ese ramo (v.

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fs. 57, 170, 274, 388) así como de la documental de fs. 147 y ss de los presentes. Por su
parte, se ha demandado a la Municipalidad de Villa Carlos Paz como titular del poder de
policía que implica –según exponen los pretendientes- el deber de controlar la vía
pública en tanto constituye un bien de dominio público (v. fs. 3 vta.). Más allá de lo que
se resuelva infra en orden a la responsabilidad o no del ente municipal, su legitimación
para ser traída al proceso a los fines de verificar la procedencia de la acción deducida en
su contra, resulta prima facie de la circunstancia de encontrarse acreditado, sin que haya
sido objeto de controversia, el emplazamiento del objeto (contenedor) en la calle Alem,
perteneciente a dicho Municipio de Villa Carlos Paz (v. fotografías y constancias del
sumario penal).-
Ahora bien, respecto de la pretensión de extensión de la condena a la citada en garantía
traída al pleito, “Liderar Compaía General de Seguros S.A”, dicha parte ha cuestionado
la procedencia de su citación e intervención en los presentes, y funda su posición
defensiva en la ausencia de contrato existente entre dicha entidad y la parte demandada.
Volveremos sobre el punto infra.-
Por los fundamentos expuestos tengo por acreditada la legitimación activa y pasiva de
las partes intervinientes en el proceso.-
IV) Responsabilidad por el evento dañoso. Verificada así la legitimación de las partes,
cabe efectuar brevemente el encuadre jurídico antes de ingresar al examen del accidente
ocurrido en autos.-
Sabido es que los presupuestos de la responsabilidad civil por daños son: la
antijuridicidad de la acción u omisión lesiva, el nexo de causalidad, un factor de
atribución o imputabilidad a dicha conducta y la causación de un daño resarcible.
Dichos presupuestos deben ser acreditados en la causa para que nazca la obligación de
indemnizar el perjuicio sufrido.-
A)Responsabilidad del propietario o guardián de la cosa.-
i) Marco legal. En los presentes, nos encontramos frente a un accidente derivado de la
colisión de la motocicleta en que se conducía la hija de los actores, Srta. Nadia
Guadalupe Acosta, y un contenedor que estaba emplazado en la vía pública, en el
sentido de marcha y desplazamiento de la nombrada. Respecto de la constricción por los
daños derivados de la intervención de cosas, prescribe el ARTICULO 1113 “La

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obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que
están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado. En
los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño
hubiere sido causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o
parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por
quien no debe responder. (Párrafo incorporado por art. 1° de la Ley N° 17.711 B.O.
26/4/1968. Vigencia: a partir del 1° de julio de 1968.).”.-
Ahora bien, el objeto contra el cual impactó se trata de una cosa inanimada, inerte que –
en principio- no representa –per se- un riesgo intrínseco o inherente a su propia
naturaleza y destino. Es sabido que las cosas que no ostentan en sí o en particular un
riesgo pueden igualmente transformarse en peligrosas y erigirse en causa fuente de un
daño, en cuyo caso resultará la responsabilidad del dueño o guardián.-
Así, se habla del hecho de la cosa cuando ésta “aún mecánicamente pasiva, ha sido
causalmente activa” y se agrega que “las cosas inertes son causa activa del daño
cuando su anormal posición, situación o ubicación circunstancial, crean la
probabilidad y consecuente previsibilidad de una contingencia dañosa” (conf.
ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde “Doctrina Judicial-Solución de Casos”, Tomo 1,
Ed. Alveroni, pág. 160/161).-
En esta tesitura, referido al carácter de la cosa que interviene en el evento dañoso, se ha
sostenido que “una cosa puede ser riesgosa cuando por sus propias cualidades, el
destino que se le asigne, su estado de presentación, conformación o colocación,
generan la eventualidad, contingencia o proximidad de un daño. Va de suyo entonces
que el carácter inerte de la cosa, no impide valorarla como viciosa o riesgosa. Los
objetos inertes son portadores de un peligro estático y pueden constituirse en dañosos
por lo que habrá que calibrarse en cada caso, la operatividad probable de la cosa en
cuanto elemento generador de daño. (López Mesa y Trigo Represas, Tratado de La
Responsabilidad Civil, tomo III, ed. La Ley, pág. 308)” (citado por Excma. Cámara 5ª.
Civil y Comercial in re “GUALLANES CÉSAR LUIS Y OTRO C/ SUPERIOR
GOBIERNO DE CÓRDOBA - ORDINARIO - DAÑOS Y PERJUICIOS – OTRAS

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FORMAS DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL– RECURSO DE
APELACIÓN” (Expte. N° 1894603/36)”, Sentencia Nº 17 del 26/2/16).-
En esta misma línea, se ha señalado que la responsabilidad por accidentes derivados de
las cosas no exige que las mismas se encuentren en movimiento pues no resulta
relevante el modo con que se haga efectiva la potencia dañosa que encierra la cosa sino
la medida de su contribución causal al evento (conf. ZAVALA DE GONZALEZ,
Matilde “Resarcimiento de Daños-Presupuestos y funciones del Derecho de Daños”,
Tomo 4, Ed. Hammurabi, pág. 599).-
Sin embargo, de la cosa inerte no rige la presunción de causalidad dañosa que deriva de
la participación en el evento de una cosa en movimiento; por ello, la víctima deberá
demostrar no sólo el contacto con la cosa sino también la situación o comportamiento
anormal que la haya tornado en peligrosa o riesgosa, es decir: un obstáculo anormal que
comprometía la seguridad. De manera tal que -en general- podríamos sostener que para
la procedencia de constricción y la consecuente reparación reclamada, además del hecho
del contacto material del vehículo siniestrado con la cosa (contenedor) deberá surgir de
las constancias de la causa que el elemento con el cual impactó la hija de los
demandantes se encontraba en condiciones tales que lo tornaron una cosa riesgosa
(obstáculo al tránsito) en los términos del art. 1113 del C.Civil.-
Ello así, aún cuando –como en el caso- el contenedor sea una cosa inerte, esta
naturaleza del objeto no descarta la aplicación de la teoría del riesgo creado, máxime si
se tiene en cuenta que las reglas de la experiencia indican la gran cantidad de accidentes
como el que nos ocupa que han tenido lugar en nuestra Ciudad e incluso en otros puntos
del país, en situaciones similares. En esta línea se ha expresado que “si el contenedor no
reunía los recaudos mínimos de seguridad exigidos por la reglamentación, producto del
incumplimiento de los deberes impuestos a quienes lucraban con él, podrá poner en
evidencia la existencia de una concreta situación de peligro, perfectamente
encuadrable en el art. 1113 segunda parte del digesto civil” (conf. Excma. Cámara de
Apelaciones en lo Contencioso-Administrativo de Mar del Plata, in re “CASTIGLIONI
CARLOS H. Y OT. C/ MUNICIPALIDAD DE GENERAL PUEYRREDON Y
OTROS S/ PRETENSIÓN INDEMNIZATORIA”, Sent. del 14/8/12 MJ-JU-M-74218-
AR).-

13
En este orden se ha señalado que “la posibilidad de intervención causal de la cosa
inerte es menor que si se tratara de cosas en movimiento. Ello explica que, cuando la
víctima ha sufrido daños que imputa al riesgo o vicio de cosas inertes, es a ella a quien
incumbe demostrar la existencia de riesgo o vicio y la relación causal entre uno y otro”
(conf. Excma. Cámara Segunda Civil y Comercial en autos “LOZADA CHAVES
MARIA JOSE C/ MUNICIPALIDAD DE CORDOBA – ORDINARIO – DAÑOS Y
PERJ.- ACCIDENTES DE TRANSITO” Nº 5320879, Sent. Nº 92 del 6/09/2017, con
cita de la Exma. CSJN, LL 1992-D, 228).-
Por tal motivo, si se acredita que el volquete constituyó una “cosa peligrosa o riesgosa”,
sus dueños o guardianes deberán responder frente a los damnificados salvo que
demuestren la existencia de una causal eximitoria, ya sea culpa de la víctima, de un
tercero o el caso fortuito o fuerza mayor. Frente al daño por riesgo de la cosa, existe una
presunción de responsabilidad que impone al sindicado como responsable la
acreditación de la concurrencia de una causa ajena para exonerarse total o parcialmente
de responsabilidad.-
Cabe aclarar que aún durante la vigencia del art. 1113 del C.Civil, la doctrina
mayoritaria y los precedentes jurisprudenciales ampliaron el alcance de tales eximentes
en el entendimiento que bastaba la comprobación del “hecho de la víctima o del
tercero”, no siendo requerida la demostración de “culpa” en tales agentes para enervar
la presunción legal de causalidad entre el elemento de peligro y el perjuicio. En esta
línea, hoy el art. 1722 del C. Civ. y Com. utiliza el término “causa” y no “culpa” que
fuera utilizado en el art. 1113 del C. Civil. Desde que el factor de atribución en caso de
la teoría del riesgo se basa sólo en la adecuada relación de causalidad, es lógico que los
eximentes que interrumpen el nexo de causalidad como el accionar de la víctima o de un
tercero, se desvinculen del reproche respecto de la conducta del damnificado o del
tercero por quien no se debe responder.-
Por su parte, la demostración de la configuración de cualquier eximente legal debe ser
inequívoca y surgir de manera clara, asertiva, convincente y concluyente, pues se exige
certeza respecto de que el accidente fue provocado por la víctima. Es que la víctima, al
conducirse en una cosa riesgosa, debe hacerlo de tal modo que, con una adecuada
atención al manejo y a las circunstancias de tiempo y lugar en que se desplaza, denote

14
pleno dominio de su vehículo a los fines de evitar cualquier colisión o mitigar sus
consecuencias disvaliosas. Veremos.-
Antes de continuar con el desarrollo del presente, se impone una consideración en
función de lo alegado en la causa respecto del valor del pronunciamiento recaído en
Sede Penal. En autos “ACTUACIONES LABRADAS CON MOTIVO DE LA M.E.D.
DE ACOSTA NADIA GUADALUPE” Expte. Nº 2311205 se resolvió “Archivar las
presentes actuaciones caratuladas “Actuaciones labradas con motivo de la M.E.D. de
Acosta Nadia Guadalupe” (Expte. Nº 2311205) por no encuadrar el hecho denunciado
en figura penal alguna conforme lo normado por el art. 334 segundo supuesto del
CPP”. (v. resolución de fecha 16/6/15, fs. 436/437). Respecto de la relación entre la
acción civil y la acción penal en este supuesto especial que nos ocupa, recuérdese que lo
resuelto en Sede Penal no obsta a la determinación de constricción civil. En esta línea se
ha dicho que “puede que en sede penal se declare que el hecho existió, pero que no
constituye delito. En tal caso, la resolución del juez no impide que el juez civil pueda
declarar la responsabilidad por daños en esta Sede” (conf. PIZARRO-VALLESPINOS
“Tratado de Responsabilidad Civil”, Tomo III, Parte Especial y Acciones de
Responsabilidad Civil, Ed. Rubinzal-Culzoni, pág. 648).-
No obstante esta conclusión, sí considero que resulta posible y necesario merituar la
prueba que se ha producido en dicha instancia penal y que obra incorporada en este
expediente porque fue ofrecida y diligenciada por las partes.-
ii) Plataforma fáctica. Mecánica del hecho. Análisis de la responsabilidad en el
evento.-
Expuesto el marco teórico del caso, corresponde ahora determinar la plataforma fáctica
y la mecánica del siniestro traído a estudio, para luego analizar la responsabilidad
derivada del evento así como la existencia y extensión de los daños invocados en la
demanda.-
Los accionantes, al entablar la demanda, indican que “El día martes 05 de julio de 2011,
aproximadamente a las 6.30 hs. de la mañana, la causante Srta. Acosta Nadia
Guadalupe se trasladaba al comando de su motovehículo marca Yamaha Crypton
dominio 575-GRL de forma reglamentaria a velocidad moderada, por calle Alem de la
Ciudad de Villa Carlos Paz, en sentido Sur-Norte haciéndolo sobre el lado derecho de

15
la calzada, dentro de una faja de un metro a partir del borde derecho de la calzada. Sin
que nada lo hiciera presagiar y apenas habiendo traspuesto la encrucijada que forma
la calle Alem con Esquina Champaquí, embiste con el frente de su motovehículo el
contendor de la empresa de la demandada “RC contenedores”, que estaba ubicado
sobre la calzada de calle Alem a más de 60 cm. del borde derecho de la calzada, el cual
se transformó en una cosa viciosa y peligrosa ya que no estaba debidamente señalizado
ni pintados externamente de forma tal que su presencia sea visualizada por los usuarios
de la vía pública. Que este impacto le provocó la muerte instantánea de la hija de los
actores por traumatismo craneoencefálico….que la visibilidad al momento a la hora
del accidente era nula ya que a la fecha de ocurrencia del siniestro era pleno invierno y
a la hora del accidente no había luz natural.” (v. fs. 2 vta./3).-
Por su parte, los demandados y citada en garantía –respectivamente- si bien coinciden
en cuanto a la efectiva producción del hecho el día indicado y en la hora aproximada
que fuera denunciada por los actores, disienten con la pretensión en cuanto a la
atribución de responsabilidad por el luctuoso evento. En efecto, plantean que la colisión
tuvo como única causa fuente la conducta de la víctima fatal del evento, Nadia
Guadalupe Acosta, quien –según dicen- se conducía en el motovehículo sin licencia o
carnet de conducir, sin el casco reglamentario, sin luces y a velocidad excesiva, lo cual
denota su falta de diligencia, cuidado y pleno dominio de la unidad que manejaba.
Tampoco ha sido controvertido y surge probado en autos, que el objeto contra el cual
impactó la nombrada (contenedor) pertenecía a la demandada Sra. Mirta Luisa Bustos,
la cual se encontraba habilitada por la Municipalidad respectiva para operar con tales
elementos (v. documental de fs. 57, 170, 274, 388 así como el expediente administrativo
que corre agregado a fs.147/177 que refiere a la accionada como contribuyente Nº 27-
10651810-1). Por el contrario, sí controvierten los demandados el hecho de que el
contenedor haya revestido el carácter de un objeto peligroso desde que –afirman- se
encontraba colocado de modo reglamentario (sobre el costado derecho de calle Alem,
pegado y paralelo al cordón, a no más de 20cm. del borde) y contaba con la debida
señalización así como la habilitación municipal correspondiente otorgada a la Empresa
de la demandada.-

16
Así planteada la cuestión y luego de un pormenorizado estudio de las probanzas
reunidas en la causa, entiendo –adelantando opinión- que en la especie nos encontramos
ante un supuesto de responsabilidad concurrente, ya que se ha comprobado la
configuración de “concausas” derivadas tanto de la utilización por parte de la
demandada de una cosa que resultó riesgosa o peligrosa, cuanto de la conducta de la
víctima, siendo que ambas circunstancias han actuado de modo conjunto para la
producción del fatal evento, aunque con distinta incidencia en cada caso. Doy razones.-
a)El objeto contra el cual se produce la colisión. El contenedor de la Empresa de la
demandada Sra. Mirta Luisa Bustos: Como primera medida, debemos recalar en el
objeto que fue embestido por la víctima fatal a los fines de dilucidar –conforme se
explicitó al establecer el marco teórico de la presente- si dicho elemento actuó como un
“obstáculo anormal” en el tránsito y generó –por ende- una situación de peligro por
configurar una cosa riesgosa o peligrosa para la circulación.-
En esta tesitura, recordemos que el contenedor es una cosa inanimada, definida
normativamente como un “depósito transitorio de escombros, tierra u otros residuos no
orgánicos, provenientes de la construcción, demolición, refacción, etc. de obras
públicas o privadas para su posterior retiro y traslado a los lugares destinados al
efecto, para su vuelco o compactación”, según lo dispone la Ordenanza aludida por los
demandados, Nº 4946 del 27/5/08, modif. por Ord.Nº 5027 del 17/11/08, 5045 del
2/12/08 y 5078 del 19/1/09, vigente en la Ciudad de Villa Carlos Paz. Conforme este
precepto municipal, se encuentra autorizado el uso de la vía pública para la instalación
de tales elementos (volquetes o contenedores), bajo la condición de que la persona física
o jurídica que los tiene a su cargo posea la habilitación correspondiente y dichos objetos
cumplan con las previsiones normativas. Existe constancia de que la demandada Sra.
Bustos, Mirta Luisa se encontraba habilitada para realizar la explotación del servicio de
contenedores en la fecha del siniestro, conforme lo informado por la Municipalidad de
Villa Carlos Paz (v. fs. 274 y fs. 388) y no hay controversia respecto de la propiedad del
objeto por parte de la accionada. Ahora bien, en lo que aquí nos interesa, es decir, para
juzgar si en la emergencia el objeto colocado por la demandada constituyó una cosa
riesgosa o peligrosa para el tránsito, debemos recalar en dos aspectos: por un lado, en el

17
emplazamiento o colocación de tal elemento; y por el otro, en la señalización o
señalamiento con los que debía contar para denotar su presencia y evitar accidentes.-
Respecto a las condiciones de colocación, la norma referenciada dispone que deben “ser
ubicados sobre la calzada, en forma paralela al cordón de la vereda, a 20 cm. del
mismo. Si la vereda es amplia, pueden ser ubicados en la misma, de manera
excepcional, siempre y cuando no imposibiliten el tránsito peatonal, en forma paralela
al cordón, sin que exceda el límite de este, frente a la propiedad de la persona que
contrató el servicio” (inc. 1, art. 4), y que “2. Deben estar a 10 metros de distancia
aproximadamente de las paradas de transporte urbano. 3. Los volquetes o contenedores
se ubican en los lugares de estacionamiento permitido para vehículos en General…”
(inc. 2 y 3, art. 4).-
Conforme se desprende de la prueba rendida en la causa, estimo que –contrariamente a
lo sostenido por los actores en su demanda- no se ha acreditado que al momento de ser
embestido por la Srta. Nadia G. Acosta, el contenedor se encontrara ubicado en
infracción a la normativa legal antes referenciada. Por el contrario, surge que se hallaba
colocado sobre la vía pública, en la calle Alem de la Ciudad de Villa Carlos Paz y que el
mismo estaba unos centímetros desplazado en su costado izquierdo, lo cual se trataría de
una desviación producida como consecuencia de la fuerte colisión (v. fotografías
obrantes en el sumario penal, fs. 414 y fs. 42/43). Tal circunstancia surge de la prueba
rendida en autos, pues en el informe expedido por la Municipalidad de Villa Carlos Paz
se deja constancia que sobre “…calle Leandro Alem en el tramo comprendido entre las
calles Champaquí e Int. García a la fecha solicitada estaba permitido estacionar sobre
la vereda Este.” (v. fs. 272), es decir que el contenedor cumplía con la exigencia de la
Ordenanza aludida en cuanto exige que la ubicación de tales elementos se realice en
lugares donde se permite el estacionamiento de los vehículos en general; lo cual
coincide con la respuesta Nº 2 de los puntos de la actora, brindada por el perito oficial a
fs. 466 vta.). Asimismo cabe tener en cuenta lo dictaminado por dicho perito a fs. 468,
al responder a la pregunta siete referida al lugar en que se encontraba emplazado este
elemento; allí se afirma que considera que “la ubicación del mencionado contenedor
era correcta”, para lo cual se basa en el croquis scopométrico que forma parte del
sumario prevencional. Más adelante señala el experto que la motocicleta embistió al

18
objeto aproximadamente a una distancia entre 1,00 y 1,2 m.del cordón de la vereda al
mencionado contenedor, “siendo probable que lo haya podido mover unos escasos
centímetros, del extremo izquierdo, cayendo el motociclo y su tripulante contra el piso
de la calzada” (v. respuesta fs. 469 vta.). De este modo reitera lo expresado en la
respuesta b) de los puntos de pericia requeridos por la demandada Municipalidad de
Villa Carlos Paz, donde aclara que (el contenedor) a raíz del impacto de la motocicleta
habría experimentado un movimiento de giro en el sentido de las agujas del reloj, hasta
que su ángulo trasero derecho hizo tope contra el cordón de la vereda (v. fs. 468 vta.).-
Sobre el punto cabe recordar que -en la generalidad de los casos- resulta relevante la
opinión que brinda el perito mecánico oficial en su informe. Ello es así en tanto y en
cuanto se trata de un medio probatorio trascendental que le proporciona al juzgador
conocimientos especializados sobre determinada materia, ante la falta de saberes
técnicos específicos de su parte respecto del objeto de pericia. Por tal razón, aún cuando
la pericia oficial no es vinculante para el juez, si el dictamen aparece fundado, una
elemental razón de prudencia jurisdiccional impide apartarse de sus conclusiones, en
tanto no se les oponga algún elemento de juicio de equivalente jerarquía (cfr. ZAVALA
DE GONZALEZ, Matilde. “Resarcimiento de Daños. Daños a los Automotores”.
Editorial Hammurabi SRL, Buenos Aires, 1989, pág. 44). En virtud de lo antes
expuesto, estimo que no se ha acreditado en autos que el contenedor de propiedad de la
accionada se encontrase mal ubicado en la vía pública, descartando –entonces- uno de
los posibles condicionantes para la caracterización de la cosa inerte como un objeto
peligroso o riesgoso para el tránsito.-
Por otra parte, respecto de las condiciones de señalización, según el art. 3, inc. 2, los
volquetes o contenedores deben estar pintados con colores que cada empresa elija para
identificar aquellos que son de su propiedad. Asimismo agrega el inc. 4 “Los volquetes
o contenedores, deben estar pintados con pintura reflectante o con adhesivos reflectivos
en todos sus vértices superiores y en todos los extremos de la parte media de las cuatro
caras externas, con el objetivo de ser fácilmente identificables en horario diurno y
nocturno” (v. modif. por OM 5078, 2009). Despejada la posibilidad de una eventual
mala colocación o emplazamiento del contenedor, es precisamente sobre este punto

19
donde se debe recalar para dilucidar si es dable caracterizar a la cosa como un elemento
riesgoso o peligroso.-
Los actores sostienen que no se encontraba con la debida señalización a lo cual se suma
–según dice- la ausencia de adecuada iluminación en la zona donde se produjo el
siniestro. A su turno, los demandados niegan dicha circunstancia y sostienen que la cosa
contaba con todos los elementos exigidos reglamentariamente para tener por cumplida
la obligación de señalamiento.-
Así planteada la controversia, debemos analizar las medidas de prueba reunidas en
autos. En esta línea, contamos con la prueba pericial oficial en la cual se concluye que la
“falta de señalización nocturna eficiente en el contenedor” es la causa que motivó el
accidente (v. f. 467). Para arribar a tal aserto, que ha sido enfáticamente contradicho por
la parte demandada al alegar, afirmó el experto que tomó en consideración lo señalado
por el Cabo Héctor Mariano Brizuela, comisionado policial interviniente, quien refirió
que el contenedor se encontraba sin bandas refractarias y con pintura precaria. Explicita
el perito que inspeccionó el lugar del hecho pero obviamente el contenedor ya no se
encontraba en ese lugar y que tanto la motocicleta como el contenedor protagonistas del
accidente de tránsito no fueron puestos a su disposición (v. respuesta h) a los puntos
solicitados por la demandada, fs. 472). Luego, ante el pedido de aclaración del
dictamen, en este punto el perito reiteró su referencia a la declaración efectuada por el
agente policial que tomó parte inmediatamente después del accidente (v. fs. 484), es
decir, no agregó nada nuevo respecto de su primigenia presentación.-
Como ya señalé, el dictamen pericial ha sido impugnado por la parte demandada, la
cual expresa que al acudir a la pericia se pretende que las conclusiones se apoyen en
bases científicas, objetivas y concretas, y aclara “siempre que ello pueda resultar
procedente conforme las características de la causa” (v. fs. 503 vta.). Pues bien,
precisamente en virtud de esta referencia, cabe advertir que por las especiales
circunstancias que surgen de esta causa y sobre todo ante la ausencia de posibilidad de
que el experto verifique por sí mismo el elemento peritado, debió acudir a otras
constancias para apoyar su labor. En este orden, sólo contaba con lo obrado en el
expediente de marras, de allí que no quepa descalificar –sin más- sus apreciaciones por
el hecho de haber acudido a lo referenciado por uno de los testigos más próximos al

20
hecho disvalioso. Nótese que aún cuando nos apartásemos del dictamen en este punto
porque –hipotéticamente y a favor de la posición de la demandada- considerásemos que
dicha pericia no aporta ningún elemento científico sobre el punto de la señalización, a
los fines de resolver la causa debemos recurrir a los demás elementos que obran en el
proceso, dentro de los cuales se encuentra precisamente el testimonio sobre el que se
asienta el perito en su responde. Sobre el punto se advierte que la parte propietaria del
elemento cuestionado tampoco ha ofrecido prueba eficaz para desvirtuar esta conclusión
y dar plena certeza respecto de la condición de señalización suficiente de la cosa “al
momento mismo del suceso” (v.gr. acta de constatación; pericia en disidencia, etc.).-
Destaco como punto esencial del razonamiento que la ponderación debe –
necesariamente- realizarse en el contexto del momento y el lugar en que se desarrolló el
accidente.-
Conforme estas líneas, siendo la labor del sentenciante la de reconstruir in abstracto el
contexto en que se desarrollaron los hechos a los fines de dilucidar la atribución de
responsabilidad por el evento, no es dable prescindir de las circunstancias de tiempo y
lugar que rodearon al accidente. Sobre la tarea del juez se ha señalado que “el
sentenciante debe expresar los fundamentos por los cuales ha considerado que los
hechos invocados por las partes resultan acreditados según criterios objetivos y
racionalmente controlables. Es fácil advertir las enormes dificultades de dicha labor
jurisdiccional. En primer lugar, por los diversos impedimentos que implica reconstruir
situaciones pasadas, pues los instrumentos probatorios, con el devenir del tiempo, se
irán haciendo cada vez más difícil y menos eficaces en su realidad y en su fuerza de
convicción. Y en segundo lugar, en cuanto a la aplicación de las normas jurídicas en la
especie…” (conf. MASCIOTRA, Mario “Poderes-Deberes del Juez en el proceso
Civil”, Ed. Astrea, pág. 36). A ello se suma, que la merituación del material probatorio
reunido en la causa debe realizarse en conjunto y de modo global, conforme la sana
crítica racional, contraponiendo los distintos elementos para luego extraer una adecuada
conclusión respecto del hecho que se analiza (conf. VARELA, Casimiro A. “Valoración
de la prueba”, Ed. Astrea, pág. 106).-
Cierto es que –como lo expresa la demandada- el experto no se ha pronunciado respecto
de las fotografías que corren agregadas a fs. 42/43. Tampoco en este punto considero

21
que el acudir a tales elementos probatorios se pueda variar la circunstancia –a mi juicio,
acreditada por otras pruebas distintas a la pericia- de que el contenedor no se encontraba
“suficientemente” señalizado de modo que permitiera su detección en horas de escasa o
nula visibilidad. En este orden, la reglamentación aludida por la propia demandada y
aplicable al sub lite conforme lo ya expuesto, requiere como condición de los elementos
de señalización para considerarlos adecuados que sean “fácilmente identificables en
horario diurno y nocturno” (v. O.M. 4946 del 27/5/08, modif. por Ord.Nº 5027 del
17/11/08, 5045 del 2/12/08 y 5078 del 19/1/09, el subrayado me pertenece).-
Destaco que las fotografías que menciona la accionada han sido tomadas a plena luz del
día, lo cual denota que cualquier apreciación que se realice de las mismas será muy
distinta de cómo fue concretamente distinguido “en horas de luz reducida o nula”. Aún
así, tales piezas demuestran precariedad en el señalamiento, sobre todo en la parte
superior del objeto donde no se advierte –como requiere la normativa- pintura o
adhesivos reflectivos en todos sus vértices superiores. Además, no surgen fotografías
del contenedor tomadas en el momento preciso de la colisión ni tampoco tenemos
posibilidad de acudir al relato de la protagonista el evento por la desgraciada
consecuencia fatal del mismo. De allí que sólo podemos enderezar nuestros esfuerzos
para desentrañar la eficacia convictiva que pueda derivarse de aquellos elementos que
nos brinden mayor certeza respecto de las verdaderas y concretas circunstancias que
rodearon al hecho. Siempre –reitero- procurando reproducir accidente con la mayor
fidelidad posible.-
Si bien es cierto que tanto el policía que declaró en el Sumario Penal como el testigo del
expediente de marras no son sujetos versados técnicamente como para determinar si la
pintura que poseía el contenedor era o no refractaria, lo cual tampoco podría ser
afirmado por la suscripta porque se trata de una calificación que no podría inferirse de
una mera observación a las fotografías de la causa, considero que esos testimonios sí
brindan –por lo menos- un claro indicio de que la señalización no era “suficiente”.
Suficiente para ser vista en condiciones de conducción en horas de la madrugada (6.30
aproximadamente), en temporada invernal (05/7/2011), con escasa iluminación artificial
y prácticamente ninguna iluminación natural; suficiente para ser advertida en una calle

22
con una pendiente destacada por el perito y que surge fácilmente de la observación de
las constancias de fs. 412.-
Es decir, que aún prescindiendo de lo señalado por el experto y en el mejor de los casos,
concordando con la demandada en que alguna señalización tenía el objeto, lo cierto es
que en momentos coetáneos al suceso, quienes tuvieron oportunidad de tomar contacto
con el evento en modo más próximo y fidedigno, han afirmado que “Se observa a unos
metros aproximadamente siete, de la intersección de Alem esquina Campaquí, ubicado
sobre calle Alem, sobre la mano que circula en sentido Sur-Norte, un contenedor de
color blanco y amarillo con letras color rojas con la inscripción “contendedores
Aguirre” 420300, con un número de habilitación municipal; 2751, que mide tres metros
de largo por uno y medio metros de ancho por uno y medio metro de alto aproximado,
sin bandas refractarias” (v. Acta de Inspección ocular realizada por el Cabo Brizuela
Héctor Mariano, a fs. 345); “…Que el dicente observa sobre calle Alem un contenedor
de basura color blanco con amarillo y letras rojas sin bandas refractarias con la
pintura precaria…” (v. declaración testimonial del Cabo Brizuela, Héctor Mariano,
recepcionada por el Sr. Ayudante Fiscal, el mismo día del hecho a las 8.04 hs., fs. 343).
A su turno, el testigo Sr. Félix Sergio Guzmán señaló al prestar declaración y ante la
pregunta que inquiría si vio el contenedor con el cual chocó la víctima, que “si lo vio
cuando se llegó estaba cruzado sobre calle Alem, lo que noto que estaba cruzado y que
el contenedor no tenía bandas refractarias, esta muy viejo, como muy usado y estaba
cruzado, que no sabe porque…” (v. fs. 315, todo lo resaltado me pertenece).-
Respecto de la valoración de tales testimonios referenciados, cabe puntualizar que el
testimonio rendido en sede penal reviste especial relevancia en estos casos donde no
existe testigo presencial del hecho propiamente dicho, pues su aporte se ve avalado por
dos circunstancias: por un lado, la ocupación del testigo como empleado de la Policía de
Córdoba, agente comisionado a servicios en la patrulla preventiva; por otro lado, es un
testigo “próximo” al hecho en virtud del momento en que se produjo su arribo al lugar
del accidente. Además, su declaración fue prestada ante autoridad competente y con
inmediación temporal respecto del suceso (el accidente habría sido a las 6.30
aproximadamente y el testimonio fue tomado a las 8.04 hs., según surge de fs. 343),

23
surgiendo del testimonio que declara en base a acontecimientos que ha percibido por sus
sentidos.-
Como ya lo he señalado en otras oportunidades, el magistrado deberá valorar el mérito
de los testimonios presentados para lo cual cuenta con un campo de libertad de criterio.
En esta tesitura se ha sostenido que “nuestro legislador otorga al juez civil, laboral,
penal, etc. un amplísimo campo de libertad de criterio, para valorar el mérito de los
testimonios, así haya varios, de acuerdo con el hecho y las circunstancias de tiempo,
modo y lugar en que ocurrió, pero le exige tener en cuenta las explicaciones que cada
uno dé sobre la manera cómo pudo tener conocimiento de los hechos y sobre estos
mismos” (conf. DEVIS ECHANDIA, Hernando “Compendio de la Prueba judicial”,
Tomo II, Ed. Rubinzal-Culzoni, pág. 42).-
Respecto del testimonio rendido por el Sr. Guzmán en esta causa civil, entiendo que su
declaración resulta clara y segura frente a las distintas preguntas que le fueron
formuladas, no advierto contradicciones y tampoco ánimo de beneficiar o perjudicar a
alguna de las partes, pues la narración de lo que observó y también de cómo pudo
acceder a dicho conocimiento surge verosímil y armónica. La mera circunstancia de que
el testigo haya afirmado conocer a la parte actora, no conlleva –sin más- la
descalificación de sus dichos, aún cuando impone un análisis más riguroso. Para ello se
deberá profundizar en la declaración y recalar en las razones que invoca, teniendo en
cuenta la eventualidad de circunstancias subjetivas u objetivas que puedan incidir en su
relato y la probabilidad de efectiva ocurrencia del hecho tal como lo refiere. En este
sentido, se ha sostenido que existe razón suficiente para creer en la sinceridad del
testimonio de las personas capaces y que no estén en situación que haga sospechar su
imparcialidad, siempre que por las circunstancias de tiempo, modo y lugar aparezca que
hayan podido tener conocimiento de los hechos que narran (DEVIS ECHANDIA,
“Teoría General de la Prueba”, 5ta. Ed., 1981, T. 2, p. 87). Por otro lado, debe
repararse además en que habiendo comparecido los demandados a la audiencia
testimonial por intermedio de sus apoderados, no se formuló cuestionamiento alguno a
la presencia de los testigos en el lugar del accidente y no se ha articulado impugnación
(v.gr. incidente de inidoneidad de testigos, art. 314 del CPCC.), más allá de la
valoración que se efectúa en la etapa discursoria (v. fs. 503).-

24
Evidentemente si quienes arribaron al lugar del siniestro en una época muy cercana al
acaecimiento del suceso, pudieron apreciar que el contenedor tenía pintura precaria, que
no tenía los elementos refractarios, que era vetusto, ello nos lleva a concluir que en
idéntica situación pudo encontrarse la víctima. Máxime si –como ya expresé- no
podemos desentendernos de las condiciones de tiempo y lugar en que se desarrolló el
evento, siendo que, aún cuando la damnificada se habría conducido con las luces del
ciclomotor encendidas, tal como surge de la testimonial del Cabo Brizuela (v. fs. 343
vta.), surge probada la escasa visibilidad existente.-
Esta última aseveración nos lleva a efectuar una especial referencia a las “condiciones
de tiempo y lugar” en que se produjo el evento. No existe discrepancia y está
demostrado en autos que el accidente acaeció en horas muy tempranas de la mañana y
que –por tratarse de la época invernal- se asimilaba a encontrarse circulando de noche.
La calzada estaba seca, sin presencia de áridos ni líquidos y poseía una pendiente
ascendente del 10% (v. fs. 469/vta.). Sobre la visibilidad el testigo Sr. Guzmán, Félix S.
afirmó que “el accidente fue a la mañana y que él llegó cuando habrían pasado 10 o 15
minutos, que serían como las 7 hs. de la mañana, que no recuerda con precisión. Que
cuando llegó la policía ya estaba en el lugar, que no dejaban pasar…Que no se veía
bien el lugar porque estaba oscuro y que como no lo dejaron pasar se fue” (v. fs. 314
vta.). Más adelante, agrega cuando se le pregunta si había luz natural o era de noche que
“ya lo contestó, que estaba oscuro que estaba por amanecer, estaba oscurito” (v.
respuesta sexta, fs. 315); y luego, consultado si en el lugar existen luces artificiales dijo
que “no lo sabe, que estaba oscuro, que intuye porque estaba oscuro, pero si había
alguna luminaria estaba quemado el foco pero no lo sabe” (v. fs. 315 vta.). Descartada
la existencia de luz natural se advierte que tampoco existía buena iluminación artificial
en la arteria. Así también, en sentido similar, lo expresó el Cabo Brizuela en
oportunidad de declarar en el Sumario Penal: que en el lugar había poca iluminación
artificial, muy tenue y no había luz natural (v. fs. 343 vta.). Asimismo, en las fotografías
no se aprecia la existencia de ningún poste de alumbrado público sobre el contenedor (v.
fs. 412). A fs. 372 obra constancia de declaración testimonial en Sede penal del Sr.
Miguel Alejandro Pereyra, empleado de la Municipalidad de Carlos Paz, quien refiere
ante la autoridad judicial que llegó al lugar del accidente luego de su producción; que

25
observó una ambulancia del AMI realizando las reanimaciones correspondientes a una
mujer joven la que se encontraba de cúbito dorsal, que aparentemente estaría sin signos
vitales. Afirmó el declarante que “dicha intersección posee una iluminación muy tenue,
que se encuentra un foco de iluminación sobre la calle Alem y otro foco sobre la calle
Champaquí, que a la hora del accidente la iluminación era escasa y oscura, que dicha
arteria no está señalizada, que no se observa forestación alguna en el lugar”, lo cual
reitera más adelante en su relato (lo resaltado me pertenece). De igual modo confirma el
dicente que la sensación térmica era muy fría, ya que había caído una helada pero que
no se observaba agua en la carpeta asfáltica (v. fs. 372 vta.).
De allí que –conforme lo antes analizado- no podemos considerar que cualquier
señalización que invoque la demandada como que poseía el obstáculo haya sido
“fácilmente perceptible” como lo requiere la normativa. De todo lo antes analizado se
infiere que no era sencilla ni fácil su visualización y por tal razón, el contenedor
constituyó en ese momento particular de circulación un “obstáculo anormal al tránsito”.
Ello surge del modo en que se han desarrollado los acontecimientos, de las
circunstancias de tiempo y lugar que rodearon al hecho, y teniendo en cuenta las
máximas de la experiencia que indican que si hubiera existido la correcta y pertinente
señalización que le permitieran reaccionar frente al emplazamiento del objeto en su
línea de marcha, la damnificada -aún por acto reflejo- podría haber siquiera intentado
eludir la colisión, lo cual no surge de autos (no hay huellas de frenada, por ejemplo, v.
fs. 372 vta.).-
Resta puntualizar en esta línea de razonamiento que la caracterización del objeto como
un obstáculo anormal en el tránsito por su deficiente señalización nocturna impone
responsabilidad en cabeza de la propietaria de la cosa (arg. art. 1113 del C.Civil).
Resulta indudable que la sola circunstancia que la demandada haya contado con
habilitación municipalidad para el desarrollo y explotación del rubro de servicio de
contenedores (conf. certificado de habilitación Nº 00002751, 00002785, 00004745, de
los que da cuenta el informe de fs. 388), no la exime de arbitrar todas las acciones que
se encuentren a su alcance y que imponen la naturaleza y las características de las cosas
de las que se vale, para prestar tal servicio de modo regular y evitar la producción de
cualquier daño.-

26
Esta actuación requerida a la demandada, quien debía enderezar sus esfuerzos
materiales y personales tendientes a la prevención de eventuales daños a terceros
derivados de la utilización y colocación de objetos en la vía pública, en la actualidad se
encuentra especialmente considerada a partir del reconocimiento normativo derivado de
la recepción legal de la función preventiva por el art. 1710 del Cód.Civ. y Com.. El
dispositivo prescribe: “Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en
cuanto de ella dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de
buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la
magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le
reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo”.-
De este dispositivo se desprende que todos los miembros de la sociedad soportan el
imperativo de prevenir daños; se encuentran constreñidos a no dañar, a impedir
perjuicios de procedencia ajena y a realizar acciones para que no aumenten los
eventuales perjuicios sufridos. Ese deber de prevención que recae en todos los
miembros de la comunidad, con mayor razón se debe exigir y colocar en cabeza de
determinados sujetos. Es decir, aquellas personas que –como la demandada- realizan
actividades comerciales y prestan servicios que dependen de la utilización de bienes o
cosas que por su propia naturaleza, aún cuando se pueden sindicar como objetos inertes
e innanimados, guardan una potencialidad peligrosa que se actualizará al encontrarse
mal emplazados o insuficientemente señalizados, como en el caso de marras.-
En este contexto, la actividad desarrollada por la parte demandada encuadra dentro del
concepto amplio de actividad riesgosa, hoy expresamente recogido en el nuevo Código
Civil y Comercial como fuente de responsabilidad objetiva (art. 1757). En este sentido
se ha sostenido que “atento que la demandada se dedicaba profesionalmente al alquiler
de receptáculos, resultaba exigible que su personal estuviera capacitado para controlar
si el lugar donde se colocaba el mismo reunía las condiciones necesarias para evitar
que se convirtiera en una trampa mortal. De no ser así debía tomar medidas
adicionales de seguridad para evitar siniestros” (conf. Excma. Cámara Quinta Civil y
Comercial en autos “LOYOLA EDGIDIO NICOLAS Y OTRO / PABLO J. MARTON

27
SRL – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. ACCIDENTE DE TRANSITO – RECURSO
DE APELACION”, Expte. N° 5127003, Sentencia N° 60, 24/5/17; lo subrayado me
pertenece). En el supuesto de autos, no sólo surge la precariedad y deficiente
señalización, sino que no se ha acreditado la existencia de ninguna medida adicional de
seguridad respecto del objeto contundente colocado en la vía pública.-
No es posible cohonestar una actitud que implique una desatención de las eventuales
consecuencias dañosas que es dable prever respecto de su actividad. Así, recordemos lo
prescripto por el art. 902 del Código Velezano, según el cual “Cuando mayor sea el
deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor será la
obligación que resulte de las consecuencias posibles de los hechos.”. Ello así, la
demandada no puede desconocer la entidad y naturaleza de la cosa que ha colocado en
la vía pública porque se dedica de modo profesional al alquiler de dichos contenedores.
Se trata de un objeto grande, de estructura rígida, de material sólido como es el
cemento, en este caso. Por tal razón se exige que –en todos los casos- se efectúe un
correcto emplazamiento y que se extremen los recaudos desde un obrar diligente y
riguroso para hacerlo visible tanto en condiciones de plena luz como en horas nocturnas
donde la visibilidad es escasa, o –a veces- nula (conf. Ordenanza Municipal Nº 4946 y
sus modifs.).-
Reitero, no basta contar con habilitación para operar ni poseer una flota de elementos
que quizás en sus orígenes tuvieron un “debido señalamiento”, sino que se debe
asegurar que tal condición de seguridad se mantenga en todo momento. Esta exigencia
tiende a evitar que constituyan “obstáculos anormales” a las contingencias del tránsito y
se erijan en fuente de serios daños. Nótese que por las características de tales objetos,
las consecuencias derivadas de las colisiones, tal como ha sucedido en los presentes,
muchas veces han sido muy graves e irreparables desde el punto de vista de la vida
humana. Este último detalle –que no es menor- y ha sido advertido en el caso sub
estudio, respecto de la insuficiente señalización del contenedor para resultar
“fácilmente” avistado en condiciones adversas de luminosidad (v.gr. a tempranas horas
de la mañana y en época invernal) aparece como claramente demostrativo de la
fundabilidad de la constricción a la parte demandada.-

28
b)La conducta de la víctima, Srta. Nadia Guadalupe Acosta: Afirman los demandados
que la conducta de la víctima ha sido la causa determinante del lamentable evento.
Fundan tal aserto en la circunstancia que –según dicen- la nombrada se trasladaba sin
contar con licencia de conducir, sin usar el casco protector y a excesiva velocidad.-
Tras analizar de modo exhaustivo la causa, entiendo que surge de las características del
caso que -en este supuesto particular que nos ocupa- la conducta de la víctima ha
contribuido a la producción de la coalisión y a la fatalidad del resultado dañoso. Aún
cuando haya concluido líneas antes que el contenedor colocado por la parte demandada
en la vía pública no se encontraba suficientemente señalizado para ser fácilmente
advertido en condiciones adversas de luminosidad lo cual determina de modo prístino la
contribución causal de la cosa riesgosa en el evento, no puedo desconocer que la
damnificada conducía un vehículo riesgoso y estructuralmente vulnerable al cual le
había impreso una mayor velocidad que la reglamentaria, en horas de escasa visibilidad,
sin poseer la habilitación municipal correspondiente y sin la debida protección. Todos
estos elementos que caracterizan la actuación de la víctima en el momento de la colisión
imponen considerar que existió responsabilidad de la nombrada en el fatídico suceso.
Doy razones.-
De las constancias del sumario penal agregado a la causa surge el informe médico de
policía judicial del cual se desprende que no se detectó la presencia de alcohol ni drogas
psicoactivas en la sangre analizada de la Srta. Nadia G. Acosta (v. fs. 434). También se
advierte que el vehículo siniestrado estaba inscripto a nombre de la víctima desde el
22/9/2010 (v. fs. 384) pero –efectivamente, tal como lo denuncian los accionados- la
víctima no contaba al momento del suceso con carnet de conducir expedido por el
organismo pertinente, conforme ha sido informado a fs. 58 y 277. Por otro lado,
tampoco llevaba colocado el casco protector. Esta última circunstancia surge de los
testimonios recabados en sede penal. En efecto, a fs. 343 vta., el cabo Brizuela, Héctor
Mariano declara que al llegar al lugar del evento observa detrás del contenedor que
había una mujer recostada en la carpeta asfáltica. Expresa que “entre las piernas de ésta
se observa una motocicleta marca Yamaha modelo Cryton dominio 575 BGL color
negra, que se observa en el lugar un casco de color negro el cual está ubicado a la
izquierda del contenedor sobre la carpeta asfáltica a unos 4 pasos de la motocicleta,

29
que en el lugar había mucha sangre la cual aparentemente salía de la cabeza de la
femenina”. En sentido coincidente se explaya el testigo Sr. Miguel Alejandro Pereyra,
quien afirma a fs. 372 que “la joven mujer habría impactado en el costado izquierdo de
dicho contenedor, quedando arriba de la motocicleta, su cuerpo recostado en la
carpeta asfáltica sin poder movilizarse, que el dicente observó el casco color negro
estaba a unos dos metros de la joven, que dicho casco no tenía roturas, o
rayaduras…”.-
Probadas las dos circunstancias antes referenciadas: ausencia de licencia de conducir y
casco protector, cabe tener presente –asimismo- que el tipo de vehículo en que se
conducía la Srta. Acosta (motocicleta) carece de estructura de protección alguna para
sus pasajeros, además de poseer una estabilidad precaria. Por ello, su utilización
conlleva un riesgo que suele denominarse “riesgo pasivo de la cosa” por la
vulnerabilidad estructural que posee. Este dato real concreto en cuanto a la naturaleza
del vehículo escogido para la circulación implica que el conductor de un motociclo debe
–necesariamente- adoptar mayores precauciones que otros sujetos que transitan en la vía
pública (v.gr. los propios automovilistas), puesto que es el principal sujeto expuesto a
los eventuales daños. Recientemente sobre el punto se ha señalado que “El riesgo o
vicio de la cosa implica un consumo de seguridad y las motos no sólo consumen la
seguridad de los demás, sino que también consumen la seguridad de sus propios
ocupantes, o sea que tienen un riesgo intrínseco o riesgo pasivo de la cosa” (conf.
CNC, Sala B, autos “PLISICH MORENO GLORIA C/ GOMEZ CLAUDIO A. Y
OTROS DAÑOS Y PERJUICIOS”, 3/10/06, citado por Excma. Cámara 2ª. Civil y
Comercial en autos “LOZADA CHAVES MARIA JOSE C/ MUNICIPALIDAD DE
CORDOBA – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. ACCIDENTES DE TRANSITO”
Expte. N° 5320879, Sentencia N° 92 del 6/09/17).-
Es sabido que –en principio- ambas conductas señaladas (falta de casco y licencia)
constituyen faltas o infracciones administrativas que generan sanciones de igual
naturaleza y que no se erigen –directamente- en un factor de imputación de
responsabilidad, aunque puedan valorarse como un serio indicio respecto de la impericia
o negligencia en la conducción. Así se ha dicho que “La sola falta de carnet (rectius:
carné) habilitante para la conducción así como la violación de las normas de las

30
ordenanzas del tránsito, por sí sola no acarrea culpa y consiguiente responsabilidad
sino que debe existir una causa adecuada entre tales violaciones y el hecho dañoso;
pero sí que se presume la culpa del conductor que viola las ordenanzas del tránsito”
(Conf. Excma. Cám.1aCC y Minería San Juan, junio 21 ­ 983, “LUND, ERNESTO E.
C. SALVA, ONOFRE Y OTROS”, ED, 107­217). En esta tesitura, se deben ponderar
las circunstancias que rodearon el caso concreto para determinar la real incidencia que
tales omisiones pudieron haber tenido en el evento dañoso, y si han actuado como
variables que potenciaron el perjuicio sufrido (conf. PIZARRO-VALLESPINOS
“Tratado de Responsabilidad Civil”, Tomo II, Parte Especial, Ed. Rubinzal-Culzoni,
pág. 372 vta.).-
Si bien como dije se trata de faltas administrativas, lo cierto es que la existencia de
licencia de conducir procura constatar que los conductores poseen las condiciones
físicas así como el conocimiento necesario para asegurar una correcta conducción. Es
conocido que para el otorgamiento de la licencia referenciada se realiza entrevista
médica al interesado así como pruebas oculares y también tests o cuestionarios para
establecer que el solicitante posee –efectivamente- las nociones viales apropiadas para
transitar. Esta ausencia del carnet respectivo genera una fuerte presunción de culpa en
cabeza de la víctima porque permite concluir que el tremendo suceso pudo –en alguna
medida- obedecer a la carencia de ciertas destrezas, habilidades o experiencia para
sortear los eventuales obstáculos, aún anormales, que pudieran presentarse en la
circulación. A esta posibilidad contribuye el hecho de que se encuentra demostrado que
la damnificada no habría realizado maniobras evasivas o intento de frenado, según surge
de las constancias del sumario penal. Aún cuando la presunción aludida es iuris tantum,
dicho indicio no ha sido desvirtuado de manera alguna. Es decir, no se ha acreditado
que pese a la ausencia de habilitación por el organismo adecuado, la damnificada
contara con buena condición de salud porque gozaba de adecuado sentido de la vista,
reflejos, etc. y que se haya sabido conducirse con pericia y destreza a la hora de circular
el vehículo siniestrado.-
Adviértase que no se está exigiendo a la víctima un exceso de prudencia sino que –por
el contrario- resulta normal que si la conductora se disponía a transitar por la vía pública
a horas donde la visión es escasa, equiparándose a la luz nocturna, porque se trataba de

31
época invernal, asumiera una conducta de precaución y cuidado, asegurándose de contar
con los elementos habilitantes para la conducción así como para su protección adecuada
(casco protector). Este descuido de su propia seguridad no puede obrar en detrimento de
la parte demandada, pues implica que ha sido la misma damnificada quien se ha
colocado en una situación de agravamiento del riesgo normal que significa la
circulación en una cosa riesgosa (motocicleta). Asimismo –reitero- si tenemos en cuenta
las circunstancias de tiempo, modo y lugar en que se desarrolló el hecho, existe un claro
y serio indicio de que la víctima no habría podido mantener el dominio de la unidad que
piloteaba, tal como lo destacan los accionados en las distintas presentaciones.-
Esta última referencia nos lleva a ponderar otro elemento que ha sido señalado por los
demandados como un ítem que agudizó la peligrosidad de la conducta con que se
conducía la damnificada, esto es: la velocidad de circulación. En esta línea he de
advertir que se imponen las mismas consideraciones que realicé líneas atrás respecto del
necesario análisis de las circunstancias de tiempo y lugar que rodearon el accidente, las
cuales deben –igualmente- ser merituadas en esta oportunidad para determinar la
incidencia causal de la actuación de la víctima en el evento. En el punto relativo a la
velocidad en que transitaba la Srta. Nadia Guadalupe Acosta, el perito oficial afirma que
no ha tenido a la vista la motocicleta para su inspección y que tampoco conoce el peso
total del contenedor, por tal razón no puede determinar la velocidad con la que circulaba
la motocicleta cuando se produjo el choque (v. fs. 470 vta.). Luego aclara en respuesta a
otra pregunta que si bien no es posible determinar con precisión la velocidad con que
circulaba, partiendo del estudio de los daños materiales que se ven reflejados a fs. 369,
orden de conocimiento general y análisis empírico científico, la velocidad de impacto
no fue menor de 40 km/h (v. fs. 471 vta., respuesta f). Asimismo, obra en la causa otro
dato respecto de la variable “velocidad” sobre el cual se apoya la estrategia defensiva de
los demandados cuando refieren que la víctima habría infringido el límite reglamentario,
esto es: las constancias del informe de fs. 272, según el cual “en las intersecciones
urbanas sin semáforo, ni señales de prioridad; la velocidad precautoria nunca será
superior a 30 km/h”.-
Ahora bien, es de resaltar que según estos datos aportados como prueba en la causa, aún
cuando no es dable concluir que la víctima se hubiera conducido a una velocidad

32
“excesiva” respecto de la informada y teniendo en cuenta que –en rigor- la colisión no
se produjo en la intersección de las calles Alem y Champaquí, sino cuando la Srta.
Acosta ya había traspuesto dicha encrucijada, sí podemos sostener que la mayor
velocidad impresa (no menos de 40 km/h, según señala el perito) implicó una
disminución en las posibilidades de dominio de la unidad e influyó en la violencia del
impacto.-
Otro componente a valorar es la característica de la calle Alem por la cual transitaba la
damnificada. Como surge de autos (v. pericia y fotografías, fs. 469 y 412,
respectivamente), la acera tenía una pendiente del 10%, lo cual tiene virtualidad en
cuanto a la velocidad impresa a los fines de sortear la subida, así como también respecto
de la visión de cualquier obstáculo existente (aún cuando se conducía con las luces
encendidas, v. fs. 343 vta.). En efecto, el perito señala que “este plano ascendente limita
aún más las condiciones de visibilidad” (v. fs. 469, respuesta e) al cuestionario de la
codemandada Municipalidad de Villa Carlos Paz). Ello así, la circulación en horas de
visibilidad reducida y en una pendiente debió realizarse con el mayor cuidado y
previsión, con atención al manejo y a tales circunstancias de tiempo y lugar porque la
existencia de obstáculos en el tránsito se trata de una contingencia que debe ser prevista
por los conductores. Esta exigencia de prudencia y destreza en el manejo se fundan en la
necesidad de contar en todo momento con el dominio de la situación, y en este caso
particular, podría haber evitado -de alguna manera- el fatal siniestro.-
En virtud de todos estos elementos, a los que se suma la falta de utilización del casco
protector, considero que en el sublite la conducta ha tenido gravitación en la producción
y alcance del daño sufrido por la Srta. Nadia G. Acosta. En efecto, no puedo desconocer
que el fallecimiento obedeció, según las conclusiones arribadas por los médicos
actuantes en Sede Penal (Informe Nº 1180080, Cooperación Nº 394852, fs. 411), a un
“traumatismo craneoencefálico que lesiona órganos vitales”. Al respecto, la
jurisprudencia ha sostenido que “la ausencia del casco protector por los motociclistas -
el que brinda dos protecciones simultáneas, ya que distribuye las fuerzas concentradas
sobre la cabeza y distribuye la energía del impacto-, constituye una infracción
reglamentaria, que según las circunstancias, puede guardar relación causal con el
agravamiento del daño sufrido por la víctima” (CCiv. y Com., Azul Sala 2ª, 9/3/2000,

33
“Miñaur de Sabathie c/ Trucco, Inés” JA, 2002-IV-síntesis; citado en “Repertorio de
Jurisprudencia sobre accidente de tránsito” Otero- Ríos Becker- Puebla- Russo, Ed. Ad.
Hoc- Buenos Aires 2009, pág. 204-).-
Es verdad que en muchos casos la circunstancia de que la víctima porte o no el casco
protector puede no tener incidencia en la mecánica del hecho (v. gr. Lesiones sufridas
en la muñeca, conf. Cámara 4ª. de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Córdoba,
“RODRIGUEZ, EDUARDO C/ GALLO, ELSIDE”, 12.05.2005). Sin embargo,
entiendo que existen otros supuestos como el presente, en los cuales esta conducta de la
víctima (ausencia de protección) no es una variable aislada sino que se une a otras
infracciones comprobadas. En efecto, la falta de licencia de conducir que acredite las
adecuadas condiciones físicas (agudeza visual, reflejos, etc.) así como conocimientos y
destreza en la conducción; y el desplazamiento a una velocidad superior a la
reglamentariamente prevista en condiciones adversas de visibilidad y en una calle con
pendiente, denotan su contribución causal al accidente. Así, en un supuesta fáctico
similar al que nos ocupa, se ha resuelto que “…encontrándose acreditada en autos la
existencia del pozo en la línea de marcha del vehículo, el cual además se encontraba
"oculto" por la presencia de agua, la imputación de responsabilidad a ambas
codemandadas resulta, a todas luces, acertado, pero no es menos cierto que las
infracciones desplegadas por el actor y su acompañante, en particular la ausencia de
casco -más aún cuando el desenlace mortal se debió a un "traumatismo
craneoencefálico"-, han tenido incidencia causal en el resultado final del accidente.”;
“Tal incidencia causal relevante -como acertadamente lo pone de manifiesto el
recurrente- luce incontrastable, ni bien se advierte que el deceso acaeció, precisamente,
por la lesión encéfalo craneana sufrida, de donde la ausencia de protección de esta
extremidad ha jugado indudablemente algún papel en la producción del daño”. (conf.
Excma. SCJBA, C. 111.721, "M. , J. J. Y OTRO C/ ADMINISTRACIÓN GENERAL
DE OBRAS SANITARIAS, MINISTERIO DE OBRAS PÚBLICAS DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES Y OTRA. DAÑOS Y PERJUICIOS", 30/9/14, del
voto de los Dres. Negri y Hitters, respectivamente. Lo destacado me pertenece).-
Esta conclusión no se ve conmovida por lo manifestado por el experto a fs. 471 vta.
frente a una pregunta de la demandada cuando explica que “aún con el casco colocado

34
se habrían producido severas lesiones craneoencefálicas que le habrían podido
producir la muerte”. En efecto, el perito luego aclara en la ampliación de pericia que
conforme lo dictaminado respecto de la velocidad en que circulaba al producirse el
impacto, la occisa impactó con su cabeza contra el referido obstáculo con una velocidad
superior al límite de 6,7 m/seg. determinado en los ensayos prácticos de CESVI
Argentina S.A. respecto de los cascos homologados. Bien entendida, esta apreciación
del experto que recalca la violencia de la colisión, no hace sino reforzar lo antes
expuesto respecto de las infracciones en que incurrió la damnificada, las cuales –unidas-
han funcionado en la emergencia como un determinante fatal de contribución al
resultado disvalioso. No es la sola ausencia de casco lo que provocó el luctuoso
desenlace, sino que –reitero- se suma a tal descuido de protección adecuada, la
presunción de falta de pericia en la conducción que le permitiese sortear el obstáculo en
su marcha; porque no contaba con carnet habilitante y porque circulaba a una velocidad
superior a la permitida, lo cual provocó un violento choque con el objeto contundente,
tal como lo describe el perito oficial (v. fs. 483 vta.).-
Como ya lo adelantara líneas atrás, el desarrollo de los acontecimientos conforme ha
quedado acreditado en la causa me lleva a sostener que tampoco puede juzgarse –como
pretenden los demandados- que la conducta de la víctima haya sido la que generó “en
forma exclusiva” el accidente, sino que debe concluirse que tanto su accionar como las
especiales características que presentaba el “contenedor” en cuanto a su deficiente
señalización, que lo transformaron en la emergencia en una “cosa riesgosa”, han
contribuido a la generación de los daños cuya indemnización reclaman los actores.-
Si bien comúnmente se habla de “culpas concurrentes”, como ya fuera expuesto líneas
atrás, en realidad debe hablarse de “causas concurrentes”, pues el hecho de la víctima
reduce la responsabilidad del demandado así no sea culpable y, además, la
responsabilidad de este último puede fundarse en un factor objetivo de atribución. En
este orden de ideas se ha pronunciado nuestro Máximo Tribunal Provincial al sostener
que “En caso de culpas concurrentes, denominado más propiamente de concurrencia
causal, ambas conductas – la de la víctima y la del demandado- convergen en la
producción del siniestro y, por ello, el último responderá sólo en la medida en que
contribuyó al daño, mientras que la proporción restante será soportada por el

35
perjudicado” (conf. EXCMO. TSJ, SALA PENAL, 01-09-00, “BDE”; La Ley Cba.,
2001-793). También en este orden se prestigiosa doctrina ha señalado que “Existe culpa
concurrente cuando en la causación del perjuicio ha participado no sólo un
determinado sujeto sino también el propio damnificado. Es decir, existe contribución
causal parcial de la víctima, cuya incidencia debe valorarse para reducir el monto
indemnizatorio” (conf. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde. “Resarcimiento de
Daños. Tomo IV: Presupuestos y funciones del Derecho de Daños”. Editorial
Hammurabi SRL, Buenos Aires, 1999, pág. 387).-
Si la incidencia de la conducta de la víctima es –como en este caso- sólo parcial, debe
considerarse que el daño es producto de la interferencia de dos corrientes causales
distintas, existiendo lo que se denomina concurrencia de causas o concausas. La
responsabilidad del dueño o guardián de la cosa riesgosa debe ser reducida en función
de la incidencia que tuvo el hecho de la víctima en la producción de los detrimentos
(conf. PIZARRO-VALLESPINOS, “Tratado de Responsabilidad Civil”, Tomo I, Parte
General, Ed. Rubinzal-Culzoni, pág. 500). Así, en casos como el de autos en los que el
hecho o la situación de la víctima ha contribuido al resultado dañoso, la constricción del
demandado se ve consecuentemente reducida y sólo deberá responder en la medida en
que la cosa de su propiedad o cuidado contribuyó causalmente al resultado; en la
proporción restante, el daño debe ser soportado por el perjudicado o sus derecho
habientes; es decir, queda sin resarcir.-
Al resolver un precedente cuya plataforma fáctica es similar a la presente se ha señalado
que “deviene tarea del magistrado merituar en que medida cada una de estas causas
incidió en que el siniestro se produjera” (conf. Excma. Cámara Quinta Civil y
Comercial en autos “LOYOLA EDGIDIO NICOLAS Y OTRO / PABLO J. MARTON
SRL – ORDINARIO – DAÑOS Y P17ERJ. ACCIDENTE DE TRANSITO –
RECURSO DE APELACION”, Expte. N° 5127003, Sentencia N° 60, 24/5/17). En el
sublite, en relación a la aptitud de cada concausa para producir el resultado dañoso, es
decir, al grado de aporte causal por parte de la víctima y de la parte demandada,
entiendo, en base a los argumentos expuestos y las pruebas obrantes en autos, que
corresponde distribuir la responsabilidad y en ese sentido, la parte demandada deberá
responder en un 70% respecto de las consecuencias disvaliosas. Ello desde que su

36
responsabilidad objetiva se impone en virtud de la utilización de una cosa altamente
peligrosa para el tránsito por deficiencia en la señalización; en tanto, en el 30% restante
se estima la incidencia causal del accionar de la víctima en el evento disvalioso por su
falta de destreza y prudencia en la circulación según las circunstancia de tiempo, modo
y lugar del accidente. En consecuencia, cabe atribuir a la demandada el 70% de la
responsabilidad mientras que la víctima resulta responsable en el 30%, lo cual se
traslada al deber de reparar los daños. Así decido.-
B) Responsabilidad de la Municipalidad Villa Carlos Paz.-
La demanda se dirige igualmente en contra de la Municipalidad de Villa Carlos Paz.
Expresan los actores que el accidente ha ocurrido por las omisiones en que ha incurrido
el Ente Municipal ya que la calzada es un bien de dominio público (art. 2340 inc. 7º del
CC) que se encuentra bajo su guarda y conservación. Que debió controlar que la vía
pública y las calzadas no se conviertan en cosas riesgosas (v. fs. 3 vta.). A su turno, la
codemandada niega su responsabilidad por el evento y señala que el contenedor se
encontraba señalizado y en perfecta ubicación, razón por la cual no constituyó un objeto
peligroso. Además destaca que la demandada contaba con autorización Municipal para
instalar volquetes y contenedores, lo cual permite afirmar –según dice- que su parte, en
el carácter de titular del poder de policía cumplía acabadamente con su deber de control
de la vía pública. Finalmente, sostiene que se configura en la especie la hipótesis de
culpa de la víctima, quien se conducía en inobservancia de los deberes y reglamentos a
su cargo. Afirma que de existir algún tipo de responsabilidad, por imperio del art. 6 de
la Ordenanza Nº 4946, dicha responsabilidad recae sobre la Empresa habilitada (v. fs.
62/63 vta.).-
Así planteada la cuestión y en el entendimiento que –como ya se expresó en anteriores
líneas- se trata de un supuesto de concurrencia de causas generadoras del hecho, en
cuyo resultado gravitó tanto el riesgo de la cosa derivado de su deficiente señalización
cuanto la conducta de la víctima, -entiendo- la Municipalidad demandada resulta
también responsable del infortunio por haber incurrido en omisión en sus deberes de
control y vigilancia. La inacción estatal se considera causante del daño porque la
conducta exigible y de la cual se abstuvo, se enmarca en el ejercicio de potestades
administrativas.-

37
Lo atinente a la responsabilidad del Estado por las consecuencias de sus hechos o actos
de omisión o abstención encuentran basamento en lo dispuesto por el art. 1074 del
C.Civil. Así se ha sostenido que “la omisión aparece en relación causal con el daño
cuando la acción esperada a la que estaba normalmente obligado el Estado hubiera
evitado probablemente el resultado dañoso, es decir, cuando el acto que debió
realizarse hubiera tenido incidencia directa en la producción del resultado dañoso”
(conf. Cám.Civ. y Com.San Isidro, Sala 1ª., en autos “VARGAS PABLO C/ CLUB
NAUTICO HACOAJ S/DAÑOS Y PERJUICIOS” del 1/9/98). Y en otro precedente
local se expresó que “La clave para determinar la falta de servicio y,
consecuentemente, la procedencia de la responsabilidad estatal por un acto omisivo, se
encuentra en la configuración o no de una omisión antijurídica. Esta última se perfila
sólo cuando sea razonable esperar que el Estado actúe en determinado sentido para
evitar los daños en la persona o en los bienes de los particulares... la configuración de
dicha omisión antijurídica requiere que el Estado o sus entidades incumplan una
obligación legal expresa o implícita (art. 1074, CC), tal como son las vinculadas con el
ejercicio de la policía administrativa, incumplimiento que pueda hallarse impuesto
también por otras fuentes jurígenas –v gr., la costumbre y los principios generales del
Derecho” (conf. Excma. Cámara Octava de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
Córdoba, en autos “KALCHER JAVIER EDUARDO C/ MUNICIPALIDAD DE
VILLA ALLENDE – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. ACCIDENTES DE
TRANSITO”, Expte. N° 1997919/36, Sentencia N° 93 del 22/07/2014).-
Pero además cabe tener presente lo dispuesto por el art. 1112 del C.Civil “Los hechos y
las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no
cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que le están impuestas,
son comprendidos en las disposiciones de este título”. En este sentido se ha sostenido
que los conflictos originados en dicha circunstancia, ponen en juego la responsabilidad
extracontractual del Estado, que se compromete en forma directa, ya que la actividad de
sus órganos realizada para el desenvolvimiento de sus fines ha de ser considerada propia
de aquél, quien debe responder de modo principal y directo por las consecuencias
dañosas de que son causadas por su actividad (conf. Excma. CSJN en autos “JORGE
FERNANDO VADELL C/ PROVINCIA DE BUENOS AIRES”, del 18/12/1984).-

38
Se trata de una falta de servicio por omisión o abstención de actuar, por inobservancia
de un deber jurídico determinado a cargo del Estado que tiene su fundamento en una
concreta obligación preexistente de proveer a la seguridad de la población. Según el
Alto Cuerpo Nacional, esa responsabilidad basada en la falta de servicio y definida por
dicha Corte como una violación frente a las obligaciones de servicio regular, entraña
una apreciación en concreto que toma en cuenta la naturaleza de la actividad, los medios
de que dispone el servicio, el lazo que une a la víctima con el servicio y el grado de
previsibilidad del daño (CSJN, Fallos: 321:1124).-
Pues bien, es claro que resulta una atribución inherente a la Municipalidad estar a cargo
de la vialidad pública a los fines de proteger el bienestar general, de allí que la omisión
incurrida en el cumplimiento de las obligaciones que le competen impone la asunción
de responsabilidad en tal medida.-
Reitero, esta omisión que se le endilga configuraba un deber de la codemandada; es
decir, el de mantener la calzada en condiciones de circulación segura, por derivación del
poder de policía del que se ha desentendido; y –también- porque se trata de un bien de
dominio público.-
Así, entiendo que esta constricción encuentra fundamento en el “poder de policía” del
Municipio, en tanto titular de prerrogativas para asegurar el bien común. Se ha señalado
que el poder de policía consiste en “…la potestad jurídica en cuya virtud el Estado, con
el fin de asegurar la libertad, la moralidad, la salud y el bienestar general de los
habitantes impone, por medio de la ley y de conformidad con los principios
constitucionales, limitaciones razonables al ejercicio de los derechos individuales. De
ahí que deba admitirse que el Estado está facultado para intervenir, por vía de
reglamentación, en el ejercicio de ciertas actividades a efectos de restringirlo o
encauzarlo en la medida en que lo exijan la defensa y el afianzamiento de la salud, la
moral o el orden público” (conf. Excma. Cámara Sexta de Apelaciones de Córdoba en
autos “LASCANO OVIDIO CARLOS C/ MUNICIPALIDAD DE CORDOBA –
ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. – ACCIDENTES DE TRANSITO”, Expte. N°
466874/36, Sentencia N° 79 del 03/7/2014).-
Por otro lado, la responsabilidad se funda en el carácter de propietaria de los bienes de
dominio público (art. 2340 inc. 7 del C.Civil) lo cual exige asumir la obligación de

39
asegurar la transitabilidad de las calles, sin riesgos para la comunidad. En efecto, se ha
dicho que “La Municipalidad, en su calidad de propietaria de las calles destinadas al
uso del dominio público, tiene la obligación de asegurar que las mismas, tengan un
mínimo y razonable estado de conservación, atento pueden tornarse riesgosas, no sólo
por vicio propio o mal estado, sino también por situaciones, que si bien no hacen a su
naturaleza intrínseca, si lo hacen a su estado de funcionamiento” (conf. Juzgado en lo
Contencioso-Administrativo N° 1, Gral. San Martin, en autos “MENDEZ HORACIO
EZEQUIEL C/ VOLQUETES UROM SH INTEGRADA POR OMAR H. S/
PRETENSION INDEMNIZATORIA”, 19/12/2012).-
El cumplimiento de esta conducta esperada no ha sido acreditado por la Municipalidad
de Villa Carlos Paz. Por el contrario, he concluido que el elemento colocado en la acera,
sobre calle Alem, en la vía de marcha de la damnificada, si bien se encontraba
correctamente ubicado, no contaba con la suficiente señalización que le permitiera a la
víctima advertir su presencia en condiciones adversas de luminosidad, aún circulando
con las luces encendidas; es decir: constituyó un “obstáculo anormal” del tránsito en la
vía pública.-
Refiere la demandada que obsta su responsabilidad la circunstancia de encontrarse la
demandada Sra. Bustos habilitada para la colocación de volquetes y contenedores. No
comparto tal conclusión, desde que la existencia de habilitación municipal no empece el
deber que -sin dudas- recaía sobre esta codemandada de efectuar los controles
pertinentes respecto de las autorizaciones que hubiere otorgado.-
No basta que se conceda la autorización para operar en el rubro para luego
desentenderse. Frente a la solicitud de los actores para que se acompañe en la audiencia
de exhibición las constancias de actas y/o documentos de los controles realizados a los
contenedores, allí mismo el representante de la codemandada reconoce que éstos “sólo
se realizan en caso de producirse cambios en las condiciones bajo las cuales se otorga
la habilitación” (v. fs. 121 vta.). Corrobora esta aseveración, la circunstancia de que no
se acreditó en el expediente la realización de controles a los objetos en un lapso
“previo” al acaecimiento del suceso dañoso. Sólo obra en la causa un acta de
inspección, Nº 11356, en la que se constata la existencia de 20 contenedores de la
Empresa, pero dicha constancia data de fecha posterior al siniestro (18/08/2011, v. fs.

40
393) y se efectuó en el ámbito del establecimiento de la demandada, no así in situ y
respecto de cada uno de los objetos potencialmente dañosos utilizados por la empresa.-
Entiendo que resultaba a cargo de la codemandada Municipalidad de Carlos Paz
inspeccionar el correcto emplazamiento de dichos obstáculos. También debía fiscalizar
que contaran con los elementos de señalamiento que la propia normativa predispone
para evitar accidentes (v. art. 4, Ordenanza Municipal 4946) o que dichas señales
refractarias no hubieran desaparecido por su desgaste en el tiempo o precariedad.
Recalco, no es suficiente otorgar la autorización para funcionar, pues como en toda otra
actividad habilitada por el Municipio (v.gr. comercios, restaurants, etc.), éste debe
propender al control y determinar el correcto cumplimiento de las exigencias
establecidas por las normas. De otra manera, se trataría de obligaciones que
constituirían letra muerta en función de que nadie realizaría el seguimiento e inspección
del desarrollo de la actividad.-
La norma relativa a las condiciones de los volquetes o contenedores existe y aunque
establezca condiciones generales, en lo que aquí nos ocupa, su propósito es claro: que
aquellos quienes se dediquen al servicio de contenedores revistan a dichos elementos de
suficiente señalización de manera de que resulten “fácilmente identificables en los
horario diurno y nocturno” (v. fs. 142). Sin dudas que de haberse realizado los
controles pertinentes, la autoridad respectiva podría haber advertido antes del siniestro
la circunstancia de la deficiente señalización del objeto contundente colocado sobre
calle Alem. No es ocioso recalcar –a esta altura del razonamiento- que las
consideraciones efectuadas sobre el “deber jurídico de prevención del daño” son
plenamente aplicables también en lo que respecta a la conducta exigible que recaía en
cabeza de la codemandada (arg. 1710 del Cód.Civil y Comercial). En este sentido se ha
destacado que “en materia de daños injustos, la directiva es actuar antes de que se
produzcan:´un ancho cause para la solidaridad y cobertura de riesgos en una sociedad
dinámica y triturante, busca ansiosa prevenir más que reparar, bregando por un acceso
a la justicia eficaz, no tanto para responder al pensamiento clásico de la sentencia de
condena que enjugara un resarcimiento hacia atrás sino evitar un daño hacia adelante”
(conf. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde “Resarcimiento de Daños-Presupuestos y
funciones del derecho de daños”, Tomo 4, Ed. Hammurabi, pág. 420. La autora cita a

41
MORELLO-STIGLITZ en “Tutela procesal de los derechos personalísimos e intereses
colectivos”). -
Finalmente cabe advertir que –contrariamente a lo sostenido en la contestación de la
demanda- no es dable recurrir al art. 6 de la Ordenanza Municipal para fundar una
eventual eximición de responsabilidad del Municipio. Según el mencionado artículo “es
responsabilidad de la Empresa prestadora del servicio, de todo daño y perjuicio que la
prestación del servicio pueda ocasionar a personas y/o cosas, debiendo contar con la
correspondiente póliza vigente de seguro de responsabilidad civil, la que deberá ser
controlada por el Departamento Ejecutivo en forma y con la periodicidad que la
reglamentación establezca”. (art. 6). Pues bien, más allá de que –en la especie-
considero que no puede catalogarse que esta prescripción determine –sin más- la
eximición de responsabilidad del Ente Comunal, debo puntualizar –para satisfacción de
la interesada- que cualquier norma que releve a la Municipalidad de responsabilidad por
la falta de control y mantenimiento de las calles, en tanto bienes de dominio público
según el art. 2340 inc. 7° del C.Civil, a más de resultar inoponible al damnificado,
resultaría atentatoria del art. 186 inc. 7° de la Constitución de la Provincia de Córdoba.
En efecto, de esta manda constitucional se deriva la responsabilidad objetiva de la
Municipalidad por el hecho dañoso que surge del incumplimiento del deber de
seguridad respecto de una cosa de dominio público. Específicamente, en cuanto dispone
como una de las funciones y atribuciones de la competencia municipal el atender a
diversas materias dentro de las cuales expresamente refiere a “vialidad, tránsito y
transporte urbano; uso de calles y subsuelo”.-
Cabe advertir que la Ley provincial de Tránsito, a la cual ha adherido la Municipalidad
de Villa Carlos Paz por Ordenanza Nº 4995 (v. fs. 272) señala en cuanto a dicha
función, “ARTÍCULO 24.- OBSTÁCULOS. Cuando la seguridad y/o fluidez de la
circulación estén comprometidos por situaciones u obstáculos anormales, los
organismos con facultades sobre la vía deben actuar de inmediato según su función,
advirtiendo del riesgo a los usuarios y coordinando su accionar a efectos de dar
solución de continuidad al tránsito…”. Es decir que también a través de esta norma se
determinan la conducta requerida al Municipio. Obviamente –reitero- será el Estado
quien deberá efectuar el control de que dichas previsiones normativas sean cumplidas

42
para evitar riesgos y accidentes a la población que se desplaza en la vía pública, en uso
de las atribuciones y deberes ya señalados ut supra pues dimanan directamente de las
prescripciones de la Carta Magna Provincial.-
Tan es así que con posterioridad al desafortunado suceso (18/8/11) consta realizada una
inspección a la Empresa según acta obrante a fs. 393, lo cual resulta demostrativo de
que la propia demandada entendía –aún cuando no lo hubiera hecho antes- que estaba a
su cargo la fiscalización del correcto desarrollo de la actividad que había habilitado.-
A esta situación también se suman las circunstancias de tiempo y lugar que rodearon al
evento y que fueron detalladas de manera pormenorizada ut supra. En lo que aquí nos
atañe cabe también ponderar que el hecho fatal se produjo en una arteria de dominio
público de la Comuna que se encontraba con escasa y tenue iluminación artificial,
siendo que la luminaria pública del lugar resultaba –igualmente- a cargo de la
demandada. De allí que corresponda la atribución de responsabilidad conjuntamente con
la parte demandada, en la misma medida de la incidencia de aquélla.
En síntesis, la Municipalidad de Carlos Paz ha incurrido en una omisión que no puede
ser avalada. Nada justifica el incumplimiento del deber de control y prevención de
riesgos a la circulación. Antes bien, corresponde en esta oportunidad exhortar a la
Comuna referenciada para que –en lo inmediato, a partir de la notificación de la
presente- arbitre los medios que se encuentren a su alcance a los fines de asegurar, a
través de la intervención de los organismos pertinentes, la adecuada
FISCALIZACIÓN ASÍ COMO EL PERIÓDICO Y REGULAR CONTROL de los
contenedores u objetos similares que se encuentren en la vía pública y dentro del
ejido Municipal, según las autorizaciones que haya acordado en ejercicio de la
función administrativa.-
Este especial mandato o exhorto de prevención se funda en la necesidad de enderezar
todos los esfuerzos posibles para evitar la producción de futuros eventos disvaliosos
como el que nos ocupa. Sin dudas, la protección de la vida, el más humano de los
derechos del hombre, impone esta obligación. Máxime cuando el accidente de marras se
trata de un hecho sumamente grave y recurrente, como aquellos de los que dan cuenta
tanto la doctrina cuanto la jurisprudencia. Incluso- se ha destacado la existencia de
proyectos de revisión de las ordenanzas municipales sobre el punto tendientes a exigir

43
mayores medidas de seguridad respecto de estos elementos (véase a modo meramente
ejemplificativo www.lavoz.com, publicación del 20/3/2017). También es ilustrativa en
el punto la prescripción de la Ordenanza Municipal N° 9612, la cual en su Anexo IV
expresamente dispone que la falta de señalización adecuada es atentatoria contra la
seguridad vial: “Todos los contenedores deberán ser pintados, en forma permanente de
manera impecable, con sus bandas de seguridad perfectamente visibles en todo
momento…El enmascaramiento, pérdida de nitidez de las franjas reflectantes o su
ausencia, serán considerados como atentatorios contra la seguridad vial” (lo destacado
me pertenece). No obstante que esta disposición rige en el ámbito de la Ciudad de
Córdoba, ella resulta sumamente demostrativa de preocupación que genera la
colocación de estos elementos en la vía pública y la clara intención del legislador de
rodear a dichos objetos de mayores condiciones de seguridad.-
C) Respecto de la solicitud de extensión de responsabilidad a la citada en garantía
“Liderar Compañía General de Seguros S.A”, según lo obrado en la causa, estimo que
no corresponde que los efectos de la presente resolución se hagan extensivos a dicha
parte por cuanto no surge acreditada la existencia de un vínculo contractual entre la
aseguradora y la parte demandada que imponga tal obligación en la medida de lo
dispuesto por el art. 118 de la ley N° 17.418. En efecto, el representante de la compañía
ha sostenido una posición defensiva respecto de la inexistencia de un contrato de seguro
de responsabilidad civil que uniera a la Sra. Bustos (demandada) con su mandante. Al
respecto, no desconozco que para el damnificado puede resultar en cierto modo
complicada la averiguación de datos respecto de cuál era la aseguradora que cubría el
riesgo. De allí que de ordinario se proceda a la citación en base a la denuncia que
eventual y extrajudicialmente pudo realizar la asegurada al actor, lo cual no consta
como hipótesis de ocurrencia en este caso. Es decir, no existen elementos que permitan
comprender sobre la base de qué datos objetivos los actores han instado la citación. Por
el contrario, frente a la contundente negativa de la existencia de vínculo contractual
entre la citada y la demandada, y siendo que la presunta asegurada tampoco brindó
elementos que puedan clarificar la cuestión, se imponía un esfuerzo probatorio para
fundar la procedencia de su pretensión, lo cual no fue desarrollado.-

44
Considero que rige el principio según el cual incumbe a quien reclama poner de relieve
los hechos constitutivos de su pretensión (entre ellos, la legitimación del demandado).
Por el contrario, si el problema no recayera sobre la preexistencia del seguro sino sobre
la pérdida de eficacia, la configuración de algún supuesto referido a esta última
situación pesa sobre el asegurador. Así, se ha señalado que “la demostración de la
existencia del contrato incumbe al asegurado y al tercero que acciona; en cambio,
corresponde a la aseguradora probar la existencia de los hechos que invoque como
fundamento de su liberación y que constituyan excepciones a la norma general de
cobertura” (conf. MEILIJ, “Seguro de responsabilidad civil”, pág. 85, 86, 167 y 169,
citado por ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde “Resarcimiento de Daños. El proceso
de daños”, Tomo 3, Ed. Hammurabi, pág. 602/603).-
Según se analicen las pruebas de la causa, surge que no consta en estas actuaciones,
documental alguna que permita vincular a la aseguradora con la parte demandada. Y la
prueba pericial contable oportunamente ofrecida por la aseguradora no fue diligenciada.
No obstante ello, entiendo que cualquiera de las partes principales podía probar la
existencia del seguro, en tanto objeto de controversia. ·En este caso, la prueba pericial
contable fue ofrecida, y su práctica resultaba factible (por lo menos, no surge lo
contrario). De allí que, en virtud del principio de adquisición procesal, cualquiera de los
litigantes podría haber instado su efectiva producción para así brindar luz respecto de la
existencia o no del vínculo contractual.-
En función de estas consideraciones, advierto que no existe en autos ningún elemento
que permita relacionar a la asegurada con la compañía citada en garantía. Antes bien,
según consta a fs. 355/357, el vehículo con que se efectuaba el transporte de los
volquetes, Dominio CAF835, se encontraba asegurado a la época del suceso por Federal
Seguros, Aseguradora Federal Argentina S.A. Asimismo se ha acreditado a fs. 393, a
partir de la inspección realizada por las autoridades del municipio, que los contenedores
(20) contaban con seguro de otra empresa distinta de la citada, esto es: Empresa de
Seguros Rivadavia (póliza Nº 25-969), según se ha dejado constancia en el acta
referenciada (Acta de Inspección Nº 11356). De cualquier modo no puedo soslayar que
dicha pieza data del 18/8/11, es decir, es de fecha posterior al evento y no señala de
modo expreso el período de vigencia de la póliza a la que refiere. Todas estas

45
circunstancias advertidas y lo antes expuesto en orden a quién debe asumir el riesgo de
la falta de prueba de la existencia del vínculo, sella la suerte adversa de la pretensión de
extensión de la condena a la aseguradora “Liderar Compañía General de Seguros
S.A.”.-
VI) Daños. Acreditado el hecho y establecida la responsabilidad de las partes
corresponde analizar si se ha probado la existencia y cuantía de los daños que se
reclaman.-
Sabido es que la carga de demostrar el daño recae sobre el accionante. El daño, como
presupuesto constitutivo esencial de toda pretensión resarcitoria, debe estar claramente
de manifiesto en el proceso. Así lo ha entendido destacada doctrina al señalar que “El
perjuicio debe ser cierto, efectivamente existente. No es resarcible el daño conjetural,
posible o hipotético” (conf. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde. “Resarcimiento de
Daños. Vol. 1: Daños a los Automotores”. Editorial Hammurabi SRL, Buenos Aires,
1989, pág. 30).-
A su vez, la prueba de la certidumbre del daño atañe también a su composición fáctica,
es decir, no alcanza sólo a la existencia en abstracto del perjuicio sino también debe
verificarse su índole y contenido.-
En los presentes, los actores reclaman: daño moral, pérdida de chance de ayuda
económica y daño emergente futuro por tratamiento psicológico.-
a)Daño moral: Es sabido que el daño moral se trata de un detrimento o menoscabo a
intereses no patrimoniales y derivado del evento disvalioso. Se ha conceptualizado
como “una modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de su capacidad
de entender, querer o sentir, consecuencia de una lesión a un interés no patrimonial
que habrá de traducirse en un modo de estar diferente de aquel al que se hallaba antes
del hecho, como consecuencia de éste y anímicamente perjudicial” (conf. PIZARRO,
Ramón Daniel, “Daño moral. El daño moral en las diversas ramas del Derecho”, Ed.
Hammurabi, pág. 47).-
En numerosas ocasiones este daño surge in re ipsa, es decir, de la conducta o de la
entidad de los daños sufridos por el reclamante. Por su propia naturaleza subjetiva y
económicamente no mensurable, la existencia del daño no proviene de una prueba
directa sino que, del mismo modo que la magnitud del perjuicio, derivará por vía

46
presuncional del análisis de todas las circunstancias del caso. En esta línea, se ha
sostenido que “…la prueba directa sobre el daño moral es naturalmente imposible, por
vincularse con la integridad espiritual de la persona, aunque resulta demostrable por
vía de inferencia, a partir de determinadas situaciones objetivas y acorde con patrones
de regularidad o normalidad de vida” (conf. ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde,
“Resarcimiento de Daños-Proceso de Daños”, Tomo 3, Ed. Hammurabi, pág. 198).-
En base a estas consideraciones, es dable ponderar que la consecuencia del evento
dañoso fue el lamentable fallecimiento de una hija de los actores, una joven que al
momento del hecho contaba con tan sólo 19 años de edad (v. fs. 182/183). Sobre la
persona de ambos progenitores se ha realizado prueba pericial psicológica de la cual se
desprende que –en el caso del Sr. Daniel Acosta- la experta ha advertido la
imposibilidad de tramitación psíquica de situaciones de pérdida que por el quantum de
angustia no puede discriminar y lo ponen al borde del derrumbe psíquico. Señala la
existencia de indicadores de depresión y bloqueo emocional. Luego concluye que
presenta un cuadro compatible con Postraumatic Stress Disorder (PTSD o Desarrollo
psíquico postraumático) generado por la pérdida de su hija, de modo concausal con la
separación de su pareja y madre de sus hijos (v. fs. 197). Expresa asimismo que revela
una incapacidad moderada y crónica luego de 6 meses del suceso traumatizante (15%
según Baremo que señala).-
Por otro lado, respecto de la Sra. Cufre, Alesandra Liliana, la perito señaló en su
informe que evidenció indicadores de elevada ansiedad y angustia episódica de acuerdo
al curso de su relato (v. fs. 200). En este orden, transcribe lo que la Sra. Cufre refirió en
las entrevistas: que “a partir del fallecimiento de su hija nunca más salió a ningún
evento social o de diversión, que prefiere quedarse en su casa con los chicos; `yo la
tengo como que se ha ido de viaje no que ha fallecido tengo todo guardado la ropita de
ella, todo la saco la doblo, la acomodo…´; …que hay días que tiene mucha angustia,
con crisis de llanto, que en un primer momento tenía ideas suicidas que ahora ya no
porque piensa en sus otros hijos…; `siento la ausencia de ella cuando estoy sola en la
casa, tipo la tarde que ella sabe llegar tipo 7 o también los primeros días a las 6.30 de
la mañana escuchaba arrancar la moto y a la tarde como a las 7 llegar la moto...´”(v.
fs. 202). Concluye posteriormente la experta que la nombrada presenta un cuadro

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compatible con RVNA (Reacción Vivencial Anormal Neurótica) con características
depresivas Grado III; con grado de incapacidad del 20% permanente (v.fs. 204); y que
las reacciones descriptas o desórdenes postraumáticos tienen relación causal directa con
el suceso. Este último dato relativo a la incapacidad valorada en ambos sujetos, si bien
no constituye basamento para establecer una categoría independiente de daño, sí puede
ser ponderado –como se ha efectuado en varios precedentes- como un elemento más de
convicción respecto de la procedencia del daño moral (conf. Excma. Cámara Octava de
Apelaciones en lo Civil y Comercial en autos “CEBALLOS LIDIA MARCELA Y
OTROS C/ PROVINCIA DE CORDOBA”, 20/10/2016).-
De tal modo, el menoscabo en sus derechos, conforme se desprende in re ipsa del
evento dañoso y que asimismo surge de la prueba antes analizada, se enmarca en el
supuesto establecido en el art. 1078 del Cód. Civil, razón por la cual a la luz de estas
pautas, puede inferirse la verosimilitud del resarcimiento pretendido en virtud del
sufrimiento padecido.-
Determinada la existencia del daño moral, corresponde analizar el quantum de dicho
resarcimiento.-
Según jurisprudencia mayoritaria que resulta conteste con la doctrina tradicional del
Excmo. TSJ, la cuantificación del daño moral constituye una difícil tarea. Así se ha
señalado que "...Evaluar el daño moral significa medir el sufrimiento humano. Esto no
sólo es imposible de hacer en términos cuantitativamente exactos, sino que es una
operación no susceptible de ser fijada en términos de validez general o explicada
racionalmente. Cada juez pone en juego su personal sensibilidad para cuantificar la
reparación, la cantidad de dinero necesaria para servir de compensación al daño. Es la
que sugiere caso por caso su particular apreciación y comprensión del dolor ajeno
(Sent. N° 68 del 12-12-86, Sent. N° 37 del 4-6-97, Sent. N° 30 del 10-4-01)” (conf.
Excmo. TSJ en autos “BAIGORRI ELOY RAUL C/ CONSEJO MEDICO DE LA
PROVINCIA DE CORDOBA – ORDINARIO – RECURSO DIRECTO (Expte.B-35-
03)”, Sent. N° 75 del 29/8/06). Pese a esta circunstancia, el magistrado deberá expedirse
en el punto y fundar lógica y legalmente su decisión (arg. arts. 155 de la Const. Prov. y
326 del C.P.C.).-

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Sobre el tópico, cabe recordar que el Código Civil de Vélez Sarsfield carece de
disposición alguna que establezca el modo en que debe cuantificarse el daño moral, lo
que llevó a que se aplicara la doctrina sentada por el Excmo. Tribunal Superior de
Justicia que remitía a la comparación entre precedentes judiciales. Así, la llamada
“tarifación judicial indicativa” configura un mecanismo de cuantificación del daño
extrapatrimonial, que importa determinar el daño moral a partir de los precedentes
jurisprudenciales dictados por otros Tribunales de la Provincia que guarden adecuada
relación con el caso analizado por el juez. Por su parte, el Código Civil y Comercial
acude a un nuevo criterio en el art. 1741 in fine, norma que se ha sindicado como
doctrina interpretativa según la cual para fijar la indemnización puede acudirse -como
marco referencial- a los montos equivalentes a las satisfacciones sustitutivas y
compensatorias que pueda procurar la víctima con la suma otorgada, y que de algún
modo pueden compensar el menoscabo espiritual sufrido con motivo del evento dañoso.
(Cfr. Excma. Cámara de Apelaciones de 8ª. Nominación en autos “DISTEFANO,
NATALIA VANESA C/ D.C.E. SA (DESARROLLO COMERCIAL &
EMPRENDIMIENTOS SOCIEDAD ANÓNIMA) Y OTRO - ORDINARIO - DAÑOS
Y PERJUICIOS - OTRAS FORMAS DE RESPONSABILIDAD
EXTRACONTRACTUAL”, EXPEDIENTE N.° 5949535. Sentencia N° 59, del
18/05/2017. En idéntico sentido, en autos “DEHNER, PAULO MARTIN C/ ARCOS
DORADOS SA - ORDINARIO - DAÑOS Y PERJUICIOS - OTRAS FORMAS DE
RESPONS. EXTRACONTRACTUAL”, EXPEDIENTE N.° 5614135. Sentencia N° 66,
del 01/06/2017).-
En este lineamiento, uno de los destacados autores del Proyecto de Reforma del Código
Civil y Comercial hoy vigente (Ley 26.994) ha expresado que “En la actualidad se
superó el criterio que sostenía que en el daño moral se indemnizaba ‘el precio del
dolor’ para aceptarse que lo resarcible es el ‘precio del consuelo’ que procura ‘la
mitigación del dolor de la víctima a través de bienes deleitables que conjugan la
tristeza, la desazón o las penurias’; se trata ‘de proporcionarle a la víctima recursos
aptos para menguar el detrimento causado’, de permitirle ‘acceder a gratificaciones
viables’, confortando el padecimiento con bienes idóneos para consolarlo, o sea para
proporcionarle alegría, gozo, alivio, descanso de la pena” (…) “En definitiva, se trata

49
de afectar o destinar el dinero a la compra de bienes o la realización de actividades
recreativas, artísticas, sociales, de esparcimiento que le confieran al damnificado
consuelo, deleites, contentamientos para compensar e indemnizar el padecimiento,
inquietud, dolor, sufrimiento, o sea para restaurar las repercusiones que minoran la
esfera no patrimonial de la persona (comprar electrodomésticos, viajar, pasear,
distraerse, escuchar música, etc.” (conf. LORENZETTI, Ricardo L. (Director),
“Código Civil y Comercial de la Nación comentado”, Tomo VIII, Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe, 2015, pág. 503 y ste.). Siguiendo esta tesitura, la Excma. CSJN ha señalado
que “aún cuando el dinero sea un factor muy inadecuado de reparación, puede
procurar algunas satisfacciones de orden moral, susceptibles, en cierto grado, de
reemplazar en el patrimonio moral el valor que del mismo ha desaparecido. Se trata de
compensar, en la medida posible, un daño consumado (…). El dinero es un medio de
obtener satisfacción, goces y distracciones para restablecer el equilibrio en los bienes
extrapatrimoniales. El dinero no cumple una función valorativa exacta, el dolor no
puede medirse o tasarse, sino que se trata solamente de dar algunos medios de
satisfacción, lo cual no es igual a la equivalencia. Empero, la dificultad en calcular los
dolores no impide apreciarlos en su intensidad y grado, por lo que cabe sostener que es
posible justipreciar la satisfacción que procede para resarcir dentro de lo
humanamente posible, las angustias, inquietudes, miedos, padecimientos y tristeza
propios de la situación vivida” (conf. CSJN en autos “BAEZA SILVIA OFELIA C.
PROVINCIA DE BUENOS AIRES Y OTROS”, RC y S, noviembre 2011, pág. 261).-
Ello así, entiendo que –en la especie- cabe recurrir a la ponderación de ambas variables
(v.gr. antecedentes jurisprudenciales y placeres sustitutivos) tomando en cuenta la
juventud del ser querido (la Srta. Nadia tenía 19 años) y la edad de los propios
damnificados, así como la fatal consecuencia derivada del evento. Destaco
especialmente el carácter intempestivo de la enorme pérdida que han experimentado los
accionantes al tratarse de un deceso instantáneo, lo que permite dar cuenta del trauma
sufrido por los progenitores. Así, de la prueba pericial psicológica rendida en autos se
extrae que el Sr. Acosta, refirió en las entrevistas que fue el primero que llegó al lugar
del luctuoso evento, “que en un primer momento cuando lo llamaron le dijeron que
había tenido un accidente y que estaba internada en el hospital pero que la buscó en el

50
Hospital y no estaba, entonces llamó al 111 y le dijeron que fuera a Campaquí y Alem;
que cuando llegó ahí ya estaba fallecida, murió en el acto no se la dejaban ver, que la
levantaron recién a las 11 hs.” (v. fs. 193). Esta referencia da cuenta –sin dudas- de la
extrema sensibilidad y sufrimiento que tales acontecimientos derivados del
fallecimiento de su hija pudieron generar en el ánimo del progenitor. En idéntica
tesitura, tal congoja e intenso dolor, surge palmario del relato que efectúa la madre de la
Srta. Nadia, quien refiere el estrecho vínculo que la unía con la nombrada quien
convivía con su familia en el ámbito del mismo hogar, según la trascripción de la
experta efectuada a fs. 201/202.-
En esta difícil tarea de cuantificar el monto resarcitorio, podemos advertir que los
antecedentes jurisprudenciales denotan cierta variación en cuanto a los montos
acordados en cada caso, según los autos “M.M.M. E. C/ EMPRESA PROVINCIAL DE
ENERGIA DE CORDOBA (EPEC)” (Sentencia del 28/4/2016, Excma. Cámara Cuarta
Civil y Comercial, LL online AR/JUR/19592/2016); los autos “CEBALLOS LIDIA
MARCELA Y OTROS C/ PROVINCIA DE CORDOBA” (Sentencia del 20/10/2016,
Excma. Cámara Octava Civil y Comercial); los autos “OLIVA JOSE ADALBERTO Y
OTRO C/ COMUNA DE CUESTA BLANCA” (Sentencia del 7/4/2016, Excma.
Cámara Séptima Civil y Comercial); los autos “ANDRADA SILVIA KARINA Y
OTRO C/ EMPRESA PROVINCIAL DE ENERGIA DE CORDOBA (EPEC)”
(Sentencia del 8/9/2015, Excma. Cámara Octava Civil y Comercial); los autos
“QUIÑONES RENATO BENITO Y OTRO C/ PROVINCIA DE CORDOBA –
ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. OTRAS FORMAS DE RESPONSABILIDAD
EXTRACONCTRACTUAL” (Sentencia Nº 122 del 23/7/14); los autos “PIZZI
ROBERTO OSCAR Y OTROS C/ PALLINI HECTOR JOSE – ORDINARIO” Expte.
Nº 2726509 (Sentencia Nº 78 del 22/11/17, Juzgado de Primera Instancia en lo Civ.,
Com., y Familia de San Francisco); los autos “LOYOLA EDGIDIO NICOLAS Y
OTRO C/ PABLO J. MARTON SRL – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. –
ACCIDENTE DE TRANSITO” Expte. Nº 5127003, Sentencia Nº 60 del 24/5/17”, el
cual se trata de supuesto fáctico similar al analizado en estos obrados (muerte por
colisión con un volquete mal señalizado) recaído recientemente ante la Excma. Quinta
de Apelaciones en lo Civil y Comercial. Respecto de esta reseña, cabe tener presente la

51
fecha de los fallos citados así como de los sucesos juzgados en cada caso, sin dejar de
lado el hecho público y notorio de la realidad inflacionaria que vive nuestro país desde
hace años.-
Por otro lado, recordemos que deberá ponderarse la posibilidad de acceder a
satisfacciones sustitutivas (art. 1741 del Cód.Civ. y Com.), de allí que el monto que se
acuerde debe poseer una entidad suficiente como para brindar a los damnificados un
verdadero consuelo, tal sería el caso de mejores condiciones de habitación y confort en
su vivienda, un importante esparcimiento o la adquisición de bienes de capital (v.gr.
automóviles pequeños, un inmueble usado de una habitación o diversos viajes según lo
enumerado por la Excma. Cámara Octava de Apelaciones en lo Civil y Comercial en
autos “Ceballos”, Sentencia del 20/10/2016).-
En función de estas conclusiones, estimo razonable, justo y prudente cuantificar este
rubro daño moral, que se caracteriza por su naturaleza esencialmente resarcitoria, en la
suma de pesos ciento setenta mil para cada progenitor ($ 170.000). Dado que se decide
la distribución de responsabilidad entre las partes, corresponde abonar a cada uno de los
padres, la suma de pesos ciento diecinueve mil ($ 119.000) que corresponde al 70% de
atribución de constricción a la parte demandada. A la suma referenciada, se le
adicionarán intereses desde la fecha del evento dañoso. Así, el monto acordado, con más
estos accesorios moratorios desde la fecha del infortunio (totaliza a la fecha de la
presente $ 999.423,97), arroja una suma que aparece coherente con la gravedad del
hecho ocurrido, con los precedentes por hechos similares en fechas próximas el evento
en juzgamiento y con los gozos compensatorios a los que se puede acceder con este
capital a los fines de aliviar, en la mejor medida, el menoscabo espiritual sufrido con
motivo del hecho (v.gr. disponibilidad de dinero para efectuar refacciones o arreglos a
la vivienda que habitan a los fines de mejorar sus condiciones de vida, acceso a viajes
de esparcimiento y recreación en familia; adquisición de bienes de capital como un
rodado Okm, o bienes para entretenimiento y diversión, entre otros).-
b) Pérdida del chance de ayuda económica. Los actores expresan que el siniestro del
cual resultó la muerte de su hija los ha privado de manera innegable de la chance de ser
asistidos económicamente, por lo cual esa situación deberá ser resarcida por los
responsables. En orden al quantum del reclamo, expresan que deberá seguirse el criterio

52
de establecer lo que hubiese correspondido como indemnización de haber un daño cierto
y aplicar un porcentaje sobre ese monto, el cual estiman en un 95% porque la Srta.
Acosta Nadia G. ya los ayudaba –según dicen- antes de su fallecimiento. Debe tomarse -
a su entender- el monto correspondiente al Salario Mínimo Vital y Móvil a la época del
hecho, ya que su hija se encontraba trabajando en diversas casas de familia sin
registración laboral, de los cuales destinaba a la asistencia de sus padres el 70%.
Efectúan los cálculos pertinentes.-
Ingresando a esta cuestión, destaco que –en general- el rubro “pérdida de chance”
consiste en un daño cierto indemnizable que procura el resarcimiento de la privación de
una “oportunidad” de lograr una ventaja o de evitar una pérdida. En efecto, se ha dicho
que “se habla de chance cuando existe la oportunidad, con visos de razonabilidad y
fundabilidad de lograr una ventaja o evitar una pérdida. La frustración de esa
probabilidad, imputable a otro, engendra un perjuicio resarcible. Lo indemnizable no
es el beneficio mismo, sino la probabilidad de lograrlo…” (conf. ZAVALA DE
GONZALEZ, Matilde “Resarcimiento de Daños. Daños a las personas”, Tomo 2a., Ed.
Hammurabi, pág. 373). No consiste en la frustración de un beneficio concreto sino de la
oportunidad razonable y seria, irremediablemente pérdida, que se tenía de lograrlo, de
allí que implica un resarcimiento más reducido. Desde que se trata de una posibilidad se
ha aclarado que “dicha probabilidad configura una chance, en tanto oportunidad
todavía no concretada de recibir más adelante un beneficio, cuya realización es
coartada por el hecho lesivo” (conf. ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde “Tratado de
daños a las personas. Disminuciones psicofísicas”, Tomo 2, Ed. Astrea, pág. 305).-
Ahora bien, con fundamento en principios como la solidaridad familiar, frente a
consecuencias disvaliosas como las que se derivan del evento que nos ocupa; esto es: el
fallecimiento de la hija de los actores, se reconoce a los progenitores el derecho a
invocar la “pérdida de una chance de ayuda futura” fundada en el hecho de la
colaboración que se espera que efectúen los hijos a sus padres. En efecto, es indudable
que los padres poseen una expectativa de acompañamiento por parte de sus hijos, la cual
se desarrollará en distintas fasetas que extralimitan lo afectivo e implican –también- un
apoyo y colaboración en la faz económica. Así, se ha sostenido que la muerte de los
hijos genera un “riesgo de inseguridad” que debe ser resarcido no como un daño

53
consumado, pero sí como pérdida de una chance, representada por la expectativa de
sostén, apoyo y colaboración en la ancianidad y ante los problemas que la vida puede
representar (cfr. ZAVALA DE GONZÁLEZ, M.; "Resarcimiento de daños - Daños a
las personas", Tomo 2-B, Ed. Hammurabi, pág. 246). Es que las personas que tienen
hijos se encuentran en una situación de mayor respaldo y acompañamiento ante las
dificultades existenciales que el peso de los años torna gravoso afrontar en soledad. Por
eso, la muerte de un hijo hace desaparecer un bastión, y genera riesgo de inseguridad
económica y afectiva: priva de una “chance” de protección amparo y resguardo (conf.
ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde, “Doctrina judicial. Solución de casos”, Tomo 6,
pág. 93).-
En esta línea de razonamiento, entiendo que este aporte que eventualmente puede
esperarse de parte de los hijos no se circunscribe única y exclusivamente a la etapa de la
vejez, sino que dependerá de las circunstancias especiales del caso y deberá juzgarse
frente a cada reclamo. Como se ha dicho, “deviene natural pensar que existirá la
devolución a la hora de la madurez de los esfuerzos que en la niñez se recibieron para
el crecimiento y realización personal, “chance” de ayuda futura que por otra parte
“....es presumible en principio, cualquiera sea la condición económica de los padres...”
(Zavala de González, ob.ct.,p. 265) No cabe duda que la muerte de un hijo importa
para los padres la frustración de a legítima esperanza de ayuda, una "chance" cierta de
ser apoyados en el futuro, lo cual encuentra sustento en el art. 277 del Código Civil que
impone a los hijos el deber de prestar servicios a su padres y los arts. 367 y 372 del
mismo cuerpo legal, el de darles alimentos.- Tal acción es a título propio, no en calidad
hereditaria” (conf. Excma. Cámara Quinta de Apelaciones en lo Civil y Comercial en
autos “QUIÑONES RENATO BENITO Y OTRO C/ PROVINCIA DE CORDOBA-
ORDINARIO- DAÑOS Y PERJ.- OTRAS FORMAS DE RESPONSABILIDAD
EXTRACONTRACTUAL- RECURSO DE APELACIÓN- EXPTE. 200847/36 ”,
Sentencia Nº 122 del 23/7/14. Lo resaltado me pertenece).-
Según el orden natural de las cosas, la vida humana joven como la de Nadia Acosta está
destinada a perdurar, por lo tanto esta ayuda se trata de una probabilidad; “...es una
esperanza fundada objetivamente...lo que se resarce cuando se pierde una “chance” no
es la lesión de una afección legítima sino la privación de una expectativa de contenido

54
económico....” (conf. ZAVALA DE GONZALEZ, Matilde, op.cit. pág. 252).
La pérdida de la oportunidad o chance constituye una zona limítrofe entre lo hipotético
y lo seguro porque el hecho ocurrido en autos ha interferido en el curso normal de los
acontecimientos de modo que ya no se podrá saber con estricta certeza si la damnificada
habría o no obtenido una ganancia o evitado una pérdida, pero sí está claro que la
producción del siniestro ha impedido a los padres de la nombrada tener la oportunidad
de participar de esas eventuales colaboraciones y contribuciones.-
Actualmente, este daño conceptualizado como pérdida de chance de ayuda futura ha
sido recepcionado por el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, el cual dispone
en el art. 1745 inc. c) que “En caso de muerte, la indemnización debe consistir en: …c)
la pérdida de chance de ayuda futura como consecuencia de la muerte de los hijos; este
derecho también compete a quien tenga la guarda del menor fallecido”. Es decir que
surge como un daño presumido por la propia ley sustancial, lo cual implica que existe
una flexibilidad probatoria o una menor estrictez en cuanto a las exigencias de prueba
concreta y específica respecto de la actividad del hijo fallecido, sus probables ingresos o
incluso, la posibilidad de que se produzca la propia contingencia de la ayuda concreta.
Esta aseveración lo es, sin perjuicio –claro está- que si se acredita que esos elementos ya
existían a la época del suceso dañoso, los mismos puedan ser tenidos en cuenta a los
fines de establecer de un modo más fidedigno cuál es monto de la posible disminución
patrimonial que presumiblemente pudieron sufrir los requirentes.-
En función de estas consideraciones, entiendo que en el sub examine es dable admitir la
frustración de una posibilidad de sostén y ayuda para los progenitores desde el momento
del acaecimiento del evento dañoso, porque se debe estar a las circunstancias
particulares de cada caso y a los avatares que rodean a cada familia en particular. En
este orden, surge de las actuaciones correspondientes al Beneficio de litigar sin gastos
que se trata de una familia de condición económica humilde, que no cuenta con bienes
de valor sino –antes bien- conviven con el resto de los integrantes del grupo familiar en
una vivienda precaria y en deficiente estado de conservación; que el Sr. Acosta
denunció desempeñarse en tareas de albañilería de modo informal y luego señaló que
fue desempleado, mientras que la Sra. Cufre realizaba labores en relación de
dependencia en un Hotel, percibiendo –en ambos casos- ingresos sumamente exiguos

55
(v. resolución recaída en la incidencia, Auto Nº 374 del 24/7/17, “ACOSTA DANIEL
HORACIO – CUFRE ALESANDRA LILIANA – BENEFICIO DE LITIGAR SIN
GASTOS”, Expte. Nº 5575727). De lo expuesto puede razonablemente inferirse que de
no haberse producido el desenlace fatal derivado del siniestro, los actores se
encontraban en condiciones de recibir, es más, necesitaban de la colaboración y
contribución de su hija como miembro de esta familia humilde.-
Recordemos en el punto que lo reparable no es el beneficio esperado sino la
“posibilidad perdida” (conf. MAYO, Jorge A. “La pérdida de chance como daño
resarcible”, LL 1989-B,106, citado por Excma. Cámara Cuarta de Apelaciones en autos
“E.G.S. Y OTRO C/ SUPERIOR GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE CORDOBA –
ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. MALA PRAXIS”, Sentencia Nº 234 del 27/11/12,
publicada en Diario jurídico del 18/2/13).-
Es sabido que la chance de ayuda futura es presumible cualquiera sea la condición
económica de los padres (lo cual –en todo caso- podrá incidir en la cuantificación). Sin
embargo, surge de la experiencia y de la realidad social que en el ámbito de familias
humildes o de bajos recursos, los hijos prestan dicha ayuda desde temprana edad. Así,
se ha dicho que cuando la familia es humilde, “dicha inferencia es especialmente
fundada…porque en ellas suele ser casi de rigor la colaboración de los menores en el
sostenimiento del hogar. Es un medio eficaz de prueba del daño la condición humilde
del padre y en el caso, de la madre que se desempeñaba como empleada doméstica”
(conf. Excma. C.Apel.CC Morón, Sala II, 20/9/94, JA 1996-II, 470 citado por
WEINGARTEN, Cecilia-GHERSI, Carlos “El Derecho de Chance en el Código Civil y
Comercial de la Nación”, ED 266, 22/2/2106 ISSN 1666-8987).-
Por lo demás, esta ayuda de parte de los descendientes se trata de una expectativa
legítima porque surge del art. 367 del C. Civil y verosímil según el curso ordinario de
las cosas (conf. CSJN, Fallos 321:487; 322:1393, entre otros precedentes).-
Determinada la procedencia del rubro, el cual se ha ceñido a sus justos alcances,
corresponde ahora establecer el monto del daño resarcible. Para determinar el importe
que corresponde indemnizar, estimo que se puede acudir a la aplicación –tal como lo
pretenden los accionantes- de la versión simplificada de la clásica fórmula Marshall,
denominada “Las Heras Requena” (conf. ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde

56
“Resarcimiento de daños-Presupuestos y fundamentos del derecho de daños”, Tomo 4,
Ed. Hammurabi, pág. 497) con las correcciones que correspondan por tratarse del
resarcimiento de una chance.-
Tal procedimiento matemático está contenido en la fórmula: C: a x b. Así, “C” es el
monto indemnizatorio a averiguar, que se logra multiplicando “a” x “b”. El factor “a”
representa el perjuicio mensual sufrido por doce meses (mientras que serán trece meses,
si se trata de trabajador dependiente) al que se suma un interés puro del 6% anual; el
otro elemento de la fórmula, es “b”, el número de períodos dentro del cuál debe
producirse el agotamiento del mismo, es decir se refiere a la totalidad del lapso
resarcitorio. Para el cálculo del valor “b” es indispensable utilizar una tabla, donde a
cada año corresponde un coeficiente. Seleccionada la cantidad de años, se ubica el
coeficiente que le corresponde y que equivale a “b” (de tal manera se ahorran todos los
cálculos que requiera la fórmula Marshall). Los coeficientes de la fórmula abreviada se
han elaborado restando 1 al número pertinente de la tabla de los valores actuales del 6 %
y 8 % y multiplicando el resultado por dicho interés así transformado. La mencionada
tabla puede consultarse en www.justiciacordoba.gob.ar.-
Con estas precisiones corresponde ahora fijar las pautas para el cálculo de la
indemnización: a) Respecto al ingreso computable para aplicar la fórmula, en defecto de
acreditación de los supuestos ingresos percibidos por la víctima al momento del
accidente, corresponde tomar como parámetro objetivo de cálculo el valor del Salario
Mínimo Vital y Móvil que es el importe mínimo expectable de retribución económica,
lo cual coincide asimismo con lo solicitado en la demanda. El monto del Salario
Mínimo Vital y Móvil a la fecha del siniestro (05/7/2011) ascendía a la suma de $ 1.840
(conf. Resol. C.N.E.P. y S.M.V. y M. 2/2010, monto fijado a partir del 1/1/2011 y hasta
el 1/8/11). Asimismo, se debe valorar que la colaboración o ayuda que la hija podría
haber dispensado a sus padres, no comprometería la totalidad de los frutos de su tarea,
labor o actividad remunerada, pues –obviamente- debería detraer de dicho monto total
aquellos ingresos que le resulten necesarios a la propia generadora para tender a sus
gastos y consumos tendientes a asegurarse su propia subsistencia. Ello así, en este caso
particular donde –como ya expuse- se trata de una familia humilde y de escasos
recursos, considero que del monto mensual que hubiera podido percibir la damnificada

57
debe tomarse el porcentaje del 70% en que se presume podría haber contribuido (conf.
igual temperamento sentado por la Excma. Cámara Cuarta de Apelaciones en lo Civil y
Comercial en autos “M.M.M. C/ EMPRESA PROVINCIAL DE ENERGIA DE
CORDOBA (EPEC) – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJUICIOS” Expte. Nº
1279260/36, Sentencia Nº 40 del 28/4/16). Efectuados los cálculos el monto a
considerar equivale a la suma mensual de $ 1288 (70% del Salario Mínimo Vital y
Móvil), es decir: $ 644 para cada progenitor. Dicho importe debe multiplicarse por 12
períodos a los fines de calcular el monto de renta anual, en tanto nos encontramos frente
a una probabilidad y los actores no han probado la realización de tareas en relación de
dependencia por parte de la víctima. Ello arroja la suma de $ 7.728,00, a la cual deberá
adicionarse el monto correspondiente al interés del 6% ($ 463,68), lo cual totaliza la
suma de $ 8.191,68 para cada progenitor.-
b) El punto de partida de la determinación de “b” está representado por el lapso
resarcible por la pérdida de chance de ayuda, para lo cual deberá considerarse la edad de
la víctima y de los actores al momento del suceso. Siendo que se resarce una
“expectativa o esperanza” de ayuda de la hija fallecida, considero –como ya lo sostuve-
que los padres han perdido esa oportunidad de lograr la contribución a partir del
momento mismo del siniestro. En efecto, dada la edad de la víctima (19 años), sí se
puede entender que la nombrada ya se encontraba en condiciones de procurar tal ayuda
y apoyo económico al grupo familiar. Así se ha dicho que “Luce más razonable el
propuesto por la apelante (18 años de la víctima) puesto que desde allí (y aún antes,
teniendo en cuenta la situación socio-económica del grupo familiar) la expectativa de
contar con el apoyo económico del hijo se presenta como una situación asentada en el
orden normal y ordinario de las cosas” (conf. Excma. Cámara Cuarta de Apelaciones,
fallo op. cit. “M.M.M. C/ EPEC”). Dicho período se extiende hasta la edad en que se
estima estadísticamente la expectativa o esperanza de vida de la persona y que los
peticionantes fijaron a los 75 años. Efectuados los cálculos pertinentes, para la madre de
la Srta. Nadia G. Acosta debe multiplicarse la suma referenciada al pto a): $ 8.191,68
por 14,0840 (factor de aplicación de acuerdo lo especificado ut supra: 32 años) (véase:
www.justiciacordoba.gob.ar) y se arriba a la suma de $ 115.371,62. A su turno, para el
padre de la nombrada, también la suma aludida al pto a): $ 8.191,68 se multiplica en

58
este caso por 13,7648 (factor de aplicación de acuerdo lo especificado ut supra: 30
años) (véase: www.justiciacordoba.gob.ar) y se arriba a la suma de $ 112.756,83. Ahora
bien, sobre las sumas resultantes, se deberá aplicar una reducción tal como los propios
actores lo expresan en el libelo introductorio desde que se trata de una “chance” y fijar
en definitiva este rubro por la suma equivalente al 80% del monto arribado ut supra, lo
que arroja el monto de $ 92.297,29 para la madre y $ 90.205,46 para el padre. Sólo resta
aclarar que no corresponde tomar el porcentaje pretendido en la demanda (95%) desde
que –contrariamente a lo expresado en la demanda- no se ha acreditado la efectiva
realización de tareas remuneradas por la víctima y la contribución al momento del
suceso. Finalmente, en base de lo resuelto en el presente respecto de la atribución de
responsabilidad por las consecuencias dañosas del evento (70% a la demandada y 30% a
la víctima), corresponde fijar el monto indemnizatorio por pérdida de chance futura para
la madre en la suma de $ 64.608,10 y para el padre en la suma de $ 63.143,82, con más
los intereses establecidos en el Considerando respectivo.-
c) Daño emergente futuro. Tratamiento psicológico: Afirman los actores que la
gravedad del siniestro del cual derivó el fallecimiento de su hija les ha generado una
severa lesión psicológica que deberá ser tratada por profesionales de la rama que le
permitan superar el duro transe. Reclaman las suma de $ 17.280 para cada uno de los
progenitores, suma ésta que resultaría necesaria para un tratamiento psicológico por el
plazo de tres años a razón de dos sesiones semanales de $ 60 por cada uno de los
padres.-
Como se expresó al iniciar este capítulo de la resolución, uno de los caracteres que debe
necesariamente poseer el daño es la “certeza” en cuanto a su existencia o futura
producción. En esta tesitura se ha señalado que “el daño debe ser cierto, y no
meramente conjetural o hipotético. La existencia del daño debe resultar
cualitativamente constatable y en ese caso, es resarcible pese a que incluso no pueda
determinarse su quantum con exacta precisión (PIZARRO/VALLESPINOS)…” (conf.
OSSOLA, Federico A. “Responsabilidad Civil”, Dres. Rivera-Medina (Directores), Ed.
Abeledo Perrot, 2016, pág. 141). Puede existir un daño futuro, pero deberá acreditarse
que se trata de un daño cierto, pues aunque aún no se haya producido, sí sucederá en el
futuro. También resulta requisito ineludible la determinación de la extensión de dicho

59
daño. Se trata de daño emergente futuro. En el caso, es cierto, serio y se muestra como
prolongación de un daño ya actual, de suerte que el sentenciante debe computarlo y
estimarlo al fijar la indemnización (conf. ORGAZ, Alfredo “El daño resarcible”, Ed.
Bibliográfica Argentina, Bs.As. 1952, pág. 49).-
En este contexto teórico, analizando la pretensión de los actores, advierto que surge de
la causa la acreditación de la necesidad de recurrir a la erogación requerida. En efecto,
la pericia oficial señala que “el Sr. Acosta Daniel Horacio…al momento de la
evaluación psicológica presenta un cuadro compatible con postraumatic stress disorder
(PTSD o Desarrollo Psíquico Postraumático) de acuerdo al Baremo de Mariano
Castex” (v. fs. 197). Si bien afirma la experta que se infiere una concasualidad del
hecho del fallecimiento de su hija, altamente traumatizante, con la coincidencia
temporal de su separación de la madre de sus hijos, sugiere que el damnificado realice
tratamiento psicoterapéutico a fines de elaborar las situaciones de pérdidas (duelo)
sufridas (v. fs. 198). A su vez, respecto de la Sra. Alesandra Liliana Cufre, expresa que
la nombrada presenta “un cuadro compatible con R.V.N.A. (Reacción Vivencial
Anormal Neurótica) con características depresivas Grado III” (v. fs. 204). Agrega –
asimismo- que las reacciones o desórdenes postraumáticos poseen “relación causal
directa con el suceso que se ventila en autos por no haber hallazgos en su material
psicodiagnóstico de otros hechos contemporáneamente (separación de su pareja) o
preexistentes en la vida de la peritada que evidencien haber producido una injuria a su
psiquismo” (v. fs. 205). También sugiere para la nombrada la realización de tratamiento
psicoterapéutico a los fines de elaborar las situaciones de pérdidas (duelo) sufridas, con
un profesional de su confianza.-
Conforme lo expuesto, se advierte que se debe brindar a los progenitores de la Srta.
Nadia G. Acosta la posibilidad de atemperar y aminorar las consecuencias disvaliosas
del lamentable deceso de su hija, lo cual ha sido puesto de relieve –especialmente- por
la Sra. Perito oficial. Así se ha señalado que “...la opinión científica debe demostrar que
la índole de la asistencia objeto de la reclamación resulta aconsejable e idónea, pues
también puede ocurrir que el padecimiento síquico en cuestión pueda ser fácil o
rápidamente superable sin contar con ayuda profesional... De allí que la procedencia
del tratamiento no puede inferirse sin más y como todo daño, requiere de prueba,

60
siendo la apropiada (casi exclusiva) la pericial” (conf. ZAVALA DE GONZÁLEZ,
Matilde “Daños a las personas – Integridad sicofísica”, Tomo 2a, Ed. Hammurabi, pág.
227).-
Esta opinión científica en cuanto refiere a la necesidad de un tratamiento médico
psicológico constituye una realidad para los padres de la víctima, que impone que se
deba priorizar su “derecho a la salud” en sus diferentes facetas, reconocido por la
Constitución Nacional y la Constitución Provincial (arts. 42 y 75 inc. 22 y 23 de la
C.Nac. y art. 59 de la Constitución Provincial) y también a nivel convencional (art. 12
inc. c) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; art. 4 y 5
del Pacto de San José de Costa Rica, art. 6 del Pacto Internacional de Derechos Civil y
Políticos; art. 7 y 11 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, art. 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, entre otros
instrumentos). Lo relevante entonces es que dicho detrimento futuro surge demostrado
como un daño cierto y necesario. Máxime teniendo en cuenta la vigencia del principio
de “reparación integral” (arg. Art. 1740 del nuevo Cód.Civ. y Com.).-
Ahora bien, respecto de la medida del resarcimiento, en este caso particular que nos
ocupa, si bien surge acreditado el derecho subjetivo al resarcimiento de los progenitores
de la damnificada así como la pertinencia y necesidad de acudir a dicho gasto futuro,
cabe efectuar alguna consideración respecto de lo señalado por la experta oficial en lo
atinente al cuadro psicológico del Sr. Acosta. En este punto, advierto que la mención
que se efectúa en orden a la concausalidad del suceso dañoso con otro evento
traumatizante para el paciente (separación de la pareja) impone disminuir el monto del
resarcimiento en la medida en que esta última causa no constituye –según constancias
de la causa- un hecho por el cual deba responder parte demandada. Vemos entonces que
la Sra. Perito oficial dictaminó que el Sr. Daniel H. Acosta y la Sra. Alesandra L. Cufre
deberán realizar un tratamiento terapéutico por un año y medio, con una frecuencia
semanal; señala un valor de Honorario mínimo que asciende a la suma de pesos ciento
noventa ($ 190), con lo cual estima el costo aproximado de cada proceso en la suma de
pesos trece mil seiscientos ochenta ($ 13.680,00). Siendo ello así, en base a lo expuesto,
entiendo que resulta justo y razonable según lo aconsejado en autos, reconocer a la
madre de la víctima Sra. Alesandra Liliana Cufre un resarcimiento por el tratamiento

61
psicológico sugerido por la experta por el monto total estimado, es decir que la
indemnización se fija en la suma de pesos trece mil seiscientos ochenta ($ 13.680,00)
para la nombrada. Respecto del Sr. Daniel Horacio Acosta, dicho monto deberá ser
reducido en un 50% en función de la configuración de una “concausa” como
antecedente fáctico que sustenta la pretensión, según lo expuesto de modo concreto y
categórico en la pericia oficial, es decir que corresponde conceder la suma de pesos seis
mil ochocientos cuarenta ($ 6840,00). Siendo que se ha decidido la distribución de la
responsabilidad por los daños, corresponde en definitiva a la Sra. Alesandra L. Cufré
una indemnización por este concepto por la suma de pesos nueve mil quinientos setenta
y seis ($ 9.576,00) y para el Sr. Daniel H. Acosta, la suma de pesos cuatro mil
setecientos ochenta y ocho ($ 4.788). En ambos casos, con más los intereses que señalo
en el Considerando respectivo.-
VII) Intereses: A fin de mantener incólume el capital, todos los montos de condena
devengarán el interés judicial equivalente a la Tasa Pasiva que publica el BCRA con
más el 2% nominal mensual (conf. Excmo. TSJ in re "HERNÁNDEZ, JUAN CARLOS
C/ MATRICERÍA AUSTRAL S.A. - DEMANDA - REC. DE CASACIÓN", Sentencia
n° 39, del 25 de junio del 2002, el cual fue ratificado en varios precedentes, entre ellos,
la causa “Minio” dictada por esta Sala Civil y Comercial en su anterior integración
(Sent. Nº 40/04). Dichos accesorios comienzan a correr desde la fecha del hecho para el
daño moral y para el rubro pérdida de chance de ayuda económica desde que rige el
principio general del débito de dichos accesorios a partir de la producción del daño.
Finalmente, para el rubro daño emergente futuro por tratamiento médico, los intereses
se computarán desde la fecha de la pericia psicológica, por haberse establecido en ella
montos actualizados a tal momento; todo ello hasta su efectivo pago.-
VIII) Costas. En nuestro ordenamiento procesal rige el principio objetivo de la derrota
(art. 130 del CPCC), y para el caso de existir vencimientos mutuos, las mismas se
distribuyen prudencialmente en atención al éxito obtenido por cada litigante (art. 132
del CPCC).-
En tal sentido, nuestro Máximo Tribunal Local, aclaró que “… la correcta aplicación
del art. 132 del CPCC no impone, frente a la procedencia parcial de la demanda, un
obligado cálculo porcentual entre lo demandado y la condena. Pronunciarse

62
‘prudencialmente en relación con el éxito obtenido’ (art. cit.) requiere efectuar una
evaluación del resultado del pleito que no se agota en una ecuación aritmética”. (Cfr.
TSJ, Sentencia N° 74 del 26/07/05, N° 116 del 12/12/06, N° 111 del 28/07/09, N° 244
del 03/11/09, entre otros).-
Avocada a la determinación de ese reparto, entiendo ajustado a derecho imponer las
costas en la misma proporción en que se dispuso la atribución de responsabilidad. En
consecuencia, condenar a la parte actora al pago del 30% de las costas y a la parte
demandada condenarla al pago del 70% de los gastos causídicos.-
Cabe agregar que resultan a cargo de la parte actora las costas devengadas con motivo
de la participación en el pleito de la citada en garantía de Liderar Compañía General de
Seguros SA, conforme los argumentos expuestos en el Considerando respectivo. Como
vemos, esta conclusión se impone en hipótesis como la presente, donde consta que fue
los actores fueron quienes solicitaron y mantuvieron la citación de esa compañía
aseguradora.-
VIII) Honorarios. A los fines de la regulación de honorarios del Dr. Diego R. Ortiz –
letrado de la parte actora- se tomará como base el monto de la condena, que actualizado
a la fecha del presente resolutorio asciende a la cantidad de $ 1.573.073,50. Teniendo en
cuenta la cuantía del asunto, la labor desplegada y el éxito obtenido por cada una de las
partes, y demás reglas de evaluación cualitativas establecidas por el art. 39 de la ley
9459, estimo adecuado a la justicia del caso aplicar medio punto sobre el mínimo de la
escala del art. 36, esto es, 18,50%. Realizadas las operaciones matemáticas
correspondientes ($ 1.573.073,50 x 18,50 % = $ 291.018,60) se obtiene el importe de
doscientos noventa y un mil dieciocho con 60/00 ($ 291.018,60), suma en la cual
corresponde estimar los honorarios profesionales del referido letrado por la labor
desplegada en los presentes, con más el monto correspondiente al art. 104 inc. 5º de la
ley 9459, esto es: dos mil treinta y tres con 79/00 ($ 2.033,69). A dicha suma deberá
adicionarse el porcentaje correspondiente a IVA por resultar el profesional inscripto en
dicho tributo.-
A los fines de la regulación de honorarios de los letrados de la parte demandada y citada
en garantía, atento lo dispuesto por el art. 31 inc. 2) del C.A., la base regulatoria será
fijada entre un 10% y un 50% de la demanda. En el punto, estimo justo y prudente

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establecer dicha base en el 25% de la suma demandada (capital más intereses al día de
la fecha: $ 2.838.415,14). Ello así, la base regulatoria está conformada por la suma de
pesos setecientos nueve mil seiscientos sesenta y tres con 77/00 ($ 709.603,77).
Teniendo en cuenta la cuantía del asunto, la labor desplegada y el éxito obtenido por
cada una de las partes, y demás reglas de evaluación cualitativas establecidas por el art.
39 de la ley 9459, estimo adecuado a la justicia del caso particular que nos ocupa,
aplicar medio punto sobre el mínimo de la escala del art. 36, esto es, 18,50%.
Efectuados los cálculos aritméticos respectivos, los estipendios definitivos de los Dres.
Gustavo Ariel Galetto y Esteban Nicolás Baistrocchi, en conjunto y proporción de ley
por su actuación como letrados de la demandada Sra. Mirta Luisa Bustos ascienden a la
suma de pesos ciento treinta y un mil doscientos setenta y seis con 70/00 ($
131.276,70); de los Dres. Dario A. Perez y Miguel Angel Salvay, en conjunto y
proporción de ley por su actuación como letrados de la demandada Municipalidad de
Carlos Paz ascienden a la suma de pesos ciento treinta y un mil doscientos setenta y seis
con 70/00 ($ 131.276,70); y el Dr. Tomás Aliaga de Zavalía por la citada en garantía,
ascienden a la suma de pesos ciento treinta y un mil doscientos setenta y seis con 70/00
($ 131.276,70).-
En cuanto a los peritos oficiales, corresponde regular al Sr. Perito Contador Oficial
Carlos Daniel Pedraza y al Perito Ing. Francisco A. Millicay en la suma de pesos
equivalentes a cuatro jus a cada uno, en tanto los expertos aceptaron el cargo para el
cual fueron respectivamente designados (arg. art. 49 de la Ley 9459). Para la Sra. Perito
psicóloga oficial Lic. María Marisa Cuello y para el Sr. Perito mécanico oficial Ing.
Hugo Alarcón corresponde regular la suma de pesos equivalentes a quince jus (15), es
decir diez mil ciento sesenta y ocho con 95/00 ($ 10.168,95) para cada uno.-
Los honorarios así determinados tienen el carácter de definitivos y para el caso de no ser
abonados en el plazo de diez días de notificada la presente resolución generarán
intereses en los términos del art. 35 del C. A. que se calcularán conforme la tasa pasiva
que pública el BCRA con más el 2% nominal mensual.-
Por todo lo expuesto, normas legales, jurisprudencia y doctrina citada;-
RESUELVO: 1°) Hacer lugar parcialmente a la demanda incoada por los Sres. Daniel
Horacio Acosta y Alesandra Liliana Cufre en contra de los demandados Sra. Mirta

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Luisa Bustos y Municipalidad de Villa Carlos Paz. En consecuencia, condenar a estos a
abonar a los actores en el término de diez días y bajo apercibimiento de ley, la suma de
pesos trescientos ochenta mil ciento quince con 92/00 ($ 380.115,92), conforme lo
expuesto en el considerando respectivo y la atribución de responsabilidad en un 30% a
la víctima del evento dañoso y en un 70% a la parte demandada. Corresponde dicha
suma a los siguientes rubros: a) daño moral por la suma de pesos ciento diecinueve mil
($ 119.000) para cada uno de los actores; b) pérdida de chance de ayuda económica
por la suma de pesos sesenta y cuatro mil seiscientos ocho con 10/00 ($ 64.608,10) para
la Sra. Cufre y por la suma de pesos sesenta y tres mil ciento cuarenta y tres con 82/00
($ 63.143,82) para el Sr. Acosta; y c) daño emergente futuro por la suma de pesos
nueve mil quinientos setenta y seis ($ 9.576,00) para la Sra. Cufre y pesos cuatro mil
setecientos ochenta y ocho ($ 4.788) para el Sr. Acosta; todo ello con más los intereses
en la forma establecida en el considerando pertinente. 2º) Imponer las costas en un 30 %
a cargo de la parte actora y en un 70 % a cargo de los demandados. 3°) No hacer
extensiva la condena a la citada en garantía “Liderar Compañía General de Seguros
S.A.”, atento lo dispuesto en el Considerando respectivo, con costas a la parte actora.
4°) Regular en forma definitiva los honorarios profesionales del Dr. Diego A. Ortiz, en
la suma de pesos doscientos noventa y un mil dieciocho con 60/00 ($ 291.018,60), con
más el monto correspondiente al art. 104 inc. 5º de la ley 9459, esto es: dos mil treinta y
tres con 79/00 ($ 2.033,69). A dicha suma deberá adicionarse el porcentaje
correspondiente a IVA por resultar el profesional inscripto en dicho tributo. 5°) Regular
en forma definitiva los honorarios de los Dr. Gustavo Ariel Galetto y Esteban Nicolás
Baistrocchi, en conjunto y proporción de ley por su actuación como letrados de la
demandada Sra. Mirta Luisa Bustos en la suma de pesos ciento treinta y un mil
doscientos setenta y seis con 70/00 ($ 131.276,70); de los Dres. Dario A. Perez y
Miguel Angel Salvay, en conjunto y proporción de ley por su actuación como letrados
de la demandada Municipalidad de Carlos Paz en la suma de pesos ciento treinta y un
mil doscientos setenta y seis con 70/00 ($ 131.276,70); y el Dr. Tomás Aliaga de
Zavalía por la citada en garantía, en la suma de pesos ciento treinta y un mil doscientos
setenta y seis con 70/00 ($ 131.276,70). 6º) Regular los honorarios del Sr. Perito
Contador Oficial Carlos Daniel Pedraza y del Perito Ing. Francisco A. Millicay en la

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suma de pesos equivalentes a cuatro jus a cada uno (arg. art. 49 de la Ley 9459); de la
Sra. Perito psicóloga oficial Lic. María Marisa Cuello y del Sr. Perito mecánico oficial
Ing. Hugo Alarcón en la suma de pesos equivalentes a quince jus (15), es decir diez mil
ciento sesenta y ocho con 95/00 ($ 10.168,95) para cada uno. 7º) Exhortar a la
Municipalidad de Carlos Paz para que –en lo inmediato, a partir de la notificación de la
presente- arbitre los medios a su alcance a los fines de asegurar, a través de la
intervención de los organismos pertinentes, la adecuada FISCALIZACIÓN ASÍ COMO
EL PERIÓDICO Y REGULAR CONTROL de los contenedores u objetos similares que
se encuentren en la vía pública y dentro del ejido Municipal, según las autorizaciones
que haya acordado en ejercicio de la función administrativa, para prevenir la producción
de daños futuros (arg. art. 1710 del Cód.Civ. y Comercial).-
Protocolícese, hágase saber y dése copia.-

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