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adolescentes
Abstinencia
Es el método más eficaz para prevenir el embarazo y las ITS y no tiene efectos
orgánicos nocivos para la salud ni psíquicos, siempre y cuando la renuncia o
postergación de la relación coital sea algo aceptado por el individuo y no impuesto.
Para alcanzar un adecuado nivel de aceptación de este concepto, es básica y
fundamental la correcta educación sexual, que debe iniciarse desde la infancia y
desde el seno de la familia.1,4
Los que brindan servicio de anticoncepción, también pueden ayudar a los jóvenes a
adquirir las aptitudes necesarias para hacer frente a las presiones de los grupos de
pares, y cuando conozcan que se ha iniciado la relación coital, deben tratar de
disminuir lo más posible el “ tiempo de riesgo” (definido como el tiempo
transcurrido entre el comienzo de las relaciones coitales y la utilización de un
método anticonceptivo seguro). La abstinencia requiere mucha motivación y
autocontrol; la comunicación y cooperación de la pareja son esenciales para que
esta pueda sustentarse.1,4
Métodos naturales
Dentro de este grupo se incluyen el método del ritmo, el del moco cervical, el de la
temperatura basal y el sintotérmico. Aunque para algunas parejas de adolescentes
pueden ser la única opción disponible, se considera, en general, que las
adolescentes no son las idóneas para usar estos métodos, pues ellas,
frecuentemente, carecen de información adecuada sobre el ciclo menstrual o
padecen trastornos en este sentido, lo que condiciona una reducción importante de
la eficacia anticonceptiva de los métodos naturales, y, además, estos no ofrecen
protección contra las ITS.1,4,15
Métodos de barrera
Son los ideales para los adolescentes, pues son accesibles, baratos, seguros y solo
en muy raras ocasiones producen efectos indeseables (alergia al látex). Otras de
sus ventajas son la eficacia inmediata y el control por el propio usuario, así como el
hecho de que su uso se inicia y descontinúa con facilidad, además de que algunos
protegen contra las ITS. La eficacia anticonceptiva de los métodos de barrera es
alta, cuando se usan sistemática y correctamente, y son los ideales para las
relaciones sexuales casuales y esporádicas propias de los adolescentes.1,4,15,17
Los métodos de barrera incluyen el condón masculino y los métodos femeninos
(condón femenino, capuchón cervical, diafragma y espermicidas). Estos pueden
usarse solos o combinados entre ellos, o con otros métodos anticonceptivos que no
sean de barrera, como por ejemplo, las píldoras.18 En general, el más utilizado es
el condón masculino (de látex o de poliuretano, para los alérgicos al primero), cuyo
uso se ha incrementado actualmente por el miedo a infectarse con el
VIH.18,19 Debe explicársele a los usuarios que debe ponerse antes de cualquier
contacto genital, desenrollarse sobre el pene en erección, retirarse antes de que el
miembro se torne flácido y verificarse su integridad tras haber concluido su
uso. 18 Su tasa de fracaso en la población adolescente es de aproximadamente 14
%, aunque con su uso correcto esta puede disminuir a 3 %.20
El diafragma, que puede ser un dispositivo eficaz cuando hay motivación, está
“ gozando” a nivel mundial, de popularidad creciente, en especial, en adolescentes
mayores con educación avanzada. Cuando se combina con cremas o geles
espermicidas (que contengan, por ejemplo, nonoxinol-9) su eficacia anticonceptiva
aumenta. El diafragma ofrece también cierta protección contra algunas ITS, aunque
no contra el VIH.18,20
Anticonceptivos orales
Ocupan la segunda posición entre los métodos recomendados para ser utilizados
por los adolescentes, y algunos autores consideran que si se guardan las
precauciones adecuadas, puede ser el método anticonceptivo más idóneo para usar
en esta etapa. Son muy seguros para las jóvenes y presentan varias ventajas: no
interfieren con el acto sexual y pueden usarse sin la intervención de la pareja, son
muy eficaces para prevenir el embarazo, cuando se usan sistemática y
correctamente (tasa de embarazo inferior a 1 %), producen escasos efectos
secundarios y ofrecen beneficios no relacionados con la anticoncepción, como, la
regulación de los ciclos menstruales, reducción del acné, disminución de la
frecuencia de dismenorrea y quistes ováricos, así como protección contra el
embarazo ectópico, la enfermedad fibroquística benigna de la mama, el cáncer de
ovario y el endometrial, y la enfermedad pélvica inflamatoria (EPI).20-22 El
bloqueo precoz del eje hipotálamo-hipofisario no tiene repercusiones negativas
comprobadas en el organismo ni parece afectar el pico de masa ósea. Los
anticonceptivos orales tampoco son responsables del aumento mantenido de peso,
y el incremento del cáncer de mama detectado en mujeres que usaron preparados
diferentes y de altas dosis de estrógeno en su adolescencia, no se ha demostrado
con las formulaciones actuales.20
Hay que tener en cuenta que el efecto anticonceptivo de la píldora desaparece con
rapidez tan pronto como esta deja de tomarse y que no ofrece protección contra las
ITS, por lo que debe usarse en combinación con el condón masculino y femenino, si
se pretende evitar el contagio de alguna enfermedad venérea.20,23 Su tasa de
eficacia en adolescentes se ve mermada por la necesidad de la consistencia en su
uso, y se ha estimado que en Estados Unidos el 20 % de las gestaciones no
deseadas en jóvenes son debidas a la toma inadecuada de píldoras anticonceptivas.
Se plantea que cuando son usadas por adolescentes hay una media de 3 píldoras
olvidadas por ciclos, y que el 50 % de las pacientes que iniciaron el método en un
momento determinado, lo han abandonado a los 3 meses.20
Existen 2 tipos de píldoras anticonceptivas orales: los anticonceptivos orales
combinados (AOC), que tienen estrógeno y progestina, y las píldoras de solo
progestina (PSP).24 Los AOC son, con mucho, los que más se usan en el mundo, a
la vez que constituyen el método anticonceptivo que con más frecuencia utilizan las
adolescentes, en la gran mayoría de los países.1,9 Se deben recomendar, de
preferencia, los que contienen bajas dosis de estrógeno (entre 30 y 35 µg de
etinilestradiol), y progestinas de tercera generación, que son menos androgénicas
(norgestimato, desogestrel y gestodeno, y más recientemente, nomegestrol y
dienogest).20,25-27 Pueden usarse también los de muy baja dosis de etinilestradiol
(20 µg o menos), aunque su administración se asocia con una elevada tasa de
sangrado (hasta de un 30 %), lo que propicia una alta tasa de abandono, además,
la inhibición del eje gonadal que producen es menos intensa que la de los AOC
clásicos, por lo que ante el olvido la recuperación de la fertilidad es más rápida, y
estamos hablando de adolescentes, que con frecuencia olvidan tomarse de 1 a 3
píldoras en cada ciclo.28 No es necesario limitar el tiempo de uso (“ descansar” )
de los AOC, ya que hasta ahora no existen evidencias contundentes de que su
utilización prolongada aumente el riesgo de sufrir un cáncer de mama.22
Los anticonceptivos orales de solo progestina también son una opción a tener en
cuenta para su uso en la adolescencia. Se ha informado que su eficacia
anticonceptiva es menor que la de los AOC, y que son menos efectivos para
corregir los trastornos menstruales que pueden ser frecuentes a esta edad, e
incluso algunos autores refieren que pueden incrementarlos, dado que su acción
anticonceptiva la realizan preferentemente a través de un efecto local
(espesamiento del moco cervical). No obstante, y aunque parezca paradójico, el
hecho de tener poca influencia sobre el eje gonadal, es uno de los argumentos que
sustentan la recomendación de su uso a estas edades, ya que, por un lado, aunque
esto disminuye su eficacia para corregir los trastornos menstruales, por otro,
garantiza que no disminuyan el tenor de estrógenos endógenos, lo cual sería
perjudicial para la salud ósea si ocurriese en la adolescencia y juventud temprana,
que es cuando se alcanza el pico de masa ósea.29
Inyectables e implantes
Los inyectables y los implantes son muy eficaces, pues las tasas de embarazos son
inferiores al 1 % después de 1 año de uso. Otras ventajas son que su uso no
depende del acto sexual y no necesitan de administración diaria o consultada
necesariamente con la pareja. Además, también producen beneficios a largo plazo
que no se relacionan con la anticoncepción; por ejemplo, disminuyen el riesgo de
sufrir una EPI, un embarazo ectópico y un cáncer endometrial.30-33
DIU
Esterilización
Anticoncepción de emergencia
Por suerte, en la actualidad, esta alternativa está alcanzando gran difusión entre las
adolescentes dado lo sencillo de su uso, su alta eficacia para prevenir el embarazo
(98-99 % de los casos) y su fácil accesibilidad. El circuito para su obtención debe
presentar las máximas facilidades, y la ocasión de prestación de este servicio debe
aprovecharse para brindar el consejo, en relación con el uso de algún
anticonceptivo de forma regular.20,43
Métodos de protección doble: contra embarazo e ITS
En Colombia, una de cada cinco mujeres menores de 19 años ha tenido un embarazo. Entre los países de ingreso medio
y alto de América Latina, Colombia, México y Brasil lideran estas malas estadísticas, mientras Argentina, Chile y Uruguay
tienen buenos resultados. El fenómeno disminuye, pero no de manera constante. Entre 2005 y 2010, la tasa se redujo,
pero volvió a empeorar entre 2010 y 2012. Desde entonces ha mejorado, y en 2015 tuvimos la tasa histórica más baja.
Hay una incidencia muy alta en las zonas rurales en general y en la Orinoquia, la Amazonia y las regiones Pacífica y
Atlántica, en particular.
En cuanto a las grandes ciudades, los casos más preocupantes son los de Barranquilla, Cartagena y Cali con respecto
a embarazos entre los 15 y los 19 años. Bogotá está mejor, sin que las cifras sean para alegrarse, especialmente en las
cinco localidades más pobres de la ciudad. Y ciudades intermedias como Neiva, Buenaventura, Quibdó, Tumaco,
Barrancabermeja y Turbo tienen tasas mucho más altas que las grandes en casos de menores de 19 años y registran
alarmantes cifras de embarazos en menores de 14 años. Esto es gravísimo, teniendo en cuenta que un embarazo en
una niña menor de 14 años es un delito cuando el padre es mayor de edad, que es lo común.
Es verdad que tenemos cifras altas y que hay esfuerzos importantes para enfrentar este reto. El Ministro de Salud explicó
hace algunas semanas que estamos en una tendencia positiva. Hay que ver qué se ha hecho para conseguirla y continuar
por ahí, en vez de crucificar a los funcionarios que están trabajando para vencer un fenómeno complejo.
El caso de Bogotá es ilustrativo: una estrategia integral, con muchos aspectos por mejorar, está en marcha, y cambiar
de rumbo de modo radical sería contraproducente. Pero algún sector político decidió afirmar que todo va mal con cifras
que no son. En vez de utilizar las tasas de natalidad por edades como hizo el Ministro de Salud, que son positivas,
denuncian que se ha duplicado un registro de solicitudes de apoyo escolar a chicas embarazadas, el cual ha aumentado
gracias a un trabajo de concientización para no ocultar los embarazos en los colegios (nada que ver con medir la cantidad
de embarazos). Dicen los críticos que el Gobierno Distrital está reduciendo el presupuesto para el tema y este lo niega.
Esperemos que no haya tal reducción, y que el sistema de salud no opte por dejar las cosas en manos de las EPS,
porque lo que se requiere son programas preventivos elaborados en conjunto por los sectores de la salud, de la mujer y
educativo.
Nadie quiere que los chicos y chicas se embaracen precozmente. Sin embargo, los enfrentamientos entre concepciones
morales e intereses políticos hacen que gente distinta que busca el mismo fin destruya la posibilidad de lograrlo, al
distorsionar la realidad en el análisis y crear falsas disyuntivas para ganar audiencia.
Por ejemplo, es cierto que se debe inculcar la trascendencia en torno al compromiso que implica una relación sexual. Y,
por lo tanto, no son mojigatos sino razonables quienes plantean una educación para aplazar el inicio de las relaciones y
que su ejercicio una vez iniciadas a temprana edad sea cuestionado. Y al mismo tiempo, el hecho de que la edad de
inicio de las relaciones sexuales se ha reducido es un dato objetivo, así que la buena educación sexual sin tabúes es
indispensable desde la infancia, y un manejo abierto y realista no convierte en libertinos a quienes lo promueven. En la
educación sexual hay que mezclar el acceso a condones y otros métodos anticonceptivos y la información sobre su uso
con la ayuda a las y los jóvenes para tener conciencia de las graves implicaciones de un embarazo precoz. Pero el sector
educativo, el sector de la salud, el ICBF y las secretarías y oficinas de la mujer, para no hablar de ONG, medios de
comunicación y publicidad comercial estamos lejos de armonizar enfoques y discursos. Eso sí, todos nos rasgamos las
vestiduras.
Es cierto también que una concepción precaria de proyecto de vida y de ciudadanía, el machismo, el hecho de haber
sido hijas de padres muy jóvenes y la falta de oportunidades hacen que las chicas vean la maternidad como una buena
opción. Un dato revelador es que muchísimas madres adolescentes no tienen hijos con chicos de su edad, sino con
adultos, por lo que las relaciones entre compañeros de colegio o amigos de infancia llevan al embarazo en menos casos
de los que se piensa. Me pareció poco verosímil ese dato, pero una y otra vez lo verifiqué en las estadísticas.
También es un hecho que el embarazo adolescente está asociado a la deserción escolar y al ingreso prematuro al mundo
laboral. Pero a veces creemos que la causa está en el embarazo, cuando el asunto suele ser al revés: la carencia de
sentido de la escuela, la falta de esperanzas en el acceso a la universidad y un mayor respeto por las mujeres con hijos
en la sociedad hacen atractivo el embarazo, irse del colegio y ponerse a trabajar en un empleo precario. Para prevenir
embarazos precoces, es más importante que cualquier otra política ofrecer oportunidades a las chicas y enseñarles
identidad, a tener sentido de los derechos y a albergar sueños grandes y tomar decisiones con perspectiva de largo
plazo.