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“Año de la Diversificación Productiva y del Fortalecimiento

de la Educación”

TRABAJO ACADÉMICO

Participante: JIMY MOGOLLON ADANAQUE

Virtual 05: DERECHO

Tema: LA AUTORREGULACIÓN

PUBLICITARIA EN EL PERÚ

Curso: DERECHO DE LA COMPETENCIA

Docente: PEDRO PATRÓN BEDOYA

Ciclo: XI CICLO

miércoles, 24 de octubre de 2018


JIMY MOGOLLON

I. INTRODUCCIÓN.

Actualmente, el sistema de represión de competencia desleal se encuentra


regido principalmente por el Decreto Legislativo 1044 “Ley de Represión de
la Competencia Desleal” - en casos específicos por normas sectoriales en
materia publicitaria – siendo que a través de ésta, se unificaron las
disposiciones reguladas en el Decreto Legislativo 26122 y Decreto
Legislativo 691. De esta manera, se entiende que los actos de competencia
desleal también se pueden llevar a cabo mediante la actividad publicitaria,
por lo que es necesario contar con mecanismos procesales rápidos y
eficientes que permitan determinar la veracidad de los mensajes de
naturaleza comercial, en el momento en que estos fueron puestos a
disposición de sus receptores. En contraposición con la regulación en
materia publicitaria, desde el año 1997 se estableció un sistema de
regulación privada o autorregulación publicitaria en el Perú. El término
autorregulación es usado para describir cómo uno mismo disciplina su
conducta, cómo se regulan las circunstancias de empresas particulares, así
como la regulación por un grupo colectivo de sus propios miembros. El
término también puede ser usado para describir la relación con Estado: ya
sea ninguna relación con el Estado en absoluto o para describir un arreglo
corporativo en particular. La hipótesis principal que se formula en el presente
artículo académico es que la efectividad de un sistema de autorregulación,
entendido como un sistema alternativo y complementario de la fiscalización
de actos de competencia desleal a través de la publicidad comercial,
depende de la colaboración del Estado a través de un sistema de
corregulación.

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II. ¿Qué es la autorregulación publicitaria?

En mercados cada vez más globales, competitivos, integrados y complejos,


resulta clave que las empresas adhieran de manera activa y voluntaria a un
código de conducta ética, en beneficio del consumidor, de la sana
competencia, de las diferentes audiencias y de la credibilidad de la industria
en general.
En un sentido genérico, es la observancia de unas pautas de conducta cuyo
cumplimiento se ha fijado previamente como objeto. Así, cuando hablamos
de este tipo de sistemas nos referimos a un sistema de control de la
publicidad en el que participan varios empresarios, pues actuaciones
aisladas carecen de eficacia para erradicar o atenuar las incorrecciones que
se producen en la actividad publicitaria. Por ello, desde un punto de vista
general, podemos definir la autorregulación como “la posibilidad de que un
círculo concreto de personas afines por el ejercicio de la misma actividad
sometan ésta a unas reglas que ellas mismas se, imponen”.
Con esto, queremos decir que la autorregulación publicitaria implica que las
empresas de este sector toman a su cargo su responsabilidad frente al
público. Por lo tanto, los profesionales publicitarios en principio son los que
van a dictar las normas por las que se deben regir, en lugar de que sean los
poderes públicos quienes impongan la correspondiente normativa. Estas
normas, complementarias de los preceptos legales, van a reflejar unos
principios de ética moral y social que se estima deben imperar en el ejercicio
de la actividad publicitaria1.
En una sociedad y un mercado cada vez más complejos el papel de la
autorregulación de la publicidad cobra una importancia creciente, por lo que
cada día va a ser más necesaria e imprescindible. No es pues un fenómeno
pasajero. Lo que ahora hace falta es que su labor se deje notar por todos.
A su vez, en mercados cada vez más globales, competitivos, integrados y
complejos, resulta clave que las empresas adhieran de manera activa y
voluntaria a un código de conducta ética, en beneficio del consumidor, de la
sana competencia, de las diferentes audiencias y de la credibilidad de la
industria en general.
Por tanto, la autorregulación publicitaria es un medio legítimo, global,
moderno, económico, equitativo y eficaz del sector privado para:
 Fortalecer la libertad de expresión comercial
 Informar responsablemente al consumidor sobre productos y servicios
 Promover creativamente su adquisición o uso
 Fomentar la competencia justa y multiplicar las opciones para el
consumidor.
1 LEMA, C. y GÓMEZ, J. (2007) La autodisciplina publicitaria en el derecho comparado y en el derecho español. En Problemas
jurídicos de la publicidad. Estudios jurídicos del Prof. Dr. Carlos Lema Devesa recopilados con ocasión de la conmemoración de los
XXV años de cátedra. Barcelona

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Los organismos de autorregulación publicitaria surgen de la responsabilidad


que tienen las empresas con sus consumidores, las cuales acuerdan
imponerse a sí mismas reglas y principios adicionales a lo que la Ley les
obliga. Estos mecanismos procuran que sus afiliados, además de respetar
la Ley de Protección al Consumidor y otras disposiciones, cumplan con lo
previsto en sus propios códigos de ética o conducta.
Lo que nos aclara Patiño es que “autorregulación”2 es la regulación de uno
mismo y hoy en día se puede compartir un mismo código con el cuál se está
de acuerdo entre varias empresas mediáticas, o autorregularse uno mismo
usando el código de la manera que más sea conveniente para el individuo,
la sociedad y el Estado.
De este modo, la autorregulación puede complementar al derecho y al
mercado a la hora de establecer pautas de comportamiento para una
actividad como la publicidad. Complementa al derecho porque aporta
soluciones y criterios en aquellos casos en los que, como acabamos de ver,
aquél tiene dificultades para actuar o ser efectivo. Complementa al mercado
porque subraya la necesidad de prestar atención a la dimensión ética de la
publicidad en tanto que fenómeno con gran influencia social.
Así mismo, el término autorregulación proviene del inglés self-regulation y
vendría a definir la capacidad de un Individuo, entidad o conjunto de ellos,
de regular su propia actividad económica por sí mismos, sin necesidad de
que lo haga un tercero (generalmente, el Estado). La autorregulación se
plasma a través de los denominados sistemas de autorregulación, que
consisten en la creación de un conjunto de normas y de mecanismos
(procedimientos y órganos de control) que permiten a los actores
involucrados en un determinado sector de actividad regular su propio
funcionamiento de forma autónoma, a diferencia de la regulación jurídica,
que viene impuesta por las Instituciones legitimadas para la creación de
normas jurídicas (asambleas legislativas, en el caso de normas con rango
de ley. o instituciones representativas del poder ejecutivo, en el caso de
normas con rango inferior a la ley).
Desde el punto de vista de las empresas, suelen preferir tener la capacidad
de crear y controlar, por si mismas, el cumplimiento de unas normas
aceptables para todas las partes involucradas (por un lado, empresarios y
por otra, consumidores y usuarios) a que sea un tercero (el Estado, como
hemos indicado con anterioridad). quien regule su actividad, pues
seguramente lo hará de una forma más estricta. Aunque la iniciativa en la
creación de estos sistemas de autorregulación, cuya norma de referencia se
suele denominar código ético, deontológico o do conducta, suelo sor privada,
no os extraño que los poderes públicos también fomenten la creación de este
tipo de normas por las partes afectadas.

2 PATIÑO, B. (2007) La Autorregulación Publicitaria. Barcelona: BOSCH

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Así «autorregulación» seria aquel proceso autónomo de creación normativa


por parte de determinados sujetos, protagonistas directos de un sector,
fundamentalmente empresarial, caracterizado por la ausencia (total o
parcial) de una regulación pública, así como por la voluntad de imponerse a
sí mismos tal creación normativa. Junto a ella, se puede dar el fenómeno de
la «corregulación» o autorregulación mixta, en la que el éxito radica en la
estrecha colaboración de los representantes de un sector empresarial con el
Estado, bien para la creación de códigos, bien para que aquel sea una última
instancia de control en la resolución de controversias previstas en los
sistemas de autorregulación.
Según Patiño (2007), los requisitos constitutivos de un sistema de
autorregulación publicitaria serían los siguientes:

 Agrupación voluntaria de los miembros que forman la industria


publicitaria. Al tener la publicidad como destinatarios a terceros ajenos a
la Industria como tal (por ejemplo, los consumidores), es deseable que
estos terceros a quienes afecta la actividad publicitaria puedan
participar, emitiendo sus criterios, opiniones y valoraciones, en relación
con la publicidad
 Elaboración por parte de los miembros de la industria publicitaria de unas
normas de carácter ético o deontológico. que deberán ser cumplidas por
todo el colectivo que integra el sistema autorregulatorio.
 Existencia de un órgano de control y supervisión que dictamine sobre el
cumplimiento o no de las normas éticas establecidas, en un caso
concreto.
 Finalmente, el sistema de autorregulación debe tener previsto un
sistema de infracciones y sanciones, así como la capacidad de hacerlas
cumplir.

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III. LA AUTORREGULACIÓN PUBLICITARIA EN EL


PERÚ
El sistema de autorregulación publicitaria, como está diseñado en el Perú,
se presenta como un sistema de solución de conflictos empresariales al cual
pueden acudir de manera voluntaria sus miembros, lo cual en principio no
entra en conflicto alguno con la regulación que recae sobre la publicidad
comercial, ni con la entidad nacional competente encargada de su
fiscalización (INDECOPI). Por el contrario, considero que lo complementa.
El diseño de sistemas de autorregulación viene implementándose desde
hace ya buen tiempo en muchos países (teniendo orígenes disímiles en los
Estados Unidos y Europa) y ello ha conllevado a que existan posiciones a
favor y en contra de éstos. A su favor, se dice que en un futuro cercano sería
la única forma de solucionar conflictos en mercados globalizados y que es la
alternativa ideal a la intervención estatal que garantizaría un estado mínimo.
Desde la vereda contraria, afirman sus críticos que en estos sistemas el
riesgo de captura y afectación de la competencia son mayores que en la
regulación pública.
El CONAR es la entidad privada que representa la autorregulación
publicitaria en el Perú. Como tal, cumple con los siguientes requisitos
constitutivos que exige la doctrina:
(i) Agrupación voluntaria de miembros que forman parte de la industria
publicitaria,
(ii) Dicha agrupación se autoimpone códigos de conducta compatibles con las
normas de carácter jurídico que regulen la materia,
(iii) El sistema debe contar con órganos de control y supervisión de la publicidad
que se difunda en el mercado, el cual debe ser vinculante entre las partes;
y,
(iv) El sistema debe tener un carácter sancionador y capacidad para ejecutar
sus decisiones respecto de sus miembros.

Así, en cumplimiento del primer requisito, el CONAR nace como una


agrupación voluntaria de los gremios más importantes de la industria
publicitaria (ANDA, SNRTV y APAP). Respecto al segundo requisito, el
Código de Ética Publicitaria (código de conducta del CONAR) es compatible
tanto con la Ley de Represión de la Competencia Desleal (LRCD) como con
el Código de Protección y Defensa del Consumidor (CPDC). Decimos que
es compatible con la LRCD ya que ambos incluyen dentro de sus
disposiciones los principios publicitarios (veracidad, autenticidad, legalidad,
adecuación social); y con el CPDC, coincide en que ambos contienen
regulación de las promociones y publicidad de menores.

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De acuerdo al tercer requisito, el CONAR posee un órgano de control


compuesto por dos instancias (la Comisión Permanente de Ética y la Junta
Directiva, respectivamente). Dichos órganos resolutivos se encuentran
conformados no solo por abogados especialistas en Derecho Publicitario,
sino también se encuentran publicistas, especialistas en marketing y
docentes (ver CPE y JD).
Respecto al carácter sancionador y capacidad para ejecutar sus decisiones
(cuarto requisito), es importante precisar que el CONAR no establece
sanciones pecuniarias. El CONAR impone dos tipos de sanciones: la
amonestación, que es un llamado de atención y la publicación de la
infracción en medios de comunicación que es la máxima sanción que puede
imponer (pueden encontrar todas sus resoluciones aquí), la cual afecta
directamente a la reputación comercial de la empresa infractora.
Para efectos de ejecutar sus decisiones respecto de sus miembros, el
CONAR cuenta con el apoyo de los medios de comunicación. El Código de
Procedimientos del CONAR establece que los medios de comunicación son
co-responsables del cumplimiento de las medidas complementarias que se
dispongan en sus resoluciones. Así, independientemente de la voluntad del
sancionado, si el CONAR dispone el cese de un anuncio publicitario, el
medio de comunicación está obligado a retirarlo. Gracias a este mecanismo,
el CONAR cuenta con un promedio de 91% de resoluciones cumplidas.
Algunas características adicionales del sistema de autorregulación peruano
son las siguientes:
 La celeridad: los procedimientos en el CONAR han sido diseñados para
culminarse en ambas instancias en un máximo de 33 días útiles.
Además, cabe señalar que su Código de Procedimientos establece que
las solicitudes de medidas cautelares deben resolverse en 3 días útiles.
 Prevención de infracciones: el CONAR a través del servicio de COPY
ADVICE emite dictámenes acerca de la posibilidad de infracción de
anuncios publicitarios previamente a su difusión.
 Fomento de conciliación: los procedimientos del CONAR cuentan con
audiencias de conciliación a fin de que las partes lleguen a un acuerdo.
En el periodo 2009-2013, se logró conciliar el 20% de sus
procedimientos.

Como se puede pueden apreciar, el CONAR es un sistema de solución de


conflictos empresariales alternativo al sistema estatal que funciona de
manera eficiente. Así, la pregunta que podría darse, sería ¿El Estado
peruano debería abstenerse de regular la industria publicitaria?

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Las posiciones en la doctrina se encuentran divididas. Si bien muchos


autores consideran que se debería investigar más acerca de la
autorregulación a fin de establecer un diseño que le permita ser
efectivamente una alternativa a la regulación pública, la mayoría de ellos
coincide en que la autorregulación pura (es decir, solo manejada por la
industria privada que la conforma) no cuenta con incentivos para fiscalizar
adecuadamente a sus miembros y que por el contrario, mantendría
incentivos privados para afectar la competencia.
Sin perjuicio de ello, la mayoría rescata sus principales atributos que podrían
convertir al sistema en uno eficiente, como es la celeridad para resolver
conflictos, conocimiento especializado de la materia (gracias a la cercanía
que tiene la autorregulación con la industria, lo cual le permite conocer dicho
mercado en mayor medida que el Estado), simplicidad y flexibilidad operativa
frente a la burocracia estatal.
Sobre esto último, Calfee sostiene que si el Estado participa conjuntamente
con la autorregulación (fiscalizando los posibles efectos negativos que
podrían generarse), ésta “podría concentrarse en realizar investigaciones de
manera no conflictiva sin los costos y retrasos de los litigios y sin las
ineficiencias organizativas endémicas a todas las entidades del gobierno”.
Para dicho autor, “las ventajas de la autorregulación son numerosas y
convincentes y la más obvia es la eficiencia”. Así, el uso de la autorregulación
reduciría los costos de solución de conflictos (asumidos por el privado) y
podría ser útil para resolver conflictos transfronterizos en un mercado
globalizado como el actual.
En esa misma línea, M. Mercè Darnaculleta señala que mediante la
regulación pública de la autorregulación, los poderes públicos supervisan la
correcta aplicación de códigos de conducta y sanciones, pero
fundamentalmente, garantiza que la autorregulación sirva efectivamente al
cumplimiento de concretos fines públicos o de interés general.
En el Perú, así como en el resto de Sudamérica, las entidades de
autorregulación son totalmente independientes a la intervención estatal. Ello
debido posiblemente a que solo son vistas como fueros de solución de
conflictos extrajudiciales, es decir, como alternativas. Las preguntas sobre si
es preferible la autorregulación que la regulación pública aún no se han
hecho escuchar. Sin perjuicio de ello, podemos afirmar que la
autorregulación es una alternativa eficiente de solución de conflictos
empresariales, la cual podría potenciarse con un trabajo en conjunto con el
Estado. De hecho, el mismo artículo VI del CPDC.

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IV. ¿Cuál es la contribución de la Autorregulación


Publicitaria? Concretamente al desarrollo económico
y a la Competencia.

La contribución de la autorregulación publicitaria en el desarrollo económico


y a la competencia, ha crecido de manera sorprendente el protagonismo
económico, social y cultural de la publicidad, o han evolucionado sus
recursos técnicos y creativos, se debe producir también un incremento en
cuanto a su responsabilidad. La autorregulación debe procurar equilibrar el
poder y la importancia social que ha alcanzado la publicidad con el peso y la
efectividad que puedan tener en ella ciertas normas y criterios morales. Si la
técnica permite una comunicación más perfecta, la autorregulación debe
hacerla deontológicamente mejor. Éste es su sentido y su papel
fundamental. Pero la autorregulación aporta otras ventajas que conviene
destacar y que pueden ayudar a convencer a los más escépticos.
1. La autorregulación realiza una importante labor preventiva. A diferencia
del impacto negativo de una campaña o la sanción del derecho, que se
producen siempre a posteriori, permite prevenir las acciones que podrían
causar daño o perjuicio. En este sentido, una de las labores que pueden
realizar los mecanismos de autorregulación es asesorar éticamente a
agencias, anunciantes, medios, etc., que lo soliciten, evitando así tener
que actuar cuando el mal ya se ha producido.
2. En ocasiones, algunos problemas éticos de la publicidad se dan en
situaciones en las que se producen enfrentamientos entre anunciantes:
imitándose, comparándose, denigrándose mediante campañas, etc.
Cuando estos conflictos se dirimen ante la opinión pública todos suelen
salir perdiendo. Una de las funciones de la autorregulación es fomentar
formas de mediación y resolución negociada de conflictos como estos, por
supuesto sin perjuicio de la competencia legítima.
3. La autorregulación no siempre consigue evitar los conflictos o los daños a
terceros, pero cuando se producen también puede aportar algunas
ventajas. Así, los mecanismos de autorregulación son mucho más rápidos
a la hora de aportar veredictos, imponer sanciones, etc., y también ‐
aunque haya que contribuir a su sostenimiento‐ resultan más económicos
que cualquier proceso judicial. También es una ventaja el que los
mecanismos de autorregulación suelan estar formados por personas que
conocen a fondo la actividad que juzgan.
4. La autorregulación, al evitar conflictos y fomentar la responsabilidad,
genera un beneficio añadido fundamental en términos de capital de
imagen. Aunque sea un capital colectivo, de algún modo todos se ven
individualmente beneficiados de él. Como señalábamos al comienzo, si la
publicidad es más respetuosa, veraz y ética, el público estará mejor
predispuesto hacia ella y confiará más en sus mensajes.

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5. Si los consumidores confían más en la publicidad y ésta actúa conforme


a standards éticos más elevados, la necesidad de legislación es menor o,
al menos, es menor su nivel de rigor, que queda reservado para los casos
más graves. Éste también es un beneficio añadido de la autorregulación.
6. Incluso donde la regulación jurídica no puede faltar (y pese a lo dicho
antes sobre las limitaciones del derecho, sigue siendo en un enorme
número de aspectos), la autorregulación ofrece también la ventaja de
favorecer la participación en los procesos de creación de las leyes de
quienes la ponen en práctica (publicitarios, anunciantes, medios, etc.),
contribuyendo así al desarrollo y el perfeccionamiento de la legislación
publicitaria.

Pero si bien estas contribuciones son importantes, no conviene olvidar que


la autorregulación no debe buscar nunca únicamente el beneficio de quienes
la promueven (anunciantes, agencias y medios), sino el de los consumidores
y el público en general. La publicidad cumple una función en la sociedad y
no es la de favorecer sólo los intereses del anunciante o el publicitario. El
público, que es su destinatario, es quien debe estar en el punto de mira a la
hora de impulsar la ética de la publicidad (como lo está de su estrategia).
Quien es ético y se autorregula puede sacar beneficio de ello y no cabe hacer
reparo alguno a esto; pero la verdadera ética consiste siempre en procurar
beneficiar o cuando menos no perjudicar al otro, en este caso a quien recibe
el mensaje publicitario.

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V. En el Derecho Comparado: Identificar un país que aplique la


Autorregulación Publicitaria y desarrolle
Autorregulación Publicitaria de España
El Jurado de Autorregulación Publicitaria (JAAP) es un órgano especializado,
e independiente, creado en el seno de dicha Asociación, dedicado a tareas
deontológicas en el ámbito de la publicidad. El Jurado está compuesto por
diez miembros, uno de las cuales en su presidente. Todos son nombrados
por la Junta Directiva de la Asociación: cuatro de sus componentes, entre
ellos, el propio presidente, son juristas de reconocida competencia, y el resto
expertos en materias publicitarias. El Jurado actúa en Pleno, que tiene
reservadas determinadas funciones, y en Secciones. Para el primero se
necesita la presencia de 6 miembros, incluido el presidente. Las secciones,
que no tienen adscripción funcional, sino que están numeradas simplemente,
las componen tres miembros, y están presididas por un vocal jurista. Las
competencias del JAAP están distribuidas entre el Pleno y las Secciones.
Son competencias del primero:
a) Aprobar los Anteproyectos de códigos de conducta que le propongan las
Secciones.
b) Actuar como instancia de las Secciones y resolver los recursos de alzada
contra sus resoluciones;
c) Emitir dictámenes según las propuestas que le formulen las Secciones. El
Pleno, además, se reserva una función procesal específica: la de resolver
sobre la petición de adopción de medidas cautelares instadas en algún
procedimiento disciplinario.
Las Secciones, que actuarán mediante un sistema de reparto de asuntos
llegados al JAAP, tienen las siguientes competencias:
a) Emitir informes y propuesta de dictámenes que se les soliciten;
b) Elaborar las propuestas de códigos deontológicos;
c) Resolver los expedientes por infracción de los mismos;
d) Resolver los recursos que se presenten contra la inadmisión de
reclamaciones, adoptada por el Comité de Examen Previo (órgano que filtra
previamente las reclamaciones presentadas)
e) Actuar como árbitro en aquellas cuestiones que les sean sometidas.
Para que el JAAP actúe, hay que iniciar un procedimiento reglado por el
Reglamento. Puede ser de oficio o a instancia de parte, considerándose
como tal cualquier persona que demuestre tiene un interés legítimo respecto
a determinada y concreta publicidad explícita. Opina Cartagena Pastor que
fue precisamente la previsión legal de control voluntario de la publicidad lo
que determinó la creación del Jurado de la Asociación de Autocontrol de la
Publicidad. El objeto de la Asociación es contribuir a que la publicidad
constituya un instrumento particularmente útil en el proceso económico,
velando por el respeto a la ética publicitaria y los derechos de los
destinatarios de la publicidad, con exclusión de la defensa de intereses
profesionales. El Jurado es un órgano especializado en materia deontológica-
publicitaria que goza de plena independencia en sus funciones (art.5 y 43 de sus
Estatutos).

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VI. CONCLUSIONES.

La autorregulación es la posibilidad de que un círculo concreto de personas


afines por el ejercicio de la misma actividad sometan ésta a unas reglas que
ellas mismas se, imponen.
La autorregulación publicitaria es un medio legítimo, global, moderno,
económico, equitativo y eficaz del sector privado.
La contribución de la autorregulación publicitaria en el desarrollo económico
y a la competencia, ha crecido de manera sorprendente el protagonismo
económico, social y cultural de la publicidad, o han evolucionado sus
recursos técnicos y creativos, se debe producir también un incremento en
cuanto a su responsabilidad.
El CONAR es la entidad privada que representa la autorregulación
publicitaria en el Perú. Como tal, cumple con los siguientes requisitos
constitutivos que exige la doctrina:
(i) Agrupación voluntaria de miembros que forman parte de la industria
publicitaria,
(ii) Dicha agrupación se autoimpone códigos de conducta compatibles
con las normas de carácter jurídico que regulen la materia,
(iii) El sistema debe contar con órganos de control y supervisión de la
publicidad que se difunda en el mercado, el cual debe ser vinculante
entre las partes; y,
(iv) El sistema debe tener un carácter sancionador y capacidad para
ejecutar sus decisiones respecto de sus miembros.

El Jurado de Autorregulación Publicitaria (JAAP) es un órgano especializado,


e independiente, creado en el seno de dicha Asociación, dedicado a tareas
deontológicas en el ámbito de la publicidad.

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VII. BIBLIOGRAFÍA.

Aznar, H. (1994): Cuestiones morales en torno al uso del dolor en la


publicidad, 'Comunicación y Sociedad', vol. II.
Aznar, H. (1999a) Comunicación responsable. Barcelona: Ariel.
Aznar, H. (1999b) Ética y periodismo. Barcelona: Paidós.
Blázquez, N. (1994) Ética y medios de comunicación. Madrid: Biblioteca de
Autores Cristianos.
Costa, J. (1992) Reinventar la publicidad. Reflexiones desde las ciencias
sociales. Madrid: Fundesco.
Durandin, G. (1990) La mentira en la propaganda política y en la publicidad.
Barcelona: Paidós.
European Advertising Standards Alliance (EASA) (1997) La guía de
autorregulación de EASA. Bruselas: EASA.
Lema, C. y Gómez, J. (2007) La autodisciplina publicitaria en el derecho
comparado y en el derecho español. En Problemas jurídicos de la publicidad.
Estudios jurídicos del Prof. Dr. Carlos Lema Devesa recopilados con ocasión
de la conmemoración de los XXV años de cátedra. Barcelona, España.
León, J. (1996): Los efectos de la publicidad. Barcelona: Ariel.
Patiño, B. (2007) La Autorregulación Publicitaria. Especial referencia al
sistema español. Primera edición. Barcelona: Bosh.
Núñez, J. (2012) La Autorregulación como concepto regulatorio.
Departamento de Economía de la Universidad de Chile (www.econ.uchile.cl).
Darnaculleta, M. (2009) La autorregulación y sus fórmulas como instrumento
de regulación de la economía. En: “Derecho de la Regulación Económica”.
Madrid: Portal Derecho S.A.

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