Poesía de Los Años 50

La
niña en rebajas es un poemario íntimo y personal, sin pretensiones, del

que cualquiera que tenga vida y sentimientos puede apropiarse. Es tan
simple y tan sencillo como vivir, despertarse cada mañana y enfrentarse a
uno mismo o salir a la calle. Y contarlo, con un lenguaje limpio de adornos y
rimas, breve, casi coloquial, que revela sobre todo el deseo de la autora de
llegar al lector y ser comprendida.
www.lectulandia.com - Página 2
Mercedes Castro
La niña en rebajas
ePub r1.0
ebookofilo 26.09.13
Título original: La niña en rebajas
Mercedes Castro, 2001
Diseño de portada: ebookofilo
Editor digital: ebookofilo

ePub base r1.0
PRÓLOGO
No me consta que haya tenido camisita y canesú al uso, ni mimos

melindrosos creciendo al borde de la ría de una ciudad desbaratada por
las ruinas de un cielo industrial desmantelado. Me consta que tenía toda
la mar en un cofre que guardaba en su retina por donde volaban los azores
y los albatros que más tarde se posaban en el folio en blanco en las
estrofas y los versos.
Y fue creciendo entre todos los espantos, sembrando poemas nuevos en
los espacios que iban surgiendo, brotando con los soles marchitos de los
inviernos, como quien cuida un huerto construido con palabras. Puso
sonidos estrambóticos que ató a los libros y se fue haciendo niña cada vez
que la sospecha de mujer atentaba con certeras amenazas.
Mercedes Castro fue atando todas las cosas, deshaciendo y
reinventando nudos de la mar y de la tierra, y si el cielo no era de su
agrado, y el plomo y la ceniza lo manchaban de grises perpetuos,
Mercedes ponía azules y malvas y repintaba todo el paisaje.
La niña en rebajas es la luna en cuarto creciente, aquí no hay versos
menguantes ni certidumbres susurradas, no la tonta luna llena de cara
obscena y redonda. Hay una lenta y serena declaración de principios, una
confesión solemne de amor antiguo y nuevo con remitente y no sé si con
destinatario.
La niña en rebajas sabe que no está en venta, ni en la oferta incivil de
los saldos y el todo a cien. Se permite el lujo inteligente de la ironía, acaso
«a ti debida», y conoce que detrás del horizonte está siempre el crepúsculo.
Por eso este poemario que cabe en una tarde es un regalo que
Mercedes pone en sus manos, en su corazón y en su memoria, para que la
tarde no tenga término previsto, no se acabe nunca, y preludie la noche
más luminosa.
Ramón Pernas
A la memoria de Mercedes y Enrique
I
POEMA DE LA INFANCIA SOLITARIA
Yo tenía una muñeca

que no vestía de azul
como las niñas buenas,
la vestía de mar y cielo
y la sacaba a pasear,
todos los atardeceres,
al volver del colegio.
La gente me preguntaba
¿No tienes a nadie que te vista
muñeca?
¿No tienes a nadie que te cuide
por dentro?
¿No tienes a nadie que te enseñe

que el cielo,
por las noches,
no es negro?
POEMA URBANO
Ayer oí a la ciudad llorar.

Era su llanto un quejido débil,
largo,
amargo,
salía de la piedra,
desde muy dentro,
y se perdía en la vida de la noche.
Al oírlo,
el hombre verde del semáforo
se estremecía,
y el hombre rojo del semáforo
sangraba aún más.
Y nadie más lo sabía.

Sólo yo sentí a la ciudad llorar.
MAR DE MADRID
Sólo soy una gallega sin mar.

Y quisiera ser luminosa y azul,
que al andar por la calle me mirasen,
me sintieran,
me señalasen con el dedo,
que se asombraran con mi presencia…
Me sintieran.
Yo entonces sabría que no sueño,

existo,
soy real.
No una cara más en el Metro.
No un número en un carnet.
No una nota en un casillero.
Soy azul y huelo a sal,

mi pelo está lleno de algas verdes,
en mis manos hay escamas,
en mis pechos peces.
Y estoy viva,
soy oleaje al andar,
soy viento si me muevo.
No soy gris, soy azul.

No estoy quieta,
tengo en mí sentimientos.
Y vivo, y lloro, y si quiero muero,
y vengo, y voy, y otra vez vuelvo…
Me balanceo, río,
me reflejo en los espejos.
Y quisiera saltar,
llegar al cielo.
Miradme:
Soy mar.
Soy azul.
Soy viento.
¿Qué pasa, no me veis?

¿Por qué no os siento entonces?
Es como un mal sueño

del que nunca despierto.
Y estoy sola en la calle gris
y no hay sal en el cielo.
Y nadie se fija en mí
y me marchito,
me seco…
Sólo soy una gallega sin mar

nadando en un agujero.
POEMA PARA ÉL
Era un día de otoño

cuando el cielo se pone
más gris de lo habitual
y la calle huele
a zapatos nuevos de colegio.
Te vi,
con andares de mar enfurecido,
y olas en la mirada.
POEMA PARA LA DISTANCIA
Vivimos pegados al teléfono,

robando para las llamadas,
manejando kilómetros, distancias,
cantidades de amor y de palabras.
Nuestra vida es imaginar

los ojos, las manos,
un qué llevará puesto hoy,
un hará frío cuando salga
por la mañana.
Un teléfono,
parar en un estanco,
comprar sellos,
abrazar a los buzones,
empaquetar sentimientos.
Salir y no buscar.
Hablar y no pensar.
Tener, y tener lejos.
Y jugamos con el tiempo

y añoramos la lluvia,
la peleas, la fuente,
aburrinos juntos en invierno,
volver.
Volver siempre.
Y rezar, y desear
que tú estés allí,
que sigas esperando,
que no te hayas cansado
del juego.
POESÍA DE ESCAPE (O FUGA)
A veces se me van
las ganas de vivir.
Pero dile a mi madre
que no se escandalice,
nunca se me van del
todo.
POEMA REPARADOR
Tenemos que hacemos

una detenida limpieza,
ordenar los pensamientos
y repasar,
punto por punto
nuestra conciencia
hasta encontrar,
en el último rincón,
aquella flor de juguete
y el libro de aventuras
que robamos,
tan pequeños,
y que aún nos hace sentir
tan culpables.
Tenemos que limpiarnos

de los malos sueños,
asearnos,
adecentamos,
y enjuagamos la boca.
Entonces nos juntaremos

con el corazón aireado,
la culpabilidad desterrada
y un agradable sabor,
desconocido,
de labios sin estrenar.
POEMA EXUBERANTE
Cuando no estás aquí

me consuelo
con los piropos que me echan
en el Metro.
Y sólo entonces,
secretamente,
me alegro de tener
el culo grande.
TRES ORACIONES SUELTAS
No se baja vivo
de una cruz.
J. Cortázar
1. La Caída
Cuando estás abajo,

a mitad de camino
entre el Cielo y el Purgatorio,
es fácil que alguien,
desde las alturas
te diga: “Sujétate tu vela”.
Y entonces
es difícil no sentirse
el candelabro más triste
de la Tierra.
2. El Ángel
Gracias,
por aguantarme las velas
y lamerme las heridas.
Por escucharme
cuando parece que no tengo
nada mejor que decir.
Por aceptar mis flores
medio marchitas
y decir que, junto a mí,
aún existe la ilusión.
Contigo
ya no lloro en el cine,
y no tengo miedo al volver a casa
a las tres,
ni a entrar en ella.
3. El Infierno
Que se jodan
quienes no quieren oír
porque les parece sin sentido
lo que digo.
Que se jodan,
porque ya estoy cansada
de escucharles.
4. El Cielo
No importa.
Yo
tengo quien me escuche.
POEMA REBELDE
Iracunda,
si lluevo a mares
sobre mis pies,
es asunto mío.
Enteraos.
POEMA EN RECUERDO
DEL APRENDIZAJE FORZOSO
Cuando era más pequeña

todo iba bien,
o al menos eso parecía
según mis recuerdos.
La verdad,
en días como hoy me pregunto
para qué habré crecido.
POEMA ANHELANTE
Esta claridad
me ciega el alma,
no me deja soñar.
Me despierta por la mañana
temprano,
me da un café,
y me pone a estudiar.
Y dónde estás, mar.
No quiero cielos grises

ni luces artificiales.
Quiero nadar.
POEMA RECLAMO
Parece ser
que comer bien
es estar sano.
Por eso no se pueden derramar
lágrimas
de agua mineral.
Ni siquiera sé escribir
lo que siento.
Y estoy mal,
acorralada y bien cebada,
como el animal condenado
listo para el matadero.
Es bueno ser querida,

pero a veces,
cuando os llamo,
siento como si os debiera algo.
Y no sé si está bien o mal.
Soy delicada.
Deberíais saberlo.
Lo sabéis.
Pero tampoco puedo pediros

que tengáis más consideración
conmigo
de la que es normal
en este mundo.
Aunque sea yo.
PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
Todos los niños buenos van al Infierno,

por gilipollas.
La automutilación es el matarme
a mí misma,
por quererte,
por aguantarte.
Las poesías amables no dicen nada,
pero mienten mucho.
Y es ésa la mayor automutilación.
Solución final:
Querer sin mentir.
¿Ir al Infierno por amable?
Ser una niña mala,

quererte.
Y poemar de tal manera que,
posiblemente,
vaya al Infierno de los Mediocres.
CUESTIÓN DE GUSTO
Sí,
a veces hay que escupir
para quitarse un mal sabor
de la boca.
No es malo gritar para combatir,

pero sólo de vez en cuando
y, por supuesto,
una maldición a tiempo desahoga bastante
y libera de tensiones.
Yo lo hago
casi todos los días.
Entonces
quién me dice a mí
que escupir, gritar, combatir,
además de ser de mala educación
no son poéticos.
Obviamente
ni todos los días hace Sol,
ni todos los poetas son acomodados,
ni todos los poemas
bien educados.
CON UN POCO DE SILENCIO
Con un poco de silencio,

no demasiado,
sólo un poco,
quizás podríamos comprender algo.
Si los moralistas callaran.
Si los triunfadores callaran.
Si los sabios,
los experimentados,
los descreídos
callaran…
Si dejasen la verdad en paz,

si dejasen el tiempo en paz
y callaran,
quizás podríamos amarnos,
tal vez en silencio.
GENERACIONES
Que no me guíen,
que no me ilumine nadie,
que prefiero estar sólo sola
y ser yo.
Que no soy ninguna generación,

que no soy un grano de arena
del montón.
Que soy yo.
Desconocida,
pero yo.
Gritando,
pero yo.
Nadie.
Pero yo.
ANUNCIOS POR PALABRAS
(25 como máximo)
Es triste pedir,
más tristes son mis versos
muertos por inanición.
Poeta desconocida
busca lectores
que se dejen soñar,
y editores que alimenten
versos anónimos.
FELICIDAD
A veces escribo de puta madre.

Y estoy contenta de mí misma
por hacerlo,
por volver a leer lo escrito
y que me guste.
A veces creo que soy

como me gustaría ser.
Exactamente así.
A veces siento
que los que me quieren
me quieren de verdad,
por mí misma,
por mis defectos,
conociéndome
y aún queriéndome.
Y me lo creo todo
y soy feliz
algo así como tres
o cuatro minutos.
AMOR AL PESO
Te quiero mucho,
pero no tanto
como para venderte
al mejor postor.
Te quiero mucho,
pero no tanto.
Tanto no.
Te quiero,
mucho, mucho,
pero no tanto
como para saber
lo que vales.
No llego a valorarte,
por eso no sabré lo que pierdo
si te pierdo.
Te quiero.
Mucho.
Pero esta inconsciencia
feliz,
infantil,
es lo que no me ata a ti,
lo que me libera de ti.
Por lo que te quiero,
pero sin saber cuánto.
Medir qué,
medirte,
medir
lo que te quiero,
lo que no sé sobre nosotros,
lo que vale nuestro amor.
No quiero pensar en ello.

Déjame ser niña
y quererte libre.
No quiero pensar,
no quiero hablar
infinitas palabras
de esto,
de este amor.
Tanto.
Cuánto.
Qué.
No,
no me preguntes
cuánto te quiero.
II
HOLA
Hola,
soy yo,
y mi corazón se hace
pedazos,
se deshace en
ilusiones e iras
y venidas,
todos los días.
Y no sé
cuánto
resistirá.
Mientras tanto
aguanto,
y escribo.
NO QUERÍA
No quería hablar
de mí.
De verdad.
Me canso mucho
de mí misma.
Desde mi punto de vista
todo,
todo a través
de mí,
todo desde mis
ojos
variables.
Pero hoy
tengo que hacerlo,
en algún sitio
lo he de poner,
en alguien,
en quien sea,
en un papel blanco,
en mí.
He de decir
que me siento
como un coche desahuciado
esperando el desguace,
como un perro fugitivo
escondido en las aceras,
como la novia triste
que espera
la sonrisa del que espera.
Como el final
del verano,
como la primera
sangre
y los Reyes Magos
que no lo son.
Como el príncipe rana

o el amor que se seca.
QUERIDO
Querido,
no es que estuviera
dormida.
Es que necesitaba
despertar.
DICEN
Dicen que la distancia

es el olvido,
pero yo no concibo
esa razón,
porque te estoy teniendo
al lado mío
y aún así
me sigo partiendo
en dos.
LOS FUGITIVOS
Viene la derrota,
callada y tibia,
al caer la noche.
La siento venir
entre nosotros
cuando ya no hay
dónde esconderse,
y en vez de sumergimos,
nos ahogamos.
Y mis lágrimas
son impotentes,
y tus sonrisas
son de impaciencia,
y la desnudez
nos avergüenza ahora
de nosotros mismos.
De nosotros a dos.
TENTATIVAS
Esto pasó al final,

o casi:
Estuve en casa
toda la vida,
por si llamabas.
Pero te olvidaste,
o no se te ocurrió.
BALANCÉ
Esto es como un columpio

de feria
o la fluctuación de la Bolsa
en elecciones:
unas veces te cotizas
a mis ojos,
y otras caigo desesperada,
como en un montaña rusa
o en un índice negativo.
Salir de casa cada día

es una lotería funesta
que me hunde en la ruina,
o premiada
por la alegría de tu mirada.
Si en este equilibrio
voraz y salvaje,
precario,
no existieran ni el rozamiento
ni el aburrimiento
quizás,
querido,
podríamos aguantar
eternamente,
un día
y otro
más,
como el elefante que se
balanceaba
sobre la tela de la
araña.
Pero somos humanos,

y malsanos,
y nos tenemos que cuidar
del dolor.
Y subir y bajar
nos marea
demasiado.
Así que
o tú arriba,
o yo abajo,
o al revés.
O muertos y abrazados,
o equilibrios de la mano,
o cada uno por su lado,
mi amor,
que la araña ya se cansó
de la enredadera que nos traemos
tú y yo.
PUEDE QUE SÍ
Puede
que todo esto
pase,
y nos deje
cansados pero limpios
como una noche de amor,
sudados y fugitivos
pero satisfechos,
irresponsables y felices,
bajo una nueva luz,
en el amanecer sucio gallego
de un domingo.
Puede
que todo acabe
bien
y podamos mirarnos
a los ojos
y sonreímos en ellos
como tras una noche de ardor.
Podremos recordar los mordiscos
y la fiebre
y sentir, quizás, vergüenza
por aquel dejarnos ir
que nos asusta un tanto
pero nos colma.
Puede.
Quizás no tengamos
que sentirnos
ni sucios,
ni violados,
ni desecados
ni crueles.
Pero el tiempo
pasa,
cada vez más,
y yo lo dudo.
III
POEMA DE LA CURACIÓN
Ya no me duele nada.
Nada me duele
cuando te miro,
y mira que lo siento,
pero sin dolor.
No se me alborota
el alma,
no se me escapan
suspiros,
ni me tiembla el pulso,
ni me revela el rubor.
Y siento pena,
una poca,
mi amigo,
cuando en tus ojos
veo
que no brillan
los míos.
Pero ya no me duele
nada
de tanto que me dolió
el adiós.
POEMA NUEVO
Parece que vienen

nuevos tiempos.
Incluso parece
que nuevas caras pueda tener
yo
para ellos.
Me creo que,
cuando me cosa el alma,
me sentará como un vestido
nuevo
en el viejo cuerpo que fue
tuyo.
Y todos los días me lavo con agua

que borra tus manos,
y me atrevo a escribir de nuevo
dulces poemas,
poemas suaves y sutiles,
poemas no rotos ni desgarrados,
ni amargos.
Poemas que te recuerdan

amables, como el saludo al vecino,
lejanos, como la postal del amigo,
tranquilos como una rutina diaria.
Ajenos como el dolor ajeno.
Que ya no parece que fuera mío.
Parece que vienen nuevos tiempos,
folios blancos para nuevos poemas,
amables poemas insensibles
como niños,
miradas tiernas y ancianas
para estos poemas,
serenos,
de desamor.
POEMA DEL FIN
Tanto como escribí

para que fuéramos
míticos,
y no somos nada
tú y yo.
Juntos no somos nada.
Somos cada uno

uno mismo.
Muy libres,
muy mayores.
Muy viejos.
Tanto como nos escribí…
Como una tonta enamorada

quería buscarte,
y proclamarte,
y agradecer tu amor.
Pero me oyen otros,

y no tú.
Mis poemas los aplauden

otros.
No tú.
Mis poemas son míos

ahora.
No tú.
Y yo escribo libre.
POEMA DE LA NIÑA MALA
A quien me lo llama
Dentro de mi pecho
hay
una araña con ocho patas
peludas.
La dulce arañita
negra
ocupa el sitio que el corazón
tenía,
y me rasga el pecho
cada vez
que un tierno varón
se acerca
o pretende
mi compañía.
Antes tenía
un pequeño corazón
grande y rojo,
dicen que me lo comió un oso,
pero no es verdad.
Me lo arranqué porque dolía.
Y dónde está tu corazón,

preguntan.
Y de dónde nació la araña,
extrañados musitan.
Y por qué no me das un beso,
lloran los niños.
Y por qué te prefieres sola.
Y se irritan.
Yo no sé qué decirles.
Tenía varias explicaciones,
pero las perdí.
Pobres.
Tendré que inventarme un cuento,
dolido y triste,
que les consuele
de mi malicia.
Quizás me perdonen,
quizás me entiendan,
quizás me quiera
alguno.
El más guapo y más valiente,

el que se atreva a jugar
con arañas escondidas,
el que no le tenga miedo
a los agujeros negros,
a los bichos sin corazón,
a brujas disfrazadas
con abrazos de patas
negras
ni a crueles niñas
perdidas.
Le daré un beso un día

al que arañe mi pecho
roto
hasta encontrar el hueco
oscuro
donde mi corazón,
antes,
reía.
POEMA DE LA NINA EN REBAJAS
Al que me enseñó a creerme

lo poco que valía.
La niña suspendió,
la niña no vale nada.
La niña dejó al novio,

la niña, pobre, no tiene
quien la valga.
La niña tiene 23 años

y ya está acabada y sola.
Y qué va a ser de la niña

ahora.
Quién quiere una niña vieja:

la cambio por una lavadora.
Quién me quiere una niña rota.

No sabe querer.
No puede llorar.
Nunca la enseñaron a amar,
pero sí a sufrir.
Puede ser aún que aprenda.
Quién me compra a la niña,

quién se la lleva.
Es un regalo, es un tesoro,
sólo tres asignaturas más
y tiene la carrera hecha.
Es una ganga, una ocasión,
una inversión para el futuro.
Si la doy no es por mala,

es por no poder atenderla.
Una cuestión de paciencia, no de calidad.
Llévensela, señores,
ahora que están a tiempo,
que aún tiene restos de inocencia,
y dulzura en los ojos,
y allá abajo, adentro, en el fondo,
un algo de moral.
Llévensela mientras sea fértil,

llévensela mientras no amargue,
llévensela mientras pueda andar.
Sólo necesita un empujón,

una puesta a punto.
Pilas nuevas.
Que la niña vale mucho.

Que la niña sabe mucho.
Que tiene un corazón muy grande,
la niña,
y un alma de oro
y una cabeza que no le cabe
en el pecho.
Aprovechen la oportunidad
antes de que se le acaben a ella.
Que se me va,
que vuela,
que me la quitan de las manos,
que me quedo sin ella.
Apúrense, señores,
aprovéchense mientras puedan.
Miren qué ganga, la niña.
¡Si ni siquiera viste santos!
¡Si no tuvo más que un novio!
¡A puntito como estaba de ser alguien en la vida!
¡Si es un partido!
Un poquito de amor, y ríe.

Una gota de fe, y aprueba.
Un mínimo de paciencia y se levanta.
Un nada de atención y florece,
y germina,
y fructifica y da cosecha.
¡Y sólo hay que regarla una vez a la semana!
A mí me dio muy buenos resultados,

pero me cansé de ella.
Vamos, vengan, corran,

al primero que me la pida
se la concedo.
Apúrense que se acaba,

cuídenmela, líbrenme de su peso,
quiéranmela, enséñenle a dar besos.
Aprenderá.
Vale mucho la niña,

con sus poemas y sus libros
y su melancolía y su deseo.
Y sus suspensos.
Lástima que no se haga de querer sola.

En el fondo es un problema de marketing.
Que no la rebajo,
que no regateo,
que la doy por lo que es,
que se escapa en un momento.
Llévense a mi niña azul,

señores,
antes de que se me vista
de negro.
POEMA DESHABITADO
Como una casa

tras el último desahucio,
ya no me queda nada
dentro.
Y las paredes desconchadas.
Desgarrones en el pecho
tras arrancar el corazón.
Y las paredes despintadas.
Muebles rotos, dientes caídos,

sillas sólo con tres patas,
desilusiones roídas por las ratas,
paraguas abandonados en un rincón.
Colchones en el suelo,
huellas tristes de una vida sucia,
manchas de vómitos, de miedo,
de amor.
Y las paredes desangradas.
Vajillas desportilladas,
juegos de café incompletos
donde recogerme,
restos del naufragio donde dormía,
del agua de lluvia que me bebió,
ropas tendidas ahogadas
donde encontrarme,
donde reconocerme.
Y las paredes desangeladas.
Y las paredes desesperadas.
La casa vacía de mi cuerpo

abandonado,
a la espera de que lo habiten,
te extraña.
Ven, amor.
No me dejes sola.
MERCEDES CASTRO DÍAZ, (Ferrol, La Coruña, 1972) licenciada en Derecho por
la Universidad Autónoma de Madrid, ciudad en la que vive, ha trabajado en el mundo
editorial durante once años, ocupando diversos puestos hasta llegar a directora del
departamento de narrativa de una editorial del Grupo Planeta. Abandonó el mundo
editorial tras ser despedida por maternidad. Se dedica a tiempo completo a la
escritura.
Tardó nueve años en escribir su primera novela, Y punto (2008), una obra que
obtuvo una treintena de críticas elogiosas y que la autora no considera como policíaca
sino que prefiere que se englobe dentro de la narrativa contemporánea, sin
adscripción a un género concreto. Esta novela fue distinguida como «Mejor Ópera
Prima en lengua española» por el «Festival de Primera Novela de Chambéry»
(Francia).
Su segunda novela, Mantis (2010), publicada dos años más tarde, es una obra de
suspense que mezcla la intriga psicológica y la novela gótica. Fue incluida en la lista
de la 10 mejores novelas del año por el prestigioso crítico literario Ricardo Senabre.
Entre sus ediciones literarias firmadas destacan una edición crítica de la obra de
Pérez Galdós, Trafalgar (2001) y la Antología poética de Rosalía de Castro (2004),
primera antología bilingüe castellano-gallego editada sobre la autora. Su primera obra
publicada fue el poemario La niña en rebajas (2001).
Obra:
Novela
Y punto. (2008)
Mantis (2010)
Ediciones críticas
Trafalgar, de Benito Pérez Galdós (2001, Edaf), edición y prólogo.
Antología poética de Rosalía de Castro (2004, Edaf), edición
bilingüe y traducción (gallego-castellano).
Poesía
La niña en rebajas (2001), poemario.

Poesía de Los Años 50

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niña en rebajas es un poemario íntimo y personal, sin pretensiones, del

Editor digital: ebookofilo

No me consta que haya tenido camisita y canesú al uso, ni mimos

Yo tenía una muñeca

¿No tienes a nadie que te enseñe

Ayer oí a la ciudad llorar.

Y nadie más lo sabía.

Sólo soy una gallega sin mar.

Yo entonces sabría que no sueño,

Soy azul y huelo a sal,

No soy gris, soy azul.

¿Qué pasa, no me veis?

Es como un mal sueño

Sólo soy una gallega sin mar

Era un día de otoño

Vivimos pegados al teléfono,

Nuestra vida es imaginar

Y jugamos con el tiempo

Tenemos que hacemos

Tenemos que limpiarnos

Entonces nos juntaremos

Cuando no estás aquí

Cuando estás abajo,

Cuando era más pequeña

Y dónde estás, mar.

No quiero cielos grises

Es bueno ser querida,

Pero tampoco puedo pediros

Aunque sea yo.

Todos los niños buenos van al Infierno,

Y es ésa la mayor automutilación.

¿Ir al Infierno por amable?

Ser una niña mala,

No es malo gritar para combatir,

Con un poco de silencio,

Si dejasen la verdad en paz,

Que no soy ninguna generación,

A veces escribo de puta madre.

A veces creo que soy

No quiero pensar en ello.

Como el príncipe rana

Dicen que la distancia

Esto pasó al final,

Esto es como un columpio

Salir de casa cada día

Pero somos humanos,

Parece que vienen

Y todos los días me lavo con agua

Poemas que te recuerdan

Parece que vienen nuevos tiempos,

Tanto como escribí

Juntos no somos nada.

Somos cada uno

Tanto como nos escribí…

Como una tonta enamorada

Pero me oyen otros,

Mis poemas los aplauden

Mis poemas son míos

Y dónde está tu corazón,

El más guapo y más valiente,

Le daré un beso un día

Al que me enseñó a creerme

La niña dejó al novio,