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Para el período del año 300 al 800 d.C. la educación se manifiesta en los distintos
estaros sociales del grupo asociados al trabajo y el quehacer especializado: para el
cacique como figura de poder capacidades de liderazgo y organización con
atribuciones de maestro y guía de la comunidad; para los guerreros la instrucción en
defensa para la guerra, la navegación, la pesca y la cacería; para los sukias
conocimientos en medicina, así como la guía moral y espiritual del pueblo; con los
agricultores las artes agrícolas para asegurar a supervivencia y la alimentación; con
los artesanos habilidades para producir utensilios , cerámica y herramientas; los
orfebres destrezas y habilidades en el trabajo con cobre y oro. La educación tiene un
ligamen entre lo terrenal y espiritual, lo humano y lo divino y adquiere rasgos místicos
(Dengo, 1999, p.62).
Para el 800 al 1500 d.C. en las sociedades autóctonas organizadas como cacicazgos
y señoríos, la educación se mueve entre creencias míticas, sincretismo religioso,
ceremonias rituales, construcción de asentamientos fúnebres y elementos
propiamente más humanos, ligados a la actividad social y comunal (Dengo, 1999,
p.62). Estaba en función de la vivencia del hombre como individuo y como grupo
social, como medio de sobrevivir y dar sentido a la vida, bajo dos tipos de desarrollo
complementarios y paralelos: la educación espontánea, recibida en la práctica de la
vida cotidiana y la educación intencionada recibida en unos casos, por todos y en
forma permanente y en otros, con formas especializadas y quizás institucionalizada
(Dengo, 1999, p.67), en los campos del comercio, producción agrícola y artesanal, y
la guerra.
Educación en la Colonia:
La Corona Española ordenó a finales del siglo XVI y en los primeros años del siglo
XVII, la creación de escuelas en cada provincia de la entonces Capitanía General de
Guatemala, para la alfabetización de los hijos de los colonos en la lengua española y
para la enseñanza de la doctrina cristiana (Dengo, 1999, p.71).
En 1782 el gobernador Juan Flores, crea en Cartago una cátedra de Latín (Martínez
Gutiérrez, 2016, p.17) y 10 años después el gobernador interino José Vázquez y
Téllez establece la obligatoriedad de la enseñanza y ordena a los vecinos de Cartago
mandar a sus hijos a las escuelas, bajo pena de pago de multas a quien irrespetara
la norma (OEI, 1997, p.2).
Para finales de siglo los Ayuntamientos de Cartago, San José y Heredia siguieron las
disposiciones de las Leyes de Indias y contrataron maestros, que con frecuencia
eran sacerdotes católicos. Es así en 1797, según anota Martínez Gutiérrez, algunos
vecinos de San José, preocupados por la ausencia de un centro educativo en su
localidad, contrataron ellos mismos una escuela para instrucción de sus hijos (2016,
p.17).
Tomás de Acosta en 1809 obliga a todos los padres de familia a poner a los padres
de familia a poner a sus hijos en las escuelas bajo penas severas de no acatar lo
dispuesto por el ayuntamiento. Se establecen escuelas en las principales ciudades
de la provincia, aunque algunas no contaban con los recursos necesarios para su
funcionamiento (De la Cruz y Salazar Mora, 2003, p.5).
Agrega Martínez Gutiérrez que en 1812, una vez establecidas las Cortes de Cádiz y
su Constitución de1812, esta última estableció en uno de sus artículos relativos a la
educación que “…en todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de
primeras letras en las que se enseñará a los niños a leer, escribir, contar y el
catecismo de la Religión Católica, que comprenderá también una breve exposición
de las obligaciones civiles.” (Dengo, 1999, p.76 y De la Cruz y Salazar, 2003, p.7).
Agrega Martínez Gutiérrez que las Cortes, por iniciativa del representante de Costa
Rica y presidente de las corte (24 de mayo y el 23 de junio de 1813), Presbítero Dr.
Florencio del Castillo, emiten ese mismo año, un decreto otorgando becas a los
indígenas de la provincia que quisieran estudiar, ordena la enseñanza por igual de
indígenas e hijos de los colonos en escritura, lectura, aritmética y doctrina católica.
Un año después da por abolidos los castigos disciplinarios propios de las escuelas
coloniales en la época. Sin embargo cuando fueron clausuradas las Cortes de Cádiz
en 1814, algunas de las disposiciones quedarían sin efecto (2016, p.18).
Ese mismo año se crea en San José la Casa de Enseñanza de Santo Tomás, a
instancias del Ayuntamiento de San José, constituyéndose en el primer centro de
enseñanza superior del país a finales de la Colonia (OEI, 1997, p.2). Su currículo fue
organizado por el sacerdote Manuel Alvarado y dirigido por el Bachiller Rafael
Francisco Osejo, especialista en Filosofía y Leyes traído de Nicaragua, se
impartieron, entre otras materias, las cátedras de Filosofía, Sagrados Cánones y
Teología Moral (Dengo, 1999) Se mantuvo gracias a contribuciones de vecinos de
San José, preocupados por la instrucción de sus hijos (Martínez Gutiérrez, 2016,
p.18).
Para 1832 se decreta la primera Ley de Compulsión Escolar, que establecía una
escuela en cada circuito escolar. Con ella se pretendió exigir a los padres de familia
a que enviaran a sus hijos a la escuela, con las debidas medidas restrictivas tales
como exponerse a pagar con cárcel su negativa de enviar un niño a clases, y hasta
pérdida de la ciudadanía y sus derechos como ciudadano como ya lo establecía la
Ley de Bases y Garantías de marzo de 1941. Entre 1832 y 1842 la 1842 la
educación será una de las prioridades de la administración pública (De la Cruz y
Salazar Mora, 2003, p.20).
1
Así escrito en el original.
por el Gobierno y los Ayuntamientos municipales . A partir de la creación del Consejo
de Instrucción Pública, se ordena la apertura de escuelas en cada cabecera de
provincia, incluyendo escuelas de mujeres. Las escuelas pasan a ser regidas por el
Consejo de Instrucción Pública.
En 1884 las leyes liberales impiden el ingreso al país de órdenes religiosas que
pudieran instalar instituciones educativas y se expulsa a los jesuitas. Se estableció el
Instituto Universitario adscrito a la Universidad de Santo Tomás, lo que proyectó una
enseñanza secundaria más sólida (Dengo, 1999, p.98)
A instancias de Fernández, según anota Dengo, se preparan dos leyes básicas que
van a permitir la primera Gran Reforma en términos filosóficos y organizativos al
modelo de educación que hasta entonces se seguía en el país. Estas leyes
corresponden a:
El Plan de Estudios, que establecía esta ley de corte liberal, suprimió las asignaturas
de Religión e Historia Sagrada. Los padres de familia reaccionaron contra esa ley
antireligiosa y muchos dejaron de enviar sus hijos a la escuela, por lo que en 1890 el
gobierno restituye de nuevo la enseñanza religiosa en los centros educativos (Dengo,
1999, p.108). Para ese año se estableció la educación mixta en la primaria en una
escuela de Desamparados, y que se desarrolló como modelo posteriormente con
otras escuelas nuevas (Martínez Gutiérrez, 2016, p.).
En 1914 se crea la Escuela Normal de Costa Rica y Omar Dengo quien se mantuvo
como Director de 1919 hasta 1928, fue quien le dio el sentido pedagógico y
humanístico de la filosofía (Martínez Gutiérrez, 2016, p.25). Como complemento a la
la importancia de la escuela, el gobierno estableció becas para atraer estudiantes de
todo el país, que al graduarse se incorporaban al magisterio en sus propias
comunidades. Se introdujo un punto de vista social en la educación, dando gran
importancia a los servicios culturales de la escuela en la comunidad y a la relación
del programa de la escuela, con los problemas y sucesos de la nación (Dengo, 1999,
p.139).
Al año siguiente, se crea en San José el primer kínder público del país (Escuela
Maternal Montessoriana) dirigida por María Isabel Carvajal (Carmen Lyra), con lo que
se inicia la educación preescolar en Costa Rica. Ya existían centros de educación
preescolar antes pero privados únicamente a los niños de familias que pudieran
pagar En 1929 es aprobado y entra oficialmente en vigor el Código de Instrucción
Pública, instrumento que ya existía como normativa y se aplicaba desde 1920
(Martínez Gutiérrez, 2016, p.25).
En 1928 la Educación Pública se consolidó como Secretaría de Educación Pública
(Programa Estado de la Nación, 2005).
En 1949, finalizada la Guerra Civil del año anterior, la nueva modelo de Estado que
la Constitución Política dedica todo un capítulo a la educación, con lo que reafirma el
rango legal constitucional del sistema educativo costarricense concebido como un
proceso integral y correlacionado en sus diversos ciclos, desde la educación
preescolar hasta la universitaria; se amplía la gratuidad de todo el proceso educativo
de preescolar a la educación diversificada, lo mismo que la obligatoriedad de la
primaria, quedando la educación preescolar y universitaria fuera de esta restricción
(Martínez Gutiérrez, 2016, p.28).
En 1963 se aprobó el Plan de Estudios de Enseñanza Media que regiría desde 1964
en el que se definió un ciclo común de 3 años para todos los estudiantes, que
contempla un conjunto de materias de formación general, impartidas en forma
intensiva. Conjuntamente con el desarrollo de actividades complementarias de
exploración, en trabajo de taller y de campo. Luego del ciclo común establece el
Ciclo diferenciado para la sección de bachillerato, con las áreas de letras y ciencias.
(OEI, 1997, p.4)
En la Administración de José Joaquín Trejos (1966-1970), siendo Ministro de
Educación el Lic. Víctor Brenes impulsó la enseñanza religiosa y la educación sexual
en los programas de enseñanza media (Dengo, 1999, p.168).
Para 1978, en la administración del Lic. Rodrigo Carazo Odio, con María Eugenia
Dengo Obregón, como Ministra de Educación Pública se aplica la política educativa
de Regionalización, abordada en 4 ejes fundamentales: el filosófico, el
administrativo, el cualitativo, y el legal. Se basó en la regionalización originaba en la
administración Oduber Quirós, cuando la Oficina de Planificación Nacional
(OFIPLAN) estableció 4 regiones de Planificación Nacional; ampliada luego a 7 en
1980. (Dengo, 1999, p.186).
La fuerte crisis económica que se dio en esta administración hizo que María Eugenia
Dengo Obregón se viera forzada a suscribir una serie de convenios entre 1978 y
1982, con UNESCO, OEA y UNICEF, para mitigar el impacto en el sector educativo.
Entre ellos el Plan Integral de Desarrollo de la Región Atlántica (PIDRA), el Programa
de zonas indígenas, Planeamiento de la educación para el desarrollo integrado de la
subregión de Turrialba y el Programa de Nuclearización Educativa (Martínez
Gutiérrez, 2016, p.32).
Pérez Puente, Leticia (2012). Los inicios del seminario de Nuestra Señora de la
Asunción, 1568-1620: un proyecto exitoso y poco tridentino. Hispania
Sacra LXIV (129). doi:10.3989/hs.2012.006. Recuperado de
http://hispaniasacra.revistas.csic.es/index.php/hispaniasacra/article/view/298/298.