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El Monasterio de Armenteira: lugar de leyendas, inspiración y recogimiento.

Por Valeria Marcon


“Quiero hacer mi casa aldeana
con una solana al oriente,
y meditar en la solana
devotamente”.
Sobre el Dolmen. Valle Inclán.

Llegué al Monasterio de Armenteira por pura casualidad. ¡Bendita casualidad!

Mi meta era llegar a Cambados y luego poner rumbo a la Isla de Arousa, donde había

reservado una mesa para comer en un delicioso y pintoresco restaurante que había

descubierto, también por casualidad, y que me enamoró, no solo por su comida, sino

también por el trato amable de todo su personal. Así fue como vi el cartel que indicaba

«Monasteiro de Armenteira» y giré el volante del coche sin dudarlo. Qué importaba

desviarme de la ruta principal que había tomado desde el hotel ubicado en la Playa de

Montalvo donde me alojaba, y hacer cuatro kilómetros más si estaba segura de que me

esperaba algo sorprendente. Durante el trayecto observé a muchos ciclistas que tomaban

aquella dura ruta de un ascenso pronunciado, tal vez a modo de peregrinación.

Me quedé boquiabierta y emocionada al bajarme del coche y mirar el

impresionante monasterio, donde el paso del tiempo había dejado las huellas de los

diferentes estilos arquitectónicos que lo recuperaron de su deterioro. Después de

contemplar las fuertes columnas del claustro del siglo XVI y la antigua puerta de acceso,

lo único que queda del claustro original, comprendí por qué Ramón Valle Inclán se inspiró

para escribir “Aromas de Leyenda”: el lugar posee una magia que invita al retiro y al

deseo de despojarse de cualquier sentimiento mundano; un espacio de quietud que

trasciende lo efímero y lo cotidiano. Carlos Valle Inclán, hijo del poeta, fundó la

Asociación Amigos de Armenteira y recuperó el conjunto de edificios en el año 1961.

Gracias al rescate, en 1989 la vida cisterciense retornó de la mano de una comunidad de


monjas de Alloz (Navarra), quienes tuvieron el acierto de abrir una hospedería y una

tienda donde venden sus jabones artesanos.

El imponente Monasterio de Armenteira está considerado como una auténtica joya

Cisterciense del siglo XII: austera, sencilla, de robustas dimensiones y sin ornamentos

superfluos. La iglesia constituye la parte original del antiguo monasterio y en ella está

reflejado el espíritu del Císter; orientada al oriente busca los primeros rayos del sol que

simbolizan la llegada de Cristo. A través del rosetón de calados geométricos con formas

de flores, ubicado al fondo de la nave central, este juego de luces y sombras transmite un

gran sentimiento de paz y de recogimiento, que ayuda a distanciarse de aquellos aspectos

ordinarios que pueden perturbar a cualquier visitante.

Definitivamente, la visita al Monasterio de Armenteira valió la pena y estoy

segura de que cualquiera que lo visite llegará a la misma conclusión. Si deseáis más

información, el monasterio cuenta con su página web oficial:

http://www.monasteriodearmenteira.es/

Las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, Gótico Marino con atmósfera romántica.

Retomé la ruta hacia Cambados, sin saber lo que me esperaba. Guiada siempre

por la intuición y los carteles, de nuevo vi señalado un nombre que despertó mi interés en

cuanto llegué a aquel lugar conocido como la capital del Albariño. Se trataba de las

Ruinas de Santa Mariña Dozo. Seguí la señalización por una calle estrecha y de pronto,

en una curva, surgió una imagen que me impactó: un cementerio parroquial en cuyo

centro se alzaban los restos de una antigua iglesia. Sin perder el tiempo, dejé el coche a

buen resguardo y con mi humilde cámara en mano y también con mi Smartphone listo

para capturar fotos, me acerqué a aquella maravilla de lugar.


Se tiene constancia del nombre de Santa Mariña Dozo en el año 1412, durante el

mandato de Lope Sánchez de Ulloa, construida sobre una ermita del siglo XII. Pero,

según las afirmaciones del cardenal Jerónimo del Hoyo (1607), fue fundada por María de

Ulloa y Juana de Hungría en 1502, una cuestión que aceptan algunos autores y que otros

debaten por no concordar las fechas en que ambas damas existieron. Sea como fuere, es

más probable que comenzara a construirse entre los siglos XV o XVI, con terminaciones

del siglo XVII, como testimonian los elementos arquitectónicos y decorativos del lugar.

El hecho de estar rodeadas por un cementerio les da un carácter misterioso y para

nada da la impresión de abandono. Me dieron la bienvenida una torre de planta cuadrada,

la fachada y los arcos que se elevaban hacia el cielo. Caminé por la nave descubierta,

absorta en la decoración de los arcos, a base de pomas y bolas que unifican a todo el

conjunto y que son un tema decorativo en Galicia desde el siglo XII. De pronto, escuché

una voz masculina que me preguntó: «¿Has visto al niño que está esculpido en el segundo

arco, el que tiene la cabeza entre las piernas y muestra el culo?». Me giré en redondo

para encontrarme con José María, un señor muy amable que tenía la costumbre de visitar

las ruinas cada día y se ofrecía a explicar, a quien quisiera escucharle, lo que sabía acerca

de la decoración y de la historia. Ciertamente, en aquel segundo arco, contando desde el

presbiterio, estaba aquella figura grotesca que representa a la Preguiza o Pereza y que

parecía burlarse de todo aquél pasara por allí.

De inmediato, José María se convirtió en mi guía particular. Me llevó a la capilla

de la Anunciación para que viera la escultura de piedra que representaba la Visitación.

Me explicó que todavía se celebraba misa en el Altar Mayor, donde hay un crucifijo y un

altar. Me habló de las figuras de los doce Apóstoles, los pecados capitales y del Misterio

de la Reencarnación. También contó, con gran pesar, que algunos elementos decorativos,

como el Peto de las Ánimas, habían sido víctimas del vandalismo, hallados en lo que
antes fuera un antiguo osario, en la fachada lateral sur. Tal vez aquello ocurrió durante

la restauración en el año 1977.

Las Ruinas de Santa Mariña Dozo fueron declaradas monumento histórico-

artístico en 1943. Es preciso continuar con su conservación para que personas como José

María puedan seguir relatando las leyendas en torno a la mágica iglesia y sus alrededores.

Comer, comer, comer…

Ya estaba bien dispuesta para la comida luego del paseo. No veía el momento de

sentarme en la terracita del Restaurante A Meca, frente al Puerto de Xufre en la Isla de

Arousa. Cuando finalmente lo hice, comenzó la aventura gastronómica. Todo lo que allí

sirven es fresco y de primera calidad, ya que comer pescado implica depender de la pesca

del día. Después de probar muchas cosas –mis kilos lo atestiguan- os puedo recomendar

ampliamente, para comenzar, unos mejillones al vapor deliciosos, luego el arroz con

mariscos. ¡Exquisito sabor y textura! Repleto de mariscos del día. También degusté su

famoso Pulpo a la Illa, con patatas al vapor y un rico y sabroso condimento –ya tengo la

boca echa agua de solo recordarlo-; un sabor imposible de olvidar. Y las navajas… un

manjar digno del dios Neptuno. Para culminar, debéis pedir el flan de queso, especialidad

de la casa. ¡Todos los comensales apuraban a las camareras para que les reservaran uno!

Yo, por supuesto, ya tenía el mío a buen recaudo. ¿Qué os puedo decir? ¡Maravilloso!

La atención del personal es excelente, muy familiar. Este local es pequeño, como

diría yo: un restaurante de batalla, sencillo y bien llevado. Los precios son muy accesibles

y razonables. La calidad, como ya habréis notado en mis apreciaciones, es de la mejor.

Y para que podáis reservar mesa –os lo sugiero ya que siempre está lleno- os dejo

el teléfono de contacto y, por supuesto, la dirección. ¡No olvidéis preguntar por Ángela,

es quien lleva las reservas! ¡Buen provecho!


A Meca Bar Restaurante
Paseo do Cantiño 12,
A Illa Do Arousa (Pontevedra)
Teléfono: 986551551

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