Vous êtes sur la page 1sur 253

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro.

Es una traducción de fans para fans.

Esta hecho por un grupo de personas amantes a la lectura que tomaron de su


tiempo para poder llevarles esta traducción. Con el único propósito de traerlo
a uds. y que puedan disfrutarlo.

No le quites el tiempo y esfuerzo a la autora no comprando su libro en físico. Si


2
el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También puedes
apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a
promocionar su libro.

Disfrútenlo.
Como siempre agradezco a mi esposo y mis niños por ser la luz en cada
día de mi vida y por mostrarme que los verdaderos héroes existen, y que son
divertidos de molestar. A mis amigos que me mantienen sana. A mis lectores
quienes toman estos viajes de fantasía conmigo y quienes nunca fallan en
hacerme sonreír. Y mis agradecimientos especiales a Claire, Linda y Robert por
darme la oportunidad de hacer algo que he esperado por llevar a cabo desde
hace un largo tiempo y por no engrapar mis alas cuando finalmente di el salto
por encima del borde.

Más que todo, a mi hermano mayor, quien nunca rodó sus ojos a mis
historias cuando era una niña, y por todos los crayones que me diste para que
pudiera dibujar mis personajes y dejarte en paz. Te extraño cada día de mi
3
vida y desearía que hubieras podido ver las series que amabas tanto elevarse
más alto que la cometa del pirata que salvaste para mí del malo y enojado
árbol que trató de comerla. Tú eras y siempre serás mi más grande héroe.
El asesino de monstruos que batallaba contra los monstruos del closet de mi
mente y me mantuvo sensata a través de las noches más oscuras y tormentosas
que parecían seguir sin parar. No sé dónde estaría si tú no hubieras sido mi
hermano. Te amo, amigo. Este libro es para ti.
Agradecimientos
A mis abuelos, quienes me introdujeron en el mundo de los demonios y
los espíritus enojados, y quienes me enseñaron a ver más allá del velo y me
mostraron cómo protegerme y pelear por otros. Y para todos esos guerreros
espirituales en mi vida quienes continúan luchando y quienes me han ayudado 4
tantas veces cuando los necesitaba. Gracias, Tish, Bill, Leanna, y Marianne.
Más que todo, a mi abuela Moon, quien me enseñó a leer signos, a prestarle
atención a la naturaleza y ver lo invisible. Hay magia alrededor nuestro. Solo
tenemos que detenernos y abrir nuestros ojos.
Prologo
Traducido por: Amy
Revisado por: Miss Blu

En el año de nuestro Señor 1715, Julio 31


Fuera de las orillas del Cabo Cañaveral, Florida

— Bueno, aprendimos una lección vital hoy aquí, mis amigos. No puedes
encerrar un demonio sin importar que tan duro trates de hacerlo. La astuta
podrida bestia bastarda no tendrá nada de eso.
La mitad de la tripulación se volteó para mirar boquiabierto al Capitán
Paden Jack. La otra mitad rodó los ojos y lo maldijeron, luego cuestionaron la
impecable reputación de su santa madre, así como la legitimidad de su linaje
y toda su inteligencia.
Si ellos no estuvieran a punto de morir, él se sentiria un poco más de
ofendido por sus sórdidos insultos. Pero aquí, ahora, mientras miraban detrás de
ellos, y observaban al grande y atroz monstruo que estaba levantándose de las
5
oscuras y arremolinantes profundidades de su arco de puerto, insubordinación
parecía una pequeña preocupación mezquina.
Nunca en todos sus años en el mar Paden había capturado algo tan
retorcido, sin forma humana, y él había visto bastante. Su correosa piel
literalmente hervía y causaba que el agua a su alrededor se evaporara con
los mismos gases nocivos - una fétida y sulfúrica peste que explotaba en el
momento que contactaba con el fuego restante de todos los atentados que
habían llevado a cabo para derrotar a la bestia.
Nada había funcionado. Ni tan siquiera un solo truco.
Su oficial de intendencia escalonó atrás. — El mar es el diablo y las
malvadas perras no tienen piedad con ninguno.
Aye, Paden no podía estar más de acuerdo. Estaban derrotados. Directo
hacia el armario acuoso al que se dirigían, con todos sus hombres aquí.
Al menos así era para aquellos que no se dirigían directamente al infierno.
Era extraño como él no sentía miedo, con su asegurada condena inminente.
Y debería. Tú pensarías que dados los pecados de su pasado y todas las cosas
que había hecho en su vida, ellos lo perseguirían ahora. Aún así, todo lo que
Paden sentía era una desagradable sensación de paz con todo esto.
Así tenía que ser. Él sabía que este día vendría por él - más pronto, que
tarde - en un latido de corazón cuando él había aceptado su destino al levantar
la espada de su madre y abrazar la sangre que fluía a través de ella. Siempre
sucedía así para aquellos como él. Su único arrepentimiento era que él se
estaría llevando a su tripulación con él hacia el viaje de caída.
Y que estaría rompiendo la promesa de casarse con Letty en su regreso.
Pero la quemadura más grande de todas era que su pobre hermanita seria
dejada sola en este mundo, con nadie más que vele por ella.
Que sus grandes, horribles cargas ahora caerían en sus pequeños hombros.
Maldita vergüenza, eso. Cammy merecía algo mejor de lo que los destinos
habían traído para la muchacha. Ellos ahora vendrían detrás de ella para
recoger el manto con el que sus ancestros los habían maldecido. Pero no tenía
sentido lamentarse por eso. Dios y todos sus santos habían hecho oídos sordos
a sus plegarias y oraciones mucho tiempo atrás.
Su oficial de intendencia, Edmond, le dirigío mirada triste a él antes de
persignarse. —¿Cuáles serán sus órdenes, Capitán Jack?
— Abandonen el barco, Mr.Symmes. Salve a tantos como pueda.
No fue hasta que Symmes había retransmitido esas órdenes que se dio
cuenta que Paden no tenía intenciones de acompañarlos en su escape.
La seguridad no era su llamado estos días.
En vez de buscar lugar en un bote como los otros, Paden estaba rodando
barriles de polvora más cerca del arco de puerto, donde la bestia aún trataba
con lo mejor para devorarlos enteros.
6
— ¿Capitán? ¿Qué te traes, hombre?
Paden le dio a su oficial de intendencia su chafarote y llave de fusil de
chispa.
— Este buen barco es mi dama - mi única verdadera amante y dueña de
mi encajonada alma. Es mi deber y honor escoltarla a su destino final. Y que
me maldigan si dejo que ese bastardo allí la tenga sin tener un pedazo de él
con nosotros. Sálvense. No piense nunca más en mí, Mr.Symmes. Dios esté con
usted así como sé que nunca estuvo conmigo.
Su mirada apesadumbrada, Ed vaciló. Pero un momento era todo lo que
tenía, mientras el demonio golpeaba contra el barco, golpeando sus laterales
y causándoles que se inclinara. — Ha sido mi privilegio, Capitán. - El extendió
su brazo hacia Paden.
— El mío también. - Él sacudió la mano de Ed. - Ahora váyanse, rápido.
Ed corrió mientras el barco se inclinaba peligrosamente, deslizando a más
hombres por los lados.
Recuperando el disparador de la cubierta donde uno de sus monos de
polvora lo había abandonado mientras iba por los botes, Paden esperó hasta
que el último de los botes había desembarcado. Él saco un ariete y una piedra
desde su bolsillo y encendió la cuerda para poder encender la pólvora.
El demonio se dirigía hacia su tripulación que huía.
—¡Hey, aquí! - Él gritó a la bestia. - ¿A dónde crees que te diriges, tu
inmundo, odioso bastardo? - El sacudió el disparador sobre su cabeza para
tener la atención del demonio de nuevo sobre él mientras golpeaba el lado del
barco con el extremo de éste, haciendo tanto ruido como podía.
Funcionó.
Gruñendo, el demonio se volteó y, con un grito nacido-del-infierno se volvió
directo hacia Paden.
Su corazón golpeteaba anticipando lo que iba a venir, él esperó por la
inevitable confrontación.
Esta vez, la bestia se atrevió a trepar a bordo.
Eso es todo, tu inmundo bastardo. Ven y enfréntate contra mí. Deja a mi
tripulación en paz.
Sin forma real, la gelatinosa criatura se deslizó a través de la cubierta y se
levantó ante él con sus oscuros ojos sin alma.
Rehusándose a mostrar miedo, porque solo haría a la bestia más fuerte,
o que retrocediera, Paden se mantuvo firme con cada pedacito de arena que
poseía.
— Aye, ¿me quieres, no es así? Tú sabes qué soy y yo te conozco a ti por
la maldad en tu corazón.
Poseído por grandes y bulbosos ojos, babeaba y babeaba y lo alcanzaba
7
con una mano taloneada.
Como si lo hubieran abierto por la mitad, Patrick Michael Alister Jack bajo
su disparador al barril de pólvora que descansaba entre ellos y encendió el
barril en llamas.
El último sonido que escuchó era ensordecedor y terminó con una luz
brillante y una masiva explosión de dolor.
Capitulo 1
Traducido por:Callahan
Revisado por: Andy Cruel

En el Año de Nuestro Señor 1716


Jamaica

— Así como lo oigo, lo digo, que es tan malo, que se folla su propio culo
tres veces a la semana.
Con los ojos abiertos, Cameron, Amelia, Maire y Jack se echaron a reír
del inesperado y seco comentario que se escuchó por encima de las estridentes
voces de la taberna y de la música. Hasta que notó que el hombre la estaba
observando. Ella se puso seria lo más rápidamente que pudo.
Santa Madre de Dios…
No había forma de perderse a esa masa gigante de macho humano en la
atestada sala, parecía la personificación de algún héroe antiguo.
8
No, no un héroe.
Un dios pagano.
Al menos seis pies y medio de alto, se alzaba sobre todos los demás, y
tenía los hombros tan anchos y tan grandes que tenía que girar hacia un lado
para pasar por la puerta, y se tuvo que agachar para no decapitarse a sí
mismo con el grueso y colgante haz de las luces. Una hazaña que logró con
una gracia y una bravura masculina que demostraba que lo había hecho más
que suficientes veces y que era una costumbre de años de experiencia.
Lo que la hizo preguntarse cuántas veces el muchacho debió haberse
golpeado antes de aprender instintivamente a inclinarse así.
Con un rápido golpe de su enorme mano, se quitó su sombrero tricorne
negro y lo metió debajo de su musculoso brazo, exponiendo una gruesa mata
de ondulado pelo oscuro que brillaba con la aburrida luz de una vela. Tenía
un conjunto de características que parecían cinceladas en piedra - con una
proporción perfecta de masculinidad.
Nunca en su vida había visto algo igual con su forma, fuerza o gracia,
pero no era sólo la visión inesperada de él. Poseía ese carácter crudo, con una
presencia que no rivalizaba con reyes o comandantes. Un aire de refinamiento
noble, que era compensado por un aura sanguinaria.Intolerancia, indiferencia
fría y absoluto tedio.
Era letal, no había duda. Más que seductor, él era un enigmático estudioso
de la guerra, una contradicción que aceleró su corazón mucho más de lo que
le gustaría admitir a cualquiera, especialmente a ella misma.
En un abismo inhóspito de injusticia y de mal, este hombre reinaba como
su supremo emperador. Mientras que sus dos compañeros estaban vestidos
con brillantes brocados de colores similares a los demás inútiles que ocupaban
la habitación, él, al contrario, llevaba un sombrío abrigo de lana negro,
pantalones con botones de latón liso y un ordinario chaleco marrón oscuro,
su camisa de algodón y el pañuelo eran tan negros como su pelo y las botas.
Como un cuáquero... y, aun así, su comportamiento y su armamento decían
que no era participe de su religión ni de sus maneras pacíficas.
El único color en su cuerpo era el rojo intenso de la empuñadura de su
sable, de estilo bárbaro. Y un llamativo anillo de sello de rubí en su menique
que atrapaba la luz.
Pero con su postura salvaje, su comportamiento letal, y la mano firme que
se quedó plantada en la empuñadura de ese sable, él podría pasar fácilmente
por un hombre respetable. Incluso un hombre noble.
Hasta que uno echaba un vistazo a esa mirada fría, oscura, e inteligente,
que veía todo alrededor hasta el más microscópico detalle.
Ella podía, literalmente, sentir como registraba la fuerza de todos en la
9
taberna y medía a cada uno por la debilidad de su carácter, y sus fallas
físicas.…
Así como sus ataúdes.
Él era exactamente el tipo de desconcertante macho que hizo que ella y
Lettice dibujaran pajitas en su entrada de regreso a casa en el Cisne Negro
para ver cuál de ellas sería atrapada por la noche atendiendo su mesa.
Y Cameron siempre hacia trampa para asegurarse que no fuera ella la
que se quedara con él. Algo que le pesaba en la conciencia, y más aún por
el hecho, de que era el padre de Lettice quien poseía El Cisne, y, mientras
Nathaniel Harrison cuidaba de la reputación y el bienestar de su hija, no
era igual de cuidadoso para con ella. Especialmente si iba en contra de sus
intereses comerciales.Vendería a todos menos su hija para eso.
Incluso a su propia madre, y probablemente a su esposa para empezar.
No queriendo pensar en eso, Cameron frunció el ceño a los hombres que
recién habían llegado. Sus compañeros eran más del tipo típico de pirata o
corsario que uno esperaría encontrar en un lugar tan sórdido. El que estaba
a su derecha tenía una melena de largo cabello castaño que llevaba atado
en una cola impecable, junto con una barba bien recortada, y unos ojos
ligeros y alegres que brillaban en la penumbra. Cada uno de los dedos de
ese hombre estaba adornado con un anillo - sin duda saqueado de alguna
nave secuestrada que habían asaltado -, o de algún desgraciado cadáver. Sin
embargo, él parecía lo suficientemente amigable.
Aunque muchos piratas del caribe tenían tendencia a perforar los lóbulos
de sus orejas, uno de ellos había elegido colocar un pequeño aro de oro en su
ceja izquierda, justo en el arco. Su elaborado abrigo de color borgoña y negro
estaba cortado ampliamente en la cintura - era la última tendencia de moda. Y
donde el seductor y peligroso capitán había elegido llevar un simple pañuelo
negro, la corbata de este pirata era de seda rígida, blanca y recortada en
capas de encaje decadente. El hombre de la izquierda estaba vestido con una
capa de seda azul pavo real, que cubría un chaleco de oro extravagantemente
adornado, una seda tan fina que brillaba a la luz como el agua. Llevaba una
pequeña peluca blanca que ocultaba su color de pelo, pero juzgando su tono
de piel, sus cejas oscuras y la barba descuidada que espolvoreaba sus mejillas
bien esculpidas y su mandíbula, ella intuía que su cabello era tan oscuro como
el de su Capitán. Sin embargo, donde el capitán tenía un par de ojos negro
carbón, los suyos eran de un profundo color avellana, sombríos y tristes.
Mientras su humor y su rostro no eran tan oscuros y siniestros como los de

10
su Capitán, él no estaba ni cerca de parecer tan jovial como su compañero,
tampoco. Ella suponía que él podría ser su segundo al mando.
O el verdugo.
Los tres pasaron junto a ella sin ni siquiera echarle una mirada, haciéndole
saber que no la veían como una amenaza, lo que estaba bien por ella. Lo
último que quería era cruzarse con hombres tan aterradores y mortales.
Caminaron hacia la parte posterior de la taberna, hacia una mesa vacía.
El gran y corpulento guardia que había estado guardando ese lugar reservado
para ellos, inclinó la cabeza, y entonces fue a buscar sus bebidas.
Volvió con el pedido tan rápidamente, que sin duda estableció un récord de
velocidad para la posada. Por todos sus años trabajando en este establecimiento,
ella sabía que eso decía mucho sobre su miedo a enojar a los tres recién
llegados, y aún más acerca de sus temperamentos y personalidades.A estos
hombres no les gustaba esperar, ni querían ser interrumpidos una vez que se
acomodaban.
Por primera vez, el valor de Cameron vaciló mientras observaba a los
hombres susurrar intensamente, mientras conversaban en privado.
— ¿Qué estás haciendo, Cam?
Esto era para lo que ella había venido, para hablar con el capitán Devyl
Bane y conseguir su ayuda.
Quizás no era él.
Ella lo sabía. Era igual a la descripción que le habían dado de él. Más
oscuro que el pecado y más peligroso que bailar con la doncella favorita del
diablo. No podría ser otro que él. La bruja le había dicho que buscara un
capitán que le robara el aliento y no dejara duda en su mente de que él era la
perdición. El diablo mismo.
Eso definitivamente describía al hombre que estaba en el centro de los
otros dos.
Nadie podría ser más mortal o más siniestro.
— Saludos, caballero. ¿Estás buscando alguna compañía?
Cameron hizo una mueca de dolor, la prostituta se sentó sobre su regazo.
Debido a que Cameron estaba vestida como un hombre haciéndose pasar por
uno, para poder viajar sin molestias y con facilidad, la prostituta no tenía idea
de que estaba perdiendo su tiempo allí.
Apretando los dientes, Cameron atrapó la mano de la mujer antes de
que tocara alguna parte de su cuerpo que escandalizaría a las dos. Cameron
sacudió la cabeza bruscamente.
—¿Qué? ¿Estás mudo?
Tocó el rostro de Cameron y sonrió ampliamente. — Está bien, amor. No
necesitas palabras para lo que mejor hago, de todas formas. El hecho es que
usted consiga que su dinero valga la pena, ya sea que hablemos o no.
Cameron cogió la muñeca de la mujer de nuevo y se acordó de endurecer
su voz y bajar una octava. — No estoy interesado, dulzura. Tú no eres mi
11
tipo…- ella lanzó una mirada significativa hacia los tres hombres.
La prostituta se echó a reír. — Ah… no te puedo culpar. Cada uno de ellos
esta tan bueno que no se puede evitar desear un mordisco de esos traseros y
rogar por un espasmo - Con otra sonrisa, ella suspiró. - Buena suerte, compañero.
Por lo que se dice, sin embargo, no tienes oportunidad con ninguno de ellos.
Y con eso, dejó el regazo de Cameron para perseguir a otro probable
cliente.
Tomando una respiración profunda, Cameron trato de ver con sensatez
esta misión. Era obvio que los tres hombres no deseaban ser abordados por
un desconocido.
De hecho, parecían estar discutiendo.
Acaloradamente.
Esto era todo una locura.
Pero Cameron Jack no era una cobarde.
¿Tal vez un poco?
Ella rechazó la voz de la razón en su cabeza que le decía que se fuese
corriendo hacia la puerta antes de que la destriparan. No somos cobardes.
Ahora entra, chica.
Asustada y sin aliento, se forzó para ponerse de pie y cruzó la habitación,
tratando de demostrar una confianza que ella definitivamente no sentía. Sus
piernas y su labio superior temblaban, su frente sudaba.
Por un momento, temió desmayarse.
Puedes hacerlo. No te atrevas a volverte ahora. Patrick te necesita. Tu eres
todo lo que él tiene en este mundo.
En el momento en que se les acercó, se quedó en silencio y los tres pares de
ojos la atravesaron con una mirada malévola, que estaba segura que podría
convertir a los seres inferiores en piedra.
O, por lo menos, les haría perder sus calzones.
El capitán Bane tomó un trago de su cerveza antes de hablar con una voz
tan profunda, que atravesaría una tormenta como un trueno lanzado sobre la
oscuridad, —¿Puedo ayudarlo?
Dio un paso nervioso hacia adelante.
El hombre de cabello castaño sacó su espada y la colocó en su cuello. - Ya
estas lo suficientemente cerca muchacho. Preséntate.
Se aclaró la garganta y se encontró con la mirada del capitán. — ¿Me
dijeron que usted es el capitán Bane?
Sin confirmarlo, ella estaba segura de que el capitán se tocó el labio
inferior con el pulgar — ¿Por qué buscas al buen capitán?
— Me dijeron que él... o más bien usted, es parte del salvamento del Plate
Fleet ¿La flota que cayó?
12
Su compañero se paró y, con su espada, la obligó a retroceder.
— No sabemos de qué estás hablando.
Demasiado tarde, se dio cuenta de que probablemente la confundió con
uno de los cazadores de piratas del rey, que habían sido encargados de ir tras
los asaltantes de los buques hundidos y sus cargas.
— No es lo que estás pensando. Mi hermano estaba en uno de los barcos.
Bane se estiró para tocar la mano del hombre y forzar la punta de la
espada de su compañero hacia el piso. — ¿Y?
— Me dijeron que se fue con su barco.- Ella se ahogó con sus lágrimas,
que amenazaban con abrumarla. Desde que había oído hablar del destino
de su hermano, había sido incapaz de enfrentarse a ello. Incapaz de respirar.
No después de todo lo que habían hecho juntos. -Por favor. Tengo que saber
la verdad.
El hombre pelado habló con cierto grado de simpatía en su voz.
— Solo un barco lo consiguió.
— Sí - susurró ella -. The Griffon. No estaba en él. Su barco era el San
Miguel. Él era el capitán de esa nave... Patrick Jack.
La mirada de Bane se suavizó. — Lo siento. El capitán no sobrevivio.
Cuando comenzaron a ignorarla, le enojó ser despedida tan simplemente,
entonces Cameron dio un paso hacia adelante de nuevo. — Si lo que dices
es verdad, entonces puedes explicarme esto -. Ella tiró un pequeño objeto que
había sido rescatado y le había sido entregado en su puerta con una nota de
su hermano.
El pequeño objeto se deslizó a través de la mesa para aterrizar debajo del
candelero delante de Bane.
Él y sus compañeros se congelaron un minuto completo mientras ella
contenía la respiración, esperando.
Era una baratija sin valor, hecha sin ningún sentido. Un extraño poco de
encanto diseñado con la forma de una adornada copa, con un par de alas
elevándose sobre el borde y una estaca con cintas que caía desde el fondo de
la misma. Y marcada con una flor de lis en el centro de su tazón. Aunque era
bastante bonito, ella no tenía ni idea por qué su hermano le había enviado una
cosa así a ella, ni por qué se molestaría incluso.
No le importaba a nadie más. Sería una gran crueldad si era una broma.
El capitán frunció el ceño ante el collar encantado, pero no hizo ningún
movimiento para tocarlo. — ¿Se supone que esto significa algo para mí?
Se encogió de hombros. — No tengo idea -. Lentamente, ella se acercó a
la mesa y les ofreció la nota donde había sido envuelto y sellado el objeto. -
Esto fue lo que él usó para envolverlo y enviármelo.
Bane tomó el pergamino arrugado de su mano y empezó a leerlo. La carta
13
era simple y desgarradora. Ella la tenía grabada en la memoria.

Cam
Perdóname por tener que dejarte. Sabes que mi lealtad está contigo. Siempre.
No escuches a nadie. Mantén tu ojo del tiempo en el horizonte y esto en tu pecho.
No le digas a nadie que tienes esto. Ni siquiera a Lettice. No confíes en nadie en
tu espalda.
Siempre tuyo,
P.J.

Con un rudo semblante, Bane se lo devolvió, sin tocarla a ella o al collar


encantado. — Y entonces ¿Qué es lo primero que haces con esto? - Se burló
Él estaba en lo correcto. Ella había hecho exactamente lo que su hermano
le había dicho que no hiciera, se lo había entregado a alguien que no conocía.
— Es cierto, pero tengo que encontrar a mi hermano, señor.
Ella envolvió la carta alrededor de la pieza y señaló la parte superior
de la misma. — Note la fecha. Son meses después de que se hundieron, y
supuestamente estaba ahogado, por lo que cuenta. Sin embargo, si se ahogó,
¿cómo me la envió?
Una peculiar luz parpadeó en los ojos oscuros de Bane. Una que hizo que
parecieran casi rojos a la luz de las velas. Seguramente una ilusión óptica de
algún tipo. — ¿Quién te dijo que vinieras aquí?
— Una bruja llamada Menyara. Ella dijo que podrías ayudarme a encontrar
a mi hermano.
Dejó salir una maldición fuerte bajo su aliento. Era tan sucio y gutural que
hizo que el hombre a su izquierda chasqueara sus pies y se alejara de él, como
si temiera un ataque inminente de su capitán.
—¿Quién es Menyara? -preguntó el hombre.
Un tic empezó en la mandíbula de Bane. — No hagas preguntas de las
cuales no quieres las respuestas, Will. Y ruega a tu Dios que nunca conozcas
a esa perra -. Con un oscuro y mortal gesto, finalmente tomó la baratija en su
mano para examinarla más de cerca.
Su expresión era ilegible, Bane se encontró con su mirada. —¿Vio ella
esto?
— No. Sólo la carta.
—¿Por qué me lo enseñaste entonces?
— Yo... no estoy seguro.
Él giro la baratija a través de sus dedos varias veces mientras Will
lentamente volvía a su asiento.
—¿En qué está pensando, Capitán? - preguntó el de la peluca.
14
— En todo tipo de locuras, - hizo una pausa para examinar la mirada
curiosa del hombre. - Se la encomiendo a usted, señor Meers. Llévela al barco.
—¿Perdón? -Él frunció el ceño salvajemente. - ¿A qué ella?
El capitán giro la cara hacia él. —¿Eres más estúpido que un muerto, hijo?
Aquí nuestro pequeño Cameron Jack es una muchacha, estoy tan seguro como
que yo soy la semilla bastarda de tu diablo.
Sus dos compañeros se quedaron boquiabiertos,
Entonces ella les devolvió la mirada sin parpadear ni estremecerse.
—¿Cómo lo supiste?
Nadie, nunca, podía decir que era una mujer cuando ella se disfrazaba
de muchacho. Era una estrategia que había estado usando desde que sus
padres los habían dejado en el orfanato cuando era una niña pequeña, un
truco en el que Patrick había insistido para mantenerla a salvo del daño y para
poderla vigilar bajo su nariz.
Bane se burló cuando él alcanzó su cerveza inglesa. — Nunca trates
de engañar al diablo, amor. Yo puedo ver a través de ti. Además, ningún
hombre tiene el culo tan bueno. Si lo tuviera, él haría que mi religión cambiara
por ciertas cosas - Bebío un trago largo, luego inclinó la cabeza hacia su
compañero.
— Llévala a la nave, Bart.
Bart vaciló. — ¿Estás seguro de esto?
— Sí, e instálala en un cuarto privado por ahora. Asegúrate de hacerle
saber a los demás que la dejen en paz o sentirán por completo mi ira.
Bart lo saludó. — Sí, señor.
— ¿Y, señor Meers?, - hizo una pausa para mirar hacia atrás con la ceja
arqueada, - Espero que, a mi llegada a la nave, encuentre a la muchacha tan
virginal después de partir en su compañía, como lo es al dejar la mía ahora
mismo.
Bart dejó escapar un gruñido irritado. — Te odio, Bane. Vives sólo para
chupar toda la alegría de mi muerte, ¿verdad?
Él bufó. — Reza para que la alegría sea la única cosa que siempre
me esfuerzo en desprender de ti, mi amigo. El día que yo busque un mejor
entretenimiento que ese, ese día, trendrías vivir con un terror absoluto.
— Debidamente anotado, yo y mis testículos se han encogido adecuadamente
de nuevo en mi cuerpo, con el fin de no crear ninguna amenaza o cualquier
otra cosa que no le dé seguridad a la doncella en la ropa de muchacho.
— Buen hombre.
— ¿Eunuco, querrás decir?
— Y haces bien en recordarlo, a no ser que quieras que yo lo haga una
condición permanente.
15
— Sí, sí, capitán.
Aterrorizada por el pensamiento de estar a solas con él y su tripulación, pero
demasiado desesperada para permitir que su miedo interfiera en su necesidad
de encontrar a su hermano, Cameron alcanzó su carta y el medallón, orando
con todo lo que tenía para que esto no fuera un error.
Por favor Dios, protégeme.
Tragando nerviosa, ella asintió con la cabeza, tomó sus posesiones, luego
siguió al compañero del capitán.
Devyl se sentó para ver cómo se iban. Él cortó su mirada hacia su segundo
al mando — ¿Qué? - Le espetó a Will.
— Como valoro mis propios testículos... no he dicho una sola palabra,
capitán. Sólo estoy sentado aquí, alimentándome de ron -. Lo sostuvo con
fuerza antes de tomar un trago.
Devyl le lanzó un bufido. — Espero que encuentres más valor que eso,
para la tarea que tenemos por delante.
— Tengo miedo. Pero sería más justo que tú lo tuvieras. Pero olvidas que
te he visto en una pelea. Y no soy ni un tonto ni un borracho para pensar que
soy suficiente para poder llevarte. Además, engañas y muerdes.
Esas palabras sacaron una risa, cosa rara en Devyl. Era una de las
razones por las que había elegido a Will como su segundo. A diferencia del
resto de su tripulación, Will era imperturbable y más audaz de lo que debería
ser. Él mantenía su compostura, su naturaleza bondadosa, y la lógica calma,
incluso bajo los acontecimientos más angustiosos. Y lo hacía con un mordaz y
sarcástico humor negro.
Más que eso, Will era tan valiente como se decía. Su coraje mitigado sólo
por su buena capacidad de razonar y medir los méritos de la confrontación.
Sí, William Death era uno de los mejores hombres con los que Devyl había
peleado. Sería un honor morir a su lado en lugar de la forma en la que Devyl
había sido destrozado antes de…
— ¿Permiso para hablar libremente, Capitán?
Cruzando los brazos sobre su pecho, se inclinó hacia atrás para fijar un
malvado brillo en Will. - Si tienes las agallas para hacerlo. Hazlo…
— Sólo me pregunto qué tiene en mente al traer a un humano a bordo de
nuestro barco embrujado.
— ¿Le has echado un vistazo a lo que le envió su hermano?
— ¿La chuchería sin sentido?
Devyl se burló. — ¿Y tú eres quien dice ser el fiel religioso entre nosotros
dos?
— ¿Qué significa?
— Ese juguete, como dices señor Death1
16
— Deeth, - corrigió Will bajo su aliento.
Siempre lo ponía de mal humor que no pudiera pronunciar su nombre con
una e larga, contradiciendo la forma en que se escribía. Aunque el por qué
su antepasado había elegido su nombre para que fuera tan distinto entre su
ortografía y su pronunciación, era algo que nadie podía adivinar.
— Death, - repitió Devyl incorrectamente, como siempre lo hacía el canalla
cabrón - Esa era la espada de Saint Michael.
— ¿Cuál?
Llegó a tirar del medallón de plata que colgaba en un cordón de cuero
que Will se había enrollado alrededor de su muñeca izquierda. — Esa criatura
alada bastarda en la que crees para que te proteja y te cuide.
— No entiendo.
— Yo tampoco. Pero hasta entonces, pensé que era prudente ponerla bajo
nuestra guardia, no sea que algo malo decida hacerla su próxima cena.
—¿Y si ese algo malo llega ser un miembro de nuestro equipo?
Devyl mostró sus ojos en su estado rojo natural. - Ellos tendrían un mal día,

1. N. de T. Death al ser nombre propio no se traduce al español


de hecho... Sin embargo, mi estado de ánimo mejoraría enormemente, porque
un acto de estupidez descarada daría como resultado un acto de represalia
natural de violencia extrema y profana.
Y hablando de...
Los pelos en la parte posterior de su cuello se elevaron cuando sintió la
desagradable mano del mal rondando hacia la taberna.
Frunciendo el ceño, él y Will echaron una mirada a su alrededor.
— ¿Sientes eso?
— Sí. Ha llegado a tierra como dije que haría-. Y se dirigía hacia un gran
grupo de víctimas reunidas... tal como Devyl también lo había predicho.
Mientras tanto, los humanos en la taberna continuaban como si nada,
ajenos a la fuerza maligna que se dirigía hacia ellos.
Devyl se levantó, con la intención de mantenerlos en su ignorancia. Pero
cuando estaba a mitad de camino a la puerta, antes de abrirla, tres ojos
planos entraron, usando la piel de los marineros regulares.
Will se detuvo detrás de él,— ¿Marinos de la flota derribada? - Susurró en
el oído de Devyl.
Devyl asintió sutilmente, mientras debatía cómo lidiar mejor con los nefastos
bastardos que habían venido a hacerse un festín con los inocentes, y tomar sus
almas para alimentar a su amante. Parte de ser un cazador Hellchaser, era no
dejar que nadie supiera que él, ni Will, habían tenido una batalla con estos
demonios.
17
Desafortunadamente, los ojos-planos no tenían el mismo código al que
ellos estaban vinculados. Intercambiaron una maligna sonrisa entre ellos y
luego se lanzaron a un ataque furioso, que terminó con los tres seres humanos
más cercanos a ellos rasgados en pedazos.
El caos explotó cuando los humanos empezaron a buscar donde esconderse
o como escapar.
Devyl maldijo cuando fue empujado contra la pared por un maremoto de
humanos aterrorizados, trastornados por ser atrapados dentro con depredadores
inhumanos. Con sus habilidades sobrenaturales, los ojos planos habían sellado
las puertas para que nadie pudiera huir de ellos.
Pensaban tener un banquete esta noche.
Gimiendo y empujando a un hombre borracho que estaba tratando de
llegar a una ventana, Will volvió a su lado. — Señor, ¿qué vamos hacer? No
puedo acercarme a ellos por la multitud.
Devyl se quitó el abrigo con una floritura, luego se lo dio a su segundo. —
¿Alguna vez te he dicho lo mucho que detesto los gritos de los humanos?
— ¿De verdad? El rumor dice que fue una vez su melodía favorita.
Acertando un lanzamiento con la flecha de su arco, Devyl hizo una mueca
de molestia. — No, la música más dulce para mis oídos siempre ha sido el
gorgoteo de la muerte de un enemigo muerto a mis pies mientras jadea por su
último aliento.
Completamente calmado, cargó el perno pequeño y lo soltó directamente
en el ojo del cráneo más cercano.
La bestia cayó hacia atrás y explotó en una nube negra.
Aturdidos, los otros dos se volvieron a mirar a Devyl. Entonces deben
haberse dado cuenta de a quién se estaban enfrentando.
Sus ojos se ensancharon al unísono antes de cambiar a lobos y salir
corriendo por la puerta.
Pero el poder de Devyl era mayor que el de ellos y los mantuvo dentro.
Will sonrió. - Ellos tienen su atención, capitán.
Tan pronto como los ojos planos se dieron cuenta de que no podían
escapar, se transformaron en sus verdaderos y espantosos cuerpos demoníacos.
Entonces cada uno de ellos se dividió en tres bestias más, listas para atacar.
Will maldijo. — ¿Algún punto vulnerable?
— Entre los ojos. La decapitación -. Devyl llego al primero, lo agarró y le
torció la cabeza. Pero no lo mató.
— ¿Perdón? - Will claramente palideció.
Exterminó a dos más antes de volverse hacia el hombre. - Son criaturas de
venganza y perros falderos. Estas son manifestaciones de sombras -. Recogió
una porción con su cuchillo y lo condujo directamente a través de su cráneo -
18
Para matarlos de forma permanente, tenemos que encontrar los cuerpos que
asumieron cuando entraron en este reino y destruirlos.
Will gruñó antes de sacar su espada y despachar al que venía a su espalda
— Odio mi trabajo, capitán.
Devyl terminó con el último, y rápidamente esparció una mezcla de pino,
sal y jaspe molido sobre el marco de la puerta. Eso los mantendría alejados si
más ojos planos llegaban a cazar aquí de nuevo.
Will recuperó el abrigo de Devyl y se apresuró a unirse a él cuando la
multitud comenzó a darse cuenta de que el peligro había pasado. Ahora
querían respuestas y ninguno de ellos estaba en la libertad de darlas y antes
que la multitud pudiera componerse más, Devyl y Will hicieron una salida
rápida.
Fuera de la taberna, la luna se había vuelto de un inquietante color rojo
sangre y nubes densas se suspendían en el cielo, haciéndolo todo aún más
oscuro.
Entregando el abrigo a Devyl, Will hizo una mueca — Así que esas no son
las bestias ¿Buscamos alguna?
Devyl sacudió la cabeza mientras se colocaba su abrigo. – Son simples
sirvientes.
Will se estremeció. - En estos últimos meses juntos, he visto cosas increíbles
que parecen haber sido escupidas fuera del mismo infierno. Y no puedo evitar
preguntarme qué es exactamente lo que la Carian Gate retiene de regresar a
este mundo, que no hemos visto todavía
Apretando el puño, Devyl se encontró con su mirada preocupada y le
devolvió una expresión cómplice y burlona.
— Lo más corrupto y horripilante que nunca haya gorgoteado desde el
peor culo del cosmos.
— ¿Lucifer?
Resopló y palmeó a Will en la espalda. — Te gustaría que tuviéramos
tanta suerte. No, Sr. Death... lo que viene del mar hace que Lucifer parezca un
petulante, e inofensivo niño.
Will se cruzó. — ¿Qué es eso exactamente, entonces?
Devyl se puso serio, sus recuerdos volviendo con una oleada de amargura
y furia que lo quemó hasta el núcleo de su ennegrecida y marchitada alma. —
Para abreviar, Sr. Death… mi ex esposa.

19
Capitulo 2
Traducido por: Do Anaxkolasi
Revisado por: Andy Cruel

Cameron tuvo que esforzarse para mantenerse a la par de los largos y


vigorosos pasos de Bart, y empezaba a sospechar que lo hacía a propósito,
solo para molestarla — ¿Cuánto tiempo ha servido en la tripulación del Capitán
Bane?
Él la maldijo por lo bajo.
Otra vez
Honestamente, ella estaba comenzando a desarrollar un desorden mental
a causa de eso. Y un extremo caso de paranoia.
— ¿Con cuántas de estas preguntas piensas acosarme, muchacha?
— No lo sé. Pero me gustaría tener una respuesta, aunque sea a una de
ellas… eventualmente. Y antes de morir de frustración.
El apretó los dientes con tanta furia que en realidad pudo oírlos crujir.
— ¿Podríamos por casualidad detener este aguacero irritante?
20
— Podría apaciguarlo un poco.
Juntando sus manos por detrás de su espalda, Bart desaceleró cuando
finalmente se acercaron a los muelles, y le dio a ella una mirada penetrante de
soslayo. Aunque no era tan asombroso como el capitán, él era excepcionalmente
guapo, con esos ojos penetrantes. — Todos nosotros somos nuevos en esta
malhumorada compañía del Capitán, él armo nuestra tripulación hace unos
meses.
— ¿Qué paso con su antigua tripulación?
La luz de la luna emitía sombras espeluznantes sobre sus fuertes rasgos,
tornándolos siniestros y fríos. - Esas son demasiadas preguntas que es mejor no
hacer, mi señora, y esa en particular, definitivamente está en la parte superior
de la lista
Quizás, pero no estaba en su naturaleza dejar las cosas como estaban.
— ¿Los piratas los mataron?
Él le dio una sonrisa sardónica.
— Se dice que él se los comió.
Cameron saltó cuando una voz, con un grueso acento francés, vino de
fuera de las sombras junto a ella. Con un chillido indignado, ella se apresuró
hacia el otro lado de Bart, quien se rio de sus acciones.
— Deja a la muchacha, Roach. Órdenes del capitán.
— ¿Muchacha?
— ¿Roach? - pregunto ella, mientras en perfecta sincronización con su
pregunta, el hombre camino hacia la luz, así ella pudo ver que él era un poco
mayor que Bart. Y un poco más bajo.
No estaba ni cerca de estar vestido a la moda, él tenía una simple gorra
de lino y una camisa con las mangas enrolladas hasta los codos, sostenida
allí por un trozo de cordón de cuero. Y aunque tenía un pañuelo, el cuello
de su camisa había sido dejado sin abotonar y estaba abierto, de modo que
el pañuelo estaba alrededor de su cuello y no sobre la camisa. Sus guantes
marrones estaban tan deteriorados como el chaleco rojo oscuro que él había
dejado sin abotonar. Pero lo más curioso era el látigo que tenía alrededor de
sus decolorados pantalones en lugar de un cinturón.
Tampoco cargaba una espada. Más bien tenía un cinto cruzado sobre el
pecho, que aseguraba una pequeña hacha de mano de dos cabezas, a su
cadera izquierda. Y ahora que él estaba más cerca, ella se dio cuenta que
tenía brazaletes color carne…
No, no eran brazaletes, eran vainas disfrazadas de dagas, por lo que su
camisa estaba atada a sus mangas. Eso le permitía acceso a las fundas que
estaban en su antebrazo y se metían en la curva de su codo.
Muy, muy peculiar.
21
Bart frotó su ceja. — Mi lady Cameron Jack, conozca a nuestra cucaracha
residente, llamado así por las sombras a las que él llama hogar y la forma en
que él escudriña sobre ellas y se escabulle de todo el mundo. Algunos claman
que él puede cortar sus gargantas y beneficiarse y robar.
El francés hizo un rudo sonido de disgusto -Ignora a este entrometido sin
madre ni educación. Armand de la Roche a su servicio madame- el juntó sus
tacones con un chasquido y le hizo una reverencia que estaba completamente
en desacuerdo con sus pobres y descuidadas ropas.
— Enchanté.
— Merci, monsieur. Ravi de vous rencontrer.*
Cubriendo su corazón con una mano, el actuó como si saboreara cada
silaba. — Tú hablas hermoso y antes percibí un indicio de irlandés en tu voz.
— Mi madre era francesa y mi padre irlandés. Ellos nos trajeron a Virginia
cuando era pequeña
— ¿Nos?
— Su hermano - había una nota de hielo en el tono de Bart que Cameron

* En francés en el original: - Encantado. - Gracias Señor. encantada de conocerlo


no pudo entender completamente. - Ahora, Roach, si no te importa…
Él dio un paso frente a ellos y corto su camino - Pardon, Monsieur Meers…
mais* ustedes no quieren hacer eso
— ¿Por qué no?
— Hay una pequeña problema a bordo. Parecería como si le soul* se
hubiera perdido… de nuevo
— Ah, querido Dios. - Bart parecía enfermo del estómago.
— ¡Oui! ¡Exactement!*
Cameron les frunció el ceño. - ¿Alma?
Bart dejo salir un largo y sufrido suspiro. — No estoy seguro de cómo
comenzar a explicarlo… uno de nuestra tripulación-
— Absalon, le lune*
Bart hizo una mueca hacia Armand. — Él no está loco. Per se.*
— Ja, ¡Lo está!
El uso del alemán de Armand la asombró.
— Como sea - Bart dijo entre dientes apretados, ignorándolo, - Sallie tiene
la estúpida idea de que su alma fue aspirada por una maliciosa bruja y está
atrapada dentro de una vieja botella de ron
Cameron se quedó boquiabierta sin saber si dar crédito a esa creencia.
— ¿Qué?, ¿Por qué?
Bart gesticulo impotentemente. — Hemos aprendido a no hacer esas
preguntas, ya que nos llevan a un reino de locura de donde no hay escapatoria.
22
Y seamos sinceros, la razón y la lógica abandonaron a esta tripulación hace
mucho tiempo. Por lo tanto, no juzgamos a los demás por su locura, porque
acá no hay un miembro que no haya sido un poco… tocado de la cabeza y
peculiar a su manera.
— Eso también es verdad, - Armand coincidió -Pero más que cualquier
otro, Absalon es… ¿Cómo dirían?... ¿Un bicho lunar?
Ella arqueo una ceja. - ¿Un bicho lunar?
— Lunático,- Bart dijo con una mueca - Roach mete la pata con la mitad de
todo lo que intenta decir. El inglés no es su lengua nativa. Estupidez si lo es.
Roach hizo un sonido de suprema irritación, y un gesto extremadamente
vulgar, que dejo a Cameron boquiabierta, y eso ella había crecido en un
orfanato y trabajado en una de las más peligrosas tabernas en Williamsburg,
frecuentada por sin vergüenzas, piratas, y conocidos provocadores. De hecho,
estaba orgullosa de sí misma por sentirse hastiada y mundana para su edad.
Aunque esos hombres la hicieran sentirse más bien ingenua y mojigata.

* En francés en el original: -Perdon, Señor Meers... más - El alma - la luna - Expresion latina que sig-
nifica en si mismo o por si mismo.
De pronto, ella escuchó un fuerte chillido, que fue seguido de estridentes
carcajadas.
— ¡Ach, ahora! ¡Ustedes, infieles, perros mal paridos! ¡Devuélvanme mi
alma! ¡Qué pasa con la lastima de ustedes! ¡Qué tipo de cretinos bastardos
robarian las almas de los hombres, les pregunto!
Bart gimió en voz alta y se golpeó a sí mismo en la frente. — No puedo
creer que morí dolorosamente solo para tratar con esta mierda. Pienso que
más bien debería haberme quedado en el infierno. Al menos ahí solo tenía que
lidiar con Lucifer y sus demonios para luchar, y no con la maldición de Devyl
y sus idiotas. Sin ofender, pero nuestro Devyl me asusta muchísimo más que
el Viejo Scratch. El bastardo está más muerto y es más cascarrabias. Nunca
sabes cómo hacerlo reaccionar, o cómo va a hacerlo.
Riendo, Roach le palmeó la espalda. — Ya, ya, mon ami, ¡ ça ç’est bon!*
Esto es mejor que el infierno, de cualquier modo.
La mirada en el rostro de Bart decía lo contrario, mientras se apresuraba
a hacerle frente a las atronadoras voces.
Cameron se mantuvo atrás, insegura acerca de cómo exactamente se
estaba metiendo en esta búsqueda para encontrar a su hermano y regresarlo
a su casa con Lettice, junto a su propia cordura y seguridad. El tiempo estaba
acabándose, rápidamente, para muchos de ellos. Paden los había dejado a
todos en una mala situación, y él no tenía ni idea de eso.
Nathaniel se había enfermado hacía unas semanas, al igual que Lettice,
23
pero la enfermedad de Lettice había resultado ser un embarazo inesperado,
del que sólo ella y Cameron sabían.
La muchacha iba a tener al bebe de Paden, y si él no regresaba en los
siguientes meses para hacerla una mujer honesta, habría un infierno para pagar
por ellos. Sin dudas, Nathaniel volcaría todo su enojo del inesperado embarazo
de su hija sobre la cabeza de Cameron si no podía localizar a su hermano. No
había ni que decir que seguramente el hombre tomaría represalias contra ella.
Ella deseaba que no lo descubriera, Nathaniel apenas había tolerado su
presencia en la taberna cuando él estaba ahí. Solo su miedo por Paden lo
mantuvo a raya.
Si el descubría que Paden había muerto y que había dejado a Lettice en
un mal estado…
Nathaniel le quitaría su protección, y Cameron estaría sin un penique,
sin casa, sin ningún amigo o familia. Sola en un mundo que no miraba
favorablemente a nadie sin medios, referencias, o prospectos.
Con esos pensamientos dispersos, Cameron aminoró la marcha mientras

* En francés en el original: Mi amigo ¡Esta bueno!


se acercaba al barco y vio cómo se extendía una locura absoluta en toda
la tripulación. Hombres, y mujeres que vestían como hombres –demasiado
excéntrico para ella –, estaban persiguiéndose los unos a los otros, alrededor
de la cubierta del barco, mientras se lanzaban entre ellos una vieja botella
de color ámbar, para mantenerla alejada de las manos de un marinero de
mediana edad, que estaba a una o dos pulgadas más cerca de Cameron.
Con una desaliñada oscura barba que estaba generosamente mezclada
con gris, el aparentaba ser lo suficientemente amable. Ella no tenía ni idea que
buscaban al torturarlo así.
Bart soltó un alto silbido feroz. — ¿Qué estupidez es esta? ¿Acaso están
todos locos? ¿O solo quieren que sus enemigos se escabullan y corten sus
gargantas como un grupo de trolls débiles de rodillas?
Extrañamente divertida e igualmente aterrada de este grupo, Cameron se
quedó en el muelle y observo cómo Bart, lentamente, los sometió y recogió el
“alma” del pobre marinero de un alto guerrero Maasai antes de regresarla al
afligido hombre.
— ¡Zumari! - Bart reprendió al guerrero. - No puedo creer que tú, de entre
todos a bordo, hubieras tomado parte de tal crueldad.
— ¡Yo nunca lo hubiera hecho, si él no hubiera comenzado primero! - La
voz de Zumari era profunda y lirica como la de Bane. Pero su estado anímico
era más ligero, a pesar de que no tenía ninguna duda de que era igual de letal
en una pelea.
24
Cameron estaba a punto de dirigirse a bordo del barco y unirse a ellos,
cuando se dio cuenta que un pequeño grupo de soldados estaba acercándose
a ella.
Con sus rostros severos y pesadamente armados, ellos pasaron frente a
ella con paso decidido, el cual no presagiaba nada bueno para quien quiera
que fuera el objetivo que tenían en mente.
Eso la congeló instantáneamente.
Una buena cosa, también, ya que el objetivo resultó ser la tripulación de
Bane
Haciéndose a un lado para no estar en el medio de cualquier mala
intención que tuvieran, ella atrapó la salvaje mueca en los rostros de Bart y
Zumari en el momento en que los vieron, que decía que ambos estaban un
poco transtornados por la forma en que el destino había decidido tratarlos esta
noche.
Con sus piernas separadas y sus brazos cruzados sobre su pecho, Bart se
encontró con ellos al final de la pasarela y les negó el acceso a la cubierta del
barco. — ¿Qué puedo hacer por ustedes, caballeros?
El tono helado de su voz socavó la cordialidad de sus palabras, al igual
que el número de la tribulación que fue a pararse detrás de él como refuerzo.
Los soldados no se acobardaron, sobre todo no el líder, un tipo de cabello
negro, quien llevaba una cicatriz dentada sobre su ojo izquierdo, por lo que
podría decirse que era afortunado por aún tenerlo. A diferencia de los demás,
el no vestía un uniforme. Más bien usaba ropas de un bien vestido oficial de
puerto, u otro capitán privado.
— Nos llamó la atención que ustedes llegaran al puerto más temprano el
día de hoy, sin colores ni bandera. Estamos acá para inspeccionar sus papeles
y cualquier cargamento que estén llevando.
Bart enrollo su labio. — ¿Bajo la autoridad de quién?
Su líder no retrocedió o se echó atrás — ¿Estas rechazando mostrarme tus
papeles?
— Yo no me inclino ante un simple cazador de piratas, si eso es lo que
estás preguntando, Barnet. Puedes tomar a tus hombres ahora y largarte de
este barco. No hay piratas entre nosotros, están desperdiciando su tiempo y el
nuestro con este inútil esfuerzo.
— Si me conoces, sabrás que yo no me iré hasta que vea el papeleo.
Una lenta y maliciosa sonrisa se extendió por la cara de Bart mientras
Zumari se acercaba a proteger su espalda. - No estaría tan seguro, si fuera tú.
Pero apostaré a que te irás con el corazón decepcionado, cualquier día. Tres
a uno hoy.
Justo cuando el notorio cazador de piratas, Jonathan Barnet, empezó a
25
discutir, una resonante voz provino de entre las sombras.
— ¿Hay algún problema? Y la respuesta correcta es no, Devyl, no lo hay.
El color abandonó el rostro de Barnet mientras se daba vuelta lentamente
para ver a Devyl Bane y William Death saliendo de la niebla en los muelles.
Ellos caminaron, pasando por delante de Cameron sin reconocerla en lo más
mínimo -lo que estaba bien para ella, ya que no quería estar bajo el escrutinio
de nadie, mientras estaban envueltos en esta disputa. Mejor mantener un perfil
bajo -esa fue la primera lección que aprendió desde que era una niña, antes
de la muerte de sus padres.
Y cómo la voz del Capitán Bane viajo sin ningún esfuerzo, sin que él la
levantara, ella no tenía ni idea. Sin embargo, sostenía ese tono escalofriante
y dominante, que colgaba en el aire, como la voz de algún antiguo dios de la
guerra.
— Capitán Bane, - saludó Barnet con un pequeñísimo indicio de temblor
en su garganta. - ¿Este es su barco?
— No hagas un hábito el invadir los buques de otros hombres. - la forma
en que lo dijo dejó entrever que él no estaba hablando estrictamente sobre
barcos. - Ahora saca tus botas embarradas de mis tablas, ya que tu mera
presencia aqui me ofende hasta lo más profundo de mi ser, antes de que trate
de enseñarte los buenos modales que debería haberte enseñado tu madre.
Él no se detuvo a mirar al Capitán Barnet. Por el contrario, siguió caminando
hasta pasar a toda la tripulación, como si no hubiera consecuencias ni tuviera
ninguna preocupación.
Barnet dio un paso hacia adelante, pero Bart y Zumari bloquearon su paso
para impedir que siguiera a su Capitán. — Tienes una tripulación nueva… -
dijo Barnet.
Bane no se volvió a mirar al infame cazador de piratas. En cambio, se
dirigió directamente a su camarote.
William, por su parte, se detuvo al lado de Bart y se volvió para dirigirle
una sonrisa al Capitán Barnet y sus hombres. Él se sacudió las mangas de su
chaqueta como si fuera un alegre hombre preocupado por su apariencia.
— Saludos, Johnny. ¿Atrapaste algún espantoso pirata últimamente?
El color regreso a las mejillas del cazador de piratas, para oscurecerlas
con una repentina furia. - Busco al Capitán Cross. Oímos que habían entrado
en nuestras aguas. El y Jean St. Noir.
William chasqueo con la lengua — ¿Esto se parece a la Fickle Bitch o a el
Soucouyant? Barnet… - lo reprendió - estoy profundamente ofendido. Nuestra
dama barco está ofendida.- Él chasqueó la lengua al grupo del Capitán Barnet.
— Mejor se van antes que Bane los escuche y lance una espada hacia
ti por haber insultado el honor de su dama, esta es una guerrera de primera
26
clase, no una medio amañada corbeta, o una fragata. A él no le gustará ese
desaire… para nada.
Haciendo muecas, Barnet barrió con una mirada a través de la silenciosa
tripulación, que permanecía alrededor para respaldar a su primer oficial.
— Hay algo que no está bien con todos ustedes.
William le guiño el ojo. — Hay algo que no está bien con todos ustedes en
tu mundo, compañero. Nosotros solo abrazamos nuestras diferencias naturales
con sumo gusto.
Y con eso, el Capitán Barnet y sus soldados finalmente dejaron la pasarela.
William los siguió abajo, hasta el muelle, para asegurarse de que ellos
dejaban el área y no intentaban regresar para colarse a bordo de alguna otra
manera.
Cameron no se movió hasta después de que el Capitán Barnet y sus
hombres se habían desvanecido en la noche.
— ¿Ellos te asustaron, ma petite*?
Cameron dejó salir un grito asustado hacia la voz que se manifestó al lado

* En francés en el original: -mi pequeña


de su oído. Saltando para alejarse, ella se giró, para ver a un hombre peculiar
parado tan cerca, que ella podía sentir su aliento en su carne.
Su piel era de un rico color caramelo, extendida sobre un cuerpo que
ondulaba con músculos definidos, como los que ella raramente había visto sobre
cualquier hombre. El Capitán Bane, sin embargo, no era la única característica
que poseía. Su cabello negro estaba corto y en picos despuntados en su
cabeza, en un estilo extraño y único.
Y esos ojos…
¡Cielo misericordioso!
Eran diferentes a cualquier matiz que alguna vez hubiera visto, especialmente
por el resto de su coloración. Un azul frio, acerado, tenían un profundo gris
fundido, y aun así…
El color realmente desafiaba toda explicación. Eran más como una
tormenta plateada en un mar oscuro y siniestro. En una forma extraña, eso le
recordó a como el párroco y sus escrituras describían los colores de los pálidos
caballos que la muerte montaba en el apocalipsis.
Más extraño aún, las mangas de su camisa de lino negra estaban enrolladas
hasta los codos, dejando ver que sus antebrazos, ambos, estaban cubiertos
con intrincados tatuajes negros, que parecían más un segundo color de piel
que tinta.
El curvó una fina ceja arqueada ante su continuo silencio. — ¿Devyl se
comió tu lengua?
27
Ella se estremeció ante el sonido de su voz. — Es un increíble acento el que
tienes ahí. ¿De dónde eres?
Su sonrisa se transformó en cálida y encantadora. — De un lugar que sé
que nunca has escuchado. Wyñeria. El acento es una forma de Igñeri…. Isla
del Caribe.
Él estaba en lo cierto - ella nunca había oído sobre su tierra antes. Pero con
el paso de los años, ella había aprendido sobre diferentes pueblos y pequeñas
islas en el Caribe. — ¿Cuál isla?
— Solo digamos que está entre Trinidad y Tobago, y dejémoslo ahí.
— Deja al nuevo miembro de nuestra tripulación, Kalder. Órdenes del
Capitán- dijo William mientras se les unía.
Con un tono melancólico, le hablo al Señor Death con un lenguaje lirico
que Cameron nunca había escuchado antes, y luego, se dirigió hacia el barco.
Ella frunció el ceño mientras se daba cuenta que Kalder estaba descalzo,
sin medias. Y que, como sus brazos, sus piernas tenían unos peculiares e
intrincados tatuajes desde las rodillas hasta abajo.
— ¿Qué es lo que dijo? - Preguntó a William.
— No apto para repetir frente a una dama, mi amor. Me temo que
encontrarás que la mayor parte de nuestra tripulación no son las más refinadas
de las criaturas. Kalder Dupree es uno de esos a quien no te gustaría darle una
parte de tu camarote.
— ¿Por qué?, él parecía bastante cordial.- Además de un poco
desconcertante con sus movimientos silenciosos y su mirada penetrante.
Él hizo una mueca de dolor. — Si tú te enfocas en lo que parecen ser, niña,
en vez de lo que en realidad son, estarás yendo por el camino más largo con
este grupo.
De repente un silbido rasgó el aire.
Antes de que pudiera preguntar sobre eso, William la tomo del brazo
y corrió con ella hacia la pasarela. Él casi la arrastró a bordo, mientras la
tripulación se revolvía como si estuvieran por navegar en lo oscuro.
William no paró hasta que alcanzaron el palo mayor, donde Kalder estaba
de pie junto a un hombre aún más peculiar y llamativo. Este era más alto y
esbelto, con el pecho desnudo, decorado con huesos de animales, cuentas, y
plumas entrelazadas para formar una clase de adorno que ella solo había visto
antes en ciertos ancianos de la tribu Powhatan, quienes vinieron a intercambiar
mercancía en Virginia o a conocer a los oficiales de la ciudad. Sin embargo,
las plumas ensartadas en su bastón y sus brazaletes con cuentas parecían estar
en desacuerdo con sus largas y oscuras rastas rubias que eran las favoritas de
algunos de los isleños que había conocido en esta última búsqueda.
Y él había pintado su cara como nada que ella hubiera visto antes. No
28
como un chamán o un guerrero. Además, él usaba pantalones y botas de un
noble europeo y la espada de un nómada Saracen. Verdaderamente el hombre
tenía un estilo único para sí mismo.
— ¿Qué es eso? William les pregunto mientras soltaba su brazo y se
movía para acercarse al extraño hombre.
— Parece que hay una mala brisa soplando desde el arco del puerto - El
hombre miró a Kalder. - Apesta a que estaremos encargados de limpiar.
Kalder rodó sus ojos. — Yo creo que la podrida perra solo está queriendo
asegurarse de que ninguno de nosotros duerma esta noche.
Él bufó ante las rudas palabras de Kalder. — Yo no soy a quien deben
temer, hermano. - El apuntó con su barbilla hacia algo detrás de Cameron. -
Sancha parece un poco achispada por la locura de Nelson más temprano esta
noche.
Cameron giró para ver a una excepcionalmente alta y graciosamente
larguirucha mujer, acercándose a ellos. Su larga y rizada peluca negra la
hacía inclinarse, mientras se dirigía a través de la cubierta hacia el timón. Sin
decir una palabra, la mujer le dio una palmada al hombro de Kalder mientras
trataba de dar un paso a su alrededor, cayó contra él, luego se enderezó. Con
un beso en la mejilla, se alejó y se cayó contra Bart, que luego la ayudó a
ponerse de pie.
Cameron no tenía ni idea de cómo la mujer podía hacer que su baile
borracho fuera tan hermoso. Aun así, Sancha era elegante mientras estaba
achispada.
Pero cuando los hombres en realidad permitieron a la mujer tomar su lugar
en el timón, Cameron los miro boquiabierta. — ¿Qué demonios, hombres? -
la maldición salió de su boca antes de que ella pudiera detenerla - ¿Ustedes
planean dejarla dirigir el barco mientras está borracha?
Los hombres rieron extrañamente sin coincidir. — Por supuesto. Nosotros
solo le tememos cuando está sobria. Es cuando Sancha es una puta desagradable
con un giro malo de látigo… y una lengua que deja más sangre, aún más
rápido.
Eso solo la confundió más. — ¿Entonces por qué dijiste que le temes?
— Todos le temen, amor, yo solamente comenté el hecho, después del
capitán, ella es la cosa más escalofriante en esta nave, y está un poco bebida
de más esta noche… incluso para ella.- Él le guiño a Cameron - Su nombre era
Rosenkrankz, o Rosie, y ¿cuál sería el nombre para tal dulce bocado como tú?
Cuando ella abrió la boca para responder, sonó un grito para que Kalder
se agachara. Antes de que él pudiera obedecer la llamada, una cubeta de
agua lanzada terminó sobre él.
Ella esperaba que él explotara en ira.
29
No lo hizo.
Sin embargo, el gimió mientras su cuerpo entero cambiaba
instantáneamente… su piel se convirtió en manchada y plateada como las
escamas de un pez iridiscente. Branquias se abrieron en su cuello, mientras
sus dientes se alargaron como colmillos. Lo que ella confundió con tatuajes se
convirtieron en aletas que sobresalieron de sus brazos y piernas.
Asfixiándose, chisporroteo y tosió, luego cambió nuevamente para mirar
al marinero que lo había mojado. — ¡Ten cuidado! ¡Tu grandísimo idiota!
¡Mira lo que lanzas o yo haré que te lo tragues por la nariz!
— Lo siento, Kal, se deslizó de mis manos, no pasará de nuevo.
— Mira que no vuelva a pasar. Si no, yo estaré infectando con viruela una
parte de tu anatomía que extrañaras usar.
— Acá, Señor Dupree.
Cameron por poco gritó cuando el Capitán Bane literalmente apareció de
la nada y se paró al lado de Kalder con una toalla para él. Se la entregó, y
luego comenzó a ayudar a gritar órdenes a la tripulación para lanzarse mar
abierto.
Demasiado aturdida para hablar, ella observó como la piel de Kalder
regresaba a su color normal, pensó que “normal” estaba comenzando a tomar
un significado completamente nuevo con este grupo en particular.
Kalder echó una divertida mueca hacia ella. — Manejaste eso bien, para
una respiradora de aire. ¿Seguramente tienes preguntas sobre esto… y sobre
mi?
Si, ella las tenía -por supuesto que las tenía- pero entre más miraba a esta
tripulación…
Ella no sabía por dónde comenzar mientras su cabeza comenzaba
a hilvanar la locura de todo eso. Los aparejos se movieron a través de los
mástiles y las líneas con un talento inhumano. Era aterrador de ver la forma
en la que ellos escalaban la espinosa madera y las gruesas cuerdas para tirar
las velas, sin miedo ni vacilación. La forma en que todos ellos se apresuraban,
desplegando talentos que no habían nacido de este mundo o de una típica
mujer. Seguramente eran demonios todos.
Esta es una tripulación de condenados.
Y ella había caminado a abordo. Voluntariamente.
Con ambos pies.
¿Qué he hecho? Ella no lo había pensado al unirse a ellos. No realmente.
Sin embargo, había depositado su confianza en unos completos extraños de
los cuales no sabía nada. Y esa no era ella. Nunca. Cameron Maire Jack no
confiaba en nadie. Nunca en su vida había hecho una cosa como esta.
¿Estaba ella realmente tan desesperada?
30
Por supuesto que lo estoy.
Sin Paden, ella no tenía nada en este mundo. Ella no tenía a nadie. Incluso
antes de que sus padres murieran, había adorado a su hermano mayor. Él había
sido todo para ella. Su mejor amigo y protector. Su confidente y compañero
de juegos.
Mientras la muerte de sus padres había sido difícil de soportar, las noticias
sobre él la habían devastado a un nivel que ella nunca había sabido que
existía. El dolor había sido inimaginable. Indescriptible. La envolvió en una
desesperación de la que aún no podía recuperarse.
Desde el día que ella aprendió lo que significaba la muerte, cuando era
una pequeña niña a la edad de cinco y su cachorro favorito había perecido
después de enredarse con un zorro, ella supo que sus padres la precederían a
la tumba. Era de esperarse, así era la manera en que las cosas iban. El orden
natural de los niños que sobrevivían a sus padres para tener con su propio
linaje.
Pero Paden…
Cinco años mayor que ella, él siempre estaba ahí. Siempre. No importaba
qué, él no la iba a dejar sola en este mundo miserable. Él le prometió eso a
ella. Que siempre iba a estar a su lado para mantenerla a salvo. Él no faltaría
a su palabra. Por nada. Por nadie. Siempre serían los dos. En las buenas y en
las malas, y todas las que había en medio. Ni el diablo y todos sus demonios
mantendrían a su hermano lejos de ella.
Ese había sido su juramento cada noche de su vida, cuando él la metía en
la cama…
No tengas miedo.
Yo te cuido cheer.*
Siempre será
Tú y yo.
En las buenas y en las malas
Hasta el final.
Ni el cielo o el infierno
Me alejaran de mi Cammy-belle
¿Cómo podría Paden haber roto su corazón? ¿No sabía él que no era su
vida la que perdió en el mar?
Era la de ella.
Pero peor que eso, él se había llevado su fe y sus esperanzas con él a
la tumba. Su corazón. La creencia en Dios mismo. Ciertamente, ella estaba
ahora como una cascara hueca, sin nada adentro, excepto un profundo e
interminable dolor, y un sentido de pérdida tal, que ella nunca sentiría nada
nunca más.
31
— Yo creo que la mandamos a un estado de shock.
Cameron giro ante la aguda voz femenina para encontrar…
Bueno, no estaba muy segura de qué era esta nueva persona. Solo una
pulgada más alta que ella, estaba vestida con una capa de alta costura,robe
à l’anglais, aunque hecha de arpillera, su piel no parecía humana, sino más
bien de paja…
Ella le sonrió a Cameron. — Tú tienes esa mirada, querida.
Cameron parpadeo confusa. — ¿Qué mirada es esa?
La mujer suspiró, con aquella extraña voz suya, mientras miraba hacia
Bart.
— Es la mirada, ¿No es así?
— Sí. Pero no puedes culparla por eso, en realidad.
— Supongo - ella dejo salir otro suspiro sincero - Aunque, me gustaría
conocer a alguien y que no la tuviera más
— ¿Tener qué? – preguntó Cameron frunciendo el ceño.
— La mirada que dice que soy un fenómeno - ella susurró en un tono ominoso

* En francés en el original: Querida


- Mi nombre es Valynda. Y si, no soy humana… creí que era una alguna vez.
Hasta que un hechizo de amor salió mal y estas son las consecuencias de eso.
Cameron palideció — ¿Qué?
Ella levantó sus manos con una impotente desesperanza — No era mi
hechizo, por si te interesa. Sin embargo, el idiota que quería que yo me
enamorara de él, compro un lwa de una bruja, y esto es lo que me hicieron,
porque él sabía lo que estaba haciendo. Succionó mi alma dentro de una
muñeca y no hubo nada más que hacer.
— ¿Nada? - preguntó Cameron, atónita mientras la escuchaba. ¿Era esto
real? ¿Era posible? Seguramente ella estaba soñando…
Nadie podía transformar un ser viviente en una muñeca de trapo. ¿O sí
podrían?
¿Por accidente? Verdaderamente era un pensamiento horrible.
William sacudió su cabeza. -Supersticiosamente el predicador quemó su
cuerpo. Dejándola en un aprieto, de hecho.
Valynda asintió. — Pero por Lady Belle, yo he quedado atrapada en medio
por siempre.
¿En medio de qué?
Cameron no estaba segura de que ella quisiera saber la respuesta, así que
ella hizo otra pregunta que la atormentaba. — ¿Belle?
— Nuestro doctor, - dijo Bart, sacudiendo su barbilla hacia uno de los
aparejos. - Belle Morte es alguien a quien no querrías hacerle trampa. Ella
32
es una poderosa experta, que puede hacerle competencia a las más fuertes
bestias del infierno.
Cameron frunció el ceño ante la vista de una hermosa mujer de piel oscura
quien parecía inofensiva- hasta que ella sacó el largo machete para cortar
expertamente las cuerdas de una vela, antes de dar una voltereta hacia abajo
para aterrizar en la cubierta, con la habilidad de un asesino maestro. En un
movimiento fluido y agraciado, ella envainó su arma y sacudió otra cuerda. Si,
los objetos más mortíferos eran a menudo los más hermosos.
— ¿Una Obia?
— No, amor. Algo mucho, mucho más oscuro. Nosotros no hablamos de
eso, no queremos ofenderla y que nos maldiga a todos por eso.
Cameron se persignó. ¿En qué me has metido, hermano? Ella había venido
hasta acá buscando ayuda y salvación para ambos. Pero no había salvación
en este barco. Nunca había visto a gente más maldita en toda su vida. Si
hubiera una tripulación más atada al bajo hoyo de Lucifer, esta tenía que ser.
Y ella estaba navegando entre ellos, directamente a los dominios del
infierno.
Un terror rígido y helado se apoderó de ella mientras un sentimiento
putrefacto se arrastraba por su piel hasta su alma. — ¿Una pregunta, Señor
Death?
— ¿Si, muchacha?
— ¿Soy la única humana a bordo de este barco?
Para su más profundo disgusto, el dudó. Y cuando al fin le respondió, no
era lo que ella esperaba escuchar y no le dio ningún consuelo en lo absoluto.
— Define la palabra “humano.”

33
Capitulo 3
Traducido por: Andy Cruel y V. Cardiel
Revisado por: Andy Cruel

— ¿Soy la única humana a bordo de este barco?


Devyl ni siquiera parpadeo ante la pregunta de Cameron mientras ella
se detuvo justo enfrente de él, donde se encontraba dando órdenes a los
aparejadores de la cubierta. En todo caso, el buen capitán parecía aburrido
a causa de ella mientras dejaban el puerto y se lanzaban a mar abierto. —
Dependiendo de la definición que uses para humano.
Ella le dirigió una mirada irritada y divertida mientras repetía las palabras
de su primer a bordo con un leve murmullo. —No me hacen gracia sus
respuestas evasivas capitán.
Arqueó una sardónica ceja negra con una mirada que hizo que escalofríos
le recorrieran la columna vertebral. — ¿Quién dice que estoy dando evasivas?
Le costó un esfuerzo titánico el no rodarle los ojos al hombre - o quizás
bestia infernal sería más correcto - que estaba muy segura de que bien podría 34
devorar su alma inmortal y deleitarse con ello. — ¿Puede por lo menos decirme
por qué me trajeron a bordo de este barco, entonces?
— Para su protección.
¿Por qué le costaba tanto creer eso? Probablemente porque ella no podía
imaginar a un grupo más peligroso que el que se encontraba a su alrededor.
— ¿De qué?
Olvídense de la tripulación, ella estaba empezando a dudar de si podía
haber algo más letal o aterrador que las criaturas que llamaban a este barco
su hogar.
Dejó salir un largo y lento suspiro, como si buscase un poco de paciencia.
— No somos sus enemigos, señorita Jack. De eso puede estar segura. Si bien
podríamos ser un grupo desagradable, hostil e incivilizado, tenemos nuestro
honor.
— ¿Y eso significa…?
— Significa que reservamos nuestro veneno para quienes se lo han ganado.
Y esas palabras no lograron tranquilizarla. - Tendrá que perdonarme si su
lema me causa cierta alarma.
— No tiene por qué disculparse, tiene todo el derecho a temernos, como
dije, somos un poco hostiles -. Él volvió esos oscuros ojos sin alma hacia ella, y
esta vez, ella vio que de hecho se volvieron rojos como la sangre.
Resplandecieron en la oscuridad con una luz profana.
— Es un gusto adquirido.
Al escuchar su tono siniestro, saltó en la cubierta y se santiguo, mientras
verdadero y absoluto terror la envolvía. No era con eso con lo que había querido
firmar cuando se había prometido a sí misma y a Lettice que encontraría a su
hermano sin importar que y lo traería a casa. Esta búsqueda había tomado
más tiempo del que ella había anticipado. Más de lo que Nathaniel Harrison
le perdonaría.
Tampoco había querido encontrar la nave del diablo y a su tripulación
para navegar. ¡Sin duda estaban ligados al infierno mismo!
Querido cielo, me he entregado a la Perdición…
Todo había parecido tan simple cuando abrió la carta de su hermano
y se dispuso a localizarlo. Primero ella debía venir a Port Royal y hacer
algunas preguntas. Descubrir por qué Paden no había vuelto a casa después
del naufragio al que obviamente había sobrevivido. Reprenderlo por ser tan
críptico en su misiva, luego regresar a casa con su hermano rebelde a cuestas,
y Lettice lo golpearía por su insensatez y por la preocupación que les había
dado.
Se supone que esto nunca había formado parte del plan. Y el horrible
capitán delante de ella definitivamente no era parte del trato.
Bane se congeló al presenciar el completo y absoluto terror de Cameron.
35
Ella literalmente temblaba a su lado hasta tal punto que estaba asombrado de
que no mojara los tablones bajo sus pies.
Hubo un tiempo en que había vivido para inculcar esa cantidad de miedo
e intimidación en otros. Cuando la vista de los hombres petrificados había sido
leche materna para su frío y muerto corazón. La compasión y la ternura habían
sido virtualmente desconocidas para su pueblo beligerante. Y sin embargo…
En el destello de un solo latido de corazón, su mente lo llevó de nuevo a
los días en que él no había sido el líder de su raza. Hasta el momento antes
de que él tomara su primera vida en la batalla y había sido nada más que el
querido hermano mayor de su pequeña hermana.
Ya no se encontraba en este barco, estaba de nuevo en los prados verdes
donde había corrido cuando era niño. Y como era su costumbre, fue a reunirse
con sus amigos para cazar y jugar durante una rara tarde de libertad; algo por
lo que había trabajado y sufrido duramente.
Y como era típico de su hermana, Elyzabel estaba tras sus talones,
fastidiándolo hasta la mierda. Cinco años más joven que él, ella era una cosa
pequeña, pero se creía igual en tamaño y habilidad.
— ¿Qué es esto, Du? ¿Por qué llevas la lanza de Ta? ¿Sabe que la tienes?
— Sí, lo sabe. ¿Por qué me estás molestando ahora con tu cháchara inútil?
¡Largo de aquí! ¿No hay alguien a quien puedas molestar más que a mí?
Tenemos una hermana, ¿sabes? Seguramente ella es más adecuada para tus
gustos que yo.
Pero nunca había preferido la compañía de Edyth sobre la suya. Y no es
que él la culpara por eso. Edyth era un puñado de mierda en sus mejores días.
— ¿Vas a cazar? ¿Puedo ir? Por favor, por favor.
— ¡No! - Girando sobre sus talones, él le gruñó a Elyzabel. Luego se
quedó inmóvil al ver los enredos en su cabello castaño y la suciedad en sus
pecosas mejillas. Más que eso, notó que, bajo la tierra, había comenzado a
formarse un moretón que profundizaba la sombra de sus ojos ámbar, y que su
vestido estaba desgarrado.
Aunque tenía poco más del tamaño de una pulga, siempre estaba dispuesta
a estar cara a cara con él, nunca vacilando ante su temeridad cada vez que
decía o hacía algo que le disgustara. Incluso se atrevía a empujarlo cuando
ningún hombre salvo su padre se encontraría con su mirada llena de ira.
Gritaba en su cara cada vez que ella estaba enojada con él.
Incluso se puso de pie ante su padre durante sus peores borracheras.
Sus agallas y fuego interno siempre le habían divertido y lo habían
asombrado, incluso cuando había querido hacerla traspasar la pared por no
escucharle, o negarse a esconderse cuando era lo más prudente. En toda su
vida, nunca había amado a nadie tanto como a su pequeña hermana.
36
Ni siquiera a Vine.
Pero si bien podía haber peleado verbalmente con su hermana cada vez
que traspasaba los límites de su paciencia y de todo el sentido común, por los
mismos dioses, a nadie más se le permitía hacer tal cosa y nadie iba a ponerle
las manos encima.
Nadie.
Ni siquiera su padre. Y tenía las cicatrices para demostrarlo.
— ¿De qué se trata todo esto? - preguntó, indicando su mejilla.
Elyzabel apartó la mirada. - No es nada. ¿Puedo ir contigo?
— Elf... - la reprendió, acariciando su barbilla y apaciguando su tono con
ella. - Dime qué te ha pasado, muchacha.
Ella soltó un largo suspiro antes de que finalmente arrugara la cara y lo
confesara — ¡Fue la bestia!
— ¿Derphin?
— No. El otro peludo que más odio.
— ¿Ilex?
— ¡Sí! Dijo que una chica no era capaz de trepar a un árbol y que debía
regresar al pecho de mamá antes de que me lastimara. Así que subí al árbol
para mostrarle lo que una chica podía hacer y luego me empujó y peleamos
por ello.
Esas palabras habían encendido su furia. — ¿Te golpeó?
Ella asintió.
Ésa había sido la primera vez que Devyl había conocido la parte de sí
mismo que lo había hecho famoso en el campo de batalla. Aquella bestia
fría e irrazonable que no se detendría hasta que su enemigo estuviera hecho
pedazos a sus pies, ya fuera muerto o pidiendo una misericordia que nunca
había mostrado a nadie excepto a su preciosa Elyzabel.
Sólo Elf había detenido su furiosa mano. Sólo sus lágrimas lo habían
movido a la misericordia o a la compasión.
Hasta hoy.
Algo acerca de Cameron le recordó a su preciosa hermana, y esta pequeña
mujer tocó el último fragmento de una humanidad que había pensado que se
había ido a la tumba con su Elf.
Hundeme…
Cameron tragó saliva al encontrarse con la mirada feroz y sangrienta
de Bane. Por primera vez, vio el más ligero ablandamiento en su semblante
demoníaco. El mero vislumbre de un alma bajo la maldad.
Su mueca se aligero cuando él sostuvo una grande mano hacia ella. — No
hay necesidad de eso, muchacha.
Rechazando ceder a su terror, se obligó a ponerse de pie y se aferró a
37
la fuerza que Paden le había inculcado para seguir adelante después de la
muerte de sus padres.
Que nadie vea tu debilidad, Cam. Nunca. Somos Jacks, por Dios. Y los Jacks
no se tuercen ni se doblan.
En esto por medio penique. En esto por una libra.
Para el caso, ella estaba en todo este asunto por su propia elección. No
había salida ahora. Contra viento y marea.
O contra la propia condenación.
Lo que sea necesario. No tenía elección, excepto seguir hasta el final de
esta búsqueda.
— Aún no entiendo por qué me has traído aquí, capitán.
— ¿La verdad? Yo tampoco. Además de temer que algo bastante terrible
haya tomado el control de tu hermano. Mi experiencia con estas cosas es que
cuando suceden y el pobre bastardo que ha sido esclavizado se extiende
hacia un inocente como usted... las consecuencias son siempre graves para
dicho inocente, especialmente cuando se trata de algo tan importante como la
baratija en su bolsillo.
— Entonces, ¿no es una baratija inútil?
El viento le azotó el cabello ondulado mientras sus ojos se volvían del
color del ébano. Miró a través del tempestuoso mar que los rodeaba. — Al
contrario, señorita Jack. Guerras se han librado por ese pedazo de oro que
tiene e innumerables gargantas han sido cortadas. No le diga a nadie que lo
lleva con usted -. Él la miró furiosamente. - Lo que más me intriga es cómo su
hermano se las arregló para conseguirlo.
— Me llego por correo.
Él se quedó boquiabierto como si acabara de hallar la explicación más
increíble de todas. Como si desafiara toda razón.
Ella sostuvo su mano en solemne testimonio. — Lo juro. No pensé que
fuera nada más que una carta que debe haber sido enviada antes de partir
en su viaje. La mantuve casi una quincena antes de que pudiera atreverme a
abrirla para leerla, y luego cuando lo hice...
— ¿Le ocurrió algo extraño durante el tiempo en que la recibió?
— ¿Aparte de conocerlos a todos ustedes y a la Señora Menyara?
Su oscura mueca dijo que no apreciaba su humor.
Ella suavizó su propia expresión para hacerle saber que estaba bromeando.
— Nay, capitán. Nada desagradable.
De hecho, no había tenido ni una pesadilla desde que la recibió, lo cual
era extraño, dado que había tenido varias antes de que llegara la carta.
— Es muy curioso.
Cameron estrechó su mirada en él mientras seguía observando las oscuras
38
aguas a su alrededor, como si buscara algo que sólo él podía detectar.
— ¿Qué es lo que no me estás diciendo?
El rojo volvió a sus ojos un instante antes de desprenderse de su abrigo en
un rápido y elegante movimiento, desenfundando su espada.
— ¡Kalder! ¡Salgamos del puerto! ¡Sancha, suelta las amarras! ¡Están
subiendo por nuestra popa!
Tomó el brazo de Cameron y la empujó suavemente hacia William, mientras
Kalder saltaba por el costado, hacia el mar.
— Enciérrala en mi camarote durante la pelea.
— Sí, sí, capitán.
William la agarró con rapidez y la apartó.
Pero no antes de que ella viera lo que se levantaba de las entrañas de las
olas estigias para atraparlas.
¡Santa Madre y todos sus santos ...!
Cameron no podía respirar al ver lo que debía ser la mascota adorada
de Lucifer, una cruza entre un tiburón y un pulpo. Escamosa, enorme y con
tentáculos, como nada de lo que había visto u oído hablar antes, vino tras ellos
mientras la tripulación apuntaba y disparaba cañones y la cubierta bajo sus
pies vibraba por el retroceso. Sus orejas zumbaron por la fuerte percusión.
William la empujó dentro de los aposentos de Bane y cerró la puerta
con fuerza. Cameron tropezó hacia las ventanas para observar a la criatura
que estaba detrás de ellos, la cual además parecía haber traído consigo más
amigos siniestros.
El corazón le palpitaba en su pecho, sus oídos se llenaron con los sonidos
de la sangre corriendo, más los cañonazos, junto con los gritos y las ráfagas
de viento.
El olor de la pólvora y el mar le provocaban náuseas. Nunca, nunca había
visto o escuchado de tal cosa. Esto era material de pesadillas y de horror.
Desde donde estaba, podía ver a Kalder luchando contra la bestia, que lo
empequeñecía mientras se enredaban en el agua. El tritón lo apuñaló con una
larga lanza, mientras el capitán Bane enviaba bolas de fuego de sus puños a
su piel escamosa.
La criatura gritó y arqueó su espalda, alcanzando a ambos con sus
tentáculos espinosos.
En ese momento la bestia se encontró con su mirada a través del cristal de
plomo, como si sintiera que ella la estaba mirando.
El tiempo se detuvo durante un largo minuto, hasta que dejó escapar un
alarido penetrante, como nunca había oído. Era tan estridente que rompió el
vidrio, haciendo que llovieran los trozos sobre ella.
Cerrando los ojos, levantó los brazos para proteger su rostro hasta que
39
las esquirlas terminaron de caer. La nave se sacudió a causa de las violentas
olas que la criatura causaba. Nauseabunda por la sensación de balanceo, se
tambaleó contra el escritorio del capitán Bane.
Los vientos del mar la azotaron, desprendiendo mechones de cabello de
su trenza.
Con un gruñido profundo, la criatura se lanzó hacia ella, dirigiéndose
directamente al camarote. Agarró el escritorio con tanta fuerza, que la madera
magulló las palmas de sus manos.
En ese momento de terror absoluto y de un horror indescriptible, en el
que se dio cuenta que estaba sin armas y sin protección, Cameron buscó el
medallón en su bolsillo y recordó la oración que su madre le había enseñado
cuando era niña.
La que Paden siempre había recitado con ella cuando tenía miedo...
— No temerás al terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la
pestilencia que deambula en tinieblas, ni la destrucción que hace estragos en
medio del día. No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada.
Pues El dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos
tus caminos. En sus manos te llevarán, para que tu pie no tropiece con ninguna
piedra. Sobre el león y la cobra pisarás, pisotearás al cachorro de león y a la
serpiente. Porque en mí ha puesto su amor. Yo entonces lo libraré, lo exaltaré,
porque ha conocido mi nombre. Me invocará y le responderé. Yo estaré con
él en la angustia, lo rescataré y lo honraré. Lo saciaré de larga vida y le haré
ver mi salvación.
Apenas terminó de decir esas palabras, su mano en el bolsillo comenzó a
calentarse, el bolsillo donde sostenía el talismán que Paden le había enviado
para su protección en caso de que lo necesitara.

*************

Devyl se tambaleó hacia atrás al ver el deslumbrante velo caer sobre el


barco, igual que a los miembros de su tripulación. Incluso cubrió a Kalder
en el agua. Una telaraña luminosa se vertía sobre todos, como una lluvia de
primavera. Solamente que en vez de dejarlos húmedos, arrojaban sobre su piel
un resplandor etéreo, como el del carbón que sostenía fuego en su oscuridad.
William y Bart se miraron el uno al otro con las mandíbulas flojas. Entonces
se volvieron hacia él por una explicación que ni siquiera podía comenzar a
darles.
— ¿Capitán? -, preguntó Belle, que se apartó del aparejo y se colocó a
40
su lado.
Tampoco tenía ninguna respuesta para ella. No para esto.
Y definitivamente no para lo que hizo que la bestia y sus compatriotas en
el agua se astillaran en una fina niebla reluciente que se asentó sobre las olas
sólo para desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.
¿Qué demonios?
Como si eso no fuera bastante aterrador, una ola enorme levantó a Kalder
del mar y lo depositó sobre la cubierta cerca de la proa, como para asegurarse
de que estuviera a salvo, junto con el resto de ellos.
Su propia mandíbula quedo boquiabierta, Devyl le lanzó su espada a
Belle antes de dirigirse hacia la única fuente que podía imaginar.
Cameron Jack.
La encontró en su cabina, de rodillas, agarrándose al medallón que su
hermano le había enviado. Sus ojos habían perdido todo su color. Sus labios
estaban tan pálidos como su cuerpo, mientras susurraba una oración apenas
audible. Incluso su cabello se había vuelto blanco.
Los sangrientos cortes rojos causados por las ventanas rotas proporcionaban
el único color en cualquier parte de su cuerpo. Y sin embargo, eran la parte
más extraña.
Trozos de cristal flotaban en el aire, a su alrededor, formando la ilusión de
alas resplandecientes que sobresalían de su espalda.
William se quedó pasmado detrás de él y maldijo. — ¿Qué clase de
criatura es ella?
Cuando Bart los rodeó con su espada levantada para atacarla, Devyl lo
detuvo y lo desarmó. — Ella no es nuestro enemigo, Señor Meers -. Volvió a
envainar la espada.
— ¿Qué es ella? -. Repitió la pregunta de William.
— Algo que haría que se mearan encima aquellos a quienes les parecemos
despreciables, si supieran que ella está entre nuestra tripulación. Y explica
mucho sobre lo que le sucedió a su hermano y por qué el Plate Fleet se hundió
como lo hizo.
William frunció el ceño. — Me perdí, capitán.
Devyl cerró cuidadosamente la distancia entre ellos antes de tomar el
medallón de la mano de Cameron. En el momento en que lo soltó, su cabello
regresó a su tonalidad natural castaña y sus ojos a su color azul verdoso.
El vidrio cayó al suelo, donde golpeó y dejó escapar un pequeño sonido
tintineante parecido a las campanillas de un bufón.
Cameron parpadeó dos veces como si despertara de un sueño profundo.
Con una mueca feroz, echó un vistazo entre ellos. — ¿La lucha ha terminado?
Amargamente divertido, Devyl soltó un suspiro cansado mientras frotaba
41
su pulgar contra el medallón abrasador. El antiguo poder y el alma del guerrero
que contenía, resonaron en el metal, similar al latido de un corazón. No era de
extrañar que Menyara la hubiera enviado hacia ellos.
Maldita sea esa perra por interferir en esto.
— Aye -. Miró a sus hombres por encima del hombro. - Parece que
necesitamos corregir las respuestas que le dimos antes a la muchacha, Señor
Death.
— Deeth... ¿y qué respuesta seria esa, capitán?
— No hay seres humanos a bordo de este barco, en absoluto.
Cameron se quedó boquiabierta. — ¿P-p-perdón?
Sostuvo el medallón frente a su rostro para que pudiera ver los restos
del débil resplandor que contenía al ser activado por el mal que se había
enfrentado contra ellos.
— ¿Recuerda algo de los últimos minutos?
Su ceño se profundizó mientras miraba a su alrededor como si buscara
una respuesta antes de que sacudiera la cabeza.
Entregándole el medallón, cerró los dedos a su alrededor. — Has nacido
de la línea de sangre de un Seraph, muchacha. Y esta baratija de tu hermano
es la prueba de ello. Había estado esperando equivocarme con mi anterior
evaluación. Lamentablemente, no fue así -. Dio un paso atrás mientras
contemplaba lo que significaba todo esto. - La buena noticia es que, dado que
no tenía idea de los orígenes de tu familia... a menos que tengas un hermano
de quien tus padres no hayan podido hablar, tu hermano todavía está vivo en
alguna parte... tenías razón con tus afirmaciones. No lo mataron, después de
todo.
Cameron jadeó cuando la esperanza finalmente la llenó. — ¿Estás seguro
de eso?
Bane asintió con su cabeza, antes de tomarse la barbilla con su puño. —
Como acabamos de ver, el medallón reacciona a su sangre cuando está bajo
amenaza demoníaca. Si el capitán Jack hubiera muerto, se le habría acercado
a los que él sirve para reemplazarlo en esta pelea. Como nadie ha venido por
usted, está vivo sin duda. Y ese medallón es de su propia espada, estoy seguro
de que lo heredó de uno de sus padres.
Cameron se quedó sin aliento cuando abrió la mano para estudiar el
emblema más de cerca. Nunca lo había visto en posesión de sus padres. — Mi
madre tenía una espada que pertenecía a su padre antes de morir, pero nunca
nos permitió que estuviéramos cerca del baúl cerrado donde la guardaba.
Siempre decía que pasaría a Paden luego de su muerte -. Se mordió el labio
mientras recordaba algo en lo que no había pensado en años. - Después de
su muerte, tampoco me dejó verlo. Nunca pensé en nada de eso, hasta ahora.
42
Como ella, lo guardaba con el mayor de los cuidados.
— Debido al poder que contiene, es un faro para el mal. Uno que atrae
lo atrae como una llama a las polillas. A menos que se mantenga blindado y
cerrado, sería una amenaza para cualquier inocente que se acerque sin saber
lo que realmente es -. Devyl cruzó los brazos sobre su pecho - Tu hermano
debió enviarte el medallón Seraph para impedir que sus enemigos usen su
espada o destruyan el Alma de su antepasado. Y para mantenerte a salvo en
su ausencia.
— ¿Qué es ese Seraph que sigues mencionando? -. Preguntó William.
Antes de que Devyl pudiera hablar, una mujer pálida y brillante apareció
en el centro de la cabina.
Sorprendida, Cameron se apartó de ella. Los hombres, sin embargo, ni
siquiera parpadearon. Actuaron como si su presencia fantasmal entre ellos
fuera normal y esperada.
Más hermosa que una reina de las hadas, se quedó cara a cara con
Devyl, tenía el cabello diferente a todo lo que Cameron había visto antes. De
un pálido dorado, estaba atado con hilos de hielo blanco - no gris o cualquier
tipo de gris - era de un blanco plateado y reluciente... como rizos de hada que
caían en ondas sin adornos hasta la cintura. Su vestido de seda a rayas negras
y blancas era sencillo, pero ricamente cortado y elegante. Un pañuelo de
encaje blanco le rodeaba el cuello y, como con su cabello, tenía hilos de plata
relucientes entrelazados, el mismo hilo adornaba los bordes de sus mangas y
dobladillo.
Sin embargo, la parte más peculiar era que ella estaba parada descalza
incluso mientras mantenía el porte de alguna gran emperatriz. Obviamente no
le temía a las astillas de los tablones del barco.
Y sus ojos...
En forma de almendra, eran de un color marrón oscuro. Se volvió hacia
Cameron y le ofreció una sonrisa amable.
— No hay necesidad de temerme, niña. No quiero hacerte ningún daño.
Devyl se adelantó. — Cameron Jack, ¿puedo presentarte a nuestra señora
nave, Marcelina?
Cameron hizo una reverencia a la noble.
— Es un placer conocerla, mi señora.
Marcelina sonrió. — No soy una señora, niña. Tú entendiste mal las
palabras de Du, como era sin duda su intención -. Le lanzó una mueca de
reproche al capitán Bane.
Confundida, Cameron esperó una explicación. William rió mientras Bart
reprimía una sonrisa.
Devyl le dirigió a cada uno de los hombres una mirada escalofriante antes
43
de explicar el significado de las palabras de la señora nave. -Mara es esta
nave que navegamos, señorita Jack. Nuestra guardiana, en todos los sentidos
de la palabra, en esta gran desventura.
— ¿Perdón?
— ¿Tal vez esto te pueda ayudar? -. Marcelina posó como la figura de proa
del barco. Ante los ojos de Cameron, se convirtió en una pieza de madera de
la cabeza a los pies.
— ¡Santa Madre de Dios! -. Cameron se persignó.
Marcelina volvió a su cuerpo humano. — No hay necesidad de entrar en
pánico, niña. Como dijo Du, soy el guardián de todos los que residen aquí.
Mientras sigas bajo mi protección, haré cualquier cosa para mantenerte a
salvo.
— Y también se asegurará de que no te diviertas en absoluto -, murmuró
Bart entre dientes.
El capitán le dio un codazo en el estómago con tanta fuerza que se dobló.
Sacudiendo la cabeza, Cameron hizo todo lo posible para absorber todo
esto, pero... — ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede ser ella el barco?
La sonrisa volvió a la cara de Marcelina. — Vengo de una raza antigua.
Somos la madera y la madera está en nosotros.
— Fueron los dioses y los guardianes del bosque -, Devyl dijo. - Siempre
fisgoneando entre la humanidad y causando problemas para ellos y nosotros.
— No entiendo.
Marcelina miró fijamente a Devyl. — Somos los protectores...
— Mis nalgas.
— ¡Du, por favor! ¡Cuida tu lenguaje!
— ¡Cuidado con tus mentiras! ¿Realmente te vas a parar aquí y predicar
sobre eso como si yo no estuviera presente?
Marcelina le hizo una mueca. — ¿Y cuál es tu historia? ¿Cuántos cayeron
por tu raza y tus ejércitos? ¿Necesito recordarte cómo nos conocimos?
— ¿Necesito recordarte cómo nos separamos? ¡La sangre nos empapa a
ambos!
— ¡Y tú eres una bestia irracional!
— Mejor que ser una irracional…
— ¡No te atrevas! - Gritó Marcelina, interrumpiéndolo antes de que pudiera
insultarla.
Un fiero tic empezó a darse en la mandíbula de Devyl mientras sus ojos
brillaban intensamente, de un rojo oscuro a la tenue luz.
Su respiración se desvaneció, Marcelina se volvió hacia Cameron. — De
todos modos, mi raza es anterior a la existencia de la humanidad por siglos.
Cameron frunció el ceño mientras trataba de entender lo que le decían.
44
— Entonces, ¿por qué nunca los hemos visto? ¿Cómo es que nunca he oído
hablar de su gente?
Marcelina volvió a mostrar otra mueca hostil hacia el capitán. — La guerra
redujo nuestro número prácticamente a la extinción. Si bien hubo millones de
nosotros hace siglos, ahora sólo hay un puñado -. Señaló al capitán. — Du y yo
tuvimos nuestros destinos unidos mucho antes de que el mundo que tú conoces
naciera. Así que cuando aceptó esta tarea, me vi obligada a hacerlo, también.
— La venganza es una perra - murmuró entre dientes.
Cameron no entendía tanta hostilidad, pero al menos estaba empezando
a entender la extraña relación con su tripulación y con su barco, y por qué
hablaban de las cosas de la manera en que lo hacían. Como William le había
advertido, las cosas aquí no eran lo que parecían, en todos los sentidos de la
palabra.
Inclinó la cabeza respetuosamente hacia Marcelina. — ¿Entonces eres la
esposa del capitán?
El capitán Bane resopló rudamente. — Difícilmente. Me habría cortado la
garganta primero.
— Al igual que yo - dijo Marcelina con el mismo tono burlón. - Ninguno
de nosotros tuvo una verdadera opción en nuestros destinos o en cualquier otra
misión descabellada que compartimos - Ella arrastró una mueca menos que
halagadora sobre su cuerpo. - No puedo imaginar un destino más horrible de
lo que dices.
El capitán Bane rió amargamente. — Yo sí puedo imaginar algo peor...
estar casado contigo.
William se aclaró la garganta cuando el capitán y Marcelina comenzaron
a escalar en su conflicto verbal. — ¿Ancianos…? Tienen niños presentes y nos
molesta cuando nuestros padres pelean.
— Habla por ti mismo, Will - dijo Bart con una sonrisa. - Me parece muy
entretenido. Especialmente cuando empiezan a lanzar cosas y se lanzan el
uno por el otro.
Sin siquiera mirar en su dirección, el capitán lanzó una daga a Bart que
parecía haber aparecido de la nada.
William lo atrapó y le chasqueó la lengua. — Mejor tenga cuidado con
ese repentino ataque, capitán. Podría sacarle un ojo a alguien con esto.
— Más bien tenía la esperanza de quitarle la vida a alguien con eso.
— ¡Oh vamos, eso fue malvado!
— ¿Siempre luchan así? - le susurró Cameron a Bart.
Frunciendo su rostro por el pensamiento — En realidad, esto es bastante
suave para ellos. Pienso que debe ser porque eres nueva en nuestra compañía,
por lo que lo están amortiguando un poco.
45
— De todas formas - repitió Marcelina, volviendo su atención a Cameron,
- mi raza - Deruvian - fue casi destruida por los mismos que buscamos. Nuestro
objetivo es evitar que la humanidad llegue a ese mismo destino.
Marcelina se puso cerca de William. — Y para responder a su pregunta,
señor Death - dijo su nombre correctamente - los Seraphs fueron elegidos entre
un grupo de luchadores de élite quienes una vez lucharon junto a mi raza por la
supervivencia de este mundo. Cuando la guerra terminó, las fuerzas Cimmerian
se rehusaron a dejar de cazar inocentes. Y probaron ser más recursivos y
resistentes que las puertas hechas de nuestro lado que los alejaban de tu reino.
Aún peor, una vez encontraron maneras de derrotar a los Seraphs, hasta que
sólo quedaron treinta y siete de ellos, de su una vez gran ejército. Como último
recurso, y para mantener el equilibrio intacto, el consejo Sarim hizo un trato
oscuro y usó magia prohibida para hacer inmortales a esas últimas treinta y
siete almas - con la ayuda de mi gente, los ataron a medallones como el de su
mano.
Devyl soltó un suspiro pesado. — Fue un acto desesperado pero necesario,
ya que los últimos treinta y siete poseían habilidades y poderes únicos que
se tardan años en dominar y aprender... Siempre que se pueda localizar a
un alumno apto para la instrucción. Así que en vez de comenzar desde el
principio, el medallón permite que el alma del Seraph tome temporalmente el
cuerpo de su descendencia para combatir a sus enemigos.
Marcelina asintió. — Sí, y debe ser un miembro de su línea de sangre
directa para acceder plenamente a sus poderes. De lo contrario, el Seraph se
corrompe y se convierte en una herramienta fácil para el mal.
— Así que cada alma debe ser cuidadosamente custodiada y resguardada
para asegurarse de que ningún otro la encuentre, la corrompa, y se una a ella
-, dijo Devyl. - Junto con la espada que el alma controla -. El capitán cogió la
mano de Cameron que sostenía su medallón. - La mala noticia es que ahora
que se ha conectado con el poder de su línea de sangre, ha enviado una señal
a aquellos que buscan destruir a todos los Seraphs restantes. No se detendrán
hasta que tú mueras y obtengan tu medallón.
Cameron se estremeció ante lo último que quería oír. Pero eso le dejó con
otra pregunta. — ¿También eres un Seraph?
Alejándose de ella, Devyl se burló amargamente. — No, muchacha. Yo
era la misma cosa contra la que luchaban por sus vidas.
— No entiendo.
El rojo volvió a sus ojos mientras su expresión se volvía siniestra. — Nunca
cometas el error de creer que soy algo más que un alma maldita, muchacha.
Estoy aquí sólo por venganza y sangre. Dejo la redención y la bondad para
gente mejor que yo, ya que no tengo ningún uso para nada de eso. Al demonio
46
con nada salvo la sangre y la violencia-. Y con esas palabras escalofriantes
suspendidas en el aire, les dejó.
Cuando William se puso en marcha detrás de Bane, Marcelina lo detuvo.
— Deje ir a Du, señor Death. No está de humor para el consuelo y no le dará
la bienvenida a nada más que el derramamiento de sangre en su actual estado
de ánimo. Confíe en mí, no quiere estar en el extremo receptor.
— Como digas, ma -. Inclinó su cabeza hacia ella, y luego se fue en la
dirección opuesta al capitán.
Bart vaciló. — ¿Debo mostrarle a la señorita Jack su camarote?
— Yo veré que sea instalada. Toma el timón de Sancha y asegúrate de que
Kalder tome la guardia.
— Sí, sí, ma - Y con eso, se fue.
Marcelina le ofreció a Cameron una sonrisa amable y benévola. — Los
hombres tenían razón. Para una mujer que no tiene experiencia en tales asuntos,
está tomando todo esto bastante bien. ¿Debería estar preocupada?
Cameron se metió el medallón en el bolsillo. — Lamentablemente, los
golpes duros son más bien la norma en mi vida. Sin embargo, para ser honesta,
esto me ha dejado completamente aturdida. Creo que estoy bastante borracha
de los golpes de aquí últimamente.
Ella rió. — Puedo imaginarlo.
Cameron se frotó el súbito escalofrío de sus brazos, mientras trataba de
enfrentarse a toda la nueva información con la que había sido bombardeada.
Honestamente, la tenía sorprendida como soportaba todo tan bien e hizo todo
lo posible para obtener alguna orientación sobre todo lo que había oído y
visto. — ¿Puedo preguntarte algo?
— Por supuesto.
— ¿Por qué llamas al capitán Du?
— Es su verdadero nombre. Dón-Dueli. Du o Duel para abreviar.
Dón-Dueli... ese nombre envió otro escalofrío por su espina dorsal. Denotaba
una sensación de maldad incluso más oscura que el nombre de Devyl Bane,
y le recordó los cuentos que su padre le había contado una vez de su patria
irlandesa. De una siniestra hada y de una sidhe oscura que acechaban en la
noche y se aprovechaban de los débiles.
— Nunca antes había oído hablar de ese nombre.
— Como yo, él viene de una raza antigua. Sólo que donde mi pueblo
buscaba la paz y la tranquilidad, el suyo buscaba la guerra y la dominación.
— ¿Es un demonio?
— Nay, niña. Sería una excusa fácil para él y su especie, cuando no hay
razón para la brutalidad que abrazó en su vida mortal. Se deleitaba en la
miseria de los que lo rodeaban y la bebía como si fuera leche materna.
47
— Entonces, ¿por qué está la ayudando a usted y a los demás ahora?
— Te aseguro que no es por una elección real o por ningún sentido de
noble obligación. Se vio forzado a esta tarea en contra de su voluntad para
corregir un error que cometió una vez.
— ¿En contra de quién?
— Una chica como tú. Dulce. Inocente. Hasta que ella lo conoció y cometió
el error de encomendar su corazón a sus manos insensibles.
No estaban ocultos los amargos matices de su voz.
O el odio.
— ¿Tú?
— No, niña. Mi hermana menor.

*********

— ¿Has hundido esa maldita nave?


El lusca hizo una pausa mientras observaba la ira en la voz de su señora.
Más agradecido que nunca de que ella aún no rompiera las barreras que la
mantenían encerrada en el mundo humano, y que pudiera llegar a él, tragó
saliva.
— Nay, mi señora. Llevan un Seraph con ellos ahora. Cuando traté de
romper el casco, activó un escudo de algún tipo alrededor de todos ellos y el
barco, y casi me mató.
Vine gritó de rabia, furiosa y frustrada, mientras golpeaba con su mano el
portal que la mantenía separada del mundo en el que estaba tan desesperada
por entrar. Y de la criatura que quería destripar.
El escudo se agrietó más.
Pero no lo suficiente.
Sólo una mera fracción, burlándose de ella como el desgraciado bastardo
que la había atrapado aquí, mientras el mundo del hombre se alzaba justo
más allá de su alcance.
¡Maldito seas, Dón-Dueli!
Y maldita sea Marcelina por su interferencia.
Hermana o no, ella quería el corazón de Mara en su puño, tanto como ella
quería el de él. Quería sentir sus dos órganos retorciéndose contra sus dedos,
mientras su sangre cubría su carne, hasta que su necesidad de venganza se
saciara.
Y el mundo del hombre se inclinara a sus pies y los lamiera hasta dejarlos
limpios.
48
Alisando las capas de su falda, Vine se volvió para mirar al patético
bastardo que sus sirvientes habían logrado hacer pasar por el portal para su
diversión unos meses atrás.
Débil y sangrante, ahora apenas era reconocible como un humano.
Aunque su fuerza había sido formidable al principio, estaba empezando a
desvanecerse bajo el torrente de interminables veces que se alimentó de él.
Sin embargo, se negó a darles la localización de la llave que necesitaban
para abrir esta maldita puerta y así poder volver a caminar por el reino humano.
Pero el Seraph se quebraría, eventualmente.
Siempre lo hacían. No importaba quién o qué los había sacado a este
universo.
Y eso exigía hacer una pregunta muy importante. — Un Seraph navega
con ellos, ¿Me dijiste? - le preguntó al lusca.
— Aye, querida señora. No hay duda al respecto. Yo mismo vi la transición.
Eso no podía ser una coincidencia.
Ella jugueteó con una costura carmesí a lo largo del borde de su falda
veteada. — ¿Pudiste, por casualidad, atrapar una esencia de su línea de
sangre?
— Nay, señora Vine. No pude acercarme lo suficiente para eso.
Gruñendo, lanzó su mano y usó sus poderes para arrastrar al lusca más
cerca de la barrera.
Sus tentáculos dejaron un manchón viscoso en el suelo de tierra, que olía
aún peor que el mismo monstruo marino. O tal vez fue la orina que la criatura
soltó por temor a sus intenciones y su comprensión de que, aunque la magia de
Duel mantenía a Vine encerrada, no protegía por completo a los que estaban
cerca de la barrera de su ira o de sus poderes.
No importaba. Era bueno que le temieran. El miedo mantenía a las criaturas
menores alineadas. Y hacían bien en tener miedo. Porque, tarde o temprano,
estaría libre de nuevo y una vez que lo hiciera...
Ella descargaría su ira sobre todos los que habían participado encerrándola
aquí. Y entonces terminaría lo que había comenzado.
Un nuevo orden mundial, donde reinaría y la sangre fluiría libremente
para alimentarla a ella y a sus hermanas.
— Reúne todo lo que sea necesario para hundir a esa nave y tráeme el
corazón de la perra de la que está hecho. ¿Lo entiendes? ¡O será tu alma la
49
próxima que me beba!
Utilizó sus poderes para apartar a la criatura.
Furiosa y decidida, se volvió hacia el hombre encorvado en el suelo. Su
respiración era superficial e irregular. Lleno de dolor. Habían hecho buen uso
del bastardo Seraph y, aun así, él no les daría lo que pedían.
Su determinación y fuerza le recordaban mucho a otro hombre al que
había conocido una vez. Él también había resistido y luchado contra ella. Al
principio, por lo menos. Hasta el día de hoy, nunca había conocido a nadie
igual. Nadie con su cara, su forma o su fuerza.
Sólo él había tenido la capacidad de resistírsele completamente.
Sólo él había tenido la habilidad de derrotarla.
Era por eso que se había visto obligada a cortar su corazón negro y
dárselo de comer antes de que se volviera contra ella completamente.
¡Maldito seas, Dón-Dueli de los Dumnonii!
Pero no pensaría en su ex marido. Ella se ocuparía de ese diablo más
tarde. Ahora mismo…
Ahora mismo, ella tenía un Seraph que torturar y una puerta que romper.
Había terminado con estos juegos. Su paciencia había terminado.
Capitulo 4
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel

— ¡No! Nada de eso, ahora. Jugaras con nosotras.


Cameron hizo una pausa mientras Valynda y Belle prácticamente la
secuestraban de su camarote asignado y la arrastraban a sus aposentos, que
compartían con Sancha y una amigable Trini llamada Janice Smith.
Valynda guió a Cameron hacia una litera baja, que estaba cubierta con
una colcha azul oscuro. El peculiar diseño de la cama era más como una cuna,
de modo que evitaría que la arrojara en una tormenta. —Puedes dormir entre
Janny y yo.
Con un rico cabello negro largo y ondulado que fluía sobre sus hombros,
Janice levantó la vista de las cartas del Tarot que había extendido en su cama
para sonreír a Cameron. — Bienvenida a bordo, señorita Jack. Es bueno
tener otra mujer en el grupo. Hay muy pocas de nosotras aquí y necesitamos
permanecer juntas en este guisado de testosterona donde nos han echado. 50
Cameron abrió la boca para agradecerle por la bienvenida, luego frunció
el ceño cuando vio la carta de la muerte sobre la cama.
— ¿Eso no es un mal presagio?
Janice arrugó la nariz, lo que, de alguna manera, la hacía aún más
hermosa.
— ¡Bah! ¡No! Sólo para aquellos que no conocen las cartas. Sólo significa
que un cambio está viniendo. La muerte de una cosa es el nacimiento de otra.
Las cartas que más asustan no son necesariamente las más malas, y se necesita
más de una mala carta para hacer un mal destino.
— Es bueno saberlo y se aplica a más que una simple lectura, ¿eh? -
Janice le guiñó un ojo. - Es verdad, mi chica. - le tendió la mano -, es un placer
conocerte, señorita Jack.
Ella le estrechó la mano. — Y a ti, señorita Smith. ¿Qué trae una señora
tan elegante a este grupo de malvados?
— Janny será nuestra nigromante, - dijo Sancha mientras le ofrecía a
Cameron una taza de ron. - Como Lady Belle, tiene poderes que son más
espantosos de lo que imaginas, del tipo que queman brujas.- Cuando Cameron
tomó la taza, notó la marca de quemadura en la muñeca de Sancha, idéntica
a la que todos tenían, una extraña cinta formando una cruz céltica, con un
círculo en el centro que sostenía un cráneo y unos huesos cruzados.
Inclinando su cabeza hacia la marca, Cameron frunció el ceño. — ¿Puedo
preguntar sobre el origen de eso?
Sancha se subió la manga para exponer más de la marca. — ¿Segura que
quieres saberlo?
Todas parecían contener el aliento en espera de su respuesta. Pero Cameron
quería entender este nuevo lugar, el cual parecía destinado a llamar su casa.
— Sí.
Sancha se quitó la peluca oscura de la cabeza, mostrando su cabello
blanco como la nieve. Ese era el color que la mayoría usaba en sus pelucas, o
que lograban entalcando su propio cabello, Cameron nunca había visto un ser
humano con el pelo naturalmente pálido antes. Especialmente no una persona
joven, ni una persona cuya piel y ojos eran tan oscuros. Sancha no podía tener
más de veintitrés, o veinticinco a lo sumo. Ella tiró la peluca por su cuenta antes
de escurrir su taza y habló de nuevo.
— Llevamos la Cruz del Deadmen.
— ¿Perdón?
— Somos los muertos, señorita Jack, los condenados. Cada uno de nosotros
aquí.
Ella cayó contra su litera y dejó las piernas estiradas increíblemente largas.
— Es por eso, que todos los que navegan en este barco, son conocidos como
Deadmen. La Cruz del Deadmen es la marca de nuestra esclavitud a una bestia
51
que dicen es el hijo del diablo mismo.
— ¿El capitán? -Tendría sentido, dado su nombre.
Sancha se rió. — No, amor. El real y verdadero Lucifer, el que se sienta
en el Trono de fuego del infierno, y llueve su ira sobre esas pobres almas que
ha tomado.
Cameron miró a cada mujer el cuarto…Belle, Valynda, Janice y Sancha.
— No estoy segura de entender.
Belle contestó con su característico acento lírico. — Sabes de mi Valynda
allí, y de cómo murió. Sancha y yo teníamos vidas menos prometedoras. A
diferencia de la pobre Valynda, ganamos nuestra condena con ambos puños,
peleando a cada paso de nuestro camino hacia la muerte, como hizo el resto
de los hombres en este barco. Todos estamos atados al infierno desde la cuna
hasta la tumba.
— Pero cada uno de nosotros nos comprometimos con al menos un acto
decente que llame la atención de un... - Sancha se retorció, mirando arriba
mientras buscaba más ron. - ¿Cómo describirías a la bestia? - le preguntó a
Belle.
— El diablo es la bestia, - dijo Belle con la mirada vacía. - Y la bestia es
el diablo.
Cameron inclinó la cabeza de manera casual mientras Belle hablaba,
tratando de otorgarle sentido a todo. - El capitán Bane o el ¿otro?
Belle soltó una risa baja y malvada. — Los otros. - Tomó el vaso de ron de
Sancha para bebérselo - Éste le da a nuestro oscuro capitán una oportunidad
justa por su dinero cuando viene con su malvada aura y su mala actitud.
— Thorn es el nombre de esta bestia, - Valynda siguió con la historia, -
Como Sancha dijo, dicen que es el mismo hijo de Satanás. De verdad, creo
en esa historia, y como la semilla de Lucifer, él tiene un aire a eso. Y el poder
de extraer almas del propio infierno, lo que tiene sentido, si es el hijo del Viejo
Rayado. Es así como algunos de nosotros hemos llegado aquí. La marca del
Deadmen es lo que nos permite permanecer en este lado de las cosas y de no
ser succionados de vuelta al Reino Oscuro de donde nos sacó. Es un hechizo
vinculante que nos mantiene de este lado de la barrera.
Sancha levantó su taza. — Y para evitar que otras criaturas nos devuelvan
a cuál sea la dimensión de la que salimos, hasta que Thor lo quiera o nos
ganamos nuestra libertad.
— Sí, y él tiene el poder de quitar la marca a su antojo, si haces algo
mal, esto cae a su favor. - Belle tomó un trago de la botella. - Ese es el trato
que Thorn ha hecho con nosotros. Servimos a sus necesidades. Los demonios
policía regresan a sus respectivas jaulas, y si sobrevivimos a nuestras pruebas
y batallas, ganaremos nuestra salvación y seremos devueltos a la tierra de los
52
seres humanos vivientes.
Cameron suprimió el escalofrío que corrió bajo su espina dorsal con el
pensamiento de lo que acababan de decir -¿Y si fallas?
Una sombra oscureció la mirada de Sancha. — Somos echados de nuevo
a los demonios que nos estaban torturando cuando nos salvó.
— Eso no parece justo.
Belle se burló de la infantilidad de Cameron. — La justicia no tiene mucho
que ver con nuestra lamentable suerte. Nunca lo hizo. Nunca lo hará.
Sancha asintió, chocando las tazas. — Esa es la verdad...
Cameron hizo una pausa para considerar todo lo que le habían dicho.
Lo que hizo que se preguntara una cosa en particular. — ¿Así que… cuantos
demonios se necesitan para redimirse a sí mismos, de todos modos?
— Depende de la severidad del acto que nos condenó y de nuestro
remordimiento por eso. Cada uno tiene su propio camino -Sancha tiró de
su manga para mostrar su emblema a Cameron. - Las marcas se aclaran a
medida que nos acercamos a ganar nuestra libertad. Cuando se hayan ido por
completo, nosotros también.
— ¿A qué te refieres?
Sancha tomó su bebida. — Nos liberan y nos dan la oportunidad de
estropearlo de nuevo.
— ¿Incluso a Valynda?
Valynda asintió. — Eso es lo que Thorn me prometió, un nuevo cuerpo
como mujer, una vez más. Ruego que no esté mintiendo. Me encantaría volver
a ser humana.
Cerró los ojos y sonrió. - ¡Tener un verdadero cuerpo humano!
— ¿Y Janice? -preguntó Cameron. - ¿Ya ganó su libertad? - a diferencia de
los otros, ella no tenía la marca del Hombre Muerto en su muñeca.
Janice sacudió la cabeza mientras juntaba sus cartas. — Soy un poco
diferente de ellos, cariño -. Ella tiró de su camisa hasta mostrar una doble
marca de arco en su cadera. - Yo no estaba condenada, de por si. Mi señora
es una diosa griega, y mi alma será retenida por ella por toda la eternidad,
bajo un conjunto completamente diferente de reglas y condiciones.
¿Qué diablos? Cameron se quedó boquiabierta, era lo último que esperaba
oír. Incluso en las historias absurdas contadas por su padre, que se había
enamorado de los clásicos, le había enseñado a ella y a Paden mucho sobre
los antiguos griegos, los romanos y sus creencias, ella nunca creyó que nada
de eso fuera real.
— ¿No volverás?
— Renuncié a mi alma para vengar un mal que me hicieron en vida.
Técnicamente, no debería estar aquí con ellos, ya que realmente no está
53
permitido que una Cazadora Oscura se mezcle con ellos.
— Lo que te dice lo peligrosa que es nuestra misión es el hecho de que
Acheron le permitiera vivir y trabajar entre nuestro equipo, - susurró Valynda. -
Incluso los Cazadores Oscuros tienen interés en nuestro éxito.
— ¿Los Cazadores Oscuros?
— Es el término para lo que soy, Srta. Jack. Acheron es mi jefe. - Janice
cubrió su marca. - Los Hombres Muertos persiguen demonios que han escapado
de sus prisiones o que abusan de la humanidad y regresan a su lugar de origen.
Los Cazadores Oscuros son una banda de guerreros que cazan demonios
conocidos como Daimons.
— ¿Hay alguna diferencia, entonces?
— ¡Oh, sí! Nuestros demonios nacen de una raza antigua, maldecida por
el Dios griego Apolo.
— ¿Por qué?
— Se dice que su reina fue una vez muy amada por Apolo y que ella perdió
su favor, después de abortar a su hijo, por una hermosa princesa griega que
sí le dio uno. Tan celosa estaba la reina que ordenó a sus soldados masacrar
a la amante de Apolo y a su hijo, de la manera más brutal. Ella los quería
desgarrados como si un animal lo hubiera hecho.
Cameron se encogió ante el horror. No entendía porque el dios los había
maldecido. Si ella hubiera querido vengarse de alguien que se atreviera a
quitarle la vida a su hijo, seguramente no habría ido contra otros inocentes.
Sólo se vengaría de quienes lo habían hecho.
Como su madre había dicho tan a menudo, dos errores no hacen algo
correcto. Especialmente no en una tragedia de esa magnitud. Janice dejó
las cartas a un lado. -Para frustrar su maldición, algunos de los apollynes
aprendieron a robar almas para alimentarse de ellas y alargar su propia vida.
Pero el problema es que cuando hacen eso, destruyen el alma para siempre.
Nuestro objetivo es matar a esos Daimons y liberar las almas robadas para
que puedan restaurarse y seguir adelante para su descanso eterno. Si fallamos,
esas almas desaparecerán para siempre.
Cameron se molestó con lo que Janice describió. — ¿También fue Apolo
quien creó a los Cazadores Oscuros?
Belle sacudió la cabeza. — Fue la hermana de Apolo, Artemisa, que usó
su propia sangre para crear al primer Cazador Oscuro y así poder cazar a
los Daimons y matarlos. Acheron es uno de los Cazadores Oscuros originales
y ahora es su líder y es él el que siempre los entrena cuando Artemisa hace un
nuevo Cazador.
— Por eso Janny tiene colmillos y nosotros no… Diferentes Cazadores,
diferentes habilidades -. Sancha le guiñó un ojo a Janice.
54
Cameron soltó una risa nerviosa, esperando que eso fuera una broma.
Seguramente la mujer realmente no tenía colmillos. ¿O si los tenía?
— ¿Q… Q… Qué?
— Es cierto. - Janice abrió la boca para mostrar sus característicos dientes
únicos.
— ¡Santa Madre de Dios! - Cameron se tiró de su cama para moverse más
cerca de Belle, quien se rió de su reacción exagerada. - ¡Hey, muchacha! No
tengas miedo de nuestra Janny. Sólo muerde a los hombres de más edad.
Janice sonrió. — La verdad es que lo hago. Y lo hago con gran deleite. En
particular, no me importaría un pedazo de algunos de los que navegan en esta
misma nave, o de mi jefe, Acheron.. .Oh... ese... - Ella succionó su respiración
bruscamente entre sus dientes, o colmillos.
— Él tiene la parte trasera más fina y elegante que nunca vi en un hombre.
Si alguna vez estuviera ahí para hincarle los dientes...
— ¿Y rogar por la esclavitud? - Cameron agregó, recordando lo que la
prostituta le había dicho antes.
— Oye, oye - dijo Sancha riendo.
— No me importaría jugar en las sábanas con Acheron. ¿Puedes imaginar
las habilidades que debe tener después de todos estos siglos?
— ¿O Bane? -. Belle dijo con una risa.
— Yo apostaría todo mi dinero a que él no es ni tímido ni inseguro. Más
bien, sin duda, prendería fuego a la cama, con toda su pasión.
Janice sonrió ampliamente. — O nuestro querido William o Kalder.
— O Bart. - Sancha ronroneó. - ¡Demonios! ¡Yo me apunto por un pedazo
de ese Gato Salvaje o Zumari! Me encantaría ofrecer un saludo a sus mástiles
y cambiar su religión. Ella guiñó un ojo.
— Seeee. - Belle y Janice contestaron al unísono.
Sancha tomó un profundo trago de ron y suspiró — Un día, señoras,
tenemos que encontrar alguna manera de que el capitán quite la prohibición
de fraternizar con los miembros de la tripulación. Incluso si significa que todas
nosotras tenemos que seducir a nuestro buen Capitán a la vez para que
cambie de opinión, esa ley en particular me irrita todo el camino a mis cuartos
inferiores.
Valynda se echó a reír. — Detente, estás escandalizando a nuestra señorita
Cameron. Mira… La pobre está tan roja como un oficial británico.
— He oído cosas peores. - Se aclaró la garganta, aunque sus mejillas se
calentaron. - Trabajé en una taberna de mala muerte cuando estaba en casa.
Cameron volvió a sentarse en la cama antes de hablar con Janice.
— Así que, ¿cómo has venido a vivir entre la tripulación si se supone que
no debes estar aquí?
55
Janice soltó un suspiro cansado mientras se apoyaba en la almohada y se
echaba hacia atrás nuevamente.
— Los malditos bastardos Apolitas pensaron que era divertido enviarme
al mar a morir. Hubiese estallado en llamas si Bane no hubiera visto mi barco
y no hubiera reconocido lo que yo era. Me cogió justo antes del amanecer y
apenas me salvó el trasero.
Eso no tenía ningún sentido para Cameron. — ¿A qué te refieres?
— Los Apolitas son la primera raza que creo Apolo, ellos están malditos,
- Belle explicó. - Así como los Cazadores Oscuros no pueden matar humanos,
ellos no pueden matar a los apolitas hasta que comienzan a tomar almas,
así que son considerados inocentes hasta que tomen una vida humana. Los
Cazadores, Hombres Muertos como nosotros, tenemos un código estricto que
debemos seguir, que dicta lo que se puede y lo que no se puede hacer, y qué
se nos permite cazar y cuándo.
Janice asintió con la cabeza. — Así que ahí estaba, a la deriva en el
mar, en un pequeño bote, indefensa como un bebé recién nacido, sin remos
ni forma de volver a la costa, ya que yo no sé nadar. Maldiciendo cada línea
del manual de los Cazadores Oscuros que Acheron nos obliga a leer y a vivir.
Pensando que de seguro estoy en las últimas... incluso después de ver a esta
bella nave arrastrarse junto a mí. No podía imaginarme cómo explicaría mi
situación a una tripulación de gente normal. Suerte que resultó ser este grupo
de malvados, que sabían quién y qué era. Ellos rápidamente me llevaron bajo
cubierta sólo un latido del corazón antes de que hubiera estallado llamas.
Cameron arqueó una ceja al horror en su tono. — ¿Estallar en llamas? ¿Es
una metáfora?
— Oh... - Janice soltó una sonrisa. - No, cariño, en efecto, no es que sea un
detalle importante, pero nunca abras una ventana o una puerta y dejes entrar
la luz del día cuando esté aquí abajo, ya que es bastante letal para mí salud.
— ¿De verdad?
— ¡Sí! - dijeron al unísono.
Valynda vertió más ron para Cameron. — Para todos, los Apolitas, los
Daimons y los Cazadores Oscuros, está prohibido estar a la luz del Sol, porque
es el dominio de Apolo. Un solo rayo de Sol causará instantáneamente que su
piel se ampolle y se queme. Una exposición completa los incinera. Parte de la
maldición del dios del Sol que odia a la mayoría de ellos.
— ¡Qué horrible!-. Cameron se estremeció con simpatía, mientras trataba
de imaginar su vida sin la luz del sol. Por toda la eternidad, nada menos. Ella
no podía imaginar una peor existencia.
— ¡De hecho! - Janice suspiró. - Honestamente me siento mal por los
malditos. Por los Apolitas, no por los Daimons, sin embargo… ¿Puedes pensar
56
en ser maldecido a morir a los veintisiete años, por un acto de tus antepasados,
en un hecho en el cual no tuviste nada que ver? Trágico, de verdad.
Belle resopló. — Siéntete mal si quieres, pero pocos en la vida son inocentes
después de ir caminando en bragas. La mayoría sólo piensan en ellos mismos,
Janny. Por lo tanto, tu desafortunado pasado fue lo que te hizo estar en nuestra
compañía.
Suspirando, Janice asintió sombríamente.
Antes de que Cameron pudiera pedirle que profundizara, Valynda se
movió para sentarse a su lado.
— ¿Y qué hay de ti, señorita Jack? ¿Tienes un galán o una Belle en casa?
Ella frunció el ceño ante la forma audaz y escandalosa de hablar de estas
mujeres. Mientras ella estaba acostumbrada a las maneras aburridas de los
clientes del Cisne Negro, este grupo ponía en vergüenza hasta a los hombres
más camorreros.
— Ninguno me temo, Paden y yo habíamos hecho planes para que él
comprara el Cisne Negro una vez que volviera de este último viaje. El propietario
actual ha estado buscando un comprador y teníamos un acuerdo no oficial
para comprarlo. Nosotros lo planeamos para mí y la chica con la que se iba
casar a su regreso, trataríamos de hacerlo funcionar mientras navegaba. Por
eso yo no quería enredos con ningún hombre, para no distraerme o para
sacarme la cabeza del negocio.
— Mujer sabia. -Belle se inclinó hacia atrás en su cama. - Los hombres son
siempre una distracción.
— Aye a eso - asintió Sancha. - Pero son a menudo la mejor clase de
distracción. Al menos por unos minutos -. Ella movió sus cejas, lo que causó que
Belle y Janice se rieran y mientras Valynda gemía y sacudía la cabeza.
Aunque Cameron comprendía la insinuación, optó por no comentar nada,
ya que era evidente que ella era la única en la cabina sin experiencia directa
en este asunto.
Algo que las otras notaron rápidamente.
Sancha se lanzó contra ella. — Tomo tu silencio como que nunca has
probado el fruto colgante del toro, señorita Jack.
Más calor se deslizó por su rostro. — Yo no lo he hecho. Aunque he
escuchado bastante sobre ello en mi tiempo.
— Trabajando en una taberna con la reputación del Cisne Negro, me
imagino - dijo Belle con una carcajada - que probablemente también has visto
algunos -. Janice se rió.
— Más de los que quisiera pensar -. Cameron se aclaró la garganta mientras
más se avergonzaba. - Algunos no eran tan cuidadosos como deberían ser.
— Pero, ¿nunca has sentido curiosidad? - Valynda arqueó una ceja de
57
paja.
— No con lo que pasaba por la puerta de mi taberna. Estaban todos
invitados a mantener sus frutos y nueces plantados firmemente en sus calzones.
Todas se echaron a reír.
Sin embargo, Cameron no podía permitir que sus pensamientos vagaran
hacia un par de hombres navegando a bordo de este barco y que las otras
habían mencionado más temprano. A diferencia de los patrones del Cisne
Negro, la tripulación aquí era una raza distinta.
Ella nunca había visto encerrados a todos en un solo lugar, a un grupo tan
fino y tan guapo.
Las señoras tenían razón al respecto. Los Deadmen definitivamente se
destacaban como elegidos exclusivamente por sus formas excepcionales.
Lo que le hizo tener curiosidad por algo más… — ¿Estás realmente muerta?
— Si - dijo Belle, solemne-. — Cada uno de nosotros. Las únicas criaturas
vivientes aquí son tú y el barco mismo. Que nosotros sepamos, Lady Marcelina
nunca ha aparecido, ella solo conserva el alma.
— ¿Incluso Kalder?
Sancha asintió. — Fue eviscerado. Hay una cicatriz en su vientre que
muestra donde sus enemigos lo cortaron.
— Pero es la cicatriz en su alma la que sigue sangrando.
Belle se mofó de las palabras de Janice.
— Son las cicatrices en todas nuestras almas las que siguen sangrando,
hermana.
Le dio una mirada oscura a Cameron. - Incluso la de nuestra hermosa
Señorita Jack. Siento su dolor. Se extiende hacia mí y se retuerce como una
daga en mí corazón. Ella tiene sus propios secretos y no sólo su hermano es el
que la persigue.
Cameron dejó caer su mandíbula. La mujer adivino algo que ella habría
jurado que se estaba manteniendo privado. — ¿Como sabes eso?
Una sonrisa enigmática curvó sus labios. — Nadie se esconde de mí,
amor. Yo veo todo. Incluso el hecho de que no has sido completamente honesta
con el capitán.
— ¿Qué?
— ¿Vas a negarlo?
Cameron no estaba segura de qué decir. — No estoy escondiendo nada
-. Pero incluso cuando lo decía, sabía que era una mentira.
¿Peor? Lo mismo hizo Belle.

*******
58
Devyl escuchó el crujido de las tablas y los susurros de cosas que él deseaba
no poder oír. Las voces del más allá que nunca lo dejaban solo. Irónicamente,
desde que había vendido su alma, hace mucho tiempo, la capacidad y el
alcance de sus poderes eran las mismas cosas que ahora lo irritaban.
O tal vez, era justo que él fue era torturado por ellos.
— ¿Te atreviste a llamarme?
Levantó la vista del libro que estaba leyendo, hacia la esquina oscura
desde donde su viejo enemigo lo miró. — ¿Te atreves a usar ese tono?
Thorn se burló y dio un paso hacia la luz. Aunque no era tan alto como
Devyl, todavía era un musculoso bastardo, que intimidaría a la mayoría. Pero
Devyl no era la mayoría y ninguno de los dos nunca habían sido particularmente
amistosos.
De hecho, habían luchado una vez, uno contra el otro. Sus ejércitos tuvieron
una sangrienta y devastadora guerra en los extremos opuestos de un campo
cargado de intestinos.
Era tan extraño mirar en esos fríos ojos verdes sin tener un motivo para
entrar en batalla entre ellos. Sentarse en paz ante la presencia de un ser que
una vez había jurado verlo muerto a sus pies.
Mucho había cambiado. En lugar de su antigua armadura de anillos, Thorn
estaba vestido con un abrigo de brocado de moda y zapatos de abrochar.
Demonios, incluso llevaba una peluca empolvada sobre su cabello castaño.
Qué jodido.
Pero a su vez, Devyl también estaba muy lejos de la armadura que vestían
sus guerreros. Sus trenzas habían desaparecido, al igual que su gruesa barba
negra y su aspecto de filósofo. Ya no exhibía su retorcido y personal estilo.
No, no eran los mismos enemigos bárbaros que habían sido. Tampoco eran
mejores amigos. Ciertamente no eran familia. Probablemente el mejor término
para ellos era amargados extraños. Thorn cruzó la cabina para ponerse de pie
antes que él. En un movimiento que fue tan audaz como temerario, él golpeó
los pies de Devyl de donde estaban apoyados, reposando en la silla, y se sentó
en ella.
Inclinándose hacia atrás, cruzó los brazos sobre su pecho y arqueó una
ceja arrogantemente, como si provocara a Devyl a retarlo por su valiente
estupidez.
— Eres un cabrón descarado.
Thorn le sonrió maliciosamente. — Y tú eres un obstinado. Ahora podemos
prescindir de los insultos y me dices por qué tocaste mi campana.
Cerrando su libro, Devyl se rascó la barba de su mejilla. — Tenemos
59
algunos problemas.
— ¿Los demonios demuestran ser demasiado para ti?
Le echó al bastardo una mirada amenazadora en respuesta a esa indirecta,
ya que Thor lo conocía.
Ni siquiera el poderoso Thorn y todo su ejército habían podido derrotar
a Devyl. De no haber sido por la traición de Vine, todos le estarían rindiendo
homenaje bajo su reinado eterno como malvado señor. Maldita vergüenza, la
perra le había ganado y se había vuelto estúpido
— Apenas. No, es algo sin importancia, que necesitas saber.
Thorn arqueó su frente aún más alto.
-¿Qué es eso sin importancia?
— Lo he escondido debajo de cubierta, con la Cazadora Oscura que
rescaté del mar.
— ¿Perdón? ¿Cuál Cazadora Oscura?
Devyl le lanzó una bofetada. — Te has quedado atrás, Leucious. Cuan
impropio de tu parte no saber todo lo que he estado haciendo.
— Bueno, tan lindo y adorable como eres, Duel, tengo otros asnos más
atractivos para mantenerme ocupado. Ahora, te gustaría ponerme al tanto, ¿o
debemos continuar este juego?
Dejó salir un -”heh” — molesto antes de hablar nuevamente - Apareció tu
amiga Menyara y ha enviado un serafh a mi puerta.
Thorn realmente se ahogó. Lástima que eso no fuera fatal para él.
Devyl le entregó su taza para ayudarlo a limpiar su garganta de la irritación
que lo había amordazado.
La tomó y bebió profundamente, luego escupió el contenido y maldijo a
Devyl por todo lo que nunca había podido.
— ¿Sangre? ¡¿Estás bebiendo maldita sangre y me la ofreciste sin
advertencia?! ¿En serio? ¿Cuando tú sabes lo que la sangre me hace?
Devyl no reaccionó al hecho de que, tal bebida, podría convertirlos a
ambos en animales asesinos y conducirlos a cometer cualquier atrocidad con
tal de probar más de ella.
— ¿Desde cuándo discriminas? Además, es sangre de demonio, no
humana. Una lástima. Pero sabía que tendría la delantera y un montón de
satisfacción si bebías un trago.
— Maldita excusa para un ser sensible. No puedo creerlo.- Thorn hizo
hincapié en las palabras. - Dejé que Savitar me convenciera para traerte de
vuelta.
Devyl resopló. — Como dijiste en mi resurrección, para destruir el mal de
esta magnitud no enviarías a un santurrón, a menos que quieras alimentar a tus
enemigos para el almuerzo.
60
Thorn suspiró irritado mientras limpiaba su mano sobre su boca. — ¿Hay
algo en este lugar para beber que no se filtre a través de órganos internos?
— ¿Cuándo te convertiste en una cosita quisquillosa?
— Cuidado, Duel, que no sea que vaya por mi armadura y lo tomemos
donde lo dejamos una vez.
— Eso estaría bien para mí. Nosotros nunca terminamos esa última pelea,
si mal no recuerdo. Corriste con el rabo entre las patas.
La expresión en la cara de Thorn podía haber congelado el fuego en
Agosto en el ecuador.
— Avancé en una nueva dirección.
— Sí... claro.
Burlándose de la respuesta de mierda, Devyl lanzó una mirada hacia la
esquina donde estaba su alcohol. — Gabinete detrás de ti. Sírvete tú mismo.
Thorn se levantó para examinar las escasas bebidas que Devyl mantenía a
la mano para la visita de la tripulación, quienes incluso estarían más horrorizado
por su bebida preferida que Thorn.
— No fue mi elección. Con mucho gusto te hubiera enviado a tu precioso
Annwn ese día, si hubiera sido por mí.
— Lo habrías intentado. De no haber sido por tu corazón, preferiría haberte
entregado a tu padre por mi recompensa. Bastante alto es el precio que ofrece.
Thorn se quedó inmóvil.
— No temas, Leucious - dijo Devyl, usando el nombre real de Thorn. -
No tengo intención de decirle a alguien quien es tu padre. O la verdad de
tu nacimiento. Puedo ser un bastardo, pero no soy un pedazo de mierda. El
trauma con tu familia no es asunto mío. Tengo la mía propia para tratar.
Relajándose, Thorn eligió un vino abundante para servirse. — Aprecio tu
discreción.
Devyl resopló. — No lo hagas. Como sabes, coloco mis problemas en el
campo de batalla, al destino de los dioses. No utilizo ni tengo respeto por las
traiciones o los que participan en ella.
— Esa es la única cosa que siempre he respetado sobre ti, Duel. Incluso
cuando éramos enemigos. Siempre sabía dónde estábamos parados. Volvió a
sentarse. - Así que háblame de este Seraph.
— No es ella, por sí misma. Más bien, es su herman, que parece estar
bajo la custodia de Vine. De algún modo logró contrabandear el medallón de
su hermano, quien a su vez fue enviada aquí por medio de Menyara.
— ¿Cómo logró conseguir su medallón separado de su espada?
— Esa es la pregunta, ¿no? Pero entonces, es de la línea de sangre de
Michael-. Thorn soltó un silbido bajo. - Una sangre poderosa, esa.
— En efecto. Nunca supe que tenía problemas. Aparte de los rumores, por
61
supuesto. ¿Lo hiciste?
— Yo no ahondo en esos lugares o hago esas preguntas. Ya no soy
bienvenido entre mis hermanos, como tú sabes. Para el caso, da lo mismo, ya
que confío aún menos, dado lo que me engendró... y cómo.
— No importa el por qué.
Exactamente. — Thorn cuidó su vino. Él consideró el asunto. - Si Vine tiene
un Serafh en su custodia...
— Uno poderoso...
— Ella podría abrir la puerta.
— Podría abrir más que eso. La sangre de Miguel es el bálsamo más
potente. Y si tiene en su custodia la espada como parte de su botín…
Thorn se estremeció. — ¿Estás seguro de que la hermana tiene el medallón?
— Yo mismo lo vi, activado bajo amenaza. Nadie se perdió el espectáculo
de luces que iluminó el cielo por leguas y estoy sorprendido que te lo perdieras
-. Devyl dejó su libro a un lado. - ¿Está Miguel todavía entre los Sarim?
— Ni idea. Como he dicho, no habla exactamente conmigo. Somos
Hellchasers. Los Hell-Hunters son una raza completamente diferente, y no
confían en mí o en nosotros como regla general. Los Necrodemians han sido
siempre unas perras cuando vienen a nuestras filas demoníacas.
Porque esperaban la traición de Thorn. Nacido de dos poderosos, y astutos
demonios que habían traicionado a todos y la codicia de una débil madre
humana, era probable que Thorn se convirtiera en uno de ellos, al menos
eso fue lo que asumieron. No importaba que por miles y miles de años Thorn
hubiera servido del mismo lado que ellos. Todavía se negaban a confiar en él
completamente.
Devyl no podía culparlos por eso. Era un bicho raro, como perro que no
comía su vómito. Sólo el más fuerte de los fuertes podría resistir la urgencia.
Por supuesto, nunca había conocido a ninguna criatura más fuerte que
Thorn, y aunque nunca lo admitiría en voz alta, era eso por lo que él respetaba
a la bestia. Thorn poseía una rara integridad, que él sabía que nunca sería
tentada por la oscuridad, a la que Devyl cedió voluntariamente.
Porque él no se había aferrado a la luz, como lo hizo Thorn. No había
nada de lo que se pudiera sostener. Nada que él ansiara o quisiera, más allá
de poner la cabeza de Vine en su pared
En este punto, ni siquiera importaba si regresaba al pozo infernal de la
tortura eterna o no. Lo había soportado durante tanto tiempo, que ya nada
tenía el poder de disuadirlo en lo absoluto. De hecho, una parte de él incluso
había aprendido a extraer un poco de placer del dolor, algo masoquista
totalmente. ¿Qué tan enfermo era eso?
Thorn le clavó la mirada. — Estás tomando esto muy bien. ¿Debo preguntar
62
por qué?
— A diferencia de ti, no temo a la apertura de la puerta. De hecho, espero
que lo haga.
— Ya que el tuyo es el primer culo que Vine va a ver, después de abrir esa
puerta, ¿podría preguntar por qué estás tan ansioso por ello?
— Como has dicho, el mío es el primer culo que ella buscará. Esta vez,
cuando me vaya a mi tumba, no me iré solo. Planeo llevarla a ella y a todas
sus hermanas conmigo.
— ¿Incluyendo a Marcelina?
— Si ella se interpone en mi camino.
— ¿Qué pasó entre ustedes dos, de todos modos? ¿Por qué te odia tanto?
Devyl guardó silencio ante la pregunta que lo llevó a un tiempo y a un
lugar odiado. De vuelta al muchacho que había tenido una muerte dura, y
dolorosa mucho antes de que Vine cortara su corazón, y se lo diera de comer,
terminando con su vida mortal. — Ella me culpa. Por haber corrompido a su
hermana.
— ¿Lo hiciste?
— ¿Qué diferencia hace? Lo pasado está hecho. La culpa no es más que
un desperdicio en este punto. Además, todos somos culpables de algo.
Thorn conocía esa mirada en los ojos de Duel. Un dolor tan profundo y
oscuro que no te atreves a hablar de él, porque ninguna cantidad de tiempo
podría aligerar la forma en que laceró tu alma y la dejó abierta y sangrando.
Era una agitación que vivía dentro suyo. Culpa. Angustia. Y un odio hacia sí
mismo que anula todos los demás sentimientos, hasta el punto en el que a veces
te preguntas cómo logras mantenerte sano.
O tal vez, no lo haces.
Tal vez estabas loco.
Eso podría al menos explicar el horror que era la vida.
La parodia de todo es que la negación era la manera más fácil de hacerle
frente. Lo ignoraste tanto como pudiste y rezaste para que permaneciera en un
rincón oscuro, donde lo encerraste fuerte y suplicaste para que nunca saliera
de nuevo.
Sin embargo, no importa cuán fuerte sea el sello, con cuanto cuidado
guardaste esa puerta, tarde o temprano algún bastardo estúpido siempre tiene
que abrirla y obligarte a mirar dentro. Enfrentándote a la misma cosa que no
querías ver.
Hoy, él sería ese estúpido bastardo.
Era casi suficiente para hacerle sentir pena por Duel. Quizás quedaba
algún indicio de su alma en él, después de todo. Por otra parte, dadas algunas
de sus batallas más desagradables, se preguntó si nunca ha visto el alma de
63
Dón-Dueli en la Dumnonii. No le habían llamado el Dark One o Black Soul
debido a su color de pelo.
Un golpe llamó a la puerta.
— Entre.
Thorn estaba impresionado con la forma en que Duel podía manejar su
voz, con una intensidad tan amenazante, sin en realidad elevar el tono. Como
un Señor de la Guerra, nunca perfeccionó esa mierda-en-sus-pantalones de
gruñir en la misma medida. William se detuvo en seco al ver Thorn en la
cabina. — Perdón por la interrupción, pero tenemos una pequeña situación y
se requiere su presencia, Capitán
Devyl soltó un suspiro cansado. — ¿Quién tiene el alma de Sallie ahora?
— No es eso. Hay una embarcación acercándose rápidamente por estribor
hacia la popa. La nave acaba de izar sus colores.
Arqueó una ceja interrogadora. William tragó saliva antes de contestar.
— Jack el Rojo.
Una bandera pirata. No toma prisioneros. No demuestra misericordia.
Muerte a todos.
No hay presa. No hay pago. Una lenta sonrisa se extendió a través de
los labios de Devyl. — Reduce nuestra velocidad, Sr. Death. Rodéala y, por
supuesto, dejemos a la perra ponerse al día.

64
Capitulo 5
Traducido por: Eliza Zuñiga
Revisado por: Andy Cruel

Devyl se paró en la cubierta con su telescopio, mirando el barco que se


aproximaba, mientras Thorn se movía para quedarse justo detrás de él. Algo
que el demonio sabía que le ponía los pelos de la nuca de punta. Él nunca
había tenido estomago para aguantar a un amigo a su espalda.
No importaba que fuera un ex enemigo que una vez levantó su espada en
la batalla contra él.
Aunque pudieran ser aliados hoy en día, eso no borraba los años en
que habían luchado violentamente para destruirse mutuamente. Tampoco se
prestaba a la formación de ningún tipo de vínculo de confianza entre ellos.
Nunca lo haría.
Devyl utilizó sus poderes para controlar las defensas del Sea Witch. Los
cañones habían sido colocados en posición y estaban listos para hacer llover
un infierno de hierro sobre el grupo que se acercaba. Para evitar que su 65
tripulación se asustara, levantó su telescopio para examinar la corbeta2 que
estaba avanzando hacia ellos, aunque no lo necesitaba para inspeccionarlos.
Con o sin él, habría podido captar el nombre de la nave que estaba
pintada al lado de la figura de verde de la sirena.
Soucouyant.
— ¡Alineación! -ordenó a Will. No había necesidad de atacar a esta
tripulación en particular de piratas de las aguas.
Al menos no todavía.
Confundido, William arqueó una ceja incrédula, pero pasó la orden
sin dudarlo. Aunque era obvio que el hombre no estaba completamente de
acuerdo con él.
La vacilación de Devyl demostró ser prudente cuando uno de los miembros
de la tripulación de Soucouyant agitó una bandera blanca de tregua sobre
su cabeza, al mismo tiempo que quitaban al Red Jack y el Capitán Cross la
reemplazaba con una bandera blanca para negociar algún acuerdo.
No confiaba en ellos, ya que Rafael Santiago y sus piratas no eran
precisamente conocidos por su honestidad

2. Corbeta: Barco de guerra muy ligero, provisto de uno o dos cañones y de armas antisubmarinas
Devyl mantuvo a sus hombres en posición, y luego volvió a usar sus poderes
para determinar el nivel de amenaza del Soucouyant. No encontró ninguna
traición. Todavía tendrían que poner sus cañones en posición. Y nadie parecía
estar corriendo para hacerlo subrepticiamente.
Pero uno nunca lo sabía con certeza y él no estaba dispuesto a arriesgar
a su barco o a su tripulación bajo ninguna circunstancia.
Sobre todo porque sabía que Santiago tenía otros medios de ataque, que
nadie, aparte de él, Thorn o Belle, vería venir. Ataques frente a los cuales su
equipo no sería capaz de defenderse con armas tradicionales.
Mirando a Thorn por encima del hombro, captó la mirada de reojo del
viejo demonio. — ¿Qué te parece?
— Que Santiago te conoce demasiado bien como para intentarlo.
Thorn tenía razón al respecto. Disparar al Sea Witch nunca terminó bien
para nadie.
— ¡Iza la de tregua, Señor Death! Quédate en tu posición.
Y si los piratas intentaban algo, se deleitaría con más que la sangre del
demonio esta noche. El pensamiento le llevó una rara sonrisa a los labios.
Por favor, intenten algo. Le encantaría una buena pelea.
Fiel a su naturaleza, el capitán del Soucouyant, Rafael Santiago, se acercó
a la cima de la borda hasta que se acercaron lo suficiente como para poder
pasar de su cubierta a la de Devyl.
En el momento en que las botas negras de Rafael tocaron sus tablas, Bart
66
y Zumari lo rodearon. Él se rió de sus amenazantes fanfarronerías y palmeó a
cada uno a su vez en la espalda, y lo condujeron hacia Devyl.
Incluso a pesar de tener la altura de Zumari, Rafael tenía hombros anchos
y era bien musculoso. Su oscura piel estaba cubierta de tatuajes en ambos
brazos, su cuello e incluso su cabeza estaban afeitadas.
Devyl era uno de los pocos que conocían los verdaderos orígenes del Capitán
Cross, o Rafael Christoph Santiago, como le habían nombrado al nacer. Era
hijo de Masika, una esclava etíope liberada, y un padre “mercader”, Cristóbal
Cruz Gabriel Santiago. Rafe había aprendido el comercio de bucaneros a
bordo del barco pirata del capitán Cris Cross, de la amorosa mano de su
amado padre. Y para el horror de su madre, fue una orgullosa tradición
familiar que Rafe siguió, a pesar de la ley de la tierra y el sentido común.
Sin miedo y con audacia, a la manera de cualquier pirata de segunda
generación, Rafe ignoró a sus acompañantes y se acercó a Devyl.
— Sabía que la Red Jack funcionaría para frenarte - le guiñó un ojo - Eres
demasiado predecible, amigo.
Devyl cruzó los brazos sobre su pecho. — Un infierno de apuesta la que
hiciste
— Eso es de lo que trata la vida, amigo mío. Sin riesgo no hay recompensa.
Devyl sacudió la cabeza ante el siempre jovial merodeador, que tenía más
huevos que cerebro. — Entonces, ¿qué te trajo en esta búsqueda suicida?
— Oí que estabas en estas aguas. Te he estado buscando durante días. Son
una tripulación difícil de encontrar - le dirigió otra sonrisa a Devyl y William -
De todos modos… encontré algo hace una semana... Creo que necesitas verlo,
Devyl. Tiene Belle escrito por todas partes. Definitivamente podríamos utilizar
su experiencia en este pedazo de carga. Y la tuya.
Aún más curioso, dirigió una ceja interrogadora a Thorn.
— ¿Quieres unirte a nosotros para esta inspección?
— ¿Por qué no? Estoy aquí. Mejor que una enfermera curiosa.
Ahora era el turno de Rafe de parecer perplejo.
— Rafael Santiago, te presento a Thorn -. Devyl dio un paso atrás para
que Thorn pudiera ofrecer su mano al legendario pirata.
— ¿Amigo? - preguntó Rafe.
— Más bien como hermanos -. La sonrisa maliciosa en el rostro de Thorn
hizo que Devyl quisiera golpear esa expresión hasta el olvido. Especialmente
desde que el bastardo estaba en posesión de su alma y tenía el control total
sobre él, dos cosas que enloquecían hasta el último pedazo del núcleo de
Devyl.
Hermanos, mi culo. Más como la viruela o la peste en su anatomía privada.
Rafe estrechó la mano de Thorn y dio un paso atrás. — ¿Sin apellido? ¿O
67
es solo Thorn?
— Thorn es todo lo que alguien necesita saber sobre mí.
— Tal cual, como una espina3 en los testículos de todos - murmuró Devyl
Rafe se echó a reír. — Entendido - hizo un gesto hacia su nave - Caballeros,
después de ustedes -. Devyl bufó ante la invitación, que todavía podía ser una
trampa. – Voy a quedarme en la parte trasera.
Rafael le dirigió una exagerada mirada inocente. — ¿Qué? ¿No confías
en mí?
— ¿Después de que me pegaste un tiro fuera de la taberna la última vez?
No. Pero no lo tomes personalmente. Tampoco confío ni en mi propia madre.
Rafe fingió indignación. — Fue un tiro errado de algún otro borracho.
¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
— Hasta que te crea, lo cual nunca sucederá.
Thorn sacudió la cabeza y suspiró antes de volverse hacia el barco de
Rafe. Una vez que subió, le envió la cuerda a Rafe, quien siguió su ejemplo y
abordó su nave.

3. Espina: Traducción de “Thorn” y se presta a la broma de Devyl


Rechazando tener sus manos lejos de sus armas, Devyl ignoró la cuerda
cuando Rafe lo lanzó hacia él y, con una carrera y una proeza hercúlea, saltó
de su nave a la de Rafe. Algo que hizo que una oleada de asombro junto a
una exclamación resonara desde el grupo de piratas de Rafe.
Y de los de Devyl.
Especialmente cuando se levantó lentamente de su caída en cuclillas como
el depredador que era y, al mismo tiempo, barrió con una mirada todo al
alrededor del grupo entero para cerciorarse de que, si cualquier traición existía
en sus corazones, lo repensaran rápidamente.
Después de todo, era un bastardo sin madre que no dudaba en derribar
a un atacante.
Rafe bufó con una sonrisa divertida en su hermoso rostro.
— ¿Siempre una gran entrada, eh compañero?
— Beneficios de una reputación de crueldad y un brazo de espada rápida.
Thorn rió ante el tono hosco de Devyl cuando cruzó la cubierta para
ponerse a su lado. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, en realidad tenía
mucho respeto y afinidad por el bestial guerrero.
— Crueldad sería un paso adelante para ti, mi hermano.
Y, sin embargo, hubo un tiempo en su pasado cuando Thorn habría cortado
la garganta de su propia madre, con tal de haber tenido bajo su orden a un
general de sangre fría y despiadada como Devyl Bane.
Incluso un guerrero con la mitad de la habilidad incomparable de este
68
demonio puesta en batalla. Era bueno que el muchacho no hubiera nacido
hasta mucho tiempo después de que Thorn se volviera contra su padre y
abandonara su causa por un objetivo mucho más noble y amable.
Como Señores de la Guerra unidos, habrían llevado a este mundo a sus
sangrientas rodillas y gobernado todas las partes de la tierra firme.
En retrospectiva, un pensamiento aterrador. Así que, gracias a Dios, Bane
había nacido siglos más tarde, y ninguno de los generales originales de Thorn
había sido tan feroz o tan capaz. O tan dispuestos a cortar una garganta para
ganar una batalla o mantener sus tierras.
Devyl echó un vistazo a la cubierta superior mientras una extraña sensación
bajaba por su espina dorsal. Y esta vez no era por la presencia de Thorn aquí.
No, había otra entidad poderosa aquí. Una que intentaba impedir que él
lo percibiera y, sin embargo, tampoco podía permanecer oculta de él.
— ¿De qué se trata, Santiago?
Rafe hizo un gesto para que lo siguieran abajo.
Cauteloso y desconfiado, Devyl echó otra mirada resentida alrededor del
barco y de su tripulación antes de bajar, con Thorn justo detrás de él.
Un bastardo irritante eso era.
Sólo tardó un momento para que los ojos de Devyl se adaptaran a la
oscuridad. Pero el olor era inconfundible.
Único y repugnante para cualquier bestia que estaba familiarizado con
ella.
Como almizcle seco, mezclado con algo azucarado. Le dio un escalofrío
por la columna vertebral. Instintivamente movió su mano a su espada y se
preparó para enfrentar algo que debía estar muerto y enterrado.
O mejor aún, quemado más allá de todo reconocimiento y esparcido a los
cuatro vientos para no poder volver a levantarse jamás.
Rafe encendió una linterna. — Al principio, pensamos que era una jumbie.
— Es una jumbie -. Sólo que ésta no vivía en un árbol de algodón de seda.
Era un Blackthorn. Uno de los más mortíferos de su raza.
— Dón-Dueli ... - La voz de la criatura era baja y ronca, y llena de
malevolencia. - Déjeme libre, mi señor, y te serviré de nuevo.
Sintió que sus ojos empezaban a girar. Algo que fue percibido por la
tripulación, que se apresuró enloquecidamente a buscar las escaleras para
escapar de estar bajo cubierta con él.
Sólo Rafe se mantuvo firme. — ¿Debería preguntar sobre eso? - Él levantó
la barbilla hacia los ojos de Devyl.
— En realidad no.
Devyl hizo una pausa para mirar a su alrededor. — ¿Has encontrado a
alguien alrededor de ella?
69
Él inclinó su cabeza hacia la demonio que estaba en la jaula. Una que se
balanceaba como un árbol en una brisa que sólo ella podía ver o sentir.
— No. La descubrimos en un barco fantasma. Nadie estaba a bordo y
no quedaban huellas de la tripulación. Ni siquiera un fragmento de hueso.
Supusimos que habían abandonado la nave para escapar de ella.
Habían sido comidos antes de que tuvieran la oportunidad de huir. Devyl
se estremeció ante el destino de esos pobres y desprevenidos bastardos.
— Al principio parecía bastante amable. Nos dijo que la enfermedad
había reclamado a los demás. Luego fue por mi garganta... con los colmillos
desnudos.
Por supuesto que sí.
Devyl cruzó los brazos sobre su pecho. — ¿Cómo la capturaste?
Rafe señaló el talismán que llevaba en el cuello con un cordón negro.
– La protección de mi madre. Cuando vino por mí, el hechizo de mi madre
la noqueó. Gracias a Dios por eso. La hemos atado aquí y no nos hemos
acercado a la jaula desde entonces, excepto para arrojarle comida y agua.
Lástima que eso no fuera lo que la criatura necesitaba para sostener su
forma mal engendrada.
Devyl dirigió su mirada hacia Rafael. — ¿Cómo está tu madre?
Sólo la había visto una vez, cuando Rafael la había llevado a su casa
para poder reunirse, con la intención de satisfacer los deseos del pirata. Y, sin
embargo, había sido una mujer de extrema bondad y gracia. Una de las almas
más puras y suaves que había conocido.
La tristeza oscureció los ojos. — Ella se enfermó el invierno pasado y
murió.
Una maldita lástima. El mundo necesitaba a más personas con la integridad
y decencia de la madre de Santiago. — Mis más profundas condolencias.
— Gracias.
— Sí - dijo Thorn con seriedad - lo siento por tu pérdida.
Rafe se frotó el collar. — Al menos yo estaba con ella al final. Y mi padre
también. Y fue pacífico. Hay cosas peores en la vida y me gusta pensar que
ella estaba cuidando de mí y de mi tripulación cuando encontramos a esta
criatura.
Sin duda. Algo excepcionalmente poderoso debía haber estado
protegiéndolos. Era una rara…rara bestia, que se encontró con un Deruvian
hostil y sobrevivió.
Sobre todo, cuando no sabían a qué se enfrentaban y la criatura había
llevado el invierno sobre ellos.
Un término que, en el transcurso de las cosas, Devyl había inventado para
cualquiera que abrazara los caminos oscuros del pueblo de Marcelina. A
70
juzgar por este caso, ella había llevado un largo invierno, también.
Y habiendo estado casado y unido a uno, Devyl tenía más experiencia con
dicho término que la mayoría. Con el estómago revolviéndose con repugnancia
y cólera, se acercó a la jaula donde ella lo observaba desde un par de ojos
del color del whisky, llenos de odio. Estaba sostenida por cadenas. Su cabello
negro nudoso y grasiento. Malnutrida en su cautiverio, tenía un tinte grisáceo
en la piel, y sus venas se veían negras por debajo. Espinosas.
Sin embargo, incluso con eso, sus labios eran de una sombra vibrante y
antinatural de rojo. — Blackthorn... ¿dónde está tu pareja?
Con una risa siniestra, respondió a su pregunta. — ¿Dónde está la tuya?
Siseando, se precipitó hacia los barrotes, queriendo arrancarle el corazón
y comérselo crudo hasta que volviera a estar sano. Como ella, había pasado
demasiado tiempo desde que se había alimentado de lo que lo sostenía, y
estaba hambriento de lo que realmente necesitaba.
Sin embargo, le ofreció una fría sonrisa. — ¿Está enojado, Majestad?
— No juegues este juego conmigo. Podría ocasionar una buena hoguera,
- y la acarició con un resplandor significativo cuando se imaginó que estaba
siendo consumida por las llamas.
Esa forma de sentencia de muerte para los de su raza, fue lo que había
llevado a la quema de brujas en la historia de la humanidad. Sin saber de
los deruvians, los cristianos habían tomado el castigo que la gente de Devyl
había reservado únicamente para ellos y lo utilizaron contra seres humanos
inocentes. Incluso la prueba para ver si las brujas flotaban en el agua provenía
del hecho de que los huesos de los Deruvian estaban hechos de madera, y
así era cómo las tribus humanas anteriores habían identificado una vez a su
especie, cuando no tuvieron acceso a su gente para ayudarles a determinar la
amenaza Deruvian.
Humanos tontos. No tenían ni idea con lo que estaban tratando. No
tenía idea de que la única manera de matar a un Deruvian era quemándolos
completamente y luego esparcir las cenizas carbonizadas sobre el agua, para
que no pudieran echar raíz y regenerarse.
De lo contrario, los bastardos regresaban aún más enojados y más viciosos y
vengativos como enemigos. No como hechiceros humanos. Más bien, criaturas
sobrenaturales con poderes mucho más allá de la comprensión mortal.
Y si se regeneraban por tercera vez, volvían petrificados, como un poder
supremo diferente a todo lo imaginable.
Esa era la última cosa con la que alguien quería pelear o encontrarse.
Una bestia profana del infierno que sólo aquellos bien entrenados podrían
resistir o matar.
Sus ojos brillaban suavemente bajo la penumbra, ella rió de nuevo. Hasta
71
que su mirada pasó por su hombro para centrarse en el otro en la habitación. –
Thorn - eso la tranquilizó. - Bien, bien. Acostándote con tus enemigos en estos
días, ya veo. Que rápido caen los poderosos.
— Vete a la mierda-. No toleraba sus insultos.
Volviéndose hacia atrás con desprecio, Devyl se volvió hacia Rafael.
-Llévala a la parte de arriba y pongan su culo en el fuego. Dispersa sus cenizas
secas y chamuscadas sobre las olas, lejos en el mar.
Con esas palabras, se dirigió a la escalera. — ¡Druida! ¡Espera!
Devyl se quedó inmóvil mientras dejaba escapar el único fragmento de su
pasado del que nunca hablaba. Con nadie.
Y succionó el poco oxígeno de la habitación. Sólo Thorn y Marcelina
sabían de los días en que se había puesto las túnicas negras de consejero y
líder pagano.
Sólo ellos conocían el costo de esa estupidez en particular.
Respiró hondo para controlar su rabia, luego continuó hacia la salida. —
¡Espera! - gritó de nuevo, - ¡Puedo ayudarte!
— Poder y querer son dos cosas completamente diferentes-, le contestó por
encima del hombro.
— ¡Te ayudaré! Duel, lo juro. ¡Por favor!
Hizo una pausa para mirarla. — Debería creerte... ¿por qué?
— Porque la Puerta Carian se está rompiendo incluso mientras hablamos.
Más de nosotros estamos siendo desatados. Sé que quieres encontrarla y
volver a encerrarla antes de que sea liberada.
Apenas. La perra no tenía una idea real y verdadera de lo mucho que
quería el cuello de Vine a su alcance. Sin embargo... — No te necesito para
eso.
— Pero necesitas que encuentre al Seraph que ella tiene, si quieres liberarlo.
Nunca lo encontrarás sin mí. No con vida o antes de que lo cambie.
Se esforzó por no mostrar ninguna emoción. No le daría nada. Era la
única manera de tratar con una especie tan traicionera y fría.
— ¿Cuál Seraph?
— Seguramente el gran Dón-Dueli sabe del Seraph que Vine capturó. - ella
cacareó con risa. - ¿No es eso lo que trae al gran Forneus aquí, también?
Ante la mención del nombre de Thorn, su verdadero nombre demoníaco,
Rafael retrocedió y se persignó. Palideció considerablemente por su temor
repentino al saber quién y qué era realmente Thorn.
Thorn se puso completamente rígido, mientras que Devyl contenía el aliento
ante algo que ni siquiera él tendría los huevos para hacer. Usar el apellido de
Leucious era bastante osado, aún para insultar al demonio.
Después de todo, en la vida, había algunas acciones que simplemente no
72
valía la pena hacer.
Saltar desde un acantilado que daba a un mar furioso y con rocas afiladas.
Comer vidrio. Arrojarse en un infierno furioso dentro de un volcán.
Tocar al Dark-Hunter Acheron en la parte posterior de su cuello.
Invadir la isla del Chthonian Savitar sin su permiso.
Decirle al demonio Simi no, cuando no quería oírlo.
Y usar el nombre convocador de Thorn.
— Tu falta de discreción es tonta - le advirtió Devyl. - Si fuera tú, me
detendría antes de perder más terreno y mi cabeza.
— ¿Es verdad lo que dice? -preguntó Rafe a Thorn. - ¿Es usted el demonio
Forneus?
Thorn pasó una mueca irritada hacia el pirata. — Nadie puede cambiar lo
que es al nacer. Pero todos tenemos una opción en cuanto a quiénes seremos
y especialmente en cuanto a quiénes somos. El demonio Forneus murió hace
mucho tiempo, como el capitán Bane puede atestiguar. No soy la misma bestia
que llevó a su ejército de demonios sobre las tierras del hombre para conquistar
este mundo para su padre. Estoy aquí para asegurarme de que criaturas como
esta señora paguen por sus crímenes y no hagan daño a inocentes.
Rafe arqueó una ceja burlona hacia Devyl, quien se encontró con la fría
mirada de Thorn antes de responder con la verdad. — Thorn no es Forneus.
Al menos ya no. Aunque para ser honesto, a Devyl le hubiera gustado
conocer a ese señor de la guerra. Podrían haber sido amigos.
Mejor aún, podrían haber sido aliados.
Pero la maldición de este mundo era que siempre estaba cambiando.
Amigos hoy. Enemigos mañana. Y, como era verdad en la actualidad, incluso
los enemigos podrían llegar a ser amistosos.
La vida siempre tenía esas extrañas vueltas, ya que mantenía a todos en
sus pies. Nunca sabías dónde te ibas a parar, ni a qué velocidad.
Pecador en santo. Héroe en villano. El papel de una persona podría
revertirse en un abrir y cerrar de ojos. Todo lo que se necesitaba para la
redención era una buena acción.
O una mentira equivocada por otra, de aquellos que eran rápidos para
aferrarse y mantenerse fieles a sus corazones a pesar de saber de que estaban
hechos. En ese único latido del corazón, tu vida entera se arruinaba. Por
ninguna otra razón que no querer hacerse cargo de sus propios pensamientos
o aprender de sus propios hechos. Por el contrario, muchos estaban dispuestos
a seguir como ovejas sin sentido a la matanza.
O el linchamiento.
Nunca entendería la mente humana. Especialmente la hipocresía. Así
como nunca entendería por qué Thorn le había dado esta oportunidad de
73
recuperar su alma, cuando ambos sabían que no la merecía.
Thorn no era por lo que Rafe debía estar asqueado
Era él. En su tiempo, se habría burlado de la vil y malvada criatura que
Rafe había enjaulado ante ellos.
Y con ese conocimiento disparando profundamente en su garganta, Devyl
se volvió contra Mona y mostró sus colmillos a la perra Blackthorn. Dejó que
sus ojos brillaran con su verdadero color sangriento para que entendiera que
había terminado con sus juegos. — ¡Dime lo que sabes, Mona! ¿Dónde está
ella?
— Así que ahora te importa, ¿no es así? Ouch, Du - ella chasqueó sus
ennegrecidos dientes — La verdad sale a la luz. Podrás estar con el Señor
Oscuro, pero mi señora siempre tendrá tu áspero corazón, tal como debe
ser. Debiste haber estado allí cuando caímos, mi señor. Vine misma lamentó
tu muerte por ello. Ella dijo que, si no te hubiera matado, no habríamos sido
tomadas. Ninguna la culpaba, sino ella misma, ella lo dijo.
Él frunció el ceño ante sus tonterías. — ¡Detén las adivinanzas! - Él le
disparó a la jaula con sus poderes.
La fuerza de ellos la derribó y la envió directamente al suelo, donde golpeó
contra el costado del barco.
Desde el suelo, se enjuagó con su mano pálida y llena de venas negras la
nariz sangrante y se echó a reír. — ¡Pobre Du!
Cuando él se volvió a lanzar sobre ella, Thorn le cogió del brazo.
— No te molestes.
Gruñendo profundamente en su garganta, frunció el labio ante la
compasión de Thorn. — ¿Qué vamos a hacer con ella? No podemos dejarla
aquí. Tarde o temprano, ella se hará un festín con todos ellos, y bien lo sabes.
Si la destierras para regresar a su prisión, ella solo escapará y volverá a
molestarnos aún más y quien sabe qué daño le hará a los humanos. Ella no es
más que una enfermedad que nos azota y devora a cualquier cosa en la que
establece sus raíces.
Una sonrisa insidiosa curvó los labios de Thorn. — La plantaré en un lugar
del cual no hay escapatoria.
Una amarga diversión atravesó a Devyl cuando se dio cuenta de que
Thorn pretendía llevarla a su reino natal de Azmodea. Él estaba en lo correcto.
Sería el único lugar del que jamás podría escapar. Pero qué pesadilla infernal
sería, sobre todo si Thorn la plantaba en su jardín...
Devyl sonrió. — Eres un bastardo malvado.
Mientras Thorn se dirigía a su jaula, ella se apartó de él. — ¡Te llevaré a
la puerta, Du! ¡Por favor, señor! ¡Misericordia! ¡Misericordia!
Devyl se encontró con la mirada de Thorn y dejó escapar un suspiro
74
cansado, ya que en realidad sentía pena por la perra y el destino que le
esperaba en ese agujero.
Esta era una mala idea. Cada instinto que poseía le dijo que era un tonto
por siquiera considerarlo. Ella estaba mintiendo sobre ayudarlos. Lo sabía sin
ninguna duda.
Pero aun así…
¿Y si no lo estaba?
Sería mucho más fácil tener un mapa a la puerta que jugar el juego de
adivinación que habían estado jugando, siguiendo el rastro de plat-eyes y
otras criaturas que habían sido liberadas. Ahorrarían tiempo. Más que eso,
ahorraría vidas humanas, y eso era lo que Thorn quería que hiciera.
En realidad, podrían llegar al Seraph antes de que Vine lo matara y
absorbiera su sangre y su poder. O, como la Blackthorn había señalado, Vine
lo convertiría en una herramienta que podían usar contra ellos, lo cual era lo
último que necesitaban.
— ¿Y bien? - preguntó Devyl, a pesar de que no estaba en su naturaleza
confiar con nadie.
Thorn soltó una respiración igualmente agitada. — Te lo dejo a ti. Siéntete
libre de quemarla más tarde, supongo.
Rafe soltó un silbido bajo. — ¿Y me llaman a mí cruel?
— Sí, bueno, quizá quieras retroceder cuando la suelte, o podría hacer
una demostración literal en lugar de una figurativa. - Devyl se dirigió a la jaula.
Vaciló mientras miraba su frágil aspecto. Parecía tan inofensiva y débil, y
sin embargo era una de las criaturas más mortíferas.
Como un conejo con el veneno de una cobra y los dientes afilados.
Ella rozó su pelo oscuro y enmarañado. Lamiéndose los labios, le recordó
a un mendigo de la calle. – Necesito sustento, Majestad.
— Tenemos sangre de cerdo en el barco.
Rodeando sus labios para exponer sus colmillos, gimió en protesta.
— No hay ninguna persona viva ahí para que te deleites. Todos somos
Deadmen.
Retorció la cara en una perfecta expresión de horror absoluto. — ¿Qué?
— Es cierto. No hay una criatura viva entre nosotros. — Él no hizo mención
de Cameron, ya que la última cosa que la niña necesitaba era ser el blanco
de esta bestia.
Ella gimió aún más fuerte. – Entonces déjame aquí.
— Nunca. - Mona sólo escaparía de su jaula y destruiría a Rafael y a toda
su tripulación. - Vas a venir conmigo o con Thorn. Tú elijes.
Mirando a Thorn, sacudió la cabeza. — Me voy a arriesgar contigo, Du.
— ¿Por qué me siento tan insultado? - preguntó Thorn.
75
— ¿Tú? Creo que soy el que más ha salido perdiendo por su elección.
- Devyl era definitivamente era el más ofendido por su hedor. Contuvo la
respiración, abrió la jaula y trató de no pensar en el hecho de que parecía
estar pudriéndose de adentro hacia afuera. Agg, las entrañas del infierno
habían apestado menos.
Mona le sonrió mientras seguía a Thorn hacia la escalera. Si bien esta no
era la situación más ideal, por lo menos ella estaba bajando de esta nave y
lejos de la tripulación que la había capturado. Tarde o temprano, Du tendría
que hacer puerto y luego podría alimentarse. Pero primero…
Primero encontraría el medallón Seraph que Vine le había enviado a
buscar, entonces ella arrancaría el corazón de la fétida bestia y lo entregaría
a su amante como recompensa.
Junto con las almas de cada miembro del maldito equipo de Devyl Bane.
Y entonces todos tendrían sus justas recompensas, y el mundo sería finalmente
su patio de recreo.
Capitulo 6
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Nébula

— ¿Sabes que esto es una trampa y que esa criatura miente?


Devyl dirigió una sonrisa de satisfacción hacia Thorn. — Por supuesto que
lo sé.
Sacudiendo su cabeza, Thorn lanzo un bufido. — ¿Todavía dejas que las
perras se pongan al día?
— La mejor manera de vigilar a tu enemigo es tenerlo bajo tu pulgar.
Aprendí eso de ti.
— Y yo que pensé que no estabas poniendo atención. - Una luz de respeto
cruzó los ojos de Thorn mientras observaba a los hombres de Rafe escoltar a
Mona por la escalera.
— ¿Estás seguro de que estás listo para tomarla? -. Rafe dudó antes de que
ellos la soltaran por completo.
— Preferiría que estuviera en mi tripulación que en la tuya. – Sus Deadmen 76
- y, más puntualmente, Mara - podrían manejar a la bestia y dominarla de ser
necesario.
Los marineros de Santiago no eran más que un banquete andante para la
bruja. Todos ellos eran afortunados de que, dados los poderes excepcionales
de la madre de Rafe y su conocimiento al respecto, el capitán pirata supiese y
no se desconcertase por el hecho de que Devyl no fuera enteramente humano.
Que Rafe reconocía el hecho de que Mona era altamente peligrosa cuando
la encontraron y el hechizo de su madre los había protegido a todos. Alguien
más hubiera muerto instantáneamente y su tripulación hubiera sido sacrificada.
De hecho, Santiago estaba dentro de los poco que sabían que Bane y
sus hombres no eran de este mundo, sino que pertenecían a otra especie
totalmente diferente.
Rafe le dio una palmada en el brazo. — Sin ofender, mi amigo, pero yo
mismo me siento mejor con ella bajo tu custodia.
Devyl bufó por su humor fuera de lugar. — Antes de que nos vayamos,
tengo que advertirte que Barnet se movió al interior de nuestras aguas y está
presionando por información sobre tu paradero. Él está determinado a cobrar
la recompensa sobre tu escondite.
— Maravilloso, - dijo Rafael secamente. - Aprecio el aviso. Me aseguraré
de advertirle a St. Noir y a Bonny al respecto la próxima vez que los vea,
también.
Devyl casi sonrió a la mención de la mujer pirata. Anne Bonny era un
personaje único por completo. — Dale mis saludos a Rackham.
Una mirada extraña cubrió el rostro de Rafael. — ¿Sabes que Anneya no
está con Jack, no?
Esas noticias lo aturdieron. Jack Rackham, Anne Bonny, y Mary Reade
eran tan cercanos que él asumía que los tres se habían unido mágicamente en
una sola forma de vida. — ¿Desde cuándo?
Una risa nerviosa escapó de Rafael. — Desde que ella concibió al hijo
de Jean-Luc St. Noir y Rackham se enteró de ello. Los tres han estado tras la
garganta del otro desde entonces.
Wow. Esas fueron, de hecho, noticias impresionantes. Devyl sacudió su
cabeza. Drama pirata. Ellos podrían meterse en más mierda que nadie que
hubiera conocido. — ¿Qué pasó con Reade?
— Ella y Anne se han juntado con la tripulación del St. Noir de momento.
Aunque Mary le tenía cariño a Rackham, su lealtad siempre estará con Bonny.
— Bueno entonces, dales a los tres mis felicitaciones.
Rafael pareció entretenido ante lo dicho. — ¿A los tres?
— Aye. A Jean-Luc y Anne por el bebé. A Jack por escapar de ese infierno
conocido como matrimonio y paternidad.
Rafe rió. — Ah. - Después se puso serio, mientras la demonio era arrastrada,
77
pasando junto su lado y llevada al piso de arriba. La mirada en los ojos de
Mona le prometía a Devyl un alegre momento sin lugar a dudas.
Poco sabía ella que esos retos solo enardecían su determinación. Y nunca
eran buen presagio para sus enemigos.
Thorn tenía cicatrices que podían probarlo.
Esperando por el desafío, Devyl se despidió de Rafael, para luego volver
a su propio barco acompañado por Thorn.
Para el momento en que estaba de nuevo en cubierta, William y Bart ya
tenían a Mona bajo custodia.
— ¿Qué quieren que hagamos con esto? - William hizo gestos señalando
a su nueva “invitada.”
Devyl sopesó sus opciones. Pero la verdad era que él aún quería prenderle
fuego y esparcir sus cenizas.
El brillo en los ojos de Thorn no dejaba dudas de que coincidía.
Pero por ahora…
— Pónganla bajo la guardia de Belle y hagan que la señorita Jack se
traslade a mi cuarto.
La mandíbula de William se aflojó mientras las cejas de Bart se dispararon
hacia el norte.
— ¿Perdón? - la voz de William se quebró al hacer la pregunta.
— ¿Ha perdido la audición, marinero? Esas son sus órdenes, vea que se
cumplan y dese prisa.
— Aye, aye, Capitán -. Se apresuraron mientras una sonrisa lenta curvó
los labios de Mona.
Devyl estaba tentado a hacerla explotar pero de algún modo logró
controlarse. Aunque era una de las raras veces en su vida en que lo había
hecho.
Thorn le devolvió una sonrisa cómplice. — ¿Entiendo que la señorita Jack
es la hermana del Seraph?
— Aye. Así es.
Thorn hizo una pausa, como considerando eso por alguna razón. Aunque,
por qué eso justificaba semejante atención, Devyl no tenía idea. Cameron
Jack era la última mujer en la que él se interesaría. Su corazón había sido
reclamado hacía mucho tiempo por una cruel mujer quien aún lo poseía con
un agarre
de hierro.
— ¿Y le ofreciste tu protección directa?
Él fijó una mirada asesina en Thorn ante la insinuación en su tono sarcástico.
Las botas en sus pies eran más viejas que la chica. - Ella es una niña inocente.
Thorn tuvo que detenerse antes de abrir la boca, estupefacto ante su
78
actitud defensiva, la cual se podía notar dentro de las palabras intensamente
gruñidas.
¿Dón-Dueli… el Oscuro… el Rey-del-Mundo, quien habría masacrado a
cualquiera y a todo lo que se cruzara en su camino, estaba protegiendo a
alguien?
A cualquiera.
De ninguna jodida manera.
Esto no tenía precedentes.
Thorn no podía lograr que su mente aceptara este concepto inconcebible.
Por primera vez en su increíblemente extensa vida, el trato aplicado a Thorn a
manos del más alto consejo Sarim tenía sentido.
Aye… ahora, lo entiendo.
Por eso… de cualquier forma esto no tenía sentido. Estaba demasiado
fuera del carácter de la bestia despiadada que él sabía que era Devyl. Habían
más posibilidades de que Lucifer se convirtiera en una virginal chica del coro a
que que Devyl Bane acogiera a alguien sin que eso lo beneficiara.
Y aún así, esos pensamientos se evaporaron tan pronto como él vio a la
mujer acercarse a ellos por la cubierta.
A primera vista, Thorn pensó que ella era un muy delgado adolescente o
un hombre joven como el aparejador de Devyl, Katashi— Kat el Salvaje, como
la tripulación lo apodaba. Hasta que Thorn notó el delicado arco de sus cejas y
la línea de sus mejillas. Aunque su abundante cabello castaño estaba recogido
en una coleta y ella usaba un abrigo y pantalones de hombre, aún era obvio
que esas caderas, esa postura y ese caminar podían pertenecerle solo a una
mujer.
Una con un buen y… bien redondeado trasero.
Y sus ojos pardos verde-azulados eran absolutamente cautivadores.
Pero nada de eso debería inducir a que un cruel, bastardo sin corazón
como Duel la protegiera.
Nay. Sus formas eran muy comunes y bonitas. Su astucia carecía de
toda sofisticación. Pero ella no era nada comparada a la ex esposa de Duel,
poseedora de una vibrante cabellera tiziana y unas curvas de diosa. Vine
estaba formada exquisitamente e impresionantemente hermosa, el tipo de
mujer que deja a todas las mujeres escondidas en su sombra, enfurecidas de
celos, y a los hombres boquiabiertos, mudos y totalmente erectos… incapaces
de cualquier pensamiento coherente, más que como atraerla a una cama lo
más pronto posible.
Él jamás tendría problemas para imaginar como Duel había perdido su
corazón o su alma, sin contar su vida, por esa zorra. Cualquier hombre que
prefiriese la compañía femenina con gusto habría hecho cualquier cosa que
79
Vine le pidiera, abandonando toda consciencia y razón por ella.
Pero ésta…
La única parte de ella que era destacable era sólo cuan lamentablemente
común se veía.
— ¿Esa es del linaje de Michael?.- Thorn susurró a Duel. - ¿Estás seguro?
— Aye.
Increíble. Normalmente los nacidos de la sangre de Michael eran difíciles
de pasar por alto.
Eran rubios, por regla, altos, y excepcionalmente atractivos.
Ésta…
Bueno, ella tenía algo en común con el antiguo ser y eran sus ojos llenos
de veneno al plantarse firmemente en frente de ellos. — Yo no voy a dormir en
su cabina, Capitán. ¿Tiene alguna idea de cuan inapropiado es eso?
— Aye, y no podría importarme menos. No hay un alma aquí que se
atreva a desafiarme o hablar mal de mis intenciones. Dormirá donde yo diga,
Señorita Jack.
Ella rió incrédulamente. — Usted está equivocado -. Con seriedad ella
le dirigió una mirada audaz, lo que era tan estúpido como admirable. - Muy
equivocado.
Devyl, de hecho, sintió una sonrisa estirando los bordes de sus labios
mientras, ella empezó a caminar en dirección opuesta a su cabina. — ¿Señorita
Jack?
La mujer se detuvo para mirar en su dirección con un fruncido y desafiante
ceño.
— Mi cabina o la dejamos a la deriva en el mar… sin un remo… o bote.
Creo que el término es ‘caminar por la plancha.’
— ¿Disculpe?
— Puede decirme todo lo que quiera, pero eso no cambia nada. Ya me
escuchó, niñita, y hablo en serio. Esos son los términos de su permanencia en
este barco. Ahora apresúrese y vaya hacia donde se supone que debe ir.
— No puede estar hablando en serio.
Devyl arqueó una ceja hacia la chiquilla insolente. — Puedo y lo hago.
Con una tonta zancada, ella volvió a pararse en frente de él. — Va a
arrepentirse de esto, Capitán Bane.
Dudosamente. La única cosa de la que se arrepentía era de la mirada
anonadada en el rostro de Thorn que lo hacía querer darle una bofetada al
idiota.
Thorn finalmente logró cerrar su bocota. — ¿Puedo ver tu medallón?
Ella palideció ante la pregunta de Thorn. — ¿Le contó al respecto? -, susurró
a Devyl.
80
— Aye - él susurro de vuelta. - Y el tono bajo es inútil, ya que su audición
no tiene comparación.
Una profunda mancha roja se extendió sobre sus mejillas.
Thorn rió. — No temas, niña. Soy el último que querría hacerte daño por
ese símbolo. Solo quiero verlo por mí mismo para asegurarme de que Devyl no
tenga una lesión en la cabeza que esté causando que imagine cosas.
Devyl sintió otro impulso de darle a él una lesión, pero no se movió mientras
ella, renuentemente, lo sacó y se lo entregó al repugnante patán, quien hacia
su actual muerte en vida aún más inaguantable que su tiempo pasado en el
infierno.
Al momento en que Thorn vio el medallón, sus ojos se tornaron del mismo
tono de rojo que el del estado natural de Devyl. Giro el mismo en su mano.
Éste brilló con un profundo y vibrante color verde, en protesta al demoniaco
agarre de Thorn. Incluso sonó como si gritara en agonía, Devyl definitivamente
conocía ese sentimiento, pues sentía la misma compulsión el mismo.
— Tienes razón. No hay duda de los orígenes de esto.
Devyl cruzó sus brazos sobre sospecho. — Te lo dije. Yo no soy el que tiene
una lesión en la cabeza.
Thorn fijó su mirada en él, y si no fuera más inteligente, Devyl podría
pensar que había de hecho pánico allí. — Tenemos que llegar a su hermano.
Más pronto que tarde. De lo contrario no hay ni que decir de lo que Vine le
puede llegar a hacer.
— Estoy al tanto de eso.
Thorn apretó el medallón en su mano. — ¿Te importaría si conservo esto
un poco más?
Cameron estaba horrorizada por la pregunta.
— Por supuesto que me importaría. Mi hermano me lo confió a mí para
que lo cuidara.
— Lo sé, pero realmente lo necesito por un poco más de tiempo y así poder
usarlo para, con algo de suerte, encontrarlo.
Ella miró a Devyl. — ¿Puedo confiar en él?
— Probablemente tú puedas.
— ¿Qué significa eso?
— Que yo nunca confiaría en él. Para nada. Ni siquiera para limpiar la
saliva de mis botas pero tú no deberías tener ningún problema, pues él no te
odia mortalmente
Sacudiendo su cabeza hacia atrás, ella frunció el ceño hacia él. - ¿Creí
que era tu amigo?
Thorn dejo salir una risa histérica. — Devyl no tiene amigos. Él no cree en
ellos.
81
Ella le miró boquiabierta. — ¿De verdad?
Devyl resopló por su pregunta inocente y dio un paso atrás hacia donde
se encontraba Death. — ¿William? Dile a nuestra inocente invitada que te trae
la amistad en esta vida.
Will no dudó ni se detuvo al mencionar su lema usual. — Una condena y
una horca.
Devyl elevó una engreída, y burlona ceja hacia Cameron, quien miró
boquiabierta a ambos, especialmente dado cuan plano y seco había sonado
el tono de William.
— No pueden creer realmente eso, ¿o sí? - ella les preguntó.
— ¿Creerlo? -. La desafió William mientras se le acercaba. - Lo sé, de
hecho -. Él jaló su pañoleta hacia abajo para mostrarle la huella evidente de
donde había sido colgado. No había ninguna equivocación o forma de negar
la marca donde la soga había rasgado a través de su piel y le dejó con una
amarga y horrible cicatriz.
Respirando con dificultad, ella lo alcanzó y entonces se contuvo, pues
debió haber notado cuán inapropiado sería tocarlo tan íntimamente. — Y-y-yo
lo siento.
— También yo, cuando el verdugo dejó caer el piso bajo mis pies. Entonces
esperé una eternidad antes de que tirara de mis piernas para terminar el
trabajo. Maldito bastardo lleno de pestes -. William enderezó su collar. –
Lamento alguna vez haber cometido el error de llamar a alguien mi amigo.
Lo más lamentable de todo es que puse a ese podrido pedazo de mierda a
mi espalda -. Se interrumpió para dirigir una mirada de furia a Thorn. - Me
juré a mí mismo cuando Thorn me trajo de vuelta que ese fue un error que no
volvería a cometer. No poner a nadie, ni nada, a tu sombra. A menos que
estés preparado para que una espada se deslice entre tus hombros, cuando
menos lo esperes.
El capitán se movió para pararse hombro con hombro junto a Will. — Y es
por eso que nos llevamos tan bien. Entendimiento mutuo.
William sonrió con suficiencia. — Y desconfianza mutua.
— Exactamente.
— Eso solo me pone tan triste por ambos -. Ella dio un paso hacia adelante
para abrazar a William y luego al capitán.
Devyl se congeló ante la sensación de sus brazos alrededor de su cintura,
de su… cuerpo tan íntimamente presionado contra el suyo. Durante todo un
minuto, no pudo ni siquiera respirar mientras una onda de fuego hacía erupción
a través de sus venas y despertó un sentimiento peculiar dentro de él, uno que
jamás habría creído posible.
Nadie lo había tocado así desde el día en que había enterrado a su Elf.
82
No era un abrazo sexual, o uno con la intención de conseguir tal cosa. Éste
era un abrazo inocente, con la única intención de dar consuelo. Uno ofrecido
por amabilidad y verdadera compasión por el otro.
Era verdadera preocupación e inocencia.
Y eso despertó algo. Él ni siquiera pudo nombrar el sentimiento porque
había sido demasiado tiempo desde la última vez que lo había sentido, por lo
menos, un indicio de…
Las palabras le fallaron completamente.
¿Hombre, qué demonios?
Ella gentilmente frotó su espalda con su mano, ofreciendole una sonrisa
compasiva antes de que volviera su rostro hacia Thorn.
— Confiaré en usted, Sr. Thorn. Por favor devuélvame la medalla de mi
hermano lo más pronto posible.
Y se marchó, Devyl se dio cuenta de que ahora tenía la boca abierta,
también. Recuperándose y cerrándola, aclaró su garganta.
Entonces todo se volvió rojo mientras se dio cuenta de que ella estaba
yendo justo rumbo a su camarote, donde él tenía oculta a la débil Deruvian.
— ¡Ve por la chiquilla, Will! -, empujó a su segundo. - ¡Llévala a mi cuarto!
— Aye, capitán -, corrió, Will obedeciendo de inmediato.
Dándose la vuelta, captó la mirada en el rostro de Thorn. -No empieces
conmigo demonio. Con el humor que tengo, probablemente me sirva de mí
reserva de bebida favorita y tu sangre sería una muy especial y agradable
cosecha.
Thorn alzó sus manos en rendición. — Lo único que estoy pensando es que
es a su sangre de Seraph a lo que estas reaccionando. Nada más.
— ¿Cómo es eso?
— Esa atracción antinatural que sientes dentro de ti no tiene nada que ver
con algún sentimiento real que tengas, lo sabes tan bien como yo. Cuando
naces en la oscuridad, buscas la luz, la ansiamos. Es así como nos destruyen
al final. Estamos tan indefensos contra su encanto, que nos lanzamos a ella aún
cuando sabemos que vamos hacia nuestra ruina definitiva.
Se burló de la sabiduría del viejo demonio. — ¿Que podrías saber tú de
eso?
La tristeza oscureció los verdes ojos de Thorn. — Más de lo que puedas
comprender. Yo amé a la mía de una forma que no habría creído posible…
solo ella domó a la incontenible furia dentro de mi corazón. Ella es la única
razón de que ahora sea humano.
Esas palabras sorprendieron a Devyl más que cualquier cosa. — ¿Estas
confiando en mí?
— Nay, hermano. Te estoy advirtiendo. El momento en que ella supo
83
realmente lo que yo era…que vio la verdad, mi dama jamás creyó otra palabra
que viniese de mis labios. ¿Cómo podría, dado lo que he hecho y quienes son
mis padres? Ella ni una sola vez pensó que yo sería capaz de sentir algún tipo
de amor. Hasta hoy no puedo culparla por eso. Algunos días estoy tan seguro
como ella de que soy incapaz de tal cosa, también-. Él desvió la mirada. - Esa
es nuestra maldición. Buscar la luz y siempre ser desterrados de vuelta a la
oscuridad que nos trajo al mundo. Somos los condenados y desesperanzados.
Tal vez eso es todo lo que bastardos como nosotros merecemos…
Y con eso, Thorn se desvaneció.
Devyl se quedó parado allí, reflexionando sobre lo que Thorn había dicho.
Aunque él reconociese que el demonio estuviera diciendo la verdad, había una
enorme diferencia.
Cameron había visto a la bestia en él. Ella sabía lo que realmente era y…
aun así lo había abrazado.
Abrazado. ¡A él!
Desafiaba a toda razón.
— ¡Capitán!
Parpadeando para aclarar sus pensamientos, caminó hacia la proa, en
donde Sallie corría de atrás hacia adelante entre las musculosas montañas
que eran sus arietes, Simon, Dewing y Katashi, quienes apenas llegaban a los
cinco pies de altura. Tieso y delgado, Kat tenía cabello negro y ojos castaños
oscuros. Por su propensión a las bromas y acoso a cualquier marino que no
hiciera su parte, la mitad de la tripulación de Bane estaba convencida de que
el marino japonés era, en parte, namahage (corta-pieles). Un temor con el que
él jugaba en la forma de vestir y llevar su cabello enforma de nudos alrededor
de su cabeza.
Pero Devyl sospechaba que mucho de eso venia del hecho de que Kat
era el más joven de cinco niños. Algo que tendía a hacerlo revoltoso y a estar
siempre metido en cosas que debería dejar en paz.
Como una fisgona rata hambrienta.
De allí su apodo. Era ambas cosas, una broma sobre el hecho de que
Kat parecía un ratón y por eso lo llamaban como el enemigo mortal de los
roedores y, además, era curioso a un nivel en que Devyl no dudaba ni por un
instante que,Kat sacrificaría nueve de sus vidas para descubrir una verdad.
De igual manera Simon, como un antiguo sacerdote de Exú—como el
espíritu Africano al que servía—, era un bromista innato capaz de ser un fiero
protector o un enemigo vengativo.
Casi tan alto como Devyl, Simon usaba su cabello al estilo griego corto
que suavizaba las agudas y angulares líneas de su bien parecida cara.
Y mientras los ojos de Devyl se volvían rojos bajo estrés o peligro, los ojos
84
marrón oscuro de Simon se volvían de un serpentino y vibrante dorado cuando
conversaba con sus espíritus.
— ¿Qué travesura están tramando? -. Les dirigió una mirada mientras se
daba cuenta de cuán consternado estaba Sallie.
— ¡Han robado de nuevo mi alma capitán! ¡Haga que me la devuelvan!
— Sí… Kat… ¿dónde está? - les gruñó a ambos.
— Capitán - Simon increpó. - Es ridículo que le siga la corriente. El hombre
necesita aprender que su alma no está en una botella.
Devyl sintió sus ojos girar ante la crueldad hacía su otro compañero. —
¿Y qué daño te hace si él elige llevar su alma en una botella o no? ¿Estuviste
asustado alguna vez cuando pequeño por un alma embotellada?
Kat rió.
Las fosas nasales de Simon se ensancharon, pero sabía que era mejor no
mostrar su rabia a Devyl. — No puedo creer que un adulto sea tan ridículo.
Debería destrozarla ahora capitán y mostrarle lo tonto que está siendo.
— Y tú deberías estar avergonzado de ti mismo por atormentar al pobre
tipo por su alma de esta manera. Ahora entrégala y déjalo en paz.
Kat la sacó de su bolsillo con una mueca. — Parece un poco insensato,
capitán. Que lo cuide como a un niño con un tesoro, incluso lo he visto hablarle.
— De nuevo pregunto, ¿qué daño te hace si él hace eso? ¿Preferirías que
estuviera hablándote o cuidándote? - Le dirigió una mirada intensa a cada uno
de ellos. - Y me gustaría pensar que ustedes dos, de todos los miembros de
mi tripulación, serían los últimos con inclinaciones de atormentar al otro por
cualquier cosa.
Simon hizo un gesto de dolor. — Eso fue un golpe bajo, capitán.
— Y también lo es robarle el alma a un hombre.
— Solo estábamos divirtiéndonos un poco.
Kat se movió para pararse cerca de Simón.
— Diversión a expensas del sufrimiento de otro no es diversión, Sr. Mori.
Esa perra es conocida como crueldad y su manto es una angustia perpetua.
Dormir en paz es el derecho inalienable de todas las criaturas conscientes. Vivir
vidas dignas y libres de tormento. Perseguir cualquier camino que ellos mismos
elijan por su propia voluntad. Y nadie debe tener jamás obligaciones para con
otro. Ni por sus necesidades y jodidamente seguro que no por su libertad o
sus vidas. Y nunca por su alma inmortal. ¡Ahora entréguele al hombre su alma
antes de que colabore enviando la suya al infierno!-. Estas últimas palabras
salieron como un gruñido profundo, que causó que se escabulleran al instante
en que la entregaron.
Devyl devolvió la botella a su dueño.
Al momento en que emprendió su partida, Sallie lo detuvo. — Gracias por
85
entender lo de mi alma, capitán.
Devyl inclino su cabeza hacia el hombre físicamente más viejo. Sin
embargo, él había nacido mucho antes que el hombre delante de él o incluso
que el bisabuelo de Sallie.
— No se preocupe, Sr. Lucas. ¿Aunque puedo sugerir que en el futuro
encuentre una botella más pequeña o un lugar más seguro para guardar tan
valiosa mercancía?
Absalon hizo un gesto de dolor. — Intenté con una botella más pequeña
una vez. La maldita cosa es demasiado grande para caber en una. Causó todo
tipo de alborotos al respecto. Es triste decir que ésta es la más pequeña que
pude conseguir para mantenerla feliz.
Devyl reprimió una sonrisa. — Esta es una botella de ron sumamente
grande.
— Tiene preferencia por el ron. Le da un trago, de vez en cuando. Para la
buena salud, ¿usted sabe?
— Yo mismo me tomo un trago, por la misma razón.
— Bueno, le agradezco de nuevo, capitán - Acunando la botella como un
niño en sus brazos, se alejó a atender sus deberes.
Devyl se tomó un momento para mirar donde estaban sus hombres y
escuchar el mar y el éter que se removía a su alrededor. Un millón de voces
gritaron en él, permitiéndole saber que Vine había despertado y estaba en
movimiento de nuevo.
Tan cerca que casi podía oler la esencia de su piel y aun así no podía
alcanzarla.
Necesitaba la ubicación de la puerta. Cuan irónico que no pudiera
encontrarla, dado que era él quien había vendido su alma para encerrarla allí.
Pero entonces, eso había sido parte del trato. Ella había sido aprisionada tras
su muerte, así él no habría tenido el placer de contemplar su caída y la captura
que había causado.
Maldita sea por eso. Y aun así le habría encantado ver su expresión al
momento en que supo que sus poderes habían sido tan grandes que había sido
capaz de localizar la tumba para obtener su venganza sobre ella y atraparla
en su agujero infernal para que no pudiera disfrutar de su victoria sobre él. Era
la única cosa que jamás imaginaria.
Tampoco lo haría Marcelina.
Nadie tenía ninguna idea de que tan increíblemente poderoso había sido
como un ser mortal.
Siempre había sido una criatura de secretos, una que nunca dejó saber a
nadie nada sobre él. Ni siquiera a su propia esposa.
Y esto estaba lejos de terminar.
86
Te encontraré, zorra. No estás segura, ni siquiera en tu prisión.
De una forma u otra, él llegaría hasta ella y sellaría la puerta y se aseguraría
de que permaneciera retenida en ese agujero por toda la eternidad. Incluso
si eso significaba que él mismo volviera al infierno o él tendría madera de
repuesto para su barco y nueva sangre en su copa.
Aye, el ganaría de cualquier forma.
Y montaría la cabeza de Vine sobre su chimenea.
Capitulo 7
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel

— ¿Por qué nunca me dijiste sobre tu hermana?


Devyl se quedó inmóvil ni bien susurró las palabras. Palabras que condujeron
una amarga agonía a través de su corazón. Ignorando la pregunta de Mara,
siguió trabajando.
Hasta que Mara se plantó delante de él y tiró de la cuerda que estaba
anudando con sus manos. – Responde, Du.
–No hay nada que decir.
La tristeza oscureció sus ojos pálidos con vibrantes sombras de azul. – Ella
fue la razón por la que atacaste mi pueblo ese día, ¿No es así?
Sentía que sus propios ojos se tornaban rojos cuando se encontró con su
mirada.
– No hablo de Elf... con nadie.
Marcelina se estremeció cuando se rozó bruscamente con ella, para unirse 87
a su tripulación, sin duda para alejarse de ella. Cerrando los ojos, en su mente
vio claramente el día en que se habían encontrado.
Dón-Dueli se había sentado en su silla alta como una montaña. Una masa
gigante y musculosa de rabia que había entrado en su bosque como un espíritu
de venganza desde las tripas del infierno mismo, vestido con su armadura de
cuero negro, con una barba negra larga, pelo trenzado. Incluso su caballo
parecía más un demonio que un animal de carne y hueso. Pintado para que
pareciera un esqueleto, a la bestia le habían puesto pelo de hada, para que
pareciera aún más feroz y sobrenatural.
Como su jinete. Una suprema criatura de nefasta mezquindad y rabia.
Nunca había sido testigo de ese nivel de carnicería o furia viniendo de
cualquier hombre o criatura. Dón-Dueli había venido solo y quemó la tierra
de sus hermanas y hermanos con su nemeton, mientras buscaba información
sobre un clan rival que él protegía.
O eso era lo que ella había pensado.
Nunca había entendido que era, realmente, lo que lo había llevado ese
día a matar a tres docenas de su gente. La salvaje brutalidad de su violencia
demente le había enfriado hasta los huesos.
Nadie había podido frenarlo o derrotarlo. Quien lo intentó, cayó rápido y
duro a sus despiadadas habilidades de batalla.
Combinando los poderes, de los Sylphs y de los Deruvians, habían
intentado dar su mejor pelea contra él y expulsarlo de su bosque, mientras él
exigía a los jefes, aquellos que habían ido después...
– ¡Elf! - Había gritado ese nombre al cielo.
Un grito agudo y angustiado que hizo que los animales se metieran entre
los arbustos y que los pájaros echaran a volar.
–¡Denme a los que atacaron a mi Elf! Los quiero, ¡y voy a matar a cada
uno de ustedes, malditos, hasta que llegue a los culpables y tire sus tripas
a través de sus culos! Así que ¡Ayúdame, Dagda! ¡No me iré antes de que
saboree su sangre y me deleite con sus profanados cadáveres !.
Había pensado, estúpidamente, que la manera posesiva en que usó “Elf”
había significado que él estaba allí por su mascota, o su sirviente. Ese era un
nombre extraño para un ser humano.
Usando ese nombre como un grito de batalla, los había cortado, y había
utilizado su fuego de hechicero para quemarlos hasta convertirlos en cenizas.
Pero dado lo que ella le había oído decir a Thorn antes...
Todo tenía sentido.
Había estado allí ese día, para vengar a su hermana menor. Algo con lo
que Mara definitivamente podría identificarse.
El dolor la ahogaba al recordar como Dón-Dueli la agarró mientras ella
trataba de distraerlo para que sus propias hermanas huyeran a salvo. Con el
88
infierno en sus ojos, la había obligado a ponerse de rodillas apuntándole con
la espada. Temblando de terror, había esperado el golpe mortal que estaba
segura de que vendría.
Un golpe, que él había dudado en dar. En ese momento, ella había supuesto
que era porque él quería información y ella era la única de su pueblo que
había sido lo suficiente estúpida para transformarse en un cuerpo humano que
él podría ver. La única lo suficientemente tonta como para caer en sus manos,
porque ella intencionalmente lo distrajo para que los otros pudieran huir.
Pero cuando sus miradas se encontraron, y vio sus ojos ardiendo con
un nefasto rojo, ella había visto su deseo de derribarla. Vio la angustia y el
tormento que ardían en el fondo de su alma.
Y en ese instante de vacilación, ella había alcanzó su espada y se cortó la
mano con ella. Luego, había susurrado las palabras sagradas de vinculación.
Había sido una apuesta desesperada, ellos en una alianza nefasta. Una
que pasó diez mil vidas lamentando, Dón-Dueli reconoció el hecho que ella
había unido sus fuerzas de vida juntos.
Su intención había sido llevarlo con ella a la tumba.
En ese entonces, como ahora, había demostrado ser una bestia poco
cooperativa. Pero ¿cómo podía haber sabido que él tenía conocimiento de su
gente y sus costumbres, que él la instigaría a realizar su hechizo sabiendo sus
consecuencias?
Él la había maldecido, porque ella lo merecía.
–¡Deshaz tu hechicería, Deruvian!
–No puedo. Una vez dicho, es eterno. Somos uno. Mátame ahora y tú
mueres conmigo.
Ella esperaba que, con eso, terminara. Él estaba tan loco como para matar
a ambos en su ira.
En cambio, Dón-Dueli la había capturado y la obligó a mirar mientras
seguía con los sacrificios durante días enteros.
Para el momento en que su ira se había enfriado y su alboroto terminó
sólo después de que él había hecho cosas indescriptibles a los que habían
dañado a su Elf - ella había perdido la cuenta de las vidas que había tomado
despiadadamente.
Perdió la cuenta de los días, dejó de verlo como un humano, o incluso
como una forma básica de vida sensible. Para ella se había convertido en un
animal insensible. El mismo epítome del Aesir, esa gente que había odiado con
tanta vehemencia, y el primer ejemplo de por qué habían luchado contra ellas,
intentando erradicar generaciones de su especie de la existencia.
Y aún así, Dumnonii la rama de Aesir, se había criado y propagado como
una plaga sobre la tierra. Sembrando destrucción y guerra por todas partes.
89
Robo. Saqueo. Violación.
Bárbaros, todos ellos.
Aunque para ser justos, si bien rara vez Du perdonaba a alguien de su
espada, nunca supo que hubiera violado a una mujer. No era que lo necesitara.
Incluso las mujeres conquistadas habían luchado y defendido un lugar en su
cama.
Se sentía asqueada, especialmente cuando sus hombres ponían a las
mujeres pobres, unas contra otras, a pelear, para luego ofrecer a la vencedora
a su líder como un trofeo.
Ella había odiado absolutamente todo sobre Du y su gente. Había maldecido
cada día que se había visto obligada a soportar su detestable compañía. Se
odiaba a sí misma por el hechizo que los había unido incluso más fuerte que
el matrimonio.
Por su parte, él la había ignorado y sólo la convocaba a un cuerpo humano
cada vez que quería alimentarse de su sangre para realizar sus propios
hechizos.
Hasta que, un día, Vine había venido por ella. Quebrada y sangrando, su
hermana había estado cerca de la muerte, enfrentando a un grupo separado
de Bárbaros, que habían atacado a su marido Nemeton.
Aterrorizada de perder al último miembro de su familia, Marcelina había
hecho todo lo posible para mantener a Vine oculta del Aesir, y, en particular,
de Du. Para asegurarse de que ninguno de los hombres de Du la vieran, o que
Du mismo descubriera su presencia, y así evitar que le hicieran daño a Vine,
ya fuera por su belleza o porque era Deruvian.
Mara todavía no sabía cómo Du finalmente había conocido a Vine. Un
día, Mara había sido convocada para proteger a una familia, ella estaba
obligada a ir, y a su regreso, los había encontrado en la cama.
Esa imagen de él follando con su hermana iba arder para siempre en su
memoria. Sólo se habían detenido cuando él se dio cuenta que los estaba
mirando con horror.
En lugar de sentirse avergonzado, le dirigió una sonrisa insolente.
– Cariño quieres unirte?
Ruborizándose, y reprendiéndolo por burlarse de ella, Vine había agarrado
una piel para cubrirse. – ¡No es lo que piensas, Mara!
Sin ningún remordimiento ni modestia, Du Había rodado sobre su espalda
y se apoyó en los codos para mirarlas. Su obscena exhibición había molestado
mucho a Mara, que buscaba mirar a cualquier otro lugar de la habitación.
Aunque, para ser honesta, él tenía uno de los mejores físicos que hubiera
visto en cualquier hombre. Con sus músculos ondulados, su piel morena, podría
atraer incluso a los más castos. Y estaba excepcionalmente bien dotado, algo
90
que había intentado realmente ignorar.
Pero no había sido fácil.
¿Peor? Du lo sabía. Él siempre sabía cómo las mujeres codiciaban su
cuerpo, y esa sonrisa diabólica en su cara lo confirmó, mientras echaba un
vistazo hacia su hermana.
– En realidad, es exactamente lo que ella está pensando, amor. Estaba
enterrado hasta la empuñadura dentro de ti cuando llegó a molestarnos, lástima
que no se hubiera demorado un poco más.
Vine se había sonrojado aún más intensamente que Marcelina.
– ¿Por qué eres tan cruel como para burlarte de ella?
Rehusándose a contestar, soltó un profundo suspiro, luego se levantó para
bañarse, sin vestirse, ni cubrir ninguna parte de su anatomía.
Era un bárbaro desvergonzado, después de todo.
Pero entonces, ella había visto las horrendas cicatrices en su espalda y a
través de sus nalgas. Profundas y talladas, la habían dejado con la boca abierta,
mientras intentó imaginar la horrenda paliza que debió haber soportado para
ser marcado tan profundamente.
Vine se quitó el vestido por encima de la cabeza, luego corrió al lado de
Marcelina.
– Él no es tan horrible, hermana.
–¡Claro que sí! - Ella lo conocía mejor de lo que su hermana creía. - No
estabas allí. Tú no lo vis…
Vine había callado sus palabras colocando sus dedos sobre los labios de
Marcelina mientras la llevaba a un rincón oscuro.
– Tú me dijiste que nadie está más allá de la redención o es indigno de ser
perdonado.
Mara se había ahogado con esas palabras cuando fueron arrojadas a su
cara. No podía creer que no se preocupara…
– ¡Él es una bestia diferente! ¡Con toda seguridad!
Esas palabras susurradas, habían causado que él la mirara con una mueca
de desprecio que la había enfriado hasta el fondo de su alma. Agarrando de
un tirón la túnica negra que había lanzado al suelo con descuido, él la pasó
por encima de su cabeza, y las dejó hablar en privado.
Pero no antes de que él le hubiera dado una mirada tan fría y malévola,
que había sacudido todo su camino desde su médula hasta los huesos.
– ¿En qué estabas pensando? - le frunció el ceño a Vine.
– En que un enemigo amarrado, es mejor que uno que vaga, sin poder
mirar adonde vá.
– ¿En serio?
– No tenemos a nadie que nos proteja. Tú estás ligada a él. Para siempre.
91
Ya que tú no puedes irte, yo no tengo a donde ir, solo estaba tratando de
cortejar a la bestia y domarla.
Marcelina se quedó boquiabierta ante el pensamiento.
– ¿Estás loca? Existen algunas bestias más allá de la domesticación. Y él
esta plantado firmemente en la parte superior de dicha lista.
– No lo conoces.
– Tampoco tú.
Vine se encogió de hombros y dio un paso atrás. - Tal vez, pero es la mejor
oportunidad que tenemos de sobrevivir. Y tú lo sabes tan bien como yo.
Ella rodó los ojos ante la ingenuidad de Vine. ¿Cómo podría ser su hermana
tan estúpida?
¿Tan ciega?
Y contra todas sus protestas y razonamientos, Vine había perseguido a Dón-
Dueli, hasta que se convencieron de que era inofensivo y estaba enamorado
de su hermana. Como Vine misma, Marcelina había comprado esas mentiras.
Aunque nunca había sido demasiado cariñoso con Vine, tampoco había
sido cruel con ella. Lo que para él, era un milagro, ya que era un animal
bastardo para con todos los demás.
Todo el mundo.
Incluso los enormes guerreros entrenados con ferocidad se escabullían
como ratones aterrorizados en su proximidad.
Pero con ella y con Vine, al menos, actuaba con moderación. Mientras
Marcelina había vivido en su casa, la había tratado con condescendencia y
había destruido a cualquier persona que le mostrara algo menos que su mejor
comportamiento. Su protección sobre Vine había sido aún más extrema. Hasta
el punto de que algo de su salvajismo todavía lo perseguía.
Sinceramente, Mara no sabía lo que finalmente había terminado con ese
matrimonio. O por qué su hermana había elegido matarlo. Vine nunca lo
había explicado. Mientras que Vine había estado muy nerviosa y a veces muy
emotiva, ella normalmente no era tan intensa, imprudente o cruel.
Por supuesto, Du tendía a sacar lo peor en todos los seres.
Y desde su regreso al reino de los mortales, Du había estado aún más
distante y vacío que cuando estaba casado con su hermana.
Más frío. Mas mezquino.
Hasta Cameron.
En todos los siglos que Marcelina lo había conocido, ella nunca lo había
visto tan...
Amable.
Y por primera vez, hizo que se preguntara cómo había sido con su
hermana. ¿Podría haber sido como su querido hermano mayor, a quien vio
92
después y cuidó de ella?
Si eso fuera cierto, entonces tal vez, sólo tal vez, no era el animal tiránico
que ella siempre había pensado...
¿Él lo era?

*******

– ¡No quiero estar aquí!


Devyl soltó un suspiro cansado por el tono estridente que dejaba sus oídos
sangrado, en forma figurativa.
– Yo tampoco, señorita Jack. Créame. Pero hasta que recuperemos a su
hermano y lo aseguremos, no puedo permitir que usted este cerca de la...- hizo
una pausa como si recordara una obscenidad- Criatura que acabamos de
tomar en custodia.
– ¿Es una de esas bestias malvadas quien lo capturó?
La intensidad de su tono causó que mirara sobre su libro para ver si ella
había dejado de pasearse delante de su escritorio para fulminarlo. Tenía que
forzarse a sí mismo para no sonreír ante la postura descarada que sostenía,
con los puños cerrados como si estuviera lista para dominar el mundo. Siempre
había admirado el coraje en cualquiera, pero sobre todo en alguien tan
minúsculo.
– Suponiendo que la respuesta fuera si, ¿qué planeas hacer? -Cortar a
la perra sería la respuesta más apropiada, ya que apenas estaba preparada
para tratar con una criatura de tales poderes y venenos.
– Depende de si la respuesta es si o no.
Se rió a pesar de sí mismo. Y el sonido de aquello lo sacudió profundamente,
ya que era una risa real e inesperada. No del tipo fingido que normalmente
practicaba cuando se esperaba algo de él socialmente.
¿Que demonios?
Tranquilizando su habitual comportamiento brusco, se aclaró la garganta.
– No hay necesidad de que estés alterada, muchacha. Cálmate y descansa.
Mañana será un día amargo.
– ¿Enserio?
Volvió la página de su libro y trató de no pensar en la visión con la que
había nacido, ya que eso, demasiado a menudo, lo alimentaba con detalles
que prefería no saber.
– No es nada. Somos un barco sin bandera, navegando a través de aguas
piratas y llevando el Red Jack como nuestro único color. Los problemas siempre
93
nos van a encontrar, incluso cuando tratemos de evitarlos.
Cameron vaciló ante sus palabras. Una carta de signo era lo que algunos
capitanes tenían autorizado para que sus barcos y cargamentos pudiera
navegar por naciones enemigas. Piratería esencialmente legal. La mayoría de
los piratas y las tripulaciones llevaban esas cartas, muchas de ellas falsificadas.
Junto con banderas de múltiples naciones, por si acaso.
El hecho de que no se molestara en falsificar las cartas o falsificar los
colores le dijo que era un hombre de honor.…
O que estaba completamente loco.
– ¿Puedo preguntarle algo, capitán?
Soltó un suspiro que decía que había abusado con su pregunta.
– Si es necesario, Srta. Jack.
– ¿Cómo es que llegó a ser el capitán de este barco?
Susurró algo que sonaba como una maldición entre dientes, antes de
contestar.
– Lady Marcelina lo quiso así.
– ¿Por qué?
– Sin ninguna duda, para poder, al igual que tú, con tu incesante inquisición,
atormentarme por siempre.
Eso causó que una esquina de su boca se elevara, mientras luchaba por
no sonreír.
– ¿Yo te atormento?
Él miró hacia arriba. – Las conversaciones, en general, me molestan.
– Suenas como mi hermano. El amenazó con coserme los labios si no me
callaba alrededor de él.
Gruñendo, volvió a leer.
–Entonces, ¿dónde piensas dormir, Capitán Bane?
Con un profundo gruñido, cerró el libro y lo puso en su escritorio.
– Aparentemente, en mi cama, porque, parece que tú no tienes interés
en utilizarla. Estoy pensando que uno de nosotros debería aprovechar para
descansar unas horitas. ¿No estás un poco cansada?
Por alguna razón, que ni siquiera podía empezar a comprender, una
imagen de él en dicha litera pasó por su mente. Seguida por un pensamiento
tan escandaloso que causó que su cara se enrojeciera.
Él se acostó acomodándose lentamente. – Cuidado adonde te llevan tus
pensamientos, muchacha.
Mientras se dirigía a la puerta, ella se detuvo en seco.
– ¿Puedes oír mis pensamientos?
— Puedo leer tus expresiones, y pones todo al desnudo en tu mente.
Cielos, él era astuto y aterrador. Y, aun así, ella dejó caer su mirada a sus
94
labios. Nunca había besado a un hombre antes, nunca había querido.
Hasta ahora.
Ni siquiera sabía por qué. Bane era completamente inaceptable para ella.
Él era bestial y terrorífico. Un hombre al que le gustaba intimidar y asustar a
otros.
Y aun así…
– ¿Qué te hizo casarte con un Deruvian si los odias?
Devyl se estremeció ante esa pregunta que destrozó lo poco de su alma
ennegrecida que él aún conservaba. No tenía la intención de contestar. Él nunca
respondía ese tipo de preguntas, lo enojaban, y no era de su incumbencia.
Pero sus labios lo traicionaron, como todos y cada uno de los demás en el
Universo, – Vine fue amable conmigo.
Cameron frunció el ceño profundamente sorprendida por la respuesta
inesperada.
– ¿Amable?
– Sí, señorita Jack. Cuando no has sido alimentado con nada más que
insultos, degradación y horror, un poco de bondad ayuda - y con eso él se fue,
para buscar aire fresco y aclarar su cabeza.
Eso era lo que pretendía, por desgracia, el pasado era una perra traicionera
que siempre buscaba tenerlo de rodillas, y, esta noche esa puta se vengó
de él, agitando imágenes que hubiera preferido ver enterradas para toda la
eternidad. Excepto por una.
Esa imagen, era el único consuelo que tendría jamás. Y vendría a él en la
noche en que había asesinado a sus padres.
Tal vez “asesinado” fuera un poco fuerte, dado que había sido por
supervivencia. Después de todo, su padre bastardo había estado tratando de
matarlo primero. ¿Y porqué crimen? ¿Por tener el coraje de proteger a sus
hermanas?
Incluso ahora, podía sentir el calor del fuego en su rostro cuando sus
hermanas lloraban en las sombras.
Mientras todavía los gritos de su madre pidiendo misericordia, resonaban
contra las paredes de piedra, habían venido corriendo a su habitación, donde
había estado tratando de ignorar el dolor de su madre, no porque no le
importara, sino porque la única vez que había intentado defender a su madre
cuando era niño, lo había castigado mucho peor que su Padre.
– ¡Es mi marido, muchacho! Y tu ¡padre! Nunca levantas la mano contra
¡tus padres!
Así que, aunque odiaba ver a su madre golpeada, había aprendido a
dejar a sus padres solos para lidiar con ello.
Hasta esa noche.
95
No había sabido cuál era la pelea entre su madre y su padre. Podría haber
sido algo de la cena de su padre, que no había sido salada correctamente, o
que su madre había puesto sus zapatos en el lugar equivocado.
Al menos no lo supo, hasta que Edyth y Elf irrumpieron en su habitación
para esconderse. Perplejo por ese acto peculiar, él las había mirado con el
ceño fruncido. Aunque a ninguno de ellos le gustaban los sonidos de las peleas
de sus padres, estaban acostumbrados a la familiar rutina.
Igual que él, sus hermanas, normalmente se quedaban en sus camas y
fingían dormir a través de la cacofonía.
Sin embargo, esa noche, todo fue diferente. El hecho de que Edyth hubiera
ido a su habitación era extraño de ella, y de él mismo. Apenas un año mayor
que él, ella nunca había pensado en él como su hermano menor. Aparte de
usarlo como objetivo para su lengua corrosiva y ridiculizarlo, él no podía
recordar un momento de su vida en donde se hubieran llevado bien.
Así que, que ella lo buscara, era un evento raro de hecho. Elf, por otra
parte, había corrido a su cama y se había arrojado contra él a llorar, con
lamentos tan horrorosos, que había temido por su salud.
– ¡Calma, Elf! Respira y... - su voz se había apagado en el instante en que
había visto las marcas en su cuerpo joven. En ese momento vio lo que su padre
le había hecho.
El horror lo había llenado al ver la mirada atormentada de Edyth sobre su
despeinado cabello.
– Traté de detenerlo, Duel. - sus sollozos habían coincidido con los de Elf.
– Nunca pensé que se lo haría a ella también.
¿También?
Esa palabra quedó colgada en el aire, como un demonio horrible que se
burló de él sin piedad.
Abrazo fuertemente a Elf contra él, se había sentado allí aturdido y frío,
entonces, su furia se transformó en algo que ni siquiera podía comenzar a
describir. Una rabia tan profunda y oscura que le había dejado un sentimiento
de calma que le aterrorizaba.
– Desde hace cuánto?
La vergüenza obscureció su mirada. – Desde que yo era de la edad de Elf.
Edyth se había hundido en las sombras como si tratara de mezclarse con ellas.
– Yo- yo traté de mantenerlo lejos de ella, Luego fui a buscar a mamá.
– ¿Y?
– Ella me sostuvo en su habitación hasta que él terminara. Entonces vino
por mí y ... Comenzaron a luchar.
Cerrando los ojos, Devyl se había maldecido por ser un estúpido idiota,
por no darse cuenta de la causa de la naturaleza promiscua de Edyth, por no
96
haber sabido nunca lo que pasaba entre ellos por la noche. ¿Cómo pudo haber
sido tan increíblemente ciego con el dolor y el sufrimiento de su hermana?
¿Tan estúpido?
Pero no más.
Con un beso en la cabeza de Elf, se había quedado con ella en sus brazos
y la llevó a Edyth.
– Quédense aquí. Las dos.
Edyth había agarrado a Elf contra su cuerpo tembloroso como una madre
a un niñito.
– ¡No puedes salir! Ta te matara, Duel!
– Vine a este mundo luchando y cubierto con la sangre de otra persona,
Ed. No tengo problema en seguir viviendo de la misma manera. ¡Y si tengo
que terminar así, entonces planeo caer llevándome al bastardo conmigo a
Vandwy y entregar su corazón a Y Diawl yo mismo, de una forma u otra, juro
a los dioses que él no te tocará más!
Todavía frio. Todavía furioso, había caminado fuera de la habitación para
encontrar a su padre en el gran salón. Su madre sollozaba mientras su padre
se sentaba en su silla, como si todo estuviera bien en el mundo.
Al menos hasta que sus miradas se encontraron.
Su padre había bufado de manera burlona, y luego se sirvió más vino. –
Qué es lo que quieres, chico?
Con una calma, que todavía no podía entender, Duel había caminado
hacia a la pared, recogió un hacha y sonrió.
– Tu cabeza ... las dos en realidad.
El estúpido bastardo había tenido la osadía de reírse. Y entonces les dio
la orden a sus perros de atacar y matar a Duel.
Los perros fueron contra él, pero estaba demasiado furioso para que le
importara. En cambio, él miró a las feroces bestias y los desafío a que lo
atacaran. – ¿Me quieren? ¡Muérdanme y enviaré sus cabezas a Annwn,
donde pueden esperar por él!
Esas gruñidas palabras habían causado que los perros retrocedieran
confundidos, entonces chillaron y huyeron.
A diferencia de su padre, que carecía del buen sentido de los perros. En
vez de eso, Axe del Dumnonii se levantó lentamente y desenvainó su larga
espada.
– Bien, bien, el pendejo sin valor finalmente encontró su espina dorsal.-
Entonces el violento guerrero oscuro había ido hacia Devyl, con la intención de
ponerlo en su tumba.
Pero tantos años de frustrante abuso y la necesidad de venganza, quemaban
dentro de Devyl. Al cabo de unos cuantos golpes, tomó la cabeza del bastardo
97
como había prometido que lo haría.
En lugar de estar agradecida de que finalmente la había liberado del puño
cruel de su padre, su madre venía corriendo hacia él, empuñando su daga,
gritando que ella vengaría a su padre.
Una daga, que hundió profundamente en su hombro, y que luego sacó
para ir por su garganta.
Devyl no había querido matarla. Él luchó con ella en un intento de quitarle
el cuchillo de la mano. Pero ella había usado sus propios poderes contra él, y
se habían encendido los suyos. Demasiado joven como para tener el control
completo, y a la vez, incapaz de detener el instinto de auto preservación
que estaba profundamente arraigado en su sangre, se lanzó sin compasión ni
restricción alguna y consumió a su madre en una ardiente explosión emocional.
Horrorizado por la visión de permanecer acostado en la sangre de su
padre, finalmente Devyl perdió la furia dentro él. Y al rato, comenzó a temblar.
A llorar.
A sentir.
Y odiaba cada momento. Fue una reacción visceral y amarga, su dolor
había aumentado como una serpiente impía haciéndose un festín con sus
entrañas. Triturando y comiendo cada último pedazo de inocencia que había
poseído.
No es que hubiera tenido tanta. La brutalidad de su padre y la debilidad
de su madre le habían quitado eso. Consumió todo su valor y su felicidad.
Cualquier oportunidad que tuviera de ser decente o bueno. Lo dejó destrozado
y amargado. Agotado y sin valor. Con una sensación de estar vacío y perdido.
Demasiado aturdido como para moverse, había estado ahí por horas,
cuando los sirvientes llegaron a trabajar, descubrieron la carnicería que lo
rodeaba.
Desde que su padre había sido el líder de su tribu, Devyl había esperado
ser ahorcado por lo que había hecho. Él no esperaba ninguna misericordia de
nadie, ya que los hombres de su padre se habían apresurado a comprobar los
restos.
Todavía envuelto en la sangre de su padre, Devyl se había negado a
responder a preguntas. Se rehusó a hablar en lo absoluto.
¿Cómo podría explicarlo? Él no quería decirle a nadie los secretos de su
familia. No quería exponer lo que le habían hecho a su Elf o a Edyth. Se negó
a ver a sus hermanas avergonzadas o lastimadas de cualquier manera. Sus
padres las habían herido suficiente. Por los dioses, su hermano no les haría
daño también. Era su deber protegerlas.
Que su gente lo condene solo a él. Ese era un secreto que se llevaría a su
tumba.
98
Y cuando los guardias intentaron arrastrarlo de la habitación para
colocarlo bajo custodia por los asesinatos, Edyth se había adelantado y los
había empujado lejos.
– Eran unos bandidos errantes que interrumpieron ¡durante la noche! Duel
luchó contra ellos por ¡él mismo! No puedes llevarlo por eso. Él es ¡nuestro
héroe! Sino fuera por él y su valentía, también estaríamos muertas. ¡Él salvo
nuestras vidas!
Elf había respaldado su historia.
Fue la única vez, que, en toda su vida, alguien había tratado de protegerlo
y mantenerlo a salvo. La única vez que alguien se había levantado para
defenderlo. Mientras que antes él había amado a su pequeña hermana, ahora
se había vuelto aún más leal.
Y también Edyth. Él habría hecho cualquier cosa por ella después de ese
día.
Cuando murió, de una rara fiebre un año más tarde, casi lo destruyó.
Qué cruel que finalmente se convirtieran en cercanos, sólo para que algo tan
patético como una fiebre, tomara su vida y le robara una amistad tan especial.
Así que se aferró a su Elf, aún más después de que Edyth muriera y con
una pasión que a menudo la había dejado tan frustrada con él, que había
pasado interminables horas divirtiéndose y molestándolo por ello.
¡Me estás sofocando, hermano! ¿No puedo tener un momento para mí? Lo
juro, no me sorprendería encontrarte sentado encima mío un día de estos, cuando
en la mañana te encuentre en el baño, como una gran ¡Mamá gallina! De hecho,
estás tan cerca, que yo como y tu eructas por mí. Palabras que ella había dicho
con humor y nunca con malicia.
A diferencia de él, su Elf nunca había sostenido ninguna maldad o enojo
hacia alguien.
Dios, cómo la extrañaba.
No pienses en ello...
Porque pensar en ella, incluso ahora, después de todos estos siglos, todavía
lo rasgaba por dentro.
– ¿Capitán?
Miró por encima del hombro para ver a Belle que se dirigía hacia él. – Si,
milady Morte, ¿qué puedo hacer por ti?
– ¿Es usted consciente de lo que está a bordo del barco, señor?
– En efecto. ¿Por qué?, ¿ella te está dando problemas?
– Podría decirse...
Arqueó una ceja ante su evasividad. — Yo dije eso. ¿Qué dice usted?
– Bueno... se puso un poco insolente con nosotras.
Ah, queridos dioses.
99
Arqueó una ceja, hizo una pausa en lo que estaba haciendo, para pensar
en las implicaciones de “insolencia”.
– ¿Y? - le preguntó cuándo notó que fracasaba en terminar.
– ¿Bueno - repitió ella - estaría todo bien con usted, si el Sr. Death la pega
a la pared?
Devyl vaciló cuando varios escenarios pasaron por su mente por aquellas
palabras. William teniendo su camino con la bestia en una esquina.
O Will, literalmente, apuñalando a la bruja. No estando del todo seguro,
sobre de cuál de los dos sería peor para ellos, Devyl se dirigió hacia los cuartos
de las mujeres, donde rápidamente encontró a su intendente a solo uno latido
de corazón de matar a la puta zorra.
Agarrando la espada de Will, arqueó una ceja. – ¿De Verdad?
William le hizo una mueca. – Ruego por su perdón, Capitán. Tal vez
debería haber preguntado. ¿Puedo matar a la inútil ramera?
– Lo siento, Sr. Death. Quiero esa diversión personalmente.
Amordazada por un trozo de lino, Mona chilló y luchó contra las cuerdas
que William había anudado alrededor de sus manos.
Especialmente cuando Devyl se volvió hacia ella, sosteniendo la espada.
Sí, esta vez, iba a destriparla.
Maldita Puta.
Y nadie podría detenerlo.

100
Capitulo 8
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel

Justo cuando Devil estaba por matar a la Deruvian, Mara apareció en la


habitación y usó sus poderes para disolver su espada. Su temperamento se
encendió, él la fulmino con la mirada.
– No necesito una espada para destruir a tu hermana.
Cuando empezó a ahogar a Mona, una ola masiva e invisible lo mando
lejos, contra la pared.
– No me presiones, Du. No soy la pequeña niña asustada que encontraste
ese día en el Forest Fawr. He recorrido un largo camino, y también tengo mis
poderes.
Gruñendo, se enfrentó a Mara con su cara demoníaca, esa que causaba
que Belle, Janice, Sancha, Valynda e incluso William se echaran atrás con
miedo. Incluso la maldita zorra se deslizó hacia las sombras para ocultarse de
su ira. 101
– ¿Y quién te dio esos poderes? - gruñó.
– ¡No me empujes!, Repitió.
Cerró la distancia entre ellos De modo que apenas una pulgada los
separaba. – Ídem.
Respirando agitadamente, levantó su mentón, mientras sus ojos
resplandecían de odio y desafío. Un viento invisible acarició su pálido cabello
alrededor de su forma esbelta mientras flotaba sobre las tablas de la nave que
había sido elaborado a partir de su cuerpo.
– Aún eres un animal, ¿verdad?
Esas palabras lo cortaron con rapidez, pero se negó a dejar que ella o
cualquier otra persona lo supiera. Los insultos y abusos fueron la leche materna
de su alma ennegrecida. Fueron todo lo que siempre había conocido, ¿y qué si
ella se las decía a él? — Salvaje y rabioso desde mi primera respiración hasta
la última.
– Entonces tienes que irte y dejarme lidiar con esto. Tranquilamente. Sin Ti.
Le tomó todo lo que tenía para no tomar represalias. Ella no tenía ni idea
de lo afortunada que era que él no fuera la bestia que ella lo acusaba de ser.
Él frunció el labio para burlarse de ella.
– Deruvians para siempre, ¿no es así? Es por eso que también odiamos
a los Vanir. Siempre sintiéndose superiores y poderosos en su arrogancia.
Pensando en ustedes mismos sobre el resto de nosotros.
Si sólo supiera la verdad.
– ¿Te atreves a darme un sermón sobre moralidad y humanidad? ¿en serio?
Soltó una risa amarga y burlona. – No, señora - se burló de la palabra,
convirtiéndola en un insulto. – Yo nunca ensuciaría a su pueblo. Ninguno de
ustedes alguna vez a cometido una sola atrocidad contra cualquier persona.
¿no es cierto?
– ¿Que se supone que significa eso?
– Piénsalo.
Con esas palabras, salió de la cabina para dejarla ahí. Que Marcelina lo
pensara. Él vio la censura en sus ojos.
Maldita sea por eso. Incluso después todo lo que su hermana le había
hecho...
Después de las atrocidades que el pueblo de Vanir había cometido contra
el suyo, ella todavía se negaba a reconocerlo. Ellos eran perfección, mientras
que los Aesir eran feroces bárbaros, esa es de la única forma en que ella los
había visto.
Su lealtad ciega a su gente, sobre todos los otros, lo desgarró hasta el
núcleo de su ser.
Pero no había comenzado de esa manera. Su preciosa Vanir fue una de
las que comenzó la guerra entre ellos. ¿Y por qué?
102
Un berrinche egoísta del peor tipo.
Marcelina podría negarlo todo lo que quisiera. Él sabía la verdad
absoluta de todo. Esta batalla entre sus culturas y generaciones de odio habían
comenzado cuando su bisabuelo había cometido el error de preguntar a la
Princesa Gullveig de Vanir Deruvian y su corte, por ayuda, después de una
plaga que deliberadamente Gullveig había desatado en sus tierras, desolando
a todo el mundo.
Hombres y bestias.
Lamentablemente, él no sabía que la Vanir estaba detrás de la peste.
Ingenuamente, su bisabuelo había sido incapaz de concebir tal traición. Todo
lo que él sabía, era que Gullveig era una diosa de la curación y sus habilidades
se consideraban legendarias.
Así que Woden se había tragado todo el orgullo y le pidió que salvara la
vida de su hijo Tyrin y de su pueblo. Como un Diosa de la curación, debería
haber sido fácil para ella hacerlo. Y eso fue todo lo que le había importado al
rey Aesir. No su orgullo, no su corona. El amor por su hijo y por la gente era
lo que había llevado a Woden a hacer una negociación amarga, y tonta.
Porque ésa era la forma de ser de los Aesir. Eran una raza comunal que
creía en el bien de todos. Una vida era insignificante en comparación con el
beneficio del conjunto. Eran un soporte, un engranaje en una máquina más
grande, y estaban conectados directamente para servir al bien de su raza.
Poner a otros primero antes que a ellos mismos.
No era así con los Vanir. Para ellos, uno era siempre mayor que el todo.
Mezquinos y egoístas. Mejor sacrificar toda la especie, que ver un pelo dañado
en sus cabezas individuales. El derecho de un individuo era siempre superior
a los derechos del conjunto.
Eran egoístas, hasta las últimas consecuencias.
Y así, Gullveig había aceptado, pero sólo si ella se casaba con el rey y le
daban todo su oro.
Puesto que su gente no valoraba el oro sobre la vida, Woden acepto.
¿Después de todo para que servía el oro si estabas muerto? Era sólo un metal
para ser intercambiado por suministros. Demasiado débil para fundirse para
hacer armas, ni siquiera era utilizado por su gente para la decoración.
Los Aesir nunca le habían dado mucho valor. De hecho, habían usado
hierro como moneda, porque era el metal más valioso para su gente. Mucho
más importante que el oro.
Así que habían pagado con todo su oro a la codiciosa diosa sin vacilar.
En el momento Gullveig lo tuvo y se casaron, ella había usado su magia
para envenenar al gran rey y a todos los herederos de su primera esposa. Su
gente se había movido rápidamente en sus tierras y tomaron todo para ellos
103
mismos.
Pero Gullveig no sabía sobre la hija de Woden, que se había casado con
un esposo fey mucho antes de la llegada de la diosa Vanir. Una hija que se
había ido a vivir Alfheim con la gente de su marido.
Decidida a vengar a su familia Aesirian, y salvar lo que quedaba de su
gente, la abuela de Devyl había regresado a casa de su padre. Una vez ahí,
Kara había apuñalado a la diosa y prendido fuego a Gullveig en la sala del
rey asesinado.
No una vez, sino tres veces, prendió en llamas a la diosa.
Cada vez, la puta Deruviana había vuelto a la vida. Esa había sido
la primera exposición de Aesir y sus poderes de regeneración de los Vanir
Deruvians.
¿Peor? Gullveig había vuelto más fuerte después de cada muerte, y la
tercera encarnación de las llamas, emergió como la diosa Heiðr-más poderosa
y más malvada que cualquier otra criatura que los Aesir se hubieran encontrado
antes.
Como resultado del baño de sangre de diez años, los dioses de Vanir
habían exigido por venganza contra los Aesir por los ataques contra Gullveig,
ellos querían la vida de los abuelos de Devyl.
Y todo el infierno se había desatado como resultado.
Sí, su gente había vuelto más y más salvaje durante esa guerra. Los
Deruvians los habían obligado a sobrevivir contra ellos y su magia profana.
La triste verdad de la supervivencia era que rara vez sacaba lo mejor
de nadie. Más bien, obligaba a las personas a tomar acciones que iban en
contra de toda moral que tuvieran y los dejó en la bancarrota y resentidos.
Preguntándose si alguna vez estarían enteros de nuevo.
Más de mil años después, Devyl estaba tan roto ahora, como lo había
estado en su propia guerra contra los Deruvians, por sus crímenes
¿Y para qué?
Para ni una maldita cosa, al final.
Debería haberme quedado en el infierno. Al menos allí conocía su lugar
y había encontrado un enfermizo consuelo en su miseria. O al menos había
llegado a un acuerdo con eso.
Él no pertenecía a este insensible mundo en el que no podía confiar en
nadie. Él nunca confiaba. No había nada aquí para que lo salvara del dolor
y la miseria. Había sido despojado brutalmente de todo lo que había amado.
Amigos. Familia.
Devyl no tenía clemencia de ninguna clase.
De repente, y como para probar sus palabras, sintió un dolor agudo y
punzante a su lado. Con un jadeo, Devyl se dobló por el violento dolor.
104
– ¡Capitán!
Trató de parpadear más allá de la impactante agonía, pero incluso sin
Will y Bart, que continuaba llamándolo, él sabía lo que había sucedido.
Marcelina estaba herida. ¡Maldita sea por su ceguera al tratar con otra
muchacha Deruvian!
Con una mueca feroz, se tragó su gemido y se dirigió a la cabina donde
él la había dejado. Ignoró a los hombres que intentaban explicarle los
acontecimientos de los que él ya sabía.
Marcelina había alcanzado a Mona y la perra de Blackthorn había tomado
ventaja de ello.
Porque así era la naturaleza Deruvian de Mona. Eran traidores hasta el
final. ¿Por qué Mara estaba tan reacia a ver que ella era incluso mejor que él?
Con su visión borrosa, encontró a Mara en el suelo con Belle montando
guardia de pie, cuidándola de una satisfecha Mona. Gruñendo profundamente
desde su garganta, él emitió órdenes lo más rápido que pudo.
– ¡Tenemos una violación de casco! ¿Death? ¿Meers? ¡Lleva a los hombres
y encuéntrenla! Sancha, dirígenos a tierra antes de que nos hundamos por
completo. ¡Pon a cada hombre en las bombas!
Corrieron a obedecerle.
Mona le dedicó una sonrisa torcida. — Tú no lo lograras.
– Será mejor que reces para que lo logremos. De lo contrario tu corazón
es el último banquete que disfrutaré.
Su respiración desigual, se volvió hacia Janice. — Escóltala, y si ella
escupe cerca de tu dirección, pon su culo en las llamas y quémala hasta las
cenizas.
Pronunciando esas palabras, él recogió a Mara para sacarla de la cabina
y llevarla a su recamara. Pero fue mucho más fácil decirlo que hacerlo, dado
la cantidad de dolor que el mismo sentía. Lo que le indicó el severo daño que
el barco tenía.
– ¿Cuánta agua estamos tomando? - Jadeó mientras luchaba por cargarla.
Marcelina gimió mientras se aferraba a él, una acción que dejo en
evidencia la profundidad de sus heridas. De lo contrario, ella moriría antes
de tocar a gente como él. – Estoy tratando de cerrar la brecha. - las lágrimas
brillaron en sus ojos. - Gracias, Du.
– ¿Por qué?
– Por no echarme en cara esto.
Contestó con una mueca mientras abría la puerta de la habitación y la
llevaba a su cama con volantes, que parecía más como una nube, que un lugar
de descanso. Con una delicadeza que le molestaba, él la bajó y la acostó de
espaldas, con la intención de salir. Por desgracia, sólo llegó al lado opuesto
105
de la pequeña habitación antes de que su propia miseria lo hiciera caer de
rodillas. Maldición... hacía mucho tiempo que ninguna cosa le dolía tanto.
Jadeando, él le hizo una mueca. – ¿Qué golpeamos?
– No lo sé con certeza. Le dije a William que mantuviera a Kalder sobre el
mar, para que no lo mate. Sea lo que sea, la bestia me desgarró.
Con una risa amarga, se encontró con su mirada. – Bueno, entonces ya
es hora de que lo conozca y le agradezca personalmente por este dolor de
estómago.
Mara se quedó boquiabierta mientras observaba a Du levantarse – ¡No
puedes estar hablando en serio!
A pesar de todo, se las arregló para ponerse de pie. – Quiere una pelea...
le daré una.
Y con eso, se había ido.
Mara gritó de frustración mientras lo llamaba de vuelta, sabiendo que era
inútil. Duel no escuchaba a nadie.
Nunca.
– ¡Tonto, tonto testarudo! - ¿Qué había en él, que nunca podía retroceder
a cualquier tipo de confrontación? Nunca había visto nada parecido.
Tosiendo y asfixiándose, rodó de su cama y trató de ir tras él. ¿De qué
serviría si él conseguía que lo mataran?
De nuevo.
Se la llevaría con él a la tumba. Entonces, ¿qué sería de su tripulación?
¿O del mundo que ellos juraron proteger?
Entonces, ¿Qué esperaba ella de alguien que había nacido de tal violenta
raza? todo lo que sabían era sobre derramar sangre y sobre matanza.
Violencia. Caos.
Sin embargo, no podía olvidar la suavidad de su tacto cuando la había
llevado a su cama. Incluso, mientras él había estado con dolor, y aunque debió
molestarle ir en su rescate después de haberle advertido de la traición de
Mona, su tacto había sido tan suave como el beso de un hada.
Justo como había sido amable con Cameron a pesar de conocer sus
orígenes. Así como odiaba a los serafh. Así como odiaba a Menyara.
¿Y por qué no los odiaría a todos? Había vendido su alma a las fuerzas
oscuras para mantener a los romanos fuera de sus tierras. Había aprovechado
el poder prohibido y la magia más oscura para hacerse rey y asegurar que
nadie podría derrotarlo. Él lucho contra Thorn y el Sarim por años. Había
echado a todos los ejércitos que se habían atrevido a enviar contra él. Destruyo
a cualquier hombre que hubiera intentado tomar su corona o cuestionar su
autoridad de cualquier manera.
Después de años de vivir en el infierno con la tosca bestia, Mara había
106
estado encantada cuando supo que Menyara había trabajado en conjunto con
las fuerzas de Thorn, y planeado moverse contra Du, en un intento sin cuartel
de derrocarlo y terminar su sangriento reinado y su vida. Ella había estado
segura de que finalmente lo derrotarían y la librarían de su vínculo olvidado
por Dios.
Pero eso no había ocurrido.
En cambio, el ejército de Du, bajo su mando, los había hecho pedazos.
Había dispersado sus fuerzas y las había quemado con un entusiasmo que
todavía causaba que la bilis subiera por su garganta cada vez que pensaba
en ello, o la forma en que después había vuelto a casa. Triunfante. Jubiloso.
Mareado.
Se había reído mientras detallaba la sangrienta carnicería. ¿Peor? Él se
había burlado de ella por el hecho de no compartir su alegría por tal cruda
brutalidad.
– ¿Qué ocurre, Mara? ¿No tienes estomago para esto? Le había preguntado
mientras él bebía un cálido y caliente vino en el cráneo manchado del soldado
más grande que él había matado en la batalla.
Eso le había hecho tener arcadas durante días.
No. Nunca había tenido estómago para eso. Y aún menos por la sangre
y la violencia.
A diferencia de él.
Pero dicho esto, nunca ni una vez había actuado mezquinamente hacia un
inocente. Nunca había matado a un niño o violado a una mujer. Tampoco había
permitido a sus hombres hacerlo y si mataban a una mujer, eran castigados
duramente por ello.
De hecho, a pesar de todos sus vicios, él no era un tramposo de ninguna
clase. Duel iba tras sus enemigos a cara descubierta. Anunciándose bien. Y
por lo general con mucha fanfarria.
Era prácticamente su única cualidad atractiva.
Pero ahora que lo pensaba, él tenía un número de... buenos... “buenos”
podría ser demasiado... ¿Mejores rasgos?
Podía ser extremadamente tolerante con otros. Donde muchos se hubieran
dando por vencidos por la extravagancia y el sin fin de excentricidades
de su tripulación, Duel era prácticamente indulgente con todos ellos, y por
muy peculiares que fueran sus caprichos, él nunca dijo una palabra sobre el
lenguaje extremo o la forma de beber de Sancha. O los hechizos picantes de
Belle que requerían algunos ingredientes bastante nocivos. Él guardó el alma
de Sallie en la botella como un objeto precioso y se aseguró que nadie acosara
a Kat y Simon por su relación no convencional. De hecho, incluso realizó una
ceremonia de matrimonio para ellos, levantando solo una ceja acerca de eso.
107
Ella era la única con la que él era abiertamente mal educado. Y mucho de
eso era su culpa. Ella lo picaba innecesariamente y sin cesar.
Al igual que un cónyuge molesto ...
Sintiendo una extraña punzada de culpa, se obligó a ponerse de pie y lo
siguió después que él salió.
En la cubierta superior, encontró a Duel concentrado en la batalla con un
gigante monstruo squidlike que se estaba levantado sobre el agua, respirando
el fuego e intentando su mejor esfuerzo para engullirlos a todos. Él y Zumari,
junto con William, Bart, Belle, y el resto, estaban lanzando su propio fuego y
granadas de alquitrán a la bestia. Disparando los cañones.
Nada lo disuadió.
Con unos colmillos tan grandes como un hombre, chocó con ellos, y
alcanzó con sus tentáculos de púas, tratando de desollarlos donde estaban.
Varios de sus tripulantes estaban tirados en cubierta, heridos, mientras otros
los cuidaban.
Ella utilizó sus propios poderes para mantener la nave erguida, mientras
sentía el agua ingresando en la cubierta inferior. La sensación la hacía sentirse
lenta y enferma. Mareada. Pero si ella cedía a la debilidad, podría matarlos
a todos.
Algo que ella nunca podría permitir.
Si Duel podía encontrar fuerzas para luchar en esta condición, entonces
era lo menos que ella podía hacer para que todos continuaran, también.
Pero era tan difícil. El balanceo no le estaba ayudando. La dejaba débil y
desorientada. Su estómago lanzó una onda de náuseas que amenazaba con
hacerla vomitar delante de todos.
– ¡Maldita sea, Mara! - Duel gruño cuando la vio en la cubierta. – ¡Vete
abajo!
Ella sacudió su cabeza. – Tu peleas. Yo peleo.
La maldición que soltó sonó sobre el rugido de la batalla. Impresionante
de hecho. Pero no tanto como la repentina explosión que envió madera, agua
y piezas de la bestia volando sobre todos ellos.
– ¡Qué diablos! - Devyl se agachó cuando el mar mismo llovió sobre él.
Junto con mucha sangre e intestinos.
Se volvió para ver otra nave rápidamente acercándose a su lado, por
estribor. Los artilleros lucharon para girar sus cañones en posición a ellos y
volver a cargar.
Mientras se preparaban para disparar, él se dio cuenta que el buque no
estaba apuntando hacia ellos. Había bajado su marca.
Devyl hizo una mueca tan pronto como vio quien era. - ¡Alto! Son amigos.
De alguna manera. Un amigo debería ser un poco más prudente para
108
dispararles así.
William gimió en voz alta cuando reconoció el barco. – ¿Santiago?
– Si. Bugger sin duda piensa en darnos una mano - Devyl hizo una mueca
a los viscosos pedazos de entrañas que se aferraban a él. – Para ser honesto,
preferiría que me prestara una toalla.
William se echó a reír. – No me digas.
Entonces él se puso serio mientras miraba la cantidad su tripulación que
había sido herida o “asesinada”.
Era una vista que Devyl no podría dejar pasar, lo hizo regresar a un
pasado del que nunca se había sentido particularmente orgulloso. Si, había
llevado a su ejército a través de incalculables conquistas sangrientas. Impulsado
por razones que ahora parecían mezquinas, había sido despiadado cuando
rompió a sus enemigos.
Pero al menos este ejército no permanecería muerto. De hecho, sus
“muertos” ya estaban levantándose en donde habían caído. Quejándose y
gimiendo con colorido entusiasmo cuando regresaban a su forma física y se
unían nuevamente.
Literalmente, en algunos casos.
Era el único beneficio que tenían por servir a Thorn. La única forma en
que un Deadmen podía morir de nuevo, era que algo borrara sus cuerpos o
sus almas, mientras sus cuerpos permanecieran intactos, así como sus almas,
revivirían.
El fuego, las hachas y el ácido todavía arruinaban sus días.
Incluso un tanque de pirañas podría ser un poco horrible para ellos.
Hmmm ... eso le dio una idea para su invitado.
Se volvió hacia Bart. –¿Perdimos a alguien, señor Meers?
–No lo creo, capitán. Le dio una mirada hacia uno de los de su equipo que
estaba lentamente sanando de la muerte. – Al menos no permanentemente.
Devyl continuó limpiándose la cara y cuello. – Bueno. Envíale uno de
nuestro mejor ron a Santiago, con mis cumplidos.
–Si, si, capitán.
Con paso decidido, se dirigió hacia William. – ¿Death? Lleva a nuestra
señorita Jack y mantén un ojo sobre ella. Asegúrate que ella permanezca
contenida y segura. Continua nuestro rumbo hacia tierra para remendar a
nuestra señora. Y mantén un ojo por si aparecen más atacante.
Bart se limitó a pronunciar esas palabras. – ¿Crees que hay más?
– Lo sé.
Y con eso, él volvió bajo cubierta para poder asegurarse de que Belle no
hubiera sido herida durante la lucha.
Si ella lo estaba...
109
Él se estaría bañando en sus tripas y pondría su carne sobre una hoguera
Blackthorn.
Tan pronto como entró en la pequeña cabina y Mona vio la expresión
de su rostro, retrocedió aterrorizada. Y lo bien que hacía, porque él estaba
a punto de jugar su juego. Y lo peor aún, él estaba demasiado cansado de
eso. La bilis se elevó por su garganta mientras él la agarraba de la muñeca y
tiraba de ella hacia adelante. – ¿Sabes lo que mi gente hizo con zraif? - él uso
el antiguo nombre que le habían dado los Blackthorns.
Ella palideció considerablemente. –No.
Una sonrisa insidiosa curvó sus labios.
– Dicen que el azufre que corre a través de ti. La poderosa magia está
en la raíz de tu corazón y tus huesos. Huesos que se muelen en pociones
de sangre para protegernos durante la guerra y para curar cualquier herida
que podamos sufrir. Pociones con las que solíamos comunicarnos con nuestros
dioses más oscuros cuando los convocamos por sabiduría y percepción. O
para hacer ofrendas de sangre a Mórrígan y Aeron antes de la batalla. ¿Pero
la parte más preciada?
Tragó saliva de manera audible. –¿Q.… qué?
– Sus corazones son devorados para los hechizos y sus ojos son comidos
para tener visiones.
–¡Eres un monstruo!
Él se rió de ella. – No tienes ni idea. Ahora, dime dónde se encuentra
la puerta o comenzaré a tallar pedazos de tu anatomía para añadirla de
decoración en el escudo de Rosie.
Su sangre se volvió negra en sus venas cuando sus palabras lograron su
objetivo.
Él recorrió su piel pálida, formando una hoja de ruta sobre su cuerpo de
alabastro. – Te dije que te lo daría.
–Y luego nos atacaron.
– Yo ... yo no tengo nada que ver con eso.
Devyl se burló. –No te creo.
Trató de alejarse, pero él la sostuvo rápidamente. Encogiéndose, ella
levantó el brazo, sobre su cara. – ¿Por qué iba a traicionarte?
– Porque eres una idiota.
– ¡Duel! ¡Déjala ir!
Ignoró a Mara cuando entró en la habitación con ellos. – Respóndeme,
Mona, o de lo contrario empezaré a cortar todas las cosas que puedo usar.
–¡Duel!
Miró a Mara por encima del hombro. –Yo no soy un perro a los pies del
comandante!
110
– Pero yo soy tu comandante, ¿o no lo soy?
Sus ojos brillaron un instante antes de que él lanzara una maldición tan
infame que incluso Thorn se hubiera sonrojado si la hubiera oído.
A regañadientes, soltó a Mona y dio un paso atrás, pero no antes de
hacerle una hosca mueca a Mara que haría a un niño petulante sentirse
orgulloso.
Ignorando su ataque de ira, Mara dio un paso hacia adelante para tratar
con la traidora.
Se puso entre Mona y Devyl, e hizo un verdadero esfuerzo por no cortar
sus dos cabezas. Si no fuera por el hecho que esto sólo los haría más fuerte,
habría cedido al impulso.
Con una calma que no podía creer que tuviera, Mara respiró hondo. –
Vine te envió aquí, ¿verdad?
– No sé de lo que estás hablando.
– Muy bien - dijo Mara. Y empujó su mano directamente al pecho de
Mona. La mandíbula de Devyl cayó cuando ella arrancó el corazón de la
perra de su pecho, luego usó sus poderes para incinerar a Mona antes de que
pudiera golpear el piso.
Con una expresión de total serenidad, ella se volvió hacia él y sostuvo el
sangriento corazón hacia él.
– Úsalo para curar tan rápido como sea posible. Estoy segura de que otros
están en camino para atacarnos.
Asombrado por un acto que fue completamente incongruente con su
naturaleza, la miró como si la viera por primera vez. – No puedo creer que
hayas hecho eso.
Sin embargo, sus rasgos no traicionaban nada. – En todos los siglos que
hemos pasado juntos, nunca te has molestado en aprender lo más básico de
mí, nunca tuviste una sola conversación conmigo donde preguntaras sobre mis
pensamientos o sobre cualquier asunto. Y no sabes nada de mi gente. Cuando
Vine te mató, ella sabía que iba a morir, también. ¿No se te ocurrió pensar en
eso?
No, no lo había hecho.
– En mis horas más oscuras, me he preguntado cual de nosotros era el
verdadero objetivo de su ira. Y por qué hizo lo que hizo. Siempre he asumido
que eras tú, Du, porque era más reconfortante hacerlo así. Sin embargo, ¿y
si no lo era? De cualquier manera, ella es nuestro enemigo ahora. De los
dos. Mona ha demostrado eso sin duda. Tú habrías dejado a Mona viva, no
sabiendo que Vine es capaz de usarla como un conducto vivo hacia nosotros.
Esa puerta es mejor mantenerla cerrada. Y ahora estoy débil. Mis poderes se
están desvaneciendo. No puedo curarme. Por lo tanto, necesito que lo hagas
111
por mí.
Él la atrapó cuando ella se desmayó. Empujándola contra su pecho, tomó
con cuidado de no aplastar el corazón de mona ni lastimar a Mara.
Tan suavemente como pudo, la llevó al camarote y la colocó en su cama.
Luego se puso a preparar la poción que le devolvería su fuerza y sanaría sus
heridas. Todo el tiempo tratando de ver ese lado de ella que nunca sospechó
que existía.
¿Y honestamente? Le gustaba.
El negro se veía bien en ella.
Por eso haría cualquier cosa para sanarla. Incluso utilizar el tipo más
oscuro de magia que había aprendido de su padre. Del tipo en el que sus
antepasados druidas se habían especializado a diferencia del resto de su
raza, el Dumnonii de los Aesir no habían sido sólo consejeros, maestros y
sacerdotes, también habían sido guerreros.
Protectores inculcados con un feroz sentido de obligada nobleza para
salvaguardar a los incipientes humanos de sus hermanos, que habían tratado
de hacerles daño.
Descendientes de los mismos dioses, los Dumnonii fueron los que habían
establecido las órdenes druidas, los que les habían enseñado los caminos
de la magia y les dieron su sabiduría y habilidad para comunicarse con los
dioses. Habían traído orden al mundo del hombre. Es por eso, que su reino
natal había sido llamado Asgard y no Asaheim. Era el por qué el mundo del
hombre era conocido como Myddangeard o Mydgard y no como Mydanheim.
Esto no era sólo el reino de la humanidad o Asgard el hogar del Aesir. Estos
dos reinos habían traído el orden y la disciplina al caos de todo. Ellos fueron
establecidos para proteger a la humanidad.
Cuando los primeros dioses y sus creaciones habían estado el uno contra
la garganta del otro y estaban rasgando el universo en partes, era donde sus
antepasados tenían trazado las líneas de la batalla y puesto fronteras que
protegían a los humanos de los ejércitos que los habrían destruido. De las
monstruosas creaciones que habrían abusado de los humanos sin piedad.
De los nueve reinos conocidos y establecidos, sólo estos dos mundos
llevaban el sufijo protector “gard”, que los designaban como lugares de refugio
para los humanos. Lugares donde el orden y la disciplina reinaba sobre las
bestias y sus impulsos primitivos.
El resto de los reinos estaban llenos de horribles depredadores preternaturales
que se hacían festines con las guerras a la humanidad. Reinos donde los dioses
y otros seres, corrían desenfrenados sin control de sus poderes. Dimensiones
habitadas que existían detrás de velos cuidadosamente elaborados, que los
protegía del conocimiento y de la vista de los humanos.
112
Alfheim. Myrkheim. Jotunheim. Niflheim. Muspelheim. Helheim.
Incluso el precioso Vanaheim de Mara, de donde provenía su Vasir. Fueron
los reinos de algunas de las criaturas más viciosas jamás engendradas por el
universo. Criaturas que no se preocupaban para nada de la humanidad, que
sólo pensaba en sí mismos y en lo que querían. Criaturas que vieron a los
humanos como presas o herramientas para ser usadas y luego descartadas.
Criaturas como Vine.
Criaturas como yo.
Devyl se estremeció ante la verdad que quería negar y no podía. Odiaba
esa parte de la sangre de su madre que tenía dentro. Siempre lo había hecho.
Pero no importaba cuánto tratara de luchar contra ella, no podía negar que
estaba allí. Esa parte egoísta que fue contaminada para siempre con una unión
que nunca debió haber sido. Era lo que había hecho a su padre tan débil y tan
lleno de odio en los últimos años. Axe había sido un honorable Aesir, dedicado
a su causa, él no habría sido el monstruo que Devyl se había visto obligado a
matar aquella noche en su sala.
Soy una bestia.
De tal palo tal astilla.
De tal madre tal hijo.
Nunca podría escapar de ella. Pero al menos podría detener a Vine de
destruir el mundo. Esa fue una promesa que mantendría, sin importa qué.
Y tarde o temprano tendría que sacrificarse de nuevo. Mara había tenido
razón sobre eso. Era por eso, que no esperaba sobrevivir a esta búsqueda. No
esperaba que Thorn lo liberara. Ni por un segundo. Él no se hacía ilusiones en
lo absoluto.
Su especie no pertenecía a este mundo. Eran el peor tipo de depredadores.
Mara lo sabía tan bien como él. Él apenas mantenía su correa en su mejor día.
Su familiar furia hervía justo debajo de la superficie, siempre como una olla en
constante ebullición, que sólo esperaba para desbordarse de sus límites. Todo
lo que se necesitaba era un parpadeo y se produciría un desastre, sin importar
qué mano se quemara.
Sin conciencia. Sin ninguna restricción.
Nada importaba, excepto que destruiría todo lo que estuviera cercano a
él, hasta las últimas consecuencias.
Si, ése era él.
Y su explosión estaba llegando. Él podía sentirlo profundamente adentro.
Su visión siempre fue infalible. El regalo de una madre a su hijo, además de la
parte posterior de su mano.
Dera había sido una hechicera excepcionalmente dotada en ese sentido.
Fue lo que había atraído a su padre hacia ella. Era el por qué Axe quería unir
113
sus líneas de sangre y había buscado un tratado con su tribu.
Lástima que no hubieran podido ver la porquería de bastardo que era su
padre. O su propio destino a manos del hijo inútil que había engendrado para
él.
No pienses en ello.
El pasado tenía un curso que había sido repartido y asignado. Crueldad
establecida por los dioses, para torturar a los que sobrevivieron. Él necesitaba
todos sus recursos y su atención en el futuro. Eso estaba todavía en movimiento
y cambiando.
Aunque no había podido salvar su a Elf y a su gente, tuvo la oportunidad
de ayudar a los de esta nave, al Seraph y su hermana.
Su propia alma estaba ennegrecida y no era digna de redención, pero los
suyos si lo eran. Eran seres buenos y decentes que se habían perdido. Con un
poco de empuje, podrían continuar y encontrar el camino correcto de nuevo.
Eso era lo que Thorn había visto en ellos. Esperanza. Redención. Un núcleo
de bondad. Y como comandante, Devyl entendía esa estrategia. Para ganar,
ciertos sacrificios tenían que hacerse para el bien de todos.
Él era el peón que daría la ventaja para que pudieran vivir. Una perdida
aceptable para todos los involucrados. Tal vez hasta un alivio para ellos.
Y, mientras lanzaba el hechizo de sanación para Mara, se dio cuenta que
ella no debía ser parte de nada de esto. Ella nunca debería haberlo sido. Su
ira egoísta la había atrapado y la trajo a una guerra que nunca fue suya para
luchar.
– Lo siento, Mara, - susurró por primera vez, y la culpa de sus acciones
contra ella lo ahogaron.
Si sólo pudiera encontrar alguna manera de desatar sus destinos y
liberarla también. Ella merecía tener una vida propia. Una que no involucraba
a su malhumorado, culo irrazonable. Ella habría sido una buena madre para
alguien. Una increíble pareja para estar al lado de su marido.
Cualquier hombre habría sido afortunado de decir que ella era suya, y
solo él le había robado eso.
Disgustado por sus propias acciones, rozó con su pulgar su suave frente.
Ella era increíblemente hermosa. Pero para él, ella siempre había sido así. Y
mientras en el pasado, la había visto a menudo como una molesta irritación,
como un enemigo para ser odiado, hoy la vio por lo que ella realmente era…
Su inocente víctima.
Y se odiaba aún más.
– Voy a hacer esto por ti -las palabras salieron fácilmente. Como lo fueron
todos los votos. El truco estaba en cumplir. Al diablo en los detalles.
Porque él no era llamado Devyl Bane sin una razón.
114
Él recogió su mano delicada y acarició sus débiles dedos contra sus labios.
Cerrando los ojos, hizo lo posible para acceder a su Visión y ver el futuro.
Como todo lo demás en su vida, le falló completamente. No debería
sorprenderle. Nunca había podido depender de nada cuando lo necesitaba.
Su propio caballo lo había lanzado una vez en la batalla. Su espada se había
roto en el peor momento posible.
Mi propia esposa me cortó la garganta.
Suspirando, le dio un beso a Mara en la palma y metió la mano debajo de
las cobijas. Aún le dolía el costado, pero el dolor había disminuido, haciéndole
saber que el hechizo había comenzado a funcionar.
Lo que un mal día de berrinche había provocado…
Pero bueno… él había sabido que entrar no sería aburrido.
El amanecer estaría llegando pronto. Él tenía un Seraph recién nacido
a bordo, junto con una cazadora oscura que no podía estar bajo la luz. Un
gran agujero a un lado de su barco. Arrastrando una tripulación de piratas
humanos, que estaban siendo perseguidos por un infame cazador de piratas
que quería un pedazo de todos ellos. Una variada banda de lunáticos muertos
a su mando y una perra que trataba todo el tiempo de enviarlo de vuelta al
infierno.
– Es bueno ser un Deadmen, - dijo con una risa amarga.
Nunca había sido de los que eludían ningún tipo de desafío.
Era un maldito masoquista.
¿Y honestamente? Él estaba mirando mas allá de la lucha.
Mirando al cielo, sonrió.
– Tráiganlo, perras - alzando los dos puños - ¿Quieres un pedazo de mí?
Estoy listo para ti.
Porque todavía no habían conseguido lo mejor de él.
Incluso después de haberlo matado, siempre encontraba una manera de
regresar de la tumba.
Una cosa acerca de Devyl, él venía con el fuego del infierno detrás de él y
trayendo un ejército de demonios a su paso. Y si llamabas a su puerta por una
pelea, entonces era mejor que estés preparado para lo que estabas buscando.
Era un nuevo día y Devyl estaba aquí para obtener su paga.

115
Capitulo 9
Traducido por: Luna Miriel
Revisado por: Andy Cruel

Mara se despertó ante el calor del brillante sol en su rostro y el acogedor


olor de agua salada fresca. Las gaviotas chillaban desde fuera, junto con los
sonidos de la risa escandalosa y la música jovial. Por un momento, olvidó
dónde estaba y volvió a creer que era una niña. Se sentía y olía como la
ciudad costera donde había nacido. Donde había retoñado con sus hermanas
en el Nemetón.
Pero esa felicidad dentro de su corazón no duró, porque sabía que no era
la antigua Cornwall.
Y ésos de ahí no eran su gente.
Entonces otra vez...
Quizá lo fueran. Al menos eran lo más parecido que tenía a una familia
ahora. El pensamiento aligeró un poco su espíritu, pero no devolvió el gozo 116
a su corazón. Realmente no. Porque no era lo mismo. Ella no había sentido
esa felicidad cruda y absoluta de regresar a casa en tanto tiempo que apenas
podía recordar el sabor de ella. La sensación de ese amigo que olvidado hace
mucho tiempo.
Lo único que recordaba era soledad.
Aislamiento.
Desolación.
Una sensación interminable de desesperación y anhelo inextinguible por la
familia que una vez conoció. Du le había robado tanto. No sólo su seguridad
y normalidad, él le había quitado toda la apariencia de pertenecer a una
comunidad.
Su pueblo había sido tan increíblemente violento y monstruoso. Usaban
lana de animales que picaba y vivían en chozas espartanas. Guerreros feroces
que sentían como su hogar el campo de batalla, que en un banquete en casa.
Su creencia ha sido que fueron juzgados más sobre cómo murieron que sobre
cómo vivían. Y los guerreros que murieron en medio de la sangrienta batalla
eran recompensados mucho mejor, que aquellos que habían vivido vidas largas
y honorables y murieron pacíficamente en su sueño, rodeados de familiares.
Y esa nunca había sido la creencia de su raza.
Ella se estremeció ante los recuerdos de haber sido forzada al mundo de
Duel lleno de violencia y caos. Nunca se habían llevado bien.
Sin embargo, por razones desconocidas, dudo en matarla aquel día en
que había llegado a Nemetón. Todavía no sabía por qué. Más ella entendió
porque su hermana lo había matado.
Nada tenía sentido en este mundo.
Pero al menos parecía estar sanada ahora. Agradecido de que Duel
hubiera cumplido su palabra, se levantó y fue a ver dónde estaban.
Al llegar a la cubierta superior, Mara esperaba que todavía estuvieran en
el mar.
En cambio, estaban atracados en una isla, y había dormido durante la
mayor parte del día. El sol colgaba bajo el cielo, proyectaba sombras a través
de las palmeras y el verdor, mientras pescadores, comerciantes, marineros y
aquellos que se inclinaban por los medios menos que legales, se escabullían
por negocios en los muelles.
Pero la más curioso de todo había sido que la dejaron a bordo del barco,
mientras que los otros parecían haber tomado un poco de libertad en tierra.
Mara frunció el ceño ante los dos seres humanos inseparables que estaban
trabajando en limpiar la cubierta. Aunque para ser honesta, estaban mucho
más absorbidos en el intercambio de insultos que completar su tarea asignada.
Jake Devereaux y Blake Landrey.
Robusto y resistente, eran opuestos en todos los sentidos. Uno alto y el
117
otro pequeño. Uno gordo, él otro demacrado. Uno más rubio y él otro más
oscuro que el pecado. Sin embargo, eran los mejores compañeros y siempre
peleando por cada pequeña cosa. Nunca había visto nada parecido a ellos.
– ¿Podrías parar de mover el cubo mientras estoy limpiando, Jake? ¿Que
está mal contigo hombre?
– ¿Yo? ¡Tú eres el idiota qué lo está moviendo!
Hinder Desai, que también había sido dejado atrás para arbitrar a los dos,
afortunado por ese castigo, soltó un exasperado suspiro mientras se pasaba la
mano por el rostro y se encontraba con la mirada de Mara.
–¿Puedo matarlos, ma? ¿Crees que el capitán se daría cuenta?
Ella se rió de su tono desagradable.
– Probablemente. ¿Dónde estamos, señor Desai?
Se secó el sudor de la frente, luego apartó su cabello negro antes de
contestar. – Tortuga. Hicimos una parada hace dos horas para hacer
reparaciones. ¿Cómo te encuentras, ma?.
–Mucho mejor. Gracias.
– Bueno. ¿Necesitas que te traiga a alguien?
Ella lo consideró. – ¿La mayoría de la tripulación está a bordo o en tierra?
– Tierra, ma.
Como entonces se imaginaba. – Gracias, Mr. Desai.
– Un placer, ma.
Ella se alejó mientras consideraba su revelación. No es como que Du
limpie completamente el barco. ¿Qué podía haber estado pensando?
Perdida en sus pensamientos, chocó con Kalder, que salió de la nada para
atraparla contra su cuerpo delgado y duro. Ella jadeó alarmada.
–¿Estás bien? - preguntó rápidamente mientras la enderezaba.
– Sí. Lo siento. No te vi allí.
– Está todo bien. El capitán me dijo que me quedara atrás y te vigilara. No
de interponerme. Al menos cumplí la mitad de mi misión.
Ella rió. – ¿Dónde está él?
– Persiguiendo demonios.
Su pecho se tensó. – ¿Está apto para eso?
–No pensé que era mi lugar para cuestionarlo, ya que no quería que me
cortaran la garganta.
Reprimió una maldición. – ¿A dónde fue él?
– Por aquel camino - señaló hacia la pasarela.
Ella le dirigió una mirada burlona e irritada ante la respuesta obvia, ya
que era la única manera de abandonar la nave y no le daba ni idea de a
donde Duel había ido una vez que había llegado a la orilla.
–¿De verdad?
118
Se encogió de hombros burlonamente.
– ¿Sabe que, si el capitán muere, señor Dupree, voy con él a la tumba?
– Ese sería realmente un mal día para los que estamos en el barco.
Especialmente si estamos en el mar cuando suceda. - Arrugando su cara, se
rascó el cuello. – Excepto para mí, por supuesto. No importaría, ya que yo
respiro bajo el agua. Pero me sentiría mal por el resto.
– Aye. De hecho, sería malo para ellos.
– ¿Deberíamos ir a buscarlos, entonces?
Ella arrugó la nariz. – Vamos.
Se aclaró la garganta y le permitió abrir el camino. Mara no sabía por
dónde empezar. Tortuga no era el mejor de los lugares. Más bien, era el
refugio favorito de los abandonados por la humanidad y seres del otro mundo
que se apoderaron de esas sórdidas criaturas. Si alguna vez alguien buscó
una razón de por qué un apocalipsis zombi debe ser permitido y por qué la
humanidad debe analizar a sus enemigos para ganar, este lugar les dio un
motivo para ello.
Ella presionó su mano en su nariz y trató de respirar por la boca para no
respirar el horrible hedor de todo. Cómo alguien podía soportar vivir aquí,
ella no podía imaginarlo. Sin embargo, había muchos que consideraban este
infierno algún tipo de paraíso deseado. Jack Rackham, Anne Bonny, Barba
Negra, Jean-Luc, St. Noir… Incluso Rafael Santiago era conocido por frecuentar
estas playas con vertiginoso deleite.
Todos estaban locos, si le preguntaban.
Pero mientras buscaban en las tabernas, Mara y Kalder no encontraron
ninguna señal de Du. Sólo a una parte de su tripulación que estaba envueltos
en cosas de las que prefería ignorar.
Especialmente cuando encontró a Bart en plena orgía con no una, o dos,
sino tres exuberantes criadas.
Mientras que la destreza y la habilidad del hombre impresionaron a Kalder,
lo dejó un poco exaltado y avergonzado. Y Bart parecía aturdido mientras se
arrastraba por los pantalones.
– Bueno, entonces... - Mara hizo una pausa fuera en el pasillo del burdel
cuando dejaron a Bart en la habitación para terminar con sus asuntos.
– Creo que ya hemos recorrido todos los guisos de la isla.
– Aye, así es.
Y ella sinceramente agradeció que no hubieran encontrado ninguna señal
de Du en ninguno de ellos. Más agradecida de lo que jamás admitiría en voz
alta.
Pero no había señales de Belle, William, Cameron o Du en absoluto. Era
como si se hubieran desaparecido en el aire. No podía imaginar dónde podían
119
estar. — ¿Tienes idea de dónde buscar a nuestros miembros desaparecidos?
– Tu conjetura es tan buena como la mía, ma.
Y su suposición era inútil.
A pesar de que…
Ella sintió una atracción peculiar. Del tipo que no había sentido en mucho
tiempo.
Insegura al respecto, permitió que la guiara por las escaleras y volviera
a la calle, a través del asqueroso pueblo donde no veía nada redentor sobre
el lugar. Sólo la miseria absoluta vivía aquí. Junto con la viruela, los niños
desatendidos, las mujeres que necesitaban una moral severa, los hombres que
necesitaban conferencias y modelos decentes, y las aves de corral que poseían
una especie de plaga plumosa que los afligía.
Incluso los gatos y los perros parecían tener virtudes cuestionables.
Ella vagaba sin rumbo, deseando estar en otro sitio.
Hasta que alcanzó los bordes exteriores de los edificios sucios, pintados
brillantemente. Aquí, había una pequeña iglesia blanca prístina. Bien
cuidada y acogedora, con largas y abiertas persianas de huracanes. Sin
embargo, por su condición aislada y solitaria, era obvio que nadie en este
lugar abandonado por Dios buscaba refugio para sus almas inmortales. Los
pollos mejor conservados corrían libremente alrededor del edificio, junto con
tres vacas perdidas que pastaban en el patio y varios cerdos cubiertos de
barro. Las palmeras secas se retorcían alrededor del edificio como guardianes
esqueléticos. Fue extrañamente misterioso.
Sin embargo, la llamó más cerca.
No tenía ni idea de por qué. Hasta que ella entró en el edificio y se detuvo
en seco en lo que nunca esperaba encontrar en absoluto.
Kalder estaba tan aturdido que de hecho se estrelló contra su espalda.
Boquiabierta, ella parpadeó, luego parpadeó de nuevo, incapaz de
confiar en su propia vista mientras miraba con total estupefacción lo que estaba
delante de ella.
Du se sentó en el porche trasero con una niña en su regazo, rodeada
por una multitud de niños, leyendo una colección de las fábulas de Esopo
para ellos. No, no sólo leyendo a ellos, sino recreando las historias a los
niños mientras que Belle hacía muñecas para las muchachas y William tallaba
soldados para los chicos. Cameron estaba ayudando a algunos de los niños a
vestir sus juguetes con harapos de repuesto de una caja en el suelo.
Bueno, ella se encontraba…
Du levantó la vista y la miró boquiabierto.
La niña en su regazo sacó su pulgar de sus labios y frunció el ceño a Mara
antes de inclinarse hacia atrás para mirar a Duel. – ¿Es un ángel, tío Dubu?
120
– Nay, Lizzy. Ella es otro miembro de nuestra nave. Esa es tu tía Mara.
– Oh. Ella se parece a ellos, a los hermosos ángeles de los que habla el
padre Jeffrey.
No hizo ningún comentario al respecto. Más bien, respiró hondo y cerró
su libro. Luego dio un ligero abrazo a la niña en su regazo. – Bueno, niños,
parece que debo irme.
Dejaron escapar un fuerte sonido de decepción comunal.
–No me dejes molestarte. - Mara se apresuró a decirle.
– Todo está bien. Se acerca la hora de la cena.
– ¿Vendrás de nuevo? - Un joven se levantó de la silla de al lado para tirar
del brazo de Du.
Du acaricio tiernamente el cabello del niño y sonrió. – Por supuesto, Robby.
Sabes que eres mi única razón para venir aquí.
El muchacho se lanzó contra Du con un grito vertiginoso y lo abrazó antes
de que se fuera corriendo.
Du se paró con la chica en sus brazos y la llevó a un viejo sacerdote
que había salido de una puerta lateral que había quedado entreabierta. A
regañadientes, permitió que el hombre mayor la sacara de los brazos de Du
mientras Belle y los demás terminaban sus tareas.
El sacerdote, que debía ser el padre Jeffrey, agradeció a Du por su lectura
y le prometió a la niña que Du volvería, como aparentemente era su hábito.
Kalder se movió para ayudar a Cameron mientras Mara iba a recoger
el libro de donde Du lo había dejado en la silla encalada. Era uno que ella
reconocía de la colección privada de Du que él guardaba en su cabina a
bordo del barco.
Ahora que lo pensaba, siempre había sido extrañamente estudioso...
desde que recordaba. Nunca había habido una noche en la que no leyera por
lo menos una hora antes de ir a dormir o una mañana que no comenzaba con
una hora de silencioso tiempo de estudio.
Incluso antes de que Vine se hubiera unido a ellos, solía viajar a los
monasterios para intercambiar libros. Muchas veces lo habían rechazado
por sus maneras paganas, o trataban de convertirlo antes de permitirle mirar
a través de sus colecciones. Varias veces casi había sido asesinado por los
romanos mientras buscaba rollos de ellos.
Sin embargo, nunca lo había disuadido de buscar su conocimiento. Incluso
había frecuentado los muelles de Cornualles donde comerciantes extranjeros
llegaban a comerciar, preguntando si tenían manuscritos o pergaminos que
pudiera comprar.
Era como si el conocimiento y los libros fueran tanto alimento como sustento.
De repente, su sombra cayó sobre ella. Mirando hacia arriba, atrapó a los
121
fantasmas que lo perseguían y residían en el fondo de su alma, y por primera
vez, tenía curiosidad por ellos. Curiosidad por él. – ¿Qué te hizo amar la
lectura así?
– Mi abuelo. Siempre dijo que la educación es un ornamento en la
prosperidad y un refugio durante la adversidad. Y que una mente erudita es la
única riqueza que vale la pena acaparar, ya que es el único tesoro que nunca
puede ser robado.
– ¿Aunque seas un bárbaro despiadado?
– Incluso un erudito tiene que comer.
Miró de nuevo a donde los niños sonreían y jugaban. – ¿Cómo es que en
todos los años que hemos estado juntos me perdí ver este lado más tierno de ti?
Se encogió de hombros indiferente. – La gente hace sus propias realidades.
Ellos pintan la verdad como quieren que sea, independientemente de los hechos.
Para aquellos que quieren creer, ninguna prueba es necesaria. Para aquellos
que se niegan a creer, ninguna prueba es suficiente. Y así me ves, como nada
más que el monstruo que conociste. Nunca podré ser otra cosa ante tus ojos.
Es un hecho que he aceptado hace mucho tiempo.
Era mucho más sabio de lo que le había dado crédito. Y sin embargo no
debería sorprenderse. No realmente. Se necesitó más que fuerza para ganar
las guerras con las que había luchado. Había sido astuto ante un número mucho
mayor. Su perspicacia había sido observada y admirada por sus enemigos y
aliados tanto como sus habilidades de resistencia y espada.
No, nunca había sido realmente el animal sin sentido que lo acusaba de
ser. Sin embargo, éste era un papel que ella nunca había visto en él.
Cariñoso y amable.
Y era una que hacía las cosas más extrañas a su respiración. Le hizo sentir
un tipo peculiar de lloriqueo que nunca había conocido antes.
– ¿Cuánto hace que vienes aquí?
– Desde que Thorn nos liberó y Rafe me dijo que existía. Su madre
enseñaba aquí. Este orfanato y la iglesia eran caridad de mascotas. - él sacudió
su barbilla hacia la puerta. – Es por eso que se llama San Rafael. Su padre lo
construyó y lo donó para su madre, y lo llamó por su hijo... con la bendición
de la iglesia.
– ¿Y tú eres voluntario aquí?
– Hace mucho más que eso. El padre Jeffrey se adelantó con una pequeña
pila de papeles para Du. – Los niños querían que me asegurara de que les
entregara sus cartas de agradecimiento, capitán. Con lo que donaron el
Capitán Cruz y tú, deberíamos tener el dormitorio de las niñas terminado en
invierno.
– Me alegra ayudar. - Tomó las cartas e inclinó la cabeza hacia Mara.
122
– Padre Jeffrey, ¿puedo presentar a lady Marcelina?
– Mi señora, es un honor.
– El honor es mío, padre.
Con una rápida reverencia, se aclaró la garganta. – Ahora, si me disculpas,
será mejor que vaya a ver esa cena. Los más pequeños tienen un ácaro juguetón
si no se alimentan a tiempo.
Du sonrió. – Créeme, lo entiendo. Los grandes son casi iguales.
Riendo, el padre los dejó.
Mara frunció el ceño a Du. – ¿Por qué siempre haces eso?
– ¿Hacer qué?
– ¿Me presentas como una dama?
– ¿Prefieres que te presente como una ramera?
Ella puso los ojos en blanco. – No, pero sabes que no soy una dama.
–Y tampoco eres muy común.
Cruzando sus brazos sobre su pecho, ella estrechó su mirada en él. – Está
evitando la respuesta, Dón-Dueli.
Devyl hizo una pausa para dejar escapar un largo y cansado suspiro
mientras consideraba una respuesta complicada. – ¿Qué quieres que diga,
Mara? Soy una bestia bastarda que te arrancó de tu bosque y de tu especie.
Sé muy bien lo que realmente eres, y por eso me niego a verte tratada como
algo menos.
– ¿Y qué soy yo?
– Una diosa.
La mandíbula de Mara cayó mientras caminaba despreocupadamente a
su lado después de lanzarle una bala de cañón.
¿Había sido un cumplido?
¿Del malvado Dón-Dueli?
Incapaz de creerlo, observó cómo él iba a ayudar a Belle y Cameron a
recolectar sus cosas para regresar a la nave.
– ¿Es usted la dama del capitán?
Ella se volvió a la voz aguda para ver a una hermosa chica rubia detrás
de ella. – Nay, pequeña. Sólo soy una amiga para él.
– Oh. Pero parece que te gusta mucho.
– ¿Eso piensas?
– Sí. - La chica sonrió mientras se balanceaba de un lado a otro sobre sus
pies. – Eres muy hermosa, mi señora.
– Gracias, pequeña.
La niña se retorció el dedo en el pelo mientras miraba a los demás.
– ¿Puedo pedirte un favor?
– Por supuesto.
123
– Perdí mi muñeca en las afuera del bosque. ¿Podrías ayudarme a
encontrarlo?
– Por supuesto.
Sonriendo, la muchacha la condujo hacia la puerta.

*******

Un peculiar escalofrío recorrió la espalda de Devyl mientras se detenía a


mirar por la habitación por Mara. No se veía en ninguna parte. – ¿Dónde
está Mara?
Belle hizo una pausa para mirar alrededor de la iglesia. – Ella estaba aquí.
Su mirada se dirigió a Cameron mientras una franja blanca apareció en
su cabello castaño. Aunque Thorn todavía no había devuelto su medallón, su
sangre reaccionaba a lo mismo que sentía en sus huesos. Había algo aquí que
no pertenecía a este reino.
Un Douen.
Mierda…
– Ayúdenme a buscarla. Belle, vigila a nuestra señorita Jack.
– Aye, capitán.
Mientras William, Kalder y Belle comenzaban a buscar, se tomó un
momento para advertir al sacerdote que asegurara a los niños dentro de los
confines de la iglesia. Si era un Douen, eran malos por ir tras las almas de los
inocentes, y los niños en particular. Sin duda, eso era lo que había traído al
demonio aquí originalmente. Normalmente encontrarían a cualquier niño que
pudieran y lo haría salir para que pudieran poseerlo o matarlo.
Desconfiado, se abrió paso en el matorral para buscar. Sabía que era
mejor no llamar a Mara, ya que eso fortalecería el poder del demonio sobre
ella. Maldita sea. Eran bestias astutas. Algunos de los más peligrosos. Ellos
rogaban por la simpatía de la gente. Se aprovechan de la amabilidad.
Y Mara sostenía demasiado de ambos, a pesar de su sangre Derubian.
No era de extrañar que el Douen la hubiera encontrado. En esta isla, la
compasión era escasa. El suyo se habría destacado como un faro para atraer
al demonio directamente a su buen corazón.
– Vamos, maldito. - estaba sediento y necesitaba alimento. Hacía mucho
tiempo que no hacía una comida con algo tan poderoso como un Douen. Lo
haría con sus propios poderes para deleitarse con el corazón de este bastardo.
Siempre que no matara a Mara primero y acabarlo en el proceso.
¿Dónde la habría llevado? No es como si pudiera matarla al aire libre. O
124
tal vez podría. Estos bastardos eran más descarados que la mayoría. Era lo
que los hacía tan peligrosos.
Devyl se adentró en el bosque, donde el crecimiento era tan denso que era
difícil ver mucho. Incluso la luz del día.
De repente, oyó un susurro cerca de él.
Volviéndose, convocó el fuego del filósofo en su puño. Y se movió para el
ataque.
– ¡Detente!
Apenas alcanzó a detener su poder antes de desatar las llamas sobre los
recién llegados. – ¡Maldita sea, Alabama! ¡Rafe! ¡Casi pierden la cabeza!
¿Qué están haciendo aquí?
– Kalder dijo que nuestra señora había sido tomada. Estamos aquí para
ayudarte a cazarlo. - Alabama era uno de los artilleros de Devyl. Un miembro
grande y fornido de su tripulación, había pertenecido a la nación Choctaw antes
de su muerte y reclutamiento a los Hellchasers por Thorn. Al igual que Rosie,
llevaba plumas trenzadas en su pelo largo y negro, y un hueso y gargantilla de
cuentas. – ¿Yo asumo que no la has encontrado?”
– Nay. ¿Puedes rastrearlos?
Alabama sacudió la cabeza.
Devyl maldijo. De los tres, alguien debería haber sido capaz de recoger
algo. Pero ellos no tenían nada en absoluto...
Entonces lo sintió.
– ¡Ahí! - Corrió a través de la maleza tan rápido como pudo. Las aves se
dispersaron a su paso temerario.
Al final del camino, los árboles se abrían a un claro. Y no sólo un claro,
parecía haber un agujero en la misma tierra. Una que bajaba directamente a
lo que parecía ser el propio infierno. Devyl apenas se detuvo antes de caer en
él.
– ¿Qué diablos es eso? - preguntó Alabama.
– Ojo de Mamá D’Leau. - Rafe cruzó el agujero cuando comenzó a llenarse
rápidamente con agua burbujeante.
Alabama frunció el ceño. – ¿Qué y quién?
– Es una diosa - explicó Devyl. - Ella protege estas tierras y a la gente. Y en
particular el mar. Te cruzas con ella y es capaz de todo tipo de maldad. - Miró
a Rafe. - ¿Puedes conseguir que nos ayude?
– Puedo intentarlo. - Rafe se frotó la mano suavemente contra el collar que
su madre había hecho para él. – ¡Mamá! Imploro su bondad y le ofrezco mi
fiel corazón y lealtad. Mi madre me enseñó a respetarte a ti y a Papá Bois, y a
todas tus criaturas de la tierra y del mar. Ahora un jumbo malo, un Douen, ha
tomado a un amiga. ¿Podrías ayudarme a mí y a mis amigos a encontrarla? Te
125
suplico, señora, con toda mi humildad agradecida.
Mordiéndose el labio, esperó un minuto entero mientras el agua giraba
más y se agitaba enojada, amenazando con derramarse sobre las orillas del
agujero.
Entonces quedó perfectamente inmóvil.
Ni siquiera una sola ondulación. Era como si todo se hubiera congelado.
Rafe suspiró con pesar. – Probablemente respondería mejor a Belle.
Ésa era la teoría hasta que una niebla roja brillante sopló arriba del agua.
Brillante y bailarina, formó la semejanza de una bella diosa africana del mar.
Sus ojos estaban hechos de perlas de Tahití y sus labios de color coral vibrante.
Ella sonrió a Rafe.
– Hijo de Masika, has sido fiel. Deja que mi luz guíe tu camino. - Ella abrió
su mano y soplo a través de su palma. En el momento en que lo hizo, apareció
una pequeña bola de luz roja. Como una luciérnaga hermosa, que rebotó y
flotó.
Mamá D’Leau se desvaneció en las aguas y desapareció entre las olas.
Olas que se evaporaron hasta que no quedó nada más que el agujero gigante
en el suelo.
La luz se dirigió rápidamente hacia el bosque.
Devyl y sus compañeros corrieron tras ella.
A diferencia de ellos, la pequeña luz no tenía ningún problema en encontrar
al Douen.
¿El problema? No está solo. De hecho, había generado un pozo.
Alabama maldijo al ver el gran círculo de demonios que rodeaban a Mara.
Rafe tragó saliva audiblemente.
Y Devil sonrió ante la visión. Estaría bien esta noche. O muriendo
dolorosamente.
De cualquier manera, estaría libre de Thorn

126
Capitulo 10
Traducido por: Callahan
Revisado por: Andy Cruel

Marcelina no podía moverse, ni respirar cuando el hedor del azufre invadió


cada parte de su ser. Se sentía como si el demonio alrededor de ella estuviera
sacando su energía vital, molécula por molécula. Como si estuvieran drenando
sus poderes con dolorosa lentitud para que causara tanto dolor como fuera
posible.
Y se reían mientras lo hacían. Incapaz de protegerse, no pudo ni siquiera
rogar por ayuda. Nunca había estado tan indefensa.
¿Peor? Todavía no sabía cómo se había metido en esta situación.
En un momento, ella estaba caminando con lo que pensaba era una niña
pequeña, buscando una muñeca, y en el próximo - había sido tirada al suelo
por una fuerza invisible.
La ataron en un vórtice y la sostuvieron allí mientras lo celebraban. ¿Cómo
pudieron hacerle esto a ella? No lo entendía. Ella era más poderosa que esto. 127
Nadie, aparte de Du, alguna vez, la había superado en algo.
Sin embargo, la habían engañado sin mucho esfuerzo. Todavía le daba
vueltas en la cabeza la facilidad con la que habían trabajado su propia magia
contra ella.
De repente, los oyó gritar. Escuchó el sonido de su agonía.
– ¿Mara?
Las lágrimas brotaron de sus ojos al oír la profunda y resonante voz de Du
cerca. Nunca su antiguo acento había sido tan bien recibido por sus oídos.
O en absoluto, si vamos al caso.
Aún más alivio la inundó cuando sintió que agarraba las cuerdas que la
sostenían amarrada. Por primera vez, ella agradeció que él estuviera aquí.
Agradeció sentir sus fuertes manos. Con una mueca feroz, las desgarró y la
tomo en sus brazos.
Resoplando de alivio, se aferró a él y enterró su rostro contra su cuello. El
olor de su piel y la dureza de su cuerpo la ancló y la tranquilizó, finalmente
estaba a salvo y nadie podría hacerle daño.
Podría ser una bestia, pero siempre la mantenía a salvo.
Sabía eso sin lugar a dudas. Si no era para mantener su propia cordura,
entonces al menos, para proteger su vida.
Él era su bestia, y nunca había estado más agradecida por ello.
Devyl vaciló ante el abrazo de Mara. Con el calor de su aliento en su piel
mientras se aferraba a él. Nunca ni una vez ella lo tocó tan íntimamente. Ella
hundió la mano en su cabello y lo sostuvo como si fuera sagrado. Como si ella
estuviera desesperada por mantenerlo cerca.
– Gracias, - ella respiró contra su oído, causando que se erizaran los pelos
de sus brazos y un escalofrió le recorriera la espalda.
Y otras cosas también se levantaron en las cuales era mejor no pensar.
Él le dirigió una sonrisa tímida. – Tienes que dejar de caer en esos líos, mi
dama. Un día podría no encontrarte y entonces, ¿qué nos pasaría?
Ella rió nerviosamente. – Entonces quizás tú … ¿deberías enseñarme a
usar una espada?
Arqueó una ceja ante su tono burlón y él sabía bien que es lo que había
sugerido. – ¿Una espada Deruvian?
– ¿Por qué no? Eres un guerrero druida.
Ella tenía razón. No sería algo imposible, dada la naturaleza de su pasado.
– Entonces, tal vez te enseñe.
Él la dejo cerca de Rafael y Alabama. – ¿Les importaría acompañarla de
vuelta al barco mientras termino esto?
Ella vaciló ante su tono. – ¿Terminar qué?
– No estoy seguro de que quieras conocer mi respuesta, dado que deben
ser eliminados, para que no vuelvan a la caza de más víctimas desafortunadas.
128
Y puesto que su principal objetivo serían normalmente los hijos del orfanato de
Rafe ...
Ella puso su mano en su brazo. – Haz lo que sea que tengas que hacer.
Y con eso, ella regresó hacia los muelles con Alabama, dejándolo totalmente
desconcertado después de su partida.
Rafe le dirigió una sonrisa de satisfacción. – Estás boquiabierto, Devyl. Y,
sin ofender, me estás asustando.
En efecto. Él quedó con la boca abierta ante sus palabras
Desconcertado, más allá del pensamiento racional, se dedicó a destruir los
restos de los demonios mientras Rafe salía para unirse a los otros.
Sin embargo, él no podía sacar de su mente lo extraño que había sido
el día. Lo que había causado que Mara cambiara tan drásticamente en lo
concerniente a él. Que lo tocara cuando ella normalmente no podía mirarlo sin
despreciarlo. Se atrevería incluso a esperar que...
No pienses en eso. Tú ya sabes.
Ella lo odiaba.
Nada había cambiado. Nunca lo haría. Desde que Thorn los había traído
de vuelta, había sido tan fría y cruel con él como siempre.
ÉL era todo lo que Mara despreciaba. Todo lo que encontraba repulsivo
en el mundo.
Mientras tanto, ella era el epítome de la belleza y la elegancia para
él, aunque él hizo todo lo posible para negar y extinguir todo pensamiento
inapropiado. Una luz tan brillante que no se atrevió a mirarla, por miedo a
quedar ciego de la intensidad de su inocente pureza. Nunca había conocido
a nadie igual en carácter o amabilidad.
Si ella sólo le hubiera mostrado algo a él. En cambio, habían luchado peor
que con sus padres. Cada vez que estaba en su presencia, termina en una
violenta pelea verbal que lo dejaba con ganas de estrangularla. Lo dejaba a
un latido del corazón de la violencia que odiaba tanto como lo hacia ella.
No, no había nada entre ellos salvo siglos de arrepentimiento hostil y
palabras amargas.
– ¿Duel?
Se congeló mientras se movía hacia uno de los demonios decapitados.
Despierto y alerta, lo miró con ojos que eran del mismo color y forma que el
de su ex esposa. Él sonrió burlonamente. – Bien bien … La emperatriz de todas
las perras finalmente habla. ¿Cómo estás, Vine?
Ella siseo. – Como si no lo supieras. Pero no tengas miedo, Duel. Yo saldré
de este agujero donde me metiste.
Él le dio una sonrisa tolerante. – Dime donde estas, amor, e iré yo mismo
a buscarte. Yo mismo abriré la puerta y te dejare salir.
129
Lanzó una risa maliciosa y seductora. – Te gustaría eso, ¿No? -
Más de lo que ella creía.
La idea de reencontrarla fue lo único que lo mantuvo en marcha.
–Deberías haber seguido luchando cuando te lo dije, bastardo inútil. Pero
no… querías paz. Dime... ¿Qué sabor tiene?
Él lanzó otro demonio sobre el fuego. – No lo sé, ya que me privaste de
ello.
–¡Me prometiste el mundo!
– Y tú me prometiste tu corazón. Supongo que los dos mentimos. Añadió
otra cabeza a la pila donde ya había puesto a los demás.
– ¿Alguna última palabra?
– Cuida tu espalda, Duel. No perderé de nuevo.
– Yo tampoco. Sacude el trasero, amor. Esperaré por ti, en el camino de
la muerte. Súbete a bordo.
Y observó cómo las llamas la consumían, mientras trataba de que sus
palabras no lo afectaran. Después de todo, eso era, lo que ella quería, una
guerra mental, esa era la forma en la que ella jugaba, y él lo sabía bien.
Además, no podía tener un espía entre su tripulación. Nadie sería tan
estúpido. Tenían demasiado miedo de él, y hacían bien en tenerlo. Una cosa
que había aprendido de su padre fue que el puño de hierro reducía el largo
camino a la traición.
La traición nunca venía de la mano de un enemigo. Era un golpe que
naturalmente venía del puño de un amigo o de un ser querido. De ahí su paso por
esta sección menor de perdición, conocida por su gente como Myddangeard,
y su sentencia en el gran averno cristiano llamado Infierno.
¿Y para qué?
No le importaba una mierda nada sobre el mismo y sus propias necesidades.
Más bien, él había sido condenado por intentar salvar a su gente. Su crimen
fue intentar expulsar la plaga romana de sus tierras, para proteger a las tribus
de las hadas oscuras de ser invadidas.
Marcelina tenía razón. Había sido un brutal, y sangriento caudillo después
de la muerte de su hermana. Uno que había vendido su alma por mantener a
su clan a salvo de todos los que querían esclavizarlos o erradicarlos. Le había
parecía un trato bastante justo en ese momento.
No había tenido nada, ni nadie más, por lo cual vivir.
Había perdido toda esperanza. Todo sentido de cualquier clase de
propósito o deseo. Su propia existencia no significaba absolutamente nada
para él en esos días sombríos. Porque ante la brutalidad de la muerte de Elf,
él había ido a la guerra con el mundo y no le había importado nada, aparte
de asegurarse de que ninguna mujer o niño bajo su protección fuera víctima
130
de un destino similar.
En realidad, él quería que la muerte llegara y ahorrarle la agonía de
la vida. Pero había sido demasiado bueno luchando para ser vencido en
la batalla. Demasiado agresivo y rencoroso para morir por un espadachín
inferior. Le habían quitado todo lo demás. No iba a dejar que ellos tomaran su
reputación, también. No, por los dioses, él no caería en manos de un bárbaro
inferior.
Si él iba a desaparecer de la tierra, sólo sería por un bastardo mejor que
él.
Al menos eso era lo que había pensado en aquel tiempo.…
Devyl parpadeó mientras el calor y las llamas de la pira delante de él tomó
su mente de nuevo y lo llevo a ese momento hace tanto tiempo, ya en la Edad de
hierro Tintagel, cuando él estúpidamente cortó su propia garganta sin saberlo.
A diferencia de sus padres, su muerte no había llegado tan rápidamente como
su propia estupidez. Oh no… Una vez puesto en movimiento, le había tomado
a Vine un poco más de tiempo para encontrar el valor para acabar con él.
Pero ella nunca lo había hecho. Él no le dio motivos.
– ¿Qué quieres decir con eso? ¿Negociando la paz con estas estúpidas
ovejas?
Todavía cubierto en la sangre de los chicos que había matado en la batalla,
Devyl había puesto el abollado timón sobre la mesa y había cogido la copa
de hidromiel que Vine había estado bebiendo a su llegada. – Ya escuchaste.
He terminado con esto, esposa. Es hora de que dejemos que la paz reine en
nuestros campos por un tiempo. Nuestras fronteras están seguras. Los romanos
se han retirado. He estado en guerra y en la batalla desde antes que me
creciera barba en mis mejillas. No más.
Vacío su copa, y vertió más, mirándola fijamente. Maldición, ella era una
verdadera belleza. Con el pelo tan rojo como su temperamento ardiente y
curvas en las que los hombres soñaban con perderse, ella nunca lo dejaba
desviar sus pensamientos a cualquier otra cosa cuando ella estaba cerca.
– Además, me prometiste un hijo. Es hora de que hagamos esa familia-.
Justo entonces, ella era el único campo que él quería arar
Ella se había girado la cara hacia él. – ¿Y qué hay de los Merciens? ¿Los
Sajones?
– ¿Qué hay de ellos?
– ¿Qué pasa si nos invaden? Además, es probable que los romanos
regresen. No puedes confiar en ellos.
Burlándose de su ridícula preocupación, dio una mirada descarada sobre
su cuerpo. — Dado el número de cabezas sobre picas que hay en nuestras
fronteras, lo dudo. Me dijeron que incluso Los pictos y Adoni Fey se enojaron
131
cuando vieron por última vez mi horrible cerca.
En retrospectiva, debería haber sabido por la forma en que sus ojos
se oscurecieron que ella estaba planeando su muerte esa noche. Pero sus
pensamientos estaban en el hecho de que su vestido estaba lo suficientemente
bajo para exponer la curva superior de sus pechos. Y el hecho que su cabello
provocaba la cremosa cima del mismo. El hecho era que, si se inclinaba
hacia delante sólo un poco más, o estornudaba, lo más probable era que se
derramaran fuera de su vestido por completo. ...
Yo era un tonto.
Sus propios padres habían sido incapaces de mostrarle incluso un mínimo
de afecto. ¿Por qué había pensado por un instante que una bitchington (Puta
zorra) Deruvian sería mejor?
Había sido nada más que una herramienta para ella. Un arma que había
usado para atacar de vuelta a sus propios enemigos.
Devyl parpadeó cuando se obligó a volver al presente y al fuego, donde
el cortó el corazón del último de los demonios para su cena, teniendo cuidado
de guardar la sangre, y luego lo arrojó al fuego.
Eso era todo lo que había sido para alguien. Un estúpido peón.
En realidad, incluso Elf. Mientras le gustaba fingir que su hermana lo había
amado, en sus momentos más melancólicos no podía evitar preguntarse que
tal vez ella no era menos egoísta que todos los demás que había conocido. Tal
vez, incluso ella, solo lo veía como nada más que una estúpida herramienta
para ser manipulada a su capricho.
Sólo un rabioso perro de ataque que Elf había liberado sobre los que no
le gustaban.
En sus momentos más difíciles, había sido algo con lo que Edyth se había
burlado con frecuencia de él cuando eran niños. Un mezquino y frío insulto que
ella sabía que lo lastimaría en el centro de su alma negra y sin valor.
Y Vine. Había tomado el enfermizo y vicioso placer de decirle que no
tenía otro uso en el mundo.
No eres nada, Duel. Sólo un frio asesino incapaz de sentir nada más que la
espada que posees. El único calor que conoces es el de la sangre que derramas.
Acéptalo, podrían proclamarte rey, pero al final del día, no eres nada más que un
siervo del hambre de sangre dentro de ti. Un estúpido animal siempre buscando
un consuelo que nunca nació para ti. No confías en nadie. Ni siquiera en ti
mismo.
Dejando caer su cabeza hacia atrás, Devyl dejó salir un grito de agonía,
amargura y dolor. Un grito nacido de la soledad absoluta, mientras bebía de
la sangre demoníaca que había derramado.
Sólo una vez en su vida quería saber lo que se sentía ser apreciado. Ser
132
deseado. Ser tocado por una mano bondadosa. No porque fuera un arma o
una herramienta.
Porque era amado.
Sigues siendo un jodido idiota.
Tenía la edad suficiente para saber que el amor era para las mujeres y
niños.
Él era una criatura de venganza y odio. Era todo lo que había sido, y todo
lo que sería. Vine tenía razón. Ni siquiera la amistad llegó a él.
Yo soy el Devyl’s Bane.
No había necesidad de luchar contra el destino, porque tarde o temprano
esa perra siempre llegaba y tomaba lo que quería. Y su destino era la oscuridad
y el dolor.
Acepta lo que eres y lidia con ello.
No había necesidad de luchar contra el destino.
No cuando él era la mano que había elegido para ser su verdugo.

*******
– ¿Estás bien, hija?
Cameron se sobresaltó al oír el tono suave de la voz de Marcelina mientras
caminaba detrás de ella a la cocina.
– Lo siento. Si. - Ella frunció los labios y frunció el ceño. - Algo así. -
Parpadeando, se encontró con la mirada de Mara. – ¿Estás bien, ma´m?
Mara sacó una taza del estante de abajo de donde Cameron había tomado
una sólo un momento antes – Como tú, estoy un poco alterada por los sucesos
del día. No suelo tratar con niños demoníacos. Hay algo profundamente mal
con ellos en todo esto.
– Sí, de hecho. Dice mucho de porque estamos en contra de que ellos
bajaran tan profundo - le entregó a Mara el ron. - Tu, hermana, ¿verdad?
Ella asintió. – No tan inocente como yo quería pensar. Mara tomó un
trago, deseando poder dejar de recordar algunas inquietantes verdades, que
ella había estado haciendo su mejor intento, para mantener enterradas. Sin
embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudieron quedarse encadenadas
Malditas cosas bastardas...
– ¿A qué diablos viene esa mueca? Y no digas que es por el capitán. Estoy
empezando a conocerla mejor, querida mía.
Mara resopló ante la muchacha, que era demasiado astuta para su propio
bien. — Sólo estoy pensando... hay una enfermedad entre mi gente que
133
provienen del mal uso de la magia, una que hace que nuestros corazones se
marchiten y se petrifiquen.
Con el color desapareciendo de sus mejillas, Cameron jadeó. – ¿Vas en
serio?
Ella asintió sombríamente. – Lo llamamos Heartrot o Invierno. Es donde
empezamos a deteriorarnos de adentro hacia afuera. Como lo que viste con
Mona. Nos ponemos pálidos y nuestra sangre se oscurece. Aquellos de nosotros
que somos más fuertes podemos ocultar la enfermedad por más tiempo que los
que son más débiles, pero tarde o temprano, se notará. Y cuando lo hace, nos
convierte en monstruos que viven del dolor y la sangre de los demás.
– ¿Hay algún tratamiento para eso?
Sacudiendo la cabeza, Mara se estremeció ante la brutalidad de la
enfermedad, semejante a una plaga. Aunque ya no era común entre su gente,
había visto más que suficiente de la enfermedad en su tiempo, como para tener
miedo de contraerla, y no tenía nada que ver de ninguna forma con el invierno
– Como el corazón ya no late por si mismo, causa un hambre dolorosa
de sangre fresca dentro de la víctima, al punto que ellos cazarán a otros
para conseguirla. Los rasgarán y los devorarán enteros para obtener lo que
necesitan. Incluso a sus propios hijos, los niños no están seguros alrededor
de ellos. Nadie lo está. Se dice que cuando se pone lo suficientemente malo,
incluso roen los huesos como ratas rabiosas, tratando de obtener cada último
pedacito de sangre que puede salir de la médula.
– Suena horrible.
– No tienes ni idea. - Un sabor amargo se sintió en su boca mientras
silenciosamente se ponía furiosa - ¿Lo peor? Fue la raza de Du quien primero
nos maldijo con ella. Su propia abuela, Kara, sentenció a su madrastra Heiðr
por matar al abuelo de Du después de que se casaron. Kara, una diosa oscura
de Disir, le dio esta enfermedad a mi pueblo por lo que se hicieron a ella, y
nosotros les devolvimos el favor con nuestra propia versión de la enfermedad.
Primero Kara fue afectada con ella, entonces su hijo, y finalmente el mismo Du
la contrajo.
Cameron jadeó al darse cuenta de lo que eso significaba y por qué Du era
tan malvado. – Si no hay tratamiento, ¿podrá alguna vez ser curado?
De nuevo, sacudió la cabeza. – Esa es la razón de que sus ojos se vuelvan
rojos cada vez que se enoja. Lo que lo hace una bestia irracional. Aunque hay
que darle crédito, porque contiene su locura tan bien como le es posible. La
mayoría se vuelven locos y por eso tienen que ser sacrificados como animales
rabiosos.
– La mayoría implica que algunos sobreviven.
Mara suspiró mientras vertía más licor. - Hay leyendas - algunas tontas,
134
por supuesto - que afirman que pueden ser salvados por el verdadero beso de
amor. O la mano de alguien que puede ver más allá de la bestia para amarlo
a pesar de su crueldad. Pero eso es tan tonto que es una ridiculez.
– ¿No crees en el amor?
¿Cómo podía? Ella nunca lo había visto en su muy larga vida. Y ella había
visto algunas cosas bastante milagrosas. Pero nunca amor. Nunca nada cerca
de lo que los poetas describían en sus ridículas canciones. – ¿Usted si, señorita
Jack?
– Sí. Mi hermano ama a su Lettice. Es por eso que creo que lo encontraremos.
Él no la dejaría. No sin dar pelea.
– Entonces tienen suerte, de hecho.
Cameron bebió un sorbo de su ron. — Así que ¿Nunca has estado
enamorada?
Ella sacudió su cabeza. – Mi gente no creía en ello. No en la forma en
que lo hacen los humanos. Y los dioses saben que Du definitivamente no lo
hace. Se reiría como un loco si tu solo lo insinúas. Él solo cree en el deber, el
honor y la familia.
– ¿Te burlas de eso?
– No es una burla lo que detectas en mi tono. Es sólo tristeza. No importa
lo noble de un concepto, cuando se toma al extremo, cualquier cosa puede
llegar a ser corrompida y utilizada como vehículo para el mal.
– Así que crees que el capitán está más allá de... ¿Toda redención?
Mara hizo una pausa ante la pregunta. Unos pocos meses atrás, ella
habría dicho que sí absolutamente.
Ahora…
Ella frunció el ceño mientras su mirada sobrepasaba el hombro de Cameron
para centrarse en la enorme forma de Devyl, dirigida hacia ellos. Había una
intensidad en su bravuconería que no había visto en mucho tiempo. Una que él
reservaba para la batalla, o los enemigos que tenía la intención de destripar.
No se había acercado a ella con esa actitud desde el día en que se
conocieron, y ahora generó la misma reacción, como lo había hecho entonces.
Su intestino se endureció cuando una parte de su cordura gritó para que ella
corriera.
Desafortunadamente, no podía escapar. Así que se mantuvo firme, aunque
una parte de ella esperaba mojarse encima en cualquier momento.
Sin decir una palabra, él tomó su brazo con un feroz agarre y la sacó de
la galera a la cubierta superior.
– ¿Qué estás haciendo?
Prácticamente la llevaba en volandas. Aunque él era insistente, no era
áspero, en sí. Sin embargo, la inquietaba. Y en serio le molestaba.
135
Pero no tanto como su silencio sobre el asunto.
– ¡Duel! ¡Respóndeme! ¿De qué se trata esto?
– Querías aprender a protegerte tú misma. Estoy aquí para enseñarte.
– ¿Qué? - Aturdida y confundida, ella parpadeó cuando él finalmente soltó
su brazo de modo que ella estaba en el centro de la cubierta, cerca del mástil
principal - ¿Perdón?
Le tendió una espada. – Vas aprender a luchar.
– ¿Ahora?
¿Alguno de los demonios lo había poseído? Ella nunca lo había visto así.
Y ella había estado bromeando más temprano. Seguramente lo había sabido.
Por sus acciones, había asumido que entendía que era broma.
Echando un vistazo a la tripulación que había hecho una pausa para
mirarlos, ella sacudió la cabeza. – No necesito aprender a luchar.
Era lo que ella tenía para él.
– Si, lo necesitas. - Él presionó el frio agarre de la empuñadura en su
mano.
Ella se negó a aceptarlo. – ¿De qué hablas?
Una furia pura y absoluta oscureció su ceño. Era tan frío y feroz que
realmente la asustó, algo que ella no habría creído posible.
– Toma. La. Espada. Cada palabra cortaba aún más bruscamente que
como lo haría la espada.
– ¿Qué está mal contigo?
Sus ojos brillaron en rojo vibrante. – Toma ¡la espada! - gruñó en aquel
profundo y atronador tono demoniaco. - ¡Ahora!
— No, no lo haré.
Du la empujó hacia atrás. — ¿Es esa tu respuesta, entonces dejarás que
tus enemigos te tengan? ¿Te desangren? ¿Morir? ¿No harás nada mientras te
violan y te abandonan?
— ¿Capitán?
Du disparó una explosión de fuego hacia William cuando él se acercó
para echarle una mano a ella.
– Quédese fuera de esto, Sr. Death, antes de que yo haga de su apellido
una condición permanente, ni siquiera Thorn puede salvarte - Se volvió hacia
ella. - ¿Así qué?
Con los labios temblorosos, vacilo al ver lo que veía en aquellos ojos rojos.
Había algo mucho más oscuro que un alma demoníaca dentro de él. Algo
mucho peor tenía las garras en su corazón.
– Duel... No voy a salir lastimada.
– No seas condescendiente conmigo. No después de lo que paso hoy - La
tomó de la mano. Y forzó su agarre alrededor de la empuñadura de la espada.
136
– Tómala y aprende a protegerte ¡tú misma!
Con un aliento desigual, sacudió cabeza. – No puedes enseñarme a luchar
en un día... en una sesión. Duel tu sabes ¡eso! Una sola lección es totalmente
inútil. ¿De verdad crees que puedes entrenarme para ser tú en una sola tarde?
¿Cuánto tiempo te tomó aprender la destreza o entrenar un ejército?
La angustia se marcaba en sus cejas cuando su cordura rompió a través de
su locura. Su propia respiración se aceleró. El la fulminó con la mirada, con el
peor odio que hubiera visto en su cara. Se burlaba de lo que él le había dicho
el día que se habían encontrado. – ¡No voy a enterrarte! ¡Me escuchas, Mara!
¡No lo haré!
Esas palabras la desconcertaron. – Entonces, injértame y volveré.
Sus fosas nasales se encendieron y por un momento ella juraría haber visto
lágrimas en sus ojos antes de que saliera disparado hacia su cabina.
Aliviada, temblando, y todavía bastante aterrorizada, miró a su alrededor
y vio las caras pálidas de la tripulación, todos congelados en el lugar por la
extraña explosión de su capitán.
William fue el primero en recuperarse. – ¿Estás bien, madam?
Ella asintió. – Asegura el barco, Sr. Death.
– Si, madam.
Respiró hondo para intentar poner en orden sus nervios, antes de dirigirse
a Du.
Cameron estaba más cerca de la puerta de la cabina. – ¿Seguro que
quieres entrar ahí sola?
Realmente no. Pero tenía que ser hacerlo.
– Si. No creo que me haga daño.
O eso esperaba Mara.
Cameron arqueó una ceja escéptica.
No es que Mara la fuera a culpar porque dudara. No estaba tan segura
de sí misma. Había sido una exhibición explosiva la que Duel les había dado.
Ofreciendo una sonrisa que estaba segura de que no alcanzó sus ojos, se
dirigió a la cabina para comprobar a Duel.
Él se estaba golpeando a fondo con algo que ella sabía con seguridad,
no debería estar bebiendo.
– ¿Du?
Se congeló instantáneamente por unos cuantos latidos del corazón, luego
vació su copa.
Con la mano temblando, alargó la mano y le tocó el hombro.
– Háblame.
Resoplando, vertió más sangre.
Le cogió la mano para evitar que bebiera más, luego tomó suavemente la
137
taza y la coloco a un lado. Cuando empezó alejarse, ella puso su mano en el
pliegue de su manga. El tamaño de él la abrumó por un momento. Eso era fácil
de olvidar algunas veces, la enorme bestia que era.
Pero esta cercanía...
Él podría desgárrala.
Sin embargo, no se movió. Aunque su furia llegaba a ser una fuerza tangible,
él se quedó completamente inmóvil delante de ella. El único movimiento era el
tic en su mejilla bigotuda que mantenía el ritmo con su rápida respiración.
— ¿Porque estas tan enojado?
Gruñó como un depredador rabioso. — ¿Por qué no peleaste?.
— Eran niños.
— Eran demonios.
— No me di cuenta lo que eran hasta que fue demasiado tarde.
El dolor destello en sus cejas. Eso oscureció sus ojos de nuevo a su negro
natural antes que se volvieran a enrojecerse de nuevo.
— Eres como ellos. Te odio por eso.
Esas palabras deberían lastimarla. Deberían rasgarla, pero la agonía
debajo de ellas le dijo que su odio estaba dirigido más hacia el mismo que
hacia ella. – ¿Quiénes ellos? ¿Vine?
Una sola lágrima cayó por su mejilla. Tan rápido e inesperado que su
mandíbula cayó.
Él tragó, se encogió de hombros y volteo la cara, luego retrocedió y se
aclaró la garganta. — Deberías irte.
¡Como el infierno!
— No hasta que me lo expliques... Duel. Por favor.
Devyl comenzó a rasgarla. Era lo que hubiera hecho normalmente.
Era lo que él quería hacer. Y, sin embargo, él no podía hacerle daño. Y por
eso, él se odiaba más. Maldita sea al infierno y de regreso. Y maldito sea, él
también. ¿Por qué siempre había sido débil en lo concerniente a ella?
Fue eso lo que les había traído a este lugar y tiempo. Lo que le había
permitido atarlos. Ese momento en el que estaba tan furioso y sanguinario...
Él había mirado esos aterrorizada ojos ámbar mientras ella se levantaba
con tanto desafío contra él, que se perdió en ella completamente.
Por eso inicialmente había dormido con Vine. Mientras que su pigmentación
era diferente, sus rasgos no lo eran. Las dos mujeres podrían ser gemelas, salvo
por su color del pelo, y muchas veces por la noche, había cerrado los ojos y
había imaginado a Vine con pelo blanco plateado y ojos ámbar. Y que olía a
rosas y ligeras especies.
Pero al final, Vine había sido el frio sustituto que utilizó, con la esperanza
de sacar a Mara de sus pensamientos. Con la esperanza de deshacerse del
138
deseo intenso que tenía por ella desde su corazón.
A pesar de todo, siempre estuvo atraído a ella. Contra toda cordura y
razón. Contra todo el sentido común de mierda.
Como ahora. Se encogió de hombros y cerró los ojos. Tragó saliva ¿Por
qué no decirlo en este momento? ¿Por qué continuar la farsa que lo había
llevado a la locura, más de lo que lo hizo la maldición que su gente había
puesto sobre la suya? Eso parecía absurdo.
Así que respiró hondo y finalmente la única y codiciada verdad que había
vivido dentro de él durante incontables siglos. — Me recuerdas tanto a mi
madre y hermanas.
— ¿Perdón?
Se volvió para poner los dedos contra la tibieza de su pálida mejilla. La
suavidad de su piel le recordaba el frágil pétalo de una flor. El tipo que Elf
solía utilizar y para alinear en sus camas. — Eres un roble blanco. Mi madre
era una derasílfide.
Ella dejó escapar un jadeo suave, las noticias inesperadas la golpearon. Sus
ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba con absoluta incredulidad.
Por su expresión, podía decir que ella no quería creerle. Que ella no estaba
muy segura si él estaba siendo honesto o tratando de engañarla. Pero esta era
una cosa sobre la que nunca mentiría. Después de todo, era lo único que había
gastado una vida negando y ocultándolo con todo lo que tenía.
Un oscuro secreto que le estaba confiando solo a ella.
— ¿Qué?
— Si. Olmo. Ella fue designada como el guardián de mi padre, cuando
dejó Alfheim para tomar su lugar como el líder de la Dumnonii. Se suponía que
debía mantenerlo anclado y estable. Nunca estuvo en ellos casarse.
Porque estaba prohibido. Un druida- Aesir nunca debía tocar a su guardián
Deruvian. Ellos les rendían homenajes y creaban nemetons para su honor y
comodidad.
Nunca deberían “conocerlos” o casarse con ellos.
Su respiración se volvió irregular cuando ella continuó luchando contra la
imposible verdad. No es que él la culpara. Había momentos en que también
le resultaba absurdo.
— Ese es el secreto de tu poder.
El asintió. — Ese es el por qué, nadie jamás podría derrotarme. No soy
sólo un Aesir, también soy un Vanir y Adoni oscuro.
Cubriéndose la boca, soltó un suspiro irregular cuando ella finalmente
pareció aceptarlo, aunque sus ojos ámbar todavía estaban preocupados. —
¿Vine, alguna vez lo supo?
— No. Nunca se lo he dicho a nadie.
139
Ella arqueó las cejas ante la impactante declaración. Y otra vez, él no
podía culparla. Eran enemigos después de todo. Lo han sido por innumerables
siglos. — ¿Por qué? Dime
Dejó salir una risa amarga ante una pregunta que sin duda tenía que ser
obvio. — ¿No lo sabes, Mara? - Él tomo su mano en las suyas y la llevó a su
corazón. Sus ojos se desvanecieron a negro.
Mara tragó con fuerza ante el feroz golpeteo de su corazón bajo la
palma de su mano. Con el calor tierno de sus ojos mientras la miraba con una
expectativa que ni siquiera podía comenzar a comprender.
Todavía estaba boquiabierta por las noticias. Impresionada de este lado
nuevo de él, que ella nunca había sabido que existía.
¿Y ahora esto?
Era más de lo que podía hacerle frente ahora. Más de lo que nadie podría
manejar. Honestamente, ella preferiría luchar contra los demonios que querían
robar su alma antes que tratar con estos extraños sentimientos que no tenían
sentido para ella. Prefería enfrentarse con un demonio real que pensar por un
segundo que ella podría sentir algo amable por Devyl Bane, el azote de su
pueblo. La criatura que había desgarrado su mundo, que no le dejó nada y a
nadie.
No, ella lo odiaba.
Si, lo hacía. Ella debería recordar eso. Hacer eso. Era la verdad.
¿No es cierto?
Determinada a mantener el rumbo, ella encontró su mirada inquebrantable.
— Ya sabes que no hay nada más que odio entre nosotros, Du
Una profunda tristeza desgarradora oscureció la sombra de sus ojos. —
Si. - dejando escapar un suspiro cansado, levantó su mano a sus labios y le dio
un tierno beso en sus nudillos antes de regresar a la cubierta principal.
Mara no se movió cuando lo oyó dando órdenes a los demás. Mientras el
mar se balanceaba contra sus tablas y sentía el movimiento de las olas.
Y dentro de su cuerpo, estaba tan vacía como el propio buque. Vacía
porque sabía quién era la verdadera bestia que estaba a bordo.
Por una vez, no era Devyl Bane.
Recuerda, hermana... me traes El corazón de Du y yo me encargaré de que
estés libre para vivir tu vida independientemente de los lazos que te unen a su
destino. Lo juro.
Mientras no estaba segura de que pudiera confiar en Vine, sabía que
podía confiar en el odio de su hermana por su ex-marido. Para meterlo entre
sus garras, no había nada que Vine no haría. Y si existiera una criatura que
podría deshacer el hechizo que Mara había lanzado que unía su vida a Duel…
Era Vine. Por eso había seguido a los demonios lejos del orfanato. Vine le
140
había prometido a Mara que con el disfraz del douen ella la liberaría.
Hacía mucho tiempo que Mara estaba atada a él. Había sido forzada a
servirle como su compañera y guardiana.
Darle de su sangre y sus poderes para sus hechizos, este barco era un
excelente ejemplo. Había vendido su esclavitud a Thorn, luego la obligó a
convertirse en este buque para llevar la suerte de ellos y velar por su tripulación
como un guardián maldito.
Ya había terminado. Era hora de recuperar su vida
Incluso si tuviera que terminar con la suya para hacerlo.
Es lo correcto que hay que hacer y tú lo sabes en tu corazón.
Pero si eso era cierto, ¿por qué dolía tanto? ¿Y por qué la duda la
atormentaba así?
Capitulo 11
Traducido por: Caro
Revisado por: Andy Cruel

Mara apoyó la cabeza contra las tablas, mientras se permitía fusionarse


con la madera, en busca de consuelo. Aunque no era lo mismo que estar en los
brazos de una madre, era la sensación más cercana que tenía, desde el día en
que los vientos habían esparcido la esencia de sus padres en los rincones del
mundo, permitiéndoles regresar al universo que los había engendrado.
Deseando no tener que sentirse conectada de nuevo, tocó el medallón que
su madre le había dado hacía tanto tiempo, y se permitió congelarse de esa
manera, mientras los recuerdos enterrados la atravesaban.
Facilmente, se vio a sí misma como una niña, ese día, en su pequeño
nemeton, donde habían hecho su casa, y vio a su madre mientras colocaba el
medallón alrededor de su cuello y le daba un tierno beso en la frente.
— ¿Qué es esto madre?
— Ésta es tu armadura, preciosa. - Frunciendo el ceño, había abierto su 141
medallón, para encontrar un núcleo verde que brillaba y palpitaba dentro. Al
igual que una bellota, era diferente a todo lo que había visto antes. El fuego
que sostenía el ritmo de un latido de corazón la hipnotizaba, mientras bailaba
y brillaba contra su piel. Con el entusiasmo de un niño, había empezado a
morderlo, pero su madre la había detenido.-
— ¡Cuidado Mara, es tu fuente de vida lo que sostienes!
— ¿P-perdón? - Su madre se había reído y había devuelto la semilla a su
nido encerrado en su medallón.- El día en que nacimos, todos los Deruvians
llevan un harthfret en su ombligo, que se cae cuando pierden su cordón
umbilical. Se ha dicho que fue a partir del primer Derúvano y su harthfret,
que la humanidad nació en la tierra. Y que, cuando la humanidad perdió sus
harthfrets, perdieron su inmortalidad y sus más altos Poderes. Es por eso que
son mucho más débiles que nosotros.
— ¿Pero nosotros mantenemos los nuestros?
— Sí. Y mientras lo tengamos, somos virtualmente inmortales. Con ella,
podemos invocar los poderes del universo y ordenarlos. Es nuestra conexión
con la madre superior y con todo lo que corre a través de los vastos cielos y
de todos los mundos.
— ¿Dónde está el tuyo?
Su madre había sonreído. — He plantado el mio aquí, en el nemetón,
junto al de tu padre. Un día conocerás al hombre que amaras y él te amará
a ti, y los dos plantarán sus corazones juntos, para que crezcan sus propias
raíces. Pero tengan cuidado, porque cuando lo hagan, estarán siempre unidos
a ese único lugar. Para siempre. Así que nunca lo hagas a la ligera, hija. Es
igual que un hechizo vinculante. Podrías irte, pero nunca estarás completa. Y
si te alejas demasiado tiempo de tus raíces, te marchitarás y morirás. Porque
ningún derúvano puede existir sin su fuente de vida.
— Entonces nunca plantaré mi harthfret.
Riendo, su madre le había metido el pelo detrás de la oreja.
— Cuidado con esas convicciones, pequeña, tienen una horrible manera
de volver para atormentarnos.
— Tendré cuidado, mamá.
— Bueno, y lo que sea que hagas, nunca dejes que nadie te robe el
harthfret.
— ¿Por qué?
— Porque esa es la esencia del qué y quiénes somos, es la fuente de
nuestro poder, quien lo posea puede ordenarnos que hagamos todo lo que
quiera, se convierte en nuestro propietario y somos sus esclavos, especialmente
si lo combinan con su sangre. Entonces, no hay nada que podamos hacer
mientras viva. Somos para siempre sus esclavos. Guarda tu harthfret como lo
harías con tu vida, porque es mucho más sagrado.
142
Mara se maldijo por el día en que Duel había capturado la suya, y porque
había sido por su propia estupidez y arrogancia, ya que no lo había creído
capaz de saber su significado. No sabía cómo fué que había aprendido el
tan cuidadosamente guardado secreto de Deruvian. Ahora lo entendía. Él era
uno de ellos. Lo que significaba que tenía un harthfret, también. Y si pudiera
encontrarlo entonces él sería suyo para mandarlo, por toda la eternidad.

*******

—Así que, no mentiste ¿Cómo lograste conseguir uno de su clase aquí?


Vine sonrió a la oscura Serafh que estaba ante ella. Vestida con la antigua
Armadura de sangre de su especie, que se había puesto una vez para la
batalla, Gadreyal era una belleza alada, de tolerancia extrema y absoluta.
Alta, pulcra, voluptuosa, era fácil ver por qué ella era la primera entre
los enviados a tentar al ejército del Kalosum a su caída. Y como miembro de
ese mismo ejército repugnante, sanctimonious, Paden se encogió tratando de
alejarse, y se encogió aún más cuando Gadreyal lo alcanzó.
— ¡No me toques! - Su forma Serafh se activó, convirtiendo su cabello
instantáneamente en blanco, y haciendo que sus alas salieran de su espalda,
las plumas doradas se extendieron, cortándolos a ambos.
Riendo, Gadreyal tomó una de sus alas y la rompió. El sonido del hueso
quebrado fue duro, incluso para Vine, Paden gritó y arqueó su espalda por el
dolor. Con un ademán falso y comprensivo, Gadreyal acunó su cabeza contra
su hombro, exponiendo su garganta.
— Ahora, pequeño, no vengas con que eres mejor, no soy una de los
halflings o mickles con los que has estado luchando. - Ella deslizó su garra de
plata sobre su manzana de Adán.
— Yo puedo hacer que toda esta miseria desaparezca en un instante. Todo
lo que tienes que hacer es darme tu voto de lealtad. Lucha por nosotros y te
liberaré.
Las lágrimas brotaron en sus ojos. — ¡Nunca!
— Awww - Ella se burló de su dolor con una dulce voz.
— Pobre Serafh. Solo en este agujero. A nadie le importas lo suficiente
para rescatarte… ¿realmente crees que el sarim vendrá? ¿Que a mi hermano
le importa lo que te pase? Te prometo que Gabriel se ríe de tu sufrimiento, y
Michael, aún más.
— No volveré.
— Sí, lo harás. - Le susurró Gadrey al oído.- Y cortarás la garganta de
143
tu hermana, para que me dé ese medallón antes de que todo acabe. Confía
en mí, hombrecito. Guerreros mucho más grandes que tu han caído en mis
astucia. - Ella besó su mejilla y se alejó, su mirada se volvió rojo brillante
cuando ella se acercó a Vine.
— Deberías irte ahora, Deruvian, lo tomaré desde aquí.
— ¿Qué hay de mi recompensa? - Gadreyal sonrió fríamente.
— No lo he olvidado, en el momento en que tenga su medallon y su alma,
serás liberada, eso es lo que haremos.

*******

Thorn sintió el cambio en el aire a su alrededor y supo instantáneamente qué


lo causó. La furia se extendía por sus venas como lava, exigiendo satisfacción
y sangre.
— ¡Misery! - Convocó a su compañera demonio, de su agujero.
Honestamente, debería haberla matado hace mucho tiempo. Era una perra sin
piedad en la que nunca se podía confiar. Era traicionera.
Por eso confiaba en ella, porque la conocía bien, y sabia como era,
por lo tanto, era incapaz de traicionarlo. Su guardia nunca se relajaba a su
alrededor.
Ella apareció ante él con una mueca disgustada.
— ¿Gritaste mi señor supremo?
— ¿Qué están haciendo tus hermanas? - Con un encogimiento se echó a
reír, pero él la agarró de la muñeca y la empujó hacia él.- No juegues conmigo,
Misery o te haré ganar ese nombre.
El miedo reemplazó su expresión presumida cuando vio el rostro de
Forneus y se dio cuenta del débil suelo que pisaba. Con toda su arrogancia,
ella era su esclava y dependía de su misericordia, de la cual él tenía muy poca,
especialmente cuando se trataba de criaturas como ella. Tragó saliva antes de
pronunciar su respuesta.
— Ellos tienen las semillas de Michael.
— Dime dónde están. -Sacudiendo la cabeza, se apartó de él y se encogió
en una esquina de su estudio.
— No lo sé. - Thorn la alcanzó, lo que causó que las sombras que la
ocultaban, se encogieran y la dejaran expuesta a su mirada. Incluso sabía que
no lo debía desafiar cuando estaba en ese estado de ánimo. Nadie, aparte de
su propio padre, había desafiado su ira cuando estaba así. Gritando, trató de
teletransportarse fuera de su estudio, pero el usó sus poderes para atraparla.
— No, misery, simplemente no. - Ella se estremeció visiblemente cuando se
levantó de un salto y se acomodó para poner una silla entre ellos.
144
— Juro por la Fuente, que yo no tengo ni idea, ellos saben que te sirvo,
que estoy atada a ti, no dicen mucho en mi presencia.
Él tiró de su brazo hacia fuera y la atrajo hacia él, para poder envolver
con una mano su garganta. No con mucha fuerza, pero lo suficiente para
recordarle cuánto poder y cuán poca consideración tenía sobre su vida.
— Te odio por lo que me hicieron, ¿entiendes?
Ella asintió ansiosamente.
— Nunca debí haber sido concebido o haber nacido, y me acuerdo de
todos ustedes con cada respiración que doy, solo por eso, es una lucha diaria
no matarte. - Apretó su agarre para hacerle saber que lo decía en serio.
— Encontrarás al Serafh que retienen, antes de que él se vaya, o pasaré
el resto de la eternidad acostándome con tus gritos de misericordia. ¿Entiendes
eso?
— Entiendo, mi señor.
— Bien. - Él la apartó y la miró mientras se alejaba de su estudio. La furia
le golpeaba las venas tan vehementemente que sus alas salieron. Su piel se
volvió el oro vibrante, por lo que, se odió aún más, que el día en que había
aprendido quién era y lo que realmente era.
Cómo había venido su madre para engendrarlo...
¡Malditos sean todos!
— Forneus.
Bien, era sólo el gusano bastardo, que más necesitaba sufrir en este estado
de ánimo ¿Qué?, ¿los dioses estaban realmente aburridos?
Aplacando su temperamento lo mejor que pudo, se volvió para encontrar
la última criatura que quería enfrentar.
Sólo después de su padre.
Doblando sus alas hacia abajo, Thorn cruzó los brazos sobre su pecho.
— Michael... ha pasado un largo tiempo.
Con siete pies de altura, era un enorme bastardo. Mientras que la mayoría
de los Serafh eran lo suficientemente bellos como para pasar como mujeres,
Michael era muy guapo, pero nadie lo confundiría con una serafina. Y en
su forma de Seraph tenia una armadura blanca como la nieve, inclusive las
armas, y todas sus partes.
Incluso sus ojos eran de un azul plateado.
Por lo tanto, siempre era espeluznante para Thorn, cuán oscura era la
herramienta cada vez que se ponía una apariencia más humana. Pelo oscuro,
piel bronceada. En lo único que seguía siendo el mismo, era en esos celestiales
ojos azules, que brillaban como carámbanos delante de un sol poniente. Y
hoy tenían el mismo efecto que siempre, el quería golpear a ese bastardo en
la cara.
145
— ¿Qué estás haciendo aquí, Mikey? Lo último que oí es que ninguno de
ustedes se ensuciaría cruzando el límite en esta dimensión.
— Tienes algo que me pertenece.
— No, tengo algo que le pertenece a tu linaje, y prometí que lo devolvería
- Michael soltó un suspiro cansado.
—No puedes evitarlo, ¿verdad?
— ¿Que?
—Ser un total y completo idiota. - Thorn sonrió.
— ¿Qué puedo decir? lo saque de mi padre.
—¿Sabes?, tirármelo en mi cara es una mala idea, no estabas allí ese día
en la batalla, no tienes idea de lo que se siente el tener a una persona a tu
lado, aquella cuya espalda has protegido durante siglos y el la tuya, y voltear
para mirar a los ojos de un amigo y ver a un enemigo. Es un nivel especial
de infierno que no le desearía a nadie, ni siquiera a ti, y cuando nosotros te
miramos, vemos a tu padre y recordamos que él fue uno de nosotros una vez.
Hasta que cruzó espadas con sus propios hermanos.
Frotando en el puente de su nariz con el dedo medio, Thorn bufó en su
diatriba.
— ¿Debo sacar mi violín? Siento que esta charla tuya necesita una rapsodia
de acompañante. - Michael puso los ojos en blanco.
— Y esa desagradable actitud, no nos ayuda a superar nuestro desagrado
natural por ti. Más el hecho de que, al final del día, todos nosotros sabemos
que te volviste contra tus propios hombres y los mataste brutalmente.
Thorn arqueó una ceja al oír eso. — No me volteé contra mis hombres, les
di la oportunidad de elegir antes de declarar la guerra.
— Tomate, tomato4
— ¡No, arselling! Hay una gran jodida diferencia, me volví, contra mi
padre, una vez que supe de sus mentiras como todos ustedes. No hay ninguna
diferencia allí. Entonces le di a cada espada bajo mi mando, una oportunidad
de luchar conmigo por una nueva causa o de estar en el lado opuesto, de mi
furia. A aquellos lo suficientemente estúpidos como para elegir a mi padre,
se les dio un buen comienzo antes de ir tras ellos. Nunca maté a nadie sin
permitirles la oportunidad de cambiar, lo que es más que de lo cualquiera de
ustedes me ha ofrecido.
— ¿Qué pasa con tu hijo?
Thorn siseó cuando el demonio dentro de él explotó y se hizo cargo
completamente. Por un momento, casi se acercó a la garganta de Michael,
que probablemente, era lo que el bastardo quería. Pero encadenó el dragón
y lo obligó a someterse. Su respiración se tornó entrecortada y lo fulminó con
la mirada.
146
— Nunca vuelvas a hablar de Cadegan, o te cortaré el culo. - Michael
levantó las manos en señal de rendición.
— Has reunido equipos de demonios, los has puesto en libertad condicional
en todos los rincones del mundo, viviendo uno al lado del otro, con seres
humanos que no sospechan, ¿de verdad crees que estamos de acuerdo con lo
que estás haciendo?
— Estoy redimiendo a los condenados, dándoles otra oportunidad de
aprender de sus errores y de hacer algo en sus vidas y en la eternidad. ¿No es
eso lo que se supone que debemos hacer? ¿No es eso, lo que todos ustedes han
predicado desde el principio de los tiempos? ¿Para proteger a los inocentes de
aquellos que se aprovechan de ellos? - Michael se burló de él.
— Son los que ustedes han elegido como sus guardianes, con los que
nos enfrentamos. Estas no son las almas de aquellos que estaban condenados
a la frontera. Has escogido a algunas de las almas más negras que se han
escupido desde el abismo del mismo infierno. ¿Tienes idea de qué has liberado

4. “Tomato, tomahto.” en el original se usa para decir descaradamente que algo es una distinción
sin diferencia haciendo referencia a la pronunciación inglesa y estadounidense para la misma palabra
de nuevo en el mundo? Especialmente con este último lote de ... ¿Cómo se
llaman? ¿Deadmen?
— Cuervo vuela con cuervo.
— Más como… buitres juntos.
— Lo que sea. El cimmerian Magnus tiene un equipo para tentar a los
santos a ser pecadores. Creo que es justo que tengamos un equipo para tentar
a los pecadores de regreso a los santos. Equilibrio. Si alguien en el universo
debe apreciar esto, deberías ser tú Mikey.
Michael dio un paso atrás con el ceño fruncido.
— Cuando lo pones de esa manera, lo que estás haciendo casi tiene
sentido. - Sin embargo, después de un segundo, negó con la cabeza. - No
puedo creer que estemos del mismo lado, ¿cómo es esto posible?
Thorn Bufó. — ¿Esto significa que vas a ayudarme ahora? ¿Somos amigos…
amantes?
— Eres un idiota sarcástico. - Gruñó profundamente en su garganta.-
Aunque no confío en ti, espero que no vivas para arrepentirte de lo que estás
haciendo.
Thorn no contestó, las únicas cosas que había lamentado, tenían que ver
con su hijo y la mujer que había dado a luz a Cadegan. Los únicos a los que
había amado.
Los únicos que lo habían destripado.
— ¿Así que sabes la razón por la que vine? Debido a lo que ha pasado
147
con la Puerta de Carian y con tus acciones rápidas que ayudaron a retener lo
que nunca había estado en peligro de desatarse, hasta ahora.
— ¿Disculpa? Creo que las palabras correctas que estás buscando son
Gracias, Thorn, por salvarnos los traseros cuando nos dejamos atrapar con
nuestros pantalones abajo.
Michael se aclaró la garganta antes de continuar sin reconocer la
interrupción de Thorn. — Decidimos dejar de ser tus adversarios y los
adversarios de tu gente. De ahora en adelante, siempre que tus Hellchasers
necesiten respaldo, pueden llamar a nuestros Necrodemians terrestres. Ellos, o
nosotros, responderemos a tus malvados.
— ¿Realmente el infierno se congeló?
— Todavía no, pero una de sus puertas principales está fracturada, mientras
no haya una rebelión similar de tus tropas, le apoyaremos en esta pelea.
— Qué generoso de tu parte.
— Creo que las palabras que buscas son Gracias, Michael. Podríamos
usar la ayuda y apreciarla.
– Y escucharás esas palabras de mí el día en que la polla de Lucifer se
pudra congelada.
Michael soltó un suspiro molesto. — ¡Yo sí deseo conversar contigo! Es
como si tuviera la cabeza perforada y el cráneo abierto.
Arrugando su frente, él presionó con dedos el puente de su nariz, como si
su intercambio le estuviera dando la misma migraña que actualmente golpeaba
la cabeza de Thorn.
— Una última cosa. ¿La puerta? está situada en el Quella. - Thorn se
estremeció ante la mención de la cadena de islas conocidas, algo que deberían
haber sabido.-
— Por supuesto que estaría ahí. ¿Y qué isla divertida tiene el honor? Oh
espera, déjame adivinar. No sería la única Habitada por dragones enojados.
Sólo nos comerían, y no hay diversión en una muerte rápida. O la isla de los
demonios, porque eso sería demasiado rutinario, y la mitad de la tripulación de
Bane estaría encantada, ya que ellos, incluido el propio Bane, lo considerarían
un buffet que no podrían dejar pasar, en la tierra de los siete gigantes no,
porque otra vez la muerte sería Demasiado rápido y sin dolor para ellos. No.
Esta aventura llena de diversión sólo se podía encontrar en Meropis. ¿Estoy en
lo correcto?
— Tu razonamiento deductivo me impresiona.
Thorn se burló. — ¿Qué tal si lo hago mejor entonces, de todos los lugares
en que pudieron haber plantado esa puerta, la pusieron directamente en esa
apuesta, una isla de la que puedo decir en realidad, que es la correcta ciudad
perdida y abandonada donde está alojado Anostos -llamado así porque
148
significa literalmente Sin retorno?
— Otra vez, me asombras. - Su voz igualaba el nivel de sarcasmo de
Thorn.
— Te odio tanto, Michael. - El Serafh se inclinó hacia adelante para darle
una juguetona palmada en sus mejillas.-
— De nuevo, demonio. - Y con eso, se desvaneció
Thorn no se movió, considerando este cambio extraño. No era como Sarim,
para reconsiderar las cosas que hacían, ni tampoco sus actitudes sobre un
asunto o una persona. Los Sarim siempre tenían razón en todas las cosas. Todos
los demás estaban equivocados. Siempre. Pero en esto, habían cambiado de
rumbo y se acercaron a su línea de defensa. Más que eso, estaban de acuerdo
con él y estaban dispuestos a ayudar a su causa.
Eso realmente le asustó la mierda fuera de el.
El mundo realmente estaba llegando a su fin. Solo esperaba que hubiera
elegido el lado correcto del cual estar.
Tal vez debo volver a pensar en una visita al buen viejo papá.
Capitulo 12
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Nébula

Mara se estiró al tomar una forma humana. Ahora estaban demasiado


fuera del mar. Santiago aún les seguía pero bajo la insistencia de Du, a una
distancia segura.
Ella se detuvo en seco al divisar la comida que alguien había dejado para
ella en su cuarto.
Nay, no alguien. Solo Du haría eso. Nunca había estado segura de como
él sabía cuándo asumiría su piel humana, y aun así él lo sabía.
Porque él es un Deruvian, también.
Él debía ser capaz de sentir sus cambios de la misma manera que ella
sentía los de los otros de su tipo. Y aun así, ella ni una sola vez había tenido
un indicio de que él era uno de ellos.
Por supuesto, tampoco lo había buscado.
Aun así…
Ella frunció el ceño al momento en que su vista cayó hacia la pequeña
149
caja que él había dejado cerca de la bandeja de comida. Había allí doblada
una nota, burlándose de lo que sea que tuviera que decir, ella abrió la caja,
y se sentó de inmediato en su silla dado que sus piernas cedieron ante la
conmoción de lo que, dicha caja, contenía.
Su harthfret perdido, que él había tomado hacía mucho tiempo.
Con la respiración entrecortada, llevó a sus dedos la pequeña gema
recordando el día en que Du se lo había arrebatado.
— ¡Donde está, bastardo! - demandó al apresurarse dentro del dormitorio
para empezar a buscar entre sus cofres y pertenecías.
Él había arqueado su ceja, negra, en la misma expresión arrogante que
siempre la hacía querer sacarle los ojos. Vestido totalmente de negro, había
tomado un fresco baño y se había arreglado por primera vez. No era como si
eso importase.
Una bestia limpia seguía siendo una bestia.
— ¿No sabes tocar? -objetó, antes de cerrar la puerta tras ella.
Ella le ignoró. — ¿Qué hiciste con mi collar?
Sonriendo con suficiencia, lo sacó de una pequeña bolsa de cuero posada
en su cinturón para después entregárselo.
Al momento en que sus dedos lo tocaron, supo que el harthfret se había
ido. — ¿Lo tomaste sin preguntar?
Tranquilamente, él se encogió de hombros ante el tono indignado que ella
profesaba. — Uniste mi vida a la tuya sin mi permiso, así que… no puedo
confiarte tu libertad, ya que ahora está intrínsecamente atada a la mía. Por lo
que, me parece correcto que yo salvaguarde ambas.
Le odió por eso. Y por todos los cientos de años que lo había mantenido
oculto de ella.
Ahora…
Incapaz de creer que por fin lo había devuelto, abrió la carta, que él había
dejado para que ella pudiera ver el porqué de su cambio de opinión después
de todo este tiempo, finalmente.

Debí devolver esto hace tiempo. Fue una cosa increíblemente egoísta y no
voy a mantenerte atada por más tiempo. Cuando lleguemos al próximo puerto,
compraré un Nuevo barco para la tripulación.
Santiago aceptó llevarte a cualquier puerto que desees. No es que lo necesites,
ya que eres el barco, pero le pregunté porque sé cuánto odias estar sola.

D.

Una extraña nostalgia la embargo mientras Miraba fijamente la fuerte, y


150
masculina letra. Innegablemente considerado, esta era la cosa más amable
que alguien hubiera hecho por ella.
Lo que es más, él había hecho restaurar su piedra en un nuevo collar. Una
hermosa, y delicada cesta que formaba el contorno de un antiguo roble. El
brillo de su harthfret perfilaba el oro para hacerlo parecer como si una luna
de fuego incandescente lo iluminara. Estaba tan hermoso y cuidadosamente
construido.
Como hecho por una cariñosa mano. Su propia mano, sin duda, como si
se lo pudiera confiar a alguien más, dado que un descuidado herrero podría
accidentalmente destruirlo y matarlos a ambos en el proceso.
Aye, el trabajo en metal era otro de los dones de Du de su vida humana.
Aunque la única cosa a la que le había dedicado tan tierno cuidado era, la
forja de sus armas o la talla y grabado de sus runas de ogham y a fundir sus
báculos.
Las cosas de las cuales dependía su vida.
Sosteniéndolo en su palma fue a buscarlo.
Lo cual no tomo mucho tiempo. Él estaba en cubierta, junto a Sancha,
mientras, la alta etéreamente hermosa mujer, enderezaba el cuello de su camisa
y chaqueta que se habían arrugado por alguna actividad.
— Es mejor que tenga cuidado, Capitán. Casi cae por la borda.
Du resopló. — El agua es lo que menos me preocupa. Además, Kalder me
hubiera pescado.
Mara no se perdió de ver la forma en la que la mano de Sancha permanecía
un poco mas de lo necesario en el pecho de Duel para arreglar su cuello. O el
hambre en los ojos de la mujer mientras le sonreía y limpiaba con su mano su
brazo para alizar la chaqueta aún más.
Como sintiendo su presencia, Du echó un vistazo y captó su mirada, la cual
debió haber traicionado su enfado. A menos que la expresión confundida en
su rostro dijera que él no tenía idea de que ella estuviera menos que contenta
por su reemplazo.
Y aparentemente su cercanía, pues rápidamente dio un paso atrás,
alejándose de Sancha bruscamente aclarando su garganta. Ajustando sus
sombrías mancuernas, vino hacia Mara.
— ¿Hay algún problema?
Aye, pero ella no iba a darle la satisfacción de declararlo en voz alta. Él
ya era suficientemente arrogante.
¿Y lo peor? Ella tuvo una repentina, e inexplicable urgencia de imitar las
acciones de Sancha con el cuello de Du, aunque no hubiera nada de malo en
el ahora. — Nay. Solo quería agradecerte.
Su gratitud pareció apenarlo. — No hay nada que agradecer. Si me
151
disculpas… - Él paso por su lado para hablar con William.
Mara iba a llamarlo, pero eso sería cruel dadas las anteriores palabras
que le dijo cuándo le había ofrecido su amistad — Quizás con más razón- y la
ruda hostilidad con la que le había respondido.
Ahora se pateaba mentalmente por esa estupidez. ¿Porque nunca había
notado antes cuan atractivo era? ¿Cuán cuidadoso él podría ser cuando así
lo decidía?
En cambio, se había enfocado únicamente en su temperamento fuerte. Su
sarcástica manera de tratar a los que no le importaban, y el hecho de que era
extremadamente solitario.
Pero entonces, dada la mezcla de su herencia, no podría culparlo por lo
último. Sus padres lo habían dejado con un horrible secreto, un movimiento en
falso y su hermano Aesir cortaría su garganta para reclamar la otra mitad de
su sangre.
Los Deruvians no habían sido mejores. ¿De hecho, que habían hecho por él
y su familia? Matar a su Hermana y asesinarlo mientras su guardia no estaba.
Vine había cortado su garganta, y luego cortó su corazón para usarlo en
hechizos.
Lo cual le causaba curiosidad.…
Ella se apresuró a llegar a su lado. — ¿Cómo moriste?
Du se alejó del aparejo que estaba examinando para fruncirle el ceño.
— ¿Perdón?
— ¿Cómo te mató Vine?
— Estabas ahí. Me dijeron que viviste medio día antes de que tu maldición
tomara tú vida junto a la mía.
Eso no era completamente cierto y ambos lo sabían. De algún modo, Duel
había logrado hacer un hechizo que primero había alargado su vida y luego
la pusiera a dormir mientras él estuviera muerto. Un hechizo que debía haber
hecho mucho tiempo antes de que Vine cortara su garganta y nunca se lo dijo
a nadie.
Ni siquiera a ella.
Ella aun recordaba cuan aturdida estuvo al enterarse de su muerte y saber
que ella, siguió con vida esas pocas y valiosas horas que él le había entregado.
Hasta el día de hoy, no tenía idea de cómo lo había hecho. Que magia poseía
que superaba la suya.
O porque le había importado lo suficiente para molestarse.
— Aye, pero si tú eres… - Lanzó una mirada alrededor para asegurarse
de que nadie pudiera oírlos. Cuando lo dijo, fue en un tono susurrado.- uno de
nosotros, ¿Cómo pudiste morir a manos de Vine?
Él se inclinó para responder a su susurro. — Fue mi tercera muerte. Y luego
152
renací.
— No entiendo.
Él dejo salir una amarga risa. — Te puse bajo un hechizo de sueño para
impedirte saber que volví. Pero reencarné en el otro lado. Por eso cambié mi
nombre. Como sabes, en la cuarta reencarnación, si hemos ganado suficientes
poderes y dominamos suficientes habilidades, nos transformamos. En esos
raros casos, nunca mantenemos el nombre que nuestra madre nos dio.
Su corazón calló a sus pies ante tal revelación.
Por todos los dioses…
— Tú eres un coryn. -ella tomo aire. Ese era un nivel que todos ellos esperaba
obtener. El más poderoso de su tipo. Un hechicero de fuerza y habilidades
incomparables. El más sabio de los sabios y prácticamente invencible.
— Mejor aún. Soy un corymeister. - Sus ojos se tornaron en un rojo vibrante.-
Jadeando, ella dio un paso atrás. — ¿Porque me trajiste de nuevo? - Con
esos poderes, él podría haberla mantenido dormida para siempre.
Su mirada bajó hacia sus labios, y el hambre en esas rojas profundidades
era aterradora. — Te lo dije, Mara. Te quería conmigo. - Elevó su mirada y
la fijó en la suya.- Ahora me doy cuenta de que eres un error que no puedo
permitirme tener a mi espalda. Es por eso, que espero te hayas ido en la
mañana.
— ¿No tienes miedo de que busque a mi hermana?
Él rio amargamente. — Cuéntale. Eso no cambia nada, excepto mis
sentimientos hacia ti, y ya que eso no te preocupa… eso no afecta algo de
demasiada importancia. Así lo sepa o no, el final sigue siendo el mismo. La
veré muerta y hecha pedazos. - Al decir esas palabras, la dejó de nuevo.
Mara apretó sus dientes mientras Belle se aproximaba a ella.
— ¿Problemas con el capitán?
De hecho, y aun así… — Nada nuevo.
Belle sacudió su barbilla hacia él. — Excepto que ahora lo estás viendo,
como nunca antes lo hiciste.
— ¿Perdón? - carraspeo.
Ella le sonrió a Mara. — Me conoces, Ma. Veo a través de ustedes dos.
— Entonces dime como termina.
Belle le chasqueo la lengua. — Eso no lo puedo hacer, Marcelina. Solo tú
puedes. Nuestras vidas son siempre cosa nuestra. - Ella observó la cruz del
Deadman en su muñeca y pasó sus dedos sobre esta. - Así como es nuestra
maldición. - Entonces cruzó una mirada de lado hacia Duel. - Y a veces nuestra
salvación. Lo que buscamos es siempre lo que encontramos.
Mara no habló cuando Belle se fue a hablar con Rosie. El viento del mar
azotó sobre la cubierta, trayendo un frio con él mientras corría a su paso sobre
153
las hostiles, e imperdonables aguas oscuras que escondían tantos secretos.
Justo como ella. Como todos los pasajeros que actualmente se refugiaban
bajo su embarque.
Su hermana le había ofrecido mucho por un poco de la piel de Duel.
Nay, por su corazón.
Su trato con Vine había parecido ser simple. Pero ahora…
Frotó su mano sobre su collar y le sobrevino una calidez por tener su
harthfret de nuevo.
Lo odias. Sabes que es así.
¿Y aun si fuera cierto, porque estaba teniendo que convencerse a sí misma
de eso?

*******

Devyl trató de ignorar el par de ojos que podía sentir sobre él. Si solo esa
fuera la parte de ella que quisiera que tocara su piel.
Maldición.
No tenía a quien culpar por el odio y resentimiento de Mara hacia él más
que a él mismo. Ni podía culparla por eso, era lo que máximo que merecía,
considerándolo todo.
Y aun así, no podía mantener firme sus incontrolables pensamientos. Entre
más pronto pudiera sacarla de su tripulación, más seguros estarían todos.
— ¿Capitán?
Él paso la mirada sobre su hombre para ver a Bart mirándolo. — ¿Qué
puedo hacer por usted, Sr. Meers?
— El alma de Sallie se ha perdido de nuevo.
Con un gesto irritado, se volvió para ver a Bart. — ¿Soy un capitán o el
niñero de unos niños pequeños?
— Aparentemente, es ambas cosas. - Le dio una rápida sonrisa sarcástica
a Devyl.
Gruñendo de exasperación, Le entregó el catalejo a Bart. — Cierre la
escotilla, Sr. Meers. Se avecina una tormenta. Asegure la cubierta y las velas.
Será una fuerte ráfaga.
Bart miró hacia el cielo. — ¿Está seguro? Está tan claro como podría estar.
— No será así dentro de una hora. Créame.
— Aye, aye, Capitán.
Mientras Devyl se acercaba a la cabina, antes de lidiar con el alma de
Sallie, sintió allí la presencia de Thorn o… al menos los restos de ella. Extrañado
154
por la visita, entró para encontrarse el mapa clavado a su escritorio con cuatro
tipos de daga específicas. Del tipo que podrían hacerlo enojar si no hubiera
una quinta clavada a una nota, indicando un conjunto de islas al norte de San
Juan.

Tu ex-zorra y su manada de demonios pueden ser encontradas aquí. Cuida


tu espalda, mi hermano. Van a estar buscándote para matarte.
El Sarim envió a los mejores por ti. Dicen que van a venir si los llamas. No
apostaría por eso, pero siempre puedes intentarlo.
Sabes dónde estoy.

TTUYA

Devyl de hecho se rió por la firma, que significaba —La espina en tu


trasero5. -Le daría crédito al demonio. Thorn era aún más hostil que él.
Extrañamente eso le agradaba en una persona. Y le gustaba mucho más

5. The Thorn Up Your Arse en el original.


en un demonio.
Sacando la daga, observó el mapa. Entonces maldijo y rodó sus ojos al
ver hacia donde iban.
Meropis. Debía haberlo adivinado por su cuenta. ¿Qué mejor lugar para
poner una puerta hacia una dimensión infernal?
Perfecto. Jodidamente perfecto.
Un escalofrío recorrió su columna. No por la ubicación, sino, porque había
sentido una fisura. Ladeando su cabeza, escuchó cuidadosamente.
Se había convencido así mismo de que estaba siendo paranoico cuando
de la nada atrapó la esencia de la bestia que se había montado abordo, bajo
su mirada colectiva.
Hadas del agua.
¡Mierda! Agarrando una daga, se apresuró a hacerle saber a los otros,
antes de que fueran enviados al fondo del océano, por cortesía de Vine.

155
Capitulo 13
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Nébula

Cameron estaba hablando con Kalder cuando un poco del agua subió
sobre el lado del barco, salpicando. Al principio, pensó que no era nada más
que el usual rocío.
Hasta que el agua comenzó a tomar forma, la de un hombre musculoso.
Entonces rápidamente se formó una armadura sobre su piel acuática.…
Su mandíbula cayó, y sintió como la sangre ardía en sus venas. Kalder
se dio la vuelta para llamar a los otros mientras saltaba sobre la criatura. Al
momento en que le tocó, su cuerpo cambió a la forma de un tritón.
William, Rosie, y Kat desenfundaron sus espadas listos para echarle una
mano. Pero antes de que pudieran hacerlo, más criaturas subieron a su lado,
en escurridizas oleadas.
Valynda tomó su brazo. — Necesitamos ir bajo cubierta. ¡Rápido!
— ¿Que son esas cosas? 156
— Espíritus del agua.
Camerón nunca había oído sobre tal cosa. — ¿Y cómo luchamos contra
ellos?
— Con demasiada habilidad… hay un instante de abertura cuando se
solidifican en piel para atacar. Es un parpadeo y es el único momento en el
que son vulnerables.
Cameron se dio cuenta de lo que se refería cuando uno fue tras Kalder.
Eso se elevó hacia él y tal como lo describió Valynda, se convirtió en piel solo
por una mínima palpitación.
Kalder, rápidamente clavó su espada en su pecho justo cuando se volvió
sólido. Con un fiero, y estridente aullido, explotó en una sangrienta escena
revolcándose sobre el piso.
Ella iba a ayudar, hasta que otra onda se manifestó a su frente.
Se elevó como un monstro esquelético y dio vuelta hacia ella mostrando
sus colmillos.
Estiró el brazo con un zarpazo.
Demasiado petrificada para moverse, le miro mientras esa cosa se acercaba
a ella.
Justo cuando estaba a punto de agarrarla, una espada pasó por en medio
de eso. Como el otro, este explotó en un espectáculo sangriento y le mostró al
capitán quien lo había atravesado con un arpón. — ¿Está bien, Señorita Jack?
— Aye, señor.
— Entonces mejor vaya abajo. - El dio la vuelta para luchar contra otro.
Hipnotizada, observó cómo abatió a dos más con su habilidad experta,
uno justo antes de que matara a Kat.
Él era increíble. Al menos hasta que uno de los mástiles se vino abajo y lo
golpeó, un instante antes dos de los espíritus hundían sus colmillos en su piel.
Kalder y William se apresuraron a llegar a su lado para luchar contra los
espíritus. El tiempo pareció suspenderse mientras ella esperaba que el capitán
fuera arrastrado sobre el piso por las olas de atacantes. Y en un palpitar, antes
de que hubiera sido llevado al mar, un lado del barco se elevó para mecerlo
y, rápidamente, alejarlo de su alcance. Le tomó solo un momento darse cuenta
de que había sido Marcelina el barco que estaba ahora luchando contra los
espíritus y protegiendo a la tripulación.
¿Pero porque había esperado para detenerlos?
Belle dejó salir un canto. Uno que fue seguido por Janice, Luego Rosie.
Juntas, sus voces causaron que un campo rodeara el barco para protegerlo e
impedir que los duendes accedieran a la cubierta.
Solo entonces Bart y William levantaron al capitán del piso y lo llevaron
entre ambos hacia su cabina.
Cameron y Valynda les siguieron, intentando ayudar. Aunque para ser
157
honestos, Cameron no sabía mucho de medicina o de curaciones. Una nariz
ensangrentada o un ojo morado eran las peores heridas que ella o Paden
alguna vez habían sufrido en casa.
— ¿El capitán no puede morir, no es así? - les preguntó.
Valynda arrugó su rostro ante la pregunta de Cameron. — Técnicamente
es cierto.
— ¿Técnicamente?
— Pues él no puede morir igual que una persona, nosotros no podemos
volver al lugar de dónde venimos.
— ¿Qué significa eso?
— ¿Recuerdas lo que te contamos de Thorn? ¿Cómo podía revocar nuestro
permiso y devolvernos al infierno del que nos salvó?
— Aye.
Valynda unió sus cejas en una profunda preocupación. — Él no es el único
que puede hacerlo. Otras criaturas tienen esa habilidad, también. El problema
es, que no siempre sabemos contra cuales estamos peleando que puede n
hacerlo. Hasta que es muy tarde para nosotros.
William suspiró jalando el cobertor sobre el Capitán Bane. — Y a veces
el proceso de ser traído de vuelta se ve tan horrible como esto. - El sacudió su
barbilla hacia Devyl.
Bart asintió concordando en silencio.
— ¿Hay alguna cosa que podamos hacer?
Les preguntó Cameron.
— Rezar - dijeron simultáneamente.
Marcelina entro a la cabina y rápidamente los ahuyentó.
Cameron dudó estando en la entrada. No estaba segura de porqué, pero
algo dentro de ella no encajaba. — ¿Ma? ¿Porque esperaste tanto para ayudar
al capitán a luchar contra los espíritus del agua?
— Pensé que él tenía todo bajo control.
Ella estrechó su mirada hacia la anciana. Por razones que no podía
mencionar, no estaba segura de sí podía creer una palabra de eso.
Mara arqueo su ceja al notar un cambio en Cameron. Una oscuridad
dentro de ella, que no había visto allí antes. Una repentina desconfianza. —
¿Tienes algo más que decir?
— ¿Porque lo odias tanto?
— Por razones que es mejor que te alegres de no poder imaginar. He visto
una parte de él que es inconcebible para alguien con tu ingenuidad.
— No soy ni de cerca tan ingenua como lo has pensado, ma. - Cameron
miró hacia la cama y frunció el ceño.- Nadie es perfecto. Eso es lo que mi
mamá decía. Cuando conoció a papá, él estaba escapando de la ley. Eso
158
fue lo que nos trajo a América, después de años de vivir en terror de ser
encontrados, y su miedo de lo que pasaría conmigo y Paden en caso de que la
ley encontrara a mi papá aquí. Si lo hubieran encontrado lo habrían colgado
en Inglaterra tan seguro como que estoy para aquí. Así que ellos cambiaron
sus nombres y dejaron todo lo que conocían para protegerlo y así pudiéramos
empezar de nuevo.
— ¿Hay algún punto en esta historia?
— Aye - dijo cortante. - Él consiguió que mataran a su propio hermano y al
de mi mamá durante un robo que salió mal en Londres. Por eso, ella lo odiaba.
Y aun así ella sabía que su hermano lo quería como a un amigo así que nunca
lo delato cuando volvió herido a ella para esconderse.
Cameron pausó por un momento antes de continuar. — Como mi querido
padre solía decir, podemos fácilmente perdonar a un niño que le teme a la
oscuridad, pero la verdadera tragedia de la vida es cuando los hombres
le temen a la luz. Cuando nos rehusamos a ver la verdad que yace frente
a nosotros aceptando que es muy dura y aterradora para nosotros. Porque
cuando reconocemos la luz, entonces vemos los monstruos que la oscuridad ya
no esconde y estamos obligados a hacer algo para detenerlos. Es fácil cerrar
tu corazón con odio. Pero solo cuando eres libre podrás ser capaz de seguir
adelante sin dolor anclándote a un pasado que te retiene.
La pena llenó sus ojos. — Como tú, ma, yo perdí a muchos que quería
mucho. Pero si tuviera tanta suficientemente fortuna como para encontrar a
alguien que pueda amarme, alguien que me vea de la forma en que el capitán
te observa cuando nadie lo está mirando… A eso me aferraría con todas mis
fuerzas.
Y con esas palabras, Cameron la dejó sola con su Bane.
Como deseaba Mara que fuera tan simple como la chica pensaba que era.
Desafortunadamente, Duel, tenía la forma de complicar las cosas más simples.
Siempre lo hacía. Con su corazón pesado, fue a la cama para inspeccionar sus
heridas. La buena noticia era que se sanaría. Pero el había sido maltratado.
Y era su culpa. Como había dicho Cameron, ella había dejado que su
indecisión llegara lejos por demasiado tiempo y tardo en ayudarlo cuando
debió hacerlo.
Él nunca hubiera retirado su protección para ella. Sin importar sus
discusiones.
Haciendo gestos al observar sus golpes y cortes, suavemente levanto su
camisa sobre su cabeza, entonces uso sus poderes para manifestar una toalla
y así poder secarlo.
Aun así, cuando ella empezó a limpiar y vendar sus heridas, se dio cuenta
de las cicatrices que arruinaban su físico perfecto. El mapa de batallas que
159
había luchado por su gente.
Y por sus hermanas.
Cada parte de su cuerpo estaba cubierta de ellas. Y en su mente, ella no
vio al capitán. Vio al bárbaro guerrero en su oscura armadura quien había
cabalgado a la cabeza de su ejército.
El bastardo líder de los Dumnonii.
Al tocar su mano y ver su anillo, esos pensamientos se deshicieron.
Era eso…
Su corazón se detuvo. ¡Era su harthfret! ¿Cómo no lo había notado? En
todos los años que habían estado juntos, ella realmente nunca lo había visto.
Ni una sola vez había notado lo que la vibrante piedra roja era.
Mordiendo su labio, se lanzó por él, pero entonces dudó. Va a matarte.
¡Más muerta que incluso la misma muerte!
De hecho, él te trajo de vuelta solo para matarte de nuevo.
Aye, él podría hacerlo. Pero y si ella tenía control sobre él, el no sería
capaz de hacerle daño. Le pertenecía a ella completamente.
Asustada y temblando, se obligó a sacar el anillo de su dedo.
Y al momento en que quedó libre, disparó una luz a través del cuarto. Una
que la cegó. Más que eso, hizo un agujero en sus emociones al darse cuenta
muy tarde de que no era su harthfret, después de todo.
Era el de su hermana
De un momento a otro, ella estaba en el pasado. En el gran salón de
Tintagel donde la familia de Dón-Dueli había gobernado con puño de acero.
— Elf! - rugió él al cruzar las puertas en toda su máxima gloria y enviar
a su sabuesos y sirvientes a dispersarse buscando resguardarse. Incluso los
guardias parecían un poco nerviosos y con necesidad de refugio de tan solo
el paso de su mirada.
La única que no estaba asustada era una pequeñísima y delgada jovencita
quien se sentaba en una silla de madera cerca de la ventana, tejiendo. —
¿Podrías dejar de llamarme así? Mi nombre es Elyzabel.
Él resoplo despectivamente.— ¿Porque no estabas en la lista para entrenar?
— Ya te dije porque. No tengo intenciones de aprender a jugar con una
espada. Para eso te tengo, Duey.
El gruñido que él dejo salir logró causar en los guardias que se salieran del
cuarto. Se escurrieron como ratas huyendo de un incendio.
Ella se rió. — Estas asustando a los guardias de nuevo, hermano.
—Que mal que no pueda asustarte a ti.
Suspirando, ató su hilo, y lo mordió en la mitad. — Bueno, necesitas la
frustración de lidiar conmigo. Todos los demás hacen lo que dices.
Con un gesto que le habría causado, a cualquier persona sana, mojarse,
160
se arrodillo hacia la silla de la chica y le pasó la copa del piso para que
pudiera tomar de ella. — ¿Porque no vas a entrenar?
Ella estiró la mano para jugar con la trenza que caía sobre su patilla. —
No tengo deseos de tomar una vida.
Cuando él abrió su boca para hablar, ella puso su dedo sobre sus labios
para detener su argumento.
— No es un juicio contra ti, Duey. Te quiero más que a nada en esta vida
y siempre lo haré. Pero como tú no conoces la paz, yo no quiero conocer la
guerra. Ta no te dio ninguna otra opción en la vida o en tu destino. Él te forzó a
tomar un arma en la mano tan pronto como pudiste caminar, y te puso a cargo
de ser responsable de mí, de Edyth y nuestra gente. Nunca te has quejado de
eso. Te he visto todos estos años, mientras has crecido desde un hermoso chico,
a un guapo hombre. No podría estar más orgullosa de ti. Y te agradezco
por el hecho de haberme dado una opción para mi futuro aquí contigo y con
nuestra gente. Por favor no me la quites ahora.
Él levantó su mano en medio de las suyas y la besó. — Quiero que estés
segura, Elf. No tienes idea de los horrores que he visto. Lo que le pasa a
las mujeres cuando sus hombres fallan en protegerlas, Los Romanos siguen
avanzando hacia nosotros. Los he frenado hasta ahora. Al igual que los Adoni,
pero si cayera…
— No vas a caer - dijo con una sonrisa retadora. - Nadie puede derrotar
a mi hermano.
Él frotó su mano tiernamente sobre sus marcados nudillos. — ¿Qué pasó
con mi pequeña Elf que solía subir a los árboles y golpear a cualquier niño que
dijera que no podía correr tan rápido o disparar tan bien?
La tristeza oscureció sus ojos antes de esconderla de un parpadeo. — Las
peleas de la niñez son enormemente diferentes a lo que tú haces
— Me culpas por lo de nuestros padres. - Él empezó a ponerse de pie.
Ella lo detuvo rápidamente a su lado. — Yo nunca dije eso. Esta es tu culpa
manipulándote, no yo. Yo quiero verte feliz, Du. Tú nunca hablas de familia o
de paz. Es como si no creyeras que mereces ninguna de esas cosas.
Él dejo salir una amarga risa. — ¿Cómo puedo casarme y tener hijos
cuando cada mujer, salvo por ti, se encoge de miedo cuando me acerco?
— No es cierto. He visto algunas que compiten por un lugar en tu cama.
— Y huyen al momento en que terminamos como si les aterrara que fuera
a estrangularlas cuando llegue la mañana.
— Entonces dejarles ver esa parte que me dejas ver a mí.
Él la miro amenazadoramente. — ¿Que parte es esta?
— Bueno, no esa expresión. Dedos de Dagda, Duey, has asustado de
muerte a guerreros adultos. - Usó ambas manos para suavizar los surcos de su
161
ceño hasta que lo hizo sonreír. Algo que revelaba un conjunto de hoyuelos
profundos en sus mejillas.- ¡Ahí está ahora! Eso es lo que podría derretir al más
frio corazón. Ninguna mujer podría resistirse jamás a una sonrisa tan dulce.
— ¿Dulce? Te has vuelvo completamente loca. - Parándose, tiró
juguetonamente de sus trenzas. Era una acción tan fuera de carácter para Du
y aun así tan completamente normal para un hermano mayor que le hizo que
su corazón se sintiera cálido.
— A pesar de lo que crees, Duey, eres un hombre amable. Un buen hombre.
Y uno justo, además. Nunca dejes que nadie te diga otra cosa.
El no habló, pero la expresión en su rostro era como diferente a cualquiera
que Mara hubiera visto. Era una de puro afecto. — ¿Y qué es lo que quieres?
-Había una nota retadora bajo esas bruscas palabras.-
— ¿Perdón?
— Te conozco, Elf. Tú nunca me halagas a menos de que haya algo en lo
que hayas puesto el corazón.
Un sonrojo manchó sus mejillas. — ¿Quién dice que quiero algo?
Él hizo ademan de acercarse hacia su rostro. — Eso lo hace. Así que dime
de una vez.
Aclarando su garganta, ella estiro su mano para alcanzar más hilo y se
negó a cruzar la mirada con él. — Quiero casarme.
Sus ojos se ensancharon enrojecidos.
Como si lo sintiera, ella miro hacia arriba chasqueando los dientes. —
Nay, no puedes destriparlo, hermano. Él no me ha puesto un dedo encima por
miedo a lo que le harías. Apenas si me habla.
— ¿Entonces como sabes que él desea casarse contigo?
Ella arqueo una ceja. — ¿Acaso soy tan intolerable?
— Sabes a lo que me refiero.
Sonriendo, ella arrugó su nariz hacia él. — Lo sé, y si hablamos. Él es
simplemente un hombre callado. Como tú. Quiere preguntártelo el mismo,
pero esta aterrorizado de cómo vas a reaccionar. Así que le dije que yo me
acercaría a ti primero para evitar que le azotes y le destripes antes de que
tengas la oportunidad de habituarte a la idea.
Su nariz se retorció como si estuviera conteniendo una avalancha de
maldiciones o un estallido. Pero después de unos pocos latidos, se estabilizó
con un feroz tic en su mandíbula. — ¿Es esto lo que quieres?
— Lo es.
— Supongo que si cambias de opinión después, siempre podría matarlo
en ese entonces.
— Du!
— ¿Que? - preguntó inocentemente. - Soy el rey de aquí. Puedo hacer lo
162
que quiera.
Sacudiendo su cabeza, ella se rió.
— Eres incorregible. - Entonces se puso seria y fijo su vista en él. - ¿Tenemos
tu permiso?
— Solo si el me lo pide. Entonces podría darlo.
— ¿Sin destripar?
— Aye.
Ella arqueo una ceja.
Haciendo un sonido de total molestia extendió sus manos. — ¡Bien!
Tampoco destripar. Aunque eso es ser injustamente cruel conmigo, para que lo
sepas.
Ella se rio de nuevo. — Sobrevivirás.
—Y más le vale ser bueno contigo o lo hare pedazos. -Duel se acercó para
poder inclinarse y depositar un beso sobre su cabeza
— Te quiero, Du.
Él gruño en respuesta, y luego se alejó. — No te atrevas a pensar por un
minuto que eso te permite mudarte de aquí. Él va a mudarse con nosotros. Esa
es mi última palabra.
— Lo que tú digas, querido.
— Lo digo en serio, Elf. No va a plantarse ninguna roca para esto. No lo
permitiré. Tú mantén a tu ya-sabes-que aprisionado alrededor de tu cuello o
sino tendré sus bolas plantadas a mis pies.
— Aye, hermano.
Mara parpadeo al desvanecerse la escena. Ella no estaba segura de
porque el harthfret de Elyzabel la había llevado hacia allá.
No hasta que volvió a alumbrar de nuevo y vio la imagen que había vuelto
a Duel loco.
En contra de las palabras y amenazas de Du, y la insistencia de su
prometido, su hermana había plantado su piedra en el nemeton (Santuario
celta) donde Mara había nacido.
— ¿Porque aquí, mi amor?
Mercyn sonrió a Elyzabel. — Nací en el bosque. Aunque el salón de mi
padre pueda haber desaparecido, él me dijo que éste sería siempre mi hogar.
Que los arboles aquí me acogerían y a los míos. Así que quise una parte de ti
puesta aquí para que ellos puedan cuidarte, también.
Pero era un truco. Él no quería a Elyzabel como su esposa. Él quería
vengarse de Du por su propia familia, quienes habían sido asesinados durante
un asedio que había dirigido el padre de Du.
El mismo asedio que había destruido el salón.
Una venganza que Mercyn sabía que no podía tomar hasta que Elyzabel
163
se separara de su harthfret y su hermano.
Así fue como ellos lograron matarla, especialmente dado que ella no era
completamente Deruvian, sino solo la mitad. Separada de su piedra, ella había
sido incapaz de regenerarse. Ellos la violaron y asesinaron como una mujer
humana.
La dejaron flotando en el lago en donde sabían que Du iba en las mañanas
a leer. Fue la cosa más cruel que pudieron haber hecho.
Mara jadeo con fuerza al ver que el cuerpo de su hermana estaba
maltratado, y desnudo, así como lo encontró Duel. Las lágrimas le cegaron
antes tal crueldad.
No le sorprendía que se hubiera enloquecido. A través del harthfret de su
hermana, pudo sentir sus gritos angustiados mientras saltaba de su caballo y
la llamaba por su nombre. Sintió que su corazón se destrozaba al momento
en que el recogió su cuerpo, en sus brazos, y la sostuvo como un bebé contra
su pecho, deseando que ella abriera sus ojos y viviera de nuevo.
Pero ellos se habían encargado de que no pudiera.
Nunca en su vida había visto Mara a alguien tan desconsolado. Escuchar
mas lamentos mientras el gritaba su miseria hacia los cielos y demandaba que
los dioses perdonaran a su hermana y tomaran su vida en vez de la suya.
Nadie le había respondido.
Ese fue el Duel que había conocido al destrozar su nemeton, en un esfuerzo
para encontrar a los que tomaron de él a la única persona que alguna vez le
dio amabilidad, sin crueldad o condiciones. El único corazón que consideraba
sagrado, por encima de los otros.
La única persona o familia que tenía en el mundo.
—Oh, Du. - Mara tomó aire, finalmente conociendo la verdad sobre él.
Todo lo que había conocido era pena y soledad. Angustia. Traición.
Nadie lo había abrazado cuando había esta adolorido o afligido. Nadie.
Él había pasado por eso solo. Sin amigos o familiares.
Con ella maldiciéndolo y condenándolo a cada paso del camino.
Por eso él había dudado ese día en el bosque. Aun después de todo lo
que hicieron a su hermana, él se había rehusado a hacerle daño. Porque en
el fondo, a pesar de la magia Deruvian de Mara y su necesidad desesperada
de venganza y sangre para mitigar la muerte de su hermana y su propia culpa
por no haber protegido a Elf, él había sabido que Mara era más débil que él.
Que ella no podía defenderse contra él, más de lo que su hermana había sido
capaz de luchar contra sus atacantes.
Y en vez de hacerle daño poner en una tumba a un inocente, él se había
alejado y la había dejado sola. Porque a pesar de su ferocidad, no estaba en
el dañar a alguien que no pudiera luchar contra él.
164
Todo es mi culpa.
Todos estos cientos de años, ella lo culpo por algo que ella misma se había
hecho.
La verdad abofeteo a Mara fuerte y furiosamente. Duel no había ido tras
sus hermanas. Él no estaba quemando a las mujeres. Habían sido los hombres
que él había atacado. Ellos habían sido los únicos que él quería asesinar.
Porque ellos habían atacado a su Elf.
El había pasado por tanto dolor. Y nadie se había acercado a ayudarlo
con eso. Así que había atacado, necesitando alivio, y lo había buscado de la
única manera que conocía. Violencia y venganza.
¿Porque no vi eso antes? ¿Por qué ella no lo había visto a él antes?
Porque había estado tan enojada y asustada.
Con su corazón palpitando violentamente, se sentó en un catre junto a él
y le devolvió el anillo a su dedo. La última cosa que haría sería separarlo de
la pieza más valiosa de su hermana. Eso era todo lo que le quedaba para
atesorar.
Tan pronto como lo puso en su sitio él tomó aire profundamente y gimió.
Cuando empezó a dar vueltas, ella puso su mano contra su pecho. — Tranquilo,
Duel. Estás herido. ¿Recuerdas lo que pasó?
Con un gesto, la miro. — Me golpeaste en la cabeza con un mástil y me
tumbaste frente a los espíritus.
Déjale a él recordar esa parte.
— También te salve de ellos.
— Me golpeaste primero. - Frotó sus manos sobre su estómago y se dobló
de dolor. - ¿Estás aquí para acabar conmigo?
— Nay. Te he estado cuidando.
Él se burló groseramente. — ¿En serio, porque estás aquí?
Ella estaría más ofendida e indignada por su duda si no se hubiera
ganado sus sospechas. — Respóndeme algo primero. ¿Si no hubiera unido
nuestras vidas, que hubieras hecho conmigo ese día en que nos conocimos en
mi nemeton?
Devyl miro hacia un lado, pero ella atrapo su mejilla con una suave presión
que le hizo arder hasta el alma. Que tan cruel era que la unica cosa que había
deseado fuera un toque delicado de su parte.
Y era la última cosa en la que ella le daría el gusto.
En contra de su voluntad, ella giró su cabeza hasta que se vio forzado a
cruzar su mirada. — Quiero la verdad.
— Quería matarte. En verdad. La primera vez que te vi, mi único pensamiento
era que serias mi venganza perfecta para lo que ellos hicieron. Lo que tomaron.
Para devolverles exactamente lo que le habían hecho a mí hermana, en toda la
165
medida. Pero cuando vi dentro de tus ojos y noté miedo, supe que no podría
hacerte eso. Porque no vi un enemigo ese día. Solo a una chica asustada que
fue suficientemente valiente para mantenerse aunque sabía que no tenía modo
de defenderse. Y me llenó de ira que los tuyos te hubieran dejado sola para
enfrentarme mientras ellos corrían para salvar sus propios traseros. Como los
perros cobardes que eran. Esa era la furia renovada que viste dentro de mí.
Primero, ellos violan y profanan mi sangre, y luego te expulsan para lo que
pensaban que sería el mismo destino. Los quería a todos por eso. Ninguno de
ellos merecía tu lealtad o tu noble sacrificio.
Lagrimas brotaron de sus ojos. — ¿Y mi hermana? ¿Porque la elegiste a
ella por esposa?
Devyl apretó sus dientes ante una pregunta que quemaba incluso más
profundo. Él no quería abrirse a ella para ser rechazado. Ella le había hecho
suficiente daño y ya eso era todo para él. Estaba demasiado viejo para jugar
a esos juegos.
Así que empezó a levantarse.
Mara lo detuvo rápidamente. — La verdad, Dón-Dueli… ¿Por favor? Quiero
saber porque te casaste con Vine.
Esa simple, e inofensiva pregunta retorcía la onda de dolor más insoportable
desde el fondo de su alma. Él tenía heridas mortales de espada hasta en las
tripas que dolían menos. No tenía la intención de hablar al respecto de algo
tan tormentoso. Con nadie.
Por ninguna razón en absoluto.
Y aun así la verdad se derramo de sus labios traicioneros antes de que
pudiera evitarlo. — Te quería a ti pero tú no me aceptarías. Así que deje que
ella me sedujera con palabras que sabía eran falsas. Sentí su frialdad cada
vez que me tocaba.
— ¿Entonces porque te casaste con ella?
— Me dijo que estaba embarazada. Nunca he querido algo tanto como
al bebé que creí que llevaba.
Mara se avergonzó al darse cuenta de la mentira. — Ella nunca estuvo
embarazada.
— Era lo que sospechaba, pero no podía probarlo. Ella jugo bien su mano
y me dijo que lo había perdido no mucho después de casarnos. Entonces me
prometió que habría otros. Una casa llena de ellos. Incluso al mismo tiempo,
dude de sus palabras, pero tú la amabas y por eso la deje quedarse.
Ella puso su mano contra su mejilla y miró sus atormentados y torturados
ojos oscuros. Todo lo que alguna vez había querido era a alguien que lo
amara. Tener eso que otros dan por hecho. Y su gente y su familia se lo habían
robado por completo. — Lo siento tanto, Du. Lamento las mentiras que dijo
166
mi hermana. Y lamento lo que mi gente te hizo. Por lo que tomaron de ti,
personalmente.
— No quiero tu lastima.
— Bien, porque no te la estoy ofreciendo. - Ella endureció su voz con él,
sabiendo que no podía soportar la hipocresía o la condescendencia. Era
demasiado fuerte para eso. Física, mental, y emocionalmente.-
— ¿Entonces porque este espectáculo elaborado?
Ella resoplo hacia el mientras hundía su mano en su enredado cabello
y cerraba su puño en los sedosos y oscuras hebras. — Para ser un hombre
increíblemente inteligente, eres todo un idiota. - Y con esas palabras, atrajo sus
labios hacia los suyos.
Devyl no pudo respirar mientras saboreaba la pasión que ella le ofrecía.
Saboreo el deseo que nunca antes había conocido. ¿Qué dulce infierno era
este?
Pero no pudo pensar coherentemente. No mientras su lengua se deslizaba
contra la suya y apretaba con una ansiedad que jamás habría esperado de su
parte. Gruñendo desde lo más profundo de su garganta, cerró su mano en su
vestido y presiono su cuerpo más cerca del suyo mientras se perdía en un sueño
que no quería que acabase. ¿Cuantas veces había fantaseado con tomarla en
sus brazos y tenerla en su cama? Se torturaba con esto. Permanecía despierto
interminables horas, sabiendo que podría forzar esa situación, y aun así se
rehusaba a hacerle daño porque su corazón significaba mucho más para el
que sus necesidades básicas. De hecho, sangraría solo por verla sonreír.
Una parte de él odiaba que ella tuviera tanto poder sobre él. Odiaba
que no pudiera dejar de importarle. Había tratado tantas veces de eliminarla
de su pensamiento y su corazón. Nada había funcionado. Mientras más
intentaba sacarla, más profundamente parecía hundirse en su alma. Una locura
inacabable.
Y ahora esto…
Había perdido. Y solo ella podía anclarlo.
Mara cerró sus ojos mientras tomaba la esencia y saboreaba a su irritante
némesis. Y aun ahora mismo, sentía algo muy diferente. No a un enemigo, sino
a una pieza faltante.
No tenía sentido. Ella debería odiarle. Despreciar cada aliento que tomaba.
Y aun así, por primera vez en la vida, no le odiaba en absoluto. Ni siquiera
un poco. No era una bestia lo que sostenía. Él era un hombre herido. Uno que
había sido abandonado y traicionado por todos en los que se había atrevido
a dejar que se acercaran a él.
Y cuando él se apartó, ella vio vulnerabilidad en sus ojos. Nunca antes
le había mostrado eso a nadie. Él siempre había sido tan firme y fuerte.
167
Increíblemente arrogante. Sin debilidad de ningún tipo.
Él froto su pulgar contra sus labios. Una acción que envió escalofrió por su
columna. — ¿Qué quieres de mí, Mara?
— No lo sé, Duel. Justo ahora, estoy tan confundida como tú lo estas. He
pasado demasiados siglos odiándote que este concepto de no hacerlo… me
deja perdida. Pero no quiero odiarte más. Si puedes encontrar dentro de ti la
manera de perdonarme, me gustaría intentar una nueva etiqueta.
— ¿Y cual es?
Ella mordió su labio al considerarlo. ¿Si no fueran enemigos, entonces que
eran? ¿Que quedaba?
— No estoy segura. ¿Amigos?
Él resoplo. — Quiero más que eso, Mara. Mucho más.
En verdad, ella también lo quería. — Lo sé. Pero no estoy segura de cómo
darte eso.
Él le frunció el ceño.
Ella sonrió por su consternación. — Yo desaparecí como un poco más que
una chica cuando tú me arrancaste de mi nemeton. Eres el único hombre que
he tenido cerca, Du. Piensa en eso.
Y con eso se desvaneció del cuarto para volver a su nido.
Devyl sintió que su mandibular se aflojaba al entender finalmente porque
su sangre siempre había guardado tanto poder en sus hechizos.
Tanto poder para él.
Ella aun era virgen.
— ¿Como pude haber sido tan estúpido?
Ella tenía razón. Él era un idiota. Juntando sus manos sobre su rostro, se
maldijo por el tonto que había sido. Normalmente, el podía sentir ese tipo de
cosas. No tenía problemas, de hecho.
Marcelina siempre había sido diferente. Ella era su debilidad, de la cabeza
a los pies.
Hoy, casi había sido su muerte.
Tengo que deshacerme de ella. No importaba que tanto pudiera amarla.
Ella por siempre sería un punto ciego. La única vulnerabilidad en una fortaleza
que de otra forma seria impenetrable.
Frotó sus dedos sobre su anillo finalmente admitiendo una verdad de la
que no podía escapar. Mara no necesitaba su harthfret para controlarlo. Él
había sido su desesperado esclavo desde el momento en que paso su mirada
por esos ojos color ámbar. Ella lo poseía, en cuerpo y alma.
Su única salvación era el hecho de que ella había sido tan ciega con el
como el había sido con ella—que ella nunca había notado que él no era quien
tenía el control en su relación.
168
Era ella.
Por ella, no había nada que no podría hacer tan solo con su simple orden.
Por eso él la había traído de vuelta a su barco. El no quería estar aquí sin
ella. Incluso cuando eso significaba soportar su odio y su tórrida condenación.
Mientras le hablara de cualquier modo, lo aceptaría.
Pero ya no más. Era tiempo de que endureciera su enfermizo pasado y la
dejara ir.
Todo tenía un final eventualmente.
Era tiempo de que la sacara de su corazón y se asegurada de que nada
lo detuviera de lo que estaba a punto de pasar. Él era quien le había dado a
Vine sus poderes. Quien le había permitido que se volviera la amenaza que
era.
Thorn lo había puesto a cargo de proteger el mundo y ese era su deber
ahora. No podía dejar que nada más se pusiera en el camino.
Ni siquiera Mara.
Y ciertamente no el mismo.
Nay, él daría su vida por su causa. Ese era el camino. No había ningún
otro desenlace que obtener, y él lo sabía.
Capitulo 14
Traducido por: Do Anaxkolasi
Revisado por: Andy Cruel

Mara gimió mientras el tumultuoso mar chocaba contra sus costados y


abollaba cada parte de ella. Desde hacía varias horas la tormenta venia
aumentando violentamente, como si hiciera su mejor intento para mandarlos al
fondo del océano.
Toda la tripulación se había refugiado bajo las cubiertas.
Mientras tanto, ella permanecía en su litera, enferma del estómago,
deseando la concesión de un indulto de esta miseria. Se sentía muy mal, y ni
siquiera podía cambiar de forma para evitarlo. La última cosa que cualquier
Deruvian quería, era vomitar estando en su forma de madera.
Esa era una visión y sensación que nadie necesitaba. Nunca.
Y justo cuando ella ya creía que no podría soportarlo ni un minuto más,
unos fuertes brazos tiraron de ella hacia un duro pecho.
— Bebe esto. 169
— Estoy muy enferma, Du.
Él puso su cabello hacia atrás de sus mejillas. — Ya lo sé, amor. Esto te
ayudará. - El levantó la taza hasta sus labios.
Estaba convencida de que lo vomitaría al segundo de tragar, pero ella
obedeció. Al tomar un poco, alivió su nausea. Después de unos pocos minutos,
su dolor de cabeza empezó a reducirse, también, y solo entonces, se dio
cuenta que Duel estaba en la cama con ella, sosteniéndola contra su calor,
mientras la balanceaba al mismo tiempo que el mar.
Él puso la taza vacía en su mesita de noche. Pero debido a la tormenta, no
se quedó ahí, fue lanzada al suelo donde rodó sobre las tablas, para aterrizar
en una esquina.
— ¿Que había en la taza?
— Raíz de jengibre. Pimienta. Un poco de miel…
Cuando él no continuo, ella arqueo su ceja a él. — ¿Y?
Las esquinas de sus labios se levantaron, mitad burla mitad sonrisa, mientras
suavizaba su cabello alrededor de su rostro. — Es mejor que no sepas.
Riendo, ella dejó salir otro gemido cuando otra ola vino hacia ella —
¿Cuánto más falta hasta que la tormenta pase?
— Lo peor ya ha pasado. El mar debería asentarse en unas pocas horas.
— ¿Unas pocas horas? - ella gimió. - No lo lograré.
El bufo a su miseria. — Seguro que lo harás. Solo piensa en algo más.
— ¿Cómo qué?
Un brillo provocador asomó en sus ojos negros, y por una vez, ella vio un
atisbo de sus hoyuelos, que nunca supo que él tenía hasta hace poco. — ¿Que
tanto me odias?
Traviesamente, ella coloco su mano sobre una de esas profundas hendiduras
en sus mejillas. — Te dije, que no te odio.
— Ya no.
Haciendo muecas por su continuo tormento, ella lo fulmino. — Estoy
demasiado enferma para esto, Duel. Por favor no me acoses. - ella bajo la
mirada hacia el moretón en su brazo de la pelea de más temprano ese día. -
¿Cómo te sientes?
— ¿Honestamente?, estoy en agonía.
— Lo manejaste bien. - Mejor de lo que ella lo hizo.
— Porque estoy acostumbrado a ello. - dijo mientras comenzó a bajarse
de la cama, Mara lo detuvo.
— Quédate conmigo y abrázame. No tengo deseos de estar sola cuando
me siento así.
Rodando para darle la espalda, se acurruco contra él y descanso su
cabeza contra su musculoso brazo. — No he tenido nada de comodidad en
tanto tiempo… lo extraño terriblemente.
170
Devyl hizo una mueca de dolor mientras la culpa lo apuñalaba con fuerza
ante esas palabras susurradas. Él era la única razón de eso. Si él no la hubiera
sacado de su casa, ella hubiera estado con su familia y sus amigos. No atrapada
en su infierno donde ella buscaba evadir todo contacto con él y su gente.
O peor, detenida debido a su magia.
Queriendo compensárselo, él se acomodó detrás de ella y la apoyó contra
su pecho para poder sostenerla bajo la tenue luz. Antes de poder detenerse
a sí mismo, o pensarlo mejor, acarició la suavidad de su sedosa mejilla. Los
pensamientos de lo que pudo haber sido, lo perseguían y lo torturaban.
Si solo pudiera regresar en el tiempo…
Cerrando sus ojos, ella dejo salir un suspiro contenido. Pero él estaba lejos
de estar satisfecho con ese poco. En cambio, su cuerpo estaba duro como roca
y adolorido, por la única cosa que él sabía que ella nunca le daría.
Y ahora, que él sabía que ella nunca había sido tocada por alguien más…
Eso estaba fuera de toda discusión. Él había evitado a propósito a las
vírgenes. Eran una complicación que ningún hombre necesitaba. El prefería
mujeres que conocieran su propia mente y cuerpo. Esas, bien experimentadas,
que no involucraban sus corazones innecesariamente.
Aunque, ahí estaba el problema, su corazón era algo que el ansiaba
desde el primer día que se conocieron. Y por una vez, no era para deleitarse
con él, lo que le causaba una molesta frustración.
Cerró apretadamente sus ojos, intentó hacer desaparecer esa parte de
él que tanto odiaba. Esa parte débil, insípida e inútil, que lo hacía anhelar
causas pérdidas, que sabía que no podría tener.
Hogar. Familia.
Amor.
Esas cosas, eran para hombres mejores. Nunca fueron hechas para
personas como él.
Y mientras estaba ahí, más duro que el infierno, lo impensable pasó,
ella arrastro su mano hacia debajo de su antebrazo mientras enlazaba sus
pequeños dedos con los suyos. Luego ella atrajo su mano hacia arriba, para
que descansara entre sus pechos, y así pudo acurrucarse mejor contra él.
— ¿Porque estas temblando? - respiro ella.
Porque su toque gentil lo doblegó. Le trajo una extraña ternura dentro de
él, que quería protegerla y sostenerla por siempre. Pero él nunca admitiría eso
en voz alta. — Intento respetarla, mi señora.
Mara rodo ligeramente para poder encontrarse con su mirada, que nadaba
en emociones que ella nunca antes había visto. En el momento en que lo hizo,
ella sintió su erección contra su cadera y vio el rojo vibrante en sus ojos. —
¿Estas molesto?
171
— Nay, estoy muy hambriento como para sentir cualquier otra emoción.
— Entonces deberías comer.
Él le dio esa hermosa y adorable sonrisa retorcida suya. — No es comida
lo que deseo.
Su ritmo cardiaco aumento. — ¿Eso alejara mi mente de la tormenta?
Otra vez, intentó alejarla. Pero como no usó sus poderes, ella supo que en
realidad no quería que se fuera.
— ¿Duel?
— Debes irte, Mara. Mientras estés acá, no puedo hacer lo que debo.
— ¿Y qué es eso?
— Concentrarme en cerrar la puerta Carian.
— Un barco normal no podría proteger a tu tripulación de la misma
manera que yo puedo, si voy. Lo sabes, es por eso que me despertaste de la
hibernación.
— Soy un Deruvian, también, puedo hacerlo.
Ella arqueo una ceja escéptica. — ¿Alguna vez lo has hecho?
El desvió la mirada
— No, no lo has hecho. - ella lo reprendió gentilmente - Has pasado toda tu
vida escondiendo esos poderes, ¿no es así? y vas a descubrir que controlarlos
no es tan fácil como crees. Tú aprendiendo a doblar las leyes de la naturaleza
para construir y manejar un barco, es como si yo intentara aprender a usar la
espada. No puedes solo levantarte y correr, hasta que aprendas a gatear, y
aun te falta para valerte por tu cuenta con esos poderes.
Rehusándose a soltar el apretón de su mano, ella tiro de él, de regreso a
sus brazos.
— Hemos estado mucho más tiempo juntos, que el que hemos vivido solos,
Dón-Dueli. Por la ley Deruvian seriamos considerados un matrimonio.
Devyl trago. Lo que ella decía era cierto. Los Deruvians consideraban
matrimonio a cualquier arreglo comunal donde, dos de ellos cuidaban uno
del otro y cohabitaban. Donde dos de ellos, no relacionados por sangre, eran
dependientes el uno del otro. Tanto como deseaba negarlo, la necesitaba con
él. Siempre lo había hecho. — ¿Y qué hay de tu hermana?
— Ella es viuda por su propia mano. Eres libre de casarte con otra.
Por los dedos peludos de Dagda, como quería creer eso.
No, el necesitaba creerlo, pero…
— ¿Esto es un truco?
Ella tiro de su collar sobre su cabeza y coloco el harthfret en su mano, luego
cerró sus dedos alrededor de él. — Ningún truco, Du. Entre más lo pienso, más
sentido tiene. No conozco a ningún hombre excepto a ti. No puedo imaginar
mi vida sin ti exasperándome.
172
El rió amargamente ante esas palabras. — ¿Yo te exaspero a ti?
— De hecho lo haces. Todo el tiempo.
Hundiendo los dedos en su cabello, él la besó juguetonamente. Esta era
una completa locura, incluso el considerarla…
Pero, como ella dijo, él no podía imaginar su vida sin ella. Y si ella lo
quería, entonces tenía más razones para pelear con Vine y ganar. Todas eran
buenas razones para pasar por esto hasta el final y salir con vida.
Si Mara realmente creía en lo que dijo, entonces el vería que su alma se
redimiera. Sus palabras le dieron esperanza por primera vez en su vida. Una
razón para vivir además del cierre de la puerta.
Y estaba desesperado por ese futuro. Por cualquier futuro que no lo dejara
solo.
Ella levantó su camisa.
Devyl se congeló, una parte de él estaba esperando que cambiara de
opinión y que le ordenara salir de su habitación.
En cambio, ella recorrió con su mano la cicatriz a lo largo de sus costillas
donde él había sido apuñalado siglos atrás en una batalla, y luego hacia
los restos dentados donde Vine le había sacado el corazón. Ese toque gentil
prendió fuego a su sangre, pero no fue ni la mitad como cuando ella agachó
su cabeza, y remplazo sus dedos con sus labios.
Escalofríos de deseo despertaron al sentir su aliento en su piel, sacando un
gemido feroz de él. Nunca en su vida había experimentado nada como esto.
Incapaz de soportarlo, la levanto sobre su pecho y rodó para que ella
pudiera apoyarse sobre él.
Mara sonrió antes de morder su barbuda barbilla. Esto era un milagro
y ella lo sabía. Por primera vez en mucho tiempo, ella no vio sus errores o
deficiencias al pensar en él. Solo vio todas las cosas atentas que él había hecho
por ella a lo largo de los siglos. Como asegurarse que estuviera cuidada, o
que tuviera su propio pequeño nemeton en el patio su salón, cuando vivían en
Tintagel.
Pequeñas cosas, en realidad, pero aun así él se había tomado el trabajo
de cuidar de todo, para asegurarse que ella tuviera todo lo que necesitaba.
Cerrando sus ojos, ella lo abrazó mientras recordaba la forma en que el
lucía hace unos pocos meses atrás cuando la despertó de su sueño.
Ella había estado tan molesta de encontrarlo en las sombras de una abadía
abandonada. Tan aterrada del paisaje extranjero que parecía familiar y a la
vez, completamente extraño.
— ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?
— Tú hiciste un juramento para proteger al Myrce. - eso era, después de
todo, lo que su nombre, Marcelina, significaba. - Están siendo amenazados y
173
necesito tu ayuda para eliminar la amenaza antes que aniquilen hasta la última
persona que proteges.
Aturdida, ella lo miro en completa incredulidad. — Yo te vi morir. ¿Cómo
es que estas aquí? - estupefacta, ella miro alrededor del patio. - ¿Dónde estoy?
— Yo fui regresado a la vida para combatir la amenaza. Debido a que yo
estoy de vuelta, tú también lo estás. ¿Estás conmigo en esto?
Ella asintió, sin entender completamente lo que él le estaba proponiendo.
Sin saber sobre Thorn o sus Hellchasers, o el hecho de que era su hermana, en
contra de quien estaban.
Aunque su gente, no era como los guerreros de Duel, usaban su magia para
controlar los elementos y proteger a aquellos que estaban bajo su protección.
Su idea de batalla y guerra era bastamente diferente de la de él.
Y su gente no tenía concepto del amor.
Por lo menos, eso era lo que siempre le dijeron. Pero al encontrar su
mirada, vio su tierna expresión y sintió la vacilación de su toque, ella finalmente
lo supo. Él sí sabía que era el amor. Se lo había demostrado en cada cosa que
había hecho por ella. Todas esas pequeñas cosas, que él había hecho de más,
para asegurarse de hacerle las cosas más fáciles a ella, como tener la comida
lista, o el alojamiento. Garantizar que ella fuese siempre respetada.
Lo vio más claramente ahora, por primera vez. Ella levanto sus caderas
mientras el deslizaba su camisón hacia arriba, para que el pudiera rozar su
mano desde su muslo, hacia su cintura. Tuvo un momento de pánico ante el
extraño contacto, pero ella lo forzó lejos. No había nada que temer con Duel.
De todos los seres, él no la heriría. No intencionalmente. Ella sin duda lo sabía.
El abandonó sus labios para poder besar su camino hacia abajo, hacia
su expuesto estómago. Siseando, Mara hundió su mano en su masa ondulada
de suave cabello negro y lo retuvo cerca de ella, mientras su caluroso aliento
acariciaba su piel.
Devyl se tomó su tiempo, catando cada parte de su piel, en especial sus
pechos. El aún no podía creer que estaba acá y que no era un sueño. Que ella,
finalmente, estaba permitiéndole tenerla.
¿Cuántas veces él había imaginado estar así con ella? ¿Cuánto había
soñado con ella tocándolo con algo más que desdén u odio? Y la realidad
era mucho mejor que cualquier cosa que él hubiera podido inventar en sus
fantasías.
Lamiendo sus labios, tiro de su vestido sobre su cabeza, y luego rodo
atrapándola debajo de él. — ¿Te estas sintiendo mejor?
Ella tocó juguetonamente su nariz antes de contestar — Tenías razón, mi
mente está completamente fuera de la miseria.
Pero la suya no lo estaba. El dolor de desear estar dentro de ella era
174
agudísimo. Y requirió cada parte de su voluntad para no apresurarse, esta era
la primera vez de ella y la última cosa que él quería hacer, era arruinárselo.
O peor, causarle dolor.
Una sonrisa tiro de las comisuras de sus labios cuando ella tímidamente
alcanzo la pretina de sus pantalones, y luego dudó. Él la besó de nuevo. —
Puedes tocarme, Mara. Te lo prometo, no me molesta en lo absoluto.
Un rubor rojo brillante se arrastró sobre sus mejillas.
Chasqueando la lengua hacia ella, él tomo su mano en la suya y lentamente
la guio hacia su miembro, mostrándole como acariciarlo.
Mara mordió su labio mientras miraba el placer recorrer el rostro de Duel.
Él estaba tan duro y suave al mismo tiempo. Como terciopelo estirado sobre
acero.
Ese tic familiar regreso a su mejilla mientras él gruñía profundamente en
su garganta.
Eso la hizo sentir poderosa, poder sostenerlo de esta manera. El saber que
ella controlaba su placer.
Finalmente él le regreso el favor y comenzó a acariciarla íntimamente.
Arqueando su espalda, ella lloró ante el placer más increíble que nunca había
sentido. ¿Qué le estaba haciendo?
Pero era aún más increíble la inesperada explosión de sus poderes.
Resplandecieron a través de su cuerpo. — ¿Puedes sentirlo? -ella susurró.-
— Lo siento.
Mara jadeó cuando notó que sus ojos ya no eran más rojos o negros.
Ahora brillaban de un vibrante ámbar… el color de los ojos de un mago
Deruvian. Ella tembló ante su significado.
— ¿Cuánto poder posees?
— Mi abuelo era el rey de los Adoni y mi madre la hija de Yggdrasill.
La cabeza de Mara se ahogó ante esa confesión. La hija de Yggdrasill
había retenido poderes inimaginables. No era de extrañar que pudiera predecir
el clima. Lo que la hizo preguntarse…
— ¿Puedes controlar los elementos?
— Pudo convocar tormentas, pero no desvanecerlas. Y puedo ordenar un
relámpago, pero controlar el mar está más allá de mis habilidades.
Eso envió un temblor sobre ella. — ¿Y de parte de los Adoni?
El acarició su cuello mientras su mano envió hilillos de placer a través de
ella. — ¿En realidad es esta la conversación que quieres tener justo ahora?
Ella se sonrojó de nuevo ante su pregunta. — Solo intento entenderte.
Devyl mordisqueó su clavícula. Ahí no había nada que ella debiera
entender. No realmente. Él era terriblemente simple. Solo era un hombre roto,
que estaba empeñado en buscar venganza.
175
Por supuesto, era un poco más complicado que eso, dado el hecho de
que, dudaba que Mara se quedaría con él mientras él tomaba la cabeza de su
hermana. La única cosa cierta sobre Mara, era ser leal por defecto. No había
nada que ella no hiciera por su hermana.
Peor aún, él mantenía un secreto que, si ella alguna vez descubría,
garantizaría su enemistad por toda la eternidad.
Pero no quería pensar en eso en ese momento. No cuando su cálido y
blando cuerpo estaba debajo de él.
Con su corazón palpitando con fuerza, se estiró lo suficiente para quitarse
las botas y los calcetines.
Mara recorrió las cicatrices en su espalda con sus uñas, mandando
escalofríos sobre él. — ¿Son todas de batalla?
— No. - dijo roncamente. - Mi padre era un firme creyente del látigo.
Como lo era mi madre.
— Lo siento, Duel.
— Eso no me molesta. -era la verdad, quizás había habido un tiempo en su
infancia donde sí lo hacía, pero no podía recordarlo. - Mejor yo que alguna
de mis hermanas.
Ella se levantó a besar gentilmente sus cicatrices. Él aspiró su aliento
bruscamente. Y cuando ella envolvió sus brazos alrededor de él, se perdió
a si mismo completamente. Que Dagda lo ayudara. Él quería morir en ese
momento. Terminar la eternidad justo aquí y ahora, en ese perfecto sentimiento
de ser querido. Deseado.
Él casi podría creer que ella lo amaba. Y eso era lo peor de todo. Porque
quería que fuera real. Él quería esta fantasía.
Anhelándola con todo lo que él no valía.
Pero era una mierda. Él no tenía duda alguna.
Y aun así…
Con su mano temblando, él desabrochó sus pantalones y los deslizó de su
cuerpo.
Mara se congeló cuando lo vio completamente desnudo. No es que ella no
lo hubiera visto de esa manera antes.
Varias veces. Él nunca había sido una persona particularmente modesta.
De hecho, parecía deleitarse con avergonzarla. Pero esto era muy diferente.
— ¿Estas bien?
Ella asintió. — No he cambiado de opinión.
— Bien. - una pequeña sonrisa jugo en las comisuras de sus labios antes
que la apoyara de espaldas en la cama y la cubriera con su calor.
Ella suspiró ante su agradable peso, revelándose y en el macizo tamaño y
dureza de cada pulgada de su piel. Su cuerpo se sentía increíble contra ella. Y
176
cuando él se deslizo dentro, ella lloró y se aferró a él, mientras el dolor anulaba
sus amables pensamientos sobre él. Ella hundió sus uñas en su espalda.
Él se detuvo completamente, mientras la besaba y la acariciaba.
— Respira, blodwen. Yo nunca te haría daño. Lo juro. Pasará en un
momento.
Mara ahogó un sollozo ante su afecto y amabilidad. Flor bendita. Para su
gente esto estaba reservado solo para aquellos que residen profundamente
junto a tu corazón.
Y no era un cariño que se mostraba vanamente. Nadie lo usaba, a no ser
que realmente tuviera la intención de decirlo. Para un Deruvian, era sagrado
tanto como decir Te amo.
Presionando su mejilla con la suya, ella lo acunó contra su cuerpo. —
También te amo, Duel.
Él se levantó en sus codos y la miro hacia abajo con incredulidad. —
¿Qué?
— No tienes que verte tan aturdido. ¿Es tan difícil creer que yo siento lo
mismo?
— Un poco, si.
Ella bufo ante él y su continua sospecha, mientras ella peinaba su largo
cabello, que caía hacia adelante enmarcando su rostro. Que tan extraño era,
que una cosa tan simple, pudiera hacer que una bestia tan feroz, pareciera
infantil y vulnerable, cuando ella sabía muy bien que él no era ninguna de esas
cosas. — No es exactamente la reacción que yo estaba esperando, capitán.
Esta vez, él le dio su sonrisa completa con hoyuelos y todo, hechizándola
completamente. — Ha aturdido todo pensamiento racional en mí, mi señora.
Por lo tanto, tendrá que tener un poco de paciencia conmigo, mientras me
acostumbro a que el infierno se congele.
Riéndose, ella beso sus labios.
Hasta que el empezó a empujarse contra ella. Ella mordió su labio
por el dolor, pero como le había prometido, rápidamente disminuyó, hasta
transformarse en el más increíble placer que ella había sentido jamás. Y la
profunda intimidad la abrumó. Él la miro fijamente acariciándola con todo su
cuerpo.
Honestamente, ella no creía que nada pudiera sentirse mejor o más íntimo.
No hasta que él acelero sus golpes, y empujó tan profundo dentro de ella, que
la descompuso.
En el momento que ella terminó, sus poderes salieron disparados y
retumbaron alrededor del cuarto, en destellos vibrantes, como un relámpago.
Duel los atrapo con sus poderes y rió, mientras los absorbió, para evitar
que las explosiones hicieran daño a la nave o los faros. Pero su propia risa
177
murió un momento después, cuando encontró su propia liberación.
Y con ella, vino una nueva recarga a sus habilidades Deruvian. Esto era
diferente a cualquier cosa que ella hubiera conocido.
Los colores explotaron alrededor del cuarto, lloviendo sobre ellos como
una lluvia de primavera. Ella no solo sentía y escuchaba el éter. Lo veía. Nay,
ella vio a la mismísima fábrica del universo que unía a cada criatura que
estaba viva y muerta.
Jadeante, ella luchaba para lograr comprender eso y entender que estaba
pasando y por qué.
— ¿Duel?
— Está todo bien, mi amor. - rodando, el tiro de ella sobre su pecho para
mecerla y consolar su creciente pánico. - Es un subproducto de lo que somos.
No hay nada que temer. Pasará en un momento, pero serás más fuerte.
Él estaba en lo cierto. Con cada latido de corazón, ella pudo sentir el
cambio en sí misma.
— No es de extrañar que Vine te buscara tanto.
Él tomo su mano en la suya y la colocó contra el centro de su pecho sobre
la cicatriz donde su hermana había cortado su corazón. — Yo nunca hice esto
con Vine. No dejé que pasara.
Esas palabras la desconcertaron. — ¿Qué quieres decir?
— Nosotros tuvimos sexo. Pero eso, nunca cargó nuestros poderes. Nunca
le dí esa parte de mí mismo a ella, porque yo sabía lo que haría con eso. Y
soy un tonto por dejar que tú lo tengas ahora, pero no podía no dejar que
pasara. Mis sentimientos por ti son muy profundos. No había forma de que me
detuviera antes de que ocurriera. Me temo que no tengo control en cuanto a ti
concierne.
— ¿A qué te refieres?
Esa sombra familiar regresó a su mirada y entristeció sus ojos. — Yo sé
sobre tu trato con Vine, Mara. Soy consciente del hecho de que estas planeando
entregarme para conseguir tu libertad.

178
Capitulo 15
Traducido por: Amy
Revisado por: Andy Cruel

— Gracias, Señorita Jack.


Cameron le sonrió a Kalder mientras anudaba el vendaje en su brazo. —
Es un placer. Deberías ser más cuidadoso mientras escalas sobre el aparejo en
la tormenta. Pudiste haber muerto.
Él resoplo mientras alcanzaba su aguamiel de la mesa de la cocina. —
No realmente por el momento. Solo habría herido mi orgullo más que mi
cabeza. ¡Oh, espera! Así fue. Debería aprender a no distraerme durante una
tempestad, pero creo que vale la pena perder un poco de carne de mis huesos
y mi dignidad, si consigo que una chica tan hermosa atienda mis heridas.
Sonrojándose ante su inesperado cumplido, Cameron detuvo su mano
sobre las marcas de su piel que parecían tatuajes. Ella sabía ahora que eran
sus aletas. Era extraño que descansaran tan planas cuando su piel estaba
seca, al punto de ser indistinguibles de su carne. En efecto, no había diferencia.
179
Él parecía completamente humano. Que extraño que pasara eso. — ¿Duele
cuando tu cuerpo cambia?
Él arrugó su cara mientras mantenía su brazo completamente quieto en su
regazo. — No más que a ti cuando cambias. Solo es una leve sensación en
realidad. Apenas si me doy cuenta.
Dándose cuenta que estaba tocándolo más tiempo del que debería,
rápidamente liberó su brazo y puso más espacio entre ellos. Aunque no quería.
Había algo acerca de Kalder que la atraía mucho más de lo que debería. Él
era un hombre muy apuesto… para ser una sirena.
Y ese pensamiento la hizo sonreír. — ¿Cómo se llama tu gente? No creo
que “sirena” te quede bien.
No. Definitivamente no, ya que él era más masculino y guapo que muchos
de los hombres en el barco. Había algo innatamente tenebroso y feroz acerca
de él. Algo que hacía que la sangre Seraph en ella literalmente zumbara
cuando él se acercaba.
Kalder se rio por sus palabras. — Para que conste, señorita Jack, detesto
ser llamado sirena. Altera mis aletas un poco, pero no deje que los demás se
enteren o nunca me dejaran en paz los malditos bastardos con eso, se toman
como un reto personal hacer mi vida un infierno. Especialmente Bart. - guiñó el
ojo. - Somos llamados correctamente Myrcians.
— ¿Cómo el reino medieval?
— Así es. Ellos eran unos de nosotros originalmente. Hasta que se mezclaron
con los humanos y perdieron la habilidad de respirar en el agua. Mantuvieron
el nombre, por razones que solo ellos conocen. Sin embargo, solo eran un
grupo de los muchos de nuestra tribu. En un tiempo, se nos encontraba en
todas partes del mundo, en grandes cantidades, pero la guerra y los dioses
enojados nos han disminuido a solo un pequeño puñado estos días.
— Lo siento.
Él se encogió de hombros despreocupadamente. — No ayuda que seamos
un grupo beligerante en general. Más prestos a pelear, que a hacer cualquier
otra cosa. -pasó una divertida mirada sobre su cuerpo.-Algunos de nosotros,
son así. Yo también tengo esa tendencia. Pero puedo ser persuadido a otro
esfuerzo, mucho más placentero… si la compañía es correcta.
Esta vez sus mejillas se calentaron a un nivel volcánico. Lo que más la
perturbaba, era el hecho de que ella no estaba ofendida o contrariada por
todo lo que le estaba insinuando.
En efecto, ella no estaba ni cerca de estar tan mortificada como debería.
Y definitivamente no se sentía insultada. En vez de eso, ella estaba sintiéndose
atraída hacia él en contra de toda cordura.
— Encuentro difícil de creer que usted sea beligerante, señor Dupree.
180
Parece excepcionalmente gentil y dulce.
Él golpeó su mano sobre su corazón. — ¡Ah, muchacha, eso dolió! Y
llámame Kalder, por favor. ‘Señor Dupree’ suena como si debiera estar vistiendo
un elegante abrigo y un sombrero, dando órdenes. Mi gente no se anda con
tales formalidades.
Ella sacudió la cabeza ante su jugueteo. Aunque “hosco” definitivamente
describía ciertamente a la mayoría de su tripulación, Kalder era seguramente,
uno de los miembros más joviales. — Me pareces agradable.
Él se puso serio. — Las apariencias engañan. Solo digamos que hubo una
buena razón por la que fui destripado.
— Aye, a eso, -R osie agregó mientras pasaba, y le entregaba su botella
de ron a Kalder.- Usted está en su lado bueno, señorita Jack. Confíe en aquellos
de nosotros que estamos permanentemente grabados al lado malo— Usted lo
destriparía, también. Especialmente en la mañana. Él es una bestia de pez, en
ese entonces.
Ella no lo creyó por un minuto.
Kalder se rio, y tomó un trago.
— ¡Hey ustedes! ¿Qué es ese sonido? - William movió su cabeza.
Cameron no escuchó nada más que la tormenta y las voces de los demás,
mientras respondían a la pregunta de William. Ellos tampoco escuchaban
nada.
No hasta que Simon, de repente levantó su cabeza desde donde había
estado descansando en la esquina. — Lo escucho ahora. Suena como…
¡Takarum!
Bart maldijo mientras pegaba un salto. Kalder y los demás hicieron lo
mismo.
— ¿Takarum? - Cameron frunció el ceño ante esa palabra poco familiar. Ya
que no sabía lo que era, ella tardó más en ponerse en guardia.
— Son las almas de aquellos que han muerto en el mar. - Belle y Valynda
se movieron para pararse junto a Zumari. - Ellos están aquí para encontrar
cuerpos que puedan poseer.
— O que puedan encerrarlos, y cambiar sus almas por las suyas, y así
poder ser libres y vivir de nuevo. - Simon se persigno y escupió.
El cabello de Cameron se volvió blanco. Su espalda empezó a quemar,
como si sus alas estuvieran intentando liberarse a través de su piel.
Ellos tenían razón. Lo que sea que estaba aquí, no era humano.
Y estaba aquí para cazar.
— ¿Dónde está Janny? Belle miró buscando a la Dark-Huntress quien
había estado jugando cartas con Sallie, Kat, y Roach unos minutos antes.
Los ojos de Valynda se abrieron más. — Ella fue a la letrina.
181
Desenvainando su sable, Simon maldijo. — Ella será a la que más quieran.
Tenemos que llegar a ella antes que ellos lo hagan.
Cameron estaba confundida por eso. —¿Por qué estarían detrás de ella
más que cualquier otro?
— Janny ya no tiene alma. - Belle bajó una antorcha de la pared y la
encendió. - Ellos no tendrían que luchar para apoderarse de ella. Tampoco
encerrarla. Ellos podrían entrar directamente a su cuerpo y hacerlo su casa.
- ella corrió por la puerta.
Cameron corrió detrás de ella con los hombres siguiéndole de cerca, tras
ellas. Estaba a punto de preguntar que debería de estar buscando, cuando vio
una sombra moverse a su derecha.
Y no de la manera en que normalmente se movería una sombra. En vez de
eso, vino directo a ella como un vicioso depredador. Más que eso, parecía que
tenía rastas y forma de esqueleto. Uno que tenía colmillos y dedos huesudos.
Con un susurrante cascabeleo, se acercó a ella.
Kat la tomó y la empujo hacía atrás, fuera de su alcance. — No los dejes
rodearte. Es así como reclaman a sus víctimas y las derrumban. ¡Si ellos te
sacan de la luz, estas acabada!
— ¡Manténganse en la luz! - William advirtió.
Rosie usó una antorcha para dispersar a los takarum y enviarlos de vuelta
a las hendiduras del barco. Ellos hacían un sonido, como de ir zumbando,
parecido al aleteo de murciélagos o a roedores corriendo, y aun así era un
sonido único de estas bestias. — ¡Aye, a eso! Le temen a la luz y al fuego. Es
lo único que tenemos para luchar contra ellos.
Aun así, un takaru regresó de las sombras, y tomó otro marinero que
estaba de espaldas.
Con un grito, él fue llevado dentro de las sombras y luego se desvaneció
como si nunca hubiera existido.
Solo una débil imagen de su cara gritando y los débiles contornos de su
cuerpo, quedaron como una impresión, en las oscuras paredes de madera.
Cameron se congeló mientras se dio cuenta que él realmente se había ido.
Completamente… esas cosas lo habían arrastrado más rápido de lo que ella
podía parpadear.
Los otros apuntaron la luz hacia la esquina, pero era demasiado tarde. —
¿Hay alguna manera de traerlo de regreso?
Belle negó con la cabeza. — Está hecho. Cualquier cosa que hagas,
muchacha, no dejes que hundan sus garras en ti.
— ¡Janice! - Simon gritó, corriendo al pasar junto a ellos. - ¿Puedes
escucharme?
Más takarum se arrastraban a través de los tablones, tratando de alcanzarlos
182
como bocanadas insidiosas de humo, que solo la luz podía dispersar.
Valynda le dio a Cameron una antorcha. Cameron la movió mientras una
de las sombras trataba de alcanzarla. Ella se retorció fuera de su alcance.
Bart trató de abrir la puerta, luego maldijo. — Estamos encerrados, con
ellos.
William frunció el ceño a esas palabras. — ¿A qué te refieres?
— Me refiero que estamos encerrados aquí. - él pateo la puerta tan fuerte
como pudo. Se sacudieron las bisagras, pero no cedió. - Alguien la cerró
desde el otro lado.
William probó la manija. — ¿Qué demonios?
Zumari los aparto a un lado para poder intentarlo, pero, aun así, no cedió.
El enojo en sus ojos mostraba que estaba a punto de tener una rabieta que
haría que un niño pequeño se enorgulleciera.
Cameron sintió sus mejillas calentarse, mientras pensaba en una forma de
salir de este caos. La habitación se oscureció más y más mientras más sombras
se acercaban a ellos.
Las antorchas empezaron a apagarse.
¿Qué nuevo infierno era este?
De repente, ella escucho a su hermano gritando afuera, en el pasillo.
Su mandíbula se aflojó. — ¿Paden? - ella se dirigió al sonido.
Simon la atrapó del brazo.
Peleando en contra de él, ella trató de liberarse. — ¡Es mi hermano!
— Es un truco.
— ¡No! ¡Conozco su voz!
Él la levantó y la arrojó sobre su hombro, rehusándose a dejarla ir. — Esta
es su crueldad, muchacha. Créeme. Tu hermano no está aquí. Es un señuelo,
lo están usando.
No se sentía así.
No, ella incluso olía su colonia. — ¡Paddy! - ella llamó. - ¿Eres tú?
— ¿Cammy-belle? ¿Dónde estás? ¡Ayuda! ¡Te necesito!
— ¡Es él! - Cameron peleo con vigor renovado en contra del agarre de
Simon.
Y casi se libera de su agarre. Cuando algo golpeó el barco tan fuerte, que
los derribo en la quilla, manteniéndolos peligrosamente al lado de estribor.
Todos ellos tropezaron, cayeron, y rodaron a la pared de estribor.
Todos palidecieron mientras distintos objetos se deslizaban por las tablas
y se golpeaban contra ellos. Varios marineros gritaron mientras los takarum los
alcanzaban desde las sombras y los reclamaban.
Valynda y Belle combinaron fuerzas para formar un escudo mientras Bart
y William se vieron forzados a apagar sus antorchas o arriesgarse a encender
183
el barco en llamas.
— ¿Dónde está el capitán?
En cuanto Roach hizo esa pregunta, una resonante voz respondió. — ¡A
cubierta! ¡Ahora! ¡Todos ustedes! ¡Muevan sus lamentables traseros!
Se notaba la furia en el tono del capitán Bane, mientras desgarraba la
puerta que ya no estaba cerrada.
Él y Marcelina entraron a la habitación y los ayudaron, luego uno por
uno, dejaron la habitación hasta salir a la tormenta.
El barco finalmente parecía estabilizarse lo suficiente como para poder
pararse en cubierta, sin arriesgarse a ser tirados por la borda.
— Manténganse fuera de las sombras, - les ordenó el capitán.- Sancha,
dirígenos al norte hacia la Quella.
— ¡Aye, aye, Capitán! - ella corrió a obedecerlo.
Mientras comenzaba a bajar de nuevo, Cameron lo detuvo de su descenso.
— Ellos tiene a mi hermano, capitán.
Él se detuvo para encontrar su mirada. — No, muchacha. Me temo que
algo mucho peor que los takarum tiene a su hermano. Ahora quédese aquí y
déjeme eliminarlos. - le dio un empujón gentil hacia Marcelina antes que se
desvaneciera a través de la escotilla.
Ella se volteó hacia Mara y frunció el ceño. — No entiendo.
Marcelina le entregó a Cameron el medallón que le había prestado a
Thorn. — Paden ha sido seducido por la oscuridad, niña. Él ya no es el
hombre que conocías. En vez de eso, se ha convertido en alguien más.
No, Paden no hubiera hecho eso. Ella lo conocía. — No te creo.
Thorn llegó a cubierta, no muy lejos de ellas. — Créelo. Hice todo lo que
pude. Lo siento, Cameron.
Nay…
¡Nay! Esto no estaba bien. Cameron podía sentirlo profundo en su alma.
Pero ella no sabía que tan mal estaban las cosas, hasta un segundo
después, cuando William y Belle se acercaron.
— ¡Cameron! ¡Basta! ¡Ellos no son Thorn y Mara!
— ¡Ellos son cambiadores! -Belle le advirtió. - ¡Agáchate, muchacha!
Antes que Cameron pudiera moverse ellos la agarraron y la tiraron por la
borda.

184
Capitulo 16
Traducido por: Eliza Zuñiga
Revisado por: Andy Cruel

— Duel... no es lo que estás pensando.


Arqueó una ceja ante las palabras susurradas de culpabilidad de Mara.
— ¿Entonces no tenías intención de entregarme a tu hermana tan pronto
como llegáramos a la puerta?
Ella se encogió al darse cuenta de que, de hecho, él entendía exactamente
su plan original. Sintió pena por eso, por ella, en todo caso. — Ese era el
plan... Pero las cosas han cambiado.
— Estoy seguro de eso. - afirmó con sarcasmo en su voz.
Un sarcasmo que Mara no entendía, por todo lo que había ocurrido ese
día. — ¿Qué quieres decir?
Tan pronto como hizo la pregunta, entendió exactamente hacia donde
habían ido sus pensamientos. Y por qué.
Abrió su boca con sorpresa. — ¡No puedes pensar que te seduje por eso! 185
¿Verdad?
— ¿Para hacerme más manejable con tus artimañas y ser un tonto más fácil
de manipular? Sí. Es el tipo exacto de traición en la que Vine se especializa.
¿Así que, por qué tu no? Eres su hermana, tiene sentido.
— ¡Cómo te atreves! - ella le lanzó una mirada furiosa, mientras sentía el
impulso de hacerle daño físicamente. Levantándose, ella envolvió la sábana
alrededor de su cuerpo y le miró hacia abajo.- Y si verdaderamente pensaste
eso y dormiste conmigo de todos modos... eres... ¡eres despreciable!- le costó
todo su esfuerzo no estirarse y darle una bofetada por el insulto. El alivio llenó
sus ojos cuando él la alcanzó y la llevó de nuevo a la litera.
— No te enfades conmigo, Mara. Me alegra que no seas tan traicionera.
¿Pero puedes culparme por sospechar, aunque sea solo un poco, después de
saber que habías hecho un pacto con ella, a mis espaldas, cuando sabes lo
que me hizo?
Cuando lo decía así...
Ella aún quería golpearlo en su parte más baja.
Sin embargo…
— No te atrevas a ser razonable, Dón-Dueli. No cuando quiero estar
enojada contigo por ese insulto que me acabas de dar.
Resopló ante su tono agitado. — Bien, lejos de mí esta privarte de algo,
amor. Si quieres patearme el culo, incluso me desnudaré para que lo hagas...
- él sacó su pierna desnuda de abajo de las mantas para mover los dedos de
sus pies hacia ella. - Oh, espera, ya estoy desnudo. - la provocación finalmente
volvió a sus ojos.
Pero, aun así, el dolor que se oía detrás de esas palabras le retorcía el
corazón, y odiaba haberle provocado un instante de duda o dolor, porque
sabía cuánta traición le habían causado tan fríamente en su vida.
Era lo último que quería hacerle ahora. Como él dijo, esa era la especialidad
de su hermana.
Nunca la suya. Y ella se odiaría siempre por haber conspirado con su
hermana para hacerle daño. Seguramente, había un rincón especial de Annwn
reservado para su castigo.
— No te voy a traicionar, Duel. Lo juro.
Él acunó su mejilla en su cálida mano. — Entonces pondré la poca fe que
me queda, en ti.
Pero ella vio que la sombra de duda se quedaba en sus ojos, y la hacía
doler aún más. No porque lo sintiera, sino porque sabía, que ella lo merecía
en realidad. Que se había ganado su desconfianza.
Te juro que te haré creer en mí.
No tenía idea de cómo, pero encontraría la forma de borrar esa duda.
Contra viento y marea, ella se lo probaría. Más allá de cualquier razón. Du
186
sabría que era sincera, y que en ella había, al menos una persona en su vida,
de la cual nunca más tendría que temer una traición.
De repente, oyeron un fuerte griterío, afuera, en la cubierta superior.
— ¿Pensé que todo el mundo estaba a resguardo de la tormenta?
Duel frunció el ceño. — También yo... les dije que no se arriesgaran. -
mientras se levantaba, se vistió rápidamente y fue a ver de qué se trataba el
ruido.
Ella se vistió y lo siguió, sólo para encontrar a la tripulación esforzándose
por recuperar a Kalder del mar enfurecido, donde debió caerse por la borda.
Sin embargo, era extraño. No era como si perdiera el equilibrio tan fácilmente.
Incluso en una tormenta.
Sólo lo hacía cuando trataba de llamar la atención de una doncella, y
normalmente, sólo en tierra. Una estrategia por la cual Devyl y los otros le
habían reprendido. Así que seguramente, Kalder no lo hubiera intentado en
esta tormenta...
Especialmente no con las mujeres a bordo. Él se mantenía respetuosamente
alejado de todas ellas, ya que vivían en tal cercanía. Y, a pesar del matrimonio
poco convencional de Kat y Simon, Thorn les prohibía fraternizar. Una regla
que Devyl acababa de romper con Mara, pero se encargaría de eso más tarde.
Mara vaciló en la cubierta mientras contemplaba la frenética locura.
Duel no vaciló en zambullirse tras él y ser tragado por las olas negras y
estrelladas que intentaban ahogarlos a los dos. Corrió a un lado, deseando
gritarle y maldecirle por su imprudente estupidez que no dejaba de frustrarla.
Aterrorizada por la forma en que el oleaje gigante subía y bajaba como
montañas, Mara ahogó un grito y observó con el corazón en la garganta,
hasta que finalmente vio a Duel rompiendo la superficie y flotando por encima
del peligroso caos.
Contra todas las probabilidades, rápidamente llegó hasta Kalder y de
alguna manera, a pesar de las olas furiosas, ayudó al Myrcian a regresar a
la nave. Ella utilizó sus poderes para alargar la madera y sacarlos a ambos,
prestando especial atención a Duel.
Tosiendo y respirando con dificultad, Kalder se arrastró por las tablas para
acostarse en la cubierta mientras Belle se quitaba la chaqueta para ponerla
sobre él. Mara colocó cuidadosamente a Duel a sus pies y comprobó su estado,
pero él no permitió ninguno de sus cuidados.
Con una mueca de irritación ante su inquietud por él, que fue suavizada
por un gesto con una sonrisa, le apretó la mano con suavidad, luego pasó
junto a ella para examinar a Kalder.
— ¿Qué pasó? - preguntó Duel, arrodillándose junto al tritón.
— Los cambiantes bastardos se llevaron a nuestra señorita Jack. - Bart
187
recargó su chaqueta sobre el cuerpo tembloroso de Kalder para que pudiera
usarlo para secar el agua de su piel y cabello.- Estábamos tratando de evitar
que huyeran, cuando, el tonto de Kalder, saltó tras ellos en un esfuerzo por
salvarla. Tristemente, no funcionó.
Duel maldijo. — ¿Perdimos a alguien más?
William sacudió la cabeza. — Solo ellos dos, capitán. Miss Jack y al
Cerebro de Mierda. Pero hemos perdido a un par de abajo, antes a manos de
los takarum.
Ignorando la comparación, con la que estaba de acuerdo, Devyl se
encontró con la mirada inquieta de Mara y reprimió lo que realmente quería
decir. En su lugar, soltó un largo y cansado suspiro. Maldita sea todo esto.
Odiaba perder a cualquier miembro de la tripulación, por cualquier motivo.
Las cosas se estaban poniendo feas.
¿Lo peor?
Estaba desesperado.
Devyl apretó los dientes. — Saben, cuando me convierto en la única
voz de la razón en este asunto, estamos en una triste y lamentable situación,
compañeros.
William se echó a reír, hasta que se encontró con la mueca siniestra de
Devyl. Eso reprimió su diversión. — ¿Cuáles son sus órdenes, capitán?
Miró por encima de su hombro, hacia donde estaban Belle y Janice, ambos
tan empapados como Kalder.
Y eso le dio una idea…
— Necesitamos invocar una bruja del agua.
Sancha rió en voz alta. — No estoy tan borracha, capitán. - y eso le dio
una idea.
— Entonces necesitas tomar un poco más de ron, señorita Dolorosa, para
poder dar el siguiente paso, porque vamos a un largo y mortífero viaje.
Belle palideció considerablemente. Al igual que Janice y Kat. — ¿Ha
invocado alguna vez una bruja de esa magnitud, señor?
— Aye. - pero había pasado un tiempo y no había ido muy bien. Tendían
a ser perras maliciosas, de ahí el apodo despectivo que se habían ganado.
Sin un mejor plan, miró a Mara y esperó a que se uniera a los demás para
llamarlo tonto.
— ¿Estás seguro de esto, Du?
Ni siquiera un poco, pero no podía permitir que los demás supieran lo
mucho que dudaba de su propia inteligencia en esto.
O de sus habilidades.
— No podemos dejar a la señorita Jack con ellos. Llama a Santiago, para
poder transferir a la mayoría de nuestra tripulación a su nave. Necesitaré
188
algunos voluntarios para...
El sonido de sus protestas lo ahogó. Pero ninguno era más fuerte que los
de Mara, Bart y William.
— Estamos juntos en esto, Devyl - dijo Will. - Hasta el final. Pase lo que
pase. No hay hombres ni mujeres aquí que vayan a dejar a los otros ser
quemados.
— ¡Aye! - gritaron al unísono.
— ¡Nos quemamos juntos!
— Pero prefiero que intentemos otros medios, primero. - Valynda se aclaró
la garganta mientras hablaba por encima de sus voces estridentes. - No es que
tenga miedo, eso sí. Es solo, que siendo hecho de paja, preferiría pensarlo un
poco más. Y prender fuego a nuestros enemigos antes de que tengamos que
renunciar a nuestros espíritus tan descuidadamente.
— Escuchen, ¡escuchen! - Zumari estuvo de acuerdo. - Morí una vez. No
tengo deseos de repetirlo.
Sallie resopló. — A la mierda con eso. Digo que encendamos a todo
el mundo en llamas. ¡Maldito sea el que no pueda luchar y salir de nuestro
camino!
— ¡Oui! - Roach aplaudió a Sallie a sus espaldas. - ¡Hagamos que los
canallas se lamenten de haber nacido y del aire que respiramos!
William hizo una mueca. — ¿Quieres decir que ellos respiran?
— ¡Non! Deberían lamentar que respiremos, porque los haremos llorar con
todo el daño que les haremos. ¡Orinaré en sus gargantas de cerdos!
Riéndose, William le dio una palmada en la espalda.
— Podremos ser ladrones, borrachos, lunáticos, rufianes y putas, pero
no hay cobardes entre nosotros. - Sancha cruzó los brazos sobre su pecho
mientras desafiaba a Devyl, con su mirada, a que tratara de sacarla del barco.
Devyl no estaba seguro de qué hacer con esta camaradería. ¿Honestamente?
Lo asustaba como la mierda. Nunca lo había sentido antes. Ni siquiera su
propio ejército había sido tan leal. Más bien, estaban demasiado asustados
para levantarse contra él por temor a que los matara. Sólo enojarle era suficiente
para que los enfrentara y los destripara.
Pero dicho esto, él era todo lo que tenían la señorita Jack y su hermano,
y haría lo correcto. Fuera cual fuera el costo. Incluso si tenían que incendiar el
mundo como Sallie quería.
Bart le tendió una toalla. — Los shifters fingieron ser usted, capitán. Nos
dijeron que nos dirigiéramos hacia la Quella.
— Bueno, no los decepcionemos. A toda velocidad. Al demonio con la
tormenta, mis marinos. Mientras tanto, vamos a ver cómo conjuramos a una
bruja, ¿vamos?
189
Mara gruñó con fuerza, finalmente dando voz a la duda que él esperaba
de ella. — Por supuesto, abre la puerta del infierno y desata a alguien aún
más aterrador que Vine. ¿Por qué no? -ella puso los ojos en blanco y sacudió
la cabeza, luego entornó su mirada hacia Devyl.- ¿Estás seguro de que la
necesitamos? ¿No deberíamos llamar en cambio a los Necrodemianos? Thorn
dijo que podríamos.
Devyl resopló ante la idea.
— Es la última cosa que haré. Preferiría confiar en Vine. Al menos sé dónde
estoy parado con ella. El problema con los hombres buenos, es... que nunca
se sabe cuándo van a hacer algo malo, en un intento de hacer algo bueno.
Personalmente, me gusta más que haya estabilidad en una batalla. - se sacó
los fusiles del cinturón y se los entregó a Bart, quien, a su vez, frunció el ceño.
— Nunca querrá que una bruja del agua ponga sus manos en pólvora,
Señor Meers. Incluso si está húmeda. Desármense, todos. No vale la pena
correr el riesgo.
Mara miró a su alrededor. — Asegúrense de que toda la pólvora está
guardada antes de embarcarse en la siguiente ronda de idiotez que se han
propuesto.
Devyl sonrió con satisfacción cuando escucho su comentario, pero no
se molestó en corregir sus palabras. Principalmente porque ella no estaba
equivocada.
Era irritante que ella lo desafiara en voz alta delante de su tripulación.
Belle se detuvo junto a Devyl para mirarlo fijamente con una mueca de
sabiduría que se convirtió en una sonrisa. — ¿Se siente mejor ahora, Capitán?
Atajó un gemido ante su silenciosa insinuación. — No se ponga pícara
conmigo, Señorita Morte. Mi humor todavía no se ha restaurado completamente.
Su mirada se deslizó hacia Mara. — Apostaría lo contrario.
— Sabe que me comí al último tripulante que me molestó.
Ella se rió de eso. — No valgo la indigestión, capitán. - y con eso, se alejó
para golpear a Mara en el hombro y besarle la mejilla.
Tratando de no pensar en el hecho de que estaba realmente avergonzado,
Devyl esperó hasta que todas las armas y la pólvora fueran aseguradas antes
de que él y Janice comenzaran el conjuro necesario para convocar a la bruja
desde el océano.
Y no a cualquier bruja. La sirviente de Tiamat.
Algunos dijeron que había sido desterrada a las entrañas del océano como
castigo por una diosa celosa que la envidiaba por su belleza. Otros decían
que un concilio de otras brujas habían sido las encargadas de encadenarla
allí, porque las mujeres estaban hartas de que ella se acostara con sus hombres
durante la noche mientras ellas dormían – que ella los habia visitado en forma
190
de gato y succionaba años de su vida para poder mantener su belleza e
inmortalidad.
A esto último es a lo que le atribuyeron las repentinas tormentas de mar
en esta región. Era la vieja bruja del mar que necesitaba almas para mantener
su longevidad, y era el único modo en que podía llevarlas a su prisión. Nadie
regresaba de su casa acuática.
Se volvió hacia Mara. — ¿Puedes encerrarla después de que la llame?
Ella arqueó una ceja. — ¿Estas tratando de insultarme?
— Nay, amor. - le guiñó un ojo con una risa. - Nunca haría eso... en voz
alta. Además, estoy a punto de poner mi vida en tus manos. Pero no quería
poner tu vida en peligro. Si necesitas refuerzos, prefiero que los tengas ahora,
antes de llamarla y averiguar demasiado tarde que es más poderosa de lo
que pensábamos. Lo último que quiero, es tener que cortarme la garganta por
permitir que te hagan daño.
Mara se derritió ante esas palabras. Palabras que Dón-Dueli no diría a
la ligera, lo cual las hizo todavía más valiosas. Aunque podía ser protector,
nunca habló así públicamente, de tales cosas.
Decirlo para que otros oigan...
Yo también te amo, mi bestia hosca.
Se alejó para decirle a Simón lo que tenía que informar a Rafael y a su
tripulación, sobre sus planes, mientras llevaban el barco a la zona donde
Strixa era conocida por atrapar buques incautos.
Kat miró a Rosie, luego a Devyl, mientras el mar mantenía la nave oscilando
sobre la tormenta que seguía furiosa. — ¿Y cómo sabemos que este es el lugar
donde se refugia la chiflada?
— La perra tiene la forma de una lechuza negra gigante, con ojos rojos,
brillantes, para poder espiar a sus víctimas. Y una lechuza en el mar, tiende a
destacar.
Simon se hizo la cruz. — ¿Para qué la invocamos, capitán?
Dudo en explicar sus razones. Había algunas cosas que no quería que
los demás supieran. Así que se decidió por decir algo menos importante, y
más lógico, con lo que no discutirían. — Debo pagar tributo, pues la puerta se
encuentra en medio de sus dominios, y tenemos que pasar por ahí. Aquel que
no le da su tributo lo lamenta enormemente. Por no mencionar, que nada pasa
cerca del área de Strixa sin que ella lo sepa.
— Motivos razonables - William les pidió que fijaran el ancla y estabilizaran
la nave lo mejor que pudieran, dada la tormenta.
Belle volvió con sus aceites y sales para ayudarlo, y Janice hizo el círculo
para ello. — Está listo, cuando quiera, capitán.
Mientras Belle comenzaba el ritual con Janice, Devyl se tomó un momento
191
para asegurarse de que Rafael estuviera lo suficientemente lejos de ellos para
protegerse si algo salía mal, lo que, dada su suerte, era altamente probable.
No había necesidad de poner a sus dos tripulaciones en riesgo. Además, los
Deadmen tendrían que ser sacados fuera del mar si las cosas no iban como lo
planeaba.
Devyl se volvió hacia el hombre que era lo más parecido a un amigo que
había tenido. — En caso de que esto salga mal, Sr. Death, quiero que salve a
tantos como pueda.
— No se preocupe, capitán. Mi trasero será el primero que salve.
Se burló del tono hosco, sabiendo que Will era mejor que eso. William
nunca pondría su vida por sobre la de otro. Después de todo, eso fue lo que
había hecho que lo ahorcaran.
Y eso, había sucedido con alguien que William sabía que lo había
traicionado, sin embargo, él tomó su lugar en la soga de todos modos. Porque,
aye, Will era así de leal.
Una vez que tuvieron la nave tan estable como podían, Devyl se volvió
hacia Mara. Él vio la preocupación en sus ojos y lo calentó mucho más de lo
que quería. — Saldrá bien, mi Señora. He hecho cosas peores.
— En efecto, y es lo que más me asusta. Porque he sido testigo de algunos
de tus momentos más estelares de gran imprudencia... y estupidez. Me
estremezco ante la idea de que los repitas.
Con la preocupación atormentando sus ojos, retrocedió y se fundió con el
barco para poder controlarlo mejor y formar una jaula alrededor de Strixa una
vez que se manifestara.
Devyl tomó la pequeña olla de hierro de la mano de Belle, donde ella ya
había comenzado la mezcla que necesitaban para atar a la poderosa criatura
que estaban invocando. Una cosa peligrosa, especialmente cuando se trataba
de los dioses más poderosos.
Los vapores de la olla eran lo suficientemente penetrantes como para hacer
que le brotaran lágrimas de los ojos y se quemara su garganta.
Sancha se frotó la nariz mientras comenzaba a hacer gestos en la cubierta.
— ¿No se aprovecha de los hombres?
— Ella podría hacerlo. ¿Por qué?
— Estoy tratando de pensar si hay una manera más fácil de atraerla.
Mentalmente, Kalder debería atraerla.
Kalder lanzó una sonora y falsa risa ante su comentario. — He oído decir
que prefiere beber el néctar de las mujeres solteras.
— Bueno, entonces tenemos una dosis doble de eso contigo. - Sancha le
sonrió abiertamente.
Kalder se echó a reír, tomando sus insultos con tranquilidad. Pero entonces,
192
un viento feroz, y brusco, comenzó a aullar.
Devyl hizo una mueca ante el sonido parecido a una banshee. — Relájense.
Es ella. Está protestando por nuestra interferencia en contra de su voluntad.
— ¿Va a ...? - la voz de Bart se interrumpió cuando una enorme ola cayó
sobre estribor y dejó el barco tambaleando.
Varios miembros casi se cayeron por la borda, pero Mara los atrapó en un
cajón y los sostuvo rápidamente.
Devyl maldijo, mientras más olas los golpeaban y arrancaban sus anclas.
— ¡Sosténganse fuerte!
Era más fácil decirlo que hacerlo. Strixa estaba tras su sangre y sus vidas
por esto. Y no sólo para tomar unos años.
Ella los quería por completo.
Como resultado, una ola levantó la nave del agua y la hizo caer con una
fuerza que sacudió sus huesos y los envió a la cubierta. Era tan feroz que
destrozó la jaula que Mara había creado para sostenerla.
— ¿Mara? - gritó Devyl, aterrorizado de que se hubiera lastimado.
— Estoy bien. - pero su voz se notaba preocupada. - No te preocupes por
mí. Ten cuidado.
Apretó la mejilla contra el tablón, deseando que estuviera en su cuerpo.
— No te hagas daño en esto - suspiró antes de apretar los labios contra la
madera. - Por encima de todo, no salgas herida.
Los tablones se calentaron bajo él. — Por encima de todo, Du, no salgas
herido.
Devyl acarició las tablas antes de ponerse en pie. — ¡Strixa! - él le gritó a
la bruja, mientras comenzaba a invocarla, cantando en el antiguo lenguaje de
su pueblo, en un esfuerzo por calmar su furia y salvar a su tripulación.
No funcionó.
Salió del mar como un ave fénix en llamas, arrastrando una corriente de
agua a su paso. Sus alas negras se agitaron con la fuerza de un huracán,
hundiendo su barco bajo las olas. Sólo el escudo de Belle, el canto de Janice y
la determinación de Mara les impidió ser arrasados y hundidos.
La tripulación se aferró a cualquier madera que pudieron y muchos rezaron,
ya que parecía que el barco estaba tratando de hacerlos caer en el mar para
ahogarlos.
— Esta fue una estupenda mala idea - dijo William mientras enroscaba la
cuerda alrededor de su cintura y del mástil principal.
Devyl gruñó mientras se levantaba y se paraba a un lado. — No se queje,
señor Death... Intent hacer que se fuera.
— ¡Deeth! Y me arrepiento de mi decisión, Capitán. Sinceramente, debería
haberlo hecho cuando me lo dijo.
193
Bart atrapó a Zumari mientras pasaba corriendo y lo ayudó a anclarse en
la cubierta. — Estaba pensando... es una lechuza. Les gustan los insectos. Yo
voto por que la alimentamos con Roach y huyamos de ella.
Roach soltó una larga cadena de obscenidades francesas.
Ignorándolos, Devyl utilizó sus poderes para convocar el fuego Deruvian
para dispararle al ser antiguo y desviar la atención de sus hombres hacia él,
donde debía estar.
Con un ruidoso chillido, ella se agachó y fue hacia él. Esperaba que
luchara.
Especialmente cuando ella le tendió las garras. En lugar de eso, ella
sacudió sus alas mientras el mar y la tormenta se asentaban en una inquietante
quietud cargada de niebla, que era mucho más aterradora que la tormenta en
la que acababan de entrar. Estaba tan quieto ahora que podía oír el latido de
su corazón y el crujido de los tablones del barco alrededor de él. El tintineo
de los cabrestantes contra la madera y el golpeteo de las cuerdas contra el
costado.
Una solitaria bola de cañón rodó a través de la cubierta.
Con un resplandor brillante, el gran búho negro se convirtió en una
mujer vestida con un largo y fluido vestido de ébano, y una capa de plumas
iridiscentes de búho. Una corona roja, adornada, alejaba su pelo negro de
una cara que estaba perfectamente esculpida y era hermosa más allá de la
descripción. Características que podrían pertenecer fácilmente a una diosa.
Su piel oscura brillaba por la llovizna, y sus ojos rojos se enfocaban en él,
mientras ella sostenía la capa pegada a su cuerpo con dedos gráciles, que
estaban cubiertos por el mismo metal rojo que su corona, formando garras de
filigrana para cada uno de sus dedos, incluyendo sus pulgares.
Al acercarse a Devyl, inclinó la cabeza como lo haría un ave, como si lo
estuviera estudiando por un sólo ojo. Ella se acercó para acariciar su barbilla
con su mano cubierta de garras. Las cadenas que conectaban cada dedo
colgaban, haciendo que su mano apareciera como una flor. — Bien, bien. Eres
una persona justa, ¿no? ¿Eres mi ofrenda?
Antes de que pudiera aspirar aire para responder, Mara se manifestó a su
lado y la golpeó. — ¡Quita las manos de mi marido, perra!
Devyl no estaba seguro de quién era el más sorprendido por su inesperada
declaración.
Una explosión.
Básicamente, todos quedaron boquiabiertos. Era demasiado para
Mara, quien no había nacido de la violencia. Ese había sido un despliegue
espectacular de la ira de los Aesiran que jamás le habría atribuido a un Vanir
de sangre pura.
194
Furiosa por las acciones de Mara, Strixa se acercó para devolverle el
golpe.
Devyl rápidamente la cogió el brazo antes de que pudiera tocarla. —
Nada de eso, por ahora. Te juro que le pones las manos encima a mi mujer, y
te encontrarás con un lado del demonio, del cual no quieres estar.
— ¿Crees que puedes evitarlo? - ella se inclinó para susurrar en el oído de
Devyl.- Sé lo que eres, y sé a quién sirves. Y no puedes enjaularme. Ninguno
de ustedes tiene esos poderes.
Él le sonrió. — Tal vez no, pero aquí no hay sangre para que te deleites.
No hay almas para que puedas reclamar. Sin embargo, nos has mostrado tu
verdadera forma...
Ella jadeó al darse cuenta de lo que había hecho sin darse cuenta.
Se había unido a él, ya que su maldición le prohibía mostrar su verdadero
rostro a nadie, salvo a sus víctimas. Y como no tenía víctimas en este barco,
ahora estaba esclavizada de él.
Gritando, intentó cambiar de forma para huir. Pero no funcionó. Más que
eso, ella no era la primera de su clase que Devyl había atado de esa manera.
— ¿Mara?
Ella manifestó su espíritu espectro y se lo dio a él para que el cráneo de
lobo permaneciera en la parte superior del astillero mirara hacia el cielo.
Coronado en oro y plumas e incrustado con joyas radiantes, el espectro había
sido el objeto más sagrado en Tintagel por muchas, muchas razones, y no sólo
porque sus antepasados lo habían incrustado en sus escudos de batalla y sus
tronos.
Con este tótem, las generaciones de reyes de Tintagel habían atado,
sostenido, y comandado innumerables demonios, espíritus, y espíritus
malignos. Se decía que era aún más poderoso que la llave de Salomón y el
sello combinados.
Y estaba incrustado en lo profundo de la mandíbula de una calavera,
donde, el anterior poseedor del cetro, colocó su harthfret el día en que le fue
traspasado a ella.
Algo de lo que nunca hablaron, hasta que el heredero del cetro fue lo
suficientemente mayor para comprender las repercusiones de permitir que
alguien más supiera exactamente quién era la persona, y cuán poderoso era
el talismán que heredaría. Este había sido el símbolo del pueblo Dumnonii.
Cada generación de su familia, desde el principio, había ofrecido su
propio sacrificio de sangre al cetro, y con eso, se habían convertido en una de
las familias más poderosas de las Islas Británicas.
Hasta que Vine lo había asesinado brutalmente. Pensando que era un
pedazo de joyería y sin saber que era lo suficientemente fuerte para regenerarse
195
sin él, le había robado el collar de su madre, para usarlo, y lanzó su cetro
lejos, sin saber lo que realmente era. Solo que ahora Mara sabía lo que le
entregaba.
Pero esto…
Esto era la clave de su alma y su poder.
Con eso en mente, arrebató una de las plumas negras de la capa de Strixa
y la puso en la corona brillante, y colorida que formaba una aureola sobre
cráneo.
— Eres mía hasta que te libere.
Strixa dejó escapar una venenosa bocanada de fuego, pero como la
controlaba, no pudo hacerle daño. Sostuvo el cetro para capturar el fuego y
recargarlo con su ira.
Resplandeció como un segundo sol.
Alzando sus colmillos, levantó los brazos y se apartó de ella como si
la quemara. — ¿Realmente piensas que la pobre magia del cetro puede
protegerte?
— En realidad no, pero creo que es un arma que se activará si la ocasión
lo requiere. - dijo lanzándole una mirada de desprecio .- ¿Quieres que lo
comprobemos?
Eso logró calmar a la bruja, ya que no estaba tan segura de lo significaba
esa amenaza. Aunque no le gustaba la idea de pelear con una mujer, no
estaba dispuesto a relajarse y dejar que otra le cortara la garganta. Le gustaba
pensar que había aprendido de sus experiencias, y eso era una lección, que él
definitivamente no estaba ansioso por repetir.
Ella frunció los labios. — ¿Qué quieres de mí?
— Mares tranquilos. Que se calmen los espíritus del agua, y algunas de
tus plumas.
— ¿Plumas? - ella arqueó sus cejas juntándolas en una perfecta expresión
desconcertada.- ¿Para qué?
— Para que yo lo sepa y tú me las des. ¿Tenemos un acuerdo?
Su mirada se deslizó desde él hacia el barco de Santiago, que estaba a lo
lejos, antes de que una lenta sonrisa se extendiera por su rostro.
— Ni lo pienses. Es demasiado tarde para que intercambies su sangre por
tu libertad. Ya estás atada. - esa era la belleza de su gente. La capacidad de
controlar a los de su clase y atarlos era instintiva. Era lo que había permitido
a Mara combinar su fuerza vital con la suya el día que se conocieron. Por
desgracia, ella había sido demasiado joven, sin experiencia con sus poderes,
como para poder hacerlo correctamente.
No era tan tonto.
Y la bruja del agua le pertenecía ahora.
196
Desplegando sus colmillos de nuevo, le mostró un vistazo de su verdadera
forma horrible. — Te arrepentirás de esto.
— Es lo que hago con la mayoría de mis decisiones. - él le sonrió fríamente.-
Ahora dame tu palabra o te ataré a algo muy incómodo por mucho, mucho
tiempo.
— ¡No te atreverías!
— ¿Quieres probarme?
Ella finalmente retrocedió mientras levantaba una esquina de su capa y el
tiempo se calmaba instantáneamente. — Te veré en el fondo de este océano
antes de que todo esté dicho y hecho.
— Y yo me aseguraré de llevarme tu corazón conmigo. - él le arrancó las
plumas para el hechizo y se las entregó a Mara.
Cuando Strixa abrió la boca para hablar de nuevo, usó sus poderes para
transformarla de nuevo en su forma de búho negro. — ¿Qué tal si te quedas
así un poco más? Creo que es lo más seguro para todos nosotros.
Dejó escapar un grito agudo mientras volaba para aterrizar en la barandilla
del barco para mirarlo con sus brillantes ojos rojos.
William se aclaró la garganta para llamar la atención de Devyl. —
Disculpe, capitán. ¿No puedo dejar de preguntarme si burlarse de ella no
es un poco tonto? ¿Más especialmente teniendo en cuenta nuestra situación
actual?
— Por supuesto, señor Death. ¿Por qué sino lo haría? ¿Dónde estaría la
diversión si solo practicáramos la precaución y la inteligencia? Si vamos a
irnos al infierno, yo digo que lo hagamos a toda vela y a la mierda la cordura.
Eso digo
William soltó una risa nerviosa mientras se volvía hacia la tripulación. —
¿Quién está conmigo en este motín, eh?
Bart le dio una palmada en la espalda. — Yo diría aye, pero el capitán
me asusta demasiado.
— Aye a eso, - Zumari estuvo de acuerdo. - Además, le encantaría comer
nuestras entrañas. Me parece que es el único capitán vivo -o muerto- que anhela
un motín.
— Definitivamente explicaría algunas de sus acciones peculiares, - murmuró
Bart, antes de lanzar una exagerada sonrisa hacia Devyl. - No sé por qué dije
eso, capitán. Debe de ser la bruja que ha embrujado mi lengua.
Devyl puso los ojos en blanco ante los comentarios. — Sí, claro. - su tono
llevaba todo el peso de su sarcasmo.
— ¿Y qué pasa con las plumas? - Kalder cogió una de la cubierta para
dársela a Devyl. - No estoy seguro de por qué vale la pena el riesgo de atraer
la atención de la bruja por una cosa tan insignificante.
197
Antes de que Devyl pudiera responder, fue Belle quien dio un paso adelante
y se ofreció. — Porque, señor Dupree, usted podrá nadar con los peces, pero
con lo que tiene en la mano, el resto de nosotros podemos volar con los pájaros.
— ¿Perdón?
Devyl asintió con la cabeza. — Con estas... podemos lanzar un hechizo
que nos permitirá volar. Olvídese de los vientos para encontrar a su señorita
Jack. Iremos por el aire para llegar a ella. Y esta vez, no podrán impedir que
la traigamos de vuelta.
Capitulo 17
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Andy Cruel

— Él no te ama. Tienes que ver que los de esa clase son incapaces de
comprender lo que piensas del amor. Está más allá de sus habilidades.
Mara ignoro las palabras de Strixa mientras pasaba su mirada sobre el
mapa en la habitación de Du esperando que se encontrara con ella allí. — No
sabes nada de él.
Aún en su forma de búho, ella fijó esos extraños ojos rojos en Mara.
— Conozco a los de su tipo. Como tú. Ellos solo valoran el objetivo de su
gente. Eres un peón para lograr lo que quiere. ¿Sabes que es lo peor? Eres su
enemiga.
— Y tú eres una buscapleitos. -Mara tomó un tahalí de Du de donde lo

198
había dejado, lo puso sobre su silla. Tallada a mano con intricados filigranas
celtas, era una pieza de exquisita belleza. Y mucho más pesada de lo que
parecía. ¡Majestuoso! No es de extrañar que el hombre sea tan musculoso,
usando cosas que pesan mucho. - No voy a permitir que te interpongas entre
nosotros.
Strixa sacudió su cabeza de ave salvaje. — Yo no soy la que va a
interponerse entre ustedes. Él es quien lo hará. Él no necesita mi ayuda con
eso. Ustedes dos han roto una regla fundamental.
Eso era realmente lo que ella más temía. Pero se negó a demostrárselo a
la criatura. — Sé lo que tramas y no está funcionando.
Aun a pesar de negarlo, si lo hacía, y ella sospechaba que la bruja lo
sabía tan bien como ella. Devolviendo el tahalí a la silla, Mara paso saliva con
fuerza. Aun si el hechizo de vuelo de Du funcionaba, ellos aún tenían manera
de llegar a las islas que construyeron la Quella.
Antillia no debería ser tan difícil de superar… especialmente si no estaban
en el agua. Era controlado por un grupos de hadas conocidas por seducir a
los marineros y llevarlos a su muerte. Cazaban en las cuevas costeras y en las
rocas donde pedían ayuda, y cuando los incautos intentaran tenderles una
mano, las místicas criaturas les ahogarían. Pero mientras no destruyeran el
barco o se encontraran forzados a desembarcar en Antillia, nada les pasaría.
Las hadas no deberían acercárseles.
Por supuesto, si volaran eso los pondría directamente en el camino de los
clanes de dragones quienes tenían a Jesirat al-Tennyn como su hogar. De hecho,
eso era lo que traducía el nombre de la isla—Isla de Dragones. Esos clanes
despiadados, y sanguinarios eran altamente territoriales y no se tomarían con
agrado que alguien se aventurara a pasar cerca de sus tierras. Escasamente
toleraban a los demás.
Los humanos solo eran vistos como nada más que aperitivos.
Por lo tanto ellos debían pasar Satanazes—la isla demoniaca que estaba
ubicada suficientemente cerca como para tener que aproximarse por mar. A
unas veinte leguas al oeste de Antillia, estaría directamente en el camino y sería
complicado, como siempre lo eran los demonios. Una niebla cubría la isla y
protegía su presencia. Algunos decían que la misma niebla era un demonio.
Los únicos que lo sabían con certeza eran las victimas desafortunadas que
habían sido consumidas o esclavizadas por los habitantes de la isla. Y ninguno
de ellos jamás escapo para decirles a los demás lo que pasaba allí.
En cuanto a la isla Meropis, los rumores decían que estaba habitada por
criaturas caníbales, y chupa-almas que cazaban a cualquiera suficientemente
tonto para aventurarse a ir allá. Eran incluso peores que los demonios, y se
decía que eran más infames.
Más crueles.
Esas islas perdidas eran directamente responsables de muchas de
las leyendas que forjaban la fama del Caribe. Los monstruos y misteriosas
199
desapariciones. Seria hipócrita por parte de ella no creerlas, dado que su
propia raza se transformaba y vivía como árboles.
Aun así…
Ella sabía que los humanos también podían torcer, doblar y exponer
su realidad. Así que lo que se decía y lo que realmente existía podía ser
radicalmente diferente. Un poco de verdad podía ser útil en una imaginación
hiperactiva y exagerar las leyendas que la gente contaba por atención.
Repentinamente, sintió el aire tras ella agitándose. Una sonrisa se extendió
en sus labios por la intensa esencia masculina que la calentaba un instante
antes de que Du cruzara sus brazos a su alrededor y presionara su mejilla con
la suya.
— Lamento que me tomara tanto tiempo escabullirme. Janice requirió más
convencimiento del que pensaba para lograr que se fuera a la tripulación de
Santiago. Pero va a estar más segura desde ahora.
Cerrando sus ojos, saboreó la sensación de ser cubierta por él. Y una
parte de ella quería patearse por los siglos en que los privó de haber podido
pasarla así. ¿Y porque? ¿Vanidad? ¿Estupidez? ¿Terquedad?
Cosas que ya no parecían importar.
— ¿Algo va mal?
Él observó a Strixa. — Nay. Nada que me interese. ¿Qué truco ha forjado
la bruja?
— ¿Perdón?
Él dio un paso atrás. — Si ella es ligeramente como Vine, me estremezco
por las mentiras, dudas, o medias verdades con las que ella ha llenado tu
cabeza en mi ausencia.
Strixa chilló indignada por sus palabras.
Mara rió. — No temas. No le escuché.
— Bien. Porque el único al que debes escuchar es a mí.
Pero mientas se inclinaba contra su escritorio para estudiar el mapa, su
mirada se dirigió a su mano con cicatrices de batalla que jugaba con la punta
de la daga, que sostenía el pergamino. A pesar de sus atrevidas palabras, la
duda jugaba en su cabeza. ¿Y peor aun? Jugaba con su corazón. Strixa tenía
razón. Du era una criatura de extrema y absoluta violencia. El amor no se le
daba fácil o naturalmente. Era un concepto desconocido. Tan extraño para él
como lo era la guerra de generaciones para ella. Aunque sabía que existía,
no quería ser parte de eso y realmente no entendía a aquellos que tenían algo
que ver con eso o porque lo hacían.
Y en este momento, ella no vio al leal capitán pirata en frente de ella. Ella
vio al antiguo señor de la guerra, cubierto de sangre y vestido con su oscura
armadura. Vio sus trenzas y su barba negras. La arrogancia de su contoneo
200
al volver de la guerra y con paso largo cruzar su salón para reclamar a Vine
mientras su sed de sangre aun matizaba sus mejillas
Revelando en su guerra y conquista, que había sido aterrador. Su ferocidad
tal que incluso los sabuesos entrenados para la guerra habían huido, aullando,
por su cercanía.
De hecho, ahora el aire a su alrededor como antes, rechinaba con su
infame poder y cruda determinación. Se acercaba como una viva, respirante
entidad para hacer que los cabellos bajo sus brazos se erizaran. El solo hecho
de que pudiera sin esfuerzo detener a una bruja tan poderosa como Strixa…
Soy un corymeister. Las palabras de Du llegaban a su mente. Él era el
hechicero más fuerte de su tipo. Nadie podía alcanzarlo cuando se trataba de
habilidad de dominar las leyes naturales.
Mara se puso forzosamente rígida al despertar un nuevo y horrible
pensamiento. ¿Y si sus sentimientos no eran nada más que otro hechizo que él
había lanzado? ¿Cómo sabría la diferencia?
¿Era algo de esto real?
El la miro y se cruzó con su mirada.
— ¿Mara?
Ella le ofreció una sonrisa y rogó que él no pudiera sentir que era falsa.
— Aye, lo siento. Estaba perdida en mis pensamientos. ¿Me preguntaste algo?
La sospecha cubrió su mirada, al saber que ella mentía, pero no estaba
muy seguro de eso.
— ¿Estas bien?
— Bien. Preocupada por ese conflicto que se avecina.
Eso pareció aplacarlo. El miró hacia Strixa. — No tema, mí señora. En
tanto ponga su fe donde pertenece, todo va a estar bien.
Mara quería creer eso. Desesperadamente. Pero aun así no podía sacarse
ese enfermizo pensamiento dentro de ella que le advertía que las cosas no
eran como parecían.
Y que Vine tenía algo guardado para ellos algo que ninguno de ellos
podía predecir.

*******

Thorn maldijo mientras retiraba a sus hombres antes de perder otro más
por la horda demoniaca que se desbordaba a través de la brecha entre su
reino y el de la humanidad.
Afortunadamente, esta ruptura estaba en el desierto donde no había
201
alrededor ningún humano para presenciarlo. Pero no hacía que la batalla al
anochecer fuera menos sangrienta o intensa.
— ¡Gabriel!
El general Seraph apenas si esquivo antes de perder su cabeza con el golpe
de una espada. Ligeramente más alto que Michael, Gabriel era un enorme
bastardo. En forma de Seraph, su oscura complexión se veía casi encenizado,
pero su cabello era tan blanco como el de los otros, en cuanto a sus alas y
armas. Su armadura dorada era cegadora en la tenue luz—una ventaja táctica
cuando se combatía con demonios cuyos ojos eran sensibles por vivir a en la
oscuridad, iluminada por las llama durante tanto tiempo.
Y una maldita molestia para Thorn, quien era uno de ellos y, sin embargo,
esta a de parte de Gabriel en este conflicto. Levantando su mano, entrecerrando
los ojos para ver a través del resplandor que enviaba oleadas de agonía sobre
su cráneo.
— Se están escapando por la derecha. - clamó, avisando a los soldados
de Gabriel que aseguraran el área donde los hombres de Thorn se estaban
quedando corto.
Thorn maldijo nuevamente al darse cuenta, cuánta razón había tenido
Michael. Esto era mucho peor de lo que había imaginado. No solo habían
perdido la puerta de Carian.
Habían caído tres.
Las fuerzas de los Cimmerian eran más fuerte ahora de lo que habían sido
por siglos.
Thorn clavó su espada bendita a través del demonio más cercano a él y le
dio un placer antinatural al escuchar el sonido de sus gritos. Normalmente, él
solo los desterraba de nuevo a sus prisiones. Pero hoy, no se estaba sintiendo
misericordioso.
Hoy, quería sangre y almas.
Más que nada, quería escuchar sus gemidos de agonía.
— ¿Que ha pasado que causo este arrebato? - le preguntó a Gabriel.
— El Malachai mató a su hijo y absorbió nuevos poderes. Cuando lo hizo,
rompió los sellos de las puertas.
Gruñendo, Thorn retomo su lucha. Eso sería suficiente. — ¿Quién era la
madre?
— Una puta demonia que quería volver a caerle en gracia a Noir. Después
de que el Malachai la atacara, ella deseaba intercambiar el cuerpo del chico y
el alma de Adarian por su libertad. Lastimosamente para cuando el niño trató
de matar a su padre, aprendió de primera mano que, Adarian no dejaba que
su devoción de padre se pusiera en medio de su auto-preservación.
Thorn giró sus ojos ante esa pizca de conocimiento popular sobre el
202
Malachai, y el ardid típico que demasiadas mujeres demonio habían usado
por siglos para intentar acabar con Adarian. Eso era lo que hacía al demonio
Malachai tan increíblemente poderoso y peligroso. Porque solo el Malachai
tomaba los recuerdos y poderes de todos sus predecesores cuando llegaba a
la edad y asumía su rol como el jodido líder, se volvía más fuerte con cada
generación. El actual Malachai, Adarian, había durado más que cualquier
otro antes que él.
Afortunadamente para la humanidad, Adarian odiaba a Noir y a Azura—
los dos dioses primarios a los que servía y estaba atado—y había escapado
de ellos para ocultarse en el reino mortal. Mientras Adarian permaneciera
libre y lejos de ellos aquí en el plano humano, el mundo no acabaría. Pero si
él se reconciliaba con ellos, o una mujer-demonio alguna vez engendraba un
Malachai que pudiera derrotar a Adarian y asumiera los poderes de su padre
el antiguo Malachai…
Thorn definitivamente besaría a su padre y vendería al mundo. Esa sería
la única forma de sobrevivir al holocausto seguro.
Eso era lo que todos temían. Al Malachai que había sido profetizado
quien acabaría con el mundo y provocaría el reinado eterno de los demonios.
Aun, habiendo dicho eso, el pensamiento de Adarian absorbiendo nuevos
poderes era aún más aterrador para Thorn. Porque tarde o temprano, cuando
Adarian pensara que tenía suficiente fuerza que colme la copa, iría tras de
Noir y Azura para conseguir su completa libertad de ambos, y la batalla no
sería nada buena para el mundo.
Podría incluso ser peor, dado el sentido inherente de tener todo el derecho
de hacer lo que quiera y el odio de Adarian.
Peor aún, su sed de sangre.
Y definitivamente Thorn sabía de eso. Él había estado envuelto en tal guerra
anteriormente la cual había casi acabado con la existencia de todo lo que
la humanidad conocía. Porque ganara, perdiera, o empatara, el Malachai
no iba a volver a su encierro, y Noir y Azura carecían de los poderes para
matarlo. Solo podían esclavizar a su mascota favorita.
Lo cual también era parte de la profecía.
Un día, el Malachai esclavizaría a los dioses antiguos y los reemplazaría
a todos. Y cuando se fueran, y la maldición con ellos, su demonio Malachai
gobernaría como el supremo poder del universo y restauraría su linaje.
Otro ejército de Malachai se alzaría y nadie sería capaz de hacerles
frente.
Ningún dios, o humano. Ni siquiera alguna criatura sobrenatural.
Todos se consumirían o se arrodillarían ante él.
La única esperanza era una leyenda sombría sobre el Excambiare
203
Malachai. Como el primogénito de Malachai, conocido como Monakribos,
este sería concebido de partes iguales de poderes de luz y de oscuridad.
Mientras que Monakribos tenía un padre de la luz y una madre de la oscuridad,
el Excambiare tendría una madre de la luz y un padre Malachai de una total
oscuridad.
El nacimiento del Excambiare completaría el ciclo de los Malachai
y restauraría el balance cambiado por los miles de Malachai que habían
aparecido antes de Monakribos. Rompería la maldición que había sido puesta
en el linaje de los Malachai por los dioses primarios, y destrozaría los lazos
entre Cimmerian y Malachai. Él sería libre de servirse a sí mismo, y ya no
estaría atado solamente a la maldad.
Después de todos estos siglos, el Malachai existiría como una criatura
balanceada completamente.
Regreso a la maldad. Eso era, después de todo, lo que el universo siempre
se empeñaba en lograr. Y como una de esas herramientas elegidas solía
mantener tal balance, Thorn estaba acostumbrado a los juegos que planteaba
el universo.
Pero realmente nadie creía en la leyenda. Sobre todo por como el Malachai
era concebido. Nacían en actos de extrema y completa violencia. Era por eso
que sus madres casi siempre eran demonios. Los humanos rara vez sobrevivían
al sexo con su odiada estirpe, y el Malachai evitaba a las diosas porque la
divinidad tendía a amontonar aún más maldiciones sobre su ya condenado
linaje.
Así que el concepto de una madre biológica nacida del lado de la luz,
que amara a su hijo Malachai, era inconcebible y casi tan probable como que
Thorn abrazara a su padre y tomara una cerveza con la bestia.
Por supuesto, no era de ayuda que tan pronto como cualquier hijo de
Adarian llegaba a la pubertad y mostraba cualquier signo de tener poderes
Malachai, Adarian lo asesinaba y tomaba todas las habilidades del niño.
La última vez que eso paso, había sido suficientemente sanguinario.
Ahora…
— ¿Cómo es que Adarian es tan fuerte si no está viviendo con Noir y
Azura?
Gabriel hizo un gesto mientras mataba un demonio en frente de él y se
balanceaba para estar frente a Thorn. — Como el parasito que es, se alimenta
del odio y la violencia de los humanos. Solo Dios sabe, que hay demasiado de
eso alrededor. Él encontró la manera de canalizarlo hacia sus propios poderes,
así que cuando asesinó a este hijo reciente, algunas de las puertas colapsaron.
— ¿Y sus generales?
— Hasta ahora, ninguno de ellos ha escapado de su prisión para correr
204
a su lado. Roguemos porque continúe así.
Definitivamente. Esa era la última cosa que necesitaban por encima de
este desastre la liberación de los jinetes de la Apocalipsis.
Si, preferiría evitar lidiar con esos jodidos cabrones por un buen rato.
— Tengo que avisarle a Bane y a los otros.
Gabriel tomo el brazo de Thorn empezando a retirarse. — Conoces las
reglas. Si interfieres ahora terminas con su libertad condicional.
La mandibular de Thorn se aflojó. — ¿Qué hay del medallón de Michael?
— Puedes devolverlo después. Pero por ahora… - Gabriel hizo un barrido
con la mirada sobre el desértico campo de batalla donde estaban lentamente
perdiendo terreno. - Te necesitamos aquí.
Thorn se burló. — ¿El Sarim me está pidiendo ayuda a mí? ¿En serio?
Y de hecho eso era lo que siempre había querido. Que le aceptaran como
uno de ellos. Aun así, sabía que no debía tener fe en este día o su trato no
duraría. Esto no era más que necesidad. No había verdadera camaradería
aquí. Ni afecto.
Él no era uno de ellos y todos los sabían. Pero era una oportunidad de
probarles que no era el desleal pedazo de mierda que había sido su padre.
Así que se quedaría y pelearía.
Sin embargo, como se mostraba, él no era el desleal pedazo de mierda
que su padre había sido. Y no iba a dejar a los Deadmen colgados tampoco.
No con lo que venía atravesando esta puesta, o con la de Carian. No cuando
ellos dependían de el para mantenerlo al tanto y seguros. Él jamás abandonaría
a sus hombres. A pesar de sus genes y lo que los demás pensaran de él.
Al demonio con las reglas y códigos. Ellos eran sus amigos.
Más que eso, sus Hellchasers eran lo más cercano que tenía a una familia
que el alguna vez hubiera conocido y él morirá ante que defraudar a cualquiera
de ellos.
Retirándose a la sombra de una palma, usó sus poderes para conjurar a
su acompañante sharoc. — ¡Sorza!
Tan oscura como la nostalgia por la que fue nombrada, ella apareció a su
lado. Apenas una delicadeza que solo él podía ver.
Thorn sacó el medallón de su bolsillo y se lo entregó. — Necesito que le
lleves esto a Devyl. El sabrá qué hacer con esto. Y dile que no le he abandonado.
Estaré en contacto tan pronto pueda.
Ella frunció el ceño. — ¿Me estas pidiendo que haga el bien?
— Eso hago.
Eso solo la confundió más. Pero desapareció y lo dejó continuar su pelea.
Thorn levantó su escudo y persiguió a un demonio que estaba volando
hacia la espalda de Adidiron. No llegó lejos antes de que el demonio diera la
205
vuelta para enfrentarlo con una sonrisa sarcástica que era demasiado familiar.
Paimon.
Maldito.
— Hola, hijo mío.
Thorn se estremeció antes ese “amigable” saludo. — No me llames así.
— ¿Porque? ¿Eso es lo que eres, o no?
Thorn curvó sus labios. — Solo porque hayas aportado el esperma, no
significa que estemos relacionados. En serio, Paimon… solo eres un proxeneta
mediocre haciendo lo que sea que te hayan dicho.
— ¿Eso convierte a tu madre en una puta, o no?
Thorn esquivó el golpe de la espada que le hubiera cortado la cabeza de
haber hecho contacto. — Tus palabras son tan torpes como tus habilidades de
pelea. Mi madre vendió su alma para concebirme. Eso es un hecho innegable.
Llámala como quieras. En lo que a mi concierne me tiene sin cuidado.
Sobre todo porque su madre lo había odiado al momento en que había
nacido por dicho trato. Y Thorn odiaba a todos los que hubieran puesto una
mano en su concepción—su madre, su padre, Jaden, Paimon, y Lucifer. Al final
del día, todos habían tomado turnos para joderlo.
Lo cual no era nada comparado con lo que su padrastro había hecho el
día que supo de su trato. Y el hecho de que su “amado hijo y heredero” no era
realmente suyo, sino de hecho un cruel engaño a su ingenua estupidez hecho
por una conspiradora zorra y su amante demonio para que pudiera mantener
su posición y su amante pudiera conspirar para robar su trono.
Aye, Thorn aun tenia esas cicatrices.
Por dentro y por fuera.
Por esa razón era que luchaba con tanta fuerza ahora. Nadie debía ser
usado para el beneficio de otros. Maldecido porque alguien más fuera egoísta
y les vendiera sin importarle lo que eso significara para ellos una vez se supiera
la verdad. Él no había tenido elección en lo que le habían hecho.
Esa furia y odio lo habían convertido en un monstruo en esa época en su
existencia humana cuando debió haber estado tranquilo y ansiar una vida
bien llevada. En vez de eso, se convirtió exactamente en lo que su padrastro
había querido que fuera para lo que lo había entrenado.
El feroz señor de la guerra que por siempre guiaría a su ejército sobre
campos saturados de sangre. Y la cabeza de su padrastro había sido una de
las primeras que había reclamado como trofeo-venganza por la traición de
haberlo desechado tan brutalmente por algo que no podía evitar.
Así, por un tiempo, Thorn había sido alegre y feliz jugando a la bestia, y
asesinando a todo con lo que hiciera contacto.
Hasta el día en que se vio a si mismo por lo que realmente era. Y esa visión
206
aun lo persigue en una forma en la que ningún demonio o monstruo jamás
podría. Porque supo la verdad.
Él era esa cosa aterradora que les daba pesadillas a hombres adultos y a
demonios despiadados.
Pero nunca más.
Thorn no dejaba de burlarse de la forma cornuda, y horrible de Paimon. —
Arrástrate a casa, asqueroso bastardo. Deslízate a tu fosa y quédate ahí hasta
que encuentres un indicio de decencia.
Paimon se rió en su cara. — Has sido corrompido por la humanidad.
¿Cómo puedes poner tu fe en algo tan patético y débil?
Él sonrió con superioridad. — Vivimos por la fe. No por lo que vemos o
comprobamos.
— ¿Cómo puedes tener fe después de la manera en la que se volvieron
contra ti y lo que te han hecho?
Encogiéndose de hombros, Thorn contesto con la simple verdad. — Las
pruebas de fe generan perseverancia, y la fe sin acciones no vale nada.
Paimon grito en su cara. — ¡Igual que tú!
*******

— No estoy segura de este hechizo tuyo, Du. - los ojos de Mara se


ensancharon al ver el tamaño del cuervo que había convencido de levantarlos
y transportarlos.- Cuando dijiste que volaríamos, pensé que te referías a que
sería sin ayuda.
Le sonrió. — Nay, mi preciosa blodwen. Pero no te preocupes. No es lo
que estás pensando. No podríamos estar en mejores garras, confía en mi.
Famosas últimas palabras, eso. Ella no estaba segura de si alguien podría
controlar algo tan grande. Y él se rehusaba a decirle exactamente como había
conjurado esta ave gigante bestial.
Incluso Belle parecía escéptica mientras todos se reunían en cubierta para
mirar al ave sobre ellos. Con masivas garras, agarró las barandas y los levantó
por un cielo tan oscuro como la misma ave. Su corazón palpitando de miedo,
se aferró a la soga más cercana y paso saliva.
El viento de sus alas golpeaba contra ellos. Frio y placentero por encima
del calor, y aun así perturbador por ser antinatural.
William miro a Bart. — ¿También estás pensando en alimentar con Roach
a esta bestia?
— ¿Cómo lo adivinaste?
207
— La expresión en tu rostro. Eres muy transparente.
Roach les paso una nada entretenida mirada a ambos que obligó a Mara
a apretar sus labios para evitar reírse. Pero en el fondo apreciaba su humor,
dada la seriedad de esto, y su agitación al respecto.
Solo Duel parecía tranquilo. Maldito por esa confianza. Pero de hecho
nada parecía agitar a la bestia.
Con el corazón en su garganta, apretó su agarre. Como sintiendo su
intranquilidad, Du se acercó para pararse tras ella. — Va a estar bien. Yo
confió en nuestro cuervo.
El problema era, que ella no lo hacía. ¿Cómo podría? Ella no sabía nada
de la criatura o de donde venía.
Preocupada, se volvió hacia Duel y a la comodidad que le ofrecía.
Honestamente, lo que más quería era ir a sus brazos y tenerlo abrazándola de
nuevo. Hundir su rostro contra su pecho y dejar que la esencia de su piel la
tranquilizara hasta que se llevara hasta el último pedazo de miedo y confusión.
Y aun una parte de ella estaba asustada de estar tan cerca de él, porque
él era un poco peligroso para su juicio y su razón.
Él se cruzó con su mirada y frunció el ceño.
— ¿Que? - la palabra fue más un ladrido que una pregunta, y eso, justo
ahí, era parte de su miedo sobre esto. Él siempre era impredecible.
Pasando saliva, miró hacia el ave, y luego hacia el hombre que lo
controlaba. — ¿Alguna vez has tenido miedo?
Él se estiró para tomar su cabello, y dudó al darse cuenta de lo que estaba
haciendo y cuantos estaban suficientemente cerca para ver. — Aye. Muchas
veces.
Ella no podía imaginarlo. No Duel. Él siempre era tan seguro y bajo
control. Realmente nunca había visto verdadero miedo de él. No como lo que
mostraban otros hombres. — Nómbrame una vez.
— Cada vez que me acerco a ti, - él susurro contra su oído.- Me aterra que
me rechaces.
Ella iba a burlarse por su respuesta, hasta que captó la sinceridad en esos
oscuros ojos. — ¿Como podrías temerme?
— No te temo, Mara. Temo al poder que tienes que me reduce a tu estúpido
sirviente.
— Me halagas.
— Solo digo la verdad. Si me hubieras visto alguna vez, lo hubieras visto
plenamente. Vine lo sabía, y es por eso que nunca esperé su complete lealtad
ni su corazón.
Y con eso, se alejó para comprobar como estaban los otros.
Las lágrimas brotaron en sus ojos mientras se ahogaba en el dolor en su
208
garganta que sus propias palabras angustiadas habían forjado. Quería decir
que era una mentira. Decir que él estaba fingiendo y tratando de debilitarla.
Pero ella no podía.
Porque en el fondo ella vio como era. Las veces en que sus miradas se
encontraban por años cuando vivieron en Tintagel y se había puesto sobrio
como si alguien le hubiera dado un puñetazo. Más que eso, ella recordaba
la manera en la que corría a su lado si alguna vez se sentía enferma o si
necesitaba algo. Incluso dejaba a su hermana en esos casos.
Aye, eso enfurecía a Vine cuando él hacia tal cosa. Muchas veces, ella
se lanzaba con una desagradable furia hacia ellos. Du había ignorado sus
insultos y Mara los descartaba como parte de los celos irracionales de su
hermana. Siempre había sido parte de la personalidad de Vine que podía
ponerse furiosa por las cosas más insignificantes. Así que nunca había pensado
nada al respecto en ese entonces.
Pero ahora…
Mara recordo la primera vez que ella apareció en la corte de Duel después
de que la trajo con él…
— ¡Ella es una puta Deruvian! ¡Yo digo que deberíamos obtener algo de
entretenimiento de la chica por los problemas que nos hicieron pasar! ¡Deja
que todos tengamos un turno con la perra! ¡Nos lo ganamos por la sangre que
hemos derramado!
Duel había destripado despiadadamente al soldado más rápido de
lo que tardaba en parpadear. Más rápido de lo que cualquiera, incluso un
descuartizador, podría anticiparlo. De hecho él estaba en medio de su próxima
frase cuando Duel lo había atacado sin avisar.
Con su espada cubierta de sangre del hombre mientras el pobre jadeó su
último suspiro, Duel había mirado a los nobles y guerreros reunidos dentro de
su oscuro, y sombrío salón. — Si alguien más tiene un problema con la dama,
va a tener un problema conmigo. Van a respetarla y a hablarle como si fuera
uno de ustedes Y una reina, nada menos. No dejen que encuentre a alguno
cerca de ella, por ningún motivo, o voy a hacerlo desear que su propia madre
lo hubiera destripado al momento en que cometió el error de parirlo.
Mara había asumido que esas palabras gruñidas eran motivadas por el
hecho de que ella había unido sus vidas y temía que la mataran por ignorancia
y resentimiento.
Ahora…
Ella se avergonzó al darse cuenta de cuan estúpida había sido. Cuan
desagradable y egoísta. ¿Pero cómo podía saber que el sentía algo más que
odio por ella, después de lo que había hecho? ¿Qué su protección había
surgido de algo mucho más delicado que su auto preservación?
209
Soy tan tonta.
Belle vino y tocó su hombro... — Deja ir el pasado, ma. Es una sombra
fugaz que nunca puede ser atrapada.
— Estoy tan enojada conmigo misma, Lady Belle.
— Siento el dolor que vive en tu corazón, Mara. ¿Piensas que no hay
nadie aquí que no sea un refugiado del monstruo llamado pasado? En la
superficie, parece que intercambiamos nuestras almas por otra oportunidad
de ser libres, pero la verdad es que todos esperamos encontrar algo a lo que
podamos aferrarnos que pueda matar a la bestia dentro de nosotros. Algo que
apacigüe nuestra culpa y nuestra conciencia. Eso es lo que estamos esperando
salvar. No nuestras almas. Sino nuestra cordura.
Ella apretó la mano de Belle. — Eres una buena amiga. Mucho más de lo
que merezco.
— Nay. Tu jamás querrías saber qué fue lo que causó mi maldición, ma. Es
suficiente decir, que estoy agradecida con que el capitán aprobara mi perdón
cuando Thorn le ofreció mi servicio. No muchos lo harían, dados mis crímenes.
-ella miro hacia los otros.- Él es más de lo que le reconoces.
— ¿A que te refieres?
— Piénsalo. Thorn le dio la habilidad de vetar a cualquier miembro de su
tripulación por cualquier razón, sin preguntar. ¿Te hace pensar que es lo que
el Capitán Bane vio en este montón de seres lamentables y hacerle creer que
valíamos la pena ser redimidos, o no? -ella sacudió su barbilla hacia el timón.
- ¿Y Sancha, sabes porque toma?
Mara sacudió su cabeza.
— Ella dejo su hija sola con el hombre que la concibió, pero no quería ser
un padre. La verdad fue, que en ese entonces Sancha tampoco quería ser una
madre. No hasta que llegó a casa después de salir de juerga con sus amigos
solo para encontrar a su hija muerta por la insensible mano del canalla al
que se la había encargado. Demasiado tarde, se dio cuenta de lo mucho que
amaba a su niña, y que realmente no le molestaba la responsabilidad de ser
madre, después de todo.
Con sus ojos llenos de lágrimas, Mara gimió ante el horror que la pobre
Sancha debió haber enfrentado esa noche. No le extrañaba que fuera tan
dura ahora. — ¿Que hizo ella?
— Sin una sola palabra, tranquilamente tomó su fusil y le disparó en donde
estaba sentado. Dicen que la encontraron sentada en el cuarto de su hija,
sosteniendo la bebé mientras aún estaba cubierta por la sangre de su esposo.
No creo que ella haya estado sobria desde entonces. Porque cada vez que
ella lo está, ella ve el rostro de su hija y se culpa únicamente por lo que pasó.
No puede soportar esa culpa. Por eso tomó el nombre Sancha Delarosa-
210
Santa señora de la tristeza. Su nombre real era María Esmeralda de la Vega y
Tarancón. Más puntualmente, Donna Maria Esmeralda de la Vega y Tarancón.
— ¿Ella era de la nobleza?
Asintiendo, Belle presionó su mano contra el amuleto que nunca se quitaba
de su cuello. — Y Kalder… él estuvo envuelto en todo tipo de maldad en sus
tiempos. Por quien y lo que es, pensaba que estaba por encima de todas las
leyes humanas.
— ¿Lo atraparon?
Belle sacudió su cabeza. — Aquellos a los que engañó confundieron a su
honesto hermano con él. Le dieron una paliza al pobre chico hasta que murió.
Apenada, Mara apretó sus dientes por la completa miseria que debió haber
atormentado al pobre marinero. — ¿Lo encontraron a él, también, después de
que tomaron a su hermano? ¿Así es cómo murió?
— Nay. A diferencia de su hermano, él era un peleador, de los pies a la
cabeza. Ellos jamás habrían podido derrotarlo en una pelea. Fue su propia
madre la que lo hizo, cuando Kalder vino a casa a presentar sus respetos. Ella
dijo que era lo correcto que se uniera a su hermano en la muerte, pues era
la razón por la que su hermano estaba en el muelle ese día. Aparentemente,
Kalder había estado esperando encontrarse con él para hacer alguna estrategia
que había planeado, y se distrajo con una rolliza sirvienta. Así que mientras su
hermano yacía por la golpiza que no debieron darle, sin recibir ayuda alguna,
Kalder estaba ocupado con algunas necesidades básicas.
Mara sintió su estómago revuelto. Eso explicaba demasiado sobre el
Myrcian. — Por eso ha sido célibe.
Belle asintió. — Por la culpa, no ha querido acercarse a ninguna mujer.
No hasta que llegó nuestra Señorita Jack. Así que aunque pueda coquetear
con alguna, nunca va hasta el final con eso.
— Y ahora se culpa por lo que le pasó a ella.
— Aye.
Mara miró alrededor mientras un escalofrío cruzo por su espalda. —
¿Porque me estás diciendo esto?
— Quiero que recuerdes que la cruz que cada uno de nosotros lleva, no
es realmente la que llevamos en la muñeca. Es la de la culpa, esa es la que
cargamos dentro de nuestros corazones. Mientras, ambas duelen hasta los
huesos, no son nada comparado con las traiciones de los amigos en quienes
confiamos y la familia que nos calcinó en lo profundo del alma. Eso es lo
que realmente representa el rojo Jack, Mara. Una calavera con colmillos que
nos recuerda la mordida eterna que viene de tan desagradables traiciones.
Y el listón a su alrededor es la promesa eterna del capitán de que nunca nos
traicionará. Sin importar nada, el seguirá confiando y estará a nuestro lado
211
por cualquier horripilante infierno que cruce nuestro camino.
— ¡Capitán! - la voz de Kat se oyó en medio de la tripulación por encima
de su cabeza, interrumpiendo las palabras de Belle.- ¡Alerta!
Tan acostumbrados al mar conteniendo todas sus amenazas inminentes, le
tomo a Mara un momento darse cuenta de que no era esto lo que les estaba
avisando.
Nay, esta amenaza provenía de los cielos.
Había un grupo de dragones, y se acercaban justo hacia ellos.
Capitulo 18
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Luna Miriel

— ¿Paden? - Cameron trepó hacia su hermano con sus brazos y rodillas


tan temblorosas que amenazaban con ceder en cualquier momento.
Él estaba tan maltrecho y herido que ella casi no pudo reconocerlo. Y aun
con la deformación de su cuerpo y la extraña palidez de su cabello, ella lo
habría reconocido en cualquier lado.
O eso pensó.
En cuanto lo alcanzó él la miró con ojos tan oscuros como el carbón que
estaban inyectados de sangre. Le siseo, mostrando sus colmillos.
Gritando ella se alejó. — ¡Que han hecho contigo!
Dejó salir un gruñido inhumano al deslizarse por el sueño tras ella como

212
un perro rabioso con el propósito de destruirla.
Aterrorizada y renuente a hacerle daño, se encogió en una esquina y
sostuvo sus brazos para protegerse lo mejor que podía. Las lágrimas rodaron
por sus ojos. Ella susurro una oración por protección. — En el nombre de Saint
Michael, querido Dios, líbrame del mal. Cuídame de la violencia y fija tu
escudo alrededor de mi cuerpo. En el nombre del Padre. Del Hijo. Y del Espíritu
Santo ¡Por favor, Paden, por favor! ¡Ten piedad!
Con su respiración agitada, se detuvo por un instante antes de que le
arrancara la garganta. La saliva goteó de sus colmillos hacia su cuello mientras
se aproximaba tan cerca que su aliento rancio quemaba su piel.
— ¿Cammy? - dijo su nombre en un susurro angustiado.
— Aye, hermano.
Dejo salir un quejido tan profundo que parecía salido de las mismas
entrañas de su alma. Su cuerpo temblaba, la tomó en sus brazos y la apretó
fuertemente contra él mientras secaba sus lágrimas de sangre.
— Oh, que preciosa y dulce.
Paden apretó su agarre sobre ella al punto de hacer que doliera. Un latido
después, sus alas se extendieron en su espalda. Cuando trato de elevarse, los
demonios agarraron sus cadenas y lo arrastraron lejos de ella, entonces lo
azotaron contra el piso.
Ella trató de ayudar, pero la mujer voluptuosa en una armadura de color
rojo sangre usó sus poderes para lanzarlo contra la pared. Y la mantuvo allí
con una facilidad que le hizo que Cameron se enfureciera.
Chasqueando los dientes, sonrió con suficiencia. — Ya, ya, pequeños
engendros de Michael, no podemos permitir nada de esto.
— ¡Déjala ir, Gadreyal! - gruñó Paden.- ¡Esto no tiene nada que ver con
ella!
— Oh, pero claro que tiene que ver. Y si hubieras querido dejarla en paz,
hubieras cooperado. Pero ahora… - dejo salir una malvada, y malintencionada
risa.- Deberíamos jugar un pequeño juego llamado Planta la Semilla. Uno de
ustedes la llevara, pero ninguno sabrá quién es. Al menos no hasta que haya
echado raíces y crecido hasta ser la bestia que no puede ser derrotada y sea
muy tarde para detenerlo. - su risa hizo eco en el lugar - Aye. Tendré la cabeza
de Dón-Dueli, y los engendros de Michael serán los que me la traigan.
Su sonrisa murió un instante después cuando un demonio se manifestó
detrás de ella y susurró a su oído. — ¿Que? - gruñó.-
— Aye, mi lady. Se han abierto camino y se aproximan a la puerta.
Sus rasgos se volvieron como una piedra. — Reúnan mi ejército. Esta vez
devolveremos a los Deadmen de Thorn al infierno que los engendró.

******* 213
Usando sus pensamientos, Devyl dirigió al cuervo para bajarlos al mar
apenas un momento antes de que los dragones empezaran con sus implacables
ataques. Su incendiario aliento alumbraba el cielo mientras veían el barco
hundirse. Bolas de fuego explotaban por doquier
El cuervo se transformó de Nuevo en Simon Dewing, el cual asustó al resto
de la tripulación, al notar que Devyl había usado las plumas de la bruja para
hacer un hechizo para agrandar la alterada encarnación de su aprendiz.
Como un metamorfo, Simon había sido de ayuda varias veces para ciertas
tareas. Pero nunca más que ahora.
Mara le sonrió con suficiencia. — Pudiste decirnos quien era el ave, lo
sabes.
Guiñándole un ojo, chasqueó una extraña sonrisa hacia ella. — ¿Y
perderme la mirada en todos sus rostros? ¿Qué diversión habría en eso, amor?
Tengo que encontrar alguna diversión en mi muerte.
Con una profunda risa, Simon pronto fue a pararse junto a Kat y Roach.
Pasó su brazo alrededor de Kat, quien le sacudió cabeza y giro sus ojos.
— Debí saber que eras tú.
— Aye, debiste. Ya no te voy a dejar en paz. Ni siquiera me extrañaste o
preguntaste por mí… Y vi la manera en la que mirabas a Bart en mi ausencia.
No creas que no lo hice. Al demonio que lo vas a pagar, recuerda mis palabras.
Kat sacudió su cabeza hacia Bane. — Este es el otro Devyl al que ahora
debemos pagarle y el que más me preocupa, mi amor.
Simon pasó su brazo alrededor de los hombros de Kat y lo atrajo más
cerca para darle un beso a un lado de su cabeza. — No te preocupes. Nadie
va a ponerte las manos encima más que yo. Van a tener que pasar primero
por mí. -desenfundo su espada y usando sus poderes le prendió fuego a su
espada.-
Devyl y Bart tomaron la primera oleada de dragones que volaron a atacar
el barco mientras William fue junto a Mara para poder protegerla. Bart y
Devyl desviaron la ardiente y viscosa saliva de los dragones antes de que
pudiera caer en el piso o que encendiera en llamas las velas. Gracias a los
dioses que Bart y Will eran tan hábiles con la magia como él.
Siendo ellos Simeon Magi era una de las razones principales por las
que Devyl había aceptado a Will y Bart como su mano derecha e intendente
de su tripulación. Eran de la vieja escuela. Altamente entrenados y mortales
en simplemente cada enfrentamiento. Mientras su mano astral estaba ligada
cuando estaban cerca de baretos, o humanos no iniciados que no sabían
de los verdaderos peligros sobrenaturales que los rodeaban, aquí en aguas
abiertas, por su cuenta…
214
Bart y Will eran tan letales como él, lo cual era bueno, ya que necesitaría
de ellos para sobrevivir este día.
— ¡Preparen los nueve cañones largos! - Devyl gritó a sus artilleros mientras
revisaba la mejor manera de defender el barco y a la tripulación contra las
amenazas que venían.
Esos serian su habitual mejor defensa. Un cañón medio no sería
suficientemente preciso a la distancia en que los dragones estaban volando
y las culebrinas no disparaban una munición suficientemente pesada para
penetrar las escamas de los dragones.
Aye, esa carga solo los enojaría.
Igual que su fuego filosofal. Ya que los dragones respiraban fuego, no
era el arma más óptima contra ellos pues tenían escudos contra el fuego. Su
pellejo era duro y fuerte como para perforarlo. Peor que intentar arponear a
una ballena con una espada. Mientras no era imposible derrotar a un dragón,
era una habilidad especial y ninguno a bordo era un mata dragones de oficio.
Maldito sea por ese descuido. Él debió haber pensado con anticipación en
eso.
Pero estaba bien. Todos sus artilleros eran Aru Mages - cortesía de un muy
rebelde Thorn. Normalmente, ese tipo de criatura demoniaca era reservada
por los Sarim solo para los Necrodemians. Y estarían totalmente furiosos de
encontrarlos a bordo del Sea Witch a las órdenes de Devyl.
¿Porque? Porque eran un arma secreta que los Hell-Hunters no querían
que cayera en manos de sus enemigos bajo ninguna circunstancia. Una raza
especial de demonio, un Aru Mage era capaz de asumir cualquier forma
metálica o artefacto que un Necrodemian pudiera necesitar para luchar contra
la horda de Cimmerian.
Y eso era una ventaja que podría permitirles salir victoriosos este día.
Lanzando su fuego, Devyl derribó a un dragón, lo cual solo hizo enojar a
otro.
¿De cualquier modo, como habían visto el barco las bestias? Todos ellos
habían estado usando sus poderes para ocultar su presencia mientras se
acercaban al territorio de los dragones. No tenía sentido. Ninguno de ellos
debió ver un solo hilo de las velas. Su respuesta vino unos pocos segundos
después cuando unas nubes rojizas se apartaron y vio a las otras criaturas
aladas volando junto a sus enemigos…
Debí saberlo.
— ¡Iri! - gritó para advertirles a sus hombres y que ellos pudieran prepararse.
Estos eran los Seraphim quienes se habían vuelto en contra de sus
compañeros—o los hijos de aquellos traidores quienes habían elegido luchar
con sus padres y madres en contra de Gabriel y sus guerreros Kalosum - eran
215
lo que los Necrodemians habían estado creando específicamente para pelear.
Y eran mucho más poderosos que los demonios que la tripulación de Devyl
había reclutado para devolver a sus respectivas dimensiones. Estos eran los
comandantes de más alto nivel. Los más poderosos de su clase.
Más que eso, ellos habían sido alguna vez aliados de Devyl.
Maldijo al ver a Gadreyal liderándolos. Ella era una asquerosa desgraciada.
El tipo de creatura demoniaca que ningún hombre quiere encontrarse a solas.
Excepto por Devyl. Él disfrutaba de una buena pelea con un oponente
semejante.
En particular, él quería un trozo de su muy atractivo trasero para colgarlo
en su pared por lo que le había hecho. Justo al lado de la cabeza de su ex
esposa.
— ¡Gadreyal! - gritó, llamándola aparte de sus hombres mientras los
cañones giraron para apuntar a su nueva amenaza dejando a los dragones.-
Al momento en que ella lo vio, sus ojos se iluminaron con un rojo vibrante
y se lanzó hacia él de inmediato. Pero el estaría condenado, ella sería su
principal tortura. Tuvieron siglos de mutuo odio que acunaron contra el otro.
Ella paso por encima de sus hombres y dejó a sus dragones y soldados atrás
para lidiar con el resto y el cañón de fuego para así poder tomar a Devyl en
persona.
Lo bueno, fue que había sido suficiente para hacerlo sonreír.
— Bueno, bueno, - se burló, batiendo sus alas. - Pero si es mi juguete
favorito. - desenvainó su espada. - ¿Ya estás listo para darme lo que quiero?
— Aquí no estoy recluido, Gaddy.
La derribó con una explosión.
Gritando, aterrizó ante él y atacó.
Devyl sostuvo y desvió su estocada con su propia espada y avanzo con
la habilidad que le había hecho ganar incontables batallas. El ya no estaba
atado con cadenas, ni debilitado por una completa inanición. Tal vez él no
tenía aún su fuerza completa, era mucho más fuerte de lo que había sido por
siglos.
Ella estaba lista para una intensa batalla y él estaba listo para dársela con
todo lo que tenía—fuego mágico, colmillos y manejo de espada.
Por el borde de su ojo, él revisó a sus hombres, quienes estaban enfrascados
en peleas similares con el resto del ejército mientras estallidos de cañón hacían
tambalear el barco bajo sus pies y le ensordecían. Afortunadamente, su
tripulación parecía arreglárselas por su cuenta.
Bien. Él no quería ninguna distracción. Solo quería su cabeza en una
estaca.
Gadreyal le chasqueo sus dientes. — Se un buen chico, Duel. Ríndete y
216
se lo dejaremos fácil a todos ustedes. ¿Seguramente quieres estar en el lado
correcto del conflicto otra vez?
— ¿Planeas darme la garganta de Vine por eso?
— Sabes bien que no puedo hacer eso.
Bueno, entonces eso terminaba la discusión. Y cualquier pensamiento que
tuviera sobre cambiar de bando.
No era como si realmente se le hubiera pasado por la cabeza. Le había
dado su lealtad a Thorn. Y a diferencia de otros, él jamás iba en contra de su
palabra.
Se abalanzó por su cabeza y le lanzó un golpe con su fuego.
Lamentablemente, ella lo esquivó y se lo devolvió con un disparó de los
suyos.
Él se deslizó sobre el piso en su hombro. Maldición, eso dolía. Saltando
sobre sus pies, se sacudió el dolor e ignoro la vista de la mancha de sangre
que había dejado atrás en las tablas. Por Dios, que no iba a permitir ningún
tipo de agonía se metiera en esta pelea.
O su victoria.
Gadreyal rió y se lanzó a volar y aterrizó ante él. — No me has preguntado
sobre tu pequeña Seraph. ¿Tan pronto la has olvidado?
Su sangre se congeló a la mención de Cameron. — ¿Que le has hecho?
Lanzando su cabeza hacia atrás, se rió. — Yo no he hecho nada. Pero ella
carece de tu fortaleza. De hecho, la mayoría es así.
La ira nubló su mirada. — Si le has hecho daño a ella…
— ¿Daño? - lo interrumpió. - La hice más fuerte y la reuní con su querido
hermano. ¿Cómo es eso algún daño? Eso era lo que ella quería y mucho mejor
de lo que le diste.
Rugiendo de ira, avanzó hacia ella con renovado vigor, aunque sabía que
era totalmente estúpido. Era lo que ella quería. Solo la calma racional ganaba
una pelea. Pero no podría detener la furia dentro de él que quería darse un
festín con sus entrañas.
No cuando el había sido quien había metido a Cameron en esto. Ella
no estaría cerca de esta bruja de no haber sido por él. Él era el directamente
responsable por ella.
Gadreyal chasqueo sus dientes en su rostro. — Pobre Duel. Ni siquiera
puedes vender tu alma para corregir esto. ¿Dime? ¿Tu trato valió la pena?
— ¡Libera a la señorita Jack! - gruño con los dientes apretados.
— No tienes el poder de darme órdenes.
— Quizás no, pero tengo el poder de destrozarte. - la golpeó y la lanzó
dando vueltas.
Ahora eso en verdad lo hizo sonreír.
217
Hasta que se elevó en su forma de serpiente y reunió un grupo de
acompañantes con ella. En una gigantesca nube como un enjambre de abejas,
se arquearon hacia él, entonces se precipitaron a matarlo en una oleada
masiva.

*******

Mara sintió que sus rodillas se movían con dificultad manteniendo el barco
estable bajo el feroz asalto. William parado a su lado, desviando a los Irin que
los atacaban.
No vamos a lograrlo. Ella no dijo las palabras en voz alta, pero las sintió
muy en el fondo.
Y la aterrorizaban. ¿Que iban a hacer? No veía ninguna manera de
hacer retroceder a las bestias. Simplemente había demasiadas. A cada latido,
parecían multiplicarse.
Aunque los Deadmen en teoría, no podían morir, si podían ser sobrepasados,
y rápidamente eso estaba pasando.
— ¡Lleven a Mara abajo! ¡Protéjanla! - la voz de Du era un feroz, y
estabilizador gruñido por encima de los sonidos de guerra.
Y sus palabras causaron que un arranque de ternura corriera a través
de ella mientras giraba con el barco. Aun ahora cuando sus pensamientos
deberían ser sobre su propia supervivencia, eran sobre su bienestar.
En ese momento, ella lo vio como el día en que se conocieron. Vio la
mirada en su rostro al dudar sobre lastimarla. Sus atormentados y furiosos ojos
oscuros.
Por primera vez, entendió completamente lo que Belle le había dicho. Lo
que significaba realmente la cruz de los Deadman en sus brazos.
Sangre y hueso, Devyl Bane daría todo para verlos a salvo y sus almas
de vuelta para recuperar sus vidas de nuevo. Mientras tuviera aliento en su
cuerpo, él lucharía por ellos.
Él lucharía por ella.
Su mirada fue hacia él y su batalla con la Irin que más lo odiaba.
Mucho antes de que Vine hubiera matado a Du, Gadreyal había querido
la cabeza de Duel por el simple hecho de que la había puesto en evidencia
y ganado el favor en la guerra contra Thorn y su ejército. Hasta que Duel
apareció, Gadreyal había sido la principal general Cimmerian en Bretaña. La
elegida de los antiguos dioses oscuros, y le habían mimado por eso. Pero en
poco tiempo, él había superado su índice de éxito.
218
Nadie podía igualarse con la ferocidad de Duel.
Pero mientras Mara les miraba, notó que él aún estaba débil por su ataque
anterior. Por las condiciones de su liberación que le prohibían consumir sangre
humana o los corazones de sus enemigos, no se había podido alimentar
apropiadamente y por eso no podía sanar tan rápido como debería. Su linaje
Aesir mantenía ciertas necesidades alimenticias que eran consideradas un
poco sangrientas a los que no estaban familiarizados con su raza. Las cosas
por las que los habían juzgado por siglos.
Y Gadreyal también lo sabía. No tenía piedad con el mientras lo lanzaba
contra las barandas.
Si no hacían algo, Gadreyal lo derrotaría y lo devolvería al infierno de
donde Thorn lo había sacado
— ¡Ayúdalo, William!
Él dudó. — Sin ofenderte, ma, pero él va a arrancarme la cabeza si me
voy de tu lado. Y él es un tipo grande con un temperamento horrible. Prefiero
no tentarlo cuando ya está enojado, si sabes a lo que me refiero. Y en verdad
valoro mis cojones. Me gustaría conservarlo un poco más de tiempo, si no te
molesta.
Mordiendo su labio, se debatió que hacer. Atacar a Gadreyal sería
demasiado estúpido. A diferencia de ella, la Irin había nacido para pelear.
Ella tenía aún más experiencia de la que Duel tenía.
Sin una mejor idea, Mara inclino su quijada y usó sus poderes para golpear
con el mástil a Gadreyal. Funcionó. Doblando sus alas, se tambaleó lejos de
Duel con una desagradable maldición.
Orgullosa de ella misma, Mara se encaminó hacia Du, intentando revisar
como estaba.
No lo logró
Algo la agarró por detrás y la tumbo…
Devyl corrió al ver al demonio derribar a Mara. Con su corazón agitado
de miedo por su seguridad, saltó hacia ellos, mientras por el aire, tomó la
cabeza del bastardo con un golpe de su espada por atreverse a tocarla. El
aterrizó en el piso y giró, asegurándose de atrapar a Mara y sacarla fuera de
peligro.
Fueron a descansar a un lado del barco, con ella encima de él.
— ¿Estas bien? - él tomó aliento.
— Aye, ¿Tú?
Él asintió. — ¿Porque no estas abajo como lo dije?
— Sabes que no sigo tus órdenes y me importan un demonio.
Su tono provocador le hizo sonreír a pesar del peligro en el que estaban y
socavó el enojo que quería sentir. Bajó su mirada hacia sus labios separados
219
y deseó fervientemente que no estuvieran en una batalla.
No pasó mucho desde que ese pensamiento hubiera pasado por su cabeza
para que las tropas de Gadreyal se replegaran.
¡Mierda! Esto no puede ser bueno. Temiendo por el repentino cambio de
eventos, se levantó suavemente con Mara en sus brazos para afrontar cualquier
tormenta infernal que viniera por ellos. Mantuvo un brazo en su cintura mientras
se preparaba.
A pesar de los continuos disparos de cañones, los dragones daban vueltas
sobre ellos, lanzándoles fuego que Bart y William desviaban. Feroces olas
sacudieron el barco.
Un agudo grito vino desde debajo de las olas, haciéndole saber que la
puerta de Carian no era la que habían roto. Nay, algo mucho, muchísimo peor
había pasado.
Había tres puertas principales que llevaban a Gehyne, o Azmodea como
era llamado originalmente. El lugar del que la mayoría de su tripulación llamaría
infierno. Una estaba localizada en el desierto. Una en Jerusalén.
La tercera en el mar.
Por la maldad que mantenían alejada del mundo—ya que la humanidad
jamás podría protegerse de las creaturas del mal que llamaban a este lugar
hogar—los portales habían sido ubicados y sellados para que ellos no pudieran
abrirlos.
O eso pensaba.
Y para asegurarlos aún más, nadie sabía de sus ubicaciones exactas.
Hasta ahora.
Eso era lo que venía desde abajo. Devyl maldijo entendiendo lo que
estaba pasando. Por medio de Paden y Cameron, ellos habían accedido a la
sangre de Michael. Con eso, el ejército de Cimmerian habría tenido los medios
para abrir cualquier portal en cualquier reino. Incluso las más sagradas, y
reforzadas puertas.
Y pensar que, yo la entregué a los jodidos bastardos…
Si el mundo se acababa, él era el idiota al que debían culpar.
Peor, él Sea Witch estaba actualmente sobre el agua y listo para llegar
al puerto. Las tablas crujieron alrededor de ellos, haciéndole sabes que ella
estaba en peligro mortal. Preocupado por Mara, quien no sería capaz de
soportar mucho más del asalto, se dio la vuelta hacia ella. — Sepárate.
— ¿Qué?
— Ya me oíste, mujer. Por una vez en tu terca vida, has lo que te digo y
hazlo rápido. Suéltate del barco completamente. Deja que los bastardos lo
tomen antes de que lo usen para destruirte.
Para su total asombro, ella lo hizo sin ningún otro argumento. Lo que le
220
dijo exactamente cuánto dolor estaba ocultándole.
Y sabía que al momento en que soltara su consciencia de la madera. El
color volvería a sus mejillas mientras la fuerza fluía de nuevo a su cuerpo.
Agradecido de que al menos uno de ellos estuviera recobrándose de este
mordaz asalto, besó su frente. — Gracias.
— ¿Que estas planeando hacer?
Su mirada paso por encima de ella, hacia la propia vista de todos los
jodidos reinos del infierno que se estaba levantando desde el mar y llegando
justo a ellos. Mara no lo había visto aun, y por eso estaba verdaderamente
agradecido.
Así que le dio una sonrisa engreída. — Es mejor que no hagas preguntas
que tienen respuestas que seguramente van a molestarte, mi blodwen.
— ¿Qué quieres decir?
— ¡Duel!
Las mejillas de Mara palidecieron de nuevo al escuchar el gruñido bajo
de Vine.
El barco se inclinó aún más, enviando a media tripulación al borde y otros,
al agua.
— Suficiente de esto. - Devyl sintió sus ojos cambiar al reunir cada parte de
su poder y hacer la única cosa que había jurado que jamás haría.
Pero momentos drásticos requerían medidas drásticas. Si Vine quería
una guerra, que fuera en un terreno solido donde no pudieran ahogar a sus
hombres.
Rodeando a Mara, lanzó un golpe de poder hacia Vine y odió no haberle
dado pues ella lo esquivó. — Oh no, Vine, siempre quisiste ser mi reina. - le
dio una sonrisa frían.- Te veo en Alfheim, si te atreves.
Y con eso, rompió la membrana del mundo humano y abrió la puerta que
se aseguraba de enviarlo a todo tipo de mierda después.
Que así fuera.
La única cosa que le importaba era mantener a todos a salvo. El había
metido a su tripulación en esto. Por todos los dioses, que los sacaría, no
importaba lo que fuera necesario.
Y si los dragones querían seguirles…
Los Adoni Fey tenían sus propias razas especiales que estarían esperando
para tragárselos completo.
Gritos llenaron sus oídos mientras sus hombres eran succionados a través
de una turbulenta oscuridad y llevados del reino que conocían al de la gente
de su abuelo.
Que Dios nos ayude.
Devyl no tenía idea de que clase de recibimiento iban a tener a su llegada.
221
Que encontrarían esperándolos al otro lado. Estaba prohibido hacer lo que
había hecho. Técnicamente él ya no era parte de la gente de su abuelo, y su
madre los habia enviado a todos a una guerra que le había causado a todos
y cada uno de ellos ser maldecidos.
Aye, esto probablemente no iba a salir bien para él.…
Solo esperaba que él fuera el único que sufriera por esta decisión impulsiva.
De repente, dejó de caer y aterrizó con fuerza contra una superficie sólida.
Con un feroz gemido, abrió sus ojos para encontrarse en una extraña pradera.
Todo alrededor de ellos era un trigal purpura que parecía como si tuviera una
mente propia
Miró alrededor para asegurarse de que todos estuvieran aquí. Mientras la
mayoría de ellos se había puesto de pie, había un par de heridos quienes habían
decidido que tenderse en el piso se ajustaba más su estilo por el momento. Su
reposo fue interrumpido por gemidos empalagosos y quejidos—en su mayoría
en contra suya y de sus preocupaciones sobre su estado mental actual. Aún
más por el estado del matrimonio de sus padres al momento de su nacimiento.
No es que los culpara. En primer lugar, estaba empezando a dudar de sus
propias habilidades de racionamiento. Porque, afrontémoslo, él era quien los
había traído aquí.
En segundo lugar, a él mismo le gustaría estirarse. Maldito por ser el
capitán y tener que dar ejemplo. En momentos como este, estaba tentado a
promover a Death o a Meers a su posición.
Si tan solo pudiera seguir órdenes.
Y hablando de aquellos incapaces de escuchar a los otros, Mara se
acercó a él con un semblante serio que estaba seguro había aterrorizado a
hombres inferiores. Era tan feroz, que incluso rivalizaba un poco con su propia
anatomía personal. — ¿Nos has traído a Alfheim? ¿Estás loco? Respóndeme
honestamente, ¿Queda en ti algún indicio de cordura en absoluto? ¿O ese
golpe en la cabeza que te dio Gadreyal hizo que lo perdieras?
— Pensé que era el lugar en que podíamos estar más seguros de tu hermana.
— ¿Y qué pasa con el barco?
Sin duda estaba al fondo del océano justo ahora. Solo esperaba que
Santiago y su tripulación no lo hubieran seguido de cerca. Con suerte, habían
visto lo suficiente para saber quedarse atrás, y tan lejos como fuera posible. Ya
que Devyl no había visto más de ellos que el barco durante la pelea, rezaba
porque eso significara que la magia de la madre de Rafe hubiera mantenido a
su tripulación resguardada del infierno que diluviaba sobre ellos.
— Te advertí que te separaras del barco.
— Aye, - dijo con una nota de histeria en su voz. - Eso lo hiciste. De
cualquier modo, si hubiera sabido que era para esta pequeña locura, me
222
hubiera detenido. Solo para…
Su voz se fue apagando al mirar sobre su hombro algo a la distancia. El
color se fue de su cara y sus ojos se agrandaron.
¿Y ahora que demonios?
Más que un poco irritado, Devyl volteó para afrontar cualquier nuevo
pandemónium que estuviera viniendo hacia ellos. Y de hecho era un
pandemónium.
Él hizo gestos al momento en que vio a los jinetes que se aproximaban y
los estandartes que los adornaban. Aunque en teoría no eran demonios, no
había mucha diferencia entre ambas razas. De hecho, preferiría lidiar con un
demonio que con estos bacalaos. No se le escapaba la ironía de que ellos aun
usaban el símbolo de la familia de su madre, un árbol y un ave, en blanco y
negro.
Con cabellos tan blancos como la nieve y piel más oscura que el dorado
de los místicos rayos de luz del reino hacia resplandecer, eran más hermosos
que cualquier criatura escupida del abismo universal.
Y más detestables y corruptos.
Eran los Adoni. Conocidos como los elfos blancos para muchos en el mundo,
eran la ruina de la existencia de Devyl, como era evidente por el nombre del
hombre, lo cual decía todo no solo sobre los Adoni, sino del carácter de este
particular bastardo de la familia.…
Flaithrí Álfljótrsson.
Álfljótr, significaba “Elfo feo” o “horrible” o “traidor.” Ese había sido el
nombre de su padre, y de ahí el “-sson” adherido al final. El solo hecho de que
una madre le hubiera dado tal apodo a su hijo también hablaba demasiado
sobre la dinámica de su familia y sobre porque Devyl era todo un bastardo,
dado que la misma sangre fluía por sus venas.
Devyl pasó de Mara para saludarlos lejos de sus hombres. Ellos se
detuvieron al instante en que le vieron. Al principio, no estaba seguro de que
lo reconocieran.
No hasta que la mirada de Flaithrí barrió su cuerpo y sus ojos se
ensancharon. Mantuvo su enguantada mano levantada para detener a los diez
guerreros Adoni que estaban con él.
William y Bart se movieron para pararse detrás Devyl.
— ¿Son amigos o enemigos, Capitán? - preguntó William.
Devyl se rasco la babilla considerando como responder. — No estoy
seguro. - estrechó la mirada sobre los jinetes. - ¿Así que como va a ser, primo
Flowery? ¿Somos amigos?
Sus fosas nasales se ensancharon. — Flah-ree, - y dejó en claro con dientes
apretados en el acento lirico que identificaba a toda su raza.
223
— Como dije, Florian.
— FLAH-ree! - gruño aún más alto.
William se rió. — Buen pues, es bueno saber que no soy el único al que
molesta de esa manera.
Devyl le dio una mirada amenazante.
Él levantó sus manos en rendición. — No estoy cuestionando su gruñona
naturaleza, Capitán. Eso estaría lejos de mí.
Cruzando sus brazos, volvió su atención al asunto en cuestión, — ¿Así
que, primo Flowery, como va a ser? ¿Sangre o vino?
— Te odio, Dón-Dueli. Tu madre debió ahogarte al momento en que fue a
lavarse los restos de su embarazo de ti.
— Y la tuya debió darte de comer a sus sabuesos.
Bart se aclaró la garganta repentinamente. — ¿Um, Capitán? No lo estoy
cuestionando de ninguna manera, señor. ¿Pero es inteligente molestarlos tanto,
dado que es probable que se muestre en cualquier momento y retome lo que
acabamos de dejar?
Él paso una sonrisa irritada a Bart. — Dado que yo soy el legítimo heredero
del trono sobre el que el padre de Flowery actualmente posa su trasero, aye. Los
reto a cuestionarme. -dio la vuelta hacia su primo. - ¿No es verdad, Flowery?
¿O finalmente encontraste los cojones para superar a tu padre y venir por mí?
Él se puso visiblemente rígido en su montura. — ¿Que necesita de mi…
Majestad? - la palabra era más un insulto que un título honorifico.
Ignorando el desaire, Devyl miró sobre su hombro y sintió los cabellos de
su nuca ponerse de punta.
Gadreyal estaba por perforar el velo y venir por ellos. Podía sentirlo como
un tangible toque sobre su piel. — Vas a querer reunir algunas tropas.
Flaithrí arqueó su ceja. — ¿Debo preguntar porque?
En cuanto hizo la pregunta los enemigos de Devyl derribaron el escudo y
encontraron el camino hacia el reino de su abuelo.
Devyl sonrió fríamente hacia Flaithrí. — No hay una razón en particular,
aparte del hecho de que si no lo haces, vas a tener algo mucho peor que yo
de que preocuparte

224
Capitulo 19
Traducido por: V. Cardiel
Revisado por: Luna Miriel

Los hombres de Devyl se lanzaron a sus posiciones mientras los Iri se


abrían camino y se dispersaban en la pradera tras ellos.
— Maldita sea, - Flaithrí maldijo al pararse en sus estribos para tener una
mejor vista. Entonces le dio una mirada llena de odio hacia Devyl.
— ¿Trajiste a todo ese montón de fétidos impuros aquí?
Desenvainando su espada, Devyl se encogió de hombros. — Dejé a unos
pocos de los más pequeños atrás. No hay necesidad de ser envidioso.
Flaithrí empezó una avalancha de apelativos contra Devyl mientras usaba
sus poderes para convocar su armadura encantada. Se volvió a su compañero
de la derecha. — Ve con mi padre y convoca al ejército de guardia. Dile

225
lo que tenemos. Vamos a enviar a estos bastardos de vuelta a donde vienen
arrastrándose.
El caballo vetado de su acompañante extendió sus alas por su lado. Hizo
retroceder a su caballo y se lanzó a volar.
Devyl convocó su propia armadura. Ahora que estaba fuera del reino
humano, las reglas de combate eran totalmente diferentes.
Y ellos eran completamente suyos.
— ¡Muy bien, mis valientes! Mostremosles a estos jodidos bastardos de
que estamos hechos los Deadmen. - agregó fuego a su propia espada y la
preparó para la batalla.
El tiempo para reprimirse había pasado.
Estaban en tierra seca y en el reino de la gente de su abuelo. Si Vine y
Gadreyal querían una pelea, él estaba más que listo para darla…
Con la completa ferocidad de su linaje entero quemando profundamente
entre su corazón y su esófago. Una cosa sobre los Aesir, es que ellos no cedían
ante nadie, y nada encendía sus fusibles tanto como la promesa de una buena
pelea.
Mara tomó su brazo mientras el empezaba a pasar por su lado. — ¿Duel?
Deteniéndose a su lado, esperó que ella lo reprendiera por su forma de
lanzarse a la batalla.
En cambio, ella le ofreció una adorable sonrisa. — Patea sus sucios
traseros. Y no salgas lastimado.
Él levantó el visor de su casco para poder darle un beso rápido.
Probablemente debería haberse contenido ante los otros, especialmente dada
la cantidad de jadeos de conmoción que escuchó, pero en el caso de que
este fuera su último momento con ella, no quería morir de nuevo con otro
arrepentimiento.
Dejó que sus hombres supieran que él y Mara finalmente habían dejado
el pasado atrás y que habían llegado a unos términos adecuado para los dos.
Nay, eran mejores que adecuados. Mejores que nada de lo que él habría
esperado obtener.
Y si debía morir este día, quería volver a su infierno con el sabor y la
sensación de sus labios frescos en su memoria. Aye, con eso, podría morir en
paz y estaría todo bien.
Mara apretó su mano en la cota de malla de Duel. Y le costó todo lo
que tenía soltarlo, sabiendo que él estaba a punto de enfrentar a la armada
de Cimmerian de nuevo. Que extraño que alguna vez hubiera odiado esa
hechizada armadura negra—había pensado que era la cosa más horrible, y
más vil en la que había puesto sus ojos. Ahora, deseaba que fuera más fuerte
y aún más hechizada. Cualquier cosa que lo mantuviera a salvo de daños.
Así que agregó su propio hechizo a ella.
Por favor vuelve a mí. Controlarse justo ahora era lo más difícil que
había tenido que hacer. Especialmente cuando lo que en realidad quería era
226
tomar su forma de árbol y envolverse a su alrededor hasta volverse una jaula
impenetrable que nadie pudiera romper para llegar a él.
Si solo él lo permitiera…
Su mirada la quemó mientras él le besó suavemente la mano, y luego la
soltó. Se sentía como si le hubiera arrancado el corazón y se lo llevara con él.
Nunca le había quemado algo tanto.
O cortado tan profundo.
Sin decir una palabra, se dirigió hacia Sallie.
— ¿Listo para liberar a su alma luchadora, Sr.Lucas?
— ¿Es seguro aquí, capitán?
— En efecto. Si esto causa estragos en este reino antes, durante o después
de la batalla, cuanto más es mejor.
Sallie abrió una sonrisa feliz. — Muy bien entonces. Salud por mi madre
bendita y por todas las cosas lo que viene del buen Ron. — Descorchó su
botella, y cuando lo hizo, un viento feroz y chillante se desgarró de ella. Uno
que sofocó y cautivó a cada Deadman cerca de ellos.-
Mejor aún, asustó a los caballos de Flaithrí y sus acompañantes lanzando
a un arrogante Flaithrí justo sobre su trasero. Y cuando se levantó, se acercó
maldiciendo todo acerca de Devyl.
Y sus hombres.
En unísono grupal, sus mandíbulas cayeron mientras el viento rodeaba a
Sallie, transformándolo como un genio en un enorme, musculoso berserker—
completo con largas trenzas y un hacha de doble filo. La cual flexionó sobre su
cabeza mientras gruñía en grave invitación a la sangre con la que planeaba
alimentar a su arma en este día.
— Dios está apuntando al bodikín... - Bart se volvió hacia Devyl. - ¿Usted
sabía sobre esto, Capitán?
Devyl lanzó una sonrisa perversa.
— Por supuesto. El capitán lo sabe todo sobre su barco y su tripulación. Es
por eso que me mantenía diciéndoles a todos ustedes que dejaran el alma del
hombre tranquila antes de que uno de ustedes soltara a la bestia en la botella.
Bart se ahogó al ver a Sallie crecer hasta estar más alto que él, y oponer
resistencia a la juventud que había sido cruelmente despojada de él cuando su
alma había sido salvajemente segada de su cuerpo sin su permiso.
Zumari frunció el ceño. — Yo no entiendo.
Con una sonrisa de comprensión, Devyl se encogió de hombros. — Fue
una maldición puesta sobre él cuando se encontró de repente con un hechicero
hace unos años. Sólo puede dejar salir su alma cuando está en el campo de
batalla. No quieres saber lo que sucede cuando se libera cuando hay paz.
— Déjeles que lo aprendan de una vez, capitán, - Sallie dijo con su propia
227
sonrisa. - Ellos nunca lo olvidaran después.
— Debidamente anotado. - Bart se aclaró la garganta al respetuosamente
dar a Sallie un poco más de espacio para maniobrar-. Una cosa más, Capitán...
¿alguna indicación sobre cómo vamos a ganar esto?
— No se muera. Y sea el último hombre en pie.
— Es bueno saberlo. ¿Hay indicaciones sobre cómo matarlos, entonces?
— Cortarles la cabeza. ¿Si eso no funciona? Correr como el infierno,
preferiblemente más rápido que el pobre tipo a su lado. Podría querer considerar
hacerlo tropezar si demuestra ser más rápido.
— Hermoso. Espero ansiosamente estas discusiones profundas y
significativas como también, sus discursos motivacionales que me dejan
completamente de los cojones, encogido y debilitado.
Riendo, Devyl bajó la visera para la batalla. — Mejor los cojones que los
sesos. Y mejor ambos que tu valor.
Bart resopló. — No estoy seguro de eso. Sobre todo teniendo en cuenta lo
que se nos viene. - saludó a Devyl con su espada. - En caso de que caiga y me
olvide de decirlo... Ha sido un honor servir con usted, señor.
— Y con usted, señor Meers. Salud por matarlos antes de que nos maten, y
si lo hacen, asegurarnos de que se unan a nosotros en el descenso al infierno.
— Amen, coz. Amén. -y con eso, dejó a Devyl para dirigirse directamente
a la batalla.-
Mientras Devyl empezaba a avanzar, un extraño frío subió por su columna
vertebral. Se volvió para ver si era Zumari, pero el hombre ya estaba envuelto
en una lucha feroz. Por un momento, pensó que podría ser Vine.
Hasta que una sombra en su izquierda se movió.
Ahora eso toda una peculiaridad. Frunciendo el ceño, se preparó para el
asalto.
En cambio, la sombra llegó a envolverse a su alrededor y susurrarle al oído
con una suave, y femenina entonación. — Thorn me ha enviado con un regalo
para ti. Él quiere que sepas que no te ha abandonado, sino que estará aquí
tan pronto como le sea posible. - con esas palabras pronunciadas, presionó
algo en su palma.
Entonces, tan de repente como apareció, se había ido con nada más que
un simple beso despreocupado a través de su carne que estaba completamente
cubierta por su armadura.
Su ceño se profundizó en el instante en que abrió la mano y vio lo que le
había dado.
El medallón Seraph de Michael. El mismo que Cameron le había confiado
a Thorn.
Así que ahí estaba…
228
No estaba seguro de cómo se sentía, sin la señorita Jack aquí y todo
eso. No parecía correcto que eso estuviera de regresó ahora. Y con ese
pensamiento vino el diluvio de todo lo que habían fallado en lograr. Ellos no
habían encontrado los cuerpos del desastre de la Flota. Los Plat-eyes todavía
tenía el control de esos pobres bastardos. Había permitido que Vine escapara
de su prisión al no detenerla. Gadreyal había capturado a Cameron y a su
hermano— dos mortales nacidos con la sangre de Michael.
Y otra puerta se había quebrantado…
Seriamente apesto en mi trabajo.
Por qué Thorn lo había elegido para esto, no lo sabía. Tal vez la bestia
era una masoquista. O quizás había recibido tantos golpes en la cabeza en
batalla que finalmente lo habían aturdido.
Devyl no se había sentido tan incompetente desde el día en que encontró
a su hermana. La desesperación amenazaba con abrumarlo.
Hasta que miró a Mara, quién le veía con aterrorizado desasosiego. Aún
no he perdido nada todavía. Excepto un poco de dignidad, que podría tomar.
Honestamente, no lloró su pérdida en absoluto.
No dejes que Mara salga lastimada. Perderla era la única cosa que nunca
superaría, y él lo sabía.
Decidido a salir de esto, dejó salir un feroz grito de guerra y corrió
directamente a Gadreyal.

*******

— ¿Marcelina?
Mara se enfrió al oír el sonido de la voz de la hermana. Preparada para
no dejar salir nada como sus pensamientos o sentimientos, ella se volvió hacia
ella y fue inmediatamente sorprendido por la increíble belleza de su hermana.
Era extraño cómo había olvidado qué grandiosa y seductora criatura era Vine.
Por qué Duel la preferiría por encima de la confiada personalidad de femme-
fatale de Vine, no podía imaginarlo.
El hombre debe estar loco.
— Vine. - estaba orgullosa de sí misma por mantener su voz tan firme y
tranquila.-
— No me liberaste como dijiste que lo harías, hermana.
Fue entonces cuando Mara se dio cuenta de que Vine había utilizado sus
poderes para congelar a William a su lado. No podía moverse en absoluto.
Queriendo comprobarlo, pero aterrorizada de que su hermana lo matara
229
si lo hacía, ella desvió la atención de Vine lo mejor que podía. — Estaba
intentando. Tus amigos hundieron mi barco antes de que pudiera acercarme a
tu isla.
Vine chasqueo los dientes. — ¿Piensas que creeré esa mentira?
— Teníamos un trato, ¿no?
— Sí, lo teníamos. - la mirada de Vine fue a Duel mientras él luchaba
contra el ejército de Cimmerians. - Pero parece que has estado distraída. No
es que te culpe. Él es un fino ejemplar de virilidad. Bien formado y experto en
todas las formas correctas.
Mara apenas contuvo el impulso de darle una bofetada a su hermana, y
esa oleada de violencia la sacudió. Ella se calmó respirando y reuniendo su
compostura antes de que la traicionara y consiguiera matarlos a todos. —
Nunca has hablado tan bien de él antes.
Y entonces Mara lo vio. Sólo fue un destello, pero la perfecta piel de
porcelana de Vine fue revestida con las venas negras que exponían la
enfermedad de su hermana.
— ¿Estás hibernando?
Las venas volvieron a destellar. Esta vez, el negro retorcido sobre su carne
como una criatura viviente, se deslizó hacia sus labios y ojos para convertirlos
en negro. Incluso su cabello tiziano y la esclerótica de sus ojos se volvieron
negros.
Mara no estaba segura de lo que la aturdía más sobre eso. El hecho de
que su hermana hubiera estado tan lejos y que ella la había extrañado, o el
hecho de que Vine podría ser tan hermosa incluso cuando estaba enferma.
Sin notar su transformación física, Vine la fulminó con la mirada. — ¿Qué
mentiras te ha dicho de mí que le creíste?
Mara quería reírse del pensamiento de Duel chismorreando sobre cualquier
persona, pero Vine estaba hablando en serio. Muy en serio.
La hibernación había tomado la más profunda raíz imaginable. ¿Alguna
parte de esta podrida criatura podía ser la hermana que ella una vez había
conocido? — ¿Qué te ha pasado?
— ¿Qué me pasó? - ella se rió amargamente. - ¡He estado encerrada en un
agujero por cientos de años! Tú... tú - ella apuñaló a Mara en el pecho con una
larga uña negra- mi marido mimado me ha enviado a un trance de sueño para
protegerle. ¡Mientras tanto, se aseguró de que iba a ser torturada! ¡Retenida
para que no pudiera escapar!
— Lo asesinaste, Vine.
Ella se burló de Mara. — ¿Tienes alguna idea de lo que él había planeado?
— Nay.
— Él iba a entregarnos a nuestros enemigos.
230
Mara se quedó inmóvil ante el mero pensamiento. Seguramente Duel nunca
hubiera hecho tal cosa.…
— ¿Perdón?
— Sí. ¡Quiso dejar su espada y comenzar una familia! ¿Puedes imaginarlo?
Dón-Dueli de los Dumnonii... El Oscuro... el Rey del Mundo quería Paz. - ella
escupió la palabra para hacerla sonar como el peor tipo de insulto.-
Encogiéndose de hombros, Mara se odió por alguna vez haber dudado
de Duel. — Somos Deruvian Vanir. Es con lo que soñamos. Deberías haberlo
alentado.
— ¿Cómo lo hice con mi primer marido? ¡Un verdadero Deruvian! - su
desdén se alargó, contorsionando su rostro en el de una horrible bruja. -
Permíteme decirte lo que tal paz le trajo a mi primer marido, niña. ¡Una tumba!
¡Y es lo que nos habría sucedido a todos! - ella agarró la mano de Mara.
- ¡Ahora dame lo que necesito para enterrarlo, de una vez por todas, o me
aseguraré de que mueras de una manera de la que no volverás!
Mara tomó aliento con brusquedad ante la amenaza. Ella quería negar
que esto era su hermana. Pero así como esas palabras sonaron en sus oídos,
otras le siguieron.
Duel tenía razón. Vine nunca le había amado. Nunca había sido capaz
de amar. Incluso cuando eran niñas, su hermana había sido mezquina. Mara
había pasado por alto las fallos de Vine, especialmente después de que muchos
de sus familiares habían sido asesinados y quemados. Y sus carbonizadas
cenizas esparcidas por los vientos para que no pudieran regenerarse.
Ella se había convencido de que Duel y su especie eran el verdadero mal
en el mundo.
Pero el mal no seleccionaba ni escogía a quién corromper. Echaba raíz
como una insidiosa maleza que buscaba destruir cualquier jardín en el que
pudiera encontrar ayuda, no importa quién, qué o de dónde ese jardín tuviera
su origen. El mal nunca fue quisquilloso sobre su anfitrión. Por eso era tan
importante arrancarlo y acabarlo antes de que pudiera extenderse y pudrir el
jardín de adentro hacia afuera.
Tomar y destruir la belleza que hacia al jardín puro y sano.
Las lágrimas la ahogaron. Quizá si ella lo hubiera visto antes, podría
haber salvado a su hermana. Pero era muy tarde ahora. Vine no quería ser
salvada. A diferencia de Duel, Vine no luchó contra la oscuridad o siquiera
trató de apaciguarla.
Más bien, se deleitaba en ella.
Y Mara se negó a sentarse y ver a Duel ser derrotado por tan insignificante
pequeñez como Vine. Verlo morir nuevamente mientras luchaba tanto por los
demás. Después de luchar tan duro contra el mal que lo quería atrapar. Tal vez
231
no hubiera visto la verdad de él en Tintagel, pero ella la veía ahora.
Más que eso, él era suyo, y una cosa sobre los Deruvians... era que ellos
protegían a los suyos de cualquier amenaza.
Tal vez hay un pequeño Aesir en mí, después de todo.
Ella no iba a protegerse o a su hermana. Ya no. Y no cuando tenía a
alguien que ahora significaba más para ella.
Invocando su propia armadura, se enfrentó a una Vine sobresaltada.
— ¿Qué es esto? - preguntó Vine con incredulidad.
— Soy yo escogiendo oponerme a ti y a tus deseos. No te daré nada,
excepto mi desprecio y desdén por tu comportamiento. ¡Qué vergüenza,
hermana! ¡Qué vergüenza!
Vine arqueó una negra ceja. — Tú haces esto y nunca separaré tu vida de
la de Duel.
— Bien. Me ahorrará el trabajo de tener que unirla de nuevo más tarde.
Gritando, Vine convocó a su propia armadura. Mientras Mara había
elegido una azul clara, plata y blanco para ella, la de Vine era un verde
deslumbrante que brillaba con su poder antinatural. El aura alrededor de ella
tarareaba y brillaba como una viva, membrana respiratoria para protegerla.
Pero nada iba a detener a Mara de mantener a Duel a salvo. Hoy no.
Lamentando su decisión de no aceptar la oferta de Duel para enseñarle
a usar la espada cuando tuvo la oportunidad, convocó a la única arma que
había usado.
Ruedas de viento y fuego. Aunque ella estaba un poco fuera de práctica con
ellas, eran las armas por las que su gente era conocida. Dos semicírculos muy
similares a un chakram, tenían picos curvados sobresaliendo de las cuchillas
que eran hechas para parecer rayos de sol o fuego. Y cortaban a través de la
carne, tanto humana como demoniaca, tan fácilmente como cortaban el viento.
Vine abrió mucho los ojos. — ¿Realmente planeas pelear conmigo?
— ¿Para mantener a Duel a salvo? En efecto.
— ¿Qué te pasó, hermana mayor, para que te atrevas a elegir un Aesir
por encima de la familia?
— Él ha sido más familiar para mí de lo que alguna vez fuiste.
Eso hizo que Vine atacara, con toda su fuerza. Con un grito que quebraría
los oídos, manifestó su lanza y fue tras la garganta de Mara.
Mara atrapó la punta contra el borde de su rueda derecha y la torció para
que la punta sobresaliente bloqueara la cuchilla. Parecía una buena idea hasta
que Vine torció su arma y casi arrancó el brazo de Mara de su hombro.
Gritando, Mara luchó para permanecer de pie. No podía dejar que su
hermana la matara en esta lucha. Si lo hacía, Duel moriría, también.
Vine lanzó una risa cruel y siniestra. — Nay, no lo hará, - dijo ella como si
232
oyera los pensamientos de Mara. Ella sacudió a Mara más cerca con su lanza
para poder susurrar a su oído.- Tengo noticias para ti, hermana mayor... maté
al bastardo el día que comprendí que te amaba tanto que vendió su alma para
darte tu libertad, para que pudieras vivir sin él. ¡Él iba a decírtelo cuando corté
su garganta y luego corté su traicionero corazón! Por eso vivías después de
que él murió. Por eso yo te metí en un hechizo de sueño.
— ¡Estás mintiendo! - distraída por el pensamiento, Mara se volvió para
mirar a Duel.
En el momento en que lo hizo, Vine la apuñaló a través de su estómago.
Gritando de dolor, trató de sostener su aliento para mantener la viciosa e
hiriente agonía de lado. Pero no sirvió para nada. Cada latido de su corazón
trajo más dolor sobre ella. Peor aún, Vine la mantuvo erguida y sobre sus pies
sosteniéndose en la lanza. — La mitad de eso era una mentira, querida. Te
diría que imagines cuál, pero no vivirás lo suficiente para eso.
Vine fijó a Mara al suelo con su lanza, luego pidió que Strixa se le uniera.
Ella voló como un búho, transformándose entonces en su cuerpo humano.
Con una sonrisa, Vine comprobó que Mara estaba muerta. Una vez
asegurada, arrancó el harthfret de su garganta. — Buena muerte para ti,
hermana.
Strixa arqueó una ceja como si lo desaprobara y quería decir algo, pero
no habló mientras Vine se dirigió hacia el secuaz de Duel. Cómo Duel siempre
había sido capaz de inspirar tal lealtad de aquellos a su alrededor, Vine nunca
lo había entendido. Y esta particular pequeña descuidada mascota de Duel...
había sido una molestia casi tanto como su ex marido, por lo que era tiempo
de ponerle un uso al bastardo.
Tocándolo en la frente, puso su hechizo — Creo que voy a dejarte matar
a Duel por mí.

*******

Devyl se tambaleó cuando sintió algo ir a través de él como un atizador


caliente. Se deslizó a través de su centro y lo dejó en agonía. Por un momento,
pensó que Gadreyal había pasado a través de sus defensas.
Hasta que se dio cuenta de que era algo lejano, mucho peor.
Mara está muriendo.
Pateando a Gadreyal lejos de él, corrió a buscarla y se maldijo a sí mismo
por no usar sus poderes para alejarla de aquí, a la mierda con sus protestas.
Al llegar a la posición de Mara y William, él empezó a gritarle a William por
233
no haberla mantenido a salvo, luego notó que estaba hechizado y no tenía
manera de ayudar a nadie.
Ni siquiera a él mismo.
Así que se hundió de rodillas a su lado y recogió el frío cuerpo de Mara
en sus brazos y trató de despertarla.
Ella no se movió. Su piel estaba helada y fría. Su cuerpo completamente
insensible.
Incapaz de respirar, Devyl tomó su preciosa mejilla en su mano y
presionando su frente a la de ella mientras la pena lo hacía pedazos. En ese
momento, se sintió destrozado. Perdido.
Desolado.
— ¡Nay! - sus ojos cambiaron por un instante antes de que sacudiera a
William para liberarlo del hechizo que lo sostenía.- ¿Qué sucedió?
— ¿Le dio a Vine tu harthfret? Yo no sé lo que es eso, pero sonaba
importante.
Eso sólo le confundía más mientras miraba hacia su espada que estaba
Compuesto de su varita-la misma espada que sostenía su piedra. Nadie
había tomado su Harthfret. Estaba intacto. Podía sentir el poder que emanaba
de él. Mara habría sabido que no tenía como dar su harthfret…
Sin embargo, tan pronto como ese pensamiento desapareció de su mente
se dio cuenta de que el collar de Mara faltaba en su garganta.
— ¿Qué hiciste, Mara? - lágrimas punzaron sus ojos.
¿Se lo había dado a su hermana como un engaño para protegerlo? Se
enfrió ante ese pensamiento.
Si Vine tenía su harthfret, podría matar a Mara para siempre. No habría
manera de traerla de vuelta.
Incapaz de soportarlo, se levantó con el cuerpo de Mara en sus brazos y
se lo dio a William — Será mejor que no le atrapen de nuevo. Y es mejor que
se asegure de que nadie la toque. ¿Me escuchó?
— Sí, capitán.
Apretando los dientes en contra el dolor y agonía dentro de él, pasó su
mano sobre su precioso pelo y mordió sus lágrimas, luego teletransportó a
William y Mara a la nave de Santiago, donde estarían a salvo.
Por lo menos, oró para que eso fuera así.
Era mejor que ese bastardo no hubiera caído durante su lucha.
Más que eso, mejor que Santiago mantuviera a Mara a salvo de todo
daño hasta que hubiera terminado y Devyl pudiera llegar hasta ella.
Furioso y aterrorizado de que no fuera capaz de salvarla a pesar de su
Magia, Devyl se dirigió hacia Gadreyal con sólo una cosa en su mente.
Salvar a la única persona en este mundo que le importaba. El mundo y
234
todos se podían ir al demonio.
— ¿Dónde está Vine?
— ¿Vine quién?
— No juegues ese juego, perra. No estoy de ánimo para eso. - barrió con
una mirada su armadura de color sangre, queriendo añadir más rojo a ella. Y
algo de cerebro también. No quedaba nada dentro de él ahora excepto una
furia tan cruda y potente que no se apaciguaría hasta que probara el corazón
y el alma de alguien.-
No era selectivo en cuanto a quién tenía que ser, tampoco. La bestia
dentro estaba despierta y estaba salivando.
Gadreyal le lanzó un rayo.
Lo absorbió y le devolvió el tiro, con intereses. Luego añadió otro.
Y otro. Convocó el relámpago y le disparó.
Ella se encogió de terror.
¡Será mejor que corras, zorra! Estaba harto de todos ellos.
No había Aesir en él ahora. Ninguno en absoluto.
Devyl barrió su mirada sobre la batalla, buscando a Vine. Estaba
uniformemente dividida en cuanto a quien estaba ganando. Sus Deadmen
estaban soportando por su cuenta. Pero los demonios eran feroces.
Como uno de los hombres de Gadreyal corrió hacia él, disparó una
explosión de magia al imbécil y lo desintegró.
— ¡Vine! - gruñó, deseando su cabeza.
— Ella está aquí.
Vaciló ante la voz femenina en su cabeza. — ¿Strixa?
— Sí. Y no es una trampa.
— ¿Por qué me ayudarías?
Strixa vaciló antes de responder. — Vine ha roto el código de hermandad.
No toleraré eso. Ella tiene el Harthfret y está planeando plantarlo para matar
a tu Marcelina.
Devyl dejó salir una maldición mientras ella perforaba su cerebro con una
imagen de donde Vine estaba. Maldición, eso duele.
Pero estaba agradecido más allá de toda medida.
Y era una pena que la estúpida pequeña imbécil no tuviera su piedra en
vez de la de Mara. Ya que si la estuviera enterrando, eso habría alimentado
aún más sus poderes. Pero él no tenía idea de lo que le haría a Mara.
Tiveden, o Tyr’s Wood, se decía que eran algunas de las tierras más fértiles
aquí. Donde el dios había plantado una vez sus propias semillas para cultivar a
sus guerreros. Aquellos soldados sobrenaturales que habían nacido del arroyo
de Tyr comprendían ahora el cuerpo de la Guardia Real de su tío.
Eso le dio una idea. Sacando el medallón Seraph, lo colocó en la misma
235
jaula que su propio harthfret. Al momento que los dos se tocaron, enviaron una
sacudida a través de todo su cuerpo. Que le dejó sin aliento y caliente.
El calor se extendió por todo su cuerpo, y por un momento, oyó algo más
que el Éter alrededor de él. Podía probarlo, incluso.
También lo llevó a notar toda la atención de Gadreyal al sentir el despertar
de la mezcla de sangre Seraph mezclada con la suya. Eso hizo que cada
miembro de su horda se desprendiera de su oponente y fuera hacia él.
Lo cual fue genial para sus hombres.
¿Para él? No tanto.
Belle limpió la sangre de su espada antes de que ella y Sancha vinieran a
tomar posiciones a su lado. — ¿Qué va a ser esto, capitán?
— Ir a una carnicería a muerte. Si no hay presa, no hay paga.
Con eso, Bart lanzó su mano y levantó su propio ejército de soldados
hechos de endrino. Se retorcieron de la tierra y en bestias monstruosas, con
espadas espinosas, listos para luchar hasta el final.
Valynda convocó a Ghede Nibo-el Vodou loa. Él era el líder de los espíritus
de los muertos, y con el que Thorn había negociado por la libertad condicional
de Valynda.
También eran amigos cercanos. Que tan cercanos, Devyl no estaba seguro.
Pero él había oído a Valynda hablando con él cuando ella pensaba que no
había nadie más alrededor. Y obviamente, Nibo pensó lo suficiente de ella que
había negociado con Barón Samedi para resucitarla y que pudiera unirse a
su tripulación. No fue algo que cualquiera de ellos hacía ligeramente. O algo
por lo que fueran conocidos.
Vestido en una capa negra con un cinto violeta brillante y camisa, Nibo
estaba en su forma humana-etereamente hermosa, con pelo rizado oscuro
y rasgos cincelados. Como de costumbre, estaba acompañado por sus
acompañantes “gemelas”, Masaka y Oussou. Sin embargo, para ser llamadas
gemelas, eran completamente opuestas entre sí. Masaka, una mujer alta y
andrógina que llevaba un pequeño tricornio blanco estampado con cráneos
que combinaban con su chaqueta y pantalones, y una camisa negra con
volantes. Su piel era tan oscura como la de Oussou era pálida. Y mientras su
cabello era negro, Oussou combinaba su abrigo de color hueso. Vestido en la
chaqueta de un sepulturero negro que tenía una cruz blanca en cada manga,
tenía sus pálidas trenzas cubiertas de un negro tricornio que estaba adornado
con plumas malva.
Una sonrisa se extendió a través del hermoso rostro de Oussou que decía
que estaba saboreando la próxima batalla cuando le entregó a Nibo su bastón
de cráneo. A su vez, Nibo pasó a Oussou su botella de ron blanco, que
sostenía hierbas medicinales. Oussou tomó un profundo sorbo de la bebida
236
de ron mientras Nibo sacó la cabeza del bastón para revelar el Sable en su
interior. Entregó la vaina a Masaka. Ella lo sostuvo y lo dobló por la mitad. Se
rompió inmediatamente y se arrastró por las mangas como Serpientes gemelas
para formar un espinoso conjunto de cuchillos a lo largo de sus antebrazos.
Aunque eran miembros de la Ghede loa nanchon, tenían mucho más en
común con su primos en disputa Petro. Fieros hasta los huesos. No había nada
que a los tres les gustara más que levantar el infierno y la pelea.
Bueno, había una cosa que les gustaba más. Pero la furia en sus ojos decía
que su pasión en este momento no era carnal. Anhelaban la misma sangre que
Devyl podría probar.
Y su presencia combinada aquí hizo que Gadreyal retrocediera. Ella
rondaba sobre el suelo con un ojo ictérico al aumento de su número.
— No se puede manejar la sangre de Michael, - le gruñó a Devyl. - Es más
probable que te mate a que te sirva.
— Entonces, ¿por qué tienes tanto miedo, de repente?
Lanzó el hacha hacia él. Devyl la cogió en la mano, la besó y la devolvió.
Su recompensa fue otro chillido agudo. Y sabía que esto era una artimaña
para darle a Vine más tiempo. Cada segundo que pasaba era crítica para
Mara.
Todos lo sabían.
Mientras su primo guío en su propio ataque, Devyl dio la señal a su equipo
para retomar su batalla con todo lo que tenían. Odiaba dejarlos, pero no
había elección.
Por primera vez, entendió El código del Deruvian— que una vida era
mucho más preciosa que todas los demás en conjunto. Aye, era el egoísmo que
una vez odió de Vine y de su entera raza Vanir.
Tal vez era más Vanir de lo que él quería admitir. Pero ahora, nada le
importaba.
Nada excepto Mara.
El mundo podría arder por todo lo que le importaba. Sin Mara, no merecía
estar aquí.
Podía oír los latidos palpitando en sus oídos mientras salía del campo de
batalla para teletransportarse a Tiveden.
Tan pronto como se materializó en el lado de la colina más alta se encontró
a su ex esposa en toda su ardiente gloria. Bajo el vestido naranja y rojo que
parecía moverse como llamas vivientes al caer del sol.
— Llegaste demasiado tarde - gruñó Vine al momento en que lo vio. - Te he
plantado aquí y aquí te quedarás.
Sus rodillas se debilitaron con su declaración. — No me plantaste aquí.
Fue el harthfret de Mara el que robaste.
237
Ella palideció. Por un momento, las negras venas dejaron su piel mientras
la confusión la alineaba su ceño. Era obvio que estaba tratando de discernir si
estaba o no mintiendo. — ¿Qué?
— Si me hubieras preguntado, con gusto te hubiera dado el mío para
mantenerla a salvo. Deberías haberlo sabido, Vine. Yo siempre protegí a Mara
por encima de cualquiera.
Eso tuvo el efecto deseado en ella. Dejó escapar un grito perturbado antes
de que ir hacia él.
Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarlo, la tierra en la colina
comenzó a temblar y a hervir. Como una hambrienta bestia viva, se levantó y
cayó, y retumbó con tal fuerza que Vine chilló y zapateó alejándose de ella.
En parte esperando que algo malo surgiera del caos, Devyl tropezó y
apenas se detuvo antes de caer tumbado.
— ¿Qué has hecho? - Vine jadeó acusatoriamente.
Él sacudió su cabeza mientras luchaba para comprenderlo. Nunca había
visto algo así. — Nada. Ese no fui yo.
El humo se elevó en intensas, y oscuras espirales negras. Bailaron en una
brisa invisible hasta que comenzaron a girar lentamente alrededor y tomar la
forma de una mujer.
Devyl contuvo el aliento, rezando silenciosamente por un milagro.
Pero para su completa decepción no era Mara.
La forma era demasiado baja y plana en el pecho para ser su otra mitad.
Pero aun así, había algo vagamente familiar en esa figura. Algo que se movió
al fondo en su mente.
De repente, supo exactamente por qué.
Nay... esto no podía ser.
No es posible.
Con su aliento atrapado en su garganta, Devyl se quedó inmóvil mientras
la sorpresa lo embargaba por completo. Y aun así no se podía negar la mujer
que se manifestaba delante de ellos.
— ¿Elf? - su voz tembló con incertidumbre. - ¿Eres realmente tú, pequeña?
Como un cervatillo recién nacido, ella palpó su rostro como si tratara de
recordar cómo hablar. Como ver. Ella miró fijamente a sus manos y movió sus
dedos, entonces frunció el ceño hacia Vine.
El color inundó las mejillas pálidas de su hermana. El aire comenzó a
agitarse a un feroz nivel. Azotando el pelo de Elf, haciendo espirales en forma
de rizos y azotando el vestido de borgoña contra su esbelto cuerpo.
— ¿Has intentado hacerle daño a mi hermano? - finalmente habló.
Con sus rasgos pálidos, Vine tropezó de espaldas. Miró a Strixa y luego
a Devyl. — ¿Qué es esto? - su boca se movió silenciosamente antes de que se
238
atorara - ¿Cómo es esto?
Él no estaba seguro, excepto por una cosa...
— Debes haber enterrado el harthfret de Elf en lugar del de Mara. - aunque
como podría regenerarse después de todos estos siglos, no tenía idea. Nunca
había oído hablar de tal cosa.
No era posible.
Con un furioso impulso, había reclamado el harthfret de Elf ese día cuando
había ido al nemeton de Mara. Como una bestia frenética, había cavado a
través de madera y tierra hasta que lo encontró en la base del árbol donde lo
había plantado.
Durante años, había intentado regenerarla. Nunca nada había funcionado.
Nunca había echado raíz, por lo que lo había convertido en un anillo de sello
para mantenerlo para siempre con él.
Así que aye, estaba con Vine de un solo modo... ¿cómo en el jodido
infierno era esto posible?
Vine empezó a salir, pero algo la mantuvo en su lugar.
La respiración de Elf se tornó irregular al dirigirse hacia su ex esposa como
un vicioso depredador con su presa acorralada. — Tú no vas a escapar de
aquí. No escaparas de mí. - su voz ya no era la dulce entonación que había
conocido de su hermana menor. Era demoníaca y feroz.- ¿Tú querías Guerra?
- Elf la atacó.- ¡Por supuesto que tendrás un poco!
Vine gritó mientras el fuego la consumía. Con las manos en alto, trató de
salvarse, pero era inútil. El fuego se extendió vertiginosa y rápidamente, y la
envolvió por completo.
Entonces Elf se volvió hacia él.
Devyl se preparó para su ataque, especialmente cuando llegó corriendo
hacia él, a toda velocidad. Pero en lugar de atacarlo, se arrojó a sus brazos y
lo abrazó muy fuerte, como había hecho cuando ellos eran jóvenes.
— ¡Debería haberte escuchado! - ella sollozaba en sus brazos.
Asombrado, la sostuvo en un abrazo incómodo, todavía no completamente
convencido de que era su hermana. Era justo el tipo de truco cruel en el que
Vine se especializaba.
Entre muchos otros.
No fue hasta que Strixa se acercó a ellos y extendió la mano para tocar su
brazo en un reconfortante gesto de solidaridad, que comenzó a tener alguna
creencia de que esto podría no ser una broma masivamente cruel. — Mara te
robó el harthfret. Ella estaba buscando la manera de ver si podría traer a tu
hermana de vuelta. Mientras yo no puede pensar muy bien de ti, demonios, La
señorita Marcelina te ama.
— ¿Esto es real entonces? - su voz tembló.
239
Strixa asintió. — Nunca habría funcionado si Vine no hubiera sembrado
a Elyzabel aquí, donde la sangre de Tyr saturó los campos, y si tu hermana no
hubiera muerto injustamente antes de tiempo.
— Porque Tyr es un dios de la justicia.
Ella asintió. — Y es parte de tu familia. La sangre de él es su sangre. Eso
la rejuveneció. Aun así, no habría sido suficiente si Nibo no hubiera llegado
aquí con su magia.
Porque regenerar a los muertos era una de sus especialidades.
Y eso le dio otra idea. — ¿Dónde está la piedra de Mara?
Strixa chasqueó los dientes a él y levantó la mano que tenía en el hombro
de Elf. — Ella dejó su corazón contigo.
Le tomó un segundo darse cuenta de que Mara había intercambiado su
piedra con la de Elf en su anillo. Había usado el anillo por tanto tiempo, pero
porque le recordaba sus fracasos cada vez que lo miraba.
Hasta ahora.
Ahora dejó que la calidez de la fuerza de vida de Mara llenara de calor
todo su cuerpo.
— ¿Elf? - suspiró, besando la parte superior de su cabeza.- Hay algo que
debo hacer.
— ¿Salvar a Mara?
Él le frunció el ceño. — ¿Cómo conoce a Mara?
— Una vez que llevaste mi piedra contigo, podía oír todo lo que decías.
El calor le escaldó las mejillas mientras él se dio cuenta de una que otra
cosa que podría haber oído.
En ese modo de burla familiar, ella tiró de sus bigotes. — Aye, mi hermano.
Incluso eso.
Él gimió en voz alta. — Lo siento mucho.
— ¿Por qué? ¿Por no abandonarme? Tú no hiciste nada malo, Duey. Ahora
vamos a salvar a tu mujer.

*******

Devyl se quedó corto mientras reapareció en el campo de batalla donde


había dejado a sus hombres. Tenía que dar crédito a los Deadmen—ellos no
se retiraron del conflicto.
Nunca.
Y esto era un baño de sangre. Gadreyal y sus fuerzas no eran fácilmente
derrotados. Un relámpago destelló. El sonido de la batalla sonó en sus oídos.
240
Esto era para lo que había crecido.
Y cuando tomó la mano de su hermana, vaciló por primera vez en su vida.
— No pude protegerte.
— Nay, - Elf respiró, alcanzando su rostro con la mano -. Mi prometido me
falló. Por orden de ellos. - su barbilla indicó hacia Gadreyal. - Ella fue la que
me puso la trampa, y a ti. Ella te quería fuera del camino.
Sintió que sus colmillos se alargaban por sus palabras mientras la bestia
demoníaca dentro salió a flote.
Elf retrocedió e inclinó su cabeza, luego se convirtió en una pequeña
duende. Ella voló para besarle la mejilla y susurro a su oído. — Nadie me
verá, hermano mayor. Haz lo que mejor sabes hacer y no te preocupes esta
vez. Estaré justo aquí. - se presionó contra su yugular y se convirtió en una
parte de su piel.
Sabiendo que estaba a salvo mientras él no recibiera un golpe allí, él bajó
su visor y se dirigió directamente hacia Gadreyal.
Esta vez cuando la atacó con su espada, la golpeó y la hizo tambalearse.
Pero no le dio cuartel. Ahora no. Nunca más.
— ¿Dónde está Cameron? - gruñó - Su vida es todo lo que preservará la
tuya.
Gadreyal se tambaleó por sus golpes. Ella intentó volar lejos, pero él
rebanó con fuerza a través de las alas, casi cortando completamente una.
Su tiempo de misericordia había pasado. Y el tiempo de vida de ella se
hacía peligrosamente corto.
— ¡Libera a mis hombres y devuélvenos a nuestra señorita Jack! No lo diré
de nuevo.
Gadreyal siseó y se retorció, luego lo golpeó. Pero él no lo sentía. Estaba
demasiado enojado. — ¡Thorn no puede salvarte!
— No lo estoy esperando. - Devyl la echó hacia atrás.
— ¡Capitán!
Él vaciló ante los gritos de Hinder y Belle. Mirando hacia ellos, vio que su
primo había abierto una puerta y había permitido que Thorn y un grupo de
Sarim entraran a este reino.
En el momento en que Gadreyal los vio, reunió a sus guerreros y desapareció.
— ¡Nay! - Devyl fue hacia ella, pero Thorn lo atrapó y se lo impidió.
— Tenemos a Cameron y a su hermano.
Esas palabras apenas se registraron. — ¿Qué? ¿Cómo?
Thorn apretó su agarre en el brazo de Devyl. — Los hemos encontrado,
pero necesitamos la sangre de un Deruviano o Myrciano para desbloquear la
puerta que los sostiene. Es por eso estamos aquí. - miró alrededor del campo.-
¿Dónde está Mara?
241
Devyl se atragantó con la respuesta, luego se obligó a hablar más allá de
la agonía que se apoderó de él. — Vine la mató.
Thorn abrió mucho los ojos. Porque él sabía lo que Devyl había hecho. Los
Deruvians no siempre regresaban de sus tumbas.
— Me has dado tu palabra, Leucious. ¿Puedo tomar tu palabra?
Thorn asintió sombríamente. — ¿Qué hay de Cameron?
Devyl le tendió la espada. — Su medallón está adentro. Yo tomaré su lugar
y los dejaré salir, pero tienes que terminar esto.
Antes de que Thorn pudiera aceptar la oferta, Kalder se adelantó. — No,
déjeme ir, Capitán. Mi vida por la de la señorita Jack y su hermano.
— Kal…
— No hay discusión, Bane. - Kalder miró alrededor de los Deadmen. - Soy
el más prescindible aquí. Pero usted y la Señorita Barco... la tripulación los
necesita a los dos.
— Somos piratas, - dijo Sancha mientras se secó la sangre de su mejilla. -
Nosotros votamos.
William hizo una mueca. — Voto porque no perdamos a ninguno.
Thorn se burló de su sugerencia. — No funciona de esa manera. Uno de
ustedes tiene que ir. No hay otra forma de hacerlo.
Kalder asintió. — Entonces, el asunto está resuelto. Necesitamos nuestro
barco y a nuestro capitán. No necesitamos una sirena.
Todavía se sentía mal para Devyl. Y por una vez, se acercaba a entender
la manera en que los Vanir veían las cosas. No le gustaba pensar en sacrificar
uno para salvar a muchos. — Encontraré una manera de recuperarte.
— Dios, espero que sí, Bane. - Kalder le guiñó un ojo.- Porque de una
manera u otra, pienso regresar por la señorita Jack. Por favor, dile que he
dicho eso.
Devyl sujetó su lengua mientras veía a Michael y Gabriel llevarse a Kalder.
Él no tenía el corazón para advertirle al tritón sobre la verdad.
De cualquier manera, estaba muerto.
Lo más probable es que ambos lo estuvieran.
Con el corazón pesado, miró fijamente a Thorn. — ¿Bien?
Thorn hizo una mueca ante la pregunta. — ¿Bien qué?
— Tenemos que recuperar a Mara.
— No puedo hacer nada. Tú lo sabes. Ella está fuera de mi alcance.
Cuando Devyl empezó a avanzar, Valynda le detuvo de agarrar a Thorn
y rasgar su garganta. — No es final, Capitán. - se volvió hacia Nibo. - Usted
puede ayúdarla, ¿verdad?
Con los ojos muy abiertos, intercambió una mueca con sus acompañantes
gemelos. — No es tan fácil, ma petite ange.
242
— Pero no imposible. Especialmente para ti, papá. - ella se acercó y
acarició su mejilla - ¿Puedes hacer esto por mí, no?
Nibo prácticamente se derritió al tocarla. — Oui. Lo intentaré.
— Nay, amor. Lo lograrás.

*******

En cada cultura, las mezclas eran significativas. Como Aesir, Devyl había
aprendido a desconfiar de ellos, pues fueron frecuentemente atormentados
por los con annwn, cyhyraeth, Adoni, o Gwrach y Rhibyn, quienes cazabas
viajeros imprudentes, buscando almas o víctimas para fines nefastos. Nada
bueno pasaba en estos lugares.

Y esta noche no fue la excepción. Porque estaba aquí en el Reino de


su abuelo al que estaba siendo devuelto del infierno del que Thorn le había
salvado.
Nibo soltó un suspiro cansado mientras terminó su canto. — ¿Estás seguro
de esto?
Devyl asintió. — Ella no pertenece ahí. ¿Estás seguro de que esto funcionará?
— Aye. Las partes han acordado. Ellos prefieren torturarte, pues te
has ganado la condenación, mientras que ella no. - hizo un gesto hacia su
compañero. - Masaka te guiará y luego volverá con Marcelina.
Devyl entrecerró su mirada en el espiritu. — ¿Sin trucos?
Nibo sonrió con una sonrisa divertida. — Eres sabio al sospechar. Pero
en esto, le di mi palabra a Valynda. Te aseguro que no le romperé el corazón.
— Ni se enfrentaría a mí. - Thorn se aclaró la garganta abruptamente.-
La risa que Nibo dejó en contradicción la arrogancia de Thorn. Pero eso
era todo lo que el espíritu tenía que decir al respecto. — ¿Si estás listo?
Casi.
Devyl tragó fuerte contra el doloroso nudo en su garganta al encontrarse
con la mirada llena de lágrimas de su hermana. — Lo siento por dejarte sola
en este mundo, Elf.
Suspirando, asintió con la cabeza. — Entiendo. Yo sólo odio perderte de
nuevo.
Él besó su mano y la sostuvo por un largo momento. — Dile a Mara que
siempre la he amado. Y que ella nunca debe sentirse culpable por esto. Prefiero
que ella piense en mí con cariño, si es posible. Y sólo sonría cuando lo haga.
Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras ella asintió. — Te quiero,
243
Duey.
— Mi preciosa Elf. - besó su frente. - Ten cuidado. - y con eso, él retrocedió
y miró a Thorn.- No dejes que nada dañe a mis chicas.
— Por mi honor, Dón-Dueli. Ha sido un privilegio.
— Yo no iría tan lejos. Sigues siendo un espina en mi trasero.
Thorn rió, pero sus ojos estaban tan tristes como los otros, mientras Masaka
ponía la mano en el hombro de Devyl y se desvanecieron de vuelta al infierno
que Devyl sabía que sería forzado a soportar por toda la eternidad.
Piensa en Mara. Esto era por ella. Ella estaba a salvo ahora. Ella había
recuperado su vida. Libre de él.
Pero eso no ayudó. Realmente no.
Porque al final, el mayor infierno no era la agonía física que sabía que lo
esperaba. Era el tormento emocional que provenía de saber que ella finalmente
lo amaba y que ahora se vería obligado a vivir sin ella.
Por siempre.

*******
Kalder vaciló al ver la densa pared de cristal que mantenía a Paden y
Cameron encarcelados. Estaban congelados en una hoja tan gruesa, que
apenas parecían humanos. Pero la peor parte de todo fue las expresiones de
horror congeladas en sus rostros—como si estuvieran atrapados en medio de
una pesadilla que sólo ellos podían ver.
— ¿Qué les han hecho?
La rabia oscureció los ojos de Thorn a un resplandor verde vibrante. — No
es lo que hay ahí lo que es aterrador, Myrcian. Es lo que no está.
— ¿Qué quieres decir?
Thorn puso su mano sobre el hombro de Kalder. En el instante en que lo
hizo, el dolor se desgarró a través de la cabeza de Kalder y rasgado la capa
de este mundo para que pudiera ver la realidad donde Cameron y Paden
vivian actualmente. El reino donde sus almas habían sido lanzadas por la
maldad de Vine.
Jadeando, sintió un escalofrío tan frío que ardía. Sintió la desesperación
de Cameron y el terror de su hermano que iba a matar a su propia hermana,
y que Paden sería incapaz de detener el hambre dentro de él que le exigía su
sangre inocente.
Thorn se soltó y se alejó de él.
Kalder se tambaleó cuando su visión se despejó y volvió a esta realidad.
244
Con su respiración desigual, parpadeó rápidamente, mirando de Thorn a
Michael y finalmente Gabriel. — ¿Pueden ver siempre así?
Asintieron a la vez.
— ¿No es divertido, verdad? - dijo Thorn amargamente. - Saber lo que hay
detrás del velo del ser humano y no ser capaz de interferir. Es su propia forma
del infierno.
Kalder se secó las lágrimas mientras luchaba por equilibrar su respiración.
— ¿Es por eso qué viniste a buscarnos?
Thorn pasó una mirada sombría a los otros dos. — Sí. A diferencia de
algunos, no puedo soportar la injusticia.
Michael se volvió hacia él con un siniestro siseo, exponiendo un conjunto de
colmillos que Kalder no había notado antes. — ¡Nunca me hables de injusticia,
demonio! ¡No tienes derecho! No sabes nada de mí ni de los mios.
Thorn levantó las manos. — El punto es, que creo en segundas oportunidades.
Michael frunció el labio. — La mayoría de los demonios lo hacen, ya que
el segundo golpe suele cortar más profundo que el primero.
Ahora era el turno de Thorn de ir por Michael, pero Gabriel lo atrapó y lo
obligó a regresar.
— ¡Suficiente! ¡Ustedes dos! No estamos aquí para pelear entre nosotros.
- él sacudió su barbilla hacia Paden y Cameron. - Cada segundo que discuten,
corremos el riesgo de perderlos para siempre.
— Si no lo hemos hecho ya, - dijo Michael bajo su respiración.
Kalder hizo una mueca al presionar su mano contra la roca fría que le
impedía sentir el calor de Cameron. Qué extraño que apenas la conocía y
sin embargo había encendido algo dentro de él que nunca había sabido que
poseía.
Un corazón.
No la había besado ni siquiera y aquí estaba dispuesto a morir para
salvarla. Eso no tenía sentido alguno. Pero de hecho la vida rara vez lo tenía.
Tal vez fue ese optimismo inocente que tenía a pesar de toda la vida
de mierda que se había amontonado sobre ella lo que había reiniciado los
órganos muertos en su pecho. O la luz amable en aquellos ojos color avellana
cada vez que hablaba de su hermano. La forma en la que mantuvo la fe incluso
cuando parecía que no había esperanza alguna.
Nadie había tenido nunca ese respeto por él.
Nunca lo había querido.
Hasta ahora. Por todo lo que era sagrado y lo que no, quería que ella lo
viera así. Ver sus ojos brillar y brillar para él de la misma manera que lo hacía
por Paden.
Nay, eso era mentira y lo sabía. Él quería mucho más que eso de ella. Él
245
quería tener una mujer, sólo una vez, que lo viera como ella veía a su hermano.
Como un noble héroe.
Como su noble héroe y campeón.
Por quien ella estaba dispuesta a sacrificar su vida.
Quería que alguien lo amara así. Completamente y sin duda. Con total
lealtad y devoción. Amarle como su madre había amado a su hermano. Tener
a alguien llorando su muerte y lamentando que ya no fuera parte de su vida.
Nadie incluso había ido a su entierro después de que su madre lo destrozó.
Ni siquiera un sacerdote. Los vigilantes lo habían sacado y dejado su
cuerpo en una fosa común como basura. Sin pompa. Sin últimos ritos. Nada.
Ni una sola palabra.
Después de todos los años que había vivido, no significaba nada para
nadie.
Sólo Cameron le había molestado como un amigo y le hacía sentir noble
o bienvenido. Maldito sea por quererlo. Porque ahora que él sabía su sabor,
no podía volver a su ignorancia. Eso era un crudo y fétido anhelo que no lo
dejaría en paz. No podía volver a la forma en que había sido. Insensible e
inconsciente.
Ella le había abierto los ojos y despertado.
Y si tuviera que morir para traerla de vuelta, que así fuera. A diferencia
de él, ella era un alma que traía felicidad al mundo, y a los que la rodeaban.
Como su hermano. Tenía una mujer esperando y un niño que necesitaba a su
padre. Ellos eran raras luces que brillaban en este mundo oscuro y terrible.
Nadie te extrañará, Kal.
— Hagamos esto - dijo al Sarim- No quiero que ella sufra un momento más.
Thorn inclinó la cabeza hacia Kalder, luego pasó una severa, y censuradora
mirada al Sarim. — ¿Díganme de nuevo cómo es que los condenados están
más allá de la redención?
Desviaron la vista con timidez.
Él palmeó a Kalder por la espalda. — Sé que me enferma hacerte esto. Si
hay alguna manera de salvarte, la encontraremos.
Kalder asintió. — Dile a Cameron que fue mi honor salvarla. - sacó el
collar que había pertenecido a su hermano y se lo entregó a Thorn.- Y dale esto
de mi parte. Pídele que ore por el alma de mi hermano.
— ¿No es tuyo?
Soltó una risa amarga. — Los dos sabemos dónde está la mía y dónde va
a dirigirse.
Thorn tomó el collar y lo metió en su bolsillo. Lo que tenía que hacer
enfermaba hasta el centro de su inútil alma. Pero no tenía elección. Las dos
Perras que estaban con él no iban a ahorrarle esto, y él lo sabía. Nunca le
246
ahorrarían ninguna pesadilla.
Maldiciendo a su padre y a él, él sacó su daga y tan rápido e indoloro
como era posible, cortó la arteria de Kalder para que su sangre cubriera el
piso.
El Myrcian se tambaleó, pero Thorn lo atrapó y le impidió caer al suelo frío
como basura. Lo tomó en sus brazos mientras su vida se desvanecía.
— Duerme en paz, pequeño hermano, -susurró contra su oído. - No dejaré
que mueras sólo esta vez. Y serás llorado y extrañado. Eres un buen hombre,
Kalder. Que nadie te diga nunca otra cosa. Ni siquiera tú.
Hundiéndose en el suelo, Thorn le acunó en sus brazos y lo mantuvo allí
hasta que se desangró y murió. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras odiaba
todas las elecciones que se veía obligado a tomar. Las elecciones a las que
todos estaban forzados.
Michael no dijo una palabra mientras reunía la sangre de Kalder y la
utilizaba para los encantamientos que necesitaba para liberar a su progenie.
Gabriel se arrodilló a su lado. — ¿Thorn?
Parpadeó lentamente, incapaz de responder por el dolor dentro de él que
se revolvía y le atormentaba tan profundamente que le había dejado vacío y
entumecido.
— Tienes que dejarlo ir.
Sin embargo, no podía hacerlo. No cuando conocía los horrores que
habia perseguido a Kalder. — Él no es una basura.
— Lo sé.
Nay, él no lo sabía. No realmente. Cerrando los ojos, Thorn se aferró a
la cabeza de Kalder y les juró a ambos que encontraría algún milagro para
liberar al Myrcian. Incluso si tuviera que desentrañar el universo para hacerlo.
— ¿Kalder?
Parpadeando, Thorn levantó la vista al ver como Cameron salía de la
pared para verlos en el suelo, impregnados de sangre.
Con un feroz sollozo, corrió hacia ellos. Sus manos temblaban mientras
sollozaba y se aferraba a la chaqueta de Kalder. — ¡Nay! ¡Nay! ¡No puedo
perderlo! ¡Así no!
Thorn la atrajo hacia él para consolarla. — Shh, pequeña. Él sólo duerme.
Ella lo miró como si estuviera loco. Y lo estaba, de hecho. Pues sólo un loco
habría desafiado los poderes necesarios para crear a los Hellchasers como
Thorn lo había hecho.
Sintió que sus ojos se ponían de un rojo brillante antes de ofrecerle una
sonrisa decidida. — Yo lo traje de vuelta cuando él no tenía absolutamente
nada por que vivir. ¿Realmente piensan que él no se levantará ahora que tiene
tanto que perder?
247
*******

Mara despertó al calor más peculiar. Hasta que se acordó de la traición


de la hermana.
Furiosa, se sentó y...
¿Qué diablos?
Ella estaba a bordo de un barco, pero no era su cuerpo el que había
formado este barco. — ¿Du? - le llamó, mirando alrededor de la pequeña, y
desconocida cabina.
En lugar de Duel, Thorn entró para pararse junto a su litera.
— ¿Cómo te sientes?
— Muy confundida. ¿Dónde está Du? - ¿Cómo había llegado aquí? Ella no
podía recordar ninguna cosa realmente nada.
Todo era tan vago. Como un sueño extraño y endeble.
Thorn no respondió. Más bien, él se hizo a un lado para que otra mujer
entrara en la habitación a través de la puerta detrás de él. — No creo que
ninguna de las dos se hayan conocido alguna vez.
No, ella nunca había visto a la...
Su corazón dejó de latir mientras se dio cuenta de quién era. Era una cara
que sólo había visto en sus visiones. — ¿Elyzabel?
Inclinó la cabeza hacia Mara. — Sí, mi señora. ¿Cómo estás?
— ¿Dónde está tu hermano?
Elf miró nerviosa a Thorn.
Cuando no contestaron enseguida, un temor horrible la atravesó. Trató de
dejar la cama, pero Thorn se lo impidió. — Todavía estás débil.
— ¡Dime dónde está Duel!
Thorn continuó dando evasivas. — Bueno… sabes dónde estabas.
— Aye. - ella estaba finalmente empezando a recordar el agujero infernal
donde Vine la había arrojado. No podía imaginar cómo Duel había aguantado
tanto tiempo.
— Para sacarte, teníamos que hacer que alguien se sacrificara su vida y
su harthfret por el tuyo.
¡Oh Dios mío, no!
La sangre se desvaneció de sus mejillas y las lágrimas brotaron en sus ojos.
Seguramente Thorn no le estaba decirndo lo que temía que estaba diciendo.
Nay, Du no sería tan estúpido.
¡Ya lo sabes!
248
¡Por supuesto, sería tan estúpido!
La agonía y el dolor se envolvieron alrededor de su corazón y lo aceleraron.
— Dime que no lo hizo, - respiró como un temor la embargaba y traía lágrimas
a sus ojos.
Elf asintió. — Nadie podía persuadirlo. Por ti, estaba dispuesto a hacer
cualquier cosa. Incluso sacrificar a toda su tripulación. Él quería que te dijera
que siempre te ha amado y que no te sientas culpable. Que tú debes recordarle
con cariño y sólo sonreír cuando piensas en él.
Lágrimas silenciosas corrían por su rostro. — ¡Nay! - ella luchó para
respirar más allá del dolor que la ahogaba. - Debemos ir por él - Levantándose,
ella empujó a Thorn fuera de su camino.- Yo… yo… - sus piernas cedieron y la
enviaron al suelo, en donde se quebró en feroces, y atormentados sollozos. La
agonía de su pérdida era como ninguna otra que hubiera conocido.
Du! Oh dioses... Ella no podía hacer esto. No podía hacerlo sin él.
Especialmente sabiendo que por su culpa él se había ido. Que había hecho
esto para salvarla.
De repente, fuertes brazos la rodearon y la sujetaron contra un pecho
duro, y musculoso. Empezó a luchar por liberarse hasta que el olor de la piel
de este hombre la sacudió.
Ese aroma dulce de almizcle marino no era de Thorn.
Conmocionada y aún más aturdida, ella miró a un par de enojados ojos
rojos.
— ¡Thorn! ¡Repugnante y jodido bastardo! ¿Qué hiciste?
— ¿Du? - ella se acercó para tocar su cara, luego sollozó aún más.
— Shh, - él respiró, balanceándola en su brazos. - Todo está bien, mi amor.
Con su respiración desgarrada, miró a Thorn. — ¿Qué crueldad fue esta?
Cruzando sus brazos sobre su pecho, Thorn sonrió. — Ninguna crueldad.
Todo era la honesta verdad. Devyl tomó tu lugar para liberarte.
Elf asintió. — Él dijo que te dijera cada palabra que te dije.
Mara frunció el ceño. — No entiendo.
Du limpió las lágrimas en sus mejillas, luego le ofreció una sonrisa torcida.
— Soy un cabrón tan malvado, que ellos se negaron a retenerme. Al parecer,
mi cara no es tan dulce como la tuya.
Thorn se burló. — No es del todo cierto. Cuando enrolé a Devyl, fue con
una condición.
— Nunca debías salir herida, Mara. - Devyl apartó el cabello fuera de su
rostro. -
— Aye. - Thorn sonrió. - Él dio su alma para desatar sus vidas, al hacerlo
sacrifico su vida para que pudieras vivir otra vez...
Du levantó la muñeca para que ella viera que su Cruz de Deadman había
249
desaparecido. — Yo compré mi libertad.
Thorn asintió y sonrió. — Él hizo su sacrificio. Su pizarra ha sido borrada
y está completamente limpia. Y en lugar de huir y comenzar su vida mortal de
nuevo, eligió permanecer con su tripulación y esperar a ver qué querías hacer
con tu libertad.
Jadeando, pasó los dedos por encima del brazo donde había estado su
marca. — ¿Eres libres?
— Sí, gracias a ti.
Thorn y Elf les dejaron la cabina.
Horrorizada, Mara lo miró fijamente. — ¿Y Vine?
— Muerta. La maté. Estamos en el barco de Santiago y…
Ella interrumpió sus palabras con un beso. Y luego otro. — Haré nuestra
nave de nuevo con mi cuerpo tan pronto como este suficientemente fuerte.
Devyl se mordió los labios, luego frotó su nariz contra la suya. — ¿Nuestra?
Riendo, ella asintió. — Sí, Capitán Bane. ¿No cree que voy a dejarlo
navegar sin mí, o si?
— ¿Estas segura?
— Absolutamente.
Con los ojos cada vez más oscuros, alcanzó los lazos de su vestido.
Mara se quedó sin aliento cuando le dio un beso tan caliente que le quemó.
Su deseo era absoluto y coincidía con el suyo. Más que eso, enardecía el suyo.
Ella todavía no podía creer que esto era real.
Que estaba de vuelta de los muertos y que estaba aquí en sus brazos.
— ¿En qué estabas pensando cuando cambiaste de lugar conmigo?
— Que no tenías nada que hacer allí. -su lengua jugaba con el lóbulo de
su oreja, enviando escalofríos sobre ella mientras la apoyaba en la litera.- Y
que no podía vivir sabiendo que habías muerto por mí.
— Eres un tonto, Dón-Dueli.
Se echó hacia atrás para mostrarle sus hoyuelos. — Aye, pero sólo por ti.
Eso era cierto. Perdió su aliento cuando él quitó el traje de su cuerpo y
el aire fresco golpeó su piel. Desesperada por sentir su piel contra la suya,
le quitó la camisa sobre su cabeza. Y se apoyó contra él para que poder
saborear su abrazo. — Tenemos mucho que hacer, ¿sabes?
— Es verdad. - él mordió su barbilla con sus dientes mientras él la sostenía
suavemente en sus brazos y acunaba su cuerpo con el suyo. - Santiago ha
firmado para ser nuestro respaldo hasta ver esto terminado.
— ¿Y Thorn estuvo de acuerdo?
— El libre albedrío. El acuerdo no tiene nada que ver con eso. No puede
detenerlo.
Ella negó con la cabeza al pobre pirata que no tenía ni idea de en lo que
250
él y su tripulación se estaban metiendo — ¿De qué más me he perdido?
Una sonrisa infantil jugó a lo largo de los bordes de sus labios mientras
dibujaba pequeños círculos alrededor de sus pechos y mordisqueaba el
contorno de su mandíbula. — Muchas disputas. Un montón de búsqueda del
almas mientras tratábamos de poner el alma de Sallie de nuevo en su botella y
Strixa decidio quedarse con nosotros también.
Ella arqueó una ceja ante eso. — ¿De verdad?
Se echó hacia atrás con una mueca irritable. — ¿Sí, pero es esto realmente
en lo que quieres centrarte en este momento, amor?
Ella dejó caer su mano a la cintura de sus pantalones y observó el modo
en que contenía la respiración. Y el instante en que se suavizaba su mirada.
— No realmente.
Su respiración se entrecortó al momento en que ella introdujo su mano
para acariciarlo suavemente. Sus rasgos se relajaron y se volvieron suaves y
dulces.
Mordiéndose el labio, Mara se complacía en el poder que tenía sobre
su capitán. Podría ser un oscuro y temible hechicero corymeister, pero era un
Deruvian magelyn que poseía su corazón y podía cambiar su estado de ánimo
con su más mínimo capricho. — Yo siempre pelearé por ti, Du. Cuando llegue
la mañana, quiero que me enseñes a empuñar una espada.
Arqueó una ceja ante eso. — ¿Estas segura?
Ella asintió. — Tenías razón. Somos tan fuertes como nuestro eslabón más
débil, y yo no seré el medio para derrotarte.
Devyl tomó su mejilla antes de besarla. — Nunca eres mi debilidad, Mara.
Eres mi fuerza. Y te enseñaré a ser el mejor espadachín en todo el mundo.
— Bueno. - ella se deslizó los pantalones de su caderas - Ahora ven aquí,
esposo, y muéstrame algunos de tus mejores, y más hábiles movimientos.
Riendo, él la apoyó contra la litera y se deslizó suavemente en su hogar.
Mara aspiró el aliento con brusquedad ante la sensación de Duel dentro
de ella mientras lo acunaba con su cuerpo. Ella debería tener miedo del futuro.
Las puertas todavía estaban agrietadas. Y habían perdido a varios de su
tripulación. El niño no nacido de Paden llevaba consigo la sangre de Michael
que podía abrir todas las puertas y desencadenar el peor de todos los males
en la tierra.
Y sin embargo, en los brazos de Duel, se sentía completamente segura.
Porque sabía que su Devyl nunca permitiría que ningún daño le sucediera.
Nay—siempre y cuando este Devyl y sus Deadmen estuvieran del lado de
la justicia, el mal no tenía oportunidad.
251
Epilogo
Traducido por: Amy
Revisado por: Miss Blu

Gadreyal vaciló mientras se acercaba a la única creatura a quien le respondía…


el único ser aún más corrupto y peligroso que ella.
Papá Noir. Oscuro y siniestro, él se sentaba en su trono con su hermana Azura
a su lado, mirándola fijamente. — Fallaste.
— No aún. Yo simplemente posicione mis piezas.
Noir rodó los ojos. — Fallaste. - repitió.
Gadreyal pudo haberlo manejado mucho mejor si Jaden no hubiera escogido
ese momento para entrar en la habitación.
Él era una bestia apuesta, excepto por esos desconcertantes ojos. Uno un
brillante, brillante verde y el otro, un profundo marrón tierra. Como Noir y Azura, él
era un poder primario que hubiera sido invencible.
Si Jaden no se hubiera vendido a sí mismo a ellos para proteger uno de los más
grandes enemigos de Gadreyal.
—¿Esta hecho? - Noir le exigió a Jaden.
252
Él se tomó un largo minuto para mirar directamente a su dueño hasta que
finalmente asintió. — No me fue dado el dominio sobre los arboles por nada. -
Chasqueó sus dedos.
Después de unos tensos minutos, Vine lentamente se extendió del suelo hasta que
floreció de nuevo a la gran belleza que ella había sido.
Sus ojos eran oscuros y mortales mientras los miraba a su alrededor.
Pero Noir no estaba impresionado. — Ustedes dos saben su objetivo. No fallen
de nuevo.
Gadreyal inclinó su cabeza hacia él después de tomar la mano de Vine y dirigirla
fuera del estudio.
Vine no habló hasta que estuvieron solas. — No puedo creer que esté viva de
nuevo.
— Es temporal. Y si no tenemos éxito esta vez… - Vine la interrumpió con una
risa. - No te preocupes. Tenemos el elemento sorpresa de nuestro lado. Más que
eso… - ella sostuvo el medallón que había intercambiado.
El medallón que les daba completo control sobre Cameron Jack y su bastardo
hermano Seraph.
Esto no había terminado.
Era solo el comienzo.
Staff
Traduccion Revision
Callahan Andy Cruel
253
Amy Nébula
Do Anaxkolasi Luna Miriel
V. Cardiel Miss Blu
Caro Eli Dydimos
Eliza Zuñiga

Revision final de
Deadmen Walking
Miss Blu, Eli Dydimos, V. Cardiel, Nébula

Vous aimerez peut-être aussi