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LA OBEDIENCIA

Esta presentación tiene por objeto,


como las anteriores, integrar algunos puntos teológicos esenciales
con los elementos fundamentales de nuestra naturaleza humana,
elementos psicológicos que actúan e interactúan necesariamente
para perfeccionar nuestro compromiso de entrega y disponibilidad
a la llamada de Dios y a su acción en nosotros.

ELEMENTOS HUMANOS EN LA OBEDIENCIA:


LOS NIVELES DEL SER
parece necesario
ante todo conocer los elementos y procesos esenciales y fundamentales
de la personalidad humana normal, procesos que están
en la base y constituyen la materia prima para vivir el consejo
de obediencia.
A) NIVEL PSICOFISIOLÓGICO2

Nuestro cuerpo «obedece» a la


solicitación psíquica de satisfacer las necesidades corporales; cuando
la sangre disminuye la velocidad, los párpados comienzan a
cerrarse, se relajan los músculos y uno se acuesta para un agradable
sosiego de sueño. Cuando el nivel de agua se rebaja, el cuerpo
señala una «sensación» de sed, con la reacción de buscar un buen
vaso de agua fresca, naranjada o una buena taza de café caliente.
Todas estas funciones corporales actúan en colaboración. Existe,
A) en cierto modo, una «ley natural» que proviene, a este

Las emociones no son reacciones somáticas (esto es un


desequilibrio químico), sino acontecimientos psíquicos que por su
naturaleza son cualitativamente diversos de las reacciones del cuerpo
A) mismos 127
B) Constatamos, pues, que hay una obediencia también a nivel
C) fisiológico; los tejidos «obedecen» a las células, los miembros «obedecen
D) » a los tejidos, etc. Nosotros «obedecemos» a las leyes de
E) la naturaleza en nuestro ser fisiológico; dormimos para tener vitalidad
F) y vivacidad; «perdemos» conciencia en el sueño para un bien
G) mayor, el del cuerpo entero. Somos «obedientes» centenares de
H) veces al día, aun sin darnos cuenta; «nos sacrificamos» en vista de
I) un bien mayor (aun físicamente), según el «fin» o «función» de
J) nuestro ser fisiológico: un funcionamiento eficiente, la vida 128
B) NIVEL PSICOSOCIAL

A este plano surge la exigencia


de «plenitud» no sólo física, en la asimilación y adaptación al ambiente
de manera puramente corporal; más allá de estas exigencias
físicas en realidad nace la necesidad de sentido: necesidad de reconocimiento
social, estima, cuidado, interés, etc. «El hombre asimila
su ambiente, no sólo a nivel bioquímico y fisiológico, sino
también y más conscientemente como «situación de sentido» 7, y
este sentido no sólo se le encuentra en una amplificada conciencia
de sentido del yo con mayor potencialidad, sino en una más amplia
conciencia de sentido del yo en relación con los demás.

Esto quiere decir


que existe la necesidad de entablar amistades y formar comunidad.
Se necesita una diversidad de especificaciones para el desarrollo de
la comunidad, de modo que cada miembro pueda crecer gracias a
la diversidad y enriquecimiento recíprocos.
También aquí hay leyes
de obediencia que han de tenerse en cuenta. «La obediencia nace
de la fundamental necesidad de la persona humana inclinada a ser
social...» Esto supone «luchar contra la propia voluntad, que se
manifiesta individualista, cerrada, replegada sobre sí misma. Más
que aislarse y abandonar la comunidad, lo cual equivale a la 'muerte'
de esta parte del ser (el social) 130

«Obedecemos», pues, no sólo


cuando satisfacemos estas tendencias naturales, fisiológicas o sociales,
sino que «obedecemos» también cuando limitamos el interés
por nuestro yo, aceptando pertenecer a un grupo social y a una
comunidad, colaborar en ella, bajo la guía de la autoridad constituida,
por el mismo bien del grupo. De ese modo se vislumbra una
nueva meta más allá de nosotros mismos: el bien común

La obediencia
consiste en la sensibilidad y respuesta a las necesidades y requerimientos
del otro y en la renuncia a los propios deseos e intereses,
a veces, por un bien mayor.

De este
modo, dado que tenemos necesidades innatas de sociabilidad, llegamos
a «obedecer» a aquellas normas que favorecen al mismo
tiempo nuestros derechos de individualidad y crecimiento y el bien
del conjunto de los miembros. La obediencia, a este nivel, es en
cierto modo material y espiritualmente utilitaria. 131
B) NIVEL ESPIRITUAL-RACIONAL

C) ¿Qué lleva consigo este nivel? Nuestro ser está dotado de


D) capacidad y tendencia a trascender los límites de los hechos inme-

diatos y los procesos materiales (reacciones químicas, presencia y


A) ausencia social, etc.).

B) se puede llegar incluso a


C) trascender los límites de la propia situación inmediata por principios
D) más allá de sí mismo, por razones de «bueno, bello y verdadero
E) », etc., válidas por sí mismas.

F) Nos permite obedecer


G) de manera verdaderamente humana, en cuanto que somos
H) no solamente «sensaciones», emotividad y «reacciones», como al
I) primer nivel, ni que simplemente «coexistimos¡» con los demás
J) como en el segundo, sino que sabemos comprender y juzgar situaciones
K) signiíicativas, relativas a nuestro bien y al de los demás,
L) aquí y ahora y aun más allá del aquí y ahora, o podemos prescindir
M) de los beneficios materiales que se reportan de lo inmediato,
N) y «estar» por el bien, por la verdad, más allá de $í mismo.

O) Es posible una obediencia más


P) madura, más profundamente «humana», porque se es más libre.
Q) «Se obedece», pues, no sólo de un modo reactivo y utilitarista, en
R) base a las necesidades humanas propias y de los demás, sino también
S) por los principios mismos.

A veces esta obediencia requerirá sufrimiento, renuncia a gratificaciones


u «obediencia» en otros planos. Este nivel, sin embargo,
nos libera en gran modo para ser lo que verdaderamente
somos: humanos en el sentido más profundo de la palabra.
El tercer nivel es en realidad el que permite una
obediencia más completa, ya que facilita la integración humana
necesaria para una obediencia humana más perfecta

Siendo así
que la conciencia del tercer nivel supera el sentimiento, aquélla
lleva generalmente consigo un orden, o «subordinación» de niveles,
que es la condición de la «autodeterminación», autogobierno,
autoposesión, esto es, una obediencia verdaderamente libre, objetiva,
basada en la percepción del dinamismo personal, total: capacidad
de ser objetivo, conocerse y determinarse desde dentro («normas
» internas) y capacidad de adaptarse a la realidad y verdad
externas con la razón («normas» externas),

una obediencia madura requiere


la integración de los dos aspectos: subjetividad, conocer «mis reacciones
», y objetividad, dirigir mis acciones.

Veamos cómo toda esta humanidad está comprendida en


la obediencia cristiana.

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