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NEOLIBERALISMO Y EDUCACIÓN

Autor: José Ramos Bosmediano


EL ESCENARIO MUNDIAL, LA GLOBALIZACIÓN Y EL NEOLIBERALISMO
Los acontecimientos políticos y militares producidos en los primeros años del nuevo siglo que vive
la humanidad corroboran, con mayor evidencia y corrección, la unipolaridad del dominio mundial
que se inicia con la caída de lo que se llamó el socialismo real, de aquel espacio político y social que
pugnaba, con todos sus avances y defectos, por perfilar una sociedad diferente a la marcada por el
modo de producción capitalista. Pese a las reticencias de algunos estados imperialistas y de la propia
República Popular China, EE.UU. ha impuesto y viene manteniendo su política hegemónica y su
estrategia militarista de "guerra preventiva" para mantener su posición de gendarme mundial, de
modelo de democracia, de árbitro para la solución de los problemas en cualquier rincón de la tierra.
El dominio unipolar del mundo se ha convertido en una realidad indiscutible. La multipolaridad es la
tendencia en el proceso de la globalización, en la cual la nueva unidad europea pretende erigirse en
alternativa paralela frente a la hegemonía estadounidense, poniendo por delante el factor
económico antes que el militar y tratando de definir una cultura de lo europeo en la pugna por la
hegemonía mundial.
El proyecto asiático liderado por el Japón deviene también parte de la tendencia multipolar, a lo que
se debe agregar la emergencia de la economía de la República Popular China y su sostenido
crecimiento económico entre 8 y l0 % durante las últimas décadas, lo que le asigna un papel
particular en todo el planeta y en el propio continente asiático.
Se trata de un mundo dominado por el sistema capitalista con hegemonía estadounidense, sin la
competencia política que le planteaba el desaparecido bloque socialista. Este dominio unipolar no
sería posible sin el despliegue de una estrategia de regionalización del dominio económico a través
de supuestos procesos de integración para dividir el dominio de los mercados en el mundo de la
globalización neoliberal. La globalización en el plano económico ha obligado a crear un organismo
supranacional, la OMC, cuya función es asegurar el marco general para el ordenamiento del
comercio y las inversiones que garanticen la reproducción de la tasa de ganancia del capital
globalizado y sus pocos beneficiarios. Así como el capitalismo creó el FMI y el Banco Mundial para
orientar la economía capitalista mundial en los últimos cincuenta años del siglo XX, producida la
globalización a partir de la década de los 70 y su consolidación durante los 90, los capitalistas
diseñaron el nuevo organismo para reordenar la economía mundial en función del modelo
neoliberal, obligando a todos los países ingresar al nuevo "club" donde unos cuantos se divertirán
de la mejor maneara mientras la mayoría sólo podrá resignarse a cumplir el papel de "mozo". El FMI
y el BM siguen cumpliendo su papel de control de los capitales y de promotor de las "reformas
estructurales", respectivamente.
La globalización como fenómeno de dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales en la
fase imperialista del capitalismo, se ha configurado sobre la base de la mundialización del capital, el
desarrollo de la tercera revolución científico-tecnológica , la configuración de una ideología
pragmatista y fundamentalista que se presume "pensamiento válido único" y la implantación
unilateral y coercitiva del modelo económico neoliberal, que constituye la aplicación concreta de la
globalización capitalista actual, por lo que es adecuada la denominación de globalización neoliberal.
No todos los analistas coinciden en ciertos elementos de la globalización, incluso en el señalamiento
de sus causas y factores de surgimiento y desarrollo acelerado en los últimos 30 años del siglo XX.
Hay, a nuestra manera de percibir el fenómeno y los análisis diversos que se vienen haciendo, tres
apreciaciones generales:
a) La globalización actual es un fenómeno que prueba la eficacia, la corrección del sistema capitalista
frente a cualquier otro, específicamente frente al socialismo; que beneficia a la humanidad creando
las condiciones para el perfeccionamiento de la democracia de raíz occidental; por lo tanto, no hay
razón para oponerse a ella ni pretender sustituirla por otra diferente; lo que nos queda como único
camino es desarrollarla para expandir sus beneficios a todos los pueblos. Esta visión corresponde al
conservadurismo burgués y su ideología fundamentalista, profundamente dogmática e
irracionalista, que corresponde al papel asignado al mercado como supuesto motor del desarrollo,
lo que lleva a una concepción irracionalista de la historia, produciéndose una contradicción insoluble
con el propio desarrollo científico y tecnológico, de raíces racionalistas y dialécticas. No en vano
autoridades gubernamentales conservadoras están promoviendo la eliminación de los temas de la
evolución como categoría histórica y natural del currículo escolar hasta la educación básica, en Italia
y en algunos estados del país de Abraham Lincoln. Esta visión de la globalización es, por otro lado,
compartida por la mayoría de los partidos y gobernantes de los países subdesarrollados, cuya actitud
acrítica e interesada coincide con su conducta gubernamental sumisa frente a los proyectos
hemisféricos del Consenso de Washington, a todas las medidas emanadas del FMI y del Banco
Mundial, a los nuevos proyectos de la OMC y del ALCA en América Latina y El Caribe. Esta es la

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globalización ideológicamente imperante que aplica el esquema neoliberal en todas sus
dimensiones y consecuencias, fiel a sus orígenes en Monte Peregrino, Suiza, hace ya más de 30 años.
b) La globalización actual ha fracasado porque los mecanismos de su aplicación neoliberal no han
sido manejados de acuerdo con los intereses de los gobiernos y de las poblaciones donde se han
adoptado las recomendaciones de los organismos internacionales, a los cuales habría que
reformarlos o recomponerlos para que la globalización neoliberal "funcione para los pobres"
también. Esta concepción obedece a una visión parcialmente crítica de la globalización imperante.
Es la crítica a las formas con que opera el capital pero no a sus fundamentos basados en la economía
del libre mercado capitalista, a la lógica del capital que busca reproducirse incesantemente en
beneficio de los capitalistas, habiendo llegado en el momento actual a su globalización como
expresión más desarrollada del dominio imperialista. De esta visión surgen las corrientes políticas
de la tercera vía y de los proyectos de neoliberalismo con "rostro humano" , de reformas "dentro de
la reforma" estructural neoliberal, de la propuesta de otorgar al Estado un papel más activo y
presencial en el manejo de la economía, pero -eso sí- sin afectar a los inversionistas privados ni
incumplir con los compromisos de pago de la deuda externa; sin poner en peligro la gobernabilidad
con políticas "populistas" a favor de los trabajadores y de los sectores marginados de la población.
Para esta concepción de la globalización los gobiernos deberían de ampliar los programas sociales a
efecto de que el malestar social no vulnere la gobernabilidad y el estado de derecho de modelo
democrático-burgués de Estados Unidos. Mirando el Brasil y la Argentina de hoy, que pugnan por
manejar la crisis combinando políticas neoliberales con programas sociales y actitudes más críticas
y exigentes de sus gobiernos frente a los organismos capitalistas internacionales, podríamos deducir
que es insuficiente la crítica parcial de la globalización, o la alternativa de pretender utilizar los
instrumentos económicos y políticos del neoliberalismo para construir un nuevo orden social o, por
lo menos, para resolver algunos problemas acuciantes de nuestros países.
c) Hay, sin embargo, una visión dialéctica de la globalización, que la sitúa como un fenómeno surgido
del proceso histórico del desarrollo capitalista, configurado en la segunda mitad del siglo XX,
impulsado por la dinámica propia de la mundialización del capital y acelerado por los avances
científicos y tecnológicos de la informática, la robótica y la biogenética, principalmente. Sus
elementos positivos son subsumidos por el sistema capitalista y puestos a su servicio, condicionando
sus mecanismos y procesos en todos los ámbitos de la actividad humana, predominando los
intereses de las clases que dominan esos mecanismos y procesos, convirtiéndose la globalización en
un fenómeno supeditado al problema del poder. La herramienta práctica de la globalización
capitalista actual es el proyecto neoliberal, su programa universal y concreto al mismo tiempo, que
hace posible que sus elementos económicos, sociales, políticos y culturales se apliquen a escala
global en cada una de las "aldeas globalizadas". Desde esta concepción hay corrientes de lucha
contra la globalización neoliberal que se expresan de diversas formas, desde los estados y naciones
que luchan por defender las conquistas del socialismo, hasta los colectivos sindicales, populares,
indígenas, intelectuales y artísticos, fuerzas políticas socialistas y progresistas, foros y redes, en el
horizonte de crear las condiciones para el avance cualitativo y cuantitativo de las fuerzas del cambio
y la transformación social que supere el orden económico y social imperante e impuesto por la
globalización actual. La crítica y la propuesta se unen en esta visión; las armas de la crítica y la crítica
de las armas, juntas.
El tiempo de aplicación del neoliberalismo ha sobrepasado los 20 años. La globalización que le
fundamenta sobrepasa los 30. La duración de ambos fenómenos tiene que ver con varios factores y
es necesario avizorar perspectivas para poder generar alternativas de transformación.
Un primer elemento que queremos señalar es que ambos fenómenos corresponden, en su
desarrollo y perspectiva, al presente y futuro del sistema capitalista. Por un lado, a sus posibilidades
de seguir reestructurándose para mantenerse como sistema de dominación hegemónica, lo que
significa que la clase correspondiente, la gran burguesía internacional, siga teniendo la suficiente
capacidad de iniciativa para impulsar, como lo viene haciendo hasta ahora, la reestructuración del
sistema que le es útil para perpetuar su dominio de clase, apelando a estrategias no sólo de
manipulación cultural, sino de aplicación de la fuerza militar y el chantaje económico. Pero por otro
lado hay que considerar las posibilidades de la lucha de naciones, pueblos, clases y minorías
descontentas frente al dominio omnímodo del capitalismo internacional. La historia de la
humanidad ha demostrado, en distintas etapas de tránsito de situaciones de crisis de los sistemas
imperantes hacia nuevas y progresivas fases del desarrollo social, que las nuevas fuerzas de
transformación han jugado su papel activo y principal para el derrumbe del viejo sistema y la
construcción del nuevo orden. En esta etapa de la historia humana no puede ser de otra manera y
por eso es necesario señalar las perspectivas de la globalización capitalista y su programa neoliberal
en curso.
La crisis global del capitalismo no es ignorado por nadie que tenga la capacidad de evaluar lo que
ocurre con la economía y la sociedad. El programa neoliberal ha sido trazado para enfrentar,
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previsoramente, la crisis del modelo keynesiano que ya se mostraba incapaz de garantizar la
suficiente tasa de ganancia para la reproducción del capital en las mismas condiciones de la compra-
venta de la fuerza de trabajo que la clase obrera y el movimiento socialista internacional habían
obligado a conceder a los empresarios a través de su lucha en el contexto del "Estado del Bienestar".
Era necesario, en consecuencia, arrebatar a los sectores sociales desposeídos parte de sus beneficios
y desmontar las importantes funciones económicas de redistribución de la riqueza que los estados
se vieron obligados a asumir después de la gran crisis de l929-33. La vuelta a la clásica economía de
libre mercado se convirtió en un imperativo para el capital y los capitalistas, pero en nuevas
condiciones y con tareas de desmontaje social de derechos conquistados por los trabajadores y las
propias poblaciones, tanto del mundo desarrollado como de los países pobres y oprimidos. El
"horror económico" de fabricar desocupación masiva para abaratar la fuerza de trabajo fue una de
las iniciativas del grupo del Monte Peregrino, lo que se concretizó en las medidas de flexibilización
laboral, eliminación de los costos laborales, sistemas de contratación temporal, eliminación de
pactos colectivos de trabajo, ausencia del Estado como elemento tuitivo en la relación entre
trabajadores y empresarios. Se planificó la privatización de las empresas y activos del Estado,
incluyendo los servicios públicos para generar ahorro interno al servicio de los inversionistas
privados, concentrando la mayor atención en las empresas estratégicas y , por supuesto, más
rentables. Se obligó a los países pobres a priorizar el pago de la deuda externa aunque el deudor
más grande del planeta, EE.UU., no lo hiciera, reduciendo en aquéllos su ya mermada capacidad de
inversión productiva y social. La aplicación de este programa requería, por cierto, de estrategias
políticas con fuertes ingredientes ideológicos y suficiente capacidad de persuasión. Primero, un
ataque frontal contra el Estado-empresario, por ineficiente y monopolizador, obstáculo para las
innovaciones y la competencia del mercado. Segundo, la sobrevaloración del papel del sector
privado para generar puestos de trabajo y mayores ingresos tributarios para el Estado. Tercero, el
papel casi milagroso de la libre competencia para que micros empresarios surjan y se desarrollen en
el mundo globalizado, no importa que en éste escenario unas 500 transnacionales impongan las
condiciones del mercado, los precios y los requisitos internacionales para comprar y vender
mercancías. Cuarto, desde una concepción idealista del conocimiento y de la ciencia como creación
social, los neoliberales, tergiversando el papel del desarrollo científico y tecnológico, han creado la
idea de que es suficiente su posesión como bien de consumo para garantizar economías de
abundancia en el marco de la "sociedad del conocimiento", cuando, precisamente, en las propias
negociaciones de la OMC, del ALCA y de los TLC las transnacionales pretenden imponer el monopolio
de las patentes de sus productos y fórmulas, reduciendo a millones de seres humanos y a la mayoría
de países a la condición de consumidores obligados de sus productos, impidiendo en estos el
surgimiento de una industria químico-farmacéutica nacional y, por ende, una política de salud
soberana al servicio de toda la población. Una sociedad diseñada de la manera en que estamos
exponiendo las estrategias del neoliberalismo, que no son las únicas, sólo puede producir mayores
desigualdades en el planeta. ¿Y no es acaso que la mayor concentración del capital es hoy una de
las consecuencias más visibles de las políticas del Consenso de Washington, que perturba el sueño
incluso de sus propios implementadores?
Los neoliberales han pretendido producir una economía capitalista estable en un clima social sin
contratiempos, sin lucha de clases, sin conflictos internacionales. Este anhelo se acrecentó a partir
de l989 con la caída del Muro de Berlín, como símbolo de la única alternativa que quedaba a la
humanidad para una vida feliz: el sistema capitalista. El fin de la Guerra Fría significó para sus
ideólogos el "fin de la historia" y de las ideologías. Lo que hoy ocurre en el mundo significa todo lo
contrario. De la estrategia de la "guerra de baja intensidad" la potencia imperialista principal ha
pasado a la estrategia de la "guerra preventiva", como ocurre con Afganistán e Irak, que son hechos
ya consumados. Nada hace presumir, como quisieran los actuales dueños del mundo, un siglo XXI
de paz creado por el gran capital y las transnacionales. ¿No significa esto un fracaso mirando la
historia en perspectiva y no sólo en el corto plazo? La resistencia de los pueblos, la lucha
multifacética de los trabajadores, las exigencias ciudadanas por el respeto a sus derechos, son los
hechos que marcarán el presente siglo, a lo que se debe agregar la persistencia de la lucha por el
socialismo.
Se constata el fracaso del neoliberalismo. Podemos mencionar, para ilustrar ese fracaso, no
solamente el empeoramiento de las condiciones de vida de las tres cuartas partes de la humanidad,
ni el grado de concentración del capital a que ha conducido la estrategia de privilegiar la libre
competencia, sino los propios contenidos de las discusiones en las que se enfrascan los funcionarios
de los organismos internacionales. Así tenemos que en Lima, durante la Asamblea Anual del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) realizado en el mes de marzo, las "eminencias" de la
"planificación estratégica" concluyeron: (a) la pobreza ha aumentado en América Latina, (b) no hubo
crecimiento sostenido de la economía, (c) se han incrementado las concentraciones monopólicas. A
partir de estas comprobaciones, se planteó un conjunto de alternativas para superar las "fallas" del
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modelo, desde las más agresivas y continuistas hasta las más ingenuas por sus buenas intenciones.
Entre las primeras están: completar las reformas neoliberales, es decir, profundizar el capitalismo
salvaje; modernizar más las economías emergentes y reducir la volatilidad de las mismas. Las
propuestas que expresan buenas intenciones se resumen como sigue: promover alianzas entre
capitales estatales y capitales privados para las inversiones, con mayor importancia de los privados;
aprovechar el crecimiento que se inicia en el 2004, sobre cuya perspectiva el actual Ministro de
Economía y Finanzas del Perú y conocido defensor y ejecutor de las reformas neoliberales, Pedro
Pablo Kuczynski, afirmó al respecto que tenía "la visión de que América Latina esta empezando una
década de crecimiento", agregando que "este año, 2004, es el inicio de una nueva era"; más
mercado y más Estado para eliminar concentraciones monopólicas y generar un "nuevo Estado del
Bienestar; la de Fernando Enrique Cardozo, en el sentido de "volver a tejer relaciones entre
economía y democracia", porque el Estado no es una empresa ni un tema de eficiencia gerencial,
contradiciendo con el verbo todo lo hecho en el Brasil durante sus dos períodos gubernamentales;
y como para jugar con la terminología de moda, advirtieron que no se debe caer ni en el populismo
ni en el tecnocratismo y que hay que promover la pequeña y mediana empresa (LA REPUBLICA:
28.03.2004: 23 y 01.04.2004: 11). Más adelante, en el mes de mayo, el Banco Mundial dio a conocer
los resultados de su estudio sobre la situación económica y social de América Latina y El Caribe,
señalando, entre otros elementos, los siguientes: "América Latina y El Caribe es la región del mundo
con el mayor nivel de desigualdad no sólo en el ingreso, sino también en los servicios como
educación, salud, telefonía"; aplicando el Coeficiente de Gini, Brasil es el país con mayor desigualdad
y Guatemala es el país donde el 10% más rico recibe el 47,3% del ingreso total, mientras el 20% más
pobre sólo recibe el 4,2% (LA REPUBLICA: 12.95.2004: l7). Estos datos, que describen objetivamente
los resultados de la globalización y del neoliberalismo, se unen a las crisis financieras que se
desataron durante la segunda mitad de la década de los 90 en el Asia y que se produjeron también
en México, Brasil, Argentina, convirtiendo en volátil los capitales que habían ingresado sólo para
multiplicarse, sin crear en estos últimos una economía sólida. Lo ocurrido en Argentina a partir del
menenismo constituye la prueba más fehaciente de lo que significa la aplicación del neoliberalismo.
La preocupación central del neoliberalismo al iniciarse el siglo XXI y hacia delante es imponer las
condiciones establecidas con la creación de la OMC en el plano mundial y del ALCA en lo que
respecta a América Latina y El Caribe. Ciertas resistencias sobre la liberación de los mercados
respecto a las políticas de subsidios que aplican los países más ricos, tanto de Norteamérica como
de Europa, son expresiones concretas de las contradicciones existentes entre los países imperialistas
y los países pobres, pero cuya confrontación es sólo parcial por cuanto los gobiernos de estos
últimos carecen de un proyecto nacional de desarrollo con soberanía, de contenido popular y
democrático. Sin embargo, esta resistencia no se agota en las exigencias gubernamentales para la
eliminación de los subsidios y mejores condiciones para las exportaciones de los productos del
mundo subdesarrollado, sino que proviene también, y con un evidente espíritu democrático y
popular, de los más amplios sectores que expresan el descontento existente frente a la globalización
capitalista. Aquí está la raíz de la denominada lucha antiglobalización, pero también del retraso para
poner en marcha las políticas de los organismos mencionados, como es el caso del ALCA a partir de
Cancún 2003. Ante este obstáculo, las transnacionales vienen impulsando los acuerdos bilaterales
mediante los Tratados de Libre Comercio (TLC) entre los gobiernos de los países ricos y los de los
subdesarrollados, con la ilusión de estos últimos de conseguir condiciones favorables, pese a que
tales condiciones no aparecerán en ningún momento como ha ocurrido con el TLC entre EE.UU.,
Canadá y México.
La lucha contra la pobreza es una de las supuestas finalidades de las políticas económicas y sociales
del neoliberalismo. Su ineficacia real tiene que ver con la visión unilateral de este fenómeno
histórico. El neoliberalismo tiene de la pobreza un concepto de falla coyuntural, soslayando su
naturaleza estructural y de clase. Por ende, su propuesta para eliminarla es pensada desde los
marcos del mantenimiento del sistema de explotación que explica su existencia en un mundo
científica y tecnológicamente capaz de crear todas las condiciones materiales y espirituales para
crear sociedades justas, desarrolladas y prósperas. Pero esta perspectiva de progreso y modernidad
al servicio de la humanidad carece de valor para el modelo neoliberal del imperialismo.

EL IMPACTO DEL NEOLIBERALISMO EN LA EDUCACIÓN DE AMERICA Y EL MUNDO


Así como las reformas estructurales de la globalización el neoliberalismo se han convertido en la
pauta fundamental de todo el mundo capitalista. Su ideología ha logrado influir en los más vastos
sectores de la sociedad, desde la forma de percibir la realidad, relativizando los conceptos de verdad
y los criterios de verificación de los hechos, dejando que los intereses individuales y los que Chomsky
denomina los Estados canallas determinen la validez o no de las ideas y acciones. Dentro del mundo
de la ideología, la educación ha sido impactada de manera importante con cambios cualitativos en
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sus contenidos y sus objetivos, aunque no necesariamente en el sentido de la superación de los
problemas que fueron invocados para realizar los cambios.
Un primer impacto es la reducción paulatina del derecho a la educación gratuita como una constante
en todos los países, incluyendo aquellos que, como los países desarrollados de Europa, donde el
Estado del Bienestar había logrado satisfacer de manera significativa este derecho conquistado en
los últimos 3 siglos de modernidad y luchas sociales democráticas, habían convertido a la educación
en uno de sus pilares para el mejoramiento de la vida de sus ciudadanos, una gran conquista de su
modernidad avanzada. Primero Inglaterra y luego EE.UU., durante la década de los 80, empezaron
a reducir el campo de la gratuidad y a imponer las mejores condiciones para ampliar el ámbito de lo
privado. Pese a las promesas de gobiernos posteriores, Blair en Inglaterra y Clinton en EE.UU., el
derecho a la educación sigue aún como problema a resolver, pues el crédito educativo y el sistema
de becas, como en Canadá, sólo alcanza a beneficiar a un sector muy reducido de la población
estudiantil universitaria. Los demás países europeos pretenden paliar la pérdida del derecho a la
gratuidad con programas de apoyo a los sectores con escasos recursos, con presupuestos
adicionales, becas y subvenciones a las escuelas. Pero los subsidios son la prueba de que el derecho
a la educación seguirá siendo un problema a resolver mientras los estados no garanticen la igualdad
de oportunidades para todos, postulado fundamental con la que nació la educación pública
moderna en el siglo XVIII. En América Latina y El Caribe, con la excepción de Cuba, la gratuidad de la
educación, que siempre ha sido una de las grandes limitaciones de los sistemas educativos de estos
países, se ha reducido tanto como el nivel de vida para el 50% de la población. Si antes de las
reformas neoliberales el derecho a la educación sólo existía en condiciones adecuadas para un
sector limitado de la población, luego de más de 20 años de reformas neoliberales el problema se
ha profundizado. El analfabetismo absoluto sigue estacionario; el analfabetismo funcional ha tenido
un aumento alarmante por los elevados índices de ausentismo y deserción escolares; millones de
niños y jóvenes en edad escolar no acceden a la matrícula por problemas de pobreza. Pero lo más
preocupante de este impacto es su connotación ideológica, su conversión en casi una situación de
aceptación resignada de que la educación gratuita sólo debe limitarse para aquellos que no puedan
pagar este servicio, y los estados no están obligados a otorgar ese derecho a todos; que la igualdad
de oportunidades se refiere solamente a las condiciones que da la oferta educativa del mercado. La
gratuidad aparece, en este sentido, como una de las opciones en el contexto del mundo competitivo
neoliberal.
Con las reformas neoliberales se ha producido un ostensible avance de la privatización de la
educación, incluso en países como Chile, donde luego de la caída de Pinochet los nuevos gobiernos
hicieron esfuerzos para recuperar de su abandono y funcionamiento desordenado las escuelas
privatizadas y municipalizadas en la década de los 80. Lo común es que la privatización de la
educación se ha convertido en una política generalizada de gran parte de los gobiernos que ven en
ella el camino más fácil para el manejo del presupuesto dedicado a la compra de armas, al pago de
una alta burocracia gubernamental y administrativa y al pago de la deuda externa. En la privatización
también se ha operado un proceso de contenido cognoscitivo, consistente en la sobrevaloración de
la calidad de la educación privada frente a la pública y del carácter empresarial del sistema privado,
que por ser tal, garantiza, per se, los resultados de "excelencia" y "calidad total". Esta idea constituye
también un impacto ideológico respecto a la privatización de la cultura y la educación. Las leyes de
educación elaboradas y promulgadas en el marco de las reformas educativas y en el marco también
de las reformas constitucionales, como ocurrió con México y Perú (l990-l993), sólo para citar dos de
los ejemplos más conocidos, han introducido el dogma de la privatización de la educación y la
apertura de la inversión privada para "ampliar la oferta educativa". Un estudio de legislación
comparada en materia de educación y cultura en América Latina nos daría un mejor panorama del
fenómeno de la privatización de la educación como hecho político y como ideología.
A nivel de lo pedagógico, el neoliberalismo ha propiciado reformas curriculares que hoy se aplican
como las panaceas para la crisis de la educación. Sin negar la necesidad de plantear, elaborar y
desarrollar reformas curriculares como parte de la reforma educativa que requiere cada país, el
neoliberalismo ha promovido un tipo de reforma curricular que no ha resuelto los problemas del
bajo rendimiento escolar ni la falta de inserción de la escuela en el proceso de una economía para
el desarrollo de las naciones y pueblos. Las reformas curriculares neoliberales han introducido
conceptos y procedimientos, así como contenidos, ajenos a las realidades de cada país. Uno de ellos,
el constructivismo de raíz piageteana, cuyos parámetros no interpretan las características propias
de los problemas sociales y humanos de las poblaciones latinoamericanas y caribeñas. Otro, acaso
el más importante, son los objetivos trazados para el aprendizaje y la formación de la niñez y la
juventud, como objetivos ideológicos y políticos de clara factura neoliberal: la formación de
mentalidades empresariales y competitivas en el marco de la "sociedad abierta" de libre mercado.
En función de este objetivo carecen de fuerza los valores de la solidaridad, la justicia (o equidad) y
los valores éticos que tanto se pregonan actualmente. De un currículo para el cambio se ha pasado
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a un currículo para insertarse en la economía de mercado como la única posibilidad de la pedagogía.
Con este horizonte se prepara hoy a las nuevas generaciones de maestros, tanto en los centros de
formación estatal como privados. Conviene agregar en lo pedagógico la libertad que los neoliberales
otorgan a los dueños de las instituciones educativas privadas para imponer sus propios valores
"pedagógicos", su propia axiología y su propia línea pedagógica y, por ende, curricular. El sistema de
evaluación que vienen aplicando para medir el resultado de sus reformas se adecúa a los objetivos
de la pedagogía pragmatista y tecnocrática, tanto la que aplica UNESCO como el Proyecto PISA, sigla
de la denominación en ingles del Programme for International Student Assessment (en castellano:
Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, correspondiente a los países más
desarrollados de Europa agrupados en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico
–OCDE. Este sistema evaluativo del aprendizaje prioriza la denominada "comunicación" en lugar del
lenguaje, despojado éste de sus fundamentos lingüísticos, es decir, teóricos o de fundamentación
científica, pues lo único que importa es que el sujeto sepa hablar y escribir para comunicar lo que le
es necesario. La otra prioridad es el conocimiento matemático, también orientado únicamente a
resolver problemas para desempeñarse en la vida; sus fundamentos teóricos y sus relaciones con la
sociedad quedan como preocupaciones de los especialistas. Y la otra prioridad son las ciencias,
reducidas a su utilidad inmediata. Es digno de mencionar algunas afirmaciones de un profesor de
cierta universidad privada del Perú, en un artículo que publica la revista "Palabra de Maestro"
(VERGARAY DULANTO: 2004), dedicado a ponderar el sistema de evaluación PISA, en el cual señala,
refiriéndose a la evaluación en matemáticas, que "los correctores fueron advertidos para que
ignoren la escritura y los errores gramaticales, a menos que estos oscurecieran completamente el
significado porque no era una prueba de expresión escrita"(p 55) . Este desprecio por el uso correcto
del lenguaje, reflejo, éste, de una visión más clara de la realidad objetiva simbolizada por tan
importante y superior capacidad del desarrollo humano, sólo puede conducir, como viene
ocurriendo, a no evaluar integralmente el aprendizaje de los estudiantes, a separar de su formación
lo técnico de lo humanístico y científico, unidad indisoluble del conocimiento humano. Desde esta
perspectiva tecnocratista vienen surgiendo en América Latina nuevos profesionales que sólo pueden
proyectar ventajas para un sector reducido de la sociedad y convertir su actividad en supuesto
ejercicio "técnico" y apolítico. Esto concuerda con otra afirmación del mencionado Vergaray en el
artículo citado, cuando en su última recomendación nos dice que debemos "desdeñar el factor
político al momento de decidir la participación del Perú en una prueba internacional o al momento
de presentar y/o analizar los resultados, sólo deberían intervenir criterios técnicos" (p 56)
La confusión y el caos en los sistemas educativos reformados es otro de los impactos del
neoliberalismo en la educación actual, con mayor repercusión en los países latinoamericanos y
caribeños. La confusión en la aplicación de metodologías impuestas con apresuramiento y sin
acompañar con los materiales didácticos suficientes; sin la participación de los docentes en su
elaboración y discusión previas, produciéndose una contradicción de difícil solución entre lo
tradicional y lo nuevo, negando la relación dialéctica, de continuidad y ruptura, entre ambos tiempos
y sus contenidos. Lo importante es comprobar que lo "nuevo" de los neoliberales se trata de
imponer con los viejos recursos del autoritarismo y la defensa de los viejos privilegios de clase. Pero
la confusión pedagógica se mantiene. Por otro lado, los sistemas curriculares se han convertido en
estructuras yuxtapuestas y caóticas, sin resolver la falta de integración e interrelación de niveles
educativos. De igual manera, en lo administrativo campea el desorden y la interferencia de funciones
entre instancias centrales, regionales y locales dentro del proceso de la descentralización de la
educación.
Recopilado de http://www.redaccionpopular.com/articulo/neoliberalismo-y-educacion

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