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V. BEATO GONZÁLEZ y R. VILLARINO ULLOA


CAPACIDAD MENTAL DEL NEGRO1

Prólogo
Cuando los doctores Beato y Villarino pusieron en mis manos el material
recopilado tras sus años de estudio en los Territorios Españoles del Golfo de
Guinea, acerca de las cuestiones que hoy, motivan esta publicación, fui uno
de los primeros en impulsarles a divulgar el fruto de su labor, no tanto por lo
que en sí supone como hallazgo de evidencias bien estatuidas; sino por lo
que, encierra de faro luminoso que señala derrotas a seguir.
No habían de acompañar a estos nuevos cruzados del saber y cultura otros
ideales que aquellos vinculados al hombre hispánico, el cual supo «blanque-
ar» un Continente y redimir para el común disfrute de sus propios bienes cul-
turales a las razas más primitivas que lo poblaban, estableciendo así una valo-
ración ética de igualdad y no a expensas de rebajar su propio valor.
Tropiezan así Beato y Villarino, al llegar en su misión profesional a la
Guinea, con el ser humano, indígena de aquellas latitudes, y más que por fac-
tores culturales, guiados por elementos psíquicos conscientes, apuntan rápi-
damente la necesidad de realizar el estudio del negro en un sentido antropo-
lógico, estimulados por el mismo espíritu cristiano que animó otrora a fray
Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria.
Fustigados por su gran verdad, nos la gritan, y «curioseando», para utilizar
sus propias palabras, bucean en el alma infantil del negro, como ellos dicen,
«con la mejor voluntad», aun admitiendo su escasa preparación técnica.

1
En BEATO GONZÁLEZ, V.; VILLARIÑO ULLOA, R. 1953. Capacidad mental del negro. Instituto
de estudios africanos. C.S.I.C. Madrid.
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134 TEMAS DE ETNOLOGÍA REGIONAL

Y con esta por ellos pretendida «deficiente preparación técnica» nos acucian
el espíritu presentándonos el ingente problema de su idea REGUERO DE LUZ.
Sólo el conocimiento objetivo y real del hombre indígena, sin prejuicios,
con cargas afectivas inadecuadas, que incapaciten su asimilación inteligen-
te, permitirá esa colonización espiritual de que nos hablan los autores, máxi-
ma aspiración en todos los tiempos para el sentido humano de colonización
que está infiltrado en la individualidad de nuestra Patria. A ello propenden
los autores.
Santiago, y julio de 1943. José Pérez y L. Villamil.

La materia prima que más interesa en nuestros territorios es el hombre.


¿Qué es capaz de hacer este hombre negro, de ojos más negros que su piel,
grandes, pero inexpresivos; de nariz corta y ancha, de boca amplia, formada
de grandes y salientes labios, y blancos y vigorosos dientes; de pelo corto y
crespo y pómulos prominentes? ¿Cómo reacciona ante su ambiente, y qué
parte toma en esta reacción su soma y su intelecto? ¿Qué capacidad somáti-
ca y psíquica alcanza a desarrollar? ¿Qué sabemos de la antropología, en, un
sentido klagesiano, de este tipo de individuo humano? Y, por último, conoci-
das y contestadas estas preguntas, ¿qué trabajo es capaz de desarrollar? La
solución de todos estos problemas la consideramos absolutamente necesaria,
si queremos colonizar racionalmente nuestros territorios. De otra parte, cabe
preguntar: ¿es posible en África una colonización espiritual, o solamente hay
posibilidad real de una colonización material? Aclaremos la verdadera reali-
dad de África; pero, una vez aclarada, plasmemos en una obra colonial orga-
nizada, valientemente y sin prejuicios, esa realidad palpitante e irreductible.
Como puede verse, la labor es difícil, pero no imposible; es labor de muchas
voluntades, hondamente dirigidas a una sola meta.
Si nosotros hemos dedicado parte de nuestras actividades —en nuestro
paso por África— a una disciplina en la que técnicamente no gestamos pre-
parados, no es precisamente porque en el campo de la Medicina no haya aquí
novedades. Que ésa no es la razón lo aclara toda la labor realizada, durante
nuestra estancia en la colonia como médicos del Servicio Sanitario Colonial
y dada a conocer en diversas publicaciones, en revistas médicas nacionales y
en monografías.
Por otra parte, aquel que haga algo más que echar una mirada despro-
vista de interés sobre el lomo selvático de África; el médico —concretando
más— que quiera buscar algo científicamente en este violento y alborotado
mar de la Patología exótica, se dará cuenta en los primeros pasos de la extra-
ordinaria influencia que dicha Patología ejerce sobre la psique del indígena.
Un año natural vivido por el negro tiene una importancia equivalente a años
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en el curso rápido y prematuro de su involución somática. Esto queda per-


fectamente probado en el trabajo publicado por BEATO2 sobre la constitución
somática del niño negro, y por VILLARINO y ARBELLO3 sobre Despoblación indí-
gena. ¿Podernos pensar que una humanidad que está sometida desde su naci-
miento a la acción agotadora de enfermedades como el paludismo, la tripa-
nisomiasis, la lepra, etc. (VILLARINO y BEATO4), enfermedades que no
solamente impiden la evolución normal del organismo, sino que labran taras
que quedarán señaladas durante todo el curso de la existencia, aniquilando
la capacidad de acción del hombre de color, podemos pensar que el compo-
nente psíquico de esta humanidad permanezca indiferente? Bien es verdad
que los indígenas llegan a inmunizarse contra esas enfermedades; pero todos
sabemos también la naturaleza de esa inmunidad. No es la inmunidad este-
rilizante, caracterizada por la separación total del organismo de los gérme-
nes y sus toxinas y la resistencia a toda reinfección, inmunidad propia de las
infecciones bacterianas; no es, en realidad, una inmunidad: es la premoni-
ción de SERGENT, que confiere al individuo un estado crónico, durante el cual
puede llevar el germen de la infección, sin que el mismo sufra los brotes de
reinfección. Pero este germen toma definitivamente su asiento en diferentes
órganos y tejidos, y no es el sistema nervioso precisamente el menos preferi-
do, y vive a costa de los elementos biológicos que normalmente nutren las
células del tejido invadido, al mismo tiempo que intoxica constante y lenta-
mente todos los humores orgánicos con los productos de su catabolismo.
Esta es la tragedia de la premonición, con la cual puede el indígena «ir vege-
tando» en la vida, incapacitado inútil, destruido. Como resultado final de
este ataque permanente sobreviene, cuando no la muerte, la destrucción
somática y psíquica del individuo y, a la larga, de la raza.
Pero los «entendidos» dicen que el negro es la columna vertebral de la
colonización africana; sin él, no sería posible la explotación de este conti-
nente salvaje y preñado de riquezas. No podemos, pues, prescindir del negro.
Su brazo es sustantivo para el logro de los fines colonizadores en los tiempos
presentes. Hay que conseguir, por tanto, por medio de una labor sanitaria
organizada, futuros braceros lo más sanos y fuertes posibles. Hemos señala-
do cómo las enfermedades tropicales agotan totalmente al individuo desde
su nacimiento y cómo con ello sufre su psiquismo. No queremos indicar con
esto que toda la inferioridad de las cualidades psíquicas del negro sea debi-
da a la tara patológica, aparte de que lo primero que había que aclarar es si,
en efecto, todas sus cualidades psíquicas son inferiores a las del blanco.

2
EATO (V.): «Contribución al estudio del desarrollo somático-morfológico del niño en Fer-
nando Póo y causas que influyen en su anómala evolución». Madrid, 1942.
3
ARBELLO (A.) y VILLARINO (R.): «Contribución al estudio de la despoblación indígena en los
Territorios Españoles del Golfo de Guinea, con particularidad en Fernando Póo». Madrid, 1942.
4
VILLARINO (R.) y BEATO (V.): «Contribución al estudio de las endemias en la isla de Fer-
nando Póo». Medic. y Cir., p. 20, 1941.
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136 TEMAS DE ETNOLOGÍA REGIONAL

Nosotros nos hemos limitado a estudiar dos componentes psíquicos: memo-


ria y capacidad intelectual, aplicando los «test europeos»; es decir, hemos ido
a elegir la cualidad —inteligencia— más específica del hombre.
Y si lo hemos hecho así es, en parte, porque teníamos fácilmente a nues-
tro alcance los «test», ya ensayados en Europa para su estudio, y, además
porque de ellos podían sacarse las más prácticas conclusiones para la Colo-
nia. Por otra parte, las otras cualidades psíquicas —tono afectivo, valores
estéticos y religiosos, actos de voluntad— son de estudio mucho más difícil
y requieren una más íntima convivencia con el indígena, que es, además, des-
confiado y cerrado a sus propios pensamientos. No toda su inferioridad inte-
lectual se debe a tara patológica; estimamos que gran parte de ella es conse-
cuencia de un fenómeno natural. Es indudable que una sanidad bien llevada
mejoraría la raza también en dicho sentido. Por todo lo cual deducimos la
gran importancia que tiene para el médico el conocimiento de la psique del
negro, tanto más cuanto que es una raza en la que no escasean los trastornos
de tipo neuropático, para cuya curación hay que llegar muchas veces a pro-
cedimientos que caen de lleno en la psicoterapia.

II

Como materia para nuestro trabajo hemos elegido el niño, pues partía-
mos del hecho de observación vulgar en el país, que salta a la vista del
menos curioso, de que éste tiene una capacidad intelectual proporcional-
mente superior a la del adulto, capacidad que va perdiendo a medida que
aumenta su edad. Nosotros queríamos saber: ¿a qué edad cronológica
corresponde la mayor capacidad mental del negro?; ¿a qué retraso lleva esta
capacidad con relación a la del europeo?; ¿a qué edad comienza la involu-
ción psíquica y qué relación guarda con la involución somática? Conocida
esta máxima capacidad, que nos da la riqueza del negro en la representación
e ideas, ¿qué posibilidades tiene para aprender y retener materias que para
el escolar blanco no ofrecen grandes dificultades? Con esto se podría deter-
minar cuál ha de ser el porvenir de la escuela en África, o aún si valdría la
pena de montar la enseñanza en dicho sentido, tal y como la está desarro-
llando el Estado español. Creemos, en efecto, que nuestro trabajo aclara, de
manera que no deja lugar a dudas, que la orientación actual de la enseñan-
za en nuestra Colonia constituye uno de los más grandes borrones del libro
a que hemos hecho mención. Demostrado —como estimamos— que la capa-
cidad mental del negro no llega nunca a adquirir el desarrollo suficiente
para la comprensión de conceptos abstractos que rigen la convivencia del
europeo medio, es indudable que para bien de la Colonia y de España con-
vendría dar a la enseñanza una orientación más objetiva, enseñando al
hombre de color aquello que es capaz de comprender. Es la única manera
de sacar utilidad a sus servicios y de que el indígena esté contento al ver que
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el fruto de sus trabajos no resultó nulo, pues se ha plasmado en una obra


hecha por él. Al ambiente general de la Colonia ha trascendido también la
facilidad con que el negro aprende trabajos de tipo imitativo. Tal vez la crea-
ción de una Escuela de Trabajo y una mejor organización del actual Insti-
tuto Colonial indígena de Artes y Oficios fuese la base para la futura orien-
tación de la enseñanza; pero ello es cosa a investigar. Nosotros hemos
querido solamente demostrar lo que ya estaba en el ánimo de todo colonial:
«la limitada capacidad mental del negro».

Metodología

Las dificultades en la adquisición de material han sido vencidas gracias


a las facilidades que se nos han dado en todas las Escuelas para la ejecución
de nuestro trabajo. Desde aquí vaya por adelantado nuestro agradecimien-
to a todos. De mayor envergadura han sido las dificultades de origen técni-
co, pues, prescindiendo de nuestra falta de preparación, no ha sido posible
en algunas edades estudiar más que un limitado número de casos, debido a
que por debajo de siete u ocho años los niños no hablan suficientemente el
español para la comprensión de los «test». Desde esta edad en adelante todo
es mucho más fácil; solamente en algunos casos hemos tenido que acudir al
«pich-english», o al «bubi» para hacernos comprender. De una u otra mane-
ra, es el caso que no hemos admitido más respuestas que aquellas en las
cuales no había duda, se entendían perfectamente nuestras preguntas. Para
la valoración de puntos señalamos siempre el nombre del qué había hecho
la ficha, con lo cual podíamos «a posteriori» determinar las diferencias en
los resultados logrados por uno y otro. De esta manera se pudo llegar a
borrar la más mínima base subjetiva en la valoración, llegando un momen-
to en que la concordancia era absoluta. También se dio el caso curioso de
repetir involuntariamente la ficha del mismo individuo, y nos encontramos
sorprendidos cuando vimos que no sólo no había variación en la puntuación
total, sino que las mismas puntuaciones parciales de los diferentes «test»
coincidieron completamente. Esto es, además de exponente de la objetivi-
dad nuestra en la valoración, una prueba más de la falta de retentiva y aten-
ción que caracterizan al negro. Algunas de las palabras de los «test de YER-
KES» han sido cambiadas por otras que representaban objetos o animales
más familiares al indígena, viéndonos precisados en otras ocasiones a cam-
biar totalmente el «test».
Tal vez se nos pudiera objetar que es absurdo emplear en un estudio sobre
la capacidad mental del negro los mismos «test» empleados en Europa; sin
embargo, creemos que no hay posibilidad de hacerlo de otra manera. YERKES
y BINET (también hemos empleado los de éste) han conseguido una escala tan
perfecta que es lo menos que puede exigirse a un muchacho para suponerle
cierta inteligencia. La única fuente de error posible en este sentido sería el
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empleo de palabras que conceptualmente definan cosas a que el indígena no


estuviese habituado, y ya hemos señalado cómo esto lo solventamos con la
sustitución por otras más adecuadas; pero una vez que se emplean imágenes
completamente familiares al mundo circundante en que se desenvuelve la
vida del negro, la respuesta depende exclusivamente de la capacidad mental
del individuo examinado. Así, por ejemplo, el «test» número 15 de la escala de
YERKES consiste en contestar algunas preguntas difíciles, tales como «¿qué
harías si mañana, al ir a la escuela, está lloviendo?» La respuesta buena es
«cogería un paraguas»; el negro suele utilizar en su lugar una gran hoja de
plátano para guarecerse de la lluvia; es lógico que nosotros valorásemos como
buena la respuesta «me cubriría con una hoja de plátano». A pesar de esto son
los menos los que dan esta respuesta; la mayoría dan respuestas del todo inad-
misibles («echan a correr», «van a la escuela», «se meten en un portal», etc.);
en ocasiones, aun después de asegurarnos bien de que habíamos sido com-
prendidos, no daba respuesta ni buena ni mala, siendo el silencio, la única
contestación. Y aquí es en donde se ponía a prueba nuestra paciencia, la cual
habíamos de acumular para ganarnos la voluntad y confianza del muchacho,
lo que, de otra parte, conseguimos en la mayoría de los casos. Una vez perdi-
da la timidez, la contestación a las siguientes preguntas se hacía con toda
libertad, notando nosotros perfectamente cuándo la respuesta era temerosa y
cuándo libre. Si nos cabía duda en la contestación a las primeras preguntas,
que lógicamente eran las que más se dejaban influir por la timidez, las repe-
tíamos al final de la prueba, cuando ya la voluntad del chiquillo estaba abso-
lutamente ganada; con ello, cada prueba venía a durar de cuarenta y cinco a
sesenta minutos, y deliberadamente ponemos el tiempo para que el lector dis-
culpe el hecho de que en ocasiones nuestra paciencia fracasara, en cuyo caso
lo echábamos todo a rodar, pues, naturalmente, a la más mínima voz o gesto
era imposible conseguir nada de aquel muchacho, o, a lo sumo, se obtenían
respuestas no valorables, por simulación; las muy pocas veces que sucedió
esto se eliminó de la prueba a los niños correspondientes, con lo cual no han
entrado en la casuística ni en la media general.
Creemos, por tanto, haber podido salvar todos los obstáculos y dificulta-
des que se opusieron a la consecución de nuestro trabajo y, asimismo, con-
testada la objeción que más arriba señalamos. Pero, además, como muy bien
dice ANDERSON5, «el cuerpo principal de las investigaciones que en la actuali-
dad integran la psicología del niño se encuentra dentro del campo normati-
vo. Tratándose de un organismo en vías de desarrollo, las normas son la base
esencial sobre las cuales debe edificarse su psicología». Y todavía hay que
tener más en cuenta las palabras de BORING6: «En cualquier momento una
ciencia es simplemente aquello que sus investigadores producen, y las inves-
tigaciones no pueden realizarse más que sobre aquellos problemas para los

5
GOODENOUGH-ANDERSON: Experimental Child study», 1931.
6
BORING (E.): «A history of experimental psychology». 1929.
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que se han encontrado métodos eficaces». Si esto es verdad en términos


generales, lo será mucho más en nuestro caso, dada, de otra parte, nuestra
escasa competencia en materia tan delicada como la psicología. Hubimos de
hacer nuestras investigaciones partiendo de los métodos disponibles, pues no
es posible una investigación psicológica si no se parte de normas ya valora-
das como las más perfectas por los psicólogos competentes, y estas normas
más perfectas fueron originadas a su vez de otras más primitivas, Es decir,
como siempre en toda ciencia, las normas van teniendo más valor sucesiva-
mente a medida que la ciencia evoluciona. En lo que se refiere al negro, noso-
tros hemos dado el primer paso y utilizado para ello las normas ya estable-
cidas; esperamos que técnicos con preparación más amplia y sólida que la
nuestra; vayan haciendo un estudio mejor y. más profundo en todo lo que se
refiere a la psicología de nuestros «morenos», pues, como hemos anticipado,
creemos no sea posible una colonización real sin conocer perfectamente
cómo es y qué es capaz de hacer el pueblo sobre el cual recae la acción colo-
nizadora.
Otras cualidades psicológicas, cuales son la emoción, el sentimiento, etc.,
funciones que requieren, a más de una mayor preparación, «test» mucho
más específicos, no han sido investigadas, pues en el sentido de que dichas
funciones no cabe la comparación con lo que sucede en las distintas razas.
Es necesario, como anteriormente fue señalado, una convivencia íntima con
la vida del indígena, tal y como lo ha hecho MALINOWSKI7, para, una vez com-
prendida ésta, llegar también a valorar las reacciones emocionales del negro.
Como dice SYMONDS8, la validez y constancia de las pruebas empleadas puede
formularse con más precisión cuando se trata de funciones intelectuales que
cuando se trata de funciones anímicas, como las anteriormente menciona-
das. La inteligencia es al fin y a la postre la función más universal, la que
menos se presta a tonalidades de tipo localista; al menos, cualitativamente
considerada, podemos decir que la inteligencia no varía con las latitudes ni
las razas. Es lógico, pues, que el empleo de los mismos «test» para su medi-
ción, en los seres humanos más variados, haga posible la deducción de dife-
rencias prácticas. No sucede lo mismo con las funciones psíquicas restantes
(sentimientos estéticos, morales, religiosos, etc.), que puede decirse son dis-
tintos para cada raza, y de aquí la dificultad de su estudio.

Comentarios

Como bien dice SPRANGER9, «un adolescente de la zona templada depende


en su ser y en su evolución de condiciones ambientales diferentes que un

7
MALINOWSKI; «La vida sexual de los salvajes». Morata, 1932.
8
SIMONDS (P. M.): «Diagnosing personality and conduct». 1931.
9
SPRANGER (O.): ‘Psicología de la edad juvenil’. Revista de Occidente, Madrid.
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adolescente de los trópicos, y así hasta llegar a las más finas diferencias del
paisaje y del clima».
Pero, a su pesar, existen cualidades anímicas que pudiéramos decir son
universales. Si nosotros estudiamos aisladamente los distintos «test», obser-
vamos que a esas cualidades corresponden, por ejemplo, el sentido de la
belleza al que se refiere él «test» I de la escala de YERKES, consistente en hacer
la pregunta: «¿cuál es la más bonita?», al tiempo que se muestran al niño
unas láminas en las cuales hay pintadas unas caras de mujer de distinta
belleza. Por lo general, todos los niños contestaban bien, tanto los de color
como los blancos; pero, además, cualquiera que fuese la edad, lo que nos
prueba que el gusto estético se desarrolla a una edad temprana en la infan-
cia de cualquier raza.
El «test» II estudia la capacidad de atención y fijación del niño. Vemos
cómo esta cualidad tiene un desarrollo más tardío en el negro, comenzando
hacia los diez años a conseguirse una puntuación que se mantiene casi uni-
forme en adelante. Puede deducirse que dicha capacidad de fijación es algo
mayor en el europeo, siendo de otra parte más precoz. Ningún niño de color
alcanza los cuatro puntos que ya consiguen niños españoles de nueve años
desgraciadamente, no hemos dispuesto de niños blancos de todas las edades,
y, dentro de las conseguidas, lo han sido en número muy escaso.
El «test» V intenta estudiar la capacidad de ordenación del muchacho. Es
muy curiosa la diferencia entre la raza blanca y la de color, que en todos los
casos estudiados no baja de cuatro puntos para la primera (excepto una niña
de diez años que solamente logró contar a partir de quince). Por otra parte,
en la raza de color el varón da siempre una puntuación mayor que la hembra,
puntuación que aumenta con la edad, alcanzando el máximo a partir de los
once años, para mantenerse sensiblemente uniforme en edades superiores.
El «test» IX, al igual que todos aquellos en los cuales se estudia una cua-
lidad intelectual pura para nada relacionada con la instrucción, la diferencia
existente entre los niños blancos y los de color es enorme, aumentando en
éstos con la edad, para alcanzar el máximo, como siempre, hacia los quince
años, a partir de cuya edad se conserva estacionaria.
En el «test» X no hay apenas diferencia de puntuación en ninguna edad,
salvo pequeñísimas oscilaciones, lo que muestra la incapacidad del negro
para definir conceptos en cualquier edad.
El «test» XI casi se mantiene con la misma puntuación que en el blanco,
y en algunas edades aún le supera; esto va de acuerdo con el hecho de que la
capacidad sensorial del hombre de color es superior a la del blanco, particu-
larmente en lo que respecta a los sentidos de la vista y del oído.
En los «test» XII y XVI no solamente interviene el sentido visual, sino que
el muchacho sabrá relacionar, por medio de un proceso interno, las repre-
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sentaciones obtenidas del mundo externo; siempre que esto sucede la supe-
rioridad del europeo es bien notoria. La capacidad para el dibujo aparece
precozmente en el niño negro, pero luego no evoluciona.
El «test» XIII está en concordancia con la riqueza de palabras y repre-
sentaciones, por lo cual también es inferior en el negro; hay que tener en con-
sideración que el negro tropieza en ocasiones con la dificultad del idioma;
bien es verdad que cuando esto sucedía intentamos nos dijera las palabras en
el idioma que mejor conociese.
También en el «test» XIV, o de analogía, interviene el conocimiento del
idioma; pero, pese a ello, y al igual que en el anterior, la aptitud del hombre
de color es menor que la del blanco, por la misma razón de una pobreza
mayor en representaciones y capacidad para formar relaciones análogas, y
más bien piensa esas palabras en una situación total, intuitiva; ordinaria-
mente no usan las conjunciones casuales.
El «test» XVII pone de relieve la gran diferencia existente entre la raza de
color y la blanca, manteniéndose la puntuación muy baja en la primera
durante todas las edades; lo cual habla en favor del poco sentido crítico del
negro, capacidad que no llega nunca a desarrollarse ni a la altura de un niño
europeo de nueve a diez años.
Lo mismo dice el «test» XVIII, si bien con mayor intensidad. El negro no
sólo carece de aptitud lógica, sino que más bien saca consecuencias ilógicas,
en parte debido probablemente a la falta de atención ante las cosas que le
rodean.
En el «test» XIX nos muestra el hombre de color una incapacidad casi
absoluta, pues apenas llega a ganar un punto. El negro no comprende las
narraciones figurativas ni las significaciones por traslación.
La misma incapacidad puede verse en el «test» XX, si bien en éste, con-
trariamente al anterior, aumenta algo la puntuación con la edad; sin embar-
go, el pensamiento aparece indiferenciado y difuso, no hallando un concep-
to en una serie de tres, dispuestos según la regla de la proporción, escapando
casi siempre la relación de igualdad.
Así como el niño es un organismo por desarrollar y lábil, las manifesta-
ciones de la conducta en el hombre de color han sido determinadas en épo-
cas pretéritas y se encuentran fijadas por la tradición. El niño se desarrolla
en un mundo infantil, que le es peculiar y que no corresponde al mundo de
los adultos. Sus reacciones responden perfectamente a la resonancia que en
ellos adquiere el mundo de los adultos. El negro, en cambio, vive normal-
mente de un modo persistente en el único mundo que le es propio. Aun
cuando el desarrollo de un niño en condiciones de ambiente salvaje se com-
para con el de un niño civilizado, hay que observar fundamentalmente el
menor grado de tensión existente entre la forma primaria y la adulta en el
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niño salvaje. La humanidad llega precozmente a su madurez, pero se esta-


biliza en ella10.
A continuación señalaremos algunos casos correspondientes a aquellos
niños que destacan un poco. Así en éstos como en los casos extremos de infe-
rioridad nos concretaremos a recoger de las ficha individuales todas las
características de mayor importancia, haciendo caso omiso del nombre, el
cual, así como otros detalles de las fichas que tenemos, no juzgamos impres-
cindible, en atención a la gran extensión que al trabajo se daría, y por ele-
mental delicadeza, de otra parte. Mostraremos, sin embargo, algunas que
estimamos de interés en favor del conocimiento del idioma y la poca pun-
tuación lograda, pese a ello, en los «test» últimos, ya comentados.
Ficha núm. 3, de dieciséis años. Edad mental = 16,4. Estado mental = + 0,4.
Tribu a la cual pertenece: Bubi.
Número del «test»:
I II III IV V VI VII VIII IX X
3 4 2 3 4 6 8 2 6 5
XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX
4 4 3 4 8 2 3 4 2 5
Llena bien omisiones. Contesta muy poco a preguntas difíciles y proble-
mas de hechos diversos. No sabe buscar rimas. Retiene 14 ideas lógicas de
18 leídas. Invierte seis minutos y cuarenta segundos para aprender de memo-
ria doce letras; al cabo de seis horas las aprende en dos minutos, recodán-
dolas en días sucesivos.
Ficha núm.9, de once años. Edad mental = 11,9. Estado mental = + 0,9.
Tribu a la cual pertenece: Annobón.
Número del «test»:
I II III IV V VI VII VIII IX X
2 3 3 1 2 4 2 2 2 3
XI XII XIII XIV XV XVI XVII XVIII XIX XX
3 0 0 0 0 0 0 0 0 0
Este caso es muy curioso, ya que fue estudiado, varios días después, por
uno de nosotros que no lo había hecho la primera vez, de una manera abso-
lutamente fortuita, obteniendo no solamente la misma puntuación total, sino
además la parcial por «test», incluyéndolo en fichero de nueve años la pri-
mera vez y de diez la segunda.

10
FRANKE (E.): «Geistige Entwicklung der Negerkinder», 1915.
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TEXTOS ETNOGRÁFICOS 143

Sólo dice 22 palabras en tres minutos. Desconoce en absoluto las letras,


pese a que hace algún tiempo es asistente a la escuela oficial de un poblado.
Conoce los colores amarillo, rojo y azul (los cuales distingue); no los restan-
tes. No sabe cambiar monedas, y a duras penas conoce los días de la sema-
na y nombre de los meses. Es de advertir que además de los «test» de YER-
KES fueron repetidos estos últimos con los mismos resultados.

Hemos logrado alguna ficha individual de los tenidos como «intelectua-


les de la raza de color», pertenecientes.; en su mayoría, a colonias británicas
(«Gold Coast», Sierra Leona), algunas procedentes de individuos de estas tri-
bus casados con «bubis»; los blancos destinan a estos negros para puestos en
oficinas y, en general, de alguna responsabilidad, por considerarles mejor
que los restantes, difieren muy poco, en contra de la opinión sustentada.
En el sexo femenino no hay ventajas en ninguna edad. Recogeremos úni-
camente las fichas correspondientes a dos maestras diplomadas en la colo-
nia y que como tales dan clase en la escuela oficial de niñas.
Como por aquellos días ingresaran en el Servicio Sanitario Colonial dos
indígenas en calidad de enfermeras, que recientemente regresaban de Espa-
ña, en donde habían permanecido algunos años (casi todo el tiempo de nues-
tra Cruzada habían prestado servicios como enfermeras en un hospital;
según nos habían manifestado). Es de advertir que estas dos indígenas
hablan y escriben bastante bien los idiomas español e inglés, caso poco fre-
cuente entre los demás indígenas, aun a veces aquellos que han permaneci-
do en España; conocen además los dialectos de su raza.
Finalmente, no hemos dejado de estudiar algún mulato de ambos sexos,
sin que lográsemos resultados mejores que en los de raza de color puros,
pese a que alguno convivía con el padre (de raza blanca.)
No recogemos las fichas aisladas de los pocos españoles estudiados, ya que
difieren poco, tal vez por escaso número, pudiendo, en realidad, servir la dada
en el recuadro correspondiente a las medidas generales para establecer la dife-
rencia, bien notoria, con aquellos de la misma edad de raza de color.
Si bien los estudiados pertenecen, en su mayoría, a la tribu «bubi», reu-
nimos en la casuística total de 273 varones comprendidos entre siete a vein-
te años, y 146 mujeres de igual edad, además de medio centenar por encima
de estas edades y no consignados en las tablas de puntuación media, indivi-
duos pertenecientes a las diversas tribus o poblados que viven en la isla en el
momento de hacer la determinación, y que son como sigue:
Mulatos (de padre español, alemán, portugués o indio y madre «bubi» o
«combe»); Fernandinos (así designados a los nacidos en la isla, pero de padre
perteneciente a tribu no «bubi» —Monrovia, Sierra Leona, Kamerún, Gold
Coast, etc.— y madre «bubi».) Santo Tomé y Cabo Verde, Ibo, Calabares, Sie-
rra Leona, Gold Coast, Lagos, Yaunde, Kamerún, Gabón, Douala, Esangón,
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144 TEMAS DE ETNOLOGÍA REGIONAL

Pamúes, Bule, Fong, Combes, Popú, Baseque, Bayangue, Benga, Bugeba,


Playeros de Bata, Batanga, Annobón, Corisco.
Así como la curva de blanco se caracteriza por un ascenso continuado
(únicamente hay una detención momentánea entre los catorce y quince
años), en el hombre de color, aparte de ser la puntuación mucho más baja,
alcanza muy precozmente la cumbre, que se consigue a los dieciséis años,
manteniéndose aquí casi estacionaria (con muy ligera regresión a los dieci-
nueve años), pero con marcada tendencia a descender, en lugar de aumentar
con la edad, como sería de esperar, o al menos así es en la raza blanca; en
nuestras observaciones muestran una gibosidad correspondiente a la edad de
veintiún años, mas va seguida de una caída brusca a partir de aquí, mante-
niéndose o aún acentuándose con la edad. Según algunas observaciones
hechas en negros de mayor edad, y pese a ser de los mejores, no superan a
los de menores edades; de otra parte, ya fue analizado algún caso especial,
particularmente los referentes a maestros indígenas, y corrobora cómo pasa-
da la edad señalada, la puntuación es siempre menor de la que corresponde-
ría a un blanco de igual edad y características, es decir, dentro del terreno de
la normalidad, en que son considerados todos los de color; pero, además,
tampoco supera mucho a los más jóvenes.

«Tests» generales para la memoria

Hemos hecho también el estudio de la memoria por medio de «test»


generales, siguiendo la técnica de NETSCHAJEFF, algo modificada en lo que se
refiere a cada una de las pruebas, y de acuerdo al empleo de objetos o frases
que más familiares resultan para el negro, al igual que habíamos hecho con
los «test» de YERKES. También en parte, utilizamos la técnica de EBBINGHAUS
y STERN. Ambas serán sucesivamente detalladas antes de recoger la casuísti-
ca lograda con estos procederes.
La comprobación de la memoria de fijación se hace: para letras (no hay
asociaciones), sílabas desprovistas de significado, cifras, formas, colores e
imágenes, serie de palabras incoherentes concretas y abstractas, grupos de
conceptos asociados, frases de distinto número de sílabas, conceptos conte-
nidos en un texto, mandatos a cumplir (unos a continuación de otros).
Para determinar la capacidad de trabajo mental del niño en la edad esco-
lar seguimos el método de complementación de ELSENHAUS, consistente en
presentar frases coherentes, pero incompletas, debiendo llenar el alumno las
omisiones. Así, por ejemplo: «Un perro nadaba a través de una corriente de
agua y sostenía un... de carne.... boca. Vio en esto reflejada en el agua la ima-
gen de la car..., y como se creyó que era otro... abrió la boca para coger... Al
hacer esto se ca... el... que en ella llevaba, y el po... pe... se quedó sin él y sin
su ima...».
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TEXTOS ETNOGRÁFICOS 145

Técnica a seguir

«Test» generales para la memoria: Se hacía en las escuelas, reuniendo a


todos los niños que sabían escribir, llegando a valorar aun aquellos en los cua-
les la escritura no era muy clara, pero lo suficiente para poder interpretarlo;
de todos los tipos de letra obtenemos una reproducción, agrupándose en ellos
a todos los niños examinados. En total son siete los tipos en que hemos resu-
mido las distintas formas de escritura, cuyas fotografías puede verlas el lector
al final del libro. Para evitar el cansancio y fatiga, dividíamos la prueba en dos
sesiones, realizadas en días diferentes. Siempre evitábamos que durante la
prueba pudiesen copiar o distraerse, con lo cual naturalmente, los resultados
logrados carecerían de exactitud, procurando explicar con toda claridad lo
que se pretendía hacer, empezando la prueba cuando de todo se habían dado
perfectamente cuenta y procurando prestasen el máximo de atención.
Primera prueba: Consiste en 12 impresiones uniformes para que el esco-
lar escriba un informe. Para ello mostrábamos en un plazo de un minuto y
con intervalos de cinco segundos los siguientes objetos: periódico (diario),
gorra, cerradura, linterna (lámpara de bosque), pañuelo de bolsillo, vaso,
portaplumas, cepillo de ropa, flor, libro, frasco, reloj despertador. Todos estos
objetos eran perfectamente conocidos por los alumnos, modificando alguno
de ellos en las diferentes escuelas, aprovechando aquellos que aún le eran
más familiares (esfera, campanilla, pizarra, tintero, lápiz, etc.), siempre
naturalmente, en número de doce y presentados con el mismo ritmo y en
igual tiempo.
Segunda prueba (para sonidos): Consiste en la audición de doce sonidos
diferentes, inarticulados y sin presentar el instrumento productor: golpe
sobre botella vacía, sobre papel grueso, sobre madera, timbrazo, toque de
trompeta, disparo de arma de fuego, ruido producido al romper papel de
seda, sonido de instrumento musical (guitarra), ruido producido por la caída
de un cuerpo duro y pequeño, sonido de un pito, sonido de tamboril, palma-
da (alguno sustituido por un grito, silbido, portazo).
Tercera prueba (para números): Consistente en la lectura en alta y clara
voz de 12 números (de dos cifras.)
Cuarta prueba (visual): Lectura de 12 palabras de tres sílabas que desig-
nan cosas representables visualmente: tintero, carpeta, cada, pájaro, auto,
mesa, perro, hombre, vestido, sombrero, calle, cara.
Quinta prueba (sonido): Lectura de 12 palabras que designan represen-
tación de sonido: gruñido, pisadas, campanada, canto, ladrido, bombas,
trueno, sirena, gritos, pitadas, tiro, motor.
Sexta prueba (táctiles, térmicas, etc.): Lectura de 12 palabras que desig-
nan las correspondientes sensaciones: aterciopelado, fino, elástico, caliente,
rugoso, áspero, duro, rígido, blando, templado, pesado, gomoso.
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146 TEMAS DE ETNOLOGÍA REGIONAL

Séptima prueba (abstracto): Lectura de 12 palabras que representan con-


ceptos abstractos: acción, causa, efecto, espacio, esencia, justicia, número,
tiempo, calidad, consecuencia, obediencia, moralidad.
Octava prueba (estados emotivos, afectivos): Lectura de 12 palabras que
expresan estados emotivos: preocupación, esperanza, felicidad, duda, risa,
certidumbre, desesperación, tragedia, alegría, desgracia, entusiasmo, pena.
Novena prueba: Corresponde a la contestación a cinco preguntas enca-
minadas a saber el tipo de memoria, la mayoría de los niños negros pueden
incluirse en el tipo acústico-motor.
Décima prueba: Se presentan 12 letras cortas y largas; en la primera
parte del experimento las releen en alta voz; en la segunda, sin articularlas y
con los labios cerrados y la lengua apretada contra el paladar; luego deben
decir cuántas y cuáles letras han visto.
Undécima prueba: Se presenta una serie de sílabas desprovistas de signi-
ficado; seguidamente se muestra una segunda serie en la que, junto a la pri-
mera, hay mezcladas sílabas nuevas. Debe indicar qué sílabas le son conoci-
das y, a ser posible, cuáles son las que figuran comunes a los dos grupos.

Comentario

En realidad, tampoco estos «test» generales de memoria difieren de los


estudiados individualmente. Desgraciadamente, el número de alumnos blan-
cos que asistieron a estas pruebas con los de raza de color ha sido pequeño
para permitir establecer diferencias firmes entre ambos.
Puede, sin embargo, apreciarse, al igual de lo que acontece con los «test»
de YERKES, cómo existe una superioridad por parte de los blancos, superio-
ridad no muy grande frente a determinadas pruebas (IV y V), llegando a
superar ligeramente el negro en las pruebas I y X, mientras que la inferiori-
dad es bien clara en las pruebas, VI, VII y VIII.
Entre los de raza de color es algo superior la memoria en el varón que en
la hembra en las pruebas I, II, III, V, VI y VII, mostrándose más igualdad o
una superioridad insignificante a favor de las hembras en las pruebas de
palabras que designan cosas representables visualmente (IV), las que desig-
nan estados emotivos, particularmente en las asistentes a escuelas de reli-
giosas (VIII), así coma la prueba X.
En general, también aquí los progresos mayores corren paralelos a la
edad, siendo vistos entre los doce y dieciséis años, decreciendo a partir de
entonces, a excepción de la memoria para abstractos y estados emotivos,
cuyo máximo es logrado a los catorce años, conservándose un poco más
tiempo.
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TEXTOS ETNOGRÁFICOS 147

Hemos estudiado también la fantasía, pudiendo resumirse que en el


negro es puramente imitativa, vulgar, inestable e intuitiva; en ningún caso la
hemos visto combinativa.
En el dibujo, generalmente reflejan lo que saben; pero nunca, represen-
tan lo observado, no siendo posible ver la autocrítica. En el negro lo funda-
mental es la imitación, pero nunca existe la elaboración independiente ni el
perfeccionamiento.
El desarrollo de la memoria acústica suele ser grande en el negro; las
representaciones y percepciones se hallan íntimamente emparentadas y
menos diferenciadas entre sí de lo que están en el hombre civilizado, a causa
de que las percepciones poseen mucho más el carácter representativo y las
representaciones tienen mucho más el carácter perceptivo en los pueblos pri-
mitivos que en los europeos.
Toda la casuística recogida hasta aquí refleja la mentalidad del hombre
de color, evidentemente y a todas luces inferior y diferente en todo a la del
blanco. Señalamos por escuelas la matrícula de todas y cada una (año 1940)
en la isla de Fernando Póo, figurando en un cuadro todas las escuelas estu-
diadas y otro con aquellas que por diversas causas no lo han sido. Solamen-
te algunas escuelas están dirigidas por profesorado blanco, asistido de maes-
tros indígenas diplomados en la Colonia (Escuela Oficial de Santa Isabel,
San Carlos, Laka y Religiosas del Corazón de María, todas unitarias mascu-
linas y femeninas); las restantes están regentadas por maestros de color (la
de niñas, de Rebola y niños de Laka, titulados en España), casi siempre
diplomados en la Colonia. En el primer grupo, es decir, en aquellas dirigidas
por blancos, el aprovechamiento de los niños parece mostrarse algo superior
a todas las demás, aun cuando la diferencia no sea exagerada, entendiendo
por este aprovechamiento, no una inteligencia mayor, ya que la puntuación
resultante eje la aplicación de los «test» de YERKES es sensiblemente pareci-
da, sino, en el adelanto en la lectura y escritura.
Una simple ojeada a los cuadros y gráficas señalados nos hablan en favor
de la poca efectividad de la enseñanza tal y como viene desarrollándose hasta
aquí. Es posible, como se desprende de los hechos prácticos y, de una mane-
ra más científica, por deducción de la mentalidad del negro, que sea de
mucha mayor eficiencia para el hombre de color todo aquello que esté basa-
do en la imitación, apartándolo de cuanto representa elaboración, imagina-
ción, etc., para lo cual visiblemente no tiene capacidad. En este sentido
hemos podido comprobar que en el Colegio de Padres Religiosos, en el cual
tienen una sección de oficios diversos (imprenta, zapatería, carpintería, sas-
trería y alguno más), todos realizan su cometido con un rendimiento nada
despreciable cualitativa y cuantitativamente, existiendo en cada sección sola-
mente un blanco que les dirige; en cambio, en la escuela, como anterior-
mente ha sido señalado ya, es muy escasa la diferencia con cualesquiera de
los restantes indígenas. Tampoco hemos visto nunca que les fuera conferido
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148 TEMAS DE ETNOLOGÍA REGIONAL

al indígena puesto alguno de cierta responsabilidad. Nosotros mismos tenía-


mos a nuestras órdenes cerca de medio centenar, y pese a la repetición del
trabajo a realizar por cada uno, cuando se trataba de materias algo comple-
jas a buen seguro nos lo hacían mal, con lo cual éramos nosotros personal-
mente los que llevábamos trabajos medianamente delicados.
Esto mismo no es, en rigor, nuevo, al menos en lo que se refiere a estu-
dios orientados en este sentido en otros países, a los cuales han sido llevados
negros, y así nos dice HUNTINGTON11: «Las razas de la Tierra son como los
árboles; cada una, según su especie, produce el fruto conocido por civiliza-
ción; la cultura de razas aliadas pude transferirse de la una a la otra. Es, sin
embargo, inútil buscar peras en las ramas de un cerezo, como lo es buscar
una civilización eslava entre los chinos. Cada raza podrá pedir prestado a sus
vecinos; pero pondrá su sello particular en lo que obtenga. La naturaleza de
la cultura de la gente depende de la herencia racial; pero también de la reli-
gión, educación, gobierno y todas las diversas ocupaciones, costumbres e
instituciones del hombre (herencia cultural de los antropólogos), constitu-
yendo un segundo grupo de influencias sociales, cuyo poder parece incon-
mensurable y hacen por el hombre lo que el cultivo por la huerta.
El clima tiene un defecto directo sobre la salud y la actividad del hombre;
un efecto indirecto, pero inmediato, a través de los alimentos y otros recur-
sos, de los parásitos y de los modos de vida.
Pero el cerebro del blanco es, a sentir de muchos autores, más complejo
que el del hombre de color. STRONG (Pedagogical Seminary, 1913) y MORSE
(Popular Science Monthly, 1914) han demostrado que en Columbia los niños
blancos se encuentran más adelantados que los de color; y así, empleando
«test» de BINET en 225 niños blancos y 125 negros, obtienen un 84,4 por 100
de resultados satisfactorios en los primeros, contra un 69,9 por 100 en los de
color; más de un año de adelanto lo consiguen en el 5,3 por 100 de blancos,
tan sólo en el 0,8 por 100 de negros; en cambio, más de un año de retraso
solamente observan el 10,2 por 100 de los blancos, mientras que en los
negros llega al 29,4 por 100. No puede invocarse las mayores oportunidades
de los blancos, ya que en Washington los niños de color acuden al colegio
durante un período exactamente igual que los blancos, a pesar de lo cual no
cumplen un programa de estudio tan amplio, ni llegan a un grado tan alto
como sus hermanos blancos, observación comprobada por MAYO y LORAM en
las escuelas de las ciudades del Sur de los Estados Unidos. De otra parte, en
Cuba trabajan al lado blancos y de color en fábricas de cigarros en las cua-
les la remuneración se hace por piezas, y así ha sido visto que en una en la
cual existen 39 blancos y 65 negros, considerando como 100 la remuneración
para los blancos, es en los negros tan sólo 51. En determinados trabajos para

11
HUNTINGTON (E): «Civilización y Clima». Revista de Occidente. Madrid, 1942.
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TEXTOS ETNOGRÁFICOS 149

los cuales se exige fuerza y docilidad, son preferidos los negros; mas si hace
falta poner en juego la inteligencia, se utiliza al blanco; el negro no puede uti-
lizarse para todos los trabajos. También en la agricultura muestran una
menor capacidad productiva los de color que los blancos, según han podido
mostrar los americanos de acuerdo con las estadísticas facilitadas por las
Oficinas del Censo estadounidense».
Algunos de estos extremos son igualmente vistos en nuestra Colonia; y
así, en lo que a la agricultura hace referencia, el producto obtenido por el
negro es, cualitativa y cuantitativamente, peor que el del blanco, bien enten-
dido que en el primer caso es cultivado directamente por el hombre de color,
mientras en el segundo lo cultiva, pero bajo la dirección del blanco, ya que
éste no trabaja en estas latitudes por impedirlo el clima. También nosotros
hemos obtenido una puntuación mucho mejor en el niño blanco que en el de
color, bien que el número de aquellos es muy escaso y pese a que se halla el
blanco en condiciones completamente desfavorables, cosa que no sucede al
de color, quien vive en su ambiente; y si éstas tampoco le favorecen, bien
claro está que, transportados, e incluso nacidos en climas del Norte, nunca
lograrán alcanzar la mentalidad del blanco.

Conclusiones

Para el estudio de la memoria fueron utilizadas las pruebas de NETSCHA-


JEFF,EBBINHAUS y STERN. También aquí es inferior el hombre de color al blan-
co, mostrando únicamente buena memoria acústica y visual. De estas mis-
mas pruebas se desprende que el mayor rendimiento pueda lograrse en
trabajos de tipo imitativo, pero nunca en aquellos para los cuales se requie-
re trabajo de elaboración; de aquí que acaso no sea ventajoso el mismo sis-
tema que el seguido con los blancos. Por razones análogas tampoco es de
esperar que en los trabajos del campo se logren mayores rendimientos cuan-
do el hombre de color los realiza bajo su exclusiva dirección.
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