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1.

Captura, Buenos Aires, 1928

Es posible capturar ectoplasma parcial o completo de un animal adhiriéndolo a una placa de cesio en frío
mediante el trazado de su silueta en tiza. Solo funciona con espectros de baja motricidad, y ciertamente no en
todos los intentos.

El descubrimiento de esta técnica fue casual. Tras una noche de juerga en julio de 1928, el joven Pablo Becú le
pone un collar de perlas a su perro del mismo nombre, un animal criado en departamento, y lo deja ir por la
avenida Rivadavia. Dos hombres forcejean con el perro para quitarle el collar, le rompen el cuello, pelean entre
sí y nadie puede separarlos. La policía dibuja las tres siluetas blancas en el piso.

Becú recupera el collar, que se usa para estimular la aparición espectral en la escena del crimen. Severo Solpe y
sus asistentes ven la figura del perro echado en fulgor de 2 a 4 watts; al parecer la línea blanca policial lo fija al
piso. La colisión de sectores de éter dificulta el registro visual satisfactorio de este caso, pero se conserva una
grabación en pasta del aullido del perro.

De ahí en más se verifica este mismo fenómeno de sujeción en todas las escenas de crimen que incluyen siluetas
animales. El carbonato de calcio presente en la tiza permite a los profesionales extraer y conservar los espectros
así retenidos por la línea.

2. Cardumen, Buenos Aires, 1957

El horizonte de la pampa es plano porque imita la superficie del mar que lo cubrió durante millones de años. Al
irse, el agua deja un tendal de muerte marina que sirve de alimento a los animales de tierra. Cuando llegan los
hombres no construyen casas en piedra, porque creen que el mar volverá tarde o temprano. Estos hombres son
borrados por otros que hacen la ciudad. Crece el entusiasmo vertical. El edificio Alas (ex Atlas, Agrupación de
Trabajadores Latinoarmericanos Sindicalizados S.A.), a cargo de la Secretaría de Aeronáutica, se inaugura en
1957 como el más alto de Buenos Aires. Tiene la mejor vista del Río de la Plata, que en su extensión también
parece un mar.

A fines de ese mismo año los empleados declaran dificultades para respirar en los ascensores. La empresa
Electra limita de doce a ocho personas la capacidad de carga. Sin solución a la falta de aire, algunos empleados
comienzan a subir los cuarenta pisos por escalera. El 2 de noviembre la secretaria Norma Oliden se rompe una
pierna; los testigos del accidente quedan fascinados por la lentitud de su caída y nadie atina a sujetarla.

En las oficinas se ven peces momentáneos. El 8 de noviembre Julio Heiss registra la imagen de un contador
huyendo del edificio con un erizo de mar clavado en la rodilla.

Heiss cree (Rubens lo descalifica duramente) que el caso no corresponde a la aparición del ectoplasma múltiple
de un cardumen, sino al eco espectral de un océano completo.

3. Fairy, Buenos Aires, 1938

El licenciado Fairy tiene la habilidad de tragarse una rana viva y hacer que las patas delanteras le asomen por los
agujeros de la nariz. La gracia no supera el minuto; durante ese lapso la rana se refriega con deleite contra la
campanilla del licenciado, liberando una sustancia que humecta el conducto. Conforme el numerito se repite en
cenas, asados y un vernissage inolvidable, la garganta de Fairy, expuesta a las emisiones químicas del anfibio,
alcanza un alto nivel de lubricación.

Su esposa lo abandona. Esto conduce al licenciado a un pico de exposición social. Repite su acto con el guante
de un amigo. Se mete la mano en la boca y saluda con los dedos desde su nariz, pero el público pide una rana. La
saca de una lata, deja que sola le salte a los labios, se los cierra en la cabeza y la absorbe. Por error, el viaje
concluye en el estómago. La concurrencia se entrega a comentarios en torno al tracto digestivo de Fairy. Algunos
sugieren purgantes, otros una visita a un médico de guardia. Otro compadece a la rana. Con la rana desovándole
en las tripas, Fairy asiste a la destrucción de su vida social.

Esa misma noche vomita los huevos y se toma el trabajo de enviarlos en una probeta a su ex esposa por correo.
Las manos de la mujer se vuelven viscosas apenas abre la probeta. A causa de esta afección, que resulta ser
crónica, ya no puede tocar a nadie. En las ectografías de la Colección Solpe se las ve cubiertas por un banco de
renacuajos en fulgor de 3 a 5 watts.

4. Plaza Miserere, Buenos Aires, 1946

Las palomas mueren contra los cables eléctricos de esta plaza en un promedio de ocho por día. Cruzando la calle,
un estudio contable pide a la Sociedad Ectográfica Argentina que realice un registro en el tercer y cuarto piso.

"Si saco el brazo afuera toco almíbar en el aire, dice un empleado. Otro dice que una fuerza exterior le opone
resistencia cuando intenta abrir la ventana de su oficina. L.a mayoría opta por no abrir las ventanas.

El señor Arriate, en cambio, pertenece a la minoría incrédula que abre las ventanas del estudio de par en par. El 6
de mayo sufre la perforación repentina de un punto en su frente. La herida demanda tres puntos de sutura.

Este episodio le quita parte de su sensatez. Asiste ebrio al trabajo, discute con sus compañeros por tonterías. Dice
que la cicatriz lo hace sentir impropio. Culpa a la cicatriz.

Julio Heiss sospecha de alguna perduración matérica en el interior o en torno de la herida. Las ectografías
confirman la presencia de una paloma con el pico incrustado en la frente de Arriate.

Las muestras restantes se consiguen cubriendo el marco de una ventana del cuarto piso con placas de cesio en
frío. La primera sesión no arroja resultados. En la segunda, Heiss obtiene imágenes de un cielo nocturno sin
palomas, pero rayado de líneas en negro. En giroscopio ve que estas líneas describen la trayectoria del vuelo en
torno a los cables, segundos antes del choque eléctrico.

5. Parque Centenario, Buenos Aires, 1911

La técnica de fotografía ectoplasmática o ectografía animal en 1911 en la Ciudad de Buenos Aires, con la foto de
un simio espectral que flota en un quirófano abandonado. La imagen presenta al animal con los ojos en blanco y
los brazos laxos, en imitación de un éxtasis religioso. Es apócrifa: se obtiene colgando del techo un mono
sedado. Su autor es el fotógrafo de vistas y sociales Severo Solpe, que posteriormente sería fundador y director
de la Sociedad Ectográfica Argentina. La realiza a pedido de un Senador de la Nación que quiere impresionar a
unas señoritas.

El éxito del engaño multiplica los encargos y el estudio de Solpe se enriquece colgando conejos, perros, ranas,
cabras y más monos, en escenas de interior o exterior. Previsiblemente, Solpe no tarda en registrar un verdadero
espectro. Durante una sesión en el Parque Centenario el viento voltea el trípode y, al tocar el suelo, la cámara se
dispara; luego encuentra en esa toma involuntaria la imagen de un pato o ganso espectral.

Como dato curioso se señala que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires puso patos o gansos en los
lagos artificiales del parque recién en 1915. Para Julio Heiss este caso pionero prueba que los espectros se dan
por fuera del tiempo, y que cada animal, vivo o muerto, ya tiene su espectro en algún sitio.

6. Sudestada, Buenos Aires, 1925

En enero de 1925 Severo Solpe registra en ciento noventa y ocho tomas el espectro de un dóberman bajo el
escritorio de su despacho en la Sociedad Ectográfica Argentina. EI fulgor del vientre del animal va de 7 a 9
watts; el resto de su ectoplasma no supera los 2 o 3 watts. De cerca, el vientre muestra una acumulación de
material etérico interpenetrado, que por momentos deriva en figuraciones: la costa de un río, juncos, una mano
humana.

Los mayores defectos de Solpe, que recordamos con cariño, eran la grandilocuencia y el entusiasmo. Creía que
este documento ectográfico describía "un perro muerto que sueña una sudestada". Días después escribió en su
cuaderno:

Los espectros son pura superficie visible. La transparencia simultánea de todos sus secretos. Lo que soñaron
estando dormidos, las proporciones y el peso de su mirada, todo está presente como un tramado fosfórico en su
piel de éter y puede registrarse.
Y luego:

En vida hay experiencias perfectamente intimas como el sueño o el miedo. Son intimas porque nadie las ve a
través de nosotros. El sentirse individuo nace de la tenaz opacidad del cuerpo. El individuo se hace en el
secreto. No tener secretos equivale a estar muerto.

Con el avance de la técnica y el estudio de las ectografías del dóberman en giroscopio de aumento, se comprobó
que el espectro operaba como superficie reflectante, y que las imágenes del vientre correspondían al rostro
facetado de Severo Solpe.

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