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El día 9 de febrero de 1936 se fundó en Cuba la primera Logia de Jóvenes Esperanza de

la Fraternidad de América (AJEF). Fue la Logia “Esperanza”, auspiciada por la Logia


“Perseverancia” del oriente de la ciudad de La Habana. La base jurídica de esta idea fue
moción presentada por el V.∙. H.∙. Fernando Suárez Núñez a la Alta Cámara masónica de
la entonces Gran Logia de la isla de Cuba en su sesión anual de marzo de 1929, la que
fue acogida positivamente por el pleno. De esta forma quedaría constituida lo que luego
se conocería en Cuba y toda América como la “Asociación de Jóvenes Esperanza de la
Fraternidad” (AJEF) compuesta por jóvenes de 14 a 21 años de edad, que fuesen
familiares de masones o recomendados por un masón u organismo masónico, siendo
auspiciada por la Gran Logia y bajo la jefatura nata del Gran Maestro.

Suárez Núñez nació el día 7 de mayo de 1882. De pequeño quedó huérfano de madre y
su padre se encontraba en España. Conoció el calor de la masonería pues fue atendido
por su tío Paulino, masón y todos sus familiares también masones. El 13 de marzo de
1901, a la edad de 18 años, recibió la luz masónica en la Logia “Amparadora”. Fundó la
Logia “Juventud y Progreso”, a la que pertenecieron todos sus familiares, y después de
afiliaría sucesivamente a los cuadros lógicos de “Minerva”, “Hijos de América” y
“Perseverancia”, donde se consagraría su más bella obra cívica y masónica. Quedó ciego
a los 44 años de edad y por su entereza se ganó el apelativo de “El Divino Ciego”. Falleció
el día 24 de enero de 1946, en su casa de Marqués de González No. 513, en la ciudad de
La Habana, a la edad de 64 años, dejando una estela de grandes realizaciones, en la vida
pública y fraternal.

Considerando la época que precedió a la creación del ajefismo, debemos señalar que a
finales de la década del 20 Cuba fue uno de los países más perjudicados por la depresión
que originó el desplome de la economía norteamericana en 1929, todo ello motivado
por ser un país cuyo sustento económico fundamental estaba representado por un solo
producto de exportación, el azúcar, y de un solo mercado, los Estados Unidos de
América. Como consecuencia la pobreza se fue adueñando de la isla, incluyendo a las
altas esferas de la sociedad, de modo que también se acrecentó el descontento popular
expresado por frecuentes manifestaciones populares y revueltas, brutalmente
reprimidas por parte del régimen en turno, encabezado por el general Gerardo Machado
Morales. Debido a su actitud contra el pueblo, el mismo fue irradiado de nuestra
institución después de ser apercibido de su actitud.

Fueron muchas las bajas que tuvo nuestra institución en este periodo, caracterizado por
violentos encuentros contra el gobierno de Machado, pues la masonería en Cuba se
caracterizó por ser siempre una celosa defensora de la dignidad humana y siempre
marchaba a la vanguardia de su pueblo, por lo que también estuvo sometida a un
hostigamiento, sólo superado al sufrido por sus predecesores durante la gesta
independentista contra el régimen colonial y por la partida de numerosos hermanos que
voluntariamente contribuyeron en la lucha en la Guerra Civil Española acaecida en el
periodo de 1936 a 1939 con su inevitable secuela de pérdidas humanas.

Según historiadores, este periodo representó un punto de giro en la historia de la


república burguesa en Cuba, donde, a pesar del sacrificio popular, representó un cambio
en el pensamiento, tanto de la intelectualidad como en la tendencia política nacional.

En resumen, fue un periodo muy convulso en que emergían, a nivel mundial, corrientes
políticas muy agresivas, como fueron el Fascismo en Italia, el Nazismo en Alemania y el
Falangismo en España. En ese ambiente de confusión mundial, corrupción y miseria,
nuestra juventud se ve inmersa en todo un ambiente de vicio, ignorancia y ociosidad que
deja mucho que desear al futuro de nuestro país. Basado en el ideario Martiano y
tomando la frase: “Hombres haga quien quiera hacer pueblos”, el V.∙. H.∙. Don Fernando
Suárez Núñez ve como único recurso de supervivencia de la institución, de la que él
formaba parte, preparar a la juventud para asumir su responsabilidad como
continuadora de los ideales de libertad y justicia, y tomar su lugar como heredera de la
cultura y de la fraternidad universal. Esta oportunidad vio vía de hecho el 9 de febrero
de 1936, en que en sesión celebrada en el salón de actos de la “Gran Logia de la Isla de
Cuba” ante la presencia de su entonces Muy Respetable Gran Maestro, el I.∙. H.∙. Gabriel
García Galán (1936-1936), fueron iniciados los primeros 82 jóvenes como ajefistas en el
mundo, a casi siete años después de haberse aprobado su moción el 25 de marzo de
1929 en la Serenísima Alta Cámara.

En 1938 la institución juvenil contaba con más de 500 miembros, garantizándose la


continuidad del ideal masónico en la sociedad cubana a través de esa organización
juvenil que les adoctrinaba en el principio de que “sólo por medio del estudio se
conocería la verdad y por medio del trabajo se lograba el bienestar personal y el de la
sociedad en general”, pero que además los preparaba para enfrentarse a los desenfrenos
propios de la juventud y que educando su voluntad se enfrentaba a los obstáculos de la
vida: el odio, la ignorancia y la maldad.

Esta asociación está constituida por Talleres que deben estar auspiciadas por una Logia
Simbólica, la cual debe encargarse de la formación óptima de los jóvenes a través de un
maestro masón llamado “Instructor” que no debe intervenir en los asuntos internos del
Taller, a no ser que se esté quebrantando el orden y la armonía del taller. En su estructura
interna todos los miembros tienen el mismo nivel jerárquico. Cada taller es dirigido por
un “Hermano Guía” y dos “Asesores” que son a su vez auxiliados por un grupo de
“funcionarios” que harán lo posible por el buen funcionamiento de la congregación.

Los talleres son también autónomos entre sí, mas todos aquellos que coexistan en una
jurisdicción determinada de una Gran Logia Masónica conforman una Gran Comisión
AJEF, que es supeditada por dicha Gran Logia para a la vez resolver cuestiones relativas
al ajefismo, entre otras funciones.

Y como habíamos dicho al principio, el Muy Respetable Gran Maestro de cada Gran Logia
Masónica es el jefe nato del ajefismo en su jurisdicción.

Esta organización juvenil pronto extendió sus ramas y en 1939, gracias a las relaciones
deportivas existentes entre la patria de Martí y la de Juárez se creó la primera Logia
Ajefista en Veracruz, México, que se llamó Logia Ajefista “Benito Juárez”, creada por
sugerencia de nuestro hermano y gloria deportiva Martín Magdaleno Dihigo Llanos,
quien por esos tiempos jugaba en las temporadas de béisbol profesional en esas tierras,
sitio donde fue todo un ídolo por su calidad deportiva y humana.

Dihigo nació en Cidra, provincia de Matanzas, el 25 de mayo de 1905 y falleció el 19 de


mayo de 1971 en Cruces, en la hoy provincia de Cienfuegos y entonces Las Villas. Por su
destacada carrera deportiva, Dihigo fue conocido en su época como Martín Magdaleno
“El Maestro” o “El Inmortal” Dihigo Llanos y además fue escogido para integrar el Salón
de la Fama en cuatro países: Cuba, México, Venezuela y los Estados Unidos.
Muchos fueron los destacados hermanos que antes de ser miembros de la masonería
forjaron su carácter en el ajefismo y han tenido una destacada actuación, tanto en la
Masonería en particular como en la sociedad en general.

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