Publicado por Vicente Estrada | Last updated Jul, 03 2013
http://suite101.net/article/el-arte-dentro-del-cerebro-pintura-a461352 La pintura es una de las expresiones artísticas más recurridas y valoradas del complejo de apreciación y expresión estética. Opiniones de expertos concuerdan en que es la pintura aquella que resulta más representativa de los distintos movimientos artísticos que han tenido lugar a lo largo de la historia. Es más fácil reconocer que una pintura de Franz Marc pertenece al expresionismo que un poema de Else Lasker-Schüler, por ejemplo. Etapas del procesamiento visual Los procesos fisiológicos que ocurren al admirar una pintura comparten ciertos elementos con la visión en general. En el 2002 Chatterjee propuso una clasificación para las distintas etapas que ocurren en el procesamiento visual: temprana, intermedia y tardía. En la visión temprana se extraen elementos simples del ambiente visual, tales como color, luminosidad, forma, locomoción y localización. La visión intermedia segrega algunos elementos y agrupa otros con el fin de formar compuestos coherentes de información. En la visión tardía se escudriña la información para evocar memorias de aquellos objetos reconocidos y sus correspondientes significados. Es en esta última etapa en donde tienen lugar los juicios de valor estético, la apreciación y paroxismo que resultan de la contemplación de una pintura. Sustratos neuronales de la apreciación de la pintura Zeki en el 2004 encontró que personas a quienes les son expuestas pinturas que ellos evalúan como bellas, muestran un incremento en la actividad de su corteza cingulada anterior, orbito-frontal y parietal izquierda. Las imágenes que en este experimento se presentaron fueron del tipo figurativo, es decir, que contenían objetos concretos con significado intrínseco. En el mismo año, Cela-Conde observó que cuando los cuadros juzgados como bellos eran del tipo abstracto, los participantes mostraban una mayor activación en la corteza prefrontal dorsolateral, además de las estructuras ya descritas. Puesto que la corteza prefrontal dorsolateral exhibía una latencia mayor de respuesta (de 400 a 1000 ms), Cela- Conde interpretó sus hallazgos como la dilucidación de la zona cerebral encargada del juicio estético, de la recepción de información digerida y depuración de la misma para emitir una valoración determinada; tentativamente lo que llamamos en el primer apartado procesamiento visual tardío. Un grupo de la universidad de Leipzig en el 2005 encontró que frente a estímulos visuales simétricos, los cuales son considerados con más armonía y estética que aquellos que no lo son, existe una mayor excitación del precuneo (porción dorsal del lóbulo parietal) y corteza prefrontal ventro-medial. Otros experimentos han mostrado que cuando los participantes juzgan a determinado estímulo como bello, las cortezas occipitales de asociación, parietal dorsal- posterior y pre-frontal no exhiben activación distinta a la que ocurre con la contemplación de cualquier estímulo visual. Sin embargo, la corteza insular incrementa su actividad mientras que la corteza cingulada posterior la disminuye. Argumentos evolutivos para el goce de la pintura No hay duda de que las expresiones artísticas son potenciales fuentes de regocijo. Invertir tantos recursos en el arte como lo hacemos hoy en día podría parecer dilapidador y, por tanto, mal-adaptativo. Pareciera no existir fundamento natural para haber creado evolutivamente los mecanismos fisiológicos aptos para disfrutar del arte. No obstante, hay teorías que proponen como detonador al goce que se tiene de forma innata por los atributos bellos de una potencial pareja. La salud fue lo que resultó atractivo en el cenozoico para la elección de pareja reproductiva; distintos atributos físicos eran capaces de denotarla, los cuales generaban dos fenómenos importantes: 1) incrementaban el éxito de preservación de la especie; ya que mientras más individuos sanos dejaran descendencia, más individuos sanos nacerían con mayores oportunidades de hacer lo propio. Además, 2) se daría una activación del sistema límbico capaz, en un principio, de urgir al individuo a procurar el estímulo (acercamiento a la pareja) y, con el paso del tiempo, una activación capaz de generar recompensa per se. En algún momento de la historia geológica, los primeros tetrápodos pudieron activar su sistema límbico con la simple admiración de una pareja cuya estampa indicara salud, lo que produjo alguna forma arcaica de placer, y con ello (permitiéndome dar un paso enorme) el primer vestigio de apreciación estética visual. Hoy en día el ser humano ha llegado a un grado de alborozo por la apreciación estética muy distante del de aquellos tiempos, tanto en calidad emotiva como en la abstracción del objeto. Aquello digno de ser cuestionado hasta este momento es si hemos llegado a la cúspide evolutiva del embeleso gráfico, o si hay aún trecho por recorrer... el de la fusión del espíritu con la carne quizá.