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Apocalipsis 11

Versículos 3-13
3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.
Estos dos testigos son individuos investidos del poder de Dios y una autoridad especial para predicar un
mensaje de juicio y salvación durante la segunda mitad del período de la Tribulación. Estos dos profetas
serán la culminación del testimonio de Dios a Israel, por medio de un mensaje contundente sobre el juicio
divino y su oferta gratuita del evangelio a todos los que se arrepientan y crean. Y la primera pregunta a la
que nos enfrentamos aquí es: ¿Quiénes serán estos dos testigos? El Apóstol Juan no aporta ninguna
aclaración al respecto. Un estudioso de la Biblia, llamado Godet escribió: "Éstas son las figuras más
asombrosas de este asombroso libro".
Sin embargo, si la identidad de estos dos Testigos fuera algo esencial para la comprensión de este libro,
estamos convencidos que Juan habría apuntado más detalles; pero no es el caso. Por este motivo, mucho
se ha especulado a este respecto.
Siempre formó parte del pensamiento judío la idea de que Dios enviaría a un mensajero especial que
anunciaría a los hombres la llegada del "Día del Señor", un día en el que Dios, finalmente, haría justicia y
pagaría a las naciones impías su justo castigo por su violencia hacia su querido pueblo, Israel. El profeta
Malaquías escribió: "Yo os envío al profeta Elías antes de que llegue el día Grande y Terrible del Señor"
(Mal. 4:5). Así pues, en este pasaje nos encontramos con la llegada de estos profetas del Señor antes de
que se produzca la contienda final.
Estos Mensajeros tienen la misión de profetizar; y profetizarán 1260 días, es decir, tres años y medio. Su
mensaje será sombrío porque están vestidos de cilicio, de luto. Será un mensaje de condenación: el
escucharlo será como una tortura, y la gente se alegrará cuando maten a los dos Testigos, como veremos
en el versículo 10.
Pero, ¿quiénes serán estos dos testigos? Dos investigadores, Seiss y Govett, afirman que posiblemente se
trate de Enoc y Elías. En la Biblia se nos da a entender que ninguno de ellos murió. El libro del Génesis
podemos leer lo siguiente: "Caminó pues Enoc con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó" (Gn. 5:24).
Elías fue arrebatado en un torbellino y en un carro de fuego (2 Reyes 2:11); y Tertuliano, uno de los
antiguos padres de la Iglesia, se refiere a la creencia de que Dios los guardaba en el cielo para que dieran
muerte al Anticristo.
Los comentaristas Bíblicos Dean Alford, Walter Scott y Donald Grey Barnhouse piensan que estos dos
Testigos podrían ser Moisés y Elías, a quienes los judíos consideraban, respectivamente, el más grande
legislador y el más grande de los profetas. Fueron estos dos personajes quienes se aparecieron a Jesús en
el Monte de la Transfiguración (Marcos 9:4) y todas los poderes que se atribuyen a los dos Testigos fueron
proezas realizadas previamente por ambos personajes bíblicos. Sobre Elías, podemos leer en el libro del
profeta Malaquías, capítulo 4, versículo 5: "He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de
Jehová, grande y terrible". Y el mismo Señor Jesucristo dijo, tal y como recoge el capítulo 17 del evangelio
de Mateo, versículo 11: "Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas
las cosas". Volvamos ahora a la Palabra, en el versículo 4, donde podemos leer:
4 Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
Observemos que esta era precisamente una de las expresiones favoritas del profeta Elías. En el primer libro
de los Reyes, capítulo 17, versículo 1, podemos leer: "Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de
Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en
estos años, sino por mi palabra". Otros comentaristas sugieren, por otra parte, que Juan el Bautista podría
ser el segundo testigo. Él fue el precursor de Cristo en Su primera venida. También cierta similitud con el
profeta Elías, en la manera de exponer su mensaje. Los dos conocían muy bien a las fuerzas malignas
enemigas de Dios, y lo que era ejecutar órdenes de Dios contra fuerzas sobrenaturales. Podríamos incluso
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apuntar la idea de que Juan el Bautista fue el testigo del Nuevo Testamento, mientras que Elías fue el
testigo del Antiguo Testamento. En cualquier caso, en el Antiguo Testamento siempre se requerían dos o
más testigos para confirmar la legalidad de un testimonio (Dt. 17:6, 19:15).
Se nos antoja, sin embargo, bastante improbable que Enoc pudiera ser uno de los testigos, ya que él era
gentil, y el hecho de que no muriera no lo convierte automáticamente en candidato para asumir esta
misión.
Ahora bien, aquí se mencionan mil doscientos sesenta días durante los cuales ambos testigos
desempeñarán su función profética. Y la característica más reseñable acerca de ambos testigos no es su
identidad, sino el momento de su aparición. Y aunque la Biblia no señala fecha alguno, es posible que sea
conocida su presencia durante la primera mitad, dado que ellos testifican hasta que aparece el Anticristo,
también llamada la Bestia, para luego morir como mártires. Leamos ahora, los versículos 4 y 5 de este
capítulo 11 de Apocalipsis, que dicen así:
4Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra. 5 Si
alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles
daño, debe morir él de la misma manera.
Esta imagen está relacionada con el Antiguo Testamento, concretamente con el libro del profeta Zacarías,
en su capítulo 4. La visión de Zacarías iba a tener cumplimiento en un futuro próximo, que para él sería la
reconstrucción del Templo a cargo de Josué y Zorobabel; pero también tenía una proyección más lejana, en
el futuro lejano, que serían los dos Testigos, cuyo ministerio apunta hacia la restauración final de Israel, en
el Milenio. ¿Qué significado pueden tener aquí "los dos olivos" y "los dos candeleros"? El aceite de oliva se
utilizaba para encender las lámparas, así que los olivos junto a los candeleros representan la luz de
avivamiento espiritual. Por ello, la lectura de estos versículos sugieren con fuerza la idea de que la
predicación de estos dos Testigos será la chispa que encenderá un avivamiento, tal y como sucedió con la
intervención de Josué y Zorobabel, en Israel tras el cautiverio en Babilonia. La lectura del versículo 5 arroja,
además, la idea de que ambos Testigos serán totalmente intocables e inmunes a cualquier ataque del
hombre, hasta su muerte final a manos del mismo Anticristo. Este versículo advierte literalmente que "Si
alguno quiere dañarlos, sale fuego de su boca y devora a sus enemigos". Se trata de una referencia
probable a un fuego literal. Ambos Testigos serán invencibles durante su ministerio, protegidos por un
poder sobrenatural e inexplicable para el resto de la Humanidad. Y el falso profeta imitará, con
fraudulencia, esta señal, tal y como podremos apreciar en Apocalipsis 13:3. Leamos ahora el versículo 6 de
este capítulo 11 de Apocalipsis:
6Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder
sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran.
Si echamos una mirada atrás, podremos ver que a lo largo de toda la Biblia, en numerosas ocasiones, los
milagros han servido para autentificar a los profetas del Señor. Aquí, la sequía de tres años y medio (tal y
como sucedió en la época de Elías) añadirá un tormento inconmensurable a aquellos que estén sufriendo
los desastres globales de la Tribulación, y exacerbará su odio hacia los dos Testigos. Y es, de hecho, esta
referencia a la sequía, lo que ha motivado que destacados comentaristas se hayan decantado por pensar
que los dos Testigos serán el profeta Elías, que tuvo poder para parar la lluvia, y Moisés para desencadenar
las temibles plagas en Egipto.
También menciona este pasaje que ambos Testigos poseen la facultad de convertir las aguas en sangre.
Recordemos que el agua de la Tierra ha sido devastada por la segunda y tercera trompetas, por lo que
dejará de ser apta para el consumo humano y esto aumentará en gran medida el sufrimiento causado por
la sequía. Continuando ahora con nuestra lectura, leamos los versículos 7 al 10:
7 Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los
vencerá y los matará. 8 Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se
llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. 9 Y los de los pueblos, tribus, lenguas
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y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. 10 Y los
moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque
estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra.
Los Testigos han de predicar el tiempo que se les ha señalado, y luego vendrá el Anticristo como la Bestia
del abismo; seguidamente Dios les retirará su protección sobrenatural y ambos serán asesinados, algo que
nadie había podido hacer con éxito por el momento. Esta es la primera de las treinta y seis referencias a la
Bestia que encontramos en Apocalipsis, que es nada más y nada menos que el llamado Anticristo. El hecho
de que ascienda del abismo indica que su poder es de origen satánico. Toda esta escena sucede en
Jerusalén, que aquí recibe los nombres de Sodoma y Egipto. Mucho tiempo atrás, el profeta Isaías se había
dirigido a los gobernantes de esta ciudad llamándolos gobernadores de Sodoma; y al pueblo de Jerusalén
como el pueblo de Gomorra (Is. 1:9). Sodoma y Gomorra representaban los prototipos del pecado. La
maldad de Jerusalén ya había crucificado a Jesucristo, y en los días por venir, contemplará la muerte de Sus
testigos con gozo. Los habitantes de Jerusalén odiarán a los dos Testigos hasta tal punto que dejarán sus
cadáveres en la calle sin enterrar. Para los judíos era algo terrible no dar sepultura a un cadáver. Cuando
los paganos atacaron al pueblo de Dios, para el salmista era la mayor tragedia de todas que no hubiera
nadie que los enterrara (Salmo 79:3).
El comentarista Dr. Newell lo describe de la siguiente manera: "Aquí se presenta la verdadera revelación
del corazón del hombre. La avaricia, la enajenación, lo inhumano, brutal, infernal, la humanidad entera se
regocija por la muerte de estos hombres. Se envían regalos los unos a los otros. Hacen de este asesinato
una hermosa celebración, una especie de Navidad del diablo, una celebración de lo que el Anticristo ha
hecho, en lugar de celebrar la venida de Cristo a Belén". Leamos, el versículo 11 de este capítulo 11 de
Apocalipsis, que dice así:
11Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron
sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron.
Los hechos no acaban aquí y los acontecimientos se precipitan, tomando un cariz cada vez más intenso y
dramático: algo está a punto de suceder que cambiará esta celebración en gran temor para los hombres: a
los tres días y medio (una vez más nos encontramos con esta cifra), cuando la fiesta por la muerte de
ambos Testigos esté quizá en su punto álgido, cuando quizá las cámaras de televisión estén aún enfocando
la imagen de ambos cadáveres, súbitamente éstos recobrarán vida y se pondrán de pie. Dice la Biblia que
"cayó un gran temor sobre los que los vieron". ¿Qué sucedió a continuación? El versículo 12 nos lo cuenta:
12Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos
los vieron.
Aún habrían de suceder hechos increíbles; a la vista de todos, los dos Testigos fueron subidos al cielo, re-
presentando, como si dijéramos, la primera partida de Elías al cielo en el torbellino y carro de fuego (2
Reyes 2:11). A continuación un gran terremoto arrasó una décima parte de la ciudad, produciendo la
muerte de siete mil de sus habitantes; leámoslo en los versículos 13 y 14 de este capítulo 11 de
Apocalipsis:
13 En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto
murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del
cielo. 14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto.
El resultado fue que los que habían visto estos acontecimientos aterradores y escaparon con vida, dieron
gloria a Dios; es decir, se arrepintieron, porque esa era la única manera real de dar la gloria a Dios. Y el gran
interés de este pasaje es el hecho de que los incrédulos fueron ganados mediante la muerte sacrificial y la
resurrección de los Testigos. Aquí tenemos una rememoración de la historia de la Cruz y la Resurrección. El
mal debe ser conquistado y las personas ganadas, no por la fuerza sino por la aceptación del sufrimiento
por el nombre de Cristo.

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A los siete mil fallecidos en esta ocasión debe ser agregada la cuarta parte de la población mundial que
murió al principio de las plagas. Es decir, una cuarta de la población mundial; y posteriormente, otra
tercera parte de la población del planeta, es decir, más de la mitad de la población mundial; y ahora siete
mil más. No nos sorprende entonces que el Señor hubiera dicho, muchos siglos atrás: "Y si aquellos días no
fuesen acortados, nadie sería salvo".
Apocalipsis 11 - 12
Versículos 11:13 - 12:2
13
En aquella hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto
murieron en número de siete mil hombres; y los demás se aterrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.
Dios marcará la ascensión de sus profetas con un terremoto devastador. La destrucción y la pérdida de
vidas afectarán a los líderes de las fuerzas del Anticristo. La expresión: "y los demás se aterrorizaron", se
refiere a los judíos que sigan con vida y que aún falten por acudir a la fe en Cristo. Esta experiencia genuina
de salvación entre los judíos supervivientes, a diferencia de aquellos que blasfemaban y se negaban a
glorificar a Dios, constituirá un cumplimiento clave de la profecía de Zacarías (12:10 y 13:1) así como del
Apóstol Pablo (Ro.11:25, 26). Leamos ahora el versículo 14 que dice así:
14 El segundo ay pasó; he aquí, el tercer ay viene pronto
Aquí concluye el segundo ay y el interludio entre la sexta y la séptima trompeta. El arrepentimiento final de
Israel conducirá a la inauguración del Reino milenario, pero antes deberán suceder los fulminantes juicios
finales. Sin embargo, lo que hace difícil estos pasajes, los que hoy estudiaremos, es que parecen indicar
que las cosas han acabado en una victoria definitiva, cuando aún nos queda la mitad del libro. La
explicación, como ya mencionábamos en nuestro anterior programa, es que este texto bíblico es una
especie de compendio de todo lo que sigue, y que básicamente podríamos resumir en los siguientes
sucesos: Tendrá lugar una victoria en la que los reinos de este mundo llegan a ser los reinos del Señor y de
Su Ungido, lo cual es realmente una cita del Salmo 2:2 y es otra manera de decir que ha comenzado el
reinado mesiánico. En vista de esta victoria, los veinticuatro ancianos, es decir, la Iglesia Universal,
romperá en acciones de gracias. Esta victoria dará comienzo al tiempo en el que Dios asumirá Su autoridad
suprema (versículo 17), introduciendo el reinado de los mil años, un periodo de absoluta paz y
prosperidad. Al final del Milenio, se producirá un ataque final de todos los poderes hostiles (versículo 18),
que serán finalmente derrotados, y entonces recién tendrá lugar el Juicio Final. En el versículo 19
regresaremos al presente. Habrá una visión del Templo celestial abierto, y del Arca del Pacto. La séptima
trompeta nos presentará las siete personalidades o los siete personajes que nos encontramos en los
capítulos 12 y 13. El tercer ay comenzará cuando Satanás, uno de estos personajes, sea arrojado a la Tierra,
tal y como se menciona en el capítulo 12, versículo 12 de este libro de Apocalipsis.
En el versículo 15 asistiremos al toque de la séptima trompeta, que marcará el final de la Gran Tribulación,
y la apertura del Templo en el cielo. Leamos ahora los versículos 15 al 18:
15El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo
han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos. 16 Y los veinticuatro
ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a
Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir,
porque has tomado tu gran poder, y has reinado. 18 Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo
de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu
nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
El séptimo toque de trompeta tiene un gran significado y es especialmente relevante para la correcta
comprensión del resto del libro. El programa de Dios nos lleva cronológicamente al comienzo de la
Eternidad, que dará principio exactamente en el capítulo 21 de Apocalipsis. La séptima trompeta incluirá
los "siete juicios finales de las copas" que se detallarán en el capítulo 16, así como todos los sucesos que

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conducen al establecimiento del Reino milenario (cap. 20); y la coronación de Jesús como Rey Soberano
(cap. 19). La lista siguiente nos ayudará a centrar estos eventos en nuestras mentes:
1.- Al toque de la séptima trompeta se nos dice que hubo grandes voces en el cielo. Como usted recordará,
cuando se abrió el séptimo sello, hubo un gran silencio en el cielo. Aquí tenemos un contraste, porque al
tocarse la séptima trompeta se revelará definitivamente el programa de Dios y todas las criaturas creadas
por Dios podrán ver el final, manifestando un gran júbilo al anticipar la inminente derrota del mal.
2.- Los reinos del mundo (el cosmos) han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los
siglos de los siglos. Aunque en este pasaje se utiliza la expresión "reinos del mundo" la verdad es que, el
vocablo original dice literalmente "reino" ? en singular. Esto sucede porque a pesar de las numerosas
diferencias políticas y culturales, la Biblia considera al mundo entero en sentido espiritual, como un solo
reino que ha estado bajo el dominio de un solo tirano, Satanás (Juan 12:31, 14:30, 16:11, 2 Co. 15:24). La
mayoría de los gobernantes humanos han seguido el ejemplo de Satanás y han sido hostiles a Cristo (Sal
2:2, HH. 4:26). La prolongada rebelión del reino del mundo terminará con el regreso victorioso del Señor
Jesucristo para derrotar a Sus enemigos y establecer Su Reino mesiánico (Ib. 2:2, 3). Esto demuestra el
hecho de que los reinos de este mundo en el presente están bajo Satanás; todos están unidos bajo su
dominio. Algunas personas creen, erróneamente, que Satanás controla cierta parte de este mundo y que el
Señor controla otra parte. Pero en realidad, la Biblia afirma que todos los reinos de este mundo
pertenecen a Satanás.
Mucho se jacta el hombre de haber creado una moderna sociedad civilizada de paz y prosperidad, de
justicia e igualdad, de oportunidades y libertad; pero nada de ello es cierto, ¿verdad, estimados oyentes?
Nuestro mundo sufre los efectos de una pésima gestión de los recursos naturales, del egoísmo de las
naciones, de la maldad de algunos gobernantes, de la indiferencia de muchos políticos y de la ambición
desmesurada por el materialismo. Es una civilización condenada a la autodestrucción que se está
dirigiendo hacia juicio de Dios. Este mundo llegará a ser de Cristo algún día, tal y como podemos leer aquí:
"De nuestro Señor y de Su Cristo". Todo este reino será de Él algún día, y no será por voluntad humana, ni
por ningún poder terrenal que mediante edulcorados discursos de hermandad y amor entre los seres
humanos, persuada a nadie. Este mundo será entregado a Él, al Señor, y Él reinará, tal y como se menciona
en el Salmo 2, versículos 2 y 3: "Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra
Jehová y contra Su Ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas". Esta
fue la situación que caracterizará a la Iglesia cristiana primitiva, o primera, tal y como podemos leer el libro
de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 24, versículos 23 al 26. En el Salmo 2, versículo 9 dice: "Los
quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás".
3.- 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, sobre sus rostros, y
adoraron a Dios, 17 diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has
de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado. Esta imagen implica a la Iglesia al completo, en
un acto común de adoración y celebración por la Segunda Venida de Cristo a la Tierra. Esta será la
respuesta a nuestras oraciones de: "Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra".
4.- 18 Y se airaron las naciones También hemos leído que las naciones se mostraban airadas. Esto nos revela
el hecho de que la rebelión obstinada del hombre continuará aún hasta el mismo fin, hasta momento del
Juicio Final. Desde el pecado de Adán y Eva, al comienzo de la existencia del hombre sobre la Tierra, el
corazón obstinado del hombre siempre ha estado en abierta rebelión contra Dios. Y esta vieja naturaleza,
esta naturaleza carnal que usted y yo tenemos, es desobediente con Dios. Estimado oyente, aunque le
suene extraño, por mucho que lo intente, usted jamás podrá obedecer a Dios. No importa lo que usted
haga. A esto se refería el Apóstol Pablo en su carta a los romanos, capítulo 8, versículo 7 cuando escribió:
"Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni
tampoco pueden". Nadie puede controlar lo que denominamos "la vieja naturaleza". Sólo en Cristo Jesús,

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es decir, sólo mediante las fuerzas que da Jesús, podremos vivir sabiamente y sin pecado. Porque la
obediencia es anti natural en nosotros.
5.- y tu ira ha venido... Las naciones se mostraban airadas porque habían creído solamente en la supuesta
bondad perdonadora de dios, de un dios que no juzga, porque el hombre se está transformando en un ser
más bueno y más tolerante, comprensivo y libre, cuando la realidad de la Humanidad, del ser humano,
demuestra todo lo contrario
6.- "Y el tiempo de juzgar a los muertos". Esto nos lleva al Gran Trono Blanco, que veremos más adelante,
en el capítulo 20 de Apocalipsis. El derramamiento final de la ira de Dios incluye el juicio de los muertos (M.
25:31-46; Jn. 5:25-29).
7.- "Y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los
pequeños y a los grandes". La Iglesia ya habrá entrado a Su presencia. Los creyentes ya habrán recibido su
recompensa. Ya vimos las coronas sobre las cabezas de los ancianos. Aquí se refiere a los santos del
Antiguo Testamento, a los santos de la Tribulación que han sido incluidos en la primera resurrección, pero
en un momento diferente, y estos ahora van a recibir su recompensa al iniciarse el Reino.
8.- y de destruir a los que destruyen la tierra. El juicio tiene dos partes: Primero Dios recompensa a los
Santos del Antiguo Testamento (Dt. 12:1-3; cp. 22:12; 1 Co. 3:8; 4:5), también recompensa a la Iglesia
"arrebatada", que ha sido llevada al cielo antes del comienzo de la Tribulación (1 Co. 15:51,52; 1 Tes. 4:13-
18), así como también a los Santos de la Tribulación (20:4). En segundo lugar, Dios condena a los incrédulos
y los envía para siempre al lago de fuego (20:15). Dios destruirá a los que destruyen la tierra. Y esto es al
hombre y a Satanás. El hombre es tan destructor como lo es Satanás. Se nos ha advertido en las Escrituras:
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a
quien devorar" (1 P. 5:8). Continuemos con el versículo 19 de este capítulo 11 de Apocalipsis:
19Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos,
voces, truenos, un terremoto y grande granizo.
Este pasaje nos confirma una vez más que habrá un templo en el cielo. Este santuario, el templo de Dios en
el Cielo, estará abierto ("fue abierto en el cielo") dando lugar a permanente adoración y acceso a Dios. El
lugar Santísimo celestial donde Dios mora en gloria ya había sido identificado capítulos atrás (4 y 5) como
Su trono. El Apóstol Juan ya había visto el trono (4:5). El altar (6:9, 8:3-5) y aquí, el lugar santísimo. Aparece
también otra mención: "Y el arca de su pacto se veía en el templo". Esto nos recuerda que Dios es un Dios
de pactos; a diferencia del hombre, Dios siempre cumple. El arca del pacto se mantenía en el Templo y en
el Tabernáculo del Antiguo Testamento, simbolizando la presencia de Dios así como Su expiación y Su
pacto con Su pueblo. El Arca de la alianza terrenal sólo fue una representación del Arca celestial (He. 9:23;
10:20). Allí Dios suministró misericordia y expiación por el pecado, así como el lugar Santísimo terrenal fue
abierto tan pronto se pagó el precio del pecado (Mt. 27:51; He. 10:19, 20), el lugar Santísimo en el cielo
también es abierto en cumplimiento del Nuevo Pacto de la salvación de Dios y de Su propósito redentor en
medio del juicio divino.
"Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo". Esta frase nos habla de los juicios
que acontecerán.
Y con esto se introduce el capítulo 12. ¿Qué veremos de aquí en adelante? Asistiremos al conflicto final
entre Israel y Satanás después que éste haya sido arrojado del cielo. Y como último acto de esta tremenda
representación del fin, asistiremos a la puesta en escena de siete personajes, siete protagonistas que
desempeñarán un papel dominante en la Gran Tribulación: Una mujer, un dragón escarlata; un hijo varón,
el arcángel Miguel; el remanente de Israel y las dos bestias. Estas son los siete personajes sobre los que
pivotará la historia y que analizaremos aquí. Tras ello, seremos, una vez más, espectadores del
derramamiento de las siete copas de la ira así como de la destrucción final de la Babilonia comercial y la
Babilonia religiosa.

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Ahora bien, los siete misteriosos personajes anteriormente mencionados no son imágenes metafóricas o
simbólicas: son personas reales, naturales o sobrenaturales, físicas o espirituales, gobernantes o naciones,
y la identificación que hagamos de cada uno de ellos será muy reveladora para la adecuada comprensión
del libro de Apocalipsis. Leamos ahora los versículos 1 y 2 de este capítulo 12 de Apocalipsis, que dicen lo
así:
1Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas. 2 Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del
alumbramiento.
Juan nos relata la primera de siete señales de la segunda mitad de Apocalipsis. Y la pregunta aquí es:
¿Quién es esta mujer? Para algunos comentaristas, especialmente aquellos que siguen la posición católico-
romana, se trata de una representación de la virgen María. Otros, en cambio, interpretan que la mujer es
la iglesia cristiana de todas los siglos. Ha habido incluso algunas mujeres que han fundado sectas
asegurando ser la encarnación de la mujer aquí mencionada, como el caso de Joanna Southcott, quien
insistió en ser la mujer de Apocalipsis capítulo 12, afirmando que en octubre de 1.814 tendría un hijo
varón, cosa que aunque nunca sucedió, lo cual no impidió que unas 200.000 personas la siguieran como
discípulos. Y aunque no podemos ser dogmáticos a la hora de interpretar algunos pasajes de Apocalipsis,
sucede que debemos prestar cuidadosa atención a los detalles que aparecen en este pasaje, como son el
sol, la luna y las estrellas, señales que en la Biblia siempre han estado íntimamente ligadas al pueblo de
Israel, como sucedió en el sueño que tuvo el personaje bíblico José, hijo de Jacob. La historia la
encontramos en Génesis, capítulo 37, versículos 9 y 10: "Soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos,
diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a
mí. Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que
soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?"
Es nuestra opinión que no nos encontramos ante una mujer en sentido literal, sino de una alusión
simbólica al pueblo de Israel, que también se representó en el Antiguo Testamento como prometida y
esposa de Dios. (Is. 54:5, 6; Jer. 3:6-8). En Apocalipsis aparecen otras tres mujeres simbólicas: Jezabel,
quien representa al paganismo (2:20), la mujer vestida de púrpura y escarlata (17:3-6) que simboliza la
iglesia apóstata, y la esposa del cordero (19:7), que es el símbolo de la Iglesia verdadera. El contexto deja
claro que esta mujer no representa a la iglesia. El hecho de que esté "vestida de sol" alude a la gloria, a la
dignidad y a la posición exaltada de Israel, el Pueblo de la Promesa, que será salvo y recibirá de Dios un
reino. La imagen de la luna bajo los pies es una posible descripción de la relación del pacto que Dios
mantuvo con Israel, ya que las nuevas lunas se asociaban con la adoración (1 Cr. 23:31, 2 Cr. 2:4; 8:13; Esd.
3:5, Sal. 81:3). Las doce estrellas podrían representar las doce tribus de Israel.
Apocalipsis 12
Versículos 1-6
1Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas. 2Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del
alumbramiento.
¿Quién es esta mujer? Las marcas características de esta mujer son el sol, la luna y las estrellas. Estas
señales pertenecen a Israel, como fueron también parte del sueño de José. Recordamos la historia, narrada
en el Antiguo Testamento, del patriarca Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abraham. Uno de sus doce hijos,
José, predilecto de su padre, tuvo un extraño sueño; José vio al sol, a la luna y a 11 estrellas, postrándose
ante él, que era la duodécima estrella. Jacob, su padre, así como sus once hermanos interpretaron el sueño
como un desmesurado afán de protagonismo: "¿Debemos tu madre y yo y tus hermanos postrarnos y
adorarte?" le preguntó Jacob. Muchos años más tarde, fue precisamente lo que hicieron, cuando se
encontraron con un José adulto, lleno de sabiduría y mano derecha del Faraón.

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Como indicábamos en nuestro programa anterior, la mujer era la señal en el Cielo, pero su misión se
desarrollaría aquí en la Tierra. No era una mujer en el sentido literal, sino era un símbolo que corresponde
a Israel, que dio a luz, a Cristo, el Mesías.
Durante la época navideña algunos textos de las Escrituras son los más populares. Uno de estos
relacionados con el nacimiento de Cristo se encuentra en el capítulo 9, versículo 6 del libro de Isaías, que
dice: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su
nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz".
Ahora bien, ¿a quién está refiriéndose aquí Isaías cuando menciona: "porque un niño nos es nacido"? ¿A la
iglesia? Evidentemente no, dado que aún no existía como tal. Se está refiriendo a la nación de Israel; Isaías
les estaba anunciando no la llegada de un salvador, sino de un Gobernante, de un Rey, a alguien que
vendría y gobernaría sobre ellos. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Y añade: será el
principado sobre su hombro. No está, aparentemente, refiriéndose aquí a un Salvador, sino a alguien que
viene a gobernar. Y sigue diciendo el profeta Isaías: Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios
fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Esto es interesante, dado que sugiere que no habrá paz verdadera y
permanente hasta que Él venga. Porque cuando los gobernantes de este mundo digan: Paz y seguridad,
entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina. (1 Ts. 5:3). Cuentan los anales de la Historia que
cuando se desató la primera guerra mundial, un ejército de diplomáticos se hallaba reunido en una gran
conferencia de paz en Holanda. Y la mayoría de ellos debieron eludir las balas para retornar a sus propios
hogares. Tristemente, el ser humano desconoce el verdadero significado de la palabra "paz", pues aunque
la desee racionalmente, su corazón es egoísta e incapaz de evitar la guerra, el conflicto, los propios
intereses, la codicia. La Biblia nos dice que el problema del hombre es el propio hombre, es su corazón. Y a
causa de esto, sólo Jesucristo puede traerle paz., siendo uno de sus nombres, precisamente, "Príncipe de
Paz".
Isaías continúa hablando a Israel: Porque un niño nos es nacido. Y esa es la figura que el Apóstol Juan toma
y desarrolla esa figura en el Apocalipsis. Otro escritor del Nuevo Testamento, el de la Carta a los Hebreos,
escribió en su capítulo 7, versículo 14: Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de
la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. Y luego, el Apóstol Pablo afirma en su epístola a los
Romanos, capítulo 9, versículo 5: de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo,
el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
Pablo, refiriéndose a Israel, comenzó en el versículo 4 formulando la pregunta: "¿Quiénes son los
israelitas?" Y ellos son de los cuales, según la carne, vino Cristo. La mujer junto al pozo le preguntó a Jesús:
¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? (Jn. 4:9) El profeta Miqueas
escribió en el capítulo 5, y versículo 2 de su libro: Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las
familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los
días de la eternidad. Estas profecías avanzaban el nacimiento del Salvador en Belén, cuando Él viniera a
este mundo desde la Eternidad. En Isaías, capítulo 66, versículos 7 y 8 podemos leer: Antes que estuviese
de parto, dio a luz; antes que le viniesen dolores, dio a luz hijo. ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio tal
cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto,
dio a luz sus hijos. Jesucristo nación en Belén, pero vino desde la Eternidad.
Los profetas anunciaban desde hacía varios siglos antes el nacimiento de Aquel Hijo. Por eso identificamos
a la mujer de la visión de Juan con la nación de Israel; ni siquiera con la Iglesia cristiana en general, sino
solamente con el pueblo de Israel. Y esta mujer iba a ser (y de hecho fue) atormentada; la verdad es que el
mundo siempre ha sido, en general, de orientación antisemita. Muy pocos son lo que se declaran
abiertamente amigos de Israel, tanto en el presente como en el pasado. E independientemente del
comportamiento actual de sus gobernantes, parece claro que Satanás, el archi-enemigo de Dios siempre ha
tenido como objetivo destruir a esta nación escogida por Dios.
Continuando con la lectura de la visión de Juan, se presenta a otro personaje, descrito por el Apóstol como
"un dragón escarlata". Leamos los versículos 3 y 4 del capítulo 12 de Apocalipsis:
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3 También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez
cuernos, y en sus cabezas siete diademas; 4y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y
las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz, a fin de devorar a
su hijo tan pronto como naciese.
¿Quién es este dragón escarlata? Es el enemigo original de la mujer, Satanás, enemistado con ella por Dios
a causa de su pecado. Así podemos comprobarlo un poco más adelante, en el versículo 9, donde dice: y fue
lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás. Satanás aparece como un
dragón un total de trece veces en este libro.
El color escarlata alude al derramamiento de sangre. Las siete cabezas, los diez cuernos y las siete
diademas describen en un lenguaje figurado el dominio de Satanás sobre siete reinos mundanos en el
pasado y diez reinos en el futuro. Satanás siempre ha dominado y dominará el mundo hasta que suene la
séptima trompeta (cp. 11:5). Ha infligido dolor sin interrupción sobre Israel (Dn. 8:24) con el deseo intenso
de matar a la mujer antes de que pudiera parir al hijo que le destruiría para siempre. Satanás tiene control
sobre las naciones del mundo, y se las ofreció al Señor Jesucristo a condición de que postrado le adorara,
porque lo que Satanás desea fervientemente es ser adorado como si fuera Dios. Juan, en el capítulo 8,
versículo 44 de su evangelio, nos dice que él ha sido homicida desde el principio, y que desprecia la vida
humana.
Juan le llama el dragón. ¿Por qué? A causa de su perversidad. Él fue creado como Lucifer, el hijo de la
mañana (Ez. 28, 12-19). Él es la personificación del mal, y la degradación absoluta, lo opuesto a Dios, el más
peligroso de todos los seres de la creación de Dios; él es, estimado amigo, amiga oyente, su encarnizado
enemigo y el mío, si usted es un hijo de Dios.
Más adelante se nos presentará en el capítulo 13 a la denominada bestia. La bestia del capítulo 13 es
similar al dragón. ¿Por qué? Porque, como ya veremos, será el dragón quien traiga a la bestia.
Juan describe a un dragón con siete cabezas. Y algunos comentaristas bíblicos sugieren que esto alude la
perfección y sabiduría con la que Satanás fue creado, como querubín protector. El profeta Ezequiel, en el
capítulo 28, versículos 12 al 16, de su libro, nos habla de su origen, en paradójica contraposición con la idea
popular acerca de Satanás, imaginado como un ser desagradable, estéticamente repulsivo y físicamente
repelente. Pero nada más lejos de la realidad, querido amigo y amiga. Si Satanás fuese un ser repugnante
no habría sido seguido en su rebelión contra Dios por nada menos que un tercio de los ángeles. Si el
pecado fuese algo desagradable, nadie pecaría, ¿verdad?
La manera de representar al mismo Satanás, con cuernos, patas de caballo y una cola ahorquillada es, en
realidad, una representación del dios Pan al que adoraban los griegos y romanos. Pero, este ser,
evidentemente, no es Satanás, aunque Satanás está detrás de cualquier adoración a un Dios falso. Satanás
es inteligente, sagaz, hermoso y astuto. Nosotros jamás podríamos hacerle frente, salvo con el poder de
Jesús, el cual ya le venció en la cruz. Saldremos vencidos si pretendemos enfrentarnos a él mediante sólo
nuestras propias fuerzas. Juan nos lo describe como un ser con 10 cuernos lo cual podría estar aludiendo a
la división final del imperio romano dominado por Satanás, así como las coronas sobre estos cuernos, y no
sobre las cabezas, significan el poder delgado a Satanás. Estas coronas representan la autoridad y su real
poder.
En su visión, Juan sigue relatando lo siguiente: "su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo".
Este pasaje nos habla de la rebelión de Satanás en su origen (Is. 14:12; Ez.28:11) que logró la adhesión de
la tercera parte de las huestes angelicales la cual se unió a él para convertirse en demonios. Y añade Juan:
"Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba por dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto
naciese". Y el dragón aborrece al niño que esa mujer va a alumbrar, ¿por qué? En Génesis, capítulo 3,
versículo 15, se nos dice: Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. Al verse incapaz de impedir el nacimiento del

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Cristo de una virgen, Satanás trató de matar al niño por medio de una masacre generalizada y arbitraria de
los bebés varones que fue ordenada por Herodes.
En los versículos 5 y 6 se nos presenta al niño de esta mujer. Leamos los versículos 5 y 6 de este capítulo 12
de Apocalipsis:
5 Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado
para Dios y para su trono. 6Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí
la sustenten por mil doscientos sesenta días.
Jesucristo en su encarnación fue de origen judío (Mt. 1.1). A pesar de los esfuerzos del diablo para destruir
a Israel y el linaje del cual nacería el Mesías, el nacimiento de Jesús tuvo lugar tal y como lo habían
anunciado los profetas (Is. 7:14; 9:6; Mi. 5:2). La "vara de hierro" describe la coronación de Jesús como Rey
sobre las naciones del mundo. Y cuando menciona: "su hijo fue arrebatado para Dios" esto alude a la
ascensión de Jesús (Hch. 1:9). Dice el escritor a los Hebreos, capítulo 12, versículo 2: hoy tenemos puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz,
menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
¿Qué significan las alusiones al desierto descritas aquí por Juan? Significa que Dios protegerá a la mujer, al
remanente de Israel, de Satanás al suministrarle un escondite en el desierto durante la parte más intensa
del período de la Gran Tribulación. Israel será protegido por Dios. Hay quien incluso asegura que Israel irá a
refugiarse a la ciudad enclavada en la peña, en Petra, en la actual Jordania. Pero lo importante de este
pasaje es que este niño aquí mencionado no es otro que Cristo, y no representa en ningún caso a la iglesia,
como algunos han defendido. Él es el Pastor, que regirá a las naciones con vara de hierro (Salmo 2,
versículo 9).
Apocalipsis 12
Versículos 10-17
Regresamos al capítulo 12 de Apocalipsis, y vamos a leer los versículos 10 al 12:
10 Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de
nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. 11 Y ellos le han vencido por medio de la sangre del
Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. 12 Por lo cual
alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha
descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. (Ap. 12:10-12)
El apóstol Juan dice: Entonces oí una gran voz. Juan es un espectador privilegiado al que se le ha ordenado
escribir todo lo que ve y oye. Es testigo presencial de unos hechos reales. En nuestro programa anterior,
leímos como el enemigo de Dios y del ser humano, Satanás, había sido arrojado del Cielo. Esto causó gran
regocijo entre la multitud de redimidos que ya están en el Cielo. Sabemos que se trata de un gran grupo de
santos personajes del Antiguo Testamento, y de santos que fueron martirizados hasta este momento en
ese período que se llama la Tribulación. Por fin El acusador de los hermanos había sido arrojado de la
presencia de dios, porque recordemos, él tenía acceso hasta ese momento ante el Trono para acusar y
difamar con toda su furia a los creyentes fieles que viven ese difícil tiempo de pruebas.
Esta es la primera gran demostración de poder ejecutada contra "el mal" después de la muerte y
resurrección de Cristo: la expulsión o el lanzamiento de Satanás fuera del Cielo. Este es el comienzo de una
serie de acciones que llevarán al Señor Jesucristo a tomar el control del gobierno mundial, y que comience
Su reinado sobre toda la Tierra.
Cuando Cristo murió en la cruz, Él preparó el camino para que Satanás pudiera ser arrojado del Cielo, fuera
de la presencia de Dios Padre. El Apóstol Pablo escribió en su epístola a los Colosenses, capítulo 2, versículo
14: Anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio, y clavándola en la cruz. Eso es la obra de Cristo en la cruz. Jesucristo hizo posible, con su muerte, la
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salvación del ser humano. Dios canceló nuestra deuda de pecado al clavarlos en la cruz de Cristo. Jesucristo
pagó nuestras deudas con Dios con Su propia muerte. El precio fue su sangre inocente. Pablo continuó en
el versículo 15: Y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando
sobre ellos en la cruz.
Opinamos que cuando Él ascendió al Cielo, Él llevó a una gran multitud de almas consigo. Él llevó a la
presencia de Dios los santos cautivos en cautividad, del Antiguo Testamento; creemos que ellos se
encuentran en ese grupo que ahora está proclamando, en el texto que leímos, que la salvación ha llegado.
Leímos:
10Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de
nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo
¿Qué significa esto? Vamos a puntualizar las cuatro libertades celestiales que han sido compradas por
medio de Su sangre; cuatro libertades que se completarán cuando el Señor Jesucristo regrese a la Tierra,
Su Segunda Venida:
1.- La salvación ? la consumación de la salvación sólo está en la persona de Cristo. Nuestra salvación se
consumará cuando estemos en Su presencia. Juan en su 1ª carta, capítulo 3, versículo 2 escribió: Aún no se
ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es. Esto llegará a realizarse cuando Él regrese aquí, a la Tierra. Creemos que
aquí se nos habla de Su regreso visible a nuestro planeta.
2.- Luego dice: Y el poder ? Controlar el poder no es tarea fácil, y en la mayoría de las naciones ha habido
muchos abusos, y mal uso, del poder. Algunas grandes naciones han sido capaces de provocar y disputar
guerras, que como un gran incendio en una pradera, se desparramaron a otras naciones, destruyen
ciudades y matando a millones de personas. Todas las naciones de la Tierra han abusado del poder. El
reinado de Jesucristo sobre todas las naciones será totalmente diferente. Cuando Él tome el poder y el
control sobre esta Tierra, reinará la justicia perfecta y la paz perfecta.
3.- La tercera gran libertad que tenemos es el reino de nuestro Dios que se establecerá sobre la Tierra.
Hasta entonces no conoceremos la verdadera paz, la justicia, y la auténtica libertad sobre la Tierra. Será
maravilloso cuando este reino perfecto llegue y gobierne en nuestro mundo. Esta declaración en tiempo
futuro revela que Su reino no ha sido establecido en la primera venida de Cristo.
4.- La cuarta libertad es la autoridad de Jesucristo. Eso demuestra que Cristo aún no ha tomado el control y
la autoridad para regir este mundo. Él no está construyendo Su Reino en el presente. Él no está
estableciendo Su Reino. Todos Sus juicios, que ya hemos visto, son una mera preparación para Su regreso a
esta tierra. Jesucristo está dando al hombre, a nosotros, una seria advertencia y una oportunidad para
volverse a Él, ? y multitudes lo harán. Y observemos, siempre hay una nota de gracia y misericordia en el
juicio de Dios.
Termina el versículo 10: porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche, revela que esta es una parte de la presente estrategia de
Satanás que trata de frustrar, de anular los propósitos de Cristo con Su Iglesia hoy en día, y en un futuro,
con los santos que vivirán durante el período de la Tribulación. Eso hace necesario el presente ministerio
de Cristo como Abogado nuestro, de Sus hijos que ya le hemos aceptado como Salvador y Señor de
nuestras vidas.
Pero hay victoria de los santos que han sido acusados por el enemigo. Lo veremos por medio de tres vías
que es mencionan en este texto que ya hemos leído.
1.- Por medio de la sangre del Cordero. Hay un milagroso poder en la sangre del Cordero. No se olvide de
eso. No tratemos de minimizarlo. Las muchas referencias a la sangre del Cordero validan su mención en el
Cielo. Esta no es una concepción cruda de su sacrificio. En realidad, lo ofensivo, crudo y cruel está en
nuestros pecados, que han hecho necesario que "alguien", sin pecados propios, pagara por nuestras
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culpas. Y por ese motivo Él tuvo que derramar, y pagar, con Su sangre. Y si usted y yo obtenemos alguna
victoria en nuestra vida como cristianos, será porque Él derramó Su sangre por usted y por mí, estimado
amigo, amiga oyente. Usted y yo nunca, nunca seremos capaces de vivir una vida victoriosa sobre el
pecado. Las personas más espiritualmente "derrotadas" pueden ser personas que supuestamente deberían
estar viviendo una vida "victoriosa", parecen anémicos, sin vitalidad, sin fuerzas, sin gozo, ni paz. Pero si
somos vencedores, sólo es por medio de la sangre del Cordero.
2.- La segunda razón para su victoria es la palabra del testimonio de ellos, que revela que eran auténticos
mártires. Aquellos que pertenecemos a Cristo no podemos negarle, aún poniendo en peligro nuestra vida.
Jesucristo dijo, y lo podemos leer en el evangelio de Mateo, capítulo 10, versículo 33: Y a cualquiera que
me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos. Un
testimonio personal de nuestra fe debe estar respaldado por una vida que no contradice la Fe que nuestros
labios proclaman. Es fácil hablar de nuestra relación personal con Jesucristo en un ambiente religioso, pero
el lugar donde se debe presentar con claridad nuestro mensaje de esperanza, debe ser la sociedad que nos
rodea, donde problemas, angustias, dramas humanos, donde haya conflictos, incredulidad, y oposición a
cualquier tema espiritual. La sociedad, sus amigos, su familia debe saber que usted pertenece a Cristo, y
que usted está en Cristo. Estimado amigo, amiga oyente, el Señor Jesucristo dice que si nosotros Le
negamos delante de los hombres, Él nos negará ante el Padre en el Cielo. Estos son verdaderos mártires,
porque la palabra mártir, en griego "martus", significa "testigo".
3.- Lo siguiente que se menciona es que estos menospreciaran sus vidas hasta la muerte. Aquí se refiere a
un plano más elevado en nuestra relación personal con el Señor Jesucristo; es cuando el primer amor en
nuestra vida es el Señor Jesucristo, y todo lo demás, sin restarle importancia, sin embargo queda en un
segundo o tercer lugar. Debemos colocarle a Él en el primer lugar, y cuando Él ocupa ese puesto, entonces
nos será difícil vivir para Él aquí en la Tierra. ¿Qué hay detrás de las reglas por las cuales usted, estimado
oyente, dirige su conducta, su vida? Esto es lo que necesitamos: que la sangre del Cordero nos limpie de
todos nuestros pecados; que nuestro testimonio de palabra y de hechos sean coherentes, y que Le
amemos sobre todas las cosas. El amor es la base de una vida de servicio. El Señor Jesucristo preguntó al
Apóstol Pedro si le amaba; y cuando Simón Pedro, después de tres intentos, pudo expresarle su amor
rendido, el Señor Jesucristo le dijo que le iba a usar para alimentar sus ovejas (Juan 21, 15-17). Fue el
apóstol Pedro quién predicó el primer mensaje de la iglesia y varios miles aceptaron la oferta del perdón
de sus pecados, por el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
Observemos ahora que hay dos reacciones radicales por la expulsión de Satanás del Cielo. Hay regocijo en
el cielo, porque esta serpiente terrible, traicionera, peligrosa y mortífera ha salido de allí para siempre.
Pero hay un "ay" en la Tierra. Aquí encontramos el tercer ay que se extenderá a través del período del
"derramamiento de las siete copas de la ira". El único consuelo para la Tierra es que la permanencia de
Satanás es por un breve espacio de tiempo, por sólo unos 42 meses, los últimos tres años y medio de la
Gran Tribulación, cuando la intensidad de las tribulaciones aumentará.
Ahora, Juan nos describirá otra escena: Satanás es arrojado a la Tierra, que comienza a perseguir "a la
mujer". Este relato ocupa los versículos 13 al 16. Veamos los versículos 13 y 14 del capítulo 12 de
Apocalipsis:
13 Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al
hijo varón. 14 Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la
serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
(Ap. 12:13-14)
Esta será la última ola del antisemitismo que se expandirá sobre toda la Tierra, pero será la más cruel.
Satanás, arrojado de la presencia de Dios, sabe que le queda poco tiempo. Él aborrece a nación de Israel
porque Cristo se encarnó y vino al mundo, por medio de ese pueblo, por esa nación. No podemos
regocijarnos en el regreso de los judíos a Su tierra prometida. Hay personas que opinan que ellos han

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regresado allí para la llegada del milenio, el reinado del anhelado Mesías. Pero no es así. Según la Palabra
de Dios, ellos han regresado para sufrir primero el período de la Gran Tribulación.
Juan nos dice en el versículo 14: Se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de
delante de la serpiente al desierto. Hay quienes ven en esto una mención de un avión, que los llevará a un
lugar donde ocultarse, y muchos creen que el lugar elegido será la ciudad de Petra, una ciudad enclavada
en la roca, que podría servir como un lugar de refugio.
Estas dos alas de una gran águila que se le da a "la mujer" no es una mención extraña para el pueblo de
Israel. Nos recuerda la gracia de Dios al librar en el pasado a Israel del dominio de Egipto. Dios, en el libro
de Éxodo, capítulo 19, versículo 4: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y como os tomé sobre alas de
águilas, y os he traído a mí.
Amigo, amiga oyente: el pueblo hebreo no había salido por su propio esfuerzo, o gracias a su propia
habilidad de Egipto. Ellos pudieron marcharse de allí porque Dios les había sacado milagrosamente, y las
alas de águila llegaron a ser un símbolo para ellos. Nuevamente en el tiempo de la Gran Tribulación, Israel
no podrá librarse a sí misma, y no obtendrá ayuda, pero Dios lo sacará sobre alas de águila, por medio de
Su Gracia.
Continua Juan: Para que volase . . .al desierto, a su lugar. No especifica ni señala ningún lugar en particular.
Petra no es el único lugar posible. En el evangelio de Mateo capítulo 24, 16, Cristo dijo que "huyeran a los
montes". Creemos que la mención de un desierto será un desierto literal. El período que el pueblo de Israel
pasó en el desierto bajo el liderazgo de Moisés fueron 40 años, y este tiempo anunciado será de 42 meses.
Ese es el significado de un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo. Pero, recordemos que lo importante
no es el lugar del refugio, sino el hecho de que Dios les protegerá por Su Gracia.
Se nos dice que ella, "la mujer", que es figura del pueblo de Israel,"es sustentada". Eso nos recuerda que
en el pasado Dios los alimentó milagrosamente con el diario maná del cielo, y con el agua que manaba de
la roca. Él les alimentará nuevamente, posiblemente de la misma manera. Leemos los siguientes versículos
15 y 16 de este capítulo 12 de Apocalipsis:
15 Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el
río. 16 Pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que el dragón había echado
de su boca. (Ap. 12:15-16)
Debido a que creemos que Juan se refiere a un desierto literal, el agua también debe ser literal. Dios, había
librado dos veces al pueblo de Israel del agua al comienzo de su larga marcha por el desierto, ante el Mar
Rojo, y nuevamente, al finalizar su viaje, en el río Jordán. Sin embargo, aquí, cuando se habla de que "la
serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua como un río, para que fuese arrastrada por el río, se habla
de agua como un río; podría tratarse de ejércitos que fluyen como un río sobre ellos. Esta figura retórica ha
sido utilizada por el profeta Isaías en el capítulo 8 y versículos 7 y 8 de su libro.
El libro del profeta Ezequiel describe el cuadro de los últimos días, en el que el rey del norte marcha sobre
Israel. ¿Cómo será detenido? Satanás usará todo tipo de estrategia para destruirlos. Ninguna nación está
presente para detenerle. Pero aquí está Dios, y Él le destruirá, con las fuerzas naturales, cuando ese rey
invada la tierra que Dios les había dado. Ezequiel, capítulo 38, versículo 22, dice: Y yo litigaré contra él con
pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con
él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre. Eso nos ofrece más detalles de los que Juan
menciona. En el versículo 17 de este capítulo 12 de Apocalipsis, el último versículo del capítulo 12, leemos:
17Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la
descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo. (Ap.
12:17)
Ahora, el resto de la descendencia de ella se debe referir al remanente, los fieles testigo de Dios durante
este período, los 144.000 judíos que han sido sellados. Ellos están testificando a través de todo el mundo.
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Son los que guardan los mandamientos de Dios. Esta mención los coloca a este grupo nuevamente bajo la
ley, y por ello creemos que se excluye la posibilidad de que estos testigos sean la Iglesia.
Todo antisemitismo es inspirado por Satanás. Satanás finalmente culminará su odio al realizar un supremo
esfuerzo para destruir a esta nación, algo que ha tratado de hacer a lo largo de toda la historia de la
Humanidad, desde la esclavitud, bajo el faraón egipcio, al patíbulo de Amán, en tiempos de la Reina Esther,
al edicto cruel de Herodes, al matar a todos los recién nacidos en Belén, a través de la infamia del
Holocausto, con Hitler al poder, hasta los tiempos de la Gran Tribulación, donde Satanás encabezará el
ataque definitivo contra ese pueblo a causa de este Hijo varón, Jesucristo.
Y así llegamos al capítulo 13 de Apocalipsis, y aquí veremos a los últimos 2 personajes, de los 7 que
habíamos mencionado en programas anteriores. Serán las dos bestias: la bestia que sale de la mar, y la
bestia que sale de la tierra. En el capítulo 12, que hemos finalizado, se nos presentó a la mujer, a Israel; al
dragón escarlata, que es Satanás; al hijo o niño de la mujer, que es Cristo; a Miguel, el arcángel; y al
remanente, los 144.000 sellados de Israel. Y ahora, veremos a los dos últimos personajes del Apocalipsis
Apocalipsis 13
Versículos 9-18
9Si alguno tiene oído, oiga. 10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a
espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.
Ésta es sin lugar a dudas una de las declaraciones más inspiradoras que podemos encontrar en la Palabra
de Dios: "Si alguno". Esta es una invitación que se repite tres veces, al oído de cualquiera para que escuche
la Palabra de Dios, en cualquier momento, y en cualquier época. El apóstol Pablo también escribió en
Romanos 10:17 que la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Y también dice: "El que tiene oído,
oiga."
Nuevamente nos enfrentamos a la posibilidad de ejercer la libertad de nuestra voluntad, y la libertad de la
elección. "Si alguno". Alguno quiere decir cualquier hombre, cualquier persona. "Si alguno tiene oído".
Bueno, ¿no tenemos todos los seres humanos, oídos? Sí, naturalmente, pero hay personas que no oyen,
aunque tengan oídos. Hay personas que sencillamente no escuchan lo que oyen.
Una gran cantidad de personas necesitarían un audífono especial para escuchar la Palabra de Dios. Pero no
quieren oírla. Por mucho que nos empeñamos en ofrecer la Palabra de Dios, como lo estamos haciendo
desde hace ya casi 5 años, de forma totalmente gratuita, como también gratuito es el material que
ofrecemos al finalizar el programa, y aun con todo ello, muchas personas cambian el dial... porque no
quieren saber nada de Dios, y rehúyen Su Palabra. "Si alguno" ? dice el apóstol Juan, por orden de
Jesucristo. Eso significa usar nuestra "libre voluntad", nuestro libre albedrío. Dios desea que por libre
elección y deseo prestemos oído a lo que Él, el Creador, el Autor y dueño de todo el Universo quiere
comunicarle. ¿No es asombroso un Dios que espera tener una cita, una audiencia personal, con cada uno
de nosotros? Ningún personaje famoso, ya sea político, gobernante, ejecutivo de alguna multinacional,
ninguno estaría dispuesto a esperar pacientemente para que le concedamos unos momentos de nuestro
tiempo. Y sin embargo, así es nuestro gran Dios, quién por medio de Jesucristo nos ha explicado en
lenguaje humano cuánto nos ama, y cómo desea restablecer con cada uno de Sus criaturas, la relación, la
comunión rota en el Edén, por el pecado de la desobediencia, la incredulidad, y falta de fidelidad.
"10 Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto". Lo
que escribe el apóstol Juan aquí, no es para nosotros, al menos, no es para mí, porque cuando estudiamos
el capítulo 4 de Apocalipsis, vimos que la Iglesia ya no estaba en la Tierra, había sido quitada ?arrebatada
como dice algún texto bíblico- y fue llevada al Cielo, con Jesucristo. A partir de ese momento comienza el
final de los tiempos, el período de la Gran Tribulación. Por ello sabemos donde estaremos los que ya somos
hijos de Dios, y parte de Su Iglesia. Aquí el apóstol Juan está hablando a los santos de Dios que vivan en ese
tiempo tan difícil. Recordemos que durante la Tribulación el Anticristo será el Dictador del mundo. Como

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veremos más adelante, nadie podrá comprar, ni vender, sin permiso. No podrán viajar sin su autorización.
Este dictador gobernará al mundo como nadie ha gobernado en toda la historia de la Humanidad.
Dios le está diciendo a aquellos que son Suyos: "No le resistáis a ese dictador". En primer lugar, no les haría
ningún bien, y segundo, que esa será "la paciencia y la fe de los santos" de aquel entonces. Si usted se
encontrara viviendo en ese tiempo, durante la Gran Tribulación, entonces usted tendría que soportar con
paciencia y fe las pruebas terribles que vendrán, aun sobre aquellos que acepten a Jesucristo como su
Salvador y, consecuentemente lleguen a ser también hijos de Dios. Así es que, aparentemente Dios se
apartará del mundo, y lo entregará a Satanás. Estimado amigo, amiga oyente, hoy, en nuestro tiempo
actual el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo se encuentra en el mundo. Él limita, apaga la resistencia, y
detiene el mal. Quizá no le parezca que el Espíritu Santo realmente está obrando en el mundo, pero,
estimados oyentes, cómo será la vida cuando Él, el Espíritu de Dios sea quitado y se le permita al "mal"
actuar libremente. Satanás tendrá control sobre todo. Como ya hemos dicho anteriormente, aunque
parezca una contradicción con el amor y la bondad de Dios, en realidad es "justa" justicia divina. Satanás y
sus ejércitos del mal y aquella humanidad perdida nunca podrán decirle a Dios: "Tú nunca nos diste una
oportunidad. Si tú nos hubieras dado la oportunidad, hubiéramos podido solucionar las cosas a nuestra
manera". Bueno, Dios les va a dar esa oportunidad, pero por un breve período. Y si este tiempo no fuera
breve, nadie sería salvo, como dijo el Señor Jesucristo.
Ahora con esto, llegamos a la segunda Bestia. Recordemos que la primera Bestia salía del mar, y
representar a un futuro líder político, un poder y a una persona política, cuyo poder será mundial. Ahora
esta extraña criatura sale de la tierra. Esta figura representa a un personaje que será un líder religioso.
Aquí en el versículo 11 de este capítulo 13 de Apocalipsis, tenemos una descripción de esa bestia, y se nos
dice:
11Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero
hablaba como dragón.
Esta bestia salvaje es más fácil de identificar que la primera, al haber establecido las características de la
primera Bestia del mar. ¿Cuál es la diferencia entre las dos bestias? Hemos comentado que el mar es la
representación de los pueblos del mundo. Los pueblos agitados de este mundo, se parecen como un mar
agitado.
La tierra de la que procede esta segunda Bestia se refiere simbólicamente a la tierra de Israel. Se piensa
que la segunda bestia saldrá de Israel. En primer lugar, ese personaje será como un mesías, e Israel no le
aceptaría a no ser que provenga de su propia tierra, y fuese uno de ellos.
Juan describe a esta segunda Bestia como que tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero. Esto nos
sugiere su imitación de Cristo. La primera Bestia, recodemos, se oponía a Cristo, es el Anti-Cristo. La
segunda Bestia imita a Cristo. Él también es Anticristo, porque como ya hemos visto "anti" significa
también "en vez de, o "en lugar de"; este segundo personaje actuará como si fuera Cristo. Tiene 2 cuernos,
como los de un cordero, pero es un lobo con piel de oveja. Él imita al Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo, sólo que este seudo-cordero no quitará el pecado, sino que agrega y lo multiplica en todo el
mundo. Él no viene a hacer su propia voluntad, sino la voluntad de la Primera Bestia. Él es un Cristo falso. Y
hablará mucho acerca del amor, en amar a todos, pero todo resultará falso, será una bestia peligrosa,
engañando a todo el mundo. El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 7, versículo 15:
"Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces."
Vemos que serán necesarias dos personas para llenar la posición que Cristo había llenado cuando estuvo
en la tierra, y por supuesto, ambos, juntos no llegan a abarcar toda la proyección de Jesucristo, ni sus obras
y ministerio. Nuevamente citamos las palabras de Señor Jesucristo quien dijo, y esta vez nos referimos a
Sus palabras en el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 24: "Porque se levantarán falsos Cristos, y

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falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a
los escogidos."
En el versículo 12 de este capítulo 13 de Apocalipsis, leemos:
12Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores
de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada.
Esta segunda bestia ejerce una autoridad delegada de la primera Bestia. Lo que le convierte en un siervo,
un subalterno de la primera Bestia, pero que está al mismo nivel, tiene el mismo poder. Esta bestia
encabezará un movimiento para exterminar a "la ramera", la prostituta, que veremos al llegar al capítulo
17 de Apocalipsis. Ésa será la falsa iglesia que atravesará el período de la Gran Tribulación. El apóstol Juan
ni siquiera distingue o dignifica a esa agrupación como a una iglesia, porque no es una iglesia. Juan la llama
"la ramera". La verdadera Iglesia, recordemos, ya estará recogida en el Cielo, y por ello, La Iglesia había
sido llamada "la Esposa de Cristo". Aquí en la Tierra tendremos el último vestigio de una iglesia apóstata
con todo su humanismo. Eso lo podremos comprender mejor cuando lleguemos a estudiar el capítulo 17.
El falso profeta, que es la segunda Bestia, le ofrecerá al mundo algo nuevo, distinto para adorar: es a la
primera Bestia, el último dictador mundial. Por amor al tiempo no podemos retroceder para ver otras
Escrituras ya estudiadas anteriormente, aunque aquellos que nos han acompañado durante algún tiempo,
recodarán nuestro estudio del libro del profeta Daniel, capítulo 11, versículo 36 al 39. Otra referencia la
tenemos en el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 24, citada hace un momento, como también
la segunda epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2 y versículos 3 y 10: "los moradores de ella adoren a la
primera bestia, cuya herida mortal fue sanada". Juan nos relata que esta Bestia, que tiene toda autoridad
del Anticristo, ensalzará a éste, la primera bestia, hasta una posición de adoración. Juan vio como una
herida, supuestamente mortal, fue sanada; esto revelará que ambas, la primera y la segunda bestia, son
sanadores, que obran milagros. Ésa será la gran mentira, y el engaño que vendrá en este mundo, y que
será creído por toda la población. Ahora, los versículos 13 y 14 de este capítulo 13 de Apocalipsis, nos
dicen:
13También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante
de los hombres. 14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en
presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la
herida de espada, y vivió.
Este falso profeta obra señales y milagros. El Señor Jesús nos advirtió hablando de esa persona que vendrá
en un día futuro. En su engaño llegará a imitar al profeta Elías, al hacer bajar fuego del cielo. Él también
será la combinación de Janes y Jambres. Usted recordará lo que ocurrió en Egipto; leemos lo que se nos
dice en Éxodo, capítulo 7, versículos 11 al 13: "Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e
hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; pues echó cada uno su vara,
las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos." Es decir que aquellos eran
buenos hechiceros o magos. Creemos que tenían poder satánico, y este Falso Profeta, el líder religioso,
compañero del Dictador Mundial, también ejercerá poder satánico al fin del tiempo. En el evangelio según
Mateo, capítulo 3, versículo 11, leemos: "Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el
que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en
Espíritu Santo y fuego." Este profeta falso va a imitar, para aumentar su credibilidad. Pero el fuego, por
supuesto, es en realidad juicio.
Este falso profeta juega con fuego hasta que es echado en "el lago de fuego" como veremos más adelante.
El mundo será engañado, con la excepción, por supuesto, de los escogidos, sellados y guardados por Dios.
Ellos no podrán ser engañados.
Este Falso Profeta demostrará su poder, ordenando que se construya una imagen del líder, del gobernante,
que es hombre de pecado. La palabra griega para imagen es "ikon", que indica semejanza o parecido. Lo
que él reproducirá es "ikono", una semejanza que enfatiza la herida mortal, que fue sanada. Es interesante
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destacar que el Señor Jesucristo no permitió que nada relacionado con Su apariencia física sobreviviera, y
será el ikono, la semejanza del Anticristo que estará evidentemente colocada en el templo en Jerusalén. Y
creemos que ésta es la "abominación desoladora" de la que hizo referencia el Señor cuando dijo allá en
Mateo, capítulo 24, versículo 15: "Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de
que habló el profeta Daniel, (el que lee, entienda)."
Si usted desea leer más acerca de las profecías relacionadas con este evento le recomendamos los texto
mencionadas en el libro del profeta Daniel, en el capítulo 12, versículo 11; también, el capítulo 11,
versículo 31; capítulo 9, versículo 27. Seguramente estas lecturas complementarias le serán de ayuda.
Creemos que será la imagen del Anticristo, la primera bestia la que se expondrá públicamente.
Continuamos leyendo ahora los versículos 15 al 17 de este capítulo 13 de Apocalipsis, se nos dice:
15Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a
todo el que no la adorase. 16Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les
pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; 17 y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el
que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.
Este ídolo, este ikono será diferente. Isaías y todos los demás profetas han mencionado que los ídolos no
pueden hablar. El apóstol Pablo también hace referencia a este tema, pero aquí Juan describe los que él
vio: un ídolo que hablará. Creemos que se convocarán a todos científicos del mundo para observar a esta
imagen, y ellos llegarán a la conclusión que están ante algo incomprensible, algo inexplicable. Dirán que es
un milagro. Esta situación dramática e impactante llevará al mundo a reconocer y a adorar a la Bestia. La
bestia, el Anticristo unificará la religión y el comercio en todo el mundo. Y establecerá por ley que será
necesario tener la marca de la bestia para poder hacer cualquier transacción comercial, para comprar y
para vender.
En la época de Juan, los soldados eran marcados por sus comandantes, los esclavos eran marcados por sus
amos, y aquellos que estaban unidos a ciertos rituales en algunos templos paganos, también eran
marcados con una marca específica del dios, o la diosa, a quien servían. Hace ya algunos años un periodista
escribió un artículo titulado: "Viviendo por los Números". Él se quejaba del hecho de que es necesario
llevar tantas tarjetas de identificación y concluyó diciendo: "Sería mucho más sencillo si el gobierno nos
asignara a cada ciudadano un número especial, que pudiera ser grabado en nuestras frentes, para
evitarnos el problema de llevar tantas tarjetas". Existe hoy en día, el implante de un microchip, o esas
marcas invisibles a simple vista, pero que por un tipo de luz se hacen visible, hoy en día ya no extrañan a
nadie. No podemos decir que este procedimiento es el cumplimiento de la profecía hoy, pero demuestra
que la marca de la bestia puede y será una realidad un día.
¿Cuál será la marca de la bestia? Juan no nos lo explica con más claridad. No se nos dice esto aquí, pero
eso no ha evitado que muchos eruditos intentaran a desentrañar esta información. Leamos ahora el
versículo 18 de este capítulo 13:
18Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de
hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.
"Aquí hay sabiduría" ? dice. Esta podría ser considerada como una declaración un poco irónica, cuando
consideramos todo ese laberinto de especulación que se ha venido acumulando a través de los siglos
acerca de este versículo. En el griego es un arreglo muy hermoso de este número. Se dice: hexakosioi,
hexekonta, hex; "Seiscientos sesenta y seis". Se otorga un valor numérico a cada letra. Nosotros debemos
dejarlo como el número visual de la Bestia, y su significado tendrá que esperar hasta el día de su
manifestación en la Gran Tribulación. No hay nadie hoy que pueda asegurar lo que significa este número.
Sugerimos no perder el tiempo tratando de identificar a una persona a través de este número. En vez de
esto, lo que sí debemos hacer es presentar al Señor Jesucristo como el único Salvador, que nos ha abierto
la puerta a la salvación, a la vida eterna, a la comunión con el Padre, porque sólo Él es el único camino, la

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verdad y la vida; debemos compartir el evangelio de las "buenas noticias" a todos aquellos que no conocen
el inmenso, inagotable e incondicional amor de Dios, hecho carne en Jesucristo.
Nosotros estamos muy agradecidos por conocer y haber aceptado a Jesucristo como nuestro Salvador.
Podemos decir con el apóstol Pablo, en su epístola a los Filipenses, capítulo 3, versículo 10: "A fin de
conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante
a él en su muerte."
También se nos advierte que no debemos confiar en el hombre. El profeta Jeremías escribió en el capítulo
17, versículo 5: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo,
y su corazón se aparta de Jehová."
Y en el versículo 7 de este mismo capítulo 17 de Jeremías, dice: "Bendito el varón que confía en Jehová, y
cuya confianza es Jehová." Por muy interesante que nos pueda resultar el saber algo más sobre el
Anticristo, o el número de la bestia, o cualquier cosa relacionado con los eventos futuros, mucho más
importante es conocer más acerca del Señor Jesucristo. Nuestra esperanza es estar con Él, no por lo que
somos, o lo que hemos hecho, sino porque Jesucristo murió por nosotros sobre la cruz del calvario, y por
Su gracia vamos a estar en Su presencia. Por eso estamos agradecidos hoy.
Apocalipsis 14
Versículos 1-5
El Señor Jesucristo será quien tenga la última palabra, el Cordero. Caerá Babilonia, que será la gran capital
política, la gran capital comercial, y la gran capital religiosa del mundo durante la Gran Tribulación. Todos
los seguidores de la Bestia, el Anticristo, serán derrotados y juzgados. Muchos de los creyentes que vivan
en ese tiempo sufrirán el martirio, pero, a pesar de su sufrimiento y muerte, ellos no serán los perdedores,
los derrotados por el mal. Podemos adherirnos a las palabras de Calvino, el gran reformador, de que es
preferible estar del lado de los que "parecen estar perdiendo", pero que ganarán al final, en lugar de estar
del lado de los que hoy se proclaman auto vencedores, pero se enfrentarán a la derrota eterna y a la
destrucción final.
Más adelante, en el capítulo 19, el Cordero, Jesucristo regresará a la Tierra. Leamos ahora este primer
versículo del capítulo 14 de Apocalipsis:
1Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro
mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente.
La siguiente visión de Juan se abre con el Cordero de pie en triunfo en el Monte de Sion, y con Él los
144.000 que ya fueron mencionados en el capítulo 7. En sus frentes hay una marca: están marcados con Su
nombre y el de Su Padre. Esta marca es todo lo opuesto a la marca de la Bestia, el 666. Esta marca
constituye el sello que identificará a los 144.000 que dará testimonio de que pertenecen a Dios. Ambas
marcas, las de la bestia, como la de Jesucristo representarán propiedad, lealtad, protección, dependencia,
incluso inmunidad.
El Cordero aquí mencionado es el Señor Jesucristo, tal y como vimos en el capítulo 5 de Apocalipsis,
versículos 6, 8, 12, 13, y posteriormente en el capítulo 6, en el versículo 1, y en el capítulo 13. El monte de
Sion es Jerusalén. Ésta es la cuidad del Mesías, a la cual Él regresará. Es la capital desde la cual el Señor
Jesús reinará por Mil Años. Él la llamó la ciudad del Gran Rey, tal y como podemos leer en el Salmo 2,
versículo 6: "Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte".
Creemos que los 144.000 mencionados aquí son los mismos que fueron sellados en el capítulo 7. Tuvieron
que pasar a través de la Gran Tribulación de la misma manera en que en tiempos del Antiguo Testamento,
los 3 jóvenes hebreos, protagonistas del libro de Daniel, pasaron a través del horno de fuego ardiente. Dios
no quiere que ni una sola alma se pierda, y así lo afirma la Biblia. Y todos los cristianos deberíamos anhelar
una mayor amistad con Dios, una mayor cercanía, una mayor intimidad, al igual que sucede con un familiar

18
querido o con nuestro mejor amigo o amiga. Ojalá usted y yo podamos conocerle más y mejor, para que Él
ocupe el lugar que le corresponde en nuestras vidas, día a día.
Como cristianos estamos convencidos de que el Señor Jesucristo es "la respuesta" a todos los problemas
que el ser humano enfrenta hoy. No necesitamos más libros de autoayuda o nuevos métodos de
superación personal, ni más sobre el "pensamiento positivo". Si algo ha de ayudarme? ¡tiene que ser algo
superior a mí! No puedo buscar en mi interior las respuestas porque, sencillamente, no las encontraré. Las
respuestas están fuera de mí. Y hoy en día, estimado amigo y amiga, necesitamos a Cristo más que nunca.
Necesitamos conocerle. Necesitamos acercarnos más a Él, con la confianza de un amigo, la expectativa de
un hijo suyo, y el respeto de un siervo rendido a Su amor.
¿Ha hablado usted hoy con Dios, amigo oyente? ¿Cuándo fue la última vez que usted Le dijo que le amaba?
Él le dice a usted que le ama en todas y cada una de las páginas de la Biblia. Y si queremos ser unos buenos
hijos, deberíamos corresponder a Su amor. Regresemos ahora a las Escrituras para leer los versículos 2 y 3
de este capítulo 14 de Apocalipsis:
2 Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí
era como de arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de
los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta
y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.
Juan comienza este pasaje con una descripción maravillosa de la voz de Dios. ¿Le gustaría a usted conocer
cómo es el tono, el volumen y la intensidad de la voz de Dios? Juan nos lo relata lo que oyó: El sonido era
como el sonido de muchas aguas. ¿Ha visitado alguna vez una catarata o un gran salto de agua? La
experiencia resulta ser imborrable. Si usted visita, por ejemplo, las cataratas de Iguazú, entre Argentina y
Brasil, lo que más le impresionará será, probablemente, no el maravilloso paisaje, sino el indescriptible
sonido, la intensidad y inmenso poder del agua; el rugido de miles de toneladas de agua cayendo desde lo
alto nos recuerda el poder de la voz de Dios. Juan también nos dice que Su voz era como el retumbar de un
trueno imponente. Si usted ha tenido la oportunidad de viajar por pueblos de montaña, quizá haya podido
escuchar el tremendo estruendo de un trueno en la tormenta: el eco de las montañas aumenta su volumen
y resulta realmente impresionante. Juan también nos explica que era como la música de arpistas que
estuvieran tañendo sus arpas; nos recuerda la melodía de la voz de Dios. Hay en ella una gracia noble de la
música suave que calma el corazón angustiado.
Ante los ojos, y los oídos de Juan, se está desarrollando una escena impresionante: Los 144.000 unen sus
voces al coro celestial en el Milenio. ¿Ha escuchado usted alguna vez un coro de 144.000 voces, estimado
amigo? La compañía del Cordero estaba cantando un himno que sólo ellos podían aprender. Y aquí
tenemos una verdad que se repite a lo largo de nuestra vida: Para aprender ciertas cosas uno tiene que
pasar por ciertas experiencias. Los 144.000 habían sufrido mucho. Y hay ciertas cosas que sólo el dolor nos
puede enseñar. La aflicción, en nosotros, puede producir resentimiento, pero también fe, paz y un himno
nuevo. Además, los 144.000 habían demostrado su fidelidad. Este cántico de redención que es entonado
por todos los santos redimidos conforma un coro gigantesco como jamás se ha escuchado. Se regocijan por
el cumplimiento total de la obra salvadora de Dios antes del regreso de Cristo.
Recordemos que los 144.000 que fueron sellados y protegidos durante la Gran Tribulación, eran el
remanente fiel del pueblo escogido de Dios, el pueblo judío. Ellos serán los testigos fieles de la Gracia de
Dios, en Jesucristo su Hijo. Sufrirán mucho, pero serán protegidos de una manera especial por la marca que
tendrán en sus frente "....aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la
tierra". Ellos no murieron, ni fueron al Cielo, habían sido comprados para poder entrar al Milenio en la
Tierra. Habían sido comprados de entre los de la Tierra, lo que quiere decir que van a vivir en la tierra.
"y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de
entre los de la tierra."

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Y nadie puede cantar este canto nuevo sino los redimidos. Nadie puede cantar alabanzas a Dios sino los
redimidos. Esto es lo que, en realidad, dice el salmista: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; díganlo los
redimidos de Jehová." (Salmo 107:1-2). Los "redimidos" son aquellos que han sido salvados por la sangre
de Jesucristo, el precio de la deuda que teníamos con Dios. Esa es la razón por la cual necesitamos un
cristianismo que afirme y que viva claramente en esa certeza, que ¡Dios es bueno! Continuemos ahora
leyendo los versículos 4 y 5 de este capítulo 14 de Apocalipsis:
4Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero
por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el
Cordero; 5 y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios.
Aquí se dice que estos no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. ¿Cuál es el significado de esta
frase? Su interpretación resulta difícil y ha sido fuente de reflexión e interminable interrogante para
muchos comentaristas bíblicos. Podría simplemente tratarse de una ilustración del poder de Dios para
mantener puros a los creyentes en medio de grandes dificultades. Esta frase indica que los 144.000 judíos
no sólo habrán resistido el sistema perverso del Anticristo, sino que también resistirán todas las
tentaciones de incurrir en relaciones sexuales ilícitas. Otra posible interpretación, de carácter más
espiritual, podría ser la que entiende que estos judíos se habían guardado del adulterio espiritual, es decir,
de toda infidelidad a Jesucristo. Una y otra vez encontramos en el Antiguo Testamento que se dice del
pueblo de Israel que se había prostituido con dioses extraños (Éxodo 34:15; Deuteronomio 31:16; Jueces
2:17, Oseas 9:1).
Juan dice que estos 144.000 siguen al cordero por donde quiera que va. Esto nos dice mucho de su
fidelidad inquebrantable; indica que se trata de personas incondicionales de Jesucristo; su lealtad
indoblegable, "cueste lo que cueste".
La vida del profeta Jeremías transcurrió también durante una época bastante difícil: el exilio y la cautividad
del pueblo de Israel en Babilonia. Dios les prohibió casarse. Jeremías dijo en el capítulo 16, versículos 1 al 4
de su profecía: "Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: No tomarás para ti mujer, ni tendrás hijos ni hijas
en este lugar. Porque así ha dicho Jehová acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus
madres que los den a luz, y de los padres que los engendren en esta tierra: De dolorosas enfermedades
morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con
hambre serán consumidos, y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra."
Usted recordará que el Señor Jesucristo pronunció "un ay", un lamento hacia aquellas que estuvieran
embarazadas durante la Gran Tribulación. En el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 19 leemos:
"Mas ¡ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días!". El apóstol Pablo escribió sobre este
tema en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 7.
Es muy posible que el período de la Gran Tribulación estará marcado por una gran inmoralidad sexual, que
está prohibida y censurada por Dios. Pero según se desprende de este pasaje, los 144.000 se mantendrán
alejados de los pecados propios de ese periodo; se apartarán del pecado de la inmoralidad, tanto sexual
como espiritual, considerando la adoración a la Bestia y a su imagen como adulterio en sentido espiritual.
Recordemos que ya mencionamos anteriormente que la idolatría era clasificada como fornicación,
adulterio espiritual en el Antiguo Testamento. El ejemplo clásico lo tenemos en el capítulo 16 del profeta
Ezequiel, donde encontramos una severa advertencia a Israel contra la fornicación y el adulterio espiritual,
que es la idolatría.
En conclusión, cuando leemos en el pasaje: "éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son
vírgenes", Juan está posiblemente queriendo decir que se guardaron a sí mismos de la inmoralidad
reinante durante el período de la Gran Tribulación. Debido a la severidad de la época en la que les tocó
vivir, ellos no se casaron, ni se entregaron a la inmoralidad, ni sexual ni espiritual.

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Bien, queridos amigos y compañeros de viaje, hacemos aquí un alto hasta nuestro próximo programa en el
cual retomaremos las asombrosas visiones del apóstol y evangelista Juan, según las revelaciones que
recibió al encontrarse exiliado en la Isla de Patmos.
Para finalizar este tiempo de reflexión deseamos responder la pregunta que abría nuestro programa de
hoy, ¿la recuerda?: ¿Ha escuchado hoy a Dios? Muchos de nosotros, cuando nos volvimos a Cristo, nos
convertimos en cristianos, descubrimos el gozo de oír cómo Dios nos hablaba de un modo personal. Sin
embargo, muy a menudo, la pureza y la originalidad de esa experiencia inicial con Dios se han visto
empañadas por la rutina diaria de la vida. El clamor de otras voces, a veces más atractivas y menos
exigentes, ha enturbiado, con frecuencia, lo que oímos y nos deja desconcertados y frustrados en nuestra
relación con Dios
Apocalipsis 14
Versículos 5-8
La intensidad narrativa del apóstol va aumentando de forma paralela al desencadenamiento de los juicios
sobre la Tierra. Cronológicamente, nos encontramos ya hacia el final del segundo periodo de los siete años
de tribulación, los tres años y medio, conocidos como la Gran Tribulación. En programas anteriores
comentamos las diversas opiniones que expertos en la materia mantienen sobre este periodo final de la
historia de la humanidad, cada una de las cuales ofrece diferentes perspectivas de interpretación: La
denominada postura "pre-tribulacionista", defendida, entre otros muchos, por el autor de estos estudios
bíblicos, el profesor de Biblia y Teólogo Sr. Vernon McGee. Esta orientación teológica asume como buena
la postura de que la Iglesia no se verá sometida al sufrimiento de la Tribulación durante este periodo de
siete años, debido a que será "arrebatada", "recogida" de la Tierra y llevada al Cielo. Una perspectiva
situada en el polo opuesto, conocida como "post-tribulacionista" mantiene la posición de que la Iglesia sí
que deberá soportar hasta el final, cuando Cristo venga por Segunda vez, y que sufrirá estos terribles
juicios sobre la Tierra durante siete largos años. Uno de sus también numerosos defensores escribió lo
siguiente: "En el día de hoy existe un movimiento superficial del cristianismo. Aquellos que no tienen raíces
profundas en Cristo que tratan de apartarse de la idea de que Dios probará a Su pueblo con la tribulación,
o que Él utilizará el sufrimiento para ayudarle a la iglesia a prepararse como la esposa de Cristo. Muy
claramente, por cierto, el sufrimiento es el camino a la gloria. A eso hemos sido llamados. ¿Por qué?
Porque Cristo también sufrió, dejándonos un ejemplo para que siguiéramos en Sus pasos. Como resultado
de esta forma de pensar, yo ya no enseño más a los creyentes que ellos no van a pasar a través de la
tribulación. Quizá no sea así. Pero puedo hacer más por ellos preparándolos para que hagan frente a esta
prueba en Su nombre, que enseñándoles que el Señor va a arrebatarlos y sacarlos de la hora de la prueba".
Para defender esta opinión, su autor se apoyaba en el versículo 13 de Efesios, capítulo 6, en cuanto a que
existe un gran crecimiento en la persona que toma todas las herramientas, la armadura de Dios, para que
pueda resistir en el día malo. Sin embargo y aunque no podemos ser dogmáticos a este respecto, el
período de la Gran tribulación no es llamado en la Biblia "el día malo", sino el "día de la ira de Dios", el
Gran Día de la Ira de Dios.
Finalmente, una tercera opinión nos ofrece una perspectiva diferente a las dos anteriores, situándose en el
punto medio de ambas; afirma que la Iglesia sólo soportará parte del sufrimiento desencadenado por los
juicios divinos, los correspondientes a la primera mitad de la Tribulación, o a los primeros tres años y
medio. Tras éstos, según los defensores de esta perspectiva, la Iglesia será arrebatada al cielo, quitada de
la Tierra, justo antes de que comience la segunda mitad del periodo de siete años, la temible Gran
Tribulación, que durará otros tres años y medio más.
Si leemos atentamente los sucesos apocalípticos narrados por el apóstol Juan, no resulta fácil pensar que
semejantes hechos pudieran, en modo alguno, purificar a la Iglesia, sino, más bien, destruirla. Cuando
Cristo murió en la cruz, Él nos dio acceso para entrar en la presencia del Padre, no por nuestros propios
méritos, sino por los de Cristo. Y no parece razonable equiparar la denominada hora de prueba con el gran
día de la ira de Dios, que, poco a poco y de manera inexorable, está aproximándose sobre esta Tierra.
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Creemos, por este motivo, que la Iglesia ha sido librada de este sufrimiento. Los 144.000 testigos, el
remanente del pueblo judío, ellos sobrevivirán, guardados especialmente por Dios durante ese período de
Gran Tribulación.
Y aunque, como iglesia cristiana, no vayamos a pasar por el periodo de tribulación apocalíptica, resulta más
que evidente que ello no nos eximirá de otro tipo de tribulación, o aflicción derivada de ser cristianos en
un mundo cada vez más hostil hacia cualquier creencia absoluta que, como la nuestra, afirma estar en
posesión de "la única verdad". Tarde o temprano los cristianos seremos tildados de dogmáticos,
intransigentes y poco abiertos al diálogo; acusados de intolerantes y hasta peligrosos para la convivencia
con otras creencias no tan radicales como la nuestra. Cuando esto llegue, tarde o temprano, sólo nos
quedarán dos caminos: o abrirnos y aceptar como válidas otras creencias, renunciando así a determinados
principios básicos cristianos, o insistir en un cristianismo, según Jesucristo y ser acusados de radicales e
intolerantes. Llegará el día en que usted, si es cristiano, deberá escoger entre mantener y expresar su
opinión desde una perspectiva cristiana, granjeándose así la antipatía de la sociedad, o renunciar a
posicionarse, a defender su fe. ¿Qué hará usted entonces? ¿Hablará o mantendrá un prudente silencio? La
elección es suya, querido amigo y amiga, y en cualquier caso, es y será absolutamente respetable, porque
el Cristianismo es una forma de vida absolutamente voluntaria pero poco apta para mentalidades poco
comprometidas, y sin deseo de cambio.
No conocemos a ningún creyente que esté exento de problemas y dificultades, y a veces recordamos que
nadie nos advirtió de que "ser cristiano es para valientes". Mucho es lo que sufriremos en esta Tierra, pero
mucho es lo que nos deleitaremos con nuestro Señor por toda la Eternidad. El apóstol Pablo dijo una vez
que todos los sufrimientos del mundo no eran nada, comparados con el gozo y la felicidad que algún día
experimentaremos al lado de Jesús, y aquellos que también profesaron su fe en Él. Y mientras llega ese día,
Dios utilizará los problemas y dificultades que nos acucian para madurar nuestro carácter y prepararnos
para mayores responsabilidades. Porque en la Iglesia (y su futuro reino milenario) no estamos llamados a
"ser" sino a "pertenecer" y a "servir". El cristianismo pasivo no existe, y si usted se considera a sí mismo
"pasivo", debería, tal vez, preguntarse en qué está malgastando su tiempo: ¿En asuntos temporales o en
asuntos eternos? Recuerde, querido amigo y amiga, que el cristiano está llamado a trascender, a mirar más
allá de lo evidente, de lo superficial de las cosas que nos rodean, y a fijar sus ojos en Cristo. Todo lo que
empañe su visión de Cristo representa para usted una amenaza para su salud espiritual y personal. La
miopía espiritual implica no ver más allá de nuestra sombra; y triste es para un hombre o una mujer no
poder mirar más allá de ésta.
En todo caso, nuestra opinión, sin el menor ánimo de ser dogmáticos, es que la gran mayoría de los
creyentes no sufrirá la Gran Tribulación. Durante estos siglos, millones de cristianos han fallecido y
disfrutan ya de la presencia de Cristo. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee comentó
en cierta ocasión cómo el Señor le había ayudado durante las enormes dificultades y sufrimientos que tuvo
que soportar durante su proceso de tratamiento médico contra el cáncer; tras dos operaciones, comentó
agotado, cómo sentía en su cuerpo y en su ánimo los efectos de esa "pequeña tribulación". Un amigo suyo,
también predicador, le comentó que se notaba una gran diferencia en su forma de comportarse y de
trabajar para la Iglesia y para el Señor, porque la situación por la que había pasado le había dejado una
profunda huella en su carácter.
El Señor permitió esta enfermedad en la vida del Dr. McGee con un claro propósito; transformar su
carácter para hacerlo más parecido al de Cristo. No olvidemos que los cristianos no estamos llamados a
"ser felices", como claman casi todos los libros de auto ayuda y pensamiento positivo publicados hoy en
día, o como cantan muchas de las canciones que escuchamos por la radio. Los cristianos estamos llamados,
no a ser felices, sino a ser como Cristo; y eso es muy diferente, querido amigo o amiga que nos escucha. Ha
de saber usted que el camino cristiano no es fácil, ni de rosas; muy al contrario está lleno de retos y
espinas, con las que hemos de lidiar diariamente. Pero contamos con las fuerzas que nos da el Espíritu
Santo, que es Dios mismo en la Tierra.

22
Estimado oyente; Dios no pretendió atemorizarnos escribiendo para nosotros el último libro de la Biblia,
llamado Apocalipsis; tampoco pretendió editar un libro de terror con el cual asustar a sus lectores para
ganar así adeptos para su causa. Dios no hace proselitismo, ni busca seguidores; Dios busca a Sus hijos, y
les ofrece el regalo de la salvación, no porque ellos se lo merezcan, sino porque Jesús ya pagó por ellos el
precio de esta salvación. Por eso ésta es gratuita, y no por obras, ni por buenas intenciones. Usted puede
ser el hombre o la mujer más bueno del mundo; pero no podrá salvarse a no ser que confíe en Jesús. A ser
"cristiano" no se llega ni por miedo, ni por obligación, sino por convicción y por amor, ¿amor a quién?
Amor a Cristo. Eso es lo único que cuenta.
El Apocalipsis no fue escrito para ser temido, sino para ser una ventana por la cual poder vislumbrar un
breve destello del poder, gloria y majestad de Cristo. Muchos de los símbolos utilizados por el apóstol Juan
obedecen a las limitaciones para expresar mediante un lenguaje humano inteligible las maravillas que vio;
y, por otro lado, a nuestra incapacidad para comprender muchos aspectos del mundo espiritual. Hay
muchas cosas que jamás comprenderemos del Apocalipsis, hasta que éstas sucedan. Pero hay una que nos
debe quedar clara: se trata de algo auténticamente terrible, como jamás se ha visto en toda la historia de
la Humanidad. Es la descripción que la Biblia nos da del fin los tiempos.
Ahora, en el versículo 4 se nos dice que ellos son primicias para Dios y para el Cordero. Ésta es una clara
referencia a la nación de Israel. El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo 11, versículos 15 y
16, escribió: "Porque si su exclusión es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida de
entre los muertos? Si las primicias son santas, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también
lo son las ramas."
Así es como es descrita Israel, en especial estos 144.000, que ocuparán un lugar muy especial en el Reino
milenario. Ellos serán evidentemente la vanguardia del Cordero, cuando Él regrese a establecer el Reino,
tal y como veremos un poco más adelante, en el capítulo 19 de Apocalipsis. Y al igual que la ofrenda de los
primeros frutos en el Antiguo Testamento, estos hombres fueron apartados para un servicio especial a
Dios.
Se nos dice en cuanto a ellos: "y en sus bocas no fue hallada mentira". ¿Por qué se menciona este aspecto?
Porque los 144.000 no participaron de las mentiras de la Bestia, el anticristo. Por el contrario, comunicarán
la verdad de Dios con precisión y fidelidad, sin exageración, ni acomodación alguna. Si usted lo recuerda, el
Señor Jesucristo dijo que algunos escogidos serían engañados, pero no se refería a éstos. Además, dice
aquí que son sin mancha. ¿A qué se refiere? ¿Porque han pasado a través de la Gran Tribulación y han sido
purificados? ¿Porque están acaso libres de pecado? No, amigo oyente, sino porque han sido santificados y
están revestidos de la justicia de Cristo. Así es como nosotros, los cristianos, partimos hacia el Cielo. No
vamos al cielo porque somos buenos. Hay muchos "no cristianos" más buenos y que hacen mejores obras
que los propios cristianos. Nadie es tan bueno como para merecer el cielo, y tal y como dice la Biblia, la
salvación es un regalo gratuito de Jesús para nosotros porque si hubiera dependido de nuestros propios
esfuerzos, nadie se habría podido salvar y el Cielo habría permanecido vacío por siempre. Vayamos ahora a
la Biblia para leer los versículos 6 y 7, del capítulo 14 de Apocalipsis:
6 Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores
de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, 7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria,
porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de
las aguas.
Una de las señales que habrían de preceder al "fin del mundo" era, que el Evangelio (que significa "buenas
noticias") sería predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14). Aquí
tenemos el cumplimiento de esa profecía. Este ángel llega con el mensaje del evangelio a todas las
naciones, razas, tribus, lenguas y pueblos.
El ángel trae un "evangelio eterno". Eterno podría querer decir que el Evangelio es válido eternamente,
que Su verdad se mantiene, hasta en un mundo en desintegración. El apóstol Pablo escribió la gran

23
doxología en la carta a los Romanos que "Jesucristo es la revelación del misterio que había estado
escondido desde el principio del mundo" (Romanos 16:25). Esto implicaría que el Evangelio es el propósito
eterno de Dios para la humanidad y que trata de las cosas que son eternas. En todo caso, el ángel predica
las buenas nuevas acerca de la vida eterna y la entrada al reino de Dios. Urge así a los habitantes de la
Tierra a que transfieran su lealtad de la Bestia, al Cordero. Y en todo el mundo se podrá oír esta
predicación por parte del ángel, algo hoy perfectamente posible dado que cualquier evento puede
retransmitirse en directo por televisión a todo el mundo, vía satélite.
Puede que parezca extraño que la figura del "ángel con el evangelio" siga inmediatamente a los "ángeles
de la condenación", pero no olvidemos, amigos y amigas, que el evangelio tiene por necesidad un doble
filo: es la buena noticia para los que lo reciben, pero el juicio para los que lo rechazan. Dice el evangelio de
Juan, capítulo 3, versículo 19: "En esto consiste la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas". La condenación está justificada porque
a los que lo rechazaron se les dio previamente la oportunidad de aceptarlo. No olvide esto, querido
oyente; Dios llama a la puerta pero no entrará a menos que usted decida invitarlo a pasar. Las palabras del
ángel son interesantes. Son una invitación a dar culto a Dios, que es el Creador de todas las cosas. Y este
mensaje no es específicamente cristiano, sino la base de todas las religiones. Y el ángel dice: "Temed a
Dios". No a Satanás, ni al Anticristo. Y este es el tema de las Escrituras: llamar a los seres humanos a dar
honor, gloria, alabanza, reverencia y adoración a Dios. Y el ángel añade algo más: "?la hora de su juicio ha
llegado". Así llega el último momento para arrepentirse antes de que la ira de Dios sea derramada.
Llegamos ahora al versículo 8, donde encontramos el anuncio del juicio de Babilonia. Leamos este versículo
8 del capítulo 14 de Apocalipsis:
Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas
las naciones del vino del furor de su fornicación.
La falta de respuesta al mensaje del primer ángel lleva a que un segundo ángel pronuncie este juicio. La
referencia a "Babilonia" significa lo que está relacionado a todo el reino político, económico y religioso del
Anticristo. La ciudad original de Babilonia fue la cuna en la antigüedad de la idolatría; allí los hombres
construyeron la famosa torre de Babel como un monumento a la rebelión y a toda religión falsa. Esa
idolatría se dispersó después por el mundo, después de que Dios confundiera el lenguaje humano (Génesis
11:1-9). Y añade el ángel: "porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su
fornicación": Estas palabras ilustran cómo Babilonia provocó que el mundo se embriagara con sus deleites
pecaminosos y participara en una orgía de rebelión, aborrecimiento e idolatría en abierta rebelión contra
Dios. La fornicación es prostitución espiritual en el sistema engañoso del Anticristo, que caerá como
resultado de su maldad.
Hace bastantes años se publicó un libro escrito por Alexander Hislop donde se habla de dos Babilonia.
Hislop sostenía la idea que Babilonia había sido el cuartel general de Satanás desde el mismo principio de
los tiempos. Allí fue donde nació la idolatría. Sumeria fue la esposa del rey Nimrod. Otros opinan que era
su madre, la cual se casó con su propio hijo. En cualquier caso, ella fue la reina de Babel, que más adelante
llegó a ser Babilonia. Ella misma acuñó la historia en la que había nacido de un huevo recogido del río
Éufrates; ella misma rompió su cáscara y salió de él como una persona adulta. Su historia se convirtió en
leyenda y fue objeto de adoración, introduciendo el concepto femenino de deidad. Por ello de suele
mencionar a Babilonia como cuna de falsas religiones.
El segundo ángel que aparece en escena en la visión de Juan, anuncia lo que vendrá, pero utiliza un tiempo
verbal como si ya hubiera sucedido: "Ha caído, ha caído Babilonia". Las palabras proféticas de Dios son tan
seguras, que se expresan como si los hechos ya hubiesen tenido lugar. Babilonia será reedificada durante
el período de la Gran Tribulación, aunque en un lugar diferente. El profeta Isaías en el capítulo 13 de su
libro, alude este aspecto, así como el juicio de Dios sobre esta ciudad.

24
En Jeremías, capítulo 51, versículo 7, leemos: "Copa de oro fue Babilonia en la mano de Jehová, que
embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones". Y el
siguiente versículo dice así: "De repente cayó Babilonia, y se hizo pedazos". La conquista de Babilonia por
parte del Rey Ciro de Persia fue uno de los acontecimientos más llamativos de la historia antigua. En
aquellos días, Babilonia había sido para los profetas la misma encarnación del poder, la maldad, el lujo y el
pecado. El profeta Isaías escribió (Isaías 21:9): "Cayó, cayó Babilonia, y los ídolos de sus dioses quebrantó
en tierra".
Se dice que Babilonia había hecho beber a todas las naciones el vino de la ira de su fornicación. En esta
frase se funden dos concepciones del Antiguo Testamento. En el libro del profeta Jeremías 51:7 se dice de
Babilonia: "Una copa de oro que embriagó a toda la tierra fue Babilonia en la mano del Señor. De su vino
bebieron los pueblos; se aturdieron las naciones". La idea es que Babilonia fue una fuerza corruptora, que
había seducido a las naciones hacia una especia de inmoralidad demente. El trasfondo es el cuadro de una
prostituta emborrachando a un hombre para poder conducirlo a la inmoralidad, desprovisto de la alerta
necesaria para no caer en sus redes. El otro cuadro es el de la copa de la ira de Dios. El libro de Job dice del
malvado: "Verá con sus propios ojos su quebranto y beberá de la ira del Todopoderoso (Job 21:20). Y el
profeta Isaías, en su libro, capítulo 13, versículo 11, dice: "Y castigaré al mundo por su maldad, y a los
impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes. Y
nuevamente, debemos decir que en Jeremías, capítulo 25, encontramos que la ira de Dios viene sobre este
mundo. En Isaías, de nuevo leemos en su capítulo 13, versículo 19: "Y Babilonia, hermosura de reinos y
ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios."
Más adelante, en los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis, veremos, respectivamente, el juicio a la Babilonia
religiosa y la Babilonia comercial.
Apocalipsis 14
Versículos 9-20
9Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la
marca en su frente o en su mano, 10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro
en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; 11 y
el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que
adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. 12 Aquí está la paciencia de los
santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
En el capítulo 13 habíamos comentado del poder de la Bestia y de la marca que tratará de imponerles a las
personas. Ahora, hay una seria advertencia a los que fallen en este tiempo de prueba. Y resulta significativo
que esta es la advertencia más terrible de todas. De todas las condenaciones, según el Apocalipsis, la peor
es la de los apóstatas, es decir, aquellos que niegan o abandonan la fe en Jesucristo. Cuando el apóstol
Juan escribió estas líneas, inspirado por el Espíritu Santo, alrededor del año 95 D.C., la Iglesia estaba
batallando por su propia existencia. Si había de continuar su expansión, el cristiano individual debía estar
mejor preparado para enfrentarse con el sufrimiento, la persecución, la cárcel y la muerte. El cristiano no
se podía rendir, o moría la Iglesia. En nuestro tiempo, el cristiano, como individuo, como persona, también
tiene una importancia capital. Aunque su función ahora no consiste en "proteger la fe" afrontando
persecución, la muerte y el martirio, al menos en los países occidentales, el reto actual que afronta el
cristiano consiste en presentar el Evangelio a los demás, con disposición de vivirla diariamente.
La condenación del apóstata se presenta aquí con los colores más lúgubres del más terrible juicio que
jamás haya caído sobre la tierra ?el de las ciudades de Sodoma y Gomorra: "El humo subía de la tierra
como el humo de un horno" (Génesis 19:28).
Hemos leído: "Él también beberá del vino de la ira de Dios." Ésta es una figura adoptada del Antiguo
Testamento, concretamente del Salmo 75, versículo 8, donde leemos: "Porque el cáliz está en la mano de

25
Jehová, y el vino está fermentado, lleno de mistura, y él derrama del mismo; hasta el fondo lo apurarán, y
lo beberán todos los impíos de la tierra."
"Y será atormentado con fuego y azufre", los malvados serán destruidos en la presencia de los santos
ángeles y del Cordero. Estos dos elementos se asocian en las Escrituras con el tormento del castigo divino.
Aquí se hace referencia al infierno, que es el lago de fuego.
Ahora, notemos que el infierno es "visible" para Cristo y para sus ángeles; no dice que sea también visible
para los 24 ancianos, aquellos que representan a toda la Iglesia. ¿Debemos pensar por ello que la iglesia no
sabe o no puede ver lo que está sucediendo en la tierra? Aunque es difícil saberlo, nos inclinamos a pensar
que la Iglesia no verá lo que está ocurriendo en la tierra durante el período de la Gran Tribulación, aunque,
evidentemente, Cristo y los santos ángeles si estarán observando lo que ocurre. En el versículo 11 dice que
"el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos". Se trata evidentemente de una referencia a la
perpetuidad del infierno. El tormento consistirá en descarga incesante de dolor insoportable que ha sido
ordenada para todos los que sean leales al líder de Satanás, la Bestia, el Anticristo. El final del versículo ya
leído, el 12 del capítulo 14 de Apocalipsis dice:
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.
Todos aquellos que pertenecen a Dios deberán ser pacientes y esperar la Segunda Venida de Cristo. Él dice:
"aquí está la paciencia de los santos" ? y ellos son los que esperan. En el evangelio según San Mateo,
capítulo 24, versículo 13, el Señor Jesucristo dice: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo." El
que perdure podrá sobrevivir porque ha sido sellado por el Espíritu de Dios, y ha sido vestido con la justicia
de Cristo, y lavado por la sangre del Cordero. El Señor dijo en Lucas, capítulo 21, versículo 19: "Con vuestra
paciencia ganaréis vuestras almas." Eso es todo lo que podemos hacer: aguantar la tormenta y tener
paciencia. Éste es un respaldo excelente para la doctrina bíblica de la "perseverancia" que asegura que
todos los creyentes verdaderos en Cristo nunca perderán su fe. Los regenerados resistirán de principio al
fin, en obediencia a la verdad, sin importar qué pueda arremeter en su contra.
En el versículo 13, nos encontramos con una alabanza o bendición para aquellos que murieron en el Señor.
Éste es un versículo que podemos escuchar en algunos entierros, si bien su utilización en estas situaciones
no resulta adecuada, dado que aquí Juan se está refiriendo exclusivamente al periodo de la Gran
Tribulación. Leamos en nuestras Biblias este versículo 13 del capítulo 14 de Apocalipsis:
13
Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que
mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Después de las terribles profecías de los terrores por venir, y de las severas advertencias a los falsos
cristianos, viene una promesa de gracia y bendición. La idea de morir "en el Señor" aparece más de una vez
en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo habla de los muertos en Cristo (1Tesalonicenses 4:16) y de los
que han dormido en Cristo (1 Corintios15:18). Significa: os que llegan al final de su vida todavía unidos a
Cristo. Todo se confabulaba para apartarnos de Él; pero la felicidad suprema está reservada para aquellos
que llegan al final del camino de su vida todavía inseparablemente unidos al Maestro que los amó y se
entregó por ellos. Y lo que Jesucristo promete es el descanso: Descansarán de sus labores. El descanso es
tanto más dulce cuando sigue al esfuerzo más agotador.
Y añade: "Sus obras siguen con ellos". Revela que serán recompensados por su fidelidad, paciencia y obras
en este período de tiempo. Apocalipsis no nos enseña que la salvación es por obras, si entendemos bien lo
que el apóstol Juan dice. Juan habla de las obras de los Efesios -su arduo trabajo y perseverancia (2:2); de
las de los creyentes de Tiatira ?su amor, su servicio y su fe (2:19). Juan entiende las obras como algo
inherente al carácter cristiano. Es como si estuviera diciendo: "Cuando dejéis esta tierra, todo lo que
podéis llevaros es a vosotros mismos. Si llegáis al final de esta vida todavía unidos a Cristo, seréis
aprobados y probados como el oro, que refleja algo de Su Persona".

26
Ahora, la palabra de bendición para ellos es: "Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que
mueren en el Señor. Descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen". Esta no es una
declaración para los cristianos de nuestros días. Aparentemente muchos de los santos de la tribulación,
tanto los 144.000, como los de la multitud de los gentiles que no se podía contar, se salvarán, si entregan
sus vidas por Cristo, a pesar de afrontar una muerte segura como mártires. Cristianos o no, ninguno de
nosotros desea morir. La muerte nos resulta antinatural, porque fuimos creados para vivir para siempre.
Por eso no podemos entenderla, ni asimilarla. La mayoría de nosotros queremos vivir, y la Biblia dice que la
muerte será el último enemigo que Jesús derrocará. El apóstol Pablo escribió en su epístola a los Filipenses,
capítulo 1, versículo 21: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia." El cristianismo siempre
va contra la corriente: lo que para el resto del mundo es morir, para nosotros significa "vivir"; vivir por
siempre.
Prosigamos nuestro recorrido por el libro de Apocalipsis; tenemos ahora por delante los versículos 14 al 20
de este capítulo 14, donde leeremos acerca de la visión de Armagedón; la batalla o guerra de Armagedón.
El versículo 14, de este capítulo 14 de Apocalipsis, dice así:
14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en
la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
Dice Juan: "Y he aquí una nube blanca, y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre." La
imagen de del Señor en una nube es del profeta Daniel (Daniel 7:13,14), y hace hincapié en Su majestad. En
el evangelio según Mateo, capítulo 24, versículo 30, se nos dice: "Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo
sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria."
La corona de oro en su cabeza nos trae a la mente la corona del vencedor en la guerra o en una
competición atlética, hecha por una rama de laurel y utilizada en la celebración de la victoria. Cristo porta
aquí esta corona particular, que en este caso está hecha de oro, como un conquistador triunfante que sale
invicto del Cielo para prevalecer sobre sus enemigos.
Y luego Juan añade a esta visión un detalle revelador: "Y en la mano una hoz aguda." Esta hoz era una
herramienta para la siega formada por una cuchilla tajante y curvada, hecha de hierro, y un mango de
madera. Los agricultores de la antigüedad la utilizaban para cortar el grano, y aquí representa el juicio
divino veloz, preciso y devastador. El comentarista Dr. Newell señala la palabra "hoz" que sólo aparece en
12 ocasiones en toda la Biblia, siete de las cuales se encuentran en los versículos de esta sección. Y la
palabra "aguda" se menciona 7 veces en Apocalipsis, 4 de ellas aquí. Leamos ahora los versículos 15 y 16
de este capítulo 14 de Apocalipsis:
15 Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y
siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura. 16 Y el que estaba sentado
sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
Creemos que esta imagen se corresponde con la Segunda Venida de Cristo. "Mete tu hoz y siega", se
refiere al juicio del hombre en la tierra. La metáfora del juicio como cosecha la encontramos en varios
lugares, como en el evangelio según Mateo, con la parábola del trigo y la cizaña en la que la cosecha
representa una alegoría del juicio. El Señor Jesucristo es el Hijo del Hombre, y la semilla es la Palabra de
Dios. Y el campo es todo el ancho mundo. Y Él la está esparciendo por todo el mundo. Algún día la cosecha
estará ya lista para ser recogida, y esto será al fin de los tiempos. Y nuestra misión como cristianos es
esparcir la semilla, que es la Palabra de Dios. El evangelio necesita sembradores diligentes y efectivos.
Porque esta es nuestra tarea, sembrar la semilla; y la de Dios es la cosecha. Y la cosecha o la siega es el
juicio del fin de los tiempos. En el Salmo 2, versículos 7 al 9, podemos leer lo siguiente: "Yo publicaré el
decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija
de alfarero los desmenuzarás."

27
¿Cuándo tendrá lugar esto? ¿Tuvo lugar en Su Primera Venida? No, estimados oyentes. Esto tendrá lugar
en la segunda venida, en el juicio.
Y aquí en este capítulo 14, versículo 15 de Apocalipsis, dice: "Porque la hora de segar ha llegado." Esta
declaración concuerda con las palabras de Cristo. La siega o la cosecha, al fin de las edades, o de los
tiempos, se menciona en el evangelio según Mateo, capítulo 13, versículo 39. Nuestra tarea como
cristianos es sembrar, y el Espíritu de Dios hará el resto, tal y como escribió el profeta Joel, en su capítulo 3,
versículos 13 y 14: "Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está
lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión;
porque cerca está el día de Jehová en el valle de la decisión."
Y retornando al capítulo 14 de Apocalipsis, leamos los versículos 17 y 18:
17Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda. 18 Y salió del altar otro
ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz
aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.
El templo se refiere a la morada celestial de Dios y no al templo en Jerusalén durante la tribulación. La hoz
aguda implica el juicio. Y las uvas están maduras implica un cambio en la metáfora para la guerra de
Armagedón, tal y como nos presenta el profeta Isaías, en su capítulo 63, versículos 1 al 6, donde dice:
"Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos?¿Éste hermoso en su vestido, que marcha
en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y
tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis
ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no
había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo
mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre."
Este pasaje no se refiere a la Primera, sino a la Segunda Venida de Cristo. En el Antiguo Testamento se
compara el juicio de Dios con la pisada de las uvas. Y Él ha pisado el lagar. El lagar era el lugar donde las
uvas eran pisadas para extraer su precioso líquido, y es como si en lugar de zumo de uva, en este lagar
hubiese sangre, sangre de los impíos. Cuando Él vino por primera vez, Él derramó Su sangre por ellos, pero
fue rechazado. Y ahora deben ser juzgados. Él les reunirá, como se nos dice en Apocalipsis, capítulo 16,
versículo 16, en un lugar que en hebreo se llama Armagedón, donde se librará la mayor batalla, o quizá, la
mayor guerra de todas cuantas ha habido.
Realmente, a estas alturas de Apocalipsis, cuando parece que nada de lo que el apóstol Juan pueda
decirnos nos sorprendería, entra en escena la batalla o guerra de Armagedón. Para arrojar más luz sobre
este asunto, leamos los versículos 19 y 20 de este capítulo 14 de Apocalipsis, que dicen así:
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la
ira de Dios. 20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los
caballos, por mil seiscientos estadios.
Esta vívida imagen describe el horror de la muerte o el derramamiento masivo de sangre. Aquí se refiere a
la muerte violenta de todos los enemigos de Dios que todavía estén vivos y ahora se enfrentan a la
destrucción en el Armagedón, la batalla final de los enemigos de Dios, en la planicie de Esdraelón. La
imagen sangrienta deriva del jugo fresco que se produce al pisar y machacar las uvas a medida que pasan
por diferentes niveles de trituración y quedan reducidas por completo.
Apocalipsis 14 -15
Versículos 14:19 - 15:1
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la
ira de Dios. 20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los
caballos, por mil seiscientos estadios.
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El período de la Gran Tribulación será una época de cosecha, pero no como nos la imaginamos. Muchos
son de la opinión que durante este período se ganarán muchas almas para Cristo. Pero, no es en esos
términos que se aplica el concepto de la cosecha aquí.
La escena que nos relata Juan, tal cual él la vio, es impresionante. Tenemos que regresar al Antiguo
Testamento, al libro del profeta Isaías, capítulo 63, porque Isaías también hace referencia a la Segunda
Venida del Señor Jesucristo a la Tierra. Leamos del capítulo 63 de Isaías los dos primeros versículos:
"¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que
marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu
vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?"
Algunos lectores de la Biblia creen que es una descripción relacionada con la muerte de Cristo en la cruz.
Pero, no tiene ninguna referencia a ese evento, y los siguientes versículos lo aclararán; leamos los
versículos 3 al 6, de este capítulo 63 de Isaías: "He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había
conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis
ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado. Miré, y no
había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo
mi ira. Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre."
Esta vívida escena no es de Jesucristo en su Primera Venida a este mundo, sino de Cristo, regresando, para
juzgar. En los tiempos de Isaías, y aún en la actualidad existen pueblos donde se celebra la cosecha y la
vendimia de una manera todavía tradicional; para extraer su apreciado zumo, la gente pisa alegremente
los racimos de uvas maduras colocadas en grandes recipientes, manchando su vestimenta al aplastar el
fruto. El cuadro que vemos en este versículo es el del espectador que observa cómo se está manchando la
magnífica vestimenta de Jesucristo al pisar y aplastar el contenido de la prensa. En Su Primera Venida al
mundo, fue Él, Jesucristo, quien derramó Su vida, Su sangre; pero le rechazaron, y ahora Él está pisando el
lagar, y es la sangre de los malvados la que mancha su vestimenta. Él los reunirá, como lo veremos en
Apocalipsis 16, versículo 16 "en el lugar que en hebreo se llama Armagedón". Este evento no será una
única batalla, sino una guerra, la guerra de Armagedón.
El texto que leímos del profeta Isaías relata que Él, Jesucristo, está pisando el lagar solo; una escena
aterradora. No nos sorprende entonces que, llegado ese período de juicio, los hombres clamen a las rocas
para que cayeran sobre ellos, para ocultarse de la Ira del Cordero. Éste será el triste final de la civilización,
que en la construcción de la Torre de Babel demostró una rebelión activa contra Dios, que fue creciendo y
aumentando desde entonces, y que desatará toda su furia en el período de la Gran Tribulación. En el
capítulo 19 de Apocalipsis veremos cómo el Señor Jesucristo, aplacará toda rebelión contra Dios y pondrá
orden para establecer Su Reino aquí en la Tierra. Como dice el Salmo 2, versículo 9: "Los quebrantarás con
vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás."
Estimado amigo, amiga oyente, ese Jesús tan manso, humilde y pacífico del que siempre hemos escuchado,
esa persona tan extraordinariamente buena que generalmente se nos presenta, no es el Jesucristo de la
Palabra de Dios. El Señor Jesucristo Él es el Salvador del mundo, pero Él también es el Juez sobre todo el
mundo. Si usted no acepta la obra de la sangre del Justo y Santo, que fue derramada en la cruz por sus
pecados, y los mío, entonces Le está rechazando. Si el tiempo de la Gran Tribulación tuviera lugar durante
nuestra vida, personalmente, yo sé que no lo viviría, porque estaré recogido y guardado en el Cielo, con la
Iglesia; pero todo depende de qué lado estamos, a quién hemos elegido como el Señor de nuestra vida.
Ningún estudio cuidadoso de la Palabra de Dios puede llevarnos a pensar que los "últimos días", los
"tiempos finales", el período de la Gran Tribulación será una época parecida a nuestro diario vivir, que sólo
será un poco más dramática que nuestra actualidad, en la que se podrá seguir viviendo con cierta
normalidad.
El profeta Isaías, en el capítulo 34 nos describe la siguiente escena que vamos a leer a continuación, Isaías,
capítulo 34, versículos 1 al 4, y también el versículo 6: "Acercaos, naciones, juntaos para oír; y vosotros,

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pueblos, escuchad. Oiga la tierra y cuanto hay en ella, el mundo y todo lo que produce. Porque Jehová está
airado contra todas las naciones, e indignado contra todo el ejército de ellas; las destruirá y las entregará al
matadero. Y los muertos de ellas serán arrojados, y de sus cadáveres se levantará hedor; y los montes se
disolverán por la sangre de ellos. Y todo el ejército de los cielos se disolverá, y se enrollarán los cielos como
un libro; y caerá todo su ejército, como se cae la hoja de la parra, y como se cae la de la higuera. Llena está
de sangre la espada de Jehová, engrasada está de grosura, de sangre de corderos y de machos cabríos, de
grosura de riñones de carneros; porque Jehová tiene sacrificios en Bosra, y grande matanza en tierra de
Edom."
¡Qué cuadro terrible el que tenemos aquí descrito por el profeta Isaías señalando al tiempo de la Gran
Tribulación! Ahora será la sangre de aquellos que han desafiado a Dios, de los que creerán en la Bestia, y la
adorarán como su dios; ésta sangre, un día, cubrirá toda la Tierra. Será terrible. Será como aplastar una uva
madura. Así le ocurrirá al hombre, a todo ser, cuando caiga en el lagar del juicio de Dios. Esta será la guerra
de Armagedón, el lugar de la matanza.
Veamos ahora el versículo 20 de Apocalipsis capítulo 14, que leímos: "Y fue pisado el lagar fuera de la
ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios." Juan se refiere
a la ciudad de Jerusalén al comentar, "Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad", y cuando menciona que la
sangre llegará hasta los frenos de los caballos, eso indica la profundidad de un metro, aproximadamente.
Los mil seiscientos estadios, revela una distancia de unos 288 kilómetros. Ésa es la distancia entre Dan y
Beerseba, es decir, toda la tierra que antiguamente se llamó "Palestina", será la escena de esta guerra final
que concluye con el llamado "Armagedón". Es una campaña que comenzará alrededor de la mitad del
período de la Gran Tribulación, y concluirá con el regreso personal de Cristo a esta Tierra.
En el Salmo 45, versículos 3 al 7 leemos: "Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, con tu gloria y con tu
majestad. En tu gloria sé prosperado; cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia, y tu
diestra te enseñará cosas terribles. Tus saetas agudas, con que caerán pueblos debajo de ti, penetrarán en
el corazón de los enemigos del rey. Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; cetro de justicia es el cetro
de tu reino. Has amado la justicia y aborrecido la maldad; por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de
alegría más que a tus compañeros."
El Salmo 45 es un Salmo mesiánico. Dios no pide disculpas, ni pide ser comprendido. Dios sólo nos pide que
habláramos claramente sobre lo que Él mismo ha revelado en su Palabra. El ser humano tiene que ser
confrontado con la verdad, porque para Dios el pecado significa la separación de Su santidad. El hecho es
que: Usted y yo somos pecadores; y el pecado está en el mundo; usted y yo merecemos el castigo de Dios.
El único remedio es aceptar la completa redención que Cristo ofreció cuando Él derramó Su sangre por
usted y por mí, pagando así el castigo de nuestros pecados. Y usted y yo merecemos el juicio de Dios, y
nuestra única salida es el aceptar la obra de Cristo en la cruz del Calvario, por nosotros. La Biblia hace una
pregunta que ni siquiera Dios puede responder. Y es: ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una
salvación tan grande? (Hebreos 2:3) Escaparemos ¿de qué? Del juicio, la Gran Tribulación es un juicio y la
forma de evitarlo es ¡aceptar a Cristo! Podemos llamarlo "un mecanismo de escape", pero, por ejemplo, si
mi casa se incendiara, trataré de escapar por la ventana, o por donde pueda salir, ¿verdad?
Este juicio vendrá inevitablemente sobre las personas que rechacen a Cristo. La Humanidad Le ha
rechazado; se ha blasfemado, burlado, ridiculizado a Jesucristo, y Su sacrificio en la cruz, para la gran
mayoría de las personas, sólo es un referente religioso durante la Semana Santa, cuando se realizan
algunos ritos y ceremonias. Se ha pisoteado e ignorado al Hijo de Dios, y si Dios es Justo, que lo es,
entonces habrá un juicio. Las generaciones de nuestros tiempos necesitan saber esto, deben enterarse de
que Dios demandará justicia. Estimado amigo, amiga oyente, no hay nada que pueda ayudarle a usted a
enderezar su vida, como el saber que Dios es un Dios Santo, y que el Señor Jesucristo es Justo. Él no
tolerará el pecado en su vida, ni en la mía.
Hemos llegado al capítulo 15 de Apocalipsis. Aquí, nuevamente tenemos otra señal en el cielo, y Juan ve a
siete ángeles que tenían las siete últimas plagas. Los capítulos 15 y 16 están relacionados porque veremos
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el derramamiento de las Siete Copas de la Ira. Tal vez, la mayoría de nuestros estimados oyentes habrán
pensado que los peores juicios ya habían pasado, pero no es así. Lo peor está aún por venir. Cada uno de
estos conjuntos de sietes, comenzando, con los "siete sellos", las "siete trompetas", y los "siete
personajes", han sido terribles, pero ahora llegamos a las "siete copas de la ira", que serán lo peor de todo.
Recordemos que el propósito de la Gran Tribulación es el Juicio, no es un tiempo de purificación para Su
Iglesia; y también para darle a Satanás su oportunidad final. Dios va a sacar a Su iglesia de la Tierra, en un
acto sobrenatural, debido a Su Gracia maravillosa. Si usted está dispuesto a aceptar Su Gracia, entonces
podrá escapar del Juicio. Estas Siete Copas de la Ira no son "la bendita esperanza", que todos los creyentes
esperan con ansias. No, nosotros estamos esperando la bendita esperanza y la venida gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo. Amigo oyente, usted no va a pasar a través de todo este período, si confía
en Cristo. Pero usted necesita saber por lo que van a pasar los demás, para tener más celo e interés en
testificar por Cristo hoy. Ésa es la razón por la cual estamos hablando de la Palabra de Dios en este
programa.
Alguien dijo de ese gran predicador que fue el Dwight L. Moody, que durante su vida él había mirado a los
ojos a más gente que ningún otro hombre; que por su trabajo evangelizador, él había reducido la población
del Infierno en unos dos millones de almas. Se habla hoy de reducir la población y de frenar el aumento de
la natalidad. Se ha ido poblando la Tierra, pero así también el infierno. También a nosotros nos gustaría
ayudar a reducir ese número, como Moody.
Bien, llegamos ahora a estas siete copas. El capítulo 15 de Apocalipsis es el más breve de todo este libro;
en realidad es el prefacio de esta serie final de juicios que vendrán sobre la Tierra durante el período de la
Gran Tribulación. Estos juicios son los más intensos y devastadores que los anteriores.
Antes de profundizar sobre estos siete ángeles que comenzarán a derramar las copas de ira,
mencionaremos que aun en esos tiempos tan terribles, bajo el férreo puño dictatorial del Anticristo, y a
pesar de las persecuciones, la pena de muerte y el seguro martirio, sí habrá creyentes que desafiarán el
poder del gran embustero, el "lobo disfrazado de cordero". Estos próximos textos darán amplia respuesta a
este tema.
Primeramente, veremos la preparación para el juicio final de la Gran Tribulación. Los primeros cuatro
versículos nos hablarán de los santos de la Tribulación, que están en el Cielo y adoran a Dios, porque Él es
Santo. Este próximo texto también es un interludio. Leamos el primer versículo de este capítulo 15 de
Apocalipsis:
1Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en
ellas se consumaba la ira de Dios.
Esto nos acerca al fin del período de la Gran Tribulación. Estimado amigo, amiga oyente, me alegro poder
llegar al final de este período, porque a continuación veremos la Venida de Cristo a la Tierra.
El apóstol Juan reitera en este versículo que él todavía es un espectador de estos hechos, al decir: "Vi en el
cielo" ? Él está presenciando el ensayo general del último acto de la historia del hombre sobre la Tierra.
"Vi en el cielo otra señal" conecta este capítulo 15 con el capítulo 12, versículo 1, de Apocalipsis, donde
vimos la primera señal, que era Israel. Los ángeles de la ira están unidos a los juicios que seguirán hasta
que Cristo venga, lo cual ocurre en el capítulo 19. Desde el capítulo 12 hasta el regreso de Cristo, tenemos
una serie de eventos que están íntimamente relacionados. Ahora, esto no quiere decir que haya un orden
cronológico, sino más bien un orden lógico, que es el contar los mismos eventos de otra manera, con más
detalles. Este método, es la firma original, o la señal personal del Espíritu Santo. Lo observamos, por vez
primera en Génesis 1 al 2. En el capítulo 1 de Génesis, se nos relata La Creación, y los siete días que
describen el trabajo de Dios. En el capítulo 2, el Espíritu Santo vuelve a hablar de la creación del hombre
pero esta vez agrega más detalles. Este método se conoce como "la ley de la recapitulación", que se nos
presenta una y otra vez, a lo largo de todas las Sagradas Escrituras.

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Por ejemplo, se nos ofrecen las leyes de Moisés en el libro de Éxodo y algo más adelante, en el libro de
Deuteronomio, se da la interpretación de la Ley, con cuarenta años de experiencia en el desierto, y con
muchos detalles añadidos.
También, cuando llegamos al Nuevo Testamento, tenemos cuatro evangelios, no sólo uno, o dos, porque el
Espíritu Santo ha considerado que era necesario cuatro evangelios, para presentar los muchos aspectos de
la gloriosa Persona de Jesucristo que vino a la Tierra hace algo más de dos mil años.
Recordemos que hemos leído como Satanás había sido ? y lo será en un futuro que sólo Dios conoce-
arrojado a la Tierra, y cómo él demuestra su ira contra el "Remanente de Israel"; también él lleva a cabo un
avance final para lograr el dominio mundial, a través de las dos Bestias. A continuación Dios realizará un
despliegue final de Su ira, que pondrá el punto final a la sórdida tragedia del pecado en la Tierra.
"Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies"
leemos en el Salmo 110, versículo 1.
"Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en
ellas se consumaba la ira de Dios", leímos en versículo 1 de este capítulo 15 de Apocalipsis. En griego esa
expresión "se consumaba" "aeres", es usado en un tiempo que presenta un evento del futuro como si éste
ya se hubiera desarrollado.
Juan menciona la ira de Dios, y eso señala el juicio final de la Gran Tribulación. Dios ha sido muy lento para
expresar Su cólera, Su santa Ira, pero aquí concluye Su Paciencia. El juicio en las últimas etapas del Día de
la Ira, procede de Dios, no de Satanás, ni de las Bestias, sino que sale directamente del Trono de Dios. Dios
juzgará.
Vamos a ver ahora la preparación para este cuadro final del período de la Gran Tribulación. Leamos lo que
nos dice el versículo 2 de este capítulo 15 de Apocalipsis:
2Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la
bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de
Dios.
Ahora, aquí se habla de un mar de vidrio mezclado con fuego. Esto representa la angustiosa persecución de
la Bestia, durante el período de la Gran Tribulación. Pero, vamos a detenernos aquí y en nuestro próximo
programa, consideraremos este versículo y los siguientes con más detalle. Le recomendamos leer todo el
capítulo 15 de Apocalipsis, para así tener una información previa del texto que comentaremos en nuestra
próxima cita en "La fuente de la Vida".
Apocalipsis 15
Versículos 2-8
2Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la
bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de
Dios.
Se menciona aquí "un mar de vidrio mezclado con fuego", que representa, posiblemente, la terrible
persecución que la Bestia someterá a los cristianos durante el período de la Gran Tribulación. Durante este
período ningún hombre podrá comprar, ni vender, a no ser que tenga grabada en su mano o en su frente la
Marca de la Bestia, el número 666. Quizá nuestro Señor Jesucristo tenía en mente este difícil período
cuando, en Su discurso en el Monte dijo: "Cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre os
aseguro que tendrá su recompensa." (Marcos 9:41). En ese tiempo de la Tribulación, nadie podrá ofrecer ni
un vaso de agua fresca a uno de los 144.000 Testigos judíos, sellados y protegidos por Dios, pero
perseguidos ferozmente por la Bestia; ese valiente pondrá en serio peligro su propia vida, al poder ser
acusados de apoyar o cobijar a un supuesto criminal o terrorista. Serán estos días muy difíciles, en los que
ningún cristiano sobrevivirá a no ser que haya sido sellado con la Marca de Dios.
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Este versículo nos declara que no sólo soportarán ese período, sino que habían alcanzado la victoria sobre
la bestia y su imagen y su marca y el número de su nombre. Aquí tenemos a los santos de la Tribulación,
que han pasado a través del fuego de la persecución y aún así no han cesado su cántico. Ellos tienen las
arpas de Dios, y veremos, más adelante cómo, juntos, entonarán su particular canción de alabanza a Dios.
A pesar de que la mayoría de los cristianos, en la actualidad, no sufrimos privaciones, persecución, o
martirio a causa de nuestra fe en Jesucristo, muchos no viven, ni transmiten gozo y paz; posiblemente, la
multitud de pequeños o grandes problemas que a diario enfrentamos desvían nuestra mirada del Cielo, al
centrarnos en nosotros mismos. Todos albergamos pequeñas raíces de amargura, ¿verdad? Hay que
esforzarse para evitar que en nuestra mente y espíritu anide y crezca esa mala hierba, que es la amargura.
¿Sabía usted que el apóstol Pablo se enfrentó con este mismo problema? Él advirtió a los creyentes que
tuvieran cuidado, porque esa pequeña raíz de amargura, al crecer, nos roba el gozo, la paz y las
bendiciones de Dios.
Durante muchos años el autor de estos estudios bíblicos, el Dr. McGee, en su juventud albergó en su
corazón amargura y resentimiento contra una familia de mucho poder económico, cuya hija él estaba
cortejando; le cerraron las puertas cuando supieron que iba a estudiar Teología. Esta actitud le hizo mucho
daño, y sólo años más tarde pudo perdonarlos. Sólo el perdón pudo extraer esa dolorosa raíz en sus
recuerdos. Quizá usted, amigo, amiga oyente, está pasado por una experiencia similar, por un problema
laboral, un desencuentro familiar, crisis de pareja, dificultades con la educación con los hijos, los eternos
problemas económicos para llegar a fin de mes, etc. ¿Se ha preguntado usted si está permitiendo que
pequeñas raíces de amargura estén creciendo en su corazón? La Biblia nos advierte contra la amargura,
porque elimina de nuestras vidas el gozo de ser cristianos y la alegría de conocer a Cristo; la amargura nos
convierte en seres desgraciados, rencorosos, infelices. Los cristianos hemos sido llamados a ser luz, a pesar
de nuestros problemas. La amargura puede arruinar su vida cristiana de la misma manera que una plaga
arruina una hermosa cosecha. Y por esto, es sorprendente ver cómo estos santos que habían pasado a
través de la Gran Tribulación aún tenían ganas de cantar. La poetisa Ophelia Guyon Browning escribió un
poema sobre la fe y la oración, que traducido dice así:
"¿Sin respuesta aún? La fe no puede quedar sin respuesta.
Sus pies están plantados firmemente sobre la roca.
En medio de la tormenta salvaje se mantiene impávida,
Ni se acobarda ante el resonar de los truenos.
Sabe que la omnipotencia ha oído su oración
Y clama: se realizará alguna vez, en algún lugar.
¿Sin respuesta aún? No. No digas que no se ha concedido,
Quizá tu parte aún no se ha realizado completamente.
La obra comenzó cuando tu primera oración tomó voz,
Y Dios concluirá aquello que ha comenzado.
Si continúas quemando allí el incienso,
Su gloria contemplarás, alguna vez, en algún lugar."
Amigo, amiga oyente, los cristianos no somos perfectos; tan sólo somos hombres y mujeres que un día
decidimos poner nuestras vidas y nuestra fe en una persona llamada Jesús, que existió físicamente hace
unos 2.000 años, y que no vino a fundar ninguna religión, sino a ofrecernos una nueva relación: Una
relación entre Dios y los hombres. Hoy, su mensaje ha sido utilizado y hasta tergiversado por muchos. Pero
eso no invalida Su mensaje original, recogido en los Evangelios de la Biblia. Y Su mensaje es el siguiente:
Dios quiere tener una relación personal de amistad con usted. ¿No le parece increíble? ¿No es
absolutamente sorprendente que el mismo Dios que creó el Universo se preocupe personalmente por
usted? Aunque usted no lo haya visto, Dios estaba ahí cuando usted nació; la Biblia dice que su embrión vio
a Dios, quien le conoce por nombre. Dios estaba, cuando tuvo ese grave problema, cuando usted cayó en
una desesperación pensando en que estaba solo. Dios estaba a su lado, pero ¿estaba usted con Él? Quizá
usted se sintió solo porque no sabía que Él estaba con usted. Dios hoy sigue interesado por usted, y sigue
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ofreciendo Su amistad. No permita, querido oyente, que la amargura estrangule su vida y estropee una
amistad única, entre Él y usted. Dios nunca prometió solucionar todos sus problemas, muchos de los cuáles
han sido producto de sus propias decisiones; sin embargo, sí prometió ayudarle en medio de ellos.
El Salmista nos dice en el Salmo 30, versículo 5: "Porque un momento será su ira, pero su favor dura toda
la vida. Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría."
Con el transcurrir de los años hemos aprendido que Dios nunca permite que nada, o nadie, cruce nuestro
camino, aun un enemigo, sin que eso nos enseñe una lección. Dios ha permitido cada problema con algún
propósito, para madurar nuestro carácter. Por eso debemos practicar el hábito de la oración, para no caer
en la trampa de perder "la alegría de la salvación". ¡Los cristianos debemos ser gente alegre! Un cristiano
triste es una contradicción. Con este pensamiento en mente retomemos nuestra lectura del capítulo 15 de
Apocalipsis, leyendo los versículos 3 y 4:
3Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas
son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. 4 ¿Quién
no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones
vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.
Si usted desea conocer el cántico de Moisés, lo encontrará en el libro de Éxodo, capítulo 15, versículos 1 al
21; y también en Deuteronomio, capítulo 32, versículos 1 al 43. Ambos cánticos hablan de la libertad que
ofrece Dios, de Su salvación y Su fidelidad.
Este cántico fue entonado por el pueblo de Israel después de haber pasado el Mar Rojo al ser librados del
ejército egipcio. Es un cántico de victoria y liberación con el que se identificarán los redimidos que venzan
al Anticristo y a su sistema de maldad. Estos dos cánticos, el de Moisés y el del Cordero celebran los dos
sucesos más grandes en la historia de la salvación de Dios: su liberación del cautiverio egipcio, de la mano
de Moisés y la liberación de los pecadores del pecado, por medio de Cristo.
"Grandes y maravillosas son tus obras". Esta declaración exalta las obras poderosas de Dios en la Creación
y su sustento providencial de todo el Universo. El libro de Apocalipsis es Cristo-céntrico. Quiere decir que
está centrado, basado, en Cristo. No permita, estimado oyente, que los cuatro jinetes, el dramatismo de
las plagas y los juicios le distraigan del protagonista principal: Jesucristo. Alrededor de Él giran todos los
acontecimientos. Mantengamos nuestros ojos centrados en Cristo. Él es el Señor, Él está en control de
todo. En este libro, tenemos la máxima revelación de Jesucristo, en Su plena santidad, en todo Su poder y
en toda Su gloria. Leemos que a Él se le llama "Rey de los santos", "Rey de las edades" o "Rey de las
naciones". Cristo será el objeto de la adoración universal y del reconocimiento universal. ¡Él será adorado
en toda la tierra!
Hemos leído: "¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?" En la actualidad existe muy poco
temor reverencial hacia Dios, aun entre los creyentes. Estamos tan convencidos de que Dios, es un Dios
personal de Amor, ? y por supuesto lo es, nunca perdamos de vista esta verdad ? pero muchas veces
olvidamos que Dios también es Luz, y que es Santo; temible y capaz de demostrar Su Ira. La Biblia habla de
la Ira de Dios. Y si usted es "un hijo de Dios", amigo oyente, quizá sería una buena idea comportarnos como
si lo fuéramos realmente; la paciencia de Dios es limitada y puede agotarse. Si usted cree que Dios no va a
permitirle tener problemas o dificultades, tal vez esté equivocado. Dios debe ser temido. Nuestro Dios es
un Dios santo, que no tolera el pecado; mi pecado, y su pecado. Dios le ama intensamente, pero rechaza,
con igual intensidad, su pecado.
Hemos leído: "Por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán." Llegará el día cuando las naciones
vendrán, y Le adorarán, aunque ese evento está hoy lejos de ser una realidad. Algunos creyentes afirman
vivir en "una nación cristiana", pero esta idea no es del todo correcta. Aparentemente, no hay ninguna
nación cristiana, o al menos, que se comporte como tal. A pesar de ello, la Biblia afirma que llegará un día
en el cual toda nación le adorará. Este conocimiento nos otorga ánimo, a pesar de ver cómo nuestras
naciones se encaminan en una dirección equivocada. Algún día, Dios quitará a los hombres rebeldes y sólo
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dejará a aquellos que le adoren. En el Salmo 2, versículo 8, se nos dice: "Pídeme, y te daré por herencia las
naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra". Y en el libro del profeta Isaías, capítulo 11 y
versículo 9, dice: "No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del
conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar". El profeta Jeremías, dice en el capítulo 23 de su
libro, versículo 5: "He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará
como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra."
El apóstol Pablo escribió en Carta a los Filipenses, capítulo 2, versículos 9 al 11, dice: "Por lo cual Dios
también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre".
Aunque, a pesar de las demostraciones de Su juicio, hombres y mujeres que renegaron de Dios, no tendrán
más remedio que reconocer Su Poder y Autoridad.
Regresando al libro de Apocalipsis, al final del versículo 4 del capítulo 15 leímos: "Porque tus juicios se han
manifestado." Esta declaración proviene de los labios de aquellos que han pasado a través de la Gran
Tribulación. El testimonio de personas que hayan pasado a través de este período será sin duda,
impresionante. Dios es Justo y si usted cree lo contrario, es muy libre de hacerlo, pero tal vez debería
reconsiderar su posición. El carácter santo y perfecto de Dios demanda de forma inevitable que Él juzgue,
según Sus reglas, mandamientos y leyes. El Salmo 7, versículo 9, nos dice: "Fenezca ahora la maldad de los
inicuos, mas establece tú al justo; porque el Dios justo prueba la mente y el corazón." Y el Salmo 11,
versículo 7 dice: "Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro." En el Salmo
107, leemos los versículos 1, 40 y 42, que dicen: "Alabad a Jehová, porque él es bueno; porque para
siempre es Su misericordia. Él esparce menosprecio sobre los príncipes, y les hace andar perdidos,
vagabundos y sin camino. Véanlo los rectos, y alégrense, y todos los malos cierren su boca." Bien,
volviendo nuevamente a Apocalipsis, veamos lo que nos dicen los versículos 5 y 6 de este capítulo 15:
5Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio; 6 y
del templo salieron los siete ángeles que tenían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente, y
ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro.
En el libro de Apocalipsis, se hace referencia al templo en 15 ocasiones, lo cual es indicativo de su
importancia. En la primera parte de Apocalipsis, hasta el capítulo 3, se menciona la Iglesia pero ¡No hay
templo! Sin embargo, a partir de aquí, tenemos una escena en la cual el templo se abre en el Cielo, aunque
también aparece un templo en la tierra, hecho según el modelo del que está en el Cielo.
El Tabernáculo del Testimonio es un título corriente en el Antiguo Testamento para el Tabernáculo que
tuvo el pueblo hebreo en el desierto. Parece claro, por lo tanto, que lo que Juan está viendo en esta visión,
no es el Templo de Jerusalén, sino que está relacionado con el antiguo Tabernáculo. Es desde el interior del
Tabernáculo de donde salen los siete ángeles. Recordemos que en el centro del Tabernáculo, estaba el
Lugar Santo, donde se encontraba el Arca de la Alianza, el arcón donde se conservaban las Tablas de los
Diez Mandamientos, la esencia de la Ley de Dios. Es decir, Juan vio que estos ángeles salían del lugar donde
descansa la Ley de Dios. Están vestidos con túnicas de un blanco resplandeciente, y con el pecho ceñido
con cintos de oro. Las túnicas de los ángeles representan tres cosas: 1) Son vestiduras sacerdotales, dado
que, al igual que el sacerdote era el representante de Dios entre los hombres, estos ángeles serán sus
representantes vengadores de Dios. 2) Su atuendo es regio. El lino blando y el cinto de oro son las
vestiduras de los reyes y de los príncipes; y estos ángeles están revestidos con la soberanía del Rey de
Reyes. 3) Sus vestiduras son celestiales; y los ángeles son los habitantes del Cielo que vienen a la Tierra a
ejecutar los decretos de Dios. Leamos ahora los versículos 7 y 8:
7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que
vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie
podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.

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Es uno de los Cuatro Seres Vivientes el que entrega a los ángeles las Copas de la Ira de Dios. Cuando
pensamos en los cuatro seres vivientes que aparecieron en escena, en Apocalipsis, capítulo 4:7, vimos que
el primero era parecido a un león, en segundo a un becerro, el tercero a un ser humano y el cuarto a un
águila; entre todos simbolizan "lo más fuerte, bravo, sabio y veloz" de la naturaleza. En este caso, es
apropiado que uno de ellos les entregue a los Ángeles, las Copas de la Ira. Éstas han de traer desastres en
la naturaleza del mundo; y el simbolismo bien puede ser que la naturaleza se esté entregando a Dios, para
mantener Su propósito.
Acabamos de llegar a las siete últimas plagas del Apocalipsis, cada una de ellas contenida en una Copa,
sostenida por un Ángel. Son las 7 copas de oro. A veces hemos escuchamos que el número 7 es el número
de la perfección, pero realmente simboliza la plenitud de lo completo; a veces, el número de "lo completo"
también es "lo perfecto". Recordemos que Dios creó los Cielos y la Tierra en 6 días. Él descansó en el día
séptimo, no sólo porque Su obra estaba completa, sino porque era "perfecta". Estas series de sietes
demuestran que algo se está completando, como por ejemplo, la historia completa de la Iglesia, en las
siete iglesias aludidas al comienzo de Apocalipsis. Encontramos el período completo de la Gran Tribulación,
en cada una de las series de "sietes". En primer lugar, vimos en los 7 sellos iniciales, un esquema general.
Luego, al avanzar, Dios nos indica lo que ocurrirá durante los últimos tres años y medio, la última mitad del
período de la Gran Tribulación. En nuestro próximo programa, asistiremos al derramamiento de las Copas
de la Ira de Dios.
Apocalipsis 15 -16
Versículos 15:7 -16:9
7 Y uno de los cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro, llenas de la ira de Dios, que
vive por los siglos de los siglos. 8 Y el templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y nadie
podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido las siete plagas de los siete ángeles.
Vemos que se reitera la repetición del número siete, que no siempre significa la "perfección", sino también
algo que está completado, terminado. En Apocalipsis las diversas series de "sietes" denotan que se están
completando a la perfección el cumplimiento de las profecías.
La idea de la Gloria de Dios, simbolizada en humo, es habitual a lo largo del Antiguo Testamento. En la
visión del profeta Isaías, todo el templo se llenó de humo (Isaías 6:4). Además, la idea de que nadie podía
acercarse mientras hubiera humo, también está relatado en el Antiguo Testamento.
Juan ve que estas siete copas de la ira se vaciarán sobre la Tierra en el período final de la Gran Tribulación.
Estas copas eran utilizadas en el servicio del templo de Jerusalén. Una copa de sangre era llevada por el
Sumo Sacerdote un día al año, al lugar Santísimo, simbolizando el perdón de los pecados del pueblo,
gracias al derramamiento de sangre. Recordemos que este ritual pertenece sólo al periodo del Antiguo
Testamento, puesto que, a partir de la muerte de Cristo en la Cruz, de Su sacrificio y del derramamiento de
Su propia sangre inocente por nuestros pecados, ya no fue necesario continuar con dicha costumbre.
Ahora, los siete ángeles con vestiduras sacerdotales derramarán las Copas de la Ira sobre un mundo que
rechaza a Cristo; un mundo que rechaza la sangre de Jesucristo, y que ahora deberá soportar el juicio y el
castigo por sus reiterados pecados.
Este juicio es una acción directa del Señor Jesucristo sobre la Tierra; Jesús, de carácter manso y humilde,
manifestará de esta forma Su ira por los pecados y la rebelión del hombre. Resulta difícil imaginarse a
Jesucristo, a quien se compara con un manso cordero, estar lleno de ira, ¿verdad? Es más fácil, en cambio,
pensar en un león rugiendo. La Biblia nos dice que algún día el mundo quedará sorprendido y aterrorizado
de la Ira del Cordero, la ira del Señor sobre hombres y mujeres que, a pesar de múltiples avisos y
demostraciones sobrenaturales, se niegan a aceptar a Jesucristo como su Señor y Salvador personal. Ya
hemos comentado que Jesús no fuerza a nadie a aceptarle como su Señor y Salvador; esto es voluntario y,
por ello, depende de usted, y no de Dios, ser salvo y disfrutar de la vida eterna.

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Estos siete Ángeles, con sus siete Copas de oro, representan los juicios de Dios. Llegamos ahora al capítulo
16 de Apocalipsis y al derramamiento de las 7 Copas de la Ira; leamos el versículo 1:
1Oí una gran voz que decía desde el templo a los siete ángeles: Id y derramad sobre la tierra las siete copas
de la ira de Dios.
La voz del Templo es la voz de Dios ordenando a Sus mensajeros celestiales a provocar sus terrores sobre la
Humanidad; con esta orden dará comienzo el derramamiento sobre la tierra de las últimas y terribles
plagas, las peores de todas. Éstas tendrán una cierta similitud con las diez plagas de Egipto, y con los
terrores que siguieron al toque de las siete trompetas del Apocalipsis, capítulos 8 al 11.
Recordemos que, cuando el Señor Jesucristo abrió el Libro de los Siete Sellos se inició una serie de sucesos
relacionados con el número siete, que indica la perfección absoluta. Jesucristo continúa en el control de los
acontecimientos hasta el final de Apocalipsis. Él es Quien está marchando hacia la victoria, a quien
pertenecen el poder, y la gloria, y la majestad. Dios le ha entregado a Jesucristo la ejecución del juicio, y
será Él Quien dé la orden para actuar a los ángeles, los cuáles actuarán sin demora alguna. Es difícil aceptar
la idea de un Dios amoroso y misericordioso, provocando tremendas catástrofes y destruyendo el mundo,
aun siendo este rebelde y hostil hacia Dios. Pero así es. Dios es amor; pero también es Santo y Justo, y
como tal, debe actuar con justicia; ello implica juzgar y emitir un veredicto de inocencia o culpabilidad; y al
final, lo creamos o no, todos nosotros seremos juzgados en el Tribunal de Cristo.
Amigo, amiga oyente, la Biblia dice que absolutamente todo, algún día, desaparecerá al igual que el humo.
Tal vez usted recuerde la historia cuando los apóstoles le dijeron al Señor Jesucristo en cierta ocasión que
mirara y admirara la hermosura del Templo de Jerusalén. Él les respondió que, algún día, no quedaría
piedra sobre piedra en aquel lugar, hecho que sucedió en el año 70, cuando Jerusalén fue literalmente
arrasada por el Imperio Romano en venganza por su sublevación.
Amigo oyente, todo lo que nos rodea está sujeto al juicio de Dios. Dios va a juzgar a los habitantes de la
Tierra. Y todo desaparecerá como el humo. Es por eso que la Biblia nos invita a tener tesoro, no en esta
Tierra, sino en el Cielo, y a realizar nuestras inversiones allí, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y
donde ladrones no minan ni hurtan. (Mateo 6:19). Muchos mantienen la fe en sus inversiones, en los
ahorros bancarios, en sus bienes materiales, y olvidan que algún día todo será quemado por el fuego, por
la Ira de Dios. Leamos ahora lo que nos dice el versículo 2 de este capítulo 16:
2Fue el primero, y derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres
que tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.
La primera Copa, el primer terror, traerá una plaga sin precedentes de úlceras malignas y purulentas. La
palabra original es la misma que se usa para describir los granos y las llagas de la plaga de Egipto (Éxodo
9:8-11); los dolores que siguen a la desobediencia de Dios (Deuteronomio 28:35) y la llaga maligna de Job
(Job 2:7).
El comentarista bíblico Dr. Vincent escribió: "Cada ángel, al llegar su turno, se retira de la escena celestial,
para derramar su juicio de ira sobre la tierra"; es decir, que abandona el lugar de la misericordia celestial,
para ejecutar su correspondiente juicio.
La primera copa de juicio está relacionada con gérmenes y bacterias, que atacarán a los seguidores del
Anticristo. La Sagrada Escritura declara que la vida de la carne se encuentra en la sangre (Levítico 17:11).
También la muerte está en la sangre, y las llagas o úlceras malignas que aparecerán serán más dolorosas
que la lepra o el mismo cáncer. En el momento en que el hombre descubra un antídoto para una
enfermedad, otra plaga peor aparecerá. De esta manera y por medio de estos juicios, Dios revelará
físicamente lo que es el ser humano moralmente, totalmente corrupto. Esta plaga, como veremos, es
similar a la sexta plaga de Egipto, siendo, al menos en apariencia, la misma clase de llaga o úlcera que se
presentaba allí. Y lo interesante es que Moisés predijo que algún día vendría un juicio sobre Israel, como
podemos leer en el libro de Deuteronomio en su capítulo 28, versículo 15: "Pero acontecerá, si no oyeres la

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voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo
hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones y te alcanzarán". Más adelante en el versículo 27,
continúa: "Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna, y con comezón de que no
puedas ser curado". Más adelante, en el versículo 35 de este mismo capítulo 28 de Deuteronomio, leemos:
"Te herirá Jehová con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu
coronilla, sin que puedas ser curado".
Moisés ya predijo esta plaga, que ahora vemos dirigida hacia aquellos que han recibido la Marca de la
Bestia. Sin embargo, aquellos que han rechazado ser marcados con la señal de la Bestia, se encontrarán en
una situación igualmente dramática: no podrán comprar, ni vender. Esto implicará que no podrán comprar
alimentos, ni dar de comer a su familia. Pero aquellos que tienen grabada la marca de la Bestia, y
disfrutaron los privilegios de su protección, Dios les juzgará con esta úlcera maligna, dolorosa y pestilente
al final de la Gran Tribulación.
Sin embargo, vemos en Apocalipsis que los juicios de Dios no siempre provocan la conversión de la gente a
Dios. Leamos ahora el versículo 3 de este capítulo 16 de Apocalipsis, que dice así:
3El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se convirtió en sangre como de muerto; y murió
todo ser vivo que había en el mar.
Si comparásemos las 10 plagas de Egipto con la lista de los terrores que siguieron al toque de las siete
trompetas y las plagas narradas en este capítulo, veríamos elementos comunes; el granizo, las tinieblas, las
aguas que se vuelven sangre, las heridas ulceradas, y la llegada de las hordas más allá del Éufrates.
También observamos la diferencia entre los terribles sucesos que siguen a las siete trompetas que vimos
anteriormente, donde la destrucción fue limitada a una tercera parte de la Tierra, y las consecuencias de
una destrucción completa por el derramamiento de las Copas.
La segunda Copa, el segundo terror, es la conversión de todas las aguas del mar en sangre. Éste y el
próximo acontecimiento, la conversión de los ríos y de las fuentes de agua dulce en sangre, nos recuerda a
la plaga de Egipto, cuando el agua del Nilo se convirtió en sangre (Éxodo 7:17-21). Ahora, todo el mar se
convertirá en sangre: se convirtió en sangre como de muerto. El mar se convertirá en la tumba de toda la
vida que allí habita. La refrescante brisa del mar se tornará en un hedor irrespirable debido a los cuerpos
de millones de animales marinos muertos que flotarán en su superficie. Y, aunque la Biblia no lo menciona,
es evidente que el poco comercio que aún quedaba, quedará totalmente paralizado.
La tercera Copa de la Ira hace su aparición en los versículos 4 al 7 del capítulo 16 de Apocalipsis:
4El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuentes de las aguas, y se convirtieron en
sangre. 5 Y oí al ángel de las aguas, que decía: Justo eres tú, oh Señor, el que eres y que eras, el Santo,
porque has juzgado estas cosas. 6 Por cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también
tú les has dado a beber sangre; pues lo merecen. 7 También oí a otro, que desde el altar decía: Ciertamente,
Señor Dios Todopoderoso, tus juicios son verdaderos y justos.
El agua dulce, que para entonces será un bien escaso, tras una prolongada sequía, - lo vimos en Apocalipsis
11, versículo 6- ahora correrá la misma suerte que los océanos. Además del sufrimiento provocado por la
sed, los adoradores del Anticristo no tendrán agua limpia ni para lavar sus llagas. Esta plaga, similar a la de
la tercera Trompeta, es nuevamente mucho más severa y dramática. En aquella ocasión sólo quedó
afectada una tercera parte del agua dulce del planeta. Ahora, en cambio, la totalidad del agua potable
terrestre se tornará en "no potable". Y como usted sabe, la vida sin agua es inviable, por lo que esta plaga
implicará necesariamente la destrucción de la vida a una escala sin precedentes en la historia de la
Humanidad.
El versículo 6, expresa cómo el Dios Eterno juzgará con justicia a los asesinos de los creyentes y los
predicadores del Evangelio. Esta mortandad no tendrá paralelo en la historia (Mateo 24:21), como
tampoco lo tendrá la venganza de Dios (Romanos 12:19-21). El ángel del versículo 6, dice: "Por cuanto

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derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre; pues lo
merecen", y con ello exonera a Dios de cualquier acusación posible en el sentido de que sus juicios sean
demasiado severos. Porque la generación perversa, sin paralelo en la historia, que vivirá en aquel entonces
derramará más sangre inocente que cualquier otra antes de ella; sangre de los santos (6:9 y 17:6) y
profetas (11:7-10). El juicio de Dios, estimados oyentes, aunque aquí pueda parecer lo contrario, siempre
es y será, justo y proporcional.
Amigo, amiga oyente, cualquier cosa que Dios haga es justa. Muchos son los que le echan la culpa a Dios
por cosas que hace el hombre, como las guerras, las hambrunas, los genocidios, los desastres naturales, la
pobreza, las enfermedades, la injusticia social, las desigualdades económicas. Lo crea o no, Dios creó un
mundo perfecto que el hombre, poco a poco, ha ido destruyendo. La Biblia dice que las guerras y, en
general, todos los conflictos son provocados por el egoísmo del corazón del hombre, capaz sólo de pensar
en sí mismo. Siendo así, habiendo el hombre provocado el caos en la Creación en todos los niveles
posibles: económico, social, político, ambiental, etc., ¿quiénes somos nosotros para tachar a Dios de cruel
e injusto? Tengamos cuidado con lo que decimos, pues la Biblia también dice que algún día cada uno de
nosotros compadecerá ante el Tribunal de Cristo para dar cuenta de cada palabra que salió de nuestra
boca.
Veamos ahora lo que dicen los versículos 8 y 9 acerca del derramamiento de la cuarta copa:
8El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9 Y los
hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas
plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
Nuestro Señor Jesucristo predijo que habría señales en el sol durante el período de la Gran Tribulación:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
confundidas a causa del bramido del mar y de las olas". Eso lo leemos en el evangelio según Lucas, capítulo
21, versículo 25. El sol, que siempre ha suministrado luz, calor y energía, se convertirá ahora en un agente
destructivo y mortal. Sin agua para beber, los habitantes de la tierra quedarán expuestos a un calor
insoportable. Algunos estudiosos del tema han especulado incluso que esto podría llegar a derretir gran
parte de los glaciares (suponiendo que, cuando esto suceda, quede aún algún glaciar sin derretir) lo cual
aumentaría en unos 60 metros el nivel de los océanos. De ser esto cierto, muchas de las ciudades más
grandes del mundo quedarían totalmente inundadas, lo cual resultará en una pérdida de vidas todavía más
catastrófica. La interrupción resultante en el transporte marítimo, debido a la anegación de casi la
totalidad de puertos marítimos, dificultaría enormemente la distribución de los escasos víveres y agua
potable aún disponible.
En el versículo 9 expresa que, por increíble que parezca, los pecadores se empecinarán en no acceder al
arrepentimiento y, en lugar de ello, blasfemarán a Dios, pues conocerán perfectamente que es Él quien ha
causado todas sus aflicciones.
Apocalipsis 16
Versículos 8-18
8El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. 9 Y los
hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas
plagas, y no se arrepintieron para darle gloria.
El mismo Señor Jesucristo, cuando estaba en la Tierra advirtió que en los "últimos tiempos" habría señales
en el cielo. Leemos esa mención en el evangelio según Lucas, capítulo 21, versículo 25. Él dijo: "Entonces
habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a
causa del bramido del mar y de las olas."
En el Antiguo Testamento encontramos mucha información relacionado con los futuros juicios del período
de la Gran Tribulación. Hay una referencia a este juicio de la cuarta Copa en Deuteronomio, capítulo 32,
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versículo 24, que dice: "Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente y de peste amarga;
diente de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra." El profeta Isaías, en el
capítulo 24 de su profecía, versículo 6 dice: "Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus
moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron
los hombres." También el profeta Malaquías, en el capítulo 4, versículo 1 escribió: "Porque he aquí, viene
el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día
que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama."
Todo lo que tendría que hacer Dios es retirar una o dos capas de la atmósfera, y las repercusiones sobre
nuestro globo terráqueo serian terribles. Sólo con desviar un poco la órbita de nuestro planeta, sufriríamos
nefastas consecuencias que pondrían en peligro la supervivencia de todo tipo de vida sobre la Tierra.
El Señor Jesucristo ya advirtió que si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo. (Mateo 24:22).
Pero, los Suyos, los hijos de Dios, serán guardados. En el Salmo 121, versículo 6 leemos: "El sol no te
fatigará de día, ni la luna de noche." Esta es una promesa que no tiene tanto significado para nosotros, en
nuestro tiempo, pero que será de mucho consuelo para el creyente que vivirá durante la Gran Tribulación.
A pesar de todo el sufrimiento, nos escribe el apóstol Juan, los hombres no se arrepentirán, sino
blasfemarán el nombre de Dios.
El corazón humano, amigo, amiga oyente, es rebelde, indomable, y a menos que Dios lo cambie por Su
Gracia, al recibir el perdón de nuestros pecados, seguiremos buscando ser libres e independientes, cuando
en realidad somos esclavos de nosotros mismos. Este período de sufrimiento durante la Gran Tribulación
no es para la purificación de la Iglesia, que ya se encuentra en el Cielo; es un tiempo de juicio sobre la
Tierra. Y llegamos ahora a la quinta Copa de la Ira. Leamos los versículos 10 y 11 de este capítulo 16 de
Apocalipsis:
10El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de
dolor sus lenguas, 11 y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se
arrepintieron de sus obras.
Aquí se menciona el trono de la bestia, y esto nos aclara que la primera Bestia que vimos en el capítulo 13
de Apocalipsis será un ser humano, un hombre. Él representará un reino, del cual él, el Anticristo, el
gobernante mundial, será la autoridad máxima, será su rey.
Se nos dice: "y su reino se cubrió de tinieblas." Esta será una tiniebla extraña, llamada "luz negra". El poder
del sol aumenta, el calor será mayor, pero habrá menos luz. Encontramos una extraordinaria similitud con
las tinieblas experimentadas en Egipto, durante la novena plaga (Éxodo 10, 21-22).
Los profetas del Antiguo Testamento comentaron en varias ocasiones este juicio de la oscuridad. No
podemos citarlos a todos, pero el profeta Isaías, en el capítulo 60, versículo 2, dice: "Porque he aquí que
tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su
gloria." El profeta Joel expresó lo siguiente en el capítulo 2 de su libro, versículos 1 y 2: "Tocad trompeta en
Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de
Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los
montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás; ni
después de él lo habrá en años de muchas generaciones."
Los profetas Nahum, Amós y también Sofonías mencionaron este juicio. El apóstol Juan sencillamente nos
está diciendo: "Aquí, en el período de la Gran Tribulación, será donde las profecías de hace muchos siglos
atrás, cumplirán el programa de Dios".
El Señor Jesucristo confirmó esto, que está recogido en el Evangelio según Marcos 13:24 cuando dijo:
"Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su
resplandor."

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El final del versículo 10 de Apocalipsis 16, que leímos, dice: "Y mordían de dolor sus lenguas."
Lamentablemente, la intensidad del sufrimiento y el terror que estas Copas de la Ira causarán, no lograrán
que las personas que vivan en ese tiempo, busquen a Dios.
Aquí hay dos realidades que debemos señalar. 1º. Dios es justo al derramar las Copas de la Ira; debemos
recordar esto. Jesucristo es el justo Juez. Él es el encargado de impartir el castigo. 2º. El ser humano, sin
embargo, no llega al arrepentimiento por el sufrimiento. El apóstol Pablo escribió lo siguiente en su
epístola a los Romanos, capítulo 2, versículos 3 al 5: "¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que
tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su
benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por
tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación
del justo juicio de Dios." Aquí tenemos el justo juicio de Dios, pero el hombre continúa endureciendo su
corazón, y se niega a arrepentirse. Llegamos al versículo 12 de este capítulo 16 de Apocalipsis:
12El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese
preparado el camino a los reyes del oriente.
El Éufrates es llamado "el gran río" en la Biblia, como también se denomina al Mar Mediterráneo, "el gran
mar". La importancia del río Éufrates en la Palabra de Dios no puede ser minimizada. Es mencionado,
primeramente, en Génesis, capítulo 2, y 25 veces en toda la Biblia. Fue importante en los principios del
hombre sobre la Tierra, y aquí vuelve a ser mencionado, en el tiempo de la Gran Tribulación. Estas tierras
fueron la cuna de la civilización humana y, según las profecías de Apocalipsis, serán la tumba de la
civilización del hombre. Era la frontera entre el Oriente y el Occidente, con un recorrido de unos 2.900
kilómetros, y la mitad del mismo era navegable. Ancho y profundo, era una barrera muy difícil para un
ejército que quisiera cruzarlo. Al patriarca Abraham se le llamó "hebreo", lo que según algunos intérpretes
significa que él provenía "del otro lado del río Éufrates". Era la orilla Este de este río que Dios le prometió a
Abraham. En Josué, capítulo 1, versículo 4, se nos dice: "Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río
Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio."
El Éufrates también llegó a ser la frontera Este del Imperio Romano. Según el juicio de la Sexta Copa, el
Éufrates se secará milagrosamente, borrando así la frontera entre el Oriente y el Occidente, para que
estuviese preparado el camino a los reyes del oriente, cuando éstos se trasladen para la batalla de
Armagedón. En el pasado, Tamerlán, el conquistador tártaro, salió del oriente y arrasó esas llanuras con
sus tremendas hordas. Gengis Kan, otro conquistador tártaro, fundador del primer imperio mongol, hizo lo
mismo. Ésas fueron sólo pequeñas demostraciones de lo que sucederá en los últimos tiempos, cuando la
frontera, que separa el Oriente del Occidente, desaparezca. La mayor población del mundo se encuentra
en el Este, y un día éstas avanzarán hacia el Occidente, invadiendo el área de la Tierra Prometida bajo su
líder, el dictador mundial, el Anticristo. Cruzarán el lecho seco del río Éufrates. El cuadro es terrorífico.
Cientos de millones fluyendo hacia las tierras bíblicas, las luchas provocarán que la sangre suba hasta los
frenos de los caballos, como comentamos en un programa anterior.
Entre la sexta y la séptima Copa de Ira encontramos un paréntesis. Ya hemos señalado que en cada serie
de 7 que hemos visto, a excepción de los 7 personajes, hay una interrupción, un paréntesis. Aquí tenemos
ese paréntesis o interludio, que añade algunos detalles, leamos los versículos 13 y 14:
13 Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus
inmundos a manera de ranas; 14 pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la
tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.
Este será la guerra de Armagedón, nombre que encontramos en el versículo 16. No será una única batalla,
sino una guerra. Para nuestra mayor comprensión, leamos los dos siguientes versículos también, versículos
15 y 16 del capítulo 16 de Apocalipsis:
15He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande
desnudo, y vean su vergüenza. 16 Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.
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Entre la sexta y séptima copa tenemos este interludio. Ahora, esto nos lleva a Armagedón. Alrededor de la
mitad del período de la Gran Tribulación comenzarán a bajar del Norte un inmenso ejército que se
instalará a lo largo de la Tierra Prometida, hasta el valle de Josafat, y las montañas de Edom. Es decir que
estará presente por aproximadamente 3 años y medio, y finalizará con la venida del Señor Jesucristo, para
establecer Su Reino. "Nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación." (Malaquías 4:2).
Ahora, aquí se nos presenta la trinidad del infierno: Satanás, el Anticristo, y el falso profeta. Ellos actúan al
unísono obligando a las naciones del mundo a marchar contra Israel en un intento por destruir el propósito
de Dios en esta Tierra. Amigo, amiga oyente, Dios le había hecho ciertas promesas a Abraham, y a aquellos
que vinieron después de él. Él hizo ciertos pactos con los hebreos, el pueblo judío, y estos pactos van a
mantenerse, de la misma manera como se mantiene el texto de Juan 3:16 en el presente.
Existe un sistema de teología, de tendencia conservadora, que afirma que Dios ya no tiene nada que ver
con la nación de Israel, que todos esos pactos han sido cancelados, que Dios ya no cumpliría Sus promesas,
a pesar de que, literalmente, hay cientos de ellas en el Antiguo Testamento. Debemos recordar que la
Biblia es un libro literal. El propósito de Satanás es el de destruir los pactos que Dios hizo con el pueblo
judío, para que no se cumplan. Y ésa es la razón por la cual él actúa llevando a todas las demás naciones en
contra de esa pequeña nación. La prueba final será la más cruel, durante el período de la Gran Tribulación.
Juan escribió: "Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres
espíritus inmundos a manera de ranas" las ranas, ¿serán literales o simbolismos? Bueno, fueron ranas
literales en las plagas de Egipto, y lo pueden ser aquí también, aunque Juan dice: "a manera de ranas."
Juan siempre tiene mucho cuidado en presentarnos un cuadro correcto de lo que ve. El Dr. J. A. Seiss
comenta en su libro "El Apocalipsis" lo siguiente: "Éstos son espíritus inmundos, son espíritus demoníacos;
son enviados a actuar por la trinidad del dragón. Son los ángeles elegidos para despertar al mundo que
tratan de erradicar a Dios de la Tierra. Se parecen a las ranas porque procedentes de las nocivas pestilentes
ciénagas del universo, y realizarán su tarea en medio de las naciones, con su demostración vociferante,
hasta que logren que todos los reyes y los ejércitos de toda la tierra se unan con entusiasmo al
aplastamiento final del Cordero y todos Sus poderes".
A nadie se le escapa el poder de los medios de comunicación, llamado con razón, el cuarto poder, por su
fuerza y credibilidad en la formación de la opinión pública. Los medios de comunicación pueden llegar a ser
fenomenales agentes propagandista para lograr los propósitos de hombres, o entidades que
aparentemente están detrás de las escenas. Eso será exactamente lo que esta trinidad del mal llevará a
cabo. Ellos van a lograr que todas las naciones del mundo marchen contra Israel.
Y el único que puede detenerles es el Señor Jesucristo. La ayuda del pueblo judío no vendrá del norte o del
sur, del este o del oeste. Su ayuda vendrá del Señor, el Creador del Cielo y de la Tierra.
El versículo 15 de este capítulo 16 de Apocalipsis, comienza diciendo: "He aquí, yo vengo como ladrón."
Jesucristo nunca vendrá como un ladrón a Su Iglesia. El apóstol Pablo escribió en la primera epístola a los
Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 4: "Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día
os sorprenda como ladrón." Él no vendrá como ladrón a la iglesia. En la epístola de Pablo a Tito, capítulo 2,
versículo 13, escribió: "Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo." Al principio de Apocalipsis vimos que toda la Tierra se lamentará a causa
de Jesucristo; nadie querrá que Él venga; quisieran olvidarlo y evitar que Él regrese a esta tierra.
"Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza", escribió
Juan. ¿Qué ropa serán esas? Bueno, el comentarista Edersheim explicó que el capitán del Templo realizaba
ciertos recorridos por la noche para comprobar si los guardas estaban despiertos y alertas. Si alguno estaba
dormido, se le golpeaba o se quemaban sus ropas, lo cual le despertaba rápidamente. Esto significa "estad
alerta, no os durmáis, cuidad para estar vestidos con la justicia de Cristo, cuando Él regrese."
"Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón." Leemos en el versículo 16 la única mención
de la palabra "Armagedón" en las Escrituras. El Dr. McGee, autor de estos estudios bíblicos, visitó este
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lugar y comentó que Armagedón significa el "Monte de Megido". El pequeño monte que se encuentra en el
valle de Esdraelón, y un lugar muy fértil. Muchas batallas se llevaron a cabo en ese lugar. Estuvieron
Nabucodonosor, los Asirios, y Napoleón Bonaparte ?quien dijo que era el lugar por excelencia para llevar a
cabo una batalla; los Sirios, los cruzados cristianos, franceses anticristianos, egipcios, persas, turcos,
árabes, y muchos otros. "Y los reunió en el lugar..." escribió Juan, y aunque Satanás, el Anticristo y el Falso
Profeta actuarán conjuntamente al forzar a las naciones del mundo a marchar contra Israel, sin embargo
ellos estarán cumpliendo la Palabra de Dios.
Continuamos con los siguientes versículos 17 y 18 y aquí tenemos el derramamiento de la Séptima Copa de
la Ira de Dios. Leamos los versículos 17 y 18 de este capítulo 16 de Apocalipsis:
17El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono,
diciendo: Hecho está. 18Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un
terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra.
Las Copas de la Ira es la última serie de 7 juicios antes de la Venida de Cristo, y éste es el séptimo y el
último de este grupo de juicios. Es decir, nos encontramos en el final mismo de la Gran Tribulación. El único
que puede librar a la población mundial, establecer un reino justo en la Tierra, y traer paz al mundo, será el
Señor Jesucristo.
Vemos que la séptima Copa de la Ira es derramada por el aire, en el espacio; no se nos da una localidad
geográfica; el Señor Jesús también controla el espacio. El templo ha sido mencionado varias veces, con las
Copas de la Ira, las Trompetas, y los Sellos; de hecho fue mencionado en todos los juicios; con las Copas de
la Ira fue mencionado 6 veces. No hay ningún templo en la Nueva Jerusalén, por la tanto la mención no
tiene relación alguna con la Iglesia, que ya está recogida en el Cielo, y aquí se menciona otra vez. Israel, la
nación, pasará a través de la Gran Tribulación. El remanente sellado de los files 144.000 judíos vivirán
durante este período. No sabemos cuántos más, pero muchos más serán salvos; una gran multitud de los
gentiles fueron también sellados que también pasarán la Gran Tribulación.
Pero amigo, amiga oyente, recordemos que la Iglesia no va a tener que vivir ese terrible período. Dios
salvará a mucha gente en el período de la Gran Tribulación, pero no a la Iglesia, porque ella ya ha sido
sacada de la Tierra.
A continuación Juan relató que "salió una gran voz del templo del cielo, del trono." Esa voz no es
identificada, concretamente, pero creemos que es la voz del Hijo de Dios. Se menciona su mensaje, que
dice: "Hecho está." Esta es la segunda vez que escuchamos que Jesucristo pronuncia estas palabras:
cuando estaba clavado en la cruz, exclamó "Consumado es" ? o sea ? hecho está. Y aquí exclama la misma
frase. Cuando Él logró la redención de nuestras almas en la cruz, leemos en el Evangelio según Juan,
capítulo 19, versículo 30, dijo: "Consumado es". Jesucristo pagó el precio de nuestros pecados, y ofrece,
todavía hoy, una redención completa, una salvación completa. Si usted, muy estimado amigo, amiga
oyente, la rechaza, entonces un día tendrá que enfrentarse a un juicio. El escritor de la epístola a los
Hebreos, planteó esta pregunta: "¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan
grande?" (Hebreos 2:3).
Apocalipsis 16-17
Versículos 16:19 - 17:5
19Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia
vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. 20 Y toda isla huyó, y los
montes no fueron hallados. 21 Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un
talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera
grande.
Jerusalén será la ciudad que sufrirá un gran terremoto que la dividirá en tres partes. Aunque el epicentro
del terremoto será Jerusalén, parece que no estará limitado a esa zona solamente, porque las ciudades de
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las naciones caerán también. Esto nos da una idea de la extensión y la vasta destrucción de este terremoto.
Aquí se menciona específicamente a Babilonia, que ya fue mencionada también en el capítulo 14, versículo
8, y volveremos a ver más detalles en los próximos dos capítulos.
Y leemos que "toda isla huyó" esto nos indica que aun las islas están cambiando de un lugar a otro por este
extenso terremoto.
Y luego, "un enorme granizo como del peso de un talento" Un talento griego pesaba unos 25 kilos. El
talento judío pesaba alrededor de 52 kilos. Es interesante recordar que en el libro de Josué hay una
mención acerca del granizo, en el capítulo 10, versículo 11, leemos: "Y mientras iban huyendo de los
israelitas, a la bajada de Bet-horón, Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y
murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo, que los que los hijos de Israel
mataron a espada."
De acuerdo con el historiador Josefo, las catapultas romanas lanzaron piedras del peso de un talento,
sobre Jerusalén, en el año 70 D. C., cuando Tito derribó la ciudad, a pesar de su gran resistencia. Con esta
terrible granizada concluirá el período de la Gran Tribulación.
En los siguientes capítulos 17 y 18 veremos los juicios de las dos Babilonias. En primer lugar veremos a la
iglesia apóstata durante la Gran Tribulación, en el capítulo 17. Y luego veremos no sólo la Babilonia
religiosa, sino la Babilonia comercial en el capítulo 18.
Muchos grandes temas están relacionados con la Gran Tribulación y es difícil mantenerlos separados. No
debería inquietar al creyente en Jesucristo que muchos detalles no serán revelados hasta que el mundo
comience a entrar en ese período y tenga que afrontar las diversas crisis de la Gran Tribulación.
Esto es evidente especialmente con respecto a las dos Babilonias en los próximos capítulos 17 y 18. La
pregunta es: ¿Hay dos Babilonias, y se encuentran en dos diferentes áreas geográficas? ¿Son
representaciones de dos sistemas? ¿Habrá dos ciudades literales, o serán la misma? Creemos que las
respuestas a estas preguntas serán más evidentes al acercarse ese tiempo, que también será el de nuestra
redención, porque los creyentes en Jesucristo seremos recogidos, arrebatados, milagrosamente, antes de
estallar el primer juicio de Dios sobre esta Tierra. Nuestro criterio, en el presente, es que se trata de dos
ciudades.
Veamos pues, lo que nos dicen los primeros cinco versículos de este capítulo 17 de Apocalipsis:
1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y
te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 2 con la cual han
fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su
fornicación. 3 Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena
de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5y en su frente un nombre escrito, un misterio:
BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
"un misterio: BABILONIA". Los estudiosos de la Biblia afirman que se trata de "un gran sistema religioso y
comercial" basado en Roma. Muchos creen que el capítulo 17 describe a la Babilonia religiosa, y el capítulo
18 comenta su aspecto comercial. La Babilonia religiosa incluye desde luego a la Cristiandad apóstata,
tanto protestante como católica, y puede que represente a la iglesia ecuménica mundial. Aún en las
actualmente denominadas "iglesias bíblicas independientes", no todos serán auténticos creyentes, y
también ellos se integrarán en las grandes organizaciones que se llamarán a sí mismas "la iglesia", pero no
será la Iglesia de Jesucristo, en ese primer período de la Gran Tribulación.
La Biblia, la Palabra de Dios, le ha dado el título de ramera, y no podría ser más nefasto. Este será un
sistema eclesiástico de "una iglesia mundial". La sede de esa iglesia mundial podría estar ubicada en Roma,
la ciudad edificada sobre las siete colinas, aunque también se han barajado otras posibles ubicaciones. "la
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gran ramera, la que está sentada sobre muchas agua", controlando grandes áreas del mundo gentil "con la
cual han fornicado los reyes de la tierra" es decir, que ha seducido a líderes políticos con sus
contemporizaciones e intrigas, con alianzas entre la iglesia y el estado durante ese período. "Con la cual
han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su
fornicación", lo que significa que multitudes caerán bajo su malévola influencia, totalmente ajena al
auténtico "ser de Jesucristo, y seguir a Jesucristo".
Juan, el autor, escribió "vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata". Recordemos que en el capítulo
13 de Apocalipsis vimos a dos grandes Bestias: una surge del mar, y la otra de la tierra, es decir, de la Tierra
de Israel. Ambas Bestias simbolizan a dos hombres que jugarán un importante papel durante el período de
la Tribulación. Entre las dos grandes Bestias combinarán los rasgos de las cuatro bestias del profeta Daniel,
que vimos en el capítulo 7, versículos 3 al 7. La primera gran Bestia será la cabeza visible, aquel el que
gobernará a este reavivado Imperio Romano, que volverá a existir en forma de 10 reinos, representados
por sus diez cuernos. El imperio de los reinos y su gobernante, la gran Bestia escarlata, recibirán fuerzas
sobrenaturales de Satanás, el cual se nos describió como el Gran Dragón, y la Serpiente antigua, en el
capítulo 12 de Apocalipsis.
La iglesia apóstata, la mujer ramera, es vista por Juan "sentada sobre una bestia escarlata", este cuadro
representa al reavivado Imperio Romano; "llena de nombres de blasfemia", eso demostrará cuánto se ha
apartado la religión, del Cristo viviente. Continúa Juan diciendo "que tenía siete cabezas y diez cuernos",
que es la descripción de la primera gran Bestia que ya vimos en el capítulo 13. Por un tiempo, la falsa
iglesia dominará el imperio. Se sentirá en pleno estado de gloria, llevando los símbolos de sus vastas
riquezas y exhibiéndolas, como dice el versículo 4: "estaba vestida de púrpura y escarlata". Ése era el color
predominante del imperialismo romano. Cada senador y cónsul de la época llevaba una tira de color
púrpura como un distintivo de su posición, color que también ostentaban las vestimentas del emperador.
Sigue el versículo 4, "y adornada de oro, de piedras preciosas y de perla." Estos adornos nos hablan de la
belleza de un despliegue externo; pero, como los fariseos, por dentro es corrupción e inmundicia.
Materiales preciosos, genuinos, pero son adornos exteriores, una imitación superficial de una fe genuina.
El Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Mateo, capítulo 23, versículo 25: "¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y
de injusticia."
Juan continúa describiendo a esta mujer, la iglesia apóstata, idólatra y falsa: "y tenía en la mano un cáliz de
oro lleno de abominaciones" Esta es la intoxicación religiosa de la anti-iglesia, -no contra el Anticristo-, sino
contra la verdadera iglesia; será una seudo religión falsa, un cristianismo falso de un evangelio falso, en
resumen, será un sistema engañoso. Ésta es la copa que embriagará al mundo. Copa de oro fue Babilonia
en la mano de Jehová, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por
tanto, las naciones. Esto cita lo leemos en el libro del profeta Jeremías, capítulo 51, versículo 7. Continúa el
versículo 5: y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS
RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
Ahora, se la llama "un misterio: BABILONIA", debido a su origen. En el libro de Génesis, capítulo 11, leemos
sobre la Torre de Babel, y las absurdas intenciones de ese pueblo de llegar con su edificación hasta el Cielo.
Bajo el rey Nimrod, Babilonia llegó a ser el origen y la cuna de todas las religiones falsas. Ahora,
aparentemente, el sueño de grandeza de Nimrod llegará a realizarse durante la primera parte del período
de la Gran Tribulación, porque la "iglesia cósmica, universal, apóstata", dominará a la Gran Bestia. Ésta es
la iglesia que dirá: "Yo soy rica y tengo abundancia de cosas, y no tengo necesidad de nada". Cuando
estuvimos considerando las características de las "siete iglesias", en los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis,
dijimos que el perfil y el tipo de iglesia como la de Filadelfia será la que Dios recogerá en el momento del
arrebatamiento de la Iglesia, antes del comienzo del período de la Gran Tribulación. Él le dijo a esa iglesia:
"Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero". Esa hora, que es

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un período relativamente breve en la historia de la Humanidad, es la referencia acerca del período de la
Gran Tribulación, "la prueba que ha de venir sobre el mundo entero".
La verdadera Iglesia no pasará por este período de prueba y tribulación. La verdadera Iglesia será recogida
milagrosamente. Todos sus miembros, fieles y verdaderos, conjuntamente y en un instante, en lo que se
llama "el arrebatamiento", una asombrosa desaparición de todos aquellos que profesan su fe en Jesucristo,
serán llevados al Cielo, a la presencia de Jesucristo. Pero, ¿a quiénes recogerá Dios? No será a las
diferentes iglesias, ni los grupos eclesiales, sino la verdadera Iglesia de Jesucristo, que está formada por los
creyentes en Cristo, aquellos que han aceptado Su regalo de la salvación, conquistado en la cruz; aquellos
que han confesado ser pecadores, aceptaron el perdón de Dios, y continúan en una relación personal con
Jesucristo. Ése será el grupo que Dios quitará de la Tierra, y el resto, una gran multitud de supuestos
miembros, de muchas iglesias, permanecerá en la Tierra y se enfrentará a los terribles siete años que
durará el período de la Tribulación.
El Dr. George Gill acostumbraba a decir que algunas iglesias continuarán funcionando el domingo siguiente
al "arrebatamiento", de la desaparición de millones de personas en todo el mundo, como si nada hubiera
pasado realmente. Hasta es posible que después de ese asombroso evento, en muchas iglesias, no faltará
ninguno de sus miembros. Ese grupo pasará por el período de la Gran Tribulación. Pero, debemos
comprender que estos supuestos cristianos no serán verdaderos creyentes. Ésta no será la verdadera
iglesia del Señor Jesucristo, y nunca será llamada Su Iglesia, la cual ya se halla en la presencia de Dios, en el
Cielo.
El Dr. Pentecost en su libro sobre "Las cosas que vendrán", escribe este comentario: "La gran Bestia, que
será dominada por el sistema de la Ramera (Apocalipsis 17:3), se levantará contra ella, y la destruirá
completamente, a ella y a su sistema. Sin duda alguna, el sistema de la ramera estará en competencia con
el sistema religioso de la gran Bestia, que será promocionado por el Falso Profeta, y se llevará a cabo su
destrucción, para que la Bestia sea el único objetivo de la falsa adoración, en su aspiración en ser Dios".
Hasta aquí, el comentario del Dr. Pentecost.
Recordemos lo que mencionamos anteriormente, que se califica como "Babilonia" a un gran sistema
religioso y comercial. Babilonia será reedificada un día, como ya lo leímos en los libros de los profetas Isaías
y Jeremías, pero ambos sistemas serán nuevamente aniquiladas, como veremos en los capítulos 17 y 18. La
Babilonia eclesiástica, que será la iglesia apóstata mundial, será destruida por la gran Bestia, que es el
Anticristo, gobernante de un nuevo orden mundial, soberano sobre todos los imperios y reinos. La
Babilonia comercial será destruida al regresar Jesucristo en Su Segunda Venida. La Babilonia eclesiástica, la
iglesia mundial, será aborrecida por la Bestia, el Anticristo, quien demandará la exclusividad de toda la
gloria y adoración. La Babilonia comercial será amada por el mundo. La Babilonia eclesiástica, la supuesta
iglesia mundial, será destruida al "comienzo" de los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación.
Recordemos que este período durará siete años, y está dividido en dos tiempos de tres años y medio cada
uno. La Babilonia comercial será destruida al "final" de la segunda mitad, de la Gran Tribulación. El profeta
Zacarías en el capítulo 5 de su libro mencionó algo también interesante al respecto.
El cuadro que el apóstol Juan nos describe es aterrador. La ramera, o prostituta, cabalga, sobre la Bestia
Escarlata. La gran Bestia escarlata, el Imperio Romano que parecía derrumbado hace muchos siglos,
resurgirá, y se reagrupará por las gestiones del gobernante que resultará ser el Anticristo. Creemos que
con la ayuda de esa iglesia falsa, apóstata, el Anticristo, al que entre todos los pueblos del mundo
levantarán como a un ansiado libertador, un mesías, él controlará todos los sistemas y gobiernos del
mundo. Esa falsa iglesia ayudará activamente para extender la influencia de la gran Bestia, quien a su vez,
usará a la iglesia apóstata para controlar las masas; la supuesta iglesia se rendirá a este arreglo por
conveniencia política y su poder.
Estimado amigo, amiga oyente, en nuestros días se oyen con cierta frecuencia de que "en realidad todos
somos iguales, porque todos los caminos llevan a Dios, no importa cómo le llamamos, o qué nombre tiene,
todos somos peregrinos en busca de La Verdad, y que nadie está en posesión de TODA LA VERDAD.
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También hay quienes creen que uniéndose todos los que creemos en un único Dios, todos juntos y unidos,
seríamos una formidable fuerza espiritual, convincente y visible, que podría cambiar y mejorar al mundo".
Esta filosofía no proviene de Dios, no está en el pensamiento de Dios unificar y reunir a todas las personas
de "buen corazón y buenas intenciones". Este sería el perfecto patrón de la iglesia falsa que aparecerá.
Será una paradoja que deslumbrará a las multitudes "no pensantes"; ellas, las grandes masas quedarán
bajo la influencia de la gran Bestia que salió del mar, y de la gran Bestia que salió de la tierra.
Estimado amigo, amiga oyente: cuando se rechaza lo genuino, entonces uno es un blanco fácil para lo
falso. Eso es lo que el apóstol Pablo le dice a los Tesalonicenses en su Segunda Carta, capítulo 2, versículo
10: "por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos . . . sino que se complacieron en la
injusticia".
Leímos al comienzo el versículo 1 de este capítulo 17 de Apocalipsis, pero no lo hemos comentado todavía:
"Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y
te mostraré la sentencia contra la gran ramera". La copa de juicio será acercada a los labios de la ramera, la
iglesia apóstata, pero ¿quién será el que hará esto? ¿Quién la destruirá? Será la misma Gran Bestia. El
Anticristo, la primera gran Bestia, y su secuaz, la segunda gran Bestia, el Falso Profeta, no tolerarán la
existencia de esa iglesia mundial, después de que ella sirvió a sus propósitos ocultos. El Falso Profeta
impulsará la adoración exclusiva del Anticristo, el gobernante mundial, y no permitirá ningún tipo de
competencia. La iglesia apóstata al menos hablará algo sobre Dios, aunque mezclará muchas filosofías y
pensamientos ajenos al verdadero Evangelio, y no predicará una posible salvación gratuita en la fe de
Jesucristo.
El apóstol Juan escribió al comienzo del versículo 3, en este capítulo 17: "Y me llevó en el Espíritu al
desierto." Recordemos que Juan se encontraba en la isla de Patmos y por el Espíritu le fue otorgado tener
la visión del Cristo glorificado y recibir el mensaje de Jesucristo a las siete iglesias. En el Espíritu, Juan fue
llevado al Cielo. Desde ese cuadro celestial que presenció, y que le fue ordenado escribir todo lo que viera
y oyera, desde entonces la escena cambió del Cielo, a la Tierra. Juan nos escribe que estaba en el Espíritu.
Ahora, ¿necesitaba él un nuevo "ungimiento del Espíritu" para esta visión? Creemos que era así. ¿Es un
desierto literal? Bueno, amigo, amiga oyente, usted recordará que éste es un capítulo en el cual se utilizan
símbolos. Alrededor de Babilonia y de Roma existía un desierto literal, que es como un área virgen,
agreste, que ha sido registrado en la historia. Babilonia debía llegar a ser un desierto, como podemos leer
en los capítulos 47 y 48 del profeta Isaías; y también los capítulos 50 y 51 del profeta Jeremías.
El desierto en las afueras de Roma era llamado La Campiña. Creemos que el desierto mencionado en este
versículo, es literal. Pero también es una señal de la condición caótica del mundo, provocada por la
convulsión religiosa de Babilonia. Y es una imitación sórdida de una religión genuina.
Apocalipsis 17
Versículos 3-18
Nos encontramos nuevamente, estimado amigo, amiga oyente para considerar algunos temas de máxima
importancia, acerca de ¡nuestro futuro, de su futuro! El tiempo, nos parece, transcurre tan deprisa, porque
tanto los adultos, los jóvenes e incluso los niños, todos vivimos al ritmo acelerado y vertiginoso de nuestra
actualidad. Tanto es, que el muy conocido dicho, "el tiempo es oro" se ha hecho una realidad
comprensible, como nunca antes en la historia de nuestro mundo.
A nuestro alrededor hay mucha inseguridad. La mayoría de las noticias, no son "buenas noticias". ¿Qué nos
deparará el futuro a nivel personal, hoy, mañana, dentro de un año o diez? Algunas personas leen y
confían en su horóscopo diario; otras acuden a adivinos, a la bola de cristal, los posos del café, el peligroso
tablero de la uija, y tantos otros supuestos sistemas de información "paranormal", para saber el qué, el
cómo, el cuándo y el dónde, para tomar decisiones importantes en sus vidas. Hoy vamos a continuar
hablando de un tema fascinante, terrible y sin embargo, también esperanzador. Continuaremos
considerando las profecías del libro de Apocalipsis, que desvelan el futuro de la Humanidad, y de nuestro
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planeta Tierra. Le invitamos a prestar atención, por unos minutos, a unos textos muy antiguos, pero de
plena actualidad.
Habíamos llegado en el programa anterior al capítulo 17 del libro de Apocalipsis, y para refrescar nuestra
memoria, leeremos nuevamente los versículos 3 al 5 de este capítulo 17 que dicen:
3Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres
de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. 4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y
adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de
abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; 5 y en su frente un nombre escrito, un misterio:
BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
Al regresar a este texto, vamos a resaltar varios detalles significativos de este pasaje. El apóstol Juan, el
autor de estas visiones proféticas, vio a una mujer sentada sobre una bestia escarlata. Esa gran Bestia ha
sido identificada en el capítulo 13 como el Anticristo, el que llegará a ser el gobernante y dictador mundial,
y el que logrará restaurar el antiguo Imperio Romano, un conjunto de 10 naciones. Llegará al poder
mundial de una manera asombrosa, con promesas que no podrá cumplir; ofrecerá la paz mundial, la
justicia universal, y todas las naciones, fascinadas, atraídas por su carisma y simpatía personal, le apoyarán
en esta supuesta labor social y política. Pero, llegado al poder, el gobernante se transformará. Será un
dictador que perseguirá sola y exclusivamente sus propios fines y beneficios, instaurando un régimen de
terror, especialmente contra aquellos que cuestionan su proceder.
Hemos visto anteriormente que la mujer en este texto representa un nuevo sistema religioso universal,
una única supuesta" iglesia" que será más una agrupación de personas y entidades muy diversas, que
nombrarán a Dios como "alguien", pero no con los valores absolutos de Las Sagradas Escrituras. Tampoco
predicarán la salvación gratuita y eterna, ni el perdón de pecados por gracia y fe en Jesucristo y en Su obra
en la cruz. Esa "iglesia falsa" no mencionará que todo hombre tiene que tomar una decisión a favor o en
contra de Dios, que hay una Eternidad con Dios, o sin Dios. Ese sistema religioso, mundial, establecerá su
centro en Roma, la ciudad sobre las siete colinas. Horacio escribió: "Los dioses miran con favor sobre las
siete colinas". Y Ovidio agregó: "Pero Roma mira alrededor de todo el globo desde sus siete colinas; el
asiento de su imperio y el domicilio de los dioses". San Agustín, por su parte, lo expresó de la siguiente
manera: "Babilonia es una forma de Roma, y Roma es una Babilonia postrera". La mujer ramera, que
significa "prostituta", es aquí la representación de un sistema religioso único y oficial que existirá durante
la primera parte del período de la Gran Tribulación. Recordemos, que, por los textos bíblicos que ya vimos
anteriormente, ese período de la Gran Tribulación serán siete años, divididos en dos bloques de unos tres
años y medio aproximadamente. Este período comenzará a partir de un evento desconcertante: alrededor
de todo el planeta y en un mismo instante, desaparecerán millones de personas; ocurrirá, y el desconcierto
será tan grande, como incomprensible. Ese evento la Biblia lo denomina "el arrebatamiento de la iglesia";
es decir que Dios quitará, de manera sobrenatural, a aquellas personas que, a Sus ojos, son creyentes
auténticos y fieles a Jesucristo, a quién han aceptado, personalmente, en sus corazones, como su único
Salvador y Señor. No importará su procedencia o a qué tipo de iglesia asistían. Dios los quitará, los salvará,
para que no tengan que padecer los siguientes siete años bajo el terror de los anunciados y profetizados
juicios justos, que irremisiblemente caerán sobre esta Tierra. La llamada "iglesia apóstata" universal,
comenzará a actuar como una iglesia "sustituta" a partir de ese evento, y por tres años y medio, será el
sistema religioso que dominará y controlará al reavivado Imperio Romano. Más adelante veremos que el
dictador mundial, en el segundo período, que son los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación, será
proclamado como única autoridad política, pero también espiritual. Como a los antiguos emperadores, se
le adorará como un "mesías encarnado", como a una deidad. El versículo 5 que ya leímos, del capítulo 17
de Apocalipsis, dice:
. . . . un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA
TIERRA.

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En el Antiguo Testamento, recordemos, concretamente en el libro de Génesis capítulo 11, leímos como
bajo el rey Nimrod se construyó la Torre de Babel, en un intento de llegar al Cielo, para estar a la altura de
Dios. Allí comenzó la confusión de lenguas y la dispersión de la gente. Se la considera a Babilonia la cuna y
la fuente de toda religión falsa; la rebelde Babilonia representa en La Biblia, a todos los credos y las
prácticas antagonistas a cualquier cosa relacionada con Dios, Sus leyes y mandamientos.
La "verdadera" Iglesia de Dios es un misterio que no fue revelado en los tiempos del Antiguo Testamento. Y
la "iglesia" que se menciona en este primer período de la Gran Tribulación, en Apocalipsis 17, en ningún
momento fue llamada "iglesia" en el Nuevo Testamento. Se la denomina con un término que ilustra su
práctica seudo-religiosa: es llamada ? una ramera, una prostituta, porque se prestará a alianzas y acuerdos
con los poderes políticos y fácticos, incorporando filosofías y prácticas totalmente contrarias a las leyes
éticas, morales y espirituales, diseñados por el Creador. Porque, recordemos, la "verdadera" Iglesia ya ha
dejado la Tierra, ya se encuentra en el Cielo, en la presencia de Dios. Una buena pregunta es: y ¿qué
sucederá a aquellos que aparentaban ser cristianos, y hasta eran miembros de alguna iglesia cristiana, pero
que fueron "dejados atrás"? Lo hemos comentado anteriormente: según La Palabra de Dios, todos los que
quedaron en la Tierra y no fueron llevados por Dios al Cielo, en el "arrebatamiento de la Iglesia", ellos
sufrirán el período de la Gran Tribulación. El sistema religioso, que se llamará a sí mismo "la iglesia global,
universal" continuará unos tres años y medio; al principio actuará bajo la benevolencia del dictador
mundial, pero en el segundo período, durante los últimos tres años y medio de la Gran Tribulación,
también será perseguida, y martirizados aquellos que no aceptarán la auto-proclamada deidad del
Anticristo. Esa iglesia apóstata, la "anti-iglesia" será la antítesis de la "verdadera Iglesia", la cual es la
esposa de Jesucristo. Es el misterio Babilonia, porque así ha sido denominada, LA MADRE DE LAS RAMERAS
Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
El apóstol Pablo nos dice en su Segunda Epístola a los Tesalonicenses, capítulo 2, versículo 7: "Porque ya
está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez
sea quitado de en medio." Continuamos con el versículo 6 de este capítulo 17 de Apocalipsis, leemos:
6Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé
asombrado con gran asombro.
Esta es la primera vez que Juan, el autor emite un observación tan personal: se siente verdaderamente
asombrado. Él había observado muchas escenas terribles, dramáticas, pero también asombrosas y
sobrecogedoras. Vio las maravillas del Cielo, escuchó el canto y la música de millones que adoraban y
alababan al Señor Jesucristo, como el Redentor, el Salvador y el Señor, pero también vio las devastadoras
plagas, enfermedades, terremotos, la destrucción y demás juicios, caer sobre la Tierra, pero ahora expresa
su gran asombro. Esa organización que se denominará a sí misma "iglesia" mundial, universal, es calificada
por Dios como apóstata, promiscua y totalmente alejada de Su Palabra, de los mandamientos y leyes de
Dios. Recordemos que será un sistema compuesto por muchas religiones. Esta seudo iglesia estará como
"ebria" por el poder y el dominio que ha adquirido en poco tiempo sobre toda la Tierra, causará mucho
sufrimiento, hará pasar a los que acepten a Jesucristo como su Salvador por una durísima persecución
diabólica, e incluso inducirá al martirio a aquellos santos. Esa será la sangre de los mártires de Jesucristo
derramada durante ese período, escribe el apóstol Juan. Habrá muchas personas que buscarán "el camino,
la verdad y la vida", en ese caótico período de la Tribulación; muchas clamarán a Dios, pero se encontrarán
con que tendrán que ir a Jesucristo primeramente, "porque nadie puede ir al Padre, sino por mí", dijo el
Señor Jesús, en el evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 6. Muchos "casi-creyentes", y otros, que no se
dejarán cegar por las promesas y propuestas del Anticristo y de esa seudo-iglesia universal, recibirán el
perdón de sus pecados, y aceptarán el regalo de la salvación eterna; serán hechos hijos de Dios, a pesar de
los peligros y privaciones a los que se expondrán, por su fe en Jesucristo.
Al diferenciar el apóstol Juan "la sangre de los santos", de "la sangre de los mártires de Jesús" creemos que
se refiere a los santos de los tiempos del Antiguo Testamento, y los mártires de Jesús, a los santos del
Nuevo Testamento. Esto indica que el término "Babilonia" implica más que un solo credo o fe; es una

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amalgama, la suma de todas las religiones reunidas, que será la religión oficial de aquellos "dejados atrás",
al producirse "el arrebatamiento" de los creyentes fieles en Jesucristo. Babilonia fue la cuna de idolatría,
fue donde comenzó a construirse la Torre de Babel; todo ese reino fue antagónico contra Dios, y el pueblo
judío, el pueblo de Dios fueron llevados allí en cautiverio, como esclavos; toda la historia del profeta de
Daniel transcurrió en Babilonia, donde Dios le salvó reiteradas veces, como también a sus tres amigos que
no quisieron adorar a la estatua del rey Nabucodonosor. Continúa Juan su relato en el versículo 7:
7Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la
cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos.
Hasta ese momento, el apóstol Juan había observado con más detenimiento a la mujer, a la gran ramera,
que es figura de la iglesia universal, pero ahora el ángel le dará la explicación sobre la gran Bestia. Veamos
ahora lo que nos dicen los versículos 8 al 10 de este capítulo 17 de Apocalipsis:
8 La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la
tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se
asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será. 9Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete
cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído;
uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.
Veremos estos tres tiempos aquí mencionados: la bestia que era, habla del pasado histórico del Imperio
Romano; y no es, se refiere a la condición actual de aquel imperio fragmentado que ha sido desparramado
por las naciones de Europa. "Y está para subir del abismo", esto indica que volverá a resurgir el Imperio
Romano, instigado y fomentado por el gobernante mundial, quien recibirá una fortaleza sobrenatural de
Satanás, el dragón, o la serpiente antigua, mencionada en el capítulo 12. Muchos personajes históricos
intentaron reunir las piezas de ese poderoso impero; Carlomagno, Napoleón, Hitler y Mussolini, entre
ellos. La gran Bestia, el Anticristo, lo conseguirá.
Ahora, cuando dice: "La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición . . . e
ir a perdición" indica la subsiguiente destrucción del Imperio Romano por la próxima venida de Cristo. La
reaparición del Imperio Romano con gran poder, ganará la admiración del mundo. Las naciones respetarán
y adorarán al Anticristo por su brillantez. Los santos de Dios, que sobrevivirán en esos días, tendrán la
mente del Espíritu Santo, y una comprensión profunda de las verdades espirituales. Juan escribió en su
primera epístola, capítulo 2, versículo 27: "Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en
vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las
cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él."
La mención de siete reyes. Cinco de ellos han caído es interpretada por algunos eruditos excelentes, como
lo son Newell y Govett, como cinco personajes gobernantes, y presentan la siguiente lista: "Julio César, fue
asesinado. Tiberio fue envenenado, o ahogado. Calígula, asesinado. Claudio, envenenado, y Nerón se
suicidó. Esos son los cinco reyes y la mención de: "uno es", se cree que es una referencia al emperador
Domiciano, vivo en la época de Juan, pero asesinado unos años más tarde. "Y el otro aún no ha venido";
esto sería el gobierno del futuro Anticristo."
Otros expositores bíblicos dicen que los reyes representan a grandes potencias mundiales: Egipto, Asiria,
Babilonia, Persia, Grecia, Roma y el futuro Imperio Romano reavivado.
Continuemos leyendo los versículos 11 al 14 de este capítulo 17 de Apocalipsis:
11Labestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12 Y los diez
cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad
como reyes juntamente con la bestia. 13Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su
autoridad a la bestia. 14Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y
Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.

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Juan escucha la explicación del ángel: "Es también el octavo, y es de entre los siete." Esto relaciona al
Anticristo con el regreso del restaurado Imperio Romano. Es la octava cabeza en estos siete, pero aun así
es uno de los siete, al restaurar la última forma de gobierno a Roma. "Los diez cuernos", lo mencionamos
anteriormente, serán diez naciones, y son los mismos que describe el profeta Daniel, en el capítulo 7,
versículo 7.
La Bestia generalmente significa el Imperio Romano, pero también es la última, o la octava cabeza, es
decir, el emperador, como persona, como individuo, a aquel que será el Anticristo. Cuando él llegue al
poder, ya lo vimos en las profecías de Daniel, capítulo 7, el Anticristo, el pequeño cuerno, dominará a tres
cuernos, es decir, a tres reyes.
Leamos los versículos 15 al 18 de este capítulo 17 de Apocalipsis:
15Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas. 16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán
desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17 porque Dios ha puesto en sus
corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan
las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.
La ramera, este gran sistema religioso que dominará con mucho poder sobre los pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas durante los primeros tres años y medio de la Tribulación, caerá en desgracia, y poco a
poco, será aborrecida, relegada y desprovista de su autoridad por el Anticristo y los reyes;
Los diez cuernos, que representan a los diez reyes, y que gobernarán sobre las diferentes divisiones del
Imperio Romano, ellos entregarán sus reinos a la Bestia. Este hecho solidificará al reavivado Imperio
Romano y le permitirá a la Bestia, el carismático líder prometedor de paz, estabilidad y justicia, es decir, el
Anticristo, elevarse a sí mismo como un dictador mundial. Por un período el Anticristo estará dispuesto,
por conveniencia, a compartir su lugar de poder y exaltación con "la ramera", la iglesia universal, ese
conglomerado de filosofías, pensamientos y prácticas que reunirá a todas las religiones y sectas bajo su
auspicio. Los diez reyes se unirán al Anticristo para destruir el poder de esta "iglesia. El Anticristo no sólo
quebrantará su pacto con Israel, sino que también romperá su relación con la iglesia apóstata de una
forma violenta y cruel.
La falsa iglesia será destruida por el Anticristo. En esto, el Anticristo y sus diez aliados cumplirán las
profecías de la Palabra de Dios. Dios, muchas veces ha permitido que sus enemigos ocupen una posición
que al final impulsará Sus propósitos y proyectos, cumpliendo así Su perfecto plan en la historia de la
Humanidad. El profeta Isaías, en el capítulo 10 nos ofrece un claro ejemplo de cómo Dios usó a los asirios,
para cumplir Su propósito. De la misma manera, el emperador César Augusto dictó la ley de
empadronamiento para recaudar los impuestos, que obligó a la virgen María y a José a viajar hasta la
pequeña aldea de Belén, para que se cumpliesen las profecías de la Escritura.
Eliminado el sistema religioso de la falsa iglesia apóstata, el camino quedará libre, y con la ayuda de su
Falso Profeta, el Anticristo logrará ser aclamado y adorado en todo el mundo.
El final de la iglesia apóstata será terrible, pero justo. Sin embargo, esto no mejorará la situación espiritual,
porque entonces comenzará el período más tenebroso para la historia del mundo; el reino mundial y la
religión del Anticristo serán la hora más oscura que la Tierra haya conocido jamás.
Apocalipsis 18
Versículos 1-8
Al estudiar las revelaciones de Dios sobre los últimos tiempos que este mundo tendrá que enfrentar,
hemos visto que Dios quitará, o "arrebatara" de forma sobrenatural a todos los que somos Sus hijos, que
formamos la verdadera Iglesia a los ojos de Dios. No pasaremos las calamidades y terrores, ni las plagas
apocalípticas que en un futuro este planeta sufrirá. La fecha, Dios no la ha revelado, pero al apóstol Juan,
autor de este libro, le fueron dados visiones extraordinarias para que escribiera todo lo que veía y oía, y así
51
registrar el orden cronológico de estos acontecimientos, para que estemos atentos y alertas a los
acontecimientos.
Continuamos entonces, estimado amigo, amiga oyente, con la lectura del capítulo 18 de Apocalipsis. En el
capítulo anterior vimos el final de un seudo- cristianismo que llegará a integrarse en un sistema religioso
universal en el cual confluirán todas las creencias, religiones y sectas apóstata, representadas en una mal
llamada "iglesia" universal, global. Después de tres años y medio, con gloria y un creciente poder, esa
"iglesia" será perseguida y destruida por los reyes de la Tierra, bajo el mandato dictatorial del único
gobernante mundial que habrá llegado también de forma asombrosa al poder sobre todas las naciones de
la Tierra.
En el capítulo 17 vimos la destrucción del poder religioso, al que se le llama "Babilonia" por las
implicaciones que tiene su nombre. Babilonia no es sólo una ciudad o un territorio; por su significado en la
historia de la Humanidad, también es una filosofía y una manera de ser y actuar. Fue la cuna donde
nacieron las religiones más antagónicas y rebeldes a Dios. En la Biblia es la ciudad más nombrada, después
de Jerusalén. Babilonia es el símbolo de poder, tanto religioso, como político comercial. El poder religioso
de esa anti-iglesia, apóstata e infiel a todos los preceptos de Dios, será destruido en medio de ese período
llamado la Tribulación, en el capítulo 17. Creemos que la sede de ese poder religioso podría ser la ciudad
de Roma, edificada sobre las famosas siete colinas.
La Babilonia religiosa y la Babilonia política comercial, no serán una misma organización o entidad, ni son
una misma ciudad. Cuando la Babilonia religiosa, representada en esa supuesta iglesia universal sea
destruida, el centro seudo religioso llegará a ser la ciudad de Jerusalén, porque en ese lugar colocará el
Falso Profeta la imagen del Anticristo, para ser venerada y adorada, como el mesías.
Ahora, la Babilonia política comercial será la antigua Babilonia reedificada como la capital comercial del
mundo. Desde allí regirá el único gobernante mundial su imperio que abarca a toda la Tierra. Este supuesto
"salvador de la Humanidad", que prometerá traer la paz y la justicia al mundo, por el poder que le
entregarán los reyes y gobernantes de las naciones, se transformará en un cruel déspota. Es interesante
notar que toda la gran zona del Oriente medio concentra un poder inmenso, por sus yacimientos
petrolíferos. Ése recurso poderoso se traduce también en una riqueza comercial inmensa que controla los
precios de la mayoría de los artículos básicos del mundo. No hace falta mucha imaginación para pensar que
Babilonia podría ser reconstruida, para llegar a ser el gran centro comercial de todo el mundo.
En una ocasión, un periodista judío preguntó al ministro de Turismo de esa nación en una rueda de prensa:
"¿Cómo es que todos los países que rodean a Israel tienen petróleo, pero Israel no lo tiene?" Y la respuesta
fue: "Dios le dio a los árabes el petróleo, y a nosotros, los judíos, la Biblia. ¿Quiere usted cambiarlos? Dios
no lo permita. El petróleo se acabará un día, pero la Biblia permanecerá para siempre."
Ha habido cierta diferencia de opinión entre los estudiosos bíblicos sobre si la Babilonia antigua será
reedificada. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee opinó: "Por muchos años tomé la
postura de que no sería reedificada en el sentido literal. Pero ahora creo que sí lo será. Isaías, capítulo 13,
versículos 19 al 22, nos habla del hecho de que la Babilonia antigua será reedificada y destruida, y esa
destrucción se menciona en el capítulo 18 de Apocalipsis. No creo, sin embargo, que sea reedificada en el
mismo lugar, porque el río Éufrates ha desplazado su cauce unos 20 kilómetros alejados de la antigua
ciudad". Hasta aquí el comentario del Dr. McGee.
Comencemos ahora con este capítulo 18 de Apocalipsis. En los primeros 8 versículos, veremos el anuncio
de la caída de la Babilonia comercial y política. Leamos el versículo 1:
1 Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria.
Aquí tenemos otra vez esta declaración interesante de Juan: "después de esto". En griego es "meta-tauta".
Ya hemos dejado atrás la serie de los diversos grupos de los conjuntos de los "sietes". Hemos estudiado ya

52
en anteriores programas: los 7 sellos, las 7 trompetas, los 7 personajes, y las 7 copas de la ira. Nos estamos
acercando al final de los siete años de la gran Tribulación.
Juan continúa siendo un espectador que tiene que registrar lo que ve. Él dice: "Vi a otro ángel". Eso nos
hace regresar al capítulo 14, donde se mencionó una serie de 6 ángeles con la sola identificación de "otro
ángel". Éste, ahora, es un mensajero celestial, sobrenatural, de Dios, sin rostro y sin nombre, con la única
excepción que este ángel tiene gran autoridad. Esto indica que este ángel era superior en rango a los otros
ángeles, y él es el portavoz de un mensaje de gran importancia. Se nos dice aquí que "la tierra fue
alumbrada con su gloria" que destaca la relevancia y categoría de este ángel. El versículo 2 dice:
2Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de
demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible.
Hubo un anuncio preliminar de la caída de Babilonia en el capítulo 14, versículo 8, pero el ángel que
tenemos aquí tiene mayor autoridad que el ángel del primer anuncio. El anuncio es: "Ha caído, ha caído la
gran Babilonia." En el idioma griego existe un tiempo que expresa lo que sucederá en el futuro como si ya
hubiese sucedido, y ese tiempo se emplea aquí. Cuando Dios dice que algo va a suceder, es como si ya
hubiera sucedido, porque así será.
Ésta es la realidad del plan y el calendario de Dios. Es como si ya todo hubiese tenido lugar, porque Él
conoce el fin, desde su mismo principio. Babilonia será el gran centro político comercial del mundo, y será
destruida. Dice: "Se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de
toda ave inmunda aborrecible."
Esto nos indica que aquí, en este lugar serán encarcelados, aprisionados, los demonios del mundo
espiritual y las aves inmundas del mundo físico durante el Milenio, el Reino de los mil años del Señor
Jesucristo sobre la Tierra. Los profetas Isaías y Jeremías también confirman este suceso, en Isaías, capítulo
13, versículos 19 y 22; y Jeremías, capítulo 50, versículos 38 al 40.
Estas profecías de Isaías y Jeremías encontrarán cumplimiento final en la destrucción general de Babilonia,
en el capítulo 18 de Apocalipsis. Si esto será así, entonces no hay ninguna profecía contraria para que
Babilonia llegue a ser reedificada literalmente. Babilonia será la sede de los demonios, como ya fue un
lugar de rebelión contra Dios, a través de los siglos. Continuemos con el versículo 3 de este capítulo 18 de
Apocalipsis, dice:
3 Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han
fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites.
Éste será el juicio de Dios contra los grandes multi mega negocios, que sin escrúpulos, controlan los
mercados mundiales, ignorando la ética y la moral, las normas y los códigos de las leyes, todo en beneficio
propio. Con sus cálculos y frialdad comercial, ajenos a las necesidades de la gran parte de la Humanidad, la
única meta será el enriquecimiento de unos pocos. Este proceder es claramente contrario a las leyes y
mandamientos de Dios, que premia, incluso, el ofrecer un vaso de agua, dado con el corazón. Ese poder
económico sólo será posible por pactos y alianza vergonzosas con el gobierno de la única autoridad
mundial, el Anticristo, ese fascinante personaje que embaucará a todos, pero que se transformará en un
peligroso, vengativo y cruel dictador.
La palabra "mercaderes, no es una referencia a los productores o fabricantes, sino aquellos que son los
intermediarios, los que buscan un gran beneficio económico, que están involucrados en los negocio para
obtener grandes cantidades dinero. Y Dios juzgará al comercialismo degradante, que no acata los
parámetros legales y se lucra de los débiles. Ahora, el versículo 4 de este capítulo 18 de Apocalipsis, dice:
4Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni
recibáis parte de sus plagas;

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Este versículo revela que el pueblo de Dios estará en el mundo hasta el mismo final. Aquí no se habla de la
Iglesia, que ya ha sido removida, "arrebatada" de este mundo, antes de la Gran Tribulación. Pero Dios
contará con fieles creyentes en Jesucristo también en este terrible período. Ellos lograrán sobrevivir a estos
años de durísimas pruebas y juicios que caerán sobre la Tierra. Recordemos que en el capítulo 7 de este
libro de Apocalipsis, Juan nos describió como fueron sellados los 144.000 judíos, de las 12 tribus, y ellos,
todos, "sin faltar ninguno", llegarán al final de la gran Tribulación. Dios es fiel, y no quiere que nadie se
pierda, como lo enseñó el Señor Jesucristo en la parábola del pastor que tenía 100 ovejas. Al faltarle una,
no se conformó con las 99 restantes. Él salió a buscar aquella oveja que se había perdido, para tener
completo su redil.
El que ahora está hablando en este versículo es el Hijo de Dios y Él está llamando a Su pueblo para que
salgan de esa ciudad antes del juicio que caerá sobre ella. "Salid de ella, pueblo mío." Esto significa una
separación física, como aquella que experimentó Lot, el sobrino de Abraham, cuando fue advertido por los
mensajeros de Dios que debía salir de la ciudad Sodoma para escapar del castigo del fuego consumador.
De la misma manera ahora, Jesucristo advierte a los fieles creyentes para evitarles el próximo castigo que
esa ciudad de Babilonia sufrirá. Reiteradas veces encontramos en las Sagradas Escrituras que Dios tiene
misericordia de Su pueblo, y envía mensajes de advertencia y avisos para que se salven a tiempo.
Pero esta es una doble advertencia. Ellos, los creyentes no debían tener ninguna comunión, no debían
mezclarse con los pecados de Babilonia; y debían huir de ella, antes que tenga lugar el juicio.
Creemos que este texto tiene una aplicación muy pertinente también para nosotros. Esto debe servirnos
de advertencia, no porque Dios no salvará aquellos que Le pertenecen, sino porque Él quiere que nosotros
vivamos de acuerdo a Su voluntad, separados, apartados de aquellas cosas que nos pueden apartar de Él.
No debemos complacer a nuestra vieja naturaleza, sino que los hijos de Dios debemos andar por el
Espíritu, y lleno del mismo. Si los creyentes no enfrentamos y confrontamos el pecado, nuestros pecados
en nuestra propia vida, confesándolos al Señor Jesús, y renunciando al mismo, Él los juzgará ahora, o
cuando nos tengamos que presentar ante el Tribunal de Cristo. Dios nos da ahora la oportunidad para
juzgar, renunciar y confesar nuestro pecado. El apóstol Pablo dice en su Primera Epístola a los Corintios,
capítulo 11, versículo 31: "Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados." ¿Cómo
podemos juzgar nuestro propio pecado? Bueno, el apóstol Juan en su primera epístola, capítulo 1,
versículo 9, dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad."
Y "confesar", significa ver el pecado desde el punto de vista de Dios. Amigo, amiga oyente, damos tantas
excusas por nuestros pecados. Hasta que usted y yo estemos dispuestos a llamarle "pecado", no hemos
hecho una confesión sincera. Personalmente, espero tener todas mis cuentas arregladas aquí en la Tierra,
porque si Dios no nos disciplina inmediatamente, esto no quiere decir que nos está dejando salir "con la
nuestra". Nadie, es un hijo de Dios, si se sale con la suya. Es mejor arrepentirse, sinceramente, de corazón,
antes que sufrir el juicio de Dios. Leamos ahora el versículo 5 de este capítulo 18 de Apocalipsis:
5 porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
Babilonia tiene una historia muy larga de pecados acumulados. Es una de las ciudades más antiguas en la
historia de la Humanidad, y con excepción de Jerusalén, es mencionada más que cualquier otra ciudad en
la Biblia. Y en el versículo 6, leemos:
6Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida,
preparadle a ella el doble.
Ésta es verdadera justicia divina. El juicio de Dios puede demorarse, pero siempre llega. La copa de maldad
de Babilonia, de sus muchos pecados, ha llegado a llenarse hasta su borde. Dios es justo y recto en lo que
hace, como lo dice el Salmo 137. Ahora, leamos el siguiente versículo 7 de este capítulo 18 de Apocalipsis:

54
7Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su
corazón: Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto;
La asombrosa prosperidad de Babilonia llegará a enceguecer a todos los que en ella habitarán, y no
entenderán que han traspasado todos los límites posible. El comercio será muy activo; en el mercado de
valores, se comprará y se venderá hasta el mismo momento del juicio. El lujo, la arrogancia, el orgullo, el
pecado, y el auto-engaño, caracterizará el espíritu de esta ciudad impía. Creerán que la paz mundial está a
la vista, y el optimismo será el espíritu del día. Sólo los profetas habrán presentado una advertencia, pero
éstos habrán sido acallados y aislados. En el Antiguo Testamento vimos la historia de Noé, quien clamó y
advirtió del casi inminente juicio de Dios quien, en forma de Diluvio, al final castigó a todos los que no se
arrepintieron de sus pecados. Y en el versículo 8, leemos:
8por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque
poderoso es Dios el Señor, que la juzga.
Esto nos indica que Babilonia sufrirá una destrucción repentina, y que será por medio de fuego. Su pena y
dolor será tan grande que el llanto será considerado como una plaga más, junto con la muerte y el hambre.
La muerte, el llanto y el hambre son tres de los jinetes que pisotearán verdaderamente a Babilonia. La
destrucción será total y final. En las Escrituras, ésta es la primera ciudad de importancia, con una larga
trayectoria, llena de eventos históricos, pero pecaminosa en extremo, verá su fin por el juicio de Dios que
caerá sobre ella.
"Porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga." Dios será quien la destruya, porque Él es el único que
puede hacerlo. Y Él lo hará, creemos, para que Cristo regrese en Su Segunda Venida a la Tierra. El profeta
Isaías expresó en el capítulo 63, versículos 1 al 4 de su libro, lo siguiente: "¿Quién es éste que viene de
Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder?
Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha
pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los
hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas, porque el día de la
venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado."
En Su Segunda Venida, Cristo será visto como procedente de Edom, con sus vestiduras salpicados de
sangre. Creemos que Él pasará primeramente por Babilonia, y ejecutará Su juicio contra esa ciudad impía.
Hablaremos de la Segunda Venida del Señor Jesucristo cuando lleguemos al capítulo siguiente de
Apocalipsis, el capítulo 19. ¿Cuál será la reacción a la destrucción de esa gran ciudad? Bueno, habrá gran
angustia en el mundo. Pero también veremos el regocijo que habrá en el Cielo a causa del juicio de
Babilonia.
Apocalipsis 18
Versículos 9-24
Babilonia será reconstruida por el Anticristo a orillas del río Éufrates, pero más tarde, como veremos, Dios
la destruirá; allí es donde, según historiadores y arqueólogos, comenzó la civilización, y donde, según la
Biblia, se edificó la Torre de Babel. Babilonia llegó a ser una importantísima ciudad en la antigüedad, hasta
ella fueron llevados los judíos en cautividad, y en esa ciudad vivieron retenidos, el profeta Daniel y sus
amigos. Es la ciudad más nombrada después de Jerusalén y se le atribuye ser la cuna de las religiones
paganas, y demás extravagancias religiosas. En nuestro programa anterior ya vimos cómo un juicio divino
destruirá esta importantísima ciudad. Leamos ahora los versículos 9 y 10 de este capítulo 18 de Apocalipsis
para comprender la angustia que se apoderará del mundo a causa del juicio y destrucción de Babilonia:
9Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán
lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, 10parándose lejos por el temor de su
tormento, diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu
juicio!

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Como acabamos de leer, los líderes políticos del mundo llorarán por la pérdida de la espléndida nueva
capital mundial. Este suceso marcará la hora final del imperio del Anticristo, y con él, la pérdida de poder
de todo su sistema. Recordemos que el Anticristo será un dictador mundial quien con perfecto engaño
fascinará a los gobernantes con promesas de paz universal y bienestar para todos. El mundo entero se
postrará a sus pies; será adorado y venerado por todas las naciones. El centro neurálgico de su imperio del
mal será, precisamente, la ciudad de Babilonia; un centro de influencias políticas y económicas. Nadie en
su sano juicio habría pensado que semejante bastión mundial de poder pudiera ser atacado, y mucho
menos, destruido. Pero así será: el juicio divino sobre la ciudad reducirá en instantes sus edificios,
instituciones, funcionarios y habitantes a un puñado de cenizas. Al final del día, Babilonia no será más que
escombros, humo y polvo. Cuando la notica se propague, el mundo quedará conmocionado, entrará en
estado de shock y se llenará de lamentos.
Como usted recordará, en el capítulo 17 leímos que los reyes de la Tierra odiarán al sistema seudo-
religioso de esa "iglesia universal apóstata" que se creará a partir de la "salida de los creyentes", del
"arrebatamiento" de los cristianos fieles que Dios sacará sobrenaturalmente de esta Tierra, antes de dar
comienzo al período "de la Tribulación". El Anticristo perseguirá a esa seudo-iglesia, y la eliminará, con la
ayuda de los demás gobernantes territoriales, para ser adorado como el mesías y el salvador del mundo,
sin impedimento, ni oposición alguna.
Ahora, en el capítulo 18 vimos, en cambio, cómo los reyes o gobernantes de la Tierra amarán a Babilonia,
porque, gracias a ella, aumentaron y multiplicaron sus propias riquezas y tesoros. En realidad, aquí se
denomina a este acto de materialismo desenfrenado, como "fornicación". Y no resulta difícil imaginarse
cómo en la sede del comercio mundial todas las compañías importantes tendrán sus propias delegaciones;
los gobiernos, sus sedes diplomáticas y los lobbies, sus especialistas en tráfico de influencias.
El texto bíblico, además, detalla que la destrucción acontecerá "en una sola hora". Para tener una idea más
aproximada de cómo esta noticia afectará a la Humanidad, leamos los versículos 11 hasta la primera parte
del versículo 17 de este capítulo 18 de Apocalipsis:
11Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus
mercaderías; 12 mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de
seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa,
de cobre, de hierro y de mármol; 13y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor
de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. 14 Los frutos codiciados
por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las
hallarás. 15 Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el
temor de su tormento, llorando y lamentando, 16 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida
de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de
perlas! 17a Porque en una hora han sido consumidas tantas riquezas.
Al leer estos versículos tenemos la sensación de habernos trasladado de la narración de un profeta
religioso del siglo I, el Apóstol Juan, a cualquiera de los numerosísimos centros comerciales que pueblan
nuestras grandes ciudades. Paseando por sus inmensas instalaciones, admirando sus atractivos
escaparates, sus luces, el bombardeo de estímulos y reclamos publicitarios, casi todo lo que el hombre
pueda desear, allí lo puede encontrar. Productos de una sociedad acomodada y anestesiada contra la
pobreza. Todos los artículos mencionados por Juan en su lista eran productos de gran valor y precio en
aquella época. Analicemos ahora en detalle el versículo 11 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
11
Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus
mercaderías;
Los lamentos de reyes y comerciantes deberían leerse en paralelo al lamento sobre la ciudad de Tiro, la
capital de los Fenicios, en el libro del profeta Ezequiel, en su capítulo 26, dado que ambos tienen mucho en
común. La tristeza de los comerciantes será puramente egoísta. Todo su lamento se producirá por la

56
desaparición de un mercado del cual sacaban enormes beneficios. A partir de este versículo, Juan nos
detalla algunos de estos lujosos productos: Mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas. En
la época de Juan había en Roma una auténtica pasión por la plata que llegaba de España. Había un
desaforado gusto por las piedras preciosas y las perlas.
Lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata: El lino fino procedía de Egipto; era la tela de las vestiduras de
los reyes y sacerdotes. Era extremadamente caro, al igual que la púrpura, que era mucho más roja que la
moderna. El tinte de la púrpura se obtenía de un molusco, del cual sólo se podía extraer una gota. El
historiador Plinio nos dice que por aquel entonces, había en Roma una "manía apasionada por la púrpura".
La seda, procedente de la lejana China, tenía también un precio incalculable. Juan también nos relata más
objetos de lujo, tales como: toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera
preciosa, de cobre, de hierro y de mármol. Más artículos mencionados por Juan: Y canela, especias
aromáticas, incienso, mirra, olíbano. La canela, por ejemplo, era un artículo de lujo procedente de la India
que alcanzaba en Roma precios fabulosos. Juan sigue añadiendo: vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias,
ovejas. Todos ellos, artículos para una sociedad acostumbrada a vivir bien, al lujo y a la opulencia. Y no sólo
eso, se nos dice también que comerciaban con caballos y carros, y esclavos y almas de hombres. Hasta los
hombres eran comprados y vendidos como esclavos; sólo en el Imperio Romano hubo unos 60 millones de
esclavos. Leamos ahora el versículo 15 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dice así:
15Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su
tormento, llorando y lamentando,
Al comienzo del versículo siguiente, el 16, leeremos de nuevo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad! Los mercaderes
de la Tierra estarán frente a sus pantallas de televisión, y se lamentarán porque, en sólo una hora, habrá
sido destruida esa gran ciudad. Y es significativo que tanto unos como otros observarán y se lamentarán
desde lejos, no vaya a ser que les alcance algo de la desgracia que sobrevino a Babilonia. No le ayudarán en
su agonía; nunca sintieron afecto por ella, porque su única vinculación era el lujo y los negocios que
producía. Como ya hemos mencionado, el profeta Ezequiel (en los capítulos 26 y 27 de su libro) predijo el
juicio divino contra Tiro, la capital de los fenicios. Tiro era para el mundo antiguo lo que hoy es la ciudad de
Nueva York para la economía mundial, y lo que será Babilonia para el imperio del Anticristo. Leamos la
segunda parte del versículo 17 y leamos hasta el versículo 19:
17bY todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros, y todos los que trabajan en el mar, se
pararon lejos; 18 y viendo el humo de su incendio, dieron voces, diciendo: ¿Qué ciudad era semejante a esta
gran ciudad? 19 Y echaron polvo sobre sus cabezas, y dieron voces, llorando y lamentando, diciendo: ¡Ay, ay
de la gran ciudad, en la cual todos los que tenían naves en el mar se habían enriquecido de sus riquezas;
pues en una hora ha sido desolada.
Los capitanes de barco lamentarán la pérdida de Babilonia y el negocio lucrativo del transporte que había
generado para su beneficio. Ahora bien, estas imágenes de lujo tienen también una aplicación directa para
nosotros; ¿Cómo reaccionamos ante el desaforado consumismo de este mundo? ¿Lo vemos tal y como es
en realidad? Hablamos mucho hoy en día acerca de la espiritualidad y de las cosas espirituales, pero, ¿qué
hacemos realmente para cambiar esta situación de injusticia social y económica?
Una vez, uno de los discípulos de Jesús le dijo, admirando a los edificios y al Templo de la ciudad de
Jerusalén: "Mira . . . qué edificios." El Señor Jesucristo le dijo: "¿Los ves? No quedará piedra sobre piedra,
que no sea derribada." Y eso fue lo que sucedió, literalmente. ¿Dónde está su corazón, estimado amigo,
amiga oyente? ¿Está en el Cielo, establecido y anclado en Cristo, con una perspectiva de la Eternidad, o en
sus bienes materiales, en su cuenta bancaria, en su vehículo, en su trabajo? Su actitud, estimado amigo,
amiga, marca la diferencia. El Señor Jesucristo dijo que no podemos tener nuestro corazón lleno de Dios, y
a la vez, un amor desmedido al dinero; debemos escoger.

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A partir de los versículos 20 al 24 de este capítulo 18 de Apocalipsis, entramos en una nueva sección, cuya
temática será la anticipación del gozo en el Cielo, a causa del cumplimiento del juicio divino sobre la ciudad
de Babilonia. Leamos a continuación el versículo 20:
20 Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios os ha hecho justicia en
ella.
En medio de todas las lamentaciones llega una voz de júbilo, la voz de los que se alegran de ver la venganza
de Dios sobre Sus enemigos y sus perseguidores. El ángel exhortará a los mártires de la Tribulación a que se
regocijen, no por la muerte de los que serán condenados al Infierno eterno, sino a causa de la justicia y
rectitud de Dios, que prevalecerá sobre todo.
Leamos ahora los versículos 21al 23 de este capítulo 18 de Apocalipsis, que dicen así:
21Y un ángel poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y la arrojó en el mar, diciendo:
Con el mismo ímpetu será derribada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada 22 Y voz de
arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá más en ti; y ningún artífice de oficio alguno
se hallará más en ti, ni ruido de molino se oirá más en ti. 23 Luz de lámpara no alumbrará más en ti, ni voz
de esposo y de esposa se oirá más en ti; porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra; pues por tus
hechicerías fueron engañadas todas las naciones.
En estos pasajes, Juan nos describe el cuadro de la desolación final de Babilonia. Empieza con una acción
simbólica: Un ángel fuerte levanta una gran piedra de molino y la arroja al mar, que se cierra sobre ella
como si no hubiera existido nunca. Así será borrada Babilonia. Esta metáfora ilustra la violencia de la caída
de Babilonia, que pondrá fin a cualquier apariencia de normalidad que todavía existiese en el mundo
después de todos los sellos, trompetas y copas. La vida será trastocada por completo y el fin estará ya muy
cerca. No habrá más música, ni comercio, ni industria, ni preparación de alimento (por la alusión a "ruido
de molino"), ni más poder para alumbrar y por supuesto, no habrá más bodas porque Dios destruirá a
engañadores y engañados por igual.
En la última parte de este versículo 23, se habla de las hechicerías o brujería. En aquellos días aumentará el
número de religiones, sectas, cultos e iluminados. Será, sin duda, una estrategia de engaño y
desorientación espiritual promovida por el mismo Satanás, con el fin de apartar la mirada de los
buscadores de la verdad hacia falsos dioses.
Nunca más se oirá ningún sonido de alegría. La condena del profeta Ezequiel contra la ciudad de Tiro decía:
"Haré callar el bullicio de tus canciones y no se escuchará más el sonido de tus cítaras" (Ezequiel 26:13).
Nunca más se escuchará el ruido del artesano realizando su trabajo. Nunca más se escuchará el ruido de la
actividad doméstica. Ya no habrá más luz en las calles ni en las plazas. Ya nunca más se escuchará el sonido
alegre de una fiesta de bodas. Jeremías utilizó las mismas imágenes: "Haré que desaparezca de entre ellos
la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el ruido del molino y la luz de la
lámpara" (Jeremías 25:10).
Babilonia se convertirá en una terrible desolación silenciosa. Y este castigo le vendrá por ciertas razones
determinadas. Le sobrevendrá, porque rindió culto al lujo y a la riqueza y porque vivió desenfrenadamente,
sólo para buscar más placer en las cosas materiales. Será castigada porque descarrió muchas personas con
sus hechicerías, y por ser culpable de sangre, tal y como leemos en el siguiente versículo, el 24:
24 Y en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de todos los que han sido muertos en la
tierra.
Los sistemas políticos, religiosos y comerciales personificados por Babilonia, cometerán atrocidades
inauditas contra el pueblo de Dios. Cuando el historiador inglés Eduardo Gibbon escribió entre los años
1.776 a l.778 su famosa obra: "Decadencia y caída del Imperio Romano", expuso cinco razones por las que
grandes civilizaciones habían desaparecido: En 1º lugar, la dignidad e integridad del hogar fue socavada, las
cuales, ambas, constituyen la base de la sociedad humana; en 2º lugar, impuestos cada vez más elevados;
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el gasto poco acertado del dinero público para dar pan y circo gratis al populacho; en 3º lugar, la locura
insensata por el placer; los deportes se convirtieron cada año más excitantes, más brutales, más inmorales;
en 4º lugar, la acumulación de grandes armamentos, cuando el verdadero enemigo estaba "dentro": que
fue la decadencia de la responsabilidad individual y personal; y 5º lugar, la decadencia de la religión. La fe
que se diluyó en mera religiosidad disfrazada de ritos vacíos de contenido; la religión pierde así contacto
con la vida real de las personas; pierde su poder para guiar a la gente hacia la verdad.
Apocalipsis 19
Versículo 1
El tema del capítulo 19 de Apocalipsis, se hace eco de las alabanzas en el Cielo motivadas por las
denominadas "Bodas del Cordero y el regreso de Cristo" a la Tierra para juzgar y gobernar, ya como rey, a
las naciones durante Su reino de los mil años. Pero antes de embarcarnos de lleno en la lectura en este
capítulo, echemos un rápido vistazo hacia atrás para recapitular los hechos que nos han llevado hasta este
punto.
Juan escribió este libro después de haber vivido esas visiones del futuro, y por lo tanto lo hace en tiempo
pasado, pero como todo el contenido es una profecía de hechos todavía no acontecidos, los relataremos
en tiempo futuro. El Anticristo se ha hecho con poder absoluto mundial como dictador. Su lema: paz y
seguridad. En la primera parte de la Tribulación, ese período de siete años divididos en dos partes, su
política estará marcada por cambios radicales que, en primera instancia, beneficiarán a la Humanidad.
Como consecuencia, una aparente paz se extenderá rápidamente por todo el mundo. Su poder llegará a
extenderse hasta el punto de llegar a dominar políticamente a los demás gobiernos nacionales, así como
otros ámbitos colaterales, tales como la religión. Para aquel entonces, la verdadera iglesia, denominada en
las Sagradas Escrituras como la esposa de Cristo, ya habrá sido trasladada sobrenaturalmente de la Tierra
al Cielo, antes del mismo comienzo de la Tribulación. En medio de aterradores sucesos, provocados por la
ira y el juicio de Dios sobre la Tierra, Israel volverá a convertirse en el testigo de Dios en la historia,
representada por una multitud de 144.000 judíos, embajadores de Su Palabra, especialmente sellados por
Dios para ser protegidos mientras dan testimonio de Él. Adicionalmente a éstos, encontraremos otra gran
multitud, de gentiles, también sellados con la marca protectora de Dios.
En algún momento cerca de la mitad del período de Tribulación de siete años, un rey del norte se levantará
contra Israel y será juzgado por Dios de la misma manera que sucedió en el pasado con los malvados
ciudadanos de las poblaciones de Sodoma y Gomorra, ambas destruidas por Él, tal y como se relata en el
capítulo 38 del libro del profeta Ezequiel.
Este suceso abrirá las exclusas de un canal de inmensa aflicción para la población del mundo, para el ser
humano, el cual seguirá, a pesar de las evidencias sobrenaturales, renegando y blasfemando contra Dios.
En este punto de la Historia, el Anticristo comenzará a actuar sin engaño ni disimulo, sin máscara alguna
para disimular su verdadera identidad demoníaca. La Humanidad dominada bajo el control de Satanás,
comenzará así la última milla en el camino de su inexorable autodestrucción. El mundo, tal y como hoy lo
conocemos, comenzará a desintegrarse, a semejanza de un fruto maduro, listo para la cosecha de la ira de
Dios. El denominado hombre de pecado, el Anticristo, el dictador mundial, romperá su pacto con la nación
de Israel. El Medio Oriente será durante este periodo, el centro neurálgico de los principales sucesos
mundiales. Al comienzo de la Tribulación el dictador, el Anticristo apoyará a una seudo-iglesia, que será la
unidad de todas las religiones, credos y sectas, con su sede, posiblemente, en la ciudad sobre las siete
colinas, Roma. Esta iglesia adquirirá tal poder que el Anticristo la destruirá totalmente, para
autoproclamarse como única divinidad, objeto de culto y adoración sobre la Tierra, semejante a los
emperadores romanos. Por tanto, los reyes de la Tierra se mostrarán serviles y sumisos ante él.
Cuando el Anticristo llegue al poder mundial, reconstruirá el antiguo Imperio Romano, unirá a diez
naciones que le darán el poder y la fuerza para dominar el resto del mundo. También reedificará la ciudad
de Babilonia, como capital de su imperio mundial. Recordemos cómo la antigua Babilonia, sobre el río
Éufrates, llegó a ser el centro económico y político del mundo antiguo.
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Los juicios de Dios se sucederán de manera rápida e inexorable sobre un mundo blasfemo que ha
rechazado a Dios, no una, sino numerosísimas veces. De un solo golpe, una cuarta parte de la población del
mundo será eliminada. Posteriormente, una tercera parte del mundo será destruido. La naturaleza se verá
enormemente afectada; la vegetación, los árboles, todo se secará, gran parte de la fauna marina dejará de
existir; también se secarán los ríos, y el comercio marítimo será muy mermado. El mundo, tal y como lo
conocemos, será completamente destruido. El sol, la luna y las estrellas también serán tocados. Y sobre la
tierra, un desastre tras otro acontecerá; pero el corazón del hombre, seguirá sin arrepentirse; lejos de ello,
levantará su puño contra el cielo, -dice Apocalipsis-, y blasfemará contra Dios.
Después de estos acontecimientos, el relato bíblico nos traslada a un escenario bélico en la tierra de Israel.
Millones de hombres serán movilizados para intervenir en una contienda militar que no es una simple
batalla sino la guerra de Armagedón. Hasta tal punto llegará la masacre que la Biblia utiliza una expresión
que no deja lugar a dudas: la sangre de los soldados llegará hasta los frenos de los caballos. Recordemos
que antes de que todo esto suceda, los verdaderos hijos de Dios, los que han creído y aceptado al Hijo de
Dios, a Jesucristo como su único Salvador y Señor, que forman Su iglesia, serán sacada de la Tierra para
estar con Él en el Cielo, aunque, posteriormente, regresarán con Él a la Tierra.
Nosotros, como cristianos, realmente no tenemos esa actitud "de esperar" los hechos narrados a partir del
capítulo 4 hasta el capítulo 18 de Apocalipsis. El Apocalipsis es un libro profético escrito hace casi 2.000
años, pero cuyo cumplimiento se sitúa en el futuro. Nuestra expectativa se basa en la esperanza de
encontrarnos cara a cara con nuestro Dios y Salvador, Jesucristo. Ni siquiera sabemos el día, o el año
aproximado en el que Él regresará; pero sin duda, lo hará. Puede que sea pronto; puede que sea hoy
mismo, incluso antes de concluir este programa. Pero también podría ser dentro de cien años o, incluso,
cientos de años; nadie puede predecirlo con certeza. Cualquier persona que pretenda fijar una posible
fecha para Su regreso yerra, dado que la Biblia afirma que ni siquiera el Hijo de Dios, Jesucristo, conoce
dicha fecha, sino sólo el Padre. El Dr. Bill Anderson, un conocido estudioso de la Biblia, solía decir: "Dios
está preparando el escenario. Parece que viene pronto".
Ahora bien, una vez dicho todo esto, llegamos al capítulo 19 de Apocalipsis donde leeremos acerca de las
Bodas del Cordero y el regreso de Jesucristo para ejercer su juicio sobre los hombres y sobre las naciones.
En este capítulo nos encontramos, en primer lugar, cuatro "aleluyas", tal y como apreciaremos en los
primeros 6 versículos. Posteriormente leeremos sobre la Esposa del Cordero y la cena de las Bodas del
Cordero, en los versículos 7 al 10. En tercer lugar, asistiremos al regreso de Jesucristo como Rey de reyes y
Señor de señores, en los versículos 11 al 16. A partir de aquí se desencadenará la batalla, la guerra de
Armagedón, en los versículos 17 y 18. A continuación, veremos el castigo del Anticristo y de su Falso
Profeta en los versículos 19 al 21.
Como puede ver, estimado amigo y amiga, el capítulo 19 de Apocalipsis recoge numerosos
acontecimientos, además de suponer un drástico cambio en el tono narrativo del propio libro. La
destrucción de la ciudad de Babilonia, capital del reino del Anticristo, el Dictador, la Bestia, señalará el fin
de la Gran Tribulación. Después de todos los dramáticos y terribles acontecimientos que hemos vivido de la
mano del profeta y apóstol Juan, ahora podemos, al fin, vislumbrar un rayo de esperanza. Los terribles días
del juicio han finalizado. Y asistiremos al evento más esperado de la historia, al menos por los cristianos,
tras la muerte y resurrección de Jesucristo: Su Segunda Venida a la Tierra para establecer Su Reino. Es por
ello que los estudiosos de la Biblia denominan a este capítulo el puente entre la Gran Tribulación y el
Milenio, el reino milenario que el Señor Jesucristo establecerá en la Tierra.
Ahora bien, retrocediendo al comienzo del capítulo, observaremos con mayor detalle dos hechos de gran
significado: Las Bodas del Cordero y el regreso de Jesucristo a la tierra. Un evento sigue al otro.
El capítulo 19 de Apocalipsis, comienza con un sonoro multitudinario aleluya. La traducción de esta palabra
hebrea aparece cuatro veces en el Nuevo Testamento y todas en este capítulo. Esta exclamación significa
"Alabado sea el Señor" y ocurre con frecuencia en el Antiguo Testamento. Cuando leamos el capítulo
completo, observaremos que hay cinco razones por las que ellos alaban a Dios: 1º) Ha librado a su pueblo
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de sus enemigos (v.1); 2º) porque ha administrado justicia (v.2); 3º) porque ha aplastado de forma
permanente la rebelión humana (v.3); 4º) se ha mostrado soberano (v.6) y 5º) porque ha mantenido la
comunión con Su pueblo (v.7). Leamos pues el versículo primero de este capítulo 19 de Apocalipsis, que
dice así:
1Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y
gloria y poder son del Señor Dios nuestro;
Juan comienza utilizando la expresión: "Después de esto"; procedente del griego "meta-tauta". ¿A qué se
está refiriendo exactamente? Se trata, sin duda, a una referencia al tiempo cronológico transcurrido tras la
destrucción de Babilonia al final de la Gran Tribulación, justo antes de que sea establecido de denominado
Reino Milenario de Cristo en la Tierra, en el capítulo 20.
Juan también añade: "Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo". Posiblemente Juan se
está refiriendo a ángeles, porque los Santos se suman a ellos más adelante (v.5). El motivo parece claro: el
regreso inminente del Señor Jesucristo a la Tierra es la causa de semejante profusión de alabanza.
Podemos observar aquí cómo los "aleluyas" han sido reservados hasta la victoria final, y resulta interesante
constatar cómo esta palabra, "aleluya" es habitualmente utilizada en el libro de los Salmos, como por
ejemplo en el Salmo 146 y también en el Salmo 150. El Salmo 150 es un hermoso cántico de alabanza que
bien pudiera haber sido entonado por tal multitud en el cielo. La Gran Tribulación ya ha pasado. ¡Cristo
viene! La iglesia será unida a Cristo a semejanza de una unión matrimonial. El Salmo 104, versículo 35, dice:
"Sean consumidos de la tierra los pecadores, y los impíos dejen de ser." ¿Qué es lo que quiere decir eso? Y
continua: "Bendice, alma mía, a Jehová. Aleluya." Aleluya porque Dios viene a juzgar y los impíos serán
quitados de la tierra. Aleluya como una expresión de alabanza de regocijo ante el comienzo de la última
etapa de la "historia de la salvación".
El apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo 8, versículos 18 al 23, ya habló a este respecto:
"Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera
que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad,
sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la
esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación
gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros
mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos,
esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo".
Muy estimado amigo, y amiga que nos escucha: el reloj de la historia avanza inexorablemente hacia el
cumplimiento perfecto del plan de Dios para la Humanidad. Se acerca el día en el que la Tierra será
liberada de la esclavitud del pecado y la Creación dejará de gemir por el mal trato recibido por parte del
hombre.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee relataba que en su juventud encargó la
construcción de una casa con escaleras para subir a las diferentes plantas. Con el devenir de los años, el
sencillo ejercicio de subir y bajar aquellas hermosas escaleras se tornó, paulatinamente en una pequeña
tortura. Las antaño hermosas escaleras se tornaron en un horroroso instrumento de tortura en el que cada
escalón era capaz de arrancarle un doloroso gemido. Su esposa le decía que no era necesario gemir a cada
paso, pero él le solía responder que el gemido era algo santo y bíblico: "Nosotros también gemimos dentro
de nosotros mismos", dice la Escritura. Anécdotas aparte, estimado oyente, algún día ya no habrá más
gemidos, sino sólo "Aleluyas". De esto nos habla toda la Biblia, y especialmente este pasaje. Algún día ya
no habrá más problemas, ni sufrimientos, dolores, ni problemas de salud, ni guerras entre los hombres, ni
entre éstos y Dios.
Lo cierto, estimado amigo, es que Dios merece ser alabado porque de Él proviene nuestra salvación; Él
merece ser alabado por Su inmensa gloria y Su infinito poder. Cada uno de estos tres atributos debería
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despertar en nuestros corazones un intenso sentimiento de alabanza, no por obligación, sino por gratitud y
amor hacia Él. Su Gloria, debería despertar nuestra reverencia. Y Su inmenso poder, siempre ejercido con
amor, y justicia, debería despertar en nosotros confianza y descanso. Estos tres elementos; la gratitud, la
reverencia y la confianza, son los ingredientes de la verdadera alabanza.
En este pasaje, Dios es alabado porque ha ejercido su Justo y Verdadero juicio. El juicio es la consecuencia
inevitable del pecado. El famoso científico T.S. Kepler solía afirmar lo siguiente: "No se puede quebrantar la
ley moral más fácilmente que la ley de la gravedad". Dios es el único perfecto en Sus juicios por tres
razones: 1ª, porque sólo Él puede ver los pensamientos y deseos íntimos de una persona. 2ª, porque Él es
el único que tiene esa pureza capaz de juzgar sin prejuicios. Y 3ª, porque sólo Él posee la sabiduría para
encontrar el juicio correcto y que tiene el poder para aplicarlo.
La iglesia falsa, la seudo-iglesia, aquella que pretenderá aglutinar a todas las religiones, pero sin proclamar
a Jesucristo, el Hijo de Dios en quien hay perdón y salvación eterna; quien por Su obediencia y amor vino a
este mundo para saldar la deuda de los pecados y transgresiones del ser humano muriendo en una cruz, y
quien resucitó al tercer día para interceder, como abogado defensor, ante el Dios Padre, hasta su regreso a
la Tierra; esa iglesia falsa, llamada también "la gran ramera", será juzgada por Dios, porque habrá
corrompido al mundo. Dicen, que el peor de los pecados, es el de enseñar a pecar a otros. Y aquí
encontramos otra razón para regocijarse: El juicio justo de Dios es la garantía fiel de que Dios nunca
abandona a los Suyos de manera indefinida.
Juan, el apóstol, tiene siempre un doble propósito: el primero, relatarnos las cosas que habrán de suceder
cuando Jesucristo regrese de nuevo, con el ánimo de alentarnos a "estar preparados y vivir cada día con la
pasión y con la excelencia de como si fuera el último". El segundo; desafiarnos a alcanzar mayores cotas
espirituales, a seguir sumergiéndonos en las profundidades de la Palabra para disfrutar lo que está por
debajo de la superficie, y que antes nos quedaba oculto a los ojos. Juan, el último autor de la Biblia, nos
recuerda que hay "vida después de la vida", y que está a nuestro alcance decidirnos, mientras tengamos
tiempo.
Los ángeles que alaban a Dios a gran voz nos enseñan aun otra cosa que no deberíamos olvidar: a llevar
una vida de alabanza, por el sencillo motivo de que deseamos honrarle sobre todas las cosas, porque Le
amamos de todo corazón, hasta tal punto, de que deseamos obedecerle en todo, cueste lo que cueste.
El verdadero sentido de la alabanza y adoración va mucho más allá de cualquier expresión musical,
lingüística o cultural. Es una actitud, un código universal que solamente comprenden quienes han hecho de
sus propias vidas una manifestación constante de alabanza y adoración a Dios. No necesitamos ir a una
iglesia para alabar a Dios, porque podemos hacerlo mientras trabajamos, mientras cocinamos, hacemos
deporte, conducimos, mientras esperamos en la cola para pagar la compra. Y, además, no sólo podemos
alabar a Dios con palabras o pensamientos, sino también con nuestros actos; podemos alabar a Dios
mientras estamos haciendo algo "como si fuera para Él". Si usted trabaja de manera excelente y realiza
cada una de sus tareas con la mayor excelencia, "como si fuera para Dios", está alabando a Dios. Y aunque
usted no fuera valorado por su jefe en su trabajo, si trabaja como para Dios, eso es adoración: es dedicarle
a Él todo lo que usted hace, todo lo que usted dice, todo lo que usted piensa. La alabanza, querido amigo y
amiga, son más que palabras: es un estilo de vida.
Apocalipsis 19
Versículos 11-21
11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero,
y con justicia juzga y pelea. 12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y
tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Tanto para ayudar a los nuevos oyentes que hoy nos acompañan, como aquellos amigos ya habituales,
vamos a recordar algunos detalles comentados en programas anteriores. Hemos llegado al momento del
regreso del Señor Jesucristo a la Tierra. ¡Qué suceso más emocionante, amigo oyente! Esta Segunda
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Venida del Hijo de Dios es el clímax, ya que hasta ahora, hemos visto en este libro de Apocalipsis, la
historia de la iglesia, desde el día de Pentecostés, hasta el momento en que la iglesia fue llevada, o
"arrebatada", al Cielo en un evento sobrenatural.
A partir del capítulo 4 y hasta el capítulo 18, nos hemos encontrado sumergidos, contemplando los siete
años que dura el período de la Gran Tribulación, que tendrá dos fases o tiempos, de tres años y medio cada
uno. Ese período concluye con la Venida de Jesucristo a la Tierra para establecer Su Reino.
Existe una idea muy vaga sobre el futuro de nuestro planeta Tierra. Algunos no creen en nada específico,
otros reducen todos los crecientes males presentes como subsanables con el empleo de los vertiginoso
avances tecnológicos; algunos han oído "algo" acerca del Apocalipsis, pero lo relacionan con alguna
película de Hollywood, y los menos, saben, pero no se aclaran muy bien, que un día, ese Jesús considerado
"histórico", volverá a la Tierra, pero no ya como un indefenso niño, sino como Rey, para instaurar la paz
verdadera, en un Reino presidido por el amor, la justicia, la unidad entre todos los pueblos. También
piensan que Jesucristo pondrá a los "buenos" en un lado, que sería el cielo, y a los "malos" en otro, que se
llama el infierno eterno. Estimado amigo y amiga oyente: no será tan sencillo, ni tan simple. Al leer la
Palabra de Dios somos conscientes del hecho de que Dios tiene un plan, un propósito y programa para esta
Tierra que Él está siguiendo de manera muy clara y rigurosa.
Debemos reiterar que este será el momento de la historia universal, el clímax hacia el cual todos los
eventos se están dirigiendo. El contraste que aquí observamos, con respecto a Su primera Venida, es muy
revelador, absolutamente extraordinario.
Amigo oyente, cuando Él vino por primera vez, Él vino como lo expresa poéticamente George McDonald:
"Estaban esperando a un rey que destruyera a sus enemigos, que los elevara muy en alto, y Él vino, como
un pequeño bebé, que hizo llorar a una mujer". Así es como entró al mundo, Jesús. Fue manso y humilde.
El Salvador, el que murió por los pecadores. Ahora le veremos regresar en toda Su gloria y poder. ¡Qué
visión! Ésta es la manifestación final de la Ira de Dios sobre los pecadores en el mundo. La rebelión de
Satanás, de los demonios y de la humanidad es detenida y juzgada. Él aplastará toda injusticia antes de
establecer Su Reino de justicia. El Cielo se abrió en Apocalipsis, capítulo 4, versículo 1, para permitir que
Juan, como representante de la Iglesia, entrase al Cielo donde pudo contemplar a los Ancianos, es decir, al
conjunto de la Iglesia, que ya está allí. Y ahora, en el capítulo 19 el Cielo vuelve a abrirse para la magnífica
salida del Señor Jesucristo. El caballo blanco sobre el cual está montado es un animal de guerra. Cuando
Jesús estuvo en la Tierra, Él entró en Jerusalén montado en un pollino, un asno joven, que, aunque era un
animal de reyes, significaba paz, y no guerra. Juan le ve montado en un caballo blanco, lo que habla de
guerra.
Jesucristo es llamado aquí "Fiel", porque Él ha venido a llevar a cabo este extenso programa de Dios, y todo
aquello que ya había sido profetizado. Aquellos que se burlaban decían: "¿Dónde está la señal de Su
venida?" La señal es que Él ya ha llegado, está aquí. Él es fiel, siempre. El Señor Jesucristo es el único en el
cual usted y yo, amigo, amiga oyente, podemos confiar, y en el cual podemos descansar, porque Él es, ha
sido, y será siempre FIEL.
También se Le llama aquí "Verdadero". Intrínsecamente, Él es verdadero. Él dijo: "Yo soy la verdad". (Juan
14:6). Él no es alguien "que dice la verdad". Él es la verdad. Él es quien establece las normas de la verdad.
Él es la vara que mide la verdad. Él hoy es la verdad. ¡Qué maravilloso es tener a Alguien en quien confiar!
Y aquí vemos que Él ha venido a juzgar y a pelear, no para morir otra vez en una cruz.
Luego Juan continúa describiéndole: "Sus ojos eran como llama de fuego." En el capítulo 1, recordemos,
versículo 14, leímos que Sus ojos eran como llamas, mientras caminaba por las iglesias, juzgándolas. Ahora
había llegado la hora de juzgar la Tierra y derrotar toda injusticia.
Y dice: "Y había en su cabeza muchas diademas." Esto nos indica que Él será el único gobernante de esta
Tierra. Su gobierno no hará concesiones, será una completa y absoluta dictadura celestial.

63
Para aquellos que no hayan aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, para los que vivan en ese
tiempo será un período incómodo, porque Él será un dictador, pero justo y verdadero. Él será el Rey de
reyes y el Señor de señores.
En el versículo 12 leemos: "Tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino Él mismo." ¿Cuál será ese
nombre? Aquí se Le dan cuatro nombres, los cuales corresponden a los cuatro Evangelios. En 1º lugar, es
llamado el Rey de reyes. Ese título corresponde al Evangelio según Mateo, porque Mateo presenta a
Jesucristo, como un Rey. 2º.- Él es llamado Fiel y Verdadero. El Evangelio de Marcos Le presenta como el
Siervo de Dios; la característica más importante en un siervo no es su genealogía, sino "si es confiable". A
un siervo se le pide fidelidad y confianza, ser "fiel y verdadero". 3º. El Señor Jesucristo es llamado la
Palabra de Dios. Esto lo leemos en el Evangelio según Juan, donde se le denomina así: "En el principio era
el Verbo . . . y aquel Verbo fue hecho carne." (Juan. 1:1,14). El Verbo de Dios, la Palabra de Dios.
¿Cuál es este nombre que ninguno conoce? Bueno, nosotros tenemos una sugerencia. Corresponde, en 4º
lugar a lo que dice el Evangelio de Lucas, donde es presentado como Jesús, el Hijo del Hombre. Y éste es el
nombre que tenemos aquí: Jesús. Hoy en día existe demasiada familiaridad en la utilización de ese
nombre; se lo utiliza para jurar y blasfemar. Pero éste es un nombre que usted y yo vamos a tener que
proclamar a través de la Eternidad. Él es Jesús, el Hijo del Hombre. ¿Conoce usted verdaderamente a Jesús,
amigo oyente?
Ésa es la razón por la cual el apóstol Pablo podía decir, no al principio de su ministerio, sino al final, antes
de ser ejecutado, en su epístola a los Filipenses: "A fin de conocerle, y el poder de su resurrección."
(Filipenses 3:10). Nadie conoce al Hijo sino el Padre. Creemos que para los verdaderos cristianos, los
auténticos hijos de Dios, cuando lleguemos al Cielo, lo más grandioso será el conocer a Jesucristo, verle
¡cara a cara!
Hay muchas personas que cuando se las llega a conocer bien, ya no resultan tan atractivas como nos
parecía, ¿verdad? Pero, con Jesucristo es todo lo contrario; cuánto más Le conocemos, más cercanía e
intimidad experimentamos en Su presencia; nuestro amor por Él aumenta como también nuestro deseo de
"ser como Él es", y de hacer lo que Él nos pide. En el evangelio según Juan, capítulo 14, versículo 7
Jesucristo dijo: "Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis
visto." Y en el capítulo 14 del mismo evangelio según Juan, versículo 9, dice: "Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo
hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;
¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?" Y luego en esta oración intercesora que Él pronunció en el
capítulo 17 del mismo evangelio de Juan, en el versículo 3 leemos: "Y esta es la vida eterna: que te
conozcan a ti, el único Dios verdadero."
El aprendizaje de conocer a Jesucristo es como una escuela, en la cual se comienza en el grado inferior.
Cuando llegamos a Jesucristo, cargados con nuestras penas, dolores, quebrantos, angustias y todos
nuestros pecados, Jesucristo se nos revela como nuestro Salvador y Amigo personal. Y a medida que
continuamos nuestro camino a Su lado, más se nos revelará, más conocimiento tendremos, y nuestra
confianza y fe aumentará a medida que caminemos junto a Él. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J.
Vernon McGee contaba que después de jubilarse Su deseo ferviente era conocer mejor aún al Señor Jesús.
Cada mañana al levantarse, le daba gracias al Señor por otro día más de vida. Le decía: "Señor Jesús, te
amo, te amo aun cuando no entiendo bien, aun cuando pareces estar muy lejos. ¡Quiero conocerte mucho
más!" Y pedía que el Espíritu de Dios le ayudara a conocer más a la persona de Jesucristo. El dulce nombre
de "Jesús", amigo, amiga oyente, tiene un poder extraordinario que apacigua y calma a nuestra alma en
momentos de extrema angustia y dolor; infunde aliento, esperanza y fuerza, porque su "Nombre, es sobre
todo nombre". En el Cielo tendremos toda una Eternidad para conocer al Señor Jesucristo.
Los versículos 13 al 16 de este capítulo 19 de Apocalipsis, dicen:
13Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. 14Y los ejércitos
celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15 De su boca sale una

64
espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino
del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY
DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.
El versículo 13 comienza diciendo: "Estaba vestido de una ropa teñida en sangre". Y también en el versículo
15, leemos: "Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. " Eso nos hace regresar al
libro del profeta Isaías. Usted recordará que leímos en el capítulo 63, los primeros 3 versículos que dicen:
"¿Quién es este que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿Éste hermoso en su vestido, que
marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar. ¿Por qué es rojo tu
vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie
había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché
todas mis ropas."
Esta es una referencia a la Segunda Venida, no a la primera venida de Cristo. El apóstol Juan comenta que
Él regirá con vara de hierro. Eso nos recuerda lo que dice el Salmo 2. Él es Aquel de quien Dios dijo: "Pero
yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: mi hijo eres
tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de
la tierra." ¿Cómo llegará a obtenerlas? En Su Primera Venida padeció hasta la muerte, pero ahora regresa
para, como dice el Salmo 2, versículos 6 al 9: "Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero
los desmenuzarás." De este evento nos está hablando Juan aquí en Apocalipsis. La Segunda Venida de
Jesucristo, a esta Tierra.
El furor de Su ira, en Su Segunda Venida, será un gran contraste con la mansedumbre que demostró en Su
Primera Venida. Sin embargo, en ambos se revela la Ira del Cordero.
Llegamos ahora al final de la "guerra de Armagedón". Esta es la definitiva batalla final. Leamos los
versículos 17 y 18 de este capítulo 19 de Apocalipsis:
17Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en
medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, 18 para que comáis carnes de reyes y de
capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos,
pequeños y grandes.
Para nuestra mente moderna este texto de las Escrituras es incomprensible y repugnante. Observemos
que Dios lo incluye al final de Su Palabra, como para recordarnos lo repugnante y nauseabundo que
resultan para Él "las obras de la carne". Los hombres que viven "en la carne", -que significa "vivir a mí
manera", con una mente materialista, hedonista, consumista; todo este conjunto de auto-gratificación
significa "la carne"- las personas que vivan "en la carne", verán su carne destruida. Al final de la gran
batalla que pondrá fin a la "guerra de Armagedón" un ángel invitará a las aves carroñeras a que acudan a
esta gran cena, a este banquete en la Tierra, donde podrán saciarse, -dice: "Para que comáis carne de
reyes y de capitanes, y carnes de fuertes." Es terrible rebelarse contra Dios Todopoderoso, porque Él
juzgará a todos los que "no están con Él, sino en contra de Él". Ahora, continuemos con los versículos 19 y
20 de este capítulo 19 de Apocalipsis, donde, por primera vez, se abre el Infierno:
19Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el
caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante
de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían
adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.
La Bestia y el Falso Profeta desafiarán a Dios hasta el último momento. La bestia mencionada aquí es el
Anticristo, ese gobernante político que llegará a ser el dictador mundial, y su brazo derecho, el Falso
Profeta, el gobernante seudo-religioso, responsable de propagar la adoración y la veneración de este falso
"salvador del mundo", que incluso fabricará una imagen del gobernante mundial y la colocará en Jerusalén
como objeto de culto, ambos serán tomados. Y el versículo 21 nos dice:

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21Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las
aves se saciaron de las carnes de ellos.
La rebelión del hombre contra Dios es inútil y absurda. Estos dos grandes tiranos rebeldes, el Anticristo y el
Falso Profeta, tienen la dudosa distinción de ser los primeros en ser arrojados al Infierno. Todavía no es la
hora del castigo de Satanás, el diablo, Él todavía no ha llegado a ese terrible lugar.
Surge, naturalmente, la pregunta de si el lago de fuego es un sitio real, y si hay que interpretarlo de forma
literal. Bueno, amigo, y amiga oyente, vamos a regresar a este tema cuando estudiemos el siguiente
capítulo 20 de Apocalipsis. Si este sitio no es real, entonces se demostrará que será peor, peor que un lago
de fuego que arde con azufre. Piense en esto hasta que lleguemos a estudiar el capítulo 20.
"Con la espada que salía de Su boca." ¿Qué será esto? Claramente vemos en la Palabra de Dios lo que
significa "la espada". Es la misma Palabra de Dios. Es Su Palabra. "Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz,
y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón", Carta a los Hebreos, capítulo 4,
versículo12. Y el apóstol Pablo escribió en su epístola a los Efesios, capítulo 6, versículo 17: "Y tomad el
yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios."
El profeta Isaías, en el capítulo 11, versículo 4 de su libro, nos dice: "Sino que juzgará con justicia a los
pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el
espíritu de sus labios matará al impío."
Apocalipsis 20
Versículos 1-5
.
Es cierto que el Milenio se menciona solamente en este capítulo. La palabra "Milenio" viene del latín, y
significa "un mil", y en el contexto de nuestro libro profético, "Milenio" significa mil años. También en
griego, la palabra "kilioísmo" significa literalmente "mil" y ésa fue la manera en que la primera iglesia
cristiana se refería a este particular tiempo.
Como resultado de los diversos criterios que existen acerca del Milenio, han surgido tres escuelas muy
definidas en el área de la interpretación de este capítulo 20 de Apocalipsis. Ya hemos hablado
anteriormente sobre esa cuestión. Trataremos de explicarlo de manera muy sucinta. La primera escuela es
el "post-milenarismo", que asumía que Cristo vendría a la conclusión de ese período de mil años. Es decir,
que sería el ser humano quien traería el reino, por medio de la predicación del Evangelio. Éste es un punto
de vista muy optimista que prevaleció a principios del siglo XX. Se pensaba que llegaría a tener lugar una
conversión a Cristo de carácter mundial, y que toda la población mundial sería convertida, llevada al
conocimiento de Jesucristo.
Pero ese punto de vista ya ha sido considerado como anticuado, obsoleto. No pudo superar la primera
mitad del siglo XX que produjo dos guerras mundiales, una depresión mundial, el surgimiento del
comunismo, y la bomba atómica. Por tanto, el post-milenarismo ya no es considerado como una
interpretación válida.
Otro punto de vista es el "a-milenarismo". Cuando en el griego se antepone una "a", significa, en este
particular caso, que no se acepta el Milenio. Ésta ha llegado a ser una postura popular solamente en los
últimos años, y ha reemplazado en su mayor parte al post-milenarismo. No mantiene un optimismo falso, y
en su mayor parte sí enfatiza la Segunda Venida de Cristo. Su debilidad principal es que espiritualiza los mil
años, como también lo hace con todo el libro de Apocalipsis. Coloca al Milenio en la era presente. En
realidad, la interpretación del Dr. Warfield de que el Milenio se está desarrollando en el Cielo, mientras la
tribulación tiene lugar aquí en la Tierra, es difícil de sostener, porque creemos que en el Cielo se
mantendrá un Milenio, no sólo por mil años, sino de Eternidad a Eternidad. Ése es un punto de vista.

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Ahora, el pre-milenarismo, por el contrario, toma el capítulo 20 de Apocalipsis "al pie de la letra",
aplicando una interpretación literal, como lo hace con todo el libro de Apocalipsis, a no ser que el contexto
instruya de otra manera. Tuvimos un ejemplo de esto en el capítulo 19, donde dice que cuando el Señor
venga, lo hará con una espada que saldrá de Su boca. Creemos que las Sagradas Escrituras presentan
claramente, que se hace referencia a la Palabra de Dios, la cual es "como una espada". Es una cita del
apóstol Pablo, que escribió en Efesio 6, versículo 17, que debemos tomar la espada del Espíritu, que es la
Palabra de Dios. Es necesario tener una razón bíblica para cualquier la interpretación.
Ahora, debemos declarar que el enfoque de nuestros estudios bíblicos se puede considerar como pre-
milenarista, como también pre-tribulacionista. Entendemos que esto es lo que enseña el apóstol Juan aquí.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee hace tiempo enfatizó que no puede haber un
reino de paz y justicia absoluta de mil años con el Señor Jesucristo como el Gobernante mundial, llamado
"Milenio", hasta que Satanás sea quitado de la escena terrenal. No podrá existir en nuestro planeta ese
estado ideal, si Satanás continúa en libertad.
En segundo lugar, la "maldición del pecado" debe ser quitada de la Tierra física antes de que pueda
establecerse el Milenio. Las profecías anuncian que entonces "el desierto florecerá" como una rosa, algo
que no ha ocurrido ni está ocurriendo en la actualidad.
En tercer lugar, la "resurrección de los santos del Antiguo Testamento", tiene que tener lugar al principio
de los mil años, después del período de la Tribulación. El profeta Daniel presentó esta cronología
claramente en el capítulo 12 de su libro. El Señor Jesucristo no los va a resucitar hasta que concluya el
período de la Gran Tribulación. En el capítulo 12 de Daniel, versículos 1 y 2, leemos: "En aquel tiempo se
levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia,
cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo,
todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán
despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua."
Ahora, aquí se está hablando de Israel. Así es que tenemos aquí el período de la Gran Tribulación y la
resurrección de "los santos del Antiguo Testamento". Veremos más adelante la resurrección de "los santos
de la tribulación". En cuarto lugar, "los santos de la tribulación" están incluidos también en la resurrección
de "los santos del Antiguo Testamento". Ya llegaremos a ver esto también algo más adelante, porque ellos
reinarán con el Señor Jesucristo durante el Milenio.
El Milenio es la prueba final del ser humano bajo condiciones ideales. Ésta es la respuesta a aquellos que
afirman que no hay nada malo en el hombre, que las circunstancias y las condiciones son las que le
condicionan. Pero el ser humano, hombre y mujer, es un pecador incurable, incorregible. Aun así, al fin del
milenio, después de haber disfrutado del gobierno perfecto y justo de Jesucristo, todavía habrá rebelión
contra Dios. No nos damos cuenta de nuestra verdadera condición, que somos pecadores, estimado amigo
oyente. Si usted y yo pudiéramos vernos a nosotros mismos, como Dios nos ve, no asombraríamos,
probablemente no podríamos soportar semejante visión de nosotros mismos. Creemos que, viendo lo que
hay a nuestro alrededor, somos bastante buenos, ¿verdad? Pero, Aquel que tiene el poder para escudriñar
con Sus ojos santos los profundos abismos de nuestra alma, esos recovecos tan escondidos, sólo Él sabe
qué y cómo somos realmente.
El milenio será la prueba final de la Humanidad antes del comienzo del estado divino. El Milenio es la
respuesta de Dios a la oración que casi todos conocemos de memoria: "Venga Tu reino", en esa oración
ejemplar que Jesucristo enseñó y a la que llamamos "El Padre Nuestro". Cuando esta oración dice: "Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra," (Mateo 6:10), este reino al que se
refiere el Señor Jesús es aquel que se establecerá en la Tierra, al que se le denomina "el Milenio". Ése es el
reino que le fue prometido a David; Dios juró que iba a establecer ese reino. Este reino fue profetizado en
los Salmos y en los libros de los profetas. Todos los profetas hablaron de este reino, tanto los profetas
mayores, como los menores. En realidad, el reino teocrático establecido sobe esta Tierra, es el tema de

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todos los profetas del Antiguo Testamento. Bien, veamos ahora lo que nos dice el texto del capítulo 20 de
Apocalipsis; vamos a leer los primeros tres versículos:
1Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. 2 Y prendió al
dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; 3 y lo arrojó al abismo, y lo
encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil
años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo.
En estos tres primeros versículos se mencionan dos veces la expresión "mil años" y unas seis veces en todo
este capítulo 20. Es cierto que "el Milenio" sólo se menciona en este capítulo", pero si Dios lo menciona 6
veces, será que Él le otorga una especial importancia. Aquí la referencia de los mil años está relacionada
con Satanás, el diablo, que es arrojado al profundo abismo por ese período de tiempo.
Algunos expositores bíblicos separan este evento del Milenio, es decir, que lo clasifican como la escena
final del ya mencionado "Día de la Ira". Este punto de vista le resta impacto a la crasa distinción que habrá
en la Tierra cuando Satanás será quitado, atado y recluido. Él estará encarcelado durante el reinado de
Jesucristo sobre la Tierra, durante el Milenio, y por lo tanto estará ausente. Esto significará un
trascendental cambio para todo el planeta, porque la luz penetrará la Luz del Mundo, Jesucristo. Satanás
es el gobernante de este mundo, el príncipe de la potestad del aire, (Efesios 2:2), y su poder e influencia en
el mundo va mucho más allá de lo que en general se pueda entender, o creer. Su salida de este mundo
?será atado y echado al abismo- abre el camino al Milenio. Satanás tiene que ser quitado de la escena
terrenal, para que produzca el comienzo del reino anunciado proféticamente del Hijo de Dios.
En nuestro tiempo actual, más que nunca grandes personajes hablan sobre la paz, firman tratados y
convenios en un intento de traer paz a nuestro planeta la Tierra. Y llegará un personaje carismático, que
fascinará a todos los gobiernos y naciones con esa promesa de traer la anhelada paz y la esperada justicia
social. Ese personaje será el Anticristo, quien aún contando con el apoyo de todas las naciones, y
gobernando como único soberano mundial, no será capaz de lograr una paz estable, duradera, aunque por
un corto período de tiempo parecerá tener éxito. El poder de Satanás se reducirá, porque como hemos
leído, un ángel sin categoría especial lo reducirá y lo llevará cautivo. Será confinado al abismo, pero
notemos que este no es el Lago de fuego y azufre, que será su último destino; esto lo veremos algo más
adelante. Después de esos mil años, el reinado del Milenio, Satanás será liberado por un breve tiempo.
Aquí es donde nos encontramos con una pregunta muy válida, y que nos resulta un dilema, ¿por qué es
liberado Satanás, al que también se le llama la Serpiente antigua, el Dragón? Después de haber sido
reducido, encadenado y arrojado al abismo, ¿por qué le deja Dios en libertad por un breve período de
tiempo? Bueno, el Dr. Lewis Sperry Chafer, respondió a esta pregunta lo siguiente: "Si me pudieran explicar
por qué Dios le dejó libre en el primer lugar, en la antigüedad, entonces podría responder por qué Dios le
dejará libre en el segundo lugar, en el futuro".
¿Por qué le dejó Dios libre? Bueno, Dios tiene un propósito que no nos ha sido revelado, y nuestra mente
humana no ha podido comprender muchos de Sus misterios, entre ellos el gran problema del mal. ¿Por
qué ha permitido Dios que exista "el mal"? En Su tiempo, en Su momento, Dios nos revelará lo que hoy
sólo podemos admitir por fe. Todo lo que Dios nos pide es que andemos por fe, no por nuestro
conocimiento, ni nuestra inteligencia, o sentido común. Confiamos en Dios, y le animamos, estimado
amigo, amiga oyente a emprender también ese camino de fe y confianza en la sabiduría y la grandeza de
Dios Padre, del Creador, el autor y dueño de todo el macro y el micro cosmos.
El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee contaba esta experiencia personal: "Recuerdo
que cuando yo era pequeño, mi padre me llevó en un viaje que hicimos en un carruaje tirado por un
caballo. De pronto se desató una fuerte tormenta, y yo tenía mucho miedo. Soplaba el viento, y la
tormenta estaba sobre nosotros; hacía frío, llovía, y nos estábamos mojando". Y recuerda el Dr. McGee:
"Nunca me olvidaré que mi padre puso su brazo alrededor mío, y me dijo: ?Hijo, puedes confiar en mí?. Y
así lo hice. Me acerqué a mi papá, y confié en él. Me sentí abrigado, protegido, y ya no tenía miedo a los

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relámpagos, ni los truenos. Y conseguimos salir de esa tormenta sin más consecuencias. Ahora, mi padre
terrenal se marchó muy pronto. Murió cuando yo tenía sólo 14 años. No he tenido un padre terrenal por
mucho tiempo, pero he tenido un Padre Celestial por muchísimos años más. Y así es que, a través de las
tormentas de esta vida, y con todos los problemas que se me han presentado, he tenido en Quien confiar".
Nos gustaría tener una respuesta muy concreta para explicar la existencia del "Mal", pero no nos ha sido
revelado. Y sólo podemos confiar y descansar en nuestro Padre Celestial.
Ahora, leímos que Dios encarcelará a Satanás por mil años. No se podrían cumplir las numerosas profecías
acerca del Milenio, el reinado de paz sobre la Tierra, si el enemigo eterno de Dios ronda por el mundo.
Continuamos leyendo ahora el versículo 4 de este capítulo 20 de Apocalipsis, nos dice:
4Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años.
A los que aquí menciona el apóstol Juan son los santos de la Tribulación, los mártires que sufrieron hasta la
muerte, ahora son resucitados. Los "santos de la Tribulación" harán un cambio muy interesante: los tres
años y medio de sufrimiento durante la primera etapa de la Tribulación, por resucitar y vivir los mil años
del reinado de Jesucristo. Serán creyentes que soportarán todo tipo de aflicciones, privaciones y
tormentos, siendo perseguidos por su fe, porque esos tres años y medio será terribles. Continuemos con el
versículo 5 de este capítulo 20 de Apocalipsis, nos dice:
5Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera
resurrección.
Fijémonos en esta afirmación: "Esta es la primera resurrección." Juan nos informa que la primera
resurrección incluye a la Iglesia. En primer lugar, fue Jesucristo quien fue resucitado. Luego, la Iglesia es
resucitada; luego "los santos del Antiguo Testamento"; y entonces "los santos de la tribulación". Todo esto
constituye la primera resurrección. Y esa es la resurrección de los salvos, de los creyentes en Jesucristo. La
resurrección de los perdidos, los que nunca aceptaron a Jesucristo como Hijo de Dios, y como su Salvador
personal, su resurrección tomará lugar por separado. Ya veremos este evento cuando lleguemos a ese
pasaje bíblico que estudiaremos algo más adelante.
Muchas personas tienen una idea completamente equivocada con respecto al "fin del mundo". Piensan
que Jesucristo vendrá algún día; que todos los muertos resucitarán, y que Cristo colocará a la gente
"buena" en un lado, y los "no tan buenos", en otro, y entonces, todos vivirán eternamente y para siempre.
Estimado amigo, amiga oyente, Dios tiene un programa, un plan, y Él sigue Su programa, Su plan ya
establecido.
Apocalipsis 20
Versículos 4-9
4Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con
Cristo mil años. 5 Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la
primera resurrección. 6 Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda
muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil
años.
El apóstol Juan utiliza en los primeros 9 versículos del capítulo 20 de Apocalipsis la expresión "mil años" en
seis ocasiones. Recordemos que en la actualidad existen tres criterios respecto a este tema de los "mil
años" del reinado del Señor Jesucristo en la Tierra. Está la postura pre-milenarista, que defiende la
interpretación de que se trata de un periodo de tiempo literal de mil años durante los cuales Jesucristo, en
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cumplimiento de numerosas profecías del Antiguo Testamento, reinará sobre la Tierra. La postura post-
milenarista, en cambio, explica el texto bíblico como un periodo simbólico de mil años que correspondería
a una era de justicia y prosperidad espiritual, que se iniciaría con la propagación del Evangelio y que
culminaría con el regreso de Jesucristo. La tercera postura se llama A-milenarista e interpreta los mil años
como una simple alusión simbólica a un periodo extenso de tiempo que ya se habría cumplido en la Iglesia.
La primera iglesia cristiana, la que se formó después de Pentecostés, creía en los mil años literales. En el
griego se utilizaba la palabra "kiloísmo", que significa, efectivamente "mil". La iglesia primitiva creía en lo
que era conocido entonces como "kilias", y ése era su mensaje y predicación. Aquellos que rechazaban
esta interpretación eran considerados como "en un estado de herejía".
Más adelante comenzaron las diversas corrientes de interpretación, cuando se pensó que quizá los mil
años serían una consecuencia del ministerio de la Iglesia. Que la iglesia produciría un "mundo perfecto", y
que Jesucristo podría venir y encontrar este mundo funcionando de una manera ordenada, y en paz. Pero
este pensamiento es contrario a lo que leemos en este texto bíblico. Jesucristo vendrá con juicio, y si todas
las naciones estuvieran en orden, disfrutando de una espléndida paz y un bienestar de justicia y
prosperidad, entonces Él no tendría que afrontar ninguna situación de rebeldía, no habría ni guerra o
juicio. Hubo una época en la que teólogos y religiosos pensaban y creían que la Iglesia iba a formar un
reino aquí en la tierra. En el año 1.883, un comentarista llamado Justino A. Smith hizo la siguiente
declaración: "? qué fuerza más tremenda es la del Cristianismo en la actualidad, cuando ya se ha dicho
todo. ¿Cómo se puede concebir que este auspicioso poder, que tan rápidamente se está apoderando de
toda la Tierra, pueda ir a parar en esa imbecilidad que parecen predecir algunos de los que defienden el
Milenio?" Hasta aquí la cita. Estimado amigo, amiga oyente, hace sólo algo más de un siglo a los que
interpretamos La Biblia, las profecías de manera "literal" nos hubieran acusado de ser pesimistas. Creemos
que la situación de nuestro planeta va degenerando, a todos los niveles, y que habrá una apostasía abierta
y resistente a las enseñanzas de Jesucristo, y a Su Iglesia.
Hace algo más de un siglo atrás, el Cristianismo era vigoroso y la predicación del Evangelio atraía a millones
de personas hambrientas de la Palabra de Dios. Se estaba convencido de que el Evangelio de las "Buenas
Noticias" se extendería por todo el mundo, y que llegaría a influenciar a los gobiernos y las naciones con el
mensaje de paz, amor y justicia de tal manera que esas virtudes serían adoptadas universalmente, creando
así un mundo estable, justo y en paz. Obviamente, no fue así, y este planeta sufrió dos contiendas a gran
escala, las dos guerras mundiales, que trajeron la muerte y el sufrimiento a miles de millones de personas.
Bueno, estimado amigo, amiga oyente, la triste realidad es que, la así llamada civilización europea, o
civilización cristiana, se está desintegrando, y sus gobiernos, y la sociedad que los compone, ya poco tienen
que ver con los principios originales que le dieron una fortaleza espiritual.
El Dr. Charles Hodge, un estudioso de La Biblia y destacado teólogo, dijo lo siguiente: "El tema de las
profecías no puede ser discutido correctamente si no se ha realizado un estudio profundo de todas las
enseñanzas proféticas de las Escrituras, tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. Esta tarea no
puede desarrollarse satisfactoriamente por una persona que no ha realizado un estudio profundo y
exhaustivo de las profecías, y lo ha hecho su especialidad".
Hoy en día, en nuestra actualidad encontramos que hay mucho interés en el tema de las profecías.
Creemos que las profecías constituyen una materia muy importante, de hecho es una materia vital. El
autor de estos estudios bíblicos, que presenta "La Fuente de la Vida", el Dr. J. Vernon McGee, afirmaba que
él había estudiado estos temas durante más de 40 años, y que les había prestado una atención especial. En
cierta ocasión se le preguntó acerca del motivo por el cual él hablaba con tanta insistencia acerca de la
profecía. El Dr. McGee respondió que le preocupaba la ignorancia y el profundo desconocimiento que
observaba hasta en personas que se dedicaban a la enseñanza bíblica.
Ciertas sectas y grupos religiosos se han aventurado en establecer fechas para ese gran evento que se
denomina "el arrebatamiento de la Iglesia", que es cuando Dios, de una manera sobrenatural recogerá a

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todos los creyentes genuinos en la fe en Jesucristo, en un instante, y los llevará al Cielo, justo antes del
comienzo del período llamado "la Tribulación". Todos los que se arriesgaron a dar una fecha determinada,
resultado de equilibrios matemáticos y bíblicos, han tenido que desdecirse. No creemos que se pueda
predecir ni fijar fecha alguna en términos absolutos. Este evento podría ocurrir el día de mañana, o
cualquier otro día. Dios tiene Su propio horario, Su propio plan, Su propio programa, y no ha sido revelado
en qué día, año o mes este evento que marcará el comienzo de los "últimos días", los siete años que
constituyen el período más difícil y doloroso en toda la historia de la Humanidad. Pero sí, por muchos
detalles estamos viendo la preparación del adecuado escenario para que se cumplan todas las profecías
que ya fueron anunciadas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento.
Bien, en la primera parte del versículo 4 del capítulo 20 de Apocalipsis, leemos:
4aY vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús
El apóstol Pedro, en su segunda epístola, capítulo 1, versículo 20 escribió: "Entendiendo primero esto, que
ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada." O sea, que no es admisible sacar un
versículo de las Sagradas Escritura, fuera de su contexto, aisladamente y utilizarlo como base para una
doctrina; es necesario tener, además, la corroboración, la confirmación, de otras Escrituras. Un texto
bíblico, como el que estamos contemplando, es una declaración de hechos literales, que calzan en el
programa completo de la profecía que hemos estado siguiendo. El tratar de reducir y cambiar este texto e
interpretarlo en términos de símbolos figurados, transformarían este pasaje en algo incomprensible.
Creemos que los tronos son tronos literales. Los mártires, son mártires genuinos. Jesucristo es literalmente
el Hijo de Dios, y Salvador nuestro. La Palabra de Dios es literal. La Bestia, la imagen y la marca de la Bestia,
es literal. Y los mil años, el reino del Milenio, son literales. Todo es literal, y los mil años, significa nada más,
ni nada menos que mil años. Si Dios hubiera querido decir que ese período era eterno, pues, creemos que
así lo habría afirmado. Si Dios ya nos reveló tantos detalles concretos, ¿por qué diría Dios algo diferente a
lo que realmente quiso decir? Cuando Dios dijo "mil años", estimado amigo, amiga oyente, más vale
creerle, porque Él así lo afirmó.
Ahora, la palabra "resurrección" que aquí se menciona es interesante, porque es la misma palabra que el
apóstol Pablo usa en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 15, para la resurrección de Cristo y de los
creyentes, y significa una resurrección corporal, como lo indica la palabra del texto original en griego
"anastasei."
El apóstol Juan escribió: "Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos." ¿Quiénes son los que se sentaron?
Creemos que deben ser aquellos que participaron en la primera resurrección, a todos los que fueron salvos
a través de todas las edades. Permítanos repetir lo siguiente: la primera resurrección comenzó con la
resurrección de Jesucristo. Esta primera conquista sobre la muerte posibilita la resurrección de la Iglesia,
durante el "arrebatamiento, o la salida de los creyentes de la Tierra, antes del comienzo de la Gran
Tribulación, como ya lo hemos estudiado en Apocalipsis, capítulo 4. Ahora, al finalizar los siete años de la
Gran Tribulación, ocurrirá la resurrección de los santos de la tribulación, que serán las almas de los
decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, y también la resurrección de los santos del Antiguo Testamento, como vimos en el
capítulo 12 del profeta Daniel, versículo 1 y 2. Dios sigue Su plan, Su guión de los eventos. Esta no es una
idea ingenua, o un producto de una mente fantasiosa. Este es un programa organizado y detallado que
Dios determinó, que Él ha presentado en Su Palabra, y que Él concluirá según Su plan y propósito.
Los santos de la tribulación y los santos del Antiguo Testamento evidentemente reinarán en esta Tierra con
el Señor Jesucristo durante el Milenio. La Iglesia, todos los creyentes que fueron quitados del planeta en el
"arrebatamiento", la esposa de Cristo, residirá en la Nueva Jerusalén, donde reinará junto con Él, desde ese
lugar tan relevante, pero además, creemos, que también sobre gran parte de la creación de Dios. Ya vamos
a ver esto en el próximo capítulo. Cristo se trasladará de la Nueva Jerusalén, ubicada en el Cielo, a la

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antigua ciudad de Jerusalén en la Tierra. La iglesia también se trasladará de un lado hasta el otro, desde su
hogar celestial y la Tierra. Multitudes de personas de Israel y como también de los Gentiles vivirán en el
período del Reino del Milenio, con sus cuerpos físicos naturales, al no haber muerto antes, y estos serán
los que, junto con aquellos que nacerán durante el Milenio, los que serán probados durante ese período.
Así como el Señor Jesucristo, después de Su resurrección, ya con un cuerpo glorificado, se mostró, y
anduvo, con Sus apóstoles y cientos de seguidores, así mismo, la Iglesia, los creyentes, en un cuerpo
glorificado, se mezclará con las multitudes que vivan en sus cuerpos naturales, aquí en la Tierra. Todos los
miembros de la Iglesia, que habían sido recogidos anteriormente y llevados al Cielo, regresarán
nuevamente a la Tierra, pero con cuerpos glorificados.
Ahora, en el versículo 6, se nos dice que ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo. Esta mención se refiere
exclusivamente a la nación de Israel, y ése es el propósito original de Dios para Israel. Dios dijo en Éxodo,
capítulo 19, versículo 6: "Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras
que dirás a los hijos de Israel." Ahora, Abraham fue un sacerdote en su familia. Leví fue el sacerdote de la
tribu, con la familia de Aarón sirviendo como el sumo sacerdote. En el reino teocrático sobre esta tierra,
toda la nación de Israel llegará a ser sacerdotes.
En las Sagradas Escrituras encontramos más profecías acerca del Milenio que sobre cualquier otro período.
El Reino fue el gran tema de los profetas del Antiguo Testamento. Hay mucho silencio alrededor de las
profecías de los profetas del Antiguo Testamento. Sin embargo mucha gente está esperando algo y a
alguien que pueda ofrecer, y garantizar, la paz entre las naciones y la justicia y la prosperidad de todos los
pueblos. Ese anhelo de un gobierno universal, que distribuya con más justicia los recursos de nuestro
planeta, fomentará la llegada al poder, y al escenario mundial, del líder político que prometerá satisfacer
todas las necesidades, pero que se transformará en el dictador mundial absoluto. Nuestra Tierra no
conocerá la verdadera paz y justicia hasta que no llegue el período del Milenio, el Reino de Jesucristo sobre
la Tierra.
Leamos ahora los versículos 7 al 9 de este capítulo 20 de Apocalipsis:
7 Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, 8 y saldrá a engañar a las naciones que
están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de
los cuales es como la arena del mar. 9 Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento
de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.
Todo el libro profético de Apocalipsis es un relato cronológico de los últimos eventos que ocurrirán
durante los últimos tiempos de nuestra Tierra. Aquí se nos describe la última rebelión de Satanás y de
hombres que él embaucará, en su último intento de derrocar a Dios. El Milenio será un período de prueba
bajo el cual los hombres, la población mundial, vivirán bajo condiciones ideales, perfectas. Y como lo
demuestra este texto, tan pronto como Satanás es liberado de su cautiverio, una gran multitud que había
estado bajo el Reino personal de Cristo, y bajo circunstancias ideales, se dejarán seducir y seguirán a
Satanás, el Diablo, el engañador, o como también se le denomina, la Serpiente antigua, el Dragón. Como ya
mencionamos, no sólo serán multitudes de personas que constituirán la población mundial y que
presenciarán el comienzo del Milenio bajo la autoridad del Señor Jesucristo, sino que multitudes nacerán
durante el Milenio. Eso lo podemos confirmar al leer en el libro del profeta Isaías, capítulo 11, versículo 6; y
también en el capítulo 65, y versículo 20.
Éste será un tiempo histórico en el que ocurrirá la mayor explosión demográfica de la Humanidad sobre la
Tierra. Bajo el reinado del Señor Jesucristo se eliminará la enfermedad, y la maldición del pecado será
quitada de la tierra física, la cual producirá suficiente alimento como para nutrir a esta gran población
mundial. Pero, sólo una cosa no cambiará de naturaleza, y eso será el corazón humano, que no cambiará, a
pesar de vivir en un clima de total paz, justicia y prosperidad. Muchos aún le darán la espalda a Dios, y se
dejarán engañar al seguir a Satanás, una vez que él sea soltado de su prisión en el abismo, al final de los mil
años del reinado del Señor Jesucristo.

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Apocalipsis 20
Versículos 9-13
9Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de
Dios descendió fuego del cielo, y los consumió.
Al cumplirse el periodo de los mil años establecidos por Dios, Satanás, el Diablo, es soltado de su cautiverio
pero, aparentemente, no ha aprendido la lección, y reanudará su actividad allí donde fue interrumpido, y
encarcelado. Volverá a engañar al hombre y predisponer a las naciones contra Dios. De esta manera,
Satanás reunirá a las naciones para intentar un último ataque contra Dios. Como acabamos de leer, los
ejércitos hostiles, bajo la dirección de Satanás, el Diablo, se dirigirán contra el campamento del pueblo de
Dios y contra la ciudad amada, es decir, contra Jerusalén. Pero estos ejércitos serán consumidos por fuego
del cielo, Satanás será arrojado al Lago de fuego y azufre, al igual que en el pasado fueron echados allí
Anticristo, o la Bestia, y el Falso Profeta. Ahora, la victoria de Cristo será al fin, completa y definitiva.
La rebelión de Satanás y del hombre, tras el milenio, revela la persistente dureza e impermeabilidad del
corazón del ser humano. El profeta Jeremías dijo en el capítulo 17 de su libro, versículo 9: "Engañoso es el
corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?" Sólo el ser humano es capaz de alcanzar
las más altas y las más bajas cotas éticas y morales de conducta, tanto en positivo, como en negativo;
construimos maravillosas catedrales, pero también la bomba atómica; componemos hermosos poemas y
deliciosas sinfonías, pero también diseñamos campos de concentración y cámaras de gas; ¡Cuán separados
podemos, los seres humanos, llegar a estar de Dios! Lo que la Biblia denomina "vieja naturaleza" no es sino
nuestra natural tendencia a hacer lo malo, por puro egoísmo, así como hacer el mal, por puro placer. Tal y
como escribió el apóstol Pablo, en su Carta a los Romanos, capítulo 8, versículo 7: "Por cuanto los designios
de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden."
Resulta muy llamativa, por otra parte, la adhesión de ejércitos de hombres y mujeres dispuestos a
secundar la última y definitiva rebelión de Satanás, el Diablo, más aún cuando estas personas habrán
tenido la oportunidad de vivir en las condiciones ideales que caracterizarán el reinado de mil años de
Cristo. Si usted lo recuerda, en anteriores programas tuvimos la oportunidad de ver cómo cuando
Jesucristo reine, lo hará con vara de hierro, como un dictador. Y puede ser que, precisamente por ello, a
muchos les disguste este tipo de reinado, que si bien será "perfecto" desde el punto de vista de Cristo, no
lo será tanto para muchos, deseosos de llevar a cabo sus propios planes en un nuevo orden mundial. Y tal
vez por ello, cuando se les ofrezca la oportunidad de rebelarse, aún bajo la bandera de Satanás, el mismo
que engañó a las naciones en el pasado, antes del Milenio, accederán. Sin embargo, ésta será la última
rebelión de Satanás
Y aquí llegamos, estimado amigo, amiga oyente, a una figura que se grabó profunda y misteriosamente en
el pensamiento judío: la figura de Gog y Magog. De hecho, a esta rebelión, la que acabamos de leer en
Apocalipsis, se la denomina Gog y Magog. La encontramos por primera vez en el libro del profeta Ezequiel,
capítulos 38 y 39. Allí, Gog, de la tierra de Magog, príncipe soberano de Mesec y de Tubal, va a lanzar un
ataque contra Israel que no tendrá éxito y que acabará por destruirle a él. Puede ser que Gog se conectara
originalmente con los Escitas, pueblo bárbaro y extremadamente violento, cuya invasión temían todos los
hombres. Conforme fue pasando el tiempo, en el pensamiento judío, Gog y Magog llegaron a representar
todo lo que se opone a Dios. Los rabinos enseñaban que los ejércitos de Gog y Magog se asociarían con sus
ejércitos contra Jerusalén, y acabarían cayendo a manos del Mesías. Leamos ahora, el versículo 10 del
capítulo 20 de Apocalipsis:
10Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso
profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.
En este breve y sencillo pasaje asistimos, al fin, a la destrucción definitiva de Satanás, el príncipe de este
mundo y engañador del hombre desde el principio, el ángel más hermoso jamás creado, cuyo corazón se
llenó de orgullo hasta el punto de querer ser igual a Dios. Aquel, que se rebeló en el Cielo contra el Padre y
73
fue expulsado del mismo junto con sus seguidores, un tercio de los ángeles. Satanás, la Serpiente antigua,
que pretendió tentar a Jesucristo en el desierto, sin lograrlo, y el mismo que llenó de codicia el corazón de
Judas, para que traicionara a su Maestro; Satanás, aquel que desde el mismo comienzo de la historia
humana ha intentando destruirnos por todos los medios, con el único fin de malograr la perfecta Creación
de Dios, nuestra íntima comunión con Él y el posterior Plan de Salvación puesto en marcha por Dios para
rescatar al hombre de sus pecados.
Al igual que sus demonios acuciarán a los ejércitos del mundo a lanzarse contra Israel, en la Batalla de
Armagedón, Satanás también conducirá a las engañadas naciones a un ataque suicida contra Cristo y Su
pueblo.
Aquí Juan nos desvela varias ideas que contradicen la cultura popular entorno al Diablo. En primer lugar,
Satanás no es el actual habitante más ilustre del Infierno. El infierno aún no existe y tan sólo será una
realidad tras el gran Juicio Final. Dice la Biblia que Él es el príncipe de la potestad del aire, es decir, el
príncipe de este mundo. Él es quien hoy controla el planeta en el que vivimos. Dios, por supuesto, le ha
impuesto ciertos límites, si bien durante la Gran Tribulación tendrá casi absoluta autoridad en la Tierra,
durante cierto tiempo.
En segundo lugar, Satanás no será el primero en ser arrojado al infierno. El Anticristo, la Bestia, y el Falso
Profeta, ambos le precedieron, mil años antes. Ambos fueron echados a un infierno descrito de manera
aterradora: un lago de fuego y azufre.
¿Qué dice la Biblia acerca de este lugar, el Infierno? Juan el Bautista, el profeta enviado por Dios para
preparar la llegada de Jesús, dijo, tal y como recogió Lucas, el evangelista, en su capítulo 3, versículo 7: "Y
decía a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: ¡Oh generación de víboras! ¿Quién os enseñó a
huir de la ira venidera?" Algo después, el Señor Jesucristo mismo fue quien expuso la descripción más
detallada que tenemos del Infierno. Escuche los siguientes versículos del capítulo 25 del evangelio según
Mateo, versículo 41: "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno preparado para el diablo y sus ángeles." El capítulo 8 del evangelio según San Mateo, versículo 12,
dice: "Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes."
Esto debería, al menos, hacernos reflexionar.
Por otro lado, ¿cómo puede ser una tiniebla total y aún un fuego literal? En el evangelio según Mateo,
capítulo 13, versículo 42, leemos: "Y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de
dientes." Y luego el Señor Jesucristo dijo en el evangelio según Marcos, capítulo 9, versículo 44: "Donde el
gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga." ¿Puede usted pensar, amigo oyente, en un fuego,
que sea más ardiente que el de un hombre que se encuentra en el Infierno, y escuche allí la voz de un hijo
o hija suya, diciéndole: "Papá, te he seguido aquí"?
En cierta ocasión, un hombre espetó al Dr. Bill Anderson: "Supongamos que lleguemos allí y descubramos
que esto no es cierto". "Bueno", respondió el Dr. Anderson, "entonces tendremos que pedirle disculpas y
decir que hemos entendido mal al Señor. Pero, supongamos que llegamos allí y tenemos razón, y que
usted está equivocado. ¿Qué sucedería entonces?" Esta sencilla pregunta, ha hecho perder el sueño a
muchas personas. ¿Y si todo esto no son fábulas para ancianas, ni folklore popular, ni invenciones de
pastores cristianos, deseosos por aumentar la membresía de sus iglesias? ¿Y si todo lo que dice la Biblia es
verdad? Desde luego, las Escrituras son contundentes al respecto: Tan real como que esta vida existe, hay
también un Cielo y un Infierno. El enemigo, Satanás, ha intentado desde el principio trivializar y ridiculizar
ambas ideas, sabedor que de ese modo, pocos creerán y muchos se perderán. A todos nos gusta mucho el
capítulo 3 del evangelio según Juan, versículo 16, ¿recuerda?: "Porque de tal manera amó Dios al mundo
que dio a Su Hijo primogénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, mas tenga vida eterna".
Esto es, sin duda, una realidad. La otra, es el fuego eterno, vivir separado de Dios por toda la Eternidad, un
lugar de tormento consciente. Leamos a continuación el versículo 11 de este capítulo 20 de Apocalipsis,
que dice así:

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11Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y
ningún lugar se encontró para ellos.
Juan nos describe aquí el Gran Trono Blanco, que aparece mencionado en Apocalipsis un total de 50 veces.
Se trata, como vemos, de un trono de juicio que permanece elevado, puro y santo. Dios se sienta en él
como Juez representado en la persona del Señor Jesucristo. Pero aún no estamos asistiendo al
popularmente conocido "juicio final". Recordemos que todos los perdidos, de todos los tiempos, van a ser
resucitados para ser juzgados aquí, pero aún no ha llegado ese instante. Por otro lado, todos los que han
sido salvos, han sido ya resucitados en la primera resurrección, incluyendo a los santos muertos durante la
Tribulación. Esta es, ahora, la Segunda Resurrección, reservada sólo para aquellos que serán
exclusivamente resucitados aquí para recibir su juicio, una evaluación justa, equitativa de todas sus obras.
En una ocasión, cierto Pastor cristiano visitó a un hombre en su lecho de muerte. El enfermo, muy seguro
de sí mismo, le dijo: "Predicador, no es necesario que malgaste su escaso tiempo hablándome de mi
futuro. Creo que Dios será justo y aceptará de buen agrado mis numerosas buenas obras". El Pastor le
respondió: "Está usted en lo cierto; usted es una persona justa y recta y lo más probable es que Dios esté
ansioso por conocer sus buenas obras; seguro que las aprobará. Pero también hay algo más. La Biblia dice
que la salvación es un regalo de Jesús, no un premio que usted obtiene mediante buenas obras. Hay mucha
gente que hace buenas obras; hay, de hecho, gente mucho más buena, más caritativa, más generosa y más
solidaria que los cristianos; pero no por ello serán salvos. La Biblia dice que nadie puede salvarse a sí
mismo realizando buenas obras, sino tan sólo por medio de la fe en Jesucristo. Usted podría pasarse toda
la vida haciendo buenas obras, pero si no acepta a Jesucristo como su Señor y Salvador personal, no se
salvará e irá al Infierno. La Biblia también añade que los cristianos tenemos el deber, la obligación y el
privilegio de demostrar el amor de Jesús al mundo realizando buenas obras; La Biblia dice que somos
salvos para hacer buenas obras, no por hacer buenas obras, lo cual es muy diferente."
¿No ha observado usted a un niño pequeño juntando un ramillete de flores para su madre o abuela?
Mientras él se las lleva, en sus manos las flores se marchitan y pierden su hermosura. Sin embargo, la
madre o abuela agradece mucho el detalle de su hijo o nieto. Pero Dios, querido amigo, amiga, no actúa de
la misma forma; cuando muchos lleguen a la presencia de Dios y se presenten ante Cristo, ante ese Cristo
que han rechazado una y otra vez, al cual no han obedecido, ni permitido que gobierne su vida, al cual han
reducido a una tediosa religión de ritos vacíos y esporádicos, y les muestren su pequeño ramillete de flores
marchitas, es decir, sus buenas obras, esperando que Él reaccione como su madre o abuelita, dándole unas
palmaditas en la cabeza, éstas "buenas" personas, se llevarán un gran chasco. Amigo, amiga oyente, esto
es algo tremendamente serio. Es necesario que usted tenga un Salvador personal para poder estar en Su
presencia, y este salvador se llama Jesucristo, que vivió y murió por usted hace aproximadamente 2.000
años. Para presentarse ante el Tribunal de Cristo usted necesita, no un ramillete de buenas obras, sino
estar revestido con la justicia de Cristo, cuando Él nos limpia de todos nuestros pecados. Nos guste o no,
todos nosotros, cristianos incluidos, somos por naturaleza, pecadores. Desde que nacimos, queremos
seguir nuestros propios impulsos humanos, a movernos con egoísmo, por instinto de supervivencia, por
anhelo de poder y de posesiones materiales. Nuestros deseos guían nuestra vida y nuestros impulsos
nuestras acciones. A pesar de ello hay mucha gente buena, gente solidaria, que, independientemente de
su religión o credo, ama al prójimo, es solidaria, es generosa. Y eso es maravilloso. Sin esta gente, el
planeta sería, un lugar mucho peor. Sin embargo la Biblia es muy clara al respecto de los requisitos para ser
salvo: Y sólo hay uno, ¿Cuál? Confiar en Jesús como nuestro Señor y Salvador personal. Por favor, querido
amigo y amiga que nos escucha, no estamos despreciando las buenas obras; al contrario, son un deber, no
una opción, del cristiano. Un cristiano sin buenas obras, es una contradicción en sí mismo. Un cristiano sin
buenas obras, no es un cristiano; es un religioso, un místico, un intelectual, pero no un cristiano tal y como
fue Jesús; un cristiano sin obras, es un cristiano sin fe y sin amor. Pero una cosa es la solidaridad y otra,
muy diferente, es creer poder ser salvo, sólo gracias a mis buenas obras; esta idea errónea ha llevado a
muchos a pensar que, por el hecho de ser donantes, colaboradores de ONG, o esforzados voluntarios

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sociales, van a poder ganarse el cielo. No es así, estimados oyentes, y lo afirmamos con todo nuestro
cariño y respecto, por estas personas, a las cuáles admiramos como ejemplo de entrega y generosidad.
Fue Samuel Johanán quien escribió: "Cada hombre conoce aquello de sí mismo que no se atreve a contarle
ni a su mejor amigo". Usted se conoce bien a sí mismo, ¿no es así, estimado amigo o amiga? Sólo usted
conoce cosas que ha tapado y ocultado, y que no quisiera revelar por nada del mundo. Pues bien, amigo
oyente, el Señor Jesucristo conoce todo su ser y abordará éstos cuando usted se le acerca a Él con su
pequeño ramillete.
Regresando al texto bíblico, el que está sentado sobre el trono es el Señor Jesucristo. ¿Cómo sabemos
esto? Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo. Porque como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio,
por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que
están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; ? eso nos
dice el capítulo 5 del evangelio según Juan. Ahora, ¿cuál es la obra de Dios? Creer en Aquel a quien Él ha
enviado. Éstos son los que hicieron lo bueno. Ellos han aceptado a Cristo. Entonces ellos saldrán a
resurrección de vida. Esta es la primera resurrección. Ya hemos hablado en cuanto a esto. Y los que
hicieron lo malo, ¿a qué clase de resurrección? Bueno, dice: "A resurrección de condenación." Ese es el
Gran Trono Blanco.
Juan nos menciona, además, algo sorprendente; nos está hablando del gran Trono Blanco y de Aquel que
está sentado en él, y añade lo siguiente: "De delante del cual huyeron la tierra y el cielo." Juan vio como el
universo viejo y contaminado dejó de existir. El apóstol Pedro describió también ese preciso momento en
su libro 2ª de Pedro 3:10: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos
pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que hay en
ella serán quemadas". El universo entero dejará de existir mediante un acto divino que es todo lo opuesto
a la Creación original. Los versículos 12 y 13 del capítulo 20 de Apocalipsis dicen así:
12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue
abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los
libros, según sus obras. 13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron
los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
Juan, buen observador, nos sigue trasladando pequeños detalles sin perder la visión global de la escena
que está presenciando. Lo que ahora sigue es el juicio de la Humanidad. Es el juicio de los grandes y
pequeños, es decir, que no hay nadie ni tan grande o importante, ni tan pequeño o insignificante, capaz de
escapar del juicio de Dios; y todos estarán de pie ante Dios, al igual que suele suceder en un juicio con los
prisioneros que son culpables y condenados, y se situarán delante del tribunal de justicia divina.
Se mencionan aquí dos clases de libros. El primero contiene el informe de todas las obras humanas. Este
libro registrará todos los pensamientos, palabras y obras de los pecadores, fielmente recogidos gracias a la
omnisciencia divina, y servirán para proveer una fuente irrefutable de evidencias para su condenación. Y es
importante ser consciente de que el autor de ese libro no es Dios, sino nosotros mismos, con las decisiones
que tomamos y las acciones que realizamos, día a día, en nuestra vida diaria y personal. Nada escapa al ojo
de Dios. Todo lo oculto será revelado y sacado a la luz.
El segundo libro mencionado por Juan es el denominado "Libro de la Vida", el cual contiene los nombres de
todos los redimidos o salvos. Este libro aparece, al igual que el anterior, frecuentemente, a lo largo de toda
la Biblia. Moisés estaba dispuesto a que Dios lo borrara del libro de la vida si así Éste salvaba al pueblo
(Éxodo 32:32); El salmista ora para que los malvados sean borrados del Libro de la Vida y no inscritos con
los justos (Salmo 69:28). El apóstol Pablo habla de sus colaboradores, cuyos nombres están escritos en el
Libro de la Vida (Filipenses 4:3). La promesa del Cristo resucitado a la iglesia en Sardes es que el que salga
victorioso no será borrado del Libro de la Vida (Apocalipsis 3:5). La idea es que, aquellos cuyos nombres
estén inscritos en este libro, son los ciudadanos vivos y activos del Reino de Dios.

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Pero si usted es salvo, estimado oyente, entonces no tendrá que asistir a este juicio. Sus obras serán
juzgadas como un hijo de Dios, en el Tribunal de Cristo, lo cual ya tuvo lugar durante la Gran Tribulación.
Este juicio es sólo para los perdidos. El Señor Jesucristo había dicho: "Y no queréis venir a mí para que
tengáis vida" (Juan 5:40). Los que nunca quisieron ir a Él, sin embargo desearán ser juzgados según sus
propias obras. Creen que ésta es su oportunidad y dado que el juicio será justo, se salvarán. Pero olvidan
que Jesús ya advirtió que nadie podría nunca salvarse a sí mismo mediante sus buenas obras, sino sólo por
medio de Él, de Jesús mismo. Con ese fin vino Jesucristo a la Tierra. Por eso murió en una cruz. Y por eso
resucitó, venciendo a la muerte y a Satanás. Él ha ganado para nosotros el derecho de ser salvos. Si
nosotros despreciamos esto, le estamos despreciando a Él; también estamos despreciando Su sacrificio en
la cruz y le estamos diciendo: "Gracias por tu muerte, pero creo que no la necesito, dado que soy tan
bueno, tal y como mis buenas obras atestiguan, que puedo salvarme sin necesidad de recurrir a ti". Pero
ninguno será salvado por sus propias buenas obras.
Y luego leemos: "Y el mar entregó los muertos." En el tiempo de juicio se dice que el mar devolverá sus
muertos; Ha habido multitudes que han fallecido o desaparecido en el mar, y serán resucitados para el
juicio. Debemos pensar que esto no supone problema alguno para el Creador.
Juan añade: "Y la muerte y el Hades", el lugar donde van los espíritus de los que están perdidos,
"entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras." Recordemos que
muerte y Hades son términos que describen el estado de la muerte. Todos los muertos injustos y
pecadores se presentarán en el juicio del Gran Trono Blanco, y ninguno de ellos escapará. De todos los
lugares en los que se hubieran depositado los cuerpos de los muertos no justos, saldrán cuerpos nuevos,
preparados para el Infierno. Desde luego esta es una escena terrible que debiera hacer reflexionar a
muchos. Con esta idea nos despedimos de usted, no sin antes pedir a Dios que bendiga Su Palabra que
acabamos de leer, y que ésta haga mella e impacto en su vida. Esperamos encontrarle en nuestro próximo
programa, estimado amigo, amiga oyente, para continuar con este fascinante libro, el Apocalipsis.

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