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La vida Pública en Buenos Aires (Hilda Sábato)

En un contexto de surgimiento y consolidación del Estado nacional posterior a Caseros,


entre las décadas de 1850 a 1880, se fue estableciendo un entramado de instituciones
cívicas cada vez más denso para la mediación entre sociedad y Estado. Para los
contemporáneos esto fue visto como una etapa de oro para las democracias modernas,
en las que los problemas de la ciudadanía y su representación se manifestaban en la
cotidianeidad.

Sin dudas la vida asociativa floreció después de Caseros, ya que anteriormente esta
cultura se había estancado bajo el tradicionalismo y la costumbre para luego surgir por
adscripción voluntaria. Ante un proceso de urbanización de la ciudad y el crecimiento
económico sobre todo de las clases más acaudaladas, en la sociedad heterogénea se
superponían nuevas y viejas relaciones y desigualdades ya que esta “Transición” no se
encontró libre de violencia.

Además destacan en este período, movimientos asociativos muy diversos que sirvieron
para construir lazos de pertenencia y solidaridad, desarrollar reclamos sectoriales y
constituir actividades recreativas. Pero sobretodo sirvieron de sostén para las clases más
necesitadas. También se desarrollaron las sociedades de ayuda mutua para: …reunir
fondos destinados a crear mecanismos de asistencia en materia de salud y enfermedad,
protección en caso de desempleo e invalidez y, a veces, ahorro y apoyo educativo.1A su
vez estas últimas se pueden clasificar en tres tipos: Por afinidad de origen, por oficio y
por origen étnico (cuya mayoría nucleaba a descendientes de la población de origen
africano).

Las mutuales por afinidad de origen constituyeron un eje central por su tendencia a
aglutinar a agrupaciones de inmigrantes europeos que rápidamente coparon un gran
espacio dentro de la esfera pública. En lo que respecta las segundas, no se definían en
términos clasistas sino que incluso agrupó a patrones y empresarios, pero bien
constituyó ser la antecesora de los sindicatos. La tercera se multiplicó en un primer
momento para la realización de fiestas y carnavales, pero pronto una fracción de este
asociacionismo trató de fundar organizaciones mutuales.

Por otro lado las asociaciones de los porteños era variada y no se agotó solo en
mutuales: se desarrolló la franc-masonería, las logias, los círculos literarios y musicales,
etc. Lo que es importante destacar era ¿Qué grupos sociales eran atravesados por este
asociacionismo? Sin dudas, este fenómeno cruzaba verticalmente la escala social pero
sobre todo cabe destacar que la clase media con clara preeminencia masculina ya que
las mujeres ocupaban un rol marginal. Además existe gran conflictividad en cada
asociación para alcanzar la dirigencia.

1
Hilda, Sábato. La vida pública en Buenos Aires. Nueva Historia Argentina, Tomo IV. pp. 171.

1
Lo más importante para resaltar es que este asociacionismo es el corazón de la vida
pública porteña por su rol como mediadora, su dialogo inter-asociativo y su influencia
en las decisiones tanto económicas como políticas.

Otro de los ejes claves es la prensa, la cual se va expandir con gran rapidez fruto de una
coyuntura política y cultural que sirvió de abono. Es por ello que dentro de la
caracterización de este elemento es que como describe la autora: …los diarios fueron
adquiriendo relativa autonomía y aunque muchos de ellos mantuvieron sus adhesiones
a algún sector político o de gobierno, no fueron simplemente sus subordinados 2.Tanto
la prensa como el movimiento asociativo se consideraban como agentes civilizadores y
baluartes del progreso.

Semejante rasgo social se encuentra en las movilizaciones las cuales en la década del
setenta alcanzaron su apogeo. La clasificación de este fenómeno es la siguiente: 1- Las
reuniones de conmemoración y celebración. 2-Protestas ante el Estado en beneficio de
una causa. 3- Las manifestaciones políticas con fines proselitistas. Todas ellas
compartían un “modus operandi” similar que comenzaba por iniciativa de alguna o
varias instituciones y/o dirigentes políticos e intelectuales. Para la autora, a rasgos
generales estas manifestaciones nunca adquirieron carácter contestatario frente a la
autoridad del gobierno ya que normalmente los pedidos no referían a antagonismos
soco-políticos. Es así que las movilizaciones eran más de celebración y de exaltación
cívica que de de violencia.

Finalmente se puede decir que estas formas de expresión e instituciones no solo crearon
espacios de intercambios y pertenencia sino que organizaron una telaraña de vínculos
que atravesaba capilarmente la sociedad y llegaban incluso a oídos de los dirigentes
políticos. Esto sin embargo representó para los contemporáneos, el corolario de la
“civilización” argentina.

2
Hilda, Sábato. La vida pública en Buenos Aires. Nueva Historia Argentina, Tomo IV. pp. 199.

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