Vous êtes sur la page 1sur 31

Primer parcial Vejez

LA IDENTIDAD SOCIAL EN EL ENVEJECIMIENTO Y LA VEJEZ – Iacub (cap 1)


El recorrido sobre los términos
Los significados del envejecimiento y la vejez suponen concepciones diversas, contradictorias entre sí,
dinámicas en el tiempo, con sentidos variables, positivos o negativos, son espacios en construcción.

Las definiciones de envejecimiento suelen apuntar a su biología, reduciendo y generalizando este


campo a otros. A su vez, suele tener un claro tinte ideológico en tanto plantean un esquema evolutivo-
involutivo que lleva a concebir el envejecer como un proceso que se sintetiza en el deterioro progresivo.
Iacub destaca dos definiciones:
1. Ribera Casado considera al envejecimiento como “el resultado de una acumulación de cambios
diversos que se producen en el organismo y en el funcionamiento del cuerpo humano”
2. Aragó amplia esa definición diciendo “es considerado en principio una acción y un efecto en el
que algo o alguien toma las formas de la vejez”

Este proceso supone que el sujeto, a lo largo de su vida, toma las características asociadas a la vejez.
Estas resultan variables y se relacionan con la diversidad cultural, histórica, generacional y subjetiva,
razón por la cual los signos del proceso del envejecimiento, previos a la edad del comienzo de la vejez,
podrán ser significados de maneras tan disímiles como las clasificaciones existentes sobre la vejez,
incluyendo tanto el deterioro o la involución como la maduración y la sabiduría.

La vejez se define como una significación, que produce un corte en lo social y que determina una razón
de medida en la noción de edad. En tanto significación, le es proferida al tramo final de la vida,
entendido desde un punto de vista normativo, o lo que implique el final del término laboral, o de
reproducción, etc., y conlleva una serie de procesos biológicos y psicológicos propios.
El termino VEJEZ es definido como la cualidad de ser viejo o también es aplicable a las personas que han
vivido más tiempo que las demás, es decir que surge desde una comparación con el interior de una
comunidad o de un grupo.

La palabra “viejo” resulta en nuestra comunidad lingüística la más interiorizada socialmente, aun
cuando produce un alto nivel de rechazo. Otras palabras como “anciano”, “tercera edad” o “adulto
mayor” hacen referencia a la idea de viejo. Cada una refleja una historia de la lengua cargada de
significaciones propias y dinámicas → actualmente existen una serie de términos que aluden a esta
franja etaria, descripta desde los 60 en adelante para los países en vías de desarrollo y desde los 65 en
adelante para los desarrollados.

 El término “tercera edad” refleja una historia más cercana asociada a las políticas sociales para
los mayores en el siglo XX y a la jubilación. Los jubilados reciben el dinero que se supone depositaron
durante su vida laboral “activa”, convirtiéndolos así en “pasivos”. Este término nace conjuntamente con
la instauración de una serie de actividades socio-recreativas y pedagógicas. El nombre pone un número
a esta etapa vital, modificando la noción de vejez pensada como término de la vida, al tiempo que
sugiere la construcción de un nuevo estilo de vida. Así se apela a romper con la idea del retiro,
convocándolo a una tercera etapa para recomenzar actividades, que a su vez se volverán especificas
para esta población, como los centros de jubilados. De esta manera, se construye un nuevo actor social
que emerge como un personaje más activo, con roles más amplios y más especificados por su condición
etaria.

 La noción de “jubilado” cobra singular importancia en la medida en que reconoce ciertos


factores que distinguen a esta población. Es una designación usual que determina un cierto estilo de
vida y de relación con la sociedad y con el Estado. La jubilación tiene una serie de implicaciones en la
vida de los mayores, ya que a su vez se prestan servicios como la obra social, viajes, ayudas de vivienda,
etc.
 Los términos “adultos mayores” y “personas de edad” han sido muy utilizados por los
organismos internacionales, buscando designar un sujeto con menos diferencias con el adulto más
joven y tratando de aportar nuevos significados asociados a estos términos tales como autonomía,
derechos, principios, etc., reivindicando con ello un nuevo estatus dentro del contexto social actual.

La construcción del concepto


Cada sociedad construye su propia concepción acerca de lo que significan las edades del ser humano y,
dentro de ellas, la vejez. La categoría “edad” es uno de los cortes que realiza una sociedad conformando
un esquema social determinado.
La edad determina en el diagrama social de un pueblo los modos en que una sociedad considera y
habilita posibilidades de trabajo o de goces, usos de poder y saber, etc., determinando con ello una serie
de valoraciones diversas e interconectadas en relación con un amplio sistema social, económico y
cultural.

La perspectiva del curso de la vida


El curso de la vida es una perspectiva que se presenta como un diagrama integrador, en la medida en
que permite un abordaje interdisciplinario o multidisciplinario, en contenido y en métodos: une
abordajes del curso de la vida reflejados en disciplinas académicas tales como la sociología, la
psicología, la antropología, la economía y la historia;
Iacub destaca ciertos ejes básicos:
1. El envejecimiento como un proceso de diferenciación progresiva: el envejecer es una realidad
de cualquier forma de vida, aunque su complejidad difiera según la especie, el individuo y la etapa
histórica; de allí que existen tantas formas de envejecer como individuos.
2. Reconceptualización del desarrollo y el envejecimiento: el desarrollo y el envejecimiento
deben ser analizados más allá de sus aspectos biológicos. Han de entenderse como procesos
simultáneos y permanentes durante la vida, en los cuales se conjugan ganancias y pérdidas, así como
múltiples influencias y orientaciones.
3. Multidimensionalidad, multidireccionalidad, plasticidad y discontinuidad: estos criterios
implican que diferentes factores y sistemas se conjugan e interactúan en direcciones disimiles en la
construcción de la vida de cada persona. Cada curso vital implica, al mismo tiempo, continuidad y
discontinuidad: mientras algunos aspectos se mantienen, surgen otros nuevos.
4. El envejecimiento como un proceso dinámico y contextual: las múltiples influencias de las que
se compone el envejecimiento conforman una serie de ecología social en la que resultan determinantes
la ubicación estructural, la construcción social de los significados y las conexiones entre el individuo y lo
social.
5. El curso vital modelado por transiciones y trayectorias relacionadas con la noción de
edad: la edad aparece modelada por una estructura social, al tiempo que las vidas humanas se ajustan
al modo en que se considera “adecuado vivir” según la edad. El modelo de “curriculum vital” presenta el
modo en que una sociedad construye y propone a los individuos ciertos principios organizadores del
desarrollo de su vida. Son sistemas de normas que generan los roles por edad y las transiciones en las
etapas vitales.
6. Importancia del contexto y de la historia: los modelos contextuales son los más apropiados
para estudiar las trayectorias vitales, dado que estas son cada vez más atípicas. Existen factores que
inciden en el curso vital: expectativas sociales relacionadas con la edad, influencias históricas y
acontecimientos personales únicos.

De la definición a la identidad
Los modos en que se construye una cierta definición, es decir, el conjunto de sus descripciones,
implican un esbozo de identidad socialmente establecida.
Al sujeto se lo intenta definir a través de un conjunto de relaciones objetivas ancladas en ciertas formas
de poder que lo transforman en alguien que puede ser concebido por un determinado discurso
narrativo y que se espera que actúe desde el campo de dominación, lo cual es otra forma de construir la
identidad.
Dichas representaciones, ya sean divisiones etarias, de género o de clase social, suelen presentarse
como discursos hegemónicos.

Gobierno de sí
El modo en que una persona vieja se lee a sí misma no es un resultado de los discursos que se le
plantean, aunque estos serán parte del conjunto de descripciones desde donde el sujeto se narrará.
Resulta necesario subrayar la heterogeneidad y especificidad de los ideales y modelos de individualidad
y del envejecimiento que se despliegan en las diferentes prácticas sociales, los diversos códigos que
emergen en las divisiones de género, etnias o clases sociales, y su articulación con respecto a problemas
y soluciones especificas concernientes a la conducta humana.

Presupuestos relativos a la noción de gobernabilidad de sí:


1. La problematización es entendida como el modo en que un sujeto, el viejo, o una temática, la
vejez, devienen temas a ser cuestionados y a la vez delimitados desde ciertos criterios sociales. Su
producto serán las definiciones sobre este conjunto poblacional.
2. Las teleologías son las formas de vida, metas o ideales propuestos a determinado grupo social,
en las que se incluyen los códigos de conocimiento que apoyan estos ideales y valores éticos. Sobre
cierta problematización surgirán teleologías y es allí donde la desvinculación puede ser un resultado
tan cierto como la inclusión, la expectativa de dependencia o de autonomía, de pasividad o actividad, de
fracaso o éxito y de retiro o continuidad.
3. Las tecnologías son los montajes estructurados a partir de una cierta racionalidad práctica con
el fin de encauzar la conducta de un sujeto en direcciones especificas, propiciando determinados roles y
funciones sociales. Toda tecnología debe estructurarse a partir de prácticas e instituciones sociales a fin
de posibilitar el objetivo deseado.
4. Las autoridades son aquellas a quienes se otorga o reivindica la capacidad de hablar
verazmente de los seres humanos, de su naturaleza y sus problemas (sacerdote, médico o psicólogo)
5. Las estrategias vinculan los procedimientos para regular las capacidades de las personas a
objetivos morales, sociales o políticos más amplios, concernientes a los rasgos deseables o no deseables
de una sociedad. Las estrategias relativas a la vejez suponen una inversión social que implica esfuerzos
humanos y económicos relativos a investigaciones o estudios científicos, narrativas artísticas, luchas
sociales o políticas sociales, entre otros.

Perspectivas y significados de la vejez


Los modos en que se establecen los significados sobre la vejez son múltiples y disimiles a lo largo de la
historia. Algunos resultan de mayor continuidad y otros aparecen localizados en determinados
momentos históricos.
Existen factores que brindan continuidad, tales como la fragilidad física y la cercanía con la muerte. Por
otro lado, aparecen otros como la jubilación o la noción de edad que resultan ligados a contextos socio-
históricos más limitados.

Prejuicio y estereotipo → marcas sociales que imprimen un sesgo identificador, con altos niveles de
aceptación social, sin que sean verificables desde ciertos códigos científicos, aunque los prejuicios y los
estereotipos son también ángulos desde donde una cierta cultura local, con sus representaciones de la
realidad, critica a otra.
Existe una serie de falsas creencias acerca de la vejez. Una de ellas es el “mito de la modernización”:
consiste en creer que a lo largo de la historia, la vejez había sido apreciada y que la modernidad denigró
el lugar simbólico de los mayores. También se sostiene que antes los viejos vivían en familias
multigeneracionales y ahora en familias nucleares, o que antes los viejos estaban excluidos de la
sexualidad y es ahora que se les empieza a posibilitar un espacio.

La perspectiva de la edad
A lo largo de la historia, la edad tuvo diversos niveles de influencia en la definición de los roles y las
actitudes esperables a nivel social e individual.
El curso de la vida implica un conjunto de reglas que organizan una dimensión clave de la vida en una
determinada sociedad y en un momento histórico específico. Dicho curso de la vida se compone de un
conjunto de trayectorias vitales, más o menos entrelazadas, donde se desarrolla la existencia humana.
La modernidad tendió a la estandarización de las edades e intentó hallar en cada grupo etario
diferencias notables y características, donde el trabajo se constituyó como el gran ordenador social. Así
fue que se desarrollaron programaciones rígidas y curriculares donde a la niñez le correspondía la
educación, a la adultez el trabajo y a la vejez la jubilación.
Con la posmodernidad, se produce una emergente desinstitucionalización y desdiferenciación del curso
vital, dando lugar a una mayor individualización. Tanto la edad como el género dejaron de ser variables
relevantes para definir los roles y comportamientos.

La perspectiva de género
La noción de género surge como otra de las maneras de construir la identidad en lo social. Esta se define
como un conjunto de creencias, valores y representaciones acerca del varón y la mujer, hétero u
homosexual, que suponen roles, formas de expresión de las emociones y los sentimientos, tipos de
actitudes y actividades.
Estos modelos de identidad son parte de una cultura que se transmite en cada generación aportando
representaciones de género, los cuales a su vez envejecerán de modos diferenciales. La rigidez de los
modelos denominados tradicionales acerca de los roles de género pueden fragilizarse antes los nuevos
contextos que plantea el envejecimiento.

La perspectiva de cohortes
Se concibe la cohorte como un grupo de personas que experimenta un evento durante un mismo
intervalo de tiempo. No debe confundirse con la generación, ya que la primera se construye en función
de influencias específicas de eventos y experiencias históricas, que no necesariamente son compatibles
con el conjunto de las personas de la misma edad.
Las diferencias en el desarrollo entre personas de diferentes cohortes son de una gran variabilidad de
características, incluso en personas nacidas en la misma época, ya que estas dependen de las
circunstancias históricas particulares, generando trayectorias de edades especificas que se reflejan en
capacidades cognitivas, las ideologías políticas, las características de personalidad y otras.

Las perspectivas de clases sociales, etnias y los niveles de educación


Cada sociedad construye diferencias y semejanzas entre los grupos etarios, y en el interior de estas
hallaremos otras segmentaciones producidas por los contextos de significación en los que este sujeto
esté inmerso. Ser pobre o rico no es simplemente un hecho económico, sino que implica una serie de
vivencias biológicas, psicológicas y sociales que determinan modos de llegar a la vejez, expectativas de
rol, tipos de familia, etc. Contar o no con una jubilación o un trabajo puede implicar niveles de
independencia o dependencia, recursos de atención y cuidado, y capacidad de seguir desarrollándose,
entre otros.
La noción de etnia es otro eje diferenciador en la medida en que ciertas formas culturales basadas en
orígenes comunes pueden ofrecer mayor o menores posibilidades de ofertas sociales, recursos para
concebirse como un sujeto de determinado rango y escala social, etc.

Los significados de la enfermedad en la vejez


En el siglo XIX emerge una preocupación biológica y medica por tratar de solucionar las enfermedades
de la vejez, evitar los signos del envejecimiento y alargar el curso vital. Este enfoque produjo una
reducción de interpretaciones acerca del fenómeno del envejecimiento a un hecho biológico, en el cual
todo debía ser visto y constatable en el cuerpo. Las enfermedades propias de la vejez se vuelven el eje
de la temática.
Metchnikoff sugiere que se debía construir un saber (logos) sobre la vejez (geron) que dé lugar al
vocablo “gerontología”. Se produjeron una serie de transformaciones en la percepción social de la
vejez que se condensan en tres criterios esenciales:
1. El cuerpo del viejo fue pensado como un sistema de significación en sí mismo, limitando a la visión
de un interior microscópico done las metáforas biológicas iban en contra de cualquier ambigüedad.
2. El cuerpo del viejo se presentó como separado y anormal, es decir, como un punto diferencial en
la anatomía patológica, identificable con síntomas de enfermedad que requieren una terapéutica
especializada profesional.
3. El cuerpo del viejo fue concebido como el de un desfalleciente o moribundo, se lo redujo a un
estado de degeneración.

Estos enfoques que heredamos siguen vigentes en múltiples lecturas de la actualidad.


Uno de los ejes centrales de la gerontología actual reside en calificar como prejuiciosa la asociación
de la vejez con la enfermedad. Esta crítica presenta un cuadro de la vejez distinto, mostrando
potenciales de salud más amplios y nuevas maneras de conceptualizar la temática. La vejez excede en
gran medida la dimensión de salud o enfermedad; la noción de salud se basa en normas rígidas
asociadas a la juventud y existe una lectura moralista que ejerce controles sobre aquellos que tienen
cuerpos diferentes a la norma.
La OMS y la OPS definieron la salud funcional en la vejez como la capacidad de enfrentar los procesos
de cambio, con un nivel adecuado de adaptación funcional y de satisfacción personal.

Los significados de la erótica en la vejez


 La compañía y el goce sexual a lo largo de toda la vida: al interior de la cultura judía, aparece
como demanda que el hombre esté acompañado por una mujer como modo de alargar su vida. Además
aparece un llamado a disponer del goce sensual en el marco de la pareja durante toda la vida.
 La construcción del pudor: la imagen de la vejez aparece fuertemente deserotizada en la medida
en que se contrapone con los modelos estéticos vigentes asociados a la juventud.
 La respetabilidad como demanda moral: supone que los viejos tienen menos posibilidades para el
disfrute, ya que se encuentran más demandados socialmente que los de otras edades a controlar sus
deseos.
 De la asexualidad a la perversión: el discurso burgués y victoriano construye un viejo que es
definido como un asexuado o imposibilitado para el sexo, aunque ante la emergencia de un interés
erótico puede ser concebido como un perverso. La noción de perversión remite a la concepción de un
deterioro físico y mental que lleva a que el sujeto involucione psíquicamente, perdiendo controles
psicológicos y morales
 El control corporal: la deserotización de la vejez se encuentra asociada a una visión utilitarista
del cuerpo, este no es concebido como un objeto de goce sino de conservación. El cuerpo es pensado
como un objeto que debe ser mantenido sano incluso a costa de no hallar disfrutes.
 La reducción de los goces a la genitalidad: el funcionamiento genital aparece como un parámetro
normativo que organiza la relación del sujeto con su deseo, especialmente en el varón.
 La promoción sexual: actualmente aparece una tendencia a la promoción del goce sexual, con una
mirada uniage que busca desafiar las lecturas habituales de esta etapa vital. Surge una sexualidad sin
criterios normativos de edad que resulta fuertemente sostenida por los relatos científicos que afirman
la importancia y la posibilidad y deseabilidad del sexo sin edad
 El cuerpo fetiche y fetichización de la sexualidad: aparecen como referentes de una forma de
erotismo en la que predomina lo estético y el dominio de lo visual, produciendo un goce más ligado a la
seducción y a la autocontemplación, que puede excluir al cuerpo envejecido

Los significados de la productividad y la autonomía en el envejecimiento


Las expectativas culturales de Occidente acerca del envejecimiento influyen sobre las metas y las
motivaciones individuales, construyendo trayectorias del curso de la vida, expectativas que tiñen las
lecturas de las ciencias, y en especial las sociales, en la medida en que estas pueden terminar reflejando
y reificando lo que la misma cultura produjo.
Aun cuando la noción de lo productivo ha ido transformándose, resultan remarcables las dificultadas
que aun hoy sigue provocando la jubilación en muchas personas mayores y la difícil transición hacia
actividades económicas no productivas.
La valoración social del trabajo formal, establecido no solo como medio de subsistencia, sino como ideal
y referente vital, lleva también a que el termino de vida laboral se asocie con una pérdida de la
pertenencia organizacional, la identidad laboral y las formas de socialización; cambio en la autoimagen,
autoeficacia y autoestima; modificación de metas y objetivos, y de rutinas que estructuran el uso del
tiempo.
Por otro lado, respecto al valor de la autonomía, se contrapone la independencia con la
interdependencia, presentando de este modo un rasgo de la cultura occidental actual que piensa al
sujeto de una manera muy aislada de los otros, valorizando con ello un tipo de vivencia que pareciera
excluir al otro. La autonomía puede incluir a otros que apoyen de una manera interdependiente.

Los significados del sujeto psicológico envejecido


Presupuestos acerca del sujeto psicológico en la vejez:
 Los adultos mayores son rígidos y están deprimidos: este estereotipo supone un sujeto que cuenta
con escasos recursos psicológicos, rígido, sin capacidad de disponer de herramientas de afrontamiento
frente a los declives que plantea el proceso de envejecimiento. Hoy contamos con evidencia empírica
que muestra la existencia de conductas flexibles en la vida adulta y adecuados recursos de
afrontamiento.
 Los adultos mayores están aislados, abandonados o institucionalizados: se esperaban carencias y
limitaciones en su integración social y redes de apoyo social en la vejez. Se consideró que sufrían
perdidas, a la vez que existían escasa posibilidades de incluir nuevos vínculos y por eso se generaban
situaciones de aislamiento social, sentimientos de soledad y diversas patologías que de ellas derivaban.
Los trabajos recientes cuestionan la supuesta disrupción de la red como un hecho generalizado y propio
de la vejez. Investigaciones han demostrado que los adultos mayores poseen una vida social muy activa,
disponen en su mayoría de redes amplias y suficientes, se encuentran satisfechos con el apoyo del que
disponen e incorporan nuevos vínculos durante esta etapa de la vida
 Los adultos mayores son personas cognitiva y psicológicamente disminuidas: descalificación de la
capacidad intelectual (cognitiva). Una suma de concepciones prejuiciosas y estereotipadas acerca de los
adultos mayores suele hacerlos equivaler a sujetos aniñados, con exageradas limitaciones a nivel
cognitivo que llevan a confundir los cambios normales en la memoria con el deterioro cognitivo,
generando muchas veces una generación de las demencias ante cualquier limitación o problema
intelectual.
Esta descalificación promueve tres problemas centrales:
 Produce limitaciones en la posibilidad de autonomía
 Genera interferencia en las interacciones sociales
 Induce a que se les oferten y adopten actividades inapropiadas, infantilizantes o poco
estimulantes
Existe una opinión sobre la vejez totalmente opuesta que afirma que son todos sabios, lo cual más allá
de ser un prejuicio positivo, es igualmente reduccionista de la vejez.

Los significados de la actividad en el envejecimiento


La teoría gerontológica ha considerado el campo de las actividades posibles en la vejez no solo como un
instrumento empírico profesional, sino también como un lenguaje crítico acerca de las narrativas
prejuiciosas sobre esta etapa de la vida, un nuevo ideal cultural y una racionalidad política.
Estas concepciones han generado que estar activo aparezca en las representaciones sociales actuales
como un recurso para enfrentar el propio envejecimiento. Aun cuando resulte criticable la idealización
de la actividad, no debemos dejar de tener en cuenta los efectos positivos de las mimas. Las propuestas
de actividades pueden facilitar y volver accesible esta nueva etapa vital.

El viejismo como una transformación conceptual


La noción de viejismo es un concepto que introdujo Butler y que permitió reformular este conjunto de
juicios estigmatizadores, tanto negativos como positivos sobre la vejez.
El viejismo se define como una alteración en los sentimientos, las creencias o los comportamientos en
respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o un grupo de personas. Este prejuicio
involucra procesos psicosociales por los cuales los atributos personales son ignorados y los individuos
son etiquetados de acuerdo con estereotipos basados en la afiliación grupal. Como todo prejuicio
genera dos actitudes fundamentales:
 una dislocación social, en tanto promueve una pérdida o redefinición de roles sociales que
resultan de un estatus social disminuido y de una decreciente participación social.
 el uso de estereotipos, de creencias, generalmente negativas, basadas en características
excepcionales o inexistente atribuidas de manera categórica a todos los miembros de un grupo en
particular. Esta modalidad lleva a la estereotipia → proceso psicológico y social a través del cual se
ignoran los atributos y las características personales y se etiqueta a los individuos de acuerdo a
estereotipos basados en la afiliación grupal.

Levy y Banaji plantean un punto de vista distinto acerca del viejismo: el factor implícito del mismo,
puede operar sin ser advertido, controlado o con intención de dañar de manera consciente, lo que se
convierte en un factor particularmente complejo.
No existen grupos que repudien y muestren antipatía hacia las personas viejas, como contra otros
grupos minoritarios, e incluso los prejuicios y estereotipos suelen estar tanto en los jóvenes como en los
viejos. La ausencia de un odio fuerte y explicito hacia los viejos y una amplia aceptación de sentimientos
y creencias negativas, produce que el rol de las actitudes y los conocimientos implícitos acerca de la
edad se torne especialmente importante.
Levy y Banaji utilizan dos categorías:
 estereotipos implícitos de la edad (estereotipos automáticos o inconscientes): pensamientos
acerca de los atributos y comportamientos de las personas viejas, que existen y operan sin presentar
una advertencia consciente, intención y control.
 actitudes implícitas de la edad (prejuicios automáticos o inconscientes): sentimientos hacia las
personas más viejas que existen y funcionan sin advertencia consciente, intención y control.

Entre el empoderamiento y el desempoderamiento


La palabra empoderamiento significa potenciamiento, apoderamiento o capacitación. En términos
políticos es un nuevo modelo de confrontación social basado en el potenciamiento de grupos que
carecían de poder, promoviendo la revisión y transformación de códigos culturales y de nuevas
prácticas sociales, propias de sociedades multiculturales.
El empoderamiento requiere la reconstrucción de un determinado discurso, mostrando el modo en que
fueron conformados, es decir, respondiendo a determinados intereses o concepciones. Implica un
proceso de reconstrucción de identidades, que supone la atribución de un poder, de una sensación de
mayor capacidad y competencia para promover cambios en lo personal y en lo social. Esta toma de
conciencia de sus propios intereses y de cómo estos se relacionan con los intereses de otros produce
una representación nueva de sí y genera una dimensión de un colectivo don determinadas demandas
comunes.
En esta concepción del empoderamiento cabe observar tres dimensiones:
 personal: supone el desarrollo de la confianza y de la capacidad individual, así como deshacer los
efectos de la opresión interiorizada.
 relaciones próximas: se refiere al desarrollo de la capacidad de negociar e influir en la naturaleza
de la relación y de las decisiones que se toman dentro de ella
 colectiva: implica el trabajo conjunto para lograr un impacto más amplio del que podría haber
alcanzado individualmente.
Desempoderamiento → el proceso de confrontación con diversos estereotipos sociales negativos
minan lenta y progresivamente la consideración que los mayores tienen de sí mismos, ya que se los
comienza a identificar con la debilidad intelectual, física, con la improductividad, la discapacidad sexual,
etc., limitando con ello su autonomía y autoconcepto.

Una lectura desde las investigaciones


Las creencias culturales y las teorías implícitas sobre el envejecimiento pueden influir en la autoeficacia
durante la vejez, desalentando las expectativas, las metas y los resultados. Incluso aquellos que tienen
expectativas positivas sobre su proceso de envejecimiento parecen ser vulnerables a la amenaza de los
estereotipos. El efecto es un incremento de ansiedad y amenaza al yo, lo cual puede interferir con la
ejecución de tareas intelectuales y motoras.
Los estereotipos negativos hacia la vejez, en las personas mayores, genera una sensación de amenaza a
la integración personal, menor rendimiento a nivel de la memoria, en la capacidad para las
matemáticas, en el sentimiento de autoeficacia, en la capacidad para la escritura, en trastornos de salud
y en toda una serie de retiros anticipados de compromisos y roles laborales y sexuales.

La construcción de un sujeto y un agente


El concepto de empoderamiento se relaciona con la disposición del poder sobre si, darse su propia
norma y reconocerse con la capacidad de seguir disponiendo de su vida. La autonomía y el
autoconcepto son dos ejes que permiten enfrentar “los mitos de la dependencia”. El sujeto no es un ente
pasivo, sino que es el motor de cambio ante los modelos que sobre él se plantean. En la medida en el
sujeto toma conciencia de su aminoramiento social, puede volverse capaz de subvertir el orden que lo
victimizaba.
La misma persona que se encuentra construida por todos los significados que se le atribuyen es a la vez
un agente social, en la medida que puede modificar y negociar el reconocimiento de su identidad, en el
interior de una multiplicidad de representaciones ideológicas contradictorias. El mismo proyecto que
construye sujetos dominados establece sujetos que resisten y donde los efectos nocivos, relativos a los
estereotipos de la vejez, pueden modificarse en contextos que promuevan representaciones menos
rígidas y negativas.
El concepto de empoderamiento, en tanto modificación del un orden ideológico y social que puede
limitar y estereotipar a las personas viejas, se transformaría en una posibilidad de construir una
identidad diferenciada y singular.

Capítulo 2: IDENTIDAD PSICOLÓGICA EN EL ENVEJECIMIENTO


La Identidad es algo que se desarrolla a través del tiempo, conteniendo aspectos de gran fijeza (rasgos
estructurales o de personalidad) que tienden a tener mayor estabilidad y también otros aspectos que
son más influenciables por diversos contextos de significación.
Entre estos dos aspectos hay una continuidad, existe una elaboración psicológica que se narra en
presente, resignificando aquello que aparece como primario. La identidad es un modo en que el aparato
psíquico produce significados que otorgan sentido y continuidad.
La psicología del envejecimiento debe dar cuenta de ambos aspectos: la estabilidad y el cambio,
articulando los aspectos estables de la personalidad (conformados tempranamente en la historia vital
del sujeto) y los aspectos de orden más procedimental (socioculturales, situacionales y temporales
específicos) por medio del cual se produce la identidad, realizando una “edición narrativa”.

Identidad y proceso de envejecimiento


Aunque el PE ocurre a lo largo de toda la vida, adquiere connotaciones más específicas en la mediana
edad. Envejecer implica modificaciones de múltiples variables:
-En la lectura que el otro hace sobre el sujeto envejecido.
-En los aspectos físicos, los cuales alteran la relación del sujeto consigo mismo, produciendo variantes
en la lectura de sí.
-Las representaciones de sí mismo, las cuales fueron variando según las experiencias y los contextos.
-La relación de cantidad de tiempo vivido y el que queda por vivir, hay más pasado que futuro lo que
hace que aparezcan proyectos finitos y una representación de la propia muerte.
-La relación del sujeto frente a ideales sociales altamente valorados, como la carrera laboral.
-Los factores que motivan la creciente desinserción de los marcos sociales habituales.
-El cambio de lugar en las cadenas generacionales.

Crisis: (separación/abismo) eje conceptual que permite describir la percepción de un cambio subjetivo
que requiere un trabajo de elaboración psíquica que dé cuenta de las transformaciones sucedidas. En
los momentos de crisis se revela ante el ser humano lo que siempre había tenido ante sí y que había
desplazado con creencias, roles e ideales sociales: da lugar a una desesperación que se relaciona con la
desorientación, perdiendo referentes que guían al sujeto.
Las personas necesitan conducirse con referencias que indiquen rumbos, sentidos y contextos en los
que sientan niveles de seguridad. La inminencia de un cambio puede producir inseguridad y pérdida de
control que lleve a un sujeto a esa desesperación.
La identidad se construye con relación a límites que forjan un mapa conocido, ya sea por los afectos con
los que se relaciona o los contextos en los que se desenvuelve. Así, el límite se convierte en un
significado de la identidad, ya que dice lo que se es y lo que no se es. Son los límites los que sitúan los
centros y los márgenes, connotados por valores ideales.
La crisis es entonces una experiencia que limita, escinde y margina: la persona puede intentar buscar un
retorno a la seguridad ofrecida por el estado anterior, permanecer en una vivencia de tristeza e
inadaptación por la pérdida de lugares o explorar nuevas formas identitarias que no generan una
sensación de exclusión.
La resolución de una crisis supone la interacción con los múltiples contextos en los que el sujeto se
desenvuelve, los que proveerán márgenes de posibilidad y limitación. Ocurre cuando la persona puede
hacer una lectura distinta acerca de del modo en que fue construido “su problema”. Modificar esta
construcción de su problema podría dar lugar a resultados diversos.
La crisis promueve nuevas representaciones de la identidad, por medio de las cuales se forjará una
representación posible del sí mismo, limitando la sensación de exclusión que la experiencia límite de la
crisis había producido.

Identidad en la mediana edad


Existe una serie de cambios referidos a la vejez que se condensan en esta etapa. Se pueden analizar
mediante dos formas: descriptivo y evaluativo.
-Descriptivo: estudia los significados de la edad cronológica o las opiniones comunes acerca de la
posición que ocupa la mediana edad en el curso de la vida. Se define como el período vital entre los 40 a
60/70 años, siendo el punto final de la juventud o temprana adultez y el inicio de la vejez. Unas de las
referencias sociales son el declive en la edad de tener hijos y la aparición de la abuelidad en etapas
tempranas. También es época en la que aparece como el final de una etapa laboral. Todo esto, ubica al
sujeto en una nueva relación frente a los ideales sociales y redefinen sus objetivos personales.
Se diferencian dentro de esta categoría la temprana edad media y la tardía, ya que la estructura de vida
y las características funcionales de cada una se encuentran separadas por una transición lenta o
repentina del trabajo al retiro.
Esta etapa vital se organiza según circunstancias sociales altamente cambiantes, tales como la jubilación
o la ida de los hijos (que puede generar el “síndrome del nido vacío”).
También existen cambios biológicos propios de la edad, que afectan las capacidades y facultades,
interfiriendo en la ejecución de planes y obligaciones, o que conmueven la imagen personal, incidiendo
en el reconocimiento del envejecimiento personal.
-Evaluativo: focaliza las percepciones y vivencias de las personas de mediana edad, así como la
importancia que le otorgan a los acontecimientos y las experiencias de esta etapa. Existen percepciones
de cambio que se relacionan con situaciones de ruptura de un cierto equilibrio anterior que pone en
juego un nuevo sentido de la identidad de personal.
Todas estas circunstancias pueden llevar a que se pongan en duda determinados roles y expectativas
sobre el sujeto y sobre el sí mismo, por lo que se volverá necesaria la compleja tarea de reconstruir la
identidad: volver a establecer un nuevo concepto de sí mismo, redefiniendo objetivos y aspiraciones
personales.

Podemos hacer coincidir la aparición de la mediana edad con una crisis: la conciencia de uno mismo,
enfoque sobre el sí mismo y un reconocimiento de la identidad, deberá procesar a través de modelos
personales y sociales, la experiencia de envejecimiento para producir un renovado autoconocimiento.
Es también un momento paradójico, ya que al tiempo que se produce una estabilización económica y
afectiva, se daría una ruptura con ese equilibrio que emerge de las preocupaciones por el sí mismo,
entre las que se subrayan los cambios corporales, el rendimiento psicofísico, posicionamiento personal
y en relación con los otros.

Roles familiares
El rol familiar puede replantear el rol social del sujeto. El “síndrome del nido vacío” describe la
sensación de desamparo que padecen los padres ante la ida de sus hijos del hogar familiar. Hay una
tristeza frente a la pérdida, no solo de la cercanía de los hijos sino también de un rol social asociado a su
identidad. La elaboración de esta pérdida dependerá del tipo de relación de objeto que se estableció.
Puede que no se manifieste afectos relativos a la ida de los hijos pero que otras esferas se vean
amenazadas (relación con la pareja, propósito vital, significados de sí mismo). Así también, la
introducción de nuevos miembros familiares plantea celos, rivalidades y una sensación de pérdida de
lugares afectivos y de poder frente a los hijos. Actualmente, aparece la ida más tardía de los hijos, lo
que genera en los padres sensación de cansancio por tener que ocuparse de éstos en edades que se
supone ya debería haberse ido.
La abuelidad suele aparecer como uno de los logros de esta etapa, ya que se puede recuperar una
posibilidad de vínculo afectivo intenso, renovar la relación con los hijos y sentir que la vivencia de
finitud y de pérdidas físicas se compensa con la continuidad que brindan los más jóvenes. Pero también
es posible hallar celos y envidia por perder un espacio sin sentir que los nietos representen una
recuperación.
La prolongación de la vida también ha generado que las personas de mediana edad deban ocuparse del
cuidado de los propios padres, lo que trae el mayor problema para éstos y constituye la mayor fuente de
estrés.

Menopausia
Siempre se utilizaron terminologías que resaltaban los significados negativos de esta etapa. Pero hoy
en día hay otras lecturas que, sin dejar de lado los síntomas a nivel biológico y psicológico (sofocos,
irritabilidad, sudores nocturnos), ofrecen una nueva perspectiva acerca de cómo se interpreta la
menopausia. Sugieren que permitiría nuevas identidades y elecciones, y la entrada a una fase de la vida
sin género o con posiciones de género menos estereotipadas.
Se relativiza la noción de límite que tiene la menopausia como experiencia de envejecimiento en
relación a la fertilidad: la generación actual de mujeres con menopausia tuvo acceso a píldoras
anticonceptivas, lo que permite que la mujer se pueda definir a si misma por fuera del orden biológico
reproductivo, así que no debería pensarse la menopausia como el fin de la fertilidad ya que tampoco
haría falta esperarla para ello.

Características del yo y de la etapa vital


-Yo existencial: percepción emergente del sí mismo con una existencia temporal y dependiente del
propio cuerpo. Estos aspectos físicos y temporales de la identidad van creciendo en su significación
personal. Existe una personalización de la muerte: en la mujer, esta personificación surge en una
representación prospectiva de viudez y en el varón, en la amenaza de la enfermedad.
-Yo físico: tarea de adaptación a la edad biológica. Se destaca la manera en la que la persona representa
los periodos de la vida y el paso del tiempo a través del cuerpo. Y también se relaciona con las
observaciones acerca de cómo la edad física incide en las posibilidades y la apariencia del cuerpo. En la
temprana ME el temor a las enfermedades y las características del funcionamiento psicológico son
fuertes y van aumentando hacia el final de esta etapa. En la segunda mitad de la ME, el significado del
cuerpo es totalmente diferente de lo que es para los jóvenes adultos. El sexo y los eventos románticos
son de gran importancia en la joven adultez pero menos mencionados en la ME y la vejez.
-Yo temporal: incremento de referencia temporales para dar cuenta de la propia identidad. Hay un
aumento en las expresiones lingüísticas sobre referencias temporales y declaraciones acerca del
pasado, y de anticipaciones futuras del yo y de la vida. La memoria anuda el pasado personal con una
perspectiva de futuro. La identidad temporal se conecta con la experiencia del movimiento a través del
curso de la vida y del saber acerca de la mayor proximidad a la fragilidad y la muerte. Hay también un
cambio en la percepción del tiempo, se piensa más en el tiempo que queda por vivir.
-Memorias autobiográficas y reminiscencias: pensamientos relacionados con lo vivido de una
persona. El pasado es largo y una considerable parte de la vida se ha materializado. Referencias
espontáneas a lo ya vivido se van incrementando. También surge una mirada introspectiva frente a
alguna limitación personal subjetivamente vivida, balance acerca de lo que uno fue. Aparece
la reminiscencia como un trabajo psíquico para mantener la economía mental en un estado de
equilibrio: a través del acto de pensar sobre, relatar eventos o el recuento de experiencias pasadas,
especialmente las más significativas de la vida personal.
-Yo laboral: la vida laboral resulta contradictoria. Aparece una mayor satisfacción laboral, motivación
positiva, experiencia social y profesional. Pero también un sentimiento de incremento de la presión
laboral o de un modo igualmente preocupante surgen el hastío o aburrimiento. La identidad laboral
puede verse amenazada por la mayor comprensión en las limitaciones de los objetivos, afectando la
autoestima y satisfacción vital. La expectativa de retiro laboral puede afectar por diversas vías: impone
límites a la proyección del sujeto, que puede verse como un trabajado envejecido aun en plena ME. Y a
pesar de que a veces la jubilación puede ser anhelada, la cuestión económica puede resultar muy
compleja, con una notoria disminución de ingresos.
-Yo psicológico: una mayor conciencia de sí, selectividad, control del entorno, dominio, competencia y
una amplia gama de estrategias cognitivas. Surge un nivel intersistémico de integraciónen el cual se
produce un gradual alejamiento de los valores ideales hacia un mayor contextualismo, o sea que las
formas de comprender y comportarse se ajustan a las circunstancias, lo que supone que la reflexividad
y el conocimiento del sí mismo se incrementen. Hay también un pensamiento posformal como un
mecanismo de adaptación para solucionar problemas, que se desarrolla en la experiencia social y que
no suele surgir antes de la adultez madura. Este pensamiento se relaciona con la búsqueda de un
significado de la vida y de las relaciones con los otros, la creación de una verdad personal y la necesidad
de realizar balances.

Teorías y perspectivas sobre la identidad en la vejez


Teoría de la Actividad
Surge de una propuesta la cual sostiene que la realización exitosa de actividades u ocupaciones en el
desarrollo de la vida brindaría felicidad, y el fracaso de éstas produciría infelicidad y reprobación social.
Posee dos hipótesis centrales:
-Las personas viejas y activas se encuentran más satisfechas y mejor adaptadas que aquellas que son
pasivas.
-Las personas viejas pueden sustituir las pérdidas de roles por otros nuevos,para mantener su lugar en
la sociedad.
Se entiende que en cuanta más actividad, mayor satisfacción. Hay tres tipos de actividades:
-Informal: amigos y vecinos
-Formal: grupos voluntarios y socio-recreativos
-Solitaria: se realiza de forma independiente, como cuidar la casa o el ocio.
(Crítica: las actividades formales también pueden hacerse con amigos o vecinos, por lo que la
separación entre formales e informales no existiría realmente)
Las informales serían las más fortalecedoras y contribuirían a una mayor satisfacción de vida que las
solitarias, porque permitirían reafirmar los roles y restablecer miradas positivas sobre el sí mismo.
Sostiene que gran parte del retraimiento tiene que ver con los prejuicios existentes y que la continuidad
de la actividad depende de motivaciones personales y del ajuste de las actividades a las posibilidades y
los deseos. No es la actividad misma la que es provechosa sino lo que para el individuo tiene sentido de
realización y disfrute.
Crítica: la noción de actividad se convierte en una suerte de demanda generalizada y poco específica.

Teoría de la Desvinculación
Existe una retirada gradual y natural de los contactos sociales, parte de un proceso lógico y universal de
adaptación a las nuevas circunstancias vitales y a sus mermadas capacidades sensorio-motrices. Este
proceso sería entonces deseado y normal. Es un distanciamiento o desvinculación recíproca entre las
personas que envejecen y el sistema social al que pertenecen. Esta retirada está acompañada de una
preocupación creciente por el yo y por una disminución en la inversión emocional en las personas y los
objetos del ambiente. Posee tres factores fundamentales:
-La pérdida de roles al cambiar la posición del individuo en la sociedad.
-El aumento de la conciencia de que el futuro es limitado y que la muerte no sólo es inevitable, sino que
está cerca. Así, el viejo se centra más en sí mismo y lo que es importante para él.
-La pérdida de las capacidades sensorio-motrices no permitiría mantener determinado nivel de
actividades.
Esta retirada tiene fines adaptativos, individual y socialmente, ya que permitiría el recambio
generacional a nivel socioeconómico. Es considerada funcional, prevé el alejamiento de la persona vieja
del mundo productivo, permitiéndole prepararse para la muerte y así facilitaría la apertura de espacios
para los más jóvenes eficientes, logrando el mejor fin social.
Crítica: propone la segregación del grupo poblacional de viejos. Además, las desvinculaciones resultan
ser más un resultado de demandas sociales y políticas que algo natural.

Modelo SOC
Se presenta como un ejemplo de adaptación, ya que a medida que envejecemos es fundamental
optimizar la utilización de los recursos disponibles, sabiéndolos limitados como los temporales, los
naturales y los personales. El curso de la vida implica multidimensionaldad y multidireccionalidad, y
también selectividad (S), optimización (O) y compensación (C). Estos procesos funcionan de manera
activa y pasiva, consciente e inconsciente, individual y colectiva.
-Selectividad: darse cuenta de oportunidades y restricciones específicas en los distintos dominios de
funcionamiento y actuar en consecuencia, diseñando metas alcanzables (selección centrada en las
ganancias) o cambiándolas y acomodándose a pautas distintas (selección centrada en las pérdidas).
-Optimización: identificar procesos generales que se encuentran involucrados en la adquisición, la
aplicación y el refinamiento de los medios para el logro de metas relevantes, previniendo resultados
indeseables.
-Compensación: producción de respuestas funcionales frente a la posibilidad de que ocurran pérdidas
sin necesidad de cambiar las metas. Son nuevos medios y recursos, dirigidos a la producción de
objetivos, que compensan la pérdida de medios y recursos disponibles.

Teoría de la Selectividad Socioemocional


La gente considera el tiempo que tiene por delante y fija sus metas de acuerdo a éste. Cuando el tiempo
se percibe como algo abierto, son más importantes las metas relacionadas con el futuro y la
información. Cuando se percibe como más limitado, las metas emocionales se vuelven más importantes
y las personas prefieren interactuar con quienes mantienen relaciones más estrechas.
Existen tres motivos sociales primarios: la regulación emocional, el desarrollo y mantenimiento del
autoconcepto y la búsqueda de información. Los objetivos se centran en adquirir satisfacción emocional
en el contexto de relaciones interpersonales gratificantes, manteniendo una vida emocional
positivamente equilibrada y una óptima regulación emocional. Esto explicaría la reducción de la red
social, como el resultado de un cambio motivacional en las metas sociales. No hay tiempo que perder
con personas distintas a las allegadas. Hay una necesidad de mantener cercanía emocional con otros
significativos, conduciendo a interacciones más selectivas.

La paradoja del bienestar


Expresa la contradictoria relación entre indicadores sociales negativos relacionados con el
envejecimiento y una gran mayoría de adultos que expresan sentirse bastante felices. La gente se
volvería menos preocupada y ansiosa a medida que avanza la edad. Las personas mayores utilizan
estrategias más centradas en la emoción, dando diversos significados al problema, permitiendo
comprenderlo de manera más positiva. Se adaptarían mejor a las circunstancias que los rodean a través
de una estrategia que brinda un mejor manejo de la situación.

Capítulo 3: EL ENVEJECIMIENTO DESDE LA IDENTIDAD NARRATIVA


Identidad Narrativa
Identidad es una dimensión que enfatiza la incidencia del presente como categoría de análisis, ya que la
integración de la experiencia solo toma lugar a través de los cuadros actuales de comprensión. La
identidad narrativa aparece como un movimiento pendular y dialéctico entre lo discordantes y lo
concordante, lo incoherente y lo coherente. Un momento dentro de una dinámica de permanente
mutabilidad con la función de organizar y dar mayor coherencia al conjunto de la vida, que de otro
modo se presentaría fragmentada y difusa.
La integración de significados ofrece un sentido de unidad que posibilita ver a sujeto como un todo
coherente en el espacio y el tiempo y con un propósito, donde se articula el presente como una
progresión lógica desde el pasado y orientada hacia el futuro.
El sujeto lee su vida como si fuera otro, al mismo tiempo que la escribe, y en ese movimiento de lectura
y escritura se produce una transformación de la representación que tiene de sí.
Hay una polifonía de voces, muchos sí mismos, que generan “momentos de integración”, y en el cambio
y la dinámica entre voces hay una continua conversación entre ellos. Las historias se construyen en
relación con determinadas audiencias, así como ciertas situaciones llaman a determinados tipos de
relatos.
Existe un pensamiento narrativo como el medio por el cual el sujeto se cuenta historias a sí mismo y a
los otros, implica una construcción de significado que otorga sentido a la experiencia.
La figuración o representación del sí mismo dan cuenta de los modos en que un sujeto se concibe, se ve y
se comprende como tal, tanto por sí mismo como por el otro.

Fragilidad Identitaria: El sujeto edifica su identidad a partir del reconocimiento del otro, de los otros y
de lo otro, que de alguna manera lo constituyen, lo que le brinda niveles de seguridad haciendo posible
el manejo de un entorno que sino podría resultar incierto y atemorizante.
Las variaciones en la identidad, promueven experiencias de fragilización de las figuraciones
identitarias, lo que puede producir una “ruptura biográfica” ya que el sujeto siente que su nueva
identidad es desconocida, negativa o estigmatizada. Estos cambios producen evaluaciones de las
diversas representaciones del sí mismo intentando promover resoluciones positivas. Se puede calificar
también a estas evaluaciones como “reflexiones vitales” que surgen en situaciones en las que se
requiere elaborar lo novedoso, promoviendo nuevos posicionamientos ante un nuevo contexto vital.
Son necesarios los procesos reflexivos que organicen el sí mismo y le brinden un nuevo sentido de
identidad que dé unidad y propósito.

Refiguración: alude al cambio en la figuración a través de nuevas categorías narrativas desde la que se
pensaba el sujeto. Ponen en cuestión el quién o el autor de la acción o del relato. Es allí donde el sujeto
se siente interpelado por el nuevo contexto de significación o circunstancia vital y requiere una
reelaboración Identitaria. El “síndrome del nido vacío” o la jubilación pueden ser experiencias que
modifican la figuración que se tenía de sí mismo, de los roles y posiciones que habían ocupado hasta ese
momento y una demanda de un ¿quién soy ahora? o ¿qué debería ser?
El cuerpo es uno de los contextos donde se producen los cambios más resonantes: el cuerpo viejo marca
discordancias con el cuerpo de la juventud, significados unos como cuerpos negativizados y los otros
como idealizados socialmente. Además, se produce un cambio biológico en los movimientos, las
sensaciones, las capacidades que modifican los tiempos y los recursos para enfrentar la vida cotidiana y
dar forma al sí mismo. La dificultad de organizar una identidad como viejo se expresa en una escisión de
sí. También hay una dificultad del reconocimiento personal: el quien aparece escindido entre el que
puede y no puede, entre el mismo y el otro. Esta dificultad puede promover un sentimiento de
inconsistencia y de vacío.

Configuración: aprehender como un todo y darle un sentido que vuelva seguible y comprensible un
conjunto de actos, hechos o sucesos a través de un orden de causalidades estructurados en base a la
orientación relativa a un fin prometido. La función de la narrativa es restaurar esos acontecimientos
azarosos con sentidos que den al presente recordando un curso de vida coherente e integrado, y
generar de esta manera un incremento en el sentido del bienestar.
Aparece como la respuesta de cierre a la refiguración: se encuentra la misma escisión, aunque
organizada a través de un sentido de identidad personal, que parece centralizar el quién, lo que de otra
manera aparecía difuso y escindido. El sujeto puede verse o concebirse con una representación más
clara y objetiva de sí, más allá de la escisión que sostiene o que emerge en confrontación con la misma.
Algunas configuraciones requieren una dependencia con algún relato que brinde significado al ser y que
permita la representación, así como contar con otro. El relato y el otro se vuelven soportes de la
identidad y solo allí el sujeto puede sentirse con una figuración de si más clara y estable.
Este proceso requerirá de diversos modos de elaboración que permitan a las personas darse
continuidad, coherencia y posibiliten restablecer un sentido ante ciertos límites que se presenten como
disruptivos o discrepantes a medida que avanza el envejecimiento.

La función narrativa tendrá como objetivo cohesionar una representación del sí mismo a lo largo de la
vida, a través de volver coherente lo que era discordante y volver continuo lo que resultaba discontinuo.
Así, el relato tiene dos funciones: brindar una continuidad narrativa a la dimensión temporal de la vida
y encadenar historias discontinuas de la propia vida que dificultarían reconocer un sentido de
identidad. La narración no es un orden serial o sucesivo sino una estructuración que los transforma en
un todo inteligible. El sujeto se convierte en narrador de su propia vida sin ser totalmente el autor.
Así la identidad narrativa sería el producto inestable de la intersección y el entrecruzamiento entre la
historia y la ficción. El sujeto requerirá de un relato que sostenga dicha necesidad, para lo que se
realizarán múltiples interpretaciones de la historia, lo cual redundará en una historia ficcionada. La
ficción no implica verdad o falsedad, sino versiones diversas de un mismo hecho o historia de vida.
A través del relato se configura la identidad del sujeto a lo largo del tiempo, lo que implica una
construcción que requiere una historia contada, encontrándose entre la permanencia y el cambio,
mediando entre las concordancias y discordancias.
La concordancia es la posibilidad de dar coherencia a la propia narrativa, lo cual implica cierto grado de
consistencia entre los elementos que componen el relato, nexos de continuidad y causalidad. Y el
conocimiento de sí consiste en una interpretación mediante la cual el sujeto se apropia del personaje, de
sí mismo.
El envejecimiento y la vejez requieren un significativo trabajo de configuración que facilite la integridad
de la identidad personal.

Variantes configurativas de la identidad


Identidad Retrospectiva
Implica un ángulo de mirada del pasado desde el momento del presente. Resulta central ya que plantea
un examen, una revisión, otra mirada, reconsideración, reevaluación, suponiendo una retroacción.
La reminiscencia y la revisión de la vida son las dos que pueden producirse en la vejez.
-Revisión de la vida: reorganización de las experiencias pasadas, lo revisado es reflejado sobre el sí
mismo. No es un proceso ordenado, puede aparecer como pensamientos olvidados e insignificantes
acerca de uno mismo y sobre la historia personal. Solo en la vejez se tiene el sentido del ciclo de la vida
entero, que implica mayor conciencia de la muerte y el comienzo del proceso de revisión. Puede dar
resultados positivos (serenidad, sabiduría o expiación de la culpa) o negativos (desórdenes depresivos).
-Reminiscencia: retrospección espontánea o motivada del sí mismo en el pasado, proceso reflexivo a
través del cual el individuo es capaz de definirse o redefinirse introspectivamente. Permite la
confrontación rememorativa entre el que fui y el que he llegado a ser. Otorga claridad subjetiva al
sujeto, que posibilita hallar nuevas correspondencias de identidad entre el sí mismo pasado y el actual.
Este orden y significado permite hallar un sentido, entendido “hacia dónde” o un “para qué”.
La nostalgia es un modo de reminiscencia, supone un recuerdo doloroso y aparece una sensación de
vulnerabilidad por no haber alcanzado los objetivos esperados y la sensación de que ya no hay tiempo
para realizarlos.
Funciones de la reminiscencia
*Narrativa: descripción de hechos del pasado con el propósito de transmitir información o brindar
datos biográficos. Es un recuento de anécdotas, datos y hechos del pasado sin hacer hincapié en los
juicios valorativos.
*Transmisiva: transferir conocimientos adquiridos a lo largo de la vida. Incluyen valores éticos y
morales y la herencia cultural.
*Instrumental: recordar metas y objetivos del pasado y el modo en que se llevaron acabo, reconocer sus
dificultades y sus soluciones para aplicarlas a situaciones problemáticas del presente.
*Integrativa: el individuo intenta encarar los eventos negativos del pasado. Resuelve conflictos, articula
discrepancias entre lo real y lo ideal, identifica patrones de continuidad entre el pasado y el presente,
encuentra significado y valor a la vida vivida para lograr significado y conciliación con el pasado.
Conlleva el proceso de acoger el pasado como significativo y valioso, aceptar experiencias negativas e
integrarlas con el presente y así alcanzar un sentido de coherencia entre el presente y el pasado.
Efectos de la reminiscencia
Produce una mayor capacidad de adaptación, mejora la solución de problemas actuales, posibilita la
preparación a la muerte y refuerza el sentimiento de coherencia de sí. Puede dar una evaluación
positiva del sí mismo, integración de las vivencias positivas y negativas del pasado y del presente,
responsabilidad por lo realizado y un bajo nivel de victimización. La negativa produce ansiedad, culpa,
desesperación y depresión, aislamiento social y síntomas de inadecuación.

Identidad Prospectiva
Alude al futuro, al análisis y estudios sobre las condiciones de la realidad futura, con el fin de
anticiparse a ello en el presente. Permite anticipar la dimensión de la futuridad de un sujeto,
destacándose la construcción de una proyección a través de un sentido o propósito de vida, la
trascendencia y la transmisión. El ser humano es autotélico, requiere y genera sus propios objetivos e
ideales que le permiten dotarse de un sentido que organice su vida a futuro. El proyecto, la
trascendencia y la transmisión son formas de dar continuidad al ser, lo sostienen en la ficción de
permanencia.
*Proyecto: deseos, necesidades, valores o intereses que logran una determinada planificación con el fin
de lograr un objetivo vital que permite dotar de sentido la expectativa presente de futuro. Es una vía
que vincula al sujeto y a las condiciones de posibilidad que se produzcan en ese entorno, afirma un
sentido aun en su contingencia y variabilidad. Se relaciona con un “fuerte sentido de un propósito en la
vida” generando mejorpercepción de la salud, estado de ánimo positivo, sensación de crecimiento,
desarrollo permanente, mayor aceptación personal del propio envejecimiento.
*Trascendencia: metáfora espacial en tanto implica pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que
los separa. Es la continuidad de sí mismo en el recuerdo de los otros, aparece una cierta búsqueda de la
finitud.
*Transmisión: impronta cultural, se transmite de una generación a otra y tiene forma de un legado.
Implica un grado de compromiso con la comunidad más fuerte que la trascendencia. Alude al cuidado y
a la transmisión para nuevas generaciones, no sólo respecto los hijos propios.

CONCLUSIÓN
La identidad narrativa aparece como un recurso teórico de gran potencial para explicar situaciones de
cambio o crisis vitales, que ponen en juego los quiebres de significados-refiguraciones- y sus
resoluciones -configuraciones-.
Cada una de las formas de configuración ofrece posibilidades de superar la inconsistencia y el vacío que
promueven las refiguraciones, otorgando nuevas modalidades de sentido. También ofrecen modos de
narración de la identidad que inciden efectivamente en los modos de ser y representarse como adultos
mayores.
El envejecimiento requiere de teorías que permitan argumentar los cambios y las pérdidas, al tiempo
que evidencien el potencial configurativo que puede dar lugar a integraciones y producciones de
sentido.

Viejismo Implícito - Levy y Banaji


La edad es una categoría social valiosa para el estudio de los estereotipos y prejuicios. Prevalecen las
creencias acerca de los más viejos como sujetos incapaces de contribuir a la sociedad, y por
consiguiente, como miembros prescindibles de una comunidad, así como las actitudes de disgusto y
distanciamiento hacia ellos.
Los científicos sociales se han concentrado en investigar los efectos que causan las creencias y actitudes
negativas hacia la gente mayor y a examinar la discriminación en las distintas esferas, incluidas las
conversaciones cotidianas, la política y el ámbito laboral.
El concepto de viejismo remite a la alteración en los sentimientos, creencias o comportamientos en
respuesta a la edad cronológica percibida de un individuo o un grupo de personas. Lo llamativo del
viejismo es que puede operar sin ser advertido, controlado o con intención de dañar de manera
consciente. La idea del viejismo implícito es única al menos en un aspecto, no existen grupos que
repudien a los más viejos como existen grupos que repudian grupos religiosos, raciales y étnicos. La
ausencia de un odio fuerte y explícito hacia los viejos, por un lado, y una amplia aceptación de
sentimientos y creencias negativas por el otro, produce que el rol de las actitudes y conocimientos
implícitos acerca de la edad se torne especialmente importante. Además, todos los seres humanos, en
diferentes grados, se encuentran implicados en la práctica del viejismo implícito.
Definimos a los “estereotipos implícitos de la edad” como aquellos pensamientos acerca de los
atributos y comportamientos de los viejos, que existen y funcionan sin advertencia consciente,
intención ni control.
Definimos a las “actitudes implícitas de la edad” como aquellos sentimientos hacia los más viejos que
existen y funcionan sin advertencia consciente, intención ni control.
Aquí utilizaremos el término viejismo implícito para referirnos tanto a los estereotipos implícitos de la
edad como a los prejuicios.
El edaismo constituye una forma de discriminación que parece ser aceptable con respecto a otras, por
ejemplo, el racismo.
Se han realizado diversas investigaciones para probar la existencia del edaismo o viejísimos implícito.
Una de ellas fue el IAT (Test de Asociación Implícita) que nos permite conocer la cognición social
implícita (idea de que los pensamientos y sentimientos pueden funcionar fuera del ámbito de la
conciencia, el control y la intención). Se utilizó para medir actitudes automáticas, estereotipos y la
identidad en una variedad de dominios incluida la edad.
Resultados Obtenidos: El primer aspecto de los resultados obtenidos es la magnitud del efecto. Queda
entre las actitudes implícitas negativas más grandes que se hayan observado, mayor aún que la actitud
anti-negros entre los americanos blancos.
Además, las actitudes implícitas hacia la edad van en contra de las actitudes explícitas. La actitud
explícita demuestra una menor negatividad hacia los más viejos que las mediciones que revelan
asociaciones implícitas.
También se descubrió que la influencia de la edad no parece variar en función de la edad de quienes
respondan. Los participantes mayores, como los más jóvenes, tienden a tener actitudes implícitas
negativas hacia los más viejos y actitudes implícitas positivas hacia la juventud. Es decir que los
individuos viejos tienden a identificarse implícitamente con la categoría de los jóvenes, tal como lo
hacen los mismos jóvenes.

Levy realizó un estudio de seguimiento para examinar si los estereotipos positivos del envejecimiento
los llevaba a tener un mejor rendimiento en la memoria, y si la activación de los estereotipos negativos
del envejecimiento podría empeorar el rendimiento de la memoria. Halló que los participantes más
viejos expuestos a los estereotipos positivos se desempeñaron mucho mejor que los que fueron
expuestos a estereotipos negativos.

En general, estos estudios sugieren que el viejismo podría tener un impacto en la cognición de
los individuos, en el comportamiento y en la salud de manera inconsciente.

El desarrollo del edaísmo implícito:


A pesar de que todavía no existen análisis de los procesos específicos a través de los cuales se
desarrolla el viejismo implícito, podemos especular utilizando investigaciones relacionadas con niños y
los resultados del desarrollo de influencias automáticas más generalizadas. Alguna investigaciones
sugieren que la cognición social implícita comienza de manera explícita y através de una activación
crónica, que inicialmente requiere de un pensamiento y sentimientos conscientes, pero que
eventualmente se transforma en automática. Los niños de tan solo seis años de edad son capaces de
reflejar estereotipos de edad en su cultura. Inclusive, es posible que las actitudes de edad y los
estereotipos no requieran ser establecidos de manera explícita para ser adquiridos tempranamente en
la vida.
Los estereotipos implícitos de la edad probablemente se mantienen con el tiempo, y pueden
verse fortalecidos a través de varios procesos. Las investigaciones sugieren que la exposición a
reiteradas impresiones puede fortalecer el estereotipo implícito. Además, una vez formado dicho
estereotipo, este no se debilita cuando la persona encuentra evidencias contradictorias.
Favoritismo implícito del grupo externo:
A pesar de que una amplia rama de la investigación en prejuicios y estereotipos demuestra una fuerte
preferencia de los individuos por los atributos de su propio grupo, más que por los individuos de los
otros grupos, los hallazgos revisados sugieren que las actitudes hacia la edad no necesariamente se
encuadran en este modelo. Los viejos demuestran actitudes y creencias negativas hacia los mismos
viejos, al menos en mediciones implícitas. Una explicación para este fenómeno puede ser que a medida
que los jóvenes van envejeciendo ya han transcurrido medio siglo de su vida expresando e
internalizando estereotipos negativos acerca del envejecimiento. En la medida en que los más viejos son
percibidos en términos negativos, la conversión se transforma en positiva: no ser viejo representa
salud.
Diversos estudios sugieren que una vez que se forman los estereotipos negativos de la edad, pueden ser
modificados a través de intervenciones que reflejen estereotipos implícitos positivos vía la impresión
subliminal, o a través de exposición de fotos y descripciones de individuos viejos admirados y de
jóvenes no aceptados socialmente. Un nuevo enfoque considera que la mayor exposición a los
estereotipos positivos de la gente mayor, a lo largo de toda la vida, podría beneficiarlos y limitar los
estereotipos negativos.
La gente mayor debería ser consciente de las visiones negativas hacia su grupo y desarrollar
conscientemente una identidad de la vejez y sus atributos positivos, utilizándose para compensar los
efectos de la debilidad que trae el viejismo implícito.

Envejecimiento y género: otras perspectivas necesarias. Freixas


Hace hincapié en una diversidad de experiencias en los seres humanos, ya que se enfrentan a
situaciones variables y plurales, multidimensionales y multidireccionales.
La adopción de un enfoque menos unificador permite contrarrestar la fuerte tendencia a reforzar los
puntos de vista negativos sobre el envejecimiento y el género.
Los estereotipos negativos mas frecuentes incluyen ideas como: enfermedad, impotencia, disminución
de las capacidades mentales, fealdad, enfermedad mental, etc.

Un estudio demostró que la realización indistinta de tareas tradicionalmente ligadas a cada sexo se
relaciona con un mayor bienestar para las mujeres, pero no para los hombres.
Diversas investigaciones demuestran que la mayoría de las parejas reciben con alivio la etapa del nido
vacío, que la ausencia de hijxs no es necesariamente problemática en la vejez. Para las mujeres mayores,
librarse de dos de los elementos que el patriarcado ha considerado fundamentales para su felicidad y
realización (la casa y la familia) se relaciona con un mayor sentimiento de felicidad, mejora de la
autoestima y bienestar psicológico.

Menopausia
La menopausia es una coyuntura en la que confluyen variables de carácter psicológico, social, cultural y
fisiológico, que explican y configuran la experiencia de las mujeres. Un estudio comprobó que no es
vivida como un gran problema, sino al contrario, la ven como algo natural, normal y, a menudo, como
una experiencia liberadora.
En la autopercepción de la menopausia influye la educación que proporciona mayores fuentes de
información y recursos para afrontarla adecuadamente, y también proporciona una posible preparación
para esta experiencia.

Salud percibida y educación


La salud es más que la ausencia de enfermedad. Las personas con niveles de bajos ingresos y educación
tienen tasas as altas de enfermedad y muerte temprana e informan peores estados de salud.
Las difíciles relaciones entre mujer y dinero en la juventud se concretan en pobreza y dependencia en la
vejez.
Cuando se examina la vida laboral de las mujeres se comprende que las desigualdades del mercado
laboral se convierten en desigualdades en la jubilación. La explicación de esto se encuentra en aspectos
relacionados con el mercado laboral y con la vida familiar. Estos aspectos son:
- La economía dual, según la cual el mercado laboral está dividido en dos sectores: central y
periférico. Los trabajadores ganan más en el central que en el periférico, y las mujeres es más
probable que estén empleados en este último.
- La segmentación de dos partes diferenciadas: empleados prioritarios (bien pagos, estables y
con buenos ingresos) y ocupaciones secundarias (inestables y mal pagas). Las mujeres tienden a
estar concentradas en las ocupaciones secundarias del sector periférico.
- Las demandas familiares son elementos clave en la medida en que pueden determinar la
historia laboral de las mujeres. Las mujeres pueden haber interrumpido su histria laboral debido a
las responsabilidades de la crianza, al contrario que los hombres.
- Las mujeres socializadas en modelos tradicionales de dependencia marital pueden
encontrarse con acontecimientos vitales que reduzcan dramáticamente su situación económica
(divorcio, separación o muerte del esposo)

Masculinidades en la vejez. Iacub


La edad y el género son indisociables en la construcción de la identidad, por lo que el estudio de los
relatos producidos sobre ambas categorías es fundamental para entender la conformación de
sentimientos, malestares, proyectos y actitudes del varón viejo.
La cultura puede entramar las narraciones otorgándoles continuidades entre ambas, habilitando lazos
de coherencia entre los cambios biopsicológicos del envejecimiento y los relatos sobre dichos cambios,
y finalmente ofertando sentidos que faciliten organizar formas de masculinidad en la vejez.

El narrativismo entiende a la realidad como una construcción basada en relatos, lo cual determina que
haya un importante margen de subjetividad, relativismo y creación.

Las teorías de los guiones permiten reconocer de qué modo se elaboran marcos de significados
preestablecidos que funcionan al modo de libretos macro y micro contextuales y con grados mayores o
menores de interpretación.

Niveles macro contextuales:


 Escenarios culturales: suponen el conjunto de saberes disponibles acerca de la masculinidad y la
vejez, con versiones marginales y hegemónicas de los mismos. Son el fruto de acumulaciones históricas
y de emergentes narrativos.
 Guiones interpersonales: son medios de interpretación, modificación y aplicación de los
escenarios generales a los modos de encuentros, tipos de auditorios y ámbitos en los que se produzca.
Funcionan como estrategias de interacción que amplían los márgenes de interpretación de significados
encriptados.
 Guiones intrapsíquicos: modelados por escenarios y guiones interpersonales. Permite a los
individuos desarrollar imágenes acerca de sus si mismos con representaciones y vivencias especificas
que circunscriben la masculinidad de maneras singulares.
La masculinidad hegemónica se asocia con rasgos d competitividad, poder físico, sexual y económico,
desapego emocional, coraje y dominación, capacidad de protección y autonomía. En la vejez dichas
expectativas resultan más difícilmente alcanzables.
La dificultad de sostener una representación de si que contenga dichos valores masculinos da como
resultado una serie de padecimientos subjetivos.

¿Revolución sexual en la vejez? Iacub


Capítulo 6.
Desde la segunda mitad del siglo XX se han producido una serie de transformaciones en la moral social
que han dado lugar a la denominada “revolución sexual”. El erotismo en la vejez no ha sido un tema de
profunda reflexión cultural, sin embargo, hoy se escucha un nuevo discurso que posibilita y alienta la
sexualidad en los adultos mayores. Pero lo cierto es que permanece la impresión general de rechazo
hacia el erotismo en la vejez. El horror estético aparece como la categoría más fuerte de descalificación,
si bien es a menudo silenciada. Esto se debe a que se relaciona este periodo de la vida con la
enfermedad, la discapacidad, la pérdida de poder e incluso la idea de muerte.
Si la modernidad había establecido de un modo muy pautado, de las normas y expectativas sociales en
relación con la edad, la posmodernidad desestructuró los aspectos esperables ligados a ella y creó
nuevos modelos, donde la discontinuidad y la fragmentación eran constantes. Existe actualmente un
cambio en la temporalidad adjudicada a cada edad, así como una flexibilización respecto de sus límites,
lo que permite hallar adolescencias alargadas o envejecimientos postergados. Esta nueva lógica de la
edad produce también un cambio en la posición de los viejos, quienes rechazan la suave retirada de la
vida y se oponen a perder derechos y privilegios obtenidos a través de una politización de la vejez sin
precedentes.
Los gestos y las posturas, las modas y las formas de las búsquedas de placer son similares para padres e
hijos, y se observa una tendencia hacia un estilo más formal y uniage.

Foucault define al erotismo como el modo particular en el que cada uno se erotiza, según su erótica. Y la
erótica, según Bauman, es el procesamiento cultural del sexo. Es decir, es lo que la sociedad permite.

Envejecimiento exitoso. Micromundo de mayores


Uno de los fenómenos más llamativos es la agrupación de los mayores en espacios específicos asociados
con la recreación, el turismo y la educación. Estos “micromundos comunitarios” posibilitan un tipo de
sociabilidad que incluye el erotismo y supone estilos de vida definidos por una ideología denominada
del “envejecimiento exitoso, activo o positivo”. Su objetivo declamado es la integración y la
equiparación de oportunidades para los mayores.
La propia denominación de “tercera edad” surge como resultado de nuevas políticas sociales para la
vejez. Uno de los objetivos es evitar que sea la condición de jubilado la que defina la situación social del
viejo y no la continuidad con su propio estilo de vida. En tal sentido, la “tercera edad” determina un
modo de envejecer que remite a una nueva oportunidad, con actividades diversas que se asemejan a las
de otras edades y que intentan romper con la idea de fin o retiro.
Estos espacios proponen una serie de programas en los que el erotismo suele tener un lugar posible.
Las salidas propician los encuentros sexuales, la formación de parejas o el contacto erótico en términos
más amplios.

De la máscara rechazada a la representación elegida. El cuerpo como proyecto


En las sociedades posmodernas, el modo de gobierno del cuerpo se ha modificado: se lo regula con el
objetivo de buscar placer, se hace dieta con el fin de mejorar su aspecto como si fuera un sistema de
simbolismo sexual. Con la estetización de la vida cotidiana, el cuerpo se torna proyecto. La centralidad
del gimnasio y del deporte en la cultura moderna son ejemplos de ello.
El proyecto del cuerpo carga con una serie de significaciones asociadas a la idea de la juventud. El
parecer bello o joven toma un sentido común, así como el parecer viejo se asocia con lo feo. Se libra una
guerra contra el cuerpo que envejece, la cual toma la forma de una mayor necesidad de control y de uso
de terapias diversas frente a los signos del envejecimiento, convirtiéndolo en objeto de disciplina. La
fantasía posmoderna es la de crear cuerpos a medida.

El sujeto transetario
Frente a una casuística que revela, en algunos sujetos, la desidentificación progresiva ante un cuerpo
que presenta marcas de un otro no deseado y aun temido, surgen como respuesta soluciones
tecnológicas orientadas a relativizar las marcas de la vejez. Se trata de tecnologías eficaces que le
permiten al individuo recuperar una representación de sí más deseables.
A estos sujetos se los ha denominado “transetarios” ya que conforman una nueva categoría social
basada en una identidad emergente. Cabe tomar como referencia, a pesar de sus diferencias, las ideas
de transexualismo y transvestismo, ya que en ambos casos también se verifica cierto sentir interior: el
de un cuerpo discordante con la idea que el sujeto tiene de sí mismo, y el hallazgo, en la tecnología y en
la liberalización de la vida cotidiana, de una nueva forma de escribir su propia historia.
La valoración de la imagen, que sostiene una posibilidad de erotismo, ha llevado a los sujetos
transetarios a instrumentar un cambio en sus cuerpos que habilite y facilite una posibilidad de goce
erótico.
Capítulo 7. La corrección del sofisma. La nueva normativa sexual
Los aportes de Helen Kaplan:
La sexología construyó un nuevo paradigma para pensar, estudiar y tratar la sexualidad. La especialista
en sexualidad Kaplan consideraba que los nuevos conocimientos de la sexología habían modificado el
ángulo desde donde se concebían las disfunciones sexuales. Sostenía que éstas no siempre derivan de
graves trastornos psicopatológicos, sino que podían reducirse a “problemas inmediatos y sencillos”,
como la anticipación a un fracaso, las humillaciones, las exigencias exageradas, etc. La sexualidad, desde
este punto de vista, funcionaba a través de aprendizajes, más o menos exitosos y de una comunicación
con la pareja lo suficientemente fuerte como para encontrar pautas de interacción válidas y
esencialmente móviles en el tiempo.
Kaplan considera que el aprendizaje era clave para acceder a un saber abierto y racional, y que en la
vejez el conocimiento de los cambios en las funciones sexuales características de esta etapa de la vida
posibilita romper con los prejuicios existentes.

Los aportes de Alfred Kinsey:


Planteó una nueva manera de pensar y situar la sexualidad, en tanto la desligaba de la clínica médica o
psicológica para estudiarla desde la sociología y extraer los datos partiendo de la estadística. Cuestionó
a los estudios clínicos que buscaban demostrar la existencia de un periodo de climaterio de brusca
reducción de la estimulación sexual en los varones. Sostenía que una de las causas de la actividad sexual
era la declinación física y fisiológica que genera fatiga, pero también halló un factor determinante en el
aburrimiento frente a la repetición de la misma experiencia, y el agotamiento de las posibilidades
debido a la falta de ensayo de nuevas técnicas, nuevas formas de contacto y nuevas situaciones. La
justificación que dio a estas hipótesis fue una experiencia que manifestaban los ancianos, quienes al
encontrar nueva pareja, adoptar nuevas técnicas o aceptar diferentes formas de relación sexual
mejoraban su rendimiento. Sin embargo, el autor no dudaba en afirmar que la excitabilidad erótica
descendía constantemente a lo largo de la vida. Consideraba que aquellos que habían comenzado
temprano se mantenían más tiempo en una vida sexual activa, aunque reconocía los efectos de la fatiga
psíquica antes descripta.

Los aportes de Masters y Johnson:


Al referirse al tema de la vejez señalaron un sofisma, difundido socialmente en su época según el
cual: la incompetencia sexual es un componente natural del proceso de envejecimiento.
Los autores consideraban que la metodología educativa era el mecanismo que promovía la modificación
del sofisma, y para ello se servían de una descripción de los cambios producidos con la edad, lo que
evidenciaba que no implicaba incompetencia ni desinterés sexual.
Aseguraban que una educación prejuiciosa y represiva inhibía el acceso a la sexualidad en las personas
de edad.
Con respecto a las modificaciones en la sexualidad como producto del envejecimiento, consideraban
que su conocimiento resultaba central, ya que le permitirían al sujeto aprender a manejarse
sexualmente de otra manera. Las conclusiones más relevantes a las que llegaron fueron las siguientes:
 El envejecimiento puede enlentecer la respuesta sexual humana, pero no terminar con ella.
 El mejor predictor a nivel de la sexualidad humana es el nivel de actividad de los años tempranos.

Cambios en el hombre como consecuencia de la edad:


 La erección requiere de mayor cantidad de tiempo para lograrse y posee mayor dificultad en
alcanzar la plenitud.
 El período de la fase de meseta es de mayor duración que en los jóvenes, lo que implica la
ventaja de que el acto sexual se prolongue.
 Respecto a las dos etapas que componen el proceso eyaculatorio -inevitabilidad eyaculatoria y
fenómeno orgásmico- puede suceder que la primera no se produzca, es decir que no haya eyaculación y
que el orgasmo tuviera una duración menor.
 La emisión preeyaculatoria puede verse reducida y hasta desaparecer en algunos casos.
Cambios en la mujer:
Pretenden romper con el mito de que las mujeres menopáusicas carecían de deseo sexual y que los
cambios fisiológicos de esa edad significaban el término de su vida sexual.
 Menor producción de secreción vaginal (debe usar lubricación externa para no lastimarse)
 Adelgazamiento de las paredes vaginales por efecto de la involución ovárica.
 Pequeña disminución del tamaño del clítoris
 Contracciones espasmódicas durante la fase orgásmica.

Los aportes de Simone de Beauvoir:


Criticó el pensamiento que se tenía del erotismo en la vejez sobre condenar la práctica de la sexualidad
que no tuviera como fin la reproducción, así como también el modelo psicoanalítico que consideraba al
viejo como regresivo y cuya sexualidad podía devenir perversa. Si la finalidad era el placer, entonces el
viejo o la vieja podían encontrar caminos auxiliares sin que esto llevase a un goce genital y sin que
suponga un goce perverso.
Criticó el mito de la perversión en la vejez relacionada con los casos de paidofilia, voyeurismo y
exhibicionismo.

Relectura lacaniana de la vejez.


La sexualidad es el eje a partir del cual se conforma lo subjetivo. El sujeto es en relación a su deseo. El
erotismo del sujeto está asociado al valor fálico que posee en el cuerpo (para Lacan falo=objeto de
deseo de la madre). Nos volvemos deseables por la falta que causamos en el otro.
Estos modos de concebir al erotismo permiten darle a la vejez un margen distinto al de las
construcciones de sus inicios, en el que la sexualidad dependía de procesos internos más que de
interjuegos dialecticos con los otros. Lacan además deja de considerar la libido como una energía
asimilable a lo orgánico, para volverse una cantidad de libido dependiente de la atracción producida por
el objeto. Presenta la sexualidad sin edad y no totalmente subsumida a la genitalidad.
La cuestión de vejez resulta indiscernible de su construcción social. El anciano sufre una
desubjetivación progresiva. Desde la internación geriátrica hasta la perdida de contactos con los seres
queridos, el acento recae sobre un otro no atento ni preocupado ante su deseo, que lo trata como a un
objeto de cuidados.

Investigaciones sobre la sexualidad en la vejez


Los resultados de las investigaciones realizadas describen un declive gradual de la actividad sexual, en
parte debido a la viudez, aunque también se observaba en las parejas casadas. Según el estudio, el deseo
se mantenía vivo en las mujeres hasta los 60 años y en los hombres hasta los 70. Estos estudios
demostraron que la viudez y el deterioro en la salud eran los principales factores que daban por
terminada la sexualidad en la vejez, no así la longevidad. No dejaban de tener relaciones ni deseo por la
edad.
Otros estudios señalan que más allá de la declinación del interés, el sexo seguía desempeñando un
importante papel en la vida de los sujetos estudiados. Otro estudio realizado exclusivamente a mujeres
indicó que el 82% de las evaluadas se masturbaba, por lo cual se sentían tontas, tenían sentimientos de
culpa y sentimientos negativos. Se informa que para la mayoría el placer sexual se incrementa con la
edad, especialmente entre las posmenopáusicas que estaban sexualmente activas y sentían deseos.
Otro estudio indicó que el 70% de las parejas continuaba manteniendo relaciones sexuales incluso
después de los 80 años. Otras investigaciones de tipo longitudinal han mostrado no sólo que algunos
sujetos continúan con su actividad sexual a lo largo de la vejez, sino que una pequeña porción la
aumenta.
Desde mediados de siglo, ha surgido un cambio de enfoque en relación con la sexualidad en la vejez y el
erotismo tendiente a la desmitificación y búsqueda de variables positivas. Se abandona el estereotipo
victoriano de la imposibilidad y de la perversión para pasar a pensar a un sujeto que no encuentra
estímulos a causa de la represión social imperante.

Capítulo 8. De los mitos a los goces. El pluralismo sexual


La gerontología aborda la sexualidad desde un discurso moderno y científico que intenta presentar a la
sexualidad y al envejecimiento como términos que no se excluyen mutuamente. Además considera que
la vida sexual activa constituye un valor tan central como la salud. Entre los mitos vinculados con esta
cuestión se encuentran los siguientes:
 La sexualidad no es importante en la vejez.
 La práctica sexual no es considerada normal en esa etapa de la vida.
 No debería alentarse a volver a casarse a aquellas personas mayores que han quedado viudas.
 Es lógico que un hombre mayor busque una mujer joven, pero no lo contrario.
 La gente mayor debería ser separada en instituciones por sexo para evitar problemas familiares,
institucionales y comunitarios.

Hoy en día, muchos autores conciben a la sexualidad como un remedio, fuertemente asociado a la salud
física y mental, y como un recurso indispensable para el bienestar. El sexo puede ser un antídoto ante la
idea del cuerpo como una suma de dolores. Pueden y deberían disfrutar de una vida sexual, la que le
daría serenidad al envejecimiento.
Los avisos comerciales de la televisión nos dan un estereotipo en el que la sexualidad existe sólo para la
gente linda con músculos duros y cuerpos ágiles. La idea de personas viejas gozando -fofas, arrugadas, y
con otros rasgos propios de la vejez- se nos aparece como repugnante.
La educación acerca de los cambios que se producen en la sexualidad durante el envejecimiento
constituyen un factor importante para el logro del goce erótico, pero también resulta valiosa la
aceptación de la variabilidad y el alcance de la expresión sexual.

¿El geriátrico cura, aísla u hospeda? El erotismo en el encierro


La situación de los geriátricos carga con los estigmas de la asexualidad atribuidos a la vejez. Por otro
lado, los objetivos que presenta esta institución son confusos. No se precisa si los geriátricos curan,
aíslan u hospedan, lo cual impide definir las prácticas que en ellos se realizan.
La separación del lecho en los matrimonios sigue siendo un rasgo característico, así como la aplicación
de sedantes ante las emergencias de deseos sexuales. La sexualidad en términos generales sigue siendo
desaprobada y vista como problemática o anormal. La falta de conocimiento en el propio personal
genera que las actitudes eróticas sean vistas como peligrosas y dañinas para el individuo y la institución
y por ello se las silencia.
La sexualidad también se encuentra asociada a las prácticas corporales, como cuando los cuidadores
ayudan a los viejos a bañarse, lo que determina que se produzcan situaciones de mayor rechazo social.
Sin embargo, las nuevas demandas sociales también van siendo incluidas en estas instituciones, aunque
con mayor retraso; de hecho, los derechos sexuales han entrado en las reglamentaciones, por lo que se
ha habilitado una serie de prácticas eróticas, incluso en las personas con demencias.

La biomedicalización del envejecimiento. Patologías, farmacología y sexualidad.


La biomedicalización del envejecimiento define una ideología social prevalente en la actualidad
que piensa la vejez como un proceso patológico y que, por lo tanto, la interpreta desde una
perspectiva médica, con las consecuencias lógicas en el plano de las prácticas médicas, la investigación
y la opinión pública. El control que se produce sobre los cuerpos viejos busca eliminar cualquier tipo de
riesgo posible, lo que limita ciertos márgenes de libertad entre los que se incluye la elección de su
propio goce.
Uno de los temores más habituales, particularmente entre los hombres mayores es la “muerte por
orgasmo” al asociar al acto sexual con el ataque cardíaco. También existe la creencia de que las mujeres
posmenopáusicas, al tener reducidos los niveles de estrógenos, pueden ser más vulnerables a este tipo
de muerte. Sin embargo, estas muertes son extremadamente raras.
Existen una serie de medicamentos que se les proveen a los viejos que inicien en su sexualidad, pero
resulta importante diferenciar aquellos utilizados para diversas patologías y que pueden actuar en
forma negativa sobre su sexualidad, de aquellos específicos para mejorar su rendimiento sexual. La
abusiva cantidad de medicación que se les prescribe en algunos casos a los viejos no suele tomar en
cuenta sus necesidades sexuales, y muchas veces estos no son consultados ni prevenidos de los efectos
colaterales que pueden provocar. Esto lleva muchas veces a la ausencia de la vida sexual en vistas al
cuidado de la salud.

Modelo Teórico del Apoyo Social – Arias


El apoyo social es entendido como “la ayuda ya sea emocional, instrumental o de otra índole que se
deriva de un determinado entramado social” y cumple un papel fundamental en proveer sentido a la
vida y propiciar actividades personales que se orienten al cuidado y la promoción de la salud. El apoyo
social se refiere a la percepción subjetiva del sujeto de que, a partir de la red social, es amado, cuidado,
valorado y de que pertenece a una red de derechos y obligaciones.

¿Cómo surge la teoría del apoyo social?


El marco teórico del apoyo social surgió desde modelos ecológicos que intentan comprenden y explicar
la conducta humana en función de la relación entre el individuo y su ambiente; en la década del 70’.
Produjo un redescubrimiento del valor de las redes de apoyo y se consolidó el movimiento de salud
mental comunitaria. Se centró en el estudio de aquellos que se encontraban en desventaja social o eran
discriminados (como los inmigrantes, desocupados, madres solteras, discapacitados). En
la actualidad la temática de las redes sociales y el apoyo social ha sido incorporada en diversas
disciplinas.

Principal Hipótesis
El modelo de apoyo social sostiene que la participación activa en los espacios sociales y la integración
familiar y comunitaria incrementan el bienestar y elevan la calidad de vida. Entre sus principales
fundamentos podemos señalar: posee un interés preventivo, se interesa por problemáticas de personas
con fragilidad, persigue el logro de cambios a partir de la implicación activa de los involucrados en el
problema.
El impacto del apoyo social formar e informal sobre el bienestar integral de las personas mayores es
fuertísimo.

Fuentes formales e informales de apoyo social a adultos mayores


Podemos diferenciar dos fuentes del apoyo social
Formales: trabajan con reglas formales y procedimientos estandarizados. Pueden prevenir del ámbito
público o privado, poseen una estructura burocrática y objetivos orientados a ofrecer ayuda en áreas
específicas. La disponibilidad de este tipo de apoyo se vincula con el nivel de institucionalidad existente
en un territorio determinado.
Informales: trabajan con reglas implícitas y actividades espontáneas. Corresponden a las redes
personales (familiares y amigos) y a las comunitarias que no estén estructuradas como programas de
apoyo. Ayuda a las personas de edad y les proporciona “cuidados no estructurados, complementarios a
los que proporcionan los gobiernos”.
Ambas fuentes de apoyo son importantes y necesarias. La participación desbalanceada, una
intervención exclusiva o la participación escaza de alguna de ellas, puede brindar una respuesta
insuficiente. Estas fuentes poseen modos de funcionamiento diferentes pero deben trabajar juntas,
complementarse y equilibrarse. Se deben clarificar las áreas de intervención y las responsabilidades de
cada una para no superponer apoyos ni provocar una insuficiencia en los mismos.

Características de la red de apoyo social


La red de apoyo social posee distintas características. Las características estructurales aluden al tamaño
de la red (cantidad de personas que la componen), densidad (grado de interrelación entre los
miembros), distribución (tipo de vínculos), dispersión (distancia entre los miembros) y homogeneidad
o heterogeneidad (similitud o diferencia de características sociales, culturales y demográficas entre los
miembros de la red). Para ser significativa y real, debe hacerse con los propios involucrados.

Funciones de la red de apoyo social


Las funciones de la red son: compañía social, apoyo emocional, guía cognitiva, consejos, ayuda material,
de servicios y de acceso a nuevos contactos. Los atributos de los vínculos aluden a: funciones
prevalecientes de los mismos, su multidimensionalidad, reciprocidad, intimidad, frecuencia de
contactos e historia.
El mapa de la red social incluye a todas las personas que la conforman y diferencia cuatro sectores que
diferencian el tipo de relaciones en: familiares, laborales, de amistad y sociales o credo. Estos cuatro
sectores son atravesados por tres círculos que distinguen los vínculos de acuerdo con el grado de
intimidad. La red brinda información acerca de los vínculos que la componen, los recursos de ayuda con
lo que dispone la persona y los factores a fortalecer. La evaluación de la red permite: conocer las
posibilidades de apoyos suficientes frente a situaciones problemáticas y aporta información útil para el
diseño de tratamientos y cuidados para cada caso particular.

Cambios en la red social


Las sedes sociales no son estáticas, son sistemas abiertos y dinámicos, que se encuentran en interacción
constante, construcción y reconstrucción permanentes. La red atraviesa una etapa de expansión
durante la niñez y la adolescencia, de estabilización en la adultez y de contracción en la vejez. Sin
embargo, hay una amplia variabilidad de redes en los adultos mayores. No se puede identificar un tipo
de red propia de ellos ya que son heterogéneas. Por lo tanto podemos decir que no siempre la red se
reduce en la vejez. Hay casos en los que los adultos mayores incorporan nuevos vínculos en esta etapa
de su vida, conforman pareja o establecen nuevas relaciones de amistad que modifican notablemente su
estado de ánimo. Si la red de achica en la vejez, no es por la edad; si no que hay que incluir otras
variables. Al respecto, la teoría de la selectividad socioemocional proporciona una lectura diferente ya
que cree que la red disminuye en la vejez como resultado de una elección intencional del adulto, quien
selecciona los vínculos que más le interesa seguir manteniendo.

Beneficios de la red social


Los propios adultos mayores consideran que el disponer de relaciones familiares y sociales
satisfactorias es un aspecto relevante al evaluar su calidad de vida. Las redes sociales suficientes
indicen de manera positiva en la salud física y el estado funcional de los adultos mayores. El poseer una
adecuada red social disminuye los tiempos de hospitalización y de recuperación de la salud y el poseer
una insatisfactoria red favorece la ideación suicida.
¿Cuándo una red es suficiente? Las redes que brindan satisfacción son variables, no podemos proponer
un tipo ideal de red uniforme ya que depende del individuo. La suficiencia y funcionalidad de la red
debe ser pensada desde los casos particulares que involucran las historias vitales.

Intervenciones desde el apoyo social


Las intervenciones desde el apoyo social pueden efectuarse desde los niveles más macro desde
el ámbito público, como políticas públicas desde los organismos de gobierno, hasta lo más micro, como
el trabajo a nivel individual con un adulto mayor que presenta un problema. Pueden hacerse a nivel
comunitario, institucional, grupal e individual y con distintos fines: promoción de la salud, prevención o
asistencia.
Desde el ámbito privado se suelen crear grupos de apoyo para adultos mayores, centros de día,
programas recreativos y de actividad física, entre otros. Dentro del sistema informal encontramos
grupos de autoayuda con determinadas patologías. Entre los programas de intervención se destacan
también los voluntariados. A nivel institucional se debe apuntar a articular las redes formales e
informales, trabajando en la apertura de las residencias para mayores en una doble dirección: hacia
afuera, propiciando que los adultos salgan siempre que sea posible y participen de la vida familiar y
comunitaria, y hacia adentro, estimulando la incorporación de familiares y amigos a la residencia. Los
profesionales de la salud y el personal de las residencias son de gran importancia para los adultos y
suelen incluirlos en su red de apoyo. A nivel individual es importante valorar cada caso con sus
particularidades. Esto permitirá no estandarizar las intervenciones, si no que por el contrario pensarlas
para cada situación. La implementación de las intervenciones debe acompañarse de investigaciones que
proporcionen información acerca del impacto de las mismas.
Configuraciones vinculares en los adultos mayores. Iacub
La noción de configuración tiene por objetivo aprehender, como un todo, un conjunto de
circunstancias discontinuas y no coherentes. Requiere de un relato que dote de sentido y continuidad a
un conjunto de actos, hechos o sucesos.
Este proceso configurativo no puede ser pensado por fuera de los vínculos que entraman al sujeto y al
otro, ya que estos vínculos son los soportes materiales de la identidad, y por ello los cambios en esos
vínculos refiguran la representación de sí.
Las distintas formas de configuración dan lugar a tipos de vínculos. Por lo tanto, el vinculo es un modo
de relación precedida por un relato que se articula con un encuentro especifico, y configura la identidad.

Los vínculos son medios para lograr la proximidad y el contacto con personas, objetos, instituciones o
ideales, que aseguren afectos, representaciones y apoyo, así como también dichas formas de vinculación
conforman figuras de la propia identidad. El vínculo es un organizador de la identidad, lo que implica
que las circunstancias de cambio o crisis en el sujeto, el otro o lo otro modificarán el vínculo y la
identidad.

Modelos de configuraciones vinculares en la vejez


Existen diversos espacios de intercambio que promueven la configuración de vínculos en los adultos
mayores. La propuesta es revisar algunas teorías relativas a las diversas formas vinculares, que nos
permitan acercarnos a comprender ciertos fenómenos que se producen en los vínculos con adultos
mayores, ya sea en la familia, los amigos, los grupos o la comunidad.

Los vínculos entre generaciones:


Margaret Mead destaca tres modalidades de relaciones entre generaciones fundamentadas en un “pacto
social” relativo a quién dispone del poder, cifrado en la atribución del saber y el conocimiento. Dichos
pactos sociales entraman las culturas: Postfigurativa, Cofigurativa y Prefigurativa.
 Post-figurativa: aparece una concentración de saber-poder en los modelos de conocimiento
estipulados por los antecesores, lo que podría denominarse tradición. Son culturas en las que los
cambios son tan lentos e imperceptibles que, un abuelo alzando a su nieto puede imaginar su futuro,
pensando en su propia vida. Las preguntas fundamentales sobre la vida, la procreación y la muerte son
contestadas de antemano por un orden de ideas que los precede.
 Co-figurativa: está connotada por un quiebre real o simbólico de las formas culturales anteriores.
Luego de migraciones o procesos revolucionarios aparecen nuevas tendencias culturales que
fragmentan las diversas generaciones, provocando con ello un tipo de convivencia entre cohortes. Este
modelo se origina en una ruptura, que cortan con una continuidad en la que el grupo generacional
dominante pareciera perder los usos del saber que eran hasta entonces una herramienta de poder.
 Pre-figurativa: el saber aparece ubicado en el que vendrá, siendo los jóvenes los más favorecidos
en esta partida. Mead ubica este modelo cultural en momentos de crisis sociales profundas, donde se
producen pérdidas de referentes, constituidos en valores (ideologías políticas, ciencia o religión) o en
personas que los antecedieron, limitando los niveles de seguridad, lo que lleva a una apuesta por lo que
vendrá o lo que representa el futuro. Esto supone que no sólo los padres dejan de ser guías, ya que no
existe ningún modelo, sino que los adultos no tienen descendientes, al igual que los jóvenes no tienen
antepasados.

¿Qué implicaciones tienen estos modelos culturales en la relación a la vejez?


Esta tipología revela cierto orden de creencias y de atributos de una sociedad frente a las edades del ser
humano. Cada uno de estos modelos se convierte en un ordenador a partir del cual se construyen
esperables sociales. Asimismo nos permiten imaginar de qué manera se producen los cambios de
cultura generacional, cómo se debaten las luchas por imponer saberes y consolidar espacios de poder al
interior de un cierto grupo, y comprender algunos aspectos de los vínculos, tales como los modos de
intercambio y los tipos de contactos.
Los cambios sociales abruptos pueden generar diferencias internas en los grupos etarios, tanto a nivel
de la comunicación como de los intercambios, intensificándose las culturas diferenciadas por
generación.
Mead señala que la cultura postfigurativa, favorece la identidad ontológica o pre definida, donde los
antepasados son reconocidos por las nuevas generaciones y tienen un alto nivel de determinación sobre
los jóvenes. Mientras que la cultura prefigurativa favorece la identidad cultural en construcción, es
decir, donde el pasado se considera sin continuidad y donde el presente y el futuro resultan relevantes,
por lo que hay que construirlo sin constricciones.
Los estudios relativos a la cuestión de la vejez y la familia que recabaron en Mead posibilitaron
comprender en qué medida los modelos de familia socialmente constituidos incidían en los significados
otorgados a los roles de los adultos mayores en la noción de familia, sus modos de relación e
intercambio.
No resulta irrelevante dar cuenta de estos factores ya que nos permite particularizar órdenes de
creencias que preceden el marco de los encuentros intergeneracionales y que tendrán un alto nivel de
determinación, en cualquier encuentro interpersonal.

La familia
Es una categoría de agrupación social concebida de maneras variadas según las culturas, y con fines y
modalidades también diversas, pero que contiene fundamentalmente la función de protección,
procreación y desarrollo de sus miembros.
Levi- Strauss propone un pensamiento horizontal ya que no supone modelos más o menos
evolucionados, sino que resultan de un tipo de organización social e histórica específica. Pensarlo de
este modo le otorga al mismo cierto dinamismo y una movilidad propia a cada cultura particular.
Este autor sostiene que la base sólida de la familia son las “estructuras elementales del parentesco”, en
la que la interdicción del incesto resulta un eje clave. La norma que instaura una prohibición, en nuestra
cultura entre padres e hijos, pero que en otras puede ser con tíos, u otros, reglamenta los procesos de
intercambio. La familia resulta estatuida sobre el fondo de una prohibición que permite que ésta no se
cierre sobre sí misma y de lugar a otras personas y otros espacios.
La noción misma de familia es variable y presenta diferencias en su constitución, ya sea en los tipos de
lazos que se establecen, en los roles que se legitiman, entre otros aspectos.
Existe una versión acerca de la vejez que pareciera dividirla en dos: un pasado, alejado y perdido, en el
que las personas mayores gozaban de privilegios y honores y un presente plagado de imágenes
negativas, marcado por el abandono y la falta de respeto.

La función psicológica de la familia


Lacan sostenía que la organización familiar se caracterizaba por relaciones singulares que engendran
obligaciones absolutas. Esta producción de vínculos, en el sentido que le otorga el derecho, se da con
pocas personas con las cuales hay un amplio nivel de interdependencia. Uno de los ejes es el afectivo, ya
que estas relaciones están cargadas de afectos intensos y ambivalentes, y el otro es el narrativo, ya que
se tejen una serie de relatos sobre el grupo y su historia, que derivan en la atribución de roles y
funciones. Ambos ejes se encuentran en continua interacción, cuestionando o afirmando los afectos y
los relatos.
Diversos estudios han puesto el acento sobre la conformación psicológica del sujeto a partir de la
estructura familiar. Bleger sostiene que las relaciones que se establecen en este marco producen un
margen de indeterminación y fusión que brindan la seguridad y el control necesario para la
constitución del sujeto. Dicha simbiosis del niño con sus padres resulta un momento indispensable en el
desarrollo psicológico.
¿Por qué pensar en la familia y no reducirlo a la relación madre niño o padre niño? Sencillamente
porque ese vínculo es un entramado de relaciones mucho más complejo, habitado por historias y
afectos, que rebasan dicha relación, incluyendo otras generaciones, redes de parentesco y otros
relevantes.
Es importante hacer un breve repaso de lo que Bleger sitúa como la conformación de lo familiar y su
función institucional. Para pensar la familia, parte de conceptos clásicos de la psicología social, tales
como grupo primario y secundario de Cooley, que le ayudarán a pensar en el grupo familiar. El grupo
primario lo define como establecido sobre la base de estrechas relaciones cara a cara entre sus
miembros, y con la posibilidad de intervenir de manera decisiva en la formación del yo social de la
persona, constituyéndose en referentes centrales a nivel de los motivos, normas y valores que guían su
conducta y estructuran su autoimagen.
Bleger destaca algunas características en los mecanismos que operan en ambos grupos. En el grupo
primario se produce una proyección masiva del grupo sobre el sujeto, es decir que las individualidades
están cargadas de significados que el grupo expresa sobre el sujeto. En el segundo hay una proyección
más discriminada, pudiendo el individuo imponerse por sobre el grupo. Por esta razón, en el grupo
primario hay un nivel de organización que toma la forma de un sincretismo primitivo. Cada uno de sus
miembros no actúa desde su individualidad sino desde su rol, o función grupal, a lo que denomina
participación.
Bleger, desde una perspectiva psicoanalítica indica que este modo de funcionamiento se caracteriza por
el establecimiento de una simbiosis, en la que interviene y se concentra la parte psicótica de la
personalidad. Este concepto, para la teoría kleiniana, implica aquella parte de la personalidad que ha
quedado en los niveles más inmaduros y regresivos, caracterizados por la falta de discriminación entre
yo y no yo.
A diferencia del primero, el grupo secundario funciona a través de la interacción entre individuos y
permite que haya relaciones más discriminadas, aun cuando todo vínculo implica cierto nivel de
proyección e introyección sucesivas de objetos internos y partes del yo, así como de objetos y partes del
otro.
Entonces, este autor plantea que la función institucional de la familia es la de servir como el reservorio,
control y seguridad de la satisfacción de la parte más inmadura y narcisista, pero a su vez permitiendo
un buen nivel de simbiosis que dé lugar a las partes más adaptadas y maduras del individuo y su
relación con el extragrupo.
Desde este punto de vista el conflicto surgiría cuando la seguridad y protección necesarias fallan, dando
lugar a que la familia se transforme en un vínculo simbiótico patológico que absorba al individuo.
Frente a ello surgen dos modos polares de defensa: la fusión y la dispersión que se manejarán de
diversas maneras según los grados de individuación alcanzados por el grupo familiar.
La primer variante, la más primitiva, da lugar a una organización aglutinada, que busca remediar las
fallas en la simbiosis a través de aumentar los niveles de fusión del grupo, alojando de esa manera la
parte más primitiva de la personalidad.
Este modo de protección lleva a permanezcan aglutinados en un umbral primitivo, donde prima una
“verdadera organización narcisística, con predominio de una estructura no discriminada (mundo
externo- interno o yo- no yo)”. El grupo actúa como un conjunto, procediendo cada uno desde roles
prefijados por las proyecciones masivas que limitan de esta manera los márgenes de individualidad. Por
ello es que cualquier nivel de individuación y diferenciación, aparece como una amenaza frente al modo
de protección que se había establecido. El alejamiento físico, psicológico o la propia muerte pueden ser
vistos como cambios difíciles de procesar. Sin embargo en estas familias también aparece el conflicto
edípico y la amenaza de fusión por retornar a niveles aun más primarios de indiscriminación con el
otro, que pueden resultar inaceptables. En estos casos el modo de regular esa distancia es la agresión,
ya que cada miembro se reafirma reactivamente y maneja ciertos niveles de diferenciación frente al
grupo.
La segunda, da lugar a la organización esquizoide o dispersa, que se protege de dicha fusión frente al
peligro de que quede eliminada toda forma de individuación. Son familias donde se defienden de la
fusión separándose física y espacialmente, aunque cada uno de los integrantes se sitúe desde las
proyecciones que el grupo realiza sobre el sujeto. Esto genera que el individuo salga de la familia pero
no pudiendo reconocerse como un individuo entre otros, sino manteniendo sus roles primarios y
comprendiendo los nuevos espacios desde la misma lógica.
En ninguna de estas dos organizaciones de familias, logra ser soporte de una adecuada simbiosis ni de
una posibilidad de salida real del sujeto. Estas formas defensivas polares y patológicas, llevan a un
modo de manejo que linda entre la claustrofobia y la agorafobia.
Este psicoanalista advierte otra salida, a la que califica como normal, la cual permite al sujeto obtener
niveles de seguridad apropiados al tiempo que salidas al exogrupo, lo que calificará como un nivel
apropiado de individualidad.
Esta perspectiva fue lúcidamente utilizada por autores como Salvarezza para analizar el lugar del viejo
dentro de estas estructuras. Por un lado hallaba que los viejos en estructuras aglutinadas eran
sostenidos ya que su falta amenazaría la cohesión necesaria y por ello imaginó la metáfora del “viejo en
formol”, como un modo de integrarlo, defensivamente, de cualquier manera. Desde la familia esquizoide
o dispersa aparece la figura del viejo, cuando ya no puede ser autónomo, como una amenaza a una
demanda de encuentro que podría ser vivida como fusional y ante la que excedería ciertos niveles de
manejo. Por otro lado Salvarezza también indica que estas familias suelen tener una historia de fusiones
o separaciones que preceden la relación actual, pudiendo haber trayectorias relacionales con este sesgo.
Pecheny señala que la autonomía pudo ser exigida por los padres tempranamente, sin que los niños
tengan capacidad para ello, así como posteriormente esos hijos podrán demandar esa autonomía a los
padres ya mayores a cualquier costo. Al punto que podría resultar preferible que muera a que quede
discapacitado y por lo tanto requerir cuidados.
Sin embargo también es importante advertir que en una familia puede haber varios modelos
conviviendo. Podemos hallar en una familia aglutinada alguien que escapa de este modelo evitando
cualquier forma de acercamiento ya que le remitiría a una fusión intolerable.
Es importante considerar este modelo, en tanto nos permita ir más allá de ciertas posiciones ideológicas
o morales. Lo que se juega en estas posiciones son niveles de determinación modeladas tempranamente
en un sujeto y frente a las cuales encuentra ciertas limitaciones en su capacidad operativa.

La abuelidad
La experiencia histórica de la abuelidad refleja la influencia de una amplia gama de factores
socioculturales que incluyen variables demográficas, modelos familiares, estructuras económicas,
variables de género, edad, clase social, etnias. Dichas características imprimirán tipos y modalidades del
contacto, intensidad en las interacciones, regulaciones del afecto, funciones, entre otros.

Aspectos demográficos
Uno de los cambios más curiosos que se han producido, debido a los cambios demográficos, es que haya
menos niños y más adultos mayores, lo que genera que aquellas familias, de pocos abuelos y con
muchos nietos, vayan dejando lugar a otras con pocos nietos, muchos abuelos e incluso bisabuelos y
choznos. Así como genera que los nietos coexistan buena parte de sus vidas con sus abuelos.
Estos cambios suponen que las redes de la familia se modificarán profundamente así como los apoyos
intergeneracionales. Un niño recibirá muchas ayudas de sus ascendientes, al tiempo que, cuando sea
mayor tendrá que apoyar a sus descendientes, con más dificultad que cuando había muchos hermanos.

Aspectos culturales de la abuelidad


Aun cuando no existe un rol definido relativo a la función de ser abuelo, las tendencias actuales nos
indican cambios en los modos de intercambio entre abuelos y nietos. Se promueve un rol menos
demandante y disciplinario del abuelo, con menos constricciones de reglas y expectativas. Al mismo
tiempo las normas culturales actuales pide que el abuelo no se entrometa en la educación ni en la
imposición de límites a los niños. La constitución nuclear de las familias impone un orden de reglas más
interno, donde incluso los abuelos aparecen por fuera.

Estilos de abuelidad:
Neugarten y Weinstein desarrollaron un estudio pionero en este campo donde hallaron cinco estilos de
abuelidad.
- Los abuelos “formales”: manifiestan un interés constante por los nietos, pero estableciendo una
ligadura convencional que no interfiere con el rol parental.
- Los abuelos “alejados”: muestran poco interés por sus nietos y no tienen con ellos más que contactos
episódicos ya sea para fiestas o eventos de importancia.
- Los abuelos “reservorios de saber familiar”: son los encargados de transmitir los valores y de ofrecer
modelos de comportamiento a los nietos.
- Los abuelos “lúdicos” o “buscadores de diversión”: Esta relación es percibida como una fuente de
placer y de satisfacción para los niños y los abuelos, alejándose de una representación del abuelo como
figura de autoridad.
- Los abuelos “padres sustitutos”: son los que reemplazan a los padres, y en general es ocupado este rol
por las abuelas.

Denham y Smith categorizan los estilos de abuelidad en tres tipos:


- La Influencia indirecta se refiere a factores que afectan a los nietos a través de los efectos que tienen
sobre los padres, ya sea a nivel psicológico, económico e instrumental.
- La influencia directa se refiere a abuelos y nietos que tienen una interacción cara a cara. Los abuelos
pueden cuidar nietos pequeños, bromear, ver la televisión, o salir, lo que proporciona a ambos
diversión. Ellos pueden dar consejos nietos, enseñarles habilidades y juegos, e incluso aplicarles
medidas disciplinarias. Al relatarles a sus nietos su propio desarrollo, sirven como modelos de
observación para los nietos. En algunos casos, los abuelos deben trabajar como "árbitros" entre sus
hijos y sus nietos, en los enfrentamientos por valores o personalidades diferentes.
- La influencia simbólica se refiere al efecto que tienen los abuelos, por sólo estar presentes, sin que
cumplan funciones concretas. Los nietos se sienten bien de tener abuelos que pueden acudir como un
regulador de tensiones, o en casos de conflicto entre los miembros de la familia.

La abuelidad y el género:
La abuelidad parece asociarse más a lo femenino, ya que tanto los cuidados como el juego con los niños
suelen estar más cerca de lo que se ha caracterizado como lo femenino. Sin embargo estudios recientes
muestran como los varones han ido acercándose a roles atribuidos a la mujer, como el jugar o mimar a
los nietos, encontrando una gran retribución en ello ya que muchas veces no pudieron realizarlo con
sus propios hijos.

La abuelidad desde diferentes perspectivas psicoanalíticas


El Complejo de Edipo representa para el psicoanálisis el modo en que se estructura el psiquismo
humano. Se destacan funciones maternas o paternas que posibilitarán, en primera medida, un vínculo
suficientemente fuerte para la crianza del niño, y en segundo término, una interdicción o puesta de
límites, que abre al sujeto a otros, por fuera de los vínculos endogámicos.
Con la abuelidad aparece algo novedoso y diferente que se caracteriza por la alteridad al tiempo que la
semejanza. Los nietos tienen algo de uno mismo, y del propio hijo o hija, pero algo del otro (familiar
político) que implica alteridad. El trabajo subjetivo es poder amar a alguien que tiene eso de propio y
eso de diferente, desafiando el amor narcisista, ya que impone el sacrificio de estar cerca de quien lo
cría, pero no tanto para detener ciertas modalidades que consideramos injustas o inválidas

Por otro lado aparece la posibilidad que otorga la abuelidad de una continuidad del sí mismo o
narcisismo a través del nieto. La abuelidad da lugar a las propias habilidades generativas, sirviendo de
función reparadora para contrabalancear algunos de las pérdidas que se producen con el
envejecimiento.

Conflictos y alternativas de la abuelidad


Se plantea una discusión acerca de la abuelidad y los efectos que podría acarrear, en un contexto social
donde entran en conflicto toda una serie de propuestas e ideologías que propenden el envejecimiento
activo y autónomo, con ciertas demandas de solidaridad familiar asociadas al cuidado de los nietos. Las
situaciones que detonan este conflicto suelen producirse frente a diversos problemas tales como:
adicciones, enfermedades, divorcios, crisis económicas o compromisos de trabajo en la generación
intermedia.
No pareciera haber resultados uniformes, sino que más bien nos informan de una suma de situaciones
con muchas formas de respuestas, pero con algunos factores comunes.

El cuidado de los nietos, más allá de los aspectos placenteros, tiene un alto costo y puede resultar una
tarea estresante. El día a día, especialmente cuando los nietos son muy pequeños, puede resultar
extenuante y provocar malestar en el sueño y mayor exposición a enfermedades

Nuevas parejas en la vejez


La familia en cuestión:
Las nuevas parejas de mayores reflejan un tipo de familia que consigue una fuerte resonancia en lo
social. Se expresa por un lado en cantidad de filmes en los que personajes de mediana o tercera edad se
enamoran, gozan de la sexualidad, forman nuevas parejas construyendo una estética de la erótica en la
vejez. Y por el otro en el encuentro efectivo de personas de edad insertas dentro de una variable
cultural denominada “vejez positiva o activa” la cual se caracteriza por una nueva demanda social en la
que las personas mayores son llamadas a estar insertas socialmente y fundamentalmente activas. La
edad deja de ser una variable relevante a la hora de determinar actitudes y roles generando con ello una
homogeneización creciente de las actividades en las diversas etapas vitales. La gerontología ha sido, en
gran medida, la encargada de elaborar, tanto en la teoría como en la práctica, propuestas para el
rediseño social de los mayores. Modalidad que refleja una característica saliente de la modernidad
tardía o posmodernidad.

Nuevas familias
Desde hace algún tiempo se ha empezado a modificar el ángulo desde donde se observa a los viejos. No
como el residuo de los otros, ya sea en tanto que la sociedad o la familia no les da, sino por el contrario
como este grupo se reposiciona frente a una sociedad cambiante, donde los ideales sociales parecieran
retomarse desde nuevas variables como la autonomía, por fuera de ciertos perfiles comunitaristas en
los que la edad o el género puedan ser decisores más fuertes que el propio sujeto.
Solemos pensar desde una perspectiva en la que los cambios a nivel de la familia arrojaban a estos por
fuera del campo de los cuidados y de las ayudas, sin pensar en otras formas de agrupación en la que el
rol de la persona de edad no sea el de un objeto pasible de cuidados o en el que los cuidados no sean
brindados por los agentes “esperables” como eran los familiares.
Una de estas perspectivas tuvo que ver con las nuevas agrupaciones de personas mayores en las que los
amigos desarrollaban gran parte de los roles tradicionales atribuidos a la familia.
Las nuevas representaciones sociales dan lugar a distintos recursos argumentativos para el desarrollo
de acciones y roles que años atrás hubieran sido fuertemente condenadas para las personas de edad.
Las parejas conformadas en la vejez, sin que sean absolutamente generalizables, parecieran abrir un
campo que describe y valoriza una serie de variables culturales actuales entre las que podríamos contar
los cambios a nivel de la familia, los nuevos significados acerca de la noción de edad, el valor social de la
autonomía y la nueva moral erótica.

La amistad en la vejez
La amistad puede ser, en la vejez, un vínculo tanto o más importante que en otras etapas de la vida. Una
investigación analizó la tasa de supervivencia de los participantes durante una década, descubriendo
que el contacto con niños y familia no aumentaba necesariamente la esperanza de vida. Sin embargo,
aquellos participantes que tenían más y mejores relaciones de amistad, denotaban estadísticamente
mayor longevidad que aquéllos que contaban con menor vida social.
Estos vínculos pueden ser aún más importantes en ciertas condiciones, si bien, respecto a la familia, los
amigos son considerados fuentes secundarias de apoyo, en algunas circunstancias son especialmente
importante.
El mantenimiento de relaciones de amistad con personas de la misma edad, con las que han compartido
muchos sucesos de vida, genera una gran satisfacción a partir del reconocimiento y confirmación
mutuos, así como la posibilidad de recordar juntos sucesos que han compartido en el pasado. Esta
oportunidad de rememorar anécdotas de épocas anteriores de la vida fue valorada positivamente por
las personas de edad avanzada.
Sin embargo reconocen (sobre todo las mujeres) que con las nuevas amistades el contacto es más
frecuente y que estas aportan nuevos puntos de vista. Aunque con menos frecuencia que las relaciones
de amistad muy íntimas, las personas de edad también incorporaron dentro de la red, amigos de menor
intimidad o compañeros de algunas actividades. En la vejez avanzada lo que ocurre es una
trasformación: personas que anteriormente eran considerados vecinos, compañeros de iglesia o del
club, son “promovidos” a la categoría de amigos.
Sin embargo, para los adultos mayores es más importante la calidad de las relaciones que la cantidad.
Vínculo con pares. Los grupos socio-recreativos y educativos
A diferencia de otras generaciones y momentos históricos, esta sociedad permite y valora los pequeños
espacios compartidos diferenciados por edad, aficiones, hobbies o por cualquier rasgo que sea
agrupador. Estas agrupaciones tienen que ver, básicamente, con: la aparición de la jubilación, los
cambios familiares y la priorización social sobre el individuo. En las nuevas agrupaciones de personas
mayores, los amigos desarrollaban gran parte de los roles tradicionales atribuidos a la familia.
En estos grupos, se priorizan las relaciones entre las mismas generaciones, convirtiéndose en espacios
propicios para el encuentro, la generación de nuevos vínculos de amistad, compañerismo y pareja.
Diversas investigaciones han demostrado que desarrollar actividades sociales se asocia con mayores
niveles de salud física, psicológica y social.

Vous aimerez peut-être aussi