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Saltillo, Coahuila.
Campus III
Email: cesar_osm@hotmail.com
7mo. semestre
1
Resumen
2
Introducción
Aunque este trabajo no busca ser una apología del autor ya mencionado,
resaltaré aspectos importantes de su labor política e intelectual que le hicieron pasar
a la historia como uno de los hombres más ilustres de Chiapas.
Datos biográficos
Sin duda su apellido le caracterizó fácilmente, fue rechazado por los sectores
más radicales por sus vínculos con la oligarquía del estado, el obstáculo más grande
para el progreso de la región desde la visión liberal.
1
Sosa, Francisco, Biografía del Sr. Lic. D. Manuel Larráinzar, Barredillo y Comp., México, 1886, p. 3. Obtenido
de: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1020025274/1020025274.PDF
3
La política anexionista que Larráinzar desarrolló vio frutos en el año de 1842 con la
incorporación de la región del Soconusco al estado de Chiapas y, por consiguiente,
a la República Mexicana; acto que dejaría plasmado ese mismo año en Noticia
Histórica de Soconusco y su incorporación a la República Mexicana.
Obra
Entre los años 1837 a 1877, Manuel Larráinzar publicó cinco textos historiográficos.
Su primer estudio es Biografía de Fray Bartolomé de Las Casas, obispo de Chiapa,
una breve apología del año 1837.
4
En 1865 publicó su trabajo más trascendente, Algunas ideas sobre la historia y
manera de escribir la de México, especialmente la contemporánea. Desde la
declaración de Independencia en 1821, hasta nuestros días.2 Este trabajo cuenta
con gran mérito por ofrecer una visión concreta de la historia y un lineamiento
metodológico. Fue rescatado en 1967 por el Dr. Juan A. Ortega y Medina.
La preocupación de Larráinzar no era más que contar en ese tiempo con una
historia sistemática del pasado mexicano. Para él no había una sola obra que le
brindara satisfacción, afirmación basada en su amplísima revisión historiográfica,
un total de 273 registros.
2
Sosa, Francisco, Op. Cit., p. 11.
3
Soto, Miguel, “La historia general de México”, en Historiografía Mexicana, vol. IV, IIH-UNAM, México, 1996,
p. 531.
5
sumamente inestable y ferviente por la lucha independentista; y qué decir del
contexto en Chiapas, que atravesaba también una turbulenta situación política.
“Las ideas de Larráinzar, así como las citas y los personajes que comenta,
nos hacen verlo como un historiador todavía imbuido por la tradición
clasicista; influido por las ideas de la ilustración francesa y permeado aquí y
allá por la tendencia romántica propia de su tiempo”.4
4
Ortega y Medina, Juan, Polémicas y ensayos en torno a la historiografía mexicana, UNAM, México, 1970, p.
139.
6
a lo largo del siglo XIX sobre la disciplina, me refiero a la pretensión de decir la
verdad,5 “el fundamento, la vida y el alma de la historia”.6
[…] “y escribir sin cuidarse de las censuras o aplausos de los que gobiernan;
debe evitar la verborrea, acomodarse siempre a la materia y expresarse con
claridad, sencillez y laconismo. El historiador debe escribir bien; pero sin
olvidar que él no es poeta ni orador”.7
En términos generales estas son las características del autor aquí expuesto.
Posteriormente, en la parte de las conclusiones, enfatizaré cuestiones más
particulares sobre el autor y su obra. A continuación, daré lugar al análisis del texto
ya mencionado.
[…] “es por tanto la historia el fanal que nos conduce en el curso de la vida,
el lazo de unión entre nuestro ser de ayer y nuestro ser de hoy, la base de
toda experiencia, y por ésta, el medio de todo adelanto y perfección; sin ella,
como dice Lamartine, no hay moralización, perfeccionamiento, ni progreso
de civilización”.8
5
Ortega y Medina, Op. Cit., p. 140.
6
Larráinzar, Manuel, “Algunas ideas sobre la Historia y manera de escribir”, en Polémicas y ensayos en torno
a la historiografía mexicana, UNAM, México, 1970, p. 195.
7
Ortega y Medina, Op. Cit., p. 140.
8
Larráinzar, Op. Cit., p. 144.
7
En este escenario tan predecible, me refiero a su concepción ilustrada de la Historia,
Larráinzar exhibe su pretensión principal de los estudios históricos, partiendo de
que la disciplina encierra ya la “razón de los siglos” y no es más que un “espejo de
la verdad”: la necesidad de instruir para traer orden a la nación.
9
Larráinzar, Op. Cit., p. 146.
10
Ibíd., p. 148.
11
Ibíd., p. 149.
8
En cuanto a los alcances temáticos, es decir, los posibles objetos de estudio, el
autor se muestra innovador y establece que campos como la religión, leyes,
instituciones, usos y costumbres deben ser estudiados.
Así también, revela los horizontes temáticos que son consecuencia de la vida
moderna: las artes, el comercio y la industria; de este modo, la investigación sobre
estos pasa a ser una exigencia de la misma época.12
[…] “es necesario ser algo más que simple analista, cronista o narrador; es
indispensable franquear los estrechos límites en que muchos de los que han
escrito la Historia se han encerrado, y penetrar en un campo más extenso
para lo cual se necesita una instrucción copiosa, sólida y variada; un
conocimiento profundo del corazón humano; una crítica ilustrada, y sobre
todo un fondo de integridad y buena fe, que hagan preferir la verdad a
cualquier otra consideración”.13
12
Larráinzar, Op. Cit., p. 152.
13
Ibíd., p. 150.
9
Otra preocupación interesante del autor es la relacionada con la elaboración de una
historia filosófica y razonada. En su larga de lista de errores por evitar señala lo
siguiente:
“Es también defecto capital no hacer otra cosa que fijar hechos, nombres,
lugares y fechas, sin dar a conocer las causas lentas y progresivas que los
han producido” […]14
[…] “la Historia será entonces como observa Mr. Rollin, una escuela de moral
para todos los hombres: porque ella describe los vicios, quita la máscara a
las falsas virtudes, destruye los errores y preocupaciones populares; disipa
el prestigio encantador de las riquezas y de todo su vano esplendor, que
deslumbra a los hombres, y demuestra con mil ejemplos más persuasivos
que todos los razonamientos, que nada hay grande y loable, sino el honor y
la probidad”.15
Quiero dedicar este apartado para plasmar mis consideraciones sobre la obra
tratada en este ensayo, reflexionando sobre las aseveraciones más reiteradas de
Larráinzar.
14
Larráinzar, Op. Cit., p. 159.
15
Ibídem.
10
En este sentido, la Historia, como disciplina, adquiere dos posturas un tanto
jerárquicas: la de quien la hace y la de quien la recibe. Es decir, la Historia puede
ser entendida como el quéhacer de un grupo intelectual de élite y aquella que
pertenece a las masas para su orientación moral.
En este último punto pretendo profundizar más, debido a que percibo una de
las contradicciones más grandes de Larráinzar, la pretensión de unidad de
pensamiento en la forma de escribir la Historia General de México.
16
Larráinzar, Op. Cit., p. 196.
11
Para mí, esto supone un sesgo y una pretensión tendenciosa, ¿cómo puede
concluirse una obra de tal grandeza e importancia, con un acontecimiento de tal
índole? ¿Era el reconocimiento de una monarquía el destino final de nuestra
historia? ¿Acaso un final así en una obra que pretende contar toda la historia de
México, no surtiría efectos de legitimación?
“Este esquema, así como el llamado del autor a la elaboración de esa Historia
Patria General no cayó en saco roto; pero no serían los conservadores
derrotados los que la llevarían a cabo, sino los victoriosos liberales, así como
los moderados, quienes años más tarde dirigidos por Riva Palacio,
redactarían y publicarían el famoso, importante e ingente México a través de
los siglos”.17
Con todo esto quiero decir que la vigencia del pensamiento de Larráinzar,
para este caso en específico, resultó efímera. La validez de sus afirmaciones, como
17
Ortega y Medina, Op. Cit., p. 137.
12
la de muchos de la época, permaneció, mientras duró la euforia de la idea de
comunicar la verdad en el plano académico.
Para finalizar con este señalamiento de una posible contradicción del autor,
quiero hacer mención de la importancia que él otorga a la Historia Patria. Ésta última
se basa en la formulación de simbolismos y exaltaciones de personajes y
acontecimientos, todos dirigidos al entendimiento de la conciencia nacional en
turno.
18
Mendiola, Alfonso, “El giro historiográfico: La observación de observaciones del pasado”, en Historia y
Grafía, Universidad Iberoamericana, núm. 15, 2000, p. 511.
13
insuficiencias de las dos últimas y exclama: “¿Qué deberá decirse de la de
México?”19
El último de los aspectos reiterados del autor que quiero abordar, es el que
concierne a su constante evocación de los tiempos modernos como motivo para la
reformulación de las maneras de hacer historia, así como la apertura del campo de
estudio.
19
Larráinzar, Op. Cit., p. 162.
20
Ibíd., p. 163.
21
Ibíd., p. 196.
14
Por último, quiero hacer mención de la influencia que pudo haber tenido Larráinzar
sobre la historiografía de finales del siglo al que perteneció. Enrique Florescano
señala que una obra historiográfica de la importancia de México a través de los
siglos, podría ser, una respuesta a las exigencias -en parte- de Larráinzar.22
22
Florescano, Enrique, “Olvido y memoria: Del colapso de la República a la historia de la nación” en Historia
de las Historias de la Nación mexicana, Ed. Taurus, México, 2012, pp. 350-351.
23
Larráinzar, Op. Cit., p. 157.
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Bibliografía
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