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STEPHEN TOULMIN

COSMÓPOLIS
EL TRASFONDO ·

DE LA MODERNIDAD

PRESENTACION DE ]OSE ENRIQUE RUIZ-DOMENEC


, , '

TRAD UCCIÓN DE BERNARDO MORENO CAR


RILLO

'
f
<
La edición original inglesa de este libro fue publicada

Cosnwpoiis: The Hidden Agenda of Modernity.


por The University of Chicago Press en 1990 con el título

© Stephen Toulmin, I990.

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita


de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas
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la exportación e importación de esos ejemplares para su
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Diseño de la cubierta:
Serifa Diseño 1 Ilustración

Primera edición: mayo de 2001.


© de la presentación: José Enrique Ruiz-Domenec, 2001.
© de la traducción: Bernardo Moreno Carrillo, 2001.
© de esta edición: Ediciones Península s.a.,
Peu de la Creu 4, o8oor-Barcelona.
E-MAIL: correu®grup62.com
INTERNET: http://www. peninsulaedi.com

Fotocompuesto en Víctor Igual s.l.,


Corsega 23 7, baixos, o8o36-Barcelona.
Impreso en Hurope s.l., Lima, 3, o8o3o-Barcelona.
DEPÓSITO LEGAL: B. 19.06I-200I.
ISBN: 84-83o7-36z-s.
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r
CONTENIDO

1
1 Presentacton, por JOSE
. / ,

ENRIQUE RUIZ-DO
7
MENEc

C O S M Ó P O L IS

Prefacio
Prólogo: Hacia el milenio reculando

CAPITULO PRIMERO
,

¿QUE PROB LEMA PLANTEA LA MODERNIDAD?


CUÁNDO COMENZÓ LA MODERNIDAD
LA TESIS OFICIAL, O HEREDADA, Y SUS DEFECTOS
LA MODERNIDAD DEL RENACIMIENTO
ADIOS AL RENACIMIENTO
/

DE LOS HUMANISTAS A LOS RACIONALISTAS

CAPITULO SEG UNDO


/

EL CONTRARRENACIMIENTO DEL SIGLO XVII


79
..

ENRIQUE DE NAVARRA Y LA CRISIS DE FE


I 6IO- I6 I I : EL JOVEN RENÉ Y LA <<HENRIADE>> 92
IOI
I6Io-r6r I : JOHN DONNE LLORA POR COSMÓPOLIS
IIO
I64o-r650: LA POLÍTICA DE LA CERTEZA
PRIMER DESMARQUE RESPECTO DEL RACIONALISMO 124

CAPÍTULO TERCERO
LA COSMOVISIÓN MODERNA
MODELANDO LA NUEVA «EUROPA DE LAS NACIONES» 133
145
I66o-1720: LEIBNIZ DESCUBRE EL ECUMENISMO
y
154
I66o-1720: NEWTON LA NUEVA COSMÓPOLIS
169
1720-1780: EL SUBTEXTO DE LA MODERNIDAD
184
EL SEGUNDO DESMARQUE RESPECTO DEL RACIONALISMO

5
CONTENIDO

CAP ÍTULO C UARTO

EL OTRO LADO DE LA MODERNIDAD


EL APOGEO DE LA NACI Ó N S OBERANA

1750-19 14: DESMONTANDO EL ANDAMI AJ E


1920-1960: EL RE-RENACIMIENTO APLAZADO
1965-1975: EL HUMANI S MO REI NVENTADO
LA S TRAYECTORIAS GEMELAS DE LA MODERNIDAD

CAPITULO QUINTO
,

EL CAMINO POR ANDAR


EL MITO DE LA TABLA RA S A

HUMANIZAR L A MODERNIDAD

PRACTICA
, , ,

LA RECUP ERACION DE LA FILO S OFIA


,

DE LEVIATAN A LILIPUT

LO RACIONAL Y LO RAZONABLE

Epílogo. Enfrentarse de nuevo al futuro 281

Notas bibliográficas
Notas y referencias
/

In dice onomástico
CAPITULO PRIM
"'

ERO

¿QUÉ PROBLEMA PLANTEA LA MOD


E RNIDAD?

cU Á NDO COMENZO LA MODERNIDAD


"'

«La ed a d moderna ha toc ado a su fin» es una afirm ación que puede
nar muy bien, per o que no es tan fácil d e compre nd er com o parece. Par
so­
a
ello, y p �r a � er po r �ué se da tan to val or a este fin (una defunción
que se
supone Ine VIta ble, SI es que no se ha pro ducido ya de hecho) , deb e
preguntarnos prim ero qué se qui ere dec ir con la pala bra <<mo de rno»
mos
y
cu án d o se cree que emp ezó la mod erni dad prop iame nte t al .
Preguntas cuyas resp uestas no están, por cie rto , nad a claras. Unos fe­
chan el origen de la mod ernid ad en 1436 , año en que Gutenberg adoptó
la im p ren ta d e tipos móvil es; otros , en I 5 20, año de l a rebelión de Lute­
ro contra la autorid ad de la Iglesia ; otros, en I 64 8 , al finalizar la Guerra
de los Treinta Años; otros en I 776 y I 7 8 9, los años en que estallaron las
revoluci ones american a y francesa respectiva mente; mientras que, para
unos pocos , los tiempos modernos no empiezan hasta 1 8 95 , con La in­
terpretación de los sueños de Freud y el auge del <<modernism o» en bellas
artes y literatura. Por nuestra parte (ya seamos de los que se muestran pe­
sarosos por su final y le dicen adiós con abatimie nto, ya de los qu � lo re­
ciben con albo rozo y se mueren de ganas porque llegue n los ttemp�s
<<posmodemos» ), lo que pensemos sobre las p ersp ec tivas de la mode�m ­
dad dep end erá en gran medid a de cuál es, a nuestro pare cer el corazo� Y ,

m e ollo de lo «mo derno» y cuáles son los acontect· mten · tos clave que die­
ron origen al mun do «mo de rno».
.
En cte rto senttdo, . do a su
la tdea d e que 1 a m o d e rn1· dad «est. á tocan
.

fill>> no deja de ser para dójic a. Para 1 os fa nat , t· co s de los b1.enes de


/l n. mo
consu-

mo , ser mo derno es simpl emente ser nuevo (ser 1 0 más recte nt e, el u


.
grito) y dejar anticuada cualq uter o tra cosa. C as i todos nosotros lffiOS VIV
. . . .

n merc·a do, que nun ­


'
I mersos en la sociedad consu m tst a Y
.
. . t··
. o ía de
y
eco
a
1
---
a n
d n ov¡
m
r¡z u era ,l
ca s e c a
nsa n de la novedad y cuyo lema semp er ali
. _

---
COS M Ó POLI S

Pablo de Tarso. En este sentido, el futuro no deja de traer co­


111 i l i a r a
s a s nuevas (y «más n1odernas» ), de manera que la modernidad sería la
inagotable cornucopia de la novedad. Desde dicha perspectiva, la e� ad
tnoderna sólo puede tocar a su fin en un sentido . .
completamente distin­
to: demarcando un período identificable de la historia, que empieza en o
alrededor de 1 43 6, o de 1 648, o de 1 89 5 , y que ahora da señales de com­
pletitud. La pregunta que hay que hacerse, entonces, es: << ¿Qué marcas o
distintivos definen el comienzo y el final de la modernidad? ».
El final de la modernidad está más cerca de nosotros que su comien­
zo, por lo que no nos resultará difícil descubrirlo. Si miramos, por ejem­
plo, a los grupos que escriben o hablan sobre el inminente período «pos­
moderno» en varios campos de la actividad humana, no nos costará
trabajo descifrar los signos que anuncian el final de la modernidad para
ellos. Este debate parece particularmente bien articulado en el campo
de la arquitectura. Durante los treinta años que siguieron a la Segunda
Guerra Mundial, el estilo moderno de Mies van der Rohe y sus seguido­
res, con sus edificios anónimos, atemporales e indistinguibles, domina­
ron internacionalmente la arquitectura pública de gran escala. En los
años setenta, una nueva generación de arquitectos y diseñadores, capita­
neados por Robert Venturi en Estados Unidos, pero con muchos repre­
sentantes en media docena de países europeos, lucharon contra este es­
tilo moderno aséptico y minimalista y reintrodujeron en la arquitectura
la decoración, el color local, referencias históricas y buenas dosis de fan­
tasía, elementos a los que Mies habría puesto reparos basándose en con­
sideraciones tanto intelectuales como estéticas. Estos proyectistas han
sido tan creativos que un conocido historiador alemán de la arquitectura,
Heinrich Klotz, ha escrito incluso una voluminosa Historia de la arquitec­
tura posmoderna .
debate sobre l a arquitectura «posmoderna» se deja oír con fuerza
El
y, sin duda, es muy apasionante; pero para nuestros fines aquí resulta un
tanto mar gina l Cuando Venturi y sus colegas sostienen que los tiempos
.

de la arquitectura «moderna» ya h an pasado, y que é sta debe dejar paso


a un nuevo esti l o «posmoderno» de construir, la diana de su crítica no es ,,

la m o dernida d en s u conju nt o, sino el movimiento particular del siglo x x


..

en arte y diseño conocido con el nombre de <<modernismo». Quienes es­


tudian los orígenes del estilo m odernis ta a menudo lo sitúan a finales del
siglo xr x ; pensamos sobre todo en el arquitecto e ingeniero de Gl as g ow ,
·. '

'

· '
p

¿ QU É PR OB L EM A P LAN
TEA LA M OD ERN IDAD
?

Ch arles Renni e M ackinto sh . Así, en ar quite ctura , nos las vemos con
. un a
ro b l em/

atica qu e . en e sol
ti / o no
P . . . venta añ os de ed ad , muc ho menos d e 1 o
q ue los h is to riad o re s tie ne n en m en te cu an do co nt ra s t an 1 a h1st . or 1a mo -
·

d e rn c o n la anugu . � � la m ed iev al
� : Sin em ba rgo , pa ra nuestros fines, la
a rq u i tec tur a n o es ni Irr elevan t e ni car ent e de int eré s: de maner a
cur io­
s a, e i nes pe rad a , a p ar t i r de r 9 00 el art e y la arquitectura mo
Y
de rnistas
a d op ta r o n di e r ? n nu eva vi d a a ide as y mé tod os qu e se hab ían
ori gin a­
do en el pensami en to y l a pra cti c a mo der no s del siglo xv n. Pe ro, ind
_ _
ent e de lo

p en d ien te � que se ten ga �laro-o cas i clar o- , lo cierto es que
la m od ernidad en torno a la cua l eXI ste en la actual ida d una gran contro­
versia com enzó mucho ante s de 1 890.
Pero tam bién la con trover sia sob re la << pos mo d e rni d a d >> preced e a la
revol ución en arquitec tura iniciada por Venturi . En efecto, lo «posmo­
dern o» es el tem a de una serie de ensayos de crítica social, económica y
política escrit os por Pete r Drucker en la temp rana fecha de 1957 y pu­
blicados en 1 965 con el título de Landmarks for Tomorrow (Hitos del ma­
ñana). Druck er hacía hincap ié en las radical es diferen cias existentes en el
plano económic o, social y político entre las circunstancias actuales y las
generalmente asociadas al término «modernidad» , y concluía diciendo
que era una falacia aplicar este término a «la manera como vivimos en la
actualidad». Asimismo, D rucker sostiene que, en vez de asumir que las
nacion es del mundo pueden seguir viviendo como de costumbre, debe­
ríamos ver que la nación-estad o, que reivindica una soberanía sin reservas,
ya no es la misma unidad política cerrada que fuera en los siglos xvn Y
XVII I . Los tiempos en los que vivimos exigen instituc iones nuevas Y mas
. . /

funcionales : instit uciones que vayan más allá de los límite s nacio nales Y
sa tis fagan nece si dade s trans nacio nales de índol e social Y económica .
eXI­ .
Si los principales tem as del deb ate sob re la mo dernid ad son las
gencias polí ticas d e la m o de rna naci ón- esta do, de man era que el fin de la
mode rnidad cor re par ejo con el ecl ips e de la sob era nía nac ion al, en ton-
ces d eb ere mos busc ar el ortge. n d e esta era en 1 os siglos xv 1 y xvn . Desd e
esta p ers pectiva, la edad m o d erna com enzo con l a cr ea ción d e. e s ta d os
·

s ob er an os separado s e ind epe n d tente s, ca d a uno de e l l os


. organt zado en
· 1 engu a y cu ltu ra , v con un go-
al o de 1 a s tr .a­
to rn o a una nació n concr eta , con s u prop ia .
. n d e 1-a vo 1 u n ta d na on
. . . . / ct
1 o q ue lo s
bI ern o legi tlmtza do como expr esio
. i. .

_.

d Ic
·

o ne s o intereses nacto na 1 es. E s 0 1


/

t 10 S ac e rc a rn as au n a
O(i ern o>>, (1 e" -

« P r tn e r pe rt o do Ill ·
. /

i
__

.
h is to riado am a e l
res conte m poran eos ll n
COS M Ó POLI S

j,índo nos unos tresci entos años de maniobra para nuestras elucubr acio­
nes. Antes de media dos del siglo xvi, la existencia de estados organizado s
alrededo r de nacio nes era la excepción, no la regla. Antes de I 5 so, la
obliga ción política seguía fundánd ose en gene ral en la fidelidad feudal,
no en la lealta d nacion a l . En este sentido , la fecha de comien zo de la mo­
dernida d coin cidiría con la que dan mucho s historiadores: en algún
momento del med io siglo que va de r 6 oo a r 6 so.
Esta fecha para el comie nzo de la modernidad encaja también per­
fectamente con las preocupaciones de otros críticos contemporáneos.
Los años sesenta y setenta del siglo x x presenciaron el resurgir del ata­
que contra la «inhuman i dad» mecanicis ta de la ciencia newtonian a lan­
zado 1 50 años antes por William Blake en Inglaterra y por Friedrich
Schiller en Alemania. A mediados de los años sesenta, la gente decía que
había llegado la hora de rematar y culminar políticamente las críticas de
Blake y Schiller. El visionario inglés había advertido que la industria aca­
baría destruyendo al país y lo convertiría en una tierra baldía de fábricas
satánicas. El poder económico y político de las grandes multinacionales
dejaba bien claro en los años setenta que dicho proceso era imparable.
Con B arry Commoner y Rachel Carson al frente (el primero como por­
tavoz de la biología, y la segunda con su manifiesto retórico de Primave­
ra silenciosa) , la gente luchó por la <<ecología» y la «protección del medio
ambiente» a fin de defender el mundo natural frente a la rapacidad y las
fechorías varias de los humanos.
Las fábricas y factorías satánicas que había denunciado B lake son fe­
nómenos de finales de los siglos XVI I I y XIX: la energía hidráulica o de va­
por era imprescindible para hacer funcionar las máquinas que hacían es­
tos nuevos métodos de producción más eficaces de lo que había soñado
jamás la industria rural . S egú n este patrón, los comienzos de la moderni­
dad habría que situarlos en torno a r 8oo. La obra clásica de Newton ,
Principios ma temáticos de la filosofía na tural, se publicó en r 6 8 7 , pero su
teoría de la d i n á mi c a y el movimiento planetario no tuvo ninguna utili­
dad inmediata para los in g enieros . La maquinaria y las «manufacturas»
tuvieron que esperar al desarrollo pleno de la máquina de vapor, después
de I 7 50. Así pues, tomando el au ge de la industria como la marca distin­
tiva de la modernidad, el comienzo de la edad moderna se situaría en am­
bas vertientes del año I
8oo, en pleno au g e de la revolución industrial .
En cambio, si vemos la creación de la ciencia moderna por Newton

30

1

¿ QU É P R O BL E MA PLANTE
A LA M OD ERN ID AD ?

com o el verd adero, arr anq ue de la mo de rnidad , 1 a 1e . ic


. ia
. 1 habr í a
1
.e c h a In

que sit uarl a en a d eca da de r 68o ' o-e n la medida en qu e N ewton llevó
a ca bo ta r eas
Intelectual es que fue ron formula das p or Ga11· 1 eo en ,
.
, os y com o cue stio
. ttfic . term1-.
no s ct e n nes m etod ológi cas por D es, ca rtes-var1as .

décadas an tes, en la de r .6 3 o , . fec ha del comienzo de la mo der n1·d a d en


m uch os asp ectos. La s un tve rst da de s bri tánica s y am erican as sue l en em -
p e zar su� cur s os s o ? re filo s � fía mo der na con las Meditacion es y e l Discur­
so del m etodo cart esi anos , mi entras que en la asignatura de historia de la
cien cia s e pre s enta a Galileo com o el fun dad or de la ciencia moderna.
L os críti cos d is tan mu cho d e ser uná nim es en sus o bjeci one s al moder­
nismo y a la m o d e rni d a d, así com o en su cron ología sobre la era mo­
d erna , aun que la may oría d e ellos suele n situ arla hacia las primeras dé­
cad as d e l sigl o XV II .

Si los críticos que atacan a la modernid ad n o s e ponen d e acuerdo sobre


cuán do comenzó la edad moderna, lo mismo se puede decir también de
sus defensores. El filósofo alemán Jürgen Habermas se burla de la falta
d e precisión con que algunos escritores utilizan la palabra «post-moder­
no» motejándolos d e posties. P ara él, la era moderna comenzó cuando,
inspirándose en la Revolución Francesa , Immanuel Kant mostr ó que se
podían aplicar categorías m orales imparciales y univers al es para juzgar
las intenciones y las actuacione s en el ámbito político. Los ideales socia­
les de la Ilustración francesa encontra ron expresión filosófica e n Ka nt y,
desde entonces, la política ha estado cada vez más dirigida por los impe ­
rativos de la equidad kantiana . Al d estruir el ancien régim e, l a Revolución
Franc esa abrió el camin o a la democracia y a la participa ci ón pol ítica, Y
s u le gad o moral es tan pod eroso en la actualid ad como lo fue a finale s
del
s i glo XV III . Seg ún Ha bermas, el pun to d e a r r a n q u e es el últi mo
cuarto
del siglo XVIII, y más específicamen te los años 1 776 o I 789.
S i n embargo esta d atac ión es sólo u n p elda ño que nos retrotrae a
un
'

comie nz o más temp rano. L a obra d e Ka nt no s urg1· o d e 1 a na da Su espe-


·
· ,
"'

x . en de a la ettca un .

Ci· a1 h1n ,
. cap1e en 1 as maxtma s mor a 1 es un1 · ve rs al es e tt
· " ·

·I d ea1 d e «ra cion a lida d :>:> que ya h a b 1a ·


1 d r orm u 1 a do po r D es ca rt es , en el
" o t
As 1, 1a
s
ca mp o de la lógi ca y de la filos oft,a natur a 1 ' mas d e un si g lo ante s.
,

I
"

, st r t
· c a q u e ar ra n ca c on la ad op-
«m ode rni dad » es una vez ma s una fa s e h . o , .
. ..
.ct o"' n p or d , t o d os d e in ve .
st tg ac io,n n u evo s,
G ali leo y De sca rte s e un os me
31
C O S M Ó P O LI S

d e índole ra cion a l ; y cualqu i er sugere ncia de que la mode rnidad se en­


cuentr a hoy acaba da y f]niqui tad a es sospec ho sa de ser al menos reaccio­
n a ri�1 v rnu)r prob able tnen te tan1bién irracionalista . Así, el culto actual a
lo «pc; stnod erno» podr ía en últin1a instancia con stituir un obstáculo adi­
cion a l para cua lqu ier carn bio en1a ncip a tori o ulte rior.
Otros escri tores valoran la modernid ad de otra manera, y por otras
razon es. I_ja política progresista de los viej os tiempos descansaba en la
creenci a a largo plazo de que la ciencia era el cam ino más seguro para al­
canza r la sa lud y el bienes tar humanos, creencia que configuró la agenda
tecnológica de al rnenos media docena de Exposiciones Universales. Este
sueño aún resulta convincente para mucha gente de hoy. D etrás de su
continuad a confian za en la ciencia y la industria se esconde una concep­
ción de «racionalida d» que se extendió entre los filósofos de la naturale­
za europeos en el siglo XVI I y prometió una certidumbre y una armonía
de orden intelectual. Las bendiciones científicas de la época moderna
(sobre todo en el can1po de la medicina), que estuvieron disponibles para
todo el rnundo hacia finales del siglo X I X , fueron en realidad el resultado
feliz de unas investigaciones científicas que no habían dej ado de avanzar
desde los tiernpos de c;alileo y D escartes y, por tanto, fueron el produc­
to, a largo plazo, de las revoluciones del siglo xvn emprendidas en el
can1po de la física por Galileo, Kepler y Newton, y en el de la fi losofía
por Descartes, Locke y Leibniz.
Así pues, l a c i e ncia y la tecnología n1odernas se pueden considerar
con1o una fuente ya de bendiciones, ya de problen1as, ya de ambas cosas
a l a vez. En cual quiera de los casos, su origen intelectual hace de la déca­
d a de r 63o la fecha tnás p l aus ible para el inicio de la n1odernidad. Luego,
parece ser, las i nvestigaciones científicas se volvieron -<-< racionales», gra­
cias a Galileo en el can1po de la astronornía y la mec;;i nica, y a D escartes
en el de l a lógica y la e pis t e n1 o l ogí a . Treinta años d espués, este conlpro­
nliso con l a -<-<racionalidad>> se extendió al án1bito p ráctico cuando e l sis­
tetna político y diplotnático de l a teoría europea se reorganizó sobre l a
base d e las naciones. A p a r ti r de entonces, a l n1enos en teoría , l a garantía
pa ra e l e j er c ic io del poder d e un n1onarca soberano hay que buscarla n1e­
n o s en e l hecho de un títul o feudal heredado q ue en l a voluntad del pue­
bl o que a ceptó dicho g o b i e r n o ; una vez que esto se convi rtió en la base
r e c o n o c id a de l a autori d a d e s ta ta l l a política podía anali za rse ta1nbi én
,

s e gún estos n uevos té rnü nos <-< ra ciona l es >> .

)2
¿ QU É PR OB LE MA PLANTE
A LA M OD ERNI DAD ?

A p es a r de to das las am bi gu ·· ed ad es qu e ro d ean a 1 a 1


. . · d ea d e mo d ern l-
·

· ·
· en, 1 as ¿ 1st1n tas
da d, y a las dis tintas fec ha s qu e se ba raJ· an so b re
con fusi on e s Y de s a cu er do s ocu lta n un con sen so de fon do . En tod a
. su or1g

_ actu al-ya la
con tr ov ersia se trate de lo mod ern o y 1 o pasm o d erno
y arq
. . en arte
uit ectu ra, ya d e las VIrtud e s de la cie nci a mo der na,
ya de los defec-
tos de l a tecn o l ogí � mo derna-, los argum ent os des can san en uno s pre ­
supu e s to� c om parti dos sob re la rac ion al ida d . To das las partes en disc or­
di a convienen en siglo xvn
que los s e dice n tes <<nu evos filós ofos del
>>
fueron r espon sabl es de nuevas man eras de pen sar sob re l a na tural eza y la
soci eda d. O bliga ron al mun do mod erno a razo nar sobr e la natu raleza de
un a manera nueva y «cien tífica», y a utiliz ar méto dos más «raci onale s»
pa ra a bordar los prob lem as de la vida huma na y la socie dad. Su obra su­
puso, pues, un punto de inflexión en la histor ia europ ea y merec e que se
la cons idere como el verdade ro punto de arranqu e de la modernidad.
A este respecto , hay otras disciplina s y actividad es que siguen, así, el
ejemplo de la filosofía y la ciencia natural. La pregunta sobre el naci­
miento y muerte de la modernidad, o sobre el principio y fin de la edad
moderna, resulta de especial importancia para estas disciplinas de primer
orden. Los físicos y biólogos son conscientes de que las posibilidade s y
métodos de la ciencia difieren hoy sobremanera de los de la época de La­
voisier o de N ewton ; pero el desarrollo de la electrodinám ica cuántica a
partir del electrom agnetism o de Maxwell , o de la genética biomolecular
a partir de la fisiología de B ernard, no implica-a los ojos de éstos-una
discontinuidad comp arable a la que se produj o en la décad a de 1 63 0. Al­
gunas cienc i as del siglo xx, como la mecá nica cuán tica, la ecología y el
psi co análi s is, nos aleja n basta nte de los axiom as de la <<filo sofía natural»
del siglo XVI I, has ta el pun to de que hay más de un escritor que sien te la
tentación de llam ar esta s disc ipli nas con tempor áne as con el nom bre de
«cien cias pos mo dernas» . Per o est a fas e no ma rca con la cie nci a «m ode r
-

n a» an ter i or la rup tur a que se sup one en 1 a s ustt tu ci on por part e de Ven
· . _,
-

.
turi de la arquit ectu ra «m od ern ista» po r la «p osm od ern a» . Lo s c � mb ws
lo xx
de m étodo o ac titud in tel ec tu al dentro de la cie nc ia na tural de l stg
e n m o do algun o stgntfi can que , por eJe mp 1 o, 1 a bi ol ogía
. .
·
m ol ecul ar haya
. n.
un C ha rl e s D ar wt
roto c on las id ea s de un Cl au de Be rn ar d o
"

ha s-
P ero 1 a sttua cton a 1 a
. . " qu e se en fr en ta ac tu al m en te la fil os ofta es . . as
ta n te más dr ástica . La s pe rs on as qu e tra b aJa n en el c am
· po de la s ct en ct
en id as . Po r su p(u te ,
.

" nv
, . . =-

os co
.,

n atu ra les co mp art en un as tar eas ma s o tne n

33
¡ .
' �
\ •
. ...... 1

COS MÓPOLI S

l a a gend a de la filosofía se ha visto siempre contesta d a: sus cre d enciales


nunc a han si do objeto de un común acuerd o, ni siquiera por parte d e los
autores clási cos. Esta especie d e du d a en sí misma nunca ha si d o más
mani fiesta y grave que en el siglo xx . Las Confere ncias Gifford d e 1 9 2 9
de John Dewey sobr e La búsqueda de la certeza se propusieron mostrar
que, des de la histórica d éca d a d e 1 63 0, el d ebate filosófico había d es­
cansa d o en una visión demasia d o pasiva d e la mente humana y en unas
pretensiones ina decua d as d e certeza geométrica. En la d éca d a d e los
cuarenta, Lu dwig Wittgenstein afirmó que la con fusión en d émica sobre
la <<gra mática >> d el lenguaje d esembocaba en especul aciones vanas: lejos
d e ser profun d a, la filosofía nos d istrae d e las cuestiones ver d a d era­
mente importantes. Por su parte, E d mun d Husserl y Martin Hei d egger
escribieron de manera no menos cáustica sobre el quehacer filosófico,
mientras que Richard Rorty, en su d ivagación sobre el d ebate filosófico
a partir d e finales d e los años setenta, concluyó d icien d o que a los filó­
sofos les que d aba ya poco que hacer salvo reunirse para charlar sobre el
mun d o tal y como ellos lo veían, d es d e to d os sus particulares puntos d e
vista. Leyen d o los ensayos d e Rorty, se nos forma la imagen d e una par­
ti d a d e veteranos discapacita d os en las guerras intelectuales, compar­
tien do, al amor d e un vaso d e vino, recuerd os d e «viejas, olvi d a d as y le­
janas batallas».
Ante una agen d a tan problemática, ¿qué pue d en hacer los filósofos?
¿Deben consi d erar ahora la filosofía en su conjunto como una especie d e
autobiografía, o pue d en trazar un programa alternativo a partir d e los es­
combros d eja d os por el trabajo d e d emolición d e sus pa dres y abuelos?
La crítica reciente nos proporciona aquí unas primeras claves muy útiles.
Cuan d o surgen du d as sobre la legitimi d a d d e la filosofía, lo que se pone
en tela d e juicio sigue sien d o la tradición fun d a d a por René Descartes en
los albores d e la mo d ernida d . Aunque Wittgenstein inicie sus Investiga­
ciones filosóficas con un pasaje de san Agustín y hable también de algunas
tesis de Platón, su principal dardo (como hacen Dewey y Hei d egger) lo
dirige contra un estilo de filosofar «centra d o en la teoría», es decir, un
estilo que plantea problemas y busca soluciones en términos a temporales
y universales; fue precisamente este estilo filosófico, cuyos encantos se
identificaban con la búsqueda de la certeza, el que definió la agenda de la
filosofía «moderna» a partir de 1 65 o.
Iniciado con Descartes, el estilo de filosofía «centrada en la teoría» es
34
¿ Q U É PR O BL EMA PL
ANTEA LA M O D ER
N IDAD?

(en un a p al abra) fi l o s o fía m od ern a ' m ie nt ras


qu e , Inv
>>
· er sam ente, 1 a filo-
s ofí a « m o d e rn a es un a fil os ofía m ás o m en
, os ce ntra da en la te o r1/a. E
os o fía, pues, mas ue n
fi l � en cu al qu ie r ot ro ám bi to de l sa be r, se
pu ed e sos-
ten �r q� e la mod erni da d e s al go ya pa sa do y fin iquita do . M ientra
la ct en cta de la n a tu ral e �a _1� evol uc ió n in i n terrum p id a de las id ea
s que en
s y mé ­
tod os mod e rnos ha po si b� htad o una nu eva ge ne ra ció n de id ea s y m é
_ , to­
d os capaces de elu dt r crttt ca s fat ales pa ra las ideas del
sig lo xv u sobr e el
mé to do ci en tífi co: en la filo so fía no se h a en co ntrad o la m an era de
qu e
ocurra a lgo p a reci d o . Tr as el tra bajo destr uc tiv o de Dewey, Heidegg
Wi ttgenstei n Y Ro r ty, la filo sofía tiene un as op ciones bastante limitad
. er,
as,
qu se
op ci ones e red uce n bás ica mente a tres po sib ilid ades: puede aferrar­
se al d esacre ditado pro gra ma de investi gac ión de una filosofía puramen­
te teóri ca (es dec ir, <<m ode rna »), que aca bar á por dar le la pata da defi ni­
tiva; p uede bus car mo dos de trabaj o nuevos y men os excl usiv amente
teó ricos y desa rrol lar los método s nece sario s para una agen da más prác­
tica (más «pos mod erna ») , o pued e volve r a sus tradi ciones anteriores al
si gl o XVII y tratar de recup erar los temas perdi dos (« p re m o d erno s ») que
fueron desech ados por Descartes, pero que pueden resulta r muy útiles
en el futuro.
Si los casos de la ciencia y la filosofía pueden servir de ej emplo para
las cuestiones subyacentes a la crítica contemporánea de la edad «mo­
derna», o subyacentes a las recientes dudas sobre el valor de la moderni­
da d , ello nos confirma que la é poca cuyo fin estamos pre s enci a ndo su­
puestamente en la actualidad empezó en a l gú n momento de la p ri me ra
mitad del siglo xvn . En un gran número de casos, se asumió que los mo­
dos de vida y p ensamiento de la Europa modern a a partir de I 7�0 (l a
ciencia y la m edicina modern as, así como la in geniería y las Instituci _ . ones
modernas) fuero n m ás racio nale s que los típico s de la Europa me d! eva_I 0
que l os de soci e dad es y cultu ras actu ales men os desa rrol lada s. Mas aun,
se asum to ., ' .
que los proce d tmtentos · a 1 es servía n para abo rda r los
racion
pro ble m as inte lectuales y prac · s d e cua 1 quie
, tico " de est.udio. proce-
· r area '

.
d t. mte nto s que estan d 1spon 1' bl es para cu al qu i· er a qu e se olvide de la. su -
, .
. , y a t a que estos pro bl e m as de un a manera hb re
persttci ón y las mitol ogtas . .
1 tm
.
d e preJu icios .
y aJen a a m o d a s pasaJ eras. E s tos pres up ue
. . stos no se ita -
1 as
.
ron a l os filó s ofo s ' sino que fueron com p arti· d os po r pe rso na s d e to d as
esfera s de la vid a, y se hall an por ct er to b Ien
. · a rr aig ad as en nu es tr a n1 an e-
ra << m o dern a » de pensar el mun do.

35
cos M Ó PO L I S

1 . -
n o s, n o obs ta nte ' di chos presu pues tos h a n s i d o
d e l a mo -
I-1-� n es to s ú t1. 111 os a ·

,
·

ue l a cr1t1ca
·

to de q
os ataq ue s ha sta e l pun
1 . d .
· '
bl anco d e n um eros ·

. nve rti rse en cri, tic


.

a de la rac 1ona tda pr o p t a-


de rn ida d h a pa sa d o a co �

. . .
111 e n te d 1. e h a . Al a b o r dar cue s tio ne s rel ati vas a l a rac 1 on a hd a d, Rorty
. .
a d o p ta 1 a qu e e" 1 d en otn ina
una pos tu ra <<Sin cer am ent e etn oc ,
en trt ca » '· e s
d eci r, que ca d a cu ltur a
.
· ·

. está cap a ctta da par a reso lver l os pro b le m as d e l a


rttu par eci. do ,
, .
En un espt
I
a ¡ · d a d segu" n sus prop ias ente nde dera s.
rac ion
·

. , .
Ala sda ir M a c l n tyre nos pid e que m1r em os det ras d e tod a s las cue sti one s
de «rac iona lida d» abstract a y nos pre
gun tem os a qui én pert enece el con ­
ce to de raci onal idad en vigo r en una situ
ació n dad a . Si la ado pción d e
¿
m dos d e p ensar y actuar «racio nales » fue el princi
pal rasgo distintivo
d e la modernidad , enton ces la línea diviso ria entre la época medieval y l a
moderna se basa más en nuestr os presup uestos filosófi cos de lo que nos
gu s ta r ía creer. Ahora que se cuestiona hasta la propia racionalidad, es e l
momento d e reconsiderar el cuadro tradicional d e un mundo medieval
dominado por la teología, que se dejó vencer por un mundo moderno
volcado con la racionalidad.
D esde l u e g o que algo importante ocurrió en el siglo xvn, que hizo
que-para bien o para mal, y probablem ente para ambas cosas-la so cie ­
dad y l a cultura de Europa occiden tal y Nortea mérica se desarro llaran en
una direcc ión distinta a la que habría n seguid o de no haber se produci d o
ese algo . P ero esto no nos exim e de pregunta rnos , en prim er lugar , cuá­
l es fuer on los acontecim ientos que resu ltaro n ser tan cruciales para la
crea ción de l a Europ a mod erna ; en segu ndo luga
r, cóm o influye ron e sos
1


aco nte cim ientos en cóm o los eur ope os vivi
ero n y pen saro n en las últim as
déc ada s de dic ho sigl o; y, fina lme nt e, cóm
o con figu rar on el des a rro ll o de
1 � mo der nid _
ad has ta la épo ca actua l y, no me no
s im po rta nte, nue s tro h o­
riz on te de ex pe cta tivas co n vi s ta s a
l fu turo .
so s co inc id e n en un pu nto im p o r ta nte :
La mayo r p rte de los estud io

la to m a de pa rti do <<m od er na » po
r l a ra cio na lid ad en lo s as untos hum a­
no s fu e p ro du c � o de lo s ca m bi os
in te lec tu ale s de m ed iad os de l si glo xv 1

y 1 a a s tr o n o -
cuyos pr ot agon ist as fu er on G al
m 1a , y R en e D es ca rt es , en el
" "
ile o ' en e l ca m po d e 1 f "
a 1s1ca·
y 1 a e pis· temo 1 o gt"a M ás
de la s m at em átic a s

c ció n . Uno s se ce n tra n


a 1 1 a" d e es te punt o, ad cu al si .

� � gu e su pr opi a di re
en l os as � ec to s er it or io s de es to s ca m b
� io s, otro s e n su s n o ci vo s e fe c to s
o
se cun d ar io s , m ie ntra s qu e ot
eq ui hb n
ro s a un
, tr a ta n d e m . .
ent re los cos tes y los b en e fi c1 . an te ne r un
ac ti tud es . L o que cas i n un -
os d e las n ue vas .
;
¿ QU E P RO B LE MA P LANT
EA LA M OD ERNIDAD ?

ca s e cues ti ona es la cr on ol ogía de lo s gran de s camb · · , an ge -


n eralm e nte en tre la ep oc a de m ad ur ez de
.. . to s, qu e se sttu

·
d el st g1 o xv n, Y 1 a ap art cto n de los Principios ma tem
.·.. . Galileo , en los primeros an- os
1 68 7.
áticos de Newto n, e n
Pero ,c�mo no s ad� erte el di cho po pu lar , lo qu e todo el mundo
pon e «no tie n e po r que ser verd ad ». Muchas veces ocurre que todosuel­
mun d o i gn o ra lo que to d o el mu nd o cre e. Ha sta ha ce
po co , la gente su­
ponía qu e la fal da esc oc esa se tej ía según los viejos y ancestrales pa trones
de un o de l �s cla ne s qu e vivían en las tierras altas de Es cocia, y cayó
como auté n ti ca bo mb a el des cub rim iento por los his tor iad ore s de que en
reali dad el fam oso tart án h abía sido cre ación de un em p r e n ded or comer­
ciante de la frontera entre In gl ate rra y Esc ocia . Asim ism o, hasta hac e
poco, los historia dores de la ciencia creían que Wil liam Harvey hab ía
des cubierto la circu lació n de la sang re al rech azar la teoría de Ga l eno de
que la sangr e «fluía y refluía>> en las venas : una p eque ñ a i nve stigaci ó n le
reveló a Donald Flem ing que tambi én Galen o había cre ído en una circu­
lación sanguínea unidir eccion al y que lo que hizo Harvey en realida d fue
perfilar esta teoría en vez de rechazar la . Al parecer, la unanimid ad de lo s
historiadores anteriores se había conseguido tomándose prestados unos
a otros sus comentarios sin pararse a consultar los textos originales.
Como acabamos de ver, a veces las tradiciones venerables cobran
fuerza post eventum, de manera que las circunstancias de su creación arro­
jan tanta luz sobre los tiempos en que fueron inventadas y aceptadas
como sobre los tiempos a los que manifiestamente hacen referencia . En
consecuencia , lo único que podem os deduci r sin temor a equivocarnos
de esta primer a ojeada al debate entre los modernos y los p o sm o d e rn os
es qu e, con relación a buen a parte del siglo xx, l os habi tante s de E�rop a
occi dental y de No rtea mér ica gen eral mente acep taron dos enunctad os
de b ase sob re los orí gen es de la mo dernid ad y la era mo de rn �: a sab er,
xvn Y la t r � n s . ct on de l s
t
que la eda d mo der na em pezó en el s i glo que .?
mod os de pe nsar y actuar me dieval es a los mo der no s se htzo en �nct o
.n
de l a a do pción d e mé tod os rac ion ale s en tod os los cam p?� de l a mvest �
t
. o Ga 1 1. 1 et· en e 1 ca m po de la fis tca y po
gaci ón intel e ctu al (po r Ga lile ,
r Rene
. emo lo gta ' un eJ· em pl o qu e no ta r d ar ta en se r
Desc artes en el d e la epts t ,)
se gui do en el cam po de la teo rt,a P 0 l't 1 tea po r T ho m as H obb e s .
.
, 1 1 am ."lr
Es tas cre encia s ge ne ral es son 1 os P ila de la qu e po d rt am os .
un a co sa e s la
r es
l a tes1 s o fi1c1a , o d er .
nt d a d . Pe ro
. . . n h ere d ad a d
. l o v1s1o e la m
37
: � . . . t .. ..•• � ..
-._ �- . . . ..... ,·.... ·'' ·.',.
.
::'"
,, .11¡ __, """� • �-

COS M Ó PO L I S

. . st ura y otr a mu y dis tin ta la s o l i d e z d e


ex t s te n ct a d e co ns en
so ,
so b re un a po . . , tc . as en que se b as a.
y
·

. . d ·a d de la s h ip ó te st s ht st or Es -
1 1
·

es ta po st ur a 1 a f...
ta . b l .
ta s cu es tio ne s es ta, n 1 o f
·

1
a la du d a pa ra JU Sti fica r e l
·

. su cie n tem en te ab t ert as


. . es, exa m in
. gac ton · an do d e
· í n ue s t r as tn ves tt
he ch o de qu e tn tc te m os aqu
·

. as cre de nc i. ales
·

m e
" · n te cu ále s son las au ten tic -y l a
nu ev o n1 as . d et en i d a
hi st ór ic a- de di ch a te sis do m in an te .
ba se

ED AD A, Y S U S D E F E C TO
S
LA TE S I S O F I C IA L, O H E R

int a y cua re nta tuvim os


Lo s que cre cin1 os en la Inglaterra de los año s tre
y as vec es cu � .
sttonamos su s
poc as dud as sob re qué era la mo der nid ad rar
mér itos . Nos con side rába mos afor tuna dos por hab er nac tdo en el mun­
do mod erno an te s que en cualq uiera de las époc as ante riore s , a to das lu ­
ces más ignorantes . Estáb amos mejo r alime ntado s, más holga dos econó­
mica mente y más sanos que nuestr os antepa sados. Más aún, éramos
libres d e pensar y decir lo que quisiéram os, y de cultivar nuestras ideas
'
por d on d equ ie ra que nos empujara nuestra curiosidad juvenil . Para no­
sotros, la modernidad era incontestablemente ·«una cosa buena», y, fi­
lántropos como nos creíamos, esperábamos que todo el mundo se vol­
viera lo antes posible tan <<moderno» como nosotros.
En aquellas dos décadas también comulgamo s con las tesis al uso so­
bre el inicio de la modernid ad. Nos habían enseñado que, hacia el año
1 6oo de nuestra era, la mayor parte de Europa y, en especia l, los paíse s

protes tantes de Europ a septen triona l habían alcanz ado un nuevo hito d e
prosp erida d y b i e n e star mate rial. El desa rroll o del com ercio el cre cí-
miento de las ciud ades y la i nven ció n de l os libro s imp reso s habían h e-
'

cho qu� se exte ndie ra l a cultura entre el laic ado pró sper o como se h a bía
ex:end 1do ant es ent re los cl é r igo s , mo nj e s y dem ás ecl esiá sti os. Surgió,
c
as1, una cul tura s � cul ar, má s car act erís tica del laic ado
. educa do que de la
Igl est �. Lo s eru dtt o: seglar es leía n y p en sab a n po
, r sí mi sm os, ya no r e­
conocta n la p � ete nsw n de la Igl esi a de de cirles lo
qu e te n ían q u e cre er y
em pe zar on a Juzgar tod as las do ctr i na s segu/n
. . su pi aus1· b·1 1 1· d a d Intrinsec
· " a.
Tras ale Jarse de la esc olá sti ca me dieva l , l os · 1 o x vn d e-
. p ensa d or es d e 1 s1g
en c1· a p er so na 1 .
sarr olla ron nuevas. Ide as bas ada s en su exp e r1·
El au ge de esta cu ltura lai. ca de sp eJ· ó el
. . cam i· no pa ra 1 a rup tu ra d e fini· -
uva con la Ed ad M ed ia tanto e n el p lan o t / ·
eo/ rtc
· o co m o e n el prac ti co. La
¿ QU É PR OB LE M A PLANTE
A LA M OD ER NI DAD ?

r evo lu ción int electu al l a en cab eza ro n Ga lile o G a l1 l ei· Y


R e n e, D es ca rt e s .
y en e lla de s cu b rin1o s do s asp ect os Im po rtante ..s fue un ·a re 1 · ,
· . "

, ca p orq ue co nd uJ. o a Inn . . . · vo uc1 on Cl. en -


ufi ov ac ion es Im pr esi o na ntes en el te
rre n o d e 1 a
fí,si. c a y la as tron om ta,
;
de filo so f·ar a 1
·

y fue el or i gen de un nu evo 111é tod o


.
.

es ta bl ecer una tra d I c t o n d e Inv esti gac ión en la teo ría


. ; .

·
del con o Cll11I· en to y
de la fi lo sofía de la me nte q u e ha per durado hasta nue stro s mis
tno s día s
De h e cho, eso os
s d doc um entos fun dad ore s del pen sam ien to
m od e r n o
.

ue son l os Diálo?os sobre los dos principales sistenzas


q del 1nu ndo de G ali l eo V
el Discu rso del metodo d e D esca rtes está n escr itos en la tnism a déc ada
d�
r 63 o.
Tambi én se nos enseñ ó que esta insistencia d e l s i gl o xvn en el poder
de la raci onali dad había remo delad o, junto con el recha zo de la tra d i ció n
y l a supe rstici ó n (dos conc eptos que no se distin guían con c l a rida d) la ,

vida y la socied ad europ eas en genera l. Tras un brev e floreci m ient o en


la Grecia clásica, la ciencia natura l había registra do pocos progres os duran­
te dos mil años, pues l a gente o no había con1pre ndido o se había visto
apartada del enfoque sistemáti co del <<método científico» . Así, muchas
nociones anteriores acerca de la naturaleza se perfilaron de n1 aner a es­
pasmódica y aleatoria, por falta de una manera reconocida para mej orar
el pensamiento científico sistemática y metódicamente . Una vez que los
«nuevos filósofos» (sobre todo Galileo, Bacon y D escartes) habían des­
brozado y clarificado las condiciones necesarias para un progreso inte­
lectual en materia de ciencia, las ideas sobre la naturalez a se volvie ron
cada vez más racionales y realistas. Entre tanto, a la par que las nuevas
ciencias empíricas d e la natural eza, la filosofía se estaba e mancipando de
la tute la de la teología y d ej aba así a un lado errore s y prej u i cio s anteri o ­
res para pod er partir d e cero . Lo que había hecho D escart es p ara �! ra­
zon amie nto científic o en el Discurso del método lo hizo p a r a la fi l oso ha en
gen eral en sus Meditaciones. Ret rotr ajo el aná lisis a elem entos prin1iti�os
d e la exp eriencia que estab an en prtn · · a ¿ tsp
· ctpto · o st· ct· o" n tie cu a1 ou te r
;
-�
' la fi-
.

p ensa dor refleXIvo de cualquter cu 1 tura o epo ca. En co ns e cu.


. ·
en ci a
·
1 o so f;Ia se convertía en un campo d e tnvesngacto n « pu ra >> ' a b t e r t o a
· · ;

·
pe n- ·

s ador es lúcidos, reflexiv os y autocrí ti cas. . .


. d que se teni a en 1·a d e c a d a d e l os tr et nt �l. h ·,1 -
; ,

.
,
La visión de la mo dern tda . .
P
-..

c1a me nos hincap ié en la tecn o 1 og1a ; Y 1


ct pt o,
... .

s rá cn ca s E n un pr tn
. V 1 a fl-
as ar te
l a r evolución del sigl o XVI I en e 1 terr eno d e l a s c i e n c i a s
· �

1 .
n a tu ra 1 es
111
..
·

ct a
a tn -
e n
.
.

l a tn e d tc tn a
. .

;
l os ofl a no ha bía te n i d o nin gu na
. . 1nc '
1 d · . d tr
' e c t a en

39
C O S M Ó P O LI S

gen tert a : 1 os nuevos c1 en t1" fitc os


. ayu dar on a diseñar unos cua nt
os in ge-
,.
. /

nto s, con1 0 po r eJ em p 1 o, 1 as bom bas


de vacío, los cronom etras d e l o s

· .
'

. pe r 0 ' co mo habí a vaticin a d o Bac on, tuv o q u e


b are-- os y
. .
l os mt cr os co pto s, . . .
nas . .
ar mu cho tie mp o para q ue la luz teóri ca d e l a ciencia d e 1 stgl o xv n
t

pro duJ. era una cos ec h a equipar able en e .


l terreno empirico / . ( en re a 1.td a d ,
ués de 1 8 50). Sin em b argo, l as espe ran zas d
hub o que esp erar h as t a desp . e
1 · a no se había n muerto, ni muc h o menos ; s im pl e- .

una meJ ora


·

tecn o /
ogic
o Cont ando con tiempo
.

su fi ciente, una te ort


.

men te, se h a b1an / ap lazad a


/

.
·

no podí a por men os d e pro d ucir pin gues d iv i-


.

aleza
.
..

sólid a sobre la natur .

dend os en la práctica.
Fin-alme nte-se nos enseñó tam bién que-l as d ivisiones . .
.

en e l sen o
de la cristian d ad y el creciente po d er del laica d o h a b ían permi ti d o a l as
naciones europeas re forzar su autori d a d so b erana para regir sus d estin os
sociales y po l íticos, autori d a d que e l papa d o me d ieva l h a b ía usurp a d o y
que la iglesia de la Contrarre forma aún co d icia b a. En l a d éca d a d e 1 630 ,
el Sacro Imperio Romano era una institución vacía; pero, a pa rti r d e en­
tonces, la política europea se centró d e manera resue l ta en actos de
nacion es-estad o sobera nos. Entend i d as d e esta mane ra, la l ealta d y la
obligación políti cas tenían a un so l o estad o como punto d e re ferencia.
Algunos mon arca s, com o fue el caso d e Carl os I d e Ingl aterra, a firm aron
ser la enca rnac ión inco ntes ta d a d e la sob eran ía d e sus nac ione s; en cua l ­
quier caso , cad a país tuvo el der ech o a ord ena r sus asu nto s sin ingeren­
cias exterio res , sob re tod o de la Igl esia . Tod os los d esa fío a l aut rid d
s a o a
sob era na surgían des de d entro de la na ción-e stad o
en cu estión, como fue
el cas o de los mi em bro s de un a nu eva cla se me rca l
nti , qu e bu scab a una
mayor pa rti cip aci ón en el eje rci cio de esa so
be ran ía na cio nal. Es cierto
qu e en la dé ca da de 1 640 la tra nq ui la vi eja
In gl ate rr a co no ció una guerra
civi l qu e de se mbo có en la ej ecuc i ón
de C ar lo s I. Pero es to-se n os
enseñó tamb i én-fue un simple prob lem
a de aju ste ini cia l: fruto de la obs­
ti na ció n de C ar lo s po r afer ra rs e a
un os de re ch os an acró nicos. En la
dé ca da de r 64o, la es tructura de la
na ci ón - es ta do no es ta ba aún muy cl a­
y le al ta d n o to m ar ía n su fo rm a . de fi­
ra ; lo s nuevos pa tr on es de soci ed ad
ni ti�a ha sta de sp ué s de r 66 o. E nt re
_ ta nto , el p o de r em an ci p atorio de la
ra zon ha bt a ge ne ra do un fe rm en to
de en tu si· as m os que I· b a a s e m e tJ· cu-
y su pe ra do a la po stre
lo samen te exam in ad o r
As í pu es, de un a u otra m an era .
. ,. . ' un a 1e · n d e exp ert en
.e ¡ I· Z com b'Ina cio ·

. nt
y ra zo na m ie
c1 as fls 1cas os m at em á tic o s , de 1
1 a fi -
"

on y
-

a Cie · d e N wt
· nc ia e 1
1
¡ ¿ QU É PR OB LE MA P LANTEA
LA M OD ERN IDAD ?

.
Jo s ofía de D escarte s , tuv o co mo res ultado la con stru cc1· ,
d e te orta fístca y ...practi ca tecnica de la que ' en la Inglaterra d e 1
, , . , . , on d e u n m u nd
. o
o s ano s
. n
tre in ta, n os otros e ra m os l os a fortun ad
_

, a sta b 1e
os he red er os E n e te e to h
e n tra d os los ano s cincue nta , este o ptim ism
_ .
. . ·

o ofi cia l si gu io" s e d uc1e


vez qu e la
. . ·
nd o a 1 a
gen te, t o da aut enticid ad de la tes is his tór ica
era r ara s v ece s
cu es tion ada . Inc luso en nue stro s día s, h ay histori ado res de la prim
. er a In-
gl a terr a m od ern a que sigu en tratand o las prim er as déc ada s del s i gl o XVI I
d . . d
e tran n e l os tiem pos med ievales a los
m o d e rn o s .
com o e l punto siCIÓ
y si ello les obliga a afir mar que Wi lliam Sha kesp eare drama­ no es un
turgo verda der amente mo d ern � , s!no med ieva l tardío, pues se qu e d an
OJ OS, esta VISion d e Shake sp eare no es más extrañ
. .
tan p anchos . . . A sus a
qu e lo que d ijera Joh n Mayn ar d Keyn es d e Isaac N ewton en 1 9 42 con
m otivo del tercer cente nario d e su nacim iento ; a saber , que éste no sola­
mente fue el prime r genio d e la cienc ia mod erna, sino tambi én «el últi­
mo de los magos ».
Consi d eran d o a h ora, cincue nta años d espués , aquella «doctri na do­
minante» so bre la mo d erni d ad, yo m e inclino a replicar: << ¡No nos crea­
mos ni una pala b ra d e todo eso ! ». Des d e el principio, había sido una doc­
trina unilateral y en exceso optimista, amén d e autocomplaciente. De
acuerd o que es d emasia d o fácil criticar con d ureza nuestras antiguas
creencias; y por eso voy a intentar no caer en la exageración. En algunos
aspe ctos, la tesis d o minante sigue sien d o correcta; pero necesitamos con­
trarresta r estas ver d a d es recor dan d o sus principales errores históricos Y
hermenéuticos. Defectos que se nos antojan más evi dentes ca d a año que
p asa. La originalida d d el tra b ajo d e los científi cos del siglo xvn en el
campo d e la m ecánica y l a astron omía-d el trabaj o de Galil � o, Kep ler,
Des cartes, Huygens y, so b re to d o, Newto n-es más real e Importan te
que nunca. Per o cua lquier sup osición d e que sus éxitos fuer � n ?1 resu lta­
d o d e sustitui r el peso m e d i eval d e la tra dici ón y la sup erst tcto � por un
.
.a
m étod o rac iona lm ente autojusti fica d or es cerra r los ojos � l a e VId e nc i Y
mat1zac1o n ante una s e cu e nci· a d e a c o n te ct m t e n
a una nece saria . . ., ·
. to s co m-
1
. en ci as ' so n m uc ha s la s
P J En la sutil fronte ra entre
. 1 s c
e a . 1 a fil oso fí a Y a 1 .
cos as que han camb ia d o d es d e 1 950; c am b t os que so cavan la
. . an te rt or
cre encia d e que l a r e c e ta l ogt c a para h a c er d escu bri n1i en to s en. el ca
. , · m po
.
d e l a naturaleza estrtbaba en un meto , d o .
cte n t"1 I
fi co un iv er sa l. St n en1 b ar -
so n fru to de de te rm tn . a d os
·

go , l os peores d efe cto s d e la t e s t s o fitcia. . l no


.

ts
-- t cos Pu ro s y du ro s . L os pr e
or
.:lo _

prob le mas d e fi l osofía , sin o d e hech


·

os h t �
C OS M Ó P O L I S

.
rtc
·

os en qu e des ca nsa ra dic ha tes is han dej a do si m pl e-


sup ues tos h Isto
--

1ne .nte de ser cre íble s. . · " ca s, ec o-


ones po l Iti
·

tado que las con dici


. aron
La test· s h ere d a d a d a ba por sen
.
-- - · · tele ct uale s de Eur opa occ ide nta l meJor ra di-
non11ca s, soc ia · 1 es, e In .
. o" el desarro llo
· d e I 6oo , lo que alen tó y pro pici de nue-
ca1 n1en te a partir . .
.
· · · méto dos de Investiga cion
"

m " racio nal es


as
" ti· ca s y .
vas Instituc ion es poli

.

Pero esta suposic ión está cad a vez más cu � stio na a . En la déc ada de l os
trei nta creí amo s que la filo sofía y la cien cia del sigl o xvu : r�� pr � d� cto
de la pros perid ad; pero esa creen cia ya no agua nt� un anallSls _mim ma­
me nte serio . Los años que van de 1 605 a 1 65o, l eJ OS d e ser pros peras y
gratos , se ven ahora como los más ingratos, y h asta como os más fr�né­ �
ticos, de toda la historia europea. Así pues, en vez de consid er ar la cien­
cia y la filosofía modernas como producto d e un tipo d e vida ociosa, hay
que poner patas arriba la visión heredada y considerarlas como las res ­
puestas que encontró una sociedad a la crisis e n que se vio inmersa.
También creíamos que, después de 1 6oo, el yugo de la religión fue más
ligero que antes, cuando lo cierto es que la situación teológica había sido
menos onerosa a mediado s del siglo XVI de lo que sería entre 1 62 0 y 1 66o.
A pesar de sus ideas radical es, Nicolá s Copérnico no sufrió en las décadas
de 1 5 30 y 1 540 la rígida discip lina eclesi ástica a la que se vería expues to
Galileo cien años después. Tras el Con cilio de Tren to, la confron tación
entre los protestantes y los here dero s cató licos de la cristi anda d histórica
estuvo marcada por la intolerancia . Esto hizo que los <<pa pistas» y los «he­
rejes>> se odi aran a mu erte e hizo tam bién de la Guerra de los Treinta Años
(1 6 I 8- 1 648) un conflicto particularm ente san gri ent o
y bru tal. En cual­
�uie r caso, la rup tura �ultura l con la Ed ad M edi a no ne ces itQ _,�_sp��!.�r al
sig lo xv n : ya habta ,.. tent do lug
ar unos cie n o cie nto cin cu en ta añ os antes.
Cu� nd o co m ara mo s el tal an te de los
� pens ad or es de l sig lo xvn-y el con­
ten ido de sus Ide as-con las ide as em
an cip ad or as de los escrito res del siglo
XV I , p od em os in clu so op in ar qu
e las in nova cione s ha bi da s
en el terreno de
la cie� cia � la fil os ofí a de l siglo xv
n se pa re ce n m en
os a un o s avances re­
volu ci ona ri os y m as a un a co ntr
ar revo lu ci ón de fe ns iva.
_

Veamos , co m o pr im er pa so pa ra
. u na m eJ· o r com pren
sto n de los o rtge ne s
· " "

.
de la m od ern id ad , po r qu é es to
n o p os een entre 1 os h ts-
s pr es up u esto s ya
¿ Q UÉ PR OB LE MA PLAN TEA
LA M OD ER N ID AD ?

to ri ad ores de hoy la mis ma fuer za de convicc ió n


. ,. . que tuv. t. e ro n e n l a
cad a de los trei nta . En los .ultim as,. tre in ta añ os.. ' los, 11 ts· ' to rL·.H·i o r es tn oddé-
er -
. 1 es
nos han emitido. . un ver edi cto un ani rn e sob re l·1s con
cit· c·t o ne s soc ta '" ·
. .

econ omicas que Imp era ron en Eu ropa de 1 6 1 0 a I 66 o E-- n e 1 1· g1 O y


·
. .
___

, Vl' S X
,.
.

Europ a d tsfruto de un a exp ans ton eco nó n1ic a prá ctic a111en t e t· ntn
_,
. . "

. · t err u111 _
s c api tale s a pa r ti r d e los car g-1 111e11 t os� t
·

um u lan do gra nde


Pi da, a c , e e 111 et a-
,

les p re ci osos qu e trata Es pan a de sus colo ni a s iber o an1 er1· ��·1n as, p er o e n
e: ·

• _

'- C:

el s1glo x vn esa prosperi dad l le go a un pun to tnue rto , segu ido de año s de

• • ,.

depres ió!: e i � certi d um bre a tod os los n ive le s . A prin cipi o s del sigl o x v n ,
l a situa cton d ista b a tanto de ser confo rtabl e qu e , entre 1 6 1 5 y 1 6 s o, en
.
gran parte del conu nente la gente co.r ría el r i es go de ser dego l l a d a-y de
-

qu e les quemaran sus casas-por el snnpl e hecho d e no c o t n u l ga r con las


i de as reli giosas del vecino . Lejos d e ser una época d e pro s p e r i dad y cor ­
dura, nos recuerda ahora much o al Líban o d e l a décad a de l os och enta .
C omo afirma la mayor parte d e los historiad ores, a pa rti r de 1 6 2 o l�u ro­
pa se vio sumi d a en un estado de crisis general .
En efecto, desde que Rolan d Mousnier hab l ara exp l íci tatn ente en l o s
años cincuenta de la «crisis general>> que pa d eció l a Europa de pri nci pios
del siglo xvn , son muchos l os historia d ores de cualquier a dscri pción que
abonan esta tesis, pertenecientes a países tan d istanci a d os con1o }¿�sca n d i ­
navia, Italia, Estados Uni d os y la Unión S ovi ética . Naturaln1entc, cada
cual aporta su interpretac ión pecu l iar de l a crisis; pero l os hechos b ;i s i co s
no se discuten. En 1 6oo, e l dominio político d e Espa ñ a tocaba a su fi n ,
Fran cia esta b a d ivi dida en distint os b an d os religiosos e Ingl ater ra s e abo­
ca ba a la guerra civil. En Euro pa Cent ral, los esta dos fr a gt n e n ta d o s de
Ale ma nia se esta b an desg arran d o recíp rocam ente : Austri a se en c a rga b a
de mantener a raya a los prín cipes catól icos, mien tra s que S u eci a presta ­
b a ap oyo a los prot estantes . La expa nsió n econ ó mica d ej ó p as �l a l a de-
.'
d ose una grave recest on ente 1 6 I 9 y 1 6 2 2 ·l� } CO
. ." · . i l l C f- .J
pr es io" n, pro d uc1en ,
·

ó Y ast
,

ci o i nternaci onal se vino a b ajo, el desempl e o se ge n era l i z


·

cr eo
·

se
. . l· r en l a (; ue rr a de l os
c"I IJ'
un a res erva d e mercenario . . pa r t t
s l 1stos para
. ta Años; para colm o, to d os esto s I· n rt o r tu n t· o s. �s e vi eron . a g'Tav

Tre1n
ad os
cl nn , tt. c�.. Is, , .a l -
a
por un emp eora mien to I ntern a c t on a l e
. . . i e .1 as, con d tc to nc s
canzán dose nive les inus ualm ente e1 e v a (1 os (1 e" ca ... r bo
·

a a tn1o s te ra
.
/

· n o e n l. . . t. a
(fue la época d e l a peq ueñ a e r a gla c1 a . ta l Y con l o l a d es c n be V t rg t n
l r t o rl' . h e 1 o/ e n t ot l o
l
/
,

a tn es t s se
·

.
.'

·

, -'

Wo o l. f en su nove 1 a O�lando , e n la q u e e

L o nd res y se asa ban bu eye s entero s so l) re.. ]· as ag,·u a s


·


h e l a d a s) .
·
·

43
CO S M Ó PO L I S

.. - 1 d otn · ni l uto de l At l ántic o Sur, e l tr ansp o r-


Al Es pa na e . l . o abso
y
pe rd er . .
l
te d e l o s tne tal es pr ec ios os s e
· ·

· volvi ó ins egur o e crec imiento d e 1 fo nd o


. b o asimismo va rio s ca -
.

de cap ita les en E uro pa qu


edic ho. Hu
· ·

en entr
.

. edó .
sos de ept . • uem
-1 . ta . Fran c 1· a se vio dur
am en te cast d a entre 1 63o - 1 6 3 z y
iga
.
laterra l a Gran P este d e 1 665 fu e s olo
,

• • • ·
L

r 64 7_ 1 649 , tni entras qu e , en Ing '

la u/ 1 t1n · de viru lento s re b rotes . Entre tanto, una su ce sion . ,


· 1a d e una ser ie .

"' y lluvi oso s tuvo cons ecue n cias gravisimas para .l a p ro-
, .
·

d e veranos frios
·
· "' d e a 1 Ime
b ,

ouc
-1 cion ntos . El hecho d e que el 8o por 1 00 d e l a po l aci on d e-
pend iera de la agricultura provocó una penu na. gene ralizad a Y. fo rzo el
. .
,

éxodo rural. Sobre to d o en las tierra s a l tas margina d as se pro d uJo, al p a­



rec er, a partir de 1 6 1 5 una caíd a consta nte en a pro d ucción d e grano, y
aldea s enteras fueron a b an d ona d as por sus h a b itantes, que pasaron a en ­
gordar los suburbios urb anos, asola d os por to d a c l a : e e enf�rmed a d es. �
De todas estas catástro fes sólo se sa lvaron l as Provincias Uni d as d e l os
Países Bajos, u Holan d a, como se l a conoce en l a actua l i d a d , país que co­
noció una edad de oro en una época en l a que e l resto d e Europa atrave­
saba unos momentos particul armente críticos.
A pesar de esta unanimi d a d reinante entre los historia d ores, sorpren­
de que sean pocos los especia listas en ciencia y fil oso fía d e l sigl o XVI I que
comp arten este vere d icto. Antes b ien, sigue n tratand o l a supue sta pros­
perid ad y relajación de principios d e l siglo XVI I com o un hech o o bvio y
desconta do. Así, por ejem plo, si cons ulta mos e l cuar to vol ume n d e The
New Cam bridge Modern History , que trata d el final d e l sigl o xv1 y princi­
pio del xvn , descub riremos que tod os los ens ayos menos uno coi nci den
en que las guerras d e reli gió n, esp eci alm ente la Gu erra d e los Treinta
Años, a fectaro n de ma ner a del eté rea a la po blac ión
. La exc epción la
constituye el artículo sob re la his toria de la cie nc
ia d el siglo xvn , que
ha ce caso om iso de estos brutal es co nflictos y tra
ta la agen d a de l a cien­
cia mo derna como una en tel equia surgid a esp
on tán ea me nte a pa rtir de
su s exclusivos argum entos intern os .
El se gund o de los presupuestos anterio re
s no tie ne un a b as e histórica ..

io ne s y lo s co ntro les eclesiásti­


m ayor. La afi rm ac ión de que las constricc
cos se relaj aron en el siglo xvn es equivo
ca da . La ve rd ad es m ás bien lo
contrari o . A l re ha z r t do s los intentos
� � � de lo s re fo rm ad or es pr otestan te s
por cambiar la s Instituci ones y prácticas de
. • ..

la cristi an da d de sd e den tro el .


'
'
papado esc ? �ió la confrontación directa y '

anatem ati zó a lo s pr otestan�es ,,

como ct. s maticos . Esta po lític a, lanzada a '


...
fin al es de l sig lo XVI , en la estel a
44
¿ QVÉ P R O B L E � lA P LA N
T EA LA \ 1 0 D E R N I DA D ?

d e l C oncili o de Tre nto , cuh nin ó des pué s de I 6 I g t, on e sa


, . 1· G a u t e n tt c a S�1
,

o-n a q u e fue ,1 u err.l de l os Tr e i n t a ..�ú o s n n-


,
.

, . . -
¡. . 1 r u e· e n t on ce s , n o se
.

"
,..

\ 1
.

)· t·t. ·
ruvo con l o s rei ncide ntes. nu s ert c o r d t a algu n-1 L o s C () tn p ron11s
C'
l , • .

,
• •

. ,
� •

1 a tna s rigu roso s y eXJ gen tes.


� • •

n
te
ero
olo o· i -
t u o
Hub 111 e" n os, o p o t t u n H . �Hle
, , o s

v
·

s
.
co
.... �

1
,s
to d a t"
.

an1 el deba te l
....
a l)rin 1 r1
e \·' P·· z 1 ·1 11 e" t, e s t (.i a u1 u1 e ce-
, .
.

.
. .

P .
cr itico de d o c trina . Por
v d e fe n d e r el c a to h c t s nl o c ontr a los here J· e s l)t.()t l·" s t· l
t �
·

. .
• ,. , .

rf 'l f fi L1s
J' •

t1 t es S l l\'t· o, o1 e
oretexto p a r a sustr a e r doctri na s cla v e a cua l qu i e r i n tento d � . 1 .
�-
... ·

.
' .. · �
· •

. t ep .l n tc" ·.l -
.

. �·
r

. c o n v e n c .í uo
1 s 1 .
tn i e n to , t ncluso po r pa rte d e l o s cr eye ntes n1�1s leales y
.
dis ti nc i ó n e n tre ,,d octrin aS'>> y «d ognl a S'>> fue u n i nven t o del (:on
J C.l
,

ci l io de
. .

Trento, y el cato li cisn1o de la Con trar refo rtna fue dogt ná tico con1 0 n o lo
ha bía sido nunc a el cristi a nisn1 o anter ior a l a Re fo rtn a , i n c l u i d o el tnist no
Ton1ás d e Aq uino. La presi ón teoló gica sobre los c ientítlc os v otros i nno­
vad ore s intelectuales no ren1itió en la p ri n1 e ra Ini tad del s i � l o xvu , s i n o
qu e 1ná s bien se inte n s ifi c ó Lo cua l no se puede a pl i ca r e n exclusi v a a l
L

ca1npo católi co: en el can1po protestan te, n1 u c h os ca l v i ni s ta s y l ut e r a n o s


fueron tan rigurosos y dogn1áticos c o n1 o cua lq u i e r j esui ta o j a nsenista .
El tercer presupuesto es en el 1nejor de los c a s os una verdad a Inedias .
En el siglo xv n , la propagación de la educación y la a l fa beti za ción en t r e
los laicos permitió a éstos tener un peso cada vez n1ayo r en L1 cu l tu r a eu­
ropea, lo que contribuyó a acabar con el anterior n1 o n o p o l i o de l a c i e n ­

cia y la erudición en general por parte de la Iglesia . En n1uchos p�l ises,


e s to desplazó de hecho a la cultura eclesiásti ca del centro de gra ve d ad na­
cion al. Pero este cambio no fue ningun a novedad . En 1 6oo, l a ünprent a
l leva ba ya funcion ando más d e un siglo. Cualq uier su ge r e n c i a en el s e n ­
tido de que la litera tura mode rna- en contr aste con la c i e n c ia o l a fi l o
sofía mo derna s-tuvo un influj o impor tante sólo despu és d e I 6 oo no re­
­

s i ste a un examen seri o. A este resp ecto , se pue de a ti rtn a r inclu so q ue


rn bto. s
d s de uno s ca
e s-
Galile o y D escarte s fuer on sim ples p ro ucto s tard ío
1 ., 0 en
_
d
que se h a b tan .
... Impuesto en Europa o cc1· d en t a 1 1
o e s d e::\ · J
e ... ' '
: It a ha u

d e b as tan te antes. El mund o cultur a 1 d e 1 a d ec , a d a d e 1· 6 3 0 ne rs on t hc ad o


. _

T h o n1 a s
,

e n h o m bres como B laise P ascal , Jean R a ct· n e , T o h 11 D o ,


nne v
B rowne ' tuvo un caracter dtstint .
. tvo. p ero c·� u a n d ° co te J· .1 111 os es a
..

.
cu l tu ra
x v t , co n es -
' �

d e m e dt ados del sigl o xvn con la de l o s h un1 a n 1st a s (ie l si g lo ;


.
· R '1b el ·u s \\ t l h a n1 S h ,l -
·

.
Critores como Erasmo d e Rott er d an1 ,
� �

F-.. a n � . l
., .

'
·. . .

s
,

r o t
, s-e n o s
' �

n te:.
·

kesp ea re ' Mi c hel de Mo nta ign e o Fra n cts B


to pl 1,1 s t.1
.

11
u c t o ex(· I u -
.

.1

· ()co n

d
. ·· � ·

di fí cil so stener que la cul tu ra l atca de 1 a n1o d e- rn


.

. , . od
.

. , . i d a fu e
.
pr

sivo del siglo XV I I .

45
C O S MÓ P O LI S

l dició n clá sic a eru dita a l os lec


I�a 1111p re n ta ab r1· 0" las
·
·

pu e rta s de a tra .
-

te t m po rtan te de m odermda d. P ero


tore s la ic os y
.

en
·

fu
.

se er ig ió as í en un a
ro n m uc ho an te s de qu e lo s pr? test�ntes y l os católi cos
sus fru tos em pe za
io rm en te a l as m an os y .1 � acrtm om a de l C �nci li o d e
l l egar an po st er
Tre nto monopo l iz ar a y ap ar ta ra l a at en ct on de la s pr eocupac10nes m e­
l s de l sig l o xv r. A lo su m o, la transició n de l sigl o xvr al xvn
nos po ém ica , de l os Ensayos d e
Ra be l ais a l Pe regri n o de J oh n Bu ny an
(de Pantag;ruel de
l as ion es de De sca rte s, y de Sh akespe are a Racine)
Montaign e a M edi tac
l a an go stu ra d e l cen tro d e l as pr eo cupa cio ne s y un a cla usura d e
supuso
de exp ectativas>>. En
l os horizontes inte l ectual es, inclui do el «h ori zo nte
l os pri me ros años de l sigl o xvn , Francis Bac on col um braba tod avía un
futuro par a l a humani d a d cuya esc ala tem por al no tuviera límites preci­
sos . Cua renta años despué s, pen sad ore s muy sesu dos de Ingla terra com­
partían l a tesis d e fen d i d a por los notables de la Rep úbli ca de Cromwell
d e que el mun d o d e Dios se halla ba en sus últim os días y de que «el fin
d el mun do» era inminente (o se podía tocar litera lmente <<con l a
mano»); incluso se d aba fech a a este apocali psis: probab lemente en o al ­
re d e d or d el año d e 1 6 5 7 . Cuando Andrew Marvell escribió, un poco en
broma, en su Ode to bis Coy Mistress (Oda a su tímida amante),

Had we but World enough and Time.


This coyness, Lady, were no crime . . .
But at my back 1 always hear
Time's winged chariot hurryin g near,

[Si hubiera tiempo Y mundo ilimitad o, 1 señora, en tu pudor no habría p ecado . . .


Pero a mi espalda oigo el carro alado , 1 d e 1 T.1empo, que se acerca apresurado.]

a pocos de sus lectores se les eseaparan sus a 1ustones · a «la conve rst
"' de
· on
l os J. dtos » Y: a �as profecías, tan a l a mod a entonces , d e l l ibro de l a Reve­
,

_ o Apocaltpszs. .
'

lacion
'

Además de reconsidera r los presupuestos h Istori . , .


. ., . cos subyacen tes a l a
VISion d ominante, según los cual es el siglo XVII fue una epoca "' en 1 a qu e
"

. . .
'

.
1 as con d ICiones del . trab aJo científico habIan "' meJor. . pre-
. . a d o d e manera Im
Sionante, convien e también reconside rar 1 a creencia- . ,
. . mas profunda-de
. '

que 1 a ciencia y la filos oña del sigl o xvn r1omenta ron un a preocupacton · "'

.
orig · a 1 por 1 a raci ona lidad y los der ech os d e 1 a
· in ,
·

.
razon. Esta creen cia es
•'
r
¡
1

[
J
,
¿ QUE P R O B LEM A P LANTEA LA
M OD ERN IDAD ?

fa la z p. o r dos ra zon es dis tin tas .. En, vez de ens anch a r 1 os l Im . s del d eba -
"' ite
te ra ct on al, o razonable,
. ,
los cte nttfic os del sigl o xvn 1
os estrech ar a n en
.
r ea li da d. "lP. a.ra Artstotel ctica estab an ab.l er-
es, tan to la teo ría c om o la prá
ractona 1 segu, n 1 os ¿ Istt. ntos y resp ec tiv
·
ta s a l an a ts ts . os cam pos de es tu-
dio . S upo ver que ca d a tipo d e argum entació n relevante para
. . . , una d eter-
rnin a d a dt sci ph na dep
l
end1 a de la n a tura leza de esa disc ipl
. , en
1· na Y d 1' fer 1a
cuan to a gra d o de form alida d o cert eza; así, lo que e s <<razonable» en me-
di cina clíni c � s_e j u zg a e n térn:i n o s dife rentes a lo que es «lógico >> en
te oría g m t a i
l .
e o e tr c a. Pero o s fi l o s o f s y c e n tífi co s de l s i gl o xvn prefi rie­
ron seguir el ejemp l o de P l atón y l i m ita r on la «rac io nalid ad» a uno s ar­
gum en tos teó ricos que a l canza ban una certe za o ne c e s id a d cuasi geom é­
trica s . S egún e ll os, l a sica teóric a era un cam po p ara e l e s tu di o y el

d eb ate raci onal , pero esto no era extensi b le a la ética ni al dere cho. Así,
en vez d e buscar proce d imientos <<razonab l es» d e cualquier tipo, Des­
ca rtes y sus sucesores se propusie ron someter d e fi ni t iva m e nte todos los
tem as a l imperio d e una teoría formal , d e mo d o que al preocuparse sólo
por d emostraciones forma l mente váli d as, a cabaron cambiando el len­
gu aje mismo d e l a razón-especia l mente, palabras clave como «razón»,
«raciona l » y «raciona l i d a d »-d e manera suti l pero d ecisiva.
No es que l os fu n d a d ores d e l a ciencia mo d erna fueran teológica­
mente ti b ios o agnósticos, y ni muc h o menos ateos. Isaac Newton en­
contraba grati fi cante que su física pu d iera « funcionar bien teni en d o pre­
se nte s a l os h om b res que creían en una d ei d a d >> . Lo cual se exp l i ca no
sólo porque interpretara su o b ra d e una manera un tanto caprichosa, sino
1

porque una d e l as meta s d e su proy ecto inte l ectua l fue j us tifi car sus opi­
ni ones particul ares en mate ria d e teolo gía; es decir, su «arri anis mo» , tal
rio d e san �ta ­
Y co m o h a b ía si d o enseña d o por Arr í o, e l prin cipa l adve rsa
nasi o, qui en, en e l C onci l io d e Nic ea ce l e b ra do en e l sigl o IV desp ues d e
Cri sto convirtió en orto d oxa la d octrina de la Tri n i d a d . En esto no se
d i s ti n i ó d emasia d o d e l os d emá s cien tífico s d e l s i gl o xvn . Tamb ié
� na
Rob ert B oyl e l e gustab a cons i derar su tra b aJO · ci· enti"'fitco com o algo do ta­
d o d e un a final ida d pia d osa com o m u e s tra s u t n s t s te nci a en de n1
· · os trar. la
a cct o n de D ios en la natu ra l eza (l o que 1 o convertta, "' se gu"'n sus p.rop i a s
'
. �

. Wilhe1 n1
pa1 abra s, en un «vi rtu oso c ri. s ti. an o »), mi· en tr a s, que Gott ed . frt

L e ib niz ap l icó a l os patr one s exp h c a ttvo s d e 1 a f'tstc


. . . · a u n as c ortapt sa s teo
-
. . r te o/ l o go nl e-
.
l o, gi c as tan estr ictas com o las que h a b r ta / ap ¡·tea d o cu ·] lq u te .: L-

d i eva l .

47
CO S M Ó P O L I S

.
y a ho ra co nv ten e a 1 u d Ir tatnbié n a una cuestión que nos se rá d es pués
.
.
. .
. e om o se sa be '
ortanc 1a. una de las prinCipa l es pre o cu p a ct. o-
de o-ra
b
n tn1p . . _.
.
1os d e ·
st glo xv ii const stio en plantea r to d as sus c u e st io-
nes d e los fil oso_, .e 1
. . .
Cl eran in depe n dtentes d el contexto. Pu es b t en
nes d e tnan era que par e . '
. · to será aquí exactamente el 1nverso, a sa b er: re con-
nuestro pro ce d Imi en
. n es que esos fi loso fas tanto se en or gull ec
_. .

text ua l tzar to d as 1 as cuestio . .


ie-
.
ron en d esco ntextuall zar La opinión d e que l a c1enc1a mo d erna se ba só
·

d es d e e1 pr1n · c1p · 1· 0 en argum entos raciona l es, d ivorcia d os d e tod a s l as


.
f l
cuesti ones relacio na d as con la meta ísica o a teología, w d e nuevo por d
b
senta d o que las prueba s d e «racio nali d a d » pasa an en l oque e un c� n­
b �
texto-o situación-a otro; es d ecir, que po d emos conocer, sm ul tenor
examen, qué argumentos son racionale s en un campo o momento d ete r­
mina d o aplican d o d e nuevo simp lemente los argumentos que ya conoce ­
mos por propia experiencia. En este lib ro, empero, en vez d e presuponer
que ya sabemos qué cuestiones parecieron «racionale s» a los escritores
d e los siglos xvi o xvn, o qué tipo d e argumentos pesaron más para e ll os,
buscarem os pruebas concreta s d e l o que estuvo en juego realmente en
sus distintas investiga ciones.

Nuestro exam en d e la tesis d ominan te sobr e l a mo d erni d a d emp ezó con


un rep aso de sus presupues tos históric os y fi losó fi cos , mu cho s d e los cua­
les, según hemos sugeri d o, era n exa ger a d os o sim ple me nte fals os. Creo
que ya ha llega d o el mo me nto d e d ese cha r la sup osi ció d e que el siglo
n
xvn fue un a épo ca-la pri me ra-en la que los erud
ito s lai cos d e Europa
llevaron una vid a pró spe ra y confor tab le y se sin tie
ron lo su fi cien temen­
te lib res de la pre sió n ecl esi ástica co mo pa ra sos
ten ideas ori gin ales;
como también ha lle ga do el momento de rec on struir er nu estra interp reta­
ción de la tra nsición del mundo m ed iev al al m od er no so b re un b ase m ás
reali sta . Deb e de hab er algun a manera mej or de tra za r a
entre es t�s dos períodos y así evitar las confusiones qu la líne a divisorenia
torno a cterto concepto actual de la m od erni da d. U e se co nce ntran e
de nue ��ra agenda será , pues , ofrecer una ve rs ió n re n pu nto i m portant
confuston y reemplace , de este mod o, a la versión vi sa da qu e evi te es ta
Pe ro és ta es só lo la pr im er a de do s ta re as co do min ante.
la d écada de los cincuenta, en la que Rol an d Mou m pl em entarias. D esd e •'

sn ie r es cri bió acerca d e


¿ QUÉ PR OB LE MA PLANTEA
LA M OD ER N I D A ""\
D :'

la « cris is ge neral» d e prin cipi o s del s i g l o xvn ' deb e rl/ a h a b er qu


. ,.
fi cie e 1 ed ad o su-
,.
n t m en t e e aro que la epo ca en que esc ribi ero n Ga ¡-1 1 e o Y
no fu e ni
·

p r ospera ni · co e
nto rta ble . Inc luso en l a s déc ad a s d e 1
D e s c ar tes
. " . o s v e1. n te
y
los trein ta se cono ,.
c1an ya sufici en tes cosa s que d eJ· aba
n entrev er (a p oc o
. .
q ue n os e sfo rza r am os por Inv esu gar) que la exp li cac io/ n a l u so ha c1/ a
_
.
" icas agua
rtes . Las esta
h
pa ist
.
o r t od as d s o b r e la re c e si ó n y la de p. re s1o .
· / n qu e Sl-
gut ero� �1 ano d� I 6 I 8_no se an mve s �. gad o m. publi cad o en detalle has-
P
.

ta l os ul um� s ve i n te ano s ; co � tod o, nin gún esc r i to r de la déc ada d e los


h h
tre in ta p o � I a � �egar .
tgnor a�cta de ec os tan cono cidos co mo el pro ce­
so qu e se s1 gu1o contra Galile o, l a Guerr a de los Tr e inta Año s 0 el tala n­
te hum a n i sta de hombr es del Renac i m i e nto como Eras mo, Rabe lais
M ontai gne o Shake speare. Es el momento, pues , de pregu ntarse por qué
e so s dos mitos que son la mode rnida d «racio nal>> y la racion alidad <<mo­
d ern a » , que siguen conven ciendo a tanta gente incluso en l a época ac­
tual, encontraron un e co tan grande entre los filósofos e historia do res de
la ciencia después de 1 9 1 0. Como ocurre con cualquier otra tradición
históri ca, la versión dominante d e la Inodernidad es la de un episodio pa­
sado reflejado en un espej o reciente, y, como tal, puede ser fuente de ex­
plicación tanto d e un fenómeno concreto como de los autores que sostu­
vieron con sus escritos dicho espejo retrospectivo.
Los dos extremos d e esta relación exigen aquí un tratamiento deteni­
do. Si queremo s alcanzar una valoració n equilibra d a d e las e xi g encia s de
la mode rnidad, d eb eremos mante ner una justa prop orc i ó n entre atnbos
com etidos. Por una parte, sólo podre mos critica r los presup ue stos del si­
glo xx sobre la mod e rnid ad si toma mos más en serio los autén tico s datos
históricos sobre los orígen es de la época modern a. Por la � tra , só.lo po­
h
dre mos formu lar nue stras pre gun tas históric as sob re d i c a epo ca SI �ene -
mos en cuenta las perspec tivas-e Inclu so 1 as d'Istorst· ones-� s p e c. 1 fi c a s
impuestas a la tes is do mi na nte po r err ón eos plan te a m i ento s h t sto rt co s Y
. ·
·

filo s o" ficos anterio rmente menci ona d os. E n 1 a m ed 1 da en qu


. . e ap re n da -
. ,. h '
·
·

o s 1 . I · 1 ·a m o de rn id ad se re m os
m stor c a d e
.

a cor regir nu e stra exp tcact on i /

cap ac es de mira r casi de fren te nue s t ro espeJ. O h I. S tori· a gr á fi co y d


e conl -
s p p as e s p e c t he as. E ,
pre nder por tanto m ej or la natur a 1 e z a
·

e
/ ..

e s ect iv
. a m o s e 1 1· m in ar l a s d is t o rsi o n e s
d s u r
. . ,s tg
. . .

Inversa m ente en la me dtd a en que co n


. c n to q u e sa 1 ga a 1 a
·

e
.

u
. s ·pt e ci. -
. ' q ute r i e s b rim ie .

d e es e espeJO po drem os cap tar cua 1


x � y c i rc u n s n ci a
luz a lo lar go de l ca mi no y mo ?5 t a
.

l r a s go s d t s n n tivo s e:1 e 1 a \, t· o.1 ,.1 e l ne


s t ra r 1 o s c o n t e t . .

t n-
sos e n qu e hic ieron su ap art c 1on os
. . '
/

49
CO S M Ó P O L I S

y
· a d 1 a cul tura «nlo dern os » en la histo ria d e E urop a
s a nu e n to , 1 a saet eei·
·

occ iden ta l y d e No rte a me rtc a.


/ .

I M I E NT O
LA IVI O D E RN IDA D D E L R E NA C

· · so hac er para ela b orar nuestra versión revi sad a


L o prunero que e s
.. prec i
d e 1 os ortgenes d e la mo derni d a d es vo lver d e nuevo l a mir a d a a l Re na -
.

"

cimie nto. Cotn o perío d o histó rico, e l Rena cimi ento p l antea _mas d e un
. . ,

b ó l ogos estri ctos . Si b ien vio crec er l a sem i ll a d e mu ­


pro lema a los cron
b
chos fenómenos «mo dernos>>, presenció poco s cam ios ra d ica l es en l as for­
mas políticas e institucional es d e l a Europ a «med ieval », fo�as d � l as que
_ _
no llegó a d espren d erse. Según la conoci d a crono l ogia tripartita d e l a
historia europea-antigua, me d ieval y mo d erna-, e l Renacim i ento se
sitúa más o menos entre l a segun d a y l a tercera parte, y l os historia d ores
que siguen esta división tra d iciona l sue l en tratarl o ya como un fenóme­
no d e los tiempos <<tard ome d ieva l es», ya como una anticipación prema­
tura d e la e d a d «mo d erna».
¿Importa mucho la elección temporal que h agamos? El Renacimien­
to fue a to d as luces una fase pasaj era en l a que germinaro n y se d esarro­
llaron l as semilla s d e la mo d erni d a d , sin a l canzar ese punto en e l que re­
sultaron ser una amenaza, o algo peor, para l as estruc turas vigent es d e l a
socie d a d políti ca. Algunos d e l os perso najes más repre senta tivos d el Re­
nacimiento tardío, d esd e Leon ard o d a Vinc i ( 1 45 2 - 1 5 1 9) h asta William
Shakespeare (1 564- 1 6 1 6), trab ajar on en situ acio nes que conservaban
buena parte d e su carácter medieva l, sin ha b er d esar rolla d o p l enam ente
los elem entos distintivos d e la mod ernid a d com o tal. Lo cual no debe
sorpren d er a nadie , pues no cab e dud a d e que se pro d ujo un sol a pamien­
to en::e la historia europe a «tard om edieval» y la «prot mo dern a». La
o
e � ecc 1 ?� que hag am os de los tér mi n os sól o
tend rá im po rtanci a, entonces,
si de cid imos que la ten ga ; en este sentid
o, no d eja d e ser un rasgo curio ­
so de los ab og ad os de la tes is d ominan
te su ins ist en cia en ap l az ar el co­
mi_ enzo de 1� mo de rn i_ ? ad ha sta una ép
oca muy po ste rio r a 1 6o o (consi­
d� ra � a Ga lile o, po r eJ em plo , co mo al
autor qu e ab andera el inici o de la
cienci a m o � erna Y tach n � e m ec ánica
- \

. � «m ediev al» la ob ra de sus pre cur-


sores ci entific os). Es ta In sis te ncia t1" en de · r 1 a aten cton d e-e I·n -
a de sVIa ·"
cluso a ocul tar-un cambio tra sc end en t
al qu e se pr od uj o en el tra baj o

so
¿ QU É PR OB LE MA P LANTEA
LA M OD ERN ID AD ?

intelectual, artístico,
. literari o y científico de los primeros an
·

os del si g1
un cam bio que se nos. antoJa. . uno de los prinClp
_

xv n
0

' . , . s de la que
· a 1 es hIto
a quí den om inam os 1 a ve rsi on revisa da de la tesis do min ante.
Cu an d o l eem o s h oy a autores naci dos en el sigl o xv .
, como, p or eJ em -
pl o , Eras m o d e Rotte rd am ( 1 46 7) y Fran�ois R abel ais ( 1 49 4) , pu e d e q
gun
c u es te a 1 " tiem
· po y e s fu erzo capta r su ue
n o s «mo d ernidad» , p ero nad1. e
Pone en te 1 a d e JUICIO l a capaci d a d de escrit o res como M ich e1 d e Mon-
. . . .
taigne ( 1 53 3) y W·¡l· I I am Sh ake s � e are ( 1 564) par a hablarnos a tra
vés de los
sigl os y lle gar a �uestr o corazon c.om o el au tor más actual . En vez de
centrarnos exclusivam ente en la prime ra fase del siglo xvn , aquí podre ­
mos preguntarnos, pues, si el mund o y la cultura mod erno s tuvieron en
reali da d dos orígenes d istinto s en vez d e uno solo, el prim ero de los cua­
l es (la fase literaria o humanis ta) ha bría preced i d o al segund o en un siglo
aproxima damente. Si seguim os esta sugerencia, y retrotra emos los oríge­
nes d e la mo de rnidad a los últimos autores renacentis tas d e la Europa
sep tentrion al del siglo XVI , descub riremos la segunda fase, es decir, la
científica y filosófica, a partir de I 6 3 o, una fase que lleva a muchos euro­
peos a volver la espalda a los temas más d ominantes d e la primera fase, es
decir, la literaria o humanista. D espués d e 1 6oo, el centro de la atención
intelectual pasó de la preocupación por el h ombre d e finales d el siglo xv1
a una línea más rigurosa e , incluso, más d ogmática. Lo cual exige aquí
una pequeña acl aración. En efecto, ¿ h asta qué punto lo s científicos y fi­
l ósofos posteriores rechaz aron de maner a d eci d i d a los valores de los pri­
m eros humanistas o los dieron simpl ement e por d esconta dos? Más aún,
en la medida en que volvieron realm ente la espal d a a dicho s v_alor� s ,

¿hasta qué punto e l nacim iento de la filoso fía mo derna y de las cien cias
exactas imp licaron algo así com o un auténtico contrarre n acimiento ?
A much os h isto riadore s de la cie nci a y la filo so fía estas pre guntas po­
d rán p arecerles un tan to h ete ro d oxa s; pero en mo d o algun o res ultan des ­
cono cid as o extrañas par a los historia dores de las ideas . Hay b�: nos p re-
. n que el sig
ced entes que su,g 1ere .
lo xvn pres e n ·
cio" un a in ve rs to n de los
. tori. a I. nte -
·

va1 ores renacentis tas. Por eJem plo , en. sus tra b aJO
. · S s ob re la h is . mo
1ectual d el siglo xvi , Eu gen io B a t ti sti enc o ntr o, en el c ons. .
. erva du ris
un .
ntt rtn asa m ento,
del C oncilio d e Tr ent o lo qu e segun "
, el se tra ta b a d e a
. e tn . te 1 ectua -
· ntras que Hir am H ayd n descr1·b1a
m te " 1 os cam bIO · s l ite rar ios .-
. os de «c on tr arr e n aci
les hab idos en la Inglate rra del stgl o xvn en ter / m in

. e na n m e nos en
_

. . to ria d
mt en to ». En cam bio , los his ore s d e 1 a ie n cia s e t oi
CO S M ÓP O L I S

.
. l ea. ti e q u e·� 1 os
d
ser to l a H · alis tas .d e l sigl o xv n se. ista n ciaron es traté-
rac· ion
. ,

.
'-gt c�1 1n en te. l e 1 ·
og rc)S- d el hurn a ntsm o rena centista, o d e que bas ar on
"
t 1 os .

. 1 tne nte sus teor t as-- en una crít ic


va d e los valor es prece-
par cta
. d
a estr ucti
.
u
.

(i en tes . I d ea est oco figur a en l ugar d estaca d o en l as h t st o r t as


/ a q e tatnp · . ,

y
d ores en cuestt on, son p oc os l o
d e l a fi1 .l oso f/ta a u1 so . , entre los histo ria
. . . ,
s
re l acto n entr e e l c am-
que con s1· d era n l a pc)st' bi l i d a d, d e que eXIsttera una . . , . .
exp erin 1en to e l stg l o XVI I y l a cris is eco n omic a y soc ial a
bio cultural que
· .

qu e se vio arrastra d a l a socie d a d d e l a � po ca. . . , fi l , fi ,


Pero si comp aram o s la agen d a d e Inves tigac ion oso ca tr as l a d e-
ca d a d e 1 64o con l a d e un sigl o antes, d escu b riremos unos cambios muy
importantes. Antes d e 1 6 oo, l as investi gacion es teórica s se con trastab an
con otros d ebates sobre temas concre tos y práctic os, como, por ejem p l o ,
las con d iciones específicas en l as que era mora l m ente acepta bl e e l h echo
d e que un soberano iniciara una guerra o un súbd ito matara a un tirano .
En cambio, a partir d e 1 6 oo, l a mayor parte d e l os fi l óso fos se interesa
por cuestiones d e teoría abstracta y universa l , d esech an d o cuestiones más
concretas. Se pasa d e un esti l o d e fi l oso fía que trata con e l mismo rasero,
por un lado, las cuestiones prácticas d e ín d o l e l oca l y tempora l , y, por el
otro, l a teoría universal y atempora l , a otro esti l o d e fi l oso far que erige
los asuntos de teoría univers al y atempo ra l en l os únicos capacita d os para
ocupar un lugar desta ca d o en l a agen d a d e l a << fi l osofía».
Pero vo lvamo s a l Rena cimi ento . ¿ Cuá l es son l os tema s d e interé s
para los eru d itos laico s d el sigl o XVI en país es com o Fran cia y Hol an d a?
¿Có mo pro longan el trabajo d e l os erud itos y arti stas d e l primer Renaci­
miento de la Ital ia del sigl o xv y d e los erud itos pos teri o res d e Europa
s ep tentrio nal? Al extend ern os sob re est as pre ocu
pac iones e inte reses,
deb em os uti liza r un a pal abr a qu e en l a actua l d
ida es algo equívo ca, si no
par a los europ eos sí a l me no s par a mu cho
s am eri can os. La cul tura laica
de la Europ a de l siglo XV I fue hu ma nis ta
en la ace pción am p lia d e la p a­
lab ra, de ma ne ra qu e lo má s na tur al es
qu e no s refi ram os a los e scritor es
de la ép oc a co n el nomb re d e «hum
an ist as re na ce ntistas»; pe ro, ha bi da
cue nta del em ple o que ha cen los fu
nd a m e n ta lista s cri sti anos actu ales d e l
térmi no co mo d"In < hum an 1sm · o s ecul a r >> , al gun o s lec to re pod rían supo -
� s
ne r q� e lo s hum an istas de l Re na cim
ie nto er an c on tr a ri os a l c ri s ti a n i sm o
y po s1b l em �nt e an tir re ligio so s, po
r no de ci r i nclus o a te o s.
Per� , lc¡ os de se r es to verd ad ,
las figur as m ás de sta cad as de la época
1 os as . Erasm o escr 1· b 10·,
un ens ayo, E'tO-
'
.
se co ns idera ro n si nc er am en te re lig ·
¿ QUE P R O B LE MA P LA N T EA
"'

LA M OD ERN IDAD
?

gio de la locura,
en el que ridiculizaba el d o gm ati smo Y p r ocl a mab a su
d a la Ig1 esta
· tra d .
ICion ·

al, lo que no le impidi ó .


l ea l ta carte ar se asi du a m e -
M r tln
,. n
te co n a Lutero. Nada le habría agradad o má s que co nv en c er a
h
,. su
i o a lem a n para que no llevara su celo e o do
r f r m a r as ta u n pun to si.
am g , .
ti p
.
mi a
n
ret o rn o. (En t o o n.
c r i co o a g bl le
er e dic
en e más u a oc as 1o n de n .
qu e un e ntendi mi ento p c, co ,y en p r v d des de den tr o es má s e fica z
. ,
a ifi ia o
,.

fr onta ci on pu bltea; pero Lute r o es tab a m uy a·Ira do,


.

qu e cu a1 q u1 er con
.
. .,
"
y
, que e ra un
Era s m o n o const guto convenc erl o .) M1chel de
. M ontaigne
n iñ o cua n do u �to Eras mo en la deca da d e I 5 3 0, crit c ó
n:. ,.
p r e n s i ó n de
,


i la t e
l
la ce rte z a teo ogica d e � e �na postura pareci da, tachá ndola de dogm áti­
ca . Si-n em b argo , tamb1en el se tuvo por un buen ca tó ico y, en su visita a l
Rom a, se sintió con «título s» sufi cientes para pedi r ser recibi do en au ­
di e n cia p or el papa. El << h umanis mo secular >> de los fundam entalistas es
ci erta m en te un elemento que in fu nde temor. Pero , en los s i glo s xv y xv1,
la em ergencia de un h umanismo «vivi d o » y el auge de l a s hum anidades
como progr ama académico ocuparon un lugar destacado dentro de una
cultura europea que era aún predominantemente cristiana; es cierto que
los humanistas realizaron una contri b ución i mportantísim a a la Refor­
ma, y no sólo humanistas protestantes como Juan Calvino, sino también
los que permaneciero n dentro del re d il d e la i gles i a romana.
Des d e Erasmo hasta Montaigne, los escritos d e los humanistas rena­
centistas practic an, en efecto, una franqu eza educa d a y una toleran cia es­
céptica que aca b arán siend o los rasgo s característico s de esta nueva cul­
tura laica Sus mod os de p ensa r no están sujet os a las exige ncias del debe r
.

pastoral o eclesiástico; su costu mb re de a b ordar los asunto s humanos con


un talante lúcido y nad a cen sori no les llev a a d u d ar sinc er ame nte
del va­
lor d e la «te oría » para la expe rien cia humana ta n to en el ca �n po d e la

teolo gía como en el de la fi loso fía natura l, la me ta físic a o la énca. En es­


-
píritu ' su crítica no es hos til a la prá ctic a d e la r eligi ón siempre Y cua n ,

. . d a co c enc i a so b re lo s lín1 it es de la
·

do esta se halle Info d b 1 n


·

rma da por la e i
,.

e ac o n seJ an el
.

· "' · ·
ca p ac1 d ad practica e 1ntel ectua 1 d e 1 os s r es h urn a n o s D es·

d e la h tu r gt a
. .

. . por e n ci m a
dogm atis mo inte l ectu al que elev aba 1 as d tsputas
e n asu n to d e
0 1 a do ctrina h asta el pun to de qu e p u e n
d e n c o v er ti rs e
,

d i s p u ta p olítica ' o inc lus o de vid a y mu e r te .


co n d en ar y
.1 t:,l d
ra d as pa ra d ep lo ra r
Los hum an istas tuvie ro n raz on es so
. .
b '
i c
tratar d e ataja r las renci ll as re hgto sas qu e fu � ron ga. n an d
oe n s
·

n t te
.

1 1. za n d o el .1n ta go -
a l o l ar go d e to d o el sig lo xvi co n rtorrn e s e 1 b a ,r a d 1ca , ' �...

53
CO S M Ó P O L l S

. , s ra rna s d e l cris tian ism o occ id en ta l . S e gún


o
n t s n1 en tre l as, d os g ran de
--
. . . .
a h
ell os ' l a s1n1p 1 e m o d e.stia de bía
l cristianos re fl e
_

. ens e nar os XIv os l o mi-


.
e er a su ca pa ci ' da d par a a l can zar l a Verd a d Incont e sta d a o una cer-
ta d a qu . . . ... ... .
tos doct rina l es. Com o vat icin o E ti enne
teza stn n1 ati ce s e n to d os l os asun .
·

.
.

P as qu ter , e 1 rie s go era que '


. ·

o b l iga d as a poner se a l servicio d e In te res es


. .
, os mun dana l es , l as cues tione s d octrin a l es se convt r tteran en asun-
.

po 1 Itlc
� ��S
·

.
d d I s6o epl ora ya msu l tos que
tos de disputa . En l a tem prana déca a e
l ptstas » mett end ose con l os
se l anz an l as dos parte s en con flicto- os <<pa
«he rétic os» y viceversa-y vati cina l os d esas tres que acarreará es ta a cti-
tu d agresiva. . . ...

La mo d estia teo ógica e l d l os h uman istas d e b to much o, por supues to,


a l a recup eración d el saber y l a l iteratura d e l mun d o c l ásico. Los erudito s
y l etra d os me dieval es ya h abían teni d o a su d isposición gran parte del
acervo greco l atino: en el ámbito d e l d erech o , l a ética, l a l ógica, l a retóri­
ca, l a me dicina y l a fi l oso fía, l os c l érigos eru d itos d e l os sigl os XIII y XIV
reconstruyeron l os sistemas i d eo l ógicos d e l a antigüe d a d , especial mente
d e Aristóte l es, y no l es fa l tó un buen conocimiento d e su pre d ecesor P l a­
tón ni d e sus sucesores, l os estoicos, Cicerón y Quintil iano. Al pertene­
cer estos eru ditos me dieval es a órd enes sagra d as, se preocuparon menos
por l os historia d ores, como Tucíd i d es y Tito Livio, y menos aún por l os
dramaturgos ateniens es, ya trágicos como Esquil o y Só focl es ya cómicos
como Aristó fanes. Estab an b astante fami l iarizad os con l a l írica l atina y l a
poesía épica , d es d e Hora cio y Virgi l io h asta Ovi d io y Catul o, pero muy
poco con l os textos grie gos y rom anos sob re grand es pers onaje s y p olíti­
cos, o con l as mem oria s y reflexion es d e l os escr itor es l atin o s tardíos, sal ­
vo, por supuesto, l as Confesiones d e san Agustín.
Las raz one s no son difíci l es d e compre nd er. En l os tie mp o s mo der­
nos , los no elis tas y po eta s enc uen tran ma ter ia d ins
_ : e piraci ón en l a d i­
versid ad mis a de los asunto s hum ano s; per
� o, par a los eru d itos me die­
val es, esta varied ad ten ía po ca im po rta
ncia. Lo s huma no s eran un os s ere s
pe cad ores Y fal ibl es que a los l ectores '
po ste rio res iba n a res ultar fasci ­ '

na n:es; pe ro a los ojo s de los cl éri


go s y ma estro s me d ievales estos fallos
ha c1a n a los humano s me n os Int
... . ...
· er
esante s com o SUJ· eto s lite · rari· os . ¿ Que"'
os y sen a 1 es (o, peor aún, en cele brar) to -
m erito ha b1 a en expo ne r e on pe 1
. -
da s la s va nantes de l la do pe ca m
in os o o fa lib le de l ho mbre? Las Confosio­
' ra'fi1cas en cuan to a la form pero el tem a
nes de san Agust1n _ so n aut0 b ,
. log a
.

'
no de Ja de se r confes io na l·· a 1 0 . .
�-

b 1sp o d e H1p ona le entusiasma con tarnos , ,, '


-
\�

54
'. 1

·•

-'
¿ Q UÉ P R O B L E MA PLAN T EA LA M O D E
R N I D AD ....,:'

l o desb o ca da q u e fu e s u j uve n tu d p a r a que r e s a lt e m ·' , 1


a s au n a gr act. a
na ue da a I p ec a d o r l .a o p o r tu n id a d
de a rre p e n ti rs e y s a. 1 . . ...
•\

v a r su a 1 111
. .
·
dt v i-
q
En l R e n a cnn t e n to , e l res to d e l a l i t e ra tu ra v d ... l
... .
.
a
·

e

.
·

a d s o s i ci o n d e 1 o s 1 e cto r es 1 a 1 c o s . E n
e l s a )er ant t gu os
J p as a
.

¡ 1
. .
s e n c u ye 1 a p ost
. "
i p es t e r esto
ra - Y .
.

-
la de Ft)
,
"' t t· c u r o , que resu r 1 -
r e-

·

d e s d en a d a e s c u e 1 a d e la filosofí a gr tega
.

'
-

con l a ��cu p e � a c t o n del p e1n



.
g
? � d e L u c re cto De la natura leza de las co-

• ,

c-/1s T a m b i e n se I n cl u y e l a h i s to ria y e l d ra tna .


l l' a s í c o m o l ·"" s 1 ,. n e rn o n a s y
J o s re c� e rd o s�so b r e tod o, los _ d e P h m o , Sue to mo

'
.
• ,

y Ma r co Au r elio -y
, • . , •

bi o gra fí� s pol ltl � �s com o _ las Vidas d e Pl u ta �c o . L a poe sía d e la anti güe ­
d a d cl a s t c a ta mbien ad q u i e r e una renovad a In1p o rtan cia pa ra los lec tor es
_
l a i co s, pti mer atnente en las repúbli cas i tal i a n a s con D ant e y Ar i o s to ,

. , y
1 E 1 ta l . Según Geo r-
"

st eri ormente en a uropa mas septentri ona


·

po y occiden
ges Sa rton, muchos historia dores de l a ciencia d e p lo r a n el p re d om i n i o
de Aristó teles sobre l a filosofí a medieval por razone s que apare cen ac­
tu alm ente anacrónicas. Los erudito s v educad ores mediev al es debiero n
"
.

al go crucial a l a Etica, Política y Retórica de Aristótel es: una sensibi l idad


esp ecial hacia el carácter <<circunstancia do>> de las cuestiones prácticas,
com o, por ejemplo, los problemas tocantes al d i a gn ósti co 1nédico o a la
responsabilidad jurídica o moral . Asimismo, la r ecup e r a ción de la histo­
ria y la literatura antigua s contribuyó poderosamente a intensificar su
sensibilidad hacia la diversidad cal eidoscópica y la depen de n ci a contex­
tua! de los asuntos humanos. Las distintas variedades de la fal ibilidad hu­
mana, antes no tenidas en cuenta, empezar on a ser ensa l za das como con­
secuen cias maravillos � mente ilimita das del caráct er y la person a l i dad del
ser hum ano. En lugar d e d eplora r estos fallos , como podría h a cer un ca­
sui sta de la moral, los lectore s laicos se empeñ aron en sab er qué era lo
que hací a que la con ducta hum ana resu ltar a adnlira b le o dep lo ra ble, no­
b le o e goís ta, ej e mp lar o rid ícu la . Co n lo cual , que dab an pue stas l a : ba­
s es p ara re orientar el arte de l a nar rati va (qu e ante s hab ía d e s e n1 p e na d o
u n p a p el tan I. mp o rtante en el cam po d e 1 a JUrt spruc1 en ct· a _ 0 d e l a te o lo
,

· ·
gt a �.-

m o ra l) ha cia la novel of character y otr os nu e vo s g é n e ro s h ter a r�


os .
.

cu e s tt o t: e s c � n-
Lo s eru d itos del R enac i m ie nt o se i nt e r e s a r o n p o r l a s
nu s n1 a I n -
cre ta s y pr ácticas de la m edic ina, e 1 d e r e c h 0 0 1 a m o r a l c o n la
n a f-t ] o -
,.
'

te n si da d que por cualquie r as unto at e m p o r a 1 Y u ni


·

. . ve rs ·ll d e l a t e o
c ent r a (1 o en l·,1
. "

s o" fiIc a . A sus OJ. OS el anah s ts reto rico d e 1 os .l rgu n1e ntos,
·

..

lic o, e rJ ta n rn e
. " ·
, .

' " p u b
.
. " l
_, . . _,. _

.1. J de
d e
�l n a_, 1 .t. s, l· s fo rn 1
er
·

pr e s e nta cion d e casos con cretos Y en e 1 c ara ct


o 1
n to rt o-p or no decir inclu so ta n fil l o s o" ftc
. . c o nl o e . --
·
,

55
COSMÓPOLI S

s u o g tca tnt
1 ·
·

ern a . La ret o
' ric a y l a l ógic a eran para e ll os unas discip l in as
.
'
.

l l eza y l as circun
.

refle xion ar s obre a natura stan ci as


.

con1 p 1 en1 en tart·as . Al


esp ecí fica s d e accion es hum a nas. �oncre �as-
y �ons id e rar su moral id ad
l nive l que cuan d o a b ord a ­
con1o <<ca sos »-Se movl' an tatnb i en a mism o
l a
ban cue stiones abs tra cta s re l aci ona das con a teo ría étic : a sus ojos, l a

casuística y l a étic a form a l era n igua me nte com p em enta �ias. S in d �d a,
l
_ icas,
l res d e l sig l o xv1 se f asci naro n con espe cu l acio n es te or
muc hos ecto
a l gun as d e las cua l es tenían ecos de �eopl a �onis mo o d e « magi a � atural ».
Pero esta ruptura espe cul ativa corrto pare Ja con un gusto especial por l a
varie d a d d e l a experienc ia concreta, por l os estud ios emp íricos de fenó ­
menos natura l es (como , por ejempl o, e l magne tismo) y por l as distintas
rama s d e l a histo ria natu ral .
Los resul ta d os fueron a l go desorden ados y confu sos, a imitación de l
d esacuerdo e inconsisten cia irresolu b l es que h a b ían ll evado a S ócrate s,
mucho tiempo atrás, a perder l a esperanza d e a l canzar un consenso ra­
ciona l sobre e l mundo d e l a natura l eza. En l a Europa d e l sigl o XVI, al
igua l que en l a Atenas cl ásica, a l gunos eruditos tach aron de confusión
irracional l o que otros sal u d a b an como pro fusión inte l ectua l . Así pues,
por el momento (en opinión, por ejemp l o, d e Montaigne), era mejor
suspen d er el juicio en asuntos de teoría genera l y es forzarse por conse­
guir una visión pro funda tanto de l mundo natural como de l os asuntos
humano s, tal y como se nos aparece n en l a experie ncia real . Este resp eto
por l as posibil i d a d es racion a l es de l a experiencia human a es al go que hay
que pone r en e l habe r d e l os humanista s d e l Rena cimie nto; pero éstos tu­
viero n tamb ién una conc ienci a espec ial d e l os l ímite s d e l a experiencia
hum ana. Según ell os, «nad a humano podía ser ajen o>> a l as personas cuya
confi anza en la expe rien cia l as a l enta ba a obse rvar y reflexionar sobre l a
varie d ad de las conductas y l os mo tivo s; una acti tud nueva en l a época y,
por cierto, rara s vec es i gual ad a . (Ahí está n par a pro bar l
lo os anál isis po­
lític os de Ma qui ave lo o los dra ma s de Willia m Shakes
peare.) En el sigl o
XIV , los mo dos de pen sar her eda dos
seguía n tenien do un a vis ión c on di­
cio nad a sob re el car áct er y los mo tivos humano
s. En las últimas dé ca das
del siglo XV I , dic ho s mo dos ya no impo nía n
limita cio ne s al cread or d e
\


.

\
Ot elo y am let , de Shylo ck y Pa rci a, de Ju
lie ta y lady M acbe th.
Lo s Infor�es de los explor ad or es eu ro pe
··�
os esp ole aron la curiosi da d \

de lo s humanistas po r lo s m otivos y ac cio ne s


. , un gusto de lo s h uma nos. El s1g · lo xv i
con oc1o cad a vez mayor por 1 o exon· co y
"'
·
"' .. ,

una fascina
· cion espe-
¿ QU É PR OB LE �lA PLANTEA LA �f OD ER NI DAD ?

cia l po r n1od
os d e vida alternativos, lo q u e s e rvirí a :l ...
.... t e co n tr a p un to p·l r l
01 uch os ar.gu
m entos fil osofic o s p osteri ore s. (To d a ví ·,l
/
� '

e n e 1 s, I· g1 o xv l n , a
y S an1ue 1 Jo h nson les sigue p a r ecie n d o út't l p r
.

�1 o n te s q u t e u
y a tri· b utr as a person as d e algu n pa ís le1· .1 11 0 c.,. o
es entar td e as

n1o .Al) l. S i. n t a
. · 1 ,
=- ,

.
l· nh a b tru a l e s
0 P rs t a .) El acce so a l a dt ve rs tdad de cul tu ras
,
L-
._
• •

p u so a ¡) ru e b ·,1 su , c

e
I m age n sincer a y de pr 1n1er a n1 a n o d e 1
. . .
o n1pr o-
rn is o p o r dar una ¡. e x r) e. r t· enc ·
< t ta h u -
es e xo u c a s p u e d en
e

ma n a . L as p ob l a cion
• / •

consi derar se p rinü tiv a s, salv

infrahumanas, y sus. n1odos de


ajes
pe nsa r y de vivir h er é t i c o s , 1-t).1, ga.
O ·
no s o
,

ca ó ti cos; es la opcion
.

Intelectual que s u el en ton1a r aquél los cuyas decisi o-


/

ne s e s tán ya tomada s de a nte m a n o . Pero noso tros p o d r í anl o s añad i r


es to s descub rim i en tos reciente s y e x óti c os a 1 gran acervo de tes ti inonio s
so br e l a hum a nidad y la vida h u n1 a na , y amplia r así n u e s tr a con1pr e nsió n
y si mp aóa h as ta el punto en e l q ue e l n1a rco d e ideas hereda do pueda
co mp a gi n ars e con las riquezas de la etn o g r a fía . Pues bien, esta se gunda
op ción fue la que caracterizó a l o s humanista s laicos de la E u r o p a del
siglo XVI . Esta línea divisoria no enfrentó nunca , e 1n p e ro , a l o s escrito­
res e c l esi ástic o s con los l aicos. Por ej en1plo, cu a nd o , una vez llegados a
Suram é ri ca, los conquistador es empezaron a esclavizar a la po b l aci ó n na­
tiva, fue fray Bartolom é de las Casas q ui e n ton1ó partido por la hunlani­
dad d e los indígen as americ anos y pidió al p a p a que los pusiera a s a l v o del
tráfico de esclavos. Y otro sacerd ote , el padre j esui ta Matte o Ricci , tras
s er envia do a Pekín a finale s del siglo xv1 , adop tó la vida y co s tu n1 b re s de
un manda rín y ense ñó el cristianis mo a una co m uni d a d chi n tl con un ta ­
lante que tenía en cuen ta sus costumb res en vez de cond en arlas . T:Hn ­
b i én Mont ai gne , aun que sus via jes no lo llev ara n má s a l l á de la ciud ad
de

Ro ma, mostró inter és por los infor m es etnográ ficos y aña d i ó a su repe

tori o d e expe riencias pe rso na les va rias refl exi on es sob re cue stio nes co1�10
la d e snude z y el can iba lismo , cue stio nes qu e has ta e n ton ces se
hab l an

co nsiderad o tabú.

t o de. l os h ur n a­
E n e l c amp o de la fil o s o fí a p r o p i a m e nte
,
.
/o de di sti. n ta s Hl cl
h o, e 1 r e spe
.
d 1 c
, _

.. . .
lll S ta s a la com ple pdad y d tve rs i da d e n g ene r a 1 se p 1 a s
m
C.. r ea ct o n
· ,.
1 a

n er.as . Los natur alista s se a legr a gr n P ro fus ió n de la


t etn a s g 1 o l) ·,1 -
ron ante a . , .
sts
·

dlVIn a ' p e r o los que busc ab an en la e xpe r


. i
· e n c ia
· . h ut na n a
1 , '·
. nl �l s
. ,
l o t st
.
.
v a r i a
l e s d e teo ría fís ica sufri er on un gr a n de se n ga n o . D
, - a d a s a s

57
C O S M Ó PO I, I S

· . cu 1 a lJ·l tl en e l 111un d o
t· t l e a s que cu
inte le ctua l del sigl o XVI , na die p o día
.

e n t.re n ta rse a 1 os... p r (J b le


. ·
'

rnas de fís i cade man era conv inc ente o d efi nitiva ,
v c a u-1 a cu. a 1 e r a ¡1· bre de cree r
lo que ouis
-1
iera . En filos ofía natura l, mu ch os
�ie los hurnan istas-de nuevo, al igu al que Sóc rate s-se vreron em puj a-

do s a ado pta r acti tud es de pur o esc epticis � o. este res ,ecto,. la p os tu ra
A p
a dop ta d a por Mo ntai gn e en su ens ayo mas
extenso y mas abt � r �a men te
a su Apo , de Ramon
logza , Szbz uda
filos ófic o-n os esta mos refir ie ndo -es
bastante cara cterístic a, aunq ue por mom ento s nos parezca extre ma. Tras
estudia r la vari edad de doctrina s que los escr itor es del siglo XVI seguían
para explic ar los fenórne nos natur ales de la natur aleza (como había he ­
cho Sócrat es con sus antepa sados de Elea y Jonia ), Montaigne con cluye
diciend o que los intentos por alcanza r un consen so teórico sobre la na­
turaleza le parecen fruto de la presunc ión y l a ilusión humanas. Este es­
cepticismo sobre las posibilidade s de l a ciencia fue mucho más radi cal
que el que se detecta en las ideas de su joven admirador e imitador, Fran ­
cis Bacon. Bacon mantendría viva la esperanza de alcanzar un día algún
tipo de acuerdo sobre el mundo de la naturaleza. Aun así, sus métodos de
observación, y el empleo que hizo de éstos para desarrollar nuevas teo­
rías, siguieron estando próximos a la experiencia cotidiana y, en cual­
quier caso, distaron mucho de autorizar las construccio nes matemáticas
tan características de la física del siglo xvn (por parte de Galileo y Des­
cartes en las década s de 1 630 y 1 640, o de Isaac Newton a partir de la dé­
cada de 1 66o).
Nuevamente, al llama r «escé ptico >> al huma nism o del siglo xv1 debe­
mos guar darnos de caer en cualq uier tipo de equívoco s o m alen ten didos .
Des de Des cart es, los filós ofos han con side rado el esce pticismo como un
n e ga tivi smo destructivo: el escé ptic o niega las cosa s que otros fi l óso fo s
� firm an . Lo cua l sirve per fect ame nte par a exp lica r el esc epticismo qu e

Inaugu ro el pro pio . Ren


. .
é De sca rtes al in tr odu ci r su mé tod o de la <<du da

sistem atrc a>>: su me ta era , en efe cto , aca bar con
las pre ten si ones de ce r-
teza car ent es de gar antías forma l e s . Po r su parte,
los esc épticos hu m anis­
t� s ado p tar on un a po stu ra totalm e nte d isti nta
: no qu erí an tan t o ne gar te­
sis �los ofi cas ge ne ral es co mo afirm arl as. Al

i gu a l qu e eso s do s fi lóso fos
cla stc o � co n los qu e � l pr op io M on tai gn ,,
e se co mp ara , Pi rr ón y S exto

,
Em pir ic o, los hum an ist as co ns ide ra
ro n las cu es tio ne s fil os ófi c as co mo ,,
al go que tras ce ndía el ca m po de la expe
rie nc ia d e una manera 1n · d e1e
� 1· cas a b stra ctas, uni ver s ales y atem-
'

r n di- ·:

bl e. En fre nta d os a pr op os ici on e s teor ·


¿ QU É PR OB LE MA PLAN TE A LA4
M O D E RN I D AD ?

les , no ve ían en la experie nci a u n a base s u .fici en te nt. par a a ..


P o ra h nn a r l ·ls
.. --
i
n p ra neg ar1 a s . ·

a
. rn os (c on l ·a (:l e b. t.
En el ca mp o de la teología o la filoso fía, pode
. el e ctua 1 a d optar como postura da lll o-
des tia 1 nt ) . l as
pe rs ona l de t r a b·aJo . ea s d e
· , td
d n1os n ega r a otr os e 1 (1 e r ec
.
tr ultura h eredad a ; pero no po e
n u es a c .
Jo, y m e n os a ún p r e t e 11 d er
·
ho a
s posturas
a dop tar d.t fe r .
ent e de traba
que n ue s-
o. n e s y 1 a
·

tra e.xp e.rten cta «pr ueba» la v erdad de nuestras di sti n tas o p I· n t·
constgute n te f.a l s � d a d de toda s las, d � n1as / . Los s e gu 1 d o r e s d e l s i gl o XV I
.
m o cla
del
e sc e p ti cis
stco nunca pr et e nd i e r o n recha za r p ostu ras f'tlo ,so,.. f't e a .
s n-
/

va l es , p u es, según el l os, éstas no se d ejaba n ni p r ob a r ni refutar. Se trat a-


ba , m á s bi en, d e ofre� er una nu �va manera d e co m p r e nd e r la vi d a y l os
m otivos h u m anos: al tgua l que Socrates m u ch o tiemp o a tr á s, y que Wit t­
genstein en nues tra época, enseñaron a l os lectore s la lecció n de que las
te orías fi l osó fi cas superan l os l ímites d e la racionalid ad human a .
En sus escritos so b re l a ética y l a poética, Aristótele s nos h abía acon­
sej ad o no buscar l a certeza, l a necesi d a d ni l a generali d a d n1ás a l l á de <<l a
natural eza d e l caso concreto». Por su parte, l os escépticos pu si e ron unos
límites semejantes b asán d ose en l a experiencia . No tene n1o s por qué
avergonzarnos d e que nuestras arnb iciones l imiten con cosas que están a l
alcance d e to d a l a h umani d a d : esta mo d estia habla, en todo caso, a favor
d e nosotro s. Pero l a gama d e l os fenómen os cotidian os sobre l os que l a
experiencia human a d a un testim onio só l i d o es i limita d a ta nto e n el �inl­
bito d e l os asuntos h uman os como en e l d e l a historia natu ra l . Puede que
no exista una man era raci ona l d e atra er haci a nue stro punto de vista a
otras personas que man tien en otra s pos tura s hon rada n1en te; en cua l ­
qui er cas o, no po d emo s cort ocirc uitar sem ejante s d esave n en c i a s; Antes
b ien, deb emos tn as de la
convivir con ta l es perso nas , como u na pru eba
diversid ad d e l a vi d a human a. Estas diferen cias p o d ría n re s o lvers e 111�-
d.Ian te una u 1 ter1· or expe rtenc· · com partt· d a que p e rnl t· ta l a co nverge nc i a
ta
·

d e 1 as d Ife ren tes esc ue l as. Co mo ant tc tpo d e es,t .a exper. .ie n. ci. a.
. . . debetn o s
' r .,

. ne s con un es p t/r t· tu d e to l e ra n ci a . I o. le ra r
ace ptar 1 a d t. verst. d a d d e opt. nto
nm gu,.. n
l a pluralid ad ' am b igü e d a d o falta d e cer te za res u lta n tes no es
. s a r e fl ex i o n ar , v e r e n1 o s
error, y mu ch o me no s un pe ca d o . St no s
.
p a ra tno
,
·

, re s ht u na n os, V no
que e ste es e l preci o que tene m os que paga r po
/
r s .
e r se · ·

dioses .

59
CO S M Ó PO L l S

AD I Ó S A L R E NA C I M I E NT O

1 s i· g. l o xvu , este tala nte tan inte


d e res ant e fue per d ién dose poco
\ l o 1 argo
_¡_'-\._
. hecha en la d eca d a d e r 66 o, los

d pub lica
_,

a
.

propa gan
,

a poc o. S ·
In d u d a, en su
d res se s .
� m
.
e � on d e las mo d est as
.
fun dad ores de la Roya Society l de Lo n r ei-
nci s Bac on a favo r d e l a cie nci a natura l y d e sus p eti­
vi ndi cac ion es de Fra
b
ciones de ayud a financiera a Carlos II, si ien en la prác tica tuvi e ron p oco
iccio n es que imp uso Baco n a l os usos d e la teoría. S ea
en cuenta las restr
com o fuere, en cuatro aspe ctos fun d ame ntal es los filóso os d el siglo xvn
f
h
arram blaron con las viejas preocupa cion es d el uma nismo renacentista.
De man era parti cular , d ejaro n d e inter esars e seria men te por cuatro tip os
distintos del saber práctico: el oral, el parti cular , el l ocal y el temp o ral.

De lo 01'"al a lo escrito

Antes d e r 6oo, tanto la retórica como la l ógica se consi d erab an ámbitos le­
gítimos de la filosofía. Las con diciones externas en l as que l os <<argumen­
tos»--e s decir, las manifestaciones públicas-resultab an convincentes a
un determina d o público se trataban con el mismo rasero que los pasos in­
ternos que había que d ar en l os «argumentos» relevantes, es d ecir, en l as
concatenacione s d e enuncia d os. Se suponía que era posi bl e encontrar nue­
vas maneras d e formul ar argumentos teóricos en campos que eran aún me­
ramente empíricos; pero na die cuestiona ba el d erecho d e la retórica a co­
dearse con la lógica en el canon d e la fi l osofía, ni se trata b a tampoco a la
retórica como una discip lina d e segund a clase y, por tanto, inferior.
Este talant e preca rtesia no contr asta fuerte mente con el que se ha
dado por supue sto a lo largo de la histo ria de la filoso fía mo derna. En el
deb ate filosó fico que se inici ó con Desc artes , cad a cual leía las cu esti on es
sobre la solid ez o valid ez de los «argume ntos » com o algo referido n o a
una man ifestació n púb lica ante un púb lico con creto sino a una conca te­
nac ión de afirm acio nes escritas cuya vali dez desc ansa ba en sus rela cione s
óri ca d e « ¿ Q ui én
inte rna s . Para los filó sofo s mo dernos , la pre gun ta ret
dec lara qué , a quié n, en qué foro y con qué ejem plo
s ? » ya n o perten e ce
a la filo sofía. Según ello s, el mé rito rac ion al de los
argum ento s no pu e d e
ión hu mana, com o e l
de�� nde r de det erm ina dos dat os sob re su rec epc
me rito de una pru eba geo mé tric a no dep end
ía tampoc o, par a Pla tón, de

6o
¿ QUÉ PR OB LE MA P LA NT EA
LA M O D ER N I D AD ?

l a p r.e ci s i ón
de los di agr am a s adj un to s aun c uando e, s tos fu er
.
n tb u . an te m agtstra 1 . E 1 pro ra
. an ob r a d e
u
'
d J a
g m d e I nves tig aci ó n d e 1 fil
, . a o s o f"Ia ll1o -
de rna p os te rg ,
o, ast, to d as 1 as cuestto nes sob re l a argu m . ,
. . e nt ac J o n -e nt r
o n a s co ncretas en situa c ione s con cret as ' a
e
e r s c erc a d e ca s, os co
d
. nc r et o s Y
al lí d o
P .
e hay varias cosa s en Jueg o or de pru e b as q ue po d "
.
n -a fav
y Juzg arse tamb 1en
. ., 1a
n p o-
es crito,
n e rs e p o r en cuan to esc ritas.
m
Es te ca bi o tuvo para l e l i sm os histó ri cos. En l a anti o-iie dad
1 .
Pl a to, o '" , n
con den ó e 1 emp 1 � e r t ca p � r parte � e �os sofist as por <<hac er que
d e a ,
eo t o
el p e o r a rgu m e n:o parecter� el meJ or» . Arts tote les sali ó al paso de e sta
a cus ación. P ara el, las cues tion es sobr e l a s c o n d i ci on es y c i rcu n sta n ias c

en l as q u e lo s argumentos r e sul taba n interesa ntes eran algo que los filó­
s o fos p odían abordar con la conci encia tranq uila . !-lasta el siglo xv1, los
filó so fo s d eba tieron estas cuestione s sin la m enor sensac ión de que fue­
ran n o r a ci on a l e s , y muc o m enos antirracion ale s. P e ro e l si gl o xv n dio
h
al tra s t e con este empeño aristotélico y r et om ó la acusació n de Platón
con tanto éxito que l os empleos coloquiales d e la palabra <<retórica>> han
re su l ta d o d es d e entonces sospech osos, como s i las cuestiones retóricas
tuvieran que ver só l o con e l etnp l eo d e trucos fra u d u l e nto s en el debate
oral. (Incluso en nuestros d ías, l os estu d iantes d e r e tó ri ca tienen que ex­
plicar que e l término no es necesaria mente peyo r ativo ) D espués de la .

d é ca d a d e 1 () 3 o, l a tra d ición d e l a fi l oso fía mo d erna en Europa occiden ­


tal secentró en e l aná l isis forma l d e ca d enas de en u n c i a d o s escritos 1nás
que e n l os méritos y d e fecto s conc reto s d e una m a n i fe sta c i ón persu asiva .
En esta tra d ición, l a retóri ca d eja paso a la l ó gi c a fo r m a l .

De lo particular a lo universal
.
S e produJo un cam bio para lelo en cuan to a 1 a 1 can ee
.
de l a re fe re n ci a fi lo só -
" 1 . os nlor al es y los fi lo -
fica. En la E d a d Me d ia y e l Ren acim i ento
/

, los te o og ·

n-
SOe lO S tr ata ron las cues ti ones mor ale s b asa, n d ose en e
stu dio s de ca sos co .
. . .
1 d
. etu d tn
Y co ns u . arto
cretas , como aún ocurre en la JUri sprud en cia e e re ch o
. .
nto s que Ari s -
an g1oam eric anos. En este sen ti· ¿ o , s 1gu1 e r o n °
.
1 s
·
p r o c ed1 n1 1 e
n » , le en�o s
en u� p L sa .
.., '
. · je
tótel es reco m en dó en la Ética a Nicómaco: «E l b i e .
J . en t
nc a o situ ac io n
« n o ti e ne una forma univ 1 ·1
. d e la te nla
t. n d e p e n ot e

. er sal
.

l· i - l de acc i ó n
arn c u ..
·

p
.

c ia s
concre ta: el san o j u i cio mo ra l st e mp re re s p e t.a l·Is c i rc un s ta n
_

(l r t C (H_
· la
L •

r es d e un de l a pa rt icu
ca s o co nc re to ». Su cla ra vis i ó n
ÓI
COSMÓPOL I S

·
l1 U t l1 <l .ll <l a J une la 1)ra/cti ca de la casu ístic a cató lica y ang licana hasta el si-
n to/ ·

glo XV I I . H a s t a el mi sm o De scarte s, si
.

bie n exp res ó _la esp eranza d e q�: l a


/ · a pu ¿ tera
ene alcan za.r un día e l estatuto d e una teort a form al , reconoc1o el
·
valo r p rovis ion a l de esta exp erie n cia m.ora l here
:
d a d a. � ro, en l a d é cad a
.
de 1 64o An toin e Arnau d, un ami �? í� tim o d el � at � ma tic � Bl axse P �scal ,
com pareció ante el tribuna l esc lesJa stic o d e Pan s a mst an� t a : d e l os ¡ sm
� ­
.
d here jía: en su d efen sa, Pasc al pu b h co una se n � d e
ta s que lo
, ac us a b an e _
. s. El blan co al que estas ayu� ta b an era el meto ­
Cfwtas provinciales anómma
b
d o etn pl ea d o por los casuistas jesuita s, asa d o en ana h sts d e <<casos d e con­
ciencia>> (casus conscientiae) especí cos y concretos . El feroz sarcasmo em ­
fi
p l eado en las cartas contra los jesuitas d esacre d itó d e mane ra dura d era l a
utilización d e cualquier tipo d e «étic a casuística ».
En el ámbito d e la me dicina y el d erecho, siguiero n tenien d o b astan­
te im po rtan cia las exigencias pragmátic as d el quehacer coti d iano, y el
análisis d e casos particulares conservó su respeta b i l i d a d intelectual. Pero,
a pa rtir d e entonces, la casuística su frió por parte d e l os moralistas e l mis­
mo d esprecio general que había sufri d o la retórica por parte d e l os epis­
tetnólogos. En efecto, a partir d e la d éca d a d e I65o, Henry More y los
pl ató ni cos d e Cambri d ge consiguieron que la ética entrara a formar par­
te d e la teoría abstracta general, d ivorcia d a d e los pro b lemas concretos
d e la práctica moral; y, también d es d e entonces, los fi l óso fos mo d ernos
en su conjunto han veni d o sosteniend o que-al igual que el Bien y la Li­
berta d , o qu e el Espíritu y la Materi a-l o Bueno y lo Justo se d e b en con­
forma r a unos princi pios a tempo rales y univer sales, al tiemp o que consi­
derab an «afilo sófico s» o poco honrad os a cuant os escrit ores se centra ban
en casos concr etos, o en casos marcados por d eterm ina d as circunstan­
cias. (Que los teólo gos tejieran toda s las re d es casuística s que quisieran :
los filós ofos morales debían mov erse en un plano más gene r al y abstra c­
to.) De man era que los filós ofos delim itaro n de nuevo su ámb ito de tra­
bajo , y el exam en exh austivo de «ca sos prá ctic os par ticu lare s» q ue d ó d es­
cartado de la étic a por defi nici ón. La filo sofía mo ral mo dern a no se
interesaría ya por <<es tud ios de cas os» con cre tos o discrim inacion es m o­
�a � es concretas, sin o por los princi pio s gen era les y gl o b ales de la te oría
e �1ca . En una pal abr a, que los cas os con cre tos dej aro n pas a
o los p rin ci ­

pios generales.
¿ Q UÉ PR O B LE M A P LA N
T EA LA a'l
� ODER
N I D AD ?

De lo local a lo gt>n e1'lll

, r s o b r e 1 o 1 oc
b e po d e sabe r p r á ctico- e s d e ci
S o re el t rcer ti
duJ O un a con tr a po si
. . :1 a . Lo s u n1 a n i s t a s i 1 · .
a l -s e p r o-
( e stg 1 o X V I en c

'

.
·, i o n pa rec t(
c .

h
tra ro n un 1111po rtan t e fu
a . e n te d e nlate rt al en l a e tn
·


o gt a 1,1 , 1.a g e o g
o n-
.
.

. . . . ¡ ·
..

, � ra h a v
· , t· s. ge otn et n )
./

la h is t o ria , di scip 1 nas es t as e n l a s qu e e l 1n eto do de .1' .11.,1/ ¡ ts


/
.. , .
/ .

. . co
n o u e n e de rnas 1a d o p r e d 1 c. a n1e nto . Lo s e tn o g rafo s r e c () ge n u-1 atos
. s o b re
cue s ti o n es c on1 o las pr a cti cas J U d ici a l e s d e dete rtni n '· l d ·ls
, .
.

' .. 1· ur ts
.

· , J.
.
utc cto n es
a les , d e las que se h an ocu pad o dete n i d a n
,

lo c 1ent e ·'1 ·l b
(Tu nos ·I, ntr op o l o os,
c om o es el caso de Ch fford Gee rtz en su l t b r o Con ochnien to focal
/

g
. En
. . _

ca t n -
.

bi o , en las prim eras � ágin as del Disc m-so :lel ?�t �todo Des ca rte s con fiesa que
h ab 1a s e n ti do desd e J Oven una gran fa s c i n a c i o n por l a etno g rafía y l a his­
.
_

tori a , p ero que se alegr a de habe r supe r a do este p e c a d o de j uven tud : <<L,a
h i s toria es con1o viajar por e l e x tra n j e ro Atnplía la tnente , p er o no la
p rofun di z a » .
.

A los etn ógra fos no les impr esio nan l a s in c on s i s te n c i a s d e sc u b i e r tas


en las costum res juríd icas d e l os d i ferentes pu e b l o s ; pero los filósofos
b
tienen q ue d escu b rir l os principio s gen e r a l e s q u e r i g e n una d e te r tn i na d �l
disciplina o, mejor d ich o , to d as l as d isciplinas. D escartes consi deró la cu­
riosi da d que anima b a a h istoria d ores y etnógra fos c o n1 o un ra s go hutna­
no perfectan1ente per d ona b l e; pero d ejó b ien claro que la verdadera
comprensión fi l osó fi ca nunca resul ta b a d e acun1ular exp e ri e n ci a de de­
termina d os in d ivi d uos o casos específi cos. Las exi ge n ci as de la raciona l i ­
da d h acían que l a fi l oso fía tuviera que b uscar i d e a s y princi pi os abstra c ­
tos y gen eral es, capaces d e engl o b ar e i l um i n a r los casos particu la �e � .
Esta reacción d e D esca rtes tien e asim ism o sus p a r a l el is n1 os htsto rtcos .
_

Pl atón h a bía ha b l a d o ya d e d i feren tes ciu d a d e s «qu e fun cion a b an mal »,


parecidas a esas « famil ias in fe lices >> d e Tol stoi que p res e n ta n una s pato l� -
gtas espe ci"ficas. Los h istoria d ores po 1 ttico ' s eran l t' b res de estu d i a r es ta s (_h. -
,
f.0 co ns i s tía en d e s cu bn r
· · ·

e
1e r en c1 as, si as1 l es a pe tec1, a ; pe r o 1 a tarea d e 1 fi1 l oso
' » o cu l tos, b�aJ. <J l a s 1d 1o st ncra st as 1lo -
,
· · , . �
.

. . .
·
. .

prtnctp tos genera l es d e «sa l u d pol Itlca


.

a ct uc ao.1

.

cales, con obJ eto d e arroJa r luz sobre las c osas que 11 ac e n qu e un

s ea salud a b l e o « funcione b ien» . Por su pa r te, Ari s, to/ te le s niv o


. .

1
.

un a opi n to n
. . . /

, e , .a l) .a a
, .
·

ma s am p l ia acerca d e la filoso fía p o h tt c a -L a VI d a


se p r st
,u o s ei a , s, eg,u/ n
a n o
.

hu nTin
1
.

ntos po h c
(.
. d a d d e 1 os a su
.

. 1 l1Ien
.

tn u.y úti. l
. .
, ·�

n
gen erah zactones abstractas . La varte
ta
· �

e,l , un asp ec to inelu dib l e de l a vtd a CIV1 C a .y , co


1 ' e r a
11 te h·1 s ta el
al
.

, . t
t c a e1 o t 111· 11.1
10

t
.
.. 11

pa ra e l qu eha e r fi l osó fi c o . Esta fue 1 a to, ·


, a fi o s o
• ,

n te
· •
, ..

c
.

63
C O S M Ó PO LI S

· 1 o X V I . 1). ero CLI',ltld (). lo s' filo" sof()s mo derno


s des pacharon la e tno gra fía y
stg
· ·
n a con e 1 e'alt fica ti.· vo des
. rel eva ntes» par a la Inves tiga-
·

. o de «Ir
. . . .

1 a .l1 1sto
.
. .

pec tiv
hacer � articu lar
verdad era me nte «fi los ófi ca» , excluy�ron de su �ue

ció n
rec ono cida s ant e riorm ente
toda una ser ie de cue stio nes que hab ían std o
a tir de enton ces l a
com o tem a legítim o de inv esti gación. Es dec ir, que par
s.
diversida d con cre ta dej ó pas o a axi om as abs tra cto

De lo te1nporal a lo atemporal

Finaln1ente, a imitación de los teólogos medievales, los humanistas del


Renacimiento dieron igual importancia a las cuestiones concretas de la
práctica jurídica, médica o confesional que a l as cuestiones abstractas de
la teoría. Todos los problemas de la práctica del derecho y la medicina
son -<-< temporales>>. Se refieren a unos momentos específicos en el tiem­
po: ahora y no después, hoy y no ayer. En dichos problemas, -<< el tiempo
es esencial», y, según la formulación de Aristóteles, se dilucidan pros ton
kairon, «según lo exija la ocasión». La decisión de un navegante de cam­
biar el rumbo diez grados a estribor es tan racional como los distintos pa­
sos que se dan en una deducción matemática. Sin embargo, la racionali­
dad de esta decisión no descansa solamente en cálculos, sino también en
saber cuándo se efectúa. Puede que las sumas más relevantes se hayan
realizado de manera impecable; pero, si la acción resultante se aplaza in­
debidamente, la decisión resulta «irracional».
Las cuestiones sobre la temporalidad de las decisiones y acciones, o
de las declaraciones y argumentaciones, habían sido los asuntos básicos
de la filosofía precedente. Para los eruditos del siglo xv1, el modelo del
« qu ehac e r racional» no era la ciencia, sino el derecho. La juri sp ru d en ci a
p onía de manifiesto no solamente el vínculo que existía entre la «racio­
nalidad p rácti c a » y la «temporalidad», sino también la importancia de l a
diversidad local y del plano de lo particular, y l a fuerza retórica del razo­
namiento oral; y, en comparación, todos los proyectos de una filosofía
natural universal parecían problemáticos a los humanistas. Cien años
después, las torn � s han cambiado por completo . Para Descartes y sus su­
cesare� , las cuestiones temporales no tienen ninguna importancia para la
filosofta; por eso se esfuerzan por sacar a la luz las estructuras permanen­
tes que subyacen a todos los fenómenos cambiantes de la naturaleza.
7'

1
'
¿ QUÉ PROB LEMA P LANTEA LA MODERN I DAD ?

1 Así pues, lo� pasajeros asuntos humanos ocupan desde el p rinci p io un


J

¡
lugar secundario para los filósofos modernos, o, lo que es lo mismo, és­
1 tos relegaron a �n segundo plano los asun t os de orden p ráctico y te m p o ­
1

ral por no considerarlos auténticamente «filosóficos». A partir de la dé­


cada de r 6 3 o, los interesados por la jurisprudencia pu e d en seguir m iran do
a l a filosofía como fuen t e de métodos intelectuales; pero, dentro de la fi­
losofía propiamente dicha, el d erecho y la medicina d e se 1n p e ñ a n un pa­
pel mar gi n al . A los filósofos no les interesan ya fenómenos o factores que
puedan ser válidos de una manera-o en una época-diferente. A p a rtir
de la época de D escartes, la atención se centra en principios ate m po r a l e s
que rigen para todas las épocas por igual, de manera que lo transitorio
deja paso a lo permanente.
Estos cuatro cambios mentales-de lo oral a lo escrito, de lo local a
lo general, d e l o particular a l o un iv ers al y de lo temporal a lo atempo­
ral-eran d istintos; pero, toma d os en su conte xto histórico tenían mucho
en común, y e l resul ta d o g l oba l sobrepasó lo que podría haber produci­
do uno d e e ll os por sí so l o. To d os reflejaron un abandono histórico de la
fi l osofía práctica, que se a l imentaba d e ámbitos como la tnedicina clíni­
ca, l a prác ti ca ju d icia l y e l aná l isis d e casos morales concretos, o, si se
quiere, d e l a fu erza retórica d e l razonamiento oral, en aras de una con­
cepción teórica d e l a fi l oso fía. Los e fectos d e esta mutación o desplaza­
miento fu eron tan pro fu n d os y d ura d eros q u e e l re su rgi r de la filosofía
práctica en nuestros d ías ha cogi d o a mucha gente por sorpresa.
No es casua l que e l d iagnóstico y e l aspecto p ro ce su al, la ética del
caso concreto y l a retórica, o e l compen d io d e máximas y la poética fue­
ran margina d os y cuestiona d os a l mismo ti e m p o . En las d is c i plinas prác­
ticas, las cuestiones d e a d ecuación raciona l son temporales, no atenlpo­
ra l es; concretas , no abstractas; l oca l es, no ge n erale s ; y parti cu l a r e s , no
universa l es. Preocupan a personas c uya obra gira en torno � actividades
prácticas y pastora l es; pero los filósofos del s i gl o xvii se m ovi e ro n �n : or­
no a l a teoría y carecieron d e una menta l i d a d pr á c ti c a . Los p � oc� dumen­
tos para abor d ar tipos d e p rob lema s concretos, o clases � t m t ta�i a s de
c a s os, nunca han si d o una p r eo c up ac i ó n fundamental de l a hlosoh�l 1 11 0 -
d erna, l a cua l se ha centra d o, a nte s bien, en n1étodos a bstr 1 ctos Y �l t e nl,­
p ora le s a fin d e lograr soluciones generales a p r o �) le n; : s umv � rsa l es . As t ,

a partir d e 1 6 3 0, e l centro d e l as i nv e s tiga c i o n es h l o so h cas d e J ;I e n u n st. �


. gund o plano los deta l l es pa rticul ares, concretos, t e m p o Lt l e s �· l nct l es d L

6s
CO S J\1Ó PO L1S

un pla no su perio � , estra­


los asu nto s hu tnano s co tid ian os pa ra privil eg iar
con forma n a teorta s a bs-
tos fér ico , en el qu e la natura lez a y la éti ca se
tra ctas, a tem po ral es, gen era les y un ive rsa les .

lectual es cam bió tan dr ásti-


·c Por qué el centro de las pre ocu pacion es inte
-- ca.' ¿ e omo
-- ·
exp 1 1car
cam ente en Europa precisam ente en aqu e 11 a epo es te
dista ncia mie nto, desp ués de 1 6 30, resp ecto de los aspe ctos oral e s, loc a­
les, pasaj eros y parti cular es de la vida y el lengu aj e , y el nuev o hinc api é
en las argum entac iones escri tas, las ideas gene rales y los princ ip ios abs­
tracto s y atemp orales ? Ya nos hemo s referi do antes a algun os de los fac­
tores más relevan tes, como, por ejemp lo, el auge de una cultur a laica. En
la Edad Media, el princip al vehícul o de las doctrin as religios as fue la pre­
dicac ión oral, lo cual fomentó el interés por la retórica. Una vez que la
página impresa complementó o sustituyó al registro hablado, los erudi­
tos laicos se vieron capaces de leer todas las Escrituras y Comentarios
por sí solos, por lo que se centraron más en la crítica de las argumenta­
ciones escritas. Lógicamente, los lectores laicos se involucraron menos
en el trabajo pastoral que sus precursores eclesiásticos; sin duda, agitaban
cuestiones relacionadas con la teoría ética, pero sin tener ninguna res­
ponsabilidad en <<la cura de almas». Los humanistas del siglo XVI habían
seguido abordando cuestiones de filosofía práctica; pero los filósofos del
siglo xvn, como si hubieran formado una auténtica «intelectualidad »,
debatieron sobre las cuestion es teóricas desde fuera.
Sin duda, se necesita n más cosas para explicar por qué, tras tantos si­
glos de filosofía práctic a en la estela aristotélica, la nueva filosofía exigió
no sólo una mayo r atenci ón a las cuesti ones relaci onada s con la teoría ,
sin o inclus o la exclus ión de la filoso fía de todas las preocupaci ones prá c­
ticas. ¿Dón de encontrar estas «cosa s más>> ? Para conte star a esta pre­
gunta, sobre to d o , los histo riado res de la filoso fía d eb en toma r más en
serio las obra s recie ntes sobr e la histo ria e con ó mi ca y socia l de prin cipios
del xvn . La discr epan cia entr e, por un l ad o , la tesis imp eran te sob re la
mod erni_ d ad, segú n la cual la cien cia y la filos ofía fuer on pro du ctos d e
la pro�pen_ dad Y_ con�ort del siglo XVI , y, por el otro , el plan team iento de l os
estu diosos de h1st� r1a gen eral en el sentido de que los año s pos riore s a
te
I 6 I fue ron una epo ca de des ord en soc ial y retr oce so eco
o
nómico , sa lta
66

1 ¿ Q UÉ P R O B L E MA P LA NT
EA LA M O D E RN I DAD ?

1 d en1a siado a l a vis ta pa ra no ser ten i d a en cu en ta . E


. . . . .. . --n rea ¡ 1· d a d , nue stro es-
tud io se Ini ci o a p a rti r de esa dis cre pa nc ia , po r lo qu e Yfl es h
ora d e m i -
Y
·

fre
·

ra rla d e nte pre gu nta r os < ¿ D e q ué ma ner a e l nu


� : � evo enfoque inte-
l e ct ual d e la uro pa de prt n c t pio s del xvn refl ej ó la gen
E
s oci a l y e c onón1 i ca de la é p o ca ? ».
era liza da cri sis

n
Ta� to Joh n D ew ey c o t o Ric har d Ro rty sos tien en que l a filo
sofí a se
ha m e tt do en su <<nl ode rno » call ej ón sin sali da com o con secu enc ia de la
ob ra de Ren é De sca rtes . Sin em bar go, nin gun o de esto s filó sofo s se ha
n1ol estado en pregunta rse por qué la «bú sque d a de la cert eza>> no inte re­
s ó a n a die un siglo ante s o d e s p ués, sino prec isam ente en aque lla époc a.
En su opinión, basta c on d ia gno stica r l os erro res en que cayó la filos ofía
m o derna. Ni han cons idera do nece sario pregunta rse por qué esa d e s gra
cia se cerni ó so b re la filoso fía d e la mane ra-y en el mom ento en-que
­

lo hizo . Sin em b argo, al soslay ar tales cuestio nes históri cas, sus argu­
mentos ejempli fican la persiste nte divisori a entre la retórica y la l ó gica ,
tan característica d e l a postura misma que prete n d ía n rechazar. La pre­
gunta d e << ¿ Por qué las personas cultas d e media d os del siglo xvn en­
c uentran tan atractiva y convincente la "búsqueda de la verdad" ? » es un a
d e l as preguntas retóricas que Descartes d esterró de la filoso fía , y que
versa · b ásicamente so b re e l púb l ico filosófico en un contexto concreto.
En otras pa l a b ras, l a pregunta es por qué el «error cartesiano»-si es que
fue un error-resu l tó tan convincen te para la gente a partir de l año de
1 640, a l go que no h a b ía ocurri d o en l a a l ta E d ad Media, ni ocurre tam­
poco en l a actua l i d a d .
Una pregunta que es sum amen te perti nente para la filoso fía en gene­
ral , y especia lmen te en nues tros días. Si hem os de d ar la razón a Witt-
ge nstein, l a misi ón prin cipa l d el filós o fo es prec isam ente mos trar por que
"

senti mos l a ten taci ón d e me tern os en esto s <<ca llejones sin sali da» inte lec­
tua les. Y si esta mis ión ll eva a investi gar l a hist oria social e inte lectual , �ues
ta n to m ejo r De cir que to d os los pro b l ema s ver dad e ra men t e l �
_ ric con -
s �
o, fi c os
b
.

situ _ n htsto
actó
d e en enuncia rse con in d epen d enci a d e cual qui er �
creta y reso lvers e con uno s met
-
" o d os tgua 1 mente exen tos de . to da re teren
1 ta s qu e
·

Cla co ntextua 1 , es precisa mente una d as pre tens t' on es rl ct on ah s


e
·
·
e

a la h-
..

' que no
. . tr e y 9 c o
.

m eJo r caracterizan a 1 a fil oso fía mo d erna en I 64 o I -


1

\V . g n I ·1 J1r e o1.111 ta
.

1 os ofía en su form a ya me dieval ya pos ter tor a 1


· tt ·en st e1
·

. . .. 1 . .

· . · _.; ,

p rt n c t pal de nues tro ana I S I S se l 1' l


.

ce r�l -
ra
b o l)J . C(' Í Ó n S e t nt er es �l stn
'- e esa
<- ·1 e� q u e R en é l) es c�l rt es p u -
· ..

ec lO
, .

y e
·

me nte por la histori a de las 1 e


. .
d as ; 1 h l ·
CO S M Ó PO L I S

l l t. c ra ta c 1 1 a r 1 a ue 1
let am en te sin cu i da do. A
n o filo sófi. ca no s tra e co
tnp n te s
l1en
l · , est e 1 1ec
.

. 1 10 ·
1 lu stra
' un a ve z n1á s el fen óm en o ese nc tal qu e nos p re ocu-
p a a q ut., ; a sa b er, e 1 r ech azo por
el -siglo xvi i de las cue stiones loca les, tem-
. .
L

.
y r ac u · ca y pro gra ma de tnve sttg a ct on filo-
. . . "

po ra 1 es p _, . s su sus titu ci ón por un


gen ert co , ate mp ora l y te ort co .
" . "

sótl ca con un enfoq ue fun dan1en tal m en te


.

DE LOS li UMANI S TAS A L O S RAC I ONALI STA S

Para mejo r perfi lar nues tra argu men tació n, pon gam os a Montaign e y a
Desc artes cara a cara. Escri tos en l as décad as de I 5 70 y I s8o, los Ensayos
de Mon taign e destil an una filoso fía huma nista que ha alcan zado su plena
madur ez. En su único ensayo de índole estrict am ente filosó fi ca, la Apolo­
gía de Ramón Sibiuda , Montai gne se decanta a favor del escepti cis mo clá­
sico con1o l a mejor manera de huir del dogmatism o ·presuntuo so. En sus
otros ensayos explora diferentes aspectos de la experiencia humana, para
lo cual se inspira en recuerdos personales de primera mano, así como en
el testimonio de vecinos y amigos, o en pruebas sacadas de la literatura
clásica o de los relatos de los historiadores y etnógrafos de su época.
Una vez familiarizados con el estilo y la lengua idiosincrática de
Montaigne, muchos lectores de hoy descubrirán que sintonizan más con
él que con sus sucesores del siglo xvn . Al leer lo que Michel de Mon­
taigne y Francis Bacon tienen que decir sobre cientos de cuestion es a
partir de la experie ncia human a (por ejempl o, las exigen cias de la amis­
tad, el caniba lismo, la desnu dez o las conve ncion es del vestid o), su le n­
guaj e nos resulta tan famil iar en nuestra época como sin duda resultó a
sus prim eros lecto res de entre I s 8o y principios del siglo XVI I . Ni Mon­
taign e ni Baco n pierd en el sueñ o por la corr ecció n o inco rrección teol ó­
gica de sus opin ione s (la Apología es el ú ni co ensa yo que se puede d ecir
qu e roza la teol ogía ) . Los dos hab lan acerca de l a vida tal y como l a en­
cue ntran, y escr iben de ella con un tala nte no doc tri n a l
Y, volvemos a rep etir lo, no es que nin gun o de esto s autores fue ra
.

<<irr eligioso» : Mo nta ign e fue cató lico pra ctic ante y B aco n acu ía al se r­
d
vic io ang lica no c on la asi � uid ad que ma nda ban los cán one s. Ni, por s u­
puesto perten ecie . �o �
� a nin gun a ter tuli a antirre ligi osa . Fu e ron hom bres
de su tiem p � �� e �lVIe ron com o tale s; y, dad a la natura lez a
de su tiemp o,
no les par ecio Ind isp ens abl e estar con sta ntem en te i nvo can
do el nom bre
68
r ¿ QUÉ PR OB LE MA P LANTEA LA MO DE

1
RN IDAD ?

de Dios ni mo str ando una constante angustia por su salvación personal.


1 _ es de san Agustín contra sta

En es to, las Confeszon n fuertemente con los
Ensayos de Mo nta igne . El fra ncé s hac e com ent ario s iró nicos sob re
su
conducta cotidiana : sob re su cos tumbre ma lsan a de comer con gul a, has­
ta el punto de mo rde rse la len gua e incluso los ded os. Pero no se descu­
bre ni golpea el pec ho, com o si este vici o lo obl igar a a confesar en púb li­
co sus pec ad o s. Ant es al con trario, su pro pós ito es dese nmascarar la
p re tensión, la pose , el auto engrand ecim iento o el autorrep roche, y ofre­
cer un cua dro sin retoques de su expe rien cia vital y mental.
El pun to de vista de M onta ign e con tras ta tam bién fuer tem ente con
el de Ren é D esca rtes o e l de Isaac N ewton. La mod estia intel ectual de
l os hum anista s cond ujo a much os pensa dores-co mo fue el caso d e Ba­
con y Mon taigne-a adop tar un ta l ante re l ajado y comp rensivo, que
hace que nos result en partic ularm ente simpá ticos, y a poner cierta dis­
tancia entre su afi l iación religios a y sus reflexio nes fi l osófica s o l iterarias
so bre la experien cia. En cam b io, los fun d adores-en el sigl o xvn-de l a
ciencia y la filoso fía m o d ernas acarrearon con unas responsabi l i d a d es
teológicas que conformaron el resto d e su quehacer inte l ectual . Una y otra
vez, Descartes y Newton expresan su preocupación por l a orto d oxia re l i­
giosa d e sus i d eas; y sólo compren d eremos plenamente l a fuerza d e sus
especulaciones cientí fi cas si tenemos en cuenta estos compromisos. Sin
em b argo, no es que los intereses d e Montaigne y d e Descartes discrepa­
ran hasta el punto d e aca b ar en un d iálogo d e sord os, «cruzándos e como
ba rcos en la oscuri d a d » . Por ejemplo , en su último ensayo, De la expe­
riencia, Monta igne se en fr enta d irectam ente a los princip a l es prob l emas
filosófi cos que D escartes a b or d aría cincu enta años después, y extra e d e
su p ropi a expe riencia motivos su ficientes para rech azar por a d el anta d o
l as concl usio nes que D escar tes expo n d rá en térn1 ino s gené ricos Y abs-
tractos en sus Meditaciones.
Montaigne se óe asim ism o del em peñ o por desvin cul ar l as activida des
·
m entales d e los fenó menos corp oral es: «Qu ien · quie re separa rse de su ahn a
l �. o; '

que lo haga . . . cuan d o su cu erp o esté en ferm o para así l ibr ar l a d e con tag

pero , en otras ocasi. ones, que e l al ma asista y f:avorezc-1 al cu ertno v no se tll


·
e-

gue a particip ar en los place res corp ora 1 es». EJn otro 1 uga r esc rtbe ·
' ·
"
.

' L

·
Co m o e s pr1vt l e g 1 o d e l a n1 e n te resc a ta rse (l e" l ·<l \i e=- J e z , )ro
a co n s e j o ;1 b t n Í;l q u e I n
.
. .

Que
.
, ,

c í' Cl e n t r e Ll n t n .
h a g a c on l a m a y or fu e rza q u e p u e d a . c re zca \, e.. 1· d e <. ¡ u e tl o r
·
'
CO S M Ó PO LI S

. en árbol mue rto . P e ro , ay, temo que me tra ic io n e .


st p ue <.i e , co n1o m u er d a go
,

. u n
,
vtn cu 1 o fra tern al tan fuer te con el cue rpo que me a b an dona en ca d a
M an tie ne ,
.
esid ad. Y o la llev o apa rte y l a a dulo y tra ba J o, p e ro
revue 1 ta par a segut· r 1 o en su nec .
E rtarla d e esta vtn cula cto n. Le ofrezco a S é n e-
. ,

van o . n va no trat o de apa


tod o en
tu
es regios; per o si su cam p anero tie ne un có -
. _ .

e a 1 o, 1 e o fre zc 0 dam as y bail


ca y a .
stqu ter a las acti vid ade s que le son mas pro-
. . ,
. .

, e l l a par ece t e ner lo tam bi én Nt


l teo
.
·

anci as: se hue l en siem p re cua ndo hay un


. . ,

ptas 1 ogran exct' tars e en tale s circuns t


·

cione s del esptr ttu s1 no hay tamb ten vtgor


, . . .
, .

resfriado. No hay vigor en las prod uc


en el cuerpo.

y se muestra particularmente d uro con l os fi l óso fos que se escu d an en el


contraste entre la mente y el cuerpo para justificar su d esprecio por l a ex­
periencia corporal. Los fil óso fos se ven arrastra d os al d ua l ismo, sugiere,
sólo cuan do se sienten a disgusto con su natural eza corpórea:
-.
. .

La filosofía se comporta de manera muy infantil, en mi opinión, cuando se yergue


sobre sus patas traseras y nos predica a todos que es una alianza bárbara casar lo di­
vino con lo terrenal, lo razonable con lo irrazonable, lo severo con lo indulgente, lo
honorable con lo deshonorable; o que el placer sensual es una cosa bruta, indigna de
ser disfrutada por el hombre prudente.
·
..

¿Qué razones pudieron tener los filóso fos mo d ernos para d espreciar la
carne? Enfrentad os a esta pregunta, se impone consi d erar las di ferencias ...

d e personali d ad entre los humanistas d el Renacimiento y l os pensa d ores


racional istas que les suce d ieron. Una vez más, existe una di ferencia sor­ ..
'•

prend ente entre Montaigne y Descartes. Las d amas d e la corte fran­


cesa-según se nos cuenta-guard aban uno d e los últimos ensayos de
..

M_ont�igne en e� gabinete (�� �uriosamente titulad o Sobre algunos versos de


-
Vzrgtl_ � o) , �ue leian con fruicion.
...
,.

En d icho ensayo se reflexiona sobre la


'

experiencia sexual y se deplora el hábito d e la gazmoñería social: '


•. '

'
¿Qu é ha hecho a la humani dad el acto sexual , tan
,.

natura l, nec esa rio y justo, p ara que


,.

no nos atrevamos a hab lar de él sin vergüenza y


lo des terr em os de la convers ación
seria y decente? Sin el menor re paro pronunc
iam os pala bras com o « matar», «ro-
·

bar » ' «traicionar» '· per o ésta no nos atrevet


nos a pro nun ciar la nun ca ' salvo entre ·

dientes. ¿Significa esto que cuant0 meno s 1 a '


mencton am os en nue stras conversa ciO-
· ·
,.

nes más derecho tenemos a hinchar nuestros


p en samten tos co n e11 a:-.....
·

1
t
r
¿ Q UÉ PROB LEMA PLANTEA LA MODERNIDAD ?

Por su pa rte, confi esa : «Me he da do a mí mismo la orden de atreverme a


decir tod o lo qu e me atreva a ha cer , y me dis gustan incluso los pensa­
mien tos que son impub licables».
Ha bla a bie rtamente del dis frute que le proporcionan las relaciones
¡ s exuales �«Nun ca hu bo u� hom bre más imp ertinentemente genital en
¡
r sus relaciones »), aun que estas res ultan mucho más agr adable s, insiste
1
1
1

cuan do son la expres ión de un afecto ver dad ero . También reflexion�
s o bre la tur b ació n que pro duc e la imp ote nci a. En eda d más avanzada
di c e M o ntai gn e vivió h asta los cin cue nta y tantos- es má s difícil, ant�
-

la eventuali d ad imp revista de h acer el amo r con una muj er bell a, garan­
tizar una erección satisfactoria.

Quien, a la mañana sigui ente, puede esperar, sin morirse d e vergüenza, el desdén de
los bellos ojos que han p resenciado su flacidez e impertinencia [«Sus miradas silen­
ciosas escondían un elocuente vituperio», OVIDIO ] , no ha sentido nunca la satisfac­
ción y el orgullo d e haberlos conquistado y avasallado mediante el vigoroso ej ercicio
de una noche aj e treada y activa.

Pero, lejos de reprocharle a su cuerpo estas flaquezas, reconoce que la


debilidad se debe tanto a la ambigüedad del deseo como a la fragilidad fí­
sica, y acepta de buen grado la responsabilidad personal del hecho de que
su cuerpo parezca a veces dejarlo tirado:

Cada una de mis partes me hace hombre tanto como cualquier otra. Y ninguna me
hace más pro pi am en te hombre que otra cualquiera .

Algunas personas tendrá n por frívola la idea de que la actitud de Mo� ­


tai gne hacia el sexo arroj a luz sobr e su filoso fía: e incluso encontraran
m oralm ente ofensivas sus reflexione s y lo acusa rán de inte res arse en e�­
ce so p or esta cuestión. Pero pod emo s contestarles que la longi tud del CI­
ta do ensayo sobre Virgil io no llega a la vigésim a parte (o al 5 por r oo) de
.
1 a to tah dad de los Ensayos. En e l otro 9 5 p or r oo, re f1 exiona so br. e ot .
ra s
expe rie ncias con e l mismo can dor y a b orrectm
. . . ct os td ad .
· t· en to de la pr et en
. ,
·

a e s t o s o b '
J e t o re s .
v ¡1r eo-Q un ta rl es
:
P ode m os tamb ien
, D esc arte s so b re es, ta. c..u e. s'ti ó n ';) e· Pod rta h �l -
devo lver la pregu nta ·

¿ Q ue
, pue de dec
.
irn os Ren e
/

« ·
·

. . t. 1· en ci ·1 se xu a l c on 1o
·
.
ber te nido una actitud tan relaJada resp ec to a su. expe
, I ·,l s, . F', n l a épo c a t l e
Mon taign e ? » . Esta s pr eguntas se c o n te stan poi. st, " so
. ' ·
CO S M ÓP OL I S

I) esca r tcs, 1 a ga ztnon-. ert"a soc t' al que


tan to dep l oró Mo ntaign e vo lvi ó a
, . ,

. cor te difi ctlm e nte ha brta n teni-


.

ocu p a r un pru· ne r p lan o . Las dam as de la


. .

d o 1 as o b ras d e De sca rte s com o libr


os de cab ece ra. La sex u alid ad dtstaba
.
. . . , .
·

die ra escrib ir exp hctta m en te


tan to de ser una cue stión sob re la que se pu
que deb em os ima gin ar 0 rec ons tru í � sus act itu des hac
ia el sexo p or pura
· e cier tas pala bra s com o euf e _ m os
mis
1n1erenc 1· a·, a sab er , des cod ific and o se -
xual es y busc ando en el tran scur so de su vida algu na clav e que revele es -
tas actitudes.
Si busc amo s eufem ismo s en Desc artes , podemos emp e zar con la pa- .
labra «pasi ones» , sobre todo en su últim a gran obra, que escri bió p ara
la reina Cristi na de Suecia , titulad a Tratado de las pasion es. En ésta qued a
claro que no se nos puede hacer respons ables de nuestra s emociones. Los
. sentimientos no son algo que nosotros hacemos. Según D escartes, la vida
del espíritu se compone fundamentalm ente de cálculo racional, ideas in­
.,
tuitivas, deliberaciones intelectuales y percepciones sensoriales. Así, po­
demos responsabilizarnos de la validez de nuestros cálculos, pero no de
unas emociones que pueden perturbar o confundir nuestras inferencias.
Por lo tanto, de la postura de Descartes, tomada a pie j untillas, se dedu­
ce que un filósofo puede declinar toda responsabil idad de sus erecciones
si no tiene una buena razón para decidir tener una.
En los tratado s de Descar tes sobre filosofí a no encontramos nada que
se aproxime al cando r y natura lidad de Mont aigne , toda vez que el rela­
to de su vida sugie re que sintió cierta turba ción frent e a la sexua li dad. Al
parec er, tuvo como aman te a su ama de llave s, la cual acab ó dándole una
hij a La muerte tem pran a de la niña lo apen ó profu ndam en te; pero si­
.

guió refiriénd ose a la madre com o a su cria da y a la pequeñ a como a su


«so brin a>>. Un a elec ción de pala bra s bas tan te curiosa . En época , se su­
la
ponía que los car den ales era n céli bes , y por eso ten ían <<so
brin as» o «S O­
bri nos ». Per o, ¿qu é nec esid ad ten ía D escart es de mo
stra rse tan retic en­
\.
te? ¿Lo hacía por puritanism o, o tal vez por esn obi ''

_ sm o? ¿Er a la po sición
soc tal del ama de llaves dem asi ado hu mi lde par a
un mi em bro de una fa­
mi lia venid a a má s y que asp ira ba a la nobless e de . ....
la robe ? · O era n más sim ­ \ .

ple s sus mo tivos? De sde la dis tancia tem po ral


, no hay :U ane ra de sa b er­
lo; pero hay u�� cosa ba stante cla ra: M on tai gn
e «s e atr evi ó a de cir to d o
lo que se atrevto a ha ce r» , pe ro en su vid a pr \ .

iva da De sca rtes ac tuó com o


. \
. ·
\' �

ac tuó en su vida profe siona l, en la que-co


mo él mi sm o co nfiesa-larva­ . ...
'
tus prodeo («me presento a mí mismo en m as cara do \.
·-
'
») . i
,. -
. .
r
¿ QU É PR OB LE MA P LANTEA LA MO
DE RN ID AD ?

Si Mon taigne y Des .


cartes difirieron tanto en cuan to a su persona1 .
1-
a d
d ' . su s .
difere .
ncias Inte lect ual es fue ron mu cho má s leJ· os todav1�a. p ara
1
¡
Mon taigne, una bue na parte de nue stra hutnanid ad consi ste en ca rgar
con la responsa bI· ¡I· d a d d e nues tros cuerp os , senti mientos y efectos de las
!
¡
1
1
¡
cos as que hacemos, dad os est os cue rpo s y senti mie ntos; lo que debe mos
¡ hacer aun cuando no siemp re podam os ejerce r un control abs oluto s ob re
1 es tas cosas. En otro s luga res nos hab la de sus ped orreras , refiri endo la
his toria que cuen ta san Agu stín del hombre que, med iante el control de
1 sus tripas, era capaz d e peerse al compás de la música. El eje1npl o es ,
1
.

1 com o pue de ver cu a l quie r lecto r, a la vez diverti do y algo risqué; pero
rv
Montai gne lo utiliza para decir algo basta nte serio : a saber , que no si e
de nad a traz ar una divisoria estricta entre l o s proc esos corpo rales («m a_
teri ales») y las actividades voluntarias (<<men tales ») ya qu e no pode mos
estar seguros , anticip ándonos a la experi encia, de qu é funcio nes corpora­
les podemos contro lar de hecho y qué otras no. Montai gne vive en el
mundo de Rabelais . Como él, no se siente condicion ado por la denomi­
nada «respetabilidad». Pero, en la época de Descartes, nos hallamos en
el camino que desembocará en el Pigmalión de George Bernard Shaw,
donde el padre de Eliza Doolittle se queja de tener que llevar un traje y
comportarse de una manera a l a que no está obligado un honrado traba­
jador. La cuestión social oculta un argumento de índole intelectual. La
cuestión «mente y cuerpo» tiene más importancia de lo que parece a pri­
mera vista. La manera de abordarl a no es un asunto de mera teoría; como
lo que está en juego implic a « autoco ntrol>>, se suscitan cuestiones mora­
les o sociales. Los camb ios que se produ cen en la a ctitud intele ctu al Y en
la teo ría filosó fi ca entre 1 5 80 y 1 640 corre n, así, parej os con unos cam­
bios m ás amplios que se produ cen en la actitud hacia la �on ducta � cepta­
ble o no ace ptable. En la déc ada de 1 640 , los raci on alis tas no solo res­
trin gen la raci o nali dad a los sen tido s y al inte lecto-lo que los psic.ólogos
11 a man a h ora 1 a «cognic . ., s
ion»-, sino · que re fleJ· an ta m bi én lo s pr1n1e ro.
a m a gos de esa «resp etabt. hda . d » que va a ser ta n I n fluye nte en lo s do s S I - ·

glo s y medio siguientes . .


t t . e l e a o p ar a 1 ·,1
.

.
.

l ci en ci
.
.
1 a h . s t o r a a
¿Es est e com entario relevan te par a
. l ecnta 1 e s 1nd e ne n d t en te tn en tc
fil oso fia? e· No se tra tan los p r ob l e m a s t nte
,
.
.

. ve rsa. ?. Al o1 e. s vt n c..u ] ·1 r } ·1 ra c t o n a h d a d Y. 1 41 1 o, -
·

.t

de la s ac titud es soci ales y vtce


·

. ' ' ·

.

gt ca de la re tó r i ca y l as e tn oc t o n es ,
1 sa b e rl o Ll �H� L n ­
. <. l ·.l t:l l l s
. . ,

i e n d o su
.'
esta nl os stgu
·
.
.
.

d a b ásic a de la fi l oso fía 1no de rn a . I .Ja epts t e. n. l o l o t"'PT�


.
. ,
. ,

l o �l h o t
. . _

o
,

o s
·

l n •

73
. '

CO S M Ó PO LI S

tos a b stractos y
tt on es t nt e 1 ec.. tu.a 1 es , s ino tam bié n mo ra l es. Lo s con cep
. . . .
.

, . .

com o as l t d eas y l as pro pos ic ion e s Intu it iv as


l os argun1en tos �.orma les así
e '
·

'
.
L

de estu d io par a e l fi l oso


/
fo; antes b ien, este pued e
/

no son e1 untco tema


. cia hu ma na d e ma n era variad a y
ocup ars e d,e 1 a tota l l d a d de l a exp eri en
·

l .
que saca mos d e os humanis tas, unas
con cre ta. Es t as son l as l ecci ones .
ah o e � e tt e rra
l ecc ion es que est án en l os antípo d as d e u � rac ton sm qu po
.
.

d fi .
l a raz on y nos sum e, en e mttv a, e n
d e por me d io entre l as em oci o nes y
o f
un esca pism o mo ral . Al trat ar l os sen tim ien tos com r_n eros e ecto s d e
procesos causa l es, nos l os quita d e l as man� s y nos extme d e tod a re s­
b
ponsa bi l i d a d : l o único d e l o que somo s racio nal ment e respo nsa l es (al
parecer) es d e pen sar correc tam ent e. . .
duah s-
.

Tanto Montaigne como Desca rtes fu eron unos gran d es tn d tvt


.

b
tas. Los d os coinci d ieron en que e l prime r paso para a l canzar l a sa i du­
ría se ha ll aba en el autoexam en. El Discurso del método y l as Meditacion es
d e Descartes, al igual que l os Ensayos d e Montaign e, preten d en servir de
lúci d o mo d el o autorre ferencial . Pero su in d ivi d ua l ismo l os ll eva por de­
rroteros distintos. En Descartes se aprecia ya cierto sa b or a -<-< sol ipsis­
mo», esa sensación d e que to d o in d ivi d uo, en cuanto sujeto psicol ógico,
está (por así d ecir) atrapa d o d entro d e su propia ca b eza, mientras que el
objetivo d e sus reflexiones se l imita a l os fenómenos sensoria l es y d emás
datos que l e llegan a l a Mente y que hacen que sea e l in d ivi d uo que es.
Cincuenta años antes, Montaigne también ha bía escrito en cuanto in di­
vi duo, pero suponi en d o siempre que su experiencia era característica de
la experiencia humana en gener al , si es que no ha bía ningún motivo es­
pecia l para pens ar d e otra manera. Así, no hay· e l meno r asomo de sol ip­
sism o en l a lectura d e la expe rien cia que real iza Mon tai gne: no du dó
nunca en basa rse en los inform es d e otra s pers onas , sino que desarroll ó
�na versión pro pia de l a amistad , l os trau mas 0 l o que fuer a, movién d os e
hbr emente en un mun do com pue sto d e mu cha s person
as di ferenci adas
e inde pendiente s. ' .
'
'

Así, la primera parte del siglo xvn ve estrecharse el ám bi to de la li­


bertad de deb ate � ima gin aci ón que hab ía fun
cio nad o en el plan o so cial
como c� nse cuenc1 a de un a nueva ins iste nci a ,,

en la -<-< res pe tabili dad » del


pens� m1 ento y la con d� cta , y tam bié n en
un pla no person al. En es to
tomo la form� de una al� en� ció n ba sta nte co
no cid a a fin ales de l si glo xx ,
que se exp �eso com� soh pst sm o en el ám bit
..
.
..

o int ele ctu al y como na rci si s­ . .

mo en la vid a em oc ion al. Para Monta1· gne


, la <<experiencia (d e 1 a vt·da)» · ·

74
r

¿ QU É P RO B LE MA PLANTEA LA

1
MODE RN IDAD ?

es la experienci a prá cti ca que cad a ind ividuo humano acumu1 a 1


. a tratar
con otro s tndtvtd uos tgu a� es a él. Pa ra De scarte s, la «exp eri encia
. . .
. (de la
m ente)» es la ma ter ia prtma con la que cada individuo construye
un
mapa co gnitivo d e1 mund o int eli gib le «e n su cab eza ». En la déc ada
· ·

1 58 o,
de
a Michel de M on tai gn e no se le ocurre dec ir qu e está <<en cerrad
o
en su cerebro». La mu ltip lici da d de personas en el mund o, con puntos de
vista y rel atos vita les idio sin crático s, no era para él una am ena za. Ca da
cual recono cía que el des tino de cad a i ndividuo era , en última instancia,
personal (como dic e el ma drig alista , «lo único seri o es la mu erte ; ésta no
es una bro ma»); per o las pers ona s aún se trataban unas a otras con una
acti tud de equidad , com o individuos autónom os. Sus pensamientos aún
no estaban confinado s, ni siquiera para fines teóricos , dentro de los mu­
ros de la prisi ón de la men te solip sista de Desc artes , ni del sensorium in­
terno de Newton.

El contraste entre la modestia práctica y la libertad intelectual del huma­


nismo del Renacimiento , de un lado, y las ambiciones teóricas ·y restric­
ciones intelectuales del racionalismo del siglo XVII , del otro, es un factor
determinante para nuestra versión revisada de los orígenes de la moder­
nidad. Al retrotraer los orígenes de la modernidad al siglo xvi, nos des­
marcam os del énfasis exclusivo en la racionalidad por parte de Galileo y
Descartes, énfasis que fue también un rasgo distintivo de la mentalidad
filosófica imperante en los años veinte y treinta. El gambito de salida de
la filos ofía moderna no coincid e, así, con el raciona lismo descontextuali­
zad o del Discurso y las Meditaciones de Descartes, sino con la reformula­
ción que hace Montai gne del escepticismo clásico en su Apología , � n la
que tantas anticipaciones de Wittgens tein encontr amos . E s Montaigne ,
y no De scartes, quie n juega, y sale, con blan cas. Los argu men tos de De: ­
cartes son la respue sta de las negras a este movimiento. En la Apologul,
Monta igne había dich o que «a men os que se encuentre algo d e �o que es­
te m os com p letam ente segu ros, no pode mos asegurar nada » . Con otras
palab ras , que no exi ste nin guna ver dad gen era l que pod an1 os asevera r
con abso luta certe za, ni pode mos presumir · d e estar segu ro s de n·ul1

Ta nto Descartes com o Pasc al se sinti eron f:. ascin a d os po r 1\1 on t'l l t"'o·n e li n
.

4 ,4 •
·

. " 1 os Ensayos en el c�o leg·t. () d e l ·t Fl ec h e . L�1


· ·
• ·
·

s u JUVentu d , Descartes es tud IO


4
·
J ..
· · .
. .

75
' '

C O S �t Ó PO L I S

, encontramo s al gu n a s
b i b l i oteca po se t a un h errn os o eJ· e mpla.r ' en el que .
aco tac ton e s qu e , se gu" n algu
• nos est udio sos, son las primeras re acci on es
.

• .
=-

e . ab a co n n
¡ug
d e l Di scu rso del métod o. De sca rte s, qu egra s, con-
de l au tor
tes to, a 1 ga m b 1" t o de Mo ntai gne
pro po nié ndo se com o tarea descub rir lo
,
<<Un ico » para 1 o que se nec esita
.

ro en el cogzto , co n es-
.

, ·
cert ez a . Y lo enc ont
. . . ,
mental es, luego se
tas argum en tacl ones .· «Tengo expe rien cias con ce ne-
tud hum ana de los
za que exis to» . Cre ía que , a pes ar de la cac are ada fini
escé ptic os, al men os sob re eso pod ía � os esta r c � mp leta�ente se guros.
Al retrotra er la mod erni dad a una epo ca ante rior a Gah l eo y De scar­
tes, y recono cer a los hum anistas del Renacimie nto toda la ori �in ali­
dad-y «mode rnidad »-que se merec en, se abre todo un abanico de
nuevas posibili dades . Ante todo, podem os desech ar cualqu ie r suge ren cia
en el sentido de que escritore s como Erasmo , Shakesp ea re y Montaign e
siguieron siendo (en cierto sentido) <<tardomediev ales» al haber vivido y
escrito antes de la irrupción del mundo «moderno», que se habría ini­
ciado con la fundación de las ciencias exactas. Los humanistas del siglo
xvi fueron los fundadores de las humanidades modernas con la misma
rotundidad que los filósofos de la naturaleza del XVII fueron los fundado­
res de la ciencia y la filosofía modernas. Así, por ejemplo, la nueva ma­
nera de describir las culturas humana s, implícit a en el libro sexto de la
/

Etica de Aristó teles y reintro ducida en nuestr a época por Cliffor d Gee rtz
con el término de «descripció n espes a», apare ce ya en la omnívora etn o­
grafía de Montaign e. Y no me equivoco si afirm o que el contraste entre
el hum anism o y el racio nalis mo-entr e la acum ulac ión de detalles con­
cret os de la experien cia prác tica y el anál isis de un núc leo abstracto de
con cep tos teóricos-p rean unc ia de algu na ma ner
a el deb a te de Las dos
cultur�s ini iado por la Co nfe ren ci a Re d
� e de C . P . Snow , p r on un ci ada en
la Un1ve rs1d ad de Camb rid ge.

p �im � ra vis ta, la argum entaci ón de Sn ow
par ecía ten e r p or obje to
la Gr an Breta ña del s i gl o xx,
las 1nst1tu c1o ne s soc ial es y ed uc ativa s de
pe ro � o cab e du da de qu e en ell a se en
. co ntr ab an algun os ecos de la his­
toria l� tel e �tua l. De sd e la ép oc a de
. Ox ford de Be nja mi n Jowe tt, l a elite
ad�mtstra tlva d Gran Br etañ a afi ló
� sus die nte s (o ga rra s) en las form as
de hteratura «m as human as» o liter.·ne "" humanz o res, es d ec1r,
· e 1 1 atin ela"st· -
·

e? �e l pla� de e � tudi� s de Oxford. Po r su pa rte


. "'

, la for ma ci ón unive rsi ta-


otr os peri· tos tecntco
ria Impartida a Ingeni er os ' m édico s y ,
. .
no a las cie nc ias exactas . Lo s do s grupo · s gtro · en tor- "'

e
s se remt tian, para su «1o rm a c1· 0"'n
· ,
....
'

¿ QU E PR OB LE MA PLANTEA
,

LA M O D E RN I DA D ?

pr�fes i on al>> , a difere nte s an tec ed en te s his tór ico s . Lo s


alt os fun cio na rio s
s e torm a ba � l eye n d o a Pla tón o Tu cíd ide s, y lue go a S hak
tn t e r , y sab 1a n tnuy po co d e l a s téc nic as int ele ctu
es p ear e 0 Na ­
.
a l e s qu e los ing eni er os,
y me 1cos h a b tan
"'d . " h ere d a d o de las tra dic ion es má s exa
cta s de un Isa ac
N ewto n o un Cla ude B e rna rd . Así
pue s , s i las «do s cul tur as» sigu en dán ­
d d �
os e la e spa l a , e s t n o es un rasgo peculia r de la Gra n B reta ña del sigl o
xx ; es el reco rdatorio de que la mo der nid ad tuvo dos pun tos de
part i da
dis tin tos: uno hum anis ta, fund ado e n l a liter atur a clás ica , y otro cien tífi­
c o, basado en la filoso fía natur al del s igl o xvn.
L o que no está tan claro es por qué estas dos trad icion es se viero n
desde el principio con1o comp etido ras en vez de como comp len1e ntaria s.
Al margen de lo much o que se ganó con las excur sione s de Galile o, Des­
cartes y Newto n por el campo de la filosofía natura l, no cabe duda de que
algo se perdió también al dar la espalda a autores como Erasn1o , Rabe­
lais, Shakespea re o Montaign e. No es sólo que el gran vigor de Shakes­
peare dej ara en la sombra toda la imaginería tortuosa de los poetas meta­
físicos o a la longueur prosaica de D ryden o Pope, sino que además ciertas
actitudes humanas como la franqueza, la relajación y la p r o c a ci dad que ,

eran aún permisibles en la época de Rabelais y Montaigne, pasaron a me­


jor vida poco después de r 6oo. Según los patrones al uso de la hi sto ria in­
telectual, el cambio que nos ocupa aquí fue inusualmente ráp i d o . Termi­
nados en la década de I s 8o, los Ensayos de Montaigne siguieron siendo
auténticos best-sé llers a princip ios del siglo xvn ; acabad os en la década
-
de r 63o, el Discu rso y las Meditacion es de René Desca rtes no tardaron en
dom i nar todo el d ebate filosó fico. En nues tra versi ón revis ada del paso
de la primera fase de la mod erni dad , la hum anist a, a la segu nda, la racio ­
nali sta, deb emos tene r en cuen ta que nos las ven1 os con un período de
cincuenta años escasos.
La pre gunta de « ¿Po r qué tuvo lugar esta tran si ción pr e c i s �u� en te
e ntonces ? » tra e, así , e mp are jad a la pre gun ta de << ¿Po r qué se p rod u J o t�l n
dep rtsa? ». Inter esa m enos estud tar a Mon tatgne o a D ese ,·1r
. ·
·
tes co n1 o es - ,:

OP1 1110 11 r � I n J n � e
. .

.
.

cri tores o ser es hu ma nos ind ivid ual es que el clin1a de


, ·
ame nte t o le r·1 11t es c o n l a t nc er tt -
l os
que llevó a los lecto res a ser esce pt1c
s en l a s de cub s d e
' -

y o
/ ,

d de p ini o n e
ra l qu � , \u -
du mbre, la am bigüed ad la div ers ida
oc henta y los no ve nta de l sig lo XV I , y qu e l ue go d i o un v u e l co
t· 1 "' 1 xv u l a to l c Ll n ct a
cs -
. ,
y s c ·
t n c u e n (1 ( e
. ra b a ya una vt rttH.l respe"\ t·l bl e ( \� n tcHLl , JH i l'S . l l l l l' S -
Cia las dec adas de los cua ren ta l o � � "' · ,

, . no se con stde
cep tiCa
·

"' , , · �

77
C O S M Ó PO L I S

e 11 na de opini ón po demos pregunta rnos qu é o cu-


.,
tra a tenc ton e n este 1· '. '
,
rrt o e n tre I 5 90 y I 64o para
., sar el reloJ d e la historia o por qu e h aci a
. •

retra
.

.
. d os d e 1 stg
nle d ta ,
,

· ·1 o XVI I la mayor par te de los esc,rito r es eran m as d o gm á-


tico s que los hum anis tas del sigl o X V I . ¿Po r_ que en I 6 4o no s � �onsi � e-
.


raba ya la tole ranc ia d e Mo ntai gn e com pati le con una fe, re l i gio sa sm ­
¿por qu é se empl eo tanta ener gia, a p ar _ d
tir
cera? Más en conc reto, e
?
enton ces, en tratar d e d ar a las creen cias una b � �e «pr� ba lem ente c i e r­
ta»? En las décadas de 1 5 So y 1 5 90, la acepta cion escep tica d e la amb i _

güe d a d y de una vi d a inmers a e � la incerti d umbre era aún u?a p o ític a �


intelectual viable. Pero en 1 640 este no era ya e l caso. Las opci on es Inte­
lectuales abiertas por Erasmo, Rabelais, Montaigne o Bac on qued aron
relega d as a un segun d o plano y, d urante una época consi d erab l emente
larga, fueron toma d as en serio sólo por pensa d ores conscientemente
«hetero doxos».
Los racionalistas se propusieron e l evar las cuestiones d e l a epistemo­
logía, la filosofía natural y la metafísi ca hasta que que d aran fuera d el al­
cance d el análisi s contextua!; pero este intento por d escont extual izar la
filoso fía y la cienc ia natur al tuvo su propi o contexto socia l e histórico,
que pi d e ser examina d o aquí d eten i d amen te. La reivi n d icaci ón d e «fun ­
d ame ntos ciert os» para nues tras cree ncia s ha perd i d o su prís tino atrac ti­
vo hoy día, aun que sólo sea por que hubo más cos as en juego en la bús ­
queda d e la cer teza rac ion alista d e las que se rec ono cen en la historia d e
la cie nci a y la filo sofía al uso , o d e las que hay en jue go en filo sofía actual,
dond e nos enc ontram os d e nuevo en el punto en
el qu é no s d eja ron los
huma nis tas . Pa ra com pre nd er có mo se prod
ujo est e cam bio, volvam os a
la situ aci ón en la que se fra gu aro n y d esa rro lla
ro n toda s est as co s as y h a­
gá� on os la siguie nte pr egun ta: « ¿ Q ué oc
ur rió re alm en te para que las
actitu d es euro pe as sufri eran una tran sfo
rm ac ió n ta n d rá sti ca en tr e 1 5 90
y 1 64o ? ».

'•

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