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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

INFORME ACADÉMICO:

“La Fractura Causal”

INTEGRANTES:

Chavez Palomino, Greysi

Guerrero Jabo, Brenda

Rosas Meza, Yhomira

Ruesta Ramos, Francisco

Trelles Puicón, Pablo

Valdiviezo Chiroque, Emily

DOCENTE:

Dr. Bustamante Zavala, Juan Carlos

CURSO:

Derecho Civil VI – Responsabilidad Civil

PIURA- PERU

2018

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ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN .............................................................................................. 3
II. MARCO TEORICO ........................................................................................... 4
CAPÍTULO I: La Relación Causal En La Responsabilidad Civil ..................................... 4
1.1. La relación causal en la responsabilidad civil extracontractual ............................. 4
1.2. La noción de causa adecuada.................................................................................... 5
CAPÍTULO II: La fractura causal ............................................................................................ 7
2.1. Concepto ........................................................................................................................ 7
2.2. Supuestos de la fractura causal ................................................................................ 8
2.2.1. El caso fortuito y la fuerza mayor ....................................................................... 8
2.2.2. El hecho determinante de un tercero .............................................................. 12
2.2.3. El hecho determinante de la victima ................................................................ 15
CAPÍTULO III:............................................................................................................................. 19
3.1. Concausa ......................................................................................................................... 19
3.1.1. Las fracturas causales y la concausa .................................................................. 20
3.2. Concurrencia de causas o pluralidad de causas ....................................................... 26
3.2.1. Los efectos jurídicos de la pluralidad de causas ................................................ 26
III. CONCLUSIONES ........................................................................................... 28
IV. BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 29

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I. INTRODUCCIÓN

Nuestro ordenamiento jurídico regula la figura de fracturas causales


dentro de la responsabilidad civil, lo cual este implica un conflicto entre
dos conductas que se ejecutaron para la realización de un daño
ocasionando un resultado general de ambas. Por otro lado se entiende
como fractura causal a aquel hecho que proviene ajeno a la relación
jurídica, interrumpe la relación que se tiene de causa y efecto entre las
partes.

Esta fractura que se causa dentro del nexo causal puede provenir por la
existencia de tres supuestos que nuestra legislación también menciona
en su artículo 1972 mencionando al caso fortuito, hecho determinante de
tercero y hecho determinante de la víctima.

Lo que en el presente informe se tendrá en cuenta es lo siguiente:


artículos que nuestra legislación tiene en cuenta para el desarrollo del
tema, por otro lado tenemos doctrina en la cual conocedores del tema
hacen referencia poniendo en conocimiento de todos sus criterios las
cuales consideran pertinentes saberlos y de tal manera lo ejemplifican
para un mejor entendimiento del tema. También nos manifestaremos
acerca de lo que es en términos generales es la concausa establecido en
nuestro código civil en el artículo 1973 como que el daño es siempre
consecuencia de la conducta del autor, pero con contribución o
participación de la propia víctima, tratándose de un supuesto totalmente
distinto al de la fractura causal.

El objetivo principal de este trabajo es poder identificar las figuras jurídicas


y poder aplicarlas a cada caso que exista basándonos en nuestro código
civil como regla principal.

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II. MARCO TEORICO

CAPÍTULO I: La Relación Causal En La Responsabilidad Civil

1.1. LA RELACIÓN CAUSAL EN LA RESPONSABILIDAD CIVIL


EXTRACONTRACTUAL

Según el reconocido jurista (TABOADA CÓRDOVA, 2000, pág. 57) señala


que los requisitos antes mencionados de la responsabilidad civil como son
la conducta antijurídica y el daño causado, es necesario un tercer requisito
de orden fundamental denominado “relación de causalidad”, que se
entiende en el sentido que debe existir una relación de causa-efecto, es
decir, de antecedente-consecuencia entre la conducta antijurídica del
autor y el daño causado a la víctima, pues de lo contrario no existirá
responsabilidad civil extracontractual y no nacerá la obligación legal de
indemnizar.

Esto significa que el daño causado debe ser consecuencia de la conducta


antijurídica del autor para que se configure un supuesto de responsabilidad
civil contractual. Sucediendo lo mismo en el campo de la responsabilidad
civil contractual, ya que el daño causado al acreedor debe ser
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento absoluto o relativo de
la prestación debida por parte del deudor.

La relación de causalidad es pues un requisito general de la


responsabilidad civil, tanto en el ámbito contractual como extracontractual.
La diferencia reside en que mientras en el campo extra contractual la
relación de causalidad debe entenderse según el criterio de la causa
adecuada, en el ámbito contractual la misma deberá entenderse bajo la
óptica de la causa inmediata y directa.

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1.2. LA NOCIÓN DE CAUSA ADECUADA

Habiendo establecido la necesidad de este tercer requisito de la


responsabilidad civil, corresponde ahora determinar el sentido de la noción
de causa adecuada para poder entender el significado de la relación
causal en el campo de la responsabilidad civil extracontractual. En este
sentido, conviene plantearse la siguiente pregunta:

¿Cuándo se debe entender que una conducta es causa adecuada de


un determinado daño?

La respuesta a esta interrogante es la siguiente: para que una conducta


sea causa adecuada de un daño es necesario que concurran dos factores
o aspectos: un factor in concreto y un factor in abstracto. El factor in
concreto debe entenderse en el sentido de una relación de causalidad
física o material, lo que significa que en los hechos la conducta debe haber
causado el daño, es decir, el daño causado debe ser consecuencia fáctica
o material de la conducta antijurídica del autor. Sin embargo, no basta la
existencia de este factor, pues es necesaria la concurrencia del factor in
abstracto para que exista una relación de causalidad adecuada.

Este segundo factor debe entenderse en los términos siguientes: La


conducta antijurídica abstractamente considerada, de acuerdo a la
experiencia normal y cotidiana, es decir, según el curso normal y ordinario
de los acontecimientos debe ser capaz o adecuada para producir el daño
causado. Si la respuesta a esta interrogante es negativa, no existirá una
relación causal, aun cuando se hubiere cumplido con el factor in concreto.
Es pues necesaria la concurrencia de ambos factores para que se
configure una relación de causalidad adecuada. (TABOADA CÓRDOVA,
2000, pág. 59)

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 EJEMPLO:

Si una persona de 25 años de edad, sin ningún problema cardíaco, fallece


en forma inmediata como consecuencia de un susto producto de una
broma, no existirá relación de causalidad adecuada, aun cuando en los
hechos la muerte haya sido consecuencia del susto por la broma, por
cuanto de acuerdo a la experiencia normal y cotidiana un susto por una
broma no es capaz de producir la muerte de una persona joven de esa
edad.

Por el contrario, si se tratara de un susto por una broma a una persona de


75 años de edad, no habría duda alguna que se trataría de una causa
adecuada, en tanto y en cuanto el susto a una persona de edad avanzada
es causa adecuada, de acuerdo a la experiencia normal y cotidiana, para
producir la muerte.

De esta manera, resulta claro el sentido de la noción de causa adecuada,


de aplicación obligatoria para todos los casos de responsabilidad civil
extracontractual en el sistema legal peruano, por haber sido consagrada
expresamente y en forma imperativa en el artículo 1985° del (Civil, 1984).

No basta con establecer si una conducta ha causado físicamente un daño,


pues es necesario también determinar si esa conducta abstractamente
considerada es capaz de producir ese daño de acuerdo al curso ordinario
y normal de los acontecimientos.

Ahora bien, el tema de la relación de causalidad no se agota en la noción


misma de la causa adecuada, sino que es necesario precisar todas las
figuras y supuestos que se presentan en torno a este aspecto fundamental
de la responsabilidad civil, para poder entender la mecánica de la relación
de causalidad dentro del sistema de responsabilidad civil extra contractual.

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En tal sentido, resulta fundamental determinar las nociones de fractura
causal o causa ajena, la de concausa y aquella de pluralidad de causas,
reguladas sucesivamente en los artículos 1972°, 1973° Y 1983° del Código
Civil.

CAPÍTULO II: La fractura causal

2.1. CONCEPTO

Según el autor (Pacheco, 2016, pág. 325) establece que son aquellos
hechos ajenos a la serie causal normal, que consecuentemente
interrumpen la cadena de la causalidad adecuada. Es interesante notar
que, si bien el Código no precisa el contenido de la expresión "adecuado"
que califica la cadena causal jurídicamente operativa, en cambio señala
taxativamente en su artículo 1972 los hechos que interrumpen la relación
de causa a efecto entre el obrar del presunto causante y el daño. De ahí
que sea de la mayor importancia revisar cuidadosamente estas formas de
interrupción de la causalidad para entender más cabalmente la causalidad
adecuada.

(Pacheco, 2016, pág. 328) establece que La ruptura del nexo causal es
aquel supuesto que determina el «quiebre» del nexo existente entre el
«inicialmente» considerado como hecho determinante del daño y el daño
ocasionado, no significando ello la inexistencia de una relación casual,
dado que lo que se ha producido es una «alteración» de la misma lo que
implica que el «hecho determinante del daño» es otro, pudiendo ser: un
caso fortuito8 («acto de Dios»: naturaleza), una fuerza mayor («acto del
príncipe o del hombre»), un hecho determinante de un tercero o «un hecho
determinante de la víctima» como lo sostiene el proyecto de reforma del
(Civil, 1984) del Sábado 7 de enero de 1995. Consideramos óptima esta
variación dado que el tema de «imprudencia» de la víctima nos lleva a un
ámbito «subjetivo» que produce un círculo vicioso en el análisis de los
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supuestos riesgosos puesto que el mismo discurrirá en dos campos:
objetivo subjetivo.

El jurista (BARROS BOURIE, 2009, pág. 125)alude a los siguientes


hechos como rupturas de la relación causal:

 La causa de reserva, es decir, que eliminada la conducta principal el


daño se hubiera producido igualmente.

 El comportamiento lícito alternativo, o sea, que el daño se habría


producido igual bajo un comportamiento lícito.

 El daño moral por repercusión, es decir, el impacto que un daño en


concreto produce sobre un observador especialmente sensible.

2.2. SUPUESTOS DE LA FRACTURA CAUSAL

Según el artículo 1972 (Civil, 1984) describe los tres únicos típicos de
fracturas causales que nuestra legislación admite:

 Caso fortuito.

 Hecho determinante de tercero.

 Hecho determinante de la víctima.

2.2.1. EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR

En el artículo 1313° expresa que ambos son la causa no imputable,


consiste en un evento extraordinario, imprevisible e irresistible, que impide
la ejecución de la obligación o determina su cumplimiento parcial, tardío o
defectuoso" (Civil, 1984)

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Conforme se evidencia la citada norma no hace diferencia entre caso
fortuito o fuerza mayor. Doctrinariamente se entiende como caso fortuito
un hecho natural que impide el cumplimiento de una obligación o que en
materia extracontractual genera un daño; fuerza mayor se vincula a la
intervención irresistible de la autoridad.

Según (FERNANDO DE TRAZEGNIES, 2001, pág. 65) Hace referencia a


la noción de caso fortuito o fuerza mayor solo es relevante en el campo de
la responsabilidad objetiva, porque, tratándose de responsabilidad
subjetiva, todas las situaciones comprendidas en el caso fortuito se hallan
excluidas de tal responsabilidad por el simple hecho que carece de culpa.
En consecuencia la responsabilidad subjetiva solo responsabiliza a quien
tiene culpa, estos casos quedan exentos; y ya no será necesario hablar de
caso fortuito o de fuerza mayor, porque basta demostrar la simple
ausencia de culpa para quedar libre de responsabilidad.

Dentro de nuestro ordenamiento, en ambos casos lo esencial es lo mismo,


se trata de una fuerza ajena extraordinaria, imprevisible e irresistible. Y
para todo efecto práctico, nuestro ordenamiento civil considera el caso
fortuito y la fuerza mayor como conceptos análogos, que tienen
consecuencias similares: la exoneración de la responsabilidad.

(BUSTAMANTE ALSINA, 2000) Se conceptúa que por el caso fortuito, el


vínculo de causalidad no solo falta cuando resulta posible relacionar el
daño con un individuo determinado que sea distinto del demandado (la
víctima o un tercero), sino también cuando el perjuicio no se debe al hecho
de nadie; existe entonces una causa ajena al demandado que es también
ajena a quien quiere que sea.

Según diversos autores, no habría diferencia ni teórica ni práctica entre el


hecho fortuito y la fuerza mayor, pues ambas serían consecuencias de un
hecho imprevisible. Así, observamos que para el derecho positivo, la
diferenciación carece de mayor trascendencia

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(Civil, 1984)tampoco logra la diferencia, en efecto, del artículo 1972, se
entiende que fuerza mayor y caso fortuito son nociones con las mismas
características, pues deberán ser eventos extraordinarios, imprevisibles e
irresistibles; y en virtud del cual, opera la irresponsabilidad por caso fortuito
o fuerza mayor en los supuestos de responsabilidad por riesgo.

(Civil, 1984)“En los casos del artículo 1970, el autor no está obligado a la
reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza
mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de quien
padece el daño”.

Sin embargo, parte de la doctrina se divide entre los que consideran una
distinción puramente teórica; y el segundo, de los que le atribuyen
influencia sobre la responsabilidad del deudor. Entre los que se adhieren
a una distinción meramente teórica, se considera que el caso fortuito
guarda mayor relación con los hechos naturales (terremoto, inundación,
incendio, etc.), mientras que la fuerza mayor se originaría en hechos de
los hombres (lícitos o ilícitos), como puede ser la coacción, los conflictos
bélicos, etcétera. Caso fortuito es el que no ha podido preverse, o que,
previsto, no ha podido evitarse.

Los seguidores que apoyan la diferencia en la extensión de la


responsabilidad del deudor, se otorga a la fuerza mayor un efecto
liberatorio más amplio que al caso fortuito. La primera implica la
“irresistibilidad” del acontecimiento, y el segundo, su “imprevisibilidad”. El
caso fortuito significaría sólo una imposibilidad "relativa" de ejecución y, en
cambio, la fuerza mayor sería imposibilidad "absoluta".

Asimismo, como vimos en el artículo 1970° (Civil, 1984), les asigna un


mismo efecto, ya que el autor no está obligado a la reparación cuando el
daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, similarmente
(BUSTAMANTE ALSINA, 2000, pág. 58), sostiene que desde el punto de
vista de los efectos jurídicos, ninguna distinción hay que hacer, pues
ambos conceptos se hallan asimilados legalmente.

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Esto sin embargo, no aleja las dudas en torno a la noción de caso fortuito
en el ámbito de la responsabilidad objetiva. Para autores como (LEÓN
BARANDIARÁN, 1954): “Si se quiere proteger eficazmente a la víctima
frente al daño que le ha sobrevenido por razón de responsabilidad por
riesgo (mediante cosa o actividad peligrosa), la presunción de culpa debe
ser iures et de iure; el lesionante no puede demostrar su excusabilidad por
caso fortuito.

El debate precedente guarda relación con la carga de la prueba en materia


de causalidad, y como oportunamente se ha señalado, la regla general es
que la demostración de los hechos constitutivos incumbe a quien afirma la
existencia del derecho que se pretende hacer valer tanto en los casos de
responsabilidad aquiliana como contractual258. El problema se presenta
debido a la insistencia en atribuir vigencia a la teoría de la responsabilidad
por riesgo, en favor de la víctima, lo cual puede llevar a grandes injusticias
y a problemas insolubles en el plano teórico.

Finalmente, reflexionando en torno a la significación del caso fortuito y del


caso de fuerza mayor, con respecto a la cuestión de ausencia de culpa o
de relación de causalidad, es evidente, como ha puntualizado
(GIANFELICI, 1995), existiría un arduo debate en torno a cuál es el
presupuesto de la responsabilidad civil que resulta excluido. Por un lado,
se afirma que excluye la culpa y, por el otro, el que sostiene que elimina la
relación de causalidad

El problema surge al concebir al caso fortuito y al caso de fuerza mayor


como una noción única y una misma función. La solución consistiría en
visualizar en ellas funciones distintas: así consideramos que mientras que
el caso fortuito, sentido estricto, excluye la culpa, el caso de fuerza mayor,
descarta la relación de causalidad. La explicación estaría en que el caso
fortuito, sentido estricto, implica ”causa ajena” por excluir una de las
relaciones de causalidad “interna”, la relación de culpabilidad; en cambio,
el caso de fuerza mayor importa “causa ajena” por excluir la relación de

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causalidad “externa”. Desde tal perspectiva, el caso fortuito es definido
como una consecuencia ordinaria, lo cual implica que esa consecuencia
es previsible en abstracto y que, por tanto, deja incólume la relación de
causalidad “externa”. Se trata de la consecuencia que “no ha podido
preverse al ejecutarse el hecho”, lo cual es imprevisible en concreto, queda
descartada la relación de culpabilidad por ser la que pondera la
previsibilidad. En cambio, el caso de fuerza mayor se define como la
consecuencia extraordinaria; es decir, es imprevisible en abstracto, por lo
que excluye la relación de causalidad externa, por ser precisamente la que
meritúa la faceta de la previsibilidad

Esta distinción conceptual, permite su operatividad; así, el ámbito de


actuación en los supuestos de responsabilidad subjetiva son eximentes
tanto el caso fortuito, sentido estricto, como el caso de fuerza mayor,
mientras que en los supuestos de responsabilidad objetiva sólo es
eximente el caso de fuerza mayor; de otra parte, respecto a su apreciación,
el caso fortuito, sentido estricto, debe ser apreciado con criterio subjetivo,
mientras que el caso de fuerza mayor debe serlo con criterio objetivo.

2.2.2. El HECHO DETERMINANTE DE UN TERCERO

Viene a ser otro caso de fractura del nexo causal. Que no debe ser tratado
como un caso de ausencia de culpa, en este caso se debe a la liberación
de una eventual responsabilidad acreditando que el daño obedeció a un
hecho determinante de un tercero.

La regla contenida del (Civil, 1984)en él artículo 1972° ha querido exonerar


de responsabilidad a quien no fue autor de un daño, es decir liberar al
presunto agente cuando el verdadero productor del daño fue un tercero, lo

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cual no significa que cualquier hecho de un tercero exime de
responsabilidad; porque si así fuera no habría responsabilidad objetiva.

En realidad tanto en el caso fortuito como en el hecho determinante de


tercero son casos de fuerza mayor. La diferencia se da en que el caso
fortuito es una fuerza anónima, mientras que el hecho de un tercero y el
hecho de la víctima tienen un carácter de fuerza mayor con el autor. Este
carácter de "hecho de autor" da lugar a que no se cancele la
responsabilidad extracontractual, simplemente se desplaza del presunto
causante al verdadero causante.

Es un hecho determinante que exonera de responsabilidad a una persona


en particular a quien se le creía causante, pero no establece que no hay
responsabilidad sino que otra persona es identificada como el "autor del
daño"; y es contra ella que se vuelve la institución de la responsabilidad
extracontractual.

El hecho determinante de un tercero debe imponerse sobre el presunto


causante con una fuerza que aniquile su propia capacidad de acción y para
que tenga un efecto exoneratorio, tiene que revertir también las
características de imprevisibilidad e irresistibilidad.

 EJEMPLO:

Mario se encuentra manejando una moto, cuando intempestivamente


cruza por la misma vía en dirección contraria Justina, chocando contra
Mario, siendo arrojada contra a la pista y muerta por un tráiler que pasaba
por ese momento. Aquí queda establecido que el accidente se produjo por
negligencia de Justina, pues invadió la zona reservada al tráfico en sentido
contrario, sin haberse asegurado que la pista se encontraba libre.

Es necesario además señalar que existen hechos de terceros que no son


eximentes en virtud de la Ley, no todo hecho determinante de tercero
exonera de responsabilidad ya que nuestro Código Civil establece ciertos
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casos en los que estamos obligados a pagar indemnización, por las
siguientes:

1. Caso de representante legal de la persona incapacitada.

2. Caso del que incita a otro para que cometa un delito.

3. Caso del que tiene a otro bajo sus órdenes.

Así como el autor (MOSSET ITURRASPE, 1986) establece que Se trata


del accionar de un tercero extraño que da lugar a la consecuencia dañosa.
En principio, el hecho de un tercero, al destruir el nexo causal entre el daño
y la acción del presunto ofensor, elimina por entero la responsabilidad de
éste, ya que en tal hipótesis no pueden configurarse los cuatro elementos
que se exigen para el surgimiento de la responsabilidad extracontractual.
Empero, se debe precisar que, “lo decisivo como eximente no es que
medie culpa o sea un factor subjetivo de imputabilidad, sino la intervención
del tercero como autor del perjuicio”. Encontramos según el concepto
precedido la intervención del tercero, que constituye a toda persona
distinta de la víctima, agraviada, o del responsable directo el demandado.

Finalmente, se presenta un debate en cuanto a si constituye una


circunstancia de fuerza mayor, por una parte, se sostiene que el hecho del
tercero debe revestir alguno de los caracteres del caso fortuito, es decir,
ser irresistible e inevitable; de forma tal que, las circunstancias anteriores
o concomitantes que no pudieron ser conocidas y las sobrevinientes
imprevisibles que desvían la serie causal no pueden ser imputables al
agente, estaríamos ante una responsabilidad del tercero como autor del
perjuicio.

Tal posición genera reparos en el sentido de saber si en orden al hecho


del tercero debían de concurrir también los caracteres de imprevisibilidad

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e irresistibilidad, propios del caso fortuito, lo cual resulta equívoco, pues
es evidente que si el hecho del tercero puede ser previsto o evitado por el
ofensor, debe ser considerado imputable según el cual no evitar un
resultado se tiene la infracción a la obligación de impedir un acto dañoso,
lo cual equivale a producirlo, en cuyo caso, es evidente que si el hecho del
tercero no resulta imprevisible e irresistible devendría en culpable y no
podría ser esgrimido como verdadera causal de exoneración.

Lo que hay que averiguar es si estos elementos integran, necesariamente,


la noción misma del hecho del tercero, o si, por el contrario, se encuentran
fuera de su esencia, y sólo aparecen como contra-elementos que tienen
por finalidad remover sus consecuencias una vez que el hecho de tercero
se ha acreditado. Esto último abona a favor de la independencia
conceptual del hecho del tercero frente a la situación del caso fortuito o
fuerza mayor.

Al respecto, en nuestro Código Civil, de la lectura del art. 1972, haciendo


salvedad de la sumilla (Irresponsabilidad por caso fortuito o fuerza mayor),
permitiría interpretar que se formula una clara distinción entre ambas
figuras: “En los casos del artículo 1970, el autor no está obligado a la
reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza
mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de quien
padece el daño”.

2.2.3. EL HECHO DETERMINANTE DE LA VICTIMA

El Artículo 1972º (Civil, 1984)precisa que se libera al presunto autor no


cuando ha mediado un hecho determinante de la víctima sino una
imprudencia de ella, por lo que es necesario precisar que esta viene a ser
el defecto de la advertencia o previsión que debía haber puesto en alguna
cosa.

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Se trata de un daño del cual el demandado no es el autor. Pero a
diferencia del caso fortuito en el que el daño es atribuido a un suceso
anónimo y del hecho determinante en el daño es imputable a una tercera
persona, aquí la causa se encuentra en el hecho de la propia víctima.

La culpa exclusiva de la víctima se da cuando su conducta es la única


causa de su propio daño. Se trata de un caso de ruptura del nexo causal;
quedando librado el demandado de toda responsabilidad.

En estos casos interviene el propio agraviado en la producción del hecho


dañoso. Esta hipótesis exime de responsabilidad al supuesto ofensor; de
allí que sea muy frecuente que estos esgriman el hecho de la víctima para
alejar de sí la responsabilidad.

Aquí corresponde estudiar o determinar los caracteres por los cuales este
hecho puede ser invocado como causas de ruptura del nexo causal:

 Es necesaria la relación causal entre el hecho de la víctima y el daño;


si la víctima no contribuye en alguna manera a la producción del evento
perjudicial, es evidente que su hecho no puede tener repercusión en el
ámbito de la responsabilidad civil.

 El hecho de la víctima debe ser extraño y no imputable al ofensor, caso


contrario, la acción de la víctima no es sino la consecuencia del acto del
ofensor, por lo que éste último debe responder de aquélla.

 Se discute si el hecho de la víctima debe ser imprevisible e irresistible


respecto del ofensor; elementos que usualmente configuran el caso
fortuito o la fuerza mayor. La doctrina no acepta que deban concurrir para
configurar el hecho de la víctima, por lo que no es menester que sea
irresistible e imprevisible.

 Se analiza si el hecho de la víctima debe ser, a su vez, un hecho en sí


mismo ilícito, de acuerdo al ordenamiento. La posición dominante indica

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que el ofensor, puede reclamar la exoneración parcial o total en razón de
que el hecho de la víctima debe ser ilícito y culpable.

Desde tal perspectiva, se establece en doctrina que debe ser el


demandado quien asuma la carga de la prueba; es decir, quien demuestre
que la conducta de la víctima fue determinante en la producción del
evento dañoso.

Sin embargo, como veremos oportunamente, la culpa es sumamente


difícil de probar. Esto ha llevado a nuestros legisladores adopten una
salida que ha merecido diversas críticas. Concretamente la segunda parte
del artículo 1969271 del Código Civil establece una presunción general
de culpa muy favorable a los perjudicados, pero que resulta demasiado
severa para los autores simplemente materiales de daños.

En efecto, al precisarse que “El descargo por falta de dolo o culpa


corresponde a su autor”, ello representa una inversión de la carga de la
prueba, criterio cuestionable, por cuanto que “el dolo no se supone”; y, en
general, la regla en casi todas las codificaciones es que el daño, así derive
de una acción culposa o dolosa, implica que se deba probar
fehacientemente tanto el dolo como la culpa del autor del evento dañoso.

 EJEMPLO:

Si en plena vía expresa, Sofía decidiera quitarse la vida y se arroja debajo


de un vehículo en plena marcha, aun cuando el daño fue causado por el
conductor, no existe duda que podrá liberarse de la responsabilidad pues
fue la propia conducta de la víctima quien causo el daño.

En todos los casos de fractura causal debe dejarse de lado el análisis del
aspecto subjetivo del autor de la conducta de la causa inicial, pues lo
único revelante es que el daño ha sido consecuencia de una conducta o
evento ajeno o distinto, ya sea un caso fortuito o fuerza mayor, de hecho
de tercero o de hecho de la propia víctima.

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Es decir las fracturas causales deben ser invocadas cuando se le impute
a un sujeto una responsabilidad civil por un daño que no ha causado,
habiendo sido el mismo consecuencia de un evento o culpa ajena, siendo
que esta no guarda vinculación alguna con la noción de culpabilidad,
tratándose de un asunto objetivo, referido a que conducta o evento es la
causa del daño.

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CAPÍTULO III: OTROS SUPUESTOS DEL NEXO CAUSAL
3.1. CONCAUSA

Regulado por el artículo 1973º del (Civil, 1984), en este caso el daño es siempre
consecuencia de la conducta del autor, pero con contribución o participación de
la propia víctima, tratándose de un supuesto totalmente distinto al de la fractura
causal.

Se da un supuesto de concausa cuando la víctima contribuye con su propio


comportamiento a la conducía del autor o a la realización de un daño, en este
caso el daño no es consecuencia única y exclusiva de la conducta del autor,
sino que la propia víctima ha contribuido y colaborado objetivamente a la
realización del mismo, el cual no se hubiera producido de no mediar el
comportamiento de la propia víctima.

 EJEMPLO:

Luis Miguel practica ciclismo en la pista de la Av. Javier Prado y no en las ciclo
vías existentes, existirá concausa en el supuesto de que un conductor de esta
vía rápida atropelle a Luis Miguel. No se trata de una fractura causal puesto que
el solo hecho de la conducta de hacer ciclismo en la pista no es suficiente en sí
misma para sufrir un accidente de tránsito, pero si se tratará de una concausa
por cuanto con este comportamiento Luis Miguel está contribuyendo
objetivamente a la producción del daño.

Usualmente es difícil distinguir cuando se da una fractura causal y cuando la


concausa. El único criterio para diferenciarlos será responder la siguiente
pregunta ¿la conducta de la víctima por si sola es suficiente para la producción
del daño?

Si la respuesta es negativa se tratará de una concausa, si es afirmativa será


una fractura causal. El efecto jurídico de la concausa no es la liberación de la
responsabilidad civil del autor, sino únicamente la reducción de la indemnización
a cargo del autor, la reducción deberá ser determinada por el juez, según las
circunstancias.

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3.1.1. LAS FRACTURAS CAUSALES Y LA CONCAUSA

En lo concerniente a la noción de fractura causal, debemos señalar que la


misma se configura cada vez que un determinado supuesto se presenta
un conflicto entre dos conductas o causas sobre la realización de un daño,
el mismo que será resultado de una sola de dichas conductas. En este
sentido, en todo supuesto de fractura causal una de las conductas o
causas habrá producido o causado el daño y la otra no habrá llegado a
causarlo justamente por haber sido la misma consecuencia de la otra
conducta. Y es por ello que a la conducta que no ha llegado a causar el
daño se le denomina causa inicial, mientras que a la conducta que sí llegó
a causar el daño se le denomina causa ajena. Todo supuesto de fractura
causal implica, pues, un conflicto entre la causa ajena y la causa inicial,
siendo el daño consecuencia de la causa ajena y no existiendo ninguna
relación de causalidad respecto de la causa inicial. (MOSSET
ITURRASPE, 1986)

Esto significa, en consecuencia, que la causa ajena es un mecanismo


jurídico para establecer que no existe responsabilidad civil a cargo del
autor de la causa inicial justamente por haber sido el daño consecuencia
del autor de la causa ajena. Dicho en otros términos, cada vez que se le
intente atribuir a un sujeto una responsabilidad civil extracontractual por la
supuesta producción de un daño, el mismo tendrá la posibilidad de
liberarse de dicha responsabilidad si logra acreditar que el daño causado
fue consecuencia no de su conducta, sino de una causa ajena, o lo que es
lo mismo de otra causa, bien se trate de un supuesto de caso fortuito, o de
fuerza mayor, o del hecho determinante de un tercero, o del propio hecho
de la víctima, según lo establece el artículo 1972° del (Civil, 1984), cuyo
texto señala lo siguiente:

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“En los casos del artículo 1970° del (Civil, 1984), el autor no está obligado
a la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza
mayor, de hecho determinante de tercero o de la imprudencia de quien
padece el daño”. Si se trata de caso fortuito la causa ajena será un
fenómeno de la naturaleza, como un terremoto, una inundación
consecuencia del Fenómeno del Niño, etc.

Del mismo modo, si se trata de fuerza mayor la causa ajena será un acto
de la autoridad como una prohibición repentina decretada por norma
jurídica de una conducta antes permitida, la declaración de guerra de un
Estado a otro, etc. Si se trata del hecho determinante de tercero, la causa
ajena será justamente el hecho del tercero y en el caso del hecho de la
víctima la causa ajena será precisamente el hecho de la propia víctima.
De esta manera, en estos cuatro supuestos el daño no será producto del
autor de la causa inicial, el mismo que no será responsable civilmente, por
ser la misma consecuencia de caso fortuito, o de fuerza mayor, o del hecho
de un tercero, o del hecho de la misma víctima, es decir, de una causa
ajena. (GIANFELICI, 1995, pág. 385)

Puede pues decirse que en los supuestos de causa ajena, denominados


también doctrinariamente “fractura causal”, no existe responsabilidad a
cargo del autor de la causa inicial, por ser el daño consecuencia de otra
causa que puede ser una conducta humana o un evento de la naturaleza.
Las fracturas causales se invocan consiguientemente siempre que el autor
de una determinada conducta logre acreditar que no ha sido el causante
del daño imputado, por ser la misma consecuencia de otra causa, ya se
trate de caso fortuito, fuerza mayor, hecho de tercero o hecho de la víctima.
(GIANFELICI, 1995, pág. 388)

 EJEMPLO:

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Si en plena vía expresa en la ciudad de Lima, un sujeto decide quitarse la
vida, y se arroja debajo de un vehículo en plena marcha, aun cuando el
daño haya sido causado aparentemente por el conductor del vehículo, no
existirá duda alguna que el mismo podrá liberarse de responsabilidad
invocando como causa ajena el hecho de la propia víctima, por cuanto en
este ejemplo es la propia víctima, como consecuencia de su propia
conducta, la que se ha causado el daño a sí misma, en tanto y en cuanto
de no haber sido por dicha conducta, el conductor no hubiera producido
materialmente el daño. El daño, en este caso la muerte del suicida no ha
sido consecuencia del hecho del conductor, sino del propio hecho de la
víctima.

Debe señalarse igualmente que para poder tener una exacta visión de las
fracturas causales, no debe confundirse el aspecto de la culpabilidad del
sujeto de la conducta, con el aspecto objetivo de la relación causal, pues
no interesará que el autor de la causa inicial haya actuado con dolo o
culpa, es decir, no interesará que el mismo haya querido producir un daño
a sabiendas del mismo, o en forma negligente, en tanto que lo único
importante es que el daño causado a la víctima no ha sido consecuencia
de dicha conducta, sino de un evento extraño y ajeno a él.

En todos los supuestos de fractura causal debe dejarse de lado el análisis


del aspecto subjetivo del autor de la conducta de la denominada causa
inicial, pues lo único relevante es que el daño ha sido consecuencia de
una conducta o evento ajeno y distinto, bien se trate de caso fortuito, de
fuerza mayor, de hecho tercero o del hecho de la propia víctima.
(BUSTAMANTE ALSINA, 2000)

22
Por ello es que decimos, y ello debe quedar bastante claro, que las
fracturas causales deben ser invocadas cuando se le impute a un sujeto
una responsabilidad civil por un daño que no ha causado, habiendo sido
la misma consecuencia de un evento o conducta ajena. Y esta noción y
mecanismo de la fractura causal, como es evidente, no guarda vinculación
alguna con la noción de culpabilidad, tratándose de un asunto meramente
objetivo, referido a qué conducta o evento es la que ha causado el daño.

Se deduce fácilmente no sólo que en todo supuesto de fractura causal no


existirá responsabilidad civil a cargo del autor de la causa inicial, sino que,
si la fractura causal es un supuesto de caso fortuito, fuerza mayor o hecho
de la propia víctima no se configurará tampoco ninguna responsabilidad
civil, salvo que se trate del supuesto de hecho determinante de tercero, en
cuyo caso dicho tercero será el responsable civilmente por haber sido el
causante del daño.

Asimismo, debe también señalarse en forma expresa que cuando decimos


que la conducta del sujeto que no ha causado el daño debe denominarse
SI causa inicial”, no estamos haciendo referencia a que dicha conducta
haya causado algún tipo de daño distinto, sino que la expresión” causa
inicial” debe entenderse en el sentido de conducta que no ha causado
daño alguno, utilizándose la expresión “causa” justamente para poder
distinguirla de la conducta que sí causo el daño y que se denomina por
ello mismo “causa ajena”.

Habiendo ya precisado el concepto de fractura causal, corresponde ahora


abordar el concepto de concausa, que es también de fundamental
importancia en la aplicación de la doctrina de la responsabilidad civil
extracontractual, a efectos de entender adecuadamente dicho sistema.
Como ya hemos establecido, en los supuestos de fractura causal se

23
presenta un conflicto entre dos conductas o causas: una que no causa el
daño y otra que sí llega ha producido.

Por el contrario, en los supuestos de concausa, regulados en el artículo


1973° de (Civil, 1984)la situación es distinta, por cuanto en este caso el
daño siempre es consecuencia de la conducta del autor, pero con la
contribución o participación de la propia víctima, tratándose de un
supuesto totalmente distinto al de la fractura causal. En tal sentido, el
artículo 1973° del (Civil, 1984)señala lo siguiente: “Si la imprudencia sólo
hubiere concurrido en la producción del daño, la indemnización será
reducida por el juez, según las circunstancias.”

En efecto, existe un supuesto de concausa cuando la víctima contribuye


con su propio comportamiento con la conducta del autor a la realización
del daño. El daño no es consecuencia única y exclusiva de la conducta del
autor, sino que la propia víctima ha contribuido y colaborado objetivamente
a la realización del mismo, el cual no se hubiera producido de no mediar
el comportamiento de la propia víctima.

 EJEMPLO:

Si una persona decide practicar el ciclismo en una autopista y no en pistas


especialmente acondicionadas para ello, no hay duda alguna que existirá
concausa en el supuesto que un conductor de esta vía rápida atropelle al
ciclista. No se tratará de un supuesto de fractura causal por hecho exclusivo
de la víctima por cuanto la conducta de hacer ciclismo en una autopista no
es suficiente o adecuada por sí misma para sufrir un accidente de tránsito,
pero sí es concausa por cuanto con este comportamiento la víctima está
contribuyendo objetivamente a la producción del daño.

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Debe señalarse que en los hechos es con mucha frecuencia bastante difícil
distinguir cuándo existe fractura causal y cuándo concausa. El único criterio
para diferenciar ambas figuras será el plantearse la siguiente pregunta: ¿La
conducta de la víctima por sí misma es suficiente para la producción del
daño? Si la respuesta es afirmativa se tratará de fractura causal y si es
negativa será un supuesto de concausa, por cuanto además de la conducta
de la víctima es necesaria la conducta del autor.

En estos casos de concausa, no se trata de un conflicto entre dos


conductas, a efectos de establecer cuál de ellas ha causado efectivamente
el daño y cuál de ellas no ha llegado a producirlo, sino que se trata de un
supuesto en el cual objetivamente la propia víctima, queriéndolo o no,
colabora o contribuye con su propia conducta a la realización del daño.

Evidentemente, por lo general, esta contribución es producto de un acto de


imprudencia de la víctima, como con el ejemplo de elegir una autopista para
practicar el ciclismo. Pero al igual que lo dijimos para entender las fracturas
causales, para poder entender la concausa es necesario dejar de lado
cualquier análisis o investigación sobre el grado de culpabilidad de la
víctima. Lo único relevante es que la víctima concurre con la conducta del
autor a la realización del daño.

Por ello el efecto jurídico de la concausa no es la liberación de


responsabilidad civil del autor, sino únicamente una reducción de la
indemnización a cargo del autor en consideración al grado de participación
de la víctima, reducción de la indemnización que deberá ser determinada
por el juez según las circunstancias de cada caso concreto en particular,
según lo establece expresamente el artículo 1973° del Código Civil.

25
3.2. CONCURRENCIA DE CAUSAS O PLURALIDAD DE CAUSAS

Finalmente en el caso de que se dé la concurrencia de causas,


denominado también pluralidad de causas o coautores (en los cuales dos
o más sujetos, mediante una conducta común o a través de conductas
singulares, causa un mismo daño). En este caso se trata del supuesto en
que el daño no es consecuencia de la conducta de un solo sujeto, sino de
la conducta de varios sujetos, se encuentra previsto en el artículo 1983º
del Código Civil y el efecto es que son solidariamente responsables.
Cuando no sea posible discriminar o distinguir el diferente grado de
participación, la indemnización se distribuirá entre ellos en partes iguales.

3.2.1. LOS EFECTOS JURÍDICOS DE LA PLURALIDAD DE CAUSAS

Con relación a los supuestos de concurrencia de causas, denominado


también pluralidad de causas o “coautores”, es necesario señalar que se
trata de los casos en los cuales dos o más sujetos, mediante una conducta
común o a través de conductas singulares, causan un mismo daño. Es
decir, se trata del supuesto en el cual el daño no es consecuencia de la
conducta de un solo sujeto, sino de la conducta de varios sujetos,
obviamente un mínimo de dos, razón por la cual se hace referencia a este
caso no sólo con la expresión” coautores” sino también con aquellas de
concurrencia de causas o pluralidad de autores o pluralidad de causas,
para significar que el daño es producto de una conducta realizada por
varios sujetos o de conductas singulares que concurren en la producción
de un mismo daño. En todo caso lo fundamental es que se trata de daños
causados por varias personas.

Evidentemente deberá tratarse de un mismo daño, pues si se tratara de


daños distintos, no tendría sentido hablar de pluralidad autores, sino que

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se trataría de daños distintos causados por sujetos distintos. En este
sentido, el artículo 1983° del (Civil, 1984)señala lo siguiente: “Si varios son
responsables del daño, responderán solidariamente. Empero/ aquel que
pagó la totalidad de la indemnización puede repetir contra los otros/
correspondiendo al juez fijar la proporción según la gravedad de la falta de
cada uno de los participantes. Cuando no sea posible discriminar el grado
de responsabilidad de cada uno/ la repartición se hará por partes iguales”.

El efecto jurídico de la pluralidad de autores es que, con relación a la


víctima o víctimas, los coautores son solidariamente responsables, pero
en las relaciones internas entre ellos el monto indemnizatorio se distribuye
y se asume en función al distinto grado de participación de cada uno de
ellos en la conducta y en la producción del daño. Ahora bien, cuando no
sea posible discriminar o distinguir el diferente grado de participación de
cada coautor, la indemnización se distribuirá entre ellos en partes iguales,
según lo señala el criterio doctrinario unánime y el artículo 1983° del (Civil,
1984).

Como se podrá observar, en consecuencia, son totalmente distintos los


supuestos de fracturas causales, concausas y pluralidad de autores,
mereciendo cada uno de ellos por esta misma razón una diferente
regulación legal.

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III. CONCLUSIONES
 La fractura causal se configura cada vez que un determinado supuesto
presenta un conflicto entre dos causas o conductas sobre la realización de
un daño, el cual será resultado de una de las conductas. En todo supuesto
de fractura causal una de las conductas o causas habrá producido el daño,
y la otra habrá llegado a causarlo justamente por haber sido consecuencia
de la otra conducta.

 Las conductas que no han llegado a causar daño se denominan causa


inicial mientras que la conducta que si llegó a causar el daño se denomina
causa ajena. Todo supuesto de fractura implica, un conflicto entre la causa
ajena y la causa inicial, siendo el daño consecuencia de la causa ajena y
no existiendo ninguna relación de causalidad respecto de la causa inicial.

 La causa ajena es un mecanismo jurídico para establecer que no existe


responsabilidad civil a cargo del autor de la causa inicial justamente
justamente por haber sido el daño consecuencia del autor de la causa
ajena. Por lo cual cada vez que se intente atribuir a un sujeto una
responsabilidad civil extracontractual por la supuesta producción de un
daño, este tendrá la posibilidad de liberarse de la responsabilidad si logra
acreditar que el daño causado fue consecuencia no de su conducta, sino
de una causa ajena (es decir de otra causa), la cual puede ser el hecho
determinante de un tercero o del propio hecho de la víctima, o bien un caso
fortuito o de fuerza mayor.

 La producción del daño excluye la causa inicial, entonces se estará a la


fractura causal. Si en este caso se tiende a la marginación de la causa
inicial por una causa ajena, entonces tanto las circunstancias anteriores
imprevisibles como las posteriores imprevisibles e inevitables que
destruyen la posibilidad de imputación del hecho al sujeto.

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IV. BIBLIOGRAFÍA

 BARROS BOURIE, E. (2009). Responsabilidad Civil Extracontractual.


Madrid - España: Fundación Coloquio Jurídico Europeo.

 BUSTAMANTE ALSINA, J. (2000). Elementos de la responsabilidad civil.


Lima: castellano.

 Civil, C. (1984). Código Civil. Lima: Juristas Editores .

 FERNANDO DE TRAZEGNIES, F. C. (2001). Responsabilidad


Extracontractual. Lima: Fondo Editorial.

 GIANFELICI, M. C. (1995). Caso fortuito y caso de fuerza mayor en el


sistema de responsabilidad civil. Buenos Aires : Abeledo Perrot.

 LEÓN BARANDIARÁN, J. (1954). Comentarios al Código Civil Peruano.


Derecho de Obligaciones. Tomo I. Acto Jurídico. Segunda edición. Buenos
Aires : ediar.

 MOSSET ITURRASPE, J. (1986). “Responsabilidad por daños”. Tomo III.


Bolovia : grinley.

 Pacheco, J. A. (2016). Estudios de la Relación Causal en la


Responsabilidad Civil. Derecho y sociedades , 8.

 TABOADA CÓRDOVA, L. (2000). Responsabilidad Civil Extracontractual.


Lima: Perfect Laser S.R.L.

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