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Sintaxis : el siglo XX / Carmen Luisa Domínguez Mujica

Book · September 2014


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Carmen Luisa Dominguez Mujica


University of the Andes (Venezuela)
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Sintaxis: el siglo XX
Carmen Luisa Domínguez Mujica

Sintaxis: el siglo XX

Universidad de Los Andes


Consejo de Desarrollo Científico,
Humanístico y Tecnológico
Mérida, Venezuela
1998
Título de la obra: Sintaxis: el siglo XX
Autor: Carmen Luisa Domínguez Mujica

© Universidad de los Andes


CDCHT. Mérida, Venezuela. 1998.

© Carmen Luisa Domínguez Mujica


Mérida, Venezuela. 1998.

Editado por el Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y


Tecnológico (CDCHT)
de la Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela.

ISBN: 980-11-0204-7
Depósito de ley: if 2371998400300
Reservados todos los derechos.

Impreso en los Talleres Gráficos de la Universidad de Los Andes,


Mérida-Venezuela.
Índice

Prefacio 11

1. Introducción:
los objetivos y las teorías de la sintaxis 13

2. La sintaxis de las estructuras:


el estructuralismo americano 21

3. La sintaxis de las formas:


de la gramática general a la gramática generativa 59

4. La sintaxis de las funciones:


de Praga a las escuelas anglosajonas 95

5. La sintaxis: ¿cuál sintaxis? 143

Notas 149

Referencias bibliográficas 155


Prefacio

Este es un libro de teoría sintáctica o, más específicamente,


un libro donde se revisan y comentan algunas teorías lingüísticas
que han marcado el rumbo de la sintaxis en este siglo. Cuando me
propuse escribirlo, quería reflejar de la manera más fidedigna cada
una de las teorías que aquí se tratan, mas pronto me di cuenta de
que cada lector tiene un punto de vista y yo, como todos, no podía
sustraerme de mis propios juicios (y pre-juicios) sobre lo que es y
sobre lo que debe ser la sintaxis, en particular, y la lingüística, en
general.
He intentado entonces exponer los aspectos importantes de
cada teoría en relación con la sintaxis, concebida como
componente de la lengua o como ciencia que describe este
componente. También, como concepto clave para evidenciar tanto
la orientación de la teoría como la visión del análisis sintáctico que
los lingüistas deben hacer, he presentado en cada caso el concepto
que tienen estos teóricos de la que, tradicionalmente, se ha
considerado como la unidad central del análisis: la oración. Ha
quedado claro que, aun cuando no se excluyen las realizaciones
textuales o discursivas (como en el caso de los funcionalistas), la
oración se impone como unidad básica, pues en ella se reflejan los
procesos "mayores" que tienen lugar en el texto y en el discurso.
En mi lectura, me he atenido principalmente a los textos
donde se expone originalmente cada teoría, antes que a las
reseñas que, de estas mismas, se pueden encontrar; también, cada
vez que ello ha sido posible, he recurrido a la traducción existente
en español.
He escrito este libro pensando en cómo mis estudiantes han

11
recibido estas ideas. Por eso el libro fue tomando el rumbo de la
exposición escolar. Ahora que ya está escrito, espero que ese
rumbo conduzca efectivamente este libro hasta ellos.
No puedo dejar de mencionar aquí al Consejo de Desarrollo
Científico, Humanístico y Tecnológico de la Universidad de Los
Andes, que financió el proyecto que culmina en estas páginas; a
Alexandra Alvarez y Enrique Obediente, pacientes y estimulantes
interlocutores en este quehacer; a Alicia Usubillaga, quien con tanta
paciencia y cariño me ayudó a volver realidad este libro; a mi familia,
a Valmore y a Matías, amorosas presencias cotidianas.

Carmen Luisa Domínguez Mujica


Mérida, enero de 1998.

12
1. Introducción:
los objetivos y las teorías de la sintaxis

Lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el


punto de vista el que crea el objeto... (Saussure 1973:49)

Al tiempo que exponía los principios teóricos y


metodológicos que darían forma a la lingüística moderna,
Saussure, con esta afirmación, la imponía, además, del dilema de
todas las ciencias humanas en este siglo: definir su objeto de
estudio.
La lingüística que se hace a partir de Saussure ha
entendido bien esta lección y se siente obligada, en efecto, a
definir cada vez su objeto. Es así como, sin disentir de esa otra
lección saussureana que nos hereda la lengua como "lo único
susceptible de definición autónoma" y "norma de todas las otras
manifestaciones del lenguaje" (1973:51), todo lingüista inicia su
exposición declarando su punto de vista sobre ella y, por este
gesto, delimitando su objeto de estudio.
Habrá, entonces, diferentes puntos de vista, se entenderá
de diferentes maneras lo que es pertinente y lo que es relevante
para la comprensión del hecho lingüístico y resultarán, entonces,
"diferentes" lingüísticas.
Uno de los resultados de esta "redefinición" teórica
permanente ha sido el primado, a partir de los años setenta de
este siglo, de uno de los aspectos de la lengua, de uno de sus
componentes: la sintaxis.

13
En efecto, si los años veinte fueron los años de la fonología
y los años cuarenta los de la morfología, desde los años sesenta,
fuertemente influidos por la obra de Noam Chomsky, los teóricos
de la lingüística empiezan a entender el componente sintáctico de
toda lengua como aquel destinado a procesar lingüísticamente la
experiencia del hablante y, por ende, generar los mensajes que le
permitan la comunicación de estas experiencias.
De este modo, investido de tan importantes
responsabilidades como son las de producción y comprensión de
los mensajes, el componente sintáctico pasa a ocupar un lugar
central y, si pudiera verse gráficamente, empieza a ocupar "gran
parte" de la capacidad lingüística general.
Este acuerdo teórico que hace de la lengua el objeto de
estudio general y de la sintaxis el componente privilegiado de la
lingüística más reciente no significa, sin embargo, que
encontraremos a continuación una definición equivalente de lo
que es la sintaxis en las diferentes teorías. Más bien al contrario,
las dos corrientes teóricas principales, formalismo y
funcionalismo, tienen diferentes puntos de vista para definirla y,
con ello, ideas diferentes sobre su alcance, unidades pertinentes y
valores en el sistema total de la lengua.

El componente sintáctico, la gramática, dejará de ser


entendida como el arte de hablar "correctamente, esto es,
conforme al buen uso, que es el de la gente educada" (Bello
1972:15) y será, ya desde Saussure, el estudio de la lengua como
"como sistema de medios de expresión; quien dice gramatical dice
sincrónico y significativo..." (1973:223). También desde Saussure,
la gramática verá ampliados sus territorios pues

Nuestra definición no concuerda con la más restringida que se da


generalmente. En efecto, se ha convenido en llamar gramática a la
morfología y a la sintaxis reunidas, con exclusión de la lexicología
o ciencia de las palabras. (1973:223)

La gramática ahora también incluye el conjunto de


paradigmas con los cuales opera. Estrictamente sistémica, esta
definición de la gramática, que se impondrá en este siglo, se

14
fundamenta en la idea de que no hay posibilidad de definir los
paradigmas sin considerar las funciones que este puede cumplir
en la cadena y que, simultáneamente, no hay forma de definir las
estructuras posibles en una lengua sin especificar cuáles son las
formas que pueden cumplir estos roles estructurales, es decir,
cuáles son los paradigmas que concurren en cada punto de la
cadena sintagmática. En este siglo, la gramática es pues una
léxico-gramática.

Algunos años después de Saussure, Noam Chomsky


definirá la gramática como "un ingenio que genere todas las
secuencias gramaticales de L y ninguna de las agramaticales."
(1974a:25). Después, en Aspectos..., el mismo Chomsky dirá:

Una gramática de una lengua pretende ser una descripción de la


competencia intrínseca del hablante-oyente ideal. [...] Una
gramática completamente adecuada debe asignar a cada una de
las infinitas oraciones una descripción estructural que indique
cómo entiende esa oración el hablante-oyente ideal. (1971:6)

Estas dos definiciones chomskianas permiten ver


claramente cuáles son los "nuevos roles" que se han asignado a la
gramática en la visión formalista: ahora será un "ingenio"
generador y la tarea del analista será la de dar cuenta, en su
gramática, de los procesos implicados en la generación y
recepción de los mensajes lingüísticos, esto es, deberá explicar
cómo está configurado el conocimiento que el hablante tiene de su
propia lengua y cómo, a partir de este conocimiento, es capaz de
generar y recibir todos y cada uno de los infinitos mensajes que
emite o recibe (y comprende). La tarea de la gramática (y de los
gramáticos) será entonces lograr la formulación de las reglas que
expliciten los procesos implicados y que se supone que subyacen
a estos. En esta perspectiva, la gramática de una lengua forma
parte del conocimiento que el individuo tiene de su lengua y, por
ello, describirla será lo mismo que describir una parte del
conocimiento general del individuo. Noam Chomsky va más allá,

15
para él la gramática será parte de la mente humana y los analistas
del componente sintáctico serán, de algún modo, psicólogos.
Otra visión muy diferente es la que ostentan los
funcionalistas. En las Tesis de 1929, los teóricos del Círculo
Lingüístico de Praga, exponen su visión de la lengua como sigue:

Cuando se analiza el lenguaje como expresión o como


comunicación, la intención del sujeto hablante es la explicación
que se presenta con mayor naturalidad. Por esto mismo, en el
análisis lingüístico, debe uno situarse en el punto de vista de la
función. (Trnka et al 1972:30-1)

Para los primeros funcionalistas, la lengua no es una


capacidad mental sino una capacidad social, un modo
particularísimo y muy humano que tenemos los miembros de la
especie para manifestar nuestras intenciones y, con ello, actuar
sobre nuestro entorno social. El lenguaje será, parafraseando a
los mismos praguenses, un sistema de medios apropiados para
un fin.
Siguiendo la visión praguense de la lengua y derivando de
ella su definición de la gramática, uno de los gramáticos
funcionalistas más relevantes, Michael A. K. Halliday, definirá la
gramática de la siguiente manera:

Grammar is the level of formal organization in language; it is a


purely internal level of organization, and is in fact the main defining
characteristic of language. But it is not arbitrary. Grammar evolveld
as 'content form': as a representation of the meaning potential
throught which language serves it various social functions. The
grammar itself has functional basis. (1973:98)

No niega entonces Halliday el que haya, en efecto, un nivel


formal de organización de los mensajes (hacerlo sería, por lo
menos, insensato). Tampoco se opone Halliday a la idea de que
los analistas de la gramática deberán rendir cuenta de este
componente de tal manera que sus resultados sean formalizables
o formalizados, pues esto no haría sino justicia a la configuración
del componente sintáctico de toda lengua. Ahora bien, este "nivel
de organización interna" de las lenguas, es un procesador de la

16
experiencia humana y de los significados que la representan, de
tal manera que, en su organización, toda gramática debe rendir
cuenta del modo como los seres humanos procesamos nuestras
experiencias a través de la lengua, es decir, de qué manera la
lengua nos sirve para cumplir los variados fines para los cuales, a
cada instante, la ponemos en funcionamiento. La gramática,
entonces, tiene "bases funcionales", y podríamos parafrasearlo
diciendo que tiene "bases sociales", puesto que las lenguas
humanas se organizarán internamente de acuerdo con las
funciones que le pedimos que cumpla, de acuerdo con nuestras
intenciones comunicativas, de acuerdo con nuestra necesidad de
intervenir en nuestro medio social y, con ello, de modificarlo.
Halliday va más allá y dirá que la codificación de los
mensajes (y la sintaxis que lo permite) no es arbitraria, pues en
cada uno de los mensajes el emisor codificará y el receptor deberá
entender sus intenciones comunicativas reales, esto es: su centro
de interés, la información que considera más relevante e, incluso,
los presupuestos a partir de los cuales se construye
(explícitamente o no) su mensaje.

Los resultados de la descripción del componente


sintáctico, entonces, serán formalizados y formalizables, se
presentarán como reglas del conocimiento que el hablante tiene
de su propia lengua, ciertamente, pero mientras para Chomsky (y,
en términos generales, los formalistas) estas reglas explicarán
una capacidad mental, para Halliday (y, con él, los funcionalistas)
explicarán una capacidad social; mientras para Chomsky el
hablante está codificando un saber, para Halliday el hablante
estará codificando un hacer.
A simple vista se ven las diferencias de enfoque. Con
detenimiento se descubren las semejanzas en el tratamiento de
su objeto. En cualquier caso, el saber gramatical de nuestros
tiempos se ha hecho entre estas dos corrientes teóricas y sus
varios expositores (de los cuales solo he mencionado a dos aquí).
Aquí me propongo justamente una revisión detenida de
estas diversas visiones y sus exponentes para tratar de establecer
las constantes y las variaciones en los puntos de vista y, en
cualquier caso, la constancia del objeto de análisis.

17
Una revisión de cada teoría, que tomara en cuenta todos
los criterios y todos los aspectos del tratamiento del lenguaje, se
saldría de los límites de este libro, de manera que la revisión que
propongo deberá limitarse a los puntos principales que han ido
esbozándose en la exposición anterior, a saber:

- la definición y extensión del componente sintáctico de


toda lengua;
- los objetivos de la descripción gramatical; y
- las unidades pertinentes para el análisis,
definiciones y criterios de delimitación.

Estas tres líneas principales de "lectura" se revisarán en


tres de las corrientes teóricas más relevantes de la lingüística
contemporánea y, en todo caso, de la descripción del componente
sintáctico, estas son: el estructuralismo americano; la obra de
Noam Chomsky; y la obra de los funcionalistas (europeos y
americanos).

Cualquiera podría preguntarse cómo se puede revisar el


transcurso teórico de la lingüística de este siglo sin dedicar un
capítulo especial a Ferdinand de Saussure. Esta pregunta sería
absolutamente pertinente puesto que, en efecto, no creo que haya
manera de ser o hacer lingüística sin tener presente la inmensa
influencia de este teórico, teórico por antonomasia para la ciencia
que nos ocupa. Pues bien, así estará presente Saussure en este
libro: como el teórico por antonomasia de esta ciencia, citado
frecuentemente, desde el exordio hasta las conclusiones. Será
citado también sin ser mencionado puesto que, ciertamente,
mucha de la comprensión de los hechos lingüísticos no puede ni
siquiera iniciarse sin tener en cuenta sus ideas y su terminología.
No será citado, sin embargo, como gramático pues, de tantas
cosas que era, Saussure no era gramático y su exposición de los
hechos gramaticales se limitó a los breves comentarios que, aquí
y allí, encontramos en el Curso sobre esa inevitable unidad de
análisis: la oración. Su afirmación más sugerente en relación con
ella es la que sostiene que "Por lo regular, no hablamos por signos
aislados sino por grupos de signos, por masas organizadas que

18
son a su vez signos." (1973:215). Esta afirmación aparece a
propósito de las "solidaridades sintagmáticas" que los signos (y,
en realidad, los paradigmas) tienden a mostrar. Pero Saussure
incluso llega a preguntarse "¿hasta qué punto pertenece la
oración a la lengua?":

Una teoría muy extendida pretende que las únicas unidades


concretas son las oraciones: no hablamos más que por oraciones,
y luego desglosamos las palabras. Pero, en primer lugar, ¿hasta
qué punto pertenece la oración a la lengua? Si es cosa exclusiva
del habla, imposible pasar por unidad lingüística. Admitamos, sin
embargo, que se descarta esta dificultad. Si nos figuramos el
conjunto de oraciones capaces de ser pronunciadas, su carácter
más sorprendente es el de no asemejarse absolutamente entre sí.
A primera vista se inclina uno a equiparar la inmensa diversidad de
oraciones a la diversidad no menor de los individuos que
componen una especie zoológica; pero es una ilusión: en los
animales de una misma especie los caracteres comunes son
mucho más importantes que las diferencias que los separan; en
las oraciones, al revés, lo que domina es la diversidad, y cuando
queremos buscar qué es lo que las une a través de esta
diversidad, nos encontramos, sin haberlo buscado, con la palabra
y sus caracteres gramaticales, cayendo así en las mismas
dificultades. (1973:183)

La gramática posterior se encargará de responder a


Saussure. Como veremos, Chomsky se encargará de mostrar
cómo pertenece la oración a la lengua; los funcionalistas, por su
parte se ocuparán de enseñarnos que, además de pertenecer a la
lengua, sí hay un taxonomía para esta especie. Para todos, con
Saussure, no habrá paradigma sin sintagma, y viceversa, es decir,
no habrá manera de definir las funciones sin mirar en los dos ejes,
no habrá modo de describir las estructuras sin considerar las
solidaridades que establecen tanto en la cadena como en la
categoría a la que pertenecen.

19
20
2. La sintaxis de las estructuras:
el estructuralismo americano.

Perseguíamos el `rigor' a toda costa. Buscando una


aproximación `rigurosa' a la gramática (como la habíamos
definido recientemente, para incluir el lexicón y excluir la
fonología), encontramos una guía en los presupuestos y
procedimientos que se habían mostrado tan fructíferos en la
fonología. (Hockett 1974:31)

Esa búsqueda de rigor que Hockett mismo fecha entre


los años 30 y 50 de este siglo, puede verse hoy como una
"escuela" y encontrar en ella un "punto de vista" que se ha
hecho en relación con su objeto hasta el punto de que, a veces,
no se siente la precedencia teórica en la explicación de los
hechos sino, por el contrario, cómo estos se imponen a ella y a
su formulación. ¿Pero no debe ser así una teoría lingüística?
Constantemente en relación con los hechos, mudando su forma
en la medida en que los problemas la determinan. La respuesta
será, obviamente, afirmativa y negativa a la vez: afirmativa,
puesto que de ello dependen sus posibilidades de explicar el
objeto de estudio que, en el caso de la lingüística, se presenta él
mismo como "multiforme y heteróclito", poniendo a prueba, a
cada paso, las formulaciones teóricas que lo preceden;
negativa, puesto que una teoría que "cede" a los hechos en
forma indiscriminada termina deshaciéndose y perdiendo su
posibilidad de explicar esos mismos hechos.

21
El "rigor a toda costa" del estructuralismo americano es un
rigor descriptivo, estrechamente ligado a su objeto: un objeto
múltiple, no solo por lo que de "múltiple" hay en la lengua sino
también porque, para los norteamericanos, la lengua será "las
lenguas": lenguas indígenas norteamericanas que constituyen
el objeto de estudio y análisis, lenguas "extrañas", lenguas
"primitivas", problema de antropólogos en busca de una cultura
que no es accesible sin la descripción previa o simultánea del
"vehículo" de esa cultura.
El estructuralismo americano comienza entonces con un
problema: la descripción de las lenguas "extranjeras" de
Norteamérica, de una manera causal y no casual esta tarea
determinará el desarrollo de la teoría y de las ideas que, sobre
la lengua, tendrá la "corriente americana" del estructuralismo.
Pero esto nos puede llevar a pensar que estamos ante
una escuela que desarrolló un método eficiente y nada más, y
que Chomsky tenía razón al reclamarles con tanta frecuencia la
"ausencia de teoría". Aún si tal cosa fuera posible, este no es
el caso de los estructuralistas americanos: para estos se
impone el objeto de estudio y los problemas del análisis, mas,
agobiados por su peso y urgidos por su presencia, estos
desarrollarán sus "puntos de vista" y sus controversias y
desarrollarán, asimismo, su método, su lingüística.

Las premisas
En su libro El estado actual de la lingüística, publicado en
1961, Charles Hockett titula su primer capítulo así: "El
trasfondo", y allí, en primera persona plural ("nosotros, los
descriptivistas post-bloomfieldianos"), relata lo que eran la vida
y las preocupaciones de la lingüística americana en la primera
mitad de este siglo:

Muy a grosso modo la primera mitad del siglo vio los siguientes
desarrollos teóricos en nuestro campo de estudio: 1) la
confluencia, con toda la turbulencia consiguiente, de las dos

22
tradiciones decimonónicas independientes: la histórico-
comparativa y la filológico-descriptiva, añadiéndose a estos
como un importante tributario el descriptivismo práctico de
misioneros y antropólogos. 2) Los serios esfuerzos hechos por
Saussure, Sapir y, especialmente Bloomfield, no sólo para
integrar los hallazgos positivos de estas tradiciones en una
disciplina única, sino además, para establecer esta disciplina
como una rama respetable de la ciencia, con un nivel
adecuado de autonomía frente a las otras ramas. 3) El
descubrimiento y desarrollo del principio fonológico. 4) Los
intentos, especialmente durante la última década de esta mitad
de siglo, para desarrollar el resto del análisis descriptivo (una
gramática diferente de la fonología) sobre unas bases tan
exactas y fidedignas como se pensaba que se había
conseguido para la fonología. (1974:11)

Voy a seguir el orden de presentación de Hockett para


comentar lo que aparece como fundamento teórico de esta
escuela.

1. Variación

Todo el mundo sabe que el lenguaje es variable. Dos


individuos de la misma generación, que viven en un mismo
lugar, que hablan un mismo dialecto y que pertenecen al
mismo ambiente social, nunca coinciden por completo en sus
hábitos lingüísticos. (Sapir 1975:172)

El problema de la variación no es extraño a la escuela


americana desde sus comienzos, tal como lo evidencia uno de
sus fundadores, la lengua está sujeta a procesos de
transformación y cambio constantes en los dos ejes de la
descripción: el eje diacrónico, aquel que, a decir de Hockett ha
ocupado a la tradición histórico-comparativa, y el eje sincrónico,
el de los filólogos-descriptivistas.
Las lenguas cambian y Sapir le dedica un capítulo de su
libro ("El lenguaje como producto histórico: sus
transformaciones"), al establecimiento de una "cadena" de

23
variaciones que se evidencia en primer lugar en cada individuo,
para encontrarse luego en las comunidades, estas a su vez
conformadoras de un dialecto que se diferencia de otro, para
evidenciar por último que las lenguas se diferencian entre sí:

... los dialectos no surgen del simple hecho de la variación


individual, sino de la circunstancia de que dos o más grupos de
individuos se han separado lo suficientemente para avanzar
cada uno por su lado, independientemente, en vez de ir juntos.
(1975:172)

y más adelante, en la misma página:

Si la variabilidad del lenguaje se manifiesta sólo en las


variaciones individuales, en el sentido horizontal, creo que no
podríamos explicar cómo y por qué surgen los dialectos, por
qué sucede que un prototipo lingüístico se va fraccionando
poco a poco en una serie de lenguas ininteligibles las unas
para las otras. Pero el lenguaje no es sólo una cosa que se
extiende en el espacio, [...] el lenguaje va avanzando a lo largo
del tiempo, a través de una corriente que él mismo se crea.
Fluye y se transforma sin cesar.

Para Sapir, el tiempo en sí mismo es un factor de cambio


que hará que las lenguas se diferencien interna y externamente
como resultado de su influencia y la lingüística deberá describir
las variaciones en el tiempo y establecer, como requiere Sapir,
"por qué sucede que un prototipo lingüístico se va fraccionando
poco a poco en una serie de lenguas ininteligibles las unas para
las otras". La idea del "prototipo" lingüístico", influenciada por
Franz Boas (neogramático en su orientación) es ciertamente
una idea rectora, de modo que los estudios lingüísticos de esta
escuela se verán, como decía antes, urgidos por la descripción
in situ de las lenguas amerindias, pero esto no les impedirá
seguir pensando en la posibilidad de establecer las
comparaciones y las semejanzas necesarias para la
determinación del prototipo. No llegarán tan lejos sin embargo

24
pues la descripción sincrónica los ocupará durante años
permitiéndoles solamente un cierto emparentamiento en
familias. Para estos "neogramáticos" la diacronía deberá estar
obligatoriamente precedida de una descripción sincrónica de las
lenguas que no están, en efecto, descritas y así, de facto, el
estructuralismo americano dará prioridad al sistema sincrónico
aunque, probablemente, sin las mismas convicciones que
Saussure.
La (una) lengua no podrá encontrarse entonces más allá
del momento actual y de los datos reales que el lingüista puede
recoger, así, esta lingüística se conocerá más bien por sus
aportes al análisis "riguroso" de los estados de lengua, serán
ellos los primeros en insistir en la necesidad de contar con un
corpus representativo de datos que permita una descripción
adecuada, serán los "inventores" de la lingüística de campo y en
los primeros años de este siglo, sin la sofisticación tecnológica
con la que contamos hoy, Eugene Nida, al ofrecer un conjunto
de valiosos consejos metodológicos para la recolección de los
datos aconsejará, en primer lugar:

Approach with a smile. A genuine smile has practically the


same meaning in all cultures. (1949:175)

2. La lingüística, ciencia independiente

Otra de las preocupaciones de esta escuela será la de


conseguir, para la lingüística, un estatus científico tal que se
pueda reconocer su autonomía frente a las otras ciencias; así,
será una tarea fundamental para los estructuralistas
post-bloomfieldianos el proponer un objeto de estudio y un
método particulares que permitan evidenciar esa
independencia. El método se relacionará con el de las ciencias
biológicas: observación, formulación de hipótesis, análisis de
los datos y comprobación o improbación de las hipótesis, tesis...
la lingüística será una ciencia inductiva, ciencia descriptiva (y no
prescriptiva).

25
3. El método

El establecimiento de un método de análisis "riguroso"


será una necesidad del estatus de la ciencia y del objeto que se
propone. Para alcanzar esa rigurosidad, tal como lo señalaba
Hockett, esta escuela se propondrá la extensión del método
fonológico a los demás niveles de la ciencia, y ello porque el
método en sí mismo se ha mostrado eficiente y suficiente para
lograr una descripción sin residuos. El método fonológico es,
con mucho, el método praguense, que "pasó el atlántico con
Roman Jakobson, quien llegó a los EEUU en los primeros años
de la guerra (1943)", sin embargo, como reconoce el mismo
Hockett,

Yo recuerdo conversaciones de viva voz con Jakobson a


principios de los años cuarenta en las que éramos incapaces
de llegar a ningún acuerdo, probablemente porque ninguno de
nosotros era capaz de captar la aproximación del otro.
(1974:29)

Los descriptivistas americanos entonces se propondrán


la proyección del rigor descriptivo que había alcanzado ya la
fonología (que ha podido deslindar unidades, proponer rasgos
de diferenciación en todas las lenguas, formular leyes del
cambio), al nivel morfológico y sintáctico.

Del método a la gramática


Después de lo que acabo de decir, después
caracterizarlos como "descriptivistas", se comprenderá que
una noción clave para esta escuela es la del METODO que hay
que seguir en el análisis y, en este caso, descubriendo el
método descubriremos en gran medida el punto de vista.

El método, entonces, se inspira en los principios de


comparación, segmentación y conmutación que se utilizan en el

26
nivel fonológico, aplicado ahora al nivel morfológico (y, como
veremos más adelante, también al nivel sintáctico).

En 1946 Eugene Nida, morfólogo, autor de un manual de


referencia para el análisis en este nivel, lo presenta como sigue
para el análisis en morfemas:

We compared words [...] In order to identify morphemes we


must have certain partially similar forms [...] we compare and
isolate, and it is only by such comparison with other forms what
we can discover morphemes. (1949:6)

El método consiste pues en comparar y segmentar para


encontrar las formas lingüísticas cuya recurrencia es
caracterizable y pueden, por lo tanto, representar "unidades" en
la lengua, entendiendo, como Benveniste, que una unidad será
aquella capaz de integrar una unidad más alta (cfr.
1971:121-2).1 Cada unidad así determinada se caracterizará de
dos maneras: por las posiciones que puede ocupar en la
cadena, esto es, los contextos en los cuales aparece, y esta
determinación de los contextos posibles permitirá, a su vez, la
clasificación de las unidades de acuerdo con las posibilidades
de aparición que tiene en un punto determinado de la cadena.
Puesto en los términos del estructuralismo europeo: una unidad
se definirá por la clase a la cual pertenece, es decir, el
paradigma, y, a su vez, este se definirá de acuerdo con los
contextos posibles para las unidades que lo configuran, por las
asociaciones sintagmáticas que este permite.
Expresamente simplificado, el procedimiento que
permite establecer las unidades de cada paradigma puede
ejemplificarse así:
dadas las secuencias AmC
BnC
CmC
DnC

27
se dirá que m y n son unidades pues aparecen todas en el
contexto de X __ C,2 si se establece a continuación que A, B, C,
y D son, a su vez, unidades significativas en esa lengua,
entonces se definirán estas unidades como aquellas que
pueden aparecer en el contexto __ m/nC, y C será definida
como la unidad que aparece en el contexto de Xm/n __ .
La comparación permitirá establecer si m y n son
unidades diferentes o si se trata, por el contrario, de la misma
unidad que varía contextualmente en presencia de A/C
realizándose entonces como m o bien como n en el contexto de
B/D. En este caso deberá establecerse si A y C son
equivalentes o no con B y D, es decir, si pertenecen a la misma
clase.3 En cualquier caso, deberán determinarse las
características de las unidades en primera posición que
promueven el cambio en la unidad m/n. En una lengua real
estas características de A, B, C y D pueden ser descriptibles en
el nivel fonológico o bien en el nivel morfosintáctico.

"Rigor a toda costa" decía Hockett, ¿pero no es más fácil


y seguro si se conmuta cada unidad por otra y se verifica si
cambia o no el significado, como hacen los estructuralistas
europeos, los "descriptivistas post-saussureanos"? La
respuesta será afirmativa si se trata, en efecto, de un
estructuralista saussureano, pero para la escuela americana,
por el contrario, esto sería una complicación adicional puesto
que, para esta escuela, el significado es difícil de definir y
determinar.

Hemos definido el significado de una forma lingüística como la


situación en la cual el hablante la dice y la acción que obtiene
del oyente como respuesta. (Bloomfield 1964:161)

Para el lingüista, entonces, se tratará de proponer a un


"hablante nativo" dos o tres de las formas en las cuales se ha
encontrado la unidad en cuestión para tratar de establecer a
continuación, a partir de las reacciones lingüísticas o no

28
lingüísticas de este, si una cierta hipótesis de significado
asignable a esa unidad es correcta o no.
La dificultad consiste, en palabras del propio Bloomfield,
en que

Las situaciones que nos mueven a emplear una forma


lingüística cualquiera son muy variadas; de hecho los filósofos
nos dicen que no hay jamás dos situaciones que sean iguales.
Cada uno de nosotros emplea la palabra apple, en el término
de unos meses, para referirse a muchas frutas individuales
que se diferencian en forma, tamaño, color, olor, gusto, etc. En
un caso favorable, como el de la palabra apple, todos los
miembros de la comunidad han sido adiestrados, desde la
niñez, a emplear la forma del habla cada vez que la situación
(en este caso, el objeto) presenta ciertas características
relativamente definibles [...] tenemos que distinguir entre los
rasgos no distintivos de la situación, tales como el tamaño, la
forma, el color, etc. de cualquier manzana particular, y los
distintivos, o significado lingüístico (los rasgos semánticos)
comunes a todas las situaciones que demandan la emisión de
la forma lingüística. (1964:163)

Aparece aquí uno de los rasgos más controversiales de


esta escuela o, mejor dicho, del descriptivismo
post-bloomfieldiano: su apreciación del significado. No es que
nieguen el significado, como se ha dicho tantas veces, pero
hacen de él algo tan complicado que la semántica de una
lengua (ya de por sí complicada) se hace aquí imposible.
Sin embargo, hay varias razones para esta posición:
1. el estudio de las lenguas indígenas que, ciertamente,
influye en ello ya que, siendo lenguas no-descritas, es mejor
que el lingüista encuentre otra manera de acceder a las
unidades puesto que difícilmente conocerá su significado.
2. es ya casi una anécdota la que relaciona a Bloomfield
con la escuela conductista y, con ello, con un decidido
antimentalismo. Entre las premisas teóricas de esta corriente se
encuentra la convicción de que, aparte de algunas conexiones
nerviosas que deben intervenir en la producción del habla, no
hay "nada más" en la mente de los hablantes. De hecho,

29
Bloomfield, que reconoce varias veces haber leído a Ferdinand
de Saussure y lo identifica como uno de los fundadores de la
lingüística (e incluso publica una reseña de la segunda edición
en inglés del Curso), le reprochará siempre a este su
"mentalismo", infundado según él, para reconocerse enseguida
a sí mismo como un "mecanicista".4 Si revisamos la cita
anterior, notaremos que, para una escuela que se declara
"anti-psicológica", aparece aquí una extraña relación con las
teorías psicológicas de la percepción y, más específicamente,
con la regulación de la percepción en la que interviene la lengua
(cfr. Luria 1980 y 1984, por ejemplo), pero esta es otra
discusión, la que nos interesa aquí atañe a la concepción que,
del significado, tienen los estructuralistas americanos.
En esta escuela, el significado aparece como un
componente EXTERNO a la lengua, que no forma parte de los
rasgos que la caracterizan por lo que obliga a buscar los "rasgos
distintivos de la significación" en la situaciones reales en las
cuales las personas hablan, esperando que estas situaciones
sean "favorables" como en el caso de las manzanas, y que
podamos establecer la relación "habitual" entre estas y la
palabra apple, o estas y la forma -s del plural en español.
Para Bloomfield se trata de la única posibilidad de
identificar el significado operando "a través" de la lengua y
notará entonces, no sin desconsuelo, que "no bebemos dos
veces en el mismo río" y que, además, la gente, entre los
hábitos que ha adquirido, tiene el "mal hábito" de utilizar las
palabras en situaciones donde nada permite establecer el
significado de estas unidades (tal como él lo entiende): "la gente
emplea muy a menudo una palabra como apple cuando no hay
ninguna manzana presente". Esto es lo que Bloomfield llama
"habla desplazada" y, al hacerlo, lleva la controversia sobre el
significado a su punto álgido puesto que lo que Bloomfield, en
su mecanicismo "objetivador", llama "habla desplazada" no será
otra cosa sino la existencia misma de la lengua: porque
"desplazamos" el habla se diferencian las lenguas humanas de
los gritos animales, porque "desplazamos" el habla los

30
académicos de Balnibarbi no podrán nunca sustituir las
palabras por las cosas, en su capacidad de "desplazarse" fuera
de las situaciones concretas adquiere el lenguaje todo su
poder significante. Y esto sin contar con todo lo que de
"individual y social a la vez" hay en ese "desplazamiento", lo que
de cultural e íntimo al mismo tiempo hay en cada palabra de
cada una de las lenguas humanas.
Bloomfield notará, también con una cierta decepción,
que aún si esperáramos a que la ciencia estuviera tan avanzada
como para permitirnos establecer correlatos entre cada palabra
de la lengua y su descripción científica, tal como sucede en el
par sal = NaCl, tampoco estaríamos progresando en la
descripción del significado pues ni siquiera para Whorf, que es
ingeniero químico, la sal es siempre equivalente al "cloruro de
sodio".
Normalmente, al comentar los puntos de vista
bloomfieldianos sobre el significado y, podríamos generalizar: al
considerar los puntos de vista de esta escuela para la cual
Bloomfield aparece como el principal teórico, los
comentaristas -decía- suelen detenerse aquí: en la
presentación de los "momentos" de la obra en los cuales
Bloomfield hace mención expresa del significado como
problema lingüístico.5 Aislando de esta forma sus expresiones,
estas parecen casi absurdas y carentes del fundamento que
cualquiera encontraría en un solo momento de reflexión sobre
su lengua, sin embargo, el punto de vista bloomfieldiano es más
profundo y menos absurdo: justamente lo que Bloomfield quiere
erradicar es el lado mentalista y, por lo tanto, no perceptible
para el analista, de la concepción del significado. La larga
tradición que relaciona lenguaje y pensamiento lo hace
aparecer como un extraño, pero lo que Bloomfield está diciendo
no se diferencia mucho de lo que Saussure expondrá lacónica y
definitivamente: "la lengua es una forma y no una sustancia"
(1973:206), y el significado, la razón de la lengua, también es
una forma, por lo tanto formalizable, por lo tanto debe ser
descriptible. La posición de Bloomfield es quizá extremista a
veces pero, al mismo tiempo, es realista: la complejidad del

31
significado es un problema real para la descripción y cada teoría
de la lengua tiene que enfrentarse al hecho de que es difícil
"desentrañar su unidad". Lo que puede leerse entre las líneas
sobre la sal o las manzanas es la intuición de Bloomfield de que
no debemos buscar el significado fuera del sistema significante
que lo hace posible, aun si este puede ser entendido como una
"reacción", como una respuesta determinada por el entorno
particular en que este se actualiza. El significado, entonces,
está EN la lengua y no fuera de ella, nos compete directamente
como lingüistas: Saussure lo opone en el sistema, Bloomfield lo
opone igualmente, el significado será el resultado de un
contraste entre una unidad que produce una cierta reacción en
los hablantes y los oyentes, y otra unidad que no produce esa
misma reacción,

Por ende, la fase descriptiva de la lingüística consiste en un


análisis, un tanto rígido, de las formas del habla, en la
presunción de que estas formas tienen significados constantes
y definibles. (Bloomfield 1964:187)

El significado, entonces, no desaparece. No puede


hacerlo. Será por recurso a él únicamente como podremos
establecer nítidamente los límites entre las unidades de la
gramática. La caracterización de las unidades se hará de
acuerdo con sus posibilidades de aparición en determinados
contextos, por sus "latitudes combinatorias", como las llama
Martinet, y, de ser posible, se hará también una caracterización
"situacional" que permita saber si la unidad tiene un mismo
significado o no en cada aparición y en cada contexto. En otras
palabras, deberíamos poder describir también esas otras
"combinaciones" posibles para cada unidad, esto es, no
solamente las contextuales sino también las situacionales, la
capacidad pragmática de cada unidad, puesto que estas
combinaciones configuran (juntas) el significado de esa unidad.
La dificultad consiste en que debemos conseguir una forma, no
una sustancia, por ello el análisis del significado de las unidades
que conforman la lengua parecerá infinito (o impracticable).

32
Esta definición del significado será definitiva para
comprender el "rigor" distribucional del método estructuralista
americano y por qué, como nos cuenta Hockett:

Llegamos a pensar con mucha frecuencia en la `gramática'


como los modelos mediante los cuales las formas significativas
(no solo los fonemas) se combinan u ordenan en formas
mayores; un conjunto autónomo de modelos, desligados del
significado o, al menos, susceptibles de análisis y descripción
como si no tuviera nada que ver con el significado. Esto no
era negar que las manifestaciones habladas sean a menudo
portadoras de significado (o que transmitan información, o que
tengan consecuencias parcialmente posibles de prever, o algo
así); se intentaba tan solo una separación de la gramática, o de
la gramática-y-lexicón, de la semántica. Una descripción
completa de una lengua quizás tendría que trabajar también
con la semántica, pero esto se haría por separado, no
mezclado con la descripción de la gramática. (1974:28)

La gramática de una lengua, entonces, representa un


nivel en el cual, sin consideración de la fonología, se determinan
las unidades que constituirán el lexicón de esa lengua (es decir,
la totalidad de unidades morfológicas susceptibles de aparecer
en un contexto determinado) y se encargará de establecer,
asimismo, los ordenamientos en los cuales estas unidades
pueden aparecer o, de hecho, aparecen.
Tal como ha aparecido hasta aquí, esta escuela se
propone, entre sus objetivos principales, la aplicación del
método riguroso que había dado tan claros resultados en la
fonología extendiendo sus resultados al nivel morfosintáctico, al
nivel gramatical tal y como ellos lo conciben: "gramática y
lexicón". Los principales aportes de esta escuela se situarán
entonces en este nivel.

A continuación revisaré la formulación de estas premisas


en la obra de cinco autores que, ciertamente, constituyen las
"cabezas de fila" de esta escuela.

33
Edward Sapir: un antropólogo
Es cierto que no se puede empezar a hablar de esta
escuela sin mencionar a Franz Boas,6 sin embargo, no será a
este a quien corresponda la formulación de sus bases teóricas o
analíticas, sino a uno de sus estudiantes: Edward Sapir.

Antropólogo como Boas, debemos a Sapir una de las


más claras y "pedagógicas" presentaciones de nuestra
ciencia. Autor de Language: An introduction to the study of
speech (1921), Sapir aparece en este texto como un expositor
inteligente y metódico, que no excluye el humor o la ironía pero
tampoco los momentos de profunda emoción cuando se sitúa
ante un objeto que considera "la obra más importante y
monumental que ha llegado a crear el espíritu humano"
(1975:249).
Tampoco puede Sapir excluir su formación original, así,
a lo largo de su obra, el lenguaje es considerado "anterior aun a
las manifestaciones más rudimentarias de la cultura material, y
que en realidad estas manifestaciones no se hicieron posibles,
hablando estrictamente, sino cuando el lenguaje, instrumento
de la expresión y de la significación, hubo tomado alguna forma"
(1975:31). Causa y consecuencia de la cultura, producto
histórico, "el arte mayor amplitud y solidez que conocemos",
"nada menos que la forma acabada con que se expresan todas
las experiencias susceptibles de comunicación", el lenguaje es
considerado por Sapir en todos sus aspectos y en todos sus
niveles internos de organización.
En tres capítulos de esta obra se consideran "los
elementos del habla" (cap. II) y "la forma en el lenguaje": "los
procedimientos gramaticales" (cap. IV) y "los conceptos
gramaticales" (cap. V). Allí Sapir presenta su gramática.
La gramática de Sapir no se diferencia en mucho de las
gramáticas tradicionales en las cuales se agota la exposición
después de la consideración de las clases de palabras para
dedicar entonces unas cuantas páginas a la sintaxis, capítulo

34
obligado, a pesar de todo, en los libros del "arte gramatical".
Recientemente se ha calificado a estos textos de "morfologías"
y así podría calificarse la atención de Sapir a los hechos
gramaticales: como una morfología, la presentación detallada
de los procesos morfológicos (que en él no llegan a ser, todavía,
un riguroso método de análisis sino, más bien, una interesante
presentación de procesos propiamente tales) que lo llevarán,
por ejemplo, a poner en duda la clasificación de las lenguas en
una tipología morfológica que distingue lenguas flexivas,
aglutinantes y aislantes. Sapir propone un penetrante análisis
de los tipos de estructura lingüística que, para él, se representan
como procesos de "fusión o yuxtaposición" de los morfemas en
palabras y de los cuales, ninguna lengua deja de dar ejemplo.
Sapir entonces, al ocuparse de los elementos del habla,
considera que "el primer elemento del cual podemos decir que
"existe" realmente, es la palabra" (1975:35), para considerar
enseguida los problemas de su definición puesto que, tal como
se impone para toda la lingüística de este siglo, la palabra ya no
podrá entenderse como la expresión de un concepto único
puesto que, gracias justamente a los estructuralistas
americanos, este "concepto único" se pone definitivamente en
duda al evidenciarse su composición morfemática interna y la
"fusión" de conceptos (significados morfemáticos) que esta
suele presentar, así,

Podemos concretar todo esto en pocas palabras diciendo que


los elementos radicales y gramaticales del lenguaje,
abstracciones hechas a partir de las realidades del habla,
responden al mundo conceptual de la ciencia, el cual es una
abstracción hecha a partir de las realidades de la experiencia;
y que la palabra, o sea la unidad existente del habla viva,
responde a la unidad de la experiencia factualmente
aprehendida, de la historia, del arte. (1975:41)

La palabra, entonces, se realiza de dos maneras, tiene


dos facetas: una en la lengua, abstraída, hechura de morfemas;
y otra en el habla, en las realidades del habla, donde actúa para

35
los hablantes de esa lengua como compendio de experiencia,
historia y arte, como significación "factualmente aprehendida".
En cuanto a la "sintaxis" de Sapir, esta casi no existiría si
no fuera por las interesantísimas definiciones que presenta de
los dos conceptos fundamentales de toda sintaxis: el concepto
de sintaxis mismo y el concepto de oración.
La sintaxis nunca aparece nombrada como tal sino como
"procedimiento gramatical" y, por momentos, aparece "fundida"
ella misma en la morfología, e interviene como criterio para
evidenciar el modo como las palabras se configuran
internamente o por influencia de las otras palabras del contexto,
así, por ejemplo, al considerar los procesos morfológicos
internos de las palabras, Sapir expresa lo siguiente:

Los diversos procedimientos gramaticales que han establecido


las investigaciones lingüísticas se pueden agrupar en seis
tipos principales, a saber: 1. orden de las palabras; 2.
composición; 3. afijación; 4. modificación interna del elemento
radical; 5. reduplicación; 6. diferencias acentuales. (1975:74)

Como puede notarse enseguida, los conceptos


presentados de 2 a 6 son procesos morfológicos propiamente
tales, sin embargo, en 1, aparece mencionado el "orden de las
palabras" como procedimiento gramatical homologable con los
restantes, y es que Sapir nota que la morfología de la palabra en
cada lengua determinará también la morfología de la oración en
esa misma lengua,

Algunos [idiomas], como el latín [y el chinook] expresan


prácticamente todas las relaciones por medio de
modificaciones dentro del cuerpo de la palabra misma. En
estos idiomas, el orden de la palabras viene a ser un principio
retórico más bien que un principio estrictamente gramatical [...]
Ciertos idiomas, como el chino, el siamés y el annamita, en los
cuales todas y cada una de las palabras, si han de funcionar
adecuadamente, tienen que caer en su lugar preciso [...] la
mayor parte de los idiomas vienen a quedar entre los dos
extremos. (1975:76)

36
y agrega,

Cuanto más sintético es el idioma, es decir, cuanto más


claramente esté indicada la situación de cada palabra dentro
de la oración a base de los recursos mismos de la palabra
aislada, tanto menos necesario será considerar el conjunto de
la oración. (1975:129)

De la forma predominante de las palabras en la lengua


dependerá entonces el grado de libertad sintáctica que tendrán
los elementos en la oración; así, una lengua como el latín
marcará nítidamente sus funciones internas en la oración
mediante los casos (es decir, lo hará sintéticamente, lo que le
permitirá la "variación retórica" de los elementos en la oración),
mientras que, en las lenguas analíticas, las relaciones
funcionales en la oración se marcarán solo mediante el orden.
En este sentido, ¿el francés es una lengua analítica o sintética?
Contra todas las intenciones de tipología, habrá que contestar
que ambas puesto que, en una oración como Vos beaux yeux
me font mourir d'amour (para utilizar el ejemplo de Molière), los
elementos pueden disponerse de acuerdo con otra función: la
expresiva o "retórica" , como la llama Sapir, mientras que tal
cosa no puede suceder en una oración como Pierre bat Paul
donde cualquier alteración del orden cambiaría definitivamente
el significado de la frase (Paul bat Pierre), o la tornaría
agramatical (* Pierre Paul bat).
Una morfología, dije antes, morfología en la cual la
sintaxis aparece a veces subrepticiamente. Una morfología en
la cual "al lector atento le habrá sorprendido quizá que durante
toda esta exposición no hayamos dicho casi nada acerca de las
famosas partes de la oración", pero no hay razón para ello
puesto que "nuestra clasificación convencional de las palabras
en partes de la oración es sólo una vaga y fluctuante
aproximación a un inventario coherentemente elaborado de la
experiencia" (1975:137).
¿Qué es entonces lo interesante en la "sintaxis" de
Sapir? Antes decía: su definición de los conceptos centrales de

37
toda sintaxis, esto es, el concepto de sintaxis mismo y el de su
unidad de operación (y de análisis), la oración. Ahora agregaré
que el interés está en lo que llamaré su "punto de vista
funcional", su visión quizá no tan rigurosa pero sí muy
comprensiva de los procesos gramaticales y de su complejidad,
de la comprensión de todos los factores pertinentes en la
elaboración del sentido ordenado en la línea gramatical.

Todos los idiomas tienen una tendencia inherente hacia la


economía de la expresión. Si esta tendencia inherente hacia la
economía fuera enteramente inoperante, no existiría la
gramática. La gramática rasgo universal del lenguaje, no es
sino la expresión generalizada del sentimiento de que
conceptos y relaciones análogos se simbolizan de la manera
más conveniente mediante formas análogas. Si alguna vez
llegara a haber una lengua completamente "gramatical" sería
una máquina perfectísima de expresión conceptual. Por
desgracia -o por fortuna-, ningún idioma es tiránicamente
coherente. Todas las gramáticas tienen sus escapes.
(1975:48)

Un lingüista martinetiano, acostumbrado a encontrar


esta noción de "economía de la expresión" en los trabajos de
este autor o en sus orígenes praguenses, reconocerá aquí una
temprana expresión de esta noción que, además, aparece
aislada con respecto al resto de la escuela estructuralista. En
efecto, no volveremos a encontrar entre los teóricos
estructuralistas una concepción de la cadena sintagmática
concebida como económica, jerarquizada, factor esencial en la
construcción del sentido, algo más que concordancia y rección.
Aparece en Sapir la gramática concebida como una forma,
como un "organizador" de los elementos en la cadena pero,
también, y sobre todo, como un organizador del sentido,
organizador de la comunicación humana.

38
De aquí se deriva entonces la definición de oración:

La oración es el correspondiente, en el plano lógico, del


pensamiento completo, pero solo a condición de que se la
sienta como constituida por los elementos radicales y
gramaticales que acechan en los escondrijos de sus palabras.
Es el correspondiente psicológico de la experiencia, del arte,
cuando se la siente -y en circunstancias normales se la siente
ciertamente de ese modo- como el juego acabado de una
palabra con otra. (1975:41-2)

La oración, al igual que la palabra, se organiza en dos


planos: el de la formas abstraídas y el de las realizaciones
concretas, sin que ambos sean idénticos; la oración
corresponde a un pensamiento completo que se estructura en el
plano lógico y se constituye morfémicamente en "los
escondrijos de sus palabras", pero también es expresión del
hablante, es realidad concreta, es experiencia y arte de la
comunicación. Insiste Sapir en la "doble articulación" de las
oraciones, en el plano sistemático y en el comunicativo, y afirma
entonces

... la más importante de las unidades funcionales del habla, o


sea la oración, tiene, al igual que la palabra, una existencia
psicológica lo mismo que una existencia puramente lógica o
"abstraída". La definición de oración no es difícil. Es la
expresión lingüística de una proposición. Intervienen en ella un
sujeto del cual se afirma algo y la afirmación que se hace con
respecto a ese sujeto. "Sujeto" y "Predicado" pueden hallarse
fundidos en una sola palabra, como en latín dico, o pueden
expresarse por separado, como en su equivalente inglés I say;
tanto el sujeto como el predicado pueden recibir adiciones
diversas de manera que resulten proposiciones diversas de
muchas especies. Poco importa cuántos de estos elementos
calificativos (palabras o partes funcionales de palabras) se
añadan a la oración: esta seguirá conservando su unidad, con
tal de que cada una de las cosas añadidas venga a caer en su
lugar propio y contribuya a la mayor definición del sujeto de la
frase o del núcleo del predicado. (1975:45)

39
La definición de oración es la más completa que se
puede encontrar en esta escuela. En ella aparece la oración
como constructo de la lengua y como realización funcional en el
habla. Una estructura lingüística que jerarquiza sus elementos
alrededor de dos núcleos: el sujeto y el predicado.

La definición de sujeto y predicado, tal como puede


notarse en la cita, comienza como una definición nocional,
correspondiente a las tradicionales y, como en ellas, mezcla la
definición propiamente sintáctica de las categorías oracionales
con la definición pragmática de estas categorías, ahora bien, al
abundar en las definiciones, Sapir es estructuralista y define,
consecuentemente, las estructuras de estas categorías, esto
es, nota que "sujeto" y "predicado" son núcleos de jerarquía
sintáctica y que, independientemente de las modificaciones
funcionales que evidencien en el uso, mantienen su poder de
rección, y esto será así incluso cuando se consideran de una
lengua a otra pues el carácter analítico o sintético de la lengua
no los modifica en su condición ni cambia su valor. De una
lengua a otra, así como de una proposición a otra, varía la
expresión lingüística más no la estructura que la sustenta.

Benjamín Lee Whorf: un ingeniero venido a la


lingüística
En 1956 aparece Language, tought and reality, un libro
donde se recogen una serie de trabajos de Whorf, realizados
entre 1927 y 1942, que hasta entonces habían estado dispersos
o inéditos. Whorf, alumno de Sapir, es un lingüista de campo
que se dedica con esmero a investigar las lenguas indígenas de
los Estados Unidos y de México, siguiendo las ideas lingüístico-
antropológicas de su maestro.
A Benjamín Lee Whorf se le conoce sobre todo por el
hecho de haber desarrollado los puntos de vista de Sapir sobre
las relaciones del lenguaje con la cultura y de estos con el

40
pensamiento, en la tesis conocida como "tesis Sapir-Whorf"
que toma, en las palabras de Whorf, la forma del determinismo
lingüístico.7 En relación con este punto de vista, en uno de sus
artículos donde aparece más nítidamente expuesta su tesis del
determinismo y del relativismo lingüísticos: "Lenguas y lógica",8
aparece también una interesante discusión sobre el concepto
de oración. En este trabajo, Whorf compara las siguientes
oraciones inglesas:

a. Aparto la rama a un lado


b. Tengo un dedo extra en el pie

con sus correspondientes en shawnee:

c. ni-l'θawa-'ko-n-a
d. ni-l'θawa-'ko-θite

donde, cada morfema, se traduce de la siguiente manera:

ni- "1ps"
-l'θawa- "perfil bifurcado"
-'ko- "árbol, matorral, o cualquier cosa de esta
forma"
-n- "mediante acción de la mano"
-a sufijo, indica que el sujeto es también el
agente (presente solo en la oración c.)
-θite "perteneciente a los dedos de los pies"
(presente solo en la oración d.)

Así, pues, la primera oración significa "lo aparto (algo similar a


la rama de un árbol) más abierto o aparte, donde se bifurca".
[...] la [segunda] oración únicamente puede significar "tengo un
dedo extra que se bifurca hacia afuera de un dedo normal
como si fuera una rama". (1971:264)

Comparando las dos lenguas y los tipos de oración que


se dan en cada una de ellas, Whorf encuentra argumentos en
dos sentidos:

41
1. a favor del determinismo lingüístico pues, en su
opinión, el hablante del inglés y el hablante del shawnee
percibirán y comprenderán de manera diferente el mismo
fenómeno en virtud del determinismo de la expresión sobre la
concepción mental del mismo fenómeno;
2. en contra de la idea de que todas las oraciones, en
todas las lenguas, se estructuran sobre un mismo modelo. En
efecto, las lenguas que Whorf describe son, en su mayoría,
lenguas polisintéticas, lenguas que ponen en problemas a las
definiciones tanto de oración como de palabra pues, en ellas,
oración y palabra son una misma unidad lingüística (cfr. los
ejemplos c y d). Whorf argumenta así:

Nuestras lenguas indias muestran que con una gramática adecuada


podemos construir oraciones inteligentes que no puedan ser divididas
en sujetos y predicados. Cualquier intento de separación no es más
que una separación de la traducción o paráfrasis de la oración, pero no
de la oración india. (1971:272)

y, más adelante, comentando el nootka (lengua algonquina),


agrega:

Cuando llegamos al ejemplo del nootka [como al del shawnee]


nos encontramos con que la oración sin sujeto o predicado es
el único tipo que existe. Se utiliza el término predicación pero
significa oración. [...] las oraciones grandes [de más de una
"palabra"] son oraciones de oraciones (o sea oraciones
compuestas) y no simples oraciones de palabras. (1971:273)

Los ejemplos que presenta Whorf evidencian que, en


efecto, la realización de la estructura oracional es "cuestión de
lenguas" y que, ciertamente, debemos contar con una definición
de oración tal que permita incluir las realizaciones "en una sola
palabra", ahora bien, habría que preguntarse si las lenguas
polisintéticas, como el shawnee y el nootka, son también los
ejemplos que permiten anular las nociones de "sujeto" y
"predicado" tal y como las entendía Sapir, es decir, como

42
núcleos estructuradores de la predicación. En otras palabras,
estas lenguas amerindias, al realizar la oración en una sola
palabra, ¿anulan con ello la presencia de los núcleos
estructurales? Creo que no, pero necesitaríamos conocer más
sobre estas lenguas a fin de poder argumentar lo que no pasa
aquí de ser una intuición.

Leonard Bloomfield: el dinosaurio


"El dinosaurio del estructuralismo", así lo llamaban, y es
que Bloomfield, en efecto, es un animal extraño en el panorama
de la escuela americana: es el primer lingüista de esta escuela.
En cualquier caso, este dinosaurio ha sobrevivido a los embates
teóricos que se han desarrollado después de él y se mantiene
aún como el verdadero "padre" del estructuralismo americano.
Ciertamente, lo que estamos acostumbrados a calificar de esta
manera, la concepción lingüística con la cual identificamos a
esta escuela, está presente, de manera nítida o borrosa pero,
en cualquier caso, presente toda en la obra de Leonard
Bloomfield y, específicamente, en un texto, que, al igual que el
de Sapir, se llama simplemente Language (1933).
Bloomfield es el lingüista que le dará precisión y orden a
esta teoría y establecerá de una vez por todas el modelo para
esta escuela. Consideraré a continuación los rasgos
fundamentales del trabajo de este teórico en lo que concierne a
la descripción sintáctica.
El primer concepto bloomfieldiano al cual debemos hacer
referencia es al de constituyentes inmediatos:

Cualquier persona de habla inglesa que se preocupe de este


asunto, nos dirá de seguro que los constituyentes inmediatos
de Poor John ran away son las dos formas poor John y ran
away; que cada una de ellas es, a su vez, una forma compleja;
que los constituyentes inmediatos de ran away son ran, un
morfema y away, una forma compleja, cuyos constituyentes
son los morfemas a- y way; y que los constituyentes de poor

43
John son los morfemas poor y John. Solo así nos llevará un
análisis apropiado, o sea, el que toma en consideración los
significados, a los morfemas constituyentes primarios.
(1964:190)

Tal como aparece en la definición que tomamos del


mismo Bloomfield, el principio de los constituyentes inmediatos
es un método de segmentación de la cadena para encontrar, en
términos de André Martinet, las unidades de primera
articulación, las cuales permitirán, a su vez, la delimitación de
las unidades de segunda articulación. Este método presupone
como constituyente "primario" a la oración, en la cual, tal como
aparece en la cita de Bloomfield, se realiza una segmentación
cada vez, es decir, se oponen dos formas que son los
constituyentes del nivel inmediatamente superior. El criterio
para realizar estas segmentaciones, es decir, el método para
determinar dónde se realizarán los cortes es, tal como decía
más arriba, la comparación con el total de las cadenas
contenidas en el corpus. Bloomfield lo expone así:

La parte común de dos o más formas complejas cualesquiera


es una forma lingüística; es un constituyente (o componente)
de esas formas complejas. Se dice que el constituyente está
contenido en las formas complejas. (1964:189)

La segmentación se detiene cuando llegamos a los


constituyentes "últimos" de esta cadena, es decir, las formas
simples o morfemas, que serán las que establecen oposiciones
entre sí en virtud de su distribución en la cadena y, también de
su significado, puesto que "Suponemos que cada forma
lingüística tiene un significado constante y definido, diferente del
significado de cualquier otra forma lingüística de la misma
lengua" (1964:187). Recordemos que aquí el significado debe
entenderse tal y como lo hace Bloomfield, es decir, como la
posibilidad de que una forma, en oposición a todas las demás
formas de la lengua, produzca una cierta "respuesta" en el
receptor de esta forma. En relación con esto, Bloomfield

44
agregará más adelante en el mismo capítulo, que "La selección
de formas contribuye al significado, porque las formas
diferentes de lo que es, por otra parte, el mismo ordenamiento
gramatical, darán por resultado significados distintos"
(1964:193). Así, si rehacemos el camino desde los
constituyentes últimos hacia el constituyente primario que es la
oración, esta empieza a aparecernos, en la visión
bloomfieldiana, como una forma o, más exactamente, una
estructura compleja, cuya configuración formal se presenta
como constante y, por lo tanto, también en un "paradigma" en la
lengua, y en cuya configuración significativa particular
aparecerá como rasgo pertinente lo que, por su parte, los
estructuralistas post-saussureanos llamarán la "elección por
parte del sujeto hablante" (cfr. Martinet 1980), implicando, por
una parte, la pertinencia significativa de esta elección, tal como
lo hace Bloomfield, y fundándose, por otra parte, en las
nociones saussureanas de oposición y valor de las formas en el
sistema de la lengua.
Como resultado del análisis en constituyentes
inmediatos aparecen entonces las formas lingüísticas que
Bloomfield definirá como constituyentes a su vez del sistema
gramatical de la lengua (en contraposición a las formas
fonológicas). El esquema completo de las formas de la lengua
consideradas por Bloomfield aparece claramente en un cuadro
que tomo de Lepschy (1971:122):

Léxico Gramática

unidades mínimas privadas femema fonema taxema


de significado

unidades mínimas glosema morfema tagmema


con significado

significados de tales noema semema episemema


unidades

unidad con significado forma forma forma


(simple o compleja) lingüística léxica gramatical

45
Si consideramos en primer lugar este cuatro de izquierda
a derecha y de abajo hacia arriba, encontraremos las unidades
formales más abstractas (formas lingüísticas), entre las cuales
una forma léxica será un morfema perteneciente a una clase
abierta y una forma gramatical un morfema perteneciente a un
paradigma gramatical, cerrado. La forma lingüística es la
abstracción que los reúne: el morfema considerado
independientemente de sus características y de su distribución.
Si vemos la columna de las formas lingüísticas hacia
arriba, encontramos unidades o rasgos en el mismo nivel de
abstracción y un noema será entonces un rasgo semántico sin
consideración del tipo de unidad a la cual pertenece, puesto
que, de especificarse esta forma como una morfema léxico
(morfema propiamente dicho, tal como se ve en el cuadro),
entonces su significado será descrito en sememas, del mismo
modo que serán episememas aquellos que se relacionan con
una forma gramatical (o tagmema). Esta distinción en
morfemas y tagmemas evidencia ya una jerarquización que
será presentada después por Bloomfield como la posibilidad
que tienen los primeros de aparecer como "formas libres"
mientras que los segundos serán siempre "formas ligadas".
Si excluimos al fonema y al femema, asignables al
análisis fonológico, nos resta por considerar una unidad que, tal
y como aparece en el cuadro, es forma mínima privada de
significado que pertenece a la gramática de una lengua y que
Bloomfield define así: "un rasgo simple de distribución
gramatical" (1964:195). El taxema entonces es un rasgo de
rección que cada morfema o tagmema comporta y determinará
sus posibilidades de aparición en la cadena: su distribución. Los
taxemas serán los determinantes de la construcción gramatical,
de la forma táctica.
Será un taxema entonces el que determine la relación de
un afijo con el morfema correspondiente y especificará si se
trata de un prefijo o de un sufijo. Bloomfield llama taxemas de
orden a aquellos que determinan la inversión del orden básico
de las palabras para convertir una aseveración en interrogación
(en inglés) y son también taxemas los que determinan el orden

46
básico de las oraciones declarativas. Así se construye
entonces el "edificio" con el cual tantas veces fue comparada la
lengua cuando era vista desde el estructuralismo.
La gramática de una lengua será, para Bloomfield un
recorrido descriptivo desde los constituyentes últimos
(morfemas y tagmemas) hacia el constituyente primario
(oración) y viceversa, determinando las unidades y los taxemas
que operan en cada nivel e intervienen en la construcción de las
unidades significativas propiamente tales puesto que el
morfema, aunque se considera la mínima unidad
fonético-semántica, no parece constituir por sí misma
significados, a menos que, como dice Bloomfield, sea
actualizado en el habla, en cuyo caso aparecerá entonces,
como forma independiente y caracterizado gramaticalmente
como una forma lingüística dotada de significado.
Varias unidades intermedias aparecen en el recorrido
que lleva, ahora a la inversa, desde los constituyentes últimos
hacia el constituyente primario. En primer lugar: la palabra,
definida según la célebre fórmula de "mínima forma libre".
En el nivel superior encontramos la frase (o grupo) que
se define como "forma independiente que está constituida
enteramente por dos o más formas menos independientes"
(1964:211). Estas formas menos independientes en relación
con la frase serán "palabras" que, al integrar el nivel superior,
contraen relaciones entre sí, relaciones tácticas, que las hacen
interdependientes. Al igual que las palabras, las frases perderán
independencia al formar parte de la estructura de "una forma
lingüística independiente que no está incluida, en virtud de
ninguna construcción gramatical, en ninguna forma lingüística
mayor", esto es, en una oración.
Para Bloomfield (y, con él, para los estructuralistas de
esta escuela), las "formas tácticas" empiezan entonces en el
nivel de la palabra y se caracterizan por cuatro tipos de
disposiciones generales, a saber:

47
a. el orden;
b. la modulación (el empleo de "fonemas secundarios"
tales como el acento y la entonación);
c. la modificación fonética en los fonemas primarios de
una lengua (alomorfos); y
d. la selección.

Estas "disposiciones generales" serán válidas tanto para


la unión de morfemas en palabras como para la unión de
palabras en construcciones mayores (frases u oraciones). Estos
cuatro tipos de "disposiciones" equivalen a los tipos de taxemas
que pueden representarse en una unidad y que actúan desde el
nivel de la palabra hasta el de la oración. Así, por ejemplo, entre
una oración declarativa (Juan corrió, por ejemplo) y la
interrogativa correspondiente, puede actuar el taxema de orden
para determinar la estructuración de la oración interrogativa
(¿corrió Juan?), o bien un taxema de modulación (curva
entonativa) que permitirá identificar los principios y finales de
oración y, en el caso de la interrogativa, en inglés como en
español, identificará a las interrogativas indirectas (con o sin
cambio de orden); por último, puede intervenir el taxema de
selección que cambiará la declarativa en interrogativa directa
sustituyendo al sujeto por un pronombre interrogativo (¿quién
corrió?).
En el caso de la modificación fonética, esta actuará
determinando los alomorfos, que pueden depender tanto de los
morfemas que se reúnen en su constitución como de las
relaciones que esta contrae en niveles superiores, y que
determinarán, por ejemplo, los alomorfos producidos por
"amalgama" (como en español a + el → al), a los cuales
Bloomfield, especialista en sánscrito como su padre, llama
formas "sandhi".
En el nivel oracional, los taxemas de orden determinarán
las posiciones posibles de una palabra o frase, lo que permitirá
definir la función de la palabra y, por extensión, de la clase
sintáctica a la cual esta pertenece. Así, la función de un

48
elemento podrá definirse como un rasgo formal (taxema) que
especifica la distribución de ese elemento o de su clase.
Entendida en estos términos, la función permitirá introducir dos
conceptos sintácticos bloomfieldianos que, como el de
constituyentes inmediatos, transcendieron a esta escuela: el de
construcciones exocéntricas y endocéntricas. Estas se
definirán como formas intermedias entre la palabra o la oración,
en tanto constituyen una unidad mayor que la palabra, pero se
clasifican funcionalmente como una de ellas. Será exocéntrica
una construcción que no pertenece a la misma clase funcional
que su núcleo sintáctico, mientras que, en las construcciones
endocéntricas, la construcción completa podrá ser incluida en la
clase de palabras a la que pertenece el núcleo que la rige y que
recibe sus modificadores por coordinación o por subordinación.
La construcción exocéntrica por definición será, evidentemente,
la oración y, en ella, el predicado, mientras que, por definición,
el sujeto pertenecerá al tipo de las construcciones
endocéntricas.
Por otra parte, será la pertenencia a una clase la que
determinará los taxemas de selección de cada unidad, es
decir, sus posibilidades de aparecer en una función
determinada:

La sintaxis consiste fundamentalmente en definirlos [los


taxemas de todo tipo] -en establecer, por ejemplo, en qué
circunstancias (con qué formas acompañantes, o, si las formas
acompañantes son las mismas, con qué diferencias de
significado) aparecen las varias clases sintácticas (como por
ejemplo, verbos indicativos y subjuntivos, o nombres dativos y
acusativos, etc.) en las construcciones sintácticas. (1964:226)

Si consideramos cuidadosamente esta descripción que


da Bloomfield de la sintaxis supondremos enseguida cuáles son
los taxemas que estudiará fundamentalmente la sintaxis: los de
selección, y, en ellos, "el tipo más estrecho de selección, por el
cual se dividen en tipos selectivos las grandes clases
sintácticas, [que] se llama concordancia" (1964:228). Bloomfield
distingue tres tipos de concordancia:

49
i. congruencia (semántica): si el actor pertenece a una
subclase A, la acción debe ser de la subclase A;
ii. régimen: en el sentido tradicional de que una forma
determina (o solicita) la presencia obligatoria de otra; y
iii. la referencia cruzada que se establece entre una frase o
construcción y la forma sustituta que lo re-presenta en la
oración. Los ejemplos de Bloomfield pertenecen todos a
lo que llamamos formas pronominales, así, esta
concordancia sería la que se establece entre el elemento
anafórico y la forma plena.9

Nada ha cambiado. Bajo una nueva terminología


volvemos a encontrar la tradición: la gramática de una lengua se
convierte en una morfología, más o menos metódica, y la
sintaxis queda reducida a tipos de orden lineal que las formas
mínimas pueden establecer en el nivel intermedio de las
construcciones o en el nivel superior de la oración. La
descripción del "orden de lo que va junto", esto es la sintaxis.
Bloomfield es el primer lingüista de esta escuela y,
también, es un expositor riguroso y "metódico" que sentará las
bases del estructuralismo americano y, con ello, de la ciencia
lingüística en su totalidad pues, como sucede con toda obra que
presenta una visión clara y sistemática de su objeto, no podrán
obviarse los aportes que hace a la comprensión, en este caso,
del lenguaje. Se puede decir que toda la lingüística posterior
ha sido inspirada por la metodología de Bloomfield, en la
medida en que la descripción lingüística debe, en un momento o
en otro, segmentar el enunciado en unidades mínimas
(morfemas), máximas (oraciones, o cualquier otra unidad
superior), e intermedias (frases o sintagmas) y, por otra parte,
definir las clases de unidades por sus compatibilidades o
exclusiones combinatorias. La lingüística americana
post-bloomfieldiana, en buena parte, buscó explicitar los
procedimientos de análisis y en particular los procedimientos
para la determinación de los constituyentes inmediatos.
Hemos visto que, contrariamente a lo que se dice a menudo,
Bloomfield no intentó nunca eliminar el sentido sino que lo

50
consideró como una realidad correlativa a las formas
lingüísticas y a las "construcciones" de estas formas. Pero toda
la lingüística posterior es, también, una reacción contra
Bloomfield, esencialmente porque no se considerará que haya
paralelismo necesario entre la distribución y el significado: para
la lingüística funcional tanto como para la gramática generativa,
no se trata de eliminar la distribución como una consideración
pertinente en la descripción lingüística sino de plantear que, si
bien esta es pertinente, no es suficiente para explicar la
organización de los elementos lingüísticos.

Charles F. Hockett: ¿un teórico o un analista?


Varias veces he citado aquí un libro donde, en un tono de
confesión, Hockett relata la vida intelectual de esta escuela en
los años 40-50 principalmente. Es un libro escrito en primera
persona plural en el cual varias veces Hockett inicia el párrafo
diciendo: "nosotros, los descriptivistas post-bloomfieldianos...".
Pues bien, esto es lo que es Hockett: un post-bloomfieldiano
que re-expone los términos de la teoría de Bloomfield sin
añadirle nada nuevo.
Así, después de haber conocido el pensamiento original
de Bloomfield, leer a Hockett es volver sobre los mismos temas
sin tener, esta vez, el brillo del razonamiento teórico original.
Tampoco es Hockett un analista en el cual podamos encontrar,
como en Whorf por ejemplo, las complicaciones e incluso las
contradicciones a las que todo análisis de lenguas no-descritas
puede llevar.
Hockett es entonces, más bien, un "manualista". Si lo
conocemos es porque, como Nida, escribió un manual de
referencia al cual todos hemos recurrido alguna vez en busca
del pensamiento y las razones del estructuralismo americano.
En 1958 publica Hockett A course in modern linguistics,
con fines explícitamente pedagógicos que ya son evidentes
desde el título. La única novedad en este texto, en lo

51
concerniente al análisis gramatical, es un capítulo titulado "El
modelo de una lengua" (1972:138-145) donde Hockett
presenta, en términos que luego nos serán familiares, los
sistemas y sub-sistemas, centrales y periféricos, que componen
la lengua, a saber:

Tres sub-sistemas centrales:


- el sistema gramatical: "un repertorio de morfemas y los
ordenamientos en que aparecen"
- el sistema fonológico: "el repertorio de fonemas y los
ordenamientos en que aparecen"
- el sistema morfofonemático: "el código que vincula los
sistemas gramatical y fonológico"

Dos sub-sistemas periféricos:


- el sistema semántico: "que asocia diversos morfemas,
combinaciones de morfemas y ordenamientos en que pueden
aparecer con cosas y situaciones o con clases de cosas y
situaciones"
- el sistema fonético: "la manera en que se convierten en ondas
sonoras, mediante la articulación de un hablante, las
secuencias de fonemas y la manera en que son descifradas,
por un oyente, a partir de la señal lingüística."

El lingüista, a decir de Hockett, puede escoger si


considerará o no los sistemas periféricos aunque, desde su
punto de vista, "la lingüística se ha concentrado siempre en los
sistemas centrales sin preocuparse mayormente por los
periféricos" (1972:139) puesto que estos serían objeto de
estudio de otras ciencias. En todo caso, "preferir una definición
más amplia del término [lenguaje] o una más restringida es
cuestión de gusto personal y no tiene importancia" (id). De un
plumazo resuelve Hockett la relación entre la forma lingüística y
su uso real, el trabajo descriptivo del lingüista se formaliza y
quizá se hace más "científico" pero no lo logrará sino a costas
de sacrificar su objeto de estudio. Por suerte dejará al "gusto
personal" del lingüista la selección de los sistemas que
considerará en su descripción. La gramática aparece aquí

52
nítidamente presentada como un repertorio de elementos que,
en sí mismos, comportan la posibilidad de relacionarse con
otros elementos, que aparecerán entonces llamados por estos,
la oración se convierte en una línea donde todos los elementos
tienen el mismo rango y se "ajustan" a la izquierda y a la
derecha en el sistema de casillas con el cual se construye el
"edificio" de la lengua.
El "modelo puro", el "rigor a toda costa", llevarán a esta
escuela (ahora entendida como tal: el grupo de "descriptivistas
post-bloomfieldianos"), hacia su propia ruina. En estos
extremos la lengua se convierte casi en una nomenclatura,
"mecanizada" y "rigidizada" a tal punto que no se puede
comprender cómo se puede salir de ella hacia los mensajes
lingüísticos, no se puede entender cómo se articula este
mecanismo.

Zellig S. Harris: la exacerbación del método


Creo que es justo decir que Harris ha sido un soberbio
metodólogo, pero nunca un teórico del lenguaje. (Hockett
1974:39)

La afirmación de Hockett no puede ser más cierta, en


Harris no encontramos una discusión teórica que modifique los
términos de la teoría bloomfieldiana o post-bloomfieldiana.
Harris se limita a especificar los conceptos metodológicos que
esta escuela encuentra en Bloomfield, con una particularidad:
especificará igualmente que el método que propone ha sido
completamente depurado de sentido. Así, como método
puramente formal, lo presenta cada vez:

This paper presents a formalized procedure for describing


utterances directly in terms of morphemes rather than of single
morphemes. It thus covers an important part of what is usually
included under syntax. When applied in a particular language,
the procedure yields a compact statement of what sequences
of morphemes occur in the language, i.e. a formula for each

53
utterance (sentence) structure in the language. [...] The method
described in this paper will require no elements other than
morphemes and sequences of morphemes, and no operation
other than substitution repeated time and again. (1946:161)

Es así como comienza la exposición del método


que en este mismo capítulo presenté como método por
antonomasia de esta escuela. Harris, en efecto, hará profesión
de su método de sustituciones repetidas una y otra vez a fin de
establecer las unidades de la lengua y las secuencias posibles
en que estas unidades pueden combinarse. Será Harris el que
definitivamente haga valer el calificativo de "distribucionalistas"
para los seguidores de esta corriente.

The procedure begins by noting the environments of each


morpheme and by putting in one class all those morphemes
that have similar distributions. (1946:177)

Algunos años después este procedimiento analítico se


presentará como sigue:

The environment or position of an element consists of the


neighborhood, within an utterance, of elements which have
been set up on the basis of the same fundamental procedures
which were used in setting up the element in question.
"Neighborhood" refers to the position of elements before, after
and simultaneous with the element in question. (1952:15)

El método de Harris se aplica para establecer los


morfemas de la lengua mas, siendo estos definidos en función
de su distribución o, quizá podríamos decir, puesto que estos
derivan su función de la distribución que presentan en la cadena
y son clasificados de acuerdo con esta distribución, entonces,
cada clase será una clase distribucional y, al establecerla, se
establecerá simultáneamente el tipo de "vecindades" que
acepta y, con ello, se establecerá también el tipo de cadenas
posibles en la lengua. La unidad de este análisis morfológico,

54
por extraño que pueda parecer, es la oración, puesto que es en
su contexto que podrán establecerse y definirse las unidades
menores. Esta es una morfosintaxis en el sentido estricto de
este término. De este modo, operando mediante la reiterada
sustitución de los elementos a fin de establecer las
compatibilidades de cada unidad, no es necesario recurrir a
ningún otro medio de determinación de las unidades y, mucho
menos, al significado, el cual se encuentra ahora definitiva y
decididamente excluido de este método.
Definido según la tradición iniciada por Bloomfield, esto
es, como un tipo de correlación posible entre la oración que se
produce y la situación social en la cual ocurre, el análisis del
significado se torna impracticable para esta lingüística
descriptiva pues no parece, de ninguna manera, formalizable,
ya que no tenemos que esperar solamente al desarrollo de la
ciencia que nos dirá "exactamente" cuál es el significado de las
palabras (en términos de la estructura molecular de sus
referentes, o algo así) sino que, además, hay que esperar un
desarrollo de la sociología tal que pueda decirnos cuántas y
cuáles son las situaciones sociales en las cuales participamos
y, en ellas, cómo nos comportamos, de modo que, también,
podamos establecer lo que decimos (o diremos).

More generally, our previous investigation may tell us that


sooner or later, in some situation or other, the sequence /'pliyz/
[please] will occur, but it cannot tell us when, in what particular
social situations, it has a higher probability of occurring.
(1951:187)

Así, como resulta imposible saber cuándo los hablantes


escogerán una forma o una secuencia de formas particular,
resulta también imposible conocer su significado, de modo que
la lingüística descriptiva lo menciona y lo deja.
En 1951, Harris presenta, bajo el título general de
"Different conditions for different substitutions", los esquemas
oracionales que, en inglés, representan la ocurrencia (¿en sus

55
datos?) y que, en todo caso, representan las estructuras que
constituyen el entorno morfemático en el cual se establecieron
las clases de morfemas para esta lengua. Estos esquemas son
los siguientes:

NV (Our best books have disappeared)10


NVP (The martian came in)
NVPN (They finally went on strike)
NVN (We'll take it)
NVb11 (He is)
NVbP (I can't look up)
NVbPN (The mechanic looked at my engine)
NVbN (He's a fool. I looked daggers)
NVbA (He's slightly liberal. They look old)

Estos esquemas, según el mismo Harris, pueden


condensarse en una fórmula simplificada como NVX. En este, a
su vez, X (convencionalmente) representa a cualquier elemento
que pueda presentarse a la derecha de V, y cada constituyente
debe entenderse como la posición estructural de un morfema o
de una secuencia de morfemas homofuncionales, es decir,
también convencionalmente, N será una "cadena nominal" y V
una "cadena verbal". Estos son los constituyentes inmediatos
de una oración después de la primera segmentación y lo que se
presenta en estas estructuras será lo que muy pronto la
lingüística conocerá como secuencias de reescritura de
O(ración). Hay un estudiante de Harris que se ocupará de ello.
Es así como

Lenta y penosamente, guiados principalmente por Harris,


fuimos construyendo nuestro diseño de la gramática basados
en nuestro propio punto de vista sobre el diseño de un sistema
fonológico, liberando nuestros procedimientos y terminología
de todo vestigio del pensamiento basado en el `proceso
gramatical' (o taxema), hasta que hubiéramos alcanzado lo
que parecía que habíamos estado buscando: un modelo puro
de gramática basado en la unidad-y-ordenación. (Hockett
1974:33)

56
He afirmado que esta es una escuela que se sustenta en
dos pilares: Edward Sapir y Leonard Bloomfield, son ellos los
que conducirán esta corriente, este punto de vista sobre la
lingüística y sus tareas.
A pesar de que, en efecto, esta teoría se formula ante el
peso de los hechos y cediendo ante ellos; a pesar de la
concepción inductiva que logra, con frecuencia, que los puntos
de vista se desdibujen (lo que ha hecho pensar en que no hay
aquí un "punto de vista" que sustente la aproximación al
lenguaje); a pesar de todo ello, y quizá paradójicamente,
podríamos decir que este es uno de los puntos de vista más
"férreos" y más rigurosos en la historia de la lingüística pues,
tanto los teóricos como los seguidores, mantienen una visión de
lo que debe ser la lingüística: descripción y no otra cosa. Como
resultado y contrapartida, esta escuela produce un método
riguroso de análisis de los datos que influirá profundamente al
resto de la lingüística y del que no podremos separarnos, sobre
todo en gramática.

57
58
3. La sintaxis de las formas:
de la gramática general a la gramática
generativa
Si l'on examine avec soin ce qui attache ordinairement
les hommes plutôt à une opinion qu'à une autre, on trouvera que
ce n'est pas la pénétration de la vérité et la force des raisons; mais
quelque lien d'amour propre, d'intérêt ou de passion. C'est le poids
qui emporte la balance, et qui nous détermine dans la plupart de
nos doutes; c'est ce qui donne le plus grand branle à nos
jugements, et qui nous arrête le plus fortement. Nous jugeons
des choses, non par ce qu'elles sont en elles-mêmes; mais par ce
qu'elles sont à notre égard: la vérité et l'utilité ne sont pour nous
qu'une même chose. (Arnauld y Nicole 1970:42)

El renacimiento escindió el camino de los gramáticos: por


una parte los "empiristas", ocupados en describir el buen uso sin
fijarse en las teorías; por la otra los "teóricos", con Julio Escalígero
a la cabeza, empeñados en mostrar la ratio que precede y
comanda los hechos lingüísticos. El siglo XVII hereda estas dos
corrientes en los estudios gramaticales, dos corrientes
aparentemente irreconciliables que se desarrollarán, sin embargo,
contemporáneamente.
En Francia, el siglo XVII es el siglo del purismo lingüístico y
"las preciosas ridículas" de la corte francesa aprenden el arte del
buen hablar en el texto de Vaugelas, Remarques sur la langue
française (1647), mientras Richelieu funda la Académie Française
(1635). La gramática, desde entonces entendida como el arte de
hablar "correctamente", será al mismo tiempo una "gramática
filosófica", que sigue las reflexiones teóricas del renacimiento, el

59
cual había mostrado que las construcciones lingüísticas latinas
tenían causas lógicas y naturales. Las lenguas modernas debían
reflejar entonces esas mismas causas y sus estructuras se
concebían, por lo tanto, como marcos formales apoyados en la
lógica. Así las cosas, no es extraño entonces que le bourgois
gentilhomme reciba lecciones de gramática de un maestro de
filosofía. Tal como señala Julia Kristeva,

La penseé sur le langage se trouve ainsi bloquée: on ne fera


qu'établir les correspondants formels d'un schéma logique déjà
établi, sans pouvoir découvrir des lois nouvelles qui régissent les
langues modernes.
La sortie de l'impasse est proposée par la Grammaire Générale et
Raisonnée de Port-Royal (1660) de Lancelot et Arnauld, fondée
sur les principes mis au point par Descartes. (1981:157)

Port Royal
La abadía de Port Royal des Champs es conocida por la
obra de tres de sus abates: Claude Lancelot, Antoine Arnauld y
Pierre Nicole. Los dos primeros publicarán, en 1660, la
Grammaire générale et raisonnée contenant les fondéments
del'art de parler expliqués d'une manière claire et naturelle; les
raisons de ce qui est commun a toutes les langues, et des
principales différences qui s'y rencontrent, etc., y de nuevo
Arnauld, esta vez junto a Pierre Nicole, publicarán en 1662, La
Logique ou l'art de penser, contenant, outre les règles communes,
plusieurs observations nouvelles, propres à former le jugement.
La consideración tan solo de los títulos de estas obras nos
acerca ya a la orientación sobre su contenido. La gramática es "el
arte de hablar", en esto Port-Royal no se diferenciará radicalmente
de sus contemporáneos, sin embargo, no pueden eximirse de la
explicación de "lo que es común a todas las lenguas" pues "el arte
de hablar" es concebido aquí como "un des plus grands avantages
de l'homme", como una capacidad específica del ser humano que
se manifiesta en las diferentes lenguas pero tiene un fundamento
común: el pensamiento, las ideas.

60
No se trata entonces de exponer en la Grammaire las
reglas del uso cortesano de la lengua francesa, sino más bien de
ver lo que en ella hay de común con otras lenguas pues, en esa
semejanza se encontrarán los fundamentos del arte no sólo de
hablar sino también de pensar. No es por amistad entonces que
Lancelot y Arnauld suscriben la gramática, si ambos aparecen
como autores es porque hay aspectos del "arte de hablar" para los
que Lancelot deberá contar con la ayuda y los argumentos de
Arnauld. Los territorios del gramático y del lógico no estarán
separados en esta abadía.
Sin sorpresas entonces, la Grammaire empieza con la
siguiente afirmación:

La grammaire est l'art de parler. Parler, est expliquer ses pensées


par des signes que les hommes ont inventés à ce dessein.
(1969:7)

Gramática racionalista, dirán algunos, grammaire générale


et raisonnée, dirán ellos. General, pues son los principios
generales de las lenguas y no los elementos particulares de una
de ellas lo que interesa a estos gramáticos; y razonada, pues a
estos gramáticos interesa la "razón" de los usos del lenguaje.
Heredera directa de la ratio de Escalígero, esta razón "est de
l'ordre de ce que les hommes en général peuvent vouloir dire"
(Foucault 1969:x), es la razón de la mente humana, y de esta
como especie, de lo que se trata es de encontrar aquello que
constituye el razonamiento y las ideas de los seres humanos.

Lancelot había publicado ya para 1660 una gramática


latina, una griega, una del italiano y otra del español. Conoce
entonces varias lenguas en profundidad, lenguas que están,
además, emparentadas, pero no es la comparación la que lo
tienta sino los fundamentos, las razones generales. Esta
concepción de la gramática que se funda en Port Royal puede
compararse entonces, como lo hace Michel Foucault 1969, con un
edificio de dos pisos, en el cual encontraremos

61
l'étage manifeste des phrases, des mots et discours, des usages,
de tournures, qui à eux tous constituent le corps visible de la
langue et l'étage non manifeste des principes qui doivent avec une
clarté parfaite rendre compte des faits qu'on peut observer. (1969:
viii)

Foucault da cuenta, con esta comparación, del aspecto


fundamental de la reflexión de Port Royal: de la gramática a la
lógica, Lancelot y Arnauld buscan en el siglo XVII lo que la ciencia
lingüística del siglo XX expone como su primer objetivo: el
establecimiento de los principios que sustentan el sistema
significante de las lenguas, en otras palabras, la formulación de
una teoría lingüística.
En varios puntos de la Grammaire puede detenerse la
lingüística moderna para encontrarse y reconocerse, expondré
aquí algunos de ellos suscintamente, solo para enfatizar la
modernidad de las ideas de Port Royal (o, quizá, la reiteración
histórica de las ideas):

1. Tal como señalan en las primeras líneas de la


gramática, para los abates de Port Royal, las palabras son signos
en los que se puede considerar dos facetas:

la première: ce qu'ils sont par leur nature, c'est-à-dire, en tant que


sons et caractères. La seconde: leur signification, c'est-à-dire, la
manière dont les hommes s'en servent pour signifier leurs
pensées. (1969:7)

Es imposible leer estas líneas sin recordar los términos


por los cuales Ferdinand de Saussure distingue el significante del
significado en todo signo. Port Royal dirá aun más en relación con
el signo:

... le signe renferme deux idées, l'une de la chose qui représente,


l'autre de la chose représentée, & sa nature consiste à exciter la
seconde par la première. (1970:80)

62
Ciertamente, habrá que esperar hasta los primeros años
de nuestro siglo para volver a encontrar una exposición tan nítida
sobre la naturaleza del signo lingüístico. Arbitrario y psicológico.
2. En la segunda parte de la gramática, "Où il est parlé des
principes et des raisons sur lesquelles son appuyées les diverses
formes de la signification des mots", en el primer capítulo, los
gramáticos de Port Royal proponen:

Il nous reste à examiner ce qu'elle a de spirituel, qui fait l'un des


plus grands avantages de l'homme au-dessus de tous les autres
animaux, et qui est une des plus grandes preuves de la raison:
c'est l'usage que nous en faisons pour signifier nos pensées, et
cette invention merveilleuse de composer de vingt-cinq ou trente
sons cette infinie variété de mots, qui, n'ayant rien de semblable en
eux mêmes à ce qui se passe dans notre esprit, ne laissent pas
de'en découvrir aux autres tout le secret, et de faire entendre à
ceux qui n'y peuvent pénétrer, tout ce que nous concevons, et tous
les divers mouvements de notre âme. (1969:22)

Exactamente 300 años después, en 1960, André Martinet


resumirá este mismo principio en un concepto clave para su
concepción del lenguaje, el de la doble articulación (cfr. Martinet
1980:I-8). En estos mismos tiempos, otro teórico de la sintaxis se
sorprenderá igualmente ante esta maravillosa invención que
permite calificar el funcionamiento de las lenguas de "creativo",
pues permite la creación infinita de expresiones a partir de un
conjunto de medios finitos.
3. Port Royal establece de una vez por todas la distinción
lógico-gramatical de las categorías de sujeto y predicado de las
que será tan difícil, si no imposible, liberarse en los siglos
siguientes:

Le jugement que nous faisons des choses, comme quand je dis la


terre est ronde, s'appele proposition; et ainsi toute proposition
enferme nécessairement deux termes; l'un appelé sujet, qui est ce
dont on affirme, comme terre; et l'autre appelé attribut, qui est ce
qu'on affirme, comme ronde; et de plus la liaison entre ces deux
termes, est. (1969:24)

63
Aún hoy aprendemos que el sujeto es "aquello de lo que se
dice algo" y el predicado "lo que se dice del sujeto". La lingüística
deberá esperar justamente estos tiempos que he llamado del
"primado de la sintaxis" para poder empezar a cambiar estas
concepciones de lo que son los constituyentes primarios de la
oración y definirlos estructuralmente, para poder entonces, a
continuación, reconocer en estas definiciones tradicionales otro
rango. Definitivamente las definiciones de Port Royal y de toda la
tradición que empieza entonces, son definiciones nocionales que
dan cuenta de otra estructuración que no es la de los
componentes de la cadena sintáctica. Sujeto y predicado son
constituyentes gramaticales que deben categorizarse con criterios
propios de este nivel, ahora bien ¿por qué han sido tan aceptadas
estas definiciones? Probablemente porque no dejan de tener
razón, si no desde el punto de vista gramatical, por lo menos
desde el punto de vista pragmático: aquello de lo que se habla y lo
que se dice sobre ello son entidades que funcionan en el nivel
pragmático del discurso, esas que algunas veces hemos llamado
sujeto y predicado "psicológicos", o bien, tema y rema, los cuales,
como sabemos ahora, estructuran el mensaje de otra manera y no
coinciden, necesariamente, con el sujeto (el primero) y con el
predicado (el segundo).
4. Al considerar la proposición y sus "partes", los
gramáticos de Port Royal establecen una diferenciación de dos
grandes clases de palabras: unas "signifient les objets des
pensées" como los nombres, artículos, pronombres, participios,
preposiciones y adverbios; las otras "la forme et la manière de nos
pensées" y estas son los verbos, las conjunciones y las
interjecciones. Enseguida pasan a considerar cada una de ellas
por separado. Yo no puedo hacer lo mismo, pero me voy a
detener en los pronombres y, muy especialmente, en un párrafo
en el cual se definen los pronombres relativos, pues esta
definición ha sido muy citada y será además útil para el desarrollo
de mi exposición posterior.

Du pronom appelé rélatif


Ce pronom rélatif a quelque chose de commun avec les autres
pronoms, et quelque chose de propre.

64
Ce qu'il a de commun, est qu'il se met au lieu du nom;[...] Ce qu'il a
de propre peut être considéré en deux manières: la 1ère en ce qu'il
a toujours rapport a un autre nom ou pronom, qu'on appele
antécédent, comme Dieu qui est saint. Dieu est l'antécédent du
relatif qui. [...] La 2ème chose que le rélatif a de propre et que je ne
sache point avoir encore été remarquée par personne, est que la
proposition dans laquelle il entre (qu'on peut appeler incidente),
peut faire partie du sujet ou de l'attribut d'une autre proposition,
qu'on peut appeler principale. [...]
Cette union de plusieurs termes dans le sujet et dans
l'attribut est quelquefois telle, qu'elle n'empêche pas que la
proposition ne soit simple, ne contenant en soi qu'en seul
jugement ou affirmation, comme quand je dis: La valeur d'Achille a
été cause de la prise de Troie. [...]
Mais d'autres fois aussi, ces sortes de propositions dont
le sujet ou l'attribut sont composés de plusieurs termes, enferment,
au moins dans notre esprit, plusieurs jugements, dont on peut faire
autant de propositions, comme quand je dis: Dieu invisible a créé
le monde visible: il se passe trois jugements dans mon esprit,
renfermés dans cette proposition. Car je juge premièrement que
Dieu est invisible; 2º qu'il a créé le monde; 3º que le monde est
visible. Et de ces trois propositions, la seconde est la principale et
l'essentiel de la proposition: mais la première et la troisième ne
sont qu'incidentes, et ne font que partie de la principale, dont la
première en compose le sujet, et la dernière l'attribut.
Or ces propositions incidentes sont souvent dans notre
esprit, sans être exprimées par des paroles, comme dans
l'exemple proposé. Mais quelquefois aussi on les marque
expressément; et c'est à quoi sert le rélatif, comme quand je réduis
le même exemple à ces termes: Dieu, QUI est invisible, a créé le
monde QUI est visible. (1969:50)

En la cita anterior de la Gramática de Port Royal queda


evidenciado de una vez por todas lo que quiere decir "buscar los
fundamentos generales y razonados del arte de hablar", y que
hablar sea definido como la "explicación de los pensamientos".
Se ve clara también la metáfora de Foucault sobre el edificio de
dos pisos. Esta extensa cita se justifica porque, en ella, sobre
todo, aparece la concepción que tienen los gramáticos de Port
Royal sobre la estructura de la oración.

65
Fieles a la tradición que emparenta la gramática y la lógica
y define las unidades de la primera en términos de la segunda,
estos gramáticos no hablarán de oración sino de proposición. Al
considerar las proposiciones en su constitución, Lancelot y
Arnauld notan que, entre ellas se establece una jerarquía, así, por
ejemplo, se pueden distinguir proposiciones principales e
incidentes. Preguntémonos ahora ¿principales e incidentes con
respecto a qué? La respuesta no aparece en esta gramática, sin
embargo, la jerarquía parece establecerse cuando, entre dos o
más proposiciones, una de ellas muestra una cierta autonomía
predicativa mientras que la(s) otra(s) concurren para modificar
esta predicación incidiendo en ella, sin que esto impida que cada
una de estas proposiciones, cuando aparece sola, manifieste en sí
misma autonomía predicativa. Esto aparecerá más claro con un
ejemplo o, mejor aún, parafraseando el ejemplo de Port Royal, a
saber: las proposiciones Dios es invisible, Dios creó el mundo y el
mundo es visible, son, cada una de ellas, "autosuficientes" y
manifiestan autonomía predicativa. Puesto en términos más
llanos, cada una de ellas se basta a sí misma (tanto sintáctica
como semánticamente) y puede aparecer sola. Este criterio de la
independencia predicativa forma parte ya de la tradición
gramatical e incluso está tan arraigado que, durante siglos, hemos
tomado a la oración (o a la proposición) como unidad límite en el
análisis sintáctico. Ahora bien, si las tres proposiciones que
mencioné antes entran en relación, en una relación que es, en sí
misma, predicativa, entonces tienen, como todos los elementos en
sintaxis, que someterse a una jerarquía, deberán establecer cuál
de ellas es la "principal" o regente, y cuáles las "incidentes". De
nuevo, ¿principales e incidentes con respecto a qué?
Aparentemente con respecto a su contenido semántico, al juicio
que expresan. Una de estas proposiciones "dirá" el núcleo
semántico y las otras concurrirán para especificar la referencia de
ese núcleo semántico. Ahora bien, todavía hay que preguntarse
¿cuándo sucede todo esto? Evidentemente antes de que las
proposiciones "aparezcan" en el discurso. El hablante establece
los contenidos que va a comunicar, los formula como
proposiciones (o, quizá, estos contenidos solo sean comunicables
en tanto tienen la forma de proposiciones y, entonces, aparecerán

66
siempre como tales), jerarquiza las relaciones entre las
proposiciones y entonces emite un enunciado que, simple o
complejo desde el punto de vista gramatical, incluya las tres
sub-proposiciones anteriores: Dios invisible creó el mundo visible,
o bien, Dios que es invisible creó el mundo que es visible.
En términos sintácticos, ¿qué significa todo esto? Significa,
nada más y nada menos, que por primera vez, la cadena
sintáctica ha sido concebida como el producto de una operación
sintáctica que jerarquiza y ordena la cadena, y no como una línea
que se ordena de izquierda a derecha y en la cual la única rección
se produce cuando un elemento de la izquierda solo acepta
ciertos elementos a la derecha.
La gramática tradicional no se dará cuenta de este
"descubrimiento" de Port Royal, los estructuralistas tampoco, hará
falta esperar otra gramática.
La gramática de Port Royal dominó el siglo XVII, pero esto
no ocurre porque no haya habido concurrencia,
contemporáneamente aparecerán los manuales de gramática de
Beauzée, Du Marsais y, algo más tarde, el de Condillac, sin
embargo, todas las historias de la lingüística están de acuerdo en
reconocer el cambio de rumbo para el pensamiento lingüístico que
significó la Grammaire générale et raisonnée de Port Royal, un
cambio de rumbo que marcó un camino que seguimos aun hoy.
Desde la gramática general y razonada del siglo XVII hemos
transitado para llegar, en este siglo, a la gramática generativa y
transformacional. Expresamente no he hecho mención hasta
ahora a este segundo modelo ni al autor que lo sustenta mas, en
lo que resta de este capítulo, no me referiré sino a su teoría.1

Noam Avram Chomsky


Siempre ha estado claro que el uso normal y cotidiano del
lenguaje lleva consigo capacidades intelectuales del orden más
elevado. En vista de la complejidad de este logro y de su carácter
único en el hombre, resulta natural suponer que el estudio del
lenguaje contribuye significativamente a nuestro conocimiento de
la naturaleza de la mente humana y de su funcionamiento.
(1978:7)

67
Este texto podría haber sido extraído de algún
contemporáneo de Lancelot, sin embargo su autor lo publicó
trescientos años después, en 1966, en una obra en la cual revisa
de manera bastante aguda la lingüística racionalista: Cartesian
Linguistics. A chapter in the history of rationalist thought. Quien así
se expresa, en efecto, no es alguno de los racionalistas del siglo
XVII, sino un lingüista que ha reivindicado, para su comprensión
del lenguaje, los principios y las bases teóricas del racionalismo
de los siglos XVII y XVIII: Noam Avram Chomsky.
Chomsky, según sus biógrafos, estudió física y filosofía
además de lingüística. No parece extraño entonces que, al
dedicarse a esta última, se interese justamente por otro físico y
filósofo que, aunque no se dedicara expresamente a estudiar el
lenguaje, influyó definitivamente el rumbo del pensamiento
lingüístico de su tiempo: René Descartes.
Tal como lo señala el propio Chomsky, "en sus escritos
Descartes no hace más que escasas referencias al lenguaje [sin
embargo] en la formulación de su punto de vista general juegan un
papel significativo ciertas observaciones acerca de la naturaleza
del mismo" (1978:17). Julia Kristeva (1981) opina en el mismo
sentido que Chomsky sobre la extensión de las referencias
cartesianas al lenguaje y señala incluso cómo, en su teoría,
Descartes propone la existencia de un pensamiento
extra-lingüístico y designa el lenguaje como "una de las causas de
nuestros errores" en la percepción de las cosas, de la realidad,
quedando así el lenguaje prácticamente excluido del
razonamiento cartesiano, ya que se considera intermediario inútil
y superfluo entre la realidad de las cosas y la de los pensamientos.
Sin embargo, como señala la misma Kristeva, la paradoja querrá
que sea la filosofía del conocimiento propuesta por Descartes una
de las obras más influyentes en la concepción de la lengua y esto
no solo en sus contemporáneos sino, también, en los
"racionalistas" de este siglo.

68
Exclusivamente humano
Chomsky parece deslumbrarse y, ciertamente, no sin
razón, ante la existencia del lenguaje como capacidad específica
del ser humano y evidencia de procesos psicológicos superiores
en la especie. Hoy en día, los estudios psicolingüísticos que la
obra del mismo Chomsky impulsó, lejos de alejarnos de esta
evidencia sorprendente, nos confirman el carácter exclusivamente
humano de esta capacidad. Alguna vez, Eric Lenneberg (ese
neurólogo cuya obra influenció tanto a Chomsky) fue interrogado
sobre la posibilidad de que un individuo cuyo cerebro fuera del
mismo tamaño y del mismo peso que el de un adulto normal,
pudiera adquirir una lengua. Lenneberg contestó con un rotundo
sí pero, agregó, a condición de que ese individuo pertenezca a la
especie homo sapiens.2 Después de los delfines y los chimpancés
amaestrados, después de von Frisch y sus abejas, no podemos
dudar ya de esta exclusividad.
La investigación psicolingüística del siglo XX confirma
también lo que, entre muchos otros, Descartes y después
Chomsky han sostenido: que esta capacidad específicamente
humana es independiente de la inteligencia. Recordemos la
célebre frase de Chomsky, de inspiración cartesiana:

A fin de cuentas, una persona estúpida aprende a hablar, cosa


que no hace el mono más inteligente. (1972:39)

Los racionalistas del siglo XVII, empezando por Descartes,


imaginaban máquinas que podrían, eventualmente, hablar.

Se puede construir una máquina que exprese palabras e, incluso,


emita algunas respuestas a acciones de tipo corporal que se le
causen y que produzcan cambios en sus órganos; [...] Pero jamás
ocurre que coloque sus palabras de modos diversos para replicar
apropiadamente a todo lo que se pueda decir en su presencia,
como hasta el más ínfimo de los humanos puede hacer.
(Descartes citado por Chomsky 1978:18)

69
Hoy sabemos que entre las evidencias de la creatividad del
pensamiento humano están esos aparatos que son, en efecto,
capaces de producir emisiones lingüísticas pero que no saben
reconocer, en cada caso, las evidencias contextuales y
situacionales que intervienen en el habla por lo que, estas
máquinas, no saben hablar. El uso de la lengua, entonces, no es
mecanizable. Esta noción de "no-mecanización del uso" es clave
para Chomsky pues su tradición escolar bloomfieldiana le ha
insistido justamente en lo contrario, en la visión mecánica en
términos conductistas de estímulo-respuesta. Chomsky se alza
contra este punto de vista reductor, aunque su rechazo lo lleve
hacia otra reducción: en Lingüística cartesiana afirma, siguiendo a
Descartes y a Cordemoy, que

... en su uso normal, el lenguaje humano está libre del control de


los estímulos y no sirve a una simple función comunicativa, sino
que más bien es instrumento para la libre expresión del
pensamiento y para la respuesta adecuada ante situaciones
nuevas. (1978:37)

Chomsky libera así el uso de la lengua de los estímulos


directos, lo hace creativo e indefinidamente renovado, pero
reduce a "simple función" aquella que, a final de cuentas,
constituirá el marco para esa eterna creación: la interacción
lingüística, el marco de las situaciones nuevas a las cuales las
lenguas (y los hablantes) suelen adaptarse cotidianamente. Para
Chomsky el lenguaje no es para comunicar sino que, para él,
como para los abates de Port Royal, hablar es expresar los
pensamientos, el lenguaje ha sido creado con ese fin. Más
adelante, en el mismo texto, Chomsky insiste en este aporte de la
visión cartesiana que consiste en mostrar que el uso del lenguaje
"no está restringido a ninguna función práctica de comunicación,
en contraste, por ejemplo, con el pseudolenguaje de los
animales", que sería "meramente" comunicativo y dependiente de
los estímulos directos, el lenguaje entonces "es libre para servir
como instrumento del pensamiento y de la auto-expresión libre"
(1978:71).

70
Sin querer abusar del sistema chomskiano de las lecturas
parcializadas, que no ven sino aquello en lo que "verdad y utilidad
son la misma cosa", señalaré solamente la ingenuidad de esta
afirmación que hace de cada hablante un individuo en el sentido
absoluto del término, individuo para el cual la historia, la sociedad
de la cual ha aprendido una lengua, no cuentan para nada,
individuo que, además, "habla solo" pues no se entiende en qué
consiste la libre expresión del pensamiento cuando los medios
para esta expresión han sido liberados de su función
comunicativa.
Un año antes de Lingüística cartesiana, en 1965, Chomsky
publicó la obra en la cual su gramática aparece más acabada:
Aspectos de la teoría de la sintaxis. En los "preliminares
metodológicos", Chomsky hace esa famosa afirmación que tantas
controversias ha producido:

Lo que concierne primariamente a la teoría lingüística es un


hablante-oyente ideal, en una comunidad lingüística del todo
homogénea, que sabe su lengua perfectamente y al que no
afectan condiciones sin valor gramatical, como son limitaciones de
memoria, distracciones, cambios del centro de atención e interés,
y errores (característicos o fortuitos) al aplicar su conocimiento de
la lengua al uso real. (1971:5)

Me parece que hoy la polémica sobre la inexistencia de


ese "hablante-oyente ideal" ya está agotada: ese hablante,
ciertamente, no existe, es un producto de la abstracción teórica, y
dependerá de la teoría el que se sustente suficientemente la
necesidad y la utilidad de esta abstracción. Sólo señalaré una
contradicción evidente en esta posición chomskiana: al ser
liberado de la comunicación, "fuera de contexto y de situación", el
lenguaje se torna, justamente, mecanizable. Lo que no hemos
podido "enseñar" a las máquinas es la manera como los hablantes
nativos pueden manipular su lengua en situaciones cada vez
diferentes, con fines específicos cada vez diferentes, en otras
palabras, lo que no hemos podido mecanizar es el acto
comunicativo en el cual se usa la lengua. Pero Chomsky no ve
esto, él partirá de su oposición a la perspectiva mecanicista de
Bloomfield y de la escuela estructuralista para argumentar sobre

71
la "no mecanización del uso" que, para esta teoría, es importante
en dos sentidos, acabo de exponer el primero.
Veamos ahora el segundo que, de alguna manera, ha
aparecido ya en la exposición: en la cita de Descartes se
evidencia una de las razones por las cuales Chomsky se interesa
en él, esto es, la idea que tiene Descartes de que una
característica especial de esa capacidad humana es la de poder
ser "renovada" cada vez: Chomsky insistirá a lo largo de toda su
obra en ese aspecto creativo del lenguaje, la creatividad del uso
de la lengua, esa "maravillosa invención" que notaron los abates
de Port Royal, "que permite componer con 25 o 30 sonidos esa
infinita variedad de palabras". En palabras de Chomsky, "una
propiedad esencial del lenguaje es que proporciona los medios
para expresar infinitos pensamientos y para reaccionar
apropiadamente en una infinidad de situaciones nuevas" (1971:8).
De hecho, en Estructuras sintácticas, la primera exposición de su
teoría, publicada en 1957, hace de esta característica de las
lenguas, su propiedad definitoria:

En adelante entenderé que una lengua es un conjunto (finito o


infinito) de oraciones, cada una de ellas de una longitud finita y
construida a partir de un conjunto de elementos finito. Todas las
lenguas naturales, en su forma hablada o escrita, son lenguas en
este sentido, ya que cada lengua natural tiene un número finito de
fonemas (o letras en su alfabeto) y cada oración es representable
como una secuencia finita de estos fonemas (o letras) aun cuando
el número de oraciones es infinito. (1974a:27)

Puede discutirse la concepción de la lengua como un


conjunto de oraciones, pero no puede negarse que esta
característica "generadora" de las lenguas, su aspecto creativo
es, en efecto, una propiedad definitoria.

En resumen pues, el hombre tiene una capacidad específica, un


tipo único de organización intelectual que no puede atribuirse a
órganos exteriores ni relacionarse con la inteligencia general y que
se manifiesta en lo que podemos denominar aspecto creador del
uso del lenguaje corriente y cuya propiedad consiste en ser
ilimitado en cuando a su alcance y a no precisar de estímulo.
(1978:19)

72
La lengua como conocimiento
Si la lengua es un sistema "generador" (infinito) de
oraciones, entonces "La gramática de L será un ingenio que
genere todas las secuencias gramaticales de L y ninguna de las
agramaticales" (1974a:27). Esta es la primera definición de
gramática que Chomsky da a conocer (en 1957), en 1965 dirá:

Una gramática de una lengua pretende ser una descripción de la


competencia intrínseca del hablante-oyente ideal. [...] Una
gramática completamente adecuada debe asignar a cada una de
las infinitas oraciones una descripción estructural que indique
cómo entiende esa oración el hablante-oyente ideal. (1971:6)

Así como la definición de gramática de los abates de Port


Royal no podía sorprendernos después de conocer sus
aspiraciones "generales y razonadas" al estudiar el lenguaje,
tampoco puede sorprendernos ahora la definición de gramática
que propone Chomsky, pues depende estrechamente de su
concepción cartesiana del aspecto creativo de la lengua.

Antes de pasar a considerar las implicaciones teóricas de


esta posición notaré que, en las citas anteriores, aparecen dos
pares de conceptos, dos dicotomías chomskianas que podían
intuirse en Estructuras sintácticas pero que no serán
explícitamente definidas sino en Aspectos, estas dicotomías son,
a saber: el par competencia / ejecución (o actuación) y el par
gramatical / aceptable. En cuanto al primer par, Chomsky lo
propone como la oposición entre el uso de la lengua para expresar
lo pensamientos, libre de toda finalidad comunicativa: la
actuación; y el conocimiento que el hablante-oyente ideal tiene de
su propia lengua: la competencia.
La competencia, en tanto "conocimiento" de la lengua, es
glosada por Chomsky como la capacidad para producir oraciones
nuevas en situaciones nuevas, la capacidad de usar infinitamente

73
los medios finitos. Esta competencia se obtiene sobre la base de
una experiencia limitada a los datos del habla, a las interacciones
lingüísticas reales en las que el hablante-oyente ideal deja de
serlo y se convierte en un hablante real de su lengua materna. Si a
Saussure estas situaciones le habían parecido multiformes y
heteróclitas, a Chomsky le parecen poco menos que desastrosas
y no logra explicarse cómo es posible que alguien pueda adquirir
una lengua en tales situaciones. Su punto de vista teórico lo
llevará a responder sobre la adquisición de la competencia de una
manera particular y no exenta de polémica que revisaré más
adelante. Lo que me interesa destacar aquí es que la competencia
es una suerte de mecanismo formal abstraído a partir de los datos
del habla real y que, en palabras del propio Chomsky,

Esta competencia se puede representar, en un grado aún no


determinado, como un sistema de reglas que podemos llamar la
gramática de su lengua. (1977:9)

La otra "dicotomía" es la que relaciona el par gramatical /


aceptable. Para Chomsky la competencia es un mecanismo tan
eficiente que solo es capaz de producir oraciones
gramaticalmente bien constituidas y capacita al hablante, en todo
caso, para reconocer, en la actuación, los "enunciados
aberrantes" tales como aquel que él mismo produjera y que,
desde entonces, todo lingüista ha citado alguna vez:

Colorless green ideas sleep furiously


Incoloras ideas verdes duermen furiosamente

Este enunciado es, ciertamente, gramatical, tanto en inglés


como en español, puesto que está "competentemente" constituido
por un sujeto nominal + un verbo en forma personal que es el
núcleo del predicado + un complemento circunstancial de modo,
sin embargo, no es aceptable puesto que un enunciado aceptable
es aquel "perfectamente natural e inmediatamente comprensible
sin tener que sacar el lápiz, y que no tiene nada de extravagante ni
de estrafalario", la definición es bastante vaga, Chomsky agrega,
sin embargo, "es obvio que la aceptabilidad será cosa de grado en

74
dimensiones varias" (1971:12), y da con ello derecho de
existencia a los usos verdaderamente creativos del lenguaje.
La gramática de una lengua es, entonces, la descripción
de la competencia que el hablante nativo tiene de su lengua. Para
los fines teóricos, ese hablante nativo será "ideal". Así, la
"gramática de los lingüistas", no la del hablante nativo, será el
resultado de una doble idealización: idealización del uso de la
lengua (de la actuación), que ha sido despojada de sus fines
comunicativos para convertirse en instrumento del pensamiento y
generadora de oraciones "no-aberrantes"; y, también, idealización
de estas estructuras en una meta-teoría que se propone describir
los procesos de generación de las oraciones.

Una vez más estamos ante el edificio de dos pisos


(competencia/actuación). En este punto se podría argumentar que
Saussure también "vivió en ese edificio" al distinguir entre lengua y
habla pero veremos, en lo que sigue, que la distinción chomskiana
va mucho más allá de la dicotomía saussureana.
Si retomamos la segunda parte de la definición de
gramática que aparece en Aspectos, esto es: "Una gramática
completamente adecuada debe asignar a cada una de las infinitas
oraciones una descripción estructural que indique cómo entiende
esa oración el hablante-oyente ideal", notaremos enseguida que
esta definición incluye algo más que el modelo de la competencia
sintáctica: la gramática dará cuenta, además, de los procesos de
producción y comprensión de la lengua: la lengua ha dejado de
ser la expresión del pensamiento para ser ahora, ella misma, el
pensamiento.
Este es, quizá, el aspecto más "cartesiano" de la teoría
chomskiana y aparece ya expresado en la cita con la cual
iniciamos esta exposición de su teoría ("resulta natural suponer
que el estudio del lenguaje contribuye significativamente a nuestro
conocimiento de la naturaleza de la mente humana y de su
funcionamiento") y, de hecho, es en esta hipótesis donde
Chomsky encuentra la justificación de los estudios lingüísticos:
conocer el "ingenio" generador de oraciones, la competencia
intrínseca del hablante, valdrá en la medida en que nos permitirá
conocer mejor el trabajo de la mente humana:

75
Podemos considerar una gramática particular como un intento de
especificar la información de que dispone en principio A
[hablante-oyente] (es decir, aparte de las limitaciones de atención,
memoria, etc.) que lo hace capaz de comprender una emisión
arbitraria, en la medida nada trivial de que la comprensión está
determinada por la descripción estructural que provee la
gramática generativa. (1977:28)

John Searle (1973) comenta, en relación con este punto,


que uno de los problemas de esta concepción es el hecho de que
nunca se define claramente cómo se supone que la explicación
del lingüista representará la capacidad del hablante-oyente para
producir y comprender oraciones. Searle apunta entonces que

para Chomsky, el hombre es esencialmente un animal sintáctico.


La estructura de su cerebro determina la estructura de su sintaxis
y, por esa razón, el estudio de la sintaxis es una de las claves,
quizá la más importante, del estudio de la mente humana.
(1973:35)

El racionalismo cartesiano ha sido, pues, llevado a sus


límites: ahora se trata de ver lo que hay en el "sótano" del edificio
de dos pisos. Esta hipótesis que, como argumenta Searle, no fue
nunca precisada en su alcance, es, sin embargo, asumida y
defendida como un principio y dará forma a los fundamentos de la
gramática chomskiana.

De Port Royal a Chomsky, o de la gramática


general a la teoría general
Al presentar la Grammaire de Port Royal decía que, el
calificativo de "general" para una gramática dependía de un punto
de vista según el cual, para los abates del siglo XVII, el "arte de
hablar" es una capacidad específica del ser humano que se
manifiesta en las diferentes lenguas pero tiene un fundamento
común: el pensamiento, las ideas, y será este fundamento
común

76
el que proveerá las "razones" de la gramática. Mientras más
"razones" puedan evidenciarse más general será la gramática.
Según lo que hemos visto hasta ahora, no ha sido muy
largo el recorrido que conduce de Port Royal a Chomsky. Este se
reduce aún más si consideramos que, al igual que para Port
Royal, para Chomsky el estudio de las lenguas no valdrá sino en
la medida en que el lingüista sea capaz de formular una teoría
general que dé cuenta de la capacidad exclusiva y, con ello, se
acerque a la explicación no solo de esta capacidad sino, además,
de los procesos de la mente humana (en el entendido de que
suponemos que de allí proviene y que allí se aloja dicha
capacidad). En efecto, para Chomsky,

El teorizador lingüístico intentará construir gramáticas


generativas para las lenguas particulares y una teoría lingüística
general que satisface las condiciones empíricas siguientes:
a. tiene que ser lo suficientemente estrecha y restrictiva
de modo que, como una caracterización del estado inicial del
organismo, baste para explicar cómo es alcanzado, sobre la base
de los datos disponibles, el estado final en el que está
representado el conocimiento de la lengua; y
b. tiene que ser lo suficientemente abstracta de modo
que sea posible proporcionar gramáticas descriptivamente
adecuadas, en conformidad con esta teoría, para todas las
lenguas humanamente posibles. (1974b:13)

Para Chomsky, el concepto de descripción no aparece con


el sentido de "descripción empírica", sino el de "descripción de la
gramática", esto es, de la competencia lingüística de los hablantes
y, en este sentido, la teoría deberá explicar todas las gramáticas
posibles (gramáticas particulares); esto, a su vez, significa que la
teoría deberá dar cuenta de la gramática universal. Así, en el
proceso de idealización que mencionaba antes, el objetivo se
considerará alcanzado cuando la teoría sea no solo descriptiva
sino también explicativa, cuando se hayan encontrado las
"razones" para todas las lenguas humanamente posibles.

La teoría general es un aspecto importante y principal en la


concepción chomskiana, constantemente hará evaluaciones

77
del poder explicativo de la teoría y evidenciará, no sin cierto
orgullo, los adelantos en el sistema de hipótesis que permitan
"estrechar y restringir" los elementos necesarios para la
explicación. De cierta manera se puede decir que de Estructuras
sintácticas a Aspectos, y de la teoría estándar a la teoría de los
principios y parámetros, si Chomsky ha reformulado su teoría lo
ha hecho en la búsqueda de un grado cada vez mayor de
abstracción y, por lo tanto, de poder explicativo de la teoría. Lo
que no ha cambiado es el conjunto de hipótesis sobre los cuales
se fundamenta la teoría, este, por el contrario, aparece cada vez
con más convicción, pues Chomsky parece cada vez más seguro
de que el aspecto creador y la visión generativa de la lengua es el
camino que conduce a la explicación.
Veremos más adelante las variaciones en el modelo
gramatical, pero antes, revisaré brevemente tres principios de la
visión chomskiana relacionados, esta vez, con la noción de "teoría
general".
a. De la definición de los objetivos y alcances de la teoría
lingüística que acabo de citar, puede colegirse que se trata, en
este caso, de un modelo hipotético-deductivo, un sistema de
hipótesis que, tanto en la teoría como en las gramáticas, no
dependerá de la observación directa de "todas las lenguas
humanamente posibles" sino más bien, una vez más, de la
creatividad del pensamiento humano. Como Descartes, esta
teoría podría decirnos: "pienso, luego existo".
Para Chomsky la lingüística es esto: la construcción de una
teoría. Una teoría que, retomando lo que he dicho hasta aquí, será
lo suficientemente "razonada" como para ser una teoría general
de las lenguas y, por ello, será también una teoría del lenguaje, de
la exclusivamente humana competencia lingüística: la teoría
entonces precisaría los términos de esta competencia y, con ello,
la naturaleza de la mente.
De nuevo Chomsky está reaccionando contra su tradición
escolar: el estructuralismo "taxonómico" y distribucionalista de
Zellig S. Harris, del cual, más que alumno, se considera discípulo.
Como he dicho en el capítulo anterior, desde Boas hasta Harris, la
lingüística americana había estado demasiado ocupada en la
descripción de las lenguas indígenas como para preocuparse por

78
teorizar y esto es cierto aun en el caso de Sapir y de Bloomfield,
los "teóricos" de esta escuela. Sus desarrollos serán "prácticos",
"analíticos", metodológicos, aunque no por ello exentos de punto
de vista, como he reiterado en el capítulo anterior.
Pero no serán solamente los distribucionalistas los que
sientan el impacto de la insistencia de Chomsky en la precedencia
de la teoría sobre los hechos, Chomsky ha revivido, en el siglo XX,
las disputas ancestrales entre los racionalistas y los empiristas,
entre los que hoy llamamos formalistas y funcionalistas: después
de Chomsky, los lingüistas han tenido que formular explícitamente
los postulados teóricos que sustentan su trabajo.
Todo esto parte de una ingenua creencia de que es posible
ocuparse del lenguaje (o de cualquier objeto de las ciencias
humanas) sin tener un punto de vista que respalde ese
acercamiento. Este punto de vista, la teoría con la que partimos
siempre, puede no ser explícita, puede no ser un objeto en sí
misma, pero está siempre presente, no hay manera de evitarla
(aun si quisiéramos hacerlo esto sería imposible). En esto
Chomsky, tal vez sin quererlo, es legítimo heredero de los
estructuralistas, pues parece creer que las teorías, si no son
explícitas, fuertes, y similares a las que respaldan la investigación
en las ciencias naturales, no son teorías.
Chomsky se acerca más a sus antecesores franceses
cuando insiste en la necesidad de la teoría explícita. Recordemos
que, para Port Royal, la teoría se explica "de una manera clara y
natural" y, sobre todo, al considerar que la "construcción" de la
gramática de las lenguas particulares no vale sino en la medida en
que permite la teoría general, y viceversa, pues las gramáticas
son proporcionadas por la teoría.
b. Como modelo hipotético-deductivo, el sistema teórico
debe formular hipótesis sobre los principios generales del
lenguaje y de las lenguas. Uno de esos principios acaba de
exponerse: el aspecto creador del lenguaje, esa "maravillosa
invención" de la articulación infinita de los medios finitos. Este es
un rasgo común a todas las lenguas que conocemos y, de hecho,
para decir que estamos ante una lengua natural, los lingüistas nos
servimos de este criterio. Se trata, en este caso, de una propiedad
que puede asumirse como rasgo general y, más aún, universal.

79
Chomsky definirá dos tipos de universales que interesan
a la teoría: los universales sustantivos y los universales formales.
Los primeros se definen como el conjunto de categorías que
deben estar presentes en cada lengua natural, "los elementos de
cierto tipo [que] en cualquier lengua deben ser extraídos de una
clase de elementos fija" (1971:28). Chomsky suele ilustrar su
concepto de universales sustantivos citando la definición de
proposición (oración) de la Grammaire en tanto, para él, esta
definición presenta (y abstrae) la estructura de todo enunciado,
aunque cada lengua particular la realiza de acuerdo con su
"genio". En cuanto a los universales formales, estos son derivados
de la teoría. Por ejemplo, en la teoría de Chomsky, toda lengua
tiene un conjunto de reglas sintácticas, que la teoría especifica,
para producir enunciados. Se trata, en este caso de una "asunción
teórica", para decirlo en los términos de esta gramática: la teoría
de la lengua como competencia intrínseca y como "conocimiento"
derivará una serie de principios que se suponen presentes en
todas las lenguas en tanto se conciben teóricamente como una
propiedad de las lenguas.
Sustantivos o formales, la teoría entonces debe aspirar a la
formulación de un sistema de rasgos universales que permitirá
describir y explicar todas las lenguas o, mejor dicho, la capacidad
del lenguaje. Si lo logra, la teoría se torna explicativa y,
evidentemente, permite no solo la explicación de la capacidad
lingüística sino también de la explicación del fundamento de esta
capacidad: la mente humana. Los racionalistas y Chomsky
parecen caminar para encontrarse.
c. el conjunto de universales definidos por la teoría general
permitirán entonces la caracterización de una gramática
universal. Con la mente humana como substrato, las gramáticas
humanas no podrán ser muy diferentes entre sí, por lo que puede
formularse la hipótesis de que, entre la mente y las gramáticas
particulares hay un nivel intermedio que estará representado por
la gramática universal (esto en el caso de que la mente y la
gramática universal no sean la misma cosa, pues por momentos
podría pensarse que para Chomsky es así, aunque esta hipótesis
nunca ha sido formulada explícitamente). Esta gramática
universal sería, lógicamente, innata.

80
La competencia del hablante nativo se adquiere sobre la
base de los datos de la experiencia, se adquiere en la interacción
real con hablantes reales (esto ni Chomsky podrá negarlo), sin
embargo, como se sabe, los hablantes reales son exactamente
opuestos a los hablantes ideales, ¿cómo entonces es posible que
alguien sea capaz de adquirir algo a partir de ese "desorden" que
es la conversación diaria? Si la competencia es un conocimiento
de la lengua tal que ha abstraído las reglas del sistema lingüístico
y permite la comprensión y la producción de los enunciados
además de la identificación de los "enunciados aberrantes" ¿cómo
puede esta competencia provenir de los datos de la experiencia
solamente? La solución está en la consideración de la gramática
universal: esta precede a todo contacto con los datos reales,
puesto que forma parte de las capacidades humanas más
particulares y puede identificarse con los procesos psicológicos
superiores, entonces, lógicamente (de acuerdo con esta teoría), la
gramática universal ya estará ahí cuando el niño nace: la
gramática universal es innata.
Es importante señalar que no hay manera de negar la
predisposición biológica y psicológica que el homo sapiens
evidencia en cada miembro de su especie: esta especie ha
evolucionado de tal manera que cada individuo, al nacer, tiene
todo a su favor para adquirir una lengua. Pero reconocer esto no
implica necesariamente el reconocimiento de un "dispositivo de
adquisición del lenguaje", que se activaría por el contacto con el
habla real y que tendría la forma de una gramática mental (y, por
lo tanto, universal). Chomsky y Descartes se han encontrado al
fin: las ideas son innatas y, como parte de ellas, la gramática. He
mencionado ya lo que para Chomsky constituye la tarea de la
lingüística, ahora esto puede completarse: la tarea de la lingüística
es la de evidenciar la gramática universal a través de una teoría
general. Esta teoría general, tal como señala el mismo Chomsky,
debe poder explicar cómo un "organismo" en su estado inicial
logra obtener una gramática y, al hacerlo, permitirá la creación de
gramáticas descriptivamente adecuadas para las lenguas
particulares. La teoría, entonces, precede a las gramáticas
particulares.

81
De Port-Royal a Chomsky, o de la Gramática
general y razonada a la Gramática generativa y
transformacional
En casi todas la presentaciones que hace de su
concepción de la gramática, Chomsky cita una frase: Dieu
invisible a créé le monde visible. Es esta convicción la que lo
acerca definitivamente a los abates de Port Royal pues, para él, la
principal visión de Port Royal consiste en haber evidenciado el
hecho de que esta frase está compuesta, en realidad, por tres
proposiciones: Dios es invisible, Dios creó el mundo, el mundo es
visible; recordemos también que, para Port Royal, la segunda será
la proposición principal y las otras dos serán "incidentes" y que,
con respecto a la incidencia, el hablante tiene la opción de
formular su enunciado tal y como aparece arriba o bien mediante
la utilización de los pronombres relativos para producir entonces:
Dios que es invisible creó el mundo que es visible.

Resumiendo la teoría de Port Royal en sus líneas fundamentales,


una frase tiene un aspecto mental interno (una estructura profunda
que lleva consigo su significado), y un aspecto físico externo,
como serie de sonidos. Su análisis superficial en frases puede que
no indique las conexiones significantes de la estructura profunda
por medio de un signo formal o por la colocación efectiva de las
palabras. La estructura profunda, sin embargo, se representa en
la mente cuando se produce la expresión física. La estructura
profunda consiste en un sistema de proposiciones organizado de
formas diversas. Las proposiciones elementales que constituyen
la estructura profunda son del tipo sujeto-predicado, con sujetos y
predicados simples. (1978:90)

Así, "bajo" las estructuras sintácticas, puede (y, desde su


punto de vista, debe) encontrarse un "nivel previo" en la
producción de las frases que se representaría como un estadio en

82
el cual el hablante dispone de ciertas estructuras simples que se
organizarán jerárquicamente y sufrirán algunos cambios internos
en el proceso que las relaciona para constituir los enunciados que,
finalmente, produce el hablante. En el caso del oyente (en la
comprensión) se realizará el camino inverso: a partir de los
enunciados que recibe, el oyente "desandará" el camino de la
producción para llegar a esas estructuras simples que le
permitirán conocer lo que, efectivamente, se le dijo. De esta
manera, varios de los conceptos claves en la gramática
chomskiana aparecen directamente determinados por la
gramática de Port Royal, estos son los conceptos de estructura
superficial y estructura profunda, por una parte y, por la otra, la
concepción que tiene Chomsky del modo como se relacionan
estas dos estructuras, es decir, la idea de que la gramática es un
"aparato generador".

En efecto, la teoría general de la que nos estamos ocupando


concibe la gramática como una gramática generativa. Gramática
que "genera" estructuras de superficie como resultado de un
proceso que relaciona, jerarquiza y modifica estructuralmente las
proposiciones "simples" que se encuentran en la base para que
aparezca entonces la cadena final (que el hablante produce).
Con esto se aclara también en qué sentido, para Chomsky,
la gramática permitirá exponer los procesos mentales del
hablante-oyente pues, en efecto, la producción y comprensión de
las estructuras sintácticas será concebida como actividad
generadora que se realiza en la mente del hablante-oyente.
Esta actividad generadora tiene, además, una
particularidad: debe estar regida por un sistema de reglas, de
modo que la tarea del gramático será la de evidenciar esas reglas.
Si antes dije que la gramática es la descripción de la competencia
que el hablante nativo tiene de su lengua, ahora puedo agregar
que, para Chomsky, esta competencia se representa como
equivalente al conocimiento de ese sistema de reglas que es el
responsable de generar "todas las secuencias gramaticales de L y
ninguna de las agramaticales" (1974a:27).

83
En los años 50, cuando las máquinas que imaginaba
Descartes impactaban la cultura occidental, la "teoría de la
comunicación" y la cibernética hacían pensar en que las
estructuras lingüísticas podían formalizarse según el modelo de
los "estados finitos", es decir, como un proceso lineal donde, a
partir de un estado inicial, ocurren una serie de selecciones en
cadena que van siendo determinadas, cada vez, por las
selecciones anteriores, de esta manera: cada frase se concibe
como una serie de puntos en cadena, donde cada punto
representa una selección posible en un conjunto finito de
elementos susceptibles de aparecer en ese punto.
En una gramática de este tipo, las selecciones en cada
punto se realizan de izquierda a derecha y, una vez realizada la
selección en el primer punto, este determinará, en los conjuntos
siguientes, cuáles de las opciones son pertinentes y cuáles no
(por concordancia, por ejemplo); por esta condición, que es
fundamental en este modelo, esta gramática se conoce también
como "gramática dependiente del contexto".3 La condición de
entrada consiste en que, de nuevo, en cada punto, las opciones
sean limitadas, esto es, que se presente un conjunto de opciones
finito.
En un modelo como este, la tarea de la gramática sería
entonces la de determinar cómo se estructura esa serie de puntos
(teóricamente infinito), y la de establecer, también, cuáles son los
elementos que constituyen los conjuntos en los cuales se realizará
la selección (teóricamente finitos).
Propuesta así, esta gramática se parece, y con mucho, a la
gramática propuesta por los distribucionalistas. Recordemos que,
también para ellos, las estructuraciones sintácticas aparecen
como cadenas contextuales en las que cada elemento se define,
justamente, por su distribución, es decir, por su pertenencia a un
conjunto finito que tiene opciones de aparecer en determinados
contextos y no en otros.
Chomsky también equipara estas dos gramáticas y, al
hacerlo, opina que estas quizá hayan sido útiles para la
cibernética pero que las lenguas naturales serían difícilmente
descriptibles en este modelo. Las lenguas naturales necesitan
gramáticas independientes del contexto, aunque no podamos

84
decir, para hacer oposiciones simétricas, que estas gramáticas
serán también "infinitas" pues, al contrario, "un requisito que la
gramática tiene ciertamente que satisfacer es el de ser finita"
(Chomsky 1974a:29), y esto por una razón elemental: si es un
sistema de reglas que genera estructuras sintácticas, estas
reglas, así como las estructuras que se generen, no pueden ser
infinitas, una gramática de este tipo sería impracticable (y no para
los lingüistas, sino para los hablantes).4 Propone entonces
Chomsky una gramática "de la estructura de la frase", una
gramática de las Estructuras sintácticas. Estamos en 1957.

La teoría estándar
La gramática, entonces, es un conjunto finito de reglas que
operan con un conjunto de medios finito que se utilizan
creativamente para generar expresiones (y no estructuras)
incontables.
Esta gramática se compone de un conjunto de reglas que
permiten establecer, a partir de la estructura superficial, cuál ha
sido la estructura profunda que la ha producido, esto es, cuál es la
proposición o proposiciones simples que se encuentran en la base
de la estructura superficial. Estas reglas, conocidas como reglas
de reescritura, generan el marcador sintagmático o, como se le
conoce más generalmente, el diagrama arbóreo que representa
la estructura profunda. En número limitado, estas reglas son:5

O[ración]6 → [se reescribe como] SN SV7


→ (det) N
8
SN
SV → V SN (SP)
SN →O
det → artículos, posesivos...
N → cualquier miembro del paradigma nominal
V → cualquier miembro del paradigma verbal
SP → preposición SN

Así, al aplicar estas reglas a una oración como: El hombre


golpeó la madera con el martillo, obtendremos el siguiente
marcador sintagmático:

85
  O             
               
SN  SV  
     
det  N   
     
    V     SN SP  
     
    det N prep SN 
     
    det           N 
 
el  hombre  golpea  la  madera  con  el  martillo 

Como puede notarse, este modelo de gramática, que


"genera oraciones de arriba hacia abajo" no permite, sin embargo,
explicar cómo "de abajo hacia arriba" son generadas las
estructuras superficiales relacionadas (o parafrásticas). Así, un
modelo como este no permitiría explicar cómo se relacionan las
estructuras superficiales a, b, c y d, "generables" todas a partir de
la "estructura profunda" que incluye las tres proposiciones simples
que Lancelot y Arnauld reconocieron en las estructuras
superficiales a y b:

a. Dios invisible creó el mundo visible


b. Dios que es invisible creó el mundo que es visible
c. Dios, que es invisible, es el creador del mundo
d. El mundo visible fue creado por Dios, que es invisible
etc.

Una gramática que incluya solamente reglas reescriturales


generará diferentes configuraciones sintácticas para estas cuatro
frases y no explicará de qué manera están relacionadas. Para
Chomsky, no es este el sentido de la visión de Port-Royal y, sobre
todo, no es este el sentido de una gramática que, tal y como él
propone, debe dar cuenta de los procesos mentales por los cuales
un hablante, a partir de las tres proposiciones que Lancelot y
Arnauld presentan, puede producir o entender estas cuatro frases

86
"de superficie". El modelo se revelará entonces insuficiente y
hará necesaria la inclusión de un nuevo sistema de reglas: las
reglas transformacionales.

Una transformación gramatical T opera sobre una cadena dada


con una estructura constitucional dada, y la convierte en una
nueva cadena con una estructura constitucional nueva.
(1974a:62)

Las reglas transformacionales, también finitas, aparecerán


como un conjunto de reglas que opera sobre los marcadores
sintagmáticos generados por las reglas de estructura de frase
para generar, a su vez, estructuras superficiales.

Veamos esto en un ejemplo que tomo de D'Introno


(1979:68-9). Dada la oración: Pedro dice que María lo insultó si
aplicamos las reglas de reescritura generaremos el siguiente
diagrama arbóreo de la estructura profunda:

                O1 
 
    SN                              SV 
    Pedro     
        V  SN 
                  decir 
                      O2 
 
          SN    SV 
          María   
                V                  SN 
            insultar                  a Pedro 
                            a él   
 

Para obtener, a partir de este diagrama, la estructura superficial


correspondiente, se aplicarán las siguientes transformaciones:

1. Pronominalización, que transformará la estructura profunda indicada arriba


para resolver la correferencialidad entre el SN sujeto de O1 y el SN objeto

87
de la O2, y resulta entonces la cadena: Pedro decir María insultar a él;
2. Formación de clíticos: Pedro decir María insultarlo a él;
3. Concordancia: Pedro dice María insultólo a él;
4. Inserción de QUE: Pedro dice que María insultólo a él;
5. Movimiento de clíticos: Pedro dice que María lo insultó a él;
6. Elisión del pronombre fuerte: Pedro dice que María lo insultó.

Como puede notarse en este ejemplo, es necesario


establecer, además de las reglas transformacionales, un conjunto
de restricciones, o especificaciones, para la aplicación de estas
reglas. Así, para cada lengua debe establecerse cuáles son las
trasformaciones que se aplican obligatoriamente y cuáles
facultativamente. Por ejemplo, en español la "transformación de
concordancia" se aplica obligatoriamente, mientras que la "elisión
de pronombre fuerte" es opcional. Deberá especificarse también
cuál es el orden de aplicación de estas reglas pues, de nuevo en el
ejemplo anterior, una transformación como "movimiento de clítico"
no podría aplicarse en español antes de aplicar "concordancia".
Hay que notar que, en la estructura profunda, solo
encontramos "proposiciones", es decir, oraciones simples,
"nucleares" en la constitución de la estructura superficial. Estas
oraciones nucleares serán, como consecuencia de la
transformación, insertadas en la estructura superficial, y ello de
diferente manera, como se evidencia por el hecho de que las
cuatro frases que "derivamos" antes a partir del ejemplo de Port
Royal tendrían la misma estructura profunda.
La gramática es, entonces, generativa y transformacional.
Este el es modelo gramatical que Chomsky propone en 1957
cuando comienza "la revolución de Chomsky en lingüística".

La teoría estándar extendida


A la primera versión de la teoría chomskiana, que acabo de
presentar, se le conoce como teoría estándar. En 1965 la teoría es
reformulada en Aspectos de la teoría de la sintaxis. A esta
"reformulación" (y a su desarrollo subsecuente) se le conoce
como teoría estándar extendida, y la denominación apunta ya

88
hacia el hecho de que, en sus fundamentos, el modelo gramatical
no cambia de 1957 a 1965.
De la teoría estándar a la teoría extendida, se especifican
los términos de la gramática pero la concepción general que la
funda se mantiene intacta. En Aspectos, Chomsky abunda en los
puntos claves y desarrolla explícitamente algunos conceptos que
solo estaban esbozados en Estructuras sintácticas, a saber:
1. En este segundo modelo se restringen las reglas
transformacionales, es decir, el sistema de aplicación se
especifica de manera que la teoría sea más abstracta y más
general. Siguiendo el objetivo que se había trazado de hacer una
teoría que cumpliera con los requisitos de restricción y finitud, en
esta segunda versión de la gramática Chomsky especifica que
todo cambio estructural evidenciado entre la estructura profunda y
la superficial no es el resultado de la aplicación de una
transformación, esto es, que además de las reglas
transformacionales, la gramática debe especificar las condiciones
de aplicación de la regla y algunos procesos asociados (como los
de inserción y movimiento de elementos) que afectan a la
estructura profunda. De este modo se pretende categorizar el
conjunto de reglas, ordenar su aplicación y limitar su número. Se
pretende también hacer de las transformaciones un conjunto de
reglas más general que dé cuenta de manera más eficiente de las
categorías universales, dejando las especificaciones y
restricciones de aplicación a las gramáticas particulares de las
lenguas.
2. En Aspectos aparecen explícitamente definidos los
pares: competencia / actuación, estructura profunda / estructura
superficial, gramatical / aceptable. Igualmente, Chomsky define
aquí los universales (formales y sustantivos) cuyo establecimiento
constituye la tarea principal de la lingüística.
3. La base teórica, entonces, no cambia y la teoría
gramatical tampoco lo hace fundamentalmente. La concepción de
la sintaxis es la misma. La gramática de la lengua se centra en la
sintaxis y en sus dos "sub-componentes": el que incluye las reglas
de reescritura y el de las reglas transformacionales. En adelante
este "componente" será llamado "componente de base de la
gramática", y será el encargado de la generación y transformación

89
de las estructuras. Pero es el término mismo de gramática el que
ha cambiado pues ahora incluye, además de la sintaxis
(componente de base), dos componentes interpretativos: el
componente fonológico y el componente semántico. La variación
consiste en que ahora esta gramática podrá representarse como
un conjunto de componentes y subcomponentes que integran el
"aparato generador" y dan cuenta de la competencia lingüística
general de los individuos. En este segundo modelo, la gramática
estará estructurada como sigue:

COMPONENTE incluye dos grupos de reglas: las de subcategorización


SEMANTICO léxica y las reglas de selección del léxico

incluye dos subcomponentes: el generativo y el


COMPONENTE
transformacional, cada uno conformado por un grupo de
SINTACTICO
reglas específicas

COMPONENTE asigna forma fonética a la oración generada por las reglas


FONOLOGICO sintácticas

Así, pues, el componente sintáctico consta de una base que


genera estructuras latentes y una parte transformacional que las
proyecta en estructuras patentes. La estructura latente de una
oración es sometida al componente semántico para interpretación
semántica, y su estructura patente entra en el componente
fonológico y recibe interpretación fonética. El efecto final de una
gramática, pues, es relacionar una interpretación semántica con
una representación fonética -es decir, expresar cómo se interpreta
una oración. El componente sintáctico de la gramática, que
constituye su única parte "creativa", sirve de mediador en esta
relación. (1971:128-9)

La diferencia sustancial entre este modelo de la gramática


y el anterior es que ahora aparece un "componente semántico"
que asignará una serie de rasgos semánticos a los elementos
léxicos en la estructura profunda, rasgos tales como [±animado],
[±humano], [±contable], [±común], en el caso de los sustantivos, y
otros como [±transitivo], [±progresivo], en el caso de los verbos.

90
En otras palabras, esta gramática incluye ahora el léxico, tal y
como lo entendía Saussure y, en el léxico (o, más exactamente,
en el lexicón) se incluye, junto a cada entidad, un conjunto de
rasgos semánticos9 que determinan su categorización (en
paradigmas) y especifican la subcategorización de cada elemento
en el paradigma. Así, el primer rasgo que se asigna a todo
elemento es [±verbo], con lo cual se categoriza, y, a continuación,
en cada categoría, se asigna un conjunto de rasgos específicos
que, por ejemplo, en el paradigma de los verbos los distinguirá de
acuerdo con el número de argumentos nominales asociados.10
Además de las reglas de categorización y subcategorización, el
componente semántico incluye un conjunto de reglas de selección
léxica, "que analizan un símbolo (generalmente un símbolo
complejo) en términos de rasgos sintácticos de las contexturas en
que aparecen" (1971:92), es decir, son las reglas que restringen la
distribución de los elementos léxicos a determinadas estructuras
sintácticas, a determinados contextos.
Las reglas de subcategorización determinarán que un
verbo como nacer se subcategoriza como [-transitivo] y que solo
admite un SN el cual no podrá aparecer en la "superficie" con el rol
de objeto directo; por su parte, las reglas de selección
establecerán los "requisitos" que debe cumplir una unidad léxica
para poder aparecer como SN sujeto en una oración que incluya
este verbo. Colorless green ideas sleep furiously será una oración
resultante de la violación de estas reglas y, en términos generales,
cualquier tropo lo será.

Una nueva teoría de la sintaxis


Al tiempo que los conceptos y principios se hacen más simples, la
argumentación y deducción tienden a hacerse más complejas:
una consecuencia natural muy deseable. A la larga, esperamos
que sea posible derivar propiedades complejas de lenguas
naturales concretas, e incluso determinar la totalidad de la
gramática nuclear de una lengua, con todas sus consecuencias
empíricas, con sólo asignar a los parámetros de la teoría
lingüística general (la gramática universal) valores escogidos del
conjunto de posibilidades. (Chomsky 1988:15)

91
La cita es extensa porque aparecen en ella los principios
de esta "nueva sintaxis". Cada vez más "racionalista", en los años
80 Chomsky propone una nueva revisión del modelo teórico, que
se conocerá, a principios de esta década como el modelo GB
(government and binding)11 y, a finales de esa misma década,
como modelo de principios y parámetros.
En este nuevo modelo, Chomsky espera acercarse, cada
vez más, a su ambición de formular una teoría más general y más
simple que sea, por lo tanto, más explicativa. La gramática
universal es ahora el centro privilegiado de la atención pues es
esta, como siempre, el objetivo de la teoría. A partir de ella deberá
ser posible deducir las gramáticas particulares. De lo que se trata
es de establecer, de una vez por todas, cuáles son los principios
que constituyen esa gramática universal y, además, establecer los
parámetros particulares que deben considerarse a fin de que las
diferentes lenguas puedan ser explicadas por esta gramática. La
definición de gramática que se presenta en esta "nueva sintaxis"
así lo especifica:

La gramática de una lengua se puede considerar como un


conjunto determinado de valores para esos parámetros, mientras
que todo el conjunto de reglas, principios y parámetros constituyen
la gramática universal, considerada como la facultad del lenguaje,
un componente más de la herencia biológica de los seres
humanos. (1988:20)

Esta nueva sintaxis incluye una sola transformación:


Movimiento de α, "o sea, muévase cualquier categoría a cualquier
parte" (1988:30), restringida en su aplicación por los diferentes
parámetros que puedan determinarse, tanto los generales,
abstraídos en la gramática universal, como los particulares,
específicos de las gramáticas particulares. Uno de esos
parámetros, por ejemplo, depende de la "teoría del ligamento",
que da cuenta de las relaciones que establecen los elementos
anafóricos con sus antecedentes. Otro es el que depende de la
"teoría del caso", que asigna una marca de caso a aquellos
elementos que pueden recibirlo.

92
En esta nueva gramática, el léxico, entendido como
siempre: el lexicón, tendrá un rol fundamental pues será el
encargado de determinar muchas de las propiedades tanto de las
contexturas sintácticas posibles para cada elemento como,
inclusive, de "aquellas propiedades fonéticas y semánticas no
especificadas por regla alguna" (1988:18).
En esta nueva gramática, de lo que se trata es de lograr un
grado de abstracción tal que permita reducir las especificaciones y
alcanzar los principios. Por esto se reducen las reglas, tanto las de
reescritura como las transformaciones. La teoría debe hacerse
más simple y más general, debe ser más explicativa y, por esto,
más universal.

Uno podría estar tentado a decir que Noam Chomsky es el


último estructuralista. Este discípulo de Harris hereda de su
maestro un quehacer que, al margen de la teoría y de las
encendidas controversias anti-descriptivistas, aparece finalmente
cuando se trata de presentar las gramáticas. Las reglas de
reescritura son representación de los constituyentes inmediatos,
Chomsky hereda la desconfianza o la torpeza para entender
dónde está el significado y cómo enfrentarlo en el análisis, en esta
teoría, como en su antecesora, aparece el recurso al hablante
nativo como valorador de las decisiones del lingüista. Por sobre
todo esto, Chomsky es estructuralista cuando (contra sus
maestros o con ellos, o reivindicando a Saussure y su mentalismo)
trata de establecer las tareas de la lingüística, esto es, hacer una
descripción tal que lo que consigamos al final sea una explicación
de la capacidad específica del lenguaje. Dicho de otra manera, en
Chomsky reaparece (o no ha cesado), la búsqueda de un sistema
que, abstraído y general, nos permita conocer la capacidad de la
especie, nos permita saber sobre nuestro saber y, sobre todo, nos
permita descubrir los mecanismos secretos de la maquinaria que
opera en la base de las lenguas.
Pero, en su búsqueda, Chomsky consigue liberar por fin a
la sintaxis de sus viejos "vicios", es con él y por él que logramos
superar la idea de que una oración es una cadena de estados
finitos; es con él y por él que salimos por fin de la tradición que

93
limita los procesos sintácticos a la concordancia; es con él y por él
que se comprende por fin el componente sintáctico de toda
gramática como un mecanismo generador, como una actividad
retórica. La sintaxis de este siglo comienza con Noam Chomsky y
no podrá liberarse de su presencia, pues es él quien establece los
principios y parámetros para una nueva compresión de las
operaciones sintagmáticas. Los "principios" y los "parámetros"
que se encuentran en la base del componente sintáctico variarán
de una teoría a otra, pero la comprensión del "hecho sintáctico" ya
no podrá variar, ahora "any theory-based grammar,
transformational or not, can be stated in generative terms".12

94
4. La sintaxis funcional:
de Praga a las escuelas anglosajonas

No hablamos por signos aislados sino por grupos de signos, por


masas organizadas de signos que son a su vez signos. (Saussure
1973:215)

El término sintaxis funcional puede entenderse de


diferentes maneras: será funcional una sintaxis que se ocupe de
establecer las diferentes clases de unidades que intervienen en el
discurso, tomando en cuenta los roles sintácticos que ésta
desempeña y las relaciones jerárquicas que establece con el resto
de las unidades que pueden aparecer, con esa misma función, en
un enunciado real. Desde esta perspectiva, una definición
funcional del verbo lo caracterizará como una clase de palabras
que solo puede ejercer una función en la cadena y esta es la de
núcleo del predicado. El sustantivo, por su parte se caracterizará
como la única clase que puede aparecer en el núcleo del sujeto y
su rol discursivo será tan nítido que, en el caso de que otra
categoría quiera ejercer esta función, perderá sus condiciones
originales y se sustantivará. Las categorías clásicas siguen
operando, en esta perspectiva varía solamente el hecho de que se
hace una descripción realista de los usos de cada unidad y de
cada clase. Sintaxis funcional, entonces, puede querer decir:
clasificación de las unidades de acuerdo con los roles que
cumplen en el discurso y jerarquización de las clases de acuerdo
con sus funciones. En este sentido, habrá una sintaxis funcional
para cada lengua.

95
Sintaxis funcional puede también querer decir: descripción
de las funciones de las unidades, o clases de unidades, en el
interior del sistema lingüístico, descripción y explicación de lo que
el sistema necesita para poder funcionar como tal, de lo que es
pertinente, necesario, improbable o imposible para que haya
sistema lingüístico. Desde este punto de vista, se trata de
establecer las funciones distintivas y opositivas de cada clase de
elementos en el interior del sistema. En términos saussureanos,
se trataría entonces de establecer los valores de cada clase o
rasgo que sean pertinentes en el funcionamiento del sistema. En
esta concepción de la sintaxis, más teórica que la anterior,
estaríamos ante conceptos más abstractos y consideraríamos
entonces unidades tales como morfemas, tipos de morfemas,
estructuras oracionales y tipos de relaciones sintácticas de los
elementos del sistema y, junto al nivel sintáctico, habría que
considerar también las relaciones entre los niveles o, mejor dicho,
habría que explicar el rol de cada nivel a favor del funcionamiento
del sistema en su totalidad. En esta concepción, la primera
definición funcional debe ser la definición de lengua y, a partir de
allí, la explicación de los componentes se presenta como una
tipología.
Sintaxis funcional también quiere decir: descripción y
explicación de las funciones de una unidad o clase de unidades en
el exterior del sistema, es decir, cómo ese sistema (que,
evidentemente, se concibe en los términos anteriores) permite
cumplir funciones externas complejas tales como la comunicación
y la representación o, en términos más generales pero no más
simples, cómo ese sistema cumple la función de la significación
lingüística.
Dependiendo de cada punto de vista, uno de estos
significados, o uno de los aspectos que incluye, pasará a primer
plano y tendrá más peso pero, al mismo tiempo, estas teorías se
encontrarán en la convicción de que la lengua es un sistema
funcional, "un sistema de medios apropiados para un fin", y se
encontrarán también en un cuerpo de premisas que se derivan de
esta concepción y modulan su comprensión de los hechos
lingüísticos.

96
A continuación revisaré algunos de los criterios que han
nutrido el punto de vista funcional en sintaxis a través de la obra
de los autores que más relevancia tienen para establecer las
premisas que explican estas tres posibilidades de comprender el
término sintaxis funcional.

Entre Ginebra y Praga


En los primeros años de este siglo, mientras Saussure
dictaba sus cursos de lingüística general en Ginebra, un grupo de
lingüistas se reunía en Praga para discutir sobre los problemas de
análisis que tenían que resolver para adelantar en la descripción
de las lenguas, la literatura y la cultura eslavas: Vilém Mathesius,
Josef Vachek, Bohuslav Havránek, Ján Mukařovsky, Bohumil
Trnka, Frantisek Daneš; con el tiempo, a este grupo se unirán dos
jóvenes rusos: Nikolai S. Trubeztkoi y Roman O. Jakobson. Este
último había fundado ya el Círculo Lingüístico de Moscú y
determina la creación, hacia 1926, del Círculo Lingüístico de
Praga. Formalmente constituido, el Círculo Lingüístico de Praga
producirá un documento raro en la historia de esta ciencia: un
manifiesto titulado Tesis de 1929,1 cuya redacción se atribuye
normalmente a los teóricos del Círculo: Vilém Mathesius, quien
desde 1911 usaba el término funcional para definir su visión
lingüística, y los rusos: Jakobson y Trubetzkoi. Un documento raro
ciertamente pues, por única vez en la historia de nuestra ciencia,
tendremos una declaración de principios que empieza afirmando:

La lengua, producto de la actividad humana, comparte con tal


actividad su carácter teleológico o de finalidad. Cuando se analiza
el lenguaje como expresión o como comunicación, la intención del
sujeto hablante es la explicación que se presenta con mayor
naturalidad. Por esto mismo, en el análisis lingüístico, debe uno
situarse en el punto de vista de la función. Desde este punto de
vista, la lengua es un sistema de medios de expresión apropiados
para un fin. No puede llegarse a comprender ningún hecho de
lengua sin tener en cuenta el sistema al cual pertenece. La
lingüística eslava no puede ya eludir este conjunto actual de
problemas. (Trnka et al. 1972:30-1)

97
Tal como sucederá para toda la lingüística subsiguiente, el
Círculo Lingüístico de Praga se sitúa con respecto a Saussure,
como sigue:

1. El sistema lingüístico

El estudio de una lengua exige que se tenga rigurosamente en


cuenta la variedad de las funciones lingüísticas y de sus modos de
realización en el caso considerado. Cuando esta variedad no se
tiene en cuenta, la caracterización, ya sea sincrónica o diacrónica,
de una lengua cualquiera resulta necesariamente deformada y,
hasta cierto punto, ficticia. Según estas funciones y estos modos
cambian tanto la estructura fónica como la estructura gramatical o
la composición léxica de una lengua. (Trnka et al. 1972:41)

Para los praguenses, como para Saussure, el concepto


clave para la ciencia lingüística, que están fundando, es el de
sistema, su definición y, por sobre todo, su establecimiento como
concepto fundamental para la comprensión de los hechos
lingüísticos. Sin embargo, para los praguenses, a diferencia de
Saussure, el sistema no será una entidad estática y, por sobre
todo, homogénea2 sino que, por el contrario, el sistema se concibe
aquí como dinámico y heterogéneo. Dinámico, pues el sistema se
encuentra en constante evaluación de sus posibilidades
funcionales, en constante revaluación de las unidades que lo
constituyen, en constante interacción con el uso que los hablantes
hacen de ese sistema; y heterogéneo por las mismas razones
pues, si consideramos el uso cotidiano que cada individuo hace de
su lengua, nos encontraremos con una variedad de finalidades
para las cuales se activan estos medios de expresión, el sistema
deberá incluir esta variedad y, al hacerlo, necesariamente operará
subcategorizaciones en cada clase, de manera tal que no será,
por ejemplo, toda la clase de los sustantivos la que concurra en
español cuando nos interese hablar de un "objeto", ni siquiera
será todo el campo léxico el que tendrá posibilidades de
concurrencia sino que este, a su vez se subcategorizará según el
uso que nos interese, según la finalidad, y entonces, en español
(venezolano), hablaremos, según las circunstancias, de objetos,
cosas, peroles o corotos.3

98
El sistema se concibe entonces como un conjunto de
subsistemas que se actualizan según las funciones para las
cuales se usa la lengua y las situaciones lingüísticas en las cuales
interviene el hablante. Así, cuando los praguenses mencionan la
intención del sujeto hablante como criterio explicativo en
lingüística, es a esto a lo que se refieren, es decir, a la necesidad
que tiene que plantearse la lingüística de hacer una descripción de
los tipos de uso para los cuales se pone en funcionamiento la
lengua, usos externos, situaciones de habla, pues en el
establecimiento de estos tipos se encontrará un factor importante
para la definición funcional del sistema. No se trata de una
casuística que enumere las intenciones particulares de cada
hablante, esto no tendría sentido, se trata de conocer las
funciones generales, funciones sociales reales, a las cuales sirve
la lengua y, con ellas, tratar de establecer cuáles son las
categorizaciones funcionales que operan en el sistema. De nuevo,
se trata de la forma y no de la sustancia.
Establecen entonces los praguenses un conjunto de
funciones lingüísticas que, como rasgos de categorización,
pueden aplicarse a los usos de la lengua a fin de establecer su
pertinencia en la definición del sistema, estas son, a saber: el par
lenguaje interno/lenguaje manifiesto; el par lenguaje
intelectual/lenguaje emocional; el par función social de
comunicación/función poética; y, por último, la diferenciación de
los modos de manifestación lingüística, estos son:

la manifestación oral, que se subdivide según si el oyente ve al


hablante o no, por otro lado, la manifestación escrita; y en
segundo lugar el lenguaje alternativo con interrupciones y el
lenguaje monologado continuo. Es importante determinar qué
modos se asocian con qué funciones y en qué medida. (Trnka et
al. 1972:41-3)

2. La dicotomía lengua / habla

Situados ya en la perspectiva praguense, es fácil entender


que, para estos teóricos, la lengua no puede disociarse del habla,
tal y como lo hace Saussure. Jakobson afirmará tajantemente que

99
esta diferenciación que hace de cada una de ellas una entidad
separada no es más que una ficción despistante pues, como
podrá comprenderse a la luz de la definición praguense del
sistema lingüístico, lengua y habla se encuentran en relación
funcional constante, es el habla la que dinamiza el sistema, es el
habla, entendida en términos estrictamente saussureanos, la que
actualizará las variadas finalidades para las cuales se usa la
lengua y no será sino adecuándose a estas finalidades,
subcategorizándose, como el sistema lingüístico podrá servir
efectivamente a la comunicación lingüística. Entre la lengua y el
habla no hay una barrera. Sin confundirse, estas se encuentran en
constante interacción.
Es necesario citar aquí a Saussure y hacerle justicia.

la lengua es necesaria para que el habla sea inteligible y produzca


todos sus efectos; pero el habla es necesaria para que la lengua
se establezca; históricamente el hecho de habla precede siempre.
(1973:64)

Si Saussure confirma que la relación lengua-habla se


realiza en estos términos, ¿cómo entonces los praguenses
pueden argumentar en contra de ella? En estos términos, ambos
puntos de vista son idénticos: es la realización funcional la que
determina la configuración del sistema. La diferencia está en que,
para Saussure, una vez establecida la existencia del habla, esta
deja de formar parte de los intereses de la lingüística mientras
que, por el contrario, para los praguenses, son ambas, lengua y
habla, las que deben constituir el objeto de la lingüística. Estamos
de nuevo ante las dos caras de la moneda y, en términos
funcionalistas, no se puede concebir la una sin la otra y, menos
aún, describirlas o explicarlas separadamente.

3. La dicotomía sincrónico / diacrónico

No se pueden poner barreras infranqueables entre los métodos


sincrónico y diacrónico, como lo hace la escuela de Ginebra.(...)
Los cambios lingüísticos apuntan a menudo al sistema, a su
estabilización o a su reconstrucción. (Trnka et al. 1972:32)

100
No hay barreras entre la lengua y el habla, tampoco las hay
entre la consideración sincrónica y diacrónica del sistema. En
constante interacción con el habla, el sistema, concebido en los
términos que acabo de exponer, no se estatizará nunca sino que,
por el contrario, permanentemente evaluará y revaluará sus
categorías y subcategorías y esto, evidentemente, en términos
funcionales. Jakobson comparará los cambios en el sistema
lingüístico con una película en la cual "la percepción del
movimiento está presente también en el aspecto sincrónico" (en
Trnka et al. 1972:128).
Este punto de vista es una derivación lógica de aquel
según el cual el sistema es dinámico y en constante revaluación.
Lo que resulta necesario resaltar aquí es que, cada uno desde su
punto de vista, los praguenses y Saussure, están afirmando
siempre la prioridad de la noción de sistema, para unos dinámico,
para el otro estático en un momento determinado de su historia,
para ambos, es la noción más relevante en la descripción
lingüística; para ambos, no habrá cambio que no afecte a todo el
sistema; para ambos, "El tiempo no es el factor de la evolución; es
nada más el marco" (Benveniste 1971:7).

4. La dicotomía sintagma / paradigma

No es solo el rigor de la exposición el que hace aparecer


esta dicotomía sino, también, el hecho de que serán los
praguenses quienes la establezcan tal y como la entendemos
ahora: eje sintagmático, de las contigüidades, y eje paradigmático,
de las semejanzas. Recordemos que para Saussure este último
no se concibe exactamente como el eje de las categorías sino
como el de las asociaciones. Serán los praguenses quienes, años
mas tarde, establezcan este carácter doble de los sistemas
lingüísticos, confirmando con ello el hecho de que en la lengua
todos son valores negativos, de oposición.

" 'Has dicho pig [cerdo] o fig [higo]' dijo el Gato. 'He dicho pig'
replicó Alicia". En este enunciado concreto, el receptor felino trata
de captar nuevamente una elección lingüística realizada por el
emisor. En el código común al Gato y a Alicia, es decir, en el inglés
hablado, la diferencia entre una oclusiva y una fricativa, en un

101
contexto por lo demás idéntico, puede cambiar el sentido del
mensaje. (1974:106)

En el sistema de valores y oposiciones que es la lengua,


cada elección que el hablante realiza será entendida por el
receptor como una selección deliberada, en un conjunto de
opciones, con la cual el hablante quiere expresar sus intenciones.
Esto es:
a. cada selección en un paradigma establece,
simultáneamente, el valor del elemento seleccionado con
respecto a todos los que podrían aparecer en ese contexto y,
además, su significación específica, ahora en oposición a la
significación general que tiene antes de la selección y en contraste
con los elementos que, en el contexto, contribuyen a su
configuración semántica.
b. el receptor de toda forma lingüística debe evaluar el
conjunto de las opciones abiertas al hablante y valorar, en función
de ello, su selección, pues de esta valoración dependerá la
recepción del significado.
c. la intención del sujeto hablante será "la explicación que
se presente con mayor facilidad y naturalidad", es decir, será la
intención del sujeto hablante la que se evidencie mediante sus
elecciones en el sistema y será esta misma intención la que el
receptor deberá percibir. El lingüista, por su parte, actuando
también como receptor, deberá establecer las diferentes
funciones (o intenciones) para las cuales cada elección es
pertinente.
En un ejemplo lo veríamos así: para ningún hablante del
español (nativo o no) deja de ser obvia la diferencia entre las
siguientes oraciones:

a. Hoy estoy triste.


b. Hoy estoy para penas solamente.4

Estructuralmente idénticas, a y b representan elecciones


diferentes. Estas elecciones diferentes deberán ser percibidas por
el receptor quien, de otra manera, corre el riesgo de comprometer
la cabal comprensión de lo que se le dice.

102
En el nivel sintáctico también se evidencian estas
selecciones:

a. Hoy he llegado tarde.


b. Hoy, llegado tarde he.

Esta vez la estructura varía y el contenido ¿permanece


idéntico? Ciertamente no, también varía, por el solo hecho de que,
para un hablante de este siglo, aún en las situaciones más
formales, además de "decir lo que dice", la segunda oración suena
anticuada y hasta ridícula por lo que, al escucharla, un receptor de
este siglo probablemente pensará en la broma o la ironía.

La consideración de las intenciones del sujeto hablante no


es, entonces, una casuística que enumere las intenciones
particulares de cada hablante. Lo que los praguenses introducen
aquí es un criterio que permita categorizar la variación funcional,
que permita establecer por qué un hablante, en una situación
determinada, elige un elemento y no otro en el paradigma. Es esta
consideración, la consideración funcional, la que permitirá la
exhaustividad en la descripción y explicación del sistema
lingüístico. En esta perspectiva, las elecciones del hablante son
consideradas como el principio de la significación puesto que cada
una excluye todo el sistema y, al mismo tiempo, lo evidencia; solo
en esta relación de valores se establece la significación de un
elemento pues, como dice Saussure, "arbitrario y diferencial son
términos correlativos".

La sintaxis funcional en Praga


La agrupación de palabras, en tanto no se trate de una agrupación
fija, es el resultado de la actividad sintagmática, que se manifiesta
también a veces, además en la forma de una sola palabra. El acto
sintagmático fundamental, que es al propio tiempo el mismo acto
creador de la frase, es la predicación. Así también la sintaxis
funcional estudia sobre todo los tipos predicativos, teniendo en
cuenta también, al hacerlo, la forma y la función del sujeto

103
gramatical. Donde mejor resalta la función del sujeto es en la
comparación de la división efectiva de la oración en tema y
enunciación [rema] con la división formal en sujeto y predicado
gramaticales (resulta por ejemplo, que el sujeto gramatical no es,
en checo, tan temático como el sujeto gramatical en francés o en
inglés; la división efectiva de la frase checa, debido al orden de
palabras no mecanizado, en tema y enunciación, permite eliminar
la desavenencia entre tema y sujeto gramatical que otras lenguas
eliminan, por ejemplo, empleando la pasiva). (Trnka et al. 1972:39)

Esta extensa cita, que abarca casi todo lo que, sobre


sintaxis, aparece en las Tesis de 1929, nos permitirá evidenciar lo
que, para los teóricos del Círculo Lingüístico de Praga, es la
sintaxis.

1. Predicación

Es el "acto sintagmático fundamental", creador de la


oración. Oración, entonces, será toda cadena en la cual pueda
delimitarse un acto predicativo, incluso si esta cadena se limita a
una sola palabra. El acto predicativo es, más que pragmático,
sintagmático, es decir, no estamos refiriéndonos a actos de habla
en el sentido austiniano del término, sino a la estructuración de
una cadena que se organiza alrededor de un núcleo de
jerarquización sintagmática, núcleo que, evidentemente, será el
que permanezca cuando la oración se realiza como una sola
palabra. La noción de predicado se libera así de la larga tradición
iniciada con los griegos y restablecida por Port Royal. Para los
praguenses, el predicado no es "lo que se dice del sujeto" sino un
núcleo alrededor del cual se configura la oración estableciendo, a
partir de él, las jerarquías sintagmáticas en la cadena.

2. Estructuras sintagmáticas

En un artículo publicado en 1936, Vilém Mathesius, el


gramático de esta escuela, se pregunta lo siguiente: "¿Pertenece
la oración totalmente al momento transitorio y está determinada
por completo, en tanto que entidad lingüística, por la situación
individual en que se pronuncia? (1972:100)

104
La oración no es una mera sucesión de palabras y esto por
dos razones, la primera acaba de ser expuesta: cada sucesión de
palabras deberá organizarse alrededor de un núcleo, deberá ser
una predicación; la segunda es la siguiente: el hablante no es libre
de escoger cómo los constituyentes de la oración se organizarán
alrededor de ese núcleo predicativo sino que, por el contrario,
esos elementos se organizarán de acuerdo al sistema general de
la lengua, esto es, de acuerdo a los patrones sintagmáticos que la
lengua proporciona. Así, el mismo Mathesius responderá:

la oración no es por completo el producto de un momento


transitorio, no está determinada por completo por la situación
individual, y, por consiguiente, no pertenece totalmente a la esfera
del habla, sino que depende en su forma general del sistema
gramatical de la lengua en que se pronuncia. (1972:101)

Con esta afirmación Mathesius logra dos cosas, por una


parte, separar a la sintaxis praguense de la idea saussureana de
que la oración pertenece al habla (en cuyo caso ni siquiera
podemos empezar a hablar de estructuras sintácticas) y, por la
otra, al establecer que las estructuras sintácticas son tales, logra
entonces insertarlas en el sistema, esto es, en un paradigma.
La oración entonces es una cadena sintagmática
estructurada y jerarquizada alrededor de un predicado y que,
además, evidencia las posibilidades estructurales que se incluyen
en el paradigma sintáctico de una lengua. Puesto que se trata de
elementos de un paradigma, entonces, se rigen por el principio
que llamaré de la elección pertinente al significado, es decir que,
como todos los elementos de un paradigma, las estructuras
oracionales lograrán parte de su significación a partir del hecho de
que se oponen a otras formas concurrentes. Como sabemos, esta
paradigmatización de la cadena sintagmática volverá en este
siglo, y esta vez para imponerse, con Noam Chomsky.5
¿Cuál es el interés de esta paradigmatización? El interés
radica en que esta nos permite finalmente empezar a practicar
una sintaxis científica y rigurosa como querían los estructuralistas
americanos, ahora sí se puede describir cabalmente ese
componente fundamental para el funcionamiento de las lenguas

105
que se ocupa del "orden de lo que va junto". Vistos desde aquí,
todos los esfuerzos teóricos para definir la sintaxis que se han
hecho en este siglo quizá no hayan estado buscando sino esto.

3. Tema y Rema

El Círculo Lingüístico de Praga, de nuevo gracias a Vilém


Mathesius, distingue en la oración otra estructuración posible. Si
antes decía, el acto predicativo más que pragmático es
sintagmático, ahora diré: la oposición tema/rema no es
sintagmática sino pragmática, y esto lo veremos enseguida.
La tradición gramatical ha definido el sujeto como "aquello
de lo que se habla" y el predicado como "lo que se dice del sujeto".
Al hacerlo, no estaban distinguiendo realmente nociones
estructurales, no estaban estableciendo cómo se jerarquizan los
elementos estructurales sino que, por el contrario, nos estaban
indicando que, para saber cuál es el sujeto de una oración,
debemos saber de qué se está hablando, debemos saber qué se
ha dicho ya. Así, el tema del discurso nos permitiría identificar el
sujeto y, a partir de allí, todo lo demás ("lo que se dice del sujeto"),
sería el predicado. La gramática tradicional, entonces, no nos
estaba dando criterios sintácticos para establecer unidades
sintácticas sino que nos estaba dando criterios textuales, que solo
son posibles en el uso y desde el uso.
Sujeto y predicado son categorías de la estructura
sintáctica. Se definen en términos de núcleo y jerarquía sintáctica
en el marco oracional. Ahora bien, ¿de qué nos hablaban las
definiciones tradicionales? Nos hablaban en términos del texto y
no de la oración, en términos pragmáticos. Nos hablaban de
nociones reales en la estructuración de la oración, las nociones
que todos necesitamos para que una oración complete su sentido,
esto es, que sea coherente con aquello que estamos diciendo,
que se conecte de algún modo con el texto en el que nos
encontramos, que haya un "sujeto psicológico"6 constante
(aquello de lo que estamos hablando) y que se digan cosas sobre
él. Este "sujeto psicológico" nos permite seguir el hilo de lo que se
nos está diciendo y lograr información sobre ello.

106
Vilém Mathesius es el primero en distinguir que se trata, de
hecho, de dos "sujetos" diferentes. Uno es el sujeto de la
estructura y el otro es el sujeto del mensaje; uno es el sujeto que
exigen las lenguas7 para que se constituya una oración y otro es el
sujeto que exigen los hablantes para que haya coherencia en lo
que se dice. Uno es el sujeto y el otro es el tema y ambos no
coinciden necesariamente.
Varios ejemplos permitirán aclarar estos conceptos:

a. Esto es un libro.
b. A Lili le gustan las mandarinas.
c. Escribe en computadora.
d. Mi hijo tiene tres años.

Todos los hablantes de español, puestos a ello,


encontrarán que esto, las mandarinas, él/ella y mi hijo son,
respectivamente, los sujetos gramaticales de estas oraciones.
Ninguno de ellos, sin embargo, podrá decir de qué se habla en
estas cuatro oraciones, esto es, ninguno de ellos encontrará que
entre a, b, c y d hay una relación tal, que allí se le está contando
alguna historia o se les está describiendo algo. Para poder saber
qué es lo que se dice efectivamente tendríamos que encontrar
una serie como esta:

a. Lili escribe en computadora,


b. mientras escribe,
c. come mandarinas,
d. a ella le encantan las mandarinas,
e. aunque dicen que son para niños,
f. su hijo tiene tres años,
g. y sin embargo no le gustan.

En la sucesión a-g un hablante de español encontrará


que los sujetos gramaticales son Lili (en a, b y c), las mandarinas
(d), [ellos, alguien] y las mandarinas (e), su hijo (f), las mandarinas
(g). Un hablante de español reconocerá también que, entre a y c,
se está describiendo una situación; d y e, comentan algo sobre las
mandarinas; y, f y g, hablan del hijo de Lili en relación con las

107
mandarinas. Se habla aquí entonces de Lili, de las mandarinas y
de su hijo.
Los conceptos que quiero diferenciar se pueden
ejemplificar con las oraciones f y g. En f, el sujeto gramatical y "de
quien se habla" es el hijo de Lili, en g se sigue hablando de él, pero
el sujeto gramatical es las mandarinas. En términos tradicionales,
en g el sujeto gramatical es las mandarinas y el "sujeto
psicológico" el hijo de Lili, y, en términos praguenses, el sujeto es
las mandarinas y el tema el hijo de Lili.
Como acabamos de ver, se trata de dos nociones
diferentes, sujeto y tema, cada uno en su ámbito, colaboran en la
estructuración de los mensajes reales que un hablante produce. El
primero de ellos da coherencia a la estructura de la oración, el otro
da coherencia al texto en el cual esta oración se inserta. El sujeto
estructura lingüísticamente la oración (en su relación con el
predicado), el tema la estructura de acuerdo con las intenciones
comunicativas del sujeto hablante y puede, por ejemplo, hacer
variar el orden de los elementos en la cadena.
Según los praguenses, en lenguas como el francés y el
inglés, sujeto y tema tienden a coincidir. Si nos fiamos solo de los
datos propuestos en el ejemplo anterior, en español también esto
tendería a ser así, ahora bien, en checo "el sujeto gramatical no es
tan temático" y el tema determina, con mucho, el orden de
palabras.8 Es así como "every language displays a tendency for
this functional sentence perspective" (Mathesius 1983:127).

En Praga encontramos a los que, llamándose


estructuralistas, también se llaman funcionalistas. El Círculo
Lingüístico de Praga establecerá, más nítidamente que nunca
después, las bases de lo que conoceremos como "funcionalismo"
en lingüística. En Praga encontramos a los iniciadores de esta
tendencia.
En lo que respecta a la sintaxis, hemos visto cómo esta
escuela, principalmente en la obra de su gramático, Vilém
Mathesius, inaugura la comprensión de lo que él mismo llama la
"perspectiva funcional de la oración" en la que, básicamente, se
propone iniciar una paradigmática de la sintaxis, una
paradigmática que incluirá no solo los patrones oracionales de la

108
lengua, en términos estrictamente sintácticos, sino también, y
sobre todo, las variaciones estructurales que estos patrones
permiten para reflejar más eficientemente las intenciones del
hablante. Estas intenciones se evidenciarán, precisamente, en las
elecciones que el hablante realice en el conjunto de opciones que
el (o los) paradigma(s) sintáctico(s) le ofrece(n). Estas elecciones
serán pertinentes no solamente para la comunicación sino que,
además, será en virtud de ellas que el oyente podrá orientarse
más eficientemente sobre lo que se le quiere decir o, lo que es lo
mismo, las funciones para las cuales ese acto comunicativo se
está llevando a cabo.

De Praga a Francia
Es esencial conocer todas las diferentes funciones que
caracterizan una lengua, pero es igualmente importante
determinar para cada una, qué monemas están calificados para
desempeñar esta o aquella función. No se conoce ningún idioma
que permita que todas sus unidades significativas desempeñen
todas las funciones que él abarca. Incluso es difícil imaginar cómo
funcionaría tal idioma. (Martinet 1971:91)

Entre la tradición saussureana y la tradición praguense,


André Martinet se declara funcionalista. Su concepción de la
lengua y de la lingüística es, ciertamente, heredera de Praga pero,
como se nota en la cita anterior, el término función tiene para
Martinet un sentido específico: un sentido estructural.
Para Martinet las funciones de la lengua se reducen a una:
comunicar, y su influencia en el sistema será innegable, puesto
que lo funda. La relación entre el sistema y su función es una
relación de interdeterminación. Ahora bien, las funciones que le
interesan a Martinet son las funciones internas: las funciones
estructurales que permiten la marcha del sistema y sus
articulaciones comunicativas.
Este punto de vista, más que praguense, saussureano, se
funda en la noción de valor que Saussure expone en el Curso y
según la cual, un término no se define en sí mismo sino en sus
relaciones de oposición y de contraste con los demás términos del

109
sistema, es decir, que cada elemento existe en la medida en que
puede distinguirse de otros en el sintagma y en el paradigma
(ambos a la vez).
Así, si para el estructuralismo americano la función de un
elemento es igual a la posición que este puede ocupar en la
cadena; para el "estructuralismo funcional", la función de un
elemento depende de los grados de dependencia o autonomía
(morfo)sintáctica y de sus oposiciones en el sistema de valores
que es la lengua. Para ambos estructuralismos, la noción central
será la descripción de las articulaciones lingüísticas, en esto se
emparentan; sin embargo, una diferencia radical los separará:
para el estructuralismo europeo, la estructura de la lengua no es
una realidad existente en sí misma sino una realidad que se
describe y se explica en el equilibrio entre el sistema y sus usos
concretos. En Saussure este recorrido del uso hacia la estructura
se hacía en un solo sentido, después del Círculo Lingüístico de
Praga, el recorrido se representará más bien como un vaivén de
uno a otro, y cualquier abstracción que pueda alcanzarse en la
descripción deberá relacionarse con la realidad lingüística. Así,
para Martinet

La función es el criterio de la realidad lingüística. Nuestra tarea


consiste en describir esa realidad y no ha de ser motivo de alarma
el que uno de nuestros mecanismos de método nos falle acaso en
un punto determinado. [...] No tenemos por qué avergonzarnos de
presentar puntos limítrofes o marginales en cuanto tales en
nuestras descripciones, pues ellos son la prueba de la sinceridad
de estas. [...] Los zoólogos, por ejemplo, han ido registrando todos
los fenómenos conforme se presentaban en su campo de
observación y nunca han intentado suprimir el ornitorrinco. ¿Por
qué los que estudian el comportamiento humano no pueden
aceptar toda la esfera de sus actividades? (1971:18-9)

En este marco, la sintaxis podrá definirse entonces como lo


hace Denise François:

La experiencia, que no es lineal, se puede transmitir gracias a


enunciados que, en su forma oral, lo son necesariamente: la
sintaxis consiste principalmente en examinar por qué medios las

110
relaciones que existen entre los elementos de la experiencia, y
que no son relaciones de pura sucesividad, se pueden delimitar en
una sucesión de unidades lingüísticas, de manera que el receptor
del mensaje pueda reconstruir esta experiencia. (1969:17)

Lo que interesa más en esta definición de sintaxis es la


insistencia en la triple dimensión la realidad en oposición a la
única dimensión de la cadena. Así se pone en evidencia que, en
efecto, la sintaxis debe actuar como un procesador de la
experiencia (o de la cognición) a fin de poder representarla
linealmente, mas recuperando todas sus dimensiones, y todo ello
con la intención de que el receptor pueda "reconstruir esta
experiencia", es decir, que la comunicación se realice.
Evidentemente, al linealizar su mensaje, no será solamente "la
realidad" la que aparezca sino, también, el hablante, su
percepción, su saber, sus intenciones comunicativas, su tradición,
y será esto lo que se comunique al receptor. Ahora bien, todo esto
no se logra con una mera sucesión de palabras sino, por el
contrario, mediante la utilización cabal de todos los medios que
provee el componente sintáctico de toda lengua, empezando por
los medios estructurales para la configuración de la oración pero
incluyendo, también, los medios funcionales que el sistema
permite, es decir, haciendo de las oraciones mensajes, mediante
los recursos de "re-estructuración" pragmática tales como el
subsistema temático que Mathesius señaló.
En esta perspectiva, la sintaxis debe ser el componente de
la estructuración, jerarquización y textualización de las oraciones.
La sintaxis aparece como un componente fundamental de las
lenguas que se encargará de determinar esas estructuras de tal
manera que el oyente reciba una adecuada orientación sobre el
modo como deberá interpretar los mensajes.

En esta representación de la experiencia, la línea no se


considerará entonces como una pura sucesión de elementos sino,
fundamentalmente, como una jerarquía y, como en cada
jerarquía, ciertos elementos serán considerados "nucleares" y
otros serán considerados "satélites" en relación con los primeros.
En la obra de Martinet esta visión jerárquica de la sintaxis se
evidencia en el concepto de enunciado mínimo.

111
Sería un error postular, en todos los enunciados en cualquier
lengua, la existencia del complejo sujeto-predicado, definido
formalmente como lo que permanece cuando se eliminan todas
las expansiones. En primer lugar, ¿quién puede garantizarnos que
no existe una lengua en la que al sujeto y al predicado se añadiría
obligatoriamente, por ejemplo, una especificación temporal o
espacial?
Por otra parte, no es difícil concebir un instrumento de
comunicación lingüística en el que el núcleo irreductible fuera un
predicado de existencia, como [hay] carreras de caballos en
Vincennes hoy en vez de los caballos corren hoy en Vincennes, es
decir, una oración formada por expansión a partir de únicamente
[hay] carrera, en vez del complejo los caballos corren.
Lo que parece que existe en todas las lenguas conocidas
es un núcleo, a partir del cual puede producirse la expansión, y
elementos que constituyen esa expansión. (Martinet 1987:127)

El enunciado mínimo será entonces la estructura oracional


reducida a lo mínimo necesario para que esta se actualice, lo que,
en español como en francés, equivale al par NÚCLEO DE SUJETO +
NÚCLEO DE PREDICADO. En relación de dependencia con respecto a
ellos, todos los demás elementos serán considerados como
expansiones de estos núcleos, que podrían ser eliminados sin
que se altere, sin embargo, la estructura nuclear.9
Entre el sujeto y el predicado: el predicado es el centro de
actualización y configuración del enunciado, el núcleo de toda la
jerarquía. Así, el sujeto podrá concebirse como una expansión
obligatoria en aquellas lenguas en las cuales éste sea necesario
para que haya oración. La noción de enunciado mínimo se
propone entonces, si no como un universal, por lo menos como un
rasgo general de las lenguas y de su funcionamiento sintáctico,
sin que esto signifique que la estructura que puede evidenciarse
en las lenguas indoeuropeas sea equivalente y válida en todas las
lenguas. Lo que se propone como rasgo general es la existencia
de una estructura básica de la oración que actuará además como
término no-marcado en el establecimiento de las categorías
estructurales en el paradigma sintagmático.
La tarea del análisis sintáctico será entonces la descripción
del modo como los elementos del sistema se articulan y
jerarquizan para que la descripción permita, a su vez, la

112
explicación del modo como se establecen los valores internos,
sistemáticos, de estas unidades, entendiendo, con ello, que de
estos valores dependerá el funcionamiento comunicativo,
dependerá la naturaleza de la producción y comprensión y
dependerá también la competencia del hablante-oyente, que no
será ideal sino real en este caso.
La premisa de base entonces es que una lengua sin
sintaxis no sería eficiente en su recorrido del sonido hacia el
sentido. No habrá transformaciones en esta sintaxis pero sí,
ciertamente, generación de estructuras de significación.

Hay en Francia otro lingüista que puede considerarse


funcionalista sin temor a excederse en el calificativo aunque su
obra, no muy voluminosa pero por ello no menos vasta, hace que
su autor sea difícil de clasificar. Me refiero a Émile Benveniste.
Cualquiera que se proponga una descripción sintáctica
partiendo solo de la visión benvenistiana, no podrá hacerlo sino en
términos funcionales. Para este lingüista la lengua se impondrá
como un sistema en permanente movimiento, donde las
oposiciones y los contrastes no son principios de clasificación sino
principios de significación. La discreción no será pertinente en el
sistema sino en la medida en que permita el funcionamiento
significante de la lengua en comunicaciones reales y, en estas, la
oración será la unidad donde se realiza este funcionamiento.
Después de las consideraciones hechas hasta aquí sobre
la noción de sintaxis funcional, basta citar la definición que da
Benveniste de la oración para entender, si no su filiación, su visión
funcionalista de la unidad sintáctica.

El número de signos que entre en una frase es indiferente: se sabe


que un solo signo basta para constituir un predicado. Igualmente,
la presencia de un "sujeto" al lado de un predicado no es
indispensable: el término predicativo de la proposición se basta a
sí mismo puesto que es en realidad el determinante del "sujeto".
(1971:127)

Los términos de esta definición recuerdan directamente la


que presentan los praguenses. También para Benveniste el

113
centro de la dinámica comunicativa que permite la oración es el
predicado, hasta el punto de proponer que se hable de un nivel
categoremático antes que de un nivel sintáctico, en tanto será el
categorema (el predicado) el elemento central en este nivel. Una
vez más concebido como el núcleo de la jerarquía estructural,
independientemente de las dimensiones de la estructura.
Aunque no se conciba paradigmáticamente, la oración
será crucial en el funcionamiento de la lengua pues es en la
oración (phrase) donde, para Benveniste, se articula la
significación. También para Benveniste la oración no será
solamente una ordenación de palabras sino, por el contrario, el
espacio en el cual la lengua, proveedora de significados, podrá
finalmente realizarse en el sentido de las oraciones y, a través de
ellas, referir al mundo (o a los mundos).

La frase es una unidad por ser un segmento de discurso, y no en


tanto que pudiera ser distintiva por relación a otras unidades del
mismo nivel [...] Pero es una unidad completa, portadora a la vez
de sentido y referencia: sentido porque está informada de
significación, y referencia porque se refiere a una situación dada.
Quienes se comunican tienen precisamente en común
determinada referencia de situación, a falta de la cual la
comunicación como tal no se opera, por ser inteligible el "sentido"
pero permanecer desconocida la "referencia". (1971:129)

Y la oración será el espacio no solo de la referencia sino


también de la co-referencia, en la oración no solo se comunicará
el mundo sino que, sobre todo, se comunicará hacia el mundo,
representado cada vez en el receptor que deberá reconstruir la
referencia que el hablante ha articulado. De nuevo, la sintaxis será
el medio para linealizar el mundo y su referencia.
Es entonces en la oración donde se realiza y se fija el
sistema, allí se convierte en sentido y referencia, es el espacio de
las opciones pertinentes. Así, cualquier funcionalista que se ocupe
de sintaxis haría suya la paráfrasis con la cual Benveniste termina
el artículo que he venido citando: Nihil est in lingua quod non prius
fuerit in oratione.

114
De Praga a Inglaterra
Entre los lingüistas que entran en contacto directo con la
Escuela de Praga se encuentra un joven inglés llamado John
Rupert Firth. A Firth se le cita pocas veces directamente, sin
embargo, nunca deja de mencionársele cuando se habla de otro
inglés, uno de sus estudiantes: Michael Alexander Kirkwood
Halliday.
Halliday es, quizá, el más praguense de los funcionalistas
posteriores al Círculo Lingüístico de Praga. Esto se evidencia en
varios puntos de su teoría, a saber:

1. la noción de sistema

Halliday define el sistema lingüístico como un "potencial de


significado",10 en el cual cada una de las opciones representa un
significado preciso y, al seleccionar una entre otras, la
significación de ese elemento actualiza y se define, por oposición
a, y exclusión de, todas las demás formas susceptibles de ser
seleccionadas. El sistema lingüístico es entonces una red de
opciones en todos los niveles y cada opción, en esa red, es
significante.
La noción de sistema será fundamental para la
comprensión de todos los hechos lingüísticos, de ahí que una
teoría lingüística no pueda ser, según Halliday, sino sistémica.
Para Halliday, como para los praguenses, el sistema debe incluir
su realización, es decir, la teoría sistémica debe rendir cuenta de
todas las realizaciones del sistema y esto a través de la
descripción de su estructura y de la manera como ésta está
determinada por las funciones de uso de la lengua. Para ello se
formula la teoría, para explicar las configuraciones del sistema, las
opciones funcionales que ofrece. Sin tomar en cuenta las
realizaciones, se pueden formular teorías pero no se alcanza la
adecuación explicativa de lo que, para los funcionalistas, es
fundamental: el uso de la lengua.11

115
2. la semiótica social

No experimentamos el lenguaje en el aislamiento -si lo hiciéramos


no lo reconoceríamos como lenguaje-, sino siempre en relación
con algún escenario, con algún antecedente de personas, actos y
sucesos de los que derivan su significado las cosas que se dicen.
Es lo que se denomina "situación", por lo cual decimos que el
lenguaje funciona en "contextos de situación", y cualquier
explicación del lenguaje que omita incluir la situación como
ingrediente esencial posiblemente resulte artificial e inútil.
(1982:42, subr. mío)

El uso de la lengua es social. Dicho de otra manera, no


encontramos una lengua sino cuando esta es utilizada y, cuando
eso sucede, siempre nos encontramos, simultáneamente con el
grupo social que ha hecho, de esa lengua, su lengua.
Así, la constitución de los mensajes reales estará
determinada no solamente por las posibilidades mismas del
sistema sino también por ese otro sistema que para Halliday es
crucial en la consideración de los hechos lingüísticos: el sistema
social. La investigación debería conducirnos a una descripción de
los propósitos sociales para los cuales utilizamos una lengua y,
sobre todo, del modo como realizamos esos propósitos hablando
y oyendo, escribiendo y leyendo. Halliday en realidad va más lejos
en su concepción de la relación entre el sistema lingüístico y el
sistema social. Estrictamente praguense, en la visión de Halliday,
si el sistema social interactúa con el sistema lingüístico es porque
el primero está representado en el segundo, esto equivale a decir
que, entre el conjunto de subsistemas que configuran el sistema
lingüístico, uno de ellos es la representación de los usos sociales
de la lengua y este subsistema, a su vez, será delineado por (y
representación de) el sistema social.
Esta perspectiva puede calificarse de sociológica y, de
hecho, lo ha sido. Sin embargo para Halliday no hay una oposición
feroz a considerar lo que de individual puede haber, y hay, en el
uso de la lengua. No existe tal oposición y, por el contrario, los
aspectos individuales también se consideran en su pertinencia. Lo
que Halliday quiere hacer notar es el hecho de que, con la clara

116
excepción de los praguenses, hemos venido considerando que la
descripción del sistema lingüístico puede limitarse a la exposición
de los medios estructurales que este incluye y el modo como
opera este mecanismo sin tomar en cuenta que, justamente, este
mecanismo opera porque hay individuos reales que lo usan para
comunicarse. Aislado del uso y de los hablantes, el sistema no
será ni individual ni social. Halliday quiere que la descripción
lingüística muestre cómo se desencadenan las operaciones del
sistema; cómo, en efecto, las opciones del hablante son
pertinentes en la elaboración del sentido; cómo, en efecto, el
sistema lingüístico es un sistema de subsistemas.
De nuevo, hacer una enumeración de los usos cotidianos
(individuales y sociales) de la lengua sería una tarea sin fin y no
tendría ningún valor explicativo. Para poder incluirlos en la
descripción habría que establecer los tipos de situación y hacer
entonces, de las situaciones de comunicación, una forma que
determina la selección de las formas en el sistema. Para ello se
necesitan entonces algunos conceptos "intermedios", entre el
sistema y el uso, que permitan mostrar cómo funciona el sistema
en el uso real y cómo el uso real determina la configuración del
sistema. Estos conceptos "intermedios" son los siguientes:

a. el contexto de situación

Para Halliday, será el contexto de situación lo que el


hablante considerará en primer lugar para establecer el tipo de
opciones lingüísticas que tiene: formales o informales,
fuertemente codificadas o no. En cada situación concreta de uso
de la lengua el hablante tomará en cuenta algunos rasgos, que
pueden considerarse distintivos de ciertos tipos de situaciones de
habla, y actuará lingüísticamente de acuerdo con su cálculo del
tipo de situación en que se encuentra.
Este libro puede ser un buen ejemplo del cálculo
situacional al que me refiero siguiendo a Halliday. Este libro no
será escuchado sino leído, de modo que puedo permitirme
algunos giros más complejos que los que suelo utilizar oralmente
pues mi lector tendrá tiempo de procesar la información, como es
el caso en todo texto escrito y no siempre en los textos orales; no

117
sé quién lo leerá pero, seguramente, estará interesado por la
lingüística -puesto que llegó hasta aquí-, de modo que puedo
presuponer ciertos conocimientos básicos y permitirme ciertos
tecnicismos. Mi lector, como yo, actuaremos lingüísticamente de
manera muy diferente si nos encontramos para comentar este
libro. Cada uno de nosotros también actuará lingüísticamente de
modo diferente si dejamos de hablar de lingüística y pasamos a
ocuparnos de cosas cotidianas.
La competencia lingüística entonces es mucho más
compleja de lo que Chomsky supone en su teoría pues incluye
otro tipo de conocimientos, además de los conocimientos
léxico-gramaticales. En el sistema lingüístico, y en nuestra
competencia, debe haber una suerte de "manual de instrucciones"
que nos indica cuándo una forma y no otra, una estructura y no
otra, es la más adecuada (además de gramatical) y será, por lo
tanto, la más aceptable. Todos sabemos la extraña impresión que
nos producen "los que hablan como escriben" y, también, la
pedante impresión que nos producen los que usan los tecnicismos
científicos sin considerar si su interlocutor está en condiciones de
decodificarlos eficientemente.12

b. el registro

La consideración del tipo de situaciones en las cuales se


encuentra determina entonces, con mucho, las opciones que el
hablante seleccionará en el sistema. Una de estas opciones
recibe, también, un nombre técnico en la teoría de Halliday, a
saber: registro.

De manera general, los tipos de situación lingüística difieren entre


sí por tres conceptos: primero, por lo que realmente ocurre;
segundo, por quienes participan; y, tercero, por las funciones que
desempeña el lenguaje. Consideradas en su conjunto estas tres
variables determinan tanto el espectro dentro del cual se
seleccionan los significados como las formas que se utilizan para
su expresión, en otras palabras, determinan el "registro".
(1982:46)

118
Si el contexto de situación es un tipo, el registro también lo
es. En la teoría de Halliday este se concibe como una forma
determinada por esa otra forma que es la situación. Para poder
ser considerados como parte del sistema, ambos deben serlo,
situación y registro deben ser forma y no sustancia.
Consideremos de nuevo el ejemplo anterior, este libro.
Como decía, los rasgos particulares de la situación determinan
ciertas características de la escritura de este trabajo, pero también
determinan más que eso, determinan su forma general misma, el
esquema que lo rige, el estilo adecuado. En el contexto de
situación identificado como "universitario" o "académico", se
espera un determinado tipo de textos (tanto orales como escritos)
que incluyen justificaciones teóricas y comprobaciones empíricas;
un formato general conocido como "esquema de tesis" que se
compone de presentaciones teóricas generales, presentación de
antecedentes, demostración de resultados, etc. Así, en el recinto
académico se espera que aparezcan textos que coincidan de un
modo general con lo que llamaremos el "registro académico", del
mismo modo que en el recinto hogareño se esperan otros tipos de
registros, menos objetivos y más emocionales, por ejemplo.
Del ejemplo anterior se puede derivar una consecuencia
descriptiva. el registro puede funcionar como una forma de
anticipación o predicción del tipo de situaciones que lo actualiza, y
viceversa. En otras palabras, los tipos de situaciones de habla
determinan ciertos registros y no otros, ciertas opciones en el
sistema y no otras, de modo que conociendo la situación
sabremos qué tipo de registro podemos esperar y, del mismo
modo, conociendo el registro sabremos el tipo de situación que lo
suscitó. Es así en el uso cotidiano de la lengua, los hablantes
saben adecuarse a las situaciones de habla y reconocen la
inadecuación de registro que, en algunos casos, puede ser
duramente penalizada socialmente.
Esta interrelación entre la situación y el registro no está
dada en la lengua, se hace social y culturalmente, ahora bien, una
vez establecida, forma parte de los modos de ser de un grupo
hasta tal punto que puede ser penalizada en el caso de la
inadecuación.13 La frase ¿quién es usted para hablarme así?
normalmente alude a una inadecuación de registro.

119
De lo dicho hasta aquí se sigue, entonces, que hay una
"competencia de registros" que cada uno de nosotros posee y que
se activa en cada acto lingüístico, nuestra competencia nos
permitirá evaluar la adecuación de la relación entre la situación y
el registro. Si es una competencia relacionada con el uso de la
lengua entonces el sistema lingüístico la incluye, esto es, entre los
subsistemas que lo integran, hay uno determinado para
reconocer, paradigmáticamente, los registros y los tipos de
situación en los que participamos.14

c. el texto

El registro es la variedad semántica de la que el texto puede


considerarse un ejemplo. (1982:146)

Si el registro es un tipo, el texto es la realización concreta


de ese tipo. El texto es una instanciación del registro.
El texto es, en esta teoría, "so any instance of living
language that is playing some part in a context of situation"
(1990:10). De lo que se sigue que toda utilización del sistema
lingüístico producirá un texto, independientemente de su
extensión y de su finalidad.
Halliday insiste en que el texto debe ser considerado,
simultáneamente, como un producto y un proceso; producto, pues
se trata del resultado de la actualización de un registro en un
contexto de situación determinado; proceso, pues cada texto se
configura particularmente, actualiza de un modo particular tanto el
registro como las opciones del sistema particulares a ese
registro.15 En el texto se realizan todas las opciones, se actualizan
todos los sistemas y subsistemas lingüísticamente pertinentes y
es, para Halliday, la unidad central en el uso de la lengua. En él, se
evidencian las relaciones externas de la lengua con la sociedad, la
cultura, la historia. También las relaciones internas, con el tipo de
registro, con las opciones de significación y, de ahí, con el sistema
entero. El texto es también el lugar de encuentro entre los
hablantes y sus interlocutores. Unidad de encrucijada, el texto "se
teje como una red" y presenta la cualidad
sintáctico-semántico-pragmática de poseer una textura.

120
The concept of texture is enterily appropiate to express the
property of "being a text". A text has texture, and this is what
distinguishes it form something that is not a text. It derives this
texture from the fact that it functions as a unity with respect to its
environement. (Halliday y Hasan 1976:2)

La textura de un texto (así como su unicidad "con respecto


a su entorno") se deriva de dos rasgos principales que pueden
reconocerse en todo texto: cohesión y coherencia.16
Si un texto es la realización concreta de un registro y este,
a su vez, se actualiza en una determinada situación, entonces, el
texto debe ser coherente con la situación en la cual se produce y
el registro que realiza. El texto debe ser coherente externamente,
y también debe serlo internamente, esto es, en sí mismo. Como
dice Halliday, el texto debe sostenerse. Esta coherencia interna se
deriva de la consistencia semántica entre sus partes.

Un elemento fundamental en la realización de la


coherencia interna del texto es la cohesión, entendida como el
conjunto de elementos lingüísticos, (específicamente
léxico-gramaticales), que enlazan las diferentes partes del texto.
Halliday y Hasan hablan de lazos cohesivos, entendiéndolos
como la relación que une dos elementos en el texto, uno de los
cuales necesita del otro para poder ser interpretado. El ejemplo
prototípico de esta relación es la que se establece entre un
pronombre y su antecedente nominal. Los lazos, a su vez, operan
en cadenas, de tal modo que el texto pueda ser "atravesado" por
las conexiones que el requisito de la cohesión establece.17
El texto, decía, es la unidad clave de la realización del
sistema lingüístico, ahora bien, en palabras de Halliday y Hasan,

A text does not consist of sentences; it is realized by, or encoded


in, sentences. (1976:2)

Así, si queremos analizar el texto, se impone el análisis de


la unidad de realización sintáctico-semántica: la oración. La
oración es la unidad de codificación del texto y, al codificarlo,
evidencia la actualización de un conjunto de subsistemas

121
particulares a su estructuración. Estos subsistemas dependen
estrechamente, de tres funciones generales que, según Halliday,
configuran el sistema lingüístico. De modo que, para comprender
la concepción que, de la oración, tiene Halliday, debemos exponer
antes la teoría de las funciones del sistema.

3. las funciones del sistema

Halliday propone la distinción de tres funciones que se


cumplen en la lengua en toda circunstancia lingüística y que, en
mayor o menor medida, se encontrarían involucradas en el uso
concreto pues representan a los tres elementos presentes cada
vez que actuamos lingüísticamente, es decir, los individuos, la
sociedad y la lengua que estos utilizan para comunicarse. Hay que
insistir en el hecho de que estas no son funciones externas sino
meta-funciones, esto es, funciones que representan en el sistema
a los tres elementos considerados como operativamente
pertinentes en la comunicación, en el uso. Estas son, entonces,
funciones que estructuran el sistema y delimitan los subsistemas.

a. La función ideativa, centrada en el hablante. Por esta


función el sistema incluye la experiencia que un individuo tiene del
mundo real, incluyendo el mundo de su propia conciencia.
Halliday la llama la función observador pues el lenguaje funciona
aquí como el relator de lo que el individuo piensa, siente y
observa. En el interior de esta función, Halliday distingue, sin
mayores explicaciones, dos subfunciones: la subfunción "de la
experiencia" y la subfunción "lógica".18
b. La función interpersonal, por esta función el lenguaje
nos sirve para establecer y mantener relaciones en el seno del
grupo al cual pertenecemos, además de ser uno de los principales
factores que intervienen en la determinación de los roles sociales
que desempeñamos. Halliday la llama a veces la función del
intruso y también la caracteriza como "el punto de vista del
hablante". En el sistema gramatical, esta es la función relacionada
con ciertos subsistemas que permiten funciones tales como la
aseveración y la interrogación; las diferentes posiciones
dialógicas del hablante como presentador de temas, como

122
iniciador del diálogo; es decir, las funciones que se relacionan con
el uso interactivo de la lengua.
c. La función textual, esta es una propiedad interna del
sistema lingüístico que se evidencia cuando este se adapta a las
variaciones de forma y de funciones que ejerce el lenguaje para
producir, cada vez que lo usamos, mensajes lingüísticamente
adecuados, es decir, textos.
Por esta función, el sistema lingüístico se garantiza la
cohesión y la coherencia de los mensajes que produce:
coherencia que se establece entre el uso del sistema lingüístico y
los rasgos de la situación que determinan las variaciones del
mensaje, cohesión y coherencia en el interior del texto como
unidad lingüística. Para Halliday, esta función "permite al
hablante oyente distinguir un texto de un conjunto de oraciones
emitidas al azar" (1975:149).19

Estas tres funciones, en el marco de la teoría sintáctica de


Halliday, resultan de interés en tanto son el principio de la
explicación que hace Halliday de la estructura de la oración pues,
para él, "una cláusula cualquiera se compone de una combinación
de estructuras derivadas de estas tres funciones" (1975:149). Así,
la función ideativa determinaría la estructura cognoscitiva de la
oración; la función interpersonal especificaría las opciones en la
estructura modal; y la función textual determinaría la estructura de
la información en la oración.

La función ideativa determina el contenido cognoscitivo de


las oraciones y, con ellas, del texto. Esta función rige la
actualización del sub-sistema de transitividad que actúa, a su
vez, en la estructuración de la oración. La transitividad se define,
para Halliday, en los siguientes términos,

Transitivity is the set of options relating to cognitive content, the


representation of extralinguistic experience, whether of the
phenomena of the external world or of feeling, thoughts and
perceptions. (1967b:199)

123
A partir de esta definición, podemos imaginarnos un
"proceso sintáctico" como el siguiente: el hablante se representa
de una determinada manera su experiencia extralingüística y,
para comunicarla, selecciona en la lengua un sub-sistema que le
permite expresar los acontecimientos, los personajes asociados a
estos acontecimientos y las circunstancias relacionadas con
estos. La lengua le ofrece dos categorías mayores: los elementos
que designan lo estático y aquellos que designan lo dinámico. Así,
en el paradigma pertinente, el hablante seleccionará entre los
designadores de "lo dinámico" (estado o proceso) que
corresponden a la experiencia que quiere comunicar
(normalmente un verbo), así como los designadores de "lo
estático", para nombrar así a los personajes y circunstancias
asociados a este proceso, podrá entonces estructurar una
oración. Como siempre, el núcleo de jerarquización de la oración
es el predicado y, en este, el verbo, que determina la estructura de
la cláusula en términos de [±transitividad] y, con ello, establece
cuántos, y con qué contenido semántico, deberán ser los
sintagmas nominales que se actualicen para completar la
predicación.
Esta definición de la transitividad como dependiente de la
"función cognoscitiva" de la lengua se emparenta con la definición
de oración de Denise François que cité antes y, ambas, deben
mucho a la visión de Mathesius. Aquí, de nuevo, aparece la noción
de que, entre el mundo y los enunciados, la lengua debe
proporcionar los medios para la linealización eficiente de los
mensajes.

Por su parte, la función interpersonal determinará el


subsistema de la modalidad que se expresa en la oración. La
modalidad es la expresión, en la oración, de la actitud del hablante
con respecto a su enunciado, y esta actitud puede evidenciarse de
dos maneras: actitud con respecto a lo que dice; o bien, actitud
con respecto a la situación de habla misma. En ambos casos, el
hablante, si quiere afirmar algo, deberá decidir entre la afirmación
contundente o "atenuada", esto es, modalizada, de lo que afirma.
Es lógico que este subsistema dependa de la función
interpersonal en tanto el sistema modal de la lengua no tendría

124
ningún sentido si, como ha pensado algunas veces la gramática,
las oraciones fueran la expresión de un juicio, y hablar una
especie de aseveración constante; o si, como han pensado
algunas veces los gramáticos, hablar no tuviera siempre que ver
con alguien. No es así en la realidad, no se concibe una lengua en
la cual no haya que "modular" los enunciados de acuerdo a lo que
decimos y, fundamentalmente, a quién se lo decimos y en qué
circunstancias, esto es, estrictamente, modalizarlos.
Halliday hace depender la estructura sintáctica de la
oración de esta función: es decir, si los roles de agente y paciente
(esto es, roles de caso) dependen de la función ideativa, las
categorías de sujeto y predicado dependen de la función
interpersonal. Ahora bien, el sujeto y el predicado son dos
categorías interesan poco a Halliday, quizá porque las considera
suficientemente descritas, en todo caso, la relación entre ellas y la
función interpersonal parece más una decisión que depende del
modelo teórico que de una consideración detallada de las
categorías en sí.

En cuanto a la función textual, si esta se define en términos


de función interna de la lengua que garantiza la textura del texto,
se entenderá también que Halliday asocie con esta función la
estructura temática de la oración. Esta estructuración temática
de la oración se entiende aquí en el mismo sentido que le dio
Mathesius al proponer la consideración de la "estructura subjetiva
de la oración" en la gramática. Se trata entonces de la actuación
de un subsistema pragmático que determina los roles textuales de
ciertos sintagmas nominales en la oración y, con ello, su función
temática o remática.
El tema, en un discurso concreto, no es una función
exclusiva de la oración sino del discurso completo. La estructura
temática, sin embargo, aparece, en los límites de la oración como
una de las razones para utilizar, entre otras opciones, la pasiva o
las cláusulas hendidas. De esta manera, la función textual será la
responsable de establecer los grados de relevancia o conexión
entre las diferentes oraciones a fin de hacer de un texto algo más
que una mera sucesión de oraciones.

125
Otro subsistema que está regido por la función textual es el
de la determinación de los roles informativos de los distintos
sintagmas nominales de la oración, y esto mediante la asignación
del rasgo [±dado]. La asignación de este rasgo no se confunde
con la determinación del tema y Halliday expone la diferencia en
los siguientes términos:

The difference can perhaps be summarized by the observation


that, while given means "what I was talking before", theme means
"what I am talking about now". (1967b:212)

Además,

... dado y nuevo difieren de tema y rema, a pesar de ser ambas


funciones textuales, en que "dado" significa "aquí hay un punto de
contacto con lo que usted (tú) sabe(s)" (y, por consiguiente, no va
enlazado a ningún elemento de la estructura de la cláusula),
mientras que "tema" significa "aquí está el encabezamiento de lo
que te estoy diciendo". (1975:171)

La principal tarea de la función textual será entonces la de


establecer relaciones de cohesión entre las oraciones de un texto
determinado, así, la función textual será la encargada de convertir
una oración (estructurada por las otras dos funciones) en un
enunciado, es decir, esta función operará en la estructura de la
oración de tal manera que, por ejemplo, permitirá la elisión de
sujeto en español si el sintagma nominal que lo representa ya ha
sido suficientemente identificado en el discurso y, por lo tanto, es
identificable para el oyente.
Pero la primera condición que deberá conocer la función
textual será la de determinar el medio por el cual el texto será
transmitido: fónico o gráfico, y, con ello, ya habrá delimitado
ciertas exigencias de coherencia y de cohesión.

Resumidas en un cuadro, las relaciones entre las


funciones de la lengua, los subsistemas que éstas determinan y la
estructuración de la oración, se presentan así:

126
estructura
función ideativa transitividad
semántica

estructura
función interpersonal modalidad
sintáctica

tema/rema estructura
función textual
información [±dado] pragmática

Los actos de habla suponen una planificación continua y


simultánea con respecto a todas las funciones del lenguaje.
(1975:150)

Es entonces así como la oración se estructura


funcionalmente como mensaje, por la función textual; como
intercambio [exchange], por la función interpersonal; y como
representación, por la función ideativa. Es así como la oración
evidencia al sistema lingüístico y las funciones que este cumple,
evidencia a los participantes de cada interacción y pone en
evidencia, igualmente, la situación en la que estos se encuentran.
La oración se constituye en el punto de encrucijada funcional. El
hablante no decide primero expresar algún contenido para
proceder luego a determinar qué clase de mensaje quiere
articular, si así lo hiciera, planeando cada estructura
independientemente, no sería posible llegar a formular un
mensaje ni siquiera de los más sencillos. Es así como, usando de
nuevo la metáfora de Halliday, el texto se teje como una red.
Viéndola como encrucijada funcional, se entiende que
Halliday considere que toda gramática es generativa pues lo que
encontramos en su teoría es, en efecto, un sistema generador de
la oración que no deja, sin embargo, de atender más allá de sus
límites pues, de otra manera, no se entiende cómo se asignaría,
por ejemplo, el rol temático a un sintagma nominal.

La gramática de Halliday, una léxico-gramática, es


"natural", es decir, la gramática, entendida funcionalmente, no es
arbitraria sino "natural".

127
... it is the uses of language that, over tens of thousands of
generations, have shaped the system. Language has evolved to
satisfy human needs; and the way it is organized is functional with
respect to these needs - it is not arbitrary. A functional grammar is
essentially a "natural" grammar, in the sense that everything in it
can be explained, ultimately, by reference to how language is
used. (1985: xiii)

Esta es, sin duda, la más estrictamente praguense de las


derivaciones de lo que esa escuela llamó las "explicaciones a
partir de las intenciones del hablante". En la teoría de Halliday
estas intenciones quedan finalmente explicitadas en términos de
criterios de descripción del sistema gramatical, obtienen una
forma que permita incluirlas dentro del sistema. Los praguenses
dijeron "intencional", Martinet insiste en ser "realista", Halliday
querrá ser "natural".
La gramática de Halliday es una gramática de la lengua y
del habla o, en sus términos, del sistema y del texto. Para él, de
nada sirve una teoría que dé cuenta del sistema sin explicar cómo
se usa este sistema y, por otra parte, tampoco sirve de nada una
descripción de los textos que no permita comprender cómo estos
fueron generados por el sistema.
La gramática no es creativa. Los creativos son los
hablantes. Para Halliday, hacemos "nuevas" oraciones con
palabras conocidas e inventamos palabras para decir las viejas
oraciones. Sistémica, paradigmática, esta gramática es un
conjunto finito (aunque variado) de funciones y categorías
determinadas por estas funciones. El hablante no será libre de
escoger sino dentro del rango de las estructuras que el sistema
lingüístico, por un lado, y el sistema social, por el otro, le permitan
seleccionar. Así, (tipos de) contextos de situación, registros,
oraciones y sus estructuraciones funcionales, todo esto estará en
el sistema y, aun en los límites, siempre se actuará dentro del
sistema.
Por último, y en relación con lo dicho antes, quizá Halliday
sea el más chomskiano de los funcionalistas. Lo he calificado aquí
varias veces como el más praguense de los funcionalistas, pero
me parece también el más chomskiano de ellos. Halliday ha

128
tratado de responder a todos los criterios formalistas de Chomsky
en términos funcionalistas, sin que esto signifique siempre que
haya disentido de él. A la definición de gramática como aparato
generador, Halliday agrega esta otra:

The grammar is the central processing unit of a language, where


meanings are accepted from different metafunctional inputs and
spliced together to form integrated outputs, or wordings. Without a
grammar in the system, it would be impossible to mean more than
one thing at once. (1985: xxxv)

De Praga a Norteamérica
El principal teórico del Círculo Lingüístico de Praga:
Roman Jakobson, cruzó el Atlántico en los años cuarenta y, como
en cada nuevo puerto, fundó en 1945 el Círculo Lingüístico de
Nueva York. Es difícil, sin embargo, establecer una filiación directa
entre el funcionalismo praguense y la escuela norteamericana. No
por eso el punto de vista funcional ha dejado de manifestarse,
sobre todo en los últimos años, como un desarrollo del
estructuralismo americano que se expresa en "el otro bando"
frente a Chomsky, sin dejar por ello de sentir la influencia de la
gramática generativo-transformacional.

Uno de los exponentes del funcionalismo americano, y


quizá el de obra más extensa, es Talmy Givón. Este autor expone
así su marco teórico:

The approach to the study of syntax adopted in this book


developed gradually as a rejection of all the tenets of the
transformational-generative tradition [...]. It feeds on the
functionalism inherent in Jespersen, Bolinger and the Prague
School. It draws from Greenberg's typological approach to the
study of structural and functional universals. It embraces a more
Piagetian mentalism which view language and communication as
part and parcel of cognition. It is inherently developmentalist in
recognizing the determinative role of language acquisition,
language change and language evolution in shaping extant

129
language, culture and cognition. It is pragmatically-based and
rejects formalism for formalism's sake, recognizing instead the
open-ended, contingent, and less-than-categorial nature of
language, behavior and cognition. [...] Finally, it is a determinedly
empirical approach, rejecting Chomsky's "competence" as
anything except a useful preliminary/methodological heuristic in
approaching a complex data base. (1984:10)

Este, verdaderamente, es un pot-pourri teórico que tiene


varias explicaciones. La primera, y evidente: hay que consolidar
un cuerpo teórico frente a la fuerza del modelo
generativo-transformacional. La segunda, y justificable: no hay
manera de enfrentarse a un objeto de conocimiento como el
lenguaje sin sentir la necesidad de echar mano de todos los
puntos de vista que, sin perder coherencia, nos permitan explicar
los procesos en los que este participa (cognición, relaciones de
grupo, constitución de estos mismos grupos, etc.). En cualquier
caso, Givón presentará una sintaxis anti-generativa, que intente
explicaciones funcionales inspiradas por Jespersen y los
praguenses, que busque las relaciones entre las lenguas para
poder generalizar los resultados y proponer tendencias tipológicas
en la constitución de un sistema open-ended, concebido como
dinámico y funcional. El procedimiento para alcanzar una sintaxis
de este tipo será estrictamente empírico y, de hecho, si algo
fascina en los textos de Givón es su amplio conocimiento de
lenguas no emparentadas y su capacidad para derivar tendencias
de la comparación entre ellas.

Si el funcionalismo de Halliday se propone como


"semiótica social", el de los norteamericanos es una "semiótica del
conocimiento". La proposición teórica se funda en la convicción de
que la descripción lingüística permitirá establecer las
características de "una parte y parcela del conocimiento" propio
de los seres humanos: el conocimiento lingüístico. Las
explicaciones que muchas veces aparecen entre estos
funcionalistas van en esa dirección. No se trata de una
competencia, se trata de algo más, y quizá más complejo. En esta
tendencia, las gramáticas estarán configuradas de una manera y

130
no de otra porque las mentes humanas, la percepción del entorno
y el procesamiento de esa percepción se hacen de un modo y no
de otro. Halliday decía, "in principle, language is as it is because of
the functions it has evolved to serve" (1974:45). Para los
funcionalistas americanos estas funciones dependerán de la
cognición y las gramáticas serán como son debido a las mentes
que tenemos, la función para la cual han evolucionado las lenguas
es esta: permitirnos comunicar nuestro saber, nuestra percepción
del entorno.
Así, la sintaxis no será innata pero será icónica, en el
sentido de que, para los norteamericanos, estudiando el uso de
las estructuras sintácticas en su rol comunicativo, es posible,
eventualmente, establecer ciertas hipótesis sobre, por una parte,
las relaciones necesarias entre la estructura de la lengua y las
funciones que esta cumple; y, por la otra, sobre cómo algunas de
estas correlaciones pueden ser motivadas sistemáticamente por
los sistemas de percepción y cognición de la especie humana.

It is only because the coding relation between structure and fuction


in syntax is non-arbitrary, or in some sense iconic, that one could
proceed to infer common function from commom structure. (Givón
1984:33)

Un ejemplo de cómo se concibe esta sintaxis lo tenemos


en el siguiente principio expuesto por Givón.

The coding quantity principe


The less predictable -or more important- the information is, the
more prominent, more distinct or larger will be the code element(s)
that convey it. (1990:736)

Esto es, dado un sintagma nominal cualquiera, encargado


de presentar en el texto una determinada información, dada o
nueva para el oyente, si esta información tiene una determinada
relevancia entonces tenderá a realizarse en sintagmas nominales
"más pesados", es decir, con un mayor esfuerzo de codificación,
que si esta relevancia no se le hubiera asignado a la mencionada
información. De nuevo, si la referencia al mundo se codifica en los
sintagmas nominales y estos pueden (en español al menos)

131
presentarse en el texto como un sintagma nominal léxico, un
pronombre o cero, entonces, mientras menos relevante sea la
información más posibilidades tendrá esta de aparecer como
pronombre o cero y, correlativamente, mientras mayor sea la
relevancia de la información, mayores serán las posibilidades de
que aparezca como un sintagma léxico. De esta manera, la
"cantidad de codificación" empleada para expresar un ítem de
información será icónica, representará la relevancia relativa de
ese ítem. Esto lo determina, evidentemente, el hablante, es él
quien establece la relevancia que un elemento determinado de la
realidad tiene su discurso, y esto se hace con el único fin de que,
para el oyente, la relevancia quede establecida en los mismos
términos que para el emisor. De esta manera se ratifica la
necesidad de un principio de la "cantidad de código" (así como su
capacidad explicativa), pues el hablante necesitará que este
principio opere cuando formula su discurso y, por su parte, el
oyente lo necesitará para percibir esa relevancia y lo hará,
entonces, por dos medios: el primero, la cantidad misma, que será
percibida como síntoma de relevancia; el segundo, la codificación
efectiva, que se empleará para especificar la referencia (en el
sintagma nominal, esto significa que el núcleo se verá
incrementado por los modificadores que le darán "peso" a este
sintagma). Con base empírica, se formula entonces un principio
que enuncia una tendencia en el uso de las lenguas pero, sobre
todo, se enuncia un principio que operaría en la configuración
interna del sistema como resultado de la funciones externas que
este cumple.
Este "principio de la cantidad de código" tiene su correlato
cognoscitivo:

Code-quantity, attention and memory


(a) More prominent, more distinct codes attracts more attention; (b)
Information that attracts more attention is memorized, stored and
retrieved more efficiently. (Givón 1990:736)

De esta manera, el principio que explica el uso encuentra


su justificación en "las mentes que tenemos", en nuestra
capacidad humana de percepción y cognición; se deriva entonces
que la sintaxis es icónica en su funcionamiento, al evidenciar en el

132
uso la relevancia de los ítemes codificados y, sobre todo, al
permitir evidenciar una característica más general de nuestra
capacidad de atender y memorizar. Por las mismas razones,
porque actuará en coincidencia con nuestras capacidades
cognoscitivas, la sintaxis será funcional.

Sin mencionarlo explícitamente, los funcionalistas


norteamericanos están recurriendo a un principio más general
(presentado ya en las otras escuelas funcionalistas) que he
llamado aquí el principio de la elección pertinente al significado.
Este "principio", como ya vimos, se encuentra en la base teórica
de la visión funcionalista que comienza en Praga y lo hemos
encontrado en cada una de las expresiones de esta teoría.
Según este "principio", cada hablante, al recurrir al sistema
lingüístico, realiza en él selecciones particulares en los
paradigmas que permiten, simultáneamente, evidenciar el
paradigma, las oposiciones que operan en él, además de las
oposiciones que, en el sistema, los paradigmas establecen entre
ellos. Por su parte, cada oyente, al recibir un mensaje lingüístico,
lo "decodificará" en relación con su conocimiento de estas
opciones y de cómo una opción particular (la que el hablante ha
hecho) puede y debe ser interpretada en el contexto y la situación
que comparten.
Igualmente en relación con la teoría funcionalista general,
los norteamericanos sostendrán que el sistema se constituye
dinámicamente de acuerdo con la influencia de las funciones
externas para las cuales la lengua existe. Como hemos visto, las
funciones externas, para esta escuela, se relacionan con nuestra
cognición y no con el uso social, como es el caso para Halliday,
pero, en cualquier caso, estas funciones externas serán las
encargadas de determinar el tipo de funciones internas que la
lengua incluirá. Esto, si no es icónico permite por lo menos hablar
de cierta motivación que no anula (como tampoco el punto de vista
sobre la iconicidad) el principio de la arbitrariedad del signo.
Motivación quiere decir, en un sentido estrictamente
funcional, que el sistema se constituye internamente de acuerdo
con las funciones externas a las que sirve y, en palabras de John
Du Bois,

133
No theory of discourse and grammar will ultimately be adequate, I
believe, without an explicit theory of the competition and
systematic reconciliation of external and internal motivations.
(1985:347)

Motivación también quiere decir que las gramáticas son


"sistemas adaptables" que se organizan en el encuentro de estas
dos fuerzas que actúan en competencia y en acuerdo. Así, por
una parte, el hablante no podrá disponer sino de su lengua para
expresarse, por la otra, deberá utilizar la lengua de tal manera que
esta le permita cumplir con sus intenciones comunicativas reales.
En este ir y venir de la realidad al sistema o, en otras palabras, de
las funciones externas a las internas (y viceversa), se constituirá la
gramática de una lengua pues, como afirma contundentemente el
mismo Du Bois: "Grammars code best what speakers do most"
(1985:363).

La posición de los norteamericanos es, entonces,


mentalista, sin llegar a los extremos chomskianos, pues no se
trata de utilizar la sintaxis como una especie de puente para llegar
a las estructuras del conocimiento, sino de observar el sistema
lingüístico como una forma particular de saber humano, como un
tipo particular de actividad humana "que se da en la sociedad y
tiene la característica de ser estructurado", como diría Halliday, y
será icónica en el sentido de que "la intención del sujeto hablante
es la explicación que se presenta con mayor naturalidad", como
dirían los praguenses en 1929. La sintaxis entonces se define
como sigue,

Syntax is the study of a unique and complex coding system.


"Coding" is a binary expression designating two entities holding a
peculiar semiotic relation, at least as far as language is concerned:
(a) the coded entity: Meaning, message, function
(b) the coding entity: Sign, code, structure. (Givón 1984:29)

134
Nos encontramos aquí, como en la definición de Denise
François citada antes, con la noción de la sintaxis como
componente de la lengua que se encarga de procesar la línea de
los mensajes para permitir evidenciar, unidimensionalmente, lo
que, en la realidad, es multidimensional. Este, verdaderamente,
será un punto en común entre los diferentes teóricos de la sintaxis
funcional y será también, en el análisis, una premisa importante
para la interpretación del hecho sintáctico, esto es: el hablante
debe utilizar la sintaxis de su lengua de tal manera que esta le
permita mostrar su percepción del mundo, de las tres
dimensiones; dada la linealidad del significante, entonces, los
recursos sintácticos serán de tal tipo que permitan expresar los
puntos de vista, el énfasis, la relevancia pues, de otra manera, el
mensaje no será eficiente en su transmisión de la información
entre los hablantes; y, lo que es más importante, el sistema de la
lengua y el componente sintáctico en particular deberá incluir
estas posibilidades funcionales. Esta premisa explica, por
ejemplo, la aparición de nociones tales como tema y rema en esta
escuela pues solo esa interpretación pragmática (y estrictamente
funcional) será la que permita explicar ciertas estructuras
sintácticas, por ejemplo, entre otras, la pasiva.

La que había sido hasta ahora (en la tradición gramatical,


para los estructuralistas y para Chomsky) la unidad límite del
análisis sintáctico, la oración, aparece ahora, para los
funcionalistas, como la unidad mínima del análisis. En este punto
de la exposición, las razones para ello ya deben parecer obvias
pues, en esta escuela "el texto está codificado en oraciones y no
compuesto de ellas" (Halliday 1982:144). Así, la oración es la
unidad que codifica la unidad lingüística mayor que es el texto y
este, a su vez, se establece como la realización de un tipo textual
que está determinado, a su vez, tanto por las posibilidades del
sistema lingüístico propiamente tal como por las posibilidades del
sistema social representado en el sistema lingüístico como un tipo
de situación de habla, esto es, en los términos de Halliday, un
registro.
Para los funcionalistas norteamericanos, la oración se
impone al analista como una realidad presente en la sintaxis del

135
hablante, en los textos, esto es, en la realización concreta del
componente sintáctico de la lengua. Givón la presenta de la
siguiente manera,

In functional terms, simple sentences are responsible for


conveying the bulk of new propositional information in discourse.
The information is about the nature of the state / event ("what
happened") or the types of arguments / participants ("who", "to
whom", "how", "when", "where", "with what", "for whom", etc. [...]
We thus separate two formal aspects of the propositional-semantic
meaning of sentences:
(a) The propositional frame ("semantic grid") giving the type of
verb and type of case-roles of the participants; and
(b) The actual lexical items filling those type slots. When the two
are combined we have the propositional meaning of a
sentence. (1984:85-6)

Así, tal como observaba Sapir, la oración tendrá


una estructura sistemática y otra de realización y, evidentemente,
ambas serán necesarias para la codificación y decodificación de
los mensajes en el sentido de que, ante una oración como Mi
hermano, el contexto inmediato deberá permitir una
reconstrucción "proposicional" tal como la siguiente: Mi hermano
abre la puerta, y esto a partir del contexto lingüístico (en respuesta
a la pregunta ¿quién abrió la puerta?, por ejemplo), o bien
extralingüístico (en efecto alguien abre la puerta y ese alguien es
identificado por mí como mi hermano). En cualquier caso, lo que
importa notar es que la única manera de que Mi hermano sea
comprendido como la realización de un mensaje es que la
estructura "proposicional" pueda ser recuperada por el
interlocutor, esto es, que este reconozca "lo que pasa" y quiénes
participan, y ello independientemente de la realización léxica de
cada ítem.

Otro funcionalista norteamericano, Wallace Chafe, va


todavía más lejos en su discusión de los conceptos básicos del
análisis sintáctico. Para él, cuando hablamos, lo hacemos
mediante la activación previa, en nuestras mentes, de una cierta
parcela de nuestra memoria, o, más exactamente, de información

136
que en ella se encuentra. Esta información se "recupera"
globalmente (para decirlo en los términos de estos mismos
autores, "abrimos un archivo"), ahora bien, al hacerlo, percibimos
con mayor relevancia unos aspectos que otros y aun en la
memoria de experiencias muy vívidas, en las cuales el recuerdo
puede ser igualmente sensible, este recuerdo no aparecerá a
nosotros sino fraccionado y, de cierta manera, jerarquizado.
Esta idea de Chafe es difícil de argumentar en lingüística
pues, en realidad, poco es lo que sabemos sobre el
funcionamiento de la mente y la memoria.20 Ahora bien, los
lingüistas no podemos negar que, en efecto, la memoria tenga
que ver con nuestro quehacer lingüístico y, mucho menos, que
nuestros conocimientos previos sean pertinentes para el uso de la
lengua pues, para no decir sino lo obvio, de eso tratan nuestros
discursos, para decir eso utilizamos nuestra lengua. Sin embargo,
se sale de nuestra descripción una intención psicolingüística que
abarque, simultáneamente, la mente y la lengua. Ahora bien, lo
que sí es de nuestra competencia es la descripción del modo
como se articulan los mensajes y es ahí donde las ideas de Chafe
son sumamente interesantes.
Para Chafe, ese recuerdo global que se jerarquiza, será
presentado lingüísticamente de acuerdo con esa jerarquía y
entonces, los segmentos que podamos delimitar en el texto (tales
como párrafos y oraciones, simples o compuestas), serán
evidencia de esa jerarquía. Esta será otra forma que tiene la
lengua de ser icónica con respecto a nuestras mentes; y, también,
de esta organización dependerá en gran parte la coherencia que
podamos interpretar en esos segmentos. De tal manera que,
cuando analizamos el habla, la unidad que se impone es la unidad
"básica" de interacción lingüística: la oración,21 realizada como
unidad de entonación.

When a speaker is speaking, he or she verbalizes one piece of


temporarily active information after another. Each such piece is
expresed in what I will call an "intonation unit". An intonation unit is
a sequence of words combined under a single, coherent intonation
contour, ussualy preceded by a pause. (Chafe 1987:22)

137
La unidad de entonación es, entonces, un segmento
"audible", delimitado por pausas breves, que codifica un ítem de
información activa en la mente del hablante. Esta unidad se
codifica, evidentemente, por medio de la sintaxis, es así como
(¿en los datos analizados por Chafe?),

In terms of syntactic structure, about two thirds of them consist of


single case frames (a verb with its associated nouns). (1979:164)

La unidad de entonación, entonces, tiende a coincidir con


la oración simple, entendida como la realización en la lengua de
una "proposición" (en el sentido que este término tiene para Givón
en la cita anterior, esto es, "lo que pasa" y quiénes participan). El
otro tercio, el que no coincide con la oración, está conformado por
unidades típicas del discurso oral tales como hesitaciones, falsos
arranques, o bien, lo que Chafe llama "unidades reguladoras",
tanto del fluir del texto como de la interacción lingüística.22
Oración (simple o compuesta), proposición, unidad de
entonación, ¿cuál es entonces la unidad de análisis sintáctico
para los funcionalistas americanos? Tradicionalmente, la oración
simple será la unidad de análisis, la cual, entendida en términos
funcionales, será la realización de un predicado. Esta oración, a
su vez, se estructura en la lengua como una proposición
semántica que se organiza en relación con la transitividad del
verbo y los argumentos (participantes) nominales que la acción
enunciada por ese verbo solicita para realizar la predicación.
Podemos entender esto en los términos de Halliday, la
transitividad del verbo en el nivel proposicional (o ideativo) estará
determinada por nuestra cognición. Así, en este nivel, un verbo
como matar solicitará la presencia de sintagmas nominales que
denoten el agente y el paciente además de, eventualmente, el
instrumento y las circunstancias; y un verbo como dar solicitará
sintagmas nominales que denoten el agente, el paciente y el
beneficiario, principalmente. Ahora bien, esta proposición
semántica se debe codificar sintácticamente y, al hacerlo, el
hablante decidirá cuál es la codificación adecuada, dependiendo,
entre otras cosas, de lo ya dicho en el texto (de la información
dada), del tema general del texto y de la relevancia que esta

138
información tenga para él. Es decir, optará, en el caso de los
sintagmas nominales, por una codificación más "pesada" o más
"liviana", sintagmas léxicos, pronominales o cero. En otras
palabras, no será la proposición la que aparezca en el texto sino la
oración correspondiente, actualización de esa proposición que no
necesitará contextualmente de la realización de todos los
elementos presentes en la proposición, tal como sucedía en el
ejemplo que cité antes: la proposición Mi hermano abre la puerta,
podrá presentarse en una oración como Mi hermano si el texto o la
situación lo permiten. Esta oración se realizará, a su vez, en el
habla, como una unidad de entonación, un segmento "audible"
que se configura en relación tanto con la proposición que la
sustenta como con la re-estructuración textual que la oración
solicita.
La tarea del hablante será entonces la configuración de
una línea sintáctica que evidencie su experiencia. La línea del
mensaje será como es porque nuestra capacidad de atender se
reduce a la atención de una sola cosa a la vez y, por sobre todo,
porque la capacidad receptora de nuestro interlocutor se reduce
igualmente. La codificación de los mensajes será lineal porque,
aun cuando pudiéramos decir dos cosas a la vez, hacerlo no sería
eficiente para la comunicación.
Lo más interesante de esta visión de la oración y, también,
lo que la justifica como unidad para el análisis, es el hecho de que
oración y unidad de entonación no coinciden siempre. Según los
datos de Chafe, en la muestra que él analiza, solo dos tercios de
las unidades de entonación son oraciones (simples), el tercio
restante está compuesto por otro tipo de unidades también
presentes en el habla, como decía, falsos arranques,
hesitaciones, regulaciones. Esta noción analítica nos permite
entonces el análisis del habla real, del habla de los
hablantes-oyentes reales, que sí tienen que planificar su discurso
interlocutivamente (y, para esto, necesitan tiempo); los hablantes
que sí tienen falsos arranques y fallas de memoria; los hablantes
que, además de comunicar información a sus interlocutores,
deben manejar la interlocución misma.

139
Los funcionalistas de aquí y de allí
Los diversos autores que he considerado hasta aquí han
encontrado, de un lado y de otro de los océanos, puntos en
común.
Para todos ellos, el sistema lingüístico no puede
concebirse como una entidad cerrada y autónoma que no incluya
su realización funcional. Son los praguenses los más enfáticos en
este punto, no puede separarse la lengua del habla, el sistema de
sus realizaciones, hacerlo es ficticio, en tanto el sistema lingüístico
solo es concebible como un mecanismo funcional que permite la
comunicación. Aislado de las funciones a las que sirve cada vez
que se actualiza, este sistema no coincide con aquel que
verdaderamente existe y aun si podemos sustentarlo
teóricamente no estaremos describiéndolo ni mucho menos
explicándolo.
Concebido en los términos anteriores, el sistema será
dinámico. Un sistema de subsistemas que se activan
funcionalmente a través de las selecciones del hablante. Un
conjunto de categorías que, en el sistema, constituyen un
"potencial de significado", una red de opciones sistemáticamente
posibles.
Además, las funciones externas que la lengua cumpla
configurarán las funciones internas que el sistema incluirá. De
esta manera, el sistema será también heterogéneo, básicamente
porque es un sistema de comunicación para esa heterogénea
especie que es la especie humana. Este sistema se explicará
como heterogéneo porque deberá incluir esa humana
heterogeneidad que nos hace ser, al mismo tiempo, individuos y
miembros de un grupo, habitantes de una región, profesadores de
una fe, sensibles e insensibles, comunicativos y parcos,
monologadores o conversadores.

Toda esta variedad de intenciones con las cuales tomamos


la palabra se realiza en mensajes codificados sintácticamente. La
sintaxis reflejará la heterogeneidad funcional (del sistema y del
uso) y su descripción cabal no podrá hacerse sin tener en cuenta
los varios factores que intervienen en su estructuración: factores

140
estrictamente sintácticos, que determinan las estructuras básicas
de la predicación y las relaciones entre el sujeto y el predicado;
factores semánticos, que establecen la configuración de los
elementos necesarios para la predicación (en términos de la
transitividad); factores contextuales y situacionales, que
determinan la configuración temática de las estructuras (en el
texto) y la modalización (en la interlocución).
Todos estos factores se incluyen en el sistema, actúan
simultáneamente en la estructuración de los mensajes,
contribuyen a la configuración de una línea sintagmática eficiente
en su función comunicativa. Todos estos factores, entonces,
actúan paradigmáticamente en el sistema o en los subsistemas de
la lengua. Solo así, los mensajes, "masas organizadas de signos",
podrán ser, a su vez, signos.

141
142
La sintaxis: ¿cuál sintaxis?

La diferencia está en que las acciones han de aparecer de por sí


mismas, sin instrucciones, mientras que los efectos de la palabra
tienen que ser preparados por el orador y provenir del discurso
mismo. Porque si no ¿para qué serviría el que habla si su
pensamiento apareciera por sí mismo y no mediante sus
palabras? Aristóteles. Poética

Las palabras, a diferencia de las acciones, no aparecen


por sí mismas, necesitan ordenarse, y esto de tal manera que el
conocimiento, las ideas, las sensaciones, los puntos de vista o los
sentimientos del hablante, aparezcan al oyente "por efecto de las
palabras". Así, una lengua sin sintaxis sería impracticable, pues
no permitiría ese ordenamiento necesario.
Los efectos de la palabra provienen, en gran medida, de
ese orden sintáctico. Ahora bien, ¿de dónde proviene el orden
mismo? El hablante debe prepararlo, planificarlo, construir un
discurso que sea eficiente para que exponga la expresión de su
individualidad y de sus relaciones con el mundo y con los
hombres. Es el hablante el que debe decidir cuál, de las opciones
que el sistema ofrece, es el orden adecuado para decir lo que
quiere decir, para que los efectos de sus palabras alcancen a su
interlocutor.

143
Si nos imagináramos por un momento el proceso completo
de "generación" de un mensaje, este debería aparecernos más o
menos así: el hablante, que conoce y recuerda, que establece lo
que quiere decir, frente a una realidad que, definitivamente, es
tridimensional, el hablante decide los contenidos de su mensaje y
busca los medios eficientes para la linealización de esos
contenidos, para la codificación del mensaje. Como parte de su
plan previo, deberá también establecer el estado de la cognición
del receptor, el tipo de situación que comparten, el interés de lo
que le quiere decir, pues únicamente incluyendo a su interlocutor
en este "plan" podrá adecuar luego sus mensajes
interlocutivamente. Con este plan en mente, recurre entonces al
sistema lingüístico que proveerá los medios para la estructuración
sintáctico-semántica del mensaje pero, a su vez, esta
estructuración deberá reconsiderarse en función del texto en el
cual cada oración se incluye y de las intenciones específicas de
interlocución.
El problema que tiene que enfrentar el hablante, entonces,
es el de la linealización de su experiencia. Veamos todo esto en
un ejemplo sencillo. Si tuviéramos que describir a alguien el lugar
en el que nos encontramos en este momento tendríamos que
reconocer, por lo menos, lo siguiente: este espacio es mensurable
en tres dimensiones; hace calor, pero eso no tiene que ver; hay
algunos elementos definitivamente importantes para que el
interlocutor entienda en qué lugar me encuentro y hay otros que,
por el contrario, no son tan importantes; puedo percibir este
espacio simultáneamente más no puedo mirarlo todo a la vez y,
ciertamente, no podré decirlo todo a la vez; si voy a describir este
espacio tengo dos opciones: la primera, situarme en el centro e ir
girando lentamente y, mientras tanto, iré diciendo lo que veo, la
segunda, considerar el espacio globalmente, organizar lo que me
parece importante y lo que no, organizar el orden en el cual
aparecerá lo importante y, solo entonces, decirlo. Si el hablante
opta por la primera posibilidad nos ofrecerá un conjunto
desordenado de datos que no alcanzarán su objetivo de
descripción. La segunda opción es entonces la adecuada, mirar,
ordenar, jerarquizar y entonces, solo entonces, decir. Para decir,
el sistema lingüístico proveerá los medios (morfo)sintácticos de

144
descripción y, además, ofrecerá los medios para la indicación de
la relevancia, de la jerarquía, del punto de vista, de la relación
interlocutiva, en otras palabras, los medios para "preparar los
efectos del discurso". El sistema lingüístico proveerá los medios
por los cuales el mensaje se estructurará y reestructurará hasta
alcanzar su adecuación comunicativa.
El texto, entonces, la generación de los mensajes, es
cuestión de planificación y oratoria. Todo hablante deberá
"preparar los efectos de su discurso", deberá ponderar el peso de
cada uno de los elementos que son pertinentes en la codificación
y decodificación del mensaje que produce. Todo hablante deberá
mirar hacia sus mensajes en una práctica poética como la que
Jakobson nos ha hecho ver. Todo hablante será, también, un
orador.

La sintaxis, el componente sintáctico de la lengua, por su


parte, debe ser todo esto. Al margen de las teorías, si esto es lo
que hacemos cuando usamos la lengua, entonces la lengua debe
incluir en el sistema los medios para hacer lo que hacemos. De
otra manera no se explicaría cómo lo hacemos ni cómo lo
entendemos. La gramática debe ser la adecuada descripción de la
competencia lingüística de los hablantes de una lengua.

En cuanto a las teorías, tal vez la profesión de fe no sea la


actitud más adecuada para un lingüista. Quizá el pot-pourri de
Talmy Givón sea más realista en tanto es muy difícil explicar la
complejidad del lenguaje desde un solo punto de vista. La historia
se ha encargado de mostrar que, en realidad, la concepción que
hoy en día tenemos de lo que es la sintaxis de una lengua, nuestra
comprensión de ello, se ha hecho en y por las teorías que acabo
de exponer. Hoy en día es imposible concebir una sintaxis que no
incluya formas y estructuras e indicaciones sobre la distribución
de estas; en el análisis, es imposible una descripción completa
que no sea un inventario paradigmático de esas formas y
estructuras, además de una gramática que estipule los tipos de
funciones a las que sirven y los tipos de contextos en que
aparecen. Hoy en día es imposible concebir una sintaxis que no
incluya estructuras y reglas de generación de esas estructuras, es

145
imposible concebir una sintaxis que se limite a la especificación
distribucional en la línea sin percatarse del hecho de que esas
estructuras son, también, paradigmáticas; en el análisis, es
imposible una descripción que no conciba paradigmáticamente
sus unidades de análisis. Hoy en día es imposible concebir una
sintaxis que no incluya las posibilidades funcionales para las
cuales (y por las cuales) el sistema existe, es imposible concebir
un análisis que no rinda cuenta de la variación que el uso de la
lengua refleja.
Como ciencia, la sintaxis no puede aspirar a ser menos
que la descripción y la explicación de los procesos por los cuales
los hablantes reales, en situaciones reales, logran comunicarse.
Como componente de la lengua, la sintaxis no puede concebirse
como menor o diferente al sistema que incluya todos los
paradigmas necesarios para la comunicación.
La concepción de la sintaxis como parte de la lengua, parte
a la cual corresponderá la composición de los signos complejos,
redundará en una definición de la ciencia que no puede
proponerse sino como la descripción de las relaciones que
ordenan y jerarquizan los elementos en la cadena sintagmática.
Así lo han entendido las teorías que he presentado hasta aquí. La
sintaxis es un componente de la lengua que incluye un conjunto
de paradigmas sintagmáticos que, a la vez, determinan las
estructuras sintácticas y son determinados por ellas.
Además, la sintaxis debe ser el estudio del modo como se
articulan los mensajes reales en una lengua: la descripción y la
explicación del modo como el sistema se actualiza en mensajes
con funciones específicas de comunicación.
Como ciencia, la sintaxis tiene entonces varias tareas:
1. debe describir y explicar las opciones estructurales
(motivadas interna y externamente) que tiene el hablante en
situaciones concretas de habla;
2. debe describir y explicar las reglas sistémicas (internas)
que rigen la elaboración de los mensajes; y
3. debe describir y explicar las características del sistema,
esto es: lo posible, lo necesario y lo imposible en el componente
sintáctico de una lengua.

146
Así concebida, más que una taxonomía será una
semiología del discurso lo que nos permita. Una semiología más
que nunca saussureana en la que el sistema no sea extranjero a
su realización y esta no sea indiferente al orador.

147
148
Notas

capítulo 2

1. Es evidente ahora por qué la noción de "corpus representativo" aparece


en esta escuela: habrá que tener una enorme cantidad de datos para poder
realizar todas las comparaciones posibles y determinar la mayor cantidad de
unidades.

2. Convencionalmente X representa aquí un contexto indiferenciado a la


izquierda.

3. En teoría pueden pertenecer o no a la misma clase y determinar sin


embargo la aparición de m o n.

4. Puestos a relacionar teorías, en este contexto se entiende el hecho de


que, algunos años después aparezca una reacción radical que defenderá
con la misma convicción la posición contraria y hará que su autor se declare
"cartesiano".

5. Cfr. especialmente Bloomfield 1964, capítulo 9: "El significado".

6. Se atribuye al trabajo de Boas y, muy especialmente, a la publicación de


su Handbook of American Indian Languages (1911), el haber atraído la
atención hacia las lenguas amerindias y la necesidad de un estudio
sistemático de estas lenguas, lo cual, como mencionaba arriba, se
relacionará directamente con los rumbos teóricos de esta escuela.

7. Esta tesis, muy conocida, invierte las tradicionales relaciones


lenguaje-pensamiento: antes el segundo determinaba al primero, ahora el
primero determina al segundo. En cualquier caso, es interesante notar que a
través de esta tesis, convincentemente defendida por Whorf y quizá
injustamente atribuida a Sapir, el estructuralismo americano será,
brevemente, mentalista.

8. Publicado originalmente en 1941. Cfr. 1971:263-275.

9. La "sustitución" es un aspecto que interesa mucho a Bloomfield e, incluso,


le dedica todo un capítulo a esta clase de palabras que tiene la particularidad
de significar intradiscursivamente (cfr. 1964:300-321).

149
10. Los ejemplos citados entre paréntesis son también de Harris 1951.

11. En el texto de Harris hay una nota, referida a esta estructura y las
siguientes, que transcribo a continuación: "Vb indicates a class of
morphemes libe be, seem whose distribution is similar to that of V except that
they also occur before A[djective]." (1951:351, nota 4).

capítulo 3

1. No es asunto de este capítulo, dedicado principalmente al modelo


generativo transformacional propuesto por Noam Chomsky, pero es
interesante notar aquí que Andrés Bello recorrió también el camino iniciado
por los abates de Port Royal, y esto hasta tal punto que, si confrontamos sus
definiciones de oración (proposición para él) y sus componentes y
estructuraciones, encontraremos un parecido sorprendente entre ambas.

2. Cfr. Lenneberg 1974.

3. Se entiende aquí el contexto en términos estrictamente lineales, esto es:


lo que se encuentra a la derecha y a la izquierda de cada unidad.

4. En relación con esta noción de finitud, es necesario apuntar que los


elementos en un conjunto, esto es, los paradigmas, también se conciben
como conjuntos finitos aun cuando, teóricamente, se asigne a los
paradigmas léxicos la posibilidad de incrementarse. De nuevo la razón para
esto es elemental: una lengua "infinita" sería impracticable, básicamente
porque ningún hablante podría utilizarla eficientemente para comunicarse.

5. Como resultará evidente, las reglas de reescritura no se diferenciarán


fundamentalmente del análisis en constituyentes inmediatos propuesto por
Bloomfield, y los mismos generativistas reconocen esta semejanza.

6. En estas reglas, a la izquierda aparecen los constituyentes "mayores": O,


SN, etc. y a la derecha aparecen los constituyentes "menores".

7. Esto es, SN: sintagma nominal en posición sujeto; SV: sintagma verbal
con función de predicado.

8. Convencionalmente, los elementos entre paréntesis se consideran


opcionales para la realización de la estructura.

150
9. Conjunto de rasgos que, evidentemente, será también finito.

10. Es imposible detenerse aquí a analizar la profunda influencia de Charles


Fillmore y su teoría del caso en la concepción de este componente
semántico (cfr. principalmente Fillmore 1965 y 1968).

11. En español, este modelo se ha conocido generalmente como Teoría de


la Rección y Ligamento, o teoría del Gobierno y la Referencia en otras
traducciones.

12. Halliday (1961:241).

capítulo 4

1. Este documento deriva su nombre del hecho de haber sido presentado en


1929 ante el Primer Congreso de Eslavistas, que tuvo lugar en Praga.

2. Cfr. Saussure 1973:58.

3. Ciertamente es mucho más fácil ejemplificar la variedad de funciones


expresadas en el uso mediante el léxico, tal y como lo acabo de hacer, sin
embargo, no será solamente en el léxico donde podrán evidenciarse las
subcategorizaciones funcionales que operan en el sistema sino que, según
este punto de vista, la variación funcional será evidente en todo el sistema y
en cada nivel.

4. La segunda oración es un verso de Miguel Hernández en su elegía Me


sobra el corazón.

5. "Para Saussure la sintaxis 'entra en la sintagmática', y no se pueden


establecer límites bien definidos entre los hechos de lengua y de habla en
las estructuras sintácticas. [...] la gramática llamada 'transformacional' puede
considerarse como una feliz extensión de un análisis paradigmático al
dominio de la sintaxis." (Jakobson 1984:23)

6. La gramática tradicional no dirá nunca si el sujeto gramatical y el sujeto


psicológico son el mismo (en cuyo caso no tendría sentido la doble
denominación), o son diferentes (en cuyo caso habría sido necesaria una
doble definición y no solamente la de "aquello de lo que se habla").

151
7. Quizá no todas las lenguas del mundo pero, al menos, las que
conocemos.

8. En principio, así como tiende a coincidir con el sujeto, el tema también


tendería a ocupar la primera posición en la oración por lo que, si nos
encontramos con una lengua en la cual "el sujeto no es tan temático", es
lógico pensar que el sintagma nominal que cumpla la función temática
desplazará al sintagma nominal sujeto de la primera posición y hará, con
ello, que varíe el orden de palabras.

9. Martinet define las expansiones como sigue: "tout élément ajouté à un


énoncé qui ne modifie pas les rapports mutuels et la fonction des éléments
préexistants" (1980:128).

10. Esta noción se encuentra ya prefigurada en los teóricos del Círculo


Lingüístico de Praga. Cfr. Vilém Mathesius. 1983 [1911]. On the potentiality
of the phenomena of language. En Josef Vachek, ed. Praguiana: Some
basic and less known aspects of the Prague Linguistic School. 3-43.
Amsterdam: John Benjamins.

11. En este sentido, Chomsky puede argumentar sobre el poder explicativo


de su teoría pues, como sabemos, su intención explicativa se orienta en otro
sentido.

12. Sin abundar en ello, estos usos "descontextualizados" con respecto a la


situación pueden ser deliberados pues el hablante puede querer dar esa
impresión de pedantería o "sofisticación", y ello con intenciones
evidentemente sociales.

13. Es en este sentido que el registro se diferencia del dialecto, en tanto el


segundo está determinado por otros factores y se define siguiendo criterios
geográficos más que sociales.

14. Otra consecuencia teórica de lo dicho aquí es la siguiente: si se propone


una teoría de la adquisición de la lengua materna fundamentada en esta
perspectiva funcional, habrá que tomar en cuenta estos "paradigmas del
uso". Esto por dos razones principales, la primera: porque parece que los
niños los toman en cuenta (y ello muy precozmente); la segunda: porque
quizá será esta la razón para que los niños adquieran tan pronto y tan
eficientemente su lengua materna.
En relación con esto mismo, hay que hacer notar que no todos los
registros aparecerán al niño en la conversación cotidiana, algunos de ellos

152
dependerán, para su adquisición, de la escuela pues se evidenciarán al niño
solamente en el ambiente escolar, así, por ejemplo, lo que he llamado en
este mismo libro el "registro académico", que incluye los esquemas de la
presentación, argumentación y comprobación de las hipótesis.

15. Para este concepto ver, entre otros, Halliday 1982 y 1989 y Halliday y
Hasan 1976 y 1990.

16. Una amplia exposición sobre estos conceptos, que constituye ya un


"clásico" para los estudiosos del texto, es la que se encuentra en Halliday y
Hasan 1976. Cfr. también Halliday y Hasan 1990.

17. Cfr. especialmente Halliday y Hasan 1990: chapter 5, "The texture of a


text".

18. Se trata, evidentemente, de dos tipos de conocimiento.

19. Para una definición detallada de estas tres funciones cfr. Halliday 1973.

20. Me refiero estrictamente a los lingüistas, no a otros científicos que


pueden tener amplio conocimiento de estos procesos.

21. En los textos de Chafe encontramos la distinción (posible en lengua


inglesa), entre clause, esto es, oración simple, y sentence, oración
compuesta. Al no poder mantener esta distinción terminológica en la
traducción, nos limitamos a especificar, en los casos ambiguos, que se trata,
estrictamente, de la oración simple.

22. Cfr. Chafe 1994.

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