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Para muchos la teoría general de las obligaciones es la piedra angular del estudio del
derecho. El derecho personal u obligación se define como aquel derecho que tiene una persona
(denominada acreedor) a exigir sobre otra (denominada deudor) el cumplimiento de una
determinada prestación. Esta definición nos dice mucho más que el tecnicismo del concepto, en el
sentido de que es una relación que diariamente presenciamos en la vida cotidiana. En ese aspecto,
las obligaciones son más que una eventualidad, son una necesidad del ser humano para la
convivencia social.
Este trabajo está dividido en capítulos, debidamente titulados y subtitulados los cuales
contendrán informaciones tales como la promesa unilateral como el acto jurídico que crea una
obligación con cargo a una persona y por su sola voluntad.
Esperamos que de la forma en que trata el tema en cuestión sea del agrado para todos los
lectores de esta investigación de quinta.
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OBJETIVOS
OBJETIVO GENERAL
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
METODOLOGÍA
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MARCO TEÓRICO
RESEÑA HISTÓRICA
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1 Ente ideal que se hacía intervenir cuando una persona deseaba transferir un beneficio a un ausente o incapaz. El
promitente ofrecía a Salman, algo, y quedaba obligado sin la efectiva aceptación del beneficiario real.
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una conquista relativamente reciente. En doctrina se discute si las declaraciones unilaterales de
voluntad pueden ser fuente de las obligaciones.
BASE CONCEPTUAL
En su sentido más restringido y técnico se entiende como aquel que indica los casos de
negocio resultante de un compromiso unilateral. Doménico Barbero3, por su parte, señala que la
promesa unilateral es una clase de negocio jurídico unilateral, negocio entre vivos consistente en
2
2 Messineo, Francesco. Ob. Cit., p. 218
3
Barbero Doménico. Sistema del Derecho Privado. Buenos Aires. Edición Jurídica Europa-América. 1967. Tomo IV.
pág, 583
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la declaración de obligarse a cumplir una determinada prestación a favor del destinatario o de uno
del público.
La promesa unilateral se caracteriza por las siguientes notas: Unilateral, porque es de una
sola prestación, obligatoria, desde el momento en que llega a conocimiento de la persona: de
ordinario irrevocable, aunque sea excepcional: le es inaplicable el binomio onerosidad- gratuidad,
porque es un negocio unilateral, mas no bilateral ni plurilateral. Entraña una significativa
trascendencia en el mundo jurídico porque es otra fuente importante de las obligaciones tanto en
el campo civil como comercial.
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CAPÍTULO I
El instituto que estudiaremos no está referido a determinar si una persona por su sola
declaración de voluntad puede crear una obligación a cargo de un tercero. Tal situación resultaría
quizás perjudicial para todos los sujetos de derecho, pues ello supondría que cualquier sujeto
podría convertirse en deudor por la mera voluntad de otro, lo que evidentemente perjudicaría a
aquel, generando un caos en la sociedad. Ello no es objeto de análisis del presente estudio.
En el Derecho, en vista de que no existe norma legal que reconozca efectos obligatorios a
la promesa unilateral, un sector de la doctrina ha pretendido darle tales efectos acudiendo a otra
fuente del derecho: la costumbre. Así, se ha señalado que dada la practica acompañada del
convencimiento de la colectividad sobre el valor obligatorio de lo prometido, existe una costumbre,
aplicable en defecto de ley, a tener de la cual dicha promesa obliga.
Sin embargo, quienes niegan efectos obligatorios a la promesa unilateral, han criticado la
posición descrita señalando que tal argumento supondría cargar sobre un sujeto una obligación,
que la ley no hace nacer, bajo el pretexto de que la hace nacer el derecho consuetudinario
supletorio; añadiendo que no hay más hechos que sean fuente de obligaciones que los que la Ley
diga. Y la ley no recoge como hecho fuente la voluntad unilateral.
Otro argumento que hemos encontrado en la doctrina para negar carácter obligatorio a la
promesa unilateral, utiliza la promesa de publica recompensa para postular que, así como
generalmente se promete al que haga algo, se prometiese sin más (sin tener que pagar nada al
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beneficiario). Entonces partiendo de lo que el valor obligatorio reside en la voluntad del
promitente, tampoco habría por qué negar que quedase obligado por su sola promesa. Pero
mantener tal criterio, chocaría palpablemente con todos los artículos aplicables al caso, que, sin
duda, requieren para el nacimiento de la obligación, la aceptación del beneficio.
Un sector de la doctrina estima por regla general que una promesa unilateral no es fuente
de obligaciones, porque la sola declaración unilateral no es potencialmente capaz de crear
obligaciones válidas y exigibles, la sustentan en que parece impropio y desconcertante clasificar
como declaración unilateral de voluntad a un acto en cuya formación intervienen dos voluntades
que se conjugan y concuerdan, por eso muchos autores la consideran como un contrato.
Esta posición inicialmente se basa en argumentos de lógica jurídica. Así, una relación
obligatoria exige dos sujetos: el acreedor y el deudor. De la voluntad de uno de ellos solo no puede
generar una obligación, no puede decidirse entonces que na promesa o una declaración que no ha
sido aceptado por la otra parte la vincule con el emitente. Antes de la aceptación de la declaración
unilateral es esencialmente revocable y hablando de ella no genera ninguna obligación.
Se aduce por último que desde el punto de vista social repugna que una declaración
unilateral de voluntad de lugar a una obligación que sea vinculante, aun cuando no acepte por
aquel a quien está dirigida o favorezca.
Desde otro punto de vista otro grupo de juristas consideran que la obligación puede nacer
de la declaración unilateral de voluntad. Se dice que la voluntad unilateral es soberana respecto de
quien la manifiesta, y, por tanto, el compromiso que acepta una persona, bajo la forma de una
simple declaración de voluntad de su parte, debe poseer a eficacia jurídica de la obligación. Así,
de la misma manera como el ordenamiento jurídico admite que surja una obligación en virtud de
un acuerdo de partes, también puede reconocer el mismo efecto a la voluntad unilateral.
Para Saleilles la obligación tiene un valor positivo autónomo que existe aun antes de existir
un acreedor determinado, de manera que el deudor queda vinculado por su propia declaración
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consistiendo la posterior adhesión del acreedor simplemente en la apropiación de un valor
preexistente.
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CAPITULO II
2.1 DEFINICIÓN.
La promesa unilateral es el acto jurídico que crea una obligación con cargo a una persona
y por su sola voluntad.
Es bastante frecuente que la voluntad de una sola persona produzca algunos efectos
jurídicos: los actos jurídicos unilaterales son numerosos. Pero la promesa unilateral no es más que
una variedad del acto jurídico unilateral; del mismo modo que el contrato no es sino una variedad
de convención. La promesa unilateral es el acto jurídico unilateral que crea una obligación.
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La confirmación de un acto nulo es también un acto unilateral; pero da vida
retroactivamente a un acto anterior que produce efecto; aquélla no es creadora de obligaciones
nuevas.
Desde luego tropieza con una grave crítica en el terreno de la lógica jurídica. Considerada
desde el lado del deudor, la promesa unilateral puede concebirse: es posible admitir que una
persona cree, por sí misma y por ella sola, obligaciones a su cargo. Pero no existe deudor sin
acreedor. ¿Se resolverá entonces que la voluntad del deudor puede tornar a una persona acreedora
sin saberlo ella e incluso contra su voluntad? Eso es evidentemente imposible. Por eso, los
partidarios de la promesa unilateral exigen, para que el compromiso sea eficaz, una aceptación del
acreedor. Entonces, siguen siendo necesarias dos voluntades complementarias para darle eficacia
al vínculo de derecho. Se está muy cérea de la tesis clásica del contrato.
La teoría de la promesa unilateral conduce, por otra parte, a efectos parecidos a los
atribuidos a la oferta y a la aceptación en la teoría clásica del contrato. Si se decide que el deudor
puede obligarse por su sola voluntad, debe admitirse que podrá igualmente liberarse
unilateralmente; pero se le debe retirar esa facultad desde el instante de la aceptación del acreedor,
a falta de lo cual se reconocería la validez de obligaciones puramente potestativas, contrariamente
al artículo 1.174 del Código civil. Tal es la solución del derecho alemán.
La teoría de la promesa unilateral llega así a soluciones parecidas a las admitidas en la tesis
clásica del contrato. No existe ya entre los dos sistemas más que una sola diferencia, por otra parte,
importante: cuando el acreedor acepta el beneficio de una promesa unilateral, su crédito se retrotrae
al día del compromiso; mientras que un contrato no se perfecciona más que desde la aceptación, y
no produce efecto sino para lo futuro.
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2.3 PELIGROS PRÁCTICOS DE LA PROMESA UNILATERAL.
La tesis de Siegel presenta, pues, la ventaja teórica de hacer que nazca la obligación antes
de toda aceptación; pero esto al precio de serios peligros:
Las negociaciones que preceden a un contrato, la presencia del otro contratante, cuyos
intereses son opuestos, llaman la atención del deudor sobre la gravedad de las obligaciones en que
consiente. Por el contrario, el deudor que se compromete por sí solo corre el riesgo de hacerlo a la
ligera, de no captar toda la trascendencia de su acto.
Por último, la prueba de la promesa unilateral resultará imposible en muchos casos; porque
el deudor no pensará en prepararle a su acreedor la prueba de sus derechos, o no querrá hacerlo.
Esas dificultades no son insuperables. Pero, para eludirlas, habría que hacer de la promesa
unilateral un acto solemne, una suerte de voto solemne, rodeado de las formalidades propias para
inspirar reflexión al deudor, y también para facilitarle al acreedor la prueba de sus derechos.
La promesa unilateral, y es ésta la objeción más grave que cabe hacerle a la teoría de Siegel,
es inútil. Los códigos recientes han fundado sobre la promesa unilateral la teoría de la oferta y de
la promesa de recompensa; la jurisprudencia francesa ha llegado a resultados tan satisfactorios del
todo en la ignorancia del sistema de Siegel. Algunas instituciones, tales como la estipulación por
otro, los títulos negociables, las fundaciones, han tenido nacimiento antes de que se hubiera
sospechado la promesa unilateral, y sus efectos se explican sin que sea indispensable recurrir a la
tesis nueva. Se va a comprobar esto al examinar el derecho positivo francés.
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CAPITULO III
Por su lado, los tribunales parecen ignorar la teoría nueva; las sentencias no se refieren
nunca a la promesa unilateral.
El derecho positivo francés, aun cuando considera como necesaria la voluntad interna,
exige, no obstante, para que produzca efecto esa voluntad, que se manifieste, que se exteriorice;
aquella debe demostrar, afirmar su existencia; por medio de esa manifestación, deja de ser pura
operación del espíritu, para penetrar en el plano social. El derecho positivo francés no reconoce la
promesa unilateral.
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proponente no estaba obligado por su sola oferta. Con ello, el derecho francés rechaza la promesa
unilateral como fuente de obligaciones.
No se discute que el retiro de la oferta sea posible antes de que haya llegado al destinatario.
Acerca de este punto, partidarios y adversarios de la promesa unilateral coinciden. Los primeros
consideran que el deudor debe poderse liberar, por su sola voluntad, de una obligación que había
hecho que naciera unilateralmente. Los segundos explican más fácilmente todavía la posibilidad
de revocación de la oferta: el proponente, por no estar obligado hasta la aceptación, continúa siendo
libre para retirar su oferta.
La promesa de recompensa no es sino una oferta particular, que suele hacerse al público, a
persona indeterminada.
Esas soluciones, que están adoptadas por los códigos modernos, y en las que descubren los
partidarios de la promesa unilateral la consagración de su tesis por los tribunales franceses, pueden
justificarse, sin acudir a la promesa unilateral, por medio de los principios contractuales. La
persona que emprende algunas investigaciones acepta tácitamente la promesa hecha en su interés;
se perfecciona así un contrato. La prohibición de retirar la promesa, sin efectuar una publicidad
suficiente, puede explicarse, en rigor, por un precontrato: el prometiente se compromete
tácitamente a no retirar sin publicidad su oferta.
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Existe en ello una derogación del principio del efecto relativo de los contratos; también se
ha intentado explicar esta anomalía; se ha recurrido especialmente a la promesa unilateral. Sin
examinar en detalle esta cuestión, se destacará, por una parte, que la obligación del prometiente
con respecto al tercero beneficiario nace, no de su voluntad unilateral, sino de un contrato
celebrado con el estipulante; y que, por otra parte, los redactores del Código civil, lejos de
considerar la estipulación por otro como la aplicación de una regla general, la presentan como una
excepción a los principios.
El título negociable, cuyo estudio depende del derecho comercial, es un título que acredita
la existencia de un crédito, cuya transmisión
Se ha buscado facilitar excluyendo las formalidades exigidas por el artículo 1.690 del
Código civil para la cesión civil de un crédito: el título negociable se transmite por la vía de una
transferencia si es nominativo; de un endoso, si es a la orden; de una tradición, si es al portador.
Para explicar que el deudor quede obligado a pagar a cualquier tenedor del título, se ha invocado
la promesa unilateral: el deudor se halla obligado porque, por su sola voluntad, se ha obligado a
pagar. Pero no se necesita recurrir a esa explicación. Cabe considerar que el deudor ha hecho una
oferta a cualquier portador del título, y que esa oferta ha sido aceptada por los sucesivos tenedores.
Cabe considerar también, más sencillamente, que la cesión del crédito incluida en el título es la
que obliga al deudor a pagar al nuevo acreedor.
El derecho alemán permite crear una obra benéfica afectándole una masa de bienes.
Justifica por la promesa unilateral esa posibilidad de obligarse el fundador frente a la obra benéfica
que quiere fundar, pero que no posee todavía la personalidad moral: la voluntad exclusiva del
fundador lo convierte en deudor. Los tribunales franceses del orden judicial anulan, por el
contrario, toda liberalidad consentida a una obra benéfica que no tenga aún una persona moral,
cosa que hace muy difícil la constitución de las fundaciones por testamento. Se niegan, pues, a
admitir aquí la validez de una promesa unilateral.
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CONCLUSIÓN
Los códigos modernos no acuden a la teoría de la promesa unilateral sino en medida muy
restringida y a título excepcional. No parece que el derecho positivo francés tenga interés en
adoptar una noción que le es extraña. En efecto, permaneciendo en el terreno del contrato y del
acuerdo de las voluntades, el derecho francés ha llegado a soluciones satisfactorias, parecidas a
aquellas a las que han sido conducidas las legislaciones que recurren a la promesa unilateral.
Se comprende, en tales condiciones, que la Comisión de reforma del Código civil no haya
querido romper con las tradiciones del derecho francés, y que se haya negado a hacer de la promesa
unilateral una fuente de obligaciones junto al contrato.
Para la inteligencia de los problemas que plantea la promesa unilateral, se necesita tomar
contacto con los textos de los modernos códigos extranjeros, y compararlos con las soluciones de
la jurisprudencia.
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BIBLIOGRAFÍA
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ÍNDICE
Introducción .................................................................................................................................... 1
Objetivos ......................................................................................................................................... 2
Metodología .................................................................................................................................... 2
Capítulo I ........................................................................................................................................ 6
Capitulo II ....................................................................................................................................... 9
Conclusión .................................................................................................................................... 15
Bibliografía ................................................................................................................................... 16