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Juan Vladimir López Escobedo

Escuelas Historiográficas II
Maestría en Estudios Históricos
Universidad Autónoma de Querétaro

La pertinencia de Iggers en la historiografía

Explicar la realidad y el mundo que lo rodea ha sido una de las preocupaciones del
hombre por muchos años. En la búsqueda de respuestas se ha apoyado de
distintas teorías y metodologías que le brindan certeza. Sin embargo, estas
certidumbres entran en conflicto al momento que no son capaces de explicar
fenómenos que sobresalen de su complejidad. Entonces, es necesario reformular
el pensamiento e introducir nuevos elementos que recuperen la confianza de los
hombres.

El presente trabajo es un estudio analítico sobre el texto de Georg G. Iggers1 y


tiene como objetivo presentar las ideas principales del autor y su propuesta
metodológica, así como problematizar sobre la pertinencia que tiene el libro en
relación con otros estudios similares. El trabajo se encuentra estructurado en una
primera parte por la presentación de las ideas generales del texto, enfatizando en
las dos primeras partes del libro y posteriormente se ofrecen algunas reflexiones
sobre la pertinencia del texto, para terminar con las conclusiones que este trabajo
arrojó.

La historia es una disciplina que se profesionalizó en el siglo XIX, con el objetivo


de hacerla una ciencia rigurosa practicada por historiadores profesionales (p. 51).
Leopoldo Ranke es su principal exponente que resolvió la tensión que había entre
esta profesión con el ethos científico, los juicios de valor, por medio de “limitarse a
mostrar cómo sucedieron las cosas en realidad”2. Esta corriente se le conoce
como historicismo clásico y se caracterizó por enfatizar las instituciones del Estado
y los grandes personajes, además de compartir la preocupación con las ciencias
naturales de buscar leyes del desarrollo de la humanidad.

1 Iggers, George G. La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al desafío
posmoderno. FCE, Chile, 2012.
2 Ranke citado por Iggers, ibídem, p. 52
En Alemania y en gran parte de Europa Occidental, el interés estaba en formar
ciudadanos informados y participativos, Bildung. La propuesta de Ranke respondió
a esta preocupación, con la elaboración de una historia oficial basada en las
estructuras del Estado y en los grandes personajes. Por otro lado, el paradigma
aceptado era el de las ciencias naturales, que desde la publicación de “el origen
de las especies” buscaron leyes generales del desarrollo y cada disciplina también
lo intentó.

Immanuel Wallerstein menciona que todos los universalismos son contingentes,


pues los que tienen menos poder se encuentran en una situación sin salida, “si
aceptan [esta postura] se encuentran excluidos o disminuidos”3. Marc Bloch
anteriormente había dicho que de continuar así [buscando leyes generales] pude
que se acabe por desacreditar a la historia que ha sido mejor comprendida4. En
este sentido, los intelectuales progresistas abandonaron esta posición
encontrándose con las ciencias sociales, “exigieron la inclusión de aquellos
segmentos de la población que habían sido ignorados”5, sin embargo este
distanciamiento mantuvo parte del enfoque clásico durante algún tiempo, pues
siguió buscando explicaciones generales como en las ciencias naturales y
mantuvo la visión cronológica del tiempo6.

Este encuentro entre disciplinas es indispensable nos dice Edward Hallet, porque
permiten elaborar estudios más amplios sobre temas que se conocen poco debido
al tipo de fuentes7. Esta apertura también involucró nuevas metodologías,
transitando de lo nomotético a lo ideográfico, estudios más particulares que
permitían situar al individuo en un contexto social y cultural, saliendo de las
propuestas establecidas por Ranke. Pero sin dejar de lado elementos que

3 Wallerstein, Immanuel. Abrir las ciencias sociales. México, Siglo XXI, 2011, p.65.
4 Bloch, Marc. Introducción a la Historia. México, Fondo de Cultura Económica. 2da ed, p. 14.
5 Iggers, Op. Cit., p. 29
6 Ibídem, p. 22 y 23
7 Carr, Edward Hallet. ¿Qué es la historia?. España, Ariel, 4a ed, 2014

2
caracterizaban a la historia en ese momento, como la forma narrativa que impedía
tener el grado de abstracción ahistórico de la sociología8.

Esta apertura se visualizó mejor con los historiadores ingleses y estadounidenses,


que reflejaron una menor inclinación por encontrar leyes generales. Pero que
continuaron utilizando los métodos nomotéticos en sus estudios, principalmente
por su inclinación a elaborar historia económica. Además, los avances
tecnológicos posibilitaron una mayor sistematización de datos al mismo tiempo
que ambos países se industrializaban y el interés de los historiadores se
decantara por este tipo de estudios.

Posterior a la corriente alemana y estadunidense, se fundó la revista Annales que


marcó tendencia en la forma de escribir historia. En esta corriente “la cultura ya no
era entendida como el dominio privilegiado, intelectual y estético de la élite, sino
más bien como la manera en que una población entera experimentaba y vivía la
vida”9. El mismo autor señala de manera indirecta que este surgimiento no fue
espontaneo, sino que se desarrollaron previamente las condiciones que le
permitieron soportarlo. Es decir, que anterior a la revista, aparecieron diversos
trabajos que se preocuparon por entender de una forma distinta a sus objetos de
estudio, rompiendo los límites de las élites políticas y económicas.

Los historiadores de cada generación, nos dice Iggers, experimentan cambios de


perspectiva que se refleja en el ambiente intelectual. Los historiadores que
escribieron en Annales compartían las mismas perspectivas, miraron hacia nuevos
objetos para entender las formas de pensar y vivir de las sociedades. En un
estudio que dejo de buscar las generalidades y empezar a realizar trabajos más
apegados a la antropología y la sociología, que también se les puede llamas
ideográficos. Wallerstein menciona que estos fenómenos corresponden a la
distinción entre las “dos culturas” que imperó en las ciencias sociales hasta
194510. Por un lado se encontraban aquellos que intentaron explicar por medio de

8 Iggers, Op. Cit., p. 72.


9
IIbidem, p. 88.
10 Wallerstein, Op.Cit., pp. 66 – 75.

3
términos abstractos y por otro los que prefirieron entender el significado de las
acciones humanas11.

La última de las cuatro direcciones que tomó la historiografía después de la crisis


del historicismo clásico, que señala Iggers, es corriente alemana. El mundo estaba
se reconfiguró y la Segunda Guerra Mundial estaba terminando, los historiadores
alemanes se interesaron por descubrir las causas que los llevaron a la tragedia
que todos medianamente conocemos. Por otro lado, los Annales no habían podido
responder estas inquietudes, pues los temas que abarcaban no eran del mundo
moderno. En este momento es cuando se da el rompimiento de las “dos culturas”,
de acuerdo con Wallerstein, las ciencias se empiezan a diversificar y adquieren
elementos de uno y otro lado12.

En este momento, se propone que la historia no sólo debe ser una ciencia social,
sino que también debe ser crítica. Ésta se conformó por la ciencia social y la teoría
crítica que se había extendido por gran parte de Europa occidental con los
trabajos de Max Weber13. Estos trabajos se diferenciaban bastante de los
elaborados en el historicismo clásico, pues ahora se conformaban más por un
trabajo más integral en el que buscaban respuestas en el pasado siendo
conscientes que las preguntas se realizaban del presente, como dijo Marc Bloch
no sirve de mucho esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del
presente14.

La importancia del texto que presenta Iggers radica en la forma de presentar el


cambio de las escuelas historiográficas. Libros publicados con antelación, realizan
exposiciones que permiten rescatar elementos importantes sobre el desarrollo de
la escritura de la historia, sin embargo la diferencia de Iggers es que aplicó el
método que propone en su mismo trabajo. En el inicio del libro, presenta la
corriente del historicismo clásico, en el cual aparecen autores que cuestionan esta
postura y generan material historiográfico distinto.

11 Iggers, Op Cit., p. 70 y 71.


12 Wallerstein, Op. Cit.
13 Iggers, Op., p. 116.
14 Bloch, Op. cit., p. 47.

4
El trabajo que fue citado de Edward Hallet15 es una revisión historiográfica que el
autor elabora para responder qué es la historia. Las propuestas, pues también
concluye que en la historia no hay verdades absolutas y que es necesario
construir nuevos objetos de estudio histórico que salgan de la lógica positivista.
Sin embargo la presentación se argumenta de pensadores que pertenecen a una
elite, de acuerdo a Richard J. Evans y R. W., quienes escribieron los prólogos a la
citada obra. Iggers logró quitarse esta peso de encima reconstruyendo las crisis de
cada corriente con historiadores que no fueron reconocidos en su momento. Logró
elaborar un trabajo en el que se presenta una forma de generar historia desde
fuera de las estructuras dominantes.

La historiografía cambió de acuerdo a los cambios que sucedieron en la época, la


sociedad se interesó por nuevos enfoques que intentaron dar respuesta a estas
preocupaciones. El siglo XX fue un periodo de cambios importantes en Europa, se
reconfiguro la división territorial y los poderes que convivían se modificaron, lo
mismo que paso en el pensamiento que sólo puede ser un reflejo de los cambios
materiales, como señala Bloch, Carr e Iggers. Cada corriente historiográfica es
una respuesta a los planteamientos de su época, en la cual los historiadores
deliberaban sobre el papel que debían adoptar al estar dentro de una disciplina en
crisis constante.

Referencias

 Edward Hallet, Carr. ¿Qué es la historia?. España, Ariel, 4a ed, 2014


 George G., Iggers. La historiografía del siglo XX. Desde la objetividad científica al
desafío posmoderno. FCE, Chile, 2012.
 Immanuel, Wallerstein. Abrir las ciencias sociales. México, Siglo XXI, 2011, p.65.
 Marc, Bloch. Introducción a la Historia. México, Fondo de Cultura Económica. 2da ed,
p. 14.

15
Edward, Op. Cit.

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