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Gracias!!!
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El Club de las Excomulgadas
Argumento
Tres cartas yacían en el negro satinado.
El pasado. El presente. El futuro.
La Suma Sacerdotisa.
El Ermitaño.
La Rueda de la Fortuna.
Cable Luske había sabido desde el principio que el amor de Fane le presentaría
desafíos, pero si los padres y el hermano de Fane hubieran estado vivos, la
posibilidad de un futuro juntos habría existido. Con su muerte y la transformación
de Fane llegando a su conclusión Fane necesitaría a una kadine. En la
desesperación Cable acude a la lectura del tarot y encuentra a dos amantes... y a
Kiziah...
...Y una manera en que Fane pueda reclamar tanto a su kadine y como a un
compañero masculino.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Uno
La escena frente a Kiziah Stillwell era justo como lo había experimentado en su
sueño. Paseos baratos de carnaval, bajo un cielo de estrellas del moteado otoño. El
aire fresco helado, cargado con el olor de perros calientes y algodones de azúcar,
lleno de cajas musicales de hojalata y voces de los feriantes que competían entre sí,
cada uno tratando de atraer a los hombres paseando con sus esposas y novias para
que se detuvieran y probaran suerte de gastar su dinero y tratar de ganarse un
animal de peluche.
La gente de su padre, el Chippewa, creía que todos los sueños se hacían a partir
de fuentes externas y no desde el subconsciente de la que los experimentaba. Era
por eso que habían diseñado originalmente el atrapa-sueños, para atrapar los malos
sueños, pero permitir que los buenos pasaran.
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El Club de las Excomulgadas
Kiziah se movió a la tienda y se sentó, haciendo caso omiso de todo, excepto de
la antigua vidente delante de ella y del mazo de cartas ahora en manos de la
Madame Helki. Las cartas eran la única cosa importante en la tienda, todo lo
demás era sólo un efecto especial puesto en marcha con el fin de crear un ambiente,
una atmósfera, un espectáculo para aquellos que veían la lectura como
entretenimiento o cuando era necesario ver algo diferente a lo que veían en su
entorno cotidiano para creer.
—Sí.
Madame Helki le entregó las cartas a Kiziah, sin hacer ninguna pregunta
concreta, sino esperando con paciencia. Kiziah las barajó, abriéndose al mensaje
que estaba segura estaba por ahí para ella. La razón de su sueño y su presencia en la
tienda chillona, una creación de metal cubierta con lona para que pareciera algo
más que una diversión de carnaval.
Ella dejó de revolver cuando sintió que estaba bien hacerlo. Cortando de la
cubierta y juntándola antes de devolverla a la mujer frente a ella. En rápida
sucesión tres cartas fueron puestas sobre la mesa.
La Alta Sacerdotisa.
El Ermitaño.
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El Club de las Excomulgadas
La Rueda de la Fortuna.
—Gran parte de tu vida ha sido influenciada por una mujer. Una mujer que se
introdujo en los misterios de un mundo que no siempre podía ver. Pero ella se ha
ido, excepto en paisajes oníricos donde los espíritus a veces pueden tocar las vidas
de aquellos que son importantes para ellos—La simpatía se movió a través de la
cara de la pitonisa. —Así que ahora mantienes la distancia de otras personas, viajas
sola, viviendo una vida solitaria. Buscando. Tratando de encontrar un sentido, un
lugar para ti. Una pertenencia—Sus dedos se acomodaron sobre la mesa,
subrayando la Rueda de la Fortuna. —Pronto. Muy pronto, la oportunidad se
*****
El agua caliente golpeó el cuerpo de Cable Luske, espantando el frío que había
ganado durante el viaje en barco por la mar con el fin de deshacerse del cuerpo.
Cristo. No había visto esa venir.
Nunca hubiera imaginado que un hombre padrall -cuya familia había servido a
la raza de vampiros más generaciones que la suya propia- trataría de secuestrar a
una kadine, compañera de un vampiro. Qué locura.
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vida estaba a punto de estrellarse a su alrededor. No cuando sentía que las cosas
estaban llegando a su fin con Fane.
El dolor se movió a través de él. Dolor. Los dedos de angustia del futuro que se
remontaban y lo acariciaban. Sí, lo superaría con el tiempo. Era ese simple hecho el
que tenía que manejar primero.
Los vampiros habían sido el blanco principal de los creyentes. Pero a lo largo
de los siglos, su descripción de “humanos” se había reducido, y los que habían
elegido cazarlos, matarlos y perseguirlos se habían ampliado para incluir a brujas,
psíquicos y cualquier persona con poderes sobrenaturales o talentos.
Durante el año pasado Cable había logrado pasarlo por alto pensando en la
verdad de su futuro con Fane, para evitar enfrentarlo o discutirlo, a pesar de que
creía que Fane finalmente sentiría que se lo debía a la memoria de su padre, no sólo
para vengar su muerte, sino para producir la próxima generación de dhampirs.
Cable le había ayudado a Fane a recopilar información, encontrando finalmente un
nombre para seguir con la bomba que había matado a la familia de Fane. Pero
ahora Cable sabía que no podía evitar el futuro por más tiempo.
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La transformación se acercaba. Cable había estado alrededor de dhampirs
suficiente como para reconocer eso aunque quisiera no hacerle caso, queriendo
fingir que no estaba tan cerca.
El pene de Cable se puso duro al pensar en cuan agresivo Fane se había vuelto
en la cama. Cuan insaciable. Cuan peligroso.
Había habido momentos en los que había evitado ser mordido sólo porque
Fane había estado debajo de él, sujeto o con la cara aplastada contra el colchón con
el fin de mantener el control. Cable cerró los ojos, sosteniendo su eje con la mano.
Bombeando de arriba hacia abajo. Cristo, estaba caliente. Echaba de menos la
Era una locura. Las graves consecuencias de un padrall que se obsesionaba con
eso en particular eran altas. Nada era tan adictivo como la mordida de un vampiro
cuando la picazón permitía la experiencia sin la niebla del embeleso.
Había evitado la mordida de Fane no sólo por las posibles consecuencias, sino
porque sólo lo haría desear a Fane más desesperadamente. Cristo. Tendría que
haberle pegado a la mujer, un placer que Fane sólo ocasionalmente había
indultado. O a la rubia. Él y Fane eran iguales en ese sentido, por lo general
evitaban a las morenas.
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Infiernos, tal vez decía algo de los dos que fácilmente podían pasar por primos
lejanos. Sus cuerpos eran similares en forma, con sus ojos marrones viéndose casi
tan negros como su pelo.
Cable cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, deseando que el agua caliente
pudiera sacar el deseo de Fane de su cabeza. Tenía que poner distancia entre él y
Fane. Alejarse de la relación antes de que Fane fuera a él y le pidiera que arreglara
la creación de una kadine, de una compañera.
¿En quién más podría Fane confiar una cosa tan importante? Y sin embargo,
llevar a cabo la tarea sería un infierno. Se podría extender por décadas, a menos
que una de las mujeres que eran poco más que criadoras, cedieran los derechos a
El dolor se clavó en el pecho de Cable. Mierda. ¿Fane esperaría que los dos se
mantuvieran como amantes hasta que Fane reclamara a su novia, hasta que
sexualmente se uniera con ella mientras la convertía en su kadine? ¿Y luego qué?
¿Él se quedaría y ayudándoles a criar a sus hijos, envejeciendo rápidamente,
mientras que ellos lo hacían en siglos?
¡Cristo! Qué futuro era ése. Y Cable no quería saber nada de él. Ninguna parte
de nada de eso.
En aquellos primeros días, las hijas eran bienes muebles, que se compraban y
vendían, con su destino con poca importancia en el mundo humano. Pero como la
civilización cambió y se convirtió en familias padralls adineradas y poderosas por
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derecho propio, sus hijas se convirtieron en esposas deseables de los reyes y señores
y príncipes mercaderes, y ya no quisieron dejarlas en manos de los vampiros a los
que servían. Y así otra fuente se cultivó, con las familias beneficiándose de las
riquezas que permitían a sus hijas dar a luz niñas a cuya sangre se alteraba al nacer
y que les serían quitadas tan pronto como fueran destetadas, criadas desde la
infancia para ocupar su lugar como pareja de los vampiros.
La puerta del baño se abrió y Cable supo sin mirar que Fane había entrado en
la habitación y se había quedado mirándolo a través de la cabina de la ducha de
vidrio mientras deslizaba su mano arriba y debajo de su pene. Él debería darle la
espalda, o mejor aún, salir de la habitación y de la casa por completo.
Pero no lo hizo.
Lo que sentía por Fane iba más allá de pura lujuria, aunque no se alejaba
mucho. Era amor. Una emoción desesperada y destructiva cuando se dirigía a un
dhampir, quien pronto se convertiría en un vampiro completo y necesitaría
alimentarse, el que sería consumido por la venganza contra los creyentes en
general, y del terrorista que había matado a su familia en particular.
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La puerta de la ducha hizo clic abriéndose, permitiendo que el aire fresco y el
aroma de Fane giraran alrededor de Cable. Él trató de ignorar ambos.
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ligeramente el lugar detrás de ellas. Cable apretó la mandíbula por el placer del
toque de Fane y por su cercanía. Se dijo que se debería presionar a Fane para que se
alejara y salir pitando de allí.
Abrió los ojos en su lugar y se dirigió a Fane, enojado consigo mismo, enojado
con Fane. Con su emoción haciendo que el beso que compartieran fuera agresivo,
una lucha despiadada por control en lugar de una exploración lenta de pasión.
Un temblor de miedo mezclado con deseo atravesó a Cable cuando los caninos
de Fane se alargaron en colmillos. Un desliz, un movimiento descuidado y su
lengua sangraría.
Ninguno de los dos estaba preparado para hacerle frente a las consecuencias de
lo que pasaría.
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junto con el conocimiento de que Cable estaba tratando de apartarse de él sólo lo
llevó a sentir una mayor lujuria.
Hasta lo que había sucedido, Fane había pensado tomar a Cable como su
compañero de por vida cuando se produjera el cambio y se convirtiera
completamente en un vampiro, para hacer los intercambios necesarios,
compartiendo la sangre tres veces por lo que tendrían una vida sexual unida, por lo
que la vida de Cable estaría irrevocablemente atada a la suya. Así Cable necesitaría
de su sangre para sobrevivir.
Tal cosa era condenada por la mayoría de las órdenes padrall, un principio de
los restos del pasado, cuando el primero de ellos había alterado el curso de su
propia historia eligiendo servir sin el beneficio de extender su vida útil. Los
primeros líderes con temor a la pérdida de su alma con siglos de vida.
Fane no había abordado el tema con Cable, creyendo que tenía un montón de
tiempo. No deseando una confrontación o un rechazo. Sabiendo que no sólo Cable
se condenaría por su propia orden, si estaba de acuerdo en atar su vida a la de
Fane, sino que algunos lo insultarían, viendo a un compañero masculino como
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débil y sumiso. Aunque no había verdad en la caracterización de su relación, entre
los de Fane no había una reducción de su estado, ya sea para un vampiro o para su
compañero masculino. Con una existencia que abarcaba siglos, era una tontería
elegir la infelicidad cuando se elegía a un compañero. Y mientras Fane había
follado con una mujer, nunca había compartido tanto de sí mismo con ningún otro
humano como lo había hecho con Cable. Nunca había sentido tan profundamente
como se sentía al estar acerca de Cable.
Con un hermano mayor para cargar con la línea y padres que solo habían
tenido y criado a la primera generación de hijos y quienes continuarían para criar a
más a dos o tres cada cuarto de siglo, no había habido presión para que Fane se
reprodujese. Pero todo eso había cambiado con su muerte. Ahora tendría que
Fane cerró los ojos. Juntando su resolución. Tenía que follar esta noche, no que
se follaran.
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Cable se empapó de la vista de Fane. De su tenso y resbaladizo cuerpo. Hacía
días desde que Fane había tomado la posición dominante, el control del placer. Él
se inclinó, presionando sus labios en los de Fane, con su lengua hundiéndose
ligeramente en los colmillos de Fane antes de acariciar sus colmillos, probando el
control de Fane y enviando un pulso de deseo a través de los dos.
Con un gemido, Cable se movió hacia atrás liberando sus manos y usando una
de ellas para alcanzar el lubricante que mantenía junto al champú, entregándoselo a
Fane. Las fosas nasales de Fane se abrieron y sus ojos se oscurecieron.
Cable se dio la vuelta y apoyó las manos contra la pared, extendiendo sus
piernas con sus bolas colgando entre ellas, una vista que sabía que inflamaría más a
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el pene de Fane más profundo, con el movimiento raspando las puntas de los
caninos de Fane contra el cuello de Cable y extrayéndole sangre.
Fane cerró los ojos sabiendo que debería decir lo que sentía. Pero las palabras,
serían una mentira. Su pene presionaba contra las nalgas de Cable con la necesidad
y el deseo ya llenándolo otra vez. La fantasía inundó su mente. Quería salir de la
ducha, tomar a Cable en la cama, dejar que Cable lo tomara, con la sangre
fluyendo entre ellos. Un pacto sagrado de una unión entre sí.
Un silbido se escapó cuando Cable se tensó debajo de él, con los dominantes
impulsos de la raza vampírica girando en Fane. Él estaba tan cerca de convertirse,
tan cerca de necesitar una compañera para controlar su hambre. Para hacerle frente
a los cambios que se producirían cuando pasara por la transformación, cuando
perdiera la capacidad de mantener una forma humana que se movería durante las
horas del día.
Él cerró los ojos. Luchando contra el placer que aún persistía. Presionando a su
pene para que lo olvidara. Estaba duro de nuevo, a punto de vender su alma a fin
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de experimentar el éxtasis de la mordida de Fane, junto con los placeres prohibidos
con los que había fantaseado.
Fane trató de dar un paso atrás, pero descartó el calor y el hambre. Su cuerpo
estaba gritando por él para atacarlo de nuevo, para hartarse de la sangre de Cable,
incluso si tenía que clavar a Cable contra la pared y hundirlo en el pantano de
feromonas que usaba para atraer y controlar a sus presas. Su pene daba pulsos
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Capítulo Dos
Él parecía ajeno a otra cosa que la diana, pero algo en él le daba miedo. Algo
más allá de su corte de pelo o de la adornada cruz tatuada en su cuello. Ella sabía
que no debería dejarse ir por apariencias externas. Había crecido en torno a
hombres cuyo aspecto se extendía por la gama de cabellos largos de los años
sesenta hippies y tatuados de motociclistas malos.
El hombre terminó con sus flechas y se volvió un poco, con sus ojos
encontrándose y ella supo que había tenido razón en haberlo elegido a él entre la
multitud. Algo oscuro y retorcido vivía dentro de él. Algo que disfrutaba infligir
miedo y dolor.
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que había sucedido con Fane. Seguía afectando de haber oído a Fane reconocer la
verdad que ambos conocían. Sabiendo que por fin habían llegado al punto de
ruptura de su relación.
Cable cerró el teléfono, con la irritación raspando sobre él que le hacía apretar
los dientes.
—Te dejaré a ti—dijo él alejándose sin mirar a Domino Santori. Lo último que
necesitaba era estar en la presencia de otro dhampir esa noche.
—Ah, te esperaba—dijo ella, y él cerró los ojos brevemente. Cristo. ¿Sería esto
lo que parecía un descenso a la locura? Incluso reconoció que sus emociones
estaban por todas partes esa noche en el mapa. Sin embargo se sentó al otro lado de
la pitonisa, con el corazón acelerado cuando se dio cuenta de las cartas. Con tres de
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ellas, alineadas en una fila. El pasado. El presente. El futuro. La Suma Sacerdotisa.
El Ermitaño. La Rueda de la Fortuna.
—Elige una.
Cristo. No podía creer que estuviera haciendo esto. Pero no pudo evitar
Todo dentro de Cable se apretó con la vista de los amantes. Un hombre y una
mujer de pie, desnudos debajo de un árbol.
Los ojos de la Madame Helki se arrugaron con diversión mientras recogía las
cartas y las devolvió al mazo.
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—No puedo decirte nada más.
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Kiziah lo sabía con certeza, incluso antes de que mirara hacia atrás y lo viera.
Abrió la boca para gritar, pero el sonido fue atrapado en su garganta, que se sostuvo
allí como si dedos fantasmas le impidieran dejarlo escapar.
El hombre corrió tras ella y ella pudo sentir su anticipación, su disfrute por su
miedo. Su creencia absoluta de que él la atraparía antes de que ella pudiera escapar.
Y luego, tan rápido como ella se había dado cuenta de él, el sonido de sus pasos
terminó y no volvieron. Su amenaza fue reemplazada por el de una presencia
sobrenatural detrás de ella.
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Ella siguió corriendo, con la audacia de dar una mirada hacia atrás y sin ver
nada, pero no se detuvo hasta que se encerró en su coche y se alejó. Su cuerpo se
sacudió en reacción. Sus pulmones la quemaban.
¡Dios! ¿Qué había sucedido? ¿Por qué había dejado la feria sin escolta? Podría
haberle pedido a alguien que caminara con ella o haberle rogado a alguien. En
cambio no podía recordar haberse ido en absoluto.
Ella había sido hipnotizada. Utilizada como carnada para atraer a su agresor a
la oscuridad.
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entonces? ¿El punto de divergencia? ¿El lugar donde la influencia del Ermitaño
cedía a la de la Rueda?
El dolor atravesó a Kiziah como lanzas. Hacía un año en ese mismo día un
conductor había pasado con una luz roja y su mundo se había derrumbado. Ella se
había estrellado contra él y creado una carnicería. Dejando muerte y destrucción a
lo que habían podido ser sólo algunos rasguños, tan borracho que apenas fue
consciente de lo que había hecho.
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misma cuando se sorprendió mirando hacia atrás para ver el tráiler, el que
actualmente era un campamento cercano y que no había sido empujado detrás del
coche.
No esta noche sin embargo. Ella no quería subir a la corriente de aire y estar a
solas en su caparazón.
Sí, correcto. Este pequeño pueblo estaba en América y ella era una extraña. Las
pocas veces en que ella había cedido a la necesidad de intimidad física había sido
cuando había estado trabajando en una feria de artesanías o en una feria psíquica,
con los hombres que buscaban comodidad también trabajando en las ferias o con
alguien que ella conocía.
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La música. Las parejas. Los grupos de amigos. Sólo hacían hincapié en lo sola
que se sentía. Una parada de camioneros ruidosos, de hombres riendo, de
máquinas de discos de veinticinco centavos. Niños llorones con padres cansados
luchando por atenderlos, podría ser mejor. Era más fácil perderse en ese tipo de
gente, de mantener sus pensamientos en la bahía.
Una risa silenciosa aligeró su estado de ánimo, tirando de las comisuras de sus
labios en una sonrisa tan pequeña como la imagen del El Ermitaño se formó en su
mente otra vez. Ella tenía que creer que algo importante sucedería, de que algo en
su vida cambiaría. De lo contrario el sueño que la había enviado a la feria seria sólo
un sueño. La lectura de cartas sólo un entretenimiento. Y los acontecimientos
surrealistas después inexplicables.
No fue consciente del paso del tiempo. No podría haber dicho cuánto de él se
había ido delante de la puerta detrás de ella abriéndose y cerrándose, con el aire frío
cayendo sobre ella, junto con un crujiente aroma masculino.
Kiziah miró hacia arriba inmediatamente atraída a los ojos de chocolate negros,
con su pulso sacudiéndose y corriendo, cuando formó una sonrisa en sus labios
besables, cuando el desconocido levantó la cabeza y preguntó:
—No.
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—Sí.
—Seguro.
Ella hizo una mueca. Sus respuestas fueron a través de su mente a medida que
él avanzaba hacia el mostrador y pedía una bebida. Grandioso. Él pensaría que ella
era la reina del monosílabo.
El hecho de que fuera ahí en lugar de a un bar decía algo acerca de él. Ella se
estremeció consciente del momento en que él se apartó del mostrador y se dirigió
hacia la mesa.
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disfrutaría de la ilusión agradable de estar aquí con un hombre guapísimo que
probablemente sería la estrella en sus fantasías, cuando regresara a la camioneta,
sola.
El deseo se movió a través de Cable, junto con una inesperada ternura en él que
se centró en la rubia que había accedido a compartir su mesa con él. ¿Tendría
alguna idea de lo vulnerable que se veía ella? ¿De lo deseable?
Había una tristeza que irradiaba de ella. Una soledad que encontraba eco en un
acorde dentro de él.
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Su pene respondió a su palabra. A las imágenes. A las sensaciones persistentes
corriendo a través de él, desde el punto donde Fane lo había mordido y acariciado
sus pezones, su escroto, su pene.
Eso es porque estás en tu zona de confort, Kiz. Tal vez habría sido mejor si nos
hubiéramos quedado en un solo lugar, en vez de viajar todo el tiempo. Entonces podrías haber
tenido una infancia normal. Deberías haber...
Kiziah miró hacia abajo a la mesa. La tristeza de la que había estado tratando
de escapar cuando se había refugiado en la tienda de café brilló de repente en ella
de nuevo. Hace un año había estado en la ciudad a instancias de su madre.
Tratando de encontrar algo en común con las amigas de una amiga del cliente de
una amiga que la había invitado a unirse a ellos cuando iban de bar en bar en busca
del “Sr. Correcto” o por lo menos del “Sr. De esta noche”. Si no hubiera estado con
ellas...
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Tal vez ella habría sido asesinada también cuando el chofer ebrio ignoró el
semáforo y chocó contra el coche de su madre. O tal vez ella habría podido
evitarlo. Tal vez si ella hubiera estado manejando...
— ¿Pasa algo?
La voz de Cable sacó a Kiziah de sus pensamientos. Ella le dio una sonrisa de
disculpa.
—Lo siento, supongo que no soy muy buena compañía esta noche.
—Si ninguno de los dos esta noche es buena compañía, ¿cuál es tu historia?
Eres más tentador que el chocolate oscuro. ¿Problemas de novias?
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Él le apretó la mano y se encontró con su mirada robándose para sí mismo su
reacción.
Los ojos de Kiziah se abrieron un poco y Cable sintió una risa crecer.
Simplemente estar con ella iluminaba su espíritu.
—Sí, oh. —Él se inclinó y miró su taza de café vacía, exagerando al inhalar. —
Capítulo Tres
Fane merodeaba por la casa oscura. Cada célula de su cuerpo le pedía a gritos
sangre, mientras su pene se estiraba rogando por sexo. Era más peligroso ahora de
lo que había sido cuando se había encontrado con Cable en la ducha.
Tan pronto como había pronunciado las palabras, había deseado no haberlas
dicho. Quería retirarse a su habitación con Cable, follarlo hasta que el calor y el
hambre se desvanecieran y pudieran hablar del futuro.
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Fane cerró los ojos, con sus vaqueros protegiendo su pene, mientras su cuerpo
se estremecía de placer al recordarlo. A medida que revivía esos momentos en la
ducha cuando la sangre caliente de Cable se había precipitado en él, mientras
habían follado.
Había otros dhampirs. Otras familias que producirían a los soldados necesarios
para mantener segura a su raza. Los niños no eran requeridos de él.
Y sin embargo... Les debía a sus padres a no ser todo lo que quedara de su
unión. Le debía a su padre tener hijos. Pero incluso mientras lo pensaba, se
imaginaba la dulce sonrisa de su madre. Sus labios apretados contra su frente, sus
¿Cuántas veces ella le había dicho eso? ¿Incluso cuando era un hombre adulto?
Tal vez habría una manera de tener las dos cosas que quería y que necesitaba.
En la larga historia de la raza vampírica, tenía que haber habido hombres que
disfrutaban de las mujeres, así como de otros hombres. Hombres que no elegirían
uno sobre la otra a la hora de tomar una compañera.
Fane apretó la mano sobre su pene. Su sangre rugió por sus venas mientras los
instintos primitivos de sus ancestros le quemaban la vida. Una oscura crueldad se
escondía en la región más profunda del alma de un vampiro. No había ninguna ley
que dijera que había compañeros que se comprometerían voluntariamente.
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En un principio, ninguno de los seres humanos había estado dispuesto.
Al final. No importaba.
Estaría cerrada ahora. Pero eso no importaba. Ellos habían pasado mucho
tiempo allí cuidando de Sarael para encajar fácilmente. Y Cable había visitado a la
adivina Helki, más de lo que Fane pensaba que era sabio. ¿Buscaría una lectura del
tarot con el fin de hacerle frente a lo que había sucedido en la ducha? ¿Con el fin de
lidiar con las palabras descuidadas de Fane respecto a una kadine?
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arriesgarse a cazar solo. Si no encontraba a nadie digno de morir, no estaba seguro
de poder evitar de matar a un inocente una vez que el primer chapuzón de sangre
caliente le llenara la boca. Incluso para un dhampir, tal cosa podría justificar la
pena de muerte.
*****
Kiziah se frotó las manos contra sus pantalones vaqueros en un esfuerzo por
calentarlas y todavía con un ligero temblor se acercó a la casa rodante donde Cable
ya estaba afuera de su coche y esperando.
Habían sido los últimos en salir del café, retirándose hacia el campamento casi
abandonado a las afueras de la ciudad, al lugar donde Kiziah había desembarcado y
Ella se frotó las palmas de las manos contra sus pantalones vaqueros de nuevo.
Nerviosa. No por su seguridad. Había campistas dispersos en todo el sitio y
confiaba en Cable. De lo contrario, nunca lo habría llevado de vuelta a su casa
sobre ruedas.
Ella deseaba eso. Lo necesitaba. Aunque fuera sólo por una noche. Sólo una
ilusión de intimidad real. No quería estar sola esa noche. Deseaba ser sostenida,
besada que le hicieran el amor. Y quería dar comodidad a cambio. Cable
necesitaba lo que ella tenía que ofrecer, tanto como ella necesitaba lo que él tenía
que ofrecerle.
Cristo. Se sentía tan bien. Tan diferente a lo que había utilizado en el último
par de años.
Suave. Bienvenida. Dos personas que podrían complacer a la otra sin antes
tener que luchar para ver quién iba a ser el compañero dominante.
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Él trazó la línea de su boca con su lengua y de inmediato ella se abrió para él,
con su cuerpo yendo en contra de su suavidad. Sus brazos fueron alrededor de su
cuello mientras su lengua le respondía a la suya, dejándolo como plomo, dejando
que él se hiciera cargo del beso y de la noche.
Su pene pulsó y él chocó su pelvis en la de ella, cubriendo sus pechos con sus
manos para que sus pezones se hundieran en la palma de su mano demandando en
silencio. Cristo, ella era perfecta.
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que el remolque era cálido y acogedor, que tenía tonos azules y beiges. Suaves y
apagados. Tranquilo, con atrapa-sueños colgando delante de las ventanas.
Cable se rió, un sonido ronco que obligó a sus ojos a dejar su pecho y abdomen
y subir hasta su rostro.
Ella llevó sus manos a los costados, a sus caderas, a la parte delantera de sus
pantalones y él gruñó contra su cuello, pero no dijo nada cuando ella desabrochó el
botón superior y luego con cuidado bajó la cremallera, con el calor corriendo en
ella cuando su pene se liberó, rozando la mano de ella como si requiriera atención.
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Ella envolvió sus dedos alrededor de su pene y este tiró en respuesta,
haciéndolo gemir y levantar la cara. La mano de Cable cubrió la de ella,
apretándolo, bombeándolo de arriba a abajo, con los dos viendo como la cabeza de
su pene se endurecía y se ponía más enrojecida.
—No duraré si seguimos con esto—dijo él—y quiero hacerlo. Quiero tomarme
mi tiempo contigo.
Con un gemido ella quito las manos lejos de su erección, esta vez para terminar
lo que él había comenzado y desnudarla de su camiseta antes de arrodillarse para
quitarle el resto de su ropa.
Cristo, ella era exquisita. No había estado con una mujer en mucho tiempo,
Cable levantó la cara y su estómago revoloteó en el crudo deseo que ella vio
allí. Su corazón se llenó con una mezcla salvaje de emoción. Ningún hombre la
había mirado de esa forma. Ningún hombre se había tomado ese tipo de tiempo
antes con ella.
—Cristo, eres hermosa. Dijo él deslizando sus manos debajo de sus caderas y
con sus pulgares abriéndola más amplio.
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Ella se estremeció bajo su toque, con sus labios cada vez más hinchados
filtrados con la excitación de ella abriéndose, con el revestimiento de sus labios
menores como si tratara de tentarlo por un beso.
Esta vez, cuando él apartó una de sus manos bajando a su pene, rodeándolo,
apretándolo como si estuviera a punto de perder el control. Su cara estaba tensa,
tensa, enrojecida.
—Tendremos que improvisar más tarde, bromeó Cable dejando caer seis
paquetes de brillantes hojas de color junto a la almohada, mientras se acomodaba
en la parte superior de Kiziah, besándola antes de añadir—Ha pasado un tiempo
desde que los necesité y fue todo lo que pude encontrar en el coche.
—Oh, sí.
Cable cerró los ojos y descansó más de su peso sobre ella, saboreando
simplemente la sensación de ella debajo de él, mientras su lengua se deslizaba una
contra otra, con suavidad, en sus curvas, con el lugar sin problemas entre sus
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muslos. A un lugar que la naturaleza había diseñado para el placer de un hombre,
para el pene de un hombre.
Él había olvidado que fuese así, o tal vez nunca había sido de esa forma con
una mujer. No sabía cuál. No quería pensar en ello. Sólo quería sentir. Perderse en
ella. Olvidar todo lo demás y estar en el momento. Con ella.
Al abrir los ojos y mirar hacia Kiziah, su ampliado corazón latió con fuerza y
cuando su cara se calentó con color, ella dijo:
Cristo.
Su pene se sacudió en alerta sólo con las imágenes. Gritando en protesta por la
barrera de látex. Quería sentir su calor húmedo. Cerrarse de golpe y salir de ella sin
nada entre la carne masculina y la femenina. Quería conocer a Kiziah tan a fondo e
íntimamente como un hombre pudiera conocer a una mujer.
Ella lo recibió con brazos y piernas abiertas cuando él se apoderó de ella otra
vez, envolviéndolas alrededor de su cuerpo, mientras su propia mano lo guiaba a su
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entrada. Él gimió mientras se deslizaba en su interior, estremeciéndose con la
necesidad de tomarla salvajemente.
—Kizzy. —Y él le susurró algo para usar como apodo, desatando una oleada
de emoción caliente, con la salvaje necesidad mordiéndolo en un recordatorio de lo
que había sucedido en la ducha con Fane.
Cable no podía luchar contra la quemante lujuria a través de él. No podía dejar
de ser contundente en su deseo de ir despacio y saborear cada segundo.
Él empujó dentro y fuera de Kiziah. Tragándose sus gritos hasta que su lengua
imitó lo que su pene estaba haciendo. Ambos se esforzaron, jadeando,
presionándose uno contra el otro como si estuvieran tratando de convertirse en
*****
—Lo suficientemente cerca que puedo sentir el calor irradiar de tu piel. Tan
cerca que el hambre se monta con tanta fuerza que hueles a ella, entre otras cosas.
¿Estás preparado? ¿Has hecho arreglos para que alguien te guarde en la
transformación, para darte la primera sangre, para que no te veas obligado a cazar
de inmediato?—Domino ladeó la cabeza. — ¿Has dispuesto que Cable continúe
contigo?
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— ¿Cómo no? Si no tomas precauciones, podría ser obligado a cazarte. —Los
ojos de obsidiana brillaron a la luz reflejada de la Luna. —A pesar de que un
vampiro completamente convertido, no sería rival para mí. ¿Qué diversión habría
en eso?
Fane susurró, con los ojos brillantes de color rojo con sus colmillos
intermitentes, pero Domino sólo se rió y dijo:
La idea le detuvo en seco. Hizo que un escalofrío de miedo real le corriera por
la espalda.
Domino era un compañero dhampir. Un hombre que había sido amigo del
hermano de Fane. Que había sido como un hermano mayor para Fane en más de
una ocasión.
—Nada es seguro, pero creo que uno de los otros pronto nos llevará a El
Apóstol, o será persuadido para que nos diga dónde está.
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—No lo sé. Pero tal vez tengamos suerte y encontremos a alguien para
preguntarle esta noche.
— ¿Qué pasó con el Creyente que has estado siguiendo desde hace un par de
meses?
— ¿Byrd? Sigue siendo útil al menos por unos días más. —Domino fácilmente
cambió de marcha, pasando por las inferiores hasta que corrieron a lo largo de la
carretera desierta. —No te preocupes, cuando sea el momento adecuado, recogeré
todo lo que sabe. Mientras tanto, me encontré con otro de nuestros enemigos
merodeando en la noche de la feria, mucho tiempo después de que Sarael había
sido devuelta a Matteo. Él no sabía casi nada. Era como los otros que he
— ¿Una trampa?
—El Creyente que me encontré no sabía nada de ella. Su interés era por la
adivina, aunque la posibilidad de violarla y matarla no era tan atractiva para él,
como hacer lo mismo con una hermosa rubia que emergió de la tienda de Helki.
— ¿Lo eliminaste?
—Por supuesto.
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Fane se movió en su asiento, pensando en lo que Domino hacía dicho. Que
engranaba con la vaga sensación de inquietud que de vez en cuando se abría paso
hasta la superficie de su conciencia.
Él había tenido poco tiempo para pensar en ellos hasta ahora. Incluso antes de
que Cable descubriera a la mujer que era la compañera perdida de Matteo Cabrelli
y a la que habían estado custodiando hasta que Matteo pudiera llegar de Italia,
Fane había estado luchando contra los principios de la transformación.
Era un precio que quería retrasar en pago hasta que el Creyente que se hacía
llamar El Apóstol fuera encontrado. Hasta que tuviera la satisfacción de drenarle la
vida al fabricante de bombas de un trago a la vez, reduciéndolo a una cáscara vacía,
a un cadáver que se erradicara en una gran bola de fuego, que se consumiera por
una de sus propias bombas.
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Cable. El pene de Fane se endureció al pensar en él. Frustración y
preocupación renovada se movieron a través de él. Domino ya le había dicho que
había visto a Cable por un breve momento en la feria. Pero para el momento en que
Fane llegó, no había ni rastro de Cable y no contestaba su teléfono celular.
—Entonces tómala a la vez que el pene de Cable esté enterrado dentro de ella.
La risa de Domino sostuvo una gran cantidad de entreteniendo. —A menos que la
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idea de una vagina sea rechazada por Cable. Por otra parte, si el puño apretado del
canal de la mujer no es de su agrado, tal vez pueda cerrar los ojos y empujar en su
puerta trasera y fingir que eres tú.
—Cable no tiene ningún problema con las mujeres. Por el contrario, él tiene
más experiencia con ellas que yo.
—Ahí tienes entonces. Problema resuelto. Puedes tener a Cable, así como a una
kadine si lo manejas correctamente. Me han dicho que uno de mis primeros
antepasados encontró una manera de hacerlo. Una vez que tú y Cable se hayan
—Y luego todo lo que necesitas es a una mujer. Tal vez la adivina te puede
ayudar en la búsqueda de un tercero en tu cama. A pesar de las dificultades
experimentadas en la reivindicación de Matteo con Sarael, la lectura de Helki le
facilitó el camino a Sarael. Pero si insistes en seguir la tradición cuando se trata de
una kadine, entonces, elige entre las mujeres que se ofrecen como futuras novias en
lugar de pedir una que sea creada y criada específicamente para ti.
Cerró los ojos y trató de recordar a las mujeres con las que Cable había estado
antes. Imágenes fugaces le vinieron a la mente. Todas ellas rubias, todas una presa
fácil. Para olvidarse de ellas tan pronto como él hubiera sacado su cuerpo.
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A diferencia de Cable, quien disfrutaba de las mujeres y de los hombres por
igual, Fane había estado más a menudo atraído por los de su propio sexo. Tal vez
por eso le resultaba tan difícil reconciliar lo que sentía que le debía a su padre,
tomar a una kadine y tener hijos, con lo que su madre decía que seguiría vivo. Sé
feliz, Fane.
Sé feliz. Fane pulsó el botón de re-llamada en su celular y lo llamó una vez más,
dirigiéndolo directamente al correo de voz de Cable. Un pequeño silbido se le
escapó. Una oleada de cólera se movió a través de él. Un hilo de miedo lo siguió.
¿Dónde rayos estaba Cable?
Capítulo Cuatro
Kiziah alisó la mano sobre el pecho de Cable, explorando sus pequeños
pezones con la punta de los dedos mientras se apoyaba en un codo y miraba su
cara. Dios, él era precioso. Pero aún más importante, era agradable. Divertido.
Ultra-masculino y sin embargo, suave al mismo tiempo. Dulce, aunque
probablemente se opondría a que lo llamara así.
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Ella se rió en voz baja, mirando como su pene se llenaba de nuevo como
resultado de su atención. No había sido una broma, era posible que tuvieran que
improvisar por la mañana. La mitad de su suministro de preservativos se había
agotado ya y él no mostraba ninguna señal de desacelerar.
O de tener prisa.
El corazón de Kiziah se sacudió en su pecho, pero se negó pensar más allá del
aquí y del ahora, más allá de disfrutar y saborear ese momento con él. No tenía
sentido emocionarse hasta sentirse defraudada cuando él se fuera.
Ella cerró los ojos, absorbiendo sus caricias, saboreando el beso. Recordándolo
para poder volver a vivir el placer una y otra vez en sus fantasías.
Ella deseó darle el mismo placer que él le había dado anteriormente, por lo
tanto ella a regañadientes dejó sus labios, para ir detrás de su cuello, lamiendo su
carne masculina y emocionándolo en la forma en que su cuerpo se apretaba y
tensara debajo de sus besos húmedos y mordidas de succión.
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—Estás matándome, Zia, gimió él cuando ella tomó su pezón entre los dientes,
arqueándose de modo que su pene hinchado se frotara contra sus pliegues lisos. —
Me estás matando.
Pero ella sabía que era una pequeña muerte que con mucho gusto él había
buscado. Y ella no quería nada más que dárselo a él.
*****
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— ¿Por qué demoramos por más tiempo? Encarguémonos de ellos ahora y
acabemos con esto.
Fane resopló, pero antes de que pudiera comentar algo, la puerta que habían
estado observando se abrió y salió un Creyente, seguido por otros dos. Todos
vestidos de negro, con expresiones graves, como hombres embarcados en una tarea.
—Por supuesto.
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coches escondidos en los garajes. Pero una de las casas brillaba con una luz en
silencio, con su camino de entrada lleno de coches.
—Muy bien.
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se levantara con alarma. Brujas. Brujos. Un Aquelarre estaba reunido para
convocar el poder o la información de los muertos que se habían quedado con
asuntos pendientes.
Con un silbido Fane cerró la distancia, sin molestarse con las feromonas que
podía cautivar, determinado en su lugar disfrutar de alguna medida de venganza
por la muerte de su familia incluso si su hambre no era saciada.
Terminó demasiado rápido en cuanto a Fane se refería. Había sido una pérdida
de sangre y una muerte mucho más suave de la que su enemigo merecía.
Fane dejó caer el cuerpo a la tierra con sus fosas nasales dilatadas por el olor de
tanta sangre, con su cuerpo temblando con dolor, con rabia, mientras El Hambre
gruñía con ira raspando su interior como una bestia enjaulada. Dio un paso
adelante y se tropezó, con El Hambre aún no lista para aflojar su control sobre él.
Para detener su cuchillo agudo de rebuscar, de hundir sus garras en los órganos
internos y a través de su piel. Fane estuvo encorvado por un largo rato, deseando el
dolor, pero en todo caso, se hizo más intenso, estando a punto de caer de rodillas.
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no puedo regresar a tiempo para hacerlo. Los ojos de obsidiana brillaron mientras
su humor volvía a aparecer. — ¿Puedes caminar o quieres vivir con el recuerdo de
haber sido llevado de vuelta al coche?
— ¿Qué averiguaste?
Fane siseó. La ira y el odio dejaban poco espacio para una toma de conciencia
del dolor en espiral a través de su cuerpo.
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él mientras su cuerpo se alteraba, con sus células multiplicándose rápidamente,
imitando la información contenida en la parte de lo que era un ser humano luego
salvajemente atacando y erradicando todo rastro de su humanidad. El hambre de
un vampiro de sangre pura seguiría, una sed de sangre que lo haría muy peligroso
hasta que se alimentara, por primera vez después su transformación. E incluso
después, tendría la necesidad de las hierbas para tragar hasta que tomara una
compañera e hiciera el intercambio de sangre, junto con el sexo lo que
desencadenaría un mecanismo de supervivencia que moderaría sus necesidades.
Fane apenas era consciente del camino. Apenas consciente del viaje hasta el
sótano de Domino. Sin embargo, cuando Domino desapareció, para volver
llevando cadenas de plata salpicadas de piedra de sangre, cada célula del cuerpo de
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Poco a poco Fane consiguió el control de sí mismo, utilizando conversaciones
recordadas con su padre y hermano para hacerlo. No les fallaría convirtiéndose en
un paria forzando a Domino a perseguirlo.
Domino deslizó otra vez, en silencio una banda de sujeción alrededor de una de
sus muñecas y luego por la otra antes de tomar uno de los brazos de Fane y guiarlo
a un montón de mantas en el suelo. Su presencia hizo que los ojos de Fane se
entornaran con sospecha, dando una mirada en torno a la falta de ventanas, a la
puerta sellada con firmeza, no permitiendo el escape de aire. Un vampiro
necesitaba sólo un pequeño espacio para entrar y salir de su estado de disipación.
Domino colocó las bandas en los tobillos de Fane y le ayudó a acostarse antes
de colocarse a unos pocos metros.
—Me quedaré contigo hasta que se termine y estaré aquí para darte tu primera
sangre—Un destello de diversión siguió el comentario. —Y para asegurarme de que
tomes las hierbas como un buen chico.
*****
Cable despertó por la luz de la mañana que entraba de los atrapa-sueños que
colgaba delante de cada ventana. Su primer pensamiento fue de la noche, de la
mujer que yacía acurrucada contra él, de espaldas a su frente, con sus nalgas
apretadas contra un pene que ya estaba en posición de firme y listo para servir.
Él sonrió y frotó la mejilla contra su pelo, apretándola entre sus brazos por un
instante, antes de relajar su agarre. Se sentía bien estar con ella. Se sentía correcto.
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Pacífico. Normal. Como si nada de los restos de su vida existiera, salvo una
pesadilla. Como si no hubiera vampiros, ni dhampirs, ni padralls o kadines.
Él había tenido novias en el pasado. Y les había sido fiel. Pero no iba a mentirse
a sí mismo acerca de sus necesidades. No le prometería algo que no podía darle -
monogamia a largo plazo- un hombre y una mujer. No podría habérselo prometido
a un amante cualquiera, aunque un conjunto diferente de reglas se aplicaban con
Fane.
No creía que él pudiera hacer los arreglos para la creación de una kadine para
Fane. Seguro que no podría participar en la supervisión mientras ella era criada, o
lo que le enseñaran, en cuáles serían sus experiencias de vida, en sus intereses y
personalidad para que se fundieran con las de su futuro compañero.
Cable suspiró. Tal vez debería haber tratado de mirar más allá del placer
presente y concentrarse en cambio en el dolor del futuro.
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El Club de las Excomulgadas
Sí, así que ¿Qué hay de nuevo en ese pensamiento?
El problema era que hasta que los padres y el hermano de Fane habían muerto,
él no había visto un futuro que no incluyera a Fane. Estaban bien juntos,
disfrutaban de su mutua compañía. Se equilibraban entre sí. Eran amigos y
amantes. Se divertían y sin embargo a pesar de la intensidad de su atracción física,
no se trataba solo de sexo.
Tal vez él habría conseguido con el tiempo tener ganas de estar con una mujer
de nuevo, tal vez Fane las tendría también, los dhampirs y los vampiros estaban
libres de las enfermedades humanas, así que no había riesgo de contraer una
enfermedad o de darle una a Fane.
Los padralls tenían registros que duraban siglos así que Cable sabía que la
adopción de un compañero masculino en lugar de una kadine se había hecho
muchas veces antes, aunque habían sido muy cuidadosos de no dejar que ninguno
de los otros supiera lo que habían estado investigando. Si se sospechaba que él
podría estar dispuesto a romper un tabú de larga duración y unir su vida tan a
fondo a Fane, se encontraría a sí mismo permanentemente asignado a una tarea
que le permitiría tener poco contacto con cualquiera de los dhampirs o de los
vampiros.
Su cuerpo se apretó. Una ola de calor se movió desde el lugar en el hombro que
había mordido Fane, surgiendo a lo largo de su espina y a través de su pene para
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El Club de las Excomulgadas
que la excitación se filtrara de la cabeza a su abdomen. Él apretó los dientes contra
el impulso de abrir sus piernas y deslizarse en su interior. De sentir su vaina contra
él, de sentir el calor húmedo de ella sin que nada los separara.
Has llegado a un punto de inflexión, a un lugar con muchos posibles y una oportunidad
de una gran felicidad. Debes reconocerla y reconciliar tus necesidades con el fin de adoptar
Cable pasó su mano sobre las nalgas de Kiziah, con su conciencia cambiando
con la sensación de sus pechos contra su pecho. Sus pensamientos se movieron de
nuevo con un hilo anterior, pero tejiendo un diseño diferente.
Incluso para Fane, él no creía que podría renunciar a la mujer. Y esa era la
trampa. Un vampiro y su kadine -o mujer- se unían a su compañero sexual para que
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El Club de las Excomulgadas
de buen grado no pudiera tomar a otro amante. Era un mecanismo de
supervivencia, no sólo para el individuo sino para la raza.
Él gimió, rodando sobre ellos para que su pene quedara atrapado entre ellos,
dispuesto a empujarse contra su pubis y vientre, si era necesario.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Cinco
Kiziah se despertó con una sonrisa y pasó sus brazos alrededor del cuello de
Cable, lo que hizo que el corazón de él bailara sólo de mirarla. Cristo, era hermosa,
por dentro y por fuera, gentil y suave, un bálsamo para un alma que se sentía como
si estuviera siendo destrozada.
—Hay un problema.
Kiziah rió.
—Oh.
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Cable frotó la nariz contra la de ella.
—Sí. Oh. —Él la besó con un toque lento persistente en sus labios y lengua.
Cuando levantó la boca de la de ella le dijo—Estoy limpio, si quieres...
—No estoy tomando la píldora. —El color inundó el rostro de ella. —No hago
esto muy a menudo. Quiero decir, yo no... No ha habido muchos.
La ternura llenó a Cable. Sorpresa. Mierda. ¿Qué pasaba con los hombres que
había conocido? ¿Cómo podían estar cerca de ella y no meterse en su cama y en su
vida y mantenerse allí?
Ella dolía. No sólo por necesidad física. Sino con necesidad de intimidad. Por
la cercanía.
Pero ella era el resultado final de una noche de pasión temeraria, por lo menos
de parte de su padre, y no le haría eso a un hijo de ella. No le haría eso a Cable. Ya
sabía que no era el tipo de hombre que se alejaría de su responsabilidad.
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Sus ojos se encontraron y él movió las caderas, deslizando su pene contra su
clítoris, su vientre, enviando éxtasis caliente directamente a sus pechos para que sus
pezones se apretaran en brotes dolorosos. Él gimió, agachando la cabeza,
succionándola, mordiéndola, dejando las puntas duras hasta que Kiziah luchó
contra él, caliente, desesperada por un contacto más íntimo, por estrujar carne
contra carne.
Cuando su boca volvió a la de ella, cerró los ojos por un instante, juntando
valor antes de susurrar sobre sus labios.
—No, pero... Tú has estado con... has tenido... —Una vez más las mejillas de
ella se calentaron. —Confío en que sepas qué hacer.
Cristo, ella lo soltó. Partes de él clamaron porque habían estado esperando por
ella. No había manera de que él pudiera rechazar su oferta.
El rubor se intensificó y Cable se perdió por completo en ella. Ella era la mezcla
perfecta de inocencia y conocimiento. Una mujer que no tenía miedo de ser
apasionada, pero que no era cínica ni descarada, como las mujeres que Fane solía
encontrar cuando estaban afuera en los clubes.
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El Club de las Excomulgadas
enviando un chorro de excitación sobre sus dedos y proporcionándole más
lubricación aún para su entrada.
Cable cubrió la boca con la suya, entrelazando su lengua con la suya, mientras
su mano se deslizaba entre sus cuerpos con esfuerzo, con sus dedos yendo a su
clítoris, acariciando su cabeza desnuda y la parte inferior hasta que ambos gritaron,
estremeciéndose con la liberación.
No podía seguir adelante con su vida, tener tiempo libre para estar con Kiziah
hasta que hablara con Fane. Si era honesto consigo mismo, no debería haber
dejado que las cosas hubieran llegado tan lejos con ella. Pero no podía sentir
lástima por él. Joder no. No podía sentir lástima por él. En todo caso, se sentía
como que era inevitable. Destinado.
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El Club de las Excomulgadas
Sus dedos exploraron la columna de ella. Sorbiéndola. Respirándola. Las
palabras de Madame Helki regresaron en ese momento. Intermitente en sus
pensamientos de nuevo junto con la imagen de los amantes.
Esta vez, una comprensión más profunda pronunció esas palabras. Una verdad
que él no podía ignorar.
No sería realmente feliz si tuviera que renunciar a las mujeres. No sólo por el
sexo, sino por la ternura que acompañaba su cercanía.
Por un instante se imaginó cómo sería como tener a Kiziah en la cama con
ellos. Compartirla con Fane, experimentar esa misma cercanía después. Él y Fane
abrazados contra ella. Con los tres contentos, felices. Completos.
— ¿Qué vamos a cenar?, yo invito. —Él pasó su mano sobre sus nalgas. —Y
luego podemos ir a la farmacia y acabar con el suministro de condones.
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—Tal vez deberíamos hacer algo más como asaltar una farmacia.
—Definitivamente. —Ella trazó sus cejas, nariz, labios. Luego arrastró sus
dedos por su cuello y pecho deteniéndose en su pezón.
Ella hizo una pausa y lo miró con sus ojos bailando a pesar de que le dio un
ceño fruncido.
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El Club de las Excomulgadas
Ella había planeado dirigirse a Ashburg hoy. Había estado esperando la feria
psíquica estar entre amigos, con la gente que había conocido toda su vida, con la
gente que había conocido a su madre. Pero ahora...
— ¿Lista?
—Dijiste que había una tercera parada qué hacer—le preguntó Kiziah, mientras
salían y dejaban el restaurante. Habían decidido caminar dos cuadras a la farmacia
en lugar de volver al coche.
—Tengo que visitar a alguien antes de salir para Italia. Sólo me tomará unos
minutos. —Cable miró al cielo y luego a su reloj. —Pero será mejor que nos demos
prisa.
—¡A la mierda!, Dijo Cable con su mano yendo a su bolsillo para sacar algo de
cambio.
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El Club de las Excomulgadas
Ambos leyeron el artículo sobre el cuerpo de un preso fugado al ser descubierto
cerca de la feria, el artículo terminaba con la petición de la policía de si alguien
había visto al hombre o sabía algo acerca de sus actividades para que presentara la
información. Kiziah se estremeció, preguntándose lo que la policía pensaría si ella
les decía que él la había estado siguiéndola, hasta que algo sobrenatural lo había
matado.
Cable acarició su pulgar sobre las líneas de la expresión entre sus cejas,
alisándoselas, su rostro tomó una expresión incierta.
—Sí. Y yo entré. Para una lectura—Su risa avergonzada envió una ráfaga de
calor, a través del corazón de Kiziah. —Había tres cartas sobre la mesa cuando
entré. La última era en la Rueda de la Fortuna. Él vaciló por un momento. —
Pensé que tal vez eran para mí. Pero Helki tomó la Rueda y lo cruzó con una carta
que ella me tiró. Los Amantes. Me pregunté... Entonces, cuando caminé por la
cafetería y te vi en ella. —El se encogió de hombros y apartó la mirada, vulnerable,
confundido, roto. —Mi vida está un poco loca ahora.
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El Club de las Excomulgadas
Kiziah le dio un beso en la mejilla y luego mordió su boca, tragándose su
gemido de placer y gloria por la manera en que él la abrazaba con fuerza contra él
mientras sus bocas se fusionaban y profundizaba el beso.
—No quiero hablar con la policía de lo que vi ayer por la noche—dijo ella
cuando se separaron para poder respirar. Se preguntó qué pensaría Cable si le decía
lo que había sucedido mientras él había estado en la tienda de la adivina.
Era noche cerrada cuando llegaron a Matteo Cabrelli, aunque la luna brillaba
sobre la vieja casa con un elenco siniestro.
—Entro.
—Don Cabrelli y su esposa están en el salón, dijo el hombre mayor que estaba
delante de ellos, frunciendo el ceño cuando vio a Kiziah pero haciéndose a un lado
para dejarlos pasar.
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El Club de las Excomulgadas
Su intensidad era más fuerte que cualquier cosa que ella nunca hubiera
experimentado. Dejó escapar un suspiro ahogado y se tambaleó sólo para que
firmemente Cable la sostuviera con expresión de preocupación.
— ¿Estás bien?
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El Club de las Excomulgadas
había intercambiado sangre con ella por tercera vez. Por un instante Cable se sintió
aliviado. La tarea que le habían dado se consideraría terminada tan pronto como él
contactara con su padre y le dijera que había confirmado la transformación de
Sarael de humana a kadine.
Sin embargo, tras el alivio llegó la culpa y la tristeza, junto con pensamientos de
Fane. No podía volver a la corriente de aire con Kiziah y follarla toda la noche
como si tuviera la intención de no ver primero a Fane.
Ayer por la noche le había parecido tan bien estar con Kiziah, tan fácil dejar a
un lado los pensamientos de los vampiros y de los dhampirs en favor de los
amantes. Pero al llegar allí se acordó que el mundo era una parte de eso. Sus
Se fueron a los pocos minutos. Pasando la mayor parte del viaje de regreso al
campamento en silencio.
Cuando se detuvieron frente a la casa rodante de Kiziah ella cerró los ojos ante
el dolor que había comenzado en ondas a través de su corazón. En contra de los
momentos riendo que habían pasado antes, mientras habían bromeado acerca de
los condones de la farmacia. Ella lo supo sin que le dijera que no los usarían esa
noche.
Obligándose a abrir los ojos, ella se acercó y tomó la mano de Cable mientras
apagaba la ignición, ninguno de ellos hizo ningún movimiento de abrir las puertas.
—Estás pensando en él—dijo ella satisfecha de que su voz sonara tan tranquila.
—Acerca de Fane. Si. —Él se giró hacia ella. —Tengo que volver a casa. Tengo
que arreglar las cosas con él.
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Cable dio una risa triste antes de inclinarse y presionar su boca a la suya
brevemente.
—No lo hará. Quiero verte de nuevo, Zia. ¿Cuánto tiempo más estarás
acampando aquí?
Por una fracción de segundo ella pensó en decirle que esperaría hasta que oyera
de él, pero no dejó escapar las palabras. Nunca había esperado más de una noche
juntos. Aunque por algunas horas, después de que él le había dicho acerca de su
visita a Madame Helki, sobre su propia rueda de la fortuna cubierta por la carta de
él Los amantes, ella había tenido la esperanza de soñar, de preguntarse...
Pero él tenía razón. Tenía que resolver lo que estaba pasando con su novio. Y
Ella tenía que irse. Tenía que poner la fantasía de lado en favor de la realidad
de su vida.
—A un par de horas.
—Me reuniré contigo allí. Mañana en algún momento. Después haber visto a
Fane. ¿De acuerdo?
Ella se mordió el labio, deseando no haber dicho eso. Sus palabras serían el
combustible para una esperanza que sabía que no podía permitirse. Él estaba
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rebotando, y a pesar de la noche de fantasía que habían tenido juntos, Cable
todavía se preocupaba por su pareja. Había habido una gran cantidad de amor y
desamor en su voz al decir Fane.
Ella le apretó la mano otra vez y tomó la manija de la puerta, tragando contra
el grosor de su garganta y pecho, sabiendo de que rompería a llorar y si arrastraría
su adiós mucho más tiempo.
—Tal vez todavía puedes hacer funcionar las cosas con él, Cable. No te rindas.
Si no te veo en Ashburg... Es mejor que te vayas. Entonces, yo…
—No tendrás problemas para encontrar la feria psíquica. Ahí es donde estaré la
mayor parte del tiempo.
— ¿Fiesta psíquica?
— ¿Una grande?
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El Club de las Excomulgadas
¡Cristo! ¿Qué podía decirle? ¿Te acuerdas del tipo que te siguió anoche y que fue
encontrado muerto esta mañana? Bien, él era parte de una organización secreta que mata
vampiros, así como a cualquier humano que pueda tener alguna capacidad sobrenatural.
—Estaré de vuelta tan pronto como pueda, Kiziah. Por la mañana, seguro. Te
lo prometo. Dame hasta entonces.
Ella dudó y se inclinó hacia adelante, acariciando su mejilla antes de pasar sus
dedos por su pelo y obligarse a volverse hacia él, su corazón le dolió al ver el
conflicto en sus ojos. Con la esperanza enfrentada a la necesidad de evitar hacerle
daño. Con su deseo de estar con sus amigos en lugar de esperar sola en un
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El Club de las Excomulgadas
campamento casi abandonado, mientras los eventos de los que no tenía control se
desarrollaban en otra parte.
—Estaré de vuelta. Te lo juro. Sólo dame esta noche para arreglar las cosas con
Fane.
—Si tú te arreglas con él, solo llámame. ¿De acuerdo? Sería muy difícil decir
adiós otra vez.
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El Club de las Excomulgadas
Habían luchado antes, luchado por diversión como un preludio al sexo duro y
sudoroso. Pero Cable sabía que en cuestión de segundos esto sería diferente. Una
batalla a niveles más allá de lo físico.
—Has estado con una mujer, dijo Fane con la ira rugiendo a través de él,
mezclándose con su hambre, con su calor, mientras finalmente despejaba la maraña
de muebles caídos y cubría a Cable debajo de él, sin molestarse en limitar la fuerza
hacia un humano como era su costumbre cuando estaban jugando. Preguntándose
en ese instante por qué se molestaba en absoluto a limitarse cuando se trataba de
Cable.
¡Mierda! Una mujer. Su olor estaba sobre todo Cable. Reclamándolo, Fane se
burló del conocimiento de que Cable había estado con otra persona. Eso hizo a él ir
más cerca de Cable si no actuaba para que se quedara.
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Fane lo golpeó. Llevando sus colmillos al cuello de Cable en un instinto
primitivo de tomar lo que quería. Lo que su alma gritaba que necesitaba.
—Podría terminarte ahora—gruñó Fane con la ira y el dolor aún dentro de él.
—¡Suéltame y te lo diré!
Cable cerró los ojos contra la lujuria que lo estaba hundiendo, quemando por
sus venas mientras la lava de su corazón tronaba en su pecho. Si Fane no se bajaba
de él empezarían a follar como locos. Y no terminaría ahí. Dos noches más. Dos
tomas de sangre y su vida estaría ligada por completo a la de Fane.
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El Club de las Excomulgadas
alrededor de suficientes como para reconocer cuando un dhampir había pasado a
través de la transformación.
Cable se frotó el lugar donde Fane lo había mordido, se quejó cuando el placer
irradió de él, yendo a su pecho y haciendo que pene pulsara y goteara. Un calor se
doblaba en sus bolas y alrededor de su eje de manera que su mano bajó para cubrir
su erección.
— ¿Quién es ella? Preguntó Fane con los ojos brillantes de emoción salvaje y
Cable escuchó el dolor debajo de la rabia en la voz de Fane.
—Será mejor que así sea. —Fane se movió con sus fosas nasales abiertas,
reduciendo la distancia entre ellos. —Si la deseas, Cable, entonces la haré mi
kadine. Sus labios se apretaron contra los de Cable firmes, duros en un beso antes
de añadir—Y te convertiré al mismo tiempo. No tengo el lujo de esperar y los
padralls nunca sancionarán lo que deseo.
—Nunca lo lograrás.
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—Los registros de los Santori se encuentran en posesión de tu orden. Puedo
aguantar el tiempo suficiente para que los consultes. —Sus ojos se encontraron con
Cable. —Te puedo dar mucho tiempo. Pero ahora que hemos hecho el primer
intercambio, las hierbas no frenarán mi necesidad por mucho tiempo.
¡Mierda! Era una locura tenerlo en cuenta. Era una locura negarse.
—Saldré esta noche, dijo Cable, poniéndose de pie y ofreciéndola una mano
para tirar de Fane. —Pero tenemos que hablar primero.
*****
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El Club de las Excomulgadas
pasaría mucho tiempo antes de que invitara a otro hombre a Airstream, o se fuera a
casa con uno.
Había sido una cobarde al no haberle hecho preguntas. Deseaba haberlo hecho
ahora sabía lo que estaba a punto de romper.
¿Y si era sobre mujeres? Tal vez Cable necesitaba ambos, a un novio y una
novia, mientras que Fane no.
Se rió, un pequeño sonido de diversión teñido de tristeza. Tal vez era algo
bueno que ella le hubiera preguntado a Cable cómo se veía Fane. Tal vez era mejor
si no supiera nada más sobre ellos dos.
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El Club de las Excomulgadas
había pasado con Cable. Acarició ligeramente el collar atrapa-sueños, su forma le
recordaba la carta que representaba su futuro. La Rueda de la Fortuna. Muy pronto,
la oportunidad se presentará. Un destino no previsto, incluso por aquellos que te llevarán a su
mundo.
—Ven a jugar cartas con nosotros—dijo Margo, tan pronto como se enteró de
donde estaba acampando Kiziah. —¡De hecho, insisto! Walter está en camino para
recogerte en este momento.
*****
Fane paseó por el corto trayecto de Airstream, con las emociones a través de
él a cada paso. El aroma de Cable estaba en todas partes. Mezclados con el de
Kiziah. Superpuesto con el del sexo.
Aun sabiendo lo que podía esperar, Fane había sentido una oleada de dolor
cuando se había dejado caer en el remolque y encontrado el persistente aroma de la
pasión, la realidad de que Cable había estado verdaderamente con otra persona. En
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El Club de las Excomulgadas
ese momento había tenido la tentación de irse, de merodear por el campamento por
su presa. El hambre le susurraba al oído que la sangre lo calmaría, que podría llenar
el hueco de los lugares en su alma.
Ahora estaba muy duro, sin saber si era el recuerdo persistente de la presencia
de Cable aquí o la posibilidad de reclamar a una novia lo que tenía su pene lleno y
Kiziah. Cable no le había mentido cuando le había dicho que era hermosa.
Pelo rubio color miel y ojos oscuros, casi negros. Una mezcla de sensualidad
tentadora, suavidad y dulzura.
Él se dolió por ella. Por sí mismo. Cable le había dicho que anoche había
marcado el primer aniversario de la muerte de su madre. Fane también conocía el
dolor. No sólo por una madre. Sino también por un padre. Por un hermano. Los
dos últimos casi imposibles de matar, aunque Fane sabía que incluso si hubiera
sabido eso en el instante antes de que el coche en el que estaban se convirtiera en un
infierno, incluso si hubieran tenido esa fracción de segundo para convertirse en
niebla, en partículas en el aire, ni su padre ni su hermano hubieran abandonado a
su madre.
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El Club de las Excomulgadas
La necesidad de venganza quemó el intestino de Fane. El pensamiento de los
últimos segundos de su familia, la imagen de los tres juntos, debatiendo los méritos
de una obra de teatro, como eran propensos a hacer después de un show, le quemó
la mente y el corazón y el alma.
La ira cruzó por Fane. ¿En qué habría estado pensando Cable al permitirle a
Kiziah permanecer en la casa rodante donde una sencilla bomba o un aerosol de un
arma automática podrían matarla? ¿Y qué si había llamado a Domino? A pesar de
que a Domino le gustaba pensar que era invencible, era sólo un dhampir.
Y, sin embargo, a pesar del humor a menudo abrasivo de Domino, Fane daría
un paso adelante en un latido si Domino necesitara de su ayuda. Igual que él sabía
que Domino lo haría por él, con su conversación de despedida añadiéndose a la
deuda de Fane.
Una vez que ella llegue, seguiré haciendo guardia mientras los dos se conocen mejor....
Pero confío en que no querrás permanecer aquí por mucho tiempo.
¿Tendría que haberla llevado a su casa, como a un gato callejero? ¿Tendrías que haberle
dado la bienvenida con los brazos y la bragueta abiertos?
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El Club de las Excomulgadas
Fane bajó la fotografía y se alejó de ella calmándose. El pasado tenía que
dejarse de lado, al menos por esta noche. Él tenía que estar en control cuando
conociera a su futura kadine. No correría el riesgo de intercambiar sangre con ella
esta noche, ni estaría tentado a alimentarse de ella. No hasta que Cable regresara
con los resultados de su investigación.
Era diferente con Cable. Los instintos primitivos antiguos de Fane, sus
antepasados alienígenas lo excitaban, pero eran fáciles de superar, reconociendo
que Cable no era un medio para el futuro, un medio para una nueva generación.
Hasta la cercanía de la Transformación, había sido bastante fácil alternar que él era
un compañero dominante y con un poco de esfuerzo, con una confianza construida
durante los últimos dos años, Fane pensó que podía volver al lugar donde habían
estado antes, a una relación de iguales.
El amor se movió por Fane por los sacrificios que Cable estaba dispuesto a
hacer para estar con él. Por la profundidad del cuidado de Cable y por su
compromiso.
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El Club de las Excomulgadas
El deseo se precipitó al pene de Fane con el pensamiento de niños. Pero con la
misma rapidez, la lujuria por el sexo se convirtió en sed de sangre, de su cuerpo
ajustado, preparándose para el ataque mientras un coche se detenía delante del
tráiler, abriendo las puertas y dos personas saliendo. Una mujer que sólo podía ser
Kiziah. Un hombre que no era Cable.
Kiziah se estremeció cuando se acercó a Airstream, con sus pasos más lentos,
—Sí.
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El Club de las Excomulgadas
Él se tomó un largo tiempo para responder.
—No estoy seguro. Sucedió ayer por la noche, mientras el Aquelarre estaba
reunido en un círculo. Sentí su presencia justo antes de un torrente de increíble
magia y poder. Nunca había experimentado nada igual, ni siquiera durante las
ceremonias donde hicimos sacrificio.
Walt jaló a Kiziah contra él en un abrazo feroz. Ella le devolvió el abrazo luego
lo vio entrar en su coche antes de abrir la puerta y se movió dentro de Airstream.
Fane no le dio tiempo de sentir pánico. Ni de gritar o correr. La inundó con las
—Ven a mí—ordenó él viendo por qué Cable había caído tan completamente
bajo su hechizo. Ella era exquisita, elegante y con suaves curvas, ligera en todos los
lugares en dónde ellos eran duros.
Era algo bueno para todos que el hombre que la había traído a su casa fuera
sólo un amigo. De lo contrario Fane no hubiera encontrado la fuerza para controlar
los instintos alienígenas rugiendo a través de él. No habría podido encontrar ese
pequeño trozo ilusorio de lo que había quedado después de la transformación
humana, la conciencia provocada por el amor de su una vez humana madre y el
conocimiento de que ella no aprobaría que él tomara a una mujer contra su
voluntad, lo que obligó a su atención a ir a la que no se le había ofrecido a él.
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El Club de las Excomulgadas
Kiziah parpadeó, tratando de superar la confusión y la lujuria que la
inundaban. ¿Lo había invitado a entrar? No podía recordar haberlo hecho, y sin
embargo ahí estaba. Ella miró hacia la cama, casi esperando ver descansar Cable
allí.
Ella se estremeció, no estando segura de que quería estar a solas con Fane.
Preguntándose por qué estaba aquí en absoluto. Había algo en él que le daba
miedo, que le provocaba un instinto primario de huir ante la presencia de un
depredador mortal.
Fane apenas se contuvo mientras luchaba por evitar que sus colmillos se
extendieran. El miedo era un afrodisíaco fuerte en los de su especie. El atractivo, la
facilidad con la que se convertía en una adicción en sí misma era parte de la razón
por la cual las leyes se ponían para prohibirles a los vampiros completos matar a
sus presas por lo cual les quitarían la vida, alimentándose de ambos, de su sangre y
de su miedo. No podían permitirse el lujo de que su existencia fuera ampliamente
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El Club de las Excomulgadas
conocida, sobre todo ahora, en un mundo con tecnología avanzada. Su tipo no se
reproducía tan rápidamente para poder permitirse la pérdida de sus mujeres e hijos.
No eran tan indestructibles como lo habían sido una vez.
Había ido allí enojado y lastimado a pesar de que sabía que perder el control en
la ducha, primero mordiendo a Cable, después diciéndole que necesitaba a una
kadine había sido el catalizador para que Cable terminara en la cama de Kiziah.
Una parte de Fane había querido atacarla porque ella había reclamado un pedazo
de Cable para ella. Pero mientras la miraba, mientras su pene lo instaba a ir a toda
prisa y reclamarla, de conocerla de la misma manera en que Cable lo había hecho,
una pequeña porción de culpa se enfiló de su camino a su pecho para que no
encontrara satisfacción en su miedo.
A diferencia de su madre, que había sido creada y criada para ser la kadine de
su padre, que había recibido la sangre de su futura pareja en el parto y durante la
ceremonia de confirmación para que cuando llegara el momento, su cuerpo no se
quemara con el cambio sino que aceptara con facilidad su propia conversión. La de
Kiziah sería casi tan dolorosa como la transformación había sido para él. Ella
sufriría y él lo presenciaría, no pudiendo hacer nada para evitarlo.
Sé feliz, Fane. La frase suave de su madre se llevó parte de la rabia y dolor dentro
de él.
Aquí había una oportunidad de tener tanto a una kadine como a Cable. Aquí
había una oportunidad de ser feliz.
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El Club de las Excomulgadas
pisado el interior de la casa rodante y aspirado su esencia, con la vista de la imagen
de ella. Ella era suya. Suya para follarla. Para criarla. Para compartirla con Cable.
Fane permitió que las feromonas la inundaran una vez más, obligando su
miedo retrocediera de nuevo para que su pulso fuera a un ritmo suave y constante
contra la palma de su mano. Él empujo su cuerpo al suyo, enterrando su nariz en su
sedoso pelo y respirándola.
Su ropa cayó con un suave susurro de la tela. Su mirada nunca dejó la suya,
aunque su corazón comenzó a tronar en su pecho una vez más mientras su
expresión se volvía más posesiva, cuando algo primitivo, ajeno brilló en sus ojos.
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El Club de las Excomulgadas
En un instante él comprendió por qué era tan a menudo necesario contener a
una mujer en las primeras etapas de la reclamación y de hacer una kadine. Un
movimiento en falso, un indicio de que ella pensaba resistirse o huir, y él se
convertiría en poco más que un intento de someter a la bestia y de domesticar a su
compañera.
Con Cable podía suprimir la necesidad de dominar. No con Kiziah. Ese era un
grito con cada célula. Con una profunda necesidad. Una programación que no
podía ser ignorada.
Ella dudó y su pene pulsó con anticipación, soltando gotas de excitación, una
lubricación lo ayudaría cuando se viera obligado a saltar y montar a su alrededor.
El fuego ardía en sus venas, un infierno que llenó su pecho y abdomen, cada
vez más intensa cuando su cabeza bajó en sumisión antes de moverse a la cama y
arrastrarse hacia él.
Era fácil ver ahora por qué Cable se había quedado en trance con ella,
encantado. Ella era exquisita. Intoxicante.
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El Club de las Excomulgadas
Las encías de Fane le dolieron con la necesidad de que sus colmillos
descendieran, para perforar su cuello para poder tener su sangre, al mismo tiempo
que metía su pene en ella y bañaba su sexo. Él se obligó a negar su primera
necesidad, pero no pudo negar la segunda.
Él se empapó del calor febril de su piel a través de él, bebiéndose sus gritos de
placer y ahogándose con la esencia de su excitación, sabiendo como él que ninguna
otra mujer nunca lo satisfaría ahora.
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El Club de las Excomulgadas
Si tenía suerte podría desaparecer en una hora, sin que nadie supiera que había
estado allí. Mierda. Aún estaba conmocionado. Una montaña rusa de esperanza y
de incredulidad. Casi incapaz de aceptar la posibilidad de que pudiera tener lo que
más quería. A Fane y a Kiziah.
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El Club de las Excomulgadas
Se tocó el cuello. El placer aún irradiaba desde el lugar en su cuello donde Fane
lo había mordido, esta vez marcando a Cable, dejando una herida junto con la más
ligera insinuación de dos heridas punzantes. Le había tomado por siempre.
Kiziah era la elección perfecta para ellos. Ella ya sabía de Fane y pese al hecho
de que no se había planteado convertirse en una kadine, se había criado entre
psíquicos e incursionado en lo sobrenatural. Podría manejar el conocimiento de que
los vampiros y los dhampirs existían. Y una vez que estuvieran unidos,
intercambiarían sangre no habría casi ninguna barrera entre los tres. Debían
conocerse más profundamente, más de lo que era posible para un humano. Podrían
llegar a saber los pensamientos de los demás y sus emociones a voluntad.
El calor llenó a Cable, inundando su memoria con los ojos suaves de Kiziah y
con su dulce sonrisa. Les perdonaría ella atraerla a su mundo. Y ellos pasarían toda
su vida asegurándose de que se alegrara de haberlo hecho.
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El Club de las Excomulgadas
Cable suspiró y tomó un libro. Mientras había estado conduciendo, había
tenido mucho tiempo para pensar en cómo iba a abordar la tarea. Comenzó a
principios de los años de Julio César y siguió adelante, encontrando lo que buscaba
en ese año, mientras Roma ardía bajo el gobierno de Nerón.
—Como tú. Nadie mencionó que volverías. ¿Está el asunto con Matteo
arreglado?
—Bien. —Su padre se movió para quedar de pie al lado del escritorio, con su
mirada viendo los tomos repartidos en la madera pulida. — ¿Estás investigando a
los Santori?
Su padre asintió, pero algo en sus ojos sólo intensificó el temor en el intestino
de Cable.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Y Fane? ¿Ha pasado a través de la transformación?
Cable no tuvo más remedio que decirle la verdad. ¡Mierda! ¿Por qué no había
mencionado a Kiziah tan pronto como había visto a su padre?
—Sí. Actualizaré los registros de Mercier ya que estoy aquí. —Él se removió en
su asiento, decidiendo una fracción de segundo tarde si era mejor que nada. —Me
gustaría tomarme algún tiempo libre. He conocido a una mujer. Alguien con quien
estoy en serio. —Las cejas de su padre se levantaron en silencio interrogantes hacia
Cable por lo que él continuó—Kiziah es su nombre. Creo que te gustará.
—Estoy seguro que lo hará. —Su padre se movió a la puerta, haciendo una
pausa. — ¿Cuándo cambió Fane?
—Sí.
Cable trató de sentirse aliviado cuando su padre se fue. En cambio lo único que
sintió fue una sensación de muerte inminente. Joder, tenía que salir de ahí, pero
ahora tenía que retrasarse el tiempo suficiente para escribir algo en los registros.
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El Club de las Excomulgadas
La puerta se abrió mientras Cable colocaba el tomo en el escritorio. Esta vez no
hubo manera de mantener la ilusión de que todo estaba bien.
Su padre entró, junto con sus tres hermanos mayores. Cualquiera de ellos era lo
suficientemente grande y suficientemente fuerte para evitar que Cable saliera de la
habitación, los tres juntos eran un equipo de demolición.
—Podemos hacerlo de forma fácil o por las malas, hijo. Quítate la camisa.
—Sí, uno solo. —Y porque sabía lo que venía y que Kiziah podría ser su única
oportunidad de escapar añadió—Fane no está sexualmente unido a mí. Perdió el
control cuando se enteró de que había estado con Kiziah, pero lo recuperó antes de
ir más allá.
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El Club de las Excomulgadas
—Has estado diciendo por años que deberían entrar todos los registros en la
computadora. Tal vez repasar el pasado a medida que metes los datos te abra los
ojos a lo que los vampiros son realmente. Permanecerás aquí hasta que determine
que es apropiado para que puedas salir de la finca.
Cable había esperado tanto. Recogió las crónicas Santori porque no tenía
manera de saber qué parte de su historia su padre era consciente, y no tenía
intención de hacerle tropezar con la misma información que lo había llevado a la
finca. Una medida de alivio se estableció en el pecho de Cable, cuando se le
permitió llevar los libros, con sus hermanos escoltándolo, bloqueando cualquier
posibilidad de escapar de su padre mientras se abría camino a una habitación que
rara vez se utilizaba, en verdad, una celda de detención.
*****
Fane cubrió el cuerpo de Kiziah con el suyo propio, inundando sus feromonas
con apenas lo suficiente para aliviar su ansiedad y suprimir su pánico creciente.
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El Club de las Excomulgadas
—Estará aquí pronto—dijo él antes de apretar los labios en los de ella y exigirle
con su lengua.
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El Club de las Excomulgadas
más. Llevar sus colmillos a su cuello suave y darse un festín con ella mientras la
follaba.
Tenía que resistir la tentación que ella representaba, al menos hasta que Cable
regresara. Y entonces él mismo se hundiría en su garganta. Podría disfrutar la
increíble carrera que vendría con un intercambio de sangre.
Y sin embargo, necesitaba ayuda. Su pene gritaba por sentir su húmedo calor.
—Por favor—susurró ella levantándose sobre los codos y con Fane centrada en
su boca. Sus labios estaban hinchados por sus besos.
—¡Sí!—Dijo él entre dientes con sus colmillos alargándose con el primer toque
de los labios en su pene, con sus manos yendo a su cabeza, con sus dedos a través
de su pelo rubio, estabilizándola, sosteniéndola en su posición mientras una de sus
manos tomaba su saco y la otra rodeando su eje.
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El Club de las Excomulgadas
Su tacto era diferente al de Cable, más suave, más tierno y sin embargo, en
cuestión de segundos Fane sabía que siempre querría la sensación de sus manos y
su boca en su pene. Ella lo apretó, jugando con él, atormentándolo, negándose a
concederle la liberación que necesitaba hasta que fuera cubierto por ella, gimiendo
de éxtasis, temblando bajo el látigo de su lengua, gritando mientras lo chupaba,
manipulaba sus testículos y exploraba la sensible piel, con la punta de su dedo
llegando cerca de su puerta trasera, lo que le hizo antojar la presencia de Cable,
haciéndolo fantasear con tener a Cable penetrándolo mientras Kiziah lo complacía.
Ella hizo caso omiso de sus órdenes hasta que él jadeó, con sus nalgas
apretadas, con sus puños cerrados y moviéndose en su pelo, con su cuerpo tenso.
Hasta que estuvo a un suspiro de distancia de la barbarie, a un temblor de
simplemente abrumarla con su fuerza física. Y luego tuvo que ceder, dejar que lo
empujaba contra la parte trasera de su garganta al tragarlo. Recapitulando una
orden en lugar de rendirse. Pero él no podía evitar que su cuerpo la obedeciera, no
evitar que su simiente dejara de quemar a través de su pene en una carrera de lava
caliente que lo dejaba mareado, por un momento débil, saciado. Suyo de una
manera en que nunca había pertenecido a ninguna mujer.
Él gritó cuando su boca lo dejó, con sus caderas empujándose, con su pene
comenzando a llenarse, deseando disfrutar del dulce tormento de su boca. Ella se
rió, un sonido ronco de poder femenino que despertó sus instintos primitivos y llevó
su necesidad de dominar a estrellarse a través de él, una bestia dejada escapar de su
jaula aunque él mantuvo su control.
Fane cayó sobre ella entonces. Cubriendo su boca con la de ella, con su lengua
empujando agresivamente la de ella, con sus manos depositadas en el colchón.
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El Club de las Excomulgadas
Él sabía que debía atar sus muñecas y tobillos a la cama como una salvaguarda
contra su propia hambre, pero deseaba que Kiziah aceptara estar atada sin los
efectos calmantes de las feromonas. Deseaba que Cable se presentara para
compartir esos primeros momentos de absoluta confianza, cuando se permitiría
quedarse totalmente indefensa.
Él se montó sobre el borde del control, bebiendo sus gritos de placer mientras su
cuerpo sostenía al suyo a la cama. Con sus gemidos y súplicas alimentando la parte
primitiva de su alma.
Sólo cuando ella estuvo muy débil debajo de él cubrió su cuerpo por completo,
presionando su pene en su calor húmedo y en su misterio femenino, con su propia
respiración saliendo intercalada más rápido tratando de ir más despacio, de
saborear la sensación de ella. Pero en tan sólo un gemido, un solo “Por favor,
Fane”, y él no podía hacer otra cosa que darle, de empujarse fuerte y rápido con su
propia liberación arrancándose de él cuando se vino, arqueándose, yendo más
profundo, con su puño apretado de músculos de su interior apretándolo sin piedad
hasta que estuvo totalmente vacío de semillas. Y aun así, no quería dejar el cielo de
su cuerpo.
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El Club de las Excomulgadas
Él se desplomó, cambiando su posición de modo que su pene quedara
incrustado en el canal de Kiziah mientras ella se acurrucaba contra él, con un
pequeño suspiro escapándosele mientras caía en un profundo sueño.
Cable debería haber llamado por ahora, aunque sólo fuera para decir que
todavía no había encontrado la información que estaba buscando. Cable habría
Fane pasó su mano por su espalda de ella antes de enredar los dedos en su
sedoso pelo. Su preocupación se hizo más profunda. Era demasiado fácil adivinar
la razón del retraso de Cable.
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El Club de las Excomulgadas
ella y él supo que disfrutaría tener a una kadine, de tenerla durante los siglos que
tuvieran por delante, aunque eso no disminuía su deseo por Cable.
El sueño estaba presionando sobre él, y no podía ver ninguna otra opción que
presentarle a Kiziah la opción de ayudar a Cable y tener la esperanza de que ella se
preocupara lo suficiente como para hacerlo. Si optaba por huir, entonces él se
pondría en contacto con Domino al caer la noche. Pero hasta entonces, ella era la
clave para la libertad de Cable.
Fane se detuvo junto a la cama, incapaz de resistir pasar su dedo sobre sus
cejas, nariz, labios. Ella era realmente exquisita. Tenía que confiar en el juicio de
Cable cuando se trataba de ella. Tenía que creer que Cable no se habría enamorado
tan rápidamente de Kiziah si ella no fuera la mujer adecuada para ambos.
Una pequeña risa se le escapó. Y tal vez tenía que confiar en las cartas del tarot,
a pesar de que le había divertido que Cable hubiera buscado una lectura de la
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El Club de las Excomulgadas
adivina en la feria. Fane se inclinó, obligado por una extraña ternura a pasar sus
labios contra los de Kiziah antes de salir de la habitación con el fin de preparar su
mensaje para ella.
Kiziah despertó y por un segundo pensó que la noche con Fane había sido un
sueño intensamente erótico. Pero tan pronto se estiró y sintió la sábana pasando a
través de sus pezones adoloridos, supo que no lo había sido. Y luego, cuando abrió
los ojos y vio una habitación en lugar del interior de Airstream, aceptó que todo
había sucedido, a pesar de la calidad del sueño como parte de su tiempo con él.
Una parte de ella aún no podía creer que estuviera ahí, una parte de ella estaba
preocupada de no recordar haber sido llevada allí. Pero no lamentaba lo que había
sucedido.
Kiziah se echó a reír, pensando en El Ermitaño. Había decidido que estaba lista
para un cambio, que había fantaseado con lo que la lectura del tarot significaba que
eran Cable y Fane, pero no se había permitido creer que realmente sucedería.
Ella se duchó, seleccionando una de sus camisas del armario hasta que pudiera
recuperar su propia ropa de la casa rodante, y luego fue en busca de ellos. Su
felicidad desapareció, sustituida por la inquietud, cuando no los pudo encontrar.
Con una profunda preocupación vio las cartas del tarot en el mostrador de la
cocina.
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El Club de las Excomulgadas
Cable no ha llamado o regresado de la casa de sus padres, eso sólo puede significar que no
es libre de hacerlo. El anillo es un anillo de compromiso. Te dará acceso a la finca de su
familia y espero que a él. Hoy la elección es tuya si le ayudas o no. Fane.
Capítulo Ocho
La finca era como algo sacada de un cuento de hadas. Torres relucientes
surgiendo de la niebla que envolvía las tierras. Imponente y majestuosa. Un lugar
de riqueza, privilegio y lujo tranquilo.
Kiziah frotó la mano izquierda contra su muslo, hiper-consciente del anillo que
Fane afirmaba le ganaría su acceso a la finca, a Cable. En cuanto a la escena
—Estoy aquí para ver a Cable—dijo ella, odiando que su voz tuviera un
temblor de nerviosismo.
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El Club de las Excomulgadas
Kiziah se quedó donde estaba, sin ceder a la tentación y pasar a echar un
vistazo más de cerca a las obras de arte en las paredes, a las piezas de incalculable
valor realizadas por señores muertos hacía mucho tiempo. Metió las manos en los
bolsillos de su chaqueta, pegada a la antigua riqueza alrededor de ella hasta que el
sonido de pasos que se acercaban le hizo saltar el corazón y querer correr.
La anticipación la llenó, sólo para ser sofocada cuando un hombre mayor entró
en el vestíbulo, seguido por otros dos que tenían que ser los hermanos de Cable.
— ¿Puedo verlo?
Ellos se movieron a través del arte rico de los pasillos, pasando por varias
puertas que requerían de un código para abrirse, hasta que finalmente entraron en
un espacioso estudio y albergue masculino decorado con cuero y madera.
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El Club de las Excomulgadas
El padre de Cable le soltó la mano, deteniéndose un momento antes de decir:
—Siento que esto sea necesario, pero tendrás que quitarte la ropa antes de que
te permita ver a mi hijo.
— ¿Disculpe?
Él no se inmutó.
—No—el tono de su padre fue brusco. —Te lo dije antes, no quiero que ella
sepa que Cable está aquí. Todavía no. Se preocupa lo suficiente, y es suave,
especialmente cuando se trata de él.
El Padre de Cable vio a sus hijos, luego a Kiziah. Esta vez tomó su mano
izquierda entre las suyas, frotando el dedo pulgar sobre el anillo, pero no se
arrepintió.
—Lo siento. Se tiene que hacer, con testigos. Si deseas hacerlo por etapas, está
bien. Puedes hacerlo rápidamente, pero hay que hacerlo.
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El Club de las Excomulgadas
Ella pensó en las puertas que había atravesado cada una con un teclado, cada
una requiriendo un código para abrirla.
—Una vez que estés plenamente comprometida con Cable, te daré una
Una vez más sintió sus ojos en su cuerpo, en busca de algo, la del padre clínica,
casi avergonzado cuando vio sus pezones, la de los hermanos apreciativa y, sin
embargo, no lujuriosa mientras el color pasaba sobre su pecho y cara, por lo que
preguntó:
—Sí.
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El Club de las Excomulgadas
Ella se apresuró a cubrir la parte superior de su cuerpo. Después, sin que se lo
dijeran, soltó los ganchos de su larga falda y la dejó caer al suelo, abriendo su
postura, rezando porque no le pidiera que se quitara la escasa ropa interior
ofreciéndole una pequeña dosis de modestia.
—Bien—dijo el padre de Cable, con su palabra como una señal para que ella
pudiera recoger su falda y se la abrochara mientras cambiaba su atención a sus
hijos. —Traigan a Cable.
Se fueron sin decir palabra, el pensamiento de que los tres serían necesarios
para asegurarse que Cable estuviera conforme llenaba a Kiziah con angustia y
presentimiento, por lo que su llegada sólo unos minutos más tarde la hizo ir aprisa
—Parece que hemos estado separados por siempre—susurró Cable cuando sus
bocas, finalmente se separaron.
Una parte de él quería ser noble. Decirle que se fuera. Evitárselo a ella. No
había pedido ser arrastrada a su mundo. Al de Fane. Pero ahora no había forma de
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El Club de las Excomulgadas
escapar. Y así una vez más se prometió que pasaría toda la vida asegurando su
felicidad.
La besó de nuevo, con su pene duro contra su abdomen, con su lengua más
insistente en esta ocasión, con sus manos moviéndose sobre su cuerpo, tocándola
de manera que sabía que iba a excitarla. Con su propio cuerpo cada vez más febril
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El Club de las Excomulgadas
—Hemos tenido un pequeño desacuerdo—dijo él besando su frente antes de
llevarla a la cama y sentarla, tirando de ella a su lado. —Lo creas o no, la mayoría
de las veces nos llevamos muy bien.
—Zia, lo siento...
Esta vez Kiziah fue la que puso su pulgar en su boca para callarlo.
Cable suspiró, siguiendo su ceja, nariz, acariciando su mejilla con sus nudillos
antes de levantar su mano izquierda y besar el anillo. Su culpa resurgió.
Ella estaba allí, lo que significaba que Fane la había enviado. Ella estaba en la
habitación con él, lo que significaba que Fane no la había mordido. Y sin embargo,
no podía imaginar que Fane no hubiera estado con ella, que no la hubiera follado.
Que no la quisiera como su kadine.
¡Cristo! Qué locura. Ella podría ser su única esperanza de escapar del complejo,
pero al mismo tiempo, no podía soportar la idea de atraparla, si Fane había
decidido dejarla ir.
Cable le soltó la mano, con sus dedos yendo a la parte delantera de su blusa,
con su mirada clavada en los de ella mientras lentamente desabrochaba los botones,
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El Club de las Excomulgadas
con el fuego creciendo en su pene cuando sus ojos se abrieron un poco con
excitación, cuando ella se estremeció con anticipación. ¡Mierda! No estaba seguro
de que pudiera dejarla ir. Ella llenaba los espacios vacíos necesitados de su alma,
lugares que ni siquiera había sido consciente antes de que ella llegara.
— ¿Estás de acuerdo con esto?—Preguntó él, orando porque los celos y el dolor
de Fane no se hubieran mezclado con su calor y hambre de tal manera que la
hubiera tomado cuando ella no hubiera estado dispuesta.
—Sí. —Fue un susurro suave pero sonó tan fuerte como un grito en el corazón
de Cable.
—Estoy contento.
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El Club de las Excomulgadas
conocimiento de que un vampiro podía tener tanto a una kadine como un
acompañante.
Pero no había forma de alterar el curso que tenían. No había más remedio que
apostarle a un futuro que de repente parecía peligroso.
Cable se movió detrás de ella para poner besos por su cuello, en las laderas de
sus pechos, luego más abajo, lamiendo y succionando los suaves pezones con
moretones, con sus atenciones haciendo que ella se arqueara hacia él mientras sus
dedos se movían por su pelo, sujetándolo a ella.
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había pasado con Fane, pero esto era real e intenso. Ella se movió inquieta en
contra de Cable, queriendo que él enterrara su cara entre sus piernas y que le diera a
su clítoris la misma atención que le estaba dando a sus pezones. Deseaba que
deslizara su lengua dentro y fuera de su canal hambriento, que la devorara.
Ella gritó cuando él mordió su pezón, con sus manos abriéndose y acerrándose
en su pelo, con un torturado “por favor” saliendo de ella mientras frotaba contra su
ropa su monte contra su erección.
—Por favor, Cable—susurró ella y él se rió un sonido cálido y ronco, que fue
música para su corazón una estocada para su orgullo femenino.
Esta vez fue Kiziah quien se rió levantando la presión de su boca a la suya.
—Ponme dentro de ti—susurró él y ella lo guió a casa, con los dos temblando
mientras su pene sin protección se empujaba en ella por primera vez, una presencia
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El Club de las Excomulgadas
palpitante dura en un canal caliente, apretado. Una unión que ya estaba destinada a
ser, sin que nada los separara.
Cable selló su boca con la suya y comenzó a empujar, con la sensación de ella
tan exquisita que él sabía que se acabaría pronto. Cristo, era imposible poner
atención a otra cosa cuando estaba con ella.
Aún estaban unidos luchando por respirar, abrazándose uno al otro por las
Su hermano dudó, Cable supo que se refería a las cámaras ocultas y a los
micrófonos y no a su presencia. Su mirada parpadeó a Kiziah y luego de regreso a
Cable.
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El Club de las Excomulgadas
Cable y con sus hermanos. Ella se estremeció, imaginando el cerrojo en el lado
opuesto de la puerta, un cerrojo de seguridad destinado a mantener a los ocupantes
dentro en lugar de hacia afuera.
Una vez más, Cable levantó su mano izquierda, besando el anillo, sabiendo que
no había manera de decírselo con cuidado.
—Puedes decir que no. Puedes decir que planeabas un largo noviazgo. Te
dejarán ir. Tal vez incluso te permitan regresar. Te cuidarán para ver si estás
embarazada o no. Pero estarás a salvo.
—Y tú estarás aquí.
— ¿Y si acepto la ceremonia?
Él dudó, pero al final tuvo que ser honesto con ella. Permitirle tener la
oportunidad de escapar.
—Incluso entonces, no hay ninguna garantía de que nos dejen ir, Zia. —El
frotó su pulgar sobre sus nudillos. —Es posible que todavía me mantengan aquí,
que nos retengan a los dos.
— ¿Por qué?
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El Club de las Excomulgadas
Cable sacudió ligeramente la cabeza, no queriendo arriesgarse a mencionar a
Fane a pesar del acuerdo de Levant para que pudieran tener privacidad. Las
intenciones de su hermano irían rápidamente al mando de su padre.
—No te lo puedo decir. Ahora no. —Él le tomó un pecho, jugando con el
pezón que Fane había amado tan profundamente. —Sé que sucedió rápido, Zia,
pero no puedo imaginar no tenerte en mi vida. —La mirada de ella se encontró con
la suya. —Podríamos ser felices juntos. Más felices de lo que seríamos separados.
—No puedo decirte las cosas que pienso que deberías saber antes de que
conozcas la versión de mi padre de un casamiento a la fuerza. Pero te puedo decir
que si dices que sí, pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte feliz.
—Es hora de irse. Marshall está aquí. —cruzó los brazos sobre su pecho con su
postura indicando que tenía la intención de esperar por ellos.
—Es tu elección—dijo Cable acariciando los labios contra los de Kiziah antes
de cambiar de posición y subirse la cremallera de los pantalones, luego sentándose,
con su cuerpo escudando el de ella para que ella pudiera reorganizar su ropa antes
de que ambos se levantaran de la cama.
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El Club de las Excomulgadas
Ellos se tomaron de las manos mientras se movían por la finca, con los otros
dos hermanos de Cable uniéndoseles antes de salir a la sección segura de la casa.
Cerrando filas como si tuvieran miedo de que sus prisioneros fueran a hacer una
pausa para entrar por la puerta del patio y ver la luz del sol.
Por un minuto Cable se vio abrumado por la emoción. ¡Cristo! Una parte de él
se había sentido como un condenado a muerte, con miedo de pasar interminables
años al estar atrapado en la pequeña habitación.
Él sabía que su padre y sus hermanos actuaban por amor y no podía odiarlos
por ello. Pero también sabía que no cederían, que no lo dejarían salir del lugar hasta
que creyeran que no estaba disponible para Fane, o que Fane no estaría disponible
para él.
Cristo, si Kiziah decía que no... No creía que pudiera caminar tranquilamente
de regreso a su celda y con calma para aceptar su destino.
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El Club de las Excomulgadas
Sólo cuando sus pulmones comenzaron a arder por falta de oxígeno hizo que se
separan, e incluso entonces, fue sólo lo suficiente como para respirar. Ella frotó su
mejilla contra la suya, disfrutando de la sensación áspera de sus rastrojos.
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El Club de las Excomulgadas
El alivio corrió a través de Cable. La alegría. Bloqueando su garganta por un
minuto hacía las palabras imposibles. Cuando pudo hablar de nuevo, se rió, un
sonido áspero y ronco.
—Oh sí, creo que estoy listo para una luna de miel. —la besó, un toque rápido
de sus labios a los suyos, y siguieron caminando de la mano sin detenerse hasta
que se pararon al frente de la capilla.
— ¿Podemos irnos ahora? —Preguntó ella cuándo todo terminó con voz tensa.
—Mi esposa ha pasado suficiente por un día. Supongo que has visto todo lo que
necesitas ver y no es necesario ser testigo de nuestra noche de bodas. Preferiría no
pasarla aquí, si es lo mismo para ti.
El capellán fue el que respondió dándole al padre de Cable una mirada mientras
decía.
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El Club de las Excomulgadas
—Nuestros votos matrimoniales son sagrados y permanentes, nuestra
protección se extiende a las tomadas como esposas. No veo ninguna razón por la
que Cable y su novia no puedan embarcarse en una luna de miel.
— ¿Qué pasa con tu coche?—Preguntó Kiziah unos minutos más tarde, después
de que habían dejado la puerta de la finca, con Cable conduciendo su Suburban y
con sus manos entrelazadas.
—Está seguro donde está. Y además de eso, necesitaremos esta para mover tu
Cable se echó a reír pero el sonido no tuvo ningún sentido del humor.
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El Club de las Excomulgadas
—Oh, sí. —Suspiró Cable dando una espiración profunda y triste que hizo
saber a Kiziah que estaba pensando en Fane. —Soy el más joven por lo que se
culpa por la forma en que salí.
—Mi padre ve la sexualidad como una opción y según él, sólo hay una elección
correcta. La heterosexualidad. —Él arriesgó una mirada a Kiziah. — ¿Te molesta?
— ¿Qué hayas estado con hombres?— ¿Qué los vea a ti y a Fane juntos?
Cable se tensó. ¡Cristo! Iban a tener una batalla en sus manos cuando ella
tratara de hacer eso. Y él estaría en el centro, viéndola, desde un lado así como
Fane.
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El Club de las Excomulgadas
preguntarle si creía en vampiros. Se preguntó cuánto de su tiempo con Fane,
recordaría ella.
¿La excitaría ver a Fane follarlo? ¿Verlo a él follando a Fane? ¿Le gustaría tener
dos penes en ella, sabiendo que ellos disfrutarían la sensación del uno al otro tanto
como disfrutaban de estar en sus profundidades calientes?
Cable movió sus manos para que ella se apretara contra su erección cubierta
por sus pantalones en lugar de su vientre. ¡Cristo! Quiso pararse y encontrar una
Ella se rió, un sonido ronco que le hizo lamerse los labios, jadear, agarrando su
pene cuando el cierre se deslizó hacia abajo y éste surgió libre.
—¡Mierda!
Ella quería ver a Cable y a Fane juntos, quería tener a ambos al mismo tiempo.
La noche con Fane podría haber parecido más un sueño que una realidad, pero
había alimentado sus fantasías. Había alimentado también algo más, su necesidad
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El Club de las Excomulgadas
de sostenerse, de explorar su propio poder femenino. De tomar así como de dar. De
reclamar, así como de ser reclamada.
Ella respondió chupándolo más fuerte, más agresivo, con sus gemidos
uniéndose a los suyos mientras aflojaba su control sobre su eje y lo tomaba más
profundo.
Cable perdió el control entonces, no pudiendo pensar más allá del calor
húmedo de su boca, del éxtasis absoluto de lo que ella le estaba haciendo a él, de su
clímax saliendo en una carrera que lo dejó mareado y débil, inclinado sobre el
volante con los ojos cerrados, con sus dedos todavía cerrados en su posición en el
vinilo gris.
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El Club de las Excomulgadas
Kiziah se abrazó a su lado y puso su cabeza sobre su hombro, riendo en voz
baja cuando se dio cuenta de que el motor de la Suburban aún estaba encendido.
Ella pasó sus dedos sobre su abdomen, con su sudor manchando la camisa que se
aferraba a su piel.
Las palabras penetraron en el estruendo por los latidos del corazón de Cable y
la niebla de placer en su mente.
— ¿A casa?
Cable cerró los ojos. Mierda. Deseaba saber si sus hermanos habían plantado
un dispositivo de escucha en su auto. Quería poder hablar con ella sin tener que
preocuparse de si eran o no escuchados. Tendría que haber adivinado que Fane no
la dejaría en el campamento, sobre todo en un remolque que pudiera explotar o ser
atacado.
—Sí.
Él hizo una mueca de perplejidad con su voz. Adivinando que ella no había
acordado moverlo.
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El Club de las Excomulgadas
—Tengo dinero para mantenernos—dijo él queriendo zafarse de la
confrontación que sabía se avecinaba.
Ella se apartó para poder ver su rostro, girando de nuevo a la misma cosa que él
quería evitar. Repitiendo su pregunta anterior.
Los vampiros eran implacables a la hora de la traición. Los padralls eran igual
de despiadados a la hora de mantener sus secretos. Hasta que la muerte nos separe
no era una figura de expresión, sino una interpretación literal de los votos que
unían a las esposas que no habían nacido en su mundo de sus maridos. Las mujeres
no se iban y se llevaban a sus hijos padrall con ellas. Las viudas no se quedaban
viudas durante mucho tiempo a menos que fueran mayores, su fiabilidad había sido
probada a lo largo de muchos años de matrimonio.
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El Club de las Excomulgadas
—Sí. Él te siguió después de que saliste de la tienda de Madame Helki. Pero
nunca estuviste en riesgo.
Una risa sorprendida escapó antes de que Cable pudiera suprimirla. Ella trató
de quitar su mano. Él apretó su agarre.
—Él era parte de una sociedad secreta que mata a la gente que no es...
humanamente... suficiente para adaptarse a ellos. Se llaman a sí mismos los
Verdaderos Creyentes. La mayoría de los miembros americanos parecen estar a
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El Club de las Excomulgadas
favor del tatuaje de crucifijo en su cuello. —Él arriesgó otra mirada vio cautela en
Kiziah y agregó—Es por eso que iba a preguntarte si crees que las cosas
sobrenaturales podrían existir.
Sin embargo, casi desde el primer momento en que su vida se había cruzado
con Cable, en el instante en que ella había salido de la tienda de Madame Helki
cuando él estaba pensando en entrar en ella, había entrado en contacto con una
fuerza sobrenatural tras otra. La presencia en la calle oscura, Domino, lo que había
sentido cuando había visitado a Matteo y a Sarael, anoche con Fane.
—No.
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El Club de las Excomulgadas
—Sólo un hombre, Zia. Tu marido. —Él le apretó la mano. —No puedo decirte
nada más ahora. Pero quise decir lo que dije antes de que nos arrastraran a la
capilla. Pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte feliz.
Con el tercer intercambio de sangre los tres podrían tocar sus pensamientos y
recuerdos, comunicarse sin palabras, sentir las emociones de los demás. Ella
conocería la agonía que él había experimentado en cada punto en que su decisión
lo había llevado un paso más a su mundo.
Él quería creer que ella lo perdonaría. Pensaba que lo haría. Pero se encontró
con la perspectiva de tener un miedo y dolor intolerable.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Crees en los vampiros? —Le preguntó él con sus palabras saliendo a
borbotones, empujadas por su conciencia en la última curva antes de la entrada de
la casa de Fane entrara a la vista.
— ¿Eso es lo que Domino es? —Le preguntó ella con firmeza en su voz
dándole una esperanza a él.
—Casi.
— ¿Y Matteo y Sarael?
—Matteo lo es. Sarael sigue siendo en parte humana. Siempre será en parte
humana. —Él se inclinó y frotó la mejilla contra la de ella, como una medida de
alivio llenándolo con la inesperada oportunidad de proporcionarle información. —
Sarael puede salir a la luz del sol, come como siempre lo ha hecho, pero necesita la
sangre de Matteo para sobrevivir. Sólo la de él. Ella tiene un pie en ambos mundos.
Es la única manera en que los vampiros se pueden reproducir. No son humanos
que han muerto y resucitado de la tumba, son una especie totalmente diferente.
Kiziah cerró los ojos e hizo una mueca hacia Cable. Cristo. Oírlo decirlo en voz
alta lo hacía parecer una locura.
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El Club de las Excomulgadas
Pero con la misma rapidez que sus pensamientos se levantaron, los recuerdos
del sueño que la había enviado a la tienda de Madame Helki en primer lugar los
rechazó. Si era el destino o la mano de su madre, lo que la había fijado en este
curso y si ella estaba bien preparada para eso, si tenía el coraje para continuar.
Cable había parado ahí para darle una opción. Tal como lo había hecho en el
camino a la capilla. Él no tenía la intención de que fuera jalada a su mundo. Estaba
segura de eso. Estaba igualmente segura de que estaba tratando de hacer lo
correcto, con su honor e integridad brillando a través de todo.
Ella dio un salto intuitivo entonces, con su corazón acelerado mientras ella
repetía lo que acababa de decir. Sarael seguía siendo en parte humana... Es la única
Si ella no hubiera estado con Fane ya podría haber estado enojada y ofendida.
Aterrorizada por lo que le esperaba.
Y sin embargo, ella quería saber que no sería algo para ser usado y luego
desechado.
—Si Sarael tiene que tener la sangre de Matteo para vivir, ¿qué pasa si él se
cansa de ella?
La risa de Cable sostuvo honesta diversión, a pesar de que la mirada en sus ojos
le dijo a Kiziah que entendía lo que estaba preguntando realmente.
—Un vampiro y su kadine... su esposa... están sexualmente unidos entre sí. Son
casi una persona.
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El Club de las Excomulgadas
Él vaciló y Kiziah pensó que iba a decirle más. Cuando no lo hizo y ella
desabrochó los primeros botones de la camisa de Cable, se la abrió para exponer el
mordisco de amor en el cuello de Cable. Ahora que estaba estudiándolo muy de
cerca, podía ver la pista débil de marcas de sus colmillos.
Kiziah tuvo que sonreír ante la idea, aunque se estremeció sólo de pensar en la
pequeña habitación de madera con el cerrojo en el exterior. Sus dedos fueron a la
—Dijiste que Sarael seguía siendo en parte humana. ¿Eso significa que solía ser
completamente humana? ¿Qué le tomó tres intercambios de sangre hacerlo?—
Preguntó ella apretando el mordisco de amor entre sus dedos cada vez más excitada
cuando vio cómo afectaba eso a Cable. Cómo su rostro se tensaba y sus ojos se
cerraban con sus pequeños pezones masculinos apretándose en puntos duros
mientras su mano le apretaba el pene.
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El Club de las Excomulgadas
Cuando sus bocas se separaron, Kiziah susurró:
Capítulo Diez
Se irían de ese lugar mañana. Ubicándose con seguridad en una aislada casa de
alquiler cerca de Ashburg.
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El Club de las Excomulgadas
El pene de Fane pulsó en alerta y se apoderó de sus jeans. Deseando saber a
qué distancia estaba Cable y si Kiziah estaba con él. No le sorprendió que no lo
hubiera llamado. No había esperado que Cable se arriesgara, especialmente si había
sido difícil escapar de la casa de su padre. Sin embargo, Fane decidió no salir a la
calle, no precipitarse, poniéndose a prueba cuando oyó el sonido del motor de la
Suburban y supuso que estaban juntos.
Pareció una eternidad para que se estacionara y salieran del coche, con cada
momento de su demora aumentando el hambre en Fane, su necesidad. La
anticipación de lo que estaba por venir.
El olor a sexo lo asaltó tan pronto como Cable y Kiziah entraron en la casa. El
Ella estaba preparada para esto. Preparada para ellos. Húmeda. Hinchada.
Dolorida de placer por Cable en el coche, pero insistiendo en que esperaran a estar
de regreso en la casa antes de hacer más.
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El Club de las Excomulgadas
Ella se estremeció en anticipación cuando Cable soltó su falda y se la bajó hasta
los tobillos en un charco de color. Se quedó sin aliento en su garganta cuando las
manos de él se movieron alrededor, abriéndose paso entre Fane y ella a fin de
quitarle los pantalones vaqueros a Fane. Los tres gimieron cuando el pene de Fane
surgió a la libertad y fue capturado por una de las manos de Cable, mientras la otra
se deslizaba a las bragas de Kiziah, con sus dedos acariciando su clítoris en el
camino a abrirla.
¡Cristo! Era difícil para Cable pensar en nada más que alguna manera de
conseguir quitarse su ropa y meter su pene en Kiziah mientras Fane hacía lo
mismo. Estaba a punto de llegar a estrecharse contra sus nalgas, bombeando en su
mano de arriba a abajo el eje Fane, mientras sus dedos follaban dentro y fuera a
Él alzó la boca de su cuello, justo cuando los labios de Fane dejaban los de ella,
sus ojos se unieron, Fane estaba lleno del mismo salvajismo que Cable había visto
la noche en que Fane lo había obligado a su primer intercambio de sangre.
—Hazlo—dijo Cable. —Tiene que hacerse antes de que podamos ir más allá.
Simplemente no te corras.
Las fosas nasales de Fane estallaron en reacción a sus palabras. Una victoria
salvaje llenó sus ojos.
—Sí.
Fane no necesitó ser más instado. Se inclinó y le dio un beso en los labios a
Cable antes de regresar a Kiziah, metiendo su lengua contra la de ella, con cada
célula de su cuerpo gritando por él para permitir que sus colmillos descendieran.
Esta vez cuando el beso terminó él fue a su cuello tentándose a sí mismo con el
canto de sirena de su sangre, con su ritmo golpeando, con el pulso errático contra
sus labios. Sus colmillos se deslizaron libres, pero no cedió a la tentación de
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El Club de las Excomulgadas
hundirlos en el delicado cuello de ella. Sus pezones lo atrajeron y bajó su boca a
ellos, cambiando su posición que lo obligó a tomar su propio pene en la mano, pero
aumentó su entusiasmo para que Cable moviera su mano a su pecho, tomándolo
mientras Fane lo bañaba y le chupaba un pezón que todavía tenía las marcas de su
atención de anoche.
Fane sabía que iba a tomarle hasta la última gota de control que poseía evitar
arrojar su semilla, tanto en el instante en que hundiera sus colmillos en Kiziah
como en el instante en que apretara su boca en su pecho y sus destinos fueran
sellados con el primer trago.
Una vez más Fane tomó su pene en la mano, apretando su agarre hasta el
punto del dolor. Un recordatorio. Una advertencia. No se podía correr.
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El Club de las Excomulgadas
Era más de lo que Fane podía soportar. Se inclinó con su boca yendo a pliegues
mojados, con su lengua follando su canal, probando a Cable como degustando a
Kiziah.
Una compulsión más poderosa que incluso el más fuerte vampiro. Tomar.
Dominar. Poseer.
Los gemidos de ella se volvieron gritos y luego una letanía de súplicas. Pedía su
liberación y Fane se la dio. Su boca fue a su clítoris, succionando el pequeño
órgano, torturándolo con su lengua hasta que ella llegó a su clímax, inundando sus
sentidos con su orgasmo.
Fane pasó su pierna sobre su hombro entonces, con sus fosas nasales dilatadas
por el revestimiento de la excitación de la cara interna de sus muslos, con su
corazón latiendo al mismo ritmo salvaje que el de ella. Ella se sacudió cuando sus
colmillos se deslizaron a través de su piel, pero no luchó contra él y pronto ella
estaba enterrando sus dedos en su pelo, sujetándolo mientras tomaba la sangre de
su vida.
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El Club de las Excomulgadas
Él estuvo a punto de matarla. Pero el toque de la mano de Cable en su rostro, la
urgencia de Cable.
Él se levantó, con su mirada en los ojos cerrados de ella y rostro pálido, con su
respiración entrecortada... en la expresión enojada de Cable, preocupado mientras
levantaba a Kiziah.
Kiziah se echó a reír, con su alegría llenando su corazón por el cuidado que ella
vio en su rostro.
—Bien—gruñó Fane cayendo a su lado con una expresión feroz, a pesar de que
ella vio un atisbo de preocupación en sus ojos.
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El Club de las Excomulgadas
Algo oscuro y salvaje se movió a través de los ojos de Fane y su cuerpo se
apretó en reacción, con su sangre corriendo a sus labios, rellenando los labios de su
vagina, por lo que quiso abrir las piernas. Y como si oliera su renovada excitación,
las fosas nasales de Fane le quemaron, con sus labios ligeramente abiertos, con la
sugerencia de sus colmillos causando que sus pezones se levantaran y su clítoris
permaneciera erecto, palpitando contra la textura áspera de los vaqueros de Cable.
Kiziah se sentó cuando Cable se levantó con el fin de desnudarse, con su mano
yendo al pene de Fane, con su pulgar jugando sobre la cabeza roja, llena mientras
lo traía hacia ella. Él agarró su muñeca como si fuera a detenerla y entonces susurró
como si la idea de perder su toque fuera más de lo que pudiera soportar.
—No se puede correr hasta que los dos estemos dentro de ti, Zia. Es por eso
que estuve en el recinto de mi familia, investigando como los tres podríamos estar
juntos.
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El Club de las Excomulgadas
—Relájate—dijo Cable besándola, atrayendo su lengua a su boca mientras las
manos de Fane iban a sus pechos, con los dos creciendo en un infierno de calor de
necesidad para que Kiziah una vez más, se retorciera entre ellos, suplicando con su
cuerpo para que la tomaran, para que la satisficieran, que la reclamaran como suya.
Era de día. Lo sabía a pesar de que las ventanas estaban cubiertas con pesadas
cortinas.
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El Club de las Excomulgadas
Él siseó, con sus colmillos bajando pero la vista de ellos sólo la hacía sentir más
imprudente.
Labios rozaron el hombro de Kiziah. Una mano fue alrededor de su pecho para
tomárselo y acariciar su pezón. Cable.
—Responderé a tus preguntas más tarde, Zia. Date prisa y fóllalo. Quiero mi
turno mientras el Sueño lo toma.
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El Club de las Excomulgadas
En un segundo, la necesidad de liberarse volvió y la mano de Kiziah fue a su
vagina, con sus dedos acariciando su clítoris y sumergiéndose en su canal al mismo
tiempo de las estocadas de Cable. Ella gimió mientras ellos gemían, con su aliento
aumentando un poco, igualando los suyos, con su cuerpo arqueándose y
esforzándose por el alivio hasta que sus movimientos se volvieron violentos. Hasta
que finalmente ella gritó mientras ellos lo hacían, perdiéndose en la bruma de la
satisfacción.
Kiziah cerró los ojos y se acurrucó contra Fane mientras Cable abandonaba la
cama, y luego contra Cable cuando regresó del baño, recién salido de una ducha y
Fane se levantó, con sus movimientos haciéndose eco del letargo que Kiziah estaba
empezando a sentir. La necesidad de dormir pesadamente comenzaba a presionar
— ¿Este es el Sueño?
Unos minutos más tarde, Fane salió del cuarto de baño, con su piel todavía
reluciente, como si sólo hubiera tenido tiempo suficiente para secarse rápidamente.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Dormirás en el camino?—preguntó Cable. —Podríamos arrastrar el
Airstream.
Cable hizo una mueca y asintió. Kiziah empezó a decir algo acerca de visitar a
sus amigos en la feria psíquica, pero lo pensó mejor cuando recordó la conversación
que había tenido con Cable.
A pesar de que sólo había estado con Fane y Cable un corto período de tiempo,
con los dos ya sabía que Cable era el más razonable, el que tenía más
probabilidades de ceder, de comprometerse. El más propenso a decirle lo que
Es cierto que la gente entre la que había crecido estaba acostumbrada a ser
cuidadosa, a tratar con aquellos que no estaban de acuerdo con su estilo de vida y
habilidades. Nunca había estado en una feria psíquica con manifestantes
condenándolos al-fuego-y-al-infierno reunidos, cantando y sosteniendo pancartas.
Pero si el peligro esta vez era mayor y la amenaza de daño físico era más real, ella
haría lo posible por proteger a sus amigos.
¿Sería por eso que el sueño de la tienda de Madame Helki le había sido enviado
a ella? ¿Por qué había sido establecida en ese camino?
—Sólo estaba pensando. —Ella miró a Fane y se tensó al ver su expresión. Sus
ojos oscuros estaban clavados en ella, tan centrados que ella tuvo la pasajera
impresión de que estaba tratando de leer su mente. —Creo que tomaré una ducha—
dijo.
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El Club de las Excomulgadas
Cable le dio un beso rápido en el hombro.
—Será difícil, pero puedo durar hasta esta noche—dijo, por lo que su vientre
aleteó y sus pezones se apretaron con la lectura lenta de su cuerpo.
Incluso bajo el aire caliente de la ducha, sintió frío sólo de pensar en su viaje a
la propiedad de la familia de Cable. No era difícil imaginar que hubieran puesto
dispositivos en los vehículos y continuaran allí hasta que hubieran estado seguros
de que Fane no estaba en los alrededores, o hasta que fuera demasiado tarde para
hacer algo acerca de la situación.
Kiziah cerró los ojos. Una vez más, viendo la anticipación brillante en los ojos
de Fane. Oyendo sus palabras mientras su mirada recorría su cuerpo, quedándose
por un instante sobre la herida de mordida que había dejado en la cara interna de su
muslo.
No había tenido ni idea de lo intensamente erótico que sería, que el lugar donde
le clavara sus colmillos se convirtiera en una zona erógena. Si estaba en la ducha
mucho más tiempo, permitiría que el agua caliente le picara en su marca y
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El Club de las Excomulgadas
terminaría masturbándose hasta correrse y aún así no sería suficiente. Terminaría
en la cama todo el día y toda la noche. No podían dejar que eso sucediera. Tenían
que llegar a Ashburg.
Cable presionó la pieza superior del pan para el bocadillo que estaba haciendo y
luego se volvió en sus brazos, con un pequeño gesto de preocupación en su rostro.
Y ella lo hizo. No en un lugar que pudiera determinar con precisión, pero más
en un sentido general, una presencia posesiva que se cernía a su alrededor.
Kiziah rió.
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El Club de las Excomulgadas
—Tú también eres un niño.
—Sólo subiré las cosas al coche—dijo ella consciente de hablar con el aire.
Kiziah levantó la vista cuando Cable salió de la casa con un par de maletas, con
su corazón dando espasmos al gesto que de inmediato se formó en su rostro cuando
la vio en la Suburban.
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El Club de las Excomulgadas
—No quiero estar atrapada, Cable. Estoy segura de que habrá momentos en
que necesite estar afuera haciendo recados. —No llevaría visitantes a la feria o al
campamento donde muchos de sus amigos se quedarían.
Cable hizo una mueca y ella se imaginó que estaba sintiendo el latigazo de la
misma ira frustrada de Fane que ella.
Ella le dio un ligero movimiento de cabeza. Alegre de que si fueran a tener una
primera pelea, sería afuera a la luz del sol, donde sería uno contra uno en lugar de
dos contra uno.
—Podemos estar a la vista el uno del otro. Podemos hablar por móviles.
—Qué fácil decirlo. —Su agarré se tensó por un momento. —Es posible que se
pongan difíciles. ¿Podrás manejar eso, Zia?
Ella se estremeció, con imágenes llegando a su mente tan eróticas que su vagina
y clítoris respondieron en un destello de fuego y sangre.
— ¿Y tú?
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El Club de las Excomulgadas
Él se echó a reír. Ronco, masculino.
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Once
Viajaron a Waynesville sin ninguna señal de ser seguidos, con Kiziah y Cable
hablando por sus celulares, riendo y bromeando en su mayoría, aunque Kiziah usó
algo de ese tiempo para saber más sobre el mundo del que ahora era una parte,
sobre vampiros y dhampirs, kadines y padralls... y en especial sobre los Creyentes.
La pequeña tienda que tenía que visitar en una sección antigua de la ciudad,
había sido remodelada para atraer a los turistas que iban por lo pintoresco y la
oportunidad de maravillarse por la belleza del otoño. La calle estaba llena de
coches, a pesar de que las aceras estaban vacías salvo por un puñado de artistas de
edad avanzada con sus lienzos en fila, cada uno pintando su interpretación de una
fuente que se volvía verde con el tiempo.
Una ráfaga de calor floreció en el pecho de Kiziah cuando Cable salió del coche
deportivo y de inmediato corrió la distancia que los separaba, tirando de ella a un
abrazo y besándola, con la presencia irritable de Fane situándose en torno a ellos.
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El Club de las Excomulgadas
La mirada del Cable viajó a lo largo de la calle mientras el aire que los rodeaba
se engrosaba con el disgusto de Fane con la idea de que se separaran.
Había estado con Fane más tiempo. Entendía la naturaleza de los vampiros
más que Kiziah. Lo había minimizado cuando él y Kiziah habían hablado mientras
habían conducido, pero él sabía exactamente cuan cerca los tres estarían unidos
una vez que el tercer intercambio de sangre sucediera, igual que sabía que con cada
intercambio de sangre, la capacidad de Fane para mandarlos aumentaría.
147
El Club de las Excomulgadas
Cable frotó la mejilla contra el pelo de Kiziah. Probablemente era un error,
pero quería darle la oportunidad de ir por la vida como si todo estuviera normal o
tan normal como pudiera ser con la presencia amenazante de Fane situándose en
torno a ellos.
La puerta de la cafetería estaba abierta y Cable miró hacia arriba, con el miedo
ondulando en su espalda cuando vio a sus dos hermanos mayores entrar en el
interior. ¡Mierda! Había estado seguro de que no lo estarían siguiendo. Había sido
cuidadoso al comprobar los coches.
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El Club de las Excomulgadas
—Estáis empujando los límites del amor fraterno—dijo Cable dejándose guiar
al cuarto de baño, con la esperanza de que cuanto antes vieran que estaba limpio,
antes lo dejarían ir.
—Terminemos con esto. Si tu esposa está libre de mordida, los dos pueden
seguir con su negocio.
La rabia le atravesó y esta vez le hizo darse la vuelta, conectando con su puño
firmemente al estómago de Levant e hizo que su hermano gruñera y maldijera
antes de que él le devolviera el favor, con sus nudillos golpeando el intestino de
Cable mientras se agachaba por un segundo golpe.
La lucha terminó tan pronto como el sacerdote se metió, por lo que eran dos
contra uno y obligaron a Cable a ceder. Sus pensamientos se agitaron
violentamente, girando con el deseo de llegar a Kiziah. Le hizo un gesto para que él
se bajara los pantalones, con su respiración jadeante entrando y saliendo de su
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El Club de las Excomulgadas
pecho mientras su cuerpo vibraba con tensión. Al cabo de sólo un segundo Levant
asintió con la cabeza, reconociendo lo que habían hecho.
Los tres salieron del baño después, aprovechando una maldición de un cliente
disgustado y de una avergonzada mujer. En otra ocasión, Cable podría haber
encontrado el enrojecimiento de la cara de Levant divertido, pero no ahora, no
cuando sus pensamientos estaban centrados en Kiziah.
¡Cristo! Quiso golpear a sus hermanos y tirarlos a la tierra a pesar de que sabía
que estaban cumpliendo órdenes de su padre.
—Si Deacon la asusta... —dijo Cable con un nuevo miedo formándose cuando
se dio cuenta de la rapidez con que el cielo se estaba oscureciendo. Lo cerca que
—Ha ido por esa rutina antes—dijo Levant y las fosas nasales de Cable
estallaron con el recordatorio de lo que había sucedido en la finca.
Kiziah sabía que tenía que huir tan pronto como las campanas de la puerta de
entrada de la tienda marcaron que había llegado alguien y ella alzó la vista para ver
al hermano de Cable caminar en su interior. No le hizo falta que la fuerte presión
de Fane en su espalda para ponerse en movimiento. A pesar de que contaba con su
presencia de ánimo para inclinarse y le susurró a la anciana al otro lado del
mostrador.
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El Club de las Excomulgadas
—Priest y Levant tienen a Cable—pero no se dio la vuelta.
Comenzó a correr tan rápido como pudo, pero sabía que si corría al coche
nunca abriría la puerta y entraría antes de que él estuviera encima de ella. No podía
permitirse el lujo de ser capturada y obligada a desnudarse. No se atrevía a que
encontraran la mordida de Fane.
Ella se desvió hacia un callejón, un lugar estrecho no significaba para nada que
no hubiera botes de basura y contenedores. Un calambre a su lado la dejó sin
aliento, y supo que no podía seguir corriendo.
Kiziah sacó las llaves de su bolsillo, con sus dedos a su alrededor antes de
detenerse y se dobló, con la mano que sostenía las llaves yendo a su rodilla
mientras que con la otra mano se agarraba el lado. No trató de disminuir el sonido
de sus jadeos y gemidos con su poco dolor escapándose mientras el hermano de
Cable se abalanzaba sobre ella.
Por lo menos había uno solo. Por lo menos tengo una oportunidad.
Una oportunidad.
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El Club de las Excomulgadas
En cuestión de segundos él estuvo a su lado. Su mano agarró ligeramente su
hombro mientras él se movía en torno de pie frente a ella, con sus piernas
ligeramente separadas, con su postura lo suficientemente amplia como para
atacarla.
Ella lo golpeó sin previo aviso. Su mano en la rodilla se movió hacia arriba,
golpeando sus testículos con la precisión de un boxeador.
El shock sacudió a Cable cuando vio Kiziah salir corriendo del callejón y llegar
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El Club de las Excomulgadas
—Este es Domino—dijo Cable y Kiziah se estremeció mirando al hombre que
había podido hipnotizarla y obligarla a abandonar la feria, que la había puesto
como cebo para el Creyente. Ella se quedó sin aliento cuando Fane brilló a la
existencia a su lado. Su cuerpo era duro y firme. Desnudo. Excitado.
Domino se enderezó de la pared, con su mirada viajando por los tres, pero
descansando en Fane, con sus cejas arqueadas.
—Veo que el calor no ha disminuido tu control sobre ti mi amigo, así que seré
rápido no porque la vista de ti follando a tu kadine no fuera un espectáculo tentador
para mí. Ella es hermosa—Los Sus dientes brillaron. —Y, por supuesto, Cable tiene
su propio encanto, aunque está fuera de mi experiencia e inclinaciones.
—Tu venganza puede esperar hasta que hayas ganado el control del calor y del
hambre.
—Todavía no.
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El Club de las Excomulgadas
Las consecuencias de tus acciones no te corresponden únicamente a ti por más
tiempo.
—Te lo diré sólo después de que el tercer intercambio se haya hecho y los
impulsos de nuestros antepasados hayan sido atados por la toma de una kadine y
de un acompañante. —La diversión una vez más brilló en los ojos de obsidiana
mientras la mirada de Domino iban a la erección Fane y sus cejas se levantaban. —
Fane se dio media vuelta y Kiziah dio un paso lejos de él cuando vio la furia en
sus ojos oscuros.
—Tenía una promesa que cumplir—dijo Kiziah. —Tengo una vida más allá de
ti y de Cable.
Él clavó sus dedos en su pelo, sosteniéndolo para que ella no pudiera apartar la
mirada de él, con su expresión tan carnal, tan posesiva que ella gimió. Su voluntad
ya era lo suficientemente fuerte como para que no pudiera moverse o resistirse. Él
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El Club de las Excomulgadas
bajó su boca a su cuello, acariciando con los colmillos su piel, frotándolos contra el
pulso golpeando salvajemente en su yugular.
Fane la mordió sin previo aviso, con el dolor y la conmoción de sus colmillos
deslizándose a través de su piel transformándose rápidamente en éxtasis cuando
calmó su cuerpo agresivo, con la línea dura de su pene apretado contra el vientre.
Sus pensamientos se empujaron a través de sus barreras mentales, forjando un
camino entre ellos, insistiendo en que era suya, en que debía obedecer, que nadie la
alejaría de él o la lastimaría. El asalto tan intenso a sus sentidos se convirtió en una
lucha por pensar, por luchar contra las olas de empalagosa oscuridad que
comenzaron a presionar sobre ella.
Las fosas nasales de Fane se abrieron. Sus ojos oscuros brillaban ya con algo
primitivo y extraño.
—Llegarás a pensar como yo—dijo con su voz sedosa como una amenaza que
hizo temblar a Kiziah.
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El Club de las Excomulgadas
Cable lo tomó con calma, con su mano moviéndose arriba y abajo en el pene de
Fane, con su cabeza volteada lo suficiente para poner un beso en el hombro de
Fane.
—Sí, ya lo veremos—dijo Fane haciendo eco en las palabras de Cable, pero con
una amenaza mortal, con los ojos clavados en Kiziah mientras sacaba la mano de
Cable del mango del cuchillo y apretaba la muñeca de Cable a su boca.
Fane dio un tirón, luchó, intentó follarla a través de la mano de Cable con el
fin de hundirse más profundo en la boca de Kiziah.
—No mucho, Zia. No puede correrse hasta que los intercambios hayan sido
hechos y los dos estemos dentro de ti, le advirtió a ella Cable.
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El Club de las Excomulgadas
El calor y el hambre se torcieron juntos dentro de Fane, inseparables,
exigiéndole reclamar lo que le pertenecía. Con una orden mental el cuchillo se
desprendió de la pared, llegando a la mano Fane como un ave de rapiña a su amo,
a la vista de detener el tormento de la boca de Kiziah mientras sus ojos se abrían
con sorpresa.
Fane cortó su muslo interno, dando otra orden silenciosa, esta vez a Kiziah, por
su sola voluntad se obligó a dejar su pene y a presionar los labios en la herida, para
beber. La sensación tan fuerte hizo que su cuerpo se apretara, con la espalda
arqueada y su pene quemando con la necesidad de correrse con un silbido
escapando cuando Cable utilizó su mano para evitar eso, para evitar el orgasmo
mientras Kiziah gemía y gritaba, haciendo su segundo intercambio.
Fane cerró la distancia entre ellos, una de sus manos fue al pelo de Kiziah, la
otra a la parte trasera del cuello de Cable, tirando de él hacia delante de modo que
sus labios se juntaron y sus lenguas se aparearon, rozándose y hermanándose, sin
ninguno arrepintiéndose, mientras se batían en duelo en el húmedo y oscuro calor
que Kiziah sostenía entre ellos.
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El Club de las Excomulgadas
Los dos estaban respirando con dificultad cuando el beso terminó, con sus
penes completos y sus bolas pesadas con la necesidad de aparearse, de encontrar la
liberación... uno con el otro, con Kiziah. Fane convocó el cuchillo de donde había
caído al suelo, esta vez usándolo para abrir un lugar en su cuello, un gesto
simbólico de confianza. Y mientras Cable de buen grado completaba el segundo
intercambio, Fane no pudo resistirse a repetir su comentario anterior, esta vez en la
mente de Cable. Llegarás a pensar como yo cuando se trate de Kiziah.
Capítulo Doce
Cable le había dicho que después del segundo intercambio, después de que se
corrieran juntos, de que el pene de Fane se metiera en su canal mientras él
penetraba su trasero... estarían unidos sexualmente. Unidos. Pero sus palabras... e
incluso su propia imaginación, no la habían preparado para la realidad.
Tu vida es mía, Fane había dicho y mucho antes de dormir la había reclamado,
había demostrado la verdad con su cuerpo, con su mente, con su voluntad,
demostrándole en repetidas ocasiones la impotencia de ella en contra de él.
Más de una vez durante la noche habían sido dos contra uno, equilibrando el
poder de moverse mientras ella y Cable le daban órdenes al cuerpo de Fane,
llevándolo al orgasmo. Controlando su voluntad.
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El Club de las Excomulgadas
Ella se estiró y se volvió, sonriendo al ver que Fane estaba enroscado alrededor
de la espalda de Cable de la misma manera en que Cable se había enroscado
alrededor de ella, con la mano de Fane metida entre los muslos de Cable mientras
Cable se había empujado entre los suyos.
Eran preciosos. Todo lo que estaba a la vista de ellos, por separado o juntos,
pero sobre todo de esa forma, íntimamente haciendo que su vagina y senos fueran
al ras de la excitación. No creía que alguna vez tendría lo suficiente de ellos, a pesar
de que hacía todo lo posible por no pensar en los siglos que tendrían por delante
después de que el tercer intercambio de sangre se hubiera hecho.
Esa vida parecía natural para ella, un arma de doble filo que no había buscado.
Ella se inclinó y lo besó. Con sus dedos jugando en la mordida que Fane le
había dado.
—Sólo pensamientos.
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El Club de las Excomulgadas
La mano de Cable dejó a Fane y fue alrededor de la cintura de Kiziah, tirando
de ella de modo que sus labios estuvieran a sólo unos centímetros de distancia.
La mano de Kiziah fue a la parte trasera del brazo Fane, sus dedos se
envolvieron alrededor de él, sintiendo su suave piel sobre sus músculos firmes.
—Estoy dispuesta a terminar lo que empezamos. —Ella apretó los labios por su
tranquilidad. —Creo que nosotros estando juntos estaba en las cartas.
—Sí. —Ella movió la mano del brazo de Fane al pecho de Cable. — ¿Tu
familia te perdonará?
—Mi madre lo acepta. Creo que mis hermanos lo harán. Hemos hablado de
ello antes, de cómo la padralls se encuentran atrapados en un mundo medieval, que
necesitamos ganar un poco de libertad para aquellos de nosotros nacidos en esto.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Y tu padre?
La boca del Cable cubrió la de ella, su lengua suavemente abrió sus labios y se
deslizaron contra los suyos, con un masaje lento, lánguido de calor y emoción,
comodidad y seguridad, solidaridad.
—Esta noche está bien para mí—susurró Kiziah cuando el beso terminó.
Kiziah rió.
—No es mi culpa si tuviste que abandonar dos de los coches deportivos. —Los
ojos de ella se perdieron encima de su torso desnudo y luego en Fane. —No es que
me importe ver dos muestras de gran cantidad de piel.
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El Club de las Excomulgadas
—Cuidado, podríamos insistir en que te quedaras desnuda cuando estemos
solos. —Él le dio un beso rápido. —Lamentablemente no estamos solos y no creo
que ninguno quiera tratar con la raya posesiva de Fane si Domino te ve sin nada.
— ¿Domino?—Pero tan pronto como Kiziah lo dijo, se dio cuenta de que sus
sentidos se habían elevado hasta el punto donde podía escuchar el movimiento en
la cocina y oler una pizca de café a pesar de que la puerta del dormitorio estaba
cerrada. Cuando se concentró, la conciencia de una presencia sobrenatural que
siempre había poseído zumbó a través de ella, dándole más información de la que
nunca había tenido. Podía sentir la influencia extraña de Domino, tan fuerte que
casi ocultaba a la del humano. Se acordó de la respuesta de Cable la primera vez
que había sacado a colación el tema de los vampiros y le había preguntado si
—Tal vez.
— ¿Así que Fane les permitió escapar a las reglas del Sueño?—Dijo Domino.
—Me sorprende que no los mantenga atados a la cama.
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El Club de las Excomulgadas
Domino sonrió.
—Lo que nos lleva de vuelta a mi pregunta original. ¿Por qué estás aquí?
Cable miró hacia otro lado. Ah, sí. Él sabía qué esperar. Dolor mientras sus
células se alteraban. Calor de fuego corriendo por sus venas y arterias hasta que se
lograra el equilibrio entre el humano y el extraño. Nada de eso sería tan malo como
lo que un dhampir experimenta durante la transformación, pero sería una tortura.
Y Kiziah experimentaría lo mismo. Largos momentos de agonía, en comparación
con el calor salvaje y el hambre kadine quien le había dado sangre a su futura pareja
en el nacimiento y durante la ceremonia de confirmación.
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El Club de las Excomulgadas
Su ritmo cardíaco dio saltos.
— ¿Cómo de dolorosa?
—Pero es malo.
—Sí. —Él la apretó en su abrazo. —No por mucho tiempo. Y sólo tienes que
pasar por eso una vez.
—Es cierto, y una prueba de fuerza la dejamos para otro día. Lo que sugiero es
simple. Uno de ustedes se quedará aquí. Uno se irá conmigo. Se hará una llamada
telefónica cuando el primero haya pasado por los cambios y los tres podrán estar
juntos de nuevo.
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El Club de las Excomulgadas
Cable negó pero mientras lo hacía, sintió la furia absoluta de Fane con el
pensamiento de uno de ellos yéndose, se acordó de la vívida descripción que había
leído en las historias Santori. Cómo el ancestro de Domino confiando en que el
padrall sirviera como escriba había sido un error al hacer el tercer intercambio y
convertir a ambos a su kadine y a su acompañante masculino al mismo tiempo.
—Creo que es una buena idea—dijo Kiziah tirando de los brazos de Cable y
girando hacia él. Su corazón era atronador en los oídos al sentir la lucha mayor de
Fane por despertar, su rabia y posesividad. Sin embargo logró una pequeña risa
mientras Cable tomó sus manos entre las suyas. —Y creo que debería ser la
primera.
Cable la abrazó.
—Bien, estás atrapado conmigo. Pero será mejor que me vaya ahora, o no
podré hacerlo.
Cable se preparó. Se preparó para la ira de Fane y ésta llegó con un furioso
movimiento, un ataque que envió a la sangre a golpear a través del cuerpo de Cable
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El Club de las Excomulgadas
con una reacción primitiva, aunque su corazón y su mente sabían que el
depredador mortal clavando su cuerpo en la cama no lo mataría.
—La dejaste ir—dijo Fane con sus fosas nasales dilatadas, con su cara salvaje.
Sus colmillos estaban completamente extendidos, lo suficientemente cerca como
para rasgar la garganta de Cable si lo deseaba.
—Sabes por qué—dijo Cable. —Y sabes que estará de vuelta. —Se movió,
frotando su pene contra Fane, viendo como algo de su rabia huía en presencia de su
lujuria.
—No me gusta.
—Imagínate ser posesivo con una mujer. Incluso la idea de eso habría
deteriorado tu estado de ánimo no hace mucho tiempo. —La sonrisa de él se volvió
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El Club de las Excomulgadas
sabia. —Si tienes que salir de tu sistema antes de poder realizar el tercer
intercambio, luego dame su castigo. Puedo soportarlo.
La lujuria se precipitó a través de Fane, una ola de calor que consumió su ira.
Eso hizo que su pene pulsara y goteara, con su cuerpo tensándose al punto de
moverse, frotando su pene contra Cable.
Ataría a Cable, porque sería calmar el deseo de golpear y ambos sacarían placer
de eso. Pero Cable estaba equivocado si pensaba que el asunto de Kiziah se había
resuelto. Ella aprendería a obedecer, si no esta noche, en el futuro.
Pero Cable se limitó a reír, abriendo sus labios y jugando con la lengua de Fane
en una danza de apareamiento, en un intercambio carnal que los dejó a ambos
jadeando, sin aliento, ambos ansiosos por terminar lo que habían empezado.
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El Club de las Excomulgadas
Fane cerró los ojos, saboreando la sensación, alimentándose de la riqueza de la
emoción corriendo a través de Cable, de su vínculo ya lo suficientemente profundo,
incluso sin un intercambio de sangre, para que supiera lo que el otro sentía. El amor
se derramó de él, y por un momento estuvo tentado a abandonar su plan, a desatar
a Cable para poder sentir sus brazos a su alrededor. Pero igual de rápido que el
impulso se levantó, siguió otro, el deseo de tener a Cable retorciéndose debajo de él,
de darle el éxtasis sin igual como una disculpa por el dolor que estaba por venir.
Fane se movió más abajo, con su boca yendo al cuello de Cable, con sus
colmillos acariciando su piel, frotando sobre su pulso que corría con lujuria,
haciendo una pausa en la amenaza simulada, antes de besar su camino a los
pezones de Cable de lamérselos, de mordérselos, jugando con ellos mientras los
—Cristo—repitió Cable y Fane se echó a reír, con todos los rastros de su furia
pasándose mientras su boca iba al pene de Cable, con sus labios y lengua
conduciendo a Cable a un frenesí más intenso por sus ataduras. La reducción de
Cable a una criatura primitiva buscando sólo su placer, y su cuerpo se sacudió y
luchó en una pelea por evitar su orgasmo, con su grito de liberación llenando la
habitación, así como el corazón de Fane.
Haciéndose eco de una segunda corrida cuando Fane volvió la cabeza y empujó
sus colmillos en el muslo interno de Cable. Alimentándose hasta que el corazón de
Cable saltó en la alerta.
Fane secó con su lengua la herida, después desató a Cable antes de colocarse
sobre él una vez más, tomando su cara y apretando sus labios en los de Cable. Su
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El Club de las Excomulgadas
suave beso, no tenía la lucha habitual que disfrutaban antes del acoplamiento. Pero
tenía una suave comunión, el compartir, el dar y el tomar.
—Te amo—dijo Fane cuando levantó su rostro, con su voz ronca por la
admisión.
—Sí, lo sé—dijo Cable sonriendo, pensando que era la primera vez que Fane en
realidad se lo había dicho.
—Sí. Eso también lo sé. Los padralls quienes lo han visto y grabado han hecho
Le humilló que Cable estuviera dispuesto a sacrificar tanto por estar con él,
haciendo más fácil para Fane tratar a Cable de igual a igual, de resistir los impulsos
de dominarlo por completo y controlarlo como experimentaba con Kiziah.
Cable se echó a reír, con una de sus manos enredándose en el cabello de Fane,
tirando de él a un beso que fue de suave a caliente.
Fane se estremeció cuando las manos de Cable se perdieron sobre sus hombros
y espalda, resistiéndose cuando una de ellas se quedó atrapado entre su cuerpo y
tomó su pene.
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El Club de las Excomulgadas
inflamó, su alma reconoció lo mucho que se preocupaba por el humano debajo de
él. Por el hombre que lo equilibraba, que lo hacía una mejor persona. Que le ofrecía
tanto. Que aceptaba tanto.
Fane se movió para que su mano pudiera tomar el pene de Cable, deslizándose
sobre la superficie lisa, por su cabeza llena de sangre, por lo que las respiraciones de
Cable se aceleraron y juró.
Conocían el cuerpo del otro tan bien que en cuestión de minutos los dos
estaban cerca del orgasmo, luchando para retrasarlo, por disfrutar de su
acumulación a pesar de que sabían que tenían que terminar lo que habían
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El Club de las Excomulgadas
Capítulo Trece
—Así que te gusta vivir peligrosamente. Dudo incluso que Cable te dejara salir
si supiera dónde te gustaría estar.
—Es cierto. A todos menos a cuatro y sólo uno es un peligro para ti.
— ¿El Apóstol?
—Sí.
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El Club de las Excomulgadas
—Sí. Te llevaré. —Domino la miró. Algo en sus ojos causó que un malestar se
desenrollara y se extendiera a través de Kiziah. Un sentimiento de aprensión.
En los confines cerrados del coche sus sentidos se magnificaban mucho más
allá de lo que habían estado en la casa con Cable y Fane presentes.
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El Club de las Excomulgadas
—No como un hombre lobo, aunque puedo tomar la forma de un lobo.
—No, no tiene más que la segunda forma del vampiro. ¿Lo has visto comandar
cuchillos?
—Sí.
—Sí.
Kiziah frotó las palmas sobre sus pantalones vaqueros, recordando vivamente
su primer encuentro con Domino. El vacío que había existido entre el final de la
tienda de Madame Helki y... el despertar, de encontrarse a sí misma siendo acosada
por el Creyente.
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El Club de las Excomulgadas
—Estamos vigilando las entradas, así como los campamentos y hoteles.
Ninguno lo hemos visto, lo que no es de extrañar. A diferencia de muchos de los
reclutas norteamericanos, no es un matón a sueldo o un desviado social. Es un
verdadero Creyente. No se acerca demasiado a los psíquicos por la misma razón
que nosotros tratamos de mantener la distancia. —Domino se encogió de hombros.
—La feria está muy cerca otra vez, es posible que con tantos de sus hermanos
muertos, decida atacar otra vez.
—Ten cuidado. Tienes suficiente sangre de Fane ahora para hipnotizar a los
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El Club de las Excomulgadas
psíquica. —Deberías irte si vas a visitar a tus amigos. Te esperaré afuera. Pero no
tenemos mucho tiempo antes de que Fane y Cable lleguen.
Kiziah se rió, sabiendo que tenía razón y que sin duda terminaría con una
Ella se deslizó desde el coche deportivo y entró, sintiendo una extraña mezcla
de nostalgia con la alineación de las vistas y sonidos familiares. En un instante supo
que esa parte de su vida había terminado. Incluso ahora atraía la mirada de muchos
de los videntes, al ver el ceño fruncido y expresión perpleja de curiosidad. Sintiendo
el zumbido de sus habilidades sobrenaturales en contra de lo que había conseguido
de Fane... reconociendo los rastros de corrientes oscuras, de la voluntad de tomar
de ella, si una forma se podía encontrar para hacerlo. Su estómago se apretó y se
movió más en el edificio, ahora consumida con pensamientos de encontrar a Margo
y a Walt.
Kiziah le devolvió el abrazo con igual fiereza. ¿Habían pasado sólo tres días
desde que había jugado a las cartas con ellos y llegado a casa para encontrar a Fane
esperándola en Airstream? Parecía toda una vida.
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El Club de las Excomulgadas
Margo puso las manos sobre los hombros de Kiziah, manteniéndola a menos
de un brazo de distancia, mientras se separaban.
— ¿Habrá una?
—Sí.
Y en ese instante Kiziah adivinó dónde estaría la bomba. En algún lugar del
exterior. En un automóvil estacionado, tal vez en varios. Cerca de donde los
176
El Club de las Excomulgadas
asistentes a la feria psíquica se reunían para cantar y orar, bajo las estrellas. Las
ferias no siempre terminaban en una ceremonia de clausura, se trataba de un caso
un tanto espontáneo, de una forma de dar las gracias y de formar una conexión con
la gente del pueblo.
Ella abrazó a Margo. La angustia en su pecho era tan fuerte que apenas podía
respirar. ¿Qué pasaba si se equivocaba? ¿Qué pasaba si la bomba estaba dentro? El
Apóstol podía haber hecho que otra persona entrara. ¿Pero se habría arriesgado si
era un verdadero Creyente? ¿Habría esperado tanto tiempo para detonarla?
—Me tengo que ir. Por favor, por favor, trata de conseguir retrasar la
ceremonia. El sueño era una advertencia. Puede haber una bomba afuera.
—Te daré el coche. Vete de aquí. Llama a Fane o a Cable, diles que volvemos a
la casa. Ya llamaron para decir que estaban en camino. Él hizo una pausa. —
Ninguno se alegrará de saber que estamos aquí.
Kiziah hizo una mueca, abriendo y cerrando su móvil mientras Domino salía
del coche para que ella pudiera tomar el asiento del conductor. Él trató de capturar
su mirada con la suya, pero ella lo evitó agachando la cabeza y entrando en el
coche, cerrando la puerta para que sólo la ventana se mantuviera parcialmente
abierta.
177
El Club de las Excomulgadas
—No hay mucho tiempo ahora.
Él repitió su orden:
—Vete de aquí.
Me dijo que llegarías a tiempo. Margo había dicho y sus palabras con coraje
alimentaron a Kiziah mientras se unía a la multitud de manifestantes reunidos
afuera de la feria psíquica y se movió entre ellos.
Tienes suficiente sangre de Fane ahora para atraer a los humanos a ti, e hipnotizarlos. El
aviso de Domino le proporcionó un arma que podía utilizar para retrasar al Apóstol
hasta que Fane o Domino pudieran lidiar con él.
Sabía que la sangre de Fane había aumentado todos sus sentidos, pero no tenía
punto de referencia en cómo olería un artefacto explosivo. El miedo y la emoción
eran otra cosa, sin embargo con la extraña parte depredadora de Fane que ella
llevaba dentro de su reacción con el ritmo rápido de un corazón latiendo, con el
terror de la presa, con el olor de ella.
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El Club de las Excomulgadas
cambios en su vida habían llegado tan rápidamente y la familia de Cable había
parecido una amenaza mayor que los Creyentes.
¡No! Kiziah casi tropezó con las voces de Fane y Cable, ambos rasgando en su
Tengo que hacerlo, Kiziah les envió, pero las palabras se sintieron como si se
hubieran quedado atrapadas en la lana, en la conexión que le permitía hablar de
mente a mente con Cable y Fane no todavía plenamente en existencia.
179
El Club de las Excomulgadas
Había pocos clientes, pero Kiziah se dio cuenta inmediatamente de que uno de
ellos era el Apóstol. Estaba sentado en la ventana, mirando hacia afuera, con la
cabeza vuelta para que ella pudiera ver el crucifijo rojo y negro tatuado en su
cuello. Su mirada cayó a su mano, desnuda, con el dedo meñique anormalmente
corto, con uno de ellos cubierto por un guante negro, delgado, aunque el material
no ocultaba el hecho de que le faltaban los dedos, era la marca de un hombre que
no podía resistir el atractivo de los explosivos.
Kiziah hizo acopio de valor y se acercó a él, con sus feromonas de protección
aumentando como resultado de su propio miedo.
Kiziah se estremeció al ver sus ojos vidriosos por la lujuria. Casi se atragantó
con las náuseas por el olor de eso.
Las sirenas sonaron afuera, distrayéndola. Causando que ella mirara por la
ventana, con la distracción suficiente para que su mano fuera ir a su bolsillo.
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El Club de las Excomulgadas
La alarma se movió a través de Kiziah mientras sentía a otros clientes en
movimiento hacia la mesa. Atraídos por sus feromonas, con su lujuria delante de
ellos.
Ella se sacudió cuando la puerta del restaurante abrió sus puertas con una
ráfaga de aire frío y la furia confirmó lo que su conocimiento de lo sobrenatural ya
le estaba diciendo. Fane y Cable habían llegado.
Kiziah vaciló con miedo de mirar a otro lado por temor a que el Apóstol tuviera
el tiempo para llegar a su bolsillo antes de que Fane estuviera lo suficientemente
—Yo iré por ella—dijo Cable, mientras la ira de Fane casi lo consumía.
Con una orden mental Fane arrebató el cuchillo de los dedos del cocinero,
lanzándolo al Apóstol, llevándolo a través de la garganta del atacante con tal fuerza
que la silla cayó, con el impulso de la navaja llevándolo hacia atrás y fijando sus
espasmos, las convulsiones de su cuerpo en el suelo mientras el dispositivo de
detonación caía de su bolsillo.
181
El Club de las Excomulgadas
La atención de Kiziah se movió al cocinero y a la camarera y a los clientes,
todos congelados en su lugar con los ojos un poco vidriosos, probablemente con
una combinación de shock y feromonas de alta resistencia en el aire.
Se podría decir que los dos hombres se hablaban entre sí, con la comunicación
de mente a mente. Ella podía adivinar la naturaleza de lo que estarían diciendo y
decidió actuar antes de que llegaran a un consenso.
Fane maldijo, él sabía lo que Cable estaba haciendo, sabía que estaba utilizando
el Calor en su contra, y sin embargo ver los dedos de Cable jugar con el clítoris de
Kiziah, oler su excitación, sentir la lujuria de Cable a través de la unión que ahora
compartían era abrumador y convincente, una llamada a follar que él no podía
resistir.
182
El Club de las Excomulgadas
No siempre ganarás de esta forma, Fane le advirtió a Cable, desprendiéndose de su
propia ropa y arrodillándose frente a Kiziah, rasgando su ropa interior y tirándola
para poder ver su vagina, para poder ver como Cable la complacía. Con su propia
necesidad de castigarla desapareciendo a medida que ella se ponía resbaladiza por
la excitación, mientras los labios de su vagina se separaban, invitándolos a que los
besara, obligándolo a inclinarse hacia adelante y meter la lengua en ella, a recoger
sus jugos y a comerse su carne femenina.
Fane se puso de pie. Con sus ojos llenos de lujuria salvaje. Con su cuerpo
vibrando con la necesidad de dominarla.
Sin decir palabra, él reclamó su boca, follándola de manera tan agresiva como
había follado su raja, obligándola a degustarse a sí misma incluso cuando sus
manos se movían alrededor de su cuerpo, arrancando la parte delantera de los
pantalones vaqueros abiertos de Cable.
Cable se quejó contra el cuello de Kiziah, con su pene como un borde duro
contra sus nalgas. Su respiración salía atorada al lado de su oído. Él estaba a punto
de correrse solo por la lujuria que irradiaba Fane, por la sensación de los pliegues
resbaladizos de Kiziah y de su clítoris erecto mientras sus dedos se metían en el
túnel que Fane había abandonado.
Fane levantó la boca de ella y dio un paso atrás, tirando de Kiziah con él y
enviándole una imagen a Cable. Una imagen que hizo que Cable se despojara de su
ropa y agarrara su pene, sosteniéndoselo mientras él daba un paso atrás para que la
pared lo detuviera.
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El Club de las Excomulgadas
El aliento de Cable se detuvo cuando Fane se volvió hacia Kiziah para que
quedara de frente a él, ordenándole que se agachara y tomara el pene de Cable con
su boca. Pero él no protestó. Sólo pudo mirar mientras ella obedecía, con sus
manos yendo a la pared a ambos lados de sus caderas mientras sus labios lo
encontraban, mientras su lengua rozaba la cabeza sensible de su pene como un
dulce tormento.
—Ummm, bien—susurró ella presionando sus labios con los suyos, con su
calor quemando la vida de su vagina y en sus pechos. Con las llamas cada vez más
calientes cuando el cuerpo de Cable se unió al de ellos, con su pene entrando por la
puerta de atrás, empujándose dentro en contra de Fane, separado sólo por una
delgada barrera y rodeado de su calor, del de ambos, aparentemente contento de
permanecer quieto, de saborear una intimidad sin igual, con los tres siendo uno.
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El Club de las Excomulgadas
— ¿Lista para el tercer intercambio?—preguntó Cable poniendo un beso en el
hombro de Kiziah.
Ella se estremeció, abrió la boca para preguntar cuan doloroso sería cuando lo
pensó mejor. Cable había pasado por los cambios finales.
—Estoy lista.
Él besó su hombro otra vez, acariciándoselo con los colmillos en su piel cuando
empezó a empujar, con su pene frotándose contra Fane, distrayendo a Kiziah con
placer a pesar de que era consciente de que Fane convocaría un cuchillo, consciente
de que se cortaría el pecho y guiaría su boca a la apertura.
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El Club de las Excomulgadas
—Estoy bien ahora—susurró Kiziah, aturdida y sin embargo extrañamente
eufórica, como si estuviera en el umbral de un mundo nuevo y único necesario para
dar un solo paso para entrar en él.
Cable la soltó, pero antes de que pudiera moverse, Fane rodó debajo de él,
llenando su canal con su pene mientras le sujetaba las muñecas a la cama. Ella
gimió en reacción, sintiendo el calor en su vientre mientras sus colmillos se
alargaban. Gritó cuando cerró la distancia entre ellos, lo que le permitió manejar
sus colmillos en su cuello, con su placer mezclándose con el de ella, fundiéndose
con el de Cable mientras se unía a ellos, deslizando su pene en la entrada trasera de
Fane.
Ah, sí, dijo Kiziah, retrayendo sus colmillos con la alegría de estar unida a
Cable y a Fane más fuerte incluso que el señuelo oscuro de la sangre de vampiro.
Especialmente cuando se aprende a obedecer, dijo Fane haciendo que ambos, Cable
y Kiziah sonrieran cuando empezaron a moverse en contra de él, a follar a
demostrarle cuan caprichosa podía ser la rueda de la fortuna cuando vinculaba a los
amantes, cuan fácil el que tenía más de poder podría convertirse en el que fuera el
menos cuando el placer estaba involucrado.
Fin
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El Club de las Excomulgadas
El Colgado
La Torre
La Luna
02 - La lectura de Kiziah
La Suma Sacerdotisa.
El Ermitaño.
La Rueda de la Fortuna.
Cable Luske había sabido desde el principio que el amor de Fane le presentaría desafíos, pero s ilos
padres y el hermano de Fane hubieran estado vivos, la posibilidad de un futuro juntos habría
existido. Con su muerte y la transformación de Fane llegando a su conclusión Fane necesita a una
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El Club de las Excomulgadas
kadine. En la desesperación Cable acude a la lectura del tarot y encuentra a dos amantes... y a
Kiziah...
... Y una manera en que Fane pueda reclamar tanto a su kadine y como a un compañero masculino.
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Próximamente
Jory Strong - Serie Carnaval Tarot III
La lectura de Dakotah
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