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VÍNCULO MADRE – HIJO

El principal vínculo y el más persistente de todos es habitualmente el que se


establece entre la madre y el niño, y se consolida como un vínculo afectivo
cuando existe un amor reciproco entre el recién nacido y su madre. Este vínculo
será la base sobre la cual se desarrollaran los demás vínculos que establecerá
el ser humano con las demás personas a lo largo de vida.

Desde que el bebé está en el vientre, la madre empieza a relacionarse con el


bebé, siente sus movimientos, sus pataditas, le habla y comienza a pensar y a
crearse imágenes sobre él, posteriormente cuando el bebé nace, la madre tendrá
la necesidad tenerlo en sus brazos, de contemplarlo, acariciarlo, mecerlo y
protegerlo. El contacto corporal, el intercambio de miradas y sonrisas entre la
madre y el bebé y todas las expresiones de afecto entre ambos son las que irán
formando el vínculo madre-hijo.

En el momento del parto, la visión de los bebés no es buena, pero en el segundo


en que su madre lo carga y comienza a hablarle, sus ojos se abren y enfocan al
rostro de su mamá instintivamente. Esto es porque desde el vientre, ellos pueden
escuchar la voz de su madre y la pueden distinguir perfectamente de otras voces
extrañas. Cuando nace, sabe quién es su madre y puede sentirle incluso desde
su olor.
Otro recuerdo que tienen los recién nacidos del embarazo tiene que ver con el
movimiento. Al haber estado nueve meses de inquilinos en el vientre materno,
una vez en el mundo les resulta muy reconfortante que sus mamás los carguen
en brazos y caminen.
 LACTANCIA
Cuando el bebé es recién nacido y llora porque tiene hambre, realmente no sabe
qué está pasando, por lo que cuando su madre le provee de la solución mágica
se convierte en su salvadora. Con cada comida, la madre le asegura a su hijo
que siempre va a estar ahí para cuando la necesite. En el momento en que el
bebé se da cuenta de que sus necesidades están siendo atendidas va a
comenzar a llorar menos.
Uno de los primeros objetos en que el bebé va a enfocarse es el rostro de su
mamá. El campo de visión de los recién nacidos es de 12 pulgadas por lo que a
la hora de darle de mamar o la mamadera la cara de su madre es lo único que
va a mirar y de lo que cada día se enamora más.

 ¿CÓMO SE FORMA EL VÍNCULO AFECTIVO MADRE-NIÑO?

El vínculo se desarrolla como consecuencia de las repuestas de la madre ante


las conductas innatas del niño. Desde que él nace, empieza a interactuar con la
madre a través del contacto piel a piel, las miradas y la interacción entre ambos
en el momento de la lactancia. El bebé empieza a reconocer y diferenciar a la
persona que lo acompaña y lo cuida siempre, posteriormente mostrará
preferencia por esa persona, estará contento con su compañía y se disgustará
en su ausencia, éstas son las manifestaciones que indican el desarrollo del
vínculo entre la madre y su hijo.

 IMPORTANCIA DEL VÍNCULO AFECTIVO MADRE-NIÑO

Las investigaciones indican que un vínculo seguro entre la madre y el niño


durante la infancia influye en su capacidad para establecer relaciones sanas a lo
largo de su vida, cuando los primeros vínculos son fuertes y seguros la persona
es capaz de establecer un buen ajuste social, por el contrario la separación
emocional con la madre, la ausencia de afecto y cuidado puede provocar en el
hijo una personalidad poco afectiva o desinterés social.

Según indican estas investigaciones, la baja autoestima, la vulnerabilidad al


estrés y los problemas en las relaciones sociales están asociados con vínculos
poco sólidos. Si las experiencias de vínculo han sido negativas y graves, el ser
humano es más propenso a desarrollar trastornos psicopatológicos. Son las
interacciones madre-niño las que influyen en el desarrollo socio-emocional y en
la conducta actual y futura del menor.

 ESTABLECIENDO UN APEGO SALUDABLE MADRE-HIJO

El apego es considerado como la búsqueda de compañía o proximidad de


alguien, se forma a partir de experiencias de vinculación con la madre o persona
que cuida al niño y es saludable si es que desde el nacimiento se establece un
contacto directo con el bebé. Al mirarlo directamente y acariciarlo mientras está
lactando, estamos brindándole experiencias positivas que van a consolidar una
base segura en su desarrollo emocional.

La lactancia brinda un espacio de contacto íntimo entre la madre y el bebé,


puesto que al succionar se estimula al pezón produciendo la prolactina, sustancia
que estimulará a la vez las conductas maternales, el contacto corporal, el olor, la
voz, las miradas, serán las primeras demostraciones de amor y de comunicación
entre la madre y el bebé. Amamantar ofrece un espacio para el contacto íntimo
y es una forma de compartir amor con el bebé. Es una relación sentimental
basada en contacto, olor, sabor, miradas y el inicio de un diálogo que luego se
producirá a través de las palabras. Por otro lado, la leche materna es especial,
el cerebro se alimenta de nutrientes que consolidan el sistema inmunológico del
recién nacido.

El tomar al bebé en brazos (holding) es otra expresión de apego. Este determina


los procesos de maduración. Cumple esencialmente una función de protección
contra todas las experiencias, a menudo angustiosas, que se siente desde el
nacimiento, ya sean de naturaleza fisiológica, sensorial o las vivencias psíquicas
del cuerpo. Además de la manifestación de estas conductas, es necesario el
establecimiento de la empatía entre los padres y el bebé, comprenderlo, sentir
cuáles son sus necesidades, cuándo está contento y cuándo está molesto, acudir
a su llamado y sostenerlo en brazos hará que calme sus sensaciones de
angustias de naturaleza psíquica o fisiológica.

 EXPRESIONES DEL VÍNCULO

 La alimentación en la acción de amamantar, confluyen la necesidad de dar


satisfacción a un deseo imperioso y la sensación de calidez y ternura que
percibe en el regazo de la madre. El intercambio de miradas y sonrisas, el
tacto delicado de la piel y toda la situación en conjunto le ayudan a sentirse
querido. La alimentación está llena de contenidos de naturaleza afectiva,
social, así como de connotaciones individuales y grupales.

 El llanto del bebé es el primer lenguaje. El adulto tiene que llegar a


comprender lo que quiere decir el llanto. Es muy importante para los padres
aprender a distinguir los distintos llantos. Eso evitará tensiones en el adulto,
que, con frecuencia, acaban transmitiéndose al bebé, complicando y llenando
a menudo de temores las relaciones entre éste y el adulto.

 El estado de vigilancia, a partir de los seis meses, el bebé se da cuenta de


que el sueño es una especie de viaje durante el cual pierde contacto con el
entorno inmediato y con los personajes más importantes para él. Justamente,
alrededor de este momento se instala la angustia de separación, situada
durante el octavo mes de vida. El pequeño se asusta de los extraños porque
los ve como la no-mamá, es decir la ausencia de ella.

 EN TEORÍA DEL APEGO DESTACA BOWLBY


El estatuto primario de los vínculos importantes en el plano afectivo entre los
individuos.La poderosa influencia en el desarrollo de un niño/a de la manera en
la que sea tratado por los padres y especialmente por la figura materna.
La teoría del apego considera la propensión a establecer vínculos afectivos
fuertes con personas particulares como un componente fundamental de la
naturaleza humana, existente en forma embrionaria en el recién nacido,
manteniéndose en la edad adulta hasta la vejez.
Ainsworth lo define de la siguiente manera: "Se entiende por apego el lazo
afectivo que existe entre una persona y otra, un lazo que les une en el espacio y
perdura a través del tiempo. El objetivo comportamental del apego es obtener y
mantener un cierto grado de proximidad con la figura de apego, que puede variar
desde un contacto físico intenso, bajo ciertas circunstancias, a una interacción o
comunicación distal bajo otras" (Ainsworth et al., 1984).
El hecho de dar cuidados, función primordial de los padres, es complementario
del comportamiento de apego y es considerado como un componente
fundamental de la naturaleza humana.
La exploración del ambiente se considera un tercer componente importante del
apego. Cuando un individuo se siente seguro tiende a alejarse de su figura de
apego para explorar. Cuando se siente alarmado y angustiado tiene necesidad
de acercarse. Es la exploración a partir de una base segura. Sólo cuando sabe
que sus padres van a permanecer accesibles y van a responder a su llamada,
un niño se siente bastante seguro para la exploración.
Durante el primer año de vida, el niño manifiesta una serie de reacciones
constitutivas de eso que más tarde será un comportamiento de apego, pero el
esquema organizado de este comportamiento no se desarrolla antes de la
segunda mitad del primer año.
Desde su nacimiento da prueba de una capacidad inicial para entrar en una
interacción social y muestra placer en hacerlo. Al principio, el llanto constituye el
único medio para señalar su necesidad de cuidado y el contento el único medio
de indicar que está satisfecho. La sonrisa influye en su madre a partir del
segundo mes.
El desarrollo del comportamiento del apego, como sistema organizado cuyo
objetivo es el mantenimiento de la proximidad o de la accesibilidad a una figura
materna discriminada, exige que el niño haya desarrollado la capacidad
cognoscitiva de conservar a su madre en la mente, cuando ella no está presente:
esta capacidad se desarrolla en el segundo semestre de la vida. Así, a partir de
los nueve meses aparecen quejas, llantos y protestas ante el extraño.
 HABLA BOWLBY DE TRES ESQUEMAS DE APEGO

 Seguro.
 Angustiado o ambivalente.
 Angustiado evitante.
TRASTORNO DE ANSIEDAD POR SEPARACIÓN DE LA MADRE

La ansiedad por separación es un miedo frecuente en los niños entre los 1 y 6


años. Este término se refiere a las protestas del niño ante la marcha de los
padres o de las personas que asumen este papel, al malestar ocasionado por su
ausencia y a la ansiedad experimentada por la anticipación de su marcha.

Este miedo se da también en otras especies y tiene un valor adaptativo, ya que


disminuye la probabilidad de posibles daños . La frecuencia de la ansiedad por
separación es del 50-75% hacia los 2 años y del 20-40% a los 3 años. Se ha
sugerido que la ansiedad por separación aparece antes y desaparece más tarde
en aquellas culturas en que el niño permanece en estrecho contacto físico con
la madre durante largos periodos y es atendido exclusivamente por ella.

No hay que confundir la ansiedad por separación con el miedo a los extraños.
Un niño puede temer a estos últimos incluso estando cerca de su madre o en
sus brazos, mientras que la ansiedad por separación se da aunque no haya
extraños. Naturalmente, los dos miedos pueden acumularse. En cuanto al
impacto de experiencias de separación forzadas en el comportamiento infantil,
Bowlby ha distinguido tres fases en las respuestas que los niños de 4-6 años
suelen mostrar en situaciones de separación prolongada (hospitalización):

 Protesta: El niño llora, grita y busca activamente a su madre.

 Desesperanza: El niño se muestra triste y retraído, parece haber perdido la


esperanza de ver a su madre.

 Desinterés o desapego: El niño se muestra desinteresado de sus padres y


parece haberlos olvidado. Los efectos negativos desaparecen con el tiempo,
excepto en casos de estrés extremo u hospitalizaciones repetidas.

Es posible que a este patrón de respuesta contribuyan factores inherentes a la


hospitalización tales como estar en un lugar extraño, ser atendido por personas
desconocidas y estar sometido a la realización de pruebas médicas. El malestar
decrece cuando los niños son visitados por sus padres a diario o cuando se les
asigna una persona concreta para cuidarles de forma regular.

La ansiedad por separación también se ha observado en la escolarización por


vez primera. Los niños evitan al maestro, lloran y se agarran a sus madres. A los
10-15 minutos después de que estas se hayan ido la mayoría de los niños se
introducen en las actividades de juego. Los niños menores de 2 años tienden a
mostrar más ansiedad. Otros factores que influyen son la experiencia previa con
grupos de su edad, la presencia de hermanos, la familiaridad con la situación, la
calidad de la relación madre-niño y el comportamiento de la madre durante la
separación.

La pérdida temprana de uno de los padres hace que el niño presente


retraimiento, problemas de sueño y dificultades escolares, pero no síntomas
específicos de ansiedad por separación. Se ha dicho que los niños más
pequeños son menos vulnerables a la pérdida de uno de los TAS/RE - 3 padres,
probablemente porque no comprenden la irreversibilidad de la muerte.

El impacto en el niño de la separación o divorcio entre los padres es difícil de


separar de otras fuentes de estrés asociadas: comer en el colegio debido a que
la madre tiene que trabajar, disminución del tiempo de interacción con los padres
y ajuste a un régimen de visitas determinado, etc. Sin embargo, si los padres
intentan minimizar los cambios bruscos y mantienen una relación positiva con
sus hijos, las reacciones de estos al comienzo de la nueva situación (tristeza,
pérdida, culpa, cólera) tienden a disminuir.

De todos modos, de todas las situaciones que implican la separación del niño
respecto a sus padres, la separación entre los padres es la que parece producir
efectos más negativos en el ajuste psicológico posterior, especialmente si las
relaciones entre padres o entre padres e hijos, después de separarse, son frías
y hostiles. También es posible el fenómeno inverso, que el comportamiento del
niño mejore al crearse una situación familiar más positiva tras la marcha de uno
de los progenitores.

En situaciones de separación forzada, el niño reaccionará más intensamente si


es pequeño, si ha desarrollado una relación insegura con sus padres o
cuidadores, si es expuesto a situaciones de separación impredecible e
incontrolable y si la situación comporta cambios bruscos en el funcionamiento
cotidiano. Al reunirse de nuevo con sus cuidadores tras una separación forzada,
los niños con ansiedad por separación se muestran frecuentemente enfadados
con aquellos y los evitan e incluso los atacan. Esto es especialmente probable
tras separaciones largas y en niños cuyos padres han sido previamente de
carácter airado, inexpresivos o han mostrado rechazo. En los niños, el enfado
viene primero y la evitación (p.ej., mirada ausente, retirada de la mirada)
después, aunque suele alternar con conducta de aproximación.

VÍNCULO
MADRE -
HIJO

TRASTORNO
DE ANSIEDAD
POR
SEPARACIÓN
DE LA MADRE

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