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La Cadena de Unión

La palabra cadena es empleada comúnmente para referirse a un objeto constituido por


una serie de eslabones, generalmente metálicos, enlazados entre sí. Podríamos decir
que hay disimiles empleos de esta palabra como:
- La cadena de agrimensor (como se llama propiamente) es una unidad de
longitud utilizada para medir terrenos. Equivale a 20,1168 metros, y en inglés se
llama surveyor chain.
- En Matemáticas una cadena es una sucesión de elementos.
- En Geología una cadena montañosa o cordillera es un conjunto de montañas. etc.

Dentro de la masonería todo es expresado de una manera simbólica y la palabra


cadena también tiene su simbología propia. La llamamos “La Cadena de Unión”.

Desde que nos iniciamos como masones nuestro nombre personal es sustituido por el
de “hermano tal” o “querido hermano tal”; hermano es una persona que con respecto a
otra tiene los mismos padres, o solamente la misma madre. Este término es utilizado
generalmente para referirse a dos o más personas genéticamente emparentadas, aunque
no necesariamente éste tiene que ser el caso pues los masones somos todos
universalmente, hijos de la misma madre la viuda; debido a que Hiram era hijo de
una viuda, según Crónicas II-14 y Los Reyes VII-14.

1° REYES, CAPÍTULO 7, La construcción del palacio real

7:13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,


7:14 hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce,
era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de
bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.

En la mención que en el libro I de Reyes VII, se hace de Hiram, sólo se dice que
tanto él como su padre eran de Tiro: VE ABIV ISH ZORI, lo que seguramente creó la
secular confusión de nombrarlo Hiram Aviv o Abif. (Abiv -su padre- = Abi sheló -el
padre de él-)

Todos los seres humanos atendiendo a una evolución natural somos hijos de la
naturaleza, del mundo y esa madre común es la viuda; de este concepto no debe
extrañarnos la concepción antigua de la masonería que somos hijos de la tierra que
habitamos y en la que ocupamos un espacio preferente como consecuencia de esta
evolución.

De lo anteriormente expuesto comprendemos dentro del simbolismo, como cada masón


constituye cada uno de los eslabones, de la cadena de unión mística que nos une
universalmente. Los hombres no se reúnen más que con el fin de obtener ventajas de
la proximidad de los demás, ya sea para ejercer el poder de la palabra, para
ayudarse en las obras colectivas, o también para protegerse de la agresividad de
algunos; los hombres se asocian por sus afinidades profundas en algunos casos o por
intereses existenciales comunes, pero conservando su identidad diferenciada cada
uno.

La cadena de unión es sin duda alguna uno de los símbolos más significativos de los
que decoran la Logia masónica, se trata de un cordel que rodea todo el templo por
su parte superior, esta ubicación en lo "alto" brinda una connotación celeste, la
cual posee doce nudos los cuales simbolizan:
A) Los doce signos del zodíaco (Signos Cardinales: Aries, Cáncer, Libra y
Capricornio; Signos Fijos: Tauro, Leo, Escorpio, Acuario y Signos
Mutables: Géminis, Virgo, Sagitario, Piscis)
B) Las doce tribus de Israel:
1) La tribu de Judá en la parte occidental del Mar Muerto
2) La de Simeón o Simón, al oeste de la de Judá en la parte occidental
del Mediterráneo y los filisteos.
3) La de Benjamín colindaba con el Jordán y el Mar Muerto.
4) La de Dan se hallaba al norte de la de Simeón.
5) La de Efraín lindando al este con el Jordán.
6) La de Manasés, era la más pequeña de todas en la ocupación de la Tierra
Prometida quedó dividida en dos partes (Manases occidental o cisjordánica al oeste
del Jordán y Manasés oriental o trasjordánica al este del Jordán).
7) La de Isacar por el oeste llegaba hasta el Mediterráneo.
8) La de Zabulón situada al norte de la de Isacar.
9) La de Aser tenía al norte el Líbano y por el oeste Fenicia y el Mediterráneo.
10) La de Neftalí poseía al norte el Líbano y al sur la tribu de Zabulón.
11) La de Rubén en la parte oriental del Mar Muerto y del Jordán.
12) La de Gad con la misma ubicación que la anterior.

Estas doce tribus formaron dos reinos: El de Judá (compuesto por la tribu de Judá,
la de Benjamin y parte de la de Leví, que no tenía tierras) y El de Israel (formado
por todas las demás)

C) También vemos que la cantidad de nudos es correspondiente con las doce columnas
que arquitectónicamente decoran una logia cinco están situadas en el Septentrión,
cinco al Mediodía, y las dos restantes son las columnas J y B ubicadas en el
Occidente.

Habría que considerar también otro aspecto importante de la cadena de unión que
decora una logia, pues tiene como función "proteger", además de "unir" los templos
masónicos y su simbología, que es considerado como un espacio sacralizado, y por
tanto inviolable. Gracias a estos símbolos la orden masónica adquiere su pleno
sentido, pues ellos constituyen nuestras señas de identidad. En el sentido
cosmogónico y metafísico de su simbolismo podríamos considerar que la cadena de
unión es, el "marco" celeste que separa y protege el "mundo de la luz" del "mundo
de las tinieblas", lo sagrado de lo profano.

Además de la cadena antes explicada también existe una ceremonia nombrada cadena de
unión, se trata del entrelazamiento que forman las manos, con los brazos
entrecruzados, de todos los integrantes del taller, que tiene lugar alrededor de
los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza momentos antes de
clausurar los trabajos.

Habría que decir que esta forma de cadena de unión es la que más directamente
identifica a la masonería, pues está sustentada en los lazos de armonía y concordia
que entre sí ligan a todos los masones; de ahí el por qué a los nudos de la cuerda
también se les denomine "lazos de amor", pues el amor es la fuerza que concilia los
contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del Principio. La
fraternidad representa, el fundamento mismo sobre el que se apoya la institución
masónica universal, el entrelazamiento de manos y brazos evoca la imagen de una
estructura fuertemente cohesionada y organizada. Por lo que es realizada, para
dirigir una plegaria o invocación al Gran Arquitecto del Universo, siendo en esa
invocación donde reside su sentido profundo y su razón de ser.

Por ello, prescindir esta plegaria al realizar la cadena de unión, por el hecho de
ignorarla o por considerarla un anacronismo, provoca inevitablemente el
empobrecimiento del propio rito masónico, quedando éste reducido prácticamente a
casi nada. En la antigua Masonería operativa la plegaria y las invocaciones de los
nombres divinos formaba parte constitutiva del rito y de los trabajos simbólicos y
precisamente ella se realizaba en la cadena de unión, con lo cual se confirma el
papel verdaderamente "central" que ha desempeñado siempre en la Masonería.

Por lo general, la cadena de unión comienza y termina en el Venerable Maestro, y es


él como la máxima autoridad de la Logia, el que dirige la invocación al Gran
Arquitecto, conservando ese legado operativo de la masonería; buscamos la unión
espiritual entre la energía colectiva constituida por todos los antepasados que
fundaron y crearon la tradición y el conocimiento masónico, los que moran en el
"Oriente Eterno" (la Logia celestial) y sus herederos actuales, los masones que
habiendo recibido y comprendido (en la medida de sus posibilidades) el mensaje de
su legado tradicional, están contribuyendo hoy en día a mantenerlo vivo.

En este sentido la cadena de unión, también simboliza la línea iniciática de la


tradición masónica cuyo origen es inmemorial, como lo es asimismo el mensaje que
ella ha ido transmitiendo a lo largo del tiempo y de la historia; debido a que en
ese momento de estrecha unión se concentra y fluye una fuerza cósmica y teúrgica
que es asimilada por todos y cada uno de los integrantes de la logia permitiéndoles
participar del verdadero espíritu masónico y de su energía saludable y
regeneradora.

Por ultimo seria importante señalar que esta cadena de unión, solamente es posible
romperse por 3 motivos:
1) Cuando es iniciado un profano ritualisticamente, crece la cadena
2) Cuando muere un masón, viaje al oriente eterno
3) Cuando es expulsado un masón de la orden

Es cuanto se ha de decir.

VM:. Marino de Armas.


RL:. Añaza Nº 33

Una de las más bellas cantatas de Mozart es sin duda la que compuso para acompañar
el rito masónico de la cadena de unión que se realiza antes de concluir los
trabajos. La pieza fue terminada pocos días antes de morir y fue titulada
“Entrelacemos nuestras manos” «Lasst uns mit geschlungnen Händen».

En la parte superior de los Templos Masónicos, rodeando las paredes de los mismos,
se encuentra colgada o pintada una cadena de eslabones o, en su lugar, una cuerda
con nudos, que representan a los masones esparcidos sobre la superficie de la
tierra y la unión que debe reinar entre ellos. Además, este símbolo nos enseña que
la solidaridad masónica jamás se debe romper.

El significado indicado hace que en muchos templos la cadena de unión se encuentre


cerrada, como expresión del vínculo fraterno indisoluble que deben experimentar los
HH.·.; mientras que en otros se las representa abiertas por el lado de Occidente,
más precisamente al centro sobre la puerta de entrada al espacio físico, en señal
que la Orden está predispuesta a aceptar la incorporación de nuevos miembros.

Este símbolo también representa figurativamente la Elíptica que recorre la tierra


en su movimiento de traslación para producir las cuatro estaciones del año.
Se trata de aquel que está constituido por el entrelazamiento que forman las manos,
con los brazos entrecruzados, de todos los integrantes del taller, lo cual,
precisamente, tiene lugar alrededor del cuadro de la Logia y de los tres pilares de
la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza momentos antes de clausurar los trabajos. En
primer lugar, habría que decir que la cadena de unión es uno de los ritos masónicos
que más directamente aluden a la fraternidad masónica, la que, en efecto, está
sustentada en los lazos de armonía y concordia que entre sí ligan a todos los
masones. De ahí el por qué a los nudos de la cuerda también se les denomine "lazos
de amor", pues el amor, entendido por lo más alto, es la fuerza que concilia los
contrarios y resuelve todas las oposiciones en la unidad del Principio. Dicha
fraternidad representa, por tanto, el fundamento mismo sobre el que se apoya la
propia organización iniciática y tradicional. En este sentido, el entrelazamiento
de manos y brazos configura una trama cruciforme que evoca la imagen de una
estructura fuertemente cohesionada y organizada.
Pero este rito se realiza, fundamentalmente, para dirigir una plegaria o invocación
al Gran Arquitecto, siendo en esa invocación donde reside su sentido profundo y su
razón de ser. Por ello, prescindir de la plegaria como sucede en muchas logias
actuales, por el mero hecho de ignorarla o por considerarla un trasnochado
anacronismo, provoca inevitablemente el empobrecimiento del propio rito, quedando
éste, en consecuencia, reducido prácticamente a casi nada. Sin embargo, en la
antigua Masonería operativa, la plegaria y las invocaciones de los nombres divinos
formaba parte constitutiva del rito y de los trabajos simbólicos; y precisamente
ella se realizaba en la cadena de unión y alrededor del cuadro de la Logia, con lo
cual se confirma el papel verdaderamente "central" que este último ha desempeñado
siempre en la Masonería.

La Cadena de Unión que decora la logia, tiene como función "proteger" el espacio
sagrado y "unir" los templos masónicos que existen en el planeta. Gracias a este
símbolo la orden masónica adquiere su pleno sentido, pues constituye un signo de
identidad. Simbólicamente podríamos considerar la cadena como el "marco celestial”
que separa y protege el "mundo de la luz" del "mundo de las tinieblas", lo sagrado
de lo profano.

Por su parte, el rito de la Cadena de la Unión es la acción que realizan todos los
integrantes del taller alrededor del cuadro de dibujos de la logia, momentos antes
de clausurar los trabajos, al tomarse las manos con los brazos entrecruzados a la
altura del pecho.

Con la “caída del sol”, con la llegada de la “media noche en punto”, o bien “cuando
las tinieblas invaden el santuario”, se debe recoger el salario masónico de los
trabajos y retirarse en paz.

Representa la alianza que debe existir entre todos su miembros para trabajar en el
marco de la unidad, a pesar de las diferencias de opiniones. Cada cual da lo que
trajo y retira lo que necesita, en comunión con los demás.

El Poder de la Cadena de Union, es para los incrédulos un viaje a la oscuridad.

Al final de los TT., todos los HH. forman la Cadena de Unión (excepto en el Rito de
Emulación). Se hace cruzando el brazo derecho encima del izquierdo formando una
cruz de san Andrés, donde cada cual enlaza sus manos con las que le son mostradas

en ambos lados, de tal manera que en cada caso se unirá una mano derecha con una
mano izquierda, la primera cubriendo y la segunda soportando; en clara alusión al
signo de reconocimiento del pitagóricos, que justamente debía de trazarse de manera
continúa, como si se tratara de un lazo corredizo que nos une en el amor fraternal,
actualizando el matrimonio del Cielo (que cubre) y de la Tierra (que soporta). El
hecho de entrecruzar los brazos alude a la idea de Justicia como resultado del
equilibrio entre el Rigor (columna izquierda) con la Misericordia (columna
derecha), pero anteponiendo el primero a la segunda. Porque según la Cábala, al
principio Dios quiso crear el mundo con el Rigor, pero no se pudo sostener, después
pensó en crearlo con la Misericordia y tampoco se pudo sostener; fue entonces
cuando decidió templar (Templanza) el Rigor con la Misericordia y el mundo se
mantuvo derecho. En este acto se invoca al Gran Arquitecto del Universo, a su
potencia creadora y iluminativa, e implícitamente también la energía espiritual de
todos los antepasados que participaron en la edificación del Templo y en la
perpetuación de la Tradición. En efecto, esta invocación "hacia lo alto" se realiza
mediante la unión encadenada y fraterna de todos los hermanos de la Logia, siento
esta unión el apoyo para la manifestación de la influencia sagrada.

Esta cadena que nos une a todos, desde el Venerable a los nuevos aprendices tiene,
entre otros, dos significados. En primer lugar, es una imagen en el plano de una
cadena vertical que por una parte se entronca en los orígenes de nuestra Orden y a
la vez asegura una transmisión regular, a través de los iniciados de todos los
tiempos, con el Gran Arquitecto del Universo. Esto se consigue por la vía de los
símbolos, ritos y mitos que no son sino manifestaciones de arquetipos permanentes
que, están presentes en la estructura cósmica. En segundo término, significa la
unión efectiva y real de los integrantes de la Logia en una nueva entidad que
rechaza las individualidades para integrarlas en un organismo unitario de energía,
conformando así un colectivo con una fuerza más grande que la suma de los elementos
individuales. La Cadena de Unión constituye un círculo mágico perfecto, donde se
concentran las vibraciones cósmicas, es una dinamo generadora, no solamente capaz
de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes, sino de emanar a los
espacios visibles e invisibles. Es una forma activa de invocación y también de
protección por todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios
del Arte Real, los nombrados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica. Es
imagen de todos los que saben juntar sus filas y trabajar de una manera armónica,
tendiendo a la perfección. Y puesto que la cadena de unión se extiende no sólo a
los "masones repartidos por toda la superficie de la Tierra", sino también a todos
los hombres de hoy y de siempre que han cumplido, cumplen y cumplirán su camino
hacia el Conocimiento, pasa a ser entonces un símbolo de la cadena "auria e
inmemorial", esto es, de la Tradición Perenne y Universal. Unidos así formamos un
círculo mágico, y nos retiramos reforzados por la triple aclamación de Salud,
Fuerza y Unión. Y los Masones se retiran en paz.

EL PODER CURATIVO DE LA PALABRA

Existe una capacidad demostrada en la que la palabra puede afectar la programación


del ADN. La salud podría conservarse indefinidamente si nos orientamos en
pensamientos, sentimientos, emociones y palabras creativas y, por sobre todo, bien
intencionadas.

Los estudios del Instituto Heart Math nos abren un nuevo panorama hacia la
curación, no solo de los humanos enfermos, sino también para la sanación
planetaria. El instituto cree en la existencia de lo que ellos dieron en llamar
"hiper-comunicación", una especie de red de Internet bajo la cual todos los
organismos vivos estarían conectados y comunicados permitiendo la existencia de la
llamada "conciencia colectiva".

El Hearth Math declara que si todos los seres humanos fuéramos conscientes de la
existencia de esta matriz de comunicación entre los seres vivos, y trabajáramos en
la unificación de pensamientos con objetivos mancomunados, seríamos capaces de
logros impensados, como la reversión repentina de procesos climáticos adversos.
El poder de los rezos, oraciones y peticiones, tal como nos lo han legado los
antiguos esenios - potenciado por millares de personas-, nos otorgaría un poder que
superaría al de cualquier potencia militar que quisiera imponernos su voluntad por
la fuerza.

Este poder ha sido demostrado en especies animales como los delfines, que trabajan
unificados en objetivos comunes. Los delfines utilizan patrones geométricos de
hiper- comunicación, ultrasonido y resonancias que les sirven para interactuar con
las grillas energéticas del planeta. Estos animales poseen la capacidad de producir
estructuras sónicas geométricas y armónicas bajo el agua. Podríamos afirmar que los
delfines ayudan más a mantener el equilibrio planetario de lo que lo hacen los
humanos.

Si Dios nos otorgó el poder, significa que quiere que nosotros, una vez alcanzado
un nivel de conciencia determinado,

Agreguemos que en las Obediencias latinas, en particular, se la encuentra


generalmente ligada a la circulación de la "palabra semestral"; esta modalidad, al
parecer, fue introducida por el Gran Oriente de Francia en el año 1773 a los
efectos de tratar de evitar toda posible interferencia por parte de la Gran Logia
de Francia.

Sea como fuere, en este caso nos encontramos, seguramente, ante una tardía
incrustación que se ha agregado a una base ritual preexistente. En efecto, resulta
posible sostener razonablemente que la cadena de unión reconoce orígenes más
antiguos y en este sentido algunos autores suponen que pueda remontarse al
Compañerazgo, donde se la conoce con el nombre de "cadena de alianza". Siempre
entre los antiguos operativos es posible, según sostiene Francisco Ariza 9, que
este mismo rito haya obedecido a la finalidad de constituir un soporte para la
formulación colectiva de una invocación sagrada; la hipótesis es interesante, pues
a partir de la misma podría desarrollarse toda una serie de consideraciones
atinentes al verdadero carácter de la antigua Masonería. De todos modos, y como
mínimo, hay que decir que ella no contiene nada de imposible, en especial si
recordamos que René Guénon, por su parte, afirmó expresamente que "el nombre divino
más particularmente invocado por Abraham fue siempre conservado por la Masonería
operativa" 10. Por nuestra parte agregaremos que el acoplamiento de estos dos
elementos -cadena de unión e invocación-, aun cuando no pueda ser probado, no deja
de ser sugestivo, por la sencilla razón de que existen otras vías iniciáticas -como
ciertas turuuq islámicas- que ejecutan, de manera más o menos parecida,
determinadas prácticas colectivas de "incantación". Y el hecho de que aún hoy se
encuentren logias que, sobre la base de la cadena de unión, acostumbran elevar una
especie de plegaria al Gran Arquitecto del Universo, podría, quizás, constituir un
recuerdo lejano y en cierto modo decaído de aquella posible práctica operativa.

Independientemente de éstas y otras divergencias que es posible individualizar, las


que en ciertos casos pueden atestiguar elementos extraños a la forma ritual, queda
de todos modos un punto firme, que a nuestro entender merece toda la atención:
estamos hablando de la configuración corpórea de la cadena de unión, la que parece
haberse conservado por doquier sin mayores alteraciones. A este respecto, sabiendo
que este rito es en sí mismo una especie de símbolo "animado", construido y
actualizado en cada oportunidad por el conjunto de los participantes de la tenida,
parece razonable considerar que el estudio de dicho soporte formal pueda
representar el camino más adecuado para acercarnos a su sentido real y más
recóndito, sin correr el riesgo de extraviarnos en el laberinto de ciertas
superestructuras de dudosa proveniencia.

De acuerdo, entonces, con cuanto acabamos de decir, veamos que forma adquiere la
cadena de unión: conservando el orden relativo asumido durante los "trabajos", los
iniciados se reúnen formando una especie de marco circular alrededor del cuadro de
logia; cruzando el brazo derecho sobre el izquierdo de manera de formar una cruz de
San Andrés, cada uno enlaza sus manos con las que le vienen tendidas de ambos
lados, de manera tal que en cada caso se unirá siempre una mano derecha con una
izquierda, la primera cubriendo y la segunda soportando.

La figura resultante no presenta "ninguna solución de continuidad" y bajo este


aspecto no deja de recordar, como ya dijera René Guénon, el signo de reconocimiento
de los pitagóricos, que, justamente, "debía trazarse de manera continua".

De allí puede deducirse claramente que ella testimonia de manera tangible ese
vínculo invisible que une entre sí a todos los miembros de una logia, pero también
y más genéricamente a todos los masones esparcidos por la faz de la Tierra. Y si
esto puede llegar a parecer obvio por lo evidente, no debería olvidarse que una tal
evidencia es sobre todo mérito de la virtud del símbolo; no obstante, es indudable
que las dificultades reaparecen apenas lo que se intenta establecer sea la
naturaleza del vínculo en cuestión. Si, como sucede la mayor parte de las veces, se
lo pretende fundamentar exclusivamente sobre razones morales o sentimentales, la
idea resultante aparece un tanto incolora, y por cierto difícilmente diferenciable
de toda una multitud de intentos proclamados por doquier; cabe preguntarse, además,
cual pueda ser el grado de consistencia de tal interpretación, visto que los
fundamentos reconocidos se sitúan por completo dentro del dominio individual y
formal que, por definición, bien sabemos que es la sede incontestable de divisiones
y oposiciones. Y viceversa, el solo hecho de recordar que dicho vínculo está
directamente relacionado con la iniciación recibida, lleva a pensar al "initiun",
con lo cual, fatalmente, acaba por plantearse el interrogante de cual pueda ser
el punto de partida de la cadena iniciática: de este modo se dejará finalmente
atrás el mundo de las apariencias sensibles para volver entonces la mirada hacia la
esfera de las ideas universales, a la búsqueda de un principio inmutable; por lo
demás, debería ser evidente que las causas de una unidad, cualquiera ella sea, en
el seno de aquello que aparece como fragmentario y cambiante, no pueden residir más
que en un orden que le sea superior, es decir supra-individual: querer sostener lo
contrario equivaldría a pretender que lo superior provenga de lo inferior, lo cual
es manifiestamente absurdo. En este orden de ideas, por consiguiente, el vínculo
que expresa la cadena de unión no puede sino considerarse del todo trascendente
respecto de las características específicas que determinan a los diversos
componentes de la misma, los cuales por otra parte se renuevan, necesariamente, con
el correr del tiempo, sin por ello afectar en nada la esencia del citado vínculo;
siendo en sí mismo superior al tiempo y al espacio, éste deberá proceder de una
influencia de orden espiritual que se transmite "sin ninguna solución de
continuidad" a través de las generaciones.

Ahora bien, en el símbolo que estamos considerando hay un elemento que, debido a la
particular posición que ocupa, ratifica verosímilmente esta referencia a lo
universal que acabamos de hacer; para notarlo apropiadamente es menester
representarse la cadena de unión vista desde lo alto: su forma será aproximadamente
la de una circunferencia con su centro explícitamente indicado. Precisamente dicha
referencia al centro es inexplicable en clave sentimental-moralista, pero resulta
por el contrario asaz significativa desde un punto de vista esotérico; el hecho
mismo de que sea el cuadro de logia el que marque el centro constituye una ulterior
confirmación de nuestra lectura, puesto que, en definitiva, este último no es otra
cosa que un específico símbolo del centro.

Así pues, en esta figura, si el círculo puede representar, como en efecto lo hace,
la expresión temporal y dinámica de la cadena iniciática, el punto central no puede
sino sugerir, por su parte, el origen permanente de aquella, así como en geometría
la circunferencia entera resulta determinada por su centro y así también como en
cada individuo todo el organismo se mantiene en vida gracias al corazón, el cual,
desde su posición central asegura la continuidad de la circulación de la sangre.
El código de lectura propuesto, al basarse en la naturaleza espiritual del vínculo
iniciático permite, a quien reúna las condiciones necesarias, entrever al menos
teóricamente la unidad en la multiplicidad, con lo cual podemos decir que atestigua
a favor de la seriedad y eficacia del concepto masónico de unión fraterna.

Seguramente se nos podrá objetar que en la práctica la cosa termina por no


manifestarse de manera igualmente clara, visto y considerando ciertos
acontecimientos que, por su parte, parecen desmentir cuanto acabamos de decir. Se
hace necesario, en consecuencia, introducir una nueva distinción que tenga en
cuenta la diferencia de estado que revisten los casos extremos del neófito, por un
lado, y del iniciado efectivo por el otro: desde este punto de vista no puede sino
resultar a todas luces claro que la iniciación virtual, por sí sola, no basta para
asegurar la "perfecta unión"; en todo caso, se requiere por parte de cada uno la
asunción de una actitud decidida a transponer el umbral de la virtualidad para así
avanzar hacia la unión efectiva. En efecto, volviendo a nuestra figura, aun cuando
sea posible decir que los puntos distribuidos a lo largo del perímetro de la
circunferencia reflejan, cada uno a su manera, aquella unidad que simboliza el
centro, sea porque se encuentran ordenados en función del mismo, sea porque de
todos modos éste lo determina, ello no quita que la participación consciente de
cada uno de ellos será puramente virtual hasta en tanto sea el propio yo el que
continúe filtrando la realidad, constituyendo este último una especie de barrera
que, ciñendo el propio horizonte a las apariencias, impide conocer esa unidad que,
de todos modos, éstas jamás dejan de expresar. Solo después de haber penetrado la
corteza de las apariencias, es decir la circunferencia, y haber llevado a término
el propio "peregrinaje" a lo largo del radio invisible que liga la periferia al
centro, podrá producirse, en quien persigue la realización iniciática, esa
transformación en el modo de entender la realidad, que justificará plenamente el
poder hablar de perfecta unión.

En relación con este "peregrinaje" podemos agregar que, si consideramos que el


centro constituye el único punto de la figura que equidista de cada uno de los
eslabones de la cadena, el mismo podrá simbolizar también, desde otro punto de
vista, el justo medio entre los extremos; de esta manera, como una figuración
sensible de la antigua sentencia "in medio stat virtus", vemos que el rito que
estamos estudiando contiene a su vez una indicación bien precisa a los efectos de
perseguir el gradual desarrollo del hábito virtuoso, cosa que no deja de tener
relación con aquella búsqueda de conocimiento de que era cuestión anteriormente.

Podemos decir, por consiguiente, que el rito de la cadena de unión no sólo nos
indica la finalidad que hay que perseguir, sino que nos traza también la vía que
hay que recorrer para alcanzarla: seguir la "vía de medio", que es la vía masónica,
conlleva pues despojarse de todo vicio o impureza, es decir de cada ilusoria
afirmación del propio ego, para así llegar a transformar el nudo corredizo, que muy
bien simboliza el estado profano de ignorancia que nos aprisiona dentro de la
corriente de las formas, en un verdadero "lazo de amor" que, en última instancia
representa la unión con aquel "Amor que mueve el Sol y las demás estrellas".

La inclusión en un ambiente iniciático de algo que, como la "plegaria", es por el


contrario peculiar del dominio religioso, es precisamente lo que nos ha llevado a
hablar de decadencia: independientemente de la cuestión de la legitimidad
tradicional de una adaptación como ésta, que de por sí presupone la observancia de
determinadas condiciones para evitar una indebida confusión entre ambos dominios,
no podemos dejar de subrayar la impropiedad del instrumento elegido para sustituir
la pérdida de aquella "invocación" que posiblemente poseían los antiguos masones
operativos; en efecto, cuando la "invocación es de derivación puramente iniciática,
y en el caso que nos ocupa no puede ser de otro modo, la misma, lejos de asemejarse
a una "plegaria", asume características técnicas tales que la llevan a ser un caso
particular de "revelación", y ya veremos más adelante la importancia que reviste
tal distinción; por el momento y a fin de evitar confusiones, diremos todavía que
la "invocación", tal como aquí la entendemos, representa un medio a través del cual
el '"invocador" intenta activar en sí mismo el "recuerdo" o la ''memoria" de algo
que de ningún modo puede ser considerado como situado fuera de quien lleva a cabo
este rito.

A propósito de la distinción entre "plegaria" e "invocación" ver lo que dice René


Guénon en Aperçus sur 1'Initiation (cap. XXIV): "La invocación" de que hablamos,
contrariamente a la plegaria, no constituye en absoluto una petición, y ni siquiera
supone la existencia de algo que se halle en el exterior (cosa que toda súplica
forzosamente presupone), en razón de que la exterioridad no puede ser entendida más
que en relación con el individuo, que es lo que éste trata aquí precisamente de
superar; la "invocación" es aspiración del ser hacia lo Universal, a fin de obtener
lo que podríamos llamar, en un lenguaje hasta cierto punto aparentemente lógico,
una gracia espiritual, es decir, en el fondo, una iluminación interior que,
naturalmente, podrá ser más o menos completa según el caso. Aquí, la acción de la
influencia espiritual debe considerarse en estado puro, si podemos decir así; el
ser, en lugar de hacerla descender sobre sí mismo como lo hace en el caso de la
plegaria, tiende por el contrario a elevarse hacia la misma. La incantación, que
resulta de este modo definida como una operación en línea con un principio
completamente interior, puede sin embargo, en muchos casos, hallar una expresión y
un 'soporte' exterior en palabras o gestos que constituyen determinados ritos
iniciáticos, como el mantra en la tradición hindú o el dhikr en la islámica, y que
deben ser considerados como capaces de determinar vibraciones rítmicas que tienen
una repercusión en un dominio más o menos amplio de la serie indefinida de los
estados del ser. Por más que el resultado obtenido efectivamente pueda, como
acabamos de decir, ser más o menos completo, la meta final que se persigue será
siempre la de la realización en sí mismo del 'Hombre Universal'...".

Está claro, según lo que acabamos de citar, que lo que diferencia "interiormente"
la invocación (El Verbo),de la plegaria es la intención que la mueve, la finalidad
perseguida; del mismo modo, será siempre dicha finalidad la que habrá de determinar
la notable diferencia que en ambos casos presentan "exteriormente" las expresiones
rituales. La "invocación", por su parte, cuando no persigue otra finalidad que la
que aquí se atribuye a la incantación, se diferencia de la misma sólo por el hecho
de que hace uso exclusivamente de los Nombres divinos, aun cuando exista también
una "invocación silenciosa, en cuyo caso "el silencio mismo, que es propiamente un
estado de no anifestación, constituye como una participación o una conformidad con
la naturaleza del Principio supremo" (Véase René Guénon, "Silence et solitude", en
Mélanges).

Por otra parte, a pesar de lo que algunos puedan pensar "desde afuera", el meollo
de la cuestión no reside tan sólo en el texto de la invocación -que, como ya hemos
dicho, bien podría reducirse a una sola palabra-, sino sobre todo en la "técnica"
particular de recitación, que requiere a su vez de una transmisión iniciática
regular, a todas luces imposible de alcanzar a través de un simple medio escrito.
Dicho esto, tal vez pueda comprenderse que, lamentablemente, no basta con elevar
piadosamente el propio pensamiento al Padre Eterno para llegar a realizar "la
perfección del conocimiento metafísico".

Los particulares mencionados no pueden dejar de obedecer a una razón precisa,


porque, como dice René Guénon, "Todo rito conlleva necesariamente un sentido
simbólico en cada uno de sus elementos constitutivos" (Aperçus sur l'Initiation,
pág. 115). En este sentido, podría considerarse que la particular conjunción de las
manos subraya la resolución de la dualidad horizontal, es decir aquella de la
derecha y de la izquierda, lo que indica la armonización y conciliación simbólicas
de las oposiciones en el plano humano. La unión de la derecha y de la izquierda
equivale -para Coomaraswamy a actualizar el "matrimonio" del Cielo (que cubre) y de
la Tierra (que soporta), resaltando la acción directa de un principio superior en
la resolución de las oposiciones. Por último, el entrecruzarse de los brazos
derecho e izquierdo alude a la idea de Justicia, la cual resulta del equilibrio del
Rigor (izquierda) con la Misericordia (derecha), pero anteponiendo ésta a aquel.

A propósito del significado del cuadro de logia, señalamos el artículo de Bruno


Rovere "Alcune riflessioni sull Quadro di Loggia",
publicado en el n° 53 de la Rivista di Studi Tradizionali, Turín. Si decimos que el
cuadro de logia simboliza de manera apropiada el centro, es porque en el mismo se
encuentran contenidos sintéticamente los diversos elementos que "decoran" el
templo, del mismo modo como el Principio, o centro de la manifestación, contiene en
potencia "todo lo que está destinado a desarrollarse y a aparecer en los niveles
más diversos de esta última" (Pietro Nutrizio, Rivista di Studi Tradizionali n° 52,
pág. 33). Lo cual podrá comprenderse con más exactitud si se considera que la logia
es, de por sí, una representación simbólica del Cosmos. Cabe agregar, por otra
parte, que la cadena de unión se encuentra a su vez representada en forma
cuadrangular, ya sea en el mismo cuadro de logia como en las paredes del templo; y
si en algunas Obediencias se utiliza para esto último un cordel que presenta por lo
general doce "lazos de amor", en otras conserva, en cambio, la forma específica de
una cadena, mientras que la anterior referencia al zodíaco pasa a ser señalada por
un igual número de columnas. Sobre este otro aspecto del simbolismo de la cadena de
unión, puede consultarse a René Guénon, Simboli della Scienza Sacra, caps. LXV y
LXVI. Para terminar, en aquellos casos en que el rito de la cadena de unión sea
practicado sin tomar como referencia central el cuadro de logia su significado no
se altera por ello, puesto que de todos modos cada circunferencia sobre entiende el
punto central que la determina.

Considerando el vínculo en toda su extensión, podría decirse que el mismo no sólo


une mutuamente a los distintos eslabones de la cadena sino que, fundamentalmente,
une a todos éstos con su principio común. Para una más amplia exposición del
simbolismo del
"punto en el centro del círculo", véase René Guénon, Simboli della Scienza Sacra,
cap. VIII, y La Gran Tríada, cap. XXIII.

Compárese con cuanto dice Dante Alighieri en La Divina Comedia, Infierno, XXVI,
118-119: "Considerate la vostra semenza: fatti non fosti a viver come bruti, ma per
seguire virtute e conoscenza". A propósito del deber que todo Masón tiene de
desarrollar las virtudes cardinales (prudencia, fortaleza, templanza y justicia),
vale la pena exponer aquí un pasaje"Las normas que regulan la conducta del Masón,
dentro y fuera de la logia, están representadas en una figura geométrica que los
operativos llamaron "diamante": se trata de un rombo cuyas diagonales son
respectivamente de 8 y 6 módulos. A cada uno de los cuatro extremos del rombo
corresponde una virtud, y el punto de intersección de las diagonales representa la
conciencia del Masón. Tales puntos deben regular su conducta en cada
circunstancia".

Una vez establecidos en este "invariable medio" ya no habrá lugar para cualquier
oposición, porque allí todo se resolverá en perfecta armonía y equilibrio. Este
estado coincide exactamente con lo que el esoterismo extremo-oriental describe de
este modo: "El hombre superior ya no posee un yo propio; el hombre trascendente ya
no posee una acción propia; el Sabio no posee siquiera un nombre propio. Porque es
uno con el Todo" Cuando acabamos nuestra jornada de trabajo masónico, la cadena que
formamos al cruzar los brazos, pareciera estar cerrada firmemente.

Al estar formada y cerrada la cadena interactuamos como hermanos, hacemos circular


energías, y si a ello le sumamos la concentración y el deseo de cada masón por el
bienestar general, tendremos los mejores elementos electrónicos naturales (Energias
radiales) que se transformarán en espirituales, convirtiéndonos en agentes de
emisión-recepción de mensajes unísonos orientados hacia el destino señalado por el
G.-. A.-. D.-. U.-. y de la cual se da testimonio en el salmo CXXXIII.
Pero la cadena masónica continúa siempre "abierta" a todo aquel que quiera sumarse
a ella, estando esto perfectamente señalado cuando en un momento de la ceremonia de
iniciación al neófito o recipiendario se le recibe precisamente en la cadena de
unión.

Esto nos da a entender, entre otras cosas, que la cadena continúa viva y
transmitiendo la enseñanza y el Conocimiento, en este caso a través de la
cosmogonía expresada por los símbolos y los ritos masónicos, pues tradición
significa exactamente transmisión, y ésta ha de continuar perpetuándose para que
aquella continúe existiendo y sea una posibilidad siempre presente y actual.

Bibliografía consultada:

Fuente n°1: René Guénon,

Fuente n°2: Heart Math Instituto

Fuente n°3: Bruno Rovere "Alcune riflessioni sull Quadro di Loggia",

Fuente n°4: Chuang-tzu, I-C, pág. 7).Padre del Taoismo

Fuente n°5: La Sagrada Biblia

Fuente n°6: Revista Zenit (05/09/2010)

Juan Suarez*32 (20.10.2010)

El abrazo, al igual que el beso representa la transmisión del soplo de la


influencia espiritual que ha presidido la creación del mundo, y quien lo realiza
actúa como un eslabón de la cadena, como transmisor y portador de una fuerza
superior a él”.

Mandamiento
2. Se bueno, porque la bondad encadena todos los corazones.

LA CADENA DE UNION
La Cadena de Unión es emblema de la Solidaridad Masónica.
Representando la Logia al Universo, esa Cadena alrededor de todo el friso indica la
Universalidad de la Orden, pues que cada eslabón representa a un Hermano diseminado
por la superficie de la Tierra; y cualquiera que sea la distancia a que se
encuentre, siempre estará unido al resto de la Fraternidad por lazos indisolubles
de amor fraternal y ayuda mutua.
La Cadena de Unión Masónica no se abre más que por tres causas: Para engrosarla con
el Iniciado entusiasta; para depurarla, eliminando el eslabón que en vez de Oro de
Ley resultó de metal falso –representado por el mal hermano que se expulsa o
irradia- y para cumplir la Suprema Voluntad del
G. A. D. U. cada vez que llama a su Gran Logia a un Masón digno y le señala un
asiento en el Eterno Oriente.
Es menester de la Orden celebrar el Ritual de la Cadena de Unión Fraternal al
culminar cada tenida, para canalizar y fortalecer las energías de los
participantes, en la mencionada tenida. Este ritual deberá celebrarse con la unión
de las manos desnudas, sin guantes y con los pies unidos entre las puntas con los
de los otros Hermanos y los talones unidos.

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