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Manifiesto del Congreso de las Provincias Unidas de Sud America, excitando los

pueblos a la unión y al orden - [1 de agosto de 1816]

Pueblos; enviados por vuestra expresa voluntad y unidos en este punto a formar el Congreso,
que fijando la suerte y constitución del país… consagrados a nuestro alto destino... somos a
cada paso interrumpidos en nuestras meditaciones por la incesante agitación tumultuosa que
os conmueve; y echando una ojeada desde la cumbre eminente en que os observamos...
apresuramos a anunciaros: unión y orden, o suerte desgraciada. (…) Aun está reciente la
memoria del movimiento del 15 de abril antepasado [1815], en que la capital sacudió el
yugo de la facción atrevida que la tiranizaba; la dulce satisfacción de haber arrojado a
sus opresores...

El germen de la anarquía… desenvuelve todos sus principios; el contagio de la capital se


difunde a las provincias y pueblos, afectándose éstos con sus mismos síntomas; algunas
provincias cortaron con aquella sus relaciones; al ejemplo de éstas sus pueblos dependientes
rompieron los ligamentos que los unían a ellas… El jefe del estado abiertamente
desobedecido… El ejército enemigo del Perú reforzándose… el nuestro en la más espantosa
disolución… El jefe supremo del estado se agita y pone en movimiento los que están a sus
alcances, armas, pertrechos, municiones........ ¡esfuerzos ineficaces! ¡Pueblos! (…) Vosotros
provocasteis la creación de una autoridad representativa, que, erigida con el voto
universal, formase un punto de unión de todas las relaciones, una expresión de todas las
voluntades, una concentración de todos los poderes…. El debe fijar límites a la
revolución… …el estado revolucionario no puede ser el estado permanente de la
sociedad: un estado semejante declinaría luego en división y anarquía, y terminaría en
disolución. …ya es un axioma incontestable que toda autoridad legítima emana de los
pueblos; hoy no se puede sorprender la sencillez de las gentes… haciendo bajar del
cielo el título de un soberano… Si separados los pueblos pudierais defender cada uno
vuestro territorio, aun así seria una injuria negaros a la unión que protegiese la causa del
empeño común… el dividirnos es única y precisamente el medio de perderla todos y
cada uno… Si aun os obstináis en consumar los proyectos de disolución del país, y en
reducir a mendicidad y miseria a los habitantes, este no ha sido el objeto de la revolución…,
y pues que todo se ha de perder en vano, pactemos con nuestros crueles enemigos…

Antes que todo es la patria, la suerte y salud del estado, la independencia y constitución del
país.

El Congreso ha pronunciado el siguiente


DECRETO
Fin a la revolución, principio al orden, reconocimiento, obediencia y respeto a la
autoridad soberana de las provincias y pueblos representados en el congreso, y a sus
determinaciones. Los que promovieren la insurrección, o atentaren contra esta autoridad
y las demás constituidas…, serán reputados enemigos del estado… y castigados con
todo el rigor de las penas hasta la de muerte y expatriación, conforme a la gravedad de
su crimen... Queda libre y expedito el derecho de petición no clamorosa ni tumultuaria a
las autoridades y al congreso por medio de sus representantes. Comuníquese al supremo
Director del estado para su publicación en toda la comprensión de su mando. Congreso en
Tucumán a 1° de agosto de 1816.-
Dr. José Ignacio Thames, Presidente.
Juan Jose Paso, Secretario.

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