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Mi meta era llegar a Cambados y luego poner rumbo a la Isla de Arousa, donde había
reservado una mesa para comer en un delicioso y pintoresco restaurante que había
descubierto, también por casualidad, y que me enamoró, no solo por su comida, sino
también por el trato amable de todo su personal. Así fue como vi el cartel que indicaba
«Monasteiro de Armenteira» y giré el volante del coche sin dudarlo. Qué importaba
desviarme de la ruta principal que había tomado desde el hotel ubicado en la Playa de
Montalvo donde me alojaba, y hacer cuatro kilómetros más si estaba segura de que me
esperaba algo sorprendente. Durante el trayecto observé a muchos ciclistas que tomaban
impresionante monasterio, donde el paso del tiempo había dejado las huellas de los
contemplar las fuertes columnas del claustro del siglo XVI y la antigua puerta de acceso,
lo único que queda del claustro original, comprendí por qué Ramón Valle Inclán se inspiró
para escribir “Aromas de Leyenda”: el lugar posee una magia que invita al retiro y al
trasciende lo efímero y lo cotidiano. Carlos Valle Inclán, hijo del poeta, fundó la
Cisterciense del siglo XII: austera, sencilla, de robustas dimensiones y sin ornamentos
superfluos. La iglesia constituye la parte original del antiguo monasterio y en ella está
reflejado el espíritu del Císter; orientada al oriente busca los primeros rayos del sol que
simbolizan la llegada de Cristo. A través del rosetón de calados geométricos con formas
de flores, ubicado al fondo de la nave central, este juego de luces y sombras transmite un
segura de que cualquiera que lo visite llegará a la misma conclusión. Si deseáis más
http://www.monasteriodearmenteira.es/
Las Ruinas de Santa Mariña de Dozo, Gótico Marino con atmósfera romántica.
Retomé la ruta hacia Cambados, sin saber lo que me esperaba. Guiada siempre
por la intuición y los carteles, de nuevo vi señalado un nombre que despertó mi interés en
cuanto llegué a aquel lugar conocido como la capital del Albariño. Se trataba de las
Ruinas de Santa Mariña Dozo. Seguí la señalización por una calle estrecha y de pronto,
en una curva, surgió una imagen que me impactó: un cementerio parroquial en cuyo
centro se alzaban los restos de una antigua iglesia. Sin perder el tiempo, dejé el coche a
buen resguardo y con mi humilde cámara en mano y también con mi Smartphone listo
mandato de Lope Sánchez de Ulloa, construida sobre una ermita del siglo XII. Pero,
según las afirmaciones del cardenal Jerónimo del Hoyo (1607), fue fundada por María de
Ulloa y Juana de Hungría en 1502, una cuestión que aceptan algunos autores y que otros
debaten por no concordar las fechas en que ambas damas existieron. Sea como fuere, es
más probable que comenzara a construirse entre los siglos XV o XVI, con terminaciones
del siglo XVII, como testimonian los elementos arquitectónicos y decorativos del lugar.
la fachada y los arcos que se elevaban hacia el cielo. Caminé por la nave descubierta,
absorta en la decoración de los arcos, a base de pomas y bolas que unifican a todo el
conjunto y que son un tema decorativo en Galicia desde el siglo XII. De pronto, escuché
una voz masculina que me preguntó: «¿Has visto al niño que está esculpido en el segundo
arco, el que tiene la cabeza entre las piernas y muestra el culo?». Me giré en redondo
para encontrarme con José María, un señor muy amable que tenía la costumbre de visitar
las ruinas cada día y se ofrecía a explicar, a quien quisiera escucharle, lo que sabía acerca
presbiterio, estaba aquella figura grotesca que representa a la Preguiza o Pereza y que
Me explicó que todavía se celebraba misa en el Altar Mayor, donde hay un crucifijo y un
altar. Me habló de las figuras de los doce Apóstoles, los pecados capitales y del Misterio
de la Reencarnación. También contó, con gran pesar, que algunos elementos decorativos,
como el Peto de las Ánimas, habían sido víctimas del vandalismo, hallados en lo que
antes fuera un antiguo osario, en la fachada lateral sur. Tal vez aquello ocurrió durante
artístico en 1943. Es preciso continuar con su conservación para que personas como José
María puedan seguir relatando las leyendas en torno a la mágica iglesia y sus alrededores.
Ya estaba bien dispuesta para la comida luego del paseo. No veía el momento de
Arousa. Cuando finalmente lo hice, comenzó la aventura gastronómica. Todo lo que allí
sirven es fresco y de primera calidad, ya que comer pescado implica depender de la pesca
del día. Después de probar muchas cosas –mis kilos lo atestiguan- os puedo recomendar
ampliamente, para comenzar, unos mejillones al vapor deliciosos, luego el arroz con
mariscos. ¡Exquisito sabor y textura! Repleto de mariscos del día. También degusté su
famoso Pulpo a la Illa, con patatas al vapor y un rico y sabroso condimento –ya tengo la
boca echa agua de solo recordarlo-; un sabor imposible de olvidar. Y las navajas… un
manjar digno del dios Neptuno. Para culminar, debéis pedir el flan de queso, especialidad
de la casa. ¡Todos los comensales apuraban a las camareras para que les reservaran uno!
Yo, por supuesto, ya tenía el mío a buen recaudo. ¿Qué os puedo decir? ¡Maravilloso!
La atención del personal es excelente, muy familiar. Este local es pequeño, como
diría yo: un restaurante de batalla, sencillo y bien llevado. Los precios son muy accesibles
Y para que podáis reservar mesa –os lo sugiero ya que siempre está lleno- os dejo
el teléfono de contacto y, por supuesto, la dirección. ¡No olvidéis preguntar por Ángela,