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Skinner y el condicionamiento operante

En 1928 Skinner se matriculó para obtener el grado de maestría en artes y


especialidad en psicología, en la Universidad de Harvard. Continuó
haciendo investigaciones en psicología experimental hasta 1936 y luego
pasó a la Universidad de Minnesota para enseñar psicología, donde
permaneció hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. Mas tarde, Skinner
regresó a Harvard en 1948, donde ha permanecido como profesor de
psicología hasta ahora. Ahí ha continuado con sus actividades
experimentales escribiendo en el campo de la educación y de la teoría
social.
El descubrimiento más importante de Skinner fue el conocido como
condicionamiento “operante”. Hasta este descubrimiento, el único tipo de
condicionamiento que se conocía era el llamado condicionamiento “clásico”.
En dicho condicionamiento se presentaba el estímulo y el sujeto respondía
automáticamente, siendo su respuesta una acción reflejada.
Ejemplo de esto es la salivación del perro cuando se le ofrece comida, o en
caso de los seres humanos el parpadeo y el reflejo de la rodilla. Skinner,
viendo la obra de E.L. Thorndick sobre aprendizaje animal centró su interés
en la tercera ley del aprendizaje de Thorndick, llamada “ley del efecto”. Esta
ley determina que los movimientos correctos del organismo tienden a
quedar estampados con la satisfacción del éxito, mientras que se eliminan
los incorrectos por la insatisfacción del fracaso. Para comprobar dicho
principio, Skinner decidió poner a una rata hambrienta en una caja donde
había una palanca en uno de sus extremos, la cual, al ser oprimida soltaba
una bolita de comida.
La rata comienza con un cierto número de acciones al azar, hasta que por
casualidad oprime la palanca y recibe el alimento. Se dice que el
comportamiento se fortalece por sus consecuencias, y por esa razón a las
mismas consecuencias se les llama “reforzadores”.
Así pues, cuando un organismo hambriento exhibe un comportamiento que
produce alimento, las consecuencias refuerzan el comportamiento y, por
tanto éste tiene mayor probabilidad de volver a ocurrir (Skinner, 1987). Este
es el primer paso en el condicionamiento operante. Tras haber sido
recompensada una vez, en la siguiente ocasión en que se coloque al animal
en la caja, habrá más probabilidad de que oprima la palanca que si fuera la
primera vez, porque ahora ya ha asociado dicha acción con la repetición del
alimento, y al cabo, siempre que tenga hambre irá directamente ala palanca.
Es decir el animal ha sido condicionado por completo. A este
condicionamiento se le llama “operante” porque el comportamiento de la rata
“opera sobre el ambiente” y de esa manera logra lo que desea. La diferencia
está en que en el condicionamiento operante, el comportamiento lo inicia la
propia rata, no hay ni un solo estímulo que produzca la respuesta de la rata
como en el condicionamiento clásico (Bowen y Hobson, 1984).
Sus trabajos con los animales y el éxito logrado en controlar su conducta
por medio del reforzamiento regular de las respuestas deseadas, han
llevado a Skinner a probar los mismos principios en sujetos humanos. Esto
ha resultado en la producción y popularización de la máquina didáctica.
La aparición de las máquinas didácticas brinda una manera de enfrentarse
a los problemas de la educación colectiva, pero preservando la enseñanza
individual.
Aquí podemos determinar algunas implicaciones que tendría en la
educación actual el preservar la enseñanza individual y dejar a un lado la
enseñanza colectiva. Cuando los alumnos están siendo educados con una
perspectiva individualista, éstos no logran mantener un compromiso
correcto en las relaciones con los demás, no favorece el espíritu de grupo,
la cooperación y la unión.
La ventaja consiste en que se puede explorar al máximo las necesidades de
cada educando y también el tratamiento individualizado elimina la mayor
fuente de ineficiencia de la instrucción tradicional, esto es: la exigencia de
que grandes grupos de estudiantes avancen al mismo ritmo, el cual es casi
necesariamente inadecuado para la mayoría de ellos (Skinner, 1982). Sin
embargo, si la educación preserva la enseñanza individual estaremos
provocando en el alumno esa costumbre de pensar por si mismos y de hacer
las cosas porque él las considera como 6 correctas. Lo importante es que
también pueda tomar en cuenta diferentes opiniones, desarrollar habilidades
como comunicarse con los demás, aprender a organizarse y más
pretenciosamente aprender a trabajar en equipo. Si no logramos desarrollar
estas habilidades desde la educación básica, será más difícil que los
alumnos puedan relacionarse con los demás conforme avanzan en su
educación.
En síntesis lo importante es que se mantenga un equilibrio entre ambos
tipos de enseñanza, tanto individual como colectiva, y no enfocarse solo en
una, ya que a lo largo de su vida, los alumnos tendrán que realizar tanto
trabajo individual como trabajo colectivo.
Habrá cosas que debemos realizar de manera individual, sin embargo
constantemente nos estamos relacionando con diferente tipo de personas y
debemos de contar con las herramientas que brinda una enseñanza
colectiva para poder relacionarnos de manera adecuada con las demás
personas. Esta teoría sobre las máquinas didácticas, que claramente se
inclina más hacia una instrucción verdaderamente individualizada, puede
significar el surgimiento de cambios bastante complejos en la arquitectura
de las escuelas, en el papel de supervisores y maestros y en las rutinas
cotidianas de la escuela, especialmente en las escuelas que llevan a cabo
un sistema en el que grandes grupos de estudiantes progresan al mismo
ritmo.
Las máquinas didácticas también tienen implicaciones en la infraestructura
escolar, primero que nada porque se necesita el recurso económico para la
compra de las máquinas y espacios en las escuelas (aulas) para
establecerlas y conectarlas de tal manera que funcionen correctamente; en
segundo lugar, porque se necesitarán maestros que programen y 7
administren las máquinas, esto quiere decir que se deberá capacitar a los
maestros para que manejen perfectamente el programa; y en tercer lugar
que pasaría con los estudiantes super dotados que terminan más rápido el
programa. ¿Pasarían a otro nivel? Por el otro lado tenemos a los alumnos
que tienen más dificultad para completar con los niveles del programa,
entonces se crearía un desequilibrio y no sabríamos que hacer con aquellos
alumnos que concluyen con el programa más rápido. Desde luego, la
máquina puede encargarse de muchas de las funciones rutinarias del
maestro y al mismo tiempo proporcionar al alumno aquel programa que
satisfaga sus necesidades específicas. No obstante existe una pérdida de
contacto personal entre estudiante y maestro. Esto no necesariamente
puede ser visto como una desventaja como menciona Skinner (1982):
“El estudiante no necesita de alguien que le diga si ha interpretado
correctamente una oración particular o si ha resuelto un problema. La
aprobación que ofrece una maestro difiere de la confirmación encontrada en
los materiales programados; pero no es una consecuencia natural de un
comportamiento correcto y, de hecho puede causar problemas”.

Desde luego, el intercambio personal entre maestro y estudiante es


importante porque el maestro permanece como figura esencial para seguir
el progreso del estudiante y aconsejarlo con respecto a diferentes cursos de
acción. 8 Hablamos entonces sobre una “instrucción programada” en donde
cada niño puede trabajar a su propio ritmo, y sólo cuando sus respuestas
son correctas puede pasar al siguiente problema, mientras que si las
respuestas están equivocadas retrasa el paso siguiente hasta que da con la
respuesta atinada.
Todo este proceso se basa en el condicionamiento operante, en el que la
respuesta reforzada anima a un aprendizaje ulterior en la misma dirección
(Bowen y Hobson, 1984). Ahora bien, ¿Qué tan bueno sería aplicar la
instrucción programada en las escuelas? Quizá la instrucción programada
tenga éxito, al permitir que el estudiante avance con su propio ritmo.
Tal vez, el estudiante aprende con lentitud y se salva del castigo que surge
cuando uno es presionado para avanzar hacia otro nivel para el cual aún no
está preparado. Por otro lado, Skinner veía en la enseñanza programada
una solución económica para realizar de un modo más eficaz una parte del
trabajo del profesor, y entonces éste podría dedicarse a los aspectos de sus
funciones que son imposibles de asegurar con un instrumento técnico.
Como por ejemplo estar al pendiente de sus alumnos y poder aconsejarles
en cuestiones en las que se encuentren atorados (Richelle, 1981). Sin
embargo, la instrucción programada ha tenido sus reproches debido a que
los autores de tales programas siguen una lógica de la materia, con
desprecio de la lógica del alumno.
En otras palabras, los programas estaban diseñados básicamente para
enseñar el contenido de la materia, sin tomar en cuenta las necesidades de
los alumnos al estructurar el diseño del programa.
Richelle señala que: “Sin ninguna duda, una primera condición para hacer
un buen programa es conocer bien la materia que pretende enseñar, y 9
percibir muy bien en ella los encadenamientos de las nociones que no
pueden dejarse al azar. Pero en última estancia, es el alumno el que le
dictará al programador a través de los ensayos sucesivos, las correcciones,
las puntualizaciones, los complementos de información a aportar”. (pg. 114-
115). Entramos a otro tema que es “la sociedad”.
La sociedad actual, dice Skinner, se halla en una situación de crisis y no
parece que haya motivo para dudar de la verdad de dicha afirmación; basta
considerar algunos de los problemas que más nos desconciertan: la
intolerancia racial y religiosa, la violencia, la guerra, la sobrepoblación, la
contaminación, el agotamiento de los recursos, la pobreza y la drogadicción.
La propuesta de Skinner es que debemos instaurar una sociedad totalmente
planeada y con una base científica. Para dicha sociedad planeada, Bowen
y Hobson, nos dicen que necesitaremos idear un nuevo tipo de hombre, un
individuo que este condicionado a sentir y a actuar sólo de manera social y
constructiva, en otras palabras, un hombre que sea razonable, cooperativo,
amable, sensible, pacífico y trabajador. Sin embargo en la nueva sociedad
de Skinner el hombre estará programado por aquellos que gobiernan para
actuar en la forma deseada.
El hombre ya no será dueño de su propio destino, ni quedará libre para
escoger su propio estilo de vida; su autonomía quedará sacrificada por el
bien de la sociedad. La educación juega un papel fundamental en el
pensamiento de Skinner a este respecto. Lo que Skinner recomienda es una
reducación total de la sociedad, una situación de un patrón de crianza y de
control del comportamiento. Esta “reducación” que propone Skinner se
refiere más bien a 10 una enseñanza programada en donde los niños serán
programados bajo condiciones científicas controladas para que desarrollen
los tipos apropiados de patrones conductuales (Bowen y Hobson, 1984). Los
maestros dejarán de ser aquellas personas que ayudan al estudiante a
descubrir el mundo por sí mismos, o que estimula la curiosidad natural, o
que guía el desarrollo intelectual, emocional o moral, o que hace más
significativo el proceso de aprendizaje. Cuando hablamos de esto, se me
viene a la cabeza, igualmente que a los autores Bowen y Hobson, la imagen
de gente manipulada como títeres por algún controlador. Ahora bien, ¿Qué
consecuencias podemos encontrar, con este tipo de pensamiento de
Skinner, en la educación actual? Una de las consecuencias es que dejamos
de fomentar el pensamiento original de las personas y desafiar ideas en un
sentido cognitivo.
Los alumnos se vuelven personas pasivas debido al reforzamiento
sistemático de conductas apropiadas. Los alumnos dejan de cuestionarse,
discutir, debatir y no generan ninguna crítica hacía la información que se les
esta transmitiendo.
El aprendizaje se lleva a cabo por medio de la mímica y la copia de nuevas
conductas, en donde el profesor premia aquellas conductas que sean las
correctas y castiga las incorrectas (Mcgregor, 2007). Por esta razón los
alumnos se encuentran únicamente motivados extrínsecamente, dejando a
un lado la motivación intrínseca que es igual o hasta más importante. La
motivación intrínseca es un impulso que sienten las personas para buscar y
lograr objetivos por si mismos y no solo buscan las recompensas que los
acompaña.

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