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Solo para poner algunos ejemplos, en el Perú hay abogados que se desempeñan
en sectores tan especializados como el de la regulación de la energía eléctrica
o en actividades que requieren un enfoque multidisciplinario como la
planificación patrimonial, áreas en las que el litigio tiene un carácter secundario
frente a la labor de asesoría.
Es en ese contexto en el que habría que entender que en el Perú se haya definido
legalmente la abogacía como un “función social al servicio de la Justicia y el
Derecho” (énfasis agregado) y que el Código de Ética del Abogado haya
reconocido que el objetivo esencial de la abogacía es “la convivencia social de
los hombres como fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar general”.
Todo lo anterior, nos lleva a descartar que la finalidad de la abogacía sea la mera
defensa del cliente, que la misión del abogado consista solo en defender el
interés de este y, por tanto, que el abogado únicamente tenga deberes para con
su cliente y no frente a la sociedad en general. Por ello, podría decirse, que, en
realidad, el abogado “representa al cliente ante el sistema jurídico, pero también
representa al sistema jurídico ante el cliente”.
Por ello, es acertado que el Código de Ética del Abogado haya adoptado una
posición según la cual la misión de la abogacía no se limita a la defensa de los
derechos de la persona sino que tiene como fin último “la consolidación del
Estado de Derecho; la justicia y el orden social”.
No podemos anticipar una respuesta para esas preguntas, pero si algo nos
queda claro es que, hoy más que nunca, los abogados deben hacer suya la
misión de la abogacía. Para cumplir con su misión, sin embargo, requieren
conocer los deberes que derivan de esta y también los derechos que el
ordenamiento jurídico les reconoce para ejercer su profesión. Estos aspectos
serán objeto de un próximo ensayo que tendremos a bien de compartir.
DEBERES FUNDAMENTALES DEL ABOGADO
Por ello, el abogado debe aconsejar a su cliente que cumpla las órdenes de la
autoridad y que la respete, no debe inducir a error al juez o tratar de influir en
este alterando su independencia o imparcialidad. Tampoco debe anunciar sus
servicios sugiriendo que puede influir indebidamente en la autoridad.
Por ello, el abogado debe actuar con moderación y guardar el debido respeto en
sus intervenciones, en los escritos que autorice y al opinar o absolver consultas
a través de medios masivos de comunicación. También debe evitar ocasionar
daños a su cliente, la contraparte o terceros y velar porque su cliente guarde
respeto a estos últimos.
Por ello, debe promover la confianza del público en que la justicia puede
alcanzarse con el cumplimiento de las reglas del Estado constitucional de
derecho, apoyar la labor de las entidades públicas y privadas orientadas a
consolidar el marco institucional del país y denunciar el abuso de poder.
7. Ser ejemplo. Entre los demás ciudadanos, el abogado es quien conoce más
las normas y entiende mejor la importancia de su cumplimiento para garantizar
la paz social. Si, en lugar de cumplir la ley u obedecer a la autoridad, no lo hace,
brinda un mensaje equivocado a los demás ciudadanos. Se requiere, por tanto,
que el abogado sea ejemplo para los demás.
El deber del abogado de ser ejemplo para sus colegas y sobre todo para los
futuros profesionales del Derecho ha sido recogido en forma genérica en el
Código de Ética del Abogado; sin embargo, este no ha especificado una serie de
aspectos vinculados a este deber que sí se encuentran señalados en el Código
Voluntario de Buenas Prácticas del Abogado como son: que supervise el
cumplimiento de la normativa de prácticas profesionales; que fomente la
participación de practicantes y abogados menos experimentados en condiciones
de igualdad y respeto; y, promueva su desarrollo profesional y educación
continua.
Esto significa que debe atender a las instrucciones del cliente y no ir en contra
de su voluntad, actuar con competencia (lo cual exige un “profundo conocimiento
del Derecho y la práctica constante” en el área a la cual se dedica), diligencia
(que consiste en “realizar todo lo que esté a su alcance para satisfacer los
intereses de su cliente”) y cumplir con los deberes de información,
confidencialidad, lealtad, procurando encontrar una respuesta no litigiosa para el
problema de su cliente.
Es importante agregar que los deberes a los cuales nos referimos son los que
han sido recogidos explícitamente de alguna forma en la normativa legal y
disciplinaria vigente. No obstante, cabría analizar si otros deberes se encuentran
recogidos implícitamente (i.e. responsabilidad ambiental, responsabilidad de los
socios por inconductas de miembros de la organización profesional, entre
otros). Dicho análisis escapa el alcance de este ensayo.