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UNIDAD ACADÉMICA DE CIENCIAS SOCIALES, PERIODISMO,

INFORMACIÓN Y DERECHO

CARRERA DERECHO

MODALIDAD: DISTANCIA

ÉTICA PROFESIONAL Y DEONTOLOGÍA


JURÍDICA
CONTENIDO CIENTIFICO

Profesora: Ab. Nancy Calle Idrovo

CUENCA – ECUADOR
2016
UCACUE-2016

UNIDAD # 1
INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA DE LOS VALORES
OBJETIVOS OPERACIONALES
Al concluir el estudio de la presente unidad, usted estará capacitado para:

 Precisar el campo de estudio de la Axiología.

 Establecer la diferencia entre valores y bienes.

 Identificar las propiedades del valor.

 Elaborar una jerarquización de los valores.

 Determinar el horizonte axiológico.

CONTENIDOS
1.- LA AXIOLOGÍA COMO TEORÍA DE LOS VALORES
2.- VALORES Y BIENES
3.- PROPIEDADES DEL VALOR
3.1.- INHERENCIA
3.2.- POLARIDAD
3.3.- TRASCENDENCIA
3.4.- PREFERIBILIDAD
3.5.- JERARQUÍA
3.6.- HETEROGENEIDAD
3.7.- OBJETIVIDAD
4.- JERARQUÍA DE VALORES
4.1.- VALORES INFRAHUMANOS
4.1.1.- VALORES DE LA SENSIBILIDAD
4.1.2.- VALORES VITALES O BIOLÓGICOS
4.2.- VALORES HUMANOS INFRAMORALES
4.2.1.- VALORES ECONÓMICOS O ÚTILES
4.2.2.- VALORES INTELECTUALES
4.2.3.- VALORES ESTÉTICOS
4.2.4.- VALORES SOCIALES
4.2.5.- VALORES SÍQUICOS
4.3.- VALORES MORALES
4.4.- VALORES RELIGIOSOS
5.- EL HORIZONTE AXIOLÓGICO
5.1.- LA ESENCIA DEL VALOR
5.2.- LA CAPTACIÓN DEL VALOR
5.3.- EL ÁMBITO DE LOS VALORES

DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- LA AXIOLOGÍA COMO TEORÍA DE LOS VALORES
La Axiología o Teoría de los Valores, viene del Griego: axios, digno de estima, valioso, y logos,
tratado.

A decir de José Rubén Sanabria, Profesor de la Universidad Autónoma de México, valor es una
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palabra de uso común. Se empleó primero en la Economía Política como la cantidad de dinero con la
que se juzga que una cosa está en proporción. O como la propiedad de lo que puede procurar la
satisfacción de las necesidades de una persona. Por lo mismo, el valor de una cosa crece con la
escasez y con la rareza, y disminuye con la abundancia. De la Economía, la palabra valor, pasó a la
Filosofía en donde significa el ser en cuanto deseado o la propiedad por la que algo es deseable. Es
decir, el valor es lo que hace a una persona o una cosa digna de aprecio.

Los filósofos antiguos ya se ocuparon del "valor", aunque con el nombre de "bien". El estudio del ser -
Ontología- no agota el campo de lo que "hay"; la belleza, el bien, la santidad, la libertad, la caridad,
etc., sin ser propiamente "seres" tampoco se reducen a meras ficciones. Son valores y pertenecen a
un vasto ámbito, que constituye el objeto de la Axiología o estudio de lo que "no es, pero vale”.

2.- VALORES Y BIENES


Es necesario distinguir entre el valor y el objeto valioso. Los objetos tienen valor de distintas clases y
en distintos grados. El valor es una cualidad de los objetos, no el objeto mismo. Por ejemplo, una
pintura, un paisaje tienen belleza; pero la belleza no es ninguno de esos objetos. A los objetos
valiosos se los llama bienes. Los bienes son, pues, los objetos portadores de valores, y los valores
se hallan encarnados en los bienes.

Se dice que los valores son cualidades. Pero hay cualidades reales, como el color, la forma, el
tamaño, la materia, etc. El valor no es una cualidad real. Por ejemplo, en una pintura se encuentra la
cartulina, los colores, las formas dibujadas, que son elementos suyos; la belleza es algo que también
tiene la pintura, pero de otro modo; es una cualidad irreal; no es un objeto, pero tampoco elemento de
un objeto.

3.- PROPIEDADES DEL VALOR


Las propiedades o características del valor son:

3.1.- INHERENCIA

Es decir, los valores no existen en sí sino siempre en un sujeto; no tienen sustantividad; pertenecen a
los objetos "no independientes". Se diría que el valor es una propiedad del ser. Tiene una existencia
frágil: basta una simple acción para acabar con la belleza de una pintura, por ejemplo.

3.2.- POLARIDAD

Mientras que las cosas son lo que son, los valores se presentan en dos polos: valor positivo o valor
negativo -antivalor o disvalor-. Bien y mal, hermoso y feo, verdadero y falso, etc. Aquí se ve
claramente la diferencia entre la simple realidad y el valor. La realidad no tiene antivalor pues la nada
es la total negación del ser. En cambio, el antivalor tiene realidad, no es la simple ausencia del valor
positivo. Es importante tener en cuenta esto porque a veces se hace del antivalor algo existente en sí
-y se olvida la inherencia propia del valor-, por ejemplo se dice que el mal existe. El mal como ser
abstracto, no existe; existen cosas concretas, situaciones, acciones malas. El antivalor es una
privación, algo que debería tenerse o ser y no se tiene o no es. Así decimos que una acción es mala
cuando el agente no tiene la rectitud que debería tener.

3.3.- TRASCENDENCIA

Se explica diciendo que los valores no se identifican con los objetos, están más allá de lo dado y
nunca se realizan perfectamente. La caridad, por ejemplo, jamás se da en todo lo que significa; el
amor, la felicidad, la libertad, etc., no se dan como se había pensado. Esto causa a veces decepción,
pues de hecho hay mucha diferencia entre nuestros deseos y la realidad.

3.4.- PREFERIBILIDAD

Si el valor pertenece al mundo de lo interesante, quiere decir que el valor se caracteriza por la
atracción que ejerce en nosotros. Por eso se ha dicho que el valor implica la ruptura de la
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indiferencia. Ante los objetos físicos podemos quedar indiferentes; pero tan pronto se presenta un
valor reaccionamos positiva o negativamente -aceptación o rechazo-.

3.5.- JERARQUÍA

Significa que los valores están ordenados según su importancia, es decir, hay valores superiores y
valores inferiores. Por lo mismo no hay que confundir la ordenación jerárquica con la clasificación,
pues ésta no necesariamente implica orden jerárquico. Así, se puede clasificar a un grupo de
personas en altas y bajas, sin que ello signifique jerarquía.

Ante los valores, ordinariamente preferimos el valor superior. (En puntos subsiguientes ampliaremos
este tema por la importancia que reviste.)

3.6.- HETEROGENEIDAD

Por más que los valores estén ordenados jerárquicamente, sin embargo se diferencian
cualitativamente. Nadie piensa, por ejemplo, que la verdad y la salud, una acción moral y un placer
tengan el mismo valor. Los valores, entonces, ni son totalmente diferentes ni son idénticos.

3.7.- OBJETIVIDAD

Se trata aquí de una objetividad especial. Porque los valores son trascendentes, no se identifican con
los objetos, no son en sí. Entonces, una es la objetividad física o natural que tienen los objetos por su
naturaleza; otra la objetividad axiológica; el valor se encarna en los objetos en su relación al ser
humano. Por eso los valores no se reducen a vivencias del sujeto que valora, ni existen en sí
independientemente del sujeto. Es decir, los valores se dan en los objetos, pero por y para el ser
humano.

4.- JERARQUÍA DE VALORES


Como se dijo, el valor tiene jerarquía; hay valores superiores y otros inferiores; la elegancia es inferior
a la belleza, y ésta a la bondad, y ésta, a su vez, a la santidad. Hay, pues, una jerarquía objetiva de
los valores, que aparecen en una escala rigurosa. Por ejemplo, algunos creen que no vale lo mismo
una sinfonía de Beethoven que una canción moderna; ni la salud vale lo mismo que el genio. Por eso
varios axiólogos se preocuparon de clasificar los valores, porque una de las características de los
valores es presentarse ordenados jerárquicamente. Pero ¿cuáles son los criterios para determinar la
jerarquía? La cuestión no es fácil. Si el valor implica relación al sujeto espiritual -la persona-, tal
relación será el principio ordenador. Entonces los valores se ordenarán de acuerdo con su mayor o
menor relación con la persona. No se refiere aquí, a los valores de pura utilidad ni a los valores
generales, como lo grande, lo pequeño, lo nuevo, lo raro, etc. La clasificación se reduce a los valores
absolutos -valen por sí- y en este caso tenemos:

4.1.- VALORES INFRAHUMANOS


Que perfeccionan al ser humano en lo que tiene de común con los animales. Son:

4.1.1.- VALORES DE LA SENSIBILIDAD.- Parte del objeto, lo agradable, lo placentero y sus


opuestos, lo desagradable y lo doloroso; por parte del sujeto, el placer y el dolor.

4.1.2.- VALORES VITALES O BIOLÓGICOS.- Lo sano y lo dañino, por parte del objeto; la salud y la
enfermedad, por parte del sujeto.

Estos valores, como se dijo, perfeccionan al ser humano, aunque todavía no propiamente en lo que
tiene de más noble. Entonces el placer sensible es un valor, pero subordinado a otros valores más
altos, y por lo mismo ni es siempre malo (puritanismo) ni es lo máximo (hedonismo).

4.2.- VALORES HUMANOS INFRAMORALES


Que perfeccionan al ser humano en lo que lo distingue del animal. Son todavía valores

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imperfectamente humanos porque no califican al ser humano como persona. Tenemos entonces:

4.2.1.- VALORES ECONÓMICOS O ÚTILES.- Como prosperidad, miseria, éxito, fracaso,


abundancia, escasez, capacidad, incapacidad y en general lo que hace decir: ése es feliz, aquél no
tiene suerte.

4.2.2.- VALORES INTELECTUALES.- Se refieren al conocimiento, como verdad, falsedad, error,


certeza, ignorancia, etc.

4.2.3.- VALORES ESTÉTICOS.- Como hermoso, feo, gracioso, elegante, desagradable, vulgar, etc.

4.2.4.- VALORES SOCIALES.- Como unión, desunión, simpatía, prestigio, autoridad, repulsividad,
etc.

4.2.5.- VALORES SÍQUICOS.- Como constancia, energía de carácter, cobardía, pusilanimidad, amor
al peligro, etc.

4.3.- VALORES MORALES


O mejor dicho, valor moral que se refiere al ser humano en lo que tiene de más propio: la libertad. Se
refiere a la actividad humana en cuanto libre. El valor moral es la verdadera medida de la persona.
Los ejemplos de valor moral son: bueno, malo, justo, injusto, etc.
4.4.- VALORES RELIGIOSOS
Que se refieren no al sujeto simplemente, sino a su relación con un principio supremo, fuente de todo
valor. Así hay lo santo, lo profano, lo impío, lo reverente, etc.

No se identifican valor moral y valores religiosos aunque si van íntimamente ligados puesto que ni la
moral se reduce a la religión, ni la religión se pierde en la moral; pero no hay moralidad perfecta sin
religión, ni religión auténtica sin moralidad.

5.- EL HORIZONTE AXIOLÓGICO


5.1.- LA ESENCIA DEL VALOR
Los valores pueden percibirse o no; en determinado momento existe la sensibilidad para captar
ciertos valores, y en otros se pierde esa sensibilidad o se carece de ella; hay ceguera para un valor,
por ejemplo, para el estético, o para el valor religioso, en algunos seres humanos. Los valores -
realidades objetivas- se descubren; a veces, en cambio, el ser humano deja de sentir su extraña
influencia, deja de estimarlos porque no los percibe. En síntesis, el valor implica una relación entre el
objeto valioso y la facultad apreciativa de un sujeto.

5.2.- LA CAPTACIÓN DEL VALOR

O valoración, es el juicio que una persona realiza respecto al valor de un objeto, acción o persona.
Es actualizar el valor oculto. Reconociendo que la complejidad de la vida moderna nos confronta a
todos con muchas opciones, los que proponen la clarificación para la captación de valores abogan
por un proceso para llegar a unos personales de un modo racional y justificable.

5.3.- EL ÁMBITO DE LOS VALORES

Existe la tendencia de considerar al campo de los valores como si fuera una zona que pertenece a
otro mundo; cabe recordar que anteriormente se dijo que los valores son realidades objetivas que se
descubren, como se descubren los continentes o las islas.

Se puede concluir que no se debe imponer valores, sino proponerlos por medio de sugerencias,
llamados de atención, ejemplos, vivencias, descubrimiento explícito de lo que considera valioso; con
este procedimiento, el horizonte axiológico se expandirá de acuerdo con sus propias y adecuadas
posibilidades.
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UNIDAD # 2
FUNDAMENTOS DE LA ÉTICA
OBJETIVOS OPERACIONALES
Al concluir el estudio de la presente unidad, usted estará capacitado para:

 Certificar que nadie puede evitar enfrentarse con problemas de índole ético.

 Escribir una definición real de Ética, distinguiendo su objeto de estudio.

 Diferenciar las clases de normas.

 Determinar cuándo un acto es humano, considerando sus impedimentos.

 Declarar que el ser humano es persona, tomando en cuenta sus elementos.

 Certificar que la libertad es el fundamento y la esencia del convivir humano.

 Analizar un acto libre, estableciendo sus límites y condicionamientos.

 Verificar la relación que existe entre libertad y Estado.

 Demostrar que el valor ético o moral es el que hace buena a una persona.

 Determinar la naturaleza del valor ético o norma de moralidad.

 Identificar los elementos o fuentes de la moralidad.

CONTENIDOS
1.- GENERALIDADES SOBRE LA ÉTICA
1.1.- DEFINICIÓN ETIMOLÓGICA
1.2.- DEFINICIÓN REAL
1.3.- OBJETO DE ESTUDIO DE LA ÉTICA
1.3.1.- EL OBJETO MATERIAL DE ESTUDIO DE LA ÉTICA
1.3.2.- EL OBJETO FORMAL O IDEAL DE ESTUDIO DE LA ÉTICA
1.4.- CLASES DE NORMAS
1.4.1.- NORMAS JURÍDICAS
1.4.2.- NORMAS SOCIALES
1.4.3.- NORMAS TÉCNICAS
1.4.4.- NORMAS ÉTICAS
1.4.5.- NORMAS RELIGIOSAS
1.5.- CUÁNDO UN ACTO ES HUMANO
1.6.- IMPEDIMENTOS DEL ACTO HUMANO RESPONSABLE Y LIBRE
1.6.1.- LA IGNORANCIA
1.6.2.- LA PASIÓN
1.6.3.- LA VIOLENCIA
1.6.4.- EL MIEDO
2.- EL SER HUMANO ES PERSONA
2.1.- EL ESPÍRITU COMO CONCIENCIA
2.1.1.- LA RAZÓN
2.1.2.- LA REFLEXIÓN

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2.1.3.- LA APRECIACIÓN
2.2.- EL ESPÍRITU ES TRASCENDENCIA
2.3.- AUTOAFIRMACIÓN DE LA PERSONA
3.- EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD
3.1.- CLASES DE LIBERTAD
3.1.1.- LIBERTAD FÍSICA
3.1.2.- LIBERTAD DE COACCIÓN
3.1.3.- LIBERTAD DE ELECCIÓN O SICOLÓGICA
3.1.4.- LIBERTAD ÉTICA O MORAL
3.1.5.- LIBERTAD EXISTENCIAL
3.2.- ANÁLISIS DEL ACTO LIBRE
3.3.- LÍMITES Y CONDICIONAMIENTOS DE LA LIBERTAD
3.4.- EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD
3.5.- LA LIBERTAD Y EL ESTADO
4.- EL VALOR ÉTICO
4.1.- LA VALORACIÓN
4.2.- JUICIOS DE VALOR MORAL
4.3.- REMORDIMIENTO Y ARREPENTIMIENTO
4.3.1.- EL REMORDIMIENTO
4.3.2.- EL ARREPENTIMIENTO
4.4.- CARACTERÍSTICAS DEL VALOR MORAL
4.4.1.- OBJETIVO-SUBJETIVO
4.4.2.- AMABLE POR SÍ MISMO
4.4.3.- PERSONALIZANTE
4.4.4.- ABSOLUTO
4.4.5.- UNIVERSAL
4.4.6.- OBLIGATORIO
5.- LA NORMA DE MORALIDAD
5.1.- EL CONSTITUTIVO FORMAL DEL VALOR MORAL
5.2.- ELEMENTOS DE LA MORALIDAD
5.2.1.- EL OBJETO
5.2.2.- LA SITUACIÓN
5.2.3.- LA INTENCIÓN

DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- GENERALIDADES SOBRE LA ÉTICA
A causa de cierto inmoralismo que se ve en los ambientes actuales, nadie puede evitar enfrentarse
con problemas de índole ético en la vida cotidiana. Tales problemas afectan íntimamente a la
persona que se los plantea porque se refieren a su actuación y a sus relaciones para con sus
semejantes.
Toda persona consciente se ha visto muchas veces en la necesidad de preguntarse, por ejemplo, ¿es
malo mentir?, ¿hay obligación de delatar al traidor?, ¿debo cumplir una orden aunque esté
convencido de lo que se manda es malo?, ¿por qué tengo que obedecer a mis padres?, ¿por qué
debo respetar la vida ajena?, ¿es ilícito cometer fraude en los contratos?, ¿por qué tengo que pagar
los impuestos?, ¿por qué se castiga al que se droga? En estas situaciones se advierte claramente
que la persona se encuentra en la necesidad de ajustar su conducta a ciertas normas que se
imponen como obligatorias o, por lo menos, como dignas de tomarse en cuenta. Quien actúa de
acuerdo con tales normas se comporta éticamente y merece la aprobación de los demás.

En todo caso y suponiendo que haya personas que no se planteen problemas de índole Ética, es un
hecho innegable que todos, a más de percibirlo al interior de la propia conciencia, juzgamos
éticamente las acciones de los demás. Esta es una práctica universal y constante.

Las nociones de bueno, malo, justo, injusto, obligatorio, libertad, norma, ley, deber, derecho, etc., son
precisamente nociones éticas; por eso decimos que la Ética es de uso cotidiano. En tal virtud, para
saber qué es la Ética, acudiremos a la definición o punto de vista etimológico y real.

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1.1.- DEFINICIÓN ETIMOLÓGICA

De la etimología griega proviene la palabra Ética (êthos = carácter). El vocablo carácter se usó para
designar los rasgos distintivos de una persona. En este caso, la Ética es la ciencia que nos indica
como formarnos el carácter. Carácter, no en el sentido biológico de temperamento, sino en el sentido
integral de modo de ser, forma de vida, que se van adquiriendo día a día a lo largo de la existencia.
El vocablo griego êthos tiene un sentido infinitamente más amplio que el que damos hoy a la palabra
Ética. Lo ético comprende, ante todo, las disposiciones del ser humano en la vida, su carácter, sus
costumbres y, naturalmente, también lo moral.

Carácter, pues, significa el conjunto de cualidades y disposiciones que definen a una persona y la
distinguen de los demás. El modo de ser (carácter) de una persona depende fundamentalmente de
sus hábitos, porque el acto es momentáneo, en tanto que el hábito es permanente. Por ello aunque
se hable de acciones buenas y de acciones malas, lo importante es la vida. Los hábitos constituyen
una segunda naturaleza porque están enraizados en la vida. Así se dice que una persona es buena
cuando su vida es virtuosa, cuando lleva una vida buena; y que una persona es mala cuando su vida
es viciosa, cuando lleva una vida mala.

De las acciones pasamos a los hábitos; de los hábitos pasamos a la vida real. Pero esto no quiere
decir que el hábito siempre valga más que el acto pues a veces un solo acto (un acto decisivo) vale
más que cualquier hábito por arraigado que esté. Y es que tal acto no se toma aisladamente sino que
en él se manifiesta el auténtico y definitivo modo de ser de una persona. Porque en última instancia
lo que cuenta no es el acto bueno sino la persona buena que se revela en los actos decisivos de su
vida. Si un acto malo daña la reputación, un acto decisivo y bueno podrá repararla. Lo humano
siempre es perfectible.

1.2.- DEFINICIÓN REAL

Por todo lo expuesto anteriormente se puede dar ya una definición real de Ética: La Ética es la ciencia
normativa de la actividad humana ordenada al bien.

La Ética es ciencia porque es una disciplina racional; parte de los actos humanos y los trasciende
para llegar a sus principios. Es también un conjunto de conocimientos sistemáticos, metódicos,
racionales, basados en la experiencia y fundados en principios. Es una ciencia práctica, o mejor
teórico-práctica. Existen diferencias entre ciencia especulativa y ciencia práctica; la primera se queda
en pura contemplación de la verdad, es el saber por el saber; la ciencia práctica tiende a que se
realice lo conocido, es el saber para actuar. Por ello decíamos que la Ética es una ciencia teórico-
práctica pues por ella se realiza en la vida lo conocido en los principios. Quien vive éticamente está
actuando lo que conoció que debía hacer.

La Ética es ciencia normativa porque establece leyes (normas) para que el ser humano sepa elegir el
bien. Es la ciencia normativa de la actividad humana y por ello de la existencia humana. La Ética es
la ciencia de lo que el ser humano debe hacer para vivir como debe vivir, para ser lo que tiene que
llegar a ser, para alcanzar su valor supremo, para realizar en su naturaleza lo que se presenta como
la justificación de su existencia, aquello hacia lo que y por lo que existe. En definitiva, la Ética es una
ciencia categóricamente normativa.

1.3.- OBJETO DE ESTUDIO DE LA ÉTICA

De la definición de Ética, resultan sus objetos de estudio: Material y Formal o Ideal.

1.3.1.- EL OBJETO MATERIAL DE ESTUDIO DE LA ÉTICA.- Lo que estudia la Ética, son los actos
humanos, la actividad específicamente humana.

1.3.2.- EL OBJETO FORMAL O IDEAL DE ESTUDIO DE LA ÉTICA.- Es un determinado aspecto del


objeto material: el bien, es la relación de la actividad humana a la norma Ética. Esa referencia nos da
el bien en general.

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Hay algunos autores que distinguen entre lo ético y lo moral. Para tener una visión clara analicemos
el significado de moral.

En el vocabulario popular se usa la palabra moral en un sentido meramente sicológico, como un


estado de ánimo. Así se dice que una persona tiene "la moral muy en alto" o que tiene una "gran
moral", es decir que está animada para trabajar, para luchar, para jugar; también se dice que una
persona tiene "la moral baja", que está "desmoralizada". A veces se emplea la palabra "moral" como
sinónimo de "humano" como aquello en donde intervienen la razón y la libertad; en este sentido se
habla de "unión moral", de "facultad moral", etc. Esporádicamente se la hace sinónimo de lo espiritual
o inmaterial.

Pero en sentido estricto "moral" se aplica al acto humano en su relación a la norma de bien. Y en
este caso moral se identifica con ético. Moral es un término que viene del Latín "mos", "moris" que
significa costumbre y, por extensión, carácter. O sea que lo que los griegos llamaron "êthos", los
latinos llamaron "mos".

1.4.- CLASES DE NORMAS

Como se mencionó anteriormente, la Ética es una ciencia categóricamente normativa, entonces es


necesario distinguirla de las demás clases de normas y someramente analizar los aspectos que cada
una abarca: normas jurídicas, normas sociales, normas técnicas, normas éticas y normas religiosas.

1.4.1.- NORMAS JURÍDICAS.- Son las que regulan la actividad externa de la persona para evitar
conflictos con otras personas. Se refieren a la organización de un conglomerado de personas, a la
convivencia social. Su violación implica sanción externa. Son transitorias, de acuerdo con las
circunstancias de las sociedades y entidades.

1.4.2.- NORMAS SOCIALES.- Son las que regulan nuestro comportamiento en determinadas
circunstancias de la vida, de acuerdo con las costumbres de la época, de la sociedad, de la opinión
de los demás, del orden social. Por ejemplo la forma de vestir para ir a un concierto, para ir a un baile
o para ir a un sepelio, etc. Tales normas son en cierto modo obligatorias, pero su violación no implica
sanción interna ni externa. Quien viola estas normas estará fuera de ambiente, hará el ridículo, pero
no se considerará inmoral ni merecerá castigo.

1.4.3.- NORMAS TÉCNICAS.- Son las que dirigen la actividad humana en orden a la habilidad y
eficacia en la productividad. Así tenemos técnicas educativas, técnicas musicales, técnicas de
difusión, técnicas contables, técnicas operatorias, técnicas literarias, técnicas de comunicación, etc.
Estas normas tienen por fin el beneficio, el bienestar o el confort del ser humano, o el
perfeccionamiento de instrumentos y máquinas para el servicio del ser humano. Si no se usan
racionalmente las técnicas pueden propiciar la tecnocracia. La violación de estas normas no será
más que falta de habilidad, ineficiencia, miedo a la dificultad, etc.

1.4.4.- NORMAS ÉTICAS.- Son las que dirigen la actividad humana en orden al bien. Abarcan los
diferentes estratos de la persona: su vida, sus relaciones con el Ser Absoluto, y con las demás
personas. Estas normas éticas comprometen a la persona porque se dirigen al núcleo mismo de su
ser: suponen y exigen el uso de la libertad; se refieren a su interioridad personal. La obligatoriedad de
estas normas es una invitación de valor y una exigencia de realización perfectiva. Su violación lleva
consigo la sanción interna: el remordimiento, el reproche de la conciencia.

1.4.5.- NORMAS RELIGIOSAS.- Son las que determinan los actos a realizar o a evitar como
sometimiento de la persona a un Ser Absoluto, personal y trascendente. La dimensión religiosa es un
elemento propio de la naturaleza humana, como lo atestiguan la historia y la etnología. Por eso las
constituciones de la mayoría de los países defienden la libertad de religión y de culto. En todas las
religiones hay preceptos, (por ejemplo los diez mandamientos en el judaísmo, cristianismo e
islamismo), prácticas penitenciales y formas de culto. La violación de las normas religiosas lleva
consigo una sanción interna o de conciencia.

En muchas personas las normas éticas tienen carácter religioso porque consideran prescripciones de
la divinidad; sin embargo, normas religiosas y normas éticas no siempre se identifican. Una persona
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puede seguir algunas normas éticas y no admitir ninguna religión. Claro que en este caso las normas
éticas no tendrán verdadero fundamento ontológico, pero seguirán siendo normas éticas. Las normas
éticas se presentan de una manera imperativa. El imperativo -debes-, reviste un carácter especial; es
un imperativo absoluto, pues a diferencia de otras disciplinas normativas, por ejemplo el Derecho y la
Estética; la Ética, prescribe: debes ser bueno, y para ello tienes que actuar de tal manera. Por eso,
las demás normas, las demás disciplinas prácticas (normativas), están, en cierto modo, subordinadas
a la Ética, porque la Ética trata del fin y del valor que trascienden y juzgan todos los otros valores y
los otros fines; es ella, en última instancia, la que tiene que regular el ejercicio de todas las
actividades humanas y por consiguiente el uso de normas específicas que las rigen. Esta
subordinación es tanto más estrecha, tanto más intrínseca, cuanto la ciencia normativa en cuestión
interesa más al ser humano como tal.

Algunos autores distinguen entre norma y ley. La ley, dicen, se refiere a los hechos naturales, a los
fenómenos de la naturaleza que suceden por necesidad, así se habla de la ley de la refracción de la
luz, de la ley de la gravedad, de las leyes genéticas, etc. La norma en cambio se refiere a las
acciones humanas que implican libertad, por ejemplo debemos respetar a nuestros padres; hay aquí
una exigencia, pero no una necesidad. Es decir, la ley manifiesta el tener que ser: necesidad física;
la norma manifiesta el deber hacer: necesidad moral, exigencia. Ordinariamente se habla de la norma
como sinónimo de ley y viceversa. Así se dice Ley de Educación, Ley de Tránsito, Ley suprema, etc.

1.5.- CUÁNDO UN ACTO ES HUMANO

Se dice que un acto es humano cuando se realiza: a) con deliberación de la razón, y b) con libertad
de la voluntad. Siendo el acto humano deliberado y libre, todo lo que quita o disminuye alguno de sus
elementos anula o disminuye la responsabilidad del acto humano.

1.6.- IMPEDIMENTOS DEL ACTO HUMANO RESPONSABLE Y LIBRE

Los principales impedimentos del acto humano responsable y libre son: la ignorancia, la pasión, la
violencia y el miedo.

1.6.1.- LA IGNORANCIA.- La ignorancia es la carencia del conocimiento que debía tenerse; puede
ser antecedente o consecuente. Es antecedente si precede al acto de la voluntad y es causa de que
la voluntad actúe de tal o cual manera; por ejemplo, el chofer de un autobús ignora que unos
bandidos colocaron piedras en la carretera para lograr que se detenga; cuando el autobús se detiene,
salen del bosque los asaltantes, despojan a los pasajeros de sus pertenencias y los golpean; estos
daños son completamente involuntarios para el chofer. Es consecuente cuando la ignorancia es
voluntaria. Si existe una decisión para no salir de la ignorancia, ésta se vuelve culpable. Por ejemplo
el médico negligente que renunció a actualizar su patología y es llamado a atender un enfermo,
receta una medicina que causa la muerte del paciente; el médico es culpable de dicha muerte,
porque ésta se debió a ignorancia voluntaria; a primera vista parece que el médico no fuera culpable
de la muerte del enfermo; pero en realidad lo es, porque la ignorancia consecuente produce lo
voluntario en su causa: es lo que la voluntad no quiere directamente, pero es consecuencia de una
causa querida por la voluntad. En el ejemplo, el médico es culpable porque al no estudiar, quiere su
ignorancia.
1.6.2.- LA PASIÓN.- La pasión es una perturbación, afecto desordenado o tendencia que nos impulsa
a realizar algo captado por los sentidos; por consiguiente, la pasión se funda en las percepciones
sensoriales e imaginativas. La pasión también puede ser antecedente y consecuente. Es
antecedente si es anterior al acto de voluntad; la pasión es la causa que mueve a la voluntad a
actuar, por ejemplo un repentino acceso de ira mueve a una persona a vengarse; y, es consecuente,
si es posterior al acto de voluntad, es decir la voluntad excita intencionalmente a la pasión para
obtener más plenamente su objetivo; por ejemplo, si alguien para vengarse de su enemigo toma
algunas copas. Como es lógico la Ética pretende encauzar y controlar las pasiones que son
afecciones vivas o fuerzas que se pueden orientar hacia el bien. No se puede soslayar que la pasión
agrava la responsabilidad moral.

1.6.3.- LA VIOLENCIA.- La violencia es una coacción o fuerza externa a la que no se puede resistir;
hay casos en que quien actúa obligado por violencia sea inculpable, porque la violencia produce
miedo y por lo menos disminuye la libertad. Por tanto, la acción provocada por la violencia es

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culpable o no según que perturbe o no los elementos del acto voluntario. Es natural que si se puede
oponer resistencia hay que hacerlo; en el ser inteligente la razón controla los instintos.

1.6.4.- EL MIEDO.- El miedo es una perturbación de orden principalmente emocional causada por un
peligro inminente; aquí se trata del miedo que es causa de la acción, es decir, del miedo
antecedente que puede ser tan extraordinario que perturbe el uso de la razón, y en este caso la
acción es involuntaria. El miedo concomitante no disminuye la voluntariedad del acto; por ejemplo,
el ladrón va a robar no por miedo sino con miedo. De suyo el miedo no anula los elementos del acto
humano.

2.- EL SER HUMANO ES PERSONA


Actualmente al ser humano se lo toma como punto de partida de la Filosofía. La persona es el centro
de donde surgen los problemas que preocupan al mundo. La persona es el objeto de la Filosofía
porque la persona es la síntesis misteriosa de materia y espíritu, de tiempo y de eternidad, del yo y
del no-yo, de libertad y necesidad. Sin la persona sencillamente no habría Filosofía. Recordemos que
por su etimología latina, "per son", persona es sonar a través de una máscara o rostro postizo.
Posteriormente significó el papel que los actores representaban en el teatro; los actores actuaban con
máscara. Finalmente la palabra persona pasó a la Filosofía y significó "una sustancia individual de
naturaleza racional" o también "sustancia completa intelectual" o "sujeto de derechos y obligaciones".

Ordinariamente se dice que el ser humano es un compuesto de dos elementos: cuerpo y espíritu. Sin
embargo, la realidad es que la persona humana es una bi-unidad o una unidad plural. Lo principal de
la unidad sicosomática, es el espíritu -la persona-. El espíritu que radica en el yo, es tanto más él
mismo cuanto más consciente. No que espíritu y conciencia se identifiquen sino que la conciencia es
la vida del espíritu.

2.1.- EL ESPÍRITU COMO CONCIENCIA

El espíritu, como conciencia, actúa de tres maneras: a) conciencia de lo universal: razón; b)


conciencia de sí: reflexión; c) conciencia de los valores: apreciación.

2.1.1.- LA RAZÓN.- La razón es propia del ser humano, es la que lo distingue del animal. La razón
es la facultad de lo universal; capta la esencia de las cosas; los sentidos captan los estímulos o
fenómenos; la razón capta lo que es, identifica los entes al descubrir su esencia. La razón en su
actividad primera, es conciencia de la unidad. Es visión de lo inteligible, de lo universal, de lo que
está más allá del tiempo y del espacio.

2.1.2.- LA REFLEXIÓN.- El pensamiento se manifiesta no sólo por la razón sino ante todo por la
visión del propio yo. Soy un ente que piensa, por tanto soy espíritu, afirmaba el filósofo. No hay
pensamiento sin un yo pensante. La conciencia es un centro original que refiere a sí mismo todos los
actos del pensamiento. El centro es el yo; la referencia es la reflexión. La reflexión es el volver del
sujeto sobre sí mismo por el que se conoce como origen de su pensamiento. Este volver es una
intuición en la que el yo está presente a sí mismo. Esta es una característica propia del espíritu. En la
reflexión lo síquico y lo ontológico se identifican puesto que la reflexión es una actividad inmediata por
la cual el sujeto capta su propia actividad sin que haya distinción entre sujeto y actividad.
2.1.3.- LA APRECIACIÓN.- El espíritu no queda definido por la conciencia de sí. La conciencia de lo
universal y la conciencia de sí no tienen sentido si no son manifestación de otra actividad: la
apreciación. Por la razón el espíritu se orienta hacia lo objetivo; la reflexión se orienta hacia lo
subjetivo; pero falta la síntesis que es la apreciación o reconciliación de lo objetivo y de lo subjetivo
porque el valor es lo principal que el sujeto capta en un objeto. Así la apreciación supera, une y
completa las otras dos formas de conciencia espiritual. Las supera porque ya no es conciencia del ser
ni conciencia del yo sino que es justificación del ser. Las une porque es la síntesis de sujeto y objeto.
Las completa porque da a cada una de ellas sentido y orientación. La conciencia, mediante la
apreciación, es decir, a través de los valores, se orienta hacia la acción.

De esta manera el espíritu es conciencia ontológica, conciencia sicológica y conciencia axiológica; o


si se quiere, el espíritu (la persona) es ente, conciencia y valor. O sea que la persona -el espíritu- es
apertura, comunicación, dinamismo, interioridad.

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2.2.- EL ESPÍRITU ES TRASCENDENCIA

Esto significa que el espíritu está más allá, es diferente de la materia, es de otro orden. Y es que el
espíritu es valor y valora. El ente material y el viviente son indiferentes. El espíritu, en cambio, por ser
trascendente, no puede ser indiferente ni siquiera a lo indiferente. El espíritu es de otro orden que la
extensión; el espíritu descubre el valor en el dato, la idea en la palabra, el sentido en el chiste. El
espíritu tiene funciones múltiples sin dejar de ser él mismo. El espíritu es de otro orden que el tiempo
o la duración, el animal no puede captar ni el ayer ni el mañana: no tiene remordimiento ni esperanza
porque sólo tiene conciencia momentánea del hoy, dice la Sicología animal. El ente material es
exterioridad, cambio constante, un perpetuo ser-otro. El ser humano como persona, es esencialmente
auto-estante, sí-mismo, interioridad; en el ser humano hay implicación de exterioridad e interioridad,
porque es espíritu y materia a la vez.

La autonomía de la persona exige relacionarse con las demás personas: autonomía y comunicación
se implican. La intimidad se perfecciona en la relación con el otro; la comunicación es enriquecimiento
espiritual porque la persona humana, por ser imperfecta, necesita de los demás; de esta manera no
puede haber "yo" sin un "tu": la persona necesita de otra persona. La persona es un "yo" auténtico
sólo cuando acepta al otro como un "tu" y los dos se unen para formar un "nosotros". Ese encuentro
de dos personas puede ser signo de contingencia, puede surgir de una limitación; pero es más bien
una manifestación de la riqueza del espíritu. Este dar y recibir no es como intercambiar objetos; en el
diálogo espiritual lo que se da sigue siendo propiedad del donante, lo mismo que lo que se recibe. En
esto se basa aquello de que el conocimiento lleva al amor y a la posesión.

2.3.- AUTOAFIRMACIÓN DE LA PERSONA

Ser persona no es algo ya definitivo, algo dado ya para siempre. La autoafirmación siempre está en
estado de realización, el desarrollo dinámico de la autoafirmación es la manifestación de un no-ser-
todavía, de un devenir activo, de un ente que se dirige a una progresiva sustantividad; es decir, que el
ser humano siempre está en camino de ser persona única e inconfundible, tiene la tarea de tender
cada día a una personalización más vigorosa.

El ser humano como persona, trasciende el mundo de las opciones; no se desarrolla a costa de los
demás, antes bien deviene él-mismo cuando ofrece al otro su propia perfección. Lo que el ente
material cede al otro es una pérdida; lo que el ser humano, como ente espiritual, cede al otro es un
enriquecimiento. En el mundo material, devenir es siempre dirigirse hacia sí mismo; en el mundo
espiritual del ser humano, el devenir es dirigirse hacia sí-mismo y hacia los demás, es enriquecerse
mutuamente. Así el desinterés, el altruismo, la generosidad, son características de la actividad
auténticamente humana; como lo son también la tendencia al bien, la verdad, el saber o la belleza y
el afán de ser útil y servir. Estas características se dan (o deben darse) en cualquier actividad
humana, aun en la pragmática; pero aparecen con más evidencia en la actividad Ética.

La actividad humana por excelencia es la actividad Ética que es la realización desinteresada del bien.
El bien ético perfecciona al ser humano como persona. El bien ético no tiene valor porque
perfecciona al ser humano; antes bien, porque es valioso en sí perfecciona al ser humano. La
actividad específicamente humana está dirigida al amor. Cuanto mayor es la entrega del espíritu al
amor, mayor es la profundidad del encuentro consigo mismo; el amor es la más excelsa y profunda
manifestación de la dignidad de la persona y, en definitiva, es la identificación del Ser supremo.
La persona, en la actualidad, vive el acontecer histórico con un sentimiento de perplejidad y
desorientación; camina a ciegas y todavía se esfuerza por salir de la confusión. No sabe armonizar el
querer-ser y el deber-ser; muchas veces renuncia al deber-ser y se abandona cobardemente al puro
acontecer; con ello se despoja de las dos características esenciales de la persona: intelectualidad y
libertad; o usa, más bien abusa, de la libertad sin la luz de la inteligencia para aquietar su
desequilibrio y así arranca de su entraña las ansias de infinitud. El ser humano, a veces, no sabe qué
hacer con su dignidad de persona, la degrada o la olvida; pero nunca la puede perder totalmente
porque en ella tiene toda su grandeza.

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3.- EL PROBLEMA DE LA LIBERTAD


En el punto anterior dijimos que la actividad específicamente humana es la actividad Ética y no puede
haber Ética si no hay libertad.

La palabra libertad está demasiado gastada. En nuestros días se la ha exaltado tanto que casi se la
ha convertido en una palabra vacía; sin embargo, todos los seres humanos actúan por una obsesión:
la libertad. No hay idea ni palabra más universal que ella aunque por ella se entiendan cosas muy
diferentes. Se la emplea como supuesto, como medio y como fin; la invocan los que la limitan y los
que la promueven, los dominadores y los dominados. La libertad es ya un mito y los seres humanos
se están convirtiendo en víctimas de ese mito. La libertad se acepta sin discusión ni análisis; con ella
todo queda justificado y todo se espera de ella, a pesar de eso hay en la idea misma de libertad una
repugnancia intrínseca para convertirse en mito. "¡Libertad, cuántos crímenes se cometen en tu
nombre!", decía Madame Roland, al subir a la guillotina en la Revolución francesa (1793).

La libertad es una realidad demasiado compleja, en general significa ausencia de coacción, de


determinismo venido del exterior. En sentido propio la libertad es la propiedad de la voluntad por la
que puestas todas las condiciones para la acción puede actuar o no actuar. La raíz de esta inmunidad
está en que ningún objeto es para la tendencia apetitiva del ser humano absolutamente bueno o
absolutamente malo, sino como una síntesis de aspectos positivos y negativos; es decir, que los
objetos nunca determinan nuestra voluntad sino que siempre tenemos la capacidad de elegir. Por
esto se dice que el consentimiento es esencial para la responsabilidad del acto humano libre. La
respuesta del sujeto frente al objeto, no se da por la mera presencia del objeto sino que, por fuertes
que sean los condicionamientos, la voluntad puede superarlos y determinarse a actuar en oposición a
ellos, esto porque el espíritu es autoposesión, autopresencia, autodeterminación. En el hecho de la
libertad se dan diferentes grados o clases de libertad:

3.1.- CLASES DE LIBERTAD

3.1.1.- LIBERTAD FÍSICA.- En este primer nivel de la libertad se trata de la simple posibilidad
corporal de actuar. El que no está atado puede caminar; el que no está encarcelado puede ir a donde
quiere. En este sentido la libertad física se aplica aún a los animales; así podemos decir que un
pájaro es libre cuando no está enjaulado.

3.1.2.- LIBERTAD DE COACCIÓN.- En este segundo grado la libertad consiste en no sufrir coacción.
El diccionario define a la coacción como: "fuerza que se hace a una persona para que diga o ejecute
alguna cosa". La coacción o violencia puede ser interna o externa: interna como el miedo, las drogas,
etc.; externa como la fuerza física. La libertad de coacción consiste en la ausencia de cualquier
determinación proveniente de causas externas a la voluntad.

3.1.3.- LIBERTAD DE ELECCIÓN O SICOLÓGICA.- Consiste en que nuestras decisiones pueden


dirigirse en cualquier dirección; es decir, que podemos querer esto o aquello, ya que todos los objetos
son indiferentes a la voluntad, si algo nos atrae poderosamente tenemos la facultad de dominar el
atractivo y tomar una decisión hacia un objeto menos atractivo. Hay en la libertad sicológica dos
elementos: uno negativo y otro positivo. El aspecto negativo es la ausencia de determinación tanto
externa como interna; el aspecto positivo es la autodeterminación, el dominio del propio acto; aquí
está la esencia de la libertad. No basta que el sujeto no esté determinado por nada, es necesario que
él mismo se determine, que sea el autor de su acto, la causa de su actividad, que se dé a sí mismo
los motivos de su actuación eligiendo entre los diferentes valores. Toda elección implica una renuncia
y una opción.
3.1.4.- LIBERTAD ÉTICA O MORAL.- Es la capacidad de elegir entre el bien y el mal con plena
conciencia. Poder decidir entre el bien y el mal, a pesar de las propias conveniencias y de acuerdo
con ciertos principios, es una señal de la libertad como propiedad exclusiva del ser humano. La
libertad, de suyo, está esencialmente orientada hacia el bien; que de hecho en el ser humano sea la
capacidad de hacer el bien o el mal es por razón de la imperfección del ser humano.

No desdeñamos el concepto de que la libertad es facultad para elegir entre varios bienes, y es
libertinaje el desenfreno en la conducta que hace elegir entre el bien y el mal.

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3.1.5.- LIBERTAD EXISTENCIAL.- Esta clase de libertad trasciende y sintetiza los niveles anteriores;
viene siendo una total disponibilidad de la orientación de la propia existencia y de la configuración de
sus situaciones; no se refiere al ser humano en cuanto actúa en cada caso sino en cuanto dispone
globalmente de sí mismo.

Nadie puede negar que el ser humano, personal y colectivamente, progresa creadoramente en la
historia. Es más, el ser humano está sometido ineludiblemente a esta constante evolución en la
creación de formas de vida, de pensamiento y de arte; sin embargo hay que tener presente que la
libertad no se reduce a la necesidad de progreso; antes al contrario, el ser humano progresa porque
es libre, porque su capacidad de creación lo impulsa a superar los condicionamientos y a superarse a
sí mismo, a intentar nuevas formas de vida y a transformar el ambiente que lo circunda. El ser
humano no está inmune de la necesidad, aun en la creación de formas de cultura, porque él es el que
decide si tal o cual forma, si tal o cual elemento, tiene que tomarse en cuenta o es inoperante. En
todo caso, sería muy paradójica una necesidad que consistiera en una capacidad indefinida de
substraerse a toda necesidad. Y precisamente en esto consiste la libertad: es la capacidad de decir
"no" a todo estímulo por atractivo que sea; es la capacidad de substraerse a la necesidad, siempre
que ésta no sea biológica o física, porque tiene imperio sobre el ser vivo y obliga a ser satisfecha; por
ejemplo, la sed, el hambre, el sueño, etc.

3.2.- ANÁLISIS DEL ACTO LIBRE

Cada vez que elegimos, lo hacemos porque hemos considerado que nos conviene elegir aquello; es
decir, que la elección se realiza después de que la inteligencia ha valorizado un objeto: la elección no
es ciega; se elige lo que se conoce.

Lo primero que acontece en el sujeto que hace un acto libre es la atención al objeto; en segundo
lugar, el sujeto realiza la deliberación; unas veces la deliberación es instantánea; otras, es lenta y
compleja; en tercer lugar se da la advertencia acerca de la acción para efectuar lo propuesto; y, por
fin viene el consentimiento de la voluntad, es decir la decisión de realizar el acto. Quede claro que
estos pasos del acto libre son precisos, momentáneos y apenas perceptibles por el sujeto. Además, el
proceso total del acto libre es sumamente complejo.

Recordemos que cuando dijimos que la libertad Ética es la capacidad de elegir entre el bien y el mal,
se quiere dar a entender que la libertad es la posibilidad de elegir bien o no elegir bien; si se elige el
mal es por error o apariencia de bien.

3.3.- LÍMITES Y CONDICIONAMIENTOS DE LA LIBERTAD

La libertad es un hecho que en la práctica admiten todos, sin embargo teóricamente hay muchos que
la niegan. Generalmente se piensa que nuestro comportamiento obedece a motivaciones
inconscientes, especialmente sexuales, por más que pensemos que actuamos libremente. También
se afirma que la influencia que recibimos de la sociedad o del ambiente es tan fuerte que casi siempre
es determinante de nuestra conducta.

La libertad no es, ni puede ser absoluta, como algunos pretenden. Y aquí está precisamente el primer
límite de la libertad: es humana, y, por lo mismo, para que un acto nuestro sea libre se necesitan
ciertas condiciones. El ser humano es capaz de libertad porque tiene inteligencia y voluntad,
funciones que se implican. Nadie puede realizar un acto voluntario si no conoce lo que quiere hacer.
La inteligencia sin volición es inoperante; la volición sin inteligencia es casi irrealizable o imposible.

En la realidad, la voluntad humana se ve solicitada de muchas maneras por todas partes ya que en la
acción concreta intervienen factores múltiples que la condicionan, por ejemplo, la urgencia biológica,
el sexo, la educación, el ambiente, la profesión, el inconsciente, las pulsiones, etc. En efecto, la
libertad del ser humano no excluye, antes bien, presupone el complicado dinamismo de tendencias,
disposiciones, hábitos, rasgos hereditarios, etc., que impulsa al ser humano a trascender la esfera de
su libertad.

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3.4.- EDUCACIÓN PARA LA LIBERTAD

En la práctica se suele entender la libertad como si fuera únicamente la capacidad de hacer el mal.
Se concluye, entonces, que suprimiendo esta capacidad se suprime la libertad. Que la libertad en el
ser humano sea la capacidad de elegir entre el bien y el mal es más bien una imperfección, como ya
se dijo. La libertad no se da de una vez para siempre; es una conquista de todos los días.

El ser humano puede tener todas las limitaciones que se quiera, pero tiene también todas las
posibilidades de autodeterminación que le da su naturaleza espiritual.

El acto de decisión voluntaria pertenece no tanto a la voluntad sino a la persona; por lo mismo hay
que educar a la persona para la libertad, es decir hay que crear las condiciones apropiadas para que
el ser humano, de manera especial los niños y jóvenes, realicen su personalidad y actúen de acuerdo
con las normas éticas de su naturaleza racional; así irán construyendo, poco a poco, la armonía
síquica, señal de su integración personal.

La libertad de elección no es, por ello, fin en sí; es un medio para la conquista de la libertad Ética,
para la libertad total, en una orientación firme hacia el bien con plena responsabilidad.

La libertad es tanto mayor cuanto más allá esté de cualquier fuerza necesitante que con frecuencia
ejercen en nosotros los bienes materiales; esta fuerza se puede vencer solamente mediante la
apertura a la totalidad del ser y mediante el amor al valor. De esta manera, del amor de
concupiscencia se ha de pasar al amor de amistad que implica una entrega asumida libremente por el
atractivo del bien y del valor.

3.5.- LA LIBERTAD Y EL ESTADO

La libertad es necesaria para la autorrealización personal, pero no basta porque el ser humano es
esencialmente social: necesitamos de la convivencia y de la colaboración de los demás. De ahí la
necesidad de la estructura llamada Estado que no es más que la sociedad política, es decir, la
comunidad humana organizada en orden a la realización del bien común total.

Para que la sociedad esté bien ordenada debe tener los medios necesarios para ello. Así la sociedad
política está por encima de los individuos y tiene poder soberano o de gobierno y sus miembros
deben obedecerla. El Estado, por tanto, tiene la facultad de limitar los derechos de los individuos en
vistas del bien común; pero como su fin es procurar el bien común, jamás puede impedir totalmente la
libertad; pero tampoco puede permitir que cada individuo haga lo que le venga en gana, porque una
libertad total -en el sentido salvaje de hacer lo que me da la gana- se convierte en subversión y en
anarquía.

Siendo el fin del Estado, como queda dicho, el bien del ser humano total, es natural que el Estado
propicie, por ejemplo, la libertad de cátedra en los centros de estudio; igualmente el Estado debe
respetar las libertades religiosa, política, artística, de pensamiento, de prensa, etc., siempre y cuando
no lesionen los derechos de los demás y para hacerlos respetar ha de dictar leyes o normas
adecuadas.

4.- EL VALOR ÉTICO


El valor ético o moral, como se dijo anteriormente, es el que hace buena a una persona.
Ordinariamente aplicamos el calificativo bueno a muchas cosas; así decimos: éste es un buen
cuchillo, el Mercedes Benz es un buen auto, el agua de tal pueblo es buena, la pintura x es una
buena pintura, etc. En estos casos aplicamos la palabra bueno en sentido general, con significado
axiológico ciertamente, pero de ninguna manera ético. Decimos que un cuchillo es bueno cuando
sirve perfectamente para lo que está hecho; un auto es bueno si cumple satisfactoriamente el fin para
que se hizo; el agua es buena cuando satisface mejor que otra una necesidad orgánica. Para que la
palabra bueno tenga connotación Ética tiene que referirse a la actividad consciente y libre del ser
humano. Por ejemplo, si alguien usa un buen cuchillo para asesinar a otra persona, el cuchillo no deja
de ser bueno porque alguien haya hecho mal uso de él. El valor ético en este caso se atribuye a la
persona y no al instrumento, que sigue teniendo valor útil. La bondad como inclinación a hacer el

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bien, como amabilidad o moralidad, es propia de la persona y no ha de confundirse con la utilidad; las
cosas son útiles.

4.1.- LA VALORACIÓN

La valoración es el juicio que una persona realiza respecto al valor de un objeto, acción o persona; es
patentizar el valor oculto. Aquí nos interesa destacar la valoración Ética que es la atribución de
valorar a una acción, propia o ajena, aprobándola o reprobándola: en el primer caso se juzga buena;
en el segundo, mala.

Estamos en el mundo ético, en el mundo del valor moral. Pero de hecho ¿se da el valor moral?, ¿no
se reduce a una palabra? Preguntar esto es preguntar si para la conciencia axiológica hay de verdad
un valor -el valor moral- distinto de todos los demás, irreductible a ellos y superior. De hecho el valor
moral aparece irreductible a cualquier otro; lo propio de este valor es "medir", en última instancia, el
acto humano, como humano, y al ser humano, como persona. El acto se juzgará bueno o malo como
acto humano y el ser humano será juzgado bueno o malo como persona, según el valor moral positivo
o negativo; si una persona tiene todas las cualidades de salud, belleza, inteligencia, vigor, prestancia;
pero su valor moral es nulo -antivalor-, será tenida como mala, una persona mala sin más; en cambio
si una persona pobremente dotada en cualidades tiene "buena voluntad", tiene valor moral positivo,
es una persona buena sin más; no buena como artista, trabajadora, etc., sino buena como persona.

4.2.- JUICIOS DE VALOR MORAL

Es un hecho innegable que sea la que sea la idea que se tenga de la Ética, constantemente se
pronuncian juicios de valor acerca de las acciones de los demás. Hay acciones que suscitan
aprobación, alabanza, estimación; otras, en cambio, provocan reproche, desaprobación, castigo. Esta
distinción de actos buenos y actos malos no es cuestión de un pueblo o de una determinada época,
sino de todos los tiempos, de todos los pueblos, de todas las razas. Y precisamente se ve la
diferencia de juicio cuando se trata de valores naturales y valores morales. Por ejemplo, hay personas
taradas; pero nadie piensa que se merecían tales deficiencias; no es culpa suya, se dice; hay
personas dotadas espléndidamente de dones naturales, pero nadie dice: que bueno, se lo merecían.
No sucede lo mismo cuando se trata de valores morales. Por ejemplo, piénsese en la indignación que
provoca un acto de injusticia y en las frases que se expresan: ¡no es justo!, ¡eso no debe ser! Esto
nos lleva a decir que siempre se dan juicios de valor ético aunque no haya acuerdo en determinar qué
sea lo bueno y qué lo malo. Pero no sólo se dan juicios en general de valor moral; nosotros mismos
frecuentemente y a la ligera emitimos juicios de valor moral acerca de la conducta de los demás.
Emitir juicios de valor, dar veredictos, requiere un conocimiento previo de carácter exhaustivo, un
equilibrio y despojamiento de afecciones, envidias o pasiones negativas, tal equidad y ponderación,
que sin estar investido de estos atributos, es mejor no emitirlos. No somos jueces de los demás ni
estamos libres de error.

También tenemos nuestra propia experiencia ya que con frecuencia experimentamos una lucha
interna; si cedemos a la tentación sentimos desaprobación; si vencemos, experimentamos
satisfacción. Cuando cumplimos con el deber sentimos que somos más nosotros mismos; es decir,
cuando seguimos la voz del valor moral, del bien, actuamos como persona, porque el valor es propio
de la libertad del sujeto espiritual, es propio de la persona; pero donde se presenta el valor moral con
un relieve singular es en el arrepentimiento: fenómeno síquico por el que reconocemos una falta
libremente cometida y de la que sentimos pena; en lo religioso, se confunde con un amor único,
capaz de saldar las quiebras y borrar el pasado.

4.3.- REMORDIMIENTO Y ARREPENTIMIENTO

Para comprender mejor estas nociones ahondemos su proceso sicológico. Son realidades afines:
4.3.1.- EL REMORDIMIENTO.- Es el grito de alarma del valor moral herido; se puede dar aún en
aquellas personas que no se arrepienten de haber actuado mal y que lo volverían hacer; aparece el
remordimiento como una mordedura dolorosa que encuentra pasiva a la conciencia, la aplasta con el
peso de la falta y disminuye su capacidad de reacción; es como si actuara todavía lo que motivó el

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acto, por eso prosigue el desgarramiento y la disgregación interior que inauguró la falta; pero no hay
dolor que mida la distancia entre la razón que dice que el valor moral ha sido herido y la libertad que
sigue atada a la falta.

4.3.2.- EL ARREPENTIMIENTO.- Supone introspección, recogimiento; recogerse es ante todo, entrar


en sí mismo por una apertura del espíritu que hace encontrar la verdad profunda de lo que uno es y
puede ser; recogerse es confrontarse con algo que trasciende lo que cada uno es; se trata de una
transposición o de un cambio de nivel en nuestra existencia espiritual; este entrar dentro de sí lleva al
arrepentimiento. El arrepentirse significa, entonces, mirarse dentro, entrar dentro de sí, renunciar a la
ruptura provocada por la falta, por el desprecio al valor moral; se recobra la nitidez y se empieza a
escapar al desgarramiento interior; se empieza a reconstruir la integridad moral vulnerada. En el
arrepentimiento existe una prueba de libertad: pude no hacer el acto que hice; era libre de hacerlo o
no hacerlo y veo claramente que si lo hice fue porque decidí hacerlo; era libre entonces, y ahora que
me arrepiento soy libre por mi actitud respecto a la falta; el arrepentimiento es una valoración de mi
actitud y de mi existencia, valoración que se realiza por la atracción del valor moral y por la apertura
de mi espíritu hacia él; en el arrepentimiento apunta la ocasión de un renacer porque la falta se
experimenta como una herida en el ser espiritual; pero no se trata de borrar la falta sino, más bien, de
un cambio de sentido, de una liberación. Estamos en el ámbito del valor moral porque en el
arrepentimiento aparece el valor rechazado como algo que debió ser amado, realizado, como una
atracción despreciada.

4.4.- CARACTERÍSTICAS DEL VALOR MORAL


Si el valor moral es único entre los demás valores, tiene características propias. El valor moral es:

4.4.1.- OBJETIVO-SUBJETIVO.- Porque el valor moral necesariamente se refiere al objeto: asesinar


es malo; ayudar al necesitado es bueno. Pero también afecta al sujeto mediante el acto; o si se
quiere, el acto manifiesta la disposición del sujeto.

Por eso querer asesinar a una persona, ya es malo; querer ayudar al necesitado, ya es bueno. Es
decir, la calificación bueno - malo se da por el ejercicio de la libertad y por lo mismo lo bueno o lo
malo surgen de la actividad, y por la actividad se atribuyen al sujeto. El valor moral tiene que ser
realizado por una libre elección, de modo que una acción no es moral si no es libre, aunque
externamente se haga de acuerdo con los criterios de la moral.

4.4.2.- AMABLE POR SÍ MISMO.- El valor moral trasciende, de suyo, todo interés, conveniencia o
gusto; claro que a veces puede ir acompañado de algún otro motivo, pero siempre es fin y nunca
medio. Es lo que los antiguos llamaron bien honesto porque es amado por razón de sí mismo.

4.4.3.- PERSONALIZANTE.- Porque es propio de la persona. Es el valor que da sentido a la libertad


al ponerla en juego. El ser humano, por el valor moral, llega a su más pleno desarrollo como persona;
es que el valor moral afecta al ser humano en su núcleo personal y le confiere una dimensión que
ningún otro valor le puede conferir.

4.4.4.- ABSOLUTO.- El valor moral es absoluto por ser personal y por lo mismo no depende de
ningún otro valor: es el valor supremo. Esto no significa que un acto malo haga al sujeto
absolutamente malo o un acto bueno, lo haga totalmente bueno; sólo quiere decir que el valor moral
no depende de ningún otro. Por tanto tiene más y menos, porque aun siendo absoluto es
diversamente participado. Por otra parte, aunque el valor moral es propio de la persona, no por eso es
valor total: supremo y total no se identifican. Todo esto nos lleva a afirmar que el valor moral es
absolutamente singular, sin embargo, se presenta como universal.

4.4.5.- UNIVERSAL.- Existen cosas que son malas o buenas no sólo para mí, sino para toda
persona; por ejemplo, asesinar, oprimir al pobre, destruir la capa de ozono, respetar a los padres y
mayores, ayudar al necesitado, etc. No se trata de algo abstracto sino de una actitud concreta,
existencial; se trata de la encarnación del valor. Además si juzgo que tal acción es buena o mala,
juzgo también que cualquier persona, aunque en condiciones diferentes, si conociera mi situación,
aprobaría mi juicio; es que la libertad al comprometerse en una acción es individual, pero está en
comunicación con las otras libertades: se comunican en el ser que es simultáneamente universal y
único, incomunicable como acto propio de cada existente y principio radical de comunión e
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integración.

4.4.6.- OBLIGATORIO.- Por último el valor moral se presenta como obligatorio: es lo que debe ser.
Este carácter es, en cierto modo, propio de cualquier valor, pero resalta mucho más en el valor ético,
que ampliaremos más adelante.

5.- LA NORMA DE MORALIDAD


Ya hemos indicado que el valor ético tiene importancia decisiva en la vida humana, pero no sabemos
todavía cuándo una acción nuestra es buena y cuándo es mala; es decir, no sabemos cuándo se
realizan el valor ético positivo (el bien) y el valor ético negativo (el mal). En otras palabras se trata de
determinar la naturaleza del valor ético, lo que algunos autores llaman norma de moralidad. La norma
de moralidad mide la rectitud de los juicios prácticos de las acciones; una acción será buena si está
de acuerdo con la norma, será mala si no está de acuerdo con ella. Pero ¿cuál es esa norma?, ¿el
valor ético consiste en algo intrínseco al acto humano o basta que sea conforme a una norma
externa? Es lógico que sean diferentes las opiniones acerca de la norma de moralidad; para algunos
autores el valor moral de un acto está puramente en su conformidad con una norma externa, otros
piensan que es algo interno al acto. Independientemente de todo mandato o prohibición hay un orden
del bien y del mal.

5.1.- EL CONSTITUTIVO FORMAL DEL VALOR MORAL

El constitutivo formal del valor moral es la conveniencia de la acción con la razón. La razón en un
sentido más profundo significa el entendimiento en cuanto capta y pone relaciones -pasa de lo
relativo a lo absoluto, del efecto a la causa, de lo condicionado a lo incondicionado-. La razón es el
entendimiento relacionante, el entendimiento en su aspecto relacional. Hay un dinamismo en el
entendimiento por lo que reduce lo condicionado a lo incondicionado, lo relativo al absoluto, la
pluralidad a la unidad, pues lo condicionado sólo se entiende en su relación con lo incondicionado y lo
relativo sólo se puede pensar en su relación al absoluto. Por ello la razón por ser la facultad
relacionante, es la facultad de lo absoluto, como término de referencia y condición de la afirmación de
lo condicionado y de lo relativo; según esto, la razón es la facultad que juzga de los objetos
refiriéndolos al absoluto y mediante cierta luz emanada del absoluto, es decir, según normas
absolutas, necesarias y universales. La razón es la norma de moralidad pues el bien del ser humano,
en el orden de la actuación, tiene que ser de acuerdo con lo que es la esencia del ser humano. Así,
por ejemplo, si se piensa que la libertad es la esencia del ser humano, la norma de la acción será la
libertad; si se afirma que el ser humano es tal por ser un ente social, será tanto más persona cuanto
más se conforme a las normas de la sociedad; pero si la esencia del ser humano es ser racional, su
actividad será moral cuando esté en conformidad con la razón: el ser humano se realizará como
persona, realizándose como razón, con todo lo que ella implica; es que la función de la razón es llevar
al ser humano a su plena realización como ser humano. Esta tarea no es posible sin la opción de
algunos valores; por lo mismo la razón es la que capta y actualiza los valores. Recordemos que un
acto es humano en cuanto es racional y libre, y que la libertad se ejerce siempre a la luz de la razón.
Mas no se trata de una simple razón sino que la norma de moralidad es la recta razón, que es la
razón iluminada por los primeros principios del orden moral. La recta razón es la que indaga lo mejor
para llegar a la plena realización de la persona.

Una acción es buena moralmente si está conforme con el juicio de la recta razón; de lo contrario es
mala. Por ello la naturaleza pone a los seres humanos ante la tarea de discernir lo que son para que
actúen racionalmente; es decir, que la naturaleza del ser humano es la de un ser que tiene razón y
sus virtualidades son las de un ser racional.

5.2.- ELEMENTOS DE LA MORALIDAD

Ya hemos analizado que la conformidad o disconformidad con la recta razón constituyen la moralidad
-positiva o negativa- de un acto humano. Observemos ahora los elementos que, en relación con la
razón, constituyen la moralidad. Estos elementos llamados también fuentes de la moralidad son: el
objeto, la situación y la intención.

5.2.1.- EL OBJETO.- Por objeto o naturaleza del acto, como elemento de moralidad, se entiende todo

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aquello a lo que se dirige inmediatamente el acto de la voluntad; es lo que quiere el sujeto; es el


contenido del acto voluntario. La calificación esencial, en el orden ético, de un acto, proviene del
objeto, de lo que se hace; por ejemplo, socorrer al pobre, robar, asesinar, respetar, etc.

5.2.2.- LA SITUACIÓN.- Para la moralidad de un acto no basta el objeto al que se dirige la voluntad;
un acto en concreto siempre es un acto situado, es decir, realizado por tal persona, en tal lugar y en
tal tiempo, etc. Esto es precisamente la situación o circunstancia. Situación de un acto moral es todo
aquello que no es de la esencia del acto; la situación generalmente aumenta o disminuye la bondad o
maldad del acto, no es lo mismo, por ejemplo, que un simple ciudadano viole una ley o quebrante el
orden y que los haga el presidente de la república.

No queremos afirmar que la moral es relativa y que con el tiempo puede volverse absoluta, ni que
exista una moral de situación, porque la norma suprema de moralidad no está sometida a coyunturas
o accidentes témporo-espaciales.

5.2.3.- LA INTENCIÓN.- La intención es el motivo por el que se actúa, la razón por la que se realiza
un acto, el fin que mueve a actuar. La palabra fin se debe entender como el motivo que impulsa a la
acción y puede ser fin de la acción o fin del que actúa: fin de la acción es el que tiene de por sí la
acción, para lo que está destinada por naturaleza; fin del que actúa es la intención con la que se
actúa. Por ejemplo, el fin de la acción de dar limosna es socorrer al necesitado; pero el fin del que
actúa puede ser diferente, por compensación interna, para sobornar al pobre, por vanidad, etc. Como
hemos visto, la intención puede hacer variar la moralidad objetiva; por eso la intención es un elemento
esencial del acto moral que se tiene que considerar en su totalidad concreta.

Hay un principio conocido, y que se atribuye a Maquiavelo: "el fin justifica los medios"; la frase en su
sentido obvio, significa que si el fin con que se hace una acción es bueno, toda la acción será buena
aunque los medios que se empleen sean malos. Por ejemplo, si una persona enferma sufre mucho,
hay que matarla para que deje de sufrir; la intención aquí es buena, que el enfermo no sufra, y por lo
mismo la acción, el asesinato, es buena. No se puede aceptar el principio maquiavélico por la sencilla
razón de que los medios tienen su propia moralidad; además hemos dicho que el acto concreto tiene
una totalidad que se constituye de la naturaleza del acto, de la intención y de la situación. Por lo
mismo, si el objeto es indiferente, el fin bueno hace buena la acción; el fin malo la hace mala; si el
objeto es bueno, el fin bueno aumenta la bondad de la acción, el fin malo aumenta la maldad de la
acción; el fin bueno no cambia lo malo de la acción. Entonces para que una acción sea buena deben
ser buenos el objeto, la situación y el fin; para que sea mala basta que sea malo alguno de los
elementos.

Insistimos en lo ya expresado, la moralidad está por encima de las situaciones; no se pueden hacer
males para que vengan bienes, ni atropellar el derecho ajeno. Qué verdad tan honda y tan humana
encierra la frase del Papa Juan Pablo II (+) al promulgar la "cultura de la vida" contra quienes
preconizan como legales el aborto y la eutanasia: "nunca se puede legitimar la muerte de un
inocente".

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UNIDAD # 3
ÉTICA APLICADA
OBJETIVOS OPERACIONALES
Al concluir el estudio de la presente unidad, usted estará capacitado para:

 Correlacionar la Ética con la Sexualidad, considerándola como lenguaje y observando su sentido


en la realización de la persona.

 Demostrar que el matrimonio es fruto del amor y como tal se convierte en institución natural,
distinguiendo sus propiedades.

 Declarar que la familia es fruto del matrimonio, estableciendo sus fines y su relación con el
Estado.

 Defender a la familia como comunidad de vida y de educación.

 Determinar la problemática de la actividad política y su relación con la Ética.

 Certificar que la justicia y la justicia social, son elementos fundamentales para un convivir pacífico
y democrático.

 Precisar la situación del trabajo y del trabajador, y su relación con la Ética, reconociendo su
sentido esencial, el derecho al trabajo y a una remuneración justa que toda persona se merece.

 Reconocer los Sistemas Económico-Sociales y su incidencia en el convivir nacional y mundial.

CONTENIDOS
1.- ÉTICA Y SEXUALIDAD
1.1.- LA SEXUALIDAD COMO LENGUAJE
1.2.- SENTIDO DE LA SEXUALIDAD
2.- AMOR Y MATRIMONIO
2.1.- EL MATRIMONIO COMO INSTITUCIÓN
2.2.- PROPIEDADES DEL MATRIMONIO
2.2.1.- FIDELIDAD
2.2.2.- PERMANENCIA
3.- LA FAMILIA
3.1.- FINES DE LA FAMILIA
3.2.- LA FAMILIA Y EL ESTADO
3.3.- LA FAMILIA COMO COMUNIDAD DE VIDA
3.4.- LA FAMILIA COMO COMUNIDAD DE EDUCACIÓN
4.- ÉTICA Y POLÍTICA
4.1.- RESPONSABILIDADES CÍVICAS
4.1.1.- EL PAGO DE LOS IMPUESTOS
4.1.2.- RIGOR Y SERIEDAD EN EL TRABAJO DE LOS FUNCIONARIOS
4.1.3.- HONESTIDAD EN LAS PROFESIONES LIBERALES
4.1.4.- HONESTIDAD DE LOS EMPRESARIOS
4.1.5.- APROVECHAMIENTO DEL TIEMPO EN LOS QUE ESTUDIAN
4.1.6.- RESPONSABILIDAD DEL ESTAMENTO MILITAR
4.2.- EL RESPETO A LAS MINORÍAS
4.3.- LA JUSTICIA
4.3.1.- JUSTICIA GENERAL O LEGAL
4.3.2.- JUSTICIA PARTICULAR
4.4.- JUSTICIA SOCIAL

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5.- ÉTICA Y DERECHO


6.- EL TRABAJO
6.1.- CLASIFICACIÓN DEL TRABAJO
6.1.1.- INTELECTUAL
6.1.2.- MANUAL
6.1.3.- MIXTO
6.2.- SENTIDO DEL TRABAJO
6.2.1.- SENTIDO CÓSMICO
6.2.2.- SENTIDO PERSONAL
6.2.3.- SENTIDO ECONÓMICO
6.2.4.- SENTIDO HUMANO
6.2.5.- SENTIDO SOCIAL
6.3.- DERECHO AL TRABAJO
6.4.- REMUNERACIÓN DEL TRABAJO
7.- SISTEMAS ECONÓMICO-SOCIALES
7.1.- EL CAPITALISMO
7.2.- EL SOCIALISMO
7.2.1.- EL SOCIALISMO NO MARXISTA
7.2.2.- EL SOCIALISMO COLECTIVISTA
7.2.3.- EL SOCIALISMO DE ESTADO
7.3.- EL COMUNISMO
7.3.1.- PENSAMIENTO ECONÓMICO DE MARX
7.3.2.- VALOR DE USO Y VALOR DE CAMBIO
7.3.3.- SUSTITUCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA POR LA PROPIEDAD COLEC-
TIVA
7.4.- CONCLUSIÓN
7.4.1.- ACERCA DEL CAPITALISMO
7.4.2.- ACERCA DEL SOCIALISMO
7.4.3.- ACERCA DEL COMUNISMO

DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- ÉTICA Y SEXUALIDAD
En nuestro mundo, el tema sexual siempre está en primera plana; se ocupan de él, en plano científico
y seudo-científico, la Medicina, la Sicología, la Sociología, y sobre todo en las novelas, las revistas,
los periódicos, las películas y obras de teatro, constituye el tema obligado. Antes lo sexual era tabú,
ahora es lo común; el erotismo es uno de los medios de publicidad por excelencia. Vivimos en una
época afrodisíaca; todo está erotizado, tanto que no faltan quienes piensan que lo sexual es una
obsesión y que la conducta es un desahogo colectivo. A primera vista, se diría que un mundo
cansado de las guerras y del odio quiere hallar algo de amor; quizá por eso al placer sexual llama
"hacer el amor".

Hay muchos que aseguran que se está viviendo una crisis del amor; pero, en todo caso, nadie negará
que la vida sexual contemporánea sea una manifestación del proceso de desintegración de los
valores tradicionales. Los hechos están ahí. No se puede escapar del sexo, y nuestra vida entera está
profundamente marcada por la sexualidad. La sexualidad humana no se reduce a lo puramente
biológico, es algo más, mucho más, es un modo de ser y actuar humanos. La sexualidad como
estado y no sólo como característica de cada sexo, entendida como acto conyugal está ordenada
moralmente a la procreación o propagación de la vida. La sexualidad sometida a la Ética ennoblece a
las personas, y en caso contrario las degrada.

1.1.- LA SEXUALIDAD COMO LENGUAJE

Por ser humana la sexualidad no es una pulsión solamente; ella es un lenguaje, una intención de
encuentro; claro que está enraizada en las pulsiones más incoercibles del ser humano, pero no es
puramente pulsión; más bien, en la sexualidad, la pulsión se hace lenguaje, comunicación, verdad del
amor, relación de dos personas. Ya no se trata de un deseo tumultuoso, de una energía peligrosa que
reprimir, sino de una expresión humana de reciprocidad. Entonces, lo esencial de la Ética en la

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sexualidad es mantener en el gesto sexual la presencia humana, dejar aparecer lo que, a través de
él, se quiere expresar, dejarlo en su realidad biológica de medio querido por el Creador para la
propagación del género humano. El goce sexual es a manera de premio material por asumir el deber
conyugal de la procreación; es también el aporte personal de lo mejor para dar origen al nuevo ser.

1.2.- SENTIDO DE LA SEXUALIDAD

La sexualidad comprende al ser humano entero; su sentido es precisamente la realización de la


persona; por ello la sexualidad tiene que ser consciente, madura, y manifestarse normalmente en el
encuentro amoroso entre hombre y mujer, pues es un encuentro desinteresado en la esencia misma
de las personas. El sentido de la sexualidad no es solamente el placer y la satisfacción personal, sino
el encuentro, el amor, la perfección de las personas y, por supuesto, en las relaciones conyugales se
realiza el encuentro de la esencia de dos personas en que cada una pone lo mejor de sí para la
creación de una vida nueva. El ser humano tiene que vivir su sexualidad como algo propio de su ser
personal, espíritu encarnado. En todo tiempo la sexualidad fue tratada con respeto y delicadeza como
derecho bien ordenado de los esposos; ahora irrumpe desenfrenada y todo lo inunda. La síntesis
correcta es integrar la sexualidad en la personalidad total, porque en realidad lo sexual pertenece a la
esencia del ser humano; es corporal y espiritual al mismo tiempo; cuerpo y alma son dos partes del
ser humano, son dos elementos que se compenetran tan íntimamente que hacen el misterio del ser
humano. La integración dinámica o fisiológica es fácil; la integración espiritual es difícil; sólo se logra
cuando la persona es libre y tiene amor. Tal integración presupone una pureza o castidad. La
impureza es quebrantar la armonía de la integración; es buscar lo sexual por sí mismo; es dar al
cuerpo una independencia que no tiene; es pretender aislar al cuerpo del espíritu. Así la sexualidad
se vuelve intensa, se deshumaniza y se convierte en una fuerza mágica que domina la vida.

La castidad es un estado, calidad o virtud de quien es casto. Casto o casta se dice de la persona que
se abstiene de todo goce sexual o se atiene a lo que se considera como lícito. El amor, el deleite,
pueden ser castos. Existe también la castidad conyugal que se guardan mutuamente los casados.

El sentido verdadero de la sexualidad, su dignificación humana y profunda, es el encuentro personal


en el amor recíproco de los cónyuges; cuando se pierde esta dimensión, la sexualidad se reduce a un
instinto insatisfecho e irracional y las personas, mediatizadas, se convierten en puros instrumentos de
placer.

2.- AMOR Y MATRIMONIO


La sexualidad tiene su lugar propio solamente en el amor; sólo desde la perspectiva del amor
adquiere su verdadero sentido, su dignidad humana. Pero ¿qué es el amor? Una de las palabras más
gastadas en nuestro mundo es precisamente la palabra amor; la usamos demasiado y sobre todo
abusamos; para muchos, amor es lo mismo que actividad sexual. Es difícil determinar qué es el amor
porque se trata de una realidad compleja: el amor es un misterio.

El ser humano siempre es un proyecto, siempre está tendiendo a algo porque es imperfecto,
incompleto; por ello tiene sed, una sed inacabable de lo que no es y necesita para vivir y realizarse;
siente un impulso natural de satisfacer esa necesidad y calmar el vacío que lo devora. Este impulso
natural de vida y felicidad, de perfección y acabamiento, es el principio del amor o amor natural; en
este sentido elemental, el amor es un deseo de vivir, de realizarse. Este afán de amar, inconsciente y
puramente pulsional, tiene su más clara expresión en el sexo; es el amor como disposición y punto de
partida, es la mera atracción elemental entre hombre y mujer; en sentido propio no es amor sino la
raíz del amor.

La sexualidad adquiere su plenitud en el matrimonio porque el matrimonio es la comunidad sexual y


amorosa entre hombre y mujer; el matrimonio se consuma en el ámbito de la sexualidad y del amor.
El amor conyugal se funda en la maravillosa tendencia del hombre a la mujer y de la mujer al hombre
para buscar juntos a través del otro su realización humana y su felicidad. El matrimonio supone y
exige madurez emotiva y sexual porque implica responsabilidades que sólo con la madurez se
pueden cumplir dignamente.

A la mirada del amor la persona amada aparece como preciosa y única; cuando no se ama se ve a
las personas únicamente en lo superficial, en lo que aparece. Sólo el amor penetra hasta la misteriosa
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intimidad de la persona amada, en lo que tiene de original, de promesa y de realidad; la mirada del
amor aprecia los rasgos individuales de la persona amada cuya hermosura espiritual no advierte la
mirada de los demás. Los ojos, la sonrisa, la voz, el modo de andar, los ademanes, los gestos, los
sentimientos, el modo de pensar, los gustos, todo lo que constituye la persona atrae y conmueve a los
ojos del amor; pero esto es sólo el principio que lleva al conocimiento total de la persona amada. El
amor ve, en las manifestaciones corporales, el yo profundo, la luz del corazón. Entonces, la mirada
del amor no se queda en lo que la persona amada tiene sino que la abarca en lo que es y en lo que
puede ser; así, el que ama ve, con luz nueva, el conjunto de la persona amada. En el acto del
conocimiento amoroso, el ser humano se abre al misterio del ser y de Dios.

El amor conyugal es una tarea que empieza siempre, porque el amor en vez de apagarse con el
tiempo, va madurando y perfeccionándose. Se cree que amar es fácil y no es verdad; exige un
prolongado proceso de dominio y una voluntad decidida de conocer el significado profundo de la
sexualidad y del amor. El encuentro amoroso del hombre y de la mujer es el lugar donde se
manifiesta la representación del Absoluto: el matrimonio como conocimiento, entrega y amor, es
imagen de la Trinidad. El hombre es y se siente incompleto; su complemento es la mujer, entre los
dos realizan su perfección humana; esto lleva consigo una ascética matrimonial y una mística nupcial,
o sea, vivir la relación entre hombre y mujer como una relación al Absoluto. "No es bueno que el
hombre esté solo; le daremos una compañera, un complemento semejante a él" leemos en la Biblia.
El sexo desenfrenado, promiscuo, invertido o bestial, es contrario al plan del Creador.

Ante el avasallador erotismo e idolatría del sexo tenemos que oponer el verdadero significado del
sexo como algo maravilloso y querido por Dios que comunica a la pareja humana parte de su poder
fecundo y creador. Es deber ineludible de los cónyuges el aprendizaje permanente del amor.

2.1.- EL MATRIMONIO COMO INSTITUCIÓN

El hecho de la diferencia entre hombre y mujer y su atracción mutua nos indica evidentemente que el
matrimonio es una institución natural. El matrimonio es la comunidad amorosa, sexual y de vida, legal
y duradera de hombre y mujer. De hecho el matrimonio es una forma fundamental de la comunidad
humana porque es el lugar central del encuentro amoroso del hombre y la mujer.

La persona tiene que vivir las exigencias éticas del amor conyugal que, por naturaleza, tiende a
superarse suscitando nuevas vidas, y que respeta la dignidad humana de la otra persona; de todos
modos la vida conyugal, como está bajo el signo de la ambivalencia, está expuesta a los peligros y
riesgos de todo lo humano; por ello, hay que estar atentos para no dejar morir el amor, más aún
constantemente se debe purificar cada día y profundizar en el misterio luminoso y difícil del amor
entre hombre y mujer. Constantemente los esposos deben aprender a amarse y ensayarlo
honestamente. La Iglesia Católica elevó el matrimonio natural a la dignidad de sacramento en que
los esposos se comunican mutuamente la gracia y méritos de Cristo para vivirlo en su plenitud.
2.2.- PROPIEDADES DEL MATRIMONIO

Las propiedades del matrimonio son: fidelidad y permanencia.

2.2.1.- FIDELIDAD.- Si el amor es la esencia del matrimonio, resulta que en él hay necesariamente
fidelidad porque el amor personal se vive en "te amo porque eres tú". El amor abarca al tú en toda su
irrepetible originalidad; este amor es el único que vive la fidelidad, es el único verdadero. Amar a la
persona por lo que es, más allá del cambio natural al paso de los años, más allá del envejecimiento,
incluso más allá de las pequeñas o grandes dificultades, adornado de perdones y fallas, de dulces
reencuentros, es guardar fidelidad a la esencia del tú. Quien se queda en el encanto superficial, en el
ensueño romántico, en la exaltación del Eros, difícilmente cultivará la fidelidad; no la vivirá porque no
ama a la otra persona, se unió a ella por el deseo, por el interés momentáneo, por el instinto sexual.
La fidelidad está en función directa del amor personal que se expresa en la entrega corporal.

2.2.2.- PERMANENCIA.- La fidelidad implica la permanencia; fidelidad y permanencia son dos


facetas de la misma realidad. De hecho el amor verdadero es exclusivo y para siempre; ni siquiera
"hasta que la muerte nos separe" pues el amor es más fuerte que la muerte, trasciende el tiempo y se
instala en la eternidad.

Los que se quejan de la permanencia del vínculo conyugal es que no aman: al que no ama, todos los

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vínculos le parecen cadenas; pero aquel que siente vivir en sí un amor inmortal, no tiene miedo de
ligarse hasta la muerte. El que ama, se une para siempre porque su amor es eterno.

En los momentos actuales, parece que hubiera dejado de existir el amor; si hay tantos fracasos
matrimoniales es que los contrayentes no conocían el amor. El divorcio es signo evidente de
inmadurez en el amor; mejor dicho de que no hubo ni nació el amor. El matrimonio tiene exigencias y
dificultades por que amar ordenadamente nunca ha sido fácil. El amor y el matrimonio son algo
maravilloso porque el amor es la vocación esencial de la persona humana y el matrimonio es el lugar
del encuentro misterioso del hombre y de la mujer y después con los hijos y por los hijos y para los
hijos, nietos y descendientes, flores y frutos del amor verdadero, bendecido por Dios.

3.- LA FAMILIA
El matrimonio normalmente desemboca en la familia. La familia es la sociedad de padres e hijos. Los
vínculos de sangre entre padres e hijos fundan las inclinaciones dentro de la comunidad familiar; el
hijo es el fruto del amor, el encuentro amoroso de hombre y mujer en el matrimonio no se queda en el
nivel personal, es trascendente crea un nuevo ser: el hijo. Aquí se revela el misterio del sexo y de la
vida humana, aquí se manifiesta la responsabilidad de la pareja en lo sexual. El matrimonio es por
naturaleza fecundo y la procreación de los hijos es un hecho cotidiano, pero maravilloso. Los hijos
son la prolongación de los padres, la reaparición de los ancestros; son la cristalización de sus anhelos
de eternidad. El matrimonio es un reflejo de la Trinidad en la totalidad de su "yo por ti y para ti" y en
la indisolubilidad de su unidad; cuando su amor se efunde para producir el fruto de los hijos, el amor
divino y el humano, la efusión trinitaria y la conyugal, confluyen en ese misterio creador en que tiene
su origen una persona. El matrimonio está orientado a los hijos: la comunidad de amor de dos
personas crece y se convierte en trinidad; por ello el matrimonio es imagen de Dios: así el hijo tiene la
dignidad de persona porque proviene del amor y de la unión total de dos personas y no del instinto de
dos individuos. ¡Que nefando y abominable es el crimen del aborto, el asesinato del hijo ya
concebido y todavía no nacido! Nada ni nadie puede legitimarlo. También ese fruto del amor es una
persona en desarrollo y tiene derechos inalienables.

3.1.- FINES DE LA FAMILIA

Los fines de la familia son: incorporación de los hijos; dar a los componentes de ella los bienes
materiales, culturales y espirituales, necesarios para una vida digna; y, ser la base de la
sociedad.

Estos fines o funciones existenciales -individuales y sociales- de la familia le dan la superioridad de


responsabilidad frente a cualquier formación social, incluido el Estado.

3.2.- LA FAMILIA Y EL ESTADO

Primero es la familia y después cualquier otra institución; por ello la familia tiene derechos naturales,
antes que el Estado, y que éste debe reconocer y respetar; más aun, la tarea principal del Estado es
crear el ambiente favorable para que la familia, elemento material de la comunidad, cumpla sus fines
naturales; es decir, el fin del Estado es servir a la familia, la tarea del Estado es subsidiaria: dar los
medios necesarios para el bienestar y perfeccionamiento de la familia y suplir lo que la familia no
puede realizar.

La familia no tolera intromisiones. Los padres han de decidir sobre la procreación responsable;
también es su derecho dar a sus hijos la educación que a bien tuvieren.

3.3.- LA FAMILIA COMO COMUNIDAD DE VIDA

La misma naturaleza instituyó la familia para satisfacer las necesidades de vida diaria: casa, vestido y
sustento. En la familia deben reinar la paz, el amor, la alegría, la distracción; si la familia es
sicológicamente sana y humanamente normal habrá un hermoso ambiente de tranquilidad y de dicha.
Todo esto supone que la familia vive en el amor.

El mejor atributo de la familia le señaló el Concilio Vaticano II cuando la llamó "pequeña iglesia,

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iglesia doméstica", esto es comunidad de fe, amor, trabajo y proyección, con dimensión solidaria,
comunitaria y misionera; comunidad de vida espiritual y comunidad de vida natural.

3.4.- LA FAMILIA COMO COMUNIDAD DE EDUCACIÓN

La tarea principal de los padres es la educación de los hijos; tarea difícil por cierto, pero
importantísima. El niño tiene todas las posibilidades, está abierto a todos los futuros; es apenas una
esperanza que puede llegar a ser una hermosa realidad. Lo que llegue a ser depende en gran parte
de los padres, de aquí su grave responsabilidad. Por educación se entiende, en general, la
promoción de los hijos hasta su estado perfecto de personas, lo cual indica que la educación abarca
el aspecto físico-fisiológico, el aspecto síquico, cognoscitivo y volitivo, el aspecto afectivo y el aspecto
espiritual o sobrenatural. En pocas palabras la educación consiste en la formación de la persona
funcionalmente completa.

La verdadera educación consiste en ayudar a los hijos a que sean ellos mismos, es decir, a que
desarrollen su propia personalidad; hay que guiarles progresivamente a su iniciativa para que vayan
adquiriendo responsabilidad; hay que educarles para la solidaridad y la libertad. Mientras los hijos no
sean independientes sicológicamente de sus padres, no pueden ser personas completas; pero
independencia no significa que todos los miembros de la familia dejen de colaborar en la armonía, en
el bienestar y en la felicidad de todos, porque tal ritmo existencial jamás concluye, siempre comienza.

4.- ÉTICA Y POLÍTICA


Como un ideal se afirma que la actividad política tiene como fin primordial el bien común, pero,
desgraciadamente asistimos con frecuencia a espectáculos bochornosos en los que se pone de
manifiesto la corrupción de hombres y de sistemas que persiguen el interés particular, pisoteando los
derechos y las libertades de los gobernados. De ahí que con frecuencia también oigamos
expresiones como: “a la política le hace falta una buena dosis de moral”, “la política es un juego
sucio”, “en la política se ve el granizo tostado”, “no te fíes de los políticos son todos iguales”, etc. Son
expresiones habituales; querámoslo o no, están ahí. Se pronuncian a cada momento, en cualquier
reunión, en cualquier tertulia. Muchos padres y educadores suelen también decir: “no te metas en
política, saldrás mal parado”, “la política no conduce a nada bueno”.

¿Qué es lo que ha ocurrido para que tantas personas opinen de esta manera?, ¿qué han hecho
algunos políticos para que se piense de ellos de esa forma?, ¿qué tipos de sistemas políticos han
provocado tanta desconfianza hacia la política? Porque no se trata aquí del rechazo mayoritario que
los individuos mantienen frente a las formas de dominación tiránicas, dictatoriales, totalitarias o frente
a cualquier gobierno absolutista; se trata más bien de la desconfianza hacia la política y lo político
que se conserva en las democracias, en los sistemas en los que el pluripartidismo está permitido y en
los que las libertades de los ciudadanos están garantizadas.
Se cree que esta desconfianza que, si bien no es generalizada, si comparten muchos ciudadanos, se
debe principalmente a dos causas muy concretas: en primer lugar, a la propia historia, remota o
lejana; y, en segundo lugar, a la demagogia presente.

No cabe duda que a la historia hay que considerarla, entre otras cosas, como el espejo retrovisor que
llevamos en nuestras vidas, a través del cual sabemos de dónde venimos, qué hemos dejado atrás y
que podemos aprender del camino que otros han recorrido. Pues bien, muchas páginas de historia
están plagadas de actuaciones políticas incorrectas, injustas e indeseables, y tales acontecimientos
provocan una inferencia que podríamos considerar falsa, cual es la de que todo ha de seguir así y
que la actuación política no tiene arreglo. Pero la propia historia también nos ha permitido visualizar
actuaciones políticas justas y ejemplares, de las cuales nos enorgullecemos y solemos presentarlas
como modelos de comportamiento político; entonces queda la disyuntiva de cuál actitud se debe
elegir, sobreentendiendo que la segunda.

De acuerdo con esto no podemos establecer que si ha habido comportamientos políticos indeseables
la actuación política siempre ha de ser reprochable.

Por otro lado, la causa de las afirmaciones que aseguran que en lo político no hay moralidad, deriva
de la constancia, en el momento presente, de actuaciones demagógicas por parte de muchos
políticos, los cuales en bastantes ocasiones, dan buena prueba de su intento continuo de
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manipulación a los ciudadanos; y éstos conscientes de tales engaños, infieren, como en el caso de la
historia, que toda actuación política lleva consigo el maniobrerismo y la mentira. Pero también
podemos comprobar la existencia de políticos honestos, que se afanan por la comunidad y que son
incapaces, por su honradez personal, de manipular a los ciudadanos.

Por todo lo positivo que conlleva la política, es que defendemos, por encima de cualquier forma de
gobierno, a la democracia, porque en ella, cuando se descubre la inmoralidad y corrupción de
algunos dirigentes, puede denunciarse públicamente, con el fin de que sean marginados de la
actividad pública, dando paso a otros que quizá con menos brillantez y espectacularidad puedan
actuar con la limpieza debida. Pero la democracia exige, si de verdad queremos mantenerla, no sólo
la posibilidad de poder denunciar todo tipo de corruptelas, sino el deber de hacerlo; lo que ocurre es
que la negligencia, por un lado, de algunos ciudadanos, y la falta de responsabilidad política de otros,
permite que, impunemente, sigan ocupando algunas parcelas de poder político los que no merecen la
confianza que en ellos fue depositada en su momento.

4.1.- RESPONSABILIDADES CÍVICAS

Ser ciudadano no quiere decir solamente formar parte de una comunidad o depender de un Estado
concreto. Ser ciudadano no quiere decir sólo cumplir con las normas o leyes establecidas en una
sociedad determinada. Ser ciudadano implica además participar como tal en la vida de la comunidad,
preocupándose del bienestar y del progreso de la sociedad a la que se pertenece.

La responsabilidad de todo ciudadano exige el empleo consciente y reflexivo de la libertad individual.


Un ciudadano responsable es, por tanto, aquel que orienta su libertad personal, entre otras cosas,
hacia la sociedad, para contribuir en su beneficio y en su bienestar.

Cada ciudadano es responsable de sus acciones, actos que no pueden ignorar la vida colectiva y
mucho menos atentar contra ella.

Un ciudadano responsable, pues, ha de utilizar su libertad personal no sólo para proyectarse


individualmente y para encontrar su bienestar propio, sino también proyectando con los demás todas
aquellas cuestiones que pueden beneficiar a la comunidad en el presente y en el futuro, esto es,
participando en la vida colectiva de la forma y manera que sus capacidades y obligaciones se lo
permitan.

Por otro lado la responsabilidad ciudadana implica, en las democracias sobre todo, el acatamiento de
las leyes establecidas y el cumplimiento de los deberes que impone la vida social organizada. Entre
ellos podemos destacar los siguientes, sin que su orden signifique valoración jerárquica alguna.

4.1.1.- EL PAGO DE LOS IMPUESTOS.- Porque con ello contribuye al bienestar social en la medida
en que el Estado, teóricamente al menos, ha de emplear lo recaudado en la mejora y es el
establecimiento de los servicios públicos, servicios que son de todos y que van a procurarnos
satisfacer aquellas necesidades colectivas, como pueden ser las de la educación, el transporte, las
comunicaciones, la salud, la cultura, etc. Pero la responsabilidad ciudadana exige, al mismo tiempo,
interesarse por lo que el gobierno hace con esta recaudación, pues, haciendo uso de las libertades
individuales y colectivas, podemos discrepar del empleo y distribución de la misma, ofreciendo
directamente o a través de nuestros representantes, alternativas nuevas argumentando nuestras
propuestas e intentando demostrar que la distribución realizada por el poder no ha sido la correcta.
Es lamentable, y desde el punto de vista ético indeseable, observar cómo continuamente se evaden
capitales de éste y de otros países y da mucha pena también escuchar como muchos ciudadanos se
jactan de haber burlado al Ministerio de Finanzas escamoteando en sus declaraciones de la renta
cantidades más o menos importantes, de acuerdo con su posición social y sus ingresos.

4.1.2.- RIGOR Y SERIEDAD EN EL TRABAJO DE LOS FUNCIONARIOS.- La figura del funcionario


público es algo que todavía está pendiente de rehabilitación en muchos países como el nuestro. Bien
es verdad que en los sistemas no democráticos el funcionario público, normalmente, ha gozado de
una inmunidad frente a los administrados improcedente e insultante, y que ello ha contribuido a que

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se observen en su trabajo muchas negligencias y abandonos, y a que su imagen ante la sociedad no


fuera lo digna que tal ocupación merece.

Es, por tanto, responsabilidad de aquellos ciudadanos que son funcionarios actuar con rigor y con
seriedad en su trabajo, pues en última instancia es el pueblo quien, con sus impuestos, remunera la
labor que desempeña, y sería atentar contra la colectividad el abandono y la negligencia en su
función. Debe, por tanto, el ciudadano responsable denunciar aquellos casos en los que el
funcionario público no cumpla con su deber, así como todas aquellas situaciones de privilegio y
favoritismo que algunos funcionarios, por su situación y poder, establecen respecto de otros
funcionarios o de los administrados.

4.1.3.- HONESTIDAD EN LAS PROFESIONES LIBERALES.- Comerciantes, empresarios,


ingenieros, médicos, abogados, arquitectos, etc. Son profesiones liberales cuya importancia y mérito
no vamos a discutir aquí, pues es de todos reconocido; pero continuamente la honestidad de su labor
se pone en tela de juicio porque algunos representantes de estas profesiones liberales, abusando en
ocasiones de la ignorancia y de la incultura de algunos ciudadanos, terminan engañándoles después
de haber cobrado por su intervención cantidades abusivas. Sería conveniente y deseable que tales
profesionales se interesaran con mayor intensidad y rigor por estas situaciones, y a través de los
colegios profesionales o asociaciones pongan coto a tantos desmanes, pues con ello cumplirían una
doble y meritoria labor: por un lado, dignificarían aún más sus profesiones, y por otro, contribuirían a
salvaguardar la dignidad, la seguridad y la economía de los ciudadanos que tengan necesidad de
solicitar su intervención.

4.1.4.- HONESTIDAD DE LOS EMPRESARIOS.- Es una responsabilidad cívica también la


honestidad de los empresarios para con sus trabajadores y la respuesta seria del trabajador y su
profesión y hacia el empresario, sin que ello implique sumisión y acatamiento servil, sino el
planteamiento correcto de aquellas reivindicaciones que se entiendan justas y necesarias. Por esto,
es tan importante en las democracias, la figura de las centrales sindicales, como mediadoras y
garantes de una justicia salarial y de la vigilancia y cumplimiento de los convenios establecidos.

4.1.5.- APROVECHAMIENTO DEL TIEMPO EN LOS QUE ESTUDIAN.- Es responsabilidad cívica


también de los que estudian el aprovechamiento del tiempo y de las enseñanzas recibidas, pues un
elevado porcentaje de estos estudios están sufragados por la sociedad y sería inmoral, en este caso,
desatender las obligaciones académicas.

4.1.6.- RESPONSABILIDAD DEL ESTAMENTO MILITAR.- Es responsabilidad cívica del estamento


militar defender el orden constitucional, sin veleidades patrioteras, que no patrióticas, influyan para
nada en su comportamiento, poniendo en peligro la estabilidad y el orden establecido e imponiendo al
pueblo un sistema político no deseado por él.
4.2.- EL RESPETO A LAS MINORÍAS

En todo sistema democrático las reglas, las normas y las leyes, en la medida en que han sido
aceptadas por una mayoría, han de ser cumplidas por todos. Se legisla, por tanto de una forma
determinada y de acuerdo con el gobierno que la mayoría de los ciudadanos ha decidido,
provisionalmente, colocar en el poder. Pero en una sociedad democrática nos vamos a encontrar,
con más profusión y publicidad que en cualquier otro tipo de sociedad, con la existencia de una serie
de grupos minoritarios de tipo político, religioso, ideológico, cultural, etc., que se deben respetar.

El trato que los sistemas de gobierno no democráticos han dado a estos grupos, sobre todo en las
dictaduras fascistas y en los estados totalitarios, ha llegado, en ocasiones, a ser inhumano.
El respeto al grupo minoritario, pues, es una exigencia Ética de primer orden en la vida política y
social, y el grado de respeto y tolerancia que se manifieste hacia estas minorías es un de los mejores
termómetros que podemos utilizar para comprobar si, efectivamente, se trata de una democracia real
o de un mero simulacro. Es todavía frecuente en algunas democracias modernas la represión y la
marginación de ciertas minorías que, por resultar incómodas al gobierno de turno, son silenciadas con
pretextos injustificables, y es por tanto un deber de todo ciudadano denunciar tales arbitrariedades y
procurar que no se cometa. Así, pues, las minorías, como cualquier otro grupo, sólo podrán ser

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reprimidas o marginadas cuando atenten a la seguridad del Estado o contra las libertades de los
demás ciudadanos.

4.3.- LA JUSTICIA

Son muchas las definiciones que a lo largo de la historia del pensamiento humano se han dado de
justicia. Ya en el pensamiento griego surge la polémica entre los que defienden que existen actos
que podemos llamar justos porque existe la justicia y los que opinan que se puede hablar de justicia
porque existen actos que son justos. La primera postura defiende que la justicia puede definirse por
sí misma, independientemente de los actos que se realicen, mientras que la segunda postura insiste
en que si no hay actos que consideramos justos no tendría sentido hablar de justicia.

Tanto si nos atenemos a una postura como a la otra, quedamos obligados a, en primer lugar, definir
qué se entiende por justicia; y, en segundo lugar, establecer criterios que nos permitan saber qué
actos son justos y qué actos no lo son.

Teniendo en cuenta que las normas éticas y las normas jurídicas están sujetas a los cambios y a la
evolución de las sociedades, es preferible escoger la segunda postura, esto es, el establecimiento de
criterios que nos permitan saber qué actos pueden ser considerados justos, antes que la primera,
esto es, proponer una definición cerrada de justicia, pues los criterios establecidos son provisionales y
pueden perfeccionarse con el tiempo, la reflexión y la experiencia.

Normalmente entendemos por justicia varias cosas a la vez que, por otro lado, no se contradicen, y
que matizan, desde diversos puntos de vista, este concepto tan amplio, tan complejo y tan debatido:

“Solemos definir justicia como el dar a cada uno lo suyo, esto es, dar a cada individuo lo que
legalmente le corresponde, lo que legalmente ha ganado, lo que previamente se había estipulado. Se
trata, por tanto, de una definición, de cargar el acento en lo que a todo individuo hay que darle por ley,
por convenio o porque simplemente le pertenece”.

“También es frecuente definir la justicia como la observación y el cumplimiento riguroso de la ley, y


así, decimos que en cualquier sociedad la justicia está garantizada cuando en ella se cumplen las
leyes”.

“Son también clásicas las nociones de justicia mantenidas por Aristóteles y después por Santo
Tomás: ellos dividían la justicia en general o legal y particular, y ésta a su vez en distributiva y
conmutativa”:

4.3.1.- JUSTICIA GENERAL O LEGAL.- Se entiende por justicia general o legal aquella que es
sinónima de cumplimiento de las leyes siempre y cuando éstas estén entendidas como normas que
nos conducen a realizar actos honestos y como reglas que permiten la consecución del bien común.

Son actos contrarios a la justicia legal:

 El empleo de la fuerza en vez del recurso a la ley. En algunas formas de dominación, la


fuerza, el miedo y el terror son argumentos que se utilizan para “convencer” a los
ciudadanos de una sociedad.

 El gobernar no de acuerdo con el bien común, sino favoreciendo intereses de clase.

4.3.2.- JUSTICIA PARTICULAR.- La justicia particular se divide, a su vez, en distributiva y


conmutativa:

a) La justicia distributiva es aquella que tiene por objeto repartir las cargas y los beneficios de
una sociedad, proporcionalmente, entre los individuos que la componen. Cuando se dice
proporcionalmente se entiende que en lo referente a las cargas, tributos o impuestos ha de
pagar quien más tiene.

Son actos contrarios a la justicia distributiva:

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 Lo que se ha dado en llamar el sistema de la recomendación y de las influencias. Es


lamentable observar todavía como el mérito personal, que casi siempre cuesta
innumerables esfuerzos y sacrificios, no es tenido en cuenta a la hora de elegir o
recompensar a los individuos, sustituyéndolo por la recomendación (compadrazgo o
tráfico de influencias, en el lenguaje vulgar) al que tan acostumbrados están algunos,
pese a los esfuerzos de muchos por eliminarlo.

 También es contrario a la justicia distributiva lo que podríamos llamar la arbitrariedad en


las sentencias y los agravios comparativos que muchos ciudadanos sufren
continuamente.

 Así mismo, es un acto contrario a la justicia distributiva la ausencia de un sistema, de


unas leyes o de unos mecanismos jurídicos y políticos tendentes a regular la igualdad de
oportunidades, pues cuando las desigualdades de acceso a los bienes de una comunidad
son tan vergonzosas, no podemos hablar de distribución justa de la riqueza en tanto que
todos no tengan la misma oportunidad de acceso a ella.

b) Se entiende luego, por justicia conmutativa la que regula lo que podríamos llamar las
relaciones interpersonales y trata de lograr la rectitud en los contratos, cambios, compraventas
y, por otro lado, la que trata de lograr la rectificación en los casos de fraude y de estafa.

Son actos contrarios a la justicia conmutativa:

 La injusticia que se comete en el pago de los salarios, pues siendo el trabajo la prestación
de un servicio a cambio de un sueldo, éste debe ajustarse al trabajo desarrollado. Así,
todo lo que sea abuso en las relaciones empresa trabajador, o viceversa, sería un acto
contrario a la justicia conmutativa.

 Los fraudes, las estafas, los robos, son también ejemplos típicos de actos contrarios a
esta clase de justicia.

4.4.- JUSTICIA SOCIAL

El concepto de justicia social apunta necesariamente al trato que la sociedad da a los individuos que
la componen. Este concepto, por otro lado es nuevo; queremos decir con ello que la expresión
justicia social viene siendo empleada desde finales del siglo pasado y con un matiz distinto del que
ahora tiene.

Efectivamente, las primeras apariciones de esta expresión vienen de la mano de lo que podríamos
llamar pensamiento socialista, pasando más tarde a utilizarse en los lectores revolucionarios y
empleándose luego como expresión usual entre los políticos de todas las tendencias y en el lenguaje
común de los ciudadanos. De hecho hoy podemos afirmar que no hay una sola tendencia política ni
un solo movimiento político que no utilice en sus argumentos el concepto de justicia social para
reforzar con esta expresión las ideas que pretende defender.
Conviene, pues, precisar, o mejor exigir que se precise y se defina, este concepto por todos aquellos
que a veces con tanta alegría y desenfado lo utilizan. Todavía este concepto quiere significar para
muchos una especie de llamada a las clases dominantes para que se interesen por paliar en la
medida de lo posible las necesidades y penurias de los más necesitados, olvidando que, interpretado
así, este concepto termina identificándose con el de caridad, y no se trata de eso.

Por otra parte no se debe confundir justicia social con igualdad. Los intentos igualitarios atentan de
alguna forma contra la dignidad del individuo y agravian comparativamente a las personas que con su
tesón, sacrificio y laboriosidad han podido conseguir mayor bienestar o riqueza. Por tanto, identificar
justicia social con igualdad es caer en una grave contradicción porque el igualitarismo por decreto es
tan injusto como las desigualdades tan vergonzosas que existen aún entre los seres humanos.

Sin embargo, entender que la justicia social pueda comprenderse como aquel estado de cosas que
permita que la igualdad de oportunidades sea una situación cada vez más extendida para que un
mayor número de individuos tengan la posibilidad de acceso a los bienes y riquezas que pueden

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conseguirse en una comunidad, es coherente y no contradictorio como la tesis anterior del


igualitarismo.

Empieza, por otro lado, a haber justicia social cuando los gobiernos arbitran sistemas para asegurar,
por todos los medios, la erradicación de la miseria y la incultura. Cuando se establecen, con el
sentimiento de solidaridad en el que tantas veces hemos insistido, salarios mínimos y razonables, por
debajo de los cuales ningún trabajador debería encontrarse.

Se puede hablar de justicia social cuando quienes carecen totalmente de un ambiente familiar
propicio o hayan crecido en condiciones desfavorables puedan beneficiarse de aquellas
oportunidades que les permitan ocupar un puesto digno en la sociedad.

Por último, tampoco podría hablarse de justicia social si seguimos siendo indiferentes ante las
miserias y el sufrimiento de las familias y de otros pueblos a los que es deber de los países más
desarrollados ayudar y favorecer, no sólo con aportaciones económicas y materiales sino también con
aquellas prestaciones culturales y tecnológicas que les permitan organizarse por sí mismos y adquirir
la dignidad y la independencia a la que tienen derecho.

5.- ÉTICA Y DERECHO


Son muchos los filósofos y juristas que se han ocupado de las relaciones entre la Ética y el Derecho,
de sus rasgos comunes y de sus matices diferenciales. Como no se pretende en este punto hacer
una exposición exhaustiva de esos análisis, concluimos brevemente que, estas dos ciencias
coinciden en que las dos son normativas; pero el Derecho está subordinado a la Ética porque el
Derecho es una parte del orden ético en cuanto que la justicia -de lo que trata el Derecho- es una
virtud y la Ética trata de las virtudes. El ideal ético sobre la perfección humana, sobre el sentido de la
vida, decide, en última instancia, el sentido de la justicia que imparte el Derecho. De lo dicho aparece
claro que Ética y Derecho no son lo mismo. Se diferencian en que la Ética establece normas de
conducta para el individuo y para el individuo en relación con los demás, el Derecho regula sólo las
relaciones de la persona con los demás; la Ética prohíbe el mal y prescribe hacer el bien, el Derecho
sólo prohíbe perjudicar los intereses de un tercero, y únicamente en circunstancias especiales
prescribe hacer el bien; las normas éticas se establecen mediante la conciencia, las normas jurídicas
obligan hasta que son promulgadas por la autoridad; la violación de las normas éticas, como se ha
dicho en apartados anteriores, lleva consigo sanción interna, la violación de las normas jurídicas es
castigada por el poder público.

6.- EL TRABAJO
En la situación en que se vive actualmente tenemos que hablar acerca del trabajo, porque el mundo
del trabajo ocupa un lugar importantísimo en la historia del ser humano actual.

Las palabras trabajo y trabajador se suelen tomar en sentido amplio para designar el trabajo manual y
a quien se dedica a él. En su sentido propio o filosófico, es la actividad humana ordenada a un fin no
recreativo. Decimos que el trabajo es una actividad humana porque implica el ejercicio de las
facultades conscientes del ser humano; no es una simple energía, no es el despliegue de fuerza,
como en el animal; el trabajo al ser una actividad propiamente humana, no es ni puramente orgánica
ni puramente espiritual; implica para el ser humano grandeza y miseria y por lo mismo lleva consigo
fatiga y alegría; la alegría resulta de la superioridad del espíritu sobre la materia y la fatiga, de la
necesidad de descanso, propia del ser humano. El trabajo se diferencia del juego, porque no tiene un
fin recreativo.

6.1.- CLASIFICACIÓN DEL TRABAJO

El trabajo puede ser intelectual, manual o mixto.

6.1.1.- INTELECTUAL.- Es intelectual, si en él intervienen principalmente las facultades superiores


del ser humano: inteligencia y voluntad; por ejemplo, la investigación científica, la docencia, la
administración, la abogacía, etc.

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6.1.2.- MANUAL.- Es manual, si en él intervienen principalmente las fuerzas físicas; por ejemplo, el
trabajo que realiza un albañil.

6.1.3.- MIXTO.- Es mixto, si en él intervienen en forma proporcionalmente igual la inteligencia y la


fuerza muscular; por ejemplo, el trabajo que realiza un mecánico.

6.2.- SENTIDO DEL TRABAJO

Todos admiten que el ser humano tiene que trabajar por el bien del mismo ser humano y de la
sociedad. Pero ¿cuál es el sentido último del trabajo?

6.2.1.- SENTIDO CÓSMICO.- El ser humano es el centro del universo porque él es el que le da
sentido. Dios entregó el mundo al ser humano para que éste lo perfeccione y embellezca; "el hombre
re-crea lo que Dios creó"; así en colaboración con Dios, mediante el trabajo, completa al mundo y lo
impulsa en su marcha evolutiva; es tarea de todos los seres humanos. El hombre es señor de la
creación para promoverla y cuidarla.

6.2.2.- SENTIDO PERSONAL.- El trabajo es el medio para que el hombre realice su perfección; nace
débil y necesitado, imperfecto y desamparado, pero su naturaleza es perfectible y en grado mayor
que cualquier otra; esta perfección se adquiere mediante el trabajo.

6.2.3.- SENTIDO ECONÓMICO.- Evidentemente que los trabajadores, que diariamente se dirigen al
trabajo no piensan que van a enriquecer el universo ni a tratar de perfeccionarse; el motivo primordial
que lo mueve a trabajar es la necesidad de ganarse el pan; hay que vivir y para ello es necesario el
alimento y si no hay trabajo no hay pan; entonces el trabajo es el medio necesario de la propia
subsistencia y de la familia y éste un sentido esencialmente humano. El trabajo, por consiguiente, no
es sólo medio de producción sino, ante todo, es medio de subsistencia; entonces el sentido
económico debe estar subordinado al sentido humano, que es el principal.

6.2.4.- SENTIDO HUMANO.- El trabajo es esencialmente humano, entonces se debe restablecer la


jerarquía que tiene que darse entre lo económico y lo humano; tal jerarquía desaparece cuando el
valor económico prevalece sobre el valor humano; para evitar esta degradación, es preciso considerar
y tratar al ser humano como persona y a su trabajo como personal; en consecuencia hay que respetar
al trabajador: tratarlo como persona y no como un simple instrumento de trabajo. Cuando falta este
respeto a la dignidad humana se está propiciando la lucha de clases que tarde o temprano estalla en
violencia. El respeto es el fruto del amor; si no hay respeto no hay amor; entonces surge el odio que
puede conducir a la exasperación y así no puede haber ni justicia, ni paz, ni desarrollo integral.

6.2.5.- SENTIDO SOCIAL.- El trabajo, además del sentido personal, tiene sentido social,
interhumano; es creador de sociedad; es factor de progreso. La participación en el trabajo cede en
bien de la sociedad y es ocasión de relaciones interhumanas, de convivencia laboral; el trabajo tendrá
su sentido pleno si se realiza en espíritu de solidaridad.
6.3.- DERECHO AL TRABAJO

El trabajo exige respeto por ser una actividad humana; exige también libertad: trabajo sin libertad es
esclavitud. Pero en el trabajo no bastan el respeto y la libertad; antes está la vida. Todo ser humano
tiene derecho a ganar lo necesario para su subsistencia y como el trabajo es el medio normal para
ello, todo ser humano tiene derecho al trabajo: el deber de vivir implica el deber de trabajar. El
derecho al trabajo es de los llamados fundamentales. La estructura capitalista lleva consigo el
desempleo; el fenómeno es complejo, pero de todos modos es inadmisible por inhumano que
enormes masas de seres humanos se vean privadas de un trabajo al que tienen derecho natural. Es
obligación de la sociedad, del Estado y de los organismos internacionales resolver el problema grave
del desempleo y promover fuentes de trabajo para tantos y tantos que no tienen más que su hambre,
su miseria y su inconformidad que puede desembocar en odio.

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6.4.- REMUNERACIÓN DEL TRABAJO

Si el ser humano tiene la obligación de proveer a las necesidades de su familia y propias mediante el
trabajo como actividad humana, el salario tiene que ser suficiente para la subsistencia decente del
trabajador y de su familia. Todo el problema está en saber qué se entiende por subsistencia decente,
es el problema del salario justo; el problema es difícil y complicado. Para que el salario tenga sentido
y cumpla su función, tiene que ser "humano"; que no sea un contrato de compra-venta; pues ningún
ser humano puede enajenarse; no está hecho para venderse, ni siquiera puede vender sus fuerzas
en el trabajo; esto sería mutilarse. El trabajo tiene que ser un alquiler de servicio, en el que el
trabajador no se enajena, sino que, dueño de sí, libremente, acepta prestar sus servicios a otro en
una empresa que viene a ser objetivo común de empresario y obrero de capital y trabajo. La Iglesia
reclama la función social de la propiedad y el derecho del trabajador a ser condueño de la empresa
en que trabaja. Mientras no se dé al trabajo el sentido humano, la cuestión social seguirá sin solución

Respecto al salario justo, el capitalismo dice: a cada uno según su trabajo; el marxismo dice: a cada
uno según sus necesidades; el cristianismo dice: a cada uno según sus necesidades, en función de
su trabajo. La solución cristiana une el deber y el derecho respecto al trabajo lo mismo que el
derecho a la vida y el deber de vivir.

7.- SISTEMAS ECONÓMICO-SOCIALES


Lo dicho en el punto anterior nos induce a tratar, aunque someramente, los principales sistemas
económico-sociales.

Capitalismo, socialismo y comunismo pugnan por conquistar el mundo. De hecho, el mundo está
dividido en fracciones: capitalistas y anticapitalistas, socialistas y antisocialistas, comunistas y
anticomunistas, que luchan, se defienden, se culpan y se destrozan, en vez de tratar de
comprenderse. No es cuestión de ideologías tan sólo, es cuestión de hegemonía. No razonan; se
enardecen.

7.1.- EL CAPITALISMO

Es difícil dar una definición del capitalismo, porque en realidad no hay un capitalismo sino varios o, si
se quiere, diferentes modalidades en él, así como hay diversidad de socialismos y comunismos. Sin
embargo, se puede proponer una definición genérica que exprese lo que hay de común en las
distintas formas de capitalismo. Entonces, el capitalismo es un sistema económico basado en la
propiedad privada de los medios de producción y en el cumplimiento de las funciones productivas por
parte de entidades privadas que actúan por lucro.

El móvil principal -si no único- del capitalismo es el lucro, y el mayor lucro posible. “Una empresa o
firma comercial es un organismo destinado a conseguir lucro, y el lucro constituye la medida clave de
su éxito”, dice J. Dean. En otras palabras el objetivo esencial de toda empresa es aumentar al
máximo sus ganancias. La técnica capitalista es la producción industrial. La base es la propiedad
privada, es decir la libre disposición de los bienes por parte del propietario; por supuesto esta libertad
es ilimitada, de modo que el dueño determina la producción y la circulación de la mercancía para que
el costo sea mínimo y el lucro máximo; esto se apoya en el principio de que el trabajo es
completamente ajeno al capital y debe estar únicamente a su servicio; respecto a la técnica de
producción la norma es: máximo de eficiencia para el máximo de ganancia.

Según M. Weber, las premisas esenciales del capitalismo son:

a) La propiedad de todos los bienes de producción y la libre disposición de ellos, al arbitrio del
capital, que es completamente autónomo.
b) El libre cambio, esto es, el no aceptar ninguna limitación del comercio o del control del mercado.
c) La utilización de una técnica constantemente renovada intentando mejorar la producción y la
circulación (transporte, etc.) de las mercancías.
d) La racionalización del derecho, que debe ser estructurado en función de la economía.
e) La libertad de trabajo, de tal modo que las relaciones entre las fuerzas del trabajo y el capital
sean establecidas en términos de pura y simple compraventa y regidas por las conveniencias del

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comprador, es decir del capital.


f) La comercialización de la economía, o sea, su orientación hacia el lucro a obtener.

Ya en el período grecorromano hubo cierto capitalismo, aunque fue propiamente comercial y no


industrial. Era el “capitalismo comercial”.

La economía medieval, que había sido una economía de trabajo, se convirtió en una economía
dominada por las nociones de cambio y de lucro. Así nació un nuevo capitalismo: el “mercantilismo”.
Europa se encargó de desarrollar la economía capitalista.

Con la revolución francesa nació el liberalismo político-social. De Francia pasó a toda Europa con el
grito de libertad. Lo importante es el individuo. La libertad absoluta de todos en todo. Y sin embargo,
la revolución que fue hecha en nombre de la igualdad y de la fraternidad en la libertad, engendró un
régimen económico que es la negación de la fraternidad, que creó fantásticas desigualdades y llevó a
la esclavitud de una gigantesca masa de hombres.

Las ideologías que propiciaron el capitalismo fueron: Individualismo revolucionario, culto absoluto a la
libertad, racionalismo, positivismo y materialismo. Esta situación queda expresada por A. Piettre
cuando afirma que el capitalismo, en su contexto ideológico e histórico, es una técnica, esto es, un
conjunto de procesos prácticos para mover el capital, tanto el monetario como el mecánico; un
régimen, o sea, un conjunto de instituciones que suponen la apropiación y la explotación privadas de
esas clases de capital; y un espíritu que inspira ese régimen y que consiste, en síntesis, en la
primacía del dinero.

Esta situación quedó definitivamente estructurada en la revolución industrial, especialmente en la


Inglaterra del siglo XVIII.

Posteriormente el capitalismo se fue transformando poco a poco. Así, nació el neocapitalismo que
propone mejores condiciones de trabajo; creación de una clase media, mejor distribución de la
riqueza e intervención directa del Estado en la economía. De esta manera el neocapitalismo reconoce
y defiende la intervención del Estado para el bien común, el derecho de controlar el lucro de las
empresas privadas, la prohibición del monopolio, la preocupación por la situación del obrero y aun por
la solidaridad internacional.

7.2.- EL SOCIALISMO

Sea cierto o no que la historia procede dialécticamente, lo que sí es cierto es que el capitalismo
produjo su antítesis: el socialismo. Pero ¿qué es el socialismo? Nuevamente nos encontramos con
la dificultad de la definición. Ante todo el capitalismo propugnaba la libertad absoluta del individuo, el
socialismo casi divinizaba al Estado; el primero sólo admitía el derecho de propiedad privada, el
segundo casi la negaba; el capitalismo sostenía que la libre iniciativa privada era el principal factor de
la riqueza, el socialismo negaba ese principio y proponía la planificación estatal.

Las circunstancias eran especialmente favorables para la reacción contra el capitalismo.

El socialismo es un producto de la época: positivista, cientificista, inhumana, materialista. Parte de un


principio ideológico: la sociedad es una entidad superior a las personas y distinta de ellas. Es un todo
biológico, anterior al individuo y del que éste depende tanto en su vida física como en su vida social y
moral. Por tanto, primacía de lo social sobre lo personal; de la sociedad, sobre la persona.

El socialismo es un sistema institucional en el que una autoridad central controla los medios de
producción. El socialismo es un sistema institucional en el que las cuestiones económicas de la
sociedad dependen, en principio, del sector público y no privado.

Según el escritor Sauvet, existen cuatro criterios para identificar al verdadero socialismo:

a) En cuanto a la propiedad: de particular, se convierte en social, tratándose de los medios de


producción.
b) En cuanto a la organización económica: atribuida a un organismo superior de carácter político,
se racionaliza por medio de una producción rigurosa.
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c) En cuanto a la organización social: se estructura teniendo como fin una sociedad más justa, en
la cual serían satisfechas las necesidades materiales de cada uno.
d) En cuanto a la igualdad: hay una tendencia general, no siempre explícita en todos, a defender
una justicia igualitaria.

El socialismo tiene diversas formas. Al principio había el socialismo utópico, más bien romántico, de
Saint-Simon, Fourier, Blanc, etc., y el llamado socialismo científico que adquirió carácter económico y
político. Después de numerosas aventuras desembocó en dos principales sistemas: socialismo
colectivista, de Marx, y socialismo de Estado, de Lasalle. Entonces, tenemos: socialismo marxista
(llamado también colectivista) o comunismo; socialismo no marxista, que tiene dos formas: absoluta
(simplemente socialismo), y mitigada, que se puede llamar neosocialismo.

7.2.1.- EL SOCIALISMO NO MARXISTA.- Tiene, a su vez, diversas formas. Pretende llegar a una
sociedad socialista sin emplear los métodos marxistas, es decir, sin pasar por la revolución y la
dictadura del proletariado. El socialismo llegará democráticamente.

7.2.2.- EL SOCIALISMO COLECTIVISTA.- Preconiza la abolición de la propiedad privada de los


bienes de producción, que son de propiedad común nacional, y la organización de la producción
colectiva y la distribución de los bienes de consumo por el Estado. El medio para esto es la revolución
y la dictadura del proletariado.

7.2.3.- EL SOCIALISMO DE ESTADO.- Se propone el mismo ideal, pero sin la dictadura del
proletariado sino democráticamente. En su forma absoluta -simplemente socialismo- defiende los
siguientes puntos:

a) El Estado es el único legítimo capitalista y propietario de los bienes de producción.


b) Todos los que de cualquier manera trabajan en la producción no son más que asalariados del
Estado.
c) El salario se puede pagar en dinero, pero siempre en función del trabajo realizado, de acuerdo
con el principio: a cada quien según su trabajo.
d) El lucro privado siempre es un abuso. El único que puede tener ganancias es el Estado.
e) La ley de la actividad del Estado es el hacer. Él es por tanto, el único que tiene la iniciativa en
lo económico -no puede haber iniciativa privada- y el que dirige y controla totalmente la
economía.
f) La socialización de las empresas tiene que realizarse sin revolución. Para ello el Estado se va
apoderando gradualmente de ellas sin violar la esencia de las instituciones jurídicas.

¿Puede haber un socialismo cristiano? Muchos lo pretenden. Pero no hay que olvidar que la
expresión misma es ambigua. Es como decir capitalismo cristiano. Si tal dicho socialismo cristiano es
esencialmente socialismo deja de ser cristiano y si es esencialmente cristiano, deja de ser socialista.

Además, se ha creado un falso dilema: o capitalismo o socialismo. De hecho, hay otros modos de
resolver la compleja y difícil cuestión social que viven las naciones en la actualidad.

7.3.- COMUNISMO

Marx no inventó la palabra comunismo. Ya antes de él estaba en boga en Europa. Marx forjó la
filosofía del comunismo. Se presentó como un Mesías, como un redentor de las masas oprimidas.
Hoy, el marxismo es una ideología y es una realidad histórica; es una forma social, económica y
política. Pero ante todo, y esencialmente, es una filosofía. Como dice Piettre: “antes de ser un sistema
económico, el marxismo -al revés de los demás sistemas económicos- es, ante todo, una filosofía, y
la economía no es más que una aplicación de aquélla”.

La Filosofía de Marx es la síntesis de la filosofía de Hegel y de Feuerbach. Se divide en dos partes:


materialismo dialéctico y materialismo histórico.

7.3.1.- PENSAMIENTO ECONÓMICO DE MARX.- El pensamiento económico de Marx se puede


sintetizar en los siguientes puntos:

a) El trabajo es la única fuente de valor.


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b) El capital es un constante robo al trabajador.


c) El capitalismo va hacia la ruina porque la humanidad se dirige fatalmente a la proletarización.
d) Esto llevará a la victoria inevitable del proletariado.
e) Para ello es necesario crear en los trabajadores la conciencia de clase.

7.3.2.- VALOR DE USO Y VALOR DE CAMBIO.- Marx distingue entre valor de uso y valor de
cambio. El primero proviene de la utilidad. Es esencialmente cualitativo e intrínseco al objeto, pero
independiente del trabajo. El segundo es el que tiene una cosa para ser cambiada por otra en el
mercado. Es esencialmente cuantitativo y extrínseco al objeto, porque proviene totalmente del trabajo.
Lo único común entre los objetos para que puedan ser intercambiados es el trabajo. Entonces el
único valor verdadero es el de cambio porque proviene del trabajo. De hecho -piensa Marx- sin
trabajo nada hay común entre las mercancías, por tanto, ningún valor de cambio; y sin valor de
cambio no hay economía. Si todo valor de cambio proviene del trabajo, el trabajador tiene derecho
absoluto sobre tal valor. Por ello el capital es un robo, porque el empresario se enriquece con trabajo
no pagado al trabajador. El capital es la plusvalía acumulada; es un trabajo no remunerado.

7.3.3.- SUSTITUCIÓN DE LA PROPIEDAD PRIVADA POR LA PROPIEDAD COLECTIVA.- Hay que


crear la conciencia de los trabajadores para que exijan lo suyo a fin de que los capitalistas
explotadores sean despojados de lo que tienen. La propiedad privada será sustituida por la propiedad
colectiva. De aquí la lucha de clases. Pero el proletariado triunfará porque unirá su conciencia
agresiva con la de todos los trabajadores del mundo. El Manifiesto del Partido Comunista termina con
el conocido eslogan: “proletarios de todos los países, uníos” que en la mente de Marx era un principio
práctico: la revolución obrera debe ser internacional o no se hará.

El comunismo es la solución de los problemas económicos y de todos los problemas. Con el


comunismo habrá paz y fraternidad en el mundo que será el paraíso en la Tierra -pensó Marx-.

7.4.- CONCLUSIÓN

Según José Rubén Sanabria, profesor de Ética de la Universidad Nacional Autónoma de México,
mencionamos lo siguiente:

7.4.1.- ACERCA DEL CAPITALISMO.- Sin achacar todos los males y desgracias al capitalismo
(además de falso sería injusto) sí tenemos que decir que el capitalismo es inhumano: un régimen que
pretende acumular riquezas sin importarle los millones de personas que padecen de hambre y viven
en la más degradante miseria, no puede ser humano.

El capitalismo es una dictadura en la que el hombre es oprimido, degradado. El bien común es


desconocido o despreciado, por lo que es imposible el equilibrio social. El bien particular por encima
del bien común, es una aberración.

El derecho de propiedad privada es natural, pero no es absoluto sino que tiene una función social que
hay que respetar. En cambio, el capitalismo convirtió el derecho en privilegio y se dedicó a extorsionar
al trabajador.

El capitalismo es fundamentalmente materialista y busca el máximo posible de riqueza porque ellas


abren la puerta a los placeres, que son la única felicidad. Hermosa ecuación para un ser racional,
como es el hombre: dinero, igual a placer, placer, igual a felicidad.
El Papa Pulo VI y otros Pontífices han condenado el capitalismo y lo consideran una desgracia y un
sistema nefasto.

Tenemos que defender, no el trabajo, instrumento al servicio del capital, sino el capital al servicio del
trabajo; no la primacía del capital sobre el trabajo, sino la primacía del trabajo sobre el capital; no las
ganancias solamente para el capital sino para los que trabajan para que se den: trabajadores y
empresarios; no el lujo insultante de unos pocos, contra la degradación y miseria de las masas, sino
una vida digna y humana de todos; no el culto del dinero con menosprecio de la persona sino la
persona, fuente de trabajo, como lo más sagrado que hay en la naturaleza. Ante todo el hombre como
persona.

Teóricamente se puede rechazar el capitalismo, sin embargo, en la práctica, muchísimos trabajan y

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viven únicamente para el dinero y para el placer. El neocapitalismo conserva la misma finalidad
materialista del capitalismo: su móvil es el dinero. Por ello no es exagerado afirmar con Leclerq que
“uno de los aspectos de la desmoralización de los tiempos presentes es la invasión del espíritu de
lucro, que invade todas las profesiones, dando un realce excesivo a las profesiones cuyo fin es la
ganancia. Las profesiones de dinero y los hombres de dinero son los príncipes de nuestra sociedad, y
su espíritu penetra las profesiones cuya nobleza procedía precisamente de no tener la misma
finalidad. Ganar el más dinero posible se convierte en el único objetivo concebible del trabajo para
una masa cada vez más numerosa, y las profesiones tienden a jerarquizarse en conformidad con las
ganancias que nos proporcionan. El cebo del lucro envenena la sociedad.

El capitalismo en su forma nueva (neocapitalismo) sigue siendo un sistema inhumano. Con cuanta
razón escribía R. Martín Du Grad: "¡el mundo capitalista es in-de-fen-di-ble! ¡Estableció entre los
hombres relaciones inhumanas...! ¡Es un mundo donde todos los valores son falsificados, donde el
respeto a la persona ya no tiene sitio, donde el interés es el único móvil, donde el sueño de todos es
enriquecerse! ¡Un mundo donde las potencias del dinero ostentan un poder monstruoso, engañan a
la opinión por medio de la prensa a sueldo y subyugan al mismo Estado!, ¡un mundo en el cual el
individuo, el trabajador es reducido a cero!

7.4.2.- ACERCA DEL SOCIALISMO.- También el socialismo es categóricamente materialista. Es


positivista. En este sistema, lo mismo que en el capitalismo y en el marxismo, el hombre se reduce a
homo oeconomicus, producto de la economía. A pesar de sus apariencias de humanismo, el
socialismo contiene los mismos errores que el capitalismo y establece, además, la dictadura
económica. El capital, en vez de estar en manos de los particulares, está en manos del Estado. Las
consecuencias son las mismas: el capitalista es el que manda. Cuando el Estado es el único
capitalista, el trabajador sólo cambia de capataz.

El Estado absorbe a la persona -totalitarismo- y ésta pierde su libertad. Además, cuando el


socialismo proclama la abolición de la propiedad privada de los medios de producción está
proclamando algo antinatural y antihumano. Por último, el socialismo, al dar al Estado una autoridad
absoluta, está justificando la supresión de las libertades individuales. La historia lo atestigua. La
persona vive alienada, no a un particular, sino al Estado.

Con todo, el socialismo, como reacción al liberalismo, produjo algunos efectos positivos, como
interesarse por el ser humano y restituir al Estado su función de promotor y guardián del bien común.
La reacción -antítesis- fue ciertamente exagerada, pero tuvo el mérito de provocar la síntesis que
todavía estamos esperando.

7.4.3.- ACERCA DEL COMUNISMO.- En la actualidad ya se profesa un neomarxismo porque


espíritus tan lúcidos como Milovan Djillas, H. Lefébre, R. Garaudy, G. Lucáks, J. P. Sartre, A. Camus
y H. Marcuse, entre otros, han visto los errores del marxismo ortodoxo y han señalado sus
contradicciones. Para nuestro propósito basta recordar solamente unos cuantos puntos.

El determinismo materialista e histórico conduce necesariamente al fatalismo, al “fijismo”. Con razón


decía Sartre: “desde hace dos años...la sombra del marxismo oscurece la historia; es que ha dejado
de vivir con ella e intenta, por conservadurismo burocrático, reducir el cambio a la identidad”.

El concepto de valor es completamente ilógico e inconsistente, tanto que ya casi ningún marxista lo
defiende. ¿Quién puede admitir que el único valor es el de cambio y que proviene totalmente del
trabajo? El mismo Marx confesó: “el trabajo... no es la única fuente de los valores de uso producidos
por él o en la riqueza material”.
El marxismo económico está totalmente desligado de la realidad. Es una pura abstracción sin
contacto con la economía vivida. La praxis resultó traicionada. Tanto que los observadores aseguran
que el comunismo soviético, realización de la doctrina marxista, es ya un capitalismo de Estado. Por
otra parte el comunismo ruso, se aparta cada vez más del marxismo. Lo dice A. Camus: “La historia
del comunismo ruso desmiente sus principios”.

El comunismo se puede resumir en dos palabras: contradicción y utopía. Contradicción entre


materialismo y dialéctica, entre materialismo histórico y voluntad de revolución, entre historia
dialéctica o historia cerrada, entre interés por el hombre y desprecio por la persona, entre dictadura y
libertad.

El comunismo de Marx tiene muy poco de científico porque se funda en simples postulados, exige un
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acto de fe. Con razón Sartre llegó a decir: “he visto conversiones al materialismo: se entra en él como
en una religión”.

Como filosofía el comunismo ha fracasado, lo mismo que una realización social. Y sin embargo, sigue
siendo una peligrosa tentación. En la mente de muchos ejerce atractivo singular. Lo ejerce porque se
ha convertido en mito, porque ha dejado de ser una ideología para convertirse en religión. Para los
que anhelan que acabe la injusticia en el mundo, el comunismo es un estímulo poderoso, pero
olvidan las implicaciones que contiene. De todos modos, el comunismo es un reto lanzado a las
personas de buena voluntad.

Marx había profetizado que el comunismo sería la solución de todos los problemas. La profecía no se
ha cumplido porque el hombre no es el abstracto homo oeconomicus que soñara Marx, es mucho
más. Por ello, aún los que siguen creyendo en el marxismo no pueden ocultar su decepción.

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UNIDAD # 4

ÉTICA PROFESIONAL
OBJETIVOS OPERACIONALES
Al concluir el estudio de la presente unidad, usted estará capacitado para:

 Analizar los elementos que sirven de base para plantear una Ética profesional.

 Definir a la Ética profesional y a la Deontología profesional.

 Determinar el esquema de una Ética profesional.

 Precisar la Ética del Abogado, considerando sus áreas de acción, en base a las concepciones de
la Ética general y profesional.

 Distinguir el perfil del profesional del Derecho, en relación con las otras profesiones liberales.

 Valorar la función intrínseca del Abogado, como colaborador positivo de la comunidad.

 Identificar principios y normas fundamentales adecuadas para generar y optimizar las buenas
relaciones con los compañeros de faena, los magistrados de justicia, el cliente y la comunidad.

 Analizar, cuestionar y practicar las diferentes normas éticas aplicables al Abogado.

 Enunciar el decálogo de las relaciones humanas.

CONTENIDOS
1.- PLANTEAMIENTO DE UNA ÉTICA PROFESIONAL
1.1.- DEL CONTEXTO SOCIAL AL TEXTO ÉTICO
1.2.- ÉTICA O DEONTOLOGÍA PROFESIONAL
1.3.- LO QUE TRATAN LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS
1.4.- LA ÉTICA PROFESIONAL: ENTRE EL CORPORATIVISMO Y LA FUNCIÓN SOCIAL
HUMANIZADORA
1.5.- ESQUEMA DE UNA ÉTICA PROFESIONAL
1.5.1.- EL PROFESIONAL Y SU ETHOS (PRINCIPIO DE BENEFICENCIA)
1.5.2.- EL USUARIO DE LOS SERVICIOS PROFESIONALES Y SUS
DERECHOS (PRINCIPIO DE AUTONOMÍA)
1.5.3.- LA SOCIEDAD Y LA INTEGRACIÓN DE PERSPECTIVAS
(PRINCIPIO DE JUSTICIA)
1.6.- EL PAPEL DE LOS EXPERTOS, DE LOS AFECTADOS Y DE LOS RESPONSABLES EN
LA TOMA DE DECISIONES ÉTICAS
1.6.1.- EL PAPEL DE LOS EXPERTOS
1.6.2.- EL PAPEL DE LOS AFECTADOS
1.6.3.- EL PAPEL DE LOS RESPONSABLES EN LA TOMA DE DECISIONES
ÉTICAS
2.- PERFIL DEL ABOGADO
2.1.- INTRODUCCIÓN
2.2.- OBJETIVOS DE LA CARRERA DE DERECHO
2.3.- COMPETENCIAS

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3.- ROLES DEL PROFESIONAL DEL DERECHO


3.1.- DEL ABOGADO
3.2.- DEL ADMINISTRADOR DE JUSTICIA
4.- NORMAS ÉTICAS APLICABLES AL PROFESIONAL DEL DERECHO
4.1.- CÓDIGO DE ÉTICA DEL ABOGADO
4.2.- DECÁLOGOS DEL ABOGADO
4.2.1.- DECÁLOGO DEL ABOGADO, DE J. E. COUTURE
4.2.2.- DECÁLOGO DEL ABOGADO, DE ÁNGEL OSSORIO Y GALLARDO
5.- DECÁLOGO DE LAS RELACIONES HUMANAS

DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- PLANTEAMIENTO DE UNA ÉTICA PROFESIONAL
1.1.- DEL CONTEXTO SOCIAL AL TEXTO ÉTICO

En los últimos tiempos, que según se mire pueden contarse en decenios o incluso en siglos, la Ética
ha recorrido un camino de progresiva descontextualización. A la versión utilitarista de la Ética sólo le
importaban los resultados calculados en términos de experiencias satisfactorias de un bienestar
creciente y generalizado. El contexto sólo cuenta en función de ese resultado. Y la versión
deontológica, más actual, se conforma con insistir en que se respeten la dignidad y los derechos de
cada ser humano como fin en sí. Aquí tampoco los contextos cuentan mucho.

La falta de contexto hace que la Ética pierda realidad y deje de estar en condiciones de hacer
propuestas viables de humanización de la vida de los seres humanos. Cuando eso sucede, la Ética
cae en un moralismo que enuncia cosas deseables sin llegar a decir cómo se puede pasar de lo
existente a lo deseable. Con ello el discurso ético se convierte en un lugar para soñar mundos
alternativos o para descalificar los existentes.
No conviene embarcarse en un discurso moralizante acerca de cómo tendrían que ser las cosas. No
nos vamos a dedicar exclusivamente a dibujar el mundo del trabajo profesional desde los ideales
éticos. Posiblemente la imagen que dibujásemos, al contrastar con lo que conocemos que ocurre en
la realidad, llevaría al desánimo, al sentimiento de impotencia. Ese sentimiento es algo muy difundido
en los contextos del ejercicio profesional efectivo. Trataremos de plantearnos cómo podemos vivir esa
realidad que no nos gusta sin dejarla del todo como está, tratando de mejorarla en lo posible.

El contexto tiende a hacerle funcional a la Ética al servicio de finalidades adaptadas a lo que él mismo
facilita y promueve. Una de las manifestaciones de dicha funcionalización consiste en una conciencia
ética profesional que promueve fines, proclama ideales o promulga normas ajenas a los contextos, sin
decir como pueden hacerse operativas sin salirse de él. El sistema parece que obliga a optar entre
adaptarse y salirse de él. El contexto unas veces hace imposible y otras secuestra la Ética poniéndola
al servicio de las funcionalidades sociales existentes.

Lo que se menciona sobre el contexto social de las profesiones merece que nos lo tomemos muy en
serio. Pero es sólo el contexto social; en él tenemos que escribir nuestro texto ético. La descripción de
lo que hay no cierra la cuestión de lo que puede hacerse; la descripción de una situación no dice
nunca la última palabra acerca de nuestras posibilidades de actuación en ella. O encontramos la
forma de empalmar esas dos perspectivas, el texto y el contexto, o lo único que haremos será
generar una Ética para nuestras charlas de café y para desahogamos de nuestras frustraciones. La
realidad irá por otro sitio, ajena a nuestros comentarios y desahogos.

1.2.- ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL


«Ética» y «Deontología» son dos palabras que a veces se presentan como intercambiables. Hasta
cierto punto suelen serlo, pues tratan de hablar de lo mismo. Aquí vamos a distinguirlas, a marcar las
diferencias, aunque sin separarlas radicalmente, tratando de mostrar la necesaria complementariedad
de perspectivas que representan.

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La Ética profesional se centra ante todo en el tema del bien: qué es bueno hacer, al servicio de qué
bienes está una profesión, cuál es el tipo de bien que busca como finalidad la abogacía, la medicina,
la arquitectura, la sicología clínica, la ingeniería, el trabajo profesional de los farmacéuticos o de los
periodistas, etc. En otros términos la Ética profesional aborda los actos morales de los profesionales;
esto es, el comportamiento moral de un profesional en el ejercicio de su profesión

La deontología profesional se ocupa ante todo de deberes y obligaciones (deon en griego significa
deber), busca formular un conjunto de normas exigibles a todos los que ejercen una misma profesión.

Sin la perspectiva Ética, la deontología se queda sin su horizonte de referencia. No acaba de quedar
claro el sentido y el por qué de las normas deontológicas; no se ve claro hacia dónde apuntan, qué
clase de bien tratan de conseguir. La deontología exige actuaciones. La Ética propone también y pide
motivaciones.

Las normas no son superfluas. El bien es siempre un predicado -no saturable-: nunca es ni será
posible dar una enumeración exhaustiva o caracterización completamente precisa de lo bueno.
Nunca será posible entregar a un ordenador el criterio ético que lo sea de verdad; algunos criterios
éticos, sí; algunas operativizaciones de criterios éticos, también; pero tras haber establecido cualquier
criterio ético operativo, seguirá siendo posible y necesario preguntar: ¿No hay más posibilidades?,
¿hay otras modalidades de lo bueno?

El bien es pluriforme; tiene muchas facetas. De ahí que no sea exigible a todos en todos sus
aspectos. Por eso hacen falta normas. Ellas tratan de salvaguardar unos mínimos obligatorios para
todos, compartidos por todos, que pueden y deben ser interpretados por todos en los mismos
términos y que a todos se deben aplicar con idénticos criterios. Sin normas no hay universalidad ni
igualdad en las exigencias; sin igualdad y universalidad en las cuestiones necesarias, la cooperación
social consagra y legitima desigualdades y arbitrariedades. La deontología habla de lo que es
vinculante para todos. De los espacios abiertos y plurales que quedan para el bien, se ocupa la Ética.

La Ética tiene como instancia última la conciencia individual. La deontología se mueve más en el
campo de lo que es aprobado por un colectivo. Se puede apelar a la propia conciencia del deber de
cada profesional, pero lo normal es que cuando se habla de deontología profesional se entienda por
tal los criterios compartidos por el colectivo profesional y normalmente convertido en texto normativo
por el correspondiente colegio profesional. Los colegios profesionales representan a los
profesionales; por eso no es extraño que en la redacción de sus normas mezclen la defensa de
intereses del propio colectivo profesional.

1.3.- LO QUE TRATAN LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS

En primer lugar enuncian deberes para con la profesión. De una o muchas maneras todos los códigos
deontológicos hablan en primer lugar de la competencia profesional y de la correspondiente
responsabilidad de los profesionales. El que es competente, tiene que ser responsable. Responde o
debe responder de su nivel de capacitación profesional, y tiene la obligación de hacer bien aquello
que le compete. No se puede desentender de ello.

El buen profesional tiene que ser competente en aquello en que consiste precisamente su profesión.
Esa competencia ha sido adquirida tras un largo esfuerzo de estudio y socialización, una especie de
rito de iniciación necesario para ser admitido dentro del colectivo profesional. No se es abogado si
uno es el único abogado. No se puede ser sicólogo clínico y ser el único sicólogo clínico en el
mundo... Se es profesional por pertenecer a un grupo de profesionales; y para pertenecer a ese
colectivo hay que haber pasado por una preparación prolongada.

Ser competente y ser experto significa inicialmente lo mismo. Pero competencia significa además el
ámbito en el cual uno es competente. El concepto ya no es tanto técnico como jurídico. Uno es
competente en aquello que a uno le compete; decimos que un juez, o un tribunal, son competentes o
no para entenderse de tal asunto o caso.

Una de las cosas que presuponen y regulan o tratan de regular los códigos deontológicos es cuál es
el ámbito de competencia de la propia profesión; qué es lo que cae dentro y qué es lo que queda

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fuera de su ejercicio; cuándo alguien tiene licencia para ejercer esta profesión; y cuándo no está
facultado para ejercerla, de modo que si la ejerce, es un intruso.

Esto plantea la cuestión de la demarcación de competencias. En principio cada profesión busca el


monopolio del ejercicio profesional en el ámbito de su competencia. Pero dicho monopolio no está
consolidado de la misma manera en todas las profesiones ni en todos los países y culturas dentro de
la misma profesión. Los conflictos no se resuelven siempre en los mismos términos, ni responden a
una lógica puramente teórica. Cirugía y medicina, por ejemplo, han sido durante siglos profesiones
diferentes y enfrentadas. El médico que hacía el juramento hipocrático se comprometía a no practicar
la cirugía. Llega un momento en que la cirugía avanza y plantea a la medicina una fuerte
competencia. El conflicto se resuelve haciendo que la cirugía pase a ser una especialidad de la
medicina. Los cirujanos desde entonces son médicos.

Entre psicólogos y psiquiatras existe hoy también un problema de delimitación de competencias;


también entre psicólogos y pedagogos. Los ingenieros y arquitectos tienen el monopolio de la firma
de proyectos constructivos, cada quien en su área; los economistas, en cambio, no han logrado
acotar un campo de competencias profesionales exclusivas.

Entonces, competencia y responsabilidad constituyen el primer núcleo temático de los códigos


deontológicos profesionales.

El segundo núcleo se ocupa de regular las relaciones entre los profesionales: la necesidad de
pertenecer al colegio profesional para poder ejercer la profesión dentro de un determinado territorio,
cómo se adquiere la condición de colegiado facultado para ejercer dicha profesión y cuáles son los
supuestos que hacen perderla transitoria o definitivamente, los deberes de solidaridad para con los
colegas y los familiares de éstos. Son elementos de cohesión y de status del colectivo profesional.

El tercer núcleo temático que abordan los códigos deontológicos es el de los deberes y obligaciones
para con los clientes o usuarios de los servicios profesionales.

Las cosas se complican cuando se trabaja en organismos y empresas. Los códigos se hacen desde
presupuestos de autonomía e independencia en el ejercicio profesional que en muchas ocasiones no
responden a la realidad. Las profesiones se ejercen hoy predominantemente en contextos
corporativizados.
El conjunto de actividades que constituye una profesión, se propone alcanzar determinado tipo de
bienes o predeterminado tipo de servicios en relación con determinado tipo de problemas recurrentes.
Ese tipo de servicio, ese tipo de finalidad que se persigue de forma institucionalizada por los
profesionales, ése es el núcleo orientador para juzgar éticamente los temas profesionales.

1.4.- LA ÉTICA PROFESIONAL: ENTRE EL CORPORATIVISMO Y LA FUNCIÓN


SOCIAL HUMANIZADORA
Antes de entrar en el núcleo ético habría que decir una palabra sobre el corporativismo profesional.
No siempre es ético todo lo que reluce. Hablar de Ética profesional no es siempre un discurso
inocente; menos aún cuando se ha puesto de moda. Puede y suele ser un discurso interesado.

En el mundo profesional se repite algo de lo que Maquiavelo decía del político en su obra El Príncipe.
“No es necesario, ni siquiera conveniente, que el príncipe sea siempre bueno. Para conquistar,
conservar y aumentar el poder, conviene que unas veces lo sea y otras no. Así le amarán y le
temerán y él hará en cada momento el cálculo que le convenga, se servirá de la proporción cambiante
de amor y miedo que las circunstancias aconsejen. Tiene entonces que ser capaz de ser bueno y
capaz de no serlo. Lo que sí es necesario es que parezca bueno”. Con otras palabras, parecer éticos
es socialmente rentable, sobre todo cuando uno está dispuesto a no serlo.

El creciente interés por formular normas éticas para las empresas y para los diferentes colectivos
profesionales, puede responder a necesidades de imagen corporativa; una forma de captar la
confianza del público. Sin un mínimo de confianza mutua las relaciones sociales no fluyen,
degeneran; y al decaer la estimación mutua decae también la autoestima. Toda profesión necesita
imagen, aprecio, reconocimiento social de las capacidades técnicas de los profesionales, y también
de su comportamiento ético. Cuando se busca sólo el éxito económico y el reconocimiento social, a

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veces basta con que aparezca cierta imagen de honradez; no es necesario que esa imagen se
corresponda con la realidad, con tal de que esa discrepancia no sea conocida.

En ocasiones los códigos deontológicos y las consideraciones éticas que se hacen en el ámbito
profesional parecen más aptos para proteger o promocionar la imagen, el status de los profesionales,
y para legitimar su monopolio, que para garantizar un buen servicio a los potenciales clientes y
usuarios. Unas cosas que se exigen y reivindican son muy plausibles desde el punto de vista ético,
habida cuenta de la funcionalidad del servicio profesional que se pretende prestar en cada caso; pero
otras son lisa y llanamente un secuestro patrimonialista del ejercicio profesional. En concreto, el juicio
sobre la calidad de los servicios profesionales rara vez se ejerce con sentido de servicio y autocrítica;
se establece un muro protector de silencio, tras el que se alberga un feudo de impunidad para las
deficiencias y negligencias profesionales. Se elude de forma sistemática el ejercicio efectivo del
autocontrol y la protección de los usuarios de los servicios profesionales frente a dichas deficiencias y
corruptelas. El axioma básico del corporativismo es que lo que es bueno para la profesión, es bueno
para los clientes o usuarios de la misma. Dudar de esto constituye una ofensa para el orgullo
profesional.

Para que, efectivamente, la profesión sirva para lo que dice servir, no basta que las regulaciones
deontológicas y los considerandos éticos sean correctos y plausibles en teoría; hay que tratar de
garantizar en la práctica que se apliquen efectivamente en beneficio de un buen servicio
profesionalizado; distinguiendo eso de las proclamas que tan sólo tratan de proteger la imagen, los
intereses y el status del colectivo profesional y de cada uno de sus miembros.

Una anécdota que puede iluminar lo que se intenta decir: una conocida cooperativa farmacéutica
tiene como eslogan publicitario el siguiente: «Repartimos salud.» Lo que reparten son medicamentos,
que son más caros y menos preciosos que la salud. Es verdad que los medicamentos se administran
para mejorar la salud, pero también es igualmente verdad que en ocasiones la estropean en lugar de
mejorarla, y en otros no se muestran eficaces. En cualquier caso proporcionan beneficios económicos
a quienes los fabrican y a quienes los venden. Equiparar el reparto de medicamentos con el reparto
de salud es confundir la salud con la medicación.

No hay que confundir nunca las instituciones con lo que con ellas se busca. Cuando las confundimos
perdemos la capacidad de juzgar si son buenas o malas, útiles o perniciosas, si sirven a los fines para
los que se establecieron o a otros menos confesables. De la misma manera no hay que confundir las
normas y proclamaciones éticas de un colectivo profesional con el fin al que se pretende que sirva
dicha profesión.
Las profesiones tienden a definir sus actos profesionales en términos de prestación de asistencia, no
en términos de resultados garantizados. El profesional tiende a decir que ha cumplido cuando ha
hecho las cosas como se hacen entre los colegas de su profesión; y por lo mismo suele
desentenderse de los resultados, por quedar éstos fuera de su control y responsabilidad. Sin
embargo, es en función de esos resultados deseables para lo que existe esa profesión; por referencia
a esos resultados (no siempre garantizables del todo) se juzga un buen ejercicio profesional.

Sería injusto exigir responsabilidades cuando la profesión no puede garantizar esos resultados; pero
tampoco hay que renunciar a mantener la tensión Ética que supone juzgar la profesión por lo que
hace y los resultados que obtiene en términos del servicio y finalidad para los que dicha profesión
está instituida, y no sólo por los procedimientos y actos institucionalizados de prestación de asistencia
tipificados y cobrados con independencia del resultado que obtiene.

1.5.- ESQUEMA DE UNA ÉTICA PROFESIONAL


Diego García, un famoso escritor español sobre el tema de la Ética, en su obra Fundamentos de
Bioética, estructura la bioética en torno a tres grandes principios: el principio de beneficencia, el
principio de autonomía y el principio de justicia. Esos tres principios están de alguna manera
representados por las tres instancias que, en términos muy genéricos, intervienen en las actuaciones
relacionadas con la vida profesional: el profesional, el cliente y la sociedad. En vista de que el estudio
que realiza este autor es generalizable a cualquier profesión, lo compartimos en los siguientes
apartados.

1.5.1.- EL PROFESIONAL Y SU ETHOS (PRINCIPIO DE BENEFICENCIA). El profesional es


profesional en la medida en que pertenece a un colectivo de profesionales que «profesan» estar al
servicio de un determinado bien que tratan de conseguir por los medios técnicos, con los

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conocimientos científicos disponibles, etc. Al abordar los temas de una Ética profesional lo primero
que hay que plantearse es la finalidad a cuyo servicio se supone que está la actividad profesional en
cuestión, qué bienes se supone que produce o intenta producir, qué servicios presta o intenta prestar.
El ejercicio profesional de la medicina lo que pretende es cuidar y restablecer la salud de las personas
con arreglo a los saberes y técnicas disponibles en un momento histórico determinado. El fin del
ejercicio profesional del sicólogo clínico es estar presente en todos los momentos de la vida de la
persona y en todas sus acciones, ya en función de asesoramiento para potenciar y mantener la salud
integral o para restablecer en casos de alteraciones biológicas, sicológicas y sociales; el fin del
ejercicio profesional del juez es la administración de justicia conforme a las leyes; el fin del ejercicio
profesional del abogado es el asesoramiento, defensa y representación de la persona de su cliente en
relación con las leyes, los tribunales, la administración de justicia, etc. El bien que se obtiene
ejerciendo bien una determinada profesión constituye el mejor criterio para decidir quién es un buen
profesional tanto en el sentido de su competencia técnica como, en principio, de su Ética.

En nuestra sociedad existen muchas actividades en las que no acabamos de saber para qué sirve lo
que hacemos o a quién dañamos cuando lo hacemos mal. Por ahí tendría que empezar todo
planteamiento de una Ética profesional: ¿a quién y para qué sirve el ejercicio de una determinada
profesión? Eso a veces se nos escapa, lo perdemos de vista, no es fácil decirlo, sobre todo cuando
no hablamos en abstracto sino en concreto.

Este punto de partida de la reflexión Ética sobre la actividad profesional se pierde a veces de vista.
Como ejemplo de ilustración analicemos la siguiente anécdota: en una hora de clase un profesor pidió
a los alumnos que se presentasen diciendo no sólo el nombre y el título de lo que hacían, sino que
tratasen de decir escuetamente cuál era su contribución, a qué estaban intentando contribuir con su
trabajo. Una chica que trabajaba de contadora en una institución dijo: «trabajo para que las cuentas
estén claras y la gente cobre a tiempo a fin de mes». Esta persona tenía clara conciencia de aquello a
lo que tendía su trabajo, lo que estaba en juego en lo que ella hacía. Para que las cosas estén claras,
la contabilidad debe estar bien llevada, de forma que en cualquier momento sea posible comprobar
dónde ha ido esta partida, quién recibió la otra, etc. También es importante hacerlo con tiempo
suficiente como para que se hayan podido poner las firmas en su sitio y se hayan podido ejecutar a
su tiempo las órdenes de pago, etc. Así podrá cobrar la gente a tiempo a fin de mes.

En relación con el fin y con el modo, con las técnicas y los saberes con que cuenta la actividad en
cuestión, es como se define lo que es un buen profesional, técnicamente competente y moralmente
responsable. El principio fundamental que rige estas relaciones es el de beneficencia o actuación en
beneficio (nunca en perjuicio) del cliente, del usuario de cada servicio profesional. Es decir, se trata
de prestar el servicio que se supone que presta el buen profesional. Desde esta perspectiva el cliente
o el usuario es el beneficiario de la actuación profesional.
ALASDAIR MAcINTYRE en su libro Tras la virtud, distingue entre actividades y prácticas.
Actividades serían cualquier cosa que hacen las personas buscando cualquier tipo de fines.
Prácticas serían aquellas actividades cooperativas que persiguen, lo que este autor llama bienes
intrínsecos. Bienes intrínsecos son aquellos que por estar íntimamente ligados a una práctica sólo
pueden conseguirse ejerciendo bien dicha práctica.

Dinero se puede conseguir de muchas maneras. Pero construir casas con arreglo a los conocimientos
científicos y las técnicas disponibles, y por lo mismo con las garantías exigibles en un momento dado,
es algo que sólo se puede hacer practicando competente y honestamente la arquitectura. Asesorar
jurídicamente a una persona o a una empresa, defender sus intereses y derechos, representarla, etc.,
es algo que sólo se hace bien, ejerciendo con competencia y honestidad la abogacía. Ampliar los
conocimientos científicos metodológicamente controlados en un área del saber es algo que sólo se
puede hacer investigando en dicha área. La arquitectura, la abogacía, la investigación son prácticas;
como también lo son otras muchas actividades profesionales.

Las profesiones son prácticas o pretenden hacer una aportación funcional específica a algún tipo de
prácticas. Las prácticas, por ser actividades cooperativas recurrentes y relevantes para muchos,
suelen estar ampliamente institucionalizadas. Las prácticas necesitan institucionalizarse y al hacerlo
necesitan y a la vez proporcionan bienes extrínsecos como son el dinero, el poder, el prestigio o el
status. La institucionalización del ejercicio profesional requiere recursos económicos, requiere una
cierta acumulación de poder, requiere un cierto prestigio, un cierto status y eso serían bienes
extrínsecos.

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Si empiezo jugando al ajedrez porque me gusta, el placer de jugar al ajedrez con otro que también
juega bien, es un bien intrínseco; sólo se puede conseguir jugando bien al ajedrez. Si somos muchos
los que disfrutamos jugando al ajedrez tendremos que comprar más tableros de ajedrez, organizar
torneos, necesitaremos locales, tal vez fundemos un club de ajedrez. En ese club, entre partida y
partida, nos tomaremos una copa, nos sentaremos a charlar unos con otros... Llegará un momento en
que nuestros contactos en el club de ajedrez podrán servir para pedir una recomendación para que
admitan a un hijo, sobrino o nieto en el Colegio XXXX o en la Universidad XXXX... Son problemas
colaterales al conocimiento y amistad que se ha creado en el club de ajedrez... Relaciones de poder,
prestigio, status... No todas tienen por qué ser malas, pero ya no son el puro bien intrínseco de
disfrutar jugando al ajedrez.

No hay que tener un concepto demoníaco ni del dinero, ni del poder, ni del prestigio o del status. Son
ambiguos... Sólo son demoníacos cuando terminan pervirtiendo el asunto, cuando en el club de
ajedrez lo de menos es el ajedrez; es un lugar social de encuentro de personas de determinado nivel
económico, social y cultural para gestionar sus contactos, su status, estar entre sí, etc. Se exige, por
ejemplo, una cuota muy alta para que no vengan quienes no puedan o quieran pagarla, aunque sean
buenos jugadores de ajedrez.

Ese es uno de los grandes problemas del ejercicio profesional, donde habría que centrar el tema del
corporativismo. Las profesiones entran en escena para estar al servicio de unos determinados bienes.
El servicio permanente de esos bienes requiere recursos económicos, institucionales, de poder, de
status, de imagen y existe continuamente el peligro de «hacer trampas». El bien intrínseco se pierde,
se corrompe cuando se hacen trampas. La trampa, incluso no descubierta, en el juego de ajedrez o
en cualquier práctica profesional (médica, jurídica, sicológica, investigadora, etc.) hace que ninguna
de esas prácticas sea lo que es y valga por lo que vale.

Es posible conseguir bienes extrínsecos sin participar en determinadas prácticas, o haciendo trampas
en lo que se hace. Nuestra sociedad está montada sobre los bienes extrínsecos. Coincidimos sólo en
lo cuantificable, en aquellas cosas que consisten en repartir recursos, dinero, prestigio, etc. En
cambio los bienes intrínsecos están marginados.

1.5.2.- EL USUARIO DE LOS SERVICIOS PROFESIONALES Y SUS DERECHOS (PRINCIPIO DE


AUTONOMÍA).- El principio de beneficencia, al proclamar la actuación profesional en beneficio del
cliente o usuario, no hace más que consagrar una evidente e inevitable falta de simetría: la que existe
entre el benefactor y el beneficiario. El profesional sabe mejor lo que le conviene a quien acude a él;
por eso se acude a él, y él actúa en bien de quien acude a él.
Cuando el ejercicio profesional trata de atenerse sólo al principio de beneficencia, lo absolutiza, y al
absolutizarlo cae en el paternalismo o en la tiranía. El profesional (como el padre adulto de un niño
que aún no ha llegado a la madurez) sabe mejor lo que le conviene al cliente o usuario, le protege
incluso frente a sus propias ideas o ignorancias; se tiende a ver al cliente o usuario como un niño, se
le infantiliza. Su obligación es hacer lo que le digan; pues se actúa por su bien.

Esto es algo que, en la abogacía y la medicina, se ha dado mucho, y que en otras profesiones
también puede darse. La desigualdad que genera el ser experto en proporcionar aquello que el otro
necesita y no puede obtener por sus propios medios, suele desembocar en una situación en que esa
jerarquía se extrapola a todo el sistema de relaciones; se desconecta el punto de vista del usuario o
cliente y queda reducido a mero destinatario u objeto de la acción del profesional.

Para corregir esto hay que hacer intervenir el segundo principio de la Ética profesional: el principio de
autonomía. Este principio se gesta y articula en la cultura jurídica y en la mentalidad política
occidental de los últimos doscientos años.

El cliente o usuario de los servicios profesionales no es meramente objeto o destinatario (beneficiario)


de esos servicios. Es alguien que tiene que decir una palabra, es sujeto de derechos que debe ser
respetado, tomado en consideración, informado... Cuando se tiene en cuenta el principio de
autonomía, el profesional no es el único que define e interpreta su propia actuación; entra en diálogo
con el usuario, toma en consideración su punto de vista, establece con él unos pactos, unos acuerdos
acerca de las prestaciones profesionales. El usuario es interlocutor adulto (o es representado por
quienes pueden serlo en su nombre, por ser los más allegados), tiene la oportunidad de decir si

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quiere esto o prefiere lo otro. El usuario es sujeto protagonista de lo que con él se hace o se va a
hacer; entiende la acción del profesional como subordinada a sus propios planteamientos, como
contribución necesaria e importante para seguir su propio modo de entender la vida. Es él el que
debidamente informado debe decidir acerca del servicio o prestación que se le ofrece.

1.5.3.- LA SOCIEDAD Y LA INTEGRACIÓN DE PERSPECTIVAS (PRINCIPIO DE JUSTICIA).- El


profesional y el usuario de sus servicios no se encuentran, y menos hoy, en un espacio infinito y
neutro en el que ellos se mueven a sus anchas sin interferencias extrañas, sin cortapisas ni
limitaciones. Hoy es cada vez más frecuente el ejercicio profesional en el marco de organizaciones,
instituciones y empresas. No es lo mismo el médico que tiene su propia consulta que el médico que
trabaja en un hospital de la Seguridad Social. Un psicólogo que trabaja en la selección de personal de
una empresa tiene que compaginar sus obligaciones de profesional competente y honesto en relación
con la persona que acude a él, con las obligaciones contraídas con la empresa que le emplea y le
paga. Así como, no es lo mismo el abogado que tiene su propio bufete que el abogado que trabaja
como asesor jurídico en una empresa pública.

El ejercicio profesional tiene lugar en un espacio social, con recursos escasos, con necesidad de
compatibilizar o jerarquizar demandas plurales, ya que no es posible dar la razón a todos y ofrecer a
cada uno lo que desea o le conviene. Hay que hacer intervenir criterios de justicia. Ya no es la mera
competencia profesional con su criterio de beneficencia la que decide acerca de una buena actuación
profesional; tampoco basta el interés y los derechos de los usuarios. Hay que introducir un principio
de justicia para arbitrar una distribución racional y justa de recursos escasos en orden a conseguir
fines múltiples y que deben ser jerarquizados para ser atendidos en la medida de su importancia,
urgencia, posibilidades, etc.

Si el presupuesto de un hospital tiene que ser empleado preferentemente en un programa de


prevención de la esterilidad o de fecundación humana asistida, no es una cuestión sobre la que baste
la opinión de los afectados que dicen «yo quiero...», ni sólo la de los médicos que dicen «yo
puedo...», Hay que articular criterios de justicia para responder a la pregunta ¿Qué es justo para
todos cuando no hay recursos para satisfacer las demandas de todos?

La Ética profesional entronca entonces con la Ética social al hacer intervenir criterios de justicia, en
orden a marcar prioridades y distribuir recursos escasos. Sin eso la Ética profesional carece de
criterios para hacer frente a las desmesuradas demandas de los profesionales que quieren más
medios y las desmesuradas reclamaciones de los usuarios que quieren más y mejores prestaciones.
Hay que tener en cuenta el marco social, las necesidades de todos y los recursos disponibles a la
hora de establecer prioridades con criterios de justicia.
1.6.- EL PAPEL DE LOS EXPERTOS, DE LOS AFECTADOS Y DE LOS RESPON-
SABLES EN LA TOMA DE DECISIONES ÉTICAS

En los planteamientos de Ética profesional, en los comités de Ética, en los debates públicos sobre
estos temas, hay que intentar escuchar y hacer oír estas tres voces: la voz de los expertos, la voz de
los afectados y la voz de los responsables.

1.6.1.- EL PAPEL DE LOS EXPERTOS.- En toda decisión compleja acerca de una actuación
profesional hay que tener en cuenta, por supuesto, el punto de vista de los profesionales; ellos son,
por hipótesis, competentes en los temas de su profesión. Lo que se sabe de derecho, de medicina de
sicología, de arquitectura, de ingeniería, etc., lo saben los juristas, los médicos, los sicólogos, los
arquitectos, los ingenieros, etc., respectivamente. Y si hay profesionales que no saben, son otros
colegas de su misma profesión quienes, en principio, mejor pueden juzgar acerca de su ignorancia o
incompetencia.

Quien al plantearse cualquier problema en el que intervienen o pueden intervenir profesionales, no


tiene en cuenta lo que pueden aportar los expertos, corre el riesgo de ignorar elementos muy
decisivos de dicho problema. Hay, pues, que tener en cuenta a los expertos profesionales para
acertar en las decisiones acerca de asuntos de su competencia.

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Ahora bien, eso no significa que sean ellos los únicos que tengan voz y voto en estos asuntos.
Cuando se deja todo en sus manos, es fácil que caigan en el secuestro corporativo de los asuntos, en
la ideología del profesionalismo. Las operaciones serán técnicamente perfectas, aun cuando los
enfermos se mueran. Hemos aludido anteriormente al paternalismo como la forma de dejar
exclusivamente en manos de los expertos las decisiones. Esas decisiones afectan a otros; por eso
hay que hacer intervenir el punto de vista de los afectados, sea que ellos mismos estén en
condiciones de articularlo, sea que su punto de vista y sus intereses sean articulados por otros que
los representan.

1.6.2.- EL PAPEL DE LOS AFECTADOS.- El punto de vista de los afectados y lo que desde esa
perspectiva se puede aportar tiene y debe tener un peso específico insustituible. Eso no convierte a
los afectados en expertos, pero sí añade elementos centrales que hay que tener en cuenta en las
tomas de decisiones. Al fin y al cabo lo que busca la actuación profesional es el beneficio del cliente,
la utilidad de los usuarios.

Tampoco conviene absolutizar esta perspectiva. Los afectados son los que tienen el problema; pero
la solución no pueden proporcionarla; no tienen para ello ni conocimientos ni recursos. Cuando todo
se enfoca desde este punto de vista puede haber gran empeño en los resultados finales, pero no se
acaba de saber qué medios hay que poner para lograrlos. Se cae fácilmente en un moralismo estéril o
sentimental. El discurso que se hace sólo desde esta perspectiva sirve para descalificar actuaciones,
pero no para solucionar problemas.

1.6.3.- EL PAPEL DE LOS RESPONSABLES EN LA TOMA DE DECISIONES ÉTICAS.- Como se


ha dicho anteriormente, expertos y afectados no se encuentran ni en un espacio extra-social ni en un
paraíso de recursos y posibilidades ilimitadas. Tiene que existir una perspectiva en la que se articulen
las múltiples necesidades e intereses, con las posibilidades y recursos disponibles conforme a
criterios de justicia. Eso es lo que toca hacer a los responsables políticos en el ámbito de toda la
sociedad y a los directivos en los niveles institucionales. Ellos tendrán, por supuesto, que estar
asesorados por los expertos y deberán tener en cuenta a los afectados. Cuando no se puede llegar a
todos, hay que arbitrar fórmulas para que los recursos se distribuyan razonable y equitativamente
conforme a criterios de justicia.

Tal vez por eso sea tan difícil y compleja una Ética profesional en una sociedad como la nuestra en la
que cada cual vive en su mundo y casi sólo escucha a los que piensan más o menos como él, por
vivir las situaciones desde contextos y perspectivas semejantes. No sería pequeño servicio el que
puede prestar la Iglesia a este mundo fragmentado: reunir a los dispersos en un nuevo y cotidiano
Pentecostés en el que hablando cada cual su propia lengua diferente, todos llegasen a entenderse.
2.- PERFIL DEL ABOGADO
2.1.- INTRODUCCIÓN

En la presentación del Plan de Estudios, de alguna manera se hace una introducción al perfil del
Abogado, es por ello que en esta parte transcribimos algunos temas importantes:

La Comisión que elaboró el Plan de Estudios de Derecho, tuvo como objetivo: establecer un Plan que
esté acorde a la evolución sufrida por el Derecho y a la realidad social de la población ecuatoriana;
así como la de un perfil profesional que satisfaga los requerimientos del estudio jurídico.

La formación en valores, de los derechos humanos, de una cultura de paz, en relación con la praxis
jurídica, van a dar como resultado profesionales técnicamente preparados, comprometidos con el ser
humano y sus necesidades; al tiempo que se constituirá en un facilitador de mecanismos alternativos
para la solución de conflictos que no necesariamente serán judicializados; sino que, a través de
diálogos dirigidos se procurará acuerdos en equidad que serán satisfactorios para las personas que
acudan a recibir orientación profesional de nuevos Abogados que se formen en la Universidad
Católica de Cuenca.

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La concepción del Abogado será también enfocada hacia el litigio, ya que es parte del ejercicio
profesional.

El nuevo Plan de Estudios está dirigido a conseguir profesionales éticos, libres, críticos, lógicos,
técnicos y solventes en conocimientos teóricos y prácticos; para lograr este propósito será necesario
que desde el inicio de la carrera se utilice un lenguaje técnico, jurídico y una metodología sencilla, ágil
y dinámica que permita la interrelación de la teoría con la práctica jurídica con el fin de lograr la
compenetración del educando en la rama del Derecho.

Los profesionales estarán capacitados para afrontar esos nuevos cambios en el Derecho y
adecuadamente formados en los actuales sistemas procesales que desconflictivicen la sociedad y la
conduzcan por rumbos de orden, de libertad, de democracia, de justicia y de paz.

2.2.- OBJETIVOS DE LA CARRERA DE DERECHO

 Capacitar en los ámbitos ético, científico, humanístico e investigativo a los futuros abogados y
juristas, en el más amplio sentido y con visión de ejercicio profesional en todas las líneas jurídicas y
políticas.

 Formar profesionales, con conocimientos de las ciencias y técnicas jurídicas e investigadores, con
el fin de que comprendan el desarrollo del conocimiento jurídico, que utilicen el Derecho como
normador y transformador positivo de la sociedad y que apliquen y elaboren leyes con sentido ético
y humanístico.

 Forjar abogados éticos comprometidos con la libertad, la justicia y la paz, acordes con las
circunstancias y retos de la vida nacional e internacional, a fin de contribuir a la construcción de un
nuevo y mejor orden social.

2.3.- COMPETENCIAS

La carrera propende a formar personas que sean capaces y eficientes en el desempeño de su profesión
y tareas concretas; solidarias con el ser humano en sus necesidades, mediante la prestación de
servicios como teóricos y técnicos del Derecho.

a) Las competencias básicas que deberán ser logradas por los futuros profesionales, durante
su período de formación son:

 Utilizar la investigación-estudio-acción como estrategia de aprendizaje, trabajo académico y práctica


profesional.
 Identificar en dónde y cómo encontrar los instrumentos y datos necesarios para resolver los
problemas prácticos que se le presenten en su formación académica y ejercicio profesional.

 Investigar sobre tópicos jurídicos, tanto en temas exclusivamente normativos, como en los que
abarquen los comportamientos materiales regulados por la Ley, mediante métodos
multidisciplinarios.

 Practicar y fomentar actitudes, hábitos y valores que conjuguen la interrelación del ser humano con
su ambiente, con el fin de que pueda estar acorde con las nuevas corrientes del pensamiento.

 Estar profundamente ligados a las necesidades espirituales y materiales del País, a la tradición
histórica y a la defensa de los valores nacionales, comprendiendo que el Derecho es el más
importante regulador de la vida social.

 Entender al Derecho como un sistema integrador universal y su aplicación en la sociedad


ecuatoriana.

b) Estas competencias se plasmarán en tanto y en cuanto se posibilite la formación de las


siguientes características:

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 Actitud y aptitud para la investigación y el manejo de las técnicas jurídicas para vincularlas al
aprendizaje y a la práctica del Derecho.

 Capacidad de interrelación personal y aptitud para el trabajo grupal y participativo.

 Interés por la resolución de los problemas de la comunidad.

 Equilibrio emocional.

3.- ROLES DEL PROFESIONAL DEL DERECHO


En todas las sociedades, el área del Derecho es muy amplia; en tal virtud el campo ocupacional del
Abogado de los Tribunales de Justicia de la República, dada su preparación interdisciplinaria, tendrá
muchas opciones desde el libre ejercicio profesional hasta los más altos niveles de dirección, asesoría,
consultoría y de servicio comunitario local, regional y nacional. Así como también su trabajo profesional
será solicitado por empresas, organismos, gremios, instituciones: públicas y privadas, nacionales e
internacionales.

3.1.- DEL ABOGADO

El manual de profesiones de nivel superior, señala que el Abogado “es el profesional que, gracias a
su preparación académica, se halla técnicamente capacitado para contribuir a la solución de
conflictos sociales, mediante la aplicación y el empleo del sistema legal, bien sea buscando evitar la
producción del conflicto, bien juzgándolo o bien reclamando la protección legal para uno de los
intereses en juego”.

Según Oswaldo Rivera, el Abogado es un profesional que administra las leyes opinando acerca del
Derecho, estudiando la naturaleza humana y sus diferentes problemas, para cumplir con elevado
ideal de justicia, sus grandes postulados pensando en la dignidad profesional, rectitud y honestidad.

Sus condiciones oratorias, conocimiento de las partes, voluntad de acción, dominio de las leyes,
responsabilidad, capacidad retentiva, paciencia y serenidad, agilidad en la réplica, claridad y orden en
el estilo, hacen de este profesional base de justicia y libertad.

El Abogado dispondrá de una amplia cultura jurídica y vocación, con las cuales ejercitará plenamente
la defensa de la justicia, exponiendo los hechos con la verdad. Así la sentencia será un éxito. Si un
Abogado no domina el conocimiento de las leyes, no mantiene la independencia e imparcialidad
frente a la defensa y desinterés frente a las maniobras y especulaciones, no sabrá mantener incólume
la sagrada majestad de la justicia.
Los estudiosos del Derecho, afirman que en el orden doctrinario, el profesional del Derecho, debe
relacionar el derecho natural y el derecho civil para evitar los relativismos morales; en el orden social
debe considerar que el producto de la cultura regula la marcha de las sociedades, por ello, sus
pronunciamientos serán rectos y combatirán los delitos y los negociados. Para defender la justicia, su
alto dominio y sus convicciones resplandecerán de amor social. El Abogado interpretará
serenamente las quejas y falsedades de los testigos y cómplices, evitando las artimañas y recursos
artificiales para ganar el pleito, aprovechándose del complicado sistema jurídico actual.

En consecuencia, es indefectible una auténtica conciencia profesional para resistir a las llamadas
tentaciones. Un espíritu pusilánime no puede imponerse frente a complicadas defensas. La
vigorosidad y temple de ánimo y el dominio de sí mismo, le transformarán en profesional probo,
enérgico, humano y flexible.

Termina Rivera Villavicencio, indicando que, el Abogado necesita concentración y memoria fidedigna,
inteligencia práctica, pero también pensamiento abstracto, a fin de que pueda abstraer, inferir,
relacionar los hechos y planificar la defensa. Su campo exige superación y altura de procedimientos;
pues, el encadenamiento creador le permitirá practicar la justicia y responder fielmente a su misión
cuya estatura moral le ofrecerá éxitos permanentes.

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3.2.- DEL ADMINISTRADOR DE JUSTICIA

El Poder Judicial es el organismo que administra justicia a través de los abogados que han
demostrado vocación, honestidad, experiencia, estudio profundo del derecho y de las leyes. Afirma
Rivera, que, en estos profesionales, transformados en magistrados, está la administración de justicia,
cuya actividad se desarrolla dentro de contenidos sociológicos del derecho civil, penal y otras formas
que confluyen en un solo cuerpo y afianzadas las bases del derecho abren y se aplican de manera
veraz sin sacrificar ninguno.

Para los magistrados, todos los derechos se sintetizan en el derecho humano y se desarrollan a
conciencia, libre de influencias políticas interesadas. Primará la concepción filosófica por la cual se
analizarán las circunstancias de la vida en plena relación jurídica donde ese derecho, sujeto, objeto y
nexos, encuentren equilibrio jurídico, nada de desventajas para unos y beneficios para otros. La
doctrina incluirá las materias que contribuirán a la aplicación de la justicia con investigación acertada
y ocupación teleológica y axiológica. No es procedente que muchos casos queden en la impunidad y
en el silencio porque son altas autoridades que han cometido graves irregularidades contra el Estado
y el pueblo.

La tarea de administrar justicia merece ponderación a toda prueba porque de sus decisiones
ajustadas estrictamente a la verdad jurídica, a la penetración de la libertad, al tratamiento imparcial,
surge el equilibrio de las sociedades.

Los magistrados, personas preparadas, operan sin desdoblar la personalidad con la ciencia jurídica,
la investigación, la integridad y una heroica consagración al bien y a la justicia, para que las
sociedades se sientan seguras, lejos del grosero utilitarismo, las influencias y la falta de probidad.

4.- NORMAS ÉTICAS APLICABLES AL PROFESIONAL DEL


DERECHO
Según nuestro criterio, a continuación reproducimos el Código de Ética Profesional “Avellán Ferrés”,
aprobado por la Federación Nacional de Abogados del Ecuador, durante su III Asamblea Nacional, en
febrero de 1969; los Decálogos del Abogado, de J. E. Couture y de Ángel Ossorio Gallardo; y, los
Diez Mandamientos de las Relaciones Humanas, que el profesional del Derecho, debe considerarlas
para el cumplimiento cabal de su profesión, con apego a las normas éticas. Es recomendable que el
estudiante de Derecho y el Abogado conozcan también la “Ley de Federación de Abogados del
Ecuador”, publicada el 7 de marzo de 1974, en el Registro Oficial Nº 507 y la “Ley para el
Juzgamiento de Tinterillos”, publicada el 6 de noviembre de 1961, en el Registro Oficial S-356.
4.1.- CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL DEL ABOGADO “AVELLÁN FERRÉS”

SECCIÓN PRIMERA
PRINCIPIOS

ART. 1º.- El abogado es un servidor de la justicia y un colaborador de su administración; la esencia


de su deber profesional consiste en defender diligentemente los derechos de sus clientes, con estricta
sujeción a las normas jurídicas y morales.

ART. 2º.- El abogado mantendrá incólume el honor y la dignidad profesional. No solamente


comporta un derecho sino además un deber, observar por todos los medios lícitos la conducta
irregular de los jueces, funcionarios públicos y colegas, estando obligado moralmente a denunciarla a
las autoridades competentes o a so correspondiente Colegio de Abogados.

ART. 3º.- El abogado tiene libertad para aceptar o rechazar los asuntos que se le proponga
patrocinar sin necesidad de expresar los motivos de su resolución. Al decidirse, prescindirá de su
interés personal, cuidando que no influya en su ánimo el monto pecuniario del asunto, ni el poder, ni
influencia, que puedan variar su criterio o torcer la rectitud de la justicia, o la fortuna del adversario.

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No deberá aceptar la defensa de casos, ni opinar sobre ellos cuando en los mismos o en otros
conexos ha intervenido con anterioridad como juez o ha actuado directa o indirectamente a favor de
la parte contraria. Igualmente debe excusarse de intervenir cuando en lo esencial no esté de acuerdo
con el cliente sobre el planteamiento y desarrollo del asunto, así como cuando tuviere que sostener
tesis contrarias a sus convicciones.

ART. 4º.- El abogado no podrá aconsejar actos dolosos, afirmar o negar con falsedad, hacer citas
inexactas, incompletas o maliciosas, ni realizar acto alguno que estorbe la buena administración de
justicia.

ART. 5º.- Falta al honor y a la ética profesional, el abogado que en el ejercicio de su profesión,
directa o indirectamente, cohecha a un empleado o funcionario público o lo trata en alguna forma
extraviarlo o perturbarlo en el fiel cumplimiento de sus deberes. El abogado a quien conste un hecho
de esta naturaleza, tiene el deber de hacerlo conocer al Colegio al que está asociado.

ART. 6º.- La profesión de abogado impone defender gratuitamente a los pobres, sea que éstos los
soliciten directamente o cuando medie nombramiento de oficio. El incumplimiento de este deber,
salvo excusa justificada, es falta grave que desvirtúa la esencia misma y afecta el alto concepto de la
abogacía.

ART. 7º.- El abogado es libre para decidir si se hace cargo de la defensa de un acusado, cualquiera
que fuere su opinión personal sobre la culpabilidad de éste; pero, habiéndola aceptado, debe emplear
en ella todos los medios lícitos y morales a fin de obtener mejor resultado de su gestión.

ART. 8º.- El abogado que patrocine una acusación sobre un hecho penal ha de considerar que su
deber primordial le impone no tanto obtener condena sino que se establezca la verdad y prime la
justicia.

ART. 9º.- Para la formación decorosa de cliente el abogado debe cimentar una reputación de
capacidad profesional y de honorabilidad, evitando la búsqueda de clientes por medio de desleal
competencia con sus colegas o por terceras personas con esa única finalidad.

ART. 10º.- No está de acuerdo, con la dignidad profesional, el hecho de que un abogado
espontáneamente ofrezca sus servicios o emita opinión sobre determinado asunto, con el propósito
de provocar un pleito o de obtener un cliente.

ART. 11º.- Falta a la dignidad profesional el abogado que habitualmente absuelva consultas o emita
opiniones por conducto de periódicos, radio o cualquier otro medio de publicidad sobre casos de
interés particular, fueren o no gratuitos sus servicios.
ART. 12º.- Guardar el secreto profesional es un deber y un derecho del abogado. Con respecto a los
clientes, el secreto profesional supone un deber que perdure en lo absoluto, aún después de que
haya dejado de prestarle sus servicios, y como un derecho ante los jueces y demás autoridades por lo
mismo llamado a declarar como testigo, debe el letrado acudir a la citación, si fuere de ley, y negarse
a contestar las preguntas que lo lleven a violar el secreto profesional o lo exponga a ello.

ART. 13º.- El abogado no debe intervenir en asuntos que puedan conducir a revelar un secreto ni lo
utilizará en provecho propio o de su cliente, las confidencias que haya recibido en el ejercicio de su
profesión.

ART. 14º.- El abogado no debe usar de la prensa para discutir los asuntos que se le encomienden ni
publicar en ella piezas de autos, salvo para efectuar rectificaciones cuando la justicia o la moral lo
exijan o cuando el litigio sea contra el Estado y verse sobre una garantía que se considere violada.

SECCIÓN SEGUNDA
RELACIONES DE LOS ABOGADOS CON LOS
TRIBUNALES Y DEMÁS AUTORIDADES
ART. 15º.- El abogado deberá en todo momento prestar su apoyo a la Magistratura, cuya alta función
social requiere estar asistida por la opinión forense.
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ART. 16º.- Es deber del abogado procurar a través de su Colegio, que los nombramientos de
Magistrados se informen exclusivamente en la aptitud para el cargo con exclusión absoluta de
consideraciones políticas o conciertos personales. Igualmente debe denunciarse a su Colegio los
casos de Magistrados que carezcan de algún requisito legal para desempeñar el cargo.

ART. 17º.- Es deber del abogado abstenerse de ejercitar influencia sobre el juzgador sea apelando a
vinculaciones políticas o de amistad, sea usando recomendaciones, aprovechándose de superiores
jerárquicos o en cualquier otra forma distinta a la de convencer con razonamientos.

ART. 18º.- Ningún abogado debe permitir que se usen sus servicios profesionales o su nombre, para
facilitar o hacer posible el ejercicio de la abogacía por quienes no están legalmente autorizados para
ello.

ART. 19º.- Es deber del abogado hacia su cliente servirlo con eficacia y empeño para que haga valer
sus derechos sin temor a la animadversión de las Autoridades, ni a represalias de cualquier género.

ART. 20º.- El abogado debe aconsejar con prudencia, cuidando de no exagerar las probabilidades de
éxito para evitar que el cliente se sienta inclinado a litigar. Por lo contrario, deberá informarle de los
riesgos, incertidumbre y demás circunstancias que puedan comprometer el buen resultado del caso.
El abogado debe favorecer siempre una justa transacción y cuando antes de la controversia se
presentare la oportunidad de un arreglo satisfactorio, el abogado aconsejará al cliente que lo prefiera.

ART. 21º.- El abogado debe informar inmediatamente a quien solicite sus servicios de sus relaciones
con la otra parte, de cualquier interés que tuviere en el asunto y en general de las circunstancias en
que se encuentra y que puedan considerarse adversas a quien demanda su patrocinio.

ART. 22º.- Una vez aceptado el patrocinio de un asunto, el abogado no podrá renunciarlo sino por
causa justificada que haya sobrevenido o que sea conocida con posterioridad a la aceptación.

ART. 23º.- El abogado ha de velar porque su cliente guarde respeto tanto a los Magistrados y
funcionarios, cuanto a la contraparte, a sus abogados y porque no realice actos indebidos. Si el
cliente persiste en su actitud reprochable, el abogado debe renunciar el patrocinio.

ART. 24º.- Al regular sus honorarios el abogado debe tener presente que el objeto esencial de la
profesión es servir a la justicia y colaborar en su administración, sin hacer comercio de ella. Debe
cuidar que su retribución no peque por exceso ni por defecto, pues ambos modos son contrarios a la
dignidad profesional.

ART. 25º.- No es recomendable que el abogado convenga con el cliente en costear los gastos del
litigio.
ART. 26º.- El abogado no podrá habitualmente adquirir directa ni indirectamente bienes en los
remates judiciales.

ART. 27º.- Entre abogados debe primar fraternidad que enaltezca la profesión y respeto recíproco,
sin que influya en ellos la animadversión de las partes. Se abstendrán cuidadosamente de
expresiones malévolas e injuriosas y de aludir antecedentes personales, ideológicos, políticos o de
otra naturaleza, de sus colegas.

El abogado debe ser caballeroso con sus colegas y facilitar la solución de inconvenientes
momentáneos cuando por causas que no le sena imputables como ausencia, duelo o enfermedades,
o de fuerza mayor, estén imposibilitados de actuar. No ha de apartarse ni por apremio de su cliente
de los dictados de la decencia y del honor.

ART. 28º.- El abogado podrá realizar convenios o transacciones con la contraparte sólo con la
intervención del abogado que haya patrocinado a ésta.

ART. 29º.- El abogado no podrá intervenir en un asunto ya iniciado, sin previa comprobación de que
el cliente ha notificado el cambio de patrocinio a su anterior defensor, salvo que le conste que éste ha
renunciado porque se encuentra imposibilitado de seguir ejerciendo. En todo caso tiene la obligación

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de recomendar al cliente que abone o reconozca los honorarios del colega a quien ha sustituido y de
cerciorarse de que su recomendación ha sido atendida.

El abogado no debe realizar gestiones para desplazar a un colega o sustituirlo en cualquier cargo
profesional.

ART. 30º.- No debe interpretar el abogado como falta de confianza que el cliente le proponga la
intervención de otro letrado en el asunto que le ha recomendado, y por regla general ha de aceptarse
esta colaboración. Si el primer abogado objetare la propuesta, el segundo se abstendrá de intervenir,
pero éste podrá hacerse cargo del patrocinio si el anterior defensor se aparta del asunto.

Cuando los abogados que colaboran en un caso no pueden ponerse de acuerdo respecto de un
punto fundamental para los intereses de un cliente, le informarán, francamente a éste del conflicto de
opiniones, a fin de que resuelva. Su decisión se aceptará a no ser que la naturaleza de la
discrepancia impida cooperar en debida forma con el abogado cuya opinión fue rechazada. En este
caso deberá solicitar al cliente que lo releve.

ART. 31º.- Sólo entre abogados de la misma parte está permitida la distribución de honorarios
siempre que se base en la colaboración para la prestación de los servicios y en la correlativa
responsabilidad.

ART. 32º.- Es deber imperativo del abogado prestar con entusiasmo y dedicación, su concurso
personal para el mejor éxito de los fines colectivos del Colegio a que pertenezcan. Los encargos o
comisiones que le fueren confiados serán aceptados y cumplidos, pero con causa justificada podrá
excusarse.

ART. 33º.- Las normas de este Código rigen el ejercicio de la abogacía en toda su extensión. Ni la
especialización profesional ni circunstancia alguna eximirán de aplicársela. Si entre el abogado y el
cliente existe otra relación además de la profesional, también es obligatorio que observe
escrupulosamente los deberes que este Código impone.

El abogado al matricularse en su respectivo Colegio deberá hacer promesa solemne de cumplir


fielmente las disposiciones de este Código.

Todo abogado tiene la obligación ineludible de cumplir los principios y normas de este Código por su
honor y por su profesión. Y al matricularse en su respectivo Colegio deberá hacer promesa solemne
de someterse a ellos.

Dado en la ciudad de Guayaquil, a los veinte y dos días del mes de febrero de mil novecientos
sesenta y nueve, en la Tercera Asamblea de la Federación Nacional de Abogados del Ecuador.
4.2.- DECÁLOGOS DEL ABOGADO

4.2.1.- DECÁLOGO DEL ABOGADO, DE J. E. COUTURE

ESTUDIA El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serás


cada día un poco menos abogado.

PIENSA El Derecho se aprende estudiando y se ejerce pensando.

TRABAJA La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

LUCHA Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día en que encuentres en conflicto
el Derecho con la justicia, lucha por la justicia.

SE LEAL Para con tu cliente al cual no debes abandonar hasta que comprendas que
es indigno de ti. Leal para con el adversario aún cuando él sea desleal para
contigo. Leal para con el juez que ignora los hechos y debe confiaren lo que

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tu dices y que, en cuanto al derecho, una que otra vez, debe confiar en el que
tu le invocas.

TOLERA Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres sea tolerada la
tuya.

TEN PACIENCIA El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.

TEN FE Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana;


en la justicia como el destino normal del Derecho; en la paz como sustitutivo
bondadoso de la justicia, y sobre todo ten fe en la libertad sin la cual no hay
Derecho, ni justicia, ni paz.

OLVIDA La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu


alma de rencores llegará un día en que la vida será imposible para ti.
Concluido el combate olvida tu victoria como tu derrota.

AMA TU PROFESIÓN Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te
pida un consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que
se haga abogado.

Después de hacer una exégesis de cada postulado, Couture termina así:

“Estos Mandamientos dejan deliberada imprecisión la línea divisoria de lo real y de lo ideal, de lo que
es y de lo que deseamos que sea.

El abogado está visto, aquí, un poco como lo muestra la vida y otro poco como lo representa la
ilusión. En todo caso, aparece tal como quisiera ser el autor, el día en que pudiere superar todas
aquellas potencias terrenas que obstan, en la lucha de todos los días, a la adquisición de una forma
plenaria de su arte.

Pero la imprecisión en la forma que separa la presencia de la esencia, lo adquirió de lo que aún se
desea adquirir, es inherente a toda meta. Meta es, en sus acepciones latina y griega, sucesivamente,
el término de una carrera y el más allá. Por tal motivo, nunca sabremos en la vida en qué medida la
conquista es un fin o un nuevo comienzo y por virtud de qué profundas razones, en las
manifestaciones superiores de la abogacía, no hay más llegada que aquella que deja abiertos
indefinidamente ante nosotros los cambios del bien y de la virtud.

Es esa, en definitiva, en su último término, la victoria de lo ideal sobre lo real”.


4.2.2.- DECÁLOGO DEL ABOGADO, DE ÁNGEL OSSORIO Y GALLARDO

1. No pases por encima de un estado de tu conciencia.

2. No afectes una convicción que no tengas.

3. No te rindas ante la popularidad ni adules a la tiranía.

4. Piensa siempre que tú eres para el cliente y no el cliente para ti.

5. No procures nunca en los Tribunales ser más que los Magistrados, pero no consientas ser
menos.

6. Ten fe en la razón que es lo que por lo general prevalece.

7. Pon la moral por encima de las leyes.

8. Aprecia como el mejor de los textos el sentido común.

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9. Procura la paz como el mayor de los triunfos.

10. Busca siempre la justicia por el camino de la sinceridad y sin otras armas que la de tu saber.

5.- DECÁLOGO DE LAS RELACIONES HUMANAS


(Tomado de la obra “Ética Profesional” de Oswaldo Rivera Villavicencio,
publicada en su tercera edición, por Tecno-Print, Quito-Ecuador)

1. Hable a las personas amablemente. No hay nada tan agradable como una frase alegre al
saludar.

2. Sonría a la gente; se necesita la acción de 66 músculos para fruncir el ceño y solamente 15 para
sonreír.

3. Llame a las personas por su nombre; la música más agradable para el oído de cualquiera es
oír su propio nombre.

4. Sea amigable y cortés; si va a tener amigos, sea amigable.

5. Sea cordial; hable y actúe como si todo lo que hiciera fuera un placer.

6. Interésese verdaderamente en las personas, puede simpatizar con todos si se lo propone.

7. Sea generoso al halagar y cuidadoso al criticar.

8. Tenga consideración hacia los sentimientos de los demás, se lo agradecerán.

9. Tome en consideración la opinión de los demás; en toda controversia hay tres puntos de vista:
el del otro, el suyo y el correcto.

10. Esté dispuesto a prestar servicio. Lo que más cuesta en la vida es lo que hacemos por los
demás.

BIBLIOGRAFÍA
 CABALLERO, Pablo C. M. Ética, Guayaquil, Editorial La Milagrosa, 1961.

 FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, José Luis y HORTAL ALONSO, Augusto. Ética de las Profesiones,
Madrid-España, Departamento de Publicaciones del Universidad Pontificia Comillas, 1994.

 HERSH, R. REIMER, J. PAOLITO, D. El crecimiento Moral, de Piaget a Kolberg, Madrid, Narcea


S. A. de Ediciones, 1979.

 ORTIZ SEGARRA, Hugo. Axiología y Ética Periodística, Cuenca, Facultad de Estudios por
Créditos de la Universidad Católica de Cuenca, 1997.

 ORTIZ SEGARRA, Hugo. Axiología y Ética Profesional, Cuenca, Facultad de Estudios por
Créditos de la Universidad Católica de Cuenca, 1999.

 ORTIZ SEGARRA, Hugo. Ética Profesional, Cuenca-Ecuador, EDUNICA, 2003.

 RIVERA VILLAVICENCIO, Oswaldo. Ética Profesional, Quito, Editorial Tecno-Print, 1998.

 RODRÍGUEZ LOZANO, V y otros. ÉTICA III, Moral Social y Política, Madrid, Editorial Alhambra,
1986.

 SANABRIA, José Rubén. Ética, México, Editorial Porrúa, S. A., 1980.

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 UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA. Memorias del Congreso


Internacional sobre el Problema de los Valores en Educación a Distancia, San José-Costa Rica,
Editorial de la UNED, 1994.

 CÓDIGO DE ÉTICA PROFESIONAL DEL ABOGADO “AVELLÁN FERRÉS”, Guayaquil-Ecuador,


Colegio de Abogados del Guayas, 1995.

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