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All content following this page was uploaded by Carmen Luisa Dominguez Mujica on 15 September 2014.
Sintaxis: el siglo XX
ISBN: 980-11-0204-7
Depósito de ley: if 2371998400300
Reservados todos los derechos.
Prefacio 11
1. Introducción:
los objetivos y las teorías de la sintaxis 13
Notas 149
11
recibido estas ideas. Por eso el libro fue tomando el rumbo de la
exposición escolar. Ahora que ya está escrito, espero que ese
rumbo conduzca efectivamente este libro hasta ellos.
No puedo dejar de mencionar aquí al Consejo de Desarrollo
Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad de Los
Andes, que financió el proyecto que culmina en estas páginas; a
Alexandra Alvarez y Enrique Obediente, pacientes y estimulantes
interlocutores en este quehacer; a Alicia Usubillaga, quien con tanta
paciencia y cariño me ayudó a volver realidad este libro; a mi familia,
a Valmore y a Matías, amorosas presencias cotidianas.
12
1. Introducción:
los objetivos y las teorías de la sintaxis
13
En efecto, si los años veinte fueron los años de la fonología
y los años cuarenta los de la morfología, desde los años sesenta,
fuertemente influidos por la obra de Noam Chomsky, los teóricos
de la lingüística empiezan a entender el componente sintáctico de
toda lengua como aquel destinado a procesar lingüísticamente la
experiencia del hablante y, por ende, generar los mensajes que le
permitan la comunicación de estas experiencias.
De este modo, investido de tan importantes
responsabilidades como son las de producción y comprensión de
los mensajes, el componente sintáctico pasa a ocupar un lugar
central y, si pudiera verse gráficamente, empieza a ocupar "gran
parte" de la capacidad lingüística general.
Este acuerdo teórico que hace de la lengua el objeto de
estudio general y de la sintaxis el componente privilegiado de la
lingüística más reciente no significa, sin embargo, que
encontraremos a continuación una definición equivalente de lo
que es la sintaxis en las diferentes teorías. Más bien al contrario,
las dos corrientes teóricas principales, formalismo y
funcionalismo, tienen diferentes puntos de vista para definirla y,
con ello, ideas diferentes sobre su alcance, unidades pertinentes y
valores en el sistema total de la lengua.
14
fundamenta en la idea de que no hay posibilidad de definir los
paradigmas sin considerar las funciones que este puede cumplir
en la cadena y que, simultáneamente, no hay forma de definir las
estructuras posibles en una lengua sin especificar cuáles son las
formas que pueden cumplir estos roles estructurales, es decir,
cuáles son los paradigmas que concurren en cada punto de la
cadena sintagmática. En este siglo, la gramática es pues una
léxico-gramática.
15
para él la gramática será parte de la mente humana y los analistas
del componente sintáctico serán, de algún modo, psicólogos.
Otra visión muy diferente es la que ostentan los
funcionalistas. En las Tesis de 1929, los teóricos del Círculo
Lingüístico de Praga, exponen su visión de la lengua como sigue:
16
experiencia humana y de los significados que la representan, de
tal manera que, en su organización, toda gramática debe rendir
cuenta del modo como los seres humanos procesamos nuestras
experiencias a través de la lengua, es decir, de qué manera la
lengua nos sirve para cumplir los variados fines para los cuales, a
cada instante, la ponemos en funcionamiento. La gramática,
entonces, tiene "bases funcionales", y podríamos parafrasearlo
diciendo que tiene "bases sociales", puesto que las lenguas
humanas se organizarán internamente de acuerdo con las
funciones que le pedimos que cumpla, de acuerdo con nuestras
intenciones comunicativas, de acuerdo con nuestra necesidad de
intervenir en nuestro medio social y, con ello, de modificarlo.
Halliday va más allá y dirá que la codificación de los
mensajes (y la sintaxis que lo permite) no es arbitraria, pues en
cada uno de los mensajes el emisor codificará y el receptor deberá
entender sus intenciones comunicativas reales, esto es: su centro
de interés, la información que considera más relevante e, incluso,
los presupuestos a partir de los cuales se construye
(explícitamente o no) su mensaje.
17
Una revisión de cada teoría, que tomara en cuenta todos
los criterios y todos los aspectos del tratamiento del lenguaje, se
saldría de los límites de este libro, de manera que la revisión que
propongo deberá limitarse a los puntos principales que han ido
esbozándose en la exposición anterior, a saber:
18
son a su vez signos." (1973:215). Esta afirmación aparece a
propósito de las "solidaridades sintagmáticas" que los signos (y,
en realidad, los paradigmas) tienden a mostrar. Pero Saussure
incluso llega a preguntarse "¿hasta qué punto pertenece la
oración a la lengua?":
19
20
2. La sintaxis de las estructuras:
el estructuralismo americano.
21
El "rigor a toda costa" del estructuralismo americano es un
rigor descriptivo, estrechamente ligado a su objeto: un objeto
múltiple, no solo por lo que de "múltiple" hay en la lengua sino
también porque, para los norteamericanos, la lengua será "las
lenguas": lenguas indígenas norteamericanas que constituyen
el objeto de estudio y análisis, lenguas "extrañas", lenguas
"primitivas", problema de antropólogos en busca de una cultura
que no es accesible sin la descripción previa o simultánea del
"vehículo" de esa cultura.
El estructuralismo americano comienza entonces con un
problema: la descripción de las lenguas "extranjeras" de
Norteamérica, de una manera causal y no casual esta tarea
determinará el desarrollo de la teoría y de las ideas que, sobre
la lengua, tendrá la "corriente americana" del estructuralismo.
Pero esto nos puede llevar a pensar que estamos ante
una escuela que desarrolló un método eficiente y nada más, y
que Chomsky tenía razón al reclamarles con tanta frecuencia la
"ausencia de teoría". Aún si tal cosa fuera posible, este no es
el caso de los estructuralistas americanos: para estos se
impone el objeto de estudio y los problemas del análisis, mas,
agobiados por su peso y urgidos por su presencia, estos
desarrollarán sus "puntos de vista" y sus controversias y
desarrollarán, asimismo, su método, su lingüística.
Las premisas
En su libro El estado actual de la lingüística, publicado en
1961, Charles Hockett titula su primer capítulo así: "El
trasfondo", y allí, en primera persona plural ("nosotros, los
descriptivistas post-bloomfieldianos"), relata lo que eran la vida
y las preocupaciones de la lingüística americana en la primera
mitad de este siglo:
Muy a grosso modo la primera mitad del siglo vio los siguientes
desarrollos teóricos en nuestro campo de estudio: 1) la
confluencia, con toda la turbulencia consiguiente, de las dos
22
tradiciones decimonónicas independientes: la histórico-
comparativa y la filológico-descriptiva, añadiéndose a estos
como un importante tributario el descriptivismo práctico de
misioneros y antropólogos. 2) Los serios esfuerzos hechos por
Saussure, Sapir y, especialmente Bloomfield, no sólo para
integrar los hallazgos positivos de estas tradiciones en una
disciplina única, sino además, para establecer esta disciplina
como una rama respetable de la ciencia, con un nivel
adecuado de autonomía frente a las otras ramas. 3) El
descubrimiento y desarrollo del principio fonológico. 4) Los
intentos, especialmente durante la última década de esta mitad
de siglo, para desarrollar el resto del análisis descriptivo (una
gramática diferente de la fonología) sobre unas bases tan
exactas y fidedignas como se pensaba que se había
conseguido para la fonología. (1974:11)
1. Variación
23
variaciones que se evidencia en primer lugar en cada individuo,
para encontrarse luego en las comunidades, estas a su vez
conformadoras de un dialecto que se diferencia de otro, para
evidenciar por último que las lenguas se diferencian entre sí:
24
pues la descripción sincrónica los ocupará durante años
permitiéndoles solamente un cierto emparentamiento en
familias. Para estos "neogramáticos" la diacronía deberá estar
obligatoriamente precedida de una descripción sincrónica de las
lenguas que no están, en efecto, descritas y así, de facto, el
estructuralismo americano dará prioridad al sistema sincrónico
aunque, probablemente, sin las mismas convicciones que
Saussure.
La (una) lengua no podrá encontrarse entonces más allá
del momento actual y de los datos reales que el lingüista puede
recoger, así, esta lingüística se conocerá más bien por sus
aportes al análisis "riguroso" de los estados de lengua, serán
ellos los primeros en insistir en la necesidad de contar con un
corpus representativo de datos que permita una descripción
adecuada, serán los "inventores" de la lingüística de campo y en
los primeros años de este siglo, sin la sofisticación tecnológica
con la que contamos hoy, Eugene Nida, al ofrecer un conjunto
de valiosos consejos metodológicos para la recolección de los
datos aconsejará, en primer lugar:
25
3. El método
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nivel fonológico, aplicado ahora al nivel morfológico (y, como
veremos más adelante, también al nivel sintáctico).
27
se dirá que m y n son unidades pues aparecen todas en el
contexto de X __ C,2 si se establece a continuación que A, B, C,
y D son, a su vez, unidades significativas en esa lengua,
entonces se definirán estas unidades como aquellas que
pueden aparecer en el contexto __ m/nC, y C será definida
como la unidad que aparece en el contexto de Xm/n __ .
La comparación permitirá establecer si m y n son
unidades diferentes o si se trata, por el contrario, de la misma
unidad que varía contextualmente en presencia de A/C
realizándose entonces como m o bien como n en el contexto de
B/D. En este caso deberá establecerse si A y C son
equivalentes o no con B y D, es decir, si pertenecen a la misma
clase.3 En cualquier caso, deberán determinarse las
características de las unidades en primera posición que
promueven el cambio en la unidad m/n. En una lengua real
estas características de A, B, C y D pueden ser descriptibles en
el nivel fonológico o bien en el nivel morfosintáctico.
28
lingüísticas de este, si una cierta hipótesis de significado
asignable a esa unidad es correcta o no.
La dificultad consiste, en palabras del propio Bloomfield,
en que
29
Bloomfield, que reconoce varias veces haber leído a Ferdinand
de Saussure y lo identifica como uno de los fundadores de la
lingüística (e incluso publica una reseña de la segunda edición
en inglés del Curso), le reprochará siempre a este su
"mentalismo", infundado según él, para reconocerse enseguida
a sí mismo como un "mecanicista".4 Si revisamos la cita
anterior, notaremos que, para una escuela que se declara
"anti-psicológica", aparece aquí una extraña relación con las
teorías psicológicas de la percepción y, más específicamente,
con la regulación de la percepción en la que interviene la lengua
(cfr. Luria 1980 y 1984, por ejemplo), pero esta es otra
discusión, la que nos interesa aquí atañe a la concepción que,
del significado, tienen los estructuralistas americanos.
En esta escuela, el significado aparece como un
componente EXTERNO a la lengua, que no forma parte de los
rasgos que la caracterizan por lo que obliga a buscar los "rasgos
distintivos de la significación" en la situaciones reales en las
cuales las personas hablan, esperando que estas situaciones
sean "favorables" como en el caso de las manzanas, y que
podamos establecer la relación "habitual" entre estas y la
palabra apple, o estas y la forma -s del plural en español.
Para Bloomfield se trata de la única posibilidad de
identificar el significado operando "a través" de la lengua y
notará entonces, no sin desconsuelo, que "no bebemos dos
veces en el mismo río" y que, además, la gente, entre los
hábitos que ha adquirido, tiene el "mal hábito" de utilizar las
palabras en situaciones donde nada permite establecer el
significado de estas unidades (tal como él lo entiende): "la gente
emplea muy a menudo una palabra como apple cuando no hay
ninguna manzana presente". Esto es lo que Bloomfield llama
"habla desplazada" y, al hacerlo, lleva la controversia sobre el
significado a su punto álgido puesto que lo que Bloomfield, en
su mecanicismo "objetivador", llama "habla desplazada" no será
otra cosa sino la existencia misma de la lengua: porque
"desplazamos" el habla se diferencian las lenguas humanas de
los gritos animales, porque "desplazamos" el habla los
30
académicos de Balnibarbi no podrán nunca sustituir las
palabras por las cosas, en su capacidad de "desplazarse" fuera
de las situaciones concretas adquiere el lenguaje todo su
poder significante. Y esto sin contar con todo lo que de
"individual y social a la vez" hay en ese "desplazamiento", lo que
de cultural e íntimo al mismo tiempo hay en cada palabra de
cada una de las lenguas humanas.
Bloomfield notará, también con una cierta decepción,
que aún si esperáramos a que la ciencia estuviera tan avanzada
como para permitirnos establecer correlatos entre cada palabra
de la lengua y su descripción científica, tal como sucede en el
par sal = NaCl, tampoco estaríamos progresando en la
descripción del significado pues ni siquiera para Whorf, que es
ingeniero químico, la sal es siempre equivalente al "cloruro de
sodio".
Normalmente, al comentar los puntos de vista
bloomfieldianos sobre el significado y, podríamos generalizar: al
considerar los puntos de vista de esta escuela para la cual
Bloomfield aparece como el principal teórico, los
comentaristas -decía- suelen detenerse aquí: en la
presentación de los "momentos" de la obra en los cuales
Bloomfield hace mención expresa del significado como
problema lingüístico.5 Aislando de esta forma sus expresiones,
estas parecen casi absurdas y carentes del fundamento que
cualquiera encontraría en un solo momento de reflexión sobre
su lengua, sin embargo, el punto de vista bloomfieldiano es más
profundo y menos absurdo: justamente lo que Bloomfield quiere
erradicar es el lado mentalista y, por lo tanto, no perceptible
para el analista, de la concepción del significado. La larga
tradición que relaciona lenguaje y pensamiento lo hace
aparecer como un extraño, pero lo que Bloomfield está diciendo
no se diferencia mucho de lo que Saussure expondrá lacónica y
definitivamente: "la lengua es una forma y no una sustancia"
(1973:206), y el significado, la razón de la lengua, también es
una forma, por lo tanto formalizable, por lo tanto debe ser
descriptible. La posición de Bloomfield es quizá extremista a
veces pero, al mismo tiempo, es realista: la complejidad del
31
significado es un problema real para la descripción y cada teoría
de la lengua tiene que enfrentarse al hecho de que es difícil
"desentrañar su unidad". Lo que puede leerse entre las líneas
sobre la sal o las manzanas es la intuición de Bloomfield de que
no debemos buscar el significado fuera del sistema significante
que lo hace posible, aun si este puede ser entendido como una
"reacción", como una respuesta determinada por el entorno
particular en que este se actualiza. El significado, entonces,
está EN la lengua y no fuera de ella, nos compete directamente
como lingüistas: Saussure lo opone en el sistema, Bloomfield lo
opone igualmente, el significado será el resultado de un
contraste entre una unidad que produce una cierta reacción en
los hablantes y los oyentes, y otra unidad que no produce esa
misma reacción,
32
Esta definición del significado será definitiva para
comprender el "rigor" distribucional del método estructuralista
americano y por qué, como nos cuenta Hockett:
33
Edward Sapir: un antropólogo
Es cierto que no se puede empezar a hablar de esta
escuela sin mencionar a Franz Boas,6 sin embargo, no será a
este a quien corresponda la formulación de sus bases teóricas o
analíticas, sino a uno de sus estudiantes: Edward Sapir.
34
obligado, a pesar de todo, en los libros del "arte gramatical".
Recientemente se ha calificado a estos textos de "morfologías"
y así podría calificarse la atención de Sapir a los hechos
gramaticales: como una morfología, la presentación detallada
de los procesos morfológicos (que en él no llegan a ser, todavía,
un riguroso método de análisis sino, más bien, una interesante
presentación de procesos propiamente tales) que lo llevarán,
por ejemplo, a poner en duda la clasificación de las lenguas en
una tipología morfológica que distingue lenguas flexivas,
aglutinantes y aislantes. Sapir propone un penetrante análisis
de los tipos de estructura lingüística que, para él, se representan
como procesos de "fusión o yuxtaposición" de los morfemas en
palabras y de los cuales, ninguna lengua deja de dar ejemplo.
Sapir entonces, al ocuparse de los elementos del habla,
considera que "el primer elemento del cual podemos decir que
"existe" realmente, es la palabra" (1975:35), para considerar
enseguida los problemas de su definición puesto que, tal como
se impone para toda la lingüística de este siglo, la palabra ya no
podrá entenderse como la expresión de un concepto único
puesto que, gracias justamente a los estructuralistas
americanos, este "concepto único" se pone definitivamente en
duda al evidenciarse su composición morfemática interna y la
"fusión" de conceptos (significados morfemáticos) que esta
suele presentar, así,
35
los hablantes de esa lengua como compendio de experiencia,
historia y arte, como significación "factualmente aprehendida".
En cuanto a la "sintaxis" de Sapir, esta casi no existiría si
no fuera por las interesantísimas definiciones que presenta de
los dos conceptos fundamentales de toda sintaxis: el concepto
de sintaxis mismo y el concepto de oración.
La sintaxis nunca aparece nombrada como tal sino como
"procedimiento gramatical" y, por momentos, aparece "fundida"
ella misma en la morfología, e interviene como criterio para
evidenciar el modo como las palabras se configuran
internamente o por influencia de las otras palabras del contexto,
así, por ejemplo, al considerar los procesos morfológicos
internos de las palabras, Sapir expresa lo siguiente:
36
y agrega,
37
toda sintaxis, esto es, el concepto de sintaxis mismo y el de su
unidad de operación (y de análisis), la oración. Ahora agregaré
que el interés está en lo que llamaré su "punto de vista
funcional", su visión quizá no tan rigurosa pero sí muy
comprensiva de los procesos gramaticales y de su complejidad,
de la comprensión de todos los factores pertinentes en la
elaboración del sentido ordenado en la línea gramatical.
38
De aquí se deriva entonces la definición de oración:
39
La definición de oración es la más completa que se
puede encontrar en esta escuela. En ella aparece la oración
como constructo de la lengua y como realización funcional en el
habla. Una estructura lingüística que jerarquiza sus elementos
alrededor de dos núcleos: el sujeto y el predicado.
40
pensamiento, en la tesis conocida como "tesis Sapir-Whorf"
que toma, en las palabras de Whorf, la forma del determinismo
lingüístico.7 En relación con este punto de vista, en uno de sus
artículos donde aparece más nítidamente expuesta su tesis del
determinismo y del relativismo lingüísticos: "Lenguas y lógica",8
aparece también una interesante discusión sobre el concepto
de oración. En este trabajo, Whorf compara las siguientes
oraciones inglesas:
c. ni-l'θawa-'ko-n-a
d. ni-l'θawa-'ko-θite
ni- "1ps"
-l'θawa- "perfil bifurcado"
-'ko- "árbol, matorral, o cualquier cosa de esta
forma"
-n- "mediante acción de la mano"
-a sufijo, indica que el sujeto es también el
agente (presente solo en la oración c.)
-θite "perteneciente a los dedos de los pies"
(presente solo en la oración d.)
41
1. a favor del determinismo lingüístico pues, en su
opinión, el hablante del inglés y el hablante del shawnee
percibirán y comprenderán de manera diferente el mismo
fenómeno en virtud del determinismo de la expresión sobre la
concepción mental del mismo fenómeno;
2. en contra de la idea de que todas las oraciones, en
todas las lenguas, se estructuran sobre un mismo modelo. En
efecto, las lenguas que Whorf describe son, en su mayoría,
lenguas polisintéticas, lenguas que ponen en problemas a las
definiciones tanto de oración como de palabra pues, en ellas,
oración y palabra son una misma unidad lingüística (cfr. los
ejemplos c y d). Whorf argumenta así:
42
núcleos estructuradores de la predicación. En otras palabras,
estas lenguas amerindias, al realizar la oración en una sola
palabra, ¿anulan con ello la presencia de los núcleos
estructurales? Creo que no, pero necesitaríamos conocer más
sobre estas lenguas a fin de poder argumentar lo que no pasa
aquí de ser una intuición.
43
John son los morfemas poor y John. Solo así nos llevará un
análisis apropiado, o sea, el que toma en consideración los
significados, a los morfemas constituyentes primarios.
(1964:190)
44
agregará más adelante en el mismo capítulo, que "La selección
de formas contribuye al significado, porque las formas
diferentes de lo que es, por otra parte, el mismo ordenamiento
gramatical, darán por resultado significados distintos"
(1964:193). Así, si rehacemos el camino desde los
constituyentes últimos hacia el constituyente primario que es la
oración, esta empieza a aparecernos, en la visión
bloomfieldiana, como una forma o, más exactamente, una
estructura compleja, cuya configuración formal se presenta
como constante y, por lo tanto, también en un "paradigma" en la
lengua, y en cuya configuración significativa particular
aparecerá como rasgo pertinente lo que, por su parte, los
estructuralistas post-saussureanos llamarán la "elección por
parte del sujeto hablante" (cfr. Martinet 1980), implicando, por
una parte, la pertinencia significativa de esta elección, tal como
lo hace Bloomfield, y fundándose, por otra parte, en las
nociones saussureanas de oposición y valor de las formas en el
sistema de la lengua.
Como resultado del análisis en constituyentes
inmediatos aparecen entonces las formas lingüísticas que
Bloomfield definirá como constituyentes a su vez del sistema
gramatical de la lengua (en contraposición a las formas
fonológicas). El esquema completo de las formas de la lengua
consideradas por Bloomfield aparece claramente en un cuadro
que tomo de Lepschy (1971:122):
Léxico Gramática
45
Si consideramos en primer lugar este cuatro de izquierda
a derecha y de abajo hacia arriba, encontraremos las unidades
formales más abstractas (formas lingüísticas), entre las cuales
una forma léxica será un morfema perteneciente a una clase
abierta y una forma gramatical un morfema perteneciente a un
paradigma gramatical, cerrado. La forma lingüística es la
abstracción que los reúne: el morfema considerado
independientemente de sus características y de su distribución.
Si vemos la columna de las formas lingüísticas hacia
arriba, encontramos unidades o rasgos en el mismo nivel de
abstracción y un noema será entonces un rasgo semántico sin
consideración del tipo de unidad a la cual pertenece, puesto
que, de especificarse esta forma como una morfema léxico
(morfema propiamente dicho, tal como se ve en el cuadro),
entonces su significado será descrito en sememas, del mismo
modo que serán episememas aquellos que se relacionan con
una forma gramatical (o tagmema). Esta distinción en
morfemas y tagmemas evidencia ya una jerarquización que
será presentada después por Bloomfield como la posibilidad
que tienen los primeros de aparecer como "formas libres"
mientras que los segundos serán siempre "formas ligadas".
Si excluimos al fonema y al femema, asignables al
análisis fonológico, nos resta por considerar una unidad que, tal
y como aparece en el cuadro, es forma mínima privada de
significado que pertenece a la gramática de una lengua y que
Bloomfield define así: "un rasgo simple de distribución
gramatical" (1964:195). El taxema entonces es un rasgo de
rección que cada morfema o tagmema comporta y determinará
sus posibilidades de aparición en la cadena: su distribución. Los
taxemas serán los determinantes de la construcción gramatical,
de la forma táctica.
Será un taxema entonces el que determine la relación de
un afijo con el morfema correspondiente y especificará si se
trata de un prefijo o de un sufijo. Bloomfield llama taxemas de
orden a aquellos que determinan la inversión del orden básico
de las palabras para convertir una aseveración en interrogación
(en inglés) y son también taxemas los que determinan el orden
46
básico de las oraciones declarativas. Así se construye
entonces el "edificio" con el cual tantas veces fue comparada la
lengua cuando era vista desde el estructuralismo.
La gramática de una lengua será, para Bloomfield un
recorrido descriptivo desde los constituyentes últimos
(morfemas y tagmemas) hacia el constituyente primario
(oración) y viceversa, determinando las unidades y los taxemas
que operan en cada nivel e intervienen en la construcción de las
unidades significativas propiamente tales puesto que el
morfema, aunque se considera la mínima unidad
fonético-semántica, no parece constituir por sí misma
significados, a menos que, como dice Bloomfield, sea
actualizado en el habla, en cuyo caso aparecerá entonces,
como forma independiente y caracterizado gramaticalmente
como una forma lingüística dotada de significado.
Varias unidades intermedias aparecen en el recorrido
que lleva, ahora a la inversa, desde los constituyentes últimos
hacia el constituyente primario. En primer lugar: la palabra,
definida según la célebre fórmula de "mínima forma libre".
En el nivel superior encontramos la frase (o grupo) que
se define como "forma independiente que está constituida
enteramente por dos o más formas menos independientes"
(1964:211). Estas formas menos independientes en relación
con la frase serán "palabras" que, al integrar el nivel superior,
contraen relaciones entre sí, relaciones tácticas, que las hacen
interdependientes. Al igual que las palabras, las frases perderán
independencia al formar parte de la estructura de "una forma
lingüística independiente que no está incluida, en virtud de
ninguna construcción gramatical, en ninguna forma lingüística
mayor", esto es, en una oración.
Para Bloomfield (y, con él, para los estructuralistas de
esta escuela), las "formas tácticas" empiezan entonces en el
nivel de la palabra y se caracterizan por cuatro tipos de
disposiciones generales, a saber:
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a. el orden;
b. la modulación (el empleo de "fonemas secundarios"
tales como el acento y la entonación);
c. la modificación fonética en los fonemas primarios de
una lengua (alomorfos); y
d. la selección.
48
elemento podrá definirse como un rasgo formal (taxema) que
especifica la distribución de ese elemento o de su clase.
Entendida en estos términos, la función permitirá introducir dos
conceptos sintácticos bloomfieldianos que, como el de
constituyentes inmediatos, transcendieron a esta escuela: el de
construcciones exocéntricas y endocéntricas. Estas se
definirán como formas intermedias entre la palabra o la oración,
en tanto constituyen una unidad mayor que la palabra, pero se
clasifican funcionalmente como una de ellas. Será exocéntrica
una construcción que no pertenece a la misma clase funcional
que su núcleo sintáctico, mientras que, en las construcciones
endocéntricas, la construcción completa podrá ser incluida en la
clase de palabras a la que pertenece el núcleo que la rige y que
recibe sus modificadores por coordinación o por subordinación.
La construcción exocéntrica por definición será, evidentemente,
la oración y, en ella, el predicado, mientras que, por definición,
el sujeto pertenecerá al tipo de las construcciones
endocéntricas.
Por otra parte, será la pertenencia a una clase la que
determinará los taxemas de selección de cada unidad, es
decir, sus posibilidades de aparecer en una función
determinada:
49
i. congruencia (semántica): si el actor pertenece a una
subclase A, la acción debe ser de la subclase A;
ii. régimen: en el sentido tradicional de que una forma
determina (o solicita) la presencia obligatoria de otra; y
iii. la referencia cruzada que se establece entre una frase o
construcción y la forma sustituta que lo re-presenta en la
oración. Los ejemplos de Bloomfield pertenecen todos a
lo que llamamos formas pronominales, así, esta
concordancia sería la que se establece entre el elemento
anafórico y la forma plena.9
50
consideró como una realidad correlativa a las formas
lingüísticas y a las "construcciones" de estas formas. Pero toda
la lingüística posterior es, también, una reacción contra
Bloomfield, esencialmente porque no se considerará que haya
paralelismo necesario entre la distribución y el significado: para
la lingüística funcional tanto como para la gramática generativa,
no se trata de eliminar la distribución como una consideración
pertinente en la descripción lingüística sino de plantear que, si
bien esta es pertinente, no es suficiente para explicar la
organización de los elementos lingüísticos.
51
concerniente al análisis gramatical, es un capítulo titulado "El
modelo de una lengua" (1972:138-145) donde Hockett
presenta, en términos que luego nos serán familiares, los
sistemas y sub-sistemas, centrales y periféricos, que componen
la lengua, a saber:
52
nítidamente presentada como un repertorio de elementos que,
en sí mismos, comportan la posibilidad de relacionarse con
otros elementos, que aparecerán entonces llamados por estos,
la oración se convierte en una línea donde todos los elementos
tienen el mismo rango y se "ajustan" a la izquierda y a la
derecha en el sistema de casillas con el cual se construye el
"edificio" de la lengua.
El "modelo puro", el "rigor a toda costa", llevarán a esta
escuela (ahora entendida como tal: el grupo de "descriptivistas
post-bloomfieldianos"), hacia su propia ruina. En estos
extremos la lengua se convierte casi en una nomenclatura,
"mecanizada" y "rigidizada" a tal punto que no se puede
comprender cómo se puede salir de ella hacia los mensajes
lingüísticos, no se puede entender cómo se articula este
mecanismo.
53
utterance (sentence) structure in the language. [...] The method
described in this paper will require no elements other than
morphemes and sequences of morphemes, and no operation
other than substitution repeated time and again. (1946:161)
54
por extraño que pueda parecer, es la oración, puesto que es en
su contexto que podrán establecerse y definirse las unidades
menores. Esta es una morfosintaxis en el sentido estricto de
este término. De este modo, operando mediante la reiterada
sustitución de los elementos a fin de establecer las
compatibilidades de cada unidad, no es necesario recurrir a
ningún otro medio de determinación de las unidades y, mucho
menos, al significado, el cual se encuentra ahora definitiva y
decididamente excluido de este método.
Definido según la tradición iniciada por Bloomfield, esto
es, como un tipo de correlación posible entre la oración que se
produce y la situación social en la cual ocurre, el análisis del
significado se torna impracticable para esta lingüística
descriptiva pues no parece, de ninguna manera, formalizable,
ya que no tenemos que esperar solamente al desarrollo de la
ciencia que nos dirá "exactamente" cuál es el significado de las
palabras (en términos de la estructura molecular de sus
referentes, o algo así) sino que, además, hay que esperar un
desarrollo de la sociología tal que pueda decirnos cuántas y
cuáles son las situaciones sociales en las cuales participamos
y, en ellas, cómo nos comportamos, de modo que, también,
podamos establecer lo que decimos (o diremos).
55
datos?) y que, en todo caso, representan las estructuras que
constituyen el entorno morfemático en el cual se establecieron
las clases de morfemas para esta lengua. Estos esquemas son
los siguientes:
56
He afirmado que esta es una escuela que se sustenta en
dos pilares: Edward Sapir y Leonard Bloomfield, son ellos los
que conducirán esta corriente, este punto de vista sobre la
lingüística y sus tareas.
A pesar de que, en efecto, esta teoría se formula ante el
peso de los hechos y cediendo ante ellos; a pesar de la
concepción inductiva que logra, con frecuencia, que los puntos
de vista se desdibujen (lo que ha hecho pensar en que no hay
aquí un "punto de vista" que sustente la aproximación al
lenguaje); a pesar de todo ello, y quizá paradójicamente,
podríamos decir que este es uno de los puntos de vista más
"férreos" y más rigurosos en la historia de la lingüística pues,
tanto los teóricos como los seguidores, mantienen una visión de
lo que debe ser la lingüística: descripción y no otra cosa. Como
resultado y contrapartida, esta escuela produce un método
riguroso de análisis de los datos que influirá profundamente al
resto de la lingüística y del que no podremos separarnos, sobre
todo en gramática.
57
58
3. La sintaxis de las formas:
de la gramática general a la gramática
generativa
Si l'on examine avec soin ce qui attache ordinairement
les hommes plutôt à une opinion qu'à une autre, on trouvera que
ce n'est pas la pénétration de la vérité et la force des raisons; mais
quelque lien d'amour propre, d'intérêt ou de passion. C'est le poids
qui emporte la balance, et qui nous détermine dans la plupart de
nos doutes; c'est ce qui donne le plus grand branle à nos
jugements, et qui nous arrête le plus fortement. Nous jugeons
des choses, non par ce qu'elles sont en elles-mêmes; mais par ce
qu'elles sont à notre égard: la vérité et l'utilité ne sont pour nous
qu'une même chose. (Arnauld y Nicole 1970:42)
59
cual había mostrado que las construcciones lingüísticas latinas
tenían causas lógicas y naturales. Las lenguas modernas debían
reflejar entonces esas mismas causas y sus estructuras se
concebían, por lo tanto, como marcos formales apoyados en la
lógica. Así las cosas, no es extraño entonces que le bourgois
gentilhomme reciba lecciones de gramática de un maestro de
filosofía. Tal como señala Julia Kristeva,
Port Royal
La abadía de Port Royal des Champs es conocida por la
obra de tres de sus abates: Claude Lancelot, Antoine Arnauld y
Pierre Nicole. Los dos primeros publicarán, en 1660, la
Grammaire générale et raisonnée contenant les fondéments
del'art de parler expliqués d'une manière claire et naturelle; les
raisons de ce qui est commun a toutes les langues, et des
principales différences qui s'y rencontrent, etc., y de nuevo
Arnauld, esta vez junto a Pierre Nicole, publicarán en 1662, La
Logique ou l'art de penser, contenant, outre les règles communes,
plusieurs observations nouvelles, propres à former le jugement.
La consideración tan solo de los títulos de estas obras nos
acerca ya a la orientación sobre su contenido. La gramática es "el
arte de hablar", en esto Port-Royal no se diferenciará radicalmente
de sus contemporáneos, sin embargo, no pueden eximirse de la
explicación de "lo que es común a todas las lenguas" pues "el arte
de hablar" es concebido aquí como "un des plus grands avantages
de l'homme", como una capacidad específica del ser humano que
se manifiesta en las diferentes lenguas pero tiene un fundamento
común: el pensamiento, las ideas.
60
No se trata entonces de exponer en la Grammaire las
reglas del uso cortesano de la lengua francesa, sino más bien de
ver lo que en ella hay de común con otras lenguas pues, en esa
semejanza se encontrarán los fundamentos del arte no sólo de
hablar sino también de pensar. No es por amistad entonces que
Lancelot y Arnauld suscriben la gramática, si ambos aparecen
como autores es porque hay aspectos del "arte de hablar" para los
que Lancelot deberá contar con la ayuda y los argumentos de
Arnauld. Los territorios del gramático y del lógico no estarán
separados en esta abadía.
Sin sorpresas entonces, la Grammaire empieza con la
siguiente afirmación:
61
l'étage manifeste des phrases, des mots et discours, des usages,
de tournures, qui à eux tous constituent le corps visible de la
langue et l'étage non manifeste des principes qui doivent avec une
clarté parfaite rendre compte des faits qu'on peut observer. (1969:
viii)
62
Ciertamente, habrá que esperar hasta los primeros años
de nuestro siglo para volver a encontrar una exposición tan nítida
sobre la naturaleza del signo lingüístico. Arbitrario y psicológico.
2. En la segunda parte de la gramática, "Où il est parlé des
principes et des raisons sur lesquelles son appuyées les diverses
formes de la signification des mots", en el primer capítulo, los
gramáticos de Port Royal proponen:
63
Aún hoy aprendemos que el sujeto es "aquello de lo que se
dice algo" y el predicado "lo que se dice del sujeto". La lingüística
deberá esperar justamente estos tiempos que he llamado del
"primado de la sintaxis" para poder empezar a cambiar estas
concepciones de lo que son los constituyentes primarios de la
oración y definirlos estructuralmente, para poder entonces, a
continuación, reconocer en estas definiciones tradicionales otro
rango. Definitivamente las definiciones de Port Royal y de toda la
tradición que empieza entonces, son definiciones nocionales que
dan cuenta de otra estructuración que no es la de los
componentes de la cadena sintáctica. Sujeto y predicado son
constituyentes gramaticales que deben categorizarse con criterios
propios de este nivel, ahora bien ¿por qué han sido tan aceptadas
estas definiciones? Probablemente porque no dejan de tener
razón, si no desde el punto de vista gramatical, por lo menos
desde el punto de vista pragmático: aquello de lo que se habla y lo
que se dice sobre ello son entidades que funcionan en el nivel
pragmático del discurso, esas que algunas veces hemos llamado
sujeto y predicado "psicológicos", o bien, tema y rema, los cuales,
como sabemos ahora, estructuran el mensaje de otra manera y no
coinciden, necesariamente, con el sujeto (el primero) y con el
predicado (el segundo).
4. Al considerar la proposición y sus "partes", los
gramáticos de Port Royal establecen una diferenciación de dos
grandes clases de palabras: unas "signifient les objets des
pensées" como los nombres, artículos, pronombres, participios,
preposiciones y adverbios; las otras "la forme et la manière de nos
pensées" y estas son los verbos, las conjunciones y las
interjecciones. Enseguida pasan a considerar cada una de ellas
por separado. Yo no puedo hacer lo mismo, pero me voy a
detener en los pronombres y, muy especialmente, en un párrafo
en el cual se definen los pronombres relativos, pues esta
definición ha sido muy citada y será además útil para el desarrollo
de mi exposición posterior.
64
Ce qu'il a de commun, est qu'il se met au lieu du nom;[...] Ce qu'il a
de propre peut être considéré en deux manières: la 1ère en ce qu'il
a toujours rapport a un autre nom ou pronom, qu'on appele
antécédent, comme Dieu qui est saint. Dieu est l'antécédent du
relatif qui. [...] La 2ème chose que le rélatif a de propre et que je ne
sache point avoir encore été remarquée par personne, est que la
proposition dans laquelle il entre (qu'on peut appeler incidente),
peut faire partie du sujet ou de l'attribut d'une autre proposition,
qu'on peut appeler principale. [...]
Cette union de plusieurs termes dans le sujet et dans
l'attribut est quelquefois telle, qu'elle n'empêche pas que la
proposition ne soit simple, ne contenant en soi qu'en seul
jugement ou affirmation, comme quand je dis: La valeur d'Achille a
été cause de la prise de Troie. [...]
Mais d'autres fois aussi, ces sortes de propositions dont
le sujet ou l'attribut sont composés de plusieurs termes, enferment,
au moins dans notre esprit, plusieurs jugements, dont on peut faire
autant de propositions, comme quand je dis: Dieu invisible a créé
le monde visible: il se passe trois jugements dans mon esprit,
renfermés dans cette proposition. Car je juge premièrement que
Dieu est invisible; 2º qu'il a créé le monde; 3º que le monde est
visible. Et de ces trois propositions, la seconde est la principale et
l'essentiel de la proposition: mais la première et la troisième ne
sont qu'incidentes, et ne font que partie de la principale, dont la
première en compose le sujet, et la dernière l'attribut.
Or ces propositions incidentes sont souvent dans notre
esprit, sans être exprimées par des paroles, comme dans
l'exemple proposé. Mais quelquefois aussi on les marque
expressément; et c'est à quoi sert le rélatif, comme quand je réduis
le même exemple à ces termes: Dieu, QUI est invisible, a créé le
monde QUI est visible. (1969:50)
65
Fieles a la tradición que emparenta la gramática y la lógica
y define las unidades de la primera en términos de la segunda,
estos gramáticos no hablarán de oración sino de proposición. Al
considerar las proposiciones en su constitución, Lancelot y
Arnauld notan que, entre ellas se establece una jerarquía, así, por
ejemplo, se pueden distinguir proposiciones principales e
incidentes. Preguntémonos ahora ¿principales e incidentes con
respecto a qué? La respuesta no aparece en esta gramática, sin
embargo, la jerarquía parece establecerse cuando, entre dos o
más proposiciones, una de ellas muestra una cierta autonomía
predicativa mientras que la(s) otra(s) concurren para modificar
esta predicación incidiendo en ella, sin que esto impida que cada
una de estas proposiciones, cuando aparece sola, manifieste en sí
misma autonomía predicativa. Esto aparecerá más claro con un
ejemplo o, mejor aún, parafraseando el ejemplo de Port Royal, a
saber: las proposiciones Dios es invisible, Dios creó el mundo y el
mundo es visible, son, cada una de ellas, "autosuficientes" y
manifiestan autonomía predicativa. Puesto en términos más
llanos, cada una de ellas se basta a sí misma (tanto sintáctica
como semánticamente) y puede aparecer sola. Este criterio de la
independencia predicativa forma parte ya de la tradición
gramatical e incluso está tan arraigado que, durante siglos, hemos
tomado a la oración (o a la proposición) como unidad límite en el
análisis sintáctico. Ahora bien, si las tres proposiciones que
mencioné antes entran en relación, en una relación que es, en sí
misma, predicativa, entonces tienen, como todos los elementos en
sintaxis, que someterse a una jerarquía, deberán establecer cuál
de ellas es la "principal" o regente, y cuáles las "incidentes". De
nuevo, ¿principales e incidentes con respecto a qué?
Aparentemente con respecto a su contenido semántico, al juicio
que expresan. Una de estas proposiciones "dirá" el núcleo
semántico y las otras concurrirán para especificar la referencia de
ese núcleo semántico. Ahora bien, todavía hay que preguntarse
¿cuándo sucede todo esto? Evidentemente antes de que las
proposiciones "aparezcan" en el discurso. El hablante establece
los contenidos que va a comunicar, los formula como
proposiciones (o, quizá, estos contenidos solo sean comunicables
en tanto tienen la forma de proposiciones y, entonces, aparecerán
66
siempre como tales), jerarquiza las relaciones entre las
proposiciones y entonces emite un enunciado que, simple o
complejo desde el punto de vista gramatical, incluya las tres
sub-proposiciones anteriores: Dios invisible creó el mundo visible,
o bien, Dios que es invisible creó el mundo que es visible.
En términos sintácticos, ¿qué significa todo esto? Significa,
nada más y nada menos, que por primera vez, la cadena
sintáctica ha sido concebida como el producto de una operación
sintáctica que jerarquiza y ordena la cadena, y no como una línea
que se ordena de izquierda a derecha y en la cual la única rección
se produce cuando un elemento de la izquierda solo acepta
ciertos elementos a la derecha.
La gramática tradicional no se dará cuenta de este
"descubrimiento" de Port Royal, los estructuralistas tampoco, hará
falta esperar otra gramática.
La gramática de Port Royal dominó el siglo XVII, pero esto
no ocurre porque no haya habido concurrencia,
contemporáneamente aparecerán los manuales de gramática de
Beauzée, Du Marsais y, algo más tarde, el de Condillac, sin
embargo, todas las historias de la lingüística están de acuerdo en
reconocer el cambio de rumbo para el pensamiento lingüístico que
significó la Grammaire générale et raisonnée de Port Royal, un
cambio de rumbo que marcó un camino que seguimos aun hoy.
Desde la gramática general y razonada del siglo XVII hemos
transitado para llegar, en este siglo, a la gramática generativa y
transformacional. Expresamente no he hecho mención hasta
ahora a este segundo modelo ni al autor que lo sustenta mas, en
lo que resta de este capítulo, no me referiré sino a su teoría.1
67
Este texto podría haber sido extraído de algún
contemporáneo de Lancelot, sin embargo su autor lo publicó
trescientos años después, en 1966, en una obra en la cual revisa
de manera bastante aguda la lingüística racionalista: Cartesian
Linguistics. A chapter in the history of rationalist thought. Quien así
se expresa, en efecto, no es alguno de los racionalistas del siglo
XVII, sino un lingüista que ha reivindicado, para su comprensión
del lenguaje, los principios y las bases teóricas del racionalismo
de los siglos XVII y XVIII: Noam Avram Chomsky.
Chomsky, según sus biógrafos, estudió física y filosofía
además de lingüística. No parece extraño entonces que, al
dedicarse a esta última, se interese justamente por otro físico y
filósofo que, aunque no se dedicara expresamente a estudiar el
lenguaje, influyó definitivamente el rumbo del pensamiento
lingüístico de su tiempo: René Descartes.
Tal como lo señala el propio Chomsky, "en sus escritos
Descartes no hace más que escasas referencias al lenguaje [sin
embargo] en la formulación de su punto de vista general juegan un
papel significativo ciertas observaciones acerca de la naturaleza
del mismo" (1978:17). Julia Kristeva (1981) opina en el mismo
sentido que Chomsky sobre la extensión de las referencias
cartesianas al lenguaje y señala incluso cómo, en su teoría,
Descartes propone la existencia de un pensamiento
extra-lingüístico y designa el lenguaje como "una de las causas de
nuestros errores" en la percepción de las cosas, de la realidad,
quedando así el lenguaje prácticamente excluido del
razonamiento cartesiano, ya que se considera intermediario inútil
y superfluo entre la realidad de las cosas y la de los pensamientos.
Sin embargo, como señala la misma Kristeva, la paradoja querrá
que sea la filosofía del conocimiento propuesta por Descartes una
de las obras más influyentes en la concepción de la lengua y esto
no solo en sus contemporáneos sino, también, en los
"racionalistas" de este siglo.
68
Exclusivamente humano
Chomsky parece deslumbrarse y, ciertamente, no sin
razón, ante la existencia del lenguaje como capacidad específica
del ser humano y evidencia de procesos psicológicos superiores
en la especie. Hoy en día, los estudios psicolingüísticos que la
obra del mismo Chomsky impulsó, lejos de alejarnos de esta
evidencia sorprendente, nos confirman el carácter exclusivamente
humano de esta capacidad. Alguna vez, Eric Lenneberg (ese
neurólogo cuya obra influenció tanto a Chomsky) fue interrogado
sobre la posibilidad de que un individuo cuyo cerebro fuera del
mismo tamaño y del mismo peso que el de un adulto normal,
pudiera adquirir una lengua. Lenneberg contestó con un rotundo
sí pero, agregó, a condición de que ese individuo pertenezca a la
especie homo sapiens.2 Después de los delfines y los chimpancés
amaestrados, después de von Frisch y sus abejas, no podemos
dudar ya de esta exclusividad.
La investigación psicolingüística del siglo XX confirma
también lo que, entre muchos otros, Descartes y después
Chomsky han sostenido: que esta capacidad específicamente
humana es independiente de la inteligencia. Recordemos la
célebre frase de Chomsky, de inspiración cartesiana:
69
Hoy sabemos que entre las evidencias de la creatividad del
pensamiento humano están esos aparatos que son, en efecto,
capaces de producir emisiones lingüísticas pero que no saben
reconocer, en cada caso, las evidencias contextuales y
situacionales que intervienen en el habla por lo que, estas
máquinas, no saben hablar. El uso de la lengua, entonces, no es
mecanizable. Esta noción de "no-mecanización del uso" es clave
para Chomsky pues su tradición escolar bloomfieldiana le ha
insistido justamente en lo contrario, en la visión mecánica en
términos conductistas de estímulo-respuesta. Chomsky se alza
contra este punto de vista reductor, aunque su rechazo lo lleve
hacia otra reducción: en Lingüística cartesiana afirma, siguiendo a
Descartes y a Cordemoy, que
70
Sin querer abusar del sistema chomskiano de las lecturas
parcializadas, que no ven sino aquello en lo que "verdad y utilidad
son la misma cosa", señalaré solamente la ingenuidad de esta
afirmación que hace de cada hablante un individuo en el sentido
absoluto del término, individuo para el cual la historia, la sociedad
de la cual ha aprendido una lengua, no cuentan para nada,
individuo que, además, "habla solo" pues no se entiende en qué
consiste la libre expresión del pensamiento cuando los medios
para esta expresión han sido liberados de su función
comunicativa.
Un año antes de Lingüística cartesiana, en 1965, Chomsky
publicó la obra en la cual su gramática aparece más acabada:
Aspectos de la teoría de la sintaxis. En los "preliminares
metodológicos", Chomsky hace esa famosa afirmación que tantas
controversias ha producido:
71
la "no mecanización del uso" que, para esta teoría, es importante
en dos sentidos, acabo de exponer el primero.
Veamos ahora el segundo que, de alguna manera, ha
aparecido ya en la exposición: en la cita de Descartes se
evidencia una de las razones por las cuales Chomsky se interesa
en él, esto es, la idea que tiene Descartes de que una
característica especial de esa capacidad humana es la de poder
ser "renovada" cada vez: Chomsky insistirá a lo largo de toda su
obra en ese aspecto creativo del lenguaje, la creatividad del uso
de la lengua, esa "maravillosa invención" que notaron los abates
de Port Royal, "que permite componer con 25 o 30 sonidos esa
infinita variedad de palabras". En palabras de Chomsky, "una
propiedad esencial del lenguaje es que proporciona los medios
para expresar infinitos pensamientos y para reaccionar
apropiadamente en una infinidad de situaciones nuevas" (1971:8).
De hecho, en Estructuras sintácticas, la primera exposición de su
teoría, publicada en 1957, hace de esta característica de las
lenguas, su propiedad definitoria:
72
La lengua como conocimiento
Si la lengua es un sistema "generador" (infinito) de
oraciones, entonces "La gramática de L será un ingenio que
genere todas las secuencias gramaticales de L y ninguna de las
agramaticales" (1974a:27). Esta es la primera definición de
gramática que Chomsky da a conocer (en 1957), en 1965 dirá:
73
los medios finitos. Esta competencia se obtiene sobre la base de
una experiencia limitada a los datos del habla, a las interacciones
lingüísticas reales en las que el hablante-oyente ideal deja de
serlo y se convierte en un hablante real de su lengua materna. Si a
Saussure estas situaciones le habían parecido multiformes y
heteróclitas, a Chomsky le parecen poco menos que desastrosas
y no logra explicarse cómo es posible que alguien pueda adquirir
una lengua en tales situaciones. Su punto de vista teórico lo
llevará a responder sobre la adquisición de la competencia de una
manera particular y no exenta de polémica que revisaré más
adelante. Lo que me interesa destacar aquí es que la competencia
es una suerte de mecanismo formal abstraído a partir de los datos
del habla real y que, en palabras del propio Chomsky,
74
dimensiones varias" (1971:12), y da con ello derecho de
existencia a los usos verdaderamente creativos del lenguaje.
La gramática de una lengua es, entonces, la descripción
de la competencia que el hablante nativo tiene de su lengua. Para
los fines teóricos, ese hablante nativo será "ideal". Así, la
"gramática de los lingüistas", no la del hablante nativo, será el
resultado de una doble idealización: idealización del uso de la
lengua (de la actuación), que ha sido despojada de sus fines
comunicativos para convertirse en instrumento del pensamiento y
generadora de oraciones "no-aberrantes"; y, también, idealización
de estas estructuras en una meta-teoría que se propone describir
los procesos de generación de las oraciones.
75
Podemos considerar una gramática particular como un intento de
especificar la información de que dispone en principio A
[hablante-oyente] (es decir, aparte de las limitaciones de atención,
memoria, etc.) que lo hace capaz de comprender una emisión
arbitraria, en la medida nada trivial de que la comprensión está
determinada por la descripción estructural que provee la
gramática generativa. (1977:28)
76
el que proveerá las "razones" de la gramática. Mientras más
"razones" puedan evidenciarse más general será la gramática.
Según lo que hemos visto hasta ahora, no ha sido muy
largo el recorrido que conduce de Port Royal a Chomsky. Este se
reduce aún más si consideramos que, al igual que para Port
Royal, para Chomsky el estudio de las lenguas no valdrá sino en
la medida en que el lingüista sea capaz de formular una teoría
general que dé cuenta de la capacidad exclusiva y, con ello, se
acerque a la explicación no solo de esta capacidad sino, además,
de los procesos de la mente humana (en el entendido de que
suponemos que de allí proviene y que allí se aloja dicha
capacidad). En efecto, para Chomsky,
77
del poder explicativo de la teoría y evidenciará, no sin cierto
orgullo, los adelantos en el sistema de hipótesis que permitan
"estrechar y restringir" los elementos necesarios para la
explicación. De cierta manera se puede decir que de Estructuras
sintácticas a Aspectos, y de la teoría estándar a la teoría de los
principios y parámetros, si Chomsky ha reformulado su teoría lo
ha hecho en la búsqueda de un grado cada vez mayor de
abstracción y, por lo tanto, de poder explicativo de la teoría. Lo
que no ha cambiado es el conjunto de hipótesis sobre los cuales
se fundamenta la teoría, este, por el contrario, aparece cada vez
con más convicción, pues Chomsky parece cada vez más seguro
de que el aspecto creador y la visión generativa de la lengua es el
camino que conduce a la explicación.
Veremos más adelante las variaciones en el modelo
gramatical, pero antes, revisaré brevemente tres principios de la
visión chomskiana relacionados, esta vez, con la noción de "teoría
general".
a. De la definición de los objetivos y alcances de la teoría
lingüística que acabo de citar, puede colegirse que se trata, en
este caso, de un modelo hipotético-deductivo, un sistema de
hipótesis que, tanto en la teoría como en las gramáticas, no
dependerá de la observación directa de "todas las lenguas
humanamente posibles" sino más bien, una vez más, de la
creatividad del pensamiento humano. Como Descartes, esta
teoría podría decirnos: "pienso, luego existo".
Para Chomsky la lingüística es esto: la construcción de una
teoría. Una teoría que, retomando lo que he dicho hasta aquí, será
lo suficientemente "razonada" como para ser una teoría general
de las lenguas y, por ello, será también una teoría del lenguaje, de
la exclusivamente humana competencia lingüística: la teoría
entonces precisaría los términos de esta competencia y, con ello,
la naturaleza de la mente.
De nuevo Chomsky está reaccionando contra su tradición
escolar: el estructuralismo "taxonómico" y distribucionalista de
Zellig S. Harris, del cual, más que alumno, se considera discípulo.
Como he dicho en el capítulo anterior, desde Boas hasta Harris, la
lingüística americana había estado demasiado ocupada en la
descripción de las lenguas indígenas como para preocuparse por
78
teorizar y esto es cierto aun en el caso de Sapir y de Bloomfield,
los "teóricos" de esta escuela. Sus desarrollos serán "prácticos",
"analíticos", metodológicos, aunque no por ello exentos de punto
de vista, como he reiterado en el capítulo anterior.
Pero no serán solamente los distribucionalistas los que
sientan el impacto de la insistencia de Chomsky en la precedencia
de la teoría sobre los hechos, Chomsky ha revivido, en el siglo XX,
las disputas ancestrales entre los racionalistas y los empiristas,
entre los que hoy llamamos formalistas y funcionalistas: después
de Chomsky, los lingüistas han tenido que formular explícitamente
los postulados teóricos que sustentan su trabajo.
Todo esto parte de una ingenua creencia de que es posible
ocuparse del lenguaje (o de cualquier objeto de las ciencias
humanas) sin tener un punto de vista que respalde ese
acercamiento. Este punto de vista, la teoría con la que partimos
siempre, puede no ser explícita, puede no ser un objeto en sí
misma, pero está siempre presente, no hay manera de evitarla
(aun si quisiéramos hacerlo esto sería imposible). En esto
Chomsky, tal vez sin quererlo, es legítimo heredero de los
estructuralistas, pues parece creer que las teorías, si no son
explícitas, fuertes, y similares a las que respaldan la investigación
en las ciencias naturales, no son teorías.
Chomsky se acerca más a sus antecesores franceses
cuando insiste en la necesidad de la teoría explícita. Recordemos
que, para Port Royal, la teoría se explica "de una manera clara y
natural" y, sobre todo, al considerar que la "construcción" de la
gramática de las lenguas particulares no vale sino en la medida en
que permite la teoría general, y viceversa, pues las gramáticas
son proporcionadas por la teoría.
b. Como modelo hipotético-deductivo, el sistema teórico
debe formular hipótesis sobre los principios generales del
lenguaje y de las lenguas. Uno de esos principios acaba de
exponerse: el aspecto creador del lenguaje, esa "maravillosa
invención" de la articulación infinita de los medios finitos. Este es
un rasgo común a todas las lenguas que conocemos y, de hecho,
para decir que estamos ante una lengua natural, los lingüistas nos
servimos de este criterio. Se trata, en este caso, de una propiedad
que puede asumirse como rasgo general y, más aún, universal.
79
Chomsky definirá dos tipos de universales que interesan
a la teoría: los universales sustantivos y los universales formales.
Los primeros se definen como el conjunto de categorías que
deben estar presentes en cada lengua natural, "los elementos de
cierto tipo [que] en cualquier lengua deben ser extraídos de una
clase de elementos fija" (1971:28). Chomsky suele ilustrar su
concepto de universales sustantivos citando la definición de
proposición (oración) de la Grammaire en tanto, para él, esta
definición presenta (y abstrae) la estructura de todo enunciado,
aunque cada lengua particular la realiza de acuerdo con su
"genio". En cuanto a los universales formales, estos son derivados
de la teoría. Por ejemplo, en la teoría de Chomsky, toda lengua
tiene un conjunto de reglas sintácticas, que la teoría especifica,
para producir enunciados. Se trata, en este caso de una "asunción
teórica", para decirlo en los términos de esta gramática: la teoría
de la lengua como competencia intrínseca y como "conocimiento"
derivará una serie de principios que se suponen presentes en
todas las lenguas en tanto se conciben teóricamente como una
propiedad de las lenguas.
Sustantivos o formales, la teoría entonces debe aspirar a la
formulación de un sistema de rasgos universales que permitirá
describir y explicar todas las lenguas o, mejor dicho, la capacidad
del lenguaje. Si lo logra, la teoría se torna explicativa y,
evidentemente, permite no solo la explicación de la capacidad
lingüística sino también de la explicación del fundamento de esta
capacidad: la mente humana. Los racionalistas y Chomsky
parecen caminar para encontrarse.
c. el conjunto de universales definidos por la teoría general
permitirán entonces la caracterización de una gramática
universal. Con la mente humana como substrato, las gramáticas
humanas no podrán ser muy diferentes entre sí, por lo que puede
formularse la hipótesis de que, entre la mente y las gramáticas
particulares hay un nivel intermedio que estará representado por
la gramática universal (esto en el caso de que la mente y la
gramática universal no sean la misma cosa, pues por momentos
podría pensarse que para Chomsky es así, aunque esta hipótesis
nunca ha sido formulada explícitamente). Esta gramática
universal sería, lógicamente, innata.
80
La competencia del hablante nativo se adquiere sobre la
base de los datos de la experiencia, se adquiere en la interacción
real con hablantes reales (esto ni Chomsky podrá negarlo), sin
embargo, como se sabe, los hablantes reales son exactamente
opuestos a los hablantes ideales, ¿cómo entonces es posible que
alguien sea capaz de adquirir algo a partir de ese "desorden" que
es la conversación diaria? Si la competencia es un conocimiento
de la lengua tal que ha abstraído las reglas del sistema lingüístico
y permite la comprensión y la producción de los enunciados
además de la identificación de los "enunciados aberrantes" ¿cómo
puede esta competencia provenir de los datos de la experiencia
solamente? La solución está en la consideración de la gramática
universal: esta precede a todo contacto con los datos reales,
puesto que forma parte de las capacidades humanas más
particulares y puede identificarse con los procesos psicológicos
superiores, entonces, lógicamente (de acuerdo con esta teoría), la
gramática universal ya estará ahí cuando el niño nace: la
gramática universal es innata.
Es importante señalar que no hay manera de negar la
predisposición biológica y psicológica que el homo sapiens
evidencia en cada miembro de su especie: esta especie ha
evolucionado de tal manera que cada individuo, al nacer, tiene
todo a su favor para adquirir una lengua. Pero reconocer esto no
implica necesariamente el reconocimiento de un "dispositivo de
adquisición del lenguaje", que se activaría por el contacto con el
habla real y que tendría la forma de una gramática mental (y, por
lo tanto, universal). Chomsky y Descartes se han encontrado al
fin: las ideas son innatas y, como parte de ellas, la gramática. He
mencionado ya lo que para Chomsky constituye la tarea de la
lingüística, ahora esto puede completarse: la tarea de la lingüística
es la de evidenciar la gramática universal a través de una teoría
general. Esta teoría general, tal como señala el mismo Chomsky,
debe poder explicar cómo un "organismo" en su estado inicial
logra obtener una gramática y, al hacerlo, permitirá la creación de
gramáticas descriptivamente adecuadas para las lenguas
particulares. La teoría, entonces, precede a las gramáticas
particulares.
81
De Port-Royal a Chomsky, o de la Gramática
general y razonada a la Gramática generativa y
transformacional
En casi todas la presentaciones que hace de su
concepción de la gramática, Chomsky cita una frase: Dieu
invisible a créé le monde visible. Es esta convicción la que lo
acerca definitivamente a los abates de Port Royal pues, para él, la
principal visión de Port Royal consiste en haber evidenciado el
hecho de que esta frase está compuesta, en realidad, por tres
proposiciones: Dios es invisible, Dios creó el mundo, el mundo es
visible; recordemos también que, para Port Royal, la segunda será
la proposición principal y las otras dos serán "incidentes" y que,
con respecto a la incidencia, el hablante tiene la opción de
formular su enunciado tal y como aparece arriba o bien mediante
la utilización de los pronombres relativos para producir entonces:
Dios que es invisible creó el mundo que es visible.
82
el cual el hablante dispone de ciertas estructuras simples que se
organizarán jerárquicamente y sufrirán algunos cambios internos
en el proceso que las relaciona para constituir los enunciados que,
finalmente, produce el hablante. En el caso del oyente (en la
comprensión) se realizará el camino inverso: a partir de los
enunciados que recibe, el oyente "desandará" el camino de la
producción para llegar a esas estructuras simples que le
permitirán conocer lo que, efectivamente, se le dijo. De esta
manera, varios de los conceptos claves en la gramática
chomskiana aparecen directamente determinados por la
gramática de Port Royal, estos son los conceptos de estructura
superficial y estructura profunda, por una parte y, por la otra, la
concepción que tiene Chomsky del modo como se relacionan
estas dos estructuras, es decir, la idea de que la gramática es un
"aparato generador".
83
En los años 50, cuando las máquinas que imaginaba
Descartes impactaban la cultura occidental, la "teoría de la
comunicación" y la cibernética hacían pensar en que las
estructuras lingüísticas podían formalizarse según el modelo de
los "estados finitos", es decir, como un proceso lineal donde, a
partir de un estado inicial, ocurren una serie de selecciones en
cadena que van siendo determinadas, cada vez, por las
selecciones anteriores, de esta manera: cada frase se concibe
como una serie de puntos en cadena, donde cada punto
representa una selección posible en un conjunto finito de
elementos susceptibles de aparecer en ese punto.
En una gramática de este tipo, las selecciones en cada
punto se realizan de izquierda a derecha y, una vez realizada la
selección en el primer punto, este determinará, en los conjuntos
siguientes, cuáles de las opciones son pertinentes y cuáles no
(por concordancia, por ejemplo); por esta condición, que es
fundamental en este modelo, esta gramática se conoce también
como "gramática dependiente del contexto".3 La condición de
entrada consiste en que, de nuevo, en cada punto, las opciones
sean limitadas, esto es, que se presente un conjunto de opciones
finito.
En un modelo como este, la tarea de la gramática sería
entonces la de determinar cómo se estructura esa serie de puntos
(teóricamente infinito), y la de establecer, también, cuáles son los
elementos que constituyen los conjuntos en los cuales se realizará
la selección (teóricamente finitos).
Propuesta así, esta gramática se parece, y con mucho, a la
gramática propuesta por los distribucionalistas. Recordemos que,
también para ellos, las estructuraciones sintácticas aparecen
como cadenas contextuales en las que cada elemento se define,
justamente, por su distribución, es decir, por su pertenencia a un
conjunto finito que tiene opciones de aparecer en determinados
contextos y no en otros.
Chomsky también equipara estas dos gramáticas y, al
hacerlo, opina que estas quizá hayan sido útiles para la
cibernética pero que las lenguas naturales serían difícilmente
descriptibles en este modelo. Las lenguas naturales necesitan
gramáticas independientes del contexto, aunque no podamos
84
decir, para hacer oposiciones simétricas, que estas gramáticas
serán también "infinitas" pues, al contrario, "un requisito que la
gramática tiene ciertamente que satisfacer es el de ser finita"
(Chomsky 1974a:29), y esto por una razón elemental: si es un
sistema de reglas que genera estructuras sintácticas, estas
reglas, así como las estructuras que se generen, no pueden ser
infinitas, una gramática de este tipo sería impracticable (y no para
los lingüistas, sino para los hablantes).4 Propone entonces
Chomsky una gramática "de la estructura de la frase", una
gramática de las Estructuras sintácticas. Estamos en 1957.
La teoría estándar
La gramática, entonces, es un conjunto finito de reglas que
operan con un conjunto de medios finito que se utilizan
creativamente para generar expresiones (y no estructuras)
incontables.
Esta gramática se compone de un conjunto de reglas que
permiten establecer, a partir de la estructura superficial, cuál ha
sido la estructura profunda que la ha producido, esto es, cuál es la
proposición o proposiciones simples que se encuentran en la base
de la estructura superficial. Estas reglas, conocidas como reglas
de reescritura, generan el marcador sintagmático o, como se le
conoce más generalmente, el diagrama arbóreo que representa
la estructura profunda. En número limitado, estas reglas son:5
85
O
SN SV
det N
V SN SP
det N prep SN
det N
el hombre golpea la madera con el martillo
86
"de superficie". El modelo se revelará entonces insuficiente y
hará necesaria la inclusión de un nuevo sistema de reglas: las
reglas transformacionales.
O1
SN SV
Pedro
V SN
decir
O2
SN SV
María
V SN
insultar a Pedro
a él
87
de la O2, y resulta entonces la cadena: Pedro decir María insultar a él;
2. Formación de clíticos: Pedro decir María insultarlo a él;
3. Concordancia: Pedro dice María insultólo a él;
4. Inserción de QUE: Pedro dice que María insultólo a él;
5. Movimiento de clíticos: Pedro dice que María lo insultó a él;
6. Elisión del pronombre fuerte: Pedro dice que María lo insultó.
88
hacia el hecho de que, en sus fundamentos, el modelo gramatical
no cambia de 1957 a 1965.
De la teoría estándar a la teoría extendida, se especifican
los términos de la gramática pero la concepción general que la
funda se mantiene intacta. En Aspectos, Chomsky abunda en los
puntos claves y desarrolla explícitamente algunos conceptos que
solo estaban esbozados en Estructuras sintácticas, a saber:
1. En este segundo modelo se restringen las reglas
transformacionales, es decir, el sistema de aplicación se
especifica de manera que la teoría sea más abstracta y más
general. Siguiendo el objetivo que se había trazado de hacer una
teoría que cumpliera con los requisitos de restricción y finitud, en
esta segunda versión de la gramática Chomsky especifica que
todo cambio estructural evidenciado entre la estructura profunda y
la superficial no es el resultado de la aplicación de una
transformación, esto es, que además de las reglas
transformacionales, la gramática debe especificar las condiciones
de aplicación de la regla y algunos procesos asociados (como los
de inserción y movimiento de elementos) que afectan a la
estructura profunda. De este modo se pretende categorizar el
conjunto de reglas, ordenar su aplicación y limitar su número. Se
pretende también hacer de las transformaciones un conjunto de
reglas más general que dé cuenta de manera más eficiente de las
categorías universales, dejando las especificaciones y
restricciones de aplicación a las gramáticas particulares de las
lenguas.
2. En Aspectos aparecen explícitamente definidos los
pares: competencia / actuación, estructura profunda / estructura
superficial, gramatical / aceptable. Igualmente, Chomsky define
aquí los universales (formales y sustantivos) cuyo establecimiento
constituye la tarea principal de la lingüística.
3. La base teórica, entonces, no cambia y la teoría
gramatical tampoco lo hace fundamentalmente. La concepción de
la sintaxis es la misma. La gramática de la lengua se centra en la
sintaxis y en sus dos "sub-componentes": el que incluye las reglas
de reescritura y el de las reglas transformacionales. En adelante
este "componente" será llamado "componente de base de la
gramática", y será el encargado de la generación y transformación
89
de las estructuras. Pero es el término mismo de gramática el que
ha cambiado pues ahora incluye, además de la sintaxis
(componente de base), dos componentes interpretativos: el
componente fonológico y el componente semántico. La variación
consiste en que ahora esta gramática podrá representarse como
un conjunto de componentes y subcomponentes que integran el
"aparato generador" y dan cuenta de la competencia lingüística
general de los individuos. En este segundo modelo, la gramática
estará estructurada como sigue:
90
En otras palabras, esta gramática incluye ahora el léxico, tal y
como lo entendía Saussure y, en el léxico (o, más exactamente,
en el lexicón) se incluye, junto a cada entidad, un conjunto de
rasgos semánticos9 que determinan su categorización (en
paradigmas) y especifican la subcategorización de cada elemento
en el paradigma. Así, el primer rasgo que se asigna a todo
elemento es [±verbo], con lo cual se categoriza, y, a continuación,
en cada categoría, se asigna un conjunto de rasgos específicos
que, por ejemplo, en el paradigma de los verbos los distinguirá de
acuerdo con el número de argumentos nominales asociados.10
Además de las reglas de categorización y subcategorización, el
componente semántico incluye un conjunto de reglas de selección
léxica, "que analizan un símbolo (generalmente un símbolo
complejo) en términos de rasgos sintácticos de las contexturas en
que aparecen" (1971:92), es decir, son las reglas que restringen la
distribución de los elementos léxicos a determinadas estructuras
sintácticas, a determinados contextos.
Las reglas de subcategorización determinarán que un
verbo como nacer se subcategoriza como [-transitivo] y que solo
admite un SN el cual no podrá aparecer en la "superficie" con el rol
de objeto directo; por su parte, las reglas de selección
establecerán los "requisitos" que debe cumplir una unidad léxica
para poder aparecer como SN sujeto en una oración que incluya
este verbo. Colorless green ideas sleep furiously será una oración
resultante de la violación de estas reglas y, en términos generales,
cualquier tropo lo será.
91
La cita es extensa porque aparecen en ella los principios
de esta "nueva sintaxis". Cada vez más "racionalista", en los años
80 Chomsky propone una nueva revisión del modelo teórico, que
se conocerá, a principios de esta década como el modelo GB
(government and binding)11 y, a finales de esa misma década,
como modelo de principios y parámetros.
En este nuevo modelo, Chomsky espera acercarse, cada
vez más, a su ambición de formular una teoría más general y más
simple que sea, por lo tanto, más explicativa. La gramática
universal es ahora el centro privilegiado de la atención pues es
esta, como siempre, el objetivo de la teoría. A partir de ella deberá
ser posible deducir las gramáticas particulares. De lo que se trata
es de establecer, de una vez por todas, cuáles son los principios
que constituyen esa gramática universal y, además, establecer los
parámetros particulares que deben considerarse a fin de que las
diferentes lenguas puedan ser explicadas por esta gramática. La
definición de gramática que se presenta en esta "nueva sintaxis"
así lo especifica:
92
En esta nueva gramática, el léxico, entendido como
siempre: el lexicón, tendrá un rol fundamental pues será el
encargado de determinar muchas de las propiedades tanto de las
contexturas sintácticas posibles para cada elemento como,
inclusive, de "aquellas propiedades fonéticas y semánticas no
especificadas por regla alguna" (1988:18).
En esta nueva gramática, de lo que se trata es de lograr un
grado de abstracción tal que permita reducir las especificaciones y
alcanzar los principios. Por esto se reducen las reglas, tanto las de
reescritura como las transformaciones. La teoría debe hacerse
más simple y más general, debe ser más explicativa y, por esto,
más universal.
93
limita los procesos sintácticos a la concordancia; es con él y por él
que se comprende por fin el componente sintáctico de toda
gramática como un mecanismo generador, como una actividad
retórica. La sintaxis de este siglo comienza con Noam Chomsky y
no podrá liberarse de su presencia, pues es él quien establece los
principios y parámetros para una nueva compresión de las
operaciones sintagmáticas. Los "principios" y los "parámetros"
que se encuentran en la base del componente sintáctico variarán
de una teoría a otra, pero la comprensión del "hecho sintáctico" ya
no podrá variar, ahora "any theory-based grammar,
transformational or not, can be stated in generative terms".12
94
4. La sintaxis funcional:
de Praga a las escuelas anglosajonas
95
Sintaxis funcional puede también querer decir: descripción
de las funciones de las unidades, o clases de unidades, en el
interior del sistema lingüístico, descripción y explicación de lo que
el sistema necesita para poder funcionar como tal, de lo que es
pertinente, necesario, improbable o imposible para que haya
sistema lingüístico. Desde este punto de vista, se trata de
establecer las funciones distintivas y opositivas de cada clase de
elementos en el interior del sistema. En términos saussureanos,
se trataría entonces de establecer los valores de cada clase o
rasgo que sean pertinentes en el funcionamiento del sistema. En
esta concepción de la sintaxis, más teórica que la anterior,
estaríamos ante conceptos más abstractos y consideraríamos
entonces unidades tales como morfemas, tipos de morfemas,
estructuras oracionales y tipos de relaciones sintácticas de los
elementos del sistema y, junto al nivel sintáctico, habría que
considerar también las relaciones entre los niveles o, mejor dicho,
habría que explicar el rol de cada nivel a favor del funcionamiento
del sistema en su totalidad. En esta concepción, la primera
definición funcional debe ser la definición de lengua y, a partir de
allí, la explicación de los componentes se presenta como una
tipología.
Sintaxis funcional también quiere decir: descripción y
explicación de las funciones de una unidad o clase de unidades en
el exterior del sistema, es decir, cómo ese sistema (que,
evidentemente, se concibe en los términos anteriores) permite
cumplir funciones externas complejas tales como la comunicación
y la representación o, en términos más generales pero no más
simples, cómo ese sistema cumple la función de la significación
lingüística.
Dependiendo de cada punto de vista, uno de estos
significados, o uno de los aspectos que incluye, pasará a primer
plano y tendrá más peso pero, al mismo tiempo, estas teorías se
encontrarán en la convicción de que la lengua es un sistema
funcional, "un sistema de medios apropiados para un fin", y se
encontrarán también en un cuerpo de premisas que se derivan de
esta concepción y modulan su comprensión de los hechos
lingüísticos.
96
A continuación revisaré algunos de los criterios que han
nutrido el punto de vista funcional en sintaxis a través de la obra
de los autores que más relevancia tienen para establecer las
premisas que explican estas tres posibilidades de comprender el
término sintaxis funcional.
97
Tal como sucederá para toda la lingüística subsiguiente, el
Círculo Lingüístico de Praga se sitúa con respecto a Saussure,
como sigue:
1. El sistema lingüístico
98
El sistema se concibe entonces como un conjunto de
subsistemas que se actualizan según las funciones para las
cuales se usa la lengua y las situaciones lingüísticas en las cuales
interviene el hablante. Así, cuando los praguenses mencionan la
intención del sujeto hablante como criterio explicativo en
lingüística, es a esto a lo que se refieren, es decir, a la necesidad
que tiene que plantearse la lingüística de hacer una descripción de
los tipos de uso para los cuales se pone en funcionamiento la
lengua, usos externos, situaciones de habla, pues en el
establecimiento de estos tipos se encontrará un factor importante
para la definición funcional del sistema. No se trata de una
casuística que enumere las intenciones particulares de cada
hablante, esto no tendría sentido, se trata de conocer las
funciones generales, funciones sociales reales, a las cuales sirve
la lengua y, con ellas, tratar de establecer cuáles son las
categorizaciones funcionales que operan en el sistema. De nuevo,
se trata de la forma y no de la sustancia.
Establecen entonces los praguenses un conjunto de
funciones lingüísticas que, como rasgos de categorización,
pueden aplicarse a los usos de la lengua a fin de establecer su
pertinencia en la definición del sistema, estas son, a saber: el par
lenguaje interno/lenguaje manifiesto; el par lenguaje
intelectual/lenguaje emocional; el par función social de
comunicación/función poética; y, por último, la diferenciación de
los modos de manifestación lingüística, estos son:
99
esta diferenciación que hace de cada una de ellas una entidad
separada no es más que una ficción despistante pues, como
podrá comprenderse a la luz de la definición praguense del
sistema lingüístico, lengua y habla se encuentran en relación
funcional constante, es el habla la que dinamiza el sistema, es el
habla, entendida en términos estrictamente saussureanos, la que
actualizará las variadas finalidades para las cuales se usa la
lengua y no será sino adecuándose a estas finalidades,
subcategorizándose, como el sistema lingüístico podrá servir
efectivamente a la comunicación lingüística. Entre la lengua y el
habla no hay una barrera. Sin confundirse, estas se encuentran en
constante interacción.
Es necesario citar aquí a Saussure y hacerle justicia.
100
No hay barreras entre la lengua y el habla, tampoco las hay
entre la consideración sincrónica y diacrónica del sistema. En
constante interacción con el habla, el sistema, concebido en los
términos que acabo de exponer, no se estatizará nunca sino que,
por el contrario, permanentemente evaluará y revaluará sus
categorías y subcategorías y esto, evidentemente, en términos
funcionales. Jakobson comparará los cambios en el sistema
lingüístico con una película en la cual "la percepción del
movimiento está presente también en el aspecto sincrónico" (en
Trnka et al. 1972:128).
Este punto de vista es una derivación lógica de aquel
según el cual el sistema es dinámico y en constante revaluación.
Lo que resulta necesario resaltar aquí es que, cada uno desde su
punto de vista, los praguenses y Saussure, están afirmando
siempre la prioridad de la noción de sistema, para unos dinámico,
para el otro estático en un momento determinado de su historia,
para ambos, es la noción más relevante en la descripción
lingüística; para ambos, no habrá cambio que no afecte a todo el
sistema; para ambos, "El tiempo no es el factor de la evolución; es
nada más el marco" (Benveniste 1971:7).
" 'Has dicho pig [cerdo] o fig [higo]' dijo el Gato. 'He dicho pig'
replicó Alicia". En este enunciado concreto, el receptor felino trata
de captar nuevamente una elección lingüística realizada por el
emisor. En el código común al Gato y a Alicia, es decir, en el inglés
hablado, la diferencia entre una oclusiva y una fricativa, en un
101
contexto por lo demás idéntico, puede cambiar el sentido del
mensaje. (1974:106)
102
En el nivel sintáctico también se evidencian estas
selecciones:
103
gramatical. Donde mejor resalta la función del sujeto es en la
comparación de la división efectiva de la oración en tema y
enunciación [rema] con la división formal en sujeto y predicado
gramaticales (resulta por ejemplo, que el sujeto gramatical no es,
en checo, tan temático como el sujeto gramatical en francés o en
inglés; la división efectiva de la frase checa, debido al orden de
palabras no mecanizado, en tema y enunciación, permite eliminar
la desavenencia entre tema y sujeto gramatical que otras lenguas
eliminan, por ejemplo, empleando la pasiva). (Trnka et al. 1972:39)
1. Predicación
2. Estructuras sintagmáticas
104
La oración no es una mera sucesión de palabras y esto por
dos razones, la primera acaba de ser expuesta: cada sucesión de
palabras deberá organizarse alrededor de un núcleo, deberá ser
una predicación; la segunda es la siguiente: el hablante no es libre
de escoger cómo los constituyentes de la oración se organizarán
alrededor de ese núcleo predicativo sino que, por el contrario,
esos elementos se organizarán de acuerdo al sistema general de
la lengua, esto es, de acuerdo a los patrones sintagmáticos que la
lengua proporciona. Así, el mismo Mathesius responderá:
105
que se ocupa del "orden de lo que va junto". Vistos desde aquí,
todos los esfuerzos teóricos para definir la sintaxis que se han
hecho en este siglo quizá no hayan estado buscando sino esto.
3. Tema y Rema
106
Vilém Mathesius es el primero en distinguir que se trata, de
hecho, de dos "sujetos" diferentes. Uno es el sujeto de la
estructura y el otro es el sujeto del mensaje; uno es el sujeto que
exigen las lenguas7 para que se constituya una oración y otro es el
sujeto que exigen los hablantes para que haya coherencia en lo
que se dice. Uno es el sujeto y el otro es el tema y ambos no
coinciden necesariamente.
Varios ejemplos permitirán aclarar estos conceptos:
a. Esto es un libro.
b. A Lili le gustan las mandarinas.
c. Escribe en computadora.
d. Mi hijo tiene tres años.
107
mandarinas. Se habla aquí entonces de Lili, de las mandarinas y
de su hijo.
Los conceptos que quiero diferenciar se pueden
ejemplificar con las oraciones f y g. En f, el sujeto gramatical y "de
quien se habla" es el hijo de Lili, en g se sigue hablando de él, pero
el sujeto gramatical es las mandarinas. En términos tradicionales,
en g el sujeto gramatical es las mandarinas y el "sujeto
psicológico" el hijo de Lili, y, en términos praguenses, el sujeto es
las mandarinas y el tema el hijo de Lili.
Como acabamos de ver, se trata de dos nociones
diferentes, sujeto y tema, cada uno en su ámbito, colaboran en la
estructuración de los mensajes reales que un hablante produce. El
primero de ellos da coherencia a la estructura de la oración, el otro
da coherencia al texto en el cual esta oración se inserta. El sujeto
estructura lingüísticamente la oración (en su relación con el
predicado), el tema la estructura de acuerdo con las intenciones
comunicativas del sujeto hablante y puede, por ejemplo, hacer
variar el orden de los elementos en la cadena.
Según los praguenses, en lenguas como el francés y el
inglés, sujeto y tema tienden a coincidir. Si nos fiamos solo de los
datos propuestos en el ejemplo anterior, en español también esto
tendería a ser así, ahora bien, en checo "el sujeto gramatical no es
tan temático" y el tema determina, con mucho, el orden de
palabras.8 Es así como "every language displays a tendency for
this functional sentence perspective" (Mathesius 1983:127).
108
lengua, en términos estrictamente sintácticos, sino también, y
sobre todo, las variaciones estructurales que estos patrones
permiten para reflejar más eficientemente las intenciones del
hablante. Estas intenciones se evidenciarán, precisamente, en las
elecciones que el hablante realice en el conjunto de opciones que
el (o los) paradigma(s) sintáctico(s) le ofrece(n). Estas elecciones
serán pertinentes no solamente para la comunicación sino que,
además, será en virtud de ellas que el oyente podrá orientarse
más eficientemente sobre lo que se le quiere decir o, lo que es lo
mismo, las funciones para las cuales ese acto comunicativo se
está llevando a cabo.
De Praga a Francia
Es esencial conocer todas las diferentes funciones que
caracterizan una lengua, pero es igualmente importante
determinar para cada una, qué monemas están calificados para
desempeñar esta o aquella función. No se conoce ningún idioma
que permita que todas sus unidades significativas desempeñen
todas las funciones que él abarca. Incluso es difícil imaginar cómo
funcionaría tal idioma. (Martinet 1971:91)
109
sistema, es decir, que cada elemento existe en la medida en que
puede distinguirse de otros en el sintagma y en el paradigma
(ambos a la vez).
Así, si para el estructuralismo americano la función de un
elemento es igual a la posición que este puede ocupar en la
cadena; para el "estructuralismo funcional", la función de un
elemento depende de los grados de dependencia o autonomía
(morfo)sintáctica y de sus oposiciones en el sistema de valores
que es la lengua. Para ambos estructuralismos, la noción central
será la descripción de las articulaciones lingüísticas, en esto se
emparentan; sin embargo, una diferencia radical los separará:
para el estructuralismo europeo, la estructura de la lengua no es
una realidad existente en sí misma sino una realidad que se
describe y se explica en el equilibrio entre el sistema y sus usos
concretos. En Saussure este recorrido del uso hacia la estructura
se hacía en un solo sentido, después del Círculo Lingüístico de
Praga, el recorrido se representará más bien como un vaivén de
uno a otro, y cualquier abstracción que pueda alcanzarse en la
descripción deberá relacionarse con la realidad lingüística. Así,
para Martinet
110
relaciones que existen entre los elementos de la experiencia, y
que no son relaciones de pura sucesividad, se pueden delimitar en
una sucesión de unidades lingüísticas, de manera que el receptor
del mensaje pueda reconstruir esta experiencia. (1969:17)
111
Sería un error postular, en todos los enunciados en cualquier
lengua, la existencia del complejo sujeto-predicado, definido
formalmente como lo que permanece cuando se eliminan todas
las expansiones. En primer lugar, ¿quién puede garantizarnos que
no existe una lengua en la que al sujeto y al predicado se añadiría
obligatoriamente, por ejemplo, una especificación temporal o
espacial?
Por otra parte, no es difícil concebir un instrumento de
comunicación lingüística en el que el núcleo irreductible fuera un
predicado de existencia, como [hay] carreras de caballos en
Vincennes hoy en vez de los caballos corren hoy en Vincennes, es
decir, una oración formada por expansión a partir de únicamente
[hay] carrera, en vez del complejo los caballos corren.
Lo que parece que existe en todas las lenguas conocidas
es un núcleo, a partir del cual puede producirse la expansión, y
elementos que constituyen esa expansión. (Martinet 1987:127)
112
explicación del modo como se establecen los valores internos,
sistemáticos, de estas unidades, entendiendo, con ello, que de
estos valores dependerá el funcionamiento comunicativo,
dependerá la naturaleza de la producción y comprensión y
dependerá también la competencia del hablante-oyente, que no
será ideal sino real en este caso.
La premisa de base entonces es que una lengua sin
sintaxis no sería eficiente en su recorrido del sonido hacia el
sentido. No habrá transformaciones en esta sintaxis pero sí,
ciertamente, generación de estructuras de significación.
113
centro de la dinámica comunicativa que permite la oración es el
predicado, hasta el punto de proponer que se hable de un nivel
categoremático antes que de un nivel sintáctico, en tanto será el
categorema (el predicado) el elemento central en este nivel. Una
vez más concebido como el núcleo de la jerarquía estructural,
independientemente de las dimensiones de la estructura.
Aunque no se conciba paradigmáticamente, la oración
será crucial en el funcionamiento de la lengua pues es en la
oración (phrase) donde, para Benveniste, se articula la
significación. También para Benveniste la oración no será
solamente una ordenación de palabras sino, por el contrario, el
espacio en el cual la lengua, proveedora de significados, podrá
finalmente realizarse en el sentido de las oraciones y, a través de
ellas, referir al mundo (o a los mundos).
114
De Praga a Inglaterra
Entre los lingüistas que entran en contacto directo con la
Escuela de Praga se encuentra un joven inglés llamado John
Rupert Firth. A Firth se le cita pocas veces directamente, sin
embargo, nunca deja de mencionársele cuando se habla de otro
inglés, uno de sus estudiantes: Michael Alexander Kirkwood
Halliday.
Halliday es, quizá, el más praguense de los funcionalistas
posteriores al Círculo Lingüístico de Praga. Esto se evidencia en
varios puntos de su teoría, a saber:
1. la noción de sistema
115
2. la semiótica social
116
excepción de los praguenses, hemos venido considerando que la
descripción del sistema lingüístico puede limitarse a la exposición
de los medios estructurales que este incluye y el modo como
opera este mecanismo sin tomar en cuenta que, justamente, este
mecanismo opera porque hay individuos reales que lo usan para
comunicarse. Aislado del uso y de los hablantes, el sistema no
será ni individual ni social. Halliday quiere que la descripción
lingüística muestre cómo se desencadenan las operaciones del
sistema; cómo, en efecto, las opciones del hablante son
pertinentes en la elaboración del sentido; cómo, en efecto, el
sistema lingüístico es un sistema de subsistemas.
De nuevo, hacer una enumeración de los usos cotidianos
(individuales y sociales) de la lengua sería una tarea sin fin y no
tendría ningún valor explicativo. Para poder incluirlos en la
descripción habría que establecer los tipos de situación y hacer
entonces, de las situaciones de comunicación, una forma que
determina la selección de las formas en el sistema. Para ello se
necesitan entonces algunos conceptos "intermedios", entre el
sistema y el uso, que permitan mostrar cómo funciona el sistema
en el uso real y cómo el uso real determina la configuración del
sistema. Estos conceptos "intermedios" son los siguientes:
a. el contexto de situación
117
sé quién lo leerá pero, seguramente, estará interesado por la
lingüística -puesto que llegó hasta aquí-, de modo que puedo
presuponer ciertos conocimientos básicos y permitirme ciertos
tecnicismos. Mi lector, como yo, actuaremos lingüísticamente de
manera muy diferente si nos encontramos para comentar este
libro. Cada uno de nosotros también actuará lingüísticamente de
modo diferente si dejamos de hablar de lingüística y pasamos a
ocuparnos de cosas cotidianas.
La competencia lingüística entonces es mucho más
compleja de lo que Chomsky supone en su teoría pues incluye
otro tipo de conocimientos, además de los conocimientos
léxico-gramaticales. En el sistema lingüístico, y en nuestra
competencia, debe haber una suerte de "manual de instrucciones"
que nos indica cuándo una forma y no otra, una estructura y no
otra, es la más adecuada (además de gramatical) y será, por lo
tanto, la más aceptable. Todos sabemos la extraña impresión que
nos producen "los que hablan como escriben" y, también, la
pedante impresión que nos producen los que usan los tecnicismos
científicos sin considerar si su interlocutor está en condiciones de
decodificarlos eficientemente.12
b. el registro
118
Si el contexto de situación es un tipo, el registro también lo
es. En la teoría de Halliday este se concibe como una forma
determinada por esa otra forma que es la situación. Para poder
ser considerados como parte del sistema, ambos deben serlo,
situación y registro deben ser forma y no sustancia.
Consideremos de nuevo el ejemplo anterior, este libro.
Como decía, los rasgos particulares de la situación determinan
ciertas características de la escritura de este trabajo, pero también
determinan más que eso, determinan su forma general misma, el
esquema que lo rige, el estilo adecuado. En el contexto de
situación identificado como "universitario" o "académico", se
espera un determinado tipo de textos (tanto orales como escritos)
que incluyen justificaciones teóricas y comprobaciones empíricas;
un formato general conocido como "esquema de tesis" que se
compone de presentaciones teóricas generales, presentación de
antecedentes, demostración de resultados, etc. Así, en el recinto
académico se espera que aparezcan textos que coincidan de un
modo general con lo que llamaremos el "registro académico", del
mismo modo que en el recinto hogareño se esperan otros tipos de
registros, menos objetivos y más emocionales, por ejemplo.
Del ejemplo anterior se puede derivar una consecuencia
descriptiva. el registro puede funcionar como una forma de
anticipación o predicción del tipo de situaciones que lo actualiza, y
viceversa. En otras palabras, los tipos de situaciones de habla
determinan ciertos registros y no otros, ciertas opciones en el
sistema y no otras, de modo que conociendo la situación
sabremos qué tipo de registro podemos esperar y, del mismo
modo, conociendo el registro sabremos el tipo de situación que lo
suscitó. Es así en el uso cotidiano de la lengua, los hablantes
saben adecuarse a las situaciones de habla y reconocen la
inadecuación de registro que, en algunos casos, puede ser
duramente penalizada socialmente.
Esta interrelación entre la situación y el registro no está
dada en la lengua, se hace social y culturalmente, ahora bien, una
vez establecida, forma parte de los modos de ser de un grupo
hasta tal punto que puede ser penalizada en el caso de la
inadecuación.13 La frase ¿quién es usted para hablarme así?
normalmente alude a una inadecuación de registro.
119
De lo dicho hasta aquí se sigue, entonces, que hay una
"competencia de registros" que cada uno de nosotros posee y que
se activa en cada acto lingüístico, nuestra competencia nos
permitirá evaluar la adecuación de la relación entre la situación y
el registro. Si es una competencia relacionada con el uso de la
lengua entonces el sistema lingüístico la incluye, esto es, entre los
subsistemas que lo integran, hay uno determinado para
reconocer, paradigmáticamente, los registros y los tipos de
situación en los que participamos.14
c. el texto
120
The concept of texture is enterily appropiate to express the
property of "being a text". A text has texture, and this is what
distinguishes it form something that is not a text. It derives this
texture from the fact that it functions as a unity with respect to its
environement. (Halliday y Hasan 1976:2)
121
particulares a su estructuración. Estos subsistemas dependen
estrechamente, de tres funciones generales que, según Halliday,
configuran el sistema lingüístico. De modo que, para comprender
la concepción que, de la oración, tiene Halliday, debemos exponer
antes la teoría de las funciones del sistema.
122
iniciador del diálogo; es decir, las funciones que se relacionan con
el uso interactivo de la lengua.
c. La función textual, esta es una propiedad interna del
sistema lingüístico que se evidencia cuando este se adapta a las
variaciones de forma y de funciones que ejerce el lenguaje para
producir, cada vez que lo usamos, mensajes lingüísticamente
adecuados, es decir, textos.
Por esta función, el sistema lingüístico se garantiza la
cohesión y la coherencia de los mensajes que produce:
coherencia que se establece entre el uso del sistema lingüístico y
los rasgos de la situación que determinan las variaciones del
mensaje, cohesión y coherencia en el interior del texto como
unidad lingüística. Para Halliday, esta función "permite al
hablante oyente distinguir un texto de un conjunto de oraciones
emitidas al azar" (1975:149).19
123
A partir de esta definición, podemos imaginarnos un
"proceso sintáctico" como el siguiente: el hablante se representa
de una determinada manera su experiencia extralingüística y,
para comunicarla, selecciona en la lengua un sub-sistema que le
permite expresar los acontecimientos, los personajes asociados a
estos acontecimientos y las circunstancias relacionadas con
estos. La lengua le ofrece dos categorías mayores: los elementos
que designan lo estático y aquellos que designan lo dinámico. Así,
en el paradigma pertinente, el hablante seleccionará entre los
designadores de "lo dinámico" (estado o proceso) que
corresponden a la experiencia que quiere comunicar
(normalmente un verbo), así como los designadores de "lo
estático", para nombrar así a los personajes y circunstancias
asociados a este proceso, podrá entonces estructurar una
oración. Como siempre, el núcleo de jerarquización de la oración
es el predicado y, en este, el verbo, que determina la estructura de
la cláusula en términos de [±transitividad] y, con ello, establece
cuántos, y con qué contenido semántico, deberán ser los
sintagmas nominales que se actualicen para completar la
predicación.
Esta definición de la transitividad como dependiente de la
"función cognoscitiva" de la lengua se emparenta con la definición
de oración de Denise François que cité antes y, ambas, deben
mucho a la visión de Mathesius. Aquí, de nuevo, aparece la noción
de que, entre el mundo y los enunciados, la lengua debe
proporcionar los medios para la linealización eficiente de los
mensajes.
124
ningún sentido si, como ha pensado algunas veces la gramática,
las oraciones fueran la expresión de un juicio, y hablar una
especie de aseveración constante; o si, como han pensado
algunas veces los gramáticos, hablar no tuviera siempre que ver
con alguien. No es así en la realidad, no se concibe una lengua en
la cual no haya que "modular" los enunciados de acuerdo a lo que
decimos y, fundamentalmente, a quién se lo decimos y en qué
circunstancias, esto es, estrictamente, modalizarlos.
Halliday hace depender la estructura sintáctica de la
oración de esta función: es decir, si los roles de agente y paciente
(esto es, roles de caso) dependen de la función ideativa, las
categorías de sujeto y predicado dependen de la función
interpersonal. Ahora bien, el sujeto y el predicado son dos
categorías interesan poco a Halliday, quizá porque las considera
suficientemente descritas, en todo caso, la relación entre ellas y la
función interpersonal parece más una decisión que depende del
modelo teórico que de una consideración detallada de las
categorías en sí.
125
Otro subsistema que está regido por la función textual es el
de la determinación de los roles informativos de los distintos
sintagmas nominales de la oración, y esto mediante la asignación
del rasgo [±dado]. La asignación de este rasgo no se confunde
con la determinación del tema y Halliday expone la diferencia en
los siguientes términos:
Además,
126
estructura
función ideativa transitividad
semántica
estructura
función interpersonal modalidad
sintáctica
tema/rema estructura
función textual
información [±dado] pragmática
127
... it is the uses of language that, over tens of thousands of
generations, have shaped the system. Language has evolved to
satisfy human needs; and the way it is organized is functional with
respect to these needs - it is not arbitrary. A functional grammar is
essentially a "natural" grammar, in the sense that everything in it
can be explained, ultimately, by reference to how language is
used. (1985: xiii)
128
tratado de responder a todos los criterios formalistas de Chomsky
en términos funcionalistas, sin que esto signifique siempre que
haya disentido de él. A la definición de gramática como aparato
generador, Halliday agrega esta otra:
De Praga a Norteamérica
El principal teórico del Círculo Lingüístico de Praga:
Roman Jakobson, cruzó el Atlántico en los años cuarenta y, como
en cada nuevo puerto, fundó en 1945 el Círculo Lingüístico de
Nueva York. Es difícil, sin embargo, establecer una filiación directa
entre el funcionalismo praguense y la escuela norteamericana. No
por eso el punto de vista funcional ha dejado de manifestarse,
sobre todo en los últimos años, como un desarrollo del
estructuralismo americano que se expresa en "el otro bando"
frente a Chomsky, sin dejar por ello de sentir la influencia de la
gramática generativo-transformacional.
129
language, culture and cognition. It is pragmatically-based and
rejects formalism for formalism's sake, recognizing instead the
open-ended, contingent, and less-than-categorial nature of
language, behavior and cognition. [...] Finally, it is a determinedly
empirical approach, rejecting Chomsky's "competence" as
anything except a useful preliminary/methodological heuristic in
approaching a complex data base. (1984:10)
130
no de otra porque las mentes humanas, la percepción del entorno
y el procesamiento de esa percepción se hacen de un modo y no
de otro. Halliday decía, "in principle, language is as it is because of
the functions it has evolved to serve" (1974:45). Para los
funcionalistas americanos estas funciones dependerán de la
cognición y las gramáticas serán como son debido a las mentes
que tenemos, la función para la cual han evolucionado las lenguas
es esta: permitirnos comunicar nuestro saber, nuestra percepción
del entorno.
Así, la sintaxis no será innata pero será icónica, en el
sentido de que, para los norteamericanos, estudiando el uso de
las estructuras sintácticas en su rol comunicativo, es posible,
eventualmente, establecer ciertas hipótesis sobre, por una parte,
las relaciones necesarias entre la estructura de la lengua y las
funciones que esta cumple; y, por la otra, sobre cómo algunas de
estas correlaciones pueden ser motivadas sistemáticamente por
los sistemas de percepción y cognición de la especie humana.
131
presentarse en el texto como un sintagma nominal léxico, un
pronombre o cero, entonces, mientras menos relevante sea la
información más posibilidades tendrá esta de aparecer como
pronombre o cero y, correlativamente, mientras mayor sea la
relevancia de la información, mayores serán las posibilidades de
que aparezca como un sintagma léxico. De esta manera, la
"cantidad de codificación" empleada para expresar un ítem de
información será icónica, representará la relevancia relativa de
ese ítem. Esto lo determina, evidentemente, el hablante, es él
quien establece la relevancia que un elemento determinado de la
realidad tiene su discurso, y esto se hace con el único fin de que,
para el oyente, la relevancia quede establecida en los mismos
términos que para el emisor. De esta manera se ratifica la
necesidad de un principio de la "cantidad de código" (así como su
capacidad explicativa), pues el hablante necesitará que este
principio opere cuando formula su discurso y, por su parte, el
oyente lo necesitará para percibir esa relevancia y lo hará,
entonces, por dos medios: el primero, la cantidad misma, que será
percibida como síntoma de relevancia; el segundo, la codificación
efectiva, que se empleará para especificar la referencia (en el
sintagma nominal, esto significa que el núcleo se verá
incrementado por los modificadores que le darán "peso" a este
sintagma). Con base empírica, se formula entonces un principio
que enuncia una tendencia en el uso de las lenguas pero, sobre
todo, se enuncia un principio que operaría en la configuración
interna del sistema como resultado de la funciones externas que
este cumple.
Este "principio de la cantidad de código" tiene su correlato
cognoscitivo:
132
uso la relevancia de los ítemes codificados y, sobre todo, al
permitir evidenciar una característica más general de nuestra
capacidad de atender y memorizar. Por las mismas razones,
porque actuará en coincidencia con nuestras capacidades
cognoscitivas, la sintaxis será funcional.
133
No theory of discourse and grammar will ultimately be adequate, I
believe, without an explicit theory of the competition and
systematic reconciliation of external and internal motivations.
(1985:347)
134
Nos encontramos aquí, como en la definición de Denise
François citada antes, con la noción de la sintaxis como
componente de la lengua que se encarga de procesar la línea de
los mensajes para permitir evidenciar, unidimensionalmente, lo
que, en la realidad, es multidimensional. Este, verdaderamente,
será un punto en común entre los diferentes teóricos de la sintaxis
funcional y será también, en el análisis, una premisa importante
para la interpretación del hecho sintáctico, esto es: el hablante
debe utilizar la sintaxis de su lengua de tal manera que esta le
permita mostrar su percepción del mundo, de las tres
dimensiones; dada la linealidad del significante, entonces, los
recursos sintácticos serán de tal tipo que permitan expresar los
puntos de vista, el énfasis, la relevancia pues, de otra manera, el
mensaje no será eficiente en su transmisión de la información
entre los hablantes; y, lo que es más importante, el sistema de la
lengua y el componente sintáctico en particular deberá incluir
estas posibilidades funcionales. Esta premisa explica, por
ejemplo, la aparición de nociones tales como tema y rema en esta
escuela pues solo esa interpretación pragmática (y estrictamente
funcional) será la que permita explicar ciertas estructuras
sintácticas, por ejemplo, entre otras, la pasiva.
135
hablante, en los textos, esto es, en la realización concreta del
componente sintáctico de la lengua. Givón la presenta de la
siguiente manera,
136
que en ella se encuentra. Esta información se "recupera"
globalmente (para decirlo en los términos de estos mismos
autores, "abrimos un archivo"), ahora bien, al hacerlo, percibimos
con mayor relevancia unos aspectos que otros y aun en la
memoria de experiencias muy vívidas, en las cuales el recuerdo
puede ser igualmente sensible, este recuerdo no aparecerá a
nosotros sino fraccionado y, de cierta manera, jerarquizado.
Esta idea de Chafe es difícil de argumentar en lingüística
pues, en realidad, poco es lo que sabemos sobre el
funcionamiento de la mente y la memoria.20 Ahora bien, los
lingüistas no podemos negar que, en efecto, la memoria tenga
que ver con nuestro quehacer lingüístico y, mucho menos, que
nuestros conocimientos previos sean pertinentes para el uso de la
lengua pues, para no decir sino lo obvio, de eso tratan nuestros
discursos, para decir eso utilizamos nuestra lengua. Sin embargo,
se sale de nuestra descripción una intención psicolingüística que
abarque, simultáneamente, la mente y la lengua. Ahora bien, lo
que sí es de nuestra competencia es la descripción del modo
como se articulan los mensajes y es ahí donde las ideas de Chafe
son sumamente interesantes.
Para Chafe, ese recuerdo global que se jerarquiza, será
presentado lingüísticamente de acuerdo con esa jerarquía y
entonces, los segmentos que podamos delimitar en el texto (tales
como párrafos y oraciones, simples o compuestas), serán
evidencia de esa jerarquía. Esta será otra forma que tiene la
lengua de ser icónica con respecto a nuestras mentes; y, también,
de esta organización dependerá en gran parte la coherencia que
podamos interpretar en esos segmentos. De tal manera que,
cuando analizamos el habla, la unidad que se impone es la unidad
"básica" de interacción lingüística: la oración,21 realizada como
unidad de entonación.
137
La unidad de entonación es, entonces, un segmento
"audible", delimitado por pausas breves, que codifica un ítem de
información activa en la mente del hablante. Esta unidad se
codifica, evidentemente, por medio de la sintaxis, es así como
(¿en los datos analizados por Chafe?),
138
información tenga para él. Es decir, optará, en el caso de los
sintagmas nominales, por una codificación más "pesada" o más
"liviana", sintagmas léxicos, pronominales o cero. En otras
palabras, no será la proposición la que aparezca en el texto sino la
oración correspondiente, actualización de esa proposición que no
necesitará contextualmente de la realización de todos los
elementos presentes en la proposición, tal como sucedía en el
ejemplo que cité antes: la proposición Mi hermano abre la puerta,
podrá presentarse en una oración como Mi hermano si el texto o la
situación lo permiten. Esta oración se realizará, a su vez, en el
habla, como una unidad de entonación, un segmento "audible"
que se configura en relación tanto con la proposición que la
sustenta como con la re-estructuración textual que la oración
solicita.
La tarea del hablante será entonces la configuración de
una línea sintáctica que evidencie su experiencia. La línea del
mensaje será como es porque nuestra capacidad de atender se
reduce a la atención de una sola cosa a la vez y, por sobre todo,
porque la capacidad receptora de nuestro interlocutor se reduce
igualmente. La codificación de los mensajes será lineal porque,
aun cuando pudiéramos decir dos cosas a la vez, hacerlo no sería
eficiente para la comunicación.
Lo más interesante de esta visión de la oración y, también,
lo que la justifica como unidad para el análisis, es el hecho de que
oración y unidad de entonación no coinciden siempre. Según los
datos de Chafe, en la muestra que él analiza, solo dos tercios de
las unidades de entonación son oraciones (simples), el tercio
restante está compuesto por otro tipo de unidades también
presentes en el habla, como decía, falsos arranques,
hesitaciones, regulaciones. Esta noción analítica nos permite
entonces el análisis del habla real, del habla de los
hablantes-oyentes reales, que sí tienen que planificar su discurso
interlocutivamente (y, para esto, necesitan tiempo); los hablantes
que sí tienen falsos arranques y fallas de memoria; los hablantes
que, además de comunicar información a sus interlocutores,
deben manejar la interlocución misma.
139
Los funcionalistas de aquí y de allí
Los diversos autores que he considerado hasta aquí han
encontrado, de un lado y de otro de los océanos, puntos en
común.
Para todos ellos, el sistema lingüístico no puede
concebirse como una entidad cerrada y autónoma que no incluya
su realización funcional. Son los praguenses los más enfáticos en
este punto, no puede separarse la lengua del habla, el sistema de
sus realizaciones, hacerlo es ficticio, en tanto el sistema lingüístico
solo es concebible como un mecanismo funcional que permite la
comunicación. Aislado de las funciones a las que sirve cada vez
que se actualiza, este sistema no coincide con aquel que
verdaderamente existe y aun si podemos sustentarlo
teóricamente no estaremos describiéndolo ni mucho menos
explicándolo.
Concebido en los términos anteriores, el sistema será
dinámico. Un sistema de subsistemas que se activan
funcionalmente a través de las selecciones del hablante. Un
conjunto de categorías que, en el sistema, constituyen un
"potencial de significado", una red de opciones sistemáticamente
posibles.
Además, las funciones externas que la lengua cumpla
configurarán las funciones internas que el sistema incluirá. De
esta manera, el sistema será también heterogéneo, básicamente
porque es un sistema de comunicación para esa heterogénea
especie que es la especie humana. Este sistema se explicará
como heterogéneo porque deberá incluir esa humana
heterogeneidad que nos hace ser, al mismo tiempo, individuos y
miembros de un grupo, habitantes de una región, profesadores de
una fe, sensibles e insensibles, comunicativos y parcos,
monologadores o conversadores.
140
estrictamente sintácticos, que determinan las estructuras básicas
de la predicación y las relaciones entre el sujeto y el predicado;
factores semánticos, que establecen la configuración de los
elementos necesarios para la predicación (en términos de la
transitividad); factores contextuales y situacionales, que
determinan la configuración temática de las estructuras (en el
texto) y la modalización (en la interlocución).
Todos estos factores se incluyen en el sistema, actúan
simultáneamente en la estructuración de los mensajes,
contribuyen a la configuración de una línea sintagmática eficiente
en su función comunicativa. Todos estos factores, entonces,
actúan paradigmáticamente en el sistema o en los subsistemas de
la lengua. Solo así, los mensajes, "masas organizadas de signos",
podrán ser, a su vez, signos.
141
142
La sintaxis: ¿cuál sintaxis?
143
Si nos imagináramos por un momento el proceso completo
de "generación" de un mensaje, este debería aparecernos más o
menos así: el hablante, que conoce y recuerda, que establece lo
que quiere decir, frente a una realidad que, definitivamente, es
tridimensional, el hablante decide los contenidos de su mensaje y
busca los medios eficientes para la linealización de esos
contenidos, para la codificación del mensaje. Como parte de su
plan previo, deberá también establecer el estado de la cognición
del receptor, el tipo de situación que comparten, el interés de lo
que le quiere decir, pues únicamente incluyendo a su interlocutor
en este "plan" podrá adecuar luego sus mensajes
interlocutivamente. Con este plan en mente, recurre entonces al
sistema lingüístico que proveerá los medios para la estructuración
sintáctico-semántica del mensaje pero, a su vez, esta
estructuración deberá reconsiderarse en función del texto en el
cual cada oración se incluye y de las intenciones específicas de
interlocución.
El problema que tiene que enfrentar el hablante, entonces,
es el de la linealización de su experiencia. Veamos todo esto en
un ejemplo sencillo. Si tuviéramos que describir a alguien el lugar
en el que nos encontramos en este momento tendríamos que
reconocer, por lo menos, lo siguiente: este espacio es mensurable
en tres dimensiones; hace calor, pero eso no tiene que ver; hay
algunos elementos definitivamente importantes para que el
interlocutor entienda en qué lugar me encuentro y hay otros que,
por el contrario, no son tan importantes; puedo percibir este
espacio simultáneamente más no puedo mirarlo todo a la vez y,
ciertamente, no podré decirlo todo a la vez; si voy a describir este
espacio tengo dos opciones: la primera, situarme en el centro e ir
girando lentamente y, mientras tanto, iré diciendo lo que veo, la
segunda, considerar el espacio globalmente, organizar lo que me
parece importante y lo que no, organizar el orden en el cual
aparecerá lo importante y, solo entonces, decirlo. Si el hablante
opta por la primera posibilidad nos ofrecerá un conjunto
desordenado de datos que no alcanzarán su objetivo de
descripción. La segunda opción es entonces la adecuada, mirar,
ordenar, jerarquizar y entonces, solo entonces, decir. Para decir,
el sistema lingüístico proveerá los medios (morfo)sintácticos de
144
descripción y, además, ofrecerá los medios para la indicación de
la relevancia, de la jerarquía, del punto de vista, de la relación
interlocutiva, en otras palabras, los medios para "preparar los
efectos del discurso". El sistema lingüístico proveerá los medios
por los cuales el mensaje se estructurará y reestructurará hasta
alcanzar su adecuación comunicativa.
El texto, entonces, la generación de los mensajes, es
cuestión de planificación y oratoria. Todo hablante deberá
"preparar los efectos de su discurso", deberá ponderar el peso de
cada uno de los elementos que son pertinentes en la codificación
y decodificación del mensaje que produce. Todo hablante deberá
mirar hacia sus mensajes en una práctica poética como la que
Jakobson nos ha hecho ver. Todo hablante será, también, un
orador.
145
imposible concebir una sintaxis que se limite a la especificación
distribucional en la línea sin percatarse del hecho de que esas
estructuras son, también, paradigmáticas; en el análisis, es
imposible una descripción que no conciba paradigmáticamente
sus unidades de análisis. Hoy en día es imposible concebir una
sintaxis que no incluya las posibilidades funcionales para las
cuales (y por las cuales) el sistema existe, es imposible concebir
un análisis que no rinda cuenta de la variación que el uso de la
lengua refleja.
Como ciencia, la sintaxis no puede aspirar a ser menos
que la descripción y la explicación de los procesos por los cuales
los hablantes reales, en situaciones reales, logran comunicarse.
Como componente de la lengua, la sintaxis no puede concebirse
como menor o diferente al sistema que incluya todos los
paradigmas necesarios para la comunicación.
La concepción de la sintaxis como parte de la lengua, parte
a la cual corresponderá la composición de los signos complejos,
redundará en una definición de la ciencia que no puede
proponerse sino como la descripción de las relaciones que
ordenan y jerarquizan los elementos en la cadena sintagmática.
Así lo han entendido las teorías que he presentado hasta aquí. La
sintaxis es un componente de la lengua que incluye un conjunto
de paradigmas sintagmáticos que, a la vez, determinan las
estructuras sintácticas y son determinados por ellas.
Además, la sintaxis debe ser el estudio del modo como se
articulan los mensajes reales en una lengua: la descripción y la
explicación del modo como el sistema se actualiza en mensajes
con funciones específicas de comunicación.
Como ciencia, la sintaxis tiene entonces varias tareas:
1. debe describir y explicar las opciones estructurales
(motivadas interna y externamente) que tiene el hablante en
situaciones concretas de habla;
2. debe describir y explicar las reglas sistémicas (internas)
que rigen la elaboración de los mensajes; y
3. debe describir y explicar las características del sistema,
esto es: lo posible, lo necesario y lo imposible en el componente
sintáctico de una lengua.
146
Así concebida, más que una taxonomía será una
semiología del discurso lo que nos permita. Una semiología más
que nunca saussureana en la que el sistema no sea extranjero a
su realización y esta no sea indiferente al orador.
147
148
Notas
capítulo 2
149
10. Los ejemplos citados entre paréntesis son también de Harris 1951.
11. En el texto de Harris hay una nota, referida a esta estructura y las
siguientes, que transcribo a continuación: "Vb indicates a class of
morphemes libe be, seem whose distribution is similar to that of V except that
they also occur before A[djective]." (1951:351, nota 4).
capítulo 3
7. Esto es, SN: sintagma nominal en posición sujeto; SV: sintagma verbal
con función de predicado.
150
9. Conjunto de rasgos que, evidentemente, será también finito.
capítulo 4
151
7. Quizá no todas las lenguas del mundo pero, al menos, las que
conocemos.
152
dependerán, para su adquisición, de la escuela pues se evidenciarán al niño
solamente en el ambiente escolar, así, por ejemplo, lo que he llamado en
este mismo libro el "registro académico", que incluye los esquemas de la
presentación, argumentación y comprobación de las hipótesis.
15. Para este concepto ver, entre otros, Halliday 1982 y 1989 y Halliday y
Hasan 1976 y 1990.
19. Para una definición detallada de estas tres funciones cfr. Halliday 1973.
153
154
Referencias bibliográficas
Chafe, Wallace. 1979. The flow of thought and the flow of language. En
Talmy Givón, ed. Discourse and Syntax. 159-181. New York:
Academic Press.
155
Chomsky, Noam. 1978. Lingüística cartesiana. Madrid: Gredos.
Fillmore, Charles. 1968. The case for case. En Emmon Bach y Robert
Harms, eds. Universals in Linguistic Theory. 1-88. New York: Holt,
Rinehart and Winston.
156
Halliday, Michael A.K. 1974. The place of "functional sentence perspective"
in the system of linguistic description. En G. R. Kress, ed. 1976.
Halliday: System and function in language. 26-31. London: Oxford
University Press.
Halliday, Michael A.K. 1989. Spoken and written language. Oxford: Oxford
University Press.
Halliday, Michael A.K. y Ruqaiya Hasan. 1990. Language, context, and text:
aspects of language in a social-semiotic perspective. Oxford: Oxford
University Press.
157
Kristeva, Julia. 1981. Le langage, cet inconnu. Paris: Seuil.
158