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JURISPRUDENCIA

Roj: SAP MU 2519/2017 - ECLI: ES:APMU:2017:2519


Id Cendoj: 30030370032017100473
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Murcia
Sección: 3
Fecha: 28/11/2017
Nº de Recurso: 113/2017
Nº de Resolución: 501/2017
Procedimiento: Apelación Juicio Rápido
Ponente: JUAN DEL OLMO GALVEZ
Tipo de Resolución: Sentencia

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 3
MURCIA
SENTENCIA: 00501/2017
-
AUDIENCIA, TLF: 968 22 91 24/5 FAX: 968 229278
2- EJECUCION TLF: 968 271373 FX: 968 834250
Teléfono: 0
Equipo/usuario: JSF
Modelo: 213100
N.I.G.: 30024 41 2 2017 0003324
RJR APELACION JUICIO RAPIDO 0000113 /2017
Delito/falta: V.DOMÉSTICA Y DE GÉNERO.LESIONES/MALTRATO FAMILIAR
Recurrente: Iván
Procurador/a: D/Dª SALVADOR DIAZ GONZALEZ DE HEREDIA
Abogado/a: D/Dª JOSE ALCARAZ ARCAS
Recurrido: Rebeca , MINISTERIO FISCAL
Procurador/a: D/Dª PEDRO ARCAS BARNES,
Abogado/a: D/Dª MARIA DOLORES SASTRE GONZALEZ,
Ilmos. Sres.:
Don Juan del Olmo Gálvez ( Ponente )
Presidente
Doña Ana María Martínez Blázquez
Doña María Antonia Martínez Noguera
Magistradas
En nombre del Rey, la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia, constituida por los Magistrados
mencionados, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la Constitución y el pueblo español otorgan,
ha dictado la siguiente
SENTENCIA Nº 501/2017

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JURISPRUDENCIA

En la Ciudad de Murcia, a veintiocho de noviembre de dos mil diecisiete.


Vista, en grado de apelación, por la Sección Tercera de esta Audiencia Provincial la causa procedente del
Juzgado de lo Penal Nº 1 de DIRECCION000 , seguida ante el mismo como Juicio Rápido Nº 24/2017, por
delito de maltrato en el ámbito familiar contra Iván , como parte apelante, representado por el Procurador D.
Salvador Díaz González de Heredia y defendido por el Letrado D. José Alcaraz Arcas, y apelado el Ministerio
Fiscal y la Acusación Particular de Dª RebecaLiliana Ioen representación de su hija menor Dª Antonia ,
representada por el Procurador D. Pedro Arcas Barnés y defendida por la Letrado Dª María Dolores Sastre
González.
Remitidas a la Audiencia Provincial las actuaciones, se formó por esta Sección Tercera el oportuno Rollo de
Apelación de Sentencia de Juicio Rápido con el Nº 113/2017 (el 22 de noviembre de 2017).
Es Magistrado-Ponente el Ilmo. Sr. Don Juan del Olmo Gálvez, quien expresa el parecer de la Sala.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO: El Juzgado de lo Penal Nº 1 de DIRECCION000 dictó sentencia en fecha 21 de junio de 2017 ,
estableciendo como probados los siguientes Hechos:
Resulta probado, y así se declara, que entre la última y la primera hora de los días 20 y 21 de mayo de 2017 el
acusado Iván , mayor de edad, con permiso de residencia nº NUM000 y con antecedentes penales por haber
sido condenado por sentencia firme de 08/07/2015 del Juzgado de lo Penal nº 5 de Almería , por delitos de
violencia doméstica y de lesiones y maltrato familiar, a las penas de prisión de 6 y 9 meses, suspendidas en
igual fecha, por un plazo de 2 años, contrariado por unos comentarios que le habían hecho de que a su pareja
de 16 años de edad, Antonia , le gustaba otra persona, comenzó a recriminárselo a gritos en el bar "Ovalo" y, al
abandonar aquella el establecimiento, la siguió acusándola de que había estado con él, y, tras enviar Antonia
un mensaje de whatsapp a su madre, le arrebató su teléfono móvil, guardándoselo en el bolsillo, continuando
la discusión hasta llegar a la habitación que, desde hacía tres meses, compartían, en C/ DIRECCION001 nº
NUM001 piso NUM002 de DIRECCION000 (Murcia), en la que, tras manifestarle ella que quería marcharse con
su madre, con ánimo de sojuzgarla y mantener una situación de dominación sobre ella, la cogió por el pelo y por
el cuello, la zarandeó y le dio varios golpes en la espalda, ocasionándole erosiones en cuello y traumatismos
occipital y lumbar, que sólo requirieron para su sanidad de una primera asistencia facultativa, así como, de
dos días no impeditivos.
SEGUNDO: Consecuencia de ello, la expresada resolución pronunció el siguiente FALLO:
Que debo condenar y condeno a Iván , como responsable criminalmente, en concepto de autor, de un delito
de MALOS TRATOS EN EL AMBITO DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, ya circunstanciado, concurriendo
la circunstancia agravante de la responsabilidad criminal de reincidencia, a la pena de 10 meses de prisión,
con la accesoria inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de
la condena, así como, la de privación del derecho a la tenencia y porte de armas por tiempo de tres años y un
día, y prohibición de acercarse a Antonia en una distancia mínima no inferior a 250 metros, en cualquier lugar
donde se encuentre, así como, de acercarse a su domicilio, a sus lugares de trabajo o estudio y a cualquier
otro que sea frecuentado por la misma, así como de comunicarse con ella, sin poder establecer por cualquier
medio de comunicación o medio informático o telemático, contacto escrito, verbal o visual por tiempo de dos
años, y, en el orden civil, a que indemnice a la misma en los términos expresados en el fundamento jurídico
quinto de la presente resolución, con imposición de las costas causadas en este procedimiento en los que se
exponen en el sexto de la misma.
TERCERO: Contra la anterior sentencia se interpuso, en tiempo y forma, recurso de apelación por la
representación procesal del acusado D. Iván , fundamentándolo en síntesis en error en la apreciación y
valoración de la prueba, al considerar que ante unas manifestaciones firmes y persistentes de su defendido,
resulta que el testimonio de la menor denunciante varía y difiere del en su momento sostenido en la fase de
investigación policial y judicial (así, en cuanto al momento en que se inicia la discusión, sobre los supuestos
insultos proferidos por su defendido, en la forma en que se produjo la agresión), lo cual introduce alteraciones
y diferencias que harían no cumplirse la exigencia jurisprudencial recogida para dotar de valor al testimonio
enervatorio de la presunción de inocencia. Alega además falta de credibilidad subjetiva, ante la interferencia
de la madre y la insistencia de la misma en dar por concluida la relación, animadversión que incide en la
hija, sin olvidar que la propia madre habría golpeado a su defendido al salir éste y su hija de la vivienda. Y
en cuanto a las corroboraciones también señala que el testimonio del inquilino de la vivienda contradice la
versión sostenida por la madre y por la hija, lo que genera dudas fundadas sobre lo que mantienen éstas en
contra de su patrocinado, así como sobre la indicación que ambas sostienen del teléfono móvil (que pudo

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JURISPRUDENCIA

facilitar que la madre escuchara lo que estaban diciendo su patrocinado y su hija), difícilmente sostenible
y creíble. Refiriendo además que la relación entre la menor y su patrocinado se mantuvo en todo momento
sin asomo alguno de dominación o machismo, y así se aprecia en el reconocimiento de la propia menor de
haber insultado y golpeado a su defendido en el curso del incidente surgido esa noche.
También niega que los hechos puedan incluirse en un delito de maltrato en el ámbito familiar, al no entender
que concurra desigualdad, dominación o discriminación de ningún tipo, tratándose de una discusión de
pareja, con acometimiento mutuo e insultos de ella hacia él, lo que excluiría el delito.
Finalmente, y para el caso de rechazarse sus anteriores motivos, aprecia injustificada la elección de la pena
de prisión, en lugar de la de trabajos en beneficio de la comunidad, dada la levedad de la conducta enjuiciada,
y solicita la imposición de la pena en su extensión mínima.
Interesando la revocación de la sentencia de instancia en el sentido de proceder la absolución de su
defendido, o subsidiariamente se le condene por delito leve de lesiones del artículo 147.1 del Código Penal
; y, en su caso, que de mantenerse la condena por el delito del artículo 153 del Código Penal , se le imponga
la pena de trabajos en beneficio de la comunidad.
Solicitando que para una mejor formación de la convicción del Tribunal, en atención al artículo 791.1 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal , se practique la celebración de vista.
CUARTO: Admitido el recurso, y tras la oportuna tramitación, el Ministerio Fiscal, en dictamen fechado el 18
de septiembre de 2017, interesa la desestimación del recurso de apelación formulado y la confirmación de
la sentencia recurrida.
La Acusación Particular de Dª Rebeca en representación de su hija menor Dª Antonia en escrito fechado
el 8 de septiembre de 2017 impugna el recurso de apelación, solicitando su desestimación e interesando la
confirmación de la sentencia de instancia.

HECHOS PROBADOS
ÚNICO: Se aceptan los Hechos declarados probados que se contienen en la sentencia apelada, que se dan
por reproducidos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: Por auto de 24 de noviembre de 2017 se dio respuesta negativa a la solicitud de vista formulada
en virtud del artículo 791.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , y a dicha resolución procede remitirse para
fundamentar el rechazo.
SEGUNDO: En este caso los alegatos impugnatorios cabe reconducirlos a los siguientes motivos de
apelación:
- Errónea valoración de la prueba y vulneración del principio de presunción de inocencia.
- Errónea calificación jurídica al no concurrir las exigencias del artículo 153.1 y 3 del Código Penal , por no
darse la exigencia o elemento de dominación machista.
- Injustificada elección de la pena de prisión, en lugar de la de trabajos en beneficio de la comunidad, con
solicitud de imposición de la pena en su extensión mínima.
En cuanto a la primera cuestión es conveniente recordar la doctrina jurisprudencial sobre las exigencias
de la valoración probatoria de la denominada prueba personal, trayendo a colación la Sentencia de la Sala
de lo Penal del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2014 (Pte. Berdugo Gómez de la Torre): (...), queda
fuera, extramuros del ámbito casacional verificado el canon de cumplimiento de la motivación fáctica y la
razonabilidad de sus conclusiones alcanzadas en la instancia, la posibilidad de que esta Sala pueda sustituir
la valoración que hizo el Tribunal de instancia, ya que esa misión le corresponde a ese Tribunal en virtud del
art. 741 LECriminal y de la inmediación de que dispuso, inmediación que no puede servir de coartada para
eximir de la obligación de motivar.
Así acotado el ámbito del control casacional en relación a la presunción de inocencia, bien puede decirse que
los Tribunales de apelación, esta Sala de Casación o incluso el Tribunal Constitucional en cuanto controlan la
motivación fáctica de la sentencia sometida a su respectivo control, actúan verdaderamente como Tribunales
de legitimación de la decisión adoptada en la instancia, en cuanto verifican la solidez y razonabilidad de las
conclusiones alcanzadas, confirmándolas o rechazándolas - SSTS de 10 de Junio de 2002 , 3 de Julio de

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2002 , 1 de Diciembre de 2006 , 685/2009 de 3 de Junio- y por tanto controlando la efectividad de la


interdicción de toda decisión inmotivada o con motivación arbitraria.
Ahora bien también hemos dicho que el fallo judicial que pone fin al proceso debe ser la expresión razonada de
la valoración concreta e individualizada de los elementos que integran el cómputo de las pruebas practicadas
de cargo y descargo y de la interpretación de la norma aplicada. Por ello mismo, la obligación de motivar -como
manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva que ampara a todo justiciable- supone la necesidad de
valorar las pruebas presentadas por la acusación, como las de descargo practicadas a instancia de la defensa.
A este respecto no resulta ocioso reiterar los criterios contenidos en la STS. 3.5.2006 , según la cual
la sentencia debe expresar un estudio lo suficientemente preciso del catálogo probatorio, de su valoración
respectiva y de su decisión, de suerte que una sentencia cuya decisión sólo esté fundada en el análisis
parcial de sólo la prueba de cargo, o sólo la prueba de descargo, no daría satisfacción a las exigencias
constitucionales del derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el art. 24 de la C.E . La parte concernida
que viese silenciada, y por tanto no valorada el cuadro probatorio por él propuesto no habría obtenido una
respuesta desde las exigencias del derecho a la tutela judicial efectiva, la resolución judicial no respondería
al estándar exigible de motivación, y en definitiva un tipo de motivación no sería el presupuesto de la previa
valoración y ponderación crítica de toda la actividad probatoria, sino por el contrario, estaría más próximo a
esa inversión argumentativa que convirtiendo en presupuesto lo que sólo debería ser el resultado del proceso
crítico valorativo, partiría de la voluntad del órgano judicial de resolver el caso de una determinada manera,
para luego "fundamentarlo" con un aporte probatorio sesgado en cuanto que sólo utilizarían aquellos elementos
favorables a la decisión previamente escogida, silenciando los adversos.
Tal planteamiento, no podía ocultar la naturaleza claramente decisionista/voluntarista del fallo, extramuros de
la labor de valoración crítica de toda la prueba de acuerdo con la dialéctica de todo proceso, definido por la
contradicción entre las partes, con posible tacha de incurrir en arbitrariedad y por tanto con vulneración del
art. 9.3º de la C.E .
Ciertamente esta exigencia de vocación de valoración de toda la prueba es predicable de todo enjuiciamiento
sea cual fuese la decisión del Tribunal, absolutoria o condenatoria, ya que el principio de unidad del
ordenamiento jurídico y de igualdad de partes no consentiría un tratamiento diferenciado, aunque, justo es
reconocerlo, así como para condenar es preciso alcanzar un juicio de certeza -más allá de toda duda razonable
según la reiterada jurisprudencia del TEDH, y en el mismo sentido STC de 13 de julio de 1998 , entre
otras muchas-, para una decisión absolutoria bastaría duda seria en el Tribunal que debe decidir, en virtud del
principio in dubio pro reo. (...).
Ahora bien, ello no comporta que el Tribunal sentenciador tenga que realizar un análisis detallado y exhaustivo
de cada una de las pruebas practicadas pues cuando se trata de la motivación fáctica, recuerda la STS. 32/2000
de 19.1 , la sentencia debe exponer cuál o cuáles son las pruebas que sustentan la declaración de hechos
probados, al objeto de que, conocidas éstas, la parte tenga posibilidad real de impugnar la razonabilidad del
criterio valorativo del juzgador y que el Tribunal de casación, pueda, asimismo, efectuar la función revisora
sobre si el razonamiento de la resolución judicial impugnada es suficiente para cimentar el relato histórico, pero
debe advertirse que la motivación fáctica adquiere especial importancia cuando el hecho probado se apoya en
prueba indirecta o indiciaria, porque entonces, es del todo punto necesario la expresión de los razonamientos
que han permitido al Tribunal llegar a las conclusiones adoptadas a través de un proceso deductivo derivado
de unos hechos indiciarios indirectos, pero no es precisa una detallada argumentación cuando la prueba es
directa, en cuyo caso la exigencia de motivación queda cumplimentada con la indicación de las pruebas directas
de que se trate, pues, en tal caso, el razonamiento va implícito en la descripción de aquéllas.
La STS. 540/2010 de 8.6 y 258/2010 de 12.3 , precisan que "... la ponderación de la prueba de
descargo representa un presupuesto sine qua non para la racionalidad del desenlace valorativo". Su toma en
consideración por el Tribunal a quo es indispensable para que el juicio de autoría pueda formularse con la
apoyatura requerida por nuestro sistema constitucional. No se trata, claro es, de abordar todas y cada una de
las afirmaciones de descargo ofrecidas por la parte pasiva del proceso. En palabras del Tribunal Constitucional
exige solamente ponderar los distintos elementos probatorios, pero sin que ello implique que esa ponderación
se realice de modo pormenorizado, ni que la ponderación se lleve a cabo del modo pretendido por el recurrente,
sino solamente que se ofrezca una explicación para su rechazo ( SSTC. 148/2009 de 15.6 , 187/2006 de
19.6 ).
Esa misma sentencia reseña sobre las declaraciones de las personas perjudicadas o víctimas lo siguiente:
(...), las declaraciones de los perjudicados por el delito son, en principio, una actividad probatoria hábil para
enervar el derecho fundamental a la presunción de inocencia, correspondiendo su valoración al tribunal de
instancia con la inmediación a través de la cual forma su convicción, siendo los criterios a los que se refiere

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el recurrente -ausencia de incredibilidad, verosimilitud del testimonio y persistencia en la declaración, no


requisitos ni condiciones objetivas de validez de la prueba, sino parámetros a que ha de someterse la valoración
de su testimonio el cauce por el que ha de discurrir una valoración verdaderamente razonable, y controlable
así casacionalmente a la luz de las exigencias que estos factores de racionalidad valorativos presentan.
Señalando sobre esta última cuestión la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 16 de
junio de 2016 (Pte. Monterde Ferrer): Respecto de la declaración de la víctima, es doctrina del Tribunal
Constitucional ( SSTC. 229/1991, de 28 de noviembre ; 64/1994, de 28 de febrero ; 195/2002, de 28
de octubre), y del Tribunal Supremo ( SSTS.23-12-2008 , 25-05-2009 , 15-06-2010 , 6-07-2010 ,
20-03-2012 , 27-09-2012 ), que tiene consideración de prueba testifical y, como tal, apta para constituir
prueba de cargo suficiente en la que puede basarse la convicción del juez para la determinación de los hechos
del caso, con enervación del derecho a la presunción de inocencia aunque fuese la única prueba disponible.
En ese sentido se ha manifestado que debe ser el Tribunal sentenciador el que, en cada caso, aplicando los
parámetros -no requisitos ni exigencias- que esa Sala ha establecido -análisis de la credibilidad subjetiva, de
la credibilidad objetiva, de la persistencia en la incriminación, y de la existencia de datos de corroboración-,
determine si la declaración prestada reúne las condiciones necesarias para basar una resolución condenatoria
( SSTS. 9-06-2008 ; 24-06-2008 ; 19- 072010; 15-02-2012 ).
En este caso la prueba practicada ha sido fundamentalmente personal y contradictoria (las manifestaciones
del acusado y las de la menor denunciante), complementada con documentación médica relativa al hecho
denunciado, sin perjuicio de las manifestaciones de la madre de la menor y de quien les tenía "realquilada"
una habitación de la vivienda al acusado y a la menor.
La existencia o no de la agresión se circunscribe a las manifestaciones del acusado y de la menor, puesto
que de ser cierta, la misma se produjo en la habitación de la vivienda, fuera de las miradas de toda persona
ajena, al margen que la madre de la menor y el residente de la vivienda aporten datos que ellos pudieron
advertir o no, en los términos de la posición que cada uno tenía (la madre, fuera de la vivienda; y el residente,
en habitación contigua).
Toda esa prueba ha sido ponderada por la Juzgadora de instancia, y así se advierte con la lectura de los
Fundamentos de Derecho Primero y Segundo de la sentencia de instancia: "..., consta acreditado, por el
conjunto de la actividad probatoria desarrollada en el acto del juicio, que el acusado, contrariado por los
comentarios recibidos sobre su pareja sentimental, le recriminó, insultó y le arrebató su teléfono móvil y,
finalmente, encontrándose ambos en la habitación que compartían, la agredió cogiéndola por el pelo y por el
cuello, zarandeándola y propinándole varios golpes con la mano en la espalda, ocasionándole lesiones que no
precisaron para su curación tratamiento médico o quirúrgico posterior a la primera asistencia facultativa y,
todo ello, con ánimo de sojuzgarla y mantener una situación de dominación sobre ella, colocándola en un rol
de inferioridad y subordinación con grave quebranto de su derecho a la igualdad, la libertad y al respeto debido
como ser humano en sus relaciones sentimentales (...).
Conclusión de lo expuesto, no puede ser otra que considerar que conductas como la declarada probada, que se
inicia en un establecimiento público con las recriminaciones, insultos y acusaciones de "haber estado con otro"
del acusado a su pareja menor de edad -provocados por el mero comentario de una amiga-, y que continúa
con el acto de despojo de su teléfono para evitar que aquella se comunicara con su madre, finalizando con la
agresión física, ya en el domicilio, son, por sí solas, sobradamente expresivas de un ánimo dominador en el
sujeto activo, dirigido a sojuzgar y denigrar a la mujer y en modo alguno puede tener encaje en el concepto
de "riña mutuamente aceptada", como pretende la defensa, máxime cuando, no consta que se haya dirigido
acusación alguna, en tal sentido, contra la menor, y cuando ésta reconoce haber golpeado al acusado pero
durante la agresión de la que era objeto con la finalidad de repelerla.
Señalando a continuación en el Segundo de los Fundamentos de Derecho: De los mencionados hechos es
responsable criminalmente, en concepto de autor, Iván , al quedar acreditada su participación voluntaria,
material y directa en los mismos, como resulta del conjunto de la prueba practicada en el acto del juicio, con
plena observancia de los principios de inmediación y contradicción, y que constituye prueba de cargo suficiente
capaz de enervar el principio de presunción de inocencia, logrando la convicción de la Juzgadora sobre la
realidad de los hechos que se imputan al acusado y la autoría de los mismos; (...).
Partiendo de la premisa de que la mayoría de los delitos como el enjuiciado se producen en un contexto
de reserva e intimidad, en el que, usualmente, sólo intervienen como protagonistas el agresor y la víctima,
la presunción de inocencia que le asistía, ante la negativa de la agresión a su compañera sentimental por
parte del acusado, viene enervada por el persistente testimonio que, ratificando, en esencia, las declaraciones
efectuadas en dependencias policiales y el Juzgado de Instrucción ofreció, en el acto del juicio oral, la menor
Antonia reiterando que, a consecuencia de los comentarios que hizo a Iván una de sus amigas sobre la

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existencia de un muchacho que le gustaba, se inició una discusión en el bar en el que se encontraban, en la que
el acusado le recriminó por tal motivo y, al abandonar ella el lugar, la siguió acusándola de haber estado con ese
chico gritándole y le arrebató el teléfono móvil hasta llegar al domicilio que compartían y, una vez en éste, la
agredió cogiéndola del pelo y del cuello y golpeándole la espalda, ocasionándole las lesiones, testimonio que,
aunque única prueba de cargo directa, se estima suficiente al efecto antes expresado al reunir los requisitos
exigidos por la jurisprudencia, pues no apreciándose en la testigo menor de edad motivo alguno de inveracidad
subjetiva, resulta verosímil, en tanto que corroborado, además por los informes médicos que evidencian la
asistencia recibida por aquella instantes después de los hechos, por el testimonio de su progenitora -sin que,
tampoco, se aprecien en ésta motivos espurios que mermen su credibilidad pues, frente a los sugeridos por
el acusado, debe recordarse que él mismo manifestó que, esa misma noche, acudió al domicilio de Rebeca
a recoger a Antonia -, quien, aun reconociendo que no presenció la agresión, si afirmó haber escuchado -a
través de la llamada que, tras recibir su whatsapp, efectuó al teléfono de su hija, pero que portaba el acusado-
la discusión entre ambos, que la hizo dirigirse sin dilación al domicilio y, una vez en éste, los gritos a través
de la ventana, así como, que cuando su hija bajó le contó que él la agarró por los pelos y le pegó en la espalda
y en el cuello, quedando así confirmado el estado de agresividad que Iván negó haber experimentado frente
a los comentarios recibidos sobre Antonia , y que propició la agresión, y ello, sin que la fuerza probatoria de
los expresados testimonios quede debilitada por el ofrecido, en el mismo acto, por Íñigo , por cuanto, éste
se limita a negar que oyese los gritos procedentes de la habitación compartida por acusado y la lesionada,
negativa que, dado lo avanzado de la hora, que la televisión estaba encendida y que el testigo no se encontraba
en la misma dependencia, nada esclarece.
Es evidente que la valoración de la prueba personal en orden a otorgar mayor credibilidad a un testimonio
que a otro debe de apoyarse en su verosimilitud objetiva, lo que significa que en ese plano debe estar
corroborada o reforzada la declaración por otras circunstancias periféricas u otros medios probatorios. Es
decir, la credibilidad objetiva precisa de la concurrencia de datos, hechos o indicios externos o periféricos
a la declaración vertida que la doten de objetividad bastante para hacer razonable su versión frente a otra
declaración. Y ese análisis lo debe efectuar fundamentalmente el Juez a quo , sin perjuicio del análisis y
control en la alzada, pero sin olvidar que la inmediación no es sustituible (que exista un soporte audio-visual
del juicio oral no supone una inmediación virtual, sino la posibilidad de comprobar lo dicho por todos los
presentes, pero con los límites propios del soporte que documenta la vista oral).
Es también necesario que el Juzgador de instancia exprese las razones por las que se inclina por una
manifestación sobre la otra, es decir, se hace necesario razonar la causa de concederle mayor credibilidad
a un testimonio que a otro, a la vista de lo manifestado contradictoriamente y de las explicaciones dadas al
respecto por quien ha declarado en un sentido y en el contrario.
Atendiendo a dichas exigencias, no puede obviarse que la prueba practicada en este supuesto, como se ha
señalado, es estrictamente personal y en los términos expuestos contradictoria, siendo esa prueba la única
que haría posible la determinación o fijación del acontecer enjuiciado y su atribución a quien se ve acusado.
Sin perjuicio de contarse con la documentación médica y el informe médico-forense complementario obrante
en la causa.
Por lo tanto, la Sala debe analizar los términos de la sentencia de instancia y los medios de prueba en que
se funda para valorar si el juicio de ponderación probatorio recogido en la misma se ajusta a los parámetros
de validez exigibles, considerando que la grabación audio-visual del juicio oral (que permite, como se ha
indicado, constatar y comprobar la literalidad de lo expuesto por quienes han comparecido en la vista oral,
pero no sustituir la inmediación judicial), junto con lo documentado en la causa (documental en sentido
estricto y la documentación de las manifestaciones que previamente fueron vertidas por quienes después
han comparecido en el juicio oral, a fin de aquilatar la modulación de sus testimonios, tal y como se han visto
sometidos a efectiva contradicción en la vista oral y se han ponderado en la sentencia recurrida en orden
a su credibilidad), facilita la labor de análisis crítico encomendada a la alzada, pero sin que ello suponga
en modo alguno suplantar o sustituir la inmediación judicial, sino determinar el ajuste de lo razonado en la
sentencia a la racionalidad y razonabilidad exigible, amén de su suficiencia para entender la existencia de
prueba inculpatoria, o, por el contrario, para estimar su ausencia.
En este sentido procede remitirse a la valoración probatoria antedicha de la Juzgadora de instancia (que
se ha recogido en su literalidad), en la que se plasma un sintético, pero suficiente, análisis del contenido
de las manifestaciones vertidas por los comparecientes en la vista oral, analizándose las mismas de forma
conjunta y complementaria, y extrayendo de ello el juicio condenatorio plasmado en la sentencia recurrida.
Atendiendo a ello, así como a los términos del recurso de apelación y al contenido de la causa y a la grabación
del juicio oral, este Tribunal ad quem procede a analizar el discurso de racionalidad de la valoración probatoria
realizada por la Juzgadora de instancia, y controlar los medios de prueba en que se asienta (especialmente

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cuando la grabación audio-visual del juicio oral, como es el caso, permite apreciar el contenido verbal de
lo referido por quienes han comparecido al mismo, y relacionar ello con las actuaciones documentadas
derivadas de la instrucción judicial, como se ha apuntado con anterioridad).
En tal sentido el recurrente intenta, atendiendo a los parámetros valorativos recogidos en la conocida
doctrina jurisprudencial relativa a la valoración de las manifestaciones de la víctima para que alcancen valor
suficiente con el que hacer decaer la presunción de inocencia, debilitar la prueba inculpatoria tenida en
cuenta por la Juzgadora de instancia. Y para ello proyecta en sus alegatos impugnatorios los que considera
extremos que diluyen la misma:
a) la ausencia de incredibilidad subjetiva, atribuyéndole a la madre de la menor una relevante incidencia en
la relación de la pareja, para destruirla, dada la animadversión de ella hacia su patrocinado.
b) la verosimilitud de testimonio, no dando trascendencia a las lesiones que presentaba la menor y
significando el valor del testimonio del inquilino de la vivienda para debilitar las manifestaciones de la menor
y de la madre.
c) la persistencia y firmeza del testimonio incriminatorio, indicando las contradicciones en que habría
incurrido la menor entre lo dicho en sede policial y lo referido en la vista oral.
Frente a ese planteamiento impugnatorio, no cabe sino recordar que la secuencia espacio/temporal no
aparece desvirtuada, al coincidir el acusado y la testigo en esencia indicando que desde la vivienda se
trasladaron a una cafetería, que en la misma coincidieron con unos conocidos, que una conocida le hizo un
comentario al acusado sobre un varón que allí se encontraba y al que vinculaba de alguna forma con la menor,
y tras ello se produjo una reacción del acusado, marchándose de la cafetería el acusado y la menor hasta la
vivienda en que se encontraba la pareja, produciéndose un contacto telefónico entre la menor y su madre,
una discusión entre la pareja. Y ya en la vivienda continuó la discusión, hasta que finalmente acudió la madre
al exterior de la vivienda, lo que determinó la salida de la vivienda de la menor, acompañada del acusado, el
cual al salir de la vivienda fue golpeado (dos cachetadas) por la madre de la menor.
En esa secuencia la denunciante introduce diversos factores contra el acusado: que la insultó por celos,
atribuyéndole haber tenido contactos con el varón que vieron en la cafetería; que hasta que llegaron a la
vivienda tuvo que soportar recriminaciones y reproches del acusado sobre esa supuesta relación con el
varón que vieron en la cafetería, negada por ella, y que una vez en la vivienda continuó la disputa, llegando
el acusado a agredirla, golpeándola y zarandeándola, ante lo cual ella insultó y golpeó al acusado como
reacción defensiva, y al escuchar a su madre que se encontraba en el exterior de la vivienda, bajaron
ambos desde la casa, y estando en el exterior de la vivienda la madre de la menor dio dos "cachetadas"
al acusado, marchándose la madre y la hija menor, acudiendo poco tiempo después a un centro sanitario,
donde fue asistida la menor y apreciándole signos externos de violencia en su cuerpo (erosiones en cuello,
y traumatismos-contusiones en zona occipital de la cabeza y en la zona lumbar).
En ese sentido se tendría la manifestación de la denunciante, parcialmente la propia versión del acusado
(aunque éste niega haberla insultado y golpeado), parcialmente la versión de la madre de la menor (quien
escucha por el teléfono móvil que el acusado le pide explicaciones a su hija sobre un varón, acudiendo a la
vivienda para ayudar a su hija, al haber escuchado la discusión entre el acusado y ella por el teléfono), y el
parte de asistencia médica inicial poco tiempo después (que reflejaría unos vestigios lesivos compatibles
con la versión sostenida por la menor, de haber sido sujetada por el cuello, zarandeada y golpeada en la zona
posterior de su cuerpo -cabeza y zona lumbar-).
Frente a esos elementos incriminatorios, considerados por la Juzgadora, se tendría la negativa del acusado
ante la atribución de haber insultado y golpeado a la menor; y la declaración del inquilino de la vivienda, quien
refiere no haber escuchado discusión ni golpes en la habitación contigua en la que se encontraba la pareja
(señalando que tenía la televisión en funcionamiento), pero sí haber escuchado a una mujer que en el exterior
de la vivienda hacía "bulla" y a la que pidió que cesará en ello (la madre de la menor), viendo a dicha mujer
"brincar" contra el acusado (golpeándole: dándole dos "cachetadas").
Esos testimonios no han pasado desapercibidos por la Juez a quo , la cual los ha rechazado en su valor
exculpatorio, significando que el inquilino no vio nada y que su versión de lo sucedido se enfrentaría a
la realidad de lo acreditado, junto con el hecho de tener la televisión en funcionamiento, lo cual pudo
enmascarar lo sucedido en la habitación contigua.
En consecuencia, el análisis judicial de instancia se funda en todos los medios de prueba desplegados, no
resulta inconsistente, absurdo o infundado, antes al contrario, encuentra su amparo en el testimonio de la
menor, corroborado parcialmente en el marco de la secuencia descrita por las manifestaciones de la madre
de ésta y del propio acusado, en combinación con el parte médico de asistencia.

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JURISPRUDENCIA

En cuanto a poner en cuestión las manifestaciones de la madre y de la hija, la Juzgadora pudo constatar
que ambas reconocieron incluso aquellos extremos que podían perjudicarles: la madre dijo que dio dos
"cachetadas" al acusado al salir éste de la vivienda, y la hija reconoció haber golpeado e insultado al acusado
(al reaccionar ante la agresión que ella estaba sufriendo), por lo que difícilmente cabe considerar que unos
testimonios como los referidos por madre e hija estarían guiados por móviles espurios o de beneficio, dado
que no consta qué obtendrían de provecho, y, además, ambas habrían reconocido extremos que en nada
podrían beneficiarles, e incluso podrían ir en su perjuicio.
En orden a la verosimilitud, los extremos de refuerzo de las manifestaciones de la menor denunciante se han
significado, sin que la negativa del acusado a reconocer que hubiera insultado y golpeado a la menor tuviera
un valor añadido de verosimilitud (especialmente al enfrentarse al testimonio de la menor, de su madre y
al parte de asistencia médica); o que el testimonio del inquilino genere una dosis razonable y fundada de
duda o incertidumbre, habida cuenta que él tenía la televisión en funcionamiento (lo que pudo enmascarar
lo que estaba sucediendo en la habitación contigua), reaccionó al escuchar en la calle a una mujer metiendo
"bulla" (lo que podría llamar la atención del mismo, pero sin olvidar que a partir de ese momento, en que
el testigo está ya especialmente prevenido, no consta que el acusado -quien también advirtió que la madre
de la menor estaba en el exterior de la vivienda- prosiguiera con la acción que le atribuye la menor -lo que
puede justificar que el testigo no escuchara nada con anterioridad, y que puesto en alerta desde el instante
de escuchar a la mujer en la calle, ya no oyera nada en la habitación contigua, ante el cese de la acción que
el acusado estaba desarrollando según la menor-).
En orden a la persistencia y no existencia de contradicciones relevantes en el testimonio de quien denuncia,
indicar que las apuntadas por la Defensa recurrente no tienen categoría y entidad para excluir de valor al
testimonio de la menor, por cuanto la realidad de la disputa o enfrentamiento de ambos miembros de la pareja
es admitida por el acusado, y que haya variaciones sobre extremos de no especial relevancia no permite
debilitar los elementos básicos y nucleares (discusión, insultos y agresión).
No debe olvidarse que un relato sería internamente coherente cuando no contiene en sí mismo elementos
contradictorios o incompatibles entre sí. Y sobre el aspecto de la necesaria persistencia la propia Sala de
lo Penal del Tribunal Supremo, en Sentencia de 5 de diciembre de 2008 , ha señalado que la persistencia
no exige una repetición mimética, idéntica o literal de lo mismo, sino la ausencia de contradicciones en lo
sustancial y en lo relevante.
Es por todo ello que la Sala, ponderando la valoración de la Juzgadora y los medios de prueba en que se
funda, analizando todo ello desde el prisma de los parámetros señalados con anterioridad para otorgar
validez y eficacia a un testimonio incriminatorio, la aprecia razonable y fundada, además de acreditado
razonablemente en términos de suficiencia el hecho denunciado y su atribución al acusado, por cuanto
contaría con las manifestaciones de la denunciante reforzadas por los propios datos y circunstancias
expuestos en la sentencia recurrida.
Por lo tanto, la Sala considera justificada y racional la conclusión convictiva alcanzada por la Juez a quo
, dados los extremos valorados por la misma, fundados en la realidad probatoria antedicha y que resultan
razonables en su ponderación crítica, tal y como se aprecia con la lectura de los citados Fundamentos de
Derecho Primero y Segundo.
Consecuentemente con lo expuesto, la versión valorativa que el recurrente intenta introducir con su recurso
no debilita, y mucho menos puede sustituir, a la expuesta por la Juez a quo en su sentencia.
Es por ello que, existiendo prueba suficiente, plural, de matiz incriminatorio, legítima, y válidamente
introducida en el proceso, decae el principio de presunción de inocencia del que goza el acusado, sin que
tampoco surja en el ánimo de la Sala (como tampoco lo tuvo la Juzgadora de instancia) duda racional alguna
en orden a la atribución al acusado Iván del delito por el que ha sido condenado, por lo que procede
desestimar el recurso de apelación interpuesto en estos extremos.
TERCERO: En cuanto a la calificación jurídica dada por la Juzgadora a la actuación enjuiciada, que la
sentencia de instancia califica de delito de malos tratos en el ámbito de la denominada violencia de género,
mientras que para la Defensa del acusado no sería tal, al no concurrir en el mismo la exigencia de dominación/
menosprecio del varón sobre la mujer, señalar lo siguiente.
El criterio sostenido por esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia en orden a la aplicación
de los tipos penales relativos a la denominada violencia de género (ya los sea del artículo 153, ya del artículo
171, del Código Penal , o cualquier otro) cabe condensarlo del siguiente modo, tal y como lo reflejaba la
Sentencia de 24 de enero de 2014 dictada en el Rollo de Apelación Nº 251/2013 (criterio también acogido en
las Sentencias del año 2014 de 13 de mayo, 17 de octubre -Pte. Gil Páez-, 10 de noviembre y 10 de diciembre,

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JURISPRUDENCIA

así como las de 19 de febrero, 27 de marzo, 8 de abril, 25 de mayo, 19 de junio, 28 de julio, 17 de septiembre
y 6 de noviembre del año 2015, de 11 y 15 de enero, 3 de febrero, 27 de abril, 4 de julio y 3 de octubre de
2016, entre otras): (...) que la conducta enjuiciada sea manifestación de dominación/subyugación/imposición/
menosprecio por parte del hombre sobre la mujer en su relación conyugal o de pareja (actual o concluida),
exigible para la aplicación de los tipos de violencia de género.
(...) esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia entiende inexcusable la concurrencia en el
comportamiento enjuiciado de esa manifestación de dominación/subyugación/imposición/menosprecio por
parte del varón sobre la mujer, sin que sea necesario o indispensable una mención o expresión literal de su
concurrencia, siendo suficiente que el contexto y las circunstancias recogidas en el relato fáctico, analizadas
de modo combinado con la Fundamentación Jurídica de la sentencia, reflejen con claridad la proyección de
esa manifestación. (...).
Esta Sección Tercera, (...), requiere en orden a la aplicación de dichos tipos penales una exigencia de proyección
en el comportamiento del acusado de dominación, discriminación, desigualdad y/o menosprecio a la dignidad
de la mujer cuando ésta resulta víctima, (...).
Atendiendo al referido cuerpo jurisprudencial esta Sala de alzada considera por ello amparada la exigencia
de acreditación de la situación de desigualdad o de dominio sobre la mujer en la relación de pareja para la
aplicación del artículo 153.1 del Código Penal . (...).
Contextos valorativos que permiten analizar con mayor precisión los hechos enjuiciados y la proyección que en
la secuencia fáctica puede tener la denominada dominación del varón sobre la mujer para considerar el valor
y sentido de su comportamiento. (...).
(...) es el contexto de actuación delictiva, las circunstancias del caso, las que permiten atisbar, en ocasiones
sin necesidad de expresión verbal alguna, por resultar comportamientos o actos concluyentes, que se trata de
una situación de dominación, menosprecio o subyugación del varón sobre la mujer, guía del proceder delictivo
del hombre, y expresión de la denominada "violencia o dominación machista", especialmente expresiva en la
violencia habitual, por la situación permanente de dominación instaurada, pero también evidente y necesaria
en los actos puntuales objeto de enjuiciamiento.
Y con cita de dos Sentencias del Tribunal Constitucional, la del Pleno nº 59/2008, de 14 de mayo (Pte.
Sala Sánchez) y la de la Sala Primera nº 52/2010, de 4 de octubre (Pte. Casas Baamonde), se señalaba en
esa sentencia de 24 de enero de 2014 : Esa "consciente inserción" sólo puede ser manifestación directa del
principio de culpabilidad personal y atender a la proyección en el concreto comportamiento del acusado varón
de esa posición de dominio o manifestación de poder o pauta cultural de especial lesividad y desigualdad
mencionadas (...).
Es por todo ello que esta Sala de alzada considera amparada constitucional y jurisprudencialmente la exigencia
de acreditación de la situación de desigualdad o de dominio de la mujer en la relación de pareja o conyugal
para la aplicación del artículo 153.1 del Código Penal , en atención a las sentencias mencionadas.
Reseñando la Sentencia de esta Sección Tercera de 6 de mayo de 2014 dictada en el Rollo de Apelación Nº
249/2013 (Pte. Castaño Penalva) lo siguiente: (...), este Tribunal viene reiterando que no es preciso ánimo
o elemento intencional alguno para la aplicación de los delitos relativos a la violencia de género. Lo que
estimamos necesario en esta suerte de ilícitos es únicamente, como dijimos en nuestra sentencia de 10 de
enero de 2014 (Ponente Sr. Castaño Penalva) que "la conducta del varón constituya expresión de una voluntad
de sojuzgar a la pareja o de establecer o mantener una situación de dominación sobre la mujer, colocándola
en un rol de inferioridad y subordinación en la relación, con grave quebranto de su derecho a la igualdad, a
la libertad y al respeto debido como ser humano en sus relaciones sentimentales, insistiendo también este
Tribunal en que el elemento cabe deducirlo del relato de hechos probados y, particularmente, de aquellos datos,
gestos, expresiones o situaciones que evidencien dominación, superioridad, menosprecio o humillación a la
condición de la mujer".
En tal sentido también mencionar la Sentencia de 28 de mayo de 2015 dictada en el Rollo de Apelación
Nº 37/2015 de esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia (Pte. Morales Limia), donde tras
exponer la doctrina asumida por esta Sección especializada en materia de violencia de género y doméstica,
con menciones al auto de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 31 de julio de 2013 (Pte. del Moral
García) y a la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 26 de diciembre de 2014 (Pte.
Berdugo Gómez de la Torre), reseña: Ambas resoluciones, auto y sentencia del Tribunal Supremo, buscan en
las resoluciones recurridas analizadas por su parte datos objetivos a partir de los cuales pueda deducirse, sin
añadido especial alguno, que existe esa manifestación externa de dominación o subyugación. No se exige un
ánimo especial.

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JURISPRUDENCIA

Lo curioso, sin embargo, es que la exigencia de esa manifestación externa objetiva capaz por sí sola de
identificar una situación de dominación, subyugación, imposición o menosprecio del hombre hacia la mujer en
su relación conyugal o asimilada, actual o anterior, no resulta precisamente novedosa para la Sección Tercera
de esta Audiencia Provincial. En efecto, sin necesidad de reseñar todas las existentes, antes incluso que se
dictara el auto del Tribunal Supremo de 31 de julio de 2013 , esta misma sala ya había dictado una serie de
sentencias de apelación en las que, sin buscar o exigir ánimo o intencionalidad alguna en el sujeto activo de
la infracción penal, examinó los casos sometidos a su consideración a partir de la constatación de la situación
de hecho producida en el caso concreto , según se reseñaba en los hechos probados de la sentencia recurrida,
para entender que se producía esa manifestación de dominación o subyugación del hombre hacia la mujer que
era o había sido su pareja si del contexto del hecho la misma resultaba objetivamente evidente . A aquella
situación fáctica objetiva exigida en este tipo de supuestos esta sala la bautizó con el nombre de " elemento
circunstancial ". Y el Tribunal Supremo habla de un elemento "objetivo, aunque contextual y sociológico". Por
tanto, las diferencias estriban en la fórmula lingüística elegida por el Tribunal Supremo y la empleada por esta
misma sala en esas sentencias en particular que ahora citaremos, pero no había diferencia alguna respecto
al fondo de lo que realmente se exigía. Por tanto, en realidad, no estamos ante una posición verdaderamente
novedosa sino simplemente reafirmada por todos los componentes de esta Sección. (...).
(...), la Sección Tercera de esta Audiencia no fue (...) extraña a la exigencia de componente objetivo, contextual
y sociológico acreditativo de la dominación machista. La ventaja es que ahora se ha conseguido por fin la
unanimidad entre sus magistrados, que, ciertamente, redunda en beneficio de la necesaria seguridad jurídica
y en la previsibilidad de la decisión de alzada.
En el caso enjuiciado la Juzgadora ha señalado en su relato fáctico, complementado en su expresión jurídica
en los Fundamentos de Derecho Primero y Segundo de la sentencia de instancia, que esa proyección de
dominación/menosprecio machista se daba en el comportamiento del acusado, por cuanto lo ejecutado por
el acusado y el modo y contexto en que lo desarrolló atiende a una situación de dominación, subyugación
y menosprecio evidente a la condición de mujer, en términos que amparan la aplicación del precepto, tal y
como se ha expuesto y se requiere.
En tal sentido nada más expresivo que reseñar lo que recogía el relato fáctico de la sentencia de instancia,
al indicar que el acusado Iván : contrariado por unos comentarios que le habían hecho de que a su pareja de
16 años de edad, Antonia , le gustaba otra persona, comenzó a recriminárselo a gritos en el bar "Ovalo" y, al
abandonar aquella el establecimiento, la siguió acusándola de que había estado con él, y, tras enviar Antonia
un mensaje de whatsapp a su madre, le arrebató su teléfono móvil, guardándoselo en el bolsillo, continuando
la discusión hasta llegar a la habitación que, desde hacía tres meses, compartían, en C/ DIRECCION001 nº
NUM001 piso NUM002 de DIRECCION000 (Murcia), en la que, tras manifestarle ella que quería marcharse
con su madre, con ánimo de sojuzgarla y mantener una situación de dominación sobre ella, la cogió por el pelo
y por el cuello, la zarandeó y le dio varios golpes en la espalda, (...) .
Es evidente que para apreciar una situación de superioridad y/o de menosprecio a la condición de mujer no es
necesario indagar en la intencionalidad del sujeto a través del motivo desencadenante de la disputa sino que
aquella debe de aparecer de los hechos objetivos descritos en relación con el contexto en el que es realizada
la acción, que es precisamente lo expuesto, en que la actuación del acusado se desplegó sucesivamente,
reaccionando de forma airada ante lo que podía ser la atención de su pareja a otro varón, la coerción ejercida
sobre ella y la forma en que la agredió ante la decisión de ella de marcharse de la vivienda.
Atendiendo a ello la Sala señala que el comportamiento descrito en el relato fáctico proyecta la dominación
machista y de afrenta a la dignidad y libertad de la mujer requerida para la comisión de ese tipo de delito de
maltrato en el ámbito de la violencia de género, por cuanto el comportamiento desplegado por el acusado
constituye una acción en el contexto de dominación/menosprecio que requiere esta Sección Tercera de la
Audiencia Provincial de Murcia para la aplicación del precepto por el que ha sido condenado, tal y como la
propia Juez a quo ha expresado en su sentencia, con cita de sentencias de esta Sección Tercera.
Que la menor, ante la agresión sufrida, reaccionase y se defendiese golpeando e insultando al acusado (como
la menor ha reconocido en la propia vista oral), en nada desmerece la calificación jurídica reconocida, dado
el manifiesto contexto de dominación al que se atuvo el acusado en toda su actuación, por cuanto ello no
degrada la acción del acusado, al margen de la responsabilidad en la que podría haber incurrido la menor
(de acreditarse en debida forma que no actuó en legítima defensa, lo que se vislumbra de lo desplegado en
la vista oral).
Todo lo cual lleva a desestimar el recurso de apelación interpuesto también en este extremo.

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JURISPRUDENCIA

CUARTO: Resta por último analizar y resolver la apreciación que vierte la parte recurrente sobre la
injustificada elección de la pena de prisión, en lugar de la de trabajos en beneficio de la comunidad, dada la
levedad de la conducta enjuiciada, y que no se haya impuesto la pena en su extensión mínima
La elección de la pena de prisión está justificada ante el tipo de comportamiento desarrollado por el acusado,
quien no sólo insulta a la víctima, su pareja menor de edad, sino que la golpea, lo cual supone una doble
proyección de desprecio a la mujer, en una espiral creciente y mantenida en el tiempo, con una antecedente
penal por violencia de género y doméstica de un año antes al de los hechos enjuiciados en esta causa, con
suspensión de las penas de prisión impuestas, sin que ese factor de contención haya prevenido la comisión
de un nuevo delito de semejante naturaleza.
Por lo tanto, esa actuación delictiva reiterada, ese perfil delictivo mantenido en el tiempo, la ausencia
de contención ante una previa suspensión de las penas de prisión en su momento impuestas, y el
reconocimiento de la agravante de reincidencia, no sólo amparan la elección de la pena de prisión, sino
que legalmente en modo alguno cabría una pena de prisión en su extensión mínima, por cuanto aplicado el
artículo 153.1 y 3 del Código Penal , la pena de prisión no debería haber sido inferior a los 10 meses y 15 días
(al concurrir la agravante de reincidencia la pena debió imponerse, como mínimo, en la mitad superior de la
pena legalmente prevista, y fijada la pena tipo de 9 a 12 meses de prisión en base al nº 3 del artículo 153
del Código Penal , concurriendo una agravante la pena debe imponerse en su mitad superior en atención al
artículo 66.1.3ª del Código Penal : de 10 meses y 16 días a 12 meses), no obstante, en aplicación del principio
relativo a la proscripción de la reformatio in peius , no procede alterar el pronunciamiento de instancia.
Todo lo cual lleva a desestimar este último motivo de recurso.
QUINTO: Procede, en consecuencia, la confirmación de la sentencia apelada, con declaración de oficio de
las costas de esta alzada conforme a lo dispuesto en los artículos 239 y 240-1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal .
Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación.

FALLAMOS
Que con desestimación del recurso de apelación interpuesto por la representación procesal de Iván contra
la sentencia dictada el 21 de junio de 2017 por el Juzgado de lo Penal Nº 1 de DIRECCION000 , en Juicio
Rápido Nº 24/2017 -Rollo de Apelación de Sentencia de Juicio Rápido Nº 113/2017-, DEBEMOS CONFIRMAR
Y CONFIRMAMOS dicha resolución, con declaración de oficio de las costas de esta alzada.
Contra esta sentencia sólo cabe preparar recurso de casación en los supuestos del artículo 847.1. b) de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal (por infracción de ley del motivo previsto en el número 1.º del artículo 849 de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal : Cuando, dados los hechos que se declaren probados en las resoluciones
comprendidas en los dos artículos anteriores, se hubiere infringido un precepto penal de carácter sustantivo u
otra norma jurídica del mismo carácter que deba ser observada en la aplicación de la Ley Penal ), en atención al
artículo 792.4 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , dentro de los cinco días siguientes a la última notificación
( artículos 855 , 856 y concordantes de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ), considerando el Acuerdo del Pleno
no jurisdiccional de la Sala Segunda del Tribunal Supremo de 9 de junio de 2016 (Sentencia del Pleno de la
Sala Segunda del Tribunal Supremo de 28 de marzo de 2017).
Devuélvase la causa al Juzgado de procedencia con certificación de la presente resolución sólo una vez
transcurrido el antedicho plazo legal de notificación sin prepararse el mencionado recurso de casación.
Así por esta nuestra sentencia, en aplicación del artículo 117.1 de la Constitución Española ( La justicia emana
del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial ), la
pronunciamos, mandamos y firmamos.

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