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Dualismo y Monismo

Las teorías dualistas basan sus ideas en que cerebro y mente son dos realidades distintas, cada una
con unas propiedades y leyes específicas.

Existen dos tipos de dualismo: dualismo espiritualista y dualismo mentalista. A continuación,


detallamos cada uno de ellos:

Dualismo espiritualista
El dualismo espiritualista tiene como concepto central el alma, siendo ésta aquello que distingue un
cuerpo inerte de un cuerpo vivo. Es un principio que no se puede observar, que dirige y controla las
funciones corporales, las psicológicas, las intelectuales, tiene voluntad, la capacidad de elegir.

La tesis de esta teoría es que el hombre es un ser compuesto de dos realidades independientes
aunque relacionadas: un cuerpo material y un alma espiritual. El alma es la parte principal del
compuesto. El cuerpo material es el vehículo material del alma; Platón lo creía así.

El término espiritual carece de una definición precisa y tan solo se explica mediante las propiedades
que cada autor le atribuye.

En la actualidad, la teoría del dualismo espiritualista no tiene repercusión científica ni incluso en la


filosófica. Fue sostenida por pensadores antiguos como Platón, Aristóteles o Santo Tomás de
Aquino.

Dualismo mentalista
El concepto central del dualismo mentalista es la mente. Mientras que el alma es una realidad
espiritual independiente del cuerpo, la mente es de carácter exclusivamente psicológico y cognitivo,
y tiene su origen en la actividad neurofisiológica del cerebro. Además, las propiedades y leyes que
rigen los procesos mentales son distintas a las de los hechos físicos. Los fenómenos físicos tienen
propiedades como: son objetivos, observables, causales, se dan en espacio-temporalidad y son
cuantitativos.

Los fenómenos psíquicos son, por el contrario, subjetivos, inobservables, intencionales, temporales y
cualitativos.

Los fenómenos mentales además, como la memoria, los sentimientos o los sueños, poseen unos
mecanismos y unas leyes propias.

El mentalismo ha sido sostenido por Hume, Wundt, James o Freud.

Aportación del interaccionismo a la tesis del dualismo mentalista


El interaccionismo es una variante actual del dualismo mentalista. Su principal supuesto es que existe
una efectiva separación cerebro-mente como realidades independientes y una permanente
interacción entre ambas. Fue desarrollado por Eccles y Popper en su libro conjunto: “El cerebro y la
mente”.
La hipótesis interaccionista se basa en que los componentes del cerebro son insuficientes para dar
una explicación convincente de los procesos mentales, como la autoconciencia, el carácter voluntario
de la acción humana o la experiencia de libertad y el pensamiento creador, etc. Estos ejemplos no
pueden ser explicados en términos meramente físicos, sino que exigen la hipótesis de una mente
autónoma distinta del cerebro.

Ambos autores sostienen que en las sinapsis neuronales de la corteza cerebral interactúan las
dendronas de carácter neurofisiológico y las psiconas de carácter psíquico. La interacción de éstas se
explica mediante una teoría bioquímica en la que se pretende mostrar la interrelación entre los
componentes neurológicos y mentales: dendronas y psiconas. La validez de esta teoría ha sido
cuestionada y rechazada por la comunidad científica.

Las teorías monistas explican la mente como el resultado único o exclusivo de la actividad
neurofisiológica del cerebro. Rechazan la existencia de fenómenos espirituales o mentales.

Las teorías monistas pueden ser materialistas y emergentistas.

Monismo materialista
El monismo materialista supone principalmente que la actividad mental se reduce a un conjunto de
procesos físico-químicos y neurofisiológicos. El cerebro humano es un complejo y perfecto ordenador
biológico, compuesto por neuronas, conexiones sinápticas, árboles de neuronas, etc., capaz de
generar estados mentales. El ser humano es en el fondo un autómata consciente, dotado de un
sofisticado equipamiento biológico. Se trata por tanto de una teoría fisicalista, puesto que todos los
seres y grados de realidad se pueden explicar finalmente mediante propiedades y leyes físicas.

Entre los defensores contempóraneos de esta teoría se encuentran Gilbert Ryle, P. Feyerabend, José
Ferrater o Paul Chuchuland.

Monismo emergentista
El monismo emergentista es una continuación del monismo materialista.

El emergentismo concibe el cerebro como un biosistema o computadora biológica con dos tipos de
propiedades: las resultantes (biológicas, neurológicas) que poseen por separado los componentes
del sistema (neuronas, árboles de neuronas, áreas cerebrales), y las emergentes, (psicológicas y
cognitivas) que solo posee el sistema cuando funciona conjuntamente o como un todo.

Las propiedades emergentes dependen de las resultantes, pero van más allá: las superan y constituyen
una nueva realidad.

De ahí que el cerebro como un todo tenga propiedades mentales que no poseen sus componentes
aislados. Una sola neurona es, por ejemplo, un componente del cerebro que, por sí mismo, no tiene
propiedades psíquicas, pero las cien mil millones de ellas y sus conexiones, sí han conseguido
producirlas.
El dualismo platónico propone que nuestro mundo está dividido por una
especie de línea invisible en donde se ubican las cosas importantes y
permanentes (llamado eidos o mundo de las ideas) y las cosas pasajeras,
efímeras e insignificantes (doxa, opinión o mundo sensible) se ubican por
debajo.

Según Platón, debemos esforzarnos diariamente por alcanzar y elevar


nuestro espíritu, de modo que solo pensemos y observemos desde el eidos
o ese mundo de las ideas.

Platón (izquierda) y Aristóteles (derecha), un fresco de Rafael. Aristóteles gesticula a la


tierra, representando su creencia de tener conocimiento a través de la observación empírica
y la experiencia, mientras que sostiene una copia de su Ética de Nicómaco en su mano.
Platón sostiene su Timeo y muestra gestos a los cielos, representando su creencia en Las
Formas.
Asimismo, en Platón no existe la verdad relativa, pues basándonos en este
dualismo, la verdad es una y se encuentra del lado superior de la línea.
El dualismo filosófico se refiere a distintas creencias de que el mundo está
dominado o dividido por dos fuerzas supremas que son intrínsecos y en
algunas ocasiones, opuestas entre sí.

Con estas doctrinas se busca explicar cómo se creó y fundó el universo. Sin
embargo, existen otras teorías un poco menos formales que sencillamente
explican la existencia de dos leyes y ordenanzas distintas en el mundo, que
pueden coexistir sin ningún problema.

Hay distintos autores como Pitágoras, Empédocles, Aristóteles,


Anaxágoras, Descartes y Kant, quienes han expuesto su modo de pensar y
concebir el mundo. Con distintas teorías como que el mundo está dividido en
una especie de fuerza par e impar, amistad y odio, el bien y el mal, el caos
con la inteligencia, el vacío con lo lleno, etc.

Sin embargo, uno de los aportes más importantes en esta área fue el que
hizo el filósofo griego Platón.

¿Cuáles son los preceptos del dualismo


platónico?
En el libro La República de Platón, podemos encontrar todas sus teorías sobre
el dualismo desde una perspectiva tanto ontológica como antropológica.

Teoría de la línea

Ontológicamente, Platón explica y expone la teoría de que la realidad vivida


está dividida en dos polos opuestos. Es aquí en donde se crea la famosa y
denominada “teoría de la línea”.
En la parte superior de la línea se ubican todas las cosas pasajeras, lo visible
y tangible, nuestras emociones y percepciones. A este lado de la línea, Platón
lo llama la doxa, el mundo sensible o visible.

Conocida como eidos, en la parte inferior de la línea, Platón dispone a esas


entidades eternas y atemporales, que nunca pasarán y siempre
permanecerán. En este lado, hay objetividad y se encuentra la verdadera
esencia de las cosas. También, se le puede llamar mundo de las ideas.

Cabe destacar que Platón en ningún momento desmerita o niega la existencia


de cualquiera de estas realidades. Simplemente, ubica y le confiere más
importancia al mundo de las ideas o inteligible pues considera que allí se
encuentra el verdadero sentido de nuestra existencia, que es elevar nuestro
espíritu hasta poder andar en el eidos y no contaminar nuestra vida por algo
tan simple y ordinario como la doxa.

El problema con la doxa y el mundo sensible radica en que está lleno de


imperfectos y nuestras experiencias, prejuicios, opiniones y apariencias
siempre están presentes, actuando como una especie de filtro que nos impide
captar lo verdaderamente esencial.

¿Por qué, según Platón, debemos anhelar,


pensar y actuar desde el eidos?
Como se mencionó anteriormente, Platón propone que nuestro verdadero
sentido para existir se encuentra al alcanzar el eidos, pero ¿cuáles son las
razones que sustentan este planteamiento?

Dado que en el lado sensible predomina lo pasajero, en el eidos o mundo


inteligible, no existen realidades personalizadas o parciales. Realmente en
este lado se puede encontrar la verdad (entendiéndose esta como algo
permanente e inmutable) y la perfección.
Platón aseguraba y afirmaba que cuando se piensa y actúa desde el eidos,
las ideas son reales y duraderas, y precisamente eso es lo que diferencia la
doxa del eidos, la opinión de la verdad.

Por último, es importante mencionar que se afirma que desde el mundo de


las ideas, los pensamientos no son aislados los unos de los otros, sino que
se forman mediante un conglomerado relacionado entre sí.

Dualismo platónico desde la antropología


Con pensamientos más o menos parecidos, pero desde una perspectiva
antropológica, Platón establece el dualismo en la existencia humana. Él
considera que el hombre posee dos entes totalmente opuestos.

El primero es nuestro cuerpo, que pensándolo desde la alegoría de la línea


explicada anteriormente, pertenece al mundo sensible, debido a que es
pasajero y cambiante.

En segundo lugar, se encuentra al alma, considerada como ese elemento


intangible, divino y eterno que nos ata a la vida. Este pertenece al mundo de
las ideas, pues nunca cambia y para el filósofo griego, es inmortal.

Por lo tanto, el hombre debería sentirse más identificado con su alma que
con su cuerpo. De hecho, se piensa que el cuerpo es una especie de cárcel
que nos ata e impide mostrar nuestra verdadera esencia y captar la de otras
personas. El cuerpo pasa, pero el alma queda. El primero es una cosa
transitoria, la segunda es algo eterno.

Uniendo este pensamiento a otra alegoría bastante famosa del filósofo, no


importa cuál sea la vida que hayamos vivido: el objetivo es ignorar las
sombras y salir de las cavernas.
Este es el verdadero camino para existir de acuerdo al pensamiento racional
e ignorando, establecido por Platón.

Definitivamente no es fácil dejar a un lado nuestra subjetividad e intentar


alcanzar un nuevo nivel espiritual. Tal vez Platón pecó de utópico y por lo
tanto, es imposible de llevar a cabo.

Sin embargo, si cada persona se esforzara por vivir, actuar y pensar desde
el eidos, la sociedad sería totalmente diferente y alcanzaríamos el bien
común.

No está de más realizar un esfuerzo (por más extraordinario que sea) para
vivir desde lo racional y abandonar las cosas pasajeras, prescindir de los
sentidos, parcialidades, subjetividades y enfocarnos la verdadera esencia de
las cosas, y más profundamente, de la vida misma.

Este cambio de pensamiento y de forma de vivir solo puede ser posible


mediante la dialéctica, considerada como una técnica que es capaz de llevar
a la persona desde el mundo de lo sensible hasta alcanzar por completo lo
inteligible y entender el concepto del bien común.

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