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Las teorías dualistas basan sus ideas en que cerebro y mente son dos realidades distintas, cada una
con unas propiedades y leyes específicas.
Dualismo espiritualista
El dualismo espiritualista tiene como concepto central el alma, siendo ésta aquello que distingue un
cuerpo inerte de un cuerpo vivo. Es un principio que no se puede observar, que dirige y controla las
funciones corporales, las psicológicas, las intelectuales, tiene voluntad, la capacidad de elegir.
La tesis de esta teoría es que el hombre es un ser compuesto de dos realidades independientes
aunque relacionadas: un cuerpo material y un alma espiritual. El alma es la parte principal del
compuesto. El cuerpo material es el vehículo material del alma; Platón lo creía así.
El término espiritual carece de una definición precisa y tan solo se explica mediante las propiedades
que cada autor le atribuye.
Dualismo mentalista
El concepto central del dualismo mentalista es la mente. Mientras que el alma es una realidad
espiritual independiente del cuerpo, la mente es de carácter exclusivamente psicológico y cognitivo,
y tiene su origen en la actividad neurofisiológica del cerebro. Además, las propiedades y leyes que
rigen los procesos mentales son distintas a las de los hechos físicos. Los fenómenos físicos tienen
propiedades como: son objetivos, observables, causales, se dan en espacio-temporalidad y son
cuantitativos.
Los fenómenos psíquicos son, por el contrario, subjetivos, inobservables, intencionales, temporales y
cualitativos.
Los fenómenos mentales además, como la memoria, los sentimientos o los sueños, poseen unos
mecanismos y unas leyes propias.
Ambos autores sostienen que en las sinapsis neuronales de la corteza cerebral interactúan las
dendronas de carácter neurofisiológico y las psiconas de carácter psíquico. La interacción de éstas se
explica mediante una teoría bioquímica en la que se pretende mostrar la interrelación entre los
componentes neurológicos y mentales: dendronas y psiconas. La validez de esta teoría ha sido
cuestionada y rechazada por la comunidad científica.
Las teorías monistas explican la mente como el resultado único o exclusivo de la actividad
neurofisiológica del cerebro. Rechazan la existencia de fenómenos espirituales o mentales.
Monismo materialista
El monismo materialista supone principalmente que la actividad mental se reduce a un conjunto de
procesos físico-químicos y neurofisiológicos. El cerebro humano es un complejo y perfecto ordenador
biológico, compuesto por neuronas, conexiones sinápticas, árboles de neuronas, etc., capaz de
generar estados mentales. El ser humano es en el fondo un autómata consciente, dotado de un
sofisticado equipamiento biológico. Se trata por tanto de una teoría fisicalista, puesto que todos los
seres y grados de realidad se pueden explicar finalmente mediante propiedades y leyes físicas.
Entre los defensores contempóraneos de esta teoría se encuentran Gilbert Ryle, P. Feyerabend, José
Ferrater o Paul Chuchuland.
Monismo emergentista
El monismo emergentista es una continuación del monismo materialista.
El emergentismo concibe el cerebro como un biosistema o computadora biológica con dos tipos de
propiedades: las resultantes (biológicas, neurológicas) que poseen por separado los componentes
del sistema (neuronas, árboles de neuronas, áreas cerebrales), y las emergentes, (psicológicas y
cognitivas) que solo posee el sistema cuando funciona conjuntamente o como un todo.
Las propiedades emergentes dependen de las resultantes, pero van más allá: las superan y constituyen
una nueva realidad.
De ahí que el cerebro como un todo tenga propiedades mentales que no poseen sus componentes
aislados. Una sola neurona es, por ejemplo, un componente del cerebro que, por sí mismo, no tiene
propiedades psíquicas, pero las cien mil millones de ellas y sus conexiones, sí han conseguido
producirlas.
El dualismo platónico propone que nuestro mundo está dividido por una
especie de línea invisible en donde se ubican las cosas importantes y
permanentes (llamado eidos o mundo de las ideas) y las cosas pasajeras,
efímeras e insignificantes (doxa, opinión o mundo sensible) se ubican por
debajo.
Con estas doctrinas se busca explicar cómo se creó y fundó el universo. Sin
embargo, existen otras teorías un poco menos formales que sencillamente
explican la existencia de dos leyes y ordenanzas distintas en el mundo, que
pueden coexistir sin ningún problema.
Sin embargo, uno de los aportes más importantes en esta área fue el que
hizo el filósofo griego Platón.
Teoría de la línea
Por lo tanto, el hombre debería sentirse más identificado con su alma que
con su cuerpo. De hecho, se piensa que el cuerpo es una especie de cárcel
que nos ata e impide mostrar nuestra verdadera esencia y captar la de otras
personas. El cuerpo pasa, pero el alma queda. El primero es una cosa
transitoria, la segunda es algo eterno.
Sin embargo, si cada persona se esforzara por vivir, actuar y pensar desde
el eidos, la sociedad sería totalmente diferente y alcanzaríamos el bien
común.
No está de más realizar un esfuerzo (por más extraordinario que sea) para
vivir desde lo racional y abandonar las cosas pasajeras, prescindir de los
sentidos, parcialidades, subjetividades y enfocarnos la verdadera esencia de
las cosas, y más profundamente, de la vida misma.