Licenciatura en Historia
Técnicas y método de la Etnohistoria
Alvaro José otero 1146053
El tema que ocupa nuestra atención en este caso se centra en las tradiciones
metodológicas en la investigación histórica con el fin de dilucidar el sentido y naturaleza de
la Antropología Histórica o Etnohistoria, en términos generales los textos que conforman
esta unidad temática abordan temáticas que van desde la historia de las mentalidades,
pasando por la interdisciplinariedad hasta llegar a las identidades y etnicidades, lo que de
inmediato sugiere una visión eminentemente antropológica del quehacer histórico.
En primera medida vale la pena mencionar el aporte del antropólogo inglés Evans-
Pritchard (1902-1973) en el texto Ensayos de Antropología Social en el que recorre las
distancias que se dieron entre antropología e historia desde en la segunda mitad del siglo
XX el punto de vista metodológico por considerar que la formulación de leyes históricas no
corresponde con el desarrollo dinámico y aleatorio de las sociedades humanas. Este
distanciamiento traería para ambas dificultades prácticas en tanto que por su parte la
antropología carecería de elementos críticos para tratar fuentes documentales sin
mencionar la recurrente necesidad de reconstrucciones históricas claras que suman
elementos en la comprensión del hombre; del mismo modo, la historia carecería de
metodologías para trabajo de campo que son protagónicas en el trabajo antropológico.
Las diferencias que Pritchard señala entre ambas no se refieren a los objetivos o métodos,
sino más bien a discrepancias desde la práctica, en el sentido de enfocar de distinta
manera los datos empleados y como resultado realizar diferentes elaboraciones sobre
ellos.
Por otro lado, el texto Antropología. Historia, Cultura, Filosofía del Alemán Christoph Wulf,
pretende presentar diferentes investigaciones relacionadas con la historia de las
mentalidades y la antropología histórica, específicamente en la ciencia histórica francesa,
con el fin de hacer una reflexión sobre el significado de la misma en la antropología.
La Escuela de los Annales, impulsada por Lucien Febvre y Marc Bloch hacia principios del
siglo XX jugaría un papel de capital importancia en el quehacer histórico durante todo el
mismo caracterizada por elaborar una historia analítica orientada a los problemas, una
historia de la acción humana y en cooperación con otras disciplinas (geografía, sociología,
entre otras) a cambio de la historia política que, hasta ese momento, dominaba el ámbito
epistemológico de la investigación histórica y en cooperación con otras disciplinas
(geografía, sociología, entre otras) a cambio de la historia política que, hasta ese
momento, dominaba el ámbito epistemológico de la investigación histórica.
Del mismo modo, el autor se plantea una división de tres etapas en los proyectos llevados
a cabo por Annales que obedecen cada uno a circunstancias particulares propias de su
contexto: desde la fundación de la revista hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en la
que se opone a la historia política, entre 1945 y 1968 en la que se influencia de manera
importante de la ciencia histórica francesa, de 1968 hasta el presente en la que algunos de
sus autores de dirigen de nuevo a las historia socio-cultural y otros cuantos a la historia
política. March Bloch y su introducción a la historia abrirían un panorama alentador para el
quehacer histórico, seguido por Fernand Bruadel quien apostaría las distintas duraciones
del tiempo, de corta, de media y de larga duración, siendo esta última de carácter
privilegiado en su trasegar académico; la tercera generación de Annales representada el
Jacques Le goff y George Duby dieron espacio a reconsiderar temas medievales con
perspectivas nuevas, haciendo énfasis en los imaginarios, las multitudes, y las
representaciones sociales etc. Con El Nacimiento del Purgatorio en el que Le-Goff investiga
el cambio de la imagen de mundo en la Edad Media y pone de manifiesto cómo se
transforma las relaciones con el espacio, el tiempo y la mentalidad, cómo surgen nuevas
formas de pensar y cómo se transmiten (Wulf, 2008, pág. 81).
Por su parte Ana María Lorandi y Guillermo Wilde hacen su aporte en la revista Memoria
Americana con el artículo titulado: Desafío a la Isocronía del Péndulo acerca de la Teoría y
de la Práctica de la Antropología Histórica en el cual se lleva a cabo un recorrido sobre los
debates teóricos y metodológicos en antropología, en historia y en las ciencias sociales y
sus repercusiones en la antropología y la etnohistoria con el fin de realizar un balance
critico de las mismas.
Las narrativas de tipo estructural son insuficientes a la hora de analizar con ellas las
civilizaciones andinas en tanto que estas últimas con consideradas como sociedades
“tradicionales” lo cual es una generalización y homogeneización que no corresponde con
las dinámicas propias de este tipo de sociedades puesto que por definición las
aproximaciones metodológicas de carácter estructural dejan de lado el individuo y su
historia vivida sin el cual el panorama sigue siendo incompleto.
Hacia la década del 70 el panorama académico enfrentaría una ruptura metodológica que
se evidenciaría en los intentos de realizar una historiografía un poco más abierta y
descentralizada que terminaban por tomarse o volcarse a los paradigmas o categorías de
la vieja historiografía. Lo anterior significó la acogida de autores como Malinowski y Levi-
Strauss quienes proponían sistemas autorregulados y estructuras estables o totalidad
social, se hacía referencia a términos como desestructuración, aculturación y resistencia.
Por último, vale la pena hacer mención de la profesora y antropóloga Nancy Motta
González, con un artículo también publicado por la revista Historia y Espacio titulado
Territorios e Identidades cuyo énfasis fundamental es deconstruir las dinámicas
esencialistas e instrumentalistas con las que han sido abordadas temáticas como la
etnicidad, identidad, cultura y raza entre otros y plantearnos nuevas opciones para la
acepción de estos conceptos sin dejar de lado los ires y venires de las identidades y como
estas se articulan en el orden individual y el colectivo.
Los conceptos identidad y etnicidad se abordan desde una perspectiva dinámica, es decir,
no como elementos fijos o inmutables, puesto que ambas están representadaspor un
cumulo de práctica y percepciones socioculturales que delinean la coexistencia de
comunidades de manera flexible y dinámica. La etnicidad está atada a la identidad y esta, a
su vez, está relacionada con el sentido de comunidad y pertenencia a un grupo étnico.
Ambos conceptos (identidad y etnicidad) pueden ser abordados, según la autora, desde
dos enfoques; el primero (primordialista y esencialista), plantea que la etnicidad es un
atributo fijo de colectividades sociales, que se basa en raíces histórico-culturales muy
profundas que se imponen sobre la colectividad, pasando a determinar de esta manera la
identidad cultural de cada uno de los miembros (Motta González, 2006, pág. 6). Por su
parte el segundo enfoque (instrumentalista), el instrumentalista, adopta una posición
totalmente opuesta. La etnicidad se ve como un artefacto inventado y utilizado por las
poblaciones o agentes sociales con un objetivo preciso (Motta González, 2006, pág. 7).
Ambos enfoques, según la autora, resultan ser insuficientes y de corte eurocentrista.
Como alternativa, la Motta propone la etnicidad como algo que aparece y se modifica en
el contexto de relaciones sociales entre los individuos de las comunidades; o en el mismo
tono puede pensarse en términos de competencia por los recursos sociales sin considerar
la etnicidad y la identidad como eventos claros y con metas organizadas, sino más bien
como un devenir de las comunidades andinas.
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