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Reseña:

DECOLONIZAR LA UNIVERSIDAD La hybris del punto cero y el diálogo de saberes

El artículo del filósofo Santiago Castro-Gómez se enmarca en un contexto general de crítica y


análisis de la herencia colonial, particularmente en América latina. El presente trabajo ahonda en
esa temática haciendo particular énfasis en la universidad y su modelo epistémico que, según se
afirma, incentivaría la reproducción del paradigma colonial, es decir, un sistema jerárquico que
posibilita las relaciones de dominación. El objetivo principal del texto es introducir la noción de
hybris del punto cero y proponer vías para lograr decolonizar la universidad. Aquellos objetivos
llevan tesis implícitas y análisis previos a partir de la cuales el autor elabora sus proposiciones.
Castro-Gómez inicia su texto adhiriendo a la visión de Lander respecto a la universidad, según el
cual las universidades de América Latina arrastrarían consigo una herencia colonial que
reproduciría una mirada del mundo ajena, la mirada de los países del Norte. El autor, buscando
profundizar en la tesis de Lander, afirma que esa mirada de mundo sería producto de un modelo
epistémico que denomina como “la hybris del punto cero”, el cual sería hegemónico en las
universidades. Pasa entonces el autor a analizar la institución universitaria.
Siguiendo el diagnostico de Lyotard en La condición posmoderna donde se describen dos relatos
legitimadores de la universidad moderna (“educación del pueblo” y “progreso moral de la
humanidad”) y se identifican los elementos comunes de estas narrativas legitimadoras. El primero
de ellos es lo que denomina la estructura arbórea, refiriéndose a las jerarquías y especialidades a
partir de las cuales se organiza el trabajo académico y las fronteras entre una disciplina y otra. El
segundo elemento común es el status de la universidad como lugar privilegiado de la producción de
conocimiento, es decir, que la universidad es entendida como aquella institución que no solo
produce conocimiento, sino que también lo vigila clasificando el conocimiento según una estructura
binaria (legítimo-ilegitimo, útil-inútil, etc.) Estos dos elementos, afirma el autor, reproducen un
modelo epistémico que dará en llamar “la hybris del punto cero” en lo que probablemente sea la
conceptualización más interesante del artículo.
La génesis de la hybris del punto cero, se sostiene, está en el paradigma de la ciencia moderna que
se gestó entre el año 1492 y el año 1700, en palabras de Castro-Gómez: “…es en esa época cuando
emerge el paradigma epistémico que todavía es hegemónico en nuestras universidades. En efecto,
durante esa época se produce una ruptura con el modo como la naturaleza era entendida, no sólo en
el interior de Europa sino en todas las culturas del planeta. Si hasta antes de 1492 predominaba una
visión orgánica del mundo, en la que la naturaleza, el hombre y el conocimiento formaban parte de
un todo interrelacionado, con la formación del sistema-mundo capitalista y la expansión colonial de
Europa esta visión orgánica empieza a quedar subalternizada. Se impuso poco a poco la idea de que
la naturaleza y el hombre son ámbitos ontológicamente separados, y que la función del
conocimiento es ejercer un control racional sobre el mundo.” (Castro-Gómez, 2007, p.81-82).
Además, en la obra de autores como Descartes se afirma la separación entre sujeto y objeto,
distinción clave para este modelo epistémico que considera como obstáculo toda subjetividad, ya
sea la experiencia corporal y sensitiva en la relación de conocimiento, o la mención de factores no
empíricos. Todo aquello sería -en la formulación de la ciencia moderna- un escollo para el
verdadero conocimiento.
Este modelo epistémico es el que el autor denomina la hybris del punto cero. El filósofo
colombiano considera a la hybris (la desmesura) como el gran pecado de occidente. Esta desmesura
consiste en la pretensión -siempre fallida y productora de estructuras de dominación- de que el
sujeto occidental se encontraría en una posición análoga a la de Dios: Aquel que observa sin ser
observado. En el artículo se lee: “Como Dios, el observador observa el mundo desde una plataforma
inobservada de observación, con el fin de generar una observación veraz y fuera de toda duda.
Como el Dios de la metáfora, la ciencia moderna occidental se sitúa fuera del mundo (en el punto
cero) para observar al mundo, pero a diferencia de Dios, no consigue obtener una mirada orgánica
sobre el mundo sino tan sólo una mirada analítica. La ciencia moderna pretende ubicarse en el
punto cero de observación para ser como Dios, pero no logra observar como Dios.” (Castro-Gómez,
2007, p.83). La cuestión central, a mi juicio, de la hybris del punto cero, no es sólo la identificación
de esta como estructura epistémica predominante en occidente, sino también la afirmación de que
tal aspiración –la búsqueda de una plataforma de conocimiento purgada de toda subjetividad y que
otorga conocimiento certero- es una empresa que no puede ser exitosa. El punto de observación
inobservado al que aspira la ciencia moderna es imposible (y bien podría argumentarse indeseable),
en tanto la ciencia y la investigación son actividades situadas, contextuales, en las que participan
individuos inmiscuidos en una historia cultural innegable.
En el texto se enlaza la hegemonía de este paradigma con la estructura universitaria. Este modelo
epistémico no solo afecta la producción de conocimiento en las universidades sino también la
estructura organizacional de la misma. La división entre disciplinas (filosofía, sicología, biología,
etc.) como si fuesen fragmentos del conocimiento que no dialogan entre sí, la instauración de
cánones en el currículo y la obsesión por fijar una cierta estructura fija de enseñanza, serían
consecuencias de este modelo de conocimiento. Esta división de las áreas del conocimiento es
considerada como consecuencia del método científico moderno, donde se aísla un pedazo del
mundo para describirlo en profundidad sin considerar su relación con otras áreas.
Para Castro-Gómez esta estructura universitaria deficiente y colonial, se suma a una crisis de
legitimación -fenómeno propio del posmodernismo descrito por Lyotard- en la que esta institución
pierde su status privilegiado en la producción y fiscalización del conocimiento. En la actualidad,
explica el autor, la investigación tecnológica la realiza el mercado y en particular las empresas
multinacionales. Esta situación lleva a la situación de que: “…la universidad se “factoriza”, es
decir, se convierte en una universidad corporativa, en una empresa capitalista que ya no sirve más al
progreso material de la nación ni al progreso moral de la humanidad, sino a la planetarización del
capital. El conocimiento científico en la posmodernidad es inmanente. Ya no es legitimado por su
utilidad para la nación ni para la humanidad, sino por su performatividad, es decir, por su capacidad
de generar determinados efectos de poder. El principio de performatividad tiene por consecuencia la
subordinación de las instituciones de educación superior a los poderes globales”. (Castro-Gómez,
2007, p.85).
Esta descripción de la universidad que en principio podría parecer desalentadora, es desafiada por el
autor en su objetivo de proponer vías para decolonizar la universidad. En el texto se afirma que ya
hay paradigmas de pensamiento alternativo que rompen con la estructura colonial originada por la
hybris del punto cero. Uno de los ejemplos que se da es el caso del paradigma del pensamiento
complejo: La idea de que cada uno de nosotros es un todo físico-químico-biológico-psicológico-
social-cultural, integrado en la compleja trama del universo, ha dejado de ser vista con sospecha por
muchos hombres de ciencia, por académicos e intelectuales de todo el mundo. Desde la física, la
biología, la neurociencia, la antropología, la sociología y la psicología contemporáneas, se
empiezan a revisar, implícita o explícitamente, los presupuestos epistémicos que marcaron la hybris
del punto cero.” (Castro-Gómez, 2007, p.86). A pesar de lo alentador que parece este paradigma, el
autor se encarga de aclarar que este modelo podría ser beneficioso (en la búsqueda de decolonizar la
universidad) siempre y cuando promueva la transdisciplinariedad: “A diferencia de la
interdisciplinariedad (concepto surgido en los años cincuenta del siglo pasado), la
transdisciplinariedad no se limita a intercambiar datos entre dos o más disciplinas, dejando intactos
los “fundamentos” de las mismas. Por el contrario, la transdisciplinariedad afecta el quehacer
mismo de las disciplinas porque incorpora el principio del tercio incluido. Mientras que las
disciplinas trabajan con el principio formal del tercio excluido (A no puede ser igual a –A), la
transdisciplinariedad incorpora la idea de que una cosa puede ser igual a su contrario, dependiendo
del nivel de complejidad que estemos considerando”. (Castro-Gómez, 2007, p.86) Esta es una
cuestión fundamental del artículo, ya que destaca una característica clave de la hybris del punto
cero: Su tendencia a separar los contrarios y a negar la posibilidad de lo tercero. A su vez indica el
camino para un modelo epistémico nuevo: La certeza de que los contrarios no pueden separarse,
sino que de hecho se retroalimentan entre sí. En lugar de separar en antagonismos como la ciencia
moderna, se propone la inclusión de la diversidad de las formas de conocimiento, desde aquellas
formas de conocimiento moderno, hasta aquellas que el paradigma dominante había rotulado
peyorativamente como opinión y no como conocimiento.
En coherencia con el modelo epistémico anterior, se sostiene que la estructura universitaria también
debe ser radicalmente distinta. Castro-Gómez plantea dos características principales para este nuevo
modelo universitario. La primera es romper con la estructura fija de los programas según carrera y,
en cambio, propone una red de programas donde los estudiantes podrían elegir entre diversas
asignaturas. Esto sumado a la utilización de herramientas tecnológicas que permitan un aprendizaje
interactivo sería un cambio radical en la estructura de esta institución. La segunda característica es
el paso hacia una universidad transcultural “…en la que diferentes formas culturales de producción
de conocimientos puedan convivir sin quedar sometidos a la hegemonía única de la episteme de la
ciencia occidental. Y esto por una razón específica: el pensamiento complejo permite entablar
puentes de diálogo con aquellas tradiciones cosmológicas y espirituales, para las cuales la
“realidad” está compuesta por una red de fenómenos interdependientes —que van desde los
procesos más bajos y organizativamente más simples, hasta los más elevados y complejos— y que
no pueden ser explicados sólo desde el punto de vista de sus elementos. Tradiciones filosóficas o
religiosas en las que el entretejido es mayor que cada una de las partes.” (Castro-Gómez, 2007,
p.87). Esta transculturización del conocimiento sería consecuencia del paradigma de pensamiento
complejo, en el sentido que esta segunda cuestión desarrollaría más plenamente el principio que
justifica la flexibilización del conocimiento, el principio que busca decolonizar la universidad.
Cuestión central del artículo es relacionar la hybris del punto cero con la acción imperialista de
occidente cuyas consecuencias llegan hasta hoy, como se ha visto en el modelo de las
universidades. En efecto, hay una relación estrecha entre este paradigma epistémico y la expansión
colonial. En palabras del autor: “La hybris del punto cero se forma, precisamente, en el momento
en que Europa inicia su expansión colonial por el mundo, en los siglos XVI y XVII, acompañando
así las pretensiones imperialistas de Occidente (Castro-Gómez, 2005a). El punto cero sería,
entonces, la dimensión epistémica del colonialismo, lo cual no debe entenderse como una simple
prolongación ideológica o “superestructural” del mismo, como quiso el marxismo, sino
como un elemento perteneciente a su “infraestructura”, es decir, como algo constitutivo. Sin el
concurso de la ciencia moderna no hubiera sido posible la expansión colonial de Europa, porque
ella no sólo contribuyó a inaugurar la “época de la imagen del mundo” —como lo dijera
Heidegger—, sino también a generar una determinada representación sobre los pobladores de las
colonias como parte de esa imagen. Tales poblaciones empiezan a ser vistas como Gestell, es decir,
como “naturaleza” que es posible manipular, moldear, disciplinar y “civilizar”, según criterios
técnicos de eficiencia y rentabilidad.” (Castro-Gómez, 2007, p.88). En definitiva, hay una
coherencia en lo que postula el artículo: La superación de la hybris del punto cero es a su vez atacar
la causa y el efecto de la hegemonía epistemológica occidental.
Como ya se señaló, Santiago Castro-Gómez considera que decolonizar implica dos aspectos
principales: El favorecimiento de la transdisciplinariedad y de la transculturalidad. Pero lo más
interesante del trabajo y a la luz de lo cual se entienden de mejor manera estas propuestas, es la
introducción del concepto de hybris del punto cero, a partir de la cual se estructura su crítica y bien
se podría afirmar, abre un espacio de investigación que sin duda proveerá a la discusión de la
modernidad/colonialidad de una profundidad imprescindible.

Bibliografía.
Castro-Gómez, Santiago. (2007). DECOLONIZAR LA UNIVERSIDAD la hybris del punto cero.
En El giro decolonial: reflexiones para una diversidad epistémica más allá del capitalismo global /
compiladores Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel. – Bogotá: Siglo del Hombre Editores;
Universidad Central, Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos y Pontificia Universidad
Javeriana, Instituto Pensar,2007.

Ignacio Browne

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