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UBICACIÓN:
Turín, capital de la región del Piamonte, es una ciudad del norte de Italia conocida
por su arquitectura y cocina refinadas. Al noroeste de la ciudad se erigen los Alpes.
Los bulevares y las grandes plazas de Turín, como la Piazza Castello y la Piazza San
Carlo, están repletos de edificios señoriales de estilo barroco y cafeterías antiguas.
Cerca de la zona se halla la elevada aguja de la Mole Antonelliana, una torre del
siglo XIX que alberga el interactivo Museo Nacional del Cine.
CONTEXTO HISTORICO:
Ascanio Vittozzi (1539-1615) fue durante treinta años el arquitecto ducal y desde ese cargo fue
supervisando la larga gestación de ese deseado proyecto de ampliación urbana. No obstante,
antes de la extensión se fueron realizando diversos ajustes en la ciudad antigua, como la
reconversión en plaza civil del entorno del Castillo (que en 1606 se transformaría en sede del
poder político y administrativo) siendo el embrión de la futura piazza Castello, la apertura de
la via Nuova (1613, hoy via Roma) o la via Palazzo di Città (1619).
El plan definitivo será desarrollado por Amedeo di Castellamonte (1613-1683), hijo de Carlo
que ya había fallecido. El nuevo perímetro amurallado partiría del bastión meridional de Santa
Cristina (San Lázaro) desde donde se trazaba un arco elíptico hasta llegar al rio. Desde allí una
línea ligeramente quebrada iría a unirse al bastión oriental de la ciudad antigua. Las obras
comenzarían en 1673.
Castellamonte tendría problemas para la realización fiel de su proyecto inicial. Así la Piazza
Carlina (Piazza Carlo Emanuele II), que debía ser el espacio público principal de la segunda
ampliación y se previó como un octógono, sería finalmente un espacio cuadrado de
dimensiones algo menores y acabaría acogiendo el mercado del vino.
Además, Turín tendría el privilegio de contar con realizaciones de uno de los grandes
arquitectos del barroco: Guarino Guarini (1624-1683). Este arquitecto (que era un religioso de
la Orden de los Teatinos, filósofo, matemático e influyente teórico de la arquitectura)
construiría en Turín la Iglesia de San Lorenzo una sorprendente obra con una compleja
geometría, la Capilla del Santo Sudario en la Catedral, el Colegio de Nobles (actual Museo
Egipcio) o el Palacio Carignano.
Durante la contienda, en 1706, Turín había sido asediada por los franceses sufriendo graves
daños. La ciudad debía reconstruir lo afectado, pero, sobre todo, debía prepararse para su
nuevo futuro. Turín, flamante capital de un reino, afrontaba un nuevo escenario político y
territorial. Entonces, se planteó una nueva extensión urbana, la que sería la tercera y última
ampliación de la ciudad barroca.
Vittorio Amedeo II había conocido en Sicilia al arquitecto Filipo Juvara (1678-1736) y, éste, fue
llamado en 1714 a Turín, donde se convertiría en el primer arquitecto de la corte de
Saboya. Juvara, uno de los grandes arquitectos del siglo XVIII, sería el encargado de proyectar la
tercera y última ampliación que completaría la ciudad barroca.
El planteamiento para Turín fue extender la ciudad por el noroeste, creando un eje que se
dirigiera a la Porta Susina (actual via del Carmine) y una plaza vinculada al mismo, Piazza
Susina (hoy Piazza Savoia), que ayudara a articular la ciudad nueva con la antigua. Esta plaza
sería el centro gravitacional del nuevo barrio. La calle principal de la extensión sería, a su vez,
atravesada por dos vías perpendiculares principales, la que cruzaba en la Piazza (hoy via della
Consolata) y una segunda que apuntaba a la Porta Milano (hoy via Milano).