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Keller, Hellen, en Blas Padilla Ana y otros. (20139 Bases psicopedagógicas para la inclusión educativa. Madrid.
Consultado:https://www.uam.es/personal_pdi/stmaria/resteban/Archivo/ContDocencia_2012_2013_2T/HelenKeller
.pdf. 22.04.2018.
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Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad, Asamblea General de la ONU, 3 de mayo 2008,
artículo 30 (vida cultural, actividades recreativas, esparcimiento y deporte).
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Respetando la terminología correcta, se habla de personas con discapacidad (intelectual, lectora, motriz, visual,
auditiva, cognitiva), con síndrome de Down, de estatura baja, con movilidad reducida, con visión reducida o resto
visual, con necesidades especiales, es decir, gente que necesita alternativas para su vida cotidiana o personas sin
limitaciones o problemas funcionales.
pueden ser, principalmente, externas, y que producen limitaciones en la actividad o
restricciones en la participación de los individuos.
Un buen comienzo puede ser evaluar la características del sitio elegido (entorno y
arquitectura) y servicios disponibles (transporte y rutas), proponer las acciones
necesarias en un orden de prioridad con cronograma de implementación y
necesidades personales y materiales, elaborar un presupuesto estimado y formar
equipo con un responsable de cada acción así como un listado de entidades y
especialistas a consultar en fase de diseño y montaje para conectar conocimientos,
normativas, estándares vigentes, diseños, servicios, equipamientos y soluciones con
experiencias de usuarios y público, además de establecer contactos y promover
colaboraciones y trabajos en red.
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Algunas reconocidas son: Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad de la Organización de
las Naciones Unidas, 1982 / Organización Mundial con Personas con Discapacidad / Fundación SIDAR-Acceso
Universal / Red Latinoamericana de Organizaciones No Gubernamentales de Personas con Discapacidad y sus
Familias / Red Iberoamericana de Expertos en Discapacidad y Derechos Humanos / Comisión Nacional Asesora
para la Integración de Personas Discapacitadas (CONADIS) y Fundación Rumbos (Argentina).
como medio de transporte para el público joven y físicamente capaz como medida
económica, saludable y ecológica. En este asunto, el diseño industrial tiene mucho
por aportar al idear elementos urbanos como bancos, papeleras, mobiliario y
dispositivos de iluminación adaptables, seguros, sencillos, amables y de alta
usabilidad, masivos, con componentes estéticos de valores específicos inherentes y
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característicos de la actividad, siempre buscando la satisfacción del usuario.
Infraestructura y comunicación
Hay ciertos detalles técnicos que resultan imposibles de ser obviados como la
construcción de pavimentos firmes, regulares y antideslizantes en seco y mojado,
con una superficie lisa y homogénea, sin relieves o huecos mayores de 3 mm. de
altura ni juntas superiores a 2 mm. de ancho, carente de baches o baldosas sueltas.
Dentro de la organización debemos contar con sillas de ruedas, procurando que el
espacio posea senderos de 150 cm. como mínimo, iluminación nocturna, aceras
(banquetas) amplias, semáforos en buen estado y con señalización acústica, pasos
peatonales visiblemente marcados, aparcamiento (estacionamiento) con suficiente
capacidad y cercano, además de las mencionadas rampas, aseos portátiles y una
plan de seguridad que considere vías señalizadas, áreas de rescate y la efectiva
evacuación de personas con discapacidades.
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Diseño universal es un término más usado en común para USA y Japón; Diseño para todos es utilizado
principalmente en Europa y otros continentes y Diseño inclusivo en Reino Unido y la cultura anglosajona.
Todos estos esfuerzos no alcanzarán su real alcance sin la debida comunicación de
las medidas, programas o intervenciones diseñadas para atender las discapacidades
posibles, buscando informar, orientar y prevenir al público en dispositivos específicos
para la accesibilidad, así como en el uso de las Tecnologías de la Información y
Comunicación (TIC), lo cual hace esencial el acceso a internet, logrando la
habitabilidad y usabilidad de los espacios donde realizamos nuestros proyectos,
sumando valor social y su sostenibilidad como zonas culturales. Una idea entre
muchas por crear y realizar es aquella que impone -en el proceso de comunicación
establecido desde la gestión cultural para conocer a nuestras audiencias- incluir
encuestas durante o posterior al evento con preguntas específicas sobre la
comodidad, usabilidad, accesibilidad o inclusión del espacio y el servicio recibido
para conocer la opinión de la comunidad. De otra manera, seguiremos trabajando a
ciegas en un camino donde el principal obstáculo puede ser la ignorancia vestida de
profesionalidad.
Como auxilio en tan exigente quehacer surge la figura del voluntariado como una
alternativa de participación por parte de la sociedad local en programas y actividades
públicas. Se trata de un movimiento regulado de personas –habitantes o residentes
extranjeros- con inquietudes culturales y posibilidad de tiempo disponible como
jubilados formados o jóvenes estudiantes de diversos niveles y carreras en proceso
de acceder al mercado laboral, pero también personas con discapacidades,
procedentes de colectivos en riesgo de exclusión, que colaboran en algunos
proyectos, ya sea en acciones o líneas de trabajo, sin esperar remuneración
económica. Solamente considerando los elevados costos invertidos en la formación y
contratación del personal, resulta una gran torpeza organizativa no echar mano a tan
valiosa herramienta. Si encima reflexionamos en las otras ventajas que podemos
obtener de un voluntariado comprometido, capacitado y entusiasta, el error es aún
más difícil de obviar.
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Sobre la relación con la comunidad local, recomiendo ver: Fernández, Morales y Molero, 2001 / voluntariado cultural
Gómez Vilchez 2008 / Sostenibilidad número 7-8 (2011-2012) revista Museos de la Subdirección General de
Museos Estatales del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de España (www.mcu.es/museos/MC/MES)
Tipos de discapacidades y recomendaciones de accesibilidad e inclusión
Discapacidad visual
Usar sólo códigos visuales en los equipamientos de uso públicos implica excluir a
personas ciegas y con gran discapacidad visual, por lo que se aconseja incluir
códigos táctiles y sonoros a través de apps que puedan escuchar en sus teléfonos.
Otras indicaciones pertinentes son contemplar la presencia de perros de asistencia
(también útiles ayudando a personas con discapacidad auditiva, motriz y psíquica),
evitar luces y contraluces fuertes o reflejos de cristales, y contar con recursos
museográficos sensoriales (láminas en relieve, audioguías, maquetas y
reproducciones de obras de artes originales. En general, la multisensorialidad aporta
grandes beneficios, es decir, la combinación de imágenes visuales (empleando el
color) con imágenes táctiles, reforzadas o complementadas con una descripción. Y
en esa misma línea, resulta esencial una cuidadosa selección de los materiales y los
contenidos a ofrecer, así como la dimensión, la ubicación, la cantidad y el tratamiento
de la información a incluir.
Discapacidad auditiva
Depende de la edad en la que perdieron la audición, las personas con esta
discapacidad pueden emplear la lengua oral, la lectura labia o la lengua de los
signos.
Discapacidades intelectuales
Siendo las más conocidas el síndrome de Down, el Alzheimer, e incluso el Parkinson,
numerosos casos de éxito han demostrado la efectividad de los programas de visitas
guiadas para pacientes y familiares o asistentes, es decir, se crean itinerarios para
estimular a los pacientes desde diferentes perspectivas, formando parte de la tarea
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Hemos tomado como principal referencia la publicación Manual de accesibilidad e inclusión en museos y lugares
del patrimonio cultural y natural. Trea Ediciones. Gijón. España. Editores: Espinosa Ruiz, Antonio y Bonmati
Lledó. (2013).
organizativa pautar y evaluar este proceso desde su planificación y ejecución. Estas
actividades están destinadas a trabajar la memoria, las emociones, la atención y la
conducta de los pacientes, además de las observaciones y grados de satisfacción de
los familiares/asistentes.
Acá, como también en otras discapacidades, resulta cardinal lograr la lectura fácil de
la información ofrecida, evitando textos largos y complejos, palabras complicadas o
en otros idiomas, iniciales, jergas, metáforas, localismos, acronismos y abreviaturas.
Preferir el uso de frases cortas con una sola idea y una estructura gramatical lógica y
ordenada, asociar imágenes a textos personificados (es decir, construidos en
segunda persona y conectados con ejemplos de la vida cotidiana) y elaborados en un
lenguaje sencillo y directo (no banal) que explique las palabras difíciles o técnicas
inevitables, pueden sumar grandes resultados en la comunicación. Y como
complemento indispensable, el lenguaje corporal y la comunicación no verbal
(gestos, movimientos, mimo, danza, sonidos, tacto…) son importantes para la
transmisión de los contenidos. Por último, las visitas teatralizadas con recorridos
resultan eficaces y atractivas alternativas para promover la participación pues
convierten al público en animactores.
Inclusión significa integración
Así concluimos que los discursos no pueden ser edificados desde antiguas y
masculinas visiones de poder si no que, por el contrario, debemos saber encontrar
posibles conexiones de los contenidos que ofrecemos entre diferentes culturas pues
en ellas se manejan y están presentes valores o cuestiones universales, lo que
amplía la relevancia del patrimonio. Las temáticas propuestas en nuestros proyectos
deben insistir cada vez más en inéditas enfoques de las culturas desde los
problemas actuales y los cambios de una sociedad intercultural donde, incluso más
allá de las discapacidades, existen otras categorías que por igual deben ser
observadas y atendidas. A continuación, dos de ellas.
Apreciado por la energía y la disposición de las relaciones sociales que permite, así
como por su cualidad de apertura para de combinar comportamientos y grupos que
se expresan y conviven a pesar de asumir la identificación simbólica desde lares
opuestos, detenernos en el espacio público es confirmar su poderío como el territorio
de la integración cultural, la ciudadanía y los derechos civiles.
Una ciudad es tal a partir de sus espacios públicos y lo que nace de ellos pues
concentra lo esencial del carácter y la identidad urbana, como si se tratara del alma
de todos, construida desde lo particular y personal. Con los hilos de sus
innumerables comunidades se teje la ciudad cotidiana en parajes transitados hasta el
cansancio, generosos por igual en el disfrute y el cruce anónimo, muy por encima del
adorno arquitectónico, inclusive más allá de los elementos que cimentan la visión
más reducida y tradicional del concepto, es decir, los parques y las plazas.
Si por espacio público debemos entender el lugar de encuentro ciudadano, por otro
lado es imposible negar la exclusión social que igualmente en él se ha dado
históricamente, desde la clásica Atenas cuando mujeres, trabajadores y esclavos no
eran bienvenidos en ellos. Histórica es también, entonces, la lucha por abrirlo y
hacerlo más tolerante, que no indiferente, a los más marginados, es decir, más
asequible y más inclusivo por quienes con su uso lo redefinen y reorganizan. De igual
forma, y aunque técnicamente para muchos la ciudad sí es hoy más plural,
padecemos una nueva amenaza que apenas nombraremos, solo para tener presente
su existencia: espacios privatizados vestidos (¿disfrazados?) de públicos, inútil
máscara de lo comercial que todo puede pervertir y degenerar al suprimir la libertad y
la diferencia real.
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*Gestor cultural especializado en programación artística (espacio público, no
convencional, salas y teatros), así como en la formulación y realización de proyectos.
Licenciado en Letras y Literatura Universidad del Zulia, Venezuela. Máster
Internacional en Gestión, Políticas Culturales y Desarrollo, Cátedra Unesco. Bailarín,
maestro y crítico de danza.