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La primera edición de estas Lecciones, aparecida el año 2003, tuvo una muy
generosa acogida no sólo entre estudiantes, para los cuales había sido
principalmente elaborada, sino entre abogados, jueces y profesionales jurídicos en
general. Esa favorable recepción obligó a efectuar una reimpresión del mismo
texto el 2004. No obstante, hace ya varios años que el libro se encuentra agotado
y no se le encuentra, según se nos ha informado, ni siquiera en las librerías
dedicadas a la venta de obras usadas.
Ante los requerimientos para imprimir una nueva edición, nos resistimos en un
primer momento pensando que ya existía bastante literatura jurídica sobre la
materia, impresión que se incrementó al salir a la luz el Tratado de
Responsabilidad Extracontractual del profesor Enrique Barros Bourie, que es una
obra mucho más completa y reflexiva sobre la materia.
Hemos de señalar también que hemos procedido a actualizar la cita con las
reimpresiones que afortunadamente se han hecho de las obras clásicas en la
disciplina como son los libros de Arturo Alessandri y Orlando Tapia. Nos ha
parecido que esto servirá para los alumnos o profesionales que no tengan acceso
a las ediciones originales.
No nos queda más que esperar que esta nueva edición sea tan bien acogida
como la primera, y preste un servicio provechoso a quienes deseen estudiar o
conocer de manera global y resumida una disciplina jurídica que, sin duda,
destaca por su importancia en la teoría, y más aún en la práctica judicial.
Pero sobre ese núcleo hemos querido esbozar los principales lineamientos de
los tratamientos más modernos de la responsabilidad civil, que es uno de los
campos jurídicos que más cambios ha experimentado en el desarrollo del derecho
privado en la segunda mitad del siglo XX. Se ha querido agregar así todo un
capítulo para describir los sectores en los que el sistema clásico de
responsabilidad por culpa parece estar siendo desplazado o complementado por
una estructura de la responsabilidad fundamentada en criterios de imputación
distintos del comportamiento doloso o culposo. Se comentan en su momento,
además, las contribuciones más recientes de la doctrina nacional, y en parte de la
extranjera.
Como las líneas que siguen intentan servir fundamentalmente a los estudiantes
de la carrera de Derecho, hemos seguido la técnica de distinguir con tamaños de
letras diferentes lo que, a juicio del autor, constituye las ideas medulares de la
explicación, y lo que, sin dejar de ser importante y útil, es complementario o
secundario en relación con aquéllas. No se pretende —como se comprenderá—
que pueda prescindirse sin más de lo que va tratado en letra menor, sino que el
estudiante a la hora de decidir aquello que debe retener y comprender con toda
precisión pueda reconocerlo sin mayores dificultades y distinguirlo de lo menos
fundamental.
Tenemos una deuda de gratitud especialmente con el profesor Alejandro
Romero Seguel, quien a lo largo de años nos animó a entregar a la publicación lo
que, en su intención original, no eran más que unos apuntes de clase. Ha tenido
también la generosidad de leer el borrador final y hacernos provechosas
aportaciones e importantes correcciones (y no sólo de forma). Agradecemos
también la revisión del texto que hiciera el abogado Cristián Bustos Maldonado,
que nos ayudó a perfeccionar el estilo y a depurar erratas.
EL AUTOR
El uso jurídico de la palabra proviene al parecer de finales del siglo XVIII, poco
antes de la revolución francesa, por influencia del inglés. El término habría
aparecido en el Derecho constitucional inglés.2
1
D'Ors, Álvaro, Nueva introducción al estudio del derecho, Civitas, Madrid, 1999, p. 36.
2
Thibiergie, Catherine, "Libres propos sur l'evolution du droit de la responsabilité (vers un élargissement de
la fonction de la responsabilité civile?)", en Revue Trimestrielle de Droit Civil, 1999 (3), p. 573.
3
Ha destacado Hervada, Javier, Lecciones propedéuticas de Filosofía del Derecho, Eunsa, 3ª edición,
Pamplona, 2000, p. 299, que la responsabilidad "descansa, en su radicalidad, en una dimensión inherente a
la persona: la libertad.
4
D'Ors, Álvaro, Derecho y sentido común, Civitas, Madrid, 1999, p. 36, para quien la libertad es el
presupuesto subjetivo de la responsabilidad. En este sentido, puede citarse también a Le Torneau, Philippe,
La responsabilidad civil, trad. Javier Tamayo, Legis, 2004, pp. 28-29, para quien "Cada uno entiende actuar
libremente, pero acepta responder por las consecuencias de sus actos. Libertad, conciencia y
responsabilidad con conceptos complementarios e indisociables: La responsabilidad supone conciencia y
libertad; ahora solo se concibe al hombre consciente y libre en la medida en que sea responsable".
término responsabilidad para vincular al sujeto con las consecuencias gravosas o
negativas del acto.5
5
Y en este sentido la responsabilidad es una limitación de la misma libertad. Así lo explica D'Ors, A., Derecho
y sentido común..., cit., p. 35: la libertad esencial del hombre "es el presupuesto racional de su
responsabilidad, es decir, la necesidad de aceptar los efectos de las propias opciones. En este sentido, la
responsabilidad lleva al hombre a perder parte de su libertad, pues al optar por una determinada conducta
queda moralmente vinculado a sufrir los efectos de la conducta optada".
2. Diferentes tipos de responsabilidad
b) La responsabilidad política
c) La responsabilidad jurídica
6
Silva Bascuñán, Alejandro, Tratado de Derecho Constitucional, Editorial Jurídica de Chile, 2ª edición,
Santiago, 1997, t. IV, p. 165.
Por cierto, una conducta humana puede ser objeto de responsabilidad moral y
jurídica a la vez, o política y jurídica. Incluso más, y no será infrecuente, un
comportamiento puede ser constitutivo de reproche moral, político y jurídico. Así,
por ejemplo, si un Ministro de Estado, en el ejercicio de su cargo, se hace culpable
de malversación de caudales públicos: habrá responsabilidad moral (culpa
personal), política (desviación de poder) y jurídica (sanciones penales y civiles por
el delito).
a) La responsabilidad disciplinaria
b) La responsabilidad sancionatoria
7
En este sentido, Cury, Enrique, Derecho Penal. Parte general, Ediciones UC, 7ª edición, Santiago, 2005, pp.
104-113. Un intento de superación de la disyuntiva entre diferencias cualitativas o meramente cuantitativas,
desde la perspectiva del Funcionalismo propone Piña Rochefort, Juan Ignacio, Derecho Penal. Fundamentos
de la Responsabilidad, Abeledo Perrot, Santiago, 2010, pp. 117-132.
existido ningún daño a determinada persona. En el sistema chileno, la
responsabilidad penal se genera a consecuencia de la perpetración de un delito o
cuasidelito penal, esto es, de una acción u omisión voluntaria (dolosa o culposa)
penada por la ley (arts. 1º y 2º CP).
8
Tapia Suárez, Orlando, De la responsabilidad civil en general y de la responsabilidad delictual entre los
contratantes, LexisNexis, 2ª edición, Santiago, 2006, p. 4.
9
Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y
contractual, trad. de la 5ª edición francesa por L. Alcalá-Zamora, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos
Aires, 1961, t. I., v. I, Nº 3, p. 2.
sociedad en que actúa" (C. Sup., 6 de noviembre de 1972, RDJ, t. LXIX, sec. 4ª,
p. 181).
10
De Ángel Yagüez, Ricardo, Tratado de Responsabilidad Civil, Civitas, 3ª edición, Madrid, 1993, p. 13.
11
Díez-Picazo, L., y Gullón, A., Sistema de Derecho Civil, Tecnos, 4ª edición, Madrid, 1983, v. II, p. 612.
4. RESPONSABILIDAD CIVIL Y OTROS TIPOS DE RESPONSABILIDAD
Ya hemos visto que si el hecho que es reprochable a título moral o político causa
además un daño concreto a una persona determinada, se producirá una
confluencia entre responsabilidad moral y civil o entre responsabilidad política y
civil. Así, respecto de esta última, se prevé la posibilidad de instruir un juicio para
hacer valer la responsabilidad por los daños y perjuicios causados por quien ha
sido acusado constitucionalmente (art. 53.1º Const.), y se contempla la necesidad
de una autorización especial por parte del Senado para poder ejercer acciones de
responsabilidad civil en contra de los Ministros de Estado por actos realizados en
el desempeño de sus cargos (art. 53.2º Const.). Los Ministros responden
solidariamente por los actos que suscribieren o acordaren con otros Ministros
(art. 36 Const.; cfr. art. 32.20º Const.).
Un caso de aplicación especial a este principio lo contienen los arts. 325 y 326
COT, que disponen que "Todo juez delincuente será, además, civilmente
responsable de los daños estimables en dinero que con su delito hubiere
irrogado a cualesquiera personas o corporaciones" y que "la misma
responsabilidad afectará al juez si el daño fuere producido por un cuasidelito".
Por influencia del common law (torts law ) y también por la necesidad de
propiciar una nueva inteligencia de las normas para centrar la mirada no tanto en
el responsable (autor del daño) sino en la víctima o perjudicado, se ha extendido
en el último tiempo la expresión "derecho de daños". Con ella se quiere también
destacar la progresiva consolidación de una disciplina autónoma con sus propias
reglas, principios y criterios. No es inusual que quienes prefieran esta expresión
aboguen por un tratamiento conjunto de la responsabilidad contractual y
extracontractual, en cuanto ambas serían igualmente fuente de daños.
Otros autores han intentado dar vida a teorías eclécticas: se sostiene que en
ambas responsabilidades se observa que nace una obligación y esa obligación
produce efectos. No existen diferencias de naturaleza, pero sí de carácter práctico
y de regímenes normativos (Mazeaud;16 y en Chile, Tapia17 y Abeliuk18).
12
Alessandri Rodríguez, Arturo, De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 2005, Nº 25, p. 35.
13
Meza Barros, Ramón, Manual de Derecho Civil. De las fuentes de las obligaciones, Editorial Jurídica de
Chile, 10ª edición actualizada por Pedro Pablo Vergara, Santiago, 2006, t. II, Nº 381, pp. 250-251.
14
laniol, Marcel, Traité Elémentaire de Droit Civil, Paris, Librairie Générale de Droit et de Jurisprudence, 7ª
edición, París, 1917, t. II, Nº 876, p. 284: "la diferencia que se pretende establecer entre las dos especies de
culpa carece enteramente de base; no es más que una suerte de ilusión resultante de un examen superficial:
una y otra culpa crean igualmente una obligación, la de reparar mediante una indemnización el daño
causado; una y otra suponen igualmente la existencia de una obligación anterior; una y otra consisten
igualmente en un hecho que es una violación de esa obligación".
15
Josserand, Louis, Derecho Civil, trad. Santiago Cunchillos y Manterola, Bosch, B. Aires, 1950, t. II, vol. I, Nº
484, p. 364.
16
Mazeaud, Henri, "Responsabilidad delictual y responsabilidad contractual", en RDJ, t. XXVII, Derecho, pp.
6-7. El artículo es traducción de Gonzalo Barriga Errázuriz, del original aparecido en la Revue Trimestrielle de
Droit Civil, 1929, pp. 551 y ss.
Este planteamiento moderado es el que parece predominar en la
doctrina comparada.
17
Tapia, O., ob. cit., p. 357.
18
Abeliuk Manasevich, René, Las obligaciones, Editorial Jurídica de Chile, 5ª edición, Santiago, 2008, t. II, Nº
939, pp. 937-939, aunque propicia una regulación común, al modo del Código Civil alemán.
19
Díez-Picazo y Gullón, A., ob. cit., v. II, p. 611.
20
Bianca, Cesare Massimo, Diritto Civile V: La responsabilità, Giuffrè, 2ª edición, Milano, 2012, pp. 558-559.
21
Yzquierdo Tolsada, Mariano, Sistema de responsabilidad civil contractual y extracontractual, Dykinson,
Madrid, 2001, pp. 82 y ss.
22
Le Tourneau, P., ob. cit., pp. 23 y 99 y ss.
1º) El art. 1437 opone como fuentes de obligaciones el contrato y el "hecho que
ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los delitos o cuasidelitos".
2º) El art. 2284 vuelve a distinguir como fuente de las obligaciones la convención
y los hechos voluntarios ilícitos cometidos con o sin intención de dañar (delitos y
cuasidelitos, respectivamente).
Debe apuntarse que el Código Civil francés, en cambio, trata de los delitos o
cuasidelitos en el Título IV "De las obligaciones que se forman sin convención" ,
incluido en el Libro III, sobre los modos de adquirir la propiedad. En el Proyecto
1841-1846 Bello seguía este mismo esquema, pero fue modificado en el
Proyecto de 1853.
23
Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial V: La responsabilidad civil extracontractual,
Civitas, Madrid, 2011, p. 227.
24
Cfr. Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil chileno y comparado, Nascimento, Santiago, 1937, t.
XI, Nº 1069, p. 525.
presume también la culpa extracontractual. Además, la doctrina comparada, y
parte de la nacional, ha considerado que respecto de las obligaciones
contractuales de medios (cuando lo que se pactó es el desarrollo diligente de una
cierta actividad sin que se garantizara un determinado resultado), es necesario
probar la culpa (así, por ejemplo, en los contratos de prestación de servicios
médicos).
25
Cfr. Ducci Claro, Carlos, "La culpa del acreedor en la responsabilidad contractual", en RDJ, t. 81, Derecho,
pp. 1-8, Claro Solar, L., ob. cit., t. XI, Nº 1063, p. 519. En contra, Meza Barros, R., ob. cit., t. II, Nº 395, pp.
262-263, piensa que la culpa exigible en sede extracontractual debe ser también la culpa leve por hablar el
art. 2323 de "buen padre de familia", que es el estándar jurídico propio de dicha culpa.
fuente, es decir, el origen de la obligación de indemnizar está en el hecho mismo
que causa daño y que la ley obliga a reparar, sin que sean aplicables en tal caso
las disposiciones legales del Código Civil propias de la responsabilidad
contractual sobre mora del deudor, especialmente los artículos 1551, 1553,
1556, 1558 y 1559 de ese cuerpo legal" (C. Sup., 9 de mayo de 1984, RDJ ,
t. LXXXI, sec. 4ª, p. 67).
26
La jurisprudencia reciente tiende a reconocer la indemnizabilidad del daño moral en sede contractual (cfr.
Domínguez B., Ramón, y Domínguez Á., Ramón, "Comentario a la sentencia de Corte Suprema de 20 de
octubre de 1994", en Revista de Derecho (U. de Concepción) Nº 196, 1993, pp. 155 y ss.). La Corte Suprema
ha declarado la procedencia de la indemnización del daño moral en sede contractual: "el daño moral,
entendido como el sufrimiento o afección sicológica que lesiona al espíritu, al herir los sentimientos de
afecto y familia, manifestándose en lógicas y notorias mortificaciones, pesadumbres y depresiones de
ánimo, necesariamente debe ser indemnizado cuando se produce en sede contractual, porque el legislador
no lo excluye en el art. 1558 y el art. 69 de la Ley 16.744 expresamente lo hacen procedente" (C. Sup., 16 de
julio de 1997, RDJ, t. XCIV, sec. 3ª, p. 94). En otro pronunciamiento, la Corte Suprema señala que el daño
moral, siguiendo las tendencias doctrinales modernas, puede entenderse comprendido en la expresión
"daño emergente" que utiliza el art. 1556 (C. Sup., 5 de noviembre de 2001, G.J. Nº 257, p. 39).
En nuestra opinión, el juicio de previsibilidad de los perjuicios en materia
contractual es diverso del que debe hacerse en materia de responsabilidad
extracontractual: la previsibilidad contractual tiene como marco de referencia el
mismo contrato y como momento de examen la época de su celebración (no del
incumplimiento dañoso); mientras que en la responsabilidad aquiliana la
previsibilidad, que integra el elemento imputación causal, debe hacerse sin un
marco previo de distribución de riesgos y siempre a la época en la que se
desarrolla la conducta ilícita dañosa. Por eso en caso de dolo contractual se
responde de perjuicios que no hayan podido preverse al tiempo del contrato,
pero en la medida en que se acredite nexo de causalidad (y una previsibilidad),
esta vez, entre el incumplimiento y el daño, es decir, como sostiene la norma,
"que fueron una consecuencia inmediata o directa" del incumplimiento
(art. 1558).27
28
La excepción que contempla el art. 22 de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes respecto a que "las
penas para el caso de infracción a lo estipulado en ellos" se regirán por las leyes vigentes a la fecha de
comisión de la infracción, no se refiere a la responsabilidad civil, ya que ésta no tiene el carácter de pena.
por un delito o cuasidelito civil se rige por la ley del lugar y tiempo en que se
hubiere cometido el hecho ilícito.29
d) Interconexiones entre
responsabilidad contractual y extracontractual
La doctrina y los tribunales se han preguntado si un mismo hecho puede dar lugar
a responsabilidad civil contractual y extracontractual a la vez, y cuál de las
regulaciones debería aplicarse. Al menos tres posturas pueden distinguirse al
respecto: a) La teoría de la no acumulación (el non cumul de la jurisprudencia
francesa), según la cual existiendo contrato las reglas de la responsabilidad
contractual excluyen la aplicación de las normas de la responsabilidad delictual; b)
La teoría del cúmulo opcional o concurso de acciones (seguida por la doctrina y
jurisprudencias alemana e italiana30 ), de acuerdo con la cual la víctima dispondría
de dos acciones y podría optar entre ejercer una u otra, y c) La teoría del concurso
de normas, en virtud de la cual la acción es una sola: la petición de reparar los
perjuicios, por lo que perfectamente pueden ser aplicables al supuesto de hecho
normas propias de la responsabilidad contractual en ciertos aspectos y normas de
la responsabilidad extracontractual para otros.31 Esta elección puede considerarse
un derecho de la víctima, la que elegiría las normas más favorables (se habla
entonces de cúmulo amplio o efectivo) o reservarse a la interpretación judicial.
29
Alessandri, A., ob. cit., Nº 26, p. 40.
30
Cfr. Bianca, C. M., Diritto..., cit., pp. 563 y ss.
31
Cfr. Cavanillas Mugica, Santiago, y Tapia Fernández, Isabel, La concurrencia de responsabilidad contractual
y extracontractual. Tratamiento sustantivo y procesal, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1992, pp.
59 y ss. Los autores se decantan por aplicar al derecho español la teoría de la confluencia indistinta de
normas de acuerdo a la finalidad teleológica de cada una de ellas.
Escribe Alessandri: "Cuando las partes o la ley, supliendo o interpretando la
voluntad de aquéllas (art. 1547), han determinado la culpa de que responderá el
deudor, lo han eximido de responsabilidad o han limitado ésta en tal o cual
forma, esa voluntad es ley (art. 1545). Admitir que el acreedor pueda prescindir
del contrato y perseguir la responsabilidad del deudor fuera de sus términos con
arreglo a los arts. 2314 y siguientes del Código Civil, sería destruir la fuerza
obligatoria de la convención...".32 Sólo admite el cúmulo de opción cuando las
partes así lo hayan convenido y cuando la infracción al contrato constituye un
delito o cuasidelito penal. Igual piensan Carlos Ducci33y Abeliuk.34 En contra, se
pronunció antes de Alessandri, Orlando Tapia, abogando por la opción de
acciones35 . Esta última postura ha ido ganando adeptos en autores más
recientes como Rodrigo Barcia36 y Enrique Barros37 , pero hay también quienes
insisten en la primacía del contrato que excluiría la responsabilidad
extracontractual, salvo caso de delito penal.38
32
Alessandri, A., ob. cit., Nº 46, p. 64.
33
Ducci Claro, Carlos, Responsabilidad civil (extracontractual), Empresa periodística El Imparcial, Santiago,
1936, p. 13.
34
Abeliuk, René, ob. cit., t. II, Nº 935, pp. 933-935.
35
Tapia, O., ob. cit., pp. 525 y ss.
36
Barcia Lehmann, Rodrigo, "Algunas consideraciones sobre el principio de responsabilidad", en AA.VV.,
Instituciones Modernas de Derecho Civil. Homenaje al profesor Fernando Fueyo Laneri, ConoSur, Santiago,
1996, pp. 562 y ss.
37
Barros Bourie, Enrique, Tratado de Responsabilidad Extracontractual, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
2006, pp. 1060 y ss.
38
Cfr. Alonso Traviesas, María Teresa, El problema de la concurrencia de responsabilidades, LexisNexis,
Santiago, 2006, passim; Domínguez Hidalgo, Carmen, "La concurrencia de responsabilidades o el mal
denominado cúmulo de responsabilidades en el Derecho chileno: estado actual", en H. Corral y otros
(coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011,
pp. 235-252; Rodríguez Grez, Pablo, Nuevas tendencias de la responsabilidad, Abeledo Perrot, Santiago,
2011, pp. 200 y ss.
En 1951 la Corte Suprema vuelve a reafirmar la tesis de la separación de
responsabilidades, pero juzga que si las partes han pactado en el contrato (de
transporte) la aplicación del régimen de responsabilidad extracontractual, debe
estarse a lo pactado (C. Sup., 3 de julio de 1951, RDJ, t. XLVIII, sec. 1ª, p. 252).
No parece haber problemas tampoco para acoger el cúmulo de opción, cuando
la infracción contractual constituye a la vez un ilícito penal (C. Stgo., 19 de
agosto de 1983, RDJ, t. LXXX, sec. 2ª, p. 79).39 En los últimos años existe una
cierta indecisión: hay pronunciamientos categóricos en contra de la posibilidad
de la opción y que imponen la aplicación de la normativa contractual (C. Stgo., 8
de septiembre de 1992, RDJ, t. LXXXIX, sec. 2ª, p. 129; C. Stgo., 14 de julio de
1994, RDJ, t. XCII, sec. 2ª, p. 85; C. Stgo., 8 de septiembre de
1992, RDJ, t. LXXXIX, sec. 2ª, p. 129; C. Sup. 30 de julio de
1991, RDJ, t. LXXXVIII, sec. 1ª, p. 40; C. Stgo., 30 de junio de 2006, Rol
Nº 3378-2002, LP 34739; C. Stgo., 16 de abril de 2007, LP 36181; C. Sup., 24
de noviembre de 2008, Rol Nº 2856-2007, LP 41486). Pero en otras sentencias
se abre la posibilidad de recurrir a la vía extracontractual, no obstante la
presencia de un contrato: la Corte de Santiago, en fallo de 1993 en el que se
analizaba la responsabilidad de una clínica en el tratamiento de un enfermo, ha
dicho que "La existencia de una relación contractual no impide al actor
demandar la indemnización de daños conforme a las reglas de la
responsabilidad extracontractual" (C. Stgo., 23 de enero de 1993, G.J. Nº 151,
p. 54). Una sentencia de la Corte de Apelaciones de Concepción, no casada por
la Corte Suprema, reconoce que la existencia de un contrato entre empleador y
trabajador no excluye la posibilidad de que éste demande por la vía
extracontractual (C. Sup. 17 de marzo de 1997, RDJ, t. XCIV, sec. 3ª, p. 26).
Igualmente, la Corte de Concepción ha señalado en un caso de responsabilidad
médica que "No cabe duda que en la actualidad existe una gran inseguridad
conceptual en la delimitación de los supuestos de hecho de una y otra
responsabilidad, es decir, la línea divisoria entre los deberes de cuidado
emanados del contrato y aquellos que emanan del deber general de no causar
culpablemente daños a terceros, es muy borrosa en ciertos ámbitos del
quehacer humano, y, sobre todo, en los servicios de atención médica
empresarialmente organizada. Por ello es preferible otorgar a la víctima la
opción de elegir la vía extracontractual, aunque el demandado pruebe que
existía un vínculo contractual previo al daño..." (C. Concep., 10 de agosto de
2000, con cas. rechazada por C. Sup. 24 de enero de 2002, G.J. Nº 259, p. 38).
La Corte de Santiago ha también considerado implícitamente procedente la
opción en un caso en que rechazó conceder indemnización por responsabilidad
extracontractual sobre la base de que la demandante había llegado previamente
39
Señala el fallo: "Se ha estimado por la doctrina y la jurisprudencia que cuando la inejecución de una
obligación contractual constituye, a la vez, un delito o un cuasidelito penal, el acreedor puede invocar la
responsabilidad contractual o la delictual o cuasidelictual, a su arbitrio, conforme a lo previsto en el artículo
10 del Código de Procedimiento Penal, en relación con los artículos 2314 y siguientes del Código Civil..." (C.
Stgo., 19 de agosto de 1983, RDJ, t. LXXX, sec. 2ª, p. 79). Como es lógico, se advierte que para que prospere
la acción civil de responsabilidad extracontractual deberá acreditarse la responsabilidad penal en el proceso
criminal correspondiente.
a una transacción con el demandado sobre el incumplimiento de un contrato, y
por tanto habría hecho opción por el régimen contractual (C. Stgo., 4 de
noviembre de 1999,RDJ, t. XCVI, sec. 2ª, p. 100).
40
Pueden verse las críticas que a esta posición formula Mazeaud, H., ob. cit., p. 71. Por nuestra parte, hemos
profundizado en las razones para adoptar la teoría de la opción en Corral Talciani, Hernán, "El concurso de
responsabilidades en el Derecho de Daños chileno: defensa y teoría de la opción", H. Corral y otros (coords.),
Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 537-551.
41
Cfr. Díez-Picazo, L., ob. cit., pp. 230-231, señala que la opción no puede tener lugar en aquellos casos en
los que el contrato contiene reglas de específica distribución de los riesgos o incluso reglas contractuales
sobre la distribución de los daños. Comenta el ejemplo de Monateri consistente en que los organizadores de
un raid aéreo con antiguos aeroplanos habían acordado con los periodistas que asistieran a cubrir el evento
que no responderían de los riesgos de accidentes. Al caer un aeroplano murió uno de los periodistas, y para
evitar la cláusula de asunción de riesgos del contrato, se pretendió invocar la responsabilidad
extracontractual. Tal demanda fue correctamente desestimada. Mazeaud, H., ob. cit., pp. 68 y ss., excluye la
posibilidad del cúmulo toda vez que las partes han previsto en el contrato la responsabilidad en la que se
incurrirá en caso de incumplimiento o cuando pactan que se apliquen reglas de responsabilidad menos
severas que las contempladas para la responsabilidad extracontractual.
42
Yzquierdo, M., ob. cit., p. 105: "Cuando los contratantes tienen la ocasión de pactar, de asumir los riesgos
conscientemente, de 'verse las caras', en una palabra, la regulación por ellos querida desplazará a las
normas extracontractuales, y allí sí es lógico seguir manteniendo la dualidad de sistemas... Pero tanto más
En los casos en los que procede, la opción de acciones corresponde, a nuestro
juicio, al demandante, y debe ejercerla al momento de interponer la demanda. No
procede que demande nuevamente por la otra responsabilidad; en tal caso podría
ser procedente la excepción de litispendencia para evitar el doble juicio. Si una de
las demandas ha sido fallada, no podría interponerse una nueva acción fundada
en la otra forma de responsabilidad (se ha fallado que si la responsabilidad
contractual ha sido materia de un contrato de transacción, procede la excepción
de cosa juzgada frente a la demanda que, fundándose en los mismos hechos,
pretende indemnización por la vía extracontractual: C. Stgo., 4 de noviembre de
1999, RDJ, t. XCVI, sec. 2ª, p. 100).43
nos alejemos del modelo de la autonomía contractual, tanto más recomendable será unificar las esferas, no
ya sólo desde el punto de vista metodológico, sino también en el orden de las consecuencias prácticas".
43
Sobre la aplicación de la cosa juzgada a los supuestos de concursos de acciones, cfr. Romero Seguel,
Alejandro, La cosa juzgada en el proceso civil chileno. Doctrina y jurisprudencia, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 2002, pp. 83-87.
enajenación en sí, sino el incumplimiento contractual en el que se resuelve la
conducta. Hay por tanto responsabilidad contractual y no extracontractual.
44
Se trataría de lo que la doctrina procesalista llama "acumulación eventual de acciones". Cfr. Romero
Seguel, Alejandro, La acumulación inicial de acciones (artículos 17 y 18 del Código de Procedimiento Civil),
ConoSur, Santiago, 2000, pp. 80 y ss.
45
Claro Solar, L., ob. cit., t. XI, Nº 1067, pp. 521-523.
46
Alessandri, A., ob. cit., Nº 28, pp. 43 y ss.
47
Abeliuk, R., ob. cit., t. II, Nº 929, pp. 909-911.
sólo en el terreno contractual), no obstante referirse a obligaciones legales o
cuasicontractuales. En oposición a este criterio, Ducci defiende que las normas
supletorias son las de los arts. 2314 y siguientes relativas a los delitos y
cuasidelitos civiles. 48
48
Ducci, C., Responsabilidad..., cit., pp. 8 y ss.
49
Mazeaud, H., ob. cit., pp. 7-10; Carbonier, Jean, Droit Civil, Paris, 1972, t. IV, Nº 113, p. 424.
50
De Cupis, Adriano, El daño. Teoría general de la responsabilidad civil, trad. A. Martínez Sarión, Bosch,
Barcelona, 1975, pp. 133 y ss.
51
La Corte de Apelaciones de Santiago, en relación con la obligación del Fisco dispuesta por la Ley Nº 8.886,
de 7 de octubre de 1949 (que autoriza al Presidente de la República para entregar a un particular terrenos
fiscales), rechazó el criterio del juez de primera instancia que había acogido la excepción de prescripción
aducida por el Fisco en virtud del artículo 2332 del Código Civil. La Corte modifica la sentencia y,
reconociendo expresamente que se trata de una obligación ex lege, declara la prescripción, pero en virtud
del art. 2515 del Código Civil. Debe notarse, sin embargo, que recomienda al Presidente de la República
cumplir la obligación como natural (C. Stgo., 17 de junio de 1991, RDJ, t. LXXXVIII, sec. 2ª, p. 68).
contractual fueron dispuestas para su aplicación en el marco de una relación
contractual y no corresponde una aplicación extensiva. 52
52
Sobre los argumentos de una y otra posición, cfr. Barcia, R., ob. cit., pp. 559-560.
53
Mazeaud, H., ob. cit., p. 8, rechaza esta posibilidad, sostenida en 1891 por Rourd di Card, por considerar
que parte de la errada concepción de que los cuasicontratos son asimilables a los contratos. Es evidente, sin
embargo, que la obligación de los cuasicontratos son obligaciones que se aproximan a las contractuales no
en la génesis (donde no hay consentimiento), pero sí en su estructura.
54
El famoso ensayo de R. von Ihering se titula "Culpa in contrahendo, oder Schadenersatz bei nichtigen oder
nicht zur Perfection gelangten Verträgen", y fue publicado en los Iherings Jahrb. f. d. Dogm., 1860, pp. 1 y ss.
Una síntesis de su posición en Claro Solar, L., ob. cit., t. XI, Nº 1073, pp. 530-533.
55
Saleilles, R., "De la responsabilidad precontractual. A propósito de un estudio sobre la materia", en RDJ, t.
V, Derecho, pp. 127-160, especialmente pp. 152-155.
56
Risueño, Manuel María, "De las obligaciones precontractuales", en RDJ, t. XXXI, Derecho, pp. 42-72, según
el cual el acto desleal según la costumbre o los usos sociales no es un delito o cuasidelito civil, "sino una
violación de la buena fe con que debe procederse en las convenciones de negocios, enteramente análoga a
la culpa contractual" (p. 92).
de la retractación de la oferta en caso de aceptación no oportuna (arts. 98 y 100
CCom).57
Para Hugo Rosende58, deben distinguirse las distintas etapas que pueden
presentarse en la formación del contrato:
57
Alessandri, A., ob. cit., Nº 29, p. 45, pero aclara que si se trata de la ruptura dolosa o culposa de tratativas
meramente preliminares, habrá responsabilidad extracontractual. En el mismo sentido, Abeliuk, R., ob. cit.,
t. II, Nº 931, p. 912.
58
Rosende Álvarez, Hugo, "La responsabilidad precontractual en la formación del consentimiento en los
contratos reales y solemnes", en AA.VV., Instituciones Modernas de Derecho Civil. Homenaje al profesor
Fernando Fueyo Laneri, ConoSur, Santiago, 1996, pp. 337 y ss.
equitativo autorizar la indemnización en caso de retractación tempestiva de la
oferta y negarla en caso de revocación de este negocio precontractual.59
La institución de las arras en garantía que regulan los arts. 1803 y 1804
traducen la posibilidad de regular anticipadamente la indemnización de
perjuicios por ejercicio del derecho a la retractación antes de la perfección del
contrato.
59
Ducci, Carlos, Derecho Civil. Parte general, Editorial Jurídica de Chile, 4ª edición, Santiago, 1995, Nº 260,
pp. 253 y 254. La doctrina actual se inclina también por considerar aplicable el estatuto extracontractual:
Barrientos Zamorano, Marcelo, Daños y deberes en las tratativas preliminares de un contrato,
LegalPublishing, Santiago, 2008, pp. 117 y ss., o, lo que resulta más discutible, por estimar que se trata de
una tercera especie de responsabilidad, distinta de la contractual y de la extracontractual: Zuloaga Ríos,
Isabel Margarita, Teoría de la responsabilidad precontractual. Aplicaciones en la formación del
consentimiento de los contratos, LegalPublishing, 3ª edición, Santiago, 2008, pp. 124 y ss.; Celedón Förster,
Rosario y Silberman Veszpremi, Patricia, Responsabilidad precontractual por ruptura de negociaciones
contractuales, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 2010, pp. 132 y ss.
60
De Ángel, R., ob. cit., pp. 74 y ss.
61
De Cupis, A., ob. cit., p. 167.
62
Cfr. Palmieri, Davide, La responsabilità precontrattuale nella giurisprudenza, Giuffrè, Milano, 1999, pp.
106 y ss.
63
Véase el comentario a este fallo de Barrientos Zamorano, Marcelo, "Culpa in contrahendo en mutuo
hipotecario", en Rev. Ch. Der. vol. 39, Nº 3, 2012, pp. 829-847.
La jurisprudencia no se ha pronunciado sobre cuál es el daño resarcible en los
casos de responsabilidad por ruptura injustificada de tratativas. En general, se
sostiene que sólo se indemniza el "interés negativo" (por ejemplo, los gastos
realizados a consecuencia de la negociación) pero no el "interés positivo", es
decir, las ganancias que la víctima hubiera hecho si se hubiere ejecutado el
contrato que no llegó a celebrarse.64
En Chile, de la previsión del art. 1455.2, que obliga a indemnizar en caso de que
el error en la persona produzca la nulidad de un contrato, puede deducirse que si
existe dolo o culpa en la celebración de un contrato que deviene nulo se produce
responsabilidad. La doctrina nacional estima que la responsabilidad es
extracontractual ya que la nulidad del contrato impedirá la generación de
responsabilidad contractual.66 Lo propio debe decirse si el defecto no es vicio de
nulidad, sino la falta de un elemento constitutivo cuya ausencia produce la
inexistencia del contrato, como, por ejemplo, la inexistencia de la cosa vendida. En
este caso, sin embargo, el art. 1814 exige dolo, es decir, haber obrado a
sabiendas de que la cosa no existía en todo o en parte.
64
Försten, R. y Siberman, P., ob. cit., p. 144, sostienen que también deben restituirse las ventajas que la
parte afectada hubiere recibido si en lugar de haber invertido su tiempo en la negociación fallida, se hubiere
abocado a otra contratación. A nuestro juicio, tendría que probarse que se perdió una oportunidad real de
realizar otro contrato, lo que podrá reclamarse como indemnización de pérdida de una chance.
65
Mazeaud, H., ob. cit., pp. 23-31.
66
Alessandri, A., ob. cit., Nº 30, pp. 45-46. En contra sostiene que la fuente de esta responsabilidad es la ley,
si bien supone dolo o culpa, Rodríguez Grez, Pablo, Inexistencia y nulidad en el Código Civil chileno, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 1995, pp. 300-303.
d.6) Responsabilidad poscontractual
67
En este sentido, Mazeaud, H., ob. cit., pp. 22-23.
2. RESPONSABILIDAD CIVIL Y RESPONSABILIDAD PENAL
2º) Calidad del responsable: La responsabilidad penal sólo afecta a las personas
naturales que participan en el hecho. La responsabilidad civil es más amplia:
pueden incurrir en ella las personas jurídicas, pueden existir terceros civilmente
responsables, la obligación se transmite a los herederos. Se establece así que "La
responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las personas naturales" y
que "por las personas jurídicas responden los que hubieren intervenido en el acto
punible", pero ello "sin perjuicio de la responsabilidad civil que las afectare"
(art. 58.2 CPP, sin perjuicio de los excepcionales casos de responsabilidad penal
autónoma de las personas jurídicas establecidos en la Ley Nº 20.393). La acción
civil derivada de delito contra los terceros civilmente responsables debe entablarse
ante el tribunal civil competente (art. 59.3 CPP).
68
En este sentido, De la Fuente, Felipe, "La acumulabilidad de la acción en el proceso penal", en AA.VV.,
Derecho de Daños, LexisNexis, Santiago, 2002, pp. 138-140.
69
Aunque el Código Procesal Penal no conservó este precepto, es manifiesto que se aplica el mismo criterio.
70
Más duda existe sobre la amnistía, ya que, según el art. 93 Nº 3 CP, ella no sólo extingue la pena sino
todos sus efectos. Podría pensarse que desaparece la ilicitud, que sería un requisito para la responsabilidad
civil. En contra, es posible argumentar que el Estado si bien puede olvidar el delito no puede disponer del
derecho de un particular a ser indemnizado por un hecho ilícito (cfr. Fontecilla, Rafael, "La responsabilidad
civil derivada de delito", en RDJ, t. XLII, Derecho, pp. 134).
71
Cfr. Alessandri, A., ob. cit., Nº 21, p. 31.
c) La responsabilidad civil
derivada de ilícito penal. Interconexiones
72
Se señala en consecuencia que para que pueda haber concurrencia de responsabilidades penal y civil, el
fundamento de hecho de la demanda civil debe importar exclusivamente el mismo juzgamiento que reclama
la responsabilidad penal: "Es decir, debe el órgano jurisdiccional estar en condiciones de emitir un solo juicio
de ilicitud acerca del 'hecho' -acción u omisión de los encausados-, del que se desprendan tanto las
consecuencias penales cuanto civiles que derivan de sus comportamientos" (Ruiz Pulido, Guillermo, "La
acción civil en el nuevo proceso penal", en Revista de Derecho, Consejo de Defensa del Estado, año 1, Nº 2,
pp. 172-173).
73
Así, Achiardi Echeverría, Carlos, "Sobre la procedencia de la responsabilidad civil ex delito en ciertas
hipótesis penales", en Revista de Derecho (Universidad Católica de Valparaíso), XX, 1999, pp. 196-200.
74
Achiardi, C., ob. cit., pp. 200-201, a los que agrega el supuesto del arrepentimiento o desistimiento que
configura una causal de exclusión de la punibilidad. Si hay daño, deberá indemnizarse.
75
Cfr. De la Oliva, Andrés, en De la Oliva y otros, Derecho Procesal Penal, Centro de Estudios Ramón Areces,
Madrid, 1995, p. 238. En contra, aunque de lege ferendae, se pronuncia en nuestra doctrina penal
Fontecilla, R., ob. cit., pp. 119-121, para quien la responsabilidad civil ex delito tiene fisonomía propia y
debiera ser regulada por el Código Penal.
En realidad esta acción restitutoria, si bien es civil, no es propiamente de
responsabilidad, porque el demandante no procede a título de perjudicado sino
como dueño, poseedor o, en su caso, mero tenedor de la cosa. Se tratará de
una acción reivindicatoria, posesoria o las que tutelan la tenencia de las cosas.76
76
Yzquierdo, M., ob. cit., pp. 466 y ss. En contra, Fontecilla, R., ob. cit., p. 127.
77
De la Fuente, F., ob. cit., p. 145. Para que proceda, señala este autor, debe tratarse de un delito de acción
pública, que requiera de una pena superior a presidio menor en su grado mínimo y que no se sustituya el
procedimiento por uno abreviado. A ello deben unirse las facultades del fiscal para desestimar el caso, llegar
a un acuerdo de suspensión condicional con el imputado, pedir el sobreseimiento o no continuar hacia el
juicio oral.
78
En este sentido, y con razones fuertes, De la Fuente, F., ob. cit., pp. 125-135. Achiardi, C., ob. cit., pp. 207-
210, sostiene la mantención de la competencia sobre la acción civil cuando se dicte sobreseimiento
temporal o definitivo durante el plenario.
Como las normas no distinguen, debe concluirse que puede hacerse valer en
el proceso penal tanto la responsabilidad civil extracontractual como la
responsabilidad contractual.79
3º) Régimen probatorio: El régimen probatorio que rige para la acción civil
ejercida en el proceso penal es el mismo que rige en el proceso civil. Así lo aclara
ahora, aun cuando lo mismo se deducía para el sistema anterior, el Código
Procesal Penal (art. 324 CPP).
d) Jurisprudencia reciente
sobre responsabilidad civil y penal
79
Cfr. Court Murasso, Eduardo, Algunas consideraciones sobre la responsabilidad civil médica a la luz de la
doctrina y jurisprudencia nacionales, Cuadernos Jurídicos U. Adolfo Ibáñez, Nº 7, p. 12.
Nuestros tribunales han tenido ocasión de profundizar en las diferencias e
interrelaciones entre responsabilidad civil y responsabilidad penal. En primer lugar,
se ha debido destacar la diferencia para impedir que se consagre una confusión
entre responsabilidad civil y penal, cuando la pena establecida para una infracción
penal se traduce en una sanción pecuniaria que se asemeja a la reparación que
suele llevar aparejada la responsabilidad civil. Así sucede, por ejemplo, en las
infracciones aduaneras por internación ilegal de mercadería. La Corte Suprema ha
debido constatar las diferencias entre multa y comiso de mercaderías ilegalmente
internadas con la indemnización de perjuicios irrogados al Fisco, ya que la
sentencia de segunda instancia se resistía a acoger la pretensión fiscal de obtener
reparación del daño, por estimar que el comiso de vehículo internado ilegalmente
y la multa eran suficiente compensación del daño sufrido: "de otra manera —
arguyó la Corte de Apelaciones— habría una doble reparación del mismo
perjuicio". La Corte Suprema casó este fallo y distinguió claramente entre sanción
penal y reparación propia de la responsabilidad civil (C. Sup., 7 de enero de
1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 4ª, p. 1).80
80
Dice el fallo: "La indemnización de perjuicios a que la ley obliga a los causantes o participantes de un
delito, no es propiamente una pena, sino un resarcimiento de los daños causados por la acción delictual o
cuasidelictual a la víctima de él... en el caso de autos el 'comiso' aplicado tiene el carácter de 'pena' y no
pueden resarcirse con el valor del remate de las mercaderías afectadas por él los perjuicios irrogados al
Fisco con el delito de fraude aduanero" (C. Sup., 7 de enero de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 4ª, p. 1). Pensamos
que la doctrina de la Corte Suprema es correcta, pero el razonamiento judicial deja la duda de si no faltó un
mayor análisis acerca de la existencia y acreditación de los perjuicios, dado que no basta para el surgimiento
de la responsabilidad civil la sola comisión de un ilícito penal, sino que éste haya irrogado daño o perjuicio al
demandante.
Otro punto en que nuestros tribunales han debido intervenir para establecer las
diferencias y relaciones entre responsabilidad civil y penal, es el relativo a los
efectos de las resoluciones dictadas en el proceso penal sobre el juicio de
responsabilidad civil seguido por los mismos hechos. Se advierte en esta materia
un cúmulo de dificultades que oscurecen la situación.
81
Dice la sentencia: "...si la acción indemnizatoria que se impetra emana de un delito o cuasidelito y en este
último caso, de uno de los que la ley penal sanciona, el juzgamiento del dolo en el primer caso y de la
imprudencia o negligencia, en el segundo, escapan a la calificación del juez civil, ante quien se ha recurrido,
ya que aquellas circunstancias deben ser investigadas, juzgadas y sentenciadas en el respectivo juicio
criminal" (C. Stgo., 10 de septiembre de 1982, RDJ, t. LXXIX, sec. 2ª, p. 60).
82
Continúa la sentencia señalando que "...apareciendo de los antecedentes que el procedimiento judicial en
lo criminal se encuentra suspendido, por haberse dictado auto de sobreseimiento temporal, fundado en que
no está completamente justificada la perpetración del hecho punible que ha dado motivo a la formación del
sumario, no puede prosperar la demanda entablada de indemnización de los perjuicios causados a la postre
por un ilícito penal" (C. Stgo., 19 de agosto de 1983, RDJ, t. LXXX, sec. 2ª, p. 79).
83
Sostuvo la Corte: "Que la acción civil deducida en esta causa emana de la comisión de un presunto hecho
punible, y como en definitiva el acusado no podrá ser sancionado penalmente, esta Corte revocará la
sentencia en la parte que condena al querellado a pagar una cantidad de dinero" (C. San Miguel, 6 de agosto
de 1991, RDJ, t. LXXXVIII, sec. 4ª, p. 81).
civil derivada de los mismos hechos (C. Concepción, 23 de abril de
1985, RDJ, t. LXXXIII, sec. 1ª, p. 96).84
En un fallo más reciente, la Corte Suprema ha reiterado que el art. 178 del
Código de Procedimiento Civil "sólo prohíbe discutir la verdad de los hechos
establecidos en el proceso penal, pero ello no impide que en otro juicio (civil) se
investiguen las responsabilidades concomitantes (civiles)" (C. Sup., 26 de
noviembre de 1998, G.J. Nº 221, p. 69).
84
Se dice en el fallo que la resolución que sobresee temporalmente el proceso penal "... no produce cosa
juzgada en los juicios penales ni civiles y por lo mismo, no impide al juez civil investigar la responsabilidad
delictual o cuasidelictual originada por un hecho ilícito que causa daño..." (C. Concepción, 23 de abril de
1985, RDJ, t. LXXXIII, sec. 1ª, p. 96; la queja fue rechazada por la Corte Suprema por sentencia de 18 de julio
de 1985).
de las acciones infraccionales y civiles. Para las infracciones que son de
competencia de los juzgados de policía local, hay normas expresas que aclaran la
interposición conjunta (cfr. arts. 9º y 29 Ley Nº 18.287). Estas reglas son las
siguientes:
85
Dijo la Corte: "Es incuestionable que la sentencia dictada contra el infractor una vez ejecutoriada, produce
el efecto de cosa juzgada en cuanto a la existencia de la contravención y a su culpabilidad, pero no sobre
otros elementos de la responsabilidad civil, ...como los perjuicios... Por una parte no puede volverse a
examinar la culpa del conductor, y por la otra, queda abierta la posibilidad del dueño del vehículo de ser
oído de sus excepciones personales..." (C. Concep., 23 de mayo de 1990, RDJ, t. LXXXVII, sec. 2ª, p. 99).
3. RESPONSABILIDAD CIVIL E INDEMNIZACIONES ASISTENCIALES O PREVISIONALES
86
Díez-Picazo, L., ob. cit., pp. 57-58.
87
Cfr. Salgo Durán, Sebastián, El régimen jurídico especial aplicado a las personas desaparecidas con motivo
de la ruptura constitucional de 1973, Memoria de Licenciatura (inédita), Universidad de los Andes, Santiago,
2000.
4. RESPONSABILIDAD CIVIL Y FIGURAS CIVILES SEMEJANTES
a) Restituciones mutuas
Las restituciones mutuas a que dan lugar algunas formas de ineficacia contractual,
como la nulidad y la resolución, o la relación entre reivindicante y poseedor
vencido, no pueden ser incluidas dentro del derecho de daños, aunque asuman la
forma externa de indemnizaciones. Así, por ejemplo, las prestaciones mutuas a
que da lugar la acción reivindicatoria establecidas en los arts. 904 y siguientes,
aplicables también a las partes de un contrato que se declara nulo en virtud del
art. 1687, tienen su régimen propio y obedecen a principios diversos de los de la
responsabilidad. De este estilo es la facultad que el art. 669 le atribuye al dueño
del terreno en que otra persona hubiere edificado, plantado o sembrado para
hacer suyo el edificio, plantación o sementera, mediante el pago de "las
indemnizaciones prescritas a favor de los poseedores de buena o mala fe...".
La responsabilidad del que recibe provecho del dolo ajeno, sin haber participado
ni como autor ni como cómplice en el delito civil (arts. 1458.2 y 2316), parece
ajustarse más a un supuesto de enriquecimiento sin causa que a uno de
responsabilidad.89
88
Díez-Picazo, L., ob. cit., p. 29.
89
Alessandri, A., ob. cit., Nº 121, p. 124.
Const.), o cuando se constituye una servidumbre legal (art. 847 y demás
disposiciones relativas a servidumbres mineras o eléctricas).
Esta explicación deben tener algunos casos fallados por nuestros tribunales que
otorgan indemnización a particulares que son afectados en el goce de sus
derechos por actos de autoridad necesarios para el bien común (es paradigmático
el caso "Galletué con Fisco" por el cual la Corte otorgó indemnización a los
propietarios de araucarias afectados por una prohibición de corte y explotación de
esta especie que fue declarada monumento nacional: C. Sup., 7 de agosto de
1984, RDJ, t. LXXXVI, sec. 5ª, p. 181). La indemnización en estos casos no se
funda en la responsabilidad del Estado, sino en el deber de éste de propiciar la
igual repartición de las cargas públicas (art. 19 Nº 20 Const.)91.
90
Díez-Picazo, L., ob. cit., pp. 51-52.
91
En todo caso, no cualquier limitación o restricción de un derecho da lugar a esta indemnización. Se piensa
que para que ello suceda la carga debe tener naturaleza aleatoria (recae sólo en algunos) y ser
desproporcionada o grave. En este sentido, Barros, E., Tratado..., cit., p. 517.
5. RESPONSABILIDAD CIVIL DE DERECHO INTERNACIONAL
92
Llanos Mansilla, Hugo, Teoría y práctica del derecho internacional público, Editorial Jurídica de Chile, 3a
edición, Santiago, 2007, t. II, v. 2, p. 723.
93
En la doctrina tradicional, la responsabilidad nace por el daño efectuado contra los derechos de otro
Estado o contra los derechos de un extranjero, caso en el cual la responsabilidad se contrae para con el
Estado del cual el extranjero es nacional. Cfr. Llanos, H., ob. cit., p. 724.
III. FUNCIONES DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
1. FINALIDAD PRIMORDIAL Y FUNCIONES CONCURRENTES
94
Perlingieri, Pietro, Manuale di Diritto Civile, Edizione Scientifiche Italiane, 3ª edición, Napoli, 2002, p. 627.
95
Díez-Picazo, L., ob. cit., p. 23.
3. LA FUNCIÓN PREVENTIVA
96
Alpa, Guido, y Bessone, Mario, La responsabilità civile, Giuffrè, Milano, 2001, p. 23.
4. LA FUNCIÓN PUNITIVA
Suele decirse que los regímenes de responsabilidad civil actuales más que
centrarse en la culpa del autor y en su castigo, se asientan en la consideración de
la víctima y en la reparación del daño. Se considera que la función represiva de la
responsabilidad es una incoherencia que sólo puede estimarse un resabio de
épocas superadas, cuando no se hacía la distinción entre sanción penal y sanción
civil, y la indemnización cumplía el rol de reparación y también de pena privada.
Esta idea es correcta en sus términos generales. Pero necesita alguna precisión.
Primero se debe constatar que existen sistemas de derecho de daños que
cumplen también una función punitiva en forma explícita y declarada. Es el caso
del régimen de responsabilidad que existe en el sistema jurídico angloamericano
( tort law ). En este esquema se reconoce que el derecho de torts cumple tres
funciones:compensation (reparación), deterrence (disuasión)
y punishment (sanción). La aplicación de los llamados punitive damages frente a
ilícitos civiles ( torts ) es la forma de cumplir esta función punitiva.
Los daños punitivos son una suma de dinero que el juez puede ordenar pagar
a la víctima más allá de la indemnización reparatoria. Aunque la imposición de
estos daños se deja a la discreción del juez, la práctica ha establecido que sólo
son procedentes en casos de ilícitos de especial malignidad o gravedad. No es
necesario que el culpable haya obrado con dolo, y pueden concederse incluso
en caso de culpa grave. En el derecho inglés, los daños punitivos también se
aceptan, pero su procedencia sufrió una fuerte limitación en 1964 a través de
una sentencia de la House of Lords (Rookes v. Barnard). Se permite su
imposición sólo en tres supuestos: 1) en caso de acción represiva, arbitraria e
inconstitucional de los funcionarios del gobierno; 2) en caso de que el
demandado haya calculado su conducta dañina de manera de sacar un
provecho superior a la indemnización meramente reparatoria que
correspondería al demandante, y 3) cuando tales daños son expresamente
autorizados por algunos statute , por ejemplo, el Copyright, Designs and Patent
Act, de 1988.97 La figura de los daños punitivos tiende a ser considerada
excepcional y mirada con recelo por los autores en atención a que el proceso
civil no concede al demandado todas las garantías que se le aseguran en el
proceso criminal.98
97
Markesinis, B. S. y Deakin, S. F., Tort Law, Claredon Press, Oxford, 4ª edición, 1999, pp. 726-730.
98
Markesinis, B. S. y Deakin, S. F., ob. cit., p. 37.
99
En este sentido, Díez-Picazo, L., ob. cit., p. 25. También Domínguez Hidalgo, Carmen, "Algunas
consideraciones en torno a la función de la responsabilidad civil en Chile", en H. Corral y otros (coords.),
No obstante, debe señalarse que incluso en nuestro sistema la finalidad
sancionatoria no está del todo excluida, sino que concurre con la reparatoria. En
efecto, la indemnización, aunque regulada en términos del daño causado es
también comprendida psicológicamente tanto por la víctima como por el ofensor
como una sanción al actuar imprudente o doloso de éste. Así también lo entienden
los tribunales, siendo inevitable una apreciación de la gravedad de la culpa cuando
se regulan los daños extrapatrimoniales, en los que la discreción judicial es
amplísima. En tal evento, factores como la gravedad o ligereza de la culpa del
victimario, el cálculo de utilidades que haya podido hacer, su situación económica,
son elementos que sirven, explícita o implícitamente, al juzgador para arribar a la
cuantía de la indemnización.
Por otro lado, el hecho de que la ley contemple que la culpa de la víctima
determine una reducción de la indemnización del demandado puede ser visto en
términos sancionatorios (pérdida del derecho a la indemnización que se regula
sobre la base de la gravedad de la culpa).
Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 64-66.
No obstante, ante la evidencia de que la finalidad punitiva se contempla en las condenas por daño moral,
algunos piensan que podrían tipificarse ciertos casos de daños punitivos en el sistema chileno: así, Segura
Riveiro, Francisco, "Algunas consideraciones sobre la pena privada y los daños punitivos en el Derecho Civil
chileno", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual,
Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 89-103; Larraín Páez, Cristián, "Aproximación a los Punitive Damages",
en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo
Perrot, Santiago, 2011, pp. 461-473. En Argentina, por reforma de 2008, se agregó a la Ley del Consumidor
Nº 24.240, una norma que faculta al juez para imponer una "multa civil" en beneficio del consumidor
perjudicado (art. 52 bis). Sobre esta última norma y los problemas de recepción de este tipo de daños, véase
López Herrera, Edgardo, Los daños punitivos, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2008, passim.
actúa dolosamente (art. 1558) y como ocurre en toda cláusula penal, en la que se
mezcla la finalidad reparatoria con la finalidad sancionatoria.
5. LA FUNCIÓN INSTITUCIONAL
La llamada escuela del Análisis Económico del Derecho ( Law and Economics )
aplicada en los Estados Unidos al sistema de torts , posee el mérito de haber
destacado la función económica de los sistemas de responsabilidad, como
instituciones de distribución eficiente de los costos de los accidentes y eventos
dañosos suscitados en la vida social. La responsabilidad, por medio de normas y
estructuras funcionarias, indica quién debe soportar, en definitiva, los costos de las
pérdidas que produce la vida en sociedad; si la víctima, si el autor del daño, si los
consumidores a través de internalización en los costos de producción de los
gastos de provisiones o seguros de responsabilidad de las empresas llamadas a
responder objetivamente. De esta manera, se puede decir que una función de las
reglas de responsabilidad civil es la de organizar las confluencias de actividades
de los privados; y con ello tienden a distribuir entre varios sujetos los costos de su
actividad y, en este sentido, "regulan, o mejor inducen, una regulación
espontánea".100
100
Monateri, Pier Giusseppe, La responsabilità civile (Trattato di Diritto Civile dir. Rodolfo Sacco), Utet,
Torino, 1998, p. 22.
101
Díez-Picazo, L., ob. cit., p. 27.
IV. FUNDAMENTOS CONSTITUCIONALES DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
1. RESPONSABILIDAD Y JUSTICIA
No parece haber muchas dudas en afirmar que los daños sufridos por las
personas por causas ajenas a ellas mismas deben ser reparados o compensados
en la medida de lo posible. Ya los romanos afirmaron que el alterum non
laedere (no dañar a otro) es uno de los tres grandes principios del derecho
(Ulpiano, D. 1.2.10.1). Por ello se sostiene que "se trata de un principio de tal
rango jurídico que puede llegar a trascender el propio texto constitucional, en el
sentido de no ser necesaria su mención expresa para que haya que entenderlo
incluido en él".102
102
Reglero Campos, L. Fernando, "Conceptos generales y delimitación", en Reglero, L. Fernando (coord.),
Tratado de responsabilidad civil, Aranzadi, Navarra, 2002, p. 75.
reparación de los daños al establecer "el derecho a la seguridad
social" (art. 19.18º).
Pero el sistema de seguridad social nunca podrá llegar a cubrir todos los daños;
necesariamente estará limitado a aquellos que se estimen más esenciales; la
Constitución aclara que la acción del Estado en esta materia estará dirigida a
garantizar "prestaciones básicas" (art. 19.18º). Queda, entonces, la necesidad de
verificar si la reparación del daño sufrido por la víctima puede ser impuesta, no ya
a toda la sociedad, sino a una persona individual. La justificación de la
transferencia del daño del patrimonio de la víctima al patrimonio del "responsable"
es ahora propia de la justicia conmutativa o correctiva: se trata de obtener una
restauración de la desigualdad que se ha producido por la acción del que causa un
daño.103 La razón que hace que la desigualdad sea injusta es, en general, el
comportamiento insolidario del autor del daño (dolo o culpa). No obstante, también
los sistemas de responsabilidad objetiva pueden fundarse en la justicia correctiva
en la medida que en todos ellos se propende a una transferencia del costo del
daño entre particulares y en que admiten como excusa que el daño no es
antijurídico.
Concluyendo, nos parece que por razones tanto de justicia distributiva como
conmutativa es un principio inmanente a nuestro derecho el deber de reparar los
daños sufridos por las víctimas por causas ajenas a ellas. La justicia distributiva
exige que, al menos en lo referido a ciertas prestaciones básicas (vinculadas a la
vida y salud de las personas), los daños deben ser reparados con cargo a toda la
sociedad, mediante sistemas regidos por los criterios del derecho público
(Seguridad Social). La justicia conmutativa exigirá en cambio que exista una tutela
civil que provea un medio para que la víctima obtenga la reparación de los daños
103
Así aparece ya en Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1132b. Sostiene el Estagirita que en esta justicia, "la ley
sólo mira a la naturaleza del daño y trata ambas partes como iguales, al que comete la injusticia y al que la
sufre, al que perjudica y al perjudicado. De suerte que el juez intenta igualar esta clase de injusticia, que es
una desigualdad; así, cuando uno recibe y el otro da un golpe, o uno mata y otro muere, el sufrimiento y la
acción se reparten desigualmente, pero el juez procura igualarlos con el castigo quitando de la ganancia"
(trad. Julio Paellí Bonet, Gredos, Madrid, reimp. 1988, p. 246). Tomás de Aquino aborda explícitamente si la
restitución (concepto en el que comprende la indemnización de los daños causados injustamente) es un acto
de justicia conmutativa, y la resuelve afirmativamente: "está el hecho de que la restitución se opone a la
sustracción. Pero sustraer una cosa ajena es un acto de injusticia cometido en los cambios. Luego la
restitución es un acto de justicia que dirige las conmutaciones" (Summa Teologica II-II, q. 62, a. 1, B.A.C.,
Madrid, 1990, t. III, p. 516).
104
Barros, E., Tratado..., cit., p. 43, sostiene que la justicia correctiva puede ayudar a discernir en qué
situaciones la responsabilidad estricta puede ser preferible a la responsabilidad por culpa.
mediante la transferencia de su costo a otro particular al cual el daño le es
imputable.105 Los sistemas de responsabilidad civil extracontractual son así, en
sus grandes rasgos, necesarios por razones de justicia, de manera que una ley
que negara toda reparación de la víctima con cargo del causante del daño
merecería la tacha de injusta, y por ello no compatible con los valores y principios
de la Constitución.106
105
Sostiene Hervada, J., ob. cit., p. 295, que "lo injusto conmutativo se caracteriza por el daño al bien ajeno y
por el enriquecimiento desproporcionado a costa de otro. En este caso el deber de reparación se satisface
con la restitución o, si ésta no es posible, con la compensación".
106
En este sentido, Reglero, L., "Conceptos...", cit., p. 75. También haciendo ver cómo el principio alterum
non laedere ha asumido jerarquía constitucional, lo que implica una nueva forma de interpretación de las
reglas legales sobre responsabilidad, Kemelmajer de CarluccI, Aída, "Los dilemas de la responsabilidad civil",
en Rev. Ch. Der. vol. 28, Nº 4, 2001, pp. 672-673.
2. EL SISTEMA DE REPARACIÓN DE DAÑOS ANTE LA CONSTITUCIÓN
107
Reglero, L., "Conceptos...", cit., p. 76.
108
Domínguez Águila, Ramón, "Aspectos de la constitucionalización del derecho civil chileno", en RDJ, t.
XCIII, Derecho, pp. 132-133, sostiene que la reparación del daño moral, tanto en responsabilidad contractual
como extracontractual, "tiene asidero constitucional" en los derechos de los Nºs. 1, 4 y 9 del art. 19 de la
Constitución. Lo seguimos en "Algunas reflexiones sobre la constitucionalización del Derecho Privado", en
Derecho Mayor Nº 3, octubre, 2004, pp. 47-63.
sería imperativa no sólo para el juez, sino también para el legislador. 109 Normas
como la del art. 2331 del Código Civil, que niegan la posibilidad de obtener
reparación de daños no patrimoniales por imputaciones injuriosas (violación del
derecho a la honra), podrían ser correctamente impugnadas por
inconstitucionales.
109
Aedo Barrera, Cristián, El daño moral en la responsabilidad contractual y extracontractual, Libromar,
Valparaíso, 2001, p. 233.
3. LA CONSTITUCIONALIDAD DE LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA
Los sistemas objetivos así como los de culpa presunta no violan el principio
constitucional de inocencia, en la medida en que no se trata de instrumentos
sancionatorios. 110 Nuestra Constitución señala explícitamente que "la ley no podrá
presumir de derecho la responsabilidad penal" (art. 19.3º.6), de lo que cabe
deducir que esa presunción de derecho sí es admisible tratándose de
responsabilidad civil. Tendrá que cumplir empero algunas exigencias mínimas,
como las que hemos referido en el párrafo anterior.
110
Reglero, L., "Conceptos...", cit., pp. 101-104.
es necesario que la ley lo disponga expresamente, pues es un caso
excepcional" (Trib. Const., 23 de septiembre de 2010, Rol Nº 1463-2009).
4. PROBLEMAS CONSTITUCIONALES DE LA LIMITACIÓN Y TASACIÓN LEGAL DE LOS DAÑOS
111
Reglero, L., "Conceptos...", cit., p. 99.
LECCIÓN SEGUNDA EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y ACTUALES TENDENCIAS
I. EL DERECHO ROMANO
112
Cfr. D'Ors, Álvaro, Derecho privado romano, Eunsa, Pamplona, 7ª edición, 1989, § 373, pp. 426-427.
113
Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., ob. cit., t. I, v. I, pp. 42-43.
doloso). 114 Según Schipani, la jurisprudencia romana con la ayuda del pretor fue
interpretando el vocablo iniuriaprimeramente como ausencia de una causal de
justificación y luego como exigencia de culpa. De allí surgiría la regla general de
que toda culpa que causa un daño es punible, regla que cumplía la función de
integrar el sistema cuando ocurrían hechos dañosos que no estaban
especialmente tipificados. Pero junto con la culpa existían ilícitos típicos que
generan el deber de reparar que no se fundaban en la culpa, como, por ejemplo,
la responsabilidad del propietario de la casa por daños causados por vertidos o
cosas que caen de ella a la calle (D. 9.3).115
114
D'Ors, A., Derecho..., cit., § 374, p. 427; Guzmán Brito, Alejandro, Derecho privado romano, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 1996, t. II, p. 258, aunque, según Guzmán, el concepto de culpa comprende
también la creación sin cautelas de una situación de peligro para personas o cosas.
115
Schipani, Sandro, "El sistema romano de la responsabilidad extracontractual: el principio de la culpa y el
método de la tipicidad", en Atilio Alterini y Roberto López Cabana (dir.), La responsabilidad. Homenaje al
profesor doctor Isidoro H. Goldenberg, Abeledo Perrot, B. Aires, 1995, pp. 21 y ss., especialmente pp. 33-35.
Sobre las discusiones acerca del carácter originariamente penal de la ley, véase a Aedo Barrena, Cristián, "La
actio legis Aquiliae: concepto, características, y desarrollo decretal posterior. Lecturas desde el capítulo
tercero", en Revista de Derecho (U. Católica del Norte), vol. 16, Nº 1, 2009, pp. 23-57. Sobre la
interpretación extensiva del texto de la ley, ver también del mismo autor, "La interpretación jurisprudencial
extensiva a los verbos rectores de la Ley Aquilia de Damno", en Ius et Praxis, vol. 17, Nº 1, 2011, pp. 3-20.
II. EL DERECHO MEDIEVAL
116
Aquino, T., Summa Teologica II-II, q. 62, a. 4, ob. cit., t. III, p. 519.
117
Aquino, T., Summa Teologica II-II, q. 62, a. 4, ob. cit., t. III, pp. 518-519. Distingue Santo Tomás entre la
desigualdad objetiva que causa el hecho ilícito y "la culpa de injusticia" que constituye el delito; la primera
se remedia mediante la restitución, para lo cual es suficiente que se restituya tanto cuanto se tuvo del otro,
"pero en lo concerniente a la culpa se aplica el remedio por la pena, cuya imposición pertenece al juez. Por
consiguiente, antes de que el reo sea condenado por un juez, no está obligado a restituir más de lo que
tomó; pero después de condenado está obligado a pagar el castigo".
118
Aquino, T., Summa Teologica II-II, q. 62, a. 2, ad. 1, ob. cit., t. III, p. 517: "cuando lo que se ha quitado no
es posible restituirlo por algo igual, debe hacerse la compensación del modo que sea posible; por ejemplo,
cuando uno le ha quitado a otro un miembro, debe recompensarle en dinero o en algún honor, considerada
la condición de ambos, según el juicio de un hombre prudente".
119
Cfr. Auzary-Schmaltz, Bernadette, "La responsabilité délictuelle dans l'ancien droit français. Les origines
des articles 1382 et suivants du Code Civil", en Revue Historique de Droit Français et Etranger, 77,2, 1999,
pp. 163 y ss.
Sin embargo, ya los glosadores dan una acción útil en caso de lesión corporal
sufrida por un hombre libre y también en caso de homicidio por el perjuicio
pecuniario causado a los familiares de la víctima. Solamente resulta excluido el
daño puramente moral. La jurisprudencia del Parlamento de París, sin embargo,
parece ir distinguiendo entre "restituir lo dañado" y "enmendar la injuria". La
víctima puede invocar pro injuria sua una multa (amende ) que tiende a reparar
un perjuicio moral, al menos en los casos de actuación dolosa o
intencional.120 Finalmente, por influencia de los canonistas la obligación de
indemnizar el daño se hace transmisible tanto activa como pasivamente, lo que
no era aceptado sino excepcionalmente por el derecho romano y por la Escuela
de los Glosadores.121
El abandono del sistema romano parece consumado al final del siglo XIV, y los
elementos emergentes de un nuevo principio rector de la responsabilidad podían
ser objeto de una exposición teórica. Esta labor se atribuye fundamentalmente a
los juristas franceses Domat y Pothier, que trabajarán sobre el derecho romano y
los principios proclamados por el Derecho Natural Racionalista (partiendo de Hugo
Grocio).
120
Auzary-Schmaltz, B., ob. cit., pp. 173-174.
121
Auzary-Schmaltz, B., ob. cit., p. 178.
III. ELABORACIÓN DEL RÉGIMEN CLÁSICO DE RESPONSABILIDAD
Dice Domat: "Débense distinguir aquí tres clases de hechos, los cuales
pueden ser causa de ciertos daños que acontezcan: unos que constituyen un
verdadero crimen o delito; otros que son obra de las personas que faltan al
cumplimiento de sus obligaciones en los contratos... y otros que no tienen
relación con las convenciones, pero que tampoco pasan a ser un crimen o delito,
como si por una imprudencia se arroja por la ventana una cosa con la que se
manche un vestido de una persona que esté debajo; si unos animales mal
guardados causan algún daño; si se ocasiona un incendio por efecto de poca
precaución; si un edificio que amenaza ruina por no haberse reparado
oportunamente se desploma sobre otro y causa en él algún daño. De estas tres
clases de hechos sólo los últimos son objeto del presente título, pues los
crímenes y delitos no deben mezclarse con las materias civiles, y todo cuanto
atañe a las convenciones se ha explicado ya en el libro primero".123
122
Cfr. Grotius, Hugo, Le droit de la guerre et de la paix, trad. P. Pradier-Fodéré, Presses Universitaires de
France, París, 1999, Libro II, cap. XVII, § 1, pp. 414-415: "Nosotros llamamos aquí delito toda culpa, sea en la
acción, sea en la inacción, en oposición a lo que los hombres deben hacer o comúnmente, o en razón de una
cualidad determinada. De tal culpa, si ha habido un daño causado, nace naturalmente una obligación, que
tiene por objeto repararlo". Algunos estudios han demostrado que Grocio, a su vez, recibió en esta materia
la influencia de la Escuela Española de Derecho Natural, conocida como Escuela de Salamanca. Cfr. Auzary-
Schmaltz, B., ob. cit., p. 182.
123
Domat, Jean, Las leyes civiles en su orden natural, trad. Felio Vilarrubias y José Sarda, Imprenta de José
Taulo, 2ª edición, Barcelona, 1844, lib. II, tít. VIII, intr., t. II, p. 65.
dado lugar a ellos; pues son un mal que ha hecho aun cuando no tuviese
intención de dañar".124
Un siglo más tarde, Robert Joseph Pothier, el jurista que servirá de puente entre
el derecho antiguo francés y el Code Civil de Napoleón (Code Napoleón ),
reproducirá y perfeccionará el régimen diseñado por Domat. Recogiendo la
clasificación de las fuentes de las obligaciones de Gayo, precisará que los hechos
de los que pueden derivar responsabilidad son los delitos (cometidos
intencionalmente) y los cuasidelitos (cometidos por mera negligencia).
"Se llama delito —dirá Pothier— al hecho por el cual una persona, por dolo o
malignidad, causa perjuicio o daño a otra. El cuasidelito es el hecho por el cual
una persona, sin malignidad, sino por una imprudencia que no es excusable,
causa algún daño a otro". 125
124
Domat, Jean, ob. cit., lib. II, tít. VIII, sec. 4, § 1, t. II, p. 76. Se ha escrito, sin embargo, que no ignora Domat
algunos casos de responsabilidad sin culpa, como, por ejemplo, la responsabilidad del dueño de la casa por
los daños causados por las cosas caídas o desprendidas de ella, en lo que sigue al derecho romano, pero en
su exposición aparecen como "culpas que no constituyen delito". Cfr. Tale, Camilo, "La extensión del
resarcimiento y otras cuestiones actuales de responsabilidad civil en la obra de Domat (Homenaje a su
memoria y reflexiones para nuestro tiempo)", en El Derecho, Nº 9.300, 1997, pp. 1 y ss.
125
Pothier, Robert J., Tratado de las obligaciones, Bibliográfica Omeba, B. Aires, 1961, Nº 116, p. 72.
126
Cfr. Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., ob. cit., t. I, v. I, Nº 36, pp. 51 y ss.
IV. LA CODIFICACIÓN. CONSAGRACIÓN DEL SISTEMA CLÁSICO
Dispone el art. 1382 que "Todo hecho del hombre que causa daño a
otro, obliga a aquel por cuya culpa se ha producido, a repararlo". Y agrega el
art. 1383: "Cada uno es responsable de los daños causados no solamente por
su hecho, sino incluso por su negligencia o por su imprudencia".
127
Pothier, R., ob. cit., Nº 121, p. 74.
128
Cfr. Zelaya Etchegaray, Pedro, "La responsabilidad civil del empresario por el hecho del dependiente en el
Código Civil francés", en AA.VV., Instituciones Modernas de Derecho Civil. Homenaje al profesor Fernando
Fueyo Laneri, ConoSur, Santiago, 1996, pp. 463 y ss.
129
Alpa, G., y Bessone, M., ob. cit., pp. 30-31.
el que, por medio de precedentes jurisprudenciales, forjará el principio de "no
liability without fault ".
130
Alpa, G., y Bessone, M., ob. cit., p. 101. Según estos autores, las tres instituciones: propiedad, contrato y
responsabilidad son entendidas en la época en clave individualista, funcional a las directivas de la política
económica del laissez faire.
V. LA EXPANSIÓN DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL. CRÍTICAS AL PRINCIPIO DE LA CULPA
131
Cfr. Mazeaud, H., ob. cit., pp. 40 y ss., donde se discute la obligación de seguridad en contratos como el
de transporte, de trabajo, de enseñanza, de juegos al aire libre, de hospedaje e incluso de venta.
VI. LA TEORÍA DE LA RESPONSABILIDAD OBJETIVA O POR RIESGO
Los correctivos anteriores son, sin embargo, estimados insuficientes para dar
solución a todos los casos planteados por la sociedad industrializada.
Esta teoría ha sido muy recurrida frente a los daños producidos por
organizaciones en las que es muy complejo individualizar al culpable, o en que no
existe propiamente culpa en estricto rigor, ya que el daño es estadísticamente
necesario a una determinada actividad productiva.
132
Saleilles publicó en 1897 "Les accidents du travail et la responsabilité civile"; Josserand, el mismo año,
publicó "De la responsabilité du fait des choses inanimées", proponiendo la nueva teoría que se basaba en el
adagio ubi emolumentum, ibi onus, según el cual el que saca provecho del riesgo debe soportar sus cargas.
sinónimo el concepto de responsabilidad objetiva y el concepto de responsabilidad
por riesgo.133
133
Una revisión de las distintas teorías objetivadoras de la responsabilidad puede verse en Yuseff Quiros,
Gonzalo, Fundamentos de la responsabilidad civil y la responsabilidad objetiva, La Ley, Santiago, 2000, pp.
155 y ss.
134
Cfr. Messina de Estrella, Graciela, La responsabilidad civil en la era tecnológica. Tendencias y prospectiva,
Abeledo Perrot, B. Aires, 1997, pp. 21 y ss.
135
Cfr. Acosta Ramírez, Vicente, La responsabilidad objetiva, Cuadernos Jurídicos U. Adolfo Ibáñez, Nº 6,
Viña del Mar, 1996, p. 31; Aedo, C., El daño moral... cit., p. 93.
136
Soto Kloss, Eduardo, Derecho Administrativo. Temas Fundamentales, Abeledo Perrot, 3ª edición,
Santiago, 2012, pp. 803 y ss., lo sostiene al menos para el ámbito de la responsabilidad del Estado. En su
concepto, "La visión propiamente jurídica... es la concebida por los romanos, quienes, al considerar el
Derecho como lo justo (ius), lo que ajusta, se iguala, advierten que lo que no se aviene con ello -según
medidas o parámetros de igualdad en el intercambio o distribución de bienes o servicios- es injusto/iniuria,
contra Derecho, produce un 'desequilibrio' que debe rectificarse, que debe restituirse, a la víctima del daño,
enteramente independiente de si hubo intención, malicia, descuido o negligencia en el autor del daño" (p.
807).
el elemento moral, que es esencial en toda responsabilidad; 2º) Porque paraliza la
iniciativa privada e inhibe la actuación particular, y 3º) Porque tiende a convertirse
en una responsabilidad por seguro, lo que trae mayor descuido y mayores
accidentes.137
137
Cfr. Planiol, Marcel, y Ripert, George, Traité pratique de Droit Civil Français, Librairie Générale de Droit et
de Jurisprudence, Paris, 1930, t. VI, Nº 480, pp. 664 y ss. Planiol, M., Traité..., cit., t. II, Nº 863, p. 274, llega a
decir que "esta nueva doctrina, lejos de ser un progreso, constituye un retroceso, que nos retorna a los
tiempos bárbaros, anteriores a la ley aquilia, donde se atendía a la materialidad de los hechos".
138
Cfr. Díez-Picazo, Luis, Derecho de daños, Civitas, Madrid, 1999, pp. 116-117.
VII. LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN EL COMMON LAW
139
Prosser, William, Keeton W. Page, y otros, Prosser and Keeton on The Law of Torts, West Publishing Co.,
St. Paul, 1984, p. 2.
responsabilidad objetiva, hasta llegar a la responsabilidad por daños producidos
por productos con defectos de fabricación: la product liability .140
140
Markesinis, B. S. y Deakin, S. F., ob. cit., pp. 492 y ss. y 558 y ss. En este libro se mencionan además como
"Stricter Forms of Liability", la Liability of Animals, la Employer's Liability, y la Vicarious Liability.
VIII. SISTEMAS CONTEMPORÁNEOS DE RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
Una técnica diversa es la utilizada por el common law , el que, siguiendo más
fielmente los precedentes romanos, no llega nunca a enunciar una regla general
de que todo daño injusto debe ser indemnizado, sino que procede a través de la
previa caracterización de ciertos comportamientos dañosos que merecen ser
considerados para imponer la responsabilidad. En Estados Unidos o Inglaterra,
una Corte tratará siempre de encuadrar el caso dentro de un " tort " tipificado
previamente para afirmar el deber de indemnizar.
Pero el sistema de tipificación casuista de los ilícitos civiles no es del todo ajeno
a los derechos de tradición continental. El Código Civil alemán ( B.G.B. )
desconoce también la enunciación de una cláusula general similar a la existente
en el Código francés y, por el contrario, vincula la responsabilidad a la lesión de
ciertos valores enumerados taxativamente en el § 823: vida, cuerpo, salud,
libertad, propiedad y otros derechos del sujeto perjudicado.
El jurista italiano Di Majo pone de relieve cómo estos dos sistemas, si bien
muy diferentes en el plano teórico, se aproximan bastante cuando se trata de su
141
Seguimos en este apartado las reflexiones de Di Majo, Adolfo, La tutela civile dei diritti, Giuffrè, 2ª
edición, Milano, 1993, pp. 164 y ss.
funcionamiento y desarrollo en la práctica. Así, por ejemplo, la aparición en
el common law del tort de negligence, para cobijar una serie de hechos dañosos
que no eran incluibles en los torts tradicionales, asemeja el modelo al que opera
con ilícitos no típicos. En el sistema del B.G.B . alemán, jurisprudencia y doctrina
han expandido los casos atribuibles a los valores tipificados y han hecho uso de
la mención genérica de "otros derechos" para abrir la tipificación a supuestos no
expresamente contemplados. Por su parte, se constata que también en los
sistemas de cláusula general, la jurisprudencia termina por elaborar una suerte
de catálogo de conductas que no respetan los deberes de cuidado exigibles. En
todo caso, lo que es un punto común a ambos sistemas es que ninguno de ellos
conoce una regla general y absoluta de que cualquier daño debe ser reparado,
por lo que siempre se exige una mediación valorativa del evento dañoso, sea a
través de una opción normativa predispuesta, sea a través de la exigencia de
antijuridicidad o el balance de los intereses involucrados.142
No hay duda que el régimen chileno se alinea junto con el francés en los que
utilizan una cláusula general: nuestros arts. 2314 y 2329 del Código Civil recogen
el principio general del neminem laedere . Ello no quita, sin embargo, como
veremos, que el legislador de vez en cuando proceda a describir anticipadamente
conductas que deben ser consideradas ilícitas y generadoras de responsabilidad,
vinculando así el poder de apreciación del juez.
142
Di Majo, A., ob. cit., pp. 167-169.
IX. LA VISIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DESDE EL ANÁLISIS ECONÓMICO DEL DERECHO
143
El trabajo de Coase está basado justamente en la responsabilidad civil de las empresas por las actividades
que causan perjuicio. Según él, el problema a resolver no es cómo evitar que A cause daño a B, sino si debe
permitirse que A dañe a B, o que B dañe a A, o sea, se trata de saber cuál es el daño mayor que debiera ser
evitado. El teorema postula que mientras menores sean los costos de transacción (litigación), los derechos
de las partes serán reasignados, con independencia de los fallos judiciales, en favor de aquellos que más los
valoren. Cfr. Coase, Ronald, "El problema del costo social", en Estudios Públicos Nº 45, 1992, pp. 81 y ss. (el
original "The Problem of Social Cost", 1960, 3 J. Law && Econ. 1).
144
Calabresi, G., El costo de los accidentes (análisis económico y jurídico de la responsabilidad civil), trad. J.
Bisbal, Ariel, Barcelona, 1984. La edición original: The Cost of Accidents: A Legal and Economic Analysis, es
de 1970.
145
Cfr. Schafer, H., y Ott, C., Manual de Análisis Económico del Derecho Civil, trad. M. Von Carstenn-
Lichterfelde, Tecnos, Madrid, 1991, pp. 98 y ss.; Peña González, Carlos, "Sobre el análisis económico de la
responsabilidad civil", en AA.VV., Instituciones Modernas de Derecho Civil. Homenaje al profesor Fernando
Fueyo Laneri, ConoSur, Santiago, 1996, pp. 516 y ss.
improbable que los residentes, atendida su escasez de recursos y de
asesoramiento técnico, puedan negociar para comprar a la empresa el derecho
de contaminar incluso si ellos lo valoran más altamente.146
Las tesis del Análisis Económico del Derecho, cristalizadas en los años setenta
en el seno de profesores de common law , en un principio parecieron favorecer la
responsabilidad sin culpa, sobre todo en el ámbito de las actividades productivas.
Según Calabresi, el sistema basado en la culpa resulta defectuoso tanto en su
función de buen distribuidor de las pérdidas como de control primario de los
costos.147
Aun así, es posible admitir que estas teorías son un aporte para la comprensión
de las funciones y efectos económicos de las decisiones legales o judiciales en un
146
Cfr. Markesinis, B. S., y Deakin, S. F., ob. cit., p. 29.
147
Las tesis de Calabresi aparecen ampliamente expuestas, comentadas y criticadas en Alpa, G., y Bessone,
M., ob. cit., pp. 560-578.
148
Gorassini, Atilio, "Analisi economica del Diritto: chiose sul ruolo attuale di un metodo nella responsabilità
civile", en Europe e America. Rivista di Diritto dell'Integrazione e Unificazione del Diritto en Europe e in
America Latina Nº 11, 2001, p. 187: "Si puede aceptarse que una libre actividad que produzca bienestar
aunque a un solo individuo sin empeorar el bienestar de los otros, sea una realidad deseable -incluso como
expresión de libertad- no aparece igualmente descontado que el mismo juicio pueda hacerse si para realizar
el bienestar de la libre actividad de un sujeto sea necesario un comportamiento de mayor cuidado por parte
de todos los otros sujetos, como comportamiento de prevención jurídicamente debido. En este caso parece,
en efecto, que la elección de un modelo de vida adoptado por algunos deberá ser necesariamente
soportado por los otros y esto choca con el Grundwert del hombre valor-en sí y no aparece ya gestionable
con un presunto sistema de análisis jurídico científico neutral. Es solo una opción política que se intenta
imponer con un método fraudulento en cuanto no abiertamente declarado... En realidad, la sensación del
jurista continental es que, al menos relativamente al instituto de la responsabilidad civil, el análisis
económico del derecho no es más que el resultado de la conseguida experiencia histórica de un grupo de
juristas de common law que tenían una exigencia práctica que realizar y que han conseguido su objeto" (pp.
187-189).
sistema de responsabilidad, sin que ellas puedan ser miradas como determinantes
o excluyentes de otras perspectivas igualmente necesarias.149
149
Una buena síntesis de los planteamientos y la evolución del Análisis económico de los problemas jurídicos
de la responsabilidad civil y del seguro, puede verse en Acciarri, Hugo, "El análisis económico del Derecho de
Daños", en Robert Cooter y Hugo Acciarri (dir.), Introducción al Análisis Económico del Derecho,
Civitas/Thomson Reuters, Santiago, 2012, pp. 121-184.
X. ACTUALES TENDENCIAS
En los inicios del siglo XXI, la discusión y la reflexión sobre la mejor reparación de
los daños a las personas en la sociedad, desde un sistema de derecho privado
justo y eficiente no ha cesado. Pareciera, no obstante, que después de un largo
período, en el que se propiciaba toda innovación de atribución de responsabilidad
fundada en la causalidad o el riesgo y se pretendía la desaparición del concepto
de culpa como noción eje del sistema de responsabilidad civil, se está girando
hacia un redescubrimiento de los elementos normativos de la culpabilidad como
factores necesarios de conexión entre el autor y la víctima y hacia un esfuerzo por
delimitar mejor el riesgo como factor de atribución de responsabilidad, asignándole
una función más bien complementaria y no sustitutiva de la culpa.
Como hitos de este proceso, aun no del todo delineado, pueden mencionarse
los siguientes:
La visión de que todo daño debe ser evitado y reparado y que esto le corresponde
a un subsistema del derecho privado como el de responsabilidad es claramente
utópica. Parece necesario recordar que, en la sociedad humana, los daños no
pueden ser evitados, y muchos de ellos no son reparados. Por otra parte, no todo
150
Citado por Díez-Picazo, L., Derecho... cit., p. 242.
daño puede ser indemnizado a través del modelo de responsabilidad, que busca
esencialmente traspasar costos de accidentes entre particulares, y de acuerdo a
mecanismos propios del derecho privado. La llamada "socialización del riesgo" ha
demostrado su insuficiencia como sistema de responsabilidad. Es necesario
distinguir claramente un sistema de responsabilidad de otros mecanismos
distributivos de compensación del costo de accidentes que operan desde la óptica
del derecho público: es lo que sucede con los seguros sociales, fondos de
indemnización para grupos de víctimas, leyes especiales de reparación de ciertos
daños típicos, etc.
153
Cfr. Cavanillas Mugica, Santiago, "Tendencias en materia de responsabilidad civil", en McKay, Federico
(edit.), Responsabilidad civil del empresario, Universidad de los Andes, Santiago, 1996, pp. 9 y ss.
154
Bianca, Cesare Massimo, "Supervivencia de la teoría de la culpa", en Alberto Bueres y Aída Kemelmajer
(dir.), Responsabilidad por daños en el tercer milenio. Homenaje al profesor doctor Atilio Aníbal Alterini,
Abeledo Perrot, Santiago, 1997, pp. 137-151.
155
Ponzanelli, Giulio, La responsabilità civile. Profili di diritto comparato, Il Mulino, Bologna, 1992, habla de
tres modelos sucesivos: el de función sancionatoria fundada en la culpa; el del crecimiento de reparación de
daños por la aparición del estado de bienestar (vigente hasta la década de los setenta) y el tercer modelo,
que estaría en plena configuración y caracterizado por la búsqueda de nuevos equilibrios. Frente a quienes
proclaman la muerte del sistema de responsabilidad por nuevos mecanismos de reparación de daños,
advierte que "la responsabilidad civil comprende un conjunto tan profunda y estructuralmente heterogéneo
de intereses y de libertades, que es casi imposible pensar en la eliminación automática y completa de las
reglas del sector, en función de esquemas alternativos de solución de conflictos" (p. 181).
lejos de prescindir por completo de formas de imputación que los acercan a la
negligencia: riesgo creado, riesgo provecho, control de actividades o cosas
peligrosas. Además, la exigencia de que también en la responsabilidad objetiva se
acredite un vínculo de causalidad entre el hecho y el daño, y su valoración
normativa, hacen que se sostenga que "gran parte del territorio de la
responsabilidad objetiva pertenece a la negligencia".156
Este "redescubrimiento" del rol de la culpa ha sido incluso asumido por los
partidarios del Análisis Económico del Derecho: "después de la explosión de una
asumida superioridad de los sistemas con modelos de responsabilidad objetiva
—señala un autor—, se ha pasado a considerar los modelos mixtos como más
eficientes, con una continua recuperación en el tiempo de espacios siempre
mayores a la responsabilidad culposa, redescubierta siempre como más
eficiente".158
156
Salvador Coderch, Pablo, "Causalidad e imputación", en Europa e Diritto Privato, 2001 (3), p. 573.
157
Así lo juzgó el Consejo Constitucional por sentencia de 22 de octubre de 1982, por la cual declaró la
inconstitucionalidad de un precepto legal que establecía la inadmisibilidad de la acción intentada contra los
trabajadores asalariados, representantes del personal u organizaciones sindicales para la reparación de los
daños causados por un conflicto colectivo de trabajo o con ocasión de éste. Cfr. Weill, Alex, y Terre,
François, Droit Civil. Les obligations, Dalloz, 4ª edición, París, 1986, pp. 609 y ss.
158
Gorassini, A., ob. cit., p. 182.
LECCIÓN TERCERA LOS ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
I. FORMAS DE SISTEMATIZACIÓN
Con frecuencia se sostiene que los elementos necesarios para que exista
responsabilidad extracontractual en el derecho civil chileno son: 1º Capacidad, 2º
Dolo y culpa, 3º Daño y 4º Relación de causalidad. 159 Consideramos que esta
clasificación no es del todo apropiada, porque tiene poco en cuenta la estructura
del hecho dañoso. Por nuestra parte, preferimos distinguir entre la capacidad
como presupuesto general de la responsabilidad civil y los requisitos o elementos
del hecho particular que causa esa responsabilidad.
159
Así, Alessandri, A., ob. cit., Nº 80, p. 95.
160
Serouss, Rolando, Introducción al derecho inglés y norteamericano, Rolando Sérouss, Barcelona, 1998, p.
61.
II. PRESUPUESTO COMÚN: LA CAPACIDAD DELICTUAL
1. REGLA GENERAL
a.1) Concepto
Por deficiencia del uso de la razón, son incapaces los dementes (art. 2319.1). Dice
Alessandri que jurídicamente son dementes "los que, al tiempo de ejecutar el
hecho, están privados de la razón por causas patológicas" .161 Un concepto
amplio es también el de Tapia. 162 La legislación más actual prefiere el término de
enajenado mental (cfr. art. 465 CPP) o de discapacitado mental (Leyes Nº 18.600
y Nº 20.422).
a.2) Requisitos
161
Alessandri, A., ob. cit., Nº 86, p. 98.
162
Tapia, O., ob. cit., p. 184.
163
Alessandri, A., ob. cit., Nº 87, p. 99.
164
Tapia, O., ob. cit., p. 185.
165
Alessandri., ob. cit., Nº 87, p. 99.
166
Tapia, O., ob. cit., p. 185.
167
Meza Barros, R., ob. cit., t. II, Nº 410, p. 273.
que es un antecedente que debe servir de base para la declaración de demencia
que debe hacer el juez que conoce del litigio de responsabilidad.168
Dispone el art. 2318 que "El ebrio es responsable del daño causado por un delito o
cuasidelito".
Por extensión se entiende que el art. 2318 se aplica también a las llamadas
locuras tóxicas: privación de razón por empleo de morfina, opio, cocaína u otro
tipo de drogas o estupefacientes (Tapia173; Alessandri174). Pero si la embriaguez
o locura tóxica es independiente de la voluntad, podría ser inimputable el agente
168
Barros, E., Tratado..., cit., p. 66.
169
Alessandri, A., ob. cit., Nº 87, p. 99.
170
Barros, E., Tratado..., cit., p. 66, "en principio, debe asumirse que son constitutivas de demencia las
graves deficiencias en la capacidad intelectual o volitiva".
171
Alessandri, A., ob. cit., Nº 86, p. 98.
172
Pothier, R., ob. cit., Nº 119, p. 73.
173
Tapia, O., ob. cit., p. 189.
174
Alessandri, A., ob. cit., Nº 93, p. 101.
directo, y la responsabilidad podría reclamarse del real autor de la embriaguez o
intoxicación.175
1º) Infantes: Según el art. 2319.1, "No son capaces de delito o cuasidelito los
menores de siete años..."; o sea, los infantes (cfr. art. 26).
2º) Mayores de siete años y menores de dieciséis: En este caso, el Código Civil
ha dispuesto que la inimputabilidad se determine judicialmente caso a caso:
"Queda a la prudencia del juez determinar si el menor de dieciséis años ha
cometido el delito o cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la
regla del inciso anterior" (art. 2319.2).
175
Alessandri, A., ob. cit., Nº 92, p. 101.
176
Barros, E., Tratado..., cit., p. 67.
3. RESPONSABILIDAD DEL GUARDIÁN DEL INCAPAZ
Quien cuida al incapaz puede incurrir en responsabilidad por los daños causados
por este último. Dice el art. 2319.1: "...pero serán responsables de los daños
causados por ellos las personas a cuyo cargo estén, si pudiere imputárseles
negligencia".
Esta es la teoría tradicional, pero nos parece discutible: la frase "si pudiere
imputárseles negligencia" del art. 2319.1, bien podría ser interpretada en un
sentido contextual que incluyera como forma de comprobar esa negligencia las
presunciones de culpa por hecho ajeno, establecidas en el art. 2320.
177
Alessandri, A., ob. cit., Nº 100, p. 105; Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 245, p. 243.
4. DERECHO EXTRANJERO
El Código Civil italiano señala que "No responde de las consecuencias del
hecho dañoso quien no tenía la capacidad de entender o de querer en el
momento en que lo ha cometido, a menos que el estado de incapacidad derive
de su culpa" (art. 2046). Pero agrega que "En caso de daño causado por la
persona incapaz de entender o de querer, la reparación es atribuida a quien
tenía el deber de vigilancia del incapaz, salvo que pruebe no haber podido
impedir el hecho. En el caso en el cual el perjudicado no haya podido obtener la
reparación de quien tenía el deber de vigilancia, el juez, en consideración de las
condiciones económicas de las partes, puede condenar al autor del daño a una
equitativa indemnización" (art. 2047).
178
Cfr. Carnevali Rodríguez, Raúl, "El delito de omisión. En particular, la comisión por omisión", en Revista de
Derecho (U. Católica del Norte), Nº 9, 2002, pp. 69 y ss.; en especial pp. 75 y ss.
penalmente, debe ser excepcional, pues de lo contrario podría llegar a ponerse
en crisis la esfera de libertad del individuo.179
179
Así, Visintini, Giovanna, Trattato Breve della Responsabilità Civile, Cedam, Padova, 1997, p. 66. Aedo, C.,
El daño moral... cit., pp. 103-104, cree posible hablar de omisión pura en sede civil sin que haya un precepto
jurídico que atribuya al sujeto un deber de actuación en virtud de una posición de garante y por violación
directa del principio general de no hacer daño a otro expresado en el art. 2314. Esta tesis es demasiado
abierta y propende a la creación de deberes de actuación sobre la base de la apreciación discrecional y a
posteriori del juez.
180
En este sentido, y criticando la postura de Alessandri, que habla de una "abstención en la acción", Aedo,
C., El daño moral... cit., pp. 104 y ss.
2. CASOS DE EXCLUSIÓN DE RESPONSABILIDAD POR FALTA DE VOLUNTAD
181
Alessandri, A., ob. cit., Nos 88 y 89, p. 100.
182
Tapia, O., ob. cit., p. 190.
3. EL CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR
Se ha pensado que también hay caso fortuito si los daños se producen por el
cumplimiento de una orden de una autoridad legítima. Se sostiene que la orden
debe provenir de la ley o de la autoridad pública, no de autoridades privadas,
como los padres, el patrón o el mandante.183 Pareciera que lo relevante no es la
fuente de la autoridad, sino más bien el grado de coerción que conlleva, es decir,
si es capaz de suprimir la voluntariedad del agente en la producción de daño. Esto
raramente sucederá, ya que la mayor parte de las órdenes requieren de una
obediencia reflexiva. No obstante, el mandamiento del superior podría ser
considerado como causal de exclusión de la ilicitud por aplicación del art. 10 Nº 10
del Código Penal, que exime de responsabilidad al que "obra en cumplimiento de
un deber".184
183
Alessandri, A., ob. cit., Nos 523 y 524, pp. 438-439.
184
Hervada, J., ob. cit., pp. 279-280, sostiene en general que el ejecutor de una orden injusta es coautor del
daño junto con el que la impera, ya que no hay deber de obedecer una orden ilegítima. Concordando con
esta conclusión, en la práctica no siempre el subordinado tendrá elementos de juicio para calificar de injusta
la orden del superior. No siempre estará en condiciones de libertad para rehusar su cumplimiento.
presentación de una dificultad, que puede subsanarse por un hombre prudente,
jamás puede tener el carácter de caso fortuito" (C. Concepción, 7 de noviembre
de 1985, RDJ , t. LXXXII, sec. 4ª, p. 288). La misma sentencia requiere que el
caso fortuito sea la causa única del daño y que no contribuya a él la culpa del
agente.
185
Alessandri, A., ob. cit., Nº 521, p. 438.
186
Díez-Picazo, L., y Gullón, A., ob. cit., p. 628.
4. EL PROBLEMA DE LA RESPONSABILIDAD DE LAS PERSONAS JURÍDICAS
Lo cierto es que la persona jurídica es más que una mera ficción legal, y aunque
también sea exagerado absolutizar la realidad de la personalidad técnica que se le
atribuye, bien puede identificarse una voluntad colectiva generadora de un daño
que será imputable a la persona como tal, en la medida en que esté manifestada a
través de las personas naturales que actúan como representantes u órganos de la
misma. Incluso respecto de la responsabilidad de la persona jurídica es posible
hablar de hechos voluntarios, y se mantiene la exigencia de la voluntariedad como
elemento de la responsabilidad civil extracontractual.
187
Es obvio que la expresión "que les afectare" se refiere a las personas jurídicas.
de los daños ilícitos que causen, se pretende que, a falta de responsabilidad por
culpa, se explique su imputación como una suerte de responsabilidad objetiva o
por la actividad desarrollada en el giro de la persona jurídica.188
188
Aedo, C., El daño moral... cit., p. 121.
5. LA VOLUNTAD EN LOS ACTOS COLECTIVOS
189
"Son coautores del acto injusto -dice Hervada, J., ob. cit., p. 282- cuantos dan su voto a favor del acto
lesivo del derecho, por cuanto contribuyen positivamente a la formación de la voluntad injusta".
IV. ANTIJURIDICIDAD
1. MANIFESTACIÓN LEGAL Y AUTONOMÍA
1º) El art. 1437 señala que las obligaciones nacen de, entre otras fuentes, un
"hecho que ha inferido injuria o daño ".
2º) El art. 2284 dispone que "Si el hecho es ilícito , y cometido con intención de
dañar, constituye un delito. Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de
dañar, constituye un cuasidelito".
190
Barros, E., Tratado..., cit., pp. 96-97 sostiene que no tiene sentido separar la antijuridicidad de la culpa en
un sistema como el chileno, ya que "La antijuridicidad, en materia civil, no es más que el hecho culpable que
causa daño". La misma posición en Céspedes Muñoz, Carlos, "La antijuridicidad: ¿presupuesto de la
responsabilidad extracontractual en el ordenamiento chileno", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de
Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 523-535. En contra,
haciendo ver que resulta absurdo recurrir a las causas de justificación negando la existencia de la
antijuridicidad, Aedo Barrena, Cristián, Responsabilidad extracontractual, Librotecnia, Santiago, 2006, pp.
257-258.
191
Cfr. Quintanilla Pérez, Álvaro, "¿Responsabilidad del Estado por actos ilícitos?", en Revista de Derecho
(Consejo de Defensa del Estado), Nº 1, 2000, pp. 58-65. En Italia, Bianca, C.M., Diritto..., cit., pp. 555-556,
sostiene que la responsabilidad objetiva si bien prescinde de la culpa pero no de la ilicitud, esto es, de
hechos que integran la contrariedad a una norma jurídica. Así, en el caso de responsabilidad por productos
defectuosos, la actividad productiva es lícita, pero no lo es el acto del productor que pone en el mercado
productos que por su defectuosidad crean un riesgo específico de daño.
2. ANTIJURIDICIDAD Y TIPICIDAD. EL ILÍCITO CIVIL TÍPICO
192
Díez-Picazo, L., y Gullón, A., ob. cit., p. 621.
causar un daño antijurídico.193 Ante la dificultad de hacer operativa la regla
del neminem laedere , algunos se contentan con plantear la exigencia de
antijuridicidad desde el punto de vista negativo: todo daño irrogado a una
persona en sus sentimientos, en su cuerpo o en sus bienes jurídicos ha de ser
reparado mientras el agente no proceda en el ejercicio regular y no abusivo de
un derecho (y con la debida diligencia) o medie una causa de justificación.194 No
parece del todo satisfactoria esta visión puramente negativa, aunque, como ha
sostenido Monateri, haya que resignarse a no establecer un contenido unitario al
juicio de antijuridicidad. En su concepción, los criterios sobre los cuales puede
calificarse un daño de "injusto" (antijurídico) pueden ser considerados en una
especie de cuatripartición que depende mucho de las clases de hechos
dañosos; el daño sería injusto si se da alguna de las siguientes situaciones:
1º) Lesiona un derecho subjetivo de la víctima; 2º) Viola una norma dirigida a
proteger a la víctima; 3º) Existe una determinada combinación entre elemento
subjetivo y daño causado (por ejemplo, en los supuestos de competencia
desleal), y 4º) Ha mediado una promesa ineficaz o una declaración no negocial
que es capaz de suscitar una legítima confianza sobre una apariencia diversa de
la realidad.195
Por cierto, el hecho de que una conducta esté tipificada penalmente constituye
un indicio manifiesto de ilicitud, que sólo podría quedar desvirtuada por la
acreditación de una causal de exclusión de la antijuridicidad. Nuestra
jurisprudencia, por ejemplo, ha declarado que si se acredita la responsabilidad por
el delito de giro doloso de cheques, debe darse lugar a la demanda civil de
indemnización de perjuicios deducida por el afectado (C. Sup., 25 de enero de
1988, RDJ, t. LXXXV, sec. 4ª, p. 2).
Pero ello es así siempre que el delito penal haya ocasionado daño. Por eso la
Corte Suprema ha advertido que "La responsabilidad civil no deriva de un injusto,
la obligación que pesa sobre el autor del daño en orden a reparar al perjudicado
por éste tiene su origen en un hecho ilícito y no en una conducta típica. La
contravención penal en sí no es fuente de obligaciones reparatorias por ser delito,
sino por tratarse de un acontecimiento que contemplado desde una determinada
faceta es un atentado criminal y desde otra constituye un ilícito civil que es el que
engendra el gravamen de reparar... El delito considerado en sí mismo, no da
origen a responsabilidad civil alguna, sino que es la eventual producción de
menoscabos avaluables económicamente —eso sí, producidos a resultas de la
comisión de tal injusto o falta— la que provoca el nacimiento de dicha
responsabilidad y, por consiguiente, también de la expectativa legítima a lograr su
satisfacción". (C. Sup., 4 de mayo de 2009, Rol Nº 876-2008, LP 42039).
193
Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 299.
194
Lacruz Berdejo, José Luis, y otros, Elementos de Derecho Civil. II Derecho de obligaciones, Bosch, 2ª
edición, Barcelona, 1985, vol. I, p. 502.
195
Monateri, P. G., ob. cit., pp. 225-226.
Algo semejante sucede cuando una infracción contravencional produce daño a
la víctima. En estos casos, el tipo infraccional funcionará a la vez como tipo de la
responsabilidad sancionatoria y de la responsabilidad civil. Es decir, la tipificación
prevista para contravenciones servirá también como factor indiciario de la
antijuridicidad de la responsabilidad civil anexa a la infraccional.
¿Cuál es la función de esta tipificación? La función del tipo civil no es otra que la
misma que el tipo penal, aunque para los efectos de la responsabilidad civil, es
decir, servir de indicio de la antijuridicidad de la conducta. Cuando la
responsabilidad extracontractual se fundamenta en una conducta tipificada por la
ley civil como generadora del deber de indemnizar, no será necesario hacer
mayores esfuerzos para sostener la ilicitud, y sólo si concurriere por excepción
una causal de justificación (que deberá probarla el demandado), podrá
descartarse la presunción de antijuridicidad que surge del tipo. En ocasiones la
tipificación devendrá en la exigencia de que el comportamiento se produzca
dolosamente, como sucede en el supuesto del art. 2119, que señala que si un
consejo "se da maliciosamente, obliga a la indemnización de perjuicios". En este
caso la ley exige dolo para que se genere responsabilidad civil extracontractual,
por lo cual debe descartarse la configuración de un ilícito civil cuando el consejero
196
Rodríguez Grez, Pablo, Responsabilidad extracontractual, Editorial Jurídica de Chile, 2ª edición, Santiago,
2010, p. 455.
197
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., pp. 456-461.
obra imprudentemente.198 Lo propio debe decirse del art. 1814, que obliga a
indemnizar al vendedor de una cosa inexistente si procedió "a sabiendas".
Debe rechazarse, tanto para la responsabilidad civil que surge de un tipo penal o
contravencional como para aquella que nace del "ilícito civil típico", la idea de que
no es necesario acreditar los demás requisitos generales de la responsabilidad,
tales como la capacidad delictual y la imputación subjetiva (dolo o culpa). Los tipos
penales o contravencionales y los tipos meramente civiles requieren que la
conducta se realice intencional o imprudentemente. De este modo, será necesario
acreditar la reprochabilidad o culpabilidad para configurar definitivamente la
obligación de indemnizar. De lo contrario, la responsabilidad civil surgida de un
tipo legal devendría en una suerte de responsabilidad objetiva que resultaría a
todas luces hipertrofiada en su extensión.
Disentimos de la tesis propuesta por Pablo Rodríguez, para quien el ilícito civil
típico funcionaría de un modo semejante a la responsabilidad objetiva, en el
sentido de que la ley atribuye a una determinada conducta el deber de reparar sin
que sea necesario probar que hubo culpa o dolo en el agente. La única diferencia
residiría en que en la responsabilidad objetiva el único antecedente de la
responsabilidad es la relación de causalidad, en la del ilícito típico el antecedente
es la ejecución de la conducta descrita por el "tipo civil".199A nuestro juicio, esto
contribuye a una expansión indeseable de la responsabilidad objetiva,
contraviniendo la idea del legislador, que en muchos tipos civiles explícitamente
hace referencia a un actuar doloso, de mala fe, o negligente (o al menos lo
supone). Por otra parte, si se admitiera que respecto del ilícito civil típico la
responsabilidad se presume de derecho, no se entendería por qué ello no sucede
cuando el deber de reparar surge de la realización de una conducta tipificada por
la ley penal o contravencional. Pero si se admitiera esto, entonces debiera llegarse
a la conclusión de que nuestro sistema es de responsabilidad objetiva y no de
responsabilidad subjetiva, como afirma en forma unánime la doctrina, incluido el
mismo Rodríguez.
198
Cfr. Stitchkin, David, El mandato civil, Editorial Jurídica de Chile, 5ª edición actualizada por Gonzalo
Figueroa Yáñez, Santiago, 2008, Nº 111, pp. 235-239. La solución de nuestro Código es tomada de los
tratados del mandato de Pothier y de Troplong.
199
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., p. 464. De esta forma, este autor cree que la responsabilidad
extracontractual admite tres formas de presentación: el ilícito civil genérico (que surge de la infracción al
neminem laedere), el ilícito civil típico y la responsabilidad objetiva.
3. LA RESPONSABILIDAD POR HECHO LÍCITO
Para la responsabilidad del Estado pareciera que tampoco puede afirmarse sin
más la prescindencia de la antijuridicidad. A veces ésta se la hace surgir de una
vulneración del principio de la igual repartición de las cargas públicas
consagrado en la Constitución (art. 19, Nº 20 Const.), pero, a nuestro entender,
ese principio, así como el del enriquecimiento sin causa, funcionan de modo
autónomo y no como supuestos de responsabilidad.
200
Cfr. Messina de Estrella, G., ob. cit., p. 249.
201
Fiamma, Gustavo, "La acción constitucional de responsabilidad y la responsabilidad por falta de servicio",
en Rev. Ch. Der., vol. 16, Nº 2, pp. 434-435.
202
Quintanilla, A., ob. cit., p. 62, piensa que estas obligaciones indemnizatorias no tienen como fuente la
responsabilidad extracontractual, sino la ley.
lesionado, lo cual no es óbice, por supuesto, para que en casos especiales,
como son los que se han examinado, se produzca una determinada sanción
jurídica".203 Más certera nos parece la opinión de Bianca, quien sostiene que en
los casos en que la ley impone la indemnización por un daño autorizado (no
ilícito) no son supuestos propios de responsabilidad, sino de indemnizaciones
que pueden surgir de uno de dos principios: el principio de la indemnizabilidad
de actos expropiativos y el principio de la indemnizabilidad de actos de
revocación o receso.204
203
De Cupis, A., ob. cit., pp. 99-100. En este mismo sentido, Aedo, C., Responsabilidad... cit., pp. 266 y ss.
sosteniendo que en ciertos casos se prescinde de la ilicitud de la conducta porque el daño sería injusto,
como sucedería en la retractación tempestiva de la oferta (art. 100 CCom) y en la obligación de resarcir el
daño causado en un estado de necesidad.
204
Bianca, C. M., Diritto..., cit., pp. 567-570.
4. EL PROBLEMA DEL ABUSO DEL DERECHO
En la teoría del abuso del derecho caben los supuestos de responsabilidad por
el ejercicio de acciones judiciales manifiestamente infundadas. Así se explican
normas como la del art. 280 CPC, respecto de las medidas prejudiciales
solicitadas sin fundamento (cfr. también arts. 197 y 328 CC, art. 50 E Ley
Nº 19.496, de 1997, art. 4º letra g Ley Nº 20.169, de 2007).207
208
Cfr. Josserand, L., ob. cit., t. II, vol. I, Nº 435, p. 321.
5. CIRCUNSTANCIAS QUE EXCLUYEN LA ILICITUD
a) Legítima defensa
No hay responsabilidad por los daños que se causen en legítima defensa frente a
una agresión injusta, siempre que se den todas las condiciones de esta eximente:
agresión ilegítima, falta de provocación y proporcionalidad de la respuesta. La
legítima defensa puede aplicarse a lesión de personas o a daño de bienes.209
b) Estado de necesidad
Por eso, jamás puede legitimarse un daño a las personas invocando el estado
de necesidad, ya que no es posible comparar bienes materiales con bienes de la
personalidad, ni éstos entre sí (por ejemplo, no hay estado de necesidad que
209
Cfr. Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., ob. cit., t. I, v. I, Nº 489, p. 464.
210
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., p. 154.
autorice dar muerte a una persona con el fin de salvar a otras muchas). 211 La
nueva causal eximente agregada por la Ley Nº 20.480, de 2010, en el Nº 11 del
art. 10 CP en beneficio de "El que obra para evitar un mal grave para su persona
o derecho o los de un tercero" no puede ser aplicada para declarar lícito el
estado de necesidad tratándose de daño a personas, ya que la norma exige que
"el mal causado no sea sustancialmente superior al que se evita", valoración en
que es inadmisible tratándose de la vida y la dignidad de los seres humanos,
cada uno de las cuales tienen un valor incomensurable. Además, consta de la
historia de la ley, que la nueva causal constituye un estado de necesidad
exculpante y no una causa de justificación (se pensaba en la mujer que ante una
violencia continuada del marido, terminaba por darle muerte para liberarse de su
opresión). Si esto es así, aunque se quisiera aplicar la regla a la muerte del
concebido para salvar la vida de la madre, ello podría sólo tener efectos para no
excluir la culpabilidad penal, pero no la antijuridicidad y, por tanto, la
responsabilidad civil por el daño causado.
En todo caso, el hecho de que no haya acción para pedir la reparación del daño
a título de responsabilidad no quiere decir que el afectado deba sufrir todo el costo
del salvamento. Éste tendrá derecho a pedir restitución para evitar el
enriquecimiento injusto (no se demandarán todos los perjuicios sufridos, pero sí la
compensación del daño que restaure el equilibrio entre los dos patrimonios
involucrados).
c) Otros supuestos
211
Alessandri, A., ob. cit., Nº 527, p. 443.
212
Fontecilla, R., ob. cit., p. 132.
"legítimo", con lo cual no habrá causal de justificación si se actúa abusando del
derecho o con desviación de poder de la autoridad, cargo u oficio.213
Según el art. 98.2, "No se podrá alegar esta promesa ... para demandar
indemnización de perjuicios". La norma es abierta y da para entender que la
indemnización de perjuicios no puede reclamarse a título de responsabilidad civil
extracontractual. La ley no quiere que la eventual demanda de perjuicios coarte al
novio renuente en su libertad para rechazar el matrimonio llevándolo a unas
nupcias que contraería por la fuerza que opera en su ánimo la posible merma
patrimonial que le reportaría, en caso de admitirse, la reparación de los daños
causados por el rompimiento de su promesa.215
213
Cfr. Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 309.
214
Alessandri, A., ob. cit., Nº 533, p. 453.
215
Cfr. Alessandri, A., ob. cit., Nº 117, p. 122.
En otras legislaciones, sin embargo, se ha admitido, con ciertos requisitos, la
procedencia de la indemnización por ruptura de los esponsales. Entre nosotros
puede discutirse si la prohibición del art. 98.2 se aplica realmente tanto a la
responsabilidad contractual como a la extracontractual.
216
Así, Tomasello Hart, Leslie, El daño moral en la responsabilidad contractual, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 1969, pp. 216-217.
217
En este sentido se ha pronunciado en Argentina Guillermo Borda ("¿Es indemnizable la ruptura de la
promesa de matrimonio?", en El Derecho, t. 149, p. 841, citado por Sambrizzi, Eduardo A., Daños en el
Derecho de Familia, La Ley, B. Aires, 2001, pp. 89-90), quien invoca incluso contra el precepto del Código
Civil que admite la indemnización, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, que dispone expresamente que "no tendrán ningún efecto jurídico los esponsales..." (art.
16.2). Sambrizzi, E., ob. cit., p. 90, señala que la norma tiene por objetivo impedir la costumbre de
el art. 98 se refiere tanto a la responsabilidad contractual como a la
extracontractual, en el sentido de que no se puede alegar la promesa de
matrimonio en cuanto fuente de un deber jurídico cuya transgresión ocasione el
deber de reparar. Pero ello debe tener como límite el comportamiento doloso: en
efecto, nos parece que si una de las partes actuó con la intención de engañar y
sacar algún provecho material de la promesa de matrimonio y sin haber tenido
jamás la voluntad de casarse, en tal caso los esponsales pueden ser considerados
como un elemento de la estafa, que generaría el deber de indemnizar. 218
matrimonios acordados por los padres y está lejos de pretender negar efecto indemnizatorio a la ruptura de
los desposorios.
218
En todo caso, los autores que propugnan la justicia de la indemnización incluso en caso de ruptura
culpable de los esponsales, hacen ver que debe tratarse de casos muy excepcionales, ya que el noviazgo, por
su propia naturaleza, contempla la posibilidad de que cualquiera de los esposos retire su consentimiento al
matrimonio: "Deberán... los jueces -afirma Sambrizzi, E., ob. cit., p. 86-, en estos casos, casi diríamos
extremar la prudencia con la que en toda ocasión deben actuar, para evitar que el libre ejercicio por parte
de uno de los prometidos, del derecho de arrepentirse del compromiso asumido y, en consecuencia, de no
casarse, se transforme en una causa de indemnización de perjuicios".
6. LA ASUNCIÓN VOLUNTARIA DE LA POSIBILIDAD DEL DAÑO
219
Por la tesis tradicional, Alessandri, A., ob. cit., Nºs. 548 y ss.; pp. 460 y ss. La distinción entre pactos que
recaen sobre el daño y pactos que recaen sobre el riesgo es postulada por Barros, E., Tratado..., cit., pp.
1097-1098. Estas convenciones modificatorias de responsabilidad son de admisibilidad más restringida en el
campo de Derecho del Consumo: al respecto, Corral Talciani, Hernán, "Cláusulas de exención, limitación y
agravación de responsabilidad civil en perjuicio del consumidor", en Gonzalo Figueroa, Enrique Barros y
Mauricio Tapia (coords.), Estudios de Derecho Civil VI: Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Olmué, 2010,
Abeledo Perrot, 2011, pp. 601-682.
220
Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., ob. cit., t. II, Nº 1488, p. 381.
el riesgo tenga un valor socialmente relevante. Se exige también que el autor de la
lesión actúe en interés del lesionado y de acuerdo con la voluntad presumible de
éste. 221
En el common law si la víctima recibe un daño por una actuación ilegal no hay
responsabilidad; sin embargo, para aplicar esta causal de exoneración, el daño
debe relacionarse directamente con el acto ilegal, por ejemplo, si dos ladrones
detonan una caja de seguridad y la explosión daña a uno de ellos. En cambio, si
las acciones son independientes, la causal no se aplica y hay responsabilidad
extracontractual, por ejemplo, si durante el robo un ladrón roba a otro su
billetera. Parece que no hay problemas para aceptar estos mismos criterios en
nuestro sistema, aplicando el principio de causalidad.
221
Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 310.
222
Alessandri, A., ob. cit., Nº 530, p. 451.
223
Seguimos a Jensen, Brayce A., "From Tobacco to health care and beyond. A critique of lawsuits targeting
unpopular industries", en Cornell Law Review, vol. 86 (6), 2001, pp. 1334 y ss.
Cigaretts Smoking May Be Hazardous to Your Health " y prohibieron cualquier
otra advertencia al respecto. Los demandantes ahora fundaron sus alegaciones
en la teoría de la responsabilidad objetiva por productos defectuosos o
inseguros ( product strict liability ). Sin embargo, las demandas nuevamente
volvieron a ser rechazadas, básicamente por estimar las Cortes que los
fumadores eligieron una actividad que conocían como dañosa. Ante el reclamo
de que las compañías de tabaco no informaron suficientemente sobre los
riesgos del consumo de tabaco, las compañías demandadas paradójicamente se
ampararon en las leyes que les prohibían colocar otras leyendas que la
impuesta por la ley. Así lo sostuvo la Corte Suprema en Cipollone v. Ligget
Group, Inc. (789 F.2d 181 3D Cir. 1986), aunque concedió tutela a la viuda del
fumador fallecido sobre la base de un intentional tort .
224
Jensen, B., ob. cit., p. 1346.
sobre lo que es más propio de las autoridades políticas, en cuanto a las
decisiones para que funcione y con qué costos una determinada actividad
empresarial. Se señala que el acuerdo de las tabacaleras con sus demandantes
no ha servido para reducir los riesgos del tabaco, desarrollar programas contra
la adicción, etc., y puede ser comprendido más bien como la compra de una
licencia para continuar con el negocio como hasta ahora.225
En los años siguientes, han intentado accionar contra las tabacaleras las
compañías de seguros pidiendo reembolso de los gastos de salud de sus
fumadores asegurados y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos
demandó por enriquecimiento ilícito la restitución de 289 mil millones de dólares.
Las demandas de las aseguradoras fueron rechazadas por falta de nexo causal.
La acción del Departamento de Justicia finalmente fue rechazada por la Corte de
Apelaciones ( United States v. Philip Morris USA, Inc., 396 F.3d 1190, 1202
[D.C. Circ. 2005]). Pero luego la Corte de Distrito no accedió a la demanda de
daños del gobierno, impuso a las empresas demandadas evitar en el futuro
actos de colusión, clarificar los riegos de fumar, revelar al gobierno información
de mercado y no transferir las marcas o negocios sin permiso judicial ( United
States v. Philip Morris USA, INC ., 449 F. Supp. 2d 1, 27-28, 938-45,
D.D.C. 2006).226
225
Jensen, B., ob. cit., p. 1380.
226
Cfr. Owen, David G., Product Liability Law, Thomson West, 2ª edición, U.S.A., 2008, pp. 686-688.
227
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., pp. 426 y ss., en especial pp. 432 a 436. En sentido contrario, para
el Derecho argentino, Flah, Lily y Aguilar, Rosana, "Responsabilidad de las tabacaleras y el papel del Estado
en la protección de los derechos fundamentales. Cuestiones que se suscitan", en Revista Chilena de Derecho
Privado Nº 16, 2011, pp. 163-186.
7. ANTIJURIDICIDAD Y ACTIVIDAD PROBATORIA
Así, se ha fallado que, según el art. 1698 del Código Civil, corresponde al actor
probar el hecho ilícito en que funda su demanda (C. Sup., 18 de abril de
1988, RDJ, t. LXXXV, sec. 1ª, p. 57; C. Sup., 10 de mayo de 2011, Rol Nº 1839-
2009, LP 49200; C. Stgo, 10 de agosto de 2007, Rol Nº 7307-2002, MJ 15386;
C. Concep., 23 de agosto de 2010, Rol Nº 987-2009, LP 45555, MJ 24631).
Para que exista responsabilidad civil es menester que el hecho ilícito haya
causado daño. Así lo establecen los arts. 1437 y 2314. La Corte de Santiago ha
dicho en este sentido que "para que un hecho culposo cause responsabilidad civil
es indispensable que cause daño y se pruebe su monto" (C. Stgo., 5 de junio de
1997, RDJ, t. XCIV, sec. 2ª, p. 67). Este perjuicio, se ha señalado, debe ser cierto
y no hipotético y debe demostrarse por los medios de prueba aceptados por la ley
(C. Concep., 6 de enero de 2011, Rol Nº 1277-2010, LP 47440).
228
Escriche, Joaquín, Diccionario Razonado de Legislación y Jurisprudencia, nueva edición anotada por Juan
G. Grim, Madrid, s.f., voz "daño", p. 528.
229
De Cupis, A., ob. cit., p. 84; en el mismo sentido Agoglia, María Martha, El daño jurídico. Enfoque actual,
La Ley, Buenos Aires, 1999, pp. 9 y ss.
2. ¿CUÁL ES EL DAÑO RESARCIBLE?
No es fácil señalar cuál es el factor que "juridiza" el daño haciéndolo idóneo para
solicitar el resarcimiento. Una teoría piensa que sólo hay daño resarcible en la
medida en que el menoscabo lesiona un derecho subjetivo de la víctima. Sin
embargo, esta concepción del daño parece demasiado restringida, por lo que la
doctrina y la jurisprudencia modernas prefieren ampliar la noción de daño
resarcible a la lesión o afectación, sea de un derecho subjetivo reconocido
formalmente, sea de un interés en la satisfacción de necesidades o bienes
humanos de carácter privado.
230
De Cupis, A., ob. cit., p. 111.
231
En este sentido, Diez Schwerter, José Luis, El daño extracontractual. Jurisprudencia y doctrina, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago, 1997, p. 25. Aedo, C., El daño moral..., cit., pp. 140-161, piensa que el daño es
siempre lesión a un interés humano jurídicamente tutelado y que no es posible lesionar en sí mismo al
derecho subjetivo (en cuanto medio técnico que da poder a un privado para alcanzar el interés que se tutela
de esa forma).
además, un daño reparable éste debe provenir de la lesión a una situación lícita, el
interés invocado como lesionado ha de ser lícito" (C. Concep., 30 de diciembre de
2008, Rol Nº 360-2005, LP 41500).
Por de pronto, no parece que pueda aceptarse la demanda del concubino que
reclama indemnización de los daños causados por la ruptura unilateral de la
relación concubinaria, puesto que ésta se fundamenta justamente en la libertad de
las partes para poner fin en cualquier momento a la convivencia sin incurrir en
responsabilidades.
Por otra parte, cada vez es mayor la extensión que se da al daño: se acepta
lesión contra bienes de la personalidad234 , la lesión de un crédito (doctrina
232
En contra, Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., p. 53, para quien tanto en el matrimonio como en el
concubinato puede haber inmoralidad. Pero su postura, como la de muchos otros que plantean un criterio
similar, se resiente de incoherencia, porque señala que sí serían ilícitas las uniones incestuosas, las
adulterinas y, eventualmente, las homosexuales. Se ve que el criterio de la pura "adecuación a lo que sucede
en la realidad" no es suficiente para establecer parámetros normativos, que necesariamente envuelven
valoraciones éticas que se desarrollan en una dimensión superior a la mera facticidad. El matrimonio es una
institución jurídica protegida y regulada jurídicamente como ámbito adecuado para la fundación de una
familia, lo que lo pone en un plano muy diverso de las relaciones concubinarias o de mera convivencia, con
mayor o menor estabilidad (lo cual deja en pie que algunas uniones entre hombre y mujer, si bien no han
cumplido con las formalidades legales por falta de acceso a ellas, pueden ser verdaderos matrimonios, en la
medida en que conforman una unión interpersonal exclusiva, plena e irrevocable y abierta a la procreación).
233
En este sentido, debe entenderse que en el juicio penal se llame a demandar civilmente al conviviente
(art. 108 CPP) pero después del cónyuge.
234
Fueyo, Fernando, Instituciones de Derecho Civil Moderno, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1990, pp.
29 y ss.
italiana), el perjuicio o daño al medio ambiente, la pérdida de una ventaja o
una "chance" (doctrina francesa).
3. REQUISITOS DE LA RESARCIBILIDAD DEL DAÑO. CÚMULO DE INDEMNIZACIONES
El daño resarcible debe ser cierto, real y efectivo. No se indemniza aquel daño que
presenta caracteres de incierto, hipotético o eventual.
No quiere decir que se exija que el daño sea actual. Es indemnizable el daño
futuro, pero sólo en la medida en que, al momento en que se dicta la sentencia,
haya certeza —siquiera moral— de que necesariamente sobrevendrá. Como
señala un autor: "la certidumbre del daño debe ser actual, pero el perjuicio puede
ser futuro".235
235
Fernández Madero, Jaime, Derecho de daños, La Ley, Buenos Aires, 2002, p. 49.
la demanda calificando el daño como la pérdida de una oportunidad y sobre ese
fundamento concedió indemnización a sus familiares como víctimas indirectas ya
que la enferma había fallecido (C. Valpso., 11 de diciembre de 2008, Rol Nº 776-
2008, con casación rechazada por C. Sup., 20 de enero de 2011, Rol Nº 2074-
2009).236
c) Previsibilidad
236
Un análisis de la doctrina y jurisprudencia chilena puede verse en Tapia, Mauricio, "Pérdida de una
chance: ¿un perjuicio indemnizable en Chile?", en Fabián Elorriaga (edit.), Estudios de Derecho Civil VII,
Abeledo Perrot, Santiago, 2012, pp. 645-674.
237
Así Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 256, p. 256, y Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., pp. 71-72.
Por lo demás, para construir el concepto de culpa en la
responsabilidad extracontractual es imposible no acudir al concepto de
previsibilidad. Es decir, como sucede en los cuasidelitos penales, sólo podrá ser
considerado agente culposo aquel que, si bien no previó las consecuencias de
su actuar dañoso, sí podía haberlas previsto. Numerosas sentencias relacionan
los conceptos de culpa y previsibilidad del resultado dañoso: C . Concep., 29 de
marzo de 1962, RDJ , t. LIV, sec. 4ª, p. 21; C. Sup., 23 de enero de 1975, F. del
M.Nº 194, p. 292; C. S up., 7 de abril de 1958, RDJ, t. LV, sec. 1ª,
p. 35; C. Concep., 8 de junio de 1974, RDJ, t. LXXI, sec. 4ª, p. 226; C.Concep., 7
de noviembre de 1985, RDJ, t . LXXXII, sec. 4ª, p. 288.
d) Subsistencia. Compensación de
lucros y daños y cúmulo de indemnizaciones
242
Tapia, O., ob. cit., pp. 211-213
243
Yzquierdo, M., ob. cit., p. 500.
244
Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., pp. 63-64.
e) Magnitud suficiente.
El principio de tolerancia del daño ínfimo
La magnitud del daño puede ser tomada en cuenta también para calificar sobre la
justicia y conveniencia de su reparación. Aunque en general se suele enfatizar el
principio de la reparación integral que impone que "todo" daño debe ser
indemnizado, lo cierto es que si las personas reclamaran por todos los daños que
sufren en su diario relacionarse con los demás, el sistema judicial colapsaría.
Parece lógico en consecuencia que el "todo" daño se refiere a un daño que tenga
una entidad mínima proporcionada a la actividad que deberá desplegarse para
obtener su reparación. Dicho de otra manera, la convivencia social y una cierta
solidaridad comunitaria nos lleva necesariamente a tolerarnos unos a otros
perjuicios y molestias que no alcanzan a lesionar nuestros intereses de un modo
que merezca reclamar la reacción del derecho (esto es, especialmente relevante
en las relaciones de vecindad).
245
Sambrizzi, E., ob. cit., pp. 287 y ss., defiende la no resarcibilidad de estos casos, aunque con otros
fundamentos.
4. PRUEBA DEL DAÑO
En realidad, pareciera que los tribunales cuando estiman que un daño por ser
futuro y eventual no debe ser indemnizado, lo rechazan por la vía de
considerarlo no probado (cfr. C. Stgo., 12 de septiembre de 1984, RDJ ,
t. LXXXI, sec. 4ª, p. 248).
Por el contrario, cuando se piensa que el daño debe ser indemnizado, las
normas probatorias se interpretan flexiblemente. Por ejemplo, se ha estimado
que no debe invalidarse la sentencia que estima acreditado el daño concediendo
valor a un acta notarial y a fotografías, aunque no sean éstos medios de prueba
admitidos legalmente. La Corte de Santiago sostuvo que el recurrente olvidaba
que la concordancia entre ambos elementos probatorios era constitutiva de
presunción judicial que bastaba para acreditar el hecho (C. Stgo., 17 de julio de
1985, RDJ , t. LXXXII, sec. 4ª, p. 96).
5. CLASES DE DAÑO
246
Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 346.
espíritu y se manifiesta en dolores e inquietudes espirituales y pesadumbres"
(C. San Miguel, 11 de junio de 1998, G.J. Nº 216, p. 198; en el mismo sentido,
C. Sup., 13 de noviembre de 1997, G.J. Nº 209, p. 80). Existen sentencias más
recientes que todavía conceptualizan al daño moral de esta manera (C. La
Serena, 10 de abril de 2007, Rol Nº 16-2007, LPCL/JUR/522/2007; C. Concep., 29
de septiembre de 2008, Rol Nº 3688-2004, MJ 18462).
Es de destacar que una misma lesión puede dar lugar a daño patrimonial y
moral.248, por ejemplo, la destrucción de unas joyas puede reportar un daño
patrimonial (representado por el valor comercial del bien) y un daño
extrapatrimonial (por el valor de afección que tenían por ser un recuerdo de
familia). A la inversa, una lesión a un interés no patrimonial puede dar lugar de
manera refleja a un perjuicio patrimonial: así una lesión corporal puede producir
una incapacidad laboral y una privación de ganancias.
1º Los arts. 2314 y 2329 hablan de que debe repararse "todo daño", sin hacer
distinciones en cuanto a su naturaleza patrimonial o moral;
247
Domínguez, Carmen, El daño moral, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2000, t. I, p. 83.
248
De Cupis, A., ob. cit., pp. 124-125.
general es que la indemnización no sólo incluye el daño avaluable en dinero, sino
también el llamado daño moral.
1º) En 1922 un padre demandó por la muerte de su hijo de dos años producida
por un tranvía eléctrico. La empresa demandada alegó que no había daño y que
el dolor o pena no eran susceptibles de apreciación pecuniaria. La Corte
249
a en el Código Penal se podían leer preceptos inspirados en este criterio, como aquel que obliga al
responsable de violación, estupro y rapto a hacerse cargo de las necesidades de la ofendida, viuda o soltera,
y de la prole (art. 370 CP original). La actual redacción de esta norma señala que "Además de la
indemnización que corresponda conforme a las reglas generales, el condenado por los delitos previstos en
los artículos 361 a 366 bis [CP] será obligado a dar alimentos cuando proceda de acuerdo a las normas del
Código Civil".
250
Domínguez, R., "Aspectos de la constitucionalización...", cit., pp. 132-133.
251
Domínguez, C., El daño..., cit., t. I, p. 263. La Corte de Concepción ha dicho que dado que la noción del
daño moral no fue concebida expresamente por nuestro Código Civil, menos pudo éste haber contemplado
su resarcibilidad, siendo la jurisprudencia la que "por razones de equidad resolvió indemnizar tal categoría
de perjuicios, esbozando su concepto y señalando sus características y requisitos"(C. Concep., 30 de
diciembre de 2008, Rol Nº 360-2005, LP 41500).
Suprema acogió esta tesis (C. Sup., 13 de enero de 1922, RDJ , t. XXI, 2ª parte,
sec. 1ª, p. 529). Era todavía la fuerza de la posición negativa.252
3º) Luego, ésta es la tesis que pasa a ser dominante y hoy indiscutida:
C. Sup., 3 de agosto de 1932, RDJ , t. XXIX, sec. 1ª, p. 549; C. Sup., 20 de junio
de 1934, RDJ , t. XXXI, sec. 1ª, p. 1053, p. 463; C. Sup., 26 de agosto de
1941, RDJ , t. XXXIX, sec. 1ª, p. 203; C. Stgo., 26 de mayo de 1944, RDJ ,
t. XLI, sec. 1ª, p. 41; C. Stgo., 25 de marzo de 1958, RDJ , t. LVI, sec. 4ª, p. 195;
C. Sup., 23 de mayo de 1977, F. del M., Nº 222, sent. 4ª, p. 108; C. Concep., 30
de diciembre de 2008, ROL 360-2005, LP 41500.
252
La doctrina venía avanzando la idea contraria al menos desde comienzos del siglo veinte. En 1909, la
Revista de Derecho y Jurisprudencia publica un artículo de M. J. Peritch, profesor de la Universidad de
Belgrado, en el que se defiende la indemnización del daño moral: Peritch, M. J., "Del epicureísmo en el
Derecho Privado (la reparación pecuniaria del perjuicio moral)", en RDJ, t. VII, Derecho, pp. 183-203. Al año
siguiente se publica el trabajo de Fernández Pradel, Arturo, "Indemnización de perjuicios en caso de
accidentes. Responsabilidad de la Empresa de Ferrocarriles del Estado", en RDJ, t. VII, Derecho, pp. 71-78, en
el que postula la admisibilidad del daño moral en la normativa del Código Civil chileno. En 1920, se publica
en el mismo sentido otro artículo: Butron, Roberto, "La indemnización del daño moral en nuestra
legislación", en RDJ, t. XVII, Derecho, pp. 33-51.
puede verse afirmada ya sin asomo de discusión en C. Stgo., 2 de julio de
2002, G.J. Nº 265, p. 85, cons. 8º, en relación con el daño corporal sufrido por
los trabajadores por incumplimiento de las obligaciones de seguridad del
empleador). La doctrina, así como la jurisprudencia predominante de la Corte
Suprema, ha sido favorable a este giro, pero se mantiene cauta frente a una
posible expansión abusiva del daño moral contractual si comienza a alegarse
que todo disgusto o molestia sufrido por el incumplimiento obliga a la
reparación.253
No hay duda de que el daño moral pueden padecerlo las personas naturales. Pero
¿qué sucede con las personas jurídicas? La tesis de que el daño moral no es más
que el pretium doloris, unida a la concepción que enfatiza la artificialidad de la
persona jurídica, induce a negar tal posibilidad. Sin embargo, se abre paso la
posición que admite a las personas jurídicas reclamar el resarcimiento de daño
moral, entendido éste en un concepto más abierto y elástico que el dolor
psicológico, cuando se lesionan derechos de la personalidad como el honor, la
reputación, el crédito y la confianza comerciales, y éstos pueden aplicarse, de
acuerdo a sus propias modalidades de presentación en la vida social, a los entes
personificados.254
253
Domínguez, C., El daño..., cit., t. I, p. 355, sostiene que "La infracción del contrato supone siempre
molestias o desagrados, pero ello no significa que éstos puedan y deban ser indemnizados como daño
moral. Por el contrario, sólo debe ser resarcido por vía contractual el perjuicio extrapatrimonial producido a
resultas del incumplimiento y no ocasionalmente por él...". Illanes, Claudio, El daño moral en la
responsabilidad contractual, Folleto del Colegio de Abogados de Chile, Santiago, 1994, p. 13, señala que la
procedencia del daño moral en materia contractual debe ser calificada de excepcional: "no tiene la
concretización tan clara que presenta en la responsabilidad extracontractual. Por eso el criterio de un
tribunal debe ser restrictivo y la prueba muy concluyente". Para la jurisprudencia más reciente, véase en
esta misma obra, p. 27.
254
Fueyo, F., ob. cit., p. 119; Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, pp. 723 y ss.; Aedo, C., El daño moral... cit., p.
397.
255
En este sentido, Fernández, J., ob. cit., pp. 109-111. En Argentina, Tale, Camilo, "Daño moral a las
personas jurídicas", en El Derecho (B. Aires), Nº 8422, 1994, p. 2, defiende la resarcibilidad del daño moral
"al menos" para las personas sin fines de lucro.
ente en la sociedad, la consideración pública de su finalidad, su relación con otros
organismos de la misma clase, el uso de su nombre, la privacidad de la
correspondencia o documentación privada, etc., podrá pedirse resarcimiento a
título de daño moral. Ahora bien, es manifiesto que las personas jurídicas con
fines de lucro tienen predominantemente intereses patrimoniales y, por ello, en la
generalidad de los casos, la imputación se traducirá en un daño patrimonial. Lo
contrario sucederá con los entes sin fines de lucro.
Por cierto, deberá cuidarse de precisar que el daño sea atribuible a la persona
jurídica como tal, y no a los intereses de bien público o corporativo que desea
fomentar o proteger.256
256
Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, pp. 719 y ss. Larraín Páez, Cristián, "Algunas cuestiones relevantes
sobre el derecho al honor y la responsabilidad civil en particular, sobre el daño moral, el artículo 2331 del
Código Civil, y la legitimación activa", en Revista Chilena de Derecho Privado Nº 17, 2011, pp. 143-189, si
bien concuerda con la tendencia a indemnizar los daños morales sufridos por lesiones al honor de las
personas jurídicas, piensa que debería tenerse un criterio más estricto y excepcional que en el caso de honor
de las personas naturales, las que han de tener una protección mayor.
6. EXTENSIÓN DEL DAÑO MORAL. SUS POSIBLES CATEGORÍAS
Se suele decir que el daño moral comprende dos aspectos: el dolor físico
producido por la lesión y también la amargura o angustia moral de haberla
padecido. Esta última es la que alegarán las llamadas víctimas indirectas
(familiares del lesionado).
Esta partida del daño moral deberá ser avaluada según las circunstancias
subjetivas de cada víctima. Incluso puede que no se dé, por ejemplo, en aquellas
personas que estén inconscientes o que son incapaces de comprender el daño
recibido.
Con independencia del dolor psíquico que ha producido a la víctima, habrá daño
moral si se lesiona en forma directa e ilegítima un derecho de la personalidad,
como la honra, la intimidad, la imagen, el derecho de autor. En este sentido, una
persona en estado de coma, que no es consciente ni puede sufrir síquicamente
por la afectación de su honra o de su privacidad, tiene derecho a reclamar la
indemnización del daño infligido. Esta fórmula hace posible que las personas
jurídicas, que no pueden sentir o sufrir, sean no obstante dañadas moralmente si
se lesionan algunos de sus derechos propios de naturaleza extrapatrimonial (buen
nombre, reputación, intimidad, imagen, etc.).
257
Vicente, E., "El daño...", pp. 238-240.
reducirse al sufrimiento o perturbación de carácter psicofísico en el ámbito de la
persona", y producido como consecuencia de lesiones de los derechos de la
personalidad.258
258
Díez-Picazo, L., Derecho... cit., p. 328.
259
Vicente Domingo, Elena, Los daños corporales. Tipología y valoración, Bosch, Barcelona, 1994, p. 51.
260
Elorriaga De Bonis, Fabián, Configuración, consecuencias y valorización de los daños corporales,
Cuadernos Jurídicos, U. Adolfo Ibáñez Nº 1, Viña del Mar, 1995, p. 4. Lo sigue Aedo, C., El daño moral... cit.,
p. 295.
p. 186; C. Stgo., 9 de agosto de 1960, RDJ , t. LVII, sec. 4ª, p. 229; más
recientemente, C. Sup., 30 de julio de 2007, Rol Nº 1701-2007, LP 36818). Se
conceptualiza la muerte como un daño corporal, casi estrictamente patrimonial:
"En la indemnización de la muerte como daño pecuniario, como un lucro cesante
de los legitimados para reclamarlo, debe estimarse, para fijar el monto de
aquella, la juventud o edad del occiso, el trabajo que desempeñaba, la
remuneración o sueldo que percibía" (C. Sup., 23 de mayo de 1977, F. del
M. Nº 222, sent. 4, p. 108).
Una comprensión más integrada del daño corporal ha sido de alguna manera
recepcionada por fallos más actuales. Se ha dicho así que en la ponderación de
la indemnización del daño moral influye "la circunstancia de tratarse el actor de
un hombre joven, al cual se le restaron posibilidades serias de una vida más
grata y placentera" (C. Sup., 6 de septiembre de 1998, G.J. Nº 219, p. 168).
d) El daño estético
261
Elorriaga, F., Configuración..., cit., p. 18.
262
Procida Mirabelli di Lauro, Antonino, La riparazione dei danni alla persona, Edizione Scientifiche Italiane,
Napoli, 1993, p. 227.
incapacidad permanente o temporal, y que la indemnización debe aumentarse si
se prueba que la víctima presenta un daño superior al promedio por haber
cultivado con éxito alguna capacidad creativa, un talento particular, un hobby ,
etc. 263263
Nos parece que la mayor parte de los perjuicios que se intenta reunir bajo la
común denominación de "daño existencial" pueden ser suficientemente cubiertos
por el uso de las nociones de daño emocional y lesión a los derechos de la
personalidad, por lo que la nueva noción quizás puede prestar cierta utilidad para
una exposición más sistemática de la materia, pero no para una modificación de
los criterios en la decisión práctica.
263
Procida, A., ob. cit., p. 231.
264
Ziviz, Patrizia, "Alla scoperta del danno esistenziale", en Cendon, Paolo (dir.), La responsabilità
extracontrattuale. Le nuove figure di risarcimento del danno nella giurisprudenza, Giuffrè, Milano, 1994, p.
61.
salud, no entendida como la simple ausencia de enfermedad sino como un
estado de bienestar tanto físico como mental y social.265
Más complejos son algunos casos de más reciente data, en los que se pretende
que si existió algún error en la práctica de exámenes y diagnósticos prenatales y
por ello no se advirtió a la madre que su hijo venía con alguna malformación o
discapacidad, los centros o profesionales médicos deben indemnizar los daños
patrimoniales y morales que representa para los padres el nacimiento de un niño
enfermo (son los casos de " wrongful life "). Se hace ver que la madre, de haber
sabido la tara que afectaba al hijo, habría podido impedir su llegada al mundo por
medio de un aborto, que en los países en los que estos casos se plantea está
legalizado. Se trataría de una " pérdida de una chance ": el médico, con su error
de diagnóstico, habría impedido a la madre ejercer la posibilidad de elegir suprimir
la vida del niño enfermo y evitarse así la carga de cuidarlo.
265
Pedrazzi, Giorgio, "Il danno esistenziale", en Ponzanelli, Giulio (edit.), La responsabilità civile. Tredici
variazioni sul tema, Cedam, Milano, 2002, pp. 51 y ss.
El fallo adoptado por la asamblea plenaria de la Corte de Casación francesa
en el llamado "affaire Perruche" encendió la polémica no sólo en el foro, sino en
la opinión pública. El caso trataba de la indemnización solicitada por el hijo que
fue afectado por la rubéola de la madre mientras estaba en gestación y por ello
sufre de graves secuelas, en contra del médico y del laboratorio que practicaron
un examen a la madre embarazada y erróneamente descartaron que ella
estuviera contagiada. Se argumenta que de haberse practicado correctamente el
examen y de haberse alertado de la posibilidad de que el niño in utero sufría
malformaciones, la madre habría podido optar por abortarlo. Aunque los
tribunales de instancia en dos oportunidades rechazaron la demanda por falta de
nexo causal y por no tratarse de un daño resarcible, el pleno de la Corte
determinó que "desde que las culpas cometidas por el médico y el laboratorio en
la ejecución de los contratos contraídos con la Sra. X..., han impedido a ésta
ejercer su derecho de interrumpir su embarazo [abortar] a fin de evitar el
nacimiento de un hijo afectado por una discapacidad, este último puede
demandar la reparación del perjuicio resultante de esta incapacidad y causado
por las culpas referidas" (Cours de cassation, Arrêt Nº 457 de 17 de noviembre
de 2000). Este fallo produjo estupor en muchos sectores de la sociedad francesa
y en especial en las organizaciones de defensa de los discapacitados, que, con
razón, vieron aquí campear la tesis que pretende mensurar la vida según
estándares de calidad y declarar solemnemente que es mayor daño vivir con
una disminución física que no vivir. El legislador francés debió reaccionar para
evitar un torrente de pretensiones indemnizatorias. La Ley Nº 2002-303, de 4 de
marzo de 2002, relativa a los derechos de los enfermos y a la calidad del
sistema de salud, dispone ahora que "nadie [aunque haya nacido discapacitado]
puede alegar un perjuicio por el solo hecho de su nacimiento".
266
Seriaux, Alain, "Perruche. La Cour de Cassation entre mystère et mystification", en Le Dalloz 2002, Nº 25,
p. 2000, señala que "Admitiendo implícita si no necesariamente que una injusticia puede resultar de una
vida desgraciada que sólo una muerte puede impedir, la Corte de Casación habrá contribuido de manera
decisiva a entronizar entre nosotros la idea profundamente perversa, que se encuentra además ya en el
corazón de nuestra legislación sobre el aborto, que más vale no vivir que vivir privado de los goces de la
existencia". En nuestro país, comentando el caso Perruche, Tapia, Mauricio, "Responsabilidad civil médica:
riesgo terapéutico, perjuicio de nacer y otros problemas actuales", en Revista de Derecho (U. Austral), vol.
15, Nº 2, 2003, pp. 75-111, pretende que se distinga entre el "hecho del nacimiento" y el "hecho del
nacimiento con discapacidad", pero esto es inviable porque se trata del nacimiento de una persona singular
y única; si se estima daño nacer con discapacidad por no haber tenido la madre la oportunidad de abortar al
niño, se está afirmando -más allá de las disquisiciones filosóficas sobre vida y muerte- que ese concreto
discapacitado no debería haber nacido.
no: un hijo es siempre un don, y nunca una carga. Un ser humano, aunque
limitado y enfermo, es siempre una persona que incrementa la bondad y la belleza
del mundo. Tampoco la propia existencia puede ser considerada como un daño:
no se puede comparar, ni es admisible que alguien lo plantee, la no existencia con
la existencia. Si la vida humana es un valor fundamental de todo sistema jurídico
civilizado, su conceptualización como daño reparable no puede ser sino un
síntoma de desquiciamiento y barbarie.
Por de pronto, hemos de dejar constancia que las leyes que autorizan el
aborto, por más que algunos las planteen sólo como técnicas de
despenalización limitadas al campo penal, terminan por introducir la licitud del
aborto en todo el ordenamiento jurídico y determinan que la facultad de abortar
alcance en la práctica la categoría de un derecho subjetivo absoluto y
discrecional de la mujer: el derecho de dar muerte al hijo que lleva en sus
entrañas.
En estos países, al menos debe reconocerse que los médicos que omiten
informar a la madre de las malformaciones del feto cuando no existe ninguna
posibilidad de tratamiento y sí que la madre lo elimine recurriendo al aborto, no
incurren en un hecho ilícito, ya que no hacen sino cumplir con una exigencia de
derecho natural que debe prevalecer por sobre leyes positivas injustas.267
Por cierto lo anterior no se opone a que el hijo pueda reclamar el daño corporal
que le haya sido causado in utero o por una manipulación en técnicas de
procreación artificial. Tampoco a que el hijo reclame por la falla de un diagnóstico
prenatal que de haber sido hecho correctamente hubiera podido permitir un
tratamiento oportuno que le sanara de la dolencia que le aquejaba in utero. En
estos casos lo que se reclama es la lesión a la salud (por tanto, de un bien propio
de la vida) del propio nasciturus .
Nada se opone tampoco a que los llamados casos de wronglife sean objeto de
prestaciones y ayudas de la seguridad social para permitir un mejor
desenvolvimiento e integración familiar, escolar y social del discapacitado. Esto es
justamente lo contrario que tratarlo como daño y rebajarlo a la categoría de
indemnización monetaria: es considerarlo como persona cuya vida y desarrollo es
un bien para todos.
Tanto en Europa como en Estados Unidos la tendencia es a rechazar las demandas por el perjuicio de vivir
(wrongful life): cfr. Macía Morillo, Andrea, "Panorama de la responsabilidad civil de los profesionales
sanitarios por wrongful birth y wrongful life", en Revista Chilena de Derecho Privado Nº 12, 2009, pp. 167-
206.
267
Sambrizzi, E., ob. cit., p. 290.
7. ¿ES NECESARIO PROBAR EL DAÑO MORAL?
Como todo daño, el de carácter moral debe probarse. Proceden para ello todos los
medios de prueba admisibles legalmente.268
268
Fueyo, Fernando, ob. cit., p. 105; Lecaros Sánchez, José Miguel, "La determinación del 'cuántum' en la
indemnización del daño moral", en AA.VV., Instituciones Modernas de Derecho Civil. Homenaje al profesor
Fernando Fueyo Laneri, ConoSur, Santiago, 1996, p. 459.
apreciación equitativa y razonable por el tribunal" (C. San Miguel., 8 de agosto
de 1989, RDJ , t. LXXXVI, sec. 4ª, p. 73); que "Es obvio el sufrimiento de la
madre de la víctima" (C. Stgo. 22 de agosto de 1990, G.J. Nº 122, p. 72); que "El
daño moral por la muerte de una hermana es una realidad que emana de la
naturaleza de las cosas y, por ende, no necesita probarse" (C. Stgo., 22 de
mayo de 1991, G.J. Nº 131, p. 92) ; que "El daño moral representado por las
actoras [muerte del cónyuge y del padre] no requiere mayor prueba, atendida su
naturaleza" (C. Stgo., 29 de marzo de 1971, RDJ , t. LXVIII, sec. 4ª, p. 193); que
no es necesario que se rinda prueba para acreditar el daño moral, "por cuanto
es obvio que la pérdida de un ser querido produce dolor y aflicción en la víctima"
(C. Sup., 13 de noviembre de 1997, G.J. Nº 209, p. 80); que "de todo mérito de
autos fluye la necesaria angustia que ha debido sufrir la demandante ...por el
solo hecho de las graves lesiones que en el accidente recibió su hijo ...que se
traduce en la prolongada preocupación e incertidumbre en torno a la
recuperación del aquél" (C. Stgo., 7 de mayo de 1997,G.J. Nº 203, p. 161); que
"atendida la gravedad de los hechos, la aflicción que debía significar, el ser
atacado en su oficina profesional no sólo para el ofendido directo sino que
también su familia..." son factores para determinar prudencialmente la
indemnización por daño moral (C. Sup., 4 de noviembre de 1997, RDJ , t. XCIV,
sec. 4ª, p. 258); que "el resarcimiento del daño moral experimentado por las
demandantes a raíz del accidente en que perdió la vida su deudo, cuya
determinación pecuniaria queda entregada a la discreción del juez de la causa y
que los sentenciadores regularán prudencialmente y en la forma en que más
condigna con el mérito del proceso, teniendo en cuenta no sólo el pesar o dolor
que aquéllas han debido soportar, sino también la actuación que le cupo a la
víctima" (C. Valparaíso, 27 de abril de 1998, G.J. Nº 214, p. 93); y que influyen
en la determinación del daño moral "lo irracional e incomprensible de la muerte
...ocurrida en un sitio exento de todo riesgo o peligro, lo que ha debido
intensificar hasta el extremo el dolor y aflicción sufridos por los progenitores"
(C. Sup., 27 de abril de 1998, G.J. Nº 226, p. 56). Un fallo de la Corte de
Concepción ha estimado que de la muerte del progenitor deriva en un daño
moral para sus hijos, pues ello "les ha originado, naturalmente, sufrimientos
físicos por el dolor, pesar, angustias y molestias psíquicas que sufre una
persona en sus sentimientos a consecuencia del hecho ilícito, porque es lo
normal que así ocurra en semejantes situaciones" (C. Concep., 30 de marzo de
2007, Rol Nº 3205-2005, MJ 9764). Por su parte, la Corte Suprema ha fallado
que "la naturaleza del dolor no hace indispensable la prueba sobre el mismo,
sino que se trata de un hecho evidente que las lesiones físicas y mentales
sentidas por un sujeto producen un sufrimiento, que no requiere de evidencia,
pero que, en todo caso, debe ser indemnizado por la persona que los ocasionó"
( C. Sup., 2 de agosto de 2007, Rol Nº 1686-2007, LP 36803).
Según una posición más extrema, el daño moral no requeriría prueba, puesto
que la sola constatación de una lesión a un derecho extrapatrimonial genera el
perjuicio, quedando el juez atribuido de la facultad discrecional de constatarlo y
avaluarlo.
Así, se ha dicho que "cualquiera sea la estabilidad emocional de una
embarazada, es un hecho indubitable que un choque de la envergadura del
objeto de esta causa —en la que el vehículo que conducía la demandada resulte
con pérdida total— provoca en la afectada un estado emocional de, a lo menos,
preocupación por el estado de la criatura que nacerá, lo que por otra parte en el
proceso está acreditado con prueba testimonial ... en los casos de atentados en
contra de derechos personalísimos del ser humano que no tienen contenido
económico, el solo hecho de producirse el hecho atentatorio produce el daño
moral, cuyo monto a indemnizar queda entregado a la determinación del juez,
atendida las facultades del responsable, pero especialmente deberá considerar
las facultades, condiciones y situación personal del ofendido, tanto individual
como en la comunidad y la manera en que ha sido afectado en sus actividades
normales" (C. Stgo., 1º de julio de 1997, RDJ , t. XCVI, sec. 2ª, p. 79).
A nuestro juicio, la posición que sostiene que el daño moral no precisa prueba
es incorrecta, y desnaturaliza la función reparadora de la responsabilidad civil. El
daño moral como requisito de la acción de responsabilidad debe ser acreditado
legalmente. La sola transgresión de un derecho patrimonial o no patrimonial no es
bastante para sostener la reparación, es necesario que se acredite que la violación
ha causado un daño; una pérdida efectiva, un menoscabo de las condiciones
materiales o inmateriales de la persona afectada. Sostenemos, por tanto, la
vigencia del principio general de que el daño debe ser probado en el proceso.269
269
En el mismo sentido, Domínguez, C., El daño..., cit., pp. 716-718.
270
Aedo, C., El daño moral... cit., p. 314.
8. LA AVALUACIÓN DEL DAÑO MORAL. TENDENCIAS HACIA LA TARIFICACIÓN
Aparte de las dificultades de prueba del daño moral, los tribunales se enfrentan a
la dificultad de traducir lo que es un concepto intangible en una realidad monetaria
y lucrativa. La avaluación del daño es una facultad privativa de los tribunales del
fondo y no es susceptible del control de casación (C. Sup., 7 de mayo de
1998, RDJ, t. XCV, sec. 1ª, p. 38; C. Sup., 7 de agosto de 2008, Rol Nº 935-
2008, LP 39624).
Ante estas dificultades, que son más patentes en los llamados daños corporales,
se han propiciado por la doctrina, y aceptado por la legislación, sistemas de
tarificación previa de los daños corporales. Es lo que sucede en España para los
accidentes de circulación, para los que se ha establecido una especie de sistema
de puntuación atendiendo a las lesiones sufridas por el accidentado. Sin embargo,
el sistema es cuestionado y tachado de inconstitucional por violentar el principio
de igualdad ante la ley. Según sostiene Díez-Picazo, el principio de igualdad se
opone a estos sistemas por tres razones: primero, ya que no se entiende por qué
los daños causados por accidentes sufren limitación legal y no los ocasionados en
otros sectores; segundo, no hay razón para que los daños a las cosas sean
indemnizables sin baremos legales y sí lo sean los daños a las personas, siendo
estos de valoración constitucional superior; tercero, no se entiende por qué ciertos
daños tienen limitación o no según si son consecuencia de lesiones corporales o
materiales (así el lucro cesante del taxista por el daño al vehículo sería reparable
íntegramente; mientras que el mismo lucro cesante fundado en una lesión física
sufrida por el conductor quedaría afecto a la tarificación legal).272
271
Entre nosotros, se señala que de un extremo (negar la indemnización del daño moral) se está pasando al
otro (convertir la indemnización en objeto mercantil sometido al espíritu de lucro que es propio de la
actividad comercial). Cfr. Vergara Bezanilla, José Pablo, "La mercantilización del daño moral", en Revista de
Derecho (Consejo de Defensa del Estado) Nº 1, 2000, pp. 67-79.
272
Cfr. Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., pp. 185 y ss., en especial, pp. 199-200.
tarea que les corresponde y que es especialmente ardua: "Ellas constituyen el
único modo posible de armonizar la doctrina jurisprudencial y de reducir los
posibles excesos a que una aplicación incorrecta de la discrecionalidad judicial
conduce y que, con toda razón, son fuente de permanente crítica".273
273
Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, p. 714.
9. JURISPRUDENCIA SOBRE DAÑO MORAL
Para nuestros tribunales la gran fuente de daño moral es el dolor producido por
la muerte de un ser querido o por las lesiones e incapacidades sufridas con
ocasión de un hecho que afecta la integridad física. Entre los casos recientes,
podemos mencionar la muerte del progenitor (C. Concep., 30 de marzo de 2007,
Rol Nº 3205-2005, MJ 9764; C. Sup., 7 de agosto de 2008, Rol Nº 935-
2008, LP 39624), del cónyuge (C. Sup., 30 de julio de 2007, Rol Nº 1701-
2007, LP 36818) y, en general, la de un familiar cercano (C. Stgo., 6 de
diciembre de 2007, Rol Nº 725-2004, LP 38098). No hay una distinción, como se
observa en otras latitudes, entre daño corporal o biológico (daño a la salud) y
daño espiritual o propiamente moral.
Como daño moral son consideradas también las lesiones que motivan dolor
físico y psíquico. No se hacen mayores distinciones entre el sufrimiento físico y
el de carácter espiritual o emocional: "Las personas afectadas por la ilicitud del
hecho del reo han debido soportar un dolor físico y moral, como se acredita con
los informes de lesiones... que acreditan que el querellante y su esposa sufrieron
lesiones de mediana gravedad, con una incapacidad de 26 a 28 días, en cada
caso, y que debe serles indemnizado" (C. Pdte. Aguirre Cerda, 11 de julio de
1984, RDJ, t. LXXXI, sec. 4ª, p. 123).
Por regla general, los tribunales declaran sin problemas esa presunción de
sufrimiento cuando se trata de parentesco próximo o directo (de sangre), aunque
suelen apoyarse también en declaraciones testimoniales: "Que, sin embargo, a
fin de evitar la multiplicidad de acciones por daño moral, ya que podrían ser
numerosísimas las personas que se lamentaran del mal acaecido a otra a
pretexto del afecto que le tenían, su indemnización sólo debe acordarse en favor
de aquellas que acrediten haber sufrido real y efectivamente un dolor profundo y
verdadero. Esta prueba, dice el autor antes citado [Alessandri], será fácil cuando
el demandante sea un pariente muy próximo del difunto (cónyuge, padre, hijo):
su parentesco legal hará presumir la efectividad de ese dolor, a menos que se
demuestre lo contrario, como por ejemplo, tratándose de cónyuges que estaban
divorciados o de padres e hijos que estaban en malas relaciones. El vínculo de
parentesco hace suponer la depresión, dolor o angustia en que se traduce el
daño moral invocado" (Se citan fallos anteriores como RDJ,t. LIII, sec. 4ª,
p. 38; RDJ, t. XXXVIII, sec. 1ª, p. 239; RDJ, t. LXIII, sec. 1ª,
p. 235; RDJ, t. LXVIII, sec. 4ª, p. 193) (2º Juzgado de Concepción, confirmada
mediante queja rechazada por C. Sup., 15 de diciembre de 1983, RDJ, t. LXXX,
sec. 1ª, p. 128; en el mismo sentido más recientemente C. Concep., 9 de junio
de 2008, Rol Nº 1599-2007, LP CL/JUR/5667/2008).
Los tribunales han estimado igualmente que el hecho de que los padres de un
lesionado hayan obtenido la nulidad de su matrimonio, no les impide demandar
daño moral por la lesión sufrida por el hijo (C. Stgo., 4 de septiembre de
1991, RDJ , t. LXXXVIII, sec. 4ª, p. 141). Tampoco se ha estimado óbice el
hecho de que la cónyuge de la víctima haya contraído nuevo matrimonio (C. P.
Aguirre Cerda, 1º de abril de 1981, RDJ, t. LXXVIII, sec. 4ª, p. 52).
No obstante, hay casos en los que se exige algo más que la acreditación del
vínculo. Ha dicho la Corte de Santiago que el daño producido por la muerte de
un familiar o amigo "puede alcanzar a muchas personas que sienten dolor por la
pérdida de [un] ser querido y admirado. En principio, todas aquellas personas
que por la muerte de la víctima directa sufran un perjuicio moral están
habilitadas para solicitar su reparación", pero precisa que "cabe tener presente
que, no obstante tener este carácter, quien lo reclama no queda liberado de
acreditarlo" (C. Stgo., 6 de diciembre de 2007, Rol Nº 725-2004, LP 38098).
Así, se ha considerado insuficiente la mera comprobación de la calidad de
hermana de la víctima: "Sólo hay el hecho en el proceso de que es hermana
legítima de la ofendida; pero fuera del parentesco no se ha establecido que
entre ellas haya, además del vínculo legal, uno afectivo, ni tampoco alguna
circunstancia tal como, por ejemplo, que vivan juntas, que se visiten con
frecuencia, que la querellante cuidaba de la ofendida durante su enfermedad, ni
ninguna otra que haga presumir que N.N. sufrió, a causa de la agresión de que
fue víctima su hermana, un daño que deba ser indemnizado. Por lo tanto,
p rocede rechazar su acción" (C. Stgo., 8 de agosto de 1983, RDJ,t. LXXX, sec.
4ª, p. 90) .
f) Criterios de avaluación
Están contestes los tribunales en que la avaluación del daño moral es una
cuestión que está entregada a la discreción y prudencia del juzgador. Sin
embar go, no se trata de una decisión caprichosa o que pueda proceder sin
fundamento racional. Más bien, se aprecia un gran esfuerzo por justificar la
avaluación del perjuicio moral mediante la aplicación de criterios diversos,
aunque todavía no aparezcan del todo afinados ni suficientemente
sistematizados.
Otras decisiones judiciales ponen el acento para efectuar la tasación del daño
moral en la situación de menoscabo en la que queda el ofendido: "Corresponde
al juez regular prudencialmente la satisfacción mediante una suma de dinero, del
daño moral, pero teniendo como parámetros para fijar su monto tanto la
naturaleza del hecho culpable y del derecho agraviado como las facultades del
autor; pero, principal y esencialmente, deberá considerar las facultades,
condiciones y situación personal del ofendido tanto individual como en la
comunidad, y la manera como ha sido afectado en sus actividades normales"
(Cuarto Juzgado de Policía Local de Santiago, 4 de junio de 1984; C. Stgo., 13
de marzo de 1985, RDJ, t. LXXXII, sec. 2ª, p. 6).
274
Fueyo, F., ob. cit., p. 110.
criterios, y menos la justificación de que entre a tañer la capacidad económica,
tanto de la víctima como la del autor del daño.275
En un caso que permanece aislado, se estimó que los padres legítimos del
menor no pueden pedir indemnización separada por el daño moral que cada uno
de ellos ha sufrido. Se funda la sentencia en que este tipo de daño resulta ser
indivisible. Veamos la sentencia: "No puede aceptarse el pago de
indemnizaciones separadas para cada uno de los padres del menor, ...por
concepto de daño moral que puede haber experimentado cada uno de ellos a
consecuencia de las lesiones sufridas por su hijo, porque por su propia
naturaleza el dolor que afecta a varias personas a la vez, en las condiciones
conocidas, tiene como origen un solo hecho, y aunque se extienda a todos ellos
constituye un todo indivisible, ya que no podría determinarse si cada persona ha
275
En contra, Lecaros, José Miguel, ob. cit., pp. 458-459, piensa que éste es un factor que normalmente no
es explicitado en las sentencias, pero que está presente, ya que el juzgador tratará de no imponer una
situación ruinosa al condenado, de manera de no sustituir una injusticia por otra.
sufrido un daño distinto y el grado o intensidad de ese dolor para poder solicitar
las sumas de dinero adecuadas y equivalentes a la intensidad que cada cual
experimentó a consecuencias del hecho ilícito que le da origen" (C. Stgo., 23 de
julio de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 4ª, p. 105). El fundamento del fallo no parece
sólido, y está contradicho por resoluciones de la misma Corte, como la que se
cita más arriba, en que no tuvo problemas para dividir la indemnización
considerando que los padres habían anulado su matrimonio.
Entre el comportamiento volu ntario e ilícito del autor y el daño sufrido por la
víctima debe existir una relación o nexo. La relación es la de "causa-efecto": el
hecho ilícito ha de ser considerado la causa del daño, y el daño el efecto del
hecho ilícito. Este requisito, llamado "relación de causalidad", está contenido
implícitamente en varias reglas del Código Civil: el art. 2314 señala que, para ser
fuente de responsabilidad, el delito o cuasidelito debe haber "inferido daño a otro";
el art. 2318 dice que el ebrio es responsable del daño "cau sado por su delito o
cuasidelito"; el art. 2319 habla de los "daños causados" por incapaces; el art. 2325
se refiere también a "daños causados" por dependientes. A nuestro juicio,
además, está expresamente exigido en el inciso primero del art. 2329, cuando
señala que "por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o
negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta". Ese vínculo de
imputación ("que pueda imputarse"), es justamente lo que denominamos
causalidad jurídica.
La Corte Suprema ha dicho que "la relación de causalidad no está definida por el
legislador, por lo que debe entenderse en su sentido natural y obvio... E ntre un
acto ilícito y un determinado daño existirá relación causal si el primero engendra al
segundo y éste no puede darse sin aquél" (C. Sup., 16 de octubre de
1954, RDJ, t. LI, sec. 1ª, p. 488). Recientemente, siguiendo la definición anterior,
la ha caracterizado como el "nexo que concurre cada vez que el primero engendra
el segundo y, por ello, éste no puede darse sin aquél. En otras palabras, existe
relación de causalidad cuando el hecho doloso o culposo es la causa directa y
necesaria del daño causado" (C. Sup., 4 de abril de 2011, Rol Nº 7270-
2009, LP 48704).
276
C fr. Prosser, W., y otros, ob. cit., pp. 263 y ss. Sobre el tema, cfr. Corral Talciani, Hernán, "La relación de
causalidad en el sistema de Torts del Common Law", en Martinic, María Dora (Coord.), Nuevas tendencias
del Derecho, LexisNexis, Santiago, 2004, pp. 141-162.
2. EL ANÁLISIS DE LA CAUSALIDAD. CAUSAS Y CONDICIONES
a) Teorías empiristas
277
Exponemos estas teorías siguiendo fundamentalmente a Larrauri, Elena, "Imputación objetiva. (Notas
preliminares para una discusión sobre la imputación objetiva)", en Bustos Ramírez, Juan, y Larrauri, Elena, La
imputación objetiva, Temis, Bogotá, 1989, pp. 39 y ss. y a Alterini, Atilio, Responsabilidad civil, 3ª edición,
reimp. Abeledo Perrot, 1999, pp. 143 y ss.
278
Roxin, Claus, Derecho Penal. Parte general, trad. D. Luzón, M. Díaz y J. de Vicente, Civitas, Madrid, 1997,
t. I, pp. 348-349.
queda dicho, todas las condiciones son causa del resultado, en el sentido de que
sin su concurrencia el hecho dañoso no habría tenido lugar.
Resulta curioso que esta teoría sea también muy popular en el ámbito
anglosajón. Muchos tribunales del common law aplican para determinar la
causalidad la regla "but for " o "sine qua non ", que sostiene lo siguiente: la
conducta del demandado es una causa del hecho si el hecho no habría ocurrido
si no fuera por ("but for ") esta conducta; a la inversa, la conducta del
demandado no es causa del hecho, si el hecho habría ocurrido sin ella.279
La teoría tiene la gran virtud de la simplicidad, lo que explica el arraigo que hasta
ahora encuentra en los tribunales. Sin embargo, en el plano doctrinal ha sido
objeto de severas críticas que denuncian sus deficiencias en supuestos causales
más complejos, como, por ejemplo, cuando existe causalidad acumulativa en que
actúan dos causas independientes que por su confluencia producen el resultado,
pero que si se eliminara mentalmente cualquiera de ellas debería llegarse a la
conclusión de que ninguna es la causa, produciendo la impunidad del hecho, o
cuando se ignora la ley causal general bajo la cual puede hacerse el ejercicio de la
supresión mental hipotética (así, por ejemplo, en los casos de daños imputados a
la talidomida cuando se ignoraba la relación causa-efecto entre el medicamento y
las malformaciones ocurridas). Otra crítica de esta teoría provino de advertir que,
aplicada con rigor, conducía a una extensión exagerada de la responsabilidad, ya
que cualquier hecho situado en la cadena de acontecimientos en la que luego se
inserta el resultado podía ser considerado causa del mismo. En los casos típicos
reseñados en el Nº 3, esta teoría afirma en todos la responsabilidad del agente,
incluso del que aconseja a alguien viajar en avión, si éste cae. Llevando las cosas
al extremo, podría imputarse la causalidad de un homicidio a los padres que
procrearon al asesino.
Roxin plantea esta refutación en los siguientes términos: "Si por ejemplo se
quiere saber si la ingestión del somnífero 'contergan' durante el embarazo ha
causado la malformación de los niños nacidos subsiguientemente, ...no sirve de
nada suprimir mentalmente el consumo del somnífero y preguntar si en tal caso
habría desaparecido el resultado, pues a esa pregunta sólo se puede responder
si se sabe si el somnífero es causal o no respecto de las malformaciones, pero
si eso se sabe, la pregunta está de más. En una palabra: la fórmula de la
supresión mental presupone ya lo que debe averiguarse mediante la misma". 280
279
Prosser, W., y otros, ob. cit., p. 266.
280
Roxin, C., ob. cit., t. I, p. 350.
La teoría de la "causa adecuada" viene a tratar de corregir las deficiencias de la
teoría de la equivalencia, haciendo una distinción entre las condiciones que
concurren en la producción del daño. La teoría ha sido atribuida a Johannes von
Kries, aunque fue desarrollada por Von Bar.
Esta construcción afirma que no todas las condiciones son idóneas o adecuadas
para generar el resultado, y que, por tanto, no todas ellas pueden considerarse
causas del mismo. Se hace necesario, entonces, para determinar la relación de
causalidad, una valoración de adecuación entre las condiciones y el resultado.
Sólo será causa del mismo la condición que es adecuada por sí misma para
generar el resultado realizado en la situación concreta. El juicio de adecuación
proviene de los datos de la experiencia afincados en el prototipo de un hombre
prudente más los conocimientos particulares del autor. De esta manera, se afirma
que deben considerarse las circunstancias fácticas del hecho que sean conocidas
o cognoscibles para un hombre medio (saber ontológico) más el conocimiento que
se tenga o sea posible tener sobre el funcionamiento de las leyes de la naturaleza
física respecto del hecho (saber gnomológico). La teoría toma en cuenta lo que
habría podido conocer (en el plano de lo fáctico y de la experiencia general) un
hombre promedio, pero a ello añade los conocimientos particulares que tenga el
autor. Con este cúmulo de conocimientos, se puede analizar si la condición puesta
por el autor aparece como apropiada para producir el resultado, en el sentido de
que era previsible que lo generara.
b) Teorías normativas
Mezger ha sido el autor de la teoría que por primera vez reconoce en forma
explícita que la cuestión de la identificación de la causalidad funciona en dos
planos diversos: el ontológico o empírico y el normativo. Para saber qué
condiciones son causas en el plano empírico se reconoce la validez de la teoría de
la equivalencia: todas las condiciones son causas desde el punto de vista
meramente empírico. Pero este análisis no basta al jurista, ya que, jurídicamente,
no todas las causas son equivalentes. Para el derecho sólo pueden ser tomados
en cuenta los procesos causales relevantes. La relevancia de la causa se
determina siguiendo los criterios de previsibilidad utilizados por la teoría de la
adecuación.
281
Prosser, W., y otros, ob. cit., p. 267.
imputación, es decir, el intento de delimitar dentro de los acontecimientos
accidentales un hecho que puede ser considerado como propio (imputable) de un
hombre. Cuando se pone el caso del que envía a otro a un paraje tormentoso con
la esperanza de que le caiga un rayo, la pregunta que interesa en derecho no es si
la acción del primero ha sido la causa de la muerte del segundo, ya que ello es
obvio desde un punto de vista empírico. La cuestión debería ser si se le puede
imputar como un "hecho propio" o si debe ser visto como un mero acontecimiento
accidental. La pregunta por la causalidad pasa así a ser una pregunta por una
imputación. Larenz piensa que esta imputación es posible cuando el hecho puede
ser visto como la realización de la voluntad del sujeto que actúa desde una
perspectiva teleológica (la posibilidad de prever y dirigir o dominar el curso causal
hacia una determinada finalidad). De esta manera, habrá causalidad (imputación)
cuando el hecho, con sus consecuencias, es previsible y dominable. Esta tesis
será más tarde complementada por el pensamiento de Honig, quien afirma que
sólo son imputables (causales) los resultados que aparecen como previsibles y
dirigibles, en el sentido de colocados, finalmente, por la voluntad.
Así, en los casos en los que alguien manda a otro a un bosque donde amenaza
una tormenta, si le induce a tomar un avión con la esperanza de que caiga o a
visitar un país contagiado con una epidemia con la ilusión de que contraiga la
enfermedad, el hecho de que se produzca el resultado lesivo esperado por el actor
no puede serle imputado objetivamente, ya que nada ha hecho para incrementar
el riesgo general que hubiera estado presente igualmente sin su proceder. Sólo la
creación de un riesgo superior al riesgo general de la vida y que, además, sea
jurídicamente desaprobado puede ser imputable al autor y generará
responsabilidad. De esta forma, se afirma la imputación (causalidad) si la acción
humana ha creado un riesgo jurídicamente desvalorado siempre que éste se haya
dado en el resultado.
282
Roxin, C., ob. cit., t. I, p. 364.
disminución del riesgo: si el actor actúa para disminuir el riesgo ya existente, su
actuar no es imputable, como por ejemplo si intenta desviar el proyectil para que
lesione una zona corporal menos vital; 2º) La creación de un riesgo
jurídicamente relevante: aquí se acude al criterio de la adecuación que estima
que sólo es relevante el riesgo que era objetivamente previsible (así, por
ejemplo, el que golpea a otro y da lugar a que muera como resultado del choque
de la ambulancia que lo llevaba al hospital, no puede ser imputado por el
resultado muerte, ya que dar lugar a un recorrido en ambulancia no es un riesgo
jurídicamente relevante); 3º) Aumento del riesgo permitido: si el actor ha actuado
con negligencia pero el resultado lesivo se hubiera producido del mismo modo
aunque hubiera obrado correctamente, se puede afirmar la imputación en la
medida en que el actor con su proceder negligente ha aumentado el riesgo
permitido por la norma (así, por ejemplo, si un fabricante entrega, con infracción
de los reglamentos, un material no desinfectado a sus operarios, y alguno de
estos fallece por la contaminación, habrá responsabilidad aunque se pruebe que
aun cumpliendo con los reglamentos no se hubiera evitado la muerte de la
víctima); 4º) La esfera de protección de la norma: los daños que pueden ser
imputados son aquellos causados dentro del ámbito de protección de la norma
que los prohíbe: así, por ejemplo, no puede imputarse al homicida
el shockemocional que le produce a un tercero la noticia de la muerte de la
víctima, ya que el riesgo de estas consecuencias secundarias no está incluido
en la prohibición del homicidio; 5º) La realización del plan del autor: este criterio
sirve para afirmar la imputación (causalidad) cuando se produce una desviación
del curso causal, pero que es adecuado a la finalidad planeada por el autor,
como si alguien lanza a otro a un río con la finalidad de que muera ahogado y
éste muere al golpearse la cabeza con un puente.
5. NUESTRA POSICIÓN
Para corregir estos puntos, nos parece que la teoría de la imputación objetiva,
con sus adecuaciones al campo civil, debería proporcionar resultados
satisfactorios. Estimamos de este modo que la previsibilidad del resultado
complementado con el análisis del incremento ilícito del riesgo ordinario de la vida
constituyen el nexo de causalidad para los efectos de atribuir responsabilidad civil
al agente.
El incremento del riesgo ordinario debe también ser tomado en cuenta para
excluir como causales las acciones humanas que, aun cuando hayan operado
283
Cfr. Alterini, A., ob. cit., p. 160. En Chile, Veloso Valenzuela, Paulina, "La previsibilidad es una condición o
requisito de la culpa y no de la relación causal", en Martinic, María Dora (Coord.), Nuevas tendencias del
Derecho, LexisNexis, Santiago, 2004, pp. 249 y ss. postula, en cambio, que la previsibilidad se examine sólo
cuando se trate de los factores de imputación, y no en sede de nexo causal.
sobre hechos previsibles, no son constitutivas por sí mismas de un incremento real
de los riesgos generales e inevitables de toda convivencia humana. De esta forma,
un simple consejo de pasear por un paraje donde suelen desatarse tormentas con
relámpagos o de tomar un avión que puede caerse o de visitar una zona inhóspita
donde se puede contraer una enfermedad mortal, no puede atribuir jurídicamente
responsabilidad en el resultado si la muerte en realidad se produce, aun cuando el
hecho haya sido efectivamente previsto (y deseado) por el agente. En todos estos
casos, el agente no pone nada de su parte para incrementar con su acción el
riesgo general que todas esas actividades poseen y por ello no puede afirmarse
que la realización del siniestro pueda ser atribuible a su voluntad. Por la misma
razón deberá negarse la causalidad en los procesos en los que el agente actúa
para mitigar los efectos de un riesgo que no fue causado por él (como si intenta
desviar el proyectil para que no impacte en una zona vital del cuerpo de la víctima,
aunque sea previsible para él que la bala igualmente la herirá).
284
En este sentido, Pantaleón, Fernando, "Causalidad e imputación objetiva. Criterios de imputación", en
AA.VV., Centenario del Código Civil, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1990, t. II, p. 1578: "no habrá
existido tal incremento de riesgo y, por ende, no cabrá imputar objetivamente el resultado, cuando se
constate con seguridad o con una probabilidad rallana en la certeza que un resultado sustancialmente
idéntico al acaecido se habría producido también de haber obrado el dañante diligentemente".
285
En doctrina nacional, puede verse Araya Jasma, Fernando, La relación de causalidad en la responsabilidad
civil, LexisNexis, Santiago, 2003, passim, y en esp. p. 38, señala que pueden usarse las distintas teorías para
alcanzar soluciones justas, por ejemplo, la teoría de la equivalencia de las condiciones para configurar la
responsabilidad, la causa adecuada para limitar la extensión de los daños y la de eficacia predominante en
caso de reparto de responsabilidades.
6. LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD EN LA JURISPRUDENCIA
Nuestros tribunales han preferido muchas veces pasar por alto el problema y
resolverlo sin entrar en mayores explicaciones. Así, por ejemplo, en el caso
"Puelche", la Corte Suprema ordenó que se indemnizara el daño moral de la
víctima que, con motivo de la retención ilegal de la embarcación y el largo
proceso para liberarla, sufrió depresiones, una grave enfermedad derivada de
ese estado, que, en definitiva, le condujo a la muerte por cáncer pulmonar (lo
que ocurrió durante la tramitación del proceso). El tribunal, sin mayores
consideraciones, prescindió del hecho de la muerte, estimando implícitamente
que no tenía su causa en el hecho ilícito: "Naturalmente que este tribunal no
puede pronunciarse acerca del grado en que estos sucesos pudieron influir en
su posterior fallecimiento, y por consiguiente esta circunstancia no es
susceptible de ser motivo de indemnización en la presente causa" (C. Sup., 6 de
noviembre de 1981, RDJ,t. LXXVIII, sec. 5ª, p. 326). En otro caso, un
motociclista a consecuencia de un accidente sufre fracturas, tiene que
permanecer hospitalizado y es intervenido quirúrgicamente; luego, durante su
tratamiento contrae una osteomielitis crónica que le ocasiona como secuela el
acortamiento de una pierna. La Corte Suprema con la expresión general de que
" A causa del accidente " la víctima ha permanecido largos períodos en reposo y
sometido a tratamientos, ha debido interrumpir sus estudios universitarios en La
Serena y habiendo sido una persona alegre y comunicativa, se ha tornado
retraída y huraña, y como secuela del accidente padece de cojera, ordena
indemnizar todo ello como daño moral (C. Sup., 13 de octubre de
1983, RDJ, t. LXXX, sec. 4ª, p. 109).
Pero, como se observa, se rehúye indicar en este caso si se aceptó una tesis
distinta de la e quivalencia de las condiciones. Por el contrario, la Corte
Suprema en forma expresa mantiene su adhesión a esta teoría. Ya en 1960
sostenía que "Hay concatenación causal entre la acción del reo, que manejó su
automóvil en forma deficiente e imprudente y que chocó o rozó el otro automóvil
que lo precedía, y el hecho de que el chofer de éste al sufrir e sa colisión
perdiera el control del vehículo y chocara contra la muralla, produciendo lesiones
a sus pasajeros. Por tanto, es indudable que dentro de la teoría comúnmente
aceptada de la equivalencia de las condiciones, en que se estiman de igual valor
las distintas condiciones o causas que generan el resultado producido, la acción
del reo fue causa del accidente y de las lesiones que sufrieron los ocupantes del
auto chocado por él" (C. Sup., 11 de enero de 1960, RDJ, t. LVII, sec. 4ª, p. 7).
286
Cfr. Baraona González, Jorge, "La causa del daño en la jurisprudencia reciente (con especial referencia a
la responsabilidad extracontractual)", en Vargas Pinto, Tatiana, La relación de causalidad. Análisis de su
relevancia en la responsabilidad civil y penal, Cuadernos de Extensión Jurídica Universidad de los Andes, Nº
15, 2008, pp. 59-113.
7. LA MULTIPLICIDAD DE CAUSAS
b) Pluralidad de agentes
287
Concepción Rodríguez, José Luis, Derecho de daños, Bosch, 2ª edición, Barcelona, 1999, p. 89.
intervención puede estar comprendida dentro de las situaciones de riesgo que
pretende cubrir el régimen. Por tanto, para que la acción de un tercero pueda
servir de exclusión de la responsabilidad ha de ser considerada del todo ajena al
ámbito de aplicación de la ley especial.288
Otro supuesto ocurre cuando las acciones de los agentes, en cambio, pueden
considerarse todas causas del daño, aunque fueron realizadas de modo
independiente, como, por ejemplo, si dos industrias vierten sus desechos tóxicos a
un cauce de agua, que produce la intoxicación de quienes beben de él. En este
caso, pareciera que, siendo ambas conductas causa del daño, deben contribuir a
su reparación en proporción a la entidad causal de sus comportamientos.289
En tercer término, puede suceder que los agentes no sólo hayan puesto causas
independientes del daño, sino que sean partícipes de la acción dañosa, cuya
autoría puede considerarse plural. Existiendo, entonces, unidad de hecho y
pluralidad de agentes responsables, procederá la responsabilidad solidaria que
establece el art. 2317.
288
Reglero, L. Fernando, "El nexo causal. Las causas de exoneración de responsabilidad: culpa de la víctima y
fuerza mayor. La concurrencia de culpas", en Reglero, L. Fernando (coord.), Tratado de responsabilidad civil,
Aranzadi, Navarra, 2002, pp. 356-359.
289
Concepción, J. L., ob. cit., pp. 98 y ss. Señala, sin embargo, que se discute esa conclusión si no es posible
deslindar con precisión las diferentes responsabilidades, decantándose en tales casos la jurisprudencia del
Tribunal Supremo español, por establecer una especie de solidaridad impropia o "por necesidad". Entre
nosotros, no podría afirmarse la solidaridad por falta de unidad del hecho ilícito, pero si se acepta el litis
consorcio pasivo eventual, podría concebirse que se demandara a todos los eventuales responsables para
que en el juicio se determine a cuál o cuáles les corresponde asumir la obligación de reparar. En este
sentido, Romero Seguel, Alejandro, La acumulación..., cit., ConoSur, Santiago, 2000, p. 95.
Se ha fallado que la imprudencia de la víctima no debe ser tomada en cuenta
para excusar la responsabilidad del autor que ha transgredido los reglamentos:
"La imprudencia de las víctimas no excluye ni excusa la responsabilidad del
conductor acusado... pues su imprudencia e infracción a los reglamentos del
tránsito debe sancionársele sin que importe a este respecto la culpa de las
víctimas" (C. P. Aguirre Cerda, 2 de octubre de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 4ª,
p. 166). También en un caso en que fue la víctima la que motivó el accidente al
no respetar un disco de Ceda el Paso, la Corte Suprema no descartó la
responsabilidad del autor del daño sosteniendo que "La víctima puso por su
parte, también, una condición del resultado, sin la cual no se habría desarrollado
la cadena causal y no se habría producido su muerte, contribuyendo a ellas con
su acción causal y culpable; pero sin excluir la condición puesta por el reo ni
tampoco la culpabilidad que a éste le afecta" (C. Sup., 12 de agosto de
1982, RDJ , t. LXXVIII, sec. 4ª, p. 120). En el mismo sentido, se ha dicho que el
art. 2330 "sólo permite la reducción del monto a indemnizar si se demuestra que
el que ha sufrido el daño se expuso a él imprudentemente y por consecuencia,
resulta claro que esta disposición no exime de responsabilidad al autor del
hecho ilícito, ya que si la víctima fue sólo la causante del perjuicio, por
desatención de sus cuidadores, desaparece la ilicitud de la conducta reprochada
y por consecuencia debería ser rechazada la demanda indemnizatoria" (C. Sup.,
5 de marzo de 2007, Rol Nº 603-2007, LP 36120, MJ 9241). Igualmente, se
sostiene que si culpa de la víctima es una única causa del daño sufrido no
procede hacer responder al demandado (C. Sup. 11 de junio de 2013; Rol
Nº 9907-2011, LP CL/JUR/1235/2013).
290
Concepción, J. L., ob. cit., p. 96.
La jurisprudencia parece fijarse más en la aptitud de discernimiento que en la
capacidad legal. Cuando es un niño de corta edad, se entiende que es necesaria
la capacidad delictual para dar lugar a la reducción en caso de imprudencia, sin
perjuicio de la que proceda respecto de los padres demandantes por el descuido
en que hayan incurrido al vigilar la conducta del menor (C. Concepción, 23 de
abril de 1985, RDJ , t. LXXXIII, sec. 1ª, p. 96). Pero si la víctima imprudente es
un menor de 15 años que cursa estudios secundarios, se piensa que posee
discernimiento y que corresponde aplicar la reducción (C. Stgo., 26 de mayo de
1944, RDJ , t. XLI, sec. 1ª, p. 41).
La norma del art. 2330 es general y se aplica a toda clase de hechos punibles,
ya que no se consideran excepciones a su respecto ni en el Código Penal ni en
leyes especiales (C. Stgo., 23 de julio de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 4ª, p. 105).
"La cuantía de esta reducción no tiene ningún índice matemático..." (C. Sup.,
24 de junio de 1980, RDJ , t. LXXVII, sec. 4ª, p. 95). En la especie, el embestido
por otro conductor que pasó con luz roja enfrentó el cruce a 60 km por hora. La
Corte dictaminó que no se justificaba una reducción tan alta de la apreciación
del daño, del 50%, que había impuesto la Corte de Apelaciones de Santiago.
291
Alessandri, A., ob. cit., Nº 481, pp. 416-417. Aclara que los herederos o cesionarios de la víctima sí
resultarían afectados por la reducción, ya que ejercen la misma acción que tenía esta última.
8. PRUEBA DE LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD
En nuestro parecer, el art. 2329 contiene más que presunciones de culpa por el
hecho propio, presunciones simplemente legales de causalidad en los hechos que
se enumeran. Al tratar de las presunciones de culpa volveremos sobre esto.
292
En el mismo sentido, Domínguez Águila, Ramón, "Aspectos de la relación de causalidad en la
responsabilidad civil con especial referencia al derecho chileno", en Roma e America. Diritto romano
comune Nº 10, 2010, pp. 116-127, en esp. pp. 126-127.
objetivo o normativo: (C. Sup. 4 de junio de 2013; Rol Nº 2407-
2012, LP CL/JUR/1205/2013).
VII. LA REPROCHABILIDAD O CULPABILIDAD
1. EXIGENCIA DE CULPABILIDAD
El hecho no sólo debe ser ilícito, sino también culpable, en el sentido de que ha de
poderse dirigir un juicio de reproche personal al autor. Este juicio de
reprochabilidad puede fundarse en la comisión dolosa (con dolo) o culposa (con
culpa).
Chironi, en su clásica obra sobre la culpa, señala que al elemento objetivo, que
es el acto injustamente cometido, va unido el subjetivo, esto es, el estado
particular de su ánimo con relación a una determinada injuria: "pero respecto al
acto ilícito, la conducta del agente puede cambiar de carácter al efecto de originar,
según sus varias manifestaciones, diversas instituciones jurídicas. O se ha dado
vida al hecho con la directa intención de dañar, o bien esta intención no existe; en
la primera hipótesis se tiene lo que se llama dolo; en la segunda se tendrá la
culpa".293Como veremos, la culpa se aprecia objetivamente por referencia a un
modelo abstracto de comportamiento (el hombre prudente), pero ello no
desconoce la relevancia subjetiva del juicio de reproche que se dirige al autor: él
debió haberse comportado de otro modo y es su conducta displicente o
descuidada la que funda la obligación de reparar.
Cuando el hecho ilícito es cometido con dolo, estaremos frente a un delito civil.
Si no hay dolo pero sí negligencia o culpa, habrá un cuasidelito civil.
293
Chironi, G. P., La culpa en el Derecho Civil Moderno, trad. A. Posada, Madrid, Reus, 1907, t. I, p. 16.
2. DISTINCIÓN ENTRE DELITO Y CUASIDELITO
Puede definirse el delito civil como el hecho ilícito cometido con intención de
dañar que ha inferido injuria o daño a otra persona (cfr. arts. 1437, 2284 y 2314).
Cuasidelito civil es, en cambio, el hecho ilícito, pero cometido sin intención de
dañar, que ha inferido injuria o daño a otra persona (cfr. arts. 1437, 2284, 2314).
4º) Sólo en caso de dolo se autoriza la demanda contra el tercero, que sin ser
autor o cómplice del delito, ha recibido provecho de la actuación dolosa (arts.
1458 y 2316).
294
Alessandri, A., ob. cit., Nº 5, p. 15.
295
No obstante, siguiendo criterios provenientes del common law, algunos autores propician que cuando se
actúa con dolo o culpa grave la reparación debiera ser más extensa e incluir incluso daños que eran
imprevisibles, a diferencia de lo que sucede con el que comete el ilícito con culpa (no grave). Cfr. Barros, E.,
Tratado..., cit., pp. 404-405 y 989-990, y Banfi del Río, Cristián, "Por una reparación integral del daño
extracontractual limitada a los hechos dolosos o gravemente negligentes", en Ius et Praxis, vol. 18, Nº 2,
2012, pp. 3-32. A nuestro juicio, la previsibilidad propia de la causalidad debe aplicarse tanto al delito como
al cuasidelito, y deriva de la necesidad de que el daño, en uno y otro ilícito, sea directo (es decir,
consecuencia necesaria e imputable objetivamente al hecho del autor). El art. 1558 relativo a la
responsabilidad contractual incluso para que el que actúa con dolo exige que el daño sea consecuencia
inmediata o directa del incumplimiento. No vemos cómo puede determinarse que el daño sea directo, sin
recurrir a un juicio de previsibilidad (objetivo), porque ello es lo que permite determinar si el curso causal
debe ser considerado anormal o extraordinario.
3. EL DOLO EXTRACONTRACTUAL
296
Alessandri, A., ob. cit., Nº 116, p. 120.
lesivo y lo haya querido, aunque a su pesar, como resultado directo de su acción
(es lo que los penalistas llaman dolo eventual para distinguirlo del dolo
directo).297 Si el autor, en cambio, lo ha previsto como posible, pero lo ha
rechazado pensando que el evento dañoso no se producirá, habrá culpa o
negligencia (llamada con representación). Otra cosa es que para que surja la
obligación de indemnizar no sea suficiente con la conciencia del autor de obrar
ilícitamente, sino que su hecho haya causado daño efectivamente.
297
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., p. 164, señala como elementos del dolo "la previsibilidad racional
del resultado dañoso y la aceptación del mismo". Más que previsibilidad (que es un concepto a apreciarse en
abstracto) debiera hablarse de efectiva previsión: el autor previó el resultado, aunque sólo como posible, y
aceptó su acaecimiento para el caso de suceder.
298
Monateri, P. G., ob. cit., p. 129.
299
Monateri, P. G., ob. cit., pp. 133-140.
300
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 216, p. 217.
4. LA CULPA
a) Concepto
Es cierto que las tendencias modernas que juegan en favor de la repara ción
integral del daño llevan en ocasiones a difuminar el elemento culpabilístico, al
estimar que la sola producción del daño revela una violación de un deber de
cuidado y constituye culpa. Parece darse así una confusión entre culpa, falta de
diligencia exigida de acuerdo a pautas razonables, y mero error, inevitable o
incluso muchas veces producto de una conducta refleja. Como dice Díez-Picazo,
en tal caso el factor de imputación se esteriliza, porque pierde toda posibilidad de
funcionar como prevención general y no llega a saberse por qué es un buen factor
de atribución de responsabilidad. Se hace necesario, por tanto, excluir del
concepto de culpa los daños que son debidos a inadvertencias y descuidos
disculpables y en la práctica inevitables.304
301
Tapia, O., ob. cit., p. 157.
302
Alessandri, A., ob. cit., Nº 123, p. 126.
303
Alterini, A., ob. cit., p. 94.
304
Díez-Picazo, L., Derecho... cit., p. 236.
la consecuencia directa y necesaria del daño" (C. Sup., 14 de abril de 2011, Rol
Nº 953-2009, MJ 26925).
c) Graduación de la culpa
307
Rosso, Gian Franco, "El buen padre de familia como criterio de apreciación de la culpa y su aplicación a la
responsabilidad cuasidelictual", en AA.VV., Derecho de Daños, LexisNexis, Santiago, 2002, pp. 3 y ss., en
especial pp. 38 y ss. Critica también el criterio de la apreciación in abstracto, Aedo, C., El daño moral... cit.,
pp. 89 y ss.
308
Chironi, G. P., ob. cit., t. I, p. 145.
309
Bianca, C. M., Diritto..., cit., p. 582, sostiene que no hay razón para hacer gravar sobre el sujeto mayor
empeño diligente en la vida de relación respecto a aquel requerido en el cumplimiento de las obligaciones.
Pero agrega que, con todo, "hay que tener presente que la normal diligencia, aunque sin llegar al techo de la
diligencia máxima, es siempre una diligencia de grado elevado. La referencia al buen padre de familia, y en
el campo profesional al buen profesional, expresa la idea no de mediocridad sino de un estándar asumible
como modelo de conducta".
310
Chironi, G. P., ob. cit., t. I, p. 129, se refiere a que la culpa apreciada en abstracto se determina según el
parámetro del buen padre de familia, pero en su versión más cuidadosa: el buen padre de familia
diligentísimo. La doctrina chilena se inclina por la improcedencia de la graduación de la culpa en la
responsabilidad extracontractual: Alessandri, A., ob. cit., Nº 130, p. 143; Ducci, C., "La culpa...", cit., pp. 1-8;
1917, RDJ, t. XV, sec. 1ª, p. 131, cons. 16; C. Sup., 16 de septiembre de
1921, RDJ, t. XXI, sec. 1ª, p. 119, cons. 12; C. Stgo., 13 de agosto de 2010, Rol
Nº 8579-2002, LP 45523).
d) Culpa y previsibilidad
La falta del deber de cuidado incluye la previsibilidad del daño. Es decir, para el
autor, y de acuerdo al modelo objetivo del hombre prudente medio, debe haber
sido previsible el peligro de causar un daño derivado de ese comportamiento. La
previsibilidad constitutiva de la culpa se diferencia de la previsibilidad de la
relación de causalidad en que aquella se refiere en general al peligro o riesgo de
algún daño del tipo del que fue efectivamente causado 311, mientras que la
segunda debe concernir al resultado dañoso que efectivamente se produjo en
razón del comportamiento descuidado.
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 219, p. 219. En contra, Meza Barros, R., ob. cit., t. II, Nº 398, pp. 264-265; Barros,
E., Tratado..., cit., pp. 80 y ss., quienes con buenos argumentos sostienen que la culpa exigible es la que
consiste en la falta del cuidado ordinario propio de la culpa leve.
311
Así, Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 277. No basta que se trate de cualquier modalidad de daño en
abstracto ni es necesaria la previsibilidad del daño ocasionado en concreto. Es suficiente que haya sido
previsible el tipo genérico de daño y que la víctima pertenezca al conjunto de personas respecto de las
cuales era previsible que resultaran perjudicadas.
Es lo que sucede, por ejemplo, cuando no se respetan las leyes u ordenanzas
del tránsito. Este criterio se aplica, asimismo, para la vulneración de las reglas
profesionales y de los reglamentos que rigen deportes o juegos de destreza
corporal.312 Apreciando culpa contra la legalidad, se ha fallado que el
incumplimiento de la empresa demandada del Reglamento de Piscinas,
consistente en no haber dotado a la piscina que dependía de ella, de una rejilla
de protección o seguridad, la hace responsable de la muerte de un menor que
fue succionado por el desagüe (C. Stgo., 22 de junio de 1987, RDJ , t. LXXXIV,
sec. 4ª, p. 92).
Por eso, pensamos que es menester que el agente haya conocido la regla o
norma incumplida o al menos que haya debido conocerla y pueda estimarse
inexcusable su ignorancia. La Ley de Procedimiento ante los Juzgados de
Policía Local acepta la alegación de laignorantia iuris : el juez "podrá absolver al
infractor en caso de ignorancia excusable o buena fe comprobada" (art. 19.2,
Ley Nº 18.287).
En este último sentido, la Corte Suprema ha fallado que "la sola infracción de
la normativa que gobierna una materia no es suficiente para atribuir
responsabilidad civil al infractor de la disposición atropellada, pues debe existir,
además, un nexo causal entre la contravención y el perjuicio, de suerte que este
daño debe tener precisamente como causa la infracción legal" (C. Sup., 31 de
agosto de 2005, Rol Nº 3767-2003, LP 32741).
Por otro lado, es necesario advertir que la constatación de que el autor del
daño no infringió ninguna normativa no descarta necesariamente que se haya
comportado con culpa, si ha faltado a deberes de diligencias que se derivan de
fuentes distintas a las normas legales o reglamentarias (cfr. C. Sup. 7 de mayo
de 2013, Rol Nº 10.156-2010, LP CL/JUR/974/2013).
312
Alessandri, A., ob. cit., Nºs. 125 y ss., pp. 128 y ss.
f) Culpa, negligencia e imprudencia
313
Alterini, A., ob. cit., p. 94.
5. PRUEBA DE LA CULPABILIDAD
La culpabilidad, en sus dos modalidades: dolosa y culposa, debe ser probada por
quien la alega. Esta es la regla general. Recuérdese que incumbe probar las
obligaciones a quien alega su existencia (art. 1698).
Para probar el dolo o la culpa son admisibles todos los medios de prueba. No se
consideran las normas que limitan la prueba testimonial, ya que los arts. 1707 y
siguientes del Código Civil se aplican a los "actos y contratos" y no a los hechos
jurídicos.
Entre nosotros, Pablo Rodríguez acepta esta teoría, pero sólo como fundamento
para la imposición legislativa de una responsabilidad objetiva excepcional.315
314
Seguimos en este punto la exposición de Concepción, J. L., ob. cit., pp. 19-21.
315
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., p. 195.
coartaría el surgimiento de actividades que, aunque peligrosas, necesitan
desarrollarse en beneficio de la sociedad, y que con la carga de responder
objetivamente por todos los perjuicios no podrían llevarse a cabo. Así, puede
sostenerse que si el transporte aéreo hubiera tenido que cargar desde sus
comienzos con el gravamen de responder objetivamente de todos los daños, el
rubro de la aviación comercial no habría podido desarrollarse.
316
Yuseff, G., ob. cit., pp. 202 y ss., propone como factores de responsabilidad objetiva distintos del riesgo la
garantía, la equidad, la situación económica de las partes, la igualdad ante las cargas públicas e, incluso, la
seguridad social.
317
Por entender que con la responsabilidad objetiva se impone el deber de reparar a una persona con
independencia de que el daño causado sea voluntario (acción injusta) o involuntario (mero accidente),
Hervada, J., ob. cit., pp. 299-300, piensa que este tipo de responsabilidad encierra una injusticia, "porque
impone al causante del daño accidental una obligación que no le es propia". En su pensamiento, los daños
no atribuibles a culpas pueden ser reparados, pero a través de mecanismos propios de la seguridad social y
no por medio de la responsabilidad. En Francia, Le Torneau, P., ob. cit., pp. 51 y ss. ha propuesto que los
accidentes personales sean objeto de un régimen de seguridad social en forma tarifada pero de pleno
derecho. Con ello se reforzaría el papel de la culpa en la responsabilidad civil propiamente tal y se superaría
la teoría del riesgo que fundamenta la tesis de la responsabilidad objetiva.
318
Es la tesis de Josserand. Un resumen de las críticas a estas teorías puede verse en Yuseff, G., ob. cit., pp.
199 y ss.
para ciertas materias, en las cuales, por razones de política legislativa, se hace
inconveniente la adopción de los enfoques culpabilísticos.
Esta última parece ser la posición más aceptada y más sensata, en el estado
actual de nuestro derecho. Como hemos dicho, la responsabilidad debe conservar
su vínculo nutricio con la intencionalidad del agente. Los paliativos de la
responsabilidad objetiva son importantes y necesarios, pero deben cubrir sólo
áreas en las que dicha responsabilidad es factible, y siempre permaneciendo
como referente general y mecanismo supletorio el de la respo nsabilidad por
culpa.
2. LA SECTORIZACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD SIN CULPA Y SU ACOTAMIENTO LEGAL
319
Reglero, L., "Conceptos...", cit., pp. 196-197.
3. LA RECEPCIÓN DE LA RESPONSABILIDAD SIN CULPA EN EL SISTEMA CHILENO
Estas zonas de responsabilidad por riesgo o sin culpa son admitidas a veces
expresamente por los textos legales. Más allá de eso, la interpretación que la
jurisprudencia hace de las normas relativas a la responsabilidad por el hecho de
los dependientes, parece configurar una responsabilidad que ya no se funda
únicamente en la culpa o negligencia individual, sino en el riesgo creado por
ciertas actividades empresariales.
320
Sostuvo la Corte que "La responsabilidad objetiva no ha sido establecida en nuestra legislación de manera
general en materia de transporte aéreo, ya que la norma del art. 52 del Decreto con Fuerza de Ley Nº 221
sólo tiene por objeto establecer la solidaridad a que él se refiere, no pudiendo ampliarse su referido
alcance". Es cierto que el D.F.L. Nº 221, de 1931, ha sido sustituido por la Ley Nº 18.196, que aprobó el
Código Aeronáutico, el que establece casos de responsabilidad objetiva (cfr. arts. 142 y ss.), pero el principio
restrictivo sentado por la Corte sigue en pie.
4. LOS REGÍMENES LEGALES DE LA RESPONSABILIDAD SIN CULPA
1º) Responsabilidad por daños causados por animales fieros: El art. 2327
contiene un claro caso de responsabilidad objetiva al hacer responsable de los
daños causados por un animal fiero que no es útil para la guarda o servicio de un
predio, aun cuando no hubiera culpa, al dueño o tenedor del animal.321
321
No parece ser un caso de auténtica responsabilidad objetiva el previsto en el art. 2321, que impone a los
padres responder por los daños causados por los hijos, que provengan de una mala educación, ya que se
funda justamente en la culpa de los responsables. Cfr. Acosta, V., ob. cit., p. 13.
Hay casos en los que la responsabilidad, si bien tiende a la objetivación, supone
todavía alguna relación con el concepto de culpabilidad o con algún otro factor de
imputación que justifica la obligación de indemnizar. Es lo que sucede con la
responsabilidad del Estado, municipalidades y organismos públicos: existen
disposiciones legales que obligan a las municipalidades, a los organismos de la
Administración o al Fisco, en sus casos, a responder por los accidentes que son
consecuencia del mal estado de las vías públicas o de su falta o inadecuada
señalización (art. 169.5 del texto refundido Ley Nº 18.290, D.F.L. Nº 1, de 2009), o
por los daños que provengan de una "falta de servicio" (art. 42 del texto refundido
Ley Nº 18.575, D.F.L. Nº 1, de 2000). Hay autores que defienden la
responsabilidad objetiva del Estado sobre la base de reglas y principios
constitucionales, pero su posición es controvertible y actualmente rechazada por
los tribunales.
En otras ocasiones la ley contempla una presunción de culpa, que admi te como
defensa la prueba de que el autor actuó con la diligencia debida. Así sucede con
los daños causados al medio ambiente (Ley Nº 19.300, art. 52) o por productos
oficialmente declarados peligrosos (Ley Nº 19.496, art. 47).
A nuestro juicio, es discutible que estos casos —a los que podrían añadirse
las indemnizaciones que prescribe el Código Civil por la imposición de
servidumbres legales (arts. 847, 848, 850)— sean propiamente de
322
Cfr. Acosta, V., ob. cit., pp. 15 y ss.; Yuseff, G., ob. cit., pp. 220 y ss.
responsabilidad objetiva, porque nos parece que no son supuestos de auténtica
responsabilidad, ya que falta el requisito de la ilicitud del daño. Por el contrario,
se trata de intervenciones en el patrimonio de terceros que son autorizadas por
la ley. La indemnización que se prescribe por tanto no tiene su fundamento en la
responsabilidad civil, sino en la afectación lícita de derechos o lo que Díez-
Picazo denomina "indemnizaciones por sacrificio".323
323
Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., pp. 51-52.
LECCIÓN CUARTA LA RESPONSABILIDAD REFLEJA. LAS LLAMADAS "PRESUNCIONES DE
CULPA"
I. FUNDAMENTOS Y CLASIFICACIÓN
Dice el art. 2329: "Por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o
negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta".
324
Ducci, C., Responsabilidad..., cit., p. 134.
325
Alessandri, A., ob. cit., Nº 195, p. 212. Cfr. C. Stgo., 12 de octubre de 1909, RDJ, t. IX, sec. 2ª, p. 25.
326
Meza Barros, R., ob. cit., t. II, Nº 419, p. 277, aunque sostiene que la norma del art. 2329 no reproduce la
del art. 2314, ya que éste tiene por objeto mostrar más bien la conexión de la responsabilidad civil con la
penal.
327
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., pp. 209-211. Sostiene que los casos a los que se refiere Alessandri,
como el choque de trenes, pueden solucionarse con un criterio más flexible para la acreditación de la culpa.
imprudentes"; la Corte estima que en caso de caída en un local comercial debido
a una escalera que, según la demandante, no tenía barandas de protección, la
conducta atribuida a la demandada no tiene la gravedad ni la entidad de los
casos a que se refiere el art. 2329 (C. Concep., 24 de marzo de 2011, Rol
Nº 902-2010, LP 48239).
Por nuestra parte, no creemos que la regla general del art. 2329.1 con tenga una
presunción de culpa propiamente tal. Pensamos que lo sostenido por Ducci y
Alessandri, seguidos por parte de la jurisprudencia, no es más que una presunción
tautológica: según su opinión, la ley presume culpa, cuando por las circunstancias
deba presumirse culpa. Se confunde aquí lo que es una presunción legal, con lo
que puede dar pie a presunciones judiciales. Mas, tampoco parece convincente la
opinión contraria, que ve en esta norma una mera repetición de la exigencia de
culpa contenida en el art. 2314.
Barros ha propuesto que el inciso primero del art. 2329 no sólo con tiene la
enunciación de la regla de la causalidad, sino de una especie de presunción de
ésta (y de culpa), en un sentido que él denomina prima facie , respecto de
actividades peligrosas o cuando el daño, conforme a la experiencia ordinaria,
puede atribuirse causalmente al hecho o negligencia del demandado. Si el
demandado puede probar que el daño pudo deberse a otra circunstancia,
entonces la prueba de la causalidad (o culpa) recaerá nuevamente en el
demandante. Fuera de la dificultad de deslindar en la práctica esta
presunción prima facie de una presunción propiamente tal, conspira contra la
aceptación de esta doctrina, inspirada en el derecho comparado, lo exótico de la
figura propiciada.328
328
La posición de Barros fue anunciada primeramente en Barros Bourie, Enrique, "Análisis histórico y
comparado de la presunción de responsabilidad por el hecho propio del artículo 2329 del Código Civil", en
Alejandro Guzmán Brito (ed.), El Código Civil de Chile (1855-2005), LexisNexis, Santiago, 2007, pp. 619-632, y
recogida luego en su Tratado: Barros, E., Tratado..., cit., pp. 151-158 y pp. 418-419. En contra de la
configuración de la regla del art. 2329 como presunción de culpa, puede verse a Tapia Rodríguez, Mauricio,
"Contra una presunción general de culpa por el hecho propio", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de
Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 443-459.
2. DISPOSICIONES PARTICULARES
2º) El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las
precauciones necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de
noche.
A nuestro juicio, los números del art. 2329 tampoco contienen presunciones de
culpa, pero sí presunciones de causalidad: la culpa debe ser objeto de prueba,
pero la relación de causalidad entre la conducta negligente (disparar el arma,
remover las losas, tener en mal estado el acueducto o puente) y el daño
causado (muerte o lesión de una persona) se tiene por establecida (se presume
legalmente), mientras no se demuestre lo contrario.
De que la culpa no se presume en estas hipótesis, sino que hay que probarla,
da cuenta la misma dicción de la ley en el Nº 1 del art. 2329. Nótese que habla
del que dispara "imprudentemente" un arma de fuego, lo que obligará al que
invoca esa regla a acreditar la imprudencia (culpa) de la acción, como requisito
para hacer aplicable el precepto.329
329
Así Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 288, p. 295, quien señala que no se trata de casos de responsabilidad
objetiva, ya que en los tres supuestos se requiere una actitud culpable.
III. RÉGIMEN DE RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE TERCEROS DEPENDIENTES
1. NOCIONES GENERALES
330
Es la interpretación que hace Planiol, Marcel, "Estudios sobre la responsabilidad civil. Responsabilidad
por el hecho de otro", en RDJ, t. VI, sec. Derecho, pp. 120-152, para la responsabilidad del empresario del
Código Civil francés, que no admite la prueba de la diligencia como excusa liberatoria.
331
Cfr. Zelaya Etchegaray, Pedro, "La responsabilidad civil del empresario por el hecho de su dependiente",
en RDJ, t. XC, Derecho, pp. 121 y ss.
332
En este sentido, para la legislación argentina, Acoglia, María; Boragina, Juan, y Meza, Jorge,
Responsabilidad por hecho ajeno, Depalma, B. Aires, 1995, pp. 36-37.
La jurisprudencia ha entendido que la falta del deber de vigilancia es lo que
fundamenta esta presunción de responsabilidad333 , en especial aquella que se
refiere a los padres por los hechos de los hijos, ya que aquéllos tienen por la ley
el deber de cuidarlos.334 Lo mismo se ha indicado respecto de la responsabilidad
de las empresas educativas por las conductas de sus funcionarios: "La
responsabilidad del sostenedor del establecimiento educacional [por los delitos
de sodomía y abusos deshonestos en que incurrió un auxiliar del colegio...]
proviene... de la falta de vigilancia que ha debido ejercer sobre el subordinado o
dependiente. [El sostenedor del colegio tiene] la obligación de velar por la
seguridad corporal, física y síquica del alumno" (C. Stgo., 22 de julio de
1997, G.J. Nº 205, p. 136). También se ha indicado la falta del deber de correcta
selección de los dependientes como fundamento de esta responsabilidad
presunta: "El fundamento de esta responsabilidad es la culpa in eligendo o in
vigilando , ya que la ley considera que el amo debe proceder con prudencia
cuando busca a sus servidores, los que deben ser prudentes, honestos y de
buen comportamiento" (C. Concepción, 7 de noviembre de 1985, RDJ ,
t. LXXXII, sec. 4ª, p. 288). En el mismo sentido, se ha rechazado el argumento
de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, respecto a que la persona que causó
el accidente no era su dependiente, sino que era trabajador de un tercero, a
quien había contratado para el servicio de control de cruce, pues "al aceptar que
delegó la función de escoger a los trabajadores que cumplirían la tarea de
guarda cruzada, no se ha eximido de la obligación de vigilar la satisfacción de
requisitos mínimos en los postulantes, tal como lo habría hecho de haberlos
contratado en forma directa". (C. Sup., 11 de marzo de 2011, Rol Nº 2915-
2009, LP 48496, voto de mayoría). Recientemente se ha fallado, acogiendo la
doctrina aquí sostenida, que "la atribución de responsabilidad [del principal] se
basa en el deber de vigilancia o en el deber de correcta selección que tienen
ciertas personas respecto de otras. Por lo tanto, no sólo se responde por la
culpa ajena, sino también por la propia que consiste en la falta de esos deberes
(culpa in vigilando o in eligendo ), que permite el desplazamiento de la culpa
desde el agente directo al tercero... ambos son responsables, el dependiente por
su culpa directa y el principal por haber posibilitado dentro de la esfera de sus
atribuciones que por intermedio de un agente suyo se cause un daño a la
víctima. En consecuencia, el deber de vigilancia o de selección que justifica el
desplazamiento se presume, aplicándose tal presunción a toda persona que por
333
Así la Corte de Concepción ha señalado que "La ley considera que cuando una persona tiene a otra bajo
su cuidado o dependencia, cuando hay una persona a las órdenes de otra, ésta debe vigilar a aquélla para
evitar que ocasione daño. De consiguiente, el fundamento de la responsabilidad por los hechos ajenos es la
culpa en que incurre la persona que tiene a otra en las condiciones anotadas, siendo de advertir que esta
culpa en lugar de probarse, la ley la presume" (C. Concepción, 23 de abril de 1985, RDJ, t. LXXXIII, sec. 1ª, p.
96, con recurso de queja rechazado por C. Sup., 18 de julio de 1985).
334
De esta forma, se ha dicho que "El fundamento de la responsabilidad del padre respecto del hecho del
hijo menor emana principalmente de su deber de vigilancia hacia éste..." (C. P. Aguirre Cerda, 11 de julio de
1984, RDJ, t. LXXXI, sec. 4ª, p. 123). En el mismo sentido, se ha pronunciado la Corte de San Miguel,
sosteniendo que la presunción de responsabilidad de los padres es consecuencia lógica de la obligación del
padre o madre de tener el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos que les impone el Código
Civil (C. San Miguel, 2 de diciembre de 1988, RDJ, t. LXXXV, sec. 4ª, p. 191).
cualquier razón tiene un deber de cuidar o vigilar los actos de otra" (C. Sup., 15
de noviembre de 2010, Rol Nº 6109-2008, LPCL/JUR/9526/2010).
335
Alessandri, A., ob. cit., Nº 226, pp. 231-232. Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 277, p. 281, sostiene que procede
demandar a ambos, pero en forma subsidiaria.
2. REQUISITOS
La doctrina ha señalado que para que se dé esta presunción deben cumplirse los
siguientes requisitos:
3º) Capacidad delictual del autor material del daño: El art. 2319 prevalece y si el
subordinado es incapaz, no se aplica la presunción y habría que probar la culpa
del civilmente responsable.336
336
Alessandri, A., ob. cit., Nº 218, p. 229.
siga contra el superior, aunque sólo en cuanto al establecimiento del hecho
culposo.
337
Acoglia, M.; Boragina, J., y Meza, J., ob. cit., pp. 43 y 44.
barra de un club que disparó una bengala (autor del delito de lesiones) y el
respectivo club deportivo, habiendo los jueces del fondo aplicado erróneamente
el art. 2320 (C. Sup., 10 de septiembre de 2012, Rol Nº 1630-
2010, LP CL/JUR/2024/2012).
338
En contra, aunque con matices, Varas Braun, Juan Andrés, "La responsabilidad civil del obispo por el
hecho de sus clérigos", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad
extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 117-137.
339
Sobre el problema, véase Elorrriaga De Bonis, Fabián, "La responsabilidad del empresario por el hecho de
su contratista independiente por daños a terceros", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil
IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 591-610.
3. ENUMERACIÓN PARTICULAR DE LOS TERCEROS CIVILMENTE RESPONSABLES
1º) El padre, y a falta de éste la madre, es responsable del hecho de los hijos
menores que habiten en la misma casa (art. 2320.2).
2º) El tutor o curador es responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su
dependencia y cuidado (art. 2320.3).
4º) Los artesanos responden del hecho de sus aprendices, mientras estén bajo
su cuidado (art. 2320.4).
5º) Los empresarios responden del hecho de sus dependientes, mientras estén
bajo su cuidado (art. 2320.4).
340
Alessandri, A., ob. cit., Nº 237, p. 240
341
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 268, p. 264.
4. EXONERACIÓN DEL TERCERO RESPONSABLE
Se ha dicho que "El verdadero propósito [del art. 2320 CC] es establecer, a
partir del presupuesto debidamente establecido de que una acción de un
dependiente causó daño, una presunción simplemente legal de responsabilidad
de la persona bajo cuyo cuidado y vigilancia se encontraba dispensando al
ofendido de probar la culpa de este último" (C. San Miguel, 6 de septiembre de
1995, G.J . Nº 183, p. 88).
Sin embargo, en ciertos casos la ley niega toda prueba en contrario, convirtiendo
la presunción en presunción de derecho. No se admite la exoneración:
2º) Cuando el subordinado obra por orden del civilmente responsable. Así lo
deduce Alessandri del art. 2325.343 En este caso, el superior es coautor del ilícito y
responderá solidariamente junto con el hechor material (art. 2317) .
342
Alessandri, A., ob. cit., Nº 203, pp. 216-217.
En un antiguo fallo, se sostuvo que si un chofer de una persona saca
clandesti namente el auto y atropella a alguien causándole la muerte, se
configura la causal de exculpación del art. 2322, porque para que haya
responsabilidad se requiere que el dependiente haya realizado un acto propio
del servicio y que haya habido culpa del amo (C. Sup., 9 de septiembre de
1924, RDJ , t. XXIV, 1927, sec. 1ª, p. 670). Posteriormente, la jurisprudencia ha
ido restringiendo la aplicación de las causales de exoneración por la vía de
asimilar los arts. 2320 y 2322: así en C. Sup., 21 de noviembre de 1927, RDJ ,
t. XXV, sec. 1ª, p. 512; y recurriendo a la idea de culpa in eligendo : si bien no
pudo evitar el comportamiento indebido del dependiente, el empresario incurre
en culpa al elegir a alguien inadecuado para desarrollar la actividad (C. Sup., 8
de enero de 1943, RDJ , t. XL, sec. 1ª, p. 394).
Pero, aún fuera de estos casos, los tribunales son reacios a dar por
establecidas las causales de exoneración. Se ha dicho, por ejemplo, que la sola
ausencia del padre del país no lo exime de responder del accidente de tránsito
causado por un menor de 17 años que conducía sin licencia y no respetó el
semáforo en rojo (C. Stgo., 23 de junio de 1997, G.J . Nº 204, p. 148).
343
Alessandri, A., ob. cit., Nº 223, p. 232.
5. ACCIÓN DE REGRESO CONTRA EL SUBORDINADO
El Código Civil dispone que "Las personas obligadas a la reparación de los daños
causados por las que de ellas dependan, tendrán derecho para ser indemnizadas
sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin
orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de delito o cuasidelito
según el art. 2319" (art. 2325).
344
Zelaya, P., "La responsabilidad civil del empresario...", cit., p. 132.
6. OBJETIVACIÓN JURISPRUDENCIAL DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL EMPRESARIO
345
Así, Zelaya, P., "La responsabilidad civil del empresario...", cit., pp. 121 y ss.
responsabilidad más estricta e impone a quien la ejerce, sea de manera directa
o por la mediación de un tercero, un mayor grado de diligencia o cuidado, que
obliga a adoptar las precauciones previstas en las leyes y los reglamentos, como
también las que la prudencia aconseja" (C. Stgo., 31 de mayo de 2006, Rol
Nº 8242-2002, LP CL/JUR/1723/2006; la Corte Suprema rechazó casar la
sentencia: C. Sup. 29 de enero de 2008, Rol Nº 4318-
2006, LP CL/JUR/7269/2008).
Del mismo modo, se ha enfatizado que la excusa sólo puede admitirse cuando
haya verdadera imposibilidad y no solamente dificultad, aunque seria: "Al amo
no le basta probar que fue difícil prever o impedir que el criado ejerciera sus
funciones de un modo impropio; debe establecer que le fue imposible moral y
materialmente. La ley no se contenta con que haya habido dificultad, exige una
verdadera y real imposibilidad" (C. P. Aguirre Cerda, 1º de abril de 1981, RDJ ,
t. LXXVIII, sec. 4ª, p. 52).346 Se rechaza también la idea de que al empleador le
basta para liberarse de responsabilidad el acreditar que tomó medidas
precautorias a intervalos de tiempo, sosteniendo la Corte que, por el conjunto de
infracciones del dependiente (un chofer), era necesario concluir que se requería
de una vigilancia a toda hora por parte del empleador (C. Sup., 14 de noviembre
de 1950, RDJ , t. XLVII, sec. 1ª, p. 482). No es suficiente tampoco que el
demandado acredite que todos sus vehículos se encuentran en perfecto estado
técnico, que tiene personal que fiscaliza el trabajo de sus choferes y que les ha
dado normas sobre sus obligaciones, si no prueba que en el caso del chofer de
que se trata se tomaron esas medidas o se trató de impedir su desempeño
impropio (C. Sup., 23 de julio de 1970; C. Sup., F. del M. Nº 140, p. 155). Las
facultades de supervisión de la autoridad pública no pueden sustituir las
medidas de vigilancia del empresario y, por lo tanto, no son suficiente excusa
(C. Sup., 24 de marzo de 1958, RDJ , t. LV, sec. 1ª, p. 27). No obstante, se
reconoce que en caso de huelga ilegal de los trabajadores procede la excusa
liberatoria del art. 2322 (C. Sup., 14 de octubre de 1955, RDJ , t. LII, sec. 1ª,
p. 331). Sobre este punto, se ha señalado, incluso, que "la jurisprudencia ha
uniformado su criterio en el sentido de que no basta probar que fue difícil prever
o impedir la conducta impropia del dependiente para liberarse de
responsabilidad" (C. Stgo., 9 de diciembre de 2009, Rol Nº 3052-
2008, LP CL/JUR/4758/2009).
346
Respecto de otros casos de responsabilidad por el hecho ajeno del art. 2320, el criterio parece ser el
mismo. Se ha sostenido que para quedar exento de responsabilidad no es suficiente que el padre afirme que
no pudo evitar el hecho imputado al hijo por no encontrarse en el lugar en que éste bebió y en que ocurrió
el accidente: "El cuidado que se exige para los efectos liberatorios de responsabilidad no puede entenderse
que debe ocurrir en el momento mismo de la comisión del hecho ilícito ... El cuidado personal de la crianza y
educación del hijo se manifiesta no sólo cuando el padre se encuentra presente, sino que también, y en
mayor medida, en su ausencia, pues deriva de esa obligación que es anterior al hecho ilícito" (C. San Miguel,
2 de diciembre de 1988, RDJ, t. LXXXV, sec. 4ª, p. 191). Aunque un fallo reconoce que la ausencia puede
constituir impedimento, se refiere a la responsabilidad que correspondía al marido por los hechos de la
mujer, antes de que la Ley Nº 18.802, de 1989, derogara la potestad marital (C. Stgo., 12 de septiembre de
1984, RDJ, t. LXXXI, sec. 4ª, p. 248).
En otros eventos, los tribunales terminan afirmando la culpa por hecho propio
de la empresa. Así se estimó que la muerte de algunos obreros por la caída de
un andamio atribuía responsabilidad a la empresa que ejecutaba las obras aun
cuando los carpinteros que incurrieron en culpa al construir las crucetas del
andamio no habían sido identificados en el proceso. Se juzgó que la empresa en
el conjunto de la ejecución no había actuado con la diligencia del buen padre de
familia. La Corte aplica entonces las presunciones de los arts. 2323 y 2328, que,
en estricto rigor, sólo pueden aplicarse al dueño del edificio y no a la empresa
constructora (C. Stgo., 18 de octubre de 1956, RDJ , t. LIII, sec. 4ª, p. 138).
Tratándose de los perjuicios ocasionados por el conductor de un vehículo de
propiedad de la empresa demandada, se estima que la sentencia que no da
lugar a la excusa liberatoria del art. 2320 porque el mismo accidente revela que
las precauciones fueron insuficientes, no es casable a pesar de lo discutible de
tal afirmación si además se funda en que la demandada no demostró haber
instruido a sus choferes para evitar accidentes como el de la especie (C. Sup.,
21 de diciembre de 1969,RDJ , t. LXVI, sec. 1ª, p. 297).
La tercera fórmula que emplean los tribunales para objetivar la juris prudencia
del empresario es la interpretación restrictiva de la alegación del demandado de
que el dependiente obró fuera del ámbito de sus funciones.
Así, por ejemplo, se ha dicho que "El actor sufrió el accidente laboral porque
no se adoptaron ni previeron por la demandada... los métodos adecuados y
seguros de ejecución de faenas, incumpliendo el empleador la obligación de
protección que le impone el art. 184 del Código del Trabajo" (C. Stgo., 7 de
diciembre de 1998, G.J. Nº 222, p. 196); y que el empleador tiene un deber
contractual de protección y seguridad destinado a evitar accidentes del trabajo,
como si se permite al trabajador no usar la ropa y elementos de seguridad
necesarios para operar una maquinaria que no se mantenía en óptimo estado de
funcionamiento (C. Sup., 9 de marzo de 1999, G.J. Nº 225, p. 175). Una
sentencia de casación de la Corte Suprema, sin embargo, ha señalado que el
sistema del Código Civil (en la especie, de sus arts. 2320 y 2322), "es el de la
responsabilidad por culpa en la elección o en la vigilancia y no la
responsabilidad por el riesgo creado por la empresa, de lo cual se infiere que el
empleador tenía la posibilidad de exonerarse de responsabilidad probando que
con la debida autoridad y cuidado que su calidad le confiere no ha podido
impedir el hecho", razón por la cual no comparte el criterio de la sentencia
recurrida, respecto a que la responsabilidad del empleador en materia de
accidentes del trabajo sería objetiva o sin culpa, siendo la única defensa del
empleador, que el accidente se haya debido a fuerza mayor (C. Sup., 25 de
enero de 2006, Rol Nº 5079-2003, LP 33670).
347
Zelaya, P., "La responsabilidad civil del empresario...", cit., p. 134.
IV. Responsabilidad por la propiedad o tenencia de cosas dañinas
1. AUSENCIA DE REGLA GENERAL
348
Alessandri, A., ob. cit., Nº 314, p. 293.
2. DAÑOS CAUSADOS POR UN ANIMAL
Señala el Código Civil que "El dueño de un animal es responsable de los daños
causados por el mismo animal, aun después que se haya soltado o extraviado"
(art. 2326).
El dueño del edificio es responsable a terceros de los daños que ocasione su ruina
(art. 2323). La ley estima que el dueño ha incumplido sus deberes de cuidado y
vigilancia si el edificio causa daño por su ruina. En caso de copropiedad, la
indemnización se divide a prorrata de las cuotas de dominio, y no hay solidaridad
(art. 2323, en relación con el art. 2317).
Pero si la víctima que sufre el daño es un vecino del edificio ruinoso que no ha
interpuesto y notificado la correspondiente querella de obra ruinosa, no podrá
después cobrar indemnización de los perjuicios: "no habrá lugar a indemnización,
si no hubiere precedido notificación de la querella" (art. 934). Por eso el art. 2323
dispone que el dueño de un edificio es responsable a terceros "que no se hallen
en el caso del artículo 934". En este caso, la culpa de la víctima libera de
responsabilidad al autor presunto del daño.349
Se ha fallado que el art. 2323 debe conjugarse con las disposiciones relativas
al contrato de arrendamiento, "entre las cuales destacan los artículos 1924 y
1927, que señala el primero de ellos como obligaciones del arrendador el de
mantener la cosa arrendada en estado de servir para el fin a que ha sido
arrendada; y el segundo le obliga realizar todas las reparaciones necesarias,
agregando en su inciso segundo incluso a las reparaciones locativas, aquellas
que normalmente son de cargo del arrendatario, si es que el deterioro proviene
de la mala calidad de la cosa arrendada. Es por ello que si el daño se produjo en
el departamento que arrendaba la demandada debido a la mala calidad de la
349
Sobre este punto, véase Cornejo Aguilera, Pablo, "Incentivos para la conservación y reglas de
responsabilidad: la responsabilidad del dueño de la edificación por los daños ocasionados por su ruina", en
Rev. Ch. Der., 39, 2012, 1, pp. 33-56.
cañería, quien debe responder de dichos perjuicios será el propietario
arrendador de dicho inmueble, acorde las normas citadas" (C. Stgo., 30 de
septiembre de 2009, Rol Nº 5385-2009, LP CL/JUR/1668/2009).
b) Responsabilidad
de los profesionales de la construcción
Cuando alguien sufre daño por efecto de una cosa que es arrojada o que cae
desde un lugar elevado, responden todos los que habitan la parte del edificio
desde la cual se ha arrojado o caído. Los requisitos para que se dé la presunción
de culpa en este caso son:
1º) Que el daño haya sido causado por una cosa que cae o se arroja.
Por eso, si el organismo asegurador paga la indemnización que fija la ley, tiene
derecho a repetir en contra del responsable del accidente (art. 69, letra a, Ley
Nº 16.744). En consecuencia, procede acción de reembolso si logra acreditarse la
culpa o negligencia subjetiva de un tercero (que bien podría ser el empleador).
Esta norma hace ver que las prestaciones del seguro de accidentes del trabajo
tienen finalidad reparatoria.
Los mismos afectados, vale decir, la víctima y las demás personas a quienes el
accidente o enfermedad cause daño, "podrán reclamar al empleador o terceros
responsables del accidente, también las otras indemnizaciones a que tengan
derecho, con arreglo a las prescripciones del derecho común, incluso el daño
350
Domínguez Águila, Ramón, "Responsabilidad civil del empresario por el daño moral causado a sus
trabajadores", en McKay, Federico (edit.), Responsabilidad civil del empresario, Universidad de los Andes,
Santiago, 1996, p. 28, precisa que no se trata propiamente de un sistema de responsabilidad por accidentes
del trabajo, ya que no hay una auténtica atribución de un deber de reparar. Lo que la ley establece es más
bien un sistema de seguridad social de reparación de daños laborales. Pero reconoce que este régimen no
elimina el sistema de responsabilidad, sino que coexiste con él, en virtud del art. 69 de la Ley Nº 16.744.
351
Así, Tomasello Hart, Leslie, "Aseguramiento de los créditos indemnizatorios", en Estudios de Derecho
Privado, Edeval, Valparaíso, 1994, p. 80.
moral" (art. 69, letra b, Ley Nº 16.744).352 Como hemos considerado que las
prestaciones o beneficios del seguro tienen finalidad reparatoria, debemos
entender que esta norma permite a la víctima o los demás afectados el reclamar
del responsable, comprobando dolo o culpa, la parte del daño que no hubiere sido
cubierta por las indemnizaciones legales. De lo contrario, estaríamos frente a un
cúmulo de indemnizaciones, que no tendría justificación.353 De esta forma, los
accidentes laborales son cubiertos, en primera instancia, por un seguro obligatorio,
que es un mecanismo de seguridad social, aunque con fines indemnizatorios, pero
es complementado por la responsabilidad civil por culpa como régimen
supletorio.354
352
Antes de la Ley Nº 16.744, existe jurisprudencia que negaba que pudiera demandarse al empleador
conforme al régimen común, porque el art. 261 del Código del Trabajo vigente no lo permitía expresamente
y debía aplicarse la ley especial, es decir, la laboral (C. Sup., 19 de octubre de 1948, RDJ, t. XLVI, sec. 1ª, p.
75; C. Sup., 22 de noviembre de 1949, RDJ, t. XLVI, p. 874).
353
Señala Tomasello, L., ob. cit., p. 80, que la expresión "también" utilizada por la norma sólo tiende a
connotar que asimismo se pueden reclamar las indemnizaciones conforme al derecho común, pero no
hacerlas acumulables con las obtenidas en virtud del seguro de accidentes del trabajo. En el mismo sentido,
Domínguez, R., "Responsabilidad civil...", cit., p. 28.
354
Sobre las especificidades de la responsabilidad por enfermedades contraídas por el trabajador, véase a
Sierra Herrero, Alfredo y Nasser Olea, Marcelo, "La responsabilidad del empleador por enfermedades
profesionales de sus trabajadores. Enfoque jurisprudencial", en Rev. Ch. Der. vol. 39, Nº 1, 2012, pp. 57-76.
extracontractual.355 La Corte Suprema señala que, como el art. 184 del Código
del ramo introduce una obligación esencial en el contrato de trabajo que pesa
sobre el empleador de dar seguridad efectiva a sus trabajadores para impedir
que se dañe su vida o salud, la responsabilidad que surge por accidentes
laborales es de origen contractual, lo cual "no excluye la posibilidad de que el
hecho u omisión del empleador causante del accidente del trabajo pueda
configurar delito o cuasidelito civil que genere responsabilidad
extracontractual" (C. Sup., 17 de marzo de 1997, RDJ , t. XCIV, sec. 3ª, p. 26).
Muchas sentencias parecen fundar la responsabilidad contractual en esa
obligación de seguridad nacida del contrato de trabajo que impone al empleador
la protección de la vida y salud del trabajador (C. Stgo., 7 de diciembre de
1998, G.J. Nº 222, p. 196; C. Sup., 9 de marzo de 1999, G.J. Nº 225, p. 175;
C. Stgo., 2 de julio de 2002, G.J . Nº 265, p. 85). La diligencia exigida al
empleador en el cumplimiento de esta obligación de seguridad se identifica con
una especie de culpa levísima, por lo previsto en el art. 189 del Código del
Trabajo y por naturaleza del bien jurídico que se busca amparar: la vida, salud e
integridad física del trabajador (C. Stgo., 25 de octubre de 2000, G.J. Nº 245,
p. 233). En el mismo sentido, la Corte Suprema ha señalado que el art. 184 del
Código del Trabajo "establece el deber general de protección de la vida y la
salud de los trabajadores, impuesto por el legislador a los empleadores, en
términos tales que éstos son deudores de seguridad para aquellos y tal
obligación, bajo todos sus respectos, es una de las manifestaciones del deber
general de protección, cuyo cabal e íntegro cumplimiento es de una
trascendencia superior a la de una simple obligación a que se somete una de las
partes de una convención y, evidentemente, constituye un principio que se
encuentra incorporado a todo contrato, siendo un elemento de la esencia de
éste, por lo que la importancia de su cumplimiento no queda entregada a la
voluntad de las partes, sino que comprende una serie de pautas, cuyo
co ntenido, forma y extensión se encuentran reguladas mediante normas de
orden público" (C . Sup., 27 de diciembre de 2006, Rol Nº 2224-
2005, LPCL/JUR/3925/2006).
355
Cfr. Domínguez, R., "Responsabilidad civil...", cit., p. 32.
2006, LP CL/JUR/2654/2007; 29 de abril de 2011, Rol Nº 1175-
2009, LPCL/JUR/3690/2011). Lo mismo se ha dicho respecto de la madre del
trabajador fallecido que demanda a título propio (C. Sup., 2 de octubre de 2003,
Rol Nº 124-2003, LP CL/JUR/1153/2003). Para evitar acudir a la jurisdicción
civil, el cónyuge y los hijos han intentado invocar la responsabilidad contractual
al demandar, no como víctimas indirectas, sino como herederos del trabajador
fallecido; pero la Corte Suprema ha rechazado esta pretensión por entender que
la acción para pedir indemnización del daño moral es intransmisible (C. Sup., 27
de junio de 2007, Rol Nº 309-2006, LP 36631; 27 de noviembre de 2007, Rol
Nº 6196-2006, LP 37723).
El art. 64 del Código del Trabajo disponía que el dueño de la obra, empresa o
faena era subsidiariamente responsable "de las obligaciones laborales y
previsionales" que afecten a los contratistas en favor de los trabajadores de
ésta. A pesar de que cierta jurisprudencia laboral estimó que dentro de la
expresión "obligaciones laborales" debía entenderse incluida la de responder
civilmente por los accidentes del trabajo, en la edición anterior de esta
obra manteníamos una opinión diferente, según la cual "en el estado actual
de nuestro derecho los accidentes laborales son materia de la seguridad social,
y las posibles indemnizaciones que puedan corresponder al empleador son
entregadas a la regulación del derecho común, esto es, al Derecho Civil. En
consecuencia —sosteníamos—, parece razonable pensar que las
obligaciones propias de la responsabilidad por daños causados en el
desempeño laboral (sean contractuales o extracontractuales) son verdaderas
obligaciones civiles y no laborales. Si el legislador hubiera querido imponer un
régimen de responsabilidad subsidiario y de carácter objetivo, lo habría hecho
de un modo expreso y no de una manera tan difuminada".
356
Sobre el tema, véase Corral Talciani, Hernán, "Concurrencia de acciones de responsabilidad civil
contractual y extracontractual en los daños causados por accidentes del trabajo", en Revista Chilena de
Derecho Privado Nº 14, 2010, pp. 80-87.
357
Prado López, Pamela, La subcontratación y el suministro en el Derecho Civil, LegalPublishing, Santiago,
2009, pp. 97-98, intenta contractualizar la obligación de seguridad de la empresa principal para evitar que su
responsabilidad salga de la jurisdicción laboral, considerando que el art. 183 E CT contendría una excepción
al efecto relativo del contrato que se justificaría por el fenómeno moderno de los contratos relacionados o
coligados. Su intención es loable, pero no nos parece posible interpretar de esta forma la norma del art. 183
E, que claramente establece una obligación legal (no contractual) de seguridad que recae directamente (y no
por extensión del contrato con la contratista) en la empresa principal. Por su parte, Diez Schwerter, José
Luis, "Responsabilidad civil derivada de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales: Aspectos
relevantes de su regulación y operatoria actual", en Revista de Derecho (P. Universidad Católica de
Valparaíso) Nº 31, 2008, pp. 163-185, sostiene que la demanda del trabajador del contratista a la empresa
principal debería conocerse en sede civil, salvo que se dé una interpretación amplísima al inc. final del art.
183 E, cuando dispone que el trabajador subcontratado gozará de todos los derechos que las leyes del
trabajo le reconocen contra su empleador. A nuestro juicio, la norma se refiere a los derechos sustantivos y
no a los derivados de normas de competencia procesal.
Tampoco parece que proceda dar una interpretación amplia al inc. 4º del art. 183-B, desatendiendo el hecho
de que está inserto en la norma referida a las obligaciones de dar, y a los derechos emanados de aquéllas.
3. RESPONSABILIDAD CIVIL POR LESIÓN DE DERECHOS FUNDAMENTALES
En todo caso, el actor deberá probar el hecho ilícito y el daño. La ley, sin
embargo, contiene una norma que alivia la carga probatoria de la ilicitud. Según
el art. 493 CT, cuando de los antecedentes aportados por la parte denunciante
resulten indicios suficientes de que se ha producido la vulneración de derechos
fundamentales, "corresponderá al denunciado [el empleador] explicar los
fundamentos de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad".
358
No parece, en cambio, que la indemnización por años de servicio que se devenga cuando se pone
término al contrato de trabajo por la causal de "necesidades de la empresa" sea un caso de propia
responsabilidad civil, ya que la terminación del contrato por causa legal no es antijurídica y no puede dar
lugar a reparación (en contra, Tomasello, L., ob. cit., p. 88; Yuseff, G., ob. cit., p. 261). Esa indemnización es
un apoyo al contratante débil para evitar los perjuicios que le significará el perder su fuente laboral.
359
Así, Domínguez, R., "Responsabilidad civil...", cit., p. 24, según el cual la finalidad de lo que la ley llama
indemnización es permitir al trabajador subsistir durante el tiempo del despido, bajo la forma de un pago en
dinero, o sea, se le devuelve, en alguna medida, la capacidad de trabajo que él entregó a su empleador. En
el caso del incremento, lo que habría sería una sanción al empleador más que una reparación. Court
Murasso, Eduardo, "La indemnización del daño moral por despido injustificado", en AA.VV., Derecho de
Daños, LexisNexis, Santiago, 2002, pp. 229-230, también opina que procede la indemnización del daño moral
del trabajador por sobre la indemnización legal, pero sólo "cuando se trate de situaciones excepcionales en
que se configure un despido especialmente injustificado y siempre que el daño moral sea de cierta entidad,
esto es, distinto del normal que produce la ruptura abusiva del contrato".
A fines del siglo pasado, los tribunales comenzaron a admitir esta doctrina,
pero amparándose en que el hecho ilícito no estaría en el despido injustificado,
sino más bien en la contestación y secuela del juicio por parte del empleador
(Así, C. Sup., 1 de junio de 1999, Rol Nº 1882-1998, y C. Sup., 5 de mayo de
1999, Rol Nº 390-1998).360
360
En el primer fallo, se señala que la conducta ilícita imputada al empleador es la contestación de la
demanda. En el segundo caso la Corte estimó que la indemnización procedía no por el despido injustificado,
que ya era cubierto por el art. 168 CT, sino por el actuar abusivo del empleador en la secuela del juicio
laboral.
No obstante, si con el despido el empleador ha vulnerado los derechos
fundamentales del trabajador, éste puede interponer la denuncia por lesión de
dichos derechos y en subsidio la acción por despido injustificado, indebido o
improcedente (art. 489.7 CT). Si se acoge la denuncia, el juez debe ordenar el
pago de la indemnización sustitutiva del aviso previo (art. 162 CT) y la
indemnización por años de servicio (art. 163 CT) con el recargo que se dispone
para el caso de que la causal de despido sea considerada injustificada, indebida
o improcedente (art. 168 CT). A todo ello debe añadirse, "una indemnización que
fijará el juez de la causa, la que no podrá ser inferior a seis meses ni supe rior a
once meses de la última remuneración mensual" (art. 489.3 CT). De la forma en
la que está establecida esta indemnización adicional a las previstas por el
despido indebido, concluimos que en este caso sí se trata de una indemnización
tasada que cubre el daño producido por la lesión del derecho fundamental, de
modo que no podría el trabajador posteriormente reclamar por la vía civil una
indemnización mayor a la obtenida en el procedimiento de tutela laboral.
II. RESPONSABILIDAD POR EL USO DE COSAS PELIGROSAS
1. DAÑOS CAUSADOS POR ANIMALES FIEROS
361
En el mismo sentido, Acosta, V., ob. cit., p. 9.
2. DAÑOS CAUSADOS POR VEHÍCULOS MOTORIZADOS
363
Un fallo confirmado por la Corte de Antofagasta ha resuelto que no resulta suficiente como prueba en
contrario un contrato de compraventa que consta de un instrumento privado que no fue autorizado por el
notario por falta de pago de los impuestos que gravaban la transferencia: "...toda vez que existen en el
proceso otros antecedentes que prueban que, pese a la existencia del contrato, el demandado ejecutó actos
demostrativos de su ánimo de señor y dueño sobre el vehículo, aún después del accidente..." (Juzgado de
Antofagasta, 24 de julio de 1986; C. Antofagasta, 29 de abril de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 2ª, p. 80). Del
mismo modo, se ha hecho primar la presunción registral por sobre las reglas de los regímenes matrimoniales
y, en especial, sobre las de la sociedad conyugal. Se ha dicho que no basta para destruir la presunción la
presentación de un certificado de matrimonio de la mujer que aparece como dueña en el registro, ya que
éste "...sólo prueba que está casada bajo el régimen de sociedad conyugal, pero no acredita por sí mismo
que el vehículo es un bien social" (C. Sup., 12 de mayo de 1983, RDJ, t. LXXX, sec. 1ª, p. 32). Consideró,
además, la Corte Suprema que como el vehículo era explotado como taxi en último caso se aplicaba a la
mujer el art. 150 del Código Civil por disposición del art. 11 del Código de Comercio, debiendo
considerársela separada de bienes respecto de esa actividad y, por ello, propietaria del vehículo.
La responsabilidad no sólo se imputa al propietario del vehículo sino también
al "tenedor a cualquier título", figura incorporada por la Ley Nº 20.068, de 10 de
diciembre de 2005. De este modo, quien tenía la mera tenencia del vehículo, por
comodato, arrendamiento, depósito u otro título semejante, responde también
solidariamente con el conductor. No aclara la ley si esta responsabilidad excluye
la del propietario o se añade a la de éste. Como lo relevante para la
responsabilidad es el control del vehículo y el riesgo asumido por ello, nos
parece que si el propietario ha cedido la tenencia, es el tenedor quien responde
y no el propietario. Ya con anterioridad a la última reforma se había fallado, por
ejemplo, que el dueño no es responsable si ha entregado el vehículo a un
tercero que se obliga a repararlo, y éste provoca el daño mientras lo conducía
sin que hubiera necesidad de ello (C. Rgua., 18 de marzo de 1988, RDJ ,
t. LXXXIII, sec. 4ª, p. 36).364
366
Seguimos en esto a Zelaya Etchegaray, Pedro, "Responsabilidad civil del empresario en el uso de
vehículos de transporte. Un estudio de la jurisprudencia chilena", en McKay, Federico (edit.),
Responsabilidad civil del empresario, Universidad de los Andes, Santiago, 1996, pp. 105 y ss.; y del mismo
autor "La responsabilidad civil del propietario del vehículo a motor. Una aproximación a la doctrina de la
responsabilidad civil del titular de cosas peligrosas: su naturaleza y límites", en María Dora Martinic (coord.),
Nuevas tendencias del Derecho, LexisNexis, Santiago, 2004, pp. 367-421.
3. DAÑOS CAUSADOS POR AERONAVES
La indemnización tiene límites que establece el mismo Código (arts. 158, 159
y 160), pero se permite demandar por sobre ellos probándose dolo o culpa
(art. 172).
En presencia de daño ambiental causado por dolo o culpa, la ley otorga dos
acciones: la "acción indemnizatoria ordinaria", que tiene por objeto reparar el
perjuicio causado a la persona directamente afectada, y la "acción ambiental" o de
restauración, que tiene por objeto reparar materialmente el medio afectado, en
tanto ello fuere posible.368 No obstante, esta última no es procedente cuando quien
cometió el daño ha ejecutado satisfactoriamente un plan de reparación aprobado
por la Superintendencia del Medio Ambiente, conforme al nuevo inc. 2º del art. 53,
incorporado por la Ley Nº 20.416, de 26 de enero de 2010.
367
Es una presunción de culpa que se conecta con lo que la doctrina tradicional conocía como "culpa contra
la legalidad". Sobre el alcance de esta presunción, véase Hunter Ampuero, Iván, "La culpa con ley en la
responsabilidad ambiental", en Revista de Derecho (U. Austral) vol. 18, Nº 2, 2005, pp. 9-25.
368
Según la ley, "reparación" es "la acción de reponer el medio ambiente o uno o más de sus componentes a
una calidad similar a la que tenían con anterioridad al daño causado o, en caso de no ser ello posible,
restablecer sus propiedades básicas". Se deduce, en consecuencia, que si no es posible la restauración del
daño, se deberá restablecer sus propiedades básicas, de donde resulta que no podría demandarse
indemnización pecuniaria como reparación en equivalente tratándose del daño propiamente ambiental. En
contra, propiciando que esa indemnización debería ser en favor del Estado, Vidal Olivares, Álvaro, "Las
acciones civiles derivadas del daño ambiental en la ley Nº 19.300", en Revista de Derecho (P. Universidad
Católica de Valparaíso) Nº 29, 2007, pp. 119-140. Pensamos que ello podría ser correcto de lege ferenda,
pero no de lege lata.
alerces vivos, contra el propietario del inmueble que no habría tomado medidas
preventivas que evitaran el daño (C. Sup. 26 de junio de 2013, Rol Nº 3579-
2012, con dos votos disidentes).
369
Sobre el tema puede verse Barros Bourie, Enrique, Responsabilidad civil en materia del medio ambiente,
en AA.VV., Derecho del Medio Ambiente, Facultad de Derecho U. de Chile, ConoSur, Santiago, 1998, pp. 47-
71. Corral Talciani, Hernán, "Daño ambiental y responsabilidad civil del empresario en la Ley de Bases del
Medio Ambiente", en Rev. Ch. Der., vol. 23, 1996, pp. 143 y ss.; "El sistema de impacto ambiental y la
responsabilidad civil por daño al medio ambiente", en Revista de Derecho Administrativo Económico, vol. 1,
Nº 1 (1999), pp. 79-93.
Monumentos Nacionales y de la Secretaría Regional de Vivienda y Urbanismo y
sin previo Estudio de Impacto Ambiental, por lo que se les condena a su
reconstrucción en el plazo de dos años (C. Sup, 17 de junio de 2013, Rol
Nº 6617-2012, LP CL/JUR/1298/2013).
2. RESPONSABILIDAD POR DAÑOS NUCLEARES
370
Sobre la materia puede verse a González, Francisco y Acevedo, Santiago, "Revisión del Estatuto de
Responsabilidad Civil por daños nucleares", en Rev. Ch. Der., vol. 40, 2013, pp. 11-43.
3. DAÑOS POR DERRAME AL MAR DE HIDROCARBUROS U OTRAS SUSTANCIAS
CONTAMINANTES
Los plazos de prescripción de estas acciones no están muy claros en la ley para
todos los casos. En los supuestos de garantía legal se establece un plazo general
de tres meses desde la fecha en que se ha recibido el producto, salvo que sea
perecible, caso en el cual el plazo será el indicado en el envoltorio, con un mínimo
de siete días (art. 21.1 y 21.5 Ley Nº 19.496, de 1997). Tratándose de servicios, el
plazo es de treinta días hábiles desde que se hubiere terminado la prestación
(art. 42.2 Ley Nº 19.496, de 1997). Entendemos que la acción de indemnización
de perjuicios anexa a la garantía expira en los mismos plazos.
371
Al respecto, véase Barrientos Zamorano, Marcelo, "Jurisprudencia por daños en estacionamiento de
vehículos regido por la 'Ley del consumidor'", en Revista de Derecho (P. Universidad Católica de Valparaíso)
Nº 34, 2010, pp. 39-73.
el reclamo del consumidor ante el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), o,
tratándose de productos o servicios financieros con "sello SERNAC", ante el
servicio de atención al cliente o al mediador (art. 26.2 Ley Nº 19.496, de 1997). La
interrupción no hace perder el tiempo anterior, ya que la ley usa la expresión
"suspender" para aludir al efecto del reclamo sobre la prescripción.
372
Barrientos Camus, Francisca, "La responsabilidad civil del fabricante bajo el artículo 23 de la ley de
protección de los derechos de los consumidores y su relación con la responsabilidad civil del vendedor", en
Revista Chilena de Derecho Privado Nº 14, 2010, pp. 109-158, intenta expandir la órbita de aplicación del
art. 23 para imputar responsabilidad conjuntamente al vendedor y al fabricante.
373
Sobre este tema, véase Corral Talciani, Hernán, "Responsabilidad civil por productos defectuosos. Análisis
desde el punto de vista de la responsabilidad de la empresa en los textos legales de protección al
consumidor", en Revista de Derecho de la Universidad Católica de Valparaíso, XVIII, 1996, pp. 285 y ss.; "Ley
de Protección al Consumidor y responsabilidad civil por productos o servicios defectuosos", en H. Corral
(edit.), Derecho del consumo y protección al consumidor. Estudios sobre la ley Nº 19.496 y las principales
tendencias extranjeras, Universidad de los Andes, Santiago, 1999, pp. 163-211; y, en forma más global,
Responsabilidad por productos defectuosos. Análisis y propuestas para el Derecho Civil y de Consumo en
Chile, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, passim. Además, puede verse a González Castillo, Joel,
"Responsabilidad por productos defectuosos en Europa y Estados Unidos", en Rev. Ch. Der., vol. 39, Nº 2,
2012, pp. 277-296.
recurran en estos casos a las reglas generales de responsabilidad extracontractual
del Código Civil. Así sucedió en el caso de falla de un implante coclear en que se
condenó a la empresa fabricante (austriaca), cuya casación fue desestimada por
la Corte Suprema: C. Sup. 10 de abril de 2013, Rol Nº 5969-
2011, LP CL/JUR/777/2013. Para paliar la exigencia de culpa el tribunal de
primera instancia aplicó la regla del art. 2329 para presumir la negligencia por el
hecho de la falla del producto.
V. RESPONSABILIDAD POR ACTIVIDADES DE LA CONSTRUCCIÓN
Este régimen especial está contenido en los arts. 18 y 19 del D.F.L. Nº 458, de
1975, según los cuales son responsables el propietario primer vendedor, el
proyectista, los constructores y los proveedores, fabricantes o subcontratistas.
Los plazos de prescripción establecidos por la Ley Nº 20.016 también han sido
objeto de tratamiento jurisprudencial. La Corte Suprema, acogiendo un recurso
de casación en el fondo, estimó que constituye un error de derecho haber
rechazado la excepción de prescripción con fundamento en el nuevo plazo de
prescripción de diez años en el caso de fallas o defectos que afecten a la
estructura soportante del inmueble, pues a la fecha de recepción de las obras
aún no había entrado en vigencia la Ley N º 20.216. La Corte concluyó que
tampoco corresponde contabilizar el plazo de prescripción desde la fecha de los
títulos de propiedad de los demandantes, pues tanto la Ley Nº 19.472 como la
Ley Nº 20.016 contabilizan los plazos desde la recepción definitiva de las obras,
con la sola excepción del art. 18.8.3º del D.F.L. Nº 458, de 1975, antes
mencionado: C. Sup., 4 de mayo de 2012, Rol Nº 7546-2009. A su vez, dado
que la ley admite la recepción definitiva parcial de las obras, se ha fallado que
los plazos de prescripción para cada una de las secciones deben ser contados
en forma individual, según la fecha de las respectivas recepciones finales o
definitivas parciales: C. Stgo., 2 de diciembre de 2009, Rol Nº 961-
2009, LP CL/JUR/4359/2009. También en materia de prescripción, la Corte
Suprema ha declarado que la realización de parte del demandado de
actuaciones destinadas a reparar diversas fallas o desperfectos advertidos por el
demandante, interrumpen naturalmente la prescripción, por aplicación del
art. 2518: C. Sup., 29 de octubre de 2010, Rol Nº 4727-
2007, LP CL/JUR/5030/2008.
VI. RESPONSABILIDAD POR LOS DAÑOS DE LA ACTIVIDAD PERIODÍSTICA
Los medios de comunicación social pueden ocasionar daños a las personas, sobre
todo al lesionar derechos tales como el honor, la intimidad o vida privada y la
imagen. Entre nosotros no existe una regulación orgánica que considere la
responsabilidad civil de este tipo de empresas, pero deben tenerse en cuenta
algunos preceptos.
Por de pronto, la misma Constitución establece que ella asegura a todas las
personas el derecho al respeto a la vida privada y pública y a la honra de la
persona y su familia (art. 19, Nº 4 Const.) y que la libertad de emitir opinión y de
informar sin censura previa, se entiende "sin perjuicio de responder de los delitos y
abusos que se comentan en el ejercicio de estas libertades, de conformidad a la
ley, la que deberá ser de quórum calificado" (art. 19.12º.1 Const.).
Los delitos que pueden cometerse a través de las empresas periodísticas son
los de injuria y calumnia contemplados en los arts. 413, 418.1 y 419 del Código
Penal, con penas pecuniarias agravadas (art. 29 Ley Nº 19.733) y los de
intromisión indebida en la vida privada previstos en los arts. 161-A y 161-B del
Código Penal (art. 39 Ley Nº 19.733).
En materia de autoría, la ley considera como coautor al director del medio (no al
propietario) o al que lo reemplace legalmente (art. 39.2 Ley Nº 19.733). No se
trata, empero, de una responsabilidad objetiva, sino simplemente por culpa
presunta, ya que se permite al director o su reemplazante legal el probar que no
obró con negligencia: "salvo que se acredite que no hubo negligencia de su parte"
(art. 39 .2 Ley Nº 19.733). La Corte Suprema, en fallo reciente, descartó que se
pudiera hacer responsable penal y civilmente al director del medio si en el proceso
no aparecían antecedentes de que hubiera obrado con negligencia (C. Sup., 23 de
enero de 2013, Rol Nº 4394-2012).375
375
El fallo de la Corte no parece advertir que se debe acreditar por parte del director que no actuó con
negligencia; lo que implica una presunción que debe ser desvirtuada. Sobre toda esta materia, pero bajo la
legislación anterior, véase Corral Talciani, Hernán, "Derechos al honor, vida privada e imagen y
responsabilidad civil por los daños provocados por las empresas periodísticas", en Revista de Derecho (U.
Católica del Norte) vol. V, 1996, pp. 73 y ss. Con la nueva ley, Corral Talciani, Hernán, "Sobre la
responsabilidad civil de los periodistas y de los medios de comunicación social por atentados a la honra,
intimidad e imagen", en Información Pública (Escuela de Periodismo U. Santo Tomás) vol. 4, Nº 2, 2006, pp.
253-286.
VII. RESPONSABILIDAD POR TRATAMIENTO INDEBIDO DE DATOS PERSONALES
1. LA RESPONSABILIDAD EN LA LEY Nº 19.628
Junto con establecer variados derechos para las personas en relación con los
bancos de datos (de acceso, de cancelación, de modificación, de bloqueo), la ley
contempla también una regulación sobre la responsabili dad que puede recaer en
quienes mantienen registros o bancos de datos de carácter personal. El art. 23
señala que la persona natural o jurídica privada o el organismo público
responsable del banco de datos debe indemnizar los daños que causare por el
tratamiento indebido de los datos, sin perjuicio de proceder a eliminar, modificar o
bloquear los datos de acuerdo a lo requerido o, en su caso, lo ordenado por el
tribunal.
El tono imperativo del precepto "deberá indemnizar" podría hacernos pensar que
estamos ante un nuevo caso de responsabilidad objetiva o sin culpa. 376 Pero
debemos rechazar esta interpretación por varias razones, entre ellas porque la
responsabilidad configurada en el art. 23 es una responsabilidad derivada de un
ilícito infraccional y éste sólo procede cuando se acredita el elemento subjetivo y
puesto que el vocablo "indebido" revela, atendiendo a la historia del
establecimiento del precepto, que se quería que se aplicaran los criterios comunes
del Código Civil, esto es, la responsabilidad por culpa. Así lo ha establecido la
Corte Suprema: "la indemnización de perjuicios por la que debe responder el
operador de datos personales deriva de la falta del deber de cuidado en el
tratamiento de esos antecedentes" (C. Sup. 25 de septiembre de 2012, Rol
Nº 6968-2010, LP CL/JUR/2100/2012).
376
Así lo sostiene Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 294 quáter, p. 317.
3. PERJUICIOS INDEMNIZABLES
377
sí lo sostuvimos en "De los derechos de las personas sobre los responsables de bancos de datos: el
hábeas data chileno", en Wahl, Jorge (edit.), Tratamiento de datos personales y protección de la vida
privada, Universidad de los Andes, Santiago, 2001, p. 57, pero en una segunda lectura nos parece una
conclusión discutible toda vez que el artículo 23 al utilizar la expresión "incluida la indemnización de los
perjuicios" da la impresión de que necesariamente la acción civil debe ejercerse junto con la denuncia o
querella infraccional.
VIII. RESPONSABILIDAD MÉDICA Y PROFESIONAL
1. LA RESPONSABILIDAD POR EL EJERCICIO DE PROFESIONES LIBERALES. PERFIL DEL
PROFESIONAL LIBERAL
378
Yzquierdo Tolsada, Mariano, La responsabilidad civil del profesional liberal. Teoría general, Reus, Madrid,
1989, pp. 12-13.
2. LA RESPONSABILIDAD CIVIL DEL PROFESIONAL LIBERAL
Concretamente, se ap licará la norma del art. 1999, al que se remite el art. 2006,
y que expresamente dispone: "Habrá lugar a reclamación de perjuicios, según las
reglas generales de los contratos, siempre que por una o por otra parte no se haya
ejecutado lo convenido o se haya retardado su ejecución" (art. 1999). Esta misma
norma rige para las profesiones que se regulan por las reglas del mandato, con las
graduaciones de responsabilidad que establece el art. 2129.
Por último, habrá casos en los que la responsabilidad profesional deba ser
considerada extracontractual o, al menos, no derivada de contrato. 379 Es lo que
sucede cuando el deber de actuación profesional proviene de un imperativo legal,
como, por ejemplo, cuando el Estado nombra a un abogado de turno para
representar a quien no puede procurárselo por sí mismo, o cuando un profesional
presta sus servicios no en calidad de tal, sino como amigo, por caridad o espíritu
de beneficencia.380 También habrá responsabilidad extracontractual (según la
posición que se asuma respecto al derecho común en materia de responsabilidad)
cuando la gestión profesional se realice sin el consentimiento del interesado y se
den los supuestos de la agencia oficiosa. Interpretando extensivamente el
art. 2122 debe estimarse que si el profesional ejecuta un contrato inválido o se
excede del campo de las atribuciones que le han sido otorgadas por el cliente,
responde como agente oficioso. Por otra parte, todos los daños que el profesional
cause a terceros en ejecución del contrato se regirán evidentemente por la
responsabilidad extracontractual, ya que para ellos el contrato no les resulta
oponible.
379
Yzquierdo Tolsada, M., La responsabilidad civil..., cit., pp. 133 y ss.
380
Alessandri, A., ob. cit., Nº 43, p. 61.
Más complejo es determinar el régimen de responsabilidad de profesionales que
cumplen una función institucional, sin ser funcionarios públicos, como, por
ejemplo, los notarios y los conservadores de bienes raíces.381
381
Sobre los notarios, puede verse a Pizarro Wilson, Carlos, "La responsabilidad civil de los notarios en
Chile", en Revista de Derecho (U. Católica del Norte), vol. 18, Nº 2, 2011, pp. 137-149.
3. ESTATUTOS ESPECIALES DE CIERTAS PROFESIONES
Existen profesiones para las cuales la ley puede regular un régimen particular de
responsabilidad. Es lo que hace el Código Civil respecto de los arquitectos
(art. 2004), y la Ley General de Urbanismo y Construcciones para los proyectistas
y otros profesionales de la construcción (art. 18).
382
Jara Amigo, Rony, "Ámbito de aplicación de la ley chilena de protección al consumidor. Inclusiones y
exclusiones", en Corral, Hernán (edit.), Derecho del Consumo y Protección al Consumidor, Universidad de los
Andes, Santiago, 1999, p. 60.
4. LA RESPONSABILIDAD DEL EQUIPO O EMPRESA DE PROFESIONALES
¿Cómo se responde si uno de los miembros del grupo o socio causa el daño por
su desempeño profesional? En Francia, por la Ley de Sociedades Civiles
Profesionales de 1966, cada asociado es responsable de sus actos, pero, al
mismo tiempo, la sociedad también resulta responsable. Se sostiene que como la
sociedad es quien es parte del contrato, ella también debe responder. Esta
solución parece razonable, aunque nos asalta la duda sobre el fundamento de la
responsabilidad del profesional individual, ya que él como persona no ha sido
parte del contrato de prestación de servicios. Es posible que este sea un supuesto
de responsabilidad extracontractual, de modo que la sociedad (y todos los socios)
responderán en virtud del contrato y el socio que causó el daño podrá ser
demandado con fundamento en la responsabilidad extracontractual.383
Para los grupos no constituidos como sociedad, la respuesta debe ser distinta.
El contrato de prestación de servicios se habrá otorgado entre el cliente y el
miembro que causó el daño, de manera que sólo él será responsable de su
deficiente desempeño profesional, y no el resto de los profesionales que integran
la comunidad.
383
Nuevamente debe decirse que las sociedades profesionales no responden por la Ley Nº 19.496 de
Protección al Consumidor, ya que, a pesar de que en la historia de la ley algunos parlamentarios pensaron
que quedaron incluidas, el texto del art. 2º les hace inaplicable la ley al no ejecutar dichas sociedades actos
mercantiles. Cfr. Jara Amigo, R., ob. cit., pp. 60-61.
384
Yzquierdo, M., ob. cit., p. 163.
5. LA RESPONSABILIDAD DEL MÉDICO
385
Alessandri, A., ob. cit., Nº 42, p. 58; Tomasello, Leslie, "La responsabilidad civil médica", en Estudios de
Derecho Privado, Edeval, Valparaíso, 1994, pp. 34-35; Court, E., "Algunas consideraciones...", cit., p. 2.
en favor de otro (art. 1449) y la aceptación tácita del tercero beneficiado (paciente)
permitirían construir la responsabilidad del médico bajo la forma contractual.386
386
Guajardo Carrasco, Baltazar, Aspectos de la responsabilidad civil médica. Doctrina y Jurisprudencia,
Librotecnia, Santiago, 2002, pp. 50 y ss.
387
Alessandri, A., ob. cit., Nº 42, p. 59.
388
Court, E., "Algunas consideraciones...", cit., p. 8. La sentencia fue confirmada por la Corte de Apelaciones
de Santiago, y la Corte Suprema rechazó los recursos de casación (C. Sup., 20 de junio de 1996, F. del M. Nº
451, p. 1.228).
389
En contra, sosteniendo que la ausencia de vínculo contractual es un requisito para la responsabilidad
extracontractual, Court, E., "Algunas consideraciones...", cit., p. 12.
390
Court, E., "Algunas consideraciones...", cit., p. 12, critica la opinión de Alessandri en el sentido de que el
art. 10 CPP permitiría el cúmulo de la acción penal sólo con la de responsabilidad civil extracontractual,
sosteniendo que "Del precepto referido sólo puede colegirse que un ilícito penal puede también dar lugar a
responsabilidad civil. Pero, obviamente, las acciones civiles correspondientes serán contractuales o
extracontractuales según haya existido o no vínculo obligacional previo entre víctima y hechor".
Es claro que hay diferencias relevantes entre estimar si la acción del paciente
es por responsabilidad contractual o extracontractual, en términos de cláusulas
de exención de responsabilidad, de determinación de los perjuicios, de plazos
de prescripción, etc. La cuestión más relevante, sin embargo, es el problema de
la carga de la prueba sobre la negligencia médica. En el régimen de la
responsabilidad extracontractual, la negligencia debe ser probada por la víctima.
En la responsabilidad contractual puede pensarse en aplicar la norma del
art. 1547 y estimar que la culpa se estima producida por el incumplimiento
médico, debiendo el profesional demostrar que procedió de acuerdo a las reglas
de su arte. Para evitar esta conclusión se ha forjado en la doctrina francesa la
distinción entre obligaciones de medio y de resultado. De esta manera, el
médico sólo se obligaría a poner los medios terapéuticos aconsejados pero no
garantizaría la salud o recuperación del enfermo. En tal sentido, la culpa —es
decir, que no se pusieron los medios correctos— debe probarla la víctima. En
Chile se discute si nuestra legislación acepta la distinción. A nuestro juicio, el
art. 1546, al relativizar el deber contractual a la naturaleza de la obligación
asumida, permite concluir que ciertas obligaciones médicas son de actuación; es
decir, de actuar diligentemente conforme a los conocimientos y habilidades de
su profesión. Pero ello no significa que aquí no se aplique la regla del art. 1547,
sino únicamente que debe probarse el incumplimiento mediante la acreditación
de la negligencia. La sola falta del resultado esperado: la salud recuperada, no
basta para estimar incumplido el contrato.391 En este sentido, la Corte de
Concepción recientemente consideró que la obligación del médico es de medios
pero que igualmente recibe aplicación la regla del art. 1547.3, debiendo la parte
demandada (el médico) probar su diligencia (C. Concep., 19 de julio de 2012,
Rol Nº 456-2012, LP 61986).
391
En contra, Guajardo, B., ob. cit., pp. 98-99, sostiene que el Código Civil no admite la distinción entre
obligaciones de medio y de resultado para los efectos de la carga de la prueba, pero sí en cuanto al
contenido, de manera que si bien la ley presumiría la culpa del médico por el daño producido éste podría
exonerarse probando que cumplió con sus deberes contractuales conforme a la lex artis.
392
Pérez de Leal, Rosana, Responsabilidad civil del médico. Tendencias clásicas y modernas, Edit.
Universidad, B. Aires, 1995, p. 89.
c) El equipo médico
393
Paillás, Enrique, Responsabilidad médica, ConoSur, 3ª edición, Santiago, 1999, p. 45, sostiene que, en una
operación quirúrgica, el cirujano responde no sólo de sus propios hechos, sino de la culpa en que haya
incurrido alguno de sus colaboradores en el equipo: "él responde porque la conducción y la organización
general de la operación están a su cargo".
394
Pérez de Leal, R., ob. cit., p. 179.
6. LA RESPONSABILIDAD DE LAS EMPRESAS Y SERVICIOS PÚBLICOS MÉDICOS
395
Guajardo, B., ob. cit., p. 113.
396
En este sentido, Zelaya Etchegaray, Pedro, "Responsabilidad civil de hospitales y clínicas (modernas
tendencias jurisprudenciales)", en RDJ, t. XCIV, Derecho, pp. 70 y ss.; Guajardo, B., ob. cit., p. 119.
El sistema público de prestaciones médicas recae en los Servicios de Salud, que
son personas públicas organizadas regionalmente y dotados de autonomía
técnica, administrativa y patrimonial (D.L. Nº 2.763, de 1979). Cuando se produce
un daño a un paciente atendido por un consultorio, clínica u hospital dependiente
de alguno de estos servicios, se presenta el problema de la responsabilidad del
Estado en virtud de sus órganos o servicios.397 La jurisprudencia se mantuvo
adherida largo tiempo a la tesis de que corresponde aplicar la responsabilidad
indirecta del empresario por el hecho de sus dependientes, en conformidad con el
art. 2320, o incluso una responsabilidad directa en virtud del art. 2314. Parte de la
doctrina criticó esta solución y sostuvo la inadecuación de las normas civiles para
resolver lo que sería una "responsabilidad de derecho público" y no civil 398Se
consideró que la invocación de la falta de servicio regulada por el art. 42 de la Ley
Nº 18.575 podría otorgar un fundamento mejor a las sentencias condenatorias de
los Servicios de Salud399, o incluso la aplicación de una responsabilidad objetiva o
por riesgo basada directamente en preceptos constitucionales.400 Una
consecuencia de esta última opinión es que no se aplicaría a este tipo de
responsabilidad la prescripción prevista en el art. 2332, y que, a falta de un
precepto constitucional al respecto, debería sostenerse que la acción de la víctima
es imprescriptible. Tampoco sería procedente la solidaridad del art. 2317.401
397
Si la prestación se realiza en el sistema de libre elección de la Ley Nº 18.469, en el que el paciente elige el
médico o establecimiento sanitario, habrá responsabilidad contractual (o extracontractual si se admite el
cúmulo) entre las partes, y si la prestación se desarrolla en establecimientos administrados por el Servicio de
Salud, procederá también la responsabilidad de este servicio estatal. Cfr. Guajardo, B., ob. cit., pp. 57-58.
398
Así, Vásquez Rogat, Andrés, Responsabilidad del Estado por sus Servicios de Salud, ConoSur, Santiago,
1999, p. 21.
399
Guajardo, B., ob. cit., p. 234, para quien la responsabilidad por falta de servicio es una especie dentro del
género de la responsabilidad del Estado.
400
Vásquez, A., ob. cit., pp. 48-49 y 83 y ss.
401
Guajardo, B., ob. cit., p. 238.
haber acreditado negligencia de la demandada (C. Sup., 24 de enero de
2002, F. del M. , Nº 497, p. 370).
Se zanja el tema de la prescripción con una norma que señala que la acción
prescribe en el plazo de cuatro años "contado desde la acción u omisión" (art. 40).
El órgano público que haya sido condenado puede repetir en contra del
funcionario directamente responsable, pero siempre que se acredite que actuó con
dolo o con "imprudencia temeraria" en el ejercicio de sus funciones (art. 38.2).
402
Cfr. Tocornal Cooper, Josefinda, "Responsabilidad civil por infecciones intrahospitalarias", en Rev. Ch.
Der., vol. 37, Nº 3, 2010, pp. 477-504.
7. LA MEDIACIÓN COMO GESTIÓN PREVIA A LOS JUICIOS DE RESPONSABILIDAD MÉDICA
403
Cfr. Pizarro Wilson, Carlos, "Controversias jurisprudenciales de la responsabilidad de los servicios públicos
de salud", en Responsabilidad Médica, Cuadernos de Análisis Jurídico Universidad Diego Portales, Santiago,
2010, p. 191.
IX. LA RESPONSABILIDAD DE LOS DIRECTORES Y GERENTES DE SOCIEDADES
ANÓNIMAS
1. LA REGULACIÓN NORMATIVA
404
Parra Lucán, María Ángeles, "Responsabilidad civil de administradores de sociedades", en Reglero
Campos, L. (coord.), Tratado de Responsabilidad Civil, Aranzadi, Navarra, 2002, p. 1263.
405
Normas similares y con parecidos defectos se encuentran en la Ley Nº 18.045, de Mercado de Valores,
modificada por la Ley Nº 19.601, de 18 de enero de 1998: arts. 55 a 57, y en la Ley General de Cooperativas,
modificada por Ley Nº 19.382, de 4 de noviembre de 2002: arts. 43 y 44.
disposiciones generales, y, dado que éstas distinguen entre responsabilidad
contractual y extracontractual, habrá entonces que diferenciar el régimen de la
llamada acción social (si se pretende la reparación de daños causados a la
sociedad) y el de la llamada acción individual (si se persigue la reparación de los
perjuicios ocasionados a accionistas o terceros).
406
Concha Gutiérrez, Carlos, "Responsabilidad civil de directores de sociedades anónimas", en McKay,
Federico (edit.), Responsabilidad civil del empresario, Universidad de los Andes, Santiago, p. 56.
407
Hace excepción el caso previsto en el art. 54 inc. 3º de la Ley Nº 18.046, que imputa responsabilidad por
la declaración de reserva sólo a los directores que culposa o dolosamente concurren con su voto favorable al
acuerdo. En contra, Puga Vial, Juan Esteban, La sociedad anónima y otras sociedades por acciones en el
Derecho chileno y comparado, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 2011, p. 491, y Alcalde Rodríguez,
Enrique, La responsabilidad de los directores de las sociedades anónimas. Responsabilidad civil, penal y
administrativa, Ediciones UC, Santiago, 2013, p. 288, sostienen que a pesar de que la ley imponga
responsabilidad solidaria salvo que se haga constar la oposición en el acta, el director demandado podría
probar que actuó sin culpa.
Lo anterior se confirma con lo dispuesto en el inciso tercero del mismo precepto,
que aclara que ni la aprobación de la memoria o balance ni la aprobación
específica de ciertos negocios, exonera a los directores de responsabilidad,
"cuando se hubieren celebrado o ejecutado con culpa leve, grave o dolo".
Los directores independientes que integren el comité previsto por la ley para
las sociedades abiertas tienen, además de la responsabilidad común de los
directores, una responsabilidad solidaria por los perjuicios que causen a los
accionistas y a la sociedad por incumplimiento de los deberes específicos que
se les impone (art. 50 bis.14 Ley Nº 18.046).
vii) Tratándose de una sociedad anónima cerrada, si uno o más directores tienen
interés por sí o como representantes de otro en actos o contratos celebrados por
la sociedad, sin que se cumplan los requisitos previstos en el art. 44 de la Ley
Nº 18.046. La norma señala que "la infracción de este artículo... otorgará a la
sociedad, a los accionistas y a los terceros interesados, el derecho de exigir
indemnización por los perjuicios ocasionados". Si se trata de una sociedad
anónima abierta, que realiza una operación con partes relacionadas sin cumplir
con los requisitos del art. 147 de la Ley Nº 18.046, la sociedad o los accionistas
tienen el derecho de demandar, de la persona relacionada infractora, el reembolso
en beneficio de la sociedad de una suma equivalente a los beneficios que la
operación hubiera reportado a la contraparte relacionada, y la indemnización de
los daños (art. 147.7º Ley Nº 18.046);
408
408 En este sentido, Puelma Accorsi, Álvaro, Sociedades, Editorial Jurídica de Chile, 3ª edición, Santiago,
2001, t. II, p. 639; Carey B., Guillermo, De la sociedad anónima y la responsabilidad civil de los directores,
Editorial Universitaria, Santiago, 1993, p. 45.
de cuidado que les eran exigibles. La violación de dichos deberes está ya
incluida en la presunción. La única excusa admitida es no haber concurrido con
el voto al acuerdo (art. 45.2º Ley Nº 18.046). Si no se entrega la información
exigida, será difícil que se pruebe en contra de la presunción, ya que siempre
podrá imputárseles responsabilidad por omisión o falta de vigilancia (art. 46.3
Ley Nº 18.046).
Los que sean considerados culpables de una infracción a alguna de las siguientes
fuentes: la Ley Nº 18.046, su reglamento, el estatuto social o las normas
impartidas por la Superintendencia, son responsables de los daños ocasionados a
otro por dicha infracción, sin perjuicio de las demás sanciones civiles, penales o
administrativas que correspondan (art. 133.1 Ley Nº 18.046).410
409
Illanes, Claudio, La responsabilidad civil de los directores y gerentes de las Sociedades Anónimas y
Empresas Bancarias, Folleto del Colegio de Abogados de Chile, Santiago, 1998, p. 13, sostiene que el art. 44
contiene un caso de presunción de derecho de la culpa. En contra, sosteniendo que siempre puede probarse
la ausencia de culpa, Alcalde, E., ob. cit., pp. 101-102.
410
En varias ocasiones, la ley junto con tipificar un deber o prohibición insiste en lo que este precepto
establece de modo general: que la infracción genera responsabilidad; así, por ejemplo, en los arts. 15.3,
42.7º y 89.1.
Si es la sociedad la que infringe la ley, el reglamento, las normas de
la Superintendencia o su propio estatuto y con ello causa daño a otro (pueden ser
accionistas o terceros), la ley atribuye además responsabilidad a los
administradores o representantes legales (art. 133.2 Ley Nº 18.046). El hecho de
que el ilícito sea imputable a la sociedad no excluye la responsabilidad de los
directores. Es más, la ley señala que los directores responden solidariamente con
la sociedad y entre sí (art. 133.3 Ley Nº 18.046). De este modo, el demandante
podrá dirigir su acción de responsabilidad por el total de los perjuicios, sea contra
la sociedad o contra cualquiera de sus administradores o representantes.
Queda por dilucidar, sin embargo, qué normas y criterios deben aplicarse en
relación con aspectos de la responsabilidad que no están regulados en la Ley
Nº 18.046 en ninguno de los tres bloques normativos que hemos caracterizado,
411
En contra, Alcalde, E., ob. cit., pp. 100 y ss.
como, por ejemplo, la carga de la prueba de la culpa (cuando no haya
presunciones), la prescripción, la extensión de la reparación, la legitimación
procesal, la competencia judicial. Para ello se hace indispensable distinguir los
casos en los que la sociedad es quien ejerce la acción de responsabilidad (acción
social) de aquellos en los que los demandantes son los accionistas o terceros
interesados (acción individual).
3. LA LLAMADA ACCIÓN SOCIAL
a) Titulares
La acción subrogatoria por infracción normativa puede ser ejercida por uno o
más accionistas que representen a lo menos el 5% de las acciones emitidas o por
cualquiera de los directores, individualmente considerados.414 En este caso, el
objeto de la acción es la reclamación de todos los perjuicios que correspondieren
a la sociedad.415 Los que ejercen la acción actúan "en nombre y beneficio de la
sociedad" (art. 133 bis Ley Nº 18.046). Sin embargo, la ley les permite apropiarse
412
Así, Romero Seguel, Alejandro y Díaz Villalobos, José Ignacio, "La acción de responsabilidad civil del art.
133 bis de la ley de sociedades anónimas", en RDJ, t. XCIX, Derecho, p. 52. En p. 56 sostienen que la figura
legal no es una representación sino una "sustitución procesal".
413
Alcalde, E., ob. cit., p. 245, agrega como supuestos de ejercicio de la acción social los de los Nºs. 5, 6 y 7
del art. 42. No encontramos sustento normativo para fundar una acción subrogatoria que, por ser
excepcional, necesita texto legal expreso. Coincidimos, por tanto, con Puga, J. E., ob. cit., p. 495, en que en
estos casos la acción sólo corresponde a la sociedad.
414
Según Lyon Puelma, Alberto, "Conflicto de intereses en las sociedades", en Rev. Ch. Der., vol. 29, Nº 1, p.
67, la acción subrogatoria también correspondería a los accionistas que no alcancen a reunir el 5% de las
acciones emitidas. En contra, a nuestro juicio con razón, se pronuncian Alcalde, E., ob. cit., pp. 253-255;
Gutiérrez, Juan Francisco y Santana Hernández, Nicolás, "Notas sobre la responsabilidad civil de los
directores de sociedades anónimas", en Actualidad Jurídica (Universidad del Desarrollo) vol. 13, 2012, Nº 25,
pp. 301-302.
415
Interpretando estrictamente la expresión "toda pérdida irrogada al patrimonio de la sociedad" del art.
133 bis, Puga, J. E., ob. cit., p. 497, sostiene que por esta vía sólo puede reclamarse el daño emergente.
Pensamos con Barros, E., Tratado... cit., p. 864, que, aunque la frase no es afortunada, no parece suficiente
para constituir una limitación tan fuerte a las reglas generales de la responsabilidad civil.
de las costas a que sean condenados los vencidos. En cambio, si son los
demandantes los condenados en costas, ellos deben soportar la pérdida sin que
puedan trasladarla a la sociedad.
Nos parece que el reembolso de los beneficios es una forma de fijar un monto
mínimo a los daños indemnizables (una suerte de indemnización tasada), sin
perjuicio de que si los daños son mayores, la cantidad reembolsada se impute a
ellos y se exija el resto en favor de la sociedad.416
416
Escribiendo antes de la reforma de la Ley Nº 20.382, de 2009, pero ante el mismo supuesto de reembolso
de beneficios, entonces contemplado en el art. 44, Vidal Olivares, Álvaro, "Responsabilidad civil de los
directores de sociedades anónimas. Bases para la construcción de un sistema unitario", en H. Corral y otros
(coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, p.
179, se opone a nuestra opinión de que se trate de una responsabilidad tasada y califica el derecho como el
ejercicio de una acción in rem verso.
417
Puelma, A., ob. cit., pp. 627-629; Abeliuk, R., ob. cit., t. II, Nº 934 ter, p. 925.
XXXV del Libro IV del Código Civil, esta responsabilidad legal debe asimilarse a la
responsabilidad por delito o cuasidelito.418
Ello no puede discutirse respecto de los gerentes y personas que hagan sus
veces, porque respecto de éstos no hay duda de que existe vínculo contractual
(contrato de trabajo, arrendamiento de servicios o mandato).420
418
Esta parece ser la posición de Puelma, A., ob. cit., t. II, pp. 627-629, quien defiende la naturaleza legal del
vínculo entre sociedad y directores y parece identificar responsabilidad legal con responsabilidad aquiliana.
Lyon Puelma, Alberto, "Responsabilidad civil de entidades corporativas", en Jorge Baraona (edit.),
Responsabilidad civil de entidades corporativas, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 7,
2003, pp. 222 y 246-248, señala que la relación entre directores y sociedad no es contractual, sino orgánica
o legal, por lo que sostiene que a falta de norma especial la responsabilidad se regirá por las reglas de los
delitos o cuasidelitos, en cuanto régimen común (ver pp. 182-185). En similar sentido, Vidal, A.,
"Responsabilidad civil...", cit., p. 166 y pp. 182-185; Puga, J. E., ob. cit., pp. 492-493; Alcalde, E., ob. cit., pp.
31 y ss.
419
En este sentido, Carey, G., ob. cit., pp. 100 y ss.; Concha, C., ob. cit., p. 49, y Lagos Villarreal, Osvaldo, "La
responsabilidad de los directores de sociedades anónimas", en Revista de Derecho de la Empresa
(Universidad Adolfo Ibáñez) Nº 1, 2005, pp. 92-94. Barros, E., Tratado..., cit., pp. 825-827, señala que si bien
la relación entre directores y sociedad parece ser orgánica y no contractual, por otro lado, al existir una
relación fiduciaria que es determinante para definir los deberes de cuidado de los directores, puede decirse
que sus relaciones con la sociedad presentan una "estructura contractual". De esta manera, concluye que
debe reconocerse el derecho del demandante a calificar su acción como contractual o extracontractual o
demandar una en subsidio de la otra.
420
Puelma, A., ob. cit., p. 642.
extracontractuales arrojará resultados distintos de importancia, como, por ejemplo,
sucede con la prescripción.421
421
Lagos, O., "La responsabilidad...", cit., p. 95, sostiene que no se aplica a este estatuto la prescripción del
art. 822 CCom. Concordamos con esta solución por lo que deberá distinguirse si estamos en presencia de
responsabilidad contractual, caso en el cual se aplicará el plazo de 5 años del art. 2515, o de responsabilidad
aquiliana, supuesto en que regirá el plazo de 4 años del art. 2332 (cfr. Alcalde, E., ob. cit., pp. 287-288).
4. LA LLAMADA ACCIÓN INDIVIDUAL
a) Titulares
La acción individual puede ser ejercida tanto por los accionistas de la sociedad
como por terceros (por ejemplo, acreedores), en la medida en que reclamen la
reparación del daño que personalmente han sufrido por la actuación de un director
o gerente de una sociedad que ha actuado en su calidad de tal.
422
Puelma, A., ob. cit., t. II, p. 638, piensa que la acción no está disponible a los terceros por la letra del art.
41. En el mismo sentido, Vidal, A., "Responsabilidad civil...", cit., p. 182; Lagos, O., "La responsabilidad...", cit.
p. 88.
423
Puede verse un desarrollo detallado de toda esta sinuosa problemática en Parra Lucán, M. A., ob. cit., pp.
1312 y ss.
b) Régimen jurídico aplicable
En este caso hay claridad de que no media vínculo contractual entre demandante
y demandado. Será necesario aplicar el régimen de la responsabilidad
extracontractual. A la misma conclusión debe arribarse en caso de que el daño se
haya causado por la infracción de un deber expresado en la ley, ya que la
violación de obligaciones legales, en nuestro criterio, produce responsabilidad
aquiliana.424
424
Cfr. Alcalde, E., ob. cit., p. 227. En contra Concha, C., ob. cit., p. 50, quien estima que existe un deber de
diligencia de los directores respecto de los accionistas, por lo que en cuanto a éstos debería aplicarse la
responsabilidad contractual.
X. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO
1. FACETAS DE LA RESPONSABILIDAD ESTATAL
Las facetas en las que puede actuar el Estado y los órganos que lo integran son
variadas. Para efectos de la responsabilidad se suelen contemplar los campos de
la actividad legislativa (daños causados por la aprobación de una norma legal o de
un tratado), de la actividad judicial (daños causados por resoluciones o
actuaciones judiciales consideradas indebidas o ilícitas) y, finalmente, de la
actividad de gobierno o por actos de la administración.
425
Cfr. Caldera Delgado, Hugo, "La responsabilidad extracontractual por el hecho de las leyes en la
Constitución Política de l980. ¿Espejismo o realidad?", en RDJ, t. LXXIX, sec. Derecho, pp. 9-29. Más
recientemente, y considerando las declaraciones de inconstitucionalidad de leyes realizadas por el Tribunal
Constitucional, cfr. Núñez Leiva, J. Ignacio, "La responsabilidad patrimonial del Estado legislador: un análisis
a propósito de las garantías del contribuyente en el sistema chileno", en Ius et Praxis, vol. 8, Nº 1, 2010, pp.
169-200.
426
Martínez Estay, José Ignacio, "La responsabilidad patrimonial del Estado por infracción al principio de
igualdad y al derecho de propiedad en el Derecho Público chileno", en AA.VV., Derecho de Daños,
LexisNexis, Santiago, 2002, pp. 196-199.
3. RESPONSABILIDAD POR LA ACTIVIDAD JURISDICCIONAL
427
En el nuevo proceso penal, en el que no existe el auto de sometimiento a proceso, se entiende que el
requisito se cumple desde que se haya promovido respecto del afectado la persecución penal. Cfr.
Fernández González, Miguel Ángel, "Indemnización por error judicial en la perspectiva del Nuevo
Procedimiento Penal", en Revista de Derecho (U. Católica del Norte), Nº 8, 2001, pp. 275 y ss.
428
Cfr. Cousiño M. I., Luis, "Derechos de las personas detenidas, procesadas o condenadas injustamente, a
ser indemnizadas de daños ocasionados", en RDJ, t. LV, Derecho, pp. 43-65; y más recientemente García
Mendoza, Hernán, La responsabilidad extracontractual del Estado. Indemnización del error judicial, ConoSur,
Santiago, 1997, pp. 223 y ss. La Corte Suprema dictó un auto acordado (3 de agosto de 1983, D.O. 11 de
agosto de 1983) para regular el procedimiento al que debe someterse esta acción de indemnización.
429
Soto Kloss, E., Derecho Administrativo..., cit., t. II, pp. 311 y ss.; Martínez, J., "La responsabilidad...", cit.,
pp. 199-201; Rondini Fernández-Dávila, Patricio, Responsabilidad patrimonial del Estado Juez en Chile,
LexisNexis, Santiago, 2008, pp. 125 y ss.
430
Es posible que concurran las normas del art. 19.7º letra i Const. y la del art. 5º de la Ley Nº 19.640,
cuando por solicitud del fiscal se dicte una resolución que formalice o condene a alguien. En este caso, se
sostiene que la distinción para aplicar una u otra responsabilidad debe estar en dónde está la causa del
error, o sea, si el yerro se produce en el razonamiento judicial contenido en la resolución se aplicará la
norma constitucional; en cambio, si ese razonamiento es correcto y deriva de la actuación del Ministerio
Público, se aplicará la responsabilidad prevista en su Ley Orgánica: cfr. Rondini, P., ob. cit., p. 121.
4. RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN. ESTATUTOS ESPECÍFICOS
Según el art. 169.5 del texto refundido de la Ley Nº 18.290, Ley de Tránsito (D.F.L.
Nº 1, de 2009), "La Municipalidad respectiva o el Fisco, en su caso, serán
responsables civilmente de los daños que se causaren con ocasión de un
accidente que sea consecuencia del mal estado de las vías públicas o de su
señalización". La demanda deberá interponerse ante el juez de letras en lo civil y
se tramita de acuerdo con las normas del juicio sumario (art. 169.5 D.F.L. Nº 1, de
2009).
431
Así Pierry Arrau, Pedro, "Algunos aspectos de la responsabilidad extracontractual del Estado por falta de
servicio", en RDJ, t. XCII, Derecho, p. 30.
cuyo expedito cometido se las ha dotado de facultades y atribuciones
especiales. En la especie, es evidente que medió falta de vigilancia oportuna de
los inspectores municipales respecto del funcionamiento y estado de las
señalizaciones de peligro, que equivale a falta de servicio, ...ya que sólo
después de ocurrido el accidente se cursó el parte correspondiente [por el Juez
de Policía Local] en que expresamente se dejó constancia de no respetarse la
señalización exigida, con peligro de accidente" (3 er Juzgado Civil de Stgo. en
sentencia confirmada por C. Sup., 4 de noviembre de 1993, F. del M. Nº 420,
p. 955).
432
Pierry Arrau, P., ob. cit., p. 19. En el mismo sentido, Mundaca Assmussen, Hans, Responsabilidad del
Estado por falta de servicio, Libromar, Santiago, 2001, p. 77.
subjetividad de este concepto es controvertida, y hay quienes prefieren hablar
de responsabilidad pública objetiva433 , o al menos de responsabilidad
objetivada.434 Según la autorizada opinión de Soto Kloss, la expresión "falta de
servicio" no es equivalente a la expresión francesa "faute de service " ("culpa del
servicio"), pues en castellano la preposición "de" y no "del" impide que se lea la
palabra falta como "culpa" o "mal funcionamiento de servicio". 435 Sugiere que
"falta de servicio" sea leída sencillamente como vacío o ausencia de servicio
(responsabilidad del Estado por omisión). No obstante, nos parece que, aun así,
se mantiene la articulación de un régimen de responsabilidad basada en el mal
funcionamiento del servicio, ya que éste puede ser concebido justamente como
la ausencia o falta de un adecuado y correcto servicio. Pero que esta es una
interpretación excesivamente literalista se deduce de la contraposición que hace
el artículo entre "falta de servicio" del art. 42.1 y "falta personal" del funcionario
del art. 42.2.
433
Así García Mendoza, H., ob. cit., p. 217; quien sigue a Pantoja Bauzá, Rolando, Bases Generales de la
Administración del Estado, Ediar ConoSur, Santiago, 1987, p. 45.
434
Oelckers Camus, Osvaldo, "Responsabilidad extracontractual del Estado Administrador en las Leyes
Orgánicas Constitucionales de Administración del Estado y de las Municipalidades", en Rev. Ch. Der., vol. 16,
Nº 2, 1989, p. 442, y más recientemente en "La responsabilidad civil extracontractual del Estado
administrador en la Constitución Política de 1980 y su imputabilidad por falta de servicio", en Rev. Ch. Der.
Número especial, 1998, p. 351.
435
Soto Kloss, Eduardo, "Comentario a la sentencia de C. Sup. de 13 de septiembre de 1999", en Ius
Publicum Nº 6, 2001, pp. 208-209, en especial nota 13.
no toman partido (C. Concep., 25 de agosto de 2011, Rol Nº 475-
2011, LP 50659).
En general, es un parecer unánime que el Estado debe responder por los daños
que causen sus funcionarios o agentes al desarrollar indebidamente sus funciones
administrativas. Está superada la antigua tesis jurisprudencial que veía un
obstáculo insalvable en la ausencia de los tribunales contencioso-administrativos
para proceder contra el Estado. Hoy está claro que tienen esta competencia los
tribunales ordinarios de justicia.
Finalmente, una tercera opción, que parece imponerse tanto en doctrina como
jurisprudencia, es la de entender que la responsabilidad del Estado y sus órganos
es una responsabilidad especial, cuyo fundamento puede ser constitucional, pero
cuyo régimen se configura con disposiciones especiales y, en lo no previsto en
ellas, por el derecho común contenido en el Título XXXIII del Código Civil.
436
Soto Kloss, E., Derecho Administrativo..., cit., p. 845. En el mismo sentido, Fiamma, Gustavo, ob. cit., pp.
429 y ss., considera que el art. 38 de la Constitución establece una verdadera acción constitucional de
responsabilidad en contra del Estado por la actuación de sus organismos. Una adhesión desde el punto de
vista constitucional a la tesis de la "Responsabilidad de derecho público", en Martínez, J., "La
responsabilidad...", cit., pp. 185-196. La idea de un régimen de responsabilidad del Estado independizado de
los criterios del derecho privado la había avanzado ya antes de la Constitución de 1980, Aylwin, Patricio, "La
responsabilidad del Estado", en RDJ, t. XLIII, Derecho, pp. 5-12, propiciando su regulación por ley y sobre la
base de la idea francesa de "falta del servicio público".
437
Soto Kloss, E., Derecho Administrativo..., cit., pp. 815 y ss. En el ámbito civil, López Santa María, Jorge,
"Responsabilidad por falta de servicio. Casuística chilena reciente" en RDJ, t. XCIV, Derecho, pp. 31 y ss.,
aboga por considerar que la falta de servicio debe ser considerada una forma de responsabilidad objetiva
por cualquier funcionamiento ineficiente del Estado.
438
Mientras Soto Kloss sigue hablando de un daño que sea "antijurídico" o "injusto" o que constituya lesión
de un derecho (Derecho Administrativo..., cit., pp. 816; 817; 918), Fiamma afirma categóricamente que no
debe tomarse en cuenta la licitud o ilicitud del comportamiento de la Administración del Estado: si hay
daño, hay responsabilidad "incluso cuando haya actuado dentro de la más estricta legalidad" (ob. cit., pp.
434-435).
lesión que el particular afectado no debe soportar en virtud de la garantía de
igual distribución de las cargas públicas consagrada por la Constitución.439
Una opinión más extrema postula que este sistema común de responsabilidad
pública del Estado tendría además algunos regímenes específicos como el
relativo al error judicial (art. 19.7º letra i) Const.) y el de la acción de
responsabilidad del art. 38.2 Const., de tal manera que la responsabilidad por
falta de servicio consagrada a nivel legal (Leyes Nº 18.575, art. 42 y Nº 18.695,
art. 152) vulneraría la Constitución al restringir un sistema constitucional.440 En
este mismo sentido, se estima que si una ley, diversa del Código Civil, establece
un régimen especial de responsabilidad, dicha normativa no puede aplicarse al
Estado, el que responde por el régimen constitucional de manera objetiva. Así
se ha defendido la inaplicabilidad al Estado del estatuto de la responsabilidad
civil medioambiental previsto en la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente
Nº 19.300.441
439
Soto Kloss, E., Derecho Administrativo..., cit., p. 814; Fiamma, G., ob. cit., pp. 429. En materia de
responsabilidad de Municipalidades sostiene la misma doctrina Baraona González, Jorge, "La
responsabilidad de las municipalidades a la luz de la última jurisprudencia", en Jorge Baraona (edit.),
Responsabilidad civil de entidades corporativas, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 7,
2003, pp. 71-73.
440
Así Fiamma, G., ob. cit., pp. 429 y ss.
441
Alarcón Jaña, Pablo, "Responsabilidad del Estado en materia ambiental", en Ius Publicum Nº 3, 1999, pp.
92-93.
442
Pierry, P., ob. cit., pp. 17 y ss.
443
Pierry, P., ob. cit., p. 26. Agrega que no es necesario individualizar al funcionario culpable, ya que la culpa
de funcionarios anónimos puede presumirse: "Puede presumirse siempre culpa de alguien, anónimamente,
cada vez que haya falta de servicio". Esta doctrina es reiterada por el autor en una refundición actualizada
c) Régimen legal de la responsabilidad del Estado
de sus escritos publicada como "La responsabilidad extracontractual del Estado por falta de servicio", en
Revista de Derecho, Consejo de Defensa del Estado, Nº 1, pp. 11 y ss.
444
Un análisis en este sentido en Corral Talciani, Hernán, "La responsabilidad de los órganos del Estado:
¿régimen constitucional o régimen civil", en Jorge Baraona (edit.), Responsabilidad civil de entidades
corporativas, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 7, 2003, pp. 21-45. La doctrina civil aboga
por la complementariedad entre normas constitucionales y legales y por la aplicación subsidiaria del
estatuto de la responsabilidad extracontractual: cfr. Barros, E., Tratado..., cit., pp. 491 y ss. y pp. 501 y ss.
Pero también es la tesis propugnada, con diferentes matices, por autores del ámbito del derecho público:
Martínez Estay, José Ignacio, "La responsabilidad patrimonial de los servicios de salud", en Jorge Baraona
(edit.), Responsabilidad civil de entidades corporativas, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº
7, 2003, pp. 137-172 (esp. p. 150); Valdivia, José Miguel, "Codificación del derecho de la responsabilidad del
Estado", en María Dora Martinic y Mauricio Tapia (dir.), Sesquicentenario del Código Civil de Andrés Bello,
Pasado, presente y futuro de la codificación, LexisNexis, Santiago, 2005, t. II, pp. 867-906 (esp. pp. 877-880);
Román Cordero, Cristián, "Responsabilidad patrimonial de la Administración del Estado en Chile: 150 años
de doctrina", en Rolando Pantoja (coord.), Derecho administrativo: 150 años de doctrina, Facultad de
Derecho U. de Chile, Edit. Jurídica de Chile, Santiago, 2009, pp. 429-455 (esp. 449 y ss.); Bermúdez Soto,
Jorge, Las relaciones entre el Derecho Administrativo y el Derecho Común, Abeledo Perrot, Santiago, 2012,
pp. 71 y ss.
Por nuestra parte, pensamos que una conveniente armonía del derecho de
daños no permite una separación tan tajante entre sistema público y sistema
privado. Además, pareciera ser que la interpretación que tiende a ver en la
Constitución un sistema autónomo o autárquico que rechaza toda regulación y
complementación legal, no se aviene con su consideración de Ley Fundamental
y por ello precisada de desarrollo. Una cosa es sostener la aplicación directa de
la Constitución a falta de norma legal, pero otra muy distinta es aplicar las
normas constitucionales con prescindencia de las normas legales que versan
sobre la misma materia, tachándolas de inconstitucionales, sobre todo si la
misma Constitución se remite a la ley para concretar los sistemas de
responsabilidad respecto de los cuales ella asume sólo la tarea de fijar los
principios: así, por ejemplo el art. 6º, inc. final Const.: "La infracción de esta
norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley". 445En
consecuencia, nos parece difícilmente sustentable que los sistemas legales que
regulan la responsabilidad del Estado sobre la base de la falta de servicio
puedan ser descartados o subsumidos en una construcción de corte
exclusivamente constitucional. Para aquellos casos en los que no puedan
aplicarse dichas leyes, una buena complementación entre los principios
constitucionales y los preceptos del derecho común (esto es, el Código Civil)
podría ser suficiente para dar efectiva protección a los particulares perjudicados
por el actuar del Estado. Es sugerente la tesis de Pedro Perry, ley asumida por
la Corte Suprema, en cuanto a aplicar a las Fuerzas Armadas, de Orden y
Seguridad, al Consejo Nacional de Televisión y Contraloría General de la
República, y otras instituciones a las que no se aplica la Ley de Bases Nº
18.575, el régimen del Código Civil (arts. 2314 y 2329) sobre la base de la
antigua teoría de la responsabilidad civil de las personas jurídicas por la
actuación de sus órganos, llegando así a la elaboración de una culpa en la
organización (en la que no es necesario identificar al funcionario culpable) que
se identificaría con el concepto de falta de servicio del art. 42 de la Ley de
Bases. Aunque esta idea menoscaba el alcance especial del concepto de "falta
de servicio".
445
Así, Quintanilla, A., ob. cit., p. 52; Mundaca, H., ob. cit., p. 78; Rojas Varas, Jaime, "Bases de la
responsabilidad extracontractual del Estado administrador", en Rev. Ch. Der. Número especial, 1998, p. 358.
Del mismo modo, no puede aceptarse que el silencio constitucional sobre
una prescripción de la acción sea indicativo de una imprescriptibilidad del
derecho a demandar perjuicios del Estado. Nuevamente hay que insistir en que
la Constitución no puede haber querido regular completamente un tema tan
complejo excluyendo al legislador. En lo no previsto, debe aplicarse el derecho
común. Por ello, la acción es prescriptible del mo do que contempla el art. 2332
del Código Civil.446
446
En este sentido, Mundaca, H., ob. cit., pp. 78 y ss.
447
La doctrina favorecía la aplicación del estatuto del Código Civil, pero como forma de hacer al Estado
responsable por las actuaciones de sus funcionarios. Cfr. Valdivieso Valdés, Enrique, "¿Es aplicable a las
personas jurídicas de derecho público el pago de la indemnización que establece el título XXXV, libro IV, del
Código Civil que trata de delitos y cuasidelitos?", en RDJ, t. XLI, Derecho, pp. 113-144.
448
La distinción ya era criticada en doctrina por basarse en una distinción feble de difícil determinación y por
no abarcar el problema en su conjunto. Cfr. Aylwin, P., ob. cit., pp. 8-9.
el art. 2332 del Código Civil.449 Se ha dicho, sin embargo, que para que proceda
la responsabilidad del Estado es menester que los agentes hayan obrado
durante el servicio o con ocasión de él (C. Sup., 17 de enero de
1985, RDJ, t. LXXXII, sec. 4ª, p. 11).450 Pero si el vínculo de subordinación entre
el autor del daño y el empleador es de derecho público, "la responsabilidad del
Estado se rige por normas de responsabilidad de la Constitución Política y la Ley
de Bases de la Administración del Estado, que no limitan los derechos de los
perjudicados a obtener un resarcimiento parcial del daño causado, sino el total
de las indemnizaciones correspondientes del órgano o institución de quien
depende el autor del daño" (C. Sup., 27 de abril de 1998, G.J. Nº 226, p. 56).
449
La Corte Suprema señaló que "...las normas legales de responsabilidad extracontractual del Estado, por
los perjuicios causados a los particulares provenientes de actuaciones o de omisiones de los órganos de su
administración emanaban y se encontraban establecidas expresamente a la época del presente litigio en las
Actas Constitucionales Nºs. 2 y 3, y, en la actualidad, en la Constitución de 1980 y Ley Orgánica
Constitucional Nº 18.575, de 1986, en consecuencia no se han podido aplicar las normas del título XXXV del
Código Civil sobre delitos y cuasidelitos, dentro de las cuales se encuentra el artículo 2332 sobre
prescripción de las acciones provenientes de ellos" (C. Sup., 28 de julio de 1987, RDJ, t. LXXXIV, sec. 5ª, p.
217).
450
La Corte determinó: "Que la responsabilidad civil que se pretende hacer valer por los distintos actores
que la han demandado se funda en hechos perpetrados por los reos N.N. y A.A. cuando pertenecían al
Cuerpo de Carabineros, pero como quiera que esos hechos ninguna relación tienen con los deberes y
labores funcionarias, pues no fueron cometidos durante el servicio ni con ocasión de él, debe concluirse que
se trata de hechos jurídicos de carácter personal que se rigen enteramente, en lo que a la indemnización se
refiere, por el derecho común y no por el derecho público, quedando excluida entonces, respecto de éste, la
responsabilidad directa y extracontractual del Estado que suele afectarle por actos o hechos provenientes
de organismos o funcionarios públicos en ciertas circunstancias".
451
Mundaca, H., ob. cit., p. 70, piensa que la indemnización se basa en que la Administración actuó
ilícitamente al afectar la propiedad sin recurrir al proceso expropiatorio. Pero si así fuera la Corte debería
haber declarado la nulidad del decreto supremo restrictivo y no sólo la indemnización de perjuicios.
parte de los fallos que invocan la responsabilidad del Estado tienden a fundarla
en alguna especie de funcionamiento deficiente o indebido de sus órganos, y no
en una mera responsabilidad por riesgo (así, por ejemplo, C. Sup., 29 de enero
de 2002, F. del M . Nº 498, p. 660).
Para las instituciones a las que no se aplica el art. 42 de la Ley Nº 18.575 (por
ejemplo, las Fuerzas Armadas), la Corte recurre a los preceptos del Código Civil,
sea a los relativos a la responsabilidad por el hecho ajeno (art. 2320): C. Sup. 9
de marzo de 2010, Rol Nº 2436-2008, LP CL/JUR/1675/2010; sea a los que
establecen la responsabilidad por culpa propia (arts. 2314 y 2329): C. Sup. 30
de julio de 2009, Rol Nº 371-2008, LP CL/JUR/8014/2009; 9 de noviembre de
2012, Rol Nº 791-2010, LP CL/JUR/2566/2012. Esta última solución plantea
dudas sobre la especialidad del concepto de falta de servicio respecto del
general de culpa del Código Civil.453
452
Soto Kloss, E., sigue persistentemente abogando por su teoría de responsabilidad constitucional
imprescriptible. Incluso niega que se trate de responsabilidad extracontractual (Derecho administrativo...,
cit., pp. 864 y ss.) por no ser capaz el Estado o sus órganos de cometer delito o cuasidelito ya que dolo o
culpa sólo son concebibles en personas naturales. Parece manifiesto que, en su afán por construir con un
voluntarismo digno de mejor causa un estatuto constitucional de responsabilidad, se olvida este gran jurista
de los avances del Derecho civil que ya por siglos ha reconocido la capacidad delictual o cuasidelictual de las
personas jurídicas.
453
Véase Corral Talciani, Hernán, "Aplicación de la responsabilidad por falta de servicio en caso contra el
Ejército de Chile. Comentario a la sentencia de Corte Suprema", en Microjuris [en línea], MJD374.
2004, LP CL/JUR/433/2004; 5 de octubre de 2010, Rol Nº 552-
2008, LP CL/JUR/8005/2010.454
454
Sobre la última jurisprudencia de la Corte Suprema en esta materia véase a Cordero Vega, Luis, "La Corte
Suprema y la responsabilidad del Estado", en El Mercurio Legal [en línea], 20 de septiembre de 2011.
6. UNA FACETA NUEVA DE RESPONSABILIDAD ESTATAL: RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL
POR VIOLACIÓN DE DERECHOS HUMANOS
455
Aunque no se puede decir que la Comisión actúa en representación de los particulares denunciantes.
Actúa siempre como órgano internacional y con un interés propio. El denunciante individual no es parte en
los procedimientos ante la Corte. Cfr. Gros Espiell, Héctor, La Convención americana y la Convención
Europea de Derechos Humanos. Análisis comparativo, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, s.d., p. 182 y p.
192.
contempla el daño emergente y también el lucro cesante. Respecto del daño
inmaterial (moral), la Corte sostiene que la misma sentencia condenatoria es ya
una medida reparatoria y suele establecer otras formas de reparación del daño
como la publicación de la sentencia, actos de desagravio, tratamientos médicos,
etc., ya sea en sustitución o en conjunto con una indemnización pecuniaria. Así ha
sucedido en los casos en los que el Estado de Chile ha sido objeto de una
condena.456
Entendemos que en estos casos la sentencia dictada por la Corte tiene efec tos
en Chile, sin necesidad de un trámite de exequátur u homologación ante los
tribunales internos, y que podrá ejecutarse conforme a las normas de derecho
interno, esto es, se aplicará lo previsto en el art. 752 del CPC.
456
En algunos casos la reparación sólo alcanza a la cantidad necesaria para reponer los gastos en que ha
incurrido el afectado: "La Última Tentación de Cristo" (Olmedo Bustos y otros vs. Chile, 5 de febrero de
2001, serie C Nº 73); en otros se concede incluso lucro cesante, aunque valorado según criterio de equidad:
Palamara Iribarne vs. Chile, 22 de noviembre de 2005, serie C Nº 135; o se establecen diversas medidas de
reparación, además de la sentencia, de naturaleza no pecuniaria: Claude Reyes y otros vs. Chile, 19 de
septiembre de 2006, serie C Nº 151; Almonacid Arellano y otros vs. Chile, 26 de septiembre de 2006, serie C
Nº 154. En el caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile, 24 de febrero de 2012, serie C Nº 239, la Corte rechaza la
pretensión de lucro cesante, pero concede indemnización pecuniaria por daño emergente y daños
inmateriales. Además, establece otras medidas reparatorias como la obligación del Estado de dar asistencia
médica y psicológica o psiquiátrica, publicación de la sentencia, cursos de capacitación para funcionarios
judiciales y acto público de reconocimiento de la responsabilidad internacional del Estado.
XI. OTROS REGÍMENES SECTORIALES
1. RESPONSABILIDAD POR ILÍCITOS CONTRA LA COMPETENCIA
Dadas las dificultades para calificar qué conductas deben considerarse como
atentatorias contra la libre competencia, el legislador optó por establecer una
cláusula general y luego aplicaciones concretas de aquélla, que facilitan su
acreditación, aunque no la agotan.
Como no es posible al perjudicado ejercer la acción civil sin que pre viamente el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia haya juzgado la existencia de un
atentado anticompetitivo, debe entenderse que la prescripción del art. 2332 del
Código Civil estará suspendida durante el tiempo que demore dicho proceso.457
b) Competencia desleal
Los supuestos de competencia desleal son diversos a los atentados contra la libre
competencia. En estos ú ltimos se pone en riesgo un interés público que propicia
los mercados abiertos y proscribe las conductas monopólicas o abusos de poder
que imponen barreras a la entrada de competidores. En cambio, en la
competencia desleal se intenta sencillamente perjudicar a uno o más de los
competidores por medio de mecanismos contrarios a la decencia, las buenas
costumbres y la buena fe en el comercio que permitan quitarle ilícitamente
clientela.
457
Sobre esta forma de responsabilidad, puede verse a Barros, E., Tratado..., cit. pp. 1042-1047.
La responsabilidad civil a que da lugar la competencia desleal no se limita a la
mera indemnización de los perjuicios conforme al Título XXXV del Libro IV del
Código Civil, sino que faculta al demandante para demandar conjunta o
separadamente la cesación del acto o de prohibición del mismo si aún no se ha
puesto en práctica; declaración del acto de competencia desleal, si la perturbación
creada por el mismo subsiste y remoción de los efectos producidos por el acto,
mediante la publicación de la sentencia condenatoria o de una rectificación a costa
del autor del ilícito u otro medio idóneo (art. 5º Ley Nº 20.169).
Las acciones deben interponerse ante el juez de letras en lo civil que sea
competente según el domicilio del demandado o del demandante, a elección de
este último (art. 8º Ley Nº 20.169). Se aplica, con algu nas modificaciones, el
procedimiento sumario (art. 9º Ley Nº 20.169). Si se ejercen las acciones de
cesación, declaración o remoción de efectos, la sentencia que establezca que
existió competencia desleal produce cosa juzgada en el juicio en que se reclame
la indemnización de perjuicios en cuanto a los hechos establecidos en el primer
proceso entre las mismas partes (art. 9º.1 Ley Nº 20.169). En este caso, el
ejercicio de las acciones de cesación, declaración o remoción interrumpe la
prescripción de la acción indemnizatoria (art. 7º Ley Nº 20.169).
La titularidad para ejercer estas acciones es también singular. Por cierto, pueden
demandar todos los directa y personalmente amenazados o perjudicados en sus
legítimos intereses por un acto de competencia desleal. No procede, sin embargo,
la acción indemnizatoria si el demandado ya ha sido condenado a reparar en
virtud de otro procedimiento legal (arts. 6º.1 y 6º.2 Ley Nº 20.169). Pero además
se otorga legitimación para las acciones de cesación, declaración o remoción a
"las asociaciones gremiales que tengan por función efectiva la defensa de los
intereses de agentes del mercado" (art. 6º.3 Ley Nº 20.169).
458
Sobre este régimen, puede verse a Tapia Rodríguez, Mauricio, "La Ley Nº 20.169 sobre Competencia
Desleal: una hipótesis de responsabilidad civil extracontractual", H. Corral y otros (coords.), Estudios de
Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 291-316; Contreras
Blanco, Óscar, La competencia desleal y el deber de corrección en la ley chilena, Ediciones UC, Santiago,
2012, pp. 165 y ss.
contratación para sí, basadas en aquellas ofrecidas por ese mismo proveedor a
empresas competidoras de la primera, para efectos de obtener mejores
condiciones que éstas; o, la imposición a un proveedor de condiciones de
contratación con empresas competidoras de la empresa en cuestión, basadas en
aquellas ofrecidas a ésta. A modo de ejemplo, se incluirá bajo esta figura la
presión verbal o escrita, que ejerza una empresa a un proveedor de menor tamaño
cuyos ingresos dependen significativamente de las compras de aquélla, para
obtener un descuento calculado a partir del precio pactado por ese mismo
proveedor con algún competidor de la primera empresa" (art. 4º letra h Ley
Nº 20.169), y "El establecimiento de cláusulas contractuales o conductas abusivas
en desmedro de los proveedores o el incumplimiento sistemático de deberes
contractuales contraídos con ellos" (art. 4º letra i Ley Nº 20.169). En estos casos,
la empresa de menor tamaño afectada puede demandar los perjuicios según las
reglas generales, pero su reclamación debe sujetarse a las disposiciones de la Ley
Nº 19.496, sobre Derechos de los Consumidores, conforme a lo previsto en los
Nºs. 2 a 5 del art. 9º de la Ley Nº 20.416. Por ello, el tribunal competente es el juez
de policía local, a menos que se deduzca demanda colectiva que debe ser
conocida por el juez civil. La demanda colectiva puede ser interpuesta por las
entidades de carácter gremial que agrupen a las empresas de menor tamaño
(art. 9.5º Ley Nº 20.416).
Es criticable esta inserción ya que, por una parte, los ilícitos se desvían de
concepto general de acto de competencia desleal, y además se produ ce
incertidumbre sobre la aplicación del resto de la normativa de la Ley Nº 20.169,
por la remisión que se hace a la Ley Nº 19.496, de Derechos del Consumidor.
2. RESPONSABILIDAD POR ATENTADOS A LA PROPIEDAD INTELECTUAL O INDUSTRIAL
a) Consideraciones generales
459
Aunque el precepto se refiere a esta avaluación prudencial "para los efectos de aplicar la pena",
entendemos que es posible aplicarlo también al ámbito de la fijación de perjuicios en la responsabilidad
civil.
Otra norma singular contiene un precepto que se aplica sólo a los casos en los
que la acción se deduce ante un juez civil y se aplica el procedimiento sumario: "El
titular de un derecho podrá solicitar, una vez acreditada judicialmente la respectiva
infracción, que las indemnizaciones de los daños y perjuicios patrimoniales y
morales causados sean sustituidas por una suma única compensatoria que será
determinada por el tribunal en relación a la gravedad de la infracción, no pudiendo
ser mayor a 2.000 unidades tributarias mensuales por infracción". La ley permite,
en consecuencia, al demandante eximirse de probar el daño y su cuantía y le
concede una indemnización tasada que deja a discreción del juez, ateniendo a la
gravedad del ilícito (lo que la acerca al daño punitivo) con un máximo expresado
en unidades tributarias mensuales.
Finalmente, debe tenerse en cuenta que la ley regula una importante exención
de responsabilidad de los prestadores de servicios de internet que se aplica sólo a
las disposiciones especiales referidas a la protección de los derechos de autor.
Los prestadores de estos servicios no son obligados a indemnizar el daño en la
medida que cumplan con las condiciones previstas en los arts. 85 L a 85 P. Sólo
están sujetos a medidas prejudiciales o judiciales para bloquear el acceso a un
determinado contenido infractor, el retiro o inhabilitación de dicho contenido o la
terminación de cuentas (arts. 85 Q y R Ley Nº 17.336) .
460
Sobre el tema, véase Barrientos Zamorano, Marcelo, "Triple cómputo en la Ley de Propiedad Industrial",
en en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo
Perrot, Santiago, 2011, pp. 493-507; también "El sistema indemnizatorio del triple computo en la ley de
propiedad industrial", en Ius et Praxis vol. 14, Nº 1, 2008, pp. 123-143.
3. RESPONSABILIDAD DE LAS EMPRESAS CONCESIONARIAS DE OBRAS PÚBLICAS
461
Un panorama, con jurisprudencia, de todas las alternativas de solución, incluidas algunas que intentan
llevar el tema a los juzgados de policía local por medio de la aplicación de la Ley Nº 19.496, o de las
infracciones a la Ley del Tránsito o a la Ley de Concesiones, puede verse en Diez Schwerter, José Luis,
"Reparación y prevención de daños derivados de deficiencias viales en Chile: panorama normativo y
jurisprudencial", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad
extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 317-343.
responsabilidad objetiva por falta de servicio. 462 La segunda posición, que a veces
se mezcla con la anterior, invoca el tenor imperativo del art. 35, que declara que la
sociedad concesionaría "será responsable de todo daño", salvo que sea imputable
a medidas impuestas por el Ministerio de Obras Públicas. De esta manera, la
empresa no puede exonerarse por otra causal que la de haber seguido las
instrucciones del Ministerio. A ello se agregan las expresiones que enfatizan los
deberes del concesionario en las Bases de Licitación y en el Contrato de
Concesión (C. Stgo., 6 de agosto de 2009, Rol Nº 10202-2006).
462
En este sentido, Viñuela Hojas, Mauricio, "La concesión de obras públicas en Chile: ¿privatización de la
responsabilidad del Estado en la empresa concesionaria?", en Jorge Baraona (edit.), Responsabilidad civil de
entidades corporativas, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 7, 2003, pp. 109-135. Incluso
este autor postula que el Estado permanece responsable no obstante la concesión, y la víctima podría
siempre demandar al Fisco, sin perjuicio del derecho de éste de repetir en contra del concesionario (pp. 134-
135).
463
Es lo que sostiene Rabat Celis, Fernando, "Responsabilidad civil de las sociedades concesionarias de obras
públicas fiscales respecto del usuario de las mismas", en AA.VV., Estudios jurídicos en homenaje a los
profesores Fernando Fueyo Laneri, Avelino León Hurtado, Francisco Merino Scheihing, Fernando Mujica
Bezanilla, Hugo Rosende Subiabre, Universidad del Desarrollo, Santiago, 2007, pp. 290-291.
2011,LP CL/JUR/4832/2011; C. Sup. 20 de agosto de 2012, Rol Nº 2282-
2010, LP CL/JUR/1777/2012).
464
Con comentario crítico de Zelaya Etchegaray, Pedro, "Una artificial y peligrosa 'contractualización' de la
responsabilidad civil de las autopistas concesionadas", en El Mercurio Legal [en línea], 30 de agosto de 2011.
465
Cfr. Diez Schwerter, José Luis, "La responsabilidad civil del concesionario de obras viales y su fundamento
en la obligación de seguridad respecto de los usuarios en el Derecho chileno", en Revista de Derecho (P.
Universidad Católica de Valparaíso) Nº 38, 2012, pp. 121-156.
accidentes en la ruta debería contribuir a esclarecer si ellas eran exigibles o no
como estándar de diligencia.
4. RESPONSABILIDAD POR DAÑOS EN LA FAMILIA
La pregunta que titula este apartado ha sido contestada de manera diversa en los
sistemas jurídicos donde se la ha planteado. Una primera respuesta sostiene que
la autonomía y las características especiales del Derecho de Familia impiden que
se apliquen a las relaciones entre cónyuges o entre padres e hijos las reglas
establecidas para la responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual. En
apoyo de esta tesis se afirma que los deberes de familia son de carácter más ético
que jurídico y que el mismo Derecho de Familia establece los remedios que
proceden en caso de que ellos se incumplan (por ejemplo, el divorcio o la
separación por faltas conyugales, o la privación del cuidado personal o
emancipación si se trata de incumplimiento de deberes para con los hijos).
Finalmente, se arguye que el interés de la paz familiar induce a evitar los litigios en
los que se ventilen culpas y errores que produzcan mayores males que bienes
para un buen entendimiento entre quienes conforman la comunidad familiar.
La segunda respuesta es, por el contrario, la que sostiene que no hay ninguna
razón para no aplicar las reglas de la responsabilidad civil en el ámbito de familia,
pues ello rompería la unidad del sistema civil y establecería una inmunidad que la
ley no ha querido, provocando a la vez una injusticia para con las víctimas que no
podrían reclamar la reparación de los daños causados por sus cónyuges o padres.
Contra la posición anterior, se hace ver que los deberes del matrimonio y de la
filiación no son simples deberes morales, sino que son también netamente
jurídicos y por ello su infracción produce efectos jurídicos. Por otra parte, se
advierte que el hecho de que el Derecho de Familia contenga sanciones propias
para su incumplimiento no obsta a que además se aplique el estatuto de la
responsabilidad civil, ya que este último no tiene por misión sancionar sino reparar
el daño causado.
A nuestro entender es posible una tercera respuesta que opte por un cami no
intermedio entre ambos extremos y que consiste en la aplicación de las reglas de
la responsabilidad civil pero de manera modulada o adaptada al contexto y a la
naturaleza especialísima de las relaciones familiares. Se observa, por una parte,
que en la familia las personas operan en un marco de confianza y de mutua
aceptación de las cualidades y defectos más íntimos de cada cual. Someterlas en
ese ámbito a los mismos estándares de diligencia, de ilicitud y de daño que los
que operan entre extraños o los ligados por meras relaciones patrimoniales,
conspiraría contra esa aspiración de que el ámbito doméstico sea un refugio de
paz, comprensión e indulgencia, frente a las asperezas y rigores de la vida
exterior. Pero ello no quiere decir que cualquier infracción a los deberes familiares
quede inmune a una reclamación de daños, porque el interés del lesionado por
obtener una justa reparación puede ser considerado superior al que busca tutelar
la paz y la intimidad familiar. Se propone, en consecuencia, que en materia de
antijuridicidad sólo se consideren incumplimientos graves a deberes
fundamentales o esenciales del matrimonio o la filiación; en materia de
imputabilidad, que se pruebe dolo o al menos culpa grave (sólo para la
administración de bienes cabría aplicar el criterio de la culpa leve, considerando el
art. 256); y en materia de daño el umbral del daño tolerable debe ser mayor,
porque justamente la vida en familia supone una cierta asunción de que habrá
pesares y penas que, son la contracara de las alegrías e ilusiones que ella
también genera.466
Queda la cuestión de si, en los casos en los que procede la responsabilidad civil,
ésta debe regirse por el estatuto contractual o por el extracontractual. La cuestión
466
Seguimos la orientación general de Rodríguez Guitián, Alma María, Responsabilidad civil en el Derecho de
Familia: especial referencia al ámbito de las relaciones paterno-filiales, Thomson Reuters, Madrid, 2009, esp.
pp. 33-148. También Sambrizzi, E., ob. cit., p. 6, propicia que la aplicación de las reglas de responsabilidad no
debe hacerse de manera indiscriminada o automática sino "con la necesaria prudencia derivada de la
relación familiar" y en Chile, respecto de los deberes conyugales, afirman la procedencia de la
responsabilidad civil Herane Vives, Francisco, "Reparación por incumplimiento de los deberes
matrimoniales", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil V: Familia y Derecho Sucesorio,
Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 105-119, Opazo González, Mario, "El principio de la reparación integral
del daño y los daños causados por adulterio", en Fabián Elorriaga (edit.), Estudios de Derecho Civil VII,
Abeledo Perrot, Santiago, 2012, pp. 589- 605 y Valenzuela del Valle, Jimena, "Responsabilidad civil por el
incumplimiento de obligaciones matrimoniales y por el ejercicio abusivo del divorcio unilateral. Un estudio
de su admisibilidad en chile", en Revista de Derecho (U. Católica del Norte) vol. 19, Nº 1, 2012 pp. 241-269.
Discrepamos, en cambio, de Severín Fuster, Gonzalo, "Indemnización entre cónyuges por los daños causados
con ocasión del divorcio", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad
extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 164-206, que si bien parte reconociendo que la
responsabilidad es aplicable a las relaciones familiares, con una adecuada coordinación de las reglas de
ambos estatutos, termina por concluir, al menos para daños entre cónyuges, que la indemnización sólo será
posible cuando, prescindiendo del matrimonio, el daño sea resarcible. En el fondo se niega la posibilidad de
responsabilidad civil por el daño causado por incumplimiento de deberes conyugales en sí mismo
considerados.
se plantea para el matrimonio, que es definido por el Código Civil como un
contrato (art. 102) y también para los deberes parentales que, siendo legales, para
cierta doctrina se regirían también por las normas del incumplimiento contractual.
Esto último podemos rechazarlo ya que en este libro hemos asumido la postura de
que el derecho común en materia de responsabilidad es el régimen
extracontractual. Más dudas puede presentar el incumplimiento de deberes
conyugales, que pueden considerarse a la vez contractuales y legales (como en
otros contratos dirigidos). Pensamos que si se trata de ilícitos que no tendrían
lugar si no hubiera matrimonio, estaremos frente a una responsabilidad
contractual. Pero si el ilícito, junto con incumplir un deber propiamente
matrimonial, infringe el deber general de no hacer daño a otro (por ejemplo, en
caso de violencia o maltrato), se produce un concurso de responsabilidades que
da derecho a la víctima para recurrir al estatuto extracontractual, si así le parece
conveniente. En todo caso, la diferencia entre uno y otro régimen en esta materia
es casi irrelevante.
Nuestros tribunales hasta ahora han sido renuentes para reconocer el derecho del
cónyuge inocente a reclamar perjuicios contra el que se ha hecho culpable de una
infracción de los deberes que le impone el matrimonio. La Corte de Santiago ha
señalado que no procede otorgar indemnización de perjuicios en favor de quien ha
sufrido el adulterio de su cónyuge, porque se trataría de deberes más éticos que
jurídicos, el Derecho de Familia tiene sus propias sanciones para esa conducta y
el adulterio no puede ser considerado un delito o cuasidelito cometido con dolo o
culpa (C. Stgo., 10 de noviembre de 2009, Rol Nº 7738-
2007, LP CL/JUR/3249/2009; con recurso de casación rechazado por impugnarse
los hechos: C. Sup., 13 de junio de 2012, Rol Nº 263-
2010, LP CL/JUR/1094/2012). Como ya hemos señalado, los argumentos de la
Corte en cuanto a la falta de juridicidad de los deberes conyugales o la exclusión
del Derecho de Familia del instrumento resarcitorio, no nos resultan convincentes.
Tampoco parece correcto señalar que el adulterio no puede ser conceptualizado
como hecho imputable: lógicamente la infidelidad, si es tal, es plenamente
consciente y, por tanto, realizada con dolo. Según el mismo Código Civil, el
adulterio es una infracción grave al deber de fidelidad que impone el matrimonio.
No se entiende, en consecuencia, que no pueda, en principio, dar derecho a la
reparación del daño causado si éste es debidamente acreditado, más aún, si como
ha sucedido en otros ordenamientos, la mujer adúltera concibe un hijo y engaña a
su marido acerca de su paternidad sobre él.
En suma, pensamos que con los requisitos que ya hemos enunciado: que se
trate de una infracción grave, a un deber esencial y cometida con dolo o culpa
grave, la acción de responsabilidad civil es procedente, ya sea en forma autónoma
o como concurrente de otra acción (penal o infraccional en caso de violencia
intrafamiliar). Los daños reclamables pueden ser patrimoniales o morales, pero
siempre que tengan por causa el hecho ilícito que da lugar al divorcio o
separación. No serán indemnizables, a nuestro juicio, los daños cuya causa se
derive directamente del mismo divorcio o separación (por ejemplo, los derivados
de la disolución de la sociedad conyugal), ya que, tratándose de causales
imputables, la acción para pedir el divorcio o la separación pertenece
exclusivamente al otro cónyuge, y no podría éste pedir perjuicios de una situación
que él mismo ha provocado pudiendo no hacerlo (el hecho de la víctima
interrumpe la causalidad).467
467
En contra, con gran parte de la doctrina argentina que piensa que los daños derivados del divorcio o la
separación son también resarcibles, Sambrizzi, E., ob. cit., pp. 145-147.
Debe advertirse que la compensación económica que obtenga el cónyuge
inocente en el juicio de divorcio no es impedimento para que se reclamen los
daños derivados de responsabilidad civil, principalmente los morales que no son
comprendidos en la compensación. Si bien la compensación económica, según la
opinión mayoritaria, no es un supuesto de responsabilidad, parece indudable que
contribuye a paliar o reparar un tipo de daño: el menoscabo económico sufrido por
la extinción del estatuto protector del matrimonio; siendo un daño ya reparado,
siquiera parcialmente, no podría pedirse nuevamente a título de responsabilidad
civil, ya que esta exige que el daño reclamado no esté ya resarcido. En todo caso,
nos parece que es un daño que se produce por el divorcio y, como hemos ya
determinado, este tipo de perjuicios no son reparables a título de responsabilidad
civil.
Con los requisitos de adaptabilidad que hemos definido, también procederá que un
hijo, personalmente o representado, reclame la reparación de los daños sufridos
por el incumplimiento de los deberes que impone la paternidad o la maternidad. En
caso de maltrato, la responsabilidad podrá hacerse valer ante el delito o la
infracción que procede en los procesos de violencia intrafamiliar. Pero pueden
darse otros supuestos de incumplimiento del deber de crianza, de cuidado
personal, de relación directa y regular o de educación.
468
Pero sí se podría sostener una indemnización por la pérdida de la chance de ejercer la acción alimenticia:
cfr. Sambrizzi, E., ob. cit., p. 194.
(sensación de abandono, problemas psicológicos por carecer de la figura paterna,
etc.).469
469
éase Rodríguez, A., ob. cit., p. 185, y Pizarro Wilson, Carlos, "Responsabilidad civil por no reconocimiento
voluntario del hijo de filiación extramatrimonial", en José de Verda y Beamonte (coord.), Daños en el
Derecho de Familia, Thomson Aranzadi, Cizur Menor, 2006, pp. 106-112.
LECCIÓN SEXTA LA ACCIÓN Y JUICIO DE RESPONSABILIDAD CIVIL EXTRACONTRACTUAL
I. SUJETOS DE LA ACCIÓN. LEGITIMACIÓN ACTIVA
470
En materia de incapacidad del demandante, se ha resuelto que si se trata de incapacidad relativa y el
demandado no opone la correspondiente excepción, ella no es bastante para invalidar el juicio. La sentencia
se refiere a la incapacidad de la mujer casada (hoy suprimida), pero resulta aplicable a otras incapacidades
relativas. Dice el fallo: "La incapacidad de la mujer casada debe probarla el que la alega, puesto que la regla
general es que toda persona sea capaz. En el caso en estudio el demandado podría haber opuesto la
excepción de falta de capacidad del demandante, lo que no hizo, y tratándose de un vicio que conforme a
las normas del Código Civil acarrea nulidad relativa, no puede el juez declararla de oficio..." (C. Stgo., 21 de
marzo de 1984, RDJ, t. LXXXI, sec. 4º, p. 35). En lo referido a la capacidad del demandado, se ha establecido
que ella puede considerarse causa de nulidad del procedimiento si no ha sido convenientemente subsanada
(en el caso, se notificó la demanda a un menor de edad); el fallo establece: "Que en atención a lo expresado
en la consideración que antecede, y conforme a lo dispuesto en el artículo 259 del Código Civil, el actor civil
en esta causa debió dirigirse al padre que autorizara o representara al reo en la litis y no demandar
directamente a éste, quien al efecto resulta incapaz de parecer en juicio por sí mismo, por todo lo cual la
notificación hecha al reo no ha producido el efecto de emplazarlo para seguir el juicio, habiéndose faltado
así a un trámite esencial del proceso cuya omisión produce nulidad" (C. P. Aguirre Cerda, 30 de marzo de
1983, RDJ, t. LXXX, sec. 4ª, p. 27).
1. TITULARES POR DERECHO PROPIO
Para determinar los titulares por derecho propio, debe distinguirse entre los que
son directamente lesionados por el actuar del autor del ilícito y los que son
afectados como consecuencia del daño producido a la víctima directa.
a) Lesionados directos
3º) El titular de un derecho real de goce distinto del dominio: "el usufructuario, el
habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de
habitación o uso" (art. 2315). Según una tesis, la mención no es taxativa, y se
incluirían los derechos reales de garantía, por lo que estarían legitimados también
el acreedor hipotecario y el prendario.471
4º) El que tiene la cosa con obligación de responder de ella (art. 2315), por
ejemplo, un comodatario, un depositario, un arrendatario, etc.
471
Bidart Hernández, José, Sujetos de la acción de responsabilidad extracontractual, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 1985, p. 46.
472
En el caso, la Corte señaló: "No habiéndose acreditado el dominio ni la posesión del vehículo dañado,
debe rechazarse la demanda... Sobre la posesión referida no existe prueba suficiente, ...siendo insuficiente
al efecto el hecho de que la demandante manejara en la ocasión del choque el móvil de marras, toda vez
que tal circunstancia no autoriza por sí sola a concluir que ella fuera su poseedora" (C. P. Aguirre Cerda, 11
de diciembre de 1986, RDJ, t. LXXXIII, sec. 2ª, p. 110).
ilícito el afectado era arrendatario del vehículo dañado (en leasing), pero luego
llega a adquirir el dominio, puede demandar extracontractualmente
(C. Valparaíso, 27 de abril de 1998, G.J . Nº 213, p. 107). Se ha fallado que si el
arrendatario de un local situado en el interior de un inmueble sufre daños en sus
instalaciones por parte de la empresa que ha comprado el inmueble al
arrendador, tiene derecho a ser indemnizado a título de responsabilidad
extracontractual (C. Sup., 29 de enero de 2002, F. del M. Nº 498, p. 676).
También son legitimados los que sufren una lesión directa en intereses o
derechos no susceptibles de avaluación pecuniaria. Sea que concurra o no con un
daño material o patrimonial, los afectados en los bienes extrapatrimoniales pueden
demandar para pedir reparación del daño moral, en sus diversas categorías: el
dolor o daño psíquico, el daño corporal o biológico, el daño a derechos de la
personalidad, etc.
Con más cautela se mira a los actores que invocan un daño por reper cusión de
carácter extrapatrimonial. En principio, todas aquellas personas que por la muerte
o lesión de la víctima directa sufran un perjuicio moral estarán habilitadas para
solicitar su reparación. No obstante, como un criterio amplio sobre la materia
podría multiplicar las demandas indemnizatorias y hacer inoperante el sistema, se
buscan límites que den racionalidad a las pretensiones.
473
Cfr. Bidart, J., ob. cit., p. 58.
474
Cfr. Elorriaga De Bonis, Fabián, "Del daño por repercusión o rebote", en Rev. Ch. Der. vol. 26, Nº 2, 1999,
pp. 374-385.
parece condecirse con la autonomía del daño que se pretende indemnizar: ¿por
qué el daño del hijo necesariamente es mayor que el del padre? Como dice
Elorriaga: "la indemnización de las víctimas por rebote es una compensación
indivi dual y no colectiva".475
Entre nosotros, la jurisprudencia suele ser muy laxa en materia de prueba del
daño moral de familiares próximos. Se ha dicho así que "la sola muerte del jefe
del hogar que tiene a su cargo el cónyuge sobreviviente y cuatro hijos menores,
permite presumir que su desaparecimiento ha debido ocasionar un daño moral y
material a la familia" (C. Sup., 24 de octubre de 1968, RDJ , t. LXV, sec. 4ª,
p. 293). Más recientemente se ha fallado que la muerte del progenitor deriva en
un daño moral para sus hijos, pues ello "les ha originado, naturalmente,
sufrimientos físicos por el dolor, pesar, angustias y molestias psíquicas que sufre
una persona en sus sentimientos a consecuencia del hecho ilícito, porque es lo
normal que así ocurra en semejantes situaciones" (C. Concep., 30 de marzo de
2007, Rol Nº 3205-2005, MJ 9764). Otros fallos, sin embargo, han destacado
que los familiares no están excluidos de la obligación de acreditar el daño
(C. Sup., 16 de diciembre de 2010, Rol Nº 6421-2008, LP 47088; C. Stgo., 6 de
diciembre de 2007, Rol Nº 725-2004, LP 38098).
475
Elorriaga, F., "Del daño por repercusión...", cit., p. 391.
476
De la Fuente, F., ob. cit., p. 138.
477
Elorriaga, F., "Del daño por repercusión...", cit., pp. 385-389.
relación" (C. Concep., 8 de junio de 2010, Rol Nº 649-
2009, LP CL/JUR/3220/2010).
478
Por ello el estatuto de responsabilidad será extracontractual aunque la víctima directa haya estado ligada
por contrato con el autor del daño y pueda invocar el régimen contractual. En contra, Kuncar Onetto,
Andrés, "¿Es el estatuto de responsabilidad extracontractual aplicable a las víctimas por repercusión o
rebote?", en Fabián Elorriaga (edit.), Estudios de Derecho Civil VII, Abeledo Perrot, Santiago, 2012, pp. 705-
717.
2. TITULARES POR DERECHO DERIVADO
Pueden interponer la acción los sucesores a título universal, esto es, los herederos
de los legitimados por derecho propio. El Código Civil sólo lo señala expresamente
respecto del daño en las cosas: "Puede pedir esta indemnización no sólo el que es
dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero" (art. 2315).
Tradicionalmente se había sostenido que los herederos podían reclamar tantos los
daños patrimoniales como los daños personales y concretamente del daño moral,
dado que el art. 2315 no distingue y no hay excepción a la regla general de la
transmisibilidad de los derechos (cfr. art. 951.2).479 No obstante, la cuestión hoy es
discutida ya que se dan poderosos argumentos en favor de la intransmisibilidad de
la acción para reclamar el daño no patrimonial, al menos cuando la muerte de la
víctima se ha producido con anterioridad a la notificación de la demanda de
responsabilidad. Se invoca que el daño moral tiene por objeto reparar lesiones de
bienes vinculados directamente a la persona, que su función es atenuar los
sufrimientos de la víctima, la que se desvirtuaría si la indemnización va a parar a
los herederos, que no necesariamente son cercanos a la víctima, pudiendo incluso
recaer en el Fisco, a falta de otros herederos abintestato . Se hace ver que si se
trata de familiares, éstos podrían reclamar una doble indemnización: la de su
propio daño y la que corresponde a su causante en cuanto herederos (iure
hereditatis ); se hace ver que el art. 2315 al hablar de dueño o poseedor de la
cosa pone en claro que está pensado para el daño patrimonial y, finalmente, que
el art. 951 se refiere a los derechos transmisibles, y no a aquellos que, por ser
personalísimos como lo sería el de recibir una compensación por el daño moral,
no pueden transmitirse.480 La tesis ha encontrado recepción en materia laboral,
donde además es posible invocar el art. 88 de la Ley Nº 16.744, sobre Accidentes
del Trabajo que dispone que los derechos establecidos son personalísimos: cfr.
C. Sup. 27 de junio de 2007, Rol Nº 309-2206, LP 36631; 27 de noviembre de
2007, Rol Nº 6196-2006, LP 37723. La Corte Suprema ha extendido la doctrina a
otros casos de responsabilidad civil: C. Sup. 29 de septiembre de 2011, Rol
Nº 2073-2009 LP CL/JUR/7924/2011, por lo que parece haber una tendencia en
este sentido. Cambiando de opinión respecto de lo que afirmábamos en la primera
edición de esta obra, nos parece más fundada la tesis de la intransmisibilidad del
daño moral, pero pensamos que, para ser coherentes con la idea de que estamos
ante un derecho personalísimo, no debería haber excepción respecto del caso en
que la muerte del causante se produzca una vez trabada la litis.
En este punto, existe una cuestión que ha devenido en clásica: ¿Pueden los
herederos intentar la acción para pedir reparación del perjuicio causado a la
479
Cfr. Alessandri, A., ob. cit., Nº 388, p. 337; Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, p. 731.
480
Domínguez Águila, Ramón, "Sobre la transmisibilidad de la acción por daño moral", en Revista Chilena de
Derecho, vol. 31, Nº 3, 2004, pp. 493-514. Barros, E., Tratado..., cit., p. 947, escribe que la intransmisibilidad
le parece una mejor opción que la acumulación de acciones de herederos y víctimas indirectas o por
repercusión.
víctima cuando el hecho ilícito ha provocado su muerte? Se trata obviamente del
caso en que la muerte se produce inmediatamente como consecuencia del
hecho dañoso, y no del evento de lesiones que producen la muerte a corto
plazo, ya que en esta última situación parece claro que el derecho a la
indemnización, incluidos los daños morales, ha ingresado al patrimonio del
causante y es transmitido a su sucesión.
b) Cesionarios
481
Josserand, L., ob. cit., t. II, v. I, Nº 470, p. 354. En nuestro país, lo afirman Alessandri, A., ob. cit., Nº 388,
pp. 337-338, y Domínguez Benavente, Ramón y Domínguez Águila, Ramón, Derecho sucesorio, Editorial
Jurídica de Chile, 3ª edición, Santiago, 2011, t. I, Nº 99, p. 143.
482
Bidart, J., ob. cit., p. 92. Igual parecer es el de Mazeaud, H., Mazeaud, L. y Tunc, A., ob. cit., Nº 1912, p.
541.
483
Vicente, E., Los daños corporales..., cit., p. 244.
484
Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, p. 735.
El derecho a pedir indemnización de perjuicios ya devengado puede ser objeto de
cesión por acto entre vivos. El título será venta, donación, transacción u otro
cualquiera translaticio de dominio, y la tradición se hará conforme a las reglas de
la cesión de derechos personales. La cesión puede ser total o parcial.
Es cierto que podrían aplicarse también aquí los argumentos que se dan en pro
de la intransmisibilidad. Si se trata de un derecho personalísimo tampoco podría
considerarse válida la cesión del derecho. También podría aducirse en contra que
en tal caso la indemnización pierde su fin reparatorio, ya que va a una persona
que no ha sufrido el daño. Pero aquí puede refutarse que la reparación la brinda la
ley a la víctima mediante la atribución de un crédito y reconociéndole el poder de
ejecutar las facultades que son propias de este crédito, entre las cuales se cuenta
la de disposición. La víctima directa ve aliviado su dolor por la contraprestación
que le concederá, normalmente, el cesionario. Además, la cesión puede
significarle ahorrarse las molestias y disgustos del pleito de responsabilidad.
485
Alessandri, A., ob. cit., Nº 391, p. 342; Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, p. 733.
486
Bidart, J., ob. cit., p. 110; Alessandri, A., ob. cit., Nº 392, p. 342.
víctima, ya que éste no tiene relación alguna con los bienes incluidos en la
quiebra o la cesión.487
487
Alessandri, A., ob. cit., Nº 411, p. 357.
3. LAS PERSONAS JURÍDICAS COMO TITULARES DE LA ACCIÓN
488
Así, Silguero Estagnan, Joaquín, La tutela jurisdiccional de los intereses colectivos a través de la
legitimación de los grupos, Dykinson, Madrid, 1995, pp. 176 y ss. Defiende la legitimación de los grupos aun
sin textos normativos que la consagren, con el expediente de distinguir la legitimación y la capacidad
procesal: los grupos no tendrían capacidad y no podrían ser partes en el proceso, pero sí legitimación,
entendida como un elemento subjetivo del poder de accionar.
relacionarse con la Ley Nº 20.169, sobre Competencia Desleal. Más abajo
hacemos un análisis de estos procedimientos colectivos que dan lugar a la
reparación de daños a "clases" o "grupos" de perjudicados.
II. LA LEGITIMACIÓN PASIVA. EL DEMANDADO
1. LEGITIMADO POR PARTICIPACIÓN EN EL HECHO ILÍCITO
489
Alessandri, A., ob. cit., Nº 404, p. 353.
490
Bidart, J., ob. cit., p. 140.
491
Fontecilla, R., ob. cit., pp. 129-130.
492
Ducci, C., Responsabilidad..., cit., p. 59.
493
Tapia, O., ob. cit., p. 301.
494
Ríos Llaneza, Jaime, "La complicidad y el encubrimiento en la responsabilidad extracontractual", en
Fabián Elorriaga (edit.), Estudios de Derecho Civil VII, Abeledo Perrot, Santiago, 2012, pp. 757-775.
495
Planiol., M., y Ripert, G., ob. cit., t. VI, Nº 687, pp. 930-931. En Italia, el Código Civil dispone que el que ha
pagado el total del daño tiene acción de regreso contra los demás coautores en proporción a la gravedad de
la respectiva culpa y de la entidad de las consecuencias derivadas de ella (art. 2055.II).
496
Mazeaud, H., Mazeaud, L., y Tunc, A., ob. cit., t. II, Nº 1443 a 1445, pp. 365 y ss.; Tapia, O., ob. cit., pp.
301-302.
Por excepción, no hay solidaridad en los casos de daños causados por ruina del
edificio (art. 2323) y por una cosa que cae o se arroja (art. 2328).
El Código Civil declara expresamente que es obligado el autor del daño "y sus
herederos" (art. 2316). Por lo tanto, la obligación de indemnizar es de aquellas que
se transmiten a la muerte del deudor a sus sucesores universales (art. 951.2).
No está claro si podría cederse por acto entre vivos la deuda implicada en la
responsabilidad civil. Debe tenerse en cuenta que en general se estima que
nuestro Código Civil no concibe la cesión de deudas. En cualquier caso, de
admitirse la cesión de la deuda de responsabilidad, el demandante, salvo que
haya aceptado la cesión, podría dirigirse tanto contra el cedente o sus herederos
como contra el cesionario.
497
Ducci, C., Responsabilidad..., cit., p. 58.
3. EL TERCERO CIVILMENTE RESPONSABLE POR EL HECHO AJENO
Dice el Código Civil que "El que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice
en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho"
(art. 2316.2). Algunos sostienen que la acción en contra del que se aprovecha del
dolo no es propiamente de responsabilidad civil, sino una acción de restitución
fundada en el enriquecimiento sin causa. Otros, en cambio, piensan que la acción
es indemnizatoria y se trata de un supuesto de responsabilidad civil objetiva o sin
culpa.498 Por nuestra parte, pensamos que, por la ubicación del precepto así como
por coherencia con lo que dispone el art. 1458.2 que habla expresamente de pedir
el monto de "perjuicios", estamos ante una acción de responsabilidad civil y no
restitutoria; aunque el fundamento de la responsabilidad es el enriquecimiento sin
causa y ello explica el límite: sólo se indemniza hasta la concurrencia del
provecho.
A nuestro juicio, la acción contra el que recibe provecho del dolo ajeno tiene
como límite el perjuicio sufrido por la víctima del delito. Sólo si este es mayor al
provecho, la indemnización se limitará a la cuantía de este último. 501 Se discute
también el concepto de provecho. En fallo reciente, la Corte Suprema ha
considerado que se trata de todo el incremento patrimonial que experimentó el
tercero (C. Sup. 30 de enero de 2013, Rol Nº 6302-2010). Por otro lado, bien
498
Alessandri, A., ob. cit., Nº 121, p. 124; Barros, E., Tratado..., cit., p. 932, Pizarro Wilson, Carlos, "La acción
de restitución por provecho de dolo ajeno", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil II:
Obligaciones, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 581 y ss. sostiene que no se trata de un supuesto de
enriquecimiento injusto ni de indemnización de perjuicios, sino de una acción restitutoria derivada de los
casos en que el Derecho romano admitía acción contra alguien por lo que le hubiere llegado por un acto o
negocio determinado (in id quod ad eum pervenit). En cambio, Domínguez Águila, Ramón, "Sobre el artículo
2316 inciso segundo del Código Civil y la acción contra el que recibe provecho del dolo ajeno", en Revista de
Derecho (U. de Concepción), Nºs. 225-226, 2009, pp. 217-230, defiende que se trata de una acción de
naturaleza indemnizatoria, si bien fundada en el enriquecimiento injusto.
499
Alessandri, A., ob. cit., Nº 398, p. 347.
500
Ducci, C., Responsabilidad..., cit., p. 62; Tapia, O., ob. cit., pp. 292-293. Por este partido, se pronuncia
Pizarro, C., "La acción... ", cit., p. 585, al sostener que puede acreditarse el delito civil en el juicio contra el
que reportó provecho sin necesidad de emplazar a los autores del acto doloso.
501
En este sentido, Alessandri, A., ob. cit., Nº 398, p. 348. En contra Pizarro, C., "La acción...", cit., p. 584.
puede sostenerse, que la norma no se refiere sino a la utilidad efectiva y no a la
mera contraprestación de un acto jurídico oneroso, como, por ejemplo, el pago de
una deuda (aunque se haga con recursos que el deudor obtuvo dolosamente).502
502
Así Pizarro, C., "La acción...", cit., p. 587.
5. LA LEGITIMACIÓN PASIVA DE LAS PERSONAS JURÍDICAS
Afirmada la posibilidad de que la persona jurídica responda (cfr. art. 58.2 CPP), y
rechazada la idea de que la persona jurídica sea una mera ficción, carente de
voluntad, se discute sobre cuándo los individuos que actúan por la entidad
colectiva comprometen su responsabilidad civil. Surgen aquí dos tesis que
intentan encontrar una fórmula adecuada:
503
Alessandri, A., ob. cit., Nº 106, pp. 112-113; Bidart, J., ob. cit., p. 176.
504
Alessandri, A., ob. cit., Nº 106, p. 113; Zelaya Etchegaray, Pedro, "Sobre la responsabilidad
extracontractual de las personas jurídicas en el Código Civil Chileno", en Rev. Ch. Der. vol. 13, Nº 3, 1986, p.
536.
6. LOS "GRUPOS" NO PERSONIFICADOS. LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA
505
Mosset Iturraspe, Jorge, Responsabilidad por daños. Responsabilidad colectiva, Rubinzal-Culzoni, Santa
Fe, 1992, pp. 28 y ss.
autorizados legalmente506 , nos parece que en nuestro sistema ello sería
improcedente en la medida en que estamos hablando de una suerte de
responsabilidad objetiva, que exime de acreditar culpa individual, que debe ser
reservada al legislador.
506
Una buena parte de la doctrina argentina sostiene la posibilidad de establecer la responsabilidad
colectiva genérica de lege lata por vía analógica. Cfr. Mosset, J., ob. cit., pp. 44-49. En nuestro país, ha
defendido esta tesis Rodríguez, P., Nuevas tendencias..., cit., pp. 1 y ss., en especial pp. 35-39: en su parecer,
el art. 2317 puede servir para establecer una "causalidad conjunta" entre los miembros del grupo del que
surge el daño, que se basaría en la creación de un riesgo. Niega que se esté ante un caso de responsabilidad
objetiva y afirma que lo que sucede es un supuesto de "causación objetiva".
7. LA DEUDA DE RESPONSABILIDAD EN EL RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL
507
Alessandri, A., ob. cit., Nº 483, p. 418.
508
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 300, p. 332. En el mismo sentido, Fuentes Guíñez, Rodrigo, "La aplicación del
artículo 173 del Código de Procedimiento Civil en la responsabilidad extracontractual", en Revista de
Derecho (Universidad Católica de la Santísima Concepción), 26, 2012, 2, pp. 11-23.
determinados y probados y acreditada la correspondiente relación causal. Lo
que puede reservarse es su avaluación pecuniaria o tasación en dinero. Sin
hacer esta distinción la Corte Suprema ha dicho que el art. 173 CPC no es
aplicable a la responsabilidad extracontractual, porque en ésta la acreditación
del daño o perjuicio es un elemento esencial para que ella se configure, no
pudiendo el demandante esgrimir dicha reserva para eximirse de su prueba
(C. Sup., 24 de septiembre de 2009, Rol Nº 4666-2007, LP42706, con dos votos
disidentes). En cambio, en un caso de responsabilidad por vicios constructivos,
fundada en el art. 18 de la Ley General de Urbanismo y Construcciones, se
acepta la procedencia de la reserva (C. Sup. 10 de abril de 2013, Rol Nº 4494-
12).
La acción civil puede ser también de conocimiento de los jueces de policía local
si ella se deriva de faltas o infracciones que son de su competencia o de
accidentes del tránsito (art. 14, Ley Nº 15.231). Se aplican las reglas del
procedimiento respectivo (cfr. art. 9º, Ley Nº 18.287).
La Corte Suprema ha señalado que la ley les confiere a estos tribunales una
competencia en materia civil que es anexa a la contravencional, aunque ella se
rige por las normas generales (C. Sup., 30 de enero de 1985, RDJ , t. LXXXII,
sec. 1ª, p. 5). Ahora bien, si la demanda no se deduce oportunamente ante el
juez de policía local, o no se notifica dentro de plazo, la acción civil que se
interponga ante el juez ordinario, una vez condenado el infractor, se someterá a
las reglas del juicio sumario (art. 9.5, Ley Nº 18.287).
509
Cfr. Ruiz Pulido, G., ob. cit., p. 175.
Otros procedimientos han sido descartados por la jurisprudencia. Así, no sería
idóneo para el ejercicio de una acción de responsabilidad extracontractual el
procedimiento laboral (C. Stgo., 28 de enero de 1983, RDJ , t. LXXX, sec. 3ª,
p. 51; C. Stgo., 29 de mayo de 1991, RDJ, t. LXXXVIII, sec. 3ª, p. 82). En el
antiguo proceso penal tampoco lo era el procedimiento de calificación de quiebra
de un deudor comerciante (C. Sup., 4 de octubre de 1988, RDJ , t. LXXXV, sec.
4ª, p. 133).
Por cierto, las acciones con fundamento incompatible pero basadas en los
mismos hechos pueden deducirse en una misma demanda, pero sólo en forma
subsidiaria (art. 17.2 CPC). El juez necesariamente deberá resolver la demanda
principal y sólo cuando desestime ésta podrá entrar a ponderar la demanda
subsidiaria.
510
Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., pp. 349-353.
V. EL OBJETO DEL PROCESO. LA REPARACIÓN
1. FORMAS DE REPARACIÓN
En nuestro país, se ha considerado que falla ultra petita el juez que ante una
demanda de indemnización de perjuicios por defectos constructivos condena a la
demandada a efectuar la reparación de ellos (C. Sup. 10 de abril de 2013, Rol
Nº 4494-12).
511
De Ángel, R., ob. cit., p. 904.
512
Alessandri, A., ob. cit., Nº 441, p. 386.
513
Vinney, G., ob. cit., pp. 72 y ss.
514
Yzquierdo, M., ob. cit., p. 477.
515
Vinney, G., ob. cit., p. 77.
2. EXTENSIÓN DE LA REPARACIÓN
2º) Los perjuicios no patrimoniales, entre los que caben el dolor psíquico, el
daño corporal o biológico, la lesión de derechos de la personalidad, y otros rubros
ya analizados.
516
Domínguez Hidalgo, Carmen, "Los derechos de la personalidad y el principio de reparación integral del
daño", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual,
Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 409-423.
517
Ruz Lártiga, Gonzalo, "La reparación integral del daño: ¿mito o realidad?", en H. Corral y otros (coords.),
Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 425-441.
518
Domínguez Águila, Ramón, "Los límites al principio de reparación integral", en Revista Chilena de Derecho
Privado Nº 15, 2010, pp. 9-28, reconoce diversas limitaciones al principio, las que en su opinión no ponen en
duda su vigencia, pues se trata de excepciones.
519
Alessandri, A., ob. cit., Nº 458, p. 399.
En esta materia, el art. 1558 pareciera contener una contradicción, ya que
atribuye al que incumple dolosamente un contrato la responsabilidad por todos
los perjuicios "que fueren una consecuencia inmediata o directa", aunque no
hubieran podido preverse al tiempo del contrato. Si se aplica el criterio de
previsibilidad objetiva, resultaría un contrasentido, ya que si los perjuicios son
absolutamente imprevisibles para un hombre medio, no pueden considerarse
consecuencia (efecto directo) de ese incumplimiento. Si se analiza la doctrina de
Pothier en la cual se funda este precepto, puede advertirse que cuando el
Código habla de perjuicios que no pudieron preverse no se está refiriendo a los
perjuicios absolutamente imprevisibles, sino a los que aun siendo previsibles en
el contexto general de las circunstancias, no lo son atendida la distribución de
riesgos que establece el contrato (considerada a la época de su celebración).
Por eso, por ejemplo, si alguien vende a sabiendas una vaca que sufre una
enfermedad contagiosa, no sólo será responsable del daño que le causará al
comprador la pérdida de la vaca enferma (riesgo previsible según el marco
contractual), sino también del contagio que la vaca enferma provoque en el
ganado (riesgo imprevisible en el marco contractual en el que no se dejaba
constancia alguna de que la vaca del comprador iba a convivir con su ganado,
pero previsible en el marco de la experiencia y circunstancias generales de la
vida).520 Por ello, el juicio de previsibilidad del art. 1558 se hace a la época de
celebración del contrato, mientras la previsibilidad que puede ayudar a
establecer la causalidad debe analizarse al momento del hecho ilícito que
produce el daño. En el fondo, en ambas responsabilidades (contractual y
extracontractual) se requiere que el daño sea directo y no remoto (para
establecer lo cual se tendrá en cuenta si ha sido previsible para un hombre
medio razonable en el momento en que se produce la infracción del contrato o el
delito o cuasidelito); pero en la responsabilidad contractual de esos daños
directos se eximirá al deudor que procedió sin dolo (con culpa) de aquellos que
eran imprevisibles cuando se celebró el contrato.521
520
Cfr. Pothier, R. J., ob. cit., Nº 166, p. 98.
521
Corral, H., Contratos..., cit., pp. 141 y ss.
522
Así, y con buenos argumentos, Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., pp. 346-349.
Ley Nº 19.496, de 1997, o se concederán indemnizaciones tasadas en algunos
casos de responsabilidad sin culpa o estricta, para permitir su aseguración.
Todo ello sin dejar de tener en cuenta que una cosa es lo que la sentencia
decrete como reparación, y otra la posibilidad efectiva de hacer cumplir el fallo
según la solvencia patrimonial del demandado.
Existen, todavía, algunos casos en los que la reparación que debe concederse
teóricamente según el daño resarcible, está sujeta a reducción.
b) Reducción de la indemnización
El art. 2331 señala que las imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de
una persona no dan derecho para demandar una indemnización pecuniaria, a
menos de probarse daño emergente o lucro cesante, que pueda apreciarse en
dinero. Es decir, para las conductas lesivas de la honra de las personas se limita
la extensión de la reparación, que deberá circunscribirse al daño patrimonial. Se
excluye la indemnización del daño moral.
En algún caso los tribunales se han resistido a aplicar esta limitación por
considerarla contraria a la equidad: "Atentaría, pues, a los principios generales
del derecho, contenidos por ejemplo en el art. 2329, ya citado, y a la equidad
natural, que un hecho vejatorio, constitutivo no sólo de delito civil, sino incluso
de uno penal, pueda quedar, a diferencia de lo que sucede con los cuasidelitos,
sin que se indemnice el daño moral sufrido por el ofendido" (C. Stgo., 16 de abril
de 1991, RDJ , t. LXXXVIII, sec. 4ª, p. 29).
523
Con un estudio de la jurisprudencia más reciente, Larraín, C., "Algunas cuestiones...", cit., pp. 143 y ss.
llega a la conclusión de que la excepción del art. 2331 parece solamente formal, ya que los tribunales no la
están aplicando.
524
Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., p. 125.
525
Linazasoro Campos, Gonzalo, "Artículo 2331 del Código Civil: Las razones de su inaplicabilidad por
inconstitucionalidad", en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad
extracontractual, Abeledo Perrot, Santiago, 2011, pp. 627-641.
único" (Trib. Const. 10 de junio de 2008, Rol Nº 943-2007). En el mismo sentido,
Trib. Const., 16 de abril de 2009, Rol Nº 1185-2008; 9 de marzo de 2010, Rol
Nº 1569-2009; 23 de septiembre de 2010, Rol Nº 1463-2009; 9 de noviembre de
2010, Rol Nº 1419-2009; 15 de marzo de 2011, Rol Nº 1679-2010; 15 de marzo
de 2011, Rol Nº 1741-2010; 29 de marzo de 2011, Rol Nº 1798-2010 y 29 de
enero de 2013, Rol Nº 2255-2012. Acogiendo la inaplicabilidad, los tribunales
civiles proceden a conceder indemnización por daño moral (C. Stgo., 7 de
noviembre de 2012, Rol Nº 8340-2009, LP CL/JUR/2635/2012).
526
No parece que pueda propiciarse una relectura del precepto para dar cabida a la indemnización por daño
moral. El texto es claro en que no hay derecho a ninguna indemnización si no se prueba daño que pueda
apreciarse en dinero. No obstante, en contra "La tutela al honor: una mirada presente y hacia el futuro", en
Fabián Elorriaga (edit.), Estudios de Derecho Civil VII, Abeledo Perrot, Santiago, 2012, pp. 797-810.
La doctrina comparada ha puesto de relieve que el perjudicado no está exento
también de deberes una vez ocasionado el daño y en el tiempo en que se
despliega su desarrollo. Una conducta suya de mero espectador, en previsión de
cuantiosas indemnizaciones, sería contraria al principio de buena fe. Por eso, se
señala que la víctima debiera actuar, en la medida en que no le represente una
exigencia desproporcionada o lo exponga a nuevos peligros, para moderar, paliar
o extinguir las consecuencias dañosas de la conducta nociva. Los daños que
resulten de la falta de este deber no se comprenderán en la indemnización. 527
En esta materia no queda más que entregar la decisión al libre arbitrio del juez,
el que deberá determinar la indemnización que proceda por daño moral buscando
cumplir con la justicia y la igualdad.528 No obstante, se hace necesario que las
sentencias condenatorias fundamenten claramente la existencia y acreditación de
los perjuicios, así como la categoría precisa a la que ellos pertenecen en el caso
bajo litigio (daño corporal, sufrimiento psicológico, lesión a un derecho de la
personalidad, etc.). Las indemnizaciones por daño moral "en globo",
absolutamente subjetivas y variables por entender el daño moral sólo como el
dolor psicológico, y prescindiendo de la necesaria prueba del respectivo daño,
conspiran en nuestra jurisprudencia para una adecuada estimación del daño no
patrimonial.529
Cfr. Díez-Picazo, L., Fundamentos... p. 344. Sobre este tema, véase el completo estudio de San Martín Neira,
Lilian, La carga del perjudicado de evitar o mitigar el daño. Estudio histórico-comparado, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2012, en esp. pp. 357 y ss. 527
528
Fueyo, F., ob. cit., pp. 108-110.
529
Domínguez, C., El daño..., cit., t. II, pp. 673 y ss.
todo si son obligatorios, son resistidos por la doctrina y por la misma
jurisprudencia. En España, el Tribunal Supremo llegó a declarar inconstitucionales
incluso los llamados "baremos" de recomendación o voluntarios por invadir la
función judicial de decidir en cada caso la reparación integral del daño.530 Se
critica también que esta limitación legal de la avaluación del daño no sólo beneficia
a las compañías de seguro implicadas, sino a los autores de los ilícitos, de modo
que las víctimas terminan pagando parte de los costos de los accidentes, con lo
cual estos costos se externalizan y se desligan de las actividades económicas que
los producen.531
d) La reajustabilidad de la indemnización
Hoy se afirma sin discusión que el valor del daño debe también reajustarse para
que la indemnización repare completamente el menoscabo sufrido por la
víctima.532
530
STS de 26 de marzo de 1997. Luego, el Tribunal Constitucional admitió en términos generales la
constitucionalidad del sistema (STC Nº 181, de 29 de julio de 2000).
531
Díez-Picazo, L., Fundamentos... cit., p. 198.
532
Alessandri, A., ob. cit., Nº 477, p. 410.
daño experimentado (C. Sup., 10 de enero de 1985, RDJ , t. LXXXII, sec. 4ª,
p. 4), y que no basta la fijación de intereses sin que se indique la reajustabilidad
de la indemnización solicitada (C. Sup., 28 de mayo de 1990, RDJ , t. LXXXVII,
sec. 4ª, p. 43). Se ha fallado incluso que no empece que la reajustabilidad se
haya solicitado en un escrito posterior a la demanda (C. Sup., 25 de julio de
1974, F. del M. Nº 190, p. 180) y que no incurre en ultra petita la sentencia que
concede reajustabilidad a la indemnización, aunque la parte demandante no lo
hubiera solicitado expresamente en su libelo (C. Stgo., 17 de julio de
1985, RDJ , t. LXXXII, sec. 2ª, p. 96). En todo caso, si la determinación de los
perjuicios se ha reservado para la ejecución del fallo, no procede la
revalorización mientras no quede ejecutoriada la sentencia que los fije, por no
estar en mora el deudor (C. Stgo., 30 de diciembre de 1999, RDJ , t. XCVI, sec.
2ª, p. 124).
533
Aedo, C., El daño moral... cit., p. 374.
534
Alessandri, A., ob. cit., Nº 469, p. 403.
535
Alessandri, A., ob. cit., Nº 469, pp. 403-404. En el mismo sentido, Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 302, p. 336.
Sobre el tema, véase también a Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., pp. 218-224.
principal del juicio (C. Concep., 30 de mar zo de 2007, Rol Nº 3205-
2005, LP CL/JUR/109/2007, con voto disidente).
536
Cfr. Vergara Bezanilla, José Pablo, "Los intereses en la responsabilidad extracontractual", en RDJ, t. LXXXII,
Derecho, pp. 53-58.
octubre de 1983, RDJ, t. LXXX, sec. 4ª, p. 121; C. Sup., 13 de octubre de
1983, RDJ, t. LXXX, sec. 4ª, p. 109; C. Stgo., 16 de agosto de 2010, Rol
Nº 3840-2009, LPCL/JUR/7750/2010). Se aplica también este criterio si lo
solicitado es la indemnización del daño moral. Se ha dicho que si en la demanda
se expresa que los valores solicitados por daño moral se han considerado sobre
la base del valor monetario al momento de su presentación, la cantidad en la
que el tribunal la avalúa debe ser reajustada desde la fecha de su notificación
hasta su pago. Y se ha aclarado que si son dos los sujetos responsables
solidarios, el reajuste ha de computarse desde la última notificación (C. Sup., 28
de diciembre de 1981, con aclaración de 28 de enero de 1982, F. del M. Nº 277,
p. 581).
537
Fueyo, F., ob. cit., pp. 117-119.
En fechas más recientes, la Corte Suprema ha señalado que "la
indemnización por el daño emergente... se pagará con los correspondientes
intereses legales y reajustado de acuerdo a la variación del Índice de Precios al
Consumidor entre la fecha de la notificación de la demanda y la de su pago
efectivo. Por su parte las indemnizaciones por daño moral sufrido por los actores
deberán pagarse reajustadas de acuerdo a la variación experimentada por del
Índice de Precios al Consumidor entre la fecha de esta sentencia y la de su pago
efectivo. No se dará lugar a los intereses solicitados por tratarse de un daño
extrapatrimonial" (C. Sup., 9 de noviembre de 2012, Rol Nº 791-
2010, LP CL/JUR/2566/2012).
538
En este sentido, Diez, J. L., El daño extracontractual..., cit., p. 210.
539
Debe tratase de la sentencia que establezca la indemnización de manera definitiva (puede ser de primera
o segunda instancia o de reemplazo dictada por la Corte Suprema que acoge una casación). Si se trata de
sentencia de primera instancia que es modificada en el monto por una sentencia de Corte de Apelaciones, el
reajuste se contará desde esta última. Cfr. Aedo, C., El daño moral... cit., pp. 376-377.
VI. ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD EN JUICIO COLECTIVO
1. RESPONSABILIDADES A LAS QUE SE APLICA EL JUICIO COLECTIVO
En Chile, hasta la fecha tenemos tres tipos de materias que pueden someterse a
esta forma de procedimiento. La primera, y que constituye el modelo al cual se
ajustan las otras dos, es la que se refiere a la protección de derechos de los
consumidores, y que se encuentra regulada en el art. 50 y los arts. 51 a 54 G de la
Ley Nº 19.496, de 1997. La segunda se refiere a los afectados por fallas o
defectos en la construcción de un inmueble que comparte el mismo permiso de
edificación, y que se encuentra en el art. 19 de la Ley General de Urbanismo y
Construcción, D.F.L. Nº 458, de 1975 (en los incisos incorporados por la Ley
Nº 20.443, de 2010). Finalmente, una tercera materia es la referida a los
perjudicados por ciertos actos de competencia desleal cometidos contra empresas
de menor tamaño (art. 4º inciso final Ley Nº 20.169, de 2007 y art. 9 º.2º a 9º.5º
Ley Nº 20.416, de 2010).
Para que puedan beneficiarse los terceros afectados que no han intervenido en
el pleito, el fallo debe darse a conocer por avisos publicados o de otra manera que
permita asegurar el conocimiento de todos los afectados. En el plazo de noventa
días corridos desde el último aviso, los interesados deben presentarse a ejercer
los derechos establecidos en la sentencia, para lo cual basta que acrediten su
condición de miembro del grupo. De todas las presentaciones que se hagan en el
plazo, se da traslado al demandado para que en el plazo de diez días corridos
pueda controvertir la calidad de miembro del grupo invocada. Esta controversia se
tramita como incidente, y si es necesario se recibe a prueba. Fallado el incidente
(o los incidentes que se promuevan) queda fijado "el monto global de las
indemnizaciones o las reparaciones que deba satisfacer el demandado" (art. 54 E
Ley Nº 19.496, de 1997). Los arts. 54 F y 54 G determinan la forma en que el
demandado debe pagar estas indemnizaciones o reparaciones.
Todo esto se puede obviar, si el juez determina que el proveedor cuenta con la
información necesaria para individualizar a los interesados, pues en tal caso
puede ordenar que algunas o todas las indemnizaciones o reparaciones que
procedan respecto de un grupo o subgrupo, se efectúen directamente por el
demandado (art. 53.2 Ley Nº 19.496, de 1997).
4. CONCURRENCIA Y PRUEBA DE LOS REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD
Por cierto, será necesario acreditar los daños, y, aunque la ley no lo haya
considerado, la relación de causalidad que debe haber entre la conducta del
demandado y los perjuicios reclamados.
Hay que advertir, sin emb argo, que no es propio de la naturaleza de estos
procesos que se pruebe exactamente el monto del daño sufrido en particular por
cada uno de los afectados. Lo que se pretende es establecer rangos de perjuicios
comunes a grupos o subgrupos de afectados. Por eso se señala que la
indemnización que se decrete "deberá ser la misma para todos los consumidores
que se encuentren en igual situación" (art. 51.2º Ley Nº 19.496, de 1997), para lo
cual se faculta al juez para ordenar la formación de grupos y, si se justificare, de
subgrupos, para declarar la procedencia de las correspondientes indemnizaciones
o reparaciones y el monto de la indemnización o la reparación a favor del grupo o
de cada uno de los subgrupos (arts. 53 A y 53 C, letra c Ley Nº 19.496, de 1997).
Se trata, por tanto, de un daño estandarizado, que debiera corresponder a una
estimación promedio según la situación de cada clase o grupo de afectados. A ello
deberá dirigirse la prueba y su apreciación, según la sana crítica por parte del
juez. Debe tenerse en cuenta que en este procedimiento está vedado a los
demandantes recurrir a la reserva del art. 173 del CPC (art. 51.2º Ley Nº 19.496,
de 1997). Por eso, cuando los terceros que no han participado en el proceso son
avisados de la sentencia y son llamados a beneficiarse de sus efectos, para
acceder a las indemnizaciones o reparaciones decretadas no necesitan probar el
monto del daño: su presentación se limitará únicamente a hacer presente y
acreditar su condición de miembro del grupo (art. 54 D Ley Nº 19.496, de 1997).
Algo similar debe concluirse para el caso de que la acción colectiva se declare
inadmisible. La ley señala sólo que la declaración de inadmisibilidad se entenderá
"sin perjuicio del derecho de todo legitimado activo de iniciar una nueva demanda
colectiva, fundada en nuevos antecedentes" (art. 52.7 Ley Nº 19.496, de 1997).
Aunque no se dice nada de la prescripción, debe entenderse que se entenderá
"suspendida" desde la notificación de la demanda hasta que quede a firme la
declaración de inadmisibilidad, para seguir el mismo criterio del rechazo de la
demanda.
Los terceros que, avisados de la sentencia del juicio colectivo, hagan reserva de
sus derechos para acreditar el daño en un nuevo juicio, gozarán de un nuevo
plazo de prescripción desde que quede a firme la sentencia que falló el proceso
colectivo, para interponer esta nueva acción (art. 51.6º Ley Nº 19.496, de 1997).
VI. EXTINCIÓN DE LA ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD
1. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA EXTINCIÓN
a) Prescriptibilidad de la acción
Existe una norma general que regula el plazo y la forma de computarlo: "Las
acciones que concede este título por daño o dolo prescriben en cuatro años
contados desde la perpetración del acto" (art. 2332).
540
Una parte de los autores, interpretando restrictivamente el art. 2332 que habla de que el plazo se cuenta
desde "la perpetración del acto", sostiene que la prescripción debe correr desde que se cometió el hecho
doloso o culpable (Alessandri, A., ob. cit., Nº 432, p. 377; Tapia, O., ob. cit., p. 320). La doctrina más moderna
ha hecho ver que con esa expresión el Código alude a la consumación del ilícito civil que requiere que se
completen todos sus elementos entre ellos el daño y el vínculo de causalidad, de modo que la prescripción
debe contarse desde que se produce el daño: Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 296, p. 325: Rodríguez, P.,
Responsabilidad..., cit., pp. 483-485; Elorriaga De Bonis, Fabián, "Del día de inicio del plazo de prescripción
de una acción indemnizatoria cuando el perjuicio se ha manifestado con posterioridad al hecho que lo
origina", en Hernán Corral (edit.), Prescripción extintiva. Estudios sobre su procedencia y funcionamiento en
Derecho Público y Privado, Cuadernos de Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 21, 2011, pp. 39-61. En
contra, y defendiendo la doctrina clásica, Vergara Bezanilla, José Pablo, "Aceptación jurisprudencial de la
doctrina de que la prescripción extintiva de la responsabilidad extracontractual empieza a correr desde la
perpetración del acto ilícito y no a contar de la producción del daño", en Hernán Corral (edit.), Prescripción
extintiva. Estudios sobre su procedencia y funcionamiento en Derecho Público y Privado, Cuadernos de
Extensión Jurídica, U. de los Andes, Nº 21, 2011, pp. 25-38; y fundándose en la comparación con leyes
sectoriales de responsabilidad civil, Ferrada Walker, Luis Valentín, "La interpretatio per aliam legem como
regla para definir el sentido del artículo 2332 del Código Civil sobre prescripción de la acción de
responsabilidad extracontractual", Revista de Derecho, Escuela de Postgrado Universidad de Chile, 2, 2012,
pp. 35-60. En su Tratado, Enrique Barros se inclina por la tesis que propone computar el plazo desde el daño,
pero con un término máximo de diez años a contar del hecho ilícito: Barros, E., Tratado..., cit., p. 924.
Respecto de esto último pensamos que puede ser una propuesta de lege ferenda, pero difícilmente puede
aceptarse como de derecho vigente.
Nº 2297-2004, LP CL/JUR/5892/2005). No obstante, en numerosas sentencias,
la Corte vuelve a la tesis tradicional (C. Sup., 31 de mayo de 2010, Rol Nº 3791-
2008, LP CL/JUR/11860/2010). En una sentencia reciente la Corte sostiene que
el plazo de prescripción debe contarse "desde la ocurrencia del hecho ilícito"
(C. Sup., 10 de agosto de 2012, Rol Nº 576-2010, LP 62403). No obstante, en el
caso de un "detenido-desaparecido" el Pleno de la Corte Suprema, si bien negó
que la acción civil fuera imprescriptible determinó que el plazo del art. 2332 sólo
debía contarse desde que los familiares tuvieron conocimiento de que se trataba
de un desaparecido y contaron con la información necesaria y pertinente para
hacer valer ante los tribunales el derecho al resarcimiento por el daño sufrido
(C. Sup., 21 de enero de 2013, Rol Nº 10665-2011). Tratrándose de una
responsabilidad por erróneo diagnóstico médico se rechazó la prescripción
alegada por el demandado porque el contrato de prestaciones médicas es de
tracto sucesivo e incluía no sólo el diagnóstico sino el tratamiento posterior
(C. Sup. 5 de junio de 2013, Rol Nº 5883-2012, LP CL/JUR/1219/2013).
c) Suspensión de la prescripción
541
Alessandri, A., ob. cit., Nº 435, p. 381.
542
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 296, p. 325.
543
En este sentido, Henríquez Herrera, Ian, "El infans conceptus como sujeto pasivo del derecho de daños y
la suspensión de la prescripción a su favor. Análisis de un caso de biotecnología reproductiva en humanos",
d) Interrupción. Normas especiales para el proceso penal
Al igual que en el antiguo proceso penal (cfr. arts. 107 bis y 450 bis ACPP) 544,
en el Código Procesal Penal también se han adoptado reglas sobre la
interrupción de la prescripción por la interposición de la demanda en el proceso
penal. En primer lugar, se dispone que una vez formalizada la investigación, la
víctima puede preparar la demanda o constituirse en parte civil, lo que produce
la interrupción de la prescripción a condición de que la demanda se deduzca
oportunamente. Se establece, por otro lado, que si antes de comenzar el juicio
oral, el procedimiento continúa conforme a las reglas del procedimiento
abreviado, o si, por cualquier causa, el proceso penal se termina o suspende sin
que se falle la acción civil oportunamente deducida, la prescripción seguirá
interrumpida siempre que la víctima presente su demanda ante el juez civil en el
plazo de sesenta días desde que queda ejecutoriada la resolución que dispone
la suspensión o terminación del procedimiento penal. La acción civil en este
caso se sustancia en procedimiento sumario (art. 68 CPP).545
en H. Corral y otros (coords.), Estudios de Derecho Civil IV: Responsabilidad extracontractual, Abeledo
Perrot, Santiago, 2011, pp. 611-626.
544
Ya antes de la reforma de la Ley Nº 18.857, de 6 de diciembre de 1989, que incorporó la norma del art.
107 bis ACPP, la jurisprudencia había resuelto que la querella en el proceso penal servía como interrupción,
aunque la ley no lo estableciera de un modo expreso: cfr. C. Stgo., 1º de julio de 1986, RDJ, t. LXXXIII, sec. 4ª,
p. 157; C. Sup., 25 de abril de 1986, F. del M. Nº 329, p. 149.
545
Cfr. Ruiz Pulido, G., ob. cit., pp. 175 y 178-179.
para constituir a los querellantes en parte civil" (C. Sup., 15 de diciembre de
1997, RDJ , t. XCIV, sec. 4ª, p. 192).
No queda claro, sin embargo, el día desde el que se computa el plazo: podría
pensarse que es el mismo desde el que se cuenta la acción principal: desde la
perpetración del hecho dañoso.
Sin embargo, tratándose de la acción contra el que recibe provecho del dolo
parece más sensato pensar que la prescripción debe contarse desde que este
tercero recibió el beneficio, ya que éste es un requisito de procedencia de la
acción y sin él no era posible al perjudicado ejercer la acción. Así lo falló
recientemente nuestra Corte Suprema (C. Sup., 30 de enero de 2013, Rol
Nº 6302-2010, con voto disidente del abogado integrante y profesor Jorge
Baraona).
546
En este sentido, y para el derecho español, Reglero, L. Fernando, "La prescripción de la acción de
reclamación de daños", en Reglero, L. Fernando (coord.), Tratado de responsabilidad civil, Aranzadi, Navarra,
2002, pp. 524-527. Señala que el mismo criterio debiera aplicarse cuando la repetición del que paga la
indemnización está protegida por una subrogación legal, como sucede con el asegurador.
LECCIÓN SÉPTIMA LA RESPONSABILIDAD PREVENTIVA
I. CARACTERIZACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD PREVENTIVA
Esto, que puede aparecer novedoso, no lo es tanto para el sistema chileno, que
reconoce desde sus inicios la posibilidad de articular medidas, sobre la base de la
responsabilidad, para evitar daños que amenazan con cierta certidumbre de
547
Thibiergie, C., ob. cit., p. 582. En la doctrina nacional, Molinari Valdés, Aldo, "De la responsabilidad civil al
derecho de daños: tutela preventiva civil", en Martinic, María Dora (coord.), Nuevas tendencias del Derecho,
LexisNexis, Santiago, 2004, pp. 185-199, sostiene que la tutela preventiva civil excede el campo de la
responsabilidad civil y constituye un elemento del derecho de daños.
548
Kemelmajer, A., ob. cit., p. 675.
ocurrencia. En el Código Civil se regula claramente el supuesto de responsabilidad
por un daño contingente (aún no ocurrido) que amenace a personas determinadas
o indeterminadas por imprudencia o negligencia de alguien (arts. 2333 y 2334).
Además, se establece como caso especial la amenaza de caída de una cosa de la
parte superior de un edificio (art. 2328.2).
549
Molinari, A., ob. cit., pp. 194-195.
II. EL DAÑO CONTINGENTE COMO FUNDAMENTO DE LA RESPONSABILIDAD PREVENTIVA
1. AMENAZA Y CONTINGENCIA DEL DAÑO
El art. 2333 habla en general de "daño contingente", es decir, que puede suceder
o no, sin hacer ninguna distinción.
550
Como parece pensar Rodríguez, P., Responsabilidad..., cit., p. 288, quien señala que el concepto se
satisface con la sola racionalidad de la posibilidad de que ocurra el daño.
551
Soto Kloss, Eduardo, El recurso de protección. Orígenes, doctrina y jurisprudencia, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago, 1992, p. 85.
552
Soto Kloss, E., El recurso de protección..., cit., p. 85.
553
Alessandri, A., ob. cit., Nº 142, p. 159.
554
Abeliuk, R., ob. cit., t. I, Nº 249 bis, p. 245.
2. RELACIÓN DE CAUSALIDAD
La amenaza del daño debe tener como causa un comportamiento descuidado del
demandado. Esta vinculación coincidirá normalmente con la relación de
causalidad que existiría entre el daño que se produciría y la conducta negligente
del responsable. Si esta relación existe (hipotéticamente), debe afirmarse la
causalidad entre la amenaza y el hecho activo u omisivo del agente.
3. CULPABILIDAD
El art. 2333 es claro al exigir que de parte del agente exista negligencia, es decir,
culpa. La amenaza debe corresponderse con una omisión que al demandado le
sea imputable por haber incumplido un deber de cuidado que le inducía a eliminar
la amenaza o inminencia del daño.
Lo que se dice de la culpa, con mayor razón se aplicará si el agente no toma las
precauciones necesarias con la intención de que el daño sobrevenga, es decir,
dolosamente.555
555
Molinari, A., ob. cit., p. 198, critica que la norma exija culpa o dolo, ya que en su concepto ello no tiene
sentido en la tutela preventiva. Propone, de lege lata, que se aplique el criterio de culpa difusa y el principio
res ipsa loquitur.
4. LEGITIMACIÓN PASIVA
a) Acción individual
b) Acción popular
Si no fuera posible identificar claramente a los afectados por el daño y si más bien
este amenaza a cualquier persona indeterminada que se exponga a la situación
amenazante, la ley concede acción popular: "Por regla general, se concede acción
popular en todos los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia
de alguien amenace a personas indeterminadas" (art. 2333).
Para hacer valer la responsabilidad preventiva, esto es, por daño contingente, se
aplicará el mismo procedimiento ordinario ante los jueces con jurisdicción civil que
es el contemplado para la acción de responsabilidad por daño causado. Como
muchas veces la lentitud del procedimiento conspirará en contra de la efectiva
prevención del daño, debe entenderse aplicable también el procedimiento
sumario, en virtud del art. 680 CPC.
Cuando el daño que se pretende precaver puede ser objeto de una acción
posesoria de amparo, o de obra nueva, obra ruinosa u otros interdictos especiales,
existe el procedimiento establecido en los arts. 549 a 583 CPC. En la demanda o
querella debe el actor especificar las medidas o garantías que solicite contra el
perturbador "si pide seguridades contra el daño que fundad amente teme"
(art. 551.2º.2 CPC).
3. LA ACCIÓN CONSTITUCIONAL DE PROTECCIÓN
556
Cea Egaña, José Luis, "Misión cautelar de la justicia constitucional", en Rev. Ch. Der., 20 (2 y 3), 1993, p.
407.
4. LAS MEDIDAS DE PREVENCIÓN
Las medidas que pueden adoptarse para prevenir el daño no están tipificadas en
la ley, y serán multiformes dependiendo de la naturaleza del daño y del modo en
que está amenazando a la víctima. Lo lógico será seguir el criterio del art. 551
CPC, que señala como exigencia al actor que especifique en la demanda o escrito
inicial las seguridades que pide contra el daño temido.
Por ejemplo, en uno de los pocos casos en los que se ha ejercido esta acción, el
tribunal decretó que el propietario de un predio eriazo y que se había transformado
en un lugar insalubre para los vecinos por los desechos y basuras que se
depositaban en él, debía proceder a limpiar y cercar debidamente el inmueble
además de pagar una cantidad para reembolsar los gastos incurridos por los
demandantes (Juez 2º Juzgado Civil de Concepción, 16 de octubre de 2006, Rol
Nº 1675-2006).
IV. PRESCRIPCIÓN
Tratándose de daño contingente, debiera aplicarse la norma del art. 950.2, que
establece la imprescriptibilidad de las acciones dirigidas a precaver un daño
mientras haya justo motivo para temerlo. Es decir, mientras exista amenaza de un
daño, con los requisitos que hemos precisado, estará abierta la acción para
evitarlo mediante el juicio civil ordinario, posesorio o mediante la acción
constitucional de protección.
V. LA RESPONSABILIDAD PREVENTIVA EN LOS DAÑOS MEDIOAMBIENTALES
También parece que pueden aplicarse las normas que se refieren a interdictos
posesorios especiales que se conceden para la seguridad de personas
indeterminadas, establecidas en los arts. 948 y 949 del Código Civil.
Debe recordarse que para estos casos la acción municipal o popular por daño
contingente no prescribe "mientras haya justo motivo de temerlo" (art. 950.2
CC). Además, el mismo Código Civil establece que ninguna prescripción se
admitirá contra las obras que corrompan el aire y lo hagan conocidamente
dañoso (art. 937 CC). Alguno podría pensar que esta norma no es aplicable, en
virtud del empleo preferente del art. 63 de la Ley de Bases. Pero en contra
puede sostenerse que estamos frente a procedimientos especiales (diferentes
de la responsabilidad civil), y que en esta parte del Código Civil debe ser
considerado ley especial que prevalece por sobre las disposiciones de la Ley de
Bases. Por lo demás, la misma norma está repetida en el Código de Aguas
respecto de las obras que corrompen las aguas (art. 124.2 Código de Aguas).
557
Esta lección se publicó previamente como artículo: "Seguro y responsabilidad civil en el Derecho chileno",
en Revista de Responsabilidad Civil y Seguros (B. Aires), año I (1999), Nº 4, pp. 1-17. Ha sido actualizada para
esta edición del libro.
I. LA RELACIÓN ENTRE CONTRATO DE SEGURO Y RESPONSABILIDAD CIVIL
Nadie puede dudar hoy que se ha estrechado cada vez más la relación entre el
contrato de seguro y la responsabilidad civil, proceso que ha coincidido con una
verdadera expansión de ambos fenómenos jurídicos. Así, mientras la
responsabilidad civil extracontractual ha conocido un desarrollo realmente
explosivo en el último siglo, evolución que parece no estar concluida y promete
proseguir, el seguro también ha experimentado una transformación radical, al
incorporarse como un rubro empresarial que se considera vital para el progreso
económico de los países y al llegar a constituirse en un factor esencial en la
planificación y ejecución de cualquier actividad personal, profesional, comercial o
industrial.
558
Escribe De Ángel, R., ob. cit., p. 986: "Hoy se puede decir que la figura del seguro de responsabilidad civil
se halla tanto más extendida cuanto mayor es el grado de desarrollo económico y social. El avance
tecnológico incrementa los riesgos en número y en importancia y conduce a la convicción de que es
conveniente (en muchos casos, de todo punto necesario) estar asegurado. La frecuencia estadística de los
siniestros, combinada con el elevado número de pólizas de una misma empresa aseguradora, otorgan al
asegurado la tranquilidad de saberse resguardado de posibles responsabilidades económicas a cambio de
una prima relativamente módica. Las víctimas, por otra parte, no se encuentran sujetas al riesgo de
insolvencia del responsable, pues es el asegurador quien de hecho les indemniza. Hasta se llega a originar,
sobre todo en ciertos sectores, la ilusión de que responde la compañía aseguradora, no el autor del daño.
Esta última circunstancia ha motivado -se trata de un fenómeno muy advertido por autores y prácticos- un
notable aumento de la litigiosidad (el hecho de que 'detrás' del causante del daño haya una compañía de
Se ha notado que la extensión creciente del ámbito de la asegurabilidad de la
responsabilidad civil se puede atribuir a factores de distinta naturaleza, como
son el crecimiento de las necesidades y de la demanda de seguros del público;
el perfeccionamiento de la técnica del seguro, que permite dominar y, por tanto,
cubrir nuevos riesgos, mediante estudios estadísticos, mejor redacción de los
contratos, gestión informática de los riesgos y recurso al reaseguro, y por último
la intervención del legislador que determina la obligatoriedad de ciertos seguros
de responsabilidad como requisitos para el ejercicio de determinadas
actividades.559
seguros constituye un importe [sic] estímulo para reclamar en vía judicial) y a la vez un sensible incremento
de la cuantía de las indemnizaciones solicitadas".
559
Cfr. Eliashberg, Constant, Responsabilité civile et assurances de responsabilité civile, L'Argus, 2ª edición,
París, 1993, p. 129.
560
Cfr. Eliashberg, C., ob. cit., pp. 128-129.
II. LA RECEPCIÓN DEL SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL EN CHILE
561
El art. 41 de la Ley Nº 4.228 clasificaba las compañías de seguros en dos grupos. El primero de ellos se
componía de "aquellas que cubran los riesgos de incendios, marítimos, de transportes terrestres y demás
que aseguren la reparación de daños causados por acontecimientos que puedan o no ocurrir". Se nota una
mayor amplitud en la conceptualización de los riesgos asegurables. La norma se reproducirá en el art. 8º del
Decreto con Fuerza de Ley Nº 251, de 22 de mayo de 1931.
causados a terceros en la realización de determinadas actividades personales,
profesionales o empresariales.562
Esta práctica tuvo que superar algunos obstáculos más complejos que la
simple ausencia de regulación. En efecto, de las normas del Código de
Comercio podía colegirse no sólo una laguna normativa, sino una posible
inadmisibilidad jurídica, fundada en el antiguo principio de que el contrato de
seguro sólo puede cubrir riesgos provenientes de caso fortuito y nunca de culpa
del interesado. Se disponía en dicho Código que "el asegurador no está obligado
a indemnizar la pérdida o deterioro procedentes... de un hecho personal del
asegurado o de un hecho ajeno que afecte civilmente la responsabilidad de
éste" y, más categóricamente, que "le es prohibido constituirse responsable de
los hechos personales del asegurado" (antiguo art. 552.2 CCom).
562
El principio de autonomía de la voluntad, sin embargo, tiene un papel menos relevante que en el resto de
los contratos, ya que bajo nuestra legislación las pólizas por regla general son contratos de adhesión sujetos
a un registro previo en la Superintendencia de Valores y Seguros, la que puede objetar los modelos o
cláusulas contrarias a la ley. La nueva ley Nº 20.667, de 2013, hace imperativas las disposiciones que rigen el
contrato de seguro, con algunas excepciones (art. 542 CCom).
563
Achurra Larraín, Juan, Derecho de Seguros. Escritos de Juan Achurra, Asociación de Aseguradores de
Chile, Universidad de los Andes Centro de Derecho de Seguros, Santiago, 2005, t. III, p. 69. En general, la
exigencia de licitud del seguro, esto es, que el riesgo cubierto no puede ir contra las reglas morales o de
orden público ni ser en perjuicio de terceros, ha tenido que enfrentar la justificación de dos eventuales
excepciones: el seguro de vida en caso de suicidio del asegurado, y el seguro de responsabilidad civil. Para el
primero, se ha entendido que el seguro es válido, puesto que normalmente se establece un plazo de
carencia que convierte al suicidio en verdadero accidente. Para el seguro de responsabilidad se señala que
su validez puede tener una doble justificación: por una parte, la protección de la víctima, y, por la otra, que
la falta de diligencia (incluso grave) no es mala fe ni dolo y debe reputarse también accidental.
no pueden ser asumidos por el asegurador... Creemos que no hay inconveniente
en que el asegurador asuma el riesgo de culpa leve o levísima del asegurado,
porque no hay en ello comprometido un interés público que la ley quisiera
proteger con una prohibición legal absoluta".564
564
Baeza Pinto, Sergio, El seguro, Editorial Jurídica de Chile, 4ª edición actualizada por Juan Achurra Larraín y
Juan José Vives Rojas, Santiago, 2001, p. 74. Agregaba el autor que "los eventos constituidos por la culpa
grave y el dolo del asegurado no importan riesgos, por varias razones: primero, porque para nuestro Código
de Comercio es de la esencia del riesgo que sea un caso fortuito, idea que se contrapone a la acción
deliberada o gravemente negligente del asegurado; si el Código admite como constitutivo de riesgo el hecho
ajeno del cual responde civilmente el asegurado; el vicio propio y la culpa leve y levísima del asegurado, lo
hace como excepciones específicas a la noción fundamental de riesgo que él mismo define. Por otra parte,
hemos dicho que el riesgo comporta el principio de la incertidumbre, que es incompatible con la idea de
estar algo sujeto a la mera voluntad, malicia o imprudencia temeraria de alguien" (p. 75). En el mismo
sentido, Tapia, O., ob. cit., p. 417, quien asimila el seguro en estos casos a las cláusulas de exención de
responsabilidad, las que son nulas si se refieren al dolo o la culpa grave. También se pronunciaba en esta
dirección la Memoria de prueba de Villarroel Faba, Fabiola, El seguro de responsabilidad civil (Universidad
Gabriela Mistral, 1992), p. 92, invocando el principio de que nadie puede aprovecharse de su propio dolo.
565
En contra, Alessandri, A., ob. cit., Nº 6, p. 17.
566
Stiglitz, Rubén, "Emplazamiento del seguro en la teoría general de la responsabilidad civil", en Alterini, A.,
López, R., y otros, La responsabilidad. Homenaje al profesor doctor Isidoro H. Goldenberg, Abeledo Perrot,
B. Aires, 1995, pp. 720-721. En el mismo sentido, Barbato, Nicolás, "La culpa grave en el contrato de seguro",
en Alterini, A., López, R., y otros, ob. cit., pp. 729 y ss. Debe considerarse que la Ley de Seguros argentina
contiene una disposición que excluye la garantía de los siniestros provocados por dolo o culpa grave (art.
114, Ley Nº 17.418), pero los autores citados la interpretan en el sentido de que, tratándose de culpa lata, la
cobertura no es absolutamente inadmisible sino que requiere estipulación expresa. En el derecho italiano, el
Código Civil sólo excluye la cobertura de los daños derivados de hechos dolosos (art. 1917 CC), y exige pacto
expreso para los casos de culpa grave (art. 1900 CC).
567
Tapia, O., ob. cit., p. 418.
obstáculos que se creyó encontrar en la antigua normativa del Código de
Comercio. La Ley Nº 18.660, de 20 de octubre de 1987, sustituyó el texto del
art. 8º del D.F.L. Nº 251, de 1931, para disponer que las compañías del primer
grupo serán "las que aseguren los riesgos de pérdidas o deterioro en las cosas o
el patrimonio", y se observa, de esta forma, una recepción a nivel legislativo de un
concepto más amplio del riesgo asegurado, que incluye los daños patrimoniales,
entre los cuales un lugar destacado tiene la responsabilidad civil.
Desde la década de los noventa hubo varios intentos para sustituir la actual
regulación del contrato de seguro contenida en el Título VIII del Libro II del
Código de Comercio. En 1995 se presentó en el Senado un proyecto de ley en
tal sentido (Boletín Nº 1666-07), pero luego fue retirado por el Ejecutivo. En 2007
se presentó, esta vez ante la Cámara de Diputados, un nuevo proyecto de ley
(Boletín Nº 5185-03), que tuvo mejor suerte, llegaría a puerto convirtiéndose en
la Ley Nº 20.667, publicada en el Diario Oficial el 14 de abril de 2013, y que
entra en vigor el 1 de diciembre de este mismo año.
La Ley Nº 20.667, reemplazó completamente el Título VIII del Libro II del Código
de Comercio, y sus arts. 512 a 601. Una de las principales novedades de la
regulación es la aceptación expresa del seguro de responsabilidad civil. Ello ya se
deduce de la nueva definición general del contrato de seguro que ofrece el art. 512
y que precisa que los riesgos transferidos al asegurador puede referirse "al
patrimonio como un todo". Luego, al tratarse de los seguros de daños, y más
concretamente de los seguros patrimoniales (por oposición a los reales), se
contempla un párrafo (el && 4 de la sección 2ª) a tratar del seguro de
responsabilidad civil (arts. 570 a 574).
La definición del contrato de seguro que contemplaba el antiguo art. 512 CCom
fue criticada, entre otras cosas, por incompleta, ya que se refería exclusivamente a
los seguros de cosas y no comprendía los seguros que se refieren a derechos, al
patrimonio total y a la vida, salud e integridad de las personas.568 Este defecto ha
sido corregido por el nuevo art. 512, introducido por la Ley Nº 20.667: "Por el
contrato de seguro se transfieren al asegurador uno o más riesgos a cambio del
pago de una prima, quedando éste obligado a indemnizar el daño que sufriere el
asegurado, o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones pactadas". Se
agrega que "Los riesgos pueden referirse a bienes determinados, al derecho de
exigir ciertas prestaciones, al patrimonio como un todo y a la vida, salud e
integridad física o intelectual de un individuo" (art. 512 CCom).
568
Baeza, S., ob. cit., p. 33.
569
Definición que da, basándose en el art. 1917 del Código Civil italiano, Donati, Los seguros privados, ed.
esp., Barcelona, 1960, p. 397, citado por De Ángel, R., ob. cit., p. 983. El art. 1917 CC italiano dispone
textualmente: "En el seguro de responsabilidad civil el asegurador es obligado a mantener indemne al
asegurado de cuanto éste, a consecuencia de un hecho acaecido durante la vigencia del seguro, debe pagar
a un tercero, en correspondencia con la responsabilidad establecida en el contrato".
570
Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 64.
haber incurrido el asegurado en una situación que le constituye en obligado a
indemnizar por el concepto de responsabilidad civil".571
571
De Ángel, R., ob. cit., pp. 983-984.
572
En este sentido, después de la reforma, Arellano Iturriaga, Sergio, La Ley del Seguro, Thomson Reuters,
Santiago, 2013, p. 220, aunque señala que lo más común es el seguro de responsabilidad civil
extracontractual.
2. CARACTERES FUNDAMENTALES
573
Como sostiene De Ángel, R., ob. cit., p. 984, "el seguro de responsabilidad civil es un seguro de daños en
interés propio del asegurado, en cuanto que el contrato tiende a que el asegurador le libere del pago de la
deuda que nace con motivo del hecho dañoso".
574
Achurra, J., ob. cit., t. III, pp. 70, señala, aunque para la anterior normativa, que como el objeto es el
patrimonio íntegro del asegurado, en estos seguros no cabe aplicar las normas relativas al valor del bien
asegurado, ni rigen las reglas del infraseguro ni del sobreseguro.
575
Cfr. Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 77.
especial, los gastos y costas del proceso que se promueva contra el asegurado
(art. 572 CCom).576
576
El mismo precepto agrega que "salvo pacto en contrario, la póliza no cubre el importe de las cauciones
que deba rendir el asegurado, ni las multas o sanciones pecuniarias a que haya sido condenado" (art. 572.2
CCom).
3. EL INTERÉS ASEGURADO
La fórmula amplia que se emplea en la norma actual permite que quede incluido
el interés que justifica y legitima la estipulación de un contrato de seguro de
responsabilidad civil. En efecto, en este tipo de contrato el asegurado tiene el
interés de mantener indemne su patrimonio, es decir, está interesado en la
conservación de la integridad de su activo patrimonial, que es el objeto sobre el
cual recae el contrato.
Por cierto, el concepto de interés del asegurado está en estrecha relación con el
de riesgo577, por lo que debe ser complementado por éste. El riesgo tiene, en
materia de seguro de responsabilidad civil, algunas singularidades que pasamos a
estudiar.
577
Señala Baeza, S., ob. cit., p. 94, que el interés es presupuesto del riesgo, pues si falta el interés no hay
riesgo y la cesación del interés determina la cesación de los riesgos, extinguiendo por consecuencia el
seguro. En similar sentido, y ya para la nueva normativa, Arellano, S., ob. cit., p. 63, apunta que "para que un
determinado interés sea asegurable es preciso que esté amenazado por un cierto riesgo".
4. EL RIESGO
El nuevo art. 513 del Código de Comercio contiene, entre sus definiciones, la de
riesgo, según la cual éste es "la eventualidad de un suceso que ocasione al
asegurado o beneficiario una pérdida o una necesidad susceptible de estimarse en
dinero" (art. 513 letra t CCom)578. La realización del evento riesgoso se denomina
"siniestro", que es definido por el Código como "la ocurrencia del riesgo o evento
dañoso contemplado en el contrato" (art. 513 letra x CCom).
Las posiciones de los autores están divididas. Mientras algunos sostienen que
el siniestro se verifica sólo cuando hay pago del daño al perjudicado, otros
opinan que resulta de la liquidación del valor del daño. Mientras unos defienden
que el momento decisivo es el de la reclamación judicial o extrajudicial del
tercero perjudicado, otros piensan que éste no puede ser más que el del hecho
dañoso que determina la responsabilidad.579 Estas discusiones no son muestras
de un academicismo diletante, sino que provienen de una necesidad práctica
importantísima: determinar si un concreto evento resulta o no amparado por la
vigencia de un contrato de seguro. Por ejemplo, ¿qué sucede si la actuación
médica que produce el daño se realiza vigente el contrato de seguro, pero la
reclamación del perjudicado ocurre cuando la póliza está ya vencida?
578
Baeza, S., ob. cit., p. 69, definía el riesgo como "la posibilidad de un suceso dañoso que amenaza bienes
determinados, derechos a exigir prestaciones, al patrimonio mismo en forma indeterminada o a la vida,
salud o integridad de una persona".
579
Cfr. De Ángel, R., ob. cit., p. 992.
produce el siniestro, con independencia de la fecha de la reclamación del
tercero, liquidaci ón y pago de la indemnización.580
La norma del art. 513 letra x) CCom que concibe el siniestro como la
ocurrencia del "evento dañoso" favorece la adopción de este criterio en nuestro
sistema jurídico, ya que la pérdida en la integridad del patrimonio del asegurado
se hará efectiva cuando surja la responsabilidad, y ésta nace con el hecho ilícito
que causa el daño (cfr. arts. 1437 y 2284 CC).
580
sí, Meilij, Gustavo, Seguro de responsabilidad civil, Depalma, B. Aires, 1992, pp. 75-76. Cfr. también a De
Ángel, ob. cit., p. 996: "la obligación de responder... nace con el daño mismo. Y es precisamente ese tener
que responder lo que en verdad -hasta en una acepción vulgar del término- constituye el 'riesgo' para
cualquier persona. De otro lado, la reclamación de la víctima y la condena impuesta por el juez no son más
que acontecimientos complementarios que otorgan efectividad a la obligación de responder, cuyo origen
está en la producción del daño".
581
Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 72.
582
Achurra, J., ob. cit., t. II, p. 125.
583
Arellano, S., ob. cit., pp. 230-231.
actividad profesional, vehículos o cosas peligrosas, actividades empresariales,
etc., así como también se regula en las pólizas el ámbito territorial cubierto y
donde debe originarse el evento dañoso.
584
Stiglitz, R., ob. cit., pp. 725 y ss.
585
Reglero, L. Fernando, "El seguro de responsabilidad civil", en Reglero, L. Fernando (coord.), Tratado de
responsabilidad civil, Aranzadi, Navarra, 2002, pp. 652 y ss.
586
Reglero, L. Fernando, "El seguro de responsabilidad civil", en Reglero, L. Fernando (coord.), Tratado de
responsabilidad civil, Aranzadi, Navarra, 2002, pp. 652 y ss.
587
Arellano, S., ob. cit., p. 235, señala que la práctica ha impuesto una especie de "salida" al problema de la
validez de la cláusula claims made, pactado que se extenderá la vigencia de la póliza si existen sucesivas
renovaciones.
5. EL SEGURO DE RESPONSABILIDAD CIVIL EN LA CLASIFICACIÓN DE LOS SEGUROS
Se distinguen cuatro grupos: los del primer grupo son los seguros de cosas; los
del segundo, son los seguros de derechos; los del tercer grupo son los seguros de
patrimonio total, y los del cuarto son los seguros de personas.
A su vez, estos cuatro grupos de seguros son divididos en ramos. Entre los
ramos del tercer grupo (en los que el interés asegurado es el entero patrimonio)
encontramos en lugar preeminente el seguro de responsabilidad civil, junto al
seguro contra el riesgo de incremento de la responsabilidad familiar, y el seguro
de accidentes del trabajo.588 Cada uno de estos ramos admite sus propias
modalidades, por lo que habrá diferentes tipos de seguros de responsabilidad civil
de acuerdo con las necesidades prácticas y las circunstancias concretas.
588
Baeza, S., ob. cit., pp. 43-44.
6. CLASES DE SEGUROS DE RESPONSABILIDAD CIVIL
589
a presentación de la póliza permitía obtener una autorización provisoria para iniciar el proyecto o
actividad. Cfr. art. 15, Ley Nº 19.300.
590
Eliashberg, C., ob. cit., p. 130.
7. TIPOLOGÍA DE LOS SEGUROS DE RESPONSABILIDAD CIVIL
591
Eliashberg, C., ob. cit., pp. 193 y ss.
592
Achurra, J., ob. cit., t. III, pp. 79-81. Cfr. también Arellano, S., ob. cit., p. 252-253.
Responsabilidad Civil para Profesionales de la Salud (POL 102031). En los
últimos años el registro consultable en el sitio web de la Superintendencia de
Valores y Seguros, contempla una gran variedad de pólizas y cláusulas
adicionales que se refieren a la responsabilidad civil; así, por ejemplo, una
general de Seguro de responsabilidad civil profesional, y otras particulares para
actividades profesionales específicas: Seguro de responsabilidad civil de
médicos, de contadores y auditores, de arquitectos e ingenieros, de directores y
ejecutivos de sociedades, de miembros de juntas administradoras y
administradores de copropiedades y, por cierto, de abogados. También se
ofrecen pólizas para actividades empresariales: Seguro de responsabilidad civil
profesional para instituciones financieras, Póliza de responsabilidad civil por
gastos de reparación y defensa legal en casos de polución y/o contaminación
causados por predios, Seguro de responsabilidad por infracción de prácticas
laborales, Seguro de responsabilidad civil de protección de datos, Póliza de
responsabilidad civil para prestadores de servicio de certificación de firma
electrónica, Cláusula de responsabilidad civil de productos, Cláusula de
responsabilidad civil de garajes, estaciones de servicio y empresas afines. Otros
rubros se refieren a ámbitos domésticos: Póliza de seguro de responsabilidad
civil proveniente de daños y perjuicios causados por animales domésticos o
mascotas, Cláusula de responsabilidad civil de jefe de hogar.
El seguro de responsabilidad civil se rige hoy por los arts. 570 a 574 del Código de
Comercio, como estatuto especial, y en lo no previsto en ellas por la sección
primera del Título VIII del Libro II de dicho Código, que contiene las normas
comunes a todo tipo de seguros (arts. 512 a 544 CCom). Supletoriamente regirán
las reglas generales de contratación comercial y civil.
La obligación propiamente tal que pesa sobre el asegurado es, como en todos
los contratos de seguros, la de pagar oportuna e íntegramente la prima convenida.
Se puede agregar también el deber de no agravar voluntariamente el riesgo.594
Las cargas que suelen imponerse al asegurado son las de notificar el accidente
y el llamado deber de salvamento, que implica facilitar o no entrabar la defensa
jurídica frente al demandante.
593
Sobre el concepto y funcionamiento de las cargas en el contrato de seguro de responsabilidad, véase el
completo estudio de Lagos Villarreal, Osvaldo, Las cargas del acreedor en el seguro de responsabilidad civil,
Mapfre, Madrid, 2006, passim. Según este autor, "las cargas del asegurado son deberes distintos de la
obligación de pago de la prima, cuya inobservancia tiene como efecto la pérdida del derecho del asegurado
a la indemnización, efecto que puede ser inhibido por la acreditación de imposibilidad o ausencia de
perjuicio para el asegurador" (p. 139).
594
Cfr. Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 76, quien precisa que no se debe confundir este deber con la culpa
específica en que puede incurrir el asegurado para que nazca la responsabilidad.
595
Cfr. Meilij, G., ob. cit., p. 118. Tampoco se violaría la carga por el comportamiento humanitario del
asegurado, como hacerse cargo de los traslados y gastos médicos de urgencia del accidentado.
La nueva regulación establece expresamente algunas de estas obligaciones o
cargas. Así, se señala que el asegurado debe dar aviso en tiempo razonable al
asegurador no sólo cuando sea judicialmente requerido, sino cuando tenga
noticia de la intención del tercero afectado o sus causahabientes de reclamar
indemnización, o de la amenaza de iniciar acciones en su contra y de la
ocurrencia de cualquier hecho o circunstancia que pudiere dar lugar a una
reclamación en su contra (art. 571 CCom). Además, se le prohíbe aceptar la
reclamación contraria o transigir judicial o extrajudicialmente con el tercero
afectado, sin aceptación del asegurador, so pena de eximir al asegurador de la
obligación de indemnizar (art. 574.1 CCom). Se advierte, sin embargo, que no
constituye incumplimiento el reconocimiento por parte del asegurado de los
hechos verídicos de los que se deriva su responsabilidad (art. 574.2 CCom).596
596
En términos similares, regulan este deber del asegurado la Póliza Suiza y la Póliza 1997 de
Responsabilidad Civil. Esta última, por ejemplo, dispone: "Sin el consentimiento escrito de la compañía,
queda prohibido al asegurado reconocer o negar el principio, alcance o fundamento de una reclamación,
celebrar cualquier arreglo extrajudicial; pagar todo o parte del daño y entablar acciones judiciales. Sin
embargo, no se considerará que haya reconocido responsabilidad al facilitar primeros auxilios médicos ni al
admitir la ocurrencia del hecho que causó el daño" (art. 12.3). Para la tipología y funcionamiento de las
cargas del asegurado tanto legales como convencionales, véase Lagos, O., Las cargas..., cit., pp. 159 y ss.
2. DEL ASEGURADOR
Existe otra obligación del asegurador que, entre nosotros, asume las
características de carga, ya que las pólizas suelen establecerla como una potestad
facultativa. Se trata de la defensa judicial del asegurado. Al tratarse de una
597
Cfr. Achurra, J., ob. cit., t. III, pp. 77-78.
598
Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 78.
facultad (art. 573 CCom), queda incluida en el concepto de carga, ya que si el
asegurador no asume esta responsabilidad, no podrá después eximirse del pago
de la indemnización alegando que la defensa realizada por el asegurado no fue la
más correcta o apropiada.599 La Póliza de Responsabilidad Civil 191086 (Póliza
suiza), estipula que "la defensa del asegurado en un juicio civil la asumirá siempre
la compañía" (art. 9.4).600
599
Villarroel, F., ob. cit., p. 109, apunta con razón que, sea obligación o facultad, "el asegurador debe
solventar la defensa del asegurado, a prorrata de su interés en el débito, ya que constituye un verdadero
gasto de salvamento y no debiera estar limitado en su monto".
600
En cambio, tratándose de proceso penal, la compañía no resulta obligada y puede encargarse de la
defensa cuando lo estime conveniente. Pero, aclara la póliza, será el asegurador quien designará los peritos,
abogados y procuradores (art. 9.4).
601
Meilij, G., ob. cit., p. 134. Se plantea este autor también los problemas derivados de la reconvención por
parte del asegurado, y de la existencia de pluralidad de responsables en el juicio.
V. LOS TERCEROS BENEFICIADOS
1. DETERMINACIÓN DE LOS TERCEROS
Los terceros, entonces, se definen como toda persona ajena al contrato, con
excepción del asegurado y un cierto número de individuos que se enumeran.
Puede estipularse, por ejemplo, que no se considerarán terceros el cónyuge, los
ascendientes, los descendientes del asegurado, sus trabajadores o dependientes,
etc.602
602
Cfr. Meilij, G., ob. cit., p. 144.
603
Eliashberg, C., ob. cit., p. 138.
2. LOS DERECHOS DE LOS TERCEROS BENEFICIADOS. LA ACCIÓN DIRECTA
604
Eliashberg, C., ob. cit., pp. 172-173.
605
Se sostiene, por ello, que el reconocimiento del privilegio sirve para eliminar en parte las consecuencias
derivadas de la falta de una acción directa respecto del asegurador, por cuanto, en caso de insolvencia del
asegurado, el tercero perjudicado puede satisfacer íntegramente su crédito sobre la indemnización del
seguro. Así, Ferri, Giuseppe, Manuale di Diritto Commerciale, Utet, 8ª edición a cargo de C. Angelisi y G. B.
Ferri, Milano, 1992, p. 948.
606
Meilij, G., pp. 153 y ss.
En Chile, tradicionalmente se ha sostenido que, en ausencia de una norma
expresa que establezca la excepción, rige el principio general de la relatividad de
los contratos y no procede la acción directa. 607
Sin embargo, queda la duda de si una visión más articulada y completa del
fenómeno de la responsabilidad civil, entendiendo al seguro como un mecanismo
inserto en ella y no como una mera relación contractual, podría dar pie para
admitir el derecho del perjudicado de demandar directamente a la compañía
aseguradora. Este esfuerzo tendría como manifiesto apoyo la interpretación
analógica de la acción directa establecida expresamente en el Código de
Comercio tratándose del seguro de responsabilidad marítimo. Según el art. 1201,
"en los casos en que un asegurador de responsabilidad otorgue una garantía para
cubrir la responsabilidad del asegurado, podrá ser demandado directamente por el
tercero a cuyo favor se ha emitido dicha garantía" (art. 1201.1 CCom).608 Después
de la reforma de 2013 nos parece que esta opinión a favor de la procedencia de la
acción directa de la víctima en contra del asegurador debe confirmarse, dado lo
previsto en los arts. 513 letra c) y 570 CCom.
Durante la tramitación del proyecto de ley que diera lugar a la Ley Nº 20.667,
de 2013, se contempló un precepto expreso que consagraba la acción directa de
la víctima contra el asegurador de responsabilidad civil, pero dicho precepto no
fue incluido en la redacción final de la iniciativa. Tomando en cuenta este
antecedente podría concluirse que dicha acción ha sido descartada en nuestra
legislación. No es éste nuestro criterio, sin embargo, ya que, advertidos por
algunos especialistas, hemos visto que la reforma, si bien no consagra
expresamente la acción, sí establece el derecho de la víctima a percibir la
indemnización asegurada. Así, la víctima debe ser considerada "beneficiario" del
seguro de responsabilidad, pues según el art. 513 CCom se define como tal a
aquél que "aun sin ser asegurado, tiene derecho a la indemnización en caso de
siniestro", y parece obvio que el tercero perjudicado tiene derecho a la
indemnización en el caso de seguro de responsabilidad civil, ya que se dispone
que "el asegurador se obliga a indemnizar los daños y perjuicios causados a
terceros" (no el daño causado al asegurado responsable por la deuda de
responsabilidad) y que "en el seguro de responsabilidad civil, el
aseguradorpagará la indemnización al tercero perjudicado" (art. 570 CCom),
Pues bien, si el tercero es beneficiario y tiene derecho a percibir la
indemnización asegurada, no hay duda de que también tendrá acción para
hacer efectivo ese derecho. Con todo pensamos que no será posible demandar
al asegurador sin a la vez accionar de responsabilidad contra el asegurado. Por
cierto, el asegurador podrá también asumir la defensa del asegurado conforme a
las facultades que le concede el contrato de seguro de responsabilidad civil.
607
Así piensa Achurra, J., ob. cit., t. III, p. 78: "Un tema muy importante de aclarar respecto a los terceros
perjudicados, se refiere a si ellos tienen acción directa contra el asegurador. La respuesta es negativa, por
cuanto el contrato de seguro sólo vincula a las partes que lo han celebrado y el tercero es un extraño a dicho
contrato".
608
La reforma de la Ley Nº 20.667, de 2013, eliminó la palabra "Sólo" con la que comenzaba la norma.
Cuando se acepta la acción directa, queda el problema de resolver
qué excepciones o defensas se admitirán al asegurador.
La ley española dispone que "La acción directa es inmune a las excepciones
que puedan corresponder al asegurador contra el asegurado. El asegurador
puede, no obstante, oponer la culpa exclusiva del perjudicado y las excepciones
personales que tenga contra éste" (art. 76). Sin embargo, este texto que se
refiere a la "inmunidad de excepciones" ha causado numerosos problemas para
la aplicación del precepto, dando lugar a toda suerte de interpretaciones, desde
las más favorables a las compañías aseguradoras hasta las más contrarias a
sus intereses. La jurisprudencia ha ido estableciendo que la acción directa
presupone el contrato de seguro, el que sigue rigiendo la participación del
asegurador en la relación creada por la responsabilidad. De este modo, el
asegurador puede hacer valer frente al tercero demandante las exclusiones
objetivas del contrato de seguro, como, por ejemplo, la de conducir en estado de
ebriedad al momento del accidente automovilístico.609
609
Reglero, L. Fernando, "El seguro de responsabilidad civil...", cit. pp. 668-671, hace un completo elenco de
las excepciones oponibles por parte del asegurador, pese al texto de la ley española.
VI. EL SEGURO OBLIGATORIO POR DAÑOS EN ACCIDENTES DE VEHÍCULOS MOTORIZADOS
La ley delimita lo que debe entenderse por vehículo motorizado: "aquel que
normalmente está destinado a desplazarse en el medio terrestre, con propulsión
propia, que se encuentre por su naturaleza destinado al transporte o traslado de
personas o cosas y sujeto a la obligación de obtener permiso de circulación para
transitar" (art. 2º Ley Nº 18.490). Se incluyen los remolques, acoplados, casas
rodantes, pero se excluyen los vehículos que circulan por rieles, los utilizados en
lugares cerrados sin acceso al público, los tractores y otras maquinarias
agrícolas, así como los vehículos de tracción animal (art. 3º Ley Nº 18.490).
Las obligaciones y cargas que se establecen para las partes son similares a
las que ya hemos analizado para los seguros de responsabilidad en general. El
asegurado debe pagar la prima, pero debe tenerse en cuenta que el no pago de
ella no autoriza la resolución del contrato (art. 5º Ley Nº 18.490). Además, tiene
la carga de dar aviso escrito del accidente dentro de treinta días a la compañía
de seguros, contados desde que tenga noticia del accidente. Se le impone
también el deber de dejar constancia inmediata del accidente en la unidad de
Carabineros de Chile más cercana (art. 8º Ley Nº 18.490, modificado por la Ley
Nº 19.887).
El seguro que el texto original de la ley exigía contratar era un seguro con una
doble modalidad: 1º) un seguro por accidentes personales, y 2º) un seguro por los
daños causados a vehículos con ocasión de un accidente de tránsito (art. 14 Ley
Nº 18.490).
610
Se ha justificado la derogación del seguro de responsabilidad civil obligatorio sobre la base de que
nuestra realidad socioeconómica no permitiría el sistema por ser los costos de cobertura excesivos para las
posibilidades del común de los obligados. Se teme, en el fondo, que haya un incumplimiento generalizado
del gravamen si la ley lo impusiera imperativamente. Así lo sostiene Contardo González, Eduardo J., El
seguro automotriz obligatorio, Sociedad Editora Metropolitana, Santiago, 1996, pp. 88-89.
indemnización, por lo que este seguro es más amplio que un seguro por propia
responsabilidad civil y se asemeja al seguro de vida o por daños personales.
611
Sobre la materia Corral Talciani, Hernán, "Seguro y daño ambiental", en AA.VV., Seminario
Responsabilidad Civil y Seguros. Actuales tendencias, Folleto Colegio de Abogados de Chile, Santiago, 2001,
pp. 89 y ss.
oferta de pólizas y una casi absoluta ausencia de competencia por parte del
sector asegurador".612
612
Pavelek Zamora, Juan Eduardo, "La cobertura del riesgo: el seguro de responsabilidad civil por daños
ambientales", en Responsabilidad civil por daños al medio ambiente (delito ecológico y sistema jurídico),
Ciemat, Madrid, 1994, p. 14.1. Según este estudioso, las notas características de las pólizas E.I.L. son dos: se
trata de seguros de responsabilidad civil y se refieren a la cobertura de riesgos medioambientales causados
por la contaminación procedente de instalaciones industriales que pueden denominarse fijas en tierra (p.
14.3).
VIII. INFLUENCIA DEL SEGURO EN EL DESARROLLO DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
Pero los autores no dejan de observar que esta influencia del seguro sobre el
sistema de responsabilidad civil puede resultar inconveniente si no se adoptan
medidas correctivas. En efecto, el gran problema que genera la extensión de la
asegurabilidad es que se descuida la prevención de los siniestros. El
responsable de causar el daño ya no se siente como tal, ni después del hecho
dañoso ni antes, puesto que es la compañía aseguradora la que responde
efectivamente. El autor del daño no pasa de ser un mero deudor formal, que ni
siquiera participa en el proceso judicial donde se da por establecida su falta o
descuido. Se advierte, como de hecho ha sucedido en el sistema
estadounidense, que esto puede conducir a una crisis del régimen de
responsabilidad y del mismo mercado asegurativo. En Estados Unidos, las
primas de seguros por responsabilidad en ciertas actividades han llegado a ser
tan altas que han inhibido la realización de esas funciones.
613
En este sentido, Domínguez Águila, Ramón, "La transformación de la responsabilidad y el seguro", en
AA.VV., Seminario Responsabilidad Civil y Seguros. Actuales tendencias, Folleto Colegio de Abogados de
Chile, Santiago, 2001, p. 6.
los precios de los bienes y servicios que producen. En consecuencia, no es
indiferente la manera como se disponga de dicha indemnización.
Está claro que la evolución sostenida hasta hoy, proseguirá, y los autores se
preguntan si no ha llegado la hora de reformular los criterios del seguro de
responsabilidad, para permitir que el asegurado causante del daño sea afectado
también por las consecuencias de su conducta descuidada y el contrato de seguro
no sólo tienda a garantizar la conveniente reparación de las víctimas y a hacer
previsible el costo económico de los riesgos de ciertas actividades, sino que, en
conjunto con las reglas de responsabilidad, contribuya a prevenir y disminuir los
siniestros, ya que éstos son siempre un mal, un perjuicio y, en definitiva, un
empobrecimiento para toda la comunidad.
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